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EL SINDICALISMO AGRARIO EN ESPAÑA: LAS ORGANIZACIONES PROFESIONALES AGRARIAS (OPAS) Con motivo del curso de formación de Agentes de Extensión Agraria que se está celebrando en la Escuela Central de Capacitación Agraria de San Fernando de Henares, el autor de este artículo desarrolló el tema OPAS haciendo una exposición resumida de su tesis doctoral, titu- lada «Corporatismo y Agricultura: aproximación al caso español», que alcanzó la calificación de Sobresaliente «cum laude» en la E.T.S.I.A. de Córdoba. La tesis doctoral utiliza la perspectiva del corporatismo para elaborar un marco teórico capaz de analizar el fenómeno de la presencia hegemónica de las grandes organizaciones de interés en una agricultura de capitalismo avanzado, y luego el autor lo contrasta empíricamente, aplicán- dolo al caso de la agricultura española durante la transición política. Aquí se resumen las ideas más interesantes de la exposición que hizo su autor en el curso antes mencionado, y su inclusión en la Revista está justificada porque estas opiniones personales serán, sin duda alguna, de interés para gran parte de los lectores de esta publicación. El objetivo de este artículo es exponer breve- mente y con claridad el proceso de génesis y de- sarrollo del sindicalismo agrario en la España de- mocrática, mostrando las grandes tendencias orga- nizativas que pueden observarse en el mismo y los aspectos fundamentales de la participación de sus actores en las diversas instituciones relacionadas con la política agraria. 1. BREVES OBSERVACIONES SOBRE LA TRANSICION DEMOCRÁTICA EN ESPAÑA Con el advenimiento de la monarquía parla- mentaria, a finales de 1975, se inició en España la transición desde un régimen autoritario a un régi- men democrático similar al de las democracias europeas occidentales. Esta transición democrática se llevó a cabo por la denominada vía «reformis- ta», consistente en adaptar las instituciones del aparato estatal existente hasta esa fecha al nuevo marco pluralista de representación, haciendo posi- ble el acceso de los nuevos grupos políticos y so- ciales a los diversos centros de decisión del Estado a través de sus propias organizaciones de inte- reses. En lo que respecta al caso de la agricultura, la «reforma» consistió en permitir la libertad sindi- cal y transformar las antiguas instituciones en otras que hicieran posible la participación en ellas de los diversos grupos de la población agrícola a través de los nuevos sindicatos surgidos libre- mente el amparo de la legalidad democrática. De- rogada, por el decreto de 1 de abril de 1977, la sindicación obligatoria, pero sin haberse desarticu- lado el marco institucional del sindicalismo verti- cal, la situación que se ha planteado en la agricul- tura española durante estos últimos cinco años ha sido la de la aparición de nuevas organiza- ciones sindicales y la permanencia de herencias institucionales que han interferido la actividad de aquéllas, obstaculizando su desarrollo y consoli- dación en la sociedad rural. Así, las antiguas Her- mandades de Labradores y Ganaderos, ejes fun- damentales del sindicalismo vertical en el campo, en sus niveles local, provincial y nacional, no desaparecieron, sino que se transformaron en las actuales Cámaras Agrarias, conservando sus pro- pios funcionarios y gran número de funciones burocrático-administrativas y de representación. Esto ha supuesto una seria dificultad al desarro- llo del sindicalismo agrario democrático, ya que el mantenimiento de ese gran número de funciones en el seno de las Cámaras Agrarias ha puesto en duda la razón de ser de los nuevos sindica- tos ante la población agrícola, la cual no se ha sentido, en ningún modo, motivada a afiliarse, dadas las escasas competencias de los sindicatos y los importantes servicios prestados por esas corpo- raciones de Derecho Público. Es importante, por tanto, tener en cuenta el ca- rácter de «reforma» del proceso de transición de- mocrática ocurrido en España a la hora de expo- ner la génesis y desarrollo del sindicalismo agra- rio y los aspectos fundamentales de la participa- ción de sus actores en las actuales instituciones relacionadas con la política agraria. La aparición y posterior desarrollo de muchas de las organiza- ciones sindicales existentes en la agricultura espa-

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EL SINDICALISMO AGRARIO ENESPAÑA: LAS ORGANIZACIONES

PROFESIONALES AGRARIAS (OPAS)

Con motivo del curso de formación de Agentes de Extensión Agraria que se está celebrandoen la Escuela Central de Capacitación Agraria de San Fernando de Henares, el autor de esteartículo desarrolló el tema OPAS haciendo una exposición resumida de su tesis doctoral, titu-lada «Corporatismo y Agricultura: aproximación al caso español», que alcanzó la calificaciónde Sobresaliente «cum laude» en la E.T.S.I.A. de Córdoba.

La tesis doctoral utiliza la perspectiva del corporatismo para elaborar un marco teórico capazde analizar el fenómeno de la presencia hegemónica de las grandes organizaciones de interés enuna agricultura de capitalismo avanzado, y luego el autor lo contrasta empíricamente, aplicán-dolo al caso de la agricultura española durante la transición política.

Aquí se resumen las ideas más interesantes de la exposición que hizo su autor en el cursoantes mencionado, y su inclusión en la Revista está justificada porque estas opiniones personalesserán, sin duda alguna, de interés para gran parte de los lectores de esta publicación.

El objetivo de este artículo es exponer breve-mente y con claridad el proceso de génesis y de-sarrollo del sindicalismo agrario en la España de-mocrática, mostrando las grandes tendencias orga-nizativas que pueden observarse en el mismo y losaspectos fundamentales de la participación de susactores en las diversas instituciones relacionadascon la política agraria.

1. BREVES OBSERVACIONES SOBRE LATRANSICION DEMOCRÁTICAEN ESPAÑA

Con el advenimiento de la monarquía parla-mentaria, a finales de 1975, se inició en España latransición desde un régimen autoritario a un régi-men democrático similar al de las democraciaseuropeas occidentales. Esta transición democráticase llevó a cabo por la denominada vía «reformis-ta», consistente en adaptar las instituciones delaparato estatal existente hasta esa fecha al nuevomarco pluralista de representación, haciendo posi-ble el acceso de los nuevos grupos políticos y so-ciales a los diversos centros de decisión del Estadoa través de sus propias organizaciones de inte-reses.

En lo que respecta al caso de la agricultura, la«reforma» consistió en permitir la libertad sindi-cal y transformar las antiguas instituciones enotras que hicieran posible la participación en ellasde los diversos grupos de la población agrícolaa través de los nuevos sindicatos surgidos libre-mente el amparo de la legalidad democrática. De-rogada, por el decreto de 1 de abril de 1977, la

sindicación obligatoria, pero sin haberse desarticu-lado el marco institucional del sindicalismo verti-cal, la situación que se ha planteado en la agricul-tura española durante estos últimos cinco añosha sido la de la aparición de nuevas organiza-ciones sindicales y la permanencia de herenciasinstitucionales que han interferido la actividad deaquéllas, obstaculizando su desarrollo y consoli-dación en la sociedad rural. Así, las antiguas Her-mandades de Labradores y Ganaderos, ejes fun-damentales del sindicalismo vertical en el campo,en sus niveles local, provincial y nacional, nodesaparecieron, sino que se transformaron en lasactuales Cámaras Agrarias, conservando sus pro-pios funcionarios y gran número de funcionesburocrático-administrativas y de representación.Esto ha supuesto una seria dificultad al desarro-llo del sindicalismo agrario democrático, ya que elmantenimiento de ese gran número de funcionesen el seno de las Cámaras Agrarias ha puestoen duda la razón de ser de los nuevos sindica-tos ante la población agrícola, la cual no se hasentido, en ningún modo, motivada a afiliarse,dadas las escasas competencias de los sindicatos ylos importantes servicios prestados por esas corpo-raciones de Derecho Público.

Es importante, por tanto, tener en cuenta el ca-rácter de «reforma» del proceso de transición de-mocrática ocurrido en España a la hora de expo-ner la génesis y desarrollo del sindicalismo agra-rio y los aspectos fundamentales de la participa-ción de sus actores en las actuales institucionesrelacionadas con la política agraria. La aparicióny posterior desarrollo de muchas de las organiza-ciones sindicales existentes en la agricultura espa-

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ñola y su capacidad de influencia en esas institu-ciones no pueden ser debidamente comprendidassin hacer referencia al carácter de «reforma» de latransición democrática que acontece en España.

2. LOS ACTORES DEL SINDICALISMOAGRARIO DEMOCRÁTICO. LASORGANIZACIONES PROFESIONALESAGRARIAS (0.P.A.S.)

En el panorama sindical agrario, configuradoen España a partir del decreto de Libertad Sin-dical de 1 de abril de 1977, hay que diferenciarclaramente entre las organizaciones sindicales re-presentativas de los trabajadores agrícolas asala-riados —a las que podemos llamar Sindicatos deObreros Agrícolas (SOAS)— y las representa-tivas de los agricultores —denominadas Organiza-ciones Profesionales Agrarias (OPAS)—. Am-bos tipos de sindicalismo poseen una dinámicapropia y una problemática específica que exigenun tratamiento separado. En el análisis que sepropone realizar este artículo se hará referenciasólo a las OPAS, dejando el tema de los SOASpara posteriores colaboraciones.

Con la derogación de la sindicación obligatoriapor el ya citado decreto de abril de 1977, co-menzaron a aparecer numerosas organizacionessindicales agrarias por toda la geografía española,pretendiendo ostentar la representatividad de losdiversos grupos de agricultores y erigirse en inter-locutores del sector agrario ante el Estado y otrosgrupos sociales en los inmediatos debates sobre lapolítica agraria que iban a desarrollarse. Más detrescientas organizaciones fueron registradas: unas,de carácter provincial, que aspiraban a represen-tar a los agricultores de un reducido ámbito te-rritorial; otras, que se calificaban como sectoria-les, persiguiendo articular los intereses de los agri-cultores de un determinado sector productivo, co-mo los olivareros, remolacheros o ganaderos, yotras atribuyéndose la defensa de la agriculturafamiliar frente a las que pretendían hablar en re-presentación de los empresarios agrícolas. Todasellas compitiendo entre sí por captar a los di-versos grupos sociales de la población agrícolay por ejercer su capacidad de influencia en loscentros de decisión del sistema político y econó-mico en donde se formulaban las grandes líneasdirectrices de la política agraria española.

Al cabo de cinco arios de sindicalismo agrariodemocrático en España el panorama sindical hasufrido una profunda modificación. Por un lado,se ha reducido drásticamente el número de OPASen liza, hasta las cinco organizaciones de carác-ter general y ámbito estatal existentes actualmen-te, y, por otro, cada una de esas opciones sindi-cales ha tendido a estructurarse en el sentido deconvertirse en corporaciones, con lo que eso supo-

ne de coordinación imperativa sobre sus miembrosy de jerarquización explícita y detallada.

Ambas tendencias, la una hacia el oligopolio re-presentativo y la otra hacia la consecución de unaestructura corporativa interna, se han desarrolla-do en el seno de una intensa dinámica social ypolítica, que unas veces las ha favorecido y otrasobstaculizado, constituyendo, de cualquier forma,un interesante proceso cuyos aspectos fundamen-tales escapan de los reducidos objetivos deeste artículo.

De acuerdo con estos objetivos se expondrán acontinuación los tipos de sindicalismo agrarioque pueden ser observados en el panorama exis-tente actualmente en España y se hará un comen-tario sobre su implantación geográfica.

Atendiendo a la que, desde la perspectiva uti-lizada aquí, puede considerarse como variable«hegemónica» (*) en el discurso ideológico de lascinco OPAS existentes, se observan tres tipos desindicalismo: un sindicalismo «de clase», represen-tado por la C.O.A.G. (Coordinadora de Organi-zaciones de Agricultores y Ganaderos del EstadoEspañol) y la F.T.T. (Federación de Trabajadoresde la Tierra); un sindicalismo «empresarial», cuyorepresentante es la C.N.A.G. (Confederación Na-cional de Agricultores y Ganaderos), y un sindi-calismo «reformista», que incluye al C.N.J.A.(Centro Nacional de Jóvenes Agricultores) y a laU.F.A.D.E. (Unión de Federaciones Agrarias deEspaña).

A continuación se exponen los rasgos básicosde cada tipo y los aspectos fundamentales de lagénesis y desarrollo de sus organizaciones res-pectivas.

El sindicalismo «de clase»

a) Rasgos básicos

En el discurso ideológico de sus organizacionesrepresentativas —C.O.A.G. y F.T.T.— puede ob-servarse la presencia hegemónica de la variable«dimensión de clase». Ello significa que esas or-ganizaciones conciben la sociedad rural como unasociedad dividida en clases con intereses no sólodistintos sino, en muchas ocasiones, antagónicos,que dan a la dinámica social que acontece en suseno una naturaleza intensamente conflictiva, la-tente o manifiesta según las circunstancias. En loque respecta a los agricultores, el sindicalismo«de clase» entiende que los agricultores familia-res y los empresarios agrícolas constituyen dos

(*) Se entiende aquí por «variable hegemónica» aquéllaque está presente en el discurso ideológico de una organizacióncomo principio axial capaz de explicar la expresión de otrasvariables como la estrutura organizativa, la estrategia sindical,la filosofia reivindicativa o la política de alianzas con otrasfuerzas sociales.

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El autor del artículo entre los representantes de las organizaciones sindicales que participaron en una mesa redonda sobre el tema.

clases sociales con intereses distintos, por ocuparposiciones diferentes en el sistema capitalista deproducción y distribución y la defensa de los cua-les resultaría imposible de articular de forma con-junta en una misma estructura organizativa al serproblemáticas tan específicas que difícilmente pue-den ser conciliables en un programa reivindicativocomún. Ambos grupos sociales deben articular susintereses en organizaciones separadas, elaborandoprogramas reivindicativos bien diferenciados, conestrategias sindicales propias, utilizando diferentescanales de acceso a los centros de decisión delsistema económico y político y ejerciendo unadesigual capacidad de influencia en esos centros.

En el caso español, la C.O.A.G. y la F.T.T. re-presentan a este sindicalismo «de clase» y preten-den ostentar la representatividad de los agriculto-res familiares, cuyos intereses aspiran a defenderen los debates sobre política agraria que se desa-rrollan en las diversas instituciones políticas yeconómicas. Ambas organizaciones plantean ensus filosofías reivindicativas la exigencia de una po-lítica agraria que, al mismo tiempo que garanti-ce unos precios mínimos para todas las produc-ciones agrícolas y ganaderas, fuera, fundamental-mente, de tipo estructural, actuando sobre los cos-tes de producción de las explotaciones para mejo-rar su eficiencia e incrementar el nivel de rentasde los agricultores más débiles. Según estas orga-nizaciones, los objetivos anteriores no pueden seralcanzados con una política agraria basada exclu-sivamente en intervenciones sobre los precios, ya

que ello beneficiaría a los agricultores más gran-des. La política de tipo estructural tendría quellevar a cabo medidas encaminadas a reducir losprecios de los productos que entran en las explo-taciones y los impuestos sobre las rentas agrariasmás bajas y a la aplicación de una adecuada po-lítica social que permita mejorar el hábitat ruraly elevar el nivel cultural de la población cam-pesina.

b) Génesis y desarrollo

La génesis y desarrollo de las dos organizacio-nes representativas del sindicalismo «de clase»,C.O.A.G. y F.T.T., presentan trayectorias dife-rentes cuyos aspectos fundamentales se exponenen las líneas que siguen.

La C.O.A.G. constituye una «coordinadora», quearticula en su estructura organizativa, de ámbitoestatal y de carácter general, a todo el conjuntode Uniones de Agricultores y Ganaderos —las de-nominadas UAGAS— surgidas por toda lageografía española tras la desaparición formal delsindicalismo vertical en 1977. Estas Uniones noperdieron su personalidad jurídica propia al inte-grarse en la C.O.A.G., sino que como tales Unio-nes pertenecen a ella. El diferente nivel de im-plantación de esta opción sindical de unas zonasa otras se corresponde con las peculiaridades se-guidas por la génesis del sindicalismo «de clase»en dichas zonas y está ligado a los diferentes ti-pos de agricultura existentes en ellas.

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Así, el mayor nivel de implantación de laC.O.A.G., medido no sólo por su número de afi-liados sino también por su capacidad de movili-zación y por los resultados obtenidos en las elec-ciones a Cámaras Agrarias de 1978, se produceen zonas de agricultura familiar de carácter inten-sivo, plenamente integrada en el mercado y some-tida a una permanente dinámica conflictiva conlas industrias agroalimentarias. Tales son los ca-sos de Cataluña —con la Unió de Pagesos—,Aragón, Navarra y Rioja —con sus UAGASrespectivas—, o los de Asturias —con la Uniónde Campesinos Asturianos (U.C.A.)—, País Va-lenciano —con la Unió de Llauradors i Rama-ders— y Cuenca del Duero —con la Unión deCampesinos Leoneses y la Unión de CampesinosZamoranos—. Estas zonas pueden considerarse lasde mayor implantación de la C.O.A.G., y en ellasesta opción del sindicalismo «de clase» posee lahegemonía en el panorama sindical agrario. Lagénesis del sindicalismo agrario en las zonas cita-das está profundamente ligada a los conflictoscampesinos desencadenados en los arios finales delrégimen anterior —principios y mediados de ladécada de los setenta— con motivo de la explo-tación a que se veían sometidos los pequeños ymedianos agricultores por parte de las industriasagroalimentarias y como protesta contra la inca-pacidad mostrada por las instituciones del sindica-lismo vertical —las Hermandades de Labradoresy Ganaderos, especialmente— para articular la de-fensa del sector agrario frente al dominio de lossectores industriales.

Al compás de esos conflictos, denominados po-pularmente como «guerras campesinas» —la gue-rra del maíz, de la leche, del espárrago, etc.—,fue surgiendo un movimiento campesino, que searticuló en forma de Uniones de Agricultores yGanaderos (U.A.G.A.), en cada provincia y queconstituiría el embrión de lo que más tarde seríala C.O.A.G. como coordinadora de todas lasUniones existentes. En las zonas citadas el movi-miento de las UAGAS tuvo una clara dimen-sión de espontaneidad, aunque hubo elementosque facilitaron la comunicación entre los gruposdispersos de agricultores y favorecieron la crea-ción de una mínima infraestructura organizativa;tales fueron los papeles jugados por los sectoresprogresistas de la Iglesia rural —párrocos, cole-gios rurales, etc.— y por los grupos políticos dela izquierda —especialmente, por el P.C.E.— aúnno legalizados. A pesar de estos agentes externosque facilitaron la aparición de las Uniones, ensu génesis y posterior desarrollo ha estado presen-te un importante elemento de heterogeneidad po-lítica e ideológica y una fuerte identificación entrebases sociales y sindicato que, si bien les ha per-mitido mantener un alto grado de independenciapolítica, también ha sido fuente de inestabilidadinterna.

En otras zonas, de agricultura extensiva —ce-realistas, olivareras o viticultoras— y con predo-minio de grandes agricultores, la aparición de lasUAGAS no ocurrió al compás de conflictoscampesinos en donde el elemento de espontanei-dad tenía importancia, sino que fueron creadaspor los partidos políticos de la izquierda —P.C.E.,principalmente—, captando al sector de pequeñosagricultores a tiempo parcial, caracterizado por sudoble condición de propietario y asalariado. Ta-les fueron los casos de Andalucía, Extremadura oLa Mancha, en donde las respectivas UAGAShan estado profundamente vinculadas a los parti-dos políticos de la izquierda, sometidas a una per-manente interferencia de esos grupos, que ha obs-taculizado, en gran medida, el desarrollo y conso-lidación del sindicalismo «de clase» en unas zonascon estructuras sociales muy polarizadas y domi-nadas por los grandes empresarios agrícolas.

Ambos grupos de UAGAS, con trayectoriasdiferentes y con bases sociales de característicasespecíficas, se coordinan organizativamente en elseno de la C.O.A.G., dando a ésta una dinámicainterna muy particular, no exenta, por supuesto,de conflictos e inestabilidad. Desde el punto devista político, la C.O.A.G. mantiene especiales re-laciones con el P.S.O.E. y P.C.E., y, a nivel delas Uniones, con los partidos nacionalistas en lasrespectivas comunidades autónomas. La heteroge-neidad de sus bases sociales le obliga a mantenerun difícil equilibrio en la intensa dinámica po-lítica que se desarrolla en España.

La F.T.T. ha sido históricamente la rama agra-ria del sindicato socialista U.G.T. (Unión Generalde Trabajadores), en cuya estructura organizativapermanece integrada. Fue fundada en 1930, dura-mente reprimida durante la época de Franco y re-construida tras el decreto de Libertad Sindicalde 1977.

Aunque la participación de agricultores socialis-tas fue importante, en la creación de las UAGAS,en donde se habían integrado muchos de ellos, laestrategia sindical del P.S.O.E. acordó la recons-trucción de la F.T.T. siguiendo el modelo histó-rico de integrar en una misma estructura organi-zativa a los trabajadores asalariados agrícolasy a los pequeños agricultores familiares. Esa estra-tegia ha significado una dura competencia entrelas dos ofertas del sindicalismo «de clase» por lacaptación de los agricultores familiares en al-gunas zonas importantes, como Andalucía yLa Mancha, que ha influido negativamenteen el desarrollo y consolidación de este tipo desindicalismo. Asimismo, la pretensión de integraren un mismo sindicato a colectivos con problemá-ticas tan diferentes en una agricultura desarrolla-da, como son los trabajadores asalariados y lospequeños agricultores, ha sido origen de numero-sos conflictos internos y le ha impedido a laF.T.T. la adopción de una filosofía reivindicativa

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y una estrategia claras y sin ambigüedades en ladinámica sindical agraria, dificultando su expan-sión y desarrollo.

Esta situación ha obligado al P.S.O.E. a modi-ficar su estategia sindical, de manera que, por unlado, ha establecido en la estructura organizativade la F.T.T. dos secciones autónomas, con suspropios órganos directivos: la U.P.A. (Unión dePequeños Agricultores) y el S.O.A. (Sindicato deObreros Agrícolas), y, por otro, ha decidido apo-yar a las Uniones de la C.O.A.G. en aquellaszonas en donde son hegemónicas, autorizando laafiliación en ellas de los militantes socialistas y re-nunciando a la captación de los pequeños agri-cultores para la sección U.P.A. de la F.T.T. Enotras zonas, de implantación histórica de la F.T.T.,permanece, sin embargo, la competencia entre lasdos opciones del sindicalismo «de clase», comoocurre en Andalucía, Extremadura o La Mancha.

El futuro del sindicalismo «de clase» va a de-pender de las estrategias que adopten el gobier-no central y los gobiernos autonómicos. La esca-sez de recursos económicos de un sindicalismocuyas bases sociales son los pequeños agricultoresfamiliares y cuya implantación es todavía débil,hace depender, en gran medida, su desarrollo yconsolidación del apoyo directo e indirecto que re-ciba de organizaciones afines con mayor podereconómico y con mayor capacidad de influenciaen los centros de decisión, como son los partidospolíticos de izquierda.

El sindicalismo «empresarial»

a) Rasgos básicos

El sindicalismo de tipo «empresarial», represen-tado por la C.N.A.G., presenta en su discursoideológico a la «dimensión empresarial» comovariable hegemónica. Ello significa que este tipode sindicalismo concibe la explotación agrícola co-mo una empresa cuyo objetivo fundamental ha deser la obtención del máximo beneficio económi-co. Las diferencias entre los agricultores por razo-nes de tamaño de la propiedad, formas de tenen-cia u orientación productiva, son entendidas porel sindicalismo «empresarial» como diferencias detipo secundario, conciliadas todas ellas por el ras-go común de ser empresarios. Según esta idea,todos los agricultores pueden, y deben, articularla defensa de sus intereses a través de una podero-sa organización que represente al sector agrarioante la Administración estatal y que ejerza su in-fluencia en aquellas instituciones en donde se for-mulan las directrices de la política agraria. Unapolítica agraria que debe centrarse, fundamental-mente, en el establecimiento de unos precios mí-nimos para los productos agrarios regulados, quegarantice el mantenimiento de los niveles de rentade los agricultores. Es por la vía precios por don-de el sindicalismo «empresarial» entiende que

debe mantenerse el poder adquisitivo de los agri-cultores, ya que son los precios agrarios los quedeterminan de forma inmediata y tangible la ta-sa de beneficio y la rentabilidad económica desus explotaciones. Si el nivel de precios exigidono puede asumirlo el sistema económico, dada surepercusión directa en el I.P.C. (Indice de Preciosal Consumo) y en la tasa de inflación, no es unproblema de los agricultores sino de las autori-dades económicas, que deben proceder a estable-cer las oportunas subvenciones a los consumido-res. La política agraria de tipo estructural es con-siderada por el sindicalismo «empresarial» comouna vía de carácter secundario, importante paraproceder a realizar las reformas necesarias quemejoren la eficiencia de las explotaciones agríco-las, pero a la que de ningún modo debe subordi-narse la exigencia de una política de precios deacuerdo con los costes de producción.

El rasgo común de ser «empresarios» no sóloda homogeneidad a los diversos grupos de agri-cultores sino que les lleva a establecer estrechasalianzas con el resto del empresariado no agríco-la, a pesar de los intereses distintos, y en algunoscasos incluso contrapuestos, que tienen los agri-cultores con otros empresarios, como los fabri-cantes de abonos o las industrias alimentarias. Elsindicalismo «empresarial» entiende que esas dife-rencias, ciertamente existentes y reconocidas comotales, no son obstáculos insuperables para que to-dos los empresarios puedan, y deban, articulara través de una gran organización «cúpula» ladefensa del modelo de sociedad basado en la li-bre empresa y en el respeto a la propiedad pri-vada.

b) Génesis y desarrollo

El sindicalismo agrario de tipo «empresarial»está representado en España por la C.N.A.G.(Confederación Nacional de Agricultores y Ganade-ros), en cuyo seno se confederan numerosas or-ganizaciones de carácter general y de ámbito pro-vincial —como son las denominadas ASAGAS(Asociaciones Provinciales de Agricultores y Ga-naderos)— y otras de carácter sectorial —comola Unión del Olivar Español o la Asociación Ge-neral de Ganaderos del Reino—. Sus bases so-ciales presentan una gran heterogeneidad econó-mica, existiendo agricultores de todos los tamañosy orientaciones productivas diversas, si bien elprotagonismo y el poder en los órganos de go-bierno de la C.N.A.G. lo tienen los grandes em-presarios agrícolas de Andalucía y Extremadura yde las zonas cerealistas de Castilla.

La génesis de la C.N.A.G. estuvo estrechamenteligada a la reforma de las antiguas institucionesdel sindicalismo vertical iniciada tras la promul-gación del ya citado decreto de Libertad Sindicalen 1977. En efecto, cuando parecía inminente la

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desarticulación del sindicalismo vertical los gruposque ostentaban el poder y la representatividad delsector agrario en el seno de sus instituciones bá-sicas —Hermandades de Labradores y Ganaderosy Sindicatos de Rama— promovieron la creaciónde asociaciones de empresarios agrícolas en cadaprovincia, utilizando para ello la infraestructuradel aparato oficial del sindicalismo y su grancapacidad de influencia en el medio rural. Así,aparecieron asociaciones provinciales de empresa-rios agrícolas por toda la geografía española, cu-yas opciones sólo llegaron a cuajar y consolidar-se inicialmente en las zonas de agricultura exten-siva en donde predominaban los grandes agricul-tores, como fueron los casos de Andalucía, Ex-tremadura y algunas zonas de Castilla, y en don-de no se habían producido los movimientos cam-pesinos de corte progresista que se estaban desen-cadenando en otras zonas. Aquéllas han sido, portanto, las zonas matrices del sindicalismo «empre-sarial» representado por la C.N.A.G. y constitu-yen actualmente sus fundamentales zonas de im-plantación, en donde puede afirmarse la hegemo-nía de esta opción en comparación con otros tiposde sindicalismo.

En el desarrollo de la C.N.A.G. ha jugado unimportante papel el hecho de estar integrada en laC.E.O.E. (Confederación Española de Organiza-ciones Empresariales), verdadera organización«cúpula» del empresariado español. La importanciade los recursos económicos y humanos puestos asu disposición por la C.E.O.E. y el poder nego-ciador ante la Administración que le confiere supertenencia a esa gran confederación empresarial,han sido elementos básicos de la expansión de laC.N.A.G. en zonas donde inicialmente su proyec-to sindical no tuvo éxito y de la consolidación desus asociaciones matrices.

El sindicalismo «reformista»

a) Rasgos básicos

Como una especie de tercera vía entre el sindi-calismo «de clase» y el «empresarial» puede ob-servarse en el panorama sindical agrario españolun tipo de sindicalismo que tiene a la variable«reforma» como hegemónica de su discurso ideo-lógico, estando representado por el C.N.J.A.(Centro Nacional de Jóvenes Agricultores) y laU.F.A.D.E. (Unión de Federaciones Agrarias deEspaña).

La hegemonía de la variable «reforma» implicala concepción de la sociedad rural como una so-ciedad ciertamente heterogénea, en la que se rela-cionan grupos sociales de muy diversas caracterís-ticas y con intereses diferentes, pero que, de nin-gún modo, pueden considerarse como grupos an-tagónicos ni concebirse sus interrelaciones comointrínsecamente conflictivas. Desde esta perspecti-

va, todos esos grupos sociales tienen el rasgo co-mún de haber sufrido el impacto negativo de undesarrollo económico capitalista, que ha hechoperder al sector agrario su tradicional hegemoníaen el sistema económico general, ha degradado lascondiciones de vida en el medio rural y ha con-vertido a la profesión de agricultor en una profe-sión socialmente marginal.

A diferencia del sindicalismo «de clase» el sin-dicalismo «reformista» no cree que los agriculto-res familiares vivan una situación de explotaciónpor motivos de tipo estructural, ligados a la pro-pia naturaleza del sistema económico capitalista,ni concluyen que la mejora de las condiciones devida de los pequeños y medianos agricultores exi-ja, inevitablemente, el cambio del modelo de so-ciedad imperante. Por lo que aboga es por unacorrección de los efectos negativos que dicho mo-delo de desarrollo ocasiona sobre determinadosgrupos sociales, para evitar que las desigualdadeseconómicas sean cada vez mayores e impedir quela estabilidad del sistema pueda verse amenazadapor los conflictos inevitablemente surgidos de esecontexto. En este sentido, la agricultura familiardebe ser especialmente atendida no sólo porquesus propietarios constituyen el grupo social másnumeroso de la población agrícola sino porquees un importante elemento de estabilización delorden social en el medio rural. La eficacia y fun-cionalidad de las explotaciones agrarias no hande ser analizadas, según el sindicalismo «reformis-ta», teniendo solamente en cuenta factores de tipoeconómico sino también factores sociales. De acuer-do con este planteamiento, el Estado debe llevara cabo las reformas necesarias para asegurar laviabilidad económica de las explotaciones familia-res y garantizar a sus agricultores unas dignascondiciones de vida.

Respecto al proceso de articulación de intere-ses en la sociedad rural, el sindicalismo «reformis-ta», a diferencia de lo que sucede con el sindi-calismo «de clase», no cree que sea estructural-mente inevitable la defensa de los intereses, cier-tamente diversos, de los agricultores en orga-nizaciones diferentes: una, en representaciónde la agricultura familiar y, otra, de los gran-des empresarios agrícolas. Tampoco acepta elplanteamiento del sindicalismo «empresarial»de que todos los agricultores deben integrarseen una sola organización que, incluso, tras-cienda el propio ámbito de la agricultura paradefender un determinado modelo de sociedad. Porel contrario, el sindicalismo «reformista» entiendeque los intereses generales del sector agrario sedefenderían mejor y con mayor eficacia ante laAdministración y ante otros grupos sociales y eco-nómicos mediante su articulación en una sola or-ganización de agricultores. Pero esa eficacia de-pende de que las reivindicaciones específicas delos agricultores familiares sean realmente recogi-

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das por esa hipotética organización en un progra-ma coherente en el que, ciertamente, los grandesempresarios agrícolas intentarían imponer sus cri-terios de rentabilidad económica. Si eso no esposible, como en la práctica sindical se observa,la presencia de los agricultores familiares en estetipo de organización tendría como resultado elsometimiento de sus intereses específicos a losde los grandes empresarios, debiéndose plantearen ese caso una defensa separada de los intere-ses de ambos grupos sociales.

En el caso español, el sindicalismo «reformis-ta», sin renunciar a la unidad sindical como ob-jetivo último, pero entendiendo que en esas cir-cunstancias sólo servirían para confundir a losagricultores y para que se beneficiasen grupos eco-nómicos e ideológicos ajenos al propio sectoragrario, se ofrece como una opción sindical di-rigida principalmente, aunque no de forma exclu-siva, a los pequeños y medianos agricultores fa-miliares. Son estos grupos los que nutren mayori-tariamente sus filas, siendo prácticamente inexis-tente la presencia de agricultores a tiempo parcialy casos excepcionales los grandes empresariosagrícolas.

con lo que el incipiente movimiento de JóvenesAgricultores español apenas pudo ponerse enmarcha.

La promulgación del decreto de Libertad Sin-dical de 1977 planteó al gobierno que dirigía la«reforma» política y a su partido U.C.D. (Uniónde Centro Democrático), la necesidad de articularuna opción sindical en el medio rural que cap-tara a los pequeños y medianos agricultores fa-miliares y que neutralizara el poder y el prota-gonismo adquiridos por el sindicalismo «de clase»de las UAGAS, integradas en la C.O.A.G., ypor el sindicalismo «empresarial» de la C.N.A.G.Así, acordaron promocionar la reaparición delmovimiento de Jóvenes Agricultores como sindica-to que participara con las siglas del C.N.J.A.en las inmediatas elecciones a Cámaras Agrariasde 1978. Los buenos resultados obtenidos por elC.N.J.A. en esas elecciones, los importantes apo-yos recibidos desde la Administración y las divi-siones internas surgidas por motivos políticos enalgunas Uniones de la C.O.A.G., fueron elemen-tos que explican la expansión de esta opción delsindicalismo «reformista» y su actual implanta-ción. En la actualidad el C.N.J.A. tiene una es-tructura organizativa descentralizada en centrosprovinciales y regionales, manteniendo una fuertecohesión interna, que es uno de sus principalesinstrumentos de consolidación. Su implantación sedistribuye desigualmente por toda la geografía es-pañola, siendo de mayor importancia sus centrosde Andalucía, La Mancha y Galicia, en dondehan captado sectores muy cualificados, por suprofesionalidad, de pequeños y medianos agricul-tores familiares.

La génesis de la U.F.A.D.E. (Unión de Fede-raciones Agrarias de España), está íntimamenteligada al proyecto promovido por el gobierno y

b) Génesis y desarrollo

El C.N.J.A. español tuvo sus orígenes a prin-cipios de los arios 70 cuando grupos de técnicosagrícolas, que mantenían contactos con el movi-miento de Jóvenes Agricultores francés, intenta-ron crear un movimiento similar en España, ar-ticulado en el seno del sindicalismo vertical, con-cretamente en las Hermandades de Labradores yGanaderos. Ese intento no tuvo éxito al encon-trar fuertes resistencias entre los grupos que os-tentaban el poder en dicho sindicalismo oficial,

Los asistentes mostraron un alto grado de interés por el tema.

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el partido de U.C.D. de crear una opción sindical«reformista» en la sociedad rural española utili-zando el motor de los Jóvenes Agricultores.

En aquellas zonas en donde el proyecto delsindicalismo «empresarial» de la C.N.A.G. no tu-vo éxito, por ser zonas en las que los grupos quecontrolaban las Hermandades de Labradores yGanaderos estaban constituidos por medianos agri-cultores que no formaban parte de la élite empre-sarial dominada por los grandes agricultores delSur, surgieron, desde el propio aparato del sin-dicalismo vertical, numerosas organizaciones pro-vinciales promovidas por líderes políticos del cen-trismo, que buscaban con ellas crearse sus propiasbases de apoyo. Las elecciones a Cámaras Agra-rias de 1978, a las que concurrió esa miríadade pequeñas organizaciones provinciales, pusieronde manifiesto la gran dispersión del voto rural decarácter conservador, lo que hizo que el propiogobierno y su partido, U.C.D., estuviesen espe-cialmente interesados en reunir a todas esas orga-nizaciones en una gran federación de tipo «re-formista», que tuviese al C.N.J.A. como agluti-nante. Así, se llevó a cabo un proyecto de fede-ración bajo las siglas de U.F.A.D.E. en el que seintegraron muchas de las organizaciones provin-ciales antes citadas, así como el C.N.J.A., el cualconservó su personalidad como sindicato juvenilpara afiliados menores de 35 arios, pasando a lanaciente U.F.A.D.E. los miembros que superabanesa edad. Se ponía, así, en marcha el equivalenteal modelo sindical francés del F.N.S.E.A. y elC.N.J.A. Sin embargo, ese proyecto fue un fraca-so parcial, ya que a los pocos meses, y por razo-nes fundamentalmente de personalismo entre diri-gentes, el C.N.J.A. se desvinculó de la federa-ción, continuando su periplo como un simple sin-dicato sin límite alguno de edad, y la U.F.A.D.E.siguió su propia trayectoria hasta llegar a la situa-ción en que actualmente se encuentra.

En la actualidad, la U.F.A.D.E. federa a másde 20 organizaciones de carácter general y ámbitoprovincial, cuyas bases sociales son muy heterogé-neas, yendo desde los pequeños y medianos agri-cultores familiares hasta algunos grandes agricul-tores cerealistas de la meseta castellana. Su mayorimplantación se da en Valencia, entre los media-nos fruticultores, y en la Cuenca del Duero entrelos medianos y grandes cerealistas.

Las dos opciones del sindicalismo «reformista»,U.F.A.D.E. y C.N.J.A., participan actualmentede una estrategia de unidad sindical, que les hallevado a plantear un programa reivindicativo co-mún ante la política agraria y un proyecto de ar-ticulación organizativa entre ambas, que puedeconducir al definitivo establecimiento del modelofrancés volviendo el C.N.J.A. a ser un sindicatojuvenil. Este proyecto está siendo impulsado co-mo respuesta a los acosos que el sindicalismo«reformista» recibe por parte de la estrategia

unitaria del sindicalismo «empresarial» de laC.N.A.G., cuyos poderosos recursos económicosconstituyen una seria amenaza para el manteni-miento del sindicalismo «reformista» como opciónsindical con personalidad propia. El futuro de esaopción dependerá también de lo que resulte de lafragmentación del anterior partido del gobiernode U.C.D. en sus diversas familias, ya que la es-trategia sindical que los nuevos grupos políticosadopten tendrá una repercusión directa en la con-solidación del sindicalismo «reformista».

3. LA PARTICIPACION DE ESOS ACTORESEN LAS NUEVAS INSTITUCIONESDEMOCRÁTICAS

En los cinco arios de sindicalismo democráticola participación de sus actores en las nuevas ins-tituciones ha sido muy diferente, según se conside-re a las organizaciones representativas de los agri-cultores —OPAS— o a las de los trabajadoresagrícolas —SOAS—.

En lo que respecta a las OPAS, su partici-pación se ha centrado, fundamentalmente, en tresinstituciones: en las «mesas» negociadoras de pre-cios agrarios, en las Cámaras Agrarias y en las«mesas» de sequía. Así, por un lado, las OPAShan tenido una participación intensa en las nego-ciaciones con la Administración que se vienendesarrollando anualmente en el F.O.R.P.P.A.(Fondo de Ordenación y Regulación de Precios yProductos Agrarios) para fijar los incrementosde los precios de los productos agrarios reguladosy establecer algunas medidas de carácter estructu-ral —las denominadas «medidas complementa-rias»—, como subvenciones, reducción del incre-mento de precios de los productos agrarios porlas explotaciones agrarias, etc., que compense alsector las pérdidas de rentas que no puede evitarpor la vía de precios. Además de esas nego-ciaciones en la «cumbre», las OPAS participanen numerosas comisiones de trabajo con la Ad-ministración en el F.O.R.P.P.A. para ordenar yregular la campaña de cada grupo de productosagrarios.

Por otro lado, las OPAS participan, a nivellocal, provincial y nacional, en las Cámaras Agra-rias, formando parte de sus órganos de gobiernoa través de los vocales que salieron elegidos enlas pasadas elecciones de 1978. En esas institucio-nes la actividad de las OPAS es bastante re-ducida debido a los escasos presupuestos con quecuentan los Plenos de las mismas para llevar acabo algún tipo de actividad en el medio rural yal estrecho control que la Administración centralejerce sobre dichas instituciones; la actividad delas OPAS se limita a supervisar la actuaciónde los funcionarios en el cumplimiento de las im-portantes funciones burocrático-administrativas quedesempeñan. La insatisfacción por la labor reali-

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zada en estos cinco arios y la permanente inter-ferencia que la actividad de las Cámaras ha teni-do sobre el desarrollo de las OPAS ha hechoque, en la actualidad, sea unánime la exigenciade que se elabore una nueva ley de Cámaras queclarifique sus funciones y establezca los mecanis-mos de participación en ellas de los diversos gru-pos sociales de la población agrícola.

Las OPAS han desarrollado también unaparticipac iAn importante en las denominadas «me-sas de la sequía», negociando con la Adminis-tración las necesarias medidas de política agrariaque han ayudado a mitigar los perjudiciales efec-tos que el actual período de sequía ha tenido so-bre diversas zonas de la geografía rural española.

De forma indirecta, las OPAS han dedica-do especial atención a la actividad parlamentaria,concretamente a la Comisión de Agricultura delCongreso de los Diputados. En esta Comisión lasOPAS han intentado ejercer su capacidad deinfluencia a través de los diputados con los quemantienen especiales lazos de afinidad ideológicay política. A través de ellos, las OPAS haninfluido, mediante los oportunos informes y co-mentarios, en los debates parlamentarios sobre lasimportantes leyes que desarrollan las grandes cues-tiones agrarias contenidas en la Constitución.

Finalmente, las OPAS han participado direc-tamente en las negociaciones de los convenios co-lectivos que, a nivel provincial, se han venido ce-lebrando anualmente con los Sindicatos de Obre-ros Agrícolas (SOAS) para establecer los nive-les salariales de las distintas faenas agrícolas.

4. ALGUNAS REFLEXIONES FINALES

Después de cinco años de sindicalismo agrariodemocrático en España, la situación es de un in-tenso dinamismo en la que se produce la inter-ferencia de factores externos a la propia agricultu-ra, que impiden plantear con rigor lo que presu-miblemente pueda ser en un futuro el definitivopanorama sindical.

Así, en esa dinámica se produce, por un lado,la interferencia del Estado a través de institucio-nes públicas como las Cámaras Agrarias, distri-buidas en los niveles local, provincial y nacional,cuyas actuales atribuciones son un serio obstáculoal desarrollo de las OPAS al favorecer la per-sistencia de actitudes débilmente participativasentre la población agrícola, ofrecer numerososservicios burocráticos administrativos que pudie-ran ser, en gran parte, canalizados a través dela organizaciones sindicales y ocupar funciones derepresentación del sector agrario en importantesinstituciones restando protagonismo y razón deser a las propias organizaciones. Por otro lado,la interferencia estatal se produce mediante la uti-lización que hace el gobierno de los criterios derepresentatividad, reconociendo como interlocuto-

res del sector a unas organizaciones y negándoledicho reconocimiento a otras, con el fin de confi-gurar un panorama sindical de acuerdo con susobjetivos políticos y económicos.

Otro tipo importante de interferencia en la di-námica sindical agraria es la que procede de lospartidos políticos en su afán de crearse bases deapoyo en el medio rural que sean medios efica-ces de captación del voto agrario en las contien-das electorales. Dada la debilidad de recursoseconómicos y el bajo nivel de implantación de lasOPAS, el apoyo de organizaciones políticas,con una extendida y sólida infraestructura y conmayor influencia en los centros de decisión, cons-tituye un importante factor de consolidación dedeterminadas opciones sindicales, sobre todo, lasrepresentativas de los pequeños y medianos agri-cultores, tanto en el sindicalismo «de clase» comoen el «reformista». El sindicalismo «empresarial»posee suficientes recursos como para convertirse,por sí mismo, en un grupo de presión sin nece-sidad de recurrir al apoyo político.

La interferencia de agentes económicos no agra-rios accede a través del sindicalismo «empresarial»en la dinámica sindical agraria. En efecto, la in-tegración organizativa de la C.N.A.G. en la gran«cúpula» del empresariado español —la C.E.O.E.—es la expresión de esa interferencia, por cuantoes una integración en la que la organización agra-ria juega un papel de subordinación con el únicoobjetivo de buscar el poder negociador de laC.E.O.E. a la hora de intentar ejercer influenciaen los diversos centros de decisión del sistema po-lítico y económico.

Puede afirmarse con carácter general, la escasaconsolidación del sindicalismo agrario en España,cuyo fuerte protagonismo en algunas institucionesrelacionadas con la política agraria —como sonlas negociaciones anuales de precios agrarios— noes, en absoluto, fiel reflejo de su real implanta-ción en el tejido social. La sociedad rural españo-la está en una situación de desarticulación socialcomo consecuencia de la desaparición del sindica-lismo vertical, que existía y había actuado antesde instaurarse la democracia en España como unaespecie de «corsé», y la dificultad de la creaciónde nuevas organizaciones que articulen los intere-ses de sus diversos grupos.

Ese es el gran reto que tienen planteados nosólo dichos grupos sociales sino la propia clasepolítica ante las inevitables reformas que han derealizarse en la agricultura española con vista a lafutura integración en la C.E.E.; reformas que sise aspira a que sean eficaces, duraderas y acepta-das por la mayoría de la sociedad rural habránde ser abordadas mediante la negociación con losgrupos sociales afectados a través de sus organi-zaciones de intereses, corresponsabilizándose jun-to con la Administración pública de la ejecuciónde dichas medidas. Eduardo Moyano Estrada