El Temor de Dios - Albert N. Martin

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    Iglesia Bautista de North Bergen

    El temor de Dios

    Albert N. Martin

    El temor de Dios es el alma de la piedad. Como ya he sealado, a los

    cristianos practicantes les resulta obvio que este tema dominante, que

    impregna las Santas Escrituras, est casi perdido en nuestra propia

    generacin. Al esforzarnos por informarnos, al menos sobre los aspectos

    fundamentales de la enseanza escrituraria sobre este tema, en el ltimo

    estudio procuramos no hacer ms que una cosa: captar y sentir algo dela primaca del temor de Dios en el pensamiento bblico.

    En este segundo captulo consideraremos el significado del temor de

    Dios segn lo definen las Escrituras. Una cosa es captar y sentir algo de

    la primaca de este concepto del temor de Dios en el pensamiento

    bblico, y otra distinta saber si le estamos dando a este concepto el

    significado que las Escrituras exigen que le demos. Cmo intentaremos

    llegar al significado del temor de Dios a la luz de las Santas Escrituras?

    Dado que el Espritu Santo tuvo a bien utilizar las dos palabras ms

    comunes, tanto en hebreo como en griego, para indicar miedo al describir

    el temor de Dios, nos limitaremos a buscar cmo se define el trmino

    miedo en su uso general. Luego veremos cmo se le han atribuido las

    dos facetas de su uso general cuando se refiere al temor de Dios.

    La palabra temor en su uso bblico general

    Cul es el uso de la palabra temor en el lenguaje cotidiano, comn y

    ordinario de las Escrituras? En primer lugar tenemos el temor que se

    puede describir como estar asustado, tener terror o pnico. Es el tipo de

    miedo que siente un nio pequeo de nueve aos cuando est volviendoa casa, despus de la escuela y, al volver la esquina para llegar ya al

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    edificio de su hogar y ve, ah, en medio de la acera al matn del

    vecindario. Frente a l se halla un chico de catorce aos, que mide 180

    m y pesa 77 kgm, y al que le gusta pegar a los pequeos de nueve aos.

    Cuando este nio vuelve la esquina y ve al matn que le parece un

    gigante, el terror y el pnico se apoderan de l. Ese terror se basa en el

    reconocimiento del dao potencial que el objeto de ese pnico le puede

    hacer.

    La palabra temor en el uso bblico se utiliza a veces para describir ese

    tipo de miedo. Observe esto en Deuteronomio dos, comenzando por elversculo veinticuatro. Dios le da un mandamiento a su pueblo, diciendo:

    Levantaos; partid y pasad por el valle del Arnn. Mira, he entregado en

    tu mano a Sehn amorreo, rey de Hesbn, y a su tierra; comienza a

    tomar posesin y entra en batalla con l. Hoy comenzar a infundir el

    espanto y temor tuyo entre los pueblos debajo del cielo, quienes, al or tu

    fama, temblarn y se angustiarn a causa de ti.

    Dios dice: Acompaar de tal modo tus esfuerzos para someter a esos

    cananitas que, cuando empiece a correr la voz acerca de lo poderoso

    que eres en la batalla a causa de mi presencia y mi poder sobre ti, y en

    medio de ti, aquellos que oigan hablar de vosotros se llenarn de

    espanto. Sentirn terror y angustia. La palabra que se utiliza aqu, en el

    versculo veinticinco, es la misma que se usa para referirse al temor de

    Dios.

    En el Salmo 105:36-38 encontramos una referencia similar. Habla de la

    liberacin por medio de la cual Dios sac a su pueblo de Egipto y leemos

    as: Tambin hiri de muerte a todo primognito de su tierra; las

    primicias de todo su vigor. Pero a ellos los sac con plata y oro [].Egipto se alegr cuando se fueron, porque su terror haba cado sobre

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    ellos. Esto quiere decir que ellos haban comenzado a temer la

    presencia de los israelitas a causa de los terribles juicios que el Dios de

    ellos infligi sobre ellos. Este es, de nuevo, el temor del miedo y del

    terror.

    En el Nuevo Testamento, en el pasaje tan familiar de la Navidad,

    tenemos un ejemplo de esto. En Lucas 2:8 leemos que, cuando los

    ngeles aparecieron de repente a los pastores, estos estaban

    aterrorizados. Se llenaron de temor y era el temor del pnico. El temor

    que sintieron por la presencia de los ngeles, en esa manifestacin pocohabitual, era el temor del pnico. Otra referencia en el Nuevo Testamento

    es la de Hechos 5:11. Cuando se corri la voz de cmo Dios haba

    matado a Ananas y Safira por su intento de mentir al Espritu Santo, las

    Escrituras nos dicen que el temor se apoder de todo aquel que oy la

    noticia. Las palabras exactas son: Y vino un gran temor sobre toda la

    iglesia, y sobre todos los que supieron estas cosas.

    As pues, tanto en el Antiguo Testamento como el Nuevo, esta palabra

    comn temor se utiliza para describir la emocin de estar asustado, de

    verse atenazado por el terror y el pnico.

    Pero hay otro tipo de temor y se usa la misma palabra para l; sin

    embargo, se utiliza con un significado obviamente distinto. Es el temor de

    la veneracin y de la honra, del respeto. Tomemos de nuevo al mismo

    nio de nueve aos. Ya no est volviendo la esquina camino a casa y

    enfrentndose al matn de la ciudad, sino que se encuentra con sus

    compaeros de escuela. Han hecho un viaje de estudios y han ido a

    Washington D.C. Mientras caminan por las distintas partes de la Casa

    Blanca en una visita guiada, de repente, un funcionario irrumpe en la fila

    y le dice a este nio: El presidente de los Estados Unidos desea hablar

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    contigo. Inmediatamente, los ojos del nio se abren de estupor, su

    respiracin se va acelerando y tartamudea:

    Quiere hablar conmigo?!

    S, contigo; te llamas Billy Jones, no es as?

    El nio se llena de temor, pero no es terror. No le asusta que el

    presidente de la orden de que salgan soldados y que le apunten a la

    cabeza con sus rifles. No, lo que l siente en ese momento es el temor

    de verse ante la presencia de algo superior a l en valor y en dignidad.

    Es el temor de la veneracin, de la honra y del sobrecogimiento.

    Ahora observemos cmo se capta este aspecto de la palabra temor en

    un texto como Levtico 19:3: Cada uno de vosotros ha de reverenciar* a

    su madre y a su padre. Y guardaris mis das de reposo; yo soy el Seor

    vuestro Dios. Lo que Dios est ordenando a los hijos es que, cada vez

    que miren a su madre o a su padre, sientan lo mismo que cuando se

    encuentran con el matn del barrio? Quiere que cada vez que vean a su

    madre y a su padre se echen a temblar? Por supuesto que no. Sin

    embargo dice que deben temer a sus padres. Se utiliza la misma palabra,

    pero obviamente tiene un significado muy distinto. Lo que Dios est

    diciendo a los hijos es que, en su padre y su madre, no solo deben

    reconocer a personas que son ms altas, ms mayores, ms sabias y

    con un poco ms de experiencia que ellos. Deben reconocer eso porque

    son el padre y la madre, los representantes de Dios que les administran

    su gobierno y su voluntad. Por consiguiente, a causa de la dignidad de su

    posicin, los hijos deben respetar a sus padres con veneracin, honra y

    temor reverencial. Este no es el temor del terror, sino el de la veneracin

    y la honra.

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    Estos dos usos comunes de la palabra temor que se encuentran en el

    vocabulario de la gente de los tiempos bblicos y, en cierta medida, en el

    nuestro son los dos conceptos que van juntos en la nocin bblica del

    temor de Dios. Este rene ambos conceptos. Existe un sentido legtimo

    en el que el temor de Dios implica tener miedo de Dios, sentirse

    atenazado por el terror y el pnico. Aunque este no es el pensamiento

    dominante en las Escrituras, no obstante se encuentra presente en ellas.

    El segundo aspecto del temor, que es caracterstica del pueblo de Dios,

    es el temor de la veneracin, la honra, y la reverencia con la que

    respetamos a nuestro Dios. Es un temor que no nos lleva a escapar de lsino a someternos alegremente.

    El temor que significa miedo y terror

    Consideremos primeramente el temor que es miedo o terror, aquel que

    conduce a la angustia. El primer ejemplo de este temor se encuentra en

    Gnesis 3:10. Este es el primer ejemplo que se cita de cualquier tipo de

    temor de Dios, y es el del miedo o terror. El escenario es el Jardn del

    Edn donde Dios haba colocado a Adn, en un entorno perfecto y le

    haba rodeado con todo lo que su naturaleza santa poda desear. Dios

    haba amenazado a Adn dicindole que, si coma del rbol prohibido,

    ese da morira. Leemos que, cuando el Seor viene y llama al hombre,

    este responde diciendo: Te o en el huerto, y tuve miedo porque estabadesnudo, y me escond. Dios haba amenazado a Adn con la muerte si

    desobedeca. Adn haba pecado y, ahora, al or la voz de Dios, dice:

    Tuve miedo; el terror y el pnico que conducen a la aversin me

    atenazaron. Me escond; tena miedo.

    La pregunta es: es correcto que una persona sienta ese tipo de pnico

    con respecto a Dios?; es esto parte del temor de Dios que se ordena y

    se recomienda en las Santas Escrituras?; esta sensacin de pnico y

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    terror forma parte de esa virtud que representa un tema tan dominante en

    las Santas Escrituras? La respuesta, como declar John Murray de una

    forma tan hermosa y precisa es que: La esencia de la impiedad es no

    tener miedo de Dios cuando hay motivos para asustarse de l. Una vez

    Adn haba pecado, supongamos que hubiera intentado confundir a Dios

    cuando este le llam, y que le hubiera contestado: Hola, qu tal ests,

    Dios? Me alegro de verte otra vez. Que tengas un buen da!. Esa habra

    sido la esencia de la impiedad, la dureza del corazn y la manifestacin

    de una conciencia cauterizada. Si a Adn le quedaba algn resto de

    sentido acerca de quin era Dios, de lo terrible que era pecar contra l, yde la seguridad de que la amenaza de Dios se cumplira, cualquier

    sentimiento que estuviera por debajo de ese temor que, en realidad era

    terror y angustia, habra supuesto la mayor forma de impiedad, de

    religin descarada y de locura moral.

    Este tipo de temor es correcto y adecuado en cada situacin en la que

    nuestra condicin nos deja expuestos a los juicios justos de Dios. Es

    correcto tener miedo de Dios? Si, si tienes motivos escriturarios para

    estar asustado. Era justo que Adn tuviese miedo? Por supuesto que s.

    Haba pecado contra Dios. Haba desafiado la orden explcita de Dios:

    No comeris. Y ahora, Dios se acerca a l y Adn se siente atenazado

    por el terror que le conduce a escapar de l. Y las Escrituras justifican

    ese pnico de Dios siempre que la causa de ese terror est presente.

    Testigos del Antiguo Testamento

    Observemos cmo este aspecto del temor es algo que las Santas

    Escrituras, en Deuteronomio 17:13, ordenan y recomiendan. El contexto

    es una advertencia de que, si un hombre no respeta las directrices de los

    jueces nombrados en Israel, debe morir. En el versculo trece, Dios

    declara una de las razones para ello: Entonces todo el pueblo escuchar

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    y temer, y no volver a proceder con presuncin. Imaginemos que el

    pueblo sale un da para tener su reunin con los vecinos y se dan cuenta

    que falta uno de sus amigos. Alguien pregunta que le ha ocurrido. Otro

    contesta que actu con presuncin en cuanto a las leyes de Dios y que,

    cuando los jueces quisieron hacerle cumplir esos preceptos, su actitud

    fue de indiferencia; por ese motivo fue sacado y apedreado el da

    anterior. Al preguntar la primera persona sobre cul haba sido la ofensa,

    le explican que era algo relativamente insignificante de por s. Pero la

    cuestin no era tanto la ofensa inicial como la falta de respeto del hombre

    por la Ley y la administracin de la misma por los dirigentes de Dios. Aspues, el hombre fue ejecutado. Sus amigos se llenan de temor. Sienten

    terror de que algn otro se atreva a actuar como este y le ocurra lo

    mismo que a l. Por eso, Dios dijo que el verdadero propsito de dar

    directrices era que su pueblo sintiera por completo el temor de Dios: un

    temor mezclado con pnico y horror.

    En Deuteronomio 21, Dios dirige a los Israelitas sobre la forma de actuar

    con un hijo obcecado y rebelde quien, a pesar de la fiel disciplina de sus

    padres, se niega a seguir por los caminos que ellos les han ordenado.

    Cuando la situacin parece desesperada, se dan estas directrices:

    El padre y la madre lo tomarn y lo llevarn fuera a los ancianos de su

    ciudad, a la puerta de su ciudad natal, y dirn a los ancianos de laciudad. Este hijo nuestro es terco y rebelde, no nos obedece, es glotn y

    borracho. Entonces todos los hombres de la ciudad lo apedrearn hasta

    que muera; as quitars el mal de en medio de ti, y todo Israel oir esto y

    temer (Deuteronomio 21:19-21).

    Podramos imaginar a un adolescente israelita tentado a ser un

    sabelotodo con respecto a sus padres. Empieza a actuar segn la

    moda en el vecindario de su tienda, en el desierto y comienza a burlarse

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    de su padre y su madre, mostrando lo sabelotodo que puede llegar a ser.

    Luego, se rene clandestinamente con su grupo y empieza la sesin de

    bravuconeras entre ellos presumiendo de cmo se las han apaado en

    casa con los distintos asuntos. Ese da, uno de sus secuaces no aparece

    y algunos de ellos empiezan a preguntarse dnde est Johnny.

    No sabes lo que le ha ocurrido a Johnny? dicen los dems.

    No. Qu le ha sucedido?

    Sus padres le llevaron delante de los ancianos. Ahora est muerto bajo

    un montn de piedras.

    De repente, todo el ambiente de alegra desaparece y el pequeo grupo

    deja de fanfarronear, se va deshaciendo y cada uno se marcha a su

    casa, atenazado por el pnico y el temor, no sea que si entran en la

    misma esfera de culpa recaiga sobre ellos la misma condena. Dios da

    este mandamiento no solo para alejar el mal sino para que no sea

    contagioso; para que ponga temor en el corazn del pueblo. Este es el

    temor del pnico, del terror.

    Testigos del Nuevo Testamento

    Pero alguien dice: Eso ocurre en el clima misterioso, rgido como elhierro del Antiguo Testamento. El Nuevo Testamento es una atmsfera

    nueva. Lo es? Escuchemos las palabras de nuestro Seor Jess:

    Y yo os digo, amigos mos: no temis a los que matan el cuerpo, y

    despus de esto no tienen nada ms que puedan hacer. Pero yo os

    mostrar a quin debis temer: temed al que, despus de matar, tiene

    poder para arrojar al infierno; s, os digo: a se, temed! (Lucas 12:4-5).

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    En qu consiste ese temor que Jess ordena? No es el temor de la

    veneracin y el sobrecogimiento. Es el temor del terror y del horror.

    Jess dijo: si empezis a comportaros de una manera que justifique la

    condena de Dios, deberais sentir que un miedo terrible os atenaza. El

    Dios que condena una conducta semejante tiene poder de arrojaros al

    infierno. Nuestro Seor no solo recomienda ese temor, sino que lo

    ordena.

    Vemos que el autor de Hebreos exhorta a sus lectores, que han

    empezado a fluctuar, que sigan adelante hasta alcanzar el plenoconocimiento de Cristo y un compromiso inquebrantable de la fe

    cristiana. Algunos de ellos, que haban sido instruidos y haban probado

    la buena Palabra de Dios y los poderes del mundo venidero, tenan

    tendencia a volver a las antiguas formas misteriosas del pasado. En su

    exhortacin, el escritor dice: Por tanto, temamos, no sea que

    permaneciendo an la promesa de entrar en su reposo, alguno de

    vosotros parezca no haberlo alcanzado (Hebreos 4:1). Qu temor es

    este? Es un temor de horror y de pnico al pensar que no lleguemos a

    entrar en el descanso completo del Evangelio; al no conseguirlo, nos

    encontraramos bajo la condenacin de Dios.

    En el captulo diez, el escritor ampla este mismo pensamiento:

    Porque si continuamos pecando deliberadamente despus de haber

    recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda sacrificio alguno por

    los pecados, sino cierta horrenda expectacin de juicio, y la furia de un

    fuego que ha de consumir a los adversarios. Cualquiera que viola la ley

    de Moiss muere sin misericordia por el testimonio de dos o tres testigos.

    Cunto mayor castigo pensis que merecer el que ha hollado bajo sus

    pies al Hijo de Dios, y ha tenido por inmunda la sangre del pacto por la

    cual fue santificado, y ha ultrajado al Espritu de gracia? Pues

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    conocemos al que dijo: Ma es la venganza, yo pagar. Y otra vez: El

    Seor juzgar a su pueblo. Horrenda cosa es caer en las manos del

    Dios vivo! (Hebreos 10:26-31).

    Estis oyendo lo que dice? Est diciendo que, si un hombre se coloca

    en una posicin en la que el juicio de Dios sea inevitable, entonces

    debera llenarse de temor ya que espera que ese juicio caiga sobre l,

    porque caer en manos del Dios vivo es algo horrible. Si un hombre cree

    ser candidato al juicio de Dios y no siente temor, estar mostrando una

    insensibilidad total a todo lo que revelan las Escrituras acerca delcarcter de Dios y del terror de su juicio.

    La legitimidad de los sentimientos de miedo y terror con respecto a

    Dios

    Por tanto, como respuesta a la pregunta: es correcto tener este aspecto

    del temor de Dios, este miedo o terror del Seor?, las Escriturascontestan con un rotundo: S. Pero hay una segunda pregunta: cul es

    la raz de este terror y este miedo? En un sentido negativo, no se trata de

    una obra de la gracia de Dios ya que este temor se encuentra en

    personas que no son conversas. Sin embargo, de forma positiva en la

    raz de este temor se halla algn tipo de entendimiento en cuanto a la

    santidad del carcter de Dios. Por ser l santo, se opone infinitamente a

    todo pecado. Ser precisamente este reconocimiento de la identidad de

    Dios en cuanto a su santidad y, por consiguiente, la forma en la que l

    considera el pecado, lo que constituye la raz de este temor de pnico y

    de terror? Es lo que Adn conoca del carcter santo de Dios, una

    santidad que haba sido sellada sobre su propio ser interno pero que,

    ahora, se haba estropeado por culpa de su pecado. Era la santidad del

    carcter de Dios, que l conoca, lo que hizo que escapara cuando oy

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    Est ciega en cuanto al carcter del Dios de la Biblia o, habiendo

    conocido ese carcter, est tan lleno de locura espiritual que no puede

    relacionar la furia de la ira de Dios con ser l mismo el receptor de ello en

    el juicio.

    Ests leyendo estas palabras como un extrao con respecto al Dios de

    los cielos? No has tenido an la unin salvfica con Jesucristo? Sabes

    que es difcil sacar de tu mente este aspecto del pnico y el terror de

    Dios. A ningn hombre le gusta vivir en pnico y en terror. Todo hijo de

    Adn, antes de que la gracia de Dios obre en su corazn, intentadeshacerse de ese terror. Qu hace? Trata de convencerse a s mismo

    de que la locomotora no es ms que un juguete de cartn piedra y

    falsifica el carcter de Dios. Se convencer a s mismo de que Dios ama

    a sus criaturas demasiado como para destruirlas.

    Una vez le algunos sermones predicados por un ministro de una iglesia

    liberal que trataba sobre la vida futura. En un punto dijo: Ahora bien; de

    una cosa estoy absolutamente seguro: Dios no enviara nunca a una de

    sus criaturas al infierno. Eso es algo que s. Uno esperara que una

    afirmacin tan dogmtica se respaldara con las Escrituras, pero l no

    aport ni un solo versculo de las Escrituras para demostrar su

    declaracin. Qu estaba haciendo? Estaba de pie sobre la va del tren,

    vindole venir, sabiendo que le destruira y, sin embargo, intentandoconvencerse a s mismo de que un tren hecho de toneladas de acero no

    le aplastara. Se dice a s mismo y, en su caso, a los dems que no

    es ms que un espejismo. Esto es lo que se halla detrs de todos los

    intentos de cambiar el carcter de Dios, porque a los hombres no les

    gusta vivir con terror ni con pnico.

    Incluso el hombre pagano, que no ha visto jams la Biblia, siente algo de

    este terror y pnico. Leemos acerca de esto en Romanos 1:32: los

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    cuales, aunque conocen el decreto de Dios. Tambin lo encontramos en

    Romanos 2:15: sus pensamientos acusndolos. Aun as, los hombres

    siguen dicindose a s mismos que el tren del juicio no est llegando, que

    no es ms que un espejismo. Intentarn cambiar el carcter de Dios, o

    encontrarn alguna forma de mitigar sus sentidos de una forma tan

    absoluta que puedan apartar esos pensamientos por completo de su

    mente.

    Qu es lo que convierte el ver incesantemente la televisin en un

    pasatiempo nacional en nuestro propio pas y en otros lugares en los quelas personas tienen un acceso fcil a la TV? En mi opinin, la razn

    principal que se esconde detrs de esto es la siguiente: evitar enfrentarse

    con la realidad del juicio de Dios. Los hombres no quieren quedarse a

    solas con sus propios pensamientos ni siquiera cinco minutos. A menos

    que la conciencia est totalmente cauterizada, escucharn el estruendo

    de las ruedas de un Dios que llega embalado y se vern sobre los rales.

    No creen en Dios, pero al menos tienen cierto entendimiento acerca de la

    santidad del carcter de Dios y del hecho de que se encuentran en el

    camino del juicio. Su razonamiento es: si al menos pudiera llenar mi

    mente con otras cosas desde ahora y hasta ese momento, al menos no

    sentir angustia hasta que me alcance. As se van obsesionando con

    ruidos y actividades.

    La legitimidad del miedo y el terror en el hijo de Dios

    La siguiente pregunta es: qu ocurre con el hijo de Dios que se sabe

    aceptado en el Amado, esa persona que sabe que el tren del juicio

    aplast a su Seor, pero que a ella nunca la arrollar. El hijo de Dios, que

    sabe que no hay condenacin para l en Cristo Jess, debera tambin

    experimentar alguno de estos aspectos del temor de Dios? Debera

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    sentir algn pnico, algn terror? Mi respuesta es un rotundo: S! y

    demostrar por qu, con las Escrituras.

    Aun antes de que Adn pecara, este elemento del temor de Dios estaba

    destinado a ser parte de lo que le disuadiera de pecar, ya que Dios le dio

    la orden y la expres en forma de amenaza. Dijo: De todo rbol de

    huerto podrs comer, pero del rbol del conocimiento del bien y del mal

    no comers (Gnesis 2:16-17). El Seor podra haberse detenido en

    este punto y habra sido simplemente un mandamiento. Sin embargo,

    para hacer ms hincapi en la orden, y para dar una mayor motivacin ala obediencia qu dijo? Le amenaz. En realidad lo que dijo fue: Adn,

    si un da te planteas comer de ese rbol, escchame bien: el da que de

    l comas, ciertamente morirs. Adn, si tienes algn miedo de m como

    Dios de juicio, no comas o te vas a situar en el ral del tren de mi juicio

    (cf. Gnesis 2:17b).

    Si el temor al juicio era un motivo legtimo para que un hombre, que

    todava estaba en un estado anterior a la cada, cunto ms para

    nosotros que somos redimidos pero no hemos sido perfeccionados an.

    El pecado, que sigue estando dentro de nosotros y alrededor nuestro,

    puede tener efectos terribles sobre nosotros y acarrear deshonra al

    nombre de nuestro Dios, provocando que la mano castigadora de Dios

    nos hiera y nos traspase. No es de sorprender, pues, que nosencontremos con santos que confiesan temer los juicios de Dios, tanto en

    el Antiguo Testamento como en el Nuevo.

    Consideremos el Salmo 119:120: Mi carne se estremece por temor a ti,

    y de tus juicios tengo miedo. Este es el mismo tipo de estremecimiento

    del nio de nueve aos frente al matn del barrio, con el que se encontr

    al volver la esquina. No es el temblor del sobrecogimiento; David lo

    menciona en otros lugares. Pero aqu est considerando los juicios de

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    Dios. Est reflexionando sobre cmo ser, cuando ese Dios que l

    conoce por medio de la revelacin divina ese Dios que l ha llegado a

    ver y a amar en toda la magnitud y la gloria de su santidad y poder

    imponga disciplina de juicio sobre los hombres. Solo con pensar en ello,

    segn dice, hace que su carne se estremezca. El creyente tiene una

    mayor y ms precisa perspectiva del carcter de Dios que el que no es

    cristiano. Cuando considera esos lados ms oscuros del carcter de Dios

    en su relacin con el juicio, no puede evitar temblar porque sabe que

    Dios es verdadero.

    La gente pone objeciones a este tipo de enseanza y dice: Eso es el

    Antiguo Testamento. Pero, nos presenta el Nuevo Testamento una

    perspectiva distinta? En absoluto. De hecho, el Nuevo Testamento no

    hace ms que reforzar este punto de vista. En 1 Pedro 1:17 encontramos

    este claro mandamiento de las Escrituras: Y si invocis como Padre a

    aquel que imparcialmente juzga segn la obra de cada uno, conducos

    en temor durante el tiempo de vuestra peregrinacin. Es decir, que no

    debemos permitirnos llegar a ser gente tan irresponsablemente feliz y tan

    frvolamente segura de s misma que nos olvidemos de que estamos

    tratando con un Dios que juzga sin consideracin a las personas. Que

    no falte nunca algo parecido a un pnico santo a lo largo de toda nuestra

    vida!

    Se debe caracterizar el hijo de Dios por este aspecto de temor? S, as

    es. El temor de pnico no debe ser el elemento dominante en el temor

    que el cristiano siente hacia Dios; sin embargo, es una parte vital de lo

    que compone el temor de Dios, que es la parte principal de la sabidura.

    La naturaleza crucial de este miedo y terror

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    A medida que meditas en este tema del temor de Dios, lo haces como

    alguien extrao a la unin vital con Cristo y con la obra regeneradora del

    Espritu Santo? No llevas ninguna marca de la unin salvfica con Cristo

    y del verdadero discipulado? No sientes pnico del horrible juicio de

    Dios? Crees que Dios es tal y como l mismo se ha revelado en las

    Escrituras? Si l es ese Dios, entonces sus juicios se te estn echando

    encima igual que ocurra con el tren y el hombre que caminaba sobre la

    va. Puedes reflexionar sobre esta realidad sin sentir un temblor

    interno? Puedes considerar el juicio imparable de Dios y seguir siendo

    un extrao a la gracia y a la purificacin de la sangre de Cristo, que es lonico que te puede salvar de ese juicio? Cerrars este libro y seguirs

    siendo un ignorante o un loco espiritual? Te molesta pensar que

    alguien est intentando asustarte para que te conviertas en un cristiano?

    Supn que alguien gritara al hombre que camina sobre la va: Eh,

    cuidado que viene un tren; salga de la va! No estara intentando

    asustarle para que saliera de los rales? Por supuesto que lo estara

    haciendo! Pero no le estara asustando con un fantasma de terror. Lo

    estara haciendo con realidades patentes: las del duro acero que

    aplastar su carne palpitante.

    As pues, cuando oigas la advertencia: Huye de la ira venidera! debes

    arrepentirte. No te des tregua hasta que sepas que ests unido a Cristo.

    El tiempo entre ahora y el da del juicio no ser ms que unos cuantossegundos cortos en el clculo que Dios hace del tiempo. Si tienes una

    muerte prematura, ese da llegar de forma an ms veloz para ti. Ojal

    que Dios te haga sentir un temor que te obligue a huir de tu pecado, de

    su ira y de su juicio!

    Y en cuanto al pueblo de Dios, que no se nos tome por sorpresa por

    habernos quedado con la nocin de que la esencia de la espiritualidad es

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    la medida en la que podemos ignorar negligentemente los juicios del Dios

    Todopoderoso y el terror del Seor. Como alguien dijo, la humildad, la

    contricin y la mansedumbre de mente son la esencia de la piedad

    bblica. La compleja personalidad que se caracteriza por estos frutos del

    Espritu tiene que abrazar el temor y temblor que refleja que somos

    conscientes de nuestro pecado y de nuestra fragilidad. La piedad del

    Nuevo Testamento es totalmente ajena a la presuncin de la persona

    que no tiene un corazn contrito. Asimismo, es ajena a la confianza de la

    persona que nunca echa cuenta de los juicios santos y justos de Dios. Un

    terror sano y santo constituye gran parte de nuestra motivacin paraperseverar en la fe. Cuando las propuestas del pecado llegan a ser tan

    seductoras y atractivas, y parece que la realidad de un Salvador

    moribundo y todos los dems motivos de gracia hubiesen sido

    desconectados de nuestra mente y de nuestro corazn, esta es la nica

    induccin que Dios suele usar para despertar a sus hijos. La familiar

    advertencia: La paga del pecado es muerte (Romanos 6:23), se escribi

    para los creyentes, los santos en la iglesia de Roma.

    Finalmente, este temor no solo debera motivarnos con respecto a

    nosotros mismos. El Apstol Pablo escribi en 2 Corintios 5:10-11:

    Porque todos nosotros debemos comparecer ante el tribunal de Cristo

    []. Por tanto, conociendo el temor del Seor, persuadimos a los

    hombres. Si ves que el tren va se abalanza sobre otro hombre, no tequedas parado, silbando y diciendo: bueno, al menos no me va a dar a

    m. Solo con pensar lo que el tren le har, te echas a temblar. De la

    misma manera, el hijo de Dios que ha sido rescatado de las vas y sabe

    de lo que ha sido salvado, no puede evitar temblar al ver venir el tren de

    la furia y la ira de Dios y echarse encima de otros. As pues, el terror del

    Seor se convierte en una parte de la motivacin de persuadir a los

    hombres para que huyan de la ira venidera.

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    Que Dios haga que este aspecto de su temor se convierta en algo que

    vaya creciendo dentro de nuestro corazn y nuestro pensamiento! Que

    pueda tener su efecto proporcional en nuestras vidas! La presencia de

    este pnico y terror no es una prueba de la gracia. Como Flix, podis

    temblar y, sin embargo, seguir sin arrepentiros (cf. Hechos 24:25). Pero

    es poco probable que haya gracia donde el temor no est presente,

    porque esta te ha sido presentada por medio del conocimiento de Dios,

    de ese Dios cuyo juicio es terrible.

    El temor de la veneracin y del sobrecogimiento

    Sin negar o diluir esa primera faceta del temor de Dios el temor del

    terror y del pnico es, no obstante, el segundo aspecto de este el de

    la veneracin y el sobrecogimiento reverente el tema dominante de las

    Santas Escrituras. Cuando la Palabra de Dios dice: El temor del Seor

    es la parte principal del conocimiento, no se est refiriendo al temor del

    terror y del pnico, sino al temor de la veneracin, del sobrecogimiento y

    de la reverencia. Dios dice que pondr este temor en el corazn de los

    hombres mediante las bendiciones del Nuevo Pacto y esto har que ellos

    se aferren a sus caminos y guarden sus estatutos.

    Ejemplos del Antiguo Testamento

    Gnesis 28

    Qu debe haber en el hombre para que tenga este temor de Dios, el

    temor del pnico y del terror, pero principalmente el temor del

    sobrecogimiento y de la reverencia? Podemos pensar en este segundo

    aspecto del temor de Dios, considerando algunos ejemplos bblicos sobre

    el mismo. Empezamos por Jacob. En Gnesis 28:12-22, tenemos el

    relato tan familiar del sueo de Jacob. En l ve una escalera y ngeles

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    que suben y bajan por ella. En medio de esta extrasima visin, oye la

    voz de Jehov, el Dios del pacto, que viene a renovar ese pacto con

    Jacob. Cuando se despierta de su sueo y comienza a reflexionar sobre

    l, llega a algunas conclusiones.

    Su primera conclusin se expone muy claramente en el versculo

    diecisis: Ciertamente el Seor est en este lugar y yo no lo saba. Dijo:

    Sal y acamp a cielo descubierto y no tena ni idea de la inmediata

    presencia de Dios, pero me equivoqu. Dijo: El Seor est en este lugar

    y yo lo desconoca. Luego, su conciencia reflexiona sobre el hecho deque el Seor Jehov, el gran Dios de la Creacin, el gran Dios que hizo y

    guard la promesa del pacto, estuvo realmente all y l ha estado

    verdaderamente en su presencia. Luego, el acto reflejo de todo su ser es

    este: Y tuvo miedo y dijo: Cun imponente es este lugar! (v. 17). Es

    decir: Si Dios est aqu, y si l es el Dios que ha declarado ser en mi

    visin el Dios de Abraham, de Isaac, el Dios de la Creacin, el Dios de

    mis padres y si yo soy lo que s que soy Jacob, un hijo de Adn

    cado, una dbil criatura del polvo estar en la presencia de este gran

    Dios qu imponente es este lugar! Esto no es ms que la casa de

    Dios, y esta es la puerta del cielo.

    Este temor que Jacob manifiesta es terror y angustia que le hacen

    desear correr? No, porque el prrafo siguiente indica que era un temorcompaginado con las ms tiernas caractersticas de la confianza en la

    fidelidad de Dios, en su amor y en su misericordia. Es un temor que es

    perfectamente coherente con la confianza y el amor, porque luego

    levanta una columna y dice que ser un monumento a la fidelidad de ese

    mismo Dios cuya presencia es imponente pero, sin embargo, le cuida de

    l, cumple su promesa y le traer de nuevo a ese lugar. Como muestra

    de gratitud a l, Jacob promete darle el diezmo de todo lo que posee.

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    Este es un bello y claro ejemplo de este segundo aspecto del temor de

    Dios. Aunque dice que estaba asustado, y aunque Jacob llega a utilizar

    el trmino imponente no senta el pnico y el terror que hace que un

    hombre huya del objeto, como un nio pequeo huye del matn del

    barrio. Es un terror y un miedo totalmente coherente con el deseo de

    estar en la presencia del objeto del mismo y de rendirle honra, adoracin,

    amor y obediencia.

    xodo 3

    En xodo captulo 3 tenemos otra ilustracin. Se trata de una historia que

    nos resulta muy familiar:

    Y Moiss apacentaba el rebao de Jetro su suegro, sacerdote de

    Madin; y condujo el rebao hacia el lado occidental del desierto, y lleg

    a Horeb, el monte de Dios. Y se le apareci el ngel del Seor en una

    llama de fuego, en medio de una zarza; y Moiss mir, y he aqu, lazarza arda en fuego, y la zarza no se consuma. Entonces dijo Moiss:

    Me acercar ahora para ver esta maravilla; por qu la zarza no se

    quema. Cuando el Seor vio que l se acercaba para mirar, Dios lo llam

    de en medio de la zarza, y dijo: Moiss, Moiss! Y l respondi: Heme

    aqu. Entonces l dijo: No te acerques aqu; qutate las sandalias de los

    pies porque el lugar donde ests parado es tierra santa. Y aadi: Yo soy

    el Dios de tu padre, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de

    Jacob. Entonces Moiss cubri su rostro, porque tena temor de mirar a

    Dios.

    Aqu est Moiss, guardando el rebao. De pronto, se da cuenta de que

    una zarza ha comenzado a arder. Quiere saber por qu est ardiendo y,

    sin embargo, no se consume. Esta es la nica razn que las Escriturasno dan del porqu se acerca. Un fenmeno natural le llama la atencin y

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    siente curiosidad. Pero Dios le dice: Moiss, ni se te ocurra acercarte

    para hacer una pequea investigacin cientfica solamente. Yo, el Dios

    de Abraham, Isaac y Jacob, tengo algo que decirte. Cuando Moiss se

    da cuenta de que Dios est all, se nos dice que en lugar de seguir

    analizando aquel arbusto, escondi su rostro porque tuvo temor de mirar

    a Dios (v. 6).

    Aqu tenemos una clara declaracin de que Moiss sinti temor y terror

    de Dios. Pero fue un temor que le hizo querer huir de Dios? No. Porque

    ese mismo Dios revela entonces su compasin por su pueblo y supropsito de liberarlos (vv. 7 y 8). En lugar de huir de l, como hizo Adn,

    Moiss se acerc con verdadera reverencia para tener comunin con

    Dios y hablar con l cara a cara. De modo que el terror que sinti Moiss

    hacia Dios y que le hizo esconder su rostro no tiene ni una pizca de

    incoherencia con respecto al trato ms ntimo con Dios. Moiss esconde

    su rostro, pero habla con Dios. Es un temor de sobrecogimiento

    reverencial, de veneracin y de honra.

    Isaas 6

    El ltimo ejemplo que consideraremos en el Antiguo Testamento se

    encuentra en Isaas captulo seis, otro pasaje que nos resulta familiar:

    En el ao de la muerte del rey Uzas vi yo al Seor sentado sobre un

    trono alto y sublime, y la orla de su manto llenaba el templo. Por encima

    de l haba serafines; cada uno tena seis alas: con dos cubran sus

    rostros, con dos cubran sus pies y con dos volaban. Y el uno al otro

    daba voces, diciendo: Santo, Santo, Santo, es el Seor de los ejrcitos,

    llena est toda la tierra de su gloria. Y se estremecieron los cimientos de

    los umbrales a la voz del que clamaba, y la casa se llen de humo.Entonces dije: Ay de m! Porque perdido estoy, pues soy hombre de

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    t y yo no podemos hacerlo. Y si es incongruente y est fuera de lugar

    que los seres sin pecado como los serafines estn en la presencia de

    Dios sin ese sobrecogimiento reverencial, cunto ms fuera de lugar

    estar que hombres y mujeres pecaminosos, cargados de iniquidad, se

    acerquen a su presencia sin esa reverencia y ese temor piadoso unido a

    un profundo sentido de humilde vergenza a causa de nuestro pecado.

    Ejemplo del Nuevo Testamento

    Alguno podra objetar, una vez ms: Pero eso ocurre en el Antiguo

    Testamento. El Seor Jess nos trajo una revelacin que eclips la idea

    anterior que se tena acerca del carcter de Dios aportando lneas ms

    suaves sobre el mismo. Es esto cierto? Existe un relato en los

    Evangelios que eliminar para siempre semejante pensamiento. En el

    Evangelio de Lucas, tenemos un incidente en la vida de nuestro Seor

    Jess, quien vino con el propsito expreso de revelar al Padre. (Como l

    dijo: El que me ha visto a m, ha visto al Padre [Juan 14:9]. Nadie ha

    visto jams a Dios; el unignito Dios, que est en el seno del Padre, l le

    ha dado a conocer [Juan 1:18]). Se trata de un incidente que nos es

    familiar, en el que Pedro y sus amigos han estado pescando toda la

    noche y no han conseguido nada.

    Respondiendo Simn, dijo: Maestro, hemos estado trabajando toda la

    noche y no hemos pescado nada, pero porque t lo pides, echar las

    redes. Y cuando lo hicieron, encerraron una gran cantidad de peces, de

    modo que sus redes se rompan; entonces hicieron seas a sus

    compaeros que estaban en la otra barca para que vinieran a ayudarlos.

    Y vinieron y llenaron ambas barcas, de tal manera que se hundan. Al ver

    esto, Simn Pedro cay a los pies de Jess diciendo: Aprtate de m,

    Seor, pues soy hombre pecador! Porque el asombro se haba

    apoderado de l y de todos sus compaeros, por la redada de peces que

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    haban hecho; y lo mismo les sucedi tambin a Jacobo y a Juan, hijos

    de Zebedeo, que eran socios de Simn. Y Jess dijo a Simn: No temas;

    desde ahora sers pescador de hombres. Y despus de traer las barcas

    a tierra, dejndolo todo, le siguieron (Lucas 5:5-11).

    Cmo podemos juntar estas dos reacciones aparentemente

    contradictorias? Aprtate de m, Seor, pues soy hombre pecador! y

    dejndolo todo, le siguieron. Qu le ocurri a Pedro? Capt, en aquel

    acto, el mensaje de nuestro Seor. Vio ms all de aquella red que se

    haba echado y que haba recogido una gran multitud de peces.Reconoci no sabemos hasta qu punto en aquel momento que

    Aquel que haba hecho esto, solo poda ser el Hijo de Dios, el Mesas.

    Cuando se dio cuenta de aquello, su reaccin fue caer a sus pies,

    abrumado por una sensacin de asombro reverencial y terror que le hizo

    exclamar de repente: Aprtate de m, Seor! No soy apto para estar tan

    cerca de ti. Sin embargo, esa misma reaccin est emparejada con el

    ms intenso anhelo de estar con l, hasta tal punto que deja su negocio,

    su casa, sus amigos y le sigue.

    No hay aqu un choque entre conceptos. Si ambos no estuvieran

    presentes en el corazn del hombre, sera poco probable que hubiese

    una verdadera adhesin al Cristo de las Escrituras. Es una idea

    incorrecta pensar que podemos limitarnos a arrimarnos a Cristo ysentirnos tan a gusto con l, sin que la conciencia de nuestra

    pecaminosidad nos obligue a gritar: Aprtate de m, Seor! No es

    adecuado que t y yo podamos tener una relacin ntima. Y aun as,

    milagro de milagros, l nos ha revelado el amor y el perdn del corazn

    de Dios de tal forma que nos aferramos a l. Por su gracia, estamos

    deseosos de abandonarlo todo para seguirle a l, como hicieron estos

    discpulos.

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    En un sentido, es una repeticin de Isaas captulo seis. No se trata

    solamente de una criatura en presencia de la Deidad, sino tambin de

    una persona pecaminosa que siente que no es correcto que est tan

    cerca del Dios santo. Aprtate de m, Seor!. Y, al mismo tiempo,

    cuando llega la comisin, la respuesta es alegre, como tambin lo fue en

    el caso de Isaas. Es un temor distinto al que se siente cuando el terror y

    el pnico hacen que la persona quiera huir del objeto del mismo. Este

    pnico, este temor, este asombro, esta veneracin reverente es

    perfectamente coherente con el cario y el amor.

    Resumen

    En resumen, creo que es correcto decir que el temor de Dios, que es el

    alma de la piedad, es un temor que consiste en asombro, reverencia,

    honor y adoracin, y todo ellos al ms alto nivel de su ejercicio. Es la

    reaccin de nuestra mente y espritu a la vista de Dios en su majestad y

    santidad. Como muy acertadamente dijo John Murray, cuando intentaba

    definir el temor de Dios: La sensacin determinante de la majestad y la

    santidad de Dios, y la profunda reverencia que esta comprensin expone,

    constituyen la esencia del temor de Dios. John Brown hace esta

    definicin en su exposicin sobre 2 Pedro: El temor de Dios consiste en

    abrigar una impresionante sensacin de la infinita grandeza y excelencia

    con respecto a la revelacin que Dios ha hecho de estas cosas en suPalabra y en sus obras, que nos induce a la conviccin de que el favor de

    ese Dios es la mayor de todas esas bendiciones y su desaprobacin es

    el mayor de todos los males.

    El efecto prctico de todo esto se ve claramente cuando el Apstol Pablo,

    hablando del estado de todos los hombres por naturaleza, hace una

    descripcin fundamental del estado del hombre inconverso que es como

    la piedra que remata el edificio: No hay temor de Dios delante de sus

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    ojos. Vives una vida de total indiferencia a las exigencias de la santa

    ley de Dios y a las propuestas del Evangelio de su amado Hijo? Sabes

    por qu vives de esa forma? Es porque no vives una vida en la que

    tengas el temor de Dios delante de tus ojos. No tienes una visin, ni un

    sentido, de su gloria y su majestad infinitas, que evocan ese anhelo del

    corazn por caminar de forma que le agrade, y nunca hacerlo de una

    manera que pueda disgustarle. Por eso vives de esa forma. No hay

    temor de Dios ante tus ojos. Miras a la vida y a lo que t quieres; te

    pones en marcha de forma a poder obtenerlo. Haces lo que tus lujurias te

    dictan. Persigues aquello que se le antoja a tus deseos y tus apetitos. Eltemor de Dios ese sentido dominante de su majestad, su santidad y la

    profunda reverencia que este expone no representa nada para ti. En ti

    no mora ni una sola partcula del mismo. Amigo mo: si este es tu caso,

    que Dios te ensee el temor del Seor por medio de su Espritu, antes de

    que sea demasiado tarde (cf. Salmo 34:11; Proverbios 2:1-5).

    *La versin Reina Valera Antigua dice: Cada uno temer a su madre y a

    su padre

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