El telar mundial o la evolución de los conceptos de ...

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1 UNIVERSIDAD DE LOS ANDES Facultad de Ciencias Sociales Departamento de Historia El telar mundial o la evolución de los conceptos de economía-mundo y sistema mundial. Un esquema de interpretación conceptual. Por Daniel Emilio Rojas Castro Hugo Fazio V. Director Diana Bonnett Decsi Arevalo Lectores Bogotá, Junio de 2005.

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UNIVERSIDAD DE LOS ANDES Facultad de Ciencias Sociales

Departamento de Historia

El telar mundial o la evolución de los conceptos de economía-mundo y sistema mundial.

Un esquema de interpretación conceptual.

Por Daniel Emilio Rojas Castro

Hugo Fazio V. Director

Diana Bonnett Decsi Arevalo

Lectores

Bogotá, Junio de 2005.

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Indice Introducción …………………………………………………………………………… 5 Marco conceptual ……………………………………………………………………… 11 Primera parte. El telar mundial. 1. Capítulo primero. Pensando el capitalismo mediante la larga duración ………………………………….15 1.1 Repaso teórico de las aproximaciones basadas en el estudio de grandes procesos o en la larga duración del sistema capitalista. 1.1.1. Marx, el tiempo y las condiciones de la producción capitalista. 1.1.2. Dobb vs Brenner: jerarquías sociales, clases y acumulación de excedentes. 1.1.3. El capitalismo y la lógica de acumulación: un juego instalado en el tiempo lento de la historia. 1.2. La larga duración en el sistema capitalista: otro dialogo interminable con Braudel. 1.2.2. Capitalismo, economía de mercado y vida material: el esquema braudeliano. 1.2.3. Un juego de temporalidades diversas: duración social y larga duración. 1.2.4. Las reglas tendenciales de las economías-mundo en Le temps du monde 1.3. Los siglos XIX y XX 1.3.1. Marx en perspectiva: La Era del Capital (1848-1875) 1.3.2. Bujarin en perspectiva: La Era del Imperio (1875-1914) 1.3.3. Braudel y Wallerstein en perspectiva: La Era de los Extremos (1917-1991) Segunda parte. La evolución de los conceptos de economía-mundo y sistema mundial. 2. Capítulo segundo. Los problemas historiográficos: brújulas del análisis conceptual………………….. 62 2.1. Anotaciones preliminares sobre la reflexión historiográfica 2.2. Formular los problemas: primer paso para construir las soluciones. 2.3. La historicidad de los conceptos: por un análisis del concepto en su duración. 3. Capítulo tercero. Los autores, los conceptos y los tiempos-época……………………………………….. 75 3.1. Wallerstein, de Africa al sistema mundial: el autor, su duración y su obra. 3.1.2. Wallerstein: la economía-mundo europea y el moderno sistema mundial 3.2. Braudel, un hombre del Mediterráneo: el autor, su duración y su obra.

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3.2.1. Braudel: las economías-mundo y la economía mundial 3.3. Bujarin, el teórico bolchevique: el autor, su duración y su obra. 3.3.1 Bujarin: la economía mundial. 3.4. Marx, ese viejo topo llamado revolución: el autor, su duración y su obra 3.4.1. Marx: el mercado mundial y el dinero mundial. 4. Capítulo cuarto. Interpretando los conceptos o descifrando el telar mundial……116 Esquema de interpretación conceptual. 4.1.1 Dimensión espacio-temporal. 4.1.1.2. El espacio. 4.1.1.3. El tiempo. 4.1.2. Dimensión económica 4.1.3. Dimensión Política 4.1.4. Dimensión social 4.2. Nuevamente los siglos XIX y XX 4.2.1. La era del capital: 1848-1875 4.2.2. La Era del Imperio: 1875-1914 4.2.3. La Edad de los Extremos: 1914-1991 5. Conclusiones…………………………………………………………………………..177 6. Epílogo: El telar mundial y la economía global……………………………………..185 7. Bibliografía………………………………………………………………………………189 I. Los autores. a. Karl Marx. b. Nicolai Bujarin. c. Fernand Braudel. d. Imanuelle Wallerstein. II. Los temas. e. Textos concernientes al análisis de las fuentes primarias. f. Sobre historia del capitalismo. g. Sobre sistemas y economías-mundo. h. Sobre Historiografía y análisis de la teoría de los sistemas mundiales. i. Historiografía WST (World systems theory). j. Sobre elementos y marcos metodológicos para la investigación. k. Otros.

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Introducción

Vivímos en un mundo en el que todo lo sólido se desavenece en el aire. Esta frase describe

de forma conveniente las realidades que experimentamos los hombres y mujeres de inicios

del siglo XXI. Grandes construcciones se erigen con el fin de ser desechadas, vastos

mercados son creados para volverse caducos en poco tiempo, atroces guerras destruyen

aquello que había tardado siglos en construirse, paradójicamente los impulsos para el

cambio coexisten con las tendencias que perpetuan estos procesos y la precipitada vorágine

en la que vivímos se acelera en vez de detenerse.

Esta atmosfera, sin embargo, ha sido experimentada desde hace largo tiempo y hace que los

hombres de hoy seamos contemporáneos de muchas de las generaciones que nos preceden.

En el decurso del tiempo lo novedoso se torna anticuado cuando se observa en la óptica de

los grandes procesos, y a pesar de esto, los hombres continúan tratando de cambiar la

realidad temporal que encierra todo lo que son, todo lo que fueron, todo lo que pueden

llegar a ser. La historia que encierra el capitalismo es un complejo tejido en el que se

entrecruzan miles de historias diferentes en una misma urdimbre, tejidas dentro de la

estructura de un vasto telar mundial.

Voces anteriores se han interrogado sobre la lógica de este telar mundial. Los estudios

sobre el desarrollo del capitalismo han ocupado las reflexiones de muchos pensadores en el

transcurso de los dos últimos siglos y el capitalismo continúa siendo actualmente un tema

preminente de investigación desde diversas disciplinas, diversas tendencias académicas y

diversas posturas políticas. Hemos querido comprender algunos de los conceptos

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concernientes al estudio del capitalismo desarrollados por Marx, Bujarin, Braudel y

Wallerstein en el transcurso de sus trabajos de investigación.

El trabajo que presentamos a continuación es un análisis conceptual acerca de las nociones

de economía-mundo y sistema mundial mediante la reflexión de apartes de las obras de K.

Marx, N. Bujarin, F. Braudel e I. Wallerstein. La investigación parte de considerar que la

«estructura temporal» de las teorías históricas hace que los conceptos se transformen a

medida que los vínculos entre los sujetos y procesos históricos lo hacen. Sin embargo, las

transformaciones a nivel conceptual se producen de una forma tal que los nuevos

contenidos derivan de la evolución de elementos inherentes a las ideas originarias, con lo

que, en palabras de Marcuse, “la coherencia teórica e incluso la identidad del concepto se

conservan”1. De este modo, el análisis de los conceptos radica en una triple vía puesto que

el trabajo sobre la evolución conceptual se refiere a las permanencias, los contrastes y las

fracturas teóricas; en este trabajo hemos optado por concentrarnos con especial interés en

las permanencias. En líneas generales, este proyecto de investigación es una combinación

analítica construida a partir de un ir y venir entre el análisis historiográfico y el histórico.

La hipótesis sobre la que se basó el desarrollo de la investigación sostiene la existencia de

una filiación conceptual en los trabajos de Marx (1818-1883), Bujarin (1888-1938),

Braudel (1902-1985) y Wallerstein (1930) en lo referido al análisis histórico del sistema

capitalista; el lector juzgará si hemos demostrado convenientemente esta idea mediante la

constitución del esquema de interpretación conceptual realizado para tal fin2. La obra de

1 Ver: Marcuse, Herbert. El marxismo soviético, Madrid, Alianza, 1984. 2 Los comentarios sobre las áreas de trabajo y las cronologías utilizadas para la investigación se encuentran en la primera parte de las conclusiones de este trabajo. Nos contentamos con mencionar aquí que hemos utilizado las cronologías de los libros de historia económica de Eric Hobsbawm para situar a los autores en un marco

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Karl Marx en el siglo XIX es una de las primeras síntesis analíticas que se aproximan desde

una perspectiva global a la historia y constitución del sistema capitalista, además de haberse

constituido como una de las revoluciones teóricas más importantes en la historia de las

ciencias sociales. Apoyado en los trabajos de Marx, Bujarin escogió el análisis económico

para determinar el fundamento sistémico del capitalismo a nivel mundial mediante la

reflexión del sistema financiero y el imperialismo. Esta dimensión mundial y sistémica de

la economía será planteada desde una óptica eminentemente histórica por Braudel y

Wallerstein.

Una línea de continuidad respecto del avance de trabajos historiográficos e históricos

basados en la teoría de los sistemas-mundo se ha trazado desde la segunda mitad del siglo

XX hasta la actualidad, debido, en una parte muy significativa, a los estudios de Fernand

Braudel e Immanuel Wallerstein3 y al creciente interés por entender las transformaciones

del capitalismo mundial. Trabajos basados en análisis panorámicos respecto de la

configuración del actual sistema mundial, con sus alteraciones y permanencias, tienen un

rango amplio de difusión en el panorama académico contemporáneo y los historiadores

poseen una cierta familiaridad con este tipo de esquemas analíticos.

El análisis conceptual de apartes específicos de la obra de Marx, Bujarin, Braudel y

Wallerstein es el horizonte concreto en el cual hemos desarrollado este proyecto. A grandes

rasgos, la bibliografía utilizada en esta investigación puede dividirse en dos grupos: por una

temoporal apropiado y para señal ar las tendencias históricas más representativas del largo siglo XIX y del corto siglo XX. 3 Vale la pena destacar que el Fernand Braudel Center de la Universidad de Binghamton, fundado y dirigido por Wallerstein, ha sido un soporte institucional que atrae investigadores a nivel mundial para fomentar trabajos relacionados con la Teoría de los sistemas-mundo. (popularizada como World-Systems Theory (WST)). Los trabajos editoriales del centro abarcan publicaciones seriadas y libros sobre los que se basó una parte importante de nuestra búsqueda bibliográfica.

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parte, se encuentran los trabajos que realizan comparaciones entre algunos de los autores

mencionados para establecer permanencias teóricas y metodológicas (sintéticos), y por otra,

aparecen trabajos que estudian los aportes conceptuales, históricos e historiográficos de

Marx, Bujarin, Braudel y Wallerstein por separado (particulares).

Aunque la filiación conceptual entre los trabajos de Marx, Bujarin, Braudel y Wallerstein

no ha sido un sujeto de investigación específico4, es posible encontrar escritos, en su

mayoría provenientes de la segunda mitad del siglo XX, que agrupan a algunos de nuestros

autores en estudios que destacan continuidades dentro de sus postulados teóricos. En

Impensar las ciencias sociales5, un trabajo de reflexión epistemológica de las ciencias

sociales contemporáneas, Wallerstein reconoce la prolongación teórica entre Marx y

Braudel como fuentes de su propio trabajo además de realizar un análisis sobre el sentido y

significado actual de la teoría de los sistemas-mundo6. Por otro lado, Carlos Antonio

Aguirre posee varios estudios sobre Braudel y Marx, dentro de los que vale la pena destacar

Between Marx and Braudel: Making History, Knowing history7, un artículo comparativo

que se basa en el paradigma metodológico de Braudel y en la concepción materialista de la

historia de Marx.

Síntesis analíticas respecto de la teoría de los sistemas-mundo que discuten cuestiones

metodológicas y permanencias históricas del capitalismo pueden encontrarse en Current

4 En el período de consulta bibliográfica la filiación conceptual en los autores no ha sido un tema específico de investigación. En parte la respuesta podría encontrarse en la procedencia archivística de los trabajos consultados (Biblioteca Luis Angel Arango, Biblioteca de la Universidad de los Andes y la base de datos virtual Jstor). Sin embargo, la posibilidad de que este tipo de análisis conceptual no haya sido elaborado con anterioridad no puede descartarse radicalmente. 5 Wallerstein, Imanuelle. Impensar las Ciencias Sociales. Méjico, Editorial Siglo XXI, primera ed. Sobre todo Cap. V: un regreso a Marx y Cap. VI: un regreso a Braudel, 1991. 6 Id. Parte cuatro: Análisis de los sistemas-mundo como impensando. pp. 249-288. 7 Aguirre, Carlos. Between Marx and Braudel: Making History, Knowing history. En: Review of Fernand Braudel Center, XV, 2: 507-555, 1992.

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issues in world-systems theory8de Walter Goldfrank y en Introduction: the comparative

study of world-systems9 de Christopher Chasse-Dunn. El largo Siglo XX, dinero y poder en

los orígenes de nuestra época10, de Giovanni Arrighi, posee un modelo de análisis

pertinente para el desarrollo del proyecto puesto que es una condensación conceptual de

Marx, Braudel y Wallerstein para construir una lectura histórica de larga duración acerca

de la historia del capitalismo.

Junto a los estudios comparativos se encuentran investigaciones para cada uno de los

autores, que prestan atención a la utilización de conceptos de largo alcance en sus teorías

para describir la historia del capitalismo. Vale la pena destacar la biografía de Bujarin

escrita por Stephen Cohen11, un recorrido por la vida y el trabajo intelectual del economista

soviético, además de los trabajos de Waldemar Czajkowski 12para el caso de Marx, y Lászlo

Makkai13 y Antonio Aguirre14 respecto de Braudel15. Wallerstein ha producido una amplia

gama de artículos y libros que explican su teoría dentro de los que vale la pena destacar The

West, Capitalism, and the modern wold-system16 y The capitalist world-economy, essais by

Wallerstein17.

8 Goldfrank, Walter. Current issues in world-systems theory. En: Review of Fernand Braudel Center, Vol. XIII: 2, 1990. 9 Chasse-dunn, Christopher. Introduction: the comparative study of world-systems, Review of Fernand Braudel Center, Vol. XV:. 3, 1992. 10 Arrigui, Giovanni. Capitalism and the modern world system. En: Review of Fernand Braudel Center Vol. XXI: 1, 1998. 11 Cohen, Stephen. Bujarin y la Revolución Bolchevique, Madrid, Editorial Siglo XXI, 1976. 12 Csajkowski, Waldemar. Marx's paradigm or how marx could help us to to construct unitarian theories of history. En: Review of Fernand Braudel Center, Vo. lXXI: 4, 1998. 13 Makkai, Lászlo. Ars historica: on Braudel. En: Review of Fernand Braudel Center, Vol. VI: 4, 1983. 14 Aguirre, Carlos. La vision braudelienne sur le capitalisme anterieur à la Révolution Industrièlle. En: Review of Fernand Braudel Center, Vol. XXIV: I. Otro trabajo interesante de Aguirre sobre Braudel se encuentra en (1998) Fernand Braudel y las ciencias humanas, Madrid, Montesinos, 1999. 15 No se puede dejar de valorar Mi formación como historiador, un artículo biográfico escrito por el propio Braudel donde se explora su recorrido intelectual y académico. Braudel, Fernand. “Mi formación como historiador”. En: Escritos sobre la Historia, Madrid, Alianza editorial, 1990. 16 Wallerstein, Immanuele. The West, Capitalism, and the modern wold-system. En: Review of Fernand Braudel Center, Vol. XV: 4. Este artículo contiene una interesante revisión bibliográfica acerca de las publicaciones relacionadas con la teoría de los sistemas mundos, 1992. 17 Wallerstein, Immanuele. The capitalist world-economy, essais by Wallerstein. Cambridge, Cambridge universtiy Press, 1979.

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Además de la consulta de la bibliografía secundaria, el estudio detallado de las fuentes

primarias fue fundamental en el trascurso de la investigación. Fue indispensable establecer

un cuadro comparativo entre los fenómenos de mundialización del capital, estudiados en la

primera parte de El Capital18, y la transformación de la infraestructura estatal para captar

capitales dentro del conjunto de la economía mundial desarrollada en La economía mundial

y el imperialismo de Bujarin19. La comparación se prolonga hacia El tiempo del mundo, el

tercer tomo de Civilización material, economía y capitalismo S. XIV-XVIII de Braudel

donde se explica con detenimiento el significado de las nociones de economías-mundo y

economía mundial20, y El moderno sistema mundial21 de Wallerstein, trabajo en el cual se

recoge la categorización braudeliana para demostrar que sólo dos tipos de sistemas

mundiales han existido a lo largo de la historia: el articulado en la época de los imperios y

el conformado por el capitalismo contemporáneo.

Pensando el capitalismo mediante la larga duración, primer capítulo del trabajo, es una

aproximación al capitalismo mediante las reflexiones clásicas sobre la historia del sistema.

Este capítulo es la primera parte del trabajo y fue la base histórica sobre la que iniciamos la

investigación. El primer capítulo ers el caldo de cultivo que permite el díalogo entre el

análisis conceptual y la Historia. Los problemas historiográficos: brújulas del análisis

conceptual, segundo capítulo de la investigación, es una reflexión breve en donde

delimitamos los problemas historiográficos con los que analizamos las fuentes y damos los

18 Marx, K. El Capital I. Méjico, FCE-Editorial XXI, 1996. 19 Bujarin, Nicolas. El Imperialismo y la economía mundial. Méjico, Cuadernos de Pasado y Presente-Editorial Siglo XXI, 1982. 20 Braudel, Fernand Civilisation matérielle, économie et capitalisme XV-XVIII III, Le temps du monde, Paris, Armand Colin, 1979. 21 Wallerstein, Immanuelle El moderno sistema mundial. La agricultura capitalista y los orígenes de la economía mundo europea en el s. XVI, Méjico, Siglo XXI, 2003.

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primeros pasos en la constitución del esquema de intepretación conceptual. En el tercer

capítulo, Los autores, los conceptos y los tiempos, se realiza el trabajo de análisis de las

fuentes en una mirada retrospectiva (iniciamos con Wallerstein y terminamos con Marx)

que fue útil para rastrear la filiación conceptual entre los autores. Interpretando los

conceptos o descifrando el telar mundial, último capítulo del trabajo, es la síntesis global

de la investigación. Allí planteamos el esquema de interpretación conceptual que hizo

posible observar la filiación conceptual entre los autores. Los capítulos II, III y IV

conforman la segunda parte del trabajo, en la cual se despliega el análisis conceptual

mediante el análisis de las fuentes y la constitución del esquema de interpretación. Las

conclusiones y un epílogo en el que planteamos algunos caminos para concebir la economía

global cierran el trabajo.

Marco Conceptual

Para comprender la evolución conceptual del sistema mundial y las economías-mundo es

necesario entender que los aspectos teóricos de las obras de Marx, Bujarin, Braudel y

Wallerstein fueron desarrollados dentro de un entorno dominado por el sistema capitalista.

La coherencia entre sus conceptualizaciones no sólo reside en un nivel netamente teórico22,

sino también en un cierto tipo de proximidad histórica. Por un lado, el estudio del sistema

capitalista a la luz de la larga duración permite establecer un paralelo entre las

transformaciones del capitalismo, y por otro lado, hace posible determinar las evoluciones

conceptuales que dan cuenta de la historia e historicidad del sistema en su conjunto.

22 Cuando nos referimos al nivel teórico hacemos referencia al análisis de Marcuse sobre la permanencia de los contenidos de un concepto a pesar de sus propias transformaciones.

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La larga duración es definida por Braudel como una estructura casi ajena a las

transformaciones, “una realidad que el tiempo tarda enormemente en transformar y

desgastar. Ciertas estructuras están dotadas de tan larga vida que se convierten en

elementos estables de una infinidad de generaciones”23. A pesar de las alternancias

políticas y económicas que se han experimentado en el sistema capitalista, podría hablarse

de un rasgo esencial de su historia que consiste en mantener una flexibilidad ilimitada, una

permanente capacidad de cambio y adaptación. La larga duración, ejemplificada en la idea

concreta del capital, señalaría inicialmente su eclecticismo y sus fronteras difusas para

adquirir nuevas formas dependiendo de las épocas históricas y de los contextos económicos

en los que se encuentre. La definición del capitalismo mediante la larga duración admite

constituir un escenario temporal, en el que se establece una continuidad histórica entre los

autores y sus conceptualizaciones para situarlos dentro de un panorama que a pesar de los

cambios, continúa guardando semejanzas estructurales.

El capitalismo es una formación histórica. Marx menciona que el capital produjo una

revolución tan amplia en el terreno económico que su inclusión en el sistema de producción

determinó el nacimiento de una época en la cual “el poseedor de medios de producción y de

vida encuentra en el mercado al obrero libre como vendedor de su fuerza de trabajo”24.

Desde la visión de Marx, la apropiación del trabajo por parte del capitalista es el

denominador esencial del sistema, posición complementada por Maurice Dobb al asegurar

que el capitalismo se define históricamente por medio de la apropiación de la plusvalía por

una clase poseedora de privilegios económicos y políticos. El sistema de trabajo

23 Braudel, Fernand. La larga duración. En: Fernand Braudel. La Historia y las ciencias sociales. Alianza, Madrid. p. 70, 1975 24. Op. Cit. Marx, p. 123. 1867, 1996.

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asalariado, que permite el ofrecimiento de la fuerza de trabajo por parte de los

trabajadores, y la sociedad de clases constituyen las dos estructuras fundamentales del

sistema capitalista. Sin embargo, el capitalismo se transforma permanentemente por medio

de los cambios técnicos. En el Manifiesto del Partido Comunista, Marx describe la forma

en la cual la gran transformación en el campo de la industria dio paso al mercado mundial

al generar un aumento en la magnitud de los mercados y, por ende, en la demanda25. Este

señalamiento no sólo permite constatar la relación determinante entre capitalismo e

industria, sino también dirige la atención a la dinámica mundial sobre la que se construye el

sistema.

El concepto de economía mundial, sobre el que se basa una parte importante de la

investigación, es entendido por Bujarin como la «esfera infinitamente vasta» en la cual

viven y se desarrollan los organismos económicos nacionales. De otro lado, la economía

mundial es el suelo en el que se enfrentan los diversos cuerpos nacionales, el lugar de

conflicto “entre las diversas partes concurrentes de la economía mundial”26. Braudel

comprende el concepto como el mercado de todo el universo; es la gigantesca parte del

género humano que comercia conjuntamente y que actualmente conforma un solo

mercado27. La economía mundial es el escenario de encuentro de los sectores comerciales

de las diversas unidades nacionales que entran en el juego del intercambio a nivel

internacional. La economía mundial, sin embargo, al ser entendida como un espacio de

intercambio común entre los diferentes países, está sustentada por el mercado mundial, una

25 Marx, K., y Engels, F. (1848). Manifeste du parti communiste. Paris, Nathan, para esta edición 1999, p. 46. 26 Op. Cit. Bujarin, pp. 33-34. 27 Ver: Op. Cit. Braudel, p. 14. 1979

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«órbita» de largo alcance de circulación de las mercancías que es la condición general de

existencia del sistema capitalista según la definición de Marx28.

La economía mundial, desde la interpretación braudeliana, está conformada por sectores,

casi regiones económicas autónomas que conforman una “parte del planeta, capaces de

satisfacerse a sí mismas y cuyas ligaciones internas e intercambios les confieren una cierta

unidad orgánica”29. Desde una perspectiva espacial las economías-mundo se limitan

gracias a la existencia de otro tipo de áreas de la misma índole y poseen características

como la focalización de un centro urbano que determina y moldea la vida económica de la

región en su conjunto. Las economías-mundo tienen siempre “un polo urbano, una ciudad

central donde se planean los asuntos logísticos que le competen: informaciones,

mercancías, capitales, créditos, ordenes, cartas de comerciantes”30. Sin embargo, las

primacías urbanas no son eternas y las ciudades se remplazan unas con otras, realizando

cambios sustanciales dentro de las economías-mundo en todos los ordenes de la vida

económica, política y cultural. Las economías-mundo ostentan un esquema espacial de

organización que explica la yuxtaposición de las diferentes zonas que la componen. Un

centro, siempre vigoroso en las artes, las finanzas y la política, reúne lo más avanzado y

diversificado del conjunto de la economía-mundo; el anillo siguiente, según lo menciona

Braudel, participa de algunas de las ventajas concentradas por el centro pero no se

encuentra a su mismo nivel mientras que “la inmensa periferia, con sus poblaciones poco

densas [representa] lo arcaico, el retardo”31.

28 Ver: Op. Cit. Marx, pp. 99, 288. 1867. 29 Op. Cit. Braudel, p. 14. 1979 30 Id. p. 21. 31 Id. p. 35.

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Wallerstein analiza el concepto de economía-mundo como una fracción de Estados de

centro, semi-periferia y periferia sobre los que no recae una formación política homogénea.

Los primeros se encuentran en el centro y han contado de antemano con un proceso de

homogenización nacional además de que se sustentan sobre instituciones sólidas. En un

esquema espacial similar al de Braudel, Wallerstein menciona que rodeando al centro se

encuentra una zona de oscilación, un tipo de semi-periferia que espera abonar las

condiciones necesarias para lograr competir con el centro. Por último, la economía-mundo

finaliza con una periferia en la que no existe un Estado sólido y en la cual el desarrollo

económico no tienen ningún rasgo de autonomía32. Wallerstein caracteriza a las economías-

mundo como sistemas-mundiales que poseen una serie de reglas internas que dotan de

coherencia las conductas de sus individuos, además de tener estructuras que varían y otras

que permanecen constantes a pesar de su interminable dinámica de cambio; la vida de un

sistema mundial depende de las “fuerzas conflictivas que lo mantienen unido por tensión y

lo desgarran en la medida en que cada uno de los grupos busca eternamente remodelarlo

para su beneficio”33.

32 Op. Cit. Wallerstein, pp. 491-493, 2003. 33 Op. Cit. Wallerstein, p. 489. 2003.

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Capítulo primero

El entrecruzamiento de los hilos o una reflexión del sistema capitalista mediante la larga duración.

…surgen grandes fábricas de hilados de lino y de tejidos, en las que entran a trabajar por un jornal los brazos que han quedado “ disponibles”. El lino sigue siendo el mismo que antes. No ha cambiado en él ni una sola fibra y, sin embargo, en su cuerpo se alberga ahora un alma social nueva, pues este lino forma parte del capital const ante del dueño de la manufactura. Antes, se distribuía entre un sinnúmero de pequeños productores, que lo cultivaban por sí mismos y lo hilaban en pequeñas cantidades, con sus familias; ahora, se concent ra en manos de un solo capitalista, que hace que otros hilen y tejan para él. Antes, el trabajo extraordinario que se rendía en el t aller de hilado se traducía en un ingreso extraordinario para innumerables familias campesinas, o también, bajo Federico II, en impuestos pour le roi de Prusse. Ahora, se traduce en gananci a para un puñado de capitalistas. Los husos y los telares, que ant es se distribuían por toda la comarca se aglomeran ahora, con los obreros y la materia prima, en unos cuantos caserones grandes, que son como cuartel es del trabajo. Y de medios de vida independientes para hilanderos y tejedores, los husos, los telares y la materia prima se convierten en medios para someterlos al mando de otro y arrancarles trabajo no retribuido. Karl Marx , La llamada acumulación originaria, Capítulo XXIV. El Capital, I. 1863.

1.1 Repaso teórico de las aproximaciones basadas en el estudio de grandes procesos o en la larga duración del sistema capitalista. Para comprender la evolución conceptual del sistema mundial y las economías-mundo es

necesario entender que los aspectos teóricos de las obras de Marx, Bujarin, Braudel y

Wallerstein fueron desarrollados dentro de un entorno dominado por el sistema capitalista.

La coherencia entre sus conceptualizaciones no sólo reside en un nivel netamente teórico34,

sino también en un cierto tipo de proximidad histórica. El estudio del sistema capitalista a 34 Cuando nos referimos al nivel teórico hacemos referencia al análisis de Marcuse sobre la permanencia de los contenidos de un concepto a pesar de sus propias transformaciones. Ver: Introducción.

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la luz de sus «factores estructurales» permite establecer un paralelo entre las

transformaciones del sistema y las evoluciones conceptuales que pueden rastrearse en

nuestras fuentes de trabajo. En este primer capítulo nos ocuparemos de situar

temporalmente al capitalismo mediante las herramientas teóricas que han construído varios

de sus biógrafos, para luego conjugar las tendencias históricas del sistema con el panorama

mundial el los siglos XIX y XX.

Hay que partir de un cierto nivel de abstracción para pensar la historia del sistema

capitalista. Abstracción requerida, al fin de cuentas, por la complejidad misma del

fenómeno investigado y la dimensión temporal y espacial de una formación histórica que

tuvo sus inicios entre el siglo XII y XVI y que inició su proceso de expansión al agotar las

posibilidades económicas de las que disponía el fragmentado, pero muy audaz, continente

europeo.

Abstracción requerida también en el método investigativo y expositivo del problema,

puesto que la historia del capitalismo nos enfrenta al estudio de una realidad global rica en

particularidades, llena de matices ―sin duda alguna la entrada de los grandes imperios de

oriente, China e India, fue sustancialmente diferente a la entrada en el sistema mundial de

América Latina― pero también, aunque muy paradójicamente, con una cierta lógica, con

ciertos factores constantes, con ciertas estructuras «que permanecen casi inmóviles» y

determinan la vida de generaciones enteras colocando, como diría Braudel, un límite entre

lo posible y lo imposible35. En el estudio de estas abstracciones ―que en el ámbito de

35 Ver: Braudel, Fernand. La larga duración, en Fernand Braudel y las Ciencias sociales, (buscar dato Fazio).

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ciertas corrientes historiográficas reciben el nombre de estructuras― los desarrollos

teóricos de Marx son una guía imprescindible para desarrollar nuestra investigación.

1.1.1. Marx, la historia y las condiciones de la producción capitalista.

Una vía posible para situar al capitalismo temporalmente es el estudio de estas estructuras,

una labor que continúan haciendo los historiadores y a la cual la mayoría de economistas,

por desgracia, prestan mínima atención36. La descripción de una historia estructural es el

punto de partida de nuestro trabajo y en el siglo XIX fue el punto de llegada de Karl Marx

(1818-1883). En La llamada acumulación originaria, el penúltimo capítulo del tomo

primero de El Capital ―el primer tiraje data de 1863― Marx elabora una síntesis histórica

de una época en la que “todo lo sólido se desvanece en el aire”; este largo momento en la

historia de los hombres, plagado de incertidumbres e inseguridades ha sido llamado por

varios capitalismo.

El proceso de acumulación originaria, preludio económico, institucional y político de los

primeros pasos del capitalismo no fue el resultado sino “el punto de partida del régimen

capitalista de producción”37. El proceso que Marx quiere hacer notar con tanta fuerza,

mediante las abrumadoras figuras literarias que utiliza38, es la forma en la que se «disoció»

36 Nuestra critica a los economistas va dirigida a su falta de sentido histórico, no a su capacidad para encuadrar en estructuras los problemas propios de su disciplina de estudio. Los conceptos económicos ⎯al igual que cualquier ot ro concepto que sirva para abordar problemas soci ales⎯ deben estar sujetos a marcos temporales y no ser formulados en modelos sincrónicos que en poco contribuyen a la solución de los problemas propios de las Ciencias Sociales. 37 Marx , Karl. El Capital I, México, FCE, primera Ed. 1867, esta Ed. 1991, p. 607. 38 Esta es precisamente una de las alternativas analíticas de Berman para adentrarse en el pensamiento de Marx. Su lectura, podría decirse, es una forma poética de analizar una propuesta política. Refiriéndose al Manifiesto del Partido Comunista, Berman menciona que “ la prosa de Marx se hace de pronto luminosa, incandescente; se suceden las imágenes brillantes, fundiéndose unas con otras; somos lanzados hacia delante

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la conexión entre los obreros y su propiedad, condición esencial para el establecimiento de

las relaciones de trabajo de tipo capitalista. La expropiación de la tierra fue el primer paso

que se realizó para que los medios sociales de vida se convirtieran en capital y los

trabajadores en asalariados. Los trabajadores perdieron el control de los gremios y las

corporaciones para ser “doblemente libres”, libertad traducida en su movilidad para acceder

a incipientes mercados de trabajo en las ciudades, de un lado, y libertad para poder vender

su fuerza de trabajo, de otro.

En el trabajo de Marx, el primer factor de análisis estructural para observar al capitalismo

históricamente es la apropiación de las tierras comunales por parte de los señores feudales.

El caso típico de análisis de Marx es Inglaterra. La subida de los precios de la lana en los

mercados de los Países Bajos disparó su producción en Francia e Inglaterra. En el último

caso, las tierras comunales fueron expropiadas a los campesinos que las trabajaban como

jornaleros y se utilizaron como tierras de pastoreo ―estas fueron en adelante las enclosures

tan patrocinadas por la corona inglesa luego del ascenso de Guillermo III de Orange al

trono39. Esta expropiación es lo que en el sarcástico vocabulario de Marx se llama el

secreto de la acumulación originaria: «como factor de producción, la tierra debió ser

expropiada a los campesinos para poder entablar las primeras relaciones de tipo capitalista

al forzar a los campesinos a vender su fuerza de trabajo». Los primeros capitalistas, salidos

de las capas de arrendatarios y de la aristocracia feudal, lograron generar la apropiación de

con un ímpetu temerario, con una intensidad que nos deja sin aliento. Marx no sólo describe, sino que evoca y pone en escena la marcha desesperada y el ritmo frenético que el capitalismo imparte a todas las facetas de la vida moderna. Nos hace sentir que somos parte de la acción arrastrados por la corriente, lanzados hacia adelante, sin control, deslumbrados y amenazados al mismo tiempo por la avalancha que se nos viene encima”. Ver: Berman, Marshall. Todo lo sólido se desvanece en el aire, Bogotá, 1ª ed. 1985, Siglo XXI, 1991, p. 86. 39 Id. p. 616.

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un excedente que salía de la obtención de beneficios en detrimento de los salarios40. Marx

podría decirlo de otro modo:

Es cierto que la leyenda del pecado original teológico nos dice que el hombre fue condenado a ganar el pan con el sudor de su frent e; pero la historia del pecado original económico nos revela por qué hay gente que no necesita sudar para comer41.

La finalización de las huestes feudales generó una amplia masa de desposeídos de medios

de subsistencia y consecuentemente, una amplia capa de trabajadores que jugaban un papel

fundamental en la acumulación de beneficios de los propietarios. Este factor provocó dos

fenómenos que en última instancia modificaban la estructura institucional de la corona

británica. Desde el siglo XV, y durante todo el siglo XVI, se legisló contra el vagabundeo y

se regularon las primeras tasas salariales. Los nuevos vagabundos eran desempleados que

habían migrado a las grandes ciudades y actuaban como reguladores de los precios de los

salarios; el nuevo mercado laboral y los intereses del parlamento provocaron que las tasas

salariales se establecieran a partir de máximos y no a través de mínimos 42. Los

parlamentarios británicos iniciaron una acotación entre el entramado jurídico y los cambios

económicos que desembocarían en el régimen de producción capitalista. «Dicho en otras

palabras, la vida económica se convertía más que nunca en un regulador del campo jurídico

en provecho de la actividad de acumulación, lo que se perfila como un segundo factor de

análisis en la obra de Marx»43.

40 Id. p. 608. 41 Id. p. 607. En los Manuscritos economía y Filosofía, Marx no dudó en decir que los sal arios se determinaban por la lucha abierta entre prol etarios y capitalistas. Sin embargo, observó que tanto unos como otros ejercían su función en la cadena productiva con miras a la obtención del beneficio. En consecuenci a, no es extraño que este primer manuscrito finalice con el análisis de los diferentes tipos de enajenación. Ver: Marx , Karl. Manuscritos economía y Filosofía, Barcelona, Alianza editorial, 1993. 42 Op. Cit. Marx, 1863, p. 629. 43 Un ejemplo, frent e al que no puede dejar de suscitarse un poco de asombro, es un estatuto dictado bajo el reinado de Eduardo VI, que “ en 1547, ordena que si alguien se niega a trabajar se le asigne como esclavo a la persona que lo denuncie. El dueño deberá alimentar su esclavo con pan y agua, bebidas flojas y los

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Sumados a las modificaciones jurídicas, los cambios en el espacio aparecen como un

importante factor de análisis para Marx. En el seno de la sociedad feudal había iniciado la

constitución de los núcleos urbanos y para el Renacimiento las ciudades tenían un claro

predominio sobre los espacios rurales. El establecimiento del régimen de producción

capitalista, es decir, el momento en el cual podemos hablar de relaciones productivas

establecidas en torno a un sistema de trabajo asalariado y a la obtención creciente de

beneficios por parte de una clase poseedora de privilegios ―más adelante trataremos en

detalle el problema del surgimiento de las clases―, transformó el campo en una periferia

dependiente de la demanda de materias primas y mano de obra de las ciudades.

Los primeros pasos de la industria urbana, un elemento decisivo en la creación de las urbes,

requirieron del desmembramiento de la industria rural campesina. El surgimiento de la

industria urbana, en términos de Marx, necesitaba de la diferenciación concreta entre la

producción industrial y la agrícola44. Posterior a esto, las ciudades iniciaron la creación de

mercados internos para el abastecimiento de las materias primas que más tarde serían

transformadas en artículos de consumo en las áreas urbanas. La sectorización de la

producción industrial en los polos urbanos y los cambios tecnológicos implicados en este

proceso, algo ya explicado con bastante simpleza en el Manifiesto del Partido Comunista45

desperdicios de carne que crea conveniente. Tiene derecho a obligarle a que realice cualquier trabajo, por muy repelente que sea, azotándole y encadenándole si fuere necesario” Id. p. 625. Más adelante, Marx menciona que “ después de ser violentamente expropiados y expulsados de sus tierras y convertidos en vagabundos, se encajaba a los antiguos campesinos, mediante leyes grotescamente terroristas, a fuerza de palos, de marcas de fuego y de tormentos, en la disciplina que exigía el sistema de trabajo asalariado”. Id. p. 627. 44 Id. p. 636. 45 En el Manifiesto del Partido Comunista Marx y Engels escribían que: “ la bourgeoisie n’existe qu’à la condition de révolutionner sans cesse l es instruments de travail, par conséquent le mode de production, par conséquent tous les rapports sociaux. La conservation de l’ancien mode de production était, au contraire, la premiere condition d’existence de toutes les classes industrielles précédentes. Ce bouleversement continuel de

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(1848), establecieron por primera vez la jerarquización entre el capital constante y el

variable46 y la sujeción del campo a la ciudad. «Esta lógica de centros y periferias fue una

de las primeras consecuencias extensivas del desarrollo del régimen de producción

capitalista». Hoy continúa siéndolo y los trabajos de Bujarin, Braudel y Wallerstein asumen

una dimensión analítica que incluye el problema de grandes áreas geográficas sujetas a una

jerarquización espacial dentro del globo.

Hemos visto hasta aquí tres factores determinantes del análisis de Marx respecto de la

constitución del régimen de producción capitalista: la disociación entre el trabajador y la

propiedad, la síntesis cada vez más abigarrada entre el orden económico y el jurídico y el

establecimiento de la asimetría entre el orden urbano y el rural. Todos estos factores, sin

embargo, son analizados en La llamada acumulación originaria mediante tres puntos

referenciales: la revolución agrícola, trasfondo de todo el nuevo movimiento, la génesis de

los capitalistas, tanto agrícolas como urbanos, y los mal llamados “ grandes

descubrimientos” que dieron paso a la creación de un mercado mundial ―siempre será

conveniente preguntarse quien descubrió a quien. Hemos separado de la reflexión

precedente estos factores, debido, por una parte, a sus implicaciones dentro de la

modes de production, ce constant ébranlement de tout le système social, cette agitation, cette insécurité éternelles, distinguent l’époque bourgeoise de toutes les précédentes”. Marx , K. y Engels, F. Manifeste du Parti Communiste, Paris, 1a ed. 1848, Nathan, 1999, p. 47. 46 Las definiciones de capital constante y vari able se fundan en la reproducción del valor en el proceso de producción. El capital que se invierte en la fuerza de trabajo tiene una variación debido al incremento que sobre el valor inicial añade la plusvalía, lo que hace que sea un capital de magnitud vari able. En contraste, la porción de capital que se invierte en medios de producción no tiene una variación en la magnitud de su valor lo que hace que sea un capital constante en el proceso de producción. Marx escribe que “ la parte de capital que se invierte en medios de producción, es decir, en materias primas, materias auxiliares e instrumentos de trabajo, no cambia de magnitud de valor en el proceso de producción. Teniendo esto en cuenta, le doy el nombre de parte constante del capital, o más concisamente, capital constante. En cambio, la parte del capital que se inviert e en fuerza de trabajo cambia de valor en el proceso de producción. Además de reproducir su propia equivalencia, crea un remanente, la plusvalía, que puede también variar, siendo más grande o más pequeño. Esta parte del capital se convierte en constantemente en de magnitud constante en variable. Por eso le doy el nombre de part e variable del capital, o más concisamente, capital variable”. Ver: Op. Cit. Marx , 1863, p. 158.

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constitución del capitalismo a nivel mundial, y de otra, porque son elementos que se

renovaron en circunstancias diferentes en otros territorios luego de la expansión europea.

La expropiación de las tierras comunales y las tierras que habían quedado luego del

impacto de La Reforma, el establecimiento de las enclosures y de un nuevo criterio de

propiedad enteramente ligado a la esfera privada, los nuevos métodos de cultivo, los

incrementos productivos y la concentración de los medios de producción favorecieron la

transformación del sector rural inglés entre el siglo XV y XVII47. Una nueva forma de

producción en la cual la fuerza de trabajo estaba destinada a la consecución de los medios

de vida, hace pensar en un profundo, profundísimo cambio dentro de la economía inglesa, y

más adelante aunque no del mismo modo, en otras regiones europeas.

En primer lugar, porque los otrora campesinos habían iniciado migraciones masivas hacia

las ciudades, lo que contribuyó a variar el porcentaje de empleados en el campo y

subsiguientemente el gasto en mano de obra de los contratantes. En segundo lugar, porque

hubo una variación en el orden de los circuitos productivos: la pequeña industria rural fue

desmembrada por la creciente industria urbana y las materias primas anteriormente

manufacturadas en el campo, debían ser transportadas a las ciudades para posteriormente

ser vendidas de nuevo en los sectores rurales. En tercer lugar, y esta es una de las

transformaciones más importantes, el régimen de propiedad de la tierra cambió: ahora los

campesinos no disponían de un factor de producción propio, sino que eran portadores

directos de una única fuente de subsistencia ―su fuerza de trabajo― y debían sujetarse a la

demanda de mano de obra para ser contratados. Este cambio en el régimen de propiedad

47 Ver: Op. Cit. Marx , 1863, p. 634.

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trajo consigo la aparición de las primeras relaciones de tipo capitalista, y a la vez, hizo que

el capital variable estuviera sujeto al capital constante, ya en manos de los capitalistas.

La diferenciación entre capital variable y constante, sin embargo, no llegó de la noche a la

mañana por causas desconocidas. El surgimiento de una clase poseedora de los medios

productivos es equiparable a la gran transformación experimentada en el manejo de la

tierra: si la modificación del régimen de propiedad varió la relación del hombre con el

entorno geográfico, el surgimiento de las clases cambió radicalmente las relaciones entre

los hombres. La lectura de Marx analiza ambos factores, revolución agrícola y surgimiento

de las clases, en un mismo terreno debido a que ambos factores hacen parte de un mismo

proceso histórico.

El descubrimiento de América ―que puede ser a la vez interpretado como un

encubrimiento― y los metales preciosos exportados, de forma preponderante, de los

virreinatos de Nueva España y el Alto Perú, incrementaron la depreciación de los metales

preciosos en Europa. Los salarios bajaron y las tierras volvieron a sus viejos precios en

dinero48, lo que enriqueció a los arrendatarios europeos en detrimento del beneficio de los

propietarios de la tierra y los trabajadores. El arrendatario, que antes había sido siervo,

colono y aparcero, experimentó un incremento sorpresivo en sus ingresos lo cual le

permitió contar con un excedente libre para realizar nuevas inversiones. El paso de la

posición de arrendatario a la de capitalista agrícola fue lento, pero no tardó en prosperar con

la presión ejercida por la masa de campesinos que requerían ser contratados luego del

48 Ver: Id. pp. 632-633.

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proceso de expropiación de tierras. A propósito del surgimiento de los capitalistas

agrícolas, Marx menciona que

La constante depreciación de los metal es preciosos, y por tanto del dinero, fue para los arrendatarios una lluvia de oro. Hizo […] que descendiesen los salarios. Una parte de estos pasó a incrementar las ganancias del arrendatario. El alza incesante de los precios del trigo, de la lana, de la carne, en una palabra de todos los productos agrícolas, vino a hinchar, sin intervención suya, el patrimonio en dinero del arrendatario, mientras que la renta de la tierra, que él tenía que abonar se contraía a su antiguo valor en dinero. De este modo, se enriquecía a un mismo tiempo a costa de los jornaleros y el propietario de la tierra. Nada tiene, pues, de extraño que, a fines del siglo XVI, Inglaterra contase con una clase de arrendatarios “ capitalistas” ricos, para lo que se acostumbraba en aquellos tiempos49.

La génesis de los capitalistas industriales no fue tan lenta como la de los agrícolas. El

desarrollo de las manufacturas en los centros urbanos y la finalización de las huestes

feudales, «sumado a la explotación intensiva de trabajo asalariado» fueron el trampolín

hacia la acumulación sistemática de excedentes de capital50. Por otro lado, el desarrollo de

los imperios y la conquista de nuevas tierras en nombre de las diferentes coronas europeas

con los consecuentes adelantos tecnológicos para la navegación, fueron la forma de

adquisición de nuevas riquezas, pero también, y este es un elemento decisivo en el

entramado capitalista, de nuevos mercados. En una visión del proceso histórico recorrido

por el sistema capitalista que comparten Wallerstein, Braudel y Marx este último escribe

que

las colonias brindaban a las nuevas manufacturas que brotaban por todas partes, mercado para sus productos y una acumulación de capital intensi ficada graci as al régimen de monopolio. El botín conquistado fuera de Europa mediante el saqueo descarado, la esclavización y la matanza refluí a a la metrópoli para convertirse aquí en capital 51.

49 Id. pp. 632-633. 50 Esta es una de las claves para interpret ar el signi ficado del capital: ante todo, este es una formación económica que depende de una rel ación asimétri ca entre el propietario de los medios de producción y el productor directo. 51 Id. p. 639.

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Los capitalistas industriales se involucraron en el comercio y la inversión de larga

distancia: La Compañía de las indias orientales, uno de los casos arquetípicos analizados

por Marx, creó uno de los monopolios comerciales de opio más grandes de Oriente, lo que

daría lugar a tantas guerras, e inició un proceso intensivo de acumulación de plusvalía a

escala mundial. Un inglés del siglo XVII no tenía que moverse de Liverpool para hacerse

rico si disponía de los contactos y la información necesarios para entrar en el comercio de

larga distancia con Oriente. Sin embargo, sí tenía que disponer del capital suficiente para

obtener tales contactos e informaciones.

Paralelo a la expansión inicial de los Imperios se desarrolló el sistema de crédito público, y

con él, el sistema internacional de crédito, que obligaba a los deudores a contar con

estructuras tributarias que enriquecían permanentemente los sistemas fiscales imperiales.

Marx no deja de señalar el trasfondo de violencia que este proceso implicaba. Tampoco

quiere que se pase por alto que las dimensiones mundiales que adquiere el capitalismo son

correlativas a la expansión de un incipiente sistema internacional de finanzas y

tributación52, pues en su trabajo no puede pasarse por alto que el régimen de producción

capitalista se sustenta en un comercio y en un mercado mundiales. Los capitalistas

industriales se introdujeron directamente en el entramado internacional que se formaba

desde el siglo XV, un tejido mundial compuesto por varias capas que no todos tejían del

mismo modo, e incluso, en el que muchos jamás tuvieron la oportunidad de tomar alguno

de los hilos, salvo, del que se sujetaban sus propias vidas.

52 Ver: Id. pp. 639-646.

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Hemos dado prioridad al análisis de Marx porque, sin duda alguna, su trabajo sienta las

directrices de muchas de las obras que se analizan más adelante. La ventaja de su trabajo

reside en haber señalado con suficiente agudeza y desde una perspectiva unitaria ―o total,

el adjetivo no modifica el enunciado― algunos factores que estuvieron presentes desde el

surgimiento del capitalismo y que, en algún modo, se instalan en el tempo lento de las

estructuras del capitalismo mundial. Marx no pretende plantear un esquema del desarrollo

del capitalismo, ni un modelo de interpretación mundial para el desarrollo del sistema a

través de la historia. Sin embargo, nuestro propio análisis sí pretende trazar las pinceladas

iniciales de un boceto que lleve a pensar históricamente al sistema y que logre hacer

compatible el análisis histórico con el trabajo de reflexión conceptual. Para esto

necesitamos considerar algunos elementos del sistema capitalista como constantes; el

análisis del trabajo de Marx encuentra su justificación en este punto.

En síntesis, nuestra lectura de Marx ha seguido este camino: el establecimiento del régimen

capitalista de producción requirió de una fase previa de acumulación originaria en la que se

disociaba a los productores de sus medios productivos. Esta disociación se instaló en el

núcleo mismo de las relaciones productivas, pues la ganancia del salario implicó que la

disociación continuara53. Las instituciones gubernamentales, en su forma monárquica y

particularmente en Inglaterra y Francia entre el siglo XV y XVII, desarrollaron una

legislación acorde con las transformaciones de la vida económica, regulando salarios y

delimitando los derechos de propiedad en beneficio de los propietarios, lo que adecuaba

institucionalmente los centros de poder con las formas de producción. La expansión

imperial europea y el sistema de crédito público permitieron que el capitalismo adquiriera

53 Marx escribe que “ el régimen del capital presupone el divorcio entre los obreros y la propiedad sobre las condiciones de realización de su trabajo”. Id. p. 608.

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una dimensión mundial. Los mercados nacionales mediante el posicionamiento hegemónico

de las ciudades en el mundo económico, mientras se transformaba el regimen agrario de

propiedad y se consolidaba un sistema social basado en la existencia de clases.

Detengamonos en este último aspecto.

1.1.2. Dobb vs Brenner: jerarquías sociales, clases y acumulación de excedentes.

Maurice Dobb, historiador marxista británico que sostuvo durante largo tiempo el conocido

debate Dobb-Swezy, señala que el capitalismo se define por factores históricamente

relativos. Dobb pretende realizar un análisis histórico en el cual el capitalismo es visto

como una formación que puede verse claramente en diferentes épocas históricas54. En sus

Estudios sobre el desarrollo del capitalismo, Dobb acepta las visiones históricas que

definen al capitalismo como un sistema de “libre empresa” apoyado sobre un régimen de

libre competencia. Acepta también que en este sistema el “hombre subordina todos los

aspectos de la vida económica para amasar capital”55 y que la producción comercializable

a larga distancia constituye una característica histórica de particular relevancia para

entender el sistema.

Sin embargo, Dobb asegura que el “rasgo característico que define al capitalismo es la

constitución de la sociedad en clases”56. La estructura de clases modifica y construye las

condiciones políticas y económicas favorables para su propia perpetuación y diseña la

forma de apropiación de los excedentes de trabajo que benefician a los sectores

54 Ver: Dobb, Maurice. Estudios sobre el desarrollo del capitalismo, Barcelona, Pilas editores, 1976, p. 16. 55 Id. p. 19. 56 Id. p. 27.

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hegemónicos de la sociedad. En efecto, diversas formas de apropiación de estos excedentes

existieron en la sociedad europea en sus últimos cinco siglos de historia: la renta feudal, los

tributos exigidos por las monarquías y los cargos tributarios extraordinarios que

conformaban la base económica de los tesoros que serían invertidos en guerras. La

definición de las clases en Dobb depende prioritariamente de la posición que tenga un

grupo social en la producción y consecución de los excedentes de trabajo. De esta manera,

los ingresos de determinada clase no dependen tanto de su magnitud cuantitativa, lo que en

el trabajo de Dobb se perfila como una crítica al trabajo de algunos economistas, sino de su

«fuente de proveniencia».

Dobb quiere hacer notar que un elemento esencial del capitalismo es la apropiación de

plusvalía por parte de una clase poseedora de privilegios políticos y económicos. Tal

proceso requiere de una serie de transformaciones permanentes del “proceso de producción

que subordinan el productor al capitalista”57. En efecto, hacia el siglo XVI, cuando los

campesinos ingleses lograron tener una base de excedentes que garantizaba su capacidad de

inversión en hechos económicos que no generaban un beneficio directo para los dueños de

las tierras, sobrevino su desalojo indiscriminado de las tierras de labranza. Dobb es un

discípulo de Marx en el estudio de este proceso.

La apropiación del excedente genera dentro de la clase poseedora de los medios de

producción un incremento potencial y activo de inversión en actividades que no se sujetan

de modo directo a las actividades económicas que generan el excedente. Se puede invertir

en otros sectores mediante el beneficio generado en uno de ellos. Un complemento de la

57 Id. p. 22.

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tesis de Dobb reside en este punto. Tan pronto como fueron separados en el tiempo y en el

espacio los actos de producción y venta, los comerciantes mayoristas adelantaban dinero

para la compra de mercancías con el fin de venderlas en otros lugares obteniendo un

beneficio constante a bajo riesgo58. Al excedente inicial del que partía la inversión se

sumaba el beneficio obtenido por el intercambio gracias a la capacidad de cubrimiento

comercial que dominaba el comerciante. El acceso a la información de diferentes mercados

para poder entrar en el juego de la especulación era un nivel al que no tenían acceso todas

las capas sociales, lo que de hecho continuaba manteniendo las relaciones de sujeción entre

los productores y, valga la pena decirlo, los capitalistas.

En una vía muy similar a la de Dobb, Brenner asegura que el condicionante principal del

desarrollo económico no está constituido por las condiciones o fuerzas objetivas del

mercado como el “crecimiento demográfico o el aumento de los mercados”59. El factor que

determina la vida económica de la sociedad europea en su etapa pre-industrial es la

«estructura de clases». La tesis central de Brenner es que la estructura de clases y más

concretamente las relaciones de propiedad o de extracción del excedente tienden a imponer

ciertos límites, “verdaderos modelos de larga duración del desarrollo económico de una

sociedad”60. Para llegar al análisis de la estructura de clases en la Europa pre-industrial,

Brenner presupone dos hechos ya analizados por Marx: la destrucción de la servidumbre y

la consolidación de la propiedad campesina.

58 Id. p. 20. 59 Brenner, R. Estructura de clases agraria y desarrollo económico en la Europa pre-industrial,.en El debate Brenner, por Aston, T.H. y Philpin, C.H.E. edts., Barcelona, Crítica, 1988, p. 22. 60 Id. p. 23.

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Brenner estudia la estructura de clases en dos niveles. En la base de la estructura se

encuentran los productores directos que mantienen una relación entre sí, de un lado, y

relaciones con la tierra y con los demás medios de producción, de otro. Esas relaciones

conforman el proceso de trabajo y las fuerzas sociales de producción. Del proceso de

trabajo se extrae a los productores directos una parte que no se les paga. En la mayoría de

los casos esta extracción se garantiza mediante la fuerza, la violencia y las prebendas de las

que disponen los dueños de los medios de producción. Este nivel es llamado por Brenner

relación de extracción del excedente. Hay que señalar que Brenner construye los dos

niveles sobre la relación entre los productores directos y los dueños de los medios de

producción, una vía de análisis ya identificada por Marx en el momento de elucidar el

carácter eminentemente relacional de la producción capitalista (ver: p 2-3 de este capítulo).

La estructura de clases garantiza el acceso directo de los poseedores de medios de

producción a los excedentes de trabajo por ellos regulados. Una clase ociosa, por tanto, se

mantiene dentro de la estructura mediante su posicionamiento en el comercio y la

producción. Brenner critica agudamente la visión de los economistas e historiadores que

ven en las variaciones demográficas el primer motor histórico que da paso a la construcción

del sistema capitalista y observa en la relación de extracción del excedente, con la

estructura de clase que este implica, el dinamizador fundamental de la transición entre

feudalismo y capitalismo. La observación de la estructura de clases con el acento puesto en

la acumulación, sea de rentas, tallas, exacciones y, posteriormente, de beneficios es una de

las inquietudes que vincula las miradas de Brenner y Dobb. «Sin embargo, la convergencia

estructural entre sus miradas está explícitamente ligada al incremento del plustrabajo o

plusvalía que obtiene la clase poseedora de los medios de producción». Esta es la pieza

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clave que hace que ambos tipos de análisis sean modelos complementarios y no

disyuntivos.

Dobb y Brenner señalan un fenómeno cardinal. Históricamente, el capitalismo puede

definirse como un régimen de producción, definición primigenia en el pensamiento del

Marx de la madurez, con una forma particular de proceso de acumulación de riqueza. Lo

que interesa destacar es que la historia del capitalismo puede ser definida de acuerdo con el

régimen de acumulación, que determina la configuración de los circuitos productivos

cuando el capital invade el conjunto de las relaciones sociales y que se apoya en el

desarrollo constante de plusvalía. Marx aclara que la agricultura capitalista se construye

sobre la base del capital constante creado por la industria en las ciudades, lo que por sí

mismo constituye una modificación en la conducción de los factores productivos de

acuerdo con la disponibilidad de capital.

Los trabajos de Dobb y Brenner se centran particularmente en el estudio del desarrollo

económico de Francia e Inglaterra. Si bien estas escalas de observación son apropiadas para

discernir algunos factores significativos del sistema capitalista, no podemos olvidar que

ambos países entraron dentro de una dinámica conjunta con áreas geográficas más amplias.

Braudel toma como base de análisis del surgimiento y consolidación del capitalismo pre-

industrial el marco global de la economía-mundo europea. En consecuencia, la explicación

histórica del sistema capitalista puede realizarse “seulement à l’échelle européenne et à

partir de certaines évolutions et certaines processus structurels ancrés dans la longue

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durée, s’enracinant dans un continum que l’on peut faire remonter dans l’histoire

européenne au moins jusqu’aux XIème et XIIème siècles”61.

1.1.3. El capitalismo y la lógica de acumulación: un juego instalado en el tiempo

lento de la historia.

Para Braudel “le moteur qui définit le capitalisme c´est la recherche constante de bénéfices

à grande échelle”. El sector económico que garantice la producción de beneficios será

rápidamente invadido por relaciones de tipo capitalista, lo que demuestra la movilidad del

sistema para adecuarse a nuevas formas de obtención de beneficios 62. Es interesante anotar

que en la documentación, las referencias al capitalismo aparecen en los secretos de los

Estados que guardan información sobre los índices de exportaciones e importaciones, en el

control de los grandes monopolios, fuentes importantes de los sistemas tributarios, y en la

aplicación de nuevas tecnologías. «En este medida el capitalismo se observa como un orden

que coexiste con otro tipo de realidades económicas que van desde el comercio regional

hasta la producción para el autoconsumo»63. En la obra de Braudel la economía-mundo

europea será la escala preponderante de observación y la trayectoria analizada por Marx

entre los centros de acumulación será la base de la mirada braudeliana respecto de las

diferentes ciudades-mundo64.

61 Aguirre, Carlos. La vision braudelienne sur le capitalisme antérieur à la Révolution Industrielle, en Fernand Braudel Journal, Vol. XXII, 1, 1999, p. 70. 62 Ver: Id. p. 74. 63 Id. p. 75. 64 Marx menciona que “ las diversas etapas de la acumulación originaria tienen su centro por un orden cronológico más o menos preciso en España, Portugal, Holanda, Francia e Inglaterra. Es aquí, en Inglaterra, donde a fines del siglo XVII se resumen y sintetizan sistemáticamente en el sistema colonial, el sistema de la deuda pública, el moderno sistema tributario y el sistema proteccionista”. Op. Cit. Marx , p. 638. Braudel observa que en el periodo moderno de la historia europea hay una serie de hegemonías que inician en las ciudades-estado italianas, pasan por l a economía nacional inglesa para desembocar finalmente

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La teoría de los sistemas-mundo (world-system theory) pretende analizar panorámicamente

la historia del capitalismo por medio de la interacción de grandes áreas económicas que

están insertas en el sistema mundial. En un artículo titulado The West, capitalism, and the

modern world-system, Wallerstein realiza un análisis comparativo entre diversas

aproximaciones a la historia del sistema capitalista con el fin de señalar la differentia

specifica del sistema y los niveles en los que se operó la construcción de un mundo

capitalista. Wallerstein inicia su análisis con la revisión de varias interpretaciones sobre los

elementos esenciales que impulsaron la aparición del capitalismo y construye el siguiente

cuadro:

(1) (Western) Europe, in what is called the Middle Ages, was organized in a system (productive, legal, political) that may be designed as “ feudalism”. But there is little concensus on what were its crucial or defining charact eristics, and whether this system was unique to Europe or also known elsewhere in the world. (2) European feudalism came to an end, or broke down, and was transformed into or replaced by another system that some call capitalism, some call modernity, and some still other names. But there is little consensus about the crucial or defining characteristics of the successor system, nor whether this transition occurred only once in history, or repetitively (in the separate “ states”). (3) This system, which originated in Europe (or in various Europeans stat es), somehow spread gradually over the whole word. In geographic t erms, this can be visualized as an “ expansion” of European ideas, power, and authority. But there is little consensus about whether the system simply “diffused” as a result of its supposedly patent superiorities, nor is there consensus about the degree to which non-Europeans opposed this spread or the degree of advantage this spread to the non-Europeans, if it offered any at all. (4) This new system resulted in an enormous increase in world productive capacity and in world population, but there is little consensus about the ratio of the two (and how to measure it), nor about the degree to which the increase in productive capacity is evenly distributed over the (increased) world population.

Según esta síntesis no hay consensos específicos respecto de la forma en la que se realizó la

transición entre el feudalismo y el capitalismo, ni tampoco hay mucha claridad sobre los

factores que impulsaron la creación de un nuevo sistema extraído de la época feudal. Sin

embargo, la expansión del nuevo sistema a nivel mundial, desde la documentación empírica

en los Estados Unidos. Sin duda alguna, Marx y Braudel brindan una visión unitaria del Capitalismo, visión que circunscriben al desarrollo de un proceso histórico que en ambos casos presenta recurrencias temáticas y teóricas.

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34

por ejemplo, es un hecho reiterativo en su análisis. De otro lado, el nuevo sistema impulsó

incrementos desproporcionados de la capacidad productiva y el crecimiento demográfico a

nivel mundial con relación a épocas anteriores, pero ¿por qué? Nuevamente la explicación

que Marx brindara casi un siglo antes vuelve a jugar el papel central.

El eje capital para dotar de coherencia los procesos y estructuras que tienen cabida en el

capitalismo, lo que en términos de Wallerstein constituye su differentia specifica, es la

«acumulación de capital»: “no previous historical system seems to have had any

comparable mot d’ordre of social limitlessness”65. El sistema capitalista incluye la venta de

productos para incrementar el beneficio y aumentar el stock de capital, a pesar de esto, lo

que constituye la cuestión central del sistema es que la acumulación puede realizarse

indefinidamente sin ningún tipo de control que pueda establecer un límite. Hay dos tesis

que apoyan esta idea. Dentro del capitalismo los individuos cuentan con una estructura

legal que les permite tener, vender y transferir propiedades. El resultado de esto es que

todos los fenómenos físicos, según lo explica Wallerstein, son en última instancia poseídos

por alguien. Por otro lado, el grado de centralización política proporcionada por los Estados

es otra de las estructuras seculares del sistema. Wallerstein aclara que la soberanía,

concepto esencial para pensar los Estados dentro del sistema mundial, es el complemento

institucional de la propiedad privada ya que esta requiere de garantías políticas

proporcionadas por instancias de autoridad superiores a los mismos individuos 66.

65 Wallerstein, Imanuelle. The west, capitalism, and the modern world-system, en Fernand Braudel Journal, XV, 4, 1992, p. 567. 66 Ver: Id. pp. 577-588.

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35

La lógica de acumulación constituye un problema central dentro del análisis histórico del

Capitalismo. Volvamos una vez más al trabajo de Marx. Analizando el desarrollo

internacional del sistema de crédito, uno de los primeros factores coordinadores de un

sistema mundial, Marx observa que hay una relación muy profunda entre los diferentes

centros de la acumulación originaria67. Venecia, que había conocido su esplendor

comercial entre el siglo XIV y XV pasa a ser la principal fuente de crédito de la naciente

Holanda. Más adelante, Marx observa que Holanda e Inglaterra inician la misma relación:

para comienzos del siglo XVIII, Holanda ha perdido el potencial comercial que detentó

anteriormente y su capacidad de producción manufacturera inició una fase de

estancamiento. Holanda se convierte en este momento en la primera fuente crediticia de los

ingleses:

“desde 1701 hasta 1776, uno de sus negocios principales consiste en prestar capitales gigantescos, sobre todo a su poderoso competidor: Inglaterra. Es lo mismo que hoy ocurre entre Inglaterra y Estados Unidos. Muchos de los capitales que hoy comparecen en Norteamérica sin cédula de origen son sangre infantil recién capitalizada de Inglaterra”68.

La observación de Marx es una pauta recurrente de la economía-mundo capitalista. Braudel

ya había señalado que las expansiones financieras cerraban un ciclo de acumulación del

capitalismo, ciclo que poseía diferentes características pero que simultáneamente daba

cuenta de uno de los factores inherentes a la longue durée del Capitalismo: el capital está

dotado de una enorme flexibilidad que le permite adecuarse a diferentes formas de

obtención de riqueza. En esta medida, la peculiaridad de larga duración de la economía

capitalista reside precisamente en su «eclecticismo». Eclecticismo evidenciado en la

conversión de los capitales invertidos en transacciones comerciales a capitales financieros 67 “ Las diversas etapas de la acumulación originaria tienen su centro, por un orden cronológico más o menos preciso, en España, Portugal, Holanda, Francia e Inglaterra”. Ver: p. 18 de este trabajo. 68 Id. 642-643.

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utilizados para acrecentar las deudas públicas que tanto impulso dieron a Holanda, Francia,

Inglaterra y los Estados Unidos. Este es precisamente el fenómeno observado por Marx.

El análisis de la acumulación y de la expansión financiera señalada de diferentes formas por

Marx y Braudel será lo que conduzca a Giovanni Arrigui a examinar la historia del sistema

capitalista en su conjunto mediante la sucesión de ciclos sistémicos de acumulación. A lo

largo de la era capitalista las expansiones financieras han señalado los pasos de un régimen

de acumulación a escala a mundial a otro69. Este fenómeno es lo que en el esquema de

Arrigui ― parcialmente en el de Marx y de forma concreta también en el de Braudel―

conforma el comportamiento recurrente del capitalismo mundial. Esta «pauta recurrente» se

sintetiza claramente en la formula DMD (dinero-mercancia-dinero) acuñada por Marx, que

da cuenta de la flexibilidad asumida por el capital para adaptarse a los sectores que generan

mayores beneficios dentro de la economía mundial. La fase MD’ del ciclo garantiza la

libertad de elección y la liquidez de los capitalistas para moverse sin restricciones por la

economía mundial y salir de los sectores que empiezan a generar rendimientos

decrecientes.

El ciclo sistémico de acumulación está conformado por dos momentos: inicialmente, la

economía mundial conoce un período de expansión en el que la vida comercial se activa

mediante circuitos del tipo MDM (dinero-mercancía-dinero) en los cuales el capital se

concretiza en mercancías. En estos períodos crece el número de transacciones comerciales

y el capitalista obtiene el beneficio gracias a la adquisición de una forma «rígida» del

capital. El segundo momento es el de la expansión financiera, en el cual el capital asume

69 Arrighi, Giovanni. El largo siglo XX, Madrid, Akal, 1999.

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37

una forma «flexible» y la acumulación deja de realizarse en virtud del intercambio de

mercancías para formarse “a partir de procedimientos puramente financieros”70. Ilustrando

su modelo, Arrigui menciona que

…La idea de ciclos consistentes en fases de cambio continuo en virtud de una senda única que se alternan con fases de cambio discontinuo que explican el desplazamiento de una senda a otra apoya nuestra secuencia de ciclos sistémicos de acumulación. La di ferencia [con el modelo de Mensch71] radica en que lo que se desarrolla en nuestro modelo no es una industria o una economía nacional particul ares, sino l a economía-mundo capitalista en su conjunto a lo l argo de toda su existenci a. Así, las fases de expansión material (DM) se caracterizan por ser fases de cambio continuo durante las cuales la economía-mundo capitalista crece en virtud de una senda única de desarrollo. Y las fases de expansión financiera (MD’) se caracteri zan por ser fases de cambio discontinuo durante las cuales el crecimiento en virtud de la senda establecida ha alcanzado o está alcanzando sus límites, y la economía-mundo capitalista «se desplaza» a otra senda mediante reestructuraciones y reorganizaciones radical es72.

La acumulación de capitales en la fase MD’ del ciclo es conducida por Estados

hegemónicos que reestructuran los patrones de acumulación mundial. En estas fases del

ciclo de acumulación la competencia entre Estados se intensifica y la economía mundial se

convierte en el terreno en el que tales luchas se libran. En consecuencia, el cambio en los

patrones de acumulación se traduce en una transformación estructural de la economía

mundial. No obstante, Arrigui quiere señalar que la conformación interna de estas

hegemonías históricas no responde a un mismo patrón, sino que por el contrario, poseen

características acordes con los diferentes ciclos de acumulación sistémica desde el siglo

XIV: cada ciclo posee, si recordamos el lenguaje de Wallerstein, su differentia specifica.

Un proceso de diferenciación entre las empresas y los Estados permitió que las redes de

acumulación, que inicialmente estaban subordinadas a las redes de poder, empezaran a 70 Id. p. 19. 71 Mensch elaboró el modelo de metamorfosis del desarrollo socioeconómico. Sin embargo, Arrigui explica que su modelo se refiere “ al crecimiento y a l as innovaciones en industrias particulares o en economías nacionales o especí fi cas” y no al conjunto de la economía-mundo capitalista, marco estructural del análisis de Arrigui. Ver: Id. p. 22. 72 Id. p. 22.

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jugar el papel dominante en la economía mundial. Este fenómeno recibía un impulso

adicional a medida que los diferentes ciclos sistémicos de acumulación llegaban a su fase

descendente, momento en el cual las empresas salían de la actividad comercial y retornaban

a la monetaria. Quienes lograron dirigir la expansión financiera, fueron los mismos puntos

de poder económico que colocaron las reglas de juego en la siguiente fase de expansión

comercial. Es importante mencionar que en el trabajo de Arrigui, estos puntos ―estas

zonas― sólo pueden ser vistas bajo la óptica de las economías-mundo. De este modo, la

proximidad entre Venecia y Génova, las dos grandes impulsoras del primer ciclo de

acumulación en el siglo XIV, no es una mera coincidencia geográfica, sino un claro

indicador de que la actividad de expansión financiera sólo era realizable a partir de un polo

en el que coexistían diferentes poderes económicos. Arrigui observa que

…la sucesión de ciclos sistémicos constituye en realidad una «serie de saltos», resultado cada uno de ellos de las actividades de un complejo particular de agencias gubernamentales y empresari ales dotado con la capacidad de llevar la expansión de la economía-mundo capitalista un paso más allá de lo que podrían o habrí an hecho los promotores y organizadores de la expansión precedente. Todo paso adelante implica un cambio de guardia en los puestos de mando de la economía-mundo capitalista y una «revolución organizativa» concomitante en los procesos de acumulación de capital: cambio de guardi a y revolución organizativa que históricamente siempre se han producido durante las fases de expansión financiera. Las expansiones financieras se consideran, por consiguiente, como precursoras no únicamente de la madurez de una etapa particular del desarrollo de la economía-mundo capitalista, sino también como el inicio de una nueva etapa73.

La base fundamental de análisis de la economía-mundo capitalista resulta, en consecuencia,

de la observación de las “recurrencias” en el comportamiento de los ciclos sistémicos de

acumulación. La expansión financiera y lo que podría denominarse el retorno del capital a

su forma financiera sería esa norma tendencial que cumple el sistema, norma que en última

instancia, conduce a una etapa de acumulación ilimitada de capital para iniciar un nuevo

73 Id. p. 110.

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período de expansión. La lógica de acumulación brinda la coherencia interna del ciclo y

cada una de sus fases.

Marx ha señalado la pauta de desarrollo del sistema capitalista mediante una fase previa de

acumulación originaria. Al desarrollar una visión panorámica del sistema capitalista, la

acumulación deja de ser un elemento «originario» y se convierte en un rasgo que acompaña

el sistema a lo largo de toda su historia. Casi podría decirse que la lógica de unificación de

los diferentes factores que constituyen la estructura del sistema capitalista es la

acumulación ilimitada de capitales.

1.2. La larga duración en el sistema capitalista: otro dialogo interminable con Braudel.

J’ai soutenu au cours de cet ouvrage, qu’ un capitalisme en puissance s’esquisse dès l’aube de la grande histoire, se développe et se perpétue des siècles durant. C’est Theodor Mommsem qui a raison, C’ est Henri Pirenne qui a raison. C’est Michael Rostowtzeff qui a raison. Longtemps à l’avance, des signes annoncent le capitalisme: l’essor des villes et des échanges, l’apparition d’un marché du travail, la densité de la société, la di ffusion de la monnaie, la montée de la production, le commerce au loin ou, si l’on veut, le marché international...Quand l’Inde, au premier siècle de notre ère, saisit la lontaine Insulinde ou, pour le moins, y pénètre; quand Rome tient en son pouvoir, plus que la Méditerranée entierre; quand la Chine, au IXe siècle invente la monnaie de papier; quand l’Occident, entre le XIe et le XIIIe siècle, reconquiert la mer Intérieure; quand avec le XVIe siècle s’ébauche un marché du monde, «la biographie du capital» a comencé d’une façon ou d’une autre... Fernand Braudel, Le temps du monde.

Hemos procurado analizar «factores estructurales» del sistema capitalista a lo largo de su

historia. Factores que señalan sus límites y posibilidades en un marco temporal. Observar

estos factores en su duración social permite ver que hay una dinámica de cambio constante

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40

que configura y reconfigura sus formas y contenidos a pesar de la recurrencia de ciertos

patrones. Apoyados en las afirmaciones de Marx, Braudel y Arrigui tomamos como patrón

recurrente en la historia del capitalismo, algo que hemos designado bajo el término

«lógica»: la dinámica de acumulación de capital inherente al sistema capitalista, visualizada

con particular agudeza en el estudio de los ciclos sistémicos de acumulación de Arrigui. A

pesar de esto, «la lógica» de acumulación, o el patrón, fue anteriormente analizado por

Braudel en el marco de la longue durée de la historia del capitalismo.

1.2.2. Capitalismo, economía de mercado y vida material: el esquema braudeliano.

La mirada braudeliana de la historia sugiere una amplia cantidad de posibilidades que

expanden el análisis sobre la lógica de nuestro tejido mundial y los hilos que lo configuran.

Braudel no sólo se encargó de escribir libros extensos que encerraban años de trabajo en

diferentes archivos del mundo, de rastrear barcos y mercancías durante el siglo XVI para

comprender la mediterranée o de recordar una y otra vez la necesidad de diluir las barreras

entre las diferentes disciplinas sociales para estudiar lo social y no sus límites. No. Braudel

comprendió, no sin una alta dosis de genialidad compartida con Marx, que la investigación

de las realidades históricas y económicas del capitalismo sólo podían estudiarse de una

forma global, desde una perspectiva panorámica. Lo que Marx hizo al analizar el régimen

de producción capitalista, fue estudiado por Braudel bajo la configuración de la economía

mundial y las economías-mundo, lo que obligó a este último a ampliar extensivamente su

horizonte histórico para poder dirigir la mirada hacia nuevos espacios y tiempos.

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41

En La Mediterranée et le monde méditerranéen à l’époque de Philipe II74 Braudel

desarrolló por primera vez en un trabajo consistente sus ideas sobre la configuración de las

economías-mundo. En Civilisation matérielle, économie et capitalisme XVe-XVIIIe siècle

desplegó el trabajo sobre el mediterráneo en una cronología que abarcaba la historia de las

economías-mundo en un continuo analítico unido por un mismo eje, además de expandir su

mirada del continente europeo a la geografía mundial. La base teórica que permitió la

construcción de “une histoire entière du monde”75 fue la longue durée; la idea histórica

subyacente a esta base fue “le temps du monde”. En Le temps du monde, el tercer tomo de

Civilisation matérielle, Braudel menciona que este trabajo obedecía a una apuesta y a una

pretensión:

un pari, on le voit, mêlé d’une cert aine prétention, à savoir que l’histoire puisse s’offrir à l a fois comme une explication ―une de plus convaincantes― et comme une véri fi cation, la seule en verité qui soit située hors de nos déductions abstraites, de nos logiques a priori, hors même des pièges que le bon sens ne cesse de dresser devant nous 76.

Braudel parte de la idea de que su observación es coherente con la realidad histórica que

analiza. Por esta razón, analizar las continuidades y discontinuidades del sistema capitalista

planteadas por Braudel es otra de las formas posibles para aproximarse al fenómeno. El

esquema de análisis braudeliano de la historia del sistema capitalista en la época moderna

se compone de tres niveles:

…une zone d’opacité, souvent difficile à observer faute d’une documentation historique suffisante, s’étend au-dessous de marché; c’est l’activité élémentaire de base que l’on rencontre partout et qui est d’un volume tout simplement fantastique. Cette zone épaisse, au ras du sol, je l’ai appelée, faute de mieux, la vie matérielle ou l a civilisation matérielle. L’ambiguïté de l’expression est évidente. Mais j’imagine si ma façon de voir est part agée pour le passé comme elle semble l’être par certaines économistes pour le présent, qu’on trouvera, an jour ou l’autre une étiquette plus adéquate pour designer cette infra-économie, cette autre moitie informelle de l’activité économique, celle de l’autosuffisance, du troc des produits et des services dans un rayon très court.

74 Braudel, Fernand. La Méditerranée et le monde mediterranéen à l’époque de Philipe II, Paris, Armand Colin (Le Livre de Poche), I, II, III, 1949. 75 Id. III, p. 8. 76 Id. p. 7.

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D’autre part, au-dessus et non plus au-dessous de l a vaste surface de marchés, se sont élevées des hiérarchies soci ales actives: elles faussent l’échange à leur profit, bousculent l’ordre ét abli ; le voulant et même ne l e voulant pas expressément, elles créent anomalies, des «turbulences» et conduisent leurs affaires par des voies très particulières. A cet étage élevé, quelques gros marchands d’Amsterdam, au XVIIIe siècle, ou de Gênes, au XIVe siècle, peuvent bousculer, au loin de secteurs entiers de l’économie européenne, voir mondiale. Ainsi des groupes d’act eurs privilégiés se sont engagés dans de circuits et de calculs que le commun des hommes ignore. Le change par exemple, lié aux commerces lointains et aux jeux compliqués du crédit, est un art sophistiqué, ouvert, au plus, à quelques privilégiés. Cette seconde zone d’opacité qui, au-dessus de clartés de l’économie de marché, en est en quelque sorte la limite supérieure, représente pour moi, on le verra, le domaine par excellence du capitalisme. Sans elle, celui-ci est impensable; il s’y loge, il y prospère.

Un nivel intermedio, la economía de mercado, es el horizonte en el cual se unen el

capitalismo y la vida material. Braudel menciona que la «concurrencia» es la característica

dominante de este nivel, lugar en el que se concentra una gran cantidad de intercambios y

que es la “bisagra” por medio de la cual se articulan las sociedades actuales 77. Esta

deducción sólo pudo operarse en el pensamiento de Braudel luego de haber observado que

“l’économie de marché avait été, du XVe au XVIIIe siècle, et même bien plus tôt, un ordre

contraignant (social, politique ou culturel)…”78. Este esquema de análisis permite a

Braudel observar las permanencias y rupturas de la historia del capitalismo desde tres

perspectivas diferentes y mutuamente dependientes. El campesino del centro de Francia en

el siglo XVI, dedicado a la producción agrícola en pequeña escala, apenas podía imaginar

―de hacerlo― lo que ocurría en los puertos del mediterráneo, con la salida de los navíos

que atravesaban este mar interior hacia América y Asia, con el complejo sistema crediticio

que permitía a los comerciantes italianos manejar los intercambios desde Génova y

Venecia. Sin embargo, esta zona en la que se ejerce la actividad capitalista se apoya sobre

la economía de mercado, lugar al que el campesino tenía un acceso limitado, aunque no por

ello inexistente.

77 Id. p. 9. 78 Id. p. 9.

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43

Estas tres escalas de observación son a la vez tres experiencias diferentes del tiempo y el

espacio. La vie materielle transcurre con pequeños sobresaltos, cambios apenas notorios

que hacen que sea posible ver en las regiones del centro de Francia en la actualidad escenas

anteriormente descritas para el siglo XVIII. Esta Francia campesina de la actualidad

coexiste con París, centro en el que florecen las artes, la política y la ciencia y que controla

la vida del país en su conjunto. Allí el tiempo apenas puede experimentarse. Todos los días

la ciudad se transforma, los índices de la bolsa no dejan de fluctuar hasta su cierre como en

tantas otras ciudades, la afluencia de personas en los sistemas masivos de transporte brinda

una sensación de movilidad que jamás se compara con la del campo.

1.2.3. Un juego de temporalidades diversas: duración social y larga duración

Estas diversas experiencias del tiempo y el espacio tienen, sin embargo, un suelo común

sobre el que se erigen, una especie de campo en el que las alteraciones, a pesar de la

diversidad, pueden observarse bajo una cierta regularidad que hace que los hombres y

mujeres de hoy sean contemporáneos de sus predecesores. Es el horizonte en el que el

tiempo es casi inmóvil, es el terreno de la larga duración que hace posible ver al

capitalismo, la economía de mercado y la vida material en un mismo tejido histórico.

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La “duración social, esos tiempos múltiples y contradictorios de la vida de los hombres que

no son únicamente la sustancia del pasado, sino también la sustancia de la vida social

actual”79, es una abstracción para concebir el tiempo y hacerlo más manejable a los ojos del

historiador80. Braudel ha concebido la duración social como una entidad compuesta por tres

niveles ―lo que de entrada presenta una semejanza con su esquema de análisis del

capitalismo. La corta, mediana y larga duración son dispositivos explicativos, pero a la vez,

criterios que verifican la multiplicidad temporal de la historia. La larga duración se define

como una estructura, “una organización, una coherencia, unas relaciones fijas entre

realidades y masas sociales. […] Una estructura es indudablemente un ensamblaje; una

arquitectura; pero más aun, una realidad que el tiempo tarda enormemente en desgastar y

transportar”81.

Para Braudel toda la historia puede ser comprendida a través de la larga duración82. Ciclos

económicos, fluctuaciones de precios, creencias que se mantienen a través de los siglos,

rápidos cambios de regímenes políticos, todos y cada uno de ellos pueden entenderse a

partir de la profundidad de las estructuras de larga duración en la historia. Los vastos

procesos contemplados bajo la larga duración “corresponden a […] realidades persistentes 79 Braudel, Fernand. La larga duración, en Fernand Braudel: la historia y las ciencias sociales, Madrid, Alianza (¿), p. 62. 80¿Qué tan “ amplia” puede ser la duración en la referencia temporal de la historia del tiempo presente? Probablemente este sea uno de los aspectos que permanecen en “ construcción”. Braudel, sin duda, puede dar varias ideas para responder esta pregunta: su inquietud de situar “ el instante y el tiempo lento en transcurrir”― justificada en que el mundo cotidiano posee una “ viva e intima” oposición temporal― es una mirada dialéctica. También es una posición dialéctica frent e a l a constitución ontológica del tiempo. Mirada que también recuerda la visión esenci almente dialéctica y contradictoria de la vida moderna que Marx advirtiera al decir que “ …Hoy día, todo parece llevar en su seno su propia contradicción. Vemos que las máquinas, dotadas de la propiedad maravillosa de acortar y hacer más fructífero el trabajo humano, provocan el hambre y el agotamiento del trabajador […] El dominio del hombre sobre la naturaleza es cada vez mayor; pero, al mismo tiempo, el hombre se convi erte en esclavo de otros hombres o de su propia infamia”. Ambas miradas transgreden l a front era entre el ahora y el antes de la experi encia del tiempo, posición que puede ser de profunda utilidad para iniciar una reflexión respecto de la dial éctica de las duraciones en la historia del tiempo presente. 81 Id. p. 70. 82 Ver: Id. p. 74.

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dentro de la historia que hacen sentir efectivamente su presencia en el decurso de los

procesos humanos”83. Tal vez el mejor recurso para entender el significado de la larga

duración braudeliana sea pensar en la dicotomía planteada en el tomo primero de

Civilisation materielle entre lo posible y lo imposible.

La larga duración es la determinación explicita que hace que los procesos históricos tengan

un límite que no puede ser traspasado: límite marcado por el número de brazos que se

dedican a las actividades agrícolas y que hacen que los índices de productividad

permanezcan en un cierto tope o límite establecido por el desarrollo de la técnica que hace

que la relación entre el hombre y la naturaleza no exceda cierto nivel de transformación de

las materias primas. En síntesis, la larga duración determina las posibilidades históricas que

un grupo humano construye a lo largo del tiempo delimitando un terreno de movilidad

económica, política y cultural.

Sin embargo, estos límites se resquebrajan, las épocas cambian y por momentos se entra a

un periodo en el que se logran objetivos que anteriormente parecían imposibles. La

Revolución Industrial, el crecimiento de la población mundial y sus consecuentes

repercusiones en la división internacional del trabajo, el avance tecnológico en ciertas áreas

del conocimiento humano marcan el comienzo de una nueva manera de asumir las

posibilidades humanas, posibilidades que a su vez señalan el lento paso de una estructura

histórica a otra. Ahora bien, la relación entre los tres niveles de observación de la economía

mundial del siglo XV al XVIII en la obra de Braudel depende por completo de su

concepción de la larga duración. En efecto, la relación entre el capitalismo, la economía de

83 Aguirre, Carlos. Fernand Braudel y las ciencias humanas, Montesinos, p. 38.

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mercado y la vida material es observada a través del tiempo largo, observación realizada

siguiendo una pauta recurrente que al final lleva a Braudel a pensar en la «lógica de

acumulación»:

C’est au travers de cette expérience que je m’explique la construction des économies-monde et de mécanismes grâce auxquels le capitalisme et l’économie de marché coexistent, s’interpénètrent, sans toujours se confondre. Au ras du sol et au fil de l’eau, des siècl es et des si ècles ont organisé des chaînes de marchés locaux et régionaux. Cette économie locale qui tourne d’elle-même selon ses routines, c’est son sort que d’être périodiquement l’objet d’une intégration, d’une remise en ordre «rationnelle» au profit d’une zone et d’une ville dominantes, et cela pour un ou deux siècles, jusqu’à l’apparition d’un nouvel «organisateur». Comme si la centralisation et la concentration des ressources et des richesses se faisaient nécessairement en faveur de certains lieux d’élection de l’accumulation84.

La conformación de las economías-mundo pasa, como Braudel lo explica, por un periodo

de centralización de los diferentes mercados locales. Esta centralización se realiza en virtud

del establecimiento de un punto de acumulación que adecua el espacio, el tiempo y los

mercados para incrementar la obtención de beneficios y convertirse en centro de la vida

económica de una zona geográfica. Esta observación, verificada empíricamente gracias a la

revisión de archivos de diferentes partes del “mundo mediterráneo”, hace parte de un

conjunto de reglas, casi podría decirse de tendencias, de formación de las diferentes

economías-mundo en la historia del sistema capitalista. Los patrones bajo los cuales se

establecen las economías-mundo son factores recurrentes que describen las pautas de

comportamiento del capitalismo en la base de la larga duración. Es interesante observar que

la formulación de estas reglas no posee la misma matriz de las reglas bajo las cuales se

estudian los fenómenos físicos. Por el contrario, en el esquema braudeliano estas son reglas

flexibles, que poseen rasgos específicos en diferentes momentos de la conformación de las

economías-mundo. Por esta razón, Braudel habla de “règles tendancielles” con situaciones

84 Op. Cit. Braudel, Le temps du Monde, p. 32.

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correspondientes que las preceden de acuerdo con las épocas en las que se operen las

recurrencias ―suite en el vocabulario braudeliano.

1.2.4. Las reglas tendenciales de las economías-mundo en Le temps du monde

Al inicio la Geografía o una visión geográfica de la historia general del capitalismo si

quiere entenderse el planteamiento braudeliano. Un espacio que varía lentamente es la

primera regla tendencial de las economías-mundo. Espacio que varía en la visión de

Braudel gracias al movimiento de las fronteras de las economías-mundo, movimiento que

no se realiza de un momento a otro, sino que debe afrontar las limitaciones que los

condicionantes climáticos y geográficos le imponen. El Sahara, a pesar de estar atravesado

por caravanas que comunican el África septentrional y la mediterránea, el Mar del Sur,

atravesado por los comerciantes luego de la circunnavegación del cabo de la Buena

Esperanza, son grandes obstáculos que hacen que las economías-mundo estén ancladas a

una zona geográfica. Y aunque los límites geográficos puedan ser franqueados por los

hombres, es necesario entender que las dificultades para traspasarlos no se logran en

periodos cortos de tiempo: “il est bon de prendre, une fois de plus, la mesure de ces

distances hostiles. Car c’est à l’interieur de ces difficultés que s’établissent, grandissent,

durent et évoluent les économies-mondes”85.

En el centro, hay una ciudad-mundo dominante. Esta es la segunda regla. Ciudad

cosmopolita que regula los asuntos financieros y la información del comercio, que modela

el mercado regional a su beneficio y en la cual se instalan los grandes comerciantes. Estas

85 Id. p. 20.

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ciudades, sin embargo, están rodeadas de otros centros urbanos que existen en función de la

gran metrópoli. «Una economía-mundo se forma cuando ya existe una red previa de centros

urbanos». Las ciudades-mundo aparecen geográficamente rodeadas de puntos que tienen un

papel secundario en las actividades comerciales y que esperan atentamente para

transformarse en las ciudades dominantes. Los cambios en las primacías urbanas son la

extensión de esta regla (suite).

Los polos económicos se transforman a medida que cambian las ciudades que los dirigen,

provocando una ruptura en la continuidad de la economía-mundo: “qu’Amsterdam

remplace Anvers, que Londres succède à Ámsterdam ou que, vers 1929, New York prenne

le pas sur Londres, c’est chaque fois une énorme masse d’histoire qui bascule, révélant les

fragilités de l’equilibre antérieur et les forces de celui qui va s’établir”86. Las hegemonías

urbanas no poseen las mismas características siempre (suite et fin). Por ejemplo, si

pensamos en Anvers, que no tenía una gran flota mercante por ser una ciudad interior, y la

comparamos con Venecia, con una poderosa armada que le permitía asegurarse rutas

marítimas por todo el mediterráneo, vemos que cada ciudad-mundo hace de alguna de sus

características su punto básico de apoyo. Así, el poderío de Génova no residió en su

potencial militar sino en sus redes bancarias que le permitieron tener entre sus principales

clientes a los reyes españoles87.

Las economías-mundo están organizadas en zonas jerárquicas, zonas que obedecen a la

coordinación brindada por el polo urbano. Esta tercera regla se complementa de modo

instantáneo con el análisis sobre el esquema espacial de las economías-mundo de

86 Id. pp. 26-27. 87 Ver: Id. 29-30.

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49

Wallerstein, según lo menciona Braudel. En el centro, “le «cœur», réunit tout ce qui existe

de plus avancé et de plus diversifié. L’anneau suivant n’a qu’une partie de ces avantages,

bien qu’il y participe: c’est la zone des «brillants secondes». L’immense périphérie, avec

ses peuplements peu denses, c’est au contraire, l’archaïsme, le retard, l’exploitation facil

par autrui»88.

No obstante, a pesar de esta coordinación espacial en la economía-mundo, existen zonas

neutras, que no están atravesadas por le temps du monde, pero que tampoco hacen parte de

una periferia sometida. Estas zonas son trazos que permanecen a los lados de las grandes

rutas comerciales y que, en ciertas épocas, se encuentran al margen de la vida económica de

las metropolis (suite). Sin embargo, estas zonas están conectadas, aunque no siempre del

mismo modo, por una infraestructura que explica, por ejemplo, que los transportes puedan

atravesar grandes distancias sin que sus conductores desfallezcan en el intento (suite et

fin)89. Sin embargo, la aplicabilidad de las reglas tendenciales no finaliza con la clausura

del mundo moderno. ¿Pueden entonces observarse las reglas y factores estructurales a los

cuales nos hemos referido en la historia de los siglos XIX y XX?, ¿podemos, igualmente,

situar los autores de los que nos ocupamos en esta investigación en el contexto general de

los siglos XIX y XX siguiendo las pautas de análisis que hasta aquí hemos tratado?

1.3. Los siglos XIX y XX Para el siglo XIX la economía mundial ya había asumido una estructura eminentemente

capitalista. Muchos sectores del globo que habían quedado por fuera de los hilos de nuestro

tejido mundial se integraron directa o indirectamente al entramado construido por el

88 Id. p. 35. 89 Ver: Id. pp. 40-42.

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50

sistema capitalista en esta época. Sin embargo, el siglo XX se abriría paso como la época en

la que se construyó el sistema económico que daba las posibilidades para superar y

«enterrar» al capitalismo. Si el siglo XIX fue un período moldeado por y para la clase

predominante en el capitalismo, es decir la burguesía, el siglo XX fue el momento en el que

la periferia no avanzada de la economía mundial creó las condiciones para establecer la

«dictadura del proletariado».

1.3.1. Marx en perspectiva: la Era del Capital (1848-1875)

La historia que va desde 1848 ―periodo decisivo en el alzamiento de los grupos

revolucionarios influenciados por la tradición de 1789, «la primavera de los pueblos»―

hasta 1875, cuando la primera crisis económica “moderna” trasformó el patrón de

comportamiento del sistema mundial, es la historia en la cual se amplia decisivamente la

órbita geográfica de la economía capitalista. En palabras de Eric Hobsbawm, la era del

capital fue el momento en que triunfó “una sociedad que creía que el desarrollo económico

radicaba en la empresa privada competitiva y en el éxito de comprarlo todo en el mercado

más barato (incluida la mano de obra) para venderlo luego en el más caro”90.

La era del capital es en el contexto de nuestro propio análisis el momento en que la

división de la sociedad en clases, ese «factor estructural» al que con tanta insistencia nos

hemos referido mediante los trabajos de Marx, Dobb y Brenner, elevó a un nivel casi

sagrado los valores de un grupo social dominante. Fue el momento en que el control del

mundo pasó a las manos de “hombres sobrios con trajes discretos, los cuales propagaban

90 Hobsbawm, Eric. La era el capital, 1848-1875, Barcelona, 1ª ed. 1975, Crítica, 1998, p. 13.

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51

respetabilidad y un sentimiento de superioridad racial junto a las plantas de gases, las

líneas de ferrocarril y los empréstitos”91; fue, igualmente, el momento en el cual la

acumulación de capitales adquirió una magnitud simplemente sorprendente. Sin embargo

este momento, donde todos los himnos se dirigían a alabar el triunfo del sistema capitalista,

sería encargado de incubar la semilla del cambio social en la mente de Marx y Engels, dos

exiliados alemanes que hacia la mitad del siglo XIX diseñarían el camino que debía seguir

la revolución proletaria92.

«La primavera de los pueblos» en 1848 fue sin duda alguna el más grande alzamiento

revolucionario de la sociedad europea en sus últimos tres o cuatro siglos de historia ―el

primero fue hacia el siglo XV y XVI con las grandes revueltas campesinas. Toda Europa

occidental atravesó una crisis generalizada que vio caer regímenes políticos con una rápidez

inusitada, crisis acompañada por el crecimiento del comercio internacional y el surgimiento

de las nacionalidades. Crisis acompañada también de una baja creciente de los salarios de

los obreros que trabajaban en las ciudades y de una transformación que terminó con la

economía dirigida por un ciclo agrícola para dar paso a una economía direccionada por un

“ciclo comercial”. Este fue el panorama que Marx tenía frente a sus ojos cuando escribió

junto a Engels el Manifiesto del Partido comunista en 1848.

Retrospectivamente, la época que Hobsbawn observa puede analizarse a partir de un mismo

vector: la capacidad productiva de Europa se había incrementado considerablemente en la

primera mitad del siglo XIX. La capacidad industrial de países como Inglaterra, por

ejemplo, había doblado, e incluso en algunos sectores triplicado, su margen de

91 Id. p. 16. 92 Ver: Id. p. 21.

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52

productividad93. Esto, por supuesto, estaba acompañado de la adecuación jurídica y política

que implicaba el crecimiento económico, pues los Estados europeos no dudaban en llevar la

doctrina del libre cambio hasta sus últimas consecuencias modificando las leyes laborales e

incluso el sistema de relaciones internacionales con los demás países. Los márgenes

productivos crecían en virtud del aprovechamiento de los beneficios, y en consecuencia, los

salarios de los trabajadores no dejaron de presentar recurrentemente tendencias muy

acentuadas a la baja. La pauperización de los trabajadores en las fábricas, fenómeno que

Marx describió tantas veces y para condiciones diferentes, era la escena típica sobre la que

se apoyaba una parte importante del auge económico del momento. En efecto, lo que Marx

llamó «ejército de reserva del trabajo» estaba conformado por campesinos y antiguos

artesanos que se habían trasladado a las ciudades, manteniendo en un índice elevado la

oferta de mano de obra y por consiguiente en un nivel bajo los salarios.

Pero el crecimiento del potencial productivo de la industria capitalista que se presentó en la

primera mitad del siglo no logró salir del entorno geográfico en el que se había originado.

La segunda mitad del siglo XIX, por el contrario, trajo consigo la expansión de los

mercados en los que la industria capitalista comercializaba su producción. Este era el hecho

económico que permitía que por medio del ferrocarril y el barco de vapor se transportaran

lo resultados elaborados por los modernos medios de producción señalados por Marx. Lo

que importa en la segunda mitad del siglo XIX en el análisis histórico del sistema

capitalista es que “el capitalismo tenía ahora a su disposición a todo el mundo, y la

93 Para el caso de los tejidos de algodón ingleses Hobsbawm observa que entre “ 1820 y 1850 estas exportaciones se habían cifrado en alrededor de 1000 millones de metros, mientras que en la década que va únicamente de 1850 a 1860 habían alcanzado más de los 1200 millones de metros. El número de operarios de algodón que había aumentado alrededor de 100.000 entre 1819-1821 y 1844-1846, dobló dicha cifra durante la década de 1850. Por todas partes podemos encontrar evidencias similares de auge económico. La exportación de hierro desde Bélgica se dobló de sobra entre 1851 y 1857”. Ver: Id. p. 42.

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expansión del comercio internacional y de la inversión internacional mide el entusiasmo

con el que se aprestó a conquistarlo”94. No hay que olvidar que el periodo 1848-1875

saludó la construcción de una red de transportes de larga distancia “en casi toda Europa, en

Estados Unidos e inclusive en otras zonas del mundo”95. La lógica con la que se elaboraba

el tejido mundial seguía un patrón en el que el ferrocarril tenía un papel protagónico.

Hobsbawm menciona que

…En cuanto se construyó en Asia, Australia, África y América Latina, el ferrocarril, considerado económicamente, fue, sobre todo, un ingenio para unir las regiones productoras de materias primas con un puerto, desde donde se transportarían por mar hasta las zonas industriales y urbanas del mundo96.

Señal de la expansión del comercio internacional fueron las nuevas medidas económicas

que se tomaron para crear un sistema monetario estable basado en la libra esterlina. Esta

unificación de los patrones de cambio provenía de la dificultad de comerciar a nivel

internacional con los demás países, por un lado, pero también de un proceso más amplio

que consistió en abolir todas las barreras que restringieran el libre cambio. La eliminación

de las restricciones de movilidad sobre los grandes canales de comunicación y transporte de

mercancías ― el Danubio, el estrecho entre Dinamarca y Suecia― y el auge de los tratados

de libre comercio sumados a la reducción de las tarifas arancelarias eran indicadores

simultáneos de la expansión del mercado capitalista a nivel mundial. Cuando Marx

mencionaba a Engels que se creaban “mercados de la nada” sólo describía las

consecuencias de este vasto proceso97. Sin embargo, la década de 1870 delimitaría una

frontera con respecto a la expansión de base de los mercados capitalistas.

94 Id. p. 46. 95 Id. p. 64. 96 Id. p. 69. 97 Ver: Id. p. 47.

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54

A estas expansiones comerciales, sin embargo, seguían periodos en los que los precios

caían y las empresas impulsadas antes quebraban. Si los nuevos mercados aparecían con

una velocidad sorprendente, desaparecían sorprendentemente con una velocidad, incluso,

mayor. Un elemento de vital importancia para comprender la Era del Capital (1875-1914)

tuvo lugar dentro de la economía norteamericana, cuando se descubrieron los yacimientos

de oro en California y Alaska. Estados Unidos no sólo conducía un nuevo polo de

desarrollo económico a escala mundial sino que también, como lo observaba Europa, se

había convertido en una potencia tecnológica que competía al mismo nivel con la

tecnología europea. El oro norteamericano unificó un eje comercial en el pacifico que

permitió la llegada de cereales chilenos, cacao mejicano y azúcar y arroz chinos, además de

haber provocado una inflación en Europa a raíz del aumento de circulante. Las

consecuencias de este descubrimiento se expandieron más allá de la orbita norteamericana.

Para 1875 el mercado mundial era una realidad, no una consecuencia: en esta época

“industrial el capitalismo se convirtió en una economía genuinamente mundial y por lo

mismo el globo se transformó de expresión geográfica en constante realidad operativa. En

lo sucesivo la historia sería historia del mundo”98.

1.3.2. Bujarin en perspectiva: la Era del Imperio (1875-1914)

La era caracterizada por el posicionamiento de la burguesía a nivel mundial y la doctrina

del libre cambio inició con una revolución y terminó en un periodo de depresión. A partir

de 1875, aunque el propio Hobsbawn prefiere referirse a la mitad de la década de 1870, la

avanzada de la liberalización comercial finalizó para pasar a la época de las corporaciones

98 Id. p. 45.

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industriales que Bujarin, revolucionario ruso de 1917, analizó en La economía mundial y el

imperialismo. Mientras Marx vio el esplendor del capitalismo de libre empresa, Bujarin vio

el surgimiento del capitalismo de los grandes monopolios. La era del capital finalizaba

también con algo que a los ojos de los capitalistas de 1850 podría haber parecido imposible:

la ingerencia de los Estados y las diferentes entidades gubernamentales en los asuntos

económicos crecía en vez de disminuir ―algo que Bujarin tampoco dudó en advertir en la

Economía mundial. El progreso económico, a pesar de las fluctuaciones, parecía continuar

a salvo. Sin embargo, el libre cambio dejó de ser su soporte estructural.

El panorama económico y político del periodo comprendido entre 1875 y 1914 fue

transversalmente definido por la expansión imperial europea. El mundo fue literalmente

repartido entre las potencias industriales por medio del establecimiento de colonias, como

en el caso de la India, y mediante la creación de zonas de influencia económica, tal como

sucedió en varias de las recién fundadas repúblicas latinoamericanas. Es el momento en que

el mundo, como se mencionó antes, es una unidad operativa relacionada por una misma

realidad económica, pero simultáneamente, es la época en que este mundo se fragmenta y

jerarquiza para dar paso a las categorías de «primer, segundo y tercer mundo». La Era del

Imperio puede definirse, como diría Marshall Berman, por la “unidad de la des-unión”: de

un lado se encuentra el inicio de la unificación mundial del sistema financiero, pero de otro,

se abren paso diferentes nacionalidades que construyen identidades políticas para

convertirse en Estados-nación.

No obstante, desde el punto de vista económico, el viraje al proteccionismo después de casi

treinta años de efervescencia de libre mercado puede ser la característica decisiva de este

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56

periodo, al menos en términos comparativos con lo que sucedía en la Era del Capital.

Hablar de proteccionismo no tiene ninguna trascendencia si tal fenómeno no se vincula de

forma directa a la necesidad de las naciones industriales por penetrar nuevos mercados. El

temor a la crisis de «superproducción» que había ocurrido hacia finales de la década de

1870 y que había conducido a la depresión, se vería opacado por impulsos exportadores que

tenían en la mira a clientes potenciales y en consecuencia la producción nacional no se

vería afectada. Los gobiernos de los diferentes países europeos estaban interesados en dar

prioridad a los productos elaborados en el marco de las economías nacionales, en parte por

el interés de legitimarse frente a las nuevas masas de votantes surgidas en el marco de la

democracia, y en parte por la necesidad de protegerse de la producción extranjera.

Hobsbawm menciona que

Las tari fas proteccionistas, que comenzaron en el decenio de 1870, pasaron a ser un elemento permanente en el escenario económico internacional, culminando en los inicios de los años 1890 en las tari fas de penalización asociadas con los nombres de Meline en Francia (1892) y McKinley en los Estados Unidos (1890)99.

Globalmente, la economía mundial se había convertido en un escenario de competencia de

naciones industriales que necesitaban encontrar nuevos mercados: “desde este prisma «el

imperialismo» era la consecuencia natural de una economía internacional basada en la

rivalidad de economías industriales competidoras”100 ―este fue precisamente el punto de

partida del análisis de Bujarin101. Esto no quiere decir que el sistema colonial se apoyara

exclusivamente en la existencia de sus colonias, puesto que en muchas ocasiones, estas sólo

eran áreas estratégicas que permitían aproximarse a otro tipo de mercados o salvaguardar

99 Hobsbawm, Eric. La era del Imperio, Barcelona, 1ª ed. 1987, Labor, 1989, p. 39. 100 Id. p. 67. 101 Para Bujarin el Imperialismo es el marco político en el que tiene cabida el capital financiero. El Imperialismo no es otra cosa que el enfrentamiento ent re naciones industriales por encontrar mercados para sus productos. Más adelante discutiremos el significado de varios de los conceptos utilizados por Bujarin en el segundo capitulo de est e trabajo. Por ahora nos contentamos con señalar la convergenci a ent re el marco histórico descrito por Hobsbawm y el contenido de las ideas económicas del bolchevique soviético.

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57

una ruta comercial lucrativa para el imperio. Sin embargo, el argumento de los nuevos

mercados se complementa más cuando se comprende que las colonias se habían convertido

en un símbolo de status internacional. El caso italiano es probablemente el más ilustrativo:

los italianos se extendieron por zonas del desierto africano en 1896 que en realidad no

constituían ninguna ventaja para su economía102. Pero la moda en ocasiones representa

tendencias. Otras veces caprichos.

Las potencias industriales europeas habían experimentado choques debido a sus

pretensiones imperiales, algo que Lenin y Bujarin ya habían observado como el posible

detonante de una crisis internacional103. Fue, sin duda alguna, uno de los ingredientes pero

lo que cierra la Era del Imperio, que se había caracterizado por un periodo prolongado de

paz ―para los europeos, evidentemente― es el estallido de un conflicto de caracter

internacional que se salió lentamente de las manos de sus gobiernos y terminó en la primera

Guerra Mundial. El sistema de alianzas que había mantenido la paz en los decenios

anteriores a 1914 ―Bismarck es el mejor representante― fue precisamente la maquinaria

que permitió que un conflicto entre bloques de potencias alineadas estallara de un momento

a otro y adquiriera dimensiones desproporcionadas. Aún en los albores del conflicto, los

contemporáneos jamás alcanzaron a pronosticar una guerra. Sin embargo, pocas cosas

pudieron contribuir para que no fuera llevada a cabo.

1.3.3. Braudel y Wallerstein en perspectiva: La Era de los Extremos (1917-1991)

102 Ver: Id. p. 68. 103 Una interesante visión de las guerras como crisis necesari as del capitalismo se encuentra en El imperialismo, fase superior del capitalismo de Lenin. Allí Lenin señala la especi fi cidad de la crisis internacional por la que atraviesa el mundo en la segunda década del siglo XX y menciona la forma en la que tal crisis puede ser uno de los síntomas de agotamiento y declive del capitalismo.

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El siglo XX, La era de los extremos en la obra de Hobsbawm, inicia con la primera guerra

mundial y finaliza con la caída de la URSS. Sin embargo, puede decirse de este siglo que es

una centuria a la rusa: dos de los acontecimientos más importantes de estos setenta y cuatro

años ―los dos decisivos desde nuestra perspectiva― ocurrieron en el siempre sorprendente

y enigmático lugar situado entre Europa y Asia. La revolución de 1917 y el

desmembramiento de la URSS en 1991 marcan el inicio de un mundo nuevo y el paso a

otro. Este periodo de la historia mundial ha sido, al menos a los ojos de muchos de sus

cronistas, el siglo más violento de toda la historia humana y no es de admirar que sesenta y

cuatro millones de muertos respalden esta opinión (los datos se discuten, los hechos nos

abruman: diez millones en la primera guerra; 54 millones en la segunda). También fue el

siglo que pareció poner en jaque al sistema capitalista. Millones llegaron a creer que

realmente el socialismo del bloque soviético y el chino, principalmente el soviético, pondría

fin al capitalismo. Cronológicamente, Hobsbawm observa al siglo XX como compuesto por

tres etapas:

A una época de catástrofes, que se extiende desde 1914 hasta el fin de la segunda guerra mundial, siguió un período de 25 o 30 años de extraordinario crecimiento económico y transformación social, que probablemente transformó l a sociedad humana más profundamente que cualquier otro período de duración similar. Retrospectivamente puede ser considerado como una especie de edad de oro, y de hecho así fue cali ficado apenas concluido, a comienzos de los años setent a. La última parte del siglo fue una nueva era de descomposición, incertidumbre y crisis y, para vastas zonas del mundo como África, la ex Unión soviética y los antiguos países socialistas de Europa de catástrofes. Cuando el decenio de 1980 dio paso al de 1990, quienes refl exionaban sobre el pasado y el futuro del siglo lo hacían desde una perspectiva fin de siècle cada vez más sombría.104

El siglo XX, como menciona Hobsawm, es cualitativamente distinto del «largo siglo XIX»

que se abre con la Revolución Francesa y finaliza con la primera Guerra Mundial, en tres

aspectos: ya no es un mundo eurocéntrico. El siglo europeo, en el que nacieron las

potencias industriales, se vivió la Belle époque, y se tomaron de zonas de caza los 104 Hobsbawm, Eric. Historia del siglo XX, Barcelona, 1ª ed. 1995, Crítica, 2003, p. 15.

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continentes africano y americano, llegó a su fin hace unas cuantas décadas. El modelo de

vida que se proyectara con tanta fuerza mediante la producción masiva de artículos de

consumo para la clase media entre 1975 y 1914 se deshizo al mismo tiempo que Europa

dejó de ser el continente dominante en el orden mundial. Sin embargo, la maquinaria

productiva de Estados Unidos puede ser observada como una prolongación económica de lo

que otrora sucediera en el viejo continente. Las hegemonías estatales en el capitalismo son

una realidad de largo aliento.

En segundo lugar, el mundo ha atravesado un proceso de mundialización sin parangón. Los

Estados territoriales ahora son “complicaciones en las actividades transnacionales”105 y

podría pensarse en que las actividades de los individuos contemporáneos se ordenan

mediante un «eje temporal sincronizado»106, un tiempo mundial que sirve de coordinador y

regulador de lo que bien podría denominarse una sola realidad global. Sin embargo, a la

base de la unificación mundial continuamos encontrando la fragmentación que permite que

podamos referirnos a un mismo conjunto heterogéneo que coexiste unitariamente en uno de

sus niveles relaciónales. Este elemento es probablemente el factor más importante para

pensar las obras de Braudel y Wallerstein: inmersos en realidades globales, ambos autores

observaron el pasado con los lentes proporcionados por su época; lentes que ya no podían

hablar de un mundo centrado en Europa, pues la misma historia se había encargado de

rebasar los limites del viejo continente para construir una historia del mundo entero, como

bien lo mencionaba Braudel. La tercera gran transformación acaecida durante el siglo XX

105 Id. p. 24. 106 Ver: Fazio, Hugo. Escenarios globales. El lugar de América Latina, Bogotá, Uniandes-Ceso-Depart amento de Historia-IEPRI, 2003.

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consistió, en términos de Hobsbawm, en que los patrones que regulaban las relaciones

sociales se diluyeron provocando una ruptura entre el pasado y el presente107.

Sin embargo, el siglo XX tiene un denominador común que lo acompañó desde sus inicios

hasta su final. La organización bipolar del mundo dirigió, de forma más acentuada luego de

la segunda guerra mundial, la política internacional y por mucho tiempo mantuvo a la

población mundial a la expectativa de una guerra que podía desatarse en cualquier

momento. La carrera armamentista de los países de la OTAN y del Pacto de Varsovia era la

garantía de que tal agresión no ocurriría, al menos en términos relativos, puesto que si

sucedía el mundo entero podría desaparecer. Toda la producción intelectual del siglo XX,

incluida la producción histórica e historiográfica, fue influenciada por este ordenamiento

bipolar hasta que la URSS se diluyó en las manos de Gorbachov luego de haber iniciado la

perestroika. Por eso podríamos decir sin mayor trastorno que el siglo XX fue una centuria a

la rusa.

El peligro de guerra a nivel global no desapareció luego del declive económico de la URSS

desde la época Brezhnev, sólo cambio de marco político y estratégico. Los años ochenta,

por ejemplo, demostraron que las grandes potencias del panorama internacional no eran las

únicas que realizaban las declaratorias de guerra y las llevaban a cabo. El conflicto entre

Irak e Iran y entre Argentina e Inglaterra en la década de los años ochenta lo demostró

claramente108. Sin embargo, el siglo XX tuvo una característica aún más problemática y

desgarradora: “la creciente separación entre las zonas ricas y pobres del mundo”109. Este

107 Op. Cit. Hobsbawm, 2003, p. 25. 108 Ver: Id. p. 553. 109 Id. p. 554.

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resultado nos conduciría a plantearnos preguntas similares a la que Marx se hiciera en la

segunda mitad del siglo XIX, pero inevitablemente la observación de la realidad global no

nos permitiría señalar sus mismas respuestas.

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Capítulo segundo.

Los problemas historiográficos: brújulas del análisis conceptual

...es más fácil estudiar el organismo desarrollado que la simple célula. En el análisis de las formas económicas de nada sirven el microscopio ni los reactivos químicos. El único medio de que disponemos, en este terreno, es la capacidad de abstracción. Karl Marx , El Capital I, prologo a la primera edición.

2.1. Anotaciones preliminares sobre la reflexión historiográfica

¿En qué espacio de la disciplina histórica los conceptos se convierten en un problema de

reflexión? o formulado de otra manera, ¿cómo reflexiona la Historia sobre las premisas

conceptuales que le permiten estudiar un fenómeno social en el tiempo? La respuesta a

ambas preguntas ―nuevamente respuesta provisoria― proviene del «trabajo

historiográfico», brújula directriz de las preguntas dentro de la disciplina y primer escalón

para realizar los trabajos de síntesis en la Historia. En la historiografía actúan en un mismo

escenario los conceptos de los que parte una investigación histórica y los resultados que

esta emite. El trabajo historiográfico es una cierta forma de observación de los conceptos

dentro de un marco temporal, marco entendido desde las ideas que recrea y llena de

contenido: la historiografía analiza los conceptos en la órbita de su propia historicidad.

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Esta condición de complementariedad entre la idea y la estructura histórica, entre el

concepto y su marco temporal, tiene una sorprendente similitud con la dialéctica hegeliana.

El movimiento del espíritu en la visión dialéctica de Hegel es un permanente salir de sí

para volver a sí: el espíritu se despliega en el mundo para reconocer lo que él mismo no es

y volver sobre sí, enriquecido por aquello que señaló sus límites. En la filosofía hegeliana

este es el movimiento básico de la vida. El reconocimiento de lo uno depende por completo

del reconocimiento de lo otro. La idea depende del reconocimiento de una multiplicidad de

ideas para poder encontrar sus límites dentro de una generalidad que la incluye y la explica.

Desde nuestra perspectiva de trabajo, esta generalidad adquiere una dimensión temporal

que explica la constitución de los conceptos y limita sus posibilidades explicativas con

relación a un fenómeno histórico. Todo lo anterior nos ha conducido a definir a la

Historiografía como un permanente ir y venir entre el análisis conceptual y el histórico.

La vinculación entre las tendencias históricas y las temáticas trabajadas por los

historiadores, parte integral de nuestra visión del trabajo historiográfico, fue un horizonte

de análisis que surgió luego de la lectura de Historia económica y desarrollo. La

historiografía económica sobre los siglos XIX y XX en Colombia de Jesús Antonio

Bejarano110. Bejarano analizó los contextos socio-culturales en los que nacían los intereses

de los investigadores y las tendencias predominantes de la producción histórica

colombiana111. De la critica a Elementos para una reflexión historiográfica de la historia

comparada de América Latina nació la idea inicial de observar a la historiografía como un 110 Bejarano, Jesús. Historia económica y desarrollo. La historiografía económica sobre los siglos XIX y XX en Colombia, Bogotá, CEREC, 1994. 111 Esta fue una de las premisas teóricas utilizadas en la realización de un ejercicio historiográfico previo. Ver: Rojas, Daniel. Elementos para una reflexión historiográfica de la historia comparada de América Latina, Bogotá, Ediciones Uniandes-Documentos CESO, 2004.

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campo de análisis histórico y conceptual, lo que luego condujo nuestra búsqueda a pensar la

reflexión historiográfica como una reflexión de los conceptos en el marco de su propia

historicidad y más adelante, a vincular el movimiento del espíritu con la reflexión en un

terreno histórico y otro categorial. En esta «vinculación» radica nuestra forma de

observación del quehacer historiográfico como un ir y venir entre el análisis conceptual y el

histórico.

2.2. Formular los problemas: primer paso para construir las soluciones.

Ya en 1961 Edward H. Carr advertía que para responder a la pregunta ¿qué es la historia?

era necesario plantearse una pregunta más amplia, una pregunta que abarcaba tanto a la

Historia como a aquellas mentes en las que nacía la pregunta por el pasado y el presente: la

pregunta por el tipo de sociedad en la cual se vive. Problemas historiográficos como el

tocado por Carr al realizarse esta pregunta son de profunda utilidad para la constitución de

nuestro esquema de intepretación conceptual que abordaremos en el tercer capítulo. En este

espacio del trabajo nos dedicaremos a plantear problemas trabajados en el marco de

trabajos historiográficos que nos son familiares.

Carr quería demostrar que la respuesta a ¿qué es la historia? dependía de la noción previa

que se tuviera sobre la estructura social, de sus mecanismos y de las visiones del

comportamiento de los individuos en el conjunto de la sociedad. Al analizar el culto a los

hechos, pieza clave de la visión positivista de la disciplina histórica, Carr observó una

tendencia de largo aliento en el pensamiento inglés que tuvo fuertes repercusiones en varias

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65

de las creaciones históricas más importantes de los siglos XIX y XX en Gran Bretaña. Carr

escribe que

Tres generaciones de historiadores alemanes, británicos e incluso franceses, se lanzaron al combate entonando la fórmula mágica «Wie es eigentlich gewesen»112, a modo de conjuro, encaminada, como casi todos los conjuros, a ahorrarles l a cansada obligación de pensar por su cuenta. Los positivistas, ansiosos por consolidar su defensa de la historia como ciencia contribuyeron con el peso de su influjo a este culto de los hechos. Primero averiguad los hechos, decían los positivistas; luego deducid de ellos las conclusiones. En Gran Bretaña, esta visión de la historia encajó perfectamente con la tradición empíri ca, tendencia dominante de la filosofía británica de Locke a Bertrand Russell. La teoría empírica del conocimiento presupone una total separación entre el suj eto y el objeto. Los hechos, lo mismo que las impresiones sensoriales, inciden en el observador desde el exterior y son independientes de su conci encia. El proceso receptivo es pasivo: tras haber recibido los datos se les maneja113.

La visión de Carr destaca la relación que existe entre el individuo y la sociedad como una

formulación más amplia de la relación que hay entre el historiador y los hechos. Este es el

punto central que queremos señalar en el análisis de Carr. El individuo tiene una herencia

histórica que lo antecede, lo moldea y determina. «La clase», las ideas, el lenguaje, las

costumbres, los significados de los hechos coyunturales de la vida y el pensamiento, todo

esto ha sido esculpido por la tradición social en la que se nace y vive: “la sociedad y el

individuo son inseparables, son mutuamente necesarios y complementarios”114. Si

imaginamos un gigantesco coro que canta las tragedias de la historia de los hombres

podemos advertir que el historiador es tan sólo una voz más de este majestuoso

espectáculo. El historiador es parte de la historia que investiga al igual que el individuo es

parte esencial de la sociedad que lo ha visto nacer.

Carr menciona los ejemplos de Grote y Mommsen, dos de los historiadores clásicos que él

mismo tuvo que leer una y otra vez en sus cursos de historia clásica de Grecia y Roma.

112 «sólo mostrar lo que realmente aconteció». La traducción es del propio Carr. p. 11. 113 Carr, Edward. ¿Qué es la historia?, Barcelona, Ariel, 1ª ed. en inglés 1961, esta edición 1984, p. 12. 114 Id. p. 41.

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66

Grote era un “banquero radical ilustrado” británico que vió un Pericles que “[parecía] un

reformador de la escuela de Bentham”. Grote sólo fue coherente con su posición en la

sociedad inglesa de mitad del siglo XIX puesto que “encarnó las aspiraciones de la clase

media británica” en una imagen idealizada de la sociedad ateniense del siglo IV.

Mommsem, un alemán liberal profundamente frustrado por los resultados de «la primavera

de los pueblos en Alemania» (1848-49), tuvo la necesidad de ver en el antiguo Imperio

romano al hombre fuerte que esperaban los germanos luego de la confusión revolucionaria.

Carr escribe que nunca “apreciaremos su historia [se refiere a la Historia de Roma de

Mommsem] en lo que vale si no nos percatamos de que su conocida idealización de César

es producto de aquel hombre fuerte que salvase a Alemania de la ruina, y que el abogado y

político Cicerón, aquel charlatán ineficaz y turbio contemporizador, es un personaje que

parece indirectamente salido de los debates de la Paulikirche en Frankfurt, en 1848”115.

Carr encuentra un soporte importante en los filósofos alemanes e italianos que en el siglo

XIX y XX se dedicaron a reflexionar sobre la filosofía de la historia116. La idea que vincula

al historiador y a los hechos como una instanciación de la relación entre el individuo y la

sociedad tiene una nueva formulación dentro de la argumentación de Carr con Benedetto

Croce (1866-1952), el italiano que tuvo en sus manos la revitalización del pensamiento de

Hegel para atestar un duro golpe al positivismo mediante su idealismo filosófico. Croce

declaró que toda la historia es “historia contemporánea”. Esta idea se encuentra expresada

más claramente en uno de los aforismos de La historia como hazaña de la libertad:

115 Id. p. 48. 116 Carr se tomó el trabajo, lo que parece usualmente t edioso a los historiadores, de leer a varios de los filósofos que trabajaron el tema de la filosofía de la historia. Niet zsche y Dilthey parecen ser los pensadores con los que dialogó de forma preponderante para escribir ¿Qué es la historia?

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67

Los requisitos prácticos subyacentes a todo juicio histórico dan a la historia toda el carácter de “historia contemporánea”, porque, por remotos temporalmente que nos parezcan los acontecimientos así catalogados, la historia se refiere en realidad a las necesidades present es y a las situaciones presentes en que vibran los acontecimientos.

Croce no menciona que toda la historia se construya a partir del periodo contemporáneo, lo

que a veces ha suscitado confusiones en las mentes de algunos historiadores 117, sino que

toda pregunta por el pasado tiene motivaciones claramente concebidas por las necesidades

y situaciones presentes en las cuales la pregunta es realizada118. Hay que prestar especial

atención a los límites que Croce incluye en el aforismo, puesto que el horizonte en el cual

se aplican las ideas subyacentes a él se refieren con especial atención a los «requisitos

prácticos» del juicio histórico y no a sus contenidos descriptivos119. Es aquí donde la idea

de Croce cobra sentido en el planteamiento de Carr.

La vinculación entre el historiador y la sociedad también es planteada por Joseph Fontana

en La historia de los hombres. Fontana introduce su trabajo con una consideración muy

amplia del sentido de la memoria histórica en la sociedad. Su análisis historiográfico, que

117 Al menos esto me pareció en una de mis clases de Corrientes historiográficas mientras se leía a Fontana en el segundo semestre del año 2002. En aquellos días, por fortuna y a pesar de mis clases, entablé contacto con Jaime Jaramillo quien se ocupaba de de hacer una síntesis de los autores que más habían influenciado su visión de la historia. Me habló mucho de Montesquieu, según recuerdo. 118 En mi trabajo anterior Elementos para una reflexión historiográfica de la historia comparada de América Latina decía que “ No hay que olvidar que la «pregunta histórica» enci erra un juego de tres temporalidades diferentes en el que se inmiscuyen el pasado, el presente y el futuro. Esta triada de abstracciones temporales guardan entre sí un frágil equilibrio que se altera en el instante en que cualquiera de las tres es dotada de un nuevo significado: la reinterpretación del pasado latinoamericano a la luz de la historia comparada obedece a demandas del presente y ofrecer nuevas visiones del pasado es ver la idea del futuro bajo lentes diferentes”. Esta forma de observación de la pregunta histórica encaja muy coherentemente con la idea de la historia contemporánea de Croce y con sus requisitos prácticos. Sin embargo, al observar las pugnas que tan frecuentemente se presentan entre las agrupaciones políticas por la reconstitución de la memoria histórica, la idea del equilibrio entre las tres temporalidades queda puesta en entredicho. Pasado, presente y futuro son una triada de abstracciones temporales, por supuesta, pero el concepto de equilibrio entre estas puede parecer más una ambivalencia académica que una tesis consistente. Antes que la idea de equilibrio, la relaciones entre el pasado, el presente y el futuro pueden ser explicadas más cabalmente mediante las nociones de conflicto y contradicción. 119 Wallerstein no duda en advertir, en una ví a similar a la de Croce, que “ sólo se puede narrar verdaderamente el pasado como es, no como era. Ya que el rememorar el pasado es un acto social del presente hecho por hombres del presente y que afecta el sistema social del presente”. p. 15.

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va desde la Grecia Clásica hasta finales del siglo XX, plantea que la historia ha tenido

como función esencial patrocinar el orden establecido en el presente. Sin embargo, esta

misma historia también “ha cumplido [la función] de preservar las esperanzas colectivas

de los que eran oprimidos por el orden establecido”120. La virtud del análisis de Fontana

radica en la increíble facilidad con la que puede entender las obras históricas dentro de un

proceso histórico. Cada uno de los capítulos de su trabajo abre con una síntesis histórica

que constituye el primer momento de su trabajo para luego iniciar una reflexión que reúne a

los autores y sus obras. Fontana escribe que

En el caso de la historiografía gri ega, que la cultura europea considera como un inicio absoluto y universal, es preciso tener en cuenta que surgió en un contexto político muy distinto de las monarquías de Oriente, como era el de las pequeñas ciudades-estado oligárquicas y mercantiles, nacidas de la derrota de las antiguas monarquías locales y que se forjaron posteriormente en la lucha contra el imperio persa. Era lógico, por tanto, que sus crónicas se preocuparan menos de las genealogías de los reyes y más de los acontecimientos concerni entes a los ciudadanos. Esta nueva visión tiene sus raíces en el cambio de la conciencia política que se produjo en algunas ciudades-estado con la di fusión de una economía monetaria, desde el siglo VII, y con la ruptura del equilibrio social existente en perjuicio de la vieja aristocracia terratenient e y a favor de los sectores más ligados a la actividad marítima y al comercio (los tratos comerciales y la economía democrática se desarrollaban de forma conjunta en el ágora)121.

Bajo la óptica del párrafo citado Fontana inicia la labor de reconocimiento de los diferentes

historiadores griegos. Este mundo griego al que pertenecían Heródoto, Tucídides y

Jenofonte debe entenderse bajo las diferentes manifestaciones atenienses ―no

helenísticas― que buscaban configurar a la ciudad como el centro del mundo conocido y

que paralelamente tenían como objetivo diferenciar a los atenienses de los bárbaros de

Oriente122. En el caso particular de Heródoto de Halicarnaso (485-424 a.c.), ―que tuvo que

desplazarse al gran centro intelectual que por entonces era Atenas― Fontana observa que

su Historia ofrecía una descripción de los griegos, egipcios fenicios y demás pueblos que él

120 Fontana, Joseph. La historia de los hombres, Barcelona, Crítica, 1ª ed. 2000, esta ed. 2001, p. 11. 121 Id. p. 24. 122 Ver: Id. p. 25.

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había logrado conocer a lo largo de sus numerosos viajes. La Historia, sin embargo, estaba

plagada de valoraciones comparativas entre el nefasto despotismo oriental y la democracia

de las ciudades-estado griegas. El propósito central de la obra de Heródoto era describir los

enfrentamientos entre griegos y persas, fenómeno que determinó las obras de la gran

mayoría de historiadores y filósofos de su época y que terminó por influenciar los escritos

políticos de Aristóteles.

Los análisis historiográficos, no obstante, disponen de una gran cantidad de herramientas

teóricas que pueden tomar como base la reflexión de los enfoques y paradigmas de la

investigación histórica. En Perspectiva y prospectiva de la historia en Colombia123,

Germán Colmenares considera, como factor inicial, la dimensión temporal en la que se

analizan los fenómenos sociales como el criterio básico para hacer historiografía. De esta

forma, es posible lograr una caracterización de los géneros históricos mediante la escala

temporal en la que se concentran las investigaciones. El análisis de Colmenares se

diferencia de los trabajos de Carr y Fontana en su rango de observación ya que su trabajo

abarca la producción histórica en Colombia, y no el desarrollo de las escuelas históricas a

nivel mundial.

En su ensayo, Colmenares construye una tipología que le permite dar cuenta de la

evolución de los estudios históricos en Colombia. Inicia con un reconocimiento de las

estructuras institucionales en las que se realiza la investigación en historia

―particularmente universidades y centros de investigación―para después hablar de las

tendencias que dominaban la historia nacional hasta mediados de los años ochenta

123 Colmenares, Germán. Perspectiva y prospectiva de la historia en Colombia, en Ensayos sobre historiografía, Bogotá, Tercer Mundo-UNIVALLE-Banco de la República-COLCIENCIAS, 1997.

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(Annales, New economic history y Marxismo). A continuación se dedica a valorar las

investigaciones históricas colombianas en el contexto de la producción histórica

latinoamericana y a señalar los problemas metodológicos, los vacíos teóricos y

conceptuales de la producción nacional. Al igual que la gran mayoría de trabajos

historiográficos ―Carr y Fontana, por ejemplo124―, el suyo finaliza con una parte

propositiva en la que se recomiendan “sugerencias y observaciones sobre la construcción

de paradigmas” en Historia.

Un aporte suficientemente revelador del artículo de Colmenares es su idea de tomar la

temporalidad social como un criterio de análisis historiográfico. Las múltiples

temporalidades que se dan cita en la duración social, como lo recuerda Braudel, pueden

servir de marco de aproximación a las diferentes tendencias históricas. Esta vez el trabajo

no se realizaría mediante el recuento de índices bibliográficos que establecen un paralelo

entre la magnitud de trabajos publicados en un tema específico y su importancia en el

marco más amplio de los estudios históricos, sino mediante el reconocimiento de las

temporalidades a las que se da más importancia a lo largo de la investigación. Por ejemplo,

bien podría pensarse en situar El poder político en Colombia de Fernando Guillén Martínez

―una obra que aun no ha recibido el reconocimiento que merece― en el terreno de la larga

duración social junto con Historia económica y social de Colombia del propio Colmenares.

Más adelante volveremos sobre el problema del análisis historiográfico y las duraciones.

2.3. La historicidad de los conceptos: por un análisis del concepto en su duración.

124 Bastaría con observar las partes finales de los trabajos mencionados para percibir que los estudios historiográficos finalizan con una parte propositiva: En busca de nuevos caminos, para el caso de Fontana; Un horizonte que se abre, paran el caso de Carr; Consideraciones Finales : algunas formas de expandir los horizontes historiográficos para el caso de mi trabajo.

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Ahora bien, luego de haber observado de qué manera se vinculan las tendencias históricas

con quienes escriben la historia en los análisis historiográficos, es necesario referirse de

forma más específica al lugar que ocupa la reflexión sobre los conceptos. En este punto se

abre un camino que recorren de forma semejante la Historiografía y la Filosofía125. Quienes

se han encargado de discernir los significados de los conceptos en las obras históricas

pronto desembocan en preguntas que tienen que ver con la concepción del tiempo y con las

discusiones epistemológicas propias de la Filosofía de la Historia. Dos trabajos son de

particular relevancia para el desarrollo de nuestra investigación en este terreno: Comment

on écrit l’histoire126 de Paul Veyne e Historia y Hermenéutica127 de Kosellek y Gadamer.

Para Veyne uno de los grandes problemas de la historia radica en la adecuación de

conceptos que describen fenómenos históricos. Veyne sostiene que la disciplina histórica

construye conceptos universales que esperan dar cuenta de procesos o eventos históricos

específicos cuando menciona que “l’histoire est description de l’individuel à travers des

universaux”128. De este modo, guerra o nacionalismo son tipos ideales (idéaltypes) que

sirven a los historiadores como categorías de análisis siempre y cuando se adecuen sus

significados a la especificidad concreta del fenómeno que se investiga. El riesgo del

anacronismo, según lo explica Veyne, proviene de la comprensión estática del significado

125 Esta forma semejante está directamente relacionada con el mecanismo de conocimiento propio de lo que la filosofía alemana ha llamado Ciencias del espíritu. Al situar a la Filosofía y a la Historiografía en un mismo plano nos enfrentamos al problema de la definición de ambos saberes en términos cognitivos. Paul Hamilton en su libro Historicism escribe: Historicism demonstrates that we can have a kind of knowledge complementing the natural sciences. Hamilton continua diciendo “ Historicism refers to art of generalizations. Not scientific generalizations. Observar ambos saberes en el marco de un tipo de conocimiento diferente al de la generalización cientí fica complementa nuestra afirmación inicial. Ver: Hamilton, Paul. Historicism, Londres, Routledge, 1996, pp. 3, 20. 126 Veyne, Paul. Comment on écrit l’histoire. Essai d’épistémologie, Paris, Éditions du Seuil, 1971. 127 Kosellek, R. y Gadamer, H. Historia y Hermenéutica, Barcelona, Paidos, 1997. 128 Op. Cit. Veyne, p. 174.

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de un concepto, puesto que no es posible comparar las guerras del Peloponeso con la

Segunda Guerra Mundial, aunque en ambos casos se esté hablando de enfrentamientos

bélicos. En apariencia, la construcción de universales había permanecido desligada de los

marcos temporales en los que se constituían sus significados y el concepto de clase, por

citar un ejemplo, podía ser aplicado tanto a los grupos hegemónicos del Imperio Romano

como a los prestamistas ingleses del siglo XIX. En última instancia, lo que Veyne sugiere

es que los conceptos son realidades abiertas siempre sujetas a ser reconstruidas:

Un concept historique permet, par exemple, de désigner un événement comme étant une révolution; il ne s’ensuit pas qu’en employant ce concept on sache «ce qu’est» une révolution. Ces concepts ne sont pas des concepts dignes de ce nom, des complexes d’éléments nécessairement liés; ce sont plutôt des représentations composites qui donnent l’illusion de l’intellection, mais qui ne sont en réalité que des espèces d’images génériques. La «révolution», la «ville», est faite de toutes les villes et de toutes les révolutions déjà connues et attend de nos expériences futures un enrichissement auquel elle demeure définitivement ouverte.

La adecuación del significado de los conceptos depende, inevitablemente, de la referencia a

una tradición intelectual que le brinda contenido. Esta tradición intelectual está colmada de

otro tipo de conceptos con los que se explican los nuevos conceptos. A primera vista esta

afirmación nos conduce a una «paradoja conceptual», puesto que las ideas con las que

explicamos las ideas están a su vez necesitadas de aclaración. La salida a esta paradoja

puede encontrarse aquí: “en medio de un océano de palabras, los conceptos son como

camaleones, que resultan coloreados por su entorno ecológico”, según lo mencionan

Gadamer y Kosellek129. Dicho en otras palabras, no podemos entender el significado de un

concepto sino a condición de entender el marco temporal en el que es producido y

enunciado.

129 Op. Cit. Kosellek y Gadamer, p. 20.

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73

La historia conceptual ―Begriffsgeschichte en el término en alemán― trata sobre la forma

en que se hace un retorno a la tradición para entender el significado de un concepto. Este

retorno es lo que ha impulsado muchas de las preocupaciones de la filosofía hermenéutica

―no hay que olvidar la procedencia de Gadamer y Kosellek― y de la comprensión de este

movimiento depende entender correctamente la metáfora de los conceptos vistos como

camaleones. Gadamer y Koselleck afirman que el “estudio de los conceptos debe cotejarse

con el tempo lento de las estructuras”130 que estos destacan. El problema radica, de este

modo, en la convergencia que logre definirse entre este tempo y el significado atribuido al

universal. En la historia conceptual el concepto se analiza en medio de la tradición

intelectual que lo recrea, siguiendo “un movimiento que siempre rebasa el uso lingüístico

de las palabras y desliga la dirección semántica de las palabras en su empleo originario,

ampliando o delimitando, comparando y distinguiendo”131

La formulación de los conceptos es realizada por los individuos, inmersos en el tiempo de

una vida o como podría decirse si recordamos la concepción histórica braudeliana, en la

corta duración. El concepto mismo de larga duración describe una realidad histórica que

rebasa el momento histórico en el cual Braudel lo enunció inicialmente. Sin embargo, el

concepto describe una realidad de largo aliento, una realidad que sólo puede ser descrita

cuando se adecua un horizonte de comprensión que hace posible comprender el concepto

en un contexto más amplio. De allí que el concepto sólo se entienda por medio de su

«entorno ecológico». En efecto, la comprensión de la larga duración como concepto sólo

puede realizarse cuando una base de trabajo histórico ha sido previamente constituida,

130 Id. p. 33. 131 Id. p. 18-19.

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como la descripción geográfica realizada por Braudel en La part du milieu, el capítulo

introductorio de La Mediterranée en el cual se habla de la unidad física del mar interior.

Vistos de esta forma, los conceptos deben ser trabajados en dos niveles diferentes. En

primer lugar, es necesario realizar una reflexión sobre su contenido mediante el contexto en

el cual este es dotado de significado. En segundo lugar, el concepto debe ser analizado en

su duración lo que equivale a vincular el proceso ―o procesos, todo depende de la

magnitud y los propósitos del análisis― en el que se encuentra quien lo enuncia.

La obra de Bujarin, por ejemplo, fue el resultado de la situación por la que atravesaba

Europa en el primer cuarto del siglo XX cuando los grandes monopolios financieros

aparecían en la economía mundial. Bujarin no sólo tenía las voces de varios autores

contemporáneos a él que, atentos a las transformaciones de la época, observaban las

mutaciones de las grandes estructuras burocráticas de los Estados para poder captar

capitales financieros, sino que sus numerosos exilios y su vida clandestina lo condujeron a

viajar por varios países de Europa occidental permitiéndole ver desde perspectivas

diferentes un mismo fenómeno económico. El imperialismo de Bujarin se entiende cuando

se vincula a este autor con los procesos históricos de la sociedad en la que vive, de una

parte, y en el momento en que su conceptualización puede ser entendida en el marco de la

estructura de larga duración de la que él mismo hace parte, de otra.

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Capítulo tercero

Los autores, los conceptos y los tiempos-épocas.

Daí, a cada época, malgrado a certeza de que se atingiu un patatar definitivo, as reações de admiração ou de medo diante do inusitado e a di fi cultade para entender os novos esquemas e para encont rar um novo sistema de conceitos que expressem a nova orden en gestação. Milton Santos, Fim de século e globalização.

Este capítulo se concentra en el análisis de las fuentes primarias que hemos elegido para la

investigación: El Capital I, La economía mundial y el imperialismo, Le temps du monde

―tercer tomo de Civilisation matérielle, économie et capitalisme― y La agricultura

capitalista y los orígenes de la economía-mundo europea ―primer volumen de El moderno

sistema mundial. Nuestra reflexión sobre las fuentes tiene como objetivo examinar los

significados de las nociones sobre las que podemos rastrear la filiación conceptual entre las

aproximaciones históricas al capitalismo elaboradas por Marx, Bujarin, Braudel y

Wallerstein.

Elegimos un camino retrospectivo y no diacrónico (iniciamos el análisis con Wallerstein y

no con Marx) por considerarlo de profunda utilidad para establecer las vinculaciones

teóricas entre los autores y para introducir de una forma más adecuada al lector en la labor

de reconocimiento de la filiación conceptual. Un comentario breve sobre la trayectoria

intelectual y personal de los autores es el punto de partida de la reflexión conceptual sobre

los conceptos, pues sustentamos que el desarrollo de los trabajos históricos está limitado

por el horizonte vital de sus creadores como lo hemos argumentado en el capítulo segundo.

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76

3.2.1. Wallerstein, de Africa al sistema mundial: el autor, su duración y su obra.

La reflexión sobre el moderno sistema mundial inicia con un recorrido por el itinerario

intelectual de Immanuel Wallerstein. Sus inquietudes como investigador en Estados Unidos

lo llevaron a interesarse en las fuentes y perspectivas de análisis de los conflictos políticos

mediante la investigación de sus raíces sociales. Inicialmente, Wallerstein tomo como

marco de reflexión su propia sociedad para luego desplazar su mirada al continente

africano:

“fui por primera vez a África durante la era colonial, siendo testigo del proceso de «descolonización», y después de la independencia de una verdadera cascada de Estados soberanos. Blanco como era, me vi bombardeado por el ataque de la mentalidad colonial de los europeos que llevaban largo tiempo residiendo en África”132.

La creación de los nuevos estados africanos y los conflictos inherentes a este proceso daban

cuenta de los intereses de los nacionalistas y las “potencias” administradoras. África

continuaba en medio de una situación colonial que era imposible investigar mediante la

utilización de categorías tradicionales que como el Estado o la Nación, estaban atravesadas

por una cantidad de actos jurídicos y administrativos que en el contexto africano no

guardaban la menor relevancia. Fue en este punto donde su análisis se encaminó hacia la

«situación colonial»:

De modo que me limité a hacer un análisis de cómo operaba el sistema colonial para aquellos países que eran colonias de potenci as europeas en los siglos XIX y XX, y que eran posesiones

132 Wallerstein, Immanuel. El moderno sistema mundial. La agricultura capitalista y los orígenes de la economía-mundo europea en el siglo XVI, México D. F., Siglo XXI editores, 1ª Ed. 1974, esta Ed. 2003, p. 9.

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ultramarinas de las citadas potencias. Dada esta constante, pensé que podría hacer afirmaciones aplicables en general acerca del impacto de la imposición de una autoridad colonial sobre la vida social, sobre los motivos y modalidades de resistencia a esta autoridad, los mecanismos por medio de los cuales se at rincheraban y buscaban legitimar su poder los poderes coloniales, la naturaleza contradictori a de las fuerzas que podían operar en este marco, las razones por las que los hombres se veían llevados a formar organizaciones que se opusieran al gobierno colonial, y los elementos estructural es que favorecían l a expansión y el eventual triunfo político de los movimientos anticolonialistas. La unidad de análisis en todo esto era el territorio colonial, tal y como había sido definido legalmente por la potencia administradora.

Al estudiar los elementos básicos de la situación colonial en la que se encontraba África,

Wallerstein percibió que debía desplazarse hacia el terreno más general de las situaciones

coloniales a lo largo de la historia del mundo moderno. En el transcurso de esta búsqueda

se hizo claro que para pensar la expansión europea, sus causas y consecuencias, era

necesario “considerar al menos algunos factores del sistema mundial como constantes”133.

A pesar de todo, los conflictos que se vivían en el continente africano no estaban dirigidos,

al menos de la parte de los nacionalistas, a regresar a las formas de organización tribal,

sino, precisamente, a convertirse en nuevos Estados. Esto condujo a Wallerstein a

interesarse en la “primera época de la Europa moderna”. No obstante, como el propio

Wallerstein lo menciona, las dificultades de tipo teórico y metodológico no tardaron en

aparecer, pues ¿cómo hablar de un mundo moderno relacionado con una etapa de expansión

imperial que se proyectó hasta el siglo XX?

El problema central era encontrar una categoría de análisis apropiada. La comparación

entre los diferentes Estados que se habían constituido a lo largo del mundo moderno no

arrojaban mayores respuestas sobre el problema de la configuración del orden colonial. Sin

embargo, el rasgo común de la historia moderna continuaba siendo la constitución de las

sociedades en Estados, en un mismo marco mundial que había garantizado la creación y el

133 Id. p. 10.

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mantenimiento de cientos de ellos. Había, a pesar de todo, un sistema mundial que podía

ser la fuente de explicación para la constitución de los Estados; de este modo, era posible

“explicar los cambios en los estados soberanos como consecuencias de la evolución y la

interacción del sistema mundial”134. Este sistema mundial había nacido en la Época

Moderna, que a su vez había tenido sus orígenes en la historia europea. Su elección fue

describir este sistema mundial en una dimensión histórica “a un cierto nivel de abstracción,

el de la evolución de las estructuras de la totalidad del sistema”135.

3.1.2. Wallerstein: la economía-mundo europea y el moderno sistema mundial

En el entramado conceptual construido por Wallerstein, el sistema mundial es una

formación que alberga en su interior diferentes grupos, posee límites y tiene ciertas “reglas

de legitimación y coherencia”. Esta idea es el punto de partida para pensar la base común

en la cual nacen y se desarrollan las economías-mundo. Lo que caracteriza a este tipo de

sistemas es que son entidades que autoincluyen la dinámica de su propio desarrollo y que

no dependen de otro tipo de sistemas para poder mantenerse: estas son, según Wallerstein,

las especificidades del moderno sistema mundial. Wallerstein menciona que

…hasta el momento sólo han existido dos vari edades de sistemas mundiales: imperios-mundo, en los que existe un único sistema político sobre la mayor parte del área, por más atenuado que pueda estar su control efectivo, y aquellos sistemas en los que tal sistema político no existe sobre toda o virtualmente toda su ext ensión. Por conveniencia, y a falta de un término mejor, utilizamos el término «economía mundo» para definir a estos últimos136.

134 Id. p. 12. 135 Id. p. 14. 136 Id. p. 490.

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Con la economía-mundo europea inicia la historia del sistema mundial. En Preludio

Medieval, el primer capítulo de su primer libro, Wallerstein se dedica a analizar los tres

siglos precedentes a 1450, cuando “el hemisferio oriental contenía una serie de imperios y

pequeños mundos, muchos de los cuales estaban entrelazados en sus límites”137. La Europa

de este periodo poseía pequeñas formaciones económicas ―«minúsculos nódulos

económicos» según Wallerstein― que tenían un crecimiento económico lento. La

aristocracia terrateniente, el grupo hegemónico del momento, disponía de los fundamentos

jurídicos para poder apropiar los excedentes de trabajo. Sin embargo, hacia el siglo XIV se

produjo una crisis de los ingresos señoriales que era el índice de una recesión económica

generalizada en el continente138:

Ya que se había superado el grado óptimo de productividad de un sistema y la recesión económica estaba llevando a una guerra de cl ases generalizada entre señores y campesinos, así como a luchas ruinosas en el seno de las clases señoriales, entonces la única solución que podría sacar Europa occidental de verse est ancada y diezmada sería la expansión de l a tarta económica a repartir, solución que requería, dada la tecnología existente en aquel tiempo, una expansión de los territorios y de la base de población para su explotación. Esto es lo que de hecho ocurrió en los siglos XV y XVI139.

Lo que Europa iba a sostener posterior a la crisis, no entraremos en detalles específicos

sobre el estancamiento económico, era una nueva forma de apropiación del excedente

mediante la formación de una economía-mundo capitalista140. La base de apropiación

dejaría de regirse por la extracción del excedente agrícola en forma de cargas impositivas

(renta o tributo) para realizarse mediante una productividad optimizada que estaba apoyada 137 Id. p. 24. 138 Existe un gigantesco debate sobre la existencia plausible de una crisis económica generalizada en el continente europeo. Wallerstein estudia a historiadores económicos que sostienen ambas posiciones para concluir que la crisis tuvo lugar realmente. El debat e es puesto en su argumentación observando la posición de Edouar Perroy, quien sostuvo que la crisis era la “ consecuencia de haberse alcanzado un punto óptimo en un proceso de expansión, una saturación de población, «una densidad enorme dado el estado aún primitivo de la tecnología agraria y artesanal” Id. p. 30. Para una aproximación detallada de este debat e ver: Id. pp. 29-32. 139 Id. p. 34. 140 Id. p. 53.

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en un mercado mundial. Este mercado tenía la “asistencia artificial” de las maquinarias

estatales que controlaban la circulación de los artículos de consumo, aunque ninguna de

ellas “controlara en su totalidad el mercado mundial”141. Más adelante explicaremos de

qué forma en esta peculiaridad reside el «secreto»de la economía-mundo capitalista

europea.

La transformación económica fue paralela a la transformación en las maquinarias políticas.

Los señores feudales se servían, y beneficiaban, de la debilidad de los reyes y de la

concentración del poder en las coronas de los monarcas. Lo que representó un cambio

colosal hacia la segunda mitad del siglo XV fue el lento, pero seguro, surgimiento de las

burocracias centralizadas. Era entre los cuerpos creados por los reyes para recaudar los

impuestos y para desarrollar la legislación donde se podía ver el germen de los grandes

poderes políticos. En el escenario político también surgieron los comerciantes que tenían la

experiencia del comercio de larga distancia, principalmente con el mundo de Oriente.

Analizando los inicios de la expansión europea, Wallerstein, al igual que Braudel, observa

que los portugueses fueron los primeros en salir del continente para buscar nuevos recursos.

En términos generales, la crisis económica interna fue solucionada mediante un proceso

constante de expansión. El Estado se convirtió en el principal empresario del despliegue

territorial y “aquellos que aconsejaban a los gobiernos tenían intereses propios en el

sistema”142, pues no se puede olvidar que ciertos procesos fundamentales en la constitución

de la economía-mundo europea, como la acuñación de monedas, continuaban estando en

manos privadas. Este aspecto ―el de la existencia de metálico dispuesto a convertirse en

141 Id. p. 53. 142 Id. p. 65.

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circulante― es comprensible si se observa como única escala de referencia a la economía

mundial y no solamente el comercio europeo.

Portugal —y todas las ciudades-estado italianas en este caso— tenía una marcada

influencia del «mundo islámico». Poseía una economía más monetizada que el resto de

Europa y la experiencia comercial suficiente para poder embarcarse en empresas

comerciales mucho más ambiciosas que el resto de países. Uno de los fenómenos que hay

que destacar es el de la fuente de proveniencia de los ingresos con los que Portugal

financiaba su empresa expansiva: la rivalidad de los genoveses, los grandes banqueros

europeos del momento, con los venecianos les permitía prestar grandes sumas de dinero a

la corona portuguesa.

Hay dos consecuencias de particular importancia para entender el concepto de economía-

mundo que se extraen de los postulados anteriores. Por un lado, en una economía-mundo

las diferentes economías sólo pueden enriquecerse mediante otras economías ―algo

claramente evidenciado en el caso de Génova y Portugal― y por otro, en el seno de las

economías-mundo, no tardan en aparecer los conflictos de intereses entre los grandes

grupos comerciales, como sucedería también entre los genoveses y portugueses. Estos eran

simplemente síntomas de la aparición de una nueva formación económica que tuvo sus

inicios hacia finales del siglo XV e inicios del siglo XVI:

[Cuando] nació lo que podríamos llamar una economía-mundo europea. No era un imperio, pero no obstante era espaciosa como un gran imperio y compartía con él algunas características. Pero era algo di ferente y nuevo. Era un tipo de sistema social que el mundo en realidad no había conocido anteriormente, y que constituye el caráct er distintivo del moderno sistema mundial. Es una entidad económica pero no política, al contrario que los imperios, las ciudades-estado y las naciones-estado. De hecho, precisamente comprende dentro de sus límites (es di fícil hablar de fronteras) imperios, ciudades-Estado, y las emergentes «naciones estados». Es un sistema mundial,

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no porque incluya la totalidad del mundo, sino porque es mayor que cualquier unidad política jurídicamente definida. Y es una «economía-mundo» debido a que el vínculo básico entre las partes del sistema es económico, aunque esté reforzado en ciert a medida por vínculos culturales y eventualmente, como veremos, por arreglos políticos e incluso estructuras confederales143.

El fundamento esencial de la economía-mundo europea fue la nueva división del trabajo

que se originó en su interior. Cronológicamente Wallerstein sitúa este proceso entre 1450 y

1640. En los sistemas mundiales la división del trabajo no sólo obedece a aspectos

funcionales (como la producción específica de tal o tal mercancía) sino también a una

organización espacial del trabajo, a un «división geográfica» más particularmente144.

Wallerstein considera que este fenómeno se debe, en una parte muy significativa, a la oferta

económica ambiental de determinadas zonas; sin embargo, el aspecto crucial para entender

esta división extensiva de la producción es “la organización social del trabajo, que

magnifica y legitima la capacidad de ciertos grupos dentro del sistema de explotar el

trabajo de otros, es decir, de recibir una parte mayor del excedente”145. Sobre el análisis de

la división social y espacial del trabajo se construye el esquema geográfico de las

economías-mundo:

En los Estados [del centro] la creación de un fuert e aparato de Estado unido a una cultura nacional, fenómeno a menudo llamado integración, sirve como mecanismo para proteger las disparidades surgidas en el seno del sistema mundial y como mascara ideológica justi ficadora del mantenimiento de tales disparidades. Las economías-mundo est án divididas, pues, en Estados del centro y áreas peri féricas. No digo Estados peri féricos porque una característica de l as áreas peri féricas es que el Estado indígena es débil, oscilando entre la no existenci a (es deci r, una situación colonial ) y la existencia con un escaso grado de autonomía (es decir, una situación neocolonial). Existen también áreas semiperi féricas que están entre el centro y la peri feri a en una serie de dimensiones, tales como la complejidad de las actividades económicas, la fuerza del aparato del Estado, la integridad cultural, etc. Algunas de estas áreas eran áreas centrales en versiones anteriores de una cierta economía-mundo. Otras eran áreas peri féricas, promocionadas más adelante, por así decirlo, como resultado de l a geopolítica cambiante de una economía-mundo en expansión.

143 Id. p. 21. 144 Id. p. 491. 145 Id. p. 492.

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La semiperi féria, no obstante, no es un artificio de puntos de corte estadísticos, ni tampoco una categorí a residual. La semipéri feri a es un elemento estructural necesario en una economía-mundo. Estas áreas juegan un papel paral elo al representado, mutatis mutandis, por los grupos de comerci antes intermedios en un imperio. Son puntos de recopilación de cuali ficaciones vital es, a menudo políticamente impopulares. Estas áreas intermedias (como los grupos intermedios en un imperio) desvían parcialmente las presiones políticas que los grupos localizados primariamente en las áreas peri féricas podrían en otro caso dirigir contra los Estados del centro y los grupos que operan en el seno y a través de sus aparatos de Estado. Por otra parte, los intereses localizados primariamente en la semiperi féria se hallan en el ext erior de la arena política de los Estados del centro, y encuent ran di fí cil perseguir sus fines a través de coaliciones políticas que podrí an estar abiertas para ellos si estuvieran en la misma arena política146.

Para finales del siglo XVI la economía-mundo europea incluía no sólo el nor-oriente

europeo y el mediterráneo, sino también lo que actualmente conocemos como Europa

central y los países bálticos. La expansión imperial había incluido también regiones de

América (Nueva España, las Antillas, Perú, Brasil, etc.) y algunas de las regiones costeras

de África. Globalmente considerada, la economía-mundo se encontraba dividida en dos

grandes zonas, dos sistemas que coexistían dentro del mismo marco geográfico: el primero

era el mundo mediterráneo, que tenía como puntos centrales “las ciudades del norte de

Italia [y el segundo estaba conformado por la] red comercial establecida entre Flandes y la

Hansa en la región norte de Europa”147. Lo que resulta revelador desde el punto de vista

económico, es que una profunda fluctuación de precios se presentó en todas la regiones que

conformaban la economía-mundo europea148. Revelador para nuestro análisis también es

que Wallerstein utiliza el mismo camino de análisis económico que Braudel para describir

la unidad espacial y temporal de la economía-mundo europea mediante las «fluctuaciones

de precios».

146 Id. p. 492-493. 147 Id. p. 494. 148 Lo que interesa resaltar en este punto es que los fenómenos infl acionarios del siglo XVI se present aron en una escala di ferente a la forma en que se habían operado en los siglos precedentes. La infl ación fue generalizada en el continente y no en regiones aisladas. Ver: Id. pp. 103-118.

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En las áreas periféricas de la economía-mundo europea había dos tipos de actividades

económicas básicas: minería y agricultura. Hacia el siglo XVI los territorios americanos

bajo el dominio de la corona española proporcionaban a Europa metales preciosos

principalmente, lo que también fue uno de los dinamizadores estructurales de la inflación a

la que nos hemos referido, mientras Europa Oriental era, de algún modo, el granero. Los

excedentes generados en ambas periferias estaban destinados a satisfacer las necesidades

del centro149. En el centro de la economía-mundo, que era Europa Occidental, la densidad

de población era mucho mayor que en las regiones semiperiféricas y periféricas: mientras

“en el centro la tendencia era hacia la variedad y la especialización […] la tendencia en la

periferia era hacia el monocultivo”150.

El proceso más importante de este periodo fue, sin embargo, la conversión del trabajo

agrícola feudal hacia su forma capitalista. La aparición de «trabajo libre» y de relaciones

salariales fueron el motor que impulsó el cambio. No obstante, el trabajo libre era una

forma económica que se encontraba en el centro de la economía-mundo, pues en las áreas

semiperiféricas y periféricas formas como la esclavitud y la encomienda, sólo para pensar

en el caso americano, abarcaban la mayor parte del sistema de trabajo. Wallerstein

menciona que

La cuestión es que las «relaciones de producción» que definen un sistema son las «relaciones de producción» del sistema en su conjunto, y el sistema en esta época es la economía-mundo europea. El trabajo libre es, en efecto, un carácter definitorio del capitalismo, pero no el trabajo libre en todas las empresas productivas. El trabajo libre es la forma de control del trabajo utilizada para el trabajo cuali ficado en los países del centro, mientras que el trabajo obligado se utiliza para el trabajo menos especializado en las áreas peri féricas. Esta combinación es la esencia del capitalismo. Cuando el trabajo sea libre por doquier, tendremos el socialismo. […] Las diversas ventajas que los comerciant es tenían en la emergente economía-mundo fueron políticamente más fáciles de obt ener que si hubieran sido perseguidas en el seno de un Estado único, cuyos

149 Id. p. 140-141. 150 Id. p. 143.

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gobernantes t endrían que responder a múltiples intereses y presiones. Por eso el secreto del capitalismo estuvo en el establ ecimiento de l a división del trabajo en el marco de una economía-mundo que no era un imperio, en lugar de hacerlo en el marco de un único Estado nacional151.

Lo sistemas mundiales como la economía-mundo europea crean una jerarquización

espacial, y a la vez, una jerarquización política que permite hablar de los Estados en una

escalera descendente. De este modo, aunque haya una relación de complementariedad, los

Estados pueden estar en el centro, en la semiperiféria o en la periferia. De su posición en el

conjunto del sistema mundial depende la estructura misma de la maquinaria política y la

capacidad de su intervención en el conjunto de la economía mundial; después de todo, no

hay que olvidar que en la época moderna ―aquí Wallerstein sólo sigue una lectura

braudeliana de la historia moderna― el Estado se convierte en el principal inversor e

interventor del campo económico (como en el mencionado caso de Portugal).

En la época moderna los Estados tienen una tendencia secular a incrementar su poder por

medio de un proceso de centralización mediante la unificación económica y política de un

territorio nacional y el desarrollo de un cuerpo burocrático152. Los hilos del telar mundial se

unifican y entrecruzan como se entrecruza permanentemente el campo legislativo y

económico en la historia del capitalismo. Para Wallerstein, y habrá que insistir

reiteradamente en este aspecto, la evolución de los Estados sólo puede leerse mediante el

desenvolvimiento y desarrollo del sistema mundial.

El surgimiento de la economía-mundo capitalista en Europa impulsó el proceso de

centralización que los monarcas absolutistas patrocinaban. La centralización era la base de

un territorio en paz, lo que requería la acumulación de un tesoro público que garantizara el 151 Id. p. 180. 152 Id. p. 191.

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sostenimiento de grandes cuerpos de infantería, y a la vez, que garantizara el

mantenimiento de un aparato económico que lograra demostrar solvencia para hacer frente

a los préstamos. Los presupuestos deficitarios de los Estados surgen en este momento. No

obstante, observar a los Estados como una consecuencia directa de la economía-mundo

europea deja de lado una parte pertinente de la explicación: los mismos Estados

garantizaban el orden jurídico para que las transacciones económicas pudieran

efectuarse153. La condición de desarrollo de los Estados absolutistas fuertes ―los Estados

del centro para Wallerstein― en el conjunto de la economía-mundo depende de la

existencia de Estados débiles en el terreno de la arena política. Wallerstein menciona que

Un Estado fuerte es […] una entidad parcialmente autónoma, en el sentido de que tiene a su alcance un margen de acción que refleja los compromisos de múltiples intereses, incluso si estos márgenes tienen unos límites determinados por la existencia de algunos grupos de fuerza primordial. Para que exista una entidad parcialmente autónoma tiene que haber un grupo de gentes cuyos intereses directos se vean servidos por tal entidad: administradores del Estado y burocracia del Estado. Tales grupos emergen en el marco de una economía-mundo capitalista porque el Estado fuerte es la mejor opción entre alternativas di fí ciles para los dos grupos más fuert es en términos políticos, económicos y militares: el estrato capitalista emergente y las viejas jerarquías aristocráticas154.

En el concepto de economía-mundo de Wallerstein se observa paralelamente la existencia

de las clases en el contexto europeo y el desarrollo del Estado absolutista. Después de todo,

el Estado, como unidad clave de la economía-mundo, es el campo de acción y

representación de ciertos sectores, no de la sociedad en su conjunto. La burguesía y la

aristocracia junto con la dinámica de acumulación del capitalismo europeo transformaron el

orden económico. Hacia la segunda mitad del siglo XVI, el nor-occidente de Europa se

convirtió en el centro de la economía-mundo cuando en Francia e Inglaterra apareció un

sector industrial. Hacia “1550 había focos de actividad industrial en diversas partes de 153 Id. p. 187. 154 Id. p. 500.

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Europa”155 que estaban alineados en un vector que iba de Flandes a Toscana. Este cambio

tenía que ver con la posición que ocupaban la burguesía y la aristocracia en los diferentes

Estados de Europa Occidental.

Wallerstein estudia las clases y los grupos hegemónicos de los Estados en el contexto del

sistema mundial. En este contexto más amplio es posible observar los momentos y las

condiciones bajo las cuales una clase toma conciencia de sí misma para empezar a actuar en

el terreno nacional e internacional como un grupo con intereses relativamente homogéneos.

El proceso de concientización de una clase, como en el caso de la gentry en la Inglaterra de

los Tudor y de los burghers en los Países Bajos, está completamente permeado por la

adscripción a un sentimiento nacional que brinda una proximidad cultural entre sus

diferentes miembros. El cambio geográfico en el desarrollo de la industria del siglo XVI es

el correlato económico de la solidez alcanzada por la burguesía inglesa, proceso que se

inició hacia la misma época en Francia pero que no rindió los mismo frutos en la Europa

continental. El comercio internacional manejado por los burgueses en el seno de los

Estados centrales fue el nuevo motor que tejía la inconmensurable urdimbre de

intercambios comerciales en el mercado mundial:

La economía-mundo europea del siglo XVI tendía globalmente a ser un sistema de una sola clase. Eran las fuerzas dinámicas que se benefi ciaban de la expansión económica y el sistema capitalista, especialmente en las áreas del centro, los que tendían a tener concienci a de clase, es decir, a operar en el seno de la arena política como grupo definido primariamente por su papel común en la economía. Este papel común estaba definido, de hecho, un tanto a grandes rasgos desde una perspectiva del siglo XX. Incluía a personas que eran granjeros, mercaderes e industrial es. Los empresarios individuales pasaban de una a otra de todas estas actividades, o las combinaban. La distinción crucial era la establecida entre estos hombres, cualquiera que fuera su ocupación, orientados principalmente a l a obtención e beneficios en el mercado mundial, y los otros que no seguían tal orientación156.

155 Id. p. 320. 156 Id. p. 498.

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La formación de una clase poseedora de privilegios económicos y políticos en el seno de

los Estados de la economía-mundo europea fue paralela a la creación del gran comercio

internacional. Una clase que regía los intercambios comerciales de larga distancia era nueva

por su forma. El comercio de larga distancia había existido desde hacia varios siglos antes,

pero no se había concentrado en las manos de un solo grupo social que tenía a su

disposición la protección de un Estado y las facilidades financieras para hacer inversiones

sin necesidad de tener en sus manos capitales de gran magnitud (gracias al crédito). El

sistema de clases es, sin duda alguna, un elemento de vital importancia en la configuración

de la economía-mundo europea y visto en una dimensión de menor alcance, en la

constitución de los Estados nacionales. Wallerstein escribe que la economía-mundo

En el siglo XVI era como un caballo sin domar. No era fácil el esfuerzo de algunos grupos por establecer una economía-mundo basada en una particular división del trabajo, por crear Estados nacionales en las áreas del centro, como garantes político-económicos de este sistema, y por conseguir que los trabajadores pagarán no sólo las ganancias, sino los costos de mantenimiento del sistema. Se le debe reconocer a Europa el mérito de que esto se realizara, ya que sin el empuje del siglo XVI el mundo moderno no habría nacido, y, a pesar de todas sus crueldades, es preferible que haya nacido a que no lo hubiera hecho157.

3.2. Braudel, un hombre del Mediterráneo: el autor, su duración y su obra.

Lo que vive como admiración en nuestro pensamiento por el genio de Marx se convierte en

un cierto amor, en una cierta pasión y en un impulsor para interrogar el tiempo mediante la

inagotable obra de Fernand Braudel. Probablemente, la mejor forma de definir a este

incansable investigador sea bajo el ambivalente término de hombre mediterráneo. Es

157 Id. p. 502.

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imposible definir con exactitud el significado de esta idea. Sin embargo, esa prosa extensa,

ese completo dominio de la lengua para persuadir al lector de la veracidad de los

argumentos, esas figuras literarias constantes a lo largo de todos sus trabajos nos desplazan

a un mundo latino, a “ces mines du plus bel or historique”158 que es el mediterráneo

europeo. Braudel conoció de primera mano la Francia rural en la que nació y de la que

según él mismo dice tuvo su importancia para el historiador que sería más adelante159.

Al finalizar sus estudios de Historia en la Sorbona, Braudel inicia un viaje que será decisivo

en la definición de sus inquietudes intelectuales y que le aportara una nueva perspectiva que

el mismo reconocía no poseer previamente. Hacia 1930 se dirige al África del norte para ser

profesor de historia primero en Constantina y posteriormente en Argel: “tuve, por tanto, la

posibilidad de abandonarme al placer de vivir en una ciudad magnifica […] y pude visitar

seriamente todos los países de África del norte, hasta el Sahara, que me fascinaba”160. Este

cambio de entorno, sin embargo, contaría profundamente en la visión que Braudel tenía de

su propia realidad ―pues los franceses demostraron que tan bajo podía caer un “pueblo

civilizado” en Argelia― y de la historia: “Creo que ese espectáculo, ese Mediterráneo

vislumbrado como desde la otra orilla, «al revés», ha contado mucho en mi visión de la

historia”161.

Al realizar la tesis que debía presentar en la universidad para poder continuar con sus

estudios superiores, Braudel se interesó por un trabajo histórico sobre Felipe II, España y el

158 Braudel, Fernand. La Méditerranée et le monde méditerranéen à l’époque de Philippe II, La part du milieu, T. I., Paris, Armand Colin-Le livre de Poche, 1a Ed. 1949, esta Ed. 1990, p. 13. 159 Ver: Braudel, Fernand. Mi formación como historiador, en Escritos sobre la historia, Madrid, Alianza editorial, (año), p. 12. 160 Id. p. 14. 161 Id. p. 14.

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Mediterráneo a propósito de un trabajo anterior que había realizado sobre la Paz de Verbins

de 1598162. Poco a poco, según él lo menciona, su interés por Felipe II fue en declive

mientras lo atraía cada vez más el Mediterráneo:

Mon excuse est l’histoire même de ce livre [La Méditerranée]. Quand je l’entrepris, en 1923, ce fut sous la forme cl assique, certainement plus prudente, d’une étude consacrée à la politique méditerranéenne de Philippe II. Mes maîtres d’alors l’approuvaient fort. Ils la voyaient se rangeant dans les cadres de cette histoire diplomatique, assez indi fférente aux conquêtes de l a géographie, peu soucieuse (comme la diplomatie elle-même trop souvent) de l’économie et de problèmes sociaux; assez méprisante à l’égard des faits de civilisation, des religions et aussi des lettres et des arts, ces grands témoins de toute histoire valabl e, et qui cal feutrée dans son parti pris, s’interdisait tout regard au-delà aux bureaux de chancellerie, sur la vrai vie, féconde et drue. Expliquer la politique du Roi prudent, cela signifiait avant tout établir les responsabilités, dans l’élaboration de cette politique, du souverain et de ses conseillers, au gré de circonstances changeantes; déterminer les grands rôles et les rôles mineurs reconstituer la carte générale de politique mondiale de l’Espagne dont la Méditerranée ne fut qu’un secteur privilégié.

Avec les années 1580, la force de l’Espagne ét ait, en effet, rejetée d’un coup vers l’Atlantique. C’est là que, conscient ou non du danger, le vaste Empire de Philippe II devait faire front et défendre son existence menacée. Un puissant mouvement de bascule le poussait vers ses destinées océaniques. S’intéresser à ce jeu souterrain, à cette physique de la politique de l’Espagne et préférer ces recherches à l’étiquetage des responsabilités d’un Philippe II ou d’un Don Juan d’Autriche, penser en outre, que ces derniers, malgré leurs illusions, ont été souvent agis autant qu’acteurs, c’était déjà sortir des cadres traditionnels de l’histoire diplomatique; se demander enfin si la Méditerranée n’avait pas eu, au-delà de ce jeu lointain et saccadé de l’Espagne (assez terne si l’on met à part le grande acte passionné de Lépante), son histoire propre, son destin, sa vie puissante et si cette vie ne méritait pas autre chose que le rôle d’une toile de fond pittoresque, c’était tomber en tentation devant l’immense sujet qui m’a finalement ret enu163.

Este Mediterraneo, siempre vivo y cambiante, será la principal fuente de Braudel para

construir una historia general del capitalismo. Es en La Méditerranée donde Braudel traza

las primeras líneas que habrán de conducirle más años después a observar la historia entera

del mundo en la perspectiva de las economías-mundo y la economía mundial164. Sin

embargo, retrospectivamente, la vida de Braudel está atravesada por lo que probablemente

constituyó un cambio decisivo en la forma de hacer historia en el siglo XX. A falta de un

162 Id. p. 15. 163 Op. Cit. Braudel, 1990, pp. 14-15. 164 Ver: p. 25 del primer capitulo de este trabajo.

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término mejor, se ha designado a un grupo de historiadores, particularmente franceses,

como la Escuela de los Annales.

En términos generales, la Historia se ocupaba de sucesos y fechas que en la mayoría de las

ocasiones se concentraban en el pasado político de la Nación. Esta historia ha sido llamada

por algunos evenementièlle. Annales fue la reacción a esta historia en la que se destacaban

los problemas políticos y los personajes; fue la apuesta por una historia social y económica

más amplia que estuviera en constante diálogo con las demás disciplinas sociales y que

utilizara algunos de sus métodos. Fontana observa el surgimiento de los Annales en el

contexto de la emergencia de la historia económica y social cuando menciona que

Al hablar de historia económica y social, en términos generales, nos referimos al conjunto de respuestas que se dieron a l a insatisfacción por el viejo modelo de la historia limitado a la actividad política, y de manera tangencial a la «alta cultura», que se ocupaba sobre todo de la actuación de las minorías dirigentes. Estas respuestas tenían en común la voluntad de integrar en el relato los datos referidos a la actividad económica ―al trabajo, la subsistencia, la producción y los intercambios― y el propósito de ocuparse del conjunto de la sociedad165.

3.2.1. Braudel: las economías-mundo y la economía mundial

Su profundo vínculo con los Annales llevará a Braudel a interesarse en la construcción de

una historia global, que escapara al particularismo y lograra percibir una visión de

conjunto. Civilisation materielle, économie et capitalisme XVI-XVIIIe siècles, aparece en

1979 luego de un prolongado silencio de su autor que se debía a la preparación de los

materiales para la obra y a su «defenestración» del proyecto de los Annales166. Civilisation

está construido sobre una estructura compuesta por tres partes que hemos descrito

165 Op. Cit. Fontana, p. 195. 166 Id. p. 209.

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cuidadosamente en el primer capítulo de este trabajo: la civilización material o la

infraeconomía; la economía de mercado y, en el nivel superior el capitalismo, nivel

desconocido por la gran mayoría de hombres.

Toda la mirada braudeliana de la historia del Capitalismo desemboca en un postulado

temporal, en apariencia, bastante básico: la temporalidad social se divide en temporalidades

diversas, cada una de las cuales posee ritmos y manifestaciones diferentes en la historia.

Braudel escribe que “le temps se partage en temporalités diverses et ainsi s’apprivoise,

devient en somme maniable; il y a les temporalités de longue ou très longue durée, les

cojunctures lentes et moins lentes, les déviations rapides, certaines instantanées, les plus

courtes étant souvent les plus faciles à détecter»167. De estas múltiples temporalidades en

que se divide la historia existe una figura particular que Braudel designa bajo el término de

tiempo mundial, tiempo que los hombres experimentan en una dimensión global y que

determina las demás experiencias del tiempo de origen local. La relevancia del tiempo

mundial en la obra de Braudel es que este le permite hablar de una historia global, género

necesario para poder someter la historia del sistema capitalista a un marco temporal.

Braudel señala que

…le temps du monde, qui n’est pas cependant, qui ne doit pas etre la totalité de l’histoire des hommes. Ce temps exceptionnel gouverne, selon les lieux et les époques, certains espaces et certaines réalités. Mais d’autres réalités, d’autres espaces lui echappent et lui restent étrangers168.

En le temps du monde, Braudel se plantea observar la evolución del capitalismo en una

historia general del mundo ligando los dos tomos anteriores de su trabajo (I. Les structures

du quotidien; II. Les jeux de l’échange) en un mismo continuo espacial y temporal. Lo que 167 Op. Cit. Braudel, 1990, p. 8. 168 Id. p. 8.

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Braudel se propone inicialmente es hablar de las condiciones geográficas a las que se

encuentran sujetas las formaciones económicas, hacer ver (faire-voire según su expresión)

un cuadro analítico en el que sea posible iniciar un estudio espacial de las economías-

mundo en el contexto europeo. Dos términos están necesitados de aclaración para empezar

el análisis

L’économie-mondiale s’entend à la terre entière; elle répresent e, comme disait Sismondi, «le marché de tout l’univers», «le genre humain ou toute cette partie du genre humain qui commerce ensemble et ne forme plus aujord’hui, en quelque sorte, qu’un seul marché». L’économie-monde (expression inattendue et mal venue dans notre langue, que j’ai forgée autrefois, faute de mieux et sans trop de logique, pour traduire un emploi particulier du mot allemand de Weltwirtschaft) ne met en cause qu’un fragment de l’univers, un morceau de la planète économiquement autonome, capable pour l’essentiel de se suffire à lui-meme et auquel ses liaisons et ses échanges intérieurs confèrent une cert aine unité organique169.

Par exemple, j’ai étudié, il y a longtemps, la Méditerranée du XVIe siècl e en tant que Welttheat er ou Weltwirtschaft ―«théâtre-monde», «économie-monde»― en entendant par là non seulement la mer elle-même, mais tout ce qui est mis en mouvement, à plus ou moins longue distance de ses rivages, par sa vie d’échanges. Au total, un univers en soi, un tout. L’aire méditerranéenne, en effet, bien que divisée politiquement, culturellement, socialement aussi, accepte une certaine unité économique qui, à vrai dire, a été construite d’en haut, à partir des villes dominantes de l’Italie du Nord, Venise en tête et, à coté d’elle, Milan, Gênes, Florence.

Para Braudel las economías-mundo no nacen con el periodo moderno. Por el contrario, el

esquema braudeliano sostiene la existencia de economías-mundo después de mucho

tiempo. Al menos, en la zona mediterránea, una economía-mundo en la que habían

participado griegos, fenicios, egipcios y romanos ya había integrado zonas continentales,

tanto del sur como del norte del mar interior, a circuitos económicos de larga distancia.

Moscovia, corazón del imperio ruso y más tarde de la URSS, que se extiende sobre la

región central del valle del Volga, “liée à l’Orient, à l’Inde, à la Chine, à l’Asie centrale et

à la Sibérie, est une économie-monde en soi, au moins jusqu’à XVIIIe siècle»170. De otro

lado la India, fuente inagotable de admiración en cultura y economía, es una antigua

169 Id. p.14. 170 Id. p. 16.

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economía-mundo que contaba con un océano para sí misma, ligando los centros

comerciales a los que Europa jamás había llegado. En el momento de la expansión Europea,

la economía-mundo que desbordaba las fronteras mediterráneas debió apoyarse sobre esta

milenaria formación que aun hoy continua teniendo rasgos que los viajeros de la ruta de la

seda también hubiesen percibido.

En la lectura geográfica de las economías-mundo Braudel destaca el conjunto de reglas a

las que ya nos hemos referido en el primer capítulo de este trabajo. Las reglas tendenciales

de las economías-mundo pueden resumirse en tres postulados: poseen límites que las

determinan y explican; una ciudad-mundo, tan solo una, siempre se erige en su interior; el

espacio está jerarquizado y conformado por diversas economías que coexisten

simultáneamente171. No obstante, y este punto resulta de especial interés para el análisis

conceptual, Braudel liga la reflexión sobre el orden económico, la división internacional del

trabajo y el Estado a su visión geográfica. Todas las esferas que actúan conjuntamente

dentro de la economía-mundo dan ciertas características al espacio en el que los hombres

pasan su vida cotidiana. «El espacio es el receptáculo de la historia de la economía-

mundo».

Las economías-mundo también se dividen en el tiempo. El punto central que Braudel debe

aclarar antes de estudiar a las economías-mundo en el tiempo es sí los ritmos económicos

que son explicados para el caso de las economías contemporáneas también tenían lugar en

las economías preindustriales, ya que sus herramientas provienen de la economía

contemporánea. Para asegurarse de la existencia de estos ritmos económicos Braudel

171 Ver: Id. p. 18.

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recurre al estudio de las fluctuaciones de los precios a lo largo de la era moderna en Europa,

de una parte, y a los ciclos económicos en los que tales fluctuaciones tienen lugar. Las

duraciones sociales se abren paso en el análisis cuando un acontecimiento coyuntural como

la caída de los precios del trigo en el norte de Europa es visto en el contexto de un periodo

deflacionario que a su vez se encuentra inmerso en un ciclo que tiene claras tendencias

inflacionarias. Los ciclos económicos serán el factor que contribuya a ordenar de forma

más o menos coherente a la economía-mundo en el tiempo y el movimiento de los precios

su principal indicador172:

Les prix (on utilise surtout, pour les siècles préindustriels, les prix des céréales ) ne cessent de vari er. Tôt observables, ces fluctuation sont le ligne de la mis en place précoce, en Europe, de réseaux de marchés, d’autant que ces fluctuations se présentent à peu près synchrones dur d’assez vast es espaces. L’Europe de XVe, XVIe et XVII siècles, bien qu’elle soit loin d’un concert parfait, obéit déjà de toute évidence à des rythmes d’ensemble, à un ordre173.

Braudel quiere observar la economía-mundo como una estructura en la que los precios

vibran. Sobre las redes constituidas en la larga duración, encontramos mercados que

perviven en el siglo XVI y de los cuales se tiene noticia desde el siglo XII, se puede ver la

constitución de la economía europea bajo una misma perspectiva. Si estas variaciones

obedecen a ciertos impactos como el aumento de circulante y los subsecuentes fenómenos

inflacionarios, es debido a que los mercados regionales poseen determinaciones profundas

que pueden ser rastreadas en la economía-mundo europea. La evolución de esta estructura

en la época moderna concentra la atención de le Temps du monde.

La aparición de Venecia en el contexto de la economía-mundo europea como un centro de

acumulación y concentración de intercambios es el primer tema de análisis de Braudel.

172 Ver: Id. p. 77. 173 Id. 77.

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Venecia, a diferencia de lo que sucederá dos siglos más tarde con Amsterdam, es una

ciudad-estado que se ha articulado a la estructura económica construyendo una pequeña red

de ciudades que le sirven de socias. Hacia finales de la Edad Media, esta ciudad ya cuenta

con un gran flujo comercial que ha unido regiones europeas y ha rebasado su actividad

económica hasta zonas lejanas como los imperios de levante en Oriente. Para este

momento, en Venecia ya ocurre todo aquello que dinamizará el conjunto de la economía-

mundo en los siglos posteriores: letras de cambio, comercio de larga distancia, flujos

monetarios significativos, diferentes formas de trabajo que se concentran en los sectores

secundario y terciario y sobre todo, una voluminosa actividad bancaria sumada a las

finanzas públicas174.

El papel central de Venecia es el de coordinación de la producción en una base geográfica

amplia, no el de crear las condiciones económicas para que esa producción pueda

realizarse. A partir de 1383 Venecia ya ha afirmado su primacía en el Mar Adriático luego

de haber ocupado la isla de Corfou; entre 1405 y 1427 Venecia ha ocupado Padua, Verona,

Brecia y Pergamo demostrando su poderio territorial175. Florencia y Génova se encuentran

a su lado cumpliendo el mismo papel en una escala más reducida, no por la inexistencia de

oportunidades para subir al nivel que Braudel considera como el del real capitalismo sino,

precisamente, por la concentración de actividades que su serenísima vecina ha atraído para

sí. No obstante, la economía-mundo Europea entre el siglo XIV y XV se presenta en la

documentación empírica examinada por Braudel como un archipiélago de islas urbanas.

Hay varios aspectos discutidos por Braudel en esta dimensión.

174 Id. 100. 175 Id. p. 135.

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97

Génova, que es la ciudad que se dedicó a concentrar su actividad comercial en la banca, es

la fuente de los préstamos de varios monarcas europeos. Florencia realiza una actividad

similar. Sin embargo, en el norte europeo la Hansa continúa teniendo una preeminencia

comercial que puede observarse en las fluctuaciones de los precios de los cereales. Aunque

haya una unión económica con el sur, el norte no se encuentra dependiendo del comercio y

la producción del área dominada por Venecia. Sólo el corto auge de Amberes dará el salto

del área dominante de Europa hacia el eje del mar del norte y el báltico. Braudel, como

puede notarse por la atención que presta a las ciudades, ve un paralelo entre el auge urbano

y el comportamiento de la economía-mundo. La posición de las ciudades, la optimización

del espacio en función de la actividad de acumulación de un polo urbano, moldea los

movimientos de las áreas económicas. La crisis de las ciudades del norte de Italia será el

preludio que avise la aparición de una nueva forma de comportamiento del sistema europeo

cuando Ámsterdam y los Países Bajos regulen los intercambios comerciales en la escala

europea:

[Refieri endose a Amsterdam] L’intérêt de cette expérience est donc de se situer entre deux phases successives de l’hégémonie économique: d’une part l es villes; de l’autre les Ét ats modernes, les économies nationales, avec au départ, la primauté de Londres appuyé sur l’Angleterre. Au centre d’une Europe gonfl ée par ses succès et qui tend, avec le XVIII siècle finissant, à devenir le monde entier, la zone dominante a dû grossir pour équilibrer l’ensemble. Les villes seules, ou presque seules, insuffisamment appuyés par l’économie proche qui les renforce, ne feront bi entôt plus le poids. Les États territoriaux prendront la relève176.

Los cambios en las primacías urbanas se producen mediante crisis económicas que

repercuten en el conjunto de la economía-mundo. El cambio de la primacia de las ciudades

del norte de Italia a la efímera figura de Amberes que vuela en medio de una transición

entre el norte y el sur de Europa, se abre paso en la economía europea mediante una

176 Id. p. 201.

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98

tendencia a la baja de los precios de los alimentos. En la mirada braudeliana de las

economías-mundo las crisis “marquent le debut d’une déstructuration: un système-monde

cohérent qui se développé à l’aise se détériore ou achève de se détériorer et un autre

système va naître avec beaucoup d’atermoiements et de lenteurs”177. El repliegue

economico del capitalismo de los genoveses abrirá las puertas a una nueva forma de

hegemonía en la economía-mundo europea que dejara de apoyarse solamente en la fuerza

de una ciudad. Los Estados entraran a la competencia internacional.

En el centro de la economía-mundo se posiciona un Estado, paso operado por Holanda en el

siglo XVII. La infraestructura jurídica del Estado y su relevancia en el comportamiento de

la economía-mundo la observa Braudel en la existencia de territorios distantes dominados

económica y culturalmente, como las colonias. Las Provincias Unidas viven una serie de

conflictos internos que vistos en el mediano plazo son el fundamento de su desarrollo

político unitario. Todas las decisiones estatales deben pasar por la aprobación de los

consejos provinciales que están conformados por sectores que poseen claros intereses

provinciales. Aunque Ámsterdam marque la pauta política debido a que es la provincia que

más aporta fuentes tributarias al gobierno (casi la mitad de los ingresos totales), hay una

confrontación política que distribuye las cargas comerciales entre las provincias y, en

consecuencia, los beneficios económicos 178.

Amterdam decae como ciudad-mundo dominante de la economía-mundo capitalista,

aunque el eje de acumulación del capitalismo permanece en el norte Europeo. La actividad

bancaria de Ámsterdam hacia finales del siglo XVIII va a concentrarse en una creciente

177 Id. p. 93. 178 Id. p. 224.

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99

cantidad de préstamos que tendrán como primera escala de viaje la sociedad inglesa. Marx

ya recordaba que la sangre de la antiguas potencias circulaba en forma de capitales en los

nuevos estados hegemónicos tal y como sucedió entre Holanda y la isla del norte. Con

Inglaterra a la cabeza de la economía-mundo en el siglo XVIII los mercados nacionales van

a desarrollarse a una escala sorpredente y este periodo será el momento culminante del

lento proceso secular de fortalecimiento del poder de las maquinarias estatales a lo largo de

todo el mundo moderno.

3.3. Bujarin, el teórico bolchevique: el autor, su duración y su obra.

Bujarin fue una de las figuras políticas e intelectuales más importantes de los primeros años

de la Rusia zarista del siglo XX. Teórico oficial del partido comunista soviético durante

más de una década, director de Pravda y del Politburó, la memoria política y su legado

académico fueron condenados al olvido luego de las “purgas” dirigidas por Stalin en

1932179. Este silencio de su memoria en la historia es, probablemente, la dificultad

metodológica más importante a la que nos enfrentamos al estudiar sus aportes teóricos,

pues como tantos otros personajes de la política soviética de los años posteriores a la

Revolución de Octubre, Bujarin fue declarado «enemigo del pueblo» y «traidor de la

Revolución» por más de veinte años180.

Nicolai Bujarin nació el 27 de septiembre de 1898 (9 de octubre en nuestro calendario).

Hijo de maestros como era estuvo siempre vinculado a un entorno intelectual que más tarde

179 Cohen, Stephen. Bujarin y la Revolución Bolchevique. Una biografía política 1888-1938, Madrid, Siglo XXI editores, 1ª Ed. 1973, esta Ed. 1976, p. 1 . 180 Id. p. 4.

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100

habría de conducirlo a una infatigable labor de investigación. Tuvo una enorme ventaja,

según lo menciona Cohen en su libro, que fue saber diversas lenguas que le permitieron

conocer el pensamiento de los intelectuales occidentales, lo que para los jóvenes rusos del

momento era un atributo casi inexistente. Como estudiante de Gimnasio, Bujarin vivió toda

la agitación política de la Revolución de Petrogrado en 1905. Desde muy temprano se

vinculó al Partido Comunista, aun una formación política clandestina, e inició labores de

agitación y propaganda desde un grupo de estudio que se había encargado de formar entre

sus párvulos compañeros. No hay que olvidar que la Rusia de estos primeros años de siglo

se enfrentaba a un impulso modernizador y unas viejas pretensiones imperiales que el

zarismo había iniciado años atrás.

A su entrada a la universidad en 1910 Bujarin ya es reconocido por varios de los miembros

del Partido como una figura política central. Sus estudios en economía no tardarían en

aplazarse cuando en 1911 es enviado a la prisión de Onega. Bujarin, en circunstancias

desconocidas, reaparece en Alemania y no va a regresar a Rusia sino hasta 1917. El exilio

es la época fundamental en la formación intelectual de Bujarin. No hay que olvidar, sin

embargo, que el Partido Bolchevique tenía una gran cantidad de interpretaciones del

marxismo y no había tendencias que concentraran las opiniones de todos sus miembros.

Cohen señala que el Partido Bolchevique estaba atravesado por una dualidad política:

[El partido] ser había caracterizado desde el principio por una dualidad fundamental, que coexistían en el partido dos corrient es opuestas. De un lado estaban los bolcheviques «occidental es», la intelligentsia del partido, que habían vivido en el extranjero antes de 1917, asimilando las tradiciones políticas y culturales de Occidente, y que representaban el vínculo del bolchevismo con el socialismo europeo y su impulso internacionalista. Del otro l ado, se dice, estaban los naturales del partido, los bolcheviques que se habían quedado en Rusia y dirigían la organización clandestina antes de l a revolución. Hábiles en política de organización más que en ideas, pragmáticos y poco preocupados por los valores soci alitas tradicional es, los «naturales» eran considerados los represent antes de l a

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101

tendencias nacional del bolchevismo y el embrión de l a burocracia del partido después de 1917, los apparátchiki181.

La interpretación del marxismo de Bujarin siempre estuvo complementada por otro tipo de

tendencias intelectuales. No en vano Cohen advierte que Bujarin “fue el más versátil de los

teóricos bolcheviques, y en su madurez fue el líder político más familiarizado e

influenciado por las ideas contemporáneas, no marxistas”182. En su prolongado exilio, que

complementó con eventuales visitas a Lenin, a pesar de las fricciones en su relación,

Bujarin se puso en la tarea de completar su formación intelectual. Años antes, aun en Rusia,

Bujarin había sido influenciado profundamente por el filósofo marxista Alexandr

Bogdánov, “alto dirigente bolchevique, [que] había emprendido un intento ambicioso de

formular una síntesis filosófica del marxismo y el empiriocriticismo de Mach y

Avenarius”183. Bogdánov representa en el pensamiento de Bujarin su interés por conocer

los desarrollos de la teoría marxista posteriores al pensamiento de Marx, algo que distinguía

a Bujarin de los bolcheviques de la vanguardia del partido.

Luego de haber subsanado algunos de sus problemas centrales con Lenin ―casi todo se

redujo a la confianza ilimitada que Lenin depositó en Malinovski, espía del zar que había

penetrado el partido― Bujarin se desplazó hacia Viena, cuna del pensamiento económico

del momento y donde se dedicó a elaborar “una crítica sistemática de la economía teórica

de la burguesía moderna”184. De allí surgió su primera obra de crítica económica titulada

La economía política del rentista, un ataque dirigido al marginalismo austriaco que por ese

entonces (1914) dominaba el panorama del pensamiento económico europeo. Estos fueron

181 Id. p. 8. 182 Id. p. 14. 183 Id. p. 23. 184 Id. 29.

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102

años que Bujarin pasó encerrado en las bibliotecas europeas cotejando la producción

económica de los últimos veinte años con los escritos de Marx. En este diálogo entre

clásicos y contemporáneos Bujarin formuló sus ideas económicas más representativas.

3.3.1. Bujarin: la economía mundial.

Bujarin inicia La economía mundial y el imperialismo con un detenido análisis sobre la

noción de economía mundial. Esta categoría se construye mediante la comparación entre

los diversos sectores industriales de las economías nacionales. Todos ellos forman parte de

un cuerpo económico más amplio en el que las economías nacionales compiten para

incrementar sus márgenes de beneficios. La economía mundial es una “esfera infinitamente

basta” en las que se enfrentan los diversos cuerpos económicos nacionales185. Bujarin

menciona que

Del mismo modo que toda industria individual es una parte componente de la economía nacional, así también cada una de estas “ economías nacionales” está integrada en el sistema de la economía mundial. Por lo tanto, es necesario considerar la lucha de los cuerpos económicos nacionales, ante todo, como una lucha entre las diversas partes concurrentes de la economía mundial, de la misma manera que consideramos la lucha entre empresas individuales como una manifestación de la vida social económica186.

Bujarin sostiene la noción de economía mundial mediante una división social del trabajo

que ha tomado una dimensión internacional. Para fundamentar este postulado Bujarin se

apoya en los análisis de El Capital de Marx donde se trata con particular atención el

condicionante principal de toda la vida económica. Marx no dudó en advertir que el molde

de todos los factores económicos era la división entre la ciudad y el campo. Esta división,

185 Bujarin, Nicolai. La economía mundial y el imperialismo, México D.F., Siglo XXI, 1ª Ed. en 1915, esta Ed. 1982, p. 33. 186 Id. p. 33.

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103

que antes tenía lugar en el seno de las economías nacionales, se extrapola al conjunto de la

economía mundial. Desde este punto de vista, si el campo se convierte en un área

productora de materias primas que satisface las demandas de la ciudad, en la economía

mundial se opera la división entre países que hacen de ciertas zonas geográficas áreas

productoras de materias primas. En el caso de la ciudad, que gobierna la vida económica de

un mercado nacional y determina las actividades productivas que el campo ha de

desarrollar, la relación también se proyecta: ciertas naciones determinan la oferta que

brindan los países productores de materias primas en el concierto del mercado mundial187.

Bujarin tiene claro, y aquí sigue a Marx, que la economía mundial se apoya sobre una

órbita amplia de circulación de mercancías. Este mercado mundial de mercancías, sin

embargo, tiene un correlato aún más importante: “el del mercado mundial de capital-

dinero, que encuentra su expresión en la nivelación internacional de la tasa de interés y de

la tasa de descuento”188. Este factor financiero de dimensión mundial tiende a unificar los

países que se encuentran por fuera de la conjunción mundial, lo que quiere decir que la

integración de ciertas formaciones económicas en el sistema capitalista no depende

exclusivamente de la órbita de circulación de mercancías. «El capital-dinero en forma de

préstamos puede ser una oferta aún más tentadora». Bujarin analiza un ejemplo corriente,

visible en las primeras décadas del siglo XX, para observar el proceso de circulación del

capital-dinero en la economía mundial:

Si, por ejemplo, se compran en la bolsa de valores de Berlín acciones de una empresa americana, se establece una relación de producción entre el capitalista alemán y el obrero americano. Si una ciudad rusa hace un empréstito a los capitalistas de Londres y paga intereses, ocurre entonces lo siguiente: una parte de la plusvalía, que expresa la rel ación entre el obrero y el capitalista inglés, recae en l a

187 Id. p. 37. 188 Id. p. 42.

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104

municipalidad de la ciudad rusa, la cual suministra, bajo la forma de intereses, una parte de la plusvalía que se obtiene de la burguesía de la ciudad, y que expresa la relación de producción entre el obrero y el capitalista rusos. De este modo, se establece una conexión entre los obreros, lo mismo que entre los capitalistas de los dos países. Como ya lo hemos manifestado, la circulación del capital-dinero, que toma proporciones cada vez mayores, desempeña un papel particul armente importante189.

El crecimiento de este tipo de actividades es el desarrollo de una nueva forma de

capitalismo. Varios de los teóricos marxistas más importantes de las primeras dos décadas

del siglo XX ―Hilferding y Luxemburgo entre ellos― ya habían advertido que algo había

cambiado profundamente en la lógica de funcionamiento del sistema. El capitalismo que

Marx había descrito en El Capital estaba fundado sobre la visión de un sistema de libre

empresa, algo que para la entrada del siglo XX era una realidad prácticamente

inexistente190. La era de expansión imperial en la que Bujarin desarrolla su actividad

intelectual es una etapa de incremento de la competencia entre las diferentes potencias

europeas; competencia que va a desatar el levantamiento de aranceles y demás tarifas

proteccionistas para proteger los intereses nacionales de los diversos países hegemónicos en

el conjunto de la economía mundial. De allí se infiere que Bujarin observe a la economía

mundial como un escenario de competencia entre naciones industrializadas.

La internacionalización de la vida económica en la economía mundial se realiza mediante

la «exportación de capitales». En este proceso los capitales nacionales se invierten por

diferentes caminos para acrecentarse y adquirir dimensión internacional. Bujarin explica

que hay dos factores preponderantes que tienen lugar en esta dimensión: “primero, su

exportación en tanto que capital-interés, y segundo, en tanto que capital provecho”191. En

esta clasificación inicial, el capital interés se desplaza de una nación a otra por medio de

189 Id. pp. 42-43. 190 Ver: Op. Cit. Cohen, p. 40. 191 Op. Cit. Bujarin, p. 58.

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empréstitos gubernamentales que en la mayoría de ocasiones se utilizan para cubrir obras

de infraestructura que requieren grandes cantidades de dinero: “el desarrollo de las grandes

ciudades exige la realización de una serie de trabajos (construcción de ferrocarriles

eléctricos, instalación de alumbrado eléctrico, canalización de todas las clases, servicio de

baja policía, calefacción central, telégrafos y teléfonos, arreglo de los mataderos, etc)”192.

En tanto que capital-provecho, la exportación se realiza mediante el proceso de

“participación”. Una empresa comercial o un banco financian una empresa que han

fundado o sobre la que tienen algún tipo de interés particular en otro país diferente al suyo.

Los intereses pagados por la financiación son un fenómeno común de la economía

capitalista para 1913.

Al igual que varios de sus contemporáneos, Bujarin advertía que las formas de propiedad

en el capitalismo variaban incesantemente. Las formas de financiamiento de las empresas a

nivel internacional conducían a la economía mundial a un proceso de organización y

centralización en un solo sistema. Esta es la nota característica del análisis de Bujarin. Los

trusts, que son formas de organización económica entre diferentes empresas que permiten

―entre otras cosas― realizar especulación financiera de gran escala, desarrollan

situaciones de monopolio y nuevos criterios del manejo de la propiedad privada al crear los

títulos valores, una nueva forma de propiedad en los inicios del siglo XX193.

Bujarin tiene una visión sistémica del conjunto de la economía mundial. En uno de los

ejemplos anteriores veíamos como puede establecerse una relación de producción entre el

capitalista de un país y el obrero de otro; esta relación, no obstante, tiene un mediador sin el

192 Id. p. 58. 193 Id. p. 69.

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cual sería imposible pensar un sistema de información de precios a nivel mundial o la

regulación de los tipos cambiarios de los diferentes países que componen la economía

mundial para tener un mismo patrón de referencia. Este mediador es el sistema financiero,

coordinador de las actividades económicas a nivel mundial, organizador de la producción

en el juego de la división internacional del trabajo y en el ejemplo de Bujarin citado

anteriormente, canal de comunicación y financiamiento entre el capitalista ruso y el obrero

norteamericano. El sistema financiero es, en el análisis de Bujarin, el coordinador que

permite hablar de una dinamización de los fenómenos económicos a nivel mundial en una

etapa histórica de la historia del sistema capitalista: El imperialismo.

Lector esmerado de Hilferding, Bujarin observa que el imperialismo es la política

económica del capital financiero. La competencia entre potencias industriales ―potencias

que se reparten bien como territorios coloniales o como zonas de influencia económica al

mundo entero― no puede operarse sino a condición de contar con áreas productoras de

materias primas que sirvan simultáneamente como mercados para la comercialización de

productos elaborados en las economías hegemónicas. Los conflictos aduaneros y el

movimiento mundial de aranceles que Bujarin estudia en La economía mundial y el

imperialismo no hacen sino confirmar este proceso. Bujarin escribe que

Empresas colonial es y exportación del capital a otros continentes, tranvías urbanos y fábri cas de armas, minas de oro y plantaciones de caucho, todo est á estrechamente ligado a l a actividad de los consorcios bancarios internacionales. Los lazos económicos internacionales tienen infinitas rami ficaciones, multitud de subdivisiones, se enredan en millares de ovillos, para centralizarse, por fin, en las alianzas de los bancos principal es bancos del mundo. El capitalismo financi ero mundial y la dominación de los bancos internacionalmente organizados, constituye uno de los hechos inmutables de la realidad económica194.

194 Id. p. 78.

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107

La economía mundial en la concepción de Bujarin es descrita como un sistema de

producción mundial que está conformado por centros y periferias. Centros conformados

por “cuerpos económicos organizados y coherentes (grandes potencias civilizadoras)” y

periferias de “países retardatarios que viven bajo un régimen agrario o semiagrario”. La

organización de esta producción mundial sale del marco nacional y se inserta en el sistema

financiero, cerebro del sistema. El proceso de integración vivido por las diferentes unidades

que conforman la economía capitalista se realiza por medio de la infraestructura mundial

que los bancos han creado previamente. La integración, sin embargo, no es una lógica

inexplicable en la historia del capitalismo: los bancos tienen a su vez intereses sobre el

conjunto de la economía mundial, ya que ellos, los Estados y las empresas son los

principales agentes comerciales en la economía mundial:

Todas las piezas de est e sistema, organizado en una amplia escal a (cárt els, bancos, empresas de Estado) son objeto de un incesante progreso de integración capitalista. La “ cartelización” y l a formación de empresas combinadas crean en seguida una comunidad de intereses entre los bancos que las financian. Por su parte, los bancos están interesados en ver cesar la concurrencia entre las empresas que ellos financian. Al mismo tiempo, toda entente de bancos facilita la aglomeración de los grupos industriales. En cuanto a las empresas de Estado, resultan cada vez más dependientes de las grandes agrupaciones industriales y financieras, y viceversa. De este modo, las diferentes es feras del proceso de concentración y organización se estimulan recíprocamente y originan una fuert e tendencia a la transformación de toda la economía nacional en una gigantesca empresa combinada bajo la égida de los magnates de la finanza y del Estado capitalista, de una economía que monopoliza el mercado mundial y que deviene la condición necesaria de la producción organizada en su forma superior o capitalista195.

Uno de los factores más sobresalientes en el análisis de la economía mundial de Bujarin

está relacionado con el papel del Estado dentro del capitalismo. El papel intervencionista de

las maquinarias gubernamentales en los aspectos económicos hizo que Bujarin introdujera

un aspecto innovador a la teoría marxista, innovación que más tarde Gramsci destacaría en

otra perspectiva. Al señalar la forma en la que el Estado podía intervenir en la producción,

195 Id. p. 94.

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Bujarin estaba hablando de una forma de disolución entre los límites de la estructura y la

super-estructura, una cierta hibridación que el mismo se encargó de designar como

«interpenetración». El Estado había dejado de ser el árbitro de la libre competencia y se

había convertido “gracias al capital financiero, en organizador directo y propietario de la

economía, en director supremo del trust capitalista nacional y en su más alta instancia

organizada en la escala universal”196.

El concepto de economía mundial en la obra de Bujarin es una condensación de juicios

económicos inspirados en la teoría económica de Marx. Sin embargo, el papel de Marx en

el pensamiento de este bolchevique tiene un lugar más reservado a la inspiración que al

simple transplante de ideas tomadas de El Capital. Bujarin se encontraba en una época en la

cual el sistema financiero controlado por los bancos se había fusionado con las grandes

industrias. Los Estados también habían cambiado radicalmente su papel en la economía. El

Estado intervencionista y protector del mercado nacional ―o colonial, para principio del

siglo XX en las potencias industriales no había una diferencia clara― sujetaba el

comportamiento económico de sus mercados a las leyes de aduana y regulaba la producción

interna junto con el sistema financiero por medio de la emisión de prestamos, o proceso de

financiación en la terminología de Bujarin.

3.4. Marx, ese viejo topo llamado revolución: el autor, su duración y su obra.

Karl Marx, inagotable fuente de inspiración teórica, política y poética de esta investigación,

nació en 1818 en la Prusia Renana. Realizó estudios de Derecho en la Universidad de Bonn

196 Op. Cit. Cohen, p. 44.

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y obtuvo un doctorado en Filosofía. Marx, sin embargo, no prestó demasiada atención a

aquellas cátedras de derecho positivo en las cuales los alumnos debían aprender

directamente en latín el derecho romano, sino que se interesó en los temas concernientes a

la filosofía del derecho, donde intimó con Hegel. Cercano a los jóvenes hegelianos, fuertes

críticos del absolutismo prusiano de Federico-Guillermo IV, Marx comprende que sus

posibilidades para obtener trabajo son bastante limitadas. Acepta entonces emprender una

labor periodística para la Gaceta Renana, magazín que era sostenido por los adversarios del

Absolutismo. Su interés por los problemas económicos inicia en este momento. Los

campesinos que tomaban madera de lo que antiguamente eran tierras comunales, eran

acusados ante la Dieta Renana de hurto. En 1843 Marx inicia una lectura crítica de la

Filosofía del Derecho de Hegel que más tarde lo conducirá a escribir una profunda crítica

jurídica en la que el lenguaje filosófico y jurídico apenas pueden distinguirse.

En 1843 Marx viaja exiliado a Paris, donde entra en contacto con el socialismo francés y

vincula sus críticas al Derecho y a la Filosofía con la lucha del proletariado por la

emancipación humana. En esta época mantiene una relación estrecha con Proudhom y

conversaciones eventuales con Bakunin. Los años en Paris, sobre todo, serán el momento

de acercamiento de Marx al proletariado europeo. En esta ciudad Marx tendrá su primer

contacto con la Liga de los justos, una organización obrera clandestina de trabajadores

alemanes. Junto a Engels, Marx va a dedicarse sistemáticamente al estudio de la economía

y en 1845 realizará un viaje con su inseparable amigo a Inglaterra, donde conoce a los

grandes dirigentes de la Liga de los justos y a los miembros de la tendencia de izquierda del

Cartismo.

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Marx es nuevamente expulsado de Francia en 1845 y se dirige a Brucelas donde en 1847

decide militar junto a la Liga de los Justos. Hacia finales de Febrero de 1848 Marx y Engels

terminan de escribir el nuevo programa de la liga que, publicado anónimamente, se titula

Manifiesto del Partido Comunista. Un nuevo exilio forzado de Brucelas lo conduce a

Francia bajo la protección de la Segunda Republica. Para este momento, toda Europa se

encuentra convulsionada por la caída de los gobiernos conservadores y la efervescencia

revolucionaria impulsada por todos los partidos y organizaciones políticas influenciados

por la tradición de 1789. Marx observa en un constante desplazamiento por toda Europa el

auge y ocaso de la «primavera de los pueblos». Impulsado por conocer los acontecimientos

de una forma más próxima en su país de origen, Marx se desplaza junto a Engels a Colonia

y crea la Nueva Gaceta Renana, publicación que será rápidamente suprimida. Marx y

Engels deben abandonar Alemania.

Nuevamente en Francia, donde no es bien recibido, Marx decide exiliarse en Inglaterra para

el resto de su vida. En 1849 Marx inicia el periodo de trabajo intelectual más arduo de toda

su trayectoria. En el Museo Británico Marx se dedica a estudiar la historia de la economía.

De esta época se conoce una amplia cantidad de cuadernos preparatorios de su gran obra

económica. Estudios en Estadística, Historia natural, Matemáticas, Filosofía y Economía

fueron algunos de los temas que Marx trabajó antes de publicar su Contribución a la crítica

de la economía política, un trabajo previo a El Capital en el cual expondría su teoría del

valor, la mercancía y el dinero. El Capital fue el resultado de diez años de trabajos por

parte de Marx. En 1867 aparece en Hamburgo su primera publicación que despliega una

extensa crítica a la economía política. Interrumpidamente debido a sus compromisos

políticos ―Marx sigue contribuyendo a la organización de grupos revolucionarios y

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111

observa detenidamente La Commune en 1871― Marx continúa la redacción del libro

segundo de El Capital y reúne los materiales para el libro III entre 1867 y 1877.

3.4.1. Marx: el mercado mundial y el dinero mundial.

Toda la producción intelectual de Marx se realiza en un agitado contexto político Europeo.

“Un fantasma amenaza a Europa” no era una afirmación infundada pues no en vano se

había creado la Santa Alianza. En el Manifiesto del Partido Comunista ―la primera joya

artística moderna en términos de Berman197―Marx y Engels advierten que el régimen de

producción capitalista y la burguesía son el resultado de un lento proceso histórico que

terminó por envolver el conjunto del globo:

La découvert e de l’Amérique, la circumnavigation de l’Afrique, offrirent à l a bourgeoisie naissant e de nouveaux champs d’action. Les marchés de l’Inde et de la Chine, la colonisation de l’Amérique, le commerce colonial, l’accroissement des moyens d’échange et des marchandises imprimèrent une impulsion extraordinaire au commerce, à la navigation, à l’industrie, et, par conséquent, un développement rapide à l’élément révolutionnaire de la société féodale en dissolution198.

En el Manifiesto Marx y Engels analizan el surgimiento del mercado mundial como un

fenómeno sin precedentes en la historia. Los mercados nacionales abren sus puertas a las

industrias mundiales, cediendo el potencial productivo nacional a la producción

transnacional. Al igual que los mercados regionales fueron arrasados en beneficio de la

construcción de los mercados nacionales, unificados bajo los mismos patrones políticos y

económicos, la creación del mercado mundial de mercancías arranca las raíces locales de la

producción en las naciones. Este no es un fenómeno que se realiza en la historia del

capitalismo sin un impulsor, sin un dinamizador que revoluciona incesantemente los

197 Op. Cit. Berman, p. ¿ 198 Marx , K. y Engels, F. Manifeste du Parti Communiste, Paris, Nathan, 1999, p. 45-46.

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112

medios y las relaciones de producción para su beneficio. La clase en el poder, la burguesía

reinante, es el grupo que dirige el mercado mundial. En el Manifiesto el análisis del

mercado mundial es una crítica simultánea a la burguesía:

Par l’exploitation du marché mondiale, la bourgeoisie donne un caractère cosmopolite à l a production et à la consommation de tous les pays. Au désespoir des réactionnaires, elle a enlevé à l’industrie sa base nationale. Les vieilles industries nationales sont détruites ou sur le point de l’être. Elles sont supplantées par de nouvelles industries dont l’introduction devient une question vitale pour toutes les nations civilisées; industries qui n’emploient plus des matières premières indigènes, mais des matières premières venues des régions les plus éloignées, et dont les produits se consomment non seulement dans les pays même, mais dans tous les coins du globe. A la place des anciens besoins satisfaits par les produits nationaux naissent de nouveaux besoins exigent, pour leur satisfaction, les produits des cont rées les plus lointaines et des climats l es plus diverses. A la place de l’anci en isolement local et national se développe un trafi c universel, une dépendance mutuelle des nations. Ce qui se passe dans la production matérielle se reproduit dans la production intellectuelle. Les productions d’une nation deviennent la propri été commune de toutes. L’exclusivisme et les préjugés nationaux deviennent de plus en plus impossibles; et des diverses littératures national es et locales se forme une littérature universelle199.

Sin embargo, Marx y Engels nos previenen de los peligros que este mercado mundial puede

acarrear. Los grandes adelantos en el campo de la técnica y de los transportes no pueden

opacar el marco de fluctuaciones a los que esta gran zona de concurrencia económica

somete a sus propios impulsores. La historia del mercado mundial es a la vez una historia

de crisis económicas en las que los patrones sobre los cuales se habían construido las redes

comerciales se fragmentan y destruyen. Marx y Engels mencionan que

Depuis trente ans, au moins, l’histoire de l’industrie et du commerce n’est que l’histoire de la révolte des forces productrices contre les rapports de production modernes, contre l es rapports de propriét é qui sont les conditions d’existence de la bourgeoisie et de sa suprématie. Il suffit de mentionner l es crises commerciales qui, par le retour périodique, mettent des plus en plus en question l’existence de la société bourgeoise. Chaque crise détruit régulièrement, non seulement une masse de produits déj à créés, mais encore une grande partie des forces productrices elles-mêmes200.

Las fluctuaciones y las crisis del mercado mundial afectan y estancan el curso de las

mercancías. El problema central es, sin embargo, que el mundo de las mercancías hace 199 Id. p. 48. 200 Id. p. 50.

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113

mucho tiempo que ha invadido el mundo de las relaciones humanas, cosificandolas,

reduciéndolas a meros patrones de cambio que pueden ser tranzados en el mercado. Los

obreros son las mercancías que sufren con mayor rigor los avatares del mercado mundial,

en sus pellejos se notan las marcas del látigo de la oferta y la demanda mundiales, “les

ouvriers, obligés de se vendre au jour le jour, sont une merchandise comme tout autre

article du commerce; ils subissent par conséquent toutes les vicissitudes de la concurrence,

toutes les fluctuations du marché»201.

La reflexión sobre el mercado mundial desemboca en el Manifiesto del Partido Comunista

en un análisis sobre la acumulación a escala mundial. Esta acumulación, esta nota

predominante del sistema capitalista, se realiza en virtud de la extracción de los excedentes

de trabajo por parte de una clase que posee prebendas, privilegios y que logró universalizar

sus valores éticos y económicos a un nivel sagrado. Burguesía y acumulación de capital

son una misma formula dentro del mercado mundial. Todo depende desde que punto de

vista se quiera definir a una clase. Marx y Engels escriben que

La condition essentielle d’existence et suprématie pour la cl asse bourgeoise est l’accumulation de l a richesse dans des mains privées, la formation et l’accroissement du capital; la condition du capital est le salariat. Le salari at repose exclusivement sur la concurrence des ouvri ers entre eux. Le progrès industriel, dont la bourgeoisie est l’agent passif et inconsci ent, remplace l’isolement des ouvriers par leur union révolutionnaire au moyen de l’association202.

Casi una década después de haber escrito el Manifiesto junto a Engels Marx se ocupaba de

la redacción del primer libro de El Capital. Una intensa labor de estudio de la Economía

Política había complementado su visión sobre el régimen de producción capitalista y de sus

dimensiones mundiales, fenómeno advertido en El Capital. El concepto de mercado 201 Id. p. 51. 202 Id. p. 56.

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114

mundial tiene un tratamiento más detenido en El Capital, el lenguaje metafórico e

incendiario del Manifiesto permanece en esta obra, pero esta vez con un acento claramente

económico.

En El Capital el mercado mundial es la «orbita mundial» de circulación de las mercancías.

Al tratar el proceso de circulación de las mercancías, Marx advierte que existe un

dinamizador, una entidad que permite realizar los intercambios en una órbita de circulación

interna de las mercancías. En esta órbita, la forma dinero asume los patrones de cambio

regulados por el mercado nacional en manos de los gobiernos. Sin embargo, la circulación

de mercancías también se realiza a escala mundial, en una orbita externa a los mercados

nacionales, en la que el dinero cobra una forma diferente para convertirse en dinero

mundial. El dinero mundial es el dispositivo económico que lubrica el mercado mundial.

Los patrones de cambio a nivel mundial se regían ―en el siglo XIX ― mediante el oro y la

plata. En el mercado mundial el dinero debe retornar a estos patrones para poder

intercambiar mercancías. Pero la existencia del dinero mundial se debe primordialmente a

la necesidad de trasladar grandes cantidades de riqueza de un mercado a otro. El dinero

mundial funciona, en primera instancia, como un «medio de pago» de los saldos

internacionales. Si pensamos en el esquema braudeliano para investigar la historia del

Capitalismo, no tardaríamos en percibir que el dinero mundial se instala en el nivel que está

encima de la economía de mercado. El dinero mundial es, de algún modo, la forma del

dinero por excelencia en el capitalismo:

El dinero mundial funciona como medio general de pago, como medio general de compra y como materialización social absoluta de la riqueza en general (universal wealth). Su función de medio de

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115

pago, para nivelar los saldos internacional es, es la predominante. De aquí la consigna de los mercantilistas: ¡balanza comercial! El oro y l a plata funcionan sustancialmente como medio internacional de compras tan pronto como se interrumpe bruscamente el equilibrio tradicional del intercambio entre países di ferentes. Finalmente, se presentan como materialización social absoluta de la riqueza allí donde no se trata de compras ni de pagos, sino de trasladar riqueza de un país a otro, sin que ello pueda hacerse bajo forma de mercancías, bien porque no lo permita la coyuntura del mercado o porque lo vede el fin que se persigue203.

Sin embargo, la óptica bajo la cual Marx analiza la existencia del dinero mundial como

forma del dinero en la órbita externa de circulación de las mercancías tiene “sus premisas

históricas” en el comercio mundial: “la biografía moderna del capital comienza en el siglo

XVI, con el comercio y el mercado mundiales”204.

203 Op. Cit. Marx, 1867, p. 103 204. Id. p. 100.

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116

4. Capítulo cuarto

Interpretando los conceptos o descifrando el telar mundial

Je vois donc l’économie-monde européene naître très tôt et je ne suis pas comme Immanuel Wallerstein hypnotisé par le XVI siècle. Au fait, le problème qui l e tourmente n’est-il pas celui même qu’à posé Marx? Citons une fois de plus la phrase célèbre: «la biographie du capital commence au XVI siècle.» Pour Wallerstein, l’économie-monde européenne a ét é le processus matriciel du capitalisme. Sur ce point, je ne le contredirai pas, car dire que zone centrale ou capitalisme c’est désigner la même réalité. Aussi bien, avancer que l’économie-monde, batie au XVI siècle sur l’Europe, n’est pas la première qui s’appuie sur l’étroit et prodigieux continent, c’est poser ipso ipso l’affirmation que le capitalisme n’a pas attendu le XVI siècle pour faire sa première apparition. Je suis d’accord ainsi avec le Marx qui a écrit (pour s’en repentir ensuite) que le capitalisme européen (il dit même la production capitaliste) a comencé dans l’Italie du XIII siècle. C’est débat est tout, sauf futile.

Fernand Braudel, Le temps du monde, p. 56. Hasta aquí hemos presentado de una manera relativamente aislada los elementos esenciales

sobre los cuales se apoya nuestro trabajo. En parte, esta elección expositiva se ha basado en

las lecturas de Marx y Braudel, de quienes hemos aprendido que es conveniente partir de

los elementos más simples, que en apariencia permanecen aislados unos de otros, para

luego llegar a los más complejos y lograr construir un conjunto analítico dotado de una

coherencia parcial. El «telar mundial» no ha sido otra cosa que una metáfora para describir

y analizar el «mundo capitalista» en una dimensión histórica y evolutiva.

El mundo que hoy conocemos, ese pequeño universo manejado por un mercado “capaz de

garantizarlo todo salvo solidez y confianza”205, inició un proceso de unificación, proceso

205 Op.Cit. Berman, p.

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117

que anclado en el tiempo lento de la historia entretejió en un mismo entramado millares de

hilos, incontables experiencias vitales de un número infinitamente vasto de hombres. Estos

hilos, sin embargo, se atan y desatan incesantemente haciendo que ciertas zonas del tejido

permanezcan unidas y que otras se separen. Las fracturas del tejido mundial marcan

cambios en la lógica de funcionamiento del telar, cambios que limitan o expanden la vida

de los hombres sujetos a los hilos del entramado global.

En este capítulo intentaremos vincular en un mismo conjunto analítico la reflexión

conceptual que hemos realizado de las obras de Marx, Bujarin, Braudel y Wallerstein con

nuestro análisis histórico sobre el capitalismo, algo que construimos como una premisa de

trabajo historiográfico y que designamos en el segundo capítulo como analizar «el concepto

en su duración», es decir, la vinculación explícita entre el significado del concepto y la

estructura histórica en el que es producido. Como ya hemos advertido en este escrito,

partimos de que la evolución conceptual y temporal se entrecruzan en un mismo proceso de

formación. Todo juicio histórico está sujeto a un marco temporal que lo determina, de la

misma forma en que las posibilidades del historiador se expanden o contraen de acuerdo

con la constitución de las formaciones sociales en las que este ha creado su pensamiento. El

telar mundial y el análisis del concepto en su duración hacen parte de una misma realidad

histórica que se lee desde diferentes puntos de vista.

Hemos querido basarnos en una separación temática y otra cronológica para interpretar los

conceptos esbozados en el tercer capítulo y de este modo observar la filiación conceptual e

histórica que existe entre las aproximaciones a la historia del sistema capitalista en los

autores estudiados, siempre prestando especial atención a ese ir y venir entre los

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118

significados conceptuales y las estructuras históricas en las que viven sus creadores. El

esquema de interpretación fue el resultado de las continuidades que observamos a lo largo

del trabajo con las fuentes primarias y se base, en una parte considerable, en el artículo de

Joseph Helleiner títulado Braudel como pionero de la globalización económica206. En este

escrito se examinan las formas en las que Braudel dividía los fenómenos sociales para

analizarlos históricamente y, precisamente, fundados en esta división hemos construído el

fragmento temático del esquema.

De esta forma conjugamos el telar mundial con la evolución de los conceptos. Esta

evolución, sin embargo, no finaliza en en The modern world system de Wallerstein, sino

que en esta obra reviste una de sus etapas. Aceptar la historicidad del concepto implica

comprender que la evolución conceptual no finaliza en nuestro trabajo sino que puede

perpetuarse en investigaciones posteriores.

Esquema de interpretación conceptual.

4.1.1. Dimensión espacio-temporal.

4.1.1.2. El espacio.

El espacio no tiene la misma dimensión explicativa ni el mismo rango de importancia

analítica en las obras que hemos analizado previamente. Sin duda, el tratamiento que

Braudel brinda al espacio como dimensión explicativa difiere de aquel de Bujarin, y Marx y

Wallerstein no poseen la misma visión del mundo, al menos en lo que se refiere a sus

aspectos geográficos. Las fracturas entre sus visiones del espacio obedecen a las distancias 206 Helleiner, Eric. Reflexiones braudelianas sobre globalización económica, en Análisis político, ene-abril, # 39, Universidad nacional de Colombi y IEPRI, 2000.

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119

que hay entre sus visiones del mundo, a los diversos intereses que motivaron sus análisis, a

las posturas analíticas que privilegiaron tal o cual elemento o factor explicativo. Sin

embargo, todos incluyen en sus trabajos una perspectiva que une los espacios a la «lógica

de acumulación del capital» y que hacen del espacio una dimensión explicativa ineludible

al pensar la historia del Capitalismo.

Marx y Braudel hacen del espacio un elemento ineludible para sus análisis. El materialismo

dialéctico y la geohistoria analizan al espacio “like an enviroment that is a veritable point

of departure”207, esto conduce, por ejemplo, a Carlos Aguirre a observar en Between Marx

and Braudel: making history, knowing history que para estos pensadores “the enviroment is

a fundamental base of history”208. Bujarin toma como base las ideas geográficas que Marx

menciona en el primer tomo de El Capital en tanto que Wallerstein realiza una labor similar

con la visión geográfica que Braudel sintetiza en el tomo tercero de Civilisation matérielle,

économie et capitalisme. Lo que resulta revelador de esta secuencia de ideas, casi podría

decirse de este diálogo constante entre nuestros autores, es que desde los trabajos de Marx

hasta los de Wallestein se pueden encontrar una serie de patrones espaciales explícitos en

sus análisis de la historia del Capitalismo.

En primer lugar no existe una diferencia tajante entre los espacios locales y globales.

Evidentemente este no es el lenguaje utilizado por Marx, que hablara de diferencias entre

las economías nacionales y la economía mundial, o por Braudel, quien habla de una

economía mundial y diferentes economías-mundo. En todo caso, lo que interesa es que las

207 Aguirre, Carlos. Between Marx and Braudel: making history, knowing history, en Review of Fernand Braudel Center, 2, Primavera, 1992, p. 201. 208 Id. p. 202.

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120

fronteras entre los espacios particulares y los espacios generales no están claramente

trazadas porque el estudio de la economía mundial ―del Capitalismo que Marx describe en

el Manifiesto del Partido Comunista cuando menciona que las industrias ya no poseen una

base nacional― no lo permite. De otra parte, la división internacional del trabajo es

también una división geográfica del espacio económico en el que se funda la economía

mundial. Esta división no es equitativa, puesto que los sectores que absorben las perdidas

de la economía mundial son a menudo los mismos que proveen las materias primas: basta

pensar en la forma en la que operaba el sistema colonial y la manera en la que Africa se

convirtió en el coto de caza de Europa mientras América proveía metales preciosos de los

que aún goteaba la sangre de los indígenas que vivían bajo el sistema de encomiendas.

La división internacional del trabajo juega un papel central en la noción del espacio de

Marx, Bujarin, Braudel y Wallerstein. Una vez que los diferentes papeles económicos se

han establecido en el contexto de la economía mundial, la división internacional del trabajo

determina la forma en la que se distribuyen geográficamente los mercados nacionales. De

este modo, la división del trabajo no sólo tiene un alcance económico en las

conceptualizaciones de nuestros autores, sino también un claro alcance geográfico.

Esta división, sin embargo, no se construyó de un momento a otro. Marx y Braudel son

enfáticos en este punto. Las cadenas mundiales de subordinación económica que supone la

división internacional del trabajo son tan viejas como las mismas formaciones económicas:

que un país se dedique a las actividades agrícolas y otro a las financieras, que la deuda de

una nación con su acreedor se perpetúe en vez de disminuir, que una guerra deje sin un

tesoro público y sin los suficientes ingresos fiscales a un Estado, todas estas situaciones

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121

hacen que la base espacial de las economías se modifique y que los mercados adquieran un

determinado papel en el mercado mundial. Y como Braudel y Marx lo mencionan

insistentemente, una vez que estos papeles se establecen tardan largo tiempo en

transformarse209.

Braudel sugiere que la configuración espacial se encuentra íntimamente ligada a las

actividades económicas que se desarrollan en un lugar. Que las ciudades tengan una serie

de vías que facilitan el acceso (como los golfos o los caminos) es un resultado de su

posicionamiento como espacios relacionados con el nivel por él llamado “del verdadero

capitalismo”. Lo mismo sucede con los otros espacios económicos. Las zonas agrícolas

poseen una movilidad menor, en la cual los intercambios se realizan con una intensidad

menos incrementada que en las ciudades; el mundo financiero presente en las ciudades

apenas existe en el campo, es un sujeto casi invisible. Los tres niveles de análisis de

Braudel (capitalismo, economía de mercado y vida material) adquieren una dimensión

espacial que puede rastrearse por la intensidad de los intercambios y ligan las áreas

geográficas a su esquema de trabajo.

En ciertos momentos como consecuencia de una división extensiva del trabajo, por

momentos como un factor decisivo en la construcción de sus análisis que se presenta de una

forma aislada, la referencia a la dinámica de los centros y periferias en el capitalismo

mundial se impone. La tendencia del capital a su permanente centralización hace que los

209 Refiriéndose a la división internacional del trabajo, Braudel escribe que “ elle n’est pas les fruits de vocations qui seraient naturelles et iraient de soi, elle est un héritage, la consolidation d’une situation plus ou moins ancienne, lentement, historiquement dessinée. La división du travail à l’échelle du monde (ou d’une économie-monde) n’est pas un accord concerté et révisable à chaque instant entre partenaires égaux. Elle s’est établie progressivement comme une chaîne de subordinations qui se déterminent les unes les autres”. Ver: Op. Cit, Braudel, 1979, p. 46.

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puntos de concentración financiera se ubiquen en sectores específicos de la economía

mundial. Esta tendencia nunca deja de manifestarse en el espacio mundial, lo cual hace de

Marx un contemporáneo de Bujarin, Braudel y Wallerstein. Por otro lado, esta dinámica

crea jerarquías en los diferentes sectores y naciones que componen la economía mundial.

Un país que logra dedicarse a las actividades financieras va a tener un poder de decisión

mayor que una nación que se dedica a las actividades agrícolas. Bujarin seguía a Marx y

Hilferding cuando mencionaba que el Imperialismo era la política económica del capital

financiero, política que separaba al mundo en dos grandes ejes mutuamente dependientes:

los centros y las periferias. Ahora bien, la tendencia a la centralización del capital,

centralización económica y geográfica, tiene mucha importancia en la elaboración

conceptual de las economías-mundo en las obras de Braudel y Wallerstein.

Para Braudel las economías-mundo son yuxtaposiciones de diferentes zonas que se ligan en

niveles diferentes: existe un centro, un corazón que dinamiza a toda la economía-mundo;

una zona que participa de los beneficios de este centro y siempre está esperando subir al

alto nivel de la competencia económica y una gran periferia, con pocas oportunidades y que

representa lo arcaico y retardado. Wallerstein retoma, readecua podría decirse, este

esquema espacial y define a las economías-mundo como sistemas que son un mundo

dividido espacialmente por la posición que ocupan los Estados en el contexto de un sistema

mundial. Sin embargo, los Estados también se ubican en una serie de anillos concéntricos

que siguen el esquema de Braudel: Estados de centro, Estados de semi-periferia y Estados

periféricos. Esta «geografía de la discriminación» explica la historia entera del sistema

capitalista que a pesar de sus transformaciones, no ha dejado de requerir de una

geoespacialidad basada en la asimetría económica.

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La espacialidad dentro del sistema capitalista tiene una particularidad que es

constantemente subrayada por nuestros autores. Las pequeñas unidades espaciales tienden

a tomar la configuración geográfica de las grandes unidades. Un ejemplo puede esclarecer

este fenómeno. Las ciudades poseen una estratificación que es fiel testimonio de la

magnitud y proveniencia de los ingresos de los habitantes que viven en determinadas zonas

de la ciudad. En Lima, la capital peruana, hay una exclusiva zona cerca de las costas

pacíficas en donde se ubican los barrios más “exclusivos” de la ciudad, mientras al Oriente,

muy cerca del Cerro San Cristóbal se encuentra San Juan de Lurigancho, zona que posee

una densidad poblacional muy alta y graves problemas sociales. Santa fé de Bogotá, un

pequeño mundo construido en el altiplano, tiene pequeños islotes que erigen grandes muros

con amenazantes cercados de alambre donde habitan los estratos más altos. Sin embargo,

hay dos tendencias que hacen de Bogotá una genuina ciudad latinoamericana: los estratos

más altos se concentran hacia el nor-occidente de la ciudad, mientras todo el sur está

rodeado por una enorme periferia urbana conocida como Ciudad Bolívar. Los ejemplos

serían incontables... las barriadas de Caracas, Penhalolen en Santiago de Chile, los

suburbios de Asunción... América Latina se encuentra, al igual que una parte importante de

sus ciudades, en un tipo de periferia mundial que posee centros que regulan el tempo

económico del tejido mundial. La ciudades, hijas de la época capitalista, reproducen un

esquema geográfico similar al del sistema mundial visto en conjunto210.

Expuestas las continuidades de forma más o menos formal, un defecto necesario en este

análisis conceptual, vayamos a las fuentes, verdaderas cajas de Pandora en el trabajo de los

210 Nota Harvey, centros de acumulación y espaci alización capitalista. Ver> Sohja.

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historiadores. Uno de los textos más conocidos en los siglos XIX y XX, tal vez una de las

joyas literarias de la modernidad211, fue escrito por Karl Marx y Frederich Engels durante la

coyuntura de la historia europea que se conoce como la «Primavera de los pueblos». El

Manifiesto del Partido Comunista es una crítica a un mundo modelado por y para la

burguesía, clase social que construye todo para luego destruirlo, que existe gracias a su

capacidad para revolucionar constantemente las fuerzas y relaciones productivas, y con

estas todas las relaciones sociales. En este documento los dos instigadores del cambio

social en la Europa decimonónica ya advertían una serie de problemáticas espaciales del

mundo capitalista: “De même qu’elle [la burguesía] a subordonné la campagne à la ville,

les nations barbares et demi-civilisées aux nations civilisées, de même elle a subordonné

les pays agricoles aux pays industriels, l’Orient à l’Occident”212.

En el Manifiesto, y esta es otra de sus características importantes para nuestro análisis,

Marx y Engels describen el alcance mundial de los fenómenos ocurridos en el mundo

capitalista, fenómenos que deben ser combatidos por el proletariado desde una perspectiva,

igualmente, mundial. Sin embargo, para el caso particular de Marx, en el siglo XIX el

mundo todavía se abre, se integran lugares que permanecían aislados de los circuitos

mundiales, la capacidad productiva de las naciones industriales crece, y con esta, la

demanda de productos que requieren ser transportados a grandes distancias con el fin de ser

comercializados. Las materias primas, algo que describen Marx y Engels sistemáticamente,

se importan de los lugares más alejados del globo creando una zona de comercialización

homogénea. Lo que en los días de la primavera de las naciones era descrito con un lenguaje

211 Para ver una argumentación de tallada del espíritu moderno y modernista del Manifiesto del Partido Comunista, ver: Op. Cit. Berman. 212 Op. Cit. Marx y Engels, p. 49.

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cargado de adjetivos que insinuaban un gran asombro, es en nuestros días un fenómeno

corriente:

Par l’exploitation du marché mondial, la bourgéoisie donne une caractère cosmopolite à la production et à la consommation de tous les pays. Au désespoir des réactionnaires, elle a enlevé à l’industrie sa base national. Les vielles industries nationales sont détruites ou sur le point de l’être. Elle son supplantées par de nouvelles industries dont l’introduction devient une question vitale por toutes les nations civilisées; industries qui n’emploient plus des matières premières venues de régions les plus eloignées, et dont les produits se consomment non seulement dans les pays même, mais dans tous les coins du globe. A la place des anci ens besoins satisfaits par les produits nationaux naissent naissent de nouveaux besoins exigeant, pour leur satis faction, les produits des contrées les plus lontaines et des climat les plus diverses. A la place de l’ancient isolement local et national se développe un trafic universel, une dépendance mutuelle des nations. Ce qui se passe dans la production matérielle se réproduit dans la production intellectuelle. Les productions intellectuelles d’une nation deviennent la propieté commune de toutes. L’exclusivisme et les préjugés nationaux deviennent de plus en plus imposibles; et des diverses littératures nationales et locales se forme une littérature universelle213.

Años después de haber escrito el Manifiesto, hacia 1860, Marx ya ha iniciado el riguroso

estudio de la economía que lo conducirá a escribir una de las críticas más devastadoras

contra la sociedad burguesa de la segunda mitad del siglo XIX. El Capital, crítica de la

economía política es un desarrollo de varios de los escritos de carácter económico que

Marx había elaborado años atrás y que habían moldeado sus ideas sobre el desarrollo

económico de las sociedades industriales en Europa. En El Capital, al referirse al proceso

de producción del capital en el libro primero, Marx advertía que el condicionante

primordial de la estructura económica de una sociedad es la división que esta haya operado

entre sus espacios urbanos y rurales. Todo régimen de división del trabajo medianamente

desarrollado, en el cual exista un proceso importante de circulación de mercancías se

encuentra determinado por esta división. Marx escribe que “la base de todo régimen de

213 Id. p. 48.

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división del trabajo un poco desarrollado y condicionado por las mercancías es la

separación entre la ciudad y el campo”214.

El régimen de producción tiene una dimensión espacial en los análisis de Marx, lo cual le

permite hablar de una división territorial del trabajo que se opera en los diferentes

mercados nacionales y en el mercado mundial. El desarrollo de la producción

manufacturera hace que ciertas regiones de un mercado nacional se concentren en cierto

tipo de labores; de este modo, “la explotación manufacturera, encargada de fabricar todas

las especialidades, da un nuevo impulso a la división territorial del trabajo, que

circunscribe determinadas ramas de producción a determinadas regiones de un país”215.

La relación entre desarrollo económico y configuración del espacio puede interpretarse

desde varios niveles. Estudios recientes, entre los que se encuentran los trabajos de Harvey

y Arrighi, hacen un énfasis particular entre los centros de poder, la configuración espacial y

la capacidad de acumulación financiera. El trabajo de Marx, no obstante, se concentra

primordialmente en la relación que existe entre los principales centros industriales y la

división internacional del trabajo:

se implanta una nueva división internacional del trabajo, ajustada a los centros principales de la industria maquinista, división del trabajo que convierte a una parte del planeta en campo preferente de producción agrí cola para l as necesidades de otra part e organizada primordialmente como campo de producción industrial216.

La zonificación geográfica de las diferentes ramas industriales de producción junto a la

división social e internacional del trabajo y a la separación del planeta en diversas zonas 214 Op. Cit. Marx, 1867, p. 288. Vale la pena mencionar que esta idea se encoentraba presente desde La ideología alemana, obra en la que Marx realiza una extensa crítica a la filosofía materi alista de su época. 215 Id. p. 288. 216 Id. p. 376.

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que se especializan en sectores específicos de la economía, son algunos puntos de partida

muy importantes en la visión de la economía mundial de Nicolai Bujarin. Este intelectual

soviético, como ya lo hemos mencionado, desarrolló una visión sistémica de la economía

mundial y tomó varias de las perspectivas de trabajo de Marx para llevar a cabo esta labor.

Tratado como una fase del desarrollo capitalista, el Imperialismo de Bujarin se apoya sobre

una gran división económica que posee mercados nacionales productores de materias

primas y mercados reguladores de capital financiero que a su vez transforman estas

materias.

La economía mundial tiene una repartición específica de las fuerzas productivas, por esta

razón el trabajo se encuentra dividido en el plano internacional. Para sugerir esta idea,

Bujarin no hace otra cosa que apoyarse en la conceptualización previa de Marx y en su

noción de la división internacional del trabajo. Igualmente, las referencias a la expansión de

los transportes tienen una incidencia directa en la circulación ampliada de mercancías. Este

fenómeno impulsa un fenómeno de integración de los diferentes mercados, lo que a su vez

provoca un socavamiento de las distancias entre los diferentes mercados nacionales.

Bujarin menciona que

Cuanto más desarrollados están los medios de transporte y más rápido e intensivo es el movimiento de las mercaderías, más acelerados se encuentran la integración de los mercados locales y nacionales y el crecimiento del organismo único de producción de la economía mundial217.

Para Bujarin hay un factor clave de la época histórica que él mismo vive y analiza: un

proceso constante de internacionalización e integración de la vida económica distingue al

Imperialismo de otras épocas. Dicho proceso altera la experiencia del espacio que tienen los 217 Op. Cit. Bujarin, p. 51.

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individuos que actúan en un escenario económico. El proceso de circulación de mercancías

en un contexto de interpenetración de las diversas unidades económicas que componen a la

economía mundial se rige más por la posesión de los títulos de propiedad que por el

intercambio mismo de la mercancía. De este modo, no es necesario que una mercancía se

desplace espacialmente si su título de propiedad lo hace. Citando a Harms, Bujarin explica

que

Así por ejemplo, si A vende una casa a B, esta casa circula como mercancía, sin moverse del sitio. E incluso tratándose de mercancí as muebles como el algodón o el hierro fundido, vemos cómo se están quietos en el almacén mientras los especuladores los compran y los vuelven a vender. Lo que se mueve realmente, en estos casos, es el título de propiedad sobre la cosa, no la cosa misma218.

Este proceso se incrementa constantemente debido a la dinámica financiera del capitalismo

mundial. Sin embargo, la órbita de circulación mundial de mercancías no tiene una

estructura homogénea, pues por el contrario, el sistema de producción mundial funciona

gracias a las asimetrías nacionales del manejo financiero. La esfera de circulación del

capital financiero permanece ocupada por las potencias industriales que han hecho de sus

estados empresas interventoras de la economía mundial. El proceso de interpenetración

entra las empresas, los aparatos productivos y los bancos, es coordinado por el sistema

bancario, regulador de la producción industrial desde el punto de vista de Bujarin. Sin

embargo, vale la pena preguntarse cómo incide esta asimetría en la configuración espacial

de la economía mundial.

Bujarin es un receptor de las ideas de Marx cuando considera que en el sistema mundial se

evidencia una clara dinámica de centros y periferias. En efecto, sus señalamientos acerca de

los centros y periferias provienen de la constitución de la economía mundial como un 218 Id. p. 53.

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129

terreno dominado por las potencias industriales. La economía mundial ofrece el aspecto de

un sistema compuesto por “algunos cuerpos coherentemente organizados” y “una periferia

de países retardatarios”219 que viven bajo un régimen agrario con escasas posibilidades

para competir en la economía mundial de una forma autónoma. Como hemos visto en el

capítulo anterior, Bujarin considera que hay una tendencia de nacionalización y otra de

internacionalización del capital, ambas siguen la misma lógica de centralización y

concentración en el escenario del Imperialismo. Esta lógica requiere, sin embargo, de una

constante expansión de las fronteras y mercados nacionales que puede lograrse sólo

mediante la expansión militar. Después de todo, no podemos olvidar que Bujarin es un

bolchevique que ve la primera guerra mundial como un conflicto entre potencias

imperialistas que deben enfrentarse en la economía mundial para proteger sus mercados

nacionales y coloniales.

En la obra de Braudel el espacio cobra una vigencia explicativa y teórica que no tiene

precedentes en los autores analizados previamente, y aunque Braudel sea tributario de

varias de las ideas de Marx, en su trabajo el espacio es observado desde una perspectiva

ampliamente diferente. Sin embargo, lo que interesa en este punto es ver que Braudel parte

igualmente de una división internacional del trabajo y de una visión del desenvolvimiento

histórico del capitalismo muy similar a la de Marx. Puede decirse que en la visión

braudeliana de la historia hay una preocupación simultánea por le temps du monde y

l’espace du monde. El espacio es una fuente de explicación “que met en cause à la fois

toutes les realités de l’histoire, toutes les parties prenants de l’entendu: les états, les

219 Id. p. 94.

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130

sociétés, les cultures, les économies”220. Dependiendo de la forma en la cual sean abordadas

estas diferentes instancias de la historia de los hombres, el papel que tiene el espacio, según

lo menciona el propio Braudel, va a modificarse en el contexto general de la investigación

histórica.

Las reglas tendenciales de las que hemos hablado en el capítulo primero sintetizan, grosso

modo, la forma en la que Braudel observa el papel del espacio en la historia del capitalismo.

Esta reglas son los patrones recurrentes de las economías-mundo en relación con el espacio:

las reglas tendenciales “sont les rapports qu’on peut voir sequentiellement entre les

économies-monde et l’espace”221. La constitución histórica del espacio en el capitalismo se

define por su tendencia constante a la jerarquización. Braudel prefiere hablar de la

existencia de centros, periferias y semiperiferias en virtud de este escalonamiento espacial

que presupone el capitalismo.

Las jerarquías espaciales de las economías-mundo son el punto que más nos interesa

destacar de la visión braudeliana. La división del trabajo y la proyección internacional de

este orden tardaron mucho tiempo en construirse. La subyugación económica en el

panorama de la economía mundial está relacionada con la expansión de Europa y con la

cadena de desigualdades que esta expansión provocó. La división internacional del trabajo

es una expresión de esta subyugación. Sin embargo, esta división es también el resultado de

una lógica, de una tendencia estructural que empezó a incubarse con las primeras relaciones

de tipo capitalista que aparecieron en las costas mediterráneas italianas hacia el siglo XIII.

En los siglo XIV y XV esta división ya era patente cuando Venecia inició la labor de

220 Op. Cit. Braudel, p. 13. 221 Op. Cit. Braudel, p. 18.

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131

unificación de los diversos mercados mediterráneos e hizo del Adriático un mar propio que

era su patio interior.

Una vez que estos mercados se unificaron bajo un organismo coordinador, bajo la figura de

la brillante Venecia, las jerarquías espaciales, que se anunciaban desde la decadencia de la

Edad Media, no tardaron en tejerse. Y una vez que estas jerarquías se establecen,

insistimos, tardan largo tiempo en transformarse. La configuración espacial de las

economías-mundo se entiende cuando se entiende el proceso histórico seguido por Venecia.

Cuando ya existe un centro dominante “c’est déjà le capitalisme”222. Y este centro sólo

existe porque hay una red previamente establecida de mercados que le permiten

posesionarse en una «jerarquía», política, económica y espacial. Esta jerarquía, sin

embargo, presupone en el lenguaje braudeliano otro proceso previo, puesto que la

circulación ampliada de mercancías, presupuesto de Marx heredado por Braudel, requiere

de una relación ciudad-campo223. Sobre las jerarquías crecen las jerarquías.

Las diversas zonas de las economías-mundo se encuentran jerarquizadas. Braudel explica

esta idea mediante un esquema, una especie de modelo para comprender su

funcionamiento. Hay tres dimensiones de la economía-mundo que se unen en niveles

diferentes: el centro, la semiperiferia y la periferia. Cada uno de estos niveles posee

relaciones sociales y políticas particulares. El centro concentra una mayor población de

asalariados “libres”, mientras las periferias poseen claros rasgos de vasallaje y esclavismo.

Estos niveles no están necesariamente unidos por las mismas fronteras; precisamente, este

222 Id. p. 24. 223 Id. p. 34.

Page 132: El telar mundial o la evolución de los conceptos de ...

132

el factor que permite pensar que las economías-mundo concentran verdaderos mundos en

su interior:

La región centrale n’a rien de mystérieux: quand Amsterdam est «l’entrepôt» du monde, les Provinces-Unies (ou du moins les plus actives d’entre elles) sont la zone centrale; quand Londres impose sa suprématie, l’Anglaterre (sinon toutes les îles Britanniques) se situe au cœur de l’ensamble. Quand Anvers, au début du XVI siècle se réveille, un beau matin, au centre de trafics de l’Europe, les Pays-Bas, comme disait Henri Pirenne, deviennent «la banlieu d’Anvers» et le vaste monde sa très grande banlieu224.

Para Braudel uno de los comportamientos más recurrentes de las economías-mundo es

lograr una constitución espacial que tenga centros y periferias, una serie de niveles

diferentes que permitan que el centro sea el poder espacial, económico y político

dominante225. Las divisiones del espacio dentro de la economía-mundo permiten que las

tensiones económicas y políticas que tienen lugar en su interior jamás exploten con la

intensidad necesaria para derrocar la supremacía del centro. Braudel explica esta idea de

varias formas. Una ciudad dominante, como fue el caso de Génova y Venecia, cuenta con

una pequeña red de ciudades secundarias a las que asigna tareas que ella no puede cumplir.

Un cinturón urbano que rodea (entoure) la ciudad dominante actúa como receptora de los

beneficios que la gran ciudad puede exportar. No obstante, este cinturón también actúa

como un catalizador de las fluctuaciones económicas que tocan a la gran ciudad,

permitiéndole recibir los golpes con una intensidad menor.

A pesar de ser una dimensión explicativa fundamental en el pensamiento de Braudel, el

espacio es, como él mismo lo diría, “un ordre face à d’autres ordres”. La cultura es un

factor que organiza el espacio, la acción de los cambios económicos son un receptáculo del

224 Id. p. 35. 225 Ver: Id. p. 44.

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133

espacio y el espacio es un elemento que determina la vida económica; las sociedades

privilegian ciertos espacios y los espacios privilegian ciertas sociedades... la regresión

puede ser infinita. Braudel no observa al espacio, sin embargo, como una determinación

geográfica que limita y encierra la historia de los hombres: su concepción espacial no es

mecánica ni sistémica, sino plástica y maleable, aunque su noción del espacio histórico, no

puede negarse, está enmarcada en un proceso de larga duración. Llámese estructura de

larga duración o capitalismo, le jeu de l’echange se caracteriza por la búsqueda incesante

de beneficios y la acumulación de capital. Los mercaderes, de quienes hablaremos más

adelante, requieren que ese juego tenga escenarios comerciales donde puedan cobrarse los

cheques y puedan hacerse los prestamos. Estos escenarios son las grandes ciudades, al

principio solas, y luego respaldadas por la seguridad económica brindada por los Estados.

Y los Estados son, probablemente, la entidad que determina la visión del sistema mundial

que posee Imanuelle Wallerstein en su Modern world-system. Wallerstein es un incanzable

lector de Braudel, su obra tiene una deuda conceptual con la del historiador francés que

difícilmente puede ser pagada. Más que una superación del trabajo de Braudel, la obra de

Wallerstein es una nueva dimensión del quehacer histórico con las herramientas

proporcionadas por el biógrafo de La Mediterranée. Braudel y Wallerstein sostuvieron,

mientras el primero permanecía en vida, varias discusiones referidas a la historia del

Capitalismo y a la configuración de las unidades sobre las cuales se había desarrollado el

sistema: “Dira-t-on économie-monde ou empire-monde, ce qui reviendrait à discuter avec

Immnuel Wallerstein?”226 escribía Braudel refiriéndose al caso de Rusia. Por su parte,

Wallerstein escribe que

226 Id. p. 17. ,

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134

Más aún se sostiene aquí que hasta el momento sólo han existido dos variedades de t ales sistema mundiales: imperios-mundo, en los que existe un úni co sistema político sobre la mayor parte del área, por más atenuado que pueda estar su control efectivo, y aquellos sistemas en los que tal sistema político no existe sobre toda o virtualmente toda su extensión. Por conveniencia, y a falta de un término mejor, utilizamos el término «economía-mundo» para definir a estos últimos227.

La espacialidad de las economías-mundo en la obra de Wallerstein está enteramente ligada

a la dinámica política de los Estados dentro del sistema mundial. Las áreas de centro y

periferia de las economías-mundo se clasifican de acuerdo con la solidez estatal, en el caso

de las primeras, o con su escaso desarrollo institucional, como en el caso de las últimas. Del

mismo modo, la espacialidad de la economía-mundo se define por la división del trabajo

que se opera en su interior, división “que no es meramente funcional ―es decir,

ocupacional― sino geográfica. Es decir, la gama de tareas económicas no está distribuida

uniformemente a lo largo y lo ancho del sistema mundial”228. Wallerstein sugiere que esta

división obedece, sin duda, a una oferta económica ambiental, aunque el elemento

determinante en su distribución sea la forma en la cual se establecen las relaciones sociales

de producción. Esto significa que la configuración espacial de las economías-mundo se

debe primordialmente “ a la organización social del trabajo, que magnifica y legitima la

capacidad de ciertos grupos dentro del sistema de explotar el trabajo de otros, es decir, de

recibir una mayor parte del excedente”229.

La jerarquía espacial es una jerarquización de las tareas necesarias para la autoconservación

del sistema. Estas tareas se dividen en los tres rangos de los que hemos hablado en el

primer capítulo, a saber (la categorización de Wallerstein es, en términos esquemáticos, la

227 Op. Cit. Wallerstein, 1979, p. 490. 228 Id. p. 491. 229 Id. p. 492.

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135

misma de Braudel) centro, semi periferia y periferia que requieren de un nivel más o menos

alto de capitalización. Lo que ocurre en el centro, donde se encuentran las finanzas y los

acreedores, supone un manejo de los asuntos bancarios y de las transacciones que se

realizan de acuerdo con los mercados de larga distancia. Los Estados del centro subordinan

el resto de áreas mediante el sistema de deudas. Su rango de capitalización es más alto que

el del las periferias, dedicadas en el contexto general del sistema a la producción agrícola y

a las actividades minares.

Sin embargo, como materia de reflexión, la conceptualización del espacio no es el resultado

de una reflexión detenida que haga de esta idea un motor explicativo de gran magnitud.

Esto no significa, en modo alguno, que el espacio deje de tener una potencia explicativa y

analítica en la constitución del modern world-system, sino que más bien, en este aspecto

específico, Wallerstein se apoya en las premisas ya constituidas por Marx y Braudel. La

mirada a la constitución del espacio dentro de las economías-mundo es un prestamo que

Wallerstein toma de la visión braudeliana, fundamentalmente, aunque su acento específico

se encuentre en la configuración de los Estados en el sistema mundial. Sin embargo, las

continuidades expuestas al principio de este aparte del trabajo pueden evidenciarse sin

mucha dificultad en la documentación empírica. La formación espacial de las economías-

mundo evoluciona junto con la dinámica del sistema mundial.

4.1.1.3. El tiempo.

El espacio es una experiencia vital que se comparte con el tiempo. Experiencia que no tiene

la misma relevancia en el conjunto de autores que analizamos actualmente, experiencia que

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136

privilegian las voces más sobresalientes de este trabajo. Marx y Braudel son, de alguna

manera, dos maestros del tiempo. Wallerstein y Bujarin se apoyan en el tiempo que ya ha

sido domesticado por otros para poder llevar a cabo un análisis histórico. El manejo del

tiempo en Marx y Braudel se presenta ante nosotros como una serie de juicios sobre los

diversos ritmos que posee la dinámica económica. Se presenta también, como una serie de

periodizaciones que delimitan ciertas tendencias en la historia del capitalismo, tendencias

que son más o menos importantes dependiendo de los espacios que se privilegien en la

observación histórica. El problema del tiempo, sin embargo, puede deducirse de las miradas

que Marx y Braudel, en más de un aspecto, comparten.

Marx y Braudel tienen en el centro de sus preocupaciones una dimensión histórica común.

Carlos Aguirre menciona que “Marx and Braudel adopts modern capitalist society has the

center of theirs theoretical concerns”230 y sostiene que la visión panorámica de la historia

en ambos autores los conduce a dar un tratamiento muy próximo al tiempo. El problema

central que debemos abordar para develar las proximidades analíticas en cuanto a

cuestiones de tiempo se refiere, es la naturaleza de los problemas históricos que Marx y

Braudel se proponen abordar.

El Capitalismo es una formación histórica de largo aliento. Varios siglos tardaron antes que

un sistema económico basado en la acumulación constante de beneficios por parte de una

clase poseedora pudiera formarse y expandirse al resto del mundo. En el caso de Marx, que

sigue los análisis de la acumulación previa de Smith (previous accumulation), el régimen

de producción capitalista necesitó de un proceso de disociación entre los trabajadores y la

230 Op. Cit. Aguirre, 1992, p. 178.

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137

propiedad de sus medios de subsistencia (el secreto de la acumulación originaria) para que

se formaran las primeras relaciones de tipo capitalista. Marx sitúa los inicios de este

proceso en “algunas ciudades del Mediterráneo durante los siglos XIV y XV”231 aunque

sugiera que la consolidación de la era capitalista inicia en el siglo XVI. Sin embargo, el

análisis de la acumulación originaria del que hemos hablado largamente en el primer

capítulo, inicia con la población libre de Inglaterra en el siglo XIV.

Siglo XIV? Braudel cavila cuando se refiere a la génesis del sistema capitalista pues para

él, las cosas se anuncian con claridad desde el siglo XIII. Y aunque la discusión de los

orígenes del capitalismo sea de mucha relevancia, el problema central es la magnitud del

proceso. Magnitud que requiere de periodos temporales amplios, en los que sin embargo se

presentan una serie de alternancias difíciles de comprender. Los Estados entran en guerras,

las migraciones de un lugar a otro tienen lugar, hay una inflación de precios que

intempestivamente hace entrar en crisis una economía, una guerra cierra tal o cual canal de

comercialización entre Oriente y Occidente y a pesar de esto, de todo esto, ciertos ritmos

permanecen inalterables. La maquinaria productiva continua, a pesar de sus fluctuaciones,

en pleno funcionamiento; el orden social no se altera y las cadenas de subordinación de los

grupos hegemónicos sobre las masas de trabajadores permanecen.

En medio de un tiempo económico, lento en transformarse, con patrones recurrentes que

parecen dar la sensación de cambio, hay otros ritmos, más fugaces, más efímeros, que

tardan poco en aparecer, pero también en esfumarse. Marx y Braudel observaron que la

historia estaba plagada de este tipo de episodios que se alternaban con permanencias y

231 Op. Cit. Marx, 1867, p. 609.

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138

coexistían en un mismo horizonte temporal. Para Marx este tiempo lento está inmerso en la

estructura de las fuerzas productivas y tarda bastante en transformarse. Las fuerzas

productivas se encuentran en un punto con las relaciones de producción, encuentro que es

la base de su propia exclusión. Mientras las fuerzas productivas siguen un sendero de

desarrollo, las relaciones sociales siguen uno diferente: este punto de exclusión es lo que

Marx y Engels llamaron una guerra “qui toujours finissait par une transformation

révolutionnaire de la société tout entière”232. En la visión de Marx, el desarrollo histórico

de las sociedades sigue una serie de etapas que se alternan mediante revoluciones socio-

económicas, esto es sintéticamente el materialismo dialéctico.

Al igual que el espacio, el tiempo juega un papel fundamental en la visión braudeliana de la

historia. Para Braudel el tiempo es un escenario en el que se conjugan diversas

temporalidades. Temporalidades que se inscriben en el contexto más amplio de la duración

social, a la que ya nos hemos referido anteriormente. Las alteraciones de la configuración

espacial dejan marcas, Braudel dice blessures, en el tiempo de las economías-mundo como

en el caso del movimiento del centro mundial desde Amberes hasta Ámsterdam, que marcó

una nueva etapa en la historia europea. Y es que la economía-mundo europea, además de

tener una coherencia espacial, posee también una unidad temporal, unidad de largo aliento

que es compatible con el largo tiempo que tardó su formación.

Para Braudel la economía mundo tiene una experiencia común del tiempo. Las

fluctuaciones de los precios son su principal indicador. Las herramientas económicas

contemporáneas le permiten hacer una observación de esta economía mediante sus propias

232 Op. Cit. Marx y Engels, 1848, p. 45.

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139

alternancias. La alternancia de ciclos económicos, Braudel va a dar privilegio a los

Kondratieff, marca una tendencia de la economía europea vista en conjunto. Esta tendencia

más amplia puede ser a su vez enmarcada en otro tipo de ciclos, de una duración muy

amplia. Esto permite a Braudel observar que los periodos inflacionarios de la economía

europea obedecen a un tipo de lógica, una serie de patrones recurrentes que dan una

coherencia temporal a la economía-mundo.

Ahora bien, Marx y Braudel comparten la necesidad de situar el desarrollo del Capitalismo

en un proceso histórico unitario233. Esto hace que las unidades temporales sobre las cuales

se fundan sus análisis tengan que ser extremadamente amplias, pues el capitalismo no es

una realidad histórica que haya tenido origen hace poco tiempo. Del mismo modo, el

tiempo histórico en ambos autores es una especie de escenario en el que varios ritmos

temporales tienen lugar dentro de un mismo tiempo, dicho en singular. Tiempos ampliados,

para procesos ampliados.

4.1.2. Dimensión económica

No hay una frontera entre la Historia y la Economía en las obras de Marx, Bujarin, Braudel

y Wallerstein. Podríamos hablar para todos los casos de una forma de historia económica o

de economía histórica. Podríamos hablar, apresuradamente, de un tipo de observación de la

economía en la órbita de su duración, en la óptica de un proceso histórico más amplio que

las simples observaciones de ciclos del tipo Juglar o Labrousse. Braudel mencionaba que

“d’autant que ni les économistes depuis au moins les années cinquante, ni les historiens

233 Ver: Wallerstein, I. Impensar las ciencias sociales, México D. F., Siglo XXI Ed. 1ª Ed. 1991, esta Ed. 1999, p. 167.

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depuis longtemps, ne croient plus que l’économie soit un domaine en soi et l’histoire

économique un térritoire delimité où l’on pourrait s’enfermer en toute quiétude”234. Las

continuidades conceptuales, tópico que ocupa la mayor parte de inquietudes que esperan

resolverse con este esquema de interpretación conceptual, se proyectan con gran fuerza en

la dimensión económica de las obras de estos autores.

Al igual que en otras temáticas, Marx revuelve las cartas que más tarde van a jugar Bujarin,

Braudel y Wallerstein, porque la primera continuidad que puede observarse

recurrentemente es la necesidad de describir el proceso de centralización de capitales, la

tendencia a la centralización del capital, en una perspectiva histórica. Esta tendencia será

uno de los relojes que marquen el transcurso del tiempo en la historia moderna. Las formas

en las cuales se opera la centralización del capital siempre tienen un matiz particular, algo

que hace que la historia avance en medio de sus tiempos lentos. Así, Marx trata el problema

de la centralización de capitales en mano del partido del orden de su tiempo, la burguesía,

mientras Bujarin habla de esta tendencia en los términos de la interpenetración de las

esferas fabriles, estatales y bancarias. Braudel trata la historia de la economía-mundo

europea mediante los diferentes núcleos de acumulación de capital en tanto que Wallerstein

habla de la acumulación de capitales sin ningún tipo de límite como la característica

distintiva del actual sistema histórico en el que vivimos.

La centralización de capitales, sin embargo, no puede tratarse como un fenómeno aislado.

Otros factores de continuidad en las obras de nuestros autores son decisivos para demostrar

la existencia de la filiación conceptual. La existencia del sistema capitalista depende de una

234 Op. Cit. Braudel, 1979, p. 10.

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órbita ampliada de circulación de las mercancías; sin un mercado de mercancías activo e

incrementado constantemente no hay sistema. He aquí una de las primeras consideraciones

económicas que atraviesan la visión de nuestros autores. Por otra parte, la economía

mundial o dicho de otro modo, la dimensión mundial del Capitalismo, necesitó de la

formación de los imperios y los mercados coloniales. La ecuación diría que sin explotación

colonial, no existiría un sistema mundial. Pero, ¿Capitalismo y colonialismo parecen a

primera vista términos opuestos? No pueden obtenerse beneficios en términos capitalistas

sino a condición de que existan relaciones de trabajo entre un trabajador que vende su

fuerza de trabajo como mercancía y un capitalista que la compra en el marco del mercado.

A pesar de esto, el Capitalismo aparece como un orden productivo organizador de otros

ordenes que se subordinan a él.

En este punto es de especial importancia observar que el análisis de las realidades históricas

desde el siglo XVI, en el caso de Bujarin desde la segunda mitad del siglo XIX, condujo a

los autores a sostener la coexistencia de relaciones de trabajo y producción dentro de una

mismo escenario económico mundial. Esta coexistencia se argumenta con algunas de las

ideas del autor inmediatamente anterior en nuestro esquema; así, Bujarin habla de

coexistencia en virtud de los trabajos de Marx, Wallerstein en virtud de los trabajos de

Braudel... Este factor parece una premisa básica para analizar al Capitalismo desde una

perspectiva histórica. Marx menciona que la Época Moderna está repleta de antiguas

relaciones productivas que funcionan dentro del régimen de producción capitalista:

En todos los demás campos, nuestro país, como el resto de occidente de la Europa continental, no sólo padece los males que entraña el desarrollo de la producción capitalista, sino también los que supone su falta de desarrollo. Junto a las miserias modernas, nos agobia toda una serie de miserias heredadas, fruto de la supervivencia de tipos de producción antiquísimos y ya caducos, con todo su

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sequito de relaciones soci ales y políticas anacrónicas. No sólo nos atormentan los vivos, sino también los muertos: Le mort saisit le vif!235

El análisis previo que hemos realizado sobre la dimensión espacial vislumbraba de qué

forma los espacios locales se configuran globalmente. Las economías nacionales, en un

camino que va en la misma vía, evolucionan dentro de una economía más grande que las

contiene y une. En el caso de Marx la vida interna de las economías nacionales depende por

completo de la dinámica externa de la economía mundial. El camino teórico seguido por

Bujarin lo lleva a diluir la frontera entre lo externo y lo interno en el terreno económico; su

análisis sobre el capital financiero y el sistema bancario a nivel internacional hacen

comprensible su postura. Braudel y Wallestein hablan de economías-mundo que interactúan

en una economía mundial, para el primero, y en el moderno sistema mundial, en el caso del

segundo.

Dirijámonos, una vez más, a la documentación. En el Manifiesto del Partido Comunista,

Marx y Engels veían con “ojos desilusionados” la constante readecuación de las relaciones

productivas en provecho de una sóla clase. Esta readecuación continua de las relaciones de

producción es la condición sine qua non de existencia de la burguesía. La tendencia a la

concentración de los beneficios en manos privadas fue uno de los escalones sobre los que

más tarde Marx soportaría la tendencia de la centralización del capital. En el Manifiesto

Marx y Engels hacen una crítica a la burguesía, este es el tópico central del documento, que

logra acumular capitales y reproducirlos mediante el sistema de trabajo asalariado. En el

Manifiesto se lee que

235 Op. Cit. Marx, 1867, p. 14.

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143

La condition esentielle d’existence et de suprématie pour la classe bourgeoise est l’acumulation de la richesse dans des Manis privées, la formation et l’accroissement du capital; la condition du capital est l e salariat. Le salariat repose exclusivement sur l a concurrence des ouvriers entre eux. Le progrès industriel, dont la bourgeoise est l’agent passif et inconscient, remplace l’isolement des ouvriers par leur union révolutionnaire au moyen de l’association236.

La condición del proceso de acumulación del capital, del que se habla en forma detallada

entre los capítulos XXI y XXIV del primer libro de El Capital, presupone que el capitalista

pueda entrar a la órbita de circulación de mercancías con un regla clara: “la condición

primera de la acumulación es que el capitalista consiga vender sus mercancías, volviendo

a convertir en capital la mayor parte del dinero obtenido de este modo”237. El proceso de

acumulación de capitales se dirige a la concentración de capitales en los circuitos que

tienen la forma DMD (comprar para vender). Mientras el primero es la forma de

acumulación, el segundo es la manera en la cual el capital se sitúa socialmente en ciertos

núcleos sociales adscritos a una clase.

Este proceso va a ser fundamental dentro del trabajo de Bujarin. La centralización de

capitales financieros se realiza, primordialmente, mediante el sistema bancario. En su

visión económica la tendencia a la concentración de los capitales se expresa mediante la

constitución recurrente de monopolios económicos: “el proceso de organización de los

monopolios capitalistas es la consecuencia lógica e histórica del proceso de centralización

y concentración”238. Este proceso de centralización operado a una escala mundial es

precisamente el motor de las naciones industriales imperialistas, naciones que a su vez se

ubican en una zona del globo. Para Bujarin, esta zona se encuentra repartida en el

hemisferio norte del planeta donde se ubican Europa Occidental y los Estados Unidos.

236 Op. Cit. Marx y Engels, 237 Op. Cit. Marx, 1867, p. 474. 238 Op. Cit. Bujarin, p. 84.

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El proceso de centralización de capitales es visto como un rasgo histórico del capitalismo

de forma acentuada en los trabajos de Marx, Braudel y Wallerstein. En efecto, una visión

unitaria del desarrollo histórico del sistema se constituye a través de los diferentes centros

de acumulación que han existido en la economía mundial. Marx había observado una

regularidad en los diferentes centros de la acumulación originaria y sus diferentes etapas,

centros que cambiaban de posición alternativamente dentro de la economía europea: “Las

diversas etapas de la acumulación originaria tienen su centro, por un orden cronológico

más o menos preciso, en España, Portugal, Holanda, Francia e Inglaterra”239. Braudel,

recordando lo que ya hemos dicho, menciona que para explicar la dinámica de las

economías-mundo es necesario pensar en “un centre au bénéfice d’une ville et d’un

capitalisme dominant déjà, quelle que soit sa forme”240. Braudel observa el periodo

moderno (S. XIV-XVIII) como un espacio de tiempo que tuvo varios centros dominantes,

puntos donde florecían las actividades financieras y comerciales. En un orden cronológico

estos centros son, según los indicadores económicos que Braudel extrae de los ciclos

Kondratieff y las tendencias seculares, Venecia (S. XIV-XV241), Amberes, (finales del siglo

XV hasta mediados del siglo XVI) Génova, (un efímero momento que Braudel sitúa de

1550-1570; “Gênes domine discrètement l’Europe”242); Ámsterdam, que cierra el ciclo de

las ciudades e inicia el de los mercados nacionales (desde finales del siglo XVI hasta

finales del siglo XVII); Londres (finales del siglo XVIII hasta mediados del siglo XIX).

239 Op. Cit. Marx, 1867, p. 638. 240 Op. Cit. Braudel, 1979, p. 18. 241 “ A la fin du XIV siècle, la primauté de Venise s’affirme sans ambiguïté”... Id. p. 135. 242 Id. p. 189.

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En la constitución de la economía-mundo europea dentro de los límites de la visión de

Wallerstein la dinámica de centros se mantiene constante. Esta visión de diferentes puntos

centrales que dominan la vida capitalista es uno de las conexiones más importantes entre

los dos autores. Sin embargo, la especificidad del trabajo de Wallerstein se acentúa cuando

en su análisis se da una importancia mayor al rango de operatividad de los Estados dentro

del sistema mundial. La visión unitaria del Capitalismo como un sistema que posee

diferentes zonas centrales en diferentes etapas de su desarrollo es uno de los niveles en los

que se expresa con mayor agudeza la filiación conceptual243.

Estos puntos dominantes de la economía mundial están, sin embargo, acompañados de un

proceso que es punto de partida en la constitución del tejido mundial. El proceso de

conquista y colonización llevado a cabo por los imperios europeos es el momento en el que

la lógica del telar mundial amplia su rango de acción sobre los hilos tendidos por el proceso

de expansión europea. Marx observa que la creación de una órbita ampliada de circulación

de mercancías es una de las condiciones esenciales de desarrollo del régimen de producción

capitalista; sin una circulación aguda de mercancías y sin un incremento de la capacidad

productiva de las economías es imposible imaginar este modo productivo. En la visión de

Marx, como lo hemos mencionado anteriormente, el régimen de producción capitalista

surge en condiciones de explotación de los trabajadores del territorio europeo y otras zonas

del mundo:

El descubrimiento de los yacimientos de oro y plata de América, la cruzada de exterminio, esclavización y sepultamiento de las minas de la población aborigen, el comienzo de la conquista y el

243 Wallerstein argumenta esta idea a lo largo de toda su obra. Bastaría ver el segundo tomo de su trabajo, donde hace un análisis detallado de la expansión de la economía-mundo europea y del papel que las diferentes zonas centrales jugaron en momento diferentes de este proceso.

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saqueo de las Indias Ori entales, la conversión del continente africano en cazadero de esclavo negros: son todos hechos que señalan los albores de la era de producción capitalista244.

El sistema colonial es la primera fase de desarrollo de las dimensiones mundiales del

capitalismo. Marx observa que el sistema de deuda pública, el moderno sistema tributario y

el sistema proteccionista reúnen en si mismos gran parten de la fuerza con la que se opera

la expansión colonial. Marx escribe que la expansión del “mercado mundial y el sistema

colonial, que figuran entre las condiciones generales del sistema, suministran al periodo

manufacturero material abundante para el régimen de división del trabajo dentro de la

sociedad”245. El colonialismo es uno de los más importantes dinamizadores de la era de

producción capitalista y el creador del mercado mundial. Bujarin va a retomar estas ideas

para hablar de la época imperialista de finales del siglo XIX e inicios del XX.

El sistema mundial sólo existe merced a la creación de un sistema financiero de

dimensiones globales que regula la producción a nivel internacional. El capital financiero,

capital que se presenta con un revestimiento bancario e industrial, es el resultado de un

lento proceso histórico de subordinaciones de unas economías a otras. La fase del

Imperialismo europeo de la que habla Bujarin, no obstante, tiene una profunda distancia

cronológica de la fase de expansión imperial a la que Marx se refiere. Sin embargo, el

punto que nos interesa es la manera en la que Bujarin adecua los conceptos utilizados por

Marx a su propio horizonte histórico.

Los mercados coloniales eran la forma de encontrar índices de demanda favorables para las

manufacturas producidas en las metrópolis. Eran también, la manera de hacer que las

244 Op. Cit. Marx, p. 638. 245 Id. p. 288.

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147

economías periféricas de la economía mundial tuvieran que sostener un endeudamiento

crónico que enriquecía a los acreedores en el sistema mundial. En el sistema colonial, los

aranceles protectores suben a niveles inusitados para poder garantizar la efectiva difusión

de mercancías entre los centros y sus periferias. De la misma manera, los empréstitos

internacionales son otra forma de mantener la dinámica propia de los mercados coloniales

en la época tardía del Imperialismo mundial. Cuando existe un acuerdo por endeudamiento

con un país, por ejemplo, el deudor debe dar una serie de concesiones económicas a las

empresas nacionales del país del que proviene la entidad prestamista. Un acuerdo entre un

banco ruso y el gobierno persa ilustra lo anterior:

El ancho de las vías es el que existe en Rusia. La duración de la concesión es de setenta y cinco años. El gobierno persa tendrá el derecho de adqui rir la línea al cabo de treinta y cinco años, rembolsando todos los capitales empeñados con un 5 % de interés, si e estos han sido ya retirados de la concesión. El banco adquiere, en virtud de la concesión, el derecho de explotar los yacimientos carboní feros y petrolíferos en un radio de 60 verstas a los dos lados de la vía férrea y de construir rami ficaciones que terminen en estas explotaciones. El banco adquiere igualmente un derecho preferencial para l a construcción de del ferrocarril Tauris-Kasvin, derecho exclusivo para la construcción de la vía férrea entre est as dos localidades, en un plazo de ocho años y la explotación de los yacimientos hulleros y petrolíferos en un radio de 60 verstas a ambos lados de la vía. Además del pago, es provecho del concesionario, del 7 % de interés, a deducir sobre los benefi cios de la línea, para todos los capital es invertidos en la construcción, lo que quede del beneficio neto se repartirá por mitades entre el concesionario y el gobierno persa. Para la explotación de yacimientos hulleros y petroleros, el concesionario paga al gobierno persa 5% del benefi cio neto. Todas las empresas del concesionario están exentas definitivamente de toda clase de tributos e impuesto persas246.

La realización de la obra pública depende de las condiciones del contrato. El banco

financiador es a la vez propietario de varias de las empresas que van a participar en la

construcción del ferrocarril y beneficiario de los intereses de la deuda que va a contraer el

gobierno persa. Bujarin menciona que varias de las empresas encargadas de realizar la

construcción poseen capital mixto del Estado ruso y el Banco. En este contrato, que es sólo

un ejemplo del proceso de internacionalización del capital financiero, es fácilmente

246 Op. Cit. Bujarin, p. 124.

Page 148: El telar mundial o la evolución de los conceptos de ...

148

perceptible que las condiciones sobre las que se basan las cláusulas benefician más al

gobierno ruso que al persa. ¿Qué sucede entonces? El gobierno persa negocia con el ruso

bajo un esquema que habla más de la condición colonial Persa que de la necesidad de la

construcción del ferrocarril247. De este panorama, Bujarin deduce que los consorcios

bancarios están estrechamente ligados a las actividades del comercio colonial como el

caucho, los tranvías y las minas de oro248.

Braudel y Wallerstein comparten el mismo punto de vista sobre el desarrollo de los

imperios como condición de formación de la economía y el sistema mundiales249. Para

Braudel, “en tout cas, c’est du monde entier que l’Europe tire déjà une notable partie de sa

substance et de sa force”250. La expansión imperial es una de las piezas claves que explican

el fortalecimiento de la economía-mundo europea. El estudio del sistema colonial es la

forma primigenia de entender la dimensión global del mundo capitalista que se forma en la

Época Moderna. Sobre las redes de la expansión colonial se implantan, en el lenguaje

braudeliano, las jerarquías del capitalismo. Braudel comenta que “L’Amérique, que

Wallerstein n’hesite pas un instant à inclure dans l’économie-monde européene du du XVI

siècle, n’est-ce pas l’explication fondamentale de l’Europe? Celle-ci n’a-t-elle pas

découvert, «inventé» l’Amérique t célébre le voyage de Colomb comme le plus grand

événement de l’histoire «depuis la création»?251.

247 Ver: Id. p. 124-125. 248 Id. p. 83. 249 Braudel escribe que “Ce que Marx avait dit autrement, dans une «phrase éclair, d’une densité historique peut-être unique»: «l’esclavage dissimulé des salariés d’Europe ne pouvait se dresser que sur l’esclavage sans phrase des salariés du Nouveau Monde»”. Op. Cit. Braudel, 1979, p. 487. 250 Id. Braudel, 1979, p. 480. 251 Id. p. 481.

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149

La división internacional del trabajo que se opera en Europa ya lo hace en el contexto de la

economía mundial. Esta división no sólo incluye a la geografía europea, es decir, el norte

de Europa y la Europa mediterránea además de Europa central y la parte báltica, sino

también partes de Nueva España, el Virreinato del Río de la plata, el Caribe y algunas

regiones de Brasil. Se comprendían también partes de la costa occidental de África252.

Wallerstein sostiene que el proyecto imperial que permitió la expansión europea fue un

momento en el cual un reducido sector del mundo logró ampliar significativamente su área

de control efectivo y en el cual la relación “tierra/mano de obra se vio inmensamente

incrementada, un factor fundamental en la capacidad de Europa para mantener un

crecimiento económico continuado en este crítico período primitivo de la era moderna”253.

Para Wallerstein, una de las “características más obvias de esta economía-mundo europea

del siglo XVI fue una inflación secular, la llamada revolución de los precios”254.

Wallerstein y Braudel se basan en la misma coyuntura inflacionaria para poder describir las

primeras dinámicas de la economía-europea. Lo relevante de esta idea es que esta inflación

se produce como una consecuencia de la expansión imperial en los trabajos de Marx,

Braudel y Wallerstein.

Este mundo colonial, dinamizador de la economía mundial y escalón histórico del

capitalismo contemporáneo, coexistía con los mercados de trabajo donde se vendía fuerza

de trabajo a un comprador. Como ya lo habíamos señalado, las relaciones de trabajo que se

deban en las colonias eran diametralmente opuestas a las que tenían lugar en la economía-

mundo europea. Sin embargo, como lo hemos visto en las obras de cada uno de los autores

252 Ver: Op. Cit. Wallerstein, 2003, p. 95. 253 Id. p. 95. 254 Id. p. 96.

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150

trabajados, Capitalismo y Colonialismo fueron formaciones mutuamente complementarias.

¿Qué es entonces el Capitalismo sino una forma predominante en la producción que

coordina otras formas?.

La tesis de la coexistencia de diversas formaciones económicas en un mismo entorno

productivo puede entenderse en varios niveles. Coexistencia que se evidencia como

complementariedad de diversos elementos de la producción que hacen parte de ramas

especializadas de un mismo horizonte económico; coexistencia como permanencia de

diferentes formaciones económicas que se construyen en el pasado y se proyectan en un

presente ocupado por un tipo de relaciones productivas predominantes o coexistencia como

organización, en tanto existe una dinámica productiva que da forma y coherencia a otro tipo

de dinámicas productivas.

Marx menciona que junto a las miserias modernas viven miserias de tiempos anteriores,

relaciones de producción con su séquito de relaciones jurídicas, políticas y económicas

también arcaicas. El problema específico al que Marx quiere hacer alusión es al desarrollo

del régimen de producción capitalista en Alemania, que en contraposición con el inglés, no

poseía los dispositivos jurídicos ―leyes fabriles― que daban algunos tipos de beneficios a

los trabajadores. El desarrollo capitalista y su falta de desarrollo, que hace que existan

relaciones anacrónicas dentro del presente, es, precisamente, una importante «tendencia»

del Capitalismo255.

255 Esta cuestión es tratada por Marx en el prólogo a la edición de El Capital de 1867 y en el capítulo consignado a la acumulación originaria. Esbozos del problema también se tratan en el Cap. XXVI consignado al moderno sistema colonial del siglo XIX. Ver: Op. Cit. Marx , 1867, p. 14, pp. 607-649, pp. 650-658.

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151

Bujarin, por su parte, observa que aunque la economía mundial se encuentre plenamente

interrelacionada por el sistema bancario, el capital financiero no actúa de la misma manera

en las regiones centrales y periféricas. El proceso de organización de la economía mundial

tiende en todos los aspectos a salir de los marcos nacionales con el fin de mantener un

escenario de control transnacional. El problema esencial que se presenta en este proceso de

organización impulsado por el sistema financiero es que en la mayoría de ocasiones las

diferencias entre las diversas estructuras nacionales, y entre los organismos económicos que

existen en su interior , hacen que el proceso de unificación financiera se vuelva oneroso.

Los cuerpos “económicos coherentes”, como las naciones industriales, y la periferia

agrícola viven en un escenario económico común, coexisten como formaciones económicas

mutuamente dependientes como las partes integrantes de un sistema que puede

autoreproducirse a sí mismo256.

Para Braudel, la coexistencia económica es uno de los factores que definen al Capitalismo

como la entidad que se ubica sobre la estructura tripartita de la vida material y la economía

de mercado. El Capitalismo es una jerarquía, es un coordinador. Braudel explica que

durante muchos siglos han existido modos de explotación que se complementan. La

estratificación del espacio, en el cual hay a la par regiones centrales y periféricas, es un

antiguo producto en la historia de los hombres. Braudel, sin embargo, construye una idea

más diversificada sobre la coexistencia de formaciones económicas que aquella forjada por

Marx. Sin embargo, el prusiano permanece como la fuente indiscutible de la tesis de la

coexistencia y Braudel ni Wallerstein dudan en asegurarlo. Braudel escribe que

256 Ver: Op. Cit. Bujarin, pp. 94-95.

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152

Nous sommes là au cœur du problème. Les modes sociaux d’exploitation se relaient, en somme se complèment. Ce qui est posible au cœur de l’économie-monde, gràce à l’abondance des hommes, des transactions et et du numérai re, ne l’est plus au même titre dans les diverses périphéries [...] Pour Immanuel Wallerstein la grille de l’économi-monde, dans son témoignage social, établit qu’il y a coexistence des «modes de production» de l’esclavage au capitalisme, que celui-ci ne peut vivre qu’entouré des autres, qu’au détriment des autres. Rosa Luxembourg avait raison. Voilà qui me confi rme dans une opinión qui peu à peu s’est impossé à moi: le capitalisme implique avant tout une hiérarchie, il se place au haut de cette hiérarchi e, fabriquée ou non par lui-même.257. Là où il n’intervient qu’en fin de course, il lui suffit d’un rel ais, d’une hiérarchi e social e étrangère mais complice qui prolonge et facilite son action: un grand seigneur polonais intéressé au marché de Gdansk, un seigneur d’engenho du nordeste brésilien, lié aux marchands de lisbonne, de Porto ou d’Amsterdam, un planteur de la Jamaïque lié aux marchands de Londres, et la liason est établie, le courant passe. Ces relais relèvent de toute évidence du capitalisme, ils en sont même des parties integrantes 258.

En pocas palabras, la coexistencia es una especie de condición de existencia del

Capitalismo a la luz de los autores. La coexistencia en las formaciones económicas marca

una clara continuidad dentro de la constitución de los conceptos de Marx. Bujarin, Braudel

y Wallerstein. Sin embargo, es en el Modern world system donde este hilo que une las obras

de los autores se cristalice con mayor claridad. En la visión de Wallerstein, la coexistencia

es el resultado de la observación del desarrollo del sistema mundial y del sorpresivo

incremento de los precios que tuvo lugar en el siglo XVI. Wallerstein da, sin embargo, un

rango de importancia mayor a las instituciones políticas y a los marcos sociales que hacían

parte de las viejas formaciones económicas. Sin embargo, la coexistencia se presenta, como

en el caso de Braudel, bajo la figura de una forma de producción dominante que supedita el

funcionamiento de las otras a sus propias directrices. Wallerstein escribe que

Lo que esto parece indicar es que el factor crítico fue la emergencia de un sistema capitalista; con palabras de Marx, «el comercio y el mercado mundiales inauguran en el siglo XVI la biografía moderna del capital» . La variable clave [en el crecimiento de los precios] fue la emergencia del capitalismo como modo dominante de organización soci al de la economía, Probablemente podríamos decir como único modo, en el sentido de que, una vez establecido él, los otros «modos de producción», sobrevivieron en función de su capacidad de ajuste en el marco político y social derivado del capitalismo. No obstante resulta saludable recordar que, al menos en este punto, «no había un solo capitalismo, sino varios capitalismo europeos, cada uno con sus zonas y sus circuitos». De hecho, es precisamente esta existencia de varios capitalismos lo que dio importancia

257 Op. Cit. Braudel, 1979, p. 66. 258 Id. p. 66.

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al incrementado fondo de oro y plata, dado que la velocidad de su circulación fue precisamente menor al principio en el noroeste de Europa que en la Europa mediterránea259.

Esta dimensión económica donde nos hemos referido a las diferentes continuidades

temáticas que existen en la constitución de los conceptos de nuestros autores no puede, sin

embargo, estar ligado de una esfera eminentemente política. Si mencionamos en algún

momento al inicio de esta parte del trabajo que entre Historia y Economía no había una

clara frontera, en una perspectiva menos disciplinar y más analítica, es posible que

sostengamos que en la perspectiva de reflexión de nuestros autores economía y política se

encuentran indisociablemente mezcladas. Veamos por qué.

4.1.3. Dimensión Política

En varios momentos, desde diferentes ángulos y orientaciones económicas, se ha dicho que

el Estado juega el papel de regulador y arbitro en las sociedades modernas. Un Estado que

no posee un poder amplio en materia económica ha sido concebido a menudo como la

forma de gobernabilidad indicada para el tejido mundial. Sin embargo, cuando la Economía

se observa de una manera adecuada, es decir, de la forma en la que no lo hace la

generalidad de economistas en el presente, y se piensa en ese vieja disciplina que constituye

la Historia, el punto de vista cambia por completo. El Estado, antes de ser un observador

parcial y pasivo de las actividades económicas, es un sujeto activo y necesario para las

actividades productivas. En el terreno de la larga duración, la figura del Estado es la de un

permanente agente económico.

259 Op. Cit. Wallerstein, 1979, p. 106-107.

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En una perspectiva histórica, el Estado moderno es un impulsor y simultáneamente un

resultado del capitalismo. No es necesario caer en la paradoja de qué pudo haber sido

primero, pues ambas formaciones hacen parte de un mismo proceso de desarrollo en el

tiempo. En el primer capítulo, cuando nos referimos a los factores estructurales del sistema

capitalista, observamos de qué forma las esferas jurídicas y económicas se interpenetran

durante la constitución del sistema. Este «factor estructural» fue una realidad observada

tempranamente por Marx; ya en sus escritos de juventud hay claras referencias al papel de

las instituciones políticas dentro de la vida económica y no puede dejar de recordarse que

sus primeros años como periodista, en los cuales se dedicó a escuchar y analizar los debates

de la Dieta Renana, lo condujeron a la discusión sobre la legitimidad del gobierno Prusiano

para abolir las tierras comunales. La tensión entre Estado y vida económica está presente

desde sus primeras inquietudes intelectuales.

El Estado interventor es, pues, uno de los temas que en la dimensión política actúa como

índice de la filiación conceptual entre las aproximaciones de nuestros autores a la historia

del sistema capitalista. Este carácter intervencionista, sin embargo, no puede dejarse de

observar dentro de la lógica de tejido del telar mundial, pues además de ser un Leviatán

creador de instituciones jurídicas, el Estado es también uno de los principales empresarios

dentro de los juegos económicos. Es un agente acumulador de capitales a gran escala. En

segundo lugar, y esto puede ponerse fácilmente en concordancia con la trasgresión de las

categorías internas y externas que proponíamos en la dimensión espacio-temporal, el

Estado es una formación política que se construye en un contexto muchísimo más amplio

que el nacional. En el contexto mundial hay una serie de hegemonías, de poderes

jerárquicos que regulan y limitan el rango de movilidad de otros Estados dentro de la

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155

economía mundial. A la cabeza de los procesos económicos siempre se encuentran una

serie de sectores que están a la vanguardia mientras otros son atentos observadores y

acatadores de sus disposiciones. “El Estado” en el contexto mundial ha sido, y continúa

siendo, una forma de garantizar dominio político y económico sobre otros Estados.

Realizado el análisis formal, escuchemos la voz de las fuentes.

Las referencias al Estado en la obra de Marx son muy numerosas, un número que sería

imposible tratar en el desarrollo de este trabajo. La concepción del Estado para Marx tuvo

una larga evolución que comenzó con su crítica a la filosofía del derecho de Hegel en sus

primeros años. Marx, sin embargo, guardó una cierta continuidad en su visión del Estado

hasta su obra de madurez; cada etapa de la historia que había «progresado» en su visión de

la historia (en el materialismo dialéctico, que es su filosofía de la historia) “était

accompagneé d’un progrès politique correspondant”260. Refiriéndose a este tema, en el

Manifiesto se lee que

État oprime par le despotisme feudal féodal, association armée se gouvernant elle-même dans l a commune; ici république municipale, là tiers état taxable de la monarchie; puis durant la période manufacturière, contrepoids de la noblesse dans les monarchies limitées ou absolues; base principal e des grandes monarchi es, la bourgeoisie, depuis l’établissement de la grande industrie et du marché mondial, s’est enfin emparée du pouvoir politique, à l’exclusion des autres des autres classes, dans l’État représentati f moderne. Le gouvernement moderne n’est qu’un comité administratif des affaires de la classe bourgeoise261.

Un Estado es una entidad opresora en la que se agolpa una clase con el fin de defender sus

intereses desde una posición unitaria. La visión de Marx del Estado está estrechamente

ligada con su experiencia en la Gaceta Renana, cuando observó que el parlamento prusiano

260 Op. Cit. Marx y Engels, 1848, p. 46. 261 Id.

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buscaba modificar las leyes territoriales con el fin de conseguir nuevas tierras para la

burguesía liberal que ocupaba el parlamento.

La principal fuente de trabajo de Bujarin son las estadísticas sobre el control aduanero de

las diferentes potencias industriales de la segunda mitad del siglo XIX. La política aduanera

es una de las formas de examinar la posición intervensionista del Estado en el manejo

económico. Con el fin de garantizar el crecimiento de la economía nacional, ya inserta

dentro de un sistema económico mundial, el Estado juega un papel fundamental al

determinar que sectores debe salvaguardar elevando o bajando los costos arancelarios. Esta

reacción es analizada por Bujarin mediante su idea de compenetración entre el Estado, las

empresas y la banca, fórmula sintética en la cual se estructura el Imperialismo. El Estado se

convierte en un empresario directo ya que su estructura fiscal depende de los ingresos que

puedan proveerle sus empresas, bien sean de su propiedad o mixtas, y la tributación de las

otras empresas con cédula del mismo país. Bujarin escribe que

El desarrollo de l as fuerzas productivas, del capitalismo mundial ha dado un salto gigantesco en el curso de las últimas décadas. En el proceso de la lucha por l a concurrenci a, la gran producción ha salido victoriosa de todas partes, agrupando a los “ magnates del capital” en una férrea organización que ha extendido su acción a la totalidad de la vida económica. Una oligarquía financi era se ha instalado en el poder y dirige l a producción, que se encuentra reunida en un solo haz por medio de los Bancos. Este proceso de organización de la producción ha partido de abajo para consolidarse en los cuadros de los Estados modernos que se han convertido en los intérpretes fi eles de los intereses del capital financiero. Cada una de las “ economías nacionales” desarrolladas, en el sentido capitalista de la palabra, se ha transformado en una especie de trust nacional de Estado262.

Bujarin no cree, aunque pueda parecerlo a primera vista, que el Estado interventor sea una

realidad histórica que tiene lugar en la época imperialista. Su lectura de Marx le ha dado

una base histórica suficiente para entender que a pesar de diagnosticar un cambio de época

histórica ―La economía mundial y el Imperialismo cierra con un capítulo que realiza este 262 Op. Cit. Bujarin, p. 136.

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trabajo263― las intervenciones de las formaciones políticas en la producción no son nuevas.

Sin embargo, Bujarin sostiene que el rango de operatividad del Estado en la producción se

incrementa en la época imperialista precisamente por el proceso de compenetración

iniciado entre el mundo financiero y el político. Respecto de su lectura de Marx, Bujarin

menciona que

Los economistas clási cos, y más aún sus epígonos, habían exaltado la capacidad de autorregulación del sistema capitalista. La “ mano invisible” era un elemento providencial y al mismo tiempo, debido a ello, la expresión de una idea de la economía como “ naturaleza-destino”. Marx destruyó esta pretensión mostrando como el Estado debía intervenir, y no sólo al comienzo, para garantizar las condiciones de reproducción y de qué modo la violenci a ―que es un poder del Estado― se traduce en fuerza económica264.

En la Época Moderna, el Estado no posee el poder que reviste en la actualidad. Esto no se

debe, sin embargo, a la falta de poder de los modelos de gobernabilidad de los siglos XIV

al XVIII, sino al incremento de poder que este conjunto de instituciones ha experimentado

en los últimos dos siglos. El Estado, según Braudel, es “pouvoir politique, pouvoir

économique”265. Puede agregarse a esta idea que el Estado “es” poder económico en tanto

detenta un poder político y viceversa. La organización gubernamental tiene un valioso

soporte en la disciplina social que impone el manejo del dinero y este manejo requiere de

métodos de control que logren mantener el flujo constante de ingresos que hinchen las arcas

fiscales. Claros ejemplos prestan en la historia la actitud de la monarquía portuguesa, que

hizo de los banqueros genoveses sus acreedores oficiales, o el gobierno británico, que hizo

lo mismo con los banqueros holandeses... ¿quién financió el descubrimiento de América?

263 Este proceso de transformación económica, visto por los marxistas como un cambio de época histórica, fue llamado en los trabajos de Lenin, Engels y Luxemburgo “ el cambio del viejo al nuevo capitalismo”. 264 Id. p. 14. 265 Op. Cit. Braudel, 1979, p. 49.

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Un ejemplo de mucha importancia, más a un nivel tendencias que particular, fue el

mercantilismo, sobre todo “une façon de se proteger”. En este punto es conveniente prestar

atención a la dinámica de intercambio que prospera dentro de una economía-mundo. La

búsqueda de la libre concurrencia no significa recorte en las acciones del Estado; puede,

muy por contrario, ser un momento de incremento activo de las actividades

gubernamentales. Braudel y Wallerstein se encargaron de demostrar de qué manera el

crecimiento comercial de un país debía estar acompañado de reformas jurídicas y

burocráticas. El Estado interviene en la mayoría de esferas sociales. Braudel menciona que

Rien d’étonnant, donc, si, dans l’Europe préindustrielle, un cert ain déterminisme fait coïncider puissance politique et puissance économique. En tout cas, la carte de l’économie-monde, avec l e survoltage de ses zones central es et ses di fférences concentriques, risque de correspondre assez bien à la carte politique de l’Europe266.

Una forma clara de intervención, probablemente la más importante de todas, tiene que ver

con el monopolio del manejo sobre el dinero. Una vez que hay una moneda, debe haber una

entidad centralizadora de su manejo, que preste a esta su “uniforme nacional” para

brindarle algún tipo de valor dentro de una órbita interna de circulación de mercancías. La

acuñación de los metales es una labor celosamente guardada por los Estados, en la que no

puede intervenir de forma directa cualquier entidad ajena a los intereses que busca proteger

la institución central. La financiación de las obras publicas, esa gran transformación que

Braudel sitúa cuando los Estados empiezan a tener presupuestos deficitarios, no hace más

que ratificar la idea. Desde sus inicios, los Estados intervienen en virtud de sus propios

intereses y de la necesidad impuesta por coexistir con el mundo capitalista.

266 Id. p. 49.

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Un Estado, y esto es una versión compartida por Braudel y Wallerstein, debe ejercer un

poder restringido dentro de la economía-mundo con el fin de que sus disposiciones políticas

no bloqueen el desenvolvimiento de las entidades transnacionales. El secreto de la

economía-mundo ha sido que las maquinarias políticas de las naciones nunca se han

expandido lo suficiente como para convertirse en un imperio que logre dominar el conjunto

interno de dicha economía. El Estado interventor se presenta bajo la figura de un garante de

los derechos de propiedad, de un protector de los intereses de diferentes grupos de fuerza

dentro de la sociedad, además de ser una institución que “asegura diversos monopolios y

distribuye las perdidas en el conjunto de la población”267.

Wallerstein señala que la capacidad centralizadora que garantizaron los Estados dentro de

la economía-mundo europea hacia el siglo XVI y XVII jugó un papel decisivo en la

formación y el control de los mercados de trabajo. En el primer y segundo capítulo,

siguiendo los trabajos de Marx, vimos de qué manera el parlamento británico inició el

proceso de privatización de las tierras comunales y creó la «masa de desposeídos» que iban

a llegar a las ciudades a ser el primer ejército de reserva para la producción manufacturera.

A este proceso se refiere Wallerstein con la formación y organización de los mercados de

trabajo268. Wallerstein comparte la visión de Braudel para tratar al Estado como un agente

comercial central en la constitución de la economía-mundo europea y el sistema mundial:

...las propias estructuras del Estado fueron un importante apoyo del nuevo sistema capitalista ( por no mencionar que fueron su garantía política). Como dice Braudel [en La Meditérranée]:«lo haya pretendido o no, el Estado se convirtió en el empresario más importante del siglo». Más aún, era un cliente fundamental para los comerciantes 269.

267 Op. Cit. Wallerstein, 1979, p. 499. 268 Ver: Id. p. 190-191. 269 Id. p. 187.

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El desarrollo del Estado es paralelo al avance progresivo de la burguesía en el campo

económico y político. Para Marx y Engels,el Estado, como ya lo hemos mencionado, es una

institución que representa intereses de clase y está conformado por una clase. El desarrollo

histórico de los Estados no se analiza como una variable aislada dentro de la historia

general del sistema capitalista: “à la place de l’ancien isolement local et national se

développe un trafic universel, une dépendace mutuelle des nations”270. La libre

concurrencia que se crea en el mercado de mercancías a nivel mundial aparece con una

constitución social y política correspondiente que tiene una dimensión global. La sociedad

burguesa moderna es, para Marx y Engels, un proyecto mundial que busca modelar un

mundo a su propia imagen. Una burguesía mundial requiere de Estados distribuidos a lo

largo del mundo con el fin de garantizar sus propios beneficios.

La formación del Estado moderno para Marx se inicia con la creación del sistema de la

deuda pública. La característica distintiva de esta forma de Estado es contar con un

patrimonio público enajenado, es decir, con un tesoro público que resulta de las deudas que

el Estado contrae con el fin de garantizar su funcionamiento. La visión histórica del

desarrollo del Estado para Marx tiene impresa un claro matiz mundial desde sus inicios

debido al alcance mundial del sistema de deuda y al desarrollo global de los sistemas

tributarios:

El sistema de crédito público, es deci r, de l a deuda del estado, cuyos orígenes descubríamos ya en Génova y en Venecia en la Edad Media, se adueñó de toda Europa durante el período manufacturero. El sistema colonial, con su comercio marítimo y sus guerras comercial es, le sirvió de acicate. Por eso fue Holanda el primer país en el que arraigó. La deuda pública, o sea, la enajenación del estado ―absoluto, constitucional o republicano―, imprime su sello a la era capitalista. La única parte de l a llamada riqueza nacional que ent ra real y verdaderamente en posesión colectiva de los pueblos modernos es... la deuda pública. Por eso es perfectamente consecuente esa t eoría moderna, según l a cual un pueblo es tanto más rico cuanto más se carga de deudas. El crédito público se convierte en

270 Op. Cit. Marx y Engels, 1848, p. 48.

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crédito del capitalista. Y al surgir las deudas del estado, el pecado contra el espíritu santo, para el que no hay remisión, cede el puesto al perjurio contra la deuda pública271.

Para Bujarin, la transformación de los Estados en trusts capitalistas de Estado que regulan

la producción y viven en una misma esfera con las grandes empresas y los bancos es un

proceso que sólo puede operarse dentro de la economía mundial. Los procesos de

nacionalización e internacionalización del capital, fundamentales para la financiación de los

presupuestos nacionales, son posibles por la constitución mundial de la economía. Las

modificaciones organizativas de los estados, como la creación de las leyes aduaneras, son

fenómenos que se originan por la escasa capacidad de las formaciones políticas para actuar

sin tener en cuenta las modificaciones y las principales tendencias del sistema mundial.

Braudel y Wallerstein sugieren que el proceso de desarrollo de los Estados se opera en el

seno de la economía-mundo. El ejemplo clásico en sus trabajos es Holanda. Ya hemos

aclarado de qué manera la transición de las ciudades-estado a los Estados se realiza con el

cambio de centro de la economía-mundo europea en el siglo XVII cuando se inicia la

creación de un mercado nacional en las Provincias Unidas. Esta transición, s in embargo, no

es el resultado de los movimientos de la economía europea sino del conjunto geográfico de

la economía-mundo en el que intervienen las áreas semiperiféricas y periféricas. Este

proceso de desarrollo global de las maquinarias estatales es a la vez una forma de

jerarquización política y económica de la economía-mundo puesto que “au centre de

l’économie-monde se loge toujours, en effet, fort, agressif, privilégié, un État hors de serie,

dinamyque, craint et admiré tout à la fois. C’est le cas deja de Venise au XVe siècle; de la

271 Op. Cit. Marx, 1867, p. 641.

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Hollande au XVIIe; de l’Angleterre au XVIIIe et plus encore au XIXe; des États-Unis

aujourd’hui”272.

Esta necesidad de centralidad en la economía-mundo ya había sido observada de algún

modo por Marx cuando señalaba los diversos centros de la acumulación originaria.

Wallerstein plantea la hegemonía de los Estados de centro con relación a los diferentes

Estados de la economía-mundo. No puede ser el caso de que todos los Estados sean

igualmente fuertes en el conjunto del sistema mundial, puesto que tal condición llevaría a

que las maquinarias políticas se encontraran en la misma capacidad de responder a los

movimientos de la economía mundial y el sistema terminaría por autodestruirse. Los

conflictos que se presentan dentro de la economía-mundo se resuelven siempre en beneficio

de un Estado que logra situarse hegemónicamente, de un Estado fuerte que Wallerstein

define como

[Un Estado] fuert e frente a otros Estados en el seno de la economía-mundo, incluyendo otros Estados del centro, y fuert e frente a las unidades políticas locales dentro de las fronteras del Estado. En efecto, nos referimos a una soberaní a de facto tanto como de jure. También nos referimos a un Estado que sea fuerte frente a cualquier grupo social particular en el seno del Estado. Obviamente tales grupos varían en cuanto a la cantidad de presión que pueden ejercer sobre el Estado. Y obviamente ciertas combinaciones de ci ertos grupos controlan el Estado. El Estado no es un árbitro mundial. Pero el Estado es más que un simple vector de fuerzas dadas, aunque sólo sea porque muchas de estas fuerzas están situadas en más de un Estado, o se definen en términos que tienen poca correlación con los límites del Estado. Un Estado fuerte es entonces una entidad parcialmente autónoma, en el sentido de que tiene a su alcance un margen de acción que refl eja los compromisos de sus múltiples intereses, incluso si estos márgenes tienen unos límites determinados por l a existencia de algunos grupos de fuerza primordial. Para que exista una entidad parcialmente autónoma tiene que haber un grupo de gentes cuyos intereses directos se vean servidos por tal entidad: administradores del Estado y burocracia de Estado273.

La centralización es una tendencia que se opera en todos los niveles. Centralización en el

capital y en los aparatos productivos; centralización en las formaciones políticas y en la

272 Op. Cit. Braudel, 1979, p. 49. 273 Op. Cit. Wallerstein, 1979, p. 500.

Page 163: El telar mundial o la evolución de los conceptos de ...

163

concentración del poder en la sociedad... centralización como condición de existencia

esencial del sistema. La dimensión política no es, no puede ser, sin embargo, la referencia

exclusiva a la constitución y extensión del Estado dentro de la economía mundial. En cada

caso, nuestros autores tienen una posición ideológica que moldea sus elaboraciones

conceptuales, que critica la lógica política dentro del funcionamiento de los Estados

nacionales. Que esta dimensión se haya concentrado en las referencias al Estado no

significa en modo alguno que “la política” se reduzca a las actividades estatales en las obras

de Marx, Bujarin, Braudel y Wallerstein. No. La política es una espacio más amplio de

acción humana, en el cual el Estado tiene un papel central, pero que no constituye el único

horizonte político de las sociedades.

¿Por qué entonces, dimensión política? Aunque el Estado no sea el único foco de acción

política, en distintos momentos de la historia juega el papel de creador de los marcos de

poder en los que pueden desenvolverse las libertades políticas y en el sistema capitalista las

libertades económicas son políticas. Sumado a esto, la esfera de las Ciencias sociales en la

que suelen tratarse los temas relacionados con los manejos estales son usualmente

contenidos dentro de la esfera política, lo que por sí mismo no constituye un argumento

fundamentalmente fuerte, pero que es una idea útil en cuanto puede funcionar como un

criterio organizativo dotado de una coherencia mínima.

4.1.4. Dimensión social

Page 164: El telar mundial o la evolución de los conceptos de ...

164

No interesa responder a la pregunta de qué es la sociedad para cada uno de los autores

tratados en este esquema de interpretación conceptual. La dimensión social que planteamos

en esta parte de la investigación se concentra más particularmente en la idea de

organización del mundo social de Marx, Bujarin, Braudel y Wallerstein. La sociedad, ese

ensamble des ensambles, es un entramado que tarda lento tiempo en transformarse. Braudel

y Marx aseguran en numerosas ocasiones que la política cambia, pero la sociedad tarda

tiempo en hacerlo. No excluye esta idea la posibilidad del cambio... sino que relativiza el

cambio en ciertos factores esenciales de la vida de los hombres. Sociedad que ordena y

posiciona, jerarquiza y contrapone...

Una sociedad que se estructura en clases, en ordenes que dependen de la proveniencia de

los ingresos de determinados grupos sociales. Clases que dirigen los asuntos de los Estados

y permanecen en esferas que, como diría Braudel, el común de los hombres ignora. La

lectura de la evolución de las sociedades, que permitió que la burguesía se alzara como el

“partido del orden” en la historia contemporánea, influencia profundamente las obras de

los autores y senhala una continuidad conceptual en sus visiones sobre los fenómenos

sociales.

El análisis de las clases sociales no fue una creación de Marx. Su trabajo intelectual lo

condujo a ir de un comunismo filosófico, cuando aún se concentraba en los problemas con

la filosofía idealista alemana, a un comunismo proletario, que descubrió luego de sus

contactos con los revolucionarios franceses en su primer exilio. La dimensión histórica de

una sociedad dividida en clases había sido un producto intelectual ampliamente trabajado

en Francia. Marx tomó esta idea para situarla en un aparato categorial más amplio y

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165

elaborar el materialismo dialéctico, una forma de filosofía de la historia en la constitución

de su pensamiento. Sus estudios de historia lo llevaron a cuestionar las jerarquías sociales

que daban forma a las relaciones entre los hombres. Probablemente, en las primeras líneas

de Burgueses y proletarios, la primera parte del Manifiesto, sea donde mejor se aprecia la

visión de la historia social de Marx:

L’histoire des sociétés n’a été que l’histoire des luttes de classes. Hommes libres et esclaves, patriciens et plébéi ens, barons et serfs, maîtres de jurandes et compagnos en un mot, oppreseurs et oprimes, en opposition constante, ont mené une guerre ininterrompue, tantôt ouverte, tantôt dissimulée; une guerre qui toujours finissait par une transformation révolutionnaire de la société tout entierre ou par la destruction des deux classes en lutte. Dans les premières époques historiques, nous rencontrons presque partout une división hiérarchique de la société, une échelle graduée de positions sociales. Dans la Rome antique nous trouvons des patriciens, des chevaliers, des pl ébéiens et des esclaves; au Moyen Âge, des seigneurs, des vassaux, des maîtres, des compagnos et des serfs, et dans chacune des ces classes, des gradations spéciales. La sociét é bourgeoise moderne, el evée sur l es ruines de l a sociét é féodale, n’a pas aboli l es antogonismes des classes. Elle n’a fait que substituer aux anciennes des nouvelles cl asses, des nouvelles conditions d’oppression, de nouvelles formes de lutte274.

Ahora bien, lo que resulta interesante en este punto del análisis de Marx es que las clases

toman una forma mundial con la expansión del capitalismo. Se entiende una parte

importante del conflicto que Marx tuvo con las nacionalidades de esta manera, pues el

aislacionismo del proletariado en el siglo XIX sólo contribuía a tener una visión

reduccionista de los problemas económicos que ya tenían una dimensión mundial. Ya

habíamos mencionado que en el Manifiesto Marx realiza una crítica a la burquesía por ser

el partido del orden; este orden, tal como sucedió en la era del capital, fue elevado a una

altura casi sagrada. Fue el momento en el que todos los himnos se dirigieron a alabar a la

burguesía: “elle force toutes les nations, sous peine de mort, à adopter le mode de

274 Op. Cit. Marx y Engels, 1848, p. 45.

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166

production bourgeois; elle les force à introduire chez elles le soi-disant civilisation, c’est à

dire à devenir bourgeoises. En un mot, elle modèle un monde à son image”275

La existencia de clases a nivel mundial, algo de lo que Marx habla con mayor agudeza en

El Capital, mediante el proceso de circulación de mercancías en la órbita mundial,

engendra relaciones de clase a nivel mundial. Este fue el punto que Bujarin quiso destacar

con el estudio de los empréstitos dentro de la economía mundial. Los empréstitos hacen

parte del proceso de exportación del capital que siempre se conduce a la obtención de

mayores beneficios por parte de los capitalistas. Si el capital se invierte por fuera de los

territorios nacionales no es por la necesidad de crear una red mundial de inversiones, sino,

precisamente, porque la tasa de beneficios va a incrementarse. El ejemplo que señalábamos

en el segundo capítulo cuando analizábamos el trabajo de Bujarin ―el del establecimiento

de una relación de trabajo entre el capitalista ruso y el obrero norteamericano― es un

fenómeno corriente dentro del curso de la economía mundial fenómeno que tiene como

base una división mundial de las clases276. En una palabra, las relaciones son relaciones de

producción mundiales.

La transformación del capitalismo de libre empresa al capitalismo monopolista no alteró,

sin embargo, la constitución de la sociedad en clases sino que simplemente adaptó las

clases a un nuevo entorno que compenetraba a los Estados, las empresas y los bancos. La

dinámica del mercado de trabajo en la economía mundial era un claro indicador. La

determinación de los salarios ya no estaba sólo mediada por la oferta de mano de obra

275 Id. p. 49. 276 Ver: FBC. World classes in modern world system. Buscar ref.

Page 167: El telar mundial o la evolución de los conceptos de ...

167

dentro de un entorno nacional, sino por la posibilidad de atraer migraciones del exterior que

abarataban los costos de producción de las mercancías. Bujarin observa que

Si la circulación de mercancí as expresa un “ cambio material” en el organismo social económico del mundo, la circulación internacional de la población expresa, por el contrario, sobre todo, un desplazamiento del factor principal de la vida económica: la fuerza de trabajo. Del mismo modo que en los límites de una economía nacional la repartición de la fuerza de trabajo entre las diversas ramas de la producción está regulada por la tasa del salario, que tiende a un nivel idéntico a sí, también la nivelación del as di ferentes t asas de salario, en el cuadro de la economía mundial, se realiza por medio de las migraciones. El inmenso depósito de reserva del nuevo mundo capitalista aspira al excedente de la población de Europa y Asia, desde los campesinos empobrecidos y arrojados de l a economía rural hasta el “ ejército de reserva” de los parados de la industria urbana. Es así como en el mundo entro se establece una concordanci a entre la oferta y la demanda de la “ mano de obra”, en l a proporción deseada por el capital 277.

Esta dinámica mundial del sistema de clases era un fenómeno ya observado por Braudel

para la historia moderna de la economía-mundo europea. Entre los elementos que Braudel

destaca como factores estructurales del Capitalismo la estructura de clases aparece con

referencias muy particulares a una clase, un grupo que guarda sus privilegios económicos

mientras se dedica a las actividades comerciales y especulativas. Como vimos en el capítulo

primero, si la concentración y la centralización se realizan en favor de la acumulación de

capital, este proceso se lleva a cabo en virtud de un grupo de hombres que poseen

movilidad en la economía-mundo. Movilidad que se evidencia en la facilidad de inversión

en cualquier sector de la economía hasta que este inicia un periodo de producción de

rendimientos decrecientes, para más tarde pasar a otra zona de la economía. Los

comerciantes, tan antiguos como el propio capitalismo, se sitúan en la zona del manejo

monetario, en la gran industria, en “ les faisceaux des hiérarchies sociales mêlées et se

mêlant, pour ne pas dire la lutte des classes; ou le rôle insistant et diverses minorités

dominantes; ou même les révolutions industrielles....”278. Esta visión de la sociedad

dividida en clases queda correctamente sintetizada en uno de los últimos párrafos de Le

277 Op. Cit. Bujarin, p. 56. 278 Op. Cit. Braudel, 1979, p. 781.

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168

temps du monde; las funciones de los hombres en la economía son un potente indicador de

esta estructura:

Bref, le principal privilège du capitalisme, aujourd’hui comme hier, reste l a liberté de choisir, ―un privilège qui tient, tout à la fois, à sa position sociale dominante, au poids de ses capitaux, à ses capacités d’empruntes, à son reseaux d’information, et non moins à ses liens qui, entre les membres d’une minorité puissante, si divisée qu’elle soit par le jeu de la concurrence, créent une série de règles et de complicités. Sans doute son champs d’action s’est-il beacoup élargi, puisque touts les secteurs de l’économie lui sont bons, qu’en particulier il a pénetré largement la production [...] et puisqu’il peut choisir, le capitalisme a la capacité, à tout instant, de virer de bord: c’est le secret de sa vitalité279.

Las clases son elementos vitales dentro de la constitución de la economía-mundo. Para

Wallerstein, al igual que para Braudel, Bujarin y Marx, su actividad económica, política y

cultural no puede analizarse correctamente dentro de la dinámica nacional o estatal; las

clases actúan dentro del sistema mundial y este existe gracias a la capacidad de ciertos

sectores sociales para “explotar el trabajo de otros [...] y recibir una parte mayor del

excedente”280. Wallerstein menciona que el ámbito de acción geográfica de una clase es uno

de los elementos principales para su definición; en efecto, la movilidad de una clase no se

mide colamente en el nivel financiero, sino también en el físico. Wallerstein escribe que

Las clases siempre existen potencialmente [an sich]. La cuestión es bajo qué condiciones adquieren conciencia de clase [für sich], es decir, bajo qué condiciones operan en las arenas político-económicas como un grupo, e incluso en cierta medida como una entidad cultural. Tal autoconciencia es función de las situaciones de conflicto. Pero para los estratos superiores el conflicto abierto y, por tanto, la conciencia clara, siempre son faute de miuex. En La medida en que los límites de clase no se hagan explícitos, en esa medida será más probable que se mantengan los privilegios281

La división de la sociedad en clases es uno de los denominadores históricos más

importantes del capitalismo. Es también uno de los factores esenciales en los análisis de los

autores que hemos analizado. Las clases, como ya lo anotábamos en el primer capítulo, son

279 Id. p 786. 280 Op. Cit. Wallerstein, 1979, p. 492. 281 Id. p. 494.

Page 169: El telar mundial o la evolución de los conceptos de ...

169

«verdaderos modelos de larga duración» en la vida económica de las sociedades

contemporáneas. La filiación conceptual, con sus evoluciones y rupturas, queda claramente

evidenciada cuando en el trabajo de Wallerstein se hace la referencia explícita a la

constitución de las sociedades en clases como una realidad inherente a la economía-mundo,

como un elemento que sólo puede analizarse en el conjunto del sistema mundial, y no de

una forma aislada en cada uno de los Estados nacionales. Proletarios de todos los países,

unios!, probablemente una de las frases más famosas de los revolucionarios de 1848 es otra

forma de entender que la estructura de clases había sido una realidad global que debía ser

entendida en una perspectiva también global. La constitución de un gobierno socialista

mundial, una de las alternativas planteadas por Wallerstein para el siglo XXI es otra manera

de hacerlo.

Hemos señalado algunas de las continuidades centrales en las obras de Marx, Bujarin,

Braudel y Wallerstein. El fragmento temático de nuestro esquema de interpretación

conceptual requiere de un complemento analítico que une en una misma perspectiva la

trayectoria intelectual de los autores y las tendencias históricas preponderantes en los siglos

XIX y XX. Para ello nos basarémos en la separación cronológica que Eric Hobsbawm

realiza en sus libros de historia de los siglos XIX y XX en las anotaciones previas que

hemos titulado el autor, su obra y su duración. Con este fragmento cronológico

terminamos por integrar todos los aspectos que hemos desarrollado a lo largo de este

trabajo.

4.2. Nuevamente los siglos XIX y XX

Page 170: El telar mundial o la evolución de los conceptos de ...

170

La primera parte del esquema de interpretación conceptual ha señalado las continuidades

más significativas de los conceptos que hemos analizado en este trabajo. La segunda parte

se encarga de vincular estas continuidades con la vida de los autores y el contexto histórico,

más amplio y procesual, de los siglos XIX y XX. Para esto nos hemos basado en nuestra

lectura de los siglos XIX y XX vistos en la dinámica amplia de los factores estructurales del

capitalismo (primer capítulo) y en los apartes titulados el autor en su duración (segundo

capitulo). La filiación conceptual no sólo se evidencia en un nivel netamente temático, sino

también en uno histórico; los siglos XIX y XX, a pesar de haber sido momentos en la

historia en los que el mundo cambió radicalmente ―Hobsbawm menciona que en el siglo

XIX se experimentaron cambios que alteraron continuidades que existían desde la

revolución del neolítico―, pueden ser vistos como etapas en el desarrollo de un sistema

mundial iniciado hacia el siglo XIII en las ciudades mediterráneas.

Antes de iniciar la reflexión sobre los autores, los conceptos y las cronologías es necesario

recordar algunas de las consideraciones realizadas al inicio del segundo capítulo. i) El

historiador hace una historia que se encuentra completamente permeada por el momento

histórico y por el entorno social en el que ha construido su pensamiento, según lo hemos

visto mediante los trabajos de Carr y Bejarano. ii) Los conceptos son realidades teóricas

«abiertas» que se inscriben en una tradición histórica y que se comprenden mediante la

referencia a una tradición intelectual como lo recordaban Veyne y Gadamer. Finalmente,

iii) es importante mencionar que las duraciones históricas son excelentes guías para la

realización de los balances historiográficos, lección extraída del análisis de Colmenares y

que fue un criterio para la organización de los materiales de este trabajo.

Page 171: El telar mundial o la evolución de los conceptos de ...

171

Estas tres premisas, que por momentos se presentan de una forma más explícita, por

momentos de una forma más velada, han sido tres guías para la hechura del análisis

conceptual.

4.2.1. La era del capital: 1848-1875

Marx vivió una serie de exilios provocados por las persecuciones políticas que atravesaban

los simpatizantes y militantes de los movimientos revolucionarios europeos hacia mediados

del siglo XIX. Este período de la historia europea puede caracterizarse como un revolcón

coyuntural que duró aproximadamente treinta y siete años; sacudió y tumbó gobiernos

desde Portugal hasta Praga y fue combatido por la Santa Alianza, una reunión de países y

personajes políticos que esperaban retornar a los gobiernos de Ancien Regime. Esta Era fue

una reacción contra la consolidación social de un sistema que había posesionado a la

burguesía como la clase dominante dentro del sistema social. No nos interesa, sin embargo,

hacer un recuento histórico que ya hemos realizado en el primer capítulo de este trabajo,

sino solamente establecer una serie de vínculos de profunda importancia para entender el

mapa conceptual que hemos trazado entre los diferentes autores.

Marx veía con sus propios ojos el desarrollo voraz de un capitalismo de libre empresa que

engullía hombres por las puertas de las fábricas y alimentaba constantemente las ganancias

de los empresarios capitalistas. Muchos de los alzamientos revolucionarios de 1848 habían

nacido como uniones de obreros que, bajo la dirección de los dirigentes liberales del

momento, terminaban por radicalizar sus posturas y se vinculaban a los movimientos

influenciados por la tradición de 1789. La liga de los justos, organización a la cual se

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172

vincularon Marx y Engels luego de varios exilios, era una agrupación de esta naturaleza. La

crítica de la Liga no era social, puesto que estaba dirigida a un sector de la sociedad

europea que para el momento ya era ampliamente conocido como burguesía.

Marx, sin embargo, hizo de esta crítica sectorizada una crítica dirigida a toda la sociedad de

su tiempo. Esta sociedad no era un compartimiento estanco en el que se mantuvieran de

forma aislada las burguesías nacionales de los diferentes países. Las industrias ya no

poseían la base nacional que las ligara directamente a un territorio puesto que el desarrollo

económico había pasado por una fase de internacionalización que había creado una

burguesía también internacional. Berlin, Paris, Bruselas, Ámsterdam y Londres habían

mostrado a Marx durante sus prolongados exilios este fenómeno.

A pesar del panorama político revolucionario que se vivía en toda Europa, Marx no tardó

en advertir que sería necesario un nuevo periodo de transformaciones para poder

revolucionar la base social europea. En 1949 Marx escribía a Engels que 1848 sólo había

mostrado por medio de pequeñas grietas que se experimentaban en Europa y efectivamente,

grandes cambio se estaban operando. Entre 1848 y 1875 se inició el proceso de

centralización y regularización de los patrones de cambio en el que estaban involucrados

los grandes consorcios bancarios y los gobiernos más importantes de Europa. Como era de

esperarse, la libra exterlina fue el patrón financiero que en adelante regiría las transacciones

comerciales a nivel internacional. Las industrias que ya no tenían una base nacional como

lo mencionaban Marx y Engels en el Manifiesto empezaban a ser un fenómeno económico

corriente y la libra inició, de algún modo, su función como dinero mundial.

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173

La base ampliada de circulación de las mercancías, el proceso de centralización de capitales

y el desarrollo de los mercados imperiales fueron proceso históricos que Marx pudo

experimentar directamente en el curso de su vida en la segunda mitad del siglo XIX. El

incremento del comercio internacional y la expansión de la base de producción capitalista

industrial desde Europa al mundo entero eran dos de los procesos económicos de los que

Marx tenía noticias diariamente; el mercado mundial y el dinero mundial eran, por decirlo

de algún modo, fenómenos cotidianos en las reflexiones de Marx.

4.2.2. La Era del Imperio: 1875-1914

La separación cronológica que Hobsbawm realiza entre la Era del capital y la Era del

Imperio se basa en una transformación esencial de la dinámica económica mundial

conocida usualmente bajo el nombre de Imperialismo. Hacia 1875 el mundo deja de regirse

por un capitalismo de libre empresa y los capitales monopólicos hacen su aparición en el

sistema mundial. Si los Estados europeos habían sustentado su desarrollo económico en un

estrategia económica basada en la no intervención del Estado en los asuntos económicos, el

intervensionismo se convertía ahora en la principal herramienta del Estado para proteger los

mercados nacionales.

Esta reacción era una consecuencia de la dinámica económica mundial y de los

enfrentamientos económicos que se habían desatado entre las potencias imperiales por

acceder a los mercados de ultramar. Rusia tenía un papel destacado en este escenario

histórico, pues Asia Central había permanecido en la mira de sus intereses desde hacia

varias décadas y su necesidad de encontrar una salida hacia el mediterráneo situaban a los

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174

países de Asia menor en el núcleo de su agenda internacional. Rusia era una potencia

imperial al igual que Francia e Inglaterra y su papel dentro de la economía mundial, aunque

no fuera decisivo, tenía una importancia relativa. El contacto que Bujarin tuvo con los

autores de Europa occidental se debió ampliamente a la posición que Rusía tenía en el

conjunto de la economía mundial.

Bujarin experimentaba un cambio que muchos de sus contemporáneos también advertían.

La estructura de los Estados se adecuaba a la captación y exportación de capitales dentro

del mercado mundial y las organizaciones gubernamentales asumían el papel de empresas.

El elemento fundamental que Bujarin destacaba en La economía mundial y el imperialismo

era la configuración de la economía mundial como un sistema. Sistema productivo que se

coordinaba, financiaba y activaba por medio del sistema bancario. En la Era del Imperio se

hicieron famosas las fusiones y las compras de varios bancos y entre ellas se destaca la

compra de más de un centenar de bancos realizada por el Lloyds Bank hacia finales del

siglo XIX.

La tendencia a la centralización del capital que Bujarin había estudiado en los escritos de

Marx tomó una nueva forma en el último cuarto del siglo XIX. Los consorcios, las

asociaciones entre empresas, las medidas proteccionistas y las tensiones cada vez más

notorias entre las diferentes naciones industriales desembocaron en la Primera guerra

mundial, un conflicto que Bujarin, al igual que Lenin y otros teóricos bolcheviques,

observaron como uno de los elementos necesarios en los procesos de estabilización de la

economía capitalista. Bujarin anotó en repetidas ocasiones que las guerras y el desarrollo

económico basado en los mercados coloniales eran características esenciales del

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175

capitalismo y que una de las formas en las que estos elementos se adecuaban al panorama

contemporáneo era bajo la óptica del imperialismo.

4.2.3. La Edad de los Extremos: 1914-1991

El siglo XX es, probablemente, la época de la historia humana en la que se han registrado

más catástrofes y tragedias. Si en este siglo la población humana tuvo un crecimiento

sorprendente, las tasas de mortalidad debido a las guerras y al exterminio generalizado del

hombre por el hombre hicieron que esta población tuviese constantes y valiosas perdidas.

Es un siglo corto, según lo define Hobsbawm, y violento. El mundo del siglo XX es un

escenario global dividido en grandes bloques. El triunfo de la URRS en 1917 fue el inicio

de una carrera entre dos formas de organizar y proyectar los asuntos económicos y políticos

que acabaría en la creación del Pacto de Varsovia y la OTAN. El siglo XX se define por su

violencia y su bipolaridad.

Sin embargo, el siglo XX trajo grandes cambios si pensamos comparativa y

retrospectivamente teniendo en cuenta al largo siglo XIX. Ya no es un mundo eurocéntrico.

Esto se puede ver claramente evidenciado en las obras de Braudel y Wallerstein. Aunque

sea imposible decir que sus trabajos han dejado atrás el dejo prepotente de los ciudadanos

de las potencias mundiales, sus libros no hacen una historia etnocéntrica, sino policéntrica.

El horizonte histórico en el que estuvieron sumidos les permitió observar que la historia ya

no podía considerarse dentro de un entorno geográfico netamente europeo, pues aunque

Europa había jugado un papel decisivo en la constitución del sistema mundial, nunca había

estado completamente sóla. Braudel dedica una extensa parte de Le temps du monde a

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176

analizar la historia de Europa desde los demás continentes y Wallerstein no puede dejar de

incluir el mundo colonial que conoció con sus propios ojos como una constante esencial del

mundo moderno y de la formación del sistema mundial.

Por otra parte, las hegemonías estatales que ambos describen en sus trabajos son factores

indispensables para comprender la constitución histórica de la economía mundial. No

obstante, estas hegemonías no eran elementos relegados a la época moderna sino realidades

palpables que Braudel podía tocar cuando criticaba la actuación de Francia en Argelia o

cuando Wallerstein menciona que los halcones (la burocracia del gobierno de los Estados

Unidos) no tienen una operatividad restringida en ningún lugar del globo. Las hegemonías

de los Estados son situaciones de las que cualquier persona que haya vivido en el siglo XX

puede dar cuenta.

Por otro lado, el siglo XX atravesó por una etapa incrementada de mundialización. En este

siglo la comprensión de las categorías locales ya no puede operarse sino a condición de

establecer una cartografía previa de lo que sucede en el mundo entero. Cuando Wallerstein

menciona que para entender la dinámica de los Estados del centro dentro de la economía-

mundo europea hay que tener una noción previa del sistema mundial y de las tendencias

que tienen lugar en este escenario no hace más que hablar sobre el pasado como es y no

como era. Braudel también observa su pasado con los ojos de su presente cuando menciona

que las economías-mundo durante la época moderna se encuentran inmersas dentro de la

economía mundial. Tanto Braudel como Wallerstein se sitúan en un punto de vista histórico

que analiza las grandes unidades históricas mediante las unidades restringidas y viceversa.

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177

5. Conclusiones

I

Hemos realizado una aproximación teórica a la historia del sistema capitalista basandonos

en la lectura detenida de los trabajos que consideramos clásicos en este campo. Mediante

esta labor hemos querido reconocer los factores estructurales que permiten sostener una

noción provisional del mundo capitalista estudiado en una pespectiva histórica. En el

proceso de acercamiento inicial a las fuentes primarias percibimos que era inadmisible

iniciar un estudio de las obras y conceptos que nos habíamos propuesto trabajar sin poseer

un esquema anterior, una imagen previa que nos permitiera entender de manera más

adecuada aquello que los autores querían señalar por medio de sus conceptos. El primer

capítulo fue la base histórica y erudita que requeriamos para iniciar la reflexión.

El segundo capítulo delimitó los problemas y las herramientas historiográficas necesarias

para la investigación en dos aspectos. Las obras de Marx, Bujarin, Braudel y Wallerstein

son extensas selvas en las que podíamos extraviarnos si no poseíamos una serie de

elementos cardinales para llevar a cabo su lectura. Los problemas historiográficos que

tomamos de diferentes historiadores fueron brújulas que nos orientaron en el acercamiento

a las obras. Por otro lado, mientras la investigación continuaba, los problemas

historiográficos se perfilaban también como bases sobre las que podíamos apoyar nuestro

esquema de interpretación conceptual. Los problemas examinados eran compatibles con las

premisas de análisis con las que buscabamos demostrar la filiación conceptual. Este

capítulo mantuvo uno provechoso diálogo con la Filosofía, ya que nuestras inclinaciones y

experiencias intelectuales nos han instruido en el análisis de los conceptos más en una

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178

perspectiva filosófica que histórica. La disciplina histórica adolece de reflexiones teóricas y

los filósofos, como diría Nietszche, son seres faltos de sensibilidad histórica.

El tercer capítulo se concentró en el trabajo con las fuentes y en vincular el desarrollo de

los conceptos a las trayectorias intelectuales de los autores, unas necesarias nupcias entre

corta y mediana duración. Para entender la filiación conceptual era necesario entender los

significados atribuidos por los autores a los conceptos en el desarrollo de las obras. En esta

medida, la comprensión del concepto no radicó en el seguimiento de una definición

concreta, aunque estas fueron esenciales, sino en los diferentes significados que el concepto

podía asumir dependiendo del problema concreto que el autor estuviera tratando. Esto hizo

necesario realizar varias exquisitas y extensas, aunque desgastantes, lecturas de las obras

analizadas. La exposición final que presentamos en el tercer capítulo es una

«reconstrucción», una pequeña cartografía que une diferentes niveles de las obras para

construir una visión relativamente unitaria de cada uno de los conceptos.

El cuarto capítulo es, como diría Braudel, la pieza final del rompecabezas, el ensamble des

ensambles. Allí se condensa la base de aproximación al capitalismo junto con los

problemas historiográficos y el trabajo de fuentes en un mismo continuo analítico. La

elaboración del esquema de interpretación conceptual inició desde el momento en que

percibimos las proximidades en el pensamiento de los autores, tiempo antes de iniciar el

mismo proceso de desarrollo del proyecto que daría forma a este trabajo. Sin embargo, las

claves para interpretar los conceptos y demostrar la filiación conceptual mendiante el

esquema de intepretación conceptual se hicieron visibles con claridad durante la escritura

del tercer capítulo. La reflexión de Helleiner, en la cual recoge los niveles de análisis

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179

braudelianos, nos permitió estructurar el esquema de interpretación. Los conceptos, al igual

que todas las manifestaciones del pensamiento son producciones sociales que se crean en

un marco determinante de temporalidad, por esto “la investigación en clave braudeliana”

podía ser de profunda utilidad para el análisis conceptual. Al finalizar con la parte temática

del esquema nos propusimos vincular las continuidades teóricas que habíamos observado

con las experiencias vitales de los autores, las tendencias históricas predominantes de los

siglos XIX y XX y los factores estructurales anclados en la larga duración del sistema

capitalista en el aparte titulado Nuevamente los siglos XIX y XX.

II

Por medio de este trabajo hemos querido demostrar la existencia de una «filiación

conceptual» entre Marx, Bujarin, Braudel y Wallerstein en lo referido a sus aproximaciones

históricas al sistema capitalista. El esquema de intepretación conceptual que hemos

presentado en el cuarto capítulo da cuenta de las proximidades teóricas que hay entre estos

autores mediante el reconocimiento de continuidades analíticas que hemos analizado desde

diferentes dimensiones. El esquema de intepretación conceptual también ha sustentado de

qué forma estos autores poseen una cierta proximidad histórica por haber vivido en los

horizontes de un mismo sistema impulsado por la acumulación constante e incrementada de

capitales. Aunque en diferentes épocas, Marx, Bujarin, Braudel y Wallerstein desarrollaron

sus ideas sobre la consitución histórica del capitalismo desde la realidad capitalista y en sus

trabajos hay patrones recurrentes, que simultáneamente, son índices de aquellos factores

constantes dentro del sistema.

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180

La filiación y evolución conceptual van de la mano. Esta es la clave esencial para entender

el desarrollo de esta investigación. En la introducción mencionamos que hay ciertos

elementos que brindan una identidad a los conceptos, es decir, constantes que hacen que

hablemos en particular de una noción y no de otra. Sin embargo, a lo largo del desarrollo de

la investigación percibimos que esta evolución de los factores contantes no se operaba de la

misma manera en todos los entornos en los cuales se utilizaba, por ejemplo, la idea de

economía mundial. Los conceptos son multidimensionales. La filiación conceptual entre la

idea de mercado mundial de Marx y de economía mundial de Bujarin no se evidencia en

todas las dimensiones, sino sólo en algunas de estas. Esto hace que haya una evolución del

concepto, puesto que elementos que antes estaban en la noción de Marx desaparecen en la

de Bujarin para abrir paso a nuevos factores. La evolución conserva elementos de “lo”

anterior y abre campo para otros nuevos.

Bajo estos criterios es lícito pensar que entre los conceptos también hay fracturas. En el

análisis de los datos empíricos estas fracturas se evidenciaban plenamente y fue posible

vincularlas a cambios dentro del desarrollo histórico de la economía mundial. Si Marx da

una importancia mayor al libre cambio, y en consecuencia analiza la dinámica mundial de

circulación de las mercancias, Bujarin coloca un claro acento en el análisis de las

restricciones arancelarias que ponen barreras dentro de esa dinámica mundial de

circulación. La fractura es evidente. Marx piensa en un capitalismo de libre mercado y

Bujarin en uno de grandes trusts. Es una cuestión de horizontes temporales.

La filiación conceptual se evidencia de manera clara con las orientaciones de análisis que

Braudel, Bujarin y Wallerstein toman de Marx. Sin embargo, la continuidad conceptual es

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181

difícil de aclarar entre los trabajos de Bujarin y Braudel. En el trabajo con las fuentes no

encontramos ninguna referencia de Braudel al bolchevique, tal como pudimos hacerlo en

los otros casos. Sin embargo, el esquema es flexible en este punto, pues la filiación

conceptual también se construye a través de la proximidad histórica en la que viven

nuestros autores. Al sostener que hay continuidades dentro del sistema capitalista y que

estas continuidades tienen un alcance global, podemos aceptar que quienes se dedican a

valorar las realidades globales del capitalismo desde una postura histórica pueden tener

cercanías analíticas. La continuidad conceptual, lo hemos señalado desde el inicio de la

investigación, depende también de una continuidad histórica y para el caso de los siglos

XIX y XX estas continuidades han sido señaladas por numerosos historiadores. «De este

modo, la evolución histórica de nuestro telar mundial puede verse reflejada en la evolución

de los conceptos de sistema y economía-mundo».

En el esquema de interpretación conceptual hemos realizado, al igual que Braudel, una

apuesta por una formulación histórica que explique y verifique. Formulación histórica en la

que se expresa también una forma de concebir el trabajo historiográfico y cuya base se

encuentra en comprender la historiografía como un ir y venir entre el análisis conceptual y

el histórico. Muchas de nuestras lecturas anteriores a la elaboración del proyecto nos

mostraron que la observación de las coyunturas históricas dependía de la concepción del

proceso en el que estas coyunturas tenían lugar. Probablemente nuestra única innovación

resida en pensar que al igual que las coyunturas, la constitución de los conceptos también se

incerta dentro de un proceso que puede llegar a explicarlos y dotarlos de sentido. Ver el

proceso mediante la constitución del concepto es otra manera posible de observar el

desarrollo histórico y la unidad conceptual.

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182

¿Qué sucede, sin embargo, con la delimitación de las cronologías y las zonas tan ansiada

por el historiador en sus trabajos? Ambas estan presentas en este trabajo. Si concebimos el

análisis historiográfico como un ir y venir entre el análisis conceptual y el histórico

debemos delimitar cronologías y espacios. El problema reside en la amplitud de esas

cronologías y de esas zonas cuando hablamos de una realidad económica y geohistórica que

implica todo lo que somos, todo lo que han sido nuestras generaciones pasadas en el rango

de los últimos siete u ocho siglos de historia humana. De alguna manera, nuestra área de

trabajo al analizar la evolución conceptual que desemboca en el trabajo de Wallerstein ha

sido una zona mundial. Porque podemos asegurar que le temps du monde se construye

paralelamente con un espacio mundial, que al igual que el tiempo discrimina y jerarquiza

ciertos espacios. El reloj mundial está acompañado por una brújula mundial.

Con las cronologías ocurre un fenómeno similar. Al ocuparse de la formación del mercado

mundial Marx sitúa el proceso en el siglo XV. A pesar de esto, en su visión histórica el

capitalismo ya está presente en ciertas ciudades mediterráneas desde el siglo XIII. Bujarin

comparte la visión de Marx pero su trabajo se centra en el desarrollo del capitalismo

monopólico a partir de 1840-50. Braudel, por su parte, se ocupa del periodo comprendido

entre el siglo XIV hasta el XVIII aunque en términos amplios su investigación inicie en el

siglo XII. Wallerstein también se inmiscuye en la Edad Media para iniciar su trabajo y su

investigación se detiene en el siglo XIX. El análisis histórico del sistema capitalista precisa

manejar grandes cronologías que, a pesar de todo, este trabajo no podía concebir. En

términos estrictos nos hemos limitado a trabajar con las cronologías de Hobsbawm para

situar a los autores históricamente. En términos amplios, el trabajo de análisis de los

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183

conceptos hacía necesario desplazarnos en unas cronologías tan extensas como las

trabajadas por los autores. El trabajo historiográfico que hemos desarrollado implicó dos

tipos diferentes de manejo cronológico, aunque hayamos dado una primacía explícita a la

cronología manejada por Hobsbawm.

III

La reflexión conceptual vista como un ir y venir entre el análisis conceptual y el

historiográfico no deja de presentar problemas. Por un lado, el trabajo historiográfico

supone un conocimiento global de las diferentes temáticas trabajadas dentro de una

tendencia de análisis histórico o de los análisis referidos a un problema concreto. En esta

medida, nuestro concimiento parcial de toda la obra intelectual de cada uno de los autores

es un limitante para la comprensión de la filiación conceptual en todos sus aspectos. Por

otra parte, los trabajos de cada uno de los autores contienen herramientas económicas que

en ocasiones no manejamos de forma suficiente: los instrumentos para determinar las

fluctuaciones de precios, el cálculo de las tasas de plusvalía dentro de un determinado

sector y las mediciones de las exportaciones de capital en forma de empréstitos. Estas

dificultades constituyen buenos incentivos para continuar la investigación en otras vías.

Hemos partido de un cuadro esquemático del capitalismo para poder tener un punto de

partida en el desarrollo de la investigación. No obstante, esta realidad económica e histórica

no tarda en rebasar cualquier visión esquemática que sobre ella se contruya. Un esquema es

un punto de partida útil para tener un manejo inicial de un problema, pero un esquema

puede llegar a restringir facetas fundamentales del problema que se busca investigar. No era

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184

nuestro objetivo, sin embargo, realizar un análisis sobre el capitalismo, sino tener una

visión provisional de su historia y de su funcionamiento con dos objetivos: entender más

adecuadamente las conceptualizaciones de los autores y situar sus trabajos en un proceso

histórico unitario con el fin de rastrear la filiuación conceptual.

La ampliación del trabajo de fuentes hubiese sido de particular ayuda en la constitución de

la investigación y en la sustentación de nuestra hipótesis conceptual. La correspondencia de

los autores en los años de desarrollo de sus investigaciones puede contribuir a ampliar el

espectro de esta investigación. Por ejemplo, la correspondencia de Marx, particularmente

en los siete años anteriores a la elaboración de los escritos preliminares de El Capital, es

una fuente de trabajo histórico inagotable. Al no poseer las restricciones implicadas en el

desarrollo académico de un tema de trabajo, las cartas mezclan los diagnósticos personales

de los autores sobre sus épocas, los asuntos domésticos que estaban presentes en sus vidas

cotidianas y las inquietudes intelectuales que los conducían a privilegiar ciertos temas

económicos. En este sentido, la correspondencia es útil para rastrear la vinculación que hay

entre las vidas de los autores y el desarrollo de sus trabajos, el desarrollo de sus trabajos y

sus épocas y sus épocas y la filiación conceptual. Una carta del 6 de Marzo de 1862 de

marx puede esclarecer esta idea:

Marx a Engels P.. [...] 3º ¿Podrías describirme por ej., toda las clases de obreros (sin excepcion,... the warehouse) que trabaj an en vuestra fábrica, y en qué proporción? Necesito poner en mi libro un ejemplo desmotrativo de que en los talleres maquinizados no existe la división del trabajo, al modo de la que sirve de base a la manufactura y ha sido descrita por A. Smith. La tesis misma ha sido desarrollada ya popr Ure. Se trata de un ejemplo cualquiera [...]282

282 Op. Cit. Marx, 1867, p. 666. (La cita ha sido tomada del apéndice de cartas de Marx sobre el tomo primero de El Capital).

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185

Esta investigación nos ha ayudado a entender el desarrollo histórico mediante el desarrollo

conceptual. Ha constribuido a entender lo que en un inicio llamamos telar mundial y la

filiación y evolución conceptual que propusimos como inquietudes esenciales de toda la

invetigación. Nos ha hecho entender también, que la comprensión de los conceptos depende

de una base histórica previa. La referencia a la historia se impone para pensar el

pensamiento. Marx lo había comprenido cuando escribía “ que nous prouve l’histoire de la

pensée, si ce n’est que la production intellectuelle se transfome avec la porduction

matérielle ?”283. El desarrollo conceptual de la historia se entiende cuando se parte de una

base histórica que nos permite tener una visión panoramica del proceso en el que se

constituyen las ideas. Esta visión panoramica, sin embargo, tiene varios presupuestos que

esperamos haber hecho expícitos en la atmófera de esta investigación y que sin duda alguna

son pilares de nuestra formación en la disciplina histórica:

Dimenticato soltanto che a queste frasi essi stessi non oppongo altro che frasi, e che non combattono il mondo realmente esistente quando combattono soltanto le frasi di questo mondo... A nessuno di questi filosofi è venuto in mente di ricercare il nesso esistente tra la filosofi a tedesca e la realtà tedesca, il nesso tra la oro critica e il loro proprio ambiente materiale. I presupposti da cui muoviamo non sono arbitrari, non sono dogmi: sono presupposti reali, dai quali si può astrarre solo nell’immaginazione. Essi sono gli individui reali, la loro azione e le loro condizioni materi ali di vita, tanto quelle che essi hanno trovato già esistenti quanto quelle prodotte dalla loro stessa azione. Questi presupposti sono quindi constatabili per via puramente empirica. Il primo presupposto di tutta la storia umana è naturalmente l’esistenza di individui umani viventi. Il primo dato di fatto da constatare è dunque l’organizzazione física di questi individui e il rapporto, che ne consegue, verso il resto della natura... Ogni storiografia debe prendere le mosse da queste basi naturali e dalle modifiche da esse subite nel corso della storia per l’azione degli uomini284.

283 Op. Cit. Marx y Engels, 1848, p. 63. 284 Marx, Karl. La concezione materialistica della storia, La nouva firenze, octava imopresión 1976, pp. 73-74.

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186

6. Epílogo. El telar mundial y la economía global.

If you really want to hear about it, the first thing you’ll probably want to know is where I was born, and what my luosy childhood was like, and how my parents were occupied and all before they had me, and all that David Copperfield kind of crap, but I don’t feel like going into it, if you want to know the truth. J. D. Salinger. The Catcher in the rye.

La economía global se presenta ante nuestros ojos como una inmesa red en la que coexisten

diversas experiencias del tiempo y el espacio. Un sistema financiero a la cabeza, coordina

todos los aspectos de la producción internacional mediante el sistema de crédito y el cobro

de las deudas externas. En él, el tiempo permanece en una interminable aceleração, por

retomar la terminología de Milton Santos285. Es la experiencia del tiempo que,

paradójicamente, apenas puede experimentarse. La condición de existencia de este tiempo

financiero es, precisamente, la disolución sistemática de las barreras temporales con el fin

de garantizar una temporalidad uniforme para todo el mundo.

La economía global, cuyo cerebro es el sistema financiero, es fragmentada. La idea global

sólo puede permanecer en el enunciado porque la economía del globo debe trasgredir

ciertas barreras espaciales y temporales con el fin de garantizar un ritmo económico

homogéneo en uno de sus niveles 286. Globalización económica y fragmentación económica

285 Santos, Milton . A aceleração contemporãnea: tempo mundo e espaço mundo en Santos, Milton y otros, Fim de século e globalicasao, Sao Paulo, Hucitec-Anpur, 1997, p. 15. 286 La fragmentación como condición de la globalización es una temática ampliamente discutida por los especialistas en el tema. Sólo para citar dos ejemplos de los que he tomado esta idea, ver: Fazio, Hugo, El mundo frente a la globalización, Bogotá, Alfaomega, Ceso-Uniandes, Iepri-Universidad Nacional, 2002; y Santos, Milton. Por otra globalización, Bogotá, Convenio Andrés Bello, 1ª Ed. en castellano 2004.

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187

van de la mano. Los tiempos de la globalización extraen su sangre de la pluralidad de

tiempos que tienen lugar en la fragmentación global.

Este tiempo mundial, sin embargo, es uno entre los muchos tiempos de la economía global.

El mercado mundial, matriz del capitalismo y la globalización, es un mercado relacional.

Esto quiere decir que el mercado mundial sólo existe como un nivel de coordinación entre

los diversos mercados locales y regionales. En estos mercados, las formaciones económicas

obedecen ciertos patrónes mínimos que les permiten incertarse dentro de un sistema

mundial, pero la pluralidad de actividades económicas existentes en su seno no son siempre

coherentes con la dinámica del tiempo mundial. La aceleração inherente al tiempo mundial

construye, mediante las redes del mercado mundial, un espacio económico mundial.

El tiempo financiero es una aceleração de los diversos tiempos regionales y locales. Sin

embargo, el tiempo financiero opera sobre una red previamente constituída, sobre la cual

maniobran el capitalismo y la globalización: el mercado mundial. Este mercado mundial es

la superficie en la que el mundo de las finanzas puede apoyarse. Pensado en términos

retrospectivos, sería difícil no iniciar un análisis sobre el tejido económico mundial

contemporáneo, sobre la economía global, sin hacer una referencia explícita al mercado

mundial y poner sobre la mesa, una vez más, la idea de que la biografía del capital inicia

con el comercio y el mercado mundiales.

Este espacio económico mundial, que es la territorialización del mercado mundial, sin

embargo, es una realidad restringida al igual que el tiempo mundial de las finanzas. Incluye

áreas a condición de excluir a otras y adecua maquinarias productivas a condición de

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188

destruir otras. Se aceleran tiempos productivos porque otros se paralizan. El mercado

mundial es un nivel relacional, insistimos, de los diferentes mercados regionales que

integra y discrimina, crea y destruye, materializa y volatiliza.

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