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El secreto profesional No sólo el poder pone en peligro el secreto profesional, también los periodistas por abusar de las fuentes anónimas Prensa gratuita La última revolución en los periódicos TV Novedades y obviedades de los nuevos telediarios NÚM. 1, OCTUBRE DE 2004 | 6

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El secreto profesionalNo sólo el poder pone en peligro el secreto profesional,

también los periodistas por abusar de las fuentes anónimas

Prensa gratuita La últimarevolución en los periódicos

TV Novedades y obviedades de los nuevos telediarios

NÚM. 1, OCTUBRE DE 2004 | 6€

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�Director: Fernando González Urbaneja. Director adjunto: Julio Alonso. Consejo de Redacción: Guillermo Altares, Miguel Ángel Bastenier,

Montserrat Domínguez, Miguel Ángel García-Juez, Teodoro González Ballesteros, Carlos González Reigosa, Enric Juliana, Gumersindo Lafuente, María Rey, Felipe Sahagún, Gregorio Salvador, Juan Varela y Miguel Veyrat.

EDITA: DELEGACIÓN DE PUBLICACIONES DE LA A.P.M.Presidente: Miguel Ángel García-Juez. Vocales: Jorge del Corral, Fernando Ónega, Félix Madero y Carlos González Reigosa.

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Secretario general: José María Lorente Toribio. Vicesecretaria: Ana Vaca de Osma Zunzunegui. Tesorero: Luis Serrano Altimiras.Vocales: Nativel Preciado, Fernando Ónega López, María Jesús Chao Álvarez Sierra, Teresa Pérez Alfageme, Bernardino M. Hernando, Jesús Álvarez Cervantes, Carmen del Riego de Lucas, Nemesio Rodríguez López, Esther Malagón García, Miguel Ángel García-Juez,

María Rosa Penedo Jiménez, Pedro Luis Blasco Solana, Francisco Javier Olave Lusarreta y Diego Caballo Ardila.

REVISTA DE LA ASOCIACIÓN DE LA PRENSA DE MADRID

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Juan Bravo, 6. 28006 Madrid. � 91 585 00 10. www.apmadrid.es [email protected]

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CUADERNOS DE PERIODISTAS, OCTUBRE DE 2004—5

7 FERNANDO GONZÁLEZ URBANEJA

Una ventana al periodismo

9 GUILLERMO ALTARES

Fuentes, secretos y manipulaciones

19 ÁNGEL BOIXADÓS

Implicaciones para el periodismo de una directivacomunitaria

26 JOSÉ MANUEL COSTA

El derecho a saber ¿sobre Carolina?

30 CECILIA BALLESTEROS

¿Quién teme a la prensa gratuita?

39 ARSENIO ESCOLAR

Leer o no leer, ésa es la cuestión

42 VÍCTOR DE LA SERNA

Ni tanto, ni tan calvo

SUMARIO

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6—CUADERNOS DE PERIODISTAS, OCTUBRE DE 2004

��� Sumario

44 MANUEL PIEDRAHITA

Novedades y obviedades en las noticias de televisión

52 TOM ROSENSTIEL

El final de la información en televisión

54 DOMINGO DEL PINO

La aportación del periodismo al juego democrático

61 JOSÉ MANUEL VERA BORJA

Rejuvenecimiento y profesionalización del periodismogaditano

66 CECILIA OROZCO TASCÓN

El periodismo colombiano. Revisión constructiva de ‘culpas’

73 BERNARDINO M. HERNANDO

En qué ha quedado el cuarto poder

88 TEODORO GONZÁLEZ BALLESTEROS

Tribunales

95 IGNACIO G. IGLESIAS

Libros

108 Noticias

�–La APM respeta la libertad de expresión de los colaboradores y articulistas, pero no comparte necesariamente sus opiniones.

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CUADERNOS DE PERIODISTAS, OCTUBRE DE 2004—7

FERNANDO GONZÁLEZ URBANEJA

E l número 0 de este proyecto deCuadernos de Periodistas tuvomás elogios que críticas. Losprimeros se referían sobre to-

do a la oportunidad, ¡Ya era hora deque hicierais algo así! Ese ha sido elcomentario general, más alguna car-ta elocuente de compañeros amablesy muy a favor. Las críticas se han re-ferido sobre todo a la extensión de al-gunos trabajos: demasiado largos. Novamos a hacer mucho caso a esta úl-timas críticas, no queremos dar prio-ridad al tamaño, a esa justificada ob-sesión en los periódicos por reducirlas palabras de artículos e informa-ciones con el argumento de que loslectores no tienen tiempo para leer.Esta es una publicación que no aspi-ra a ser imprescindible y que preten-de que sea de lectura y para leer, sinconcesiones a la urgencia. Lo que nospreocupa no es que los artículos seanmuy largos o cortos, sino más bienque sean pertinentes e interesantes,incluso provocadores.

La acumulación de amenazas al li-bre ejercicio del periodismo no es des-deñable, aunque tampoco sea nueva.Se nota el ruido de la manada que se

acerca decidida a poner cerco a la in-formación; a los contenidos que se di-ce ahora. Con la disculpa de algunosexcesos y con el sambenito de la tele-basura no son pocos los que defien-den la creación de controles externos,casi siempre políticos o politizados,para velar por la moral ciudadana yprotegerla amenazas exteriores. Nosólo en España, lo mismo, e inclusocon más intensidad, ocurre en otrassociedades más avanzadas y más ha-bituadas al disfrute de la libertad.

Sobre esas amenazas a derechostan fundamentales para la libre infor-mación como es el secreto profesio-nal alertamos en los primeros artícu-los de este número. Deseable seríaque los medios más influyentes aten-dieran a estos problemas y superaranel rubor a plantear los dificultades delos periodistas, sobre todo cuando serefieren a derechos de los ciudada-nos. La diligencia para el autobombode medios del propio grupo (y de co-laboradores y amigos) en paralelo alsilencio sobre medios ajenos o pocoafines es impropia de redacciones conpersonalidad. Y la inserción de los te-mas de los periodistas en las páginas

CARTA DEL DIRECTOR

Una ventana al periodismo

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8—CUADERNOS DE PERIODISTAS, OCTUBRE DE 2004

��� Carta del director

de la televisión-espectáculo revelatambién que esto del periodismo nogoza de buena prensa.

Con esta publicación, la Asocia-ción de la Prensa de Madrid quierecontribuir al debate profesional, abriruna ventana y un espacio para la crí-tica y el análisis. Además de los artí-culos que el Consejo de Redacción deCuadernos decida encargar a quien es-time conveniente, nos gustaría abrirun espacio amplio de cartas a los lec-tores, que serán periodistas y perso-nas afines al oficio, a modo de tribu-na abierta y libre. De esta forma tra-taremos de ampliar las oportunida-des para el debate y la crítica.

Se nota el pesimismo en la profe-sión y no faltan motivos. Pero más in-quietante es el fatalismo y la resigna-ción que son el mejor alimento paraalimentar un pesimismo crónico. Escierto que la inmensa mayoría de losjóvenes titulados sólo encuentranpuertas cerradas o contratos (pocos)muy decepcionantes. Y también escierto que no pocos profesionales conmucha experiencia y más oficio sien-ten lo mismo, arrinconados, prejubi-lados o jubilados se ven en el cami-no sin retorno del silencio. Además,el debate interno en las redaccioneses tan pobre como escaso, a los jefesno les interesa y la tropa anda des-animada. Al menos podemos contar-lo y, quizá, reconocido el problema,intentar buscar explicaciones y alter-nativas. Los editores también debendarse cuenta de que con redacciones

amorcilladas sus medios no van a ga-nar el futuro. ¿No será por eso, másque por otras razones, por lo que ca-da vez se venden menos periódicos yla credibilidad pierde puntos a cho-rretones? De estos y otros extremosde semejante tenor nos gustaría tenertestimonio y crítica.

En la última página explicamosque Cuadernos de Periodistas quiere, ydebe, tener suscriptores que le sosten-gan; es el único medio para medir elinterés del público, en este caso deperiodistas y afines. Hemos fijado unprecio que permita cubrir los costesy que deje margen adicional parareinvertir en mejora de la calidad yen nuevos proyectos. El objetivo delcrecimiento me parece irrenunciable.Para hacer más fácil la gestión pro-ponemos a los suscriptores que nosautoricen a cargar el precio en la cuo-ta de asociado y a las Asociacionesque propicien esa opción. En Madridlas cuotas no se han modificado des-de hace doce años, ni falta que haceahora. Por eso mismo creemos que es-te proyecto se merece financiación es-pecífica y que si no la consigue consuficiencia sería señal inequívoca deque el producto no interesa. Por eso,si crees que merece la pena, no lo de-jes para luego: confirma por teléfono(91 585 00 10) o por correo electróni-co ([email protected]) queaceptas ese cargo de 12 euros al añopara seguir recibiendo esta publica-ción. �

Madrid, octubre de 2004

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CUADERNOS DE PERIODISTAS, OCTUBRE DE 2004—9

GUILLERMO ALTARES

Con apenas 12 páginas, el pró-logo que Timothy Garton Ashescribió para su Historia del pre-sente (Tusquets) es un extraor-

dinario manual para cualquier perio-dista. Se trata de un alegato orwellia-no a favor de la honestidad profesio-nal como única forma de superviven-cia para el periodismo en unos tiem-pos en los que la realidad y la ficciónse funden demasiadas veces en bus-ca del espectáculo. La referencia a Or-well no tiene nada que ver con su no-vela más célebre, 1984, una insoslaya-ble denuncia del totalitarismo y desu capacidad para manipular la rea-lidad, sino a su trabajo como corres-ponsal y ensayista. El escritor britá-nico, como dijo un personaje de Mar-guerite Yourcenar, nunca intentó“edulcorar la verdad para hacerlamás digerible”. Garton Ash explica elcomplicado proceso de comproba-

ción por el que pasa cualquier artí-culo entregado a una publicación es-tadounidense como The New Yorker: to-do, cada dato, cada entrecomillado,es sometido al más estricto controlhasta que “se llega a una serie de pá-rrafos, con frecuencia los más impor-tantes, en los que los examinadoresescriben al margen, ‘según el autor’;es decir que el autor es la única fuen-te”.

El lector ha de saber que no haytrampas detrás de esta anotación, tie-ne que confiar en que aquello que nopuede comprobar por sí mismo, ni co-tejar en ningún otro medio, es cier-to porque la firma, y por encima dela firma, el medio de comunicaciónque avala al informador, son intacha-bles y su objetivo es la informacióncomo bien público, como derechoconstitucional y como garantía deque la democracia funciona. No hay

Fuentes, secretosy manipulacionesNo sólo el poder pone en peligro el secreto profesional, tambiénlos periodistas por abusar de las fuentes anónimas.

Guillermo Altares es redactor de Internacional en el diario El País.

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��� El secreto profesional: Estados Unidos

nada que refleje tan profundamenteesa nota al margen, crucial para elperiodismo, como aquello que rela-tan fuentes que tienen que ocultarsedetrás del compromiso del secretoprofesional: el lector tiene que con-fiar en que lo que se cuenta es ciertosin saber quién lo cuenta. Sólo se pue-de defender ante la sociedad el secre-to profesional, garantía esencial paraque los medios puedan hacer su tra-bajo y los ciudadanos descubrir lo queno funciona en sus países, desde unarelación de confianza y honestidadentre la prensa y sus lectores. Muchasveces cuando algo falla en este deli-cado terreno, y ahora está fallandoen países democráticos como EstadosUnidos, se trata del reflejo de un pro-blema entre la prensa y el poder. Pe-ro otras veces, desgraciadamente,también refleja un problema entre lasociedad y la prensa.

El derecho de los periodistas a norevelar sus fuentes de información es-tá recogido en todos los códigos deperiodismo y en numerosas legislacio-nes nacionales. Figura en el artículo20 de la Constitución Española: “Laley regulará el derecho a la cláusulade conciencia y al secreto profesionalen el ejercicio de estas libertades”.Pero, incluso en países democráticos,hay informadores que han pasado porlos tribunales o incluso por la cárcelpor cumplir con uno de sus más im-portantes deberes: respetar el secretoprofesional. Reporteros Sin Fronteraslanzó en agosto un comunicado en el

que la organización de defensa de lalibertad de prensa se vio obligada arecordar que “el secreto de las fuen-tes es la piedra angular de la libertadde prensa” ante las presiones ejerci-das por el Gobierno de la provinciaargentina de Neuquén sobre el perió-dico Río Negro para que revelase lasfuentes que utilizó en una investiga-ción en la que se implica a un minis-tro de la región en un desvío de fon-dos, presiones que incluyeron unaquerella.

Epidemia

En lo que va de año, 10

reporteros han sido citados

por tribunales

estadounidenses para

declarar sobre sus fuentes y

pueden enfrentarse a penas

de prisión o a elevadas

multas.

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CUADERNOS DE PERIODISTAS, OCTUBRE DE 2004—11

Pero es en Estados Unidos, país conla prensa más poderosa del mundo,donde el respeto a ese principio delderecho a la información ha sidopuesto en tela de juicio. “Una senten-cia que enviaba a un reportero a pri-sión [finalmente fue anulada] y unacitación a un reportero de The NewYork Times en el mismo caso son losúltimos ejemplos de lo que los exper-tos legales caracterizan como un cre-ciente peligro para los periodistas: ladebilitación de las protecciones fun-damentales para investigar y publi-car noticias que habían sido dadaspor adquiridas desde los tiempos delWatergate”, escribió Jacques Stein-berg en The New York Times. “Culpan-do al mensajero. El caso Plame en Es-tados Unidos aumenta las preguntassobre la libertad de prensa”, tituló larevista The Economist, firme defensorade las libertades civiles, uno de suseditoriales. El caso Plame es el que hatenido mayor repercusión internacio-nal, pero no es el único: en lo que vade año, 10 reporteros han sido cita-dos por tribunales estadounidensespara declarar sobre sus fuentes y pue-den enfrentarse a penas de prisión oa elevadas multas. “Es una epidemia.Nunca he visto un verano como éste.Nunca hemos tenido tantos casos ala vez”, ha explicado al diario USA To-day Lucy Dalglish, directora del Comi-té de Reporteros para la Libertad dePrensa, que proporciona asistencia le-gal a periodistas. “El número de pe-riodistas que pueden ir a prisión pa-

ra proteger sus fuentes no tiene pre-cedentes”, agregó Dalglish.

La crisis es más grave porque enEEUU el periodismo de investigacióntiene una gran tradición, es activo yeficaz y ha servido muchas veces pa-ra poner contra las cuerdas al poder.Pero, tras el fiasco de las inexistentesarmas de destrucción masiva de Sa-dam Husein y la incapacidad de la pren-sa para detectar las mentiras de suGobierno, el gran periodismo esta-dounidense no pasa por sus mejoresmomentos. El debate en torno al abu-so de las fuentes anónimas afecta alsecreto profesional, protegido, segúnla prensa, por la Primera Enmienda;pero que no cuenta con una legisla-ción propia. De hecho, la única vezque el Tribunal Supremo de EEUU sepronunció sobre el tema, en 1972,obligaba a los periodistas a declararante un Gran Jurado siempre que lainformación buscada “tuviese una im-portancia central en el caso y no hu-biese otra forma de conseguirla”.

La desconfianza de la sociedadfrente a esas fuentes no reveladas, ma-nipuladas por el Pentágono y cuyascategóricas informaciones, que resul-taron falsas, no fueron suficientemen-te cotejadas con otras fuentes, hapuesto en peligro los argumentos quela prensa utiliza para defender su de-recho al secreto profesional. Y sin es-ta protección para los reporteros ysus informadores, el periodismo deinvestigación en las cañerías del po-der se hará casi imposible. Tampoco

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��� El secreto profesional: Estados Unidos

hay que olvidar que los periodistasJayson Blair, de The New York Times, yJack Kelly, de USA Today, despedidospor inventarse historias, pudieron ac-tuar con impunidad durante años sinser descubiertos porque se parapeta-ron detrás de fuentes anónimas y, porlo tanto, imposibles de comprobarpor sus lectores y editores. Dalglish,del Comité de Reporteros para la Li-bertad de Prensa, relacionó el aumen-to en la utilización de las fuentes con-fidenciales con el secretismo de la Ad-ministración Bush, que ha obligadoa muchos funcionarios a esconder suidentidad si quieren hablar con laprensa para evitar represalias. El casoPlame es una prueba de que estas ven-ganzas desde el poder existen. “Encierta medida nos lo hemos buscado,al utilizar demasiado fuentes anóni-mas y confidenciales”, ha escrito enla prensa estadounidense Rem Rie-der, director de la American JournalismReview. “Pero tampoco podemos olvi-dar que hay historias muy buenas,muy importantes, sobre todo aque-llas que tienen que ver con el Gobier-no, que el público nunca tendrá si losperiodistas no pueden ofrecer la con-fidencialidad a sus fuentes”, agregóRieder.

Como en muchos otros asuntosturbios de la historia reciente deEEUU, los trapicheos de los halconesdel Pentágono están detrás del caso Pla-me. El ex embajador Joseph Wilson re-cibió el encargo de la AdministraciónBush de investigar en Níger si agen-

tes de Sadam Husein habían tratadode comprar uranio en el país africa-no para un programa nuclear secre-to, lo que violaría las resoluciones deNaciones Unidas. Una respuesta posi-tiva permitiría a Washington tenerun casus belli contra Bagdad al demos-trar que el dictador iraquí tenía ar-mas de destrucción tan masiva comolas atómicas. Wilson descubrió que lainformación era falsa, que era impo-sible que se hubiese producido esaventa de uranio y lo contó en el in-

Rem Rieder:

“Hay historias muy buenas,

muy importantes, sobre todo

aquellas que tienen que ver

con el Gobierno, que el

público nunca tendrá si los

periodistas no pueden

ofrecer confidencialidad a

sus fuentes”.

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forme que entregó a la CIA. Su sor-presa fue mayúscula cuando, a pesarde sus conclusiones, Bush se hizo ecode la acusación en el debate sobre elEstado de la Unión, el 28 de enero de2003, un discurso crucial en la cons-trucción del caso contra Iraq a sólodos meses de la invasión. El presiden-te utilizó las palabras más retorcidasposibles, como si hubiesen pasadopor el filtro de varios abogados quesabían que se estaba moviendo enaguas pantanosas: “El Gobierno bri-tánico ha sabido que Sadam Huseinha intentado comprar recientementecantidades significativas de uranio enÁfrica”.

Tras la invasión, cuando las armasno aparecían por un ningún lado ycada vez más medios ponían en cues-tión su existencia, el embajador aca-bó por escribir un artículo en The NewYork Times en el que revelaba su viajea Níger, sus hallazgos (o más bien, laausencia de ellos) y que, por tanto, quie-nes prepararon el discurso del presi-dente sabían que la acusación era fal-sa. La clave ya no estaba en saber silas armas de Sadam existían, sino endescubrir si el Gobierno había utili-zado datos falsos plenamente cons-ciente de que lo eran. La pregunta delWatergate, ¿quién sabía qué y cuán-do?, volvía a ser pertinente. La ven-ganza de una Administración cadavez más acorralada por sus mentirasno tardó en llegar. Dos altos funcio-narios de la Casa Blanca llamaron aseis periodistas para contarles que la

mujer de Wilson, Valerie Plame, eraen realidad una agente encubierta dela CIA. El columnista de The Washing-ton Post Robert Novak lo publicó atri-buyendo la información a “altos fun-cionarios de la Administración”. Pe-ro hacer público el nombre de unagente encubierto, una informaciónque no sólo destruye profesionalmen-te al espía, sino pone su vida, y la desus fuentes, en peligro, es un delitofederal. Y el testimonio de los perio-distas es crucial para encontrar al cul-pable.

El juez Thomas Hogan citó a unperiodista de la revista Time, MatthewCooper, y a otro de la NBC, Tim Rus-sert, a declarar sobre sus fuentes anteun Gran Jurado. Se enfrentaban a im-portantes multas e incluso a la cár-cel. Como ha relatado en The Colum-bia Journalism Review Mark Bowden, elautor de Black Hawk derribado, quienrecibió una citación similar por otrocaso en los años noventa, era una deesas comparecencias judiciales a lasque uno va con una muda y el cepi-llo de dientes por si no vuelve a casaa dormir. Al final llegaron a un acuer-do: prestaron testimonio después ha-ber sido excusados de la confidencia-lidad por sus fuentes. Sin embargo,ante los recelos que estas declaracio-nes provocaron en muchas organiza-ciones de defensa de la libertad de ex-presión, señalaron que sólo habíanproporcionado información inocuasin romper su secreto profesional. Aprincipios de septiembre, 18 medios

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��� El secreto profesional: Estados Unidos

de comunicación estadounidenses,entre ellos la agencia Associated Press,difundieron un comunicado en el quedefendían el derecho a la confiden-cialidad. “Aunque los periodistas pre-fieren identificar a sus fuentes y ci-tarlas, en algunos casos la única for-ma de obtener y difundir informa-ción importante al público es la pro-mesa de la confidencialidad”, escri-bió el abogado Theodore Boutrous Jr.en el comunicado. “La confidenciali-dad es esencial para que la prensapueda cumplir su misión constitucio-nal”, agrega el texto.

El problema es que en el caso Pla-me hay otras organizaciones y perio-distas que defienden que los reporte-ros no deberían ocultar, en esta oca-sión, sus fuentes ante un tribunal.Aquí la prensa no fue utilizada paradifundir algo que el público debía co-nocer y el poder quería ocultar a to-da costa; no se trataba de Daniel Ells-berg, un analista del Departamentode Defensa, entregando los Papeles delPentágono a The New York Times y TheWashington Post para que los ciudada-nos conociesen el lado oscuro de laguerra de Vietnam en los años seten-ta; ni de Garganta Profunda soplan-do a Woodward y Berstein en un apar-camiento de Washington el caminoque debían seguir para desvelar losdelitos que se cometían en la CasaBlanca en los tiempos de Nixon. No,aquí se trata de un alto cargo de laAdministración Bush que ha infrin-gido la ley y que ha puesto en peli-

gro la vida de personas para vengar-se de alguien que sí contó algo rele-vante y que ha filtrado una informa-ción que, además, no aporta nada alos ciudadanos. Los senadores demó-cratas del Comité de Inteligencia delSenado aseguraron en septiembre enuna carta a la Administración que “al-tos funcionarios del Gobierno habíanutilizado información clasificada es-pecialmente sensible con objetivospartidistas” y que esa filtración con-

Theodore Boutrous Jr:

“Aunque los periodistas

prefieren identificar a sus

fuentes y citarlas, en

algunos casos la única forma

de obtener y difundir

información importante al

público es la promesa de la

confidencialidad”.

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taba “con la aprobación de las más al-tas esferas”.

El caso Wen Ho Lee, por el que tam-bién han sido citados a declarar re-porteros, ha levantado preguntas si-milares. Lee, un antiguo científico nu-clear del Departamento de Energía,fue investigado por el FBI que sospe-chaba que estaba espiando para Chi-na. Perdió su empleo en 1999; peroantes de ser formalmente acusado denada su nombre fue filtrado a la pren-sa por fuentes anónimas, lo que ter-minó de arruinar su carrera. El pro-blema es que al final de la investiga-ción y antes de que se presentase nin-gún cargo, el científico fue declara-do inocente. Lee presentó una denun-cia contra la Administración basán-dose en la ley de difamación porqueuna agencia federal había divulgadoinformación privada sobre él.

“Y ahora voy a defender una here-jía periodística”, titulaba su columnadel 19 de agosto el defensor del lec-tor del Chicago Tribune, Don Wycliff.“Para mí hay una cuestión central pa-ra un periodista en el caso Plame: ¿ladifusión de su nombre –violando unaley federal y poniendo en peligro suvida y la de cualquiera que haya tra-bajado con ella– era tan importantepara el interés público como para pro-meter a un tiburón político de la Ca-sa Blanca que iría a la cárcel si fuesenecesario para proteger su identidad?Ni de lejos. No creo que nadie míni-mamente razonable pueda argumen-tar que la sociedad estadounidense

está mejor informada por conocer elnombre de Plame (pero parece bastan-te claro que éste no era el objetivo delpresunto filtrador en la Administra-ción Bush)”. El razonamiento deWycliff le lleva a la siguiente conclu-sión: “Al exigir en este caso que este-mos eximidos de declarar como cual-quier otro ciudadano, invitamos a laincomprensión del resto de la socie-dad. Eso no quiere decir que no exis-tan casos que justificarían una pro-mesa de ir a la cárcel para protegerla confidencialidad y que mereceríancada centavo que un diario se gasteen su defensa”. El gran problema essi puede haber excepciones en el se-creto profesional.

Las páginas de las web y las revis-tas especializadas en periodismo bu-llen desde hace semanas con comen-tarios parecidos: “No todas las fuen-tes merecen protección”, escribía unperiodista en Editor & Publisher y deja-ba muy claro que “como votante” que-ría saber quién filtró en la Casa Blan-ca el nombre de Plame. “Como perio-dista jubilado, apoyo totalmente elderecho de los reporteros a ocultarsus fuentes; pero no todas las filtra-ciones son iguales”, agrega. “Llama-miento a revelar las fuentes en los ca-sos Plame y Lee”, escribía una asociaciónneoyorquina llamada FAIR (Fairness& Acuracy In Reporting). “En estos dosasuntos, los periodistas no estaban re-velando malas prácticas del Gobier-no, sino ayudando a que el Gobiernolas cometiese”, aseguraba este comu-

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——LAS NORMAS DE UNA REUNIÓN——

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��� El secreto profesional: Estados Unidos

nicado. “La Primera Enmienda existepara que la prensa pueda controlarlos abusos de poder del Gobierno; nopara ayudar a que los cometa”, insis-tía. Incluso Robert G. Kaiser, autor delexcelente libro The news about the news:American journalism in peril (las noticiassobre las noticias: el periodismo ame-ricano en peligro), reconocía en unartículo que se trataba de un caso “es-pecialmente complicado”. “Los perio-distas creen que deben mantener elsecreto para contar mejor lo que es-tá ocurriendo; pero aquí este secretoimpide a los lectores saber lo que pa-só”.

Todos estos argumentos, desgra-ciadamente, han calado en una par-

te de la sociedad estadounidense y, enEspaña, podemos encontrarnos conun caso similar. Un ejemplo: los des-manes amarillistas que realiza ciertotipo de prensa del corazón, cada vezmás alejado de las normas éticas quecomparten el resto de los informado-res, podrían llevarnos a enfrentarnosa un dilema similar. La defensa delsecreto de las fuentes requiere unadefensa de las normas éticas, porquese trata de un asunto en el que no sepueden hacer excepciones. Los argu-mentos pueden variar y transformar-se, según los casos, pero los principiosno. No se debería dejar una puertaabierta, ni siquiera en asuntos tansangrantes como el de Plame o Lee

En los viejos tiempos, cuando unperiodista se reunía con una fuen-

te había tres posibilidades: que el re-portero pudiese contar lo que habíaescuchado citando el nombre de suinterlocutor, que pudiese contarlo sincitar el nombre o que no pudiese con-tar nada.

Ahora las cosas han cambiado. JoeDavidson desgranaba hace poco enla web del Poynter Institute las cate-gorías de contactos con la prensa queha establecido la Administración es-tadounidense:� “On background o no para atri-buir, que significa que los reporteros

pueden citar la fuente pero formamuy vaga (altos funcionarios del Pen-tágono, por ejemplo);� On deep background, los repor-teros pueden hacer uso de la infor-mación pero sin citar su proceden-cia;� For guidance, la información nodebe ser publicada ni difundida, pe-ro el periodista puede utilizarla a lahora de hacer su trabajo (está desti-nada a dar pistas o puntos de vistamuy genéricos); y� Off the record, la información nopuede ser publicada de ninguna ma-nera”.

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(que tienen toda la razón del mundoen desear saber quién se fue de la len-gua), porque nunca se sabe qué es lopuede entrar por ella en el futuro.“¿Deben los periodistas dar a conocersus fuentes en un caso así?”, se pre-guntaba Patrick Weever, editor de lapágina web anti-spin.com, en un artí-culo publicado en el semanario lon-dinense The Observer. “De ninguna ma-nera”, respondía y citaba a Tom Ro-senstiel, autor junto a Bill Kovach deun libro fundamental, Elementos de pe-riodismo, y vicepresidente del Comitéde Periodistas Preocupados (www.journalism.org), la organización másimportante en la defensa de la infor-mación de calidad: “Nauseabunda,

perniciosa, maliciosa… No importa.Una vez que has dado tu palabra auna fuente tienes que cumplirla”. Co-mo periodista británico, Weever sabeque hay mucho en juego: durante elenfrentamiento entre el Gobierno deTony Blair y la BBC, la revelación deuna fuente (en este caso no por laprensa, sino por el Ejecutivo) acabócon el suicidio del científico DavidKelly. Pero Weever también cita a Ro-senstiel en lo referente a la otra caradel conflicto: “Los ciudadanos esta-dounidenses están mostrando unaconsiderable aversión ante el abusode las fuentes anónimas, que debenser siempre el último recurso, no elprimero”.

Estas categorías se utilizan mu-cho, casi siempre en reuniones convarios periodistas: de hecho la CasaBlanca convoca a menudo conferen-cias de prensa de asesores del presi-dente que no pueden ser citados másque como “altos funcionarios”.

Después de hablar del tema conotros expertos en ética periodística,Davidson propone una solución muysencilla: que los periodistas se nie-guen a ir, a no ser que puedan decirel nombre, apellido y cargo de la per-sona con la que han hablado. “Nocreo que a los consumidores de me-dios de comunicación les importe

mucho el boicot a este tipo de confe-rencias de prensa. Además, general-mente la información que se consi-gue es mínima. En la transcripciónde una de ellas, el anónimo alto fun-cionario usaba la frase ‘sin comenta-rios’ 8 veces en 28 minutos”.

Salvo que los periodistas de Was-hington se movilicen, el viejo on therecord seguirá en franco retroceso yno podemos olvidar que desde Esta-dos Unidos no sólo llegan las ham-burguesas y las películas de Hollywo-od. Cualquier día podemos encontraruna tradición castellana de todas es-tas expresiones.

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18—CUADERNOS DE PERIODISTAS, OCTUBRE DE 2004

��� El secreto profesional: Estados Unidos

Por lo pronto, a la vez que defien-den el derecho de sus periodistas amantener el silencio ante un tribu-nal y a respetar el compromiso adqui-rido, grandes periódicos estadouni-denses como The New York Times y TheWashington Post se han sumergido a fon-do en un gran debate sobre las fuen-tes anónimas, además de publicar lar-gos mea culpa sobre su trabajo perio-dístico en los meses anteriores, unfracaso que, entre otros motivos, se

debió al abuso de fuentes poco fiables.Su objetivo es reducirlas todo lo po-sible y permitir que se utilicen sóloen casos imprescindibles (cuando lavida de la persona pueda ponerse enpeligro, cuando su nombre aparezcaimpreso o cuando no haya otra for-ma de conseguir una información re-levante). En febrero de este año, TheNew York Times publicó unas nuevasnormas, muy restrictivas, en el usode fuentes anónimas que entraron envigor en marzo. Joe Davidson escribióen la página web del Poynter Institu-te (www.poynter.org) un alegato en elmismo sentido: “El uso de fuentesanónimas es, a veces, la única formade conseguir información crucial, co-mo en el Watergate o los Papeles delPentágono. Pero en Washington la prác-tica se ha convertido en algo común,formalizado y normalizado”. Detrásde esas fuentes tapadas a veces se es-conde información de verdad, otras,simplemente manipulación; pero enun momento en que el poder le po-ne todas las zancadillas que puede ala prensa, como ocurre ahora en Es-tados Unidos, los periodistas no pue-den ceder en los principios. “Mien-tras sea posible, hay que tratar de es-tablecer la verdad”, escribe George Or-well en los apéndices de Homenaje aCataluña. Para cumplir este sencilloprincipio fundamental, los periodis-tas necesitan el secreto profesional;pero también respetar, y hacer respe-tar, los principios éticos de su profe-sión. �

Joe Davidson:

“El uso de fuentes anónimas

es, a veces, la única forma

de conseguir información

crucial, como en el

Watergate o los Papeles del

Pentágono’. Pero en

Washington la práctica se ha

convertido en algo común,

formalizado y normalizado”.

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CUADERNOS DE PERIODISTAS, OCTUBRE DE 2004—19

ÁNGEL BOIXADÓS

L a Directiva Europea de Abusode Mercado (MAD) está gene-rando un vivo debate entre losperiodistas económicos por las

implicaciones que de su transposi-ción a la legislación española se pue-dan derivar. Esto es así porque estadirectiva, que tipifica el denominado“delito de iniciados”, cita brevemen-te a los periodistas y lo hace en elapartado de “manipulación de coti-zaciones”. Con menor detalle, eso sí,que otras profesiones más relaciona-das con los mercados financieros, co-mo los operadores, los analistas, losabogados o los responsables de em-presa cotizadas. Sin embargo al ha-cerlo sienta un principio, que arras-tra un intenso debate iniciado en el

Parlamento Europeo en 2001, y es elde exigir a los periodistas económi-cos la elaboración de unas normas deautorregulación con “efectos equiva-lentes” a los buscados por la directi-va. En caso contrario será el regula-dor de cada país el que desarrollaráuna normativa, con su sistema de san-ciones, aplicable a los informadoreseconómicos.

Este es un escenario totalmentenuevo que desde la Asociación de Pe-riodistas de Información Económica(APIE) observamos con gran preocu-pación, ya que a consecuencia delmismo se ha iniciado un proceso decuestionamiento del secreto profesio-nal del periodista económico por par-te de las autoridades financieras. En

Implicaciones para el periodismo de unadirectiva comunitariaLa Directiva Europea de Abuso de Mercado (MAD) puedecuestionar el secreto profesional de los periodistas económicos.

Ángel Boixadós es vicepresidente de la Asociación de Periodistas de InformaciónEconómica (APIE).

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20—CUADERNOS DE PERIODISTAS, OCTUBRE DE 2004

��� El secreto profesional: Europa

todo caso, es necesario resaltar quetoda iniciativa destinada a reforzar laintegridad de los mercados financie-ros y la protección de los inversores,es bienvenida desde nuestra profe-sión. Consideramos que con esta di-rectiva se sientan unos criterios bási-cos muy necesarios para perseguir los“delitos de iniciados”; los que come-ten quienes operen en bolsa benefi-ciándose de información confidencialo habiendo manipulado la cotizaciónde un valor. Nos sorprende, eso sí, queen su ámbito de aplicación se consi-dere el ejercicio del periodismo eco-nómico. Nos sorprende, porque en-tendemos que si una persona come-te un delito de iniciados se le debeaplicar la sanción establecida en la nor-ma reguladora. Este principio deberegir con independencia de su activi-dad profesional. En este o en cual-quier otro tipo de delito, ser periodis-ta no debe constituir ni un agravan-te, ni un eximente, ni tampoco reque-rir de un tratamiento especial.

Pero, una vez manifestado esteprincipio, como la MAD cita expresa-mente a los periodistas, el pragmatis-mo exige a APIE entrar en un debateal respecto con las autoridades finan-cieras españolas. No podría ser de otraforma dado que la MAD ya se trans-puso en noviembre de 2002 y su pro-ceso de transposición técnica (MA-DID) concluirá el próximo 12 de oc-tubre. Quiero indicar que desde nues-tra asociación hemos encontrado enlas autoridades financieras españolas

una actitud muy receptiva al diálogotanto por parte del regulador (la Di-rección General del Tesoro y PolíticaFinanciera) y del supervisor la (Comi-sión Nacional del Mercado de Valores,CNMV).

Dicho todo ello y para entrar di-rectamente en el debate, desde APIEqueremos señalar que la MAD nosconfunde. Nos confunde, porque nossorprende que a consecuencia de suaplicación se pueda cuestionar un

En su ánimo de mejorar

la transparencia

de los mercados, parece

que la MAD confunde

el trabajo de los periodistas

con el de los analistas

financieros.

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CUADERNOS DE PERIODISTAS, OCTUBRE DE 2004—21

principio básico de nuestro trabajocomo es el secreto profesional o, di-cho de otra manera, la protección delas fuentes. También como conse-cuencia directa de la MAD se ha si-tuado en el eje del debate la respon-sabilidad de los periodistas económi-cos ante los mercados financieros.

Esta responsabilidad parece enprincipio haberse acotado en la MADa los periodistas que en sus artículos“recomienden invertir en determina-das acciones”. Pues bien, es precisa-mente aquí donde, desde el punto devista de la APIE, la MAD empieza adespistarnos. Desde nuestra asocia-ción queremos explicar que no cono-cemos periodistas que elaboren reco-mendaciones de inversión sobre ac-ciones de empresas cotizadas. Sí quepodemos encontrar muchos ejemplosde artículos escritos por periodistasen los que se citen recomendacionesde inversión elaboradas por analistas.En estos casos la información que di-funda el periodista sólo tiene interéssi se explican las fuentes de cada re-comendación. En la difusión de lasrecomendaciones –esto, en APIE, síque consideramos que atañe directa-mente a los periodistas–, debe respe-tarse con absoluta fidelidad la con-clusión del recomendador (no se pue-de alterar) y debe comprobarse que larecomendación atribuida al analistaestá vigente (que no ha variado).

Es posible que la MAD, en su áni-mo de mejorar la transparencia delos mercados, acerque mucho más

allá de la realidad el trabajo de los pe-riodistas al trabajo de los analistas. Pe-ro lo cierto es que nuestras activida-des profesionales son bien distintas yel entorno en el que las desarrollamosmucho más.

La diferencia entre las dos activi-dades es obvia: los periodistas buscaninformar a sus lectores, mientras quelos analistas tratan de orientar a susinversores. El entorno también esmuy distinto. Los periodistas elabo-ran informaciones que difunden em-presas editoras, cuyas cuentas de re-sultados no dependen de tomas deposiciones financieras en los merca-dos. Pero cuando hablamos de los ana-listas se debe tener presente que lamayor parte de ellos trabajan para ca-sas de valores. Estas empresas en oca-siones pueden tener importantes in-tereses operativos en acciones sobrelos que sus analistas formulan una re-comendación. Esto último es lícito, sies de dominio público; por ello es po-sitivo que la directiva Europea de Ana-listas profundice en la necesidad deque los analistas informen siemprede los posibles conflictos de interés.

Es cierto que los periodistas mira-mos con desconfianza a los analistasy al contexto en el que realizan susrecomendaciones. Yo mismo reconoz-co tener a flor de piel este fondo dedesconfianza. Para ilustrar esta afir-mación me voy a permitir explicaruna anécdota personal. A mediadosde la década de los 90 fui a hacer unaentrevista a uno de los responsables

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22—CUADERNOS DE PERIODISTAS, OCTUBRE DE 2004

��� El secreto profesional: Europa

de la sociedad de valores de una im-portante entidad financiera. Al entrarobservé que la mesa de operacionesestaba separada del área de los ana-listas por una pared de cristal. Pregun-té al entrevistado, fuera de micrófo-no, si esta separación era producto delas denominadas murallas chinas. Surespuesta no pudo ser más contun-dente. “¿Murallas chinas? ¡Eso soncuentos chinos! Si los analistas pro-ducen recomendaciones contrarias alos intereses de la casa, te aseguro queperderán inmediatamente el traba-jo”.

Entiendo que este ejemplo parti-cular puede no servir de mucho, pe-ro es sabido que en estos últimosaños, fuera de España, recomendacio-nes de analistas sobre empresas de In-ternet o empresas como Enron pro-vocaron litigios entre entidades finan-cieras y sus clientes. Algunos casos sehan saldado con acuerdos privadosentre las partes y en otros las respon-sabilidades están siendo determinadasen procesos judiciales todavía abier-tos.

Establecido el principio de las di-ferencias que separan la actividadprofesional de los periodistas con res-pecto a los analistas, algo que proba-blemente el regulador europeo no hatenido en cuenta, es necesario hablardel secreto profesional de los informa-dores. No es que la MAD se planteedirectamente restringirlo, pero sí quedesde APIE percibimos en el fondodel discurso algunos intentos de es-

tablecer indirectamente un controlsobre los contenidos y sobre las fuen-tes.

Para entrar de lleno en este pun-to es necesario definir qué se entien-de, en términos generales, por secre-to profesional. Básicamente, el secre-to profesional es el deber que tienenciertas profesiones de no descubrir aterceros los hechos que han conoci-do en el ejercicio de su profesión. Es-ta definición, que se encuentra en el

En algunos ámbitos

del mundo económico

y financiero se puede caer

en el error de considerar

que hay distintas categorías

de secretos profesionales,

y que el de los periodistas

debe ocupar un escalón

bajo.

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CUADERNOS DE PERIODISTAS, OCTUBRE DE 2004—23

diccionario de la Real Academia Es-pañola, es aplicable a diversas profe-siones, y entre ellas a los periodistas.

Para centrar nuestra posición eneste punto comentaré un ejemplomuy ilustrativo. En marzo del pasa-do año se organizaron unas jornadassobre las consecuencias de la MAD enel trabajo de los periodistas y en eltrabajo de los comunicadores. Presen-taba las jornadas un prestigioso abo-gado que aprovechó la ocasión paramanifestar: “El periodista español de-berá pensar y valorar mucho antes depublicar determinadas noticias. De-berá también saber que puede verseobligado a revelar sus fuentes, por-que en un futuro muy próximo losinversores podrán litigar contra él”.Este reconocido jurista dirige uno delos grandes despachos mercantilistasde nuestro país, que cuenta en su nó-mina de clientes con inversores ins-titucionales extranjeros y con nume-rosas corporaciones españolas que co-tizan en bolsa.

Sin embargo, este mismo abogadose mostraba muy categórico al asegu-rar que “la abogacía no puede renun-ciar al secreto profesional”. De esta afir-mación se deduce que en algunos ám-bitos del mundo económico y finan-ciero se puede caer en el error de con-siderar que hay distintas categorías desecretos profesionales y que el de losperiodistas debe ocupar un escalón ba-jo en el orden de prioridades.

Limitar, aunque sea tímidamente,el secreto profesional de los periodis-

tas atenta contra los principios denuestro trabajo y además vulnera nor-mas fundamentales. El artículo 20 dela Constitución Española de 1978 con-sagra el derecho a la libertad de ex-presión y el derecho al secreto profe-sional en el ejercicio de esta libertad.También la Convención Europea deDerechos Humanos de 1950, en su ar-tículo 10, incluye el derecho a la li-bertad de expresión. Más reciente-mente, pero con menor rango nor-mativo, el Consejo de Europa, en unarecomendación del 8 de marzo de2000, defendía que “el derecho y lapráctica de los Estados miembros de-bería prever la protección explícita yclara del derecho de los periodistas ano divulgar informaciones que iden-tifiquen a una fuente”. También laDeclaración de deberes y derechos de losperiodistas, firmada en 1971 por repre-sentantes de las federaciones de pe-riodistas de la entonces llamada Co-munidad Europea, de Suiza y de Aus-tria alude al secreto profesional. Elartículo 7 de la declaración de debe-res sienta el principio de que es de-ber del periodista “guardar el secre-to profesional y no divulgar la fuen-te de informaciones obtenidas de ma-nera confidencial”. En este caso, a loque se alude es al derecho de la fuen-te a mantener su carácter confiden-cial y al deber de los periodistas deproteger esta confidencialidad.

En APIE nos planteamos la siguien-te pregunta en relación con la MAD: ¿por qué se ponen en entredicho las

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24—CUADERNOS DE PERIODISTAS, OCTUBRE DE 2004

��� El secreto profesional: Europa

fuentes de los periodistas? ¿Por quéno se preocupa el regulador europeocon la misma intensidad de las fuen-tes de otras profesiones que intervie-nen mucho más activamente en losmercados financieros? ¿Por qué no secuestionan las fuentes de los aboga-dos? ¿Qué no decir de las fuentes delos analistas? ¿Qué ocurre con lasfuentes de los operadores?

En APIE no vemos la relación en-tre las operaciones de “iniciados” ylas fuentes de los periodistas. Es más,creemos que somos parte de la solu-ción al problema. Quienes realizanoperaciones de iniciados, los inverso-res tramposos, se benefician de la fal-ta de transparencia. Nosotros, los pe-riodistas, contribuimos con nuestralabor a incrementar la transparenciade los mercados. Los medios de comu-nicación son la vía más adecuada pa-ra diseminar una información relevan-te en tiempo real y en igualdad de con-diciones para todos los inversores. Es-to es así porque estamos en un mer-cado muy competitivo en el que la in-formación no puede esperar ni al rit-mo de los reguladores ni al de los su-pervisores.

En este contexto, APIE consideratambién absolutamente necesario re-clamar el derecho al error de los pe-riodistas. Castigar por la vía judicialel error de un periodista, sólo se pue-de justificar si lo que se busca es con-trolar la información y evitar que losperiodistas hablen. No acertar no sig-nifica haber colaborado con inverso-

res que realicen prácticas constituti-vas de abuso de mercado. No acertaren la información supone para un pe-riodista algo tan grave y tan simplecomo perder credibilidad ante sus lec-tores. Y desde luego, la obligación deun periodista que se equivoca en unainformación es la de corregir el error,inmediatamente después de haber to-mado conciencia de ello.

Por último. el regulador europeo

Quienes realizan operaciones

de iniciados, los inversores

tramposos, se benefician

de la falta de transparencia.

En cambio, los periodistas

contribuyen a incrementar

la transparencia

de los mercados.

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CUADERNOS DE PERIODISTAS, OCTUBRE DE 2004—25

ofrece la posibilidad de que nuestraprofesión se autorregule para reflejarlos principios recogidos en la MAD.Pero establece un principio curioso:la autorregulación será válida “siem-pre que ésta tenga efectos similares”.Esto desde luego es un problema, por-que en APIE nos mostramos en des-acuerdo con toda subordinación di-recta o indirecta del periodista a losreguladores o a los supervisores fi-nancieros españoles. Esto es así, tan-to si esta subordinación se refiere alos contenidos como al cumplimien-to de los códigos de autorregulación.

También es importante explicarque APIE no tiene ninguna vocaciónde ejercer como “agencia normaliza-dora” de los periodistas económicosespañoles. APIE no va a determinarnunca quién es o no periodista eco-nómico. Esta es una asociación de laque voluntariamente forman partelos profesionales que lo consideranoportuno. APIE, eso sí, exige a sus so-cios el cumplimiento de un código deconducta. Quien no lo cumpla nopuede entrar o no puede permaneceren la asociación. De esta función seencarga una comisión denominadade “admisión y permanencia” que enla materia es “la última instancia”, in-cluso por encima de la Junta Directi-va de la Asociación.

El código de conducta de APIE seaprobó en el mes de abril de 1989.Ahora han transcurrido 15 años yaunque nuestro código ha funciona-do hasta la fecha, debemos estar siem-

pre dispuestos a revisar sus conteni-dos si es para mejorarlo. En este con-texto no cabe duda de que la MAD tie-ne el efecto beneficioso de poner so-bre la mesa la necesidad de profun-dizar en el desarrollo de nuestro có-digo ético. La elaboración de este có-digo fue fruto del trabajo desarrolla-do por esta asociación desde el mo-mento mismo en el que se fundó. Es-te hecho tuvo se produjo en un mesimpreciso de 1974 en el que un gru-po de periodistas elaboró, con la ayu-da del eminente jurista Manuel Jimé-nez de Parga, unos estatutos paraconstituir una asociación destinadaa dignificar el trabajo del periodistaeconómico y su credibilidad.

Para concluir quiero explicar queAPIE se ha tomado muy en serio laMAD y las implicaciones que de ellapuedan derivarse. Para ello ha pedi-do el asesoramiento de los serviciosjurídicos de la Asociación de la Pren-sa de Madrid. Precisamente en las con-versaciones mantenidas con el equi-po jurídico de esta casa se nos hizoun comentario: “Entendemos que lapretensión del regulador es que losperiodistas elaboren unas normas deautorregulación sobre la materia, conel fin de evitar legislar sobre una ma-teria ciertamente dudosa a la vista denuestro texto constitucional”.

En cualquier caso, desde APIE es-peramos que nunca tengamos que de-cir como Napoleón Bonaparte: “Haytantas leyes que nadie está seguro deno ser colgado”. �

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26—CUADERNOS DE PERIODISTAS, OCTUBRE DE 2004

JOSÉ MANUEL COSTA

H ace pocas semanas, 60 im-portante directores y edito-res de prensa en Alemania,se dirigieron al canciller

Schröder al grito alarmado de “¡Señorcanciller, impida la censura!”. El mo-tivo era una sentencia del TribunalEuropeo de Derechos Humanos en laque, según los protestantes, se poníaen peligro de muerte la libertad deinformación. Esto es mucho, una ac-titud y una acusación de tal porte quemerecen ser analizadas con deteni-miento.

El asunto tiene que ver con Caro-lina de Hannover (antes de Mónaco)y esta es la primera peculiaridad. Porlo general la prensa alemana y deotros países salta de forma deslavaza-da y medio convencida cuando el Go-bierno trata de ocultar o manipularuna cuestión, cuando algún juez im-pide investigar un caso de corrupción

al mas alto nivel… Pero jamás se ha-bía dado una movilización de esteporte ¡y todo por Carolina!

El caso parte de unas fotografíasde la princesa Carolina tomadas sinsu consentimiento durante activida-des personales (el concepto “privado”debe utilizarse aquí con mucho tien-to) y que fueron publicadas a media-dos de los 90 en las revistas Bunte, Frei-zeit Revue y Neue Post. La princesa, bas-tante enfada ya con los medios ale-manes desde que estos publicaronuna fotografía de su impresentableesposo orinando en la pared del pa-bellón de Turquía en la Expo de Han-nover, se decidió a ir a por todas endefensa de su “intimidad”, llegandoante ese alto tribunal europeo.

Nos movemos en este nivel de in-formación y con justicia se pregunta-ba Uwe Vorkötter en el Berliner Zeitung:“No siempre es fácil situarse de ma-

El derecho a saber ¿sobre Carolina?Sesenta directores y editores de prensa alemanes protestan anteSchröder por una sentencia del Tribunal de Estrasburgo.

José Manuel Costa pertenece a la plantilla de Abc, diario del que ha sido corresponsal en Londres y Berlín.

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CUADERNOS DE PERIODISTAS, OCTUBRE DE 2004—27

nera protectora frente a la propia pro-fesión. ¿Qué puede aducirse en defen-sa de una gacetilla de cotilleo llama-da Welt der Frau, que publica una his-toria conmovedora sobre la princesaheredera de Suecia, en la que no hayni un átomo de verdad, ni las lágri-mas, ni el corazón destrozado, ni elnuevo amante. De esto hay mucho enlos quioscos cada semana, ficcioneskitsch empaquetadas como textos pe-riodísticos”.

Como fuere, la princesa recorriótoda la judicatura alemana hasta lo-grar en 1999 una sentencia sólo par-cialmente favorable del Constitucio-nal alemán. El alto tribunal de Karls-ruhe prohibió la publicación de fotosde los hijos de la princesa, ya que losniños están protegidos en mayor me-dida que los adultos. Sin embargo, en-contró que la demandante, sin lugara dudas una “persona absoluta de lahistoria contemporánea” (una belladefinición de ‘famoso’ sin duda), de-bía aguantarse con ser objeto de lacuriosidad pública.

La princesa monegasco-germana,había de aceptar la publicación de fo-tos que le muestren en lugares públi-cos, incluso cuando se trate más desu vida cotidiana que de sus obliga-ciones oficiales. El tribunal justifica-ba su decisión haciendo ver que enestos casos la libertad de informaciónprima sobre la privacidad de las per-sonas. Claro que el Constitucionaltambién juzgaba que la vida privadade los ‘famosos’ es algo en realidad

público, porque muchas personas lastoman en cuenta para “desarrollarsus propios proyectos vitales”. Es de-cir, que mucha gente se fija en lasprincesas para enfocar su vida… Estosuena un poco a broma, pero eso di-jeron los magistrados.

El Tribunal Europeo ha ido bas-tante más lejos y considera que las vi-das de los famosos sólo pueden serreflejadas por los medios de informa-ción sin su consentimiento cuandoexista un interés general que preva-lezca sobre el derecho a la privacidad.Y que este interés debe ir algo masallá de la mera curiosidad.

¿Quiere esto decir, como afirmanlos 60 directores firmantes, que lacensura previa se cierne sobre Euro-pa? Bueno, la sentencia del tribunalafectará en unos lugares más que enotros, porque las regulaciones im-puestas en muchos países (por ejem-plo, en Francia) para destapar la viday milagros de los personajes públicosson mucho más estrictas que en el Rei-no Unido o la misma Alemania.

Para ver el alcance de esta senten-cia en lo práctico, puede recurrirse aun párrafo de Der Spiegel, cuya opi-nión, dicho sea de paso, es que la sen-tencia europea introduce confusióndonde antes había claridad constitu-cional: “Se garantiza la libertad de in-formación” y “No tendrá lugar nin-guna censura”, así de sencilla es la car-ta magna alemana.

El semanario dice: “¿Podrá infor-marse en el futuro sobre algo como

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��� El derecho a saber ¿sobre Carolina?

la invitación al hotel de lujo Atlon alpresidente del Banco Federal ErnstWelteke [Nota: Welteke hubo de dimi-tir]? Seguro. ¿Podría informarse sobreel ataque al corazón del ministro deDefensa, Peter Struck, cuando el mis-mo intenta engañara a la opinión pú-blica sobre su estado de salud? Muyprobable. ¿Que pasaría con la meadadel Ernesto Augusto de Hannover con-tra el pabellón de Turquía en la Ex-

po? Cuestionable. ¿Y las excursionesdel portero Oliver Kahn hacia suamante? Más bien no”.

Estas líneas definen el marco delas nuevas restricciones que planteala sentencia de Estrasburgo. Así, a pri-mera vista, la impresión es que el tri-bunal ha sellado las ubres de las quese nutre la prensa del escándalo y delcorazón (la llamada en estas senten-cias “de entretenimiento”), pero quelas corruptelas políticas o profesiona-les podrían ser investigadas como has-ta el momento.

El juez federal Hoffmann-Riem en-cuentra por un lado que “La senten-

cia de Estrasburgo no resulta convin-cente. El Tribunal Constitucional ale-mán tenía mejores argumentos yafronta la cuestión de la libertad deprensa y la protección de la persona-lidad de forma mucho más matiza-da”.

Por otra parte, continua el juez, “Nohay ningún motivo para los horizon-tes pavorosos que dibujan ahora losdirectores y editores de prensa. La de-cisión de Estrasburgo tiene un cam-po de aplicación muy limitado. Siguesin permitir la censura y no signifi-ca un golpe contra el papel vigilantede la prensa”.

De esta opinión eran también va-rias de las publicaciones mas respe-tadas e independiente de Alemaniacomo Die Zeit, Frankfurter Rundschau oSüddeustsche Zeitung. Para estos perió-dicos de calidad, “Los siete jueces deEstrasburgo no le han dado al Estadoninguna tijera para impedir de entra-da la publicación de informacionesindeseables. Simplemente, se han es-forzado en equilibrar dos derechoshumanos: la libertad de prensa y deopinión y el derecho al respeto de lavida privada. Esta última sufre a me-nudo graves atentados, ya que debi-do a pura curiosidad o a beneficiosdescarados, prácticamente todo lo pri-vado es despedazado en público confoto y texto” (Frankfurter Rundschau).

Dicho todo esto, parece lamenta-ble que el Gobierno alemán decidie-ra no recurrir ante la Gran Cámaradel Tribunal de Derechos Humanos

La misma sociedad que

consume mentiras y trampas,

acaba protegiéndose

de lo que intuye excesivo.

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CUADERNOS DE PERIODISTAS, OCTUBRE DE 2004—29

(17 jueces) en defensa del criterio desu propio Tribunal Constitucional. Laministra de Justicia, Brigitte Zypries,quería presentar ese recurso, pero laCancillería logró que el Gabinete seopusiera a esos deseos y dejaron pa-sar los plazos.

¿Las razones? Pues muy posible-mente que el canciller Schröder man-tiene unas relaciones lamentablescon la prensa. La pelea abarca desdetrivialidades sobre el posible teñidode su pelo a la reciente adopción deun niño ruso saltándose a la toreratodo tipo de plazos y requisitos. En-tre eso y que al ministro de Exterio-res, Joschka Fischer, no le hace gra-cia que buceen en su agitada vidaamorosa, el Gobierno alemán decidiólanzar esta pasiva señal de aviso a lacanallesca.

Como una nota al margen, perode la mayor importancia, cabe indi-car que el organismo de autocontrolperiodístico, el Presserat, ha quedadoreducido a mero comparsa. En reali-dad, toda decisión ejecutiva en esteámbito se le había escapado hace mu-cho de las manos y los altos tribuna-les no han dejado duda de que se sien-ten competentes para sentenciar so-bre el tema. El Gobierno, por su par-te, desoyó con un mohín la solicitudde recurso que presento el Presserat.

Entre esto y los continuos proble-mas (juicio Douglas/ Catherine Zeta-Jones contra Hello!) que arrastra el Co-mité de Quejas británico, parece ne-cesario replantearse cuál es la utili-

dad futura y el campo de acción quepuede ocupar una organización deeste tipo. La autorregulación se con-vierte en una entelequia cuando seplantea el conflicto de una personajurídica con un medio de comunica-ción, sencillamente porque no se pue-de ser juez y parte.

Más allá, esta peripecia es tan la-mentable como esperable. La falta decontención ha llevado a parte de losmedios escritos o televisuales a sepa-rarse casi por completo de algunosprincipios deontológicos fundamen-tales. La misma sociedad que consu-me mentiras y trampas, acaba prote-giéndose de lo que intuye excesivo. Seintuye que muchos personajes trata-ran de acogerse a esta sentencia, conmayor o menor justificación. En quémedida ello traiga consigo un estre-chamiento de la libertad de prensaestá por ver.

Doy por axiomático que la liber-tad de publicación se ha extendidoen los últimos 20 años a campos an-tes insospechados, inimaginables.Aparentemente ha llegado el momen-to en que los tribunales entran a tra-zar los nuevos límites. En sí, la sen-tencia de Estrasburgo no pone barre-ras a lo que hace sólo un par de dé-cadas se entendía como “libertad deinformación”, pero sí pone en cues-tión lo que la prensa sensacionalistabritánica denomina “the Right ToKnow” (El derecho a saber). La pre-gunta ahora es ¿hasta dónde llega esederecho? �

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30—CUADERNOS DE PERIODISTAS, OCTUBRE DE 2004

CECILIA BALLESTEROS

L a mayor revolución en la pren-sa escrita de los últimos añosno se ha producido por un pro-fundo cambio tecnológico, sino

por la aplicación de una idea tan sim-ple como eficaz: regalar un periódi-co gratuito en el metro, que puedaleerse medio dormido en los 20 mi-nutos que se tarda en llegar a la ofi-cina. Sus fundadores fueron los pe-riodistas suecos Pelle Anderson y Ro-bert Braunerhielm y la editora Moni-ca Lindstedt y distribuyeron el primerejemplar de Metro en la red de trans-portes públicos de Estocolmo en fe-brero de 1995. Llevaban años prepa-rando esta salida. En 1997, lanzaronsu primer periódico fuera de Suecia,en Praga, y también triunfaron en lacapital checa. Ahora, junto a la em-presa noruega Schibsted, que edita 20

Minutos, nacido en Zúrich en diciem-bre de 1999, se han convertido en gi-gantescas multinacionales con dece-nas de cabeceras en todo el mundo y,también, en el mayor desafío al quese enfrenta la prensa tradicional entodo el planeta.

Los diarios que pertenecen a los gru-pos Metro o 20 Minutos, así como el res-to de los gratuitos que están inundan-do los transportes públicos de las ciu-dades de los cinco continentes, estáncortados con el mismo patrón: sonperiódicos en formato tabloide, conpocas páginas –entre 24 y 40–, mu-cha publicidad, su único medio de fi-nanciación –a veces hasta un 50% desu superficie impresa–, que ofrecennoticias cortas y de fácil lectura, conmínima opinión política –mejor si nohay ninguna: “No somos un periódi-

UN FENÓMENO GLOBAL

¿Quién teme a la prensagratuita?Zúrich, Seúl, Madrid, Nueva York o Londres viven la últimarevolución en el mundo de los periódicos.

Cecilia Ballesteros es redactora jefa de la edición española de Foreign Policy.

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co ideológico o político”, escribe 20Minutos en su presentación– y muchoscolores e ilustraciones. Se distribuyena primera hora de la mañana en lu-gares estratégicos para la movilidadurbana, sobre todo en grandes inter-cambiadores de transportes y estacio-nes de metro, aunque también enhospitales o grandes empresas. Las re-dacciones son pequeñas y se utilizanmuchas agencias. No puede existirnada más alejado de la Vieja Da-ma gris que durante décadas hamarcado el concepto de los pe-riódicos de referencia, perosu éxito puede cambiar amedio plazo el panoramade la prensa mundial. Lascifras son indiscutibles: segúnsus datos, el grupo Metro con 38ediciones en 16 países del mundo yen 14 idiomas, se ha convertido en elcuarto diario más leído en cifras glo-bales con una tirada de más de 5 mi-llones de ejemplares.

La última oleada del Estudio Ge-neral de Medios (EGM), difundida enjulio, demostró que en España los gra-tuitos han alcanzado los 3,33 millo-nes de lectores, aunque sólo llevancuatro años en el mercado, y su au-diencia representa más de una cuar-ta parte de los lectores de prensa deinformación general. Los diarios depago se mantienen en los 11,5 millo-nes de lectores, la misma cifra de ha-ce 10 años. El hecho de que no se ha-ya producido un descenso en la pren-sa que se compra en los quioscos de-

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��� ¿Quién teme a la prensa gratuita?

muestra que los gratuitosno están robando lectores;pero también que son losúnicos diarios que son ca-paces de atraer a un nue-vo público, en muchos ca-sos joven.

En España, actualmen-te Metro tiene siete edicio-nes y seis 20 Minutos –queabrió el mercado en 2000como Madrid y m@s, hastasu cambio de nombre en2001 tras la entrada delgrupo Schisted–, con unatirada total para cada unoen torno a los 700.000ejemplares. Además, el grupo Vocen-to edita tres gratuitos y el grupo Re-coletos, propietario de Marca y Expan-sión, está preparando un proyecto pa-ra sacar gratuitos en 15 ciudades es-pañolas (grandes y medias, donde laprensa local podría verse afectada)

con una tirada total de unmillón de ejemplares. Lapágina web Periodistas 21considera que este lanza-miento, en principio pre-visto para otoño pero queha sido retrasado, puedecambiar el panorama de laprensa en España. Lasgrandes empresas edito-riales, que no quisieronentrar cuando surgieronlos primeros proyectos degratuitos españoles, aho-ra empiezan a plantearsecómo acceder a este nue-vo mercado.

Pero lo que cualquier viajero pue-de ver por la mañana en los metrosde Madrid o Barcelona no es en abso-luto un fenómeno aislado. En Suiza,20 Minutes se convirtió el pasado mesde septiembre en el diario más leídodel país helvético, por encima del ta-

El periódico másleído de Suiza es un gratuito,por encima del tabloidesensacionalistaBlick.

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bloide sensacionalista Blick. Según laempresa de investigación de mediosWEMF, el diario gratuito ha aumen-tado sus lectores en un 13% en 2004,de 692.000 a 782.000. Los editores ase-guran que su ascenso en 2003 fue del40%. En el otro lado del mundo, enCorea del Sur, ocurre un fenómenosimilar. The Korea Herald informó enjulio de que la prensa tradicional depago estaba perdiendo lectores (el dia-rio Chosun tenía 2,38 millones de lec-tores en 2002 y tuvo 2,32 en 2003) mien-tras que los gratuitos –no sólo Metro,sino toda una serie de competidoresde editoras locales que también hanconseguido cuajar en el mercado, conDaily Focus en cabeza– ya han logradoalcanzar los dos millones de ejempla-res.

En Canadá, el Newspaper Audien-ce Databank –el EGM canadiense– ase-gura que Metro ha experimentado elmayor crecimiento detectado nunca

en este mercado desde que publica susdatos. En Toronto, la capital económi-ca del país, creció un 22% en 2003,de 311.800 a 381.800 lectores. MetroInternacional asegura que alcanzó enlos primeros seis meses de 2004 los14,5 millones de lectores en todo elmundo, 10,3 de ellos en Europa. Se-gún los datos de la propia empresa,la mayoría de sus lectores son jóve-nes urbanos que tienen entre 25 y 34años, el tipo de consumidores que in-teresan a los anunciantes. En los úl-timos 12 meses, han lanzado edicio-nes en ciudades como Nueva York,Alicante y Burdeos. En Francia, segúnla revista Carat Médias Actualités, tie-nen una audiencia global de 1,9 mi-llones con una enorme penetraciónen los lectores que van de 15 a 34 años(uno de cada tres en los lugares don-de se distribuyen). Además la entra-da de la cadena de televisión TF1 enel capital de Metro, con un 34%, le ha

� MetroInternacionalasegura que alcanzóen los primeros seismeses de 2004 los14,5 millones delectores en todo elmundo, 10,3 deellos en Europa.

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��� ¿Quién teme a la prensa gratuita?

dado una enorme credibi-lidad a sus cabeceras. Se-gún esta publicación, susingresos por publicidadascendieron en 2003 a 80millones de euros. En Es-tocolmo, la ciudad dondenació el fenómeno, se cal-cula que son leídos por el40% de la población de lacapital sueca.

Pero la prensa es mu-cho más que un negocioy un asunto de cifras, por-centajes y ventas: el dere-cho a estar informadosmarca la diferencia entreuna sociedad libre y unaque no lo es. No se tratadel éxito del cubo de Ru-bik o de un tipo de zapatillas depor-tivas, es algo más que un productonuevo que irrumpe con éxito en unmercado que se creía copado y para-

do. El formato de Metro y20 Minutos despierta nu-merosas cuestiones, a fa-vor y en contra: ¿puede al-guien estar informado le-yendo noticias deliberada-mente sencillas y breves,sin páginas de opinión?¿Puede resumirse la com-plejidad del mundo en elque vivimos en pequeñaspíldoras? ¿Cómo puedemedirse la distribución deun diario que no se ven-de? ¿Es posible exigir cali-dad por algo que no se pa-ga? ¿No debería conside-rarse positivo que aumen-te de forma tan espectacu-lar el número de lectores

de prensa escrita en la era de Inter-net? ¿No es bueno que Metro y 20 Mi-nutos no sean prensa amarilla, comolo es The Sun, o delirante, como News

¿Por qué nadieha puesto enduda la calidadde The VillageVoice, una de lasrevistas con mástradición deNueva York, apesar de sergratuita?

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of the World; sino que ofrezcan noti-cias sobre la zona en que viven los lec-tores y también internacionales, ba-sándose en los despachos de agenciasde prensa fiables? Si la radio y la te-levisión privadas se financian en Es-paña a través de la publicidad, ¿porqué no puede hacerlo la prensa escri-ta? ¿Por qué nadie ha puesto en du-da la calidad de The Village Voice, unade las revistas con más tradición deNueva York, a pesar de ser gratuita?¿Significa el éxito de la prensa gra-tuita el fin a largo plazo del modelode los periódicos de calidad o, al con-trario, esos jóvenes lectores se pasa-rán a los diarios tradicionales con eltiempo?

Conscientes de que el debate estáen el aire, las ediciones españolas deMetro y 20 Minutos, a través de sus res-pectivas páginas web responden a mu-chos interrogantes. “En nuestro país,dónde sólo el 11% de la población

compra periódicos, los diarios gratui-tos de calidad serán los únicos capa-ces de llegar a un segmento del pú-blico totalmente inexplorado por laprensa de pago, un público que se in-forma por la radio y la televisión, quetiene trabajo y consume productos yservicios, pero que no compra perió-dicos”, afirma José Antonio MartínezSoler, director general de la empresaeditora de 20 Minutos en España.“Nuestras encuestas indican que mu-chos lectores que no se habían aso-mado a los diarios de pago han em-pezado leyendo el nuestro, le han per-dido miedo a la letra impresa y hanacabado comprando prensa de pagolos sábados y domingos, cuando nos-otros no salimos”.

Este nuevo debate entre apocalíp-ticos e integrados quizá no lleve a nin-gún lado: cuando nació el cine mu-cha gente pensó que era el fin del tea-tro; pese a la televisión, el vídeo y aho-

� Pierre-Jean Bozo,presidente de 20Minutes Francia: “El 76% de nuestroslectores no leíaningún diarioantes”. Un tipo delector muy similar al de AM New York o de Express, el gratuito delWashington Post.

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��� ¿Quién teme a la prensa gratuita?

ra el DVD, la gente sigue acudiendoa ver espectáculos en masa. Internet,por ahora, no ha acabado con los lec-tores de diarios tradicionales. Pero esindudable que la irrupción de la pren-sa gratuita ha significado una revo-lución en el mercado de los mediosde comunicación cuyas consecuen-cias son, por ahora, muy difíciles deevaluar. Algunos han comparado es-te fenómeno con la efervescencia deInternet a finales de los noventa. Elestallido de la burbuja tecnológica de-jó muchas víctimas en el camino–aunque también muchos millona-rios–; pero numerosos medios han so-brevivido y, desde luego, aquellosaños han cambiado el panorama me-diático para siempre. En un artículoen The Sunday Herald sobre el éxito deMetro en el Reino Unido –único paísdonde los periódicos que llevan estenombre no pertenecen al grupo sue-co porque ya estaba registrado y uneditor británico lo lanzó por su cuen-ta–, Arthur MacMillan resumió el pro-blema con un ingenioso juego de pa-labras, difícilmente traducible en cas-tellano: “Todos los editores de perió-dicos quieren una prensa libre (free),pero ¿cuántos están a favor de una pren-sa gratuita (free)?”.

“No pescan en la misma piscinaque nosotros”, ha dicho el director deuno de los grandes periódicos cana-dienses ante el éxito de la prensa gra-tuita en su país. Incluso, Phillip Cra-wley, editor de The Globe and Mail, unode los periódicos más importantes de

Canadá, se ha mostrado optimista:“Creo que si consiguen que la genteadquiera el hábito de leer, pueden lo-grar que sus gustos se hagan más so-fisticados con el tiempo y que al fi-nal quieran más de lo que les ofreceun producto relativamente limitado”.“El 76% de nuestros lectores no leíaningún diario antes”, señaló Pierre-Jean Bozo, presidente de 20 MinutesFrancia. Fue en este país donde la en-trada de los gratuitos provocó una delas polémicas más duras con la pren-sa tradicional, en el invierno de 2002:Le Monde acusó a Metro de dumping porhacer descuentos de hasta el 80% alos anunciantes, aprovechando quecomo multinacional tenía una carte-ra internacional de clientes, mientrasque Libération aseguró que era el sue-ño de cualquier empresario, un pe-riódico sin periodistas (mientras queel diario tradicional de la izquierdafrancesa se hacía con 250 profesiona-les de la información, Metro tenía unaredacción de 10). “Los periódicos sonmáquinas que produce información,la procesan, la comprueban, la veri-fican y la analizan. Estos equipos, conperiodistas y corresponsales alrede-dor del mundo, tienen un precio. Eslo que se paga cuando se compra undiario”, escribió Libération en un edi-torial. En otros países, las polémicastambién ha sido duras aunque no hanllegado hasta los medios de comuni-cación.

El periodista estadounidense Ri-chard Goldstein se muestra igual de

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pesimista que el diario que fundó Sar-tre. Este reportero de The Village Voice,el semanario gratuito con más tradi-ción del mundo, escribió hace pocoun divertido artículo en el que con-taba cosas que no tenían ninguna gra-cia para los lectores, informadores yeditores de prensa tradicional: el pro-blema que tenían los diarios de pagopara alcanzar lectores jóvenes, a losque sí llegan los gratuitos. “Me ense-ñaron en el instituto cómo manejarThe New York Times para poder leerloen el metro. Formaba parte de la es-

trategia de movilidad fashion en las es-cuelas de los años 50”, aseguraba, an-tes de haber explicado que en el año2000 sólo un 16% de los jóvenes en-tre los 18 a 29 leía periódicos. “Perono sólo muy pocos jóvenes leen undiario, sino que cada vez emplean me-nos tiempo en hacerlo: 10 minutos conmucha suerte”, agrega. Goldstein ci-ta un informe de Tom Curley, presi-dente de la agencia Associated Press,para los Nieman Reports, en el que ase-gura que los editores deberían plan-tearse lanzar periódicos “fácilmenteaccesibles, de lectura rápida y bara-tos, mejor todavía, gratuitos”. Eso eslo que han hecho los tabloides delmetro, como les llama. “Nuestro ob-jetivo es que cuando nuestros lecto-res lleguen a la oficina, tengan unaidea rápida de lo que ha ocurrido enel mundo”, dice en otro artículoHenry E. Scott, editor de Metro New York,cuya circulación está entre 200.000 y300.000 ejemplares.

El profesor de Empresa Económi-ca Robert G. Picard, uno de los exper-tos que mejor han estudiado el fenó-meno, explicó en una sesión del Fo-ro Mundial de Editores celebrado enHong Kong en 2001: “Hay un viejoprincipio que dice que para tener éxi-to en cualquier negocio uno debe en-contrar un hueco y rellenarlo. Los dia-rios gratuitos están haciendo exacta-mente eso. El hecho de que se esténmultiplicando a lo largo del planetay de que sobrevivan a una crecienteoposición de los diarios existentes, re-

José Antonio Martínez Soler,DIRECTOR GENERAL DE ‘20 MINUTOS’

�—“Somos la salvación de la prensa de pago, le estamoshaciendo despertar de su letargo,porque está anclada en el siglo XIX:es una prensa ideológica y partidista. Además, les estamosayudando a ganar lectores, porquela gente que se acostumbra a leerun periódico todos los días, los fines de semana empieza a pasarse a los de pago.”

�—”La prensa de pago primero nos ignoró porque creían queéramos como La Farola. Luegointentaron ahogarnos con presionesde todo tipo, alguna de las cualesrozaban la ilegalidad. Después quisieron comprarnos y ahora nos intentan copiar.”

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��� ¿Quién teme a la prensa gratuita?

vela que están satisfacien-do una necesidad de loslectores y anunciantes conla que no cumplían los pe-riódicos tradicionales”.Han pasado tres años des-de que se pronunciaronestas palabras y casi diezdesde que el primer gra-tuito comenzó a distri-buirse en el metro de Es-tocolmo y, por ahora, hanseguido creciendo.

“La semilla de Metro yaestaba sembrada en mimente cuando, a los 19años, yo no era más queun estudiante de periodis-mo”, relataba Pelle Ander-son, el fundador del Gru-po Metro junto a RobertBraunerhielm y la editoraMonica Lindstedt –que todavía debeestar lamentando haberse retirado deun proyecto que ha hecho multimi-llonarios a sus antiguos socios–, enun análisis sobre este fenómeno delconsultor noruego Norvall Skreien.“Disertando sobre economía de laprensa, explicó un conferencianteque normalmente el 75% de los in-gresos de un periódico procede de lapublicidad, mientras que lo que apor-tan las suscripciones y las ventas equi-valen, más o menos, a los gastos dedistribución. Al oír esto, uno de losestudiantes comentó que para eso eramejor regalar los periódicos, siemprey cuando todo el mundo se los lleva-

ra. A los anunciantes lesdaría lo mismo. El confe-renciante dijo estar deacuerdo. ‘Entonces porqué no se hace’, replicó elalumno. Pero el profesorno pudo encontrar res-puesta”, agregó el perio-dista sueco. En 1992, sepusieron a trabajar en se-rio en el proyecto. Tarda-ron tres años en sacar elprimer número. Lo másdifícil, más incluso queconseguir el permiso pa-ra distribuir su productoen la red de transportespúblicos, fue encontrar lafinanciación: tras muchasnegativas fue el grupo Mo-dern Times el que les dio50 millones de euros. El

resto ya forma parte de la historia dela comunicación de masas.

Doce años después del principiode aquel proyecto, los gratuitos vanasentando su modelo cada vez en máspaíses, poco a poco van unificándoselas tasas por su distribución en luga-res públicos, mientras que el creci-miento de sus lectores es un hecho.En algunos lugares las peleas con laprensa tradicional han sido públicas,en otros privadas pero, al final, losgrandes grupos –hasta la compañíaque edita The Washington Post– estánentrando en el negocio, o se planteanentrar. ¿Quién teme a la prensa gra-tuita? �

Los grandesgrupos –hasta la compañía que edita The WashingtonPost– estánentrando en el negocio, o se planteanentrar.

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ARSENIO ESCOLAR

Iluso, ingenuo, loco. Esto fue lo mássuave que me llamaron algunoscolegas cuando hace cinco añosdejé el primer grupo de comuni-

cación español para fundar el primerdiario gratuito de información gene-ral. “¿No esperarás que te siga a La Fa-rola Bis?”, me contestó un cargo me-dio de un diario paquebote cuandole pedí que se enrolara en la chalupi-lla que estábamos botando.

Esa indiferencia, ese menosprecioque inicialmente mostraron hacia es-te proyecto muchos periodistas y to-dos los editores de prensa de pago fueuna bendición para 20 Minutos, queinicialmente nació con las cabecerasde Madrid y m@s y Barcelona y m@s. Nosdieron de niños tan poca importan-cia que, cuando vinieron a matarnos(y lo intentaron con saña), ya éramos

jóvenes y fuertes: teníamos muchoslectores y anunciantes.

Ahora ya somos adultos. El últimoEstudio General de Medios (EGM), dejulio de 2004, nos adjudica una me-dia de 1.781.000 lectores diarios. Pe-se a que sólo distribuimos en seisgrandes ciudades (Madrid, Barcelona,Valencia, Sevilla, Zaragoza y Alican-te), somos el segundo diario de infor-mación general más leído de España,sólo superados por El País, al que ga-namos claramente en Madrid. Tene-mos 146 empleados en nómina, el85% de ellos con contrato indefinido.Hemos generado indirectamenteotros 450 empleos en distribución. So-mos uno de los principales clientesde empresas papeleras y de seis plan-tas de impresión que emplean a va-rios miles de trabajadores. Nuestros

Leer o no leer, ésa es la cuestiónCobrar o no cobrar… éso sólo le interesa al editor. Pero no al periodista ni al público, ni al emisor ni al receptor de la información.

Arsenio Escolar es director de 20 Minutos desde su fundación. Ha sido subdirector de El País y de Cinco Días, director de Claro y de Diario 16 de Burgos y redactor jefe de El Sol.

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��� Prensa gratuita

accionistas, que han invertido muchodinero en este proyecto, van a tenereste ejercicio unos sólidos beneficios.Y nuestros anunciantes han compro-bado que sus mensajes son aquí máseficaces y más rentables.

Los viejos editores de prensa de pa-go han hecho cuanto estaba en su lar-ga mano por matarnos. Desde enca-recer nuestra distribución presionan-do a los ayuntamientos para que apro-baran normativas injustas hasta difi-cultar nuestra comercialización tra-tando de privarnos de herramientasde venta (OJD o EGM). Han llegado aafirmar incluso que a los gratuitosno se les puede considerar verdade-ros periódicos porque ¡no tienen pe-riodistas! En la nómina de 20 Minutoshay 70, muchos de ellos con una es-pléndida trayectoria anterior en laprensa de pago. Y entre nuestros co-laboradores y columnistas se encuen-tran algunos de los mejores.

Puedo hasta entender a esos vie-jos editores tratando de conservar suviña. En los artículos editoriales desus diarios pontifican a menudo so-bre lo buena que es la libre compe-tencia, pero probablemente se refie-ren sólo a las eléctricas, las telefóni-cas o el comercio… no a los media.No entiendo, sin embargo, a los pe-riodistas que nos satanizan sin parar-se a pensar que somos una bendiciónpara los profesionales del periodismo.Creamos empleo y nuevas oportuni-dades profesionales. Inventamos nue-vas fórmulas, nuevos géneros. Llega-

mos a un público al que jamás habíanllegado antes los periodistas de pren-sa escrita en España. Y lo hacemoscon unos diarios que, como se repar-ten masivamente entre todo tipo delectores (hombres y mujeres, jóvenesy mayores, de izquierdas y de dere-chas), son mucho más independien-tes, objetivos y neutrales que los vie-jos diarios políticos, casi de trinche-ra, que tenemos desde la transiciónpolítica.

Los diarios españoles de pago, so-bre todo los de Madrid, son tan mo-nocordes (política y más política), tanpoco independientes y tan sesgadosque el lector confía poco en ellos. Hoyse venden en España unos 100 ejem-

“Los diarios españoles de

pago, sobre todo los de

Madrid, son tan monocordes

(política y más política), tan

poco independientes y tan

sesgados que el lector confía

poco en ellos.”

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plares por 1.000 habitantes. En Ale-mania, unos 250. En Noruega, casi500. La vieja prensa española de pa-go está renqueante, y a los editores,aparte de echarnos a nosotros la cul-pa de su fracaso, sólo se les ha ocu-rrido un remedio, el de las promocio-nes (enciclopedias, discos, juguetes,cuberterías, medallas de la Virgen, pi-pas, caramelos, condones…), una mu-leta que les ayuda a andar un ratito,pero no les rehabilita.

Cuando nos miran, creen que susproductos son de mayor calidad por-que tienen más páginas y cobran porellos. Pero cobrar o no cobrar no esla cuestión. En el fenómeno de la co-municación escrita, leer o no leer esla cuestión. Cobrar le interesa al edi-tor, que tiene la habilidad de venderel mismo papel a dos compradores dis-tintos, el anunciante y el lector. Perono le interesa ni al periodista ni alpúblico, ni al emisor ni al receptorde la información.

En realidad, somos distintos a ellosporque no aspiramos a derribar Go-biernos ni a favorecer otros negociosde nuestros editores (no los tienen, sonnoruegos) ni a servir a intereses ideo-lógicos. Sólo queremos informar, ilus-trar, entretener y serle útil al públi-co, y hacerlo de forma corta, ecuáni-

me, clara, para todos los públicos. Poreso nos leen, no porque seamos gra-tuitos.

Uno de los grandes diarios madri-leños de pago regala ejemplares enun recinto universitario a pocos me-tros de donde se reparte 20 Minutos. Aprimera hora de la mañana, nuestrodiario se agota. A finales de la tarde,en el expositor del otro diario, el depago que allí es gratuito, quedan do-cenas de ejemplares. Ese periodismoantiguo, aburrido, sesgado, ilegible,incomprensible, esos diarios que con-funden lo serio con lo triste, lo pro-fundo con lo pesado, la calidad conla cantidad, no lo quieren los jóvenesni regalado.

Phil Meyer, un profesor de la Uni-versidad de Carolina del Norte, haanalizado el declive de los diarios tra-dicionales y ha pronosticado que ellector de diarios de pago desaparece-rá como especie en 2043. Yo no locreo. No nos lo agradecerán, pero so-brevivirán gracias a nosotros. La pren-sa gratuita está generando un nuevolector que acabará comprando diariosy dando una nueva oportunidad a loseditores de diarios de pago. Si renun-cian a ese modelo antiguo, claro, sison capaces de hacer periódicos paraque la gente los lea. �

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VÍCTOR DE LA SERNA

E l rechazo absoluto de los perió-dicos gratuitos que manifies-tan algunos editores me pare-ce tan poco acertado, o casi, co-

mo la defensa a ultranza de esos gra-tuitos que hacen sus promotores, pre-sentándolos como el futuro de laprensa escrita y los salvadores del há-bito de lectura. Ni tanto, ni tan cal-vo. Digamos que, si hay que manifes-tarse más bien a favor de una postu-ra o de la opuesta, uno no puede másque recordar el viejo dicho anglosa-jón, “There’s no such thing as a freelunch", es decir, que no hay convitea comer que salga verdaderamentegratis. Ni periódico tampoco. Siem-pre acabamos pagando por algún la-do.

En el caso de la prensa diaria, pa-gamos de dos maneras: una, con unapeor información porque quien secontenta con los ingresos por publi-cidad nunca puede mantener una Re-dacción y un elenco de colaboracio-nes ni remotamente tan ricos comoen un periódico con ingresos por ven-

ta en quiosco; la otra, porque los de-más periódicos pierden ingresos pu-blicitarios, se empobrecen, y así tam-bién acaban reduciendo sus planti-llas y quizá cerrando.

No son perspectivas halagüeñas.El periódico no es un mero envolto-rio, maquillaje o coartada para im-primir grandes cantidades de anun-cios que nadie leería si no viniesenadobados de artículos con –al menos–apariencia informativa. Es un instru-mento fundamental de control de lospoderes públicos y privados por la so-ciedad y de formación –a través deldebate, de los artículos de opinión yde una información inquisitiva y crí-tica– del criterio de los ciudadanos,que luego se reflejará en las urnas. Elperiódico es, o debe ser, uno de lospilares de una democracia verdaderay no sólo formal.

Quien conozca la estructura de laprensa diaria gratuita sabe bien quécalidad en la cobertura informativase puede esperar cuando la Redacciónno pasa de 15 personas en una ciu-

Ni tanto, ni tan calvoLa prensa tradicional debería alternar su oferta de cabeceras depago con otras gratuitas en nichos donde la gratuidad es un plus.

Víctor de la Serna es Adjunto para Asuntos Internacionales del diario El Mundo.

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dad con millones de habi-tantes, o qué volumen deinformación crítica sobreel mundo empresarial sepuede esperar de una pu-blicación que vive al cienpor cien de la publicidad…

Dicho todo esto, y auna riesgo de caer en la con-tradicción, yo no lanzo elmás absoluto de los ana-temas contra los periódi-cos gratuitos. Su difusiónindica que ha afloradouna cierta población lec-tora que no comprabadiarios, como era previsi-ble dados sus orígenes:los países nórdicos, don-de era ya tanta la saturación del mer-cado de la prensa de pago que eraimposible, con más de lo mismo, ex-primir un solo ejemplar más de ven-tas. Hacer nuevos lectores, aunque se-an superficiales, de los del vistazo alos resultados deportivos mientrasdure el viaje en Metro, no es algodesdeñable.

Por otra parte, hay publicacionescuya estructura soporta más fácil-mente el salto a la gratuidad sin mer-ma notable de la calidad: pensemosen los diarios subsistentes en peque-ñas ciudades, que en España como entodo el mundo ya habían reducidosus plantillas hasta niveles muy ba-jos; o pensemos en los semanarios omensuales, con estructuras de Redac-ción y costes informativos drástica-

mente distintos de los delos diarios.

No se puede pasar poralto que un gran semana-rio de fama mundial comoes el Village Voice neoyor-quino ha seguido ganan-do premios Pulitzer des-pués de dar el salto haceya ocho años a la gratui-dad, un salto que le per-mitió doblar su difusión.

Así que, como casi to-do en esta vida traicione-ra, nos encontramos conun conflicto entre dos vi-siones no carentes de ar-gumentos para arrimar elascua a sus respectivas sar-

dinas. No hay ninguna respuesta ní-tida ni definitiva al desafío plantea-do por los gratuitos al sector tradicio-nal de la prensa, como tampoco la ha-bido para los sucesivos desafíos de laradio, la televisión o Internet.

Pero sí se puede dar alguna pista,a la vista de lo que están haciendo em-presarios de Europa y América: cadavez más, parece sensato que las edi-toras de prensa clásica vayan comple-mentando su oferta de cabeceras depago con otras gratuitas en esos ni-chos de actividad en los que la gra-tuidad ofrece un claro plus; por ejem-plo, ciertas revistas, o un periódicopopular editado en paralelo a uno decalidad sin necesidad de muchos re-cursos adicionales. Ya saben: si no lospuedes derrotar, únete a ellos. �

Haypublicacionescuya estructurasoporta másfácilmente el salto a lagratuidad sinmerma notablede la calidad.

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MANUEL PIEDRAHITA

A nuncios a doble página enlos principales periódicosnacionales preparaban a losespectadores.: “Mañana lle-

gan los nuevos telediarios de TVE. Lainformación que tú pides. Contamostodos”. Esta clase de tan gran y carodespliegue es una novedad. No lo estanto crear la sensación de que conel nuevo equipo tras un cambio deGobierno, la programación informa-tiva va a ser diferente. Siempre se di-señó una nueva presentación visualde los telediarios, con una sintoníamusical diferente y, por supuesto,con caras nuevas, en especial la del

presentador del telediario de las21:00 horas. Sí es una novedad queel presentador de ese telediario este-lar, de prime time como dicen los an-glosajones, no dirija los Servicios In-formativos. En mi opinión, esa dua-lidad era una aberración periodísti-ca más de TVE, propia de una cade-na pública controlada por el Gobier-no, donde todo es posible.

Con Fernando Castedo al frentedel Ente que estrenaba Estatuto en1981, ya ejerció como director de losInformativos y presentador Iñaki Ga-bilondo. Se volvió pronto a la norma-lidad, a lo lógico. No se puede dirigir

LOS NUEVOS INFORMATIVOS

Novedades y obviedadesen las noticiasde televisión

Manuel Piedrahita es periodista, ex corresponsal de TVE en Alemania y ex profesor de Géneros y Estilos en Periodismo Audiovisual, en la Universidad San Pablo CEU.

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con eficacia todo lo referente a la in-formación que se divulga a través devarios telediarios y otros programascomo Informe Semanal, y a la vez estarocupado intensamente del telediarioprincipal. Pero con la llegada de Er-nesto Sáenz de Buruaga, de la manode un Gobierno del PP, se volvió a ladualidad. Un gran error que continuócon Alfredo Urdaci. Para colmo, am-bos profesionales procedían del pe-riodismo radiofónico. Tuvieron queaprender sobre la marcha periodis-mo audiovisual; algo mas difícil deasimilar de lo que muchos creen. Per-viven en TVE vicios de realización quese han contagiado a las cadenas pri-vadas. Ambos profesionales no pudie-ron, o no supieron, atajarlos. Sus mi-

ras eran otras. El medio televisión tie-ne un lenguaje distinto al medio ra-dio, por mucho que los locutores fut-bolísticos no lo quieran, o no sepan,llevarlo a la práctica. Este vicio de lasretrasmisiones deportivas –y otros dela información general no deportiva–siguen inamovibles en el panoramatelevisivo de los nuevos informativos,sean públicos o privados.

Fran Llorente dirige los ServiciosInformativos pero no presenta el te-lediario de las 21:00 horas. Lo podíahaber hecho ya que ese era su come-tido en Las Noticias de la 2. Su actitudme parece una gran novedad y se lodije en los cursos de verano de El Es-corial; a falta de otras primicias quepor ahora están ausentes en los ‘nue-

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vos telediarios’. La obviedad se con-vierte en TVE en algo extraordinario.Lo que no está tan claro es si el queverdaderamente manda es LorenzoMilá. Ya se impuso este sistema cuan-do Sotillos, Azcona y Maciá eran due-ños y señores de sus respectivos tele-diarios, al margen del, en teoría, di-rector de los Servicios Informativos.

Cambiar con cada relevoCambiar el inicio audiovisual de lostelediarios es un vicio heredado quecuesta dinero. El satélite Astra envíaa cualquier parabólica los telediariosde las cadenas públicas alemanas. Co-mo es lógico, su signo de identidadno ha cambiado. Aparte del logotipo,las imágenes iniciales con la sintoníade siempre aunque mejorada, confi-guran una marca indeleble. Aquí no,en TVE es una obligación cambiar concada relevo del director general. Unapráctica vieja más, una antigualla,que pervive. La apariencia de nove-dad pretende trasmitir el mensaje deque la televisión informativa de aho-ra es diferente de la anterior. Subli-minalmente gracias a ese inicio seconsidera como caduco lo anterior.Desgraciadamente, ni eso significaque los nuevos telediarios sean dife-rentes, ni que la nueva imagen sea es-téticamente mejor. Lo mismo se pue-de decir de los anteriores cambios res-pecto a sus predecesores y así sucesi-vamente.

Telecinco ha optado, asimismo,

por cambiar la ‘careta’ del inicio, conun despliegue de cubos que se con-vierten en bocetos de televisores. Tam-bién Telemadrid ha sofisticado la pre-sentación de sus noticieros. Antena 3ofrece un plano general desde atrás,desde la Redacción. Los creativosmuestran sus armas con la idea denovedad, cuando lo verdaderamentenuevo es la claridad y la sencillez enla exposición visual. Y, sobre todo,mantener las señas de identidad al mar-gen del logotipo.

La nueva seña de identidad de losServicios Informativos de TVE es algoopaca, rara de comprender por un es-pectador normal, sobre todo en el ini-cio. La falta de sencillez y el excesode farragosidad tienen como contra-punto positivo que es breve. Se juegaen general a la originalidad. Los ge-nios del diseño crean, los directivosopinan y al final quien manda man-da, con más audacia que lógica. Hoyel talento consiste sobre todo en epa-tar.

A TVE le falta, asimismo, claridaden las imágenes de fondo que arro-pan a los presentadores. Más diáfanoes el fondo de Telecinco, Antena 3 yTelemadrid. Si alguien de la Casa setoma la molestia de ver los teledia-rios de la ZDF y ARD, puede compa-rar. En ambas cadenas públicas ale-manas hace tiempo que sí modifica-ron los respectivos escenarios, pero noporque cambiase el Gobierno. Seadaptaron al nuevo concepto visualque arropa a presentadores junto a

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la habitual gran mesa. Esosí, sin olvidar la claridad,la luminosidad y, por lotanto, la estética cromáti-ca del plató. Y como es ló-gico, a la hora de elegiruna presentadora para elHeute Journal de las 21:00horas, se tomaron muchotiempo; incluso meses, ymuchas pruebas. El resul-tado es una mujer que ins-pira credibilidad, que ha-bla con naturalidad me-diante una dicción perfec-ta y una fotogenia nadadeslumbrante, pero síatractiva; que viste conelegancia pero sin estri-dencias.

La minucia de la corbataEl presentador o presenta-dora no debería ser la es-trella de los telediarios, ano ser que sea un WalterCronkite; un periodista deamplia cultura capaz deimprovisar o entrevistar allucero del alba sin cuestionario pre-vio. La estrella debe ser la informa-ción bien valorada, y mejor editada,por profesionales que sepan en quéconsiste el lenguaje periodístico au-diovisual. El presentador o presenta-dora se ha convertido, ahora más quenunca, en el principal referente del

espectáculo informativo.Pero, con las excepcio-

nes que confirman la re-gla, sin el poso periodísti-co necesario. Los políticos,concretamente en TVE,eligen una persona ‘deconfianza’ para el teledia-rio principal. Incluso al-gunos presidentes de Go-bierno se suelen involu-crar en este asunto. Los di-rectivos apelan a cierta fo-togenia. Más que credibi-lidad en la información,se pretende la excitacióny el llamar la atención.

Lo de la corbata es unejemplo. No creo que a na-die le haya “chirriante”. Esuna pose más del seudomarketing que nos inva-de. En TVE tenemos a Lo-renzo Milá cuyo signo deidentidad más palpable esno llevar ese artilugio tex-til, También ha adoptadoel ‘uniforme’, David Can-tero, el nuevo presentadorde los telediarios fin de se-mana. Poca ambición tie-

nen los nuevos directivos al aceptaresta minucia como algo novedoso ymoderno. En otras televisiones euro-peas, e incluso españolas, eso ya estáinventado. Pero no estaría mal utili-zar la corbata en función del papelque juega el presentador dentro de lainformación. He visto a presentado-

Poca ambicióntienen los nuevosdirectivos deTVE al aceptar eldescorbatarsecomo algonovedoso y moderno.

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res de la televisión pública noruega,en mangas de camisa, para recalcarlas altas temperaturas de aquel vera-no.

Generalmente en las televisionespúblicas y privadas europeas son lospresentadores de deportes quienes nollevan corbata. Su atuendo es eso, de-portivo, casual, ligero. Tenemos aquíun ejemplo claro con Juan AntonioVillanueva en Telecinco. Jesús Álva-rez es el que quizá debería presentarel fútbol sin corbata en TVE. No obs-tante, desde una perspectiva estética,su americana azulada y su bonita cor-bata, daba una imagen mucho másjuvenil y moderna, el pasado día 16de septiembre, que la chaqueta de pa-na seudo progre de Lorenzo. Estoy deacuerdo con Jesús Hermida cuandodice: “No hagamos del descorbatarse,o viceversa, banderola, pancarta ouniforme de ideologías televisivas ode cualquier otra significación”. Yadigo, da igual corbata sí que corbatano. Pero en función de la noticia o,por ejemplo, para ofrecer credibili-dad y no superficialidad. Hilario Pi-no, en Telecinco, al que no podemoscalificar de antiguo, la luce a muchahonra. Lo mismo podemos decir deMatías Prats en Antena 3, un exqui-sito en elegir corbatas para su atuen-do. En fin, como ha dicho ManuelMartín Ferrand, “cuando el principalinterés de un telediario, como los deTVE, reside en el pronostico sobre lacorbata –o la sincorbata– de su pre-sentador estrella, mal asunto”.

En la mayoría de las cadenas de te-levisión debe haber un profesionalque dirija la estética visual de los te-lediarios. Ya sé que los hay, pero noestá tan claro si tienen una funciónejecutiva; que ordenen y manden in-cluso a los intocables, a los ‘recomen-dados’ o ‘recomendadas’. Se deberíaprohibir en los telediarios toda clasede excentricidades personales: peina-dos rimbombantes, pendientes llama-tivos, colores grisáceos y, por supues-to, atuendos con mensaje extraperio-dístico. Leía recientemente a una co-lega que “la ventaja de las mujeres esque pueden salir en la tele como lesdé la gana”. Qué error más grande.Ni las mujeres ni los hombres. Erananodinas las corbatas y americanas quevestía Urdaci, por poner un ejemplomasculino.

Lo anacrónico que puede serlo nuevoEs evidente, al menos para los que he-mos trabajado en periodismo impre-so y audiovisual, aquí y en el extran-jero, lo anacrónico que puede ser lonuevo. Me refiero a la valoración pe-riodística de la noticia, algo que nodebería solaparse en la informacióntelevisiva. Llega un nuevo equipo aTVE y surge el gran cambiazo. Vaivénde profesionales que vienen del ostra-cismo, mientras otros vuelven al ban-quillo de los reservas, antes pasillo.Hoy como ayer, el informar “para to-dos” se trastoca en una mezcolanza

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donde quien sale airoso,como siempre, es el Go-bierno y su partido. Porejemplo, la frase que seofrece de un político de-terminado en la oposi-ción, es la más tontona omas inocua e incluso par-cialmente editada. La másperiodística, brillante ydemoledora es la del quemanda en televisión. Lahistoria se repite y hemosvisto ya muchos ejemplosen los nuevos telediarios.Al zapear, por Telecinco yAntena 3, ese extrañocomplejo que invade a Te-levisión Española desdesiempre, se comprueba.Las cadenas privadas, en ge-neral, ofrecen las interven-ciones más agudas, deunos y otros. Habrá quedarle tiempo al tiempo enTVE. Como ha dicho FranLlorente, “el objetivo esque la gente identifiquelos telediarios con la cali-dad, el rigor, el pluralis-mo y la independencia”.

Hay en los telediarios de TVE uncambio obvio pero que me parece po-sitivo. Son atisbos que creo se iránperfilando con el tiempo. Ha dichoFran Llorente que la transformaciónserá lenta. Se nota que hay órdenesde no escribir tanto, única manera dehacer pausas y que permita ver las imá-

genes sin la habitual ver-borrea machacona de lavoz a gran velocidad en off.El breve reportaje sobre ladimisión de Camacho,con una melodía apropia-da y sólo la voz de los pro-tagonistas, es un buenejemplo. Se nota, asimis-mo, que se da más tiem-po a la correspondiente‘pieza’. Aparecen mini re-portajes como los de Luisde Benito sobre la trage-dia escolar en Rusia. Oaquel otro que hizo muybien Anna Bosch, de la ac-tuación de Joaquín Cortésen la Casa Blanca. Televi-sión bien hecha es imagenadecuadamente sincroniza-da con un texto apropia-do. Televisión mal hechaes un comentario disfra-zado de información eilustrado con imágenesque aunque lo parezca,nada tienen que ver conel tema. Es un vicio que si-gue latente en TelevisiónEspañola, en Telemadrid

y en las cadenas privadas.Se echa en falta en los nuevos in-

formativos de las cadenas públicas yprivadas, fotos fijas de personajes. Notienen por que ocupar todo el fondoy valen para apoyar noticias breves,sean deportivas o no, mientras el pre-sentador sigue en pantalla. Pero los

Fran Llorente:“El objetivo esque la genteidentifique los telediarioscon la calidad,el rigor, elpluralismo y laindependencia”

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realizadores prefieren imágenes enmovimiento aunque lo que se muevasea una banalidad que distrae y apor-ta poco a la información. Sergio Sau-ca hablaba el domingo 19 de septiem-bre de resultados futbolísticos y veía-mos detrás imágenes en movimientode la Vuelta ciclista. Ninguna relacióncon lo que decía. Distraían, en unapalabra.

La tecnología audiovisual ha avan-zado mucho. Los gráficos y textos, lainfografía en general con buena esté-tica tipográfica, informan mejor queimágenes de gente por la calle, algu-nas veces vestidas de invierno cuan-do es verano, para ilustrar un textode actualidad. Telecinco utilizó al pre-sentador Agustín Hernández anteuna pizarra pedagógica, para informarde la nueva ley del divorcio. Se haquerido dar movilidad a la rigidez ha-bitual. Angels Barceló aparece senta-da sobre la mesa al anunciar los te-mas más importantes. Son filigranasescénicas a la hora de informar bien.Se quiere imprimir cierto ritmo a susinformativos y es verdad que lo con-siguen. También lo logra Antena 3 yTelemadrid.

La estrella es la informaciónEchamos de menos algo más de rit-mo en los nuevos telediarios de TVE.Mientras Matías Prats, en Antena 3, yLuis Mariñas, en Telemadrid, trasmi-ten sobriedad, humanidad y credibi-lidad, Lorenzo Milá nos parece algo

envarado y excesivamente exageradoen sus gestos faciales. En televisióncualquier gesto o movimiento, se acre-cienta. Tampoco se libra de esta apre-ciación Angels Barceló. Por el contra-rio, Helena Bosano, de TVE, y la pre-sentadora de Telemadrid MercedesLandete, no caen en esos tics facialesPero son apreciaciones personales.que, supongo, no compartirán otrasy otros espectadores. Ni, por supues-to, el catedrático Román Gubert queescribió recientemente: “La expresivi-dad desinhibida de Milá pide a gritosuna informalidad en el atuendo”.

Periodísticamente hablando, la es-trella de un telediario debe ser la in-formación bien hecha, bien elabora-da y bien valorada con objeto de tras-mitir lo que pasa y no lo que se quie-re que pase. Pero quizá eso sea pedirpipas de girasol a un olivo. Excitar enlugar de informar forma parte hoydía del espectáculo televisivo. De es-to no se libra la información, sobretodo en las cadenas comerciales. Yaquí hay que incluir a TVE ya que suestructura es la de una televisión pú-blica comercial.

La gran novedad de los Informati-vos de TVE está por ver. Falta en es-tos inicios el gran debate de actuali-dad. Telemadrid ya lo tiene, dirigidopor Isabel San Sebastián. Un acierto,periodísticamente hablando, ofrecerel dedicado a la Comisión de Investi-gación del 11-M, cuando el tema es-taba candente. Se echó de menosaquella misma noche un debate simi-

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lar en TVE, pero los pro-gramadores prefirieron lapelícula Perdita Durango.Telecinco ya ofrece Su mi-nuto a las 13:15 horas. Másque debate reposado es unenfrentamiento, algo arti-ficial, entre periodistas. Escierto que TVE prepara unprograma de debate quelleva por título 59 segun-dos. Es el tiempo que ten-drá cada participante. ensus intervenciones. Peronos parece más bien unespacio-espectáculo conpúblico estudiantil inclui-do. Cuadraría mejor enuna televisión comercial.El debate serio, informati-vo, equilibrado, en un pla-tó con una escenografíasobria, sí que sería unagran novedad en Televi-sión Española.

Un estatuto caducoSe podría decir que aque-llo de “Toda la informa-ción. Para todos” sólo se-rá posible el día que se eche al cubode la basura el actual Estatuto. Se per-dió a finales de 1980 una gran opor-tunidad. La transición pasó sin lla-mar en Prado del Rey. Lo que se per-filó fue un calco, aparentemente di-ferente, del que regía cuando AdolfoSuárez era director general. Lo eligió

el Gobierno presidido porel general Franco. Fue pos-teriormente el Gobiernode UCD, que presidía Adol-fo Suárez, el que eligió aldirector general. Luego sefue repitiendo la historiay el mando de la televisiónfue pasando al PSOE, al PPy hoy de nuevo al PartidoSocialista.

¿Debe ser el periodistade la televisión publica,como decía el presidentefrancés Pompidou, dife-rente y por tanto al servi-cio del poder? La respues-ta la tienen los profesio-nales de la BBC con losquebraderos de cabeza,que proporcionaron, prime-ro a la señora Thatcher ydespués a Tony Blair. ¿Esposible con las actualesmimbres de RTVE otra te-levisión? La esperanzanunca se debe perder yquizá se llegue algún díaa la televisión pública delpúblico, de la sociedad. Lodijo recientemente en la

Asociación de la Prensa de Madrid, lavicepresidente del Gobierno, MaríaTeresa Fernández de la Vega: “El Go-bierno quiere una televisión plural,libre, moderna, de calidad y econó-micamente sostenible. En definitiva,una televisión pública al servicio delos ciudadanos”. �

La grannovedad de losInformativos deTVE está por ver.Falta en estosinicios el grandebate de actualidad.

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TOM ROSENSTIEL

Aún sin saber el resultado delas elecciones, la campañaelectoral de 2004 en EstadosUnidos ha hecho historia.

Por primera vez un canal de cable denoticias, Fox, atrajo más espectado-res que las cadenas tradicionalesmientras competían frente a frente,en la cobertura de la Convención Re-publicana.

(...) Lo ocurrido este verano se po-drá recordar como el final de la erade las cadenas de noticias tal y comolas conocemos. Como mínimo, mar-ca el momento en el que las televisio-nes cedieron su autoridad ante la au-diencia estadounidense.

¿Tiene eso alguna importancia?El desarrollo de las cadenas de te-

levisión de noticias fue uno de los hi-tos de la política americana a finales

del siglo pasado. La llegada de nue-vos canales en los cincuenta y sesen-ta significó que por primera vez losciudadanos podían ver por sí mismoslo que ocurría. En un muy corto pe-ríodo de tiempo, cambió la maneraen la que elegíamos a nuestros diri-gentes. (…). Empezamos a apreciarcualidades diferentes en ellos. Las ca-racterísticas personales comenzarona ser trascendentes. Y la política, unacuestión de carácter (…). El públicocomenzó a pedir a la prensa más in-formación personal de sus líderes po-líticos, sin excluir su vida sexual. Al-guien dijo que el tipo de personas queelegíamos cambió.

El desarrollo de las cadenas tam-bién colocó a los medios en una po-sición de prestigio sin precedentes. Afinales de los sesenta el presentador

El final de la informaciónen televisiónEn Estados Unidos la obsesión del cable por la emisión en directoha hecho que se pierda la oportunidad de comprobar, reescribir,editar y, a menudo, incluso hacer reporterismo.

Tom Rosenstiel es director del Proyecto para la Excelencia en Periodismo de la Escuelade Periodismo de la Universidad de Columbia.

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Walter Cronkite era el hombre en elque más confiaban los americanos.Cuando, recién llegado de Vietnam en1968, declaró que la guerra era impo-sible de ganar, el presidente Johnsonle dijo a uno de sus colaboradores:“Si perdimos a Walter, hemos perdi-do el país”. Unas semanas despuésuna encuesta recogía que la mayoríade los americanos se oponían a la gue-rra. Y Johnson decidió no presentar-se a la reelección.

Las cadenas eran consecuentes yserias. (...) Ahora con su decisión deno cubrir las convenciones de formasignificativa, las televisiones nos hanhecho ver que el prestigio y la influen-cia de sus canales de noticias ya noles importan mucho. No es raro queel público se haya ido a otro lado. Esla consecuencia de que los dueños delas cadenas hayan cambiado lo queofrecían bajo sus marcas y se hayanconvertido únicamente en institucio-nes económicas. (...)

¿Pero es que hay alguna diferen-cia si se cede el periodismo televisivoa la televisión por cable?

Las cadenas de noticias se fueronconstruyendo sobre la base de histo-rias bien escritas y editadas, produci-das por corresponsales y ajustadas pa-ra hacer coincidir imágenes y sonido.En sus emisiones del horario de má-xima audiencia, el 84% del tiempo secubre con este tipo de contenido. (...)

Las cadenas de cable de noticias sebasan en la conversación. Sólo el 11%del tiempo se dedica a reportajes edi-

tados en la forma tradicional. Pero el80% restante se rellena con entrevis-tas grabadas en plató, entradillas leí-das por los presentadores y cortes endirecto con los reporteros, en los queéstos hablan y miran a una altura porencima de sus cabezas o leen notastomadas apresuradamente.

La obsesión del cable por la emi-sión en directo ha hecho que se per-diera la oportunidad de hacer variascomprobaciones, reescribir, editar y,a menudo, incluso hacer reporteris-mo. Se ha perdido, en otras palabras,el periodismo de verificar y se ha con-vertido poco a poco en un periodis-mo de afirmar.

Y hay sutiles diferencias. El perio-dismo de las cadenas de noticias tra-dicionales, que se hace con historiasmuy visuales, tiende a llevar a los es-pectadores a lo que ocurre en el mun-do exterior. Los canales de cable ofre-cen historias que se hacen con invi-tados de talk-show y que lleva a los es-pectadores directamente a los platós.En este nuevo tipo de periodismo te-levisivo la noticia es secundaria, loque importa es el debate sobre la no-ticia.

El periodismo de televisión naciópara que las cadenas ganaran presti-gio, no dinero. En el cable todo giraen torno a los beneficios y mantenerbajos los costes. Lo que está desapare-ciendo es el idealismo sobre el poten-cial de la televisión como un mediopara mejorar nuestras sociedad ynuestra política. �

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DOMINGO DEL PINO GUTIÉRREZ

E scribía J. J. Servan-Schreiber,fundador del semanario fran-cés L’Express, en su libro Le pou-voir d’informer (El poder de in-

formar) que “existe un tema sobre elcual la prensa escrita y hablada ape-nas si informa al público: la prensamisma”. En el mismo libro Servan-Schreiber sostenía que “el poder delos Gobiernos parece estrellarse antela complejidad de la máquina social,el de los políticos es cuestionado o he-cho fracasar por los electores, el delos sindicatos regularmente desbor-dado por la base” y añadía: “El únicoque va en crecimiento constante es elpoder de informar gracias a los ade-lantos técnicos”.

No existe periodista que en algúnmomento de su vida no se haya refe-rido al filósofo conservador irlandésEdmund Burke y a su expresión ‘cuar-to poder’, que tanta vitalidad ha apor-tado al ego de todos los periodistasdurante los dos últimos siglos. Perosobre ese pretendido ‘cuarto poder’existe, en mi opinión, tanta incerti-dumbre como sobre la paternidad dela expresión, sobre la cual nadie haencontrado traza en la obra escrita deBurke. Sólo el filósofo conservadorThomas Carlyle en su obra sobre Loshéroes, asegura habérsela oído.

El cuarto poder que se le suponea la prensa y por abusiva extensión alos periodistas, constituye una de esas

BIPARTIDISMO, BIPERIODISMO, ‘PRÊT-À-PORTER’

La aportación del periodismo al juegodemocráticoEl periodismo independiente ha perdido campos en que pastar yposibilidad de ejercer cierta saludable y necesaria función crítica.

Domingo del Pino es periodista, ex director del Servicio Árabe de Efe y colaborador de varias publicaciones e instituciones.

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cláusulas de estilo de todo trabajo so-bre la función de la prensa, cuya ve-racidad parece confirmada por el sim-ple hecho de ser muy repetida. Cuar-to poder o no, lo que convendría esinterrogarnos sobre la calidad y la cla-ridad de nuestra aportación al juegodemocrático. En cualquier caso, y enlos últimos años sobre todo, en con-tra de lo que pretendía Servan-Schrei-ber, la prensa sí habla sobre ella mis-ma.

François Henry Vrieu (La mediocra-cia) afirma que los medios “son unarealidad social que a la vez prolongay refuerza a los otros poderes, pertur-ba sus relaciones tradicionales y daun peso considerable a nuevos acto-res”. Viene a decir, en suma, que losmedios pueden conceder certificadosde nacimiento o defunción, lo cualcorresponde a la percepción un tan-to pretenciosa de nuestro ‘poder’ y elde los medios en que trabajamos, cla-ramente contenida en la expresiónque circula por muchas redaccionesde que “lo que no sale en mi mediono existe”.

Una salvedad: me refiero en estetrabajo a la información política engeneral y no a otro tipo de actividadmultimedia, como el entretenimien-to o las tertulias del corazón, sobre cu-ya catalogación no me pronuncioaunque comprendo y admito que lainfluencia o el cuarto poder es hoyalgo mucho más complejo que no seagota en la función de informar.

Desde la gran recomposición del

panorama mediático español de fina-les de los años noventa, los periodis-tas no sólo nos limitamos a trasladara la sociedad el debate Gobierno-opo-sición de los políticos sino que hemosinstitucionalizado un debate parale-lo que podríamos caracterizar comode periodistas/gobierno-periodistas/oposición. Esto no es un juicio de va-lor sobre la calidad y la honradez delos protagonistas de ese debate orga-nizado, sino simplemente una cons-tatación de su existencia. Las emiso-ras de radio y la prensa escrita llevanlo esencial de ese enfrentamiento dia-léctico entre periodistas, aunque en

Con el biperiodismo

se pierde la posibilidad

de presentar a las

audiencias una actitud más

critica y a la vez más

sincrética de las gestiones

y actuaciones de Gobiernos

y oposiciones.

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��� Bipartidismo, biperiodismo, ‘prêt-à-porter’

los últimos tiempos esta evolución sehaya extendido a la televisión públi-ca central y a la autonómica.

Absorto en esa pugna dialécticadominante, el periodismo indepen-diente –entendiendo por indepen-diente el que no está adscrito a nin-guno de los dos grandes grupos me-diáticos y equipos periodísticos– haperdido campos en que pastar y po-sibilidad de ejercer, desde una since-ridad y un convencimiento por lo me-nos igual, una cierta saludable y ne-cesaria función crítica. Dicho conotras palabras, se pierde en ese ejer-cicio casi monopolístico, en ese bipe-riodismo, la posibilidad de presentara las audiencias una actitud más cri-tica y a la vez más sincrética de lasgestiones y actuaciones de Gobiernosy oposiciones y por consiguiente depropiciar una estructuración pluralde la sociedad.

¿Quién no ha tenido la tentaciónalguna vez de constituirse su Gobier-no ideal e imaginario, por ejemplo conun poquito de las políticas económi-cas del PP, un poquito de las políticassociales del PSOE, y algunas recetasde otras formaciones, o un Gabinetea la medida con los ministros que leparezcan más eficaces, ya sea sacadode los partidos o de la sociedad civilno partidaria? Es verdad que esto con-cierne más al sistema electoral que alos partidos mismos, pero también escierto que el sistema electoral es opuede ser lo que los legisladores de-cidan.

Lo concreto es que el bipartidismoexistente, consecuencia lógica de unavisión utilitaria de los procesos elec-torales, se completa ahora con un bi-periodismo resultado a su vez de unapolarización pragmática de los me-diadores en torno a los medios quepueden ofrecer una plataforma solven-te de proyección personal. El resulta-do es que se reduce la oferta políticaa las dos opciones mayoritarias, sepierde distancia de Gobierno y opo-sición y desaparece buena parte de laapreciación crítica de la realidad queno sea la destinada a confirmar o ne-gar las opciones de los patrocinado-res.

La vida política queda así reduci-da a dos partidos, lo cual en definiti-va puede conducir a un turnismo tá-cito o declarado, y en todo caso a quelas mayorías se sucedan unas a otras–salvo el caso excepcional de esta úl-tima contienda electoral en que elpartido saliente rompió, de una ma-nera demasiado brusca y radical, elentendimiento existente en políticaexterior– por cansancio del electora-do más que por la existencia de pro-yectos políticos innovadores y dife-renciados. Se pierde lo que el Mayo68 pretendía: llevar un poco de ima-ginación al poder.

En lo que a nuestra profesión con-cierne, las transformaciones ocurridasdesde que comenzamos en ella quie-nes por edad tenemos cierta seniority,son enormes. No puedo abarcarlas to-das en este artículo pero me referiré

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a las dos que me parecen más nota-bles. La primera de ellas es que entrelos mediadores clásicos, los periodis-tas, y los políticos o las instituciones,los poderes y las empresas en gene-ral, surgió un nuevo mediador de me-diadores, los jefes de prensa o los ga-binetes de prensa. Ellos han sustitui-do la función investigadora propiadel periodista por la comodidad deunas informaciones que precocinany cuyo contenido controlan. Es unasituación que parece convenir a todos;a los grupos multimedia, porque lesahorra costes, y a los productores deinformación, porque la producenellos mismos de la forma que más lesconviene.

El director de Efe Carlos G. Reigo-sa ya había alertado sobre ello, en al-guno de sus trabajos consagrados alperiodismo, cuando señalaba haceunos años que en la propia agenciaEfe se había encontrado con que susperiodistas preferían casi siempre lafacilidad de una información preco-cinada al esfuerzo de “cocinarla”. Siconsideramos que las agencias de no-ticias suministran lo esencial de lasinformaciones de que se nutrían losinformativos de las emisoras de radioy televisiones, y las redacciones de losdiarios, comprenderemos fácilmentela inquietud de Reigosa ante esa si-tuación.

La segunda evolución me parececonsecuencia, aunque no solamentede ello, del bipartidismo y el biperio-dismo reinantes. Me refiero al enco-

gimiento del mundo servido a la con-sideración de la sociedad. Todo aque-llo que no forma parte del ‘ombligo’nacional e internacional sobre el cualal Gobierno y a la oposición les com-place recrearse, como las dos terceraspartes de la humanidad restante, lohemos sacado de la historia por elmétodo expeditivo de no hablar deello.

El resultado, que también ha con-venido a todos, es que los correspon-sales españoles en el extranjero sehan reagrupado en las capitales occi-dentales, y han abandonado aquelmundo que de vez en cuando recuer-

Los gabinetes de prensa han

sustituido la función

investigadora propia del

periodista por la comodidad

de unas informaciones que

precocinan y cuyo contenido

controlan.

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��� Bipartidismo, biperiodismo, ‘prêt-à-porter’

da dramáticamente su existencia.Afortunadamente el periodismo, lainformación para ser más precisos, escomo la economía globalizada o ese“trabajo como una sola unidad entiempo real a escala planetaria” quesegún Manuel Castells define a la glo-balización. Podría citar también lautopía de la aldea global de McLuhan,pero precisamente esta historia queomitimos la ha maltratado en gradosumo.

El terrorismo, las pateras, las gue-rras étnicas y seudorreligiosas, losconflictos perennes como el del Sa-hara Occidental y el palestino-israelí,nos recuerdan cada día, no obstante,que existe un ‘mundo real’ al que na-die puede poner puertas. La claridadde sus mensajes, sin embargo, no nosha incitado aún a dejar de presentaresos fenómenos como disociados delos problemas de los pueblos en cu-yo nombre hablan o pretenden ha-blar y siguen percibidos como ajenosa una historia de la que en gran par-te somos responsables.

Hace años todo esto nos parecía le-jano y ajeno y nos producía un cier-to aburrimiento cómplice. Al aburri-miento sucedió el fastidio cuando lasimágenes de los niños africanos fa-mélicos y enfermos, por ejemplo, secolaban en nuestros almuerzos o ce-nas. Puede que entonces recordára-mos fugazmente aquel 0,2, 0,3, o 0,7por ciento del PIB que nuestros Go-biernos habían prometido donar. Hoyel aburrimiento y el fastidio han ce-

dido la vez al miedo. Ya no vemos só-lo niños y mayores hambrientos. Loque tenemos en nuestras pantallasson seres humanos degollados o quevan a degollar quienes les han secues-trado y cuerpos que saltan en peda-zos bajo el efecto de las bombas.

La barbarie original de los tiempossin historia vuelve a reaparecer, peroahora ya no les ocurre a ‘otros’; suce-de entre nosotros y cualquiera puedeser víctima. Y sin embargo, seguimossin ver la gradualidad ascendente deesta evolución. Mientras, persiste elegoísmo de los Gobiernos y las insti-tuciones financieras internacionalesy se mantiene nuestra pasividad an-te un mundo a todas luces injusto. Esun egoísmo que no remite ni siquie-ra ahora que la cooperación interna-cional no parece tener más objetivoque ayudarles para que se quedendonde están.

Grandes teóricos de la comunica-ción como Robert Putnam han habla-do ya de “democracias desafectas” pa-ra describir el spleen que se ha exten-dido por las democracias occidenta-les y la falta de participación ciuda-dana. Los diagnósticos en ese sentidoabundan. Más cerca de nosotros loseurobarómetros y algunos estudiosdel Centro de Investigaciones Socio-lógicas apuntan a una notable faltade visibilidad por la sociedad civil delo que hacen los políticos y como re-sultado de ello a una cierta desmoti-vación por la política. Aunque exis-ten opiniones bien fundamentadas

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en sentido contrario, la creciente apa-rición de medios alternativos, espon-táneos y ciudadanos de informacióny comunicación confirma, aunquesea por defecto, una falta de confian-za en el periodismo y la política tra-dicionales.

La pregunta pertinente es: ¿quénos ha pasado?, ¿cómo hemos podi-do llegar a este punto? En lo que con-cierne estrictamente a la percepcióndel mundo circundante y a pesar deque no existen estudios científicosque lo confirmen o lo desmientan, nosería descabellado pensar que la au-sencia de periodistas españoles de losgrandes escenarios en los que en de-finitiva se debate el destino de la hu-manidad, ha contribuido de una ma-nera notable a la percepción de unresto del mundo lanzado al asalto denuestro bienestar, terrorista, antide-mocrático, que amenaza nuestro mo-do de vida y nuestra seguridad.

En los años cincuenta, sesenta yparte de los setenta, por una felizcoincidencia, la sociedad española as-piraba a vivir en democracia y nues-tros vecinos del sur a liberarse de lacolonización. Entonces les compren-díamos y las personas circulaban conrelativa libertad de una orilla a otradel Mediterráneo. La intuición hacíaque la solidaridad con las luchas porla descolonización fuera una mane-ra de reforzar nuestra propia ambi-ción democrática, hacía posible lasimpatía con que les veíamos.

Algunos periodistas, entre los cua-

les me cuento, nos lanzamos a descu-brir y a contar las historias del mun-do que despertaba y que al liberarsenos ayudaba a liberarnos. Los veía-mos y los presentábamos con com-prensión. Yo escogí Cuba como pri-mera experiencia y allí me fui en1963. Los ‘comandantes’ cubanos quequería entrevistar me daban cita enel Turf de El Vedado, una especie deOliver de La Habana; en el Monseñor,donde tocaba el piano el gran Bola deNieve, y en la Habana Vieja, por cu-yas esquinas sonaba la voz ronca ymelosa de Moraima Secades. En Tro-picana bailaban las mulatas más es-

La ausencia de periodistas

españoles de los grandes

escenarios ha contribuido a

la percepción de un resto

del mundo lanzado al asalto

de nuestro bienestar,

terrorista, antidemocrático,

que amenaza nuestro modo

de vida y nuestra seguridad.

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��� Bipartidismo, biperiodismo, ‘prêt-à-porter’

culturales que he visto en mi vida, de-mostración vibrante de las ventajas delmestizaje que los descendientes de losdescubridores hispanos hemos sidoúnicos en propiciar.

Los periodistas familiarizamos anuestros compatriotas con la aborta-da experiencia de Salvador Allende,con los tupamaros, los montoneros ymás recientemente con los nicas de Da-niel Ortega. De África dimos a cono-cer a Sekú Turé, Nkwame Nkrumah,Julius Nyerere, Jomo Kenyatta, Amil-car Cabral y Agostinho Neto, NelsonMandela, y otros muchos.

Por su mayor proximidad, los es-pañoles tuvimos una cierta preferen-cia además de por Cuba, que sigue des-pertando pasiones encontradas, porel marroquí Ben Barka y el argelinoBen Bella. En los años setenta nos en-tusiasmamos con el Frente Polisarioque, curiosamente, después de Mus-tafá el Uali no ha ‘producido’ ningúndirigente cuya reputación logre tras-pasar las fronteras del Sahara.

Las llamábamos “guerras de libe-ración” y sus luchas y sus medios nosparecían legítimos pues combatíanuna ilegitimidad incuestionable: lacolonización. Había cierto respeto enla percepción del africano y dignidadreconocida de los objetivos de sus lu-chas y de las personas que las enca-bezaban. En Europa recibíamos a suslíderes, nuestras universidades abríanlas puertas a sus intelectuales y a susestudiantes, y las empresas empleabana sus trabajadores emigrantes.

Como resultado de aquellas déca-das promiscuas, somos millones loseuropeos que hemos vivido en el sur,y millones los ciudadanos del sur quehan vivido, vivieron y viven entre nos-otros. Sabemos que hemos convividoen paz y que se puede convivir en paz.Además, en los años 50/60, cuando nues-tras puertas aún estaban abiertas, éra-mos más pobres que hoy y el trabajoescaseaba. Hoy tenemos estudios cien-tíficos que aseguran que les necesita-mos para compensar la falta de fuer-za de trabajo, detener nuestro propiodescenso demográfico y deshacer laamenaza que pesa sobre las prestacio-nes sociales y su financiación. Pero lescerramos las puertas.

La cuestión es hoy cómo transfor-mar el odio actual hacia Occidente enuna convivencia como la pasada. Co-mo periodista se me ocurre que co-mencemos por prestarles atención co-mo en el pasado, que más allá del te-rrorismo sepamos ver a unas socieda-des que tienen las mismas aspiracio-nes y las mismas necesidades básicasque nosotros teníamos en los añoscincuenta, y que recuperemos la com-prensión y la solidaridad de los añosde la descolonización. Sobre todo, co-mo decía Catón a sus pares del Sena-do, que “no nos prevengamos hacién-doles a ellos lo que creemos que ellosnos harían a nosotros”. Si los perio-distas no apoyamos el entendimien-to, el cuarto poder no pasará de serun irrelevante prêt-à-porter de la infor-mación y de la política. �

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CUADERNOS DE PERIODISTAS, OCTUBRE DE 2004—61

JOSÉ MANUEL VERA BORJA

Un reciente estudio sociológi-co sobre la profesión perio-dística en la provincia de Cá-diz, promovido por la Aso-

ciación de la Prensa gaditana, dibujaun perfil que muestra el cambio queremueve los cimientos de la profe-sión, configurando un horizonte amedias esperanzador y preocupante.

El estudio refleja la existencia deun colectivo profesional joven, conuna media de 33 años y una profe-sión en fase de rejuvenecimiento yprofesionalización. Como se sabe, unade las características más singularesdel periodismo es la posibilidad de ejer-cerlo sin poseer la titulación especí-fica. Sin embargo, se está producien-do una progresiva profesionalizacióndel oficio periodístico, de forma quesiete de cada diez entrevistados tie-

nen estudios universitarios y el 56%posee la titulación específica. Contri-buye a ello el rápido crecimiento delicenciados: el 43% de los periodistasde Cádiz obtuvo su título entre 1997y 2003.

La profesión periodística está toda-vía dominada por los varones (56,5%),aunque se encuentra en un procesode feminización progresivo que haráque las mujeres sean mayoría en po-cos años si continúan las actuales ten-dencias. Las mujeres predominan enlos gabinetes de prensa y los varonesen la prensa escrita, donde porcentual-mente son el doble. El poder de losmedios es claramente masculino: el4,6% de los periodistas varones sondirectivos, frente al 0,7% de mujeres.Predominan en las tareas de coordi-nación, redacción, dirección y jefatu-

Rejuvenecimiento yprofesionalización del periodismo gaditanoSegún un reciente estudio, siete de cada diez entrevistados tienenestudios universitarios y el 56% posee la titulación específica.

José Manuel Vera Borja es sociólogo.

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��� El periodismo en Cádiz

ras de sección y las mujeres en tareascomo auxiliar de redacción y en lasrelaciones con los medios.

La principal vía de acceso al pri-mer empleo de los periodistas gadi-tanos fue el envío del currículo o lapresentación personal en la empresa.Uno de cada tres lo encontró a travésde familiares y amigos.

Se puede considerar que el grue-so de la profesión periodística vive enunos parámetros de cierta estabilidady que la movilidad laboral en la pro-fesión afecta sobre todo a las nuevasincorporaciones. Otros datos abun-dan en la tesis del predominio de lacontinuidad laboral. Dos de cada tresperiodistas lleva más de tres años ensu empresa. Asimismo, el 44% de losperiodistas o no han cambiado nun-ca de empresa o lo han hecho sola-mente una vez.

Uno de cada dos tiene un contra-to fijo, el 40% es eventual y un 8% seencuentra en la denominada econo-mía sumergida, trabajando sin con-trato laboral. Donde hay mayor nú-mero de periodistas en esta situaciónes en la prensa y la televisión. Las mu-jeres tienen menor cantidad de con-tratos fijos que los varones, pero pro-porcionalmente son estos últimos losque tienen más empleo sin contratos.

Existe un margen de seguridad enlo que respecta a la consecución deun trabajo, pero en la mitad de loscasos se trata de trabajos inestables ymal pagados. Uno de cada dos perio-distas nunca ha estado en paro y el

87% de ellos lo han estado menos deun año en toda su vida laboral. La in-estabilidad se relaciona con los pro-fesionales mas jóvenes. Curiosamen-te, es en el sector privado donde sehacen, proporcionalmente, más con-tratos fijos.

Casi cuatro de cada diez periodis-tas (38%) realizan trabajos diferentesa los que figuran en sus contratos, enla mayoría de los casos (seis sobrediez) de mayor categoría, poniendo derelieve la subcontratación y el abusode la legislación laboral existente enel sector.

Aproximadamente uno de cadadiez ejerce como directivo, tres estánubicados en niveles intermedios, y elresto en puestos de base. La pirámi-de profesional de la actividad perio-dística tiene pocos escalones, perogran variedad de puestos de trabajo,de forma que sólo el 40% ha ascendi-do alguna vez y uno de cada dos pien-sa que tienen pocas o ninguna posi-bilidad de lograrlo, creando la ima-gen de una profesión con pocos in-centivos profesionales debido a su es-casa movilidad laboral ascendente.

La tipología de las empresas don-de trabajan los periodistas gaditanoses de tamaño medio. Uno de cada doslo hacen en empresas de menos de25 trabajadores, una cuarta parte enempresas entre 25 y 99 trabajadoresy el cuarto restante en las de más de100. La mayoría de las empresas (dosde cada tres) tienen establecidas víaspara facilitar la negociación colecti-

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va y más de la mitad delos entrevistados mani-fiestan tener un estatutolaboral específico. Pero esllamativo que más del20% afirme no poseerlo yel 19% no sepa si lo tiene.La mayoría de los que tie-nen estatuto específico seencuentra satisfecho conél, y los que más, en las em-presas públicas. Existeuna correlación clara en-tre el mayor nivel de satis-facción en casi todos los as-pectos del trabajo y la exis-tencia de convenios, po-niendo de manifiesto la bondad deeste instrumento de mediación.

El nivel de sindicación es muy ba-jo, alcanzando solamente al 14% dela muestra. Los que no están afiliadosalegan principalmente estas razonesal respecto:1. “Que no se lo han planteado”.2. “Que los sindicatos no defienden

los intereses de los periodistas”.3. “Que no le interesan” o “que no

son útiles”.El nivel de asociacionismo es ba-

jo. Las organizaciones que mayor par-ticipación concitan son las estrictamen-te profesionales: el 17% de los entre-vistados tiene una participación acti-va en alguna de las Asociaciones dela Prensa.

Las relaciones entre los directivosy empleados de las empresas mediá-ticas de la provincia son bastante cor-

diales y las relaciones ma-las entre compañeros sonmeramente anecdóticas(menos de un 3%). Ochode cada diez periodistasconsideran que el ambien-te general de su empresaes bueno, aunque se ha de-tectado en el estudio laexistencia de un 15% decasos de mobbing o acosomoral en esta comunidadprofesional.

La profesión periodísti-ca está muy mal pagada,muy lejos de los ingresosmedios de cualquier pro-

fesional de su nivel educativo y de suestatus social. La media del salario deun periodista en la provincia de Cá-diz es de 969,3 euros al mes. Lo másusual es cobrar entre 750 y 1.200 eu-ros. Uno de cada cuatro percibe men-sualmente menos de 750 euros. Lossueldos considerados medio-altos(más de 1.800 euros) sólo son cobra-dos por menos del 10% de la mues-tra.

La principal causa de insatisfac-ción laboral del gremio es la baja re-muneración salarial. Sólo los directi-vos participan de una forma signifi-cativa de los beneficios de las empre-sas para las que trabajan. La percep-ción mayoritaria es que la profesiónperiodística está mal pagada, quedan-do patente el gran descontento de es-te colectivo profesional al respecto.

La mayoría manifiesta encontrar-

Curiosamente, es en el sectorprivado dondese hacen, en proporción,más contratosfijos.

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��� El periodismo en Cádiz

se suficientemente capacitado parala realización de su trabajo y la cuar-ta parte siente que está realizando ta-reas inferiores a sus capacidades. El16% de los periodistas encuestadosmanifestó tener necesidades de for-mación, pero sólo la tercera parte lahan recibido por parte de sus empre-sas. En esta profesión la opinión ma-yoritaria es que la formación no in-fluye realmente en las posibilidadesde ascenso.

Los periodistas gaditanos trabajanuna media de 43 horas semanales,por encima de la media de los traba-jadores españoles. Este dato ocultarealidades heterogéneas como se vepor la altísima desviación típica, encuyo extremo superior se dan jorna-das de más de 100 horas semanales.Nueve de cada diez periodistas pro-longan su jornada laboral y de éstos,dos de cada tres lo hacen siempre ocasi siempre. Las características deltrabajo periodístico, junto a la esca-sez de plantillas, originan que el 40%de los periodistas trabaje en fines desemana y festivos. Las condiciones la-borales en que trabajan son la causade que el 15% de los periodistas se lle-ve, con mucha frecuencia, el trabajoa su casa, y casi la mitad lo haga oca-sionalmente. En consecuencia, unode cada tres periodistas considera queestá sobrecargado por su volumen detrabajo.

Dos de cada diez periodistas nodisfruta del tiempo de vacaciones mí-nimo que la ley estipula. El 69% de

ellos no recibe compensación alguna,perdiendo los días de vacaciones queles corresponden. Sólo uno de cadadiez cobra sus horas extraordinarias.Únicamente la mitad percibe las die-tas correspondientes de transporte,comida y alojamiento, y sólo el 15%recibe algún tipo de incentivo salarial.

Una de cada cuatro mujeres afir-ma que cobra menos que sus compa-ñeros varones de igual categoría la-boral, aunque para la mitad de las en-trevistadas el hecho de ser mujer noha tenido relevancia en su vida pro-fesional (47%). Las que consideran queles ha perjudicado (14%) son el doblede las que piensan que les ha benefi-ciado (7%). Un 8% de las periodistasentrevistadas manifiesta haberse sen-tido acosada sexualmente en su tra-bajo.

La mayoría de los periodistas hapensado cambiar de medio, y seis decada diez, de empresa. Sin embargo,parece claro que la profesión es paratoda la vida, siendo una proporciónescasa (11%) la de los que se han plan-teado alguna vez cambiar de profesión.

Los efectos negativos percibidos dela profesión sobre la vida de los pe-riodistas se centran en la escasa cali-dad de vida, la poca disponibilidadde tiempo de ocio y que uno de cadados considera que afecta negativa-mente su estado anímico. Más del40% se resiente en su vida familiar,afectiva y social. A pesar de ello, dosde cada tres se encuentran satisfechoscon su profesión.

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Persiguen una mejorade sus condiciones labora-les que les permita reali-zar adecuadamente su tra-bajo, mejores sueldos yoportunidades de formar-se para enfrentarse a nue-vos temas, encontrar nue-vos puestos de trabajo yconseguir el reconoci-miento profesional.

La satisfacción laboral,en una escala 1-10, alcan-za una nota media-alta(6,6 puntos) y sólo uno decada diez la califica conuna nota inferior al apro-bado. Este alto grado de satisfacciónlaboral, en contraposición con algu-nos de los indicadores más significa-tivos de la calidad de vida en el tra-bajo, pone de manifiesto el caráctervocacional de la profesión. La satis-facción laboral en una profesión contan alto componente vocacional ocu-pa un lugar muy importante en elgrado de felicidad que se refleja enla correlación estadística entre satis-facción en el trabajo y sentimientode felicidad.

La satisfacción profesional de es-tos trabajadores proviene principal-mente del propio ejercicio de su pro-fesión. Un trabajo que les apasiona,aunque se vea lastrado por motivoscomo el bajo salario, las excesivas ho-ras de trabajo, la inseguridad laboralen el contrato, la falta de medios, etc.También por el hecho de que siete de

cada diez periodistas ma-nifiesten que sufren o hansufrido presiones por elcontenido de las informa-ciones que realizan a lolargo de su carrera.

Los objetivos persona-les más importantes a losque aspiran son la mejo-ra de la calidad de vida, dela vida familiar y las rela-ciones sociales, así comola estabilidad del puestode trabajo y el aumentode ingresos que les permi-tan mantener o mejorarel nivel de vida.

Se corresponde la vocación profe-sional del periodismo con una claratendencia a la solidaridad que se plas-ma en la colaboración con organiza-ciones con fines sociales. Una de lasformas de participación más frecuen-te es a través del propio medio en elque se trabaja.

En opinión mayoritaria se respetael código deontológico de la profe-sión. La mayoría (60%) piensa que serespeta la libertad de información (in-vestigar, informar, comentar, criti-car), frente al 30% que opina lo con-trario. La mitad de los entrevistadosconsidera que la imagen de los perio-distas es buena o muy buena; por elcontrario, casi la otra mitad opinaque su imagen social es mala o muymala. El 60% de los entrevistados en-tiende que esta imagen ha evolucio-nado a peor en los últimos años. �

La opiniónmayoritaria esque la formaciónno influyerealmente en lasposibilidades deascenso.

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CECILIA OROZCO TASCÓN

L as imágenes de periodistas quese movilizan rodeados de escol-tas armados parecerían de pe-lícula en cualquier nación del

primer mundo. En Colombia, no. Lamayoría de los comunicadores andancomo los ciudadanos de a pie, peroen el círculo de los directores, colum-nistas y accionistas de empresas delgremio, la escena es corriente. Y aun-que a algunos les gusta exhibirse másde la cuenta, el asunto va en serio.No es gratuito que la organización Re-porteros sin Fronteras y la Fundaciónpara la Libertad de Prensa (FLIP), ha-yan clasificado este país como unode los primeros en la deplorable lis-ta de asesinatos, atentados y amena-zas contra la gente de los medios.

La “política de seguridad democrá-tica”, que ha traído al presidente Ál-

varo Uribe tanta popularidad, no lle-ga al sector de la información, segúnlas estadísticas o, todavía peor, al com-portamiento cauteloso que se nota enlas publicaciones. Mientras en el am-biente crece la sensación de que se re-cupera la tranquilidad nacional, el65% de los reporteros consultados pa-ra una encuesta que registraremos enpárrafos siguientes, admite que se au-tocensura para no incrementar losriesgos que ya viene corriendo. Si bienes cierto que la ausencia de garantíaspara ejercer la libertad de expresióna plenitud ha aquejado a los colom-bianos durante décadas, también loes que las cifras que develan el pano-rama actual no son alentadoras: caenunas modalidades de ataque; sin em-bargo, se incrementan otras, y la no-vedad tampoco es positiva: han ingre-

EL PERIODISMO COLOMBIANO

Revisión constructiva de ‘culpas’El 65% de los reporteros colombianos consultados para una encuesta admite que se autocensura para no incrementar los riesgos que ya viene corriendo.

Cecilia Orozco Tascón es la defensora del lector en el diario El Tiempo de Bogotá.

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sado otras formas de coacción, median-te las cuales se pretende evitar quecirculen determinadas noticias.

Estadísticas contradictoriasSegún un cuadro de la FLIP1 que com-para los sucesos del primer semestrede 2003 contra el de 2004, los asesi-natos de periodistas bajaron de 4 a 2;las amenazas de muerte, de 39 a 16,y los secuestros, de 9 a 0. Permanecióigual el número de trabajadores de laprensa que tomó el camino del exi-lio (3). No obstante, otros 5 están a laespera de ayuda para poder estable-cerse en el exterior. Se aumentó elnúmero de atentados (de 1 a 2); el deagresiones y obstrucciones a activida-des periodísticas por parte de los or-ganismos del Estado (de 10 a 15). Y es-te año se presentaron, por primera vez,las modalidades de hurto de informa-ción (1) y de tortura (1). En efecto, enun tenebroso hecho, una reporterafue torturada por paramilitares paraobligarla a dejar su oficio en un ca-nal de televisión de Barrancaberme-ja, puerto petrolero al noreste de larepública, donde se vive una ola deamenazas sin precedentes contra losinformadores. Entre tanto, la redac-tora de un diario sufrió la violaciónde su domicilio. Unos ladrones asal-taron la casa con el único objeto derobarle documentos relacionados consu cargo.

No obstante, no se debería calcu-lar el grado de libertad de prensa que

se practica en Colombia, a través desimples sumas y restas. Las estadísti-cas necesitan rostros para entender-las en su dimensión humana. Es im-perativo decir cómo se llamaban losasesinados, cuáles resortes prohibi-dos tocaron los amenazados y por quéfueron expulsadas de sus tierras lasvíctimas del exilio. Óscar Polanco, quedirigía un programa de televisión enCartago, población al norte del de-partamento (estado) del Valle del Cau-ca, perdió la vida a manos de delin-cuentes pagados, a comienzos de es-te año. Polanco había publicado de-nuncias contra varios funcionarios dela región. Otro reportero de la pro-vincia, Martín La Rota, fue acribilla-do por sicarios en febrero. El mes pa-sado, un reportero de Valledupar, ciu-dad ubicada en la costa norte del pa-ís, recibió una advertencia ( “…dígan-le que es mejor que se cuide”) des-pués de que el periódico donde labo-raba, publicara un informe sobre elasesinato del líder de un pueblo in-dígena. El comunicador abandonó laciudad, a pesar de que no fue el au-tor del artículo. El impreso Nuevo Día,de Ibagué, capital de otra región, re-cibió un significativo mensaje cuan-do se refirió a grupos paramilitares.“Su sindicación temeraria se paga conla muerte”, le escribieron. Hace po-cos días, la Flip2 reportó dos nuevascoacciones: el exilio de Cristian He-rrera, del diario La Opinión, de Cúcu-ta, capital de Norte de Santander, don-de se ha presentado una amenaza ma-

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��� El periodismo colombiano

siva contra quienes informan sobreel dominio político de las autodefen-sas. Y las intimidaciones a ClaudiaDuque, quien investigaba los trans-fondos del proceso por el homicidiodel popular humorista de televisiónJaime Garzón.

Escandalosos hallazgosLa limitación para ejercer, en la prác-tica, la libertad de información es,pues, grave. Luego, cabe una pregun-ta reflexiva: ¿el descenso en la canti-dad registrada de asesinatos, secues-tros o advertencias, es el anuncio deque se vislumbran tiempos mejores?Medios para la Paz3, una respetableentidad que propende por la calidadprofesional de las informaciones so-bre el conflicto armado, realizó, en-tre 2002 y 2003, un estudio sobre lascondiciones que soportan los perio-distas de provincia en el desempeñode sus funciones. 250 informadoresde once departamentos decidierondesnudar su realidad, a condición deque no se les identificara. Los hallaz-gos son escandalosos. El 65%, que ha-bíamos mencionado en un párrafoanterior, manifestó que se siente pre-sionado por los actores de la guerrainterna, incluyendo las fuerzas del Es-tado. Casi todos ellos admitieron queescogieron el silencio en lugar de lapalabra, porque el primero equivalea la vida y la segunda, al destierro,en el mejor de los casos.

Una correcta interpretación nos

indica, entonces, que la ruta de la in-formación, que debería fluir de ma-nera continua, se quebró y que las es-tadísticas no son un reflejo correctode la cotidianidad. De un lado, en-contramos la periferia geográfica, ysus verdades ocultas; y del otro, loscentros metropolitanos, con libertadde información y de opinión, perocon una visión recortada del resto delpaís. Los grandes medios cubren, através de sus corresponsales, los acon-tecimientos de la provincia. Sin em-bargo, no pueden controlar los mie-dos ni los compromisos personalesque han adquirido sus representan-tes en las zonas de conflicto. Las re-velaciones de la encuesta no terminanahí. El 54% de los participantes creeque las amenazas provienen de losprotagonistas de casos de corrupciónmunicipal y regional, los cuales, a suvez, cuentan con un brazo armado enlas bandas ilegales. Éstas les brindanprotección a los políticos a condiciónde que les devuelvan los favores enmoneda y, claro, en puestos clave dela Administración. Ejemplos al can-to: hace escasas semanas, dos alcal-des de capitales departamentales, elde Cúcuta y el de Riohacha, fuerondetenidos por conexiones económi-cas y políticas con el paramilitaris-mo. En las dos ciudades los medioshan sufrido fuertes presiones.

En consecuencia, es un error con-siderar que los problemas de la pren-sa colombiana tienen origen sólo enla confrontación armada. Valientes

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de la prensa –que los hay– han deve-lado las acciones de políticos tradicio-nales que entrelazaron sus interesescon los de las organizaciones ilegales,para compartir los beneficios econó-micos de la corrupción. Del documen-to de Medios para la Paz se deduceque corresponsales y empleados depequeños medios locales diseminaninformación parcializada y eliminanla que puede perjudicar a determina-do sector. En otras palabras, que losreporteros, como el resto de la pobla-ción, son dominados por quienes abu-san del poder y por sus aliados, losque usan el terror. Como era de espe-rarse, los comunicadores que han ma-nipulado las noticias –a voluntad ocontra ella– se convirtieron en obje-tivos militares de los contradictores desus favorecidos. Los documentos quesoportan varios procesos judiciales in-dican que políticos y terroristas actua-ron de consuno para asesinar o ex-pulsar de sus regiones a periodistasincómodos para uno de los bandos.

El temor es, probablemente, elprincipal factor de control a la infor-mación en las localidades, pero no elúnico. El bajo nivel educativo y la ca-rencia de recursos personales incidenen su venalidad. La desprotección delos corresponsales se ha incrementa-do como consecuencia de su débil vín-culo contractual con las compañíasde radio y televisión de las grandesciudades (pago por nota publicada,en vez de salario fijo). Por eso, no esextraño que acudan al sistema de “in-

flar” los sucesos, es decir, de aumen-tar su impacto real para conseguirque se apruebe su emisión. Ellos tam-bién saben que el tema que atrae alos centros mediáticos es el de la gue-rra, y que sus problemas diarios nointeresan, excepto si se presentan de-sastres naturales. Es así que la distor-sión de las noticias funciona en do-ble sentido, porque se abstienen deenviar unas informaciones, y exage-ran otras cuando les conviene.

La realidad metropolitanaLos periodistas de las urbes viven unarealidad diferente, más soportable, apesar de que no está exenta de pre-siones. Para empezar, la crisis econó-mica de la última década, se yuxta-puso a otra, en el área de las comu-nicaciones. Empresas de renombre,particularmente de televisión, cerra-ron sus puertas, y las demás, inclusolas más sólidas, se vieron obligadas areducir sus plantas de personal. El sis-tema laboral que preveía estabilidad,se interrumpió, y los legisladores dis-minuyeron las garantías. Los emple-ados costosos fueron despedidos. En sulugar, llegaron reporteros con escasapreparación y menor experiencia. Elahorro en las salas de redacción sur-tió su propósito de disminuir los gas-tos, pero a costa de la calidad. Quie-nes lograron permanecer en sus pues-tos, tuvieron que someterse a sensi-bles reducciones salariales. Aún hoy,cuando las cifras oficiales hablan de

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��� El periodismo colombiano

recuperación, viven con el miedo aldesempleo. Tales condiciones han re-cortado su capacidad de disenso. Lacobertura internacional cayó a unpunto insignificante; descendió el nú-mero de páginas en los medios escri-tos, y el tiempo de emisión en los no-ticieros televisivos. Finalmente, y concontadas excepciones, la publicidadadquirió un apabullante poder, endesmedro de la independencia.

Aparte de la maltrecha economía,la historia de la violencia también pe-sa. El narcoterrorismo, como se cono-ció la ola de atentados masivos con-tra los habitantes de Bogotá, Medellíny Cali, las tres principales ciudadescolombianas, dejó miles de muertosa finales de los años ochenta. Pronto,las mafias del narcotráfico entendie-ron que los medios y los periodistasconstituían un objetivo estratégico ensu intento de doblegar al Estado. Des-tacados directores y columnistas fue-ron asesinados y secuestrados. El Es-pectador, tradicional diario bogotanode circulación nacional, enfrentó laspeores consecuencias: una carga ex-plosiva destruyó sus instalaciones ysu director, Guillermo Cano, uno delos decanos del gremio, fue asesina-do. Pablo Escobar, el capo de todos loscapos, secuestro a Francisco Santos,socio y pariente de la familia propie-taria de El Tiempo, el periódico másinfluyente de Colombia. Otros nota-bles personajes de los medios no pu-dieron escapar a la persecución. Fueel ataque criminal más fuerte que ha-

ya sufrido la prensa en este continen-te en los últimos años. Aquella épo-ca superada por los hechos, dejó hue-llas.

Enrique Santos, codirector de ElTiempo, opina que “la ofensiva del nar-cotráfico logró castrar de manera par-cial el celo investigativo. Hoy, sin em-bargo, lo ha recuperado, como lo de-muestran las ediciones dominicalesde los principales diarios. Sin embar-go, en radio y televisión, esa activi-dad es inexistente”. Salud Hernández,columnista española radicada en Bo-gotá, contrasta el comentario de San-tos cuando afirma que “la mayor fa-lencia del periodismo nacional es laausencia de investigación”. FernandoQuijano y Francisco Jaramillo, editorgeneral y jefe de redacción de El Co-lombiano, de Medellín, terciaron en ladiscusión: “No podría asegurarse queno se investiga en la prensa escrita.Incluso todavía se paga con la vidapor ello, como le sucedió al subdirec-tor de La Patria, Orlando Sierra (deManizales). De hecho, recibimos elPremio Rey de España, en 2002, poruna serie sobre la urbanización delconflicto armado en la comuna 13,un complejo de barrios marginadosque la guerrilla y las autodefensas sedisputaban”.

Las relaciones con el poderEs indispensable, para completar laradiografía sobre los medios colom-bianos, darle un vistazo a las relacio-

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nes de la prensa metropolitana conel poder central. El ascenso de Álva-ro Uribe a la Presidencia de la Repú-blica, –hace dos años– marcó un hi-to de forma y fondo. Contrario a susantecesores y a su competidor en laselecciones, Uribe ganó con un estilocampesino, y con un discurso queofrecía mano dura y la derrota de losgrupos insurgentes. Los atentados delas Torres Gemelas de Nueva York ge-neraron un ambiente internacionaltodavía más favorable al desarrollo desus planes en casa. La seguridad ga-nó espacio y van perdiendo terrenolas libertades individuales. El fervoro-so apoyo popular a su imagen lograel milagro de eliminar los obstáculosque se le ponen en el camino.

El “embrujo”, como se le ha deno-minado al encanto presidencial, noparece excluir a la prensa informati-va. Las críticas por una supuesta una-nimidad de los periodistas a favor delGobierno, se han hecho sentir en al-gunas columnas de opinión. El co-mentarista de El Espectador Ramiro Be-jarano, fuerte opositor de la Adminis-tración, señala que “durante el man-dato del presidente Uribe se ha con-vertido casi en una herejía opinar ensentido adverso al Gobierno, y quie-nes hemos decidido, por razones es-trictamente ideológicas, no sumarnosa los elogios, estamos expuestos a en-frentar situaciones desapacibles entodos los escenarios”. Bejarano sostie-ne, además, que el ambiente hostil con-tra quienes discrepan del mandatario

es promovido por el propio Uribe,quien suele adoptar una “actitud des-comedida e insultante, cuando locuestionan”. Sin desmentir al colum-nista, Enrique Santos matiza la res-puesta: “Puede ser cierto que en losmedios audiovisuales haya una acti-tud pasiva. La prensa regional tam-poco se caracteriza por su indepen-dencia. La capitalina, en cambio,guarda la distancia. El diario El Nue-vo Siglo es de franca oposición. El Es-pectador cuestiona con frecuencia aUribe, y El Tiempo es considerado porel uribismo como enemigo del Go-bierno por sus críticas editoriales amuchas políticas presidenciales”. Eldirector del programa informativo deCaracol Radio, Darío Arizmendi, mi-ra el trabajo de su cadena desde otroángulo: “Creo que la radio marca de-rroteros, es pluralista y no manipulaporque se transmite en directo”.

Más allá del comportamientoadoptado por voluntad propia, preo-cupan las voces que insisten en quehay presiones que nacen en la Casade Nariño, sede del Ejecutivo. El in-tento de cambiar la Constitución pa-ra que el presidente Uribe pueda as-pirar a la reelección dentro de dosaños, ha exasperado los ánimos. El in-fluyente columnista Roberto Posada,cuya posición política no es hostil alGobierno, escribió, hace pocos días,que El Nuevo Siglo, “único órgano deoposición que hoy existe en el país,está en plan antirreeleccionista… [pe-ro que] bien harían los empresarios,

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��� El periodismo colombiano

en su mayoría uribistas, en no sepul-tar las audacias intelectuales de esediario, al quitarle por completo lapauta”. Bejarano remató con una afir-mación más drástica: “Además de laviolencia del conflicto armado, el ciu-dadano del común es violentado porla precaria y parcializada informa-ción que le suministran”. Los edito-res de El Colombiano afirman, desdela segunda ciudad del país, que no hanrecibido presiones, aunque admitenque “el manejo de medios por partedel presidente hace que muchos pe-riodistas se casen con una sola ver-sión”.

Y los receptores de la información,¿cómo califican a sus medios? La de-fensora del lector de El Tiempo reali-zó una consulta4 entre 14 directivosde prestigiosas publicaciones para ela-borar una lista de las “culpas” que secometen con mayor frecuencia. Re-gistró, de otro lado, la reacción, a esaconfesión, de cien personas que escri-bieron al foro electrónico del diario.La combinación de opiniones fue in-teresante. Los comunicadores acepta-ron que su pecado “mortal” era la de-pendencia del poder, y sus receptoresestuvieron de acuerdo con esa clasi-ficación.

En suma, dos periodismos vivenaislados, el uno del otro, en esta na-ción. Uno, el de las provincias semiur-banas y rurales, atrasado, sometido,limitado por las circunstancias socia-les, económicas y políticas; otro, el delas ciudades, moderno, con tecnolo-

gía, protegido en sus edificaciones,influyente. Ambos, sin embargo, tie-nen un hilo conductor: sus relacionescon el poder local o nacional. Los me-dios no gozan de la sana distanciaque se requeriría para cumplir con sutarea ética. Ésta es la cruda realidad.No obstante, para terminar con jus-teza, debemos referirnos a las cuali-dades que acompañan a los profesio-nales de la comunicación. Se necesi-ta arrojo para ser periodista en Co-lombia. Los reporteros, en su mayo-ría, no huyen. Las mujeres de la pren-sa corren más riesgos que sus colegasen otras partes del mundo y no searredran por ello. Aunque los dedosde la mano alcancen para contarlas,algunas empresas mediáticas preser-van su independencia de opinión,contra viento y marea. Es cierto, co-mo dice Salud Hernández, que sólonos miramos el ombligo y que nos fal-ta roce internacional. Pero tambiénlo es que, como el dolor no nos hapermitido ver hacia fuera, hemosaprendido a revisar, más que nadie,nuestros errores. Y que hemos toma-do lecciones, hasta el punto de queestamos dispuestos a estudiar las sa-lidas. �

1. Diagnóstico de la libertad de prensa en Co-lombia. Primer semestre 2003-2004. FLIP

2. Reportes meses de julio y agosto 2004.FLIP

3. La guerra, una amenaza para la prensa.Medios para la Paz, 2002, 2003.

4. Columnas Defensora del Lector, 18 dejulio y 25 de julio 2004. El Tiempo, Bogotá.

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BERNARDINO M. HERNANDO

F laubert, cazador de tópicos.Pocos hombres ha habido tanenemigos de la estupidez hu-mana como Gustave Flaubert

(1821-1880). Tan enemigo y, al mismotiempo, tan fascinado por ella. ParaFlaubert, el síntoma definitivo de laestupidez humana es la existencia ymanejo de los lugares comunes.Unlugar común es una frase que todo elmundo repite sin saber lo que quie-re decir o creyendo que lo sabe. El lu-gar común o tópico no siempre refle-ja falsedad pero siempre refleja como-didad, pereza intelectual y cursilería.O sea,pretenciosidad. He ahí el tontoperfecto: no sabe nada, cree que lo sa-be todo y resume su pretendida sabi-duría y real ignorancia en frasecitasbreves como píldoras de receta médi-ca. Los lugares comunes son lo con-trario de las ideas y, en general, hui-

mos de las ideas como de la peste. Yadijo el propio Flaubert de los perso-najes de una de sus novelas (Bouvardy Pécuchet): “Y al tener más ideas au-mentaron sus sufrimientos”. Y, comoes natural, nadie quiere sufrir. Los lu-gares comunes tienen mucho que vercon lo que en Sociología se llaman es-tereotipos y que utilizados por el pe-riodismo ya fueron denunciados porWalter Lippman en su libro La opiniónpública (1932).

Que Flaubert odiara tanto la estu-pidez y su síntoma más claro, los lu-gares comunes, se entiende muy bienconociéndole: tardaba días en escri-bir una página trabajando siete horasdiarias, se documentaba hasta la exas-peración, no daba ni una sola palabrapor sabida ni una sola frase por cer-tera hasta que su privilegiada inteli-gencia la veía con toda claridad. Que

En qué ha quedado el cuarto poderEl periodismo es un poder transversal, lo que le hace estarpresente en los otros tres, confundirse en ocasiones con todos ycada uno de ellos.

Bernardino M. Hernando, de la Junta Directiva de la APM y director del curso de verano.

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��� En qué ha quedado el cuarto poder

semejante buscador empe-dernido fuera acometidopor furores sobrehuma-nos cuando se topaba conestúpidos repetidores de lainanidad hecha frase esperfectamente lógico. A lolargo de su vida fue to-mando notas para escribiruna especie de enciclope-dia de la estupidez huma-na reflejada en los lugarescomunes pero murió sin ha-ber escrito la obra. Con lasnotas que se encontrarondespués de su muerte se edi-tó un pequeño libro titu-lado, como el propio Flau-bert había querido, Diction-naire des idées reçues (Diccio-nario de lugares comu-nes): un admirable opús-culo muy imitado a lo lar-go del siglo XX y que nos sirve de in-troducción para hablar de uno de lostópicos más socorridos y peor docu-mentados: la Prensa es el Cuarto Po-der. Y de otros tópicos que conviertenen parloteo banal muchas disquisicio-nes sobre el Periodismo y que habrí-an irritado a Flaubert como le irrita-ba este que aparece en su diccionariobajo la rúbrica de journaux (periódi-cos): “No poder pasar sin ellos pero de-nigrarlos.”

Dos piezas para la caza del señorFlaubert. En otro lugar1 hemos de-sarrollado con mayor amplitud esta

‘caza’ de los dos tópicosque han marcado desdesiempre el estudio del pe-riodismo como poder:una atribución falsa y unaprecipitada y sintomáticaapropiación. Poca gente sepreocupa de contrastar ci-tas. ¡Con lo cómodo quees repetir lo dicho porotros o el uso de los dic-cionarios de citas!

La atribución falsa esla que convierte al dubli-nés Edmund Burke (1729-1797) en autor de la frase“El periodismo es el cuar-to poder”. Jamás la dijoaunque puso las bases pa-ra que, ya en el siglo XIX,la pronunciara y escribie-ra el periodista, político ehistoriador Thomas Ba-

bington Macaulay (1800-1859). Se su-ponía que había otros tres poderesmás importantes: el legislativo, el eje-cutivo y el judicial. Y esta división je-rárquica de poderes parece haber si-do enunciada por Montesquieu o, porlo menos, eso se dice siempre. Y heaquí la segunda pieza en la caza detópicos. Porque quien de verdad enun-ció tal división, siglos antes que Mon-tesquieu, fue Aristóteles que en su Po-lítica (VI-XI) dice textualmente: “En to-do Estado hay tres partes de cuyos in-tereses debe el legislador, si es enten-dido, ocuparse ante todo, arreglándo-los debidamente. Una vez bien orga-

La frase “Elperiodismo es elcuarto poder”no es de Burke,sino delperiodista,político e historiadorThomasBabingtonMacaulay

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nizadas estas tres partes, el Estado to-do resultará bien organizado; y losEstados no pueden realmente diferen-ciarse sino en razón de la organiza-ción diferente de estos tres elemen-tos. El primero de estos tres elemen-tos es la asamblea general, que deli-bera sobre los negocios públicos; elsegundo, el cuerpo de magistrados,cuya naturaleza, atribuciones y mo-do de nombramiento es preciso fijar;y el tercero, el cuerpo judicial2…”.

Montesquieu, a quien ya hacetiempo que fue arrebatada la pater-nidad sobre la división de poderes3,sigue siendo citado a todo pasto co-mo autor de tal asunto. Qué se le vaa hacer (excepto dejar clara la auto-ría aristotélica, por supuesto).

Todo lo edificado sobre estos dosfalsos tópicos, es decir, las reflexionessobre Prensa y Poder, corre el peligrode navegar en proceloso mar de tópi-cos. Intentemos evitarlo aunque seacon escasa fortuna ya que los tópicossuelen tener más y mejor suerte quelas verdades: son más cómodos y lu-cen más.

El 4º, un poder desconcertante. Lafrase de Macaulay uniendo a la Pren-sa con el poder y atribuyéndole elcuarto rango hizo tanta fortuna que,nacida y boyante durante todo el si-glo XIX, navegó triunfal por el XX. Eslo que tienen las frases cortas y re-tumbantes al margen de su exacti-tud. Pero ya en el XIX es motivo dedesconcierto porque une el respeto

con el desprecio: asombra y causa res-peto el poder del periodismo tantocomo inspira desprecio el ejercicio deese poder. Dando pie a generalizacio-nes difíciles de entender.

Un observador tan peculiar y re-presentativo como Balzac (1799-1850)confesaba a su amigo Léon Gozlan(1803-1866): “No me gusta el periodis-mo. Puedo decir incluso que lo abo-rrezco. Es una fuerza ciega, sorda, per-versa, rebelde, sin moralidad, sin tra-dición, sin objetivos concretos y dig-nos. Es como el carnicero: mata porla noche para comer al día siguientede lo que ha matado. Pero, en fin, in-clinémonos ante él. Es una fuerza: esla fuerza suprema de nuestro siglo.Esta fuerza lo mueve todo, conduce atodos los puntos de la circunferencia;es la única que tiene el poder sufi-ciente para derribar, y, por consi-guiente, el poder necesario para re-emplazar lo que lanza por los suelos3”.

Sin embargo, entre sus novelas nohay ninguna dedicada exclusivamen-te al periodismo aunque los periodis-tas aparezcan con frecuencia y losmismos en novelas distintas, en esecruce de personajes tan utilizado porBalzac. Y nunca, por rara paradoja,las novelas de Balzac dan idea de queel periodismo sea una fuerza colosal,“la fuerza suprema de nuestro siglo”.Más bien es el dinero esa fuerza su-prema. Lo que nos introduce en unafascinante desviación del juego de lospoderes a la que más adelante ten-dremos ocasión de volver.

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��� En qué ha quedado el cuarto poder

Un humorista francés,en el año 1900, definía asíal periodista: Un tipo conuna mujercita en sus ro-dillas, una botella dechampán en cada mano yque escribe con los pies.Otro francés, periodistacontemporáneo, directorde Le Figaro, Louis Gabriel-Robinet, bromeaba asegu-rando que las cosas habí-an cambiado mucho: cier-tos placeres y el champánestán al alcance de pocosy lo único que sigue sien-do verdad es que muchosperiodistas escriben conlos pies5. La antología dedesprecios hacia los perio-distas, de forma general ysin matices, durante todoel siglo XIX y buena partedel XX es fastuosa: no hayhombre famoso que nohaya dicho alguna maldad sobre losperiodistas al mismo tiempo que to-dos se hacen lenguas del poder de laPrensa. Por lo visto, un enorme po-der tan mal ejercido que convierte alos periodistas en facinerosos.

En el siglo XIX se ventilaban esascuestiones de delitos y ofensas pormedio de desafíos a primera sangree incluso a muerte, pero siempre ca-ra a cara y en relativa igualdad decondiciones entre el periodista su-puesto ofensor y el ofendido. La mo-dernidad ha traído un nuevo y terri-

ble ingrediente: el asesina-to de periodistas, lo queresume de forma trágicael doble sentimiento dedesprecio y reconocimien-to de poder. No se mata ala gente inofensiva. En1981 se fundó en NuevaYork el Comité para Prote-ger a los Periodistas (CPJ,siglas en inglés) que, des-de entonces, publica cadaaño un informe tituladoAtaques contra la Prensa enel que figuran, sobre todo,ataques oficiales de go-biernos y poderosos, des-de el insulto a la prisióno el asesinato. Tan parale-los son ambos sentimien-tos, el desprecio y la admi-ración, que muchos denosotros, periodistas, sen-timos la tentación de pen-sar si no será la envidia

consejera unánime de esos sentimien-tos. Por lo demás, si fuera evidente quela mayoría de los periodistas son ne-fastos, nadie debería de tener espe-cial interés en echar leña a semejan-te evidencia. Cuando tantos, a lo lar-go de tantos años, han arremetidotan furiosamente contra los periodis-tas, debe de ser por alguna oscura ra-zón que sólo tangencialmente tieneque ver con la verdad. Sospecha quese refuerza al contemplar los grandesesfuerzos que hacen algunos otrosprofesionales de toda condición por

La antología dedesprecios hacialos periodistasdurante el sigloXIX y buenaparte del XX esfastuosa: no hayhombre famosoque no hayadicho algunamaldad sobre losperiodistas.

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invadir el campo periodístico. Lo cualtiene mucho que ver con el poder yla exhibición de poder y menos conla profesión del periodista. ”Los perio-distas son mercenarios que matancon su pluma: ejercen un terrorismode otra índole”, osaba decir el presi-dente argelino Buteflika en abril de2004 en plena campaña electoral (ElPaís, Madrid, 6-4-04, pág. 8).

Quizá no haya ejemplo más clarode la interesada actitud de cuantos sehan deshecho en elogios y diatribas,según y cuándo, hacia periódicos y pe-riodistas que el de Thomas Jefferson(1743-1826). El tercer presidente nor-teamericano y redactor de la Declara-ción de Independencia (1776), prime-ro pronunció la célebre frase “Prefie-ro periódicos sin Gobierno a Gobier-no sin periódicos”, y más tarde (1807),cuando ya había experimentado la re-beldía de la Prensa, su capacidad deincordiar no sometiéndose a los dic-tados del poder político, escribió es-to otro, después de considerar bene-ficioso para la sociedad el llegar a su-primir la Prensa: “Hoy en día, no pue-de creerse nada de lo que publicanlos periódicos. La verdad misma sehace sospechosa cuando aparece enese vehículo contaminado… Un hom-bre que jamás mire un periódico es-tará mejor informado que quienes losleen, por lo mismo que quien no sa-be nada está más cerca de la verdadque quien tiene la mente llena de fal-sedades y errores6”.

(Qué casualidad que hace apenas

unos días el fiscal jefe de la Audien-cia Nacional de España, Eduardo Fun-gairiño, emulando a Jefferson, que yaes emular, aseguraba que él no leíalos periódicos por higiene mental.)

Hay cuatro profesiones que, desdesiempre, se han llevado la palma enel juego implacable de los despreciosverbales: los médicos, los abogados,los políticos y los periodistas. Por su-puesto, cuatro profesiones ungidaspor el poder. Digamos que los perio-distas hemos llegado los últimos a es-te circo estúpido y despiadado. Lo quetiene sus ventajas y sus inconvenien-tes. Pero esa es otra cuestión.

Lo que más llama la atención entoda esta historia es la falta de escrú-pulos intelectuales de quienes gene-ralizan de manera abusiva, hablan deperiodismo, de periodistas y de po-der sin la mínima matización. Por-que nadie se para a definir el enma-rañado concepto de poder ni el com-plejísimo de Periodismo. Es decir, ha-blan brutalmente de algo tan sutilque exige una aplicación mental re-ñida con el tópico y con la estupidez.Esto ya no es matar moscas a caño-nazos: es intentar analizar una telade araña aplicando el cuerno de unrinoceronte furioso.

La Prensa entre los poderes deci-monónicos. Vamos a intentar ir des-brozando conceptos hasta colocar fue-ra de la batería de tópicos la idea entorno a la cual pretende estructura-se este artículo: en qué consiste el po-

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��� En qué ha quedado el cuarto poder

der de los periodistas. Esdecir, su capacidad decambiar cosas por el sim-ple hecho de denunciar-las, de influir en la socie-dad para concienciarla ode destruir vidas y hacien-das por medio de la ca-lumnia bien orquestada yde las medias verdadesque son las peores menti-ras. ¿Puede el periodista,con su instrumento de tra-bajo que es la palabra pu-blicada en los llamadosMedios de Comunicación,beneficiar a la sociedadentera o beneficiarse él de toda la so-ciedad, sobre todo de los otros pode-rosos de la política y el dinero? Son,por tanto, dos conceptos distintos: pri-mero el de poder y segundo el delejercicio de ese poder.

La frase de Macaulay, el cuarto po-der, era expresión políticamente co-rrecta en el momento en que se pro-nunció. Pero ya se sabe que no todolo políticamente correcto responde ala realidad. Los supuestos tres pode-res que precedían a este novedosocuarto eran poderes políticos. Los másaparentes en la larga lista de poderesque, por supuesto, son muchos másde tres y de cuatro y de diez. Atribu-yen a Napoleón, que de poder sabíamucho, la frase “el poder es ante to-do apariencia”. La dijera o no, que va-ya usted a saber, es brillante y certe-ra. De modo que, a veces, no hace fal-

ta ser poderoso: basta conque los demás lo crean.

Entre los mil y un po-deres que a lo largo de lostiempos se han repartidoel Poder parece que laPrensa y los periodistashan ocupado algún lugar,sea el cuarto o el enésimo.No es cuestión de entrarahora en esa discusión. Al-gún poder debemos de te-ner los periodistas puestoque se nos corteja tantocomo se nos menosprecia.

Pocas veces se cae en lacuenta del enorme poder

que hay en el mero hecho de infor-mar. Porque informar, palabra enga-ñosamente inofensiva, no es sólotransmitir, trasladar, comunicar; esdar forma a las noticias en las que secuentan los hechos. Y ese ‘dar forma’equivale a una inevitable manipula-ción que por muy honrada y desinte-resada que sea convierte al informa-dor –al periodista– en dueño de loque ocurre. Primero selecciona los he-chos que va a convertir en noticias yluego elabora las noticias. Es, pues,doblemente dueño. Y tanto en cuan-to el receptor de las noticias partici-pa, por afirmación o por negación,de su manejo periodístico se hace co-partícipe del poder informativo. Es-tar informado es un valor políticofundamental. También lo es desdecualquier otro punto de vista. Nadatiene de extraño que, desde el primer

Pocas veces secae en la cuentadel enormepoder que hayen el merohecho deinformar.

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momento, el poder político fagocitea la Prensa, la haga suya por asimila-ción gastronómica hasta el punto deconvertirla en mera prolongación: esun poder político más, el cuarto o elque sea, pero uno más. Los ejemplosson muchos y notorios a lo largo dela historia. Desde el primer momen-to, cuando en los balbuceos de un pe-riodismo que aún no había adquiri-do el nombre y Richelieu se hacía conlos servicios de cuantos correos hací-an circular noticias por Europa, has-ta hoy.

Casi en mitad del siglo XX cuajade forma espectacular la fagocitaciónpolítica de la Prensa con las dictadu-ras pero su origen hay que buscarlomucho más lejos, como ya hemos vis-to. Con la paradoja de que Napoleón,por ejemplo, heredero de la Revolu-ción Francesa, inventora de todas laslibertades, descabezó a la Prensa co-mo poder distinto del poder políticodel Estado. Y si siempre hubo perio-distas que no estuvieron a gusto conla confusión de poderes, los hubo en-cantados de sentirse parte integran-te del poder político. Con todas susconsecuencias de poder y de servi-dumbre.

Quizá a los españoles, que tam-bién tuvimos en el XIX una dura tra-dición absolutista con algunas lucesde independencia y libertad, nos con-venga recordar la Ley de Prensa fran-quista de 22 de abril de 1938 que ensus primeros artículos decía textual-mente: “Incumbe al Estado la organi-

zación, vigilancia y control de la Ins-titución Nacional de la Prensa perió-dica… la regulación del número y ex-tensión de las publicaciones periódi-cas… la intervención en la designa-ción del personal directivo… la regla-mentación de la profesión periodísti-ca… la vigilancia de la actividad de laPrensa… la censura mientras no sedisponga su supresión…”

La Prensa nace como literatura yse hace literariamente grande y pode-rosa en el XIX. Poderosa también po-líticamente. No hay más que recorrerlos nombres de los políticos decimo-nónicos para descubrir entre ellos in-finidad de literatos y periodistas. Laexpresión ‘cuarto poder’ es típica delsiglo XIX, en él nació y en él se des-arrolló hasta extremos inquietantes.Era entonces un nuevo poder embria-gador como todo gran poder y porello acabaría siendo maléfico. Tantoque las gentes piadosas se sintieronobligadas a fundar instituciones entorno al título general de ‘la buenaPrensa’, descartando al resto, la in-mensa mayoría, como ‘mala Prensa’.Incluso se llegó a establecer una jor-nada especial en el calendario litúr-gico: el Día de la Buena Prensa.

Hay tres novelas fundamentales so-bre periodismo, de los años finalesdel XIX, que resumen todos estos cho-ques e incertidumbres. Por orden cro-nológico son: una francesa, Bel Ami,de Guy de Maupassant (1885); una es-pañola, El cuarto poder, de ArmandoPalacio Valdés (1888), y una noruega,

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��� En qué ha quedado el cuarto poder

Redactor Lynge, de KnutHamsun (1893).

En las tres se constru-ye una anécdota en tornoa la ambición desmedidaque el periódico de papel,única Prensa de la época,despierta en los protago-nistas. Pero en la novelade Palacio Valdés hay unguiño especial codificadoen el título, el único quese refiere descaradamen-te a la conocida frase ‘elcuarto poder’7. Mientrasque en las novelas de Mau-passant y Hamsun el pro-tagonista de la ambiciónes una persona física, enla novela española es ungrupo sociopolítico apa-rentemente uniforme pe-ro que termina dividiéndo-se en dos enemigos irre-conciliables. Y, naturalmente, concre-tados en sendos periódicos enfrenta-dos hasta el delirio. La cosa es más deadmirar aún si tenemos en cuentaque la novela se desarrolla en una vi-lla asturiana (aunque lo de que es as-turiana no se diga expresamente),una pequeña comunidad que bastan-te tiene con soportar un solo periódi-co. El periodismo español de finalesdel XIX, bien conocido por ArmandoPalacio Valdés (que, por cierto, tuvoun sobrino, Eduardo, que fue secre-tario primero de la Junta Directiva dela Asociación de la Prensa de Madrid,

1923-1933), fue un conglo-merado político en el quela información ocupabasiempre un segundo lu-gar: lo primero era el po-der y casi siempre el po-der a la contra desde lamisma plataforma del po-der político. Porque los pe-riódicos no aspiraban tan-to a oponerse a los exce-sos del poder políticocuanto a convertirse ellosmismos en poder político.

La curiosa historia dellector indirecto. En losestudios de periodismo sehabla del receptor de lasinformaciones periodísti-cas como “lector heterogé-neo”. Un receptor-lectorvariado y complejo: nun-ca sabes, a pesar de los

análisis de audiencia, quiénes-cuán-tos te leen-escuchan-ven. Y no tienesmás remedio que dirigir tus informa-ciones a un etéreo personaje de milcaras que abarca todo el espectro so-cial. Y hay que dirigirse al público demodo que no se avergüence al recep-tor culto ni se humille al ignorante.Difícil asunto que multiplica la com-plejidad del acto informativo.

No se suele hablar del “lector in-directo”: el que recibe las informacio-nes de segunda mano y que, por tan-to, queda sujeto a una doble media-ción que pone en peligro la propia

A finales del XIX,en España, losperiódicos noaspiraban tantoa oponerse a losexcesos delpoder políticocuanto aconvertirse ellosmismos enpoder político.

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información. En el siglo XIX y buenaparte del XX, según en qué zonas desubdesarrollo lector, se producía uncurioso fenómeno que parecía am-pliar mucho la lectura de periódicosmás o menos selectos en las masas anal-fabetas: la lectura pública en voz al-ta para grupos numerosos. Pero, bienconsiderado, este es un fenómeno am-biguo que deja en manos del lectorla mitad de la influencia periodísti-ca, es decir, la mitad del poder. El lec-tor público nunca era neutral y el po-der periodístico quedaba a expensasde su selección de lecturas, de su en-tonación, de sus gestos de lector. Eltrabajo fundamental del periodistaestá en su capacidad de seleccionarlos hechos que va a convertir en no-ticias y en cómo presenta esas noti-cias; el trabajo fundamental del lec-tor directo de periódicos está en se-leccionar lo que lee y saber encajarloen el universo de los hechos. El lec-tor indirecto, el que dependía del lec-tor público, se veía despojado de esavirtualidad básica del receptor de in-formaciones. Si ya el periódico es unmediador entre los hechos y las per-sonas, someter a éstas a un segundomediador, el lector público, era de-masiada agua para tan poca leche. Loque habría que preguntarse hoy escuántos lectores que parecen directosson, en realidad, lectores indirectospor el sometimiento a dobles y nue-vas mediaciones. Con lo que el poderde influencia de los periódicos se re-parte tan pródigamente que por pu-

ra ley física pierde potencia. O, por lomenos, la diluye.

La historia no ha suprimido al lec-tor indirecto sino que lo ha diversifi-cado. Hay cadenas de radio y de tele-visión que ‘leen’ el periódico para susoyentes-televidentes, adelantan lasprimeras páginas, comentan noticiasleídas… No es tan infrecuente asistiren algunos lugares públicos, bares,cafeterías, casinos, hogares y residen-cias de ancianos… a lecturas con máso menos oyentes convertidos en lec-tores indirectos.

Por no hablar de tantos poderososque jamás leen los periódicos direc-tamente sino que se limitan a ver losresúmenes de prensa que les propor-cionan sus colaboradores. Peligrosalectura indirecta.

El siglo XX descubre el negocio.Poco a poco, se va descubriendo queel poder político es poca cosa si noestá aliado con el económico. Es más:que ambos poderes son o parecen serla misma cosa ya que uno lleva al otroy los dos se unen para escenificar elpoder supremo. Y el poder supremoconsiste en el dominio sobre las per-sonas, sobre sus acciones y sus con-ciencias. Ese es el poder que fascinóa William Randolph Hearst en cuyamemoria hizo Orson Wells su Ciuda-dano Kane (1941).

Muchos años más tarde, en 1982,el constructor de best-sellers america-no Irving Wallace publicó su novelasobre el poder de otro magnate de la

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Prensa y la tituló bien sig-nificativamente El todopo-deroso (Ediciones Grijalbo,Barcelona, 1983).

La frase del cuarto po-der se refería a los periódi-cos que tenían dueño y se-ñor del que los periodistaseran servidores. Durantetodo el siglo XIX esto fueaún más llamativo porquelos periodistas individua-les que destacaban y triun-faban y creaban opinióneran siempre parte inte-grante del poder de losdueños cuando no eranellos mismos los dueños.Luego los periódicos hanido evolucionando hastacrear dos zonas sociales deinfluencia: la zona mino-ritaria y selecta de los pe-riódicos generalistas o in-telectualmente especiali-zados y la zona masiva de las publica-ciones sensacionalistas que son las úni-cas que influyen en la masa social aun-que sea tan discutible y problemáticasu influencia. Luego vinieron la radio,la televisión, Internet… que crearonnuevos panoramas de poderes e in-fluencias. Hasta que la globalización,como nuevo concepto económico su-pone una variante fundamental aun-que no totalmente nueva en las dis-quisiciones sobre el poder de la Pren-sa. Antes de que se hablara con tantoímpetu de la globalización, la empre-

sa periodística había descu-bierto el negocio multime-dia, esa especie de hiper-mercado de la Comunica-ción. Hay un hecho sinto-mático y constante quepuede ayudar a orientarsepor los vericuetos del po-der hoy llamado mediáti-co: el inmenso poderíoeconómico y social, a ve-ces político, ostentado porempresarios no-periodistaspero que viven y medranal frente de las empresasmultimedia. Siempre losha habido. Desde Hearst,Maxwell, Murdoch… hastaBerlusconi. Aspiran al po-der total. Y algunos pare-cen haberlo conseguido.Menos mal que no suelendejar herederos.

Tres matizaciones nece-sarias. El mundo del periodismo estan complejo y, sorprendentemente,tan poco y mal conocido que cuandose habla de su supuesto poder convie-ne matizar mucho y repartir tareas ycompetencias entre sus mil ramas. Pa-ra abrir boca hagamos tres simples dis-tingos:

1. Hay que distinguir entre Medios deComunicación y Periódicos (acla-remos que entendemos aquí porperiódicos no sólo los de papel si-no también los programas de ra-

En el siglo XIXlos periodistasque destacaban,triunfaban ycreaban opinióneran siempreparte integrantedel poder de losdueños delperiódico cuandono los propiosdueños.

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dio y televisión, en cuanto unida-des teóricas de difusión de infor-maciones).

2. Hay que distinguir entre periodis-tas de tropa –la inmensa mayoría–y periodistas de elite.

3. Hay que distinguir entre dueñosde las empresas periodísticas y pe-riodistas que trabajan al serviciode aquellas.

Primer matiz: la expresión tan soco-rrida de Medio de Comunicación estan ambigua y múltiple como un ca-jón de sastre. Quizá por eso gusta tan-to y de ella se han derivado los nom-bres más cursis y preferidos del mun-dillo relacionado con ellos: mediáti-co, comunicacional, comunicador… yotras lindezas. Medio de Comunica-ción es el teléfono, el automóvil, elturismo, el patinete y el periódico depapel. Pero es que en el instrumentoconsiderado más periodístico, Prensa,Radio y Televisión, hay tal cantidadde gente que ni es periodista ni tienenada que ver con el periodismo y talcantidad de cosas que no son perio-dismo sino que lo acompañan, corte-jan o adornan, que hablar de poderrefiriéndose al conjunto (un periódi-co entero, una emisora de radio o detelevisión) es perder el tiempo conde-nándose a no averiguar jamás cuál esel verdadero poder de los periodistas.Porque esas entidades uniformadaspor el papel o por las ondas electro-magnéticas tienen variadísimos po-deres, variopintos y contradictorios:

informan, enseñan, divierten, hacenperder el tiempo, degradan, avergüen-zan, aligeran la vida… qué sé yo. Tan-tas cosas y tan al unísono que uno nose atreve a hablar de poder preemi-nente: sólo de muchísimos poderes yno todos confesables. Lo único queune y condiciona a toda esa manadade funciones y personas es la perio-dicidad: todos aparecen a plazo fijo ycon ejemplar constancia. Pero la pe-riodicidad, necesaria para el periodis-mo, no basta para hacer periodismo.Hoy es, además, de uso común –usoconceptual y práctica a rajatabla– elPoder de la Audiencia, el famosísimoshare, en el que se entremezclan y con-funden hasta el paroxismo, se sola-pan y disimulan el poder de la masay el poder de los Medios, el poder eco-nómico y el poder de influencia, lainercia y el engaño. Además, todosesos Medios de Comunicación vivende la Publicidad hasta tal extremoque haríamos bien en preguntarnossi el poder no estará en la Publicidady, por tanto, en las grandes empresascomerciales que la pagan.

Segundo matiz: la distinción en-tre clases de periodistas (de tropa yde elite) es tan imprescindible que sinella suena a música celestial lo del po-der de los periodistas.

Manuel Vázquez Montalbán escri-bió en 1971: “Hay periodistas que sal-tan en paracaídas sobre Laos, interro-gan a medio millón de moribundos,están a punto de ser hechos prisione-ros por el Gran Tamerlán, pero vuel-

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ven a tiempo de ganar elPulitzer, el Nobel o una be-ca Juan March. Otros pe-riodistas se levantan cadamañana a las ocho menoscuarto, toman un café conleche largo y salen con elcoche utilitario a tiempode aparcarlo, si hay sitioen el parking reservado.Suben a la redacción, sesientan a la mesa cotidia-na, desenfundan las tije-ras cotidianas, cortan, pe-gan, corrigen, cambian ti-tulares, hablan de fútboly de señoras, de sus hijosy sus parcelas, envejecencon la mesa, mueren an-tes y según los años de co-mensales de papel, mere-cen una gacetilla fúnebreen la que se exalta su es-píritu de sacrificio y de servicio a lainformación.

Curiosa profesión que aglutina asupermanes y oficinistas, a políticosy a campeones del juego de los chi-nos8.”

Sin embargo, Vázquez Montalbánno habla de otro género de periodis-tas en los que reside más poder queen ninguna de las demás clases: losperiodistas dirigentes, los periodistasde elite directiva. Algunos de ellos nisiquiera escriben. Todos mandan. Ycuando se habla del poder de los pe-riodistas, la referencia más clara y di-recta es a los periodistas de elite di-

rectiva. Una reciente tesisdoctoral, la de María San-tos Sainz (El poder de la éli-te periodística, Fragua, Ma-drid 2003), demuestra has-ta qué punto es verdad elpoder de influencia sobrela sociedad, y sobre los po-líticos de modo especial,de este grupo selecto deperiodistas que terminansiendo en sí mismos unverdadero grupo de pre-sión. Aunque hay queechar agua al vino: hastalos periodistas de elitemuestran, a veces, su ex-trema fragilidad cuandotienen que enfrentarsecon otros poderes, el em-presarial, el político, etc. Asílo confirman los casos re-cientes del joven y agresi-

vo director del Daily Mirror y del ma-duro y reposado Greg Dyke, directorde la BBC, que hubieron de dejar suspuestos tras enfrentarse con sus res-pectivas empresas azuzadas por el po-der político.

Tercer matiz: entre los periodistasprofesionales, incluidos los de elite,y los dueños de las empresas en lasque éstos trabajan hay un abismo dedinero y poder. Y un abismo de para-doja: los dueños del periodismo noson periodistas, son empresarios neu-tros. Los periodistas trabajan al servi-cio de las empresas y el supuesto po-der de los periodistas es un poder cua-

Los periodistastrabajan alservicio de lasempresas y susupuesto poderes un podercuasi-vicario,ejercido graciasa otros y con el permisode otros.

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CUADERNOS DE PERIODISTAS, OCTUBRE DE 2004—85

si-vicario, ejercido gracias a otros y conel permiso de otros. El periodista, porimportante y listo que sea, necesitaun Medio en el que trabajar y quienle emplea tiene derecho a exigirle. Lu-la da Silva, el presidente de Brasil, cri-ticó duramente, en el Día de la Pren-sa, a los propietarios de algunos me-dios que, según sus palabras, “quie-bran la espina dorsal de los periodis-tas” a los que obligan a escribir al dic-tado (El País, Madrid, 28-4-04, pág. 11).No hace falta, sin embargo, convertiral periodista en esclavo. Incluso res-petando escrupulosamente la liber-tad del trabajador éste puede quedaraprisionado en una sutil tela de ara-ña cuya última mano es la del em-presario. No se puede hablar del po-der de los periodistas, sea el cuarto oel undécimo, sin tener en cuenta ymirar de reojo a los empresarios dePrensa. Tampoco es justo hacer resi-dir en éstos todo el poder que la Pren-sa pueda tener. Suena bien pero nopasa de ser demagogia con algunatambién matizable excepción. Lasnuevas fórmulas electrónicas que pa-recen permitir mayor libertad a losperiodistas para crear sus propias em-presas informativas están todavía encuestión y no conviene lanzar lascampanas al vuelo. Las experienciashabidas no lo permiten.

Ni cuarto poder ni contrapoder.Todas estas consideraciones, muchasde ellas provocativas y algunas adre-demente contradictorias, nos llevan

a poner entre corchetes de fundadadesconfianza el tópico sobre el Perio-dismo como Cuarto Poder. Si se tra-tara de una mera frase sin consecuen-cias, por muy lugar común que fue-ra y con permiso de Flaubert, no ten-dríamos inconveniente en dejar quesiguiera circulando. Pero no es inofen-siva y lleva aparejadas consecuenciasque oscurecen la labor de periódicosy periodistas que, a la sombra de lafrase de marras, han inventado otraclaramente peligrosa: periódicos y pe-riodistas son un contrapoder. Aquí yarozamos la sombra del héroe solita-rio del Oeste. Y eso sí que no. El pe-riodismo como misionero de decen-cias y quijotesco debelador de malan-drines me parece tan peligroso y tanfalso que más vale acabar, conceptual-mente, con cuartospoderes y contra-poderes y emprender otros caminos.

Las más recientes reflexiones so-bre el asunto rechazan la expresióny el concepto de Cuarto Poder. “No loes”, dicen, “en ninguno de sus senti-dos: ni porque siga en importancia alos otros tres; ni porque su funciónse agote en la vigilancia de ellos; niporque su legitimidad provenga de lamisma fuente que la de la política; niporque su ámbito de competencias secontenga y limite dentro de ella. Enrelación con los tres poderes tradicio-nales, el del periodismo se caracteri-za en nuestra sociedad no porque es-té integrado en su jerarquía sino poractuar a través de toda ella. Es un po-der transversal, lo que le hace estar

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presente en los otros tres,confundirse en ocasionescon todos y cada uno deellos…9”.

El concepto de podertransversal me parece elmás justo y exacto. Un po-der que atraviesa la políti-ca, la economía, el arte,los deportes, la sociedadentera… ejerciendo fun-ciones no siempre glorio-sas pero nunca inútiles.Los periódicos y los perio-distas ejecutan, a veces sinser conscientes de ello, elcometido más necesario yeficaz no sólo de nuestrotiempo sino de toda la his-toria de la humanidad (re-cordemos la mitología clá-sica): el de ser portadores técnicos desímbolos, en expresión ya consagra-da por Harry Pross que tituló su fa-moso estudio sobre la comunicaciónpública de la manera más tajante ysignificativa: Estructura simbólica del po-der (1974)10. Si Bernanos aseguraba queel estómago del pobre necesita másilusión que pan, podemos decir quenuestra sociedad está ansiosa, sobretodo, de toda clase de poderes y quese conforma gustosamente, quizá as-tutamente, con los símbolos del po-der. El encargado de trasladar a la so-ciedad esos símbolos del poder es elperiodista. ¿No tiene el lector del pe-riódico la sensación de llevar al mun-do entero en el bolsillo? Mark Twain,

que no conoció la televi-sión, dijo algo muy adap-table a este loco mundotelevisual. Dijo: “Las per-sonas importantes son lasque nos hacen sentir quenosotros también pode-mos llegar a ser importan-tes”11. ¿No acecha siempreal televidente la tentaciónde pensar que él puede sercomo cualquiera de esosmil personajillos que copanla pantalla? Pues eso.

Decir poder transversalequivale a decir influen-cia. Y ése es quizá el con-cepto ideal para no enfan-garnos en inútiles debatesen los que todos partimosdel mismo sitio para lle-

gar, al final, al mismo sitio perdién-donos en el entretanto en vericuetosalocados y fuegos artificiales la marde divertidos.

La Prensa, los Medios de Comuni-cación, los periodistas tienen unagran influencia en la sociedad, en to-dos los estamentos de la sociedad. So-bre todo, por una razón de la que ja-más se habla: somos todos tan vani-dosos y tenemos todos tanto miedoque nada nos gusta tanto y nada nosasusta tanto como vernos reflejadosen un espejo público. Empezando porlos propios periodistas. Nos pasamosla vida oteando el horizonte a ver sihablan de nosotros, a ver si nos citan,a ver qué dicen, a ver si descubren en

Nuestra sociedadestá ansiosa detoda clase de poderes y seconformagustosamente,astutamente, con los símbolosdel poder.

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el entramado de nuestros poderes fi-suras y nidos de ratas. El poder bási-co de periódicos y periodistas podríaresumirse, de un modo simplista–que no simple– en una anécdota dela que fui protagonista : llevé el co-che a arreglar a un garaje y al pre-guntarme el garajista cuál era mi pro-fesión dije que periodista a lo que, có-micamente asustado, me dijo: “O sea,que hay que tener cuidado con ustedno sea que nos saque en los papeles”.He ahí una espesa mezcla de miedo,cazurrería, desdén y confusión. ¿Esosson nuestros poderes?

El Centro de Investigaciones So-ciológicas (CIS) en su Estudio-encues-ta número 2.306, de diciembre 1998-febrero 1999 Los profesionales de los me-dios de comunicación, preguntaba:

¿Cuál ha sido la razón principal quele impulsó a dedicarse a la profesiónperiodística? El 40,4% contestó “por-que me gusta escribir” y el 16,6% “porla posibilidad de influir en los cam-bios sociales”. Ambas respuestas ob-tienen mayoría en el juego de las di-versas contestaciones. Y ambas res-puestas son síntoma de una ciertaconciencia que no llega a ahogar nun-ca el estricto placer de una profesiónendemoniada que es como una dro-ga de altísima potencia. Nadie hablapeor de la profesión periodística quelos propios periodistas pero la inmen-sa mayoría volveríamos a ser perio-distas si volviéramos a nacer. Porquenos gusta escribir y nos gusta influiren la sociedad. Esperemos que parabien. �

1. Hernando, Bernardino M.: ‘El mito delcuarto poder en tiempo de las Torres Geme-las’ en Estudios sobre el mensaje periodístico, De-partamento de Periodismo I de la Facultadde Ciencias de la Información de la Univer-sidad Complutense de Madrid, Vol. 8-2002,págs. 43-62.

2. Traducción de Patricio de Azcárate pa-ra la edición de Austral-Espasa Calpe, 1982,pág. 182.

3. Eisenman, C.: L’esprit des lois et la sépa-ration des pouvoirs. Mélanges Carré de Mal-berg, París, 1933.

4. Gozlan, Léon: Balzac en zapatillas. Tra-ducción de José Casán Herrera. Planeta, Bar-celona, 1991, pág. 154.

5. Gabriel-Robinet, Louis: Une vie de jour-naliste. Grasset, París, 1970, pág. 13.

6. Jefferson, Thomas: Autobiografía y otrosescritos. Traducción de Agustín Escolano Be-

nito. Editorial Tecnos, Madrid, 1987, págs.620-621.

7. En la larga lista de películas sobre pe-riodismo sólo conozco dos –quizá haya al-guna más– que utilicen como título la ex-presión ‘el cuarto poder’’: la de David LowellRich (1952) y la de Serge Leroy (1983).

8. ‘Los periodistas. Casi todas las servidum-bres y una sola grandeza’. Triunfo, 20 de mar-zo de 1971. Reproducido en: Vázquez Mon-talbán, Manuel, El poder, edición de Francis-co J. Satué, Espasa, Madrid, 1996, pág. 291.

9. Ortega, Félix/ Humanes, María Luisa,Algo más que periodistas. Sociología de una pro-fesión. Ariel, Barcelona, 2000, pág.194.

10. Editorial Gustavo Gili, Barcelona,1980.

11. Citado por John Chafee en El poder delpensamiento. Traducción de Eduardo Chamo-rro. Planeta, Barcelona, 2000, pág. 9.

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El 24 de junio es la festividad deJuan El Bautista, encarceladopor haber denunciado pública-mente la unión incestuosa de

Herodes Antipas con la esposa de suhermano, Herodías. Salomé, hija deHerodes Filipo y de Herodías, logra-ría que Juan fuera ejecutado por supública denuncia. Salvando la distan-cia de los siglos, no puede afirmarseque sea una buena fecha para la li-bertad de expresión. En este 2004 dostribunales, el Europeo de DerechosHumanos, con sede en Estrasburgo,instancia última y superior en Euro-pa en materia de protección de dere-chos humanos y libertades funda-mentales; y el Supremo español, tam-bién última instancia en el ordena-miento jurídico nacional, han dicta-do unas sentencias que, bajo el argu-mento de proteger derechos persona-lísimos –respeto a la vida privada yfamiliar de Carolina de Mónaco, y elhonor del rey Hassan de Marruecos–,buscan limitar el derecho de los ciu-dadanos a recibir información, el de

los periodistas a emitir, y el de la so-ciedad a saber para decidir, retrotra-yendo y modificando, en el caso eu-ropeo especialmente, su doctrina ju-risprudencial a comienzos de los añossetenta, y en el español a la oscuranoche de la censura.

Carolina de MónacoLa sentencia del Tribunal Europeo deDerechos Humanos data del procedi-miento instado por la ciudadana mo-negasca Caroline von Hannover con-tra la República Federal de Alemania,y tiene su origen remoto en una pri-mera demanda presentada ante el Tri-bunal regional de Hamburgo –13 deagosto de 1993– a la que se une otraposterior de 17 de mayo de 1997, ar-gumentado vulneración de su dere-cho al respeto a la vida privada y fa-miliar y a la propia imagen, contrala editorial Burda, responsable de lasrevistas alemanas Bunte y Freizeit Re-vue, y la editorial Heinrich Bauer, ti-tular de Neue Post, por la publicación

TRIBUNALESTEODORO GONZÁLEZ BALLESTEROS

Censura informativa para las “personalidades ‘absolutas’ de la historia contemporánea”

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CUADERNOS DE PERIODISTAS, OCTUBRE DE 2004—89

de tres series de fotografías, la prime-ra en los meses de julio y agosto de1993; la segunda entre febrero y abrilde 1997; y la última, en el número35/97 de la revista Neue Post. Dichasfotografías fueron hechas, todas, enlugares públicos. Hay que recordar, alos efectos oportunos, que las recla-maciones que se presentan ante éstemáximo órgano jurisdiccional, vandirigidas contra los Estados, al ser és-tos los responsables, por acción u omi-sión, de la protección de las personas.

Los tribunales alemanes, desde di-ciembre de 1994 hasta abril de 2000,dictaron una larga serie de senten-cias, primero el regional de Hambur-go, más tarde el mismo, pero en ape-lación, después el Federal y por últi-mo el Constitucional, desestimandola existencia de tal vulneración nor-mativa invocada por la demandante,como “personalidad ‘absoluta’ de lahistoria contemporánea”, en razón atres argumentos jurídicos que se rei-teran en las diferentes resoluciones,y que son: a) el interés informativo deuna personalidad pública que formaparte de varias casas reales europeas;b) que las imágenes fueron captadas,todas, en lugares públicos; y c) quelas personas de relevancia públicacuando asisten a lugares públicos sintrascendencia oficial, también tienenun ámbito de protección inferior alas personas privadas.

La denunciante reclamaba la su-ma de 50.000 euros en concepto dedaño moral, y 142.851,31 euros como

gastos y costas, invertidos en los dife-rentes procedimientos seguidos.

El Tribunal Europeo empieza re-batiendo la consideración “relevan-cia pública” y “personalidad ‘absolu-ta’ de la historia contemporánea” quelos tribunales alemanes atribuyen aCarolina de Mónaco, forzando la in-terpretación de privacidad en sus ac-tuaciones. Estima que las fotografíasde la demandante publicadas en dis-tintas revistas alemanas, la represen-

El Tribunal Europeo considera

que el público carece

de interés legítimo en saber

dónde se encuentra

la princesa de Mónaco

y cómo se comporta

generalmente en su vida

privada, incluso si aparece

en lugares que no siempre

pueden calificarse

de aislados.

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��� Tribunales

tan en escenas de la vida cotidiana,en actividades de carácter puramen-te privado, haciendo deporte, pasean-do, saliendo de un restaurante o devacaciones, todas ellas concernientesa su vida privada. En esta línea, y pa-ra poder continuar con esa argumen-tación, afirma que Carolina, comomiembro de la familia principesca deMónaco, desempeña un papel de re-presentación en ciertas manifestacio-nes culturales o benéficas, no ejer-ciendo función alguna en el seno, opor cuenta del Estado monegasco, ode sus instituciones. Mantiene el Tri-bunal que la calificación de “perso-nalidad ‘absoluta’ de la historia con-temporánea”, implica una protecciónmuy limitada de la vida privada y delderecho a la imagen, y que dicha ca-lificación puede comprenderse paralas personalidades de la vida políticaque desempeñan funciones oficiales,pero no puede justificarse para unapersona “privada” (sic) como la de-mandante, para la que el interés delgran público y de la prensa se basaúnicamente en la pertenencia a unafamilia reinante.

El Tribunal admite que existe underecho del público a ser informado,derecho esencial en una sociedad de-mocrática que, en circunstancias con-cretas, puede incluso referirse a aspec-tos de la vida privada de las personaspúblicas, concretamente cuando setrata de personalidades de la vida po-lítica, no siendo éste el caso que lesocupa, puesto que la demandante es-

tá fuera de cualquier debate políticoo público, considerando al efecto, quela publicación de las fotografías, cu-yo único fin era el satisfacer la curio-sidad de cierto público sobre los de-talles de la vida privada de la deman-dante, no puede interpretarse quecontribuya a ningún debate de inte-rés general para la sociedad.

Concluye el Tribunal con dos úl-timas interpretaciones: 1ª. El elemen-to determinante, a la hora de esta-

El Tribunal no entra

a determinar qué es lo

“público”, limitándose

a considerar que a los

lugares dónde va Carolina

de Mónaco, aunque también

pueda asistir toda la persona

que lo desee, tienen

carácter “privado”, porque

ella es una persona privada,

el Tribunal dixit.

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CUADERNOS DE PERIODISTAS, OCTUBRE DE 2004—91

blecer un equilibrio entre la protec-ción de la vida privada y la libertadde expresión, debe residir en la con-tribución que las fotografías y los ar-tículos publicados hacen al debatede interés general, constatando queen este caso no existe tal contribu-ción, ya que la demandante no des-empeña funciones oficiales y las fo-tos y artículos en litigio hacían refe-rencia exclusivamente a detalles desu vida privada. Y 2ª. Considera queel público carece de interés legítimoen saber dónde se encuentra la de-mandante y cómo se comporta gene-ralmente en su vida privada, inclusosi aparece en lugares que no siemprepueden calificarse de aislados. Y aun-que existiese un interés del público,al igual que un interés comercial delas revistas que publican fotos y artí-culos, dichos intereses deben desapa-recer, ante el derecho de la deman-dante a la protección efectiva de suvida privada.

Falla en el sentido de considerarque los tribunales alemanes no man-tuvieron un equilibrio justo entre losintereses en cuestión. En cuanto a lascantidades reclamadas, da un plazode seis meses para que el Gobiernoalemán y la señora Caroline von Han-nover lleguen a un acuerdo.

La jurisprudencia conceptual queaquí expone el Tribunal viene a mo-dificar la que mantenía sobre la pro-tección de los derechos en litigio des-de su sentencia de 8 de julio de 1986–caso Lingerns contra el Gobierno de

Austria, en el que estaba involucradoel ex canciller Bruno Kreisky–, en laque afirmó que las personas públicastienen un ámbito inferior de protec-ción en la esfera de los derechos dela personalidad, en relación a las per-sonas privadas. Desde sus primerasconsideraciones el Tribunal marcauna idea fija, para la que le sirve co-mo instrumento la reclamación de laprincesa de Mónaco, el pronunciarseen contra de lo que llama (apart. 59supra) “el acoso que padecen nume-rosas personalidades públicas en suvida cotidiana”. Y en el enroque de lainterpretación legal, sostiene, sin ape-nas argumentos, que la demandanteno es un personaje público, aunquesí una persona de notoriedad; que só-lo el debate político es de interés ge-neral; o que las actividades que se rea-lizan en lugares públicos, tales comodeportivos, paseos, restaurantes al ai-re libre, o estaciones de esquí, son pri-vadas.

El Tribunal Europeo, en su inter-pretación limitativa de la libertad deexpresión, sufre algunos “olvidos” im-prescindibles para llegar a la conclu-sión deseada, a saber: En primer tér-mino, no aplica la Resolución 1165,de la Asamblea parlamentaria delConsejo de Europa sobre el derechoal respeto a la vida privada, de 26 dejunio de 1998, que en su art. 7, lite-ralmente dice: “Las personas públicasson las que ejercen funciones públi-cas y/o utilizan recursos públicos y,de forma más general, todas aquellas

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que desempeñan un papel en la vidapública, bien político, económico, ar-tístico, social, deportivo u otro”. Co-mo lo obvio no precisa de demostra-ción evitamos el recordar que la prin-cesa vive de los presupuestos públi-cos del Estado de Mónaco y desempe-ña un relevante papel en la vida pu-blica y social. En segundo, el Tribu-nal no entra a determinar qué es lo“público”, limitándose a considerarque a los lugares dónde va Carolinade Mónaco, aunque también puedaasistir toda la persona que lo desee,tienen carácter “privado”, porque ellaes una persona privada, el Tribunaldixit. No procede aquí el hacer una re-consideración teórica entre lo públi-co y lo privado, pero está más que ad-mitido como línea de referencia porla doctrina científica y asumido porlos Tribunales de Justicia en general,que el domicilio es lo privado y la ca-lle es lo público.

Con todo, y es mucho, el aspectomás preocupante de la sentencia essu nueva interpretación del interéspúblico, al centrar únicamente en eldebate político el contenido de la in-formación que el ciudadano tiene de-recho a recibir. El Tribunal pretendeargumentar que el hecho de que laprensa esté investida de una funciónde formación de opinión tiene comoefecto excluir al entretenimiento. Laformación de opinión y el entreteni-miento no son antinómicos. Los re-portajes con intención de entretenertambién juegan un papel en la for-

mación de opinión, no pudiendo ne-garse al mero entretenimiento rela-ción alguna con la formación de opi-nión, puesto que ello equivaldría asuponer de forma unilateral que elentretenimiento satisface simplemen-te los deseos de disipación y de dis-tensión, de huir de la realidad o dedistracción. Sin embargo el entrete-nimiento puede igualmente mostrarimágenes de la realidad y ofrece te-mas de debate a los que sumar pro-cesos de discusión y de integración,que remiten a conceptos de la vida yde los valores, y a modelos de com-portamiento, y en tal medida cumpleuna función social relevante. Para lospolíticos, este interés del publico seha considerado siempre legítimo des-de el punto de vista de la transparen-cia y del control democrático, perono puede negarse que exista igual-mente para otras personalidades dela vida publica. En esta medida, la re-presentación de personas no limita-da a funciones o a acontecimientosdeterminados es misión de los me-dios de comunicación y depende portanto también de la esfera de protec-ción de la libertad de prensa. Cabe noolvidar que el público también pue-de tener un interés legítimo en estaren condiciones de juzgar si el com-portamiento en el ejercicio de la fun-ción de las personas en cuestión, pú-blicas, consideradas a menudos ejem-plos de referencia, corresponde de for-ma conveniente con su comporta-miento personal.

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En conclusión, una intencionadasentencia sobre el contenido del de-recho a recibir información que vasmás allá del caso que pretende resol-ver.

Hassan II de MarruecosLa sentencia del Tribunal Supremo(Sala 1ª) español, trae causa de la de-manda interpuesta por la representa-ción legal del rey de Marruecos Has-san II –continuada tras su fallecimien-to por su hijo Mohamed VI– contrala empresa Información y Prensa, S.A.,editora de Diario16, su director y la re-dactora que hizo la información di-fundida el 18 de diciembre de 1995,que el monarca alauí consideró comouna intromisión ilegítima en su de-recho al honor, razón jurídica por laque insta el procedimiento civil. Tan-to en primera instancia como despuésen la Audiencia provincial de Madrid,se sentenció contra el medio de co-municación y resto de demandados,declarando que se había cometidouna intromisión ilegítima en el ho-nor del rey Hassan II. Tal apreciaciónjurídica fue recurrida ante el Supre-mo, arguyendo básicamente la vera-cidad de la información difundida,cuya falsedad no se demuestra en mo-mento procesal alguno. La decisión delTribunal es declarar no haber lugaral recurso de casación y confirmar laresolución apelada.

El contenido de la información di-fundida por Diario16 era el siguiente:

Titulares en portada: ”Una empresafamiliar de Hassan II implicada en elnarcotráfico”, y debajo, “La policía es-pañola descubrió hace un año un ali-jo de cinco toneladas de hachís, ca-muflado en un camión de la empre-sa de la familia real aluita. El Gobier-no español ha mantenido durante to-do este tiempo el más absoluto silen-cio sobre la operación que implica ala empresa Dominios Reales”. En la

El Supremo con una

argumentación jurídica

imprecisa y doctrinalmente

forzada decide admitir que

existe intromisión ilegítima

en el honor de Hassan II

porque los titulares

de la noticia, no la

información, es “inveraz”.

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página 12, y bajo el titular “Empresade la familia real marroquí, relacio-nada con el tráfico de drogas”, “Cin-co toneladas de hachís descubiertasen un cargamento de la sociedad Has-san”. Y a continuación se publica unarticulo informativo. La sentencia delTS recoge los párrafos anteriormentetranscritos como fundamento de la le-sión jurídica, no examinando el artí-culo que anuncia, ni parcial y total-mente.

El Supremo con una argumenta-ción jurídica imprecisa y doctrinal-mente forzada, que se centra sólo endos citas referenciales y desafortuna-das de dos sentencias del TribunalConstitucional, sobre el requisito dela veracidad en la información, igno-rando que este Tribunal ha aportadoa la doctrinal legal más de un cente-nar de resoluciones sobre la veracidady su relación con el interés público,decide admitir que existe intromisiónporque los titulares de la noticia, nola información, es “inveraz”, lo queexpone de la siguiente forma: “…elsignificado peyorativo e inveraz delos titulares de la noticia, idóneos porsu relevancia e impacto para induciren el lector medio la creencia de lacomplicidad de la familia real marro-quí en el tráfico ilegal de hachís, desuerte que es en aquellos titulares yno propiamente en el contenido dela noticia donde se encuentra la ca-pacidad lesiva de la información”. Esdecir, lo inveraz, que no falso, son lostitulares de la primera pagina del dia-

rio, no la información sobre el nar-cotráfico. Lo que hay que salvar –pue-de deducirse– es el buen nombre dela Monarquía alauí. El resto ni se dis-cute ni jurídicamente se valora, cuan-to menos para el ponente, señor Au-ger.

Al Tribunal Supremo, máximo ór-gano jurisdiccional de nuestro orde-namiento jurídico, le resulta indife-rente la esencia de la cuestión, la ve-racidad de la información difundida,ni la examina ni aporta fundamentojurídico alguno propio que sostengasu decisión. Sólo encuentra “invera-cidad” en los titulares. Tal vez no se-ría correcto afirmar que los deman-dados estaban ya condenados antesde que se dictara la sentencia, porqueello supondría dudar de los miem-bros de la Administración de Justicia,lo que no debe hacerse sin pruebasen un Estado de Derecho, pero cuan-do menos podrían haber argumenta-do mejor este escarnio sobre la liber-tad de información. La cuestión delinterés público informativo, ni se sus-cita, porque conocer quién trafica condrogas no es una noticia que los ciu-dadanos deban saber.

En resumen, violación del derechoa recibir información de los ciudada-nos, vulneración del derecho a emi-tir información de interés público, yfalsificación de la realidad social.

Tal vez ignoremos quién ha hechode Herodes Antipas, y hasta quién deSalomé, pero sabemos quién es El Bau-tista: la libertad de información. �

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Joseph Roth vive y escribesobre el fascismo de hoy

LA FILIAL DEL INFIERNOEN LA TIERRAJoseph Roth. 195 páginas. ElAcantilado.

Un magnífico libro(de una magnífica edi-torial) de la época en

la que Joseph Roth, exiliado en Parísa causa del advenimiento del TercerReich, escribía artículos en varias pu-blicaciones que se editaban en la ca-pital francesa; sobre todo en Das Neue-Tage-Buch pero también en otras comoPariser Tageszeitung, Le Mois o Pariser Ta-geblatt. Esos artículos, escritos con unainconmensurable carga de nostalgiapor la ciudadanía robada y con esca-sas esperanzas respecto al porvenirde Europa, pueden servir hoy comoun ejemplo, de periodismo natural-mente, a comentaristas, articulistasy analistas que escriben desde las más

inescrutables, y quizá interesadas,atalayas.

El germanista triestino ClaudioMagris, profundo conocedor de Rothy gran indagador de su obra, descri-be, en Ítaca y más allá, la muerte de suensalzado Joseph en unas pocas líne-as dictadas con el cariño que sugierela admiración y con cierta humorís-tica teatralidad que refleja aspectosde la vida del escritor que transitópor este mundo entre los años 1894y 1939. Años en los que viajó, sin bi-llete, de la angustia a la gloria; de és-ta a la penuria y luego a la fama pa-ra encontrarse, no mucho más tarde,sumido en un mortificante y deses-perante camino, impregnado de alco-hol y tabaco, hacia la muerte.

Pero el alcohol no embotó su men-te. La brillantez de sus palabras, susentimiento y amor por la literaturanunca perecieron. Nadie podía conJoseph Roth salvo la brutalidad del fas-cismo del Tercer Reich. Roth, al quele encantaba representar su propiavida, lo que le llevaba en ocasiones a

LIBROSIGNACIO G. IGLESIAS

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��� Libros

mentir sobre ella, pasó sus años jóve-nes como se supone que han de vivirlos jóvenes, imbuido de ideas e ideo-logías socialistas y con comporta-mientos filosóficos más cerca delanarquismo que del aburrido Kierger-gaad, por ejemplo. Años más tarde,no se sabe si como renuncia a su pa-sado o como una representación más,aparece Roth como el mayor nostál-gico de la dinastía de los Hagsburgo:La Marcha Radetzky, su gran novela,constituye una evidencia incuestio-nable. Él mismo se confiesa, en unode los artículos incluidos en este li-bro, como reaccionario y monárqui-co, pero ¿quién se puede fiar de ésteembaucador de almas? La novela es-tá cargada de ironía, dice Andrés Tra-piello, otro escritor subyugado por Jo-seph Roth, un judío por vía genética,alcohólico por hábito y fatalista porfatalismo.

Desde luego, en su exilio de Parísninguna de esas condiciones lo aban-donó. Pero en sus artículos no haceostentación de su judaísmo, defien-de a los emigrantes judíos, se sienteun inmigrante judío pero proclamasu catolicismo; a veces, incluso, un bre-ve rayo de esperanza aparece en suinmisericorde fatalismo, pero de lo queno había duda era sobre su terribleadicción al alcohol. Nada de ello leimpidió ver el horror de lo que llamóLa filial del infierno en la Tierra, es de-cir, el Tercer Reich. La figura de Hit-ler, el cabo como Roth decía, le ins-piró un visceral odio que arraigó en

su espíritu y en su cuerpo hasta sumuerte.

En los tiempos actuales, en los queparece que lo realmente convenientepara los ciudadanos de todo el mun-do es revisar la figura de los dictado-res y asesinos, incluso en el cine, por-que quizá sus hijos o sus herederosdirectos intenten disculpar sus indis-culpables acciones y que nosotros in-tentemos comprender sus brutalida-des y sus asesinatos; ahora que la ver-dadera altura intelectual se demues-tra recitando bárbaras proclamas queincitan a la guerra, ahora, Joseph

Si se obvian ciertas

referencias geográficas,

(Alemania), y otras

personales (Hitler y

Goebbels), muchos de sus

artículos podrían adaptarse

al mundo de hoy,

a las guerras de hoy,

a los asesinos de hoy,

a las tragedias de hoy.

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Roth se vería de nuevo ahogado en elfatalismo y en el alcohol. En la hui-da, la propia tragedia, trátese de gue-rras, terremotos o ciclones, no dispo-ne de orientación alguna y los que nosinforman sobre esa tragedia perecenen ella antes de llegar a la verdad o,simplemente, como dice Roth, cuen-tan la verdad más conveniente paraquien se la transmite y, probablemen-te, se la paga.

No podría interpretar de otra for-ma, que la que sigue, aquella trage-dia quien escribía con tanta vehemen-cia, refiriéndose en aquel momento,únicamente, a su amada Alemania.Sin embargo, si se obvian ciertas re-ferencias geográficas, (Alemania), yotras personales (Hitler y Goebbels),muchos de sus artículos podríanadaptarse al mundo de hoy, a las gue-rras de hoy, a los asesinos de hoy, alas tragedias de hoy. Proclamaba en-tonces Roth que nos hemos acostum-brado a que se vierta más sangre quetinta emplean los periódicos para in-formar sobre esa sangre y que es másprobable que el amo de la tinta de laimprenta tenga más cadáveres sobresu conciencia, si es que la tiene, queperiodistas a su disposición paraechar tierra sobre la mayor parte delos muertos. Pues se sabe, decía, quela misión de la Prensa consiste no tan-to en publicar hechos, sino en ocul-tarlos; no sólo en difundir mentiras,sino también en sugerirlas; no sóloen confundir al mundo –el resto deeste mundo raquítico que aún posee

una opinión pública–, sino tambiénen obligarlo a aceptar las noticias fal-sas con una ingenuidad desconcer-tante.

Un gran visionario, sin duda. Bienes cierto que entonces se trataba deAlemania, de la imprenta alemana,de Hitler, de su ministro, el cojo ysanguinario Goebbels, y de la Prensaalemana; pero ¿alguien que no cono-ciera el texto y suprimiendo las refe-rencias citadas no habría de ubicar-lo en tiempo y lugar en el mundo dehoy? Es decir, 70 años más tarde. Sí,sin duda. Es un artículo para hoy es-crito hace unos cuantos años. Las si-militudes de las tragedias suelen ins-pirar el mismo sentimiento y las mis-mas palabras al margen del tiempoen que ocurran. El asesinato, la inva-sión de un pueblo, la traición, la men-tira, el terrorismo, la explotación y eldesencanto político nunca han cam-biado su significado, ni su significan-te, en ningún idioma conocido.

Su amigo y protector, StefanZweig, alaba la personalidad de esteRoth nostálgico, caótico y fatalista,en el Legado de Europa. Aquí Zweig seolvida de su estilo profundamente li-terario y trasluce una emotividad su-perior a la habitual en él. Disculpalos vaivenes ideológicos de su granamigo, porque sufrió de forma tan in-humana y bestial frente al triunfo delenemigo malvado, al que desprecia-ba y aborrecía, que cuando la impo-sibilidad de destruir con su propiafuerza aquel mal sobre la tierra, em-

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��� Libros

pezó a destruirse a sí mismo. DiceZweig que Roth se aniquiló conscien-temente a sí mismo impulsado por elmismo sentimiento de desesperación,sólo que en él esa autodestrucción fuetodavía mucho más cruel porque fueuna autodestrucción día tras día, ho-ra tras hora y pieza tras pieza en unaespecie de autocombustión.

Zweig no imagina en este época,1939, que él también sucumbiría muypocos años después ante la autodes-trucción. También él consideró, en1942, que la bestia era invencible y sesuicidó en Persepolis, Brasil. Fuerondos víctimas de la filial del infiernoen la Tierra. A ambos les unía no só-lo una tierra de nacimiento común,también su sentimiento europeísta;y ambos desconfiaban de los patrio-tas excesivos y de los nacionalismos,que en sí mismos son reaccionariosy generalmente degeneran en usos eideologías fascistas. En un admirableartículo, trasplantable igualmente almundo de hoy, que Roth publicó el23 de febrero de 1935 en Die Wahrheit,de Praga, decía que el estúpido amorpor el “terruño” mata el amor a latierra y que el orgullo por haber na-cido en un determinado país, en elseno de una nación determinada, des-truye el sentimiento universal euro-peo. ¿Qué diría hoy Roth, por ejem-plo, ante esa avalanchas de exigen-cias provincianas-nacionalistas quepersiguen que su dialecto sea recono-cido a escala europea? No entende-ría, como nadie en su sano y solida-

rio juicio, pretensiones tales. Pero hoyRoth no vive y nos hemos de confor-mar con sus novelas y sus artículos.

Para Roth, ya en aquellos años debarbarie existía el anhelo y la nostal-gia por la solidaridad europea. “Laconciencia europea o la concienciacultural europea”, decía, “empezó aatrofiarse en aquellos años en los quedespertó el sentimiento nacional, laconciencia nacional. Se podría decirque el patriotismo ha asesinado a Eu-ropa”. En ello estamos, desgraciada-mente, a día de hoy. Es lo que habríaque intentar comunicarle a Roth allá

“La conciencia europea o la

conciencia cultural europea”,

decía Roth, “empezó

a atrofiarse en aquellos años

en los que despertó

el sentimiento nacional,

la conciencia nacional.

Se podría decir que el

patriotismo ha asesinado a

Europa”.

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donde se encuentre. Para él, el patrio-tismo era particularismo y decía queel hombre que ama a su nación o asu patria por encima de todo, revocala solidaridad europea.

Escribía Roth, en el artículo queproporciona el título al libro, quetambién los periodistas son hijos desu tiempo. Una frase que suena a dis-culpa. Los periodistas, en aquellostiempos de horror parece ser que tam-bién deformaban la realidad, la disi-mulaban. El corresponsal, segúnRoth, que tiene que dar fe de los he-chos, se inclina devoto ante el fait ac-compli (el hecho consumado) como an-te un ídolo, ese fait accompli que in-cluso reconocen los políticos, monar-cas y sabios, los filósofos, profesoresy artistas que detentan el poder y go-biernan el mundo. Como hoy.

La responsabilidad de los corres-ponsales, de los periodistas es inne-gable. En su voluntad reside la posi-bilidad de que el resto del mundo pue-da acceder a la verdad o, al menos, auna parte de ella. A Roth esto le in-quietaba y decía que no son más que“seres humanos aturdidos por los al-tavoces, desconcertados por la veloci-dad con la de que pronto, y contra to-das las leyes de la naturaleza, una ver-dad renqueante se pone a correr ycon la que las cortas piernas de lamentira se alargan de tal modo quea paso de carga adelanta a la verdad;estos periodistas comunican al mun-do sólo aquello que les notifican enAlemania, y no tanto lo que ocurre

en Alemania”. Como ocurre hoy ¿no?Este esplendoroso artículo lo ter-

mina Roth con otra alusión perfecta-mente adaptable a las visicitudes denuestro actual y lamentable mundo.Dice el autor austriaco que “ningúncorresponsal puede hacer frente a unpaís en el que, por primera vez des-de la creación del mundo, no sólo seproducen anomalías físicas, sino tam-bién metafísicas: ¡monstruosas crea-ciones del infierno! Tullidos que co-rren; incendiarios que se prenden fue-go a sí mismos; fratricidas que sonhermanos de asesinos; demonios quese muerden su propio rabo.” A Rothle angustiaba terriblemente Alema-nia. Hoy su angustia provendría de cual-quier parte del mundo. Pero en aque-lla época, tanto le dolió Alemania queincluso arremetía, en sus artículos, con-tra la más excelsa de las mitologíasalemanas: Sigfrido es un traidor y unmentiroso y Crimilda una charlata-na tonta de remate.

En octubre de 1936, Joseph Rothenviaba al Das Neue Tage-Bush, de Pa-rís, una carta justificatoria de su im-posibilidad para abordar un artículopara su publicación. En su lugar en-vió la misiva en la que se disculpabae insistía en su indisponibilidad pa-ra afrontar tal compromiso. La cartafue convertida en artículo. En ella de-cía Roth, entre otras cosas: “¡Qué her-videro el de este mundo, una hora an-tes de su caída! Los ministros, los re-caderos de Europa, corren desde unacausa perdida a otra, ¡y de las ruinas

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��� Libros

surge una nueva desgracia! Todos losEstados mantienen entre sí ‘relacio-nes de amistad’. Sus relaciones deamistad se limitan en general a queal escritor independiente le está pro-hibido decirle a un jefe de Estado quees un tratante de caballos”. Unas lí-neas más adelante, decía que sólo que-daba un jefe de Estado en el mundoal que se le podía insultar: el Negusde Abisinia. Sin duda un claro ante-cedente del ex jefe de Estado de Iraq:Sadam Husein.

En esta colección de artículos Rothdespliega su nostalgia y su inquietud,en el intitulado El orador apocalíptico,sobre la propaganda de los Estados yde los Gobiernos. Es tentador, terri-blemente tentador, reproducir un pá-rrafo de este escrito. Ya se sabe queen caso de tentación lo aconsejablees pecar, incluso cuando no se es cre-yente (el pecado, aunque sea un in-vento cristiano, tiene categoría uni-versal): “Si es cierto que Dios da en-tendimiento a aquellos a los que con-cede un cargo público [Roth no sóloera creyente sino ingenuo], entoncesel diablo presta a aquellos a los quenombra sus ministros el poder sobre-natural para negar y deformar la ver-dad con éxito. La negación y adulte-ración de la verdad es más peligrosaque la simple mentira, porque ésta úl-tima destruye, pero a aquélla sólo conesfuerzo la puede enmendar un des-mentido. La adulteración de la ver-dad se consigue en el período máscorto recurriendo a la exageración o

a la simple negación de la realidad.”Todos los Gobiernos necesitan de

su Ministerio de Propaganda, al mar-gen de su denominación y por su-puesto de su ideología, generalmen-te opuesta a su cometido lo que, afor-tunadamente, nos sitúa sobre la pis-ta de sus verdaderas intenciones. Así,puede haber Ministerios de Informa-ción, de Comunicación, de Cultura,de Educación. En alguna ocasión, enalgún país alguien bautizó a su mi-nisterio de un modo más aproxima-do a su cometido y, efectivamente, lollamó de Propaganda. Para JosephRoth era el Ministerio para la adulte-ración y la calumnia y lo justificaba:Al demonio, ya se sabe, no le gusta latrasparencia. Leyendo los artículos deRoth uno se pregunta si ha muerto.Me aseguran que sí. Fue un visiona-rio, tanto o más que el tan manido ytan ponderado Orwell.

Con la tecnología, todospodemos ser periodistas

WE THE MEDIADan Gillmor. 320 páginas.O’Reilly

El siglo XX consolidólos grandes grupos deprensa y, con la apari-ción de la radio y la te-

levisión, permitió que se crearan losimperios mediáticos que hoy perma-

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necen. El siglo XX rompía así con elsiglo anterior, con un periodismotambién dirigido hacia la concentra-ción pero todavía más independien-te. Un periodismo que podía verse engacetillas y en panfletos de forma in-dividualizada y espontánea. Era unaalternativa a las noticias de los gran-des periódicos. Pero el siglo XXI, gra-cias a Internet, en cierta medida, havuelto atrás en el tiempo. Hoy, con lasherramientas que la Red ofrece, todospodemos ser periodistas, y eso permi-te establecer un camino paralelo, unasegunda vía, al de los grandes medios

Todos periodistas, con unas ideasbásicas, y sabiendo que es un perio-dismo de la gente y para la gente. Ésaes la teoría básica que el periodistaestadounidense Dan Gillmor desarro-lla en su libro We the media (Nosotroslos medios), un canto a favor de lasnuevas tecnologías que están permi-tiendo recuperar independencia y li-bertad en un mundo acaparado porimperios mediáticos con demasiadosintereses. Para Gillmor, columnistahabitual del San Jose Mercury News (Ca-lifornia), la realidad de este nuevo pe-riodismo está establecida y reconoci-da, sobre todo a raíz de que, como se-ñala, “los grandes medios han habla-do del fenómeno blogs”.

Porque son los blogs, diarios perso-nales colgados en la Red, uno de losexponentes más claros de este nuevoperiodismo del que Gillmor habla. Pá-ginas de Internet en las que quien lasrealiza va colgando sus ideas, sus fo-

tos, todo aquello que desea con la pe-riodicidad que quiere y, sobre todo,con libertad para hacerlo. Una herra-mienta que durante los dos últimosaños ha acaparado buena parte de laatención internacional, ya que sur-gieron blogs desde la guerra de Iraqrealizados por periodistas que no po-dían contar ciertas cosas en sus me-dios y más recientemente han apare-cido otros muchos para seguir la cam-paña presidencial estadounidense. Yeso, sin contar los miles que cada díabrotan en la Red, de los que muchostienen elevados índices de visitas yuna repercusión nada desdeñable.

Pero para entender esta nueva rea-lidad, Gillmor propone retrocederhasta el punto de inflexión que mar-ca el antes y el después en este nue-vo periodismo, señalado en el calen-dario con letras rojas: el 11 de septiem-bre de 2001. Gillmor sitúa en esta fe-cha su rampa de lanzamiento porque“la Red estaba ahí, y también la gen-te, y las herramientas; sólo hacía fal-ta un catalizador, y el 11-S lo fue”.Aquel día, según se iban desarrollan-do los trágicos acontecimientos, lasnoticias no sólo provenían de los me-dios de comunicación, sino que tam-bién la gente de la calle, a través deInternet, en blogs, chats o e-mails, ofre-cía nuevos detalles o noticias, ademásde compartir sus sentimientos en unmomento de angustia absoluta.

Aquel día marcó un antes y un des-pués. Desde entonces, gracias a Inter-net y a sus herramientas, “los lecto-

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��� Libros

res, oyentes y telespectadores se con-vierten en parte del proceso”. Las nue-vas tecnologías ponen el resto. Puedeser a través de los ya mencionadosblogs, o por listas de correo, o en unfórum, o un chat, o con mensajes SMS,o incluso colgando fotografías hechascon las cámaras digitales de los telé-fonos móviles. Todo el mundo quequiera puede dar sus noticias, contarlo que sabe, explicar algo que sucedeo que puede suceder. Desde luego, elpotencial es inmenso.

Para Gillmor, la belleza de estenuevo proceso radica en la comuni-cación, porque es en lo que se trans-forma la información. Antes, dice, losmedios daban una noticia, y punto.Ahora, esa noticia que da un mediopuede ser ampliada, desmentida,puntualizada o criticada por miles depersonas en Internet. La informaciónes ampliada y difundida. El procesopasa a ser de “lectura a conversación”.Y eso, por primera vez en la historia,de forma global y prácticamente in-mediata. Este nuevo periodismo de lagente y para la gente tiene muchosbeneficios potenciales. Pero, lógica-mente, también riesgos. Entre los pri-meros huelga mencionar que puedendarse a conocer más historias y noti-cias, porque se podrán contar hechosque no conocen los medios o que porintereses, no quieren sacar a la luz.Así, blogs creados en países como Chi-na o Irán, en los que se narran las res-tricciones de los Gobiernos y los re-cortes de derechos, pueden ir abrien-

do pequeñas grietas en el caparazónde ciertos sistemas políticos.

Entre los riesgos es preocupante lafalta de credibilidad que tienen la ma-yoría de las noticias surgidas en pá-ginas desconocidas de Internet. Por-que también son famosos casos demanipulación de textos –realizadaconscientemente o fruto de un corta-pega equivocado– fotografías truca-das e incluso falsos montajes en ví-deo, como el de dos amigos estadou-nidenses que simulaban una decapi-tación al estilo de Al Qaeda en Iraq,que fue difundido por todas las agen-cias.

Para garantizar cierta credibilidad,Gillmor propone un sistema en el quese incluya en cada blog, por ejemplo,una firma digital, que aclare la iden-tidad al emisor y se pueda rastrear,para que así este tipo de comunica-ciones no sean anónimas. No obstan-te, este asunto, como se demuestra enel libro, es una asignatura pendientede difícil resolución. De ahí tambiénque abogue porque sea la gente la quecontraste las informaciones, igual quehacen, o deberían de hacer, los perio-distas. Otro tipo de riesgos son lasamenazas que este nuevo periodismotiene. Para Gillmor son principalmen-te tres: el Estado, los grandes mediosy las leyes de propiedad intelectual.El Estado, “por su posible interven-ción”; los grandes medios, porque son“dinosaurios que no morirán en silen-cio, sino que tratarán de hacerse conel control de los nuevos medios”; y

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las leyes de derechos de autor, por-que “restringen demasiado la liber-tad de los usuarios”.

En el otro plato de la balanza, yeso azuza el optimismo del autor so-bre el futuro de este periodismo flo-reciente en Internet, coloca Gillmordos pesas. La primera, los valores bá-sicos del periodismo: imparcialidad,precisión y ética. Y la segunda, la pre-misa de que la tecnología es impara-ble. El resto es sólo cuestión de dejarrodar la bola de nieve desde la coli-na. Herramientas hay y habrá más. Ycada vez hay más gente dispuesta ausarlas, lo que da “más valor a la Red”.Gillmor, consecuente con sus ideas,además de la edición impresa, ofreceeste libro a través de Internet. En lapágina www.oreilly.com está disponi-ble íntegramente bajo licencia copy-left.

El objetivo fundamental,desprestigiar al enemigo

LA GUERRA ISRAELÍ DE LAINFORMACIÓNJoss Dray y Denis Sieffert.204 páginas. Ediciones delOriente y del Mediterráneo.

La tesis fundamentalde este libro es que hay,

en la guerra palestino-israelí, unacuerdo generalizado en la prensa decasi todo el mundo para desviar los

principales focos de atención, en loque se refiere a noticias y protagonis-tas, con el único objetivo de conse-guir la deslegitimización del líder pa-lestino Yasir Arafat. No en vano loacompaña un subtítulo realmente ex-presivo: “Desinformación y falsas si-metrías en el conflicto palestino is-raelí”. Según los autores, estas conduc-tas, conscientemente o no, tienen encomún la cuestión de presentar el he-cho colonial israelí en los territoriospalestinos como un simple factor másdel conflicto. Al relativizar el hechocolonial, éste sólo aparece en sus ma-nifestaciones más violentas.

Los autores señalan que, al contra-rio de lo que pretende el falso deba-te iniciado por un puñado de intelec-tuales muy presentes en los medios,no está en su ánimo denunciar la “fal-ta de objetividad” de la prensa ni tam-poco plantear una interrogación so-bre esa vieja quimera que es la obje-tividad en general, sino analizar enqué condiciones la prensa ha cedidoo resistido la ofensiva ideológica lan-zada por el ex premier israelí Ehud Ba-rak.

Y viene a cuento Barak porque fueél, según se explica en el libro, el quepromovió una gran campaña de des-información previa a la reunión deCamp David, donde, supuestamente,habría de llegarse a un acuerdo de paz.Los autores insisten en que no creenen la teoría del complot y en que Ba-rak quería una paz impuesta pero ma-tizan que la historia de Camp David

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ha sido escrita a posteriori con el finde que el fracaso recayera sobre Ara-fat. Tal construcción ideológica, di-cen, preparó el camino a Ariel Sha-ron y contribuyó a liquidar el campode la paz en Israel.

En esta guerra de desinformación,Israel cuenta con magníficos aliadosen Occidente que no dudan en ofre-cer una representación del pueblo pa-lestino construida sobre la violenciay ponen un ejemplo: desde los aten-tados del 11-S, se ha producido un he-cho con efecto multiplicador: la apa-rición en las portadas de las revistasde una fantasmagórica figura de unislamista surgiendo de las tinieblas ycuyo objetivo es la estimulación de lasactitudes irracionales. Sin embargo,a juicio de ambos escritores, Israel, enúltimo extremo, no ha ganado aúnsu “guerra de la información” lo queha conducido a una batalla de con-ceptos y expresiones en uno de cuyosfrentes se mueve, por ejemplo enFrancia, la Agencia France Press, so-bre la que se ejercen presiones y con-tra la que los israelíes emiten severosjuicios de intenciones.

Los autores del libro se ocupan concierta amplitud de la desinformaciónen torno a los acontecimientos deCamp David cuya reunión, en sutranscurso e interpretación, ha cons-tituido un eje fundamental en estapolítica desinformativa emprendidapor Israel y en la que han colabora-do con más o menos intensidad e in-tencionalidad diversos medios y pe-

riodistas de prestigio. Dray y Sieffertincluyen entre éstos a Jean-Marie Co-lombani, director de Le Monde, quienconcluía uno de sus artículos a pro-pósito de la reunión de Camp David,señalando que “Arafat, aunque parez-ca imposible, ha votado por Sharon”.Los autores descartan una malévolaconnivencia entre profesionales co-mo David Grossman, Alain Finkiel-kraut, Pierre-André Taguieff, BernardGuetta y el mismo Colombani, entreotros. Pero, se preguntan con inquie-tud: ¿podrían estar la mayoría de loscomentaristas influenciados por unafuente común hábilmente difundida?

Curiosamente, en quienes centransus dardos manipuladores, los auto-res del libro, es en un personaje en elque la mayoría de los españoles nopensaría. Dicen que es una paloma alservicio de los halcones y lo definen co-mo un hombre afable, cordial y sim-pático. Se trata de Shlomo Ben Ami,ex embajador de Israel en Madrid. Loseñalan como, a pesar de las aparien-cias, el hombre de confianza de Ba-rak. Ben Ami ha aparecido, se dice enlibro, ante los medios de todo el mun-do como testigo, parte, analista y exé-geta del conflicto pero siempre, sobretodo en los últimos años, ha señala-do, de un modo u otro, a Arafat co-mo el gran responsable del fracaso dela paz. Para los autores, Ben Ami esuno de los grandes desinformadores.

Toda esta política de desinforma-ción ha tenido como objetivo, conse-guido, la caída en desgracia de Yasir

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Arafat ante los medios de comunica-ción. Quizá, si no se es un gran ex-perto en el tema, no se pueda anali-zar con solvencia la tesis del libro pe-ro, desde luego, si la guerra de la des-información existe, todo apunta a quesi el objetivo era el citado, el éxito haculminado la operación. Efectivamen-te, Arafat ha sido desacreditado. Suantigua y mítica aureola de resisten-te ha saltado por los aires.

Los ejemplos de periodistas y me-dios inmersos en la batalla de la des-información son abundantes y susci-tan un gran interés; las argumenta-ciones cuentan con la solidez que pro-porciona el conocimiento y la expo-sición está perfectamente tramada.Llegan los autores, incluso, a hablar,no sólo de desinformación o manipu-lación, sino que el nivel se eleva has-ta la intimidación. A este respecto,cuentan algo que le sucedió a RobertFisk, un gran especialista en el mun-do árabe musulmán. Debido a sus ar-tículos, Fisk hubo de soportar unaenorme avalancha de insultos y ame-nazas. En mayo de 2002 se decidió apublicar en su periódico, el londinen-se The Independent, una selección delas cartas o correos electrónicos reci-bidos por él o por su redacción des-de el 11 de septiembre. “Muchos re-claman mi muerte”, resume. Pareceser que hasta el actor norteamerica-no John Malkovich declaró ante unsindicato que querría matarlo. Ha ha-bido otros casos de intimidación, se-gún Dray y Sieffert, pero al final y en

todo caso se muestran optimistas, oingenuos quizá. Dicen que otra infor-mación será posible. Ojalá.

Algo sigue oliendo a podridoen las cadenas de televisión

TELEBASURA YPERIODISMOCarlos Elías Pérez. 183páginas. EdicionesLibertarias

Recientemente el De-fensor del Pueblo, En-

rique Múgica, ha publicitado en unacomparecencia en el Congreso de losDiputados que hay que controlar latelebasura en aquellos horarios sus-ceptibles de contar con público infan-til. Claro que siempre y cuando no pue-dan “en absoluto” verse afectados losderechos a la libertad de expresión yla libertad de empresa. También re-cientemente la directora de Canal 9dimitió porque, según los medios decomunicación, un nuevo organigra-ma de los puestos ejecutivos le quitapoder a la vez que se ponen ciertoslímites a la bazofia-telebasura que esacadena de televisión creó con el nom-bre de Tómbola. Sin embargo, los ana-listas políticos, como vulgar y peno-samente se suele decir en esos me-dios, señalan que todo se reduce auna lucha en la Comunidad de Valen-cia entre partidarios de Zaplana, an-

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terior virrey, y Camps, actual presiden-te autonómico.

Sería fantástico que Tómbola desapa-reciera y con ella toda la telebasura,no sólo la que se emite en horario in-fantil. Esta es la conclusión a la quese puede llegar después de leer el li-bro del joven profesor de universidadCarlos Elías Pérez. Es decir, las alar-mas están conectadas mucho antesde la comparecencia de Múgica, pe-ro el resultado es de temer que seadeplorable, como la propia televisión.

Rezuma Carlos Elías cierto pesi-mismo cuando relata la lamentableactuación del rey de la telebasura, elpresentador de Crónicas Marcianas.Después de leer esas líneas siemprequeda la duda acerca de dónde resi-de la auténtica responsabilidad de laemisión de estas bazofias: Gran Her-mano, Hotel Glam, Salsa Rosa, Aquí haytomate, Tómbola, Como la vida, Sabor a tiy otros muchos más. ¿El responsablees el presentador o quienes lo ampa-ran y sustentan? Elías narra con cier-to detalle el episodio que llegó a en-fadar tanto al rey de la telebasura quefue capaz de vilipendiar, en antena,a su patrón, el hoy Grupo Vocento. Essabido que una revista de este grupopublicó un ranking de la telebasura enel que el presentador de Crónicas Mar-cianas quedó clasificado en primer lu-gar. Y sabido es que el aludido diósepor ofendido y arremetió contra to-do cristo que osó vilependiarlo, in-cluidos quienes lo pagan. El ejemploes, no sólo alarmante, sino muy sig-

nificativo del grado de aceptación,por parte de las cadenas emisoras, desemejantes bodrios. Y de ello da fe eltrabajo del profesor Elías Pérez.

Sin embargo, nadie como CarlosBoyero para explicar sucintamente,con ingenio y con irreprochable sin-ceridad el asunto. En el libro se inclu-ye un magistral párrafo, publicado enEl Mundo en pleno verano de 2003, ab-solutamente definitorio. Dice: “Sardáno está de cachondeo ni mantiene lasesencias del zen por encima de la ten-sión profesional. Está apostando fuer-te, haciendo tragar sapos a los que pre-tenden congraciarse con la repenti-na alergia del enfermizo Aznar haciala telebasura. Pero sospecho que el in-cómodo debate sobre la coherencia nun-ca se impondrá al permanente esplen-dor de la telebasura. Sus felicitacio-nes fraternales a los compañeros devertedero pretendían un tono entra-ñable, pero los sabios directivos de Te-lecinco pensarían en la solidez de sublindaje al sentirse tan comprometi-dos y admirados por la chulería concausa de Sardá. Tiene razón. Lo queno comprendo es que se ofenda poralgo tan legítimo como ser el empe-rador de la mierda”.

Para el profesor Elías, y la reali-dad así lo demuestra, casi ningunode los grandes grupos de comunica-ción se mantiene al margen de laemisión de los bodrios y la basura:todo por la audiencia. Desde luegoTelecinco y Antena 3 van sobrados,pero la propia TVE no se mantiene

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al margen, e incluso Digital + dispo-ne de un canal en el que se emite,¡24 horas sin interrupción!, unas delas mayores bazofias en la que losprotagonistas parecen esquizoides osubnormales sin remedio: Gran Her-mano. Pero ellos, los esquizoides, noson los culpables. Los aparecientes seprestan, como se relata en el libro, aestas y otras comparecencias televisi-vas, a cambio de dinero. Incluso, di-ce Carlos Elías, existen tarifas, segúnel grado de imbecilidad al que estéuno de estos zafios personajes dis-puesto a llegar, sea a favor o en con-tra. Esta es la libertad de expresiónde tales programas.

Todo sea por la mínima inversióny el máximo beneficio, dice Elías. Seda por supuesto que se refiere al be-neficio económico. Porque otro bene-ficio no existe. No se trata únicamen-te de proteger las cándidas mentes in-fantiles, como dice Múgica; no se sa-be por qué es precisamente ahoracuando se aborda la cuestión desdetan alta instancia, si el asunto viene

de largo. La telebasura es una afren-ta que se mantiene en antena por unproblema de cultura o, mejor dicho,de incultura, el gran abono de este ti-po de emisiones. Cita al principio dellibro, el profesor Elías, una frase pre-ocupante escupida por la boca de undirector general de Gestmusic-Ende-mol, una de las mayores productorasde bazofia televisiva: “Ahora se haceen España la mejor televisión de lahistoria. Si alguien dice que la pro-gramación pasada era mejor, yo locastigaría a verla”. No está mal el cas-tigo siempre y cuando la obligaciónde ver televisión del pasado no inclu-ya los programas de su productora.

El futuro, augura Carlos Elías, nose presenta nada halagüeño. Y razónno le falta porque si hay que constre-ñir, por decir algo, la emisión de te-lebasura sin afectar a la libertad deexpresión y de empresa, tal como pon-dera el Defensor del Pueblo; que seaél mismo quien señale los límites deambas cuestiones. Seguro que el au-tor del libro se lo agradecerá. �

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La deslocalización llega a la prensaEl Servicio de Finanzas de la agenciaReuters ha trasladado el trabajo deedición de Estados Unidos y Europaa la India. La revista de Time WarnerBusiness 2.0 ha ensayado la edición desus últimos números desde ese país.El portal de noticias de tecnologíaCNET tiene también en India un equi-po que aporta reportajes de investi-gación y noticias, de tal forma que,aprovechándose de la diferencia dehorario, puede ir actualizando su con-tenido a todas horas. Con la mismaidea, editores estadounidenses estánpreparando programas piloto para in-tentar que las webs de noticias se di-señen y elaboren desde India, con loque se abaratan costes al mismo tiem-po que se proporcionan noticias ac-tualizadas. Incluso algunos periódi-cos norteamericanos han dejado el

trabajo de digitalización en manos decompañías indias. Son algunos ejem-plos de cómo el outsourcing o desloca-lización –el traslado de la actividadde una empresa a otro país, para aba-ratar costes– está llegando también alos medios de comunicación.

Reuters admite que la razón prin-cipal para deslocalizar parte del tra-bajo es el ahorro de dinero. En Ban-galore emplea a unas 300 personasque ayudan únicamente a procesardatos, pues el análisis lo hacen los es-pecialistas y los textos se escriben ensu sede. Sin embargo, cada indio con-tratado cobra al año un cuarto de loque gana un redactor en prácticas enel Reino Unido.

“Los avances en tecnología hacenque se pueda hacer mejor el trabajode redacción y edición. Y a unos cos-tes mucho mejores”, asegura RanjitSingh, presidente de la empresa esta-dounidense TechBooks, que ha tras-ladado gran parte de su trabajo a Nue-va Delhi, donde emplea a 2.000 per-

NOTICIAS

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sonas. Sus clientes son empresas co-mo Cambridge University Press, Pren-tice May, Law Writer y Net Library,entre otras. Su último encargo es elManual of Style de la University of Chi-cago Press, un libro de referencia pa-ra escritores, editores y editoriales enEstados Unidos cuya primera edicióndata de 1906.

Compañías como Thomson Press,Macmillan, Integra, Newgen Imagingestán deslocalizando parte de su tra-bajo en India con buenos resultados.El traslado de algunos servicios de laindustria editorial aporta a la India,en conjunto, unos 2.500 millones dedólares (2.029 millones de euros).Fuente: The Times of India

Rusia boicoteó el trabajode los periodistas en BeslánLas autoridades rusas impidieron eltrabajo de los periodistas durante elsecuestro registrado en un colegio deBeslán (Osetia del Norte), en el quemurieron al menos 338 personas; lamitad de ellas, niños. Es la conclu-sión de la Organización para la Segu-ridad y la Cooperación (OSCE) en uninforme que es casi un catálogo decosas que no se deben hacer en perio-dismo durante una crisis.

La OSCE sugiere que la coberturadel secuestro por parte de los medios

ha levantado varias barreras de cre-dibilidad: entre el Gobierno ruso ylos medios; entre los medios y el ciu-dadano; y entre el Gobierno y el ciu-dadano.

En primer lugar, el informe apun-ta que el Ejecutivo ruso ofreció infor-mación incorrecta. De hecho, en unprincipio las autoridades dijeron quehabía 354 rehenes en el interior dela escuela, mientras que cinco díasdespués del fin del secuestro el fiscalgeneral afirmó que al menos había1.200 rehenes.

Además, se boicoteó a varios pe-riodistas. En especial a Anna Polit-kovskaya y Nana Lezhava, drogadas du-rante su viaje a Beslán, y a Andrei Ba-bitsky, que fue detenido en Moscú.

Politkovskaya, que trabaja en eldiario Novaya Gazeta, es una de las pe-riodistas más críticas con el presiden-te ruso, Vladimir Putin. Durante el vue-lo de Moscú a Beslán tomó un té y,poco después, se sintió indispuesta.Ya en el hospital, una enfermera leaseguró que había sido envenenada.

También Nana Lezhava, de la ca-dena georgiana Rustavi-2, aseguróque había dormido 24 horas despuésde tomar un café que le ofrecieron encomisaría, tras ser detenida junto asu cámara, Levan Tetvadze, en teoríapor no tener visado al entrar a Bes-lán desde Georgia, aunque su cadenaaseguró que no era necesario. Un por-tavoz del Instituto Georgiano de Dro-gas afirmó que varias muestras de ori-na de la periodista, tomadas a peti-

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��� Noticias

ción de su televisión tras ser libera-da, tenían restos de tranquilizantes.

Por su parte, Andri Babitsky ni si-quiera pudo ponerse en camino has-ta Beslán, pues fue detenido en Mos-cú por una falsa denuncia.

También se dieron casos de perio-distas extranjeros acosados en el ejer-cicio de su trabajo, como el de cua-tro equipos de televisión a los queconfiscaron las cintas grabadas.

Una tercera cuestión fue la faltade cobertura por parte de las cadenasde televisión rusas. La OSCE aseguraque precisamente la escasa cobertu-ra del secuestro llevó a los secuestra-dores a negarles el agua a los rehe-nes.

“Durante el secuestro, la televisiónoccidental –CNN, BBC, SKy…– emitióimágenes en vivo. Pero la televisiónestatal rusa, e incluso la local, utili-zó tomas pregrabadas que emitían enlos boletines. La gente de Beslán te-nía que acercarse al lugar del secues-tro para seguir lo que estaba ocurrien-do”, escribió en una crónica el corres-ponsal en Rusia de The Guardian, NickPaton-Walsh.

La cobertura de la masacre de Bes-lán ha dividido a los medios rusos.Los canales públicos no cubrieron laprimera hora del secuestro. Pero tam-bién se les critica por no haber cues-tionado la manera en la que el presi-dente Putin manejó la situación.

Politkovskaya, una de las escasasperiodistas que ha escrito sin tapujossobre el conflicto en Chechenia, afir-

mó en The Guardian que teme que losmedios rusos hayan regresado al“abismo soviético”. “Estamos regre-sando a un vacío informativo que pre-sagia la muerte del periodismo porpropia ignorancia”, añadió. “Por lodemás, si quieres seguir trabajandocomo periodista en Rusia hay que serservil a Putin o enfrentarse a la muer-te, la amenaza, el veneno o un juicio,lo que mejor sirva a los esbirros delpresidente”.

La misma situación que ha denun-ciado la OSCE: “En la cobertura de losataques terroristas, los políticos ru-sos continúan conduciéndose segúnlo que les resulta conveniente, en lu-gar de lo que es legal”, sostiene.Fuentes: BBC, The Guardian

Duro juicio a la informaciónFranceses y británicos son muy duroscon los medios de comunicación desus países. Mientras los primeros es-tán muy divididos sobre la calidad dela información y eligen la televisióncomo el medio en el que más confían,los segundos se muestran escépticosen general, pero optan por la radiocomo el medio más creíble.

En España el Centro de Investiga-ciones Sociológicas no compara en-tre sí todos los medios, pero sí la te-levisión y la radio. Y el 59% de los en-trevistados opina que la radio es más

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objetiva, frente a un 18% que cree quela televisión lo es más.

El sondeo realizado por el institu-to BVA para el diario Liberátion mues-tra que un 40% de los franceses creeque la calidad de la información haempeorado en los últimos años, aun-que todavía un 47% de ellos conside-ra que mejoró en el mismo período.La encuesta, realizada los pasados 23y 24 de julio, se hizo justo después deque los medios franceses informarandel caso de una mujer judía que ase-guró que había sido agredida por ungrupo de inmigrantes marroquíes enel tren, aunque luego se comprobó quese había inventado el ataque. Un 73%de los encuestados opinó que los me-dios de comunicación no habían si-do prudentes en el tratamiento de lainformación. Pero también son muycríticos sobre cómo informaron éstosde los atentados del 11 de marzo enMadrid (porque en un principio hi-cieron referencia a la autoría de ETA)o del debate sobre la existencia enIraq de armas de destrucción masiva.

De entre todos los medios de co-municación, el que más ha perdidocredibilidad es la prensa –diarios yrevistas–, mientras la televisión reci-be el apoyo de un 28%, que suponenseis puntos más que el año anterior.La prensa escrita se situaba en 2003en el 41%, pero este año bajó al 27%.

En el Reino Unido, que cuenta conlos lectores más voraces de toda Eu-ropa, pues la mitad de los británicoslee al menos un periódico al día, en

cambio sólo el 12% cree que la pren-sa sea el medio más creíble. En estepaís la radio es el medio más respe-tado, al que siguen los informativosde televisión en general. El 54% de losbritánicos están satisfechos de los te-lediarios de la BBC por su imparcia-lidad y profesionalidad, pero los bo-letines de ITV cuentan con un 25%de apoyo y los de Sky News con el13%.

También la guerra de Iraq y las ar-mas de destrucción masiva han sidodecisivas en la pérdida de confianzade los medios en general. No hay másque ver que la BBC recogía la confian-za casi ciega del 92% de los encuesta-dos y este año se ha quedado en un60%.Fuentes: Libération, CIS

Forbes.com ensayaanuncios en los textos¿Dónde está la línea que separa el mar-keting y el periodismo? La prensa haalardeado siempre de diferenciar ra-dicalmente entre la publicidad de suspáginas y su contenido informativo.Pero hace años que los anuncios seinsertan en los propios programas detelevisión y radio. La última modali-dad ha sido la que ensayó en septiem-bre la veterana presentadora estadou-nidense Oprah Winfrey en su talk-show, donde regaló en directo un co-che a cada uno de los asistentes al

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��� Noticias

programa como público y que alanunciante le costó lo mismo que 50anuncios en la misma cadena. Es loque se llama product placement y quecomienza a introducirse también enla prensa.

Una de sus formas es la que ensa-ya estos meses la versión digital de larevista Forbes, que ha llegado a unacuerdo con la empresa Vibrant Me-dia Inc. para “experimentar” una nue-va forma de publicidad que consisteen introducir enlaces a los anunciosen los reportajes de Forbes.com.

La tecnología de Vibrant, Inte-lliTXT, subraya automáticamente de-terminadas palabras de los textos dela página web de Forbes, que se han pre-seleccionado y vendido previamentea los anunciantes. Cuando un lectorsitúa el cursor sobre la palabra, quetiene un subrayado doble para dife-renciarse de otros tipos de enlaces deInternet, una caja amarilla se abre au-tomáticamente ofreciéndole un eslo-gan publicitario, así como una etique-ta que indica que es un link patroci-nado.

El presidente de Forbes.com, JimSpanfeller, aseguró a Associated Pressque los editores y redactores de la re-vista digital no saben de antemanoqué palabras se han vendido. Eso sí,admite que muchos reporteros pue-den tratar de evitar usar determina-das palabras clave, si observan que sehan enlazado con la publicidad. Tam-bién cabe la opción de que se inclu-yan palabras que se piense que van a

reportar más beneficios. Son algunasde las cosas que la compañía preten-día estudiar durante el período deprueba.

Por otra parte, esta publicidad es-tá excluida de secciones como las dePolítica o Internacional y los anuncian-tes pagan sólo si se ha pinchado so-bre su anuncio.

Matt McAlister, vicepresidente dela publicación de tecnología InfoWorld,cree que, aunque desde el punto devista económico es una decisión inte-ligente, el hecho de insertar publici-dad en los contenidos de las web afec-ta a su credibilidad. En su opinión,es un gran riesgo para el periodismodigital, que tiene que luchar el doblepor hacerse un hueco en el periodis-mo de calidad y que últimamente su-fre la competencia de los blogs.Fuente: The New York Times

La BBC cierra cincopáginas ‘web’ tras un informe desfavorableLa BBC Online, versión digital de lacadena británica del mismo nombre,ha tenido que cerrar cinco de sus pá-ginas web y apenas le quedan unos me-ses para revisar toda su actividad on-line. La razón es que el Informe Grafsobre su actividad –una investigaciónindependiente impulsada a princi-pios de 2003 por la ministra de Cul-

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tura, Tessa Jowell, y llevada a cabo porel antiguo director del grupo TrinityMirror, Philip Graf– ha establecidoque BBC Online debe definir “total-mente su identidad” o ser desmante-lada.

El portal es uno de los más con-sultados en el Reino Unido, con unamedia mensual del 43% de los inter-nautas del país. En la direcciónwww.bbc.co.uk hay de todo: especial-mente información actualizada porun equipo de 270 periodistas, perotambién páginas de jardinería, cur-sos de lengua interactivos, deportes yjuegos.

El Informe Graf considera que BBCOnline provoca un impacto adversoen el negocio de sus competidores,sus páginas apenas se diferencian delas que tienen el sector privado y notrabajan bajo la premisa de serviciopúblico que afecta a toda la BBC. Ensu opinión, el portal debería dar prio-ridad a las noticias de actualidad, ne-gocios, educación y, en general, infor-mación que sea de interés para el ciu-dadano.

El informe recomienda ademásque haya dos nuevos supervisores quevelen su actividad y que al menos el25% de su contenido, incluidas las pá-ginas de información, sean de pro-ducción externa, como se exige a lacadena de televisión en materia deproducción audiovisual.

Sus conclusiones han sido muybien acogidas por las operadoras pri-vadas de Internet que compiten con

BBC Online, especialmente las deotros diarios como The Guardian o TheDaily Telegraph, que se venían quejan-do de la competencia desleal. Segúnellas, la BBC acapara una gran por-ción de los beneficios publicitariosdel mercado de la información digi-tal, algo que consideran desleal pues-to que es de financiación pública.

BBC Online ha respondido de mo-mento a las recomendaciones del In-forme Graf con el cierre de cinco desus páginas: Fantasy Football (sobre fút-bol), Pure Soap (dedicada a las seriesde televisión más populares), What’sOn (información sobre la programa-ción televisiva), Surfing (una páginasobre el surf) y los portales de juegos. Fuentes: Libération, The Guardian,Netimperative

Bagdad clausura la corresponsalía de la cadena Al YaziraLo que era un aviso se ha convertidoen un cierre indefinido. El Gobiernoprovisional iraquí prohibió a prime-ros de agosto a la cadena qatarí Al Ya-zira trabajar en Iraq durante un mes,porque dice que incita a la violenciaen el país. Transcurrido el plazo, hacerrado la sede en Bagdad de la tele-visión para impedir que siga emitien-do, a pesar de la oposición de organi-zaciones como Reporteros Sin Fron-

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��� Noticias

teras o el Comité de Protección de losPeriodistas, que creen que esta impo-sición es un obstáculo a la libre cir-culación de la información y se con-tradice con las declaraciones oficia-les del Ejecutivo interino sobre su apo-yo a los valores democráticos.

“La decisión se ha tomado paraproteger al pueblo de Iraq y los inte-reses del país”, declaró el primer mi-nistro, Iyad Alaui, en rueda de pren-sa el pasado 7 de agosto. En ella ex-plicó que una comisión independien-te había estado examinando los re-portajes sobre Iraq que ofrecía la ca-dena qatarí y había llegado a la con-clusión de que Al Yazira se ha conver-tido en el altavoz de “grupos crimi-nales y terroristas, que incitan a la vio-lencia en el país”. Las imágenes quehan venido criticando sistemática-mente varios ministros del Gobiernointerino son los vídeos sobre la vio-lencia que vive el país y los secuestrosque llevan a cabo los rebeldes. “(…) seles da un mes para ofrecerles la opor-tunidad de que reajusten su políticacontra Iraq”, precisó el ministro delInterior iraquí, Falah Al Naquib.

La cadena, a través de su portavozJihad Ballout, ha negado sistemática-mente las acusaciones: “No creo queAl Yazira haya incitado nunca a la vio-lencia”, declaró éste a la cadena esta-dounidense CNN.

Cumplido el mes de plazo, el Co-mité Nacional de Seguridad iraquí de-cidió cerrar la delegación de Al Yazi-ra indefinidamente. Agentes de la po-

licía iraquí entraron en las oficinasde Bagdad de la cadena, sellaron laspuertas de la Redacción y varios agen-tes armados custodiaron la sede de lacorresponsalía en un hotel de la ca-pital iraquí, para impedir que la ca-dena siguiera emitiendo desde Iraq.El Gobierno iraquí acusa a Al Yazirade ignorar la prohibición inicial y deno haber ofrecido una explicación desu política editorial como le había pe-dido el Gobierno. “Debido a esta fal-ta de respuesta a una orden del Go-bierno, (…) Iraq ha decidido extenderla prohibición hasta que se envíe unarespuesta oficial desde la sede centralde Al Yazira”, declararon fuentes ofi-ciales a la agencia Associated Press.

El portavoz de Al Yazira manifes-tó en cambio a esa agencia que la te-levisión se atuvo a la prohibición yque durante todo agosto ha utilizadomaterial de las agencias que trabajanen Iraq, como otros medios de comu-nicación. “Nunca hemos comprome-tido nuestros valores editoriales. Cre-emos que lo que ocurre en Iraq esmuy importante para todo el mundoárabe y su cobertura informativa de-be ser objetiva, equilibrada y de con-junto”. Además, en un comunicadola televisión explicó que la decisiónes contraria a las promesas hechaspor el Gobierno interino de ofreceruna política aperturista y de salva-guarda de la libertad de prensa y ex-presión. Reporteros sin Fronteras esde la misma opinión.Fuentes: agencias

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El formato pequeñotriunfa en EuropaOtros periódicos están siguiendo portoda Europa la estela de los diariosbritánicos The Independent y The Times,que estrenaron versiones reducidasde su tradicional formato sábana enel otoño de 2003, a la vista de sus bue-nos resultados. También en el ReinoUnido se ha sumado el diario regio-nal The Scotsman, mientras que el gru-po alemán Axel Springer se ha hechocon el mercado en Polonia gracias alnuevo tabloide Fakt y ahora ensayaun paso similar en Alemania con laversión reducida de Die Welt, que pa-sa a ser Welt Kompakt. Para hacerle lacompetencia, Verslagsgruppe Han-delsbatt acaba de lanzar una nuevapublicación, News, con formato tabloi-de.

El pionero, el diario The Indepen-dent, que se estrenó en septiembre delaño pasado, ha conseguido aumen-tar sus ventas en un 18%, mientrasque The Times, cuya versión tabloidesalió al mercado dos meses después,creció un 11% en las áreas en las quevendía las dos ediciones. Desde el pa-sado 15 de junio ya se distribuye suformato tabloide en todo el Reino Uni-do. Y los planes de futuro de los dosdiarios son los de abandonar la ver-sión sábana definitivamente. De he-cho, el clásico The Independent ya sólose encuentra en Londres.

Este verano se ha estrenado en Es-cocia el nuevo formato de The Scots-man, que ya lo había ensayado en mar-zo pasado, y con éxito, en su edicióndel sábado. El cambio atrajo 7.000 lec-tores más durante el mes de agosto,aunque como se celebra el Festival deEdimburgo es un buen mes para to-dos los diarios escoceses. Sin embar-go, las ventas de The Scotsman aumen-taron en un 11,4%, mientras que elsiguiente mejor situado, el Herald, cre-ció en un 4,81%.

Este diario pertenece a los herma-nos Frederick y David Barclay, due-ños a su vez de The Daily Telegraph, otrode los diarios que está considerandoseriamente recortar el tamaño de suspáginas y que, de hecho, ya ha reali-zado algunas pruebas, aunque toda-vía no se ha decidido por la fórmuladel frasco pequeño.

Esta moda británica llegó el pasa-do octubre a Polonia, con el lanza-miento de Fakt, que se ha convertidorápidamente en el diario de mayor cir-culación del país, con una tirada de600.000 ejemplares.

Y la prueba tampoco le ha salidomal a Welt Kompakt (WK). El nuevo ta-bloide alemán se estrenó el pasado ma-yo, aunque sólo se vendía en Berlín.En los últimos meses se ha instaladoen Fráncfort y Múnich y la previsiónes que se siga extendiendo por lasgrandes ciudades alemanas en lospróximos meses. La novedad queaporta WK al sector es que no se tra-ta sólo de una versión reducida de Die

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��� Noticias

Welt, sino de un nuevo producto queha conseguido atraer otro tipo de pú-blico: lectores de entre 18 y 35 añosque antes no leían periódicos, de loscuales dos tercios tienen un alto ni-vel de estudios. El redactor jefe de lapublicación aseguraba en una entre-vista con Liberátion: “Es un lector quemuchos diarios nos envidiarían”.

WK, que recoge las mismas infor-maciones que Die Welt, aunque redu-cidas, cuesta 50 céntimos, mientrasque el formato sábana se vende a 1,30euros. Pero la gran diferencia es quemientras éste se cierra a las 22:00 ho-ras, el primero actualiza su conteni-do hasta medianoche, mucho mástarde que la mayoría de los grandesdiarios alemanes. Eso le permite ade-más introducir críticas de espectácu-los, aludir a las emisiones políticas depor la noche de la televisión y, sobretodo, incluir los datos de cierre deWall Street y un comentario de la jor-nada en la bolsa de Nueva York. Porotro lado, su diseño es más coloridoy con más fotos.

Sin embargo, no hay competenciaentre los dos diarios, porque, segúnexplica su redactor jefe, el 80% del for-mato sábana se distribuye por suscrip-ción, mientras que WK sólo se vendeen los quioscos. Y todo hecho por elmismo equipo de 350 redactores, quetrabajan indistintamente para uno yotro.

El que sí pretende competir con WKes News, destinado a lectores que ha-bitualmente no leen prensa, de entre

20 y 39 años, un sector de edad al queen Verslagsgruppe Handelsbatt deno-minan ‘I-Pod Generation’ (en alusiónal dispositivo y al software de Appleque están revolucionando el mundode la música digital). El nuevo diariosalió con 48 páginas y durante untiempo se distribuirá de forma gra-tuita. Luego, se venderá por 50 cénti-mos.Fuentes: Le Monde, Time, Liberátion, The Guardian

Comportamiento del ojoen las páginas digitalesEl estudio Eyetrack III, realizado porThe Poynter Institute, el Estlow Cen-ter for Journalism and New Media yEyetools, ha desarrollado una herra-mienta que permite seguir el movi-miento de los ojos mientras se nave-ga por páginas de Internet. Con eseinstrumento observaron el compor-tamiento de 46 personas, con ánimode hacer un estudio preliminar, queofrece muchas pistas sobre cómo seleen las web y, sobre todo, permite aeditores y diseñadores tener una ideamás aproximada de cómo diseñarlas.De él extrajeron estas conclusiones:

Páginas de inicio� Habitualmente, los ojos se fi-

jan primero en la parte superior iz-quierda de la página, luego flotan porese área antes de dirigirse de izquier-

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CUADERNOS DE PERIODISTAS, OCTUBRE DE 2004—117

da a derecha. Sólo después de que losojos examinen con atención la partede arriba de la página durante algúntiempo exploran la parte de abajo.

� La mayoría de la gente mirabaprimero el texto y no las imágenes.Los titulares grandes, no las fotogra-fías, son los que a menudo dirigen alojo antes de que siga por la página.

� Eyetrack III descubrió que lagente habitualmente mira más alláde la primera pantalla. Sus ojos ex-ploran primero las partes inferioresde la página buscando algo que atrai-ga su atención.

� Las rupturas visuales, como lí-neas o reglas, disuaden a la gente demirar el contenido que hay más alláde ellas.

� La navegación situada en lo al-to de una página de inicio tuvo unmejor resultado en el estudio.

Titulares y tamaño de la fuente� Los cuerpos de letra más pe-

queños animan a leer los textos conmás detalle, mientras que un cuerpogrande propicia que la vista sobrevue-le por ellos. El ensayo descubrió quela gente normalmente pasa más tiem-po detenida en los cuerpos pequeñosque en los grandes.

� En las páginas que utilizan ti-tulares y publicidad (como hacían 22de las 25 páginas examinadas), la gen-te suele mirar los titulares y saltarsela propaganda cuando el titular esmayor que el anuncio y está en unalínea diferente.

� Los titulares subrayados disua-den a los usuarios de mirar los anun-cios que hay debajo.

� En general, los titulares reca-ban menos de un segundo de la aten-ción de los usuarios. Las primeras dospalabras deben ser muy atractivas pa-ra que capten la vista.

� Los párrafos más pequeños die-ron mejor resultado en el estudio quelos largos. Éstos disuaden a los lecto-res.

Imágenes� Las imágenes digitales de más

tamaño atrapan al ojo más que laspequeñas. Cuanto más grande, mástiempo le cuesta a la gente mirarlas.

� Las caras limpias y claras en lasfotografías son las que más atraen.

� La gente pincha con frecuencialas fotos, incluso en los casos dondeno había enlaces.

Anuncios� Los anuncios en lo alto y el la-

do izquierdo de una página de iniciofueron los que más atención recibie-ron.

� Los anuncios con texto fueronlos más vistos de todos los que se pro-baron.

� Los anuncios más grandes te-nían más probabilidades de ser vis-tos.

Multimedia� Los participantes se acordaban

mejor de hechos, nombres y lugares

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��� Noticias

cuando se les presentó esa informa-ción en un formato de texto y no enmultimedia.

� Pero la información concep-tual con la que no estaban familiari-zados se recordaba mejor si se habíarecibido en un formato de gráficomultimedia.

� La información sobre procesosy procedimientos parecía mejor asi-milada cuando se presentó usandoanimación y textos.Fuente: www.poynter.org

La lucha entre el diseño y los textosNingún texto en primera, sólo titula-res y fotografías. Éste es el rediseñoque ha hecho el diario tejano Star-Te-legram en su primera página, el pri-mer paso de una serie de cambiospensados para tratar de parar el des-censo en ventas: en los últimos tresaños ha perdido 2.500 lectores dia-rios, según AdAge.com. La idea es quela primera esté llena de titulares y su-marios que apenas sugieran lo que hayen el interior del periódico, como sifuera una promoción de su conteni-do: anuncios del propio periódico.

Sin embargo, esta versión del Star-Telegram sólo se venderá los lunes, díaen el que sus editores consideran queel lector salta de página en página yapenas lee en profundidad. El restode la semana el plan es que los artí-

culos sean muchísimo más cortos, nosólo en primera, sino también en elinterior. Y en la edición dominical, laportada, que tradicionalmente reco-gía las colaboraciones estelares yavanzaba lo mejor del trabajo de losreporteros, tendrá una única historiaque continuará en el interior, mien-tras que el resto de la página será co-mo en la versión del lunes: sólo titu-lares e imágenes.

El vicepresidente y editor ejecuti-vo del Star-Telegram, Jim Witt, envió alos trabajadores del periódico una no-ta informativa en la que explicabaque las encuestas han demostradoque a los lectores no les gusta seguirlos artículos que cambian de página.“Hay muchas maneras de evitarlo y,la primera, por supuesto, es escribirtextos más cortos que no vayan másallá de la primera”, agregó.

Otra opción barajada por Witt esincluir un artículo corto que empie-ce y acabe en primera y, a su lado, en-viar a los lectores a una historia másamplia sobre el mismo tema en el in-terior del periódico “si desea más in-formación”.

“Es cada vez más frecuente que loslectores hojeen 10 o 15 minutos el pe-riódico. Tenemos que encontrar ma-neras de ayudarles a sacarle partidoen ese tiempo, sin olvidar al lector tra-dicional que dedica una hora a leer eldiario”, dijo Witt.

En su opinión, el “lector ligero”puede leer los lunes la primera y sa-ber todo lo que ocurre, sin seguir más

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allá. De la misma forma, el “lectorconcienzudo” sabrá dónde encontrarlo que quiere.

Pero las innovaciones han tenidomuchas críticas en el seno del perió-dico. Algunos temen que se haya ba-nalizado el contenido. Otros, que nose le dé a las noticias importantes elespacio que merecen, lo que hará quenadie quiera que sus historias vayana primera.

Este temor es el mismo que reco-ge un estudio del Pew Research Cen-ter for the People and the Press, se-gún el cual los periodistas tienen aho-ra menos confianza en sus jefes y es-tán preocupados por la influencia delas consideraciones económicas en lacobertura de las noticias. En particu-

lar, los redactores creen que los fac-tores económicos están haciendo quelas historias que producen se traba-jen menos y sean menos detalladas.

Pero lo que ocurre en el Star-Tele-gram, según asegura Fort Worth We-ekly Online, puede ser el resultadode la lucha en las redacciones; entrelos redactores, de un lado, y los dise-ñadores y fotógrafos, del otro. La sen-sación es que el peso de los reporte-ros está decayendo a medida que losperiódicos, presionados por el perio-dismo visual de las televisiones y deInternet, han dado mayor importan-cia a las fotos, los gráficos y otros con-tenidos.Fuentes: Forth Worth Weekly Online, Star-Telegram.com