EL QUIJOTE SEGÚN LÉVINAS

2
Que todo aparecer del ser sea una posible apariencia; que la manifestación de las cosas y el tes- timonio de la conciencia no sean, quizá, sino el efecto de una cierta magia, capaces de extraviar al hombre que espera salir de si hacia el ser, todo esto no es un loco pensamiento de filósofo. Es todo el desarrollo de la humanidad moderna: su temor a dejarse hechizar. Sabemos ya, en efec- to, que la teoría no nos pone al abrigo de la mixtificación. La ideología, inocente o maligna, ha alterado ya nuestro saber. Por ella los hombres se engañan o son engañados. Las ciencias hu- manas de nuestro tiempo la psicología y el psicoanálisis, la sociología y la economía, la lingüística y la historiamuestran el «condicionamiento» de toda proposición y de toda ver- dad. Y si el saber proporcionado por las ciencias no estuviera tampoco exento del equivoco que denuncia, confirmaría todavía más la anfibología del aparecer. Nuestro libro, accesible desde ahora al público de lengua castellana gracias a esta her- mosa traducción, busca una salida a esta referencia al ser; referencia en la que uno no está se- guro de que se rompa el encantamiento, de que el hombre, en su conocer, no quede encerrado en su conciencia subjetiva, de que su impulso de trascendencia no permanezca encallado, de- jando al yo cautivo de sí mismo. Nuestro libro encuentra la apertura en un movimiento que, de inmediato, es responsabilidad por el prójimo, en vez de asirse a cierto «contenido» de conocimiento que tal vez no es más que la sombra de una presa. Totalidad e infinito de- scribe la epifanía del rostro como un deshechizamiento del mundo. Pero el rostro en cuanto rostro es la desnudez y el desnudamiento«del pobre, de la viuda, del huérfano, del extranjero», y su expresión indica el «no matarás». Cara a cara: relación ética que no se re- fiere a ninguna ontología previa. Ella rompe el englobamiento clausurante totalizante y totalitariode la mirada teorética. Ella se abre, a modo de responsabilidad, sobre el otro hombre sobre el inenglobable: ella va hacia lo infinito. Ella conduce al exterior, sin que sea posible sustraerse a la responsabilidad a la que apela de tal modo. Esta aventura no es puramente especulativa y no puede serles desconocida a los lec- tores de lengua castellana. La obra maestra de Cervantes, que han leído desde la escuela, no es solamente la co- media trágica del idealismo temerario en lucha contra la mediocridad triunfante de la lucidez realista. El tema del hechizamiento de lo real o de una vasta mascarada de la aparimcia que dormita en todo aparecer la atraviesa de una parte a otra. El genio maligno de Descartes todavía no está conju- rado aquí. Por lo demás ¿lo estará alguna vez? En el capítulo 48 de la primera parte, ¿no siente Don Quijote cómo su propia persona sufre el «encantamiento» cuando, hecho prisionero, es conducido a su casa en una jaula? Sancho Panza tiene a bien explicarle al caballero enjaulado que en esta «desgracia» hay «más malicia que encantamiento» y que el cura y el barbero de su pueblo natal lo acompañan en este retorno. Don Quijote le responderá: «Bien podrá ser que parezca que son ellos mismos; pero que lo sean realmente y en efecto, eso no lo creas en ningu- na manera... los que me han encantado habrán tomado esa apariencia y semejanza, porque es fácil a los encantadores tomar la figura que se les antoja, y habrán las de estos nuestros amigos, para darte a ti ocasión de que pienses lo que piensas y ponerte en un laberinto de incerteza, que no aciertes a salir de él aunque tuvieses el hilo de Teseo; y también lo habrán hecho para que yo vacile en mi entendimiento y no sepa atinar de dónde me viene este daño; porque si por una parte tú me dices continúa Don Quijoteque me acompañan el barbero y el cura de nuestro pueblo, y por otra yo me veo enjaulado, y sé de mí que fuerzas humanas, como no fueran sobrenaturales, no fueran bastante para enjaularme, ¿qué quieres que diga o piense, sino que la manera de mi encantamiento excede a cuantas yo he leído en todas las historias que tratan de caballeros an- dantes que han sido encantados?». He aquí que Don Quijote formula explícitamente la modernidad de su encarcelamien- to. Ella está, sin duda, en el «laberinto de la incerteza» sin hilo conductor, en medio de rostros que son máscaras, con el entendimiento vacilante y sin juicio sobre las causas del mal. «Podría suceder le dirá a Sancho Panza más adelanteque hubiera diversas suertes de encantamien-

description

Análisis del capítulo V del Quijote

Transcript of EL QUIJOTE SEGÚN LÉVINAS

Page 1: EL QUIJOTE SEGÚN LÉVINAS

Que todo aparecer del ser sea una posible apariencia; que la manifestación de las cosas y el tes-timonio de la conciencia no sean, quizá, sino el efecto de una cierta magia, capaces de extraviar al hombre que espera salir de si hacia el ser, todo esto no es un loco pensamiento de filósofo. Es todo el desarrollo de la humanidad moderna: su temor a dejarse hechizar. Sabemos ya, en efec-to, que la teoría no nos pone al abrigo de la mixtificación. La ideología, inocente o maligna, ha alterado ya nuestro saber. Por ella los hombres se engañan o son engañados. Las ciencias hu-manas de nuestro tiempo —la psicología y el psicoanálisis, la sociología y la economía, la lingüística y la historia— muestran el «condicionamiento» de toda proposición y de toda ver-dad. Y si el saber proporcionado por las ciencias no estuviera tampoco exento del equivoco que denuncia, confirmaría todavía más la anfibología del aparecer.#

Nuestro libro, accesible desde ahora al público de lengua castellana gracias a esta her-mosa traducción, busca una salida a esta referencia al ser; referencia en la que uno no está se-guro de que se rompa el encantamiento, de que el hombre, en su conocer, no quede encerrado en su conciencia subjetiva, de que su impulso de trascendencia no permanezca encallado, de-jando al yo cautivo de sí mismo. Nuestro libro encuentra la apertura en un movimiento que, de inmediato, es responsabilidad por el prójimo, en vez de asirse a cierto «contenido» de conocimiento que tal vez no es más que la sombra de una presa. Totalidad e infinito de-scribe la epifanía del rostro como un deshechizamiento del mundo. Pero el rostro en cuanto rostro es la desnudez —y el desnudamiento— «del pobre, de la viuda, del huérfano, del extranjero», y su expresión indica el «no matarás». Cara a cara: relación ética que no se re-fiere a ninguna ontología previa. Ella rompe el englobamiento clausurante —totalizante y totalitario— de la mirada teorética. Ella se abre, a modo de responsabilidad, sobre el otro hombre —sobre el inenglobable—: ella va hacia lo infinito. Ella conduce al exterior, sin que sea posible sustraerse a la responsabilidad a la que apela de tal modo.#

Esta aventura no es puramente especulativa y no puede serles desconocida a los lec-tores de lengua castellana.#

La obra maestra de Cervantes, que han leído desde la escuela, no es solamente la co-media trágica del idealismo temerario en lucha contra la mediocridad triunfante de la lucidez realista. El tema del hechizamiento de lo real o de una vasta mascarada de la aparimcia que dormita en todo aparecer la atraviesa de una parte a otra. El genio maligno de Descartes todavía no está conju-rado aquí. Por lo demás ¿lo estará alguna vez? En el capítulo 48 de la primera parte, ¿no siente Don Quijote cómo su propia persona sufre el «encantamiento» cuando, hecho prisionero, es conducido a su casa en una jaula? Sancho Panza tiene a bien explicarle al caballero enjaulado que en esta «desgracia» hay «más malicia que encantamiento» y que el cura y el barbero de su pueblo natal lo acompañan en este retorno. Don Quijote le responderá: «Bien podrá ser que parezca que son ellos mismos; pero que lo sean realmente y en efecto, eso no lo creas en ningu-na manera... los que me han encantado habrán tomado esa apariencia y semejanza, porque es fácil a los encantadores tomar la figura que se les antoja, y habrán las de estos nuestros amigos, para darte a ti ocasión de que pienses lo que piensas y ponerte en un laberinto de incerteza, que no aciertes a salir de él aunque tuvieses el hilo de Teseo; y también lo habrán hecho para que yo vacile en mi entendimiento y no sepa atinar de dónde me viene este daño; porque si por una parte tú me dices —continúa Don Quijote— que me acompañan el barbero y el cura de nuestro pueblo, y por otra yo me veo enjaulado, y sé de mí que fuerzas humanas, como no fueran sobrenaturales, no fueran bastante para enjaularme, ¿qué quieres que diga o piense, sino que la manera de mi encantamiento excede a cuantas yo he leído en todas las historias que tratan de caballeros an-dantes que han sido encantados?».#

He aquí que Don Quijote formula explícitamente la modernidad de su encarcelamien-to. Ella está, sin duda, en el «laberinto de la incerteza» sin hilo conductor, en medio de rostros que son máscaras, con el entendimiento vacilante y sin juicio sobre las causas del mal. «Podría suceder —le dirá a Sancho Panza más adelante— que hubiera diversas suertes de encantamien-

Page 2: EL QUIJOTE SEGÚN LÉVINAS

tos, y podría ser que con el tiempo se hubiesen mudado de unos en otros, y que ahora se use que los encantados hagan todo lo que yo hago, aunque antes no lo hacían; de manera que con-tra el uso de los tiempos no hay que argüir ni de qué hacer consecuencias. Yo sé y tengo para mí que voy encantado...».#

Pero la certeza de este encantamiento —¡que es ya desencantamiento!— no se asemeja —y hay que advertirlo claramente— al cogito cartesiano. Aquélla no está hecha de una simple reflexión del pensamiento sobre sí mismo: «yo sé y tengo para mí que voy encantado, y esto me basta para la seguridad de mi conciencia, que la formaría muy grande si yo pensase que no esta-ba encantado y me dejase estar en esta jaula perezoso y cobarde, defraudando el socorro que podría dar a muchos menesterosos y necesitados que deben tener a la hora presente precisa y extrema necesidad de mi ayuda y protección».#

¿Reconocería la conciencia su propio hechizamiento mientras está perdida en un laber-into de incerteza y su seguridad sin «gran escrúpulo» se asemeja al embrutecimiento? ¡Locura de Don Quijote! ¡A menos que la conciencia petrificada por los encantos y sin escuchar la llamada de los afligidos no lo entienda todo del mismo modo! A menos que no exista una sordera capaz de sustraerse a su voz. A menos que la voz de los afligidos sea el deshechizamiento mismo de la ambigüedad en que se despliega la aparición del «ser en cuanto ser».#

!EMMANUEL LÉVINAS #

París, 12 de febrero de 1976#!

!!«La identidad narrativa o el hilo de Ariadna en el “laberinto de incerteza” (para una lectura de Cervantes con Ricoeur, Lévinas y Kundera)»#«Desenredando el hilo de Ariadna (para una lectura de Cervantes con Ricoeur, Lévinas y Kun-dera)».#«Tirando del ovillo de Ariadna (para una lectura de Cervantes con Ricoeur, Lévinas y Kundera)».#«El extravío del hilo de Ariadna (para una lectura de Cervantes con Ricoeur, Lévinas y Kundera)».#«Extraviado el hilo de Ariadna (para una lectura de Cervantes con Ricoeur, Lévinas y Kundera)».#«Extravío del ovillo de Ariadna (para una lectura de Cervantes con Ricoeur, Lévinas y Kundera)».#«Se ha extraviado el hilo de Ariadna (para una lectura de Cervantes con Ricoeur, Lévinas y Kundera)».#«Extraviado ovillo de Ariadna: se gratificará a quien lo devuelva (para una lectura de Cervantes con Ricoeur, Lévinas y Kundera)».#«En busca del ovillo de Ariadna (para una lectura de Cervantes con Ricoeur, Lévinas y Kundera)».#