El Regreso del Hijo Pródigo - Henri Nouwen

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    EL REGRESO DEL HIJO PRDIGO

    H. Nouwen

    INDICE

    Historia de dos hijos y su padre

    Prlogo: Encuentro con un cuadro

    Introduccin: El hijo menor; el hijo mayor y el padre

    Parte I: EL HIJO MENOR

    1. Rembrandt y el hijo menor

    2. El hijo menor se marcha

    3. El regreso del hijo menor

    Parte II: EL HIJO MAYOR

    4. Rembrandt y el hijo mayor

    5. El hijo mayor se marcha

    6. El regreso del hijo mayor

    Parte III: EL PADRE

    7. Rembrandt y el padre

    8. El padre le da la bienvenida

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    9. El padre organia una f1esta

    Conclusin: Convertirse en el padre

    Eplogo: Vivir el cuadro

    Agradecimientos

    HISTORIA DE DOS HIJOS Y SU PADRE

    Un hombre tena dos hijos. El menor dijo a su padre: (Lc 15, 11-32) Yel padre les reparti la herencia. A los pocos dias el hijo menor reunitodo lo suyo, se fue a un pais lejano y alli gast toda su fortunallevando una mala vida.

    Cuando se lo habia gastado todo, sobrevino una gran hambre enaquella comarca y comenz a padecer necesidad. Se fue a servir a casade un hombre del pas, que le mand a sus tierras a cuidar cerdos.

    Gustosamente hubiera llenado su estmago con las algarrobas quecomian los cerdos pero nadie se las daba. Entonces, reflexionando,dijo: Cuntos jornaleros de mi padre tienen pan de sobra mientrasque yo aqu me muero de hambre! Me pondr en camino, voler acasa de mi padre y le dir: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti.Ya no mereco llamarme hijo tuyo: trtame como a uno de tusjornaleros. Se puso en camino y fue a casa de su padre.

    Cuando an estaba lejos, su padre lo vioy se conmovi. Fue corriendo,

    se ech al cuello de su hijo y lo cubri de besos. El hijo comenz adecir: . Pero el padre dijo a sus criados: Traed enseguita el mejorvestidoy pondselo; ponedle tambin un anillo en la mano y sandaliasen los pies. Tomad el ternero cebado, matadlo y celebremos unbanquete de fiesta, porque este hijo mio habia muerto y ha uelto a laida, se habia perdidoy ha sido encontrado. Y se pusieron todos afestejarlo.

    El hijo mayor estaba en el campo y, al volver y acercarse a la casa,

    oy la msica y los bailes. Llam a uno de los criados y le preguntqu significaba aquello. Y ste le contest: El se enfad y no quiso

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    entrar y su padre sali y se puso a convencerlo. El contest a su padre:.

    El padre le respondi: .

    Prlogo

    Encuentro con un cuadro

    El cartel

    Un encuentro aparentemente insignificante con un cartelrepresentando un detalle de El Regreso del Hijo Prdigo de Remrandthizo que comenzara una larga aventura espiritual que me llevara aentender mejor mi vocacin y a obtener nueva fuerza para vivirla. Losprotagonistas de esta aventura son un cuadro del s. XVII y su autor,una parbola del s. I y su autor, y un hombre del s. XX en busca del

    significado de la vida.La historia comienza a finales de 1983 en el pueblo de Trosly,Francia, donde estaba pasando unos meses en El Arca, una comunidadque acoge a personas con enfermedades mentales. Fundada en 1964por un canadiense, Jean Vanier, la comunidad de Trosly es la primerade las ms de noventa comunidades El Arca esparcidas por todo elmundo.

    Un da fui a visitar a mi amiga Simone Landrien al pequeo centro dedocumentacin de la comunidad. Mientras halbamos, mis ojos dieroncon un gran cartel colgado en su puerta. Vi a un hombre vestido conun enorme manto rojo tocando tiernamente los hombros de unmuchacho desaliado que estaba arrodillado ante l. No poda apartarla mirada. Me sent atrado por la intimidad que haba entre las dosfiguras, el clido rojo del manto del hombre, el amarillo dorado de latnica del muchacho, y la misteriosa luz que envolva a ambos. Perofueron sobre todo las manos, las manos del anciano, la manera como

    tocaban los hombros del muchacho, lo que me traslad a un lugardonde nunca haba estado antes.

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    Dndome cuenta de que ya no estaba prestando atencin a laconversacin, dije a Simone: . Ella dijo: Segu mirando fijamente elcartel y por fin tartamude: Simone aadi: , dije,

    La primera vez que vi El Regreso del Hijo Prdigo, acababa determinar un viaje agotador de seis semanas dando conferencias por losEstados Unidos, lanzando un llamamiento a las comunidadescristianas para que hicieran todo lo posible por prevenir la violencia yla guerra en Amrica Central. Estaba realmente cansado, tanto quecasi no poda andar. Me senta preocupado, solo, intranquilo y muynecesitado. Durante todo el viaje me haba sentido como un guerrerofuerte y valeroso luchando incansablemente por la justicia y la paz,capaz de hacer frente sin miedo al oscuro mundo. Pero ahora me

    senta vulnerable como un nio pequeo que quiere gatear hasta elregazo de su madre y llorar. Tan pronto como las multitudes que mealababan o me criticaban se alejaron, experiment una soledaddevastadora y fcilmente poda haberme rendido a las seductorasvoces que me prometan descanso fsico y emocional.

    Este era mi estado la primera vez que me encontr con El Regreso delHijo Prdigo de Rembrandt colgado de la puerta del despacho deSimone. Mi corazn dio un brinco cuando lo vi. Tras mi largo viaje,

    aquel tierno abrazo de padre e hijo expresaba todo lo que yo deseabaen aquel momento. De hecho, yo era el hijo agotado por los largosviajes; quera que me abrazaran; buscaba un hogar donde sentirme asalvo. Yo no era sino el hijo que vuelve a casa; y no quera ser otracosa. Durante mucho tiempo haba ido de un lado a otro:enfrentndome, suplicando, aconsejando y consolando. Ahora sloquera descansar en un lugar que pudiera sentirlo mo, un lugar dondepudiera sentirme como en casa.

    Ocurrieron muchas cosas en los meses y aos siguientes. El enormecansancio desapareci y volv a mis clases y a mis viajes, pero elabrazo de Rembrandt segua grabado en mi corazn msprofundamente que cualquier otra expresin de apoyo emocional. Mehaba puesto en contacto con algo dentro de m que reposa ms all delos altibajos de una vida atareada, algo que representa el anheloprogresivo del espritu humano, el anhelo por el regreso final, por unslido sentimiento de seguridad, por un hogar duradero. Mientrassegua ocupado con mucha gente, envuelto en innumerables asuntos, ypresente en multitud de lugares, El Regreso del Hijo Prdigo estaba

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    conmigo y segua dando un significado mayor a mi vida espiritual. Elanhelo por un hogar duradero que haba llegado a mi concienciagracias al cuadro de Rembrandt, creca ms fuerte y msprofundamente convirtiendo al pintor en un fiel compaero y gua.

    Dos aos despus de haber visto el cartel de Rembrandt, dimit de mipuesto como profesor en la Universidad de Harvard y volv a El Arcaen Trosly, donde pas un ao entero. El propsito de este traslado eradeterminar si estaba llamado a vivir una vida dedicada a gente conenfermedades mentales en una de las comunidades de El Arca.Durante aquel ao de transicin, me sent especialmente cerca deRembrandt y de su Hijo Prdigo. Despus de todo, buscaba un hogarnuevo. Pareca como si mi compaero holands me hubiera sido dado

    como un compaero especial. Antes de que terminara el ao, ya habatomado la resolucin de hacer de El Arca mi nuevo hogar eincorporarme a Daybreak, la comunidad de El Arca en Toronto.

    El cuadro

    Justo antes de dejar Trosly, recib una invitacin de mis amigos Bobby

    Massie y su mujer, Dana Robert, para que fuera con ellos a la UninSovitica. Mi reaccin inmediata fue: Antes de haber sentido interspor esta obra, ya saba que el original haba sido adquirido en 1766por Catalina la Grande para el Hermitage en San Petersburgo (que trasla revolucin recibi el nombre de Leningrado y que recientemente hareclamado su antiguo nombre de San Petersburgo) y que continuabaall. Nunca pens que tendra la oportunidad de verlo tan pronto.Aunque estaba ansioso por contemplar con mis propios ojos un pasque haba influido tan fuertemente en mis pensamientos, emociones y

    sentimientos durante la mayor parte de mi vida, esto se converta enalgo trivial frente a la oportunidad de sentarme ante el cuadro que mehaba revelado los anhelos ms profundos de mi corazn.

    Desde el momento de mi partida, supe que mi decisin de unirme a ElArca y mi visita a la Unin Sovitica estaban estrechamente unidas. Elvnculo cstaba seguro era El Regreso del Hijo Prdigo deRembrandt. De alguna manera, tuve la sensacin de que ver estecuadro me permitira entrar en el misterio del regreso al hogar de una

    forma hasta entonces desconocida para m.

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    La vuelta de un viaje agotador a un lugar seguro haba significado unvolver a casa; dejar el mundo de los profesores y estudiantes para viviren una comunidad dedicada a cuidar hombres y mujeres conenfermedades mentales me hizo sentir de nuevo en casa; conocer a

    gente de un pas que se haba separado del resto del mundo mediantemuros y fronteras fuertemente vigiladas, era tambin una forma devolver a casa. Sin embargo, ms all de todo aquello, significaba param, caminar paso a paso hacia el Unico que me espera con los brazosabiertos y desea tenerme en un abrazo eterno. Saba que Rembrandtentendi profundamente este regreso espiritual. Saba que cuandoRembrandt pint su Regreso del Hijo Prdigo, haba llevado una vidatal que no tena ninguna duda sobre su verdadero y ltimo hogar. Sentque si hubiera conocido a Rembrandt en el lugar donde pint a aquel

    padre con su hijo, Dios y humanidad, compasin y miseria, en uncrculo de amor, lo habra conocido todo acerca de la vida y la muerte.Tambin tuve la esperanza de que, a travs de la obra maestra deRembrandt, un da sera capaz de expresar todo lo que quera deciracerca del amor.

    Estar en San Petersburgo es una cosa. Tener la oportunidad dereflexionar tranquilamente sobre El Regreso del Hijo Prdigo en elHermitage, es otra. Cuando vi la enorme cola de gente esperando para

    entrar en el museo, me pregunt cmo y durante cunto tiempo podraver lo que ms deseaba.

    Mi inquietud, sin embargo, desapareci. Nuestro viaje oficialterminaba en San Petersburgo y la mayor parte del grupo volvi acasa. Pero la madre de Bobby, Suzanne Massie, que entonces seencontraba en la Unin Sovitica, nos invit a pasar unos das conella. Suzanne es una experta en la cultura y arte rusos y su libro Theland of the Firebird me fue muy til a la hora de preparar nuestro

    viaje. Le pregunt a Suzanne: Ella contest: .

    Durante nuestro segundo da en San Petersburgo, Suzanne me dio unnmero de telfono y me dijo: Marqu el nmero al instante y mesorprendi oir a Alexei, con su amable acento ingls, prometindomeencontrarse conmigo en una de las puertas laterales, lejos de la entradareservada a los turistas.

    El sbado 26 de julio de 1986 a las dos y media de la tarde fui al

    Hermitage, camin junto al ro Neva y llegu hasta la puerta queAlexei me haba indicado. Entr y alguien sentado tras una gran mesa

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    de despacho me permiti utilizar el telfono de la casa para llamar aAlexei. A los pocos minutos apareci hacindome un calurosorecibimiento. Me llev por una serie de pasillos esplndidos yescaleras elegantes hasta llegar a un lugar inaccesible para los turistas.

    Era una habitacin larga de techos altos: pareca el estudio de unartista de cierta edad. Haba cuadros por todas partes. En la mitad,haba unas mesas enormes y sillas cubiertas de papeles y objetos detodo tipo. Enseguida me di cuenta de que Alexei era el director deldepartamento de restauracin del Hermitage. Con gran amabilidad ymuy interesado por mi deseo de ver el cuadro de Rembrandt contiempo, me ofreci toda la ayuda que quisiera. Me llev directamenteal Hijo Prdigo, orden al vigilante que no me molestara y me dejall.

    Y all estaba yo, delante del cuadro que haba estado en mi mente y enmi corazn desde haca casi tres aos. Estaba maravillado por sumajestuosa belleza. Su tamao, mayor que el tamao natural; susabundantes rojos, marrones y amarillos; sus huecos sombreados y susbrillantes primeros planos, pero sobre todo, el abrazo de padre e hijoenvuelto de luz y rodeado de cuatro misteriosos mirones. Todo estome impact con una intensidad mayor de lo que nunca hubiera podidoimaginar. Hubo momentos en los que me pregunt si el original no me

    desilusionara. Todo lo contrario. Su grandeza y esplendor hacan quetodas las dems cosas pasaran a un segundo plano. Me dejcompletamente cautivado. Realmente, estar aqu era volver a casa.

    Mientras muchos grupos de turistas pasaban rpidamente con susguas, yo permaneca sentado en una de las sillas forradas deterciopelo rojo que estn frente a los cuadros. Slo miraba. Ahoraestaba viendo el original! No slo vea al padre abrazando a su hijorecin llegado a casa, sino tambin al hermano mayor y a las otras tres

    figuras. Es un leo sobre lienzo de dos metros y medio de alto por casidos de ancho. Me llev un rato darme cuenta de que efectivamenteestaba all, asimilar que estaba verdaderamente en presencia de lo quedurante tanto tiempo haba querido ver, disfrutar del hecho de queestaba slo, sentado en el Hermitage de San Petersburgo, pudiendocontemplar El Regreo del Hijo Prdigo todo el tiempo que quisiera.

    El cuadro estaba expuesto de la forma ms adecuada, en una paredque reciba la luz natural de pleno a travs de una gran ventanacercana situada formando ngulo de ochenta grados. Sentado all, me

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    di cuenta de que a medida que se acercaba la tarde, la luz se haca msintensa. A las cuatro, el sol cubri el cuadro con una intensidaddiferente, y las figuras de atrs que durante las primeras horasparecan algo borrosas parecieron salir de sus rincones oscuros. A

    medida que transcurra la tarde, la luz del sol se hizo ms directa yestremecedora. El abrazo del padre y el hijo se hizo ms fuerte, msprofundo, y los mirones participaban ms directamente de aquelmisterioso acontecimiento de reconciliacin, perdn y cura interior.Poco a poco, me fui dando cuenta de que haba tantos cuadros del HijoPrdigo como cambios de luz, y me qued durante largo ratofascinado por aquel gracioso baile de naturaleza y arte.

    Alexei regres. Sin darme cuenta haban pasado ms de dos horas

    desde que se haba marchado dejndome a solas con el cuadro. Consonrisa compasiva y gesto de apoyo, me sugiri que necesitaba undescanso y me invit a un caf. Me condujo por los majestuososvestbulos del museo la mayor parte del cual fue la residencia deinvierno de los zares hacia la zona de trabajo en la que habamosestado antes. Alexei y su colega haban preparado una enorme bandejallena de pan, quesos y dulces y me animaron a que lo probara todo.Tomar el caf de la tarde con los restauradores del Hermitage noestuvo nunca en mis planes cuando soaba con pasar un rato a solas

    con El Regreo del Hjo Prdigo. Tanto Alexei como su compaero meexplicaron todo lo que saban acerca del cuadro de Rembrandt y sequedaron intrigados por saber por qu estaba yo tan interesado en l.Parecan sorprendidos y algo perplejos con mis reflexiones yobservaciones espirituales. Me escucharon muy atentamentepidindome que les contara mas.

    Despus del caf volv al cuadro durante otra hora hasta que elvigilante y la mujer de la limpieza me hicieron saber, muy claramente

    por cierto, que el museo se iba a cerrar y que ya haba estado bastantetiempo.

    Cuatro das ms tarde volv a visitar el museo. En aquella sesin meocurri algo divertido, algo que no puedo dejar de contar. Debido alngulo desde el que el sol de la maana iluminaba el cuadro, el barnizemita una luz confusa. As pues, cog una de las sillas de terciopelorojo y la llev a un lugar desde el que aquella luz tena una intensidadmenor y poda ver as con claridad las figuras del cuadro. En cuanto elvigilante un hombre joven y muy serio vestido con gorra y

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    uniforme militar vio lo que haca, se enfad mucho por miatrevimiento de coger la silla y ponerla en otro sitio. Se acerc y,soltando una parrafada en ruso y haciendo una serie de gestosuniversales, me orden que devolviera la silla a su sitio. Como

    respuesta, yo seal primero hacia el sol y luego hacia el lienzo paratratar de explicar por qu haba cambiado la silla de sitio. Misesfuerzos no tuvieron ningn xito, de forma que dej la silla en susitio y me sent en el suelo. El vigilante se enfad an ms. Trasnuevos y animados intentos por ganarme su simpata, me dijo que mesentara encima del radiador que estaba bajo la ventana; desde allpodra ver bien. Pero la primera gua que pas con su grupo de turistasvino hacia m y me dijo en tono severo que me levantara de encimadel radiador y que me sentara en una de las sillas de terciopelo. Pero

    entonces, el vigilante se enfad con la gua y con mltiples palabras ygestos le dijo que haba sido l guien me haba dejado que me sentaraen el radiador. La gua no pareci quedarse conforme pero decidivolver con los turistas que estaban mirando el Rembrandt ypreguntndose por el tamao de las figuras. Minutos ms tarde, Alexeivino a ver gu haca. El vigilante se le acerc de inmediato yempezaron una larga conversacin. Evidentemente, el vigilante estabatratando de explicar lo gue haba pasado, pero la discusin durabatanto que pens que todo aquello desembocara en algo raro. Entonces,de repente, Alexei se march. Por un momento me sent algo culpablepor haber provocado tal revuelo y pens que haba conseguido queAlexei se enfadara conmigo. Sin embargo, diez minutos ms tarde,Alexei volva cargado con un enorme y confortable silln deterciopelo rojo y patas pintadas de color dorado. Todo para m! Conuna gran sonrisa, coloc la silla frente al cuadro invitndome a tomarasiento. Alexei, el vigilante y yo sonremos. Tena mi propia silla, y yanadie me pondra objecin alguna. De repente, aquello me pareci de

    lo ms cmico. Tres sillas vacas que no podan tocarse y me ofrecanun lujoso silln trado de algn lugar de aquel palacio de invierno quepoda mover cuanto guisiera. Elegante burocracia! Me pregunt sialguna de las figuras del cuadro, que haban sido testigo de toda laescena, estara sonriendo. Nunca lo sabr.

    Pas ms de cuatro horas con El Hijo Prdigo, tomando notas de loque decan los guas y los turistas, de lo gue vea mientras el soliluminaba con aguella intensidad el cuadro, y de lo gue yo mismo

    experimentaba en lo ms profundo de mi ser a la vez que me convertams y ms en parte de la historia que Jess cont una vez y

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    Rembrandt pint ms tarde. Me pregunt si aquel precioso tiempopasado en el Hermitage dara su fruto alguna vez y cmo lo hara.

    Cuando me alej del cuadro, me acerqu al joven vigilante y trat de

    expresarle mi gratitud por haberme aguantado tanto tiempo. Cuando lemir a los ojos, bajo aquella gorra rusa vi a un hombre como yo:temeroso y con grandes deseos de ser perdonado. De aquella carasurgi una hermosa sonrisa. Yo tambin sonre, y los dos nos sentimossalvados.

    El acontecimiento

    Algunas semanas despus de mi visita al Hermitage en SanPetersburgo, fui a El Arca de Daybreak, en Toronto, para vivir ytrabajar como gua de la comunidad. Aunque me haba tomado un aoentero para clarificar mi vocacin y para discernir si Dios me llamabapara llevar una vida dedicada a personas con enfermedades mentales,todava me senta inquieto y dudaba de mi capacidad de hacerlo bien.Nunca antes haba prestado demasiada atencin a la gente conenfermedades mentales. Todo lo contrario. Me haba centrado cada

    vez ms en los estudiantes universitarios y sus problemas. Habaaprendido a dar conferencias y a escribir libros, a explicar las cosassistemticamente, a poner ttulos y subttulos, a discutir y a analizar.As pues, tena muy poca idea de cmo comunicarme con hombres ymujeres que casi no hablan y que, si lo hacen, no sienten ningninters por los argumentos lgicos o las opiniones bien razonadas.Todava saba menos acerca de cmo anunciar el Evangelio de Jess apersonas que escuchaban ms con el corazn que con la mente y queeran mucho ms sensibles a cmo viva yo que a mis palabras.

    Llegu a Daybreak en agosto de 1986 con el convencimiento de quehaba hecho la eleccin correcta, pero con el corazn lleno deinquietud por lo que me esperaba. A pesar de todo estaba convencidode que, tras pasar ms de veinte aos en las aulas, haba llegado lahora de confiar en que Dios ama a los pobres de espritu de maneraespecial y en que, aunque yo tena muy poco que ofrecerles, ellostenan mucho que ofrecerme a m.

    Una de las primeras cosas que hice al llegar fue buscar el lugaradecuado para colocar mi reproduccin de El Regreso del Hijo

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    Prdigo. El lugar que me haban asignado para trabajar me pareci elideal. Poda ver aquel misterioso abrazo de padre e hijo que se habaconvertido en una parte tan ntima de mi trayectoria espiritual desdecualquier sitio en que me sentara a leer, escribir o charlar con alguien.

    Desde mi visita al Hermitage, me hice ms y ms consciente de lascuatro figuras, dos mujeres y dos hombres, que estaban de pierodeando el espacio luminoso donde el padre daba la bienvenida a suhijo. Su forma de mirar te haca preguntarte qu pensaran o sentiransobre lo que estaban viendo. Aquellos mirones o espectadores dabanpie a todo tipo de interpretaciones. Cuando reflexionaba sobre mipropio trabajo me haca ms y ms consciente del largo tiempo en quehaba desempeado el papel de espectador. Durante aos haba

    instruido a los estudiantes en los diferentes aspectos de la vidaespiritual, tratando de ayudarles a ver la importancia de vivir todosellos. Pero me haba atrevido a llegar al fondo de lo esencial, aarrodillarme y a dejarme abrazar por un Dios misericordioso?

    El simple hecho de ser capaz de dar una opinin, de expresar unargumento, de defender una postura y de clarificar una visin mehaba dado, y todava me da, una sensacin de control. Y por logeneral, me siento mucho ms seguro experimentando una sensacin

    de control sobre una situacin indefinible, que arriesgndome a quesea la situacin la que me controle.

    Ciertamente haba pasado muchas horas en oracin, muchos das ymeses de retiro y haba tenido innumerables conversaciones condirectores espirituales, pero jams haba abandonado completamenteel papel de espectador. Aunque durante toda la vida haba sentido eldeseo de sentirme implicado desde dentro, elega una y otra vez lapostura del observador distante. A veces era una mirada curiosa, otras

    era una mirada celosa, otras era una mirada inquieta, y de vez encuando era una mirada de amor. Pero dejar lo que de alguna forma erala postura segura del espectador crtico me pareca saltar a unterritorio desconocido. Deseaba tanto controlar mi trayectoriaespiritual, ser capaz de predecir al menos una parte del resultado, querenunciar a la seguridad del espectador a cambio de la vulnerabilidaddel hijo que vuelve, me pareca casi imposile. Ensear a losestudiantes, explicar las palabras y acciones de Jess y mostrarles losdistintos caminos espirituales que la gente ha elegido a lo largo de lostiempos, era como adoptar la postura de una de las cuatro figuras que

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    rodeaban aquel abrazo divino. Las dos mujeres de pie a diferentesdistancias detrs del padre, el hombre sentado con la mirada perdidaen el vaco, y el otro alto, de pie, erguido, contemplando con miradacrtica el acontecimiento, todos ellos representan distintas formas de

    no compromiso. Vemos indiferencia, curiosidad, un soar despierto,una observacin atenta; alguno mira fijamente, otro contempla, otroobserva sin fijar la mirada y otro simplemente mira; uno est de pie alfondo, otro se apoya en un arco, otro est sentado con los brazoscruzados o de pie con las manos juntas una sobre otra. Cada una deestas posturas me es muy familiar. Algunas son ms cmodas queotras, pero todas ellas son formas de no comprometerse.

    Pasar de dar clases a universitarios a vivir con enfermos mentales

    supuso, al menos para m, dar un paso hacia la plataforma donde elpadre abraza a su hijo arrodillado. Es el lugar de la luz, el lugar de laverdad, el lugar del amor. Es el lugar donde yo quiero estar aunque meda mucho miedo llegar a l. Es el lugar donde recibir todo lo quedeseo, todo lo que siempre he esperado, todo lo que necesitar, perotambin es el lugar donde tengo que dejar todo lo que quiero retener.Es el lugar que me enfrenta con el hecho de que aceptar de verdad elamor, el perdn y la curacin es, a menudo, mucho ms duro queentregarlo. Es el lugar ms all de lo que uno mismo puede obtener,

    merecer y de las recompensas que puede recibir. Es el lugar de larendicin y de la total confianza.

    Poco despus de llegar a Daybreak, Linda, una preciosa joven consndrome de Down, me rode con sus brazos y dijo: Esto lo hace contodos los recin llegados y siempre con absoluta conviccin y amor.Pero cmo recibir un abrazo as? Linda no me conoca. No tena niidea de lo que haba vivido antes de llegar a Daybreak. No habatenido ocasin de encontrarse con mi lado oscuro, ni de descubrir mis

    puntos de luz. No haba ledo ninguno de mis libros, no me haba odohablar y jams haba mantenido una conversacin conmigo.

    As pues, tena que limitarme a sonrer, a piropearle y a seguircaminando como si nada hubiera ocurrido? Tal vez Linda estaba depie en algn lugar de la plataforma diciendo con su gesto: Parece quecada vez ya sea la bienvenida de Linda, el apretn de manos de Bill,la sonrisa de Gregory, el silencio de Adam o las palabras deRaymond tengo que elegir entre esos gestos o simplementeaceptarlos como invitaciones a llegar ms alto.

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    Estos aos en Daybreak no han sido fciles. He vivido muchas luchasinternas y mucho dolor mental, emocional y espiritual. Nada,absolutamente nada pareca indicarme que el cambio haba merecidola pena. Pero el paso de Harvard a El Arca signific dar un pequeo

    paso en el cambio de actitud de espectador a participante, de juez apecador arrepentido, de profesor de cmo se ama a persona que sedeja amar. No tena la menor idea de lo difcil que iba a resultar esteviaje. No me daba cuenta de lo profundamente arraigada que estaba enm la resistencia y lo angustioso que sera para m , caer de rodillas ydejar que las lgrimas corrieran libremente. No saba lo duro que iba aresultar convertirme en parte del gran acontecimiento que el cuadro deRembrandt representa.

    Cada pequeo paso hacia su interior era como una peticin imposible,una peticin que me exiga dejar de lado una vez ms mi deseo decontrolar, de predecir; una peticin a superar el miedo de no saber adnde me llevara todo aquello; una peticin a rendirme al amor queno conoce lmites. Saba que nunca sera capaz de vivir el granmandamiento de amar sin condiciones ni requisitos. El paso deensear sobre el amor a dejarme amar me iba a resultar ms largo delo que pensaba.

    La visin

    Mucho de lo que ha ocurrido desde mi llegada a Daybreak est escritoen mis diarios y libros de notas, pero, tal y como est, muy pocopuede compartirse con los dems. Las palabras son demasiado crudas,demasiado ruidosas, demasiado , demasiado desnudas. Pero ahora hallegado el momento en el que es posible mirar hacia atrs, mirar

    aquellos aos de alboroto y describir, con ms objetividad que antes,el lugar al que me ha trasladado toda esta lucha. Todava no soy losuficientemente libre como para dejarme abandonar completamente enel abrazo seguro del Padre. En muchos sentidos, sigo caminando haciasu significado profundo. Todava soy como el hijo prdigo: viajo,preparo discursos, predigo cmo ser todo cuando finalmente llegue ala casa de mi Padre. Pero estoy en el camino a casa. He dejado el paslejano y siento el amor ms cerca. Ahora estoy preparado para contarmi historia. En ella se podr encontrar algo de esperanza, de luz y de

    consuelo. Mucho de cuanto he vivido durante estos ltimos aosformar parte de esta historia, no como expresin de confusin o de

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    desesperacin, sino como etapas en mi camino hacia la luz.

    El cuadro de Rembrandt ha estado muy cerca de m durante todo estetiempo. Lo he cambiado de sitio innumerables veces: del despacho a

    la capilla, de la capilla a la sala de estar de Dayspring (la casa deoracin de Daybreak) y de la sala de estar de Dayspring otra vez a lacapilla. He hablado sobre l miles de veces dentro y fuera de lacomunidad de Daybreak: a los enfermos mentales y a los que lesatienden, a ministros y a sacerdotes, y a hombres y mujeres de todacondicin. Cuanto ms hablaba sobre El Hijo Prdigo, ms loconsideraba como si se tratara de mi propia obra: un cuadro quecontena no slo lo esencial de la historia que Dios quera que yocontara, sino tambin lo gue yo mismo quera contar a Dios y a los

    hombres y mujeres de Dios. En l est todo el Evangelio. En l esttoda mi vida y la de mis amigos. Este cuadro se ha convertido en unamisteriosa ventana a travs de la cual puedo poner un pie en el Reinode Dios. Es como una entrada inmensa que me permitiera pasar al otrolado de la existencia y, desde all, contemplar la extraa variedad degentes y acontecimientos que componen mi vida diaria.

    Durante aos trat de ver a Dios en la diversidad de experienciashumanas: soledad y amor, pena y alegra, resentimiento y gratitud,

    guerra y paz. Intent comprender los altibajos del alma humana, parapoder percibir el hambre y la sed que slo un Dios cuyo nombre esAmor poda satisfacer. Trat de descubrir lo duradero ms all de lopasajero, lo eterno ms all de lo temporal, el amor perfecto ms allde los miedos que nos paralizan, y la consolacin divina ms all de ladesolacin provocada por la angustia y la desesperacin humanas.Procur proyectarme ms all de la calidad mortal de nuestraexistencia hacia una presencia ms duradera, ms profunda, msabierta y ms maravillosa de lo que podemos imaginar, e intentaba

    hablar de esa presencia como una presencia que ya desde ahora puedeser vista, oda y palpada por aqullos que quieren creer.

    Sin embargo, en el tiempo pasado aqu, en Daybreak, he sidoconducido a un lugar ms interior, un lugar en el que no haba estadoantes. Es un lugar dentro de m donde Dios ha elegido hospedarse. Esun lugar donde me siento a salvo en el abrazo de un Dios todo amorque me llama por mi nombre y me dice: Es el lugar donde saboreo laalegra y la paz que no existen en este mundo.

    Este lugar siempre ha estado all. Yo siempre supe que era la fuente de

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    gracia. Sin embargo, no haa sido capaz de entrar y vivir all deverdad. Jess dice: (Jn 14,23) Estas palabras siempre me hanimpresionado muy profundamente. Soy la casa de Dios!

    Pero me haba resultado muy duro experimentar la verdad queencierran. S, Dios hace su morada en lo ms ntimo de mi ser, perocmo poda aceptar la llamada de Jess: (Jn 15,4)? La invitacin esmuy clara. Hacer mi morada donde Dios ha hecho la suya, ste es elenorme reto espiritual. Pareca una tarea imposille.

    Con mis pensamientos, sentimientos, emociones y pasiones, estabaconstantemente fuera del lugar que Dios haba elegido para hacer sumorada. Llegar a casa y permanecer all donde Dios habita, escuchar

    la voz de la verdad y del amor, era lo que ms miedo me daba porquesaba que Dios era un amante celoso que lo quera todo de m en todomomento. Cundo estara preparado para aceptar esa clase de amor?

    Dios mismo me mostrara el camino. Las crisis fsicas y emocionalesinterrumpieron la vida tan atareada que llevaba en Daybreak y meobligaron a volver a casa y a buscar a Dios en el nico lugar dondepoda buscarlo: en mi propio santuario interior. No puedo decir que lohaya conseguido; nunca lo har en esta vida, porque el camino hasta

    Dios llega mucho ms all de las fronteras de la muerte. Es un viajelargo y muy exigente, pero est lleno de sorpresas maravillosas y amenudo nos proporciona la satisfaccin del objetivo cumplido.

    La primera vez que vi el cuadro de Rembrandt no estaba tanfamiliarizado con la morada de Dios dentro de m como lo estoyahora. Sin embargo, mi reaccin profunda al abrazo del padre a su hijome hizo ver que estaba buscando desesperadamente ese lugar interiordonde yo tambin pudiera ser abrazado como el joven del cuadro. Al

    mismo tiempo, no poda prever lo que iba a suponer el acercarme msy ms a ese lugar. Estoy muy agradecido por no haber sabido deantemano lo que Dios me tena preparado. Y tambin agradezco elnuevo lugar que se me ha abierto a travs de todo el sufrimientointerior. Ahora tengo una vocacin nueva. Es la vocacin de hablar yescribir desde ese lugar profundo hacia las otras dimensiones de mmismo y de dirigirme a las vidas llenas de inquietud de otras personas.Tengo que arrodillarme ante el Padre, apoyar mi odo en su pecho yescuchar sin interrupcin los latidos de su corazn. Entonces, y slo

    entonces, puedo decir con sumo cuidado y muy amablemente lo queoigo. Ahora s que debo hablar desde la eternidad al tiempo real,

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    desde la alegra duradera a las realidades pasajeras de nuestra cortaexistencia en este mundo, desde la morada del amor a las moradas delmiedo, desde la casa de Dios a las casas de los seres humanos. Soyplenamente consciente de la grandeza de esta vocacin. Ms an,

    estoy totalmente seguro de que ste es el nico camino para m. Podrallamrsele visin : mirar a la gente y a este mundo con los ojos deDios.

    Es sta una posibilidad real para un ser humano? Ms importantean: es sta una opcin verdadera para m? No se trata de unacuestin intelectual. Es una cuestin de vocacin. Estoy llamado aentrar en mi propio santuario interior donde Dios ha elegido hacer sumorada. La nica forma de llegar a ese lugar es rezando, rezando

    constantemente. El dolor y las luchas pueden aclarar el camino, peroestoy seguro de que es nicamente la oracin continua la que mepermite entrar all.

    Introduccin

    El hijo menor, el hijo mayor y el padre

    Al ao siguiente de ver El Hijo Prdigo por primera vez, mitrayectoria espiritual estuvo marcada por tres fases que me ayudaron aencontrar la estructura de mi historia personal.

    La primera fase consisti en mi experiencia de ser el hijo menor. Loslargos aos de enseanza en la universidad, as como mi intensaimplicacin en los asuntos de Amrica Central y del Sur, haban hecho

    que me sintiera algo perdido. Haba ido de un sitio a otro, habaconocido gente de todo tipo y formado parte de cantidad demovimientos. Pero al final me senta sin hogar y muy cansado.Cuando vi la manera tan tierna que tena el padre de apoyar las manosen los hombros de su joven hijo y de acercarlo a su corazn, sent muyprofundamente que aquel hijo perdido era yo y que quera volvercomo lo haca l para ser abrazado como l. Durante mucho tiempopens en m mismo como en el hijo prdigo que vuelve a casa,anticipando el momento de ser recibido por mi Padre.

    Entonces, casi inesperadamente, algo cambi en mi perspectiva.

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    Despus de un ao en Francia y tras mi visita al Hermitage en SanPetersburgo, los sentimientos de desesperacin que haban hecho queme identificara tan fuertemente con el hijo ms joven volvieron alfondo de mi conciencia. Haba decidido ya marcharme a Daybreak,

    por lo que me senta ms seguro de m mismo que antes.La segunda fase en mi trayectoria espiritual comenz una maanamientras hablaba del cuadro de Remrandt con Bart Gavigan, un amigode Inglaterra que haba llegado a conocerme muy profundamente elao anterior. Mientras explicaba a Bart lo intensamente que haballegado a identificarme con el hijo menor me mir atentamente y dijo:Con estas palabras abri un espacio nuevo dentro de m.

    Francamente, nunca haba pensado en m mismo como en el hijomayor, pero una vez que Bart me enfrent a esa posibilidad, miles deideas comenzaron a darme vueltas por la cabeza. Lo primero quepens es que, efectivamente, soy el mayor de mis hermanos; despus,ca en la cuenta de lo obediente que haba sido a lo largo de mi vida.Cuando tena seis aos ya quera ser sacerdote y nunca cambi deopinin. Nac, fui bautizado, confirmado y ordenado en la mismaiglesia y siempre obedec a mis padres, a mis profesores, a misobispos y a mi Dios. Nunca me fui de casa, jams perd el tiempo ni

    malgast el dinero en bsquedas sensuales, tampoco haba (Lc 21,34).Durante toda mi vida fui responsable, tradicional y hogareo. Pero,con todo, haba estado tan perdido como el hijo menor. De repente,me vi de una forma totalmente nueva. Vi mis celos, mi clera, misusceptibilidad, mi cabezonera, mi resentimiento y, sobre todo, misutil farisesmo. Vi lo mucho que me quejaba y comprob que granparte de mis pensamientos y de mis sentimientos eran manejados porel resentimiento. Por un momento me pareci imposible que algunavez hubiera podido pensar en m como en el hijo menor. Con toda

    seguridad, yo era el hijo mayor, pero estaba tan perdido como suhermano, aunque hubiera estado toda mi vida.

    Haba trabajado mucho en la granja de mi padre, pero nunca habadisfrutado completamente de la alegra de estar en casa. En vez deestar agradecido por todos los privilegios que haba recibido, me habaconvertido en una persona resentida: celosa de mis hermanos yhermanas menores que haan corrido tantos riesgos y que, a pesar detodo, eran recibidos tan calurosamente. Durante mi primer ao enDayreak, aquel comentario tan perspicaz de Bart sigui iluminando mi

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    vida interior.

    Pero iban a suceder ms cosas. En los meses que siguieron a lacelebracin del treinta aniversario de mi ordenacin como sacerdote,

    fui entrando en una profunda oscuridad interior y comenc a sentiruna intensa angustia. Llegu a un punto en que ya no me senta a salvoen mi comunidad y tuve que marcharme para buscar ayuda y trabajardirectamente en mi curacin profunda. Los pocos libros que me llevtrataban de Rembrandt y de la parbola del hijo prdigo. En el tiempoque viv en un lugar aislado, lejos de mis amigos y de mi comunidad,encontr gran consuelo en la lectura de la tormentosa vida del granpintor holands y en el aprendizaje de ms datos acerca de latrayectoria agonizante que le llev a pintar su magnfica obra.

    Durante horas me quedaba mirando los esplndidos dibujos y cuadrosque pint entre dificultades, desilusiones y tristezas, y llegu acomprender cmo de su pincel emergi la figura de un anciano casiciego abrazando a su hijo en un gesto de perdn y compasin. Unapersona tiene que morir muchas veces y derramar muchas lgrimaspara poder pintar un retrato de Dios con tanta humildad.

    Fue durante este perodo de inmensa tristeza interior cuando otro

    amigo pronunci la palabra que ms necesitaba or e inici la tercerafase de mi trayectoria espiritual. Sue Mosteller, que estaba en lacomunidad de Daybreak desde principios de los setenta y que habainsistido en su momento en llevarme all, me prest una ayudaindispensable cuando las cosas se pusieron difciles y me ayud aluchar contra todo para alcanzar la autntica libertad interior. Cuandofue a visitarme a mi y me habl de El Hjo Prdigo, dijo:

    Aquellas palabras me cayeron como un jarro de agua fra, porque,

    despus de todos aquellos aos viviendo con el cuadro y mirando alanciano sosteniendo a su hijo, jams se me ocurri que el padre eraquien expresaba ms plenamente mi vocacin en la vida.

    Sue no me dio la oportunidad de protestar: Toda tu vida has estadobuscando amigos, suplicando afecto; has estado interesado en miles decosas, has rogado que te apreciaran, que te quisieran, que teconsideraran. Ha llegado la hora de reclamar tu verdadera vocacin:ser un padre que puede acoger a sus hijos en casa sin pedirles

    explicaciones y sin pedirles nada a cambio. Mira al padre de tu cuadroy vers lo que ests llamado a ser. Nosotros, en Daybreak, y la mayor

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    parte de la gente que te rodea, no necesitamos que seas un buen amigoo un buen hermano. Lo que necesitamos es que seas un padre capaz dereclamar para s la autoridad de la verdadera compasin.

    Mirando al anciano vestido con aquel manto rojo, senta una profundaresistencia a pensar en m de aquella forma. Me identificaba ms conel joven derrochador o con el rencoroso hijo mayor. Pero la idea de sercomo aquel anciano que no tena nada que perder porque ya lo habaperdido todo y slo le quedaba dar, me abrumaba. Sin embargo,Rembrandt muri cuando tena sesenta y tres aos y yo estoy mscerca de esa edad que de la de cualquiera de los dos hijos. Rembrandtbuscaba ponerse en el lugar del padre; por qu no iba yo a hacer lomismo?

    El ao y medio que ha pasado desde que Sue Mosteller me lanz elreto ha sido un tiempo de empezar a exigirme mi paternidad espiritual.Ha sido una lucha lenta y muy dura, y todava a veces siento deseos depermanecer en el papel de hijo y no crecer nunca. Pero tambin hesaboreado la inmensa alegra de los hijos que vuelven a casa, laalegra de imponerles las manos en un gesto de perdn y bendicin.He empezado a conocer lo que significa ser un padre que no hacepreguntas sino que lo unico que quiere es acoger a sus hijos en casa.

    Todo lo que he vivido desde mi primer encuentro con aquellarepresentacin del cuadro de Rembrandt no slo me ha dado lainspiracin para escribir este libro, sino que tambin me dio la ideapara estructurarlo. Primero me reflejar en el hijo menor, despus enel mayor, y por ltimo en el padre. Porque, de hecho, soy el hijomenor, soy el hijo mayor, y estoy en camino de convertirme en elpadre. Y para vosotros, los que vis a realizar este viaje espiritualconmigo, espero y rezo para que descubris en vuestro interior no slo

    a los hijos extraviados, sino tambin al padre y la madre compasivosque es Dios.

    Parte I

    EL HIJO MENOR

    El hijo menor dijo a su padre: Y el padre les reparti el patrimonio.

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    A los pocos das el hijo menor recogi sus cosas, se march a un paslejano y all despilfarr toda su fortuna viviendo como un libertino.Cuando lo haba gastadotodo, sobrevino una gran caresta en aquellacomarca y comez a padecer necesidad. Entonces fue a servir a casa

    de un hombre de aquel pas, quien le mand a sus campos a cuidarcerdos. Habra deseado llenar su estmago con las algarrobas quecoman los cerdos pero nadie se las daba. Entonces, recapacit y sedijo: Cuntos jornaleros de mi padre tienen pan de sobra mientras yoaqu me muero de hambre! Me pondr en camino, volver a casa demi padre y le dir: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya nomereco llamarme hijo tuyo: trtame como a uno de tus jornaleros. Sepuso en camino y se fue a casa de su padre.

    1. REMBRANDT Y EL HIJO MENOR

    Rembrandt pint el Hjo Prdigo en los ltimos aos de su vida.Seguramente fue una de sus ltimas obras. Cuanto ms leo sobre ella,ms la veo como la declaracin final de una vida tumultuosa y

    atormentada. Junto con su inacabado Sime Jny el Nio Jess, el HijoPrdigo muestra la percepcin del pintor sobre s mismo a unadeterminada edad, una percepcin en la que la ceguera fsica y unaprofunda visin interior estn ntimamente relacionadas. La formacomo el viejo Simen coge al nio y la forma como el anciano padreabraza a su hijo exhausto, revela una visin interior que recuerda laspalabras de Jess a sus discpulos: (Lc 10,23) Tanto Simen como elpadre del hijo que vuelve a casa llevan dentro de s esa misteriosa luzque les hace ver. Es una luz interior, escondida en lo profundo, pero

    que irradia una luminosidad que impregna toda esa tierna belleza.Esta luz interior, sin embargo, estuvo escondida durante muchotiempo. Durante aos permaneci inaccesible para Remhrandt. Slogradualmente y a travs de mucha angustia, pudo descubrir esa luz ensu interior y, a travs de lo que viva en su interior, en cuantos pint.Antes de ser como el padre, Remrandt fue durante largo tiempo comoel joven orgulloso que

    Cuando miro los autorretratos que Rembrandt dibuj con tantaprofundidad en sus ltimos aos y que explican en gran medida su

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    habilidad para pintar a aquel padre radiante y al anciano Simen, nopuedo olvidarme de que cuando Rembrandt fue joven tena todos losrasgos del hijo prdigo: descarado, autosuficiente, manirroto, sensualy muy arrogante. Cuando tena treinta aos, se hizo un autorretrato

    con su mujer, Saskia, representando al hijo perdido en un burdel. Allno hay vida interior. Borracho, con la boca medio abierta y los ojosvidos de lujuria, mira con desdn a los que observan el retrato, comosi quisiera decir: Con la mano derecha levanta una copa medio vaca,mientras con la izquierda toca la espalda de su esposa que mira conojos no menos impdicos. El pelo largo y rizado de Rembrandt, elsombrero de terciopelo con esa enorme pluma blanca, y la espadaenvainada en una funda de cuero con empuadura de oro rozando laparte trasera de los dos juerguistas, deja fuera de toda duda sus

    intenciones. La cortina de la esquina superior derecha le recuerda auno los burdeles infames del barrio de Amsterdam. Pensando en eljoven Rembrandt de este autorretrato como el hijo prdigo, me parececasi imposible que sea ste el mismo hombre que, treinta aosdespus, se pintara con aquellos ojos que penetran tan profundamenteen los misterios ocultos de la vida.

    Es ms, todos los bigrafos de Rembrandt lo describen como un jovenorgulloso, plenamente convencido de su talento y ansioso por conocer

    todo lo que el mundo tiene que ofrecerle; un extrovertido amante de lalujuria e insensible a cuantos le rodean. Sin ninguna duda, una de lasmayores preocupaciones de Rembrandt fue el dinero. Gan mucho,gast mucho y perdi mucho. Malgast gran parte de su energa eninterminables juicios por problemas financieros y procesos debancarrota. Los autorretratos que pint entre los veinte y muchos y lostreinta y pocos aos, reflejan un Rembrandt hambriento de fama yadulacin, aficionado a costumbres extravagantes, que prefiere lascadenas de oro a los tradicionales cuellos almidonados y que llevasombreros extravagantes, boinas, cascos y turbantes. Aunque granparte de este vestuario tan elaborado puede considerarse una formanormal de practicar y hacer alarde de las tcnicas de pintura, tambinrevela un carcter arrogante que no busca solamente agradar a suspatrocinadores.

    Sin embargo, a este corto perodo de xito, popularidad y riqueza lesigui otro de dolor, desgracia y desastre. Sera agotador tratar deenumerar la cantidad de desgracias ocurridas en la vida de Rembrandt.Realmente, no son muy diferentes a las del hijo prdigo. Despus de

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    perder a su hijo Rumbartus en 1635, a su primera hija Cornelia en1638, y a su segunda hija Cornelia en 1640, su mujer, Saskia, a quienam y admir profundamente, muere en 1642. Rembrandt se quedaslo con su hijo de nueve meses, Titus. Tras la muerte de Saskia, la

    vida de Rembrandt sigue marcada por incontables problemas ydesgracias. A una relacin desgraciada con la niera de Titus, GeertjeDircx, que acab en pleito y en el confinamiento de sta en un asilo, lesigue una unin ms estable con Hendrickje Stoffels. Ella le dio unhijo que muere en 1652 y una hija, Cornelia, la nica que lesobrevivir.

    Durante aquellos aos la popularidad de Rembrandt como pintor cayen picado, aunque algunos coleccionistas y crticos continuaron

    considerndole uno de los mejores pintores de la poca. Losproblemas financieros fueron tan graves que en 1656 fue declaradoinsolvente, pidiendo el derecho a ceder toda su propiedad y efectos abeneficio de sus acreedores y as evitar la bancarrota. Todas susposesiones, sus obras y las obras de otros pintores, su coleccin decachivaches, su casa de Amsterdam y sus muebles fueron vendidos entres subastas en 1657 y 1658.

    Aunque Rembrandt no estuvo nunca completamente libre de deudas y

    de deudores, cuando llega a los cincuenta aos es capaz de encontrarun poco de paz. El calor y la profundidad de las obras de esta pocamuestran que las desilusiones no consiguieron amargarle. Alcontrario, tuvieron un efecto purificador en su visin de las cosas.Jakob Rosenberg escribe: En 1663, Hendrickje muere y, cinco aosms tarde, Remrandt es testigo del matrimonio y de la muerte de suquerido hijo Titus. Cuando Rembrandt muere en 1669 es un hombrepobre y solitario. Slo su hija Cornelia, su nuera Magdalene van Loo ysu nieta Titia le solrevivieron.

    Cuando miro al hijo prdigo, de rodillas ante su padre, apoyando lacara contra su pecho, no dejo de ver al que un da fuera un artistaautosuficiente y venerado, que ha llegado a comprender por fin quetoda la gloria que haha conseguido era gloria vana. En lugar de laropa cara con la que el joven Rembrandt se retrat a s mismo en elurdel, lleva una tnica sobre los hombros que cubre su cuerpoenfermo; y las sandalias con las que haba caminado hasta tan lejos,estn ahora gastadas y ya no sirven.

    Pasando mi mirada del hijo arrepentido al padre compasivo, veo que

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    los destellos de luz de las cadenas de oro, los cascos, las velas y laslmparas escondidas, han desaparecido y han sido sustituidos por laluz interior de la vejez. Es el movimiento desde la gloria que seduceen la bsqueda de la riqueza y de la fama, a la gloria que se esconde

    en el alma humana y que va ms all de la muerte.

    2. EL HIJO MENOR SE MARCHA

    Un honbre tenia dos hijos. Y el menor dijo a su padre: Y el padre lesreparti el patrimonio. A los pocos das el hijo menor recogi todas

    sus cosas, se march a un pas lejano y all despilfarr toda sufortuna viviendo como un libertino.

    Un rechao radical

    El ttulo completo del cuadro de Rembrandt es, como ya se ha dicho,El Regreso del Hijo Prdigo. En el , queda implcita la marcha.Regresar es volver al hogar despus de haberlo abandonado, un volverdespus de haberse ido. El padre que da la bienvenida al hijo est muycontento porque ste, (Lc 15,32). La inmensa alegra al volver el hijoperdido esconde la inmensa tristeza de la marcha. El encuentro dejadetrs la separacin; la vuelta a casa esconde bajo su manto el

    momento de la partida. Mirando el regreso, tierno y lleno de alegra,siento que debo atreverme a saborear los tristes acontecimientos que leprecedieron. Slo cuando tenga el coraje de profundizar en lo quesignifica dejar el hogar, podr entender de verdad lo que es volver al. El amarillo con matices marrones de la ropa del hijo parece bonitocuando se observa en rica armona con el rojo del manto del padre;pero lo cierto es que el hijo va vestido con harapos que delatan lamiseria que ha dejado atrs. En el contexto de un abrazo apasionado,nuestra ruina interior puede parecernos hermosa, pero su nica belleza

    proviene de la compasin que despierta.

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    Para comprender el misterio de la compasin en toda su profundidad,tengo que observar con honestidad la realidad que la evoca. El hechoes que, mucho antes de volver, el hijo se haba marchado. Dijo a supadre: ; reuni todo lo que le haba tocado y se fue. Lucas cuenta todo

    esto de forma tan simple y prosaica que resulta difcil caer en lacuenta de que todo lo que est ocurriendo es realmente un hechoinaudito: hiriente, ofensivo, y en total contradiccin con la tradicinms venerada de la poca. Kenneth Bailey, en su penetranteexplicacin de la historia de Lucas, muestra que la manera que tuvo elhijo de marcharse es equivalente a desear la muerte del padre. Baileyescribe:

    Durante ms de quince aos he estado preguntando a gente de todo

    tipo, desde Marruecos hasta la India, y desde Turqua al Sudn acercade las implicaciones que puede tener el hecho de que un hijo reclamesu herencia en vida del padre. La respuesta ha sido siempre la misma... La conversacin se desarrolla como sigue:

    Hubo alguna vez alguien en su pueblo que pidiera una cosa as?

    Jams!

    Podra alguna vez alguien pedir una cosa as?Imposible!

    Si alguna vez alguien lo hiciera, qu ocurrira?

    Su padre lo matara a golpes, desde luego!

    Por qu?

    Una peticin as significara que deseaba que su padre muriera.Bailey explica que el hijo pide no slo que se haga una divisin de laherencia, sino que tambin reclama el derecho de disponer de su parte.Tras renunciar a sus posesiones en favor de su hijo, el padre tienetodava derecho a vivir de los beneficios... mientras est vivo. As, elhijo menor no tiene derecho alguno sobre las propiedades hasta lamuerte de su padre. La implicacin de , subraya la peticin del hijo.

    As pues, la del hijo es un acto mucho ms ofensivo de lo que puedeparecer en una primera lectura. Supone rechazar el hogar en el que el

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    hijo naci y fue alimentado, y es una ruptura con la tradicin mspreciosa mantenida cuidadosamente por la gran comunidad de la quel formaba parte. Cuando Lucas escribe: , quiere indicar mucho msque el deseo de un hombre joven por ver mundo. Habla de un corte

    drstico con la forma de vivir, de pensar y de actuar que le haba sidotransmitida de generacin en generacin como un legado sagrado.Ms que una falta de respeto es una traicin a los valores de la familiay de la comunidad. El es el mundo en el que se ignora todo lo que encasa se considera sagrado.

    Esta explicacin es muy significativa para m, no slo porque meayuda a una comprensin ms precisa de la parbola en su contextohistrico, sino porque me lleva necesariamente a reconocerme en el

    hijo menor. Al principio me fue muy duro descubrir en la historia demi vida una rebelin tan desafiante. No me reconozco a m mismorechazando los valores de mi propia herencia. Pero cuanto msdetenidamente pienso en los sutiles caminos por los que hatranscurrido mi vida, veo que he preferido la tierra lejana al hogar y,entonces, el hijo menor surge rpidamente. Me refiero aqu a unespiritual que es distinto del hecho fsico de que he pasado la mayor

    parte de mi vida fuera de mi querida Holanda.

    La parbola del hijo prdigo expresa el amor sin fronteras de Dios,mucho ms fuertemente que cualquier otra historia del Evangelio. Ycuanto ms me sito en la historia bajo la luz del amor divino, msclara veo la relacin entre el abandono del hogar y mi propiaexperiencia espiritual.

    El cuadro de Rembrandt representando al padre dando la bienvenida alhijo, disipa cualquier otro movimiento externo. En contraste con sugrabado del hijo prdigo de 1636 lleno de accin, el padre

    corriendo hacia su hijo y el hijo lanzndose a los pies de su padrc,el cuadro del Hermitage, pintado unos treinta aos despus, es de unacalma total. El padre tocando a su hijo en una bendicin interminable;el hijo descansando en el pecho de su padre en una paz eterna.Christian Tumpel escribe: Jakob Rosenberg resume esta visin deforma muy bella cuando escribe: El conjunto de padre e hijo carecede cualquier movimiento exterior, pero todo lo interior est enmovimiento... La historia no tiene nada que ver con un padreterrenal... Lo que se representa aqu es el amor y la misericordiadivinas en su poder de transformar la muerte en vida.

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    Sordo a la voz del amor

    As pues, dejar el hogar es mucho ms que un simple acontecimientoligado a un lugar y a un momento. Es la negacin de la realidadespiritual de que pertenezco a Dios con todo mi ser, de que Dios metiene a salvo en un abrazo eterno, de que estoy grabado en las palmasde las manos de Dios y de que estoy escondido en sus sombras. Dejarel hogar significa ignorar la verdad de que Dios me ha moldeado en

    secreto, me ha formado en las profundidades de la tierra y me hatejido en el seno de mi madre (Salmo 139,13-15). Dejar el hogarsignifica vivir como si no tuviera casa y tuviera que ir de un lado aotro tratando de encontrar una.

    El hogar es el centro de mi ser, all donde puedo or la voz que dice:la misma voz que dio vida al primer Adn y habl a Jess, elsegundo Adn; la misma voz que habla a todos los hijos de Dios y loslibera de tener que vivir en un mundo oscuro, haciendo quepermanezcan en la luz. Yo he odo esa voz. Me habl en el pasado ycontina hablndome ahora. Es la voz del amor que no deja de llamar,que habla desde la eternidad y que da vida y amor dondequiera que esescuchada. Cuando la oigo, s que estoy en casa con Dios y que notengo que tener miedo a nada. Como el Amado de mi Padre celestial,(Salmo 23,4). Como el Amado, puedo curar a los enfermos, resucitara los muertos, limpiar a los leprosos, arrojar a los demonios (Mt 10,8).Habiendo puedo Como el Amado, puedo enfrentarme a cualquier

    cosa, consolar, amonestar, y animar sin miedo a ser rechazado y sinnecesidad de afirmacin. Como el Amado, puedo sufrir persecucinsin sentir deseos de venganza, y recibir alabanzas sin tener queutilizarlas como prueba de mi bondad. Como el Amado, puedo sertorturado y asesinado sin tener ninguna duda de que el amor que se meda es ms fuerte que la muerte. Como el Amado, soy libre para dar ylibre para recibir, libre incluso para morir al tiempo que doy vida.

    Jess me hizo ver claro que yo tambin puedo escuchar la misma voz

    que l escuch en el ro Jordn y en el Monte Tabor. Me hizo verclaro que yo, lo mismo que l, tengo mi casa junto al Padre. Pidiendo

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    al Padre por sus discpulos, dice: Ellos no pertenecen al mundo,como tampoco pertenezco yo. Haz que ellos sean completamentetuyos por medio de la verdad; tu palabra es la verdad. Yo los heenviado al mundo como t me enviaste a m. Por ellos yo me ofrezco

    enteramente a ti, para que tambin ellos se ofrezcan enteramente a tipor medio de la verdad. (Jn 17,16-19) Estas palabras revelan cul esmi verdadero hogar, mi autntica morada, mi casa. La fe es la que mehace confiar en que el hogar siempre ha estado all y en que siempreestar all. Las manos firmes del padre descansan en los hombros delprdigo en una bendicin eterna:

    He abandonado el hogar una y otra vez. He huido de las manosbenditas y he corrido hacia lugares lejanos en busca de amor! sta es

    la gran tragedia de mi vida y de la vida de tantos y tantos queencuentro en mi camino. De alguna forma, me he vuelto sordo a lavoz que me llama , he abandonado el nico lugar donde puedo or esavoz, y me he marchado esperando desesperadamente encontrar enalgn otro lugar lo que ya no era capaz de encontrar en casa.

    Al principio todo esto suena increble. Por qu iba a dejar el lugardonde puedo escuchar todo lo que necesito or? Cuanto ms pienso enesto, ms consciente me hago de que la verdadera voz del amor es una

    voz muy suave y amable que me habla desde los lugares msrecnditos de mi ser. No es una voz bulliciosa, que se impone y exigeatencin. Es la voz del padre casi ciego que ha llorado mucho y halibrado muchas batallas. Es una voz que slo puede ser escuchada poraqullos que se dejan tocar.

    Sentir el contacto de las manos benditas de Dios y escuchar su vozllamndome son una misma cosa. El profeta Elas vio esto muy claro.Elas estaba sentado en el monte esperando encontrarse con Yav. Y

    delante de l pas un viento fuerte y poderoso que rompa los montesy quebraba las peas; pero no estaba Yav en el viento. Y vino tras elviento un terremoto, pero no estaba Yav en el terremoto. Vino tras elterremoto un fuego, pero no estaba Yav en el fuego.

    Tras el fuego vino un ligero y suave susurro. Cuando lo oy Elas, secubri el rostro con su manto porque saba que Yav estaba presente.En la ternura de Dios, la voz era como un contacto y ese contacto eratambin la voz. (1 Re 19,11-13)

    Pero hay muchas otras voces, voces fuertes, voces llenas de promesas

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    muy seductoras. Estas voces dicen: Poco despus de que Jessescuchara la voz llamndole , fue conducido al desierto para queescuchara aquellas otras voces. Le decan que demostrara que merecaser amado, que mereca tener xito, fama y poder. Estas voces no me

    son desconocidas. Siempre estn ah, y siempre llegan a lo ms ntimode m mismo, all donde me cuestiono mi bondad y donde dudo de mivala. Me sugieren que tengo que ganarme el derecho a que se meame, a travs de una serie de esfuerzos y de un trabajo muy duro.Quieren que me demuestre a m mismo y a los dems que merezcoque se me quiera, y me empujan a que haga todo lo posible para quese me acepte. Niegan que el amor sea un regalo completamentegratuito. Dejo el hogar cada vez que pierdo la fe en la voz que mellama y hago caso de las voces que me ofrecen una inmensa variedad

    de formas para ganar el amor que tanto deseo.

    He escuchado estas voces casi desde que tengo odos y siempre mehan acompaado. Me han llegado a travs de mis padres, mis amigos,mis maestros, y mis colegas, pero sobre todo, me han llegado, ytodava me llegan, a travs de los medios de comunicacin que merodean. Y dicen: Demustrame que eres un buen chico. Y mejortodava si eres mejor que tu amigo! Qu tal tus notas? Estoy segurode que lo que hagas lo hars por ti mismo! Qu contactos tienes?

    Ests seguro de que quieres ser amigo de esa gente? Estos trofeosdemuestran lo buen deportista que eras! No descubras cules son tusdebilidades porque te utilizarn! Ya lo has arreglado todo paracuando te jubiles? Cuando dejas de producir, dejas de interesar a lagente! Cuando ests muerto, ests muerto!

    Cuando permanezco en contacto con la voz que me trata como a unhijo amado, estas preguntas y consejos me parecen inofensivos.Padres, amigos y profesores, incluso los que me hablan a travs de los

    medios de comunicacin, son muy sinceros. Sus advertencias estnbien intencionadas. De hecho, pueden ser expresiones limitadas de unamor divino sin lmites. Pero cuando olvido la voz del amorincondicional, entonces estas sugerencias inocentes pueden comenzara dominar mi vida muy fcilmente y empujarme hacia el No meresulta nada difcil reconocer cundo ocurre esto. Clera,resentimiento, celos, deseos de venganza, lujuria, codicia,antagonismos y rivalidades son las seales que me indican que me heido de casa. Y me ocurre con bastante facilidad. Cuando me paro apensar sobre lo que pasa por mi mente, llego a la conclusin de que

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    son muy pocos los momentos durante el da en los que me sientorealmente libre de estas emociones, pasiones y sentimientos oscuros.

    Cayendo constantemente en la misma trampa, antes de ser plenamente

    consciente de ello, me encuentro a m mismo preguntndome por qualguien me ha hecho dao, por qu me ha rechazado, o por qu no meha prestado atencin. Sin darme cuenta, me veo obsesionado por elxito, por mi soledad, y por la forma como el mundo abusa de m. Apesar de mis constantes esfuerzos, a menudo me encuentro soandodespierto, soando que soy rico, poderoso y muy famoso. Todos estosjuegos mentales me revelan la fragilidad de mi fe en que soy , aqulen quien descansa el favor de Dios. Tengo tanto miedo a no gustar, aque me censuren, a que me dejen de lado, a que no me tengan en

    cuenta, a que me persigan, a que me maten, que constantemente estoyinventando estrategias nuevas para defenderme y asegurarme el amorque creo que necesito y merezco. Y al hacerlo, me alejo ms y ms dela casa de mi padre y elijo vivir en un

    Buscando donde no puede ser encontrado

    La cuestin es la siguiente: Muchas de mis preocupaciones diarias mesugieren que pertenezco ms al mundo que a Dios. Una pequeacrtica me enfada, y un pequeo rechazo me deprime. Una pequeaoracin me levanta el espritu y un pequeo xito me emociona. Meanimo con la misma facilidad con la que me deprimo. A menudo soycomo una pequea barca en el ocano, completamente a merced de lasolas. Todo el tiempo y energa que gasto en mantener un cierto

    equilibrio y no caer, me demuestra que mi vida es, sobre todo, unalucha por sobrevivir: no una lucha sagrada, sino una lucha inquietaque surge de la idea equivocada de que el mundo es quien da sentido ami vida.

    Mientras sigo corriendo por todas partes preguntando: , concedo todoel poder a las voces del mundo y me pongo en la posicin del esclavo,porque el mundo est lleno de El mundo dice: Hay interminablesescondidos en el amor del mundo. Estos me esclavizan, porque es

    imposible responder de forma correcta a todos ellos. El amor delmundo es y ser siempre condicional. Mientras siga buscando mi

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    verdadero yo en el mundo del amor condicional, seguir al mundo,intentndolo, fallando, volvindolo a intentar. Es un mundo quefomenta las adicciones porque lo que ofrece no puede satisfacerme enlo profundo de mi corazn.

    es probablemente la palabra que mejor explica la confusin queimpregna tan profundamente la sociedad contempranea. Nuestrasnos hacen agarrarnos a lo que el mundo llama las : acumulacin de

    poder y riquezas; logro de status y admiracin; derroche de comida ybebida, y la satisfaccin sexual sin distinguir entre lujuria y amor.Estas adicciones crean expectativas que no consiguen ms quefracasar al intentar satisfacer nuestras necesidades ms profundas. Amedida que vamos viviendo en un mundo de engaos, nuestras

    adicciones nos condenan a bsquedas intiles en obligndonos aafrontar constantes desilusiones mientras seguimos sin realizarnos. Enestos tiempos de crecientes adicciones, nos hemos ido muy lejos de lacasa del Padre. Una vida adicta puede describirse como una vida enEs desde aqu desde donde se alza nuestro grito de liberacin.

    Soy el hijo prdigo cada vez que busco el amor incondicional dondeno puede hallarse. Por qu sigo ignorando el lugar del amorverdadero y me empeo en buscarlo en otra parte? Por qu sigo

    marchndome del hogar donde soy tratado como un hijo de Dios, elamado de mi Padre? Estoy admirado de cmo sigo cogiendo losregalos que Dios me ha dado mi salud, mis dones intelectuales yemocionales y sigo utilizndolos para impresionar a la gente, parareafirmarme, y para competir por el premio, en vez de utilizarlos paragloria de Dios. S, a menudo los llevo conmigo a la y los pongo alservicio de un mundo explotador que no reconoce su valor verdadero.Es casi como si quisiera demostrarme a m mismo y al mundo que nonecesito del amor de Dios, que puedo vivir por m mismo, que quiero

    ser plenamente independiente. Detrs de todo esto est la granrebelin, el rotundo al amor del Padre, la maldicin no expresada conpalabras: El del hijo prdigo refleja la rebelin original de Adn: surechazo al Dios en cuyo amor hemos sido creados y cuyo amor nossostiene. Es la rebelin que me coloca fuera del jardn, fuera delalcance del rbol de la vida. Es la rebelin que hace que me disperseen un

    Mirando de nuevo el retrato del regreso del hijo menor, veo ahora quehay mucho ms que un simple gesto compasivo hacia un hijo

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    caprichoso. El gran acontecimiento que veo es el final de la granrebelin. En l se perdona la rebelin de Adn y de todos susdescendientes y se restablece la bendicin original por la que Adnrecibi la vida eterna. Ahora me parece que estas manos siempre han

    estado tendidas, incluso cuando no haba hombros sobre los queapoyarlas. Dios nunca ha retirado sus manos, nunca ha negado subendicin, jams dej de considerar a su hijo el Amado. Pero el Padreno poda obligarle a que se quedara en casa. No poda forzar su amor.Tena que dejarle marchar en libertad, sabiendo incluso el dolor queaquello causara en ambos. Fue precisamente el amor lo que impidique retuviera a su hijo a toda costa. Fue el amor lo que le permitidejar a su hijo que encontrara su propia vida, incluso a riesgo deperderla.

    Aqu se desvela el misterio de mi vida. Soy amado en tal medida quesoy libre para dejar el hogar. La bendicin est all desde el principio.La he rechazado y sigo rechazndola. Pero el Padre continaesperndome con los brazos abiertos, preparado para recibirme ysusurrarme al odo:

    3. EL REGRESO DEL HIJO MENOR

    Gast toda su fortuna llevando una mala vida. Cuando se lo habagastado todo, sobrevino una gran carestia en aquella comarca ycomenz a padecer necesidad. Entonces fue a servir a casa de unhombre del pais, que le mand a sus campos a cuidar cerdos. Habradeseado llenar su estmago con las algarrobas que coman los cerdospero nadie se las daba. Entonces, recapacit y se dijo: Cuntosjornaleros de mi padre tienen pan de sobra mientras que yo aqu memuero de hambre! Me pondr en camino, volver a mi padre y le dir:Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no merezco llamarmehijo tuyo: trtame como a uno de tus jornaleros. Se puso en camino yse fue a casa de su padre.

    Perderse

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    El joven sostenido y bendecido por el padre es un pobre hombre. Dejsu casa lleno de orgullo y dinero, determinado a vivir su propia vida

    lejos de su padre y de su comunidad. Ahora vuelve sin nada: dinero,salud, honor, dignidad, reputacin... lo ha despilfarrado todo.

    Rembrandt deja muy pocas dudas acerca de su estado. Tiene la cabezaafeitada. Ya no queda nada del largo pelo rizado con el queRembrandt se haba retratado, orgulloso y desafiante, en el burdel. Lacabeza es como la de esos prisioneros cuyos nombres han sidosustituidos por un nmero. Cuando a un hombre le afeitan la cabeza,ya sea en la crcel o en el ejrcito, ya sea como parte de un rito o en

    un campo de concentracin, le privan de una marca de suindividualidad. La ropa que le pone Rembrandt es ropa interior queapenas le cubre el cuerpo demacrado. El padre y el hombre alto quecontempla la escena llevan amplias tnicas rojas, dndoles otro rangoy otra dignidad. El hijo arrodillado no lleva tnica alguna. Su ropaamarilla con tonalidades marrones slo le cubre el cuerpo cansado ysin fuerza. Las plantas de los pies muestran la historia de un viajehumillante. Tiene una cicatriz en el pie izquierdo, que est fuera de lasandalia. El pie derecho, cubierto en parte por una sandalia rota, habla

    tamin de miseria y sufrimiento. ste es un hombre desposedo detodo... menos de una cosa, su espada. El nico signo de dignidad quele queda es la pequea espada que le cuelga de la cadera, smolo de suorigen noble. En medio de su degradacin, se aferr a la realidad deque todava era el hijo de su padre. De otro modo, hubiera vendido laespada tan valiosa, smbolo de su vnculo con el padre. La espada estall para mostrar que, aunque volvi hablando como un mendigo y unproscrito, no se haba olvidado de que todava era el hijo de su padre.Y volvi precisamente cuando record y valor el lazo que les una.

    Veo ante m a un hombre que se adentr en una tierra extranjera y alllo perdi todo. Veo vaciedad, humillacin y derrota. Se pareca muchoa su padre y ahora tiene peor aspecto que los criados que trabajan paral. Parece un esclavo.

    Qu le ocurri al hijo en aquel pas lejano? Aparte de todas lasconsecuencias fsicas y psquicas, cules fueron las consecuenciasms internas de la marcha del hijo? La secuencia de acontecimientos

    es bastante predecible. Cuanto ms me alejo del lugar donde habitaDios, menos soy capaz de or la voz que me llama , y cuanto menos

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    oigo esta voz, ms me enredo en las manipulaciones y juegos de poderdel mundo.

    Lo que ocurre es algo parecido a esto: no estoy seguro de tener un

    hogar y veo a otros que parecen estar mejor que yo. Entonces mepregunto cmo puedo llegar donde estn ellos. Me empeo en agradar,en tener xito, en ser reconocido. Cuando fracaso, siento celos yresentimiento hacia ellos. Me vuelvo suspicaz, me pongo a ladefensiva y siento pnico al pensar que no conseguir lo que quiero oque perder lo que ya tengo. Atrapado en este enredo de deseos ynecesidades, ya no s cules son mis motivaciones. Me siento vctimadel ambiente y desconfo de lo que hacen o dicen los dems. Siempreen guardia, pierdo mi libertad interior y divido el mundo entre los que

    estn conmigo y los que estn contra m. Me pregunto si realmente leimporto a alguien. Me pongo a buscar argumentos que justifiquen midesconfianza. Y dondequiera que vaya los encuentro, y me digo: Yentonces me pregunto si alguna vez alguien me ha querido. El mundoa mi alrededor se vuelve oscuro. Se me endurece el corazn. Micuerpo se llena de tristeza. Mi vida pierde sentido. Me he convertidoen un alma perdida.

    El hijo menor se hizo consciente de lo perdido que estaba cuando

    nadie a su alrededor le demostr inters alguno. Le haban hecho casoen la medida en que podan utilizarlo para sus propios intereses. Perocuando ya no le quedaba dinero que gastar ni regalos que regalar, dejde existir para ellos. Me resulta muy difcil imaginar lo que significaser un completo extranjero, una persona a la que nadie muestra la msmnima seal de reconocimiento. La verdadera soledad llega cuandodejamos de tener conciencia de que tenemos cosas en comn. Cuandoya nadie quiso darle ni la comida que l echaba a los cerdos, el hijomenor se dio cuenta de que ni siquiera se le consideraba un ser

    humano. Slo soy consciente en parte de lo mucho que necesito laaceptacin de los dems. Origen, historia, aspiraciones, religin yeducacin parecidas; relaciones, estilo de vida y costumbres comunes;edad y profesin afines; todo esto puede servir de base para laaceptacin. Dondequiera que conozca a una persona, siempre buscotener algo en comn con ella. Parece una reaccin normal yespontnea. Cuando digo: a menudo la respuesta es: o o

    Cualquiera que sea la reaccin, siempre buscamos un vnculo comn.Cuanto menos tenemos en comn, ms difcil nos resulta estar juntos

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    y ms extraos nos sentimos. Cuando no conozco ni el idioma ni lascostumbres de los otros, cuando no entiendo su estilo de vida, sureligin, sus ritos o su arte, cuando no conozco su comida ni su formade comer... entonces me siento todava ms extrao y perdido.

    Cuando la gente que rodeaba al hijo menor dej de considerarle un serhumano, entonces sinti toda la profundidad de su aislamiento, lasoledad ms honda que uno puede sentir. Estaba realmente perdido, yfue precisamente eso lo que le hizo volver en s. Se gued comoconmocionado al darse cuenta de lo solo que estaba y, de repente,comprendi que iba por un camino de muerte. Se haba desligadotanto de lo que realmente da vida familia, amigos, conocidos,comunidad, e incluso la comida que se dio cuenta de que el

    siguiente paso sera la muerte. De repente, vio con toda claridad elcamino que haba elegido y a dnde le haba conducido; comprendique haba tomado una opcin de muerte; y supo que un paso ms enaquella direccin le llevara a la autodestruccin.

    En un momento tan crtico, qu fue lo que le hizo optar por la vida?Sin duda, el redescubrimiento de su yo ms profundo.

    Reclamar la infancia

    Aunque lo hubiera perdido todo: dinero, amigos, reputacin, dignidad,paz interior y alegra, todava segua siendo el hijo de su padre. Sedice a s mismo: Cuntos jornaleros de mi padre tienen pan de sobra

    mientras que yo aqu me muero de hambre! Me pondr en camino,volver a mi padre y le dir: Padre, he pecado contra el cielo y contrati. Ya no merezco llamarme hijo tuyo; trtame como a uno de tusjornaleros. Con estas palabras escritas en su corazn fue capaz dedejar la tierra extranjera, y volver a casa.

    El significado de la vuelta del hijo menor est expresado en laspalaras: Por un lado, el hijo menor se da cuenta de que ha perdido ladignidad de su vnculo filial pero, al mismo tiempo, ese mismo

    sentido de prdida de dignidad le hace consciente de que, por ser hijo,tena una dignidad que perder.

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    El regreso del hijo menor se produce en el preciso momento en queste reclama su vnculo filial, a pesar de haber perdido toda ladignidad que esto lleva consigo. De hecho, la prdida de todo fue loque le llev al fondo de su identidad. Retrospectivamente, parece que

    el prdigo tuvo que perderlo todo para entrar en lo profundo de su ser.Cuando se encontr deseando que le trataran como a un cerdo, se diocuenta de que no era un cerdo sino un ser humano, un hijo de supadre. Comprender esto fue el principio de su opcin por vivir en vezde morir. Una vez que haba llegado a la verdad de su condicin dehijo, pudo or aunque muy dbilmente la voz llamndole y pudosentir aunque desde lejos el tacto de la bendicin. Esta concienciade la confianza en el amor de su padre, aunque borrosa, le dio lafuerza para reclamar su condicin de hijo, aunque esa reclamacin no

    estuviera basada en mrito alguno.

    Hace unos aos yo mismo me encontr ante la misma disyuntiva:volver o no volver. Una amistad que en principio pareca prometedoray vivificante, hizo que poco a poco me alejara ms y ms del hogar,hasta dejarme totalmente obsesionado. Desde un punto de vistaespiritual, vi que para mantener viva aquella amistad estabamalgastando todo lo que haba recibido de mi padre. Ya no podarezar. Haba perdido el inters por mi trabajo y cada vez me resultaba

    ms difcil atender a los problemas de los dems. Aunque me dabacuenta de lo destructivo de mis pensamientos y de mis actos, seguaesclavo de mi corazn, hambriento de amor en busca de caminosfalsos para conseguir mi propia autoestima.

    Entonces, cuando finalmente aquella amistad se rompidefinitivamente, tuve que elegir entre destruirme o confiar en que elamor que buscaba exista realmente... en casa! Una voz, una voz muydbil, me susurr que jams un ser humano sera capaz de darme el

    amor que buscaba, ni aquella amistad, ni otra relacion ntima; tampocouna comunidad podra nunca satisfacer las necesidades ms profundasde mi corazn. Aquella voz, suave pero insistente, me habl de mivocacin, de mis primeros compromisos, de los muchos dones quehaba recibido en la casa de mi padre. Aquella voz me llam .

    La angustia del abandono fue tan fuerte que me resultaba muy difcil,casi imposible, creer a aquella voz. Pero mis amigos, viendo midesesperacin, continuaron animndome a que superara mi angustia yconfiara en que haba alguien esperndome en casa. Finalmente, me

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    march a un lugar donde poder estar solo. All, en mi soledad,comenc a caminar hacia casa, lenta y dubitativamente, oyendo cadavez con ms claridad la voz que dice:

    Esta triste aunque esperanzadora vivencia, me llev al ncleo de lalucha espiritual por la eleccin correcta. Dios dice: (Dt 30,19-20) Aspues, es cuestion de vida o muerte. Aceptamos el rechazo de unmundo que nos aprisiona, o exigimos la libertad de los hijos de Dios?Tenemos que elegir.

    Judas traicion a Jess. Pedro le neg. Los dos eran hijos perdidos.Judas no fue capaz de resistir el hecho de que segua siendo hijo deDios, y se ahorc. En trminos del hijo prdigo, vendi la espada de

    su filiacin. Pedro, en medio de su desesperacin, la reclam y volvillorando. Judas eligi la muerte. Pedro eligi la vida. Soy conscientede que esta eleccin est siempre ante m. Constantemente siento latentacin de revolcarme en mi perdicin y perder el norte de mibondad original, de la humanidad que Dios me dio, de mi felicidad y,as, dejar que los poderes de la muerte ganen terreno. Esto ocurre unay otra vez y, cuando ocurre, me digo a m mismo: Siempre hayacontecimientos y situaciones donde elegir para convencerme a m y alos dems de que mi vida no merece la pena, de que slo soy una

    carga, un problema, una fuente de conflictos, o un explotador deltiempo y de la energa de los dems. Mucha gente vive con estesentimiento oscuro. Al contrario que el prdigo, dejan que laoscuridad les absorba tan completamente que no les queda ninguna luza la que volver. Puede que no hayan muerto fsicamente pero desdeluego no tienen vida espiritual. Han perdido la fe en su bondadoriginal y, por tanto, en su Padre que es quien les dio la humanidad.

    Pero cuando Dios cre al hombre y a la mujer a su imagen y

    semejanza, (Gn 1,31). A pesar de las voces oscuras, ningn hombre omujer ha podido cambiar eso.

    Sin embargo, la voz de mi condicin de hijo, no es una voz fcil. Lasvoces oscuras del mundo que me rodea intentan persuadirme de queno soy bueno y de que slo podr serlo subiendo por la escalera delxito. Estas voces me llevan a olvidarme de la voz que me dicerecordndome que el hecho de ser amado es independiente decualquier mrito o hazaa. Estas voces oscuras empujan a la voz

    suave, amable y llena de luz que sigue llamndome ; me empujan a laperiferia de mi existencia y me hacen dudar de que haya un Dios

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    amoroso esperndome en lo profundo de mi ser.

    Pero abandonar la tierra extraa es slo el principio. El camino a casaes largo y difcil. Qu hacer en el camino de regreso al Padre? Est

    muy claro lo que hace el hijo prdigo. Prepara un escenario. En cuantorecord su condicin de hijo, pens: Cuando leo estas palabras veocmo se llena mi vida interior. Siempre estoy envuelto en dilogosinterminables con interlocutores ausentes, anticipando sus preguntas ypreparando mis respuestas. Yo mismo me sorprendo de la energaemocional que hay en el interior de estas meditaciones y murmullosinteriores. S, me marcho de la tierra extraa. Si, me voy a casa... peroa qu vienen tantos preparativos para unos discursos que nuncapronunciar?

    La razn est clara. Aunque reclamo mi verdadera identidad comohijo de Dios, sigo viviendo como si el Dios hacia quien vuelvoexigiera alguna explicacin. Todava considero su amor un amorcondicional, y el hogar un lugar del que todava no estoy totalmenteseguro. Mientras camino a casa, sigo albergando dudas sobre si serrealmente bien recibido cuando llegue. Cuando pienso en mitrayectoria espiritual, mi largo y fatigoso viaje de vuelta a casa, veoque est lleno de culpabilidad por el pasado y de preocupacin por el

    futuro. Soy consciente de mis fracasos y s que he perdido midignidad de hijo, pero todava no soy capaz de creer plenamente queall donde mis fracasos son grandes (Rom 5,20) Todava me aferro ami sentimiento de inutilidad e imagino para m un lugar lejos de aqulque le corresponde al hijo. La fe ciega en el total y absoluto perdn nollega fcilmente. Mi experiencia humana me dice que el perdn sereduce a la voluntad del otro de renunciar a la venganza y mostrarmealgo de caridad.

    El largo camino a casa

    El regreso del hijo prdigo est lleno de ambigedades. Est viajandopor el camino correcto, pero qu confusin! Admite que es incapazde recorrerlo por s mismo y reconoce que estara mejor tratado como

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    esclavo en casa de su padre que como paria en una tierra extranjera;sin embargo, an est lejos de fiarse del amor de su padre. Sabe quetodava es el hijo, pero se dice a s mismo que ha perdido la dignidadde ser llamado , y se prepara para aceptar la condicin de y as poder

    al menos sobrevivir. Hay arrepentimiento, pero no un arrepentimientoa la luz del inmenso amor de un Dios que perdona. Es unarrepentimiento interesado, que ofrece la posibilidad de sobrevivir.Conozco muy bien este sentimiento. Es como decir: Dios siguesiendo un Dios severo, un Dios justiciero. Es este Dios quien hace queme sienta culpable y que me preocupe y que resuenen en mi interiortodas estas disculpas. La sumisin a este Dios no da la verdaderalibertad interior; lo nico que hace es alimentar amargura yresentimiento.

    Uno de los grandes retos de la vida espiritual es recibir el perdn deDios. Hay algo en nosotros, los humanos, que nos hace aferrarnos anuestros pecados y nos previene de dejar a Dios que borre nuestropasado y nos ofrezca un comienzo completamente nuevo. A veces,parece como si quisiera demostrar a Dios que mi oscuridad esdemasiado grande como para vencerla. Mientras El quiere devolvermetoda la dignidad de mi condicin de hijo suyo, yo sigo insistiendo enque me contentara con ser un jornalero. Pero realmente quiero que

    se me devuelva toda la responsabilidad del hijo? Realmente deseoque se me perdone totalmente y que me sea posible vivir de otraforma? Tengo la suficiente fe en m mismo y en una enmienda tanradical? Deseo romper con mi tan arraigada rebelin contra Dios yrendirme a su amor tan absoluto que puede hacer que surja unapersona nueva? Recibir el perdn implica voluntad de dejar a Dios serDios y de dejarle hacer todo el trabajo de sanacin, restauracin yrenovacin de mi persona. Siempre gue intento hacer yo slo parte deltrabajo, termino conformndome con soluciones del tipo . Siendojornalero puedo seguir mantenindome distante, puedo seguirrebelndome o quejndome del salario. Siendo el hijo amado, tengoque exigir mi dignidad y empezar a prepararme para llegar a ser elpadre.

    Est claro que hay que recorrer la distancia entre la salida de casa y elregreso de forma sabia y disciplinada. La disciplina consiste en llegara ser hijo de Dios. Jess deja claro que el camino para llegar a Dios esel camino a la infancia. (Mt 18,3) Jess no me pide que siga siendoun nio, sino que llegue a serlo. Convertirse en nio significa vivir de

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    acuerdo con una segunda inocencia: no la inocencia del recin nacido,sino la inocencia que se consigue haciendo opciones conscientes.

    Cmo podra describirse a quienes han llegado a esta segunda

    infancia, a esta segunda inocencia? Jess los describe con todaclaridad en las Bienaventuranzas. Al poco de haber escuchado la vozque le llamaba el Amado, y tras rechazar la de Satans desafindole ademostrar al mundo que era digno de ser amado, comienza suministerio pblico. Una de las primeras cosas que hace es nombrar asus discpulos para que le sigan y compartan con l su ministerio.Entonces, Jess sube a la montaa, rene a sus discpulos, y dice:

    Estas palabras dibujan el retrato del hijo de Dios. Es un autorretrato de

    Jess, el Hijo Amado. Es tambin el retrato de lo que yo debo ser. LasBienaventuranzas me muestran el camino ms simple para llegar acasa, a la casa de mi Padre. Y por esta ruta descubrir las alegras dela segunda infancia: comodidad, misericordia, e incluso una visinms clara de Dios. Y cuando llegue a casa y sienta el abrazo de miPadre, ver que no slo he de reclamar el cielo, sino que la tierratambin ser mi herencia, un lugar donde puedo vivir en libertad sinobsesiones ni coacciones.

    Convertirse en nio significa vivir las Bienaventuranzas y encontrar lapuerta estrecha del Reino. Fue Rembrandt consciente de todo esto?No s si la parbola me lleva a descubrir aspectos nuevos del cuadro osi es el cuadro el que me lleva a descubrir aspectos nuevos de laparbola. Pero mirando la cabeza del muchacho recin llegado, veoretratada la segunda infancia.

    Recuerdo muy bien cuando enseaba la pintura de Rembrandt a misamigos y les preguntaba qu vean. Uno de ellos, una mujer joven, se

    levant, camin hacia la gran copia de El Hijo Prdigo y apoy sumano en la cabeza del joven. Entonces dijo: De repente, todos los queestbamos all lo vimos claro. Acaso estaba Rembrandt retratando noslo el regreso al Padre, sino tambien el regreso al vientre de Dios quees Madre y Padre?

    Hasta ese momento haba pensado en la cabeza afeitada del jovencomo la cabeza de alguien que haba estado prisionero o que habavivido en un campo de concentracin. Pensaba en su cara como en la

    cara demacrada de un rehn maltratado. Y puede que esto fuera lo querealmente Rembrandt quisiera mostrar. Pero desde aquel encuentro

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    con mis amigos, me es imposible mirar el cuadr