Una máquina de contar historias. Complejidad y revolución del relato televisivo
El relato fílmico-televisivo en la historia del Bicentenario · ......
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El relato fílmico-televisivo en la historia del
Bicentenario
Alfredo Tenoch Cid Jurado
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EL RELATO FÍLMICO TELEVISIVO EN LA HISTORIA DEL BICENTENARIO
Alfredo Tenoch Cid Jurado Universidad Autónoma Metropolitana, Xochimilco
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Introducción
La conmemoración del Bicentenario de la Independencia de México (2010) ha generado
una serie de relatos fílmicos y televisivos basados en hechos históricos reconocidos como
tales por la “historia oficial” y articulados con base en narraciones de carácter épico.1 Una
de las problemáticas surgidas en las distintas producciones ha consistido en enfrentar el
traslado intersemiótico2 que va de las formas visuales de la historia (discurso
museográfico, “retratística”, imágenes divulgativas de personajes y hechos, imágenes
televisivas, etc.) a las formas de la narratividad audiovisual (historia-‐trama-‐discurso). Otro
problema, íntimamente conectado al anterior, radica en la intertextualidad existente
entre textos fílmicos y televisivos precedentes de anteriores producciones realizadas.
Precisamente, las soluciones narratológicas, se van constituyendo en un horizonte
hipoléptico conectando imágenes necesarias para cualquier versión posterior realizada en
un mismo concierto audiovisual. Mientras tanto, en el orden de las adaptaciones, el relato
de ficción requiere de momentos de intensidad narrativa, así como de amplias
explicaciones de carácter visual que disminuyen el ritmo la narración e intensifican los
valores trascendentales con los cuales se nutre el relato que debe contar el hecho
histórico. Surge así las oposiciones pasión/razón, intensidad/extensión en cada relato del
hecho histórico, confluyendo en la suma de criterios dramáticos capaces de responder a
las necesidades de la ficción al interior de un film o serie televisiva. Las exigencias del
lenguaje audiovisual afectan de esta manera al hecho histórico en su proceso de síntesis
narrable, comprometiendo la esencia de su relato histórico.
Sin embargo, el cine se observa en su eficacia para narrar la Historia en la creación de
imágenes que impactan el imaginario colectivo: orden y jerarquía en los sucesos 1 Se entiende Historia oficial como la versión de la historia que forma parte de la memoria colectiva oficial depositada a través de los mecanismos de registro controlados por la visión ideológica en control de su elaboración, su distribución, su interpretación. La memoria oficial se contrapone a la memoria comunicativa gracias a la cual es posible re-‐escribir nuevas versiones que sustituyen las versiones dominantes, de parte o ideológicamente situadas en una perspectiva ampliando las posibilidades de registro y de comprensión. 2 El traslado intersemiótico supone la “migración del sentido” que va de un sistema semiótico de partida y se acopla al sistema semiótico de llegada. El punto de interés radica en las competencias que se desarrollan en los sujetos en grado de reconocer ese sentido a partir de las unidades mínimas de significado: un rostro, una prenda de vestir, un objeto, un escenario, un lugar. (Véase Dusi 2003, Cid Jurado 2005).
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históricos, creación de representaciones visuales, división de momentos y personajes
históricos en unidades, selección de eventos por su carácter narrable en el formato de la
ficción audiovisual. El producto resultante obedece entonces a una doble lógica: aquella
derivada del evento histórico narrado y la que responde a la estructura narrativa en la
forma elegida para su relato dentro del lenguaje audiovisual. Se discute entonces su
verosimilitud con los hechos, su carácter de apego a una realidad.
El presente trabajo aborda, desde una perspectiva semiótica, la visualidad y la
narratividad, utilizados en la construcción lógica del discurso audiovisual. La pregunta de
investigación específica se desprende la reflexión anterior y radica en conocer los
mecanismos semióticos que intervienen en la construcción de significado para transformar
un relato histórico en un relato de ficción televisiva y cinematográfica con sus
consiguientes efectos de sentido.
Se trata entonces de evidenciar los procesos de traducción intersemiótica procedentes de
un sistema articulado con el cual se divulga la Historia en su migración y adecuación al
discurso del sistema audiovisual que la alberga. La narratividad obedece a la suma de
tensiones, pasiones, emociones, razones, con las cuales moldea el relato narrado para ser
reconocible en su carácter de ficción fílmica o televisiva. Se toman aspectos de la
narratividad: narratología (Barthes, Greimas, Todorov 1964 [2000]), tensividad (Zilberberg
2006, Blanco 2003, 2009), pasiones (Parret 1986), efectos pragmáticos en la recepción
(Eco 1979, 1990) que servirán de marco referencial para evidenciar las estructuras lógicas
en el orden del traslado de las historias; adecuación, visibilidad fílmica, pasionalidad.
Posteriormente es necesario considerar la contribución de los procesos depositados en
cada film para su comprensión por parte de los espectadores gracias a una competencia
intersemiótica audiovisual (Dusi 2003, Cid Jurado 2005) dirigida y circunscrita por los
límites del texto fílmico (Lotman 1973 [1975]) y televisivo (Lacalle 2005, Jost 2005). El
corpus se centra en los textos: Hidalgo, Héroes verdaderos y las series televisivas; los
Minondo, Gritos de Muerte y Libertad.
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El resultado permite proponer una evaluación del hecho histórico narrado en su versión
fílmica y televisiva, acorde a los significados presentes en la memoria colectiva y
específicamente en la Historia oficial. Al mismo tiempo se identifican los criterios seguidos
en la adecuación a la sustancia narrativa de la ficción televisiva y cinematográfica a partir
de las ganancias y pérdidas resultantes del proceso de traducción intersemiótico.
Intersección entre historia, cine y semiótica
En términos semióticos el Bicentenario es un evento de carácter colectivo con una doble
función al generar significados con resultados específicos al impactar en la memoria
colectiva: por una parte la mantiene viva y por la otra la acrecienta. La primera
aproximación teórica al fenómeno que conviene examinar se desprende de las reflexiones
acerca de la historia en su carácter de comunicación, al ser concebida como parte
fundamental del patrimonio común entre los sujetos que dan vida a una cultura. En tal
carácter la historia es vista como la suma de relatos y las condiciones en las que esos
relatos han sido realizados. La historia puede ser reflexionada como una subespecie
semiótica si se le considera a partir de su capacidad de erigirse como sistema de registro
de la memoria colectiva. De acuerdo con Boris Uspenski, exponente de la escuela de
Tartu, para poder realizar dicha tarea debe conformarse primero como una forma de
lenguaje en grado de constituir textos (Uspenski 1976 [1988: 1]). Entre las problemáticas
derivadas se encuentra la determinante temporal para los discursos derivados de la
textualización; es decir, el tipo de lenguaje utilizado posee un aquí y un ahora. Esa
característica imprime un significado específico a cualquier pretendido estudio pues las
huellas del tiempo impresas en los sistemas de registro se convierten en un ulterior
estudio, si se afronta al texto histórico en cualquiera de sus modalidades. Ahora bien, la
unidad comunicativa es en realidad la parte constitutiva principal de un proceso al
momento de colocarse en situación de comunicar un significado específico, ya que el acto
narrado de la historia se realiza siguiendo un recorrido descrito de la siguiente manera:
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En perspectiva semiótica, el proceso histórico puede ser presentado, específicamente, como
un proceso comunicativo, en el cual, las nuevas informaciones que constantemente afluyen determinan ésta o aquella reacción de respuesta por parte del destinatario social (la colectividad). (Uspenski 1976 [1988: 11]).
El problema definido no es prerrogativa del texto histórico redactado a partir de la lengua
natural. En realidad genera inquietudes similares para cualquier sistema semiótico,
llámese éste film y serie televisiva, que reunidos constituyen la esencia de la imagen
audiovisual orientada con sentido histórico. En tanto que sistema de registro cada forma
de visualidad expresa criterios conceptuales y formas materiales capaces de fechar a toda
producción textual.
La importancia del código se manifiesta en cada producción textual, ya que actúa al
interior de la construcción de un proceso histórico con la capacidad de generar
significados. Un código visual no sirve solamente para ser depositario de significados sino
para concretar la acción principal consistente en una imagopoiesis, es decir, la producción
de imágenes que podrán ser visualizadas por la colectividad. El código además supone la
relación entre el usuario y los depositarios de los textos a través de mediación del
significado atribuido al hecho histórico. Una tarea posterior consiste en comprender cada
acción ejercida sobre el código por parte de los sujetos que se sirven de él como
instrumento de registro de la memoria.
La disposición de los acontecimientos es la característica principal de todo texto histórico
cuya tarea radica en dar sentido a los sucesos del pasado. Dicho trabajo va a consentir la
comprensión del ejercicio semiótico de los niveles que participan en la organización
estructural de los hechos y en los efectos semánticos desprendidos de tal ordenación.
Orden, jerarquía, organización semántica se articulan mediante el empleo de las formas
visuales que sirven de soporte al hecho transformado en unidad comunicable. Si las
imágenes de la Historia se generan de manera caótica y polivalente, algunas se asientan
en el imaginario de modo directo y sin mediaciones, otras deben seguir un recorrido que
requiere mayor tiempo o incluso debe sortear cualquier tipo de suerte para poder ser
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incluidas en la “memoria oficial”. Un rasgo común en la imágenes audiovisuales que
forman la textualidad cinematográfica y televisiva recae en el hecho de ser ordenadas a
menara de narración. La narración será el principal filtro por el cual el fenómeno histórico
se convierta en un hecho narrado.
Una de las principales contribuciones a la reflexión de Boris Uspenski se encuentra en la
idea de las formas asumidas por la semiosis de la historia, es decir “la semiotización de la
realidad” (Uspenski 1987 [1988: 12]). Desde su perspectiva, el trabajo consiste en “la
semiotización del pasado, que se organiza como un texto, leído desde el punto de vista del
presente” (Uspenski 1987 [1988: 16]). La característica principal de ese proceso tiene que
ver con los modos con los cuales un fenómeno histórico adquiere la estructura semántica
para poder narrar el hecho de manera coherente, comprensible para un público receptor,
una colectividad, un sujeto social intérprete. Precisamente, se trata de adecuar ese hecho
hacia una interpretación semiótica del pasado de manera asequible y con fines específicos
que van desde la necesidad de divulgarlo, mantenerlo en condiciones exegéticas,
colocarlo en una memoria oficial de los hechos.
La lengua de la cual viene realizada la comunicación evoluciona (Uspenski 1987 [1988: 16])
y al hacerlo, deja sus huellas capaces de fechar el momento de la realización de ese acto
comunicativo. Es así que la historia de la historia es además la lectura de las evoluciones
en los lenguajes utilizados para realizar los registros. Ese hecho está presente de manera
especial en los lenguajes que sustentan al cine y a la televisión como sistemas semióticos.
Como lenguaje complejo, deben enfrentar otros procesos modelizantes como el paso
necesario por un hilo conductor, en grado de colocar las situaciones presentadas en
relaciones de tipo causal: antecedente-‐consecuente, causa-‐efecto. El hecho histórico será
conectado con causas y antecedentes que existían previamente al relato presentado y en
consecuencia generarán nuevas relaciones causales al interior del relato.
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La forma de un significado: El cine desde la historia
Uno de los usos más comunes del cine al enfrentar un rol funcional a la divulgación
científica está presente en la enseñanza de la historia. Precisamente, el cine se utiliza
como instrumento de la divulgación de la historia y al hacerlo asume peculiaridades
semióticas en la construcción del significado, resultado de la interacción de dos formas
distintas de textualizar el hecho histórico. Las aproximaciones en estudios sobre tales
resultados reflejan los modos de interacción de un diálogo interdisciplinario: el punto de
vista prevalente está determinado por el individuo en su carácter al interior de la
formación disciplinaria de proveniencia. Por tal motivo, el historiador frente al cine
responde a una preocupación de base: la fidelidad al hecho histórico, al menos a las
fuentes reconocidas como oficiales o como parte del discurso histórico académico. Es
verdad que existen otras preocupaciones, a partir de las cuales desprender una tipología
de los comportamientos interpretativos más comunes del hecho histórico.
El cine actúa como un sistema semiótico en grado de orquestar otros sistemas, es decir,
en la abstracción metodológica del análisis, ha permitido exportar el modelo básico de
una lengua estructurada reconociendo planos y niveles. El plano de la expresión en una
relación de determinación con el plano del contenido, separa las formas de las sustancias
inspirando los trabajos de Enrico Carontini y Daniel Peraya (1975 [1979]), Seymour
Chatman (1979) hacia las primeras aproximaciones narratológicas al cine como un especie
de lenguaje. Los planos posibilitan la observación de la separación entre las formas
materiales y las abstracciones conceptuales presentes en cada caso específico y en
categorías en las que cada espécimen presenta el rasgo definitorio de su individualidad.
Gráfica 1.
Planos Niveles
Contenido Sustancia
Expresión Forma
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Anteriormente (Véase inciso 1) se ha mostrado la capacidad del cine como un sistema
semiótico en grado de vehicular el hecho histórico. Ese hecho, en calidad de contenido
semántico y transformado en unidad comunicable adquiere el estatus de unidad
comunicativa y se traslada al texto que quiere ser comunicado. Los planos irán
conformando la idea abstracta en imágenes transportables a la representación fílmica y
podrán cubrir en el trayecto los niveles que conformarán los planos. La unidad
comunicable se atavía con aspectos formales, se inserta en la cadena jerárquica y
ordenada del relato, se somete a la temporalización y se adecua a la ficción del texto-‐
narración en el cual participa. Es por ello que los especialistas analizan el hecho histórico
al interior de la narración mediante cuatro opciones identificadas y tipologizadas de la
siguiente manera:
i) Las formas de la expresión en conexión directa con los cronotopos, los
aspectos materiales reflejados por la “visualización tele-‐fílmica” que incluye
aspectos variados de la producción tales como el vestuario, la iluminación,
el maquillaje, los efectos especiales.
ii) La sustancia de la expresión remite las formas narrables al interior de los
lenguajes televisivos, cinematográficos convertidos en marcos, cuadros,
unidades comunicables que circunscriben los hechos narrables en
estructuras narradas gracias a la accesibilidad, a la verosimilitud propia de
los relatos.
iii) Las formas del contenido empatan con el hecho histórico que requiere ser
narrado, transformándolas en relato pero sin una distancia tal que niegue la
esencia de su procedencia. Dichas formas demandan apego a la realidad del
discurso histórico aceptado por las academias, por las comunidades
académicas, por los profesionales de la historia y en el marco de la historia
oficial.
iv) Las sustancias del contenido refieren a las historias que se cuentan como
Historia y a los hechos que se colocan en un hilo conductor de causalidades
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sobre las cuales la ficción televisiva o cinematográfica se inserta en el
discurso histórico (oficial, emergente, independiente).
Cada uno de los estratos de acuerdo con el lingüista L. Hjelmslev (1961 [1969]) prevé una
forma de lectura específica y se provee de los elementos necesarios para poder evaluar la
cercanía o posible distancia entre una Historia y los relatos audiovisuales en los cuales ha
sido transformada.
Los planos y la construcción del significado en los relatos
En los siguientes apartados es posible observar las lógicas organizativas del discurso
televisivo y fílmico para la construcción de las unidades visuales construidas de manera
adecuada a la adaptación del hecho histórico al relato de ficción propuesto como síntesis
del proceso histórico.
1. El plano de la expresión a través de su nivel de las formas de la expresión muestra
las adecuaciones de los elementos disponibles como puntos de partida para la
construcción visual del relato. El caso de la parte de la elección de los actores es
ilustrativo ya que lleva consigo un acomodamiento de los recursos expresivos del
actor a los del personaje histórico y a su vez a los requerimientos del rol actancial.
Figura 1 Figura 2
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Los rasgos caracteriales influyen y condicionan el rol actancial resultante, acorde con las
necesidades del relato creado a partir de una serie de sobreposiciones. La imagen será la
suma de lo que representa el actor, Bruno Bichir (Figura 1), más el personaje pero está
condicionado por la figura mítica construida al interior de la narración, Miguel Hidalgo y
Costilla (Figura 2) para el film “Hidalgo”. La ilusión de realidad reposa en las condiciones
del actor para generar una versión verosímil del personaje histórico: la función actancial
impresa debe coincidir con la imagen del héroe, las formas específicas proporcionan
información ausente de la imagen política y la caracterización del actor es un receptáculo
en grado de brindar esa información hasta ese momento ausente.
ii) El plano de la expresión en el nivel de la sustancia de la expresión selecciona para cada
relato los hechos narrables colocándolos al interior de los relatos a modo de estructuras
narradas y dependen de los recursos a disposición en la producción. En este caso la serie
televisiva de los Minuendo sirve de ejemplo al mostrar el grado de la accesibilidad, de
cercanía a la verosimilitud propia del relato sobre el cual se sobrepone el fragmento de la
historia elegido para su representación televisiva.
La elección de una historia narrada intradiegéticamente en un viaje para transportar el
cuerpo de un héroe asesinado supone una serie de recursos coordinados que afectan la
verosimilitud del relato y el nivel cognitivo de lo que se quiere presentar en la narración
de los hechos históricos.
Figura 3
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Precisamente, Lotman observa que “el cine debe su influencia a su información, variada,
compleja por su organización y condensada al máximo,…” (Lotman 1973 [1979: 59]).
iii) El plano del contenido en el nivel de las formas del contenido requiere de
soluciones que puedan permitir una relación de tipo icónica con los imaginarios presentes
a través de los cuales se registra la historia en la memoria colectiva. En el caso de la
película “El Atentado” las soluciones plástico-‐figurativas con las cuales se resuelve el nivel
estético del relato deben tomar en consideración los relatos orales, los registros
fotográficos y las filmaciones existentes de la época. No se trata de un ejercicio simple de
intertextualidad visual, ya que remite directamente a la construcción visual que se ha
realizado sobre el imaginario “Revolución Mexicana” ampliamente divulgado en los libros
de historia y sus respectivas imágenes. Se trata de un elemento de la gramática visual que
debe ser incluido como norma de composición.
Figura 4
La elección de una organización visual requiere de la adaptación de la foto fija al
movimiento cinematográfico, del registro en blanco y negro y la mala calidad de las
imágenes cinematográficas emergentes con la calidad fílmica de las técnicas actuales. Es
necesario un apego a la realidad que proviene del discurso histórico aceptado por las
academias, por las comunidades académicas que trabajan con la historia o actuar
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simplemente de manera coincidente con las imágenes que posee el público espectador
del relato cinematográfico.
iv) También en el plano del contenido se encuentra actividad de adecuación en la
sustancia del contenido, la cual en su acción, remite a la suma de los distintos relatos
presentes de la historia, aquellos dentro de la historia oficial o aquellos que han
permanecido al margen.
Se trata de una serie de relatos coincidentes que forman parte de la memoria colectiva y
se conoce su valor de contraposición al registro de los hechos históricos realizados por los
que ganan. El caso de los distintos relatos históricos han mantenido hechos del proceso
histórico fuera de la circulación privilegiando, unas versiones por sobre las otras. Gracias a
ese conocimiento, se presenta en uno de los relatos de la serie televisiva “Gritos de
muerte y libertad” la masacre de la toma de Guanajuato por parte de las tropas de
Hidalgo en la versión del historiar conservador Lucas Alamán. El episodio ha sido narrado
como la gesta histórica de “El pípila” privilegiando una versión por sobre la otra.
Figura 5
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La construcción de los relatos y su respectiva adaptación a las formas de narración
televisiva y cinematográfica deben obedecer a las historias contadas como procesos
históricos. La primera línea restrictiva consiste en unir a través del hilo conductor la serie
de causalidades gracias a las cuales es posible el relato histórico.
Conclusiones
Los distintos elementos que intervienen en la ficción televisiva afectan la narración del
hecho histórico pero lo colocan en situación “narrable” dentro de los requerimientos de
un tipo específico de relato. La adecuación de ritmo, tensión, concatenación de pasiones,
construcción de valores éticos y reproducción de los trascendentales marcan la nueva
versión narrada del hechos histórico. Las observaciones de carácter analítico en el corpus
formado por los relatos del Centenario de la Revolución y el Bicentenario de la
Independencia parte de una lógica estructural con base en la comprensión interactiva de
sus tipos de relatos: el histórico y el ficcional de la televisión y el del cine. En las ficciones
analizadas encontramos los siguientes resultados: i) Las formas del relato predominan por
sobre los contenidos provenientes de la Historia debido a la adecuación sistémica obligada
por el relato narrado con los mecanismos que definen su carácter fílmico y televisivo; ii) El
recurso audiovisual provee de imágenes (imagopoieses) no previstas que llegan a actuar
de manera independiente a las intenciones del autor. Resuelven las necesidades
impuestas por un tipo de visualidad, de corporeidad, de gestualidad, de carácter, de
habilidades del individuo, etc., difícilmente descritas en los relatos de la Historia pero
necesarias al dotar de forma televisiva y fílmica al personaje y su conversión en rol
actancial del relato; iii) La imagen histórica posee una dependencia a las estructuras de la
visión que cada sistema semiótico desarrolla: las temporalidades reducidas y la estrechez
de los relatos, versus la mayor amplitud capitular de las series televisivas. Cada una de
ellas actúa de manera distinta y permiten distinguir la diferencia entre un relato televisivo
y un relato de tipo fílmico; iii) La falta de imágenes no contenidas en los imaginarios
visuales y solo presentes en los imaginarios conceptuales, genera una segunda
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dependencia que se nutre de las propuestas visuales de las producciones televisivas o
cinematográficas. En el relato para constituir “La imagen del personaje histórico” se hace
uso de los recursos a disposición y a las determinaciones presupuestales de la producción
que influyen en las representaciones de la objetística, los lugares, la gestualidad, la lengua
natural de la época, etc. Todos estos aspectos van a entrar en evaluación por las
comunidades académicas y las institucionales, garantes de la memoria oficial para
determinar el grado de apego a la realidad histórica de los relatos; iv) La transformación
en texto histórico es un efecto de sentido posterior al relato y se logra por la fuerza de
incidencia del medio. El reconocimiento de las instituciones patrocinantes, de la
publicidad oficial, del señalamiento de su pertinencia como material de apoyo a la
enseñanza actúa como indicaciones de lectura en grado de definir su valor “histórico”. No
obstante, su aceptación como versión de los hechos históricos narrados seguirá un camino
propio, en muchos casos paralelo a la vía oficial; v) En perfecta concordancia al punto
anterior, la cercanía a la imagen histórica consolidada se observa a través de los distintos
planos que constituyen la visualidad del relato y se convierten en una opción más para
comprender el hecho histórico, algunos prevalecerán y otros pasarán al archivo muerto de
las versiones existentes de la historia.
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