El Sagaz Teniente Alférez

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El objetivo de esta obra busca narrar, además de los acontecimientos ocurridos durante las cruentas batallas de la Guerra del Paraguay, la vida periférica del soldado José Cavalheiro Leite, cuando se ambiciona sacar a la luz de la Historia hechos imaginarios sobre el varias veces condecorado “Teniente Alférez” cuando éste se encontraba a servicio de las tropas del Batallón de Caballería de la Guardia Nacional Brasileña. El período principal del relato donde se desenvuelve la aventura del verídico protagonista, ocurre por los diversos campos fronterizos de los países de Uruguay, Argentina y Brasil durante parte de la segunda mitad del siglo XIX cuando aún Brasil era Imperio.

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El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

El Sagaz Teniente Alférez

José Cavalheiro Leite

Carlos B. Delfante

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El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

El hombre nació en la barbarie, cuando

matar a su semejante era una condición

normal de la existencia. Se le otorgo una

conciencia. Y ahora ha llegado el día en

que la violencia hacia otro ser humano

debe volverse tan aborrecible como

comer la carne de otro.

Martin Luther King

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El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

Introducción

El objetivo de esta obra busca narrar, además de los

acontecimientos ocurridos durante las cruentas batallas de

la Guerra del Paraguay, la vida periférica del soldado José

Cavalheiro Leite, cuando se ambiciona sacar a la luz de la

Historia hechos imaginarios sobre el varias veces

condecorado “Teniente Alférez” cuando éste se encontraba

a servicio de las tropas del Batallón de Caballería de la

Guardia Nacional Brasileña.

Por consiguiente, la obra se convierte en un florilegio

narrativo y verídico, que fue asentado sobre datos y

documentos sobrevenidos en un lapso de tiempo en el cual

solía ser un factor común las guerras y los conflictos

armados internacionales por casi toda América del Sur;

muchas veces ocurridos nada más que para defender

políticas particulares y/o alianzas estratégicas entre los

caudillos regionales que defendían diferentes banderas e

intereses del momento.

El período principal del relato donde se desenvuelve

la aventura del verídico protagonista, ocurre por los

diversos campos fronterizos de los países de Uruguay,

Argentina y Brasil durante parte de la segunda mitad del

siglo XIX cuando aún Brasil era Imperio.

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El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

La misión de llevar adelante la copelación de esta

antología, no es más que un homenaje dedicado al bisnieto

del protagonista, mi duraznense amigo, Julio Mario Reyes

Cavalheiro, así como la intención de rescatar la memoria

de aquellos millares de anónimos que se vieron ceñidos a

los deseos del Emperador y los caciques que gobernaban

los países durante “La Tríplice Alianza”, y un deferente

respeto por todos aquellos cientos de miles que perdieron

la vida en tan sanguinaria contienda, sin mismo

comprender por qué entregaban su alma en cada batalla.

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El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

Santana do Livramento en la Historia

Al dar apertura al relato, se hace primordial y

conveniente iniciarlo con una reseña circunstancial de los

antecedentes de la región y, obrando de esta manera, es

posible encontrar registrado en los anales de la Historia

que, hasta el siglo XVI, la franja territorial fronteriza entre

los países de Uruguay, Argentina y Brasil era poblada

únicamente por indios pámpidos Charrúas y Guenoas.

Ha de resaltarse que posteriormente a la invasión

española, algunas familias indígenas de la Banda Oriental

se desplazaron hacia zonas meridionales de la

Mesopotamia argentina y quizás zonas costeras del río

Paraná medio. Aunque los Charrúas fueron, junto con los

Chanaes, los Guenoas y los Yaros, los primeros habitantes

históricamente conocidos de las tierras del actual territorio

del Uruguay.

Por consiguiente, los Charrúas también habitaron el

centro-este de la provincia de Entre Ríos, el sureste de la

provincia de Corrientes y la campaña riograndense, más

conocida como las “pampas” de Río Grande del Sur.

Asimismo, otra parcialidad de los Charrúas (los

Martidanes) vivía en Entre Ríos, Argentina, tribu de la que

se conoce muy poco.

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El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

Además de los Charrúas propiamente dichos,

pertenecían al mismo grupo étnico los Minuanes y los

Guenoas quienes formaban un mismo grupo también

denominado Guinuanes.

Igualmente, los Bohanes son considerados por

algunos estudiosos como relacionados a los Yaros de

origen Káingang (tribu del norte de Rio Grande del Sur), y

por otros como integrantes del grupo Charrúa. Por otro

lado, los Chaná-timbú-beguá, muy parecidos a los

Charrúas, eran posiblemente, el producto de reiterados

mestizajes y aculturaciones entre pámpidos y lánguidos.

De forma equivalente, en las costas paranaenses de la

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El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

provincia de Santa Fe habitaban los Calchines quienes

también son considerados de filiación Charrúa.

Pero entre los siglos XVII y XVIII, este mismo

territorio fue una parte integrante del área de influencia de

las Misiones Jesuíticas denominada “El Tapé”, cuya

eclesiástica autoridad se superponía la del Cabildo de

Montevideo.

De tal forma que hasta el año 1801, el espacio

territorial en donde se ubica la señalada ciudad, era parte

integrante del Virreinato del Río de la Plata y, con más

exactitud, de la Banda Oriental. Pero es justamente en ese

año que, tras la finalización de la llamada “Guerra de las

Naranjas”, comienzan a producirse por allí diversas

incursiones de los crueles “bandeirantes”, -las invasiones

portuguesas en los territorios reclamados por España y

realizadas por una especie de piratas de tierra. Empero, no

demoró mucho para que estas irrupciones fuesen

rechazadas por la población gaucha original.

Solamente a partir del año de 1820, es que el referido

emplazamiento pasa definitivamente a ser parte integrante

del imperio de Brasil, época en que las tropas del Reino

Unido de Portugal, Brasil y Algarve, invaden y ocupan

todo el actual territorio uruguayo. Para tal, raudamente, y

para sentar sus precedentes jurisdiccionales en la

localidad, usando el sistema de sesmarías, el brasileño

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Marqués de Alegrete manda establecer allí un puesto

militar brasileño cuya fecha de fundación corresponde al

día 30 de julio de 1823.

Dicho lugar, incluyendo en él su avanzada castrense,

pronto pasó a ser el centro en donde se concentraban los

ganados vacunos y equinos “cuatrereados” durante las

incursiones brasileñas realizadas a los campos de las

provincias argentinas de Corrientes y Entre Ríos. Una vez

regimentados, tales ganados eran, desde este lugar,

posteriormente derivados hacia la llamada “Ruta del

ganado”; razón por la cual tal puesto fue proyectado como

siendo un cuartel de avanzada brasileña al iniciarse la

Guerra del Brasil (1825), ya que en ese mismo año las

tropas argentino-orientales obligaron a que los brasileños

abandonasen el sitio.

En 1828 y al concluir la guerra precitada, se restaura

otra vez la presencia brasileña en el referido territorio, tal

cual fue posteriormente fue ratificado en 1852 cuando el

entonces llamado Gobierno de la defensa de Montevideo

le cedió al Brasil todos los territorios ubicados entre los

ríos Ibicuy y Cuareim. No en tanto, solamente al

concluirse la llamada Guerra Grande, es restaurada en

definitivo esta cesión al Brasil por parte de Uruguay.

Tras esto, y con la normal evolución de los hechos, en

1857 la población residente en ese paraje termina siendo

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separada jurídicamente del municipio de Alegrete, cuando

finalmente la región pasa a ser transformada en un nuevo

municipio brasilero.

Cabe destacar que Santana do Livramento (o en

español, Santa Ana del Libramiento) es una ciudad que se

halla emplazada al sudoeste del estado de Río Grande del

Sur, Brasil, y que hoy se encuentra totalmente conurbada

con la ciudad de Rivera, Uruguay. Con el pasar del

tiempo, la materialización del límite geográfico pasó a ser

una avenida, lo cual permite una fuerte relación entre

ambas ciudades; y en particular, los habitantes de la zona

desarrollan su actividad en una u otra indistintamente.

Vale destacar que el actual municipio de Santana do

Livramento abarca una comarca de 6.950 km² situada a

una altitud de 208 msnm situados en la región

riograndense llamada de Campanha do Sul (Campaña del

Sur), y sus habitantes se dedican tradicionalmente a la

explotación y beneficio de la ganadería vacuna. Con

cuchillas, fértiles tierras de pasturas y praderas, se ve

beneficiada por un clima subtropical templado con las

cuatro estaciones bien evidentes.

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El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

El origen nativo de la región

Al realizar un análisis más profundo sobre el territorio

en el cual el Alférez Cavalheiro Leite pasó la mayor parte

de su vida, cabe destacar que inicialmente, las tierras en

que se encuentra situado el municipio de Santana do

Livramento, eran tierras de nadie, de muy difícil acceso y

muy poco pobladas. Consta que al inicio, como ya fue

mencionado, hasta la llegada los conquistadores españoles

y por mucho tiempo después, por ellas vagaban solamente

los indios Minuanos y Charrúas que pertenecían al gran

grupo “Guaicurú do Sul”.

Cabe destacar que por aquellos tiempos los indios

tenían un comportamiento semis-sedentario y, antes de la

introducción del ganado, vivían sobre las márgenes de los

ríos, desde la Laguna Mirín y la vertiente del Rio Negro

(Hum), hasta el interior del Uruguay.

Pero cuando sucedió la llegada de João de Magalhães

a dicha región, es que los indios minuanos se aproximaron

más de Rio Grande do Sul y fueron acomodándose en las

inmediaciones de la “sierra do Caverá”, y pasaron a

dominar los campos de Jaráu y Quaraí.

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Los Minuanes (o Minuanos) estaban en la costa

argentina del río Uruguay al norte de la desembocadura

del Río Negro. Y los actuales departamentos uruguayos de

Río Negro y Durazno eran ocupados por los Yaros. Los

Bohanes se hallaban en los departamentos de Paysandú y

Salto, aunque sin embargo, algunos mapas jesuíticos los

ubican en Entre Ríos, por lo que es posible que algunas de

sus parcialidades hayan cruzado el río Uruguay. Los

Guenoas estaban en la zona de los departamentos de

Tacuarembó, Treinta y Tres y Cerro Largo extendiéndose

también por el río Ibicuy, al sur del Brasil.

Posteriormente a la fundación de Montevideo, los

Charrúas se desplazaron hacia el norte absorbiendo a

Yaros, Bohanes, Guenoas, Chanas y Minuanes quedando

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prácticamente confundidos con ellos, por lo que

usualmente se les ha designado a todos estos grupos

genéricamente como Charrúas.

Consta que la mujer Charrúa nativa terminó por

relacionarse -tal vez a la fuerza-, con los hombres

europeos y dio así origen a los primeros mestizos, que en

general, adoptaron una cultura intermedia y fueron

conocidos como “gauchos”, en el caso de los hombres, o

“chinas”, en el caso de las mujeres. Estas últimas

continuaron viviendo en las tolderías Charrúas, y a su vez,

se siguieron mezclando con los colonizadores blancos así

como también con los Guaraníes, complejizando aún más

el proceso de mestizaje.

En su relato, el Dr. Saldanha nos cuenta un poco sobre

ellos, y dice que estos casi no tenían narinas y las

manzanas del rostro eran tan entumecidas como

generalmente los indios lo son. Eran en su mayor parte

corpulentos y bien estructurados físicamente; sin embargo,

en las mujeres nativas predominaba la media estatura y

contaban con las facciones congruentes a la de los indios

americanos.

En cuanto a sus costumbres, relata que los indios

usaban los cabellos sueltos y erizados, los cuales no

crecían mucho. Tenían las espaldas cubiertas con caípis

hasta la altura de los tobillos, esto es, unas mantas de

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cuero descarnado, sobado y usadas con la parte de los

pelos para dentro, que a su vez eran presas con una tira de

cuero por encima de los hombros y por delante del

pescuezo. Se dice que estos caípis originaron el poncho

del gaucho como atuendo campero. Ellos también se

envolvían desde la cintura hasta las rodillas con vuelta y

media de paño de algodón, y originándose de él el futuro

chiripá que los gauchos posteriormente adoptaron como

vestimenta.

Esas eran las vestimentas que ellos confeccionaban

con pieles de venados o de vitelas sobadas, descarnadas e

unidas unas a las otras. Posteriormente, las pintaban por la

parte carnal, con listas largas y diagonales rojizas y

cenicientas, colores estos retirados de la tierra ocre de

hierro encontrada en las orillas del rio Cacequí.

Sus casas eran armadas, muy raras veces junto a las

matas y, temporariamente, sobre colinas descubiertas.

Estas eran confeccionadas con un tipo de paja de rigidez

semejante a tablas. La cubrían con algunos cueros de res

para tapar apenas tres de sus lados y la cobertura, donde

apropiadamente usaban las esteras tejidas para dejar

resbalar y correr el agua de las lluvias. La entrada era todo

un lado y, alcatifas o tapetes hechos con pedazos de cuero,

se extendían por todo el piso. Dentro de estas chozas no se

acomodaban más que cinco indios, y allí se alimentaban y

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cocinaban y las mantenían más limpias que el propio

cuerpo, el que nunca veía agua, sino cuando les llovía por

encima.

Con una alimentación de escasa variedad debido a su

propia pereza, pues ellos tenían que ir al campo a carnear

reses o animales y luego traer sus trozos al pie de las

tolderías; esta carne, que generalmente era de ciervos

(venado), era poco o mal asada para su consumo. Su

bebida era el mate siempre y cuanto no les faltase yerba,

así como también les gustaba mascar tabaco de fumo, cuja

masca la conservaban presa entre el labio superior y los

dientes, o tirándolo de la boca y poniéndolo atrás de la

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oreja al realizar una pausa hasta tornar a masticarlo. Pocos

eran los que lo fumaban dentro de hojarascas o usaban un

cachimbo. No en tanto, casi todos eran llegados a ingerir

un tipo de aguardiente y la bebían entre amigos, hasta

embriagarse.

También puede decirse que los Minuanos vivían

libres de una forma propia entre los portugueses y los

españoles. Para la caza usaban las boleadoras, tradición

que posteriormente también fue incorporada por el gaucho

en las lides camperas. Y sobre su idioma, observadores

decían que era agradable y veloz en el lenguaje, muy

diferente a la de dos indios Tapes y bien semejante y tal

vez idéntica a la de los indios de América Septentrional,

en cuja semejanza se parecían hasta en las facciones.

Como los Minuanos vivían más en los campos de Rio

Grande do Sul, de dice que estos prestaron su nombre al

viento fuerte que viene del sudoeste, frio y cortante, que

sopla en los estados del sur brasileño después de las

lluvias de inverno. Sin embargo, la etimología muestra que

estos eran indios de origen patagónico, así como los

Charrúas y los Guenoas, pero con los cuales ellos nunca se

sobreponían en un mismo territorio.

No en tanto, a partir de 1730, los Minuanos se aliaron

a los Charrúas, originando un mismo grupo con la misma

alcurnia y, en las guerras surgidas en la región, lucharon

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con los portugueses contra los españoles. Tanto es así, que

hoy todavía existen toldos minuanos en la región de

Arroyo Grande.

En paralelo, e inicialmente, la otra tribu, los Charrúas,

vivía en la margen septentrional del Plata, desde la

desembocadura del rio San Salvador hasta el océano

Atlántico, extendiéndose hasta unas 30 leguas (198km) en

dirección al interior. Eran indios de estatura regular,

tronco robusto, miembros musculosos e de una piel de

color casi negra; tenían la cabeza grande, la nariz

achatada, los ojos pequeños y de una mirada muy

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penetrante, además, de ser muy hábiles caballeros, una

práctica que adquirieron con la llegada de los caballos al

territorio de la Banda Oriental. Además, estos poseían un

amor instintivo a su libertad salvaje, libertad ésta que

jamás quisieron cambiar por el beneficio que les ofrecía la

civilización presentada por los colonizadores.

Estas tribus no obedecían a gobierno de especie

alguna y se dice que los Charrúas se diferenciaban de los

Minuanos por andar desnudos, aunque tenían los mismos

hábitos alimentares y comían la carne más cruda de que

asada. Además, no profesaban una religión determinada y

eran supersticiosos al extremo.

Como arma, usaban masas (una especie de purrete),

flechas a las que le confeccionaban la punta con huesos y,

boleadoras, las cuales manejaban con una extrema

destreza. En las extremidades de los diversos ríos del

interior del municipio de Santana do Livramento se han

encontrado muchas armas y otros objetos fabricados por

estos indios, prueba irrefutable de la presencia de estos por

el suelo santanense y brasileño.

Ese mismo territorio que fue testigo silencioso de

operaciones multitudinarias de millares de vaqueros

indígenas liderados por capitanes españoles o portugueses

y millares de caballos, durante años y años, siempre

recorriendo leguas e vadeando los ríos de la región, desde

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el rio Uruguay hasta los ríos Tacuarembó, Ibicuy,

Ibirapuitã...

No en tanto, estos indios, con un extremado perfil de

bravura indómita, persiguieron y fueron perseguidos;

hostilizaron y fueron hostilizados; y quienes de inicio

fueron valor y ataque, años después fueron exhibición y

olvido. Y a los poco fueron siendo expulsos y

abandonaron sus habitaciones a la ruina como prueba

cabal del exterminio, pero mismo así, podemos decir que

nos dejaron su lengua dominante tupi-guaraní como

memoria. Como por ejemplo: tacuarembó - tacuara; batoví

- seno de mujer; itacuatiá - piedra; caraguatá - nombre de

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planta; butiá - fruto silvestre; cuñapirú - mujer flaca;

uruguay - río de los pájaros; abaeté - hombre fuerte;

biboca - morada humilde; jacú - ave silvestre; maní -

cacahuate; quaraí - rio de las garzas; chácara - plantación...

También se cuenta que existió un descendiente del

indio Sepe en Masoller. No hace mucho que un grupo de

investigadores ganó un concurso del Ministerio de

Educación del Uruguay con el proyecto “Por las huellas

de Sepe”, al investigar la vida del último Cacique Charrúa

Sepe en Masoller (Departamento de Rivera). Son ellos

Yamandú Cruz, Rodrigo Spaenuolo y Sergio Borfain, y

son estos quienes nos cuentan:

La investigación tuvo un carácter histórico, y

comenzó en Montevideo, continuando posteriormente por

Paysandú, Tacuarembó, Artigas y Rivera. Al finalizar las

pesquisas en el territorio uruguayo, estos investigadores

apuntaron que el referido Cacique vivió varios años en la

región donde dejó profundas pegadas en departamento de

Rivera.

Estos peritos visitaron Masoller, por donde el Cacique

estuvo, y allí entrevistaron a mucha gente que quedó

interesada con la historia. Sospechan que Sepe, estuvo allí

antes de matar al Coronel Bernabé Rivera y después huir

para tierras brasileñas, donde se juntó y luchó al lado de la

tropa de los Farrapos (1835-1845).

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El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

Sobre Sepe, los investigadores dijeron que el último

Cacique Charrúa, al fallecer entre los años de 1864/1866,

fue lo que les posibilitó conocer los testimonios de

aquellos que sabían algo sobre su vida. Como por ejemplo,

que se salvó en la batalla de “Salsipuedes” (una

emboscada realizada en un afluente del Rio Negro el 11-

04-1831, y la que fue considerada como el masacre de los

Charrúas, atribuido a Fructuoso y su sobrino Bernabé

Rivera, en el local que fue denominado como “Cueva del

Tigre”).

Se dice que finalmente Sepe regresó al Uruguay

después de terminada la Grande Guerra de 1845, para

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El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

luego instalarse en los campos de Tacuarembó hasta el

final de sus días.

Los datos levantados les permitió a los investigadores

hablar de un ser del que ya se conocía su modus vivendi,

se sabía que tenía hijos, una tribu que estaba diezmada,

pero mismo así le restaban algunos integrantes.

Por las informaciones recogidas en el lugar, dan

cuentan de que estos, después de alimentarse con la raíz de

una planta contaminada por la varicela, murieron,

permaneciendo vivos solamente Sepe, sus dos hijos, y sus

dos fieles perros, los que, al fallecer su dueño, se

acostaron en su sepulcro y allí murieron de tristeza.

Igualmente, se supone que su fallecimiento posterior

fue a causa del envenenamiento de una bebida en una

pulpería. Pero tal vez el motivo real se deba a que, durante

su existencia, a Sepe le gustaba contar de cómo había dado

muerte a Bernabé Rivera, y ese fuera el pábulo para que se

ganase muchos enemigos en la región.

Fuente: Diário El Norte – Nota del autor: “O Sepé das Missões

morreu em 1756 lanceado por um dragão português e o governador

de Montevidéu, D. José Joaquim Viana, que lhe deu um tiro fatal na

face”.

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El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

Los conflictos en la región fronteriza después

de 1850

Con el pasar de los años, toda esta región se fue

poblando poco a poco con todo tipo gente, siendo que

unos vinieron nombrados desde Portugal, otros de España,

y un sinnúmero desde Brasil, Argentina y el propio

Uruguay, pero no pocos fueron los que surgieron como

descendientes directos del cruzamiento de las razas,

estirpes y raleas que allí dejaron su rastro cuando pasaron

o huyeron de las guerras y conflictos, hechos que

cautivaron también a los oportunistas, contrabandistas,

salteadores, forajidos o delincuentes huidos por los más

diversos motivos, tanto desde las capitales y ciudades

rioplatenses y riograndenses o hasta del más allá.

Tanto es así, que viejos documentos nos muestran que

un ejército compuesto por 16.200 soldados separados en

cuatro divisiones, con 6.500 de infantería, 8.900 de

caballería, 800 artilleros y 26 cañones, incluyendo

mercenarios europeos bajo el comando de Luis Alves de

Lima e Silva, entonces Conde de Caxias, cruzó finalmente

la frontera entre Rio Grande do Sul y Uruguay el día 4 de

septiembre de 1851.

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El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

Mapa con el movimiento del Ejército Brasileño y de las fuerzas rebeldes argentinas durante la intervención en el Uruguay, antes de

la invasión de Argentina.

La información da cuenta que cerca de otros 4.000

soldados permanecieron en Brasil para proteger su

frontera, y juntamente con otros 17.000 hombres que

permanecieron desparramados por el territorio nacional,

formaban un impresionante efectivo total del ejército

brasileño que lo hacía superior a 37.000 hombres.

Dentro de esa estrategia y en defensa de los intereses

políticos del momento, el ejército brasileño entró en el

territorio uruguayo dividido en tres grupos: la 4ª División

bajo el comando del Coronel Davi Canabarro que partió

de Quaraí y protegió el flanco derecho del grupo principal

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El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

(la 1ª y 2ª divisiones con 12.000 hombres) bajo comando

del propio Duque de Caxias que había salido de Santana

do Livramento.

Un tercer grupo, la 3ª División liderada por el General

de Brigada José Fernandes Leite de Castro, partió desde

Jaguarão y protegió el flanco izquierdo de las fuerzas de

Caxias. Poco después la 4ª División de Canabarro se unió

a las tropas de Caxias no más allá de la ciudad uruguaya

de San Fructuoso, y la 3ª División de Fernandes se juntó a

la fuerza principal poco antes de llegar a Montevideo.

En ese entonces, hay que destacar que José era apenas

un niño en inicio de edad escolar que poco o nada sabía de

beligerancias y contiendas, pero muy pronto se dejó

embriagar por el encanto al ver pasar por su comarca

aquella gigantesca procesión de soldados, carromatos, y

aquel sinfín de enceres que siempre dan el debido soporte

a una tropa a camino de la guerra. Particularmente, a sus

ojos, el inmenso acantonamiento de las huestes que

estacionaron en aquella plaza, los briosos caballos de las

milicias, los deslumbrantes cañones de bronce

relucientemente ordenados y adecuados para su uso, el

esplendor de los uniformes azules, las resplandecientes

espadas y la estupenda figura de su Comandante-jefe del

Ejército del Sur, el Duque de Caxias con toda sus colección

de medallas presas al pecho, crearon de inmediato en José

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El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

aquel utópico deseo y la ilusión de quizás llegar a ser un

día uno de ellos.

Y al observar el comportamiento de José, podemos

decir sin ambages que todo lo que sabemos sobre un niño

desde el punto de vista psíquico, no contradice la idea que

los adultos podemos forjar. En todo caso, todo cuanto

sabemos sobre el niño demuestra que el niño de edad

temprana y el pre escolar perciben los objetos como un

retazo de la realidad en su muy compleja concreta

coherencia. Hoy se sabe que la percepción inicial de

objetos aislados que atribuimos al niño por el experimento

con el dibujo corresponde, en realidad, a una etapa más

tardía del desarrollo del niño; y todo lo que sabemos sobre

el desarrollo del pensamiento en el niño de temprana edad

es una demostración de que si se continúa con ese tipo de

experimento llegaríamos, como por arte de magia, a

conclusiones falsas, es decir, a un proceso inverso del

desarrollo del pensamiento del niño.

Estudios han demostrado que el niño al principio

piensa en bloques íntegros y coherentes. Este momento se

denomina sincretismo. El sincretismo es una peculiaridad

del pensamiento infantil que le permite pensar en bloques

íntegros sin disociar, ni separar un objeto de otro. El

carácter sincrético del pensamiento infantil, es decir, el

pensamiento en situaciones íntegras, por partes enteras

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El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

ligadas entre sí, está tan firme que perdura todavía en el

escolar en la esfera del pensamiento verbal y es una forma

reorganizadora del pensamiento en el niño de edad pre

escolar.

Diría que en los dos ejemplos tomados de Piaget, se

manifiesta claramente la incapacidad del niño para separar

un objeto aislado y denominarlo. Como por ejemplo, si se

le pregunta al niño: ¿qué calienta el sol?, y el niño

responde: Porque es amarillo, está muy alto y se mantiene

arriba. Tenemos que para un niño de esa edad el

“explicar” significa presentar una serie de hechos y

propiedades, impresiones y observaciones que se

relacionan directamente con una impresión, una imagen.

Por consiguiente, el niño ve que el sol se mantiene en lo

alto y no cae, que es amarillo y caliente, que en torno a él

hay nubes, es decir, todo cuanto ve forma un conjunto, no

sabe separar unas cosas de otras.

Empero, en el niño de más edad, el sincretismo

produce confusión, es decir, la uni6n de todo con todo,

que sólo se une en la impresión externa. Y esto queda en

el lenguaje del niño de edad escolar, pues el niño se rige

por tales integridades sincréticas. En otros estudios,

Blonski califica con acierto esa propiedad de coherencia

incoherente del pensamiento.

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El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

Por tanto, se comprende que sea “incoherente” ya que

el niño piensa y dice que el sol no cae porque es caliente.

Pero mucho de lo que dice parece incoherente. Al mismo

tiempo es cierto cuando se dice que es una “coherencia”

ya que el niño suele unir aquello que nosotros, los adultos,

solemos diferenciar. El hecho de que el sol sea amarillo y

no se caiga, se funde para el niño en una sola impresión

que para nosotros está diferenciada.

El sincretismo, por lo tanto, es una conexión

incoherente del pensamiento, o sea, la supremacía dela

conexión subjetiva, de la conexión que es fruto de una

impresión directa sobre la coherencia objetiva. De aquí

resulta la incoherencia objetiva y la coherencia general

subjetiva. Por ello, el niño, en su percepción, relaciona

todo con todo.

Pero desde el punto de vista objetivo, esto significa

que para el niño, la conexión de sus impresiones, es la

conexión de los objetos, es decir, percibe la conexión de

sus impresiones como si fuera la conexión de los objetos.

Por ello, conocemos aproximadamente lo que sucede en el

cerebro del niño desde el punto de vista fisiológico.

Pero si intentamos sintetizar las diversas formas del

desarrollo de las funciones psíquicas superiores descritas

anteriormente, veremos fácilmente que es inherente a

todas ellas un rasgo psicológico general al que hasta ahora

Page 28: El Sagaz Teniente Alférez

27

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

nos hemos referido, pero que constituye su característica

diferencial con respecto a todos los restantes procesos

psíquicos.

Todos estos procesos, son procesos de dominio de

nuestras propias reacciones con ayuda de diversos medios.

Y a veces la tarea planteada ante nosotros es la de analizar

en qué consiste el proceso de dominio de las reacciones

propias y cómo se desarrolla éste en el niño. No en tanto,

lo que más caracteriza el dominio de la conducta propia es

la elección, y no en vano la vieja psicología, al estudiar los

procesos de la voluntad, veía en la elección la esencia

misma del acto volitivo. Y a lo largo de este sucinto

análisis podemos encontrarnos con los fenómenos

electivos, ya que en los experimentos de la atención, por

ejemplo, hemos podido estudiar la reacción electiva, tal

como está determinada por la estructura de los estímulos

externos. En la reacción electiva con la memorización

mnemotécnica de la instrucción dada, procuramos seguir

el curso de esta forma compleja de la conducta, en

condiciones en que se determina previamente que a ciertos

estímulos, corresponden ciertas reacciones.

Es bien sabido que el principio de ordenación, es

decir, la adjudicación a la cantidad de una cierta estructura

que nos permite abarcar a ojo determinados conjuntos,

sigue siendo hasta la fecha el principio fundamental de la

Page 29: El Sagaz Teniente Alférez

28

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

psicología de las operaciones de conjuntos. Siendo así,

resulta mucho más fácil percatarse de la ausencia de un

soldado en la compañía, que darse cuenta de la ausencia

de un hombre en una muchedumbre desorganizada. O si

oímos una canción o un poema y se omite en ellos un

compás o una sílaba, aunque no conozcamos esos

compases ni esas sílabas, nos daremos cuenta,

directamente por el oído, que hay un fallo.

El niño actúa del mismo modo. Toma el montón

desorganizado de objetos, los coloca en fila como si fueran

una compañía de soldados y se da cuenta inmediatamente

de que falta uno. Los niños comprenden el sentido

utilitario de la ordenación y esto se manifiesta, por

ejemplo en lo siguiente: los que están acostumbrados a

construir con cubitos empiezan a comprobar muy pronto

los resultados del reparto, ya que forman con ellos

diversos objetos, por ejemplo, un modelo de carrito. Todos

los niños construyen el mismo modelo y cada uno de ellos

ve si los cubitos han sido suficientes para hacerlo,

mientras comprueban los resultados de la división con

toda sencillez.

Apartándonos del breve análisis sugestivo de nuestro

protagonista, y dando continuidad a los hechos sucedidos

en aquella época, mientras este movimiento belicoso se

llevaba a cabo en la frontera y en el interior del Uruguay,

Page 30: El Sagaz Teniente Alférez

29

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

las tropas de los generales Urquiza y Eugenio Garzón

comenzaron a cercar el ejército del general Manuel Oribe

en las orillas próximas a Montevideo. Las tropas bajo el

comando del caudillo argentino Urquiza y del general

uruguayo Garzón eran, en aquel momento, de cerca de

15.000 hombres, en cuanto que el ejército de Oribe era de

alrededor de 8.500 personas.

No en tanto, después de descubrir que los brasileños

también se le aproximaban y, acreditando no restarle otra

alternativa, el día 19 de octubre el general Oribe pidió para

que sus tropas se rindiesen sin dar lucha.

Al mismo tiempo, debe ser resaltado que la escuadra

brasileña, ya con sus navíos dispuestos a lo largo del Rio

de la Plata y sus afluentes, buscaba impedir que el ejército

vencido de Oribe pudiese escaparse para la vecina

Argentina.

En todo caso, vale destacar lo que algunos

historiadores suelen afirmar, al decir que en aquel

momento “faltó honor” al final del encontronazo, ya que

el general Urquiza simplemente sugirió a su lugarteniente

Grenfell para que éste ordenase la muerte de todos os

prisioneros de guerra, pero el hombre se recusó a

maltratarlos.

Empero, sabemos que después de los acuerdos

realizados entre ambos interesados, los soldados

Page 31: El Sagaz Teniente Alférez

30

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

argentinos del ejército de Oribe fueron incorporados al

ejército de Urquiza y los uruguayos, al de Garzón. Mismo

así, durante el desenvolvimiento de tales arreglos en las

cercanías de la capital, el ejército brasileño consiguió

cruzar el territorio uruguayo con seguridad y después de

derrotar las tropas de Oribe, los que atacaron sus flancos

en varios combates. Y una vez derrotado y sin ninguna

posibilidad de continuar la guerra, finalmente el general

Oribe se retiró para su estancia localizada en el Paso del

Molino (un barrio al noroeste de Montevideo).

Posteriormente, el día 21 de noviembre de 1851, en

Montevideo, los representantes de Brasil, Uruguay, Entre

Ríos y Corrientes (provincias argentinas), decidieron

firmar un tratado de alianza teniendo como objetivo

principal: “libertar el pueblo argentino de la opresión que

soportaba bajo el dominio tiránico del entonces

Gobernador-dictador Rosas”.

Luego después surgió un periodo de diez años sin que

registrasen grandes beligerancias en el territorio uruguayo,

permitiendo que los arrasados pueblos del interior

volviesen a la vida normal, y atrajesen para sí a nuevos

pobladores, estancieros y comerciantes para engrosar el

número de ciudadanos en las villas, aldeas y caseríos.

Pero al margen de estos pacatos acontecimientos,

también se sucedió todo tipo de extrapolaciones sobre los

Page 32: El Sagaz Teniente Alférez

31

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

derechos de unos y las herencias de otros, muchas veces

sucedidos por la propia idiosincrasia de los habitantes y

muchas más por causa de los colores de las divisas que los

vecinos insistían en defender. En ese entonces era común

que las milicias particulares de los caudillos locales

viviesen realizando escaramuzas en busca de provechos

propios, y para limpiar los desentendimientos pasados. Por

otro lado, las tropas del gobierno del momento poco caso

hacían para combatir el abigeato y el contrabando en la

frontera con Brasil.

Pero como ya lo mencionamos anteriormente, del otro

lado de la frontera, José Cavalheiro Leite, no era más que

un jovencito intrépido que al dar sus primeros pasos de

niñez, ya se sentía animoso por querer extornar de una vez

todo su valor juvenil, embaucado que estaba por las

muchas historias de refriegas, luchas, guerras y batallas

que se sucedían desde su infancia.

Con todo ese escenario en su entorno, no es muy

difícil imaginar el tamaño de la enajenación de su

pensamiento, su sueño de conquistar algún día glorias y

laureles tal cual un Aquiles o un Napoleón de los pampas.

Page 33: El Sagaz Teniente Alférez

32

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

La invasión brasileña de 1864

Algunos años se pasaron desde la última intervención

de las tropas del emperador en suelo uruguayo, para que

los brasileños residentes en el Estado Oriental comenzaran

a quejarse contra las violencias que sufrían por parte de las

autoridades uruguayas. Y sin alcanzar resultado con el

intento de otros arbitrajes, finalmente el gobierno imperial

dirigió insistentes reclamaciones al entonces presidente

Aguirre. Pero al convencerse de que nada conseguiría con

el uso de las vías diplomáticas, resolvió mandar para el

Plata a un representante especial, el consejero José

Antonio Saraiva y, al mismo tiempo, mandó aumentar la

escuadra naval allí estacionada, y reforzar también los

cuerpos de infantería que guarnecían las fronteras del país,

fecha en la cual se estima que nuestro personaje haya

ingresado en las huestes del imperio.

En razón de los hechos, el plenipotenciario brasileño,

ulteriormente a su intento de querer llevar adelante

algunas negociaciones frustradas, presentó un ultimato al

gobierno oriental marcándole un plazo improrrogable para

que atendiese a las reclamaciones del gobierno imperial y,

desde ese instante, la administración imperialista tuvo que

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33

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

reconocer que la situación, por estas bandas, tocaba un

máximo extremo de gravedad.

A su vez, los dirigentes del partido “blanco”, que

desde el desastre del general Oribe no hacían nada por

disimular sus antipatías y su odio contra el Brasil, pasaron

a influenciar negativamente sobre los rumbos que se

siguieron. Fue así que el presidente Aguirre, confiando en

los acuerdos clandestinos que mantenía su partido con el

déspota de Paraguay, Solano López, le devolvió la nota al

ministro brasileño Saraiva.

Encrespado con tan indigna actitud, el consejero

Saraiva afirmó al insurrecto gobierno uruguayo y a todo el

cuerpo diplomático que, ante esa sublevada situación, el

gobierno imperial se veía forzado a lanzar mano de

recursos extremos contra la nación vecina.

Este fue el hecho que consintió que en el año 1863

Brasil realizase una nueva intervención militar, pero esta

vez sublimada en querer ayudar a poner un fin a la guerra

civil uruguaya que se deflagró cuando se depuso al

entonces presidente Atanasio Aguirre, del Partido Blanco,

y al empozar a su rival colorado, Venancio Flores… En

realidad, más tarde veremos que los intereses enaltecidos

en aquel momento no coadunaban con lo que por tras

pretendía el emperador Don Pedro II.

Page 35: El Sagaz Teniente Alférez

34

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

En todo caso, tal conflagración quedó conocida

también como “Guerra contra Aguirre” o Guerra del

Uruguay, un nombre coetáneo con los hechos y que los

historiadores convinieron dar a esta intervención armada

efectuada por el Imperio de Brasil, la cual se produjo entre

1864 y 1865 en el marco de una guerra civil que fue

emprendida entre los partidarios blancos y colorados, y

también denominada “Cruzada Libertadora de 1863”, en

que la balanza del conflicto terminó pendiendo en favor de

los partidarios colorados.

Cabe destacar que la intervención se dio en algunas

zonas del actual territorio uruguayo y al sur de Brasil, la

cual tuvo como resultado el estabelecimiento de un

gobierno dictatorial conducido por el caudillo colorado

Venancio Flores y el ulterior desenlace de la trágica

“Guerra de la Tríplice Alianza” que abordaremos a

posterior.

Mientras tanto, en el citado periodo, la agitación

política había vuelto a dominar los campos del Uruguay, y

reflejándose de forma negativa junto a los estancieros

brasileños en la frontera de la entonces Provincia do Rio

Grande do Sul, quienes pasaron a tener sus propiedades

invadidas y su ganado robado durante las operaciones

popularmente conocidas como “californias”.

Page 36: El Sagaz Teniente Alférez

35

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

Recapitulando, es por ello que se dice que los

ciudadanos brasileños establecidos en la Banda Oriental,

estimados en 40 mil personas, pasaron a ser albo de

persecuciones y violencia contra personas y propiedades, y

por ello el gobierno imperial brasileño intentó intervenir

diplomáticamente junto al presidente uruguayo Atanasio

Cruz Aguirre, del Partido Blanco y del que se decía ser un

claro protegido del dictador de Paraguay Solano López.

Pero la aspiración soberana no logró éxito.

De igual modo, en aquel momento el gobierno

uruguayo ambicionaba anular el “Tratado de Límites de

1852”, posición que tuvo que abandonar delante de la

disposición brasileña de ocupar militarmente la parte del

territorio situado entre Quaraí y Arapey, y este conflicto se

terminó por inscribir en la historia brasileña como siendo

en defensa de los intereses del Imperio de Brasil en

aquella región, y delante del rompimiento de las relaciones

diplomáticas sucedido entre Argentina y Uruguay en aquel

mismo año.

Fue así que una “División Auxiliadora”, integrada por

un efectivo de cuatro mil hombres bajo el comando del

brigadier Francisco Félix Pereira Pinto, terminó por

transponer finalmente la frontera en marzo de 1864,

alcanzando la localidad de Bella Unión en junio, donde

estableció su cuartel. Al mismo tiempo, el Almirante

Page 37: El Sagaz Teniente Alférez

36

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

Tamandaré y las fuerzas brasileñas en la frontera,

recibieron órdenes de proceder ante las represalias y

adoptasen las medidas convenientes para proteger los

intereses de los brasileños en la región.

Así mismo, quedó registrado que otra frente de

invasión al Uruguay fue iniciada el 16 de octubre, por un

efectivo de 6.000 hombres bajo el comando del Mariscal

João Propício Mena Barreto. Este efectivo marchó sobre la

ciudad de Melo, y a su vez dividido en dos divisiones de

Infantería.

Haciendo un paréntesis obligatorio en esta historia, se

hace necesario destacar que en 1851, cuando irrumpió la

Guerra contra Oribe y Rosas, los caudillos platinos que

desafiaban los intereses brasileños en la región, João

Niederauer, con apenas 23 años, se presentó como

voluntario, siendo nombrado Alférez del 1º Cuerpo de

Caballería de la Guardia Nacional del Distrito de Santa

María.

Al retornar de la campaña, ostentaba la Medalla de

Plata con cinta verde, por sus servicios relevantes, y luego

fue promovido a Capitán. Pero el 21 de septiembre de

1852, se casó con la prima María Catharina, en la iglesia

que existía donde hoy se encuentra el monumento

levantado en su homenaje, en la Avenida Rio Branco,

próximo a la Plaza Saldanha Marinho. Pero puco duró su

Page 38: El Sagaz Teniente Alférez

37

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

permanencia en casa, pues ya en marzo de 1854, apenas

tres meses después del nacimiento da primogénita,

Delfina, el ya Capitán Niederauer era llamado a integrar

con su “Escuadrón de la Guardia Nacional

Santamariense”, la División Imperial Auxiliadora, enviada

al Uruguay a pedido del Gobierno de aquel país, para

pacificarlo. Al retornar a Santa María, en 1855, ya era uno

de los ciudadanos más influentes de su comunidad, que en

aquella época se esforzaba por conseguir su emancipación

política de la ciudad de Cachoeira do Sul.

El Capitán Niederauer volvió al servicio en campaña

en los años de 1857 y 1858, sirviendo en el 4º Cuerpo de

Caballería de la Guardia Nacional, que integraba el

Ejército de Observación estacionado en Ibicuy, y

encargado de vigilar las fronteras con los países del Plata,

donde por entonces era constante la agitación político-

militar. Probablemente por ese motivo, dejó de participar

de la Cámara Municipal de Concejales que se instaló en la

nueva Villa de Santa María da Boca do Monte, en 17 de

mayo de 1858. Y el 30 de mayo de 1860, con apenas 33

años, fue promovido a Teniente-Coronel del 41º Cuerpo

de Caballería de la Guardia Nacional, acantonado en Santa

María. El 7 de septiembre del mismo año, fue electo para

la 2ª Cámara de Concejales de Santa María con la tercera

mayor votación, para un mandato de 4 años. Durante su

Page 39: El Sagaz Teniente Alférez

38

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

mandato, ejerció por largos períodos el cargo de

Presidente de la Cámara, que en la época también era el

Jefe del Poder Ejecutivo Municipal.

En las elecciones siguientes, el 7 de septiembre de

1864, fue el edil más votado, pero dejó de asumir el puesto

por tener que seguir nuevamente para la guerra, en más

una intervención brasilera al Uruguay, en medio a los

desmandes de la administración de Aguirre. Sin saberlo,

dejaba por última vez su casa, su familia y la tierra

adoptiva. En cuanto María Catharina estaba grávida de su

última hija, Adelaide, que ele no llegaría a conocer.

Consta que en la Campaña contra Aguirre, Niederauer

comandó el 7º Cuerpo Provisorio de Caballería, formado

entonces por los voluntarios santamarienses y de todas las

otras regiones por donde su orgulloso batallón pasaba. Y

fue justamente en ese peregrinar, que José vislumbró la

oportunidad de sumarse como uno más en las vistosas

huestes de este Teniente-Coronel, cuya superación

personal tanto lo hipnotizara al pasar por su ciudad,

aunque debe ser preponderado que, los motivos que lo

llevaron a tomar tal decisión, se deben a un carácter más

intrínseco de lo que se pueda pensar, ya que en aquellos

tiempos, las circunstancias proporcionaban poca

oportunidad de progreso para quien quisiese descollar en

la vida.

Page 40: El Sagaz Teniente Alférez

39

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

Al partir la tropa, José Cavalheiro Leite con sus

escasos veinte años ya era un Alférez del 7º Cuerpo

Provisorio de Caballería del Ejercito Imperial, dispuesto a

hacer valer sus sueños de ascenso a una vida mejor y

quien sabe, si los dioses, los Zoroastros, Cristos, Budas y

Mahomés se lo permitían. Y así, el 2 de enero de 1865, en

su primer baño de muerte, esa tropa participó de la

conquista de Paysandú y del cerco a Montevideo, que

capituló el 21 de febrero del mismo año.

Dando continuidad a la historia, una vez alcanzado el

objetivo inicial, la invasión del Uruguay, las tropas

brasileñas avanzaron sobre Paysandú, sitiada desde hacía

un mes, en cuanto las fuerzas brasileñas iban de a poco

concentrándose en sus inmediaciones. Mientras tanto, con

el apoyo de la Armada Imperial, las fuerzas uruguayas

bajo el comando de Venancio Flores sitiaron la villa de

Salto en el Rio Uruguay, la cual vino a capitular sin

resistencia, el día 28 de noviembre de ese mismo año.

Finalmente, a las 9 horas de la mañana del 31 de

diciembre de 1864, las tropas brasileñas (con las del

Brigadier Antonio de Sampaio y las de Carlos Resin,

yuxtapuestas), contando con el apoyo naval de la escuadra

brasileña bajo el comando de Tamandaré, lanzaron el

ataque final a la ciudad de Paysandú.

Page 41: El Sagaz Teniente Alférez

40

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

Registros históricos dan cuenta que las tropas

brasileñas atacaron frontalmente y por el flanco derecho, y

las del general Flores por el izquierdo. Empero, la

resistencia de Paysandú fue denodada y pertinaz, habiendo

durado todo el día y entrado noche adentro. Pero en la

mañana del 1º de enero de 1865, la población capituló,

siendo su comandante Leandro Gomes hecho prisionero, y

viniendo a ser muerto por sus compatriotas, en

contradicción a las normas de conducta de guerra.

La iglesia de Paysandú. 3 de enero de 1865. Archivo General de La Nación - Uruguay.

Luego de conquistada la ciudad de Paysandú, las

tropas imperiales brasileñas recibieron órdenes de marchar

sobre la capital, Montevideo. Fue cuando, exasperado, el

presidente Atanasio Aguirre quemó públicamente los

tratados firmados con Brasil, y ordenó el ataque y

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41

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

conquista de la ciudad brasileña de Jaguarão, la cual se

llevó a cabo entre los días 27 y 28 de enero, con una

fuerza de mil y quinientos uruguayos. Dicho ataque fue

repelido por los brasileños.

Justamente en ese momento llega a los oídos del

emperador en Rio de Janeiro, la noticia de la insólita y

hostil actitud tomada por el dictador de Paraguay, quien

andaba queriendo entrar en la disputa por la región. Sólo

entonces los hombres del imperio se percibieron de la

audacia temeraria de Solano López, quien pretendía aliarse

con sus vecinos, y ahora se aventuraba a querer trabar

conflicto con el imperio.

A la par de los hechos ocurridos a fines de enero,

Atanasio Aguirre, en una maniobra política, hizo arrastrar

una bandera de Brasil por las calles de Montevideo,

afirmando haber sido la misma que fuera conquistada en la

ciudad de Jaguarão; pero esta tentativa de nada le sirvió,

ya que las tropas brasileñas, pasando por Colonia do

Sacramento, le impusieron sitio a la capital el día 02 de

febrero.

Definitivamente, el 15 de ese mes Aguirre fue

depuesto, constituyéndose entonces un Gobierno

Provisorio que sería dirigido por el general Venancio

Flores. Después de su pose, éste declaró nulos los actos

contra Brasil, desagravió la bandera brasileña izándola en

Page 43: El Sagaz Teniente Alférez

42

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

el Fuerte de San José y saludándola con una salva de 21

tiros, respondida, al mismo tiempo, por la Corveta

Bahiana, con la bandera uruguaya izada en su mástil

grande.

Finalmente, el 20 de febrero de 1865 se firma la

“Convención de Paz” contando con la presencia del

Vizconde de Rio Branco y del nuevo Presidente del

Senado uruguayo, Tomás Villalba. Por ella, se acordó que

todas las propiedades confiscadas a los súbditos brasileños

en Uruguay, les eran devueltas.

En secuencia, el gobernante de Paraguay, Francisco

Solano López, y como ya fue mencionado, pretendiendo

ser el defensor de los intereses del partido Blanco en el

Uruguay en medio a este conflicto, terminó por precipitar

la eclosión de la “Guerra de la Tríplice Alianza”.

Luis Osorio Mariscal del Ejército del Imperio de Brasil, héroe de la Guerra Cisplatina, de

la Guerra del Plata, de la Guerra del Paraguay y de la Guerra de la

Independencia de Brasil (1822/1824).

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43

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

En reciproca a esa nueva actitud beligerante, y una

vez asumido el poder gubernativo, Flores auxiliaría a

Brasil en el embate que se prenunciaba contra el Paraguay.

Sintetizando, la Batalla de Paysandú ocurrió el 2 de

enero de 1865, y fue comandada en tierra por el general

brasileño Mena Barreto y por el propio Venancio Flores,

teniendo el apoyo por el mar de la escuadra del almirante

Tamandaré, mientras la topa brasileña de tierra contaba

con la presencia de un avispado y perspicaz Alférez de

nombre José Cavalheiro Leite entre sus hileras.

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44

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

TRATADO DE LA TRIPLE ALIANZA CONTRA

PARAGUAY (1° de mayo de 1865)

Art. 1. La República Oriental del Uruguay, Su Majestad

el Emperador del Brasil, y la República Argentina

contraen alianza ofensiva y defensiva en la guerra

provocada por el gobierno del Paraguay.

Art. 2. Los aliados concurrirán con todos los medios de

que puedan disponer, por tierra o por los ríos, según

fuese necesario.

Art. 3. Debiendo las hostilidades comenzar en el

territorio de la República Argentina o en la parte

colindante del territorio paraguayo, el mando en jefe y

la dirección de los ejércitos aliados quedan a cargo del

presidente de la República Argentina y general en jefe

de su ejército, brigadier don Bartolomé Mitre. Las

fuerzas navales de los aliados estarán a las inmediatas

órdenes del Vice Almirante Vizconde de Tamandaré,

comandante en jefe de la escuadra de S.M. el

Emperador del Brasil. Las fuerzas terrestres de S.M. el

Emperador del Brasil formarán un ejército a las órdenes

de su general en jefe, el brigadier don Manuel Luis

Osorio. A pesar de que las altas partes contratantes

están conformes en no cambiar el teatro de las

operaciones de guerra, con todo, a fin de conservar los

Page 46: El Sagaz Teniente Alférez

45

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

derechos soberanos de las tres naciones, ellas

convienen desde ahora en observar el principio de la

reciprocidad respecto al mando en jefe, para el caso de

que esas operaciones tuviesen que pasar al territorio

oriental o brasileño.

Art. 4. El orden interior y la economía de las tropas

quedan a cargo exclusivamente de sus jefes respectivos.

El sueldo, provisiones, municiones de guerra, armas,

vestuarios, equipo y medios de transporte de las tropas

aliadas serán por cuenta de los respectivos Estados.

Art. 5. Las altas partes contratantes se facilitarán

mutuamente los auxilios que tengan y los que

necesiten, en la forma que se acuerde.

Art. 6. Los aliados se obligan solemnemente a no

deponer las armas sino de común acuerdo, y mientras

no hayan derrocado al actual gobierno del Paraguay, así

como a no tratar separadamente, ni firmar ningún

tratado de paz, tregua, armisticio, cualquiera que ponga

fin o suspenda la guerra, sino por perfecta conformidad

de todos.

Art. 7. No siendo la guerra contra el pueblo paraguayo

sino contra su gobierno, los aliados podrán admitir en

una legión paraguaya a todos los ciudadanos de esa

nación que quisieran concurrir al derrocamiento de

Page 47: El Sagaz Teniente Alférez

46

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

dicho gobierno, y les proporcionarán los elementos que

necesiten, en la forma y condiciones que se convenga.

Art. 8. Los Aliados se obligan a respetar la

independencia, soberanía e integridad territorial de la

República del Paraguay. En consecuencia el pueblo

paraguayo podrá elegir el gobierno y las instituciones

que le convengan, no incorporándose ni pidiendo el

protectorado de ninguno de los aliados, como resultado

de la guerra.

Art. 9. La independencia, soberanía e integridad

territorial de la República, serán garantizadas

colectivamente, de conformidad con el artículo

precedente, por las altas partes contratantes, por el

término de cinco años.

Art. 10. Queda convenido entre las altas partes

contratantes que las exenciones, privilegios o

concesiones que obtengan del gobierno del Paraguay

serán comunes a todas ellas, gratuitamente si fuesen

gratuitas, y con la misma compensación si fuesen

condicionales.

Art. 11. Derrocado que sea el gobierno del Paraguay,

los aliados procederán a hacer los arreglos necesarios

con las autoridades constituidas, para asegurar la libre

navegación de los ríos Paraná y Paraguay, de manera

que los reglamentos o leyes de aquella República no

Page 48: El Sagaz Teniente Alférez

47

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

obsten, impidan o graven el tránsito y navegación

directa de los buques mercantes o de guerra de los

Estados Aliados, que se dirijan a sus respectivos

territorios o dominios que no pertenezcan al Paraguay,

y tomarán las garantías convenientes para la efectividad

de dichos arreglos, bajo la base de que esos

reglamentos de política fluvial, bien sean para los

dichos dos ríos o también para el Uruguay, se dictarán

de común acuerdo entre los aliados y cualesquiera otros

estados ribereños que, dentro del término que se

convenga por los aliados, acepten la invitación que se

les haga.

Art. 12. Los aliados se reservan concertar las medidas

más convenientes a fin de garantizar la paz con la

República del Paraguay después del derrocamiento del

actual gobierno.

Art. 13. Los aliados nombrarán oportunamente los

plenipotenciarios que han de celebrar los arreglos,

convenciones o tratados a que hubiese lugar, con el

gobierno que se establezca en el Paraguay.

Art. 14. Los aliados exigirán de aquel gobierno el pago

de los gastos de la guerra que se han visto obligados a

aceptar, así como la reparación e indemnización de los

daños y perjuicios causados a sus propiedades públicas

y particulares y a las personas de sus ciudadanos, sin

Page 49: El Sagaz Teniente Alférez

48

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

expresa declaración de guerra, y por los daños y

perjuicios causados subsiguientemente en violación de

los principios que gobiernan las leyes de la guerra. La

República Oriental del Uruguay exigirá también una

indemnización proporcionada a los daños y perjuicios

que le ha causado el gobierno del Paraguay por la

guerra a que la ha forzado a entrar, en defensa de su

seguridad amenazada por aquel gobierno.

Art. 15. En una convención especial se determinará el

modo y forma para la liquidación y pago de la deuda

procedente de las causas antedichas.

Art. l6. A fin de evitar discusiones y guerras que las

cuestiones de límites envuelven, queda establecido que

los aliados exigirán del gobierno del Paraguay que

celebre tratados definitivos de límites con los

respectivos gobiernos bajo las siguientes bases: La

República Argentina quedará dividida de la República

del Paraguay, por los ríos Paraná y Paraguay, hasta

encontrar los límites del Imperio del Brasil, siendo

éstos, en la ribera derecha del Río Paraguay, la Bahía

Negra. El Imperio del Brasil quedará dividido de la

República del Paraguay, en la parte del Paraná, por el

primer río después del Salto de las Siete Caídas que,

según el reciente mapa de Mouchez, es el Igurey, y

desde la boca del Igurey y su curso superior hasta llegar

Page 50: El Sagaz Teniente Alférez

49

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

a su nacimiento. En la parte de la ribera izquierda del

Paraguay, por el Río Apa, desde su embocadura hasta

su nacimiento. En el interior, desde la cumbre de la

sierra de Mbaracayú, las vertientes del Este

perteneciendo al Brasil y las del Oeste al Paraguay, y

tirando líneas, tan rectas como se pueda, de dicha sierra

al nacimiento del Apa y del Igurey.

Art. 17. Los aliados se garanten recíprocamente el fiel

cumplimiento de los acuerdos, arreglos y tratados que

hayan de celebrarse con el gobierno que se establecerá

en el Paraguay, en virtud de lo convenido en este

tratado de alianza, el que permanecerá siempre en plena

fuerza y vigor, al efecto de que estas estipulaciones

serán respetadas por la República del Paraguay. A fin

de obtener este resultado, ellas convienen en que, en

caso de que una de las altas partes contratantes no

pudiese obtener del gobierno del Paraguay el

cumplimiento de lo acordado, o de que este gobierno

intentase anular las estipulaciones ajustadas con los

aliados, las otras emplearán activamente sus esfuerzos

para que sean respetadas. Si esos esfuerzos fuesen

inútiles, los aliados concurrirán con todos sus medios, a

fin de hacer efectiva la ejecución de lo estipulado.

Art. 18. Este tratado quedará secreto hasta que el objeto

principal de la alianza se haya obtenido.

Page 51: El Sagaz Teniente Alférez

50

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

Art. 19. Las estipulaciones de este tratado que no

requieran autorización legislativa para su ratificación,

empezarán a tener efecto tan pronto como sean

aprobadas por los gobiernos respectivos, y las otras

desde el cambio de las ratificaciones, que tendrá lugar

dentro del término de cuarenta días desde la fecha de

dicho tratado, o antes si fuese posible.

En testimonio de lo cual los abajo firmados,

plenipotenciarios de S.E. el Presidente de la República

Argentina, de S.M. el Emperador del Brasil y de S.E. el

Gobernador Provisorio de la República Oriental, en

virtud de nuestros plenos poderes, firmamos este

tratado y le hacemos poner nuestros sellos en la Ciudad

de Buenos Aires, el 1º de Mayo del año de Nuestro

Señor de 1865.

Carlos de Castro – F. Octaviano de Almeida Rosa –

Rufino de Elizalde.

Page 52: El Sagaz Teniente Alférez

51

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

La Batalla del Riachuelo en 11/6/1865

Cabe decir que se muy pronto se vieron frustradas las

esperanzas de José y de los demás bravos caballeros de

Niederauer de poder volver para casa, pues una nueva y

más sangrienta guerra se diseñaba en los charcos del

Paraguay. El apresamiento del vapor brasileño Marqués de

Olinda y la invasión de los territorios del estado brasilero

de Mato Grosso y de la provincia argentina de Corrientes

por parte de las fuerzas paraguayas, culminaron con el ya

descripto tratado de la Tríplice Alianza y la consecuente

declaración de guerra al Paraguay.

Por aquel tempo, José Cavalheiro Leite ya era un

joven veinteañero ambicioso que no hacía mucho había

recibido su bautismo de sangre de guerra, pero que aun así

continuaba lleno de bríos al contar con la energía propia

de un lozano y con la suficiente disposición para defender

los dominios del imperio brasileño, que en ese momento

se veía bajo la amenazadora sombra beligerante de un

vecino tirano. Por lo tanto, no titubeó cuando fue llamado

a continuar integrando el batallón de caballería del

emperador y colocarse bajo las órdenes de su capitán.

Mientras tanto, en otro ámbito periférico de la guerra

que se avecinaba a grandes pasos, el déspota de López

Page 53: El Sagaz Teniente Alférez

52

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

había decidido emprender la invasión a Rio Grande do

Sul, casi al mismo tiempo en que intenta realizar un golpe

de fuerza contra la escuadra brasileña que se encontraba

anclada en el rio Paraná. Y desde Candelaria, manda

destacar una división de doce mil hombres para arremeter

contra la frontera brasileña, lo que permite que al cabo de

alguna resistencia, el día 18 de junio lograse que la ciudad

de São Borja cayese en poder de los paraguayos.

No obstante, días antes, más exactamente el día 11 de

junio de 1865, acabara de ser realizada la primera batalla

naval entre las fuerzas brasileñas y del Paraguay, la cual

posteriormente quedó conocida como “Batalla del

Riachuelo”.

En la mañana de aquel día, los navíos enemigos

bajaron hasta el Riachuelo, muy cerca de donde se hallaba

fondeada la escuadra de Brasil. Por entonces, las fuerzas

paraguayas de tierra ya habían, durante la noche anterior,

levantado sus baterías en las barrancas del rio, desde

donde debían cooperar con sus fuerzas navales. Estas,

descendiendo el rio, pasaron por la escuadra brasileña sin

que casi se efectuaran hostilidades, pero cuando los barcos

llegaron junto a sus baterías mascaradas, rompieron fuego

con una violencia descomunal, antes mismo de que la

escuadra brasileña intentase rechazar los navíos rio arriba.

Page 54: El Sagaz Teniente Alférez

53

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

La táctica de los paraguayos era sin dudas arrojada,

pero se dice que si no tuviese existido la bravura de los

brasileños, ella habría producido, tal vez, el desastre más

asombroso de toda la historia militar de América. Por

consiguiente, ha quedado registrado que en aquel

encuentro, además de las seis formidables baterías

fluctuantes que poseían, los enemigos también pusieron en

acción ocho vapores y numerosas chalanas

(embarcaciones de fundo plano propias para la navegación

fluvial), y grandes canoas de guerra.

Ante el inesperado ataque y, frente a la sorpresa de las

maniobras de estratagema de ambas partes, se juntó luego

el desorden y la confusión producida por el extraño

vocerío que se sobresalía en el ambiente y por los ímpetus

de locura con que los fanáticos paraguayos investían

contra las embarcaciones enemigas. Aquella batalla duró

diez horas.

El Amazonas en la Batalla del Riachuelo

Page 55: El Sagaz Teniente Alférez

54

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

A la postre, del lado brasileño, armado de un coraje de

inflexión épica durante la contienda, el Almirante Barroso

maniobró rápidamente y chocó su navío, el “Amazonas”,

contra las embarcaciones paraguayas logrando poner a

pique a tres de ellas.

Al actuar de una forma decisoria, quedaba de vez

asegurada la victoria de las armas brasileñas en esta

cruzada, y con lo que se escribió una de las páginas más

gloriosas da la historia naval del imperio.

En uno de los tantos libros que ya han sido escritos

sobre las glorias de la marina de guerra brasileña, aparece

registrado el siguiente preámbulo referente al Almirante

Barroso:

“Desde el primer momento, un ardor aquileano

(de Aquiles, célebre héroe griego) inflama el pecho

del viejo guerrero. Sus ojos dardean relámpagos a

través de la nube de su larga barba blanca agitada

por el viento; la lanza que sólo él puede manejar

como el héroe de Homero, es la proa del

Amazonas, y Gustavito es su Automedonte.

Una vez envuelto en la pelea, él renuncia al mando

a la distancia, más allá de las bordas del

Amazonas; en un nuevo señal de la capitana (navío

jefe), grita…

¡QUE CADA UNO CUMPLA SU DEBER!

Page 56: El Sagaz Teniente Alférez

55

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

…y pasa a comandar por su ejemplo, y por la

presencia de su bulto en el pasadizo del navío; él

siente que la unidad táctica que obedece a su voz

inmediata, es lo bastante para exterminar toda a

escuadra enemiga...”.

Escenas de la Batalla de Riachuelo

Page 57: El Sagaz Teniente Alférez

56

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

El cerco a Uruguaiana en 17/8/1865

El resultado alcanzado en la rotunda victoria de

Riachuelo, consintió a los aliados que fuese aniquilado

casi que completamente el poder naval de los paraguayos.

A partir de esa fecha, los cuatro vapores que ellos

pudieron salvar y que muy pronto se recogieron al fuerte

de Humaitá, se limitarían de allí en adelante a realizar

asaltos y abordajes sobre algunos navíos desgarrados de la

escuadra brasileña. Como derivación de la derrota, el

dictador López tuvo que volcar todas sus esperanzas hacia

el ejército que por esa fecha marchaba sobre el territorio

de Rio Grande do Sul.

Algunos ensayistas llegan a afirmar que al pretender

invadir el imperio por aquella provincia, en donde López

presentaría su ejército como si este fuese una cruzada por

la emancipación de los esclavos del Brasil y,

simultáneamente, permitirse marchar para el Estado

Oriental a fin de realizar con los “blancos” lo mismo que

los brasileños habían hecho con los “colorados” en un

momento reciente, parecieron ser los cálculos

trascendentales que dominaron el espíritu del dictador. Y

si así o no, parecería que para alcanzar tales cómputos,

éste determinó a sus generales que la división paraguaya

Page 58: El Sagaz Teniente Alférez

57

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

se separase en dos columnas, y que estas siguiesen rumbos

paralelos por ambas márgenes del rio Uruguay.

Pero no queriendo atropellar los sucesos de la

Historia, se torna necesario retroceder en el tiempo,

haciéndose ineludible destacar que en inicio de siglo XIX

había, a 30 quilómetros de la actual ciudad de Uruguaiana,

una localidad llamada Santana Velha, paraje donde

funcionaba un puesto fiscal, un acampamento militar y en

donde sólo existían algunos ranchos con moradores. El

lugar quedaba situado justamente en el punto donde las

tropas y los comerciantes de aquella época se

acostumbraron a franquear el río Uruguay. No obstante,

consta en registros que en el año de 1840 este poblado fue

destruido totalmente por una violenta inundación.

Además, cabe inclusive destacar que la provincia de

Río Grande, en la época que ocurrió el referido

desbordamiento (final de la primera mitad del siglo XIX),

se encontraba en plena insurrección dentro de lo que fue

denominado como “Revolución Farroupilha”. Por tanto,

las fuerzas farrapas tenían una hacendosa presencia en la

parte suroeste de la entonces jurisdicción imperial,

concibiendo esta ciudad como un punto estratégico

también para ellos, pues desde allí sus milicias podían

atravesar la frontera para Argentina o Uruguay cuando les

fuese necesario.

Page 59: El Sagaz Teniente Alférez

58

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

Fue entonces que el día 24 de febrero de 1843,

probablemente después de evaluar criteriosamente la

situación geográfica y estratégica que representaba el local

donde sería emplazada la futura ciudad de Uruguaiana, los

principales dirigentes farrapos fundaron, junto al “Capão

do Tigre”, una capilla curada con el nombre de “Capela

do Uruguai”. Sin embargo, todo indica que la cimentación

de la capilla ya habría sido decidida un año antes por la

Asamblea Constituyente de la Revolución, que fue

realizada en la ciudad de Alegrete por los mismos regentes

de las tropas farrapas.

También cabe subrayar que esta villa fue la primera y

única localidad constituida durante el régimen de

gobernanza farroupilha, y es por ello que sus moradores la

llamaban de “hija predilecta de los farrapos”. De igual

modo, queda sobrentendido que esta localidad pronto fue

poblada por simpatizantes y sectarios del propio

movimiento farroupilha, durante y después de la

conflagración contra las fuerzas del emperador.

Pero con la finalización de la Guerra por la

independencia de la provincia -en 1845-, el entonces

gobierno provincial, bajo las órdenes del emperador,

reconoció la excelente situación geográfica del local y

trató de “refundar” la ciudad de Uruguaiana en 1846,

otorgándole ahora sí su nombre definitivo y elevándola a

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59

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

condición de villa por medio de legislación provincial. Y

como si estuviese precaviéndose de futuros problemas, la

administración provincial instaló también un puesto fiscal

y de milicias, un acuartelamiento más que necesario para

poder controlar el movimiento de cargas y personas en la

frontera.

No en tanto, la emancipación de la nueva ciudad

ocurrió en 29 de mayo de 1846 cuando esta se desvinculó

definitivamente del municipio de Alegrete, jurisdicción a

la cual pertenecía anteriormente. Y se cuenta que cerca de

la data de su emancipación, algunos viajantes de la época

relataban haber encontrado en el local no una ciudad

brasileña, y sí una con un perfil hispano-francés en sus

relaciones de vida y comercio, aspectos apoyados en aquel

tiempo mucho más en Buenos Aires y Montevideo, de que

Porto Alegre.

Pero el hecho de emanciparse y desenvolverse,

permite que del otro lado de la costa del río Uruguay

también se emancipe la comuna de Paso de Los Libres,

municipio localizado en la provincia de Corrientes,

Argentina. Entre tanto, como Uruguaiana es una ciudad

enclavada entre suelo argentino y uruguayo en plena

región de lo fuera la Banda Oriental, no fue tan fácil

establecer las fronteras de Brasil, y tampoco mantener la

ciudad sobre eterna paz.

Page 61: El Sagaz Teniente Alférez

60

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

Retomando nuevamente el punto de la Historia justo

en el momento en que se sucedía el movimiento

estratégico que venía siendo realizado por las tropas

paraguayas luego después de finalizada la batalla del

Riachuelo, debe destacarse que esta inclinación atrajo la

atención convergente de los aliados. De tal forma que, dos

meses después de la antedicha batalla naval, la columna

paraguaya que entonces marchaba a lo largo de la margen

derecha del río Uruguay, fue desbaratada en Jataí por las

fuerzas de los generales Flores y Paunero, de tal suerte que

el propio comandante paraguayo, Mayor Duarte, cayó en

poder de los aliados el día 17 de agosto de 1865.

Empero, suerte contraria ocurrió en el lado de la

margen izquierda del río, cuando finalmente la ciudad de

Uruguiana acabó por ser invadida el día 5 de agosto de

1865 por las tropas paraguayas que actuaban bajo el

caudillaje del Teniente-coronel Antonio de la Cruz

Estigarribia, que se desplazó raudamente por dicha margen

sin encontrar resistencia.

Tal acto marcó el comienzo de la denominada

“Guerra del Paraguay”, que convirtió a la ciudad de

Uruguaiana en eje y palco de una de las batallas más

importantes del conflicto. Y al convertirse la propia en un

teatro de guerra, en él culminó la rendición de las huestes

paraguayas el 18 de setiembre, a continuación de

Page 62: El Sagaz Teniente Alférez

61

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

totalizarse 44 días de cerco a la villa. Pero posteriormente

nos detendremos a analizar mejor tal contingencia.

Registros muestran que en la época, la ciudad contaba

con cerca de 2.500 habitantes que, después de la invasión

y rendición de los paraguayos, encontró la mayoría de las

residencias y los demás estabelecimientos del paraje

destruidos, no en tanto, a los pocos, la ciudad de fue

recuperando. Historiadores destacan que en 1900, ésta ya

poseía cerca de 23.194 habitantes.

Cuantificando los hechos, simultáneamente al ataque

naval de Riachuelo, una fuerza de 13.000 paraguayos

atravesaba la provincia argentina das Misiones. Y una vez

alcanzando el río Uruguay, esta se dividió en 2 columnas

que rumbearon para el sur, marchando por ambas

márgenes do río. El Teniente-coronel Antonio de la Cruz

Estigarribia, comandante general de la expedición

beligerante, lideró cerca de 7.500 hombres en la margen

este, y el Mayor Pedro Duarte comandó 5.500 hombres en

la margen oeste.

Como de inicio los paraguayos encontraron poca

resistencia por parte de los argentinos en la margen oeste,

y de los brasileños en la margen este, el tirano López

acreditó que si consiguiese controlar el territorio de Río

Grande do Sul e invadir el Uruguay, los esclavos

brasileños irían sublevarse, y que los recién expulsos

Page 63: El Sagaz Teniente Alférez

62

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

revoltosos “blancos” uruguayos volverían a levantarse en

armas uniéndose a la fuerza paraguaya.

Cabo brasileño que pertenecía al 1° Batallón de Voluntarios da Patria, infantería

pesada, 1865.

Conjuntamente a este afanoso pensamiento, algunos

emisarios paraguayos intentaban incitar la sedición entre

las tropas irregulares que habían sido instituidas durante

los últimos años por el caudillo Urquiza en la provincia de

Entre Ríos.

Pero no nos podemos olvidar de que Urquiza, quien

una vez finalizado el sitio a Montevideo había recibido el

comando de la vanguardia aliada, tomó la decisión de

retornar a su provincia para restaurar allí el orden. Pero

una vez arribado en su jurisdicción, desertó de cumplir con

Page 64: El Sagaz Teniente Alférez

63

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

el adeudo y retornó a su rancho, buscando aumentar aún

más su fortuna vendiendo caballos para las fuerzas aliadas,

y las tropas irregulares que entonces merodeaban por sus

llanuras desertaron para sus estancias y ranchos.

En todo caso, dando continuación al relato, en suelo

brasileño, buscando cumplir fielmente las órdenes de

López, el Coronel Estigarribia atravesó el río Uruguay y se

dio bien, ocupando sucesivamente, de junio a agosto, las

poblaciones de São Borja, Itaquí y posteriormente

Uruguaiana. Mientras como lo mencionamos, lo contrario

sucedía en la margen opuesta, cuando los contactos del

Mayor Duarte con su superior fueron interrumpidos por

causas ocasionales: el asedio de dos embarcaciones de la

armada brasileña que eran comandadas por el Teniente

Floriano Peixoto, y por el propio pantano que los

separaban.

Por tanto, y como lo mencionamos antes, cabe agregar

que pretendiendo aprovechar la inmejorable congruencia

de factores que se le presentaban justo adonde estaban

acantonas sus tropas paraguayas, es que el presidente

uruguayo Flores decidió atacar el contingente de menor

fuerzas bélicas. Tal enfrentamiento sucedió el día 17 de

agosto, en la batalla de Jataí, una localidad situada en la

margen derecha del río Uruguay, justo cuando la columna

Page 65: El Sagaz Teniente Alférez

64

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

bajo las órdenes del Mayor Pedro Duarte pretendía llegar a

las orillas de dicho río.

Pero en cuanto esto ocurría, por la margen izquierda,

el coronel Estigarribia, partiendo de la villa de São Borja,

hizo avanzar sus fuerzas sobre Uruguaiana, al considerar

que allí sería un excelente punto estratégico para las

futuras acciones de los ejércitos paraguayos, y en donde al

llegar, se fortificó con cerca de nueve mil hombres,

esperando por más refuerzos.

Solamente el día 16 de julio, el ejército brasileño

logró llegar en definitiva a esta parte de la frontera de Río

Grande do Sul y luego se predispuso a realizar el cercó a

la Uruguaiana ya tomada por los paraguayos. Y en cuanto

los aliados iniciaron el cerco a la plaza, la tropa fue

recibiendo asistencia y refuerzos, y se enviaron por lo

menos tres intimaciones de rendición a Estigarribia.

En tiempo, se hace imperioso destacar que el día 21

de julio de 1865, Manuel Luis Osorio, primero y único

Barón, Vizconde y Marqués do Herval, resulta promovido

al puesto de Mariscal-de-campo y hace notificar su

presencia para participar de la retomada de la ciudad.

A la par y por esas fechas, en la sede imperial de Rio

de Janeiro, la ocupación de la Villa de Uruguaiana por las

fuerzas paraguayas, comenzó a producir un verdadero

pánico, a tal punto que el propio emperador Don Pedro II,

Page 66: El Sagaz Teniente Alférez

65

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

acompañado de su yerno (el Conde D'Eu, que se había

casado con la princesa Isabel el año anterior) partió para

Río Grande, donde una vez venido, su presencia incitó el

entusiasmo de toda la población y de la propia tropa.

Al cabo de un mes de cerco, el coronel Estigarríbia,

ya exhausto, finalmente se rindió (aquel día los aliados

aprisionaron también a más de seis mil soldados). Y el 18

de septiembre, ante la presencia del emperador Don Pedro

II, del Conde D'Eu y de varios oficiales-generales, entre

ellos el propio Osorio y Caxias, sobreviene la rendición de

Uruguaiana.

Rendición de Uruguaiana (1865), por Víctor Meirelles.

Page 67: El Sagaz Teniente Alférez

66

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

Fatos sobre Estigarribia y la Liberación de

Uruguaiana

Resulta que el General Barón de Porto Alegre, por

causa de sus sufrimientos físicos de carácter crónico, había

solicitado, y obtuviera, la reforma militar el día 7 de julio

de 1856, instante puntual en el que pasó a dedicarse a la

carrera política. Pero después que el dictador del Paraguay

Solano López le declaró guerra al Brasil e invadió los

territorios de Mato Grosso el 26 de diciembre de 1864 y

de Rio Grande do Sul el 10 de junio de 1865, el Barón de

Porto Alegre se colocó nuevamente a disposición del

gobierno imperial. Y así, por medio del decreto firmado el

21 de julio de 1865, este resulta nombrado comandante en

jefe del ejército en operaciones en Rio Grande do Sul.

Cabe mencionar que a inicios del mes de octubre del

referido año, las tropas paraguayas de ocupación que

estaban estacionadas en Corrientes (Argentina), recibieron

de López la orden para retornar a sus bases en Humaitá.

En ese ínterin, las tropas aliadas ya estaban reuniéndose

bajo el comando de Mitre en el acantonamiento de la villa

de Concordia, en la provincia argentina de Entre Ríos en

la margen derecha del río Uruguay, y ya contaban con el

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67

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

Mariscal de campo Manuel Luis Osorio al frente de las

tropas brasileñas.

Inmediatamente, parte de este contingente fue

dislocado para la ciudad de Uruguaiana, donde se buscó

reforzar el cerco que estaba siendo realizado por el ejército

brasileño en Rio Grande do Sul, y que estaba siendo

comandado por el Teniente-general Manuel Marques de

Sousa, Conde de Porto Alegre. Y entre la tropa brasileña

que allí fue enviada, se encontraba el Alférez José

Cavalheiro Leite.

S.M. el Emperador S.A. el Sr. Duque de Saxe en traje de campaña. Copiados de las

fotografía enviadas de Porto Alegre.

Henrique Fleiuss, Semana Illustrada, 10/09/1865

Sin mediar demoras, el día 11 de septiembre, Don

Pedro II también arriba al local del cerco junto con su

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68

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

comitiva, donde se incluían el Conde D’Eu, Duque de

Saxe, y el ministro del Ejército, Ferraz. Allí lo aguardaban

también los presidentes: el argentino Bartolomé Mitre y el

uruguayo Venancio Flores, además de diversos líderes

militares, como el Almirante Tamandaré y el Duque de

Caxias. En ese momento, las fuerzas aliadas del cerco ya

contaban con 17.346 combatientes, siendo 12.393

brasileños, 3.802 argentinos y 1.220 uruguayos, además de

contar con 54 cañones de desiguales calibres.

Y vale decir que como fiel genízaro entre el grupo de

esa inmensa soldadesca brasileña, ya se encontraba a

puestos el Alférez José Cavalheiro Leite a modo de

miembro integrante del Batallón de Caballería del

Imperio, que al llegar pasó a actuar bajo las órdenes del

Teniente-general Manuel Marques de Sousa.

Perspicaz, este lugarteniente se mantenía desde su

puesto, atento al desarrollo de los acontecimientos. Estaba

inquieto, quería acción, ansiaba por el ataque final que

demoraba en ocurrir. Al final de cuentas ya se pasaban

ocho meses desde la última batalla en que hizo martillar

con frenesí el gatillo de su arma.

Se consigna que quien lo reparase en esos momentos

cruciales, estaría capacitado a afirmar que este muchacho

sentía el deseo imperioso de atacar. Ya que dos por tres se

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69

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

le veía echar los hombros hacia adelante, y su nuca se

hinchaba, haciendo resaltar la musculatura.

Pero sus súplicas siempre eran en vano, y siempre

acababa dejando caer los hombros. No en tanto, nunca se

le vio encoger de hombros ni menear la cabeza en gesto de

desaprobación. Por esos días estaba demasiado tenso como

para permitirse ligerezas de ese tipo. A veces algún

mechón de pelo se escapaba por los lados de su bonete, se

erizaba, quedaba colgando y se balanceaba acariciándole

la frente o la nuca, movido por alguna corriente de aire.

Parecía hasta que estaba congelado en su puesto, y el

hecho de mantener esa posición por horas, tenía que ser

por fuerza doloroso. Pero el Alférez no se importaba con

él, Quería luchar, quería dar rienda suelta a sus bríos

contenidos. Quería derrotar de una vez al enemigo y

libertar de vez a sus vecinos oprimidos.

No obstante, el destino lo contrarió, pues al llegar el

General Vizconde de Porto Alegre para asumir la jefatura

de la comandancia del Ejército brasileño, es que la

rendición de la plaza comenzó a delinearse a mediados de

septiembre, cuando a la sazón Estigarribia buscó entrar en

acuerdo con los generales de la fuerza aliada escrutando el

entendimiento sobre las condiciones por él exigidas para la

rendición.

Page 71: El Sagaz Teniente Alférez

70

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

Pero al sonar el clarín en la mañana del día 18 de

septiembre, el lozano José y todo el resto de las tropas

aliadas tomaron posición frente a las trincheras de los

sitiados; el nuevo comandante así lo había determinado

previamente antes del envío de la última intimación a

Estigarríbia, y en la cual se leía:

“La prolongación del rigoroso sitio en que se

hallan las fuerzas bajo el comando de V. S., deberá

por cierto haberlo convencido de que sentimientos

meramente humanitarios retienen los ejércitos

aliados en operación en esta provincia ante el

punto del territorio que V. S. ocupa. Estos

sentimientos que nos animan y que siempre nos

dominaran, cualquiera que sea el resultado de la

guerra, me obligan a ponderar a V. S. que

semejante posición y estado de cosas debe tener un

paradero, y, en nombre del emperador y de los

jefes aliados, anuncio a V. S. que dentro del plazo

de dos horas, nuestras operaciones van comenzar.

Toda la proposición que V. S. realice, que no sea

la de rendirse a las fuerzas de su comando sin

condiciones, no será acepta, visto que V. S. repelió

las más honrosas que le fueron ofrecidas y

enviadas por las fuerzas aliadas. Cualquiera que

sea, pues, su resolución, debe V. S. esperar de

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71

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

nuestra generosidad el tratamiento consentáneo

con las reglas admitidas por las naciones

civilizadas.

Dios guarde a V. S.

Acampamento junto a los muros de Uruguaiana,

18 de septiembre de 1865.

Barón de Porto Alegre, Teniente-general – Al Snr.

Coronel Antonio Estigarríbia, comandante en jefe

de la división paraguaya en operaciones sobre el

río Uruguay, sitiada en Uruguaiana”.

Estigarríbia todavía intentó colocar algunas

condiciones para la rendición, que fueron luego asentidas,

excepto las que solicitaban que los oficiales saliesen de la

plaza con las armas y que pudiesen volver al territorio

paraguayo en cuanto durase la campaña.

Al día siguiente, cuando la tropa formó en posición de

sentido para escuchar la divulgación del “Orden del día”,

nuestro protagonista se mostraba tenso mientras un aire

insolente y pendenciero estaba dibujado en su rostro con

una puntillosa acritud, aun así, con los sentimientos aun

embotados, creyó observar también en los otros soldados

un estado de aturdimiento semejante, no importando

cuáles fueran los temperamentos personales y políticos de

cada uno. Mirando hacia el frente junto con todo el

Page 73: El Sagaz Teniente Alférez

72

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

ejército brasileño y demás aliados, tomaron conocimiento

de dos proclamaciones:

“¡Soldados! El territorio de ésta provincia se

encuentra libre gracias a la simple actitud de las

fuerzas brasileñas y aliadas. Los enemigos ya se

rindieron; pero no está terminada nuestra tarea.

La honra y la dignidad nacional no fueron del todo

vengadas; partes de la provincia de Mato Grosso y

del territorio de la República Argentina jasen

todavía en poder de nuestro enemigo. Avante,

pues, que la Divina Providencia y la Justicia de la

causa que defendemos, coronaran nuestros

esfuerzos.

Don Pedro II, Emperador Constitucional y

Defensor perpetuo de Brasil.

Ângelo Muniz da Silva Ferraz.”

Basta decir que a José, las palabras disertadas le

llegaban claras a sus oídos, y pudo percibir que estas

soflamas que estaban siendo narradas, a veces con voz

entrecortada, a veces con exaltación, producían en todos

ellos una visible perturbación emocional y un extremo

entusiasmo que hasta lograba arrancar lágrimas de algunos

de sus compañeros, en cuanto otros dejaban escapar leves

susurros o dibujaban una sonrisa en sus labios. No en

tanto, la necesidad imperiosa de guardar compostura,

Page 74: El Sagaz Teniente Alférez

73

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

hacía que sus caras recuperasen pronto su expresión

normal sin mostrar cualquier amago de impaciencia.

Imágenes del cerco a Uruguiana y formación de la tropa aliada

Claro que no se puede decir que todos ellos tenían la

amplia experiencia que se adquiere junto a los campos de

batalla, ese hábito que surge tras sobrevivir mes a mes con

la barbarie, y por fin lo hace a uno acostumbrase a la

situación y observa con indiferencia lo que se proclama;

que todo lo observa con el mismo estado de

Page 75: El Sagaz Teniente Alférez

74

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

embrutecimiento con que se percibe el barullo que

provoca un disparo y la muerte que le sucede. Pero en ese

entonces, él mal sabía lo que el futuro le deparaba.

Un nuevo toque de clarín sacó al joven José de ese

circunstancial devaneo por el cual su mente vagaba, y

luego escuchó con atención redoblada la voz del

comandante que pronunciaba la también famosa “ORDEM

DO DIA NÚMERO 13”:

“¡Soldados del imperio brasileño en operaciones

en esta provincia!”

“¡Guerreros del ejército aliado en Rio Grande do

Sul!”

“¡Compañeros en la vindita de la honra nacional

de las tres potencias Sul-Americanas!”

“La división paraguaya en operaciones sobre el

río Uruguay, la guarnición de Uruguaiana ante

vuestra presencia depuso las armas sin haber

disparado un tiro”.

¡Al frente de vuestras armas, ante el bulto augusto

de SU MAJESTAD EL EMPERADOR; en

presencia del Exmo. Snr. Ministro de guerra, de

los augustos príncipes y de la corte, vistes desfilar

ayer, desarmados, a las 4 horas de la tarde, siete

regimientos de infantería y un cuerpo de caballería

del ejército paraguayo!

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75

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

“Vuestros fusiles y vuestras lanzas estaban

descansados; vuestros cañones no anunciaban un

combate de sangre, cuando los himnos de la

Tríplice Alianza proclamaban la espléndida

victoria de la civilización contra el vandalismo”.

“¡Soldados de la libertad!”

“En nombre del emperador, el general en jefe del

ejército imperial vos saluda, y vos conjura que

respetéis la desgracia del enemigo vencido”.

“El general en jefe agradece la dedicación de cada

uno de vosotros, así como el entusiasmo de todos;

y esperando poder una vez más se orgullecer de

haberse hallado a vuestra frente.

Barón de Porto Alegre.”

Durante el descorrer de los meses siguientes, las

tropas aliadas, con Mitre como su comandante en jefe,

continuaban a luchar y libertaban los últimos reductos

paraguayos en territorio argentino, las ciudades de

Corrientes y de San Cosme, en la confluencia de los ríos

Paraná e Paraguay, casi a fines del año 1865.

Lo que permite afirmar que al fin del mismo año, la

ofensiva de combate ya era liderada por las tropas de la

Tríplice Alianza. Sus ejércitos ya contaban con más de 50

mil hombres y se preparaban para invadir el Paraguay.

Empero, al iniciarse el nuevo año, el joven Alférez José

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76

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

Cavalheiro Leite fue sorprendido por un nuevo

asentamiento.

Resulta que durante el caluroso día 19 de enero de

1866, el Comando de la Guerra que entonces se hallaba

acomodado en el cuartel general de Tuyutí, buscando

cumplir las órdenes del “Comandante en Jefe de todas las

fuerzas Brasileñas en operaciones contra el Gobierno del

Paraguay”, le informa a nuestro Alférez a través de la

“Orden del día Nº 31”, que fue designado para

incorporarse nuevamente al 7º Cuerpo Provisorio de

Caballería de la Guardia Nacional del 1º Cuerpo del

Ejército Brasileño. Del mismo modo, en la referida orden

también se comunicaba que la 3ª Brigada estaría

compuesta por el 6º y 7º cuerpo provisorio, y comandado

por el Coronel João Niederauer Sobrinho. Tal disposición

está firmada por el Coronel João de Souza da Fonseca

Costa, Jefe del Estado Mayor. (Véase en los anexos, en las

páginas 165 e 173 de dicha Orden del Día).

Vale destacar que João Niederauer había sido

promovido a Coronel y nombrado Comandante Superior

de la Guardia Nacional de Santa María da Boca do Monte

y São Martinho, en substitución al Coronel José Alves

Valença, que falleciera en el combate llevado a cabo en

Corrientes.

Page 78: El Sagaz Teniente Alférez

77

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

No en tanto, José no demostró sorpresa con la

designación recibida, posiblemente por no saber o no

entender muy bien lo que lo aguadaba en un futuro

próximo. Pero en su subconsciente, se auto juzgaba estar

preparado para lo que fuese, ya que durante su formación

letrada había alcanzado a leer las leyendas de algunos

supervivientes que a su momento lograron narrar por

escrito sus experiencias. Estas hablaban del

embrutecimiento del ser humano, en el que las funciones

de la vida quedan reducidas a su mínima expresión,

mientras el comportamiento se vuelve indiferente y

desaparecen los escrúpulos, cuando se convive de cerca

con los gases y el humo de los incendios provocados

durante las batallas y los cuerpos inertes estirados por los

campos de combate se convierten en hechos cotidianos.

Su conciencia no paraba de aturdirlo con este tipo de

reflexiones, pues José también estaba a la par de que los

criminales, en sus escasos relatos, acostumbraban

presentar la muerte como siendo su entorno de cada día, y

se pintaban a ellos mismos como si estuviesen reducidos a

unas pocas funciones embrutecidas o embriagadas en su

falta de escrúpulo y su indiferencia, sumergiéndose en su

embotamiento.

Sin embargo, pasada la euforia del momento siguiente

a la liberación de la villa de Uruguiana, durante los meses

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78

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

siguientes a José todo le pareció monótono y con mínimas

variaciones. Le bastaba con ver cómo el verde se hacía

semana a semana más intenso, con ver la llanura del río

unas veces enturbiada por el calor, otras velada por

cortinas de lluvia primaveral y otras coronada por nubes

de tormenta, u oler las hierbas del monte cuando el sol las

calentaba, y la tierra y la hojas mustias del año anterior

cuando llovía. En realidad, no necesitaba ni buscaba más

variedad en la lejanía del horizonte. Sólo la ociosidad del

momento lo incomodaba.

¿Hasta cuándo tendré que esperar?, se preguntaba

ansioso. Pero mal sabia él lo que le esperaba el mañana.

Page 80: El Sagaz Teniente Alférez

79

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

La 1ª Batalla de Tuyutí - 24/5/1866

A esta altura de los acontecimientos, y en virtud de

los últimos eventos y reveces, el tirano López ya estaba

convencido de que necesitaba replegarse lo antes posible a

la defensiva y, por lo tanto, ordenara la retirada general

pasando a concentrar en las fronteras todas las fuerzas de

que podía disponer.

Él cree que por el momento le bastaba con levantar

fortificaciones en todos los puntos posibles de los ríos

Paraná y Paraguay, y que se encontraban expuestos al

ataque y a la invasión de las tropas aliadas, y entonces de

dedica a cuidar principalmente de las regiones de Itapurá,

Itapirú y Humaitá.

No en tanto, por todas partes, ya sea en las propias

repúblicas del Plata y hasta en las lejanas del Pacífico, las

voces de los provincianos se elevaban clamando por la

paz. Empero, todo ese vocerío no pasó de un sordo

murmullo que no impidió que los comandantes aliados

continuasen a mantenerse fieles a la alianza que habían

realizado. Y ante la consternación de quienes sólo veían la

guerra desde lejos, los caudillos resuelven emprender una

inmediata ofensiva contra las fuerzas de Paraguay.

Page 81: El Sagaz Teniente Alférez

80

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

A partir de tal determinación, las mesnadas aliadas

pasan a incorporarse al norte de la provincia de Corrientes,

y buscan como tratar de invadir el territorio enemigo y

atacar de vez el bien defendido fuerte de Humaitá, local

donde el dictador ya se encuentra personalmente

dirigiendo a sus ejércitos.

Vale decir que a los historiadores de renombre les

gusta afirmar que ese periodo fue uno de los momentos

más solemnes de toda la campaña:

“los enemigos, uno delante del otro, aparentando

aprehensión, hesitan en querer partir para el

ataque”.

Resulta que durante algunos meses, ambos bandos

permanecieron vacilantes, en la inactividad, y solamente

en abril de 1866, los aliados, al juzgarse ya estar

suficientemente preparados, decidieron tomar la iniciativa

de la guerra. Y en cuanto la escuadra brasileña busca

atacar el fuerte de Itapirú, el Mariscal Osorio, con las dos

divisiones a su cargo, transponía el Paso de la Patria y

desembarcaba en territorio enemigo en la mañana del día

16 de abril.

Al percibir la extrema audacia con que actuaban los

soldados aliados, los combatientes paraguayos pasaron a

levantarse de todos los lados y buscaron embestir

furiosamente contra las fuerzas invasoras. Empero, este

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81

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

fue un intento inútil, pues el desespero y la

desorganización con que luchaban los soldados de López,

permitió a los aliados el éxito de rechazarlos para el norte,

causándoles pérdidas enormes, al mismo tiempo en que la

escuadra de Brasil se apoderaba del fuerte de Itapirú.

Durante las semanas siguientes no sobraba tiempo

alguno para el descanso. Los lapsos en que no acontecían

batallas, eran dedicados exclusivamente a la movilización

de las tropas en busca de sojuzgar el territorio del objetivo

siguiente. El viento les soplaba a favor, pensaron los

comandantes aliados, de tal forma que el 2 de mayo se da

el combate de Estero Bellaco, y el 24 de mayo se registra

la más notable batalla de toda la campaña, la “Batalla de

Tuyutí”.

Se ha encontrado que en los registros historiográficos

del ejército brasileño, la revelación de que durante el

desarrollo de dicha contienda, el total de las fuerzas

aliadas tuvieron 650 muertos y 2.600 heridos; mientras

que los paraguayos registraron la suma de 4.000 muertos y

370 heridos.

No en tanto, y mismo ante la gran victoria alcanzada

en Tuyutí, la situación del futuro entorno de la guerra

también llenaba de preocupación la mente de los

comandantes aliados, al ofrecerse nuevas dudas en

vanguardia a los embarazos que estos iban adquiriendo

Page 83: El Sagaz Teniente Alférez

82

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

durante el andamiento de la conflagración. Sabían que al

norte y al oeste, tenían por delante las líneas del fuerte de

Rojas, unas temerosas fortificaciones que servían de ante

paro al formidable refugio del no menos protegido fuerte

Humaitá, donde el dictador paraguayo se encontraba

presente para encender el ánimo de sus aclimatadas y

adiestradas legiones.

No obstante, llegó el momento en que el intranquilo

Mariscal de campo Osorio comienza a insistir de forma

vehemente con el general en jefe de los aliados

(Bartolomé Mitre), para que se avance con las columnas

inmediatamente y no se dé más tregua al enemigo, pero

Mitre lo impugnó, al hallar mejor conservar las posiciones

ya conquistadas hasta que les llegasen nuevos refuerzos

expedicionarios.

Pero tampoco se puede decirse aquí, que ese fue un

periodo de inactividad total, pues estos mismos

impedimentos no estorbaron para que se levantasen

trincheras en frente a las líneas de Rojas, mientras que

para diversos otros puntos se expedían algunas tropas

avanzadas y algunos piquetes de reconocimiento.

A la par de lo antedicho, el general Mitre, que

formalmente se opusiera a la marcha del ejército aliado

hacia el norte, instaba impetuoso con el Almirante

Tamandaré para que éste atacase de una vez el fuerte de

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83

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

Humaitá por el río. Empero, el Almirante igualmente se

negó, pues pensó que no debía de hacerlo por considerar

que ese acto era una locura que podría sacrificar la causa

que todos ellos estaban defendiendo.

Mientras tanto, otras contrariedades se sumaron

durante el trascurso de las desavenencias del comando,

pues el enemigo no cesaba de molestar a los invasores,

tanto por río como por tierra. Y yuxtapuesto, el clima

inhóspito de la región también iba causando daños

enormes a los aliados.

Sin embargo, mismo que la elocuencia nos permita

insistir en afirmar que ese era un periodo de ocio y apatía

para la tropa, muy pronto llegó el día en qué, molesto por

tener que enfrentar aquella inacción de lucha tan

prolongada, el Mariscal Osorio finalmente se desentendió

de vez con o general Mitre, y el 15 de julio de 1866 pasó

en definitivo el comando de su ejército para el general

Polidoro y se retiró de vuelta al Brasil.

Con todo, así que asumió el comando de las tropas

brasileñas, el general Polidoro cuidó urgentemente de salir

de aquella situación de holganza e inactividad que tanto

perturbaba a él y a la soldadesca. En aquella misma noche,

el general Xavier de Sousa, con la 4ª División de

Infantería, gestiona atacar una nueva trinchera que los

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84

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

paraguayos estaban levantando y, no obstante a la fuerte

resistencia encontrada, consigue tomarla del enemigo.

Oficial de la caballería brasileña (izq.) y soldado paraguayo aprisionado (der.), entre

1865 y 1868. Las vestimentas de los militares paraguayos eran precarias y prácticamente todos andaban descalzos.

Pero resulta que durante el transcurso de los tres días

siguientes, como si ellas fuesen atizadas por el diablo, las

huestes enemigas, todavía que bajo un fuego continuo, no

descansaron de su furor de exterminio y, en cierto

momento, todo indicaba que el ejército paraguayo estaba

reculando de a poco, pero reiteradamente los aliados

fueron siendo barrados una y otra vez, ahora delante de

Curupaytí.

Page 86: El Sagaz Teniente Alférez

85

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

Solamente a fines del mes de agosto (un mes y medio

después), ocurre la bienvenida llegada del Barón de Porto

Alegre al local, trayendo consigo los pertinentes socorros

y ayudas que tan ansiosamente se esperaba.

Una vez que advirtieron estar con las tropas

reforzadas y ya subyugada la porfiada obstinación del

general Mitre, es que el consejo de generales resuelve

avanzar sobre el fuerte de Humaitá, momento en que se

combina la realización de operaciones simultaneas por

parte de la escuadra (todavía comandada por Tamandaré)

y de las fuerzas de tierra. Sin embargo, antes de lograr el

objetivo, entendían que era necesario atacar Curupaytí, un

fuerte bien guarnecido que estaba localizado al sur del de

Humaitá, la formidable plaza de guerra que se había

convertido en el albo principal de los aliados.

Solamente el día 1º de setiembre de 1866, el general

Porto Alegre, con cerca de nueve mil hombres

pertenecientes a diversas milicias de los ejércitos aliados,

finalmente logra embarcarse en navíos de la escuadra,

siguiendo río arriba con destino a Curupaytí.

Sin embargo, antes de lograr alcanzar aquellas

fortificaciones, las fuerzas aliadas se ven retenidas frente

al bien defendido fuerte de Curuzú. Entonces los

comandantes deciden enfrentar la cuestión sin pestañear, y

ordenan que allí se desembarque a la tropa, y se pase a

Page 87: El Sagaz Teniente Alférez

86

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

trabar en tierra combates que, posteriormente, permitieron

ser catalogados como desesperados e iracundos, en cuanto

la escuadra del Almirante pasaba a bombardear el referido

fuerte.

El 26º Batallón de Voluntarios da Patria proveniente de Ceará, en acción durante la

guerra, entre 1867 e 1868

En paralelo a las pugnas guerreras que estaban

ocurriendo durante los meses siguientes a la manumisión

de la Villa de Uruguaiana, nos permite decir que todas las

circunstancias venideras sirvieron para ir calando hondo

en el ánimo de José, y cada vez más podía ser apreciado

cómo todo el hábitat por donde al muchacho le tocaba

estar, con sus muertos, sus mutilados, sus heridos junto

con su consecuente sequito de almas agonizantes, sumado

a los fogonazos de cañón, los tiros de las arma de fuego,

Page 88: El Sagaz Teniente Alférez

87

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

las bayonetas, los puñales y las espadas que silbando por

encima de las cabezas como si fuesen pájaros de mal

agüero, iban de a poco y cada vez más ahondando su

entorpecimiento psíquico e inmaterial, dejándolo como si

estuviese petrificado en él.

Al mismo tiempo, la situación me permite apuntar que

el alma de aquel barbilampiño adolescente que había

iniciado con fervor juvenil sus pasos en las huestes

imperiales, de pronto y a fuerza de golpes y porrazos,

había madurado y la situación lo había convertido en un

santiamén en un soldado rudo, sin sentimientos de

vergüenza o culpabilidad dentro del cuerpo de un hombre

aun siendo un muchacho. Y por entonces, cuando le

llamaba la atención ese aturdimiento que tomaba cuenta de

si, especialmente el hecho de no afectarle solo las muertes

y las víctimas, sino también los vivos, los supervivientes y

el propio comportamiento de los otros soldados, es que le

surgían preguntas como: ¿Cómo debía interpretar su

generación, o la de los nacidos más tarde, la información

que ellos recibían sobre los horrores acontecidos en los

campos de batalla?

No creo que sea necesario responder aquí los

cuestionamientos morales y éticos que zumbaban dentro

de la mente de José, pero sí vale la pena rescatar un

contundente relato oficial donde se narran casi en detalle

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El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

los sucesos ocurridos durante la cruenta batalla de Tuyutí,

y que nos ha de servir de ensayo para comprender un poco

mejor las incertidumbres del propio José, así como las

muchos otros combatientes jóvenes que unieron filas en el

hecho:

El Dispositivo Aliado

En la mañana del 24 de mayo de 1866, en el campo

aliado, la línea de batalla se encontraba dispuesta de la

siguiente forma:

Avanzada:

Batallones “Libertad” e “Independencia”.

Ala Derecha:

1º Cuerpo Argentino con toda su caballería

montada, excepto el Batallón “San Martín”, y

teniendo el Regimiento de Artillería Ligera de

Vedia, en posición.

Centro:

Una Batería del 1º Regimiento de Artillería Ligera

Brasileña (25 piezas rayadas), y los Batallones

orientales “Florida” y “24 de Abril”, a las órdenes

de León de Palleja.

Ala izquierda:

2º Batallón de Infantería brasileña. Batería Oriental

(6 piezas). Y otros tres batallones brasileños.

Page 90: El Sagaz Teniente Alférez

89

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

Reserva:

Una Brigada de la División Victorino (Brasil)

El asalto sobre la Izquierda Aliada

Desde las tempranas horas de ese día, se escucharon

movimientos en la línea enemiga, pero que no fueron

debidamente interpretados.

Igualmente se sabía que por su ala derecha, entre el

pajonal del estero, los paraguayos disponían de 4

Batallones y 2 Regimientos de Caballería.

A las 10 horas, un cohete tipo Congrève que cayó

sobre el Batallón “Florida”, fue la señal de ataque. La

columna enemiga avanzó sin disparar, a la bayoneta o con

sable en mano la caballería, sobre las líneas avanzadas

aliadas.

Los Batallones “Independencia” y “Libertad” fueron

tomados por sorpresa y no tuvieron tiempo de formar,

siendo deshechos por los paraguayos. Por su vez, el

“Libertad” perdió a su Comandante, D. H. Castro y una

bandera. Los hombres retrocedieron sobre las fuerzas del

Centro Aliado.

Inmediatamente, las Baterías Oriental y Brasileña

comenzaron a disparar metralla y bala, derribando a

cuantos paraguayos les era posible en pajonales y bañados.

La caballería enemiga, repelida por la izquierda, se lanzó

contra el Centro, pero la Batería allí dispuesta era

Page 91: El Sagaz Teniente Alférez

90

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

impenetrable. Los paraguayos llegaron, sin embargo, a 50

metros de la boca de nuestros cañones, provocando bajas

entre los servidores.

Tras retirarse, la columna paraguaya se rehízo en el

monte de sus primeras bajas, penetrando por fuera de los

Batallones Brasileños e ingresando al campo aliado.

Atacada por la Artillería de la Segunda Línea,

retrocedió, siendo asaltada en ese momento por las tropas

del “Florida” y el “24 de Abril”, enviadas especialmente

por Flores a reforzar el flanco, tras el rechazo del asalto al

Centro. Los paraguayos fueron perseguidos por los

aliados, que les capturaron 5 obuses de a 16.

El asalto a la Derecha

Al mismo tiempo, dos fuertes columnas enemigas

asaltaban el Centro y el ala Derecha. La fuerza enemiga

comprendía 7 Batallones y 2 o 3 Regimientos de

Caballería que estuvo a punto de envolver al Cuerpo

Argentino, asaltándolo por la espalda antes que pudiese

formarse en cuadro.

La caballería paraguaya fue totalmente aniquilada por

la Artillería de Vedia y el fuego de fusilería. Luego de tres

horas de sangrientos combates, los paraguayos se retiraron

dejando el campo cubierto de muertos.

Page 92: El Sagaz Teniente Alférez

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El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

Soldados uruguayos atrincherados durante la batalla de Tuyutí.

Asalto al Centro

El Centro aliado fue atacado por otra columna de 4

Batallones, una Batería de Cohetes y 2 o 3 Regimientos de

Caballería.

Aquellos hombres avanzaron ciegamente contra los

cañones y las armas de la Brigada brasileña “Victorino”,

las tropas orientales y otros dos Batallones brasileños,

además de los restos reagrupados de tropas del “Libertad”

y del “Independencia”.

El resultado fue una carnicería: el campo quedó

sembrado de cadáveres de hombres y animales, quedando

los paraguayos clavados a 200m de la línea aliada, después

de establecer tres asaltos infructuosos.

Tras el rechazo del peligro enemigo en el flanco

izquierdo, el General Flores ordenó a León de Palleja

asaltar el centro paraguayo, cosa que realizaron el

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92

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

“Florida” y el “24 de Abril”, recién regresados del flanco

izquierdo.

Los orientales arrollaron al enemigo hasta el bañado,

capturando una bandera, pero sufriendo fuego graneado de

una batería paraguaya de 20 o 30 piezas durante 2 horas,

debiendo retirarse de Palleja sin poder explotar el éxito.

A las 14:30 horas todo había terminado, aunque la

columna paraguaya retirada al monte continuó

intercambiando fuegos con los aliados durante varias

horas.

Palleja anotó en su Diario que la Batalla de Tuyutí

debió ser la batalla decisiva de la guerra, pero que “faltó

orden” para la debida explotación del éxito.

Contemplando la carnicería del enfrentamiento y el

shock del ataque, esto es, al menos, dudoso que se

consiguiera.

Las pérdidas

Cuando los combates cesaron a las 15:30 horas y se

hizo el recuento de bajas, León de Palleja estimó que los

paraguayos habían tenido 7.000 muertos, 500 heridos y

habían perdido 2.000 caballos, 5 piezas de artillería y

varias banderas.

Los Aliados habrían sufrido 400 muertos, 800 heridos

(entre ellos el General Sampayo, el Coronel Rivero, los

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93

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

Comandantes Pagola, Marcelino Castro, Galván, Meneses

y Cavalcante).

Al día siguiente, -siempre según las anotaciones de

León Palleja-, se reveló que las pérdidas orientales fueron

éstas:

Batallones “Florida” y “24 de Abril”: 17 muertos y 40

heridos.

Batallones “Libertad” e “Independencia”:

Comandante Castro y dos oficiales muertos. Las bajas

debieron ser cerca de 200, puesto que luego de Tuyutí

los dos Batallones se fundieron en uno solo, llamado

de “Voluntarios Independientes”, a cargo del Mayor

Evia. Parte de estas bajas fueron a causa de “fuego

amistoso” (propio), ya que la metralla de las baterías

aliadas alcanzó por igual a amigos y enemigos en el

Ala izquierda.

Escuadrón de Artillería: Teniente Aguilar (herido de

muerte) y 10 heridos.

Esto indicaría alrededor de 300 bajas orientales.

Existen, sin embargo, fuertes controversias en cuanto a la

cantidad de hombres que cayeron ese día. Según Eduardo

Acevedo, que reproduce el “Boletín del Ejército Aliado”,

las bajas realmente fueron estas:

Paraguayos: 4.200 muertos y 350 heridos

Brasileños: 413 muertos y 2.090 heridos

Page 95: El Sagaz Teniente Alférez

94

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

Argentinos: 126 muertos y 480 heridos

Orientales: 133 muertos y 163 heridos (esto

coincide con lo anotado por Palleja)

Total de bajas Aliadas: 672 muertos y 2.733

heridos (3.405)

No en tanto, un corresponsal de guerra, quizás

exagerando, al emitir su resumen casi duplicó las cifras

totales:

Paraguayos: 5.993 muertos, 210 heridos

prisioneros, 1.672 heridos retirados por sus

camaradas (7.875 en total)

Brasileños: 3.572 bajas

Argentinos: 800 bajas

Orientales: 253 bajas (vuelve a coincidir bien)

Total de bajas Aliadas: 4.625 hombres

Esto significaría decir que en Tuyutí -la Batalla más

sangrienta de la Guerra del Paraguay- las bajas fueron de

12.500 hombres, sobre 50.000 que combatieron ese día

(25%).

Palleja ha sugerido también que los soldados

paraguayos avanzaron ebrios, pues es un hecho que se

había distribuido bebida entre ellos, antes del combate. Y

esto se repetiría luego en las cargas suicidas de otras

batallas.

Page 96: El Sagaz Teniente Alférez

95

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

También se dice que sus oficiales les ordenaron

apoderarse de los cañones, en el falso supuesto de que las

tropas aliadas huirían frente a un asalto decidido.

Asimismo se afirma que entes de que se diese inicio al

combate, los jefes paraguayos, Generales Resquín y

Barrios y Coronel Díaz, fueron convencidos por Solano

López de que ésta sería la batalla decisiva de la guerra.

Pero no lo fue, y como lo muestra el detalle de la

pintura de Hequet, el nombre “Tuyutí” (que significa barro

blanco o “barro bayo” en guaraní) bien debería ser

cambiado por el de “barro ensangrentado”...

Esta fue la mayor batalla campal de la guerra,

envolviendo 56.000 combatientes: 24.000 paraguayos y

32.000 aliados (21.000 brasileños, 9.700 argentinos y

1.300 uruguayos). Los combates se iniciaron por la

mañana y al final de la tarde, los paraguayos tendrían

perdido, entre muertos y heridos, 13.000 soldados, e los

aliados, cerca de 4000.

Batalla de Tuyutí: detalle del cuadro de Cándido López

Page 97: El Sagaz Teniente Alférez

96

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

El Vencedor de Curuzú

También ha sido un consenso entre los historiadores,

destacar que Tuyutí era un local sumamente insalubre que

provocaba las más diversas enfermedades en las tropas, ya

sea debido a los cadáveres insepultos o enterrados en

vallas que de por sí contaminaban el agua para beber, o

por la falta de remedios en los hospitales de campaña, o

hasta mismo por causa de la insuficiencia en la nutrición

de los soldados, factores que sólo hacían rarefacer la moral

de las tropas que muchas veces recibían sus sueldos con

varios meses de atraso.

Richard Francis Burton llega a relatar con acuidad la

región inhóspita que las tropas aliadas tenían que suplantar

para atacar el Paraguay, resaltando que la región es una

“tierra de nadie” [...] la laguna es, en verdad, un pozo o

una pequeña charca que se llena con las inundaciones y

que retiene el agua gracias a un lecho de argila dura. “El

bañado” es un campo de profunda lama pegajosa y agua

estancada, un tanto más mojado que uno “pantano” o un

cenagal. El “Estero” [...] es una corriente que fluye

perezosamente a través de un pantanal. “[...] los brasileños

instalaron allí una batería de 8 cañones, en óptimas

condiciones para destruir “Guardia Carracha”, también

conocida como Fuerte Itapirú”

Page 98: El Sagaz Teniente Alférez

97

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

Sirviéndonos de las fuentes visuales para intentar

componer una narrativa aunque más no fuese mental de la

contienda, José se resentía por la ausencia casi que

completa de temas que no fuesen los referentes a la cólera,

a la higiene precaria, a la alimentación y a las dificultades

de toda orden que asolaban a los beligerantes. Bravuras

que se comprueban no apenas en el calor de las batallas,

pero, principalmente, por la resignación y la privación a

que los soldados estaban siendo sometidos en sus

inhóspitos campamentos.

Acampamento argentino e hospital brasileiro, foto de Bate y Cia W.

Claro que los humanos no podemos aspirar a

comprender lo que en sí es incomprensible, ni tenemos el

derecho a comparar lo que en sí es incomparable, ni a

realizar cualquier pregunta, porque es sabido que el que

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98

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

pregunta, aunque no ponga en duda el horror, si lo hace

objeto de comunicación en lugar de asumirlo como algo

ante lo cual sólo se puede enmudecer, el sujeto termina

siendo presa del espanto, la vergüenza y la culpabilidad.

Por lo tanto, no hay lugar a dudas de que José se pasaba el

tiempo cavilando que, en realidad, hay cosas en las que el

ser humano no debe nunca mezclarse, así como tampoco

debe negarse a hacerlas a menos que le cueste la vida.

Por consiguiente, las acciones bélicas llevadas a cabo

en tierras paraguayas meses después de la rendición de

Uruguaiana, bajo muy precarias condiciones humanas,

continuaban perpetrándose, y en ese entonces el comando

general convino que las fuerzas terrestres brasileñas

quedarían constituidas por dos Cuerpos de Ejército: El

primero, a la orden de Osorio y, el segundo, a la del

Vizconde de Porto Alegre, aunque solamente en 15 de

mayo de 1866, éste último tuvo autorizada su licencia para

apartarse de la Cámara de Diputados y permanecer en el

comando y así entrar en tierras paraguayas. Y es ahí que

su obra surte singular efecto con la tomada de Curuzú, el 3

de septiembre de 1866, cuando las lideró.

Quedó registrado que al clarear el día, el Vizconde

mandó formar la infantería en peso, a la retaguarda y a la

izquierda de la batería de 6 bocas de fuego del regimiento

provisorio, aprovechándose de las ondulaciones del

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99

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

terreno, y cubriéndose de modo conveniente la frente y la

izquierda por los tiradores que lo apoyaban por este flanco

del río y por la derecha con cerca de 3.500 hombres de

caballería, que se encontraban a pie, y de 200 de la brigada

ligera (montada).

Dada la señal de fuego este fue realizado con

verdadero entusiasmo por los artilleros, pero siendo

enérgicamente respondido por los cañones de los

enemigos paraguayos, a pesar de las bajas que ellos

sufrían por parte del cañoneo de la escuadra brasileña.

Luego fue ordenado el asalto: “en pocos minutos las

fuerzas brasileñas, cubiertas por una lluvia de hierro y

chumbo que no les embargaba el paso, vencieron el foso y

escalaron el repecho, donde la lucha se torna casi personal

con los artilleros e infantes enemigos”.

Ese día, la victoria fue alcanzada exclusivamente por

los brasileños.

Page 101: El Sagaz Teniente Alférez

100

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

Los resultados de Boquerón y Sauce

Después de la escabechina ocurrida en la célebre

batalla del 24 de mayo, el tirano López buscó reorganizar

su ejército lo antes posible y en julio de 1866 decide

deflagrar casi que consecutivamente, las batallas de

Iatayti-Corá el día 11, la de Boquerón el día 16 y la de

Sauce, el día 18. Para el tirano, en su mente arbitraria, no

había tiempo a perder.

En realidad, estas eran sólo pequeñas escaramuzas

que más se caracterizaban por ser disputas de trincheras y

de defensa de fortificaciones, de lo que se convendría

llamar de una verdadera querella por conquista de

posiciones enemigas.

Sin embargo, mismo siendo abreviados altercados, y

según nos lo resalta el historiador Doratioto: “en tres días,

en las batallas de Boquerón y Sauce, los aliados tuvieron

bajas que llegaron casi a 5.000 hombres puestos fuera de

combate, mientras que los paraguayos tuvieron tan sólo

2.500”.

Pero a pesar de que las pérdidas humanas resultasen

pesadas para los dos lados, en ese entonces no hubo un

gran avanzo territorial por parte del ejército guaraní, y las

fuerzas aliadas tuvieron que permanecer en Tuyutí por un

Page 102: El Sagaz Teniente Alférez

101

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

largo tiempo, siendo severamente castigadas por el cólera-

morbus.

Aun así, consta que Tuyutí fue el mayor

acantonamiento de tropas aliadas levantado en territorio

paraguayo. Tenía hasta comercios establecidos para

atender a los militares, y que según nos cuenta Ricardo

Salles: “fue durante el día-a-día de los acantonamientos,

que los soldados consumían la mayor parte del tiempo de

guerra”.

Igualmente, relata que: [...] el terreno era alagadizo,

cubierto por matas densas y desconocido, en cuanto el

clima era húmedo, llegando a ser muy caliente durante el

verano y muyo frio en el inverno”. Situación no muy

distinta según afirma el relato de Benjamín Constant,

quien atestigua: “además de ser un territorio cubierto de

matos, de bañados, y de pantanos inmensos, tenemos las

epidemias, las aguas pésimas, el calor excesivo que

quema, que asfixia en el verano, y el frio que congela

durante el inverno... No hay aquí medio término”.

Consecuentemente, se puede agregar conforme nos

destaca el combatiente Dionísio Cerqueira al respecto de

la mala calidad de las comidas con que se alimentaba a la

tropa, al dejar bien claro que los soldados hacían versos

para ironizar la manducatoria que era servida a los

batallones:

Page 103: El Sagaz Teniente Alférez

102

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

“Osorio nos daba churrasco...

Y Polidoro harina...

El Marqués nos daba jabá...

Y Su Alteza, sardinas”.

En un otro pasaje de su libro, Cerqueira también

destaca que, para que el campamento pudiese ser

considerado adecuado, este debería tener,

obligatoriamente, tres condiciones esenciales:

Una casa para el Sr. Marqués;

Un naranjal para el Sr. General Osorio;

Un bañado para la artillería.

Ciertamente que, para poder encarar de una forma

más leve la dureza de la vida en campaña, los soldados

buscaban divertirse haciendo versos y así satirizaban las

condiciones extremamente precarias a la que ellos fueron

sometidos.

Cabe aclarar que Dionísio Cerqueira asentó plaza a

los diecisiete años cuando recién se iniciaron las

hostilidades en el sur de Brasil. Participó de los cinco años

de la contienda y, cuarenta años después, escribió sus

reminiscencias. Comenzó actuando como soldado y volvió

como teniente de infantería. Fuera de los relatos épicos

que este autor cita a lo largo de su texto, su libro trae

muchas curiosidades sobre la campaña militar de la Guerra

Page 104: El Sagaz Teniente Alférez

103

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

del Paraguay. Su prosa no deja de ser un relato precioso,

pues el autor fue testigo ocular de los acontecimientos.

En el pasatiempo de esta lucha de trincheras que una

hora toman los paraguayos, y en la hora siguiente los

aliados, quedó determinada la victoria paraguaya, pero los

aliados mudaron su mira para la fortaleza de Curupaytí.

Page 105: El Sagaz Teniente Alférez

104

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

La retirada de Curupaytí - 22/9/1866

Las tremendas y fatigosas luchas que se establecieron

en los campos de Curuzú, Iatayti-Corá, Boquerón y Sauce

fueron a tal punto, desmedidas, que los historiográficos se

permiten afirmar que los contextos de la querella le hizo

posible a los aliados antever las sorpresas que aun los

aguardaban en el río Paraguay.

Pero recapitulando un poco, cuando las fuerzas

aliadas aún estaban en los alrededores Curuzú, en cierto

momento, en medio al progreso del combate, del tronar de

los cañones y del chasquear de la fusilería, se escuchó un

estampido. Era la explosión de un torpedo que, en pocos

minutos, puso a pique a uno de los vasos de guerra

brasileño. Era el encorazado Rio de Janeiro, cuja

tripulación fue casi toda sacrificada.

Tremenda catástrofe, no en tanto, no disminuyó el

vigor de la investida, y en pocas horas el fuerte terminó

siendo tomado de asalto por los aliados, a pesar de los

prodigios de heroísmo con que él fue defendido hasta el

último instante por parte de la topa guaraní. Por

consiguiente, aprovechando la buena mano que le

proporcionaba la ocasión y una vez justipreciando sentirse

ya los señores del fuerte de Curuzú, el general Porto

Page 106: El Sagaz Teniente Alférez

105

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

Alegre trató de avanzar lo más rápido posible sobre

Curupaytí, esperando apenas por la llegada de algunas

tropas de refuerzo que deberían venir del campamento

general.

No en tanto, mientras aún eran perceptibles las

señales de jolgorio y los festejos entre las tropas que

conmemoraban la victoria alcanzada con tanto sacrificio,

sucede que en paralelo, entre los líderes aliados

sobrevienen divergencias tales, que casi llegan a

comprometer la suerte de la Tríplice Alianza y el propio

éxito de la campaña hasta aquí llevada con tanta

abnegación y coraje.

Resulta que el general Mitre, el hasta entonces

comandante en jefe argentino que aún continuaba parado

en Tuyutí, toma por decisión personal recibir a un

emisario del dictador paraguayo Solano López, que había

requerido una conferencia con los generales aliados.

En desaprobación a la realización de tal parlamento,

el general Polidoro, entonces comandante de las fuerzas

brasileñas, se recusa terminantemente a entrar en

negociaciones con el dictador, e insiste impetuosamente

por la avanzada inmediata sobre los fuertes de Curupaytí y

Rojas. Entre tanto, el general Flores (comandante

uruguayo) se une a la intención de Mitre, y resuelven por

sí tratar con el jefe enemigo.

Page 107: El Sagaz Teniente Alférez

106

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

Conforme rememora el historiador George

Thompson, en el momento del encuentro, las escoltas

hicieron un alto, y solamente los dos presidentes

avanzaron, los que después de cumplimentarse, apearon y

dejaron los caballos con sus ordenanzas, y comenzaron la

conferencia, manteniéndose los ayudantes de ambos a una

distancia apropiada de ser llamados para una eventualidad.

Pasados algunos minutos, Mitre mandó convidar a Flores

y Polidoro para que cumplimentasen a López y a asistir a

la conferencia. El comandante brasileño respondió que,

estando allí el general en jefe, su presencia era

desnecesaria.

La entrevista de Iatayti-Corá el 12 de septiembre de 1866 - Álbum de la Guerra del

Paraguay, nº 4, 15 de marzo de 1893.

Page 108: El Sagaz Teniente Alférez

107

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

No en tanto Flores siguió, y fue presentado a López,

quien lo acusó de haber sido el propio el causador de la

guerra, al procurar por la intervención brasileña en

Montevideo, a lo que Flores le respondió que así lo hizo,

para preservar la independencia da Banda Oriental.

La discusión no quedó zanjada, pues Mitre se apoyaba

en el tratado de la Tríplice Alianza mientras que López no

aceptaba los términos que estaban previstos en las

cláusulas del referido acuerdo.

En cuanto esto ocurría, las naciones vecinas –Perú,

Bolivia y Chile– protestaban para que la paz se consumase

de una vez en el territorio guaraní, principalmente en

recurrencia de la matanza que ocurría en aquel país. Por

otro lado, en la gobernación Argentina fue considerada

una salida posible, ya que la guerra era impopular. Con

tales ocurrencias en contrario a lo que había sido pactado,

el emperador pasó a desconfiar de la diplomacia del líder

argentino quien podría estar negociando la paz en

desacuerdo al tratado de la Tríplice Alianza.

Como ya fue dicho, lo antes relatado ocurrió luego

después de la victoria de Curuzú, y el ayuntamiento se

llevó a cabo en la célebre conferencia de Yataity-Corá, y

mismo que en ella no se haya firmado la paz, el

entretiempo de demora proporcionó al dictador paraguayo

Page 109: El Sagaz Teniente Alférez

108

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

un período más que suficiente para fortificar la posición

que ocupaba en Curupaytí.

Además, vale destacar que por esa época una lluvia

torrencial tomaba cuenta de la región, lo que terminó

postergando el ataque que fuera marcado para el día 17, y

el cual terminó ocurriendo solamente el día 22, cuando los

aliados, comandados por Mitre, fueron entonces repelidos.

En efecto, al celebrarse la conferencia en la cual no

tomó parte el general brasileño, el desarrollo de los hechos

permitió que el dictador tuviese un relámpago de

esperanza al vislumbrar una fractura en la unidad aliada, y

por ello pretendió entrar en acuerdo sólo con los dos

generales, pero al darse cuenta de la estratagema del

dictador, Flores protestó y Mitre terminó imponiendo a

López que este renunciase al poder y se retirase lo cuanto

antes del Paraguay, como una condición absoluta para que

se firmara paz, y en acuerdo con los términos firmados en

el pliego de la Tríplice Alianza.

Finalmente, al quedar burlada la tentativa del tirano,

los jefes aliados deliberaron que tenían que atacar sin más

demora el fuerte de Curupaytí, resultando de tal

consideración que Mitre iría ser quien comandaría el

ataque personalmente, lo que, como ya fue dicho, ocurrió

en verdad el 22 de setiembre de 1866.

Page 110: El Sagaz Teniente Alférez

109

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

Sin embargo, esta fortaleza era considerada por los

aliados como inexpugnable, no sólo por causa de los

grandes recursos de combate de que disponía, como

también por las líneas de trinchera que era necesario

destruir para lograr llegar hasta ella. Por consiguiente, el

día del ataque, al cabo de largas horas de fuego, el general

Mitre mandó tocar la retirada, teniendo como corolario a

esta altura de la batalla, una suma de elevadas pérdidas en

las huestes aliadas que llegaron a la cifra de 4.000

hombres, entre muertos y heridos. Por otro lado, y ante la

retirada de los invasores, los paraguayos ya se

consideraban victoriosos.

Soldados paraguayos en Curupaytí tirando desde una trinchera contra las tropas aliadas.

Posteriormente, por causa de los pifies resultados del

ataque, un gran desánimo pasó a tomar cuenta de la tropa

que componía los ejércitos aliados, y otra vez vuelven a

Page 111: El Sagaz Teniente Alférez

110

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

agravarse las divergencias y los descontentamientos entre

los jefes. Fue entonces que el general Flores decide

abandonar su puesto y se retira para el Uruguay, mientras

que el Almirante Tamandaré también se exonera del

comando de la escuadra brasileña por causa de sus

divergencias junto a Mitre. En ese momento la situación se

torna sumamente embarazosa para el comando de la

alianza.

El propio general Porto Alegre, en una

correspondencia escrita tres días después del malogrado

ataque de Curupaytí, y enviada a un amigo, -el coronel

Tristão de Araújo Nóbrega-, realiza una detallada

descripción de la situación, así como de las alteraciones

que él indicó y de los acontecimientos que se siguieron:

“Luego después de la tomada de esta posición,

pedí un auxilio de cuatro mil hombres de

infantería, para poder proseguir de acuerdo con la

escuadra en la ejecución del plano que en junta de

guerra habíamos combinado, tomando Curupaytí y

atacando Humaitá, que estaba mal guarnecida de

tropas”...

“...No siendo desgraciadamente satisfecho aquel

mi pedido, sólo el 12 de este mes es que el general

Mitre aquí llegó con su ejército argentino trayendo

junto una fuerza de ocho a nueve mil hombres, y al

Page 112: El Sagaz Teniente Alférez

111

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

día siguiente una brigada de 2.000 hombres de

infantería, que el Sr. General Polidoro me

mandara. Como los argentinos no vinieron prontos

para realizar luego el ataque, tanta demora, como

yo previera, dio lugar a que el enemigo diese un

gran desenvolvimiento a su atrincheramiento de

Curupaytí, acumulando allí más de 50 bocas de

fuego, siendo una gran parte de grueso calibre, 68

e 32, y concentrando en aquel punto la mayor

parte de la fuerza de su ejército”...

“...la presencia de medios de resistencia tan

poderosos, como eran aquellos a que me refiero,

entendí que ya no podía tener lugar el premeditado

ataque conforme lo habíamos combinado,

debiendo sufrir una modificación en sus

disposiciones, esto es, que en vez de ser

simultáneo, el ataque de Curupaytí y el de las

líneas de atrincheramiento enemigo sobre el

Tuyutí, donde está el 1º cuerpo del ejército,

convenía que el ataque de aquel punto precediese

al de las mencionadas líneas, para que el general

Polidoro pudiese venir con su ejército, que dista de

aquí a menos de dos leguas, y atacar pela

retaguarda las fortificaciones de Curupaytí, al

paso que nosotros le haríamos el ataque por la

Page 113: El Sagaz Teniente Alférez

112

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

frente, y entonces ellos serían forzados a

abandonar la posición, teniendo dos expedientes a

tomar: concentrar sus fuerzas en Humaitá, lo que

no me parece probable que hiciesen, porque

tendrían allí la suerte de las que comandaba

Estigarribia en Uruguaiana, o retirarse

procurando pasar el Tebicuarí, operación ésta

que, con los poderosos recursos de que

disponemos por agua, podríamos malograr,

embarcando aquí y haciendo desembarcar más

arriba de aquel río una fuerza tal que los

imposibilitase de intentar cualquier resistencia en

Asunción o de llegar primero que nosotros a Villa

Rica”.

Claro está que la mudanza sugerida por general Porto

Alegre no fue acepta por los otros generales en jefe, y el

plano inicial para ejecutar el ataque fue mantenido. Pero

en la misma correspondencia, puede observarse otra

expectación que el general escribió:

“…Prosiguiendo el ataque hacia la segunda línea

de la fortificación, que consistía en sobrepasar un

foso, conteniendo un gran terraplén erizado de

artillería, teniendo a su frente un bañado muy

atollado y sobre el cual se habían establecido

abatíes (árboles derrumbadas), imposible fue

Page 114: El Sagaz Teniente Alférez

113

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

realizar el asalto, ya que a las mejores tropas del

mundo le sería también imposible llevar a

efecto”…

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114

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

El Manuscrito de Cándido López

Campamento del 29º Cuerpo del Ejército Brasilero en

Guiuzú, 20 de septiembre de 1866.

“El Vizconde Porto Alegre, jefe del 29º Cuerpo del

Ejército Brasileño, tuvo la gloria de conquistar

esta posesión el día 3 de septiembre de 1866,

donde derramaron copiosa sangre sus valientes

batallones de Voluntarios de la Patria.

Inmediatamente se ocupó de hacer abrir un foso a

trescientos metros (al norte) apoyando su costado

izquierdo en el bosque de la barranca del río, y su

flanco derecho en la laguna; colocó en posición su

artillería y parte de la que había sido tomada al

enemigo y quedó de este modo resguardado de

algún ataque que pudieran traerle los paraguayos

por el lado de Curupaytí.

“Dentro de ese recinto acampó su ejército y en un

grupo de ranchos que abandonaron los

paraguayos en su fuga rodeado de altos curupayes,

estableció su Estado Mayor. Aún se conservaba en

uno de estos altos árboles una tosca y frágil

escalera donde el enemigo colocaba un vigía para

que observase la escuadra cuando esta

Page 116: El Sagaz Teniente Alférez

115

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

evolucionaba del otro lado de la isla. Al pie de la

muralla que da frente al río, estaban sepultados

los oficiales que sucumbieron gloriosamente en la

lucha. Unas humildes cruces señalaban este

enterratorio que era mirado con veneración y

respeto por sus camaradas cuidando de no

profanarlas con sus patas. Un grupo de soldados

vestidos de zuavos llamaban la atención con sus

vistosos uniformes, únicos en el ejército.

“Claro que el río no podía presentar, a la vez, un

aspecto más animado y pintoresco; gran cantidad

de buques se movían en distintas direcciones, allí

estaba fondeada la numerosa Escuadra brasileña,

también los pocos buques argentinos y sus

transportes fletados.

“A tal imagen debe agregarse la gran cantidad de

embarcaciones de comercio, de variadas

dimensiones y formas. Del otro lado de la isla de

Curuzú se vela una línea interminable de mástiles

con banderas de distintas naciones, siendo las más

italianas.

“El patriota almirante don José Muratore que me

honraba con su amistad y cariño, fue el que me

proporcionó los útiles para hacer estos bocetos, y

este fue el último que trazó mi mano derecha dos

Page 117: El Sagaz Teniente Alférez

116

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

días antes de ser destrozada por la metralla

enemiga, y dio la casualidad que a este paraje

llegué cuando me retiré herido del combate, donde

me encontré con el Dr. Lucilo del Castillo quien

con toda solicitud puso hilas y vendas a mi herida.

“En el asalto de Curuzú, las fuerzas brasileñas

tuvieron 11 oficiales muertos y 40 heridos. Eran

dos compañías de negros Bazanos que servían a

bordo. Dicen que era la guardia del almirante de

la escuadra. Muy raras veces estos se veían en

tierra. Un capitán de estas compañías de nombre

Marcelino Díaz, tomó participación en el ataque

de Curuzú como agregado al batallón 8º de

Voluntarios de la Patria de Río de Janeiro y este

tuvo la gloria de arrear la bandera paraguaya que

allí flameaba”.

Page 118: El Sagaz Teniente Alférez

117

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

Revista Súper interesante, año 13, nº 9, septiembre de 1999. pg. 32-41.

Brasil

“Los trabajos de Cándido López (1840-1902), fueron

comprados por el Estado argentino y se encuentran

actualmente en el Museo Nacional de Bellas Artes y en el

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118

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

Museo Histórico Nacional, ambos en Buenos Aires.

Ciertamente la documentación pictórica de Cándido

López es la mayor encontrada sobre la contienda.

Favoreció su a representación verosímil de los cuadros de

López su conocimiento y actuación como fotógrafo, y

debido a la participación directa del artista en la

campaña”.

Page 120: El Sagaz Teniente Alférez

119

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

El Reflejo de una Situación Alarmante

En cuanto los aliados sufrían consecutivos reveses

tanto en el campo de batalla como en el artejo de las

estrategias, Solano López buscaba incendiar de alguna

manera los ánimos de sus tropas y aprovechaba el tiempo

que le concedían los aliados para aumentar lo máximo

posible sus obras de defensa.

Además, es conveniente apuntar que al cruento

escenario de la guerra también se le acumulaban otros

pormenores inherentes a esta, ya que en las dos repúblicas

platinas (Uruguay y Argentina), las condiciones de la

política interna de esos países eran muy precarias y sus

sucesos dificultaban la acción ilimitada de los respectivos

gobiernos. Envueltos en disputas política, los líderes

aliados cayeron rendidos en torno de Curupaytí y, luego

enseguida, Mitre se retira del teatro de operaciones para

buscar ahogar una insurrección interna que amenazaba la

estabilidad en Argentina. Flores también vuelve a su país

por causa de una presión internacional promovida por los

Estados Unidos, pues ese país tenía simpatías con

Paraguay.

Por derivado, el soberano brasileño anteveía que,

probablemente de ese momento en adelante y frente tales

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120

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

circunstancias gobernativas que acontecían en los países

vecinos, Brasil tendría que sustentar solo todo el peso de

la campaña ante Paraguay. Por lo tanto, negándose a

aceptar tremendo compromiso, el gobierno imperial,

alarmado por el incorrecto curso que tomaban los eventos,

tomó nuevas y enérgicas medidas. Entre ellas, ordena que

el Mariscal Luis Alves de Lima y Silva, también conocido

como el Marqués de Caxias, asuma lo cuanto antes el

comando general de tropa, (ver anexos, orden del día Nº 1,

del 18 de noviembre de 1866).

Al le ser concedida la comandancia general de las

fuerzas brasileñas al Marqués de Caxias, este se vio

obligado a partir luego para el teatro de guerra, llegando al

cuartel de Tuyutí en mediados de noviembre de 1866. En

otras de las medidas tomadas por el emperador, se destaca

que para substituir al Marqués de Tamandaré en el

comando de la escuadra, se nombre en aquel momento al

Vice-almirante Joaquim José Inácio, el Vizconde de

Inhaúma.

Vale la pena destacar que a la par de estos hechos, las

condiciones de los ejércitos aliados se estaban volviendo

penosas, ya que más allá de las inmensas dificultades que

las tropas tenían que vencer durante el desarrollo de una

ofensiva, cuyo éxito se tornaba cada vez más gravoso por

causa de la morosidad de las operaciones, se le sumaba la

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121

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

peste que labraba los campamentos con una intensidad

asustadora, y otras consecuencias de orden moral.

En todo caso, vale destacar que mismo soportando las

dificultades para lograr subyugar al enemigo, de las

inclemencias del tiempo y de la exigua calidad de

salubridad que poseían en los campamentos al final de

más de seis meses en los cuales las tropas permanecieron

estacionadas en Tuyutí, el Marqués de Caxias, a quien

Mitre le pasara de vez el comando general, emite

sucesivas “Órdenes del Día” para organizar la fuerza

sobre su comando y se reestructura y prepara para

avanzar (ver en los anexos parte de las referidas

órdenes).

Imágenes del campamento Aliado en Tuyutí

Page 123: El Sagaz Teniente Alférez

122

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

Durante el transcurso de ese periodo de inactividad

belicosa, más exactamente en principios de julio de 1867,

el general Osorio, un gran amigo de Caxias, es

nuevamente incorporado a los ejércitos aliados y, con su

división compuesta de siete mil hombres, permitió que el

efectivo total disponible subiese para cuarenta mil

soldados.

Por consiguiente, una vez vencidos los enormes

obstáculos existentes hasta ese momento, el ejército

finalmente se puso en marcha hacia el fuerte de Humaitá,

no antes de fortificarse en Tuiucué, un local bien en frente

a la temerosa plaza de guerra.

En ese ínterin, el general Mitre vuelve de Buenos

Aires y reasume el comando de las fuerzas aliadas, y

consta que se sorprendió por encontrándolas en mejores

condiciones que antes de su partida.

No en tanto, durante todo el tiempo en que la

capacidad de Caxias era requerida para lograr poner a las

huestes aliadas en condiciones mínimas de hacer una

avanzada segura sobre el fuerte de Humaitá, en la

provincia de Mato Grosso, los paraguayos sufrían grandes

reveses y eran expulsos de cuasi todos los puntos que ellos

ocupaban en aquella provincia.

Page 124: El Sagaz Teniente Alférez

123

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

Mariscal Luís Alves de Lima e

Silva

Marques y Duque de Caxias.

Page 125: El Sagaz Teniente Alférez

124

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

Efemérides de la 2ª Batalla de Tuyutí

En la madrugada del día 3 de noviembre de 1867, el

Vizconde de Porto Alegre ya se encontraba preparando el

uniforme para el acostumbrado paseo a caballo que

realizaba por el camino que une Tuyutí a Tuiu-Cué. Era el

día de la llegada del convoy de mantenimientos, aunque de

esta vez vendría desfalcado de dos fuertes batallones.

Empero, cuando ya estaba pronto para salir con su estado

mayor, el general escuchó tiros.

Rápido, no hizo más que volver la batería del 2º

Cuerpo, y se colocó frente a los soldados del batallón de

Voluntarios da Patria, expidiendo de allí las órdenes

pertinentes. El acantonamiento se mantuvo en silencio

mientras estaban siendo invadidos y asediados por los

mejores hombres de las tropas paraguayas que, en el

momento, divididos en tres columnas, 8.000 paraguayos

buscaban llegar al reducto central.

La sangrienta lucha que allí se desarrolló fue contada

con detalles por el coronel Cunha Júnior, que también fue

sorprendido por el ataque:

“¡En el momento de la reyerta, la relación era de

1 para 20! Por entre el humo que se desprende de

las armas, los paraguayos reconocen al general

Page 126: El Sagaz Teniente Alférez

125

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

brasileño, lo que no era difícil, porque él no

abandona su uniforme; pero le apuntan las

espingardas, y, por dos veces, le matan los

caballos. Así, por dos veces se halló el bravo Porto

Alegre a pie, pero siempre combatiendo –La

infantería no era un arma conocida para él, pero

mismo así dejaba que su homérica figura fuese

vista por los bravos soldados brasileños”.

– ¡Cayó el general! – dijeron ellos, más

sorprendidos que eufóricos.

“El grito de furor que soltaron nuestros bravos

soldados todavía debe impresionar aquellas

regiones tan célebres en la siempre memorable

Guerra del Paraguay. Y como si fuesen impelidos

por un resorte, todos nuestros oficiales y soldados

se agruparon y cercaron el general, dispuestos a

vender caro la vida en su defesa. El enemigo creyó

que la victoria se inclinaba para su lado, y, viendo

caer al general, supuso haberlo muerto”.

“En un arranque desesperado, los paraguayos se

esforzaron para romper las línea, o antes a nuestra

muralla, para apoderarse de su cadáver. El grande

poder de Dios, que se manifiesta en los lances más

supremos, inflamando de valor y de patriotismo a

nuestros bravos, les detuvo el ímpetu y mudó la

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126

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

perspectiva del cuadro. Rápido, el general cabalgó

otro animal en substitución del aquel que el

enemigo le matara. Se encendió el entusiasmo en

nuestras filas. El enemigo, o admirado ante tanta

audacia, o para recomponer sus hileras, se

recogió. Porto Alegre mandó entonces cargar la

bayoneta”.

“Obedeciendo a la bravura, nuestros soldados se

arrojaron como leones. Toda la línea enemiga

cedió –como cede el arco cuando sobre su centro

se actúa. En sus extremidades, con las sirtes

(peligros) de un dilema, querían prender un

puñado de héroes que le disputaron la victoria”.

El fuego de la batalla cesó luego después del

mediodía y los batallones brasileños,

lamentablemente reducidos a menos de la mitad,

volvieron victoriosos a su campamento. El general

Porto Alegre, a los 63 años, realizaba así su última

batalla ya que al inicio del año siguiente volvió al

Brasil. Él no fue herido en esa batalla, pero en

aquel momento le fueron contados 47 agujeros de

proyectiles de infantería en su uniforme, y dos de

sus caballos estaban acribillados de balas.

Aún más, en dicho relato, el coronel Cunha Júnior

afirma que: “La jornada del 3 de noviembre de

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127

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

1867 fue una de las más importantes en las que se

hiriera durante la siempre memorable campaña

del Paraguay. Fue la única, tal vez, en que

combatimos con notable inferioridad numérica.

Estoy convencido que si el astuto plano de López

tuviese vengado, no es lícito aventurarse a pensar

de qué modo tendría mudado la fase de la guerra”.

Puede decirse que el final de esta batalla dejó una

marca de sangre que asusta a América Latina hasta los

días de hoy. La victoria fue de los aliados y el número de

muertes no es preciso, variando de fuente para fuente. Y a

pesar de los pesares, todas las pesquisas muestran que la

Batalla de Tuyutí fue el túmulo del ejército paraguayo. Sus

bajas estimadas fueron de aproximadamente seis mil

hombres, entre la artillería del frente y los generales.

Capturados, heridos y mutilados llegaron a seis mil

soldados. Algunas de sus unidades fueron aniquiladas por

completo, como el 40° Batallón de Infantería.

Ya entre los soldados de la Tríplice Alianza, las bajas

estimadas (muertos + heridos) pasaban de la casa de los

cuatro mil combatientes. Sólo en el ejército de Brasil se

estima entre 719 e 736 muertos, además de 2.292 heridos.

Entre los que murieron se encontraba el general Antonio

de Sampaio. En el ejército Argentino, las bajas fueron de

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128

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

126 muertos y 480 heridos. En las de Uruguay, 133

muertos y 299 heridos.

Según el relato del brasileño Dionísio Cerqueira:

“…los Batallones avanzaban; la Artillería rugía rápida, a

revolver; era un continuo tronar. Parecía una tempestad. Cornetas

tocaban a la carga; lanzas se enrizaban, se cruzaban las bayonetas

rasgando los cuerpos sanos de los héroes; espadas blandidas a dos

manos, como los montantes en los pares de Carlos Magno, abrían

cráneos, cortaban brazos, decepaban cabezas”.

Mismo delante de este panorama de destrucción, y

hasta el final de la guerra, los aliados continuaban a poseer

una fuerza de combate con cierta significancia, al

contrario de López que, a partir de ese día, nunca más tuvo

fuerzas para armar tropas de aquella magnitud y de dar

inicio a nuevos combates, tamaño fue el número de

muertes de los paraguayos.

A partir de esta fecha, las tropas aliadas consiguieron

asentarse en territorio paraguayo con más firmeza. No

obstante, ya sin condiciones para revidar, ni por tierra ni

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129

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

por vías marítimas, Solano López resistió entre la fortaleza

de Curupaytí y la de Humaitá, local donde se encontraba

atrincherado, y continuaba a presentar armas.

Mismo con las bajas y el fin de una grande parte de su

ejército, la esperanza de Solano todavía era, seguir

desgastando al máximo las fuerzas enemigas.

Batalla de Tuyutí (1866); Detalle del óleo de Diógenes Hequet; "Historia del Ejército".

Page 131: El Sagaz Teniente Alférez

130

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

El singular informe del Marqués de Caxias

Como fue anticipado, la situación en aquel momento

era compleja, imprecisa y enmarañada no solamente a los

escasos resultados que los aliados conquistaban con sangre

y sudor, sino más bien debido a los intereses que poseían

cada uno de los integrantes de la alianza y, principalmente,

los subyacentes anhelos imperiales sobre los territorios de

la cuenca del Plata. Por lo tanto, creo conveniente

transcribir una carta particular y en privado, que el

Marqués de Caxias redactó directamente para el

emperador brasileño, donde se nos hace posible

comprender que empeños y voluntades movía a cada parte

de los aliados:

“DESPACHO PRIVADO DEL MARQUES DE CAXIAS,

MARISCAL DE EJÉRCITO EN LA GUERRA CONTRA

EL GOBIERNO DEL PARAGUAY, A S.M. EL

EMPERADOR DEL BRASIL DON PEDRO II”

Cuartel General en Marcha en Tuyucué, 18 de

Noviembre de 1867

Majestad:

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131

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

Después de besar respetuosamente la mano

Imperial de V.M., paso a cumplir con su augusta

orden de informar a V.M. por vía privada, de la

situación e incidentes más culminantes de los

ejércitos imperiales, y de manera precisa que V.M.

me ha encargado.

No obstante el esfuerzo destinado en formar la

conciencia de las tropas, de que el lamentable

acontecimiento de Tuyutí fue favorable para

nuestras armas, por tener el pequeño resto de

nuestras fuerzas en aquel campo restablecido la

posesión de las posiciones perdidas en manos del

enemigo, durante el combate, tales han sido sus

efectos, como ya tuve la honra de informar a V.M.,

que es moralmente imposible sofocar la profunda

conmoción que ese deplorable acontecimiento

produjo y aún está produciendo en nuestras trepas.

Los gloriosos e importantes acontecimientos que

por su parte coronaron nuestras armas en

Vanguardia y nos dieron la ocasión de realizar la

ejecución de nuestro gran pensamiento, de nuestra

gran operación militar y nuestro gran paso

estratégico de sitiar completamente al enemigo por

agua y tierra, como el más eficaz, el más poderoso

y el único medio de vencerlo, haciéndole rendirse

Page 133: El Sagaz Teniente Alférez

132

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

por falta de víveres, por falta de municiones y por

falta de todo recurso de que se provea con su

comunicación con el resto del país, ha servido, no

hay duda, de un admirable y prodigioso estímulo

para nuestras fuerzas. Después de cortar la línea

telegráfica en su curso desde Villa del Pilar,

después de tener cortada la comunicación terrestre

del enemigo, sobre la parte oriental del río

Paraguay, y llegar hasta la margen izquierda de

este río y establecido en un punto de la fuerte

batería, de nuestros mejores cañones, como tengo

oficial y particularmente informado de todo eso a

V.M., era natural que hubiese un gran y universal

regocijo en todo el Ejército, en que participamos, al

más alto grado, sus jefes, porque creíamos,

ciertamente, que no más de cuatro o seis, y cuando

mucho, ocho o diez días, serían únicamente

necesarios para que López se rindiese

incondicionalmente con todo su ejército.

El contraste de Tuyutí fue adormecido por esta

inesperada y felicísima perspectiva; pero me es

pesaroso tener que informar a V.M. que si grande

fue la esperanza, el ánimo y la satisfacción de los

ejércitos imperiales del que tengo la gran honra de

ser su comandante en jefe y en grado aún mucho

Page 134: El Sagaz Teniente Alférez

133

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

mayor fue su creciente desilusión y su

desmoralizador desaliento, cuando se vio por

hechos prácticos de lamentables efectos y

consecuencias, que el enemigo no solo conserva su

vigor, después de tantos días de cerrado sitio, sino

que, burlando nuestras esperanzas y nuestros

medios, abrió un camino grande y largo de

comunicación por la parte del Chaco, que se

encuentra protegido y fuera del alcance de nuestras

armas.

Un estratega europeo, un militar cualquiera que

conozca el arte de la guerra, opinará, sin duda, que

enviemos nuestras fuerzas al Chaco para que nos

apoderemos de esa nueva vía de comunicación del

enemigo; pero aquel que estuviese en el teatro de la

guerra, aquel que estudiase y sintiese las

operaciones y los acontecimientos existentes en

ella, estoy persuadido que dirá lo que digo: que esa

operación es de todo punto de vista imposible,

apoyado en los siguientes fundamentos.

Todos los encuentros, todos los asaltos, todos los

combates existentes desde Coimbra y Tuyutí,

muestran y demuestran, de una manera

incontestable, que los soldados paraguayos están

caracterizados por una bravura, por un arrojo, por

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134

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

una intrepidez y por una valentía que raya a la

ferocidad, sin ejemplo en la historia del mundo.

Cuando esos soldados eran reclutas, esas

cualidades ya las tenían y se habían adiestrado de

una manera sorprendente. Hoy esos soldados

reúnen a esas cualidades la pericia militar

adquirida en los combates; su disciplina proverbial

de morir antes que rendirse y morir antes de caer

prisioneros, porque tienen esa orden de su jefe,

había aumentado por la moral adquirida, es

necesario decirlo, porque es la verdad, en las

victorias, lo que viene a formar un conjunto que

constituye esos soldados en un soldado

extraordinario, invencible, sobrehumano.

López tiene también el don sobrenatural de

magnetizar a los soldados, infundiéndoles un

espíritu que no se puede explicar suficientemente

con las palabras: el caso es que se vuelven

extraordinarios, lejos de temer el peligro,

enfrentando con un arrojo sorprendente, lejos de

economizar su vida, parece que buscan con

frenético interés y ocasión de sacrificarla

heroicamente y venderla por otra vida o por

muchas vidas de sus enemigos. Todo eso hace que,

ante los soldados paraguayos, no sean garantía la

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135

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

ventaja numérica, la ventaja de elementos y las

ventajas de posición: todo es fácil y accesible para

ellos. A estas circunstancias que son de inestimable

importancia, se une un fenómeno verdaderamente

sorprendente. El número de los soldados de López

es incalculable, todo cálculo a este respecto es

falible, porque todos los cálculos han fallado.

López tiene un gran número de fuerzas en su

cuadrilátero de Paso Pucú; tiene fuerzas fuera de

esas posiciones; tiene fuerzas en el interior de la

República; tiene fuerzas en el Alto Paraguay; tiene

fuerzas estacionadas en varios campamentos como

Asunción, Cerro León y otros, y tiene fuerzas en el

Chaco: y todas esas fuerzas son una misma en su

valor, en su entusiasmo y su disciplina y moral; y

todas esas fuerzas no son de soldados sin armas, ni

de armas sin soldados, sino de fuerzas tanto al N.

como al S.; aquí y en todas partes, ayer y hoy ya se

han experimentado. Esas fuerzas tampoco son de

hombres desnudos y hambrientos, sino de hombres,

no obstante, mal vestidos, robustos, de soldados

que sean de nueve palmos o de cinco, todos son

uno.

Vuestra Majestad, tiene a bien encargarme muy

especialmente del empleo del oro, para,

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136

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

acompañado al sitio, solucionar la campaña del

Paraguay, que viene haciéndose demasiado larga y

cargada de sacrificios y aparentemente imposible

por la acción de las armas, pero el oro, Majestad,

es recurso ineficaz contra el fanatismo patrio de los

paraguayos desde que están bajo el mirar

fascinante y el espíritu magnetizador de López. Y

es preciso convencerse, pues será crasa necedad

mantener todavía lo contrario, que: los soldados, o

simples ciudadanos, mujeres y niños, el Paraguay

todo cuanto es él y López, son una misma cosa,

una sola cosa, un solo ser moral e indisoluble; lo

que viene a dar como resultado que la idea

proclamada de que !a guerra es contra López y no

contra el pueblo paraguayo, no solo es asaz

quimérica, sino que, comprendiendo ese pueblo de

que López es el medio real de su existencia, se

comprenda también que es imposible que López

pueda vivir sin el pueblo paraguayo, y a éste sea

imposible vivir sin López, y es aquí Majestad, un

escollo insuperable, un escollo que por sí mismo

quiebra y repele el verbo de la guerra al Paraguay,

en la causa y en los fines. Y es aquí lo que muestra

la lógica de que es imposible de vencer a López, y

que es imposible el triunfo de la guerra contra el

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137

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

Paraguay; porque resulta insostenible de que se

hace contra López, y que en vez de ser una guerra

que apunte hacia la meta de legítimas aspiraciones,

sea una guerra determinada y terminante de

destrucción, de aniquilamiento.

Esto muestra, incuestionablemente, que si no

tuviéramos doscientos mil hombres para continuar

la guerra al Paraguay, habríamos en caso de

triunfo, conseguido reducir a cenizas la población

paraguaya entera; y esto no es exagerado, porque

estoy en posesión de datos irrefutables que

anticipadamente prueban que, si acabásemos de

matar a los hombres, tendríamos que combatir con

las mujeres, que remplazarán a éstos con igual

valor, con el mismo ardor marcial y con el ímpetu

y la constancia que inspiran el ejemplo de los

parientes queridos y nutre la sed de venganza. ¿Y

sería admisible un posible triunfo sobre un pueblo

de esa naturaleza? ¿Podemos, acaso, contar con

elementos para conseguirlo, y si aún lo

consiguiésemos, cómo lo habríamos conseguido?

¿Y, después qué habríamos conseguido?

Cómo habríamos conseguido, fácil es saber,

tomando por exacto o infalible antecedente del

tiempo que tenemos empleado en esa guerra, los

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138

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

inmensos recursos y elementos estérilmente

empleados en ella; los muchos millares de hombres

también estérilmente sacrificados en ella; en una

palabra, los incalculables e inmensos sacrificios de

todo género que ella nos cuesta; y si todo eso no

haya dado por resultado más que nuestra abatida

situación, cuánto tiempo, cuántos hombres, cuántas

vidas y cuántos elementos y recursos precisaremos

para terminar !a guerra, esto es, para convertir en

humo y polvo toda la población paraguaya, para

matar hasta el feto del vientre de la mujer y matarlo

no como un feto, aunque como un adalid.

Y lo que tendríamos conseguido, también es difícil

decir: sería sacrificar un número diez veces mayor

de hombres de lo que son los paraguayos; sería

sacrificar un número diez o veinte veces mayor de

mujeres y niños de lo que son los niños y mujeres

paraguayas; sería sacrificar un número cien mil

veces mayor de toda clase de recursos de lo que

son los recursos paraguayos; sería conquistar no un

pueblo, pero un vasto cementerio en que

sepultaríamos en la nada toda la población y

recursos paraguayos y cien veces más la población

y recursos brasileños. ¿Y qué seríamos sobre un

vasto cementerio? Seríamos los sepultureros que

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139

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

tendrían que enterrar las cenizas de nuestras

víctimas, que responder a Dios y al mundo de sus

clamores; y más que esto, desaparecida la

población paraguaya, desaparecida la nación

paraguaya y desaparecida en proporción

equivalente la población brasileña, ¿quién sería,

sino, única y exclusivamente el Brasil, el

responsable delante de las naciones extranjeras de

los inmensos daños causados con esta guerra y a

sus súbditos?

Y exhausto de recursos y de población el Brasil,

cómo responder a estas deudas sino con sus vastos

territorios: ¿Qué harían las naciones extranjeras,

aún con el mejor derecho de lo que hicieron las

naciones bárbaras sobre el Imperio Romano? Qué

derecho y qué práctica internacional alegaría en su

apoyo el Brasil cuando se encontrase sepultando

sobre una fosa de una nación soberana y de sí

mismo, haría mucho menos que el Imperio

Romano, que delante de los bárbaros se encontró

como un cuerpo helado y frío, el Brasil ante las

poderosas naciones extranjeras se encontrará como

una planicie con entrañas de oro y diamantes. No

habría una sola nación europea, como no habría

una sola nación americana, que no se aliste y forme

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140

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

en las filas de esa revolución reparadora, y es para

no dudar que nuestros aliados de hoy, el Estado

Oriental y la República Argentina, que no se han

sacrificado tanto como pretendíamos y habíamos

deseado, reunirían sus restos, formando un cuerpo

unido y compacto, poniéndose al frente de esa

desesperada expedición sobre el Brasil, reclamando

también, no solo los territorios de que se les ha

despojado, sino hasta los mismos gastos y todos los

daños y perjuicios causados por la guerra.

Pero, como en el cuadro que dejo trazado y se

destacan dos acontecimientos inesperados, y de los

menos esperados y no premeditados efectos de la

guerra; y que, por tanto, lejos de tomar parte,

contradice extremada y abiertamente el risueño

repertorio de felices resultados que esperábamos de

ella, basados en la gran facilidad de triunfar sobre

el Paraguay, que no encontraríamos resistencia

alguna que nos detuviese en nuestra marcha

triunfal un solo minuto y que como César sobre

Farnaces en el Asia, diríamos a V. Majestad lo que

él dijo al Senado Romano “Vini, vidi vici”,

cúmpleme informar a V. Majestad, como me

propuse, lo que es en sí nuestra situación y nuestros

elementos actuales para la guerra, suponiendo que

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141

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

ya tengo transmitido a V. Majestad de una parte

muy importante que es el conocimiento del

enemigo contra quien combatimos, y ojala

hubiésemos tenido de él siquiera una remotísima

idea, en lugar del cúmulo de falsas y erróneas

apreciaciones que se han hecho de él.

Tengo dicho a V. Majestad que la operación de

pasar fuerzas al Chaco para apoderarnos de la

nueva vía de comunicaciones del enemigo, y desde

todo punto de vista, imposible, ya por lo que dejo

expuesto a V. Majestad, relativo al enemigo y

también porque, comprendiendo el enemigo la

importancia vital de esa vía, pondrá todos los

medios de que es capaz para conservarla a

cualquier costo; pondrá todos los medios para

colocarla a cubierto de cualquier riesgo, y para eso

cuenta con todos los elementos que podrá necesitar

y, cuenta, además, con el conocimiento del terreno

de que nosotros carecemos absolutamente, pues

siendo un terreno jamás transitado y, a su vez,

apenas sabido pero no conocido, nuestros

baqueanos se encuentran totalmente inhabilitados

para suministrar la menor noción de él y aunque

ese esencialísimo e indispensable conocimiento lo

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142

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

tuviéremos, ¿cómo hacer el pasaje de nuestras

fuerzas?

No tenemos embarcaciones para eso y las

embarcaciones tendrían que ser acorazados; el río

es caudaloso y las márgenes occidentales son sólo

bañados, terreno falso, carrizados y enraizados

montes y el pasaje de nuestras fuerzas, ¿podríamos

efectuarlas sorprendiendo o burlando la vigilancia

del enemigo, impunemente? Imposible: el

enemigo, en su radio de actividad, reúne una

vigilancia superior a toda idea, y estoy en la verdad

que ninguno de nuestros movimientos, sean ellos

ejecutados de día o de noche, escapan a su

observación, lo que circunscriptamente haría

sumamente peligrosa una expedición rodeada de

tan serias desventajas; y aún en el caso de que

pudiésemos efectuarla, ¿qué fuerzas dispondríamos

para ello? No solamente correríamos un eminente

peligro de que sucediese lo de Tuyucué, un

contraste de mayores proporciones y de más fatales

consecuencias que lo de Tuyutí, por la simple

razón de que nuestras posiciones quedarían

sumamente debilitadas por la falta de hombres; y

entonces no solo se perdería Tuyucué, sino que

también se perderían las fuerzas enviadas al Chaco,

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143

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

que quedarían aisladas, cortadas y a merced del

enemigo, sujetas a toda clase de penurias y

calamidades; en una palabra, se perdería todo; hay

que además tener en cuenta una circunstancia de

enorme peso, en nuestra consideración, que es la

cualidad de nuestras tropas.

Perdida la esperanza de que el enemigo se rindiese

sin condiciones después de haber cerrado el sitio

hasta la margen izquierda del río Paraguay y

después de conocer la nueva vía de comunicación

abierta y usada por el enemigo, no se oculta a la

vista ni del más miope de nuestros soldados que:

después de una campaña de tres años, plena de toda

clase de privaciones y penurias, cribada de

contrastes, en que todas las risueñas esperanzas se

cambiaron por amargas y profundas decepciones; y

cuando se confiaba estar al tan esperado final de

ella, se abre una nueva campaña cuyo fin se pierde

detrás de los horizontes de las borrascas que la

amenazan. Esta idea que es hija de la realidad

engendrada en los hechos, que es firme e

ineludible, no cree V. Majestad, procediendo con

buen raciocinio, ¿que sería más que suficiente para

atemorizar, para alejar, para asustar y espantar

también a los soldados ejemplares de Napoleón I, y

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144

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

que les haría caer las armas de las manos si es que

no se pronunciaran en abierta conspiración?

Ciertamente que sí, porque no hay razón y menos

derecho alguno para poner a tan dura prueba al

hombre, y tanto más a un buen súbdito en una

guerra, no de defensa, que puede ser con justicia

indefinida, pero en una guerra de agresión, en una

guerra de mera ofensa, cuyo final está sujeta al

agresor y por cuya razón cae sobre él la

responsabilidad del tiempo y de los

acontecimientos.

Y si esto aún debería de ocurrir con los soldados

que tengan cubierto el mundo en sus armas y que

guiados por un gran Capitán marchaban de victoria

en victoria, juzgue V. Majestad lo que debe pasar

con nuestras tropas. Nuestras tropas virtualmente

opuestas a la milicia y a la carrera militar, encara a

los sufrimientos, disciplina y peligros que le son

inherentes; nuestras tropas, que el amor a los gozos

de familia es superior y dominante a todo otro

sufrimiento es que hoy se encuentran a millares de

leguas de esos gozos y mucho más aún distantes

todavía de la esperanza de volver a ellos; nuestras

tropas que sin antecedentes, sin predisposición y

sin hábitos militares, sí tendrán que arrojarse .de

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145

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

frente a una campaña de más sacrificios, de más

sangrientas y formidables batallas, y todas

funestas, de cuántas en la América y en Europa

presenta la historia contemporánea; nuestras tropas

que abandonan por la acción de la fuerza sus

queridos lares y se lanzan a remotos climas, y un

clima que por sí solo es bastante para combatirlas y

consumirlas, como ha sucedido; nuestras tropas

que antes de ser soldados han sido diseminadas o

destrozadas por las armas enemigas o la peste;

nuestras tropas, que se componen de reservas de

niños y ancianos; que han venido a impregnarse de

la desmoralización de los que con la muerte han

conducido su carrera y que debajo del constante

azote del enemigo, no consiguen respirar más que

el pestilente aire de la desesperación; nuestras

tropas, mezcladas con tantos extranjeros, muchos

sin patria, como los franceses, ingleses, austriacos,

suizos, prusianos, italianos, norteamericanos, etc. y

otros trayendo su patria como los argentinos y

orientales, sin aspiración legítima alguna en favor

de la causa del Imperio, y generalmente todos

ellos, corrompidos y por demás antipáticos a los

súbditos brasileños, y viceversa; nuestras tropas

que no han tenido en su frente más que ruinas,

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146

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

montones de cadáveres y crudas derrotas en que

inspirarse y que, al final se encuentran reducidas ya

materialmente a una quinta parte de lo que fueron y

moralmente a una quincuagésima parte.

¿Cree, V. Majestad, por ventura que con ellas

puede continuarse la campaña del Paraguay, que

podrá triunfar sobre el Paraguay, o cree, como creo

yo, que no serán capaces de sostenerse en nuestras

posiciones fortificadas en caso de que el enemigo

nos haga un ataque? Pues, en la verdad, si nuestras

mejores tropas y nuestras enteramente excelentes

fortificaciones de Tuyutí, que no sirvieron sino de

juguete a unas pocas fuerzas paraguayas, porque

realmente las deshicieron, apoderándoselas,

incendiároslas e hicieron de ellas cuanto quisieron,

causándonos inmensos e irreparables males y

pérdidas, ¿qué no habrá de esperar de un ejército

vencedor sobre nuestras tropas y dentro de

posiciones muy inferiores a las de Tuyutí?

Algo más, Majestad: la alianza con el General

Flores y el General Mitre, suponía el concurso de

fuerzas argentinas y orientales, y en buena hora

ellas servirían moralmente o tendrían por objetivo

hacer segura y tranquila la consumación de los

fines de V. Majestad sobre el Paraguay, y

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147

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

materialmente aniquilar y destruir el elemento

militar argentino y oriental, para cuando las armas

imperiales triunfantes sobre el Paraguay

convergiesen sobre la República Argentina y la

Oriental, éstas se encontrasen sin hombres, sin

soldados, sin nada que pudiese oponerse a los

deseos de V. Majestad, anexándolas al Imperio con

toda facilidad; servirán como era consecuente de

carne de cañón, de pasto para los combates; las

fuerzas argentinas y orientales estaban siempre en

la vanguardia, sufrían la peor parte y por último se

acabaron volviéndose apenas un pequeño resto, y

resto pernicioso.

De los orientales ya no tienen metido en el ejército

de V. Majestad un solo hombre; y de los

argentinos, si bien han venido algunos, han venido

con el espíritu de revuelta y anarquía, de un

espíritu claramente manifiesto de oposición a la

guerra, de hostilidad a la causa imperial y de

simpatía a la del enemigo. Así es, pues, si para

llegar a los fines de V. Majestad desearía de

dejarse de cuantos argentinos y orientales viniesen

al campo de la guerra para resguardar con su vida a

los súbditos de V. Majestad, hoy se presenta una

alternativa funesta de dos caras: si vienen, vienen a

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148

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

infiltrar su desmoralizado espíritu, su espíritu de

oposición y si no vienen, las fuerzas brasileñas

tendrán que sufrir inmediatamente los efectos de

las armas, como ya ha ocurrido en muchos

encuentros, desde Tuyutí y después de Tuyutí. Ya

en las pocas fuerzas argentinas que existen, hubo

en estos días un comienzo de motín que fue

sofocado, pero creo que el fuego no se extinguió y

precisamente no nació en esas fuerzas sino que

vino de la República Argentina y allí tiene su foco;

lo que me hace temer que de un momento a otro,

reviente una sublevación que será de todos modos

funesta, porque dará lugar a un combate entre las

tropas argentinas y brasileñas; el éxito de nuestra

parte se hace dudoso, porque, en buena hora,

nuestras fuerzas serán superiores en número a las

argentinas, éstas, con el arrojo que caracterizan a

las conspiraciones, con las ventajas de poder tomar

las mejores posiciones de apoyo y con el amparo

que en todo caso podrá encontrar el enemigo, esto

es, si no .fuese su eficaz protección, nuestras

fuerzas se encontrarían envueltas en una difícil y

sumamente crítica situación.

Mis serios temores en ese sentido me han hecho

concebir la idea de colocar en la vanguardia a este

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149

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

resto de fuerzas argentinas para que, si el enemigo

nos ataca, perezcan ellas como por acaso entre dos

fuegos, como hemos hecho en muchas ocasiones

anteriores; y en caso de conspiración, queden

nuestras fuerzas aseguradas en sus posiciones y

asegurada también su retaguardia; no obstante, por

otra parte, estas fuerzas rebeldes que están

contagiadas ya de la idea práctica de la

conspiración que pulula en todas partes de la

República Argentina contra la causa imperial sobre

el Paraguay, porque el misterio retiró sus vendas y

las consecuencias ya comienzan a sentirse y

temerse, ¿qué harán en la vanguardia? Nada más

natural que conjeturar, sino que se pondrán de

acuerdo con el enemigo, franqueándole sus

posiciones en caso de un ataque a nosotros,

incorporándose y operando conjuntamente sobre el

ejército brasileño; o se pasen simplemente al

enemigo debajo del expreso pacto que garantice

sus vidas y sus actos pasados.

Ya ve V. Majestad que la alianza con el General

Mitre y el General Flores hoy ya no existe en

cuanto a las condiciones en las propuestas; y que si

de alguna forma algo se cumplió por la

desaparición de más de veinte mil argentinos y más

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150

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

de ocho mil orientales, hoy que estos ya no vienen

al campo de guerra y van aumentando los peligros

que nos cercan, parece de extrema conveniencia

que los ejércitos de V. Majestad queden

estrictamente reducidos a sus súbditos brasileños;

pero si esto se hizo así, no tendremos, por lo que

dejo expuesto a V. Majestad, ni como sostener la

campaña, ni la guerra contra el Paraguay y

corremos el peligro de que a un golpe del enemigo

desaparezcan de sobre la tierra los ejércitos de V.

Majestad, y entonces, ¿qué será del Imperio? V.

Majestad debe pensarlo muy bien.

No se oculta, a primera vista, que mis precedentes

observaciones resultan como corolarios en relación

directa de la frustración de la operación ejecutada

con el fin de sitiar completamente al enemigo y

hacerle por medio del hambre, rendirse

incondicionalmente. Pero hay otras

consideraciones no menos serias que parten de esa

misma operación y que me permito exponerlas a

las ilustradas vistas de V. Majestad.

En justa apreciación del poder extraordinario,

moral y materialmente hablando, del enemigo,

probado en los muchos contrastes que activa y

pasivamente han sufrido nuestros ejércitos, es que

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151

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

lo hemos reducido a la posible formación compacta

y abandonando la idea de seguir adelante, por la

propia seguridad, empleamos todos los medios de

estricta defensa en que se han agotado todos los

medios y la inteligencia de los numerosos

ingenieros enviados por Vuestra Majestad.

Vuestra Majestad tuvo la bondad de hacerme

conocer cuan triste y aflictiva era nuestra situación

de manera general. Que la alianza había dejado de

existir de hecho, mientras era manifiesta, sostenida

y vigorosa la oposición del pueblo de las

Repúblicas Argentina y Oriental a ella; y que, para

calmarla o disfrazarla, ha sido necesario usar del

único medio, de prometerle la cesación de la guerra

y una próxima paz honrosa; pero que, siendo esa

contradicción a los vastos fines del Imperio,

Vuestra Majestad apenas utilizaba esa embriaguez

embargadora de esos pueblos para activar la

guerra, ya que acreditaba que el enemigo al fin

tendría que rendirse y con su rendición todo se

habría alcanzado. Que los cofres estaban

exhaustos; que la deuda era inmensa y ya

comprometía la tranquilidad del Imperio; que las

Cámaras habían resistido abiertamente a

aumentarlas, y que el gobierno pueda contraer

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152

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

nuevos empréstitos; y negándose también a admitir

más emisiones de título de crédito nacional; que

por ese lado se hacía casi imposible la continuación

de la guerra por más tiempo.

Que sintiendo los contrastes de la guerra y sus

desastrosos efectos, que habían mudado

diametralmente su apariencia de fácil y breve a la

de penosa e imposible, los gobiernos extranjeros

que habían consentido en inducir públicamente a

sus ciudadanos en sus mismas plazas, calles y

puertos, hoy ellos negaban y también protestaban

contra esos actos; y que los mismos extranjeros,

que por ambición de oro, fácilmente abdicaban de

su nacionalidad y de sus derechos y engañados

venían de todas partes a ingresar en los ejércitos

imperiales, hoy ya no había medios posibles para

seducirlos, y que por tanto nuestros ejércitos se

encontrarían en el futuro privado de ese valioso

contingente. Que en cuanto a nuestros súbditos,

desde las Cámaras generales de los gobiernos de

Provincias y hasta la última choza en los montes,

sostenían, una vigorosa oposición a la guerra, todo

envío de contingentes a ella. Que V. Majestad,

sobreponiéndose también al derecho

constitucional, había allanado todas las garantías

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153

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

que éste proporcionaba al pueblo brasileño, y había

ordenado la aprehensión capciosa y coercitiva de

hombres, reclutando por este medio, a padres de

familia, a ancianos y a toda clase de trabajadores y

artistas y hasta niños, para encarcelarlos y

mandarlos a nuestros ejércitos; pero que en

Pernambuco, en Bahía y en casi todas las

provincias del Imperio ocurrieron sublevaciones

armadas, destrucción de cárceles y manifiestas

conspiraciones contra esos medios violentos y

anticonstitucionales, con marcada tendencia de una

abierta oposición a la guerra, y que amenazando

muy seriamente la unidad del Imperio, había

Vuestra Majestad, para aquietar el espíritu público,

hacer lo que hizo con la República Argentina y

Oriental: prometido la paz próxima y algo más, que

ya no marcharía un solo brasileño a la guerra. Que,

por estas razones y otras no menos capitales que

dejo de mencionar, con lo relativo a algunas

repúblicas sudamericanas, los últimos sucesos de

México con el Emperador Maximiliano y los

Estados Unidos del Norte, V. Majestad había

tenido por bien comunicarme su indeclinable

resolución, en consideración a mi responsabilidad,

de salir de nuestro plan de defensa; pero que sin

Page 155: El Sagaz Teniente Alférez

154

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

abandonarlo, active mis operaciones hasta llegar al

rio Paraguay y cerrar allí el sitio al enemigo por

agua y por tierra para alcanzar el deseado objetivo

de hacerlo rendirse sin condiciones.

Esa operación se efectuó en lo que a nosotros nos

toca y mi responsabilidad, séame permitido decir

respetuosamente a V. Majestad, está a salvo. Pero

esta operación, además de lo ya dispuesto, nos

tiene colocado fatalmente en una nueva y

peligrosísima situación. Nuestros ejércitos han

disminuido y disminuyen considerablemente por

los contrastes bélicos, por las pestes, entre las

cuales se destaca el cólera. Que en todos los

cuerpos de nuestros ejércitos y Armada, y en

nuestros hospitales hasta lo que tenemos en

Corrientes, hace diaria y espantosa mortandad.

Nuestros recursos de boca también se han tornado

tan difíciles y escasos que mantienen a nuestros

ejércitos en una mala e insuficiente alimentación.

Las deserciones son continuas, considerables y no

habrá cómo contenerlas.

Y en este estado que hemos salido de nuestro plan

de defensa y extendido hasta llegar a lo imposible

nuestra línea; habiendo la misma escasez de

hombres y la naturaleza del terreno, nos vimos en

Page 156: El Sagaz Teniente Alférez

155

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

la necesidad de fraccionar nuestro poder militar en

siete contingentes: la 1ª - que es la División

acorazada que quedó en Humaitá y Curupaytí; la 2ª

- División no acorazada, que está acantonada desde

abajo de Curupaytí hasta Itapirú; la 3ª - los

esclavos, restos de la División del Ejército que se

salvó el 3 de noviembre próximo pasado en Tuyutí;

la 4ª - División que está sobre mis inmediatas

órdenes en este lugar de Tuyucué; la 5ª - División

que se ocupa del transporte de ganados, víveres y

municiones de Tuyutí a este punto; la 6ª División

de Vanguardia situada entre este punto y el de

Tayí, y que también se ocupa de transportes de

municiones de boca y de guerra a Tayí y la 7ª -

División de Tayí.

Estas fracciones se encuentran aisladas y apenas

protegidas entre sí, y muchas de ellas hasta en

difícil y costosa comunicación. Circunstancia que

presenta al enemigo y facilidad de hacer con

cualquiera de ellas o lo que hizo con la mejor

fortificada que era la de Tuyutí. Por mi parte, debo

francamente manifestar a V. Majestad que mis

temores crecen de momento a momento, como de

momento a momento decae nuestra situación y se

alienta al del enemigo, de que éste, repentinamente

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156

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

dé un asalto a las posiciones que ocupo con la 4ª

División de nuestros ejércitos; y si tal sucede, no es

posible responder del resultado, pues ya tengo visto

y experimentado que los soldados de López no sólo

son invencibles, sino que son irresistibles. Si

fuesen destruidas, que el cielo no permita, nuestras

posiciones de Tuyucué, habríamos perdido el punto

céntrico o centro de gravedad, el corazón de toda

nuestra línea: sería perdida infaliblemente la 6ª

División que quedaría cortada y sin apoyo alguno;

quedaría perdida y perdida por rendición, la 7ª

División de Tayí y las demás Divisiones, excepto

la acorazada que se encuentra imposibilitada de

subir o descender, entre Humaitá y Curupaytí sería

obligada a abandonar sus posiciones; y los demás

de este aciago porvenir, V. Majestad puede medir.

Los peligros que cercan la situación del Ejército y

Armada de Vuestra Majestad en el Paraguay, no es

posible narrarlos detalladamente sin caer, quien lo

haga, en la sospecha de que se encuentra dominado

de un gran miedo, que está atemorizado y

acobardado, pero confío que V. Majestad, haciendo

justicia a mis antecedentes y mis sentimientos, no

encontrará en esta exposición sino rasgos de lealtad

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157

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

y probidad, de amor a la suerte del Imperio de

Vuestra Majestad.

Debo aún agregar sobre este punto dos palabras

más, por lo que me atrevo a llamar no menos

seriamente la atención de V. Majestad.

Hace algún tiempo que estoy haciendo notar

ciertos incidentes desagradables y sensibles en

nuestros ejércitos, que inspiraban recelos de que el

enemigo tuviese en ellos alguna parte. Ese género

de incidentes han sido advertidos más frecuentes y

más graves desde que pisamos Tuyucué. Más

frecuentes y más graves aún desde que nuestra 7ª

División se encuentra en Tayí; y mucho más

frecuente y más grave aún a medida que

avanzamos.

Es un hecho que, habiendo más líneas nuestras de

fortificaciones, haya más cuerpos avanzados de

grandes retenes y sus detalles, en vigilante

observación del enemigo, que se han establecido

uniformemente en todas las fricciones de nuestro

ejército, cuadruplicados cordones de puestos,

también de observaciones y vigilancia; pues

Majestad, a través de todos estos medios, ni dejan

de haber los que pasan al enemigo, ni dejan de

existir desertores por todas las partes y lo que es

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158

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

más, han ocurrido robos de ganado en cantidad

considerable, han habido incendios en el interior de

nuestros campamentos que revelan el punto casi

infalible que, en el interior de nuestros cuerpos, el

enemigo tiene considerable número de cómplices

que conspiran constante y secretamente contra

nuestra causa y en su favor, lo que nos hace temer

mucho prudentemente que de un momento a otro

haya acontecimientos funestos y desgraciados,

cuya extensión no puede calcularse, o que reviente

una rebelión en favor del enemigo, que estará

siempre activo en protegerla, y cuyos resultados,

serán fatales y funestos.

Vuestra Majestad, no dudo, habrá de ver que veo a

través de esa situación: de que nuestros ejércitos,

en cuanto a su organización, que es, en general, la

combinación de elementos constitutivos de los

mismos ejércitos, basada en los intereses militares,

políticos y económicos del país; y que tuvieron por

objeto especial: garantizar la seguridad interna y

externa del país, desarmando a sus enemigos;

sostener y defender las instituciones patrias;

desagraviar el honor nacional y mantener los

derechos del Estado en sus relaciones con las otras

potencias, han dejado de existir. Como han dejado

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159

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

de existir como el medio poderoso y único de

sustentar la guerra contra el Paraguay y de llegar a

los fines del Gobierno Imperial en ella.

No solo es pesaroso decírselo, sino un cuerpo que

contiene las flagrantes infracciones del derecho

público interno del Imperio; un cuerpo, que lejos

de salvar el honor y sustentar sus intereses y la

deshonra y el poder en inminente peligro; y es un

cuerpo que lejos de prometer la consecución de los

fines de la guerra, compromete la vitalidad del

Imperio y engrandece al enemigo, enalteciendo su

fama que ya tiene subido a un grado eminentísimo

y que, sin más accidentes que el hecho de su

resistencia por tanto tiempo, es bastante para que

ante el mundo, ante la historia, ante nosotros

mismos y para sí mismo, aprecie una gran victoria

ganada en cada hora, en cada minuto, en cada

instante, es victoria, Majestad, sobre nosotros,

sobre el Imperio, sobre la Alianza y sobre nuestros

recursos.

Extrañará tal vez a V. Majestad, que en mis

apreciaciones y en mis datos, se hayan guiado

independientemente de nuestra Armada; pero si lo

tengo hecho es porque ella no influyó de manera

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160

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

alguna para mejorar nuestra situación y antes, lo

contrario, para empeorarla; pero pasaré a ella.

La escuadra ha jugado y juega aún importante su

papel de bloquear los ríos Paraná y Paraguay en

sus desembocaduras y privar de toda comunicación

al enemigo, también con las naciones neutrales;

pero la Escuadra, no obstante en combinación

inmediata con el Ejército, jamás adelantó una

pulgada en las operaciones de la guerra. La

división acorazada de la Escuadra pasó Curupaytí

para operar conjuntamente con el Ejército sobre

Humaitá; pero quedando en su pasaje de Curupaytí,

inutilizada para afrontar las fortificaciones de

Humaitá, tuvo que detenerse, escondiéndose de los

fuegos de Curupaytí como de Humaitá. El primer

efecto fue frustrar el plan de ataque sobre el

enemigo; el segundo, se deterioraron nuestros

mejores navíos acorazados; el tercero, que quedan

sin acción y bloqueada, y el cuarto, dar lugar al

enemigo que haga en todo punto inexpugnables las

fortificaciones de Humaitá; pues lo mismo que

éstas no hubiesen absolutamente existido, no

hubiesen tenido un solo cañón, un solo torpedo,

una sola corriente, en cuatro meses ya había con su

actividad proverbial, más que sobrado y suficiente

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161

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

tiempo para crear fortificaciones, para establecer

todo género de obstáculos y hasta para cerrar de

paredes de hierro el río.

La División acorazada, pues, nuestra Escuadra,

queda inutilizada, queda impotente no solo para

ascender afrontando los peligros de Curupaytí, que

si antes se afrontaron con gran daño para nosotros,

hoy no podrá hacerse sino con inminente peligro de

perderse ante ella nuestra División acorazada. Esto

sería sin duda, el mejor de los resultados en

perspectiva, pues aún temo, y temo seriamente, que

López, que todo puede con sus soldados, haga

abordarla y la tome como prisionera; y entonces

todo y todo estará perdido, y hasta no vería distante

el peligro de ser bombardeada la Capital del

Imperio. Entonces todos nuestros planes sobre las

Repúblicas Argentina y Oriental, y las demás

repúblicas sobre el Amazonas, quedarán frustrados

y frustrados para siempre.

Ante este cuadro, diseñado con el pincel de la

verdad y la tinta de una saludable razón, como

dirigido por los purísimos sentimientos de amor a

V. Majestad y al Imperio, ¿qué camino nos toca

seguir, cuál paso nos cumple dar? Yo no veo otro.

Majestad Imperial, que el de hacer la paz, y hacerla

Page 163: El Sagaz Teniente Alférez

162

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

cuanto antes, con López. Con la paz tendremos

equilibrado en su manifestación moral nuestra

causa, con la paz tendremos a salvo los “i” estos de

nuestros ejércitos y nuestra Armada; con la paz

tendremos a salvo el Imperio; con la paz tendremos

conservada nuestra actitud “d”; un mejor tiempo

para llevar adelante y con los otros medios a las

pretensiones imperiales sobre las repúblicas

americanas, con la paz conservaremos nuestra

ascendencia sobre las Repúblicas Argentina y

Oriental, por razón de los compromisos que el

General Mitre y el General Flores han contraído

con el gobierno de V. Majestad y por razón

también de la aumentada deuda de estos pueblos

con el Imperio.

Un punto de fácil solución que me resta aún

mencionar a V. Majestad, y esto es lo que se refiere

a nuestros aliados. Cuando al General Flores se le

había retirado ex-abrupto del campo de la guerra y

no concurrido con un solo hombre, claro es que no

tiene derecho a gestión alguna sobre los actos de V.

Majestad en la solución de la cuestión; debiendo

considerarse por todos los acatamientos, como un

miembro pasivo de las deliberaciones de V.

Majestad.

Page 164: El Sagaz Teniente Alférez

163

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

Y en cuanto al General Mitre, después de su

obstinado empeño en hacer prevalecer su

personalidad de acuerdo con el tratado del 1º de

Mayo, está convencido que sin pueblo y sin

soldados debe no solamente someterse a cuanto V.

Majestad haga por bien disponer, sino más aún, de

ser las armas imperiales a las que debe concurrir

buscando el único amparo que debe buscar. El

General Mitre está resignado plenamente y sin

reservas a mis órdenes; él hace todo cuanto le

indico, como ha estado muy de acuerdo conmigo,

en todo, hasta a que los cadáveres coléricos sean

lanzados desde la escuadra, como de Itapirú a las

aguas del Paraná, para llevar el contagio a las

poblaciones ribereñas, principalmente las de

Corrientes, Entre ríos, y Santa Fe, que le son

opuestas; pero convencido de nuestra situación y

aunque con la paz queden nulas sus aspiraciones de

virreinato, comprende también que es razonable e

imperioso abandonarlas, y que la paz es el único

medio salvador de nuestra peligrosa situación.

El General Mitre está también convencido que

deben exterminarse los restos de fuerzas argentinas

que aún le sobran, pues que de ellas no divisa sino

peligros para su persona. Pero él espera,

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164

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

finalmente, que por medio de la paz tendrá

satisfecho el clamor del pueblo argentino y de sus

tropas y que así habrá podido terminar pacífica y

honrosamente su presidencia y que conservando la

ascendencia de su partido, podrá continuar

trabajando en favor de la idea que hoy quedará

postergada y podrá con el tiempo, pudiendo hacer

valer su influencia oficial para la elección del

nuevo presidente, preparar el país y las cosas, con

el poderoso auxilio de V. Majestad, a los mismos

objetivos de la Alianza, que esta vez no se puede

realizar. Si así no fuese y la guerra consumiere el

tiempo bastante cono que le resta de su período

presidencial, si es que no fuese depuesto por la

revolución que sigue triunfante y tomando mayores

proporciones en las provincias del Norte,

seguramente, que su abatido partido caerá por

tierra, el partido nacional se encontrará

preponderante y en los trabajos electorales que ya

habrían comenzado, saldría sin duda triunfante la

candidatura de un Corifeo de ese partido, que el

General Mitre teme mucho que sea el General

Urquiza; y el General Urquiza, Majestad, en buena

hora había procedido favoreciendo con eficacia los

fines de V. Majestad en la guerra al Estado

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165

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

Oriental apoyando la conducta del General Mitre

en cuanto a la Alianza, y cooperando aunque

disimuladamente pero poderosamente en la guerra

actual contra el Paraguay y el General Mitre y ya

creemos que el General Urquiza tendrá necesidad

de buscar garantías de su posición en el mismo

partido nacional; y si la República Argentina en

general así como el Estado Oriental, les son

antipáticas a la Alianza de la guerra al Paraguay, a

ese partido nacional le es odiosa; en cuanto al

General Urquiza que cuando ha necesitado del

Brasil le sirve bien y cuando no, le huele mal, no

ofrece vacilación al juicio que a él en la

presidencia de la República Argentina, le importará

la rescisión de la Alianza, la denuncia contra ella,

que será nada menos que la Alianza con el

Paraguay y la guerra contra el Brasil, que es para

temer que no sea simplemente la de la triple

alianza de las Repúblicas del Paraguay, Argentina

y Uruguay sino de toda la América, inclusive la del

Norte, pues todas estas repúblicas, más que las

causas pendientes que han tenido con el Imperio,

no les faltarán pretextos que alegar; y así como el

Gobierno del Brasil en la guerra con el Estado

Oriental rechazó la mediación del gobierno

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166

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

paraguayo; rechazó el arbitraje de las naciones

neutrales y rechazó todos los medios de

conciliación, porque la guerra le prometía un

triunfo fácil y seguro, la alianza americana estará

en el mismo derecho, autorizada, por esos notorios

antecedentes, para lanzarse a la guerra sin previa

declaración, sin manifestación de motivos y de una

manera intransigente y de irrefrenable

arbitrariedad, apoyada por el buen argumento de la

seguridad y la facilidad del triunfo; seguridad y

facilidad infalibles, pues que el Imperio se

encontraría entonces absolutamente incapacidad

para enfrentar por un solo día esa guerra, que traerá

por resultado la desaparición del Imperio cuyos

territorios serán recuperados por las repúblicas

limítrofes que fueron sus propietarias primitivas;

otras fracciones serán conquistadas y otras serán,

con su población, constituidas en varias naciones

independientes que abrazarán el gobierno

democrático y que hoy mismo aspiran muchas

provincias del Imperio y es natural en todas las

asociaciones políticas del mundo. A la sombra de

esa guerra, nada puede librarnos de que aquella

inmensa esclavitud del Brasil del grito de su divina

y humanamente legítima libertad; y tenga lugar una

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167

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

guerra interna, como en Haití, de negros contra

blancos, que siempre tiene amenazado al Brasil, y

desaparezca de él la escasísima y diminuta parte

blanca que hay.

Todas esas consideraciones y otras que aún omito,

por dejarla a la ilustrada interpretación de V.

Majestad, me hacen insistir en la idea de la paz.

A la paz con López, la paz, Imperial Majestad, es

el único medio salvador lo que nos resta. López es

invencible, López puede todo; y sin la paz,

Majestad, todo estará perdido, y antes de

presenciar ese cataclismo funesto, estando yo al

frente de los ejércitos imperiales, suplico a V.

Majestad la especialísima gracia de otorgarme mi

dimisión del honroso puesto que V. Majestad me

tiene confiado.

Entiendo cumplidos mis altos deberes, de Mariscal

y Comandante en Jefe de los Ejércitos de V.

Majestad, de leal súbdito de V. Majestad, de las

calificadas dignidades que me ligan a la casa

imperial, y de mi lealtad de ciudadano, ruego a V.

Majestad, quiera dignarse recibir en buena hora mi

exposición privada.

Hago sinceros votos por la augusta vida de V.

Majestad, por la excelente salud de la familia

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168

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

imperial, y el acierto del Gobierno Imperial de V.

Majestad.

Beso la Imperial Mano de V. Majestad.

El Marqués de Caxias

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169

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

Una evaluación del “Jus in bello” o derecho en

la guerra

Una vez que hemos logrado apreciar el contenido de

los privativos secretos del estado imperial, para la

comprensión en mejor grado de la profundidad descrita en

sus parágrafos, hay que destacar asimismo, la necesidad de

percibir, bajo la óptica de la ética y la moral, que el

proceder militar de estas conductas, nada más es que un

conjunto de prácticas y discursos que sirven para orientar

a las fuerzas armadas y a todos sus integrantes -en todos

los tiempos-, para que ellos actúen conforme dentro de los

valores y normas determinadas, y para mostrar al conjunto

de la ciudadanía cuáles son esos valores de referencia.

No en tanto, también hay que sopesar que la conducta

militar se apoya, para empezar, en una contradicción, la

cual dice que: “La profesión militar es la única cuya

función fundamental es inmoral. Y la ética militar es una

paradoja que trata de establecer una relación entre los dos

conceptos antitéticos de la moralidad y del asesinato”.

En realidad, se sabe que la humanidad ha estado

ocupada en organizar guerras a lo largo de los últimos

5.000 años, y durante todo este tiempo también ha

intentado, a bien de la verdad con muy poco éxito, crear

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170

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

regímenes capaces de impedir la guerra o de limitar los

efectos destructivos que ella genera en su entorno.

Pues es justamente ahí que la ética militar tradicional,

y especialmente la teoría que trata de la guerra justa, se

ocupa sobre las cuestiones relativas a las justificaciones

dadas para el uso de la fuerza (jus ad bellum o “derecho a

la guerra”), y de qué cosas pueden justificarse en el

contexto del uso de esta fuerza (jus in bello o “derecho en

la guerra”), y finalmente las preguntas relativas a la

reconstrucción después de la guerra (jus post bellum).

Por otro lado, una visión alternativa realiza una

llamada de atención sobre el papel que los militares en la

construcción progresiva de la paz, como un estado

(aunque este sea incompleto) de justicia social de carácter

multifacético (económico, legal, política, cultural,

religiosos, simbólico, etc.) que debe siempre condicionar

la resolución de los conflictos por vías que no sean

necesariamente las violentas.

Que yo me recuerde, desde siempre, varias corrientes

se han posicionado de forma diferente ante la justificación

de la existencia o no de los ejércitos. Y al ser así, tenemos

que los llamados “utilitaristas” consideran que es preciso

justificar la existencia de los ejércitos en un mundo

imperfecto dónde hace falta defenderse y asegurar la

seguridad frente a los enemigos exteriores, de la misma

Page 172: El Sagaz Teniente Alférez

171

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

forma que ellos consideran que la policía es necesaria para

protegerse de los crímenes dentro de un Estado.

Pero desde un otro ángulo de expectación, los

“pacifistas radicales” igualmente niegan cualquier

justificación a la existencia de los ejércitos. Para ellos, la

guerra es siempre un mal moral, o al menos tan solo

justificable en algunos casos, como por ejemplo para los

pacifistas nucleares.

No en tanto, otro tipo de pacifismo menos idealista,

considera que, sobre todo, el dilema se establece no entre

la guerra y la paz sino entre, de un lado, una concepción

del mundo según la cual el sentido de la política es el

conflicto en sí mismo y, por otro lado, la convicción de

que ningún poder puede justificarse si su objetivo

principal no es el respeto de la dignidad humana y el

desarrollo de las condiciones que permitan maximizar el

bienestar y el desarrollo de las potencialidades humanas.

Así, frente a la opción realista consistente en

comprender el mundo y actuar en consecuencia, como si el

ser humano fuera violento por su propia naturaleza, lo cual

nunca ha sido demostrado, la alternativa de esta “utopía

realista” y nada más que para parafrasear las palabras de

Kant, “es de actuar como si la paz existiera, participando

así en su fundación”.

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172

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

En todo caso cabe preguntarse si la naturaleza, la

realidad y la gravedad de la amenaza a la seguridad del

estado o de las personas ¿justifican el hecho de ser el

primero en usar la fuerza militar en un conflicto por

iniciativa propia? Y en caso de que existan amenazas

interiores, ¿hay riesgo de genocidio u otros tipos de

masacre, de limpieza étnica o de violaciones graves del

derecho internacional humanitario, efectivos o

inminentes?

Es dudoso decirlo, pero entre los motivos llamados de

“legítimos” los más argumentados son la autodefensa; la

defensa de otros; la resistencia frente a una agresión, la

protección de inocentes frente a regímenes agresivos y

brutales; y el castigo de errores graves aún no sancionados

o reparados.

Claro que cualquier Estado puede recurrir a la guerra

sólo si ya ha agotado todas las alternativas no violentas o

pacíficas plausibles de resolución del conflicto en

cuestión, especialmente con base a la negociación

diplomática.

Empero, la proporcionalidad de los medios utilizados,

es no usar medios más allá de los necesarios para

conseguir el objetivo, ya que la violencia en el conflicto

debe ser proporcional al objetivo buscado. Cualquier

estado que quiera iniciar una guerra, debe comparar

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173

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

primero los bienes que serán obtenidos por todas las partes

(su propio ejército, el ejército contrario y terceras partes)

con la suma de los males que afectarán también a todos,

especialmente a las víctimas.

Al apreciar las consecuencias que genera una guerra,

un Estado no debe iniciar una agresión si este considera

que no tiene posibilidades de obtener el éxito. La

probabilidad de éxito debe ser siempre mayor que los

daños y perjuicios ocasionados. El objetivo en sí, sería

impedir cualquier violencia gratuita y el fin último de que

la intervención armada debe ser el restablecimiento de la

paz. Dicho esto, cabe destacar que el derecho internacional

no incluye este requisito, pues este es favorable al punto

de vista de los estados más poderosos en detrimento de los

menos poderosos.

Empero, en la actualidad ya existen reglas morales

internacionales para reglamentar la autoridad legítima y la

declaración oficial pública. Tanto es así, que un

documento de las Naciones Unidas habla de un mandato

del Consejo de Seguridad. La autoridad legítima

“apropiada”, según los defensores de la teoría de la guerra

justa, debe especificarse en la constitución del país

involucrado, y puede ser a menudo el propio poder

ejecutivo, independientemente de su carácter democrático

o no.

Page 175: El Sagaz Teniente Alférez

174

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

No obstante, el consejero Davenport, un especialista

en el tema, afirma que los militares, a lo largo de la

historia, han creído que tenían más experiencia que los

ciudadanos a los que prestaban servicio, y teniendo como

corolario resultados nefastos. Para este experto de la ética

militar, la decisión de iniciar una guerra no puede

corresponder solamente a los gobiernos sino a los

responsables de nombrar y destituir los gobiernos, es

decir, por ejemplo, en el caso de los Estados Unidos, el

pueblo y sus representantes.

Podría decirse que la función y la misión de los

militares, según la visión tradicional, es la de hacer la

guerra. Sin embargo, Richard T. DeGeorge afirma que

esto es verdad tan sólo en parte, ya que la función más

adecuada, para él, sería la de asegurar la paz, y por

consiguiente, sólo participar en misiones defensivas. En

este sentido, desde su óptica, toda guerra de agresión

estaría moralmente injustificada.

Esta visión fundamenta el concepto de disuasión.

Asimismo, un ejército más poderoso o igual, disuade a

otro más pequeño de emprender cualquier acto de

agresión. Este punto puede ayudar a legitimar en sí misma

la existencia de los ejércitos, si bien eso no impide que

esta disuasión se acompañe de un intento de reducción de

efectivos de los ejércitos así como de su influencia (iniciar

Page 176: El Sagaz Teniente Alférez

175

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

procesos de desarme proporcional en la medida de lo

posible).

Por consiguiente, el “derecho en la guerra” tiene por

objetivo, en tiempo de guerra, de aliviar la condición de

los militares heridos y de los prisioneros, de la población

civil y de sus bienes. También lleva en sí la esperanza,

contradictoria por naturaleza, de preservar lo que queda de

moral universal en un estado de cosas que se sitúa fuera de

las normas morales.

Cabe destacar que el jus in bello ha sido creado hace

más de 150 años y ha estado en una constante evolución.

Las Convenciones de Ginebra de 1949 son su núcleo

fundamental.

Para que sea posible obtener una mejor comprensión

de todo el escenario del periodo en cuestión abordado en

esta obra, se hace necesario presentar algunos principios

de conducta practicados durante la guerra:

“Inmunidad de los no combatientes: la mayoría de los

expertos están de acuerdo sobre el valor inviolable de este

principio en el que se establece que está totalmente

prohibido matar civiles, si no es como medio de

autodefensa y sólo cuando es realmente necesario. Sin

embargo las diferencias aparecen cuando se habla de no

combatientes muertos como daños colaterales, un

eufemismo utilizado para ocultar la falta de interés por las

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176

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

pérdidas de civiles o incluso a veces los ataques

premeditados sobre objetivos civiles”.

Es oportuno destacar que el “derecho en la guerra”

aparece, para algunos, relacionado a la consciencia y a las

valoraciones individuales sobre la guerra o sobre una

guerra en concreto. La implicación individual e incluso

colectiva y lo que comportan, merecen un papel más

importante en la organización de un acto bélico, del que

les otorga la máquina de mando militar.

Gal, un otro estudioso del asunto, considera que la

complejidad y la ambigüedad que acompañan al carácter

justo de ciertas guerras, a la legitimidad del uso de la

fuerza y a las normas de este uso, hacen de la implicación

crítica una modalidad preferible de comportamiento

militar, en lugar de la obediencia irreflexiva.

En la misma línea de pensamiento, el mismo

Davenport afirma que los militares profesionales (que se

diferencian, según este, de los asesinos a sueldo, por la

primacía de su obediencia a unos valores morales) no

pueden justificar la práctica de acciones destructivas

contra enemigos civiles solamente porque estas acciones

pueden beneficiar a sus propios intereses o incluso los de

los ciudadanos de su país.

No se puede descartar que el soldado está obligado,

según el derecho militar, a “promover la seguridad y el

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177

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

bien de la humanidad” y ésta obligación pasa por delante

de las obligaciones con el Estado particular que lo contrata

o en un sentido más amplio, los ciudadanos de ese Estado,

que representan un fragmento particular de esta

humanidad.

Sin embargo, para DeGeorge, el acto de obedecer,

implica en cumplir las órdenes recibidas por un superior,

teniendo en cuenta al mismo tiempo el propio criterio

moral. De esta forma no existe una obligación moral de

cumplir una orden que comporte un acto inmoral, como

matar inocentes. Al mismo tiempo, los superiores tienen la

obligación de no dictar órdenes que sean ilegítimas a

causa de su inmoralidad. Finalmente, piensa este, que no

se debe dictar una orden y al mismo tiempo pretender no

responsabilizarse de cómo ésta orden se lleva a cabo,

sobre todo respecto del tipo de armas usadas y el número

de víctimas y de daños quizás innecesarios, que comporta

la acción en ambos bandos.

A su vez, Wakin y Kempf describen y se cuestionan

sobre las formas de protesta moral a disposición de los

oficiales del ejército norteamericano ante una demanda de

ejecución de una orden contraria a su consciencia moral

(como matar prisioneros o civiles, envenenar pozos,

incendiar edificios civiles, etc.) en el marco del respeto a

los valores democráticos y a la cohesión del ejército. Estos

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178

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

autores explican algunas alternativas posibles a la

ejecución de órdenes inmorales, como la dimisión, el

rechazo de su ejecución, la petición de traslado como acto

de protesta, y la demanda de intervención de una autoridad

de rango superior a la que transmitió la orden. Los autores

critican el hecho de que el ejército americano, a diferencia

de los ejércitos británico y francés, no haya elaborado aun

una doctrina de objeción moral a las órdenes moral o

éticamente inaceptables.

Por supeditado, tenemos que la “objeción de

conciencia” es un nivel más elevado de crítica sobre el

carácter justo o injusto de las guerras. Si la tolerancia

oficial al respecto de la objeción de consciencia

generalizada está consolidada en la mayoría de estados

occidentales, en comparación, los objetores de consciencia

selectiva (los que se oponen a implicarse en ciertas guerras

porque consideran que éstas son injustas) no sólo no son

aceptados como objetores, sino que pueden, en ciertos

países, ser juzgados por desobediencia.

Un ejemplo reciente y paradigmático de objeción de

consciencia selectiva, es el que constituyen los reservistas

del ejército israelí, que han objetado a los diferentes

conflictos en que este país ha participado, o en el ejército

alemán, en el que el Tribunal de Justicia Federal ha

reconocido en 2005 el derecho a la objeción de conciencia

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179

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

selectiva a un comandante que había rechazado ejecutar

misiones de apoyo logístico a las fuerzas americanas

implicadas en Irak.

Por otro lado, la ausencia de consciencia moral entre

los soldados siempre va acompañada de seguidismo. Y por

seguidismo en la esfera militar, se entiende la ausencia de

un juicio propio a respecto de las órdenes dadas por los

superiores y que son contrarias a la moral de los propios

ejecutantes, tanto sea por miedo a ensuciar su currículum o

de perder su cargo.

Claro que ya se pasaron casi 150 años desde el fin de

la Guerra del Paraguay, y por consiguiente, se hace

necesario exponer que estas inclinaciones éticas recién

estaban en pañales, lo que no justifica para nada el

comportamiento de aquellos comandantes, del propio

imperio y del emperador, y de todos aquellos oficiales y

soldados que debían cumplir ciegamente las órdenes que

recibían bajo pena de ser castigados hasta con la propia

vida.

En realidad, ese era el dilema que atormentaba la

mente de José, nuestro protagonista, en los momentos

cruciales de la batalla, pues en realidad para él no existían

pruebas suficientes para poder acusar o defender a quienes

así procedían. En su subconsciente, merodeaba aquella

incertidumbre en la cual conjeturaba que una buena

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180

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

defensa habría podido negar de manera convincente tales

hechos, sin alterar en todo o en parte lo sustancial de las

acusaciones.

A su vez, entendía que las declaraciones de testigos

nunca fueron, por diversos motivos, lo bastante precisas, y

ni podrían serlo; al final y al cabo, siempre había un

comandante, oficiales, compañías de soldados, y hasta el

envolvimiento de otras milicias y toda una jerarquía de

tareas y disciplinas de la cual los testigos solo verían en

parte, y por lo tanto no podrían conocer al completo.

A bien de la verdad, José no tenía una única queja, al

final de cuenta el lamento desde hacía mucho ya no hacía

más parte de su lenguaje. Lo único que buscaba al fin de

cada día, de cada combate, de cada escaramuza, y de cada

reyerta, mismo concibiéndose mudo y pasmado con lo que

sucedía, era tener ropa con que abrigarse, comida

suficiente para mantener las fuerzas y un lugar seco en

donde descansar y recuperar las energías para el próximo

encontronazo con el enemigo, este cada vez más audaz,

intrépido y fanático.

Page 182: El Sagaz Teniente Alférez

181

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

La carnicería de la guerra

Para la fecha del 15 de agosto de 1867, finalmente los

encorazados imperiales logran atravesar la fortaleza de

Curupaytí. Y en la visión histórica de Thompson, este

destaca que [...] el Almirante Ignácio enarboló las

banderas de la Tríplice Alianza, y con diez acorazados,

pasó como perico por su casa por la batería de Curupaytí

[...]. El pasaje tenía como resultado llevar a los paraguayos

a comprehender que, contra los acorazados, nada podían

hacer con su artillería de pequeño calibre. Pero al mismo

tiempo, López anunciaba a su ejército que fuera él quien

permitiera que la escuadra pasase por Curupaytí, para que

sus tripulaciones se muriesen luego de inanición, pues la

escuadra no podría recibir mantenimientos donde ella se

encontraba –entre Curupaytí y Humaitá-, y que en breve

estos irían necesitar retornar y descender el río pasando

otra vez por Curupaytí, cuando entonces los paraguayos la

hundirían.

La estrategia aliada era aislar Humaitá cortando las

comunicaciones entre la fortaleza y la capital, dando

condiciones para que la escuadra imperial controlase los

ríos y dispusiese de ambientes logísticos satisfactorios

para que las tropas avanzasen. Delante de tal posibilidad,

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182

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

el ejército aliado cerró el cerco para encorralar a los

paraguayos en Humaitá y abrir camino con la escuadra

acorazada, atacando la fortaleza por agua y tierra. En su

obra, Thompson comenta que “[...] Cinco acorazados

abrieron fuego a la vista de la iglesia de Humaitá, y la

bombardearon durante meses, pues ella era la única cosa

que podían ver en Humaitá desde el rio.

Vista que la escuadra brasileña tenia de la fortaleza. Colección de Cristian Favier

Dubois

La fortaleza era temida por los aliados y eso mucho

los detuvo, o por lo menos atrasó el avance de la marina

imperial hasta Asunción. “[...] Fue necesario más de un

año (agosto de 1868) hasta que Humaitá fuese finalmente

ocupada”.

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183

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

Como esta era la única edificación que podía ser

desde vista desde el río, dicha iglesia fue bombardeada

constantemente, como así lo demuestra una toma

fotográfica de su interior. Pero una vez ocupada la

mitológica fortaleza, algunos curiosos personajes de la

tropa fueron a conferir los estragos producidos y

preocupados en asomar su imagen en la retrato. Aunque al

analizarlo por otro ángulo, también es posible razonar que

la fotografía de la iglesia de Humaitá fuese igualmente

utilizada a posterior como forma de probar el tremendo

poderío armado brasileño y, aún más, insinuar a los

vecinos sudamericanos para que ellos no intentasen querer

desafiar el imperio, pues los resultados estaban bien

demostrados delante de sus ojos.

A la par, da para especular de como este documento

visual podría ser utilizado, entre las tantas opciones

posibles que se me ocurren, inclusive para mostrar a los

aliados argentinos y uruguayos que no dudasen de la

fuerza de la monarquía.

En fin, la representación pictográfica de la caída de la

mítica fortaleza, no es más que una prueba cabal de lo que

podría llegar a acontecer para aquellos que intentasen

confrontar al imperio en sus intrínsecos intereses,

conforme lo testifica la correspondencia anteriormente

examinada.

Page 185: El Sagaz Teniente Alférez

184

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

Iglesia de Humaitá destruida por el bombardeo. Albumina, 1868.

Colección M&MC.

Interior de la iglesia de Humaitá. Albumina - 1868.

Otro pormenor que cabe indicar, es que antes de que

la secreta correspondencia de Caxias fuese enviada al

emperador, según lo describen los historiadores, en agosto

de 1867, los aliados lograron rechazar al enemigo hasta

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185

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

Pilar y a seguir se fortificaron en Tayí, no sin antes tener

que vencer increíbles embarazos.

Consta que fuera lo ya dicho, en aquel momento la

escuadra debía operar simultáneamente con las fuerzas de

tierra. La maniobra definía que ésta debería subir el río

con os diez encorazados. El Almirante Joaquim Inácio, su

nuevo adalid, no obstante la resistencia desesperada que

encontró, consiguió pasar por Curupaytí, aunque tuvo de

fijar anclas luego río arriba, quedando bloqueado por las

fortificaciones de aquel puesto y las de Curuzú, que los

brasileños ya habían abandonado. Por consiguiente, en esa

ocasión el campamento de Tuyutí, -donde se encontraba el

general Porto Alegre-, sufrió un ataque sorpresa, pero

felizmente sin dejar otras consecuencias que la pérdida de

800 hombres, entre muertos y heridos.

Hago este paréntesis, porque el comentario del

historiador Paulo Victorino menciona:

Ha de observarse la gran mortandad en las

guerras de antiguamente. En cuanto, por ejemplo,

el Brasil perdió 500 hombres en la Segunda

Guerra Mundial, durante la Guerra del Paraguay,

cualquier batalla originaba bajas en torno de

4.000 soldados. Sin embargo, al describir este

ataque, Rocha Pombo narra que “no hubo otras

consecuencias, más allá de la pérdida de 800

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186

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

hombres”. Como si ese número fuese cosa de

nada…

Pero al fin con el pasaje de Humaitá desobstruido el

18 de febrero de 1868, el camino fluvial para Asunción

estaba definitivamente abierto. Sin embargo, por esa fecha

la ciudad ya fuera evacuada por los habitantes que, no

entando, todavía permanecían en las proximidades tan

luego supieron que los acorazados brasileños subían el río

Paraguay.

Finalmente la escuadra termina por aportar en la

capital paraguaya cuatro días después de haber cruzado

Humaitá, no sin antes bombardear el palacio de Solano

López, y así lo registra el coronel Centurión: “El 5 de

enero de 1869, los brasileños entraron en Asunción,

aquella ciudad solitaria y silenciosa por cuyas calles solo

cruzaban hambrientas ratas [...] fue ocupada y saqueada

por los brasileños de una manera bárbara. Los vencedores

“entraron a saco”… (apud Cuarterolo).

En verdad, la ciudad fuera realmente saqueada por los

soldados brasileros, aunque analizando la foto, no es

posible afirmar tal evento. El río Paraguay corre detrás del

palacio y se puede observar el vacío de la heredad debido

a las ventanas abiertas y a la edificación en ruinas. Y por

allí se observa que el mismo quedó bien averiado por la

escuadra, aunque no hay evidencias de las bombas que

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187

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

podrían haber alcanzado la construcción arquitectónica,

haciendo creer que estas cayeron del otro lado, de frente

para el río Paraguay.

Palácio de López bombardeado. 1870. Coleção M&MC.

Una vez en la ciudad, allí se instala el nuevo gobierno

provisorio al mando de los ejércitos aliados. Con todo, el

embate no cesa y López resiste a los avanzos aliados que

de a poco van diezmando el pueblo guaraní. Por lo tanto,

se torna imperativa una reflexión que trate de esa tenaz

resistencia que el líder guaraní impone a los aliados y

también a su población, que tan denodadamente resistió a

las peores condiciones. El hambre era la principal de ellas

y, analizando algunos otros retratos de la época, se pueden

ver cuerpos esqueléticos que expresan con veracidad la

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188

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

situación de inanición a la que fueron impelidos a vivir,

sobre todo en los actos finales de la campaña, más

precisamente en 1869-1870.

Por aquel entonces Solano López esperaba el auxilio

del exterior para poner fin al conflicto. Una de las

hipótesis, sería la de que los Estados Unidos interviniesen

a favor del Paraguay debido a la simpatía que estos nutrían

por el país guaraní. Hay registros que muestran que hasta

lo intentaron, pero sin éxito. No en tanto, otra de las

hipótesis soñadas por el tirano, era de que los vecinos de

América del Sur también se levantasen contra el imperio,

hecho que hasta llegó a ocurrir con Bolivia y que pronto

fue sofocado por el imperio.

Una tercera, y la más probable de todas, es que en la

Argentina se produjese un levantamiento “antimitrista” –

por parte de un grupo que mantenía correspondencia

secreta con López– que depusiese al líder presidente de la

Argentina, Mitre. En verdad, esto hasta que sucedió

durante los momentos más arduos del conflicto con

Paraguay e hizo con que Mitre tuviese que apartase de la

campaña para retornar a Buenos Aires con el propósito de

contener y asfixiar los insurrectos. Pero igual suerte no

tuvo Venancio Flores, que fue asesinado el 19 de febrero

de 1868 en las calles de Montevideo.

Page 190: El Sagaz Teniente Alférez

189

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

Algunas de estas presunciones o una parcela de cada

una, aliada a la inflexibilidad del emperador brasilero,

explican en todo o en partes el interés por el

prolongamiento del conflicto hasta la captura de Solano

López.

Fuera el aparte de los comentarios políticos que se

sucedían en paralelo a la guerra, después de las

escaramuzas entre los beligerantes, que del lado aliado se

dividían entre el reconocimiento del terreno y el

desplazamiento de las tropas, mientras que por el lado

paraguayo con López fortificándose atrás de trincheras y

en la busca incesante de la mejor manera de defender sus

posiciones, llega finalmente el fatídico mes de diciembre

con sus luchas encarnizadas entre las que mencionamos la

de Itororó, el día 6, Avaí el día 11 y Lomas Valentinas

entre los días 21 a 27.

No obstante, la de Itororó quedase marcada por la

tomada y retomada de un puente de tres metros de largo,

conforme lo destaca el historiador Ricardo Salles:

“…durante el auge del combate, los aliados

retrocedieron bajo intenso fuego enemigo, para

enseguida, Caxias, lanzarse en un avance suicida

sobre el puente para levantar la moral de sus

tropas. El acto fue de un alto riesgo y osadía de

Caxias que caso fuese muerto, la guerra podría

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190

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

haber tomado rumbos diferentes. Las bajas otra

vez fueron pesadas de ambos los lados y Caxias se

resentía de la falta de disciplina y espíritu de

combate de sus tropas y de sus comandantes, pues

estos habrían reculado evitando el confronto con

el enemigo”.

Pero durante la Batalla de Avaí, nuevamente las tropas

brasileras cedieron delante del enemigo y comenzaron a

desbandar. En este encuentro, Osorio fue herido y

posteriormente obligado a parar de comandar sus tropas,

en cuanto Caxias nuevamente tuvo de interferir para evitar

la debandada brasilera. Decepcionado con ciertas actitudes

vergonzosas de sus tropas, Caxias relata en su diario que

muchos oficiales fueron perdidos por la indisciplina.

Cabe aquí mencionar que el 7º Cuerpo Provisorio de

Caballería, comandado por el teniente coronel Manoel

Cipriano de Morais, estaba ligado a la 3ª Brigada de

Caballería, bajo las órdenes del coronel Niederauer y por

su vez incorporado a la División de Andrade Neves, y así

permaneció hasta la toma de Asunción, actuando siempre

en la vanguardia del ejército de Caxias.

Este mismo coronel santamamriense que

mencionamos al inicio de nuestro relato, además de contar

con el reconocimiento y la admiración de sus superiores,

por quien fue muchas veces oficialmente elogiado,

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191

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

contaba además con la estima y respeto de sus

comandados, que casi lo endiosaban. Documentos

muestran que Niederauer fue agraciado con las más

importantes condecoraciones del imperio: La Orden Rosa,

por bravura en el campo de batalla, después de la Batalla

de Tuyuti; y por la Imperial Orden do Cruzeiro do Sul,

también por bravura, en 2 de abril de 1868.

Empero, después de participar al frente de sus

ejercitados caballeros en 14 combates y 2 batallas, resulta

que el Coronel Niederauer fue mortalmente herido por un

traicionero lanzazo cuando coordinaba la remoción de los

muertos y heridos, después de la Batalla de Avaí, en la

cual una vez más se cubría de gloria, el día 11 de

diciembre de 1868. Vendría a fallecer dos días después, en

el Hospital de Villeta, y allí cerca sepultado. Sus restos

mortales nunca fueron identificados.

Sin embargo, con referencia a la indocilidad de la

tropa y sus oficiales, la citación realizada por Doratioto va

en dirección opuesta a lo que indica la pintura histórica

que fuera realizada por Pedro Américo, y que enaltece

exactamente ese ejército que tanto ataría decepcionando a

Caxias. Otro historiador, Vladimir Machado, defiende la

tese de que Pedro Américo lanzaba mano de fotografías

para la consecución de sus obras y, particularmente, la de

la Batalla de Avaí.

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192

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

Dando secuencia al curso de los hechos, y como ya

fue citado anteriormente, por fines de julio de 1868 se

logra evacuar la tan famosa plaza de guerra de Humaitá y

sus últimos defensores atravesaron el río y se refugiaron

en la mata fronteriza, donde, algunos días después,

muchos acabaron por rendirse. En ese entonces la

escuadra ya domina el río hasta la capital enemiga, pero

los comandantes creen ser imprudente ocuparla, por lo

menos mientras López estuviese fortalecido en Tebiquarí,

donde había levantado poderosas fortificaciones en una

grande extensión del río. Además, la ciudad de Asunción

representaba ser una presa inútil, porque ya había sido

abandonada y estaba casi que desierta. Mientras tanto,

López, como jefe de las legiones desmanteladas, ahora

obligaba a su pueblo a seguirlo, en verdadera debandada,

por las florestas y montañas del interior.

Pero lo que aún no fue mencionado, es que en los

finitos días de agosto de 1868, los aliados avanzaron sobre

Tebiquarí y fueron de a poco rechazando a los paraguayos

belicosos. En ese entonces López se ve obligado a levantar

el campamento de San Fernando. Pero al seguir sus pasos

y llegando a ese punto del mapa, los aliados se deparan de

vez con un espectáculo horroroso que hasta llega a

repugnar nuestra imaginación. A los ojos de la fuerza

aliada, y posteriormente del mundo todo, se desvendan los

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193

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

vestigios de la ferocidad de un bárbaro: el campo

abandonado se hallaba cubierto de cadáveres.

Consta que bajo el pretexto de que se estaría gestando

una conspiración contra su poder, el tirano López ordenara

sin piedad el sacrificio de 400 hombres, entre los que se

encantaban algunos de los más notables que otrora ya lo

habían servido con lealtad y dedicación. Entre los muertos

estaban, por ejemplo: Carrera, el ex ministro de

extranjeros en el Estado Oriental y que se refugiara en

Paraguay cuando Flores entrara en Montevideo; también

estaba el obispo de Asunción, el cónsul portugués, el

hermano del dictador, Benigno López, su cuñado Barrios,

y hasta la vieja madre del coronel Martínez.

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194

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

López ordenara esas ejecuciones en la víspera de su

partida de San Francisco. Pero igual carnicería continuó

durante la marcha de retirada. Testigos irrecusables

narraron los horrores que presenciaron y afirman que,

siempre que el tirano se retiraba, vencido, de un campo de

batalla, hacía punir y martirizar a todos los prisioneros,

“economizando a penas a aquellos que prefería llevar

consigo para continuar el martirio”.

Se cuenta que de igual modo, también los oficiales y

soldados que perdían un combate eran, inexorablemente,

sacrificados, por más fieles que estos hubiesen sido a la

causa de aquella sacrílega tiranía.

“Cuando las primeras noticias de tales carnicerías

llegaron a Europa -dice Thomas Fix-, nadie creyó en ellas:

parecían espantosas, absolutamente contrarias al concepto

hasta entonces formado acerca del carácter heroico de un

hombre que resistía, solo, a la lucha contra tres naciones”.

Familia paraguaya. Álbum de retratos y vistas referentes al Paraguay.

FBN

Page 196: El Sagaz Teniente Alférez

195

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

Buscando elucidar el maltrato

Según el relato, hemos tenido la oportunidad de

justipreciar hasta aquí el sobrentendido comportamiento

de los soldados, oficiales y comandantes en todo su nivel

jerárquico. Por lo tanto, cabe decir que al observarlo desde

el punto de vista ético y moral que circunscribía la tropa

en esta guerra, queda supeditada la ocasión en que es

permisible destacar otro enfoque antes de abordar los

perecederos días que se sucedieron y los brutales

acontecimientos que allí ocurrieron.

Consecuentemente, ya que también es posible analizar

ese mismo comportamiento dentro de la óptica de la

psiquiatría, porque sólo por medio de esta especialidad es

que se puede establecer y determinar a través de cualquier

estudio morfológico de la personalidad, que cualquier

individuo “Maltratador” puede a veces llorar como un

bebé al mirar cómo sufre el bueno de la película, y a

continuación destruir sin piedad los sentimientos de su

Víctima.

Empero, también se dice que cualquier Maltratador

puede llorar como un bebé frente a su confesor religioso -y

mostrarse seriamente arrepentido- y, a continuación

regresar a su trabajo o a su casa y volver a maltratar a su

Page 197: El Sagaz Teniente Alférez

196

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

Víctima habitual o a otra nueva. Y hasta que, cualquier

Maltratador puede llorar como un bebé ante el fiscal que le

acusa y, tras ser absuelto, volver a maltratar sin piedad a la

misma o a otra Víctima.

Pues bien, al ser tomando como criterio básico la

frecuencia de las acciones de un individuo cualquiera, es

que se pueden diferenciarse tres tipos generales de

Maltratador Psíquico: el Maltratador Sistemático, el

Maltratador Cíclico y el maltratador Circunstancial.

Diversos estudios de la psiquis del ser humano

muestran que sólo los dos primeros tipos representan lo

que realmente constituye un Maltratador. Y solamente el

último tipo representa a cualquier persona, entidad, grupo,

asociación, etc., que en un momento dado maltrata, pero

que no tiene por qué tratarse realmente de un Maltratador.

Para explicar mejor este punto nebuloso, varios

compendios nos muestran lo siguiente:

El Maltratador Sistemático - Es aquel individuo

que mantiene su conducta maltratadora con la

Víctima en forma continua, sin intervalos, y

normalmente sin dar muestras de arrepentimiento,

lo que implica un perfil psicológico enfermo o

patológico, claramente clasificable como “grave”.

Su conducta responde principalmente a sus propias

características mentales, pero mucho menos a

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197

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

circunstancias socio-ambientales situadas en el

presente.

El Maltratador Cíclico - Es aquel sujeto que

mantiene su conducta maltratadora con la Víctima

por ciclos, períodos o temporadas, tras los cuales sí

suele ser capaz de dar contundentes muestras de

arrepentimiento, lo que implica en un perfil

psicológico enfermo o patológico de menor

gravedad, dado que a veces muestra un margen de

racionalidad. Su conducta también responde

principalmente a sus propias características

mentales, y en menor medida a circunstancias

socio-ambientales situadas en el presente.

El Maltratador Circunstancial - Es aquel que

mantiene su conducta maltratadora con la Víctima

sólo bajo una determinada circunstancia, ámbito o

contexto específico, tras el cual no sólo es capaz de

dar muestras de arrepentimiento, sino que además

es capaz de abandonar definitivamente su conducta

por voluntad propia o por imperativo casual

(desaparición de la circunstancia que lo ha

favorecido). Ello implica un perfil psicológico no

necesariamente enfermo o patológico, y que sus

acciones responden principalmente a las

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198

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

circunstancias socio ambientales presentes, y no

tanto a sus características mentales.

Pero de descubrirse éstas últimas, ya no se tratará de

un Maltratador Circunstancial, sino de un Maltratador

Cíclico o Sistemático.

Por lo tanto, se puede afirmar que tanto el Maltratador

Sistemático como el Maltratador Cíclico actúan motivados

por una estructura psicológica que, a diferencia con la del

Maltratador Circunstancial, les impulsa a buscar, esperar

y/o favorecer ellos mismos las circunstancias apropiadas

para ejercer su Maltrato.

Estos sujetos tienen una necesidad interna, subjetiva

y/o personal de provocar sufrimiento, y son conscientes de

ello, pero -salvo durante las pausas del Maltratador

Cíclico- ello no les importa en absoluto, les da igual, y no

suelen dar muestras de arrepentimiento a menos que lo

consideren conveniente para alcanzar sus fines o aquello

que les motiva a ejercer el Maltrato.

En la psiquiatría, se entiende que la estructura mental

de estos tipos de Maltratadores, es lo que les otorga una

particular percepción de la realidad que les obliga a actuar

como si el fin siempre ira a justificar los medios

empleados, a pesar de que ellos sepan que no siempre

debe ser así. Actúan como si pensaran que la realidad es

otra o, incluso, como si pensaran que determinadas

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199

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

realidades directamente no existieran o carecieran de total

importancia. En definitiva, actúan como si las razones y

los sentimientos de los demás no le importaran en

absoluto.

Tal actitud, en parte es una simulación, dado que

saben y son perfectamente capaces de comprender lo que

hacen, pero, por otra parte, implica un defecto emocional

muy grave que les impide percibir adecuadamente el

aspecto emocional de la vida, permaneciendo siempre en

un nivel muy elemental, superficial o primario. Pueden

hasta sentir placer y dolor, reír y llorar, pero, en cuanto a

sentimientos o emociones más profundas, ello será

siempre pobre, frío y efímero (de corta duración) y estará

siempre referido a sí mismos, enfocado de manera

egocéntrica y egoísta.

Siendo así, tanto el Maltratador Sistemático como el

Maltratador Cíclico serían el equivalente a una persona

con las aptitudes intelectuales reducidas, pero a nivel de

los sentimientos, es decir, una persona con un reducida

Inteligencia Emocional.

Así como las personas con Síndrome de Down, estos

suelen presentar una emotividad exacerbada que está en

contraste con sus carencias intelectuales, y estos tipos de

Maltratador suelen presentar una inteligencia

aparentemente superior a la media, en contraste a sus

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200

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

graves carencias emocionales, en parte debido a que,

precisamente, una mayor frialdad emocional -lo que

socialmente se conoce como “actuar en frío” -siempre

permite un mejor desempeño de la inteligencia (de lo

“racional”, no de lo “razonable”), independientemente del

verdadero C.I. En otras palabras, un Maltratador con un

C.I. mediocre siempre aparentará mayor inteligencia

gracias a su frialdad y demás defectos emocionales.

Por otra parte, el Maltratador Circunstancial siempre

actúa motivado principalmente por el contexto, es decir,

por presiones de Terceros o por influencias

socioculturales, sin que sea necesariamente poseedor de

una estructura mental enferma. No busca, espera y/o

favorece la circunstancia apropiada. Al finalizar la misma,

puede suponerse que ya no necesitará una Víctima

(aunque debería determinarse claramente la verdadera

causa de su Maltrato).

Por lo tanto, la existencia del Maltratador

Circunstancial puede explicarse (pero no justificarse) en

que todo ser humano tiene un límite frente a las múltiples

presiones impuestas por su entorno personal,

independientemente de sus propias frustraciones o

defectos personales. Por ejemplo:

“…es el caso de aquellos soldados o militares que,

motivados por el contexto de una guerra, por

Page 202: El Sagaz Teniente Alférez

201

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

presiones de sus superiores o, incluso, por la

ausencia de valores morales, en un momento dado

llegan a maltratar a prisioneros o a personas

inocentes. Pero muy diferente es el caso de los

soldados o militares que maltratan de manera

cíclica o sistemática amparándose en su posición

superior de poder”.

Adicionalmente, debe desmitificarse la idea de que un

Maltratador es una persona desagradable y que actúa en

forma desagradable todo el tiempo y en todo contexto. Por

el contrario, hasta podría decirse que un Maltratador suele

ser una persona muy agradable y simpática de cara a las

personas ajenas a su relación con la Víctima.

De la misma manera que cualquier otra clase de

persona, ningún Maltratador Psíquico lo es todo el tiempo.

Además, todo Maltratador tendrá el control de la situación,

siempre y cuando permita que las tensiones que provoca

no sobrepasen el límite de lo tolerable por su Víctima.

Aún el Maltratador más violento y desagradable, es

capaz de tener comportamientos sanos y/o normales,

incluso, dentro de su relación con la Víctima, por lo que

debe comprenderse que ello es justamente de lo que se

vale para confundir, no parecer tan indeseable y así retener

a la misma.

Page 203: El Sagaz Teniente Alférez

202

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

No en tanto, las características del “Maltratador

Antisocial” según el manual de clasificación de trastornos

mentales de la Asociación Americana de Psiquiatría

(D.S.M.-IV) son:

Un patrón general de desprecio y violación de los

derechos de los demás que se presenta desde la edad de 15

años, como lo indican tres (o más) de los siguientes ítems:

- fracaso para adaptarse a las normas sociales en

lo que respecta al comportamiento legal, como lo

indica el perpetrar repetidamente actos que son

motivo de detención.

- deshonestidad, indicada por mentir

repetidamente, utilizar un alias, estafar a otros

para obtener un beneficio personal o por placer.

- impulsividad o incapacidad para planificar el

futuro.

- irritabilidad y agresividad, indicados por

peleas físicas repetidas o agresiones.

- despreocupación imprudente por su seguridad

o la de los demás.

- irresponsabilidad persistente, indicada por la

incapacidad de mantener un trabajo con

constancia o de hacerse cargo de obligaciones

económicas.

Page 204: El Sagaz Teniente Alférez

203

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

- falta de remordimientos, como lo indica la

indiferencia o la justificación del haber dañado,

maltratado o robado a otros.

Pero cuando un determinado sujeto tiene al

menos 18 años, existen pruebas de un trastorno

disocial que comienza antes de la edad de 15

años.

- el comportamiento antisocial no aparece

exclusivamente en el transcurso de una

esquizofrenia o en un episodio maníaco.

- aunque este tipo de persona comparte un perfil

muy próximo del más popularmente conocido

como “psicópata”, les diferencia un mayor nivel

de gravedad de éste, así como un historial

delictivo no necesariamente presente en el

mismo.

Se ha hecho costumbre que oigamos decir que en las

unidades de combate que cuentan con una historia y

tradición de acometimiento aproximado, que la matanza

en combates “cuerpo-a-cuerpo” inspira un miedo y un

terror especial en el enemigo, al estos capitalizar la

aversión natural al “odio” manifestado en su

determinación, un deseo de querer encajarse dentro de una

agresión interpersonal de corto alcance.

Page 205: El Sagaz Teniente Alférez

204

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

En tiempos recientes, por ejemplo, tenemos que los

batallones de Gurkhas británicos, históricamente han sido

particularmente muy efectivos en esta arte (como puede

ser visto en el terror que los argentinos tuvieron de ellos

durante la Guerra de las islas Falklands o Malvinas), pero

cualquier unidad que colocase una dosis de fe en la

bayoneta, lograría percibir un poco de ese miedo natural

con que un enemigo responde a la posibilidad de enfrentar

un oponente determinado a llegar hasta cierta “distancia y

espetar”.

Lo que estas unidades (o por lo menos sus líderes)

deben entender, es que el verdadero “espetar” casi nunca

acontece; pero una profunda repugnancia humana a la

amenaza de tal actividad, cuando confrontada con una

pose superior, representada por una voluntad, o por lo

menos una reputación de participación de matanza de

corto alcance, tiene un efecto devastador sobre la moral

del enemigo.

Esta profunda repugnancia a ser muerto con hierro

frio puede ser observado cuando soldados rebeldes

hindúes, durante el Motín dos Sipaios “imploraron por la

bala”, pidiendo para ser ejecutados con un tiro de fusil, en

vez de la bayoneta.

La combinación de proximidad con incerteza

(especialmente por la noche), nos ayuda a explicar porque

Page 206: El Sagaz Teniente Alférez

205

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

los ataques por el flanco o la retaguardia siempre

destruyen la voluntad del enemigo en querer luchar. La

suposición de que el enemigo está muy próximo, es lo que

eleva el nivel de incertidumbre. Esta aproximación, y la

incertidumbre, se combinan y conspiran con la falta de

vigilancia mutua en la oscuridad, de tal forma a echar

abajo y destruir a voluntad del enemigo en querer luchar.

Durante los combates, el valor de capacitación de la

distancia psicológica puede ser observado en el hecho de

que las tasas de bajas crecen significativamente después

que las fuerzas enemigas vuelven sus espaldas y

comienzan a huir.

Tanto Clausewitz como du Picq, dos versados

estudioso del asunto, hablan detalladamente sobre el hecho

de que la mayor parte de las bajas en las batallas de la

historia, fueron infligidas sobre el lado perdedor durante la

persecución que se siguió a la victoria.

Siguiendo esta misma línea, el propio du Picq apunta

con el ejemplo sobre Alexandre el Grande, cujas fuerzas,

durante todos sus años de guerra, perdieron menos de 700

hombres “bajo la espada”. Estos sufrieron tan pocas bajas

por que nunca perdieron una batalla y, por lo tanto,

solamente tuvieron que sufrir las reducidas bajas infligidas

por los combatientes reluctantes en el combate

aproximado y nunca tuvieron que sufrir las bajas de por si

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206

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

significativas, asociadas al ser perseguidos por un enemigo

victorioso.

Así mismo, la matanza durante la persecución

también ha sido conducida por unidades de caballería,

bigas o de tanques, y estas de por sí tienen su propia forma

de distancia psicológica, que capacita su actividad de

matar.

En combate, un buen caballero se torna uno junto a su

montaría y se transforma en una notable especie. No es

más un hombre, y sí al contrario, una “pseudoespecie”,

con tres metros de altura, cuatro patas y pesando media

tonelada, semejante a un centauro, que no tiene hesitación

en liquidar con los seres inferiores que están siendo

perseguidos y que voltearan sus espaldas.

Y agrega un dato importante, mencionando:

“Estudios realizados por psiquiatras del Cuerpo

Médico con los casos de fatiga de combate en el

Teatro Europeo... descubrieron que el miedo de

matar, al contrario del miedo de ser muerto, era la

causa más común de las fallas en combate de los

soldados”.

De tal forma que, habiendo sido establecida una

fundación específica para estudiar el entendimiento del

dilema que el soldado en combate enfrenta, debemos mirar

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207

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

para la naturaleza de las respuestas del soldado

combatiente individual y a su medio ambiente.

Se dice que en el mundo animal, cuando dos criaturas

de una misma especie entran en conflicto, su combate casi

nunca es hasta la muerte. Cascabeles usan sus presas

ponzoñosas en otras criaturas, pero estas luchan por

constricción entre sí; peces del tipo pirañas muerden todo

lo que se mueve, pero luchan unos con los otros con los

piparotes de sus caudas; y animales con galladas y cuernos

intentan perforar y extirpar otras especies con esas armas

naturales, y enfrentan a otros de la misma especie en

combates de cabezada, relativamente inofensivos.

Contra la propia especie de una criatura, las opciones

preferenciales de la naturaleza son de “posar” antes y

durante un combate simulado, “someterse” y tornándose

inofensivo o exponiéndose a un golpe mortal, o hasta

“fingir” de ser un agresor. Por lo tanto, la opción de

“lucha” casi nunca es usada, asegurando así la

sobrevivencia de la especie.

Es ampliamente asumido que solamente el hombre no

tiene tal resistencia a matar. ¿Pero será que la tiene? El

General de la 2ª Guerra Mundial, S.L.A. Marshall, un

veterano e Historiador Oficial del Teatro europeo durante

la 2ª Guerra Mundial, fue el primero en llamar la atención

del mundo sobre el hecho de que solamente 15 a 20 por

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208

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

ciento de los fusileros en combate dispararían sus armas

contra un enemigo expuesto.

Vale destacar que Marshall fue la primera persona en

la historia a conducir entrevistas sistemáticas con soldados

individuales, inmediatamente después del combate y, a

pesar de sus procedimientos metodológicos haber sido

recientemente rexaminados, su concepto básico, de una

mayoría de soldados dejando de perseguir de forma activa

la opción de “lucha”, sobrevive a un examen más

detallado.

Foto de Bate y Cia W. Acampamento argentino e hospital brasileiro.

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209

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

Los últimos capítulos de una gran tragedia

Una vez que había sido levantado el acuartelamiento

general guaraní de San Fernando (Tebiquarí), López partió

de inmediato en busca de una mejor posición de defensa

entre Angostura y Villeta, a cerca de quince quilómetros

de Asunción. A su vez, los aliados, a vistas claras ya

avanzaban tanto por tierra como por el río, pero mientras

seguían los pasos del tirano, por el camino, iban

encontrando enormes dificultades.

Cabe destacar que al inicio de la operación, los

aliados intentaron realizar una maniobra divisionista por el

noroeste, fingiendo con la estratagema amenazar la capital

enemiga. El dictador, no en tanto, no se preocupó en

defenderla (ya está prácticamente vacía) y cuida apenas de

mostrarse fuerte delante de los ejércitos aliados. Sin

embargo, el propio Marqués de Caxias se pone al frente de

cerca de 10.000 hombres, atraviesa el río Paraguay, sube

el torrente por la margen derecha, atraviesa nuevamente

para el lado izquierdo y entonces, ataca al enemigo por la

retaguardia.

Por toda aquella redondez la lucha fue fiera durante

muchos días, quedando reducida al fin a un único y vasto

campo de batalla formado por Villeta, Angostura, Piquicirí

Page 211: El Sagaz Teniente Alférez

210

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

e Itororó. La condición victoriosa de los aliados

finalmente obliga a López a huir para Lomas Valentina.

Imágenes de la masacre final

Esa nueva posición estaba ligada a Angostura y a

otros puntos donde las guarniciones paraguayas todavía

resistían. Pero estamos ya en 27 de diciembre de 1868, y

al romper la aurora, el general en jefe (Caxias) ordenó el

ataque directo a Lomas Valentina y el enemigo no se

resiste por mucho tiempo. Entonces López huye para

Cerro León. Tres días después, Angostura capitulaba.

En ese entonces se pensó que el tirano había recibido

el golpe de muerte y los aliados marcharon sobre

Asunción entrando en la capital el día 1º de enero de 1869.

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211

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

Comprobado lo contrario, los comandos aliados

entendieron que ahora era necesario hacer una nueva

suspensión de armas para lograr localizar la ruta de fuga

del dictador vencido, errante en las montañas, y

arrastrando consigo toda una población, fiel y obediente

hasta el martirio y la muerte.

Empero, en el transcurso de los entretantos, el

Marqués de Caxias y el Vizconde de Inhaúma caen

gravemente enfermos y son obligados a abandonar el

campo de batalla. Y la historia cuenta que Inhaúma tuvo

su estado de salud tan agravado, que vino a fallecer poco

después de llegar a Rio de Janeiro.

“¿Cuánto tiempo, cuántos hombres, cuántas vidas,

cuántos elementos y recursos necesitaremos para terminar

esta guerra, para convertir en humo y polvo a toda la

población paraguaya, para matar hasta el feto en el vientre

de cada mujer?”, se preguntaba el Marqués de Caxias,

Mariscal del ejército brasileño, en aquella trascendente

carta que le dirigió al emperador Pedro II, antes de tener

que resignar su cargo a manos del Conde D’Eu.

Por consiguiente, antes de continuar se debía zanjar la

crisis interna que acometía el gobierno de Don Pedro II en

Brasil, y también la del presidente argentino Bartolomé

Mitre, ya que para estos la guerra debía prolongarse hasta

el final, y el final era la masacre.

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212

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

Conde D´Eu pasando en revista a las tropas brasileñas en campo abierto, 1869

Percibiendo los acontecimientos, en la mañana del 16

de agosto, el mariscal Francisco Solano López ordenó

organizar una resistencia en Acosta Ñú para permitir su

retirada hacia Cerro Corá, para cuando las derrotas

paraguayas ya se sucedían una tras otra.

También se dice que en aquel momento el general

Bernardino Caballero fue el encargado de armar y vestir a

un batallón de tres mil quinientos niños para apostarlos,

junto con quinientos veteranos, en el paraje de Ñú Guassú,

frente a un ejército brasileño de veinte mil hombres,

alineados junto con mercenarios provenientes del

Uruguay, Argentina y otros países más.

Pero pese a las reiteradas cargas de los soldados

brasileños desde los cuatro flancos y a la debilidad lógica

de la heroica resistencia paraguaya, la batalla de Acosta

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213

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

Ñú demoró toda una tarde en resolverse, mismo cuando

las madres de los niños comenzaron a bajar del monte para

sumarse a la batalla y defendiéndose con las armas de sus

hijos caídos.

Y así, con los últimos vestigios de sol cayendo sobre

los campos, el Conde D’Eu no titubeó al ordenar el

incendio de la pradera, con heridos y prisioneros incluidos,

antes de continuar la marcha.

Esta derrota paraguaya encerró el ciclo de las

encarnizadas batallas de tan funesta guerra. Los pasos

siguientes se concentraron en la mera cazada a López, que

abandonó Ascurra y, seguido por menos de trescientos

hombres, se embreñó en las matas, marchando siempre

para el norte.

Prisionero paraguayo en enero de 1868. Excursión al Paraguay, FBN.

Page 215: El Sagaz Teniente Alférez

214

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

Coronel Joca Tavares (tercero sentado, de la izquierda para la derecha) y sus

auxiliares inmediatos, incluyendo José Francisco Lacerda, más conocido

como “Chico Diabo” (tercero en pie, de la izquierda para la derecha)

Dos destacamentos fueron enviados en persecución

del tirano paraguayo, y el día 1° de marzo de 1870, las

tropas del general José Antônio Correia da Câmara, el

Vizconde de Pelotas, lograron sorprender el último

acantonamiento paraguayo, en Cerro Corá, donde Solano

López terminó siendo herido a lanza por el cabo Chico

Diabo (Chico Diablo) y después baleado, junto a las

barrancas del arroyo Aquidabaniguí luego a continuación

de recusarse en aceptar la rendición.

Registros dan cuenta que posteriormente al hecho de

Cerro Corá, las tropas brasileñas se pusieron eufóricas,

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215

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

pasando a asesinar civiles, poniendo fuego en

campamentos y matando a heridos y enfermos que se

encontraban escondidos en los ranchos.

Seguramente no era ese el deseo del emperador Don

Pedro II, quien prefería tener López preso que muerto. No

en tanto, en Rio de Janeiro, la muerte del déspota de

López fue muy bien recibida y el emperador pronto

recuperó la popularidad que había quedado abalada pela

dispendiosa guerra.

Con la muerte de Solano López en Cerro Corá, la

guerra había terminado definitivamente y la batalla de

Acosta Ñú pasó a formar parte de la historia olvidada del

continente. Sin embargo, el vergonzoso papel de los

gobiernos de Argentina, Brasil y Uruguay en defensa de

los intereses comerciales británicos aun tardaría mucho en

apagarse. Al igual que el fuego que consumía de a poco

los restos de la masacre en el Cerro Gloria.

Page 217: El Sagaz Teniente Alférez

216

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

Tristes detalles de Acosta-Ñú - 16 de agosto de

1869

En la referida batalla, 3.500 niños paraguayos

enfrentan a 20.000 hombres del ejército aliado, hecho que

se tiene como un acto de heroísmo sin igual en la historia

contemporánea. Y por la masacre producida, actualmente

en Paraguay se conmemora la triste data de recordación,

como el “Día del niño”.

Relatos puntuales de varios historiadores dan cuentan

que luego de la derrota sufrida por sus tropas en el

combate de Piribebuy, Solano López sintiendo amenazada

su retaguardia por las fuerzas que avanzaban por Altos y

Piribebuy al mando de los generales Emilio Mitre y José

Antonio da Silva Guimarães, resolvió retirarse dividiendo

sus tropas en dos divisiones, una de vanguardia, que

confió al general Resquín, y otra de retaguardia, a las

órdenes del general Bernardino Caballero.

A las cinco de la tarde del 13 de agosto se puso en

marcha con rumbo a Caraguatay, donde llegó a las ocho

de la noche del día siguiente. De paso, mandó fortificar la

entrada de la picada que conduce a dicho pueblo, dejando

allí 1.200 hombres, con algunos cañones, a las órdenes del

coronel Pedro Hermosa.

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217

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

El movimiento de la columna paraguaya de

retaguardia era, y tenía que ser, muy lento porque seguía el

compás de la larga fila de carretas en que iban los bagajes

de su ejército. La extrema flacura de los animales de tiro

hacía que aquéllas apenas anduvieran. Y así, pronto

Caballero se vio separado de los suyos, solo, en medio del

enemigo, librado a su propia suerte. Era como el escudo

del ejército en retirada, contra el cual se estrellaría todo el

poder de las huestes de la alianza.

Recién el 15 de agosto entró el Conde D’Eu en

Caacupé, donde se enteró de la retirada total de las fuerzas

paraguayas. Esta noticia -por razones ocultas- lo dejó

anonadado y sumido en el desaliento. Pero ante la noticia

de que una fuerte columna paraguaya se retiraba

lentamente por una picada que conducía a la llanura de

Barrero Grande, el Conde D’Eu ordenó al Mariscal

Victoriano Carneiro Monteiro que marchara rápidamente

hacia el pueblo de Barrero Grande, para cortarles la

retirada, mientras él caía sobre la retaguardia de los

paraguayos.

El mariscal Monteiro se alejó a las dos de la tarde del

15 de agosto, llegando a su destino a las diez de la noche.

Desde allí desprendió una división de caballería, a las

órdenes del general Cámara, con rumbo a Caraguatay, y

allí llegando esta fue detenida por el coronel Hermosa.

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218

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

Solamente a las seis de la mañana del día siguiente se

movió el primer cuerpo del ejército brasileño, comandado

por el general José Luis Mena Barreto, quien acababa de

remplazar al general Osorio.

Dos horas después, el general Vasco Alves Pereyra,

que mandaba la vanguardia del ejército imperial,

intercambiaba los primeros tiros con la retaguardia de

Caballero. A lo lejos se escuchaba la artillería paraguaya,

que rechazaba en ese momento las cargas del general

Cámara en la boca de la picada de Caraguatay.

Moreno y Franco hubieron de soportar en seguida la

presión de nueve batallones y el fuego de numerosas

piezas de artillería. Hostilizados en los dos flancos por

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219

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

regimientos de caballería, se cuenta que lucharon con

extraordinario heroísmo.

El mismo Conde D’Eu reconoce en su Diario de

Campaña “la gran desventaja” con que peleaban los

paraguayos, por la manifiesta inferioridad de sus armas. Y

registró:

“Nuestros fusiles a lo Minié llevaban la muerte

hasta a sus reservas, al paso que a nuestros

soldados más avanzados poco perjuicio sufrían”.

Mientras tanto, el general Caballero impidió con

habilidad que sus fuerzas fueran rodeadas y por fin

consiguió llegar a la orilla opuesta del arroyo, donde

emplazó la artillería. Entonces, el Conde D’Eu colocó sus

cañones frente al paso y abrió un nutrido fuego contra la

posición paraguaya, ordenando una carga a fondo sobre el

puente, que fue repelida.

La batalla llegaba a su momento culminante. Era ya

mediodía, y desde el amanecer la lucha no tenía tregua ni

descanso. Nuevamente se produjo una nueva carga y de

nuevo esta fue repelida por Caballero. La carnicería fue

tamaña, que el cauce del arroyo quedó colmado de

cadáveres. Fue el momento que el ejército imperial optó

entonces buscar un vado, para intentar evitar que

fracasasen en otro ataque frontal.

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220

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

Caballero volvió a hacerse fuerte sobre el puente de

Piribebuy, conteniendo con todo éxito el avance de sus

persecutores. La tarde ya inclinaba. Pero de pronto los

paraguayos se vieron acometidos por la retaguardia. Era el

segundo cuerpo del ejército brasileño que llegaba. Se

trataba de una fuerte columna de infantería, con ocho

bocas de fuego, a las órdenes del general Resín, quien

obligó a que se dividiesen las escasas fuerzas de Caballero

para este tener que atender dos acometidas simultáneas.

Los veteranos de Franco (muerto en el combate)

habían desaparecido, y con ellos el nervio principal de la

resistencia paraguaya. No le quedaban sino niños y jinetes

mal montados.

Y tal escenario lo registra en sus notas Juan José

Chiavenatto:

“Los niños de seis a ocho años, en el fragor de la

batalla, despavoridos, se agarraban a las piernas

de los soldados brasileros, llorando para que no

los matasen. Y eran degollados en el acto.

Escondidas en la selva próxima, las madres

observaban el desarrollo de la lucha. No pocas

agarraron lanzas y llegaban a comandar un grupo

de niños en la resistencia”……. “El Conde D´Eu,

un sádico en el comando de la guerra, después de

la insólita batalla de Acosta Nú, cuando estaba

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221

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

terminada, al caer la tarde, las madres de los

niños paraguayos salían de la selva para rescatar

los cadáveres de sus hijos y socorrer los pocos

sobrevivientes, el Conde D´Eu mandó incendiar la

maleza, matando quemados a los niños y sus

madres”. Su orden era matar: “hasta el feto del

vientre de la mujer”.

“Mandó hacer un cerco frente al hospital de

Peribebuy, manteniendo en su interior los

enfermos – en su mayoría jóvenes y niños – y lo

incendió. El hospital en llamas quedó cercado por

las tropas brasileras que, cumpliendo las órdenes

de ese loco príncipe, empujaban a punta de

bayoneta adentro de las llamas los enfermos que

milagrosamente intentaban salir de la fogata. No

se conoce en la historia de América del Sur por lo

menos, ningún crimen de guerra más hediondo que

ese”. (Chiavenatto: “A guerra do Paragauai”)

Casi simultáneamente, Caballero, formando un cuadro

con sus tropas, se defendió como pudo hasta que,

dispersados los restos de sus fuerzas, confundido en el

tumulto inmenso de la lucha, pudo cruzar, sin ser

reconocido, entre regimientos y batallones, llevando en

tras de sí a los pocos que habían escapado de la matanza.

Page 223: El Sagaz Teniente Alférez

222

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

Crímenes y punciones durante la Guerra

(1864-1870).

Se me hace que otro punto importante, es poder

evaluar por medio de las informaciones registradas, las

condiciones sobre las cuales tuvieron que conducirse y

operar todos los integrantes de la tropa a lo largo de estos

casi seis años de guerra.

Siendo así, la concentración de una inmensa masa de

combatientes y no combatientes en los acampamentos

militares, por supuesto exigió la necesidad de garantir el

orden y la disciplina, ya que as deserciones, los actos de

cobardía y de insubordinación, los homicidios, las peleas,

los robos, los atentados contra la propiedad, las

violaciones y otros delitos, estaban lejos de ser raros.

Muy por el contrario, eran bastante frecuentes y

constan en una profusa documentación. Por lo tanto, el

siguiente relato de María Teresa Garritano, que es parte de

su tesis de doctorado, se propone a analizar el

funcionamiento de la Junta de Justicia Militar en un

acampamento del Ejército brasilero que vivía bajo

indispensables reglas disciplinares, muchas veces

quebradas, y sus estudios han privilegiado fuentes como

memoria de combatientes (oficiales y plazas) y las órdenes

del día, en archivos públicos y particulares.

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223

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

Entonces tenemos que, a lo largo de casi cinco años

de sucesivos acampamentos en que se instaló el ejército

brasileiro, generalmente próximo a los ocupados por los

aliados argentinos y uruguayos, fueron el hábitat de

millares de hombres y mujeres de distintas clases sociales

y profesionales, que fueron igualados por las privaciones,

por los padecimientos de la guerra, y obligados a

acostumbrase con la vida áspera y ruda de campaña.

Por otro lado, en cierto momento de su obra, Taunay

destaca que: “En los ejércitos de la época, era un hábito

común que las familias de los soldados, niños,

amancebadas o legítimas esposas, además de comerciantes

y aventureros civiles, acompañasen las tropas que

marchaban para la guerra.”

Se trataba de simples acantonamientos, barracas y

muchas veces cuchitriles cubiertos de capín, en donde las

tropas pasaban días, meses y hasta años, algunas veces

teniendo como abrigo solamente capotes y sombreros.

Vivian bajo indispensables reglas disciplinares, muchas

veces quebradas, donde se desenvolvía una vida compleja

y variada.

Estos eran acampamentos casi siempre apartados de

las ciudades, montados en terrenos abiertos o rodeados de

vegetación frondosa y mata cerrada, próxima, cuando era

posible, a cursos de agua, desenvolviéndose allí una

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224

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

cotidiana instrucción militar, organizando desafinadas

bandas, encuentros junto al fuego, o entreteniéndose con

juegos de azar, largas conversaciones íntimas, las bebidas,

los amores confesados o no, con los soldados con sus

mujeres, casados o no, movidos entre toques de clarín y

señales de alerta, envueltos por discusiones políticas,

literarias y artísticas, con los sueños de gloria de jóvenes

oficiales, que se aborrecían con el paso lento del desplegar

de la guerra, y hasta a algunos con horror de las batallas.

La vida de un acampamento militar era regida por la

“Órdenes del Día (enviados a través del cuaderno de

orden; véase algunas de ellas en los anexos), de escalas y

toques de corneta, que recordaban funciones, transmitían

órdenes, convocaban al trabajo, a los ejercicios y al

descanso, y anunciaban la esperada hora del magro, sin

embargo indispensable rancho (comida).

Pero el incumplimiento de esas órdenes, fue lo que

acarreó a lo largo de cinco años de guerra, penalidades de

varios tipos como: algunos días de guardia en el frente,

anotaciones en los archivos de fe de oficio del adherido,

prisión en la propia barraca, castigos con espada de

plancha, expulsión, exoneración, etc.

Vale destacar que los jefes militares necesitaban

contar, a cualquier hora y en cualquier situación, con un

grupo de soldados disciplinados y en condiciones de

Page 226: El Sagaz Teniente Alférez

225

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

guerrear, bajo un régimen férreo, estando conscientes de

las graves sanciones de aplicación inmediata, a la que

estarían sujetos, en caso de incumplimiento de sus

reglamentos. Esto de debía porque actuando delante de un

enemigo, ellos estarían colocando en risco la propia vida y

la de sus compañeros. Por lo tanto, se tornó imperioso que

tuviesen total control sobre sus ejércitos.

La cuestión que se coloca al historiador, que tiene por

objetivo la reconstitución de los crímenes y penalidades,

es la de analizar los problemas que habían sido generados

por la concentración de grandes masas de combatientes, y

la de comprehender porqué había tantos casos de

transgresiones tanto por parte de un simple soldado cuanto

de oficiales, y porqué la justicia tan bien delineada a través

de decretos y leyes, no llegaba de forma total a los campos

de batalla, cuestiones esas que todavía no fueron

exploradas debidamente por la historiografía oficial.

Lo que la autora de este estudio desea apuntar, es que

las tres fuerzas armadas que actuaron en la Guerra del

Paraguay, sean cuales sean: ejército de línea, guardias

nacionales y voluntarios de la patria, tenían orígenes, en su

mayor parte, en elementos no dotados del espíritu militar,

sin disciplina y orden, oriundos de una estructura social no

muy consciente con normas y reglas y, por tanto, teniendo

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226

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

grandes dificultades en adaptarse al cotidiano del régimen

militar.

Sobre ese respecto, el General Caxias había escrito

refiriéndose a los años anteriores a la guerra, que: “por un

conjunto de circunstancias deplorables, nuestro Ejército

contaba siempre en sus filas con una grande mayoría de

hombres que la sociedad repudiaba por sus pésimas

cualidades”.

Al ser analizadas las Memorias de Combatientes

(oficiales superiores y plazas), Libros de Entradas y

Salidas de los Hospitales y Enfermarías de los

acampamentos, Prensa de la Época, Ordenes del Día,

Informes de los Presidentes de Provincia, Discursos,

Partes, Narrativas de propio puño, Correspondencias

particulares y oficiales, los propios objetivos de la

pesquisa, es que la autora de este documento ha

encontrado valiosos documentos, testimonios de la época,

que deja abierta la posibilidad de ser estudiada las diversas

actividades ejecutadas dentro de un acampamento militar,

en especial la violación de leyes que el desespero del

hambre y de las enfermedades provocaba, poniendo en

riesgo la disciplina militar.

El conflicto que entonces comenzaba en 1864,

multiplicaría los problemas, pues sería prolongado y se

desenvolvería en un terreno inhóspito. También porque la

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227

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

composición humana del Ejército y la Marina: veteranos,

prisioneros (según Fragoso), extranjeros, presos,

voluntarios, involuntarios (de acuerdo con Rodrigues), y

guardas nacionales apartados de sus ocupaciones y lares,

no era la más apropiada y a su vez, la que tornaba más

difícil todavía obedecer las severas normas disciplinares y

los estrictos principios jerárquicos que condicionaban toda

la vida personal y profesional de un soldado.

Además, se sabe que en todo el territorio nacional

había el reclutamiento de presos, que permanecían en las

prisiones hasta que fuesen conducidos, encadenados a los

cuarteles. Las autoridades policiales igualmente reclutaban

a todos los individuos considerados peligrosos, quienes

enfrentaban también los castigos corporales que aun

existían en el ejército brasilero.

Empero, muchos voluntarios también fueron

reclutados contra su voluntad, y esclavos libertos seguían

para la guerra acreditando en una nueva vida. Muchos

hombres lucharon, pegaron en armas, entusiasmados por

las promesas del gobierno Imperial, las gratificaciones, los

sueldos vitalicios y las tierras prometidas. Estas eran las

principales razones que llevaron a estos hombres a los

campos de batalla, además del sentimiento patriótico de

dar la vida por la nación. Por otro lado, también sería

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228

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

necesario contener la arbitrariedad y la crueldad frecuentes

de aquellos que poseían el comando.

El 28 de abril de 1869, en propio Taunay describió un

panorama general de la situación de los presos en los

campos de batalla, diciendo:

“en Humaitá existían 230 presos, de los cuales 90

habían respondido a un Consejo de Investigación,

46 al de Guerra, 9 sentenciados a muerte

esperaban el resultado de un último apelo, uno fue

expulso del Ejército porque no podía ser suelto por

la necesidad da restitución de cierta suma, y al

final 92 estaban a espera de procesos que o se

habían extraviados, o nunca habían sido

instaurados. Entre esos últimos se dio el mayor

número de solturas; con todo, aquellos que

permanecían sin proceso, mismo estando acusados

de crímenes graves como muertes, herimientos,

etc., fueron entregues a la guardia del Ejército

para que se procurase alguna información en los

Cuerpos, como medio de regularizar el

andamiento de los papeles de acusación. Entre

tanto, las disoluciones de muchos batallones, y las

frecuentes transferencias de soldados de uno para

otro cuerpo, tornaron imposible tal resultado.

Debido a esto, los acusados fueron sueltos, por el

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229

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

principio básico de que no puede haber pena para

aquel cuya culpabilidad no puede ser probada”.

Dionísio Cerqueira también nos recuerda

detalladamente el caso de dos soldados brasileños que

fueron castigados hasta la muerte aparente, por causa del

asalto a un oficial argentino para robarlo, crimen para el

cual estaba prevista la pena capital en su 18º artículo de

guerra, y que no fueron llevados a juzgamiento por la

Justicia Militar. El propio Cerqueira justificó que los

Generales comandantes del Cuerpo del Ejército,

impedidos de aplicar la pena de muerte, que era una

prerrogativa del emperador, preferían la punición

inmediata en lugar de dejar la cuestión a cargo de un

tribunal que se arrastraba en largas discusiones, alegando

que la demora en la aplicación de la justicia enflaquecería

los principios de autoridad, disciplina y respeto mutuo

entre superiores e inferiores. Pero ponderaba que el

castigo era excesivo, y en este caso específico, 1500

planchadas, ya que las puniciones con golpes de espada de

plancha, sin punta ni borde según el código, indicaba no se

podía castigar con más de 50 pancadas de espada y por eso

la ley estaba siendo violada. (Cerqueira, 1929:59).

Sin embargo, “el mismo General en Jefe que punía

con extrema severidad, en otras ocasiones era benévolo

para los soldados, a quien les perdonaba muchas faltas,

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230

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

pues cuando se dirigía al lugar en donde se encontraban

los presos, la Guardia, así llamada, causaba alegría en los

detenidos, pues el General mandaba soltar luego los de

culpas leves, y los otros luego después de un ligero castigo

o sin él”, (citación de Magalhães, 1978:122).

Los crímenes sin solución eran frecuentes en los

campos de batalla, y asesinatos y robos difícilmente eran

solucionados debido a la propia dinámica de un

acampamento militar. Para ejemplificar, cito aquí lo que

Cerqueira nos dice: “El joven e ilustre capitán João Dias

Cardoso de Mello fue traicioneramente asesinado por un

aliado, a la noche, en su rancho en Tuyutí. El amigo

Bormann me contó el horroroso crimen con detalles de

erizar”. Cerqueira cita también otro caso: “de un oficial

muerto, este, por accidente, en que, un soldado dejó caer el

arma al bajarse de su puesto, hiriendo mortalmente el

oficial”. Pero en ambos casos, Cerqueira no revela las

puniciones y ni si hubo juzgamiento.

También cabe destacar que había bastante indulgencia

por parte del emperador Don Pedro II que interfería, por

ejemplo, mandando soltar a 51 presos el 28 de abril

de1869 en el campamento de Humaitá, y otros 12 más de

Asunción, todos los que, sin haber posibilidad de le ser

instaurado proceso penal, no tenían culpa formada, lo que

para el emperador representaba que, “los crímenes eran de

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231

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

poca importancia y el tiempo de prisión era castigo

suficiente, pues algunos se encontraban detenidos desde el

26 de enero, 25 de agosto y 15 de septiembre de 1867”.

(Fuente de Taunay, 1958:29). Por tanto, no pocas veces la

decisión imperial substituía los tribunales militares y la

posibilidad de revisión de las sentencias.

Es importante agregar que la Historia de la Justicia

Militar en Brasil, se inició con la llegada de la Familia

Real al Brasil, en 1808, cuando la ciudad de Rio de

Janeiro pasó a ser sede de la Corona Portuguesa. “La

situación del país, de simple colonia, se altera

profundamente, y por consecuencia directa de esas

mudanzas se hace necesaria la más completa

reorganización del País”, (citación de Vianna, 1967:13).

Por lo tanto, al año siguiente de ser iniciada la guerra,

fueron creadas provisoriamente dos Juntas de Justicia

Militar, una en la provincia de São Pedro do Rio Grande

do Sul, y otra en la de Mato Grosso, cuando se estableció

por primera vez una Justicia Militar especial para actuar

fuera del territorio brasilero.

En principio, estas Juntas desempeñarían el papel de

instancias máximas de esa justicia especial, funcionando

en lugar determinado por el gobierno, en cuanto los

Consejos de Guerra actuarían como primera instancia.

Cada una de ellas debería ser presidida por el presidente

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232

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

de la provincia en cuestión e integrada por más seis

miembros. Pero a pesar de eses órganos ser

estructuralmente diferentes de la Justicia Militar que

actuaba regularmente en territorio brasilero desde 1808, su

funcionamiento debería ser determinado por los mismos

códigos que regían la actuación de los Consejos de Guerra

y del Consejo Supremo Militar y de Justicia del territorio

brasileño.

Sin embargo, debe ser destacado que algunas

dificultades y escrupulosidades envolvían el pleno

funcionamiento de la justicia durante la guerra, como: el

dislocamiento de los acusados al local del juzgamiento, las

disoluciones de batallones, las decisiones del Comandante

en Jefe y las formalidades jurídicas que regían el proceso

como en el caso de no haber en el Código Militar punición

para algunos tipos de crímenes.

En una carta de Inocêncio Velozo Pederneiras al

Almirante Vizconde de Tamandaré, datada en 03 de

diciembre de 1876, seguidamente después de terminada la

guerra, pero que traduce la continuidad de las dificultades

encontradas en penalizar algunos casos, y critica el

sistema militar de juzgamiento de faltosos, al hacer

referencia al “caso de su ayudante de órdenes que cometió

indisciplina y desobediencia a las órdenes, teniendo que

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233

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

responder al código criminal ordinario”. (AM, libro IX,

doc.838, p.46).

“Diferentes transgresiones de oficiales y plazas

eran penitenciadas con la pena capital, por

ahorcamiento o fusilamiento, entre ellas la

deserción en tiempo de guerra, la cobardía delante

del enemigo, atacar centinelas, dormir o se

emborrachar cuando estuviese de guardia en

tiempo de guerra, encabezar motín o traición,

hurtar o dejar hurtar material bélico (inclusive

caballos), desobedecer las órdenes superiores

usando armas o amenazar y herir a traición o

matar un camarada”. (Fuente Doratioto, 2002:

282).

Pero al encontrarse presionados por las disímiles

condiciones reinantes en los acampamentos militares, los

soldados huían, una actitud que bien podría ser justificada

delante del hambre y del miedo de la muerte que las

epidemias provocaban a los millares. Empero, en los

diarios del Ejército es posible observarse los constantes

mapas demostrativos por armas, de las deserciones,

prisiones y presentaciones de desertores, lo que demuestra

la alta frecuencia con que ocurrían, adquiriendo

proporciones alarmantes según lo describe Taunay.

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234

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

Era común ver soldados cansados y debilitados,

muchos con los pies exulcerados y sangrando, debido a las

largas caminatas a las que eran obligados a cumplir por

orientación de los oficiales de espada en puño, para

transportar los heridos. Pero estos contestaban las

autoridades aumentando la indisciplina entre ellos e

influenciando en la desorganización jerárquica, situación

que llegó al auge cuando se concretó el abandono de los

colegas que habían sido atacados de cólera-morbo. De

acuerdo con la narrativa de Taunay, memoria bastante

usada pela historiografía de la guerra, expone el caso:

“Se multiplicaron durante toda la tarde los casos

epidémicos a punto de se tornar imposible

imaginar cómo podríamos avanzar. Nuevo arreglo

imaginado por el comandante, para las parihuelas,

llevó al desespero y descontentamiento de los

soldados, que en él percibían un aumento de carga

y de fatiga. Llegamos a presentir que entre ellos se

generaba la idea general de un “sálvese quien

pueda”. Metiéndonos en el mato, digieran, “al

menos algunos de nosotros llegaran a Nioac; en

todo o caso dejaremos de ser esclavos de

moribundos, por la mayor parte desvariados”.

(Taunay, 1952:111).

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El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

Pero inclusive había casos de oficiales que eran

responsabilizados por los soldados que abandonaban sus

puestos provocando la desmoralización de sus batallones:

“...el Teniente-coronel Bento Martins de Menezes,

en el más completo abandono de sus deberes, se

recoja preso a esta villa, para responder al

Consejo de investigación, después al de guerra, a

fin de justificar su procedimiento en una

desagradable emergencia, por ocasión de las

deserciones realizadas en masa, y sin que

encontraran el menor obstáculo...” (Orden del Día

Nº24, p.131. 13 de octubre de 1865).

No obstante, hay que resaltar que para incentivar el

alistamiento, el 31 de mayo de 1865, el emperador

“concedió amnistía a todos los soldados de la tropa de

línea y de la Guarda Nacional, que desertaron una o dos

veces y que se presentaren dentro de dos meses”; (Becker,

1968:46). Por lo tanto, se puede afirmar que, no en tanto

las deserciones fuesen sangrías constantes en todo el

contingente de soldados, el Gobierno Imperial sancionaba

decretos perdonando los faltosos, pero estaba lejos de

evitar las fugas, expresando la dificultad del Estado en

movilizar los ciudadanos para la guerra, en ausencia de

instrumentos que garantiesen su permanencia en las

hileras de los contingentes militares.

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236

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

Ya al final de la guerra, en julio de 1869, el Conde

D´Eu, ya nombrado comandante jefe de todas las fuerzas

brasileñas, remitía al Ministro de Guerra dos peticiones de

soldados apelando a Don Pedro II de la pena de muerte a

que habían sido juzgados por crimen de deserción y

condenados en Consejo de Guerra, con definitivo

juzgamiento de la Junta de Justicia Militar. Esta cuestión

era idéntica a muchas otras ya presentadas a consideración

del gobierno imperial, derivada de los trámites legales a

que estaban sujetos los desertores, pero en otros casos era

suficiente el castigo corporal de 50 planchazos de

espada… “Ponderaba Su Alteza la injusticia de tales casos

y alertaba sobre el riesgo de haber penalidades diferentes

para el mismo crimen. (Afirmación de Taunay, 1958:93).

Al llegar a Campinas, la Columna Expedicionaria

enviada a Mato Grosso, fue víctima de la viruela sufriendo

159 deserciones, principalmente de plazas del Cuerpo

Policial de São Paulo y de la Compañía de Caballería de la

Guarnición de São Paulo, (según Souza, 1971:49). En

Uberaba desertaron 96 soldados, de los cuales 20 eran

mineiros (Minas Gerais) y otros 13 fallecieron. Para evitar

nuevas deserciones, otros 25 soldados mineiros

convocados para la guerra, fueron colocados en régimen

de prisión, pero mismo así huyeron para el campo. Se

reafirmaba de este modo, el dictado muy citado por la

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237

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

historiografía ante la perspectiva de tener que ir a la

guerra: “Dios es grande, pero la mateo es aún mayor”.

(Taunay, 1948:133).

En cierto momento, el Brigadero Soares de Andréa

oficializó documento al General Osorio, participándolo de

que: “la deserción de 34 plazas del 1º y 2º Cuerpos de la

Guardia Nacional, procurando justificativa de que el hecho

fue la voluntad de ellos volver a sus lares y porque tenían

mal tratamiento en los acampamentos, sufriendo por falta

de barracas y enfermedades constantes”. El General

respondió cobrando providencias de prisión tanto de los

plazas como de los oficiales de servicio en el día de la

fuga por un periodo de 3 días, porque “si ellos estuviesen

vigilantes, los plazas no llevarían armamento y

arreamiento del cuartel”. (Memorias de Osorio, 1915:47).

Cuanto a las causas de las fugas bajo la visión del mismo

General, el deber de la Guarda Nacional en destacamento,

es estar donde el gobierno manda. Y coloca también en su

oficio, que las deserciones tenían su mayor origen en la

costumbre y en las más doctrinas de muchos oficiales,

quienes cometen la imprudencia de lamentarse a la vista

de los soldados, deseando que algunos de ellos deserten,

para volver todos a sus casas.

En un oficio del Teniente-Coronel Antonio José da

Rocha Junior, Comandante del 12º Cuerpo de Caballería

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238

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

de la Guarda Nacional, datado en 12 de febrero de 1866 y

expedido en el campamento en marcha en el Paço do

Umbu, documento encontrado en el Archivo Histórico de

Rio Grande do Sul y que contiene una “relación nominal

de los plazas de aquel Cuerpo, que desertaron desde el 2

de julio de 1865 hasta el 31 de enero de 1866”, se aprecia

que dicha relación se compone de 104 nombres, de los

cuales 55 son de origen alemana.” (Becker, 1968:179). El

historiador percibe, en ese documento raro, la

preocupación en colocar la grafía cierta de cada nombre,

lo que es poco común ver en otros documentos, los que

sólo relataban el número de desertores sin especificar sus

nombres.

En todo el Ejército Aliado desde los primeros

momentos de la guerra, se produjeron escenas de cobardía

y miedo delante del enemigo. Así consta en el auto de

investigación, firmado por Melcíades Augusto de Azevedo

Pedra, Auditor de Guerra del Ejército, que procedió a la

inquisición de testigos e interrogatorios, referentes al

abordaje que sufrió la cañonera “Parnaíba” en el combate

naval del 11 de junio de 1865, y del cual resultó la

culpabilidad de falta de cumplimiento de órdenes y

cobardía de algunos oficiales. El Consejo de Investigación

absolvió al comandante y oficiales por falta de pruebas el

2 de septiembre de 1867. (AM, Libro IX. Doc.769 e 770,

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239

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

p.2-3). Por tanto, dos años después de ocurrido, lo que

demuestra la morosidad de los procesos y la dificultad de

interrogar a los testigos.

Hubo hasta el caso de un teniente que tenía la

habilidad de eclipsarse en los días de combate…,

“jamás había tomado parte en acción de guerra

alguna. Le daban náuseas y fiebre el tronar de los

cañones y el crepitar de la fusilaría, le causaban

vértigo el relucir de las bayonetas y el crujir de las

lanzas;” (relato de Cerqueira, 1929:158). Además,

algunos comandantes eran demasiado prudentes, y

tenían miedo de provocar al enemigo, lo que “a los

ojos de la soldadesca era señal de cobardía”…

“Una vez vi agachado atrás de una casa de

termitas, a un teniente, escondiéndose de la línea

de fuego”, y comentando esas situaciones,

Cerqueira cita a Fernando Machado que dice:

“Miedo, todos, más o menos, tenían, pero quien

tiene bríos no se lo muestra a nadie;” (Cerqueira,

1929:111).

En la creencia sobre lo citado en las órdenes del día, la

cobardía frente al enemigo provocaba más allá de prisión,

demisión y citación en la fe de oficio de los combatientes, que

en aquella época era una deshonra, ya que ellos quedaban

marcados para el resto de la vida:

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240

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

“Determina, su S. Exc., que sea preso por espacio

de quince días y demitido del puesto que ejercía, el

Sr. Teniente del 12º Cuerpo Provisorio de

Caballería: Arnaldo José de Oliveira, por haberse

comportado con cobardía en la cualidad de

comandante del piquete, que, en el día 1º del

corriente, hizo la descubierta en el acampamento

de las fuerzas destacadas en el Chaco”. (AE,

Orden del Día nº189, p.13).

Tanto en Itororó como en Avaí, el General Caxias

llegó a relatar al Ministro de la Guerra, Muritiba, que

asistió a “muchos actos vergonzosos, y a veces fue

necesario que yo abandonase mi posición de General en

Jefe para conducir el fuego y la carga de batallones

enteros, y los Cuerpos de Caballería, que mismo así, ni

todos llegaron a las fileras enemigas”. Y agregó que

muchos soldados brasileños perdieron la vida en

recurrencia de la “indisciplina y la tibieza de los Cuerpos

que comandaban”, (citación de Doratioto, 2002:366).

…Fue necesario que Caxias, al pasar por la tropa que se

resistía a combatir, dio voz “de firme” y se arrojó sobre

aquella posición; (agrega Cerqueira en otro trecho,

1929:274).

A su vez, al ser aplicada en casi todas las

civilizaciones a lo largo de la historia de la Humanidad,

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241

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

tanto en tiempo de paz como de guerra, la pena de muerte

fue instalada en la Guerra del Paraguay por la Justicia

Militar, pero Don Pedro II era contrario a ella y terminó

por conmutar entre octubre de 1867 y julio de 1870, 30 de

las 35 condenaciones a muerte, tanto para oficiales como

para soldados.

Se piensa que las seguidas conmutaciones de las

penas de muerte, reducirían la eficacia de un instrumento

con que el General Caxias esperaba contar para imponer la

disciplina de la tropa en situaciones se combate, y hasta

llegó a reclamar sobre ellos con el Ministro de Guerra

sobre esas resoluciones concedidas por Don Pedro II a

militares que recibieron condenaciones por parte del

Consejo de Guerra y de la Junta Militar de Justicia,

(comentario de Doratioto, 2002:369).

Por otro lado, el mismo Taunay describe una vez más,

un caso ocurrido el 1º de noviembre de 1865, cuando

estaba en la Villa de las Dolores de Rio Verde,

vulgarmente llamada de Abóboras, por ocasión del

asesinato del capitán de la policía Alexandre Magno de

Jesús, muerto por un furriel, posiblemente por cuestiones

de mujer. “... el asesino, empozado, fue condenado a

muerte, consiguiendo, entre tanto, escapar en mayo de

1867, por lo tanto 2 años después del crimen cometido”

(Taunay, 1927:29).

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El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

Pero, en algunos casos la pena no era perdonada, y en

este aspecto, las Órdenes del Día son prodigiosas en

informaciones, y también en los aspectos de expulsiones,

dispensas y sentencias ejecutadas:

“Que, habiendo sido condenado a pena de

muerte por sentencia del consejo de guerra, y

confirmación de la junta de justicia militar, como

incurso en la 2ª parte del art. 1º de los de guerra

del reglamento de 1763, el reo Pedro Antonio

José Dias, soldado do 52º cuerpo de voluntarios,

por el crimen de insubordinación y tentativa de

muerte en la persona del teniente del mismo

cuerpo, Joaquim Monteiro da Rosa Lima,

comandante del piquete de las líneas avanzadas

de la cual hacía parte, y habiendo S. M. el

Emperador, juzgado que el mismo reo no era

digno de su Imperial Clemencia, fue esa

sentencia ejecutada en el acampamento del 2º

cuerpo del ejército en Tuyutí, el 6 del corriente,

con todas las formalidades de la ley”. (AHE,

Orden del Día nº200,18 de mayo de 1868, p.226).

“Soldado José Pedro Alves Barbosa, por haber

asesinado a una mujer de nombre Delfina María

da Conceição. Condenado por el consejo de

guerra a pena de muerte, como incurso en la 2ª

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243

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

parte del artículo 8º de los de guerra de 1763. La

junta de justicia militar, en 16 de septiembre,

confirmó la sentencia del consejo de guerra pero

juzgó al reo incurso en el artículo 192 del código

criminal grado máximo. Determinó igualmente la

misma junta, que la sobredicha sentencia se

ejecutase, guardándose las formalidades

relativas al recurso de gracia. Se mandó cumplir

en 24 también del corriente.” (AHE, Orden del

Día nº 250, 14 de septiembre de 1868).

Dos otros casos de pena de muerte fueron registrados

por Cerqueira, y que lo hicieron “sentirse horrorizado”:

…“en São Fernando, en Tebiquary y en Caraguatay, en las

Cordilleras. El primero, fue aplicado a un soldado de

artillería, que osó sacar la espada contra el General Osorio,

que ya era el ídolo del Ejército; fue muerto y

“vergastado”, que era la muerte a través de azotes con una

vara fina. El segundo, un soldado fue golpeado hasta morir

por haber matado a un viejo paraguayo para robar un

carnerito que este criaba”. Empero, Cerqueira no registró

si hubo investigaciones sobre esos crímenes, mientras

afirma que los comandantes mandaban realizar esas

ejecuciones para ejemplo, a lo que agrega, que no fueron

buenos ejemplos, porque “luego lo imitaron otros

comandantes, los que excedieron muchas veces el límite

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244

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

reglamentar del castigo corporal”, (comentario de

Cerqueira, 1929:61).

En las obras analizadas, fue muy común el uso de

términos como “irregularidades en servicio”, no

especificándose exactamente cual falta fuera cometida por

los soldados, aunque sufrieron, además de la prisión en la

barraca, el asentamiento de esa nota en su fe de oficio.

(Taunay, 11958:24). No en tanto, Dionísio Cerqueira, en

su esfuerzo por fijar una memoria sobre la guerra, de la

cual hizo parte, nos ha dejado un rico relato de

informaciones sobre las irregularidades cometidas por los

soldados, no en tanto, en algunos casos no especifica la

pena: “... dos de mis camaradas subyugaban a dos

soldados de artillería, que andaban haciendo pillajes y

fueron agarrados en flagrante robando las imágenes de un

oratorio. Mandé que los llevasen ante Felinto, que les dio

una buena lección”.

El propio Cerqueira cuenta sobre las prisiones que él

sufrió durante los años que permaneció en los campos de

batalla: la primera por haber demorado a volver para el

acampamento deteniéndose a conversar con los

compañeros, y fue recogido a guardia de frente; la

segunda, por haber mandado atacar durante las avanzadas

a una fuerza paraguaya. La tercera, ya como capitán, en

1872, en la Escuela Militar, cuando a frente de la 1º

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245

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

Compañía de alumnos, haber errado de propósito una

maniobra y desobedecido con escándalo el superior del

día. Pero reitera que todas las tres quedaron sin efecto

inmediatamente y sin citaciones en su fe de oficio.

(Cerqueira, 1928:50).

Para corroborar los registros de Dionísio Cerqueira, el

alférez Francisco Pereira da Silva Barbosa, también

registra los crímenes y los castigos a que estaban sujetos

los combatientes en la Guerra del Paraguay. Preso diversas

veces, él registra en su Diario de Campaña, en tono

bastante irónico y crítico, por causa de las prisiones y sus

consecuencias; la primera vez, porque llevó para la

formación de parada a un soldado sin el uniforme

completo, y hallando injusta la orden de prisión no se

presentó, lo que resultó en una segunda orden de prisión,

acarreando “más algunos días de guardia en la frente. La

tercera y cuarta vez, fue preso por responder con altivez al

Mayor Fiscal y con aspereza al Comandante de la

Compañía, y en varias otras veces por faltar al toque de

alarma de las 4 de la mañana;” (Silva, 2000:04), y otros

delitos menores que resultaron en prisiones en las barracas

y anulaciones por parte del Consejo de Investigación.

Por otro lado, el triste vicio de la embriaguez, o la

incompetencia para realizar determinadas funciones,

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246

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

acarreaba exoneración y dispensa del servicio del ejército.

(AHE, Orden del Día nº184, 26 de janeiro de 1868, p.77).

Un caso de expulsión fue relatado por Rodrigues da

Silva, cuando algunos oficiales de la Caballería de la

Guarda Nacional se apartaron en demasía del

acampamento, posiblemente intentando escaparse, pero

fueron reconducidos y expulsos, como indignos de

pertenecer al Ejército Brasilero en operación en el

Paraguay. A pesar de haber existido el Consejo de

Investigación, el Comandante en Jefe, Conde D’Eu, no

admitió las justificativas. (Rodrigues da Silva, 1924:85).

El propio Rodrigues da Silva, en la calidad de 1º

Cadete y 2º Sargento del 4º Regimiento de Caballería

ligera, reclamaba que el reglamento era implacable, y por

ocasión de la marcha para Paysandú, perdió una pistola y

“no fue preso por milagro”, pero que la pérdida de esa

pieza del armamento, fácilmente desprendida de la cintura

al galope de caballo, consta en su fe de oficio. El extravío

de cualquier pieza del uniforme por parte de los

combatientes del Ejército, además del descuento de la

quinta parte del sueldo, también era castigado con

pancadas de espada de plancha.

“No se llevaba en cuenta el imprevisto de la falta,

y ni mismo si el soldado tenía conducta ejemplar.”

(Rodrigues da Silva, 1924:128).

Page 248: El Sagaz Teniente Alférez

247

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

En otro documento datado en 04 de junio de 1865 en

el acampamento en marcha del Cuerpo de Guarnición de

Minas en la ciudad de Piumhy, teniendo como autor del

oficio a Francisco de Souza Mascarenhas y enviado para

el comandante de la Brigada Mineira, Coronel José

Antônio da Fonseca Galvão, se informa que se han

infringido castigos corporales en dos soldados a saber:

soldado de la 1ª Compañía, Joaquim Alves de Brito y a

otro soldado de la 2ª Compañía, José Manoel Pereira, por

ambos haberse embriagado y faltado con respeto en le

presencia de oficiales y plazas.

“Habiendo sido sentenciados el primero a

cuarenta pancadas de plancha y el segundo a

treinta cuyos castigos se hicieron en la Fazenda de

Ponte de Pedra el día veintinueve del mes pasado

con las formalidades de estelo (sic), teniendo el

primero sufrido 30 y el 2° 20 pancadas de espada

de plancha en virtud del Médico ayudante, haber

declarado que los mismos no podían ser

castigados conforme adherirán en el referido

consejo”. (Fuente FBN/RJ – AM/CMB, 34A, 05,

005 n° 004, 04/06/1865).

Las formalidades que se trataban en documento

oficial entre los comandos, son pruebas de medios lícitos y

adoptados a los ojos de la sociedad imperial de los años

Page 249: El Sagaz Teniente Alférez

248

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

ochocientos. Como en la anterior, no existe la negación de

la práctica establecida con toda competencia que el oficial

encargado conduce, a no ser de lo que fue declarado en el

consejo que el médico ayudante mencionó. Pero vemos

que la coerción ejercida no inhibió la insubordinación o

indujo al miedo antes de practicarla, pero si al miedo, las

dudas, los deseos, el desánimo que ellos sentían y que

condujeron para las prácticas indisciplinares.

Los nombres de los acusados son de extrema

importancia, pues son los principales participantes del

período de guerra y no serán apenas recordados como

plazas, soldados, marineros o voluntarios, aun mismo que

en estado de humillación, en procesos, o en las sentencias,

estos serán recordados por sus nombres y no como un

mero coadyuvante de la Guerra del Paraguay.

Page 250: El Sagaz Teniente Alférez

249

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

La presencia femenina durante la Guerra

Como la historia del mundo es, en larga medida, una

historia de guerras, eso se debe a que en su mayoría, los

países nascieron luego después de conquistas, guerras

civiles o de luchas por la independencia. Y esos

enfrentamientos no son más que una opción de un grupo

contra el otro, y tan antiguo cuanto la propia historia, y tan

universal cuanto la humanidad.

Sin embargo, es importante agregar otros factores

componentes al tema aquí en cuestión, ya que

innegablemente, la guerra es una actividad de la cual las

mujeres, con algunas excepciones insignificantes, siempre

y en todos los lugares han quedado excluidas de las

citaciones que merecen, y nunca figurando como atores

principales.

Cuando se habla sobre las guerras ocurridas en los

siglos pasados, luego la gente se imagina a hombres

marchando a pie o a caballo, y siempre en situación de

combate. Por tanto, se acostumbró señalar que, en la

teoría, la guerra era invariablemente un universo de

hombres, armas, caballos, hambre, enfermedades,

padecimientos, muertes, etc. Pero en la práctica, ha

quedado corroborado que las mujeres tuvieron siempre un

papel preponderante en las guerras.

Page 251: El Sagaz Teniente Alférez

250

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

Por consiguiente, en esta Grande Guerra, las mujeres,

tanto las brasileñas como las de los países aliados o las

paraguayas, formaron un segmento bastante significativo

en la retaguardia del ejército, pero nunca pasivo. Por

cierto, no es de extrañarse que de él hiciesen parte madres,

esposas legítimas o no, enfermeras, prisioneras, esclavas,

fugitivas, y otra clase de etc., que siempre actuaban en las

más diversas frentes de trabajo y enfrentando, junto con

los hombres, todo lo que el sacrificio que una guerra

pueda proporcionar.

Pero mismo existiendo escasez de fuentes

informativas y un número poco significativo de estudios

que traten sobre la historia social de la Guerra del

Paraguay, esto no dificulta los trabajos sobre el tema, pues

al ser cotejado lo dicho por los memorialistas con las

pesquisas más recientes, es posible avanzar en los relatos

de la historia de las mujeres en esta guerra.

No en tanto, al manosear el tema en cuestión, nunca

recordamos que ellas, muchas veces con hijos a cuestas,

acompañaban sus maridos soldados y, como no había un

abastecimiento regular para las tropas, entonces ellas

tenían que resignarse a trabajar alimentando, socorriendo,

plantando, luchando, o hasta mismo comercializando

géneros de primera necesidad.

Page 252: El Sagaz Teniente Alférez

251

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

Empero, aunque parezca, la vida no les era fácil, pues

vivían ocupadas por demás en mantener todo aquel

aparato de guerra. De hecho, la actuación femenina,

siempre en la retaguardia, no aparece como un elemento

que poseyó cierta importancia en las batallas. El registro

de la presencia femenina y los destaques que a ellas

podrían ser dados, se convierten en una raridad, pues sólo

a los hombres les cabían los papeles principales. Pero no

hay duda que las mujeres allí, fueron héroes viriles.

Escribir sobre este tema es un verdadero trabajo de

rastreo, porque la escasez de vestigios acerca del pasado

de las mujeres, producidos por ellas propias, se constituye

en uno de los grandes problemas enfrentados por los

historiadores. E en eso no se puede dejar de lado que en la

historiografía brasilera, los hombres en el poder escribían

sobre hombres transformados en “héroes”, siendo las

mujeres, cuando mencionadas, meros detalles que en nada

contribuyen para la comprensión del episodio, o mismo,

del proceso histórico.

Pero cuando las mujeres simples de ese pueblo

nómade, seguidoras del ejército, como las andariegas,

vivarachas, prostitutas, pervertidas “corrompidas sin

nombre ni familia”, que movidas por los más diversos

motivos: económicos, afectivos, comerciales, entre otros,

acompañaban a los hombres creando modos de vida y

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252

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

sobrevivencia en la retaguardia de las tropas, si lograron

salir del anonimato tornándose visibles, fue porque

demostraron algún acto de heroísmo y coraje. Mismo así,

ellas sólo tuvieron derecho al primero nombre, siendo la

etnia de afinidad somática recordada con singular

preconcepto, lo que invariablemente las remitía a grupos

sociales de origen humilde.

Cuanto a las vivarachas, puede decirse que eran

mujeres que acompañaban el ejército para vender víveres,

bebidas y otros objetos de necesidad; aunque muchas de

ellas eran también prostitutas. Pero con todo el prejuicio y

ojeriza existente, fueron muy pocas veces notadas, aunque

igualmente sufrían como los hombres a la marcha

extenuante, el sol, el frio, el hambre, y las lluvias que

alagaban los campos, así como de las enfermedades, las

pestes, y a los acampamentos sin las mínimas condiciones

de higiene y las muertes.

Cabe destacar que una fuente preciosa de información

sobre el cotidiano de cualquier guerra, son los diarios,

crónicas y memorias, entre otros documentos, que fueron

escritos por los propios combatientes, plazas u oficiales. Y

de ellos, apoyado en los relatos de los Generales José Luiz

Rodrigues da Silva y Dionísio Cerqueira, que con afición

registraron la presencia femenina y el comercio de las

vivarachas, se sabe que: “el acampamento del comercio

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253

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

era el boulevard, nuestro famoso club..., y ese pueblo

infeliz dio pruebas repetidas de caridad y altruismo, en

medio de las agruras de su infortunio..., esas mujeres que

seguían el ejército, no tenían miedo de cosa alguna...,

desgarraban sus ropas en ataduras y allí permanecían hasta

el fin de la refriega, atendiendo a todos con solicitud

cariñosa”.

Autoría desc. (1867): La calle del comercio. Biblioteca Nacional, RJ.

Al darse inicio a la marcha en el año de 1865 para la

frontera con la Banda Oriental del Uruguay, en el Arroyo

Negro, con dirección a las operaciones de campaña, el

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254

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

Coronel Cândido José Sanches da Silva Brandão da

explicaciones en un oficio encaminado al General Osorio,

al hacer referencia a la orden expresa del Comandante de

la 1ª División para liberar a los soldados Thomas Pedro

Antônio y Joaquim Felício de Souza, presos por llevaren

mujeres consideradas prostitutas junto al regimiento. Y

aun comenta el Coronel Brandão, que algunas mujeres que

los acompañan, son casadas con plazas del Regimiento,

siendo dada orden para no llevaren sus mujeres para la

marcha. A seguir, parte de sus argumentos para la prisión

de dichos soldados:

“En Pirahy, siendo ellas vistas, mandé prender a

dichos soldados y repetí la orden, y estos plazas

siempre desobedientes tuvieron hasta este ponto

las traído, al paso que allí una de ellas, de

carácter muy bajo, dio causa a pelea entre los

soldados José da Silva Soares y Joaquim Felício

de Souza, ambos se hirieron, fueron tratados en

el hospital; en fin, son “chinas” de pésimo

comportamiento, muy prejudiciales a la

disciplina y dando causa a falta ya en las

formaciones [...] y que tengo prohibido la estada

de semejantes mujeres, ahora, me parece que este

Comando de alguna forma pierde su fuerza

moral cuando por el recalcitrante procedimiento

Page 256: El Sagaz Teniente Alférez

255

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

de estos soldados las ven en pleno gozo de su

libidinoso deseo”. (Fuente IHGB/RJ –

ACP/CGO, 11/01/1865).

La preocupación del alto oficial con la disciplina,

queda bien clara en su observación al comandante del

Ejército en aquel momento, el Barón de Herbal, por el

relajamiento de los soldados penitenciados, pues la

pérdida del control para la formación de los batallones

sería a su ver un agravante para nuevas insubordinaciones.

Pero este control no era determinantemente riguroso

debido a mandos e desmandes, o por la simple aceptación

por parte de algunos oficiales. Sin tratar de la cualidad pre

conceptuosa del oficial para cualificar a las mujeres que

acompañaban a los dos soldados presos por la

desobediencia, se tornó corriente la presencia de grupos

femeninos y familias siguiendo al Ejército para el

territorio paraguayo.

En otra correspondencia del comando del 4°

Regimiento de Caballería Ligera al mismo Coronel

Cândido José Sanches da Silva Brandão, se confirman sus

preocupaciones cuanto a la liberación de mujeres para

acompañar a las tropas, actitud hasta entonces permitida

por el Comandante de la 1ª División, General Osorio, y

transmitida por el Brigadero José Luiz Mena Barreto.

Osorio, como comandante del Ejército Imperial en aquella

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256

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

primera fase de la guerra, solicita que cesen los castigos a

los soldados por llevar mujeres, y que admitiesen a estas

en los cuerpos. En la misma correspondencia hay otras

observaciones que dicen a respecto de la salud de los

cuerpos militares que están siendo devastados por la sífilis

causada por las compañeras.

“…Así espero que Sª Exª Brigadero Comandante

de la División se digne resolver si debo consentir

en el Regimiento tantas mujeres, cuantas fueren

aquellas que declaren acompañaren los plazas

del mismo [...]. Notándose que las casadas y con

hijos allá quedarán en Jaguarão sujetándose al

trabajo para alimentarse, a excepción de una con

avanzada edad y enfermiza con tres hijos

menores, que no pudiendo sujetarse al trabajo,

procuró el Regimiento para que sus hijos no

sufriesen hambre, y yo admití sobre mi

responsabilidad, ministrándole alimento de mi

bolsillo, teniendo declarado a ella y al viejo

soldado que la acompaña que se procedía a la

promesa formal en atención a sus inocentes

hijos”. (Fuente IHGB/RJ – ACP/CGO, pasta

7725, 11/01/1865).

Siendo una práctica común de los gauchos el de llevar

a sus familias para las refriegas desde la época de las

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257

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

luchas platinas anteriores a la Guerra del Paraguay, al

inicio de la campaña esto fue acepto por parte del alto

comando.

Pero la presencia marcante de ellas fue objeto de

discriminadas evaluaciones sobre su participación por

parte de oficiales contrarios a la presencia de mujeres, y

aun las de algunas con hijos en los acampamentos junto

con las tropas. Empero, muchas no tenían ni cómo

sobrevivir sin que sus compañeros las alimentasen a ellas

y sus hijos, restando acompañar para sobrevivir a costa de

las sobras del Ejército.

En un informe confidencial encaminado al Consejero

Francisco Otaviano, datado en 15 de julio de 1865 en

Buenos Aires, en el que consta minuciosamente datos

cuantitativos de las tropas, enfermos, informaciones de

transportes, enfermarías, médicos y armamentos; el

observador enviado por el consejero del Imperio, Sr. João

Carlos Pereira Pinto, comunica que el Ejército Imperial

bajo el comando del General Osorio acampado próximo a

Concordia, en la República Argentina, contaba el día 10

de julio del mismo año, con un total de 16.186 de las tres

armas, inclusive oficiales y enfermos: “...además,

acompañan el mismo Ejército, 278 mujeres y 122 menores

hijos de estas”.

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El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

La constatación en este informe del entonces Ministro

de los Negocios de la Guerra sobre la presencia de mujeres

e incluyendo familias que acompañaban al Ejército, es uno

de los pocos documentos oficiales que mencionan con

fidelidad la presencia femenina con su familia para el

teatro de guerra. (Fuente FBN/RJ – AM/CMB, 34A, 03,

004 n° 053, 15/07/1865).

A su vez, el Capitán Pedro Werlangv relata que

algunas mujeres eran utilizadas como baqueanas y para

cargar material de artillería: “…y como baqueanas o guías

les servían las mujeres que habían permanecido

remanecientes en aquella zona... Todas las mujeres que

acompañaban nuestro ejército, tenían que cargar munición

de artillería; nuestra caballería iba a pie, pues ya nos

habíamos librados de los caballos”.

En la “Retirada de la Laguna”, una narrativa

romanceada sobre cierta expedición brasilera en la

frontera entre Mato Grosso y Paraguay, el autor, Alfredo

Taunay, expone las agruras vividas por los diversos

segmentos femeninos, quienes fueron discriminados y sin

derechos a remedios, cuidados o abrigo en caso de

enfermedad. En dicha expedición, que no suportó ni dos

meses de lucha debido a la falta de abastecimiento y la

virulencia de la cólera, cupo a las mujeres el papel de

coadyuvantes anónimo. “…Eran setenta y una mujeres,

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El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

todas a pie, excepto dos, montadas en bestias; cargaban

casi todos los niños de pecho o poco más viejas. Por

heroína pasaba una y todas la apuntaban, cuando un

soldado paraguayo al intentar arrancarle un hijo, tomó una

espada que estaba largada en el suelo, y en un salto matara

el asaltante”. El autor encierra el relato diciendo que, no

obstante esa madre hubiese adquirido el status de heroína

por su bravura, su nombre no fue registrado en lugar

alguno.

A su vez, Dionísio Cerqueira explicó también el

aumento poblacional que ocurría en los acampamentos:

“Eses hijos del regimiento se creaban fuertes y libremente,

crecían en los acampamentos, bien avispados y vestidos de

soldaditos, con un gorro viejo en la cabeza, y siempre

comiendo la magra ración, repartiéndose con las madres,

los panes, y aunque con un comportamiento brutal algunas

veces, pero casi siempre amorosos y buenos”. Pero al

contrario de Cerqueira, otro memorialista de nombre

André Rebouçasvi, redactó un minucioso diario en el que

abordó la presencia femenina con ironía:

“Nada de más cómico de que el embarque de esa

pobre Bohemia femenina…”.

El General-de-brigada Joaquim Silvério de Azevedo

Pimentelvi, en sus escritos menciona a dos mujeres que lo

impresionaron: la gaucha Florisbela y la pernambucana

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El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

María Francisca da Conceição, apellidada de María

Curupaiti. Y sobre Florisbela, sobre quien no se conoce el

nombre completo ni la familia, cuenta que se envolvía en

luchas y auxiliaba en los hospitales de sangre, al paso que

María Curupaiti, esposa de un cabo-de-escuadra, luchaba

al lado de los hombres siempre vestida de soldado. Su

marido murió en el asalto a Curuzú, pero ella continuó

combatiendo hasta ser herida y llevada a un hospital donde

al fin se descubrió que era una mujer. Da ahí en adelante,

pasó a ser llamada de María Curupaiti, y respetada por

todos los colegas de farda.

Al inicio de la guerra con el Paraguay, los periódicos

brasileños que funcionaron como instrumento para

incentivar el sentimiento de nacionalidad y el entusiasmo

patriótico de la población, transmitían a muchos joven

brasileros el amor por la patria y la voluntad de “servir al

Brasil”. El caso más conocido de alistamiento de los

Voluntarios de la Patria fue bastante registrado pela

imprenta de la época y por Taunay, quien atribuyó a una

mujer un papel significativo en la guerra. A pesar de

parecer irónico y pre conceptuoso, constató que hubo

hasta mujeres soldadas, como la Sargenta Jovita, y cuenta

que: “Llegaron los retratos do Viegas, mi antiguo

inspector, y de la interesante Jovita, la que me pareció

muy cómica en sus trajes de primera Sargenta…”.

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261

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

Jovita Alves Feitosa, de tan sólo diecisiete años, era

una joven piauiense (estado de Piauí) procedente de una

familia simple, que vestida orgullosamente de hombre, se

cortó los cabellos y se presentó incógnita, al Ejército. Pero

no demoró mucho en ser descubierta, viró noticia, y su

historia alcanzó los periódicos, siendo retratada por el

Diario Liga y Progreso, en 1865. No se conoce toda la

trayectoria de Jovita después del alistamiento, ni las

circunstancias de su muerte en 1867. Según una versión

que circula entre los memorialistas, ella se tendría

suicidado, inconformada con el olvido a que fue relegada,

a pesar del recibimiento de homenajes y regalos cuando

retornaba de los combates. Otra versión conocida es la que

afirma que ella tendría embarcado para el Paraguay en el

vapor Jaguaribe, y muerto durante la batalla de Acosta-Ñú.

Sin embargo, vale decir que las raras mujeres que

fueron vistas y mencionadas por los memorialistas, con

derecho a nombres y sobrenombres, se destacaban

individualmente por ser casadas con hombres que

pertenecían a la elite imperial, como, por ejemplo;

Ludovina Portocarrero, quien era casada con el

comandante del Distrito Militar del Bajo Paraguay, en

Corumbá, a las márgenes del río Paraguay. Doña

Ludovina ganó destaque por su participación en el grupo

de resistencia a la invasión del fuerte por parte de las

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262

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

tropas paraguayas en 1864. Cuando cerca de setenta

mujeres, casi todas esposas de militares, fabricaron 3.500

balas de fusil al adaptar los cartuchos de menor calibre con

pedazos de sus ropas. No en tanto, otras dos mujeres

simples del pueblo, Aninha Gangalha y María Fusil,

también tuvieron sus nombres registrados, cuando se

aprovecharon de la oscuridad de la noche, y descendieron

hasta el río en busca de agua para os defensores del fuerte.

Una otra señora respetable, con derecho a nombres y

sobrenombres en las citaciones, fue Rafaela Senhorinha

María da Conceição Barbosa, más conocida como Doña

Senhorinha. Era una moradora de la frontera internacional

en litigio, y con sus límites todavía removibles, perdidos

en una naturaleza primitiva, cuando entonces se luchaba

por la tierra y enfrentando todos los tipos de adversidades

impuestas por una situación pionera. Le tocó vivir en un

contexto de opresión generado por propia la guerra y en

eterna lucha por la sobrevivencia.

Fue casada, en primeras nupcias, con Gabriel

Francisco Lopes, un desbravador de las estepas, que fundó

en la cabecera del Río Apa, una pose de tierra, y que acabó

siendo asesinado por dos esclavos. Pero en 1849, Doña

Senhorinha, sus hijos, esclavos y más algunas personas

fueron llevados por tropas paraguayas para el interior de

aquel país. Fueron rescatados por interferencia del

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263

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

Vizconde de Rio Branco, cuando entonces ella se casa

nuevamente con José Francisco Lopes, el famoso Guia

Lopes da Laguna, eternizado por Taunay en “La Retirada

de la Laguna”.

Pero la eclosión del confronto bélico con el Paraguay,

representó para Doña Senhorinha una nueva prisión, en

1864, ahora juntamente con sus hijos y esclavos, y al lado

de centenas de otros moradores de la frontera, y que por

consiguiente se encontraban mucho más expuestos a las

agruras de la guerra. Nuevamente son internados como

prisioneros en el interior del Paraguay, aunque ahora por

un tiempo y sufrimiento mucho mayor. Fueron rescatados

por el Ejército Brasilero bajo el comando del Brigadero

Câmara, en el Distrito de Concepción, en 1869, enfermos,

desnutridos, sin comida, ropas y zapatos.

Entre todas las mujeres registradas por la Historia en

esta guerra, la más conocida es la de la enfermera

voluntaria, Ana Justina Ferreira Nery, por entonces viuda

de un hombre de proyección en la época, el capitán-de-

fragata Isidoro Antônio Néri, y acompañó y cuidó de los

tres hijos combatientes hasta el Paraguay. En la época que

residió en Corrientes, Humaitá y Asunción, trató de

enfermos y heridos en hospitales y sufrió la pérdida de un

hijo y un sobrino. Por su actuación, quedó conocida como

la “madre de los brasileños” y recibió una corona de oro

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El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

de un grupo de señoras donde se leía “a la heroína de la

caridad, las bahianas agradecidas”. Pero todo hace posible

pensar que, si ellas no tuviesen esposos vistos como

héroes, jamás serían conocidas. Por tanto, la mujer que,

esporádicamente es recordada en los relatos de esta guerra,

es una esposa corajosa, fiel y abnegada.

Po lo tanto, la temática femenina en la Guerra del

Paraguay fue abordada por la historiografía tradicional,

por los memorialistas, artistas, viajantes extranjeros y

también por los historiadores contemporáneos,

produciendo una historia permeada de lagunas y silencios,

tornando precario el reconocimiento de las mujeres que

vivieron este cotidiano y en él tuvieron un papel, pero que,

casi siempre, no aparecieron en los registros oficiales.

Lo que vemos, es que a lo largo del siglo XX, la

Guerra del Paraguay fue abordada por los memorialistas e

historiadores bajo algunas premisas específicas, siendo

que el discurso histórico, con fuertes connotaciones

memorialistas, y deja que pensar si él ha sido construido

por los intelectuales, y estuvo atado a grupos que

disputaban y se repartían el poder, dándoles,

principalmente, legitimidad.

Pero la historia, por más distante que esté, siempre

tiene por objetivo provocar reflexiones sobre el mundo

actual. Y sería un error pesquisar los hechos pasados, dar

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El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

luz a una época, interpretar hechos que tengan significado

algo, leer en las entrelineas, en fin, dar voces al pasado, y

eso nada significa o contribuye para las personas de la

época presente.

Pero como la historia ha sido siempre contada del

punto de vista del dominador, que era el hombre blanco,

fueron raras las mujeres que constaron en los textos

oficiales. Por tanto, no es mi objetivo crear nuevas

menciones o insinuaciones sobre nuestro personaje, ni

agregar ideas de lo que le sucedió, y simplemente permitir

imaginar, por falta de documentos que lo comprueben, que

parte de todo esto debe haber tocado a José de alguna

manera, sea en los castigos y rapapolvos a que eran

expuestos los integrantes de las huestes brasileñas, así

como los entreveros con polleras que diesen algún tipo de

calor a su barraca.

Mujeres y niños paraguayos venidas de San Pedro.

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266

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

A modo de balance

Se puede afirmar que antes de la guerra, la población

del Paraguay contaba con 1.300.000 habitantes; pero al

terminar la misma en 1870, quedaban tan solamente

200.000 habitantes, de los cuales sólo 28.000 eran

hombres, y en su gran mayoría niños, ancianos y

extranjeros.

Además, el Ejército paraguayo, que entonces contaba

con 100.000 hombres en 1864, sólo tenía 500 en 1870,

incluyendo niños de 11 años y viejos de 75.

Pero se sabe que no todos ellos murieron en combate,

o de hambre y enfermedades: otros muchos fueron

esclavizados por las tropas Aliadas o forzados a combatir

contra su propia Bandera, bajo pena de muerte.

¿Y los países de la Triple Alianza? - Informaciones

dan cuenta que Brasil perdió 168.000 hombres, Argentina

25.000, Uruguay 3.000 muertos. Números que no incluyen

a los que murieron por causa de la epidemia de cólera que

barrió la región del Plata en 1867, proveniente de los

campamentos brasileños. Los historiadores detallan que,

en valores de la época, se gastaron 70 millones de libras en

la guerra.

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267

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

¿Quién ganó? - Sin lugar a dudas, Brasil. Obtuvo

tranquilidad interna ahogando los movimientos

secesionistas en sangre; destrozó a la única potencia

mediterránea que podía hacer peligrar sus inversiones

económicas y su desarrollo industrial; obtuvo buena parte

de los 154.000 km2 que le arrebataron al Paraguay,

además de las consabidas reparaciones de guerra (900

millones) y la libre navegación del río Paraná.

¿Qué pasó después de la Guerra? - Como estaba

previsto, los Aliados impusieron a los vencidos (¡vae

victis!) un gobierno manejable, destruyeron a casi todas

sus industrias, le demolieron las fortificaciones e les

impusieron indemnizaciones de guerra.

Terminada la guerra, Inglaterra concedió un préstamo

al nuevo gobierno liberal de 200.000 libras.

Posteriormente su refinanciación llevó la deuda a

3.200.000 libras. Aún en 1908, Paraguay debía 7.500.000

libras...

Consta que en 1883, el entonces presidente uruguayo

Máximo Santos, firmó un Tratado de Paz, Amistad y

Reconocimiento de Deuda con la República del Paraguay;

y renunció a cobrar los gastos de guerra del Estado y

devolvió todos los trofeos de guerra paraguayos. Sus

palabras merecen ser mencionadas aquí:

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268

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

“La admiración y respeto a los vencidos en los

campos de batalla donde lucharon confundiendo

la buena fe en la defensa de un tirano con la del

territorio de la patria, se impone como un

instinto de nobleza de carácter y como un deber

de hidalguía.

Los trofeos arrancados de la mano de los héroes

moribundos cuyos semblantes reflejaban en vez

de rencor y odio al hermano vencedor, la

conciencia del sentimiento del deber impuesto

por la fatalidad, esos trofeos no tienen

colocación posible en nuestros museos y deben

ser devueltos al noble pueblo que los sostuvo con

gloria inmarcesible aún en la hora suprema de la

agonía”.

Posteriormente, el General Máximo Tajes llevó los

trofeos a Asunción, donde el pueblo paraguayo vitoreaba

al Uruguay mientras sus Pabellones cubrían de flores a

nuestros hombres, y viejos veteranos paraguayos caían de

rodillas, llorando y saludando sus banderas recuperadas.

Tajes entonces expresó: “¡Nobleza grande la de este

pueblo que perdonó nuestras ofensas, al entender que

también nosotros volvíamos humillados a pedirle

disculpas!”

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El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

La Argentina recién devolvió sus trofeos de guerra

durante el Gobierno de Perón, a mediados del Siglo XX,

mientras que Brasil, no los devolvió jamás.

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270

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

Epílogo

Posiblemente se especule que nuestro sagaz personaje

se haya quedado de a pie en esta historia, quien sabe

perdido en medio al fragor de algún combate, que haya

sucumbido ante alguna lanza guaraní, que el cólera lo

hubiese consumido en diarreicas convulsiones, que la

inanición le agotase el cuerpo y hasta que tal vez tuviese

desertado encaramándose con alguna china solitaria

colgada en la montura y cabalgado rumbo a lo

desconocido. Para ciertos, hasta que es posible que

hubiese enloquecido después de ver y participar de tanta

barbarie junta en un solo lugar. Nunca se sabe.

En verdad, no fue así. La repetición consecutiva de

tantos hechos y vicisitudes obligó a que dejáramos en

suspenso relatos ingénitos sobre nuestro protagonista, ya

que este no pudo más que dejarse envolver por las brutales

efemérides que se refrendaron en los postreros años de la

guerra, como si ellas fuesen cascadas, despeñaderos o

abismos insondables ante los cuales el alma humana se

deja llevar de la mano cuando ya no se vislumbra una

solución coherente, y cuando el espíritu se enferma con

todo lo que entrevé.

Page 272: El Sagaz Teniente Alférez

271

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

Ya lo fue sentenciado antes, cuando disertamos sobre

el carácter inicial de José, de quien en su niñez se podría

hasta afirmar -que igual a cualquier niño- era dócil y

cariñoso, al mismo tiempo que de pronto se volvía terco.

Pero en realidad, eso más se debía al ir cambiando de a

poco su personalidad. Hoy, esos cambios son interpretados

como las llamadas “crisis de la edad”, relacionadas la

mayoría de ellas con los cambios que sufre el cuerpo.

Para entenderlas y saber cómo tratarlas, hoy en día los

terapeutas indican que hay que saber primero lo que se

entiende por crisis. Ya que se define como crisis una

situación de cambios debidos a la evolución y al desarrollo

psicofisiológico de la persona. Es por tanto un estado

temporal con cierta desorganización y caracterizado por la

dificultad del menor para abordar las situaciones nuevas.

En aquella época poco se sabía de todo esto, pero

estas crisis de la edad son y siempre han sido necesarias,

ya que de otra forma el niño no podría evolucionar,

desarrollarse, crecer y madurar. Por lo tanto, son positivas,

pero hay que saber actuar ante ellas de manera correcta.

Ciertos pedagogos afirman que desdramatizar la

situación y tener paciencia, son buenas herramientas para

los padres, que no deben olvidar que el niño es el primero

que se siente en disconfort con él mismo. Y esto se debe a

que el desarrollo de cualquier persona no es regular.

Page 273: El Sagaz Teniente Alférez

272

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

En algunos momentos cambia de forma lenta y

gradual, pero en determinados periodos se producen

“saltos” que son los que llamamos crisis. En estos

periodos el comportamiento cambia, ya que cambian sus

hábitos y cualidades físicas y psíquicas. Parece que el

mundo se amplia y sus formas de actuar, relacionarse y

resolver problemas ya no le son útiles, así que busca

nuevas maneras. Pero no es un proceso fácil,

principalmente cuando a posterior la persona tiene que

actuar bajo la presión emotiva a la cual José fue expuesto,

yuxtapuesto a todos aquellos terribles escenarios

indiscutibles, como lo fue la Guerra del Paraguay.

El paso de la infancia a la juventud no es fácil para

nadie, ni para los padres como tampoco para los niños. Si

en la pubertad el cambio de comportamiento y carácter del

niño está más provocado por cambios fisiológicos, en la

adolescencia son los cambios psicológicos y afectivos los

que provocan la “crisis”.

Hoy está más explícito para un lego, que esa es una

etapa cargada de contradicciones, en la que los amigos y

compañeros cobran más importancia, por lo que el

adolescente debe crear su propia personalidad, lo que

supone un distanciamiento de los padres, no sólo en sus

opiniones, como también en su forma de vestir y hablar.

Page 274: El Sagaz Teniente Alférez

273

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

Del mismo modo, es sabido que la adolescencia se

caracteriza por la rebeldía, el inconformismo y las crisis de

identidad, lo que hace multiplicar los conflictos. Siempre

ha sido así, aunque antiguamente esas constantes

discusiones eran realizadas con el propio yo,

principalmente por razones de respeto hacia los mayores,

en cuanto que hoy día, la evolución de la sumisión y el

sometimiento ha hecho que los hijos no suelan obedecer,

contestando mal, encerrándose en su habitación y le hacen

más caso de los amigos que de los adultos.

Sin embargo, José ya no era un niño, ni un joven o un

adolecente. Mismo con sus veintipocos años, era un

hombre maduro que vivía un momento de confusión e

incertidumbre que ni él mismo entendía; de hecho, los

frecuentes sentimientos de culpa y arrepentimiento sobre

las situaciones en las que se comportara en contrario a lo

que le gustaba, lo habían forzado a hacerlo sin gestionar.

Por otro lado, pensaba que tal vez él seguía viviendo de

sueños y presentes inmediatos, cautivo involuntario del

“carpe diem”.

No habiendo sido encontrados los registros de su fe de

oficio, es imposible afirmar si José fue herido en algún

combate o escaramuza, si padeció de alguna enfermedad,

si estuvo internado en algún incierto hospital de campaña,

si se entretuvo con alguna pollera bajo la sombra de su

Page 275: El Sagaz Teniente Alférez

274

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

barraca, o si sufrió amonestaciones y tuvo que cumplir

pena tanto en barraca como en la Guardia de frente, o

recibió algún que otro golpe de espada en el lomo. Todo

lleva a creer que sí, pues a lo largo de tanto tiempo y bajo

las condiciones reinantes, José participó de alguna forma

de tales arengas que aquí han sido relatadas. Al final de

cuentas, era uno más en aquella inmensa aglomeración de

gentes.

Pero la guerra llegó a su fin y en su mente ponderaba

que algunos de esos infortunios ocurrían en momentos en

que se sentía terriblemente solo, o con sus fantasmas

particulares, rodeado de amigos con los que cada vez tenía

menos cosas en común, y cada día más lejano del resto de

un mundo en el que pensaba que ya no se encajaba.

Pero, ¿qué se le va a hacer?, se cuestionaba ya de

vuelta a sus pagos, mientras que de tiempo en tiempo

descubría que estaba obcecado en tener familia y en

valorar demasiado las propiedades o el reconocimiento

ajeno, mientras que en otras no hacía más sentido

participar de muchas de las actividades que lo fuesen a

dejar anclado en un mismo lugar.

Al final de cuentas, necesitaba considerar que de muy

joven había partido como Alférez del 7º Comando

Provisorio de Caballería de la Guardia Nacional, y seis

años más tarde estaba volviendo a su terruño como

Page 276: El Sagaz Teniente Alférez

275

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

Teniente Alférez de Caballería de la Guardia Nacional, lo

que en perspectiva significaba disfrutar de una posición

más noble en la sociedad, mejores proventos, la

oportunidad de construir un lar, formar una familia, y aún

más, el derecho de exhibirse ante su coterráneos con todas

sus condecoraciones colgadas en su solapa. Hasta

recordaba con un ligero sonriso en los labios, cuando en la

“Orden del Día” Nº 21 del 12 de junio de 1869, salió

publicado en la página 234, su ascenso a Teniente del 7º

Comando Provisorio de Caballería. Y mucho más feliz se

sintió cuando su nombre apareció publicado en la página

93 de la lista de oficiales honorarios con el puesto de

Teniente Alférez el 31 de julio de 1872.

¿Qué más?, pensó José, luego después de llegar y al

recordar que en 1869 también recibiera la “Medalla de

Recompensa a la Bravura Militar”, la que fuera instituida

por Don Pedro II por medio del Decreto 4131 del 28 de

marzo de 1868, y comunicada por intermedio del “Orden

del Día” emitido por la Repartición del Ayudante General

de la Secretaria de Estado de los Asuntos de Guerra,

evento que fue registrado con el número 683 el día 20 de

julio de 1969.

Peri si en aquel día se le había atiborrado el pecho de

orgullo, que decir cuando el 28 de marzo de 1971 recibió

la “Medalla por la Rendición de Uruguaiana”, de acuerdo

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276

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

con el Decreto 3515 del 20 septiembre de 1865 y

comunicado por la Repartición del Ayudante General de la

Secretaria de Estado de los Asuntos de Guerra, cuando era

ya Teniente de Caballería de la Guardia Nacional.

Además, también tenía la Medalla recibida del Estado

Oriental de Uruguay, por las manos de Manuel Lucas de

Souza, quien lo condecorara por “Mérito Militar” según lo

atestaba el documento de “Forma Pública” que tenía entre

manos, y con dos sellos del Imperio de Brasil de 200

contos de reis cada uno.

Sin embargo, en otros instantes de soledad, José

recapacitaba que ya llevaba varios años rodando de aquí

para allá que ni guijarro en el lecho de un río, sin hacer

ascos a nada en caso de necesidad, y le afligía pensar que

ya estaba llegando a una edad en que la gran mayoría ya

tiene casa, esposa, y un par de mocosos con los quien

compartir sus días. No en tanto, a fin de sortear esos

instantes de melancolía, concluía que se había

acostumbrado a viajar desde muy joven, y desde entonces

le había sido imposible concebir una vida diferente a la

que llevaba desde su regreso.

En todo caso, sirve destacar y no se puede negar, que

en ocasiones, a José le asaltaban las dudas, inmensas

dudas sobre esa corta vida ya repleta de honores y

sacrificios, de muertes y desgracias, de ceremonias y

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277

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

expiaciones, y se planteaba si aún tenía sentido lo que

estaba haciendo en un cuartel de frontera.

En esas se le fue el tiempo y los años posteriores a su

retorno. Por veces hasta se olvidaba un poco de los

disgustos, de las batallas, de los pestilentes bañados, del

cólera mórbus, del hambre, de las inclemencias de los

campamentos, de las terribles tormentas, de los calores

abrazantes y, principalmente, de los muertos, de los

heridos y de los que agonizaban entre gritos porque ya no

había remedios para sus males. En otros, hasta ponía en

tela de juicio todo ello, y se cuestionaba exaltado si es qué

aun valía la pena continuar en el ejército.

Pero elevadas ansias incontenidas le decían que no,

que no debía pedir su baja, si en verdad quería casarse un

día con aquella bella doncella por la cual últimamente su

corazón no paraba más de palpitar alocadamente. No

podía dejar de recapacitar que difícilmente encontraría un

empleo u ocupación capaz de proporcionarle una vida

holgada para ellos y los hijos que tanto soñaba tener un

día.

Y así, finalmente por los alrededores de 1873 José se

casó con Leonidia y de su matrimonio nacieron 4 hijos:

Fidelis en 1875, Eugraça en 1879, Natalia en 1881, y

como si fuese una gracia de Dios, el 30 de diciembre de

1888 nacía la pequeña Ana Cecilia.

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El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

Después de la muerte de José, su hija más joven, Ana

Cecilia, pasó a recibir la pensión de combatiente a la que

tenía derecho por ser hija y en falta también de la madre, y

la que le fue otorgada el 20 de noviembre de 1953.

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El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

ANEXOS

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El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

Histórico sobre el “Regimiento de Caballería”:

Normalmente, la tropa de Caballería, al inicio de las

operaciones de guerra, era empleada al frente de los demás

integrantes de la Fuerza Terrestre, para efectuar la

búsqueda de informaciones sobre el enemigo y sobre la

región donde se realizarían las operaciones. Igualmente,

participa de acciones ofensivas y defensivas, aplicando sus

características básicas: movilidad, potencia de fuego,

acción de choque, protección y sistema de comunicaciones

amplio y flexible. Sus elementos pueden ser blindados,

mecanizados o de guardas. También participa del

ceremonial con escoltas mecanizadas y a caballo.

La Caballería brasileña tiene su origen ligada a la

organización del Regimiento de Dragones Auxiliares, en

Pernambuco, al término de la guerra contra los holandeses,

y era remunerada por hombres abastados, como João

Fernández Vieira. Más tarde, en la época del gobierno del

Marqués de Pombal, se creó, en Rio de Janeiro, el

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281

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

Regimiento de Dragones, que visaba garantir la autoridad

y el cumplimento de las leyes, permaneciendo en

condiciones de acorrer, en tiempo de guerra, donde fuese

necesario.

En el sur de Brasil, durante las luchas en torno de la

Colonia del Sacramento, el general Silva Pais organizó el

Regimiento de Dragones de Rio Grande para guarnecer las

fronteras, en fase del fracasado “Tratado de Límites” de

1750 (Madrid). Durante el II Reinado, la Caballera tuvo

activa participación en los conflictos sulinos.

En 1851/52, el 2º Regimiento de Caballería, con

Osorio a su frente, integró las tropas que invadieron

Uruguay, culminando con su participación en la Batalla de

Monte Caseros, en la cual fue derrotado Juan Manuel

Rosas, dictador argentino. Durante la Guerra de la Tríplice

Alianza, Brasil empeñó seis divisiones de Caballearía

(DC), distinguiéndose a frente de ellas, la figura

legendaria del Mariscal Osorio, el futuro Marqués de

Herval.

Después de las reformas de 1908/15 y por causa de la

influencia de la Misión Francesa (1921), la Caballería

brasileña fue albo de profundas modificaciones, que se

intensificaron a partir de la década de 1960, con el

“Acuerdo Militar Brasil-Estados Unidos”. Ese acuerdo le

posibilitó a la Caballería brasileña dotar sus regimientos

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282

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

con los más modernos materiales blindados de América

del Sur de aquella época.

Hoy, existen dos regimientos de Caballería de Guarda

(Porto Alegre e Brasilia) y el Regimiento Escuela de

Caballería (Rio de Janeiro); brigadas de Caballería

Mecanizada y Blindada; regimientos de Caballería

Mecanizada en las divisiones del ejército, y regimientos de

carros de combate en las brigadas de Infantería Blindada.

En las últimas décadas, la Fuerza adquirió nuevos

carros de combate, los blindados M60 A3 TTS,

norteamericano, y el Leopard 1A1, alemán, de

procedencia belga, dando seguimiento a la modernización

de la Caballería brasileña.

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El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

No obstante la creciente complejidad del campo de

batalla moderno, donde el imperio de la más alta

tecnología dinamiza la integración de los sistemas

operacionales del campo de batalla, las Fuerzas Blindadas

todavía permanecen siendo un factor decisivo durante el

combate, gracias a las características cada vez más

perfeccionadas de movilidad, potencia de fuego,

protección blindada y comunicaciones amplias y flexibles.

Por otro lado, la modernización, el desenvolvimiento

de una doctrina basada en su empleo eficaz, el

adiestramiento duro y realístico de esas fuerzas, es lo que

constituye motivo de constante preocupación y elevada

prioridad para todos los ejércitos del mundo.

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284

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

¿Qué significaba ser un integrante del Batallón

de Caballería?

SER DE CAVALARIA – é mais do que um privilégio.

É principalmente, uma pesada responsabilidade. Quem

não souber medir a verdadeira extensão desta

responsabilidade, para trás! Só assim não virá a ser um

pigmeu entre gigantes!

SER DE CAVALARIA - é ser diferente com

espontaneidade e sem arrogância, com discrição e

lealdade.

SER DE CAVALARIA – é perseguir um ideal que não

se ofusca. Pela glória, o cavalariano peleja, se supera e se

sacrifica até chegar, pelo menos, à vizinhança do infinito.

Pela tradição ele se molda, se robustece, age e reage, sob

a inspiração da perpetuidade, que é o fundamento

existencial da Arma.

SER DE CAVALARIA – é ser da astúcia, enamorado;

da bravura, amante; da audácia, apaixonado.

SER DE CAVALARIA – é fazer da renúncia um credo

e da resignação um apostolado. A renúncia é a

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285

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

inesgotável fonte de energia que mantém acesa a chama

interior do cavalariano. A resignação retempera sua

alma, para transmudar espinhos em flores e para vencer o

vírus do desestímulo.

SER DE CAVALARIA – é amar com exaltação o

cavalo, num misto sentimento de amizade e de

reconhecimento. Reconhecimento pela sua capacidade de

pagar com afeto, o afeto que lhe é dedicado.

Reconhecimento pela sua cooperação nas glórias

imorredouras da Arma.

SER DE CAVALARIA – é prestigiar os blindados e

sentir que neles também pulsa um coração cavalariano. A

eles caberá nos conduzir na guerra moderna,

impulsionado pela chama imortal que arde em nossas

entranhas.

SER DE CAVALARIA – é, ao mesmo tempo, ser

monarca e ser escravo. Monarca dos espaços livres e

profundos, de ínvias e ásperas veredas. Escravo penoso

do tributo, só comparável à beleza de suas missões

clássicas antes, durante e depois da batalha.

SER DE CAVALARIA – é, antes de mais nada e

apesar de tudo, nascer, viver e morrer SEMPRE DE

CAVALARIA!

De “Carta a um Cadete” – de Luís Felipe Azambuja, Cel. Cav.

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286

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

La función de un Alférez

La denominación de “Alférez” corresponde a un

puesto o graduación militar existente en las fuerzas

armadas de algunos países. Normalmente, es concerniente

a un puesto de las categorías de oficial subalterno o de

cadete-oficial alumno.

Originalmente, el alférez era el encargado del

transporte de la bandera o estandarte de un ejército, unidad

militar, orden de caballería u otra institución militar, civil

o religiosa.

Posteriormente, se transformó en un puesto militar en

el cual ya no era necesariamente inherente el ejercicio de

la función de porta bandera. No en tanto, en diversas

fuerzas armadas de muchos países, se continúa

manteniendo la tradición de utilizar a los alféreces más

nuevos de cada unidad, para ser designados con la función

de porta banderas.

En la caballería de los ejércitos de algunos países, el

puesto correspondiente al alférez, es designado al

“corneta” de la unidad. Esta designación se refiere a la

corneta, un tipo de bandera triangular usada en el pasado

por las unidades de caballería y aun hoy usada como

bandera de señales por la marina.

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El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

A pesar de que en el pasado, haya existido en casi

todas las fuerzas armadas del mundo, posteriormente, el

puesto de alférez fue extinto en muchas de ellas, y siendo

substituido por el de segundo teniente o subteniente.

Del mismo modo, puede decirse que el puesto de

“alférez” existe en diversos países de lengua portuguesa y

en su variante de “alférez” en diversos países de lengua

española.

Existen dos teorías para el origen de la palabra

“alférez”. La primera es de que esta palabra deriva de la

lengua árabe, donde “a” es articulo definido y el “fere”

significa caballero (educado, especializado, de saber y

gentil), o caballero (el hombre que monta un caballo y que

se sabe comportar en sociedad). La otra teoría es de que

esta palabra deriva del termino latino “aquilifer”, nombre

con el que se designaba al soldado que transportaba a

águila (la insignia de las legiones romanas).

En países de lenguas eslavas, los puestos

correspondientes a los de alférez, se designan por termos

que se refieren a un porta bandera o porta estandarte. Es el

caso de los términos “ о щик [praporshchik]” en

ruso, y “chorąży” en polaco.

En otras lenguas, los puestos equivalentes a alférez

son designados por términos que, etimológicamente,

designan directamente un tipo de bandera usada por la

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El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

infantería y que, por extensión, pasaron también a designar

a su porta bandera. Son los casos de los términos

“Fähnrich” en alemán, “enseigne” en francés y “ensign”

en inglés.

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El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

Las Honras

Cabe mencionar los reconocimientos honorarios

recibidos por el Teniente Alférez José Cavalheiro Leite,

referentes a sus méritos durante el desempeño militar:

Medalla por la Rendición de Uruguaiana.

Fue creada por medio del Decreto 3515 del 20 septiembre de 1865, para los civiles y militares, inclusive aliados, que participaron de la rendición de Uruguaiana el día 18 septiembre de 1865, a los aliados en la presencia de Don Pedro II. Era circular. En su anverso, entre dos ramos, uno de café (izquierda) y otro de fumo (derecha), consta la inscripción – “Uruguaiana”. En su reverso, al centro de una corona de laurel, la data – 18 de septiembre de 1865. La cinta era de tres listas, siendo la central verde y las laterales de azul celeste. El metal era oro para los miembros de la Familia Real, Ministro Real, Ministro de Guerra y Generales. Plata para los oficiales, civiles de la Secretaria de Guerra, magistrados y personas de distinción, y de zinc-antimonio para los plazas y civiles no encuadrados en la categoría anterior. Las de oro y plata eran para ser usadas del lado derecho del pecho, caso excepcional. Las de zinc-antimonio eran para ser usadas del lado izquierdo del pecho, como era normal y con pasado normal. Consta en registros que existe dos acuñaciones.

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El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

Medalla de recompensa a la bravura militar.

Fue creada por Don Pedro II por medio del Decreto 4131 del 28 de marzo de 1868, y era destinada para los que de ella se tornaron dignos por su bravura en cualquier acción de guerra durante la Campaña del Paraguay.

Era oval, de bronce y debía ser usada del lado izquierdo del pecho. Ella pendía de una cinta con tres listas, la central escarlata y las extremas verdes. También poseía tantos pasadores cuantos fuesen las concesiones otorgadas por las acciones en que se practicó acto de bravura. Las acciones figuraban por data, o por el nombre histórico que tomó la acción.

En su anverso: Un conjunto de trofeos circundados por la legenda – “Exército em operações contra o Governo do Paraguai”.

En su reverso: La inscripción central “Recompensa à Bravura Militar”, circundada por la inscripción: “Decreto de 28 de marzo de 1868”. Posteriormente, ella fue extendida a la Marina por medio del Decreto 4143 del 5 abril de1868.

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El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

Retrato de época de José Cavalheiro Leite luciendo su uniforme de gala y las

condecoraciones recibidas por el emperador Don Pedro II en reconocimiento

de sus actos de bravura durante las batallas en la Guerra de Paraguay

Modelo de uniformes utilizados por los Integrantes de Caçadores a Pé - 1866 a

1870: a) Alferes, Uniforme de meia marcha; b) Coronel, pequeno uniforme; c) Soldado,

idem; d) Soldado, idem.

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El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

Documentación comprobatoria

Carta fundamentada que permanece en manos de

familiares y hacen referencia a la entrega de la

“Condecoración por la Rendición de Uruguiana”, y con

la firma del titular al pie del documento.

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El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

Modelo de la medalla de la toma de Uruguaiana

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El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

Carta documental entregue a José Cavalheiro Leite, y

referente a la entrega de la condecoración por

“Recompensa a la bravura militar”, creada por Don

Pedro II por medio del Decreto 4131 del 28 de marzo de

1868.

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El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

Documento de “Pública Forma” donde es descrita en

minucias la participación del personaje por diversa

acciones en territorio brasileño, con sello del imperio al

pie de la misma.

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El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

Foto de la época adulta de los hijos de José Cavalheiro

Leite, captada em una reunión familiar realizada en

Santana do Livramento

Sentados de la izquierda para la derecha: Ana Cecilia

Cavalheiro (1888-1978); Eugraça Cavalheiro; Fidelis

Cavalheiro (1875-1950); Nathalia Cavalheiro (1885-1975)

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El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

Documento emitido el 22 de diciembre de 1977, que

otorga el derecho de “Pensionista del Ejército de la

República Federativa de Brasil” para Ana Cecilia

Cavalheiro Leite, hija de José Cavalheiro Leite y Leonidia

Cavalheiro Leite, entonces residente en la ciudad de

Santana do Livramento, Rio Grande do Sul, Brasil.

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302

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

Informe del origen del nombre: Cavalheiro

Es necesario advertir que no existe una disposición

plena al respecto, pero entre las pesquisas realizadas,

fueron encontrados muchos indicios de que el apellido

Cavalheiro puede ser de origen judío, tal vez proveniente

de las comunidades judías de España y/o Portugal.

Cuando los romanos conquistaron la nación judía en

el año 70 Ac., gran parte de la población judía fue enviada

al exilio a lo largo de todos los territorios del Imperio

Romano. Y así fue como muchos judíos llegaron a la

Península Ibérica. Pero los 750.000 judíos que vivían en

España en el año 1492, casi que todos ellos fueron

expulsados del país por Real Decreto de los reyes

Fernando e Isabel.

No en tanto, los judíos de Portugal fueron expulsados

varios años después, y a los judíos que se convertían al

catolicismo se les prometía el indulto a la expulsión. Pero

a pesar de que algunos se convirtieron por su propia

voluntad, la mayoría de estos nuevos cristianos fueron

denominados CONVERSOS o MARRANOS (un término

despectivo que significa cerdo en español), o ANUSIM

(que significa “forzados” en hebreo) y CRIPTOJUDÍOS,

Page 304: El Sagaz Teniente Alférez

303

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

cuando continuaban secretamente practicando los

preceptos de la religión judía.

Una minuciosa investigación halló que el apellido

Cavalheiro es citado, en relación a los judíos y

criptojudíos, en al menos una de las referencias

bibliográficas investigadas, sean estas documentales o

electrónicas.

Dicionário Sefaradi de Sobrenomes (Diccionario Sefardí de Apellidos), G. Faiguenboim, P. Valadares, A.R. Campagnano, Rio de Janeiro, 2004.

Vale destacar que el “Diccionario Sefardí de

Apellidos”, es una obra bilingüe (portugués/inglés) que

incluye los apellidos de cristianos nuevos; conversos,

Page 305: El Sagaz Teniente Alférez

304

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

criptojudíos (marranos) italianos, bereberes, y su historia

en España, Portugal e Italia.

El referido estudio contiene más de 16.000 apellidos

presentados en 12.000 entradas, con cientos de fotografías

excepcionales, escudos de familias, y todo tipo de

ilustraciones.

Asimismo, contiene un sumario de 72 páginas de la

historia sefardí, antes y después de la expulsión de España

y Portugal, así como 40 páginas de un ensayo lingüístico

acerca de los apellidos sefardíes, incluida una interesante

lista de los 250 apellidos sefardíes más frecuentes.

El diccionario abarca un período de 600 años, desde el

siglo XIV hasta el siglo XX, y el área que cubre incluye a

España, Portugal, Francia, Italia, Holanda, Inglaterra,

Alemania, Los Balcanes, Europa Central y Oriental, el

antiguo Imperio Otomano, Marruecos, Argelia, Túnez,

Libia, Egipto, Irak, Yemen, Siria, Líbano, Israel, América

del Norte, América Central y el Caribe, América del Sur, y

demás.

Otro dato que no se puede descartar, es que alrededor

del siglo XII comenzó a generalizarse el uso de apellidos

en la Península Ibérica, muchos de los cuales estaban

relacionados con la tierra o eran descriptivos. En España,

en donde la influencia árabe-judía era significativa, estos

nuevos apellidos conservaron su estructura original, de tal

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El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

manera que muchos de los apellidos judíos derivaban del

hebreo.

Otros estaban directamente relacionados a localidades

geográficas y fueron adoptados debido al forzoso

deambular provocado por el exilio, las persecuciones y las

oportunidades negadas. Había también apellidos que

surgieron como consecuencia de la conversión, al aceptar

la familia el apellido de su protector cristiano. En muchos

casos, los judíos portugueses portaban nombres de origen

puramente ibérico/cristiano. Muchos de ellos fueron

cambiando en el transcurso de la migración de un país a

otro. En otros casos, adoptaron “alias” o nombres

completamente nuevos por temor a la Inquisición.

Por otro lado, y consultando otras fuentes, la historia

y heráldica del apellido Cavaleiro aparece en el “Armorial

Lusitano” de Antonio Sergio, así pues, los Cavaleiro son o

bien de origen portugués o con ramas en Portugal.

También hay que tener en cuenta, es que los nobles

portugueses estaban enlazados con la nobleza castellano-

leonesa y gallega, además de que Portugal estuvo en

tiempos unido a España, razón por la cual no se puede

descartar de cara al estudio del apellido Cavaleiro, ya que

dicho apellido figura en la lista de apellidos de Gabinete

Heráldico por lo que su historia completa y escudo o

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306

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

escudos heráldicos pueden ser conocidos en su página

web: http://www.heraldico.com

En esa página web se recogen algunos datos

interesantes y útiles para el estudio de la historia y de la

heráldica del apellido Cavaleiro. Pero lo más importante

es la información bibliográfica en la que se recogen datos

de los Cavaleiro.

Se sabe que los Cavaleiro tienen o tuvieron

radicación, entre otros lugares, en Portugal.

Genealogía y heráldica. Árbol genealógico de su familia Cavaleiro con heráldica e

historia.

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El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

Escudo, origen e historia del apellido Cavaleiro

Pergamino con el escudo del apellido Cavaleiro y su origen e historia

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308

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

Mapa de la región del conflicto con sus principales batallas.

Reproducido de la obra de Cuarterolo, que lo extrajo del libro de George Thompson,

1870.

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309

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

Fuentes de Consulta

BEVERINA Juan - La Guerra del Paraguay (1865-1870),

Círculo Militar, 1973

CÁRCANO Ramón José - Guerra del Paraguay,

Domingo Viau y Cía., 1941

CASTAGNINO L. - Guerra del Paraguay. La Tripe

Alianza contra los países del Plata

CHIAVENATTO Julio José. - Genocidio Americano: A

Guerra do Paraguai.-Sao Paulo

ROSA José María. - La Guerra del Paraguay y las

Montoneras argentinas.

DE MARCO Miguel Ángel - La Guerra del Paraguay,

Emecé, 2007

DONATO, Hernâni. - Dicionário das batalhas brasileiras.

2a ed., IBRASA, 1996

Foros del Uruguay Militaria -Diversas informaciones

FURTADO, Joaci Pereira. - A Guerra do Paraguai (1864-

1870).

Gabinete Heráldico de España -Pesquisas sobre nombres.

GARMENDÍA José Ignacio - Recuerdos de la guerra del

Paraguay, Peuser, 1890

IBGE Divisão Territorial do Brasil e Limites Territoriais -

Instit. Brasilero de Geografia y Estatística.

Page 311: El Sagaz Teniente Alférez

310

El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

La Gazeta Federal: www.lagazeta.com.ar

LAVARDA Marcus Túlio Borowiski - Iconografia da

Guerra do Paraguai.

MUÑOZ, Javier Romero - La Guerra Grande: The War of

the Triple Alliance, 1865-1870.

PEDROSA, J. F. Maya. - A Catástrofe dos Erros. Rio de

Janeiro: Bibl. do Exército, 2004,

Portal del Ejercito Brasilero - Ordens do Dia...

POMBO, Rocha

Wikipédia - Diversas consultas y extracción de datos

varios de sitios públicos.

Historiar.net - História e Genealogia - Livros antigos

pesquisáveis.

BELTRÂO, Romeu - Cronologia Histórica de Santa Maria

- volumen 1.

GARRITANO, Maria Teresa - Crimes e punições na

Guerra do Paraguai (1864-1870).

Gran parte de las imágenes aquí expuestas, proceden del

libro de recopilación de Miguel Ángel Cuarterolo

“Soldados de la Memoria, Imágenes y hombres de la

Guerra del Paraguay”, Planeta, Buenos Aires. El resto de

las fotografías, así como las pinturas de Cándido López y

otros más, han sido extraídos de sitios públicos de

Internet.

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El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

BIOGRAFÍA DEL AUTOR

Nombre: Carlos Guillermo Basáñez Delfante

País de origen: República Oriental del Uruguay

Fecha de nacimiento: 10 de Febrero de 1949

Ciudad: Montevideo

Nivel educacional: Cursó primer nivel escolar y secundario en el

Instituto Sagrado Corazón.

Efectuó preparatorio de Notariado en el

Instituto Nocturno de Montevideo y dio inicio a

estudios universitarios en la Facultad de

Derecho en Uruguay.

Participó de diversos cursos técnicos y

seminarios en Argentina, Brasil, México y

Estados Unidos.

Experiencia profesional: Trabajó durante 26 años en Pepsico & Cia,

donde se retiró como Vicepresidente de Ventas

y Distribución, y posteriormente, 15 años en su

propia empresa. Realizó para Pepsico

consultoría de mercadeo y planificación en los

mercados de México, Canadá, República Checa

y Polonia.

Residencia: Desde 1971, está radicado en Brasil, donde

vivió en las ciudades de Río de Janeiro, Recife

y São Paulo. Actualmente mantiene residencia

fija en Porto Alegre (Brasil) y ocasionalmente

permanece algunos meses al año en Buenos

Aires (Rep. Argentina) y en Montevideo

(Uruguay).

Retórica Literaria: Elaboró el “Manual Básico de Operaciones” en

4 volúmenes en 1983, el “Manual de

Entrenamiento para Vendedores” en 1984,

confeccionó el “Guía Práctico para Gerentes”

en 3 volúmenes en el año 1989. Concibió el

“Guía Sistematizado para Administración

Gerencial” en 1997 y “El Arte de Vender con

Éxito” en 2006. Obras concebidas en portugués

y para uso interno de la empresa y sus

asociados.

Obras en Español: Principios Básicos del Arte de Vender – 2007

Poemas del Pensamiento – 2007

Cuentos del Cotidiano – 2007

La Tía Cora y otros Cuentos – 2008

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El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

Anécdotas de la Vida – 2008

La Vida Como Ella Es – 2008

Flashes Mundanos – 2008

Nimiedades Insólitas – 2009

Crónicas del Blog – 2009

Corazones en Conflicto – 2009

Taexplicado!!! Crónicas y Polémicas Vol. II –

2009

Con un Poco de Humor - 2009

Taexplicado!!! Crónicas y Polémicas Vol. III –

2009

Taexplicado!!! Crónicas y Polémicas Vol. IV –

2009

Humor… una expresión de regocijo - 2010

Risa… Un Remedio Infalible – 2010

Taexplicado!!! Crónicas y Polémicas Vol. V –

2010

Fobias Entre Delirios – 2010

Taexplicado!!! Crónicas y Polémicas Vol. VI –

2010

Aguardando el Doctor Garrido – 2010

El Velorio de Nicanor – 2010

La Verdadera Historia de Pulgarcito - 2010

Misterios en Piedras Verdes - 2010

Taexplicado!!! Crónicas y Polémicas Vol. VII

– 2010

Una Flor Blanca en el Cardal - 2011

Taexplicado!!! Crónicas y Polémicas Vol. VIII

– 2011

¿Es Posible Ejercer un Buen Liderazgo? - 2011

Taexplicado!!! Crónicas y Polémicas Vol. IX –

2011

Los Cuentos de Neiva, la Peluquera - 2012

El Viaje Hacia el Real de San Felipe - 2012

Taexplicado!!! Crónicas y Polémicas Vol. X –

2012

Logogrifos en el vagón del The Ghan - 2012

Taexplicado!!! Crónicas y Polémicas Vol. XI –

2012

El Sagaz Teniente Alférez José Cavalheiro

Leite - 2012

El Maldito Tesoro de la Fragata - 2013

Carretas del Espectro - 2013

Page 314: El Sagaz Teniente Alférez

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El Sagaz Teniente Alférez José Cavallheiro Leite

Representación en la red:

Blogs: AR http://blogs.clarin.com/taexplicado-/

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CH http://taexplicado.bligoo.com/

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