EL SUPERYÓ, UN OBSTÁCULO EN LA...

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    EL SUPERY, UN OBSTCULO EN LA CURA1.

    La incidencia del supery en el tratamiento analtico, al decir de un Freud ya muy curtido

    por los sinsabores de su experiencia, representa el mayor obstculo al logro de los objetivos

    teraputicos. Leemos en Inhibicin Sntoma y Angustia que la culpa y la necesidad de

    castigo, dos de las principales consecuencias de la demanda superyoica, desafan todo

    movimiento hacia el xito y por lo tanto toda curacin por medio del anlisis. Freud

    advirti que el analizante, sin saberlo, opone una fuerte resistencia para quedar liberado del

    padecimiento y se esfuerza por permanecer castigado en la celda de la neurosis como si

    necesitara seguir pagando indefinidamente sus culpas. Hay en esto, entendi Freud, una

    razn de estructura, un obstculo interno en la relacin del sujeto con el cumplimiento de

    sus deseos. En una reflexin sobre este fenmeno Freud escribi a su amigo Romain

    Rolland lo siguiente: Parecera que lo esencial del xito consistiera en llegar ms lejos

    que el propio padre y que tratar de superar al padre fuese an algo prohibido2. El padre

    en cuestin, es el supery.

    El supery, heredero del padre

    En el modelo freudiano el supery es el heredero del padre edpico, aquel que tuvo a su

    cargo erigir una barrera a la satisfaccin de las tempranas pulsiones incestuosas del nio.

    Pero el supery no es el padre, es una instancia del sujeto.

    La estructura de la neurosis se sostiene como tal en la medida que el sujeto se somete a los

    deseos del Otro como mandamientos externos, imponindose renuncias y sacrificios. Esto

    vale particularmente para la neurosis que se desarrolla en el anlisis, en tanto el analista

    viene en relevo de la funcin del Otro. En este sentido, toda neurosis es neurosis de

    transferencia pues la transferencia es constitutiva de su estructura. En un sentido estricto, no

    hay anlisis que no contemple en su horizonte, y por lo tanto en todo su desarrollo, la

    resolucin de la neurosis de transferencia como meta de su eficacia.

    El mito de Totem y Tab, donde Freud aborda la gnesis del supery, propone que los hijos

    se someten retrospectivamente a las privaciones que antes impona el padre -ya muerto- con

    la ilusin de conservarlo vivo. Con qu objeto o beneficio? Porque el tirano cumpla a su

    vez la funcin de preservar a sus hijos del desamparo. En el texto de Freud este trmino

    es Hilflosigkeit, al que considera como el modelo original del trauma. En su doctrina, el

    desamparo es el paradigma de aquello temido que se encuentra detrs de toda manifestacin

    de la angustia de castracin.

    La articulacin mayor que el mito freudiano pone de relieve con relacin a la funcin del

    supery es que la frmula universal Padre, hgase tu voluntad tiene como contracara: as

    nosotros estaremos protegidos de la castracin. En otros trminos, el supery constituye un

    poderoso refugio narcisista del yo. Por hacer peligrar la estructura narcisista, las pulsiones

    son reprimidas y perduran en el inconciente despertando angustia cada vez que se

    aproximan al objeto de satisfaccin.

    1 Versin ampliada de mi intervencin en la mesa redonda El supery, un obstculo en la cura, realizada

    en la Escuela Freudiana de Buenos Aires el 14 de diciembre de 2000. Publicada en Imago Agenda. 2 Sigmund Freud. Carta a Romain Rolland: Una perturbacin del recuerdo en la Acrpolis (1936). En: Obras

    Completas de sigmund Freud. Barcelona: Amorrortu. 1979. Tomo XXII. pg. 209-221

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    Los dos polos del conflicto quedan repartidos, por un lado, entre las exigencias del ser del

    sujeto que asignamos con Lacan al campo del goce flico ( J() ) y, por el otro, la

    pulsacin de lo reprimido inconciente por realizar un goce necesariamente traumtico, ya

    que se alcanza ms all del amparo paterno. El goce prohibido no conviene al narcisismo

    porque deja al ser sin la garanta del supery.

    El supery ordena gozar.

    Lacan solo utiliz el trmino supery durante la primera poca de su enseanza,

    aproximadamente hasta fines de la dcada del 60. Luego, casi no volvi a mencionarlo.

    Gran parte del papel que Freud asign al supery fue retomado por Lacan a ttulo del gran

    Otro y dio su paso ms importante en este sentido, cuando dilucid la estructura del

    fantasma.

    Despus de un largo impasse, Lacan volvi a referirse al supery en la primera clase del

    Seminario An: Nada obliga a nadie a gozar, salvo el supery. El supery es el imperativo

    de goce: Goza!.

    El supery, presentado inicialmente como una barrera al goce ahora es el encargado de

    ordenar el goce. Se trata de un viraje en la comprensin del tema? De ninguna manera,

    solo que para dilucidar la aparente contradiccin resulta necesario tener presente la

    dialctica de los distintos campos del goce que antes mencionamos.

    Para aclarar este punto nos referimos inicialmente a lo que Freud denomin masoquismo

    moral, designando de ese modo al goce que obtiene el yo por ser tomado como objeto de

    las crueldades del supery.

    En el verdadero masoquismo, el masoquismo perverso, el primer elemento que se destaca es

    que quien organiza las reglas a seguir es la supuesta vctima y el juego est armado en

    beneficio de su propio goce. Quin desempea el papel de amo es una pieza del montaje del

    sujeto masoquista. Lo instala en esa posicin porque quiere creer que es el Otro el que goza.

    Cree que el Otro goza en la medida de que el sujeto, hecho objeto para ser gozado, lo

    completa reintegrndole el goce que le falta. Al entregarse a sus manipulaciones, el

    masoquista debe asemejarse lo ms posible a un residuo, una cosa, ser el mismo el

    representante de la cosa de goce perdida (objeto a). El masoquista trabaja para darle

    consistencia al goce del Otro (J(A)) y obedeciendo sus rdenes el ser del sujeto obtiene un

    goce profundamente comprometido en la renegacin de la castracin. La vctima,

    hacindose tratar como instrumento por el supuesto victimario, es finalmente quin

    demanda al Otro que le ordene gozar.

    Con mucha precisin Lacan explic que a nivel del supery el objeto tapn, el objeto

    empleado para obturar la castracin del Otro, es la voz. La voz de la conciencia moral, la

    voz del supery es ante todo una cadena significante degradada al estatuto de una voz

    imperativa. Cada del discurso del Otro, la voz se instituye como objeto perdido. Una vez

    restituida al Otro, para restaurar su completud vocifera el goce. En la medida que lo

    ordenado es el Goce del Otro ( J(A)), lo que queda censurado es el O/tro goce ( J(A/)). Goce

    ante el cual retrocede el neurtico en sus actos, lo que incrementa la necesidad del sujeto

    por satisfacerlo va pulsional y sintomtica.

    La dominancia del goce flico va de la mano con la renuncia al O/tro goce. Esta correlacin

    tambin funciona al revs: de avanzar en la realizacin subjetiva del Otro goce, se

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    promueve un estrechamiento del campo del goce flico. El anlisis progresa en esta ltima

    va.

    Desde hace unos aos circula en nuestro medio una especie de principio clnico mayor: el

    analista debe acotar el goce. Esto tiene consecuencias paradojales pues al imponer barreras

    al goce -en el mejor de los casos al goce masoquista que es fundamento del goce

    fantasmtico- el analista no puede evitar adoptar la posicin del que juzga, censura y ordena

    o pone orden en el goce. De esta forma termina alimentando el desarrollo de un fantasma

    masoquista en la transferencia. Es habitual escuchar de dciles analizantes el comentario:

    hoy mi analista me dio con un cao. Consideran que todo anda bien porque el analista,

    que sabe lo que es bueno para l, lo tiene cortito. De la castracin en el analista, mejor ni

    hablemos.

    El temor a la prdida del supery.

    ...la situacin a la que l yo reacciona (con angustia) es a la de ser abandonado por el

    supery protector por los poderes del destino- con lo que terminara la seguridad contra

    todos los peligros que lo rodean.3.

    De todas las formas tpicas de la angustia descriptas por Freud, la que finalmente alcanz

    mayor relevancia en su obra es el temor a la perdida del supery. La verdad de la angustia

    no se pone en evidencia ante el temor al castigo del supery, sino, ms all, ante la

    posibilidad de quedarse sin el dspota. La presentificacin de un vaco en el lugar del Otro

    revela el trmino ltimo de la angustia de castracin (A/). La angustia ante la prdida del

    supery, descripta por Freud, es traducida por Lacan como angustia ante la castracin en

    el Otro. Constituye la roca viva de todo anlisis. Es hacia esta encrucijada final que

    conduce el anlisis y es tambin el escollo ante el cual se detienen la mayora de ellos.

    El anlisis puede eliminar el supery?

    Freud sostuvo que lo nico que puede obtener la cura analtica es atemperar la severidad y

    crueldad de los mandatos superyoicos, lo cual permite ampliar la capacidad de goce del

    sujeto, pero no concibi que el analizante pudiera llegar a prescindir del imaginario

    todopoderoso.

    Lacan, en cambio, apost ms fuerte. Afirm que el anlisis, de tener xito, conduce al

    vaciamiento del lugar del Sujeto Supuesto Saber, lo cual significa erradicar la funcin

    fantasmtica del Otro, que estoy llamando supery. Este paso final, que implica la

    resolucin de la transferencia, constituye la efectuacin de un anlisis. La frmula freudiana

    de ir ms all del padre es equivalente a la muerte del padre fantasmtico, lo cual en el

    seno del anlisis se produce como la destitucin subjetiva del analista. Este es el gran costo

    narcisista que conlleva el anlisis, cuando llega a su fin.

    Si la prdida de consistencia fantasmtica del Otro alcanzada al final del recorrido analtico

    es un modo de nombrar la liquidacin de la instancia moral, significa que todo le est

    permitido al sujeto, incluyendo incesto y parricidio? Nada de eso. El anlisis ensea que

    3 Sigmund Freud. Inhibicin, sntoma y angustia (1926). En: Obras Completas de sigmund Freud. Barcelona:

    Amorrortu. 1979. Tomo XX. pg. 71-164.

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    cuando alguien atraviesa esa barrera se despoja solamente de los impedimentos imaginarios

    que lo desvan o frenan en el camino de su deseo, aquel cuya causa es la verdad reprimida a

    expensas del deseo del Otro. Pero al mismo tiempo se queda sin la ilusin de garantas ante

    la realizacin de su acto. La conquista de esta posicin es lo que Lacan denomin asuncin

    subjetiva de la castracin... ms all de la roca viva donde Freud daba por terminada,

    aunque inconclusa, la partida del anlisis.

    El manejo de la transferencia y la interpretacin del inconciente.

    De estas consideraciones tericas se deducen algunas consecuencias tcnicas de

    importancia en la direccin de la cura.

    El primer paso en todo anlisis consiste en propiciar el establecimiento de ese engao que

    es la transferencia. A partir del momento en que el analista es tomado como lugarteniente

    del Sujeto Supuesto Saber, el analizante le demanda que sostenga esa funcin de garanta,

    que sea amo y maestro. Entonces, progresivamente, el analista debe ir negndose a

    responder desde ah, no dando satisfaccin a la demanda.

    Cmo? En mi prctica evito emitir juicios de valor sobre los actos del sujeto, esquivo

    responder con aseveraciones sabias y oraculares, evado hacer intervenciones demasiado

    comprensivas, soslayo las atribuciones de detentar certezas, ahorro imponer directivas.

    No exijo al analizante ni que renuncie al goce masoquista ni que acte segn su deseo.

    Callo, en la medida de lo posible, mi voz de mando, mis palabras sabias. En el lmite,

    intento que a la demanda transferencial mi respuesta sea el silencio. Este silencio al que me

    refiero no es un silencio absoluto, puede venir acompaado ocasionalmente de mucha

    charla banal de mi parte. Ese silencio se especifica solamente como no-respuesta a la

    demanda transferencial de saber.

    Este es mi modo de traducir la indicacin lacaniana que el analista debe hacer "semblant de

    a.

    El objetivo inmediato de este manejo de la relacin transferencial es que el analizante, no

    esperando tanto mi confirmacin o descalificacin, vaya arriesgando cada vez ms su

    palabra. El objetivo a largo plazo es hacerle presente ese agujero en el campo del Otro que,

    si todo anda bien, al final dejar de negar.

    Si con mis intervenciones alimento la consistencia del Sujeto Supuesto Saber, favorezco

    que el analizante se instale en una posicin narcisista de dependencia. No es difcil

    encontrar pacientes que ante cualquier decisin se excusan diciendo primero tengo que

    consultar a mi analista.

    La instrumentacin de este registro de la relacin analtica requiere de una buena dosis de

    sutileza. La posicin del analista como "semblant de a propone que el analista se abstenga

    de responder desde el lugar de maitre. Pero este es un principio general de su accionar y

    no una regla rgida aplicable en todo momento y circunstancia.

    Si el analista no dosifica en el tiempo esta posicin y ofrece brutalmente la ausencia de

    respuesta puede sucederle lo que pas con Guille y su pap. Cierto da, subido en brazos de

    su padre, Guille le pidi a ste que le alcance la luna. Incmodo ante esta demanda, el padre

    le explic que estaba demasiado lejos y le resultaba imposible complacerlo. Ante lo cual,

    sin mediar explicaciones de su parte, Guille respondi: Zeod, puede bajadme. No

    podemos dejar de suponer que, despus del incidente, Guille sigui manteniendo la ilusin

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    de que algn otro Seor, un poco ms poderoso que el pap, podra satisfacer su demanda.

    Es importante evitar una decepcin precipitada.

    El alcance de la posicin del analista como "semblant de a tiene sus propios lmites. No

    resuelve la sujecin del analizante al Sujeto Supuesto Saber sino que, por decirlo as, abona

    el terreno donde deber crecer la verdad, una verdad incurable, que desaloje de raz a ese

    SSS.

    Ms all de la demanda transferencial de saber, el inconciente interviene cifrando su

    verdad en el seno de la transferencia. Este proceso se inicia cuando un rasgo, un detalle

    cualquiera de la persona del analista, se convierte en transportador de los significantes del

    inconciente del sujeto. Estos fenmenos fueron descubiertos por Freud desde el inicio de su

    prctica y los denomin transferencias. Lacan no se qued con esta denominacin:

    reserv el trmino transferencia al fenmeno imaginario articulado al Sujeto Supuesto

    Saber, en tanto que lo designado por Freud transferencias fue tratado por Lacan como

    fenmenos de repeticin en el campo de la transferencia. Estos fenmenos, aunque

    muchas veces adquieren la forma de transgredir el encuadre, no constituyen resistencia

    alguna al anlisis sino que representan su fuerza impulsora. El llamado por Lacan anlisis

    de la transferencia no est centrado en husmear los mecanismos imaginarios del vnculo

    interpersonal, sino en la interpretacin de los actos sintomticos articulados en la

    transferencia. La respuesta interpretativa del analista apunta a redoblar ese mensaje cifrado

    mediodiciendo la verdad con un equvoco.

    En otros trminos, cuando con mi decir pretendo alcanzar algo de la verdad del sujeto, no es

    a la manera del erudito sino afirmndome en la equivocacin. Hago mi

    interprequivocacin, que tiene ms de poesa que de sabidura. El equvoco significante,

    explic Lacan, es el nico medio que disponemos en un anlisis para alcanzar lo real por

    medio de lo simblico.

    En cierta forma la interpretacin es un autogolpe al Sujeto Supuesto Saber. Si por el

    contrario aporto saber al sntoma, no puedo evitar el efecto de ensanchamiento de la

    transferencia.

    En relacin a otros modos de intervencin del analista que no responden a la lgica de la

    interpretacin, es preciso ser cauto. Desde siempre han formado parte del bagaje de recursos

    que desempean su papel en la cura: intervenciones que inicialmente ayudan a consolidar el

    lazo transferencial como tambin a evitar la ruptura del contrato, sealamientos,

    esclarecimientos, etc. La inventiva del analista debe ser mayor cuantas ms deficiencias

    presente el anudamiento de la estructura del paciente. Pero deberamos considerar con

    atencin el hecho de que en distintos mbitos del movimiento lacaniano cada vez se

    privilegian ms ciertos modos de intervencin del analista ajenos a la interpretacin, o sea

    extraos a la estructura lgica del inconciente. A mi juicio para evaluar correctamente el

    alcance de dichas intervenciones en su conjunto, es preciso preguntarse s el resorte eficaz

    del acto analtico est articulado en ellas. No me refiero a la eficacia en general, o

    particularmente a la eficacia sugestiva -que nadie ignora poderosa-, sino a la eficacia que

    est en condiciones de alcanzar el psicoanlisis para el cual el xito teraputico es

    consecuencia de una permutacin de orden tico. Cul? Aquella que en virtud de la

    interpretacin del inconciente posibilita que la transferencia sea estructuralmente

    cuestionada. Este es el valor insustituible de la interpretacin analtica: afecta la

    consistencia del Sujeto Supuesto Saber y con ello la servidumbre al imperativo moral que

    rige la relacin del sujeto al deseo. Si Freud no hubiera renunciado al poder sugestivo

    emanado de la transferencia para curar a sus pacientes, el psicoanlisis no hubiera nacido.

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    Finalmente, Lacan, gran innovador del psicoanlisis, nunca propuso una herramienta mejor

    que superara a la interpretacin. En uno de sus ltimos seminarios dijo: No hay ms que la

    poesa, se los he dicho, que permita la interpretacin. Es por eso que yo no llego ms lejos,

    en mi tcnica, a lo que ella sostiene. 4

    Hay una implicacin profunda entre el acto analtico y sus consecuencias en la destitucin

    transferencial que despierta tal como lo sostuvo Lacan- las ms grandes resistencias en los

    psicoanalistas mismos.

    Cuando planteo en pblico estas cuestiones a psicoanalistas en formacin, advierto que les

    provoca cierto fastidio No podra ser de otra manera, puesto que un analista en formacin

    est tomado de la transferencia en su anlisis personal, de control, con sus maestros, con la

    institucin, etc. Es como ir a una iglesia a explicar a los feligreses que Dios no existe.

    Mientras el practicante no haya terminado su propio anlisis, el Sujeto Supuesto Saber,

    funcionando como instancia de garanta, desempea su papel, incluyendo particularmente

    todo lo relativo a los anlisis que conduce el practicante.

    Muchos analistas consideran que es preferible no mover el avispero en este asunto. No me

    parece la mejor poltica cuando lo que est en juego es la relacin del practicante del

    psicoanlisis con los principios de su prctica. De todas formas se presenta como una gran

    dificultad, tal vez ineliminable. La formacin terica del analista conlleva necesariamente

    cierta tensin entre lo que sostiene el discurso analtico y la transferencia que le hace de

    puente en la adquisicin de ese saber.

    Lacan dio cuenta en innumerables oportunidades de la compleja y conflictiva relacin que

    mantena con aquellos a quienes diriga su enseanza y no se priv tampoco de denunciar

    aquello que en las instituciones psicoanalticas contribuye a mantener el ocultamiento de

    este dilema: ... toda la ordenacin psicoanaltica est precisamente construida para

    enmascarar esa cuestin sobre la funcin a revisar del Sujeto Supuesto Saber5.

    En la cura analtica, por el contrario la transferencia -que no deja de constituir una

    resistencia- debe ser permanentemente interrogada y cuestionada como parte central de su

    mtodo. Aquello que, a los fines de su prctica, un futuro analista debe integrar de su

    anlisis personal, es lo que resulta de correr el velo que encierra la funcin del Sujeto

    Supuesto Saber. Al decir de Lacan, citando nuevamente el Seminario del Acto

    Psicoanaltico, Su ventaja (la del analista), la nica que tiene sobre el sujeto

    psicoanalizante, es saber por experiencia lo que pasa con el Sujeto Supuesto Saber6.

    Y lo que sucede es que el analista finalmente es desalojado de esa posicin de interpretante

    que le confiere estar en el lugar de garante de la verdad y deviene resto o residuo de la

    realizacin del anlisis.

    En el tramo final el analizante se desprende del analista ya convertido en ese objeto caduco

    (la voz y la mirada) al que queda reducido el Sujeto Supuesto Saber. Es un

    desprendimiento que experimenta como un largo, a veces muy prolongado duelo. Su

    prdida deja finalmente al descubierto el irremediable vaco en el lugar del Otro. Aunque el

    Sujeto Supuesto Saber no existi nunca, el neurtico experiment desde la temprana

    infancia su presencia intangible y constante. Una presencia mental, que le hizo sentirse

    mirado, amado, ordenado por alguien de quien espera reconocimiento y proteccin. Quedar 4 Jacques Lacan. Linsu que sait de lune Bevue saile a Mourre. Seminario XXIV (1976-1977) Indito

    Traduccin de Ricardo Rodrguez Ponte. Clase 9 (17-5-1977). 5 Jacques Lacan. El Acto psicoanaltico. Seminario XV (1967-1968). Indito. Traduccin Silvia Garca

    Espil. Clase 3 (29-11-1969). 6 Ibdem.

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    advertido de su inexistencia por medio del anlisis promueve un profundo sentimiento de

    soledad, que no es desolacin sino soledad conquistada. Quien arriba a esta posicin, ya no

    est fcilmente dispuesto a que algn lugarteniente ocupe su puesto. Una vez atravesada la

    barrera de la angustia, el duelo final no presenta los signos de la desesperacin sino de un

    dolor sereno y esperanzado desapego. Quedarse sin el fantasma del todopoderoso modifica

    no solamente la relacin del sujeto a su deseo, tambin altera la relacin con sus pares.

    Segn una expresin de Lacan, el sujeto se instala en un lugar de atopa social. El amor

    sublimado gana el terreno sobre la pasin narcisista.

    Estos son algunos de los rasgos que caracterizan al sujeto que pas por la experiencia de

    quedarse sin el Supery.

    Norberto Rabinovich