El Señor de las Moscas.

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Psicoanálisis Social e Interaccionismo Simbólico a partir de la película: “EL SEÑOR DE LAS MOSCAS” Un grupo de niños cae en una isla desierta, comienza a organizarse siguiendo parámetros conocidos de su vida anterior, transitando desde dichas normas a nuevas normas, rutinas y experiencias impuestas por la realidad a la que están sometidos. La película El señor de las moscas ofrece la excusa perfecta para discutir sobre la tensión entre lo individual y lo social, las características de las masas, las dicotomías instaladas que enfrentan civilización y barbarie, involución y evolución, etc. La película permite tanto abrazar la causa del psicoanálisis freudiano (FREUD, 1921) en su descripción del individuo y la psicología de las masas (pasando por la constitución de éstas, la horda, las jefaturas) como la perspectiva del interaccionismo simbólico, en cuanto a la constitución del self o la importancia de las reglas y el juego para la adquisición de éste, (MEAD, 1973) Las vicisitudes vividas por Ralph, Jack y Piggy, principalmente, podrían leerse desde la psicología social freudiana como la constitución de una masa, donde comienzan a aparecer los fenómenos inconscientes, que terminan modificando la estructura original que se habían dado, estructura que inicialmente respondía a cuestiones de sobrevivencia a través de normas que implicaran certezas. Estas certidumbres van desapareciendo conforme van emergiendo las luchas de poder, las angustias por lo desconocido o por un supuesto enemigo. Leído desde el psicoanálisis no es difícil identificar la formación de una masa artificial en esta historia. Pareciera no ser casual que sean niños (influenciables, ansiosos,

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Psicoanálisis Social e Interaccionismo Simbólico a partir de la película:

“EL SEÑOR DE LAS MOSCAS”

Un grupo de niños cae en una isla desierta, comienza a organizarse siguiendo parámetros conocidos de su vida anterior, transitando desde dichas normas a nuevas normas, rutinas y experiencias impuestas por la realidad a la que están sometidos. La película El señor de las moscas ofrece la excusa perfecta para discutir sobre la tensión entre lo individual y lo social, las características de las masas, las dicotomías instaladas que enfrentan civilización y barbarie, involución y evolución, etc. La película permite tanto abrazar la causa del psicoanálisis freudiano (FREUD, 1921) en su descripción del individuo y la psicología de las masas (pasando por la constitución de éstas, la horda, las jefaturas) como la perspectiva del interaccionismo simbólico, en cuanto a la constitución del self o la importancia de las reglas y el juego para la adquisición de éste, (MEAD, 1973)

Las vicisitudes vividas por Ralph, Jack y Piggy, principalmente, podrían leerse desde la psicología social freudiana como la constitución de una masa, donde comienzan a aparecer los fenómenos inconscientes, que terminan modificando la estructura original que se habían dado, estructura que inicialmente respondía a cuestiones de sobrevivencia a través de normas que implicaran certezas. Estas certidumbres van desapareciendo conforme van emergiendo las luchas de poder, las angustias por lo desconocido o por un supuesto enemigo.

Leído desde el psicoanálisis no es difícil identificar la formación de una masa artificial en esta historia. Pareciera no ser casual que sean niños (influenciables, ansiosos, imaginativos) y que tengan una característica militar (pertenecientes a un coro y a una institución educacional bastante jerárquica), uno de los grupos que el autor austriaco designa como masa artificial, siguiendo a McDougall. Las masas artificiales son masas sobre las que actúa una coerción exterior que las preserva, en este caso, el miedo a la bestia. En este tipo de masa existiría, según Freud (1921) un doble lazo libidinal: al jefe y al grupo, lo que implica estar atados a dos centros distintos, lo que provoca cambio en la personalidad y ciertas limitantes en el actuar.

Esta masa psicológica, según Freud, ejercerá influencias sobre los individuos. Estaríamos en presencia de esa alma colectiva de la que habla el científico austriaco citando a Le Bon, toda vez que los niños muestran un actuar distinto al que tendrían en circunstancias fuera de este colectivo. Desde el interaccionismo

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simbólico de Mead (1973) podríamos señalar que se van dando los símbolos significantes que van dando sentido a la experiencia de los chicos, a partir de la cual se conforma un nuevo escenario.

Es posible la constitución de esta masa toda vez que se ha roto el lazo con el entorno cercano, lo que posibilita el surgimiento del instinto social (instinto no primario). Esto podemos observarlo en diversos diálogos y escenas, en que se hace alusión a lo que sucedería en otro contexto y a las enseñanzas familiares. No es difícil ver aquí, con la conformación del tótem y la aparición de la bestia, entre otros, la serie de comportamientos que Freud (1921), apoyándose en Le Bon, atribuye al individuo en masa: sentimiento de invencibilidad, contagio de ideas, actos y sentimientos sin culpa, y extrema sugestibilidad. Es decir, una pérdida de la personalidad consciente y aparición de irracionalidad, emocionabilidad, anonimato, omnipotencia, irresponsabilidad y pérdida de control social, normas emergentes, desaparición de las inhibiciones y aparición de los instintos primitivos y crueles, predominio de la vida imaginativa y de la ilusión, de la afectividad por sobre la intelectualidad, por lo que no sirven los argumentos lógicos para lograr la atención y obediencia. Si sirven las imágenes espectaculares o la repetición de frases, que se dejan ver en la película a través de la idea de la bestia y de los cantos militares. Es importante señalar y reforzar la idea de que lo que sucede aquí, desde la perspectiva psicoanalítica de Freud, es que el inconsciente individual es llevado al colectivo. No existe algo así como un inconsciente colectivo.

Este automatismo que se observa en el individuo en masa (inconciencia), al ponerlo en la perspectiva del “acto” de George Mead (MEAD, 1973) podría complicarnos, pues parecería impensable que en ello no estuviese constituyéndose el sujeto, a partir de la interacción con otros y la puesta en juego de símbolos significantes. Para el autor estadounidense en esta vida en grupo es cuando ocurre el surgimiento de la conciencia, cuando el ser humano pasa de ser organismo a persona. No es exactamente una contraposición a Freud, en tanto para éste el individuo requiere de los otros para su constitución como sujeto, pero en caso de Mead, en esta relación con el grupo como colectivo, como el otro generalizado, es cuando se adquieren las capacidades de objetivarse, de alcanzar el self, a través de la observación e interpretación de los actos de los otros y la confrontación e interpretación con uno mismo, pero no desde una idea de ser que viene con una carga desde nacimiento que entra a confrontarse o acomodarse en la relación con otros para validarse(que podría pensarse en el caso del psicoanálisis), sino que se trata de un ser que se convierte en “self” a través de la incorporación del punto de vista de otros y del todo.

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El lenguaje es fundamental aquí. Para Mead (1973) es esencial para la adquisición de capacidades reflexivas y, por ende, del self. Es la herramienta para ser persona. Pero este ser persona implica ser un ser social. Entran a tallar aquí, entonces, dos elementos: el yo y el mí. Para el psicoanálisis (FREUD, 1921) también tiene importancia el lenguaje, pero desde la óptica de la comprensión e identificación en una masa, que nos lleva al yo y al ideal del yo, posible de visualizar en la película a través de sus protagonistas.

El “yo” y el “mi” de Mead (1973) representan la reacción al otro y la organización del otro generalizado, respectivamente. Por otra parte el “yo” y el “ideal del yo” freudiano entran en juego en una relación objetual y son constituyentes del yo total. Uno actúa, el otro otorga el valor de ese actuar, reprimiendo al yo en ocasiones. A diferencia del enamoramiento donde se ha empobrecido, se ha entregado al objeto, donde el objeto es mantenido y es sobreinvestido como tal por el YO a sus expensas. Según Freud (1921), en las masas artificiales es posible visualizar la distinción entre la identificación del yo y la sustitución del ideal del yo, a través de la relación del grupo de individuos con el jefe, que es convertido en ideal del yo, identificándose a partir de ello con sus compañeros, en este grupo de niños se pusieron en juego distintos tipos de identificaciones, la mas evidente, sobre todo en el primer momento, fue hacia Ralph quién representaba una imagen paternal lo que provocaba que los demás se identificaran con él.

Al contrastar la película con ambas teorías, es posible dar crédito a ambas, relevando los aspectos que para cada una resultan constitutivos del sujeto, desde la defensa del inconsciente o del consciente.

Es importante también hacer mención del comportamiento de Jack, de cómo se presenta frente al grupo, y que esa presentación permite que la mayoría lo siga, Goffman (2da. Edición, 2009) dice que cuando nos mostramos ante otras personas intentamos trasmitir, de forma consciente o inconsciente, una determinada impresión sobre nosotros mismos. Para ello interpretamos el papel que queremos trasmitir. En este caso según el autor mencionado, sería una actuación “sincera”, él creía firmemente en su capacidad para liderar. Para esto, utiliza el dialecto corporal, (GOFFMAN, 1990), se le asigna significado a diversos elementos que no son necesariamente intercambios verbales, la pintura en su cara y cuerpo, las lanzas, la actitud que presenta luego de cazar, viene a reforzar el dominio por sobre su grupo.

Revisando la película desde el planteamiento del Interaccionismo Simbólico, en particular de la Teoría de la Dramatización y el Concepto de Rol podemos decir que en el interactuar social diario nos cruzamos con diversas personas, hablamos

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con muchas otras y su actuar nos podrá parecer el adecuado y correcto, pero no sabemos cuál es su comportamiento luego del término de la interacción con nosotros. Si analizamos el comportamiento de los individuos en su interactuar cotidiano en la sociedad observamos que bajo la presencia de otros, estos tratan de adquirir información acerca de él o de poner en juego la que ya poseen. Esto ayuda a definir la situación, permitiendo a los otros saber de antemano lo que el individuo espera de ellos y lo que ellos pueden esperar de él.

La actividad de cada individuo en la película fue significante para los otros, ya que siempre estaban expresando durante la interacción lo que él deseaba trasmitir. Se marcó el trabajo de cada uno de los integrantes del grupo dándoles cierto status a unos más que a otros, incorporándoles dramatizar el carácter de su rol sin poseer muchas veces las cualidades para ello, algunos personajes se dejan llevar por un papel que ellos creen que esta correcto o que al menos es lo que espera el grupo.

Independientemente del objetivo particular que persigue el individuo, y de su motivo, será parte de sus intereses controlar la conducta de los otros, en especial el trato con que le corresponden. Deben influir expresándose de modo de darles la clase de impresión que habrá de llevarlos a actuar voluntariamente de acuerdo a su propio plan. Estos personajes actúan muchas veces de forma calculadora y otras no; pero siempre consciente que la tradición de su status social lo requiere, ejemplos (el ser líder, el integrante del grupo).

A medida que avanza la interacción tendrán lugar cambios y modificaciones del estado inicial, pero es imprescindible que estos desarrollos posteriores estén relacionados sin contradicciones con las posiciones iniciales. La sociedad está organizada sobre el principio de que todo individuo que posee ciertas características sociales tiene derecho moral a esperar que otros lo valoren y traten de un modo apropiado.

Se destaca la Interacción cara a cara, la influencia recíproca de un individuo sobre las acciones del otro cuando se encuentran ambos en presencia física inmediata. Su actuación en la actividad total de una ocasión dada sirve para influir de algún modo sobre los otros participantes. En las actuaciones la confianza en el papel que desempeña el individuo solicita implícitamente que crean que posee en realidad los atributos que aparenta poseer, que la tarea que realiza tendrá las consecuencias que pretende. El individuo ofrece su actuación y presenta su función “para el beneficio de otra gente”. La mayoría de los personajes son sinceros ya que cree por completo en sus propios actos. Cuando su público también se convence de la representación que el ofrece, piensan que solo los resentidos sociales se quedaran con dudas.

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El hecho de que la palabra persona en griego proposon, “mascara”, es un reconocimiento en cuanto al desempeño de un rol, aquí nos conocemos mutuamente, en cierto sentido esta mascara es nuestro “si mismo” mas verdadero, el yo que quisiéramos ser. Al fin, nuestra concepción del rol llega a ser una segunda naturaleza y parte integrante de nuestra personalidad.Los personajes de la película tienen una fachada que hace parte de la actuación de ellos que funciona regularmente de un modo general y prefijado, a fin de definir la situación con respecto a aquellos que observan dicha actuación. En la fachada personal los elementos de la dotación expresiva, se identifican claramente con el actuante mismo; su cara pintada, sus pautas del lenguaje, expresiones faciales, sus ritos, y otras características semejantes que los acompañan en su rol.En la película “El Señor de las Moscas”, se visualiza con nitidez que la auto-imagen que una persona crea de sí misma, la abstrae del ambiente social con el cual se comunica constantemente. Para que esta comunicación sea constituyente de la persona, es indispensable que ella misma se cosifique (mi), y le de significado.

Con respecto a la función del lenguaje en el proceso de interacción social y de configuración de la persona. Lo social marca desde un inicio los lineamientos del sujeto y la persona, aunque el proceso efectuado bajo los postulados del interaccionismo simbólico y conductismo social sólo posibilitan el entendimiento desde un punto de vista teórico y conceptual, en donde la acumulación de las experiencias en la memoria y la interacciones que se experimentan a través de la utilización del lenguaje son los que permiten el surgimiento de la persona, es decir, el proceso podría ser reducido y explicado como la simple acumulación de experiencias sociales, las cuales están contenidas en la memoria individual. Este proceso en que la presencia del otro y su permanente interacción e influencia recíproca configura el camino hacia la constitución de una persona, se basa en el empleo de símbolos que afectarán de forma similar a ambos individuos, ya que, necesariamente, para que sea efectiva la emergencia de una persona, se debe sumir ella misma en los símbolos significantes propios del lenguaje, y así, corresponder el uso que hace de ellos con los significados que dará la comunidad (Mead, 1973).

Los personajes al encontrarse en esta situación, tienden a comportarse en función del carácter público de su conducta, es decir, utilizan ciertos actos como signos ya que son percibidos por los otros integrantes del grupo. Van a organizarse y entenderse de acuerdo a símbolos corporales, gestos individuales que muchas veces ni ellos mismos comprenden. Pues con el pasar de los días los significados

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que tenían antes las cosas van a cambiar es el caso de la caracola, que utilizaban para comunicarse en determinado momento; el que lo tuviera tendría la palabra. Pero esta manera de transmitir información entre todos perdió su significación. Las expectativas del grupo ya no eran las mismas, se habían dividido en dos bandos.

Todo el grupo estaba comprometido a cumplir con las situaciones sociales como cazar, hacer fuego, realizar rituales, cuidar de la seguridad de cada uno de los miembros de la comunidad que formaban, etc. Pero no todos cumplieron con las reglas del compromiso, pues bastó con que uno de ellos pensara diferente, para desintegrar a todos los individuos; fallando la percepción por lo que estaban pasando.

La interacción entre este grupo de chicos tiene un quiebre, en cuanto a los fines que persiguen, su lenguaje tanto verbal como no verbal no les permite hacer la actuación más correcta. Por un lado el grupo que solo piensa en divertirse, comer, y tener el control todo el tiempo sin importar sus consecuencias termina por perder el control en muchas oportunidades de sus actos. Y por otro lado, los pocos integrantes del otro grupo se debilitaban cada vez más sin poder establecer algún tipo de conexión con sus compañeros, al final no pueden ni hablar. La realidad para ellos eran totalmente diferente a los otros, estos solo querían volver a sus verdaderas vidas. Terminaron todos perdidos su identidad y su subjetividad. Cada uno de nosotros necesitamos comunicarnos y ser parte de una sociedad, actuamos en base a otros. El yo es el que actúa, y por tanto, el que accede a la experiencia inmediata, es este yo, este individuo, el que se experimenta a sí mismo sólo indirectamente, lo hace “desde los puntos de vista particulares de los otros miembros individuales del mismo grupo social” (Mead, 1973). Para que se realice con éxito este proceso, Mead le otorga una importancia fundamental a la comunicación, ya que ella posibilita que el individuo se convierta en un objeto para sí.

BibliografíaFreud, Sigmund (1921): Psicología de las masas y análisis del yo. Buenos Aires, Amorrortu editores.

Mead, George (1973): Espíritu, persona y sociedad. Barcelona, Paidós.

Goffman, Erving (2da. Edición, 2009): La presentación de la persona en la vida cotidiana. Buenos Aires, Amorrortu

Goffman, Erving (1990): La nueva comunicación. Barcelona, Kairós

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