El Tema Del Alma en Rubén Darío

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    JAIME CONCHA

    El tema del alma en

    Rubn Daro

    E d i c i o n e s R e v i s t a A T E N E A S

    h l i h h h L i l i h h h l i L i L i h E

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    JAIME CONCHA

    E L T E M A D E L A L M A E N

    R U B E N D A R I O

    Clamo, pon el smbolo divino de la letra

    en gloria del vidente cuya alma est en su lira.

    (En una primera pgina)

    R U B N D A R O es, en Amrica, un formador de nuestra concienciapotica. A travs del vehculo educativo, mediante el cual la poesapuede operar como efectiva fuerza plstica del alma juvenil, Daro ha-ce llegar a las sensibilidades dispuestas su eco eufnico, la gracia rt-mica, un exacto conocimiento de las virtudes del verso. Es el nico

    caso en una tradicin que, por vacilante e incierta, todava no se cons-tituye en instrumento consciente de educacin esttica. Hurfanos deverdaderos clsicos, carecemos de modelos humanos artsticamente plas-mados funcin que con su obra cumplen Goethe y Schiller en Ale-mania o de la energa tica que fluye de la cultura francesa. A losumo, en el ejemplo excepcional de Daro, podemos gozar del encantomismo de las formas lricas. A una sabidura profunda de la vida queno logramos avizorar, hemos antepuesto en nuestra balbuceante auto-conciencia artstica las maravillas de lo efmero, los poderes del sueo.A una conformacin permanente de la espiritualidad hemos sustitui-

    do por necesidad o por temperamento la vibracin momentnea,el presente que nos hechiza o que nos conmueve.

    Iniciados ms tarde en concepciones lricas de signo distinto, lapoesa de la infancia persistir, no obstante, como necesaria piedra detoque para aquilatar la eficacia de cualquier aporte nuevo. A la luz deesa experiencia posterior, el ritmo dariano nos parecer a veces cercanoal sonsonete; el verso, demasiado distante de una idea sinfnica delpoema; el brillo y plstico pulimento, menos deslumbrantes que ence-

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    guecedores.. -1. Con todo, hay un mundo lrico ah, terso y fantstico,poblado de criaturas perfectas, dominando regiamente un espacio po-

    tico absoluto. "Poesa llena de dioses", ha dicho otro centroamericano,Miguel Angel Asturias, hermano de tierra de Daro2.Pero la experiencia de esta poesa puede darse en varios niveles, que

    responden tanto a actitudes subjetivas del lector como a virtualidadesobjetivables de la obra. Hay una percepcin anecdtica, que slo captala superficial apariencia del reino imaginario. Es un modo de recepcinque corresponde a nuestra ms temprana experiencia escolar. Se ocultaa l la honda conflictividad que presenta el destino vital del poeta.Juego liviano e imponderable, intensidad de experiencia, todo eso esa la vez la poesa de Daro. Y funda, por sobre esa dualidad, una supe-

    rior armona. Este estrato supremo en la jerarqua de valores de queparticipa su arte se orienta hacia una organizacin simblica del mun-do, apoyada en la idea que de lo lrico tiene el poeta. La feliz frmulade poeta de la poesa que Heidegger forj para Holder lin, puede ex-tenderse, con los cambios de rigor, a todo poeta moderno. Daro, encierto sentido y parcialmente, tam bin lo es. Por lo menos, es poe ta desu poesa. Esto quiere decir que el proceso de la inspiracin, la iden-tidad de sus personajes lricos y su vida esencial de bardo estn cons-cientemente poetizados en su obra. Lo que sigue es apenas una aclara-cin inicial de un mltiple tema.

    Prehistoria del alma.

    Muy temprano asoma en la poesa de Daro el tema del alma. Evi-dentemente, muchas veces esta palabra es pronunciada sin un alcance

    1Los grandes poetas americanos to-marn posicin, explcita o indirec-tamente, frente a estos caracteres.Atendiendo slo a los chilenos, tene-mos que el ritmo de la Mistral es

    sostenidamente antrrubeniano; queHuidobro, en su "Prefacio" a Adn(1916), justifica el uso del verso libreen nombre de la armona de la es-trofa; y que Neruda, en sus palabrasSobre una poesa sin pureza, condenael preciosismo dariano. Pero esto noindica, de ningn modo, solucin decontinuidad. As, ha podido vincu-larse el sentido de la carne que apa-

    rece en Desolacin con el Daro deCantos de vida y esperanza; la raznautumnal, de que nos habla Daro en

    Los raros, es un necesario precedentede la razn nocturna, rgano del poe-

    tizar nerudiano (Meditacin sobre laSierra Maestra, Cancin de gesta); yla poesa del alma, que estudiaremosen Daro, recibir una profundiza-cin mitificadora en Huidobro (Alta-

    zor, etc.) .2Miguel A. Asturias: Pginas de

    Rubn Daro, p. 10, EUDEBA, Bs. AS.,1963.

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    decisivo. Desprovista de l, el alma es slo un insignificante sntoma decualquiera individualidad. Un pronombre personal puede reemplazarla

    sin producir una alteracin sustancial del sentido potico. Con locual, en ese uso espontneo, el alma se revela como sinnimo orna-mental de la subjetividad3.

    A nosotros nos interesa estudiar las configuraciones imaginaria-mente significativas del alma en los versos de Daro. Segn adelan-tbamos, ellas no se hacen esperar. Surgen ya en los primersimospoemas del nicaragense, agrupados bajo el ttulo LA INICIACINMELDICA (1880-1886). En la seccin inicia l de la coleccin "So-llozos del lad" hay una composicin denominada A ti. Es unpoema en general vacilante, que flaquea estticamente, pero que ya

    preludia algunas exquisitas miniaturas de la madurez. Delgado,minsculo, el poema nos presenta un paisaje lrico dotado de su-gestiva ingravidez:

    Yo vi un ave

    que suave

    sus cantares

    a la orilla de los mares

    enton

    y vol ...

    Y a lo lejos,los reflejos

    de la luna en alta cumbre,

    que argentando las espumas,

    baaba de luz sus plumas

    de tis ...

    Y eras ... t!

    Y vi un alma

    que sin calma

    sus amores

    cantaba en tristes rumores,

    y su ser

    conmover

    a las rocas pareca;mir la azul lejana,

    tendi su vista anhelante,

    suspir,

    y cantando pobre amante:

    prosigui ...

    Y era ... yo!*.

    En forma perfectamente simtrica, se hallan enfrentadas el almadel poeta con el alma de la mujer a quien est dedicado el poema.

    Pero el mtico atributo de las alas con que fue concebida el almacobra aqu autonoma, se sustantiva en ave. De sta se valoran dosacciones: enton y vol.

    Vanse La plegaria, p. 121; En ellbum de Adriana, p. 128; A Merce-des Manig, p. 158, etc. Citamos siem-pre por la edicin Aguilar: PoesasCompletas. Edicin, introduccin y

    notas de Alfonso Mndez Planearte.Madrid, 1954.

    4Ed. cit., pp. 3-4. El poema estfechado en 1880. Daro tena a la sa-zn trece aos.

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    Este primer escenario lrico ofrecido por Daro es el primero ensentido absoluto, por cuanto el pequeo poema precedente es slouna retrica introduccin Al lector. Contentmonos por ahora conindicar los elementos que lo componen: el ave su vuelo y su canto-bajo la alta presencia de la luna. Esta es la semilla enterrada porel poeta en el umbral de su creacin, de la cual cosechar despus,como fruto cumplido, un gran tema de su poesa. En lo esencial,este cuadro potico no se modificar en el transcurso de su obra,aunque s se ampliar, multiplicndose e intensificndose.

    El poema subsiguiente, siempre dentro de "Sollozos del lad"5 ,contiene algunos versos que confirman esa imagen, a la vez quenos sitan en el marco de sensibilidad espiritual que la produjo:

    El hombre, ser afligido, El es alondra que vuela

    viene aqu slo a llorar; de su nido muy distante;

    mas su destino es tornar que pasa su vida errante

    a su Paraso Perdido. (...) cual en los mares la estela.

    La imagen del alma como ave muchos son sus antecedentes m-ticos e histricos, en la larga cristalizacin del tpico se comple-menta con la visin de la patria celeste como nido. Es la certezadel nido lo que confiere al alma en su vuelo el carcter de peregrinainmortal. El alma lleva a sus espaldas no slo el testimonio anglico

    de sus alas, sino su divina condicin de inmortal. Vagabunda ingr-vida, ella pasa por sobre el mundo pesado de las cosas, confiada ysegura en su inminente retorno. Esa es la significacin del vuelo:ser ostentacin libre de su linaje.

    Un tema no aflora inmediatamente a la expresin; se sumergelargo tiempo, se vitaliza, adquiere plenitud en los mbitos ntimosdel poeta. Es as como en los dems poemas de LA INICIACIN MEL-DICA no sorprendemos vestigios relevantes de su existencia6. Salvoen un par de versos que pertenecen a un poema de excepcionalcalidad, si se tiene en cuenta el nivel adolescente de las composi-

    ciones que recoge la coleccin:

    Nuestras almas dialogan en silencio,

    Visin divina, mi adorada Musa!7

    5Una lgrima. Imitacin de Pal- (Ed. Aguilar, p. 16) .

    ma, pp. 5-7. 7Sotto voce, p. 180. Fechado en"Una variante simplemente reite- septiembre de 1885.

    rativa del tema ocurre en El poeta

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    Curiosamente, estos versos son susceptibles de una interpretacinsimblica para la obra de Daro. En este instante, sotto voce, se

    inicia un tembloroso dilogo entre dos almas, las del poeta y suMusa, dilogo que no se interrumpir sino hasta la muerte delprimero. Los trminos de procedencia sacra no deben desdearse:divina, adorada. Ten dre mos que acostumbrarnos a otorgarles su ver-dadero sentido, y no uno puramente encomistico. La mujer, lamisma en esencia que se esconde tras una desconocida figura enA ti, es calificada de Musa, de Visin. Se nos aparece ya, entonces,una conjuncin de elementos que conviene enumerar para que cap-temos posteriormente la relacin en que se dinamizan: mujer, Musa,alma, ave. Algunos vuelven a mostrarse en esta importante imita-cin de Bcquer, donde parece que el poeta cobrara una primitivaconciencia de su tema:

    Que no hay alma? Insensatos!

    Yo la he visto: es de luz ...

    (Se asoma a tus pupilas

    cuando me miras t.) 8

    El factor lumnico no es nuevo. Figuraba antes como atmsfera

    irradiante de la luna, que atraa hacia s al ave. Lo nuevo son doscosas: la luz pasa a ser la sutil materia del alma, su textura ntima;

    la luz proviene ahora de la mirada de la hermosa a que el poeta

    se dirige. Son stos dos hechos bsicos que imponen una breve

    consideracin.

    La identificacin de la mujer con la poesa recibe una singular

    actualizacin en la lrica de Bcquer. Al imitarlo en sus OTOALES,

    Rubn Daro introduce una alteracin capital en esa concepcin: las

    pupilas de la mujer no sensibilizan para l la poesa, sino el alma.

    Es a sta a quien divisa a travs del raudal luminoso de la mirada

    femenina.

    Hasta aqu nuestro bosque jo de esta primera e inco mple ta fase

    de poetizacin del alma. Podemos llamar a este estadio la prehistoria

    del alma en la poesa de Daro. El tema pugna por salir a la super-

    ficie. Su eclosin y desarrollo tendrn lugar en los grandes libros de

    Daro, aqullos que constituyen lo ms alto de su creacin.

    8Otoales, XII, p. 570.

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    Los intrpretes.

    En este grado de nuestras constataciones, debemos referirnos alestado actual de los estudios darianos. Todo, porque la investiga-cin literaria es siempre confrontacin entre la obra y la crtica.Desdear los senderos trazados para el acceso a una obra es correrel riesgo de andar por atajos y desvos. Claro es que muchas veceshay pginas y libros que ms obstruyen que facilitan el justo caminohacia la poesa. La de Daro no ha quedado inmune a esta invasinde cizaa. Con todo, frente a tanto artculo insustancial, frente atanto ensayo balad, se destacan tres contribuciones imprescindiblespara su conocimiento. Esto, bien entendido, al margen de los aportes

    biogrficos y documentales, que no vienen aqu a cuento. Ellas son:los libros de Pedro Salinas, de Arturo Marasso y de Erika Lorenz9.

    Salinas, en su comentario, aspira a describir la totalidad de laobra potica de Daro a partir de su tema vital. Es cierto que dis-tingue dos subtemas el social y el del arte, pero es al tema erticoal que dedica su mayor esfuerzo exegtico. Por eso, lo mitolgico,de tanto desarrollo en el arte rubeniano, se le aparece como poten-ciacin de lo ertico; igualmente, la tendencia exotista sera slouna multiplicacin diferenciadora de ese erotismo fundamental. "Lomitolgico es un soberbio repertorio de potenciacin de su tema

    (el ertico), y le ofrece las mejores coyunturas para objetivarlopoticamente" 10 . Pero el Eros se le revelar a Daro como insatisfac-torio debido a la acuciante conciencia del tiempo: "El tiempo, tradode la mano por la conciencia, pone en fuga el tropel de criaturaserticas, y deja al hombre en la puerta de la mina al conocerse" 11 .En diversos grados de profundizacin, el erotismo descubrir al poe-ta su otra faz espiritual la ultraertica que le permitir cobrarconciencia de su dualidad, en esencia, la misma verleniana: su con-dicin de ngel y de fauno, de cristiano y pagano a la vez. Este,

    sumamente condensado, es el pensamiento interpretativo de Salinas,una vez dejados de lado los finos detalles y matices de anlisis queprodiga el crtico espaol.

    'Respectivamente: La poesa deRubn Daro. Edit . Losada, ed.,1957;Rubn Daro y su creacin po-tica. Edit. Kapeluz, 1954; y Rubn

    Daro, "bajo el divino imperio de la

    msica". Edics. Lengua, Managua,1960.

    10P. Salinas: Op. cit., p. 105.uIbd., p. 174.

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    El libro de Marasso allega, como es sabido, muchos de los mate-riales literarios y plsticos que estimularon la fantasa de Daro. Su

    informacin perdera sentido si la mirsemos como un estudio defuentes; por el contrario, hay que verla como un esclarecimientodel humus cultural que subyace bajo el brillante edificio lrico delnicaragense. Por ahora, nos interesa subrayar, de acuerdo con losdatos aportados por Marasso, que su conocimiento del acervo mito-lgico antiguo le viene a Daro principalmente de la obra de RenMnard, Mythologie dans l'art ancien et moderne, mient ras que lasdoctrinas alejandrinas del alma las conoce de preferencia a travsde Les grands initis. Esquisse de l'histoire secrete des religions, deEdouard Schur12 .

    La obra de Erika Lorenz discurre por distinto camino. Ms quedescribir una experiencia, como hace Salinas, fija un aspecto delpensamiento potico del centroamericano. Se trata de precisar lasignificacin que para su poesa tuvo el principio musical. Daro,en textos tan importantes como son las Palabras liminares dePROSAS PROFANAS (1896) y las Dilucidaciones de EL CANTO ERRANTE(1907), se refiere a una msica de las palabras y a una msica de

    las ideas, a la armona verbal y a la ideal. La estudiosa alemanaconfiere toda su fuerza a estas frmulas, y no las mira como simplesexpresiones convencionales. Asciende entonces de esa primera veri-

    ficacin a establecer el sentido que la msica presenta en los poemasde Daro. Concebida primero como equilibrio conciliador y comofuga hacia lo irreal13 , la funcin de la msica pasa a ser, por influjowagneriano, la de medio de participacin en la amona del Todo 1 4 .Finalmente, encarnado en la figura de Pitgoras, lo musical simbo-liza definitivamente la fuerza creadora. As, la constante contrapo-sicin entre Pitgoras y Orfeo queda explicada del siguiente modo:"Sin duda: con Orfeo penetran en la perfeccin de la ley divina(pitagrica), la imperfeccin y la capacidad de sufrimiento de lo

    humano. Esto es, para hablar platnicamente: Orfeo es a Pitgoraslo que la imagen sensible es a la idea"15 .

    La profunda exgesis de Erika Lorenz de la que aqu infor-mamos slo en parte permite corregir o, por lo menos, complemen-tar la visin que de Daro nos ofrece Pedro Salinas. Ya era signifi-cativo que muchas veces las interpretaciones del espaol no secorrespondieran con los datos suministrados por Marasso. Es indis-

    UA. Marasso, op. cit.UE. Lorenz, op. cit., p. 17.

    "Ibd., pp. 21-28.^Ibd., p. 33.

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    pensable, por tanto, fecundar sus ideas con los restantes dos aportes.Naturalmente, el punto de vista elegido es personal. El lector podr

    juzgar por su propia cue nta en qu medida ha sido est im ulado po rel conocimiento de los ensayos mencionados16.

    El ao Urico.

    En su comentario a "El ao lrico" de AZUL . . e x p r e s a PedroSalinas lo siguiente:

    "En AZUL . . . Ru b n qui ere da r cuat ro visiones lricas quecorrespondan a las cuatro estaciones, y las titula "El ao lrico".Dos de ellas Primavera y Estival, se sitan en la selva. Autumnal

    se desarrolla en una localidad ms indecisa y vaga: "las plidastardes". Cmo estn definidos los cuatro tiempos del ao en esosescenarios? Por situaciones de estado amoroso, las cuatro. Por elamor animal, el del selvtico idilio de tigre y tigresa; por lasensualidad de la floresta en una presente primavera, y las som-bras de ninfas, diosas y dems personajes tradicionales del amor,evocados en el pasado; por la nostalgia que, en la cmara invernal,siente el poeta solitario, de la mujer que no est all, que podraestar a su lado .. ."1T .

    Es caracterstico que Salinas se vea obligado a reconocer que elcuadro otoal representa un "parntesis vagamente idealizante", queno entra con docilidad en el calendario de su ao ertico. Sin em-bargo, el esquema no slo falla en este punto, sino que tampocose hace cargo de la ms significativa intuicin de "El ao lrico".En Primaveral Dar o nos visualiza un ameno rin cn del bosque enque una pareja de aves se ama:

    Ves aquel nido? Hay un ave. y los picos que se chocan

    Son dos: el macho y la hembra, como labios que se besan.

    Ella tiene el buche blanco,

    l tiene las plumas negras. El nido es cntico. El ave

    incuba el trino, oh, poetas!;

    En la garganta el gorjeo, de la lira universal

    las alas blancas y trmulas; el ave pulsa una cuerda18

    .

    "Este fragmento de nuestro traba- pp. 271-274).jo, con algunas adiciones, apareci ya 1TP. Salinas: Op. cit., p. 56.como resea en esta misma Revista 18Ed. cit., p. 577.(Atenea, 411, enero-marzo de 1966,

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    Como es visible, no estamos ante una escena escuetamente ertica,El amor de los pjaros se sublima en canto. Dos evidencias podemos

    desprender de este significativo fragmento potico. En primer lugar,recordemos que ya en el poemita inicialmente citado, A ti, se valo-raba la accin musical del ave. Su valor residir, por tanto, en serhusped natural de la armona, casa viviente del canto, no sometidaal esfuerzo consciente ni a ninguna pauta prefijada. Su trino eslibre celebracin de la naturaleza. En segundo trmino, divisamosuna primera unin entre la esfera de lo ertico y la esfera de lomusical, que no ha sido advertida por el anlisis de Salinas.

    Con lo anterior, se anuncia ya un fenmeno decisivo en la poesade Daro: su firme realzamiento del canto en detrimento del vuelo.

    La primitiva coexistencia de ellos empieza a ser sustituida por laprimaca del primero. Tal transformacin est de acuerdo con laconversin del nido en cntico, pues ya ha dejado de ser lo queera antes: patria celeste del alma. Aunque todava dentro de unorbe de significaciones cristianas, el alma sufre un primer procesode estetizacin. Ms que su ndole de substancia inmortal, seresalta en ella, a travs de la figura del ave en que encarna, sudon lrico, su poder de crear armona19.

    En Autumnal el poeta pide al had a:

    Quiero en el alma mia

    tener la inspiracin honda, profunda,

    inmensa .. ,20

    .

    El hada le mostrar las estrellas, la aurora, las flores, y todasdejarn insatisfecho al poeta. Hasta que se nos describe una encantadaescena de revelacin:

    El hada entonces me llev hasta el velo

    que nos cubre las ansias infinitas,

    la inspiracin profunda

    y el alma de las liras.

    Y lo rasg. Y all todo era aurora.

    En el fondo se vea

    un bello rostro de mujer21

    .

    "Goethe, en Poesa y Verdad, nos es un paso de liberacin, pero tam-relata cmo la Biblia dej de ser pa- bin de conservacin; el dogma sera l verdad revelada y se transfor- convierte en smbolo, pero el smbom en tesoro de imgenes poticas. lo mantiene su forma religiosa.La estetizacin del dogma guarda, Ed. cit., p. 584.frente a ste, relaciones antitticas: 21Ibd., p. 585.

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    El "bello rostro de mujer" que aparece al final del poema ima-gen de la mujer interior es el que promueve la inspiracin delpoeta. Es este el secreto revelado por el acto sobrenatural del hada.La presencia de la lira tambin nos indica aqu ese proceso demusicalizacin del amor antes descrito. A las fases anteriores eros-canto, corresponden ahora las de mujer-lira.

    Idntico fenmeno ocurre en Invernal. Luego de evocar, en latibieza de la cmara cerrada, la imagen de la mujer deseada y susddivas voluptuosas, contina el poeta, tras una decidora pausa:

    Luego pienso en el coro

    de las alegres liras.

    Nueva instauracin, por tanto, de la misma dualidad, lo que nosconfirma en nuestras verificaciones precedentes. Toda la estructurabitemtica de la composicin se condensa en este diminuto leit-motiv:

    los besos de sus labios,

    la msica triunfante de mis rimas.

    Y despus:

    el ruido de los besos,la msica triunfante de mis rimas

    22.

    Cabe observar que la msica se impone a la accin amorosa,pues atrae hacia s los besos, musicalizndolos, como muestra lavariacin que experimenta el leit-motiv. Pero incluso la ambienta-cin est impregnada de aquella esencial dualidad. El fuego quebrilla en la chimenea no slo representa la pasin ertica; es con-

    juntamente cnt ico:

    Yo contemplo las llamas que se agitancantando alegres con sus lenguas de or o23.

    No puede ya haber duda: eros-canto, mujer-lira y besos-rimasexpresan palmariamente que, por lo menos en "El ao lrico", noes el eros el tema omnipresente, sino el amor que se transubstanciaen canto, el amor que vibra y se perpeta, no en los estremeci-

    aEd. cit., pp. 587 y 589. Ibd., p. 588.

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    mientos de la carne solamente, sino en las rimas musicales delpoeta. Ahora bien, tal concepcin domina en su totalidad al primergran libro de Daro, AZUL . . . Cons iderando slo el caso ms sobre-

    saliente entre sus prosas, hallamos este complejo temtico en Elvelo de la reina Mab. La significacin de este relato no tiene p ardentro de AZUL . . . , si se piensa que e n l se ref iere Dar o a loscuatro principios artsticos bsicos: el escultrico, el pictrico, elmusical y el potico. En l el poeta dice lo siguiente:

    "Y para hallar consonantes, los busco en dos bocas que se juntan;y estalla el beso, y escribo la estrofa, y entonces, si veis mi alma,conoceris a mi musa"24.

    La igualdad casi completa de los trminos nos demuestra que esuna concepcin ya hondamente arraigada en Daro. El poeta tieneconciencia de las fuen tes de su poesa, y las poetiza conscien temente.Pero an es posible descubrir un elemento ya antes sealado. Autum-nal lleva este epgrafe latino: Eros, Vita, Lumen. Su sentido estde acuerdo con la idea de la mujer como raudal inspirador. Elmismo factor luminoso reaparece en Invernal:

    La dulce amada ma,

    dndome con sus ojos luz sagrada .. .25

    .

    Esta "luz sagrada" que fluye de la amada es, como establecimos

    a propsito de las OTOALES, la luz del alma. Esta resulta mediadoraentre el amor y el canto: de la caricia, hace himno.

    El cisne.

    Estamos ahora en PROSAS PROFANAS. En El pas del sol, poemaen prosa rtmica y rimada, dice el poeta:

    " . . . pudie ras tamb in, h erm ana harmoniosa, hacer que lasmsticas aves de tu alma alabasen dulce, dulcemente, el claro deluna, los vrgenes lirios, la monja paloma y el cisne marqus" 26 .

    El alma, diferenciada en un espectro de blancura, cristaliza encuatro criaturas simblicas, que participan de su naturaleza mstica.Tales figuraciones recuerdan nuestra primera verificacin: la iden-

    2iVase Cuentos completos de Ru- 1950, p. 53.bn Daro. Edicin y notas de Er- ^Ed. cit., p. 589.nesto Meja Snchez. Mxico-Buenos ^Ibd., p. 636.Aires, Fondo de Cultura Econmica,

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    tidad del alma y del ave. Pero lo que antes slo eran pjaros anni-mos, quedan ahora exactamente especificados. Son la paloma y elcisne, sustant ivados sobre la base de realidades alt simas (sacras onobiliarias). Los dems elementos no ornitolgicos je someten, en laobra de Daro, a una condicin metafrica de aves, mediante unrgimen preciso de transposiciones:

    Y dijo la paloma:

    Soy el lirio del viento27

    .

    Gndola de alabastro,

    bogando en el azul, la luna avanza28

    .

    Sin duda, la luna aparece aqu como doble atmosfrico del cisne,por su elegante materia alabastrina y por su suave deslizamientoen la superficie del cielo, como el del ave en las ondas del lago.De modo que en el universo de Daro, ordenadamente analgico,estos cuatro elementos intercambian sus valores. Y no podra ser deotra manera, toda vez que ellos han sido imaginados como formassensibles y sensibilizadoras del alma. Esta nica realidad de fondolos emparenta como hermanos de una misma familia.

    La explicacin del simbolismo de estas figuras no necesita mayorcomentario para el caso de las dos primeras. En cuanto a la paloma,ella no es slo efigie ertica, sino pjaro santo al mismo tiempo.Hay la paloma de Venus y la paloma eucarstica. Esta obtiene sucalidad inmaculada del misterio trinitario.

    Ms extensin requiere la dilucidacin del simbolismo del cisne.Es en su exposicin donde nos parece advertir un exceso interpre-tativo en la obra de Salinas. Magnetizado por los rastros erticosque persigue en Daro, omite significaciones diversas o impone lassuyas donde en verdad no existen29 .

    "Ibd., p. 594.^Ibd., p. 1.030."Condensamos en esta nota el

    pensamiento de Salinas sobre el par-ticular.

    En el captulo "El olmpico cis-ne", donde estudia especialmente susimbolismo, parte el crtico de latesis de que lo mitolgico es mediode potenciacin del tema ertico.

    (Vid. supra, p. 43) . Por doquiera sub-raya esta significacin. Dice en unode tantos pasajes: "Aunque se vistade cisne y de sedas, reconocemos sinfalla al eterno personaje del tema deRubn Daro, a su protagonista pro-fundo, siempre el mismo: la furiaertica" (p. 9) .

    Es cierto que en otro lugar reco-noce la vacilacin con que se pre-

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    Jaime Concha 51

    Daro menciona por primera vez los cisnes en algunos cuentos deAZUL . . . All, sin embargo , son presencias ocasionales, no potica-

    mente meditadas.En Sonatina aparecen como uno de tantos objetos ornamenta lesdel jardn encantado de la princesa. Pero el adjetivo no es casual."Cisnes unnimes" dice el poeta, y, por supuesto, no elige estapalabra slo por su gracia fnica ni para valorar el uniforme movi-miento de los cisnes. El epteto se exalta y se dinamiza en funcindel misterio permanente que encarnan las aves: el misterio del alma.

    Al poema citado sigue Blasn, en que se canta ampli ame nte a losanimales de Lohengrin. Cabe destacar, desde la partida, algo asom-broso: no hay en l ninguna alusin ertica, ni siquiera sensual.

    senta el ave dariana en su uso sim-blico, pero siempre luego de unaexplcita puntualizacin de su valorbsico: "Muy servicial fue el centau-ro como smbolo ertico para Rubn.Pero an quedaba otra figuracinque lo haba de representar con ma-yor belleza y en toda plenitud:es el cisne. El divino prncipe, como le

    titula en una de sus letanas de elo-gios, est muy lejos de tener una sig-nificacin fija en la lrica de Daro,Y atrajo al poeta, justamente por esaambivalencia, o plurivalencia signifi-cante, por su aptitud para expresarlos contrarios segn intent demos-trar en otro escrito mo" (pp. 94-95) .

    Ahora bien, ese otro escrito delmismo Salinas, es ste: "El cisne yel bho. Apuntes para la historia de

    la poesa modernista". (En: Litera-tura Espaola Siglo xx, pp. 83-121.Edit. Sneca, Mxico, 1941) . Sin du-da, en este ensayo, anterior a su li-bro, exhibe Salinas ms cautela ensu interpretacin. Da cuenta de lacoexistencia de valores antagnicos:"As resultara que el supremo valorsimblico del cisne est en su capa-cidad de pasar de lo ms espiritual

    a lo ms sensual, sin dejar de ser l,siempre dentro de su misma natura-leza. Y el cisne representara entrelos animales la coexistencia en unmismo ser del impulso mstico y elsensual, la personalidad de RubnDaro, en ltimo trmino" (p. 111).El alcance de esta determinacin seve limitado, sin embargo, por dos

    hechos que ah resaltan: la biogra-fizacin del smbolo, el interpretaral ave como figura del hombre Da-ro; y la forma vaga, imprecisa enque flota lo propiamente mstico oespiritual del cisne. Estas vacilacionesllevarn, ya en este estudio, a desem-bocar en el germen de la concepcinposterior, mucho ms unilateral: "Laobsesiva aficin de Rubn Daro alcisne me parece inseparable del

    mito de Leda. Satisfaca ste los mscaros apetitos del poeta americano,por su extraa combinacin de dig-nidad olmpica y refinada y perversasensualidad" (p. 105) . A la som-bra del mito de Leda, el cisne da-riano se deformar en la interpreta-cin de Salinas, convirtindose en unaturbia criatura ertica.

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    52 ATENEA / El tema del alma en Rubn Darlo

    Todo el poema se desenvuelve en una atmsfera de casta blancura,de brillo y pureza inmarcesibles. Las notas simblicas que se poetizan

    en el cisne son muchas. Nos interesa, por el momento, una:

    Rimador de ideal florilegio,

    es de armio su lrico manto,

    y es el mgico pjaro regio

    que al morir rima el alma en un canto30

    .

    El cisne, visto en la perspectiva de la historia potica del alma,es slo una ms de sus encarnaciones ornitolgicas. Los pjarosannimos de la prehistoria del tema se identifican ahora en repre-

    sentantes egregios. Lo que se destaca aqu, como siempre, es el canto.La significacin musical del cisne estaba ya preludiada en su apa-riencia externa, en su cuello semejante a un brazo de lira. La dife-rencia del cisne con otras aves y quizs el origen de su rangoresiden en que puede expresar la meloda del alma. La manifesta-cin de ese canto esencial la logra el ave slo en el momento de sumuerte. Ahora nos explicamos por qu pudo ser elegido el cisnecomo figura del alma en El pas del sol: por ser el adecuado y elms alto exponente de la virtud musical del alma.

    En su Salutacin a Leonardo, pertene ciente a los CANTOS DE VIDA Y

    ESPERANZA, ampla Daro la constelacin simblica del cisne:

    El verso su ala y el ritmo su onda

    hermanan en una

    dulzura de luna

    que suave resbala

    (el ritmo de la onda y el verso del ala

    del mgico Cisne sobre la laguna)

    sobre la laguna31

    .

    A partir de esto, es legtimo reparar a Salinas que no expliquecmo es posible que convivan en el cisne dariano dos significadostan distintos de ave ertica y de blasn potico de Daro. Aqu ve-mos que el ave contiene todos los rasgos de la lrica dariana: suexaltacin del ritmo, su magnificacin del verso (verso-universo,rimar siempre Daro), principios con los cuales el poeta autorre-trata, a su poesa. Esta pluralidad de valencias queda apresada en

    *Ed. cit., p. 625. mEd. cit., p. 717.

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    la figura del cisne: y es que ste es he ra ldo pot ico slo en v ir tudde su naturaleza mstica!

    De esta manera se nos va revelando en su mltiple complejidadun elemento central en la simbologa de Daro. Tendremos que fi-

    ja rnos ahora en ot ro aspecto suyo: la muerte como umbral de l ca nto.Ya en los versos anteriormente citados de Blasn apareca esa

    situacin. Sin embargo, la muerte no surge en este poema slo comotiempo irrevocable, como instante de consumatoria intensidad: ellaconfigura un espacio, un escenario que la alude, hacindola dominar,como horizonte constante, la presencia del cisne.

    Las ondas por las que ste se desplaza no constituyen nicamenteun plcido lago encantado; otro sentido viene a incorporarse, desde

    mitos remotos, a esas aguas. La mediacin que determina esa nuevafaz del lago es la leyenda de Luis de Baviera, el prncipe suicida.Ese episodio, siempre enlazado con la aureola wagneriana, haceque la superficie del lago guarde en su seno un triste secreto quela transforma en disfrazada Estigia:

    Boga y boga en el lago sonoro,

    donde el sueo a los tristes espera,

    donde aguarda una gndola de oro

    a la novia de Luis de Baviera32

    .

    Esta significacin, levemente suscitada en Blasn, se da con ple-nitud en el segundo poema de "Los Cisnes", que siguen a los CANTOSDE VIDA Y ESPERANZA:

    El pensador lleg a la barca negra;

    y le vieron hundirse

    en las brumas del lago del Misterio

    los ojos de los Cisnes33

    .

    Esta virtualidad de misterio que oculta el lago en su pulidasuperficie complica la figura del cisne, dotndola de mayor pro-fundidad que la que surge de su pura significacin ertica o deblasn esteticista. Ha habido ah un montaje de leyendas que hapermitido la superposicin de este nuevo aspecto: la leyenda de lamuerte del cisne, la leyenda de Luis de Baviera. De acuerdo conesto, tendremos que consentir que el desplazamiento del cisne por

    =2Ed. cit., p. 625. KIbd., p. 733.

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    54 ATENEA / El tema del alma en Rubn Darlo

    el lago conlleva tambin el sentido de viaje del alma ante la muerte.Por fin, todos los valores implcitos en l hallan en la poesa

    de Daro su ms exacta jerarquizacin. En el poema El cisne, dePROSAS PROFANAS, distingue dos fases en la historia del cisne comomito vitalizador del arte: la fase antigua, en que el canto del aveterminaba con el morir, y la fase wagneriana, en que el cisne revive.Se ve entonces que el cisne no slo es caro a Daro por su bivalenciaaxiolgica convivencia de lo sensual y lo espiritual sino por losignificativo de su historia potica: lo ertico aparece en ella comomomento sumergido de su exaltacin artstica. El cisne se ha hechoinmortal gracias al arte, wagneriano primero y dariano ahora: elarte ha hecho renacer, revivir para la inmortalidad al pjaro antessometido a los poderes del amor y de la muerte. De este modo,

    el don del canto, a travs de la imagen del cisne, viene a superarla ms extrema polaridad de la existencia: el amor y la muerte, laplenitud de la vida y la consumacin de la caducidad. Gracias a l,amor y muerte se elevan a un plano de pura vibracin del alma, enque sus quejumbres se transfiguran en ecos divinos de eternidad.

    Esta idea resulta todava ms concretamente expresada en la es-trofa final del lt imo poema de "Los cisnes" (iv) . Leemos all:

    Melancola de haber amado,

    junto a la fuente de la arboleda,

    el luminoso cuello estirado

    entre los blancos muslos de Leda3i

    .

    Se refiere aqu Daro al esencial principio de su poetizar, la Me-lancola. Es congruente con el espritu del poeta el que siempre oscileentre una concepcin cristiana de ella, que le viene dada, y otra es-pecficamente potica. En l se funde la idea de la Melancola comohija de la Lujuria y de ella misma como fuente sentimental de dondesurge su poetizar35 . Idntica ambivalencia exhibe el principio opues-to, la Esperanza, que es tanto Spes cristiana como Elps rfica 36 . Mien-

    tras la Melancola es el estado del alma que ata al vestigio ertico, el

    MIbd., p. 735.KCf. La hoja de oro, p. 695, y

    Melancola, p. 764.38Desde muy temprano opone Da-

    ro, conjugndolas, Melancola y Es-peranza.

    Ondas y nubes, escrito a bordo

    del "Uarda", en 1886, es la primeramanifestacin ms importante. Elpoema tiene estrecha relacin con

    Autumnal, que se origina en la mis-ma visin, y con A una estrella, pro-sa de Azul... Cabe observar que to-das ellas son piezas contemporneas.

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    "divino idioma", como siempre llama Daro a la Esperanza rfica-mente concebida, conduce a la eternidad a travs de la armona.

    Alma ma.

    Con especial sensibilidad analiza Salinas el soneto de arte menorde PROSAS PROFANAS, Ma, no por exiguo menos intenso. Desde luego,y con toda razn, pone de relieve las obvias implicaciones erticasdel poema. Sin embargo, a ste sigue otro, tan delgado como l y quele hace pendant desde su mismo ttulo: Dice Ma. Al tono del sone-tillo, plenamente confirmatorio del acto ertico, opone el segundopoema un carcter alado y etreo, un aspecto de musitacin y hasta

    una ndole interrogativa. Ma y Dice Ma forman pareja, no cabeduda; forman un par de composiciones que concentra en miniaturalos dos grandes hemisferios temticos en que se reparte la poesa deDaro. Porque ahora es posible dejar sentada una conclusin que yase impone: no es el alma un aspecto derivado del tema vital del eros,una trascendentalizacin del eros, como piensa Salinas, sino un temaautnomo, tan significativo y magno como el otro. As como Erosresume el supremo deslumbramiento de la vida, el alma es la subs-tancia que concentra en s una esfera de idealidades supravitales queimperan desde el comienzo en la poesa dariana.

    Sin embargo, la relacin de los dos poemas no es slo de yuxtapo-sicin, de polos que se contemplan en su mutua diferencia. Hay,desde uno al otro, un proceso, una continuidad progresiva, que tam-bin destaca el modo como en su totalidad se relacionan los temas deEros y Alma en la potica que nos ocupa. Veamos este punto.

    Luego de consumada la posesin, despus que la mujer se alzahasta el efusivo nombre de Ma, la pareja se mira as:

    Yo, triste; t, triste ...

    No has de ser, entonces,

    Ma hasta la muerte?37

    El poema siguiente Dice Ma comienza:

    Mi pobre alma plida

    era un3, crislida38

    .

    S7Ed. cit., p. 637. ^Ibd., p. 637.

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    Como ejes temporales tenemos los estados de tristeza y palidez. Elprimero, como siempre, se nos aparece de modo inicial como desenla-

    ce depresivo postsexual; pero en l alienta ya la fuerza que lo ele-var a su potenciacin en lamento melanclico. En efecto, tristeza ypalidez van siempre juntas en los versos de Daro, y no por inmedia-ta huella romntica. Recordemos, slo, como verificacin de esa alian-za, aquel verso de la Sonatina:

    La princesa est triste. La princesa est plida39

    .

    Pero adems est la siguiente estrofa, tan iluminadora:

    Y vino el desfile de ensueos y sombras,

    y fueron mujeres de rostros de estatua,

    mujeres de rostros de estatuas de mrmol,

    tan tristes, tan dulces, tan suaves, tan plidas!40

    Los eptetos extremos, que enmarcan la enumeracin del ltimoverso, son los mismos de los dos poemas que motivan esta considera-cin: tan tristes... tan plidas. Entre ambos hay un camino, unagradacin evidente, que est, por lo dems, intensificada por el es-calonamiento de los versos anteriores, que configuran una estrofa de

    marcha claramente aditiva.En este trnsito de la tristeza de la carne a la palidez reside el

    secreto siempre renovado de la inspiracin dariana. Si es verdad quela mejor musa es "la de carne y hueso", no lo es menos el hecho deque ella necesite ser interiorizada, convertida en imagen de sueopor la potencia meldica del alma.

    Oh Mia!

    Tu secreto es una

    meloda en un rayo de luna .. ,41

    Ahora bien, como mediadora de la distancia entre la mujer y elalma el poeta encuentra la estatua. La significacin del principio es-cultrico, poetizado en El velo de la Reina Mab, est tambin re-actualizado en los versos recin citados de La pgina blanca. La esta-tua es para Daro presencia pura del alma, alcanzada gracias a la

    MIbd p. 624.Ibd., pp. 659-660.

    "Ibd., p. 638.

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    R U B E N D A R I O

    (Caricatura de Too Salazar]

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    fuerza creadora del artista. "Era una estatua antigua como un almaque se asombra a los ojos", dice Daro en El ideal42.

    Este hecho se ha podido producir sobre la base de varias motiva-ciones. En primer lugar, la estatua supera de una vez por todas laoposicin entre lo interior y lo exterior, dicotoma que lastra conresabios cristianos la imaginacin del alma creadora. El alma comotesoro oculto (alma-perla) y el alma como manifestacin luminosa(alma-estrella) se resuelven con esplendor en las plasmaciones escul-tricas43 . Este pensamiento est en el fundamento de la valoracindariana de la superficie, lmite ideal donde habita el alma. La super-ficie no es para Daro ni exterioridad ni, por supuesto, interioridad:es slo el lugar natural de epifana del alma. De acuerdo con la espe-

    cial geometra dariana, es la lnea curva la mxima plenitud en eldominio de las superficies. nforas, copas, clices florales, guitarras,liras, cisnes, luna, gndolas venecianas, gozan de esta privilegiada con-figuracin, que los realza a testimonios sensibles del alma.

    Pero la estatua es, adems de todo aquello, la eclosin de lo blan-co. La luz del alma se hace blanca en sus cristalizaciones terrestres.No es el blanco el color del alma precisamente, pero s su ms cercanay prstina matizacin. De hecho, el universo de Daro es un universopolarizado cromticamente, del cual se puede decir lo que el mismopoeta transcribe de Domenico Cavalca, monje medieval incluido en

    LOS RAROS: "La trra medesima dall'uno lato bianca come neve edall'altro rosa"44 . Lis y rosa, nforas de fuego y urnas de alabastroproclaman por doquiera esta simblica divisin de la poesa dariana.Por eso el alma, antes de la instauracin del canto, es plida: porquees todava potencia de lo blanco, de ese mstico albor o esa eucars-tica blancura en que se realizar plenamente.

    Escenarios del alma.

    El influjo de lo plstico en Rubn Daro ha sido estudiado en una

    sola direccin: como recepcin por parte del poeta de estmulos pict-ricos o estatuarios. Pero es evidente que una sensibilidad tan aguda pa-ra la captacin de las formas no debi de permanecer estril en cuantoa la configuracin de motivos originales. El constante contemplador de

    aObras de Juventud, p. 276. Ed.

    de Armando Donoso. Nascimento,1927.

    43La imagen del alma como cri-

    slida que se transforma en mariposatiene anlogo sentido.

    "R. Daro: Los raros, p. 137. Col.Austral, 1952.

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    58 ATE NEA / El tema del alma en Rubn Darlo

    reproducciones, ilustraciones y objetos de arte que fue Daro elaborabaindependientemente, en sus cmaras secretas, nuevos diseos imaginati-

    vos, escenas y cuadros a la medida de sus sueos. Y es claro que ellosno poseern slo un relumbre ornamental, no sern slo decoradosesplndidos de su lrica. Tan pronto como conciertan con su tema do-minante, el del alma, dejan de ser imgenes aisladas y pasan a perte-necer a una suerte de trenzado alegrico, muy acorde con el ritualismosimbolgico del arte medieval. Laurent Tailhade y Domenico Cavalcados de los raros de Daro son quienes, sin duda, ms han fecunda-do este aspecto de su poesa.

    Habla por s mismo, y refuerza nuestra tesis acerca de la importan-cia del tema que estudiamos, el hecho de que los dos ltimos poemas

    de PROSAS PROFANAS sean precisamente Alma ma y Yo persigo unaforma ... Este ltim o, segn Ar tu ro Marasso, result dire ctamen te ins-pirado en la nocin rfica de la iniciacin del alma, tomada por elpoeta del libro de Schur. Ahora bien, este desenlace del alma que en-contramos en el poema final de PROSAS PROFANAS concluye as:

    y bajo la ventana de mi Bella Durmiente,

    el sollozo continuo del chorro de la fuente

    y el cuello del gran cisne blanco que me interroga45

    .

    Es este el terceto que cierra PROSAS PROFANAS. Curiosamente, se redu-ce a darnos, inmediatamente yuxtapuestas, tres figuraciones plsticasque el poeta carga de una intencin personalsima, hacindolas consti-tuir un espacio potico homogneo que comparte un mismo encanta-miento. La figura del cisne, en pose de simblica interrogacin al Mis-terio, ya la hemos analizado hace algunos momentos. Falta referirnosa las otras dos.

    La visin del alma como princesa encantada es un motivo persisten-te en PROSAS PROFANAS. ES posible hallarla en composiciones tan cono-cidas como Sonatina y El reino interior, amn de otros poema s que,

    aunque excluidos del libro, le son casi contemporneos: Claro de lunay Envi de Atalanta, por ejemplo 46. As, Sonatina es un caso tpico depoema que es legtimo percibir en dos niveles: o nos dejamos seducirpor el encanto infantil y maravilloso de la ancdota o lo insertamos enel universo simblico total del poeta. La vacilacin de los comentaris-tas demuestra bien este hecho. Marasso para citar slo el mejor,

    "Ed. cit., p. 699. Respectivamente fechados en 1889 y"Ibd. , pp. 1030-31 y 1120-21. 1899.

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    Jaime Concha 59

    luego de suministrar los materiales que posiblemente tuviera Daro ala vista, dice bien rpido, como de pasada, refirindose a la misteriosa

    princesa cantada por el poeta: "Quizs sea nuestra alma"

    47

    . La verdades que el mismo Daro nos ha entregado en su AUTOBIOGRAFA la clavedel problema. De acuerdo con lo que nos comunica en esta obra, lhabra querido poetizar su "concepcin de la imagen soada" 48. Se trata,pues, de una especie de pintura miniada medieval que alegoriza el es-tado del alma. De este modo, el motivo de Sonatina enge ndrar un du-radero tpico modernista, que atraviesa la poesa de ervo llegandohasta CREPUSCULARIO de Pablo Neruda. Con lo cual, en cierta manerase delata el temple del alma modernista, prisionera encerrada en sutorre, en su jaula de mrmol. Todo esto hace que la Bella-Durmienteque asoma en los versos finales de Yo persigo una forma ... sea lamisma princesa de Sonatina y la misma in fa nt a de El reino interior.Rostros etreos y fugitivos del alma que obsesiona al poeta49.

    La fuente es tambin nuevo espectculo de esa realidad sustancial,otra manifestacin del alma sonora, que vierte constantemente sus ar-monas. El desgranar de sus notas cristalinas es el mismo cantar delpoeta: "la fuente est en ti mismo", concluye el poema La fuente, detema rfico. De esta manera la fuente natural participa de los valorescon que estaba revestida el ave en esta poesa: ser celebracin arm-nica del universo, metamorfosis de la realidad en msica.

    Y ese artista era yo, misterioso y gimiente,

    que mezclaba mi alma al chorro de la fuente50

    .

    Sin embargo, la fuente no es generalmente un objeto de presenciasolitaria en las estrofas de Daro. Casi siempre hay junto a ella lacompaa de una ninfa. Este cuadro idlico nace ya en tiempos deAZUL . . . Con cierta variante ocurr e en el cuento La ninfa, mientrassu perfecta modelacin se da en Primaveral, verd adera cantera de gr-menes poticos para el Daro posterior.

    En verdad, fuente y ninfa slo duplican una misma realidad. Paracomprender esto, hay que tener en cuenta lo que ha sealado Marasso:

    "A. Marasso: Op. cit., p. 56.48R. Daro: Autobiografa, p. 164.

    5? ed., S.H.A.D.E., Madrid, 1945."Tenemos aqu otro aspecto de

    un mismo fenmeno. Lo mismoque antes, en las Otoales, la

    mujer becqueriana, ahora es ladomna trovadoresca la que se con-vierte en alma para el poeta. [Esta-mos en los antpodas de la tesis dePedro Salinas!

    60Triste, muy tristemente, p. 1238.

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    60 ATENEA / El tema del alma en Rubn Darlo

    que Daro medita primeramente la figura de las ninfas en sus plasma-ciones estatuarias dieciochescas (las de Clodion, por ejemplo) . De mo-

    do, entonces, que la ninfa participar de los valores que hemos asigna-do a la estatua: ser desnuda materializacin del alma. Veamos dos frag-mentos relevantes:

    Despert un fauno bicorne

    tras un alma sensitiva51

    .

    La tpica escena de bajorrelieve helnico el fauno persiguiendo ala ninfa se cambia aqu en la persecusin del alma. Mucho ms loser, desde luego, cuando la ninfa sea poticamente presentada como

    deidad efectivamente existente, sin la mediatizacin escultrica. Un se-gundo pasaje:

    y en tal estatua vibre,

    libre,

    la psique de cristal52

    .

    En estos diminutos versos no slo corroboramos la alianza del almay de la estatua; percibimos, junto a ella, algo ms importante. Por suvecindad e identidad con la fuente, el alma dariana compartir la ma-

    teria frgil del cristal. Este no ser slo la materia transparente querefleja la pureza del canto; es tambin la materia que signar comoquebradiza al alma potica modernista.

    Final.

    De la descripcin hecha nos interesa mantener como evidencia lacompleta transformacin experimentada por el alma, que ha devenidoabsolutamente substancia potica. Por eso el modernismo, en perfectoacuerdo con esta concepcin, consistir en esencia en un platonismo

    esteticista, en que el mundo de las sombras estar representado por lavida cotidiana y el reino celeste por el poder divino de cantar. En elalma del poeta reside la virtualidad de liberacin del primero y deacceso al segundo, fenmeno ya poetizado en la mayora de los cuentosde AZUL .. ., en los que precisamente se opone la tristeza de la existen-cia burguesa a la Esperanza simbolizada en el Arte. Este mismo hechohar del alma modernista un rincn privilegiado de intimidad, que,

    61Ed. cit., p. 739. E2Ibd p. 885.

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    Jaime Concha 61

    por su sublime condicin potica, no se resignar a mantener vnculoscon una realidad que mancilla. Contrstese la "pobre alma plida" de

    Daro, que espera su eclosin en el advenimiento del canto, con el "al-ma plida" de las Residencias nerudi anas alma empavorecida, plidaprecisamente por el espectculo hostil y destructor de la realidad yse tendr un indicio del itinerario del alma lrica en la tradicin his-panoamericana.

    Las observaciones anteriores nos llevan, adems, a postular una con-clusin que ya era previsible: la mujer, en Daro, no es primariamentecriatura ertica, objeto sexual y sensual, sino presencia esfngea, aglu-tinadora del misterio y del enigma. En la rima x de OTOALES hallamosestos versos:

    En tus ojos, un misterio;

    en tus labios, un enigma.

    Y yo, fijo en tus miradas

    y extasiado en tus sonrisas53

    .

    La mujer es, por tanto, vaso del misterio, receptculo del enigma.Con sin par coherencia insiste Daro en esta concepcin potica:

    roja, en el rostro enigmtico,

    su boca, prpura finge.

    Y al sonrerse, vi en ella

    el resplandor de una estrella

    que fuese alma de una esfinge54

    .

    Mxima concrecin del enigma, slo en este sentido es la mujer lafuente constante de inspiracin para Rubn Daro. Porque

    El Enigma es el soplo que hace cantar la lira55

    .

    Concluiremos esta exposicin dejando la palabra al poeta. A tra-vs de tres pasajes claves, situados en importantes textos de su obra,comprobaremos la profunda significacin concedida por Daro altema a que nos hemos estado refiriendo.

    MEd. cit., p. 569."Ibd., p. 630.

    MIbd., p. 644.

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    62 AT EN EA / El tema del alma en Rubn Darlo

    En el primer poema de CANTOS DE VIDA Y ESPERANZA, dedicado a J.E. Rod, dice Daro:

    Tal fue mi intento, hacer del alma pura

    ma, una estrella, una fuente sonora,.. .56

    En otro instante de fuerte concentracin en si mismo y en la esen-cia de su poesa El canto errante, del lib ro homnimo te rmi naas Daro:

    El canto vuela con sus alas:

    Armona y Eternidad57

    .

    Las alas ya no son del alma, sino del canto. La Eternidad es unproducto de la Armona.

    Y, finalmente, en el doloroso poema ltimo de Daro Divagacio-nes, fechado en el mismo ao de su muerte, canta el poeta:

    Desde que soy, desde que existo,

    mi pobre alma armonas vierte .. .58

    "Ibd., p. 708.E'Ibid p. 798.

    MIbld., p. 1271.