El Secreto de Maria Magdalena - Ki Longfellow

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  • Annotation

    De pecadora arrepentida a lderde los primeros cristianos, deprostituta a conocedora delTodo, Mara Magdalena fuerelegada a un papel secundario enla Iglesia hace ms de milsetecientos aos. Ahora, con eldescubrimiento en 1945 de lospergaminos de Nag Hammadi,podemos saber lo que ocurri. Ladiscpula favorita se desvela con

  • todo el esplendor de su formaoriginal. Aquella que mereciconvertirse en el apstol msamado relata su vida en unanovela emocionante, cautivadora yplena de humanidad. Ki Longfellow nos ofrece unretrato asombrosamente fiel de unade las figuras ms controvertidasdel cristianismo. El secreto deMara Magdalena es uno de loslanzamientos del ao en EstadosUnidos, publicado por RandomHouse. Sus derechos de edicin se

  • han vendido a ms de diez pases yla polmica de su contenido hallamado la atencin de Hollywood,que prepara ya una pelcula.

    Ki Longfellow EL SECRETO DE MARAMAGDALENA Traduccin de Ornar El-Kashef yManuel Mata lvarez-Santullano

  • Dedico este libro a ShaneRoberts, con amor. Haba tres que siemprecaminaban con el Seor: Mara, sumadre; su hermana; y Magdalena, la

  • que era llamada su compaera. Suhermana, su madre y su compaeraeran cada una Mara. Evangelio de Felipe

  • Introduccin Al fin llega el momento. Dejo deser agua para tornarme en vino. Yo,que fui muerta, ahora vivo. Conozcomi nombre. Soy. Estos son pues lospensamientos de Mariamne, hija deJos, de la tribu de Benjamn. En ellanguidecer de mis das terrenales,rememoro la vida de la hija delsaber, que, en el correr del tiempo,fue conocida como la Magdalena. Al igual que conozco mi nombre,s que amanecer un da en el que

  • Yehoshua, conocido por unos comoJoshua, llamado por otros Yesous,referido por otros tantos comoJess, y a quien yo llam Yeshu,ser visto por lo que es: nada tancaprichoso y poco prctico como undios, ni tan efmero y arbitrariocomo un rey, sino un gran coraznen los confines del mundo que atodos nos ensea a volar, al tiempoque se ensea a s mismo. Cuandollegue ese da, yo tambin volver aser oda: aquella de la torre deltemplo y la discpula conocida

  • como Juan. No obstante, poco meimporta si mi nombre se pierdeentre los vientos, pues mi voz solose alza en alabanza de Yehoshua,hijo de Jos, y de Judas, hijo deJos, el hermano que pas a serllamado Judas el Sicarii. Empiezo en la voz de la nia quefui, hablando del da en el que vi aSimn Pedro de Cafarnam matar alsacerdote del Templo, a sabiendasde que Seth de Damasco, siempremi ms fiel amigo, plasmar todocuanto digo en pergamino ahora que

  • ya no puedo valerme por m misma.

  • Primerpergamino

    La Voz

    Debido a que recientemente heenfermado hasta llegar al borde dela muerte, Tata me ha llevado estamaana al Templo. Solo a m.Padre no lo sabe. Salom tampocolo sabe. Vamos solas para que Tata

  • pueda sacrificar una paloma aAshera, la esposa de Jehov, la quees negada de palabra, pero mimadasecretamente en el corazn detodos. Tata ha agradecido que yo nohaya muerto en mi dcimo ao,aunque todo pareca sealar que assera. Nos abrimos paso a empujonespor el patio de las mujeres, Tataaferrndome de la mano para queno me quede enredada en lasprendas de esta o de aquella y paraque no me separe de su lado. Pero

  • la paloma en su jaula de mimbre ladistrae y, por un momento, desvasu atencin de m. Yo tiro haciaotro lado para poder vislumbrar alDios de los judos oculto en susanctasanctrum y, justo cuando lohago, un sacerdote del Templo quepasa de largo, con el rostrohenchido del orgullo que le imbuyesu funcin, aparta a Tata a un lado.Conozco a ese hombre. Se llamaBen Azar y ha comido en casa depadre muchas veces. No me caebien. Ni tampoco me gusta su hijo

  • mayor. Por mucho que haya odo apadre decir que un da me casarcon l, nunca lo har. El ave de Tata pugna porliberarse y Tata pugna pormantenerla cautiva, pero yo helogrado retroceder para seguir elpaso del amigo de padre, elsacerdote del Templo. Se detieneante el bloqueo de unos hombresque en nada se parecen a los quecomparten la mesa de padre.Tampoco parecen hombres deJerusaln. Parecen salvajes con

  • pensamientos igualmente salvajes, yme zafo de Tata para verlos ms decerca. Ben Azar se vuelve parapasar entre ellos, pero elija el ladoque elija, siempre hay uno que lebloquea el paso, y dado queninguno se mueve, el sacerdote losempuja para abrirse paso. De entreel grupo de hombres, se adelantauno especialmente atrevido, unocuyos ojos arden como el sol delatardecer. Y en su mano hay unasica con una hoja tan curva comouna sonrisa. Voy a gritar. Quiero

  • avisar a Ben Azar, aunque no mecaiga bien. Pretendo llamar a losguardias del Templo para quedetengan lo que est a punto deocurrir. Pero de repente una manose coloca sobre mi boca y no puedogritar. Puedo debatirme contra lasmanos queme sujetan, y as lo hago,aunque sin lograr nada. Nada puedohacer por Ben Azar. Slo puedocontemplar cmo el envalentonadohombre lanza su cuchillo contra elamigo de padre, no una, ni dos, sinotres veces. Una sangre roja y clida

  • salpica mis pies y va a dar con lasbaldosas doradas del patio. Labrillante sangre roja inunda lasorprendida boca de Ben Azar, elsacerdote del Templo. Todo ha terminado. Ben Azaryace muerto. Y la mano que me hasujetado me suelta. Me vuelvo paraponer rostro a mi apresador. Lo que veo son dos rostros. Tan idnticos el uno al otro comoJacob y Esau. Esos dos, que a buenseguro son hermanos, tienen uncabello tan rojo como solo puede

  • serlo el de un criminal, tan rojocomo el de un mago, al igual quesus barbas. Los ojos de uno sondespiadados y en los del otro moranla tristeza y la lstima (aunquetambin hay sitio para una fieraentereza). Tambin hay, creo, unterrible dolor. Pero como soy unania, dolor como ese an se escapaa mi entendimiento. Mientrasrecorro con la mirada a loscmplices gemelos, el hombre queha matado a Ben Azar de la casa deBoethus habla con los toscos

  • sonidos de Galilea: Ya est hecho, Yeshu'a. Y el gemelo al que llama Yeshu'aresponde: As es, Simn Pedro. Ahoravete. Ya se han ido. Parece que eltiempo se haya detenido y que nohaya pasado nada, pues solamenteahora Tata ha podido retener a suave. Yo misma habra credohaberlo soado todo de no ser porel cuerpo inmvil de Ben Azar, queyace ante m, por la sangre que

  • mancha mis pies y por el repentinogrito de quien acaba de reparar enlo que todos van a constatar. Esta noche, por ser micumpleaos, padre me permite estara la mesa. Qu detalle ms romanopor su parte! Y, lo que es msemocionante, qu griego! Salom, que tambin tienepermiso, finge no estar tan ansiosacomo yo; no sabe que me hepercatado del cuidado con el que seha acicalado, o lo enojada que estcon Tata y los otros esclavos que la

  • han peinado. Pero conozco a miamiga tanto como me conozco a mmisma. Vestida con ms cuidadodel que he tenido en toda mi vida,incluso con los pies perfumadoscon aceites dulces, le digo queaunque tenga pechos henchidos, yaunque cada da tenga ms peloentre las piernas, eso no quieredecir que ahora pueda comportarsede forma tan, tan, tan aburrida comolas mujeres de ms edad. Ella me responde con un bostezo. Pero aqu estamos, y all est

  • padre, rindose por algo queAnanas acaba de decirle. Ni Salom ni yo hemos vistoantes a ese hombre: todo aceite ylgamo, se presenta como Ananas,y oh, hay que ver cmo apesta.Judo egipcio, dice venir deAlejandra, y al or eso me vuelvotoda odos. No hay lugar msmaravilloso que Alejandra, aexcepcin de Tarso. Nos habla delcomercio del oro en Nubia y Partia,y del precioso blsamo de Jeric,pero l sobre todo comercia con

  • esponjas. La gente siempre compraesponjas. Nicodemo de Betfagtambin est a la mesa. Tan ricocomo padre, es su ms antiguoamigo, y miembro como l delSanedrn, el Gobierno judo. Casiprefiero olvidar que la nuevaesposa de padre, Noem, tambintiene permiso para estar a la mesa. Mientras los hombres hablan, veoque Ananas dirige una mirada desoslayo a los pechos de Salom.Padre no se percata. Ni Nicodemo.Estn demasiado absortos en la

  • comida y el vino, y en las charlassobre esponjas y dinero. Salom seinclina hacia delante para que elmercader Ananas alimente losdeseos de llenar sus ojos con lasformas de lo que ella llama sustesoros. Me alegro de no tenertesoros an. Pero, de tenerlos, nolos compartira con Ananas.Esperara a que fuesen ms grandes.Se lo digo a Salom con nuestrocdigo secreto de gestos con losojos, la boca y las manos, quellevamos usando desde hace

  • demasiado tiempo como paraacordarnos. Y ella me dice que lya ha acariciado su piel desnudados veces, ha restregado su horriblepierna de viejo bajo el cojn de suspies y ha ascendido por su muslo.Me reira en voz alta si pudiese,pero no debo. Si lo hiciese, pasaramucho tiempo antes de quevolvieran a dejar que nossentramos a la mesa. Adems, pormuy feo y viejo que sea, elmercader ha viajado mucho, esculto y conoce a mucha gente, ha

  • estado en muchos sitios y ha hechomuchas cosas. Es de Alejandra!Hay tantas ideas en Alejandra...!Aunque ame a los dioses, y ms ana las diosas, amo la filosofa porencima de todas las cosas. Tatadice que la filosofa es la religinsin sus ropajes. Mantengo mi nariz tras un paoperfumado, y escucho al mercaderde esponjas. Lo vi con mis propios ojos est diciendo Ananas con la vozque empleara una cabra si pudiera

  • hablar. Estaba en el Templo, a noms de diez codos del sacerdote,cuando lo apualaron. Yo me quedo quieta. Aqu nadiesabe que tambin yo presenci elasesinato con mis propios ojos. Yahan pasado cuatro das, pero sigovindolo como si acabase deocurrir. Pero nunca hablar de ello,ni siquiera con Salom, pues sialguien lo descubre, Tata recibiraun castigo por haberme llevado alTemplo para sacrificar una palomaa su diosa olvidada: Asherah,

  • antigua esposa de Jehov. Zas! Zas! Zas! As de rpidofue. Y all estaba el sacerdote, tanmuerto como un perro en medio dela calle. Nicodemo guardasilencio, embargado por el asco. Loveo imaginarse a Ben Azar como unperro muerto en medio de la calle. Ahora estn por doquier esosSicarii, con sus curvas dagas. Por doquier? lloriqueaNoem con la boca llena de repollo. Es que los romanos no hancrucificado al culpable todava?

  • Padre hincha el pecho congravedad. Lo cogern. Los romanos cogena todos los asesinos. Sus crucesjalonarn el camino hasta Joppa. Puede que s dice Ananas, puede que no. Padre resopla por la nariz. Es que este nuevo bandido secree Judas de Galilea? Y, de seras, acaso el cuerpo muerto deJudas no apesta como el decualquier otro? Yo os digo que estetambin acabar pudrindose.

  • Sujeto con fuerza el pie de micopa. Padre ha mencionado a Judasde Galilea! Tata nos ha hablado aSalom y a m de la gran revueltaque lider Judas contra losimpuestos de Roma el mismo aoque yo nac. Ananas sonre al or esto. Habis odo, amigos mos, loque dicen los Pobres? Conocis laenseanza del Bautista loco? Como Saduceo, no escucho dice Nicodemo. Nicodemorepiquetea con la parte de atrs de

  • sus dientes, pero es que Nicodemosiempre est haciendo cosasasquerosas. Quines son los Pobres? pregunta Noem. Qu es unBautista loco? Como suele pasarcon las mujeres, especialmente conlas que se parecen a Noem, loshombres ni siquiera la oyen. Dicen que vivimos en el fin delos tiempos se responde Ananasa s mismo. Tonteras dice padre. Y que el mundo pronto dejar

  • de existir. Cmo de pronto? preguntaNoem, pero sus palabras sontragadas por una mirada de padre,quien inmediatamente dice: As que eso es lo que estnhaciendo los Pobres y los Sicarii?Llevando el mundo a su finsacerdote a sacerdote? El mercader de esponjas sedispone a decir algo, observa ygrita: Ja! He ah un pensamiento,Jos! Creo que lo har mo.

  • Salom y yo nos miramos la una ala otra y me maravillo de cuntopuede arquear las cejas. Las maspermanecen sobre mis ojos comoratones temerosos de moverse. Lassuyas suben y bajan sobre su rostrocomo el sol y la luna y hacenobservaciones enfticas, como lasde los escribas veteranos. Nicodemo permanece sentadocomo una piedra. Pero padre recomo un griego; mientras, su rollizohusped dice: Los Pobres dicen que hemos

  • perdido el rumbo, que nos hemosolvidado del plan divino. Sepreguntan: si los judos son lanacin escogida por Dios, cmo esque viven como griegos y sesometen a los romanos? Yresponden: somos sbditos deRoma porque somos pecadores.Pero tambin dicen que llegar unMesas que ser un ejemplo y unainspiracin para todos. Con sullegada, los creyentes redimirnIsrael y llegarn al fin de lostiempos, que supondr el final de

  • todos los dems y traer el reino deDios. Ananas se sirve unasaceitunas y se las mete en la bocauna a una. Algunos dicen quevendr con una espada. Padre parece seguir encontrandotodo el asunto maravillosamentedivertido. Y qu har ese Mesas conuna espada? Se me eriza el vello. Cmo sepuede destruir a los dems? Son los Pobres los mismosque llevan las dagas? pregunta

  • Noem, pero de nuevo es ignorada. Ananas se aparta de la mesa. Supongo que pretende golpearcon fuerza a los que no se sometan aDios, a los que no se aparten de lasideas griegas y el yugo romano, y alos que quebranten la Ley. Golpeara los Fariseos, e incluso a losSaduceos. Padre desecha con un gesto lamencin de los Fariseos, pero notoque su risa languidece al or hablarde los Saduceos. Doy en la piernade Salom con el dedo gordo del

  • pie. Le digo: por Isis, nosotrossomos esos "otros". Destruir al Sanedrn y a lascasas sacerdotales de Ans yBoethus. De hecho, ya handerramado la sangre de uno de losBoethus. Dicen que todo el quetraicione la libertad de los judospara ser esclavo de los romanosconocer su mano. Llevo toda la velada maravilladapor la paciencia de padre, peroahora que Ananas menciona elSanedrn y al buen amigo de padre

  • y nuevo sumo sacerdote, JosCaifs, de la casa de Ans, y, sobretodo, ahora que menciona a Roma,se le agota finalmente. El nuevoemperador Tiberio no es el viejoemperador Augusto. La presenciaromana aqu ya no es tan indulgentecomo antes, y cada vez es peor.Padre mira al mercader de esponjasdirectamente a los ojos, con laexpresin tan dura como el granito. No son esos hombres losmismos que predican que cedertodos los bienes materiales de uno a

  • los Pobres ser bendecido por elSeor? As es coincide ahora unAnanas ms cauto. Y no se refieren acaso a ellosmismos y no a los pobres de lascalles? Precisamente. Entonces, el siguiente pasolgico no sera que, si cedo todosmis bienes materiales, sera yo elque se volvera pobre? Los Pobres,ahora convertidos en ricos, no medevolveran entonces todos mis

  • bienes? De ser as, cunto puededurar el interminable proceso detomar y devolver bienes ajenos? Ananas no sabe qu responder,pero a padre an le queda unapregunta: Ests de acuerdo conmigo enque los Pobres tambin se hacenllamar los Muchos? Algunos lo hacen, Jos, s. En ese caso, tengo dos cosasque decir de los Pobres, tambinconocidos como los Muchos. Noson pobres y, desde luego, no son

  • muchos. Si me atreviera, me reira acarcajadas. Lanzo de soslayo unamirada de admiracin a padre,quien me recompensa con una tiernasonrisa. Pero Ananas hacomprendido el mensaje y cambiade tema. Dime, Jos,has visitadoalguna vez a Megas de feso? Casi se me sale el corazn de laboca. Est hablando de la sibila,no, hechicera, ms famosa desdeaqu hasta Antioqua! Aquella que

  • tambin es una meretriz sagrada...una ramera! Acaso pregunta sipadre visitara a una ramera? YeaBalaam! El humor, que ya se havuelto sombro, se oscurece comouna mancha sobre la mesa de padre.El ao pasado, Tiberio y su madreLivia prohibieron a los romanosconsultar con astrlogos o magos,clarividentes o intrpretes desueos bajo amenaza de tortura odestierro. Hoy, si coge a alguienpracticando la magia, y est de malhumor, ordena que lo ajusticien en

  • el sitio. Todo el mundo aguarda larespuesta de padre. Entonces,Salom me indica con gestos: Noabras la boca. Ni te atrevas aconversar con ese viejo apestososobre Megas de feso, por muchoque te apetezca. Cunto megustara. Tanto como a ella. Y, aunque Ananas dice que gustade hablar de cualquier cosa, siguesiendo alguien capaz de distinguircundo lo que a l le gusta no es delagrado de otros.

  • Acepta mis disculpas, Jos, porhablar de tales cosas. Ahora es padre quien nossorprende a todos. No, no. Debo saber. Se parecea esta? Es tan bella y poderosacomo dicen? Siendo la mitad de grande quepadre, y con la mitad de fuerzapulmonar que l, Nicodemo no escapaz de refrenarlo. Pero puedevolverse hacia los ptreos rostrosde nuestros esclavos, tratando desaber si lo que est pasando saldr

  • de esta habitacin. No lo consigue,pues no es ese un don que poseaNicodemo. Yo s. Dos hombres en la pared norte seyerguen como pilares detrs depadre. El germano lleva fruta y elcelta, vino. Ellos no me miran, sibien s que yo los miro a ellos, ypuedo escucharlosinmediatamente, pues suspensamientos son tan afilados quehacen dao. As ha sido desde mienfermedad, aunque Salom cree

  • que este nuevo dolor acabarpasando, del mismo modo que laenfermedad casi ha remitido porcompleto. Veo que en ellos no hayms que el habitual y divertidodesprecio que sienten por mi padre,su familia y sus amigos; y, comosiempre, un miedo de Salom y dem. Y s, lo que oyen ahora serms tarde murmurado en otrosodos. Pero, como dice siempreNoem, qu puede uno hacer si vacontra la ley cortarles la lengua? Ananas se echa a la boca un higo

  • y un pastel de miel, y deja que eldulce jugo chorree por su barba,donde se mezcla con el aceite deoliva y el vino. Megas de feso deja al orculode Delfos a la altura de unprincipiante. Ni rimas, ni acertijos.Incluso un necio podra comprendersus palabras. Pero ni el ms sabio de loshombres puede cambiar su suertereplica Nicodemo. Solo un ha-Shem escribe lo que es y lo quepodr ser.

  • Esto es tpico de Nicodemo, quesiempre est llamando a YHWHha-Shem, el nombre. Otros, notan temerosos, o, como diraNicodemo, ms humildes ante Dios,lo llaman Adonai, el Seor.Todos dicen que Yahv me mataraen el acto si pronunciara su nombre.Yo no lo creo. Entre dientes,murmuro: Yahv, Yahv, YAHV! Y entonces es cuando hago algoque lo cambia todo. Abro la boca delante de todos los

  • presentes y hablo. Nada est escrito, salvo lo queel hombre escribe. Si lo que sepretende es cambio, entoncessucedern cambios. Padre, Nicodemo y Noem nohabran parecido ms sorprendidossi un pagano hubiese aparecido dela nada, se hubiese subido a la mesay se hubiese orinado en el vino deimportacin. Yo estoy ms que sorprendida.Las voces nunca antes habanhablado con alguien que no fuese

  • Salom o yo. Ni siquiera con Tata,con quien compartimos tantascosas. Y ninguna voz ha dichojams algo tan extrao, ni tan alto.A buen seguro no soy yo, pues yojams habra dicho tal cosa. Asque me sonrojo y me echo lasmanos a la boca. Salom no semueve un milmetro, pero la sientotan intensamente como si mehubiese abofeteado. En cuanto a m,me encuentro como si estuvieseenferma de nuevo, como si la fiebremortal hubiese vuelto. La mesa de

  • padre, y todos los que reclinansobre ella nadan en un enfermizomar de calor que es solo mo. Padre necesita un buen rato pararecuperarse, un largo momentosilencioso durante el cual yotambin me desespero porrecuperar la compostura, y cuandolo hace, dice: No parecas t, Mariamne. Su voz se tie de amenaza. Quha sido eso? Acaso lospensamientos de un demonio? La cabeza de Nicodemo se ha

  • encogido sobre el cuello. Jos dice, se me harevuelto el estmago. Me tiene miedo. Toda mi vida, lagente me ha tenido miedo. Noem semantiene siempre a cincuenta pasosde m, siempre que puedepermitrselo. Caifs, que ahora essumo sacerdote, me rehye desde elda de mi nacimiento. Quin puedeculparlo? A los cinco aos me suba su regazo y revel en voz alta sums vergonzoso secreto. Pero Ananas se ha erguido sobre

  • su cojn como una cobra y sumirada brilla como si yo fuese algoa lo que pudiera hincar loscolmillos. Padre hace una seal a un esclavopara que se lleve mi plato. Es evidente que an no teencuentras bien. Vete a la cama.Llvate a Salom contigo. Corremos hasta nuestra habitaciny caigo redonda sobre el divn deSalom. La ilusin de enfermedadha pasado rpidamente, y saberlome ha dejado aturdida. En la lengua

  • egipcia de Salom, por si alguienest espindonos, mi aturdimientome hace decir: Estaba tan cerca de tus tesoros,que me extraa que la polla de eseegipcio no graznara. Salom se sobresalta al or eso,pero echa hacia atrs la cabeza y sere. Al igual que a padre, se le damuy bien rerse. Padre siempre sere, aunque no haya comprendido loque se le ha dicho. Salom reporque entiende muy bien lo que leacabo de decir. Y, entre risas, dice:

  • Por muy viejos que se hagan,sus serpientes siempre sostienen suscabezas. Me lo dijo Tata. Claro que Tata se lo dijo. Quinsi no? La cabeza de Tata est llenade poesas y mitos, y maravillososrelatos de gentes maravillosas. DeTata hemos aprendido cosas queharan enfermar a padre si llegase asaber que las conocemos. En lacasa de Jos de Arimatea, unmiembro del aristocrtico ysacerdotal Sanedrn, nos hanhablado de la Isis de Egipto,

  • aquella que siempre ha sido el alfay el omega, el principio y el fin.Conocemos a la diosa trinitaria deBabilonia: Mari-Anna-Ishtar, laAstart de Canan, y a las rabes,Al-Lat, Al-Uzza y Al-Manat,doncella, matrona y arpa. Si padrese enterara, ordenara que learrancaran la lengua. Acaso nosabemos que todas ellas son unamisma Diosa, venida a nosotros enuna mirada de formas y para unamirada de propsitos? Y lo que espeor. Tambin conocemos el poder

  • de la magia y los rituales. Tata nosdice que una vez, hace muchotiempo, hubo mujeres sabias querecorran la faz de la Tierra, ynosotras la creemos, por mucho quela Tor se niegue a admitirlo. Tatadice que hubo mujeres poderosas enSumeria, Asiria y Egipto, y estotambin ha de ser cierto, porque lapropia Cleopatra ha muertorecientemente. Solo los msprofundos ignorantes no han odohablar de la sptima de lasCleopatras. Y qu decir de Megas,

  • mencionada en la mesa, cuyosfiltros de amor y sortilegios sonconocidos a lo largo del mundoromano. En cuanto a los hombres... Bueno,Tata nos ha hablado de loshombres. Habla de sus varassembradas, sus vergas, y unadocena de nombres tontos ms; ylos poemas que conoce! Me sonrojosolo de pensar en algunos de ellos.Me viene a la cabeza este: El reycorre con cabeza erguida al regazosagrado / Corre con la cabeza

  • erguida al regazo sagrado deInanna / Se corre el rey con lacabeza erguida, y as con todos. Esms de lo que puedo aguantar,especialmente ahora que, desde quenos lo dijera, Salom llama alespecial inters de Tata cabezaerguida. Pero este otro azuza micorazn y es mi favorito. Tata diceque lo escribi una sacerdotisa deUr hace doscientos aos.Doscientos aos! Es casiimposible imaginar el paso dedoscientos aos. Cario mo,

  • bame con miel / En la camallena de miel, disfrutemos denuestro amor / Len, deja que teregale mis caricias / Cario mo,bame con miel. Si padre supiera la persona tanobscena que nos ha dado porcuidadora y esclava... Bendigo sunegligencia. Gracias a Tata, elmundo de escrituras y leyes,mecenazgo, rango y hombra depadre no es nuestro nico mundo.Tata nos ha abierto los ojos paracontemplar cosas ms all de estas

  • estrecheces. Tendida sobre el divn deSalom, digo: Ananas ha viajado a mslugares que padre. Habla de Megas.A qu crees que se refera con lode las sectas secretas? De momento, Salom se quedasentada sobre un taburete dorado,desnuda, contemplando su rostro enun espejo metlico mientras sepeina la melena. Palestina est llena de sectassecretas, van y vienen. Cuelgan de

  • los cientos de cruces que jalonanlas vas pblicas. Pero los romanospermanecen. La gente comn, paraquien estos elementos no son msque estorbos, tambin permanece.Los ricos tambin permanecen.Pase lo que pase, siempre habrricos. Dado que nosotras,Mariamne, somos ricas, nodeberamos quejarnos. Lo acepto. Subyace una cruelverdad en sus palabras. Hasta elltimo de nuestros das juntas; aSalom se le dan muy bien las

  • verdades crueles. Se vuelve delespejo, me clava una miradamaliciosa y dice: Qu pretendas hacer en lamesa dejndoles or una de nuestrasvoces? No era una de nuestras voces.Pero no se lo digo. Ha sido sin querer, Salom. Me estudia y se encoge dehombros. No vuelvas a hacerlo. Ni loca. No sabe con quvehemencia lo digo. Sera aterrador

  • volver a escuchar esa voz. Bien. Y ahora, vamos a jugar anuestro juego. Hacemos muchas cosas que padreno aprobara, pero la peor de todases practicar el juego que hemosinventado. Reunimos piedrasbendecidas y las ungimos con lasangre de la luna de Salom y misaliva (pues an no tengo sangremenstrual que ofrecer), y en cadauna pintamos una letra del alfabetogriego. Colgamos un amuletodorado en el extremo de una

  • delgada cadena. Para jugar,disponemos nuestras piedras sobreel suelo, sostenemos del amuletosobre las piedras y leemos lasletras que va revelando el ir y venirel amuleto. Las letras se conviertenen palabras y las palabras en frases.As empez todo. As empezaronnuestras voces. Pues, al leer laspiedras, empezamos a pronunciarde viva voz lo que leamos. Las voces nos dijeron enseguidaque no eran dioses. Ni profetas. Nisiquiera eran diosas oscuras del

  • Duat, ni esos espritus demonacosque viven bajo los pies de Roma, niKeres, furias aladas de la muerte.Nos juraron que no eranba'al'obotalzados de la Gehenna, nialmas muertas de la grietapolvorienta que es Kur. Pero, seanlo que sean, lo cierto es que hablande cosas que ni Salom ni yoentendemos. Justo despus de mi enfermedaddijeron: El Elegido est de camino. Qu Elegido? inquiri

  • Salom, del modo en que suelepreguntar todo. El que anunciar el reino de laluz. Entonces fui yo quien pregunt: Ser el Elegido otra voz? El Elegido vendr encarnado. Desde que la enfermedad y lamuerte me dieron su venia, hemosdiscutido acerca del aspecto quetendra ese Elegido, quin podraser, cmo podra hablar y qu es loque podra anunciar. Nunca noshemos puesto de acuerdo salvo en

  • una cosa, que se tratar de un l.Salom se pregunta qu utilidadtendra el Elegido de ser unaella. Nadie le hara caso. Coloco las piedras sobre un paode lino extendido sobre el suelo.Lleno el cuenco dorado de Traciacon aceite de mirra y lo enciendo.Nos pintamos los ojos con cobreverde del Sina, como las vrgenesdel Templo, las hijas de Aaron.Salom apaga las dems lmparas.Coge el amuleto que guardamos enel cofre de madera de cedro y me lo

  • da. Mascando una raz amarga,esperamos, y cuando las llamasempiezan a volverse borrosas yomos el sonido del silencio en losodos, nos ponemos las mscaras.En este momento reparo siempre enlo asustada que estoy y lo tranquilaque se muestra ella. Pero nadapuede ser tan aterrador como lo quevi cuando estaba enferma. Nunca selo he contado a nadie. En menos delo que dura un suspiro, el amuletoempieza a balancearse de unapiedra a otra, de letra en letra,

  • mucho ms rpido de lo que lo hahecho nunca, tanto, que apenassomos capaces de seguirlo. Ms despacio! Salom mepellizca y grito. Veo que se esfuerzapor leer las palabras que llegan anosotras a gran velocidad.Mariamne, ms despacio! Estoy a punto de protestar,alegando que nada tengo que ver. Apunto estoy de abrir la boca paradecirlo, y lo hago. Pero, en vez demi Voz, lo que se oye es laVoz, la que acaba de hablar en la

  • mesa de padre. Por pobre que parezca elespritu de Ananas, el mercader osha sido enviado! Salom me arranca la mscara.Lo que es peor, me coge del pelo ytira de l hasta que acerca mirostro. A esa distancia percibo surespiracin tras la mscara. Parecetan ultrajada como me sentira yo ensu lugar. Enviado a nosotras? inquiere. Cmo autntico mensajero de

  • los tiempos venideros! Aprieto la mandbula, presa delhorror, y refuerzo el gesto con lamano. Salom me contempla atravs de los ojos de Horus y yorompo a sollozar. Ananas ha venido parallevaros a casa. Es muy difcil no gritar. Por micabeza pasa lo que padre pensara,lo que padre, de hecho, piensa.Acaso guardo un demonio en lasentraas? Salom se quita la mscara,

  • escupe su porcin de hierba yvuelve a encender la lmpara. Ese viejo ptrido? Unheraldo de los tiempos venideros?Y yo soy Salom, hermana deHerodes el Grande. Entonces sevuelve para encarar el espejo yahora es ella quien casi grita.Qu eres? Extiende el brazo y casi toca elmetal, justo antes de retirarlorepentinamente. La superficie nomuestra mi rostro, sino el de algomuy parecido a un hombre.

  • Lo ves! S que lo ves! Es lavoz de la noche? Estoy pensando: por Isis yDemter, y por todas las diosas yalgunos dioses, es que hemosinvocado a un demonio? En esepreciso instante, el mercaderAnanas entra en nuestros aposentosdesde el patio privado. Cmo seatreve? Y qu es lo que quiere? Qu dice la Voz de estanoche? dice, con el tonocondescendiente que los hombresreservan a las mujeres. Y luego, al

  • percatarse de la presencia deSalom, que apenas cubre su cuerpocon una mano, se acerca. Muy cerca. A qu estn jugando mispececillos? Antes de que pueda vernosrealmente, a nosotras o a nuestrahabitacin, el montn de mantos ypaos, de fajas y tnicas salidas delos cofres de la ropa, las botellasdel cristal moldeado de padre, losbrazaletes y las esclavas, lospendientes y las diademas, losungentos, los polvos y las cremas,

  • antes de que se fije en las pastas,las pociones y los pergaminos (haypergaminos por doquier), antes deque vea las piedras de la palabraque yacen en el suelo, sus ojos seposan un momento en la superficiedel espejo. Oh, cmo se abren depuro terror! Sal de aqu! sisea Salom. Pero Ananas est paralizado, ydesva la mirada de la figura delespejo a nosotras, luego a laspiedras, a los cuencos de agua, lospergaminos, los frascos y luego al

  • espejo de nuevo. Est tanconmocionado que ha olvidado aSalom y sus tesoros. Suspensamientos martillean mi mente.Sus pensamientos se hacen mos.Qu clase de nias son estas?, sepregunta, brujas, acaso? Practicanel kishuf e invocan a los demonios?S que su perspicacia es honda, quepiensa que es un viejo lleno delujuria, pero sabe lo que sabe, ysabe que somos lo que l llamabrujas. Pugna por mantener elcontrol, por comprender lo que esto

  • podra significar y cmo podrasacarle partido. Salom lo saca a empujones de lahabitacin. Yo cierro de un portazo.

  • Segundopergamino

    El camino

    El mercader de esponjas lleva yauna semana en casa de padre.Durante este tiempo, se ha topadocon Salom y conmigo cada da,aunque estemos en nuestrosaposentos privados o en el pequeo

  • patio inundado del aroma de laslimas y las rosas de Tata. Y quexcusas esgrime! Inteligentes.Divertidas. Una vez, inclusoplausibles. Pero no engaa a nadie. Salom est contrariada. Yotambin deseara que el gordoamigo de padre nunca hubiesevenido a nuestros aposentos, quenunca hubiese visto lo que vio; peroya es la segunda vez que deja caerque conoce un lugar secreto quetambin conocen otros quecomparten nuestros intereses.

  • Ananas dice que tienen mucho queensearnos y que lo harnencantados. Dice que entre elloshay mujeres. Pero Salom preguntapor qu iba nadie a ensear nada aunas nias en edad de desposarse.Qu beneficio nos acarrean talesconocimientos? Ese viejo trama algo diceella. Puede que hasta quieravendernos en el mercado deesclavos. A lo que respondo: No se atrever! Padre le hara

  • tragar brea. Jos no se percatara de nuestraausencia hasta pasada una semanareplica ella. Para entonces,podramos estar en cualquier parte,pues, acaso no hay casas desubastas en todas partes? Algo en su forma de decirlo haceque me pregunte cunto tiempopasara antes de que padre se dieracuenta de nuestra ausencia. Tata, Salom y yo nosencontramos fuera de la casa depadre y nos desplazamos lentamente

  • entre la sudorosa muchedumbre porla estrecha calle del mercado.Mientras me abro paso por el hedorde los pobres, mantengo cerca mialabastron con su cadena plateada.El frasco de alabastro contienearomas de la India, pero ya apenasson perceptibles. Ni siquiera padrepuede permitirse mucho msazmbar. Como de costumbre,Salom y yo estamos buscandolibros, libros que nos enseen loque an no sabemos, o nos muestrenalgo que an no hemos visto, o nos

  • inspiren pensamientos que an nohemos gestado. No conozco a otrosnios, salvo a nuestros primosMarta y Eleazar, pero lo queenciende nuestro corazn es esto: labsqueda de conocimiento. Tata tiene un amigo entre muchosotros, Hermas, un hombre de lalejana feso al que buscamos conafn. Todas las religiones extraasy fascinantes parecen florecer en laciudad de feso y todas laspersonas amables y tambinfascinantes viven all. En manos

  • suyas acaba la mayor parte deldinero de padre que, en realidad, esel dinero de mi madre, Hokhmah. Ala muerte de Hokhmah, que esesquiva a mi memoria, padre lepermiti legarme toda su dote y lla administra minuciosamente. Lafortuna de Salom proviene de supadre, que tambin est muerto,vctima de un malvado envenenadoregipcio. A Salom le interesanmucho los venenos. Hoy estoy deseando comparar unlibro del hekau egipcio con sus

  • caracteres hierticos. En ese librohay un conjuro, un talitha kuom, quepodra ayudar a mantener la formadel espejo que an aparece ydesaparece sobre la superficiemetlica. Pugna por venir o porirse, no sabemos exactamente qu,pero jams en nuestras vidashabamos sentido tanta curiosidadpor algo, as que hemos decididocapturarla. Tras arrancar nuestra compra dela mano de Hermas de feso,Salom da la espalda a los

  • compradores de frutas y verduras,al balido de una oveja encerrada, alos vendedores de pescado ensalazn y langostas fritas, a losmendigos, ladrones y afligidos, alos pobres perpetuos, al altisonantey permanente son de quienes nosenvuelven con sus regateos. Estbajo el toldo del mercader deobjetos mgicos y empieza a leer elconjuro en voz alta. Lee con muchafluidez, pues, como he dicho,Salom es muy inteligente, pero yotemo que alguien ms nos escuche.

  • Y si hay cerca un espa deTiberio? Eeim to eim alale'p barbariathmenebreio arbathisao'th ioue'loue'ne'iie mesonunisas lee en unegipcio nuevo, y luego cambia agriego. Que el Dios que profetizavenga y no le permita irse hasta quese lo permita. Oh, este es bueno,Mariamne, escucha! Elpheo'ntabao'th kirasina lampsoure'iaboeablamathanalbakralrunachamarei! Implica sangre? pregunta

  • Tata, que no ha comprendido unapalabra de griego ni de egipcio.La sangre est llena de poder. Mira por encima del hombro deSalom, cubrindola al mismotiempo de cualquiera que pudierainteresarse en ella indebidamente. No dice Salom, pero hayexcrementos y escupitajos: ntateel ojo derecho con agua de unnaufragio y el izquierdo con pinturade ojos egipcia mezclada con lamisma agua. Si no puedes encontraragua de un naufragio, que sea de

  • una barca hundida. Los excrementos son buenos, lasaliva es mejor, pero no hay nadacomo la sangre dice Tata. En esemomento, una mano pesada se posasobre mi hombro y me doy lavuelta, inmersa en una sorpresaimbuida de culpa. Ananas! Nos haseguido como la paciente serpienteque es. Su hedor es tan nico queme sorprende tambin mi sorpresa. Extiende rpidamente la manohacia el pergamino, pero con msrapidez yo lo guardo en la cesta de

  • Tata. Salom, ms veloz an, sealeja, seguida por Tata, y seguidaesta por m. Ananas nos sigue, tal comoesperbamos. Lanzo una miradadura a Tata. Es muy lista y astuta.Por qu no lo ahuyenta de una vez? Hablando de Tata, ni Salom niyo tenemos la menor idea de quedad tiene Tata, cul es su pueblo,si se ha casado, tenido hijos o haestado ms all de Jerusaln. Nosabemos cmo sabe todo lo quesabe. Lo nico que sabemos es lo

  • que ha tenido a bien contarnos, quees mucho, pero nada acerca de smisma. Sabemos que es Jebusita yque por sus venas corre sangrecananea. Est escrito que Davidtom Jerusaln; que su hijo,Salomn, fue quien erigi su primerTemplo. Pero tambin est escritoque mucho tiempo antes que Sal,David y Salomn, y antes de que eldios de Abraham le ofreciera latierra de Canan, el pueblo de Tataya estaba aqu. Cuando Salom loescuch por vez primera, con

  • apenas seis primaveras, preguntcmo era posible que el diospersonal de Abraham le ofrecieralo que no era suyo ni de Abraham,sino de Tata. Padre se la qued mirando yluego la mand a su cuarto. Plantado por Tata, Ananas trota anuestro lado sobre lo que parecenser unas piernas muy gordas, yresopla al tratar de mantener elpaso dictado por Salom. Estridculo y no para de hablar. Haba perdido la esperanza de

  • que Jos dejara salir de casa a susmujeres va diciendo. Resoplacon una exhalacin chirriante.Pero aqu estis, y yo tambin.Quiz podramos ir por aqu... no?Bien pues, si solo pudiramos irhasta el final de esta calle y volvera la izquierda... Entonces ocurre que Salom, queya nos saca alguna ventaja, peroest an a tiro de odo, vuelve a laizquierda, aunque no s si parasatisfacer a Ananas o por meracasualidad.

  • Remontamos una calle al otrolado de la muralla interior,siguiendo a Salom, que parecedirigirse a alguna parte. Pero,adnde? Ahora son menos intensoslos olores de las hogueras en lasque se cocina, el hedor del hombrey sus bestias, y, lo que es peor, susincesantes desperdicios. Nosmovemos hacia los blancos murosdel monte del Templo, lo queimplica que las casas que seasoman a nuestros lados son cadavez ms y ms blancas o, lo que es

  • lo mismo, ms y ms ricas. Salomha girado a la derecha. Msadelante hay una elevacinescalonada en cuya cima hay unmuro bajo y, en el muro bajo, unaentrada. Me quedo pasmada al verque Salom la atraviesa. Ananas sigue parloteando. S, esa es, esa es la puerta. Yesa es la entrada. Ves la tercerapuerta? Ves a la mujer que hayfuera? Gira por ah. La cuestaarriba lo est matando. Si seguimosandando, se caer en un montn

  • tembloroso y ah terminar estalocura. De momento, mi corazn late msdeprisa que el acelerado paso deSalom por estas empinadas calles.Nace del creciente temor de vernosesclavizadas en una tierraextranjera, de que Salom nos estmetiendo a la carrera en unatrampa. Cruzo una mirada con Tata.Por una vez, es ella quien sabecules son mis pensamientos y laalarma ensombrece su cara morena. La mujer que aguarda en la puerta

  • ha tomado la mano de Salom y hatirado de ella hacia un pasillooscuro. Corro detrs y me detengode golpe. Si no estuviese tanasustada, encontrara ese lugardelicioso. Estamos en un patio demrmol, a la sombra de unosmaravillosos almendros. Cerca delestanque hay un hombre tan entradoen aos como padre. A su lado hayun hombre ms joven, aunqueigualmente mayor desde miperspectiva infantil. Con ojos debanqueros observan nuestra torpe

  • entrada. Qu adulto se interesa enlos nios? Todos los das arrojan alestircol a nios paganos nodeseados, y de entre ellos solo unospocos son rescatados de la basurapara crecer como esclavos. PorBalan! Estos dos deben de creerque con nosotras viene un premiofabuloso. Acaso son aquellas de las quehablan? pregunta el ms viejo aAnanas. S, El, estas son las dos que tepromet. Me pediste que te las

  • trajera, y as lo he hecho. Salom y yo intercambiamos unamirada. Ahora esperamos queAnanas ponga su precio, querecoja su dinero por habernostrado a las manos de estecomerciante de esclavos. Elhombre, El, retira el manto de lacabeza de Salom. Salom noparece sobresaltarse, ni agacha lamirada. Qu joven dice. Y laotra, la ms alta? Es ms pequea dice

  • Ananas. Los caminos de Dios son loscaminos de Dios. Addai, quopinas? pregunta al hombre msjoven que sigue sentado sobre elbanco. La Jebusita se va o sequeda? Se refiere a Tata, y Tata sabe quese refiere a ella. Su ingenio relucecuando veo que desliza una manobajo la capa, donde s que oculta uncuchillo. El hombre al que llaman Addaidice:

  • Se queda. No hay por quasustar a las nias. Su voz tiene un fuerte acento. Espereano? Galileo? De barrigaprominente y piernas arqueadas, sunariz es tan chata como su cara y suboca es tan amplia como una jarra.Su tnica es de lo ms pobre. Lospies, descalzos. Sin embargo, elllamado El viste una tnica tan finacomo cualquiera de las de padre.Dos hombres tan diferentes, juntos.Y hablando como si fueran iguales!Tal cosa no tendra cabida en casa

  • de padre, eso es seguro. El le dice a Salom: Ananas nos ha dicho que eresuna bruja. Dice que tambin la otraes una bruja. Salom se ha puesto plida y noresponde. Brujas! A pesar de todala influencia de padre, si somosbrujas, Salom y yo podramos sercondenadas a morir por lapidacin.Pues, si somos brujas, por qu nohabramos de practicar el kishuf?No somos, pues, ba'al'obot, oseoras de los espritus

  • fenecidos, aquellas que permitenel regreso de los muertos a suscuerpos? O eso deben de pensar,pues todos los que no saben ignoranque no saben y por lo tanto seaferran a lo que creen saber y hacengrandes cabriolas de espantosaimaginacin. Pero ni Salom ni yosomos de esas. Odia Ananas a lasbrujas? Acaso Ananas odia a lasbrujas? Por eso mencion a Megasde feso en la mesa de padre? Oh,Isis! Estamos ante hombres que serigen por el mandamiento del

  • xodo segn el cual nadie deberasufrir a una bruja para vivir? Miro a Addai; me meto en sumente. Pero los ojos como lunas deeste hombre se ensanchan. Sabeque he entrado en su mente!Sobresaltada, abandono. Es de bajaestatura, ms que Nicodemo, peroparece tan recio como un toro. Si quieres saber lo que pienso,pequea, tendrs que quedarte fueray preguntrmelo. Impvida, permanezco tanorgullosa como me lo permiten las

  • rodillas. Quin eres t? Soy Addai de Sejem. Y dnde est Sejem? Al pie del monte Gerizim. Por las estrellas, un samaritano!Padre odia a los samaritanos. Diceque son una ralea mestiza, unahorrible mezcla entre israelitas yasirios. Dice que aceptan lasEscrituras solo hasta Moiss, y quetodos los profetas posteriores sonfalsos. Dice (no, grita!) que unavez erigieron un templo en la cima

  • del monte Gerizim del que contabanque era el Templo verdadero. ElTemplo verdadero! Gracias aJehov que los Macabeosdestruyeron esa aberracin! Yo solo me preocupo por la saludde padre cuando discute sobrelos samaritanos. Qu eres? pregunto a este...samaritano. Un escultor. Aprend el oficioen Samaria, pero lo perfeccion enGalilea. Un escultor? Aunque solo fuese

  • por esta razn (y ya van muchasrazones), padre nos echara de sucasa, farfullando presa de unaapopleja. Un humilde escultordirigindose a la sangre de susangre? Un hombre que ni siquieralleva sandalias? Soy hija de mipadre, y eso me enfervoriza; llenami mente de color. Un samaritanoes peor que un galileo y, como dirapadre, un galileo ya es bastantemalo. Debera haber adivinado talcosa solo por su aspecto. Si no essolo un campesino pobre e

  • ignorante, entonces tambin es unhereje quebrantador de la Ley.Incluso los esclavos de padre sonms distinguidos que este hombre. S lo que es un alarife digo,consciente del insulto que implicapara l la palabra alarife en lugarde escultor. Salom, tan altiva como siempre,pregunta entonces: De quin es esta casa? Esta es la casa de El barNehushtan, que es del Camino. Salom seala con la cabeza al

  • hombre ms anciano. Ese es El bar Nehushtan? As es. Y, a diferencia de m,tiene una profesin honorable, loque significa que es dueo de unafortuna. Al igual que vuestroguardin, tambin es un mercader.Entre otras inestimables especias,El exporta el jugo de la plantabalsmica. La mujer de la puerta esDinah, su esposa. Qu es el Camino? Ah, llegamos al quid de lacuestin. Addai suena alegre. Y,

  • divertido, dice: Saber msimplica poner en peligro alinocente, y por inocente me refieroa vosotras. Por no hablar delculpable, por el que me refiero a mmismo. Por qu Eh bar Nehushtan hapedido a Ananas que nos traigaaqu, cuando no goza del derechode llevarnos a ninguna parte? Addai mira a Ananas. Tienes razn. Estas son msque nias. El pidi conocerosporque Ananas ha predicado

  • vuestras proezas desde aqu hastaJeric. Cmo brujas? El se ha expresado mal. Nosolo como brujas, sino comoprofetisas. Salom y yo nos estremecemos alunsono. La palabra profetisarestalla en nuestros odos como unacondena, ms incluso que la palabrabruja. Antes, los profetas eranlos que expresaban los deseos deDios. En estos tiempos, los profetasson hombres de negocios; pero

  • donde Ananas vende esponjas ypadre vende cristal, un roeh vendevisiones y respuestas a preguntaspersonales. En estos tiempos, lagente est tan infectada de profetascomo lo estn los perros degarrapatas. Si escuchan a un loco enun mercado, aguantarn a diez, cadauno de ellos diciendo que debenseguir la Ley hasta el ltimo de suspuntos, afanarse por aumentar sufervor moral o perecer a manos deJehov. Profetisas? Mi voz chirra

  • como una bisagra. Addai re como un portn alabrirse. Su calor derretira laspiedras. Tan terrible sera ser unaDbora, una Miriam, una Noadiah ouna Huldah? Ya no hay profetas verdaderosdice Salom. No los ha habidodesde los das del exilio. Eh se vuelve hacia ella. As habla la pupila de unhombre influyente. Los hombres deinfluencia no necesitan profetas.

  • Miro a Addai. Pero eres un samaritano. Nopuede ser que creas en profetas. Lo que ha sido dice,puede ser de nuevo. Y al decirloesboza una sonrisa tan ancha comosu rostro y no puedo evitardevolvrsela. Ante l no hay nimiedo ni presentimientos. Meredimo diciendo: Si estos son profetasverdaderos, por qu razn son tancomunes como las piedras? Porqu desear ser una piedra ms?

  • En medio de las carcajadas, Ehdel Camino llama a una criada, unamujer que responde al nombre deRhoda, que lleva una bandeja. Larisa se me hiela en la garganta. Hay piedras en la bandeja. Hay unpndulo. El indica a la mujer quedeje la bandeja sobre una pequeamesa de piedra y dice: Ananas nos ha descrito esascosas. Por muy humilde que sea sufactura, espero que os sirvan comolas vuestras. Tata se adelanta, pero Salom la

  • detiene diciendo: Esperas que hagamos el kishuf? Su voz ha subido de tonotanto como el color de su piel, porno hablar de sus cejas. Tena la esperanza replicaEl de que nos deleitarais convuestros dones. La esperanza es un aveasustadiza. Pero yo confo en Addai, escultory samaritano. En todo caso, si eselugar sigue entraando peligro, hepensado en algo que nos podra

  • librar de l. Yo lo har digo, y disfrutode la sorpresa seguida por ladesaprobacin que cubre el rostrode Salom, y de la conmocin deTata. Tomo los guijarros y losordeno sobre el suelo. Cojo elpndulo, ciertamente inferior alnuestro, incomparable en peso yequilibrio. Todo el mundo se haquedado callado. Los hombres seinclinan hacia delante. Dinah seecha hacia atrs, aunque su rostroentrado en aos se ha vuelto rgido,

  • presa de la incertidumbre. Con esto,regresa mi Salom. Puedo verlo enla curvatura de su labio mientraspugna por mantener una expresinfra ante la repentina necedad de losadultos que se asoman a lodesconocido. Los adultos soloreaccionan de tres formas ante loque no comprenden. Lo temen, loveneran o lo niegan. Quiz las dos primerasreacciones son la misma. Inclusopuede que la tercera tambin. El pndulo no se mueve. Lo

  • arrojo como si estuvieraexasperada. Me arranco la cadenade plata del cuello, con su pequeofrasco de blsamo. Con un ademnexagerado, lo uso como pndulo.Pero tambin este cuelga como unpeso muerto del cordel de lana. No ocurre nada, exactamentecomo yo quera. Nada. Juro que no me lapidarn porbruja. Ananas se avergenza dehabernos tildado de tales, y yo mealegro de verlo. Y tambin me

  • alegro de ver la decepcin en Elbar Nehushtan y su esposa Dinah.No obstante, no me alegra elabatimiento de Addai. Pero si noqueran que nos lapidaran porbrujas, qu era lo que esperaban?Que Salom o yo furamos Isaasel profeta? De veras crean queIsaas, Ezequiel o Elas volveran aellos en forma de una nia? Dedos? Pero Salom no lo soporta.Sencillamente no puede. Arrebatael alabastron de mis manos como

  • siempre tem que hiciera.Reorganiza los guijarros en elorden adecuado. El alabastron seestabiliza en su mano y, por unmomento, se mantiene quieto comouna piedra, para luego empezar amenearse lentamente, primero all,luego ac. Todos vuelven ainclinarse hacia delante concreciente fervor, incluida la criada,Rhoda. Si nos quieren mal, estamosperdidas. Lo primero que dicta elalabastron es la palabra silencio,y luego, rpidamente: Ah, llega el

  • ngel del silencio, od nios,prestad atencin a los que nopueden ser escuchados. Salom lolee en voz alta, para que nadie sepierda ante la celeridad del frasco.Incluso yo corro el peligro dechocar con la cabeza de alguien.Nunca haba odo eso antes. Mimirada se cruza con la de Salom.Tan difcil es controlar el pndulocomo no controlarlo. En lugar defingir el fracaso, de ser menos,como he intentado yo, Salom fingehacerlo mejor, tanto que no tiene

  • sentido. Si quieren utilizarnos, elsinsentido es la mejor forma deconfundirlos. Ananas repite laspalabras entre dientes. El ngel del silencio. Odnios, prestad atencin a los que nopueden ser escuchados. Es unmensaje de gran profundidad,piensa? O una necedad? Pero Addai de Sejem ha estadoobservando a Salom. En lugar detratar de buscar significado a laspalabras de Salom, ha cogido elespejo de la bandeja. Lo gira hacia

  • un lado y otro, y finalmente haciam. Algo parecido a una serpienteenrollada parece moverse por susuperficie y, sin pretenderlo, mequedo boquiabierta. Los ojos deSalom saltan raudos de las piedrasal espejo, al igual que los deAnanas. Lo ves! Acaso no dije quemis pececillos eran una caja desorpresas? Salom balbuceo, dndeest el conjuro nuevo? Habaolvidado que cada palabra que

  • pronunciamos y cada movimientoque realizamos son observados. Lohaba olvidado todo salvo elespejo. Ordenamos a Tata quesaque el papiro mgico de Hermasde feso y ella se lo tiende aSalom, quien debe tirar con fuerzaantes de que Tata lo deje ir. Qu usamos como pintura deojos y agua de un naufragio? pregunto. Las palabras tienen ms poderque todo lo dems. Y es cierto. Puede que ningn

  • mago estuviese de acuerdo connosotras, pero hemos llegado a laconclusin de que lo que obra lamagia no es la parafernalia mgica,sino la intencin de obrarla. Pero laintencin ha de estar respaldada porel poder, y ha de ejercerse conconfianza absoluta. Otros creen queeste poder procede de losdemonios, que ha de permitirse queun demonio entre en nuestro cuerpo,pero nosotras no. Nosotras creemosque el poder procede de nuestraintencin.

  • Salom y yo nos apresuramos apronunciar las palabras del papirosin apartar la vista del espejo y veoque nos responde. Nos responde!Pero Addai da un paso al frente,quita suavemente el espejo de losdedos de Salom, y pronuncia dospalabras extranjeras. Suenanparecido a cuando se rasga untejido. Despus, nos ensea elespejo. No hay nada. Dice: A partir de hoy, si se mepermite, cuidar de estas dos

  • profetisas como si fueran misbien amadas hijas. Mientras Rhoda nos invita a saliry Tata sigue sus pasos, oigo queAddai habla con Ananas. Has dicho la verdad, amigomo. Son verdaderamente bat qol.Ve. Dselo a nuestros amigos, y queellos se lo digan a los suyos. Peroevita a los colaboradores, incluso alos Pobres que aguardan la cada delos kittim. S quines son los kittim; son losromanos. Los Pobres son a buen

  • seguro aquellos de los que padre seburl en la mesa la noche queconocimos a Ananas. Pero no smuy bien a quin se refiere con lode colaboradores. Se refiere apadre y a sus amigos? Creo que s. Cuando estamos saliendo por lapuerta, Addai nos detiene y nosdice: Dejad que os ensee algo. Corre una cortina que ocultaba elacceso a otra habitacin. Miraddice, y as lo hacemos. De hecho,no podemos dejar de contemplar

  • tamao tesoro de libros, uno comono hemos visto en ninguna otraparte. Cuando regresis prosigue podris leer tanto comoos plazca. Regresar? Es que vamos aregresar? De vuelta a casa de padre, escomo si caminase sobre el aire desolo pensar en los libros. Y quiztambin un poco en Addai. Finalmente, pregunto a Salomcmo hizo para llevarnos a la casade El bar Nehushtan. Ella dice:

  • No tengo respuesta, Mariamne. Y as empieza nuestra vida, sinsaber que es nuestra nueva vida. Loque Salom y yo pensamos es quese trata de una gran aventura enmedio de nuestra antigua vida, yque, al igual que todas las aventurasde la infancia, pasar y nosotrasseguiremos siendo las que somos yestando donde siempre hemosestado: jvenes muchachas en unacasa juda a la espera de quenuestro padre arregle nuestro futuroacordando nuestros matrimonios.

  • De ese da en adelante, acosamosa Ananas para que nos lleve a lacasa de El bar Nehushtan tan amenudo como le sea posible. Yciertamente le es posible muy amenudo. Dado que muchas veces nose nos presta atencin, es ms fcilde lo que nos imaginamos. Y siAnanas no nos puede llevar, Tatalo hace. A la maravillosa casa deEl y Dinah acuden hombreseruditos, las gentes cultas de todaslas naciones, hombres quepreguntan al sol, la luna y las

  • estrellas y que cuestionan lanaturaleza de los dioses. Ymujeres! No son muchas, perocuando vienen, hablan comohombres, debaten como hombres yensean y escriben como hombres.La cabeza me da vueltas al pensaren parecerme a una de esasmujeres. Nos escapamos de la casa deblanco mrmol de padre en losbarrios altos de Sin siempre quepodemos. Qu emocionante esrecogerse el cabello, seguir las

  • instrucciones de Tata sobre cmomoverse, cmo bajar la voz, cmomantener la mirada alta. Ya notengo que envidiar los tesoros deSalom. Tata se los envuelve conunas vendas tan fuertes que seencoge. Lo hacemos para poderpasar inadvertidas mientrasrecorremos las calles desde nuestracolina a la casa de Eh. Y as durante muchos meses,desde la estacin seca de Iyyar,hasta las lluvias de Marchesvan. No pensamos cmo ser cuando

  • tenga que acabar. Porque, claro est, tendr quehacerlo. Aguardo tras una puerta que da alpatio de El en esta tarde del mesde la cosecha de la aceituna y mepreparo para decir que Salom y yollevamos hacindolo casi todo elverano y buena parte del otoo. Losisraelitas vienen de todas partes.Forman parte de una secta que sehace llamar la Congregacin. Estla Hermandad, la Yahad, el Pactode la Unin, los Amigos y los

  • Mansos, los Pequeos, los Baistasdel Amanecer, los Primeros y losMuchos. Tal como dijo padre, losMuchos se hacen llamar los Pobrestan a menudo como los Muchos. Porsupuesto, tambin estn los delCamino, aunque, como dice Addai,casi todas las sectas de aqu aEgipto se dan el nombre de Camino.Le he preguntado por qu l y susamigos hacen lo mismo y l no meha contestado. Esto de tratar de averiguar quines quin y por qu puede provocar

  • un dolor de cabeza a cualquiera. Me asomo para ver quin havenido. Esta noche hay unos cuantoshaberim, a los que el pueblo da elnombre de Fariseos, curiosos porsaber qu se cuece, peromantenindose a una distancia paraevitar ser profanados por elcontacto con los aln ha-aretz, o elpueblo de la tierra. A su vez, losaln ha-aretz dirigen miradas llenasde hostilidad a los Fariseos. Veomuchos ms aln ha-aretz queSaduceos o Fariseos.

  • Hay unos cuantos escribas y,durante un momento espantoso, mepregunto si alguno de ellos conocea padre o al revs. Entoncesrecuerdo que aqu somos chicos.Aunque conocieran a padre, noreconoceran a la hija o a laprotegida de padre en estosdisfraces. Tambin hay doshacedores de la Ley, comoEsenios, vestidos con mantosblancos y fajas del mismo color.Padre se re de los Esenios. Unavez le o decir a Nicodemo que son

  • tan devotos de la exacta ejecucinde los rituales de la Tor, que no sepermiten el lujo de defecar enSabbah. Nunca hemos visto aninguno de los Saduceos de padre,pero no es sorprendente. Padre ysus amigos son ricos y poderosos yno necesitan de los cambios.Adems, no creen en ngeles yrecompensas y castigos del otromundo, aparte de que disientenviolentamente con los Fariseos (ycon la mayora de los gentiles);aunque no deja de ser curioso que

  • parezcan creer en demonios. Ahora aparece un grupo dehombres desaliados y de aspectoaguerrido en la parte de atrs, cercadel muro del patio y de la salida.Padre y todos sus amigos tienenbarba, como buenos judos; labarba de padre est recortada yperfumada. Sin embargo, las barbasde esos hombres parecen crecersalvajes, algunas son tan largas,tupidas y enmaraadas que parecentener vida propia. Visten ropas delo ms tosco y sus bastones no son

  • menos bastos. Al hombro parecenllevar todas sus pertenencias,contenidas en bolsas de cuero. Sequedan all, el ceo siemprefruncido. Salom piensa quepodran ser Cnicos, seguidores delfilsofo Digenes, que crea que lamejor forma de vivir era como unanimal, lo ms natural posible. Cuanta ms gente acude, peorhuele. De veras deseo que lospobres no lo fuesen tanto; lapobreza desprende un olorasqueroso.

  • No osamos expresar nuestrostemores en voz alta. No pensamoslo que esa gente puede pensar oquerer de nosotras. Somos annias y nada se nos pasa por lacabeza, a excepcin de nuestrapropia felicidad por formar partede esta aventura y al vernosescuchadas. Nos abrimos camino entre lamaraa de gente, que se calla encuanto pasamos por su lado, y nossentamos en un banco de piedracerca del estanque del patio de El.

  • Esta noche es Salom quienhabla. Como de costumbre, todo elmundo escucha con el alientocontenido. Vino a m un espritu empieza, y el espritu me dijo:t, hijo del hombre, aunque estsatado a la carne y hayas vistollenada esa carne con sangre ylgrimas, has de saber que eres unser de luz. Ninguno es ajeno acaminar en la luz. Lo dudis? Enseguida, un hombre encorvadopor los aos, toma la palabra:

  • Yo, Ahad Haam, lo dudo. Puesquien camina en la vergenza y lacorrupcin no puede hacerlotambin en la luz. Estamos acostumbradas a estasinterrupciones. Lo que las vocesrevelan siempre causa pendencias.En muchas ocasiones, lamuchedumbre suena ms quenuestras voces. Ms de una vez,Ananas se ve forzado a avanzar aempujones exigiendo silencio,aduciendo que nuestras palabrasestn al amparo del Espritu Santo,

  • que somos nabi'im, portavoces deAdonai. La gente debe de creerle,porque cada vez son ms los queacuden a escucharnos. La voz deSalom se alza contra el ancianodel Yahad: No hay en los Cielos o bajoellos un alma que no goce del amorde Dios. Dios te ama incluso a ti,anciano. Por Isis que estalla lapreocupacin en forma demurmullos. Algunos estn deseandocreer que esto sea cierto, mientras

  • que otros se sienten furiosos por lamisma razn, pues, qu objetotendra la Ley si todos somosamados por Dios? Contemplo los rostros que lamiran y reparo en uno que en nadase parece a los dems. Es muybello, tanto como Sal. Es muyjoven, aunque se ve que ya es unhombre y no un muchacho comonosotras. No luce barba, sino que seafeita como los romanos, losegipcios y los griegos. Acaso esuno de ellos? Tiene la nariz torcida.

  • Me gusta su nariz torcida. Ningunade nuestras voces se ha hecho pasarpor un dios. De qu dios esthablando? No puede ser Jehov,pues este no dira tal cosa. Salomy yo conocemos a muchos dioses ydiosas. Alguno de ellos dira algoparecido? No! grita Ahad Haam, cuyosamigos estn cerca, animndolo aque siga con su reto. Esto no esas. Ese chico no habla por el poderdel Espritu Santo, pues todossabemos que Dios no brilla sobre

  • todos. No sobre ellos, anciano, sinodentro de ellos dice la voz enSalom. Blasfemia! Cmo dirimes lo que es y loque no es blasfemia? Acaso hablasen nombre de Dios? S lo que dice la Ley. Puede que sepas lo que dice,pero sabes lo que significa? Salom parece cada vez ms alta.Lo cierto es que su voz es cada vezms poderosa. Pero Ahad Haam no

  • se queda atrs. En Jeremas grita, elSeor dice: Yo he odo lo queaquellos profetas dijeron,profetizando mentira en minombre. La voz de Salom no esestridente, pero supera a la de AhadHaam de la misma forma que un rosupera a un arroyuelo. yeme! El que presume de nosaber nada a ciencia cierta no sabenada, y el que presume de no sabernada se encuentra en la orilla de la

  • gnosis. El ardor aumenta entre losasistentes. La voz ha empleado unapalabra griega, gnosis. La mayorano la entiende, pero Ahad Haam lohace, y muy bien. Gnosis significams que conocimiento. Significa,estoy segura de ello, un cierto tipode conocimiento, una comprensinde lo divino. No soy la nica que se preguntaquin habla aqu. No pienso escuchar esto diceAhad.

  • No escuchars. Y, aun as, mivoz te rodea. No mirars, pero mirostro resplandece en el tuyo. Me aprieto contra Salom. Elrostro de Ahad Haam es oscurocomo el de padre cuando tiene unenfrentamiento con alguien de nimiaimportancia. Se inclina haciadelante y su aliento parece el de uncaballo jadeante. Tras l, susamigos del Yahad lanzan bufidos deapoyo. Vuelvo a reparar en el jovenatractivo. Su mano tambin sepierde en la tnica. Llevar

  • tambin una daga persa en elcinturn? Me expando hasta lamente del imberbe para ver lo quel ve, solo por capricho. Llegolejos... ms lejos... cada vez mslejos, hasta que, de repente, me doyde bruces con un mundo dedesorden y confusin. En contactocon la mente de ese hombre, ya nos si es de da o de noche, pasado,presente o futuro. Me vuelvo tanrpidamente como puedo, solo paraencontrarme a m misma mirando.No recuerdo haberme levantado,

  • pero estoy de pie, gritando msfuerte que Ahad Haam del Yahad ola propia Salom. Contemplad, pues he venidoentre vosotros, Israel! Ahad Haam, Salom, lamuchedumbre, todos caen en elsilencio. En ese mismo instante, unade las palomas de Dinah aterriza enel muro alto que separa la casa dela calle. Parece sorprendida deencontrarse all. La veo como si noestuviera a ms de un codo dedistancia, pero estoy al otro lado

  • del patio. Distingo cada pluma desu pecho y la tierna piel azul querodea sus ojos. Un grupo decorpulentos hombres barbudos sedesplaza hacia nosotros desde elfondo, empujando a la gente a supaso. Veo cada uno de los poros dela piel de sus caras. Entre ellos hayuno ms viejo, un anciano de pieltan oscura como el cuero hmedo yojos tan brillantes como los de lapaloma. Alto como una escalera,delgado como uno de sus peldaos,parece apartar a la gente con ms

  • vehemencia que sus compaerosms jvenes. Cuando ven de quinse trata, todo el mundo se apartacomo si se tratase de un leproso...O un sumo sacerdote. Aparte deeso, todo permanece en calma, todoexcepto mi corazn, que se lanzacontra el pecho como si quisieraescapar de l. No quiero hablar. Noquiero que venga esta voz que grita.Nunca se haba pronunciado en casade El y yo ya me haba olvidado deella. Miro a mi alrededor con ojosasustados. Salom est tan

  • sorprendida como yo misma. Tatase ha vuelto de la muchedumbre,impelida por el asombro. El sudorrefulge en el satisfecho rostro deAnanas. Addai, El, Dinah y Rhodaescuchan como si sus vidasdependieran de lo que pudieran or.Y el atractivo joven. Cierro losojos y aprieto los dientes. Novolver a hablar, no lo har, no lohar... Odme, hijas e hijos de Issa-ra-el, reinos de la luna, el sol y lasestrellas, en boca de nias me

  • presento. Preparaos para el da dela venida. En ese da me dar aconocer ante vosotros a travs delque parece pastor entre loscorderos, a travs del que se yerguecomo el len. Qu dice la voz que anida en misentraas? No quiero escuchar. Y lo conoceris por su palabra.Lo conoceris por la luz de su vida.Mirad en torno a vosotros yregocijaos. Miro a mi alrededor con la Vozde voces firmemente abrazada a mi

  • garganta, y no puedo moverme. Es que Issa no caminconmigo? Es que la palabra no esmi palabra? Y al decir esto me desvanezco.Cuando despierto, Salom me estbaando el rostro con un ungentoaromtico y me dice que el primeroque lleg junto a m es el atractivojoven, que me cogi en brazos y melleva a los aposentos privados deDinah. Se llama Seth y procede delmonte Carmelo, que se encuentralejos al norte. Es un Nazareo, que

  • no son de los Muchos, sino de losPocos. Pero, sin duda, se trata de unjuego de palabras, una chanza. Cuando caigo en mi propia camaen casa de padre, pregunto a Tataqu opina de la voz. Creo dice, mientras arreglael lecho que si hay ms porescuchar, deberamos buscar unpatio ms grande. Quizdeberamos probar en el anfiteatrode Herodes. Me lleva demasiado tiempoprepararme esta noche; arreglarme

  • el pelo para que parezca el de unnio es un proceso sumamentetedioso..., pero Tata finalmente loconsigue. Ambas estamos a puntode atravesar una de las entradaslaterales de la casa de padrecuando recuerdo que he olvidadomis piedras. Tata digo, corre y trelas. Salom, cobijada de la fra lluviacon una capa rabe con capucha, yaest fuera. Ananas tambin, con lagruesa capa de lana que siemprelleva y el paoln de la cabeza.

  • Estn a unos pocos codos de lapuerta del muro norte de la casa depadre, junto al que discurre la calleque asciende la colina escalonadahasta el palacio de Herodes y elmercado alto. En ese instante,recuerdo que he olvidado otra cosa,pero Tata ya se ha marchado paracumplir el recado que le acabo deencomendar. Primero tengo queasomar la nariz por la puerta paradecir a Salom y Ananas queesperen un poco ms, aunque l seest poniendo nervioso. Nuestro

  • comerciante cree en demonios y losdemonios salen al anochecer, sobretodo su reina, Agrath, hija de Malta.Justo entonces, una tercera figuraaparece calle abajo y asciende lacolina con decisin. Oh,reconocera a padre en cualquierparte. Cierro la puerta tan deprisacomo puedo, pero no del todo.Estoy tan aterrorizada que creo quepodra orinarme encima, pero nopuedo huir. No soy capaz deobligarme a ello. Debo de saberloque est a punto de ocurrir. Es

  • posible que padre no se percate dela presencia de Salom y Ananas?Sera posible que, aunpercatndose de su presencia, nolos reconociera gracias a su ropa?Pero, como era de esperar, reparaen ellos. Qu hombre hacendadono reparara en dos siluetas tapadasmerodeando por su puerta mientrasla noche crece y la lluvia empuja alas gentes de bien a encerrarse ensus casas? Se detiene y los encara.Pero ni Salom ni Ananas puedenresponder, pues, de hacerlo, se

  • delataran enseguida. Oigo que Tataregresa y noto que el mismo terrorque me atenaza hace que se detenga. Ananas es el husped de padre yest en la calle con Salom. No estpermitido que las jvenes salgansin compaa. Pero no se lespermite salir con un hombre que nosea el padre, el hermano o elmarido. Padre extiende la mano yarranca con violencia la capa deSalom, cuyo pelo quedaagitndose al viento. Pensaba queera yo?

  • S lo que ocurrir a continuacin.Lo que ocurrir es que mi vidacambiar para siempre. Y la deSalom tambin. Padre es unhombre orgulloso y de juiciorpido. No perdona. Todo estperdido. Ananas ya estcondenado. Salom ya estdesterrada. Yo ya estoy repudiada.Elo! Elo! Saldra corriendo a lacalle para rogar por Salom sialbergara la menor esperanza deque padre escuchara. Hara jironesmi ropa y me tirara del pelo hasta

  • arrancrmelo de raz. Haracualquier cosa para detener lo queest a punto de ocurrir. Pero nopuedo hacer nada, por lo que nadahago. Corruptor de nios! bramapadre. Vil serpiente! Malditotraidor! Aprtate de m. Aljate demi casa y llvate a esta, llvate aesta, esta... Padre est tanultrajado que, sin poder evitarlo,tartamudea, aparentemente incapazde encontrar una palabra lo bastantefuerte y malsonante, y al fin escupe

  • : A esta hembra contigo antes deque os mate a los dos con mispropias manos! Ananas no puede hacer nada. Nopuede decir nada. Incluso confesarla verdad no sera sino traicionar aEh, Dinah y Addai. Abandonad mi casa y noregresis jams. Y t, Salom! Note llevars nada. No volvers ahablar con Mariamne. Salom ni llora ni suplica. Noesgrime el nombre de Coron deMemfis para recordar a padre la

  • promesa que hizo. Se ir como si nofuese ms que una nia de 13 aos.Adnde ir? Y quin se casarcon ella ahora? Siento que la mentede padre se vuelve antes que sucuerpo. De repente ha pensado enm. La negra y amarga rabia que seha centrado en Salom y Ananasahora me busca a m. Quiere sabercul ha sido mi grado deimplicacin en esta abominacin desu nombre y su casa. Se pregunta siyo tambin he sido profanada. Sepregunta qu debe hacer al

  • respecto. Me vuelvo sobre lostalones y huyo. Tata me sigue.Corro hacia los aposentos sinvolverme para ver qu hace Tata.Me quito las prendas de chico y lasescondo bajo el cofre de ropa. Mearreglo el pelo tan deprisa comopuedo. Trato de disponerlo todo,apenas un instante antes de quepadre irrumpa en la habitacin.Jams lo haba visto as, nunca lohaba sentido as. Parece quealberga una tempestad en suinterior. En su ira pugna por si

  • debera desterrar tambin a sunica hija. No quiere. Soy lo nicoque queda de mi madre. Noemnunca ha supuesto un consuelo paral. No le ha dado hijos, ni siquierauna hija. Le horroriza la idea decastigarme con la dureza que su Leydicta. Un hombre no puede permitirque las mujeres de su casa secomporten como cree que Salomse ha comportado. Padre vive por ypara el qu dirn. Mereceraseguir viviendo si perdiera sureputacin? Si se convence de que

  • yo tambin he pecado de lo que lpresume, o si he ayudado a Ananasy Salom, no hay eleccin: deberalejarme de l. Deber repudiarme. Guardo silencio, cabizbaja, conlos ojos clavados en mis propiospies descalzos, la boca seca y elvello erizado de terror. Seraincapaz de pronunciar palabra,aunque de ello dependiera mi vida.Jams haba estado tan asustada. Padre ya ha decidido que soyculpable. A lo largo de los aos,Salom no ha hecho nada en esta

  • casa que yo no haya hecho tambin.Le duele en el alma repudiarme.Puedo or sus rpidos ydesesperados pensamientos.Salom tiene 13 aos, y a su edades de esperar que sepa lo que esmoral y lo que no. Pero yo no hecumplido los 12, y an no estoysujeta a tales criterios legales, nisoy lo bastante mayor como paratener un adecuado juicio de lascosas, y en ello encuentra padre unaforma de evadir la decisin. Es unasolucin. Fingir que no sospecha

  • de m. Ni siquiera sacar a colacinmi posible implicacin. Me echar,oh, s. Debe hacerlo. Pero no lohar muy lejos, ni durante muchotiempo. Pero ser lo bastante lejosy el tiempo suficiente. Mariamne dice, y s lo quele cuesta controlar el temblor de lavoz, nunca volvers a ver aSalom. Por la maana viajars aBetania. Tata te acompaar. Casi me desmayo. Ms asustada porTata que por m misma, estabasegura de que hara apalear a Tata

  • por aquello. Es responsabilidadsuya vigilarnos a Salom y a m.Vivirs discretamente en la casa demi cuado. Sers la hermana de sushijos. Actuars como una mujer entodos los sentidos. Nada de libros.Se percata de mi disgustadamirada. Tambin ve los librosesparcidos por la mesa, el divn yel suelo. Su presencia aqu lovuelve enfermo. Todo esto es porhaberos consentido con libros. Enla casa de Fines ben Yohai nohabr ms lenidades de un padre

  • excesivamente blando. Te habrsmarchado cuando despierte. Con eltiempo, enviar a recogerte. Y aTata tambin. Logro encontrar mi voz. Es muydbil. Durante cunto tiempo, padre? Padre no me mira cuandoresponde. Habrs dejado de ser una niacuando vuelvas a poner el pie enesta casa. Y estars casada. Dicho eso, se da la vuelta y semarcha.

  • No s cunto tiempo ha pasadodesde que padre se ha marchado,pero finalmente siento que Tata meaprieta el hombro con dureza. Mariamne! Nia! Qu vamosa hacer? Por vez primera vez me percatode lo impotente que es. No soy msque una nia y una mujer mepregunta qu es lo que vamos ahacer. No es porque yo sea fuerte.No es porque ella no pueda pensaralgo por su cuenta. Es porque esuna esclava y no tiene derecho a

  • tomar decisiones sobre losacontecimientos que afectan a suvida o sobre el camino que debeescoger. En medio de todo lodems, y tan horrendo como es, mequedo petrificada ante taldescubrimiento. Jams lo habavisto as. Mi pobre y aguerridaTata, tan llena de historias,pasiones y secretos, estdoblemente maldita. Nacida mujer yesclava. Qu vida ms dura! Hastaahora, no he podido pensar en otracosa que en lo que voy a hacer a

  • continuacin. Ahora pienso: quvamos a hacer? El cuado de padre, Fines benYohai, es el marido de Raquel, lahermana de mi madre muerta. Escasi tan serio como Nicodemo deBetfag. Raquel, la hermana deHokhmah, es una necia. Su nicohijo, mi primo Eleazar, es unacriatura enfermiza que sigue la Leyal pie de la letra. Vivir en casa delto Fines y la ta Raquel equivale aenvejecer en la infancia. Para Tataser toda una degradacin. En la

  • casa de Fines ben Yohai ser unaesclava entre esclavos,notablemente inferior a aquellosque sirven a los hijos del seor. Mipadre es rico e importante; Finesben Yohai no es ni la mitad de ricoe importante. Por lo tanto, mi primano puede tratarme mal, pero la hijade Fines sin duda har que Tata yyo paguemos la vergenza quehemos metido en su casa con mipresencia. Y Tata ms que yo. Heconocido a mi prima Marta. S queser como digo.

  • Y sin libros! Cicern deca queuna habitacin sin libros es comoun cuerpo sin alma. No puedo vivirsin mi alma. Con todo, hacer lo quepadre dice que haga es la suma detodos mis deberes. Durante toda mivida se me ha dicho lo mismo. Esacaso un milagro que siempre lohaya credo? Tengo que ir aBetania. Qu alternativa tengo?Qu otra cosa puedo hacer? Piensoen Salom. Qu estar haciendo eneste preciso momento? Se dirige acasa de El del Camino, eso es lo

  • que est haciendo. Una vez all, nos lo que pasar. Estoy segura deque ella tampoco. Pero all esdonde ella recorrer su camino. Yentonces, de alguna manera, piensoesto: si Salom puede ir a casa deEl, Tata y yo podramos hacer lomismo. Es como si todas las estrellas delfirmamento cayeran sobre mi mente.No tengo por qu hacer lo quepadre me ha ordenado. Mi coraznest excitado. Lo siento latir con lapunta de los dedos, en la raz de mi

  • pelo y en la base de mi columna.Amo a padre. S que l me ama am. Pero l est atrapado en su Leyy s que est maniatado por ella. Yacaso Addai de Sejem no dijo queme cuidara como si fuera su hija? Tata, mete tus cosas mspreciadas en una canasta. Luego,aydame a recoger mis cosas y lasde Salom. Tendremos que cogertodo lo posible, porque vamos adejar la casa de padre. Para ir a Betania? No, a Betania no.

  • El espritu de Tata se le escaparapor la cabeza si le entrara msalegra an. O ms miedo. Tata y yo llegamos sin aliento a lapuerta de El en la segunda hora dela noche, para encontrarnos con untumulto. Inmediatamente nosesconden de la vista de los dems ynos reunimos con Salom, que nosrecibe con llantos de alivio yregocijo. Tata vigila mientrasSalom y yo nos abrazamos y nossusurramos palabras a la espera deque llegue nuestro destino.

  • En la cuarta hora, se nos dice quenos levantemos y nos preparemospara viajar. Viajaremos como muchachos.Pero parece que nos vamos deJerusaln. Sin nada que perder, niSalom ni yo ponemos objeciones.As que los cinco, Addai elsamaritano, Ananas el comerciante,Tata la esclava fugada y dosmuchachos, ambos proscritos, seencaminan al este a travs de lascalles de Jerusaln, vigilados desdelas sombras por El y Dinah del

  • Camino, as como otros que noconocemos y no podemos ver.Caminamos hacia la puerta de lafuente de Gihon y el valle delCedrn. Ms all de eso, no s adnde ir.Me limito a seguir a Addai. Hemos caminado durante toda lanoche. En alguna parte del caminoque desciende por el terrenoescarpado al este de Jerusaln,arrugado como una tnica tiradasobre un divn, me qued dormida yAddai me llev en brazos como si

  • an fuese un beb. Llevasostenindome buena parte delcamino. Ananas y Tata caminancon un asno entre medias que cargacon todos nuestros bienesmateriales: todo lo que Tata y yohemos envuelto y todo lo queAnanas tena en casa de El. No esmucho, al menos no para taneminentes forajidos. Salom ha idoa lomos de una segunda asna mspequea. Descalzo, Addai viaja contodo lo que le pertenece encima:sus herramientas y la asna que

  • cabalga Salom. La llama Eio.Salom murmura que eio es asnoen egipcio. An me sorprende queel comerciante de esponjas se noshaya unido. Es que no tiene bienesque proteger, criados por los quevelar y una reina de los demoniosque evitar? Pero no hayexplicaciones. Adnde vamos? Puede que Tatalo sepa, pero, de ser as, an no loha compartido conmigo. Lo nicoque s es que nos dirigimos al este.Lo nico que s es que el este es la

  • tierra sagrada, pues desde all saleHelios, el sol. Addai nos gua, y noseguimos camino alguno. Incluso enplena noche me doy cuenta de queel terreno sobre el que caminamoses rido como el vientre de Sara.Desde las alturas de Jerusalnhemos bajado y bajado siguiendolos pliegues de las colinas, algunosde los cuales son tan estrechoscomo las calles de la ciudad y otrostan hondos como tumbas. La lluviava y viene, pero nunca es losuficiente como para calarnos. El

  • aire nocturno huele a suciedadoculta, hasta que la humedad lalanza a los vientos. Tata no estacostumbrada a estas caminatas.Puede que sea una esclava, pero esuna esclava privilegiada. Ananasno deja de decir nerviosamente queafrontamos un peligro mayor queaquel del que huimos. Ambosrefunfuan por culpa de los abrojosque se cuelan por sus ropas, lospeascos que se interponen ennuestro camino y el desgaste de suspies. Addai me cambia de brazo y

  • le pregunto si debera caminar. Guarda silencio, nia dice. Estamos muy cerca. Cerca de dnde? Pero no responde. Siguecaminando a travs de sombrosafloramientos y repentinosdescensos. Caminamos por unescarpado barranco sumido en laoscuridad y apenas una fina lnea deestrellas con que iluminar nuestropaso. El aire cambia. Su olorcambia. Apesta a dientes podridos. Addai digo tirndole de la

  • barba. Addai, dime, qu es eseolor nauseabundo? El hogar! Esta es la tierra deDamasco. Damasco? Es imposible queestemos siquiera a las afueras deDamasco, si Damasco dista nueve odiez das de marcha en direccinnorte, en el mejor de los casos.Pero estoy demasiado cansadacomo para lidiar con unrompecabezas. Recuesto la cabezasobre su hombro. Atravesamos unltimo nahal y ante nosotros,

  • baado por la luz de las estrellas ytan amplio como el ojo es capaz deabarcar y extrao como pocasleyendas pueden relatar, brilla unmar en calma. Es el mar lo queapesta. Mirad dice Addai.Estamos donde debemos estar. Miro. Addai seala a nuestraizquierda. Encaramado en lo alto deun escarpado risco de polvorientasrocas, como si del sombrero de unsacerdote del Templo se tratara, seencuentra un pueblo. O quiz sea

  • una pequea finca. O quiz unafortaleza. Sea lo que sea, pareceestar esculpido en la misma piedra.Puede que si Addai no nos hubierainstado a mirar sealando con eldedo, jams hubiramos reparadoen el lugar. Por prximo que parezca, nosespera otra hora de duro ascensoantes de acercarnos siquiera. Addainos ha conducido alrededor de unmuro de piedra y casi he pensadoque no exista puerta. Hasta quellegamos a ella. El sol roza los

  • picos montaosos del otro extremodel apestoso mar cuandoatravesamos la puerta. Nosencontramos en un patio, tanprofundo como amplio. A un lado,se eleva una torre de piedra de laaltura de muchos hombres. Anuestra derecha, unos peldaosconducen a un enorme estanque depiedra. En el centro del patio hay unenorme reloj solar sobre un estrado.El reloj solar de padre es el doblede grande. Y es que padre, queencarg el suyo en Grecia, prefiere

  • que las cosas de valor seanvisibles. Justo enfrente hay otrapuerta que sale del patio hacia loque parece una calle estrecha. Dejamos nuestros asnos atados aun poste junto a una pequeacisterna y Addai nos conduce msall de la segunda puerta. Dndeestamos? Hay alguien aqu? Mi pregunta recibe respuesta unmomento despus. De las sombras que proyecta elsol desde el otro extremo delhediondo mar sale el hombre

  • atractivo ataviado con unaimpecable tnica de lino blanco. Bienvenido seas, Ananas deAlejandra dice el hombre que sehace llamar uno de los Pocos.Veo que has trado a nuestras niasa casa. Salom y yo intercambiamosmiradas de sobresalto. Recuerdaslo que dijo la Voz?, est diciendo.Lo recuerdas?: "Ananas havenido para llevaros a casa". Lo recuerdo.

  • Tercer pergamino

    El desierto

    Ha pasado ms de un mes desdeque padre decidi echarnos decasa. Salom, Tata y yo nosencontramos en tierras salvajes.Nuestras antiguas vidas hanquedado atrs, al igual que laciudad de nuestra infancia y todo loque hemos conocido. Estamos

  • confusas y desorientadas, y eso nosinfunde miedo. Salom y yo nosaferramos la una a la otra. Nosencerramos en nosotras mismas.Qu lugar es este? Las propiaspiedras parecen rezumar un alientoextranjero. Aqu el suelo est sucio,las paredes nos manchan la piel y elcabello, y nuestro dukha es un palopara hacer un hoyo en el suelo. Aqu no hay nadie que ahuyente alas hormigas que nos atormentan denoche en nuestros lechos. Nadie nosbaa, ni nos cepilla el pelo, ni

  • limpia lo que hemos ensuciado, ninos trae dulces. Nadie exceptoTata. Pero, como somos chicos yella no, tiene que vivir con lasmujeres. En nada se parece a lacasa de El y Dinah. Por primeravez en nuestras vidas los bichos nospican, los camellos nos pisotean ylos extranjeros nos apartan aempujones. Ya no podemos comersiempre que nos apetece ni lo quenos apetece. En pocas palabras, vivimos unavida miserable.

  • Y Tata tambin, por nuestraculpa. Nos pegamos a ella, nosquejamos, exigimos, hasta que unda se vuelve y nos dice: Por toda la sal del mar, quirresponsables son los jvenes! Siexiste alguien que no siente otracosa que las furias del cuerpo y nopiensa ms que en s mismo, soisvosotras dos! Y con esto se zafade nosotras de un tirn de las faldasy se marcha. No volvemos a verlaen dos das enteros. Esto nossorprende, incluso nos aplaca

  • durante un par de horas, pero no nosdetiene. Seguimos siendoinsufribles. Ananas va y viene en susnegocios. Addai pasa buena partedel tiempo trabajando en Jerusaln,en el interminable Templo delfallecido Herodes, una tarea que seprolonga desde hace ya ms decuarenta aos. Pero Salom, Tata y yo no vamosnunca a ninguna parte. No vemos razn para recorrerms de una vez los escarpados

  • nahal hasta las orillas de un marque apesta a azufre y a alquitrn.All no hay nada, ni siquiera unmuelle, aunque divisarnosembarcaciones recorrer las aguas adiario. Addai dice que somosafortunadas por haber llegado en laestacin de las lluvias. Jura quedurante el verano, sea da o noche,se puede cocer pan sobre los techosde arcilla, pero ahora el solinvernal brilla al otro lado de loslisos muros de caliza con una luz

  • tan blanca como el lino. Con losdas me voy acostumbrando a esto ya la falta de color. Solo estn losamarillos plidos de los secosacantilados por encima de nosotrosy, por debajo, los amarillos plidosdel llano rocoso sobre el que seerige el asentamiento, elpolvoriento verde plido de laspalmeras y el azul lapislzuli de losestanques. Parece que aqu hayams estanques que en todaJerusaln, y entre ellos el aguadulce discurre por canales

  • practicados en la roca amarilla. Encuanto a los edificios que hay entrelos muros amarillos, algunosalcanzan los tres pisos de altura. Latorre es ms alta y, curiosamente,no tiene entrada al nivel del suelo.Sin embargo, ninguno de losedificios es una casa. Son salas dereuniones, comedores, talleres,hornos o almacenes (hay tantos queparecen interminables), pero nuncaun dormitorio. Una amplia salacontiene las cocinas y los servicios.Otra es una alfarera. La gente

  • comercia bajo toldos extendidosdesde los muros interiores del patioms amplio, pero duermen entiendas al norte de los murosexteriores. Addai nos dice quemucha gente duerme en las cuevasque abundan por los acantiladoscircundantes. Me estremezco solode pensarlo. Por muy clida quefuese la noche, jams dormira enuna cueva. En las cuevas haymurcilagos. Hay ratas de la arena.Hay vboras que de da se entierranen la arena.

  • Hemos conocido al joven de lanariz torcida, Seth de Damasco,que se hace llamar el Nazareo. O, sino, uno de los Pocos. Si nosencuentra confundidas en nuestranueva vida, se toma la molestia deexplicarnos las cosas. Si nosencuentra desocupadas, saca librosde alguna parte, no sabemos dednde. Leeramos cualquier cosa, ycontemplamos los libros de Sethcomo un borracho contemplara unatina de vino. Por ejemplo esto: elLibro de Henoc. En el Gnesis se

  • dice que hace mil generaciones Noy Henoc caminaban junto a Dios,pero solo Henoc desapareciporque Dios se lo llev consigo.Pero el Libro de Henoc dice ms, yyo devoro la escritura con avidez:Y mir y vi un trono elevado quepareca de granizo, con ruedascomo el sol, y entonces vi alarcngel. Por debajo del tronosurgieron lenguas de fuego, deforma que no poda mirarlodirectamente. La Gran Gloria sesentaba all. Su vestidura brillaba

  • ms que el sol y resplandeca msque la nieve. Nunca he hablado de esto, lo s.Vi lo mismo cuando estuve enfermay se me pone la piel de gallinacuando leo a otra persona que tratade describir lo mismo. A pesar de que Seth es joven, connosotras siempre parece distante,siempre observador, siempresumido en cavilaciones. A vecesparece haberse convertido ennuestra sombra. Tambin se haconvertido en nuestro to. Si

  • alguien pregunta, y son muchos losque lo hacen, se le dice que somosde la familia de Seth. Eso lossilencia de inmediato. Seth explicla necesidad de pasar por chicos dela siguiente forma: si sois mujeres,se os tratar como a mujeres. Esofue todo lo que Salom necesit or.El joven Simn y el an ms joven,Juan, han aparecido en el desiertocomo profetas; todos nos respetan ynos evitan. Tata ha tenido mucho que aportaral respecto. Cmo estar de pie,

  • cmo sentarse, cmo hacer este oaquel gesto. Cmo actuar a lamanera de reyes o guerreros solopor la carnosa masculinidad quefingimos tener en el bajo vientre.Ella lo llama verpa, un trmino deburla romano para los judoscircuncidados. Nos alecciona ennuestra seleccin de palabras paraque no digamos nada que pudieradelatar nuestra feminidad, nicaigamos en el acto reflejo depostrarnos ante los hombres comolo hara una mujer. De dnde ha

  • sacado Tata tamao conocimientode la masculinidad? A nuestro alrededor, la gente nopara de ir y venir: ancianos,jvenes, hombres, mujeres, nios,familias enteras, judos, gentiles,ricos y pobres. Nuestros pequeosespacios estn a menudo tanocupados por viajeros y susanimales, por asnos, perros, cabras,ovejas y camellos, loscampamentos tan repletos detiendas o lechos sencillos bajo elcielo estrellado, o cuevas atestadas,

  • que parece un Jerusaln de paso.Estos viajeros suelen buscar a Seth,Addai o a otros que no conocemos.Estn enfermos o heridos, oalbergan problemas en susconciencias. Algunos vienen parabaarse en el piln que les estreservado. Otros acuden para rezar.Son ms los que vienen por lashierbas o los venenos y laspociones con las que se comercia oque crecen aqu. Todos buscanmilagros. Son tantos los que llegancon rostros ansiosos... Y muchos

  • los que parten con la mismaansiedad. Otros no consiguen seguirla marcha, sino que son enterradosen el cementerio que hay al bordede los acantilados. Sin embargo, no todos los quellegan estn enfermos. No estnciegos, invlidos o posedos.Algunos son hombres queestuvieron recientemente en elatestado patio de El: hombresmelenudos de mirada salvaje conbarbas an ms salvajes. Todosellos son hijos de Israel,

  • independientemente de que seansamaritanos, galileos o itureos. Meconfunden. Algunos van armados yotros no. Ananas tiene razn. Hayms divisiones en el credo de unisraelita de lo que jams habraimaginado, y unos siempre estndiscutiendo con los otros. Losescuchamos todas las noches en lamesa. Gritan, esgrimen susmendrugos de pan al aire, lanzanmiradas terribles y se dan laespalda unos a otros. He visto todoeso en la mesa de padre, pero nunca

  • haba odo la polmica antes.Salom dice que hablan ms deguerra, venganza y odios legtimosque de la naturaleza de su dios. Oquiz, aade, son esas precisamentelas cosas que conforman lanaturaleza de su dios. Mientras