El Sembrador

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Parabola del sembrador En la siembra de la buena simiente, son los predicadores de la palabra. el sembrador es el mismo y la simiente es la misma: como los resultados son diferentes, la diferencia tiene que depender de las condiciones del terreno, es decir, los estados diferentes del corazón humano. Que por fiel que sea el predicador, y por puro que sea su mensaje, el efecto de la predicación de la palabra dependerá del estado del corazón del oyente. He aquí, el sembrador salió a sembrar. Y mientras sembraba, parte de la semilla cayó junto al camino; y vinieron las aves y la comieron. Cuando alguno oye la palabra del reino y no la entiende, viene el malo, y arrebata lo que fue sembrado en su corazón. Este es el que fue sembrado junto al camino. ( Mat 13:4,19) No sólo no pudo la simiente penetrar bajo la superficie de la tierra, sino que “fué hollada” (Luk_8:5), y después recogida y devorada por las aves. ¿Qué quiere decir esto? Mat_13:19 : “Oyendo cualquiera la palabra del reino, y no entendiéndola. viene el malo, y arrebata lo que fué sembrado en su corazón”. La gran verdad enseñada aquí es, que los corazones duros y no quebrantados no son terreno apto para recibir la verdad salvadora. No la toman (Mat_13:19) como el medio usado por Dios para restaurarlos a él mismo. La verdad no penetra, mas queda suelta sobre la superficie del corazón, hasta que el maligno, temeroso de perder una víctima, o como dice Lucas (Mat_8:12), “porque no crean y se salven”, halla algún tema frívolo por cuyo poder más activo quita la atención de la persona, y la verdad del evangelio desaparece. ¡Cuántos oidores de la Palabra pueden ser descritos en esta forma tan dolorosa! Parte cayó en pedregales, donde no había mucha tierra; y brotó pronto, porque no tenía profundidad de tierra; pero salido el sol, se quemó; y porque no tenía raíz, se secó. Y el que fue sembrado en pedregales, éste es el que oye la palabra, y al momento la recibe con gozo; pero no tiene raíz en sí, sino que es de corta duración, pues al venir la aflicción o la persecución por causa de la palabra, luego tropieza. (Mat 13:5-6,20-21) (Mat_8:6) dice: “sobre la piedra”. La condición no es la de una tierra pedregosa, lo que no impidiera que entraran las raíces, sino un terreno donde una capa delgada de tierra cubre la roca abajo. ¿Qué quiere decir esto? La verdad enseñada aquí es que los corazones impresionados superficialmente son propensos a recibir la verdad con prontitud, y aun con gozo (Luk_8:13), pero el calor quemante de las tribulaciones o persecuciones a causa de la Palabra, o las pruebas que su nueva profesión trae sobre ellos, pronto secan su apetito por la verdad, y marchitan la promesa apresurada de fruto que ellos mostraron. Y parte cayó entre espinos; y los espinos crecieron, y la ahogaron. El que fue sembrado entre espinos, éste es el que oye la palabra, pero el afán de este siglo y el engaño de las riquezas ahogan la palabra, y se hace infructuosa. (Mat 13:7, 22) Este es el caso del terreno que no ha sido completamente limpiado de abrojos, los cuales, levantándose por encima de la simiente buena, la “ahogaron”, excluyendo la luz y el aire, y absorbiendo toda la humedad y fertilidad del suelo. Por esto “hácese infructuosa” (Mat_13:22); crece, sí, pero su crecimiento es retardado, y nunca madura. El mal aquí no consiste en un terreno duro ni poco profundo, pues hay bastante blandura y bastante profundidad, sino la existencia de algo que quita toda la humedad y fertilidad y así hace morir de inanición a la planta buena. ¿Qué son estos abrojos y espinas?

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Parabola del sembrador En la siembra de la buena simiente, son los predicadores de la palabra. el sembrador es el mismo y la simiente es la misma: como los resultados son diferentes, la diferencia tiene que depender de las condiciones del terreno, es decir, los estados diferentes del corazón humano. Que por fiel que sea el predicador, y por puro que sea su mensaje, el efecto de la predicación de la palabra dependerá del estado del corazón del oyente. He aquí, el sembrador salió a sembrar. Y mientras sembraba, parte de la semilla cayó junto al camino; y vinieron las aves y la comieron. Cuando alguno oye la palabra del reino y no la entiende, viene el malo, y arrebata lo que fue

sembrado en su corazón. Este es el que fue sembrado junto al camino. ( Mat 13:4,19) No sólo no pudo la simiente penetrar bajo la superficie de la tierra, sino que “fué hollada” (Luk_8:5), y después recogida y devorada por las aves. ¿Qué quiere decir esto?

Mat_13:19 : “Oyendo cualquiera la palabra del reino, y no entendiéndola. viene el malo, y arrebata lo que fué sembrado en su corazón”. La gran verdad enseñada aquí es, que los corazones duros y no quebrantados no son terreno apto para recibir la verdad salvadora. No la toman (Mat_13:19) como el medio usado por Dios para restaurarlos a él mismo. La verdad no penetra, mas queda suelta sobre la superficie del corazón, hasta que el maligno, temeroso de perder una víctima, o como dice Lucas (Mat_8:12), “porque no crean y se salven”, halla algún tema frívolo por cuyo poder más activo quita la atención de la persona, y la verdad del evangelio desaparece. ¡Cuántos oidores de la Palabra pueden ser descritos en esta forma tan dolorosa! Parte cayó en pedregales, donde no había mucha tierra; y brotó pronto, porque no tenía profundidad de tierra; pero salido el sol, se quemó; y porque no tenía raíz, se secó. Y el que fue sembrado en pedregales, éste es el que oye la palabra, y al momento la recibe con

gozo; pero no tiene raíz en sí, sino que es de corta duración, pues al venir la aflicción o la persecución por causa de la palabra, luego tropieza. (Mat 13:5-6,20-21)

(Mat_8:6) dice: “sobre la piedra”. La condición no es la de una tierra pedregosa, lo que no impidiera que entraran las raíces, sino un terreno donde una capa delgada de tierra cubre la roca abajo. ¿Qué quiere decir esto?

La verdad enseñada aquí es que los corazones impresionados superficialmente son propensos a recibir la verdad con prontitud, y aun con gozo (Luk_8:13), pero el calor quemante de las tribulaciones o persecuciones a causa de la Palabra, o las pruebas que su nueva profesión trae sobre ellos, pronto secan su apetito por la verdad, y marchitan la promesa apresurada de fruto que ellos mostraron. Y parte cayó entre espinos; y los espinos crecieron, y la ahogaron. El que fue sembrado entre espinos, éste es el que oye la palabra, pero el afán de este siglo y el

engaño de las riquezas ahogan la palabra, y se hace infructuosa. (Mat 13:7, 22) Este es el caso del terreno que no ha sido completamente limpiado de abrojos, los cuales, levantándose por encima de la simiente buena, la “ahogaron”, excluyendo la luz y el aire, y absorbiendo toda la humedad y fertilidad del suelo. Por esto “hácese infructuosa” (Mat_13:22); crece, sí, pero su crecimiento es retardado, y nunca madura. El mal aquí no consiste en un terreno duro ni poco profundo, pues hay bastante blandura y bastante profundidad, sino la existencia de algo que quita toda la humedad y fertilidad y así hace morir de inanición a la planta buena. ¿Qué son estos abrojos y espinas?

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Primero se mencionan “los cuidados de este siglo”, o sea la atención ansiosa e inflexible a los negocios de la vida presente; en segundo lugar, “el engaño de las riquezas”, refiriéndose a aquellas riquezas que son el fruto de los “cuidados” terrenales; en tercer lugar, “los pasatiempos” o “anhelos de esta vida”, los cuales podrán ser en sí inocentes, y la prosperidad terrenal permite que sean disfrutados. Pero éstos “ahogan”, o “estrangulan” la palabra: atrayendo tanto la atención de uno, absorbiendo tanto su interés, y consumiendo tanto su tiempo, que sólo las heces o desperdicios de éstos quedan para las cosas espirituales, y al fin toda la religión de tales personas consiste de un formalismo desfallecido, apresurado y frío. ¡Qué cuadro tan vívido de la condición triste de muchas personas, especialmente en los grandes países comerciales, que en una ocasión prometieron mucho fruto! “No llevan fruto a la perfección,” que es la traducción correcta de Luk_8:14, indicando cuánto crecimiento pudiera haber, en las primeras etapas de semejantes casos, y cuánta promesa de fruto, el cual nunca madura. Pero parte cayó en buena tierra, y dio fruto, cuál a ciento, cuál a sesenta, y cuál a treinta por uno. Mas el que fue sembrado en buena tierra, éste es el que oye y entiende la palabra, y da fruto; y produce a ciento, a sesenta, y a treinta por uno. (Mat 13:8, 23) Lo bueno de esta tierra consiste en que sus cualidades son precisamente todo to contrario a las

poseídas por las otras tres clases de suelo. Ellas son: su blandura y suavidad en recibir y

alimentar la simiente; su profundidad, que permitía que echara raíces y no perdiese la humedad

pronto; su limpieza, que daba todo su vigor y savia a la planta buena. En semejante terreno la

simiente “produce fruto” en diferentes grados de profusión, según la medida en que el suelo

posee esas cualidades

De modo que El corazón suave y tierno, conmovido a fondo por las grandes verdades eternas, y celosamente guardado de absorciones mundanas, es como el “corazón bueno y recto” (Luk_8:15), que “retiene”, es decir, “guarda” la simiente de la palabra, y da su fruto según el grado de ternura o rectitud de dicho corazón. Tales “llevan fruto en paciencia” (Luk_8:15), “soportando hasta el fin”, en contraste con aquellos en quienes la palabra es “ahogada”, y no da fruto a la perfección. Los “de a treinta” se mencionan para señalar el grado más bajo de fecundidad; los “de a ciento” el grado más alto, y los “de a sesenta” los grados medianos. Así como la cosecha “de a ciento”, aunque no es algo imposible (Gen_26:12), es un rendimiento raro en la agricultura natural, así como los más altos grados de fecundidad espiritual rara vez se ven. Las palabras finales de esta parábola introductoria parecen propuestas para llamar la atención al carácter fundamental y universal de la misma.