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    EL SENDERO POÉTICO DEL PSICOANÁLISIS: DIÁLOGOS CON LA

    FILOSOFÍA DE HEIDEGGER

    Lic. Psic. Humberto Rojas González

    RESÚMEN

    El presente artículo tiene como objetivo presentar de manera inicial un trabajo de

     pensamiento que circula alrededor de una práctica fundamental: la experiencia de la poesía y

    el psicoanálisis. Se pretende señalar los puntos de confluencia y el diálogo posible entre

    ambas experiencias. Es así como se realiza un pequeño recorrido que fundamenta la hipótesis

    anterior partiendo del pensamiento de Freud y la dimensión del sueño, para tratar de localizar posteriormente el lugar que ocupa la poesía en el dispositivo analítico. Se realizan algunos

    comentarios del filósofo alemán Martín Heidegger que sirven para fundamentar la dimensión

    de una subjetividad poética. La relación entre psicoanálisis y poesía aparece en ocasiones

    como evidente, otras no tanto, el empeño consiste en señalar los puntos en donde ambos

    discursos se encuentran en un interés fundamental ante la creciente tecnificación del lenguaje:

    el pensar de manera distinta la subjetividad.

     Donde no hay consciencia del acto

     poético no hay escritura.

     Donde no hay consciencia de la vida

     y la muerte como afirmaciones

     siempre contradictorias que

    trascienden géneros y agendas

    no puede haberla. La escritura

    nace cada día que muere un cierto

    tipo de discurso. Si no hay sangre

    atrás de la tinta no hay escritura.

    Juvenal Acosta.

    Freud pasea en compañía de dos amigos, que él describe como un amigo taciturno y el

    otro poeta. Caminan por una “riente campiña” de los Dolomitas. Es posible imaginar árboles,

    quizá un riachuelo, flores de verano y un aroma a naturaleza fresca inigualable. Pero este no

    es cualquier paseo, con semejante compañía, era normal que surgieran importantes preguntas

    en el sendero. Una interrogación que se manifiesta como preocupación punzante: el amigo poeta tiene un sentimiento de añoranza por una pérdida. Ahora el paisaje ya no es igual, todo

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    se transforma, ahora surge en medio de ellos la tonalidad de una tregua melancólica. El

    amigo poeta de Freud siente un desasosiego por que “le preocupaba que toda esa belleza

    estaba destinada a desaparecer, que en el invierno moriría, como toda belleza humana y todo

    lo hermoso y lo noble que los hombres crearon o podrían crear” (Freud, 1916: 309)1.

    Solamente en un poeta puede surgir tremendo sentimiento trágico y a la vez, como opina

    Freud, tan lleno entre líneas de la manifestación de un duelo. ¿Será entonces que el poeta vive

    en eterno duelo? Es que si alguien sabe de pérdidas es el poeta. En el contexto de este

     pequeño escrito aparece quizá una de las concepciones más fuertes de Freud que lo acerca

    más que nunca al campo de la filosofía. Es la Vergänglichkeit, traducida como transitoriedad.

    Es precisamente este aspecto lo que no soporta el amigo poeta de Freud. Es la intuición de la

    transitoriedad lo que conlleva a este sentimiento que constituye una “revuelta anímica contra

    el duelo” (Freud, 1916: 310) el cual tiene la consecuencia de una desvalorización pesimista de

    lo bello que rodea esa campiña que es el lugar de paseo. En la perspectiva de Freud esto

     produce un posible y dolorido hastío del mundo, un rechazo absoluto a que la belleza tenga

    que perecer en un futuro para nada lejano, y esto es precisamente la revuelta anímica en su

    fundamento. Pero la postura freudiana es muy clara: no por la existencia de la transitoriedad

    habría que desvalorizar lo bello, puesto que lo bello existe y más aún, perdura más allá de la

    transitoriedad, como todo artista nos lo puede hacer notar. La pregunta es válida: ¿Quién es

    más poeta en este punto, el amigo de Freud invadido por un sentimiento de debilidad absoluta

     por la pérdida, o Freud mismo ante la visión de la Vergänglichkeit como condición

    fundamental de la realidad? Es por ello que “si hay una flor que se abre una única noche, no

     por eso su florescencia nos parece menos esplendente”  (Freud, 1916: 310). Lo que vive es

    independiente de la duración absoluta. Más aún, por que muere en cada instante precisamente

    la belleza se vuelve más apreciable. Quizá sin el hecho de que todo pereciera no habría

     posibilidad de apreciación posible ni mucho menos de ningún acto creativo. Lo inmanente es

    la “fecha de caducidad”. Esto lo sabe el poeta y también Freud. La Vergänglichkeit acerca aFreud mucho más a una tradición presocrática en una concepción de la  Physis mucho más

     poética que científica, puesto que “en un círculo se confunden el principio y el fin”

    (Fragmentos Heráclito, 1982: 10)2, un camino en círculo donde se con-funden principio y fin.

    Es así como podríamos preguntar, ¿cuál es el lugar que ocupa la dimensión poética en la

    intimidad del psicoanálisis? Si es que la poesía tiene un lugar, ¿De dónde se pueden extraer

    las perspectivas necesarias para este lugar y cuales serían sus consecuencias?3 

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    Coordenadas de un psiquismo poético.

    Que alguien relate un sueño evidencia una situación particular constante: ese “alguien”

    se presenta como el autor de su sueño, pero lo esencial es que este “alguien” pertenece a su

    sueño y no al revés: la dimensión del sujeto en psicoanálisis. De manera temprana aparece en

    la obra freudiana algunas líneas generales que pueden ser útiles para establecer coordenadas

    específicas que permitan pensar una posible subjetividad poética. Freud da cuenta de manera

    muy temprana que en la formación de un sueño se presenta algo que denomina como

    “permutación del sueño”. Per-mutación, algo determinado se convierte en otra cosa. Cambio

    esencial en las formaciones del sueño que implica de manera fundamental su desfiguración y

    la acción propia del trabajo del sueño. Per-mutación de la expresión lingüística que configura

    un sueño. Esto es el contenido fundamental de la metáfora en el psiquismo y una posible

    “formación” que se asemeja en trabajo y contenido a lo que acontece en una figura poética.

    Puesto que la permutación acontece cuando “…un elemento permuta las  palabras que lo

    expresan4  por las que expresan a otro” (Freud, 1900: 345). Aquí Freud hace referencia al

    fenómeno del sueño: desplazamiento y condensación en su pura expresión. Pero bien valdría

    la pena pensar en las formaciones del inconsciente en general. Es claro que tanto en el lapsus,

    en el chiste, en el síntoma, acontece un fenómeno de per-mutación. Es momento de pensar en

    el trabajo de un poeta, ¿no es necesaria la per-mutación de palabras constantes en la creación

    de las figuras poéticas? El enlace desde este punto de vista es notorio, puesto que así “…una

    expresión incolora y abstracta del pensamiento onírico es trocada por otra, figural y

    concreta” (Freud, 1900: 345). ¿Qué está definiendo aquí Freud? ¿Lo que acontece en la

     poesía o en el sueño? El trabajo del poeta acontece de un modo muy similar al trabajo

    figurativo del sueño. La palabra clave aquí es “trabajo”. La creación tanto poética como

    onírica, acontecen en un esfuerzo, en un impulso creativo. Es importante aclarar que no se

    está pensando a la poesía como forma “estética” del lenguaje, lo cual implicaría ciertaformalidad rigurosa que no se pretende aquí desde un punto de vista teórico literario. La

     poesía como forma “estética” que se acerca a la medición y ritmos tendenciosos, está a un

     paso muy cercano de dialogar con las formas lógicas y rigurosas de la razón. Poesía aquí es la

     posibilidad de viajar entre palabras y precisamente lo que evidencia el trabajo del sueño es

    que en el psiquismo acontecen formas de procesamiento distintas a la lógica rigurosa y la

    razón. Si esto no es así ¿qué sentido tendría el descubrimiento freudiano? Freud justifica por

    entero la relación entre el trabajo del sueño y el trabajo realizado por el poeta en el apartado

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    sobre  El miramiento por la figurabilidad en la investigación sobre los sueños, Freud

    menciona:

    “Un pensamiento, cuya expresión acaso está fijada por otras razones, influirá sobre las

     posibilidades de expresión de otro distribuyéndolas o seleccionándolas, y ello quizá de ante mano,

    como sucede en el trabajo del poeta5” (Freud, 1900: 346).

    Trabajo del poeta y trabajo del sueño, dos formas fundamentales que acontecen en el

    sendero teñido con la marca de la palabra. Más adelante Freud comenta lo que para él implica

    el trabajo del poeta:

    “Si una poesía ha de crearse respetando la rima, la segunda serie de versos está atada a doscondiciones: debe expresar el sentido que le corresponde y hallar la consonancia con los versos de la

     primera serie” (Freud, 1900: 346).

    ¿Freud explorando en la teoría literaria? Cualquier tratado de teoría en literatura podría

    explicarnos lo que se dice en la cita anterior, pero se puede desviar en el camino, resaltemos la

     palabra de Freud. Ahora bien, ¿Cómo es posible que se lleve a cabo el “trabajo del poeta” de

    forma similar al “trabajo del sueño”? Lo que Freud resalta es que toda poesía acontece en una

    ley que permite la creación de rimas que acontecen en la ley del lenguaje. Es que el “trabajo

    del poeta” responde de igual forma a una ley, una ley del deseo y del lenguaje. El deseo está

    en consonancia directa con la rima que establece su condición. Una rima que responde a una

    condición subjetiva que se podría ejemplificar en el relato de un sueño. Relato que

    necesariamente realiza metáfora, puesto que del sueño sólo sabemos lo que recordamos que

    en lo esencial, ya no es el sueño propio, sino precisamente el trabajo del sueño. La evocación

    del poeta es precisamente a partir de recuerdos que son el pre-texto de una expresión

    metafórica. El poeta sabe que no se trata del deseo por el deseo, como en una especie de deseo

    furtivo, ya que ni el sueño trabaja así; se trata de hacer del relato del sueño una construcción

    subjetiva que crea poesía.

    Lo descrito anteriormente no tendría ningún lugar de acontecimiento sin una condición

    fundamental: lo que Freud denomina como la multivocidad de la palabra. Es que la palabra

    no significa, la palabra anuda. La demostración rotunda de todo sueño no se fundamenta en lo

    que conceptualiza, preguntarle al sueño por su significado implica un cierre de relaciones que

    más bien lo emparentarían a un concepto. La característica de todo sueño está en los

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    “anudamientos” que es capaz de producir abriendo el camino de los sentidos múltiples. Es por

    ello que nunca hay una única interpretación del sueño, toda interpretación es necesariamente

    transitoria, de ahí la característica de que en una interpretación del sueño surjan múltiples

     posibilidades. Ya que “…en cualquier lenguaje, en virtud de su evolución, los términos

    concretos son más ricos en  anudamientos que los conceptuales6 ”  (Freud, 1900: 346). Se

    trata entonces en este punto, de la consideración hipotética de la existencia de “formaciones

     poéticas subjetivas”7. Considerando entonces el hecho de que el principio de toda subjetividad

     poética tenga su acontecimiento fundamental en la condición de la multivocidad de la palabra,

     podemos encontrar un eco notorio en la palabra freudiana:

    “…la permutación de la expresión facilita la condensación onírica por una vía aún más

    corta: cuando permite hallar una construcción léxica8  que por su multivocidad puede servir de

    expresión a varios pensamientos oníricos” (Freud, 1900: 346).

    Freud resalta la expresión “construcción léxica”. ¿No es precisamente mediante este

    tipo de construcciones que acontece la forma poética? Quizá se pueda dudar lo contrario. Tal

    vez ni siquiera existe una relación posible tal como se la viene planteando hasta este punto,

    sin embargo el sólo hecho de pensarla resulta posible; y si a esto sumamos el acontecimiento

    del acto analítico, las relaciones pueden seguir planteándose.

    Pasajes poéticos en el dispositivo analítico.

    La multivocidad de las palabras es el medio fundamental de creación poética. La

    creación del sentido poético depende en su totalidad de esta cualidad inmanente del lenguaje

    mismo. El significante al final, significa nada, solamente otro significante; esto es cierto y se

    conecta en su totalidad con la multivocidad de la palabra. Esto produce, por llamarlo de algúnmodo, una pérdida poética que es al mismo tiempo una ganancia de sentido. Solo mediante

    esta pérdida original en el vacío del significante se gana un pleno sentido poético. El lenguaje

    al final no es más que lenguaje figural. Un término como “lenguaje poético” no es más que un

    simple pleonasmo. El lenguaje es siempre figural: la palabra no es más que la figura poética

    de la cosa. El significante es  sentido (incluyendo el verbo sentir) precisamente por su

    característica figural y de anudamiento. Esto tiene consecuencias subjetivas, ¿será posible que

    el pensamiento subjetivo trabaje a través de inducciones poéticas9  y no por inducciones

    lógicas? En Freud podemos encontrar un rastro:

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    “Las mejores poesías son sin duda aquellas en que no se nota el propósito de hallar la rima,

     sino que los dos pensamientos han seleccionado de ante mano,  por inducción recíproca10 ,  su

    expresión lingüística, tras lo cual una ligera reelaboración permite hacer surgir la consonancia”.

    (Freud, 1900: 346).

    El sentido en una poesía implica una captación del pensamiento que no tiene que ver

    necesariamente con las formas lógicas estrictas. El sentido poético es captado por medio de lo

    que Freud denomina como “inducción recíproca”, que inmediatamente remite al anudamiento

    significante. Consonancia del significante en su anudamiento con otros significantes, esto es

    la cadena fundamental del significante. Con-sonancia, algo suena con sonido poético. Es

    decir, cuando no hace falta realizar una inducción lógica para la elaboración del sentido poético. Se trata de una inducción poética llena de sentido, que no sólo se comprueba en la

    elaboración y el trabajo del sueño, sino aún más importante: en su interpretación. La

    interpretación del sueño sólo es posible desde una base poética, pero no sólo la del sueño.

    Toda interpretación en el dispositivo analítico tiene algún sentido cuando acontece como

    dimensión poética. La realización del acto analítico es posible “…con ayuda de lo que se

    llama escritura poética, pueden ustedes tener la dimensión de lo que podría ser, de lo que

     podría ser la interpretación analítica” (Lacan, 2008: clase 19 de abril de 1977). Se trata delinminente y necesario enlace entre la dimensión del lenguaje y el dispositivo analítico. La

    interpretación no es traducción. Interpretación es creación de sentido y esto no está ni del lado

    del analista ni del lado del analizante, pertenece al lenguaje y el anudamiento de significantes.

    Es en tanto que “el habla habla” (Heidegger, 1990) que esto acontece. Por supuesto, para que

    esto suceda hace falta de “alguien” que se haga cargo de su discurso poético y “alguien” que

    represente una escucha poética que mantenga un lugar específico. Es así como podemos

    confiarnos al habla, a su morada; la explicación del habla que acontece en el interior y gracias

    al habla. Esto no es metalenguaje como el de la ciencia. Esta hipótesis11 acontece más en el

    sentido heideggeriano del Ereignis, el recogimiento en el advenimiento apropiador : llevar el

    sentido poético del habla a nosotros mismos en su lugar de esencia, lo que Heidegger llama

    “dilucidar el habla”, darle luz.

    Ahora bien, ya en el sentido heideggeriano, la frase “el habla habla”  provoca un

    abismo, una “falta de fundamento”. ¿No recuerda esto al hecho de que el significante al final

    significa nada? Puesto que “si nos dejamos caer en el abismo indicado por esta frase no

    caemos en el vacío. Caemos hacia lo alto. Su altitud abre una profundidad” (Heidegger,

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    1990), precisamente la profundidad del sentido poético. Permitir que se le añada más sentido

    y que esto corra como creaciones que implican posibilidades sin ningún propósito específico,

    como Freud lo señala acerca de las mejores poesías (Freud, 1900: 346), las que no muestran el

     propósito específico de serlo, las que se atienen al lenguaje y su figuración. Es ante la “falta

    de fundamento” específico que la poesía puede nadar en el cause de las palabras, como un río

    que no desemboca en ningún lugar predeterminado, como un mar que no espera un río

    específico. Que el deseo corra sin cause (o sin rima) específico, pero que su sentido sea

    ubicado y señalado.

    Es por lo anterior que la interpretación de un sueño acontece como acto poético. Esto

    hace pensar a la poesía en el sentido lacaniano: como una estafa. Por eso el psicoanálisis y la

     poesía son una estafa:

    “El psicoanálisis no es yo diría más una estafa que la poesía misma y la poesía se funda

     precisamente en esa ambigüedad de la que hablo y que califico de doble sentido. La poesía no parece

    remitir al menos a la relación del significante con el significado. Se puede decir en cierta forma que

    la poesía es imaginariamente simbólica”. (Lacan, 2008: clase del 15 de marzo de 1977).

    A lacan le gusta definir a la poesía como imaginariamente simbólica: por eso es una

    estafa. Por ello también el acto analítico no es un acto puramente simbólico, lo imaginario loatraviesa en su juntura simbólica, sino ¿cómo crear nuevos sentidos y causes de

     posibilidades? Hay otra dimensión que Lacan define como imaginariamente simbólica: la

    dimensión de la verdad. “Lo que yo connoté de imaginariamente simbólico eso se llama la

    verdad. Eso se llama la verdad concernientemente a la relación sexual” (Lacan, 2008: clase

    del 15 de marzo de 1977). Es la relación entre dispositivo analítico, la interpretación, la poesía

    y la verdad. Lo imaginariamente simbólico: la poesía y la verdad. Sin embargo, lo real: no

    hay relación sexual. Es por ello que las más bellas poesías hablan de lo sexual, ¿qué sería la

     poesía sin el trasfondo de lo sexual?

    La poesía es palabra plena, llena de sentido. La ciencia produce palabra vacía, puesto

    que no se mantiene más que en significaciones. Quizá por ello “la ciencia no piensa”

    (Heidegger, 1994), mucho menos crea sentidos, sin embargo para Heidegger esto es una

    ventaja, es el único medio en el que la ciencia puede trabajar.

    Comenzamos a sospechar este vínculo entre experiencia poética y analítica, entre

    lenguaje figural y formaciones del inconsciente, entre sentido poético e interpretación. Lacan

    lo expresa de manera muy clara, el orden de la poesía tiene lugar en un psicoanálisis, cuando

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    abrir posibilidades en el camino de lo incierto. Es el dem Abwesen zu-gehaltene Anwesen, el

    habla como siendo una presencia que está siendo sostenida en la ausencia. Se podría pensar

    que se hace referencia a un habla elevada por sobre la prosa cotidiana. Jamás ocurre así. El

    sentido del decir poético se encuentra y hace presencia en el habla cotidiana. Es por eso que

    en este mismo sentido Heidegger dice que “el hablar cotidiano es un poema olvidado y

    agotado por el desgaste” (Heidegger, 1990), hace falta una condición para que este hablar

     pase del olvido al nombramiento: la escucha. Es que “la prosa pura no es jamás

    . Es tan poética y por ello tan escasa como la poesía” (Heidegger, 1990).

    Ahora adquiere sentido el hecho de que no se trata de una poesía formal y estética. Se trata

    también del habla cotidiana y su prosa poética, dado que ahora sabemos que esto no es una

    contradicción.

    Entonces, ¿el canto de la poesía como canto del deseo? Hacer del deseo una poesía o

    hacer poesía a partir del deseo. Eso no quiere decir “escribir poesía” o ser escritor y versado

    en el mundo de la literatura. Como se dijo antes, se encuentra totalmente anclado en el habla

    de la vida cotidiana. Tiene más bien el sentido de una vivencia poética, de una experiencia

     poética en el mundo de las múltiples posibilidades. La pregunta de Heidegger, “¿de qué modo

    el hablar humano puede estar fundado en lo poético?”, adquiere un lugar en este punto. El

    “habitar poéticamente” para Heidegger siempre es un “construir”. Se trata de construirse una

    subjetividad en el camino de las posibilidades poéticas. Pero ¿qué es poetizar?

    “Este no sobrevuela la tierra ni se coloca por encima de ella para abandonarla y flotar sobre

    ella. El poetizar, antes que nada pone al hombre sobre la tierra, lo lleva a ella, lo lleva al habitar”

    (Heidegger, 1994 ).

    La experiencia del psicoanálisis no es nunca una experiencia metafísica, aunque en

    ocasiones se acerque al misticismo, y esto con reservas. La experiencia del psicoanálisis tratasobre el habitar, sobre el construir a partir del deseo. Es el seguir del sendero poético que

    lleva al lugar in-definido pero siempre nombrado. Es en lo fundamental una escritura que

    lleva en su interior una tinta hecha de sangre, de sangre poética. Por que aquí tiene lugar el

    dolor, el anhelo, la posibilidad. ¿Por qué no concluir con un poema del filósofo de la selva

    negra?

    “Cuando baja un repicar de campanas por las laderas del valle, donde suben despacio

    los rebaños...

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     El carácter poético del pensamiento aún está velado.

    Cuando se muestra, largo tiempo semeja la utopía de un entendimiento semipoético.

     Pero el poetizar pensante es de veras la topología del ser:

     Le dice el sitio de su esencia. (Heidegger, 1954: 180).

    1 El año de publicación de las obras de Freud corresponde a la edición de Amorrortu.2 La posibilidad de lo anterior no deja de resultar interesante. Precisamente en esta concepción de la transitoriedad llevada a cabo por Freud,

     podrían localizarse una serie de perspectivas filosóficas y epistémicas que bien podrían ser el germen de otro sendero en el pensamiento del

     psicoanálisis, sin embargo en este trabajo sólo se pretenden resaltar sus incidencias poéticas.3 Se tiene en cuenta que no es la primera vez que se formulan preguntas en este contexto, sin embargo, la perspectiva lo cambia todo. Se

    intenta delimitar los puntos fijos de apoyo que puedan justificar el sostén de una subjetividad que tiene como transfondo la dimensión poética

     partiendo de la experiencia del psicoanálisis.4 El resaltado es de Freud.5

     El resaltado es propio.6 El resaltado es propio.7 Concepto que se introduce de manera provisional puesto que es importante aclarar que todo lo señalado hasta aquí forma parte de las

    consideraciones de un trabajo mucho más amplio de investigación.8 El resaltado es de Freud.9 El término no es tomado al azar. En seguida se demostrará que está en consonancia con el pensamiento freudiano.10 El resaltado es propio.11  Es importante mencionar a partir de aquí que el hacer la aclaración de que se trate de una hipótesis no es cuestión de honestidad o

    humildad. Se pretende señalar que esto configura el plan de una investigación más amplia aún en sus inicios.12 El resaltado es propio.

    REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

    Freud, S. (2006). La interpretación de los sueños. Buenos Aires: Amorrortu.

    Freud, S. (2006). El chiste y su relación con lo inconsciente. Buenos Aires: Amorrortu.

    Freud, S. (2006). Psicopatología de la vida cotidiana. Buenos Aires: Amorrortu.

    Freud, S. (2006). La transitoriedad. Buenos Aires: Amorrortu.

    Freud, S. (2006). Una relación entre un símbolo y un síntoma. Buenos Aires: Amorrortu.

    Heidegger, M. (1954). De la experiencia del pensar. Madrid: Cuadernos Hispano Americanos.

    Heidegger, M. (1990). De camino al habla. Barcelona: Serbal.

    Heidegger, M. (1994). Conferencias y artículos. Barcelona: Serbal.Lacan, J. (1983). El yo en la teoría de Freud y en la técnica psicoanalítica. Buenos Aires: Paidós.

    Lacan, J. (1987). Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis. Buenos Aires: Paidós.

    Lacan, J. (2008). El fracaso del Un-desliz es el amor. México: Ortega y Ortiz editores, S. A. de C. V.