El Sentimentalismo en los Cuentos de Gabriel Garcia Marquez
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El Sentimentalismo en los Cuentos de Gabriel Garcia Marquez
Universidad del NorteLiteratura Latinoamericana
Marzo 26, 2014
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El Sentimentalismo
Las realidades latinoamericanas han sido uno de los grandes ejes temáticos en los
cuentos de Gabriel García Márquez: siempre caracterizada por ser una zona de
diferencias bipartidistas, que generan violencia en todas las escalas, corrupción
política, notable en la permanente desigualdad social, y ese desasosiego incesante
que hace que cada ciudadano tenga miedo, pero no sepa miedo de qué, pero tampoco
se decida a alterar la naturaleza de sus elecciones ni a mejorar sus faltas,
Latinoamérica se presenta ante el mundo como un tesoro rebosante de material
literario. Lo que en Colombia se conoce como malicia indígena, esa capacidad de
detectar, casi por fuerza de la costumbre, una oportunidad de ganarle al otro sin
importar los medios, compone permanentemente los cuentos de García Márquez.
Esa característica hace parte de “Un día de estos”, un cuento en que el pueblo busca la
manera de vengarse de un gobierno represivo, criminal y corrupto, pero mediante una
acción aislada y casi tímida. La realidad es que el pueblo tiene el poder de cambiar sus
condiciones difíciles, pero re rehúsa a emplear ese poder, porque sabe que de un día
para otro, la nación lo olvidará y lo dejará solo, entonces esa pequeña protesta social
del dentista se ve como un trofeo, como una visión de la luz al final del túnel, pero sólo
es una metáfora para indicar que la gente se liberaría si quisiera, pero en realidad no
saben contra quién están peleando.
La producción cuentista de Gabo también la componen otras particularidades de la
idiosincrasia tercermundista que se vive en toda Colombia donde, aunque los
ciudadanos se han visto agobiados durante tanto tiempo por la guerra civil que ya no
encuentran atroces las atrocidades, un partido de fútbol o un escándalo de farándula
merece más atención que el conflicto, y la gente se siente orgullosa de saberse el
pueblo “más feliz del mundo”, que vive distraído por cortinas de humo mediáticas y
banalidades sin sentido. En “El cuento del gallo capón”, se observa una de las
tipologías más particulares para describir ese estado semi-catatónico en que se
encuentra la mentalidad del colombiano (y de todo pueblo aquejado por la corrupción
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pero incapaz de combatirla). También se aprecia la repetición de terminología como un
método válido para la escritura de cuentos cortos, en tanto que enriquecen la historia al
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servir como representación de lo que narra y, si utiliza términos propios de una región
en particular (como en este caso) mucho mejor.
Colombia, una nación caracterizada por su nada envidiable condición de
desmemoriada selectiva, que escoge una posición política diferente cada vez que se
aburre de la anterior y sigue girando en círculos alrededor del mismo grupo de
personas durante más de medio siglo, sabe mucho acerca de giros inesperados,
porque aunque alaben a una figura pública, si se comete alguna acción reprobable o
que no sea del agrado de la masa criolla, el personaje de inmediato es suprimido y
reemplazado, del mismo modo que en la mecánica de los cuentos, suele ocurrir un
evento aislado que al final de la historia habrá cambiado todas las reglas de juego para
una persona.
En “Sólo vine a hablar por teléfono” una historia trágica en que una mujer debe ser
llevada al manicomio para darse cuenta de que está loca, se aprecia que la descripción
de los eventos hace ver al lector que es un error, que la pobre mujer no deber ía estar
ahí, pero a medida que se desarrollan los eventos, se hace más y más evidente que
cada quién está cómo y dónde debería estar, y que ese evento que pasó casi
desapercibido es lo que define toda la historia. La yuxtaposición de sentimientos
opuestos pero complementarios también compone la visión artística de los cuentos de
Gabo, tanto en “Sólo vine a hablar por teléfono”, con el enfrentamiento entre locura y
racionalidad, así como en “Ladrón de sábado”, en que la aparición de un claro síndrome
de Estocolmo se convierte en amor para el lector tan naturalmente, que parecer ía una
locura que las cosas no se desarrollaran entre los personajes. Naturalmente, después
queda el sentimiento de no saber qué es exactamente la locura en términos de la
creación literaria
La falta de razón puede verse claramente cuando se señala al loco, pero si parece ser
una persona normal con un traspiés de la vida, el lector se da cuenta de que todos los
locos cumplen con esa descripción de manera que para el autor tal vez loco también es
el que no quiere a su país, el que n respeta a su prójimo ni aprecia su propia persona.
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Y esa noción, principalmente, es uno de los pilares de la producción literaria de García
Márquez, que se encarga de explotar al máximo esa dificultad de los colombianos (y en
general de los latinoamericanos) para recordar el pasado, por lo que lo repite
incesantemente. Esta característica se ve principalmente en sus novelas, pero queda
evidente en sus cuentos, crónicas y demás producciones. Particularmente en sus
cuentos, existe una fascinación por las costumbres y peculiaridades de los pueblos
pequeños. Casi nunca se sitúan en las grandes ciudades y los eventos que narra
suelen ser pintorescos y poco dramáticos, de acciones directas y determinantes.
Por ejemplo, en “Algo muy grave va a suceder en este pueblo”, se ve la dinámica del
típico chismorreo que se da en los grupos pequeños de personas, y cómo un evento
tan simple como un presentimiento o un pensamiento puede transformar a toda una
comunidad. Indirectamente, se plantea una duda en lo referente al destino y el orden
de las cosas, así como a la teoría del caos, otro de sus temas recurrentes. Esa dualidad
existente entre lo que es y lo que pudo no ser, hace evidente que el estilo de sus
cuentos es para Gabo
Los finales inesperados, la sorpresa de los giros inmediatos en el curso de una historia,
y el desengaño, el amor, el miedo, el paso del amor al odio y viceversa, y la conciencia
permanente de que no es posible cambiar el futuro porque aunque no ha pasado, ya
está presente con algunas de las muchas sensaciones contrapuestas que se muestran,
es una temática que se aborda superficialmente, como sin querer, pero que en realidad
incluye una muestra concienzuda de lo que significa no tener control de las
derivaciones de los propios actos.
Visto en “La muerte en Samarra”, donde se describe cómo las decisiones que se
toman para alejarse de la muerte, hacen a un individuo ir directo a ella, se presenta ese
carácter de incertidumbre permanente en que no se sabe la magnitud de las
consecuencias de cualquier acción que se tome. Y es que la problemática surge si el
lector pierde toda perspectiva y se pregunta a sí mismo sobre la metafísica de sus
acciones y el por qué sí o por qué no de tal o cual decisión, pero no se basa únicamente
en plantearse a la propia persona como un ente observador limitado en el accionar
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porque no puede controlar las ramificaciones de sus actos, sino en la comprensión de
esa realidad fuera de su control, pero la conciencia de que algo se puede hacer,
aunque sea infructuoso e inútil, porque en esa realidad radica la belleza de la vida.
La muerte es una temática recurrente en el universo de los cuentistas, ya sea por
miedo, por respeto, por curiosidad, pero constituye un tópico general que todos los
autores tocan. Gabo no es una excepción a esa regla, y se entrega al uso de esa figura
venerada y media sospechosa, para enriquecer su aspecto de misterio y a veces hasta
quitarle un poco de esa veneración que se le guarda, usándola con volatilidad de
acuerdo a los fines que desee o dándole deliberado protagonismo.
En “El drama del desencantado” en que un hombre se da cuenta de que quiere vivir
mientras cae del edificio en que está suicidándose, el inicio del cuento no se habría
podido dar sin los eventos desarrollados al final. En ese caso, el lector podría pensar
que el tema central es la muerte, en la que el protagonista se sumergirá
invariablemente al final del relato, pero la historia se encuentra realmente basada en el
arrepentimiento, en la crudeza de la vida que se empeña en matar a cada persona
lentamente, sólo para demostrarles al final que sí vale la pena seguir vivos.
El miedo, como fiel constituyente de las sensaciones más perdurables de la vida,
también es una temática de los cuentos, aunque no tan constante como otras, sí muy
efectiva en sus fines. En “Espantos de agosto”, el lector se ve trasladado a un universo
de caballeros, un castillo antiguo en un día soleado, para terminar en una habitación
maldita. No es que aparezca un espanto, ni mucho menos, sino que la forma en que se
introduce el misterio, ese desasosiego de no saber qué es, ni qué quiere, ni de dónde
viene, hacen que un personaje se torne inolvidable y fascinante dentro de su mismo
hermetismo. Aunque no es un tema recurrente, su uso aplica para la denotar que el uso
de los sentimientos del lector, para embotarlo, distraerlo y confundirlo, sí hace parte de
una técnica real de Gabo dentro de sus cuentos.
Uno de sus cuentos más simbólicos, lleno de metáforas sobre la vida y los sueños, es
“La luz es como el agua”, en que narra la historia de unos niños que aprenden a
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navegar en luz y se ahogan en ella. Rebosante de simbolismos y perspicacias acerca
de la magia de ser niño y lo incapaces que son los adultos de ver lo que se desarrolla
en su cara. Una vez más haciendo un uso excesivo de la metáfora, el lector puede
derivar la lectura en senda cantidad de interpretaciones, que lo guiarán a través de un
universo literario casi tan mágico, impredecible e increíble como la misma realidad.
Para describir la forma sin siquiera fijarse en la temática, cabe decir que los cuentos se
caracterizan porque, si importar qué tan largos sean, ni qué tan tediosos parezcan los
cuentos de Gabo son fáciles de leer. Atrapan desde el primer instante y obligan al lector
a visualizar cada esquina de un cuadro irreal sobre una persona que no existe, como si
fuera la cosa más importante del mundo, a suerte de un adolescente viviendo el primer
amor, deleitándose con cada ínfima parte del ser del otro, sin pensar en el resultado.
Tal sensación se percibe plenamente en “El avión de la bella durmiente”, un texto
enteramente dedicado a un hombre que alaba calladamente la belleza de su
compañera de viaje en un avión, y el lector puede sentir la maravilla del protagonista,
su admiración y su timidez, y hasta puede imaginarse a esa bella despierta, y recrear
las conversaciones que el protagonista menciona. No se necesita más que leer el
cuento para que quede plasmado en la memoria, como si fuera la historia que cuenta
un viejo amigo y esa es una de las características más notables de esa escritura, que
se familiariza tanto con el lector que se dificulta saber si el objeto del cuento es o no
imaginario.
Entonces, queda en evidencia que la obra cuentista de Gabo, que se desarrolla
usualmente dentro de su realismo mágico habitual, se basa en destacar ese carácter
sensitivo que se tiene en Latinoamérica: ese “sabor” que les falta a los europeos y
asiáticos y les sobra a los africanos, la envidia más venenosa y los celos más
infundados aparecen con tanta frecuencia como el amor más desenfrenado y el odio
más encarnecido que se encuentran en un mismo cuerpo varias veces al día, y que se
manifiestan libremente (a veces con demasiada libertad), el carisma con que cuentan
las anécdotas más vergonzosas, las historias más inverosímiles y los cuentos más
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sorprendentes, sin entender qué los hace tan especiales, además de su capacidad de
sobrevivir a un yugo político que parece ser eterno, sin más mella en el alma que la
conciencia de que todos los males habidos y por haber son culpa de alguien más.
Como el carácter de sus cuentos también pueden empujar al lector a realizar una crítica
sobre sí mismo, sobre su realidad, sobre sus políticos, y sus gobiernos, es evidente que
la explotación de esas particularidades políticas y eras rarezas sociales no sólo es
incuestionable, sino que es un recurso casi obligado, en especial para un pueblo que
no parece haber encontrado manera de recordar su historia tal y como pasó, puede
recordarla en los fragmentos de alguien que no olvida.
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Bibliografía
CIUDAD SEVA (sin fecha) Cuentos Gabriel García Márquez. Consultado el 20 de mayo
de 2013 en [http://www.ciudadseva.com/textos/cuentos/esp/ggm/ggm.htm]
GUÍA LITERARIA (2013) 27 cuentos de Gabriel García Márquez para leer online.
Consultado el 20 de mayo de 2013 en [http://guialiteraria.blogspot.com/2013/08/cuentos-
gabriel-garcia-marquez-online.html]
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