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1 EL RETORNO DE UNA REINA WARI El Castillo de Huarmey despertó el interés arqueológico desde principios del siglo XX, debido a los objetos provenientes de la región que se hallaban en venta en las tiendas de anticuarios. En 1919 el investigador Julio C. Tello, tuvo la oportunidad de observar unos objetos de madera finamente tallados, puestos en venta en Lima. Al referirle el comerciante que éstos procedían del valle de Huarmey, organizó una expedición arqueológica para encontrar el lugar preciso de su proveniencia. En la ocasión no logró identificar el lugar de origen de las piezas y además, su equipo debió retirarse rápidamente del valle debido a un brote de peste bubónica 1 . En 1920 por encargo de Tello, su asistente Eugenio Yacovleff continuó con la prospección del valle. Por entonces se graficaron un conjunto de dibujos a tinta, los cuales actualmente forman parte del Archivo Tello de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Durante el medio siglo siguiente, el sitio arqueológico no continuó siendo estudiando debido en gran medida a que este se hallaba rodeado por tierras agrícolas, propiedad de hacendados que no facilitaban el acceso al lugar. La situación se modificó como consecuencia del terremoto de 1970, el mismo que dejó al descubierto algunas de las tumbas y sus ricos ajuares funerarios. Esto impulsó durante décadas un intenso saqueo en el sitio, llevado a cabo por huaqueros y pobladores de los alrededores. También se extrajeron adobes, vigas de madera y tierra arcillosa para ser usados en edificaciones de los pobladores de las inmediaciones. A partir de entonces, varios especialistas estudiaron a partir de diversos indicadores este sitio arqueológico, hallándose entre éstos a Duccio Bonavía (1960 y 1977), Alberto Bueno (1979), Fréderick Engel (1979) y William Conklin (1979), entre otros. Se trató según los casos, de reconocimientos superficiales del lugar, recolección de fragmentos cerámicos, registros fotográficos, elaboración de croquis y análisis de colección de textiles. En 1986, el arqueólogo Heiko Prümers realizó una prospección intensiva del valle bajo de Huarmey, señalando la importancia fundamental del Castillo de Huarmey. Desafortunadamente por 1 Richard Dagget, “Julio C. Tello: an account of his rise to prominence in peruvian archaelogy” en Richard Burger, The life and writings of Julio C. Tello: America’s first indigenous archaeologist (Iowa: University of Iowa Press, 2009), 20- 21. Dibujo a tinta por encargo de Julio C. Tello del sector norte del sitio arqueológico Castillo de Huarmey (ca. 1920). Museo de Arqueología y Antropología de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos

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EL RETORNO DE UNA REINA WARI

El Castillo de Huarmey despertó el interés arqueológico desde principios del siglo XX,

debido a los objetos provenientes de la región que se hallaban en venta en las tiendas de

anticuarios. En 1919 el investigador Julio C. Tello, tuvo la oportunidad de observar unos

objetos de madera finamente tallados, puestos en venta en Lima. Al referirle el comerciante

que éstos procedían del valle de Huarmey, organizó una expedición arqueológica para

encontrar el lugar preciso de su proveniencia. En la ocasión no logró identificar el lugar de

origen de las piezas y además, su equipo debió retirarse rápidamente del valle debido a un

brote de peste bubónica1.

En 1920 por encargo de Tello, su asistente Eugenio Yacovleff continuó con la prospección

del valle. Por entonces se graficaron un conjunto de dibujos a tinta, los cuales actualmente

forman parte del Archivo Tello de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.

Durante el medio siglo siguiente, el sitio

arqueológico no continuó siendo

estudiando debido en gran medida a que

este se hallaba rodeado por tierras

agrícolas, propiedad de hacendados que

no facilitaban el acceso al lugar. La

situación se modificó como consecuencia

del terremoto de 1970, el mismo que dejó

al descubierto algunas de las tumbas y

sus ricos ajuares funerarios. Esto impulsó

durante décadas un intenso saqueo en el

sitio, llevado a cabo por huaqueros y

pobladores de los alrededores. También

se extrajeron adobes, vigas de madera y

tierra arcillosa para ser usados en

edificaciones de los pobladores de las

inmediaciones.

A partir de entonces, varios especialistas estudiaron a partir de diversos indicadores este

sitio arqueológico, hallándose entre éstos a Duccio Bonavía (1960 y 1977), Alberto Bueno

(1979), Fréderick Engel (1979) y William Conklin (1979), entre otros. Se trató según los

casos, de reconocimientos superficiales del lugar, recolección de fragmentos cerámicos,

registros fotográficos, elaboración de croquis y análisis de colección de textiles. En 1986,

el arqueólogo Heiko Prümers realizó una prospección intensiva del valle bajo de Huarmey,

señalando la importancia fundamental del Castillo de Huarmey. Desafortunadamente por

1 Richard Dagget, “Julio C. Tello: an account of his rise to prominence in peruvian archaelogy” en Richard Burger, The

life and writings of Julio C. Tello: America’s first indigenous archaeologist (Iowa: University of Iowa Press, 2009), 20-21.

Dibujo a tinta por encargo de Julio C. Tello del sector norte del sitio arqueológico Castillo de Huarmey (ca. 1920). Museo de Arqueología y Antropología de la Universidad

Nacional Mayor de San Marcos

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entonces no logró despertar el debido interés en las autoridades o el imprescindible

respaldo institucional2.

A principios de 2010, especialistas de la Universidad de Varsovia iniciaron una prospección

integral del sitio arqueológico, logrando identificar el borde de una muralla enterrada, que

se extendía encima de una estribación rocosa en el lado sur del Castillo.

Con la finalidad de iniciar las

excavaciones, se suscribió un

convenio bilateral entre la

Universidad de Varsovia y la

Pontificia Universidad Católica del

Perú. Las excavaciones han estado

desde entonces bajo la dirección

del arqueólogo Miłosz Giersz y la

participación por el Perú, del

arqueólogo Roberto Pimentel Nita,

así como del doctor Krzysztof

Makowski por la Pontificia

Universidad Católica del Perú.

Los estudios realizados

determinaron que se trataba de un

complejo arqueológico de cuarenta

y cinco hectáreas de extensión con

arquitectura monumental y zonas

funerarias dispersas. Los

complejos arquitectónicos

cumplieron diversas funciones que

abarcaron actividades públicas,

domésticas y ceremoniales. El

sector central, popularmente

conocido como “El Castillo” por su

destacada volumetría, estuvo

formado por dos conjuntos

arquitectónicos, cuyos núcleos

contuvieron grandes mausoleos en

forma de torres de varios pisos. A

través del tiempo, se construyeron a su alrededor partiendo desde la cima hacia las

laderas de la estribación rocosa otros mausoleos de menor tamaño e importancia, de

2 Milosz Giersz, “El hallazgo del mausoleo imperial en Castillo de Huarmey” en Castillo de Huarmey. El mausoleo

imperial Wari (Lima: Asociación del Museo de Arte de Lima, 2014), 72-73.

Imagen aérea de la zona monumental de Castillo de Huarmey. Imagen: Milosz Giersz, publicada en el libro Castillo de Huarmey. El mausoleo imperial Wari. Lima: Museo de Arte de Lima, 2014, fig. 33

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modo tal que el sitio fue transformado en un centro ceremonial de culto a los ancestros

wari3.

En 2012 durante la segunda temporada de excavaciones, los investigadores ubicaron un

extraordinario edificio de planta rectangular (13.5 m. x 11.5 m), que contenía recintos de

forma ortogonal, organizados cuidadosamente e interconectados por un complejo sistema

de accesos. Debajo de un piso formado por adobes de forma trapezoidal, dispuestos de

manera alternada, había una capa de relleno de tierra y piedras de casi un metro de

espesor. Al retirarla, apareció una segunda capa formada por tierra, cantos rodados y

adobes rotos. En ella fueron hallados los restos de seis adolescentes que carecían de

envoltura textil y ajuar funerario, los cuales posiblemente fueron sacrificados.

Debajo de ellos, se hallaron 54 individuos sepultados en el recinto principal del mausoleo.

Estaban en posición sentada y con las piernas flexionadas, envueltos en fardos y en su

mayoría apoyados sobre los muros que delimitaban la cámara funeraria.

3 Giersz, “El hallazgo del mausoleo imperial en Castillo de Huarmey”, 78-79.

Reconstrucción gráfica del mausoleo. En el nivel inferior fueron enterrados 54 individuos, la mayor parte de ellos mujeres adultas. Adicionalmente cuatro mujeres de estatus social más alto fueron depositadas en tres sub-cámaras rectangulares (1), en una de las cuales se halló a la “Reina Wari o Dama Principal”. En el nivel superior fue edificado un trono para probablemente exhibir la momia del personaje principal, la cual no ha sido encontrada. Imagen: Fernando Baptista, Daniela Santamarina y Amanda Hobbs, Universidad de Varsovia, publicado en la Revista National Geographic, junio 2014, páginas 12 y 13.

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Los resultados de las investigaciones concluyeron que la mayor parte de los individuos

enterrados eran mujeres adultas, de distintas edades y acompañadas por adolescentes

posiblemente del mismo sexo. Estas tuvieron un rico ajuar funerario, con más de tres mil

objetos que sustentaban su pertenencia a la nobleza. Entre los objetos destacan joyas

formadas por dijes, tupus, anillos, orejeras de metal, madera y hueso; armas (hachas,

estólicas, cuchillos); objetos para tejer

(telares, husos, piruros, cucharas con

pigmentos de colores) y otros

elementos vinculados con la

parafernalia de la muerte, tales como

como sonajeros, caleros y silbato.

Adicionalmente a las 54

inhumaciones, fueron ubicadas

cuatro mujeres de estatus social más

alto, las que fueron depositadas en

tres sub-cámaras de adobes

especialmente edificadas. Estas

resultaron ser de mayor edad que las

restantes mujeres en la cámara

funeraria y tener un mayor número y

calidad de objetos de su ajuar

funerario.

La cámara orientada hacían el

noreste era cuadrada y de un metro

de lado. Allí se encontró una mujer de

más de 50 años de edad,

acompañada por un adolescente de

unos 13 a 15 años. La sub-cámara

central, fue la última morada de la

Dama Principal o “reina wari” quien

tenía al momento de ser inhumada

alrededor de sesenta años. La

cámara tenía una forma ligeramente

rectangular de .75 x .70 metros. La última sub-cámara era de .60 x .70 metros y contenía

una mujer de unos 35 a 40 años de edad4.

La Dama Principal, que fue depositada en la sub-cámara central, vestía ropas finas de

fibras escogidas de algodón y lana de camélido. La lliclla estaba sujeta con un alfiler o tupu

de metal. El rostro fue pintado con cinabrio, que le otorgó una coloración rojo oscuro. Desde

alrededor de los 8,500 años a.C. en los Andes peruanos el rostro con cinabrio tuvo una

4 Giersz, “El hallazgo del mausoleo imperial en Castillo de Huarmey”, 84-75.

Recreación del fardo funerario de la Dama Principal o Reina Wari, El rostro estaba pintado con pigmento rojo oscuro (cinabrio), símbolo de sacralidad en la muerte en el antiguo Perú. Imagen: Fernando Baptista, Daniela Santamarina y Amanda Hobbs, Universidad de Varsovia, publicado en la Revista National Geographic, junio 2014, página 15.

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connotación vinculada con lo sagrado y las creencias en torno a la trascendencia del

espíritu sobre la muerte corporal.

En los antebrazos, muñecas y dedos de las manos ostentaba tatuajes de diseños

geométricos. También llevaba puestas orejeras de hueso atributo usualmente asociado

a la nobleza masculina de tipo tubular. En su ajuar también contaba con otros tres pares

de orejeras elaboradas con oro, madera y hueso tallado. Junto a ella se halló una placa de

metal de forma trapezoidal calada, que posiblemente fue usada como elemento decorativo

del vestido.

El ajuar estaba distribuido en tres cestos elaborados con varios colores y que estaban

dispuestos a su alrededor. Además de objetos de joyería, contenían herramientas y

utensilios vinculados con la actividad del hilado y tejido. Entre éstos destacan varillas de

husos hechos en madera, metal y hueso tallado, agujas de espina, punzón de madera, dos

piruros fabricados en oro y finamente decorados, dos

peines (uno de madera y otro de espinas), puntas de

obsidiana para cortar los hilos y dos cuchillos de

bronce que podían haber servido para cortar las

superficie lisas de los textiles.

Entre los objetos que la rodeaban, figuraban once

vasijas de excepcional calidad, entre los que había

keros, vasos lira, botellas, cantimploras y cuencos.

Una pieza que destaca es un kero elaborado en

piedra de aljez, con decoración tallada de cuatro

rostros antropomorfos con un diseño vinculado a las

tradiciones altiplánicas. En este tipo de vaso se solía

libar chicha o azua en ceremonias religiosas y

eventos importantes. De acuerdo a los investigadores

del proyecto, resulta sugerente que haya estado

apoyado en el suelo delante de la Dama Principal,

que estaba orientada hacia los individuos inhumados

en la cámara principal.

También es importante señalar la presencia de keros

y de cantimploras organizados en pares, que representa en los Andes desde tiempos

ancestrales el concepto de dualidad5.

En septiembre de 2017, Miłosz Giersz director del proyecto Castillo de Huarmey, acudió al

arqueólogo y escultor forense Oscar Nilsson, con la finalidad de revivir la cabeza de la reina

wari de Huarmey. El taller del escultor se encuentra ubicado en la ciudad de Estocolmo en

Suecia y es célebre por sus reconstrucciones faciales altamente realísticas.

5 Patrycja Przadka Giersz, “Ajuar personal: las mujeres de la élite wari y su atuendo” en Castillo de Huarmey. El

mausoleo imperial Wari (Lima: Asociación del Museo de Arte de Lima, 2014), 105-110.

Kero con las figuras de cuatro rostros tallados. Imagen: Castillo de Huarmey. El mausoleo imperial Wari. Lima: Asociación del Museo de Arte de Lima, 2014, fig. 78a.

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Con el uso de una impresora 3D, el experto creó una copia de la calavera de la mujer que

debía reconstruir. Esta técnica se había usado anteriormente para recrear el rostro de la

Señora de Cao, gobernante y sacerdotisa de la cultura Moche.

Pero en este caso, no solamente se usó la tecnología de las impresiones en tres

dimensiones. Con la información relativa al sexo, edad, peso aproximado y origen étnico,

así como toda información disponible sobre la osteología de los huesos de la calavera a

ser reconstruida, Nilsson aplicó clavijas de madera en lugares precisos, las que reflejaban

el grosor del tejido que varía de acuerdo con la edad y peso corporal estimado.

Los músculos que forman parte de todo rostro, fueron tomados en consideración

individualmente y en paralelo, el origen étnico de la calavera. La forma de la boca está

relacionada con aquella de los huesos que forman el maxilar. El tamaño y forma de la nariz

tomó en consideración el tamaño de la cavidad nasal, su dirección y estructura ósea. La

profundidad de las cavidades oculares, marcaron la forma y tamaño de los ojos artificiales

que fueron insertados. Las orejas son el aspecto más especulativo de la reconstrucción

facial, aunque la dimensión aproximada y el ángulo de inclinación pueden ser deducidos6.

A continuación una capa de arcilla fue aplicada manualmente, para lograr el recubrimiento

necesario. Como referencias étnicas, se emplearon fotografías de mujeres de

aproximadamente la misma edad y que habitan actualmente el valle de Huarmey. El trabajo

demandó unas 220 horas, ya que era necesario incluir detalles tales como pliegues de la

piel, arrugas y poros para dar la sensación de realismo.

6 Sitio web oficial de Oscar Nilsson, http://www.odnilsson.com/ [Consulta: 05.02.2018]

Reconstrucción de la cabeza de la Dama Principal de Castillo de Huarmey. 1. Copia de la calavera en 3D 2. Reconstrucción de las facciones con el modelado en arcilla. Imágenes: https://goo.gl/jgU5Uz [Consulta: 04.02.2018]

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Una vez concluido este trabajo, el equipo creó un molde de silicona para la elaboración

final de la cabeza y rostro. Esta fue luego coloreada de acuerdo a su origen étnico y para

los cabellos se usó pelo natural entrecano adquirido en mercados artesanales de la región.

El realismo es sorprendente. Impresiona su similitud con los rostros actuales de las mujeres

de la región, con aquellas que nos detenemos con frecuencia a conversar en el portal de

sus casas o en medio de los campos de cultivo. La labor tenaz de este equipo de

arqueólogos, apoyados por especialistas de otras disciplinas y con el apoyo de los recursos

científicos cada vez más complejos y desarrollados, nos ha permitido mirar el pasado como

si fuera el presente.

Los genes Wari han traspasado el tiempo y el lugar, constituyendo un patrimonio cultural

invalorable.

La Dama Principal de Castillo de Huarmey se encuentra actualmente en exhibición en el

Museo Etnográfico Nacional en Varsovia, Polonia y próximamente será exhibida en el Perú.

Sandra Negro

Instituto de Investigación del Patrimonio Cultural Febrero, 2018

Reconstrucción de la cabeza de la Dama Principal de Castillo de Huarmey. 1. Cabeza y rostro finalizados en blanco,

considerando su edad al momento de ser inhumada. Se incluyeron las orejeras de forma tubular. 2. El rostro terminado,

con la coloración adecuada y el cabello natural propio de la región.

Imágenes: https://goo.gl/jgU5Uz [Consulta: 04.02.2018]

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