El Sombrero

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El Sombrero El Sombrero ...bueno para la cabeza Volumen Iiii, Número 1 Abril 2013

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NIONIOIBOBI

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El SombreroEl Sombrero...bueno para la cabeza

Volumen Iiii, Número 1 Abril 2013

El Sombrero

Transformación HumanaEscuela Gestalt Claudio Naranjo

Índice Antídotos para encontrar tranquilidad frente a la muerte

El Sombrero

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Jorge Llano

...Videos que transforman

El Sombrero...bueno para la cabezaTransformación HumanaEscuela Gestalt Claudio Naranjo

Juan Sebastian Restrepo

La puerta de la a

ceptación

buscando ser amado?

¿Se olvida de sí mismo

Morir no es una tragedia. Sólo sucede. ¿Cómo comportarse frente a la muerte? Consejos para encontrar la paz cuando alguien agoniza. Durante mi ejercicio profesional he conocido toda clase de gente. He estado con personas sanadoras y con personas sabias; he tenido la gracia de tener excelentes maestros. Sin embargo, lo trascendente, lo realmente importante, lo aprendí en casa cuando pequeño, al lado de mis padres. Aprendí de ellos el amor por la gente doliente, el amor a los enfermos, y la solidaridad por los que estaban en situaciones menos afortunadas.

También aprendí a honrar la vida, a vivirla sin guardarme nada. De adulto, mis padres me dieron otra gran enseñanza. Me regalaron su muerte. Durante ese trance, también me prepararon para la vida.

La primera persona que, de profesional, acompañé a morir, fue mi maestro de Gestalt, Guillermo Borja. Sin darme cuenta di comienzo de manera pragmática a la carrera de acompañar personas a morir, y a sus familias a soltar con ternura, dentro de lo que llamamos la bioética, que no es más que respetar los procesos, los tiempos y el equilibrio.

Acompañé desinteresadamente a padres de amigos, luego a desconocidos. Y tengo tantas dulces miradas de adiós en mis ojos…

Aprender a morir

Morir no es una tragedia, no es algo bueno o malo. Solo sucede. Es parte de la vida. Negarla es una tontería. En cambio, es posible cosechar una muerte tranquila, tanto para uno como para los que quedan. Parte del bien morir se aprende acompañando a otros a morir en paz, dedicándonos con amor a asistir a los moribundos para que partan con serenidad.

Antídotos para encontrar tranquilidad frente a la muerte

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Por Jorge Llano

La verdadera inmortalidad es el desapego. Acompañar a alguien a morir es acompañarlo a soltar. Soltar no es algo que se aprende unas horas antes de partir. Soltar es una práctica, una filosofía de vida. Es estar en continua conciencia de la finitud de las cosas, de las relaciones, de las personas y de la vida misma. Por eso es muy importante transmitir a nuestros

hijos desde muy pequeños los valores esenciales de la vida. Lo que no pesa

como equipaje en la muerte, y es irrenunciable, es lo único que nos pertenece: amor, compasión y humildad.

Cuando alguien está muriendo, se confronta primero con lo que ha sido su vida, con lo lejos que se fue de sí mismo; luego, regresa por los laberintos del ego hasta llegar a lo sagrado de su ser. El tamiz de la muerte lo cierne todo. El secreto es ser consciente de ello, y vivirlo (o, literalmente, morirlo). En estas circunstancias, lo mejor es pedirle al médico que no camufle el proceso con tanta droga.

Cuando se acerca el momento, por lo general brotan los vínculos familiares aprensivos, y entre la persona moribunda y el sistema familiar se levanta un muro complejo de cruzar. Algunos de los familiares implicados permanecen bloqueados, en etapas del duelo anticipado, ya sea en la negación o en el milagro; otros tal vez pasen por la rabia (enojados con la enfermedad, con los médicos, con la vida misma o con Dios), y otros más estén en el dolor. Es muy importante ir caminando de la mano de la

persona que muere y de toda la familia hasta llegar al amor, al amor incondicional.

El tiempo del moribundo es sagrado y a cambio de ser usado para la angustia y la fatiga del sufrimiento, y los protagonismos personales, puede ser utilizado para construir un espacio de paz, de reconciliación y de armonía. Todo esto deja una huella en el sistema por siempre: los niños sabrán que las personas mueren, pero no se pierden; vivos o muertos, sus padres siempre serán sus padres; vivos o muertos, los hijos siempre serán los hijos. Al fin y al cabo, la pertenencia a los que amamos va más allá de la muerte.

Instrucciones para asistir al que muere

• Aprende a escuchar. Trata de percibir todas las señales y escucha incondicionalmente y sin juicio las etapas que tu familiar reviva. Muchas veces surgen secretos, situaciones inesperadas que desestabilizan el proceso. Es importantísimo estar preparado para todo. Hay que dejar expresar lo no expresado, sin egoísmo, seguir en el amor incondicional, amor puro pase lo que pase, diga lo que diga.

• Acompáñalo. Siéntate a su lado, con la mente quieta, sin ruido, lejos de los temores de los demás. Míralo a los ojos con profundo amor y cógele la mano, acarícialo, expresa con tu gesto que le respetas, que estarás ahí lo necesario.

• Respeta sus silencios. Los carraspeos de garganta, los despertares repentinos, son a

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veces temas que están procesándose. No comentes nada, la persona necesita ordenar sus miedos y aligerar el equipaje para la partida. Honra su silencio y si necesitas llorar, hazlo, siempre mirando a los ojos al moribundo, no como un niño, sino como un adulto que ve partir un héroe.

• Respeta sus decisiones. Lo que decida es sagrado. En los procesos de acompañar a alguien a partir, este es uno de los puntos con los que más trabajamos los parteros del alma: el poner todo el sistema familiar receptivo a las decisiones de último momento que sacuden el sistema. Muchas veces la persona no se atreve a expresar sus decisiones para no crear peleas o dinámicas en el sistema. Es importante que los familiares le inviten a expresar sus decisiones y las respeten.

• Dale permiso. Déjalo ir, no detengas más la partida. Ellos esperan hasta que la última persona cercana esté lista para dejarlos ir. Por favor, concédele el visado, acércate a su cama y dile que ya cumplió, que está bien para ti, que tú te quedas y también después morirás, y que mientras eso pasa, prometes que harás de lo que te quede, una vida buena y muchos de tus logros se los dedicarás. En ocasiones es bueno arrodillar a toda la familia frente a la cama del moribundo y hacer una postración, una honra, una venia sentida, es hermoso ver a los grandes y pequeños juntos y en paz, inclinados frente a la majestuosidad del proceso de morir en el alma.

Jorge Llano | Cromos.com.co Martes 2 de agosto de 2011

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Proceso de Sanación Parental

9 al 12 de Abril de 2013Tallerista: Jorge LLano

Sanar las raíces,abrir el corazón,¡vivir!

El valor incluye hospedaje, alimentación, materiales.Lugar: Guasca Cundinamarca.

Mayores informes:

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Transformación HumanaEscuela Gestalt Claudio Naranjo

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Videos que transforman...

El Sombrero...bueno para la cabeza

Esto empieza en un viaje…

“Nos interesa que cada uno pueda entregarse en el camino de ser lo que es”“El cielo se junta con la tierra en el corazón”

Este video es una mirada intima de la escuela, de su visión sobre la terapia, lo que hacemos y como lo vivimos…

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El Sombrero...Videos que transforman

ThumanaVideos

El contagio de LA CONSCIENCIA también nos interesa como Escuela. Y experimentando en las redes sociales y usando algunos elementos de la tecnología nos hemos lanzado a desarrollar una serie de producto audiovisuales para contar, cuestionar, discutir, y sacar del anonimato algunos temas de los que se habla en voz baja, y ponerlos a “ andar por ahí” de Facebook a Facebook, de Ipad a Iphone, de PC a portátil, en fin, para ponerlos justo a un clic de sus manos.

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Joan Garriga habla sobre ¿LA PAREJA SE BUSCA O SE ESPERA?

Juan sebastian restrepoHabla sobre la Libertad

23�al�26�de�mayo�de�2013

www.congresogestalt.com

Juan Sebastian Restrepo

La puerta de la aceptaci

ón

Negamos la parte difícil de la vida, la muerte, la enfermedad, la transitoriedad, el desamor, la vejez, la pobreza, la diferencia, el conflicto, la fealdad, la estupidez y la frivolidad, entre otras cosas. Todo lo que no es compatible con nuestra estrecha imagen de la vida. Pero ignoramos que nuestro sufrimiento proviene más de la negación de las cosas, que de los dolores que nos da la vida. El verdadero poder para transformarnos y vivir plenamente viene, por el contrario, de nuestra capacidad de aceptación. Cuando llega la aceptación mueren los “por qué” y la vida sigue: Ana María es una mujer físicamente desagradable. La gente la rechaza y es insegura por eso. Ha ido donde varios terapeutas que le dicen que no es fea y que lo importante es la belleza interior. Solo cuando una voz honesta le aclara lo que nadie se atreve, es decir, que realmente es desagradable, empieza a confiar en las personas y tiene una base realista para trabajar. A Fabian lo abandona su esposa para irse con otro hombre. Se hace muchas preguntas. ¿Por qué lo hiso? ¿Fue suficientemente bueno con ella? ¿Es su culpa? ¿Es culpa de ella? ¿Cómo

conoció al otro hombre? ¿En qué momento comenzó a desencantarse? Bla,bla,bla. Después de un tiempo acepta que la gente deja de amar, que no es el único hombre en el mundo, que su relación se acabó, que está solo y que su vida sigue. Se acaban los “por qué”. Teresa le tiende la cama todos los días a su hijo muerto hace 5 años y vuelve a mutismo de siempre. Su tristeza no ha podido desatarse en un llanto sanador, porque no acepta que se fue de este mundo para siempre. La aceptación es una puerta a un nuevo estado de consciencia: cuando aceptamos un aspecto rechazado de nuestra realidad, cambiamos nuestra perspectiva de las cosas. Se acaban las preguntas y llegan las respuestas. Todos encontramos umbrales en nuestras vidas. Negar equivale a quedarnos parados. Aceptar es cruzar. La teoría paradójica del cambio: Contrariamente a lo que nos dice el sentido común, mientras más tratamos de cambiar una situación resistiéndola y negándola, esta se mantiene. Por el contrario, cuando nos entregamos plenamente a una situación dada, aceptándola, esta se transforma.

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Lo que rechazamos y resistimos persiste. Quien se resiste a un insomnio produce el insomnio, quien se resiste a la eyaculación precoz produce la eyaculación precoz, quien resiste su propia ansiedad produce situaciones de pánico, quien rechaza la tristeza termina en la depresión. Entendamos que una gran parte de nuestros problemas son nuestra resistencia a las cosas. Ahí donde estés, ahí estás: Recuerdo que en un oscuro momento de mi vida encontré en un libro estas extrañas palabras del sabio Luis Enrique Mejía: “Ahí donde estés, ahí estás”. Recuerdo que me devolvieron el alma. Comprendí que mi tránsito oscuro seguía siendo vida y aprendizaje. El momento ameritaba, aunque fuera doloroso, de mi presencia en lugar de mi resistencia, de mi atención en lugar de mi distracción y de mi amistad en lugar de mi dependencia. De ahí en adelante desarrolle la confianza que brinda la capacidad de entregarse a las situaciones sin resistirse. No estoy allá, estoy aquí, no estoy entonces, estoy ahora. Lo claro es que estoy. La aceptación nos pone en la actitud que transforma: Aceptar nos hace pequeños y livianos. Nos libera. No resuelve nuestra vida, pero nos pone en la actitud de vivirla. Y es que la vida o se explica o se vive. Quien la explica la ajusta a sus propios modelos, quien la vive se relaciona desde la apertura. El ego se sirve de la negación y las razones; el ser es el

movimiento de las vida que siempre se renueva. La aceptación es la llave para hacernos uno con ese movimiento. Cuando aceptamos las cosas tal y como son, cuando soltamos los ideales y los fantasmas de la negación, nos encontramos a nosotros mismos con nuestras decisiones. No importa qué vida nos toca, lo que importa es lo que hacemos con ella. Aceptar profundamente nos lleva a darnos cuenta de que no existe otro momento. Le decimos sí a la vida, nos relacionamos plenamente y entregamos todo lo que tenemos aquí y ahora. Compasión y coraje: La aceptación es una forma amistosa, abierta e inteligente de relacionarnos con las cosas: es un acto de compasión. También es un acto de coraje, porque para acoger el dolor, la enfermedad y la muerte, se necesita coraje; así como para reconocer la imperfección, la humanidad, la libertad del otro, amar a pesar de la diferencia y crecer en el conflicto. Yo creo que la negación interior es la base de la guerra. La violencia del mundo la sostenemos todos y empieza por nuestro miedo y por la negación de nosotros mismos, nuestras sombras, nuestros demonios y nuestros dolores. Propongo revisar esta estrategia colectiva fallida. ¿Por qué no rendirnos y aprender del espacio vacío que todo lo acoge? ¿Por que no acoger en nuestro interior a nuestros fantasmas, nuestra sombra, nuestro miedo, nuestro dolor y nuestros enemigos; acogerlos como si fueran viejos amigos que encontramos después de una larga jornada?

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cuando llega la aceptaciÓn

mueren los “por quÉ”

No elimine, acérquese, preséntese, percátese y transforme. Verá que las cosas oscuras y ásperas, como los amigos, reaccionan distinto ante los abrazos de acogida.

La mirada ecuánime: La base de la aceptación es el cultivo de una mirada que describa las cosas más allá del juicio, el miedo y la esperanza; es decir, una mirada ecuánime.

Lo invito a revisar su vida aquí y ahora y desde esta mirada responder: ¿es plena su sexualidad, cuáles son sus monstruos, cuales son sus dolores, si muriera en este momento estaría realizado, le ha sido leal a su alma, cuáles son sus mentiras, miedos, debilidades? Pero esta vez no deje que las respuestas le cierren el pecho y el vientre. No se deje desviar hacia los ideales ni a los

recuerdos. Recíbalas, obsérvelas y acójalas con el espacio de un cielo abierto y la calidez con que abrasaría a un amigo entrañable que no ve hace tiempo. Encontrará con asombro que de hecho hay un amigo entrañable al que no le había abierto la puerta. Puede ser el principio de una larga amistad.

Juan Sebastián Restrepo

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Último vier

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cada mes de 8 p.m.

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buscando ser amado?

¿Se olvida de sí mismo

Olvidarse de la propia suerte y del bienestar, escudados en el enamoramiento, resulta ser el pan de cada día de muchos que abandonan su vida para subirse en la de otro, en un tren ajeno, mientras se deja el propio andando en piloto automático sin ninguna atención, pues en ocasiones, creemos que entregarlo todo es una garantía de que seremos amados.

Algunos dejan de hacer lo que les apasiona, otros abandonan a sus familias o hacen a un lado a sus amigos, e incluso, es habitual ver a quien llega a cambiar de estilo y de personalidad con tal de encajar en la vida de alguien, pues cree que lo mantendrá a su lado si “se lanza en plancha”, casi de manera servil, en una relación de pareja que pone al otro en un lugar de privilegio, mientras olvida sus propias necesidades.

Y no es que sea incrédulo frente al hecho de cuidar al otro, o a ceder en el marco de una relación de pareja, al contrario, creo que en medio de esa experiencia se viven cambios, e incluso, se sale de zonas de confort que se creían invariables porque en el amor se crece, y se muta. En lo que ya no creo es en ser complaciente a costa del propio bienestar, y de la propia libertad.

¿Complaciente yo?

Y es que en el rol de “complaciente” se empiezan a construir estrategias para satisfacer al otro e identificar lo que necesita: desde lo que le gusta comer, hasta sus necesidades afectivas, todo con el fin de crear una lista de requerimientos que posteriormente serán atendidos con absoluta maestría, con la esperanza de hacerse indispensable, de ser querido a partir de la estrategia de ser necesitado. Y más que una relación de pareja, se da origen a una transacción de favores que tiene como premisa: “yo te doy todo lo que creo que necesitas, y como pago tú me quieres”.

Mientras tanto, el otro –quien recibe tantas atenciones- puede considerar que ha encontrado “el amor de su vida” y engancharse en esa dinámica, en medio de la imposibilidad de ver que quien lo complace a toda costa se está esforzando demasiado, y se está alejando cada vez más de la idea sana del amor, ese que surge de manera “silvestre” y tranquila.

En otros casos, quien recibe esta cantidad exagerada de mimos puede sentirse asfixiado por tanta atención y salir despedido. O tomar otro camino, identificar la exageración y el exceso del

Por Vladimir Charry

que complace sin medida, y quedarse allí pegado, pero con un precio muy alto para quien se esfuerza por complacer: el hecho de empezar a ser visto exclusivamente como alguien que da respuesta a los más mínimos caprichos, y no como un “compañero de viaje” o una pareja.

No al juicio, sí a la conciencia

Claramente la idea no es señalar a quien lo hace, o a quienes lo hemos hecho alguna vez, pues hay razones que explican esa manera de relacionarse en pareja, y entre ellas claramente está el carácter que se formó temprano en la infancia y que respondió a dinámicas familiares que nos llevaron a buscar la aceptación y el amor de esa forma: olvidándonos de nosotros mismos, para complacer a los demás a cualquier costo.

Lo que sí resulta importante es evidenciar que creímos que esa estrategia sería útil para siempre, y evidenciar esa realidad: que seguimos usando la misma “fórmula” para procurar ser vistos y amados, y que la empleamos cada vez que nos topamos con alguien que nos atrae, con consecuencias que muchos conocemos.

El precio es demasiado alto, pues quien complace a su pareja a costa de la propia tranquilidad asume un rol que exige mucha energía y desgaste, producto de estar pensando a cada segundo que necesita el otro para satisfacerlo y a través de ello creer que llegará a ser amado; olvidando que sólo el amor que crece lejos del desgaste propio de una transacción de favores, el amor fundamentado en la naturalidad del

compartir, es ese el que tiene mayor posibilidad de fluir porque no es una estrategia, es un encuentro, es una posibilidad de crecimiento más gozosa.

Se trata entonces de revisar cuál es la verdadera motivación cuando entregamos en el marco de una relación de pareja: ¿es una entrega auténtica o es mera estrategia?

Así que si su tendencia es repetir sin parar: “sí, mi amor”, “lo que digas, mi amor”, “como digas, mi amor”, “por donde digas, mi amor”, aunque realmente no quiera, es posible que estar más presente le permite observarse y ser testigo de sus propios “ires y venires” en las relaciones de pareja; esto puede suponer el surgimiento de la conciencia frente a esos comportamientos tan cotidianos que podrían constituir actos de auto anulación. Y, a su vez, esa conciencia derivará en la capacidad de decidir si quiere intentar otras maneras de ser y de estar en pareja, amando a otro, sin olvidarse de su propio bienestar.

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Vladimir Charry.

Teatro TerapeuticoMartes 6 p.m

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