El templo de San Hipolito y el culto a San Judas Tadeo
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El templo de San Hipólito y el culto a San Judas Tadeo en la Ciudad de México
Tania Vargas Díaz
“Yo le pedí a San Juditas, una nenita bonita, que se vista chacalona y que no ande de loquita (...) este 28 voy a ir a San Juditas, a pedir una nena que se vea bonita y se vista fashion GOGA…”
DJ Hugo y El Habano
Cuando pensamos en una ciudad como la de México, no sólo es importante tener
en consideración un área urbana densamente poblada, sino también a un espacio
en el que, a causa de la coexistencia de múltiples sujetos y culturas,
constantemente se generan diversas narrativas, imágenes y ficciones, individuales y
colectivas, que la atraviesan, la hacen desbordarse y multiplicarse a cada momento.
García Canclini ha señalado que “una ciudad siempre es heterogénea, entre
otras razones, porque hay muchos imaginarios que la habitan”1. Es decir, una
ciudad no sólo se constituye de lugares para habitar (parques, cines, calles,
edificios...), sino que además se configura a partir de distintas suposiciones, mitos e
interpretaciones que se articulan en torno a lo real.
Un imaginario social es una representación, individual o colectiva que
principalmente se da a través del uso y apropiación cotidiana de un espacio.
Asimismo, los imaginarios no se encuentran necesariamente relacionados con
cuestiones de clase o del lugar específico en el que se vive. Por tal motivo, su
análisis requiere de un acercamiento a las formas de interacción que se establecen
entre los distintos sujetos que participan de ellos.
Indagar en los imaginarios sociales y en la manera en que éstos actúan en la
ciudad, resulta enriquecedor e importante porque nos permite observar las
relaciones en las que los sujetos se ven envueltos e identificar las posiciones desde
1 “Diálogo con Néstor García Canclini ¿Qué son los imaginarios y cómo actúan en la ciudad?” en Revista eure
(Vol. XXXIII, N° 99), Santiago de Chile, agosto de 2007. Pág. 89-99. Texto disponible en:
http://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0250-71612007000200008
las que se habla acerca de ellos, así como las que los propios imaginarios ocupan
en la ciudad.
A partir de crónicas, notas periodísticas, imágenes y otros artículos que
circulan en la web, así como del pequeño trabajo fotográfico que realicé en el templo
de San Hipólito acerca del culto que en éste recinto se le rinde a San Judas Tadeo,
realizaré una acercamiento a algunos de los imaginarios sociales que actualmente
se hallan ligados a éste en la ciudad.
El templo de San Hipólito se encuentra ubicado en el cruce del Paseo de la
Reforma y Avenida Hidalgo, en el centro de la Ciudad de México. El lugar resulta
característico porque se encuentra cargado de variadas elaboraciones simbólicas
que se hallan muy relacionados con la historia de la ciudad, durante y después de la
conquista.
Se dice que el 1 de julio de 1521 los españoles huyeron a este sitio después
del enfrentamiento que actualmente conocemos como la “Batalla de la Noche
Triste”. Los españoles sobrevivientes de éste suceso reunieron algunos de los
restos mortales de sus compañeros en una ermita que antes se hallaba ahí y que
era denominada “Juan Garrido”.
Ése acontecimiento resulta significativo en tanto que tras la consumación de
la conquista, asociada a la captura de Cuauhtémoc el 13 de agosto de 1521, los
españoles decidieron edificar un templo dedicado a San Hipólito, un soldado romano
convertido al cristianismo. De este modo, cada 13 de agosto el arzobispo dictaba
una misa, en conmemoración del suceso, dentro del recinto,.
Con el paso de los años dicha celebración se fue diluyendo y en la década de
1950, el cura Félix Monasterio trajo de Chicago una escultura de San Judas Tadeo,
ciudad donde el culto comenzaba a florecer.
En la década de los ochenta la escultura fue trasladada al altar principal, por
lo que iniciando los noventa el espacio comenzó a ser visitado con más afluencia
por jóvenes, adultos y ancianos que acudían a solicitar la ayuda del “patrón de las
causas difíciles” (una de las denominaciones con las que se le conoce a San Judas
Tadeo).
Actualmente los días 28 de cada mes, el templo es visitado por unas 35 mil
personas, ésta cantidad se ve duplicada el 28 de octubre, fecha que en la liturgia
católica es dedicada al santo.
Entre los rasgos más interesantes de esta celebración destaca la manera en
que el ritual católico, conocido como misa, se flexibiliza y el templo se convierte en
un espacio en el que parece pesar más lo profano, que lo sagrado. Una nota de la
revista Chilango señala que:
“Ésta es una misa poco usual que se siente como kermesse. Las familias ríen y las parejas se acomodan tremendos besotes, sin importarles que sea la casa de Dios. Casi nadie se quede a la misa entera, los apretujones están tan masivos que parece que seguimos en el Metro Hidalgo.”2
Por otra parte, aunque el lugar es visitado por gente de todas las edades y estratos
sociales, particularmente se le asocia con la afluencia de jóvenes, entre 15 y 25
años, que se autodenominan “guapiteñas” y “tepichulos”, no sólo con el afán de
hacer evidente el vínculo con el barrio de Tepito (lugar donde se dice que nació la
moda), sino también con un lenguaje corporal, visual y verbal que muchos jóvenes
de distintas zonas de la ciudad y del Estado de México han adoptado:
“Ellas, sexys, con pantalones de mezclilla pegados -casi metidos con calzador- blusas de colores entalladas, escotadas y dejando ver el ombligo...* Ellos, buscando intimidar, con cortes de cabellos tipo mohicanos desvanecido y algunos “rayitos”, pantalones entubados, con gorras recargadas en figuras, lentes de colores, piedrantes […] Ambos con tenis tipo Jordán y algún distintivo de San Judas Tadeo o los colores verde, blanco y oro”.3
Los devotos atavían a las esculturas del santo (de yeso, fibra de vidrio, papel
mache, cerámica, plástico, entre otros materiales) con escapularios, collares,
dulces, fotografías y flores.
Otros elementos que saltan a la vista son los distintos objetos que se ofertan a
las afueras del templo, en su mayoría con los colores verde, amarillo y blanco. Se
hallan desde las playeras, aerografiadas o estampadas, con el nombre del que la
porta o de la “banda” a la que pertenece el sujeto; hasta collares, pulseras, velas,
flores, escapularios e imágenes con oraciones o frases acerca del santo.
Asimismo, los modos de pagar las “mandas” o agradecerle por sus favores
son diversos, algunos sujetos peregrinan, otros usan un hábito color blanco con
2 Gaona, Pavel, “Así se vive el 28 de cada mes” en Chilango, 02 de marzo del 2015, México Pág. 3
3 Salazar, Paris A., “Wapiteñas y tepichulos van a la iglesia. Devoción a San Judas Tadeo” en
Chilango. Texto disponible en: http://www.chilango.com/cultura/nota/2013/10/28/devocion-a-san-judas-tadeo
verde y oro; obsequian flores, estampas, oraciones, comida, figuras en miniatura del
santo, dulces, escapularios, pulseras y otros objetos que son muy bien recibidos por
los asistentes. Incluso se regalan algunos para recibir bendiciones o milagros,
destacan entre ellos unas estrellas de foami pegadas a un dulce, en las que se lee:
“el próximo 28 regala 300 estrellas y recibirás un milagro de San Judas”.
Aunado a todo esto, y aunque las edades y procedencias sociales de los
devotos son variadas, quienes destacan en los artículos, fotografías y crónicas
urbanas, sin duda son los jóvenes autodenominados guapiteñas y tepichulos. El
culto incluso es difundido a través de una revista llamada Presencia Apostólica y de
una “Cápsula devocional” que se transmite los domingos por la mañana en la
estación 760 de AM.
El templo se ha convertido en un espacio del que este sector se ha
apropiado, en él pueden bailar reggaetón, conocer gente, drogarse, besarse, “ligar”
y por supuesto agradecer o pagar las mandas que hacen a San Judas Tadeo.
Incluso algunos chicos se quedan a dormir a las afueras del templo, en la plaza
dedicada a Francisco Zarco o en el metro Hidalgo.
De esta manera, aunque en términos “estrictos” se trata de un lugar público,
por los modos en que los distintos actores se han ido apropiando de él podríamos
decir que se trata de un espacio semi-privado o semi-público en el que paseantes,
periodistas, trabajadores y habitantes de la zona, fotógrafos, turistas, entre otros
actores sociales, se han ido formando una o varias imágenes acerca del fenómeno
“Sanjudero” en la ciudad.
Por ejemplo, resulta significativo que el sitio sea ofrecido en distintas
publicaciones como una “manifestación de religiosidad popular” que debe ser
visitada por uno en calidad de turista-observador que podría quedar sorprendido
ante los diversos modos en que los devotos visten e interactúan entre sí en el
denominado centro histórico de la ciudad.
Por otra parte, es destacable la manera en que los jóvenes que acuden al
templo son denominados por algunos paseantes y habitantes de la ciudad:
“Chacas”. La palabra que resulta significativa porque su sentido se relaciona con
jóvenes que roban, inhalan “monas” (estopas o paños humedecidos con algún
solvente industrial), fuman marihuana, beben alcohol barato, bailan y escuchan
reggaeton. Por ejemplo, una bloguera que vive cerca del templo escribe en un post
titulado San Judas ratero..... "El santo de los chakas? y ustéé que opina?, será
también de los drogadictos:
“La gente que es "fan" de este monigote, en su mayoría son drogadictos, que más desagradable ver a un supuesto devoto con su estatua de san judas en un brazo, y en la otra su "mona". ¿cómo es el festejo? Pues ese día, en las estaciones del metro, y en los paraderos de autobuses, se ven a estos singulares personajes, "taloneando" a la población desprevenida, y cuidado, si no cooperas "pa´la misa del santito", lo más seguro es que te harían cooperar a punta de cuchillo”4
De esta manera, otro de los imaginarios que se ha producido en torno al culto a San
Judas es el de un santo al que sólo acuden los rateros y “malvivientes” de la ciudad.
Y aunque actualmente la industria cultural mexicana invita a los habitantes y turistas
de la ciudad a que lo visite por ser una expresión de los usos y costumbres
mexicanos, la imagen que muchos de los habitantes de la ciudad se ha formado en
torno a éstos sujetos y su fe, suele reducirse a una categoría que, mientras para
muchos de los devotos es sólo un estilo o moda, para otros sujetos es signo de
delincuencia y marginación social.
Podríamos entonces afirmar que existen varios imaginarios sociales que se
han ido articulando en torno al culto a San Judas en la Ciudad de México. Por un
lado, nos encontramos con la propia manera en que los devotos se perciben a sí
mismos y a otros creyentes. Por otro lado, destacan las distintas crónicas urbanas
en las que predomina la asociación del culto con un asunto de religiosidad popular y
costumbrismo, por lo que al igual que la gastronomía o el arte, éste es ofrecido a los
paseantes como una más de las manifestaciones de la idiosincrasia de la ciudad.
Asimismo, encontramos otros imaginarios que asocian a los creyentes con un
montón de “chacas”, a los que se les rechaza y a la vez se les tolera públicamente,
porque siempre está latente el temor a ser asaltado o agredido.
Lo que resulta importante señalar de estos distintos imaginarios, es el papel
que precisamente la imaginación juega en los fragmentos de relatos, imágenes,
historias y mitos que cada uno toma para “armar una visión que nos deje poco más
tranquilos y ubicados en la ciudad” 5.
4 Texto disponible en:
http://yanosoyvirgen.blogspot.mx/2010/04/san-judas-ratero-el-santo-de-los-chakas.html 5 García Canclini, Néstor, Imaginarios urbanos, Buenos Aires, Editorial Universitaria de Buenos Aires,
1997. Pág. 93
Cada sujeto o colectividad, construye los imaginarios de acuerdo con lo que
ve o conoce, así como con aquello que no ve y/o sólo conoce superficialmente, de
ahí que las narrativas e imágenes que circulan sobre el culto a San Judas Tadeo,
sean tan diversas y heterogéneas, lo que a su vez provoca que la ciudad se halle
constituida de todo un entramado de significaciones que cada uno proyecta sobre sí
mismo y los otros.
Bibliografía:
● García Canclini, Néstor, Imaginarios urbanos, Buenos Aires, Editorial Universitaria
de Buenos Aires, 1997.
● ____________________, Las culturas populares en el capitalismo, México, Nueva
Imagen, 1989.
● “Diálogo con Néstor García Canclini ¿Qué son los imaginarios y cómo actúan en la
ciudad?” en Revista eure (Vol. XXXIII, N° 99), Santiago de Chile, agosto de 2007.
Pág. 89-99. Texto disponible en:
http://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0250-71612007000200008