El signo Ferdinand de Saussure

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EL SIGNO Las fuentes teóricas de la semiología: Saussure, Peirce, Morris Juan Magariños de Morentin

(Buenos Aires: Edicial, 1983)

PRIMERA PARTE

FERDINAND DE SAUSSURE: DESARROLLO Y ACTUALIZACIÓN

DE SUS CONCEPTOS

I. La Oposición: Lengua / Lenguaje

La primera preocupación de Ferdinand de Saussure es diferenciar los conceptos de "lengua " y "lenguaje". A la lengua le atribuye "el primer lugar "entre los hechos del lenguaje" (p. 25)1, al tiempo que afirma que "la lengua produce la unidad del lenguaje" (p.27). Ambos conceptos venían siendo utilizados corrientemente por la lingüística clásica; no obstante su uso era equívoco. La intervención científica de Saussure tuvo por objeto determinar ciertas características estructurales que lograsen delimitar, con el correspondiente rigor, los respectivos conceptos de "lengua" y "lenguaje".

En un primer momento considera al lenguaje como totalidad, una de cuyas partes (esencial) es la lengua. Pero cuando desarrolla en qué consiste esta diferenciación entre totalidad y parte propone nuevos criterios delimitadores con calidad epistemológica. "El lenguaje -transcriben sus alumnos- es multiforme y heteróclito"; la lengua "es, a la vez, un producto social de la facultad del lenguaje y un conjunto de convenciones necesarias, adoptadas por el cuerpo social para permitir el ejercicio de esta facultad entre los individuos" (p. 25). La inicial oposición diferenciadora todo vs. parte ha sido reconducida a la de facultad natural vs. producto social, en la medida en que lo social es una intervención en lo natural, ámbito del cual el hombre selecciona

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determinadas posibilidades comunicativas, fijándolas y jerarquizándolas mediante la atribución de valores y significaciones convencionalmente aceptados.

Al ir estableciendo la diferencia entre lengua y lenguaje, Saussure va construyendo un paradigma científico mediante el cual asigna a la lingüística un lugar epistemológico autónomo respecto a otros enfoques posibles de los fenómenos que analiza y de notable coherencia y exhaustividad. Lo que de tal paradigma puede derivarse no se agota en modo alguno en los desarrollos saussureanos, como lo demuestran los posteriores enfoques de la lingüística; del mismo modo continúa sugiriendo nuevas posibilidades para la identificación del cuerpo teórico de esa ciencia, la semiología. cuya importancia y extensión él percibió con singular claridad.

Ferdinand de Saussure se preocupa por la posible objeción de que, por el hecho de ser el ejercicio del lenguaje una consecuencia de la "facultad que recibimos de la naturaleza, mientras que la lengua es cosa adquirida y convencional", en la respectiva jerarquización de los elementos en estudio, es la lengua la que parecería que "debería subordinarse al instinto natural, en lugar de sobreponérsele". Es un problema, por consiguiente, de jerarquía de conceptos. En el enfoque tradicional, de raigambre romántica, el concepto de "naturaleza " se encontraba nítidamente privilegiado frente al de "sociedad". Pero Saussure, al asentar las pautas fundamentales de la lingüística como ciencia, advierte que tal orden de prioridades necesita ser invertido.

Para defender su tesis de que la lengua produce la unidad del lenguaje, se preocupa por demostrar que "no está probado que la función del lenguaje, tal como se manifiesta cuando hablamos, sea enteramente natural". Para ello rebate ciertas consideraciones positivistas, como la pretensión de que "nuestro aparato vocal esté hecho para hablar como nuestras piernas para caminar", o reduce la trascendencia universal que se atribuye al descubrimiento de las localizaciones cerebrales, teoría que, en su tiempo, sustituye a la desacreditada frenología, mostrando en qué forma lo convencional y por tanto lo social relega a un lugar secundario la cuestión del aparato vocal; y cómo, lo que se nucléa en la tercera circunvolución frontal izquierda, "es menos la facultad de proferir tales o cuales sonidos... que la de evocar por un instrumento, cualquiera que sea, los signos de un lenguaje regular", por lo que concluye con una afirmación que, al independizar una concreta facultad de un determinado órgano, constituye el presupuesto de la existencia de una facultad de nivel superior o más general, cuyas manifestaciones habrán de conducirle a proponer la nueva ciencia de la semiología: "Todo esto nos 1Ieva a creer que, por encima del funcionamiento de los diversos órganos, existe una facultad más general, aquella que gobierna a los signos, y que sería la facultad lingüística por excelencia " (p. 27). Con ello, Saussure está poniendo el acento, no sobre determinados signos (los del lenguaje verbal) sino sobre cualquier instrumento (o sea, signos de otros lenguajes [hoy, yo, escribiría: de otras semiosis]) capaces, mediante la correspondiente convención, de manifestar la capacidad del pensamiento humano para sustituir. Y esa sustitución que Ch. S. Peirce demarcará como de "algo por algo"2, en una plena generalización lógica y, en cuanto tal, carente de contenido pero capaz de todo contenido posible, constituye el punto de arranque de la evolución hacia una ciencia de la semiología.

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Otro párrafo, también fundamental, desde nuestra actualidad, para establecer por qué la lengua produce la unidad del lenguaje y que nos ofrece un concreto aporte para una antropología semiológica, es aquél en que Saussure dice: "No es el lenguaje hablado el que es natural al hombre, sino la facultad de constituir una lengua, es decir, un sistema de signos distintos, correspondientes a ideas distintas" (p. 26). En este punto, además de plantear la idea de la función sustitutiva de los signos ("un systéme de signes distincts correspondants á des idées distinctes"), inaugura la hipótesis estructural de que dicha sustitución se produce entre sistemas diferentes. Junto con ello, se hace presente el concepto metodológico de la diferenciación (la cualidad de distincts, que atribuye respectivamente tanto a signos como a ideas ), la cual acontece, a su vez, en el interior de cada uno de los correspondientes sistemas.

Pero, además, el problema se inscribe en una oposición con la que recupera el nivel antropológico a que hiciéramos referencia. Al plantear tal facultad superior como lo natural al hombre, está estableciendo su cualidad diferencial respecto al restante ámbito de lo biológico. Dada la extensión y actualidad que tienen los estudios sobre lenguajes comparados y la popularidad que han adquirido ciertos simios como Washoe, Koko y Flo3, de quienes disponemos de excelentes informes respecto a comportamientos que se interpretan como lenguaje desde enfoques behavioristas o empiristas, resulta particularmente oportuno detener nuestra atención en la oposición propuesta por Saussure y desarrollarla para evidenciar el espectro de comportamientos que cubre la función semiótica general y conocer sus límites lógicos. He aquí la primera formulación de este modelo de oposición:

HUMANIDAD

NATURAL ARTIFICIAL

Tratemos de ir atribuyendo un contenido a este par de términos.

El hombre, tomado en un determinado momento de su propia historia encuentra a su mundo circundante constituido como un universo de signos. En virtud de la función derivada de su facultad semiótica, resulta natural para el hombre significar cuanto le rodea, o sea, transformar a su universo externo e interno en signos. Mediante esta modificación de su entorno (al cual el animal, utilizando otra vía, se adaptaría), lo transforma en objeto de conocimiento y, así, su intervención consiste en la elaboración de una específica artificialidad. La práctica de su humanidad en el mundo consiste en elaborar esas veladuras de lo real, mediante las que se aliena definitivamente de lo natural y genera un ámbito específico a su naturaleza: el ámbito de la significación. El hombre, mediante esta actividad de transformar a lo natural en signos, resulta ser naturalmente artificial.

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El modelo de oposición inicial se amplía, por tanto, del siguiente modo:

HUMANIDAD

NATURAL

ARTIFICIAL

↓ ↓

Elaboración de su propia artificialidad ?

Si lo específicamente natural al hombre consiste en elaborar su propio nivel de artificialidad, como consecuencia lógica se plantea la pregunta acerca de su artificialidad específica.

Existe una posibilidad de respuesta que, por la lógica de la oposiciones propuestas, situaría como tal artificialidad a lo biológico. No obstante, se trataría de una equivocada lógica ya que la asignación de contenidos a natural y artificial responde al establecimiento de las respectivas funciones derivadas de la facultad semiótica, y no a deslindar los contenidos natural y artificial de la naturaleza humana. Decir que lo natural al hombre es lo social y que lo artificial es lo biológico es tan sin sentido como el supuesto inverso. En el modelo [esquema] que desarrollamos, lo biológico ocupa un lugar muy diferente:

BIOLÓGICO

HUMANO ANIMAL

NATURAL ARTIFICIAL

↓ ↓

Elaboración de su propia artificialidad ?

El interrogante acerca de la artificialidad del hombre permanece, pues, sin respuesta, ya que lo biológico se sitúa como metalenguaje de humano y animal y lo que estamos buscando es la significación de lo artificial como concepto incluido en lo humano. El

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camino correcto será oponer, mediante la negación del contenido, la significación de artificial a la significación de natural. Por consiguiente, tendremos:

HUMANIDAD

NATURAL ARTIFICIAL

↓ ↓

Elaboración de su propia artificialidad NO-Elaboración de su propia artificialidad

Ahora será necesario desarrollar en qué consiste esta NO-Elaboración de su propia artificialidad. Tal expresión se vincula con uno de los conceptos más utilizados, debatidos y tergiversados de nuestra cultura: el de alienación. Este término establece una distancia o ajenidad frente a algo; resulta fundamental establecer la calidad de ese algo frente al que se toma distancia. Partiendo de la perspectiva de la función semiótica como natural al hombre, se enriquece el concepto de alienación en tres posibles aspectos.

Decir que es natural al hombre elaborar su propia artificialidad, implica decir que el hombre se constituye en humano en la medida en que crea su propia alienación, o sea, su propia distancia de "lo real", expresión que utilizamos, meramente, en el sentido de lo no significativo. Habría, por tanto, un aspecto de la actividad humana, fundamental para establecer su especificidad diferencial en el ámbito de lo biológico, a la que puede denominarse "alienación humanizante". Este sería uno de los aspectos que ningún experimento conductista ni aséptica observación empírica habría podido comprobar en lo que se refiere a los pretendidos lenguajes animales. La capacidad de reproducción de determinados signos, por efecto del aprendizaje a que han sido sometidos, no probaría que Washoe ni Koko han cumplido efectivamente esta alienación (fracaso experimental confirmador de que esa facultad semiótica y la correlativa función constituyen lo específicamente natural al hombre, como es la propuesta saussureana). Por otra parte, la observación de la capacidad comunicativa de Flo y su manejo de determinadas situaciones en el grupo de chimpancés en libertad, observados por Goodall, tampoco implicarían el empleo de dicha facultad semiótica ya que no es constatable que mediante tales comportamientos se instituya un universo social, o sea, un universo, por acotado que fuera, diferente y alienado de lo real.

Este tipo de alienación humanizante carece, por consiguiente, de la habitual carga peyorativa que se le atribuye a la expresión. Pero el esquema que estamos deduciendo no ha quedado todavía completo. Es preciso esbozar, al menos, cuales sean las posibilidades o formas de esa NO-Elaboración de la propia artificialidad que se ha señalado como contenido de lo artificial pertinente al hombre. Es evidente que han de

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tratarse de restricciones a la mencionada alienación; serán situaciones o comportamientos en que hay una limitación, pérdida o deterioro del ejercicio de aquella "facultad de constituir... un sistema de signos distintos correspondientes a ideas distintas" caracterizado por Saussure. Si tal facultad es natural, su posible limitación provendrá, ya bien de una decisión en mayor o menor grado voluntaria o ya bien como efecto de perturbaciones psicosomáticas que pueda sufrir. Al primer caso podemos caracterizarlo como "alienación funcional"; al segundo, como "alienación real".

Con la expresión "alienación funcional" se está haciendo referencia a esa porción de la tarea de propia humanización a la que se renuncia en función de la comunicación social. O sea, se alude a los límites de la medida en que se acepta una impersonal alienación estandarizada, que constituye 'la base común e imprescindible para la organización social de la coexistencia. Cada coyuntura histórico-social supone una herencia de alienación preestablecida, en cuya interioridad se trata de encauzar el acontecer social. Todo ser humano accede a la vida comunitaria optando entre un número determinado de pautas que le proponen modelos de alienación, mediante los cuales encontrará resuelto el problema de organizar en forma significativa el caos circundante. En los estudios sobre la evolución de los primates hacia el homo sapiens, hay una etapa denominada horno erectus en que, con un cerebro todavía inferior a los 1.000 cm3, logra adquirir una cualidad que multiplica su potencia intelectual y, por tanto, su capacidad para intervenir en el mundo; es lo que Robert Ardrey confiesa que le sugirió Kenneth Oakley mediante la expresión "la mente social". En su fácil y entretenido estilo manifiesta: "Mientras escribo estos párrafos, ejercito la mente social. Aunque yo puedo insertar una o dos conclusiones originales, dependo de un conjunto de experiencias reunidas por miles de investigadores científicos. Sin estas contribuciones, yo soy sencillamente un hombre con un cerebro normal, un cociente de inteligencia bastante alto, una disposición a la curiosidad, un moderado valor para oponerse a corrientes de moda, y esto es todo. De mayor importancia es para mí la mente social. Es la centralita que retrasmite a medida que reúne las señales de otros cerebros"4. Esta mente social genera una alienación que configura los parámetros de seguridad y de desarrollo de toda comunidad. El individuo renuncia en parte a su autónomo desarrollo para aprovechar el desarrollo social; y toda renuncia implica un sacrificio. Todos aceptamos tal sacrificio, como ineludible exigencia para integrarnos en una sociedad, además de que, para cuando adquirimos conciencia de tal sacrificio, el mismo ya está consumado. Por consiguiente, el hombre, definido diferencialmente, como generador de sus propios signos, se debate entre dos polos: generar su propio sistema de signos, con prescindencia de las dificultades que, para la comunicación, ello pueda acarrearle o aceptar los estereotipos de grandes parcelas de significación mediatizados por los sistemas de signos que se le proponen, en su aprendizaje cultural, como instrumento de la comunicación intersubjetiva y comunitaria. La sociedad sanciona tan sólo una de estas dos actitudes polares: la del autista que se niega a integrarse en el grupo comunitario. Ningún reproche social se formula, por el contrario, a quienes renuncian a elaborar su cualidad de humanos, aceptando y adecuándose incondicionalmente a la imagen y código que le propone la alienación funcional.

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La tercera forma de alienación, la alienación real ("real" en cuanto produce una distancia existencial entre el hombre y su capacidad de humanización), supone una pérdida o deterioro en la facultad de constituir sistemas de signos. Ya bien porque el sistema, en tales individuos, carece de la relativa estabilidad de los conectores que relacionan a los signos que lo constituyen, impidiendo la producción de discursos unívocos; ya bien porque el sujeto en cuestión no logra distanciarse y duplicar en lo simbólico el ámbito existencial en el cual transcurre su acontecer; casos, ambos, en que lo que se manifiesta lesionado es la fundamental capacidad de generar y estructurar los correspondientes signos. No logra la sustitución de lo imaginario por lo simbólico tanto por carecer o por haber perdido la posibilidad de producir diferenciaciones en su horizonte semiológico, como por haber perdido o por carecer de la posibilidad de adscribir tales diferenciaciones a los homólogos lugares de su universo de significaciones. Cuando estudiemos la semiótica de Ch. Peirce diremos, más técnicamente: por deterioro en la percepción de los representámenes o en la producción de interpretantes o en la transformación del fundamento, operaciones todas implicadas en la función semiótica natural al hombre. Tal sería el auténtico demente (y, en cuanto tal, alienado) en el que se manifestarían los distintos aspectos en que puede producirse la pérdida de la capacidad de elaborar su propia alienación humanizante.

En resumen, el desarrollo completo del modelo derivado de la propuesta saussureana sería el siguiente:

HUMANIDAD

NATURAL ARTIFICIAL

↓ ↓

Elaboración de su propia artificialidad NO-Elaboración de su propia artificialidad

↓ ↓

ALIENACIÓN HUMANIZANTE ALIENACIÓN DESHUMANIZANTE

______________________________↓_______________

ALIENACIÓN ALIENACIÓN

FUNCIONAL REAL

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Tras este esbozo de la distancia teórica que media entre el universo semiótico y el universo real, regresemos a la diferenciación lengua vs. lenguaje.

Desde el punto de vista de la lingüística estructural, los conceptos que desarrolla Saussure en este primer punto de su Capítulo III, son fundamentales para la restante comprensión de sus planteos científicos. El signo lingüístico adquiere la calidad de instancia definida en el interior del sistema de la lengua. El signo lingüístico no puede pensarse aislado. Constituye el embate definitivo frente a la lingüística que pretende adscribir a cada signo su propio referente. La sustitución, en cuanto función constitutiva del signo, no se produce cosa-a-cosa, sino sistema-a-sistema. Así como, lingüística- mente, el signo no es, sino que resulta ser por la interrelación con los demás signos del sistema de la lengua, lo mismo ocurre en el ámbito de la semiología. Para el conocimiento, ninguna propuesta perceptual es , sino que resulta ser, después de la transformación semiótica en que la forma implica la doble sustitución de sí misma y de lo representado por el correspondiente concepto; de aquí que conocer no consiste en llegar a esencia metafísica alguna, sino en producir, como efecto del pensamiento, la descripción topológica de los lugares de un sistema, los cuales recién quedan delimitados cuando se determinen las leyes de relación que vinculan al signo en estudio con el sistema o subsistema correspondiente; y ello debe cumplirse tanto respecto al sistema de las formas ( que han de ser utilizadas como unidades de un determinado lenguaje) como respecto al sistema del universo a cuyos elementos tales formas sustituyen.

Esto es lo que Saussure realiza: no parte de una previa definición de lengua o lenguaje (en forma que hubiera sido apriorística y en algún modo metafísica), sino que los opone para, mediante la tarea de ir evidenciando sus relaciones comunes y sus relaciones diferenciales, llegar a poder producirlos en cuanto instancias internas (explícitamente definibles) del sistema de la ciencia de la lingüística.

Pero, hasta el momento, la labor ha llegado solamente hasta poder mostrar la interdependencia existente entre esos dos signos: lenguaje y lengua. El lenguaje queda incluido en el ámbito de lo antropológico como la facultad semiótica diferencial. La lengua concreta un sistema de signos (cuya materialidad perceptual es de naturaleza acústica) provenientes de la facultad, terminantemente delimitada, del lenguaje. Se comprende, también, la otra relación saussureana, citada al comienzo de este trabajo, que expresa que "es la lengua la que produce la unidad del lenguaje". O sea, si bien la lengua concreta los signos provenientes de la facultad del lenguaje, esta tarea es, simultáneamente, constitutiva del lenguaje. Es la misma actitud de la que participa la psicología de la forma. Gestálticamente, la totalidad precede a las partes. En el enfoque antropológico, el lenguaje es la totalidad (facultad) y la lengua es tan sólo una de las delimitaciones posibles (función) en la interioridad del lenguaje. Desde el punto de vista de la lingüística como ciencia, la lengua es una totalidad específica (fonética) y son sus leyes las que confieren o no calidad de lenguaje a los conjuntos fonéticos que se propongan a su estudio; no todo lo incluido en la actividad verbalizadora es lenguaje, sino sólo aquello que queda organizado en lengua. Para la semiología, el

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lenguaje impone sus condiciones fundamentales a todos los conjuntos significantes (formas perceptibles sensorialmente) con pretensión significativa.5

Pero, todavía, es necesario enriquecer las relaciones existentes entre estos signos, para lo cual será necesario introducir una tercera instancia: el habla . Por eso, en un segundo momento epistemológico, Saussure estudia las relaciones existentes entre lengua y habla.

II. La Oposición: Lengua / Habla.

No ofrece una nítida coherencia la reflexión a partir de la cual Saussure elabora esta distinción. En una lectura inicial, parecería que la oposición lengua vs. habla podría ser reconducida a la más amplia (y que, semiológica mente, ha de ser fundamental) existente entre sistema vs. discurso. Pero el conocido comentario al ámbito semántico de la palabra alemana "Rede" elimina ese intento de correlación: "Rede corresponde, aproximadamente, a 'parole' (habla) pero le añade el sentido especial de 'discours' (discurso)" (p. 31 ). Luego, en el pensamiento saussuriano, habla y discurso no son homologables.

La primera caracterización con que comienza a deslindar el ámbito de la lengua es la de consistir ésta en un "vínculo social" cuya naturaleza específica estaría constituida por el discutido concepto de "suma de imágenes verbales almacenadas en todos los individuos" (p. 30).

Frente a esto el habla queda caracterizada como una "práctica" capaz de depositar ese "tesoro (la lengua) [...] en los sujetos pertenecientes a una misma comunidad".

Así, alcanza uno de sus fundamentales criterios delimitadores: "separando la lengua del habla, se separa al mismo tiempo: 1º) lo que es social de lo que es individual; 2º) lo que es esencial de lo que es accesorio y más o menos accidental" (ibidem). La doble observación aquí formulada merece consideraciones independientes.

La oposición entre lo individual y lo social, si bien proporciona un principio conceptual de diferenciación entre habla y lengua, requiere advertir, no obstante: a) que lo individual queda debilitado (y no podía ser de otro modo tratándose de una consecuencia de la facultad destinada a la comunicación) por la inclusión del habla entre los fenómenos sociales (es una "práctica" social); b) que lo social de la lengua no es una "suma" de las imágenes verbales, sino una articulación (o integración en un sistema virtual) del conjunto de los signos lingüístico poseídos comunitariamente.

No debe interpretarse esta relación entre habla y lengua, cuando Saussure denomina a la segunda como "producto social", en el sentido de una relación causalista. Ello no tendría sentido en un pensador que tuvo una de las más lúcidas aproximaciones epistemológicas a los planos en que transcurre la tarea de elaboración de los objetos, formal y material, de una ciencia (anticipando en unos 15 años lo que el Círculo de

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Viena, que comenzó sus reuniones en 1923, había de tardar en precisar) cuando manifestó: "Lejos de preceder el objeto al punto de vista, se diría que es el punto de vista el que crea al objeto y, por otra parte, nada nos anticipa que una de tales maneras de considerar el hecho en cuestión sea anterior o superior a las otras" (p. 23).

En cuanto a la segunda observación, debe reconocerse que utiliza un débil criterio de diferenciación cuando acude a los conceptos de "esencial" por oposición a "accesorio" y "accidental". Con ello incurre en el criterio de considerar al conocimiento como una esencia a la que sería necesario distinguir de los aparentes accidentes que lo envuelven y ocultan. Es evidente, no obstante, que la intención de Saussure ha sido atribuir a la lengua el valor de estructura teórica que es preciso construir ya que no se ofrece inmediatamente a la observación directa, mientras que señala al habla, justamente, como el nivel observacional y empírico con cuya mera acumulación de datos nunca llegaría a formalizarse la lingüística en cuanto ciencia. Pero esta terminología no se encontraba disponible en el tiempo en que Saussure dictaba sus cursos, siendo posterior elaboración de la Filosofía de la Ciencia.

Como desarrollo de esta primera oposición entre la lengua como vínculo social y el habla como práctica, Saussure va enunciando nuevas características diferenciales:

LENGUA HABLA

-No es función del sujeto hablante -Es un acto individual de voluntad

-Es producto que el individuo -Es un acto individual [...] de inteligencia registra pasivamente

-Nunca supone premeditación. -En el acto del habla son distinguibles: a) las combinaciones mediante las cuales el sujeto hablante utiliza el código de la lengua; b) el mecanismo psicofísico que le permite exteriorizar tales combinaciones

-La reflexión no interviene más que para la actividad de clasificar

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De tales características, destaca esa específica pasividad del individuo respecto a la lengua; las restantes no hacen más que desarrollar las formas de tal pasividad. Situándose al nivel del sistema de la lengua. en cuanto "sistema gramatical virtualmente existente en cada cerebro", Saussure atribuye a cada individuo el papel de ser soporte necesario de dicho sistema.

Una, no obstante, de las características diferenciales atribuidas a la lengua produce cierta inquietud: es la relativa a la reflexión, la cual no intervendría más que para la actividad de clasificar. Por remisión del mismo Saussure sabemos que tal actividad clasificatoria consiste en las que denomina "relaciones asociativas" (p. 170). Esto suscita la siguiente pregunta: ¿Pertenecen, dichas relaciones asociativas, a la lengua o, más bien, a la lingüística, formando parte de su objeto formal? Que el punto de vista constituye el objeto de la lingüística es tan cierto que el hecho de haber percibido Saussure relaciones como las mencionadas. implica haber adoptado un determinado punto de vista, constituyendo éste y las relaciones desde él percibidas, el elemento fundacional de la lingüística estructural. Por ello, dicha actividad de clasificar no es un objeto de conocimiento de los individuos, sino la construcción de una actividad teóricamente supuesta que permite conferir coherencia tanto a un momento sincrónico de una lengua, como a sus cambios, o sea, a su transformación diacrónica; se trata, pues, de una identificación en el ámbito teórico de la lingüística y no de una experiencia de cuyo acontecer pueda ser consciente el protagonista.

"En lo que se refiere a las características del habla, Saussure se limita a mostrar el grado de participación de la individualidad en el acto o comportamiento, ahora sí, plenamente observacional y constatable. En tal sentido, se limita a identificar la doble operación cumplida por dicho individuo: la de combinatoria respecto a las entidades del código y la relativa a la exteriorización de las combinaciones disponibles mediante el correspondiente mecanismo psicofísico.

Ferdinand de Saussure desarrolla extensamente los caracteres de la lengua y sólo incidentalmente se preocupa de fijar determinadas características del habla. Esto es coherente con la totalidad de su pensamiento, ya que ciñe su tarea al desarrollo de una lingüística de la lengua, con total prescindencia de una lingüística del habla. Como toda proposición fundamental de una teoría científica ello contiene una estructura un tanto circular o tautológica; mal podría haber una lingüística del habla si la lingüística, en cuanto ciencia, consiste en la adopción de un particular punto de vista que crea su objeto. Esta creación acontece a partir de los datos del habla, pero no consiste en el habla; o a partir de determinados presupuestos teóricos con los que quedarán ordenados los fenómenos del habla; pero en uno y otro caso lo que se constituye es la lengua como sistema teórico capaz de dar cuenta de las observaciones empíricas correspondientes. Consciente de esta dualidad, cuida de dejar bien establecida la respectiva demarcación: "Se puede, en rigor, conservar el nombre de lingüística para cada una de ambas disciplinas y hablar de una lingüística del habla. Pero será preciso no confundirla con la lingüística propiamente dicha, aquélla cuyo único objeto es la lengua. Nos abocaremos únicamente a esta última y si, en el transcurso de nuestras

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demostraciones, nos proporciona luz el estudio del habla, cuidaremos de no borrar nunca los límites que separan ambos dominios" (ps. 38-39). Los estudios relativos al habla tomaron consistencia en escuelas que optaron por las tesis empiristas y behavioristas, entre las que destaca la General Semantics que llega, en sus más conspicuos desarrollos, como son los de Alfred Korzybski6 o S. I. Hayakawa7, a formular audaces conexiones entre el comportamiento verbal y la salud fisiológica, en el caso del primero de estos autores, o a afirmar arbitrarios postulados sobre la ética de la semántica en que se comprobaría la preferibilidad de la cooperación sobre el conflicto, como es el caso del segundo autor. La escasa aceptabilidad de semejante propuesta ratifica la oportunidad de la advertencia de Saussure. En cierta forma podría decirse que los intentos de constituir una lingüística del habla, con rigurosa pretensión científica, ha conducido al campo de la semántica. ya bien tratada en la perspectiva de la lógica, como la llamada "Escuela de Varsovia" (Lesniewski, Kotarbinski y Tarski)8 fijando el segundo de estos autores, Kotarbinski, el término "Pra- xiología " para referirse a "la ciencia de la acción eficiente"9; ya bien desde la perspectiva generativa, como lo hacen, entre otros (aparte, e incluso al margen, de Chomsky), Jerrold J. Katz y Jerry A. Fodor10; ya bien, retomando el concepto de praxiología y encuadrando al habla en los problemas de la comunicación, en los estudios de V. Sánchez de Zavala11. [En esta línea, sus actuales desarrollos han proporcionado uno de los aspectos más fructíferos de la lingüística contemporánea: los de la pragmática.]

La actitud adoptada por Saussure hace que, al continuar el desarrollo de las diferencias entre lengua y habla tienda más a completar las relativas a la lengua que las que configurarían el habla, quedando estas últimas como interrogantes cuya formulación puede resultar, no obstante, fructífera para la reflexión epistemológica. En el siguiente cuadro contrastador de caracteres trataremos de enfrentar enunciados correspondientes a la lengua y al habla, aun en aquellos casos en que Saussure no los ha enunciado expresamente; tales casos podrán identificarse porque están en su forma interrogativa.

LENGUA HABLA -Objeto bien definido en el conjunto heteróclito de los hechos del lenguaje (p.31 ).

-¿Objeto indefinido en el conjunto heteróclito de los hechos del lenguaje?

-Aquella porción determinada del circuito donde una imagen auditiva se asocia con un concepto (p. 31).

-¿Pertenece a ese mismo circuito? ¿En qué parte del circuito se instala?

-Parte social del lenguaje, exterior al individuo (p. 31 ). -¿Parte individual del lenguaje, exterior al individuo? -¿Parte individual del lenguaje, interior al individuo? -¿Parte social del lenguaje, interior al individuo?

-El individuo, por sí solo, no puede crearla ni modificarla (p.31).

-¿Puede el individuo crearla o modificarla?

-Sólo existe en virtud de una especie de contrato establecido entre los miembros de una comunidad (p. 31 ).

-¿Existe con independencia del contrato?

-El individuo necesita un aprendizaje para conocer su funcionamiento (p. 31 ).

-Su práctica, ¿requiere un aprendizaje?

-Se conserva, aun perdido el uso del habla (p. 31). -Puede perderse, conservándose la lengua (Ibidem).

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-Puede estudiarse con independencia del habla (p. 31). -¿Puede estudiarse con independencia de la lengua?

-La ciencia de la lengua sólo es posible si no se inmiscuyen otros elementos (p. 31 ).

-¿Requiere la ciencia del habla (si es posible tal ciencia) la misma depuración?

-La lengua es de naturaleza homogénea (p. 32). -¿El habla es heterogénea como, según Saussure, lo es el lenguaje?

-Es un sistema de signos donde lo único esencial es la unión del sentido y de la imagen acústica, siendo las dos partes del signo igualmente psíquicas (p. 32).

-El habla ¿es un sistema? En tal caso, ¿qué le resulta esencial? ¿Cuál es la naturaleza de los signos que

la constituyen?

-Es un objeto de naturaleza concreta (E.: 32). -Es un objeto de naturaleza concreta (Ibidem)

-Los signos lingüísticos son asociaciones ratificadas por el consentimiento colectivo (p. 32).

-¿Cuáles son los signos del habla? ¿Requieren la ratificación colectiva?

-Son realidades que tienen su asiento en el cerebro (p. 32). -¿Cuál es la realidad de los signos del habla? ¿Cuál es su lugar pertinente?

-Son, por así decir, tangibles; la escritura puede fijarlos mediante imágenes convencionales (p. 32).

-Sería imposible fotografiar, en todos sus detalles, los actos del habla (Ibidem).

Podemos prescindir de esta última observación, de mero carácter técnico, que ha quedado contradicha por la evolución de la propia técnica fotográfica; si Saussure deja de lado el estudio del habla, lo hace en procura de una pureza metodológica que, en su momento, se imponía como una exigencia imprescindible para conferir rigor científico a su disciplina. El progreso que permitió registrar ópticamente la descomposición de los sonidos vocales, simplemente, superó la inaprensible dificultad con que él se enfrentaba: "la fonación de una palabra, por pequeña que sea, supone una infinidad de movimientos musculares extremadamente difíciles de conocer y representar" (p.32).

Las preguntas, no formuladas por Saussure, a las que hemos dado forma a partir de las afirmaciones saussureanas acerca de la lengua, poseen, en algunos casos, respuestas muy obvias; pero, en general, sirven de guía para constatar la posibilidad de una ciencia acerca del habla, así como para detectar una serie de problemas y evaluar si la semántica, conductista, lógica, generativa o praxeológica, da debidamente cuenta de ellos.

¿ Cuál es el objeto al que tiende Saussure al enumerar estos caracteres de la lengua? El objeto de la lingüística no preexiste a la propia lingüística, como, según hemos visto, se encarga de dejar debidamente establecido; por el contrario, la tarea de la lingüística, en cuanto ciencia, consiste en constituirlo. Por eso Saussure no parte de un concepto de lengua dado, sino que sale, justamente, en su búsqueda. En la mediad en que lo consiga habrá podido, simultáneamente, establecer la existencia de una ciencia de la lingüística. Lo que es la lengua (y, en consecuencia, lo que lleguen a ser los signos lingüísticos) deberá ser producido como efecto de significación de su propio discurso científico. Lo contrario implicaría que, al comienzo de la investigación, ya se sabía aquello que se pretendía llegar a saber.

No hay que malinterpretar el sentido de esta observación. El texto que utilizamos para seguir el desarrollo del pensamiento de Saussure es el de su famoso Curso, tal como nos ha llegado en la versión de sus alumnos Charles Bally y Albert Sechehaye. Con

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independencia de las interpolaciones que pueden proceder de quienes le dieron forma, la exposición de Saussure es didáctica y no pretende conservar el orden lógico del desarrollo de un trabajo de investigación. O sea, que es preciso distinguir entre el orden de exposición de un discurso científico y su propio orden de producción o progreso lógico, coherente y deductivo. Aquí nos encontramos ante un texto que conserva un determinado orden de exposición. Cuando Saussure se refiere a la distinción entre lengua y habla lo que hace es mostrarnos conclusiones importantes a las que ha llegado, en tiempos y por procesos que pueden ser totalmente distintos, y que en nada afectan a la ubicación, al comienzo de su texto (o en sus clases introductorias) de tales conclusiones. Pero, también, lo que hace es valorar la calidad teórica de la estructura científica que va a proponer y en eso consiste buena parte de la calidad y actualidad que posee su pensamiento; lo desarrolla con clara conciencia de los problemas epistemológicos que implica la tarea a la que enfrenta y, así, simultáneamente, nos enseña lingüística y teoría de la ciencia.

Es curioso que padezca un cierto desenfoque respecto a la labor científica en disciplinas ajenas a su especialidad. "Otras ciencias operan sobre objetos dados por anticipado y que pueden considerar, de inmediato, desde diferentes puntos de vista (p. 23). Es evidente que, frente a los cuerpos celestes que estaban en el firmamento antes de que la astronomía (o su etapa arqueológica: la astrología) los tomase en consideración, los astrónomos, al menos en la resentida mirada que Saussure lanza en torno, disponían de ellos a su antojo. No considera Saussure que antes de que él consolidase la lingüística también existía el lenguaje y los hechos del habla lo anteceden desde siglos que comienzan con los interrogantes que hoy se plantean acerca de su posibilidad en el hombre de Neanderthal12. O más bien, trata de demostrar que tal existencia no le sirve, al menos con los medios de observación y análisis de que dispone, para conferirle el estatuto de objeto formal de su ciencia; por eso rechaza de su campo de estudio a una lingüística del habla, como a la posibilidad de un registro de los matices de la fonación. Sin embargo, entre el habla como existencia y los cuerpos celestes como existencias no puede formularse diferencia alguna en cuanto a que ambos no existen para la ciencia hasta que se adopta el específico punto de vista; el cual, en uno y otro caso habrá de transformarlos en los correspondientes objetos formales. La ciencia, en cuanto producción de su propio discurso, tiene una vida que no es otra que la de los signos mediante los cuales dice a un universo de objetos determinado, sin que tales objetos o tal realidad participe de la vida de dicha ciencia. Pese a las resonancias organicistas que pueda despertar lo que acaba de manifestarse, se trata de uno de los criterios fundamentales de la actual teoría de la ciencia; criterio anticipado por Peirce, aproximadamente en la misma época que lo hizo Saussure: "La trama y la urdimbre de todo pensamiento y de toda investigación son los símbolos y... la vida del pensamiento y de la ciencia es la vida inherente a estos símbolos", en el párrafo 2.220 de Collected Papers, uno de los más citados de la ingente obra del filósofo norteamericano.

A Saussure no le interesa desarrollar las relaciones conceptuales del signo-habla. justamente, porque no va a construir una lingüística del habla. El hecho de oponerlo al signo-lengua es a los meros efectos de evidenciar con mayor eficacia la estructura pertinente a este último.

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Obsérvese que hemos empezado a hablar de "signo-lengua " y de "signo-habla". Precisamente, porque lo que ha logrado hacer Saussure ha sido transformar a la lengua y al habla en el par de signos correspondientes y, así, constituirlos en el objeto de conocimiento de su disciplina. Vamos a continuar nuestro análisis de su texto tratando de reconstruir el desarrollo lógico mediante el que se cumple esta transformación. De más está decir que Saussure no usa tales expresiones ("signo- habla" y "signo-lengua"), pero llega a conferirles un valor teórico, especialmente a la lengua, que implícitamente los transforma en tales. Nosotros los utilizamos en las páginas siguientes para diferenciar claramente el nivel existencial y el nivel teórico en que la lengua (y el habla) pueden situarse.

Para proceder al conocimiento de un signo (o sea, de una estructura que posee un lugar en un determinado sistema y que se define por las relaciones que, en cuanto tal lugar, guarda con los restantes lugares constitutivos del sistema; valga esta primera aproximación al concepto de signo, ya que los posteriores estudios sobre Peirce y sobre Morris ayudarán a conceptualizarlo específicamente) es necesario optar entre dos procedimientos: o se estudia al signo hacia su propia interioridad, o se lo estudia vinculándolo con otros signos del mismo sistema. Optaremos inicialmente por este segundo procedimiento por ser el que se ajusta al desarrollo que realiza Saussure en esta parte de su exposición. Más adelante nos adentraremos en el desarrollo de la estructura del signo. Todavía debe advertirse que todo signo se vincula con otros signos, ya bien en la contigüidad integradora de un discurso (relaciones sintagmáticas), o ya bien en la simultaneidad articuladora de un sistema (relaciones paradigmáticas). En el cuadro siguiente se ha optado por esta última variante, ya que también es tal la intención de Saussure en cuanto lo que tiene en vista es la descripción estructural del sistema de la lengua.

Algirdas Julien Greimas ofrece un concepto elemental de estructura: "La estructura - dice- es el modo de la existencia de la significación, caracterizado por la presencia de la relación articulada entre dos semas"13 y lo simboliza mediante:

A / r (S) / B

Nosotros, en vez de hacerlo entre semas (ya que no tratamos la problemática particular de la significación), lo haremos entre el signo-lengua, por una parte y las terminales de sus posibles relaciones, tal como hemos visto que las propone Saussure.

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El papel que cumplen los elementos terminales de las distintas relaciones en que Saussure sitúa a la lengua ("hechos del lenguaje", "individuo", "circuito de asociación de imagen y concepto", "habla", "lenguaje exterior" y "contrato comunitario") es el de signos delimitadores. es decir, aquellos que no tienen otra función que permitir la transformación de la lengua en el signo-lengua pertinente a la ciencia de la lingüística. Ocupan los lugares del " A "y el "B" en el modelo de Greimas.

Los elementos conectores ("delimitación" e "interioridad", "aprendizaje", "delimitación" y "parcialidad", "conservación" e "independencia", "parcialidad", "existencia)" atribuyen un valor a las relaciones que median entre la lengua y sus propios signos de delimitadores. A través de tales valores o leyes de relación intra-sis- témica, Saussure elabora la forma conceptual del signo-lengua.

Se llega, así, a una definición explícita del concepto de lengua tal como ha sido producido por su pensamiento científico: Es una delimitación en la interioridad de los hechos del lenguaje que solo toma en cuenta parte de los elementos integrantes del circuito de asociación de imagen y concepto y parte de los hechos constitutivos del lenguaje exterior, cuya existencia requiere del acuerdo comunitario y a la cual el individuo accede mediante un aprendizaje, siendo su conservación independiente del fenómeno del habla.

Saussure ha ido haciendo explícitos. o sea, sacando de la nebulosa de lo indiferenciado y enunciando expresamente uno por uno, cada uno de los elementos con los que, sin ser lengua, se relaciona la lengua. Hay, todavía, no obstante, una vaciedad en cuanto a las calidades de las relaciones establecidas. Si bien, con ellas, el fenómeno de la lengua pasa a ocupar el nivel teórico en cuanto signo-lengua, es tal signo-lengua el que deberá ser definido explícitamente a continuación. Y este segundo paso en la tarea estructuradora de la lingüística, Saussure lo da sin advertirnos que la exposición ha cambiado de plano; aparece entre las características que va mencionando como recapitulación de los caracteres de la lengua.

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Las relaciones ya no se establecen entre la lengua y otros signos, sino entre el signo- lengua (elaborado en las anteriores delimitaciones) y el sistema de signos-lengua en el cual queda incluido. Las relaciones que a este efecto enuncia Saussure se refieren a las cualidades de tal signo-lengua: "homogeneidad", "sentido" e "imagen acústica", "asociaciones colectivamente ratificadas" y "realidades mentales y concretas". El paradigma así organizado tiene dos expansiones: una hacia el sistema de signos-habla y otra hacia el sistema de signos-gráficos (escritura). En ambos casos, ya no es el signo- lengua el que está siendo desarrollado, sino el sistema de signos-lengua que, mediante estas nuevas relaciones se transforma en entidad teórica propia de la lingüística y, en cuanto tal, en signo-sistema de signos-lengua. Para este último nivel, respecto al sistema de signos-habla la relación es de "conocimiento" e "independencia"; respecto al sistema de la escritura lo es de "transferibilidad."

Disponemos, así, de una nueva definición explícita, esta vez correspondiente al signo- sistema de signos-lengua: es un conjunto homogéneo de signos-lengua, en cuanto realidades mentales y concretas, de los que importa su sentido y su imagen acústica y destinados a fijar asociaciones colectivamente ratificadas. El signo-sistema de signos-lengua es transferible a otros sistemas: de signo-habla y/ o de signos-gráficos, siendo cognoscible con independencia de tales otros sistemas.

A partir de aquí, Saussure puede pasar a referirse a la semiología en cuanto sistema general de los signos del lenguaje. Para ello es suficiente con ampliar las oposiciones en estudio, hasta abarcar las relaciones (y fijar la naturaleza de tales relaciones) que vinculan al signo-sistema de los signos-lengua con los restantes sistemas capaces de servir de soporte a las distintas formas de organización de "sistemas de signos diferentes" que el hombre es capaz de generar. Alcanza, de este modo, en una nítida derivación epistemológica, su propio concepto de semiología: Se puede, pues, concebir "una ciencia que estudie la vida de los signos en el seno de la vida social", la cual "nos enseñará en qué consisten los signos y qué leyes los rigen" (p. 33).

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Nosotros relegamos su estudio para más adelante, ya que todavía queda mucho por decir acerca de los signos-lengua. En efecto, tan sólo se ha analizado su relación con otros signos, o sea, su estructura exterior; en lo que continúa, analizaremos las consecuencias a que conduce la propuesta saussureana acerca de su estructura interna.

III. Los signos-lengua en su estructura interna

"Es preciso situarse, desde el comienzo, en el terreno de la lengua y tomarla por norma de todas las restantes manifestaciones del lenguaje" (p. 25). En base a lo estudiado anteriormente, la afirmación de Saussure exige partir de un conjunto con la calidad de sistema, dentro del cual y sólo en virtud del cual quedarán ordenados todos los fenómenos que derivan de la facultad del lenguaje.

Este sistema está constituido por elementos de naturaleza específica, los signos-lengua, que sólo pueden ser definidos en interacción con el sistema al que, simultáneamente, estructuran y por el cual resultan estructurados. No hay signos, si no es en función de un sistema; tampoco existe sistema más que en función de los signos que contiene. El estudio de un tipo específico de signos (en este momento particular de nuestro trabajo, el estudio de los signos de la lengua) requiere que cuanto de ellos se diga, sea coherente (y constitutivo) respecto a cualquier afirmación que pueda plantearse acerca de la totalidad del sistema.

De aquí las particularidades que atribuye Ferdinand de Saussure al signo-lengua. Debe contener todas las características y sólo aquéllas mediante cuya expansión pueda producirse el sistema de la lengua. y así, la lengua, en la lingüística estructural, no será considerada como cosa, o sea, como fenómeno existente, sino como conocimiento acerca de determinados fenómenos.

Por eso, los signos de la lingüística (los signos-lengua) no son las palabras, sino un tipo particular de entidades cuya estructura es preciso elaborar. Puede decirse que la palabra es la cosa, mientras que el signo-lengua es el resultado de pensar científicamente tal palabra-cosa. Esta reflexión es fundamental para que podamos situarnos en la perspectiva adoptada por Saussure cuando afirma la estructura dual del signo-lengua, constituida por un significante y un significado.

Del par significante-significado se habían ocupado ya Aristóteles, San Agustín, la escolástica, los gramáticos de Port-Royal, etc. Pero sólo captando el particular sentido que recibe esta bipolaridad en el pensamiento saussuriano podremos enfrentar la problemática de la lingüística estructural y de la semiología a que da lugar. No es un problema complejo, pero tampoco es fácil verlo. Sugiere una de esas ilusiones ópticas en que la perspectiva de un cubo, tan pronto se nos aparece en su aspecto cóncavo como en el convexo. Lo peligroso es afirmar aspectos relativos a su convexidad cuando lo que se esta percibiendo e su concavidad y viceversa. La causa principal de ambigüedad en los signos-lengua está constituida por su aspecto significante, ya que el mismo nunca lo es de modo totalmente originario, sino que siempre puede ser considerado como transportando el significado de otro significante que pertenece a un

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nivel "más" originario. Someramente enunciado, la palabra "cielo" , en su forma escrita o verbal, es un significante. Su significado no es el cielo cuya inmensidad contemplamos en el campo o entrevemos sobre los edificios de la ciudad; su significado es un lugar conceptual que, en el orden de nuestros conocimientos, vulgares o científicos, ocupa el cielo visible. Pero también el cielo con su falsa coloración azul es un significante, ya que lo percibimos como forma a la que atribuimos un valor, o sea, como forma de la cual podemos afirmar que sabemos lo que es; y tal es, como veremos, el sentido fundamental del concepto de significante, Ahora bien, el significado del significante "cielo", en cuanto signo-lengua, es algo que acontece, conceptualmente, en el ámbito de la lengua, sin transgredir sus límites; mostrar qué es lo que acontece en el sistema de la lengua y cómo acontece, es el tipo de transformación a que tenemos que someter la palabra "cielo" para pensarla lingüísticamente.

Se acaba de decir que todo significante es siempre ya significado de otro significante "más" originario. Pero la transformación de un significado (que lo es de algún significante tomado como inicial) en significante destinado a la producción de un nuevo significado, no es una operación interna a un único signo, sino un proceso que involucra, no sólo dos signos, sino dos sistemas, ya que cada uno de tales signos pertenece a un sistema distinto. Por esto, la operación que en tal caso se cumple bien puede ser considerada como traducción; su estudio no puede agotarse, por ello mismo, en el puro ámbito de la lingüística, sino que debe tomar en consideración las leyes correspondientes a la lingüística y a aquel otro sistema al que pertenece el precedente par significante-significado. Siguiendo nuestro elemental ejemplo, el significado del significante verbal "cielo " no nos conduce al cielo sino que es el camino de entrada al infierno de la lingüística. O sea, "cielo", en cuanto uno de los signos-lengua, encuentra su significado en el interior de un paradigma perteneciente a la lengua castellana, en el que se articula con "celeste", "celestial"; o en el interior de otro paradigma de la misma lengua que nos permite construir "cielo-s"; o de otro que nos impide decir "ciel- a", etcétera.

Es evidente entonces que el problema de la semántica se plantea, no como problema puramente lingüístico, sino como problema de interrelación entre lugares determinados de sistemas-lengua distintos. Cuando hablamos comúnmente del significado de un término, no solicitamos una respuesta que nos lo ubique en el interior del correspondiente sistema de la lengua (salvo que el significado solicitado sea metalingüístico, pero ello suele ser la excepción) sino que la respuesta solicitada habrá de encontrarse en otro sistema diferente al lingüístico (sin que deba desorientarnos el hecho de que se nos enunciará mediante signos-lengua).

Nos enfrentamos, por lo tanto, a la equivocidad del concepto de significado. No debe extrañarnos, ante la muy abundante literatura al respecto que, no obstante, no ha logrado clarificar el tema adecuadamente. Posiblemente el desarrollo que procederemos a hacer de la famosa propuesta saussureana siga el mismo camino; pero, al menos, habrá demostrado algunos aspectos del análisis que no podrán dejar de ser tomados en cuenta.

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Los diccionarios y la forma arcaica y convencional de aprender un idioma extranjero (memorizando lo que significan interminables listas de palabras) han influido en este desenfoque. Los diccionarios, especialmente, cuidan de dar definiciones precisas. Entre quienes han trabajado el tema, desde un enfoque empírico pero con intención de lograr algunas generalizaciones inductivamente válidas, destacan Alain Rey y Marie- José Rey-Debove14. El problema fue asumido por los organismos internacionales: "Antes de la segunda guerra mundial, la lnternational Federation of National Standard Association (I.S.A.), partiendo de la experiencia lingüística tradicional, coleccionaba o fijaba en primer lugar los términos -o sea, los significantes- que remitían ulteriormente a sus definiciones, las cuales delimitaban las nociones. Pero una experiencia de 25 años ha llevado a la International Organisation for Standardisation (I.S.O.), sucesora del I.S.A., a adoptar, desde 1953, el procedimiento inverso: ir desde las nociones a las definiciones, y desde las definiciones a los términos"15 (el añadido, entre guiones, es nuestro). Pero tales definiciones continúan siendo consideradas en su aspecto lingüístico. "La definición -escribe Alain Rey- es una frase corta destinada a cubrir exactamente y a sugerir lo que se llama el sentido, es decir, el conjunto de valores de empleo de un conjunto de sonidos, de letras, trátese de un 'nombre' o de una expresión. Esta frase está constituida por una palabra central, que designa una noción que engloba la de lo definido (tal el 'género próximo' de la lógica) y que está calificada por otras palabras, cuyo papel consiste en distinguir el sentido a definir de todos los otros del mismo género (los alumnos de filosofía habrán reconocido la 'diferencia específica ')"16.

Las definiciones, aparte de sus características lógicas y que hacen a su calidad en cuanto tales, deben ser consideradas como enunciados lingüísticos acerca de características de entidades no lingüísticas; o sea, generalmente, a través de una definición, se relaciona un significante lingüístico con otro significante de naturaleza no lingüística, lo cual cumple dicha definición mediante la descripción de ciertas calidades de tal significante no lingüístico. El concepto de "sentido" suele complicar más el problema por cierta superposición con el "significado". Greimas no logra diferenciarlos adecuadamente, pero adopta una perspectiva totalmente coherente con lo que venimos enfocando: "La significación no es, por tanto, más que esta transposición de un nivel de lenguaje en otro, de un lenguaje en un lenguaje diferente, y el sentido no es más que esta posibilidad de transcodificación".17

¿Cuál es, entonces, el valor de la expresión de Saussure: "El signo lingüístico une, no una cosa y un nombre, sino un concepto y una imagen acústica" (98)? Estudiando los dos pares que contrapone, podemos ubicar del lado del significante , ya bien al nombre (lo que niega ), ya bien a la imagen acústica (que es lo que afirma); y del lado del significado estarían, ya bien la cosa (con la que niega la relación), ya bien el concepto (término aceptado de la relación que plantea).

De los cuatro elementos enunciados, tres pueden calificarse como "materiales": la cosa, el nombre y la imagen acústica. Sólo el cuarto, el concepto, surge a primera vista como abstracto y como tal lo califica el mismo Saussure. Pero, respecto a la imagen acústica también nos dice que la considera como "la huella psíquica de ese sonido, la

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representación que nos proporciona el testimonio de nuestros sentidos", eliminando, así, la calidad material de tal sonido.

Dejemos de lado el psicologicismo del que se le ha acusado; es un rastro, en su texto, del paradigma científico (en el sentido en que habla Thomas S. Kuhn)18 que le es contemporáneo. Lo importante es que Saussure está afirmando la inmaterialidad de las perspectivas componentes que integran las dos caras del signo, tal como él lo define: "El signo lingüístico es, pues, una entidad psíquica de dos caras... Proponemos conservar la palabra signo para designar a la totalidad y reemplazar concepto e imagen acústica respectivamente por significado y significante" (p. 99). Dentro de aquella inmaterialidad, se limita a afirmar que el hecho de "llamarlo 'material' (al sonido) es sólo. ..por oposición al otro término de la asociación, el concepto, generalmente más abstracto" (p. 98). Es importante comprender las dos afirmaciones que este texto implica: 1) El signo, en cuanto tal, es una estructura cuyas componentes son ambas inmateriales; 2) el concepto posee "generalmente" una mayor abstracción.

Así, si de un objeto podemos afirmar su calidad de signo es porque posee en sí la capacidad de establecer (mostrándola) una distancia (ese plus de abstracción) entre dos entidades inmateriales.

(I)

S SIGNIFICANTE SIGNIFICADO S

s Eficacia "psíquica" de la imagen acústica Concepto "abstracto" de una cosa s

S s

En este esquema (I) encontramos el par significante-significado como legible en dos direcciones: la horizontal y la vertical. En la horizontal, se puede leer el paralelismo directamente pretendido por Saussure: la relación entre significante y significado se reproduce homologándose en la relación entre la "eficacia psíquica de la imagen acústica " y el "concepto abstracto de una cosa". Sin embargo, tal homologación no es significativa, en función de la estructura científica de la lingüística, más que en el nivel de las respectivas definiciones; el superior no hace más que mostrarnos los dos términos que, como dijimos, ya habían sido frecuentemente diferenciados: el inferior los reduce a una abreviación, a los efectos de su presentación simbólica. Lo que aquí interesa es la diferencia específica que entre ambos plantea Saussure.

Hagamos ahora una breve reflexión: si ponemos una al lado de la otra, a las dos palabras, "SIGNIFICANTE - SIGNIFICADO", el resultado no es significativo, limitándose a mostrárnoslas. Lo único válido significativamente es la oposición de las respectivas definiciones. Y ya estamos, casi sin habernos dado cuenta, realizando la segunda de las lecturas posibles del esquema, la lectura vertical. Las palabras "SIGNIFICANTE" y "SIGNIFICADO" son ambas meros significantes. En cuanto significantes (S) cada uno de ellos tiene un significado (s): la construcción conceptual y discursiva que los explicita. Leyendo los opuestos en ese segundo nivel captamos inmediatamente su diferencia: uno se refiere a la "imagen acústica " y el otro al

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"concepto", elementos que ya sabemos diferenciar, máxime con la explicación que les agrega Saussure. Pero "SIGNIFICANTE-SIGNIFICADO" es un enigma si lo privamos del nivel definitorio. Entonces, ¿por qué hemos podido decir que son dos?, ¿por qué no la reiteración de uno solo?

(II)

S SIGNIFICA -NTE

-DO

s Presencia de formas gráficas o fonéticas comunes y de una variante alternativa

(gráfica o fonética) diferencial

Lo que aparece ahora en el nivel inferior (s) es lo que nos permite conocer que estamos en presencia de dos significantes. Así pues, al margen y previa a toda otra diferenciación que pueda proponerse, existe una significación que nos permite diferenciarlos como dos entidades lingüísticas.

Sustituyamos ahora en el esquema (I) el nivel del significante (S) (donde figuraba el par: "SIGNIFICANTE-SIGNIFICADO") por el nivel del significado (s) tal como ha sido producido en el modelo (II):

(III)

S Presencia de formas gráficas o fonéticas comunes y de una variante alternativa (gráfica o fonética) diferencial

s Eficacia psíquica de la imagen (acústica o gráfica) Concepto abstracto de una cosa

S s

En el esquema o modelo así configurado nos encontramos con dos posibles significados: "Eficacia psíquica..." o "Concepto abstracto..." del significante "Presencia de formas...". El segundo significado ("Concepto abstracto...") no se encuentra lógicamente conectado con el significante aquí propuesto ("Presencia de formas...") sino que llegará a ser el significado que corresponda al otro código del cual es traducción o transcodificación el significante que estamos trabajando.

Reordenando el modelo obtenido, tenemos:

S Presencia de formas gráficas o fonéticas comunes y de una variante alternativa (gráfica o

fonética) diferencial

s' Eficacia psíquica de la imagen (acústica o gráfica)

s Concepto abstracto de una cosa

La relación entre "S" y " s' " constituye al signo-lengua, por su estructura interna, en objeto de conocimiento para la ciencia de la lingüística; y especialmente al aspecto

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puramente sintáctico de la ciencia de la lingüística. Al sustituir, en el nivel del significante, las anteriores formas (en nuestro caso) gráficas: "SIGNIFICANTE- SIGNIFICADO" por la calidad perceptual que poseen para poder ser percibidas y para que la percepción sepa identificarlas, nos permite comprender por qué Saussure se muestra un tanto aprensivo con el carácter material del significante. Sólo en la medida en que la percepción juega un papel preponderante, habla de una cierta materialidad. En definitiva la materialidad de un significante radica en la necesidad fundamental de ser percibido; pero también se reduce a ello. Su evaluación lingüística comienza después del "hecho ontológico o fenomenológico", como manifiesta Hjelmslevl9, momento en el cual la expresión (o significante) se transforma en "signo de una sustancia de la expresión". En definitiva, la materialidad del significante no hace referencia al hecho perceptual sino a ciertas calidades diferenciales que sólo pueden advertirse en tal significante porque ya el sujeto conoce otros significantes respecto a los cuales puede diferenciar el que tiene en presencia. El significante de una lengua lo es por sus diferencias y no por la materialidad de su presencia. Podemos hablar de una variante diferencial a partir de la cual una mera sensación óptica (o acústica) se transforma en la expresión de un signo. También por eso, no puede existir un lenguaje con un signo único; si existiese un único significante, la única calidad que podría poseer sería la de su materialidad, con cuyo exclusivo aporte el pensamiento no podría conocerlo, ya que el conocimiento es diferenciación respecto de otros, pero ese único supuesto significante no proveería de relaciones de diferenciación y el pensamiento no podría atribuirle ese plus inmaterial que no está contenido en lo percibido sino que resulta añadido por el pensamiento al confrontar diversas percepciones. Aquello en que puede percibirse una variante diferencial es la expresión que da cuenta de la capacidad significativa de un significante y bien puede considerarse como su definición. [Lo que sigue ha sido objeto de diversas reelaboraciones y, en especial, su utilización pedagógica me llevó a formular ciertas modificaciones que, al día de la fecha (12-05- 2002), considero adecuadamente expresadas en mi trabajo Los 4 Signos. Diseño de las operaciones elementales, en metodología semiótica, que puede encontrarse en: http://go.to/centro-investigaciones-semioticas ]

Se hace evidente que, en el anterior esquema (IV), ha quedado aislado el "concepto abstracto de una cosa " el cual, en principio, parece corresponder con la entidad lingüística que Saussure denomina "significado".

Al haberlo desconectado, en la provisionalidad de nuestro análisis, de la estructura significativa que dio cuenta del significante lingüístico en cuanto tal (S/s') se hace imprescindible una investigación destinada a mostrar su propia cualidad significativa. Sabemos los títulos que acreditan a un significante como parte de la estructura del signo; entonces, ¿cuál es la cualidad del significado que lo acredita como para completar dicha estructura?

De nuevo la trágica equivocidad del concepto de significado. El "cielo" lingüístico y el cielo que está sobre nuestras cabezas, siendo originariamente heterogéneos, ¿cómo integrarlos?

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El significado " s' " constituye la significación lingüística del significante lingüístico " S ". Luego, el significante correspondiente al significado " s " deberá ser buscado en el ámbito de lo extralingüístico. Precisar este aspecto es, también, particular preocupación de Hjelmslev: "Parece justo que un signo sea signo de algo y que este algo resida, de algún modo, fuera del signo mismo: así, la palabra bosque es el signo de un objeto determinado en el paisaje y... este objeto no forma parte del propio signo"20.

En la saussureana expresión "concepto abstracto de una cosa " no que dan rastros de materia lingüística (salvo la necesaria para pensarlo o comunicarlo ), pero en nuestro concepto del cielo quedan efectivos rastros de nuestra actividad perceptual de elevar los ojos y contemplar la inmensidad del espacio y sabemos lo que buscamos cuando tenemos la voluntad de buscar el cielo: lo diferenciamos, por sus características perceptuales, de un elefante, de una pared, de una brizna de hierba, del número 4, del concepto de metamorfosis, etc. Si podemos hacerlo es porque, en todos estos casos, nos encontramos ante formas con elementos comunes y con variantes diferenciales. Quiere decir que los percibimos ya como significantes, conforme a la definición anteriormente propuesta. En el ámbito de sus respectivas calidades diferenciales, tales significantes van dejando la huella psíquica de sus imágenes respectivas. O sea, vamos constituyendo sistemas de variaciones y de correspondencias que establecen un principio de orden en el universo que nos rodea; sistemas en que se interrelacionan conceptos que se corresponden con aquellos significantes.

Este estudio del significado (" s ") en el enfoque de Saussure evidencia la necesidad de encontrar el significan te perdido; aquel del que procede tal significado y que, desde luego, no es el significante lingüístico. Tal el objeto de estudio específico de la semiología, en cuanto ciencia general que abarque la totalidad de los signos utilizados o reconocidos como tales por la sociedad y que, en su parte no lingüística, abarca todos aquellos conocimientos que son traducidos por el signo lingüístico.

Llegamos pues al siguiente esquema:

S Presencia. de formas gráficas o fonéticas comunes y

de una variante alternativa (gráfica o fonética) diferencial SIGNIFICANTE

LINGÜÍSTICO

s' Eficacia psíquica de la imagen (acústica o gráfica) SIGNIFICADO

LINGÜÍSTICO

s Concepto abstracto de una cosa SIGNIFICADO NO-

LINGÜÍSTICO

S' Presencia de formas (cual quiera sea su cualidad) con elementos comunes y con variantes diferenciales

SIGNIFICANTE NO- LINGÜÍSTICO

Con esto han quedado deslindados los contenidos de cada uno de los elementos del algoritmo saussuriano S/s así como los lugares que ocupan en la respectiva relación.

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Asimismo se puede comprender claramente que existen dos problemas que deben ser deslindados: uno es el relativo al signo-lengua en cuanto perteneciente al Sistema de signos-lengua (problemática que constituye a la lingüística) y otro es el relativo al signo-lengua en cuanto mediador con otros Sistemas de signos-no lingüísticos (problemática que, por una parte, define el ámbito de la semántica y, por otra, constituye a la semiología; según que, respectivamente, se atienda a la relación entre los signos-lengua y los signos-no lingüísticos, o a la estructura interna de tales signos- no lingüísticos [actualmente (12-05-2002), prefiero adoptar un enfoque más comprensivo de la semiótica o semiología: todo es semiótica; lo que da cuenta de algo diferente a sí mismo, constituye la Semiosis Sustituyente, a lo que antes (la fecha de El Signo: 1983) limitaba a lo lingüístico; aquello de lo que otro da cuenta, constituye la Semiosis Sustituida, en lo que antes incluía a la semiología, en cuanto lo no-lingüístico. Creo interesante dejar establecido que la Semiosis Sustituyente puede o no ser lingüística, pero siempre será semiótica y específicamente la Semiosis que sustituye o que construye el significado de algo diferente; y la Semiosis Sustituida no tiene que ser necesariamente no-lingüística, ya que también se puede dar cuenta o establecer el significado de un texto lingüístico, por ejemplo: un comentario periodístico a un discurso político; un texto de crítica a un poema o, incluso, la película cinematográfica que reelabora un relato literario]). Se establece, por consiguiente, un principio de organización en el problema de la significación, al contestar qué es lo que en definitiva une el signo lingüístico.

El esquema (V) puede formalizarse, conforme a los símbolos saussureanos, como:

(VI)

s' S

S' s que, además, permite producir, concretando las posibles interrelaciones entre sus cuatro términos, un conjunto ordenado de respuestas a fundamentales problemas relativos a la facultad semiótica general y, así, sistematizar la problemática de la semiología. Por ello, el anterior algoritmo, desenvuelto a partir del de Saussure, bien puede considerarse como la representación del signo en semiología y lo denominamos "algoritmo fundamental de la semiología".

En el modelo (VI) están contenidos cuatro signos distintos:

S S S' S'

s s' s s'

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además de poder constatar la necesidad de dar respuesta a los problemas resultantes de la posible vinculación inmediata entre:

S <----------> S' s <----------> s' Conviene dejar indicadas, al menos nocionalmente, las variantes que, para el problema de la significación, sugiere el modelo alcanzado.

1ª variante: Significante lingüístico

sobre significado lingüístico

S s'

Como dijimos, constituye el ámbito propio de la ciencia de la lingüística estructural. Con él se afirma la existencia de un significado (" s' ") que encuentra exhaustiva respuesta en el interior de lo puramente lingüístico. No hay en él alusión a otro universo que no sea el de la lengua. Excluye por lo tanto a la semántica, la que se deberá considerar imposible de responder dentro del exclusivo campo de esta ciencia; no obstante, tampoco debe limitarse a presentar la problemática de la sintaxis exclusivamente; más bien abarca e incluye los temas puramente formales de la teoría del lenguaje. La pretensión de la lingüística, mediante el estudio comparativo de los diversos sistemas de signos-lengua (o sea, las lenguas actuales o históricas), consiste en elaborar un sistema de significados de estricta naturaleza lingüística (" s' ") capaz de dar cuenta de todas las relaciones diferenciales percibibles en los distintos sistemas de significantes lingüísticos ( " S " ) en los que se materializan (tomando en consideración las adecuadas reservas saussureanas) la totalidad de los signos-sistema de signos-lengua cognoscibles. A esta lª variante del algoritmo, que consideramos fundamental, de la semiología, lo podemos denominar "signo metalingüístico" [en la nueva terminología: "signo metasemiótico sustituyente"].

Un ejemplo de su utilización en semiología aplicada conduce al esclarecimiento de los valores estrictamente lingüísticos mediante los cuales, un sujeto parlante organiza las relaciones diferenciales de su propia materia fónica. Es pauta, por tanto, para descubrir las claves de un "idiolecto" en cuanto remodelación individual de la lengua utilizada en la comunidad a que un sujeto determinado pertenece; no, en cuanto a las significaciones extra-lingüísticas que utiliza de modo diferente a como lo determina tal código, sino en cuanto a la gramaticalidad que reelabora subjetivamente.

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2ª variante: Significante no-lingüístico

sobre significado no-lingüístico

S' s

Con este algoritmo se señala la existencia, para el conocimiento, del restante y plural conjunto de signos de naturaleza no lingüística. Son signos cuyo significante (" S' ") y cuyo significado (" s ") acontecen ambos en sistemas que ordenan universos de calidad no lingüística [hoy, prefiero decir: universos con calidad de Semiosis Sustituida].

Abarca lo que Saussure señala como "semiología ", es decir, "la escritura, el alfabeto de los sordomudos, los ritos simbólicos, las formas de cortesía, las señales militares, etc., etc." (p.33); pero, además, prescindiendo de que se trate de formas artificiales destinadas a la comunicación, abarca todo el resto de cuanto el hombre puede conocer por percepción sensorial o mental. El conocimiento del universo, vulgar, científico o poético, es tal en virtud de su pertenencia (son formas codificadas) a sistemas en mayor o menor grado formalizados que nos permiten diferenciar al objeto de la percepción (" S' ") y conferirles un valor y una significación (" s "). Es evidente que esta diferencia radica en una separación convencional de lo lingüístico, por la calidad específica del objeto significan te y por la función indeslindable del pensamiento que posee la lengua. Pero, cuanto pueda decirse acerca de estos signos considerados semiológicos podrá también decirse de los signos lingüísticos (no siendo válida la proposición inversa por la especificidad de los signos de la lengua); ello fundamenta que la lingüística solo pueda ser acertadamente estudiada en el interior de la semiología o, en las palabras de Saussure: "si por primera vez hemos podido asignar a la lingüística un lugar en las ciencias, ello se debe a que la hemos incluido en la semiología" (p. 33-34); y agrega: "Para nosotros. ..el problema lingüístico es, ante todo, semiológico y todos nuestros desarrollos encuentran significación en este importante hecho. Si se quiere descubrir la verdadera naturaleza del lenguaje, hay que empezar por considerarla en aquello que posee en común con todos los otros sistemas del mismo orden... Con eso, no sola mente se aclarará el problema lingüístico sino que pensamos que al considerar a los ritos, costumbres, etc., como signos, estos hechos aparecerán bajo otra luz y se sentirá la necesidad de agruparlos en la semiología y de explicarlos por las leyes de esta ciencia" (p. 34-35).

Atendiendo al estado actual de desarrollo de los conocimientos de la lingüística, de la semiología e incluso de las restantes ciencias sociales, hay tres razones por las que, metodológicamente, resulta conveniente identificar a los signos semiológicos en cuanto no lingüísticos y mantener esta artificial diferencia, al menos provisoriamente:

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1) por el escaso desarrollo de la semiología, lo que la pone en plena dependencia de la lingüística. Los buenos deseos de Saussure apenas si han comenzado a concretarse y, pese a todos los desarrollos literarios de la semiología en las décadas del 60 y 70, es poco lo que se ha avanzado para dotarla de una estructura respetablemente científica. De aquí que todavía es más lo que la lingüística aporta a la semiología que lo que ésta proporciona a la otra. La condición fundamental consiste en mantener cada una de las respectivas calidades debidamente diferenciadas y propugnar una rápida rigorización de la semiología. 2) Todo conocimiento no lingüístico está destinado a ser traducido al sistema de signos-lengua que bien pueden calificarse como instrumentos ancestrales del conocimiento. O sea, de una parte tenemos a los signos-lengua como destino final, para el conocimiento, de los signos-no lingüísticos; y por otra a lo signos-no lingüísticos en cuanto entidades del conocimiento plenamen te significativas con independencia del lenguaje verbal, pero destinadas a ser comunicadas, lo cual, en principio, necesita cumplirse mediante los signos-lengua (u otro lenguaje formal cuyos símbolos han debido ser explicitados, en la etapa de propuesta o aprendizaje, mediante signos-lengua). Es comprensible que el hecho de estar constreñidos a tal traducción no excluye la necesidad de ser conocidos por su estructura interna, antes y al margen de la transformación que debería surgir al ser insumidos en la lengua. 3) Los signos-no lingüísticos constituyen el objeto material del conocimiento de numerosas disciplinas sociales. La historia, la sociología, la psicología, la antropología, la arqueología, etc., tratan acerca de acontecimientos, situaciones, estructuras, que aunque dotadas de calidad cultural, no son originariamente lingüísticas (lo que no quiere decir que no sean originariamente semióticas); para cuando accedemos a su estudio o análisis ya las encontramos transformadas en lenguaje o bien la primera tarea que debe cumplir el investigador es transformarlas en tal. Por ello, no es inusual que se contaminen con legalidades que son propias de lo lingüístico, perdiéndose, en ocasiones, su propia legalidad extra-lingüística. [De cada uno de estos tres argumentos he ido prestando cada vez más atención a la elaboración de las propias y rigurosas relaciones que constituyen a cada una de las clases de signos no-lingüísticos; a desarrollar la posibilidad de que los otros signos no necesiten necesariamente de los signos lingüísticos para su conocimiento y comunicación; y a la necesidad de evitar la contaminación de los restantes signos por las relaciones que son específicas y particulares de la lingüística. Por todo ello, hoy no concuerdo con los argumentos que acabo de exponer.].

El manejo de esta segunda variante (" S'/s ") permite, justamente considerarlos en cuanto estructura con legalidad y sistematización propia. Por ello, a esta 2ª variante del algoritmo fundamental de la semiología podemos denominarlo "signo metasemiótico" [en la nueva terminología "signo metasemiótico sustituido"].

El establecimiento de esta división, se la considere provisoria o necesaria, replantea, también, desde otro enfoque, la relación entre pensamiento y lenguaje. En el pensamiento encontrarían cabida la totalidad de los sistemas de signos tanto lingüísticos como no lingüísticos. Ahora, el pensamiento, ¿se constituye en el acto de traducir los signos-no lingüísticos en signos-lengua? O bien, ¿está ya plenamente constituido cuando cumple el acto de articular signos sean lengua o sean no lingüísticos (es decir, por la tarea de relacionar un significante diferencial con su

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específico significado también diferencial) sin que deba esperarse su traducción a lo verbal? Cuando suele preguntarse sobre la prioridad lógica entre pensamiento y lenguaje se supone una posibilidad de pensamiento no verbal, pero se lo considera, por esta carencia de lengua que lo diga, como una indiferenciación un tanto amorfa. Ello da fácil ventaja a quienes rechazan la posibilidad de tal pensamiento sin lenguaje; porque fuera del lenguaje todo sería una nebulosa sin contornos. Incluso hay que advertir que ésta es la posición de Saussure, para quien "psicológicamente, hecha abstracción de su expresión mediante las palabras, nuestro pensamiento no es más que una masa amorfa e indistinta. Filósofos y lingüistas han coincidido siempre en reconocer que, sin el auxilio de los signos, seríamos incapaces de distinguir las ideas de manera clara y constante. Tomado en sí mismo, el pensamiento es como una nebulosa donde nada existe necesariamente delimitado. No existen ideas preestablecidas y nada está diferenciado antes de la aparición de la lengua" (p. 155).

Aquí Saussure se olvida de la semiología que propuso inicialmente. O mejor, como la restringe a sistemas de comunicación mediante otro tipo de signos, pero de signos ya codificados y declarados aptos para la comunicación, la semiología no le sirve. Es totalmente cierto que el pensamiento amorfo no es tal, pero también es cierto que no es necesario recurrir al lenguaje para disponer de un pensamiento con ideas claras, definidas y constantes. Saussure le teme al platonismo de las "ideas preestablecidas"; pero no es necesario recurrir a tal platonismo para que el pensamiento diferencie y jerarquice el universo. Incluso, es posible especular, desde una perspectiva lógica, que la palabra necesitó la preexistencia [óntica, pero también ontológica, o sea, en cuanto ya son signos] de lo nombrado y, en el más rudimentario de los universos culturales (posiblemente aquel al que aludimos del hombre de Neanderthal) existía un sistema de objetos (" S' ") diferenciado y cuya utilidad empírica u orden mítico (" s ") estaba ya establecido en la relación que el comportamiento guardaba con esos objetos, aunque no se hubiesen diferenciado y sistematizado en lengua las expresiones vocales que habían de yuxtaponérseles. Otro problema es la sobredeterminación de esos signos-no lingüísticos cuando quedan cubiertos por la palabra; es más fácil perder la definición de signos-no lingüísticos que de palabras, y uno de los riesgos de las culturas ha sido siempre quedarse en la comodidad de las palabras y perder la creatividad de la tarea que transforma a las cosas en signos-no lingüísticos. No tratamos de plantear la posibilidad de una cultura sin lenguaje; constituye el medio más apto para la comunicación que el hombre tiene a su disposición y no hay cultura sin comunicación. Pero pensar y, especialmente, pensar científicamente requiere transformar lo real en un orden de percepciones o significantes diferencia les y someter a crítica constante los enunciados, es decir, las fórmulas del lenguaje, mediante las cuales se establecen tales diferencias y los correlativos valores de sistematización que representan. El conocimiento del signo que estamos considerando ofrece, pues, una directa relación con el principio epistemológico que rige al concepto mismo de la ciencia; no se trata sólo de razonar sino de establecer la razonabilidad del propio razonamiento. Esta necesidad de crítica del lenguaje se manifiesta en la teoría de la ciencia enunciando asertos tan categóricos como que "el significado de un término estriba en su método de verificación"21 y en la perspectiva metafísica como la necesidad de la filosofía en cuanto "autorreflexión universal..., la razón hundida,

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replegada sobre sí misma, accede al rango de razón, de razón que se comprende y se regula a si misma "22.

3ª variante: Significante lingüístico

sobre significado no-lingüístico

S s

Esta es la propuesta original saussureana. En ella el significante lingüístico está visto como un mediador. En efecto, su cualidad significativa intra lingüística está utilizada para otra función diferente a sí misma (y en la cual consiste la función semiótica por excelencia) consistente en la elaboración significativa extralingüística. A esta 3ª variante del algoritmo fundamental de la semiología, lo denominamos "signo mediador".

En ella se basa su función de traducción. Es lo que se denomina, atendiendo al nivel en que acontece el lenguaje, "lenguaje-objeto", frente al "metalenguaje" que consistiría en la reconducción del signo-lengua a su específico sistema lingüístico. Esta distinción entre las dos direcciones posibles de un significante hizo factible la solución de las famosas paradojas de Russell; en efecto, necesitó producir una teoría de los tipos según la cual "toda clase es de un tipo más alto del que lo son sus miembros y todo enunciado acerca de otro enunciado es de un tipo más alto que aquel sobre el que se construye"23. El metalenguaje, por tanto, saca al significante de su originaria función de mediador o traductor del significado perteneciente a otro sistema semiótico, para reconducirlo al significado que posee en su exclusivo sistema lingüístico; el tipo más alto o de mayor nivel de abstracción es, lógicamente, aquel que se refiere a sus puras cualidades formales, mientras que, respecto a éste, se considerará un tipo inferior o más bajo, aquel en que el significante da cuenta de una entidad observacional o más concreta. Este último es el papel del lenguaje cuando dice al mundo (lenguaje-objeto ); aquel tipo más alto se cumple cuando el lenguaje se dice a sí mismo (metalenguaje).

El concepto abstracto que Saussure atribuye al significado, en su bifacial estructura del signo, (" s ") no se vincula naturalmente con el significante lingüístico (" S "), sino que tal conexión es arbitraria y convencional mente establecida (p. 100); dicho concepto abstracto procede de un significante (" S' ") al que, a su vez, atribuye un significado. En esta tercera variante que estamos analizando, es un significante implícito o no manifiesto. Pero al nombrar, tanto en una tarea denotativa u ostensiva, como al integrarlo en un discurso (y tal es la función posible del signo que estamos analizando ), el significante extralingüístico subyace; así, el significante lingüístico sustituye, cumpliendo la función semiótica fundamental de naturaleza metafórica, al

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significante extralingüístico, sustitución que no lo elimina ya que, mediante la fuerza de la convención lingüística, lo vincula al significado extralingüístico.

En esta operación radica el papel trascendental del lenguaje: nos permite intercambiar palabras sin necesitar, en cada caso disponer de la cosa nombrada. Una cosa contiene su propio significante y su propio significado; en virtud de ello la reconocemos. Una palabra se utiliza, normalmente, con olvido de su significado lingüístico, en sustitución de un significante diferente a ella misma y como portadora del significado que, siéndole ajeno, se le adosa por convención.

Jugando con el absurdo de suprimir el lenguaje, puede comprenderse perfectamente el párrafo que Jonathan Swift dedica al proyecto de uno de los "arbitristas de estudios especulativos" con quien Gulliver conversa en la Gran Academia de Lagado24. "Era un plan para abolir por completo todas las palabras, cualesquiera que fuesen... en consecuencia, se ideó que, siendo las palabras simplemente el nombre de las cosas, sería más conveniente que cada persona llevase consigo todas aquellas cosas de que fuere necesario hablar en el asunto especial sobre el que había de discurrir... Muchos de los más sabios y eruditos se adhirieron al nuevo método de expresarse por medio de las cosas: lo que presenta el único inconveniente de que cuando el hombre se ocupa de grandes y diversos asuntos se ve obligado, en proporción, a llevar a espaldas un gran talego de cosas, a menos que pueda pagar uno o dos robustos criados que le asistan. Yo he visto muchas veces a dos de estos sabios, casi abrumados por el peso de sus fardos, como van nuestros buhoneros, encontrarse en la calle, echar la carga a tierra, abrir los talegos y conversar durante una hora; meter los utensilios, ayudarse mutuamente a reasumir la carga y despedirse." Tal la consecuencia, descrita con cáustico humor por Swift, de pensar que los nombres y las cosas son intercambiables y que es posible renunciar a los significantes lingüísticos (" S ") recurriendo a los auténticos (en cuanto no sustituidos, ni traducidos) significantes no lingüísticos (" S' "). La paradoja del hombre, anticipada en el análisis de su natural artificialidad, es que su realidad son los lenguajes, los cuales son una traducción de lo real; cuando reclama una mayor experiencia de realidad, pide nuevas palabras porque ya no le satisface la sustitución que las viejas palabras le proporcionaban acerca de lo real,

Mostrando visualmente la relación saussureana, lo que ella conecta es:

Con lo que se evidencia, tanto la función mediadora de la lengua, como lo que el lenguaje deja implícito cuando se lo utiliza como lenguaje-objeto,

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4ª variante: Significante no-lingüístico

sobre significado lingüístico

S' s'

Este tipo de estructura es tan curiosa como importante. Señala lo que queda en lo extralingüístico después de haber sido nombrado. O sea, el rastro de transformación operada por la verbalización. El amor que ha sido ya nombrado como "amor" no es el mismo que cuando era todavía un sentimiento inefable (indecible}. Ubica, también, en su lugar preciso, el hecho de comportarse ante los acontecimientos o frente a los sentimientos según su definición verbal o según la condensación de esa definición que es su nombre; a la visión del mundo según las leyes de los nombres con que lo nombra; a la anteposición de lo simbólico a lo existencial, etc. En definitiva, se está atribuyendo a los significantes extralingüísticos (" S' "} los valores o significados lingüísticos (" s' "} que tienen las palabras que los nombran. A esta 4a. variante del algoritmo fundamental de la semiología, lo denominamos "signo ideológico".

Esta variante marca el ámbito del pensamiento ideológico en cuanto por el mismo se entiende un sistema de significados lingüísticos (" s' "} en cuya interioridad, preestablecida, se agota la capacidad significativa de todo significante existencial (" S' "}; el único tipo de conocimiento que así puede alcanzarse es un reconocimiento, una especularidad sobre significados que no pertenecen al universo en el que adquiere significación el significante extralingüístico, sino que pertenecen a un sistema de significaciones que les es totalmente ajeno.

También es la estructura que debe tenerse en cuenta cuando se pretende, por ejemplo, transformar una obra literaria en cinematográfica. Tal proceso consiste en encontrar los significantes extralingüísticos (" S' "} (sin que esto ponga en cuestión la existencia de un lenguaje cinematográfico}, o sea, las imágenes fílmicas, capaces de dar cuenta de las significaciones procedentes de un texto de naturaleza lingüística (" s' "}. El fracaso de semejantes empre sas ocurre cuando la pretensión del director es encontrar significantes cinematográficos (" S' "} que sustituyan a los significantes lingüísticos (" S "} del texto literario; ello implica olvidar que cada lenguaje tiene sus propias características para la creatividad y que éstas pertenecen a las leyes inheren tes a sus significados; es decir, que para encontrar las imágenes adecuadas (" S' "} que den cuenta de la tensión creativa inherente a un texto literario lo que hay que filmar no son los adjetivos y los sustantivos (" S "} sino la legalidad del lenguaje literario mediante la cual, lo narrado o referido se transforma en estético, lo cual depende exclusivamente del uso de la signifi cación lingüística con que ha sido utilizado el lenguaje verbal (" s' "}. Si el relato carece de esta cualidad sobreañadida a lo narrado, o

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sea, si ha usado las significaciones lingüísticas tal como están en el código comunitario sin producir ninguna propuesta creadora, entonces da lo mismo que el cine asta se limite a filmar los meros significantes tal como han sido escritos, ya que ni una ni otra serán, posiblemente, una obra de arte.

Es justamente la causa por la que nos parecen aberraciones pictóricas las propuestas gráficas con que, durante la alta edad media, se pretendía visualizar los símbolos, por ejemplo, del Apocalipsis. La fealdad de los resultados obtenidos muestra que las expresiones de San Juan, pese a ser poéticamente muy gráficas, no valían como pautas de representación icónica, sino que encontraban su plena potencia y belleza en su calidad lingüística. Esto, sin demérito de nuestra valoración de tales códices medievales iluminados con esos dibujos; poseen, no solo valor histórico sino estético, pero este último carácter procede de la aproximación a una mentalidad que seguía diferentes caminos en su construcción de lo imaginario y no en el objeto concretamente producido.

Cuando, en la página 45 se definieron las cuatro variantes que surgían del algoritmo desarrollado a partir de la propuesta de Saussure, se señaló también la presencia de otros dos problemas relativos, ya no a la sustitución entre significantes y significados, sino a la posibilidad de yuxtaposición entre dos clases de significantes o dos clases de significados pertenecientes a lenguajes diferentes. Debe observarse que, mientras entre un significante y un significado siempre se produce una relación de sustitución, ésta ya no puede plantearse cuando los elementos a relacionar son sólo significantes o sólo significados. Con ellos no podemos hacer más que yuxtaponerlos, es decir , situarlos uno al lado del otro para tratar de producir estructuras de discurso. Si los significantes o los significados pertenecen a una misma lengua, el resultado es ya bien un texto, como éste que estamos leyendo o como la percepción de un paisaje, en el primer caso; ya bien la estructura teórica de una ciencia con su pluralidad de conceptos virtualmente activos o las componentes del sentido común respecto a los conceptos implícitos en la explicación de un fenómeno cotidiano. Existe un famoso debate entre Carl Gustav Hempel y M. Scriven sobre si existen o no leyes de cobertura científica para dar explicación adecuada de un suceso como el siguiente: "Queriendo agarrar el diccionario, usted golpea con la rodilla el borde de la mesa y esto vuelca el tintero; su contenido se escurre sobre la mesa y ensucia la alfombra". Para Scriven es suficiente con aplicar los supuestos que constituyen el sentido común; para Hempel allí están implícitas todas las leyes de las teorías científicas, biológicas, psicológicas, físicas y químicas que, aplicadas al evento, lo explican25. Se trata, desde la perspectiva semiológica que permite el desarrollo que venimos realizando del esquema de Saussure, de la opción entre dos discursos de significados pertenecientes a sistemas teóricos diferentes. Esto nos permite considerar el problema desde una tercera perspectiva, en vez de tratar de justificar que sólo el sentido común o sólo las leyes de cobertura son adecuadas para explicarlo: el sen tido común contiene los mismos significados de la estructura teórica (o sea, no se trata en rigor, de dos sistemas teóricos diferentes), sólo que vulgarizados o desprendidos de las condiciones taxativamente establecidas en la ciencia. El sentido común reordena los significados científicos para las finalidades prácticas de la vida cotidiana; con frecuencia no está suficiente mente actualizado como para descubrir explicaciones, ya constatadas en la investigación científica y que

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considera preciosistas, innecesarias o ridícu las. Valga esto como ejemplo, elementalmente desarrollado, del contacto con la epistemología que proporciona la reflexión sobre estos modelos semiológi cos. Pasemos al estudio de las yuxtaposiciones entre significantes o significa dos cuando, en vez de pertenecer a un mismo sistema (como en lo que acabamos de ver) pertenecen a sistemas totalmente diferentes.

5ª variante: Yuxtaposición, en discurso, de los significados extralingüísticos y

lingüísticos

s <----> s' En este momento de nuestro estudio no tiene importancia cuál de los significados precede al otro, ni cuántos significados de cada tipo se hagan presentes en la totalidad de un discurso. Interesa, en cambio, comprender el problema que se plantea admitiendo la posibilidad de integrar, en un mismo discurso, significados provenientes de sistemas diferentes.

Veamos un ejemplo en el cual la falta de identificación de los distintos sistemas a que pertenecen significaciones tratadas como homogéneas conduce a conclusiones erróneas. En un artículo escrito conjuntamente con la Dra. Martha Blache26, al analizar las opiniones de los autores hispanoa mericanos acerca del papel de la escritura en la transmisión del folklore, ob servamos que daban un tratamiento sin diferenciación a las distintas mani festaciones que tomaban en cuenta. El debate acerca de la tradición escrita del folklore se perdía en una maraña de contradicciones que llevaban a su a ceptación o rechazo sin adecuado fundamento, por mezclar y considerar al mismo nivel los fenómenos estudiados. O sea, se estaba en presencia de un discurso o conjunto de interpretaciones que se podía presentar, con los ins trumentos semiológicos que estamos analizando como:

s <----> s' <----> s'' <----> s''' <----> ... <----> s (n)

y donde el único nivel tomado en consideración era la calidad de escritura ( el sistema cuyos componentes serían todos " s ", con particularidades indivi dualizadoras de carácter puramente formal, pero que pertenecerían en todos los casos al sistema de la escritura). Y decíamos: "La escritura es un tema complejo porque se presta a diversos niveles de utilización y de interpretación. Si bien los dos autores citados mencionan casos en que se usa la escritura en la transmisión del comportamiento folklórico, sin embargo en la ejemplificación que ellos presentan nos encontramos que ésta cumple

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tres funciones distintas: 1) En las Cartas de Dios y en las Cédulas de San Juan, la epístola o el papel manuscrito son en sí mismos objetos folklóricos... no es su propósito ser un medio de aprendizaje. 2) En la oración a San La Muerte y las fórmulas de ensalmo, la escritura tiene que confluir con otros elementos tales, por ejemplo, el altar, la imagen o el ritual, para constituir el acto folklórico... Aquí, la función de la escritura es completar el comportamien to folklórico. Simultáneamente... puede servir como vehículo de transmisión. 3) En los Autos de los Reyes Magos o los cuadernos de cantores, la escritura es una acción previa ya que es anterior la lectura al cumplimiento del acto... La escritura cumple, en esta ocasión, la función de instrumento de transmisión y enseñanza. Complementariamente puede poseer valor histórico. .." La distribución de los significados de la escritura en estos tres grupos implicaba modificar la anterior propuesta de interpretación en otra dotada de la siguiente estructura semiológica:

s = s' <----> s1 = s'1 <----> s2 = s'2 <----> y otras posibilidades

En el discurso teórico del folklore la diferenciación entre los significados atribuibles a las manifestaciones escritas es fundamental a efectos de siste matizar la función que tales manifestaciones cumplen respecto a la transmi sión de la tradición folklórica.

6ª variante: Yuxtaposición, en discurso, de los significantes extra lingüísticos y

lingüísticos

S <----> S' Este esquema señala la posibilidad de yuxtaponer significantes de diversa naturaleza y, por tanto, pertenecientes a distintos lenguajes, para, por su intermedio, producir específicos significados. También indica la necesidad, desde el punto de vista de la metodología del análisis, de tomar en considera ción la pluralidad de elementos que confluyen en la realización de un discurso, ya que ningún fenómeno agota su capacidad significativa a un solo nivel de significantes de naturaleza homóloga, sino que, por el contrario, la pertenencia de tales significantes a niveles diversos exige analizar las particularidades que se han impuesto para integrarlos en una totalidad que resulta, no obstante, significativa.

Uno de los casos en que se evidencia la conciencia de tal posibilidad y su utilización con finalidades estéticas viene dado por el arte conceptual. Tal el caso de algunos paneles de la "Collection: Count Panza, Milán, 1965" 27 . El titulado "One and Three Chairs" muestra una silla flanqueada, de un lado, por una fotografía, de tamaño poco menor que el natural, de esta misma silla y, al otro lado, por la ampliación de una

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página de diccionario conteniendo, justamente, la definición de la palabra "silla". Con esto se propone un efecto estético como resultado de un discurso perceptual en que se yuxtaponen tres significantes pertenecientes, cada uno de ellos, a un sistema peculiar y diferente al de los demás: la silla, como significan te existencial (o indicial, en la terminología de Peirce); la fotografía, como significante formal (o icónico); y la definición del diccionario, como significante verbal (o simbólico). Estos tres significantes confluyen a proporcionarnos la totali dad del concepto de silla con una apetencia de plenitud que no podría pretender ninguno de ellos por sí solo. La formalización semiológica del panel sería la siguiente:

S <----> S' <----> S'' Este tipo de esquemas sirve también para identificar nuevos significantes en aquellos casos en que se dispone, tan sólo, de un determinado segmento de discurso que no basta para eliminar su propia ambigüedad. Supongamos, por ejemplo, la siguiente situación:

"Una madre le dice a su hijo de seis años: -¡Muy bien!".

La expresión "¡Muy bien!" tiene la posibilidad, en su utilización habitual, de poseer una significación aprobatoria, irónica, de reprobación o de simple mu letilla verbal. "¡Muy bien!" se presenta, por tanto, como un significante ver bal (" S "} incapaz, por sí mismo, de determinar cuál de sus posibilidades es la actualizada en un momento dado. Pero, si a la situación anterior le añadi mos alguna otra circunstancia, o sea si tomamos en consideración la presencia de algún otro significante de naturaleza normalmente extralingüística, es posible determinar la univocidad de dicha expresión.

"Una madre le dice a su hijo de seis años, el cual acaba de regresar de la escuela con el guardapolvo desgarrado: -¡Muy bien!".

Aquí, la significación resultante se ha hecho unívocamente reprobatoria. O supongamos que sustituimos el anterior significante existencial por este otro:

"Una madre le dice a su hijo de seis años, el cual acaba de regresar de la escuela con una medalla de premio prendida al guardapolvo:

-"¡Muy bien!"

Y la significación resultante se constituye unívocamente como aprobatoria. Supongamos otra variante:

"Una madre le dice a su hijo de seis años, el cual acaba de regresar de la escuela con una medalla de premio prendida al guardapolvo desgarrado: -"¡Muy bien!"

En este caso, el chico se quedará en suspenso sin saber a qué parte de su aspecto deberá yuxtaponer lo que su madre le dice: a la medalla o al desgarrón. Necesitará un

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nuevo significante producido por la madre para obtener univocidad del discurso del que es destinatario: o lo abrazan 0 10 retan.

Formalicemos. elementalmente, las secuencias de significantes de cada caso:

S = ambigüedad S <---> S1= reprobación S <---> S2 = aprobación S <--->S1 <---> S2 = ambigüedad S <--->S1 <---> S2 <---> S3 = aprobación S <--->S1 <---> S2 <---> S4 = reprobación

Resumiendo cuanto venimos desarrollando, podemos constatar la pre sencia de:

A) Dos signos puros:

S'

s

S'

s

pero de utilización meramente metalingüística.

B) Dos signos impropios:

S s

S'

s'

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pero de función mediadora (o sustitutiva).

C) Dos estructuras peculiares:

s <----> s'

S <----> S' son estructura de discurso.

Hasta aquí hemos seguido la expansión semiológica que se hace posible a partir de la estructura del signo propuesta por Saussure. Quizás, ahora, estemos en mejores condiciones para evaluar la riqueza conceptual que deriva de la citada afirmación de que la lengua es "un sistema de signos distintos correspondientes a ideas distintas". También podrá comprenderse mejor el carácter de "arbitrario" que atribuye al signo lingüístico. Básica mente la convención social legaliza la unión del significante lingüístico (" S "} con un significado no lingüístico (" s ") al que nada lo vincula naturalmente. Sólo los que acabamos de denominar "signos puros" fijan una necesariedad en la relación entre significante y significado; pero no son aptos para cumplir una función autónoma de sustitución respecto a un universo dife rente a ellos mismos. También, los esquemas o modelos desarrollados permiten comprender el otro carácter que postula Saussure respecto al significante: su "linealidad" (p. 103). Esta es una característica peculiar de la lengua y Saussure le atribuye la misma importancia que a la arbitrariedad (p. 100). La hemos representado mediante la formalización de dos tipos peculiares de discurso:

" s <----> s' " y " S <----> S' " ; desde luego que, en la forma habitual de la lengua, adoptarán secuencias como:

S <--->S1 <---> S2 <---> S3 , etc.

La diferencia, para hacerlos aptos para la representación de los discursos semiológicos con significantes de otras características, ha requerido dos modificaciones. La primera, tomar en consideración los discursos sólo de significados; esto, en el sistema de la lengua carece de sentido, pero la semiología debe dar cuenta también de discursos virtuales. o sea, que no están actualizados pero que se concretan de muy diversas maneras, como es el caso mencionado de la estructura teórica de las ciencias o la del sentido común en que se requiere una sucesividad (y, en cuanto tal, participan de la calidad de discursos} en los correspondientes estadios deductivos o inducti vos del razonamiento. La segunda modificación consiste en la necesidad de admitir secuencias más complejas que las de la mera linealidad. Esto, en cuanto a la semiología, ya fue advertido por el mismo Saussure con respecto a "los significantes visuales (señales marítimas, etc.}, que pueden presentar complicaciones simultáneas en varias dimensiones" (ibidem}; podemos añadir, por ejemplo, la pintura, ya que la lectura de un cuadro se propone como simultaneidad en las dos dimensiones del

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plano, si bien esto ha sido estudia do por nosotros en otro trabajo 28 respecto a la corrección de analizarlo como lenguaje.

IV. Valor y Significación. Sincronía y Diacronía.

A. Valor y Significación

Tras haber expandido la estructura del signo propuesta por Saussure para dar cabida a la problemática que deberá resolver la semiología, es preciso regresar al concepto de sistema. La calidad estructural de su pensa miento se plasma definitivamente en el análisis de la organización interna del sistema de la lengua, que expandiremos, también, hacia el ámbito de la semiología. Saussure realiza tal análisis en base a los conceptos de "valor" y de "significación", sus relaciones y el contenido que les atribuye.

Sinteticemos, inicialmente, los diversos enunciados que formula respecto a ambos términos.

VALOR SIGNIFICACIÓN -Propiedad de una palabra para representar una idea (pensamiento generalizado) (la admite como uno de los aspectos del valor) (p. 158).

-Le sería aplicable este mismo concepto del valor.

-Un elemento de la significación (p. 158). -Dificultad en distinguirla del valor, ya que está bajo su dependencia (p. 159).

-El signo mismo, como contrapartida de los otros signos de la lengua (p. 159).

-Identifica significación y significado, en los otros signos de la lengua (p. 159).

-Por la solidaridad de los elementos de la lengua, el valor de cada uno no proviene más que de la presencia simultánea de los otros (p. 159).

-Totalidad que se cumple en los límites de la palabra considerada como un dominio cerrado, existente por sí mismo (p. 159).

-Está constituido por una cosa desemejante susceptible de intercambiarse con aquella cuyo valor está por determinar (p. 159).

-Aquel aspecto del valor de una palabra que se limita a constatar que puede "intercambiarse" por tal o cual concepto (p. 160).

-Está constituido por cosas semejantes que se pueden comparar con aquella cuyo valor está en cuestión (p. 159).

-Un aspecto del contenido de la palabra que sólo se determina con certeza mediante el concurso de aquello que existe fuera de ella (p. 160).

-Un aspecto del contenido de la palabra que sólo se determina con certeza mediante el concurso de aquello que existe fuera de ella.

-Aquello de lo cual, principalmente, una palabra está revestida, por el hecho

-Aquello que no es lo único de lo cual una palabra está revestida, por el hecho de

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de for mar parte de un sistema (p. 160). formar parte de un sistema.

-El valor de cualquier término está determinado por aquello que lo rodea (p. 160).

-Comparando dos lenguas, términos con la misma significación pueden no tener el mismo valor (p. 160).

-Comparando dos lenguas, términos con la misma significación pueden no tener el mismo valor.

- idem, respecto a las entidades gramaticales (p. 161).

- idem, respecto a las entidades gramaticales.

-No hay ideas dadas de antemano, sino valores emanantes del sistema (p. 162).

-La relación entre significante y significa do (en cuanto esquema del signo) simboliza la significación, que no tiene nada de de inicial (p. 162).

-No es más que un valor determinado por sus relaciones con otros valores semejantes y sin los cuales no existiría (p. 162).

-Todos los valores convencionales presentan el carácter de no confundirse con su soporte tangible (p. 164).

-Su soporte no es el sonido en si mismo, sino las diferencias fónicas que permiten distinguir una palabra de todas las demás (p. 163).

De acuerdo al modelo anteriormente desarrollado, se evidencia que Saussure elabora conscientemente las dos direcciones cuyo punto de partida es el significante lingüístico:

(s1) <----- S -----> (s) donde la relación S/s1 pone de manifiesto la operatividad del concepto de valor, mientras que la relación S/s describe la operatividad del concepto de significación.

No obstante, correlacionando esta interpretación ordenadora con la doble columna comparativa en que se registran los enunciados saussureanos, se advierten diversos equívocos y contradicciones. Así por ejemplo, cuando somete al valor a un "principio paradojal": estar constituido por una cosa desemejante susceptible de intercambiarse con aquélla cuyo valor está por determinar; y estar constituido por cosas semejantes que se pueden comparar con aquélla cuyo valor está en cuestión. El rigor lógico establece que tal paradoja se refiere a la totalidad del signo, como lo evidencia el modelo de las relaciones del significante recién trascripto; y que los dos aspectos de tal paradoja no confluyen en el valor, sino que, por el contrario, este término sirve para indicar la presencia en el signo del segundo aspecto (la comparación de cosas semejantes), mientras que la primera parte (la intercambiabilidad de cosas desemejantes) constituye la definición del concepto de significado. Así lo establece en la página siguiente y, al hacerlo, aparece la significación como una parte del valor; pero,

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entonces, no podría llegar a establecer, como lo hace, al comparar dos lenguas, que "términos con la misma significación pueden no tener el mismo valor", lo cual, en cambio, se comprende claramente cuando se diferencia sin ambigüedad la función que habrá de atribuirse respectivamente a valor y significación. Podríamos decir que hay dos maneras de enfrentar este problema: una atribuye a valor un sentido amplio que abarca a la significación ( en cuanto intercambiabilidad) y al propio valor (en cuanto determinación por su propio entorno; intrasistémico, por consiguiente), interpretación según la cual valor queda ambiguo y realmente contradictorio; otra se basa en el sentido estricto del término valor y lo utiliza para designar a la relación intrasistémica que un signo guarda con los restantes signos de su propio sistema; y también confiere al término significación un sentido estricto consistente en la capacidad que posee todo signo de relacionarse con entidades pertenecientes a otro sistema de signos diferentes al primero, en una relación, por tanto, de naturaleza extrasistémica o intersistémica.

El plan del desarrollo de Saussure sigue esta relativa indefinición. Preocupa do fundamentalmente por mostrar al signo lingüístico como totalidad, resiente la claridad analítica que se propone estudiar: "es necesario partir de la totalidad solidaria (constituida por un determinado sonido y un determina do concepto) para obtener, mediante el análisis, los elementos que encierra " (p. 157). Los tres parágrafos siguientes abarcan respectivamente al signo "desde el punto de vista del significado o concepto (§ 2}, del significante (§ 3} y del signo total (§4}". Al analizar el significado o concepto, desarrolla la mayoría de los contenidos diferenciales que hemos ordenado en forma contrastante, relativos al valor y al significado; o sea, ambos aspectos los trata incluidos en el problema del "significado". Tales equívocos se eliminan considerando las relaciones estructurales que confluyen en el signo total, como establecidas entre tres niveles identificables: el significante, el valor y el significado.

En este núcleo de proposiciones saussureanas subyace una mecánica epistemológica que no llega a hacerse racionalmente consciente y, en ocasiones, provoca contradicciones como las que se han señalado. Efectivamente, Saussure está utilizando relaciones lógicas inherentes a los conceptos de sistema, historia y traducción. Partiendo de tales relaciones se comprende que "valor" es un concepto operativo cuando se lo piensa en función de la integración del signo que lo posee en la interioridad de determinado sistema; "significación " opera, conceptualmente, en función de la relación de traducción entre signos determinados de sistemas diferentes; finalmente, la trans formación de un signo se produce por la incidencia de relaciones históricas asimétricas entre los tres aspectos que lo constituyen: transformación fonética de los significantes, que puede ir o no acompañada de la transformación de los otros dos; transformación de los valores de tales significantes en la interioridad de un sistema, que puede ir o no acompañado de la transformación de los otros dos; y transformación de las significaciones, en cuanto estado de la traducción entre dos sistemas diferentes, que puede ir o no acompañada de la transformación de los otros dos aspectos constitutivos del signo total. Vamos a tratar de desarrollar y ejemplificar estas propuestas fundamentales tanto a la lingüística como a la semiología.

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En un momento dado, un sistema lingüístico está constituido por un conjunto de significantes dotado, cada uno de ellos, de un valor que los interrelaciona de modo que constituyen un sistema y de una significación específica en virtud de la cual se vinculan con significantes y valores de otro sistema no-lingüístico (dejando en suspenso el problema del metalenguaje, desde cuya perspectiva el sistema lingüístico se utiliza para traducir lo que el propio sistema lingüístico es, lo que garantiza la existencia de una artificial pero igualmente doble existencia de sistemas, uno de los cuales dice al otro ). El esquema inicialmente enunciado queda pues interpretado del siguiente modo:

(s1) Valor intrasistémico <----- (S) Sistema de significantes -----> (s) Significación intersistémica

O sea, dado un sistema X de significantes, para que pueda predicarse de ellos la calidad de lenguaje deberán, entre otros, cumplir con los siguientes requisitos: a) Todos sus términos constitutivos guardarán una relación tal "que las unas dependan de las otras. Estas unidades no son nada aislada mente, sino sólo en el conjunto de que forman parte; no son entidades positivas sino negativas, al ser lo que son por su diferencia respecto a las demás. Cada una de estas entidades tiene un valor relativo, ya que depende del valor de las demás entidades; no pueden ser definidas absolutamente"29; b ) Los valores así establecidos, que tales términos poseen en el sistema al que pertenecen, deberán corresponderse mediante relaciones asimétricas y reflexivas con los valores que posean, en su respectivo sistema, significantes de otra y diferente naturaleza. Otras condiciones para que un sistema de entidades perceptuales pueda ser considerado lenguaje, en el amplio (que no debe ser confundido con ambiguo) sentido semiológico del término, habrán de establecerse respecto a las características sintácticas, siendo fundamental entre tales, la de recursividad. en cuanto capacidad para generar estructuras de discurso teóricamente ilimitadas. Por el momento nos concretaremos a sus características sistémicas y, a los efectos de su mejor comprensión, comenzaremos su ejemplificación por el análisis de entidades pertenecientes al lenguaje verbal.

En el Diccionario Manual de la Real Academia Española (Madrid, Espasa Calpe, 1950}, leemos: "CONGREGAR. tr. Juntar, reunir. U. t. c. r."

El valor, o sea, el conjunto de relaciones intrasistémicas de la voz CONGREGAR está manifestado por esas abreviaturas: "tr.", "U. t. c. r.". Con independencia de que las características enumeradas en el Diccionario no agotan los contenidos de su valor lingüístico (falta, por ejemplo, el paradigma de sus variaciones verbales y la regla de transformación que permite su aspecto sustantivo), lo que se manifiesta mediante esas abreviaturas corresponde al "s1" que estamos estudiando. Establecen que se trata de un "verbo transitivo" y que puede "utilizarse también como reflexivo". Nada nos dicen acerca de ese otro universo en el que acontece un fenómeno cuya designación, en castellano, corresponde a la palabra "congregar". Pero, en cambio, dan cuenta de las principales legalidades mediante las cuales esa palabra se relaciona con otras del sistema de la lengua castellana. Los conceptos abreviados son puro metalenguaje.

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La significación o relación intersistémica de la voz "CONGREGAR" se manifiesta mediante otros dos significantes: " Juntar, reunir". No obstante, el problema no es tan simple. En cuanto ".juntar ,reunir" son signos lingüísticos del mismo sistema que "congregar" y están utilizados para delimitarlo conceptualmente, también aquí puede hablarse de metalenguaje; pero sólo en cuanto se están utilizando palabras para dar cuenta de palabras. Por así decirlo, es metalingüístico el procedimiento utilizado; pero no el efecto de significación producido. Las palabras "juntar, reunir" no están destinadas a valer en cuanto palabras, sino más bien a ser portadoras de sus respectivos conceptos; en la medida en que mediante ellas nos enteramos de lo que quiere decir "congregar" ya no estamos haciendo metalenguaje, sino que estamos traduciendo. Quiere decir que, por la función intersistémica, se ponen en relación dos universos de signos de naturaleza diferente. Un signo lingüístico nos remite, en este caso, a otro signo existencial o social. Parece resurgir, con ello, el viejo problema del referente. Pero el signo no-lingüístico no es el referente del signo lingüístico; la correspondencia se produce entre el valor (o lugar relacional intrasistémico} del signo lingüístico y el valor (o lugar relacional intrasistémico} del signo no-lingüístico.

Cuanto venimos diciendo supone lo que Saussure denomina "sincrónico", en cuanto análisis que no toma en cuenta el transcurso del tiempo en la vida del sistema en estudio. Pero el análisis admite también la consideración "diacrónica", para la cual, los distintos aspectos que componen al signo no se transforman con la misma velocidad, lo que plantea determinados y, en ocasiones, complejos problemas no siempre debidamente diferenciados.

Por consiguiente, conforme al esquema que nos acompaña en nuestro trabajo

(s1) <----- S -----> (s)

podemos diferenciar variaciones diacrónicas en uno, dos o los tres aspectos que lo integran. No es nuestra pretensión realizar una investigación diacrónica acerca de la lengua castellana, sino limitarnos a ejemplificar los niveles teóricos que venimos desarrollando. Con esta salvedad, podemos observar la transformación diacrónica sufrida en castellano por la palabra: "Calmar".

Leemos en el Diccionario Manual de la Real Academia Española: "CAL MAR. tr. Sosegar, adormecer, templar, U. t. c. r. int. Estar en calma o tender a ella".

Por su parte, en el Diccionario de Autoridades de la Real Academia Española, impreso en el año 1726, podemos leer: "Calmar. v. n. Parar el viento y no sentirse alguno. En el mar se entiende por cessar totalmente el aire y parar el baxel, de suerte que si no le ayudan no se mueve. Es formado del nombre Calma (y siguen varias citas y usos)... CALMAR. Traslaticiamente vale suspenderse, pararse, detenerse, cesar y dexar pendiente lo que se había de mover, tratar o perficionar y concluir. (Siguen citas como: El deseo de venganza y reputación suele calmar en semejantes aprietos)" (Sic).

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Es inmediatamente observable la transformación intrasistémica del lexema en estudio. En el castellano actual, puede ser "transitivo", "reflexivo" e, incluso "intransitivo". Serían ejemplos: Sus palabras calmaron al pueblo; me calmé al oír su voz; saldremos cuando calme la tormenta.

Pero toda esta riqueza, en lo que hace al valor lingüístico de "Calmar" se reducía, en el castellano de 1726 a la forma "intransitiva " ( o, como se la nombraba en ese momento, "neutra"). Para evidenciarlo se ha trascripto la aplicación traslativa en que, si bien la explicación del acontecer correspondiente aparece en forma "reflexiva", la cita con la que se muestra su uso lo hace en forma "intransitiva". O sea, en esa situación de la lengua, "Calmar" sólo tenía como valor (s1) la mecánica relacional del intransitivo.

El posterior enriquecimiento del valor lingüístico en nada influyó respecto al significante (S), el cual permaneció invariable; incluso también podríamos decir que la significación (s) es la misma en uno y otro momento. Valga, no obstante, la observación de la dependencia ineludible de la configuración del objeto en virtud de las particularidades intrasistémicas de la palabra que lo designa, lo que, en la expansión del algoritmo saussuriano habíamos esquematizado como

S1

s 1

ya que, en efecto, la posibilidad del uso transitivo y reflexivo en el castellano actual evidentemente acota fenómenos que no estaban en las posibilidades del de 1726.

Veamos ahora un cambio de significación con permanencia del valor lingüístico. Dice el Diccionario Manual de la Real Academia Española: "MECÁNICO, CA. adj. Perteneciente a la mecánica/ / Que se ejecuta por un mecanismo o máquina./ / Perteneciente a los oficios u obras de los menestrales... (etc)". Y dice el Diccionario de Autoridades: "MECHÁNICO, CA. adj. Lo que se executa con las manos. Pronúnciase la ch como K..." (Sic).

Dejando de lado la transformación del significante (meCánico/meCHánico) que responde a la mera forma gráfica sin afectar la forma de pronunciación, su valor es el mismo: en ambos momentos está determinada la doble posibilidad masculino- femenino y su característica relacional en el decurso de la frase es la de adjetivo. Pero es evidente que algo cambió y no en la lengua castellana, sino en el mundo de los fenómenos traducidos mediante la lengua castellana. "Mecánico" capta, en uno respecto al otro momento, significaciones provenientes de dos núcleos de comportamiento diferentes: a) lo que se ejecuta con las manos (sin mención de herramienta o maquinaria); b) lo que se ejecuta con máquinas (sin mención de las manos, siendo, precisamente, esta exclusión la que determina la especificidad del ámbito que se quiere significar). Porque, para aquello en cuya ejecución intervienen las manos, está la palabra "Manufactura" ("f. Obra. hecha a mano o con auxilio de

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máquina ", dice el actual Diccionario ). Y una sorpresa que se produce cuando buscamos, en el de 1726, esta última palabra: no existe, lo cual es lógico ya que todavía no había acontecido la Revolución Industrial que es donde aparece un fenómeno laboral que requeriría poder ser diferenciado mediante la palabra correspondiente. Quede con esto ejemplifica do el caso de la aparición de un significante lingüístico como respuesta a la exigencia de un significante extralingüístico que le precede [con independencia de que éste, a su vez, haya resultado de la exigencia de otro orden de signos, en este caso, indiciales]. La consideración diacrónica de un sistema de signos supone, por consiguiente, tomar en consideración estas transformaciones en función de las modificaciones correspondientes producidas en las relaciones intra o inter sistémicas. Lo dicho a partir del lenguaje verbal tiene plena aplicación cuando se estudia la existencia o transformación de cualquier otro sistema de signos.

Debe tenerse en cuenta todavía que, mientras que el valor intrasistémico (s1) consiste, en todos los casos, en un conjunto homogéneo de relaciones legalmente establecidas (puede utilizarse para caracterizarlo el concepto de "law-cluster concepts" acuñado por H. Putnam), la significación intersistémica (s) es múltiple e incluso, en principio, inagotable. Tomemos el ejemplo de un automóvil; en cuanto al valor intrasistémico consiste en sus características diferenciales relativas al diseño, potencia, velocidad, combustible, etc.; es decir todo aquello que nos permite establecer las relaciones identificado ras y diferenciado ras respecto a los restantes automóviles, pero sin salir del sistema del automóvil. Frente a esto, su precio, su calidad estética, su utilización, el nivel social que confiere, sus posibilidades de comercialización, etc. , suponen la relación del significante existencial automóvil con los correspondientes sistemas económico, estético, utilitario, social, comercial, etc. Las significaciones que, en estos diferentes sentidos pueden atribuirse al automóvil no dependen del sistema de los automóviles, sino que se producen al vincularlo a sistemas ajenos al mismo, pero que son los que le confieren una determinada significación.

En definitiva, cuando preguntamos por el valor de un signo, la respuesta se producirá sin trascender los límites del sistema al que el signo pertenece. Cuando preguntamos por la significación, la respuesta habrá de producirse en un sistema diferente a aquel al que pertenece dicho signo. Una es tarea relativamente metalingüística y la otra es tarea de traducción. Si hacemos metalenguaje estamos enriqueciendo el sistema al que pertenece el signo; si traducimos estamos afirmando relaciones entre sistemas de signos diferentes. ¿Qué es lo que nos interesa conocer de una determinada situación, fenómeno social, objeto de arte, teoría científica, etc. ? ¿Su coherencia interna? Estudiaremos el conjunto de relaciones que lo vinculan a los restantes fenómenos de su misma especie. ¿Su eficacia? Tendremos que estudiar sus posibilidades de traducir o de ser traducido al nivel en el cual nos interesa su operatividad. La calidad de un aviso publicitario depende de su capacidad de traducir, lo más exactamente posible, las apetencias del sector de población al que va dirigido. Pero el significante publicitario y la apetencia no pertenecen al mismo sistema; por esta causa, el significante publicitario tendrá que vencer una determinada resistencia para que su destinatario establezca el pretendido contacto o realice la esperada traducción entre la propia textualidad del aviso y su individual apetencia, de modo que se provoque una determinada respuesta: la aceptación de lo publicitado. El tema lo desarrollo extensa

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mente en "El mensaje publicitario", actualmente en prensa (Hachette) [la 2ª Edición se publicó en Edicial, 1991].

Por el contrario, si lo que nos interesa es conocer, por ejemplo, el valor del concepto de masa en el sistema de Newton, tendremos que reintroducirlo en el propio sistema de Newton y relacionándolo con los restantes conceptos: velocidad, espacio, etc., estableceremos su valor, pero no su significación. La significación de la "masa " newtoniana se producirá cuando se la ponga en relación, por ejemplo, con la máquina de escribir eléctrica en la que estoy trabajando; y es evidente que nada tiene que ver "masa " en cuanto al concepto científico con los concretos objetos a los que puede aplicarse, o sea, a los que retraduce con un determinado significado científicamente establecido. Como ese concepto puede también considerarse incluido en otro sistema, el de Einstein, por ejemplo, variando con ello su valor, resulta también modificado su ámbito de significación, ya que, mientras en el sistema de Newton la máquina mantendrá constante su masa, en el de Einstein dependerá de que se encuentre conectada o no a la red eléctrica y por tanto en movimiento.

B. Sincronía y diacronía

Si bien ya venimos refiriéndonos a la sincronía y a la diacronía como modificación, en el tiempo, del valor y/o del significado y/o del significante de un signo, el tratamiento del problema se despliega, también, en otra importante vertiente teórica.

Al establecer la diferencia entre una lingüística sincrónica y una lingüística diacrónica, Saussure formula ciertas consideraciones relativas a la dualidad interna de todas las ciencias que operan con valores, que resultan de gran utilidad para la comprensión de ciertos problemas semiológicos. Incluso es importante realizar ciertos ajustes respecto a la reflexión saussureana, apoyándonos en cuanto hasta el momento hemos desarr1lado, tanto en lo que hace a la estructura interna del signo como a la diferencia entre valor y significación.

Para Saussure, según se tome en consideración o no al factor tiempo, la lingüística se encontrará ante una de "dos rutas absolutamente divergentes" (ps. 114 y ss.). "La mayoría de las restantes ciencias ignora esta dualidad radical; el tiempo no produce en e1las efectos particulares". Salvará de este desinterés excepcional a las ciencias económicas, en las cuales resultará necesario diferenciar entre economía política (que, por no tomar en consideración al tiempo, se asemejará a la lingüística sincrónica), e historia económica (que, al tomarlo en consideración, aproximará su estructura epistemológica a la lingüística diacrónica); y ello será así porque, como en lingüística, "estamos ante la noción de valor". Con respecto a las restantes ciencias, Saussure reflexiona del siguiente modo:

a) "La astronomía ha constatado que los astros sufren notables cambios; pero no se ha visto obligada por ello a escindirse en dos disciplinas."

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b) "La geología razona casi constantemente en base a sucesiones; pero cuando se ocupa de los estados de la tierra, no hace de ello un objeto de estudio radicalmente distinto."

c) "Existe una ciencia descriptiva del derecho y una historia del derecho; nadie las opone entre sí."

d) "La historia política de los Estados se mueve totalmente en el tiempo; no obstante, si un historiador describe una época no se tiene la impresión de salir de la historia. Inversamente, la ciencia de las instituciones políticas es esencialmente descriptiva, pero puede perfectamente tratar, en ocasiones, una cuestión histórica sin perturbar por ello su unidad".

Para Saussure, en estos últimos casos, el dato natural tendría una gran incidencia, por lo cual el tiempo cambiaría eventualmente sus condiciones físicas pero no intervendría como factor diferenciador de elementos que requiriesen ser estudiados en cuanto meros representantes del cambio y, por ello, según leyes y criterios específicos. Así, incluso entre las ciencias económicas y la lingüística establece una graduación, ya que en el caso de la economía "su vinculación con las cosas le proporciona, pese a todo, una base natural y por ello las apreciaciones pertinentes nunca serán completa mente arbitrarias; su variabilidad está limitada. Pero ya hemos visto que, en lingüística, los datos naturales no tienen lugar alguno."

Tomando el caso a) de la astronomía y adaptando el algoritmo saussureano ampliado a sus particularidades, podremos elaborar el siguiente modelo:

con las siguientes equivalencias:

"Sn" = "percepción ingenua o supuestamente inicial de los astros"

"sn" = "conocimiento ingenuo o supuestamente inicial que establece el valor de las anteriores percepciones y las organiza en sistema"

"Sn+1" = "percepción sensorial interpretada según el conocimiento ingenuo precedente"

"sn+1" = "conocimiento científico al establecer el valor de las percepciones interpretadas precedentes y organizarlas en sistema"

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"Sn+2" = "percepción sensorial interpretada según el conocimiento científico precedente"

Lo que nos interesa establecer es que ninguna ciencia se constituye en base a los datos naturales, sino en base a valores que han sido previamente establecidos. Saussure sigue aquí una concepción científica errónea, como cuando, según ya comentamos, había dicho que "otras ciencias operan en base a objetos dados por anticipado " mientras que en la lingüística, "en vez de que el objeto preceda al punto de vista, se diría que es el punto de vista el que crea el objeto " (p.23). La epistemología contemporánea ha establecido que esto último es lo que ocurre en todos los casos; consideración tenida en cuenta en nuestro modelo y que permite su interpretación en función de las particularidades de las distintas ciencias. Lo que la dirección de las flechas establece es la génesis de los valores previamente establecidos. A su vez, tales flechas señalan, igualmente, la transformación de lo percibido, o su dependencia, respecto al valor elaborado en algún momento precedente; en definitiva, no es posible el análisis de los valores ni de las formas sin tomar en cuenta su inserción en la historia.

Hay una supuesta primera percepción o percepción ingenua que sólo posee el valor de un supuesto lógico, como punto de origen del esquema, ya que se trataría en una instancia atemporal e irreal. Todas las ciencias, por consiguiente, operan sobre valores; lo que puede acontecer es que, por tratarse además de objetos producidos por el hombre, o sea, por tratarse de cultura. los niveles de transformación se incrementan. Así en el caso del derecho podemos establecer:

con las siguientes equivalencias:

"Sn" = "percepción sensorial de un determinado comportamiento social"

"sn" = "valoración social inicial de dicho comportamiento"

"Sn+ l " = "percepción de un comportamiento social tal como ha quedado socialmente valorado"

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"sn+ 1 " = "fijación de la valoración social de tal comportamiento, mediante la legislación y la jurisprudencia"

"Sn+2" = "percepción del comportamiento social legalmente valorado"

"sn+2" = "conocimiento científico al establecer la sistematización de los comportamientos legalmente valorados"

"Sn+3" = "percepción del comportamiento social interpretado según la sistematización científica precedente"

Esto conduce a interrogarse sobre cuál sería el objeto de la ciencia del derecho: si el comportamiento valorado antes de su encuadre legal ("Sn/sn"), es decir, "Sn+ 1 "; o los valores legales que ordenan el anterior comportamiento ("sn+ 1 "); o el comportamiento social legalmente valorado ("Sn+2"); o los propios criterios de sistematización científica de tales comportamientos valorados legalmente ("sn+2"). Todo ello puede ser objeto del conocimiento jurídico; pero resulta fundamental identificar el nivel en el que se encuentra tal objeto de conocimiento, ya que ello establece su particular calidad y el tratamiento metodológico y conceptual al que deberá ser sometido.

Lo que induce a Saussure a aproximar las ciencias económicas a la lingüística es que en ellas el valor no es sólo una sistematización del conocimiento, ya bien relativamente ingenuo, ya bien establecido por alguna estructura intermediaria, como es la ley en el caso del derecho, sino que el valor es una relación constitutiva del propio objeto de estudio, el cual no es económico más que en la medida en que guarda determinada relación de cambio con otro objeto utilizado como materialización de tal valor. Una historia de estos fenómenos será, por tanto, una historia de los valores concretados en las relaciones de cambio y, consiguientemente, de sus trans formaciones. Los modelos precedentes deberían incrementarse con un par más a efectos de dar cuenta de las distintas instancias intervinientes antes de proceder a la reflexión científica. La interpretación, en este caso de la economía, sería diferente:

"Sn" = "percepción sensorial de la presencia de un determinado bien que se encuentra disponible en el seno de una comunidad"

"sn" = "evaluación de dicho bien como relativamente escaso en el seno de tal comunidad"

"Sn+1" = "percepción de dicho bien como relativamente escaso"

"sn+1" = "evaluación de la fuerza de trabajo necesaria para hacer efectiva mente disponible ese bien relativamente escaso en el seno de tal comunidad"

"Sn+2" = "el dinero como objeto sensorialmente perceptible; implica la creación, en el seno de la mencionada comunidad, de un tipo de objeto destinado a su posible sustitución por aquellos bienes previamente califica dos como relativamente escasos";

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"sn+2 = "evaluación del dinero en cuanto a su capacidad de sustitución por bienes considerados relativamente escasos en determinada comunidad; con fluencia de otras múltiples relaciones valorativas (como, por ejemplo, el valor de la fuerza de trabajo incorporado al bien, para ampliar su disponibilidad en una determinada comunidad) sobre el dinero como consecuencia de aquella inicial evaluación de su capacidad de sustitución"

"Sn+3 = "percepción de dos clases de objetos: los bienes relativamente escasos y el dinero con capacidad de sustituirlos, después de haberse establecido la convención que regula su mutua sustituibilidad"

"sn+3" = "conocimiento científico al establecer los procesos de sustituibilidad recíproca entre bienes y dinero y sistematización relativamente rigurosa de tales relaciones de sustitución"

"Sn+4" = "percepción de los bienes relativamente escasos y de la fuerza de trabajo necesaria para ponerlos a efectiva disposición de la comunidad, tal como quedan regulados después de haber sido establecida su sustituibilidad por el dinero, tanto en la evaluación social de dicha sustitución, como en la ordenación científica de esas mismas relaciones de sustitución".

Si Saussure aproxima las ciencias económicas a la lingüística es porque atribuye al dinero el papel de un lenguaje portador de valores lingüísticos y de significaciones intersistémicas. En efecto, el dinero es una convención, materializada en un tipo de objetos perceptuales, que guardan relaciones diferenciales entre sus distintas denominaciones ( o entre la denominación de sus diferentes valores cuantitativos) así como que poseen posibilidades de sustitución interna entre diferentes conjuntos de denominaciones distintas; tales y otras consideraciones técnicas permiten considerar al dinero en la interioridad de un sistema en el cual cada elemento de tal sistema se identifica y diferencia sin tomar en consideración más que sus relaciones recíprocas, lo que permite afirmarlo como dotado de relaciones de valor, de modo semejante a las que afectan a los paradigmas diferenciales de significantes lingüísticos, antes y al margen de tomar en consideración su capacidad de sustitución de elementos o entidades diferentes a ellos mismos.

La significación del dinero está constituida por tal capacidad de sustitu ción respecto a elementos de un universo distinto al puramente monetario; como en el caso del lenguaje ocurre respecto al universo referencial de los signos propiamente lingüísticos.

Por ello, al tomar en consideración la intervención del tiempo, Saussure considera imprescindible diferenciar el análisis del estado del sistema en un momento dado, frente al análisis de los cambios de tal sistema con el transcurso del tiempo. O sea, la historicidad de la relación de dos sistemas se constituye en la necesidad de utilizar técnicas específicas que permitan estudiar la relativamente independiente movilidad de uno y otro (del sistema de los bienes y del sistema del dinero} ya que no seguirían velocidades homogéneas. Pero esto no excluye que en las restantes disciplinas a las

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que alude, la astronomía, la geología, el derecho, la política, etc., exista también la dualidad de sistemas en consideración, si bien no llegan a estar representa dos, por lo general, mediante tales dos sistemas. Ello sería discutible, por ejemplo, en el caso del derecho en el cual la ley y la jurisprudencia determi nan un sistema evaluador diferente, tanto al acontecimiento o comporta miento humano como a la elaboración científica que pueda llegar a estable cerse acerca de los valores de juridicidad que se les atribuyen. Interesa de modo particular establecer las que son relaciones de valoración y las que constituyen relaciones de significación en las distintas áreas del acontecer social, científico o cultural en general.

Es decir, que la importancia de la distribución que se pone en evidencia desarrollando el algoritmo saussureano, aparte de su directa incidencia en el estudio del sistema de la lengua, radica en la posibilidad de diferenciar sus diversas instancias en el ámbito de las ciencias sociales en general, lo que, a su vez, constituye el futuro de la semiología en cuanto disciplina analítica de la cultura. Respecto a 105 listados de percepciones ("S"} y de contenidos ("s"} desarrollados, con alcance meramente ejemplificativo, respecto a las disciplinas mencionadas pueden formularse aquí unas breves indicaciones que aclaren su uso y adviertan respecto a los planos de análisis que permiten.

El hecho de comenzar, en todos los casos, por un "Sn " se debe a la imposibilidad lógica de encontrar un puro significante; ya bien se considere a la historia de la humanidad, que impide una percepción de algo como todavía nunca valorado, o a la experiencia del individuo (u historia indivi dual} que reconoce una presencia al menos por diferencia respecto a otras previamente conocidas, la percepción ingenua está excluida de las posibilida des de la mente humana; en resumen, porque todo hombre alcanza su humanidad en el interior de una determinada cultura y cultura es, justamen te, una propuesta vigente en una comunidad para la interpretación del entorno; propuesta que el ser humano no recibe genéticamente inscripta sino que debe serle trasmitida en forma simbólica, por lo general (pero no exclusivamente} mediante símbolos verbales. Tal, pues, el significado de esa "n" que acompaña como sub índice a las "S" con que se representan los significantes o percepciones sensoriales, y que, en consecuencia, deberán también acompañar a las "s" de los correspondientes contenidos o, en la terminología de Saussure, los significados.

Si bien, en la sucesividad de los listados ejemplificados, se alternan las "S" y las "s", cada una con el sub índice representativo del nivel de elabora ción al que se encuentran, no todos los momentos de tales sucesiones representan el mismo tipo de relaciones entre ellos. La diferencia consiste en que entre "S" y "s" de un mismo nivelo sea, afectados por el mismo sub índice, la relación es de evaluación, lo que supone que se está consideran do a los respectivos significantes en cuanto a los valores que reciben en el sistema al que pertenecen. Por el contrario, en los casos de sucesividad de "S" y "s", o de "s" y "S", ya bien se presenten en una u otra dirección en forma inmediata o ya bien en forma mediata (con otros niveles distancián dolos) la relación es intersistémica y representa a las significaciones en cuanto que las formas o valores de un nivel están sustituyendo o son sustituidas por valores o formas de otro nivel. De aquí la utilidad de diferenciar de modo riguroso e incluso formalizable los conceptos

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de valor y significación. Un estudio sincrónico de una determinada disciplina (o fenómeno social o sistema de comunicación) podrá tomar en cuenta los siguien tes aspectos: a) cómo una evaluación preexistente condiciona la posibilidad de que se perciba actualmente a un determinado significante; o sea, por ejemplo, cómo un "Sn+1" es posible porque se poseía la clave interpretativa "sn"; esto puede considerarse el estudio del input en el sistema cuya sincro nía va a ser considerada; b) la organización paradigmática en el interior del propio sistema, según la cual los significantes "Sn+1" se articulan conforme a los respectivos valores "sn+1", lo que constituye el estudio del argumento que proporciona coherencia a la totalidad de tal sistema; c) cómo los significantes de un determinado nivel "Sn+1" se corresponden con los significantes del nivel subsiguiente, por ejemplo, "Sn+2" estableciendo una relación que, en los casos de lenguajes convencionales, responderá a las relaciones intersistémicas entre la respectivas valoraciones "sn+1" y "sn+2" que los afectan, a cada uno en su sistema pertinente; tal el proceso propia mente dicho de significación o utilización de un nivel para dar cuenta de otro; es un estudio del output del sistema en consideración.

El estudio diacrónico consistirá en la determinación de los cambios acontecidos, ya bien entre significantes de distintos niveles, por ejemplo, "Sn+1" respecto a "Sn+2", ya bien entre valoraciones diferentes de distintos niveles, "sn+1" y "sn+2" y considerará la específica influencia de tales cambios en los respectivos sistemas.

V. La Semiología

Tal como hemos venido haciendo en los capítulos anteriores, agrupare mos inicialmente los conceptos saussureanos relativos a la semiología, junto con algunos otros que, si bien Saussure no utiliza directamente para caracterizar a esta disciplina, deben ser tenidos especialmente en cuenta; eludiremos, en cambio, los que han sido tratados con anterioridad y cuya trascendencia semiológica ha quedado establecida. No los estudiaremos en forma de oposiciones ya que lo que nos interesa es acompañar la reflexión saussureana incorporando, tan sólo, aquellos aspectos que la evolución de la propia disciplina semiológica ha ido poniendo de manifiesto; los numera remos para facilitar su posterior comentario.

1. "Se sabe que esta localización [se refiere a la que Broca establece en la tercera circunvolución frontal izquierda y en la que radicaría la facultad de hablar] se ha confirmado para todo aquello que se relacione con el lenguaje. .., lo que parece indicar: 1º) que las diversas perturbaciones del lenguaje oral se entreveran de múltiples formas con las del lenguaje escrito; 2º) que en todos los casos de afasia o agrafia, lo lesionado no es tanto la facultad de proferir tales o cuales sonidos como la de evocar mediante un instrumento, cualquiera que sea, los signos de un lenguaje regular. Todo nos lleva a creer que, por encima del funcionamiento de los diversos órganos, existe una facultad más general, aquella que gobierna a los signos, y que sería la facultad lingüística por excelencia" (ps. 26-27).

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2. "La lengua es un sistema de signos que expresan ideas y, por ello, comparable a la escritura, al alfabeto de los sordomudos, a los ritos simbóli cos, a las formas de cortesía, a las señales militares, etc, etc. Sólo que es el más importante de tales sistemas" (p. 33).

3. "Se puede, pues, concebir una ciencia que estudie la vida de los signos en el seno de la vida social... Enseñaría en qué consisten los signos y qué leyes los rigen" (p. 33).

4. "(La semiología) formaría parte de la psicología social y, en consecuencia, de la psicología general" (p. 33).

5. " ...todavía no existe. .., pero tiene derecho a la existencia y su lugar está ya preestablecido. La lingüística no es más que una parte de esta ciencia general; las leyes que descubra la semiología serían aplicables a la lingüística, la que se encontrará así vinculada a un dominio bien definido en el conjunto de los hechos humanos" (p. 33).

6. "Deberá tenerse cuidado con no confundir la semiología con la semántica, que estudia los cambios de significación y de la cual F. de S. no desarrolló una exposición metódica. .." (nota 1, p. 33).

7. " ...si por primera vez hemos podido asignar a la lingüística un lugar entre las ciencias es porque hemos podido vincularla a la semiología" (ps. 33-34).

8. "¿Por qué no ha sido reconocida todavía como ciencia autónoma, poseyendo, como cualquier otra, su objeto propio? Es que se gira en un círculo vicioso: por una parte, nada es más adecuado que la lengua para que se comprenda la naturaleza del problema semiológico; pero, para plantearlo convenientemente, haría falta estudiar la lengua en sí misma; pero, hasta el presente, casi siempre se la ha abordado en función de alguna otra cosa, desde otros puntos de vista" (p. 34).

9. " ...el gran público: no ve en la lengua más que una nomenclatura. .., el punto de vista del psicólogo que estudia el mecanismo del signo en el individuo. .., es el método más fácil pero sólo alcanza a la ejecución individual sin llegar hasta el signo, que es social por naturaleza" (p. 34).

10. " ...cuando se comprende que el signo debe estudiarse socialmente no se consideran más que los rasgos de la lengua que la vinculan a otras instituciones más o menos dependientes de nuestra voluntad; y así se deja de lado el objetivo, desdeñando los caracteres que son exclusivos de los siste mas semiológicos en general y de la lengua en particular. Porque el signo escapa siempre, en cierta medida, a la voluntad individual o social, constitu yendo esto su carácter esencial; pero es el que menos aparece a primera vista" (p. 34).

11. " ...tal carácter sólo aparece claramente en la lengua pero se mani fiesta en cosas menos estudiadas y, de rebote, no se acaba de comprender la necesidad o la utilidad particular de una ciencia semiológica" (p. 34).

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12. "Para nosotros, por el contrario, el problema lingüístico es, ante todo, semiológico y todo nuestro desarrollo encuentra significación a partir de este importante hecho" (ps. 34-35).

13. "Con ello, no sólo se aclarará el problema lingüístico, sino pensamos que considerando los ritos, las costumbres, etc, como signos, tales hechos aparecerán bajo otra luz y se sentirá la necesidad de agruparlos en la semiología y de explicarlos mediante las leyes de esta ciencia" (p. 35).

14. "Nuestra definición de la lengua supone que descartamos todo aque llo que es extraño a su organismo, a su sistema; en una palabra, lo que se designa con el término de 'lingüística externa'; ...etnología. .., historia política. .., instituciones de toda clase. .., ámbito geográfico... Creemos que el estudio de los fenómenos lingüísticos externos es muy fructífero; pero es falso decir que sin ellos no pueda conocerse el organismo lingüístico interno. .., la separación de los dos puntos de vista se impone y cuanto más rigurosamente se la observe será mejor. La prueba es que cada uno de ellos crea métodos distintos. La lingüística externa puede acumular detalles sin sentirse enclaustrada en el estudio de un sistema" (ps. 40 a 43).

15. "Lengua y escritura son dos sistemas de signos distintos: la única razón de ser del segundo es la de representar al primero; el objeto lingüístico no se define por la combinación de la palabra escrita y de la palabra hablada; este último constituye, por sí solo, su objeto" (p. 45).

16. " ...cuando la semiología esté organizada deberá preguntarse si los modos de expresión que reposan sobre signos totalmente naturales -como la pantomima- le pertenecen por derecho propio. Suponiendo que los acoja, su principal objetivo no dejará de ser el conjunto de los sistemas fundados sobre lo arbitrario del signo. En efecto, todo medio de expresión recibido en una sociedad reposa, en principio, sobre un hábito colectivo o, lo que es lo mismo, sobre la convención. Los signos de cortesía, por ejemplo, dotados con frecuencia de cierta expresividad natural (piénsese en los chinos que saludan a su emperador posternándose nueve veces hasta el suelo ) están también establecidos por una regla; es tal regla la que obliga a emplearlos, no su valor intrínseco. Puede decirse por tanto que los signos totalmente arbitrarios cumplen mejor que los restantes con el ideal del proceso semiológico; por eso la lengua, el más completo y más amplio de los sistemas de expresión es también el más característico de todos; en ese sentido la lingüística puede constituirse en patrón general de toda semiología, pese a que la lengua no sea más que un sistema particular" (ps. 100-101).

17. "Por oposición a los significantes visuales (señales marítimas, etc.) que pueden presentar complicaciones simultáneas en varias dimensiones, los significantes acústicos no disponen más que de la línea del tiempo; sus elementos se presentan uno a continuación del otro; forman una cadena " (p. 103).

18. "La lengua. .., concierne, a cada momento, a todo el mundo... En este aspecto no puede establecerse comparación alguna entre ella y las otras instituciones. Las prescripciones de un código, los ritos de una religión, las señales marítimas, etc.,

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nunca ocupan a la vez más que un cierto número de individuos y durante un tiempo limitado" (p. 107).

19. "Una lengua es radicalmente incapaz de defenderse contra los facto res que desplazan, a cada instante, las relaciones entre el significado y el significante... Las otras instituciones humanas -las costumbres, las leyes, etc.- se fundan, en diversos grados, en relaciones naturales entre las cosas; hay en ellas una afinidad necesaria entre los medios empleados y los fines perseguidos. Incluso la moda que fija nuestro vestuario no es totalmente arbitraria; no puede apartarse más que en cierta medida de las condiciones dictadas por el cuerpo humano... Tan cierto es esto que se trata de un principio que debe verificarse incluso a propósito de las lenguas artificiales. Quien crea una de ellas la controla mientras no está en circulación; pero desde el instante en que cumple su misión y se convierte en propiedad de todo el mundo, el control se le escapa... La continuidad del signo en el tiempo, unido a su alteración en el tiempo, es un principio de la semiología general; su confirmación se encuentra en los sistemas de escritura, el lengua je de los sordo-mudos, etc." (ps. 110-111).

20. "En ningún momento, y contra lo aparente, ésta (la lengua) existe al margen del hecho social, porque es un fenómeno semiológico" (p. 112).

21. "...el sistema nunca es más que momentáneo [está ejemplificando con el ajedrez]; varía de una posición a otra. Es cierto que los valores dependen también y especialmente de una convención inmutable, la regla del juego, que existe antes del comienzo de la partida y se mantiene después de cada movimiento. Esta regla, admitida de una vez para siempre, existe también en materia del lenguaje; tales son los principios constantes de la semiología... No hay más que un punto en que la comparación falla; el jugador de ajedrez tiene la intención de producir el cambio y ejercer una acción sobre el sistema; mientras que la lengua no premedita nada..." (ps. 126-127).

22. " Así, puesto que se producen y se producirán siempre cambios fonéticos, puede considerarse este fenómeno en general como uno de los aspectos constantes del lenguaje; es pues una de sus leyes... Pero tales constituyen los principios generales que existen con independencia de los hechos concretos; cuando se habla de hechos particulares y tangibles, no existe punto de vista pancrónico" (ps. 134-135).

23. "La lengua presenta este carácter extraño y sorprendente de no ofrecer entidades perceptibles a primera vista, sin que pueda dudarse, no obstante, de que existan ni de que su juego es lo que la constituye. Es éste, sin duda, un rasgo que la distingue de todas las otras instituciones semiológi cas" (p. 149).

24. "Se ve, pues, que en los sistemas semiológicos, como la lengua, donde los elementos se sostienen recíprocamente en equilibrio según reglas deter minadas, la noción de identidad se confunde con la de valor y recíprocamen te. Por esto, en definitiva, la noción de valor recubre las de unidad, entidad concreta y realidad" (p. 154).

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25. "Filósofos y lingüistas han estado siempre de acuerdo en reconocer que, sin el auxilio de los signos, seríamos incapaces de distinguir dos ideas de una manera clara y constante. Tomado en sí mismo, el pensamiento es como una nebulosa donde nada está necesariamente delimitado. No existen ideas preestablecidas y nada es diferenciable antes de la aparición de la lengua " (p. 155).

26. "Lo que es cierto acerca del valor lo es también acerca de la unidad. .. Aplicado a la unidad, el principio de diferenciación puede formularse así: los caracteres de la unidad se confunden con la unidad misma. En la lengua, como en todo sistema semiológico, aquello que distingue a un signo coincide con todo aquello que lo constituye. Es la diferencia lo que le confiere carácter , como es también lo que produce el valor y la unidad" (p. 168).

Tales los párrafos en los que Saussure alude a la semiología de forma explícita, junto con algunos que, sin nombrarla, contribuyen a completar sus conceptos constitutivos fundamentales. Tras lo expresado en los capítu los anteriores, en que se pasó somera revista a algunos aspectos particulares de la lingüística que son generalizables en el plano de la semiología, tratare mos ahora de completarlos sistematizando elementalmente los que se con tienen en los párrafos transcriptos.

En la cita "1" se plantea la existencia de la facultad semiótica general. Saussure la menciona como "facultad lingüística por excelencia", pero la caracteriza diciendo que, en caso de afasia, "lo lesionado no es tanto la facultad de proferir tales o cuales sonidos, como la de evocar mediante un instrumento, cualquiera que sea, los signos de un lenguaje regular". O sea, da preeminencia, en cuanto facultad fundamental del hombre a la de utilizar un mediador para que se evoquen o actualicen signos sistematizados o regulares; el lenguaje verbal sería, tan sólo, aquel en que se concretaba una de tales posibilidades de actualización. Por eso, cuando, en nuestra cita "25", establece que "el pensamiento es una nebulosa. .., antes de la aparición de la lengua ", esta lengua a la que hace referencia debe ampliarse hasta abarcar cualquier sistema semiótico. Si bien la conclusión procede de las propias expresiones de Saussure, es dudoso que tal haya sido su intención expresa; no obstante, su coherencia interna lo exige y así ha podido dar lugar a tesis relativas a la precedencia histórica de la escritura sobre la palabra en cuanto a lenguaje utilizado en la comunicación social, como desarrolla y reafirma Derrida 30. Desde una perspectiva lógica lo que interesa es que el pensamien to requiere de signos, no pudiendo antecederlos, sino teniéndolos por materia prima; pero cuál sea su calidad material resulta, en principio, irrelevante.

De aquí también que, epistemológicamente, el estudio de los signos, en cuanto materia prima del pensamiento, requiere un nivel de generalidad mayor que el estudio de cualquiera de las clases específicas de signos que puedan llegar a ser utilizadas en la producción y comunicación de tal pensamiento. En consecuencia, la ciencia de los signos es una "ciencia general" que antecede a la "voluntad individual o social" de utilizarlos como instrumento de comunicación, cuyas reglas de funcionamiento prece den a cualquier juego o praxis, siendo "inmutables. ..(y) admitidas de una vez para siempre"; sólo al pasar de la enunciación de tales principios generales a la consideración de sus leyes de actuación se manifiesta el cambio como

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proceso o "vida de los signos en el seno de la vida social" lo que constituye, junto a la formulación de aquellas generalidades inmutables, el objeto de la ciencia de la semiología (citas "5, 10, 21, 22 y 3").

Por la amplitud que, en su momento, se le confería a la psicología, Saussure ubica a la semiología, en cuanto ciencia, como integrándose en la "psicología general" y, particularmente, en "la psicología social" (cita "4"). Los desarrollos subsiguientes mostraron que esto no era totalmente correc to ya que si bien parte de su estudio podría utilizar como ciencia auxiliar a la psicología social, en particular porque su aplicación requiere tomar en cuenta a la producción e interpretación de los mensajes en el seno de una comunidad, no obstante, su nivel mayor de generalidad encontraba más adecuada ubicación junto a la lógica simbólica y la epistemología. Así se hicieron fundamentales los estudios de Carnap sobre la semántica de los lenguajes formales y los de Morris, especialmente, en su "Foundations of the Theory of Signs" de 1938, ya que cuando, en 1946, publica "Signs, Language and Behavior" muestra un excesivo vuelco a la psicología conductista.

Tras diferenciar, por consiguiente, una Teoría General de la Semiología. destinada a la formulación de los principios generales del signo, y una Práctica Semiológica. cuyo objetivo consiste en establecer las condiciones generales de producción, comunicación e interpretación de mensajes, se requiere acotar un tercer ámbito destinado al estudio de las Semiologías Particulares, o sea, a establecer las especificidades que adoptan los diversos lenguajes en relación a la calidad material de los signos que utilizan ya la finalidad a que se los destina en el proceso de la comunicación.

Una de estas semiologías particulares es la lengua. sin duda "el más importante de tales sistemas" (cita "2"). Saussure no vacila en atribuir a su concepción de la semiología como totalidad la posibilidad de "asignar a la lingüística un lugar entre las ciencias" (cita "7"). Por tanto afirma la necesidad de pensar el signo como abstracción y generalidad que abarque diversas posibilidades de materialización antes de poder introducirse en el estudio particular de una de tales concreciones; y así la lengua encuentra su estructura propia y la perspectiva científica para encuadrarla adecuadamen te (citas "8, 11 y 12"). Tras afirmar la calidad "social" de todo signo, de la cual participa la lengua en cuanto forma parte del fenómeno semiológico (citas "9 y 20"), trata de establecer, al menos, un matiz de diferenciación entre la "arbitrariedad" especialmente pertinente al signo lingüístico y cierta vinculación natural de aquellos signos con los cuales se constituyen "otras instituciones humanas (las cuales) se fundan, en diversos grados, en relaciones naturales entre las cosas" (citas "16 y 19"). Es un difícil tema al cual, no siendo su objetivo más que anticipar la necesidad de la existencia de la ciencia de la semiología, no puede hacer más que apuntar. Con ello abre el problema de las semiologías particulares sobre la base de diferencias en la estructura profunda de los signos que las componen. Basta con observar , por ejemplo, el carácter que adoptan los signos de la pintura, cuando se considera al cuadro como texto; frente a la permanencia de los significantes del lenguaje verbal, los significantes pictóricos son esencialmente mudables adquiriendo sus diversas posibilidades semánticas, no por la mera variación del contexto, como es esencial a la lengua, sino por variación de su forma perceptual, radicando su permanencia y posibilidad de

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codificación en ámbitos muy distintos y con diferente dependencia del carácter de arbitrariedad. Otras características, como la espacialidad de la yuxtaposición de los significantes pertenecientes a distintos ámbitos semiológicos (o la planari dad de los del lenguaje pictórico a que acabamos de aludir) tampoco fueron dejadas de lado por Saussure en su anticipación ( cita " 17") diferenciándolos de la linealidad que caracteriza a los lingüísticos, así como tampoco obser vaciones relativas al ámbito de representatividad de que son susceptibles tales otros sistemas o acerca de la extensión de sus usuarios (cita "18"). La observabilidad perceptual de los restantes significantes, con exclusión de los de la lengua, es, posiblemente, apresurada por cierta especialización que la sitúa frente al problema de no identificar lo aparente y lo científico (cita "23") en su propio campo y suponer a los restantes eximidos de tan dura tarea.

Otras muchas observaciones pueden extraerse de los párrafos transcrip tos así como de los que han dado lugar a los precedentes desarrollos de este trabajo. La lectura de Saussure es una necesidad constante, tanto para el investigador de los principios generales de una Teoría General de la Semiología, como para los que tratan de desentrañar las complejidades de alguna de las Semiologías Particulares (aunque no comprendemos cómo pueda cumplirse esto último sin haberse esclarecido adecuadamente aquellos principios). En cuanto lectura de fuentes no consiste en la búsqueda de exactitudes o inexactitudes en las afirmaciones específicas que haya podido formu lar, sino en la recuperación de sus lineamientos generales que, en el estado actual de las ciencias sociales, continúan plenamente vigentes, así como de postulados metodológicos cuya dificultad de aplicación no justifica su relegamiento o prescindencia. En el presente trabajo hemos tratado, tan sólo, de aprovechar algunos de tales principios y de desarrollarlos conforme a su orientación metodológica, para reencontrar base firme tras tantos y tan personalistas avances en esta ciencia. La semiología "todavía no existe" (cita "5"), dijo Saussure durante sus cursos de principios de siglo, y hoy puede observarse que todavía se la considera tierra de nadie. donde cada autor puede incursionar a su libre arbitrio y proponer, negar o afirmar según el dogmatismo de su inspiración. Pero la ciencia no tiene esa historia; justamente por no existir ciencia sin historia, sólo el profundo respeto a los textos precedentes puede avalar el avance del pensamiento que pretende ser reconocido como científico. La semiología deberá poseer mucha mayor historia en cuanto ciencia antes de que pueda cerrarse definitivamente el Curso de Saussure.

1 Ferdinand de Saussure. Cours de Linguistique Générale. Paris, Payot, 1972. La Editorial Losada. de Buenos Aires, ha publicado numerosas ediciones de la versión castellana de Amado Alonso. Las referencias del texto, indicadas entre paréntesis al final de cada cita, son traducción del autor y remiten a la edición francesa de 1972.

2 Charles Sanders Peirce, Speculative Grammar, en Collected Papers. Cambridge. Massachusetts. The Belknap Press of Harvard University Press. 1931, parágrafo 2.228.

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3 Juan Ángel Magariños de Morentin, Rugidos. balbuceos y lenguajes; conferencia pronunciada el 19-VII- 1980 en la Biblioteca Joaquín V. González; inédita. Pueden consultarse: Euclid O. Smith (Ed.), Social Play in Primates (Proceedings of a Symposium, University Park, Pa., 1977), New York, Academic Press, 1978; y Francine Patterson, Conversations with a Gorilla. en National Geographic, October 1978, ps. 438 a 465, entre otros.

4 Robert Ardrey, La evolución del hombre: la hipótesis del cazador. Madrid, Alianza, 1978,p. 134.

5 En la actualidad, no coincido con lo aquí expresado. Dicho brevemente, lo primero sería considerar a lo que se denomina "lenguaje" como una especie de semiosis; o sea, la facultad natural es la de generar sistemas de signos y por eso puede decirse que la semiosis es una facultad natural al hombre. Uno de estos sistemas de signos corresponde a los signos de la lengua y la facultad de la que derivan es la facultad del lenguaje (con mayor propiedad, podría hablarse de "facultad simbólica", ya que también incluye a otros signos afines como números, gestos de sordomudos, banderas, etc.); pero otros signos provienen del ejercicio de la facultad de representar formas, existentes y valores del mundo mediante imágenes, y a ésta se la denomina "facultad icónica"; y otros signos provienen de la facultad de representar formas, existentes y valores del mundo mediante objetos y/o comportamientos, a la que se denomina "facultad indicial". Al conjunto de los productos de estas facultades, incluida la del lenguaje, puede denominársele "semiosis", ella misma un sistema de sistemas, por lo que ninguno de los que la componen (elementalmente, palabras, imágenes y objetos/comportamientos) es suficiente, por sí sólo, para construir el significado de aquello a lo que representan.

6 Alfred Korzybski, Science and Sanity: An introduction to Non-Aristotelian Systems and General Semantics. Lancaster, Science Press Printing Company, 1933.

7 S. I. Hayakawa. El lenguaje en el pensamiento y en la acción. México, Uteha, 1967.

8 María del Carmen Bobes Naves. La semiótica como teoría lingüística. Madrid, Gredos, 1973.

9 Tadeusz Kotarbinski, Praxiological Sentences and How They Are Proved, en Logic, Methodology and Philosophy of Science (Proceedings of the 1960 Intemational Congress, Eds. Nagel, Suppes and Tarski), Stanford, Califomia, Stanford University Press, 1962; ps. 211 y 55.

10 Jerrold J. Katz and Jerry A. Fodor, The Structure of a Semantic Theory. en Readings in the Psychology of Language, Ed. L. A. Jakobovits and M. S. Miron, Englewood Cliffs, New Jersey, Prentice-Hall. 1967; ps. 398 y ss. (publicado originariamente en Language, Vol. 39. April-June 1963; ps. 170-210).

11 Víctor Sánchez de Zavala, Indagaciones praxiológicas sobre la actividad lingüística. Madrid, Siglo XXI, 1973.

12 Sobre la hipótesis de Brose-Wolpoff, ver W. W. Howells, Neanderthals: Names, Hypotheses and Scientific Method, en American Anthropologist, V. 76, 1974.

13 Algirdas Julien Greimas. Semántica estructural. Madrid. Gredos. 1973; p. 32.

14 Alain Rey. A propos de la définition, en Cahiers Lexicographiques,. nº 6, 1965; p. 68 y ss. Ver. también, Marie-José Rey-Debove. La definition lexicographique. en Cahiers Lexicographiques. nº 8, 1966; ps. 71 y ss.

15 George Mounin, Los problemas teóricos de la traducción. Madrid. Gredos, 1971; p. 154.

16 Alain Rey, Présentation du Dictionnaire, en Dictionnaire Alphabétique et Analogique de la Langue Francaise, por Paul Robert (Petit Robert) Paris, S.N.L., 1972; p. XVI.

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17 Algirdas Julien Greimas, Du Sens, Paris, du Seuil, 1970; p. 13.

18 Thomas S. Kuhn. La estructura de las revoluciones científicas, México, F.C.E., 1971; ps. 80 y ss.

19 Louis Hjelmslev. Prolégoménes a une Théorie du Langage. Paris: Minuit, 1968; p. 76.

20 Louis Hjelmslev. Ibidem.

21 Frederick Suppe. The Structure of Scientific Theories. Chicago: University of Illinois Press, 1974; p. 13.

22 Edmund Husserl. La filosofía como ciencia estricta. Buenos Aires: Nova, 1973; p. 130.

23 Joergen Joergensen. The Development of Logical Empiricism, en Foundations of the Unity of Science. Chicago: The University of Chicago Press, V. II, 1970; p. 858.

24 Jonathan Swift. Viajes de Gulliver. Tercera Parte, Cap. V.

25 Carl G. Hempel. Aspects of Scientific Explanation. and Other Essays in the Philosophy of Science. New York: The Free Press. 1965; p. 360.

26 Martha Blache y Juan Ángel Magariños de Morentin. Síntesis crítica de la Teoría del Folklore en Hispanoamérica. Buenos Aires: Ed. Tekné. 1980

27 Joseph Kosuth. L'Art conceptuel, en VH 101, nº 3, Automne, 1970: p. 52

28 Juan A. Magariños de Morentin. El cuadro como texto; aportes para una semiología de la pintura. Buenos Aires: Tres Tiempos, 1981.

29 Emilio Alarcos Llorach. Gramática estructural. Madrid: Gredos, 1971; p.17

30 Jacques Derrida. De la grammatologie. Paris: Les Ed. de Minuit. Versión castellana, De la Gramatología. Buenos Aires: Siglo XXI, 1971