El Tercer Chimpance - Jared Diamond

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El ser humano comparte el 98 porciento de su código genético con elchimpancé. Sin embargo, loshumanos son la especie dominanteen el planeta, han fundadocivilizaciones y religiones, handesarrollado maneras decomunicarse complejas y diversas,han descubierto la ciencia, hanconstruido ciudades y han creadoasombrosas obras de arte;entretanto, los chimpancés siguensiendo animales preocupadosprincipalmente por las necesidadesbásicas de la supervivencia. ¿Quétiene ese 2 por ciento de diferencia

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genética que ha supuestosemejante divergencia entreespecies tan emparentadasevolutivamente?En esta obra fascinante,provocadora, apasionada ydivertida, Jared Diamond,divulgador y científico de primeralínea mundial, investiga cómo el serhumano ha llegado a donde lo hahecho y qué implicaciones tienepara el futuro. Escrito con sus estilocaracterísticamente multidisciplinar,la obra de Diamond reúneconocimientos de biologíamolecular, genética, paleontología,

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antropología y etología. Con todoello construye un maravillosoretrato de lo que nos hacehumanos, y del extraordinariosignificado que eso encierra.

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Jared Diamond

El tercerchimpancé

Origen y futuro del animalhumano

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ePub r1.0casc 07.12.15

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Título original: The Third ChimpanzeeJared Diamond, 1992Traducción: María CornieroRetoque de cubierta: casc

Editor digital: cascePub base r1.2

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Dedicoestelibroamishijos,MaxyJoshua,conel

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deseodequelesayudeacomprenderdedóndeprocedemosyadondepuedequeestemosdirigiéndonos

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Agradecimientos

Es para mí un placer agradecer lascontribuciones que numerosas personashan realizado a este libro. De mispadres y mis profesores del RoxburyLatin School aprendí a perseguir misintereses por distintos caminos. Ladeuda contraída con mis numerososamigos de Nueva Guinea se haceevidente en la frecuencia con que citosus experiencias. Asimismo, estoy endeuda con muchos amigos científicos ycolegas profesionales que han tenido lapaciencia de explicarme las sutilezas desus especialidades y leer los borradores

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de mi obra. Las versiones previas de lamayoría de los capítulos aparecieroncomo artículos en las revistas Discovery Natural History. He sido muyafortunado al contar con la colaboraciónde John Brockman, mi agente; de LeónJaroff, Fred Golden, Gil Rogin, PaulHoffman y Marc Zabludoff, redactoresde Discover, de Alan Ternes y EllenGoldensohn, en Natural History; de loseditores Thomas Miller, de HarperCollins, y Neil Belton, de HutchinsonRadius Publishers; y de mi esposa,Marie Cohén.

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Prólogo

Es obvio que los humanos somosdistintos de todos los animales, comotambién lo es que hasta en el másmínimo detalle de nuestra anatomía yestructura molecular constituimos unaespecie de grandes mamíferos. Estacontradicción es la característica másintrigante de la especie humana y, pese aser de todos conocida, aún nos resultadifícil comprender cómo ha llegado aproducirse y qué significa.

Por un lado, observamos que unabismo aparentemente insalvable nossepara de las demás especies y así lo

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reconocemos al definir la categoríadenominada «animales». En esadefinición está implícita la idea de queconsideramos que los ciempiés, loschimpancés y las almejas compartenentre sí, pero no con nosotros, una seriede rasgos esenciales, a la vez quecarecen de otros rasgos que sonpatrimonio exclusivo de los humanos.Entre estas características singulares secuentan la capacidad de hablar, deescribir y de construir máquinascomplejas. Nuestra supervivenciadepende de la utilización deherramientas y no de nuestras manosdesnudas. Casi todos los humanos noscubrimos el cuerpo con ropas, y

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disfrutamos del arte, y muchos denosotros profesamos una religión.Estamos distribuidos por toda la Tierra;dominamos buena parte de su energía yproducción, y hemos comenzado aexplorar las profundidades oceánicas yel espacio. Asimismo, son privativos dela humanidad otros comportamientosmenos halagüeños, como el genocidio,la práctica de la tortura, la adicción asustancias tóxicas y el exterminiogeneralizado de otras especies. Aunquealgunos de estos rasgos (la utilizaciónde herramientas, por ejemplo) se hayandesarrollado de forma rudimentariaentre otras especies, los humanoseclipsamos a los animales incluso en

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esos aspectos.De esta suerte, a efectos prácticos y

legales, se considera que los humanosno somos animales. Cuando en 1859Darwin adelantó la hipótesis de que elser humano había evolucionado a partirdel simio, no es de sorprender que en unprincipio su teoría suscitara el rechazogeneral y no consiguiera desplazar latesis tradicional de que Dios habíacreado al hombre como un ser singular,opinión que todavía hoy es mantenidapor numerosas personas, incluidos el 25por ciento de los licenciadosuniversitarios estadounidenses.

No obstante, también es evidente quelos humanos somos animales, tal como

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lo demuestra nuestra estructura física,molecular y genética. La evidencia estan obvia que nos permite afirmar conseguridad qué tipo concreto de animalessomos. Nuestra semejanza externa conlos chimpancés es tan acusada queincluso los anatomistas del siglo XVIII,aun siendo firmes defensores de lateoría de la creación divina,reconocieron esa afinidad. Imaginemospor un momento que después de escogera unas cuantas personas normales, lasdesnudásemos y les quitásemos todassus posesiones, privándolas, asimismo,de la facultad del habla, de modo que sucapacidad de comunicación quedarareducida al gruñido, todo ello sin alterar

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en absoluto su anatomía. Una vez hechoesto, las encerraríamos en una jaula \ delzoológico contigua a la de loschimpancés. Esas personas enjauladas ysin capacidad para hablar apareceríanante la mirada de los visitantes del zoocomo lo que realmente somos,chimpancés con poco pelo que andanerguidos. Un zoólogo del espacioexterior no albergaría la menor duda alclasificarnos como la tercera especie delos chimpancés, junto a los chimpancéspigmeos del Zaire y a los chimpancéscomunes del resto del África tropical.

Los estudios de genética molecularrealizados en los últimos seis años hanrevelado que continuamos compartiendo

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más del 98 por ciento de nuestroprograma genético con las otras dosespecies de chimpancés. La distanciagenética global que nos separa de loschimpancés es incluso menor que ladistancia existente entre dos especies deaves tan próximas como las oropéndolasde ojos rojos y las de ojos blancos. Lahumanidad, por tanto, no se hadesprendido de la mayor parte de subagaje genético. Desde los tiempos deDarwin se han descubierto huesosfosilizados de cientos de criaturas querepresentan diversos estadiosintermedios entre los simios y loshumanos actuales, por lo que hoy díasería absurdo negar la incontrovertible

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evidencia. Lo que en otro tiempoparecía descabellado —la evolución delos humanos a partir de los simios— hademostrado ser la realidad.

Sin embargo, el descubrimiento denumerosos eslabones perdidos, lejos deresolver por completo el problema denuestros orígenes, lo ha dotado de mayorinterés. Los escasos rasgos del bagajegenético humano surgidos durante laevolución independiente de nuestraespecie, es decir, ese 2 por ciento degenes que nos distinguen de loschimpancés, deben de ser los quedeterminan nuestras característicasaparentemente únicas. La especiehumana ha experimentado pequeños

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cambios de trascendentes consecuenciascon bastante rapidez y en etapasrelativamente recientes de nuestrahistoria evolutiva. Tanto es así que hacesolo cien mil años, el hipotético zoólogodel espacio exterior nos habría tomadopor una especie más entre los grandesmamíferos. Cierto es que, ya entonces,los humanos tenían algunos rasgosconductuales particulares, en especial eldominio del fuego y la dependencia delas herramientas; ahora bien, talescomportamientos no le habrían parecidomás curiosos al visitante extraterrestreque la conducta de los castores o lostilonorrincos. Sea como sea, en eltranscurso de algunas decenas de miles

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de años —un período de duración casiinfinito comparado con la memoria deuna persona, pero que no es sino unamínima fracción de la historia de nuestraespecie— hemos comenzado ademostrar las cualidades que nosconvierten en seres únicos yvulnerables.

¿Qué ingredientes fundamentales nosconvirtieron en seres humanos? Como yase ha dicho, nuestras cualidadesexclusivas han aparecido hacerelativamente poco y como consecuenciade cambios menores, lo que nos lleva apensar que los animales ya las poseían,cuando menos de forma embrionaria.¿Qué elementos del mundo animal son

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los precursores del arte, el lenguaje, elgenocidio y la drogadicción?

Las cualidades que singularizan a lahumanidad son las responsables denuestro actual éxito biológico comoespecie. No hay ningún otro animal degran tamaño que habite en todos loscontinentes ni que tenga capacidad parareproducirse en todos los hábitats, desdelos desiertos y el Ártico hasta las selvastropicales. Desde el punto de vistanumérico, ninguna población deanimales salvajes de gran tamañorivaliza con los humanos. Ahora bien,dos cualidades exclusivas de lahumanidad se han tornado amenazas

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para la propia existencia de la especie;me refiero a la propensión a matarnosunos a otros y a la de destruir el entornoen que vivimos. Con esto no se pretendedecir que estas tendencias sean ajenas alas demás especies; así, por ejemplo,entre los leones y otros muchos animalesse practica el asesinato de los miembrosde la propia especie, en tanto que loselefantes, entre otros, deterioran suentorno. Sin embargo, es en la especiehumana donde estas inclinacionesentrañan una amenaza mayor dadas laavanzada tecnología y la fuerzanumérica que nos caracterizan.

Las profecías que amenazan con lainminente destrucción del mundo, en

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caso de que no nos arrepintamos, noconstituyen novedad alguna; lo que sírepresenta una novedad es laprobabilidad de que la profecía llegue acumplirse, y esto es así por dos motivosevidentes. En primer lugar, elarmamento nuclear ha puesto a nuestroalcance la posibilidad de borrar lapresencia humana de la superficieterrestre en un período muy breve,posibilidad de la que carecían nuestrospredecesores. En segundo lugar, en laactualidad estamos apropiándonos dealrededor del 40 por ciento de laproductividad neta de nuestro planeta(en otras palabras, la energía netagenerada por la luz solar); dado que la

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población humana mundial se duplicacada cuarenta años, no tardaremos enllegar al límite biológico delcrecimiento, momento en el que nosveremos obligados a entablar unaencarnizada lucha por la participaciónen los recursos inalterables del mundo.Además, nuestra supervivencia dependede la existencia de otras muchasespecies, pero al ritmo actual deexterminio, para el próximo siglo lamayoría de las especies que pueblan elmundo se habrán extinguido o estarán enpeligro de extinción.

¿A qué propósito sirve enunciarestos hechos deprimentes de sobraconocidos? ¿Para qué rastrear los

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orígenes animales de nuestrascualidades destructivas? Decir queforman parte de nuestra herenciaevolutiva equivale a afirmar que estángenéticamente determinados y son, enconsecuencia, inamovibles.

A pesar de todo, nuestra situación noes desesperada. Aun cuando el impulsoque nos lleva a asesinar a los extraños ya los rivales sexuales sea innato, ello noha impedido que las sociedadeshumanas intentasen contrarrestar talesinstintos y lograsen salvar a la mayoríade las personas del destino de morirasesinadas. Incluso teniendo en cuentalas dos guerras mundiales, la proporciónde personas fallecidas de muerte

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violenta es mucho menor en los estadosindustrializados del siglo XX que en lassociedades tribales de la Edad dePiedra. La mayoría de las poblacioneshumanas actuales poseen una esperanzade vida superior a la de los humanos delpasado. Los ecologistas no siemprepierden las batallas libradas contra lospromotores inmobiliarios y losdestructores del medio ambiente. Hoydía se ha hecho posible mitigar, eincluso curar, algunas enfermedadesgenéticas, como la fenilcetonuria y ladiabetes juvenil.

El propósito que nos anima arepasar la situación actual es ayudar aevitar que repitamos nuestros errores, de

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modo que el conocimiento de nuestropasado y nuestras inclinaciones sirva decorrectivo para la conducta futura. Esaes la esperanza que ha inspirado ladedicatoria de este libro. Mis hijosgemelos nacieron en 1987 y tendrán laedad que yo tengo ahora en el año 2041.La tarea que hoy nos ocupa es moldearel mundo en el que vivirán.

Con este libro no se pretendeproponer soluciones específicas anuestros problemas, puesto que lassoluciones que deberíamos adoptarestán muy claras en líneas generales.Entre ellas, pueden mencionarse frenarel crecimiento de la población, limitar oeliminar el armamento nuclear,

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desarrollar medios pacíficos pararesolver las disputas internacionales,reducir nuestro impacto en el entorno ypreservar las especies y los hábitatsnaturales. Hay muchos libros excelentesen los que se realizan propuestasdetalladas sobre el modo de llevar a lapráctica estos programas, y en algunoscasos ya han comenzado a aplicarsesoluciones de este tipo, de modo que«tan solo» falta desarrollar unaplanificación coherente y global. Si hoytodos tomáramos conciencia de quedichos programas son esenciales,habríamos dado el primer paso paraponerlos en práctica el día de mañana.

Sin embargo, la voluntad política

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necesaria para llevarlos a cabo brillapor su ausencia, y es esa voluntad la quepretendemos impulsar a través de estelibro y del estudio de la historia denuestra especie. Los problemas que nosaquejan están profundamente enraizadosen la herencia animal de la humanidad,vienen desarrollándose desde hace largotiempo a la vez que el poder y el pesonumérico de la especie humana, y en laactualidad han entrado en un proceso deaceleración. Para convencernos de lainevitabilidad del resultado a que nosaboca nuestro miope proceder, basta conanalizar las numerosas sociedades delpasado que se destruyeron a sí mismasal destruir sus recursos básicos,

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sociedades que, sin embargo, nocontaban con unos medios deautodestrucción tan poderosos como losde hoy día. La historia política justificael estudio de los estados y gobernantesindividuales por la oportunidad quebrinda para aprender del pasado. Esamisma justificación es más aplicable sicabe al estudio de nuestra historia comoespecie, dado que las lecciones que nosenseña son más claras y sencillas.

Un volumen que abarca un campo tanamplio como el que nos ocupa ha de serselectivo. A buen seguro, el lectordescubrirá que se han omitido algunosde sus temas favoritos y, en su opinión,

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cruciales, en tanto que otros se hanestudiado con prolijo y sorprendentedetalle. Con objeto de que nadie sellame a engaño, quiero comenzar porexplicar cuáles son mis interesespersonales y cómo se originaron.

Mi padre es médico, y mi madre,que tiene un don especial para laslenguas, se dedica profesionalmente a lamúsica. Siempre que de pequeño mepreguntaban qué quería ser de mayor,contestaba que médico, como mi padre.Cuando cursaba mi último año en launiversidad, mis intereses se habíanreorientado hacia la investigaciónmédica. Así pues, en mis prácticas deposgrado me especialicé en el área de la

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fisiología, en la cual desarrollo ahorauna labor docente e investigadora en laFacultad de Medicina de la Universidadde California, sita en Los Ángeles.

Ahora bien, hacia los siete añoscomencé a interesarme por laornitología y, además, tuve la suerte deasistir a una escuela en la que mepermitieron profundizar en el estudio delas lenguas y la historia. Después depresentar mi tesis doctoral, laperspectiva de consagrar el resto de mivida profesional a la fisiología se meantojaba cada vez más opresiva. Poraquel entonces, una afortunadaconjunción de sucesos y personas meofreció la oportunidad de pasar un

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verano en la zona montañosa de NuevaGuinea. El objetivo oficial del viaje erainvestigar los hábitos de nidificación delas aves de Nueva Guinea, proyecto quese desvaneció tristemente cuando, alcabo de unas semanas, tuve quereconocer mi incapacidad paraencontrar ni un solo nido en medio de laselva. Sin embargo, el verdaderopropósito del viaje se cumplió concreces, y no era otro que el deentregarme a mi afán de aventuras yobservar el comportamiento de las avesen una de las regiones salvajes mejorconservadas del mundo. La observaciónde las fabulosas aves de Nueva Guinea,entre las que se cuentan los tilonorrincos

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y las aves del paraíso, me impulsó adesarrollar una trayectoria profesionalparalela, dedicada al estudio de laecología, la evolución y la biogeografíade las aves. Desde entonces he realizadouna docena de viajes a Nueva Guinea yotras islas de esa zona del Pacífico conobjeto de proseguir mis investigacionesornitológicas.

Ahora bien, al ver cómo seaceleraba el proceso de destrucción delas aves y los bosques que tanto amabade Nueva Guinea, comprendí que nopodría seguir trabajando sin implicarmeen la conservación de la naturaleza. Asípues, comencé a combinar misinvestigaciones académicas con el

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trabajo aplicado, actuando como asesorgubernamental y aprovechando misconocimientos sobre la distribución delas poblaciones animales para proyectarun sistema de parques nacionales ysupervisar los proyectos que ya estabanen marcha. Asimismo, resultaba difíciltrabajar en Nueva Guinea —donde cada30 kilómetros se habla una lenguadiferente y donde aprender los nombresde las aves en cada una de las lenguaslocales demostró ser la clave paraexplotar los enciclopédicosconocimientos ornitológicos de losnativos— sin retomar mi antiguo interéspor las lenguas.

Por encima de todo, no era fácil

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estudiar la evolución y la extinción delas especies de aves sin desearcomprender la evolución y la posibleextinción del Homo sapiens, la especiemás interesante con diferencia. Hacercaso omiso de ese interés esparticularmente difícil en Nueva Guinea,un país de enorme diversidad humana.

Esas fueron las vías por las quellegué a interesarme en lascaracterísticas del ser humano en las quese hace hincapié en este libro. Puestoque disponemos de numerosas yexcelentes obras de antropólogos yarqueólogos que analizan la evoluciónhumana desde el punto de vista de lasherramientas y los huesos, en estas

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páginas tan solo se ofrecerá un breveresumen de estos aspectos. Con todo, enesos volúmenes apenas se concedeespacio a mis intereses particulares, esdecir, el ciclo vital humano, la geografíahumana, el impacto del ser humano en elmedio ambiente y los seres humanos entanto que animales, temas que, sinembargo, son tan cruciales para laevolución humana como puedan serlolos que se tratan tradicionalmente.

Debo aclarar que he estimadooportuno presentar lo que a primeravista puede parecer unasobreabundancia de ejemplos tomadosde Nueva Guinea. Si bien es cierto queNueva Guinea no es más que una isla,

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situada en una zona concreta del mundo(el Pacífico tropical), y que difícilmentepuede proporcionar una muestraaleatoria y representativa de lahumanidad actual, debe tenerse encuenta que la riqueza humana de esa islano está en correlación con sus limitadasdimensiones. Alrededor de mil de lasaproximadamente cinco mil lenguas delmundo se hablan solo en Nueva Guinea,y la isla también alberga buena parte dela diversidad humana que pervive en elmundo moderno. Las tribus montañesasdel interior de Nueva Guinea vivían enla Edad de Piedra hasta hace muy poco,en tanto que muchos grupos de lasllanuras llevaban una existencia nómada

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basada en la caza, la pesca y larecolección, y recurrían a la agriculturasolo como actividad complementaria. Laxenofobia y, en consecuencia, ladiversidad cultural eran muy acusadas,hasta el punto de que traspasar lasfronteras del territorio de la propia tribuera un viaje suicida. Muchos de loshabitantes de Nueva Guinea que hantrabajado conmigo son cazadoresexperimentadísimos cuya infanciatranscurrió en los tiempos en queimperaban los sentimientos xenófobos yse utilizaban utensilios de piedra. Asípues, la Nueva Guinea actual sirve parailustrar cómo era la mayor parte delmundo en otras épocas.

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La historia del ascenso y la caída de laespecie humana se divide naturalmenteen cinco partes. En la primera,seguiremos la evolución de los humanosdesde hace varios millones de añoshasta las vísperas de la aparición de laagricultura, hace diez mil años. Estosdos capítulos se dedican al análisis dela evidencia proporcionada por lasherramientas, los huesos y la dotacióngenética de los humanos, evidencia quese conserva en los archivos dearqueología y bioquímica y que nosproporciona la información más directasobre los cambios experimentados porlos humanos. Muchos huesos fosilizados

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y herramientas pueden datarse, y de esadatación es posible deducir la época enque se produjeron dichos cambios.Examinaremos los datos que sirven debase a la conclusión de que en un 98 porciento de nuestros genes aún seguimossiendo chimpancés, y trataremos decomprender cómo el 2 por cientorestante provocó el gran salto adelantede la especie humana.

La segunda parte del libro estádedicada al estudio de los cambios delciclo vital humano, cambios tanesenciales para el desarrollo dellenguaje y del arte como lo fueron lasmodificaciones del esqueleto humanoanalizadas en la primera parte. Decir

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que seguimos alimentando a nuestroshijos después de la lactancia en lugar dedejar que sobrevivan por sus propiosmedios; que la mayoría de los hombres ymujeres adultos forman parejas; que lamayoría de los padres, así como lasmadres, proporcionan cuidados a sushijos; que muchas personas viven losuficiente como para conocer a susnietos, y que las mujeres sufren lamenopausia es repetir cosas más quesabidas. Sin embargo, estascaracterísticas, que para nosotros son lanorma, constituyen una anomalíarespecto de los animales con los quetenemos un parentesco más cercano yrepresentan modificaciones

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trascendentes de nuestra condiciónancestral. Ahora bien, como no dejanhuella en forma de fósiles, no nos esdado conocer sus orígenes, motivo porel cual los libros de paleontologíahumana les prestan mucha menosatención que a las transformaciones deltamaño del cerebro y de la pelvis. Sinembargo, revisten tanta importancia parael desarrollo cultural singular de laespecie humana como otros tipos decambios y merecen que se les concedala misma atención.

Después de haber examinado lasbases biológicas de nuestroflorecimiento cultural en las partesprimera y segunda del libro, la parte

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tercera se ocupa del análisis de losrasgos culturales que creemos que nosdistinguen de los animales. Los primerosque acuden a la mente son aquellos delos que más nos enorgullecemos: ellenguaje, el arte, la tecnología y laagricultura, los sellos distintivos delsalto adelante de la humanidad. Noobstante, entre los rasgos culturales quenos distinguen también hay algunosnegativos, como el abuso de sustanciasquímicas tóxicas. Aunque puedadiscutirse que esos signos distintivosson patrimonio exclusivo de lahumanidad, al menos hay que reconocerque representan grandes avances conrespecto a sus precursores en el mundo

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animal, pues precursores debieron detener, ya que el origen de esos rasgos esrelativamente reciente en términos de laescala evolutiva temporal. ¿Cuálesfueron esos precursores? ¿Era inevitableque florecieran en el curso de la historiade la vida en la Tierra? ¿Tan inevitablecomo para que supongamos que debe dehaber otros muchos planetas habitadospor seres tan avanzados como nosotros?

Además del abuso de sustanciasquímicas, entre nuestros atributosnegativos hay dos que constituyen unaseria amenaza para la supervivencia dela especie humana. La cuarta parte deeste libro se ocupa de la primera dedichas características, la propensión de

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los humanos a exterminar a otros gruposhumanos por motivos xenófobos. Esterasgo posee antecedentes animalesdirectos, que no son otros que elenfrentamiento entre individuos y gruposrivales, enfrentamiento que puederesolverse, en muchas especies, ademásde en la nuestra, con la eliminación delcompetidor. Los humanos nos hemoslimitado a emplear los avancestecnológicos para mejorar nuestracapacidad de exterminio. En la cuartaparte analizaremos la xenofobia y elextremado aislamiento quecaracterizaron la condición humanaantes de que el establecimiento de losestados políticos propiciara la

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homogeneización cultural. Veremoscómo la tecnología, la cultura y lageografía condicionaron el resultado dedos de los enfrentamientos entre gruposhumanos mejor conocidos. Acontinuación repasaremos la historiamundial de los asesinatos en masa decorte xenófobo. Se trata, sin duda, de untema doloroso que, sin embargo,también constituye el mejor ejemplo decómo nuestra negativa a confrontar lahistoria nos condena a repetir loserrores pasados en una escala máspeligrosa.

El otro rasgo negativo que en laactualidad amenaza la supervivencia denuestra especie es la escalada de la

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destrucción del entorno, conducta parala que también existen precursoresanimales directos. Algunas poblacionesanimales cuyo crecimiento escapó alcontrol de la acción de depredadores yparásitos no pudieron controlar sucrecimiento mediante mecanismosinternos, de tal suerte que semultiplicaron hasta el punto dedeteriorar su fuente básica de recursos,y en ocasiones allanaron el camino de supropia extinción. La especie humanacorre un serio peligro de seguir elmismo camino, dado que apenas se veafectada por la acción depredadora deotras especies, ha extendido suinfluencia a todos los hábitats del

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planeta y ha desarrollado una capacidadsin precedentes para destruir el medioambiente y a los demás animales.

Lamentablemente, muchas personascontinúan aferrándose a la fantasíarousseauniana que atribuye el origen deesta perniciosa conducta a la revoluciónindustrial, momento basta el cual loshumanos habrían vivido en armonía conla naturaleza. Si ello fuera cierto, nadatendríamos que aprender del pasado, aexcepción de que antaño fuimos muyvirtuosos y con el tiempo nos hemosvuelto perversos. La quinta parte dellibro se propone desmontar esa fantasíaa través del análisis de nuestra largahistoria de destrozos medioambientales.

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En la quinta parte, como en la cuarta, sehace hincapié en que la situación actualde la humanidad no representa unanovedad más que en una cuestión degrado. Intentar organizar una sociedadhumana a la vez que se desorganiza suentorno es un experimento que ya se harealizado muchas veces, y cuyosresultados están a la vista para extraerde ellos una enseñanza.

Este libro concluye con un epílogoen el que se examina nuestro ascensodesde la condición animal, así como laescalada de los medios que puedenprovocar nuestra caída. No habríaescrito este volumen si hubiera pensadoque ese riesgo era una posibilidad

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remota, como tampoco lo habría hechode haber creído que estamosirremisiblemente condenados. A fin deque, enfrentado a la historia de lahumanidad y a nuestros actualesproblemas ningún lector caiga en undesánimo tal que le impida captar elmensaje que pretendo transmitir, tambiénseñalo los signos esperanzadores y losmedios que nos pueden permitiraprender del pasado.

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Primera parte

UNA ESPECIE MÁSENTRE LOS GRANDES

MAMÍFEROS

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Las claves de cuándo, por qué y cómolos humanos dejamos de sersimplemente una especie más entre losgrandes mamíferos provienen de trestipos de evidencia. La primera parte deeste volumen está dedicada al análisisde los huesos fosilizados y los vestigiosde antiguas herramientas, es decir, a losdatos tradicionalmente estudiados por laarqueología, así como a otro tipo másnovedoso de evidencia que procede delos estudios de biología molecular.

Para abordar esta problemáticapodríamos comenzar por investigar lamagnitud de las diferencias genéticasque nos separan de los chimpancés,cuestión que formularemos en los

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siguientes términos: ¿qué porcentaje denuestros genes difiere del de loschimpancés: un 10, un 50 o un 99 porciento? Recurrir a la simple observacióndel aspecto externo de los humanos y loschimpancés o al recuento de sus rasgosvisibles sería inútil, puesto que lasmutaciones genéticas pueden tantocarecer de efectos visibles comodesencadenar cambios externosgeneralizados. Basta con considerar, porejemplo, que las diferencias visiblesentre algunas razas caninas, como losgrandes daneses y los pequineses, sonmucho mayores que las que distinguen alos humanos de los chimpancés. A pesarde ello, todas las razas caninas pueden

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cruzarse entre sí, como, de hecho, lohacen si se presenta la oportunidad(siempre que el acto sea mecánicamenteposible), lo que demuestra quepertenecen a la misma especie. Al ver aun gran danés y a un pequinés, unobservador desinformado pensaría quelas diferencias genéticas entres ambosson mucho mayores que las existentesentre chimpancés y humanos, cuando locierto es que las diferencias de tamaño,proporciones y pelaje que distinguen alas razas caninas dependen de unnúmero de genes relativamente pequeño,cuyas consecuencias son insignificantesdesde el punto de vista de la biologíareproductiva.

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¿Cómo podemos entonces estimar ladistancia genética que nos separa de loschimpancés? Los avances de la biologíamolecular realizados en los últimosaños han permitido, al fin, responder aesta pregunta, y la respuesta, además deresultar intelectualmente asombrosa,puede tener implicaciones éticas en eltrato que dispensamos a los chimpancés.Los estudios de biología molecular handemostrado que las diferenciasgenéticas entre los humanos y loschimpancés, aunque importantescomparadas con aquellas que separan alas distintas poblaciones humanas orazas caninas, son insignificantes encomparación con las diferencias

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existentes entre otros muchos pares deespecies emparentadas. Es evidente, portanto, que las mutaciones ocurridas enuna pequeña proporción del programagenético de los chimpancés ha tenidoconsecuencias enormes en la conductahumana. Por otro lado, los científicoshan logrado establecer una relaciónentre la distancia genética y el tiempotranscurrido y dar de ese modo unarespuesta aproximada a la pregunta deen qué momento los humanos y loschimpancés divergieron de suantepasado común, momento que sesitúa hace unos siete millones de años.

Ahora bien, aunque los resultados delos estudios de biología molecular

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ofrezcan medidas generales relativas ala distancia genética y al tiempotranscurrido, no aportan ningunainformación sobre cuáles son lasdiferencias específicas que distinguen alos humanos de los chimpancés, ni sobrecuándo aparecieron tales diferencias.Así pues, para seguir avanzandotendremos que acudir a los restos dehuesos y herramientas de los seres queocuparon estadios intermedios entrenuestro antepasado simiesco y loshumanos. La evolución de los huesosconstituye el tradicional objeto deestudio de la antropología física. En estaárea revisten especial importancia elaumento del tamaño del cerebro, las

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modificaciones del esqueleto asociadasa la adopción de la postura erecta, asícomo la disminución del espesor delcráneo, del tamaño de los dientes y delos músculos mandibulares.

El crecimiento del cerebro fue atodas luces un requisito previo aldesarrollo del lenguaje y de lacapacidad de innovación de loshumanos. En consecuencia, cabríaesperar que los estudios paleontológicosrevelaran un paralelismo muy acusadoentre el aumento del tamaño del cerebroy el grado de sofisticación de lasherramientas. Sin embargo, se hacomprobado que ambos fenómenosapenas están interrelacionados, y esto

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constituye uno de los mayores enigmasde la evolución humana. Una vez que elcerebro humano se hubo expandido hastaalcanzar unas dimensiones muypróximas a las actuales, los utensilios depiedra continuaron siendo muy toscosdurante cientos de miles de años. Hacetan solo cuarenta mil años, el hombre deNeanderthal poseía un cerebro mayorque el de los seres humanos de laactualidad y, sin embargo, susherramientas no revelan signos decapacidad de innovación ni el menortalante artístico. El hombre deNeanderthal era simplemente unaespecie más entre los grandesmamíferos. Incluso después de que otras

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poblaciones humanas hubieran adquiridoprácticamente la anatomía ósea de lahumanidad actual, sus herramientascontinuaron siendo tan pocoimaginativas como las de losneanderthales durante decenas de milesde años.

Estas paradojas vienen a corroborarla conclusión derivada de la evidenciaque aporta la biología molecular. Dentrode ese modesto porcentaje dediferencias genéticas que nos separan delos chimpancés, debe de haber unporcentaje aún menor que no esresponsable de la modificación denuestros huesos, sino del desarrollo delos atributos característicos de la

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condición humana, es decir, lacapacidad de innovación, el arte y lafabricación de herramientas complejas.Por lo menos en Europa, dichosatributos aparecieron inesperadamenteen el lapso de tiempo en que el hombrede Cromagnon reemplazó al deNeanderthal, época en que el serhumano, al fin, dejó de ser una especiemás entre los grandes mamíferos. Alfinal de la primera parte avanzaremosalgunas especulaciones sobre cuálesfueron los cambios que desencadenaronnuestro súbito ascenso a la condiciónhumana.

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1La historia de los tres

chimpancés

La próxima vez que el lector visite unzoo, le encarezco que no deje de echarun vistazo a las jaulas de los simios yque realice el ejercicio mental deimaginar que esos simios han perdido lamayor parte de su pelaje y que en unajaula vecina hay algunos infortunadoshumanos despojados de toda vestimentay privados de la facultad del habla,aunque normales en todos los demásaspectos. A continuación pediría al

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lector que intentase adivinar elporcentaje del programa genético,digamos un 10, un 50 o un 99 por ciento,que los chimpancés comparten con loshumanos.

La siguiente pregunta que podríaformularse el lector es por quéexhibimos enjaulados a esos simios yutilizamos a otros en experimentosmédicos, cuando estas prácticas estánprohibidas en el caso de los sereshumanos. Supongamos que el 99,9 porciento de los genes de los chimpancésfueran idénticos a los de los humanos yque las diferencias que nos separan deellos se debieran únicamente a unaproporción mínima de genes.

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¿Seguiríamos pensando que es correctoenjaularlos y experimentar con ellos?Pensemos en las desafortunadaspersonas que sufren una deficienciamental y cuya capacidad para resolverproblemas, cuidarse a sí mismas,comunicarse, participar en lasrelaciones sociales y sentir dolor esmucho menor que la de los simios. ¿Envirtud de qué lógica se prohíbe realizarexperimentos con esas personas y sepermite en el caso de los simios?

Podría argumentarse que basta contener en cuenta que los simios son«animales» y los humanos son humanos;que el código ético aplicado al trato delos humanos no debe hacerse extensivo a

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ningún «animal», por mucho que suprograma genético se parezca al nuestroy al margen de cuál sea su capacidadpara las relaciones sociales o paraexperimentar dolor. Ese argumento,aunque arbitrario, no carece de lógica nipuede desecharse a la ligera. En caso deaceptarlo, la ampliación de losconocimientos sobre nuestros parientesancestrales carecerá de consecuenciaséticas, lo que, no obstante, no impediráque satisfagamos la curiosidadintelectual que nos lleva a preguntarnosde dónde provenimos. Todas lassociedades humanas han sentido laprofunda necesidad de descubrir susorígenes, y cada una de ellas ha

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satisfecho esa necesidad narrando supropia historia de la Creación. Lahistoria de los tres chimpancés es lahistoria de la Creación de nuestra época.

El lugar que ocupamos en el reinoanimal se definió con bastante precisiónhace siglos. Es evidente quepertenecemos al grupo de losmamíferos, el cual se caracteriza portener el cuerpo recubierto de pelo, porlos cuidados dispensados a las crías ypor otra serie de características. Entrelos distintos grupos de mamíferos, loshumanos se inscriben a todas luces en elde los primates, que es también el de losmonos y los simios. Con los primates

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compartimos numerosos rasgos de losque carecen la mayoría de losmamíferos, como tener uñas planas enlos dedos en lugar de garras, manosprensiles, el pulgar oponible a los otroscuatro dedos y un pene que pendelibremente en vez de estar unido alabdomen. Ya en el siglo n, el médicogriego Galeno dedujo correctamente ellugar aproximado que los humanosocupamos en la naturaleza aldiseccionar diversos animales ydescubrir que el mono era «muy similaral hombre en sus vísceras, músculos,arterias, venas, nervios, así como en laforma de los huesos».

Tampoco es difícil situarnos dentro

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del grupo de los primates, dado quetenemos un parecido notablementemayor con los simios (gibones,orangutanes, gorilas y chimpancés) quecon los monos. Por mencionar tan solouno de los signos más visibles, ni loshumanos ni los simios tienen rabo, perolos monos sí. Es, asimismo, evidenteque los gibones, de pequeño tamaño ybrazos largos, son los simios mássingulares, en tanto que los orangutanes,los chimpancés, los gorilas y loshumanos están unidos por un parentescomás próximo que el de cualquiera deesos grupos con los gibones. Ahorabien, profundizar en la cuestión denuestro parentesco ha demostrado ser un

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problema inusitadamente intrincado queha suscitado un intenso debate científicocentrado en tres preguntas:

1. ¿Cuál es el árbol genealógicodetallado del parentesco entre loshumanos, los simios que existen en laactualidad y los simios ancestrales yaextinguidos? O en otros términos, ¿cuálde los simios actuales es nuestropariente más próximo?

2. ¿Hasta qué época compartimos unantepasado común con ese simio, seacual fuere, que es en la actualidadnuestro pariente más próximo?

3. ¿Qué proporción de nuestroprograma genético compartimos con

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nuestro pariente simiesco más próximo?

A primera vista, parecería lógicosuponer que la anatomía comparativapuede ofrecernos la respuesta a laprimera de estas preguntas. Laapariencia física de los humanos esparticularmente semejante a la de loschimpancés y los gorilas, primates delos que, por otro lado, nosdiferenciamos en rasgos evidentes,como el mayor tamaño cerebral, lapostura erecta y la menor cantidad depelo, así como en otros aspectos mássutiles. Sin embargo, un análisis másprofundo revela que estos factoresanatómicos no son decisivos. Las

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opiniones de los biólogos se handividido en función de lascaracterísticas anatómicas a las queconceden mayor importancia y a laforma de interpretarlas; mientras unaminoría sostiene que el orangután es elsimio más próximo al ser humano, y quela rama de los chimpancés y los gorilasse separó del tronco común de lossimios antes que la de los humanos y losorangutanes, otros biólogos, queconstituyen una mayoría, defienden lahipótesis de que los humanos tienen unparentesco más próximo con loschimpancés y los gorilas, lo quesignifica que los antepasados de losorangutanes habrían emprendido su

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propio camino evolutivo antes queaquellas especies.

La mayoría de los biólogospartidarios de la segunda hipótesismantienen que los gorilas y loschimpancés se parecen más entre sí quea los humanos, lo que implica que loshumanos emprendieron un caminoevolutivo propio antes que los gorilas ylos chimpancés. Esta conclusión reflejael punto de vista lógico según el cual loschimpancés y los gorilas puedenincluirse en la categoría denominada«simios», en tanto que los humanossomos diferentes. Ahora bien, tambiénpuede pensarse que el aspecto singularde los humanos se debe a que los

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chimpancés y los gorilas apenas hanevolucionado desde los tiempos en quecompartíamos con ellos un antepasadocomún, en tanto que los humanos hemosexperimentado unas transformacionesradicales en algunos rasgos importantesy muy visibles, como la postura erecta yel tamaño del cerebro. De ser cierta estaúltima hipótesis, tanto los humanos y losgorilas como los humanos y loschimpancés podrían ser las especiesmás próximas, aunque también cabría laposibilidad de que las tres especiesocuparan posiciones más o menosequidistantes en cuanto a su dotacióngenética.

Así las cosas, los anatomistas no han

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conseguido llegar a un consenso conrespecto a la primera pregunta, es decir,a la configuración precisa de nuestroárbol genealógico. En cualquier caso,sea cual sea el árbol genealógicoescogido, los estudios anatómicos nobastan por sí solos para esclarecer laspreguntas segunda y tercera, es decir, enqué momento se separó el caminoevolutivo de los humanos del de lossimios y qué distancia genética hay entreambas especies. No obstante, enprincipio parece posible que laevidencia procedente de los fósilessirva para resolver las cuestiones delárbol genealógico y la datación, aunqueno la distancia genética. Es decir, si

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dispusiéramos de numerosos fósiles,podríamos confiar en encontrar una seriede fósiles protohumanos y otra serie defósiles protochimpancés cuyaantigüedad fuera conocida y queconvergieran en un antepasado comúnhace unos diez millones de años, asícomo restos fósiles de este ancestrocomún, los cuales convergerían, a suvez, con una serie de fósiles de lospredecesores de los gorilas hace docemillones de años. Por desgracia, laesperanza de que el testimonio fósilpudiera iluminar estas cuestionestambién se ha desvanecido, puesto queapenas se han hallado fósiles de simiosafricanos correspondientes al relevante

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período comprendido entre los últimoscatorce y cinco millones de años.

La solución a las preguntas relativas anuestro origen provino de una fuenteinesperada: la biología molecularaplicada a la taxonomía de las aves.Hace unos treinta años, los biólogosmoleculares comenzaron a vislumbrar laposibilidad de que los componentesquímicos de las plantas y los animaleshicieran las veces de «relojes» con losque medir la distancia genética y datarlos momentos en que se produjerondivergencias evolutivas. La idea es lasiguiente: supongamos que existe undeterminado tipo de moléculas común a

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todas las especies y cuya estructura estágenéticamente determinada en el caso decada especie concreta. Sigamossuponiendo que esa estructura semodifica a un ritmo muy lento mediantemutaciones genéticas ocurridas en eltranscurso de millones de años y que elritmo de cambio es el mismo en todaslas especies. Dos especies procedentesde un antepasado común heredarían deeste la misma estructura molecular, pero,con el paso del tiempo, las mutacionesproducirían cambios estructurales en lasmoléculas, de modo que las estructurasmoleculares de las dos especies iríandivergiendo gradualmente. Sisupiéramos cuál es el promedio de

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cambios estructurales ocurridos cadamillón de años, podríamos utilizar ladiferencia actual entre la estructuramolecular de cualquier par de especiesanimales relacionadas a modo de reloj ycalcular el tiempo transcurrido desdeque ambas especies compartieron unantecesor común.

Imaginemos, por ejemplo, que laevidencia conservada en forma defósiles demuestra que los leones y lostigres divergieron a partir de su comúnantecesor hace cinco millones de años.Supongamos, asimismo, que estas dosespecies solo difieren en un 1 por cientode su estructura molecular. Si, acontinuación, tomásemos a un par de

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especies de historia fósil desconocida yobservásemos que su estructuramolecular difiere en un 3 por ciento, elreloj molecular nos diría que sus víasevolutivas divergieron hace tres vecescinco millones de años, es decir, hacequince millones de años.

Aunque sobre el papel estametodología parece muy sencilla, ponera prueba su validez ha costado grandesesfuerzos a los biólogos. Cuatro pasosprevios eran necesarios para poderutilizar los relojes moleculares: enprimer lugar, los científicos tenían quedecidir qué molécula era más adecuaday después descubrir un método rápidode medición de los cambios de su

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estructura; asimismo, debían demostrarque el reloj funcionaba a un ritmoregular (es decir, que la estructuramolecular realmente evoluciona almismo ritmo en todas las especiesestudiadas), y por último, establecercuál era ese ritmo.

Hacia 1970, los biólogosmoleculares ya habían resuelto los dosprimeros problemas. La molécula másadecuada resultó ser el ácidodesoxirribonucleico (ADN, enabreviatura), la famosa sustancia cuyaestructura consiste en una doble hélice,tal como demostraron James Watson yFrancis Crick, revolucionando con sudescubrimiento el estudio de la genética.

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El ADN está compuesto por dos cadenascomplementarias y de extraordinarialongitud, cada una de ellas formada porcuatro tipos de pequeñas moléculas cuyasecuencia dentro de la cadena transportatoda la información genética que setransmite de padres a hijos. Un métodorápido para medir los cambios en laestructura del ADN es mezclar ADN dedos especies y después calcular encuántos grados de temperatura se reduceel punto de fusión de la mezcla de ADN(ADN híbrido) con respecto al punto defusión del ADN puro correspondiente auna sola especie. Este método sueleconocerse por el nombre de hibridacióndel ADN. Se ha comprobado que un

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punto de fusión reducido en un gradocentígrado (en abreviatura, AT = 1 °C)significa que los ADN de las dosespecies difieren aproximadamente enun 1 por ciento.

En la década de 1970, la biologíamolecular y la taxonomía eran áreas deestudio separadas entre las que apenasse producía ningún intercambio deconocimientos. Uno de los pocostaxonomistas que supieron apreciar elpotencial de la nueva técnica de lahibridación de ADN fue Charles Sibley,un ornitólogo que por entonces trabajabacomo profesor de ornitología y directordel Museo Peabody de Historia Natural

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de Yale. La taxonomía ornitológica es uncampo que entraña grandes dificultades,debido a las fuertes restriccionesimpuestas por la facultad de volar de lospájaros. Por ejemplo, las solucionesestructurales adecuadas para que un avepueda atrapar insectos al vuelo sonlimitadas y, en consecuencia, las aves dehábitos similares suelen tener unascaracterísticas anatómicas muysemejantes, sean cuales sean susancestros. Así, por ejemplo, los buitresamericanos tienen un aspecto y unaconducta muy parecidos a los buitres delViejo Mundo, pese a que los biólogoshan llegado a la conclusión de que losprimeros están emparentados con las

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cigüeñas y los segundos con loshalcones, y que sus semejanzas hanresultado de su estilo de vida común.Descontentos con las limitaciones de losmétodos convencionales para el estudiodel parentesco entre las aves, Sibley yJon Ahlquist recurrieron en 1973 alreloj de ADN y llevaron a cabo la que,hasta el momento, sigue siendo laaplicación a mayor escala de losmétodos de la biología molecular a lataxonomía. Sibley y Ahlquist llegaron aaplicar el reloj de ADN a unas milsetecientas especies de aves, casi laquinta parte de las existentes, y nocomenzaron a publicar los resultados desus investigaciones hasta 1980.

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A pesar de su extraordinariatrascendencia, los hallazgos de Sibley yAhlquist suscitaron en un principio unaagitada controversia, simplementeporque muy pocos científicos poseían lacombinación de conocimientosnecesaria para comprenderlos.Enumeraré algunas de las reaccionestípicas escuchadas de boca de misamigos científicos:

«Estoy harto de oír hablar deeso. He dejado de prestaratención a cualquier cosa queescriban esos tipos» (Unanatomista).

«Sus métodos son correctos,

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pero ¿cómo puede interesarle anadie algo tan aburrido como lataxonomía de las aves?» (Unbiólogo molecular).

«Es interesante, pero antesde dar crédito a sus conclusioneshay que ponerlasexhaustivamente a prueba conotros métodos» (Unevolucionista).

«Sus resultados son laVerdad Revelada: no hay másremedio que creérselo» (Unespecialista en genética).

En mi opinión, este último punto devista demostrará ser el que más se

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aproxima a la realidad. Los principiosque sirven de fundamento al reloj deADN son incuestionables: Sibley yAhlquist emplearon una metodologíaimpecable, y la consistencia interna delas medidas de la distancia genética enmás de dieciocho mil hibridaciones deADN da testimonio de la validez de susresultados.

Demostrando tener tan buen sentidocomo Darwin, que dio a conocer susinvestigaciones sobre la evolución delos percebes antes de entrar a examinarel explosivo tema de la evoluciónhumana, Sibley y Ahlquist consagraronal estudio de las aves toda una décadade investigaciones con el reloj de ADN.

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Hasta 1984 no se publicaron lasprimeras conclusiones extraídas de laaplicación de la misma metodología alestudio del origen de la humanidad,conclusiones que pulirían enpublicaciones posteriores. Su estudio sebasaba en el ADN de los humanos y enel de todos nuestros parientes próximos,el chimpancé común, el chimpancépigmeo, el gorila, el orangután, dosespecies de gibones y siete especies demonos del Viejo Mundo. En la figura 1se resumen los resultados.

Tal como lo hubiera previstocualquier anatomista, la diferenciagenética mayor, expresada en unaacusada reducción del punto de fusión

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del ADN, es la existente entre el ADNde los monos y el ADN de los humanosy de los simios. Con esto no se ha hechosino asignar un número a algo con lo quetodo el mundo estaba de acuerdo desdeque la ciencia se interesó por los simios,a saber, que los humanos y los simiostienen entre sí un parentesco máspróximo que con los monos.Expresándolo en términos numéricos,los monos tienen el 93 por ciento de laestructura del ADN en común con loshumanos y los simios, y difieren de ellosen un 7 por ciento.

La segunda diferencia por orden deimportancia: el 5 por ciento que separael ADN de los gibones del ADN de

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otros simios y de los humanos tampococonstituye sorpresa alguna. Este datoconfirma la opinión generalmenteaceptada de que los gibones son lossimios más alejados de los humanos, yque estos tienen mayores afinidades conlos gorilas, los chimpancés y losorangutanes. Estudios anatómicosrecientes han demostrado que entre estostres últimos grupos de simios, losorangutanes son los más singulares,conclusión que de nuevo concuerda conlos resultados de las pruebas de ADN,que arrojan una diferencia del 3,6 porciento entre el ADN de los orangutanesy el de los humanos, gorilas ychimpancés. La evidencia geográfica

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confirma que estas tres especies sesepararon de los gibones y losorangutanes hace mucho tiempo, puestoque estos dos últimos grupos solo seencuentran en el sudeste de Asia, ya seaen forma de fósiles o de especímenesvivos, en tanto que los gorilas y loschimpancés actuales y los fósileshumanos más antiguos estánconcentrados en África.

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FIGURA 1. Para estudiar la genealogía decualquier par de primates superiores denuestros tiempos deben seguirse las líneasque parten de su nombre hasta el punto negroque las conecta. Los números de la izquierda

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indican el porcentaje de ADN en quedifieren, y los de la derecha son unaestimación de los millones de añostranscurridos desde el momento en quecompartieron un ancestro común. Porejemplo, el chimpancé común y elchimpancé pigmeo difieren en alrededor deun 0,7 por ciento de su ADN y separaron suslíneas evolutivas hace unos tres millones deaños; los humanos diferimos en un 1,6 porciento de nuestro ADN de ambas especies dechimpancés y nos separamos de nuestroancestro común hace unos siete millones deaños; los gorilas difieren enaproximadamente un 2,3 por ciento de suADN de los humanos y los chimpancés, y sesepararon hace unos diez millones de añosdel ancestro común que luegocompartiríamos los humanos con las dosespecies de chimpancés.

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Los resultados relativos a lassemejanzas tampoco resultan insólitos:los ADN más similares son los de loschimpancés comunes y los chimpancéspigmeos, idénticos en un 99,3 por cientoy diferentes en solo un 0,7 por ciento.Estas dos especies de chimpancés tienenuna apariencia tan semejante que hasta1929 los anatomistas ni siquiera sepreocuparon de darles nombresdiferentes. Los chimpancés que habitanen la zona ecuatorial del centro delZaire recibieron el nombre de«chimpancés pigmeos» porque tienen untamaño ligeramente menor (así como unaconstitución menos recia y unas patasmás largas) que los «chimpancés

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comunes», que pueblan la franja deÁfrica situada al norte del ecuador.Ahora bien, los descubrimientos sobrela conducta de los chimpancésrealizados en los últimos años hanpuesto de manifiesto que esas modestasdiferencias anatómicas encubrenconsiderables diferencias en el campode la biología reproductiva. Tal comolos humanos, y a diferencia de loschimpancés comunes, los chimpancéspigmeos adoptan una amplia gama deposturas para la copulación, incluida lapostura cara a cara; la iniciativa para lacopulación no es una prerrogativaexclusiva de los machos, que lacomparten con las hembras; las hembras

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son sexualmente receptivas durante casitodo el mes, y no solo durante un breveperíodo a mediados de mes; y, porúltimo, existen fuertes vínculos entre lashembras y entre machos y hembras, y nosolo entre los machos. Evidentemente, lapequeña diferencia genética (de un 0,7por ciento) que separa a los chimpancéspigmeos de los comunes tieneconsecuencias importantes en lafisiología y los roles sexuales. El temade las diferencias genéticas mínimas queposeen consecuencias notables volveráa tocarse en este capítulo y en elsiguiente a propósito del caso de loshumanos y los chimpancés.

En todos los ejemplos analizados

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hasta el momento, la evidenciaanatómica relativa al parentesco era depor sí bastante convincente, y losresultados de los estudios realizadoscon ADN se han limitado a confirmarlas conclusiones previas de losanatomistas. Ahora bien, los estudiosbasados en el ADN han conseguidoresolver un problema insoluble para laanatomía, el de la relación entrehumanos, gorilas y chimpancés. Talcomo se ve en la figura 1, los humanosdifieren de los chimpancés comunes y delos pigmeos en aproximadamente un 1,6por ciento del ADN y comparten conellos el 98,4 por ciento del ADN. Lasdiferencias entre los humanos y los

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chimpancés, por un lado, y los gorilas,por otro, es algo mayor, en torno al 2,3por ciento.

En este punto haremos una pausa conobjeto de asimilar la trascendencia deestas cifras.

El gorila debió de separarse denuestro árbol genealógico un poco antesde que los humanos y los chimpancésemprendieran vías evolutivasindependientes. Los chimpancés, y nolos gorilas, son nuestros parientes máspróximos, o dicho de otro modo, elpariente más próximo del chimpancé noes el gorila, sino el ser humano. Lataxonomía convencional ha reforzadonuestras tendencias antropocéntricas al

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afirmar que existía una dicotomíafundamental entre el poderoso serhumano, que se alza en solitario en lacima de la evolución, y los demássimios, seres inferiores sumidos en elabismo de la bestialidad. Es posible, sinembargo, que en el futuro lostaxonomistas vean la realidad desde elpunto de vista de los chimpancés,reconociendo que existe una dicotomíano muy acusada entre unos simiosligeramente más evolucionados (los treschimpancés, incluido el «chimpancéhumano») y otros algo menosevolucionados (gorilas, orangutanes ygibones). La distinción tradicional entre«simios» (definidos como chimpancés,

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gorilas, etcétera) y humanos responde auna falsa interpretación de los hechos.

La distancia genética (1,6 porciento) que separa a los humanos de loschimpancés pigmeos y comunes apenasduplica la que separa a los chimpancéspigmeos de los comunes (0,7 porciento), es menor que la que se da entredos especies de gibones (2,2 por ciento)y entre dos especies de aves de Américadel Norte tan próximas como lasoropéndolas de ojos rojos y las de ojosblancos (2,9 por ciento). Así, porejemplo, la hemoglobina principal de lasangre humana, es decir, la proteínaportadora de oxígeno que confiere a lasangre su característico color rojo, es

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idéntica en las doscientas ochenta y sieteunidades que la componen a lahemoglobina de los chimpancés. En esteaspecto, como en la mayoría, loshumanos no somos sino la terceraespecie de los chimpancés, y todo lo quepueda decirse al respecto de loschimpancés comunes y pigmeos esextensible a los humanos. Todos losrasgos visibles importantes que nosdistinguen de los demás chimpancés —postura erecta, gran tamaño cerebral,facultad del habla, escaso vello corporaly vidas sexuales peculiares— estánnecesariamente determinados por unescaso 1,6 por ciento de nuestroprograma genético.

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Si las distancias genéticas entre lasespecies se acumulasen a un ritmoconstante, funcionarían como un reloj dealta precisión. Para convertir ladistancia genética en tiempo absolutotranscurrido desde el momento en que secompartió un antepasado común solosería necesario realizar un cálculobasado en dos especies de las que seconociera tanto su distancia genéticacomo el momento en que divergieron,este último datado a partir de los restosfósiles independientes de ambasespecies. De hecho, en el caso de losprimates superiores, dos estimacionesindependientes permiten esclarecer estacuestión. Por un lado, el testimonio fósil

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indica que la divergencia entre losmonos y los simios se produjo entre losúltimos veinticinco y treinta millones deaños, y las pruebas de ADN revelan queesas especies difieren en un 7,3 porciento de su dotación genética. Por otrolado, la vía evolutiva de los orangutanesse separó de las de los chimpancés y losgorilas entre los últimos doce ydieciséis millones de años, y hoy díaesas especies difieren en un 3,6 porciento de su ADN. Al comparar estosdos ejemplos, se observa que laduplicación del tiempo evolutivo —elsalto de entre doce y dieciséis millonesde años a entre veinticinco y treintamillones de años— comporta una

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duplicación de la distancia genética (del3,6 al 7,3 por ciento del ADN). Debeconcluirse, en consecuencia, que el relojde ADN ha funcionado con bastanteprecisión entre los primates superiores.

Con esta metodología, Sibley yAhlquist llegaron a establecer la escalatemporal correspondiente a la evoluciónde la especie humana. Puesto que ladistancia genética entre humanos ychimpancés (1,6 por ciento) equivaleaproximadamente a la mitad de ladistancia genética entre orangutanes ychimpancés (3,6 por ciento), loshumanos debemos de haber recorridouna vía evolutiva independiente duranteaproximadamente la mitad de los doce a

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dieciséis millones de años de quedispusieron los orangutanes paraacumular sus diferencias genéticas conrespecto a los chimpancés. Es decir, loshumanos y los «otros chimpancés»emprendieron caminos evolutivosindependientes entre hace unos seis yocho millones de años. Prosiguiendocon el mismo razonamiento, los gorilasse separaron del antecesor común de lastres especies de chimpancés hace unosnueve millones de años, en tanto que laslíneas evolutivas de los chimpancéspigmeos y los chimpancés comunesdivergieron hace unos tres millones deaños. Sin embargo, cuando en 1954inicié mis estudios universitarios de

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antropología física, los libros de textoprescritos afirmaban que los humanoshabían divergido de los simios entre losúltimos quince y treinta millones deaños. Vemos, por tanto, que el relojgenético apoya una conclusión muycontrovertida, la misma que se extraeutilizando otros relojes molecularesbasados en las secuencias deaminoácidos de las proteínas, en elADN mitocondrial y en el pseudogén delas globinas de ADN. Todas estasmediciones coinciden en señalar que loshumanos han tenido una historia muybreve como especie independiente delos demás simios, mucho más breve delo que solía suponer la paleontología.

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¿Qué nos dicen estos resultados sobre laposición ocupada por los humanos en elreino animal? Los biólogos clasifican alos seres vivos en categoríasjerárquicas, cada una de las cualesincluye seres más afines que la anterior:subespecie, especie, género, familia,súperfamilia, orden, clase y phylum. LaEnciclopedia Británica, como todos lostextos de biología que ocupan misestantes, afirma que los humanos y lossimios pertenecen al mismo orden, el delos primates, así como a la mismasúperfamilia, denominada Hominoidea,pero a familias diferentes, la de losHominidae y la de los Pongidae,

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respectivamente. La decisión de si lasinvestigaciones de Sibley y Ahlquistalteran o no esta clasificación dependeráde la concepción de la taxonomía que seadopte. Los taxonomistasconvencionales agrupan a las especiesen categorías superiores, basándose encriterios en cierto modo subjetivossobre la importancia de las diferenciasque las separan. Esos taxonomistassitúan a los humanos en una familiaindependiente atendiendo a sus rasgosfuncionales distintivos, como el grantamaño cerebral y la bipedación, y unaclasificación de esa índole no se veráafectada por las medidas de la distanciagenética.

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No obstante, otra escuelataxonómica, denominada cladística,argumenta que la clasificación deberíafundarse en criterios objetivos yuniformes, como la distancia genética ylos momentos de divergencia de laslíneas evolutivas. Todos lostaxonomistas coinciden hoy día en quelas oropéndolas de ojos rojos y de ojosblancos pertenecen al género Víreo, y enque las distintas especies de gibones sondel género Hylobates. Ahora bien, losmiembros de estos pares de especiesestán más alejados entre sí en términosgenéticos que los humanos y loschimpancés, y, por otro lado, sus líneasevolutivas divergieron hace más tiempo.

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Así pues, atendiendo a este criterio, loshumanos no constituyen una familiaseparada, ni siquiera un género aparte,sino que pertenecen al mismo géneroque los chimpancés comunes y pigmeos.Dado que el género Homo, el de loshumanos, se definió antes que el de Pan,acuñado para los «otros» chimpancés,Homo tiene prioridad según las reglasde la nomenclatura zoológica. Debemosconcluir, por tanto, que en la actualidadcoexisten en la Tiérra tres especies delgénero Homo: el Homo troglodytes ochimpancé común; el Homo paniscus ochimpancé enano, y el tercer chimpancé,que es el Homo sapiens o chimpancéhumano. Puesto que los gorilas no son

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muy distintos de las otras especies, casipodría considerárseles con igualfundamento la cuarta especie del géneroHomo.

Pero incluso los taxonomistaspartidarios de la cladística sonantropocéntricos, por lo que incluir ahumanos y chimpancés en un mismogénero, sin duda supondría para ellos unamargo trance. No obstante, esindudable que cuando quiera que loschimpancés aprendan cladística, o el díaen que los taxonomistas del espacioexterior visiten la Tierra para hacer elinventario de sus habitantes, no separarán en mientes a la hora de adoptarla nueva clasificación.

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¿Cuáles son los genes concretos quediferencian a los humanos de loschimpancés? Antes de entrar aconsiderar esta cuestión, será precisoque comprendamos cómo funciona elADN, nuestro material genético.

Es posible que una gran parte delADN de los humanos, cuya función esdesconocida, sea un «desechomolecular», es decir, moléculas de ADNque se han duplicado o han perdido lasfunciones que desempeñaban antes y quela selección natural no ha eliminado delcuerpo porque carecen de efectosnocivos. Entre las funciones conocidasdel resto del ADN, las principales estánasociadas con las largas cadenas de

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aminoácidos denominadas proteínas.Algunas proteínas componen una partemayoritaria de nuestra estructuracorporal (como la queratina del pelo yel colágeno de los tejidos conjuntivos),en tanto que otras proteínasdenominadas enzimas sintetizan odescomponen la mayoría de las demásmoléculas que forman nuestroorganismo. Las secuencias formadas porlas pequeñas moléculas que componenel ADN (nucleótidos) determinan lasecuencia de aminoácidos de lasproteínas del organismo. Otras partesdel ADN desempeñan la función deregular la síntesis de las proteínas.

Entre los rasgos observables de los

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humanos, los más sencillos decomprender desde el punto de vistagenético son los derivados de una únicaproteína o de un único gen. Por ejemplo,la proteína que transporta el oxígeno dela sangre, que, como ya se ha dicho, sedenomina hemoglobina, está compuestapor dos cadenas de aminoácidos, cadauna de ellas determinada por una únicaporción de ADN (por un único «gen»).Esos dos genes carecen de otros efectosobservables que no sean laespecificación de la estructura de lahemoglobina, proteína que solo seencuentra en los glóbulos rojos de lasangre, y a la inversa, la estructura de lahemoglobina está totalmente

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especificada por esos genes. Losalimentos que ingerimos y el ejercicioque realizamos pueden condicionar lacantidad de hemoglobina que tenemos enla sangre, pero no los pormenores de suestructura.

La situación que acabamos dedescribir es la más sencilla, perotambién existen genes que ejercen unainfluencia en muchos rasgosobservables. Por ejemplo, la afeccióngenética letal, denominada enfermedadde Tay-Sachs, comporta muchasanomalías tanto conductuales comoanatómicas: excesiva secreción salival,rigidez corporal, piel amarillenta ydesarrollo anormal de la cabeza, entre

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otros síntomas. En este caso, sabemosque todos los efectos observablesresultan de los cambios ocurridos en unaúnica enzima determinada por el gen deTay-Sachs, pero desconocemos de quémanera exacta se operan esos cambios.Dado que la enzima en cuestión formaparte de muchos tejidos corporales yactúa descomponiendo uno de loselementos más comunes de las células,las alteraciones que la afectan poseenconsecuencias generalizadas y, en últimainstancia, mortales. A la inversa, hayrasgos (como la altura en la edad adulta)que sufren la influencia simultánea denumerosos genes y de diversos factoresambientales (por ejemplo, la nutrición

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durante la infancia).Los científicos han llegado a

comprender con precisión la función denumerosos genes que actúan sobreproteínas individuales conocidas, perono así la función desempeñada por losgenes que contribuyen a especificarrasgos que tienen una pluralidad defuentes, como es el caso de la mayorparte de los comportamientos. Seríaabsurdo pensar que algunos signosdistintivos de la humanidad, como elarte, el lenguaje y la agresión, dependende la influencia de un único gen. Lasdiferencias conductuales entre losindividuos humanos están sujetas aimportantes influencias ambientales y su

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posible condicionamiento genético esuna cuestión muy debatida. Ahora bien,es probable que los comportamientosque difieren consistentemente entre loschimpancés y los humanos esténgenéticamente determinados, aunque aúnno se han podido identificar los genes delos que dependen esas diferencias. Porejemplo, la facultad del habla,característica de los humanos de la quecarecen los chimpancés, depende a buenseguro de los genes que determinan laanatomía del aparato vocal y de lasconexiones cerebrales. Un psicólogoadoptó a un pequeño chimpancé de laedad de su hija y los crió juntos, pero elchimpancé siguió pareciendo un

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chimpancé y no aprendió a hablar ni aandar erguido. Por el contrario, el queun ser humano llegue a hablar confluidez el inglés o el coreano nodepende en absoluto de sus genes, sinodel medio lingüístico donde transcurresu niñez, y así ha quedado demostradoen el aprendizaje lingüístico de losniños coreanos adoptados por padres delengua inglesa.

Con estos datos en mente, ¿quépuede decirse con respecto al 1,6 porciento de ADN que distingue a loshumanos de los chimpancés? Sabemosque los genes que especifican lahemoglobina principal son idénticos enambas especies y que otros genes

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muestran diferencias mínimas. En lasnueve cadenas de proteínas de loshumanos y los chimpancés comunesestudiadas hasta la fecha, de un total demil doscientos setenta y un aminoácidos,tan solo cinco son diferentes: lamioglobina, un aminoácido que seencuentra en una de las proteínas de losmúsculos; otro que forma parte de lacadena delta, una cadena pocoimportante de la hemoglobina, y tresaminoácidos incluidos en la enzimadenominada anhidrasa carbónica. Ahorabien, aún no se ha descubierto quéelementos del ADN son responsables delas diferencias funcionalmentesignificativas entre humanos y

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chimpancés que examinaremos en loscapítulos 2 al 7: tamaño cerebral,anatomía de la pelvis, del aparato vocaly de los genitales, cantidad de vellocorporal, ciclo menstrual de la hembra,menopausia y otros rasgos. Los cincoaminoácidos diferentes detectados hastala fecha no son los responsables de estasdiferencias cruciales. Por el momento,tan solo puede afirmarse con certeza quebuena parte de nuestro ADN estáconstituido por meros desechos, comoya se ha comprobado en parte de ese 1,6por ciento que nos distingue de loschimpancés, y que el factor determinantede todas las diferencias funcionalmentesignificativas debe de ser una pequeña

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fracción aún no identificada de ese 1,6por ciento de ADN.

Dentro de esa pequeña fracción deADN exclusiva de los humanos, algunasdiferencias tendrán consecuenciasorgánicas más importantes que otras.Para empezar, la mayoría de losaminoácidos de las proteínas pueden serespecificados por al menos dossecuencias alternativas de nucleótidosdel ADN. Por ello, la transformación deuna de esas secuencias en su secuenciaalternativa es una mutación«silenciosa», por cuanto no producecambios en las secuencias deaminoácidos de las proteínas. Inclusocuando la transformación de un

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nucleótido desencadena la sustitución deun aminoácido por otro, es posible queel nuevo aminoácido posea unaspropiedades químicas muy similares oesté localizado en partes de la proteínarelativamente inservibles.

No obstante, algunos componentesde las proteínas son cruciales para elfuncionamiento de estas. La sustituciónde un aminoácido por otro químicamentedistinto en uno de esos componentestiene muchas probabilidades de producirefectos detectables. Así, por ejemplo, laanemia falciforme, una enfermedad enmuchos casos mortal, se deriva de uncambio en la solubilidad de lahemoglobina provocado por la

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transformación de uno solo de losdoscientos ochenta y siete aminoácidosque componen la hemoglobina y queresulta, a su vez, de la transformación desolo uno de los tres nucleótidos queespecifican dicho aminoácido. Aunqueel cambio sea mínimo, comporta lasustitución de un aminoácido con carganegativa por otro neutro, lo que altera lacarga eléctrica total de la molécula dehemoglobina.

Como ya se ha dicho, no sabemos enqué genes o nucleótidos radican lasclaves de las diferencias entre humanosy chimpancés, pero sí se conocennumerosos ejemplos en los que un únicogen o un grupo reducido de genes

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producen efectos importantes.Acabamos de referirnos a las notoriasdiferencias que distinguen a losafectados por la enfermedad de Tay-Sachs de las personas sanas, diferenciasque ejemplifican cómo la alteración deuna sola enzima puede afectar a losindividuos de una misma especie. En lotocante a las diferencias entre especiesemparentadas, los cíclidos del lagoVictoria, en África, constituyen un buenejemplo. Los cíclidos son peces muycotizados en los acuarios, de los queunas doscientas especies habitanexclusivamente en el lago Victoria,habiendo evolucionado a partir de unúnico antepasado común en el transcurso

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de unos doscientos mil años. Esasdoscientas especies difieren en sushábitos alimentarios tanto como lostigres y las vacas. Algunos cíclidos senutren de algas, otros capturan peces,otros trituran caracoles de diversosmodos, y aún otros se alimentan deplancton, insectos, partículas prendidasen las escamas de otros peces, o bien seespecializan en devorar los embrionesde otros peces, arrebatándoselos a susmadres. A pesar de estas diferencias, losdistintos tipos de cíclidos del lagoVictoria solo se distinguen por términomedio en alrededor del 0,4 por cientodel ADN estudiado. Así pues, lasmutaciones necesarias para transformar

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a un pez capaz de triturar caracoles enun asesino de bebés fueron menores quelas requeridas para que el ser humanosurgiera del simio.

¿Tienen los descubrimientos sobre ladistancia genética entre humanos ychimpancés implicaciones de mayoralcance que las meras cuestionestécnicas de la nomenclatura taxonómica?Probablemente, las implicacionesfundamentales son las que conciernen anuestro modo de situar a los humanos y alos simios en el universo. Los nombresno son meros detalles técnicos, sino queexpresan y crean actitudes. (Si el lectordesea convencerse de esto, le sugerimos

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que esta misma noche realice el ensayode saludar a su pareja llamándola«cariño» o «asquerosa basura» sincambiar el tono de voz ni la expresión).Los últimos descubrimientos no indicanqué idea deberíamos formarnos sobrelos humanos y los simios; ahora bien, talcomo ocurrió con El origen de lasespecies de Darwin, probablementeinfluirán en la idea que ya nos hemosformado, aunque tengan que pasarmuchos años para que reajustemosnuestras actitudes. Mencionaremos tansolo un ejemplo de una de las áreascontrovertidas que pueden verseafectadas: la utilización de los simios.

En la actualidad, establecemos una

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división radical entre los animales,incluidos los simios, y los humanos,división que sirve de guía a nuestrocódigo ético y a nuestras acciones. Así,por ejemplo, como ya se ha señalado alcomienzo del capítulo, consideramosnormal exhibir a simios enjaulados enlos zoológicos, aunque nos pareceinaceptable hacer lo mismo con loshumanos. Cabe preguntarse cómoreaccionará el público cuando en elrótulo de la jaula de los chimpancés selea a modo de identificación Homotroglodytes. Sin embargo, de no ser porla empatia que la contemplación de lossimios enjaulados suscita en muchosvisitantes de los zoológicos, los

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esfuerzos conservacionistas paraproteger a los simios salvajesseguramente recibirían menor apoyoeconómico.

Asimismo, se ha señaladoanteriormente que consideramosaceptable someter a los simios, pero noa los humanos, a experimentos letalescon fines médicos. Los simios resultanútiles precisamente por su gran similitudgenética con los humanos: se les puedeninocular muchas de las enfermedadesque nos afectan y sus reaccionesorgánicas serán similares a las nuestras.Por ello, los experimentos con simiosconstituyen un medio mucho másadecuado para proyectar mejoras en los

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tratamientos médicos que losexperimentos con cualquier otro animal.

Esta elección ética plantea unproblema aún más espinoso que el deenjaular a los simios en los zoológicos.Al fin y al cabo, millones dedelincuentes están encerrados encondiciones peores que las de loszoológicos, pero no existe unequivalente socialmente aceptado de lainvestigación médica con animales en elcaso de los humanos, aun cuandorealizar experimentos letales con sereshumanos proporcionaría a los científicosuna información mucho más valiosa quela derivada de la investigación con loschimpancés. A pesar de ello, los

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experimentos con seres humanosrealizados por los médicos de loscampos de concentración nazis songeneralmente considerados como la másabominable de las aberraciones delnacionalsocialismo. ¿Por qué, entonces,no supone ningún problema darles elmismo trato a los chimpancés?

La línea divisoria que indique dóndematar se convierte en asesinato y dóndecomer se torna canibalismo debetrazarse en algún punto de la escalabiológica que asciende desde lasbacterias hasta los humanos. Para lamayoría de las personas, esa línea es laque separa a los humanos de las demásespecies. Ahora bien, hay una respetable

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minoría de vegetarianos que se niegan acomer a cualquier otro animal, aunqueno a comer vegetales, así como unaminoría cada vez más influyente quemilita en los movimientos en defensa delos animales y se opone a laexperimentación con animales, al menoscon determinadas especies. Estosmovimientos centran su lucha en laexperimentación con gatos, perros yprimates, en menor medida en losexperimentos con ratones, y, por logeneral, no se pronuncian sobre lautilización de insectos y bacterias.

Un código ético que marca unadistinción absolutamente arbitraria entrelos humanos y las demás especies no

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tiene otros fundamentos que el meroegoísmo. Sin embargo, utilizandocriterios de diferenciación como lainteligencia, las relaciones sociales y lacapacidad de sentir dolor, se hace difícildefender una división radical entretodos los humanos y todos los animales;más bien, parece adecuado aplicardistintas restricciones éticas a lainvestigación con diferentes especies.Defender que las especies animales máspróximas a la humana deben gozar dederechos especiales tal vez no sea sinootra manifestación de nuestroimplacable egoísmo, que reemerge bajoun disfraz distinto. Con todo, siemprecabe argumentar con objetividad,

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basándose en las consideraciones arribamencionadas (inteligencia, relacionessociales, etcétera), que los chimpancés ylos gorilas tienen derecho a un tratoético preferente en comparación con losinsectos y las bacterias. Y si entre lasespecies actualmente empleadas en lainvestigación médica hay alguna para laque sea justificable aplicar unaprohibición incondicional, esa especiees, sin lugar a dudas, la de loschimpancés.

Al dilema ético planteado por laexperimentación con animales viene asumarse, en el caso de los chimpancés,el problema de que son una especie enpeligro de extinción. Así pues, la

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investigación médica no solo mata aejemplares individuales, sino que estáamenazando la existencia de toda unaespecie. Con esto no se pretende decirque la única amenaza que pende sobrelas poblaciones salvajes de chimpancéssean los experimentos médicos, pues hayque tener en cuenta la influencia de ladestrucción del hábitat y las capturaspara los zoológicos. Basta, sin embargo,con que los requerimientos impuestospor la investigación constituyan unaamenaza importante. Asimismo, otrasconsideraciones ahondan en el dilemaético; por ejemplo, el hecho de quedurante el proceso de capturar a unchimpancé vivo (por lo general, un

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animal joven que va a lomos de sumadre) y transportarlo hasta ellaboratorio suelan morir varioschimpancés; el que los científicos delárea de la medicina hayan desempeñadoun papel insignificante en la lucha por laprotección de las poblaciones salvajesde chimpancés, pese a que sean suspropios intereses los que están en juego;y, por último, el hecho de que confrecuencia se enjaule en condicionescrueles a los chimpancés destinados a laexperimentación. El primer chimpancéutilizado para experimentos que tuveocasión de ver había sido inoculado conun virus letal de acción muy lenta;estaba encerrado en el interior del

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edificio del Instituto Nacional deSanidad de Estados Unidos, en unapequeña jaula sin ningún objeto parajugar, y allí habrían de transcurrir losvarios años de vida que le quedaban pordelante.

Para eludir el problema que suponediezmar las poblaciones salvajes dechimpancés, siempre es posible criar encautividad a los individuos destinados aservir como sujetos experimentales.Pero esta solución no resuelve el dilemabásico, como tampoco en el siglopasado se hizo aceptable la esclavitudcuando se decidió esclavizar a los hijosde los negros nacidos en Estados Unidosdespués de que se aboliera el comercio

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de esclavos africanos. ¿Por qué escorrecto experimentar con el Homotroglodytes y no con el Homo sapiens?Y a la inversa, ¿cómo explicar a lospadres, cuyos hijos corren el riesgo demorir a consecuencia de enfermedadessobre las que se está experimentandocon chimpancés criados en cautividad,que sus hijos son menos importantes quelos chimpancés? En última instancia, laresponsabilidad de realizar estadolorosa elección recae en el conjuntode la ciudadanía y no exclusivamente enlos científicos. Solo cabe asegurar quenuestra concepción de los humanos y lossimios será un factor crucial a la hora deadoptar esa decisión.

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Por último, del cambio en nuestrasactitudes hacia los simios puededepender su supervivencia en el medionatural. Hoy día, las poblaciones desimios están particularmenteamenazadas por la destrucción de lasselvas tropicales de África y Asia, y porlas capturas y matanzas legales eilegales. Si las tendencias actualespersisten, para el tiempo en que losniños nacidos este año tengan edad deingresar en la universidad, el gorila delas montañas, el orangután, el gibóncrestado, el gibón de Kloss yposiblemente otros simios tan solovivirán en los zoológicos. Sermonear alos gobiernos de Uganda, el Zaire o

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Indonesia sobre su obligación moral deproteger a los simios salvajes no essuficiente. Estos países apenas tienenrecursos, y la creación y elmantenimiento de parques nacionalesrequiere grandes inversiones. Si loshumanos, en calidad de tercera especiede los chimpancés, decidimos quemerece la pena salvar a las otras dosespecies, seremos los habitantes de lospaíses ricos los que tendremos quecorrer con la mayoría de los gastos quecomporta ese proyecto. Desde el puntode vista de los simios, el efectoprincipal de las enseñanzas que hayapodido aportarnos la historia de los treschimpancés será nuestra buena

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disposición para sufragar esos gastos.

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2El gran salto adelante

Durante la mayor parte de los muchosmillones de años transcurridos desdeque el linaje humano se separó del delos simios, los humanos hemos sido, ajuzgar por nuestro modo de vida, pocomás que chimpancés elevados decategoría. Hace tan solo cuarenta milaños, la zona occidental de Europa aúnestaba habitada por los hombres deNeanderthal, seres primitivos para losque el arte y el progreso apenas existían.Más adelante se produjo un súbito

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cambio en el momento en queaparecieron en Europa seres humanoscon una constitución anatómicaplenamente evolucionada y que trajeronconsigo el arte, los instrumentosmusicales, la iluminación, el comercio yel progreso. En un breve lapso detiempo, el hombre de Neanderthal seextinguió.

En Europa, el gran salto adelante fueseguramente consecuencia de un saltosimilar que ya se había producido, en eltranscurso de algunas decenas de milesde años, en las zonas de OrientePróximo y África. Pero incluso unasdecenas de milenios no representan másque una fracción desdeñable (menos del

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1 por ciento) de la larga historiaindependiente de la humanidad. Si esposible decir que hubo un momentoconcreto en la historia evolutiva denuestra especie en el que por finaccedimos a la condición humana, esemomento fue el del salto adelante. Apartir de entonces, bastaron con unasdecenas de milenios para que loshumanos llegaran a domesticar animales,a desarrollar la agricultura y lametalurgia y a inventar la escritura. Nofue necesario mucho más para quesurgieran los grandes logros de lacivilización que distinguen a loshumanos de los animales, abriendo unabismo que parecía insalvable; logros

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como la Mona Lisa y la SinfoníaHeroica, la torre Eiffel y el Sputnik, loshornos de Dachau y los bombardeossobre Dresde.

En este capítulo se tratarán lascuestiones suscitadas por nuestroabrupto ascenso a la categoría dehumanos. ¿Qué factores lo hicieronposible y por qué fue tan repentino?¿Qué mantuvo a los neanderthalesanclados en su atraso y cuál fue sudestino? ¿Llegaron a encontrarse loshombres de Neanderthal y los sereshumanos plenamente evolucionados? Ental caso, ¿cómo se comportaron unos conotros?

Comprender el gran salto adelante

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de la humanidad no es tarea sencilla,como tampoco lo es escribir sobre eltema. El testimonio más directoproviene de las características de loshuesos fosilizados y los utensilios depiedra. Los estudios de los arqueólogosestán plagados de términos oscuros parael resto de los mortales, tales como«toras occipital transversal», «arcoscigomáticos recesivos» y «cuchilloschatelperronienses reforzados». Lascuestiones que nos interesa comprender,es decir, el modo de vida y los atributoshumanos de nuestros distintos ancestros,no se han conservado como tales, peropuede inferirse de la informacióntécnica que nos aportan los huesos y los

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utensilios. Sin embargo, el testimonio seha conservado en forma fragmentaria, ylos de los arqueólogos suelen diferir enlas interpretaciones que ofrecen sobre susignificado. Puesto que los libros yartículos recogidos en las «Lecturasrecomendadas» en las páginas 505-506bastarán para satisfacer el interés de loslectores interesados en profundizar en eltema de los arcos cigomáticosrecesivos, en este texto nos centraremosen las deducciones extraídas de loshuesos y los útiles de piedra.

Con objeto de situar la evoluciónhumana en una perspectiva temporal,conviene recordar que la vida en la

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Tierra se originó hace miles de millonesde años y que los dinosaurios seextinguieron hace unos sesenta y cincomillones de años. Por otro lado,nuestros ancestros llegaron adiferenciarse de los gorilas ychimpancés entre los últimos seis y diezmillones de años, de lo que sedesprende que la historia humanaconstituye una porción insignificante dela historia de la vida. Las películas deciencia ficción que presentan a loshombres de las cavernas huyendo de losdinosaurios no son más que lo que sunombre indica, ciencia ficción.

El antecesor común de los humanos,los chimpancés y los gorilas habitó en

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África, continente en el que aún estánconfinados los chimpancés y los gorilas,y donde el ser humano también lo estuvodurante millones de años. En unprincipio, nuestros antepasados habríansido clasificados como una especie másentre los simios, pero una secuencia detres cambios nos impulsó en dirección ala humanidad plenamente desarrollada.El primero de tales cambios se produjoaproximadamente hace cuatro millonesde años; la estructura de lasextremidades de nuestros ancestros,observable en los fósiles conservados,demuestra que a la sazón ya habíanadoptado la postura erecta como modohabitual de locomoción. Por el

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contrario, los gorilas y los chimpancéssolo andan erguidos en contadasocasiones y, por lo general, avanzan acuatro patas. La postura erecta liberó lasextremidades anteriores para poderdedicarlas a otros propósitos, entre loscuales la construcción de herramientasresultó ser el principal.

El segundo cambio tuvo lugar haceunos tres millones de años, cuandonuestro linaje se dividió al menos en dosespecies diferentes. Para comprendermejor lo que esto significa, pensemos enque los miembros de dos especiesanimales que pueblan la misma zonageográfica deben desempeñar distintosroles ecológicos y, por lo general, no se

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cruzan entre sí. Por ejemplo, los coyotesy los lobos, dos especies obviamenteafines, ocupaban en muchos casos lasmismas zonas de América del Nortehasta que los lobos fueron exterminadosen la mayor parte de Estados Unidos. Noobstante, los lobos son de mayortamaño, sus presas más habituales sonlos grandes mamíferos, como losciervos y los alces, y suelen vivir engrandes manadas, en tanto que loscoyotes son de menor tamaño, cazansobre todo pequeños mamíferos comolos conejos y los ratones y, por logeneral, viven en parejas o en grupospequeños. Los coyotes suelen aparearsecon coyotes y los lobos con lobos. En

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contraste, todas las poblacioneshumanas existentes en la actualidad sehan mezclado con todas las poblacionescon las que han mantenido un contactogeneralizado. Las diferencias ecológicasentre los seres humanos son porcompleto el producto de la educaciónrecibida en la infancia; entre loshumanos no se da el caso de que unosniños nazcan con dientes afilados yadecuados para la caza del ciervo yotros con dientes apropiados paratriturar alimentos y alimentarse de bayassilvestres, ni existen dos grupos que nose casen entre sí. En consecuencia, todoslos humanos actuales pertenecen a lamisma especie.

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Sin embargo, en el pasado huboquizá dos ocasiones en que el linajehumano se dividió en dos especies tandiferentes como puedan serlo los lobosy los coyotes. La más reciente de esasocasiones, en la que nos detendremosmás adelante, pudo ocurrir en la épocaen que se produjo el gran salto adelante.La primera ocasión tuvo lugar hace unostres millones de años, cuando el linajehumano se dividió en dos: un hombre-simio de cráneo recio y molares muygrandes, supuestamente herbívoro y quesuele recibir el nombre deAustralopithecus robustus (es decir,«simio meridional robusto»), y unhombre-simio con una estructura craneal

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más liviana y muelas de menor tamaño,que hipotéticamente llevaría una dietaomnívora y que recibe el nombre deAustralopithecus africanus («el simiomeridional de África»), Este últimohombre-simio evolucionó hasta darlugar a otro tipo de homínido con elcerebro de mayor tamaño que se conocepor el nombre de Homo habilis(«hombre hábil»). Ahora bien, loshuesos fosilizados, que en opinión dealgunos paleontólogos corresponden alos machos y hembras del Homo habilis,difieren en el tamaño del cráneo y de ladentadura hasta un punto que pareceindicar otra división de nuestro linaje, lacual habría dado lugar a dos especies de

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tipo habilis: el Homo habilispropiamente dicho y un misterioso«tercer hombre». Vemos, por tanto, quehace dos millones de años había cuandomenos dos, y posiblemente hasta tres,especies de seres protohumanos.

El tercero y último de los grandescambios que convirtieron a nuestrosancestros en seres más semejantes a loshumanos y más alejados de los simiosfue el empleo habitual de herramientasde piedra. Se trata de un signo distintivode la humanidad con claros precedentesentre los animales; los pinzonescarpinteros, los buitres de Egipto y lasnutrias marinas se cuentan entre lasespecies animales que han evolucionado

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por separado hasta llegar a emplearherramientas para recolectar alimentos yprocesarlos, si bien ninguna de esasespecies depende de la utilización deherramientas tanto como los humanosactuales. Los chimpancés comunestambién emplean herramientas, enocasiones de piedra, pero no en númerosuficiente como para ensuciar suentorno. Hace unos dos millones ymedio de años aparecieron abundantesutensilios de piedra, muy rudimentarios,en la zona del este de África habitadapor los protohumanos. Puesto que habíados o tres especies de seresprotohumanos, la primera pregunta queuno se plantea es quiénes fueron los

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artífices de esos utensilios. Es muyprobable que fuera la especie queposeía una estructura craneana másligera, puesto que tanto esa especiecomo los utensilios perduraron yevolucionaron.

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FIGURA 2. Varias ramas del árbol genealógico

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humano se han extinguido, entre ellas lascorrespondientes al australopiteco robusto,al hombre de Neanderthal y, posiblemente, almisterioso «tercer hombre» y a unapoblación asiática contemporánea de losneanderthales. Algunos descendientes delHomo habilis sobrevivieron y evolucionaronhasta convertirse en los humanos actuales.Con objeto de distinguir los fósiles de estelinaje en sus diversos estadios evolutivos sehan clasificado de modo un tanto arbitrarioen Homo habilis, Homo erectus, cuyahistoria comienza hace unos 1,7 millones deaños, y Homo sapiens, que comienza suandadura hace unos quinientos mil años. A.significa Australopithecus, y H. Homo.

Dado que en la actualidad sobreviveuna única especie humana cuando hacealgunos millones de años existían dos o

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tres, es evidente que una o dos especiesse extinguieron. ¿Cuál fue nuestroantecesor, qué especies terminaronarrumbadas en el basurero de laevolución, en qué momento seextinguieron? El Homo habilis, decráneo liviano, salió triunfante de lacontienda y continuó desarrollando eltamaño de su cerebro y de su cuerpo.Place aproximadamente un millónsetecientos mil años había evolucionadolo suficiente como para que losantropólogos estimen convenientebautizar a nuestro ascendiente con unnombre nuevo, Homo erectus, quesignifica «hombre que camina erguido».(Dado que los fósiles del Homo erectus

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se descubrieron antes que cualquiera delos fósiles de mayor antigüedad a losque nos hemos referido hasta ahora, losantropólogos no pudieron advertir queno era el primer protohumano queadoptó la posición bípeda). El hombre-simio robusto desapareció hace algomás de un millón doscientos mil años,mientras que «el tercer hombre», encaso de que existiera, también debió dedesaparecer en aquellos tiempos. Lapregunta de por qué sobrevivió el Homoerectus y el hombre-simio robusto seextinguió nos adentra en el terreno de laespeculación. Una respuesta plausiblepodría ser que el hombre-simio robustono pudo competir con el Homo erectus,

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puesto que este último se alimentabatanto de carne como de vegetales y,provisto de herramientas y de un cerebromayor, era más eficiente incluso a lahora de proveerse de las plantas queconstituían el sustento de su parientemás robusto. Asimismo, es posible quelas prácticas depredadoras del Homoerectus fuesen directamenteresponsables de la caída de su parienteen el abismo del olvido.

Todos los sucesos examinados hastaahora tuvieron lugar en el continenteafricano. La extinción de los demásprotohumanos convirtió al Homo erectusen único protagonista protohumano delescenario africano. Hubieron de

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transcurrir milenios para que el Homoerectus finalmente ampliara sushorizontes hace unos once millones deaños. Las herramientas de piedra queutilizaba y sus huesos demuestran que enprimer lugar llegó a Oriente Próximo, ymás adelante a Extremo Oriente (dondeestán representados por los famososfósiles denominados Hombre de Pekín yHombre de Java) y a Europa. El Homoerectus prosiguió evolucionando endirección al hombre actual, mientras elcráneo se le iba redondeando y se leexpandía el cerebro. Hace unosquinientos mil años, algunos de nuestrosantepasados se asemejaban a lahumanidad actual y diferían del Homo

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erectus primitivo hasta tal punto que yase les puede clasificar dentro de nuestrapropia especie (Homo sapiens, quesignifica «hombre sabio»), pese a que elespesor del cráneo y de los arcossuperciliares fuera mayor en su caso.

Los lectores que no esténfamiliarizados con la historia evolutivade la humanidad tenderán a suponer quela aparición del Homo sapiensconstituyó el gran salto adelante. ¿Fuenuestro meteórico ascenso al estatus desapiens, ocurrido hace medio millón deaños, la brillante cúspide de la historiade la Tierra, cuando el arte y latecnología sofisticada brotaron al fin enun planeta hasta entonces anodino? La

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respuesta es un rotundo no; la aparicióndel Homo sapiens no debe considerarseun acontecimiento señalado. Todavíatendrían que pasar cientos de miles deaños para que surgieran las pinturasrupestres, las casas, los arcos y lasflechas. Los utensilios de piedracontinuaron siendo tan rudimentarioscomo los que el Homo erectus veníaconstruyendo desde hacía casi un millónde años. El crecimiento del tamañocerebral del Homo sapiens primitivo notuvo efectos notables en el modo de vidade la humanidad. El cambio cultural seprodujo a un ritmo infinitesimal duranteel largo período de expansión del Homoerectus y del Homo sapiens primitivo

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por territorios no africanos. Tanto es asíque el único hecho digno deconsiderarse un gran avance fueposiblemente el dominio del fuego, delque dan testimonio las cenizas, el carbóny los huesos calcinados hallados en lascuevas donde habitaba el Hombre dePekín. E incluso ese avance —en elsupuesto de que los fuegos encendidosen las cuevas fueran realmente obra delhombre y no de los rayos— tendría queapuntarse en el haber del Homo erectusy no del Homo sapiens.

La aparición del Homo sapiensilustra la paradoja examinada en elcapítulo anterior, el hecho de quenuestro ascenso a la categoría de

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humanos no fuera directamenteproporcional a los cambios ocurridos ennuestros genes. El avance del Homosapiens primitivo por la ruta que leseparaba de la condición simiesca sematerializó más en los aspectosanatómicos que en los logros culturales.Aún habían de añadirse algunosingredientes cruciales para que el tercerchimpancé fuera capaz de concebir unaobra como los frescos de la CapillaSixtina.

¿Cómo fue el modo ele vida de nuestrosascendientes durante el millón y mediode años transcurridos entre la aparicióndel Homo erectus y la del Homo

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sapiens?Las únicas herramientas de este

período preservadas hasta nuestros díasson útiles de piedra que, como mucho,pueden calificarse de rudimentarios,comparados con las hermosasherramientas de piedra pulimentadacreadas en tiempos recientes por lospolinesios, los amerindios y otrospueblos de la Edad de Piedracontemporánea. Las herramientas depiedra primitivas tienen diferentesformas y tamaños, diferencias en las quese han basado los arqueólogos paradarles nombres como «hacha de mano»,«cuchilla tajadera» y «hacha destral».Estos nombres ocultan el hecho de que,

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a diferencia de las agujas y lanzascreadas mucho tiempo después por elhombre de Cromagnon, ninguna de lasherramientas primitivas posee una formalo bastante clara o distintiva como parasugerir una función específica. Eldesgaste de las herramientas indica quese empleaban de diversos modos paracortar carne, huesos, pieles, madera yotras partes de las plantas. Ahora bien,al parecer se utilizaban indistintamenteherramientas de las formas y tamañosmás diversos para cortar cualquiermaterial, lo que puede llevar a pensarque los nombres con que las designanlos arqueólogos tal vez no sean más quedivisiones arbitrarias en un continuo de

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formas pétreas.La falta de vestigios también resulta

reveladora en este sentido. Después delgran salto adelante surgieron muchosavances, como los útiles de hueso, lasredes de cuerda y los anzuelos, todosellos objetos desconocidos para elHomo erectus y el Homo sapiensprimitivo. Probablemente, lasherramientas de piedra primitivas semanejaban directamente con la mano,pues no hay signos indicativos de que selas montara en otros materiales conobjeto de aumentar su fuerza deapalancamiento, como hoy día se montanlas hojas de las hachas de acero enmangos de madera.

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¿Qué alimentos conseguían nuestrosantepasados con ayuda de esasherramientas rudimentarias y cómo losconseguían? Llegados a este punto, loslibros de antropología suelen insertar unlargo capítulo con un título del estilo de«el hombre cazador». En este aspecto,se hace hincapié en el hecho de que losmandriles, los chimpancés y otrosprimates cazan ocasionalmentepequeños vertebrados, mientras que lospueblos prehistóricos que hansobrevivido hasta hace pocos años,como por ejemplo los bosquimanos, sededicaban a la caza mayor, y ese eratambién el caso del hombre deCromagnon, tal como lo demuestra la

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abundante evidencia arqueológica.Ciertamente, no cabe poner en duda quela carne formaba parte de la dieta denuestros ancestros de épocas remotas,tal como lo ponen de manifiesto lasmarcas dejadas por las armas de piedraen los huesos de sus presas y el desgastede los utensilios de piedra queutilizaban para cortar la carne. Laverdadera pregunta es: ¿cuántas piezasde gran tamaño cazaban nuestrosantepasados? ¿Mejoraron gradualmentelas técnicas de caza mayor a lo largo delúltimo millón y medio de años o, por elcontrario, hubo que esperar al gran saltoadelante para que los animales grandespasaran a formar una parte sustancial de

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la dieta humana?La respuesta rutinaria de los

antropólogos es que el ser humano tienea sus espaldas una larga historia de cazamayor. La evidencia en que se basanprocede de tres yacimientosarqueológicos habitados hace unosquinientos mil años: una cueva situadaen Zhoukoudian, cerca de Pekín, dondese han hallado huesos y herramientas delHomo erectus (Hombre de Pekín) juntoa huesos de animales, y dos yacimientosa cielo abierto situados en Torralba yAmbrona, en España, donde sedescubrieron útiles de piedra junto ahuesos de elefantes y de otros animalesde gran tamaño. Por lo general, se

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presupone que las personas que crearonesos útiles de piedra fueron las mismasque dieron muerte a los animales y lostransportaron hasta el lugar donde vivíanpara comerlos. Sin embargo, como enlos tres yacimientos también se hanencontrado huesos y restos fecales dehienas, cabe especular que fueron ellaslas cazadoras y no los hombres. Enespecial, los huesos de los yacimientosespañoles se asemejan más a la carroñaque hoy día puede verse junto a lascharcas de África, carcasas en malestado, arrastradas hasta allí paralavarlas y rebañarlas, que a los restosdesperdigados en los campamentos decazadores humanos.

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Así las cosas, sabemos que los sereshumanos primitivos comían carne, perono en qué cantidades ni tampoco si erancazadores o simples carroñeros. No eshasta mucho después, hace unos cien milaños, cuando aparecen vestigios fiablesindicativos de la capacidad para la cazadel ser humano, y lo que demuestranesos vestigios es que nuestrosantepasados continuaban empleandotécnicas de caza mayor muy ineficaces;de ello debe deducirse que loscazadores de hace quinientos mil años yépocas anteriores eran aún másineficaces.

El mito del hombre cazador está tanarraigado que resulta difícil dejar de

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creer que siempre tuvo muchaimportancia. Hoy día, cazar un animalde gran tamaño se considera la máximaexpresión de la virilidad. Atrapados enesta mitología, los antropólogos de sexomasculino gustan de acentuar el papelfundamental desempeñado por la cazamayor en la evolución humana. De talmodo, suponen que fue la caza mayor laque indujo a los machos protohumanos acooperar entre sí, a desarrollar ellenguaje y un gran cerebro, a unirse engrupos y a compartir los alimentos.Incluso se supone que las mujeres fueronmoldeadas por los hábitos cazadores delos hombres; los signos externos de laovulación mensual se habrían eliminado

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con objeto de que no fueran tan visiblescomo en las chimpancés y no sumieran alos hombres en una frenéticacompetición sexual que les impidieracooperar para la caza.

Como muestra de la prosa efectistaemanada de la miope mentalidadmasculina, ofrecemos al lector laexposición de la evolución humana querealiza Robert Ardrey en su obraGénesis en África: «En alguna bandaescuálida y sitiada de hombres-en-potencia, en alguna llanura olvidada yraquítica, una partícula de radiantesurgida de fuentes desconocidas fracturóun gen que nunca será olvidado, dando aluz a un primate carnívoro. Para bien o

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para mal, para alcanzar el triunfo oprovocar la tragedia, el camino de lagloria o la condenación definitivas seinició cuando la inteligencia se alió conlas costumbres del asesino, y Caín, consu cayado, sus piedras y sus velocespies, emergió en la sabana». ¡Quéquimérica fantasía!

Los autores y antropólogosoccidentales de sexo masculino no sonlos únicos hombres que exageran laimportancia de la caza. En NuevaGuinea tuve la oportunidad de convivircon verdaderos cazadores, reciénsalidos de la Edad de Piedra, que pasanlas horas en torno a fuegos decampamento enfrascados en

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conversaciones sobre las distintasespecies que cazan, sus hábitos y lamejor manera de capturarlas. Cualquieraque escuchara a mis amigos de NuevaGuinea pensaría que cenan cangurofresco todas las noches y dedican casitodo su tiempo a cazar; pero, enrealidad, cuando se les pone entre laespada y la pared, la mayoría de loscazadores de Nueva Guinea reconocenque solo han atrapado unos cuantoscanguros en toda su vida.

Nunca olvidaré la primera mañanaen que, acompañando a una docena dehombres armados con arcos y flechas,salí de caza por las montañas de NuevaGuinea. Al pasar junto a un árbol caído

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se levantó un gran alboroto, los hombresrodearon el árbol, algunos tensaron susarcos y otros se internaron en laespesura. Convencido de que un jabalí oun canguro enfurecido estaba a punto deplantarnos cara, busqué a mi alrededorun árbol en el que ponerme a salvo.Después oí gritos de júbilo y de laespesura emergieron dos poderososcazadores con sus presas en ristre: doscrías de reyezuelos, de no más de diezgramos de peso y casi incapaces devolar, que en el acto fuerondesplumados, asados y despachados. Elresto del día se fue en atrapar algunasranas y recoger muchas setas.

Los estudios sobre los pueblos de

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cazadores-recolectores que hanpervivido hasta tiempos recientes,gentes provistas de armas mucho máseficaces que las del Homo sapiensprimitivo, demuestran que la dieta deuna familia se compone en su mayorparte de vegetales recogidos por lasmujeres. Los hombres cazan conejos yotras piezas menores a las que nunca sehace alusión en las heroicas historiasnarradas junto a las hogueras. De tantoen tanto atrapan un animal grande queaporta una dosis importante de proteínasa la dieta. Pero la caza mayor soloconstituye la fuente dominante de laalimentación en el Ártico, donde lavegetación es muy escasa. Y los

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humanos ocuparon el Ártico hace tansolo algunas decenas de milenios.

Mi hipótesis es que la caza mayorconstituyó una modesta aportación a ladieta alimenticia del ser humano hastadespués de que se hubieran desarrolladopor completo la anatomía y la conductaque caracterizan a la humanidad actual.La opinión habitual según la cual la cazafue el impulso básico del desarrollo delcerebro y la sociedad que distinguen alos humanos, me parece cuando menosdudosa. Durante la mayor parte de lahistoria de nuestra especie, los humanosno fuimos poderosos cazadores, sinochimpancés con habilidades especialesque utilizaban herramientas de piedra

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para recolectar, cazar y prepararvegetales y animales de tamañopequeño. De vez en cuando, los hombresconseguían atrapar una presa grande, ydespués narraban una y otra vez lahistoria de esa inusual captura.

En el período inmediatamente anterior algran salto adelante, al menos trespoblaciones humanas diferentesocupaban distintas partes del ViejoMundo. Estos fueron los últimoshumanos primitivos, reemplazados porla especie humana actual en tiempos delgran salto adelante. A continuaciónpasaremos a estudiar a los últimos seresprimitivos cuya anatomía nos resulta

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más conocida y que se han convertido enel prototipo de los seres infrahumanos:los hombres de Neanderthal.

¿Cuándo y dónde vivieron? Suámbito geográfico se extendía desde laEuropa occidental, atravesando elsudeste de la Rusia europea y OrientePróximo hasta la zona de Uzbekistán quelimita con Afganistán, en Asia Central.(El nombre de «Neanderthal» procededel valle de Neander, en Alemania [enalemán, thal o tal significa «valle»],donde fue descubierto uno de losprimeros esqueletos de esta especie). Ladeterminación de sus orígenestemporales se reduce a una cuestión dedefiniciones, dado que algunos cráneos

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antiguos poseen característicasprecursoras de las de los neanderthalesplenamente desarrollados. Los primerosejemplos «plenamente desarrollados»de esta especie datan de hace unosciento treinta mil años, en tanto que lamayoría de los especímenes tienen unaantigüedad menor de setenta y cuatro milaños. Así pues, el momento en quesurgió el hombre de Neanderthal solopuede determinarse arbitrariamente,pero no así el momento de su súbitaextinción, ocurrida hace escasamenteunos cuarenta mil años.

En la época de apogeo del hombrede Neanderthal, Europa y Asia estabancubiertas por los hielos de la última

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glaciación. Los neanderthales debieronde ser gentes adaptadas al clima frío,aunque dentro de unos límites, y nollegaron a expandirse más al norte de laInglaterra meridional, el norte deAlemania, Kiev y el mar Caspio. Laprimera incursión en Siberia y el Árticofue realizada por los humanosplenamente desarrollados.

La anatomía craneana del hombre deNeanderthal era tan peculiar que si unode ellos se paseara por las calles deNueva York o Londres en la actualidad,ataviado con un correcto traje dechaqueta o con un vestido a la últimamoda, todos los viandantes (todos losIwmines sapientes) posarían en él sus

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miradas horrorizadas. Imaginemos quemoldeamos en arcilla la cara de unapersona actual, y después, con ayuda deunas tenazas, proyectamos hacia delantela mitad inferior de la cara, desde elpuente de la nariz hasta las mandíbulas,y dejamos que la arcilla vuelva afraguar. El resultado nos daría unaimagen bastante aproximada de laapariencia del hombre de Neanderthal;sus cejas se asentaban en arcossuperciliares muy prominentes, y lanariz, las mandíbulas y los dientes seproyectaban hacia delante. Los ojos,enclavados en profundas cuencas, sehundían entre la protuberante nariz y losarcos superciliares. Tenía la frente

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estrecha e inclinada, muy distinta de lasfrentes rectas y anchas de los humanosactuales, y la mandíbula inferior sedoblaba hacia atrás sin el remate de labarbilla. Ahora bien, a pesar delasombroso primitivismo de susfacciones, los neanderthales poseían uncerebro un 10 por ciento mayor que elnuestro.

Un dentista que examinara ladentadura de un hombre de Neanderthalse quedaría perplejo. Los incisivos(dientes frontales) de los adultos estabandesgastados por la cara exterior, rasgoque no se encuentra en ningún puebloactual. Obviamente, esa peculiar formade desgaste resultaba de la utilización

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de los dientes a modo de herramientas,pero ¿con qué función exactamente? Unaposibilidad es que tuvieran porcostumbre utilizar los dientes a modo depinzas con las que coger objetos, comomuchos bebés que sujetan el biberón conlos dientes y corretean con las manoslibres. Asimismo, es posible quemasticaran las pieles de los animaleshasta convertirlas en cuero, o utilizaranlos dientes para hacer instrumentos demadera.

Si un neanderthal vestido de hombrede negocios o con un traje a la modaatraería la atención en una ciudad actual,en pantalones cortos o en bañadordejaría a la gente sin aliento. El hombre

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de Neanderthal poseía unos músculosmás desarrollados, sobre todo en loshombros y el cuello, que cualquierpersona actual, excepción hecha de losmás entusiastas culturistas. Los huesosde las extremidades, que debían resistirla tensión de contraer esas enormesmasas musculares, serían másvoluminosos que los nuestros. Susbrazos y piernas tendrían un aspecto másrollizo, dado que las pantorrillas y losantebrazos eran más cortos que losnuestros. Incluso sus manos eran muchomás recias que las del hombre actual;«chocar los cinco» con un neanderthalsignificaría quedarse con la manodestrozada. Aunque su altura media no

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superaba los 162 centímetros, pesaba almenos nueve kilos más que una personaactual, y la mayor parte de ese pesoextra se debía a la musculatura.

Otra de las posibles diferenciasanatómicas resulta intrigante, aunquetanto su existencia real como suinterpretación sean inciertas. El útero delas mujeres tal vez fuera mayor queahora, por lo que los niños podríancrecer más antes de nacer. En tal caso,el embarazo de una neanderthal debía dedurar al menos un año en lugar de nuevemeses.

Además de los huesos, nuestraprincipal fuente de información sobre elhombre de Neanderthal son sus

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utensilios de piedra. Al igual que lasherramientas más primitivas a las que yase ha hecho referencia, es probable quelas de los neanderthales fueran simplespiedras sin montar en mangos u otraspiezas, utensilios que se manejaríandirectamente con la mano. Esos útiles nopueden clasificarse en tipos distintoscon funciones específicas y no incluyenutensilios de hueso estandarizados, nitampoco arcos y flechas. Sin duda,algunas herramientas de piedra seutilizaban para hacer otros útiles demadera, de los que apenas han quedadovestigios. Una excepción notable es unalanza de dos metros y medio que seencontró en un yacimiento de Alemania,

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clavada en las costillas de un elefante deuna especie extinguida hace muchotiempo. A pesar de esa (¿afortunada?)captura, los neanderthales no debían deser expertos en la caza mayor, a juzgarpor la densidad de su población(estimada por el número deasentamientos), mucho menor que en lostiempos más recientes del hombre deCromagnon, y por el hecho de que nisiquiera otros pueblos africanoscontemporáneos de los neanderthales yanatómicamente más evolucionados sedistinguían por sus habilidadescinegéticas.

El término «Neanderthal» sueleasociarse de inmediato con el de

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«hombre de las cavernas». No obstante,si bien es cierto que la mayoría de losvestigios del hombre de Neanderthal sehan encontrado en cuevas, esto solo sedebe a los mecanismos de conservación:los asentamientos al aire libre seerosionan a un ritmo mucho más rápido.Personalmente he levantado cientos decampamentos, pero una sola vez acampéen una cueva, y probablemente será enella donde los arqueólogos del futuroencontrarán intactas las latas de comidaque allí dejé, lo que les inducirá apensar erróneamente que yo era uncavernícola. Los neanderthales debieronde construir algún tipo de refugio paraprotegerse de las inclemencias del frío

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clima de la época, refugios queseguramente serían muy rústicos. Todolo que se ha conservado de ellos sonmontones de piedras y postes, encomparación con los vestigios de casasmucho más elaboradas levantadas por elhombre de Cromagnon.

La lista de objetos definitorios de lamodernidad de los que carecían losneanderthales sería muy larga. Nodejaron tras de sí ninguna obrainequívocamente artística. Puesto quevivían en un clima frío, es de suponerque se cubrirían con algún tipo deropaje, pero dada la falta de agujas uotros útiles de costura, aquel debía deser muy burdo. Es obvio que tampoco

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poseían embarcaciones, puesto que nose han descubierto vestigios del hombrede Neanderthal en las islasmediterráneas, ni tan siquiera en el nortede África, a solo 13 kilómetros de laEspaña neanderthal en la zona delestrecho de Gibraltar. Tampocopracticaban el intercambio comercialcon tierras distantes, como lo demuestrael hecho de que sus herramientas esténconfeccionadas con las piedrasdisponibles en un radio de pocoskilómetros a partir de sus asentamientos.

En la actualidad, nos parece naturalque los pueblos que habitan zonasgeográficas distintas también poseanrasgos culturales diferentes. Todas las

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poblaciones humanas actuales secaracterizan por un estilo peculiar en lotocante a la construcción de casas,instrumentos y objetos artísticos. Si nosenseñaran unos palillos, una botella decerveza Guinness y una cerbatana, y nosdijeran que relacionáramos cada uno deesos objetos con China, Irlanda yBorneo, resolveríamos la cuestión sinmayores dificultades. Pero esasvariaciones culturales evidentes noexistían en tiempos de los neanderthales,cuyos utensilios tienen un aspecto muysemejante, provengan de Francia o deRusia.

Asimismo, damos por sentada laexistencia del progreso cultural. Los

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artículos domésticos de una villaromana, de un castillo medieval y de unapartamento neoyorquino de la décadade 1990 se distinguen al primer golpe devista. En el año 2000, mis hijos miraránatónitos la regla de cálculo que mesirvió para realizar todos mis cálculosdurante los años cincuenta, y me dirán:«¿De verdad eres tan viejo, papá?».Ahora bien, los utensilios que empleabael hombre de Neanderthal hace cien milaños apenas se diferencian de los queutilizaba hace cuarenta mil años. Enresumen, los utensilios de losneanderthales no muestran variacionestemporales ni espaciales indicativas deese sello distintivo de la humanidad que

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es la innovación. Tal como lo expresóun arqueólogo, los neanderthales«confeccionaban torpemente hermosasherramientas». A pesar de su grantamaño cerebral, aún les faltaba algúningrediente fundamental.

Llegar a la vejez, tal como seconcibe en términos actuales, o a serabuelo, debía de ser una rareza enaquellos tiempos. De los esqueletos delos neanderthales se deduceinequívocamente que podían alcanzaruna edad de hasta treinta y pico ocuarenta y pocos años, pero que sulímite se situaba en torno a los cuarentay cinco.

Imaginemos cómo se resentiría la

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capacidad de acumular y transmitirinformación en una sociedad en la queno se conocía la escritura y donde lamedia de vida no superaba los cuarentay cinco años.

Junto a las característicasinfrahumanas de los neanderthales,también es necesario mencionar tresrasgos que los aproximaban a loshumanos actuales. En primer lugar,prácticamente todas las cuevas bienconservadas tienen una pequeña zonaocupada por cenizas y carbón, señal deque servían a modo de chimeneasrústicas. Aunque es posible que elHombre de Pekín ya utilizara el fuegocientos de miles de años antes, el de

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Neanderthal es el primer ser humano queha dejado huellas inequívocas delempleo habitual del fuego. Asimismo, esposible que fuera el primero en adoptarla costumbre de enterrar a sus muertos;este punto, no obstante, está sujeto adebate, y la cuestión de si losenterramientos iban ligados a ideasreligiosas cae en el terreno de la meraespeculación. Por último, el hombre deNeanderthal fue el primero en prestarcuidados a los enfermos y a los ancianosde su especie. La mayoría de losesqueletos de neanderthales de edadesavanzadas muestran signos de dolenciasgraves, como brazos atrofiados, huesosrotos mal soldados, dentaduras

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defectuosas y artritis avanzada. Losancianos afectados por tal grado deincapacitación solo podrían sobrevivirmerced a los cuidados que lesdispensaran los jóvenes. Después de lalarga letanía de carencias del hombre deNeanderthal, al fin descubrimos algoque nos hace sentir cierta afinidadespiritual con esas extrañas criaturas dela última glaciación, esos seres casihumanos en apariencia, pero a caballoentre la animalidad y la humanidad enespíritu.

¿Pertenecía el hombre deNeanderthal a la misma especie que loshumanos actuales? La respuesta seríaafirmativa si se diera el caso de que un

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neanderthal pudiera unirse a una mujer oa un hombre actual y procrear. Lasnovelas de ciencia ficción son muydadas a imaginar esta escena. Basta conpensar en el tipo de publicidad queaparece en muchas contraportadas de loslibros de ese género: «Un equipo deexploradores descubre un valle aisladoen el más profundo corazón de África;un valle largamente olvidado. Allíhabita una tribu increíblementeprimitiva, cuyo modo de vida fuesuperado por nuestros ancestros de laEdad de Piedra hace miles de años.¿Pertenecen a la misma especie quenosotros? Solo hay un modo deaveriguarlo, pero ¿quién entre los

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intrépidos exploradores (todos ellosvarones, claro está) se prestará arealizar la prueba?». En este punto sueleinsertarse la descripción de una de lasrudas mujeres de las cavernas, que esuna belleza y todo un monumento delerotismo primitivo, con objeto deotorgar credibilidad al dilema delarrojado explorador: tener o no tenerrelaciones sexuales con ella.

Aunque parezca increíble, algosemejante a ese experimento ocurrió enla realidad. Fue una experiencia que serepitió una y otra vez hace unos cuarentamil años, en tiempos del gran saltoadelante.

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Ya se ha dicho que los neanderthales deEuropa y Asia occidental no eran másque una de las, cuando menos, trespoblaciones humanas que ocupabandistintas zonas del Viejo Mundo haceunos cien mil años. Un puñado defósiles del este de Asia basta parademostrar que los humanos de esa zonageográfica eran distintos tanto delhombre de Neanderthal como delhombre moderno, pero la escasez derestos óseos no nos permite describircon mayor detalle a esos asiáticos. Loscontemporáneos de los neanderthales delos que poseemos una información másdetallada son los que habitaban en

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África, algunos de los cuales poseíanuna anatomía craneana prácticamenteidéntica a la del hombre moderno.¿Debe deducirse de ello que hace cienmil años, y en el territorio africano, lahumanidad al fin alcanzó el momentodecisivo de su desarrollo cultural?

Sorprendentemente, la respuestasigue siendo negativa. Los útiles depiedra de aquellos africanos deanatomía avanzada eran muy similares alos que empleaban los neanderthales deaspecto primitivo, y por ello se les hadenominado «africanos de la Edad dePiedra Media». Ese pueblo aún noposeía herramientas estandarizadas dehueso, ni tampoco arcos, flechas, redes,

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anzuelos u objetos artísticos; por otrolado, tampoco se daban variacionesculturales entre los utensilios de lasdiferentes zonas geográficas. A pesar desu evolucionada constitución física, aeste pueblo africano aún le faltaba elingrediente necesario para que puedaconsiderársele plenamente humano. Unavez más nos hallamos ante la paradojade que una anatomía ósea muyevolucionada y una dotación genéticapresumiblemente desarrollada no fueranen sí mismas suficientes para produciruna conducta evolucionada.

Un puñado de cuevas del sur deÁfrica, habitadas hace unos cien milaños, nos han proporcionado la primera

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información concreta sobre laalimentación de los humanos en aquellostiempos remotos. La fiabilidad de estosdatos radica en el hecho de que en esascuevas se han hallado multitud deherramientas de piedra y de huesos deanimales con incisiones realizadas pordichas herramientas, así comonumerosos huesos humanos, mientrasque apenas guardan restos de huesos deanimales carnívoros como las hienas. Eneste caso, es indudable que fueronpersonas, y no hienas, las que llevaronlos huesos a las cavernas. Entre losfósiles abundan los de focas ypingüinos, así como los de crustáceos ylapas. Estos son los primeros indicios

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de la explotación de los recursoscosteros por parte de los humanos. Noobstante, en las cuevas apenas hay restosde peces y aves marinas, lo que debeatribuirse a que los africanos de la Edadde Piedra Media aún no poseían losanzuelos y redes necesarios para atraparpeces y pájaros.

En las cuevas se han encontrado,asimismo, huesos de mamíferos, algunosde especies de tamaño medio, entre losque predominan los de antílopes eland.El hecho de que los huesos de elandcorrespondan a ejemplares de todas lasedades parece indicar que, de algúnmodo, los cazadores conseguíancapturar a rebaños completos y matar a

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todos sus miembros. A primera vista, larelativa abundancia de antílopes elandentre las presas resulta sorprendente,puesto que hace cien mil años el entornode las cuevas era muy semejante alactual y hoy día el eland es una de lasespecies de animales grandes que menosabundan en la zona. El secreto del éxitode los cazadores de antaño se debería, abuen seguro, a que dirigir a todo unrebaño de antílopes eland no esdemasiado difícil dada su mansedumbre;así pues, los cazadores lograrían detanto en tanto despeñar a un rebaño porun acantilado, lo que explica que ladistribución de edades de las presashalladas en las cuevas reprodujera la de

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un rebaño. En contraste, los huesos deotras presas más peligrosas, como elbúfalo de El Cabo, el jabalí, el elefantey el rinoceronte revelan una situaciónmuy distinta. En lo que respecta a losbúfalos, los huesos suelen correspondera individuos muy viejos o muy jóvenes,en tanto que los jabalíes, elefantes yrinocerontes virtualmente carecen derepresentación.

En consecuencia, si bien puedecatalogarse a los africanos de la Edadde Piedra Media entre los cazadores degrandes presas, hay que hacerlo conreservas, ya que o bien evitaban lasespecies peligrosas, o bien se limitabana capturar los animales más débiles en

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virtud de su temprana o avanzada edad.Este proceder refleja una sana prudenciapor parte de unos cazadores que todavíaportaban simples lanzas y no conocían elarco y la flecha. Aparte de beberse uncóctel de estricnina, atacar lanza enristre a un rinoceronte adulto o a unbúfalo de El Cabo es una de las formasde suicidarse más efectivas que cabeimaginar. Tampoco hay que pensar quelos cazadores conseguían despeñar atodo un rebaño de antílopes eland confrecuencia, puesto que esta especie nollegó a extinguirse y siguió coexistiendocon los cazadores. Al igual que en elcaso de los pueblos más primitivos y delos cazadores de la Edad de Piedra

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contemporánea, sospecho que lasplantas y las presas pequeñas constituíanla mayor parte de la dieta de loshombres de la Edad de Piedra Media,esos cazadores no tan hábiles comosuele suponerse que, sin duda, eran máseficientes que los chimpancés, pero aúnno habían alcanzado el grado dedestreza de los bosquimanos o lospigmeos.

Entre los últimos cien mil ycincuenta mil años, aproximadamente, elpanorama del mundo humano era elsiguiente: el norte de Europa, Siberia,Australia, las islas de Oceanía y todo elNuevo Mundo estaban deshabitados. EnEuropa y Asia occidental habitaban los

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neanderthales. África estaba pobladapor un pueblo de anatomía cada vez mássemejante a la de la humanidad actual; yen el este de Asia vivía un pueblodiferente de los neanderthales y losafricanos, cuyas característicasdesconocemos con exactitud dada laescasez de restos fosilizados. Elprimitivismo de los utensilios y lasconductas, así como una capacidad deinnovación limitada, caracterizaron, almenos en un principio, a estas trespoblaciones. El escenario estabapreparado para el gran salto adelante.¿Cuál de las tres poblaciones humanasexistentes lo llevaría a cabo?

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Hace unos cuarenta mil años, en laúltima glaciación, se produjo un súbitoprogreso, del que se han conservadovestigios especialmente reveladores enFrancia y España. Donde antes habitarael hombre de Neanderthal, apareceahora un tipo humano de anatomíaplenamente desarrollada, en generalconocido como el hombre deCromagnon, por el yacimiento francésdonde sus huesos fueron identificadospor primera vez. Si un caballero o unadama de esa especie se hubiera paseadopor los Campos Elíseos vestido a laúltima moda, no habría destacado enmodo alguno entre la multitud parisina.

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La importancia arqueológica de losutensilios del hombre de Cromagnon,mucho más variados en sus formas yprecisos en sus funciones que cualquierade los encontrados anteriormente, esequiparable a la de su esqueleto. Lasherramientas indican que la conductainnovadora y desarrollada por fin habíavenido a complementar a la anatomíaevolucionada.

Muchas de las herramientascontinuaron siendo de piedra, con laparticularidad de que ahora sefabricaban con lascas cortadas de otraspiedras mayores, y gracias a ello, aigual tamaño de la piedra, la superficiede corte aumentó en un 10 por ciento. En

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este tiempo aparecen por primera vezlos utensilios de hueso y de asta devenado, y también los inequívocamentecompuestos por diversas partes atadas opegadas, tales como las puntas de lanzaunidas a una vara o las hojas de hachacon mango de madera. Los utensilios seinscriben en numerosas categoríasdefinidas, cuyas funciones son enmuchos casos evidentes; así, porejemplo, aparecen las agujas, las leznas,los almireces con sus manos, losanzuelos, las plomadas para las redes ylas cuerdas. Con las cuerdas se hacíanredes o lazos, lo que explica laabundancia de huesos de zorros,comadrejas y conejos hallados en los

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asentamientos de los cromagnones, delmismo modo que la existencia decuerdas, anzuelos y plomadas explica lapresencia de raspas de pescado y huesosde aves en los asentamientossudafricanos contemporáneos.

Es en esta época cuando se inventanarmas sofisticadas que permiten cobrargrandes presas a distancia y conseguridad; entre ellas, arpones conlengüeta, dardos, arcos y flechas ylanzavenablos. En las cuevas deSudáfrica ocupadas por loscromagnones se han conservado huesosde animales tan peligrosos como elbúfalo de El Cabo y el jabalí, en tantoque las cuevas europeas están repletas

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de huesos de bisontes, alces, renos,cabras monteses y caballos. Incluso hoydía los cazadores equipados con los máspotentes rifles telescópicos encuentrandifícil cobrar presas de algunas de estasespecies, cuya captura debió de requerirmétodos de caza comunitarios muysofisticados y basados en unconocimiento pormenorizado delcomportamiento de las presas.

Diversos tipos de evidencia dantestimonio de que los pueblos de laúltima glaciación eran expertos en lacaza mayor. Sus asentamientos sonmucho más numerosos que los de losneanderthales primitivos y los africanosde la Edad de Piedra Media, lo que

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implica un éxito mayor a la hora deobtener alimentos. Muchas especies deanimales de gran tamaño que habíansobrevivido a las eras glaciales previasse extinguieron hacia el final de laúltima glaciación, de lo que puedededucirse que las nuevas habilidadescinegéticas de los humanos fueron lacausa de su exterminio. Entre esasprobables víctimas, en las que nosdetendremos en capítulos posteriores, secuentan los mamuts de América delNorte, el rinoceronte lanudo y el ciervogigante de Europa, el búfalo gigante delÁfrica austral, el caballo gigante de ElCabo y los canguros gigantes deAustralia. Evidentemente, el momento

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culminante del ascenso de la humanidadya encerraba en sí la semilla de lo quealgún día puede llegar a ser la causa denuestra caída.

Las mejoras tecnológicaspermitieron a los humanos ocuparnuevos hábitats, así como multiplicarseen las zonas ya habitadas de Eurasia yÁfrica. Los humanos llegaron aAustralia hace unos cincuenta mil años,lo que supone que disponían de mediosde transporte marítimo losuficientemente avanzados como paraatravesar los casi 100 kilómetros queseparan el este de Indonesia deAustralia. La ocupación del norte deRusia y Siberia, hace cuando menos

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veinte mil años, se hizo posible graciasa numerosos avances: la confección deropas, cuya existencia queda demostradapor las agujas, las pinturas rupestres dechaquetones de piel y los ornamentosfunerarios que esbozan formas decamisas y pantalones; la utilización depieles para abrigarse, deducible de losesqueletos de zorro y lobo desprovistosde zarpas (que se cortaban al quitarle lapiel al animal y se han encontrado enmontones separados); la construcción deviviendas elaboradas (indicada por loscimientos, pavimentos y paredes dehuesos de mamut) con complejaschimeneas, y las lamparillas de piedraen las que se quemaba grasa animal para

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alumbrar las largas noches árticas. Laocupación de Siberia y Alaska llevó, asu vez, a la expansión por América delNorte y del Sur hace unos once mil años.

FIGURA 3. Este mapa ilustra los estadios de laexpansión de nuestros antepasados, desdeque se originaron en África hasta quellegaron a poblar el mundo entero. Los

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números representan la estimación delnúmero de años transcurridos hasta elpresente. Futuros descubrimientos deyacimientos arqueológicos más antiguospodrán, sin duda, demostrar que algunasregiones, como Siberia o las islas Salomón,fueron colonizadas con anterioridad a lasfechas aquí señaladas.

Así como los neanderthales seaprovisionaban de materias primas en elárea circundante al lugar dondehabitaban, los cromagnones y los demáshabitantes de la Europa de la épocamantenían relaciones comerciales conlugares lejanos, intercambiando no solomaterias primas para la fabricación deherramientas, sino también ornamentos«inútiles». Se han hallado utensilios de

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piedra de gran calidad, como laobsidiana, el jaspe y el pedernal, acientos de kilómetros de las canteras dedonde se extraían esos materiales. Elámbar báltico llegaba hasta el sudestede Europa y las conchas mediterráneaseran transportadas hasta las zonasinteriores de Francia, España y Ucrania.En la Nueva Guinea prehistórica denuestros días he tenido ocasión deobservar modelos similares deintercambio comercial; allí, las conchaserizadas de pinchos utilizadas con finesdecorativos se transportaban desde lacosta a las zonas montañosas; las plumasdel ave del paraíso seguían la rutainversa, y la obsidiana destinada a

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fabricar hachas, extraída de un puñadode canteras muy apreciadas, era otroartículo importante de intercambio.

El evidente sentido estéticoreflejado en el intercambio de objetosornamentales en la última glaciaciónestá relacionado con el logro que másnos hace admirar al hombre deCromagnon, sus creaciones artísticas.Los ejemplos mejor conocidos son, sinduda, las pinturas rupestres de Lascaux,impresionantes representacionespolícromas de animales hoy extinguidos.No obstante, hay otras muchas obrasvaliosísimas, como los bajorrelieves,las gargantillas y collares, las esculturasde barro cocido, las Venus —figuras de

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mujeres de pechos y nalgasdescomunales—, además de una granvariedad de instrumentos musicales,desde flautas hasta crótalos.

A diferencia de los neanderthales,pocos de los cuales sobrepasaban loscuarenta, los cromagnones llegaban aalcanzar los sesenta años, como lodemuestran sus esqueletos; así pues,eran muchos los que podían disfrutar dela compañía de sus nietos, hecho muyinfrecuente entre los hombres deNeanderthal. En nuestros tiempos,acostumbrados como estamos ainformarnos a través de la prensa y latelevisión, resulta difícil imaginar laenorme importancia que tenían los

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ancianos, aun cuando no fueran más queuno o dos, en las sociedades sinescritura. En las aldeas de NuevaGuinea, los jóvenes me llevan una y otravez ante el anciano del lugar cuando leshago preguntas sobre algún pájaro ofruto poco común. Así, por ejemplo,cuando en 1976 visité la isla de Rennell,del archipiélago de las Salomón,muchos isleños supieron indicarme quéfrutos silvestres eran comestibles, perosolo un anciano pudo decirme a quéfrutos podía acudirse en caso deemergencia para evitar la muerte porinanición; había adquirido esosconocimientos en su niñez, cuando unciclón arrasó Rennell, hacia 1905,

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destruyendo los huertos y sumiendo alpueblo en la desesperación. En unasociedad sin escritura, una persona deesas características puede convertirse enla salvación de todo un pueblo. Asípues, el hecho de que la esperanza devida del hombre de Cromagnon superaraen veinte años a la del hombre deNeanderthal fue seguramente uno de losfactores clave del éxito del primero. Laprolongación de la vida hasta edadesavanzadas se basó en la mejora de lastécnicas de supervivencia, pero tambiénen algunos cambios biológicos, uno delos cuales probablemente fue eldesarrollo de la menopausia femenina.

Hasta el momento se ha descrito el

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gran salto adelante como si todos losavances en el terreno de la fabricaciónde herramientas y de la creaciónartística hubieran aparecidosimultáneamente hace cuarenta mil años.Ahora bien, la realidad es que lasdiferentes innovaciones se produjeronen momentos distintos. Las cerbatanas seinventaron antes que los arpones, losarcos y las flechas, mientras que losabalorios y los collares tienen mayorantigüedad que las pinturas rupestres.De la descripción facilitada hasta elmomento, también podría deducirse queen todos los lugares se produjeron losmismos cambios, lo que no es cierto.Entre los africanos, los ucranianos y los

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franceses de la última glaciación, sololos africanos confeccionaban abaloriosa partir de huevos de avestruz, solo losucranianos construían casas con huesosde mamut y solo los franceses pintabanrinocerontes lanudos en las paredes delas cuevas.

Estas variaciones culturales en eltiempo y el espacio representan una grannovedad con respecto a la monolítica einalterable cultura neanderthal; dehecho, constituyen la novedadfundamental emanada del ascenso a lacategoría de humanos, es decir, lapropia capacidad de innovación.Pensando en términos de la mentalidadactual, para la que las innovaciones son

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algo natural, resulta inconcebible quelos nigerianos y los letones de 1991posean el mismo tipo de objetos, o queestos sean iguales que los de losromanos que vivieron en el año 50 a. C.Por el contrario, para los neanderthales,lo inconcebible era la capacidad deinnovación.

Pese a la simpatía instintiva quedespierta en nosotros el arte de loscromagnones, sus herramientas depiedra y su estilo de vida de cazadores-recolectores nos hacen difícilconsiderarlos como algo más que unpueblo primitivo. Las armas de piedratraen a la mente viñetas de cavernícolasque, empuñando un garrote, arrastran a

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una mujer hasta su cueva sin dejar deemitir gruñidos. No obstante, podremosformarnos una imagen más correcta decómo era el hombre de Cromagnon sipensamos en las conclusiones a las quellegarían los arqueólogos del futuro alrealizar excavaciones en unasentamiento de Nueva Guinea de unaépoca tan reciente como, por ejemplo, ladécada de 1950. Algunos tipos sencillosde hachas de piedra serían todo lo queencontrarían los arqueólogos, puesto queprácticamente todos los demás objetosestán hechos de madera y no resistirán elpaso del tiempo. Las casas de variasplantas, las bellas canastas trenzadas,los tambores y flautas, las canoas

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carenadas y las finas esculturaspolícromas están destinadas adesaparecer por completo. Tampocoquedará rastro alguno de la complejalengua de los habitantes de NuevaGuinea, ni de sus canciones, relacionessociales y conocimientos sobre elmundo natural.

El material cultural de NuevaGuinea ha sido hasta hace poco«primitivo» (es decir, de la Edad dePiedra) debido a motivos históricos,pero los habitantes de la isla sonhumanos plenamente desarrollados. Hoydía, los hijos de los que fueran humanosde la Edad de Piedra pilotan aviones,manejan ordenadores y gobiernan un

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Estado moderno. Si pudiéramosretroceder cuarenta mil años en lamáquina del tiempo, sospecho quedescubriríamos que los cromagnonestambién eran un pueblo avanzado, capazde aprender a pilotar un avión areacción. Si sus herramientas eran depiedra y hueso es porque aún no sehabían inventado otro tipo de útiles;solo les faltó la oportunidad deaprender.

Tradicionalmente se ha argumentado queel hombre de Cromagnon surgió enEuropa a partir de la evolución delhombre de Neanderthal, hipótesis quecon el paso del tiempo ha ido perdiendo

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verosimilitud. Los últimos esqueletos deneanderthales, de algo menos decuarenta mil años de antigüedad, siguensiendo hombres de Neanderthal«plenamente desarrollados», en tantoque los primeros cromagnones queaparecen en la Europa de la mismaépoca ya eran seres humanos concaracterísticas anatómicas como las dela humanidad actual. Dado que en Áfricay Oriente Próximo ya existían pueblosanatómicamente avanzados decenas demiles de años antes, parece mucho másprobable que los cromagnones europeosprovengan de la expansión de esospueblos y no de la evolución dentro delpropio continente europeo.

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¿Qué ocurrió cuando, en el curso desu avance, los invasores cromagnones seencontraron con los neanderthales? Solohay un hecho comprobado, y es que alcabo de poco tiempo los neanderthaleshabían desaparecido. La deducciónineludible parece ser que la llegada delhombre de Cromagnon causó de algúnmodo la extinción del hombre deNeanderthal. Sin embargo, muchosarqueólogos refutan esta conclusión yalegan que la extinción del hombre deNeanderthal fue motivada por cambiosambientales. Así, por ejemplo, ladecimoquinta edición de laEnciclopedia Británica concluye laentrada sobre el hombre de Neanderthal

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con la frase: «La desaparición de loshombres de Neanderthal, aunque todavíano puede datarse con exactitud, se debióprobablemente a que eran criaturas deun período interglacial incapaces desobrellevar los rigores de otraglaciación». La realidad es, sinembargo, que los neanderthalesflorecieron durante la última glaciacióny desaparecieron cuando habíantranscurrido treinta mil años de esta yquedaban otros tantos para queterminara.

Mi propia hipótesis es que lossucesos acaecidos en Europa en tiemposdel gran salto adelante fueron similaresa los que han ocurrido una y otra vez en

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el mundo moderno siempre que unpueblo numeroso y con una tecnologíaavanzada ha invadido los territorios deotro pueblo en minoría numérica y conuna tecnología menos desarrollada. Porejemplo, cuando los colonizadoreseuropeos invadieron América del Norte,la mayoría de los amerindios perecierona causa de las epidemias que llevaronconsigo los europeos; los supervivientesfueron en su mayor parte asesinados oexpulsados de sus tierras; algunosadoptaron la tecnología europea(caballos y armas de fuego) y resistierondurante algún tiempo; y muchos de lossupervivientes restantes fuerondesplazados hacia las tierras

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despreciadas por los colonos o secasaron con europeos. Eldesplazamiento de los aborígenesaustralianos por parte de los colonoseuropeos, y el de las poblaciones sandel sur de África (bosquimanos) porparte de los pueblos de la Edad deHierro de lengua bantú, se atuvieron amodelos semejantes.

Por analogía, cabe suponer que lasenfermedades, asesinatos ydesplazamientos provocados por loshombres de Cromagnon exterminaron alos neanderthales. Si sucedió así, latransición del hombre de Cromagnon alde Neanderthal sería un presagio deépocas futuras en las que los

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descendientes de los vencedorescomenzaron a pelear entre sí. Puedeparecer paradójico que los cromagnonesse impusieran sobre un pueblo de mayorfortaleza, mas la paradoja se desvanececuando consideramos que las armasfueron el factor decisivo de la victoria.Tampoco en la actualidad son los gorilaslos que amenazan con exterminar a loshumanos en el centro de África, sinoviceversa. Los pueblos de constituciónmuy musculosa tienen grandesnecesidades alimenticias y, por tanto, nose encuentran en situación ventajosa anteotro pueblo de constitución más débil,pero con un ingenio más desarrollado yherramientas que les facilitan el trabajo.

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Al igual que los indios americanosde las grandes llanuras, es probable quealgunos neanderthales se adaptaran a lascostumbres de los cromagnones y lesopusieran resistencia durante algúntiempo. Esa es la única explicaciónplausible que acierto a encontrar para laintrigante cultura chatelperroniense quecoexistió en Europa occidental con latípica cultura cromagnon (denominadaauriñaciense) durante un breve período.Los utensilios de piedrachatelperronienses combinan lascaracterísticas típicas de los del hombrede Neanderthal y los del hombre deCromagnon, pero en esa cultura apenasexisten los útiles de hueso ni los objetos

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artísticos que caracterizan a la culturaauriñaciense. La identidad del puebloque dio lugar a la culturachatelperroniense estuvo sujeta a debateentre los arqueólogos hasta que seexhumó un esqueleto junto a objetostípicamente chatelperronienses en elyacimiento de Saint-Césaire, en Francia,y ese esqueleto resultó ser de un hombrede Neanderthal. Este dato parececonfirmar la hipótesis de que algunosneanderthales adoptaron lasherramientas de los cromagnones yconsiguieron resistir más tiempo que suscongéneres.

Ahora bien, aún queda por despejarla duda de cuáles fueron los resultados

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de los experimentos de cruzamiento derazas que se plantean en las novelas deciencia ficción. ¿Hubo invasorescromagnones que se unieron a mujeresneanderthales? No se han descubiertoesqueletos que puedan considerarsejustificadamente híbridos deNeanderthal y Cromagnon. Si laconducta de los neanderthales erarelativamente rudimentaria y suanatomía tan peculiar como cabesospechar, habría pocos cromagnonesdispuestos a unirse a ellos. El caso escomparable al de los humanos y loschimpancés, especies que han coexistidohasta la actualidad sin que se tenganoticia de que hayan mantenido ningún

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intercambio sexual. Aunque lasdiferencias que separaban a los hombresde Neanderthal de los hombres deCromagnon no eran tan acusadas, sinduda bastarían para ser motivo de mutuorechazo. Por otro lado, si el aparatoreproductor de las neanderthalesprolongaba los embarazos hasta losdoce meses, es improbable que un fetohíbrido pudiera sobrevivir en su seno.Yo me inclinaría a aceptar lasconclusiones que se desprenden de laevidencia negativa, es decir, que lahibridación, de haber ocurrido, fue unhecho infrecuente, y pondría en duda quelos pueblos actuales de linaje europeolleven en sí genes neanderthales.

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Con esto damos por cerrado el temadel gran salto adelante en Europaoccidental. En el este de Europa, lasustitución de los neanderthales por unpueblo más evolucionado había tenidolugar en épocas anteriores, y en OrientePróximo todavía antes; la ocupación deesta última zona parece haber fluctuadoentre los neanderthales y los humanosmás evolucionados durante los últimosnoventa y sesenta mil años. La lentitudde la transición en Oriente Próximo, encomparación con la celeridad del casode Europa occidental, sugiere que elpueblo anatómicamente evolucionadoque ocupaba esa zona hace más desesenta mil años aún no había

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desarrollado los comportamientosavanzados que, eventualmente, lellevarían a desplazar a losneanderthales.

El hipotético panorama trazado hastaahora nos presenta a un pueblo deanatomía plenamente desarrollada quesurgió en África hace más de cien milaños y que, en un principio, fabricóutensilios similares a los de losneanderthales y no se impuso sobreestos. Hace unos sesenta mil años, unamágica transformación de la conductavino a unirse a la anatomía desarrollada.En virtud de ese cambio (en el que nosdetendremos más adelante), surgió unpueblo plenamente evolucionado y con

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capacidad de innovación que seexpandió hacia el oeste desde OrientePróximo, ocupó Europa y reemplazó alos neanderthales en poco tiempo. Es desuponer que se expandió, asimismo,hacia el este, por los territorios de Asiae Indonesia, donde también habríasustituido a otros pueblos primitivos delos que apenas disponemos datos.Algunos antropólogos sostienen que loscráneos de los pueblos asiáticos eindonesios primitivos muestran rasgosreconocibles en los asiáticos y en losaborígenes australianos de la actualidad.En tal caso, es posible que el puebloinvasor no exterminara por completo alos asiáticos, como a los neanderthales,

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sino que se mezclara con ellos.Desde hace dos millones de años,

varios linajes humanos coexistieronhasta el momento en que uno de ellos seimpuso sobre los demás. Investigacionesrecientes indican que en el transcurso delos últimos sesenta mil años ha ocurridoalgo semejante, y que todos los humanosactuales descendemos del ser humanoque salió victorioso de la contienda.¿Cuál fue el ingrediente cuyaadquisición permitió a nuestro antecesorimponerse sobre los demás sereshumanos?

La identificación del ingrediente queimpulsó el gran salto adelante plantea un

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enigma arqueológico para el que no seha acertado a dar una respuesta quemerezca la aceptación general. Losesqueletos fosilizados no nos dicen nadaal respecto. Puede que se tratara de unamutación que afectase exclusivamente aun 0,1 por ciento de nuestro ADN. ¿Quéminúsculo cambio genético pudo tenerconsecuencias de tan grantrascendencia?

Al igual que otros científicos quehan especulado sobre esta cuestión, meinclino a pensar que el cambio fue eldesarrollo de las bases anatómicas dellenguaje hablado complejo. Loschimpancés, los gorilas e incluso losmonos tienen capacidad para la

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comunicación simbólica no dependientede la palabra hablada. Tanto a loschimpancés como a los gorilas se les hapodido enseñar a comunicarse medianteun lenguaje de signos, y se hademostrado que los chimpancés puedenaprender a comunicarse utilizando lasteclas de una gran consola conectada aun ordenador. Así pues, algunosindividuos de las especies simiescas hanadquirido «vocabularios» compuestospor cientos de símbolos. Los científicosdebaten hasta qué punto cabe equipararese tipo de comunicación al lenguajehumano, aunque es indudable que setrata de una forma de comunicaciónsimbólica, dado que cada signo o tecla

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simboliza algo externo.Además de signos y teclados de

ordenador, los primates pueden utilizarsonidos a modo de símbolos. Los monosvervet han desarrollado naturalmente untipo de comunicación simbólica basadaen gruñidos, algunos de los cuales,ligeramente distintos entre sí, significan«leopardo», «águila» y «serpiente». Unachimpancé de un mes llamada Viki, quefue adoptada por un psicólogo y sumujer y criada como la hija de la pareja,aprendió a «decir» cuatro palabras:«papa», «mama», «cup» (taza en inglés)y «up» (arriba en inglés), noperfectamente articuladas, pero síreconocibles. Dado que los simios

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poseen capacidad para comunicarse conun lenguaje simbólico formado porsonidos, ¿por qué no han continuadodesarrollando de forma espontánealenguajes propios más complejos?

El motivo parece radicar en laestructura de la laringe, la lengua y losmúsculos relacionados, es decir, de loselementos anatómicos que permiten alser humano controlar magistralmente lossonidos hablados. Al igual que un relojsuizo, cuyos componentes deben estarbien diseñados para que funcione, eltracto vocal humano depende delfuncionamiento preciso de muchosmúsculos y estructuras. Se cree que loschimpancés son físicamente incapaces

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de pronunciar varias de las vocales máscomunes del lenguaje humano. Si loshumanos tampoco pudiéramospronunciar más que unas cuantasconsonantes y vocales, nuestrovocabulario se reduciría enormemente.A modo de ejemplo puede tomarse estemismo párrafo y convertir todas lasvocales en «a» o «i», todas lasconsonantes en «d», «m» y «s», ydespués releerlo e intentarcomprenderlo.

Parece plausible, por tanto, que elingrediente que faltaba a los seresprotohumanos fuera la transformacióndel tracto vocal con objeto de facilitarel control de los sonidos emitidos y

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ampliar las posibilidades de emisión, lacual daría lugar a sutiles modificacionesmusculares que no tienen por quédetectarse en los cráneos fosilizados.

Es fácil comprender que la mínimatransformación anatómica que resulte enuna mejora de la facultad del hablatendrá como consecuencia un cambioconductual de gran trascendencia.Gracias al lenguaje, bastan unossegundos para transmitir la siguienteinformación: «Pasado el cuarto árbol,gira a la derecha en ángulo recto y llevaal antílope macho hacia esa roca rojiza,allí le clavaré la lanza», un mensaje quesería imposible de comunicar sinrecurrir al lenguaje. Dos protohumanos

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desprovistos de lenguaje no podríanenfrascarse en una discusión sobre cómointroducir mejoras en una herramienta osobre el posible significado de unapintura rupestre. Sin lenguaje, incluso unprotohumano de gran inventiva tendríadificultades para diseñar mejorasaplicables a una herramienta.

No se pretende sugerir con esto queel gran salto adelante comenzó tanpronto como surgieron las mutacionesque alteraron la anatomía de la lengua yla laringe. Una vez que se hubodesarrollado la constitución anatómicaadecuada, aún tuvieron que transcurrirvarios milenios para que la estructuradel lenguaje se perfeccionara y

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adquiriese su forma actual al desarrollarlos conceptos de ordenación de laspalabras, conjugación de los verbos ydeclinación de las palabras y ampliar elvocabulario. En el capítulo 8 nosdetendremos en los hipotéticos estadiosde perfeccionamiento del lenguaje.Ahora bien, si el requisito previo de lahominización era la modificación deltracto vocal humano para permitir unmejor control de la emisión de sonidos,una vez que ese cambio se produjo, lacapacidad de innovación surgiríaposteriormente de forma natural. Fue lapalabra hablada la que otorgó la libertadal ser humano.

En mi opinión, esta interpretación

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explica la inexistencia de fósiles dehíbridos de hombres de Neanderthal yde Cromagnon. La facultad del habla esun factor fundamental en las relacionesentre hombres y mujeres y entre padres ehijos. Si los sordos y los mudos seadaptan al funcionamiento de la culturaes gracias a que aprenden medios decomunicación alternativos basados en unlenguaje hablado preexistente. Ahorabien, si el lenguaje de los neanderthalesera muy rudimentario o inexistente, no esde extrañar que los cromagnones no sesintieran inclinados a escogerles comopareja.

Se ha argumentado que hace cuarenta

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mil años la humanidad ya habíadesarrollado una anatomía, una conductay un lenguaje tan avanzados como losactuales, y que el hombre de Cromagnonestaba capacitado para aprender apilotar un avión a reacción. Si esto esasí, ¿por qué medió tanto tiempo entre elgran salto adelante y la invención de laescritura o la construcción del Partenón?La respuesta puede ser similar a laexplicación de por qué los romanos,siendo como eran grandes ingenieros, nofabricaron bombas atómicas. Desde laépoca romana hubieron de transcurrirdos mil años de avances técnicos, comola pólvora y el cálculo matemático, lateoría atómica y el aislamiento del

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uranio, para que se llegara al punto enque pudo fabricarse la bomba A. Deigual modo, la construcción del Partenóny la invención de la escritura se hicieronposibles tras decenas de milenios dedesarrollo acumulativo a partir de laaparición del hombre de Cromagnon,desarrollo que comportó avances comoel arco y la flecha, la cerámica y ladomesticación de las plantas y animales,entre otros muchos.

Hasta el momento del gran saltoadelante, la cultura humana avanzó apaso de tortuga durante millones deaños. Fue el ritmo lento de la evolucióngenética el que determinó el lentoavance de la cultura. Después del

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«salto», el desarrollo cultural dejó dedepender de los cambios genéticos. Lacultura ha evolucionado muchísimo másen los últimos cuarenta mil años que enlos millones de años previos de lahistoria de la humanidad, pese a lainsignificancia de las transformacionesanatómicas ocurridas en este tiempo. Siun habitante del espacio exterior hubieravenido a la Tierra en la época delhombre de Neanderthal, habría pensadoque la especie humana no destacabaentre las demás. En el mejor de loscasos, ese extraterrestre habríamencionado a los humanos, junto a loscastores, los tilonorrincos y lashormigas soldado, como ejemplos de

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especies de hábitos curiosos. ¿Habríaprevisto ese visitante el cambio que notardaría en convertir a los humanos en laprimera especie de la historia de laTierra con capacidad para destruir todovestigio de vida?

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Segunda parte

UN ANIMAL CON UNEXTRAÑO

CICLO VITAL

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Hemos seguido el curso de nuestrahistoria evolutiva hasta la aparición deseres humanos con una anatomía y unascapacidades conductuales tandesarrolladas como las de la humanidadactual. Sin embargo, estos antecedentesno nos permiten entrar directamente aconsiderar el desarrollo de los rasgosculturales distintivos del ser humano,como son el lenguaje y el arte. Y esto esasí porque tan solo nos hemos basado enel testimonio aportado por los huesos ylas herramientas. Cierto es que eldesarrollo de un cerebro de gran tamañoy de la postura erecta son requisitosprevios del lenguaje y el arte, pero en símismos no son suficientes. Por sí solos,

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los huesos humanos no son garantía dehumanidad. Antes bien, nuestro ascensoa la categoría de humanos requeríacambios drásticos en nuestro ciclo vital,cambios de los que nos ocuparemos enla segunda parte de este libro.

En cualquier especie se observa loque los biólogos denominan el «ciclovital», término que designa una serie decaracterísticas como el número de críasnacidas por camada o parto, loscuidados parentales (en su caso) que lascrías reciben de la madre o el padre, lasrelaciones sociales entre los individuosadultos, el modo en que el macho y lahembra se seleccionan mutuamente paraaparearse, la frecuencia de las

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relaciones sexuales, la menopausia (ensu caso) y la esperanza de vida.

Aunque demos por sentado que laforma que adoptan estas característicasen el caso de los humanos son la norma,la realidad es que nuestro ciclo vital esextraño comparado con el del resto delos animales. Todas las característicasarriba mencionadas varían mucho entrelas especies, pero los humanos somosexcepcionales en casi todos losaspectos. Por mencionar tan soloalgunos ejemplos obvios, la mayoría delos animales tienen camadas numerosasy no de un solo hijo; los machos queproporcionan cuidados parentales son laexcepción, y hay muy pocas especies

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animales que lleguen a vivir siquierauna pequeña fracción de los setenta añosque son la vida media del ser humano.

Los humanos compartimos con lossimios algunos de estos rasgosexcepcionales, lo que indica que, enesos casos, nos hemos limitado aconservar rasgos que ya habíanadquirido nuestros ancestros simiescos.Así, por ejemplo, los simios suelentener una sola cría en cada parto y vivenvarios decenios. Nada de esto puededecirse de los demás animales con losque nos hemos habituado a convivir (deespecies menos próximas a la nuestra),como los gatos, los perros, las avescanoras y los peces de colores.

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En otros aspectos somos muydistintos incluso de los simios. Acontinuación expondremos algunasdiferencias obvias cuyas funciones sonbien conocidas. En la especie humana,los bebés continúan dependiendo porcompleto de los alimentos que lesproporcionan sus padres aun después deser destetados, en tanto que los simioscomienzan a alimentarse por sí mismosal dejar de mamar. Entre los humanos, lamayoría de los padres, como también lasmadres, se comprometen en el cuidadode su prole, lo que entre los simios soloocurre en el caso de las madreschimpancés. Al igual que las gaviotas,pero a diferencia de los simios y de la

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mayoría de los demás mamíferos, loshumanos vivimos en densas coloniasreproductoras compuestas por parejasnominalmente monógamas, algunas delas cuales también practican lasrelaciones sexuales extramaritales.Todos estos rasgos son tan esencialespara la supervivencia y la educación dela descendencia humana como el hechode poseer una gran caja ósea. Esto es asíporque nuestros elaborados métodospara obtener alimentos, dependientes dela utilización de herramientas, impidenque los niños destetados sean capacesde alimentarse por sí solos. Los niñosnecesitan ser alimentados, educados yprotegidos durante un largo período, lo

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que comporta una inversión mucho másonerosa que la que afrontan las madresde otros primates. Así pues, en laespecie humana, los padres deseosos deque su prole sobreviva hasta la edadadulta han tomado como norma ayudar asus compañeras en algo más queproporcionarles esperma, actividad enla que se resume la colaboración delpadre orangután en la procreación.

Asimismo, diferimos de los primatessalvajes en otros aspectos más sutiles demaestro ciclo vital, cuyas funciones, noobstante, siguen siendo discernibles.Muchos humanos gozamos de una vidamás larga que la mayoría de losprimates en estado salvaje; incluso en

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las tribus de cazadores-recolectores hayalgunos individuos ancianos a los que seconcede gran importancia en tanto quedepositarios de la experiencia. Pormotivos que se explicarán más adelante,los testículos de los hombres son muchomayores que los de los gorilas, aunquemenores que los de los chimpancés. Lamenopausia femenina, que nos parecealgo inevitable, es, como demostraremosmás adelante, beneficiosa para laespecie humana, pero también es unhecho casi sin precedentes entre otrosmamíferos. El equivalente más próximoentre los mamíferos es el caso de unospequeños marsupiales australianossemejantes a ratones, aunque es al

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macho y no a la hembra a quien afecta lamenopausia. Nuestra longevidad, eltamaño de los testículos del hombre y lamenopausia femenina también sonprerrequisitos de la humanidad tal comola conocemos.

Ahora bien, otras características denuestro ciclo vital difieren de las de lossimios de un modo mucho más drásticoque, digamos, el tamaño de lostestículos, y, sin embargo, las funcionesque desempeñan esas característicasprivativas de la humanidad están sujetasa un enconado debate. Los humanos nosdistinguimos en que, por lo general,practicamos el sexo en la intimidad ypor puro placer, en lugar de hacerlo

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fundamentalmente en público y tan solocuando la hembra tiene capacidad paraconcebir. Entre los simios, las hembrasanuncian el momento de su ovulación, entanto que las mujeres lo esconden hastade sí mismas. Aunque los especialistasen anatomía han dado cuenta de laconveniencia de que los testículos delhombre tengan un tamaño moderado, aúnno se ha conseguido explicar el tamañorelativamente enorme del penemasculino. Sea cual sea su explicación,todas estas características tambiéncontribuyen a definir la cualidad dehumano. Resulta difícil imaginar cómolos padres y las madres podríancooperar armoniosamente en la crianza

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de sus hijos si a las mujeres, tal y comosucede a algunas hembras primates, seles colorearan los genitales de un rojovivo en el período de la ovulación, sisolo fueran sexualmente receptivas enese momento, alardearan de esa insigniaroja indicativa de su receptividad y sededicaran a mantener relacionessexuales en público con cualquierhombre que se les pusiera al alcance.

Así pues, la sociedad humana y lacrianza de los hijos no solo se sustentanen la evolución del esqueleto expuestaen la primera parte de este libro, sinotambién en estas característicasnovedosas y peculiares de nuestro ciclovital. Ahora bien, a diferencia del caso

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del desarrollo del esqueleto humano, nopodemos precisar en qué momentos denuestra historia evolutiva se produjeronlos cambios del ciclo vital, dado que nohan dejado huellas directas en forma defósiles. En consecuencia, estos rasgos,pese a su relevancia, apenas recibenatención en los textos de paleontología.Los arqueólogos han descubiertorecientemente el hioides de un hombrede Neanderthal, uno de los huesosbásicos que conforman el aparato parael habla, pero aún no se ha descubiertola menor huella de un pene de aquelperíodo. No sabemos si el Homoerectus, además de desarrollar uncerebro de gran tamaño sobre el que

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disponemos de abundante información,también había comenzado a desarrollarla preferencia por mantener relacionessexuales en la intimidad. Los fósiles nisiquiera nos permiten demostrar, comoen el caso del gran tamaño de nuestrocerebro, que son los ciclos vitales delos humanos, y no los de los demásprimates contemporáneos, los que másdifieren de nuestra condición ancestral.Así pues, debemos contentarnos coninferir esa conclusión del hecho de quenuestros ciclos vitales sonexcepcionales comparados no solo conlos de los simios actuales, sino tambiéncon los de otros primates, lo que pareceindicar que fue la especie humana la que

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más se transformó.Darwin demostró a mediados del

siglo XIX que la anatomía de losanimales había evolucionado a través deun proceso de selección natural. En estesiglo, los bioquímicos han hechodescubrimientos similares en cuanto a laevolución de la estructura química delos animales mediante la selecciónnatural. Ahora bien, la conducta animal,en la que se incluye la biología de lareproducción y los hábitos sexuales,también ha evolucionado de ese modo.Las características del ciclo vitalposeen cierta base genética y varíancuantitativamente entre los individuos dela misma especie. Por ejemplo, algunas

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mujeres poseen una predisposicióngenética a concebir gemelos, en tantoque a nadie le habrá pasado inadvertidoel hecho de que la dotación genética dealgunas familias es más propicia a lalongevidad que la de otras. Lascaracterísticas del ciclo vitalcondicionan la transmisión efectiva delos genes puesto que influyen en nuestracapacidad para encontrar compañero,concebir, criar hijos y sobrevivir en laedad adulta. Del mismo modo que laselección natural tiende a adaptar laanatomía de un animal a su entornoecológico y viceversa, también tiende amoldear los ciclos vitales de losanimales. Aquellos individuos que dejan

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tras de sí una prole superviviente másnumerosa promueven la influencia desus genes tanto en los rasgos del ciclovital como en la estructura ósea yquímica de la especie.

Una dificultad con la que tropiezaeste razonamiento es que algunos denuestros rasgos, como la menopausia yel envejecimiento, parecen reducir, enlugar de favorecer, nuestra producciónde descendientes, por lo que no deberíanhaber sido consecuencia de la selecciónnatural. Para intentar comprender estetipo de paradojas, suele resultarfructífero aplicar el concepto de«solución de compromiso». En el mundoanimal nada es gratuito ni absolutamente

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beneficioso. Todo comporta costes a lapar que beneficios, pues todo utiliza unespacio, un tiempo y una energía quepodrían dedicarse a otros propósitos. Sino se razona en estos términos, cabríapensar que las mujeres tendrían unadescendencia más numerosa si nosufrieran la menopausia. Sin embargo,más adelante veremos cómo laconsideración de los costes latentes quecomportaría eliminar la menopausia nosda la clave de por qué la evolución nonos incorporó estrategias parasuprimirla. El mismo tipo deconsideraciones permiten comprendercuestiones tan dolorosas como el porquéde que envejezcamos y muramos, y

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también si nos conviene más (incluso enel estricto sentido evolutivo) ser fieles anuestros esposos y esposas o buscarrelaciones extramaritales.

La exposición precedente parte de lapremisa de que los rasgos distintivos delciclo vital humano poseen cierta basegenética. Los comentarios realizados enel capitulo 1 a propósito de lasfunciones de los genes en general sonaplicables en este caso. Del mismomodo que la altura y la mayoría denuestros rasgos observables nodependen de la influencia de un únicogen, tampoco debe suponerse que es unúnico gen el que determina lamenopausia o la monogamia. En

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realidad, es poco lo que sabemos sobrelas bases genéticas de las característicasdel ciclo vital humano, pese a que losexperimentos en la cría selectiva deratones y ovejas han ayudado acomprender el control genético deltamaño de los testículos de dichosanimales. Es obvio que las influenciasculturales que inciden sobre nuestramotivación para cuidar a los hijos obuscar relaciones sexualesextramaritales son enormes, y no haymotivo alguno para creer que los genescontribuyen de manera significativa aestablecer las diferencias individualesque los humanos muestran con respectoa estos rasgos. Sin embargo, es muy

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probable que las diferencias genéticasentre los humanos y las otras dosespecies de chimpancés contribuyan acrear las diferencias que se repitenconsistentemente entre muchos rasgos delos ciclos vitales de todas laspoblaciones humanas y los de todas laspoblaciones de chimpancés. No existeninguna sociedad humana, sean cualesfueren sus hábitos culturales, cuyoshombres posean testículos tan grandescomo los de los chimpancés, ni cuyasmujeres no sufran la menopausia. Entreel 1,6 por ciento de los genes que nosdiferencian de los chimpancés ycumplen alguna función, es probable queun porcentaje importante participe en la

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especificación de los rasgoscaracterísticos de nuestro ciclo vital.

Al examinar la peculiaridad delciclo vital humano, comenzaremosseñalando las características distintivasde la organización social humana y denuestra anatomía, fisiología y conductasexuales. Como ya se ha dicho, lascaracterísticas que nos convierten enexcepciones entre los animales son,entre otras, las sociedades compuestaspor parejas nominalmente monógamas,la anatomía genital y nuestra constantebúsqueda de relaciones sexuales, quepor lo general mantenemos en laintimidad. El tipo de vida sexual quepracticamos no solo se refleja en

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nuestros genitales, sino también en eltamaño relativo de los cuerpos dehombres y mujeres (mucho másequiparado que en el caso de losorangutanes y gorilas de ambos sexos).Más adelante veremos cómo algunas deestas características distintivas que tanfamiliares nos resultan desempeñanfunciones que nos resultan conocidas,mientras que las funciones de otras aúnno se han conseguido desentrañar.

Un análisis del ciclo vital humanoque pretenda ser sincero no puedelimitarse a señalar que somosnominalmente monógamos y dejar así lascosas. Es obvio que la búsqueda derelaciones sexuales extramaritales está

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muy influenciada por la educación querecibe cada individuo y por las normasde la sociedad en que vive. Pero esasinfluencias culturales no bastan paraexplicar el hecho de que tanto lainstitución del matrimonio como lapráctica de las relaciones sexualesextramaritales se hayan observado entodas las sociedades humanas, y que, sinembargo, el sexo extramarital sea algodesconocido entre los gibones, pese aque el «matrimonio» forme parte de sumodo de vida (es decir, las relacionesduraderas de pareja macho-hembraorientadas a la crianza de la prole), yque la cuestión del sexo extramarital nisiquiera pueda plantearse en el caso de

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los chimpancés, dado que entre ellos noexiste el vínculo «matrimonial». Asípues, un análisis adecuado de laespecificidad del ciclo vital humanodebe explicar la peculiar combinacióndel matrimonio con las relacionessexuales extramaritales. Como veremos,hay precedentes entre los animales quepueden ayudarnos a comprender elsentido que esta combinación tienedesde el punto de vista evolutivo; lasdiferencias habituales en la actitud dehombres y mujeres con respecto a lasrelaciones sexuales extramaritales sonmuy semejantes a las de los gansosmachos y hembras.

A continuación prestaremos atención

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a otro rasgo distintivo del ciclo vitalhumano, la manera en queseleccionamos a nuestros compañerossexuales, con propósitos matrimonialeso de otro tipo. Tal cuestión apenas seplantea en los grupos de mandriles,donde la selección es mínima, dado quetodos los machos intentan aparearse concualquier hembra que esté en celo. Porsu parte, los chimpancés a concedenmayor importancia a la elección de lapareja, pero son mucho menosselectivos y más semejantes a losmandriles en su promiscuidad que loshumanos. La selección del compañero esuna decisión de consecuencias decisivasen el ciclo vital humano, puesto que las

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parejas casadas comparten lasresponsabilidades parentales a la vezque el compromiso sexual. El hecho deque el cuidado de los niños exija unainversión parental tan fuerte yprolongada es precisamente el motivode que debamos elegir a nuestrocoinversor con mucho mayor cuidadoque un mandril. No obstante, en laconducta animal también existenprecedentes de nuestra manera de elegira los compañeros sexuales, no entre losprimates, pero sí entre las ratas y lospájaros.

Los criterios aplicados a laselección de la pareja tienen unainfluencia relevante en la controvertida

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cuestión de la diversidad racial de loshumanos. Los seres humanos naturalesde diferentes partes del mundo poseenapariencias externas visiblementediferentes, al igual que los gorilas, losorangutanes y la mayoría de las demásespecies animales que ocupan un ámbitogeográfico suficientemente amplio. Partede las variaciones geográficas denuestra apariencia reflejan a todas lucesla adaptación al clima local realizada envirtud de la selección natural, del mismomodo que a las comadrejas que habitanen zonas de nieves invernales les creceuna capa de pelaje blanco en inviernopara facilitarles el camuflaje y lasupervivencia. Sin embargo, en este

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libro argumentaremos que lavariabilidad geográfica de nuestrosrasgos externos surgió principalmente dela selección sexual, como resultado delos procedimientos que empleamos paraescoger pareja.

Para concluir esta exposición sobrenuestro ciclo vital, plantearemos lapregunta de por qué nuestras vidasdeben llegar a un final. Elenvejecimiento es otro de los rasgos denuestro ciclo vital al que estamos tanhabituados que lo damos por hecho;sabemos que tenemos que envejecer y,algún día, morir. Lo mismo puededecirse de todos los individuos de todaslas especies animales, aunque el ritmo

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de envejecimiento varía mucho de unaespecie a otra. Comparados con el restode los animales, los humanos poseemosuna vida relativamente larga, que aún sehizo más larga en los tiempos en que elhombre de Cromagnon reemplazó al deNeanderthal. La longevidad ha sido unfactor importante en el proceso dehominización, pues ha permitido latransmisión efectiva de las habilidadesaprendidas de una generación a otra.Pero incluso los humanos envejecemos.¿Por qué es inevitable el envejecimientosi estamos tan bien dotados para laregeneración biológica?

En este aspecto, más que en ningúnotro de los tratados en este libro, se

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hace patente la importancia de pensar entérminos de «soluciones decompromiso» evolutivas. Considerandoque la ventaja de no envejecer seríatener una descendencia más numerosa,vemos que, paradójicamente, eso no noscompensaría el esfuerzo de realizar unainversión mayor en los mecanismos deregeneración necesarios para vivir mástiempo. El concepto de solución decompromiso también despeja laincógnita de la menopausia, ese tope a lacapacidad reproductora que,paradójicamente, ha sido programadopor la selección natural para permitir alas mujeres tener más hijos que lleguen asobrevivir.

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3La evolución de lasexualidad humana

No pasa una sola semana sin que sepublique algún libro sobre el sexo.Nuestro deseo de leer sobre lasrelaciones sexuales solo es superadopor nuestro deseo de practicarlas. Asípues, parecería lógico pensar que loshechos básicos de la sexualidad humanason familiares para los legos en lamateria y no encierran ningún misteriopara los científicos. A continuaciónproponemos al lector que ponga a

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prueba sus conocimientos sobre el sexorespondiendo cinco preguntas sencillas:

Entre las diversas especies desimios y la especie humana, ¿cuáles la que posee un penenotablemente mayor y por qué?¿Por qué el cuerpo de los hombreses mayor que el de las mujeres?¿Cómo es posible que los hombrestengan unos testículos muchomenores que los de loschimpancés?¿Por qué los humanos copulan en laintimidad, en tanto que todas lasdemás especies animales lo hacen

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en público?¿Por qué, a diferencia de lashembras de casi todas las demásespecies de mamíferos, las mujeresno manifiestan su período fértil conclaras señales externas nirestringen su receptividad sexual aesos días?

Quien se haya apresurado a contestar«el gorila» a la primera pregunta, puedeanotarse un cero, pues la respuestacorrecta es el hombre. A quien hayadado respuestas inteligentes a las otraspreguntas, le aconsejo que las publique,ya que todas ellas constituyen el objetode un animado debate científico en el

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que se han propuesto numerosas teoríasencontradas.

Valgan estas cinco preguntas parailustrar la dificultad que entrañaexplicar los fenómenos patentes de laanatomía y la fisiología sexual del serhumano. Parte del problema radica enlos prejuicios relativos al sexo, que hanretrasado el inicio de los estudioscientíficos serios sobre esta materiahasta muy recientemente y que aún hoytienden a sesgar la objetividad de losinvestigadores. Otra dificultad es laimposibilidad de realizar experimentoscontrolados sobre las prácticas sexualesde los humanos, tal como se realizanacerca de temas como la ingestión de

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colesterol o la higiene dental. Porúltimo, hay que pensar que los órganossexuales no están aislados, sinoadaptados a los hábitos sociales y alciclo vital de su poseedor, factores que,a su vez, dependen de los hábitosrelativos a la recolección de alimentos.En el caso de los humanos, estosignifica, entre otras cosas, que laevolución de los órganos sexuales haestado ligada a la utilización deherramientas, al crecimiento del cerebroy a la crianza de los hijos. Así pues, elprogreso que nos llevó de ser unaespecie más entre los grandes mamíferosa convertirnos en una especie única nosolo dependió de la remodelación de la

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pelvis y del cráneo, sino también denuestra sexualidad.

Una vez que conoce los hábitosalimentarios de un animal, el biólogosuele deducir con facilidad su sistemade apareamiento y su anatomía genital.Así pues, cuando se trata de comprendercómo la sexualidad humana llegó aconvertirse en lo que es hoy,previamente hay que estudiar cómo hanevolucionado nuestra dieta y nuestrasociedad. A partir de la dietavegetariana de nuestros ancestrossimiescos, el ser humano fuedesarrollando hábitos carnívoros a lolargo de varios millones de años, a la

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par que conservaba sus costumbresvegetarianas. Sin embargo, la dentaduray las extremidades delanteras de loshumanos continuaron siendo como las delos simios y no como las de los tigres.Las habilidades cinegéticas de loshumanos surgieron impulsadas por eldesarrollo de su cerebro: aunque laconstitución anatómica de nuestrosancestros no era adecuada para la caza,la utilización de armas y la cooperacióngrupal les permitió convertirse enbuenos cazadores y adoptar lacostumbre de compartir las piezascobradas. Asimismo, nuestra capacidadpara recolectar raíces y bayas llegó adepender del empleo de utensilios y, por

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tanto, de la posesión de un cerebro degran tamaño.

En consecuencia, los jóveneshumanos necesitaban varios años paraadquirir los conocimientos y laexperiencia necesarios para sercazadores-recolectores eficientes, talcomo hoy día necesitan varios años paraaprender a ser granjeros oprogramadores de informática. Añosdespués de ser destetados, los humanossiguen siendo demasiado ignorantes eindefensos para alimentarse por símismos y continúan dependiendo de suspadres para sobrevivir. Estos hábitos sehan convertido en una segundanaturaleza, hasta el punto de hacernos

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olvidar que las crías de los simioscomienzan a recolectar sus alimentos tanpronto como son destetadas.

Los motivos de la ineficacia de losniños para alimentarse por sí mismosson de dos tipos, mecánicos ypsicológicos. En primer lugar, lafabricación y el manejo de los utensiliosempleados para obtener alimentosrequieren una destreza en lacoordinación digital que solo seadquiere con el paso de los años. Aligual que mi hijo de cuatro años todavíano sabe anudarse los zapatos, los niñoscazadores-recolectores de esa edad nopueden afilar un hacha de piedra nifabricar una canoa vaciando un tronco.

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En segundo lugar, la inteligenciadesempeña un papel mucho másimportante en la obtención de alimentosen el caso de los humanos que en lasdemás especies animales, puesto quenuestra dieta es mucho más variada y lastécnicas de recolección de alimentosmás complejas y diversas. Por ejemplo,cualquiera de los naturales de NuevaGuinea con los que trabajo conoce porsu nombre unas mil especies de plantasy animales de los alrededores, ademásde tener conocimientos sobre sudistribución y modo de vida, la manerade reconocerlas, sus propiedadescomestibles y demás utilidades y elmejor método de recolectarlas o

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capturarlas. Es evidente que unainformación tan extensa solo puedeadquirirse al cabo de largos años deaprendizaje.

Los niños destetados no puedensobrevivir sin ayuda porque todavía nohan desarrollado estas capacidadesmecánicas y mentales. En consecuencia,precisan que los adultos les enseñen yles alimenten durante los diez a veinteaños que dura su aprendizaje. Comootras muchas características específicasde la humanidad, este rasgo tieneprecedentes en el mundo animal. Losleones y numerosas especies enseñan acazar a sus crías. Los chimpancés, comolos humanos, siguen una dieta variada,

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emplean diversas técnicas para laobtención de alimentos y ayudan a suscrías a alimentarse; además, loschimpancés comunes, aunque no lospigmeos, utilizan algunas herramientas.En este aspecto, las diferencias entre loshumanos y los animales no sonabsolutas, sino una cuestión de grado,por cuanto las capacidades necesariaspara sobrevivir, y en consecuencia lascargas parentales, son mucho mayoresen el caso de los humanos que en el delos leones o los chimpancés.

El aumento de las responsabilidadesparentales significa que, entre loshumanos, la supervivencia de los hijosdepende de los cuidados tanto del padre

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como de la madre. En el caso de losorangutanes, la única contribución de losmachos a la reproducción y a la crianzaes el aporte inicial de semen; elcompromiso de los gorilas, chimpancésy gibones es mayor, ya que incluye laprotección a las crías, aunque no puedecompararse con los esfuerzos realizadospor los varones de los puebloscazadores-recolectores para alimentar yeducar a su prole. Los hábitos derecolección de alimentos de loshumanos requieren un sistema social enel que los machos conserven su relacióncon las hembras después de fecundarlasde modo que puedan colaborar en lacrianza de la descendencia de la pareja.

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De no ser así, las posibilidades de quelos hijos sobrevivan y de que el padreles transmita sus genes se reduciríanenormemente. El sistema empleado porlos orangutanes, consistente en que elmacho se separe de la hembra despuésde la copulación, tendría consecuenciasdesastrosas en el caso de los humanos.

Ahora bien, el sistema reproductivode los chimpancés, en el que variosmachos adultos suelen copular con lamisma hembra en celo, tampoco seríaviable entre los humanos, ya que de esemodo ningún macho sabe qué crías de lamanada ha engendrado. Para el padrechimpancé, que apenas se ocupa de suprole, esta incertidumbre no constituye

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un problema; mas para el padre humano,que se implicará en la crianza deaquellos a quienes considere hijossuyos, es importante no albergar dudassobre su paternidad, asegurándose, porejemplo, que ha sido el único enmantener relaciones sexuales con supareja. De otro modo, su contribución ala crianza podría facilitar la transmisiónde los genes de otro hombre.

La certeza relativa a la paternidadno representaría un problema si loshumanos vivieran como los gibones, enparejas aisladas y diseminados por unamplio territorio, de tal suerte que lashembras tuvieran escasas oportunidadesde encontrarse con otros machos. No

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obstante, casi todas las poblacioneshumanas se han visto obligadas a viviren grupo, aunque este modo de vidasuscite fuertes incertidumbres conrespecto a la paternidad. Entre losmotivos que forzaron la adopción delsistema de vida grupal puedenmencionarse los siguientes: la mayoríade las actividades de caza y recolecciónrequieren la cooperación entre loshombres, entre las mujeres o entreambos sexos; buena parte de losalimentos que la naturaleza brinda al serhumano están concentrados en zonasdeterminadas, las cuales puedensustentar a grupos nutridos; la vida engrupo mejora la protección contra los

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depredadores y otros agresores, enespecial contra otros humanos.

Dicho en pocas palabras, el sistemasocial que los humanos hemosdesarrollado en función de nuestrospeculiares hábitos alimentarios nosparece absolutamente normal, lo que noobsta para que sea extraño desde elpunto de vista de los simios yvirtualmente único entre los mamíferos.Los orangutanes adultos viven aislados;los gibones, en parejas monógamas; losgorilas, en grupos polígamos,compuestos por varias hembras y unmacho dominante en la mayoría de loscasos; los chimpancés comunes viven encomunidades bastante promiscuas,

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constituidas por una serie de hembrasdesperdigadas y un grupo de machos, ylos chimpancés pigmeos habitan encomunidades mixtas aún máspromiscuas. Ahora bien, las sociedadeshumanas, como también los hábitosalimentarios propios de nuestra especie,se asemejan a las de los leones y loslobos; vivimos en grupos compuestospor numerosos machos adultos ynumerosas hembras adultas. Noobstante, nos diferenciamos de losleones y los lobos en la forma deorganización de esas sociedades, puesentre los humanos los machos y lashembras cohabitan en pareja. Encontraste, en una manada de leones,

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todos los machos se apareanregularmente con todas las hembras, loque imposibilita determinar lapaternidad de los cachorros. Elequivalente más próximo a lassociedades humanas son las colonias deaves marinas, como las gaviotas y lospingüinos, que viven en parejas mixtas.

Las parejas humanas de la mayoríade los estados políticos modernos son,al menos oficialmente, monógamas,aunque con ciertas reservas; no obstante,entre los grupos de cazadores-recolectores que han pervivido hasta laactualidad, cuyas sociedades constituyenun ejemplo más ajustado del modo devida de la humanidad durante los

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últimos millones de años, lascostumbres sexuales son «ligeramentepoligínicas». (Esta descripción haomitido considerar las relacionessexuales extramaritales, mediante lasque nos convertimos en polígamos dehecho y cuyos aspectos de candenteinterés científico se tratarán en elpróximo capítulo). La expresión«ligeramente poligínicas» equivale adecir que la mayoría de los hombres delas tribus de cazadores-recolectores tansolo pueden mantener a una familia,aunque algunos hombres poderosostienen varias mujeres. Llevar lapoliginia al extremo, como los elefantesmarinos —entre los que los machos

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tienen decenas de compañeras—, seríaimposible para los hombres cazadores-recolectores, dadas sus obligacionespara con sus hijos. Los grandes harenesque han dado celebridad a algunospotentados solo pudieron formarse unavez que las mejoras agrícolas y lacentralización de los gobiernospermitieron que unos cuantos príncipesestablecieran un sistema impositivouniversal que les proporcionaba fondospara mantener su nutrida prole.

A continuación examinaremos lainfluencia de la organización social enla constitución orgánica de hombres ymujeres. Consideremos, en primer lugar,

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que el cuerpo de los hombres adultos esligeramente mayor que el de las mujeresde la misma edad (alrededor de un 8 porciento más de altura y un 20 por cientomás de volumen, por término medio). Aun zoólogo del espacio exterior lebastaría con ver a una mujer de un metrosetenta, junto a mí, que mido un metrosetenta y cinco, para deducir quepertenecemos a una especie ligeramentepoligínica. ¿Cómo es posible inferir loshábitos de apareamiento a partir deltamaño relativo de los cuerpos?, sepreguntará posiblemente el lector.

La cuestión es que entre losmamíferos poligínicos, el número mediode hembras que cohabitan con un macho

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aumenta, a la vez que lo hace la relaciónentre el tamaño corporal masculino y elfemenino. Es decir, los harenes de losmachos son más nutridos en las especiesdonde los machos son notablementemayores que las hembras. Por ejemplo,los machos y las hembras tienen elmismo tamaño entre los gibones, que sonmonógamos; los gorilas machos, quesuelen cohabitar con entre tres y seishembras, pesan casi el doble que lashembras; mientras que los elefantesmarinos australes machos, de unas trestoneladas, son gigantescos comparadoscon las hembras, de unos 320 kilos depeso, y cohabitan con un promedio decuarenta y ocho hembras. La explicación

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es que en las especies monógamas todoslos machos pueden conseguirse unahembra, mientras que en las especiesacentuadamente poligínicas la mayoríade los machos languidecen sincompañera, dado que unos cuantosmachos dominantes acaparan a todas lashembras. En consecuencia, cuanto mayorsea el grupo de hembras que vive con unsolo macho, más enconada será lacompetencia entre los machos y másimportante el tamaño corporal, puestoque los machos más corpulentos suelensalir vencedores de las peleas. Loshumanos, especie ligeramente poligínicaen la que los machos son un poco máscorpulentos que las hembras, encajan en

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este modelo. (No obstante, en ciertomomento de la evolución humana, lainteligencia y la personalidad del varónadquirieron preponderancia sobre elsimple tamaño, como se demuestra en elhecho de que los jugadores debaloncesto y los luchadores de sumo nosuelen tener más mujeres que losjockeys o los patrones de yate).

Dado que la competencia entre losmachos es más intensa en las especiespoligínicas que en las monógamas, lasdiferencias entre los sexos —tamañocorporal aparte— suelen estar másmarcadas en las primeras. Estasdiferencias son los caracteres sexualessecundarios, los cuales cumplen la

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función de atraer a la pareja. Así, porejemplo, los machos y las hembras de laespecie monógama de los gibonesparecen idénticos desde lejos, en tantoque los gorilas machos, tal y comocorresponde a los hábitos poligínicos desu especie, son fácilmente reconociblespor las crestas que coronan sus cabezasy por el color plateado del pelaje dellomo. La anatomía humana tambiénrefleja nuestra ligera poliginia. Lasdiferencias externas entre hombres ymujeres no son tan acusadas como lasdiferencias relacionadas con el sexo quese dan entre los gorilas y losorangutanes, lo que seguramente noimpediría que el hipotético zoólogo del

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espacio exterior pudiera distinguir a losmiembros de ambos sexos observandoel vello corporal y facial de loshombres, sus penes de tamañoinusualmente grande y los voluminosospechos que caracterizan incluso a lasmujeres que no han tenido hijos (esterasgo es único entre las primates).

En lo que se refiere a los genitalespropiamente dichos, empezaremos pordecir que el peso combinado de lostestículos del hombre oscila en torno alos 42,5 gramos por término medio. Estedato puede halagar el ego machista si sepiensa que los testículos de un gorila dedoscientos kilos de peso son menores.

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Sin embargo, no hay que sacarconclusiones apresuradas; los testículosde los hombres son insignificantescomparados con los de un chimpancémacho de 45 kilos, que pesan unos 113gramos. ¿Por qué la anatomía genital delgorila es tan parca y la del chimpancétan generosa?

La «teoría del tamaño de lostestículos» es uno de los triunfos de laantropología física moderna. Midiendolos testículos de treinta y tres especiesde primates, los científicos británicoshan identificado dos tendencias: lasespecies que copulan más a menudoprecisan testículos de mayor tamaño; ylas especies promiscuas en las que

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varios machos copulan de manerahabitual y en rápida sucesión con unasola hembra requieren testículos de untamaño particularmente grande (puestoque el macho que inyecta más sementiene más posibilidades de ser el quefertilice el óvulo). Cuando lafecundación es como un juego de azar,los testículos grandes permiten al machotener más cartas en su mano.

Estas consideraciones puedenexplicar las diferencias en el tamaño delos testículos de los grandes simios y delos humanos. Una gorila hembra noreemprende sus actividades sexualeshasta tres o cuatro años después dehaber dado a luz, y solo es receptiva

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durante un par de días al mes, hasta quevuelve a quedarse preñada. Incluso paraun poderoso gorila, que haya conseguidoreunir a numerosas hembras a sualrededor, las relaciones sexuales son unplacer infrecuente, experimentado, consuerte, unas cuantas veces al año. Eltamaño relativamente minúsculo de sustestículos se adecúa bien a estasmodestas exigencias. La vida sexual deun orangután macho es algo más activa,sin llegar a ser extenuante. Por elcontrario, todos los chimpancés machosde un promiscuo grupo en el queabunden las hembras viven en una suertede nirvana sexual, con oportunidadescasi diarias de copular en el caso de los

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chimpancés comunes y variascopulaciones diarias en el delchimpancé pigmeo prototípico. Estehecho, unido a la necesidad de superar alos otros chimpancés en su aportaciónde semen con objeto de fecundar a laspromiscuas hembras, explica lanecesidad de que los testículos seangigantescos. A los humanos nos bastacon tener unos testículos de tamañomediano, dado que, por regla general, elhombre copula más a menudo que losgorilas y los orangutanes, pero conmenor frecuencia que los chimpancés.Por otro lado, la mujer, con un ciclomenstrual típico, no suele impulsar avarios hombres a enzarzarse en una

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competición orientada a fecundarla.

FIGURA 4. Los humanos y los grandes simiosdifieren en el tamaño relativo de los machosy las hembras en la longitud del pene y en eltamaño de los testículos. Los círculosmayores representan el tamaño corporalrelativo de los machos con respecto a las

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hembras en cada una de las especies. Eltamaño corporal de las hembras estárepresentado arbitrariamente en el círculosuperior del recuadro, como si fuera elmismo para todas las especies. Vemos, portanto, que los chimpancés de ambos sexospesan aproximadamente lo mismo; que loshombres son ligeramente más corpulentosque las mujeres, y que entre los orangutanesy los gorilas, los machos son muchomayores que las hembras. Las flechas delsímbolo que representa a los machos tienenuna longitud proporcional a la del pene enerección, en tanto que los dos circulitos deabajo representan el peso de los testículosen relación con el del cuerpo. Los penes demayor longitud son los de los hombres; loschimpancés poseen los testículos másgrandes, mientras que los penes más cortos ylos testículos de menor tamañocorresponden a los orangutanes y los gorilas.

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Así pues, la constitución de lostestículos de los primates sirve parailustrar el principio de las soluciones decompromiso y los análisis de costes ybeneficios evolutivos de los que se hahablado en las páginas 93-97. Todas lasespecies poseen unos testículos detamaño adecuado para cumplir sucometido, pero no innecesariamentegrandes. Unos testículos mayoresacarrearían más costes, sin aportarbeneficios proporcionales, por cuantorestarían espacio y energía a otrostejidos y aumentarían el riesgo decontraer cáncer testicular.

Desde las cumbres de esta brillanteinterpretación científica debemos

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descender a examinar un fracaso, asaber, la incapacidad de la ciencia delsiglo XX para formular una teoría válidasobre la longitud del pene. La longitudmedia del pene erecto es de 3,17centímetros en el caso de los gorilas;3,81 en el de los orangutanes; 7,62 en elde los chimpancés, y 12,7 en el de loshombres. La vistosidad del pene varíade acuerdo con la misma secuencia: elpene del gorila es discreto, incluso enerección, debido a su color negro; el delchimpancé, por el contrario, es rosado yresalta sobre la piel blanca y sin pelajecuando está en erección, y el peneflácido de los simios ni siquiera esvisible. ¿Para qué necesita el macho

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humano ese llamativo pene de tamañorelativamente descomunal y mayor queel de cualquier otro primate?

FIGURA 5. La característica distintiva de lashembras de la especie humana son susgrandes pechos, considerablemente mayoresque los de las simias, incluso antes del

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primer embarazo. Los círculos mayoresrepresentan el tamaño corporal relativo delas hembras con respecto a los machos encada una de las especies.

Los amigos biólogos a los que planteoeste acertijo suelen acudir a los rasgosdistintivos del coito humano, dondesuponen que la gran longitud del penedebe de tener alguna utilidad, ymencionan, por ejemplo, la frecuenteadopción de la postura cara a cara, lasdiversas posturas acrobáticas que seadoptan para la copulación y la dilatadaduración del acto sexual. Sin embargo,los fundamentos de estas explicacionesse derrumban al examinarlos conatención. La postura cara a cara es la

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preferida por los orangutanes y loschimpancés pigmeos, y los gorilastambién la practican de vez en cuando.

Los orangutanes alternan lacopulación cara a cara con las posturasdorsoventrales y laterales y, además,copulan colgados de las ramas de losárboles, lo que, sin duda, imponemayores esfuerzos acrobáticos que loscómodos ejercicios de cámarapracticados por los humanos. Laduración media del coito entre loshumanos (unos cuatro minutos en el casode los estadounidenses) es mucho mayorque entre los gorilas (un minuto), loschimpancés pigmeos (quince segundos)y los chimpancés comunes (siete

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segundos), pero menor que en el caso delos orangutanes (quince minutos), y seconvierte en supersónica si lacomparamos con la copulación de docehoras practicada por los ratonesmarsupiales.

A la vista de estos datos, queparecen invalidar la hipótesis de que losrasgos peculiares del coito humanorequieren un pene de gran longitud, hacobrado gran popularidad la teoría deque el pene del hombre se ha convertidoen un órgano de ostentación, como lacola del pavo real y la melena del león.Esta teoría es bastante plausible, perode inmediato nos lleva a preguntarnos:¿qué tipo de ostentación y ante quién?

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Los antropólogos de sexo masculinoresponden orgullosos y convencidos quese trata de lucir los atractivos virilesante las mujeres, respuesta que, sinembargo, es más bien reflejo de lailusión que de la realidad. Muchasmujeres aseguran que les excita más lavoz, las piernas o los hombros de unvarón que el tamaño de su pene. Larevista femenina Viva nos ofrece un datorevelador: estuvo publicando fotos dedesnudos masculinos durante unosmeses, hasta que los sondeos de opinióndesvelaron que a las mujeres no lesinteresaban. Al cambiar de política, elnúmero de lectoras aumentó, a la vezque disminuía el de lectores, clara señal

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de que eran los hombres y no lasmujeres los que compraban la revistaatraídos por los desnudos masculinos.

Otros datos confirman que el grantamaño del pene actúa como unaamenaza o una demostración de estatusante otros hombres. Recordemos el artefálico creado por hombres y parahombres, así como la generalizadaobsesión de los hombres con el tamañode su pene. La evolución del penemasculino se vio limitada por la de lalongitud de la vagina femenina; si fueraconsiderablemente más largo, el penemasculino dañaría la vagina de la mujer.No obstante, podemos imaginar cómosería el pene de no existir esta

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restricción práctica y si los propioshombres pudieran diseñarlo a su gusto.Seguramente se convertiría en algosemejante a las fundas para el pene(falocarpos) utilizadas como parte delatuendo masculino en algunas zonas deNueva Guinea donde he realizadotrabajos de campo. Esos falocarposvarían en longitud (de hasta 60centímetros) y diámetro (de hasta 10centímetros), en la forma (curva orecta), en el ángulo que forman con elcuerpo de quien lo lleva puesto, en elcolor (rojo o amarillo) y en ladecoración (por ejemplo, rematados porun trocito de piel de algún animal).Todos los hombres tienen una colección

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de falocarpos de diversos tamaños yformas, entre los que escogen el másadecuado para cada día según su estadode ánimo. Los antropólogos de sexomasculino, un tanto turbados, haninterpretado que los hombres utilizanesos falocarpos movidos por lamodestia o el deseo de ocultar su pene,interpretación sobre la que mi mujerhizo un sucinto comentario al ver elfalocarpo en cuestión: «¡Es la formamenos modesta de demostrar lamodestia que he visto en mi vida!».

En consecuencia, y por sorprendenteque parezca, aún quedan por dilucidaruna serie de importantes funciones delpene, las cuales pueden constituir un

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área de investigación de sumo interés.

Pasando de la anatomía a la fisiología,el primer factor que se nos presenta esel modelo de actividad sexual de loshumanos, un modelo extraño comparadocon los de otras especies de mamíferos.La mayoría de los mamíferospermanecen sexualmente inactivosdurante la mayor parte del tiempo y solocopulan cuando la hembra está en estro—es decir, cuando está ovulando y tienecapacidad para ser fecundada—. Lashembras parecen «saber» en quémomento ovillan, puesto que solicitan elacto sexual al ofrecer sus genitales a losmachos. Con objeto de facilitar la

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comprensión del mensaje a los machos,algunas primates son aún más explícitas:la zona que rodea la vagina, y en algunasespecies también las nalgas y lospechos, se les hincha y colorea de rojo,rosa o azul. Este despliegue visual de ladisponibilidad de la hembra ejercesobre los simios el mismo efecto quesobre los varones la visión de una mujervestida seductoramente. En presencia dehembras con los genitales inflamados yrelucientes, los simios machos posancon insistencia la vista en esa zona de laanatomía de la hembra, producen altosniveles de testosterona, intentan copularcon mayor frecuencia y penetran conmayor rapidez y tras un período más

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corto de frotamientos pélvicos que enpresencia de hembras sin ese tipo decaracterísticas.

Los ciclos sexuales humanos sonnotablemente diferentes. Las hembrashumanas mantienen su receptividadsexual de un modo más o menosconstante, en lugar de restringirlaestrictamente al breve período del estro.Tanto es así que, pese a la abundanciade estudios orientados a establecer si lareceptividad de la mujer varía a lo largodel ciclo menstrual, aún no se haencontrado una respuesta que suscite elacuerdo general, como tampoco se hadilucidado en qué fase del ciclo alcanzasu punto álgido la receptividad de la

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mujer en caso de que varíe.El fenómeno de la ovulación está tan

oculto en las mujeres que hasta 1930 nose consiguió obtener informacióncientífica precisa sobre el momento enque se producía. Hasta entonces, muchosmédicos creían que las mujeres podíanconcebir en cualquier momento delciclo, e incluso que las posibilidades dehacerlo eran mayores durante lamenstruación. A diferencia de los simiosmachos, a quienes les basta con echar unvistazo alrededor para descubrir a lasmonas hinchadas y coloreadas, elinfortunado varón humano no tiene ni lamenor idea de cuáles son las mujeres desu entorno que están ovulando y en

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disposición de ser fecundadas. Laspropias mujeres, si bien pueden llegar areconocer sensaciones asociadas con laovulación, encuentran difícil determinarese momento, aún con la ayuda demediciones de la temperatura y de lacalidad del mucus vaginal. Es más, lasmadres potenciales de hoy día, a las queles interesa controlar el momento de laovulación para quedarse embarazadas oevitar el embarazo, recurren a fríosmétodos de cálculo aprendidos conesfuerzo en los libros. No les queda otraalternativa, puesto que carecen de eseconocimiento innato e instintivo sobre sureceptividad sexual por el que se guíanlas hembras de otras especies de

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mamíferos.Como consecuencia del

enmascaramiento de la ovulación, de lapermanente receptividad sexual de lasmujeres y de la brevedad del períodofértil dentro de cada ciclo menstrual, lamayoría de los coitos tienen lugar enmomentos inadecuados para laconcepción. La situación se complicaaún más porque la duración del ciclomenstrual varía más entre las mujeres yde un ciclo a otro en el caso de cadamujer que entre las otras especies demamíferos. En consecuencia, incluso unapareja de recién casados que no utilicemétodos anticonceptivos y haga el amorcon una frecuencia máxima, tiene unas

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probabilidades de concebir de tan soloel 28 por ciento por ciclo menstrual. Loscriadores de animales se desesperaríansi la fertilidad de una vaca galardonadafuera tan baja; aunque, por suerte paraellos, se puede programar una únicainseminación artificial con unasprobabilidades del 75 por ciento de quela vaca quede fecundada.

Sea cual sea la función biológicabásica que desempeña la copulaciónentre los humanos, es evidente que no setrata de la procreación, que no es másque un producto secundario ocasional.En los tiempos que corren, cuando elexcesivo crecimiento de la poblaciónconstituye un grave problema, la

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doctrina de la Iglesia católica sobre lacopulación, según la cual la concepciónes su propósito natural y el métodoOgino-Knaus el único permitido para elcontrol de la natalidad, representa unalamentable paradoja. El método Ogino-Knaus funcionaría a las mil maravillasentre los gorilas y la mayoría de lasdemás especies de mamíferos, pero loshumanos somos diferentes. En ningunaespecie se ha desligado tanto el objetivode la copulación de la procreación, ni elmétodo Ogino-Knaus resulta taninadecuado para el control de lanatalidad como en la especie humana.

Para los animales, la copulaciónconstituye un lujo arriesgado. Mientras

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está ocupado in acto flagrante, unanimal quema calorías muy valiosas,pierde un tiempo precioso que podríadedicar a recolectar alimentos y quedaindefenso ante los depredadoresansiosos de devorarlo y los rivalesdeseosos de usurpar su territorio. Enconsecuencia, la copulación se convierteen algo que debe realizarse en el menortiempo necesario para conseguir que lahembra quede fecundada. En contraste,las relaciones sexuales humanas,entendidas como medio de conseguir lafecundación, tendrían que calificarse deenorme desgaste de energías y depérdida de tiempo, y catalogarse entrelos fracasos de la evolución. Si, como el

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resto de los mamíferos, los humanoshubiéramos conservado una alternanciaregular de los períodos de celo, nuestrosancestros cazadores-recolectorespodrían haber consagrado el tiempoperdido en actividades sexuales aatrapar más mastodontes. A la luz deesta perspectiva de las relacionessexuales, que pone el acento en susresultados, parece que cualquier tribu decazadores-recolectores donde lashembras hubieran demostrado su celocon señales evidentes podría habermantenido a una prole más numerosa yvencido a las tribus vecinas.

Así pues, el problema másenconadamente debatido de la evolución

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de la reproducción humana es por quéhemos llegado a ocultar el momento dela ovulación y a qué propósito sirve lacopulación desligada de la ovulación.La única respuesta que ofrecen loscientíficos es que el sexo reporta placer,algo que nadie pone en duda, pero elhecho es que fue la evolución la que loconvirtió en lo que es. Si nuestradesacompasada forma de copular no nosaportara beneficio alguno, una especiede humanos mutantes, cuya evolución noles hubiera llevado a disfrutar del sexo,se habría adueñado del mundo.

La paradoja del ocultamiento de laovulación está relacionada con laparadoja de que los humanos practiquen

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el sexo a escondidas. Los demásanimales de hábitos grupales mantienenrelaciones sexuales en público, ya seanmonógamas o promiscuas. Las parejasde gaviotas copulan en medio de lacolonia; una chimpancé hembra en celopuede aparearse consecutivamente concinco machos en presencia de los otroscuatro. ¿Por qué la preferencia por lacopulación en la intimidad constituye unrasgo privativo de los humanos?

Seis teorías, si no más, sobre losorígenes del enmascaramiento de lossíntomas externos de la ovulación y delhábito de copular a escondidas son en laactualidad objeto de debate entre losbiólogos. Es curioso que este debate

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sirva, como si de un test de Rorschachse tratase, para poner de manifiesto elgénero y el modo de pensar de loscientíficos que participan en él. Lasdistintas teorías y sus defensores son lossiguientes:

1. Teoría preferida por la mayoríade los antropólogos varones dementalidad tradicional. Según estaperspectiva, el ocultamiento de laovulación y la copulación son resultadosevolutivos encaminados a fomentar lacooperación y reducir la agresión entrelos varones cazadores. ¿Cómo podríanlos cavernícolas haber llevado a cabocon éxito el preciso trabajo de equipo

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necesario para cazar a un mamut si elmismo día hubieran estado enzarzadosen una disputa por los favores públicosde una mujer en celo? El mensajeimplícito en esta teoría es que laimportancia de la psicología femeninaradica en sus efectos sobre los vínculosentre los varones, los cuales son losverdaderos motores de la sociedad. Noobstante, el componente flagrante sexistade esta teoría podría eliminarse si laampliáramos para decir que si lasseñales del celo y las relacionessexuales fueran visibles, entorpeceríanla marcha de la sociedad humana debidoa sus efectos en los vínculos entre lasmujeres, entre los hombres y las mujeres

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y entre los propios hombres.Con objeto de ilustrar la versión

ampliada de la teoría dominante,imaginemos una telenovela ficticia sobrecómo sería la vida de los cazadores-recolectores de la actualidad si elmomento de la ovulación no seenmascarase y la copulación no sepracticara en la intimidad, losprotagonistas de nuestra telenovela sontres matrimonios: Bob y Carol, Ted yAlice y Ralph y Jane. Bob, Alice, Ralphy Jane trabajan en la misma empresa;ellos se dedican a buscar calientes yellas a gestionar las cuentas por pagar.Carol y Ted trabajan en otras empresas.

Cierta mañana, Alice y Jane

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descubren al despertarse que su piel seha teñido de un rojo vivo para anunciarsu inminente ovulación y su receptividadsexual. Alice y Ted hacen el amor encasa antes de marcharse a susrespectivos trabajos. Jane y Ralph vanjuntos a la oficina, y allí copulan de vezen cuando sobre un sofá y en presenciade sus compañeros de trabajo.

Un impulso sexual irrefrenable seapodera de Bob al ver a Alice y a Janevivamente coloreadas de rojo y ante elespectáculo de Jane y Ralph copulando.Bob no consigue concentrarse en sutrabajo y hace reiteradas proposicionesa Jane y a Alice.

Ralph consigue que Bob deje en paz

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a Jane.Alice le guarda fidelidad a Ted y

rechaza a Bob, pero la tensión interfiereen su trabajo.

Para Carol, la jornada laboraltranscurre en un continuo consumirse decelos pensando en que el patenteatractivo sexual de Alice y Jane puedeseducir a Bob en un momento en que ellano muestra las mismas señales.

El resultado es que ese día apenas secaptan clientes ni se gestionan cuentas.Entretanto, otras empresas, donde lasmujeres no ofrecen señales visibles dela ovulación y donde no se copula enpúblico, van prosperando. Llega al fin eldía en que la empresa de Bob, Alice,

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Ralph y Jane quiebra. Las únicasempresas que consiguen salir adelanteson aquellas en las que la ovulación y lacopulación se desarrollan ocultamente.

Esta parábola indica que la teoríatradicional, según la cual la evoluciónllegó a enmascarar la ovulación y lacopulación con objeto de favorecer lacooperación en las sociedades humanas,es plausible. Sin embargo, esta no es laúnica teoría verosímil; a continuaciónexpondremos brevemente otras teoríasalternativas.

2. Teoría preferida por numerososantropólogos varones de mentalidadtradicional. El ocultamiento de la

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ovulación y la copulación refuerza losvínculos entre un hombre y una mujerconcretos y de ese modo ponen loscimientos de la familia humana. Graciasa su permanente receptividad y atractivosexual, las mujeres pueden satisfacer asus hombres ininterrumpidamente,retenerlos a su lado y recompensarlespor la ayuda que les prestan en lacrianza de los hijos. El mensaje sexistade esta teoría es que las mujeresevolucionaron del modo adecuado parahacer felices a los hombres. Sinembargo, queda sin explicar por qué lasparejas de gibones, cuya inquebrantablefidelidad debería convertirlas enmodelo para la mayoría moral,

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permanecen siempre unidas a pesar deque solo mantienen relaciones sexualescada varios años.

3. Teoría propuesta por unantropólogo varón de ideas másavanzadas (Donald Symons). Symonsadvirtió que cuando un chimpancémacho cobraba una presa pequeña,prefería compartirla con una hembra queestuviera en celo que con otra que no loestuviera. Basándose en este fenómeno,Symons dedujo que las hembrashumanas podían haber desarrollado elestado permanente de celo con objeto deasegurarse un abastecimiento continuode carne y a cambio concederían susfavores sexuales a los varones

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cazadores. No obstante, a Symonstampoco le pasó inadvertido el hecho deque, en la mayoría de las sociedades decazadores-recolectores, las mujeresapenas tienen voz en la elección demarido, y eso le llevó a formular unateoría alternativa. En esas sociedadesimpera el patriarcado y los clanes dehombres intercambian hijas casaderas asu libre albedrío. Sin embargo, alretener permanentemente sus atractivossexuales, incluso una mujer casada conun hombre de rango inferior puedeseducir a otro de rango superior yconseguir que les transmita sus genes asus hijos. Aunque las teorías de Symonsincorporan elementos machistas, cuando

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menos representan un paso adelante,puesto que suponen que las mujerespersiguen con inteligencia sus propiosobjetivos.

4. Teoría propuesta por un biólogoy una bióloga (Richard Alexander yKatherine Noonan). Si el hombrereconociera las señales de la ovulación,podría emplear ese conocimiento parafecundar a su mujer copulando con ellaexclusivamente en dichos momentos ydedicar el resto del tiempo a mariposearcon la mayor tranquilidad, sabiendo quesu mujer se había quedado embarazadao, al menos, no estaba sexualmentereceptiva. En consecuencia, las mujeresdesarrollaron el ocultamiento de la

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ovulación con el fin de explotar lapreocupación de los hombres conrespecto a la paternidad y obligarles aestablecer vínculos permanentes conellas. Al desconocer el momento de laovulación, un hombre se ve forzado acopular más a menudo con su mujer paraaumentar las posibilidades defecundarla y de ese modo le quedamenos tiempo para flirtear con otras.Esta solución sin duda favorece a lasmujeres, pero también a los hombres,que, por un lado, adquieren confianza ensu paternidad y, por otro, dejan de ladola preocupación de que su mujer puedaatraer a otros competidores al teñirse derojo un día determinado. Al fin tenemos

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una teoría aparentemente basada en laigualdad de los sexos.

5. Teoría propuesta por unasociobióloga (Sarah Hrdy). Hrdyobservó con asombro que muchosprimates —no solo los monos, sinotambién los mandriles, los gorilas y loschimpancés comunes— tienen porcostumbre matar a las crías de suscongéneres. La madre así desposeídavuelve a entrar en celo y a menudo seaparea con el asesino de sus hijos, de talmodo que este aumenta su prole. (Estetipo de violencia es común en la historiade la humanidad: los conquistadoresmatan a los hombres y niños del pueblovencido y perdonan la vida a las

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mujeres). Hrdy dedujo que elenmascaramiento dé los síntomas de laovulación se desarrolló a modo decontraofensiva con objeto de permitirque las mujeres manipularan a loshombres al sembrar dudas sobre laatribución de la paternidad. Una mujerque distribuyera ampliamente susfavores conseguiría asegurarse la ayudade muchos hombres para alimentar a sushijos (o, cuando menos, evitaría que losmatasen), por cuanto todos se tendríanpor posibles progenitores de su prole.La teoría de Hrdy, sea o no acertada,tiene en su haber el logro de invertir lostérminos convencionales del sexismomasculino y transferir el poder sexual a

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las mujeres.6. Teoría propuesta por otra

sociobióloga (Nancy Burley). Losrecién nacidos humanos pesan portérmino medio tres kilos, el doble que ungorila recién nacido, pese a que lasgorilas, de unos 90 kilos de peso, sonpor lo general mucho más corpulentasque las mujeres. El hecho de que eltamaño relativo de los recién nacidoscon respecto a sus madres sea muchomayor en el caso de los humanos que ene de los simios convierte el parto de lasmujeres en una labor particularmentedolorosa y arriesgada. Antes de que sedesarrollara la medicina moderna,muchas mujeres morían en o a

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consecuencia del parto, en tanto quenunca he tenido noticia de una gorila ochimpancé que corriera esa suerte. Unavez que la inteligencia de los humanosse desarrolló hasta el punto depermitirles relacionar la concepción conla copulación, las mujeres podrían haberdecidido evitar copular durante elperíodo de la ovulación para ahorrarselos sufrimientos y peligros de dar a luz.Ahora bien, esas mujeres habrían dejadouna descendencia mucho menor que lasmujeres que no detectaran el momentode la ovulación. Así pues, en tanto quelos antropólogos varones conciben elenmascaramiento de la ovulación comoun rasgo que las mujeres desarrollaron

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para beneficiar a los hombres (teorías 1y 2), Nancy Burley cree que las mujeresdesarrollaron ese rasgo para engañarsea sí mismas.

¿Cuál de las seis teorías sobre eldesarrollo del enmascaramiento de laovulación es correcta? La biología no sepronuncia con segunda sobre estacuestión, que solo se ha convertido enobjeto de estudios serios hace pocosaños. Este dilema ejemplifica el eternoproblema de la biología evolutiva, asaber, establecer las causas de losfenómenos; se trata de un problemacompartido por la historia, la psicologíay otras muchas áreas de estudio en las

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que es imposible manipular lasvariables para realizar experimentoscontrolados. Tales experimentosconstituirían el método más convincentede demostrar la causa o la función de unfenómeno. Si fuera posible recrear unatribu donde las mujeres mostraransíntomas externos el día de la ovulación,podríamos comprobar si ese hechodestruía la cooperación dentro de lapareja o entre las parejas, o si lasmujeres empleaban ese conocimientopara evitar el embarazo. Ante laimposibilidad de realizar experimentosde ese tipo, nunca podremos saber concerteza cómo sería una sociedad humanaactual en la que la ovulación no

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estuviera enmascarada.Si es difícil determinar las funciones

de los fenómenos que ocurren boy díaante nuestros propios ojos, ¡cuánto máscomplejo no será descubrir lasfunciones que cumplían los fenómenosdel pasado! Sabemos que los huesos ylos utensilios de los humanos erandiferentes hace cientos de miles de años,cuando las señales visibles de laovulación quizá estuvierandesapareciendo. Es probable que enaquel entonces la sexualidad humana,incluida la función desempeñada por elocultamiento de la ovulación, fueradiferente, pero es difícil imaginar cómoera. Las interpretaciones del pasado

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siempre corren el riesgo de degenerar enmera «paleopoesía»: historias tejidas apartir de algunos vestigios fosilizadoscon las que expresamos, como a travésde un test de Rórschach, nuestrosprejuicios personales y que carecen detoda validez en tanto queinterpretaciones objetivas del pasado.

No obstante, después de haberexaminado seis teorías verosímiles, noes posible descartar el problema quenos ocupa sin antes haber intentadoelaborar una síntesis. En este puntovolvemos a enfrentarnos con unproblema omnipresente cuando se tratadel principio de causalidad. Losfenómenos complejos, como el

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ocultamiento de la ovulación, casi nuncaestán condicionados por un solo factor.Sería tan absurdo buscar una causaúnica para el fenómeno de ladesaparición de los síntomas externosde la ovulación como pretender que unúnico problema desencadenó la PrimeraGuerra Mundial. La realidad es que enel período de 1900 a 1914 una serie defactores más o menos independientespromovían la guerra, en tanto que otrosfavorecían la paz. La contienda estallócuando la balanza finalmente se inclinóhacia el lado de los factores quepropiciaban la guerra. Sin embargo, laconstatación de esta realidad no justificacaer en el extremo opuesto y «explicar»

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los fenómenos complejos mediante laelaboración de una desmesurada lista delos posibles factores que hanintervenido.

El primer paso para reducir la listade seis teorías sobre el problema quenos ocupa es tomar en consideración quefueran cuales fuesen los factores que enun pasado remoto motivaron eldesarrollo de nuestros peculiareshábitos sexuales, estos no habríanperdurado hasta la actualidad si nohubiera sido por la influencia de otrosfactores. Ahora bien, los factores quemotivaron la aparición de nuestrosrasgos distintivos no tienen por qué serlos mismos que hoy día mantienen la

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funcionalidad de dichos rasgos. Enconcreto, los factores mencionados enlas teorías 3,5 y 6 quizá fueranrelevantes hace mucho tiempo, pero eseno parece ser el caso de hoy día. En laactualidad, tan solo una minoría demujeres recurren al sexo para conseguirque muchos hombres les proporcionenalimentos y otros recursos, o parasembrar la ambigüedad sobre lapaternidad de sus hijos e implicar amuchos hombres en la manutención de suprole. La función qué estos factorespudieran desempeñar en el pasado entraen el terreno de la paleopoesía, aunquese trate de una paleopoesía verosímil.Creo que, hoy por hoy, debemos

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conformarnos con intentar comprenderlas funciones actuales del ocultamientode la ovulación y de la copulaciónfrecuente y en privado. En este terreno,nuestras suposiciones podrán cuandomenos basarse en la introspección y enla observación de los otros.

En mi opinión, los factores quesustentan las teorías 1, 2 y 4 continúansiendo funcionales en la actualidad yconstituyen facetas de un mismo rasgoparadójico de la organización socialhumana. Me refiero a la paradoja de queun hombre y una mujer con deseos deque sus hijos (y sus genes) sobrevivandeben cooperar entre sí durante muchosaños en la crianza de su prole, pero a la

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vez deben cooperar económicamentecon otras parejas de su entorno. Esevidente que las relaciones sexualeshabituales refuerzan los vínculos deunión entre un hombre y una mujer, loscuales se sentirán más unidos entre síque con otros hombres y mujeres a losque ven a diario, pero con los que nomantienen relaciones sexuales. Elenmascaramiento de los síntomas de laovulación y la constante receptividadsexual favorecen esta nueva función delsexo (nueva con respecto a los hábitosde la mayoría de los mamíferos), asaber, la de promover los vínculossociales, sin limitarse a ser unmecanismo orientado a la procreación.

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Esta función no es, como supone laversión machista de las teorías 1 y 2, unseñuelo que las mujeres frías ycalculadoras lanzan a los hombreshambrientos de sexo, sino un estímulopara ambos sexos. No solo handesaparecido todas las señales externasde la ovulación, sino que el acto sexualtiene lugar en la intimidad, con objeto desubrayar la distinción entre loscompañeros sexuales y no sexualesdentro de un grupo de personas confuertes vinculaciones. El enigma de porqué los gibones practican la monogamiasin gozar de la compensación quesupone mantener relaciones sexualesconstantes es fácil de explicar: las

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parejas de gibones apenas tienenrelación social, y ninguna económica,con otras parejas de su especie.

El tamaño de los testículos delhombre también puede interpretarsecomo una consecuencia de la paradojabásica de la organización social humana.Los testículos del hombre son mayoresque los del gorila, puesto que loshumanos practican el sexo a menudo porpuro placer, pero son menores que losde los chimpancés porque los humanosson más monógamos que estos. Eldescomunal pene masculino tal vez sehaya desarrollado como un símboloarbitrario de potencia sexual, tanarbitrario como la melena del león o los

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grandes pechos de las mujeres. ¿Por quéno fueron las leonas las quedesarrollaron unos pechos de grantamaño, los leones un pene descomunaly los hombres una melena? Si esehubiera sido el caso, las señalesexternas intercambiadas habríancumplido su función sin ningúnproblema. El que no fuera así puededeberse al azar de la evolución, a larelativa facilidad con que cada especiey sexo podía desarrollar los rasgos quehoy les caracterizan.

Esta exposición no puede darse porconcluida sin antes hacer referencia a unfenómeno fundamental al que todavía nose ha aludido. Hemos hablado de la

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sexualidad humana en su formaidealizada, es decir, de parejasmonógamas (además de algunos casosde poliginia), en las que el mando noalberga dudas sobre la paternidad de suprole y está dispuesto a colaborar en lacrianza en lugar de dedicarse amariposear con otras mujeres. Creo queemplear este ideal ficticio como objetoestá justificado por el hecho de que lascostumbres de los humanos se asemejanmucho más a este ideal que las de losmandriles o los chimpancés, pero no porello debemos tomarlo como unarealidad. En cualquier sistema socialcon unas normas de conducta prescritasexiste el riesgo de que los individuos

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infrinjan las normas cuando las ventajasde la infracción superan el peso de lassanciones. El problema se convierte, portanto, en una cuestión cuantitativa: lasinfracciones pueden ser tan habitualescomo para que el sistema entre enquiebra, o bien producirse con ciertafrecuencia, pero sin llegar a destruirlo, obien constituir una excepción. Traducidaa términos de la sexualidad humana, estacuestión puede formularse así: ¿cuántoshijos se conciben fuera del matrimonio:el 90, el 30 o el 1 por ciento? En elsiguiente capítulo analizaremos estapregunta y sus consecuencias.

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4La ciencia del adulterio

Hay múltiples motivos para que unapersona mienta cuando se le pregunta siha cometido adulterio, y esa es la razónde que conseguir información científicaprecisa sobre este importante temaentrañe graves dificultades. Uno de lospocos conjuntos de datos fidedignos delos que disponemos se descubrió demodo absolutamente accidental a raíz deun estudio médico realizado hace casimedio siglo y con unos objetivos enabsoluto relacionados con el adulterio.

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Los resultados de ese estudio hanpermanecido inéditos hasta la fecha.

Hace poco tuve noticia de dichoestudio a través del distinguidoinvestigador medico que lo dirigió y alque, ateniéndome a su deseo depermanecer en el anonimato, me referirécomo doctor X. En la década de 1940,el doctor X se dedicaba a investigar lagenética de los grupos sanguíneos,moléculas que se adquierenexclusivamente por vía hereditaria. Enlos hematíes hay docenas de sustanciasconstituyentes del grupo sanguíneo,todas las cuales se heredan, ya sea de lamadre o del padre. El doctor X planificósu investigación con toda claridad; se

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trataba de acudir al departamento deobstetricia de un reputado hospitalestadounidense, recoger muestrassanguíneas de un millar de reciénnacidos y de sus progenitores eidentificar los grupos sanguíneos detodas las muestras; a continuación, elestudio recurriría a los análisisgenéticos estandarizados para deducirlos modelos de transmisión hereditaria.

Ante el asombro del doctor X, elanálisis de los grupos sanguíneos revelóque casi el 10 por ciento de los reciénnacidos eran fruto del adulterio. Laprueba del origen ilegítimo de los bebésera que tenían uno o más grupossanguíneos que no estaban presentes en

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la sangre de sus supuestos padres. Estosdatos no podían achacarse a un error enla atribución de la maternidad, puestoque las muestras sanguíneas se extraíandel bebé y de su madre casiinmediatamente después del parto. Si unniño posee un grupo sanguíneo diferentedel de su madre, la única posibilidad esque lo haya heredado de su padre. Alcomprobarse que el marido de la madretampoco posee ese grupo sanguíneo, laconclusión ineludible es que el bebé hasido, concebido fuera del matrimonio.La incidencia real de las relacionessexuales extramaritales debía de serconsiderablemente superior al 10 porciento, considerando, por un lado, que

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en los años cuarenta aún no se habíandescubierto diversos componentes delos grupos sanguíneos que en laactualidad Se utilizan en las pruebas depaternidad, y por otro, que la mayoría delos intercambios sexuales no terminan enla procreación.

En los tiempos en que el doctor Xrealizó este descubrimiento, lainvestigación sobre los hábitos sexualesera una tema tabú en Estados Unidos.Así pues, el doctor X decidió guardar unprudente silencio y no hizo públicos losresultados de su estudio; conseguir queme permitiera mencionarlosmanteniendo su nombre en el anonimatoha sido una labor difícil. Sea como sea,

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los resultados de esa investigaciónserían confirmados posteriormente porotros estudios de genética similares,estudios cuyos resultados sí han visto laluz. En ellos se apunta que entre un 5 yun 30 por ciento de los niños nacidos enEstados Unidos y en Gran Bretaña sonfruto del adulterio. También en estecaso, y por los mismos motivosmencionados con respecto al estudio deldoctor X, debe concluirse que laproporción de parejas investigadas enlas que, cuando menos, la mujer cometióadulterio, debe de ser superior.

Con esta información estamospreparados para dar respuesta a lapregunta de si las relaciones sexuales

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extramaritales son, en el caso de loshumanos, una aberración inusual, unaexcepción frecuente con respecto almodelo «normal» de relacionesmaritales o si son tan frecuentes comopara convertir el matrimonio en un merosimulacro. La segunda conjetura, querepresenta el término medio, demuestraser la acertada, puesto que la mayoría delos padres crían a sus verdaderos hijos.Ni el matrimonio es un mero simulacro,ni los humanos somos promiscuoschimpancés empeñados en fingir unafidelidad inexistente. Ahora bien, nopuede negarse que las relacionessexuales extramaritales forman parte,aunque extraoficialmente, del sistema de

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apareamiento de los humanos. Elfenómeno del adulterio se ha observadoen numerosas especies animales cuyassociedades se asemejan a la humana porcuanto están basadas en la parejaprocreadora unida por vínculosduraderos. Dado que esos vínculos nocaracterizan a la sociedad de loschimpancés comunes ni de loschimpancés pigmeos, hablar de adulteriocarece de sentido en su caso. Loshumanos debimos de reinventarlodespués de que hubiera caído en desusoentre nuestros ancestros simiescos.Vemos, por tanto, que no puedeanalizarse la sexualidad humana ni elpapel que ha desempeñado en nuestro

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advenimiento a la categoría de humanossin entrar a considerar en detalle laciencia del adulterio.

La información relativa a laincidencia del adulterio proviene en sumayor parte de investigaciones en lasque se entrevistaba a los sujetos delestudio acerca de sus hábitos sexuales, yno del análisis de los grupos sanguíneosde los bebés. Desde la década de 1940,el mito de que la infidelidad marital erala excepción en Estados Unidos ha sidopúblicamente desmontado por una largasucesión de estudios, entre los que elpionero fue el informe Kinsey. A pesarde todo, todavía hoy, en lasupuestamente liberada década de 1990,

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el adulterio sigue suscitando reaccionesmuy ambivalentes. El adulterio excitalas pasiones y ninguna serie detelevisión podría atraer grandesaudiencias si no contara con eseingrediente; además, es uno de los temasfavoritos de los chistes. Ahora bien, talcomo señaló Freud, el humor es uno delos recursos típicos para enfrentarse alos temas más dolorosos. En el curso dela historia, pocos factores han rivalizadocon el adulterio como causa deasesinatos y sufrimientos. No es posibleabordar este tema con absoluta seriedad,como tampoco lo es no indignarse antelas sádicas instituciones mediante lasque las diversas sociedades han

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intentado controlar las relacionessexuales extramaritales.

¿Qué es lo que mueve a una personacasada a buscar o a evitar el adulterio?Los científicos han formulado teoríassobre lo divino y lo humano, por lo queno debe ser motivo de sorpresa que hayauna teoría sobre las relaciones sexualesextramaritales (RSE en abreviatura, queno debe confundirse con RSP, es decir,relaciones sexuales prematrimoniales, nicon el síndrome premenstrual, SPM). Elproblema de las RSE no puedeplantearse en muchas especies animalespor el sencillo motivo de que en ellas noexiste el vínculo matrimonial. Tomemos

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a modo de ejemplo el caso de los monosde Gibraltar, entre los que las hembrasen celo copulan promiscuamente concualquier macho de la manada, a unritmo medio de una copulación cadadiecisiete minutos. No obstante, algunasespecies de mamíferos, y la mayoría delas aves, optan por el «matrimonio», esdecir, el macho y la hembra establecenun vínculo duradero de pareja conobjeto de consagrarse a la crianza y a laprotección de su prole. Una vez queexiste el matrimonio, también se da laposibilidad de que surja lo que lossociobiólogos denominaneufemísticamente «búsqueda de unaestrategia reproductora mixta» (en

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abreviatura, ERM), lo que en lenguajecoloquial significa compatibilizar elmatrimonio con las relaciones sexualesextramaritales.

Los animales que establecenvínculos duraderos de pareja muestranactitudes muy diversas en cuanto a lamezcla de estrategias reproductoras. Nose conocen casos de RSE entre lospequeños simios denominados gibones,mientras que los ánsares nivales laspractican con regularidad. Lassociedades humanas también sondiferentes en este aspecto, aunque cabesospechar que ninguna es equiparable ala de los fieles gibones. Con objeto dedar cuenta de estas variaciones, los

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sociobiólogos han recurrido a la teoríadel juego, que contempla la vida comouna competición evolutiva en la que losganadores son aquellos individuos quedejan tras de sí un número mayor dedescendientes vivos.

Las reglas del juego sonestablecidas por la ecología y labiología reproductiva de cada especie.El problema consiste en descubrir quéestrategia tiene más probabilidades desalir vencedora, ya sea la estrictafidelidad, la promiscuidad sin trabas ouna estrategia mixta. Un punto que debedejarse bien sentado desde el principioes que este enfoque sociobiológico, queha demostrado ser fructífero a la hora de

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comprender el adulterio entre losanimales, posee, en el caso del adulterioentre los humanos, unas implicacionesexplosivas, en las qué nos detendremosmás adelante.

Lo primero que se advierte al pensaren la competición evolutiva es que lamejor estrategia no es la misma en elcaso de los machos y las hembras detodas las especies. Esto se debe a dosdiferencias radicales en la biologíareproductiva de ambos sexos, la primerarelacionada con el mínimo esfuerzonecesario para la reproducción y lasegunda con el riesgo de que la parejasea infiel. A continuación examinaremosestas diferencias, tristemente conocidas

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por todos.En el caso de los hombres, el

mínimo esfuerzo necesario paraengendrar un hijo es el acto de lacopulación, que constituye un brevegasto de tiempo y energía. Un hombretiene capacidad biológica para fecundara una mujer un día y a otra al díasiguiente. Para las mujeres el caso esmuy distinto, puesto que el mínimoesfuerzo necesario consiste en lacopulación, el embarazo y (a lo largo decasi toda la historia de la humanidad)varios años de crianza; es decir, se tratade un compromiso que consume enormescantidades de energía y tiempo. Enconsecuencia, el hombre tiene la

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capacidad potencial de concebir muchosmás hijos que la mujer. Un viajero delsiglo pasado que pasó una semana en lacorte de Nizam de Hyderabad, unpotentado indio polígamo, contó quecuatro de las mujeres de Nizam dieron aluz en un plazo de ocho días, y que parala semana siguiente estaban previstosnueve nacimientos más. La marca másalta en cuanto al número de hijos es deochocientos ochenta y ocho en el casode los hombres, y corresponde alemperador de Marruecos Mulay Ismailel Sediento de Sangre, en tanto que la delas mujeres se sitúa en sesenta y nuevehijos, la prole de una moscovita delsiglo pasado especializada en tener

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trillizos. Mientras que pocas mujereshan superado la cifra de veinte hijos,esta no representa ningún reto paraalgunos hombres de las sociedadespoligínicas.

A raíz de esta diferencia biológica,el hombre puede sacar mucho mayorprovecho de las RSE y de la poligamiaque la mujer si el único criterioempleado es el número de hijos nacidos.(Aviso a las lectoras que están a puntode arrojar el libro con furia y a loslectores que ya se disponen a darvítores: sigan leyendo, aún queda muchopor decir sobre las RSE). Lasestadísticas referentes a las RSEhumanas son difíciles de conseguir, pero

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no así las relativas a la poligamia. En laúnica sociedad poliándrica de la que hepodido recabar información, los tre-badel Tíbet, las mujeres con dos maridostienen por término medio menos hijosque las monógamas. En contraste, losvarones mormones del Estados Unidosdecimonónico obtenían grandesbeneficios de la poliginia: el promediode hijos de los hombres casados con unasola mujer era de siete, mientras que elde los casados con dos mujeres era dedieciséis, y el de los que teman tresmujeres de veinte. Considerados comogrupo, los varones mormonespoligínicos tenían por término medio 2,4mujeres y quince hijos, y esas cifras se

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situaban en cinco mujeres y veinticincohijos en el caso de los líderesreligiosos. De modo similar, en elpueblo temne de Sierra Leona, decostumbres poligínicas, el promedio dehijos de un hombre pasa de 1,7 a sietecuando el numero de mujeres aumenta deuna a cinco.

La segunda asimetría sexualrelevante para las estrategias deapareamiento se refiere a la posibilidadde saber con certeza que los hijosputativos son realmente hijosbiológicos. Un animal al que se consigaengañar para que crie a unos hijos queno son suyos es un perdedor del juegode la evolución, derrotado por el

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jugador que es el verdadero padre.Salvo en el supuesto de que se produzcaun error en la incubadora del hospitaldonde una mujer ha dado a luz, la madreno puede ser engañada en este aspecto,ya que ve cómo su hijo nace de sucuerpo. Tampoco cabe engañar a losmachos en el caso de las especies quepractican la fecundación externa (esdecir, la fecundación del huevo fuera delcuerpo de la hembra). Por ejemplo, enalgunas especies de peces, el machoobserva cómo la hembra pone huevos yde inmediato deposita esperma en esoshuevos y los recoge para cuidarlos,seguro de su paternidad. Sin embargo,los hombres y los machos de otras

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especies que practican la fecundacióninterna —fecundación del óvulo dentrodel cuerpo de la hembra— pueden serengañados con facilidad. Todo lo quesabe el padre putativo es que su espermaentró en el cuerpo de la madre y que,con el paso de1 tiempo, esta tuvo unhijo. Solo la observación de la hembra alo largo de todo el período fértil sirvepara descartar la posibilidad de que elesperma de otro macho también se hayaabierto camino en su interior y sea elverdadero responsable de lafecundación.

Una solución extrema para estasimple asimetría es la que se empleabaen otros tiempos en la sociedad nayar

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del sur de la India. Los nayar permitíanque las mujeres casadas tomaran cuantosamantes quisieran a la vez osucesivamente y, en consecuencia, losmaridos carecían de toda certeza sobrela paternidad. Con objeto de poner elmejor remedio posible a una situacióndesventajosa, el hombre nayar nocohabitaba con su mujer ni se ocupabade sus supuestos hijos, sino que vivíacon sus hermanas y cuidaba de los hijosque ellas tuvieran; con sus sobrinostenía, cuando menos, la seguridad decompartir una cuarta parte de los genes.

Teniendo en mente estos dos hechosbásicos de la asimetría sexual, podemospasar a analizar qué estrategias son

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mejores en el juego de la evolución, y enqué caso resultan fructíferas las RSE.Vamos a examinar tres estrategias dejuego de complejidad creciente.

Estrategia de juego n.º1. El hombreno debe despreciar ninguna oportunidadde entablar RSE, con las que tiene pocoque perder y mucho que ganar.Pensemos; en las condiciones de vida delos cazadores-recolectores que hanprevalecido a lo largo de la mayor partede la evolución de la humanidad, en lasque, a lo sumo, una mujer podía criar acuatro hijos en toda su vida. Gracias auna aventura extramarital, un hombrepodía aumentar su descendencia de

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cuatro a cinco, un enorme aumento del25 por ciento por tan solo unos minutosde trabajo. ¿Qué puede objetarse a esterazonamiento pasmosamente ingenuo?

Estrategia de juego n.º 2. Un minutode reflexión bastará para poner aldescubierto el error básico de laestrategia de juego n.º 1, a saber: solotiene en cuenta los beneficiospotenciales de las RSE para loshombres, omitiendo sus costespotenciales. Entre los costes obviospueden señalarse los siguientes: elriesgo de ser descubierto y herido oasesinado por el marido de la mujer quese ha buscado como compañera de lasRSE; el peligro de ser abandonado por

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la propia esposa; el riesgo de que laesposa aproveche el tiempo que elmarido dedica a las RSE para, a su vez,serle infiel, y el peligro de hacer sufrir alos hijos ilegítimos al no ocuparse deellos. Así pues, de acuerdo con laestrategia de juego n.º 2, el casanova enpotencia, como un inversor hábil,debería orientarse a maximizar susganancias y a minimizar sus pérdidas.¿Qué razonamiento puede responder auna lógica más impecable?

Estrategia de juego n.º 3. Si unhombre es lo bastante torpe como paradarse por satisfecho con la estrategia dejuego n.º 2, podemos estar seguros deque no ha hecho una proposición de RSE

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o RSP en su vida. O lo que es peor, ensu torpeza, ese hombre nunca se habrádetenido a pensar en las estadísticassobre las relaciones heterosexuales, lascuales ponen de manifiesto que a cadaRSE a la que se entrega un hombrecorresponde una RSE de una mujer (o almenos, una RSP). Las estrategias n.º 1 y2 tienen el mismo punto débil: no tomanen consideración las estrategias de lasmujeres, y de ese modo cualquiermaniobra masculina está abocada alfracaso. Así pues, para superar esteobstáculo, la estrategia n.º 3 debecombinar el punto de vista masculino yel femenino. Ahora bien, dado que a unamujer le basta con tener un marido para

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realizar al máximo su potencialreproductor, ¿qué atractivo pueden tenerpara las mujeres las RSE o las RSP?Esta cuestión, que ha puesto a prueba elingenio de los varones potencialmenteadúlteros de toda la historia, mantienesumidos en la perplejidad a lossociobiólogos de la generación actualcon un interés en las RSE puramenteteórico.

Antes de proseguir con el análisisteórico de la estrategia de juego n.º 3,necesitamos recabar datos empíricosrigurosos sobre las RSE. Habida cuentade la escasísima fiabilidad de losresultados de los estudios sobre los

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hábitos sexuales de las personas,acudiremos en primer lugar a lasinvestigaciones recientes sobre las avesque anidan en parejas y forman grandescolonias. El sistema de apareamiento deestos animales —y no el de nuestrosparientes más próximos, los simios— esel que más se asemeja al humano. Encomparación con los humanos, las avesplantean el problema de que esimposible interrogarlas sobre losmotivos que las impulsan a mantenerRSE; ahora bien, como las respuestassobre este tema casi nunca se atienen ala verdad, no hay que conceder mayorimportancia a este punto. La gran ventajaque las aves ofrecen al investigador

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interesado en las RSE es que es posiblereunirlas en una colonia, apostarse enlas cercanías y, mediante unaobservación exhaustiva de cientos dehoras, determinar con exactitud quiénhace qué y con quién. Que yo sepa, no sedispone de una información de tal índolesobre ninguna población humana degrandes dimensiones.

Las principales observacionesrecientes sobre el adulterio entre lasaves se han basado en cinco especies degarzas, gaviotas y ánsares. Las cincoespecies anidan en densas coloniascompuestas por parejas de machos yhembras que son nominalmentemonógamas. Sin la colaboración de su

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pareja, un ave no podría criar a suspolluelos, puesto que al ir a buscarcomida, dejaría el nido desprotegido yen peligro de ser destruido. Por otrolado, los machos tampoco son capacesde alimentar y proteger a dos familiassimultáneamente. En consecuencia,algunas normas básicas de la estrategiade apaleamiento utilizada en estascolonias de aves son las siguientes: lapoligamia está prohibida; la copulaciónno tiene sentido en el caso de unahembra no emparejada, a no ser que notarde en conseguir un compañero que seocupe de su nidada; sin embargo, que unmacho fecunde a escondidas a lacompañera de otro macho sí es una

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estrategia viable.La primera investigación tuvo como

objeto de estudio a las garzas azulesgrandes y a las garcetas grandes de HogIsland, en Texas. Los machos de estasespecies construyen un nido y se instalanen él para cortejar a las hembras queacuden a verlos. Llega el momento enque un macho y una hembra se aceptanmutuamente y copulan mías veinte veces.Una vez realizada la puesta, la hembraabandona el nido y dedica casi todas lashoras de luz solar a alimentarse,mientras el macho permanece de guardiaen el nido. Ya en el primer o segundodía de cohabitación, el macho sueleretomar la costumbre de cortejar a las

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hembras que se ponen a su alcancecuando su pareja se alela del nido parabuscar comida, pero ello no resulta enRSE. La semiinfidelidad del machoparece constituir una suerte de «segurocontra el divorcio», orientado a alistar auna hembra de recambio para laeventualidad no descartable de que sucompañera le abandone (lo que ocurrióen el 20 por ciento de los casosestudiados). La hembra «de recambio»entabla la relación de cortejo por puraignorancia, ya que está a la búsqueda deun compañero y no tiene modo de saberque el macho ya está emparejado hastaque la compañera regresa (a intervalosfrecuentes) y la espanta. Con el tiempo,

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el macho se convence de que no va a serabandonado y deja de cortejar a otrashembras.

En el segundo estudio, basado en lasgarcetas azules pequeñas delMississippi, la conducta que podríaconsiderarse como un seguro contra eldivorcio alcanzaba mayores extremos.Se descubrieron sesenta y dos casos deRSE, en su mayor parte entre unahembra que estaba en su nido y unmacho de algún nido de la vecindad queaprovechaba las ausencias delcompañero. En un principio, la mayoríade las hembras se resistían, peroterminaban por ceder; en el caso dealgunas hembras, la frecuencia de las

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RSE era mayor que la del intercambiosexual con su pareja. Con objeto dereducir el riesgo de que su compañera lefuera infiel, el macho adúltero empleabael menor tiempo posible en alimentarse,volvía con frecuencia a su nido paracontrolar a su pareja y no se alejaba másallá de los nidos de la vecindad en susexcursiones extramaritales. El momentoescogido para las RSE solía ser aquelen que la hembra no había concluido elperíodo de puesta y aún podía serfecundada. No obstante, el tiempodedicado a las copulaciones adúlterasera menor que el de las maritales (portérmino medio, ocho segundos en lugarde doce), lo que reducía las

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probabilidades de procrear y resultabaen el abandono de la mayoría de losnidos donde se desarrollaban las RSE.

En el caso de las gaviotas argénteasdel lago Michigan pudo observarse queel 35 por ciento de los machosmantenían RSE. Este porcentaje es casiequivalente al 32 por cientocorrespondiente a los maridosestadounidenses jóvenes según unestudio publicado por la Playboy Pressen 1974. Sin embargo, notoriasdiferencias distinguen elcomportamiento de las gaviotas hembrasdel de las mujeres. En tanto que,siempre de acuerdo con el estudio de laPlayboy Press, el 24 por ciento de las

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jóvenes esposas estadounidensesmantienen RSE, todas las gaviotashembras que vivían en pareja rechazaronvirtuosamente las insinuaciones de losmachos adúlteros y nunca seaproximaron a los machos de susalrededores en ausencia de sucompañero. Todos los casos de RSEtuvieron lugar con hembras noemparejadas que practicaban las RSP.Con objeto de disminuir el riesgo de quesu pareja fuera infiel, el macho dedicabamás tiempo a espantar a los intrusos delnido cuando la hembra estaba enperíodo fértil; en cuanto a los métodosempleados para inducir a su compañeraa guardarle fidelidad mientras él se

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dedicaba a sus correrías, el secretoconsistía —como en el caso de algunoshombres casados que practican unaestrategia reproductora mixta— enalimentarla diligentemente y copular amenudo siempre que estaba receptiva.

Los últimos datos rigurosos de losque disponemos se refieren a los ánsaresnivales de Manitoba. Tal como en elcaso de las garcetas azules pequeñas,las RSE de los ánsares nivales suelenproducirse cuando un macho seaproxima a un nido cercano donde lahembra, que en un principio se resiste,está sola; la ausencia de su compañerosuele deberse a que también él está a lacaza de RSE. Parecería, a primera vista,

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que las ganancias del macho no superansus pérdidas, pero, en realidad, losánsares son inteligentes y permanecen deguardia junto a su compañera durantetodo el período de la puesta. (Enpresencia de su pareja, una hembra fértilrecibe la mitad de proposiciones que ensu ausencia). Solo cuando la hembratermina de poner los huevos, emprendeel macho sus aventuras, habiendoasegurado su paternidad en casa.

Estas investigaciones ornitológicasilustran la pertinencia de emplear unaaproximación científica a la cuestión deladulterio. Sus conclusiones han puestode manifiesto una serie de sofisticadasestrategias empleadas por los machos

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adúlteros para jugar a dos bandas,asegurándose la paternidad de su prole ala vez que siembran su semilla en casasajenas. Esas estrategias incluyen elcortejo de hembras no emparejadas paraconseguir un «seguro contra el divorcio»cuando todavía no han adquiridoconfianza en la fidelidad de su pareja; lavigilancia de la propia pareja en losperíodos fértiles; alimentarcopiosamente a la pareja y copular conella a menudo con objeto de inducirla aguardarle fidelidad cuando está ausente,y asediar a las parejas de otros machosde la vecindad cuando están en peí iodofértil y la propia compañera no lo está.No obstante, ni siquiera estas valiosas

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aplicaciones de la metodologíacientífica permiten dilucidar si las RSEreportan algún beneficio a las hembrasy, en tal caso, cuál puede ser. Podríaresponderse, por ejemplo, que las garzashembras que han sufrido un abandonopueden recurrir a las RSE para buscarun nuevo compañero. Otra posiblerespuesta es que las gaviotas hembrasque no tienen pareja y viven en coloniascon escasez de machos pueden serfecundadas a través de las RSP ydespués intentar criar a sus pollueloscon ayuda de otra hembra en situaciónsimilar.

La limitación fundamental de lasinvestigaciones sobre las colonias de

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aves es que, por lo general, las hembrasparecen participar a regañadientes enlas RSE. Si queremos comprender unpapel femenino más activo, no quedaotra alternativa que la de recurrir aestudios realizados con seres humanos,aunque estén lastrados por losproblemas que emanan de lasvariaciones culturales, del sesgo dihielo al criterio del observador y de ladudosa fiabilidad de las respuestas delas encuestas.

En las conclusiones de lasinvestigaciones comparativas realizadascon hombres y mujeres de diversasculturas del mundo suelen estar

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implícitas las siguientes diferencias: loshombres son más proclives a las RSEque las mujeres; los hombres demuestranmayor interés en tener relacionessexuales con distintas compañeras por elsimple motivo de que en la variaciónestá el gusto; entre los motivos queimpulsan a las mujeres a mantener RSE,los más frecuentes son el desamor de sumarido y/o el deseo de entablar otrarelación duradera, los hombres sonmenos selectivos que las mujeres a lahora de tener una relación sexualpasajera. Por ejemplo, entre las tribusmontañesas de Nueva Guinea con lasque trabajo, los hombres alegan que lesinteresan las RSE porque las relaciones

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con su mujer (o incluso mujeres, en elcaso de los polígamos) siempreterminan por resultar aburridas, en tantoque las mujeres que mantienen RSEsuelen hacerlo porque su marido no lassatisface sexualmente (debido, porejemplo, a su avanzada edad). En loscuestionarios que varios cientos dejóvenes estadounidenses rellenaron parauna agencia informatizada deconcertación de citas, las mujeresexpresaron unos criterios más concretoscon respecto a su pareja preferida quelos hombres, y fue así en casi todos losaspectos, ya se tratase de la inteligencia,el estatus, la habilidad para bailar, lareligión, la raza u otros. La única

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categoría en la que los hombresdemostraron ser más selectivos que lasmujeres fue el atractivo físico. Despuésde la primera cita, hombres y mujeresrellenaban un cuestionario«postinformativo»; el análisis de estosdatos reveló que el porcentaje dehombres que expresaban una fuerteatracción romántica hacia la parejaseleccionada por ordenador superaba alde las mujeres en un 250 por ciento delos casos. La conclusión es que lasmujeres eran más selectivas y loshombres menos exigentes en susreacciones ante la pareja.

La pretensión de obtener unarespuesta sincera a las preguntas sobre

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las actitudes hacia las RSE está a todasluces poco fundamentada. No obstante,las actitudes también se expresanmediante las leyes y costumbres. Enconcreto, dos rasgos hipócritas ysádicos generalizados en las sociedadeshumanas emanan de dos dificultadesbásicas a las que se enfrentan loshombres en su búsqueda de RSE. Enprimer lugar, el hombre que aspira amantener RSE intenta lugar a dosbandas: quiere obtener placer sexual conlas mujeres de otros hombres a la vezque impide que otros hombres disfrutende su mujer (o mujeres). Enconsecuencia, es inevitable que unoshombres se beneficien a expensas de

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otros. En segundo lugar, el miedo a lainfidelidad, tan frecuente entre loshombres, posee, como ya se ha dicho,una base biológica real.

La legislación relativa al adulterioofrece un ejemplo claro de la manera enque los hombres han intentado resolverestos dos dilemas.

Hasta hace poco, esa legislación —ya fuera hebrea, egipcia, romana, i/teca,musulmana, africana, china, japonesa ode otras culturas— ha sidoesencialmente asimétrica. Su únicopropósito consiste en otorgar confianzaen la paternidad de los hijos al hombrecasado. De tal suerte, define el adulterioen función del estatus marital de la

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mujer adúltera, considerando que el delhombre adúltero es irrelevante. Si unamujer casada mantiene RSE, seconsidera que ha cometido un delitocontra su marido, que, por lo común,tiene derecho a recibir unacompensación, que puede ser unavenganza violenta o el divorcio con lacondición de que le reembolsen elprecio de la novia. Por el contrario, lasRSE mantenidas por un hombre casadono se consideran un delito contra suesposa; ahora bien, si su compañera deadulterio está casada, el acto constituyeun agravio para su marido; si no estácasada, el agravio afectará a su padre oa sus hermanos (dado que el adulterio

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liará disminuir el precio que puedanpedir para casarla).

En 1810 se promulgó en Francia laprimera ley de la historia que penalizabala infidelidad masculina; esa ley selimitaba a prohibir que un hombrecasado acogiera en su casa conyugal auna concubina sin el consentimiento desu esposa. Las leyes que penalizan eladulterio masculino y la adopción de uncriterio casi equitativo para ambossexos representan una novedad surgidaen los últimos ciento cincuenta años.Incluso hoy día, los fiscales, jueces yjurados de Estados Unidos e Inglaterraacostumbran a tratar con benevolencia alos maridos que han asesinado a su

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esposa o al amante al descubrirles inacto flagrante, acusándoles dehomicidio involuntario o inclusoconcediéndoles la absolución.

El sistema más refinado paragarantizar la paternidad tal vez hayasido el que impusieron los emperadoreschinos de la dinastía T’ang. Un grupo dedamas de la corte se ocupaba deregistrar por escrito las fechas de lamenstruación de los cientos de esposas yconcubinas del emperador, de tal modoque este podía copular con cada una desus mujeres en la fecha más propiciapara que quedase embarazada. Lasfechas del intercambio sexual también seanotaban y, a modo de registro

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complementario, se marcaban con untatuaje indeleble en el brazo de la mujery en un aro de plata que se le colocabaen la pierna izquierda. Ni que decirtiene que los métodos empleados paraevitar la entrada al harén de cualquierhombre que no fuese el emperador secaracterizaban por la mismameticulosidad.

En otras culturas, los hombres hanrecurrido a métodos menoscomplicados, pero incluso másrepulsivos, para garantizar lapaternidad. Esos métodos se orientan alimitar el acceso sexual a las esposas, eincluso a las hijas y hermanas, puestoque siempre puede exigirse una dote más

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elevada si se entrega en matrimonio auna virgen con todas las garantías. Entrelas medidas relativamente benignas seincluyen la costumbre de escudar a lasmujeres siempre que están en público yla de confinarlas al aislamiento. Almismo propósito sirve el código de«honor» generalizado en los paísesmediterráneos (cuya traducción es: yopuedo mantener RSE, pero tú no porquesolo son una ofensa para mi honor).Entre las medidas más radicales puedenmencionarse las brutales mutilacioneseufemística y equívocamentedenominadas «circuncisión femenina»:esta costumbre consiste en extirpar elclítoris o la mayor parte de los genitales

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externos de la mujer con objeto dereducir su interés en el sexo, ya seamarital o extramarital. Los hombresdeseosos de cerciorarse de la fidelidadde sus esposas inventaron lainfibulación, que consiste en suturar loslabios mayores de la mujer hastacerrarlos casi por completo de modoque el intercambio sexual se conviertaen un imposible. A una mujer a la que sele ha practicado la infibulación se lapuede devolver a la normalidad en elmomento del parto o para fecundarla denuevo después de que haya destetado asu último hijo, e infibularla otra vezcuando el marido emprende un largoviaje. En la actualidad, la circuncisión

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femenina y la infibulación siguenpracticándose en veintitrés países, desdeÁfrica, pasando por Arabia Saudí, hastaIndonesia.

Cuando la legislación sobre eladulterio, los registros imperiales y lasmedidas de fuerza no bastan paragarantizar la paternidad, el asesinato seplantea como último recurso. Losestudios criminológicos realizados ennumerosas ciudades de Estados Unidosy en otros muchos países han reveladoque los celos sexuales son una de lascausas más comunes de los homicidios.Por lo general, el homicida es el maridoy la víctima la esposa adúltera o suamante; y también es frecuente que el

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amante mate al marido. La tabla de lapágina 139 recoge las cifrascorrespondientes a los asesinatoscometidos por este motivo en Detroitdurante el año 1972. Hasta que laformación de los estados políticoscentralizados no proporcionó a lossoldados motivos más elevados paramatarse, los celos sexuales fueron unode los factores que más guerrasprovocaron en la historia de lahumanidad. Paris, al seducir (raptar yviolar) a Helena, la esposa de Menelao,desencadenó la guerra de Troya. En laszonas montañosas de la Nueva Guineaactual solo las disputas sobre lapropiedad de los cerdos pueden

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equipararse a las rivalidades sexualescomo factores desencadenantes deenfrentamientos armados.

La asimétrica legislación sobre eladulterio, el tatuaje de las mujeresdespués de la inseminación, el virtualconfinamiento de las mujeres y lamutilación de los genitales femeninosson conductas exclusivas de la especiehumana, tan definitorias de la humanidadcomo pueda serlo la invención delalfabeto. Más exactamente, son nuevosmétodos empleados por los hombrespara cumplir el antiguo objetivoevolutivo de facilitar la transmisión desus genes. Entre los demás métodosorientados a este propósito hay algunos

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muy antiguos y que compartimos con losanimales; así, por ejemplo, el asesinatopor celos, el infanticidio, la violación,la guerra intergrupal y el propioadulterio. En tanto que entre loshumanos la infibulación se practicacosiendo la vagina de la mujer, losmachos de otras especies consiguen elmismo objetivo taponando la vagina dela hembra después de copular con ella.

Los sociobiólogos han avanzadoconsiderablemente en la comprensión delas notables diferencias que distinguen alas especies animales en estos aspectos.Gracias a las investigaciones recientes,puede afirmarse con seguridad que laselección natural ha llevado a los

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animales a desarrollar conductasorientadas, como algunas estructurasanatómicas, a maximizar sudescendencia. Muy pocos científicosponen hoy en duda que la selecciónnatural ha moldeado la anatomíahumana. Sin embargo, ninguna teoría hadesatado disputas tan agrias entre miscolegas biólogos como la que afirmaque la selección natural también hamoldeado la conducta social humana. Eneste capitulo se han examinadocomportamientos que en las sociedadesoccidentales se tienen por aberraciones,y algunos biólogos no solo se sientenofendidos por tales comportamientos,sino también por las explicaciones

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sociobiológicas que pretenden darcuenta de su evolución; desde su puntode vista, «explicar» un comportamientose aproxima peligrosamente ajustificarlo.

Distribución de los asesinatosmotivados por celos sexuales en Detroit

(USA) en 1972.

Total: 58 asesinatos47 asesinatos desencadenados por

hombres celosos:16 casos: un hombre celoso mata a

la mujer infiel.17 casos: un hombre celoso mata a

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su rival.9 casos: un hombre celoso muere a

manos de la mujer acusada.2 casos: un hombre celoso es

asesinado por los parientes de la mujeracusada.

2 casos: un hombre celoso mata a suamante homosexual que le ha sido infiel.

1 caso: un hombre celoso mataaccidentalmente a un testigo inocente.

11 asesinatos desencadenados pormujeres celosas:

6 casos: una mujer celosa mata a unhombre infiel.

3 casos: una mujer celosa mata a surival.

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1 casos: una mujer celosa muere amanos del hombre acusado.

Al igual que la física nuclear ycualquier otra área de conocimiento, losavances de la sociobiología puedenexplotarse con fines erróneos. Aunqueen la historia de la humanidad nunca hanfaltado pretextos para justificar losmalos tratos y los asesinatos, desde queDarwin formulo la teoría de laevolución, las hipótesis evolutivas sehan puesto en numerosas ocasiones alservicio de causas violentas. Lasexplicaciones sociobiológicas de lasexualidad humana podrían verse,

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asimismo, como intentos de justificar laexplotación de las mujeres por parte delos hombres, tal como en otros tiemposse esgrimieron argumentacionesbiológicas con el fin de justificar losmalos tratos de los blancos a los negroso de los nazis a los judíos. En lascríticas lanzadas contra la sociobiologíapor algunos biólogos se manifiestan dostemores recurrentes: que demostrar losfundamentos evolutivos de loscomportamientos crueles sirva parajustificarlos, y que poner de manifiestola base genética de una conducta vuelvafútiles los intentos de modificarla.

Desde mi punto de vista, esos dostemores están infundados. Por lo que

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respecta al primero, es perfectamentelegítimo pretender comprender losorígenes de un fenómeno al margen deque se le considere un rasgo admirable odeleznable. La mayoría de los libros queanalizan las motivaciones de losasesinos no aspiran a justificar elasesinato, sino, muy al contrario, acomprender sus causas para poderprevenirlo. En cuanto al segundo temor,hay que decir que no somos merosesclavos de los rasgos resultantes de laevolución, ni siquiera de los queadquirimos genéticamente. Lacivilización actual ha tenido éxitosnotables en la represión de algunoscomportamientos practicados en otros

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tiempos, como el infanticidio. Uno delos objetivos básicos de la medicinamoderna es paliar los efectos de losgenes y microbios perniciosos, pormucho que hayamos comprendido que esnatural que esos genes y microbiostiendan a aniquilarnos. Así pues, losargumentos contrarios a la infibulaciónno tendrían por qué derrumbarse auncuando se demostrara que esa costumbreresultaba genéticamente ventajosa paralos hombres que la practicaban, puesnuestra condena de esa costumbre sefunda en que mutilar a un ser humano eséticamente reprobable.

Aunque el enfoque sociobiológicohaya demostrado su utilidad como medio

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de comprender el contexto evolutivo dela conducta social humana, no esconveniente abusar de esta perspectiva.El objetivo de todas las actividadeshumanas no puede reducirse a laproducción de descendencia, pues, unavez que la cultura se hubo consolidado,fue desarrollando nuevos fines. Hoy día,numerosas personas se plantean laconveniencia de tener hijos y no pocasoptan por dedicar su tiempo y su energíaa otras actividades. En mi opinión, losanálisis evolutivos son muy apropiadoscuando se trata de comprender el origende las costumbres sociales de loshumanos, pero distan mucho de ser laúnica metodología adecuada para

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entender las costumbres actuales.En resumen, los humanos, como los

demás animales, hemos evolucionadopara salir vencedores de la competiciónorientada a dejar el mayor númeroposible de descendientes. Esa estrategiade juego sigue estando vigente en buenamedida, pero a la vez hemos decididoperseguir objetivos éticos que puedenentrar en conflicto con los propósitos ymétodos de la competición entablada entorno a la reproducción. Y laposibilidad de elegir entre distintosobjetivos es, precisamente, uno de losrasgos básicos que distinguen a loshumanos de los demás animales.

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5La elección de la pareja y

de los compañerossexuales

¿Existen unos criterios universales debelleza y atractivo sexual aceptados porpueblos de apariencia tan distinta comolos chinos, los suecos y los fiyianos? Encaso negativo, las preferenciasaplicadas a la elección de pareja, ¿sonuna herencia genética o resultan delaprendizaje basado en la observación deotros miembros de nuestra sociedad?¿Cómo escogemos, en realidad, a

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nuestros compañeros sexuales y anuestros cónyuges?

El lector quizá se sorprenda al saberque este problema surgió durante laevolución de la especie humana o,cuando menos, fue entonces cuandocobró una importancia desconocida paralas otras dos especies de chimpancés.Ya hemos visto que el sistema deapareamiento común entre los humanos,idealmente basado en la pareja convínculos duraderos, es una innovaciónde nuestra especie. Los chimpancéspigmeos no son selectivos en susrelaciones sexuales: las hembras seaparean sucesivamente con numerososmachos y, además, la actividad sexual es

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muy intensa entre los miembros delmismo sexo. Los chimpancés comunestambién son promiscuos si se lescompara con los humanos, aunque notanto como los pigmeos, pues, enocasiones, un macho y una hembra sealejan del grupo y se «casan» duranteunos días. Sea como sea, los humanosson mucho más selectivos en cuanto alsexo, debido tanto a la dificultad queentraña criar a la prole sin lacolaboración del padre (al menos entrelos pueblos cazadores-recolectores)como a que el sexo es uno de losfundamentos de la unión de la pareja deprogenitores y uno de los elementos quedistinguen su relación del trato cotidiano

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con otras personas del sexo opuesto. Laelección de una pareja o un compañerosexual no es tanto una invención humanacomo una nueva versión de lascostumbres de numerosos animales(nominalmente) monógamos queentablan relaciones duraderas de pareja,costumbres que cayeron en desuso entrenuestros ancestros simiescos. Entre losanimales con criterios sexualesselectivos se cuentan numerosasespecies de aves, así como los gibones,nuestros parientes lejanos.

En el capítulo anterior hemos vistoque la imagen ideal de una sociedadhumana basada en parejas monógamascoexiste con buenas dosis de relaciones

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sexuales extramaritales. El atractivosexual desempeña un papel másimportante en la elección de nuestrosamantes extramaritales que en la denuestros cónyuges, y las mujeresadúlteras tienden a ser más selectivasque los hombres adúlteros. Así pues, laelección de la pareja sexual con finesmatrimoniales o de otra índole es unapieza importante en la definición del serhumano y ha desempeñado un papel tanimportante en el ascenso desde lacondición simiesca como, pongamos porcaso, la remodelación de la pelvis. Másadelante veremos que buena parte de lasvariaciones raciales pueden ser unsubproducto de los criterios de belleza

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aplicados a la selección de loscompañeros sexuales.

Junto a su interés teórico, la cuestión dela elección de la pareja reviste graninterés desde el punto de vista personaly constituye una de las preocupacionesdominantes en la vida de la mayoría delas personas. Aquellos que aún no vivenen pareja pasan varias horas al díasoñando con la persona con la quefinalmente se emparejarán o casarán. Lacuestión se vuelve aún más intrigantecuando consideramos las diferenciasentre los gustos de personas de la mismacultura. Sugiero al lector que piense enlas personas que le resultan sexualmente

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atractivas. Si es un hombre, ¿prefiere alas mujeres rubias o morenas, conpechos discretos o generosos, con ojosgrandes o pequeños? Si es mujer, ¿legustan los hombres con barba oafeitados, altos o bajos, de expresiónrisueña o taciturna? Probablemente, ellector no se prestaría a emparejarse concualquiera, sino solo con determinadostipos de personas que le resultaranatractivas. Todos tenemos amigosdivorciados que se han casado ensegundas nupcias con la viva imagen desu primera pareja. Uno de mis colegasmantuvo relaciones con una larga seriede chicas poco llamativas, delgadas,castañas y de cara redondeada, hasta

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que por fin encontró a una con la que seentendía bien y se casó con ella. Seancuales sean las preferencias de cadacual, es inevitable advertir que nocoinciden en absoluto con los gustos dealgunos de nuestros amigos.

El ideal concreto que persigue cadapersona es un ejemplo de lasdenominadas «imágenes de búsqueda».(Una imagen de búsqueda es unarepresentación mental con la quecomparamos los objetos y a las personasque nos rodean con el fin de reconoceralgo rápidamente; por ejemplo, unabotella de Perrier en el anaquel delsupermercado donde hay muchasbotellas de agua mineral, o a nuestro

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hijo en un parque donde hay muchosniños jugando). ¿Cómo se desarrolla laimagen de búsqueda de la pareja ideal?¿Buscamos a alguien parecido anosotros y que nos resulte familiar o,por el contrario, nos atraen más laspersonas exóticas? Dada la oportunidad,¿serían muchos los hombres europeosque optarían por casarse con una mujerpolinesia? ¿Buscamos a alguien que noscomplemente y pueda satisfacer nuestrasnecesidades? Por ejemplo, hay algunoshombres inequívocamente dependientesque buscan a una madre en su mujer,pero ¿hasta qué punto son típicas lasparejas de esa índole?

Los psicólogos han abordado esta

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cuestión estudiando a muchas parejas decasados, midiendo todos los rasgosconcebibles en cuanto a la aparienciafísica y otros aspectos y, después,intentando explicar por qué unaspersonas se casan con otras. Un métodosencillo para describir numéricamentelos resultados de estos estudios es uníndice estadístico denominadocoeficiente de correlación. Si tomamos acien maridos y los clasificamos enfunción de la puntuación obtenida conrespecto a una o varias características—como, por ejemplo, la altura—, yprocedemos de igual modo con cienmujeres, el coeficiente de correlaciónnos dirá si la posición que un hombre

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ocupa en la clasificación de maridostiende a ser equivalente a la ocupadapor su mujer en la clasificación deesposas. Un coeficiente de correlaciónde 1 indicaría una correspondenciaperfecta: el hombre más alto se casaríacon la mujer más alta, el hombre queocupara la posición 37.a se casaría conla mujer que ocupase también laposición 37.a, y así sucesivamente. Uncoeficiente de correlación de -1indicaría una correspondencia perfectaentre los contrarios: el hombre más altose casaría con la mujer más baja; elhombre que ocupara la posición 37.a secasaría con la mujer que ocupase la

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posición 63.a, y así sucesivamente. Porúltimo, un coeficiente de correlación de0 significaría que el factor alturadesempeña una función absolutamentealeatoria en las parejas casadas: unhombre alto tendría tantasprobabilidades de casarse con una mujeralta como con una mujer baja. Aunqueen este ejemplo se ha utilizado la altura,los coeficientes de correlación puedencalcularse para cualquier factor, ya seael nivel de renta o el coeficienteintelectual (CI).

A continuación daremos cuenta delos resultados obtenidos después demedir las correlaciones entre numerososfactores en el caso de muchas parejas.

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En primer lugar, los coeficientes decorrelación más elevados —por logeneral en torno a un 0,9—corresponden, como cabía esperar, a lasideas religiosas, el origen étnico, laraza, el estatus socioeconómico, la edady la ideología política. En otraspalabras, se ha observado que lamayoría de los maridos y esposascomparten las ideas religiosas, el origenétnico, etcétera. Quizá tampoco resultesorprendente saber que las siguientescorrelaciones más elevadas,normalmente de alrededor de un 0,4,corresponden a las medidas depersonalidad e inteligencia, es decir, arasgos como la extraversión, la pulcritud

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y el CI. Las personas desordenadastenderán a casarse con sus iguales,aunque las probabilidades de quealguien desordenado se case con unapersona compulsivamente pulcra no sontan bajas como las probabilidades deque alguien de ideas políticasreaccionarias contraiga matrimonio conuna persona izquierdista.

¿Qué influencia tienen lascaracterísticas físicas en la elección depareja? La respuesta no coincide con laprimera impresión obtenida al observara un número reducido de parejascasadas. El motivo es que los humanosno concedemos tanta importancia a lascaracterísticas corporales cuando se

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trata de buscar a nuestra propia parejacomo cuando pretendemos cruzar a unperro de exposición, a un caballo decarreras o a un buey. Aun así, el físicoes un criterio más a la hora de elegir. Alrealizar mediciones con un número deparejas suficiente para que los datossean fiables, la respuesta que emergeresulta ser inesperadamente simple: portérmino medio, los cónyuges suelenparecerse ligera pero significativamenteen casi todos los rasgos físicosexaminados.

Esa semejanza se da en todas lascaracterísticas obvias que acuden a lamente cuando uno se imagina a su medianaranja: la altura, el peso y el color del

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pelo, los ojos y la piel. Pero, además,también se han detectado similitudes enuna asombrosa variedad de rasgos queposiblemente no se mencionarían en ladescripción de la pareja ideal; rasgostan diversos como la anchura de la nariz,la longitud de los lóbulos de las orejas ydel dedo medio, el contorno de lacintura, la distancia entre los ojos eincluso el volumen de los pulmones.Estos resultados se han obtenidoestudiando a pueblos tan distintos comopuedan serlo los polacos, losestadounidenses del estado de Michigany los africanos del Chad. Al lector quedé muestras de incredulidad lesugerimos que la próxima vez que acuda

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a una fiesta, intente fijarse en el color delos ojos (o medir la longitud de loslóbulos de las orejas) de muchas parejasasistentes, y que después obtenga loscoeficientes de correlación.

Los coeficientes correspondientes alos rasgos físicos se sitúan por términomedio en torno al 0,2, es decir, sin sertan elevados como los obtenidos con losrasgos de personalidad (0,4) o las ideasreligiosas (0,9), son significativos. Lacorrelación es aún más elevada en elcaso de algunos rasgos físicos, comopor ejemplo, y sorprendentemente, lalongitud del dedo medio (0,61). Aunquesea de manera inconsciente, al parecernos preocupa más la longitud de los

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dedos de nuestra pareja que el color desu pelo o su inteligencia.

En resumen, los humanos tienden acasarse con sus iguales. Entre las causasobvias de este fenómeno, la primera esla proximidad, dado que solemos viviren barrios definidos por el estatussocioeconómico, las ideas religiosas yel origen étnico. En las ciudadesestadounidenses, por ejemplo, existenclaras distinciones entre los barriosprósperos y los barrios pobres, asícomo entre los diferentes sectoresétnicos: judío, chino, italiano, negro,etcétera. Cuando acudimos, a la iglesia,conocemos a gente de nuestra misma

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religión, al igual que en el curso denuestras actividades cotidianas solemosconocer a gente de un estatussocioeconómico similar y de ideaspolíticas afines a las nuestras. Puestoque dichos contactos nos ofrecen muchasmás oportunidades de conocer apersonas con las que coincidimos enestos aspectos que a otras diferentes, lasprobabilidades de casarnos con alguiende nuestra misma religión, estatussocioeconómico, etcétera, son muyelevadas. No obstante, dado que losbarrios no agrupan a las personas enfunción de la longitud del lóbulo de lasorejas, debe de haber algún otro motivoque explique por qué los cónyuges

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también tienden a parecerse en eseaspecto.

Otro motivo obvio de la tendencia ala unión entre personas afines es que elmatrimonio no solo depende de laspreferencias, sino que es fruto de lanegociación. No nos dedicamos arastrear el mundo hasta dar con lapersona con el color de ojos adecuado yla longitud perfecta del dedo medio paraentonces decirle: «Vas a casarteconmigo». En la mayoría de los casos,el matrimonio resulta de una propuesta yno de una decisión unilateral, y esapropuesta es la culminación de unproceso negociador. Cuanto mássemejantes sean las ideas políticas y

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religiosas y la personalidad de unhombre y una mujer, más fácil será lanegociación. Por término medio, laafinidad de los rasgos de personalidades mayor en las parejas casadas que enlas de novios, en las parejas felizmentecasadas que en las mal avenidas, y enlas parejas con vínculos duraderos queen las que se divorcian. Pero con estosdatos aún no podemos comprender porqué los cónyuges tienden a tener unoslóbulos de longitud similar, factor que secita muy raramente como motivo dedivorcio.

El tercer factor que interviene en ladecisión de casarse, ademas de laproximidad y las facilidades para

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negociar, es la atracción sexual basadaen la apariencia física. Esto nosorprenderá a nadie, ya que casi todosconocemos nuestras preferencias conrespecto a atributos visibles como laaltura, la constitución y el color delpelo. Lo que sí resulta sorprendente esla importancia de otros muchos atributosfísicos que suelen pasarnosinadvertidos, como los lóbulos de lasorejas, el dedo medio y la distanciainterocular. Sin embargo, esos rasgosinfluyen, aunque sea inconscientemente,en las decisiones impulsivas tomadascuando nos presentan a alguien y una vozinterior nos dice: «¡Es mi tipo!».

Voy a dar un ejemplo. Cuando me

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presentaron a Marie, mi mujer, los dosnos sentimos mutua e instantáneamenteatraídos. Mirando hacia atrás, entiendoqué fue lo que nos atrajo: ambostenemos los ojos marrones, una altura,una constitución y un color de pelosimilares, etcétera. Por otro lado, sinembargo, presentía que de algún modoMarie no encajaba en mi ideal, aunqueno supiera decir de qué se trataba.Cuando fuimos juntos al ballet porprimera vez, resolví el acertijo: lepresté mis gemelos a Marie y, cuandome los devolvió, descubrí que habíaaproximado tanto las dos lentes que yono veía nada. Entonces advertí queMarie tenía los ojos más juntos que los

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míos, en tanto que la mayoría de lasmujeres por las que me halda interesadoantes se parecían a mí en ese aspecto.Ahora bien, gracias a los lóbulos de lasorejas de Marie y a otros méritos, heconseguido superar el problema de ladiferencia de nuestras distanciasinteroculares. Ese episodio, no obstante,me sirvió para tomar conciencia de quelos ojos muy distanciados me resultabanatractivos, aunque basta entonces no lohubiera advertido conscientemente.

Así pues, tendemos a casarnos conpersonas que se nos parecen. Ahorabien, los hombres más parecidos a unamujer son los que comparten la mitad desus genes, es decir, ¡su padre y su

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hermano!Y a la inversa, la pareja ideal para

un hombre sería su madre o su hermana.Sin embargo, casi todos acatamos eltabú del incesto y, desde luego, no noscasamos con nuestros progenitores ninuestros hermanos.

La conclusión es que tendemos acasarnos con personas que se parecen anuestro progenitor o hermano del sexoopuesto. La razón es que la imagen debúsqueda de nuestro futuro compañerosexual comienza a formarse desde lainfancia y bajo la fuerte influencia de laspersonas del sexo opuesto a las quevemos con mayor frecuencia. En lamayoría de los casos, esas personas son

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nuestra madre (o padre) y hermana (ohermano), y los amigos íntimos de lainfancia. Una canción muy popular en ladécada de 1920 resume nuestraconducta:

Quiero una chicaque sea como la chicaque se casó con mi querido papá…

Llegados a este punto, más de un lectorse habrá aproximado a su cónyuge opareja armado de una cinta métrica yestará descubriendo irreconciliablesincompatibilidades entre la longitud de

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los lóbulos de las orejas de ambos.Otros habrán buscado una foto de suhermana o de su madre, sin conseguirdetectar la mínima semejanza alcompararla con su esposa. A aquelloslectores cuyas esposas no sean la vivaimagen de su madre, les recomiendoseguir leyendo y no empezar a pensar enque tienen que consultar con elpsiquiatra su patología relativa a laimagen de búsqueda. Al fin y al cabo,conviene recordar que:

1. Los resultados de numerosasinvestigaciones han confirmado quefactores tales como la religión y lapersonalidad tienen una influencia

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mucho mayor en la elección del cónyugeque la apariencia física. Solo pretendodecir que los rasgos físicos ejercencierta influencia. De hecho, yopredeciría una correlación mucho máselevada entre los coeficientescorrespondientes a los rasgos físicos enel caso de los compañeros sexualesocasionales que entre los cónyuges,dado que para mantener unas relacionessexuales esporádicas no hace faltacompartir las ideas religiosas nipolíticas, basta con sentir atracciónfísica. Esta predicción, no obstante,debe ser puesta a pruebaexperimentalmente.

2. La imagen de búsqueda que uno se

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forma puede estar influida por cualquierpersona del sexo opuesto a la que sehaya visto a menudo durante la infancia,incluidos los compañeros de juegos ylos hermanos, además de los padres. Asípues, es posible que la mujer del lectorse parezca a la vecinita de al lado envez de a su madre.

3. Por último, hay que recordar quelas imágenes de búsqueda incluyenmultitud de rasgos físicosindependientes y que, por ello, solemosterminar unidos a una persona con unvago parecido global a nuestra imagenideal y no con alguien que coincida casiexactamente con ese ideal en tan soloalgunos rasgos. Esta idea se conoce por

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el nombre de «teoría de la pelirrojametidita en carnes». Si la madre y lahermana del lector eran pelirrojasrellenitas, es probable que estedesarrolle un interés especial por lasmujeres gorditas y pelirrojas. Por otrolado, sus preferencias con respecto a lasparejas sexuales dependeránprobablemente de otra serie decaracterísticas físicas, mientras que a lahora de elegir esposa se basará en laafinidad en las ideas con respecto a lacrianza de los hijos, al dinero y a lapolítica. Id resultado será que de todoslos hijos de pelirrojas rellenitas, unoscuantos tendrán la suerte de encontrar auna mujer como su madre en esos dos

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aspectos; otros tendrán que conformarsecon mujeres rellenitas con el pelo deotro color, otros con pelirrojas delgadasy la mayoría con castañas delgadas y delmontón.

Quizá al lector también se le hayaplanteado la objeción de que miargumento solo es aplicable a lassociedades donde los matrimonios sedeciden por mutuo acuerdo de losnovios. Tal como mis amigos de la Indiay de China se apresuran a señalarme,esa peculiar costumbre es propia delEstados Unidos y la Europa delsiglo XX, pero ni existía en esos lugaresen tiempos pasados, ni existe en casi

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todo el mundo actual, donde losmatrimonios son concertados por lasfamilias. Es frecuente que el novio y lanovia ni siquiera se conozcan antes deldía de la boda. ¿Cómo podría aplicarsemi argumentación a los matrimonios deese tipo?

Es obvio que estas hipótesis carecende validez cuando se trata dematrimonios concertados, pero, encambio, sí son aplicables a la elecciónde compañeros para las relacionessexuales extramaritales, las cualespueden ser responsables de unporcentaje nada desdeñable denacimientos, tal como lo han demostradolos análisis de los grupos sanguíneos de

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los recién nacidos en el caso de losestadounidenses y los británicos. Dehecho, podría pensarse que si lapaternidad extramarital es un hecho,frecuente incluso en las sociedadesdonde la mujer tiene libertad para elegirmarido en función de sus preferenciassexuales, tal vez sea un hecho aún máscomún en las sociedades donde losmatrimonios se conciertan y la mujersolo puede expresar sus preferencias almargen de los vínculos conyugales.

Así pues, no solo se trata de que losfiyianos prefieran a las fiyianas antesque a las suecas, y viceversa; nuestrasimágenes de búsqueda son mucho másespecíficas. Ahora bien, los datos

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examinados hasta el momento dejanmuchas preguntas sin respuesta. Lasimágenes de búsqueda, ¿se heredan o seaprenden de personas próximas, comolos progenitores? Si me dieran laoportunidad de elegir entre mantenerrelaciones sexuales con mi hermana ycon una desconocida, ciertamenterechazaría a mi hermana y,probablemente, a mi prima, como parejasexual, pero ¿acaso no preferiría a unaprima en segundo grado antes que a unaextraña? (dado que, posiblemente, esaprima se parecería más a mí). Estascuestiones podrían dilucidarserealizando algunos experimentos, como,por ejemplo, encerrar en una gran jaula

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a un hombre en compañía de sus primasen primer, segundo, tercer, cuarto yquinto grado; anotar el número de vecesque mantiene relaciones con cada una deellas, y repetir el experimento con otrosmuchos hombres (o mujeres) y susprimas (o primos). Por desgracia, esmuy difícil utilizar a seres humanos paraeste tipo de experimentos, los cuales, noobstante, sí se han realizado connumerosas especies animales y conresultados reveladores. Nos limitaremosa citar tres ejemplos: el de la codornizmacho y su prima, y los de los ratones yratas perfumados. (La promiscuidad delos chimpancés, nuestros parientes máspróximos, nos impide recurrir a ellos).

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En primer lugar, examinaremos elcaso de la codorniz japonesa. Comotodas las aves, las codornices suelencriarse con su familia biológica, pero enlos experimentos de «interadopción» sehan intercambiado huevos de dos nidospara conseguir que los polluelos secriaran con padres adoptivos y«pseudohermanos», es decir,compañeros de nidada sin relacióngenética.

Las preferencias de la codornizmacho se han puesto a pruebaenjaulando a un macho con dos hembrasy observando con cuál de ellas pasabamás tiempo y copulaba con mayorfrecuencia. Cuando se daba al macho la

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oportunidad de elegir entre hembras alas que no había visto nunca (aunquealgunas procedieran de huevos puestospor la misma madre y separados antesde que salieran los polluelos), el machoelegía a su prima en primer grado antesque a su prima en tercer grado o a otrahembra con la que no estuvieraemparentado, pero también prefería a suprima antes que a su hermana. De ello sedesprende que las codornices macho sehabitúan a la apariencia de las hermanas(o la madre) con las que se crían, ydespués buscan a una compañeraparecida, pero no demasiado parecida.En lenguaje técnico, los biólogosdenominan este fenómeno el Principio

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de la Semejanza Optima Intermedia.Como tantas otras cosas, la endogamiaparece ser positiva practicada conmoderación, pero no en exceso. Porejemplo, un macho al que se presentenvarias hembras con las que no estáemparentado preferirá a una que noconozca que a otra con la que se hayacriado (una «pseudohermana» que activeen el macho los mecanismos para evitarun incesto demasiado próximo).

Los ratones y las ratas tambiéndesarrollan desde pequeños suspreferencias sexuales, pero se guían máspor el olfato que por la vista. Cuandolas ratoncitas se crían con unos padres alos que se ha perfumado repetidamente

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con Parma Violet, al hacerse adultasprefieren a los machos perfumados conesa esencia que a los no perfumados. Enotro experimento realizado con ratas,varios machos fueron criados pormadres a las que se había rociado lospezones y la vagina con esencia delimón; ya de adultos, se les introducía enuna piula junto con una rata perfumadacon esencia de limón y otra sinperfumar. Cada uno de estos encuentrosse grababa en vídeo y se repasabarepetidas veces con objeto de tomar notade los detalles importantes. De estemodo se descubrió que los machos conmadres perfumadas montaban a lahembra y eyaculaban con mayor rapidez

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a aquella estaba perfumada, y que elcaso era el contrario cuando se tratabade machos criados por madres noperfumadas. Por ejemplo, los hijos demadres perfumadas se excitaban tantocon una compañera sexual perfumadaque eyaculaban en solo once minutos ycinco segundos, mientras que tardabandiecisiete minutos en eyacular con unahembra no perfumada. Por el contrario,los machos criados por madres noperfumadas tardaban más de diecisieteminutos en eyacular al aparearse con unahembra perfumada, y solo doce minutoscuando la hembra no estaba perfumada.Es obvio que la excitación sexualdesencadenada por el olor o la falta de

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olor era una característica aprendida encontacto con la madre y no un rasgohereditario.

¿Qué demuestran estos experimentosrealizados con codornices, ratones yratas? La conclusión es evidente: losindividuos de estas especies aprenden areconocer a sus padres y hermanosdurante la infancia y son programadospara preferir a un individuo del otrosexo bastante parecido a sus padres ohermanos, pero no a la propia madre ohermana. Es posible que hereden algunaimagen de búsqueda de lo que es unarata, pero su imagen de búsqueda de loque consideran una rata hermosa y un

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buen partido es a todas luces aprendida.Los experimentos que validarían o

invalidarían esta teoría en el caso de loshumanos son fáciles de imaginar.Deberíamos elegir a una familia media ybien avenida y, un día tras otro, rociar alpadre con Parma Violet y perfumar lospezones de la madre con aceite de limóndurante el período de lactancia, ydespués espetar veinte años para vercon quién se casan los hijos y las hijas.Desgraciadamente, pronto nos veríamosfrustrados por los numerosos obstáculosque dificultan establecer la verdadcientífica en el caso de los humanos. Noobstante, algunas observaciones yexperimentos accidentales nos permiten

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avanzar a tientas hacia la verdad.Tomemos, por ejemplo, el caso del

tabú del incesto. Los científicos debatensi se trata de un rasgo heredado oaprendido, en cualquier caso, puesto quelo adquirimos de algún modo, podemosdar un paso más y preguntarnos si elobjeto de ese tabú se aprende o es unaherencia genética. Como por reglageneral nos criamos con nuestrosparientes más próximos (padres yhermanos), la subsecuente evitación deesas personas como compañerossexuales puede ser tanto heredada comoaprendida. No obstante, el hecho de quelos hermanos adoptivos también tiendana rehuir el incesto parece indicar que el

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comportamiento de evitación es un rasgoaprendido.

Esta conclusión ha sido ratificadapor una interesante serie deobservaciones realizadas en loskibutzim israelíes, poblados donde laresponsabilidad de alojar, educar y criara los niños es asumida colectivamente.Los niños de un kibutz viven como unagigantesca familia de hermanos yhermanas desde el nacimiento hasta lajuventud. Si la proximidad fuera elmotivo básico de la elección delcónyuge, la mayoría de los niños de unkibutz deberían casarse dentro de lacomunidad. Ahora bien, un estudio dedos mil setecientos sesenta y nueve

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matrimonios de personas que se criaronen kibutzim reveló que solo treceparejas estaban formadas por miembrosde un mismo kibutz; los demás niñoshabían elegido a compañeros de fueradel kibutz al llegar a la edad adulta.

Incluso esos trece matrimoniosresultaron ser la excepción que confirmala regla, por cuanto, en todos los casos,uno de los miembros de la pareja sehabía trasladado al kibutz después delos seis años de edad. Entre los niñoscriados como un grupo de iguales desdeel nacimiento no solo no se formaronmatrimonios, sino que ni siquiera seregistraron casos de actividadheterosexual adolescente ni adulta. Este

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comedimiento, asombroso en unacomunidad de casi tres mil jóvenes deambos sexos con oportunidadescotidianas para mantener relacionessexuales entre sí y escasas ocasionespara hacerlo con personas de fuera,ilustra el hecho de que el períodocomprendido entre el nacimiento y losseis años es una etapa crítica en laformación de nuestras preferenciassexuales. De algún modo, aunque seainconsciente, aprendemos que laspersonas con las que tenemos mayorintimidad durante la primera infancia noson compañeros sexuales adecuadospara nuestra madurez.

Asimismo, el otro ingrediente de

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nuestra imagen de búsqueda, es decir, aquien debemos preferir, también pareceque es aprendido. Sirva a modo deejemplo el caso de una amiga mía depura raza china y que se crió en unacomunidad íntegramente compuesta porfamilias de raza blanca. Tiempo despuésse trasladó a una zona donde abundabala población china, y durante ciertotiempo estuvo saliendo con hombreschinos y blancos, hasta que comprendióque eran los blancos los que la atraían.Mi amiga se ha casado dos veces, ambascon hombres blancos. Su experienciapersonal la llevó a preguntar a susamigas de raza china sobre sus orígenes,y descubrió que la mayoría de las que se

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habían criado en comunidades blancasterminaron por casarse con hombresblancos, mientras que aquellas quehabían pasado su infancia en barrioschinos decidieron casarse con hombresde su raza, aunque tanto unas como otrastuvieron múltiples oportunidades deescoger a hombres de ambas razasdurante su juventud. La moraleja seríaque las personas que nos rodean durantenuestra infancia moldean nuestroscriterios de belleza y nuestra imagen debúsqueda, aunque ellas mismas resulteninapropiadas como pareja sexual.

Para concluir, quiero proponer allector un ejercicio de introspección:¿qué tipo de hombres o mujeres le

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resultan físicamente más atractivos ydónde adquirió esos gustos? Imaginoque como la mayoría de las personas,entre las que me incluyo, el lectordescubrirá que sus gustos se formaron encontacto con sus padres, hermanos yamigos de la infancia. Así pues, no haymotivos para dejarse descorazonar porlos viejos tópicos sobre el atractivosexual, «los caballeros las prefierenrubias», «los hombres no sueleninsinuarse a las mujeres con gafas», yotros por el estilo. Todas esas «normas»se aplican tan solo a una minoría y haymultitud de hombres cuyas madres eranmorenas y miopes. Afortunadamentepara mi mujer y para mí —los dos

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somos morenos y cortos de vista, comonuestros padres—, sobre gustos no haynada escrito.

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6La selección sexual

y el origen de las razashumanas

«¡Hombre blanco! Mire a ese tipoque está ahí en fila con esos otros dos.El tipo primero es de la isla Buka, elsegundo es de la isla Makira y el tercerode Sikaiana. ¿Qué le pasa? ¿Es que notiene ojos para mirar? Creo que esosojos suyos están acabados».

No, maldita sea, mis ojos no estabantan mal. Era la primera vez que visitabalas islas Salomón, en el Pacíficosudoccidental, y le dije a mi desdeñoso

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guía, hablando en el inglés pidgin de lazona, que veía perfectamente lasdiferencias entre aquellos tres hombresque estaban en fila. El primero tenía lapiel negra como el betún y el pelo muyrizado, como el del segundo, que, noobstante, tenía la piel mucho más clara,y el tercero tenía el pelo liso y los ojosmás rasgados. Lo único que pasaba esque aún no conocía la aparienciadistintiva de los pobladores de lasdiferentes islas Salomón. Pero cuandohube concluido mi primer viaje por elarchipiélago, ya había aprendido aidentificar a los isleños fijándome en losojos, el pelo y el color de la piel.

Las Salomón constituyen un

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microcosmos de la humanidad en lo querespecta a la variabilidad de los rasgosfísicos. Cualquiera puede saber de quéparte del mundo procede una personasimplemente por su apariencia, en tantoque a un antropólogo experimentado lebasta con ver a una persona para«situarla» en una zona concreta de unpaís concreto. Por ejemplo, nadietendría problemas para identificar aprimera vista a un sueco, a un nigerianoy a un japonés que estuvieran juntos. Losrasgos variables más visibles en laspersonas vestidas son el color de lapiel, el color y la forma de los ojos y elpelo, la constitución física y (en el casode los hombres) la cantidad de vello

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facial. Cuando se trata de identificar apersonas desnudas hay otros signosreveladores, como el vello corporal, eltamaño, la forma y el color de lospechos y pezones femeninos, la forma delos labios vaginales y de las nalgas, y eltamaño y el ángulo que forma con elcuerpo el pene del hombre. Todos estosrasgos variables contribuyen a definir loque se conoce como la variabilidadracial.

Desde antiguo esas diferenciasgeográficas entre los seres humanos hanfascinado a viajeros, antropólogos,fanáticos y políticos, al igual que alresto de los mortales. Considerando quelos científicos han resuelto tantas

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incógnitas relativas a especies sinimportancia, cabría esperar que tambiénhubieran encontrado respuesta a laprimera pregunta que uno se plantea alpensar en la especie humana: «¿Por quélos habitantes de distintas zonasgeográficas tienen una aparienciadiferente?». Nuestra comprensión delproceso por el que los humanos llegarona diferenciarse de los demás animalessería incompleta si no tuviéramos encuenta el desarrollo progresivo de losrasgos que diferencian a las poblacioneshumanas. Sin embargo, el tema de lavariabilidad racial de los humanos estan explosivo que Darwin evitó tocarloen su famosa obra El origen de las

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especies, publicada en 1859. Todavíahoy son pocos los científicos que osanestudiar el origen de las razas por miedoa que les tachen de racistas por el merohecho de interesarse en el tema.

Ahora bien, hay otra razón que nosimpide profundizar en la comprensiónde las variaciones raciales, y no es otraque las dificultades intrínsecas delproblema. Doce años después depublicar la obra en la que atribuía elorigen de las especies a la selecciónnatural, Darwin publicó otro libro deochocientas noventa y ocho páginas enel que atribuía el origen de las razashumanas a nuestras preferenciassexuales (descritas en el capítulo

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anterior) y descartaba la influencia de laselección natural. Pese a la maestría dela obra, muchos lectores río quedaronconvencidos y hasta el día de hoy lateoría de Darwin sobre la selecciónsexual (pues así la denominó) siguesiendo muy controvertida. Los biólogossuelen acudir a la selección natural paraexplicar las diferencias visibles entrelas razas humanas, en especial lasrelativas al color de la piel, cuyarelación con la exposición al sol pareceobvia. Sin embargo, los biólogos no hanconseguido ponerse de acuerdo nisiquiera en por qué la selección naturalllevó al desarrollo de una piel oscura enlas zonas tropicales. A continuación

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expondré los motivos que me hacendecantarme por la teoría de la selecciónsexual de Darwin y pensar que laselección natural solo ha desempeñadoun papel secundario en nuestros orígenesraciales. Desde mi punto de vista, lasvariaciones raciales visibles son enbuena medida un subproducto de laremodelación del ciclo vital humano.

En primer lugar, debemos situar elproblema en su contexto y comprenderque la variabilidad racial no es unacaracterística privativa de la humanidad.En la mayoría de las especies animalesy vegetales distribuidas por un ámbitogeográfico amplio, incluidas todas las

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especies superiores de simios, salvo laespecie geográficamente localizada dilos chimpancés pigmeos, también seproducen variaciones geográficas. Lasdiferencias son tan acusadas en algunasespecies de aves, como el gorrióncoronado de blanco de América delNorte y la lavandera boyera de Eurasia,que los ornitólogos experimentadospueden identificar el lugar aproximadode origen de un espécimen observandosu plumaje.

Entre los simios, la variabilidadabarca muchas de las características quevarían geográficamente entre loshumanos. Por ejemplo, entre las treslazas descritas de gorilas, los de las

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llanuras occidentales tienen el cuerpomás pequeño y el pelaje grisáceo omarrón, mientras los gorilas de lasmontañas son los que tienen el pelajemás largo, y los de las llanuras del estetienen el pelaje negro, como los de lasmontañas. Asimismo, las razas degibones de manos blancas se distinguenpor la longitud y el color del pelaje (dedistintos tonos de negro, marrón, rojizoo gris), el tamaño de los dientes y laprominencia de las mandíbulas y de losarcos superciliares. Todos los rasgosvariables de estas dos especies tambiénvarían entre las poblaciones humanas.

¿Cómo se determina si diferentespoblaciones animales de distintas zonas

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constituyen especies diferentes o, por elcontrario, pertenecen a una mismaespecie y son tan solo razas (osubespecies) distintas? Tal como se haexplicado anteriormente, la distinción sebasa en el cruzamiento de sus individuosen circunstancias normales: si se les dala oportunidad, los miembros de unamisma especie se cruzarán connormalidad, en tanto que los de especiesdiferentes no lo harán. (No obstante, lasespecies muy próximas, que no secruzarían viviendo en libertad, como losleones y los tigres, pueden llegar ahacerlo en cautividad cuando no tienenotra alternativa). Según este criterio,todas las poblaciones humanas actuales

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pertenecen a la misma especie, puestoque siempre que los habitantes dedistintas regiones han entrado encontacto, se ha producido cierta mezclainterracial, incluso entre pueblos deapariencia tan diferente como losbantúes y los pigmeos africanos. Entrelos humanos, como en las demásespecies, dos o más poblaciones puedenllegar a fundirse en una gradación detipos interraciales, con lo que laclasificación de razas se torna unacuestión arbitraria. Aplicando elprincipio de la procreación híbrida, losgrandes gibones siamang son unaespecie diferente de los gibones demenor tamaño, puesto que ambos ocupan

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las mismas zonas sin que se produzcaninguna hibridación entre ellos. Elmismo criterio nos lleva a catalogar conbastante certeza a los hombres deNeanderthal como una especie distintadel Homo sapiens, dado que no se handescubierto esqueletos híbridos, pese aque, al parecer, los neanderthalesentraron en contacto con loscromagnones.

La variabilidad racial hacaracterizado a la especie humana almenos durante varios milenios y,probablemente, desde hace mucho mástiempo. Ya hacia el año 450 a. C., elhistoriador griego Heródoto describió alos pigmeos de África occidental, a los

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negros etíopes y a una tribu rusa de ojosazules y pelo rojizo. Las pinturasantiguas, las momias egipcias y peruanasy los cuerpos preservados en pozos delimo en Europa confirman que laspersonas de hace varios milenios sediferenciaban por el pelo y las faccionestanto como las personas actuales. Y aúnse puede retroceder más en el tiempopara situar el origen de las razashumanas, dado que los cráneosfosilizados de al menos diez mil años deantigüedad difieren de una región a otraen características semejantes a las quehoy día diferencian a las razas de esasregiones. Más controvertidos son losestudios de algunos antropólogos —

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refutados por otros— que informansobre la continuidad de lascaracterísticas craneanas racialesdurante varios milenios. Si están en locierto, parte de las variacionesexistentes entre las razas humanasactuales podrían provenir de los tiemposprevios al gran salto adelante, quizá dela época del Homo erectus.

A continuación intentaremos dilucidar silas diferencias geográficas visibles quedistinguen a las razas humanas se debenprincipalmente a la selección natural o ala selección sexual. En primer lugar,examinaremos los argumentos en favorde la selección natural, es decir, de la

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selección de los rasgos que favorecen lasupervivencia. Hoy día ningún científiconiega el hecho de que la selecciónnatural es responsable de muchas de lasdiferencias que distinguen a lasespecies, como, por ejemplo, el que losleones posean zarpas con uñas afiladas ylos humanos dedos prensiles. Nadieniega tampoco que la selección naturalexplica parte de las variacionesgeográficas («variabilidad racial») enalgunas especies animales. Por ejemplo,los armiños (de la especie de lascomadrejas), que habitan en zonas denieves invernales, cambian de color conlas estaciones, del pardo veraniego alblanco invernal, en tanto que las

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comadrejas de las zonas másmeridionales conservan el color pardo alo largo de todo el año. Esa diferenciaracial favorece la supervivencia, puestoque una comadreja blanca resaltaríacontra un fondo pardusco y seríavulnerable a los depredadores, pero esecolor le sirve de camuflaje en un paisajecubierto de nieve.

Por similares razones, la selecciónnatural explicará algunas de lasvariaciones geográficas de la especiehumana. Muchos negros africanosposeen el gen de la hemoglobinafalciforme, puesto que este protegecontra la malaria, una enfermedadtropical muy mortífera, pero no hay

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ningún sueco que posea ese gen. Entrelos rasgos fisiológicos geográficamentelocalizados y que han resultado de laselección natural pueden incluirse conseguridad los grandes pulmones de losindios andinos (que les facilitan laextracción del oxígeno del aire purísimode las elevadas altitudes donde habitan),la compacta constitución de losesquimales (apropiada para conservar elcalor), la esbeltez de los sudaneses delsur (adecuada para eliminar el calor) ylos ojos rasgados de los habitantes delnorte de Asia (que les protegen contra elfrío y contra el reflejo de los rayossolares en la nieve). Todos los ejemploscitados son fáciles de comprender.

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Ahora bien, ¿puede explicar laselección natural las diferencias racialesque primero acuden a la mente, es decir,el color de la piel, los ojos y el pelo? Siese fuera el caso, cabría esperar que elmismo rasgo (por ejemplo, los ojosazules) se repitiera en distintas zonasdel mundo que comparten un climasimilar, y que los científicos llegaran aun acuerdo relativo a las ventajasreportadas por dicho rasgo.

A primera vista, el color de la pielparece el rasgo más fácil de explicar.Las pieles de los humanos cubren unespectro de colores que va desdedistintas tonalidades de negro, pasandopor el marrón, el cobrizo y el amarillo,

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hasta el rosáceo, con pecas o sin ellas.La explicación convencional deldesarrollo de este rasgo a través de laselección natural es la siguiente: loshabitantes de la soleada África tienen lapiel oscura, como también (se supone)los habitantes de otros lugares dondecalienta mucho el sol, como el sur de laIndia y Nueva Guinea; se dice que elcolor de la piel se torna más pálido amedida que uno se aleja del ecuador enambas direcciones, hasta llegar a laEuropa nórdica, donde se dan los tonosmás pálidos de piel. Obviamente, laspieles oscuras se desarrollaron enaquellos pueblos que sufrían una mayorexposición a la luz solar. El mismo

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proceso explica por qué la piel de losblancos se oscurece bajo el solveraniego (¡o bajo los rayos UVA de lossalones de belleza!), con la diferenciade que ese bronceado es una respuestareversible en vez de una característicagenética. La función que desempeña unapiel oscura en una zona muy soleadatambién es evidente: actuar comoprotección contra las quemadurassolares y el cáncer de piel. Las personasde raza blanca que pasan mucho tiempoal aire libre y bajo el sol tienden acontraer cáncer de piel en las partes delcuerpo más expuestas, es decir, lacabeza y las manos. ¿Es cierto todoesto?

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Por desgracia, la cuestión no es tansimple. Ante todo, el cáncer de piel ylas quemaduras solares tienen unosefectos debilitadores moderados ycausan escasas muertes. Como agentesde la selección natural, su impacto estrivial si se compara con el de lasenfermedades infecciosas infantiles. Enconsecuencia, se han propuestonumerosas teorías alternativas paraexplicar la supuesta gradación del colorde la piel desde los polos hasta elecuador.

Una de las teorías alternativas máspopulares es la que señala que los rayosultravioleta favorecen la formación devitamina D en una capa de la piel

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situada bajo la capa pigmentadaprincipal. En consecuencia, puedepensarse que los pueblos de las zonastropicales han desarrollado una pieloscura con objeto de prevenir lasenfermedades renales provocadas por elexceso de vitamina D, mientras que loshabitantes de Escandinavia, donde elinvierno es largo y oscuro, handesarrollado una piel pálida a modo deprevención contra el raquitismo,enfermedad causada por la deficienciade vitamina D. Con esta teoría compitenotras dos que también gozan de ampliaaceptación. La primera afirma que laspieles oscuras sirven para proteger losórganos internos contra el exceso de

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calor provocado por los rayosinfrarrojos del sol tropical; la segundateoría postula precisamente lo contrario,es decir, que la oscuridad de la pielcontribuye a la conservación del calorcorporal cuando la temperaturadesciende. Quien no se dé porconvencido con ninguna de estas cuatroteorías, tal vez encuentre más sugerentealguna de las cuatro que resumiremos acontinuación: que la piel oscura sirvecomo camuflaje en la selva; que laspieles pálidas son menos vulnerables ala congelación; que las pieles oscurasprotegen contra el envenenamiento porberilio en los trópicos y que en las zonastropicales las pieles pálidas provocan

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una deficiencia de la vitaminadenominada ácido fólico.

Dada la coexistencia de al menosocho teorías sobre las causas de que lospueblos de los climas soleados tengan lapiel oscura, sería imposible afirmar quehemos llegado a descifrar estefenómeno, lo cual, sin embargo, noequivale a negar que la selección naturalsea la responsable del oscurecimientode la piel en los climas tórridos. Al fin yal cabo, ese color de piel podría ofrecermúltiples ventajas y es posible quealgún día los científicos lleguen adescubrirlas. No obstante, la principalobjeción contra cualquiera de las teoríasbasadas en la selección natural es la

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escasa consistencia de la asociaciónentre pieles oscuras y climas soleados.Los pueblos nativos de algunas zonas sinexcesiva incidencia de la luz solar,como Tasmania, tenían la piel muyoscura, mientras que los habitantes delas zonas tropicales y muy soleadas delsudeste de Asia tienen la pielsimplemente tostada. Ningún puebloamerindio tiene la piel negra, ni siquieralos de las zonas tórridas del NuevoMundo. Cuando se tiene en cuenta lanubosidad, las zonas menos iluminadasdel mundo, que reciben por términomedio menos de tres horas y media deluz solar, incluyen áreas del Áfricaoccidental ecuatorial, de la China

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meridional y de Escandinavia,respectivamente habitadas por algunosde los pueblos de piel más negra, másamarilla y más pálida que hay en elmundo. En el archipiélago de lasSalomón, donde el clima es más omenos uniforme, pueblos de pielnegrísima se yuxtaponen a cortadistancia a otros de piel más clara. Laconclusión evidente es que la luz solarno ha sido el único factor selectivo queha influido en el color de la piel.

Ante estas objeciones, la reaccióninmediata de los antropólogos esplantear otra objeción: el factortemporal. Esta argumentación pretendeexplicar la existencia de pueblos

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tropicales de piel pálida alegando que lamigración de esos pueblos a los trópicosno tiene la antigüedad necesaria comopara que hayan podido desarrollarpieles más oscuras. Por ejemplo, esprobable que los antepasados de losamerindios llegaran al Nuevo Mundohace tan solo once mil años, un períodoprobablemente insuficiente para que laevolución haya producido un color depiel negro en la América tropical. Ahorabien, una*vez que se invoca el factortemporal para desmontar las objecionescontra la teoría que explica el color dela piel en función del clima, tambiénhabrá que considerar el factor temporalen el caso de los pueblos que

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supuestamente la ratifican.Uno de los pilares de la teoría del

clima es la piel pálida de losescandinavos, habitantes del frío, oscuroy brumoso norte. Sin embargo, losescandinavos se establecieron enEscandinavia hace menos tiempo que losamerindios en la Amazonia. Hasta haceunos nueve mil años, Escandinaviaestaba cubierta por una capa de hielo,donde difícilmente podría habersobrevivido ningún pueblo, ya fuera depiel clara u oscura. Los escandinavosactuales alcanzaron esas latitudes haceunos cuatro mil o cinco mil años, en elcurso de la expansión de los agricultoresde Oriente Próximo y de los pueblos de

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lengua indoeuropea del sur de Rusia.Solo cabe concluir que o bien losescandinavos adquirieron el color de supiel hace mucho tiempo, en otra zonaclimática, o que la adquirieron enEscandinavia, en menos de la mitad deltiempo que los indios han pasado en laAmazonia sin llegar a tener la pieloscura.

El único pueblo del que se sabe concerteza que ha habitado en la mismazona durante los últimos diez mil añosson los ahora desaparecidos nativos deTasmania. Tasmania, situada al sur deAustralia, en la misma latitud templadaque Chicago y Vladivostok, estuvoconectada con Australia hasta que la

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subida del nivel del mar la convirtió enuna isla hace diez mil años. Los nativosde la Tasmania contemporánea noposeían barcos capaces de cubrir másque unas cuantas millas de navegación,de lo que se deduce que los tasmaniosdescendían de los colonos que llegarona esas tierras cuando aún estaban unidasa Australia y permanecieron en ellasininterrumpidamente hasta serexterminados por los colonos británicosdel siglo XIX. Ningún otro pueblo tuvotanto tiempo para adaptar el color de supiel al clima de la zona, en este caso detemperatura templada, y, sin embargo,los tasmanios tenían la piel oscura, elcolor supuestamente adecuado para

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vivir en el ecuador.Si la hipótesis de que el color de la

piel depende de la selección natural noparece muy fundada, el intento deexplicar con esta teoría las variacionesdel color del pelo y los ojos carece detodo fundamento. No hay correlacionesconsistentes de estos factores con elclima, ni tan siquiera teorías con ungrado mínimo de validez que expliquenlas supuestas ventajas aportadas porcada color. El pelo rubio es común enEscandinavia, de clima frío y húmedo yescasa luz solar, y también entre losaborígenes que habitan en la zonacalurosa, seca y soleada del centro deAustralia. ¿Qué tienen en común ambas

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zonas? ¿Cómo es posible que el colorrubio del pelo facilite la supervivenciade los suecos a la vez que la de losaborígenes? Los ojos azules soncomunes en Escandinavia, y se haargumentado que facilitan la visión delejos cuando la luz es neblinosa y débil.Ahora bien, ese argumento es una meraespeculación que no ha sido demostrada;mis amigos de las montañas de NuevaGuinea, donde la luz es aún másneblinosa y débil, ven muy bien con susojos oscuros.

Los rasgos raciales para los queparece más disparatado buscar unaexplicación basada en la selecciónnatural son las diferencias de los

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genitales y los caracteres sexualessecundarios. ¿Acaso los pechoshemisféricos están adaptados a la lluviatropical y los pechos cónicos a la nieblainvernal, o tal vez ocurre lo contrario?¿Acaso los protuberantes labiosmenores de las bosquimanas lesprotegen contra los leones, o tal vezreducen su pérdida de agua en eldesierto de Kalahari? Nadie pensará quelos hombres de pecho velludo puedenpasearse tranquilamente desnudos decintura para arriba en las latitudesárticas. Si alguien lo cree así, tambiéndebería explicar por qué las mujeres notienen el pecho cubierto de vello, puestoque también ellas tienen que protegerse

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del frío.

La consideración de este tipo de hechosllevó a Darwin a renunciar a laposibilidad de atribuir la variabilidadracial humana a la selección natural, talcomo él la concebía. Finalmente,Darwin desistió del intento con unasucinta afirmación: «Ni una sola de lasdiferencias externas entre las razashumanas cumplen una función directa niespecífica». Así pues, Darwindesarrolló una teoría que le pareció másválida y, con objeto de distinguirla de laselección natural, la denominó teoría dela «selección sexual», a la que consagrótodo un libro para explicarla.

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La idea básica en la que se fundaesta teoría es sencilla. Darwin advirtióque aunque muchas de las característicasde los animales no parecían contribuir ala supervivencia, sí desempeñaban unafunción evidente a la hora de aparearse,ya fuera atrayendo a un individuo delsexo opuesto o intimidando a un rivaldel mismo sexo. Algunos de losejemplos mejor conocidos son las colasde los pavos reales, las melenas de losleones y las nalgas vivamentecoloreadas de rojo de las mandriles encelo. El macho especialmente dotadopara atraer a las hembras o paraintimidar a sus rivales dejara másdescendencia, promoviendo así la

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transmisión de sus genes y rasgos; enconsecuencia, se trata de una selecciónsexual y no de una selección natural. Lamisma argumentación es aplicable alcaso de los rasgos de las hembras.

Para que la selección sexualfuncione, la evolución debe producirdos cambios simultáneos: los individuosde un sexo deben desarrollar un rasgodeterminado, a la vez que los del otrosexo desarrollan la atracción hacia eserasgo. Las mandriles no podríanpermitirse tener las nalgas coloreadasde rojo si su visión repugnase a losmachos hasta el punto de volverlesimpotentes. No obstante, la selecciónsexual puede llevar al desarrollo de un

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rasgo arbitrario siempre que este atraigaal otro sexo y que no sea demasiadoperjudicial para la supervivencia. Dehecho, muchos rasgos procedentes de laselección sexual parecen ser arbitrarios.Un viajero del espacio exterior quenunca hubiera visto a los humanos nopodría predecir que son los hombres, yno las mujeres, los que tienen barba, queesta crece en la cara y no encima delombligo, o que las mujeres no tienen lasnalgas rojas y azules.

Un impecable experimento realizadopor el biólogo sueco Malte Anderssoncon las viudas de cola larga de Áfricademostró que la selección sexual puedefuncionar. Durante la época de

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apareamiento, la cola del macho de estaespecie de aves crece hasta una longitudde 51 centímetros, mientras que la de lahembra tan solo mide 7,6 centímetros.Algunos machos son polígamos y llegana reunir a su alrededor a seis hembras, aexpensas de otros machos que se quedansin compañera. Los biólogos supusieronque las largas colas de los machosfuncionaban como una señal arbitrariacon la que atraer a las hembras. Portanto, el experimento de Anderssonconsistió en recortar las colas de nuevemachos hasta una longitud de 15centímetros. A continuación pegó losrecortes de cola a otros machos, que deese modo pasaron a tener una cola de 76

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centímetros, y después aguardó para verdónde construían sus nidos las hembras.El resultado fue que los machos concolas artificialmente prolongadasatraían, por término medio, al cuádruplede hembras que los machos con lascolas recortadas.

Nuestra reacción inmediata ante elexperimento de Andersson puede ser:¡esos pájaros son estúpidos! ¡A quién lecabe en la cabeza que una hembra escojaal que será el padre de su prolesimplemente porque tiene la cola máslarga que otros machos! Sin embargo,antes tic entregarnos a nuestrossentimientos de superioridad,deberíamos reconsiderar lo que se ha

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expuesto en el capítulo anterior acercade la manera en que los humanosseleccionamos a nuestra pareja. ¿Acasonuestros criterios se basan en signosindicativos de la superioridad genética?¿No hay hombres y mujeres que otorganuna importancia desproporcionada altamaño o la forma de determinadaspartes del cuerpo, las cuales, enrealidad, no son más que señalesarbitrarias para la selección sexual?¿Por qué la evolución nos ha llevado aprestar atención a la belleza de losrostros, una característica sin la menorutilidad en la lucha por lasupervivencia?

Entre los animales, algunos de los

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rasgos sometidos a variaciones racialesson el resultado de la selección sexual.Por ejemplo, la melena de los leonesvaría en longitud y color. De igualmodo, los ánsares nivales tienen dostonalidades, una azulada, más común enla zona occidental del Ártico, y otrablanca, que abunda más en la zonaoriental también del Ártico. Las aves decada una de las tonalidades prefierenaparearse con otras del mismo color.¿Es posible que entre los humanos laforma del pecho y el color de la pieltambién sean el resultado depreferencias sexuales que varíanarbitrariamente de una zona a otra?

Tras haber escrito ochocientas

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noventa y ocho páginas sobre el tema,Darwin se convenció a sí mismo de quela respuesta a esta pregunta era unrotundo «sí». Darwin advirtió queprestamos una atención desmesurada alos senos, el pelo, los ojos y el color dela piel cuando seleccionamos a nuestrapareja o a un compañero sexual.Asimismo, advirtió que los pueblos dedistintas zonas del mundo definen labelleza de los senos, el pelo, los ojos yla piel en función de lo que les resultafamiliar. En consecuencia, los fiyianos,los hotentotes y los suecos que se críanen su lugar de origen aprenden unoscriterios estéticos arbitrarios; lapoblación de una zona concreta tiende a

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reproducirse manteniendo esos criterios,dado que los individuos que se desvíandemasiado de la norma tropiezan conserias dificultades a la hora de encontrarpareja.

Darwin falleció antes de que suteoría pudiera comprobarse con estudiosrigurosos sobre cómo se selecciona a lapareja en la realidad. Ahora bien, en lasúltimas décadas han proliferado losestudios de ese tipo, cuyos resultadoshan sido resumidos en el capítuloanterior. Hemos visto que las personastienden a casarse con individuos que seles parecen en casi todas lascaracterísticas concebibles, incluido elcolor del pelo, los ojos y la piel. La

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explicación que propongo a ése aparentenarcisismo es que el desarrollo de loscriterios estéticos se funda en la fijaciónen aquellos que nos rodean en lainfancia, en especial los padres y loshermanos, así como otras personas conlas que se trata muy a menudo. Ahorabien, nuestros padres y hermanosresultan ser las personas con las quetenemos mayor parecido físico, dadoque compartimos sus genes. Enconsecuencia, la persona que sea rubia,de ojos azules y piel pálida, y se hayacriado en una familia de rubios con ojosazules y piel pálida, buscará comocompañero a alguien de las mismascaracterísticas, en las que cifrará su

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imagen la hermosura.Con objeto de comprobar la validez

de la teoría de la fijación aplicada a laselección de la pareja habría querecurrir a experimentos como enviar abebés suecos a Nueva Guinea para quese criaran allí con padres adoptivos, opintar de negro indeleble a algunospadres suecos. Posteriormente,transcurridos veinte años, podríaestudiarse si esos bebés, ya convertidosen adultos, prefieren a los habitantes deSuecia o a los de Nueva Guinea comocompañeros sexuales. Por desgracia,una vez más, la búsqueda de la verdadsobre los humanos naufraga en losproblemas prácticos. Sin embargo, con

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los animales sí es posible realizarexperimentos rigurosos de esa índole.

Tomemos, por ejemplo, el caso delos ánsares nivales de tonalidadesazules y blancas. ¿Es heredada oaprendida la preferencia que esosgansos demuestran por los de su mismotono cuando viven en libertad? Un grupode biólogos canadienses llevó a cabo elexperimento de incubar artificialmentevarios huevos de ganso y despuéscolocar a las crías en un nido de«padres adoptivos». Cuando las crías sehicieron mayores, escogieron aparearsecon gansos del mismo color que suspadres adoptivos. Por su parte, losgansos que se criaban en una gran

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bandada de gansos blancos y azules nomostraban preferencias por uno u otrocolor al llegar a la edad adulta. Porúltimo, los biólogos tiñeron de rosa aalgunos de los padres y descubrieronque sus crías desarrollaban lapreferencia por los gansos teñidos derosa. De tal modo, quedó demostradoque los gansos no heredan la preferenciapor el color de su pareja, sino que laaprenden mediante un proceso defijación en sus progenitores (o en sushermanos o compañeros de juegos).

¿Cómo puede explicarse desde estaperspectiva la evolución de lasdiferencias que distinguen a los pueblos

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de distintas zonas geográficas? Losrasgos orgánicos internos einapreciables a la vista fueronmoldeados por la selección natural, conresultados como, por ejemplo, que losafricanos de la zona tropicaldesarrollaran una defensa contra lamalaria en el gen de la hemoglobinafalciforme y los suecos no ladesarrollaran. Muchos rasgos externos yvisibles fueron asimismo moldeados porla selección natural. Ahora bien, tanto enel caso de los humanos como en el delos animales, la selección sexual tuvouna influencia decisiva en ladeterminación de los rasgos externos enlos que se basa la elección del

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compañero sexual.En el caso de los humanos, esos

rasgos son básicamente la piel, los ojos,el pelo, los senos y los genitales. En lasdiferentes zonas del mundo, estascaracterísticas físicas se desarrollaronparalelamente a la fijación de laspreferencias estéticas, hasta llegar adistintos resultados finales y en ciertomodo arbitrarios. El hecho de quedeterminadas poblaciones humanashayan desarrollado un color de ojos y depelo concreto puede ser, en parte, elresultado accidental de lo que losbiólogos denominan el «efectofundador». Es decir, cuando unoscuantos individuos colonizan una tierra

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inhabitada y sus descendientes semultiplican para poblarla, los genes delreducido grupo de fundadores puedecontinuar siendo el dominante a lo largode muchas generaciones. Del mismomodo que algunas aves del paraísoterminaron teniendo plumas amarillas yotras plumas negras, también algunaspoblaciones humanas han desarrolladoel pelo rubio y otras el pelo negro, unaslos ojos azules y otras los verdes, unaslos pezones anaranjados y otras losmarrones.

Esta teoría no pretende descartar lainfluencia del clima en el color de lapiel. Debe reconocerse que, en general,los pueblos tropicales tienden a tener la

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piel más oscura que los pueblos quehabitan en zonas templadas, aunquetambién haya numerosas excepciones, elcolor de la piel probablemente se debe ala selección natural, aunque todavía nose haya descubierto el mecanismoexacto del proceso. Sin embargo, estono obsta para que la selección sexualhaya operado con suficiente fuerza comopara desajustar notablemente lacorrelación entre el color de la piel y laexposición al sol.

Si el lector aún contempla conescepticismo la posibilidad de que losrasgos y preferencias estéticas sedesarrollen a la par hasta llegar a puntosfinales diferentes y arbitrarios, le

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propongo que piense en cómo cambianlas modas en la actualidad. Cuando yoera un colegial, a comienzos de ladécada de 1950, las mujeresconsideraban guapos a los hombres conel pelo muy corto y la cara bien afeitada.Desde entonces, hemos presenciado unlargo desfile de modas masculinas,incluidas las de llevar barba, el pelolargo, pendientes, el pelo teñido devioleta y los cortes de estilo mohicano.El hombre que se hubiera atrevido aexhibir cualquiera de esas modas en ladécada de 1950, habría suscitado elrotundo rechazo femenino y no se habríaapuntado ni un éxito con las mujeres.Estos cambios no se deben a que el pelo

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corto estuviera mejor adaptado a lascondiciones atmosféricas reinantes enépoca de Stalin, ni a que los cortes deestilo mohicano y el pelo violeta poseanun valor de supervivencia mayor en laera posterior a Chérnobil. La realidad esque la apariencia de los hombres se hamodificado al tiempo que los gustos delas mujeres, y que esos cambios, que norequerían mutaciones genéticas, se hanproducido a un ritmo mucho más rápidoque las modificaciones evolutivas delcolor de la piel. O bien las mujeresllegaron a apreciar el pelo corto porqueasí lo llevaban los hombres que más lesgustaban, o bien los hombres adoptaronese corte de pelo porque era el que

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agradaba a las mujeres que les gustaban,o ambos factores confluyeron. Lo mismocabe decir de la apariencia de lasmujeres y los gustos de los hombres.

Desde una perspectiva zoológica, lavariabilidad geográfica de los rasgoshumanos visibles que ha derivado de laselección sexual resulta asombrosa. Eneste capítulo se ha argumentado quebuena parte de esas variaciones son unsubproducto de un rasgo distintivo delciclo vital humano, a saber, el criterioselectivo que los humanos emplean alescoger a sus cónyuges y parejassexuales. No tengo noticia de ningunaespecie animal salvaje en la que el colorde los ojos varíe entre el verde, el azul,

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el gris, el marrón y el negro de unapoblación a otra, ni donde el color de lapiel cambie de una zona geográfica aotra entre el rosa pálido y el negro, odonde el pelo pueda ser rojo, amarillo,marrón, negro, gris o blanco. Loscolores con los que puede adornarnos laselección sexual tal vez no tengan otroslimites que los impuestos por el tiempoevolutivo transcurrido. Personalmente,me atrevería a predecir que si lahumanidad sobrevive otros veinte milaños, las mujeres llegarán a desarrollarnaturalmente tonos verdes de cabello yojos rojos y los hombres consideraranque las mujeres con esos rasgos son lasmás atractivas.

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7¿Por qué envejecemos y

morimos?

La muerte y el envejecimientoconstituyen un misterio que es temafrecuente de nuestras preguntasinfantiles, un misterio que negamos en lajuventud y que llegamos a aceptar aregañadientes en la edad adulta. En miépoca de estudiante universitario apenasme detenía a pensar en qué era eso dehacerse viejo, pero ahora, a miscincuenta y cinco años, no puedo negarque el asunto me interesa. Hoy día, la

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esperanza de vida de losestadounidenses de raza blanca se sitúaen torno a los setenta y ocho años paralos hombres y a los ochenta y tres paralas mujeres. Solo una minoría depersonas llegarán a ser centenarias. ¿Porqué es tan fácil vivir ochenta años, tandifícil vivir cien años y casi imposiblellegar a los ciento veinte? ¿Por qué esinevitable que los humanos con acceso ala atención médica de mejor calidad, asícomo los animales que viven encautividad, bien alimentados yprotegidos contra los depredadores,envejezcan y mueran? Aunque esta es lacaracterística más obvia de nuestrociclo vital, las causas que la producen

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distan mucho de ser evidentes.Los humanos envejecemos y

morimos como cualquier otro animal,pero nuestra historia evolutiva nos hadotado de diversas ventajas en estosaspectos. No se ha registrado ni un solocaso de un individuo de alguna especiesimiesca que haya alcanzado la edadcorrespondiente a la esperanza de vidaactual de los blancos estadounidenses,en tanto que un simio que llegue a loscincuenta años representa una rarísimaexcepción. Es evidente, por tanto, quelos humanos envejecemos a un ritmomás lento que nuestros parientes máspróximos. Es posible que esaralentización se haya desarrollado en

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tiempos recientes, hacia la época delgran salto adelante, dado que pocoscromagnones llegaban a la sesentena ypocos neanderthales pasaban de loscuarenta.

El ritmo lento del envejecimiento esun factor de importancia tan crucial parael estilo de vida humano como elmatrimonio, el ocultamiento de laovulación y los demás rasgos del ciclovital examinados en los capítulosprevios. Y esto es así por cuanto nuestroestilo de vida se funda en la transmisiónde la información. La cantidad deinformación transmisible fueaumentando a medida que sedesarrollaba el lenguaje, y hasta la

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invención de la escritura, los ancianosfueron los depositarios de lainformación y la experienciaacumuladas, papel que aún siguendesempeñando en las sociedadestribales actuales. En las condiciones devida de las tribus de cazadores-recolectores, los conocimientos de unasola persona mayor de setenta añospodían significar la diferencia entre lasupervivencia o la muerte por inaniciónde todo un clan. Así pues, laprolongación del tiempo de vida ha sidoun factor importante en nuestro ascensode la condición animal a la humana.

Sin duda, la capacidad de sobrevivirhasta edades avanzadas ha dependido,

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en última instancia, de los avancesculturales y tecnológicos. Es más fácildefenderse de un león con una lanza quecon una piedra, y aún más fácil si se vaarmado con un rifle de gran potencia.Sea como sea, en sí mismos los avancesculturales y tecnológicos no habríanbastado para prolongar la vida humanasi paralelamente no se hubieraproducido una adaptación del cuerpohumano a la longevidad. Ninguno de lossimios de los zoológicos ha llegado acumplir ochenta años, pese a haberdisfrutado de los últimos avances de latecnología y la ciencia veterinaria. Eneste capítulo veremos cómo la biologíahumana se remodeló para adaptarse a la

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prolongación de la esperanza de vidaposibilitada por los avances culturales.En particular, nos detendremos en lahipótesis de que los utensilios de loscromagnones no fueron el único factorque les permitió ser más longevos quelos neanderthales. Mi opinión es quehacia la época del gran salto adelante, labiología humana debió de modificarse yadaptarse a un ritmo de envejecimientomás lento. Tal vez ese fue el momento enque surgió la menopausia, ese rasgo queacompaña al envejecimiento y cuyaparadójica función es permitir que lasmujeres vivan más años.

Las teorías científicas sobre el

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envejecimiento pueden clasificarse endos grupos, dependiendo del interés enexplicar las causas próximas o lascausas últimas del fenómeno encuestión. Con objeto de ilustrar estadiferencia, pensemos en las respuestasque pueden darse a la pregunta de porqué las mofetas huelen mal. Un químicoo un biólogo molecular responderíanasí: «Ese fenómeno se debe a que lasmofetas segregan compuestos químicoscon determinadas estructurasmoleculares. Debido a los principios dela mecánica cuántica, esas estructurassegregan un olor nauseabundo. Esoselementos químicos huelen mal almargen de cuál sea la función biológica

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de su fetidez».Sin embargo, desde la perspectiva

de la biología evolutiva, la respuestasería la siguiente: «Ese fenómeno sedebe a que las mofetas serían una presafácil para los depredadores si no sedefendieran segregando un olor fétido.La selección natural hizo que lasmofetas desarrollaran la capacidad desegregar sustancias químicasmalolientes, y aquellas mofetas de olormás fétido fueron las que sobrevivierony se reprodujeron. La estructuramolecular de esas sustancias químicases una cuestión incidental; cualquiersustancia química maloliente habríaservido al mismo propósito».

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La argumentación del químicoexplica las causas próximas, es decir, elmecanismo inmediatamente responsabledel fenómeno que pretende explicarse.Por el contrario, la explicación delbiólogo de la evolución acude a lascausas últimas, es decir, a la función ola sucesión de hechos que ha motivadola emergencia de ese mecanismo. Elquímico y el biólogo se descalificaríanmutuamente, tachando de «irreales» susrespectivas respuestas.

De modo similar, los estudios sobreel envejecimiento son realizados pordos grupos independientes de científicoscon escasa comunicación entre sí. Ungrupo pretende encontrar las causas

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próximas del fenómeno, en tanto que elotro busca las causas últimas. Losbiólogos de la evolución intentancomprender cómo es posible que laselección natural haya permitido que seprodujera un fenómeno de la índole delenvejecimiento, y creen haber dado conla respuesta a esta pregunta. Por suparte, los fisiólogos investigan losmecanismos celulares subyacentes en elenvejecimiento, y admiten no haberlosdescubierto todavía. Ahora bien, enestas páginas se argumentará que elenvejecimiento no puede comprendersesin conjugar ambas explicaciones. Enconcreto, cabe confiar en que laexplicación de las causas últimas

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(evolutivas) del envejecimientocontribuya a elucidar las causasfisiológicas (próximas) que hasta elmomento han escapado a la comprensióncientífica.

Antes de entrar en la argumentación quepretendo proponer, quiero anticiparme alas objeciones que plantearán misamigos fisiólogos. Estos suelen pensarque, en tanto que nuestra fisiología llevainevitablemente al envejecimiento, todaconsideración evolutiva resultairrelevante. Por ejemplo, una de lasteorías fisiológicas atribuye elenvejecimiento a las progresivasdificultades del sistema inmunitario para

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distinguir las células propias de lascélulas invasoras. Los fisiólogos quesuscriben este punto de vista se basan enel supuesto implícito de que la selecciónnatural no pudo producir un sistemainmunitario que no tuviera ese defecto.¿En qué se funda ese supuesto?

Con el fin de analizar esta primeraobjeción, pasaremos a examinar losmecanismos biológicos de reparación,puesto que el envejecimiento podríaconsiderarse como un mero proceso dedeterioro o debilitamiento sinposibilidades de recuperación. Paraaclarar este punto puede recurrirse a unsímil de interés general: la reparaciónde los automóviles. Los coches van

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envejeciendo y llega el día en que solosirven para el desguace, pero todos lospropietarios de automóvilespretendemos posponer su inexorabledestino gastando dinero en reparaciones.De igual modo, los humanos siempreestamos reparando nuestro organismo,desde las moléculas hasta los tejidos ylos órganos, aunque sea de modoinconsciente. Nuestros mecanismos derecuperación pueden agruparse, como enel caso de los automóviles, en doscategorías: control de los daños ysustitución periódica de piezas.

Un ejemplo de los mecanismos decontrol de daños extraído del mundo delautomóvil es la sustitución de un

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parachoques, que no se realizaperiódicamente como el cambio deaceite del motor, sino solo en caso deque se haya deteriorado comoconsecuencia de un accidente. Cuandose trata del cuerpo humano, el ejemplomás evidente del control de daños es lacuración de las heridas, con la que sereparan los daños producidos en la piel.Muchos animales poseen mecanismos deregeneración más espectaculares; así,por ejemplo, los lagartos, a los que lesvuelven a crecer las colas amputadas;las estrellas de mar y los cangrejos, concapacidad para regenerar miembrosenteros; las holoturias, que regeneran losintestinos, y los gusanos planos, a los

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que vuelven a crecerles las púasvenenosas perdidas. Volviendo a loshumanos, y en lo que respecta a lasreparaciones en el plano molecular, elmaterial genético o ADN solo se reparamediante el control de daños a través dela acción de unas enzimas que noejercen ningún efecto sobre el ADN enbuen estado y reorganizan y reparan lospuntos dañados de la hélice de ADN.

El otro tipo de reparaciones, esdecir, la sustitución periódica de piezas,también es harto conocida por losconductores de automóviles: el aceite, elfiltro de aire y las bujías se cambian devez en cuando sin esperar a que el cochese estropee. En el mundo biológico, la

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dentadura nos ofrece un ejemplo desustitución periódica de piezas; loshumanos renovamos la dentadura unavez en la vida; los elefantes cinco veces,y los tiburones la renuevan innumerablesveces. En tanto que los humanosconservamos el esqueleto con el quenacemos, las langostas y otrosartrópodos renuevan periódicamente susexoesqueletos, que se descomponen yregeneran. Otro ejemplo obvio dereparaciones periódicas es elcrecimiento continuo del cabello; pormucho que nos cortemos el pelo,siempre vuelve a crecer.

Asimismo, la renovación periódicaes un fenómeno propio del mundo

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microscópico y submicroscópico. Lascélulas del organismo humano serenuevan continuamente: las que tapizanlas paredes intestinales, cada pocosdías; las que recubren el interior de lavejiga, cada dos meses, y los hematíescada cuatro. En el terreno molecular, lasproteínas están sujetas a una renovacióncontinua, cuyo ritmo es diferente paracada proteína concreta; de ese modo seevita la acumulación de moléculas enmal estado. Aunque no apreciemosdiferencias al mirar a nuestro serquerido y comparar su apariencia con laque tenía en una foto tomada hace unmes, el hecho es que muchas de lasmoléculas de su organismo ya ño son las

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mismas. A pesar de que entre todos loscaballos y los hombres del rey no fueposible reconstruir a Humpty-Dumpty, lanaturaleza está continuamentedeshaciéndonos y reconstruyéndonos.

De tal modo, buena parte delorganismo animal puede repararsecuando es necesario o simplemente serenueva periódicamente, pero lasposibilidades de regeneración varíanmucho dependiendo de la parte delcuerpo y de la especie de que se trate.La limitada capacidad de recuperaciónde los humanos no se debe a unoslímites fisiológicos inalterables. Puestoque las estrellas de mar regeneran losmiembros amputados, ¿por qué no lo

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hacemos los humanos? ¿Qué nos impidetener seis denticiones, como loselefantes, en lugar de una dentadura enla infancia y otra en la edad adulta? Sinuestra dentadura se regenerara cuatroveces más, evitaríamos la necesidad derepararnos la boca con empastes,coronas y dentaduras postizas a medidaque nos hacemos mayores. ¿Por qué nonos protegemos contra la artritisrenovando nuestras articulacionesperiódicamente como lo hacen loscangrejos? ¿Por qué no prevenimos lasafecciones coronarias cambiando decorazón cada cierto tiempo, al igual quelos gusanos planos cambian de púasvenenosas? En buena lógica, la

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selección natural debería favorecer alhombre o a la mujer para que en lugar demorir hacia los ochenta años a pausa deuna enfermedad coronaria, continuaraviviendo y teniendo hijos al menos hastalos doscientos años. ¿Por qué notenemos la capacidad de reparar oreemplazar todos nuestros componentesorgánicos?

La respuesta está relacionada conlos gastos que comporta la reparación.Una vez más puede resultaresclarecedora la analogía con losautomóviles. Si la publicidad de laempresa Mercedes-Benz es cierta, suscoches están tan bien fabricados queincluso sin ningún mantenimiento, sin tan

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siquiera engrasarlo ni cambiarle elaceite, un Mercedes puede funcionaraños y años. Claro está que al cabo deesos años el Mercedes habrá acumuladotantos desperfectos que ya no habrámodo de repararlo. Por ello, lospropietarios de coches de esa marcasuelen someter a sus vehículos arevisiones periódicas. Según dicenaquellos de mis amigos que tienen unMercedes, el mantenimiento de estecoche es muy caro y cada visita al tallersupone un desembolso de cientos dedólares. No obstante, mis amigos dan eldinero por bien empleado, pues unMercedes puede durar muchos añossiempre que se cuide, y es mucho más

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económico revisar un Mercedes viejocada cierto tiempo que cambiar decoche cada pocos años.

Así razonan los propietarios deMercedes de Alemania y EstadosUnidos. Supongamos, no obstante, quevivimos en Port Moresby, la capital dePapúa Nueva Guinea, y también lacapital mundial de los accidentes decoche, donde cualquier automóvil, biencuidado o no, está condenado a sufrir unsiniestro total en el plazo de un año.Muchos automovilistas de Nueva Guineano se toman la molestia de ocuparse delmantenimiento de sus vehículos, y enlugar de ello se dedican a ahorrar convistas a la inevitable compra de un

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coche nuevo.Por analogía, cabe decir que el

monto de la inversión que un animaldebería realizar en reparacionesbiológicas depende de lo onerosas quesean y de la medida en que puedancontribuir a prolongar su esperanza devida. Ahora bien, las preguntas sobre loque debería ser nos alejan del terrenode la fisiología para adentrarnos en elde la biología evolutiva. La selecciónnatural tiende a maximizar el ritmo deproducción de hijos vivos con objeto deasegurar la descendencia. Enconsecuencia, la evolución puedeentenderse como la estrategia de unjuego del que sale vencedor aquel

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individuo que consigue dejar tras de siuna descendencia mayor. Losrazonamientos empleados en la teoríadel juego pueden resultarnosprovechosos para comprender cómohemos llegado a ser lo que somos.

El problema de la duración de la vida,como el de la inversión en reparacionesbiológicas, se inscribe en unaproblemática evolutiva más amplia yanalizable mediante la teoría del juego:el misterio de cómo se fijan los límitesmáximos de cualquier rasgo ventajosopara la supervivencia. Además de laduración de la vida, numerosascaracterísticas biológicas plantean la

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incógnita de por qué la selección naturalno las ha dotado de mayor duración,tamaño, rapidez, o no las ha producidoen mayores cantidades. Así, porejemplo, es evidente que las personasfornidas, inteligentes y rápidas tienenventaja sobre las débiles, torpes ylentas, y que esa ventaja era aún másimportante en los tiempos en que loshumanos tenían que defenderse de losleones y las hienas, es decir, durante lamayor parte de la evolución de laespecie. ¿Por qué la evolución no nos hallevado a desarrollarnos para ser másfornidos, inteligentes y rápidos?

Los problemas de la programaciónevolutiva son más complejos de lo que

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pueden parecer a primera vista por elhecho de que la selección natural actúasobre el individuo como un todo, nosobre sus componentes aislados. Es lapersona completa, y no su gran cerebro ysus rápidas piernas, la que sobrevive operece y se reproduce. El aumento deltamaño de una parte del organismoanimal puede resultar beneficioso enciertos aspectos y pernicioso en otros.Puede ocurrir, por ejemplo, que la partede tamaño aumentado no encaje bien conel resto del cuerpo o acapare un excesode energía.

La palabra mágica que emplean losbiólogos de la evolución para expresaresta problemática es «optimización». La

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selección natural tiende a moldear cadarasgo orgánico de acuerdo con eltamaño, la velocidad o el númeroadecuados para maximizar lasposibilidades de supervivencia yreproducción del animal, teniendo encuenta su estructura básica. Así pues,cada rasgo concreto, en lugar de tenderhacia unos valores máximos, se orientahacia un valor óptimo intermedio, nidemasiado bajo ni demasiado elevado.De tal modo, el animal queda mejorpreparado para el éxito evolutivo que siese rasgo fuera mayor o menor.

Este razonamiento, que puedeparecer excesivamente abstracto cuandohablamos del mundo animal, también es

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aplicable a las maquinas que formanparte de nuestro mundo cotidiano. Enesencia, los principios en que se fundael diseño mecánico de las máquinas sonequivalentes a los del diseño evolutivo,es decir, al desarrollo de los animalesmediante el proceso de la selecciónnatural. Consideremos, por ejemplo, elcaso de la máquina de mi propiedad quees mi mayor motivo de orgullo, mi«escarabajo», un Volkswagen de 1962,el único coche que he tenido en toda mivida. (Los aficionados a los cochesrecordarán que 1962 fue el año en que laVolkswagen incorporó la gran ventanillatrasera al «escarabajo»). Rodando poruna autopista bien asfaltada y peraltada,

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y con el viento a favor, mi VW puedealcanzar los 100 kilómetros por hora,velocidad que se les antojará ridícula alos conductores de un BMW. ¿Por quéno me deshago de mi raquítico motor decuatro cilindros y cuarenta caballos y losustituyo por uno como el del BMW 750IL de mi vecino, con doce cilindros ydoscientos noventa y seis caballos, y melanzo a 190 kilómetros por hora por laautopista de San Diego?

Incluso yo, que estoy pez en todo loque a coches se refiere, sé que esasolución no funcionaría. Para empezar,el enorme motor del BMW no encajaríaen el compartimiento del motor de miVW y necesitaría agrandarlo. En

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segundo lugar, el motor del BMW estádiseñado para colocarlo en la partedelantera del coche, en tanto que elcompartimiento del motor del VW estáen la parte trasera, y eso me obligaría acambiar la caja de cambios, lastransmisiones y otros componentes.Asimismo, tendría que cambiar losamortiguadores y los fíenos, diseñadospara amortiguar y frenar el avance de uncoche que va a 100 kilómetros por hora,pero no a 200 kilómetros por hora.Cuando hubiese terminado de modificarmi VW para adaptarle el motor delBMW, poco sería lo que habríasobrevivido de mi «escarabajo»original, y a eso habría que sumar los

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grandes gastos acarreados por latransformación. De todo esto, deduzcoque mi raquítico motor de cuarentacaballos es óptimo, en el sentido de queno puedo aumentar mi velocidad decrucero sin sacrificar otros rasgosfuncionales de mi coche, ni tampoco sinprescindir de otros ingredientes de miestilo de vida que requieren ciertosgastos monetarios.

En tanto que con el tiempo elmercado llega a eliminarmonstruosidades mecánicas como puedaserlo un VW con un motor de un BMW,es fácil pensar en monstruosidades quehan tardado mucho tiempo en sereliminadas. Para aquellos que

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compartan mi afición a la marina deguerra, los cruceros de guerra británicosconstituirán un buen ejemplo. Antes dela Primera Guerra Mundial, y tambiéndurante la contienda, la Armadabritánica armó trece buques de guerra alos que se denominó cruceros,diseñados para ser tan grandes y portartanto armamento como los demás barcosde guerra y, a la vez, para desarrollarvelocidades mucho mayores. Loscruceros, en los que se maximizó lavelocidad y la fuerza armamentística, notardaron en cautivar la imaginación delas masas y en convertirse en lasensación propagandística del momento.No obstante, si se pretende que un barco

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de guerra de 28 000 toneladas mantengasu peso total a la vez que se aumenta elpeso de sus motores y conserva susgrandes cañones, habrá que reducir elpeso de otros elementos. En el caso delos cruceros, se decidió rebajarsustancialmente el peso del blindaje ytambién el de los cañones menores, loscompartimientos internos y las defensasantiaéreas.

Las consecuencias de este diseño deconjunto subóptimo eran inevitables. En1916, los cruceros de Su MajestadIndefatigable, Invincible y Queen Maryvolaron por los aires tan pronto comofueron alcanzados por los proyectilesalemanes en la batalla de Jutlandia. El

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Hood quedó totalmente destruido en1941, ocho minutos después de entrar enbatalla con el Bismarck, un barco deguerra alemán. El Repulse fue hundidopor los bombarderos japoneses pocosdías después del ataque japonés a PearlHarbor, alcanzando la dudosa distinciónde ser el primer gran barco de guerradestruido desde el aire en una batallanaval. Enfrentada a esta inequívocademostración de que la suma de unoscuantos componentes óptimos no dacomo resultado un todo óptimo, laArmada británica dejó que su programade construcción de grandes cruceros seextinguiera por sí mismo.

En resumen, la ingeniería no puede

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basarse en la consideración de loscomponentes aislados, puesto que cadacomponente consume un dinero, unespacio y un peso que podrían dedicarsea otros propósitos. La pregunta quedeben formularse los ingenieros es quécombinación de componentes optimizarála efectividad global de la máquina. Porlos mismos motivos, la evolución nopuede basarse en los componentesaislados de un animal, puesto que cadaestructura, cada enzima y cada partículade ADN consume una energía y unespacio que podrían consagrarse a otrosfines. Antes bien, la selección naturalfavorece aquella combinación de rasgosque maximiza la descendencia del

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animal. Tanto los ingenieros como losbiólogos evolutivos deben evaluar lassoluciones de compromiso necesariaspara mejorar cualquier componenteaislado, es decir, los costes y beneficiosde las distintas alternativas.

Una dificultad obvia a la hora de aplicarel razonamiento precedente al ciclo vitalhumano es que este consta de muchosrasgos que, en apariencia, tienden areducir en lugar de maximizar nuestracapacidad de producir descendencia. Elenvejecimiento y la muerte tan soloconstituyen dos ejemplos; otros son lamenopausia femenina; tener un solo hijopor parto y, en el mejor de los casos,

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solo un hijo por año, aproximadamente;así como que la edad fértil de la mujerdé comienzo entre los doce y losdieciséis años. ¿Acaso la selecciónnatural no debería favorecer que lamujer entrara en la pubertad, a los cincoaños, gestara un niño en tres semanas,tuviera quintillizos como norma, nosufriera la menopausia, dedicaragrandes cantidades de energía biológicaa la reparación de su organismo, vivieradoscientos años y, en consecuencia,tuviera centenares de hijos?

Esta pregunta se basa en el falsosupuesto de que la evolución puedemodificar el organismo parte por parte yno toma en cuenta los costes ocultos de

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esas modificaciones. Por ejemplo, esevidente que el tiempo de gestación nopodría reducirse a tres semanas sin quea la vez se produjeran otros cambiosrelacionados en el organismo de lamujer y en el del bebé. Debemosrecordar que los humanos solodisponemos de una cantidad finita deenergía. Incluso las personas que hacenmucho ejercicio y toman comidas muyenergéticas, como puedan serlo losleñadores y los corredores que seentrenan para un maratón, metabolizancomo máximo algo más de seis milcalorías al día. ¿Cómo distribuiríamosesas calorías entre la funciónreproductora y las reparaciones

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orgánicas si nuestro objetivo fuera tenerel mayor número posible de hijos?

En un extremo, si concentráramostoda nuestra energía en la reproduccióny no dedicáramos energía alguna a larecuperación biológica, nuestrosorganismos envejecerían y sedesintegrarían sin siquiera darnostiempo a criar a nuestro primer hijo. Enel extremo opuesto, si dedicásemos todala energía disponible a mantenernuestros organismos en forma,podríamos vivir una vida muy larga,pero no nos quedaría energía para elagotador proceso de tener hijos ycriarlos. Así pues, la función de laselección natural es ajustar el gasto

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relativo de energía invertido en lasreparaciones y en la reproducción conobjeto de maximizar la capacidadreproductora sobre la base de laduración de la vida del animal de que setrate. La solución varia de una especie aotra en función de factores como elriesgo de muerte accidental, la biologíareproductiva y los costes de los distintostipos de reparaciones orgánicas.

Esta perspectiva puede emplearsepara realizar prediccionescomprobables sobre las diferencias quedistinguen los mecanismos dereparación y el ritmo de envejecimientode los animales. En 1957, el biólogoevolutivo George Williams expuso

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algunos hechos sorprendentes sobre elenvejecimiento, hechos que solo puedencomprenderse desde una perspectivaevolutiva. A continuación examinaremosalgunos de los ejemplos citados porWilliams y los reformularemos en laterminología fisiológica del lenguaje delas reparaciones biológicas tomando elritmo lento de envejecimiento como unaseñal del buen funcionamiento de losmecanismos de reparación.

El primer ejemplo se refiere a laedad a la que un anima adquiere lacapacidad para reproducirse. Esa edadestá sujeta a enormes variaciones entrelas especies: pocos humanos son tanprecoces como para tener hijos antes de

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los doce años, mientras que cualquierratón qué se precie tendrá crías a losdos meses. Entre las especies en las quela edad fértil se presenta tarde, como esel caso de los humanos, es necesariodedicar buenas cantidades de energía alas reparaciones orgánicas con objeto deasegurar la supervivencia hasta la edadfértil. De tal suerte, es predecible que lainversión en la recuperación biológicaaumente a la vez que lo hace la edadfértil.

Así por ejemplo, puesto que loshumanos adquirimos la capacidad dereproducirnos mucho más tarde que losratones, también envejecemos a un ritmomucho más lento y, supuestamente,

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poseemos unos mecanismos dereparación más efectivos. Aundisponiendo de las mejores atencionesmédicas y de cantidades ingentes decomida, un ratón podría considerarseafortunado si llegara a cumplir dos añosen tanto que para un humano es un casode mala suerte no llegar a los setenta ydos. La razón evolutiva de estefenómeno es que un humano que noinvirtiera más energía que un ratón en laregeneración de su organismo moriríamucho antes de llegar a la pubertad. Enconsecuencia, la inversión enreparaciones es más rentable en el casode los humanos que en el de los ratones.

¿En qué consiste ese supuesto gasto

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extra de energía que realizamos loshumanos? A primera vista, la capacidadde recuperación biológica de loshumanos no parece excepcional. Si nosamputan un brazo, no se nos regenera, nitampoco renovamos nuestro esqueletoperiódicamente, tal como lo hacenalgunos invertebrados con una vida muycorta. No obstante, esas espectaculares einfrecuentes sustituciones de estructurasorgánicas completas probablemente noconstituyen los capítulos principales delpresupuesto que un animal invierte enreparaciones orgánicas. Antes bien, losmayores gastos corresponden al procesoinvisible de renovación cotidiana decélulas y moléculas. Aun cuando una

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persona pase todo el día tumbada en lacama, necesitará ingerir unas milseiscientas cuarenta calorías diarias sies hombre, y mil cuatrocientas treinta sies mujer, solo para conservar elorganismo, y buena parte de esemetabolismo de mantenimiento sededica al programa oculto derenovación orgánica. La conclusión queyo extraería es que la inversión deenergía es mayor entre los humanos queentre los ratones debidofundamentalmente a las necesidades deregeneración, en tanto que otrasfunciones, como conservar el calorcorporal o criar a los hijos, consumenmenos energía.

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En segundo lugar, analizaremos unejemplo relativo al riesgo de sufrirdaños irreparables. Hay dañosbiológicos potencialmente reparables yotros fatales; por ejemplo, ser devoradopor un león. Cuando las probabilidadesde que un león nos devore son muy altas,no tiene sentido pagar a un dentista paraque emprenda un costoso trabajo deortodoncia. Lo más lógico será dejarque los dientes se pudran y aplicarse ala tarea de tener hijos. Sin embargo,cuando el riesgo de sufrir un accidentemortal es pequeño, resulta rentableintentar prolongar la vida dedicandoenergía a los costosos mecanismos dereparación orientados a retardar el

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envejecimiento. Este es el razonamientoque explica por qué los propietarios deMercedes de Alemania y EstadosUnidos invierten en el mantenimiento desus coches, mientras que los de NuevaGuinea no lo hacen.

Retomando la analogía con el mundobiológico, el riesgo de morir en lasgarras de un depredador es menor paralas aves que para los mamíferos (puestoque aquellas pueden escapar volando), ymenor para los galápagos que para lamayoría de los reptiles (dada laprotección que les presta su concha).Así pues, la inversión en costososmecanismos de reparación será másrentable para las aves y los galápagos

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que para los mamíferos sin alas y losreptiles desprovistos de concha, dadoque estos últimos están abocados amorir devorados por algún depredador.Si se compara la longevidad de lasdistintas especies de animales decompañía, bien alimentados yprotegidos de los depredadores, lospájaros viven más tiempo (es decir,envejecen más despacio) que losmamíferos de tamaño pequeño, y losgalápagos tienen una vida más larga quelos reptiles sin concha de un tamañosimilar. Las especies de aves mejorprotegidas contra los depredadores sonlas aves acuáticas, cómo los petreles ylos albatros, que anidan en remotas islas

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libres de depredadores. El desahogadoritmo de sus ciclos vitales rivaliza conel de los humanos. Algunos albatros nocomienzan a reproducirse hasta los diezaños, y aún no se ha podido determinarcuántos años viven, puesto que las avessobreviven a los anillos metálicos quelos biólogos comenzaron a colocarles enlas patas hace algunas décadas conobjeto de controlar su edad. Durante losdiez años necesarios para que unalbatros comience a reproducirse, enuna población de ratones puedensucederse sesenta generaciones, lamayoría de las cuales habrán sucumbidoen las fauces de los depredadores o porcausas naturales al cabo de diez años.

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Nuestro tercer ejemplo se basa en lacomparación de los machos y lashembras de una misma especie. Esprevisible que los mecanismos dereparación sean más rentables y el ritmode envejecimiento más lento entre losmiembros de aquel sexo donde la tasade mortalidad por accidentes sea menor.En la mayoría de las especies, lamortalidad debida a accidentes es máselevada entre los machos que entre lashembras, lo que en parte se debe a quelas peleas y demostraciones de fuerza delos machos les exponen a mayoresriesgos. Este es el caso de los machoshumanos actuales, y probablemente lo hasido a lo largo de toda la historia

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evolutiva de nuestra especie; loshombres tienen más probabilidades demorir en guerras contra hombres deotros grupos y en peleas individualescon hombres del mismo grupo.Asimismo, en muchas especies losmachos son mayores que las hembras, yesto los convierte en víctimas fáciles dela inanición en los períodos dehambruna, como lo demuestran losestudios realizados con los ciervoscomunes y con los mirlos del NuevoMundo.

En correlación con la elevada tasade mortalidad masculina debida aaccidentes, está el hecho de que loshombres envejecen más deprisa y tienen

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una tasa de mortalidad por causasnaturales mayor que las mujeres. Hoydía, la esperanza de vida femenina sesitúa unos seis años por encima de lamasculina; parte de esta diferencia debeatribuirse a que hay más fumadores entrelos hombres que entre las mujeres, perotambién entre los no fumadores se dauna diferencia asociada al sexo. Estasdiferencias ponen de manifiesto que laevolución nos ha programado de modoque las mujeres dediquen más energía ala regeneración y los hombres másenergía a la lucha. O dicho de otromodo, reparar el organismo de unhombre no resulta tan rentable comoreparar el organismo de una mujer. Con

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esto no pretende denigrarse el papel delas luchas masculinas, las cuales sirvena un propósito evolutivo provechosodesde el punto de vista del hombreindividual: conseguir esposas y asegurarrecursos para sus hijos y su tribu, aexpensas de otros hombres con susrespectivos hijos y tribus.

El último ejemplo de cómo algunosaspectos sorprendentes delenvejecimiento solo se tornancomprensibles aplicando unaperspectiva evolutiva es el rasgocaracterísticamente humano de que laspersonas sobrevivan a su edad fértil y,en especial, a la menopausia femenina.

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Dado que el objetivo básico del procesoevolutivo es la transmisión genéticaentre generaciones, sobrevivir cuando seagota la capacidad reproductora es unarara excepción en otras especies. Lanaturaleza programa la muerte de talmodo que coincida con el final de laetapa fértil, puesto que a partir deentonces la regeneración del organismono produce ningún beneficio evolutivo.El que las mujeres estén programadaspara vivir varias décadas después de lamenopausia, y los hombres paraalcanzar edades en las que, por logeneral, ya no se dedican a procrear, esuna excepción que requiere serexplicada.

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No obstante, la explicación se haceevidente al reflexionar unos minutos. Laintensa fase de cuidados parentales se haprolongado inusitadamente en la especiehumana hasta casi dos décadas. Inclusolos ancianos con hijos adultosdesempeñan un papel clave en lasupervivencia no ya de su prole, sino detoda la tribu; sobre todo en los tiemposprevios a la invención de la escritura,ellos eran los depositarios ytransmisores de los conocimientosesenciales. Por todo esto, la naturalezanos ha programado de modo que el restode nuestro organismo se conserve en unestado de mantenimiento aceptable aundespués de que el sistema reproductor

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femenino sea imposible de reparar.En cualquier caso, seguimos sin

saber por qué la selección naturalprogramó la menopausia femenina, unfenómeno que, al igual que elenvejecimiento, no puede darse porexplicado afirmando que resultainevitable desde el punto de vistafisiológico. La mayoría de losmamíferos, incluidos los varoneshumanos y los chimpancés y gorilas deambos sexos, experimentan un paulatinodeterioro de su fertilidad hasta llegar aperderla, mientras que las mujeres dejande ser fértiles abruptamente. ¿Por que sedesarrolló esa peculiar característicahumana, en apariencia

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contraproducente? ¿No sería más lógicoque la selección natural hubierafavorecido a las mujeres queconservaban su fertilidad hasta el finaldel camino?

Es probable que la menopausiafemenina resultara de otras doscaracterísticas distintivamente humanas:el excepcional riesgo que el partoentraña para la madre y el peligro que lamuerte de la madre supone para sushijos. Recordemos el enorme tamañorelativo de los recién nacidos conrespecto a sus madres, es decir, el quemadres de 45 kilos den a luz niños detres kilos, mientras que los gorilasapenas llegan a pesar dos kilos al nacer

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de una madre de 90 kilos. Laconsecuencia es que dar a luz espeligroso para las mujeres. Antes deldesarrollo de la obstetricia moderna, lamuerte en el parto era un hecho frecuenteentre las mujeres, pese a que esprácticamente desconocido entre lasgorilas y chimpancés. Como ejemplodiremos que el estudio de cuatrocientasuna monas rhesus preñadas registró unasola muerte por parto.

A continuación, pensemos en laacusada dependencia de los niños conrespecto a sus padres y, en especial, a sumadre. A diferencia de los simios, losniños se desarrollan lentamente y sonincapaces de alimentarse incluso

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después del destete, y ello supone que lamuerte de una mujer de una tribu decazadores-recolectores que tuviera hijospequeños acarrearía un alto riesgo deque estos también murieran. En aquelentonces, las madres de varios hijos sejugaban la vida de su prole cada vez quedaban a luz. Dado que la inversiónrealizada en la piole aumentaba con laedad de los hijos, y que el riesgo demorir en el parto también aumentaba conla edad de la madre, las probabilidadesde ganar el juego iban empeorando amedida que la madre se hacía mayor.Cuando se tienen tres hijos saludables ytodavía dependientes, ¿por quéarriesgarse a tener un cuarto hijo?

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El empeoramiento progresivo de lasprobabilidades de supervivenciaprobablemente dio lugar, mediante laselección natural, a la menopausia conobjeto de proteger la inversión previade la madre en su prole. No obstante, loshombres no corrieron la misma suerte,dado que el parto no entraña riesgoalguno para este. Al igual que elenvejecimiento, la menopausia ilustralas ventajas de aplicar un enfoqueevolutivo a algunos rasgos del ciclovital humano que de otro modo parecenincomprensibles. Cabe inclusoespecular que la menopausia surgió enlos últimos cuarenta mil años, cuandolos cromagnones y otros humanos

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anatómicamente desarrolladosalcanzaron una media de vida de sesentay más años. Los neanderthales y otroshumanos primitivos solían morir antesde llegar a los cuarenta, por lo que lamenopausia no habría reportado ningunaventaja a las mujeres de esas especiesde haberse presentado a la misma edadque en la actual Femina sapiens.

Por todo lo expuesto, debeconcluirse que el hecho dé que loshumanos actuales gocen de una vida másprolongada que los simios no se debeexclusivamente a las adaptacionesculturales, como puedan serlo losutensilios para adquirir comida ydefenderse de los depredadores; se

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funda, asimismo, en dos adaptacionesbiológicas, la menopausia y el aumentode las inversiones en mecanismos dereparación. Ya se produjeranprecisamente en el momento del gransalto adelante o con posterioridad, esasadaptaciones biológicas se cuentan entrelos cambios de la historia de la vida quepermitieron el ascenso del tercerchimpancé a la categoría de humano.

La última conclusión que deseoextraer del enfoque evolutivo delenvejecimiento es que socava losfundamentos de la perspectiva que vienedominando la investigación fisiológicade este fenómeno desde hace largotiempo. En la bibliografía gerontológica

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destaca la obsesión por la búsqueda dela causa del envejecimiento;preferentemente, una única causa o, ensu defecto, un número reducido decausas fundamentales. Durante mi vidaprofesional como biólogo, los cambioshormonales, el deterioro del sistemainmunitario y la degeneración neuronalhan aspirado al título de la causa, sinque hasta la fecha se haya aportadoninguna prueba decisiva en apoyo decualquiera de estos factores. Noobstante, la perspectiva evolutiva indicaque esa búsqueda de la causa nuncaalcanzará el éxito. No hay que pensarque debe haber un único mecanismofisiológico, ni tampoco un número

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reducido de mecanismos que determinenel envejecimiento. Antes bien, laselección natural debe actuar paraajustar el ritmo de envejecimiento detodos los sistemas fisiológicos de modoque el proceso de envejecer comportainnumerables cambios simultáneos.

A continuación expondremos la basede esta predicción. Concentrarse en elmantenimiento de un componenteorgánico carecería de sentido si losdemás componentes se deterioran a unritmo más rápido. Y a la inversa,tampoco tendría sentido permitir quealgunos sistemas se deteriorasen muchoantes que los demás, puesto que el costede reparar ese número limitado de

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sistemas produce un gran rendimiento entérminos de la prolongación de laesperanza de vida. La selección naturalno comete errores de tal calibre.Retomando la analogía automovilística,puede decirse que el propietario de unMercedes no debería instalar unosrodamientos baratos en su coche cuandono escatima a la hora de gastar dinero enotras piezas, pues con el desembolsoextra de unos cuantos dólares puededuplicar la vida de su caro automóvil.No obstante, tampoco tendría sentidoafrontar el gasto de instalar unosrodamientos de diamante que siguieranen perfecto estado cuando el resto delcoche estuviera desintegrándose. Así

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pues, la estrategia óptima para elpropietario de un Mercedes, y tambiénpara los humanos, es reparar loscomponentes del coche o de nuestroorganismo al ritmo adecuado para quetodo el conjunto se deteriore sinremedio al mismo tiempo.

En mi opinión, esta triste previsiónestá bien fundada, y la idea evolutiva dela destrucción total y simultáneadescribe el destino de nuestros cuerposmás acertadamente que esa causa únicadel envejecimiento que los fisiólogosllevan tanto tiempo intentando descubrir.Los signos del envejecimiento sonfácilmente detectables allá donde semire. Por mi parte, soy consciente del

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desgaste de mi dentadura, de unconsiderable descenso en mi fuerzamuscular y de pérdidas significativas enla audición, la vista, el olfato y el gusto.Por lo que se refiere a los cincosentidos, las mujeres siempre los tienenmás desarrollados que los hombres de lamisma edad, sean cuales sean los gruposde edad que se comparen. En mi futuroestá inscrita esa letanía de sobraconocida: debilitamiento del corazón,endurecimiento de las arterias, aumentode la fragilidad ósea, descenso de losíndices de filtración de los riñones,debilitamiento del sistema inmunitario ypérdida de la memoria, aunque la listapodría prolongarse casi

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indefinidamente. La evolución parecehaber organizado las cosas del modonecesario para que todos nuestrossistemas se deterioren y para quenuestras inversiones en reparaciones seajusten al valor de nuestro organismo.

Desde un punto de vista práctico,esta conclusión es decepcionante. Sihubiera una causa dominante delenvejecimiento, siempre cabría laposibilidad de eliminarla y encontrar lafuente de la eterna juventud. En lostiempos en que el envejecimiento seatribuía principalmente a causashormonales, esta idea inspiró algunosintentos de rejuvenecer milagrosamentea ancianos mediante inyecciones

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hormonales o implantes de gónadasjóvenes. Un ensayo de este tipo es elargumento del relato «La aventura delhombre trepador», de sir Arthur ConanDoyle; el protagonista del relato es elanciano profesor Presbury, que,enamorado de una mujer joven, se lanzaa un desesperado intento derejuvenecerse a sí mismo, y terminaencaramándose en una enredadera porlas noches como si fuera un mono. Elgran Sherlock Holmes descubre elmotivo de tan peculiar conducta: elprofesor había intentado rejuvenecerinyectándose suero extraído de losmonos llamados langures.

De haber tenido la oportunidad, yo

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mismo habría advertido al profesorPresbury que su miope obsesión con lascausas próximas le llevaría por el malcamino. Si el profesor hubiera pensadoen términos de las causas últimas oevolutivas del envejecimiento, habríacomprendido que la selección natural nopodía permitir que nos deteriorásemos através de un único mecanismo con unacuración única. Quizá todo haya sidopara bien. A Sherlock Holmes lepreocupaba profundamente laposibilidad de que alguna vez sedescubriera el elixir de la juventud:«Eso entraña un peligro, un peligro muyreal para la humanidad. Considera,Watson, que los materialistas, los

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sensuales, los mundanos, todos ellosprolongarían sus inútiles vidas… Seríala supervivencia de los peor dotados.¿En qué suerte de letrina no acabaríaconvertido nuestro pobre mundo?».

Holmes se tranquilizaría al saberque sus preocupaciones no tienen visosde hacerse realidad.

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Tercera parte

SINGULARMENTEHUMANOS

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Hemos dedicado las partes primera ysegunda de este volumen a examinar losfundamentos biológicos de los rasgosculturales que son patrimonio exclusivode la humanidad. Entre esosfundamentos se cuentan, como hemosvisto, los sellos distintivos del esqueletohumano, tales como nuestra gran cajacraneana y las adaptaciones necesariaspara la postura erecta. En las basesbiológicas de la cultura se incluyen,asimismo, determinados rasgos de lostejidos blandos, del sistema endocrino yde la conducta, todos ellos relacionadoscon la reproducción y la organizaciónsocial.

Ahora bien, si los únicos rasgos que

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distinguieran a los humanos fueran losdeterminados genéticamente, nosobresaldríamos entre los animales nirepresentaríamos una amenaza paranuestra propia supervivencia y la deotras especies. Otros animales, como lasavestruces, también han adoptado laposición bípeda. Hay, asimismo,animales con un cerebro de tamañorelativamente grande, aunque no tantocomo el humano. Y también existenanimales monógamos que viven encolonias (muchas aves marinas, porejemplo) y otros de una longevidadnotable (como los albatros y lastortugas).

Lo que nos confiere nuestra cualidad

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de especie única son los rasgosculturales basados en esos fundamentosgenéticos, por cuanto en ellos radicanuestro poder. Entre los hitos culturalesde la humanidad se incluyen el lenguaje,el arte, la tecnología basada en lautilización de herramientas y laagricultura. Pero si nos detuviéramos enesos factores, que son motivo deorgullo, tan solo obtendríamos unavisión unilateral y autocomplaciente denuestra singularidad. La arqueología nosdemuestra que la introducción de laagricultura fue un avance ambivalente,ya que acarreó serios perjuicios paraalgunos a la vez que beneficiaba a otros.Y también hay rasgos exclusivos de la

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humanidad de carácter totalmentenegativo, como el abuso de sustanciasquímicas. Ahora bien, la drogadicciónno constituye una amenaza para lasupervivencia de la especie humana,como es el caso de otras dos prácticasculturales: el genocidio y el exterminiomasivo de otras especies. Ante estosfenómenos se plantea la incómodacuestión de decidir si se trata deaberraciones patológicas ocasionales osi, por el contrario, son rasgos tancaracterísticos de la humanidad comoaquellos que despiertan nuestro orgullo.

Todos los rasgos culturalesdefinitorios de la humanidad parecenestar ausentes en los animales, incluso

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en nuestros parientes más próximos, delo que debe deducirse que surgierondespués de que nuestros ancestrosseparasen su camino del de los demáschimpancés, hace unos siete millones deaños. Por otro lado, aunque no hay modode averiguar si los neanderthaleshablaban, abusaban del consumo dedrogas o practicaban el genocidio, sísabemos con seguridad que no habíandesarrollado la agricultura, ni el arte, nitampoco la capacidad para fabricarradios. Así pues, estos últimos rasgosdeben de ser innovaciones recientes dela historia humana introducidas en losúltimos decenios de miles de años. Sinembargo, no pueden haber surgido de la

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nada y en el mundo animal habrá, sinduda, elementos precursores, podamos ono identificarlos.

Tendremos, pues, que preguntarnoscuál fue el rasgo precursor de cada unade las características culturalesdefinitorias de la humanidad. ¿En quémomento de la historia humana adoptóesa característica su forma actual?¿Cuáles fueron los estadios previos desu evolución? ¿Es posible identificarlosarqueológicamente? Los humanos somosuna especie única en la Tierra, pero¿somos también únicos en el universo?

En la parte del libro que ahoracomienza intentaremos responder a estaspreguntas en relación a los rasgos

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humanos positivos, a los ambivalentes ya los ligeramente destructivos. Enprimer lugar, nos ocuparemos de losorígenes del lenguaje hablado, elementoque, como ya se ha sugerido, pudo muybien ser el detonante del gran saltoadelante y es generalmente aceptadocomo una de las diferencias básicas quenos separan de los animales. A primeravista, la tarea de rastrearlos orígenes dellenguaje humano se nos antoja pocomenos que imposible. A diferencia delos primeros experimentos humanos enel campo del arte, la agricultura y lafabricación de herramientas, el lenguajeno ha dejado vestigios arqueológicosprevios a la invención de la escritura.

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Tampoco parece posible recurrir aningún lenguaje humano simple que hayaperdurado hasta nuestros días, ni aningún lenguaje animal, para ilustrar losprimeros estadios de desarrollo dellenguaje.

Sin embargo, lo cierto es que en elmundo animal existen innumerablesfenómenos que presagian el lenguajehumano: los sistemas de comunicaciónvocal desarrollados por numerosasespecies, en algunos casos de unacomplejidad que solo ha comenzado aapreciarse en los últimos tiempos. Siesos sistemas ilustran el primer estadiode la evolución del lenguaje, losresultados de los recientes experimentos

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orientados a enseñar a hablar a lossimios constituyen un segundo estadio,puesto que han servido para poner demanifiesto las capacidades innatas delos primates. Por otro lado, el procesopor el que los niños aprenden a hablarpuede servir para ilustrar los estadiosposteriores de la evolución del lenguaje.Por último, una serie de lenguajessimples, inventados inconscientementepor los humanos de hoy día, tambiéncontribuyen a arrojar una inesperada luzsobre esta cuestión.

Entre los rasgos culturales quedistinguen a los humanos, el arte tal vezsea el logro más elevado. Un abismoparece separar el arte humano, que

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supuestamente se crea por puro placer yno contribuye en modo alguno a laperpetuación de nuestros genes, decualquier comportamiento animal. Noobstante, se han realizado experimentoscon simios y elefantes en cautividad delos que han resultado pinturas y dibujosque, al margen de las motivaciones delos artistas, se asemejan a las obras dearte humanas hasta el punto de confundira los expertos que las han catalogado einducir a los coleccionistas acomprarlas, tomándolas por obras deartistas humanos. Ahora bien, aunqueesas obras de arte se desestimen comoproducciones no naturales, ¿qué cabedecir de las primorosas construcciones

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de los machos tilonorrincos? Esas obrasdesempeñan un papel crucial en latransmisión de los genes. En estaspáginas se argumentará que el artehumano también cumplía esa función enun principio y que todavía hoy la cumplea menudo. Puesto que las produccionesartísticas, al contrario que el lenguaje, síse conservan en los yacimientosarqueológicos, sabemos que el arte nose generalizó hasta la época del gransalto adelante.

La agricultura, otro de los hitos de lahumanidad, posee un precedente, que noelemento precursor, entre los animales;nos referimos a los huertos de lashormigas agricultoras, animales muy

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alejados de nuestro linaje. El registroarqueológico nos permite datar la«reinvención» de la agricultura en unaépoca muy posterior al gran saltoadelante, en los últimos diez mil años.La transición de la caza y la recoleccióna la agricultura suele considerarse comoel paso decisivo en el progreso de lahumanidad, por cuanto permitió asegurarla fuente permanente de alimentos y eltiempo de ocio que eran requisitosprevios del desarrollo de la civilizaciónmoderna. No obstante, al estudiar conmayor detenimiento esa transición sellega a una conclusión muy distinta: parala mayoría de las personas, la transicióna la agricultura se tradujo en

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enfermedades infecciosas, malnutricióny acortamiento de la vida. En lo querespecta a la sociedad humana engeneral, la transición empeoró lacondición de las mujeres e introdujo ladesigualdad de clases. Más que ningunode los hitos que marcan el camino de lacondición simiesca a la humana, laagricultura combina inextricablementelas causas del ascenso de la humanidadcon las de su caída.

La intoxicación con sustanciasquímicas es un rasgo humanoampliamente generalizado ydocumentado en los últimos cinco milaños, pero que bien pudo darse entiempos más remotos, en la época

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preagrícola. A diferencia de laagricultura, no es siquiera un avanceambivalente, sino un fenómenototalmente negativo que constituye unaamenaza para la supervivencia de losindividuos, aunque no para la especie engeneral. Al igual que en el caso del arte,un análisis superficial de ladrogadicción no revela que poseaninguna función biológica ni tengaprecedentes en el mundo animal. Noobstante, aquí argumentaremos que ladrogadicción debe catalogarse en unaamplia categoría de estructuras yconductas animales peligrosas para losque las poseen o practican y cuyafunción, por paradójico que parezca,

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depende del riesgo que entrañan.Aunque es posible identificar rasgos

animales precursores de todas lascaracterísticas definitorias de lahumanidad, esto no obsta para que debanconsiderarse singularidades del serhumano, puesto que ningún animal de laTierra los ha desarrollado hasta elmismo grado que los humanos. Quedapreguntarse si los humanos también sonseres singulares en todo el universo. Unavez que existen condiciones favorablespara el desarrollo de la vida en unplaneta, ¿qué probabilidades hay de quela evolución produzca formas de vidainteligente y tecnológicamenteavanzada? ¿Era inevitable que ese tipo

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de vida surgiera en nuestro planeta?¿Existen formas de vida análogas en losinnumerables planetas que giran en tornoa las estrellas?

No disponemos de un métododirecto para demostrar que en otroslugares del universo existen criaturascon capacidad para hablar, crear arte,desarrollar la agricultura e intoxicarsecon drogas, puesto que desde la Tierranos resulta imposible detectar laexistencia de esos rasgos en los planetasde otras estrellas. No obstante,podríamos detectar una tecnologíaavanzada en otros lugares del universosi diera señales de su existencia comolas damos los humanos, es decir,

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mediante sondas espaciales y señaleselectromagnéticas interestelares. Latercera parte de este libro se cerrará conun análisis de las investigacionesorientadas a descubrir vidaextraterrestre inteligente. Por otro lado,se argumentará que la evidenciaprocedente de un área muy distinta —losestudios sobre la evolución de lospájaros carpinteros terrícolas— nosinstruye sobre la inevitabilidad deldesarrollo de la vida inteligente y, porende, sobre nuestra singularidad en laTierra y en todo el universo accesible.

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8Puentes tendidos hacia el

lenguaje humano

Los orígenes del lenguaje humanoconstituyen el mayor enigma del procesomediante el cual llegamos a adquirirnuestra singular condición humana. Alfin y al cabo, el lenguaje nos permiteentablar una comunicación mucho másprecisa que la de cualquier otra especieanimal. Gracias al lenguaje podemostrazar planes conjuntos, enseñarnos unosa otros y aprender de la experiencia deotros humanos alejados en el tiempo y

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en el espacio. Asimismo, el lenguaje nospermite almacenar en nuestras mentesrepresentaciones precisas del mundo,así como codificar y procesarinformación con una eficacia quesobrepasa con mucho a la de cualquierotro animal. Sin el lenguaje nuncapodrían haberse concebido ni realizadoobras como la catedral de Chartres o loscohetes V-2. Por estos motivos,parecería lógico pensar que el gran saltoadelante (el estadio de la historia de lahumanidad en que por fin surgieron lasinnovaciones y el arte) se hizo posiblemerced a la aparición del lenguaje talcomo hoy lo conocemos.

Un abismo aparentemente insalvable

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separa el lenguaje humano de lasvocalizaciones emitidas por otrosanimales. Desde los tiempos de Darwinse sabe que el misterio de los orígenesdel lenguaje humano es una cuestiónevolutiva: ¿cómo se salvó ese abismoaparentemente insalvable? Si partimosde la premisa de que el ser humanoevolucionó a partir de animales quecarecían de la facultad del habla, hayque concluir que el lenguaje sedesarrolló y perfeccionó con eltranscurso del tiempo, a la vez que lohacían la pelvis, el cráneo, lasherramientas y el arte. En el pasadodeben de haber existido estadiosintermedios en el desarrollo de lo que

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llegaría a ser el lenguaje, eslabonesentre los sonetos de Shakespeare y losgruñidos del mono. Con la esperanza deresolver este enigma de la evolución,Darwin se aplico a la tarea de tomarnotas sobre el desarrollo lingüístico desus hijos y a reflexionar sobre loslenguajes de los pueblos «primitivos».

Por desgracia, los orígenes dellenguaje son más difíciles de rastrearque los de la pelvis, el cráneo, lasherramientas y el arte. Estos sonelementos perdurables que pueden serrecuperados y datados, mientras que lapalabra hablada se desvanece en elmismo momento en que se pronuncia.Llevado por la frustración, a menudo

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sueño con una máquina del tiempo queme permita colocar grabadoras en losantiguos campamentos de los homínidos.Tal vez de ese modo podría descubrirque los australopitecos emitían gruñidosapenas diferentes de los de loschimpancés; que el Homo erectusprimitivo empleaba palabras aisladasreconocibles, y que al cabo de un millónde años llegó a formar oraciones de dospalabras; que el Homo sapiens delperíodo anterior al gran salto adelanteconstruía oraciones más largas, peroapenas había desarrollado algo quepudiera denominarse gramática, y que lasintaxis y todo el conjunto de sonidosplenamente desarrollados que

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constituyen el lenguaje actual solosurgieron en la época del gran salto.

Por desgracia, no poseemosgrabaciones del pasado remoto ni esprevisible que lleguemos a tenerlas en elfuturo. ¿Cómo podremos descubrir losorígenes del habla sin esa mágicamáquina del tiempo? Hasta hace poco,yo habría dicho que sobre este tema tansolo cabía especular. En este capítulo,no obstante, expondré datos extraídos dedos áreas de conocimiento en auge quenos permitirán comenzar a tenderpuentes desde ambas márgenes delabismo aparentemente insalvable quesepara las emisiones de animales yhumanos.

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Los nuevos y sofisticados estudiossobre las vocalizaciones de los animalessalvajes, y en especial de nuestrosparientes primates, constituyen la cabezade puente de la margen animal de esteabismo. Siempre se ha tenido porevidente que los sonidos de los animalesdebían de ser los antecedentes del hablahumana, pero solo recientemente se hacomenzado a comprender el largocamino que han recorrido los animalesen la invención de sus propios«lenguajes». En contraste, nunca se hasabido dónde situar la cabeza de puenteen la margen humana, dado que todos loslenguajes humanos existentes pareceninfinitamente más desarrollados que los

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sonidos animales. En los últimostiempos, no obstante, se ha empezado aargumentar que un nutrido conjunto delenguajes humanos olvidados por lamayoría de los lingüistas sirven parailustrar dos estadios primitivos deldesarrollo del lenguaje humano.

Muchos animales salvajes se comunicanentre sí emitiendo sonidos, de los cualesel piar de los pájaros y los ladridoscaninos nos resultan los más familiares.A todos nos es dado escuchar gritos delos animales casi a diario; loscientíficos llevan siglos estudiando lossonidos emitidos por los animales; y, sinembargo, pese a este prolongado

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contacto, la comprensión de esossonidos omnipresentes y familiares se haactivado de pronto, gracias a laaplicación de nuevas técnicas: lautilización de grabadoras modernas pararecoger las emisiones vocales de losanimales; el análisis electrónico de losgritos animales con objeto de detectarvariaciones sutiles e imperceptiblespara el oído humano; la emisión de lossonidos grabados a fin de controlar lareacción de los animales, y laobservación de las reacciones de losanimales ante la emisión de sonidosmezclados electrónicamente. Estosmétodos nos revelan que lascomunicaciones vocales de los animales

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se asemejan mucho más a un lenguaje delo que se suponía hace tan solo treintaaños.

El «lenguaje animal» mássofisticado estudiado hasta la fecha es elde los monos vervet, un mono africanocomún del tamaño de un gato. Losmonos vervet, que encuentran su hábitatnatural tanto en los árboles y las tierrasde la sabana como en los bosquestropicales, son una de las especies quepodrán ver con mayor facilidad losvisitantes de las reservas del este deÁfrica. Deben de haber formado partedel paisaje animal habitual del Homosapiens africano desde los comienzos desu existencia, hace cientos de miles de

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años. Es posible que llegaran a Europacomo animales de compañía hace tresmil años, y los biólogos europeos queexploraron África el siglo pasadociertamente los conocían. Asimismo,muchas personas no especializadas en lamateria y que nunca han pisado tierrasafricanas han visto individuos de estaespecie en los zoológicos.

Como otros muchos animales, losmonos vervet se enfrentancotidianamente a situaciones en las queuna capacidad eficaz de comunicación yrepresentación puede ayudarles asobrevivir. Alrededor del 75 por cientode la mortalidad de los monos vervet enlibertad se debe a la acción de los

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depredadores. Para estos animales, esesencial diferenciar un águila marcial,uno de sus principales enemigos, de unbuitre dorsiblanco, ave que vuela tanalto como el águila, pero que noconstituye ningún peligro para ellos, yaque se alimenta de carroña. Así pues, elmono vervet debe actuar adecuadamenteal avistar un águila y comunicar elpeligro a sus congéneres; si no la ve,morirá en sus garras, y si no comunica elpeligro a sus parientes, les pondrá enpeligro, provocando así la desapariciónde sus propios genes; por último, sicomete el error de tomar a un buitre porun águila, perderá tiempo tomandoinútiles medidas defensivas mientras sus

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congéneres se dedican tranquilamente abuscar comida.

Además de tener que resolver losproblemas planteados por losdepredadores, los monos vervet poseenun complejo sistema de relacionessociales. Viven en grupos que compitenentre sí por el territorio y, por ello, esesencial que puedan distinguir a unmono intruso perteneciente a otro grupode un miembro del propio grupo con elque no tienen ningún parentesco y queprobablemente hará lo posible porrobarles comida, o de un parientepróximo del propio grupo y del que sepuede esperar un apoyo incondicional.Así pues, cuando tienen problemas,

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estos monos deben comunicarles a susparientes que son ellos, y no otrosmonos, los que están en peligro.Conocer los recursos alimenticios ycomunicarse esos conocimientos es,asimismo, esencial; por ejemplo, cuálesde los miles de especies vegetales yanimales del medio son comestibles,cuáles son venenosas, y dónde y cuándoes probable encontrar las comestibles.Por todos estos motivos, a los monosvervet les sería de gran ayuda poseermedios eficaces de comunicación y derepresentación de su mundo.

A pesar de estos motivos, y pese a lalarga historia de contacto de loshumanos con los monos vervet, hasta

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mediados de la década de 1960 nocomenzaron a descubrirse los complejosconocimientos de esta especie ni susistema de comunicación oral. Lasobservaciones realizadas desdeentonces han puesto de manifiesto quelos monos vervet poseen un precisosistema de diferenciación de losdiversos tipos de depredadores y de losmiembros de su propia especie. De esemodo, adoptan medidas defensivasdistintas dependiendo de si estánamenazados por un leopardo, un águila ouna serpiente, reaccionan de distintamanera ante los miembros dominantes ysubordinados de su propio grupo o degrupos rivales y ante los miembros de

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distintos grupos rivales; asimismo,desarrollan comportamientosespecíficos hacia sus madres, abuelasmaternas, hijos y hacia los miembros delgrupo con los que no estánemparentados. Saben también quién estáemparentado con quién; cuando una críallama a su madre, esta reconoce yresponde a la llamada, en tanto que lasdemás madres centran su atención en lamadre de la cría para ver cómo secomporta. Parece, por tanto, que losmonos vervet poseen nombres paravarias especies de depredadores y paravarias docenas de monos individuales.

La primera clave para comprendercómo se transmite esa información

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provino de las observaciones de losmonos vervet realizadas por el biólogoThomas Struhsaker en el parquenacional de Amboseli, en Kenia.Struhsaker advirtió que tres tiposdiferentes de depredadores provocabandistintos gritos de alarma y medidasdefensivas, lo suficientementediferenciados como para distinguirlossin ayuda de un análisis electrónicosofisticado. Cuando los monos vervet seencuentran con un leopardo u otro tipode felino salvaje de gran tamaño, losmachos prorrumpen en una serie desonoros gruñidos, las hembras emiten unchirrido agudo y los monos que lo oyentrepan a toda prisa a los árboles. La

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visión de un águila marcial o un águilacoronada planeando en las alturas leslleva a emitir una especie de tos seca dedos sílabas, y los monos que la oyendirigen la vista hacia arriba y seesconden en la maleza. Cuando un monodivisa a una pitón o a cualquier otraserpiente peligrosa, emite un grito «deimpaciencia» que estimula a los monosvervet que se encuentran en losalrededores a alzarse sobre las patastraseras y mirar hacia abajo (paralocalizar a la serpiente).

Robert Seyfarth y Dorothy Cheney,un matrimonio de biólogos, comenzaronen 1977 una serie de experimentos conlos que demostraron que los distintos

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gritos realmente desempeñaban lasfunciones sugeridas por lasobservaciones de Struhsaker. Elprocedimiento que emplearon fue elsiguiente: en primer lugar, grababan unode los gritos cuya función aparente habíasido observada por Struhsaker, digamos,por ejemplo, el «grito del leopardo».Días después, una vez localizado elgrupo de monos donde se habíaproferido ese grito, Cheney o Seyfarthprocedían a esconder la grabadora y unaltavoz en un arbusto cercano mientrasel otro investigador comenzaba a filmara los monos con una cámara de cine o devídeo. Al cabo de quince segundos, elcientífico número 1 empezaba a

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reproducir la grabación, en tanto que elcientífico número 2 seguía filmando alos monos durante un minuto para ver sisu conducta se ajustaba a la supuestafunción que cumplía el grito (porejemplo, para ver si los monos trepabana los árboles al escuchar el grito quesupuestamente prevenía de la presenciade un leopardo). De ese modo secomprobó que la reproducción del«grito del leopardo» estimulaba a losmonos para trepar a toda prisa a losárboles, mientras que el «grito deláguila» y el «grito de la serpiente»también estimulaban en los monos lasconductas que parecían estarrelacionadas con tales gritos en

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condiciones naturales. Por tanto, quedódemostrado que la aparente asociaciónentre las conductas observadas y losgritos no eran fruto de una coincidenciay que estos realmente poseían lasfunciones sugeridas por la observación.

El vocabulario de los monos vervetdista mucho de agotarse con esos tresgritos. Además de los frecuentes ysonoros gritos de alarma, utilizan almenos otras tres llamadas de peligromenos frecuentes y emitidas en un tonomás bajo. La primera es el aviso de lapresencia de mandriles, que lleva aadoptar una posición de alerta. Lasegunda, suscitada por la presencia demamíferos que, como los chacales y las

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hienas, casi nunca se alimentan demonos, tiene como resultado que losmonos miren al animal y tal vez sealejen lentamente en dirección a unárbol. La tercera llamada de tono bajoes la que previene de la presencia dehumanos desconocidos y lleva a losmonos a moverse sigilosamente hacia unarbusto o a encaramarse a un árbol. Noobstante, las supuestas funciones deestas tres llamadas aún están pordemostrar, puesto que en su caso no sehan realizado experimentos con sonidospregrabados.

Los monos vervet también emitensonidos semejantes a gruñidos cuandointeractúan entre sí; estos sonidos de la

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comunicación social parecen indistintosincluso al oído de los científicos quehan dedicado años al estudio de estosmonos. Cuando los sonidos se graban yse representan como un espectro defrecuencias en la pantalla de uninstrumento analizador de sonidos,también parecen iguales. Fue al realizarmedidas muy precisas de los espectrossonoros cuando Cheney y Seyfarthconsiguieron detectar diferencias (soloen algunos casos) entre los gruñidoscorrespondientes a cuatro contextossociales; aproximarse a un monodominante, aproximarse a un monosubordinado, ver a otro mono y ver a ungrupo rival.

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La reproducción de las grabacionesde gruñidos emitidos en estos cuatrocontextos llevaba a los monos acomportarse de modos sutilmentediferentes. Por ejemplo, cuando elsonido correspondía a la situación de«aproximarse a un mono dominante», lareacción era mirar en dirección alaltavoz, y mirar en dirección opuestacuando el sonido reproducido era elcorrespondiente al contexto de «ver a ungrupo rival». Posteriores observacionesde los monos en condiciones naturalesdemostraron que los gritos emitidosnaturalmente también facilitaban esasconductas sutilmente diferentes.

Obviamente, el oído de los monos

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vervet está mucho mejor preparado queel oído humano para percibir lossonidos que ellos mismos emiten. Lasimple escucha y observación de losmonos, no asistidas por la grabación nila reproducción de los sonidos, noofrecían ningún indicio de que tuvierancriando menos cuatro tipos distintos degruñidos, y posiblemente muchos más.Tal como lo ha expuesto Seyfarth,«observar a los monos vervetgruñéndose entre sí es algo muyparecido a observar a varios humanosenfrascados en una conversación sinpoder oír lo que dicen. No existenreacciones o respuestas obvias a lossonidos, por lo que todo el sistema

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parece un misterio, un misterio que sedesvela cuando comienzan a emplearsesonidos pregrabados». Sirvan estosdescubrimientos para ilustrar qué fáciles subestimar la amplitud del repertoriovocal de un animal.

Hemos visto que los monos vervet deAmboseli poseen al menos diez«palabras» putativas para designar lossiguientes seres y situaciones:«leopardo», «águila», «serpiente»,«mandril», «otro mamíferodepredador», «humano desconocido»,«mono dominante», «monosubordinado», «ver a otro mono» y «vera un grupo rival». Sin embargo, muchos

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científicos, convencidos de que unabismo lingüístico nos separa de losanimales, acogen con el mayorescepticismo cualquier hipótesis queequipare determinadas conductasanimales con elementos del lenguajehumano. Esos escépticos adoptan lacómoda postura de suponer que loshumanos somos una especie única y quecualquiera que sea de una opinióndiferente debe aportar pruebasconvincentes. Para ellos, cualquierhipótesis que postule la existencia deelementos semejantes al lenguaje en elmundo animal supone complicar lacuestión, por lo que la desechan comoinnecesaria siempre que no esté

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respaldada por datos concluyentes. Sinembargo, algunas hipótesis alternativaspropuestas por los escépticos paraexplicar los comportamientos animalesse me antojan más complicadas que lasencilla, y a menudo plausible,explicación de que los humanos nosomos seres singulares.

Sostener que los diferentes gritosemitidos por los monos vervet enpresencia de leopardos, águilas yserpientes se refieren a esos animales yconstituyen una señal de alarma para losdemás monos no parece nadadescabellado. Sin embargo, losescépticos, dispuestos a creer que sololos humanos tienen capacidad para

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emitir voluntariamente señales referidasa objetos o hechos externos, sugirieronque las llamadas de alarma de losmonos vervet no son sino expresionesinvoluntarias del estado emocional delos monos («¡me muero de miedo!») ode sus intenciones («voy a encaramarmea un árbol»). Al fin y al cabo, loshumanos también emitimos «gritos» deese tipo. Si un día viera a un leopardoavanzando hacia mí, es posible quegritara aunque en los alrededores nohubiera nadie con quien comunicarme.Asimismo, emitimos gruñidos mientrasrealizamos algunas actividades físicas,como levantar objetos pesados.

Supongamos que los zoólogos de una

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civilización avanzada del espacioexterior me observaran lanzando un gritode cinco sílabas, «ay, leopardo», yencaramándome a un árbol al divisar aun leopardo.

Esos zoólogos podrían muy bien dudarde la capacidad de la inferior especiehumana para expresar algo más queemociones e intenciones y, ciertamente,de su capacidad para la comunicaciónsimbólica. Con objeto de poner a pruebasus hipótesis, los zoólogos realizaríanexperimentos y observacionesminuciosas. Si un humano profiriera ungrito de alarma ante un leopardo, aunqueno hubiera nadie que pudiera oírle, ese

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dato apoyaría la hipótesis de que el gritoera una mera expresión de emociones ointenciones. Si, por el contrario, elhumano gritara solo en presencia de otrapersona y cuando se le acercaseprecisamente un leopardo y no otroanimal, se deduciría que el grito era unacto de comunicación con un referenteexterno específico. Y si el humano soloavisara del peligro a su hijo y guardarasilencio al ver cómo un leopardoatacaba a un hombre con el que loszoólogos le habían visto pelearse ennumerosas ocasiones, estos supondríanque el grito ciertamente respondía alpropósito de comunicar algo.

Observaciones similares

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convencieron a los zoólogos terrícolasde que los gritos de alarma de los monosvervet poseían una funcióncomunicativa. En cierta ocasión, unleopardo persiguió a un vervet que seencontraba solo durante cerca de unahora, y el mono no emitió ni un sonidodurante la terrible persecución. Lasmadres emiten más gritos de alarmacriando están en compañía de suspropias crías que cuando están junto aotros monos con los que no tienenningún parentesco. En algunasocasiones, los monos vervet profieren el«grito del leopardo» aunque no hayaningún leopardo a la vista, pero solo sisu grupo está luchando con otro y

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perdiendo la batalla. Ese grito de alarmafalso tiene el efecto de impulsar a todoslos combatientes a trepar a los árbolesmás cercanos y, de tal modo, aconcederse una falsa «tregua». De estopuede deducirse que el grito es a todasluces un acto voluntario decomunicación y no una expresiónautomática de miedo producida por lavisión de un leopardo. Tampoco cabepensar que el grito sea un gruñidoreflejo provocado por el esfuerzo detrepar a un árbol, puesto que,dependiendo de las circunstancias, elmono que emite el grito puedeencaramarse a un árbol, bajarse de unárbol o no hacer nada.

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Por lo que respecta a la cuestión desi el grito tiene un referente externo biendefinido, el «grito del águila» ilustrarácon claridad este punto. Cuando losmonos vervet divisan un ave grande y dealas anchas planeando sobre suscabezas, suelen emitir el grito del águilacuando se trata de un águila marcial o deun águila coronada, las dos avesdepredadoras que constituyen un riesgomayor para su especie. Por lo general,los monos vervet no emiten ningunaseñal de alarma ante un águila rapaz, ysolo rara vez ante un águila culebrera depecho negro o un buitre dorsiblanco,puesto que estas aves no los atacan.Vistas desde abajo, las águilas

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culebreras de pecho negro se parecenmucho a las águilas marciales, ya queambas tienen la parte superior de laspatas de color pálido, la cola de rayas yla cabeza y el pescuezo negros. Losmonos vervet son muy hábiles a la horade distinguir a las aves porque en elloles va la supervivencia.

Estos ejemplos demuestran que losgritos de alarma de los monos vervet,lejos de ser emisiones reflejas queexpresan miedos o intenciones, poseenun referente externo a veces muy precisoy son actos de comunicación con unpropósito concreto; en ocasiones seemplean para prevenir de un peligro reala un amigo, pero también pueden

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utilizarse en el contexto erróneo conobjeto de despistar a un enemigo.

Los escépticos continuarán refutandola analogía entre los sonidos animales yel habla humana sobre la base de quemientras el lenguaje humano es un rasgoaprendido, muchos animales nacen conla habilidad instintiva de emitir lossonidos característicos de su especie.No obstante, los monos vervet jóvenes,como los niños, sí parecen aprender apronunciar sonidos y a responderadecuadamente ante ellos. Un mono decorta edad emite sonidos diferentes delos de un adulto y, con el tiempo, su«pronunciación» va mejorando hastaequipararse a la de un adulto hacia los

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dos años, es decir, cuando aún le quedanalgo más de dos años para alcanzar lapubertad. Este proceso puedeequipararse al perfeccionamiento de lapronunciación de los niños hacia loscinco años de edad; como soy padre, sépor experiencia que a veces es difícilentender lo que dicen los niños decuatro años. Entre los monos vervet, lascrías no aprenden a responder adecuaday consistentemente a la llamada de unadulto hasta los seis o siete meses.Hasta entonces, el grito que previene dela presencia de una serpiente puedellevar a una cría a esconderse en unmatorral, una reacción que seríacorrecta ante un águila, pero que

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constituye un acto suicida ante unaserpiente. Hasta los dos años, las críasno aprenden con seguridad qué gritos dealarma se ajustan a cada situación. Antesde esa edad, es posible que un jovenmono grite «¡águila!» no solo cuandohay un águila marcial o un águilacoronada en las alturas, sino cuandopasa por el aire cualquier otro pájaro, eincluso cuando se cae una hoja de unárbol. Los psicólogos infantiles serefieren a este tipo de conductas con elnombre de «sobregeneralización»; unejemplo sería el del niño que saluda conun «guau-guau» no solo a los perros,sino también a los gatos y a las palomas.

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Hasta el momento nos hemos tomado lalibertad de aplicar conceptos propios delos humanos, como «palabra» y«lenguaje», a las vocalizaciones de losmonos vervet. Ahora nos detendremos aestablecer una comparación más precisaentre las vocalizaciones de los humanosy las de los primates subhumanos. ¿Sonrealmente «palabras» los sonidosemitidos por los monos vervet? ¿Quéamplitud tienen los «vocabularios»animales? ¿Existen vocalizacionesanimales que incluyan elementos«gramaticales» y merezcan serdenominadas «lenguaje»?

A la primera pregunta, referida a las

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palabras, debe responderse que, cuandomenos, cada grito de alarma de losmonos vervet se refiere a una categoríabien definida de peligros externos. Estono implica, claro está, que el «grito delleopardo» signifique para los monosvervet lo mismo que el término«leopardo» significa para un zoólogoprofesional, es decir, miembro de unaespecie animal concreta, definida comoun conjunto de individuos con capacidadpara cruzarse entre sí. Los científicoshan comprobado que los monos vervetno solo emiten el grito del leopardo enpresencia de ese animal concreto, sinotambién de individuos de otras especiesde felinos de tamaño medio (caracales y

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servales). Por tanto, si equiparamos el«grito del leopardo» a una palabra, estano significaría «leopardo», sino «felinosde tamaño medio que tienden aatacarnos, emplean métodos de cazasimilares y de los que hay que escaparencaramándose a un árbol». Sea comosea, muchas palabras del lenguajehumano también se utilizan en esesentido genérico. Así, por ejemplo, lamayoría de los mortales, la excepciónde los ictiólogos y los amantes de lapesca, empleamos el término «pez» parareferirnos a cualquier animal de sangrefría, con aletas y espinas, que nada en elagua y puede constituir un buen bocado.

La pregunta pertinente sería si el

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grito del leopardo es una palabra(«felino de tamaño medio…»), unaafirmación («ahí va un felino de tamañomedio»), una exclamación («¡cuidadocon ese felino de tamaño medio!») o unaproposición («trepemos a un árbol ohagamos algo adecuado para escapar deese felino de tamaño medio»). Hasta elmomento no se ha podido dilucidar cuálde estas funciones cumple el grito delleopardo, o si responde a unacombinación de todas ellas. Hace alcaso recordar la emoción que sentícuando, a la edad de un año, mi hijoMax dijo «zumo», y yo me sentíorgulloso de considerar que era una delas primeras palabras que aprendía.

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Para Max, no obstante, esas dos sílabas, «zu-mo», no estaban académicamenteasociadas con un referente externodotado de determinadas propiedades,sino que también servían para enunciarla proposición: «dame zumo». Másadelante, Max fue capaz de añadir otrassílabas y distinguir las proposiciones delas palabras. Los monos vervet no danmuestras de haber alcanzado ese estadiode desarrollo.

Por lo que se refiere a la segundacuestión, es decir, a la amplitud de los«vocabularios» animales, losconocimientos actuales indican queincluso las especies más avanzadasparecen estar muy rezagadas con

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respecto a los humanos. El humanomedio emplea cotidianamente unvocabulario compuesto por unas milpalabras, y mi diccionario abreviadodice contener ciento cuarenta y dos miltérminos, mientras que en el caso de losmonos vervet, la especie de mamíferosmejor estudiada, solo se han podidoidentificar diez términos. Ahora bien,aunque no quepa dudar de que elvocabulario de los humanos es más ricoque el de los monos vervet, tal vez lasdiferencias no sean tan acusadas comoparecen indicar estas cifras.Recordemos que los avances de lainvestigación han sido muy lentos, quehasta 1967 ni siquiera se había

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advertido que estos animales comunesposeyeran ningún grito dotado designificado y que, todavía hoy día, losmás experimentados observadores noconsiguen distinguir los sonidos sinrecurrir a un análisis asistido pormáquinas, y ni siquiera de este modo sehan podido demostrar concluyentementelas diferencias que supuestamenteexisten entre algunos de los gritos. Laconclusión obvia es que los monosvervet, como otros animales, tal vezemitan otros muchos sonidosdiferenciados que aún no hanconseguido identificarse.

Las dificultades que entrañadiferenciar los sonidos emitidos por los

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animales no deben sorprendernos sipensamos en lo difícil que resultadistinguir los sonidos que emiten loshumanos. Los niños dedican buena partede los primeros años de su vida aaprender a reconocer y reproducir laslocuciones de los adultos de su entorno,y ya de adultos, seguimos teniendodificultades a la hora de distinguir lossonidos de lenguas con las que noestamos familiarizados. Después deestudiar cuatro cursos de francés en elinstituto, de los doce a los dieciséisaños, mis problemas para comprender elfrancés hablado me hacen avergonzarmesi me comparo con un niño francés decuatro años. Ahora bien, el francés es un

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idioma sencillo en comparación con lalengua iyau de las llanuras pantanosasde Nueva Guinea, donde una sola vocaltiene ocho significados dependiendo deltono en que se pronuncie. Un ligerocambio de entonación convierte lapalabra iyau que significa «madre» en«serpiente». Es evidente que a cualquierhombre iyau le interesa no incurrir en elerror suicida de dirigirse a su suegrallamándola «querida serpiente», y losniños iyau aprenden a distinguir yreproducir infaliblemente las diferenciastonales que durante tantos años hansumido en la confusión a los lingüistasprofesionales volcados en exclusiva alestudio de la lengua iyau. Si las lenguas

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desconocidas nos plantean tantosproblemas, cuán largo no será el caminoque nos queda por recorrer en lacomprensión del vocabulario de losmonos vervet.

En cualquier caso, no es probableque los estudios sobre los monos vervetnos revelen los límites a que ha llegadola comunicación vocal entre losanimales, puesto que probablemente sonlos simios, y no los monos, los que máshan avanzado en ese sentido. Lossonidos emitidos por los chimpancés ylos gorilas suenan a poco más quegruñidos y chillidos, como así sonabanlos gritos de los monos vervet antes deque comenzaran a investigarse en

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profundidad. Incluso las lenguashumanas pueden sonar como una jergaindiferenciada al oído no habituado aescucharlas.

Por desgracia, problemas logísticoshan impedido estudiar la comunicaciónvocal entre los chimpancés y otrossimios con la metodología aplicada a lainvestigación de los monos vervet.Mientras que la extensión habitual delterritorio ocupado por un grupo de estosmonos no llega a los 600 metroscuadrados, los chimpancés ocupanterritorios de varias hectáreas, lo quedificulta la tarea de realizarexperimentos de reproducción desonidos con cámaras de vídeo y

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altavoces ocultos. Estos problemaslogísticos no pueden resolverseestudiando grupos de simios que vivanen cautividad en jaulas de zoológico detamaño adecuado, puesto que lascomunidades de simios de loszoológicos suelen estar formadasartificialmente por ejemplarescapturados en distintas zonas de África alos que se ha encerrado en la mismajaula. Como veremos más adelante eneste capítulo, los humanos capturados endistintas zonas de África, queoriginalmente hablaban lenguasdiferentes y con los que se formarongrupos indiferenciados de esclavos, soloconservaron los rudimentos básicos del

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lenguaje humano, virtualmentedesprovistos de toda gramática.Análogamente, intentar descubrir elgrado de sofisticación de lascomunicaciones vocales entre los simiossalvajes utilizando ejemplares encautividad sería una tarea inútil. Estacuestión continuará siendo una incógnitahasta que no se invente la manera dehacer con los chimpancés lo mismo queCheney y Seyfarth han hecho con losmonos vervet en libertad.

No obstante, varios grupos decientíficos han dedicado años a enseñarlenguajes artificiales a gorilas,chimpancés comunes y chimpancéspigmeos en cautiverio; esos lenguajes se

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basan en fichas de plástico de distintostamaños y colores, en signos realizadoscon las manos semejantes a los quecomponen el abecedario de los sordos,o en consolas semejantes al teclado deuna máquina de escribir en las que cadatecla lleva dibujado un símbolo distinto.Con estos experimentos se ha logradoenseñar a los animales el significado devarios centenares de símbolos, yrecientemente se ha observado que unchimpancé pigmeo ha avanzado muchoen la comprensión (aunque no en lapronunciación) del inglés hablado. Estasinvestigaciones realizadas con simiosamaestrados han puesto de manifiestoque, cuando menos, esos animales

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poseen la capacidad intelectual paradominar amplios vocabularios, si bienqueda por responder la pregunta de sihan conseguido desarrollar vocabulariosde esa índole en estado natural.

Un dato revelador es que los gorilassalvajes a veces pasan largo ratosentados en grupo, lanzando gruñidos enuna aparente jerigonza indiferenciada, yal cabo de un tiempo todos se levantande común acuerdo y se dirigen en lamisma dirección. No podemos sinopreguntarnos si esa jerigonza no encubreuna discusión para llegar a un acuerdo.Puesto que las característicasanatómicas del tracto vocal de lossimios restringen su capacidad de

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producir vocales y consonantes tanvariadas como las del lenguaje humano,es improbable que el vocabulario de lossimios salvajes tenga una amplitud nisiquiera aproximada a la del lenguajehumano. No obstante, me sorprenderíaque los vocabularios de chimpancés ygorilas no sobrepasasen al vocabularioconocido de los monos vervet, puesprobablemente están compuestos pordecenas de «palabras», entre las queposiblemente se incluyen términos paradesignar a animales concretos. Alocuparnos de este apasionante campo deestudio en rápida expansión, debemosliberarnos de prejuicios sobre el abismoque separa el vocabulario de los simios

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del de los humanos.La pregunta que aún queda por

responder se refiere a si lacomunicación vocal de los animalesincluye elementos que puedanconsiderarse como una suerte degramática o sintaxis. Los humanos,además de poseer vocabularios de milesde palabras con distintos significados,combinan esas palabras y modifican suforma de la manera prescrita por lasreglas gramaticales (como las que rigenel orden de las palabras), las cualesdeterminan el significado de lascombinaciones de palabras. Enconsecuencia, la gramática nos permiteconstruir un número potencialmente

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infinito de frases con un número finitode palabras. Con objeto de asimilar bieneste punto, examinaremos el significadode dos frases compuestas con lasmismas palabras y en las que solo se haalterado el orden de las palabras y elgénero de los adjetivos:

«Tu famélico perro le mordió lapierna a mi vieja madre»,

y«Tu famélica madre le mordió la

pierna a mi viejo perro».

Si el lenguaje humano no estuvieraregido por reglas gramaticales, estas dos

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frases tendrían exactamente el mismosignificado. Por muy amplio que fuesesu vocabulario, la mayoría de loslingüistas no otorgarían el rango delenguaje a ningún sistema vocal decomunicación animal que no incluyeranormas gramaticales.

Hasta el momento, lasinvestigaciones realizadas con losmonos vervet no han desvelado ningúnindicio de que posean una sintaxis. Lamayoría de sus gruñidos y gritos dealarma son locuciones aisladas. Haycasos en que un mono emite unasecuencia de dos sonidos, pero todos loscasos analizados han demostrado ser unarepetición de la misma locución, como

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también lo eran las respuestas de unmono a la llamada de otro. Los monoscapuchinos y los gibones sí utilizanllamadas formadas por varios elementosque siempre se emplean encombinaciones o secuencias prescritas,pero aún no se ha conseguido descifrarsu significado (es decir, los humanosaún no lo hemos conseguido).

Dudo mucho que ningún estudioso delas vocalizaciones de los primatesespere descubrir, ni siquiera entre loschimpancés, una gramática decomplejidad ni remotamente equiparablea la gramática del lenguaje humano, conpreposiciones, tiempos verbales ypartículas interrogativas. Por el

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momento, no obstante, no hay modo desaber si alguna especie animal hadesarrollado una sintaxis, pues nisiquiera se han intentado realizarinvestigaciones sobre el lenguaje de losanimales con mayores probabilidades deemplear normas gramaticales, es decir,los chimpancés comunes y chimpancéspigmeos.

En resumen, aunque es indudableque existe un abismo entre lacomunicación vocal de los humanos y lade los animales, la ciencia estárealizando muchos progresos indicativosde que los animales han comenzado aconstruir puentes sobre ese abismo. Acontinuación analizaremos los puentes

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tendidos desde la orilla humana delabismo. Ya hemos descubierto queexisten «lenguajes» animales complejos.¿Existe, asimismo, un lenguaje humanorealmente primitivo que se hayaconservado hasta nuestros días?

Con objeto de reconocer lo que sería unlenguaje humano primitivo, podemoscomenzar por recordar en qué sedistingue el lenguaje humano normal delas vocalizaciones de los monos vervet.Como hemos visto, una de lasdiferencias es la gramática. Loshumanos, a diferencia de los monosvervet, poseemos una gramática que rigelas variaciones en el orden de las

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palabras, los prefijos, los sufijos y loscambios sobre los radicales (comoamo/amas/ama) que modulan elsignificado de las palabras. Otradiferencia es que las vocalizaciones delos monos vervet, o sus palabras, si esque por tales pueden tomarse, solorepresentan objetos que se pueden ver osobre los que se puede actuar. Podríaargumentarse que en las emisionesvocales de los monos vervet se incluyenelementos equivalentes a los sustantivos(«águila») y a los verbos y frasesverbales («ten cuidado con el águila»).El vocabulario humano incluye tres tiposde términos claramente diferenciados:los sustantivos, los verbos y los

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adjetivos. Estos tres elementos del hablase refieren a objetos, actos y cualidadesespecíficos y se denominan «elementosléxicos». No obstante, la mitad de lostérminos utilizados en una conversacióntípica son solo elementos gramaticales,sin ningún referente externo.

Entre los términos gramaticales, seincluyen las preposiciones, lasconjunciones, los artículos y los verbosauxiliares. El proceso por el cual sedesarrollaron los elementosgramaticales es mucho más difícil decomprender que la evolución de loselementos léxicos. Cuando topamos conalguien que habla otro idioma, siemprepodemos señalarnos la nariz para

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indicar el significado de ese sustantivo,y los simios pueden recurrir a métodossimilares para llegar a acuerdos sobre elsignificado de los gruñidos quefuncionan a modo de sustantivos, verbosy adjetivos. Ahora bien, ¿cómo explicarel significado de «por», «porque», «el»y «ha» a alguien que no habla tu lengua?¿Cómo llegaron a adquirir nuestrosantepasados esos términos gramaticales?

Otra diferencia entre lasvocalizaciones de los humanos y las delos monos vervet es que nuestro lenguajeposee una estructura jerárquica, demodo que un pequeño número deelementos de un nivel configura unnúmero mucho mayor de elementos en el

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nivel superior. Nuestro lenguaje utilizamúltiples sílabas diferentes, todas ellasbasadas en la combinación de unoscuantos sonidos. Con un númerolimitado de sílabas se componen milesde palabras, las cuales, a su vez, no seentretejen al azar, sino que se organizanen frases, como, por ejemplo, laspreposicionales. A su vez, las frases seconectan para construir un númeroinfinito de oraciones compuestas. Encontraste, los gritos de los monos vervetno pueden descomponerse en elementosmodulares, ni tampoco estánorganizados jerárquicamente, ni siquieraen dos escalones.

De niños aprendemos la compleja

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estructura del lenguaje humano sinnecesidad de aprender las normasexplícitas que lo rigen. Solo nos vemosobligados a formular las normas de unalengua cuando estudiamos nuestropropio idioma en la escuela oaprendemos una lengua extranjera en loslibros. La estructura del lenguajehumano es tan compleja que muchas desus reglas subyacentes no han sidoformuladas por los lingüistasprofesionales hasta las últimas décadas.Este abismo entre el lenguaje humano ylas vocalizaciones animales explica porqué la mayoría de los lingüistas nunca sedetienen a analizar si nuestro lenguaje hapodido evolucionar a partir de

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elementos precursores del mundoanimal, por cuanto consideran que estacuestión es irresoluble y no merece lapena prestarle atención.

Las primeras lenguas escritas, de cincomil años de antigüedad, eran tancomplejas como las actuales, de lo quedebe deducirse que el lenguaje humanoadquirió el grado de complejidad quehoy le caracteriza en una época muyanterior. ¿Podemos al menos identificarlos eslabones lingüísticos perdidosbuscando pueblos primitivos conlenguas simples que representenestadios previos de la evolución dellenguaje? Al fin y al cabo, algunas tribus

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de cazadores-recolectores siguenempleando utensilios de piedra tansimples como aquellos que existían hacedecenios de miles de años. En laliteratura de viajes del siglo XIXabundan las descripciones de tribusprimitivas que, al parecer, soloutilizaban algunos centenares depalabras o que carecían de sonidosarticulados y se limitaban a decir «ugh»y a comunicarse por gestos. Esa fue laprimera impresión que le produjo aDarwin la lengua de los indígenas de laTierra del Fuego. Sin embargo, todasesas descripciones resultaron ser puraficción, resultado de la incapacidad deDarwin y otros viajeros occidentales

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para distinguir los sonidos desconocidosde las lenguas no occidentales, unaincapacidad análoga a la de los pueblosno occidentales a la hora de identificarlos sonidos de la lengua inglesa o a lade los zoólogos cuando se trata de lossonidos de los monos vervet.

De hecho, se ha descubierto que noexiste una correlación entre lacomplejidad social y la complejidadlingüística. Los pueblos con unatecnología primitiva no hablan lenguasprimitivas, tal como pude comprobar elprimer día de mi estancia entre los foré,pueblo montañés de Nueva Guinea. Lagramática foré resultó poseer unaapasionante complejidad, pues incluye

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posposiciones como las del finés;formas duales, además de las singularesy plurales, como el esloveno, así comotiempos verbales y estructurassintácticas no equiparables a los deninguna lengua conocida por mí.Anteriormente me he referido a los ochotonos de pronunciación de las vocalesdel pueblo iyau de Nueva Guinea, tonostan sutiles como para mantener en jaquea los lingüistas profesionales durantemuchos años.

Así pues, aunque algunos pueblos dela actualidad hayan conservadoherramientas primitivas, ninguno sigueposeyendo una lengua primitiva. Porotra parte, los yacimientos

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arqueológicos de los cromagnonescontienen multitud de utensilios, peroninguna palabra. La falta de eslaboneslingüísticos perdidos nos priva de loque podría constituir la mejor evidenciasobre los orígenes del lenguaje humano,por lo que nos vemos obligados aadoptar enfoques más indirectos para elestudio del tema.

Uno de esos enfoques consiste eninvestigar si alguna vez ha existido unpueblo que, privado de la oportunidadde escuchar cualquiera de las lenguasmodernas plenamente evolucionadas,haya inventado espontáneamente unalengua primitiva. Según el historiador

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griego Heródoto, el rey egipcioSamético llevó a cabo un experimentode ese tipo con la esperanza deidentificar la lengua más antigua delmundo. El rey confió dos recién nacidosa un pastor con las instrucciones de quelos criara en estricto silencio y prestaraatención a sus primeras palabras. Elpastor informó debidamente de queambos niños, después de dos años sinemitir otra cosa que balbuceosincoherentes, corrieron hacia él ycomenzaron a repetir sin cesar lapalabra «becos». Puesto que ese términosignificaba «pan» en la lengua frigiahablada en el centro de Turquía,Samético concluyó que el pueblo frigio

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era el más antiguo de la Tierra.Por desgracia, el breve relato

ofrecido por Heródoto sobre elexperimento de Samético no basta paraconvencer a los expertos de que este sellevó a cabo del riguroso modo en quese describe, muy al contrario, el relatoen cuestión sirve para ilustrar por quéalgunos eruditos prefieren considerar aHeródoto como el padre de las mentirasmás que como el padre de la historia. Seha demostrado que los niños criados sincontactos sociales, como el famoso niñolobo de Aveyron, no desarrollan lafacultad del habla ni inventan nidescubren ningún lenguaje. Sin embargo,en el mundo moderno ha tenido lugar una

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variante del experimento de Samético enmúltiples ocasiones. Nos referimos alcaso de grandes grupos de niños queoyen cómo los adultos que les rodeanhablan una lengua burdamentesimplificada y variable, en cierto modoparecida al habla propia de los niños deunos dos años de edad. Esos niñosdesarrollan inconscientemente su propialengua, mucho más avanzada que lascomunicaciones vocales de los monosvervet, pero más simple que las lenguashumanas normales. Las nuevas lenguassurgidas de este modo se denominancriollas, junto con sus precursoreslingüísticos, a los que denominamospidgins, los criollos pueden

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proporcionarnos modelos de loseslabones perdidos en la evolución dellenguaje humano normal.

El primer criollo que me fue dadoconocer fue la lingua franca de NuevaGuinea, conocida como neomelanesio oinglés pidgin. (Esta última denominaciónes errónea y equívoca, puesto que elneomelanesio no es un pidgin, sino uncriollo derivado de un pidgin avanzado—más adelante explicaremos ladiferencia—, y no es sino una de lasmuchas lenguas que evolucionaronindependientemente y que también sedenominan erróneamente inglés pidgin).En Papúa Nueva Guinea coexistenalrededor de setecientas lenguas nativas

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en un área geográfica similar a la deSuecia, aunque a ninguna de esaslenguas le corresponde un porcentaje dehablantes superior al 3 por ciento de lapoblación. Con esta situación no es desorprender que con la llegada decomerciantes y marineros angloparlantesa comienzos del siglo pasado se hicieranecesario desarrollar una lingua franca.Hoy día, el neomelanesio no solofunciona como lengua coloquialgeneralizada, sino que también seemplea en numerosas escuelas,periódicos, emisoras de radio y debatesparlamentarios. El anuncio recogido enla página 234 servirá para formarse unaidea de cómo es esta lengua de nueva

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creación.Cuando al llegar a Papúa Nueva

Guinea escuché por primera vez elneomelanesio, me pareció una lenguaridícula, formada por largas retahílas debalbuceos infantiles sin atisbos degramática. Pero al comenzar a hablaringlés de acuerdo con mi propia nocióndel lenguaje infantil, descubrí conasombro que los nativos no meentendían. Partiendo de la premisa deque los términos neomelanesiossignificaban lo mismo que las palabrasinglesas afines, cometí erroresdesastrosos, sobre todo cuando, enpresencia de su marido, ofrecí misdisculpas a una mujer por haberle dado

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un empujón involuntario, y resultó que«pushim» no significaba «push»(empujar), sino «mantener relacionessexuales».

Asimismo, llegué a comprender queel neomelanesio tenía unas normasgramaticales tan estrictas como las delinglés y que era una lengua sutil con laque podían expresarse tantas cosascomo en inglés, e incluso establecerdeterminadas distinciones inexpresablesen inglés sin recurrir a torpescircunloquios. Por ejemplo, elpronombre inglés «we» (nosotros)asimila dos conceptos distintos: «yo ytú, que me estás escuchando», y «yo yuna o más personas, entre las que no te

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incluyes tú, que me estás escuchando».El neomelanesio posee dos términosdistintos pará expresar estos dosconceptos: «yumi» y «mipela»,respectivamente. Cuando después devarios meses de hablar neomelanesio meencuentro con un inglés que comienza ahablarme de «nosotros», no puedo evitarpreguntarme si estaré yo incluido en ese«nosotros».

La engañosa simplicidad y lasutilidad del neomelanesio derivan enparte de su vocabulario y en parte de sugramática. El vocabulario se componede un modesto número de términosbásicos cuyo significado varía enfunción del contexto y se amplía

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metafóricamente. Por ejemplo, eltérmino neomelanesio «gras» puede serel equivalente del inglés «grass»(hierba) [mientras que «gras bilongsolwara (salt water)» (hierba del aguasalada) significa «alga»], pero tambiénpuede significar «hair» (pelo), de lo quese deduce que «man i no gat gras longhead bilong em» (hombre que no tienehierba en su cabeza) se convierte en«hombre calvo».

El término neomelanesio «banisbilong susu», con el que se designa elsujetador («bra»), es otro ejemplo de lasutilidad del vocabulario básico.«Banis» deriva de la palabra inglesa«fence», dadas las dificultades de los

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habitantes de Nueva Guinea parapronunciar la f y la yuxtaposición deconsonantes como nc, y posee el mismosignificado que «fence» (cerca, valla);«susu» es un término adoptado delmalayo que significa «leche», y cuyosignificado se amplía para designar elpecho. A su vez, «susu», en su segundaacepción, se emplea en las expresionescon las que se designa el pezón[«nipple», en inglés, y «ai (eye) bilongsusu» en neomelanesio, es decir, ojo delpecho], «chica adolescente» [«susu isanap (stand up)» o «pecho que selevanta» y «mujer mayor» [«susu ipundaun pinis (fall down finish)» o«pecho que se cae y termina»].

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Combinando estos dos radicales, «banisbilong susu» describe el sujetador comola cerca que rodea el pecho, al igual que«banis pik» designa el cercado donde seguardan los cerdos (pigs).

La gramática neomelanesia pareceengañosamente simple debido a loselementos de los que carece o a los quesolo pueden expresarse mediantecircunloquios. Entre estas carencias secuentan elementos gramaticalesaparentemente tan básicos como elplural y los casos de los sustantivos, lasdeclinaciones de los verbos, la vozpasiva y la mayoría de las preposicionesy tiempos verbales. Sin embargo, elneomelanesio sobrepasa notablemente a

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los balbuceos infantiles y a lasemisiones vocales de los monos verveten otros muchos aspectos, como lasconjunciones, los verbos auxiliares, lospronombres y los verbos con los que seexpresan estados de ánimo y matices. Elneomelanesio es, asimismo, una lenguacompleja estándar en lo que se refiere ala organización jerárquica de losfonemas, sílabas y palabras, y se prestatambién a la organización jerárquica delas frases simples y compuestas, hasta elpunto de que los discursos electoralesde los candidatos políticos rivalizan conla prosa de Thomas Mann en cuanto a suestructura sinuosa se refiere.

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En un principio, la ignorancia me llevó asuponer que el neomelanesio constituíauna deliciosa aberración lingüística.Como es lógico, tenía que haberseoriginado en los dos últimos siglos, apartir del momento en que los barcosingleses comenzaron a visitar NuevaGuinea, pero supuse que se derivaba dela jerga infantil empleada por loscolonizadores para dirigirse a losnativos, a los que consideraríanincapaces dé aprender el inglés. Sinembargo, la estructura del neomelanesioes semejante a la de otras muchaslenguas que se han desarrolladoindependientemente en todo el planeta y

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cuyos vocabularios se derivanprincipalmente del inglés, el francés, elespañol, el portugués, el malayo y elárabe. Estas lenguas surgieron endeterminados lugares, comoplantaciones, fuertes y basescomerciales, donde varias poblacionescon lenguas diferentes entraban encontacto y necesitaban comunicarse,pero donde las peculiares circunstanciassociales impedían que se adoptase lasolución habitual de que cada grupoaprendiese la lengua del otro. En laszonas tropicales de América y Australia,así como en las islas tropicales delCaribe, el Pacífico y el océano índico seplanteaban muchas situaciones de este

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tipo cuando los colonizadores europeosimportaban desde lejanas tierras atrabajadores que hablaban unamultiplicidad de lenguas distintas. Enotros casos, la situación se dio en losfuertes y bases comerciales establecidospor los colonizadores europeos en zonasdensamente pobladas de China,Indonesia y África.

Las fuertes barreras sociales que sealzaban entre los colonizadoresdominantes y la mano de obra importadao la población local impedían que losprimeros tuvieran el deseo y lossegundos la posibilidad de aprender lalengua del otro grupo. Por lo general,los colonizadores despreciaban a los

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naturales del lugar, pero en China eldesprecio era mutuo; cuando loscomerciantes ingleses establecieron unabase en Cantón en 1664, los chinosestaban tan poco dispuestos a rebajarsea aprender la lengua de los diablosextranjeros o a enseñarles el chino comolos ingleses a enseñar o a aprender delos paganos de China. Aun cuando esasbarreras sociales no hubieran existido,los trabajadores habrían tenido escasasoportunidades de aprender la lengua deunos colonizadores en franca desventajanumérica. A la inversa, loscolonizadores habrían tenidodificultades para aprender «la» lenguade los trabajadores dada la

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multiplicidad de lenguas que estoshablaban.

Del período de caos lingüístico queseguía al establecimiento de un fuerte ouna plantación, acababan por surgirnuevas lenguas simplificadas, peroestables. La evolución del neomelanesioes un ejemplo tan bueno como cualquierotro. Desde que, hacia 1820, los barcosingleses comenzaron a recorrer las islasmelanesias, situadas al este de NuevaGuinea, los ingleses adoptaron lacostumbre de llevar a los isleños atrabajar en las plantaciones de azúcar deQueensland y Samoa, donde semezclaban con trabajadores de muchosgrupos lingüísticos. De esta Babel

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emergió la lengua neomelanesia, cuyovocabulario está compuesto en un 80 porciento por términos ingleses, en un 15por ciento por términos tolai (el grupoétnico melanesio del que procedía unporcentaje considerable detrabajadores) y en un 5 por ciento portérminos derivados del malayo y deotras lenguas.

Los lingüistas distinguen dos estadios enel proceso de emergencia de una nuevalengua; el estadio inicial es el de laslenguas poco sofisticadas denominadaspidgins, y el segundo el de otras lenguasmás complejas a las que se denominacriollas. Los pidgins surgen como

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segunda lengua para los colonizadores ytrabajadores que en un principio hablandistintas lenguas nativas y necesitancomunicarse entre sí. Ambos grupos(colonizadores y trabajadores)conservan su propia lengua en elintercambio con los miembros de sugrupo y utilizan el pidgin paracomunicarse con el otro grupo; por otrolado, los trabajadores de una plantaciónpolíglota pueden recurrir al pidgin paracomunicarse con otros grupos detrabajadores.

En comparación con las lenguasnormales, las lenguas pidgin están muyempobrecidas en lo que se refiere asonidos, vocabulario y sintaxis. Los

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sonidos que adoptan suelen ser los quetienen en común las dos o más lenguasnativas que se mezclan. Por ejemplo,muchos habitantes de Nueva Guineatienen dificultades para pronunciar lasconsonantes inglesas f y v, en tanto quelos angloparlantes apenas puedenpronunciar los tonos de las vocales y lossonidos nasales que tanto abundan en laslenguas de Nueva Guinea. Enconsecuencia, estos sonidos seexcluyeron casi por completo de lospidgins de Nueva Guinea y,posteriormente, del criolloneomelanesio que se desarrolló a partirde aquellos. Los términos que componenun pidgin en su primer estadio de

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desarrollo son fundamentalmentesustantivos, verbos y adjetivos, mientrasque los artículos, verbos auxiliares,conjunciones y preposiciones escasean ono existen. Por lo que se refiere a lagramática, el discurso típico de unpidgin en su primera fase de desarrolloconsiste en cortas cadenas de palabras,donde apenas hay oraciones compuestasy donde no existe la regularidad en elorden de las palabras, las cláusulassubordinadas ni las declinaciones.Además del empobrecimiento de lalengua, la variabilidad del habla de unindividuo y entre diversos individuos esotra característica definitoria de lasprimeras etapas de los pidgins, en las

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que reina una suerte de anarquía del«haz lo que quieras».

Los pidgins utilizadosocasionalmente por personas adultas quepor lo general siguen empleando sulengua natal no pasan de este nivelrudimentario de desarrollo. Este es elcaso, por ejemplo, del pidgindenominado russonorsk, desarrolladopara posibilitar el trueque entre lospescadores rusos y noruegos que seencontraban en el Ártico. Esa linguafranca perduró a lo largo de todo elsiglo XIX, sin llegar a desarrollarse más,puesto que solo se empleaba comomedio para resolver simples asuntos denegocios durante breves intercambios

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entre dos grupos de pescadores que, porlo general, empleaban sus propiaslenguas para hablar con suscompatriotas. En Nueva Guinea, sinembargo, el pidgin se fue normalizandoy complicando a lo largo de muchasgeneraciones, puesto que era utilizadointensiva y cotidianamente, aunque,hasta la Segunda Guerra Mundial, lamayoría de los hijos de los trabajadoresde Nueva Guinea continuaronaprendiendo como primera lengua lalengua natal de sus padres.

Sea como sea, los pidginsevolucionan con rapidez hacia loscriollos siempre que una generación dealguno de los grupos que hablan esa

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lengua la adopta como lengua natal.(Más adelante analizaremos cuáles sonlos miembros de la generación que laadoptan y por qué motivos). Enconsecuencia, esa generación comienzaa utilizar el pidgin para todo tipo deintercambios sociales, y no solo comolengua con la que hablar del trabajo enla plantación o con la que realizartrueques. Comparadas con los pidgins,los criollos poseen vocabularios másamplios, gramáticas mucho máscomplejas y regularidad en la manera dehablar de los individuos. Los criollosofrecen unas posibilidades de expresióntan ricas como las de cualquier otralengua, mientras que intentar decir algo

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medianamente complicado en pidginsupone un esfuerzo desesperado. Noobstante, pese a la inexistencia de unaacademia de la lengua que establezcaunas normas explícitas, los pidgins seexpanden y se estabilizan hastaconvertirse en lenguas más ricas yuniformes.

El proceso de desarrollo del criolloa partir del pidgin constituye unexperimento natural sobre la evolucióndel lenguaje, un experimento que hatenido lugar decenas de veces endiversos lugares del mundo moderno.Los lugares que han presenciado esteexperimento están diseminados desde elcontinente sudamericano, pasando por

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África, hasta las islas del Pacífico; lostrabajadores involucrados han sidoafricanos, portugueses, chinos y deNueva Guinea, entre otros; entre loscolonizadores hay que mencionar a losingleses, los españoles, los africanos ylos portugueses; y el período históricoen que se han realizado estosexperimentos se expande, cuando menos,desde el siglo XVII hasta el XX. Loinsólito de los resultados lingüísticos deestos experimentos naturales es quecomparten múltiples afinidades, tanto ensus carencias como en sus logros. Entrelos aspectos negativos de los criollosdebe señalarse el hecho de que sean mássimples que las lenguas normales, por

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cuanto suelen carecer de conjugacionesverbales indicativas del tiempo y lapersona, de declinaciones indicativasdel caso y el número de los sustantivos,de la mayoría de las preposiciones y dela concordancia de género. Entre susaspectos positivos se cuentan losavances de los criollos con respecto alos pidgins: orden estable de laspalabras; pronombres correspondientesa la primera, segunda y tercera personadel singular y del plural; oracionesrelativas; indicaciones del tiempoverbal anterior (descripción de accionesocurridas antes del momento sobre elque versa la conversación, ya sea elpresente o no), y partículas y verbos

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auxiliares que preceden al verboprincipal e indican negación, tiempoverbal anterior, situacionescondicionales y acciones que continúanpor oposición a las terminadas.Asimismo, los criollos suelen coincidiren la colocación del sujeto, verbo yobjeto en ese orden, y también en elorden de las partículas o auxiliares quepreceden al verbo principal.

Los factores responsables de estanotable convergencia siguenconstituyendo materia de controversiaentre los lingüistas. Es como si, despuésde barajar bien, se extrajeran docenaipes de una baraja cincuenta vecesseguidas y casi siempre se terminara con

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una reina, un valet y dos ases en lamano, y sin corazones ni diamantes. Enmi opinión, la interpretación másconvincente es la que propone ellingüista Derek Bickerton, para quienlas similitudes entre los criollos sedeben a que la programación genética delos humanos incluye un modelolingüístico básico.

Las deducciones de Bickerton sebasan en sus estudios de los criollossurgidos en Hawai, isla a la que losplantadores de azúcar importarontrabajadores de China, las islasFilipinas, Japón, Corea, Portugal yPuerto Rico a finales del siglo XIX. Apartir de ese caos lingüístico, y después

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de que Estados Unidos se anexionaraHawai en 1898, el pidgin basado en elinglés se convirtió en un criolloplenamente desarrollado. Lostrabajadores inmigrantes conservaronsus lenguas nativas originales, a la vezque aprendían el pidgin que escuchabanen su entorno, pero sin llegar aperfeccionarlo, pese a que tuviera seriasdeficiencias como medio decomunicación. Esta situación planteabaun grave problema para los hijos de losinmigrantes nacidos en Hawai. Auncuando estos niños tuvieran la suerte deoír una lengua normal en casa, si supadre y su madre procedían del mismogrupo étnico, esa lengua no les servía

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para comunicarse con los niños yadultos de otros grupos étnicos. Muchosniños menos afortunados vivían enfamilias donde se hablaba en pidgin, yaque su madre y su padre eran de gruposétnicos distintos. Por otro lado, los hijosde los inmigrantes carecían deoportunidades adecuadas para aprenderinglés, dado que las barreras socialesles aislaban a ellos y a sus padres de losplantadores angloparlantes. Enfrentadosa un modelo inconsistente yempobrecido del lenguaje humano, loshijos de los inmigrantes de Hawai«expandieron» espontáneamente elpidgin y en el transcurso de unageneración lo convirtieron en un criollo

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estructurado y complejo.A mediados de la década de 1970,

Bickerton exploró la historia de estacriollización entrevistando a personasde clase trabajadora nacidas en Hawaientre 1900 y 1920. Como cualquier serhumano, esas personas habían adquiridosus capacidades lingüísticas durante susprimeros años de vida, para despuésdesarrollar unos hábitos lingüísticospermanentes, de modo que su manera dehablar en la vejez seguía siendo unreflejo de la lengua que se hablaba en suentorno durante su juventud. (Del mismomodo, mis hijos pronto se preguntaránpor qué su padre insiste en seguirllamando «nevera de hielo» [icebox] al

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«refrigerador» [refrigerator] muchasdécadas después de que hayandesaparecido las neveras que existían enla infancia de mis padres). Los ancianosde diversas edades entrevistados porBickerton en los años setenta leproporcionaron imágenes fijas de losdiversos estadios de la transición delpidgin al criollo ocurrida en Hawai,dependiendo del año de nacimiento delsujeto entrevistado. De este modo,Bickerton pudo concluir que el procesode criollización ya estaba en marcha en1900 y había concluido para 1920, y quefue realizado por los niños en procesode adquirir la capacidad de hablar.

En efecto, los niños hawaianos

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llevaron a la práctica una versiónmodificada del experimento deSamético. A diferencia de los niñosconfiados al pastor, los hawaianos síque oían hablar a los adultos y podíanaprender palabras. No obstante, susituación no era la habitual, puesto quela lengua que escuchaban apenas poseíanormas gramaticales, siendoinconsistente y rudimentaria. Enconsecuencia, ellos mismos crearon unagramática, y crear es la palabraadecuada, ya que muchas característicasdel criollo hawaiano difieren tanto delinglés como de las lenguas de losinmigrantes, lo que demuestra que lagramática no se copió de la lengua de

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los trabajadores chinos ni de losplantadores ingleses. Lo mismo puededecirse con respecto al neomelanesio:su vocabulario es en gran medida inglés,pero su gramática incluye muchascaracterísticas diferentes de lagramática inglesa.

No pretendo exagerar las similitudesgramaticales de los criollos hasta elpunto de dar a entender que en esenciason una misma lengua. Los criollosvarían dependiendo de la historia socialen que se ha desarrollado lacriollización, en especial en función dela relación inicial entre el número deplantadores (o colonizadores) y el de

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trabajadores, del ritmo y la magnitud delcambio de esa relación y del número degeneraciones durante las cuales elpidgin del primer estadio va adoptandouna complejidad mayor a partir de laslenguas existentes. Pese a estasdiferencias, los criollos presentanmuchas similitudes, en particular cuandosurgen rápidamente a partir de pidginspoco desarrollados. ¿Cómo es posibleque los grupos de niños criollosconvengan con tanta rapidez en lasnormas gramaticales que debenadoptarse?, ¿y por qué los niños dediferentes grupos criollos tienden areinventar las mismas característicasgramaticales una y otra vez?

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El motivo no es que elijan el únicomedio o el medio más fácil de diseñaruna lengua. Por ejemplo, los criollosutilizan preposiciones (partículas quepreceden a los nombres), como el inglésy otras lenguas, en lugar de prescindirde ellas, como es el caso de otraslenguas que utilizan posposiciones obien conjugan los sustantivos.Asimismo, los criollos se asemejan alinglés en la ordenación del sujeto, verboy objeto, si bien esta similitud no debeatribuirse a un préstamo del inglés,puesto que algunos criollos derivadosde idiomas en los que el orden de laspalabras es diferente también recurren ala secuencia de sujeto-verbo-objeto.

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Es probable que las similitudes entrelos criollos procedan de laprogramación genética del cerebrohumano para aprender a hablar en lainfancia. La existencia de esapreprogramación es un hechoampliamente aceptado, desde que ellingüista Noam Chomsky argumentó quela estructura del lenguaje humano esexcesivamente compleja para que unniño pueda aprenderla en pocos años sino lleva incorporado un mecanismo deaprendizaje. Por ejemplo, cuando mishijos gemelos tenían dos años tan solosabían utilizar palabras sueltas.Mientras escribo este párrafo,escasamente veinte meses después, los

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gemelos, a los que todavía les quedanvarios meses para cumplir cuatro años,ya han aprendido la mayoría de lasreglas de la gramática básica inglesa,esas mismas reglas que muchos adultosestablecidos en países de lengua inglesano consiguen aprender en el transcursode varias décadas. Incluso antes de losdos años, mis hijos habían aprendido aatribuir significado a la inicialmenteincomprensible jerigonza de los adultos,a reconocer los grupos de sílabas queforman palabras y a advertir qué gruposde sílabas constituían las palabrasbásicas pese a las variaciones depronunciación de los hablantes adultos.

Las dificultades de esta índole

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convencieron a Chomsky de que elaprendizaje de la primera lengua seríauna tarea imposible para los niños si nofuera porque ya tienen preprogramadade forma innata la estructura dellenguaje. Chomsky llegó a la conclusiónde que nacemos con una «gramáticauniversal» incorporada a nuestrocerebro, y que ese mecanismo nosproporciona todo el espectro demodelos gramaticales en los que seincluyen las gramáticas de las lenguasactuales. Esta gramática universalpreprogramada puede equipararse a unconjunto de conmutadores conposiciones alternativas y que adquierenuna posición fija para adaptarse a la

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gramática de la lengua local que aprendeel niño.

Ahora bien, Bickerton llega aún máslejos que Chomsky y concluye que nosolo estamos preprogramados con unagramática universal compuesta por unconjunto de conmutadores ajustables,sino que la programación es tan precisacomo para determinar una posiciónconcreta de los conmutadores, la quecorresponde a las reglas gramaticalesque reaparecen una y otra vez en laslenguas criollas. La preprogramaciónpuede alterarse cuando la lengua que elniño escucha tiene unas normasdiferentes, pero si lo que domina en elmedio es un pidgin de estructura

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anárquica, la preprogramaciónperdurará.

Si Bickerton estuviera en lo cierto alpostular que las normas de las lenguascriollas están genéticamentepreprogramadas y solo pueden borrarsecon la experiencia ulterior, habría queesperar que los niños aprendieran lascaracterísticas criollas de la lengua desu medio con mayor rapidez y facilidadque las características que entran enconflicto con la gramática criolla. Esterazonamiento podría explicar la notoriadificultad de los niños angloparlantespara aprender a expresar las negacionesy su insistencia en utilizar doblesnegaciones, del tipo de «nobody don’t

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have this» (nadie no tiene esto), como enlas lenguas criollas. Las dificultades delos niños angloparlantes para ordenarlas palabras en las frases interrogativaspodrían explicarse del mismo modo.

Deteniéndonos en este últimoejemplo, el inglés es una de las lenguasque emplea el orden criollo de sujeto,verbo y objeto para las frasesafirmativas; por ejemplo, «I want juice»(Yo quiero zumo). Muchas lenguas,incluidas las criollas, conservan estemismo orden en las frasesinterrogativas, que solo se distinguen delas afirmativas por el cambio deentonación («You want juice?»). Sinembargo, no es este el caso de la lengua

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inglesa, en la que las preguntas seformulan invirtiendo el orden del sujetoy verbo («Where are you?» [¿Dóndeestás tú?], en lugar de «Where you are?»[¿Dónde tú estás?]), o bien situando elsujeto entre un verbo auxiliar (como«do») y el verbo principal («Do youwant juice?»). Desde que mis hijosgemelos eran muy pequeños, mi mujer yyo hemos hecho todo lo posible para queaprendieran la manera gramaticalmentecorrecta de formular preguntas yafirmaciones, y aunque los dos hanaprendido sin esfuerzo a construir frasesafirmativas, siguen persistiendo en laconstrucción incorrecta, análoga a lacriolla, de las frases interrogativas, por

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mucho que mi mujer y yo insistamos encorregirles. Hoy mismo, por ejemplo,hemos sometido cuatro frases a laconsideración de Max y Joshua: «Whereit is?», «What that letter is?», «What thehandle can do?» y «What you did withit?»; pero nuestros esfuerzos son vanos,porque nuestros hijos aún no parecenestar preparados para dar crédito a loque escuchan y siguen convencidos deque las normas criollas preprogramadasson las correctas.

Para concluir este capítulosintetizaremos los resultados de lasinvestigaciones realizadas con animalesy seres humanos con objeto de intentar

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conformar una imagen coherente de laevolución del lenguaje de nuestrosancestros, desde los gruñidos hasta lossonetos de Shakespeare. Uno de losestadios primitivos de la evolución dellenguaje está bien documentado graciasa los estudios de los monos vervet, queposeen al menos diez gritosdiferenciados y con referentes externos,diez gritos que emiten voluntariamentecon el objetivo de comunicarse. Esosgritos pueden funcionar como palabras,explicaciones o proposiciones, ocumplir simultáneamente todas esasfunciones. A la vista de las enormesdificultades que la identificación deestos diez gritos ha entrañado para los

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científicos, cabe suponer que muchosgritos aún no se han identificado y que laamplitud del vocabulario de los monosvervet aún está por descubrir.Asimismo, desconocemos los avanceslingüísticos, quizá mayores que los delos monos vervet, realizados por otrosanimales, pues las comunicacionesvocales de las especies con mayoresprobabilidades de haberlos superado, esdecir, los chimpancés comunes y lospigmeos, aún no han sido objeto de unestudio serio en condiciones naturales.Se sabe, no obstante, que, al menos ensituaciones de laboratorio, loschimpancés pueden aprender cientos desímbolos cuando se les enseña, lo que

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parece indicar que poseen la capacidadintelectual necesaria para aprendersímbolos por sí mismos.

El siguiente estadio en la evolucióndel lenguaje está ilustrado por laspalabras aisladas pronunciadas por losniños de corta edad, como el «zumo» demi hijo Max. Tal como los gruñidos delos monos, el «zumo» de Max puedecumplir una combinación de funciones, yactuar a modo de palabra, explicación oproposición. No obstante, la palabra«zumo» pronunciada por Max representaun notable avance sobre los gruñidos delos monos vervet, por cuanto ha sidocompuesta a partir de unidades menores—vocales y consonantes— y, en

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consecuencia, constituye un primer pasoen la organización modular del lenguaje.Con un número reducido de unidadesfonéticas pueden formarse innumerablespalabras, como por ejemplo las cientocuarenta y dos mil contenidas en midiccionario de trabajo. El principio dela organización modular nos permiteefectuar innumerables distinciones queno están al alcance de los monos vervet.Así, por ejemplo, mientras ellos solonombran a seis tipos de animales,nosotros poseemos nombres para casidos millones de animales.

Otro paso adelante hacia los sonetosde Shakespeare queda ilustrado en lamanera de hablar de los niños de dos

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años, pues en todas las sociedadeshumanas, los niños de esa edad pasanespontáneamente del estadio en que seformulan solo palabras aisladas alestadio en que se encadenan dos yposteriormente varias palabras. Noobstante, esas locuciones no son todavíamás que simples cadenas de términos sinapenas organización gramatical ycompuestas por sustantivos, verbos yadjetivos, es decir, por palabras queposeen referentes externos. Tal comoseñala Bickerton, esas cadenas depalabras se asemejan mucho al pidginque los adultos reinventanespontáneamente en caso de necesidad.Asimismo, se parecen a las cadenas de

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símbolos producidas por los simios encautividad a los que se enseña acomunicarse con lenguajes simbólicos.

Otro paso gigantesco nos lleva delos pidgins a los criollos, o de lascadenas de palabras de los niños de dosaños a las oraciones completas de losniños de cuatro años. Es en este estadiocuando se añaden palabras sin referentesexternos y que desempeñan funcionesmeramente gramaticales; elementosgramaticales tales como el orden de laspalabras, los prefijos y sufijos y lasvariaciones sobre un radical, así comoniveles más complejos de organizaciónjerárquica para expresar oracionessimples y compuestas. Tal vez fuera este

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estadio de desarrollo del lenguaje el quedesencadenó el gran salto adelante delque se ha hablado anteriormente. Seacomo sea, los criollos reinventados endistintos momentos de la épocamoderna, con sus circunloquios paraexpresar las preposiciones y otroselementos gramaticales, nosproporcionan las claves paracomprender cómo han surgido estosavances.

Al comparar el anuncioneomelanesio que se muestra másadelante con un soneto de Shakespeare,podríamos pensar que entre ambos aúnse abre un enorme abismo. Sin embargo,aquí se argumentará que con un anuncio

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como «Kam insait long stua bilongmipela…» ya se ha recorrido el 99,9por ciento del camino que separa losgruñidos de los monos vervet dellenguaje de Shakespeare. Las lenguascriollas son complejas y expresivas. Porejemplo, el indonesio, un criollo que seconvirtió en la lengua coloquial y oficialde un país cuya población es la quintadel mundo, también sirve como vehículoliterario.

Así pues, mientras que en otrostiempos se pensaba que la comunicaciónanimal y el lenguaje humano estabanseparados por un abismo insalvable, hoydía no solo se han llegado a identificarpuentes que cruzan parcialmente ese

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abismó desde ambas orillas, sinotambién una serie de islas y segmentosde puentes colocados entre ambasmárgenes. Estamos, por tanto,comenzando a comprender en líneasgenerales cómo el atributo singular ymás importante en la diferenciación delser humano de los animales surgió deelementos precursores presentes en elmundo animal.

APRENDA EL NEOMELANESIO EN UNASOLA Y SENCILLA LECCIÓN

Proponemos al lector que intentecomprender este anuncio de unos

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grandes almacenes escrito enneomelanesio:

Kam insait long stua bilong mipela —stua bilong salini olgeta samting— mipela i-ken helpim yu long kisim wanemsamting yu laikim bikpela na liklik longgutpela prais. I-gat gutpela kain kago longbaiim na i-gat stap long helpim yu nalukautim yu long taina yu kam insait longdispela stua.

Si algunas palabras tienen unaspecto extrañamente familiar, pero noacaban de cobrar sentido, invitamos allector a que las lea en voz alta,concentrándose en los sonidos ypasando por alto su extraña ortografía.

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El siguiente paso será leer el mismopárrafo escrito en correcta ortografíainglesa:

Come inside long store belong me-fellow —store belong sellim altogethersomething— me-fellow can helpim youlong catchim what-name something youlikim, big-fellow na liklik, long good-fellow price. He-got good-fellow kindcargo long buyim, na he-got staff longhelpem you na lookoutim you long timeyo come inside long this-fellow store.

Algunas aclaraciones bastarán paraacabar de comprender lo que todavíaresulta extraño. Casi todas las palabrasde esta muestra de la lengua

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neomelanesia se derivan del inglés, aexcepción hecha del término «liklik»,que significa «pequeño» y se deriva deuna lengua de Nueva Guinea (el tolai).El neomelanesio tan solo cuenta con dospreposiciones en sentido estricto:«bilong», que significa «de» o «para», y«long», que prácticamente equivale alresto de las preposiciones inglesas. Laconsonante inglesa f se convierte en p enneomelanesio, como en «stap» en lugarde «staff» (personal), y «pela» en lugarde «fellow» (chico, hombre, persona,compañero, amigo, tipo). El sufijo «-pela» se añade a los adjetivosmonosilábicos (de donde resulta«gutpela» a partir de «good» o

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«bikpela» a partir de «big»), y tambiénconvierte los pronombres singulares«me» y «you» en sus formas plurales(«we» y «you»), «Na» significa «and».Así pues, el anuncio se convierte en:

Come into our store —a store forselling everything— we can help you getwhatever you want, big and small, at agood price. There are good types of goodsfor sale, and staff to help you and lookafter you when you visit the store.

(Entre en nuestra tienda —una tiendapara venderle cualquier cosa—,podemos ayudarle a conseguir lo quequiera, grande o pequeño, a un buen

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precio. Hay toda clase de artículos a laventa y personal para ayudarle ycuidarle mientras usted visita la tienda].

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9Orígenes del arte en el

mundo animal

Hubo de transcurrir mucho tiempo paraque los dibujos de Georgia O’Keeffealcanzaran el reconocimiento público y,sin embargo, los dibujos de Siri levalieron la aprobación general tanpronto como se dieron a conocer entreotros reputados artistas. «Poseen untalento especial, decisión yoriginalidad», comentó el famosoexpresionista abstracto Willem deKooning nada más verlos. Jerome

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Witkin, una autoridad en elexpresionismo abstracto y profesor dearte en la Universidad de Syracuse, semostró aún más entusiasta: «Estosdibujos poseen un gran lirismo, unabelleza especial. Son tan positivos,afirmativos y tensos, con una energía tancompacta y controlada, que resultaincreíble… Este dibujo es armonioso,delicado… Este dibujo revela eldominio de los signos esenciales quecrean la emoción».

Witkin alabó el equilibrio entreespacios positivos y negativosconseguido por Siri, así como su formade situar y orientar las imágenes. Conlos dibujos en la mano e ignorando

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quién era el artista, Witkin supusocorrectamente que se trataba de alguiende sexo femenino y con interés en lacaligrafía asiática; ahora bien, lo que noimaginó es que Siri medía 2,4 metros dealtura y pesaba cuatro toneladas, puestoque era una elefanta asiática quedibujaba sosteniendo el lápiz con latrompa.

La reacción de De Kooning alenterarse de la identidad de Siri fuecomentar: «Pues es una elefanta conmuchísimo talento». Lo cierto es, sinembargo, que para ser elefante, Siri notenía unas dotes especiales. Loselefantes que viven en libertad utilizan amenudo la trompa para trazar dibujos

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sobre la tierra a medida que avanzan,mientras que los elefantes en cautividadmuchas veces graban espontáneamenteseñales en el suelo valiéndose de unpalo o una piedra. Los despachos denumerosos abogados y médicos estándecorados con cuadros pintados por unaelefanta llamada Carol, cuyas obras sevendieron hasta por quinientos dólares.

El arte es, supuestamente, el atributohumano más noble, aquello que nosdistingue radicalmente de los animales,al menos en la misma medida que ellenguaje hablado, puesto que esesencialmente distinto de todo lo quepuede hacer un animal. El arte seconsidera una creación aún más elevada

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que el lenguaje, por cuanto este último«simplemente» representa un avancemuy sofisticado con respecto a lossistemas de comunicación de losanimales, cumple la función biológicaobvia de ayudarnos a sobrevivir y se hadesarrollado a partir de los sonidos queemiten otros primates. En contraste, elarte no desempeña ninguna función claray sus orígenes se consideran un sublimemisterio. Ahora bien, el arte de lospaquidermos puede llevarnos areplantearnos nuestra visión del artehumano, pues aquel es, cuando menos,una actividad física similar con unosresultados que ni siquiera los expertoshan conseguido distinguir de las

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creaciones humanas consideradas comoarte. Claro está que existen grandesdiferencias entre las obras de arte deSiri y las que crean los hombres, entrelas cuales no es la de menor importanciaque Siri no tuviera la intención detransmitir un mensaje a sus congéneres.No obstante, tampoco hay que restarimportancia a sus creacionesconsiderándolas un simple capricho deun animal a título individual.

Este capítulo se dedicará a examinaraquellas actividades de los animales quepueden asemejarse al arte. Soy de laopinión de que las comparaciones nosayudarán a entender las funciones que elarte humano desempeñaba

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originalmente. Aunque estamosacostumbrados a considerar el artecomo la antítesis de la ciencia, es muyprobable que exista una ciencia del arte.

Para comprender que el arte humanodebe de tener precedentes animales,recordemos que tan solo hantranscurrido siete millones de añosdesde que los humanos separaron sucamino evolutivo del de nuestrosparientes más próximos los chimpancés.Aunque siete millones de años parezcanuna eternidad medidos a escala de lavida humana, apenas suponen un 1 porciento de la historia de la vida complejaen la Tierra. En la actualidad, todavía

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compartimos el 98 por ciento de nuestroADN con los chimpancés. Debededucirse, por tanto, que el arte yaquellas otras características quetenemos por exclusivamente humanasson el producto de una fracción mínimade nuestro material genético y que,midiendo el tiempo con el reloj de laevolución, han surgido hace un instante.

Los estudios de la conducta animalrealizados en los últimos tiempos hanservido para, reducir de maneraprogresiva la lista de características queen el pasado se considerabansingularmente humanas, ya que lamayoría de las diferencias que nosseparan de los llamados animales han

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resultado ser una mera cuestión degrado. Por ejemplo, en el capítuloanterior se ha explicado que los monosvervet poseen un lenguaje rudimentario.Aunque nunca nos hayamos detenido apensar que los vampiros poseennotables cualidades equiparables a lashumanas, lo cierto es que sus costumbresson altruistas (entre ellos mismos, claroestá). Por lo que respecta a lascaracterísticas humanas menos honrosas,se ha observado que el asesinato no esuna práctica desconocida entreinnumerables especies animales; que elgenocidio se produce entre los lobos ylos chimpancés; que los patos y losorangutanes practican la violación, y que

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las hormigas organizan guerras eincursiones para hacerse con esclavos.

Con estos descubrimientos, sonpocas las características que podemosseguir considerando atributos exclusivosdel ser humano además del arte, unaactividad de la que el ser humanotambién prescindió durante los primerosseis millones novecientos sesenta milaños del total de siete millones de añostranscurridos desde que se separó de loschimpancés. Es posible que las primerasobras de arte fueran grabados en maderay pinturas corporales, pero nuncapodremos saberlo dado que no se hanconservado. Los primeros vestigiosindicativos de la existencia del arte son

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restos de flores hallados en torno aesqueletos de neanderthales y marcasgrabadas en huesos de animalesdescubiertos en sus campamentos. Noobstante, es una cuestión dudosa que lasmarcas se hicieran intencionadamente yque las flores formaran parte deadornos. Solo con el advenimiento de laera de los cromagnones, hace unoscuarenta mil años, aparecen losprimeros signos inequívocos artísticos:las famosas pinturas rupestres deLascaux, estatuillas, collares, flautas yotros instrumentos musicales.

Si pretendemos afirmar que el arteverdadero es patrimonio exclusivo delos humanos, ¿en qué nos basaremos

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para distinguirlo radicalmente dealgunas creaciones animales enapariencia similares, como puedan serlolos cantos de los pájaros? Por logeneral, se postulan tres rasgosdistintivos: el arte humano no cumplepropósitos utilitarios, se crea por puroplacer estético y no se transmitegenéticamente, sino a través delaprendizaje. A continuaciónanalizaremos estas premisas con mayordetalle.

En primer lugar, tal como dijo OscarWilde, «todo arte es absolutamenteinútil». A ojos de un biólogo, elsignificado implícito de este aforismo esque el arte no cumple ninguna función

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útil en el sentido estricto de la palabra,tal como se emplea en la investigaciónde la conducta animal y en la biologíaevolutiva. Es decir, el arte humano nodesempeña ninguna de las dos funcionesevidentes de las conductas animales: lasupervivencia y la transmisión de losgenes. Aunque la mayoría de las obrasde arte creadas por el hombre son atodas luces útiles en un sentido másamplio, puesto que con ellas el artistacomunica algo a sus congéneres, latransmisión de los propios pensamientosa la siguiente generación no esequiparable a la transmisión de losgenes. En contraste, los cantos de lasaves cumplen funciones obvias: cortejar

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a la pareja, defender el territorio y, enconsecuencia, transmitir el materialgenético.

Por lo que se refiere a la segundacaracterística distintiva atribuida al artehumano, a saber, el que su únicamotivación es el placer estético,partiremos de la definición de arte queofrece cualquier diccionario: «Lafabricación o creación de cosas queposeen una forma y una belleza».Aunque no podemos preguntarle a unarrendajo ni a un ruiseñor si disfrutan dela forma y la belleza de sus cantos, elhecho de que canten principalmentedurante la época de apareamiento pareceindicar que no es solo el placer estético

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lo que les mueve a cantar.Con respecto a la tercera

característica singular del arte humano,sabemos que cada grupo humano poseeun estilo artístico diferente y que lamanera de crear y disfrutar de ese estilono se hereda, sino que se aprende. Porejemplo, es fácil distinguir las cancionestípicas que hoy día se escuchan en Tokiode las de París. Ahora bien, esasdiferencias estilísticas no estánincorporadas a nuestros genes, comopuedan estarlo las diferencias en laforma de los ojos de los parisinos yjaponeses. Por otro lado, los parisinos ylos japoneses pueden conocer susrespectivas formas de cantar viajando

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por el extranjero. En contraste, muchasespecies de aves (las llamadas aves nopaseriformes) heredan losconocimientos necesarios para cantar dela manera que caracteriza a su especie ypara reaccionar adecuadamente anteesos cantos. Esas aves emplearán elcanto adecuado para cada situación,aunque nunca lo hayan oído e inclusoaunque solo hayan oído cantar a otrasespecies. Es como si un bebé francésadoptado por una pareja japonesa ycriado en Tokio rompieraespontáneamente a cantar LaMarsellesa.

Llegados a este punto, podríaparecer que años luz separan el arte de

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los humanos del de los elefantes, unosanimales con los que ni siquieramantenemos un parentesco cercano entérminos evolutivos. Parece máspertinente comparar el arte humano conlas obras producidas por doschimpancés conservados en cautividad yllamados Congo y Betsy, o por unagorila llamada Sophie, un orangutánllamado Alexander y un mono llamadoPablo. Estos primates aprendieron dediversos modos a dominar el arte depintar con pincel, lápiz, tiza o con losdedos. Congo realizó treinta dibujos enun día, aparentemente por puro placer,ya que no mostraba sus creaciones a losdemás chimpancés y montó una pataleta

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cuando le quitaron el lápiz. En el casode un artista humano, la pruebadefinitiva del éxito es conseguir que leorganicen una exposición individual;Congo y Betsy tuvieron el honor deexponer sus obras en el Instituto de ArteContemporáneo de Londres en 1957, yel año siguiente, Congo realizó unaexposición individual en el RoyalFestival Hall londinense. Las cosasllegaron aún más lejos, ya que amboschimpancés vendieron casi todas lasobras expuestas (a coleccionistashumanos), algo de lo que no puedenjactarse muchos artistas humanos. Enotras ocasiones se han expuesto obraspintadas por simios junto a pinturas de

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artistas humanos, recibiendo lasprimeras la unánime e inocenteaclamación de la crítica por sudinamismo, ritmo y sentido delequilibrio.

Tampoco sospecharon nada lospsicólogos infantiles a los quepresentaron dibujos realizados por loschimpancés del zoológico de Baltimorepara que emitieran un diagnóstico. Lospsicólogos opinaron que un dibujo de unchimpancé macho de tres años era obrade un niño de siete años de carácteragresivo y tendencias paranoides. Dosdibujos realizados por una chimpancé deun año fueron atribuidos a dos niñas dediez años, una de ellas supuestamente

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paranoica y con una fuerte identificacióncon el padre, y la otra agresiva y de tipoesquizoide. Debe decirse en honor de laintuición de los psicólogos que en todoslos casos identificaron correctamente elsexo del artista y solo se equivocaron aldecidir a qué especie pertenecía.

Las creaciones pictóricas denuestros parientes más próximoscomienzan a difuminar las diferenciasentre las actividades artísticas humanasy animales. Como las pinturas humanas,las de los simios no cumplen la estrictafunción utilitaria de transmitir elmaterial genético, sino que se producenpor mero placer. Podría objetarse, noobstante, que estos simios artistas, como

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la elefanta Siri, realizaron sus obras porpura satisfacción personal, en tanto quela mayoría de los artistas humanospretenden comunicarse con suscongéneres. Los simios ni siquiera sepreocuparon de conservar sus obraspara disfrutarlas, sino que las tiraron encuanto las hubieron concluido. Noobstante, no otorgaría una fuerzadecisiva a esta objeción, puesto que lasformas más simples del arte humano —los garabatos— tampoco se conservan, ydado que una de las mejores obras dearte que poseo es una escultura demadera tallada por un campesino deNueva Guinea que la había arrinconadodebajo de su casa. Algunas obras de arte

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famosas fueron creadas por artistas queno perseguían más que su satisfacciónpersonal; así, por ejemplo, elcompositor Charles Ives publicó muypocas de sus obras, y Franz Kafka nosolo no publicó sus tres grandesnovelas, sino que llegó a prohibir a sualbacea que lo hiciera.(Afortunadamente, el albacea no siguiólas instrucciones recibidas y gracias aello las novelas adquirieron una funcióncomunicativa póstuma).

Ahora bien, al paralelismo entre elarte humano y el de los simios puedeoponerse una objeción más seria. Laspinturas de los simios son una actividadque solo se desarrolla en cautividad y,

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por tanto, no natural. Podría decirse queal no ser una conducta natural, no sirvepara iluminar los orígenes animales delarte. Por ello, a continuación nosocuparemos de un comportamientoinequívocamente natural y que puedearrojar luz sobre nuestro problema: lasenramadas de los tilonorrincos ojardineros, que son las estructuras máselaboradas construidas y decoradas porcualquier especie animal que no sea lahumana.

Si no hubiera oído hablar de lasenramadas, habría tomado la primeraque vi por una creación humana, talcomo lo hicieron los exploradores

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decimonónicos de Nueva Guinea. Habíasalido a pasear una mañana, dejandoatrás el pueblo de Nueva Guinea dondeme alojaba, un lugar de cabañascirculares, con cuidados macizos deflores, donde la gente se adornaba concuentas y los niños llevaban arcos yflechas en miniatura a imagen ysemejanza de los de sus padres; depronto, en medio de la selva, me topécon una cabaña circular primorosamentetrenzada, de dos metros y medio dediámetro y algo más de un metro de alto,con Una entrada lo bastante grande comopara dejar paso a un niño, que podríasentarse en su interior. El musgoalfombraba el espacio situado delante

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de la cabaña que, libre de malas hierbasy desechos, estaba ocupado por cientosde objetos naturales de diversoscolores, colocados allí con la obviaintención de decorar. Los adornosconsistían principalmente en flores,frutos y hojas, aunque también habíaalgunas alas de mariposa y varioshongos; los habían agrupado por coloresy, por ejemplo, junto a un grupo defrutos rojos había otro de hojas rojas. Eladorno de mayor tamaño era un elevadocúmulo de hongos negros situado frentea la entrada, que hacía juego con otrocúmulo de hongos anaranjados situadounos metros más allá. Todos los objetosazules estaban dentro de la cabaña, los

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rojos fuera, mientras que los amarillos,morados, negros y algunos verdesocupaban diferentes lugares.

Aquella cabaña no era el espacio dejuego de un grupo de niños, sino quehabía sido construida y decorada por unave del tamaño de una cotorra y aspectonada singular llamada tilonorrinco ojardinero, un miembro de una familia dedieciocho especies que habitanexclusivamente en Nueva Guinea yAustralia. Son las aves machos las quelevantan las enramadas con el únicopropósito de seducir a las hembras, queluego asumen en exclusiva laresponsabilidad de construir el nido ycriar a los polluelos. Los machos son

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polígamos, intentan aparearse con tantashembras como pueden y no las ayudancon ninguna otra aportación que no seael esperma. Las hembras, por lo generalen grupo, recorren su territorioinspeccionando las enramadas paraseleccionar aquella en la que deseanaparearse. Escenas similares sedesarrollan todas las noches en SunsetStrip, a unos kilómetros de Los Ángeles,donde resido.

Las hembras eligen a su compañerosexual por la calidad de la enramadaque construye, por el número de adornosy su adecuación a las reglas locales, lascuales varían entre las distintas especiesy poblaciones de jardineros. Algunas

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poblaciones prefieren los adornosazules, otras los rojos, verdes o grises,mientras que algunas construyen dostorres, un corredor entre dos paredes ouna caja de cuatro paredes en lugar deuna enramada. Entre algunaspoblaciones de jardineros es costumbrepintar las enramadas con hojasmachacadas o con grasas que ellosmismos segregan. La determinacióngenética no parece ser la causa de estasdiferencias locales; los jardinerostardan muchos años en llegar a la edadmadura, y durante ese período tienentiempo para aprender observando a susmayores. Los machos aprenden lamanera correcta de decorar sus

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creaciones de acuerdo con lascostumbres locales, y las hembrasaprenden esas mismas normas conobjeto de elegir a un macho.

En un principio, este sistema puedeparecer absurdo. Al fin y al cabo, tansolo se trata de que la hembra escoja aun buen compañero, y la ganadora deeste concurso evolutivo es la hembraque escoge al macho que le permiteprocrear más hijos vivos. ¿Qué sentidotiene que elija al macho que ha adornadosu enramada con los frutos azules másvistosos?

Todos los animales, incluidos loshumanos, se enfrentan a problemasanálogos a la hora de seleccionar a la

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pareja. Pensemos en aquellas especies(incluidas la mayoría de las avescanoras de Europa y América del Norte)en las que los machos se adueñan deterritorios exclusivos que compartiráncon su pareja; en cada territorio hay unlugar que servirá de emplazamiento delnido y recursos alimenticios para que lahembra pueda criar a sus polluelos. Enconsecuencia, una de las tareas de lashembras es evaluar la calidad de losterritorios de cada macho. Imaginemos,asimismo, el caso de una especie en laque el macho colabora con la hembra enla crianza y protección de las crías ydonde machos y hembras cooperan en lacaza; en tales circunstancias, la hembra

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y el macho deben evaluar sushabilidades para la crianza y la caza, asícomo la calidad de su relación. Si todosestos factores son difíciles de valorar,cuánto más complicada no será laelección de pareja cuando esta soloaporta su esperma y su material genéticoa una relación, como en el caso de losjardineros machos. ¿Cómo puedeevaluarse el material genético de lafutura pareja? ¿Qué tienen que ver losfrutos azules con la calidad de losgenes?

Los animales no disponen del tiemponecesario para procrear con todas susposibles parejas y comparar losresultados (el número de crías

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supervivientes) y, por ello, debenconfiar en las señales de cortejo, comolos cantos y las demostraciones dehabilidad rituales. En la actualidad, losestudiosos de la conducta animalmantienen un acalorado debate sobre laposibilidad de que esas señales externasfuncionen a modo de indicadoresindirectos de la calidad de los genes. Lacomplejidad del problema se hacepatente si pensamos en nuestras propiasdificultades a la hora de seleccionarpareja y evaluar la riqueza, la capacidadpara la paternidad y la calidad delmaterial genético de nuestros posiblescompañeros.

A la luz de estos hechos

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intentaremos dilucidar qué significa queuna jardinera encuentre a un macho queha erigido una buena enramada. Enprimer lugar, la hembra sabrá que elmacho es fuerte, puesto que haconstruido una enramada cientos deveces más pesada que su propio cuerpoy ha trasladado desde muchos metros dedistancia adornos que pesan tanto comola mitad de su cuerpo. Asimismo, laenramada indica a la hembra que elmacho posee las habilidades necesariaspara trenzar cientos de palos paraformar un cobertizo, una torre o un parde paredes. Para llevar a la prácticacorrectamente el complejo proyecto deconstrucción, el macho debe ser

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inteligente; debe, asimismo, tener buenavista y buena memoria para buscar en laselva los cientos de adornos requeridos.Por otro lado, el hecho de que hayasobrevivido los años necesarios paraperfeccionar estas habilidades indicaque el macho sabe enfrentarse a la vida.Por último, el macho que consiga llevara buen término su proyecto debe ser unindividuo dominante, ya que todos losmachos dedican gran parte de su tiempolibre a estropear las obras de los otros ya robarles los materiales.

Así pues, la construcción deenramadas resulta ser una buena pruebaglobal de la calidad de los genes delmacho. Es como si una mujer sometiera

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a sus pretendientes a una serie depruebas: levantamiento de pesos,costura, musculatura, pruebas de visióny concurso de boxeo, y finalmente seacostara con el vencedor. Si noscomparamos con los jardineros, nuestrosesfuerzos para identificar a una parejabien dotada genéticamente resultanpatéticos. Los humanos nos fijamos entrivialidades externas como lasfacciones y la longitud de los lóbulos delas orejas, el atractivo sexual y lacalidad del coche que se posee, es decir,en rasgos que no nos dicen nada de lacalidad del material genético. Pensemosen cuántos sufrimientos emanan del tristedescubrimiento de que las mujeres

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hermosas y atractivas y los hombresapuestos y con coches deslumbrantesson inútiles en los demás aspectos. Noes de sorprender que el destino de tantosmatrimonios sea el divorcio, puesto queuna y otra vez se descubre demasiadotarde que se ha hecho una elecciónerrónea basándose en criteriosinconsistentes.

¿Cómo han evolucionado losjardineros para llegar a utilizar el artecon tal destreza y con un propósito detanta importancia? Entre la mayoría delas especies de aves, los machoscortejan a las hembras exhibiendo suplumaje, cantando, con demostracionesde habilidad y con ofrendas

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alimenticias, es decir, mediante señalesvagamente indicativas de la calidad desus genes. Los machos de dos grupos deaves del paraíso de Nueva Guineaemplean un método más sofisticado:despejan un tramo de selva, como losjardineros, con objeto de dar mayorrealce a sus demostraciones dehabilidad y a la exhibición de su exóticoplumaje. Los machos de uno de estosgrupos van aún más lejos y decoran elárea con objetos útiles para una hembraque está criando a su nidada: trozos depiel de serpiente para forrar el nido,trozos de tiza o heces de mamíferos queaportan minerales a su alimentación yfrutos con los que reforzar las calorías

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de su dieta. Por último, los jardineroshan aprendido que los objetos queemplean como adornos, aunque inútilesen sí mismos, tienen la utilidad dedemostrar la calidad de los genes delartífice de la decoración cuando sondifíciles de adquirir o conservar.

Esta idea es fácilmente trasladableal terreno humano. Pensemos, porejemplo, en los anuncios que muestran aun apuesto galán regalando un anillo dediamantes a una joven de aparienciafértil: Un anillo de diamantes no escomestible, pero toda mujer sabe queese regalo simboliza los recursosmanejados por su pretendiente (losrecursos que podrá dedicar a ella y a sus

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hijos) mucho mejor que una caja debombones. Los bombones, aunqueaportan muchas calorías, se consumenenseguida y son un regalo que cualquierpatán puede permitirse; por el contrario,el hombre que puede comprar unimperecedero anillo de diamantesdemuestra que es capaz de mantener auna mujer y a sus hijos, y que su materialgenético (determinante de lainteligencia, la persistencia, la energía,etcétera) le ha otorgado las cualidadesnecesarias para amasar una fortuna yconservarla.

Del mismo modo, en el curso de laevolución, las jardineras han dejado deprestar atención a los ornamentos que

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forman parte del cuerpo del macho paraconcentrarse en los objetos que crea. Laselección sexual, que en la mayoría delas especies ha hecho que machos yhembras desarrollaran distintos ornatoscorporales, ha llevado a los jardineros adesarrollar la capacidad de crearadornos independientes de su cuerpo. Eneste aspecto, los jardineros se parecenbastante a los humanos; tampoconosotros intentamos atraer a nuestrafutura pareja (al menos en un principio)mostrando la belleza de nuestroscuerpos desnudos, sino que noscubrimos con prendas bonitas, nosrociamos con perfumes, nos pintamos yempolvamos, y realzamos nuestra

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belleza con adornos, desde joyas hastacoches deportivos. Si he de dar créditoa mis amigos amantes de los cochesdeportivos, el paralelismo entre losjardineros y los humanos es aún mayor,pues según me dicen aquellos, losjóvenes con menos atractivos personalesson los que suelen adornarse a símismos con coches más llamativos.

Para concluir, volveremos a examinar, ala luz de lo expuesto sobre losjardineros, los tres criterios quesupuestamente sirven para diferenciar elarte humano de las creaciones de losanimales. Aplicando el tercer criterio nose detecta diferencia alguna, ya que los

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estilos decorativos de los jardineros sonaprendidos y no heredados, al igual quelos estilos artísticos de los humanos. Elsegundo criterio, es decir, el de lacreación por puro placer estético, nosplantea una cuestión irresoluble. Nopodemos preguntarles a los jardineros sisus creaciones artísticas les reportanplacer, y sospecho que muchos artistashumanos se limitan a adoptar una poseculturalmente sancionada cuandoafirman que su arte es para ellos un granmotivo de placer. Así pues, debemoslimitarnos a analizar el primer criterio,es decir, la afirmación de Oscar Wildesegún la cual el arte es inútil, entérminos estrictamente biológicos. Esta

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afirmación es a todas luces errónea en elcaso de los jardineros, dado que susenramadas cumplen una función sexual.Ahora bien, también es absurdo seguirpretendiendo que el arte de los humanosno desempeña ninguna funciónbiológica, puesto que el arte nos ayuda asobrevivir y a transmitir nuestros genesde diversos modos.

En primer lugar, pensemos en losnumerosos casos en que el arte reportabeneficios sexuales directos a suposeedor. El dicho que reza que unhombre que pretende seducir a unamujer comienza por enseñarle susgrabados es algo más que un chiste. Lavida real nos demuestra que el baile, la

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música y la poesía son preludioshabituales del sexo.

El segundo aspecto a considerar,mucho más importante que el primero,es que el arte aporta beneficiosindirectos a su poseedor. Los objetosartísticos son signos de estatus y, tantoen las sociedades humanas como en lasanimales, el estatus es un factor clave ala hora de adquirir alimentos, tierras ycompañeros sexuales. A los jardinerosdebe reconocérseles el mérito de haberdescubierto el principio de que losornamentos independientes del cuerposon símbolos de estatus más flexiblesque los adornos que forman parte delcuerpo, pero somos los humanos los que

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hemos sacado mayor partido de dichoprincipio. Los cromagnones decorabansus cuerpos con brazaletes, colgantes ypinturas; los campesinos de la NuevaGuinea actual se adornan con conchas,pieles y plumas de aves del paraíso.Además de los ornamentos corporales,tanto los cromagnones como loscampesinos de Nueva Guinea creanotros objetos artísticos (esculturas ypinturas) de gran calidad. Las obras dearte de Nueva Guinea son símbolos deriqueza y excelencia, puesto que lasaves del paraíso son difíciles de cazar,las esculturas solo pueden realizarse sise tiene talento, y ambos objetosalcanzan precios elevados en el

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mercado. Estas señales de distinción sonesenciales para el sexo marital, puestoque en Nueva Guinea hay que pagar unadote por la novia, y parte de la dote sepaga con objetos de arte. En todo elmundo, el arte suele considerarse unsímbolo de talento, de riqueza o deambas cosas.

En un mundo donde el arte está alservicio del sexo, solo hay que dar unpaso más para que algunos artistaspuedan convertir sus creaciones encomida. Sociedades enteras sobrevivencreando objetos artísticos con los quecomercian para obtener alimentos. Porejemplo, los habitantes de las islasSiassi, un archipiélago de islotes con

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escaso terreno cultivable, seespecializaron en fabricar hermososcuencos que intercambiaban por comidaproducida por otras tribus donde esoscuencos eran muy apreciados y seempleaban para pagar las dotes.

En el mundo moderno se observaaún con mayor claridad elfuncionamiento del mismo principio. Enotros tiempos, el estatus se demostrabacon adornos corporales confeccionadosa base de plumas y con ornamentos deconchas gigantescas para las cabañas, yhoy día utilizamos los diamantes y loscuadros de Picasso con el mismopropósito. Mientras que los habitantesde las islas Siassi vendían un cuenco

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por el equivalente de veinte dólares,Richard Strauss se construyó unamansión con las ganancias que lereportó su ópera Salomé y ganó unafortuna con El caballero de la rosa. Lanoticia de que una obra de arte haalcanzado un precio de decenas demillones de dólares en una subasta cadavez sorprende menos, como el hecho deque se roben obras de arte famosas. Paradecirlo en pocas palabras, precisamenteporque es una señal de la calidad de losgenes y de la abundancia de los recursosposeídos, el arte puede intercambiarsepor genes y recursos.

Hasta ahora solo nos hemos ocupadode los beneficios que el arte reporta a

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los individuos. Ahora bien, el artetambién contribuye a definir a los gruposhumanos. Los humanos siempre hanformado grupos que compiten entre sí ycuya supervivencia es esencial para latransmisión individual de los genes.Buena parte de la historia de lahumanidad puede resumirse en losesfuerzos de unos grupos por diezmar,esclavizar o expulsar de su territorio aotros grupos. Los vencedores seapropian de las tierras de los vencidos,y a veces de sus mujeres, privando aestos de la oportunidad de perpetuar susgenes. Ahora bien, la cohesión grupal,un factor fundamental para lasupervivencia del grupo, depende de la

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cultura distintiva del grupo, en especialde la lengua, la religión y el arte(incluidos los relatos y las danzas).Tener un material genético mejor que elde la mayoría de los miembros de latribu no reporta ningún beneficio si todala tribu resulta aniquilada por susenemigos.

Llegados a este punto, muchos lectoresestarán sin duda pensando que me heexcedido en la defensa de la utilidad delarte. ¿Acaso no se puede disfrutarsimplemente del arte, sin convertirlo ensigno de estatus o de sexo? ¿No haymuchos artistas que permanecencélibes? ¿Acaso no hay medios de

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seducción más sencillos que tomarclases de piano durante diez años? ¿Noes la satisfacción personal uno de losmóviles (o el móvil) fundamentales dela creación artística, como en el caso deSiri y Congo?

La respuesta es afirmativa en todoslos casos. La expansión de loscomportamientos más allá de su funciónoriginal es un rasgo típico de todas lasespecies cuya eficacia a la hora dealimentarse les proporciona muchotiempo de ocio, es decir, de las especiesque han conseguido controlar losproblemas de la supervivencia. Losjardineros y las aves del paraísodisponen de mucho tiempo de ocio

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porque son aves de gran tamaño queapenas encuentran rivales que lesdificulten hacerse con los frutossilvestres de los que se alimentan. Loshumanos disponemos de mucho tiempode ocio porque utilizamos herramientaspara conseguir nuestros alimentos. Losanimales con tiempo libre a sudisposición pueden dedicarlo a crearseñales de distinción que les hagandestacar entre sus congéneres. Con eltiempo, esas conductas llegan adesempeñar otras funciones, tales comotransmitir información (tal vez una delas funciones de las pinturas rupestresde los animales que cazaban loscromagnones), aliviar el aburrimiento

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(un verdadero problema para los monosy elefantes en cautividad), canalizar laenergía neurótica (que constituye unproblema tanto para los humanos comopara los animales que no viven enlibertad) o simplemente proporcionarplacer. Afirmar que el arte es útil noequivale a negar que proporcionaplacer. De hecho, si no estuviéramosprogramados para disfrutar del arte, esteno podría cumplir la mayoría de susfunciones útiles.

Quizá ahora estemos preparadospara responder a la pregunta de por quéel arte, tal como lo conocemos, escaracterístico del ser humano y deningún otro animal. Si los chimpancés

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de los zoológicos pintan, ¿por qué nopintan los chimpancés que viven enlibertad? Una respuesta plausible es quelos chimpancés en libertad debendedicar todo su tiempo a los problemasde encontrar comida, sobrevivir ydefenderse de los grupos de chimpancésrivales. Si los chimpancés salvajestuvieran más tiempo libre y los mediosde fabricar pintura, sin duda sededicarían a pintar. La prueba de queesta teoría es cierta es que ha ocurridoen la realidad: los humanos seguimossiendo chimpancés en un 98 por cientode nuestros genes.

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10Los ambivalentes

beneficios de la agricultura

La ciencia ha asestado serios reveses ala autocomplacencia con que el serhumano se mira a sí mismo. Laastronomía nos ha enseñado que laTierra no es el centro del universo, sinouno más de los nueve planetas que giranalrededor de una entre millones deestrellas. De la biología hemosaprendido que los humanos no fueroncreados por Dios como seres aparte,sino que, como decenas de millones de

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especies, son un producto de laevolución. Actualmente, la arqueologíaestá desmontando otra de nuestrascreencias sagradas, según la cual lahistoria humana ha sido en los últimosmillones de años una historia deprogreso ininterrumpido.

En concreto, descubrimientosrecientes apuntan a que la adopción dela agricultura (y de la domesticación deanimales), uno de los supuestos pasosdecisivos hacia una vida mejor, enrealidad reportó tantos inconvenientescomo ventajas. La agricultura no solocomportó el aumento de la producción yel almacenamiento de alimentos, sinotambién la acentuación de las

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desigualdades sociales y sexuales, laaparición de nuevas enfermedades y elsurgimiento del despotismo, la peormaldición de la historia humanamoderna. Así pues, entre los hitosculturales de la humanidad examinadosen la tercera parte de este libro, laagricultura, con sus efectosambivalentes, representa un puntointermedio entre nuestros rasgos másnobles, a los que ya nos hemos referido(el arte y el lenguaje), y nuestros viciosmás notorios, a los que nos referiremosmás adelante (drogadicción, genocidio ydestrucción del medio ambiente).

En un principio, la evidenciafavorable a la teoría del progreso y

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contraria a esta interpretaciónrevisionista parecerá irrefutable aestadounidenses y europeos por igual.Nuestra vida es mejor en casi todos losaspectos que la de las personas quevivieron en la Edad Media, que, a suvez, vivían mejor que los cavernícolasde la época glacial, cuya existencia, a suvez, era más fácil que la de los simios.Recomiendo a aquellas personas contendencia al escepticismo que se limitena hacer un recuento de las ventajas de lahumanidad actual. Hoy día tenemosalimentos abundantes y variados, lasmejores herramientas y bienesmateriales de la historia, y disfrutamosde una vida más larga y saludable que

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cualquiera de las poblaciones humanasque nos han precedido. La mayoría delos humanos no pasan hambre ni sufrenel acoso de los depredadores. El sudorha dejado de ser la fuente principal deenergía, puesto que la maquinariamovida por petróleo trabaja pornosotros. ¿Qué neoludita estaríadispuesto a cambiar el modo de vidaactual por el de un campesino medieval,un cavernícola o un simio?

Durante la mayor parte de lahistoria, el modo de vida se ha basadoen la caza y la recolección; nuestrosantepasados se dedicaban a la caza deanimales salvajes y a la recolección deplantas silvestres. Muchos antropólogos

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se refieren a la vida de las tribus decazadores-recolectores con términoscomo «desagradable, brutal y breve».Desde esa perspectiva se argumenta queen las tribus que desconocen laagricultura y apenas almacenanalimentos, la agotadora lucha por buscarel sustento cotidiano y evitar la muertepor inanición se renueva cada día, sinconceder el menor respiro. Solo cuandoterminó la última glaciación pudieronpor fin los humanos liberarse de esamísera existencia al comenzar a cultivarplantas y domesticar animales endistintas partes del mundo. Larevolución agrícola se extendió y fueimplantándose gradualmente en todo el

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mundo, hasta que solo sobrevivieron unpuñado de tribus de cazadores-recolectores.

Desde la perspectiva de esta teoríadominante, que podría denominarse«progresivista», no tiene sentidopreguntarse por qué casi todos nuestrosancestros cazadores-recolectoresadoptaron la agricultura, ya que se partede la premisa de que la agricultura es elmétodo más eficaz de obtener mayorescantidades de alimentos con menoresfuerzo. El tamaño de las cosechasobtenidas en los campos cultivadossupera en mucho al rendimiento naturalde las plantas silvestres.

Imaginemos el día en que los

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cazadores salvajes, exhaustos tras unajornada de buscar bayas silvestres ycazar, vieron por primera vez un huertorebosante de frutos y unos pastosrepletos de ganado. ¿Cuántas milésimasde segundo tardarían en apreciar lasventajas de la agricultura?

El punto de vista progresivista da unpaso más y considera que la agriculturaposibilitó el surgimiento del arte, lamanifestación más elevada del espírituhumano. Dado que las cosechas puedenalmacenarse y que se tarda menos encultivar los campos que en buscar frutossilvestres, la agricultura proporcionó ala humanidad un tiempo de ociodesconocido para las tribus de

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cazadores-recolectores, y el tiempo deocio es un requisito esencial para lacreación y el disfrute del arte. Así pues,la construcción del Partenón y lacomposición de la Misa en si menordeben atribuirse en última instancia a laagricultura.

La agricultura es uno de los hitosculturales de la humanidad de orígenesmás recientes, que comenzó adesarrollarse hace tan solo diez milaños. Ninguno de nuestros parientesprimates practican nada que se parezcani remotamente a la agricultura. Conobjeto de buscar precedentes entre losanimales, debemos acudir a las

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hormigas, que no solo inventaron ladomesticación de las plantas, sinotambién de los animales.

La agricultura es practicada por ungrupo de varias docenas de especiesemparentadas de hormigas del NuevoMundo, todas las cuales cultivandeterminadas especies de levaduras yhongos en huertos situados dentro de sushormigueros. En lugar de utilizar elterreno natural, cada especie acumula untipo de mantillo determinado; algunasplantan sus cultivos en heces de orugas,otras en carcasas de insectos y plantasen putrefacción, y aún otras(denominadas hormigas agricultoras) enhojas, flores y tallos frescos. Por

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ejemplo, las hormigas agricultorascortan hojas de las plantas, las parten entrozos, las limpian de hongos y bacteriasy las llevan a sus hormiguerossubterráneos. Allí trituran losfragmentos vegetales y los amasan consaliva y heces para formar bolitashúmedas de consistencia pastosa, y en suinterior plantan las semillas de susespecies preferidas de hongos, lascuales constituyen la principal o únicafuente de alimentación de la especie.Realizando una operación análoga a lade arrancar las malas hierbas de unhuerto, las hormigas se dedicancontinuamente a extirpar de la pastavegetal las esporas y filamentos de las

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especies de hongos que crecen porgeneración espontánea. Cuando unahormiga reina abandona el hormigueropara fundar otra colonia, se llevaconsigo algunos hongos reciénplantados, tal como los colonos humanosllevan en sus viajes semillas paraplantar en las nuevas tierras.

En el área de la domesticación deanimales, las hormigas se dedican aacumular una materia azucarada yconcentrada, denominada melaza, quesegregan diversos insectos, desde lospulgones, las chinches harinosas y loscóccidos, hasta las orugas, los insectosde espina y los insectos de espuma. Acambio de la melaza, las hormigas

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prestan protección a su «ganado» contralos depredadores y parásitos. Algunospulgones se han desarrollado hastaconvertirse prácticamente en elequivalente del ganado del mundo de losinsectos; de tal modo, carecen deestructuras defensivas, excretan melazapor el ano y poseen una anatomía analespecializada que les permite conservarlas gotas en el lugar adecuado para quelas hormigas puedan beberías. Lashormigas acarician a los pulgones conlas antenas mientras los ordeñan, conobjeto de estimular la secreción demelaza. Algunas hormigas cuidan a lospulgones durante los fríos invernales,prestándoles protección en sus

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hormigueros, y en primavera llevan a losde edad adecuada a las plantas queconstituyen su fuente de alimento.Cuando los pulgones desarrollan alas yse dispersan en busca de un nuevohábitat, algunos especímenesafortunados son descubiertos por lashormigas y «adoptados».

Ni que decir tiene que los humanosno heredamos de las hormigas lacapacidad de domesticar plantas yanimales, sino que la reinventamos. Enrealidad, decir que la«redesarrollamos» sería una expresiónmás adecuada, puesto que los primerospasos hacia la agricultura no fueronexperimentos conscientes orientados a

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un fin concreto. Antes bien, ladomesticación surgió mediante lasreacciones y adaptaciones de plantas yanimales a determinadas conductashumanas, es decir, de manera espontáneay no planificada. Por ejemplo, ladomesticación de animales surgió enparte de la costumbre de tener animalesde compañía, y en parte de los hábitosadquiridos por algunos animalessalvajes que aprendieron a beneficiarsede la proximidad de los humanos (porejemplo, los lobos que seguían a loscazadores para hacerse con las presasheridas). De modo similar, la costumbrede recolectar plantas silvestres y tirarlas semillas, «plantándolas»

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accidentalmente, fue uno de los primerospasos en el desarrollo de la agricultura.El resultado inevitable fue un procesonatural de selección de aquellasespecies de animales y plantas másútiles para los humanos, los cuales solollegarían a plantearse conscientementela necesidad de seleccionar y cuidar losespecímenes elegidos con el tiempo.

A continuación retomaremos laperspectiva progresivista de larevolución agrícola. Como se ha dichoal comienzo de este capítulo, nos hemoshabituado a presuponer que la transicióndel modo de vida de los cazadores-recolectores a la agricultura trajo

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consigo mejoras en la salud, lalongevidad y la seguridad, y concedió alos humanos un tiempo de ocio que lespermitió desarrollar el arte. Noobstante, aunque esta teoría parezcaestar avalada por una evidenciaaplastante, lo cierto es que es muydifícil de demostrar. ¿Cómo puededemostrarse que la existencia de laspersonas que vivieron hace diez milaños mejoró cuando dejaron la caza enfavor de la agricultura? Hasta hacepoco, la arqueología solo disponía demétodos indirectos para poner a pruebaesta teoría, y sus resultados, porsorprendente que parezca, no avalabanla tesis de que la adopción de la

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agricultura tan solo reportó ventajas a lahumanidad.

Un ejemplo de ese tipo de pruebaindirecta es plantear que si losbeneficios de la agricultura eran tanevidentes, debería haberse expandidorápidamente a partir de su foco original.Sin embargo, las investigacionesarqueológicas demuestran que laagricultura avanzó por Europa a paso detortuga, a un ritmo de apenas mil metrospor año. Después de originarse enOriente Próximo hacia 8000 a. C.,avanzó lentamente hacia el noroeste y seintrodujo en Grecia hacia 6000 a. C., yen Bretaña y Escandinavia unos dos milquinientos años después. Semejante

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ritmo de avance ciertamente no puedecalificarse de entusiasta. Por otro lado,en una época tan reciente como el siglopasado, los indios de California, regiónque en la actualidad es el huerto deEstados Unidos, continuaban siendocazadores-recolectores pese a que laagricultura no les era desconocida, yaque la practicaban los indios de Arizonacon los que mantenían relacionescomerciales. ¿Acaso los indioscalifornianos eran ciegos a sus propiosintereses? ¿O tal vez fueron lo bastanteinteligentes como para no dejarsedeslumbrar por las aparentes ventajas dela agricultura y comprendieron losinconvenientes que comportaba y que

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pasaron inadvertidos al resto de lahumanidad?

Otro método indirecto de poner aprueba la teoría progresivista esinvestigar si las tribus de cazadores-recolectores que han pervivido hasta elsiglo XX realmente viven en peorescondiciones que los pueblos agrícolas.Hasta hace pocos años podíanencontrarse distintos «pueblosprimitivos», como los bosquimanos deldesierto de Kalahari, dispersos porvarias zonas del mundo, por lo generalpoco adecuadas para la agricultura. Lainsólita realidad es que estos puebloscazadores tenían tiempo de ocio,dormían mucho y no trabajaban más que

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sus vecinos agricultores. Por ejemplo,en el caso de los bosquimanos, se hacalculado que por término mediodedicaban tan solo entre doce ydiecinueve horas a la semana a larecolección de alimentos. ¿Cuántoslectores de este libro pueden alardear deuna semana laboral tan breve? Tal comorespondió un bosquimán a la pregunta depor qué no habían emulado a las tribusvecinas que se dedicaban a laagricultura: «¿Para qué plantar cuandoel mundo está lleno de nuecesmongongo?».

Claro está que encontrar alimentoses solo una parte del trabajosa quedespués los alimentos deben procesarse

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mediante la digestión, proceso quepuede consumir cantidades ingentes detiempo cuando uno se alimenta denueces mongongo. En consecuencia,sería un error adoptar la postura opuestaa la perspectiva progresivista y pensarque las tribus de cazadores-recolectoresllevaban una existencia regalada, talcomo la han descrito algunosantropólogos. Sin embargo, tambiénsería un error pensar que su trabajo eramucho más duro que el de losagricultores. Comparados con losmédicos y abogados que conozco, o conel tendero que servía a mis abuelos acomienzos de siglo, los cazadores-recolectores disponían de más tiempo de

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ocio.En tanto que la dieta de los pueblos

agrícolas se basa en alimentos ricos enhidratos de carbono, como el arroz y laspatatas, la dieta de las tribus decazadores-recolectores que hansobrevivido hasta nuestros días combinalas plantas y los animales de tal modoque es más rica en proteínas y másequilibrada. La dieta diaria típica de unbosquimán le aporta dos mil cientocuarenta calorías y 93 gramos deproteínas, unas cantidades muysuperiores a las recomendadas por lamedicina moderna para personas pococorpulentas, como los bosquimanos yque, como ellos, desarrollan una gran

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actividad física. Los cazadores-recolectores son personas saludables,que apenas padecen enfermedades,disfrutan de una dieta variada y nosufren las hambrunas periódicas queafectan a los agricultores cuandoescasean las cosechas. Para losbosquimanos, que se alimentan deochenta y cinco plantas diferentes, seríacasi inconcebible morir de hambre, talcomo les ocurrió a alrededor de unmillón de granjeros irlandeses y a susfamilias durante la década de 1840,cuando una plaga destruyó las cosechasde patatas, que eran la base de sualimentación.

Vemos, por tanto, que la existencia

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de las tribus de cazadores-recolectores,al menos de las que han sobrevividohasta nuestros días, no es«desagradable, brutal y breve», pese aque los agricultores las hayan confinadoa las peores tierras del mundo. Lospueblos cazadores del pasado, quetodavía ocupaban tierras fértiles,difícilmente pudieron vivir peor que losactuales. Sin embargo, las sociedadescazadoras de los tiempos modernos hansufrido la influencia de las sociedadesagrícolas durante varios milenios y porello no pueden ilustrarnos sobre lascondiciones en que vivían los cazadoresantes de la revolución agrícola. Lo querealmente pretende la perspectiva

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progresivista de la agricultura no es otracosa que explicarnos algo que ocurrióen un pasado remoto: la mejora de lascondiciones de vida de los pueblos detodo el mundo cuando la agriculturasustituyó a la caza. Los arqueólogospueden datar el momento en que seprodujo ese cambio diferenciando losvestigios de plantas silvestres yanimales salvajes de los de las plantas yanimales domesticados que se hanconservado en los vertederosprehistóricos. Pero ¿cómo puedededucirse el estado de salud de laspoblaciones prehistóricas que dejaronesos desechos y, de tal modo,comprobar directamente los supuestos

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beneficios de la agricultura?

En los últimos años se ha hecho posibleresponder a esta pregunta mediante losestudios de una ciencia en ciernes, la«paleopatología», la cual se dedica abuscar signos de enfermedades (laciencia de la patología) en los vestigiosde pueblos antiguos (de la raíz griegapaleo, «antiguo», como enpaleontología). En ciertos casosafortunados, los paleopatólogosdisponen de un material de estudio casitan abundante como el de un patólogo.Así sucedió, por ejemplo, en el caso deunas momias bien conservadas que sedescubrieron en el desierto de Chile,

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cuyo estado clínico en el momento de lamuerte pudo determinarse mediante unaautopsia, como si se tratase de personasque acabaran de morir en un hospitalmoderno. Asimismo, se han conservadoen buen estado las heces de algunosindios que habitaban en cuevas delestado de Nevada, de modo que losanálisis pueden revelar la presencia delombrices y otros parásitos.

Por lo general, no obstante, losúnicos vestigios humanos que puedeninvestigar los paleopatólogos sonesqueletos, de los cuales extraendeducciones bastante precisas sobre susalud. En primer lugar, el esqueletosirve para identificar el sexo, la altura y

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la edad aproximada de la persona en elmomento de su muerte. De tal suerte,cuando se dispone de un númerosuficiente de esqueletos, es posibleelaborar tablas de mortalidadsemejantes a las que emplean lascompañías aseguradoras para calcular laesperanza de vida y el riesgo de muertea cualquier edad. Asimismo, lospaleopatólogos pueden calcular losíndices de crecimiento midiendo loshuesos de las personas de diferentesedades, examinar la dentadura en buscade caries (signos de una dieta rica enhidratos de carbono) y defectos en elesmalte (señales de una nutricióndeficiente en la infancia) y reconocer las

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marcas dejadas en los huesos pornumerosas enfermedades, tales como laanemia, la tuberculosis, la lepra y laosteoartritis.

Un ejemplo claro de las deduccionesobtenidas a través del análisis de losesqueletos es la evolución de la alturamedia de las personas. En la actualidad,no faltan ejemplos que ilustren cómo lamejora de la nutrición en la infanciaredunda en un aumento de la altura en laedad adulta; por ejemplo, cuandovisitamos un castillo medieval nosvemos obligados a inclinarnos paraatravesar las puertas, que fueronconstruidas para una población malalimentada y de menor altura. Los

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paleopatólogos han descubierto casossemejantes y asombrosos estudiandoesqueletos hallados en Grecia y Turquía.La altura media de los cazadores-recolectores de esa región era, a finalesde la época glacial, de casi 1,80 metrosen el caso de los hombres y de casi 1,70metros en el de las mujeres. Con laadopción de la agricultura se produjouna caída en picado de la altura, quehacia el año 4000 a. C. llegó hasta labaja cota de 1,60 metros para loshombres y 1,52 metros para las mujeres.Al llegar la época clásica, la alturacomenzaba a aumentar lentamente, perolos griegos y turcos de la actualidadtodavía no han recuperado la altura

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inedia de sus saludables ancestroscazadores-recolectores.

Otro ejemplo de las investigacionesrealizadas por los paleopatólogos sonlos estudios de miles de esqueletos deindios americanos extraídos de lostúmulos funerarios situados en los vallesde los ríos Illinois y Ohio. El maíz, queempezó a cultivarse en América Centralhace miles de años, se convirtió en labase de la agricultura intensivapracticada en esos valles hacia el año1000. Hasta entonces, los indios de lastribus cazadoras-recolectoras teníanesqueletos «tan saludables que en ciertomodo es desalentador trabajar conellos», tal como se quejó un

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paleopatólogo. Con la introducción delcultivo del maíz, los esqueletos de losindios se tornaron interesantes materiade investigación. El número medio decaries de un adulto pasó de poco más deuna a casi siete, en tanto que las cifrascorrespondientes a la pérdida de dientesy los abscesos ascendíanvertiginosamente. Los defectos delesmalte de las dentaduras de leche delos niños indican que las mujeres sufríanserios problemas de malnutrición. Loscasos de anemia se cuadruplicaron; latuberculosis se estableció comoepidemia; la mitad de la poblaciónpadecía sífilis y erupciones cutáneas, ydos tercios de la población sufrían

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osteoartritis y otras enfermedadesdegenerativas. Las tasas de mortalidadcorrespondientes a todos los grupos deedad aumentaron, hasta el punto de quesolo el 1 por ciento de la poblaciónsobrevivía más allá de los cincuentaaños, en tanto que en la época doradapreagrícola ese mismo porcentaje eradel 5 por ciento. Casi una quinta partede la población total moría durante loscuatro primeros años de vida,probablemente debido a que los niñosdestetados sucumbían por causa de lamalnutrición y las enfermedadesinfecciosas. Así pues, el cultivo delmaíz, generalmente considerado comouno de los grandes progresos del Nuevo

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Mundo, fue en realidad un desastre parala salud pública. Del estudio deesqueletos hallados en otras zonas delmundo se desprenden conclusionessemejantes sobre la transición del modode vida del cazador al agrícola.

Al menos tres tipos de razonescontribuyen a explicar por qué laagricultura revirtió en detrimento de lasalud. En primer lugar, los cazadores-recolectores disfrutaban de una dietavariada y con aportaciones adecuadasde proteínas, vitaminas y minerales, entanto que la base de la alimentación delos agricultores eran plantas feculentas.En efecto, la agricultura favoreció unadieta más rica en calorías, pero menos

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nutritiva. Hoy día, tres cultivos ricos enhidratos de carbono —el trigo, el arrozy el maíz— aportan más del 50 porciento de las calorías consumidas por laespecie humana.

En segundo lugar, la dependencia deuna o pocas cosechas comportaba unaumento del riesgo de hambrunas; la quediezmó a los cultivadores de patatas deIrlanda es uno más entre los múltiplesejemplos que existen.

Por último, la mayoría de losparásitos y enfermedades infecciosasque hay en la actualidad se convirtieronen un problema solo después de latransición a la agricultura. Estoselementos mortíferos solo pueden

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persistir en las sociedades sedentarias,con alta densidad de población y-deficiencias alimentarias, donde laspersonas se transmiten continuamentelos gérmenes entre sí y se contagian consus propios desechos. La bacteria delcólera, por ejemplo, no sobrevivemucho tiempo fuera del organismohumano y se transmite de una víctima aotra a través del agua potablecontaminada con heces de personasinfectadas. El sarampión desaparece enlas poblaciones pequeñas una vez que lamayoría de los enfermos potenciales hansido inmunizados y solo puede perdurarindefinidamente en las poblaciones devarios cientos de miles de habitantes.

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Así pues, en los grupos dispersos decazadores que cambiaban con frecuenciade asentamiento era imposible que sedeclarase una epidemia duradera. Latuberculosis, la lepra y el cólera seestablecieron como epidemias con laagricultura, mientras que la viruela, lapeste bubónica y el sarampión sedesarrollaron en los últimos milenios, amedida que surgían ciudadesdensamente pobladas.

Junto a la malnutrición, las hambrunas ylas enfermedades epidémicas, laagricultura tuvo otra consecuenciafunesta para la humanidad: la divisiónen clases de la sociedad. Las tribus

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cazadoras-recolectoras apenasalmacenaban provisiones y no disponíande fuentes permanentes de alimentación,como puedan serlo los huertos o losrebaños de vacas, sino que vivían al día,recolectando plantas y cazandoanimales. A excepción de los niños, losenfermos y los ancianos, todoscolaboraban en la búsqueda de comida.En tales condiciones es imposible quenadie se erija en rey, que hayaprofesionales especializados y que surjauna clase de parásitos sociales que vivaa costa del trabajo de los demás.

Por el contrario, en una poblaciónagrícola sí es posible que surjandiferencias entre las masas malnutridas

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y una élite saludable y ociosa. Losesqueletos hallados en las tumbasgriegas de Micenas, que datanaproximadamente de 1500 a. C., indicanque la clase alta de la sociedaddisfrutaba de una dieta mejor que lagente común, dado que los esqueletos delos privilegiados miden entre 5 y 7,5centímetros más y poseen una dentaduramejor (por término medio, una en vez deseis caries o dientes caídos). Entre lasmomias halladas en los cementerioschilenos, de unos mil años deantigüedad, las correspondientes a laélite no solo se distinguen por losornamentos y los pasadores de pelo deoro, sino también porque les

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corresponde un porcentaje de lesionesóseas derivadas de enfermedadesinfecciosas cuatro veces menor que elcorrespondiente a la gente común.

Estos signos indicativos dediferencias de salud en las comunidadesagrícolas del pasado reaparecen aescala global en el mundo moderno. Elargumento de que, por término medio, lahumanidad disfrutaba de una existenciamejor en los tiempos de las tribus decazadores-recolectores pareceráabsurdo a la mayoría de los lectores deEstados Unidos y Europa, puesto que lamayor parte de la población de lassociedades industriales actuales goza demejor salud que los cazadores-

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recolectores de antaño. Sin embargo, loseuropeos y estadounidenses del mundoactual constituyen una élite cuyobienestar se funda en la importación depetróleo y otras materias primasproducidas por países donde predominala población agrícola y los estándaresde salud son más bajos. Si tuviéramosque elegir entre ser un estadounidensede clase media, un cazador bosquimán yun campesino etíope, la primera opciónsería sin duda la que nos reportaría unmodo de vida más saludable, pero quizála última fuera la peor desde el punto devista de la salud.

A la par que originaba las primerasdivisiones de clase conocidas en la

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historia de la humanidad, la agriculturacontribuyó a exacerbar la desigualdadsexual preexistente. Con el advenimientode la agricultura, las mujeres seconvirtieron muchas veces en bestias decarga, empezaron a tener más embarazos(véase más adelante) y, en consecuencia,su salud se resintió. Así, por ejemplo, elexamen de las momias chilenas del año1000 revela que la incidencia de laosteoartritis y de las lesiones óseasderivadas de enfermedades infecciosases mayor entre las mujeres que entre loshombres. En los poblados campesinosde la Nueva Guinea actual es común vera mujeres acarreando enormes cargas devegetales o madera mientras los

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hombres caminan a su lado con lasmanos vacías. En cierta ocasión, ofrecíuna suma de dinero a los campesinosque me ayudaran a transportar una seriede provisiones desde una pista deaterrizaje hasta mi campamento de lamontaña, y varios hombres, mujeres yniños se presentaron voluntarios. Colguéel objeto más pesado, un saco de arrozde 50 kilos, de una vara, y encargué sutransporte a cuatro hombres. Todosecharon a andar antes que yo, y cuandollegué a su altura descubrí que loshombres se habían hecho con las cargasmás ligeras y que una mujer menuda, quea todas luces pesaba menos que el sacode arroz, era quien lo llevaba a la

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espalda, sujeto a la cabeza con unacuerda.

Por lo que se refiere a la hipótesisde que la agricultura colocó loscimientos de la creación artística alproporcionar tiempo de ocio a lahumanidad, hay que decir que lospueblos cazadores-recolectores de laactualidad disfrutan por término mediode al menos tanto tiempo de ocio comolas poblaciones agrícolas. Hay quereconocer que en las sociedadesindustriales y agrícolas algunas personasdisponen de más tiempo de ocio que loscazadores-recolectores, a expensas deotras muchas que las mantienen y quedisponen de mucho menos tiempo libre.

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Es cierto que la agricultura hizo posiblemantener a artesanos y artistasdedicados en exclusiva a su oficio, sinlos cuales no podrían haberse llevado acabo proyectos artísticos de laenvergadura de la Capilla Sixtina y lacatedral de Colonia. No obstante, meparece erróneo considerar que el tiempode ocio es el factor clave para explicarlas diferencias artísticas entre lassociedades humanas. Ciertamente, no esla falta de tiempo lo que hoy día nosimpide sobrepasar la belleza delPartenón. Aunque los avancestecnológicos postagrícolas permitierondesarrollar nuevas formas artísticas yfacilitaron la conservación del arte, un

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pueblo de cazadores-recolectores (loscromagnones) se dedicaba hace yaquince mil años a crear pinturas yesculturas de gran calidad, aunque nopuedan rivalizar en tamaño con lacatedral de Colonia; y en nuestros días,otros pueblos de cazadores-recolectores, como los esquimales y losindios americanos de la costa noroestedel Pacífico, han seguido creandoobjetos artísticos de gran calidad. Porotro lado, al pensar en los especialistasa los que la sociedad pudo mantenergracias a la agricultura, no solo hay quemencionar a Miguel Ángel y aShakespeare, sino también a losejércitos de asesinos profesionales.

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El advenimiento de la agriculturareportó ventajas a una élite, peroempeoró el modo de vida de la mayoría.Así pues, en lugar de argumentar, enconsonancia con la perspectivaprogresivista, que fueron las grandesventajas de la agricultura las quedeterminaron su adopción por lahumanidad, un cínico podría preguntarsecómo los humanos cayeron en la trampade la agricultura.

La respuesta se resume en el refrán«Más vale pájaro en mano que cientovolando». La agricultura proporcionasustento a una población mucho mayorque el que proporciona la caza,

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independientemente de que mejore o nola alimentación individual. La densidadde población típica de los puebloscazadores-recolectores es, comomáximo, de 0,62 habitantes por 1000metros cuadrados, cifra que semultiplica al menos por diez en el casode las poblaciones agrícolas. En parte,esto se debe a que una hectárea deterreno cultivado con plantascomestibles produce muchas mástoneladas de comida, y alimenta a másbocas, que una hectárea de bosque conplantas silvestres comestiblesdiseminadas aquí y allá. Por otra parte,el motivo es que los pueblos nómadasde cazadores-recolectores deben

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controlar la natalidad mediante elinfanticidio y otros métodos, de modoque cada pareja no tenga más de un hijocada cuatro años, y la madre puedatransportarlo de un lugar a otro hasta quees capaz de seguir por su propio pie alos adultos. Ese problema no se planteaen las poblaciones sedentarias que vivende la agricultura, donde las mujerespueden tener hijos cada dos años. Elhecho indudable de que la agriculturaproduce más toneladas de comida porhectárea es quizá el mayor obstáculo ala hora de desprendernos de la ideatradicional de que la agricultura soloreportó ventajas a la humanidad, puesnos hace olvidar que también produjo un

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aumento de las bocas que había quealimentar, y que la salud y la calidad devida dependen de la cantidad de comidadisponible por persona.

Cuando la densidad de población delas tribus de cazadores-recolectorescomenzó a aumentar con lentitud haciafinales de la última glaciación, aquellastuvieron que «elegir», consciente oinconscientemente, entre orientarsehacia la agricultura con el fin de poderalimentar a más personas o bien limitarde algún modo el crecimiento de lapoblación. Algunas tribus, incapaces depredecir los problemas que acarrearía laagricultura, optaron por la primerasolución, atraídas por la abundancia

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temporal que les proporcionó el cultivode los campos antes de que la poblacióncreciera hasta ponerse al nivel delaumento de la producción de alimentos.Esos grupos comenzaron a crecer a unritmo más rápido y, con el tiempo,expulsaron de sus tierras o exterminarona aquellos que habían decidido seguircon el modo de vida de siempre, ya quediez campesinos mal alimentadospueden más que un cazador saludable.No todos los cazadores-recolectoresrenunciaron a su modo de vida, pero losque tuvieron el buen sentido de nohacerlo fueron expulsados de lasmejores tierras. Los cazadores-recolectores de nuestros tiempos están

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diseminados por zonas por lo generalinservibles para la agricultura, como elÁrtico y los desiertos.

En este punto viene al caso recordarlas críticas más comunes contra laarqueología, según las cuales es unaciencia prescindible, que se ocupa delpasado remoto y no aportaconocimientos relevan tes para lostiempos actuales. Los arqueólogos quehan estudiado los orígenes de laagricultura han reconstruido el períodoen el que se adoptó una de lasdecisiones de mayor trascendencia de lahistoria humana. Obligados a elegirentre limitar el crecimiento de lapoblación o intentar aumentar la

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producción de alimentos, los humanosoptamos por esta última solución, quecon el tiempo nos enfrentó a problemastan graves como las hambrunas, laguerra y la tiranía. En la actualidad nosenfrentamos a un dilema semejante, conla diferencia de que ahora podemosaprender de nuestro pasado.

Los cazadores-recolectores practicabanel modo de vida que más duración ymejores resultados ha tenido en lahistoria de nuestra especie. Hoy díacontinuamos inmersos en laproblemática que trajo consigo laagricultura y no hay indicios que nospermitan prever si conseguiremos

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resolverla. Supongamos por un momentoque un arqueólogo del espacio exteriorvisitara nuestro planeta e intentaseexplicar la historia de la humanidad asus congéneres. Ese arqueólogo podríailustrar las conclusiones de sus estudioscon un reloj de veinticuatro horas en elque cada hora representara cien milaños de tiempo real. Suponiendo que lahistoria de la humanidad hubieracomenzado a medianoche, y que ahoramismo estuviéramos a punto decompletar un día, la agricultura sehabría adoptado hacia las 23.54 h. Enretrospectiva, la decisión es irrevocabley no tiene sentido pensar en dar marchaatrás. No obstante, a medida que nos

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aproximamos a nuestra segundamedianoche, debemos plantearnos si losterribles problemas que hoy afligen a lospueblos agrícolas de África seextenderán hasta afectar a toda lahumanidad, o si, por el contrario,seremos capaces de sacar provecho deesas grandes ventajas que prometía traerconsigo la agricultura y que por elmomento no han llegado a cumplirsesino de modo ambivalente.

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11¿Por qué fumamos,

bebemos y utilizamosdrogas peligrosas?

Chernobil, formaldehído en Drywall,intoxicación por plomo, contaminación,vertidos de petróleo, el caso del canalLove, asbestos, el agente naranja…Apenas pasa un mes sin que nosenteremos de que una vez más lanegligencia de unos cuantos nos haexpuesto a todos al contacto consustancias químicas tóxicas. Laindignación pública, la sensación de

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desprotección y las exigencias decambio cada vez son más fuertes. ¿Porqué, entonces, nos hacemos a nosotrosmismos lo que no permitimos que otrosnos hagan? ¿Cómo explicar la paradojade que muchas personas consumanintencionadamente, mediante lainhalación, la ingestión u otros métodos,sustancias químicas tóxicas, tales comoel alcohol, la cocaína y la nicotina y elalquitrán del tabaco? ¿Por qué este tipode daños autoinfligidos son comunes atodas las sociedades contemporáneas,desde las tribus primitivas hasta lassociedades más desarrolladas, así comoa las sociedades antiguas de las queposeemos información escrita? ¿Cómo

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llegó a convertirse la drogadicción enuna característica distintiva yvirtualmente privativa de la especiehumana?

El problema no es tanto comprenderpor qué continuamos consumiendosustancias tóxicas una vez que las hemosprobado, algo que se explica en partepor la adicción que generan talessustancias, sino entender qué nosimpulsa a comenzar a consumirlas. En laactualidad, los efectos nocivos o letalesdel alcohol, la cocaína y el tabaco estánmás que demostrados y son de sobraconocidos por todos. Solo la existenciade poderosas compensaciones puedeexplicar por qué la gente consume esos

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venenos voluntaria e inclusoávidamente. Es como si un tipoinconsciente de programación nosimpulsara a hacer algo pese a lospeligros que entraña. ¿De qué tipo deprogramación puede tratarse?

Como es lógico, no hay queadelantar una explicación única, pueslos motivos que actúan en distintaspersonas y sociedades son diferentes.Por ejemplo, algunas personas bebencon objeto de superar sus inhibiciones ode fomentar su sociabilidad, mientrasque otras lo hacen para ahogar sus penasy embotar su sensibilidad, y aún otrassimplemente porque les gusta el saborde las bebidas alcohólicas. Asimismo,

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es obvio que la diferencia deoportunidades para conseguir una vidasatisfactoria explica en buena medidalas diferencias geográficas y de clasecon respecto al abuso de sustanciasquímicas. No es de sorprender que elalcoholismo autodestructivo sea unproblema más grave en las zonas conaltas tasas de desempleo de Irlanda queen el sudeste de Inglaterra, ni que laadicción a la cocaína y a la heroína sehaya generalizado más en Harlem que enlas áreas residenciales acomodadas deNueva York. Podría caerse en latentación de considerar que ladrogadicción es una característicahumana con causas sociales y culturales

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obvias para la cual no es necesariobuscar precedentes entre los animales.

No obstante, ninguno de los motivosmencionados despeja la paradoja de porqué el ser humano se empeña en haceralgo a sabiendas de que le perjudicará.En este capítulo se propondrá otraexplicación que sí pretende resolverdicha paradoja. La explicaciónpropuesta podrá aplicarse tanto al dañoque los humanos se infligen a sí mismosempleando sustancias químicas como aun amplio conjunto de conductasanimales aparentementeautodestructivas, así como a una teoríageneral sobre el display (o exhibición)animal. Con este punto de vista es

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posible unificar un amplio abanico defenómenos propios de nuestra cultura,desde el hábito de fumar y elalcoholismo hasta la drogadicción.Nuestra explicación podría, asimismo,ser válida para estudios interculturales,pues además de dar cuenta dedeterminados fenómenos del mundooccidental, puede servir paradesentrañar costumbres desconcertantesde otros lugares, como por ejemplo laingestión de queroseno por parte de losexpertos en kung-fu de Indonesia.Asimismo, desviaremos nuestra atenciónhacia el pasado para aplicar nuestrahipótesis a la extraña costumbre de losenemas rituales de la civilización maya.

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Comenzaré por explicar cómo llegué aconcebir esta teoría. Cierto día mesorprendí reflexionando en cómo eraposible que las empresas que fabricansustancias químicas tóxicas para elconsumo humano anuncienexplícitamente en qué consisten susproductos. Una práctica comercial deese tipo debería ser el camino másseguro para la quiebra. Y sin embargo,en tanto que hacer publicidad de lacocaína nos parece inaceptable, losanuncios del tabaco y el alcohol son tancomunes que han dejado de resultarnoschocantes. Yo solo me detuve a pensaren lo insólito del hecho después de vivir

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durante varios meses en la selva deNueva Guinea, en compañía de lastribus cazadoras que allí habitan y muylejos de cualquier tipo de publicidad.

Día tras día, mis amigos de NuevaGuinea me interrogaban sobre lascostumbres occidentales, y susreacciones de asombro ante misexplicaciones me hicieron advertir cuánabsurdas eran muchas de nuestrascostumbres. Después, varios meses detrabajo de campo concluyeron con unade esas bruscas transicionesposibilitadas por los sistemas detransporte modernos. El día 25 de juniotodavía estaba en la selva observando aun ave del paraíso macho de colores

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brillantes que volaba torpemente sobreun claro, arrastrando a su zaga la cola deun metro de larga. El 26 de junio meencontraba a bordo de un reactor Boeing747, leyendo revistas y poniéndome aldía sobre las últimas maravillas de lacivilización occidental.

Hojeé la primera revista, que seabrió en una página donde se veía lafoto de un tipo de aspecto duropersiguiendo a caballo a un rebaño devacas, y debajo, en grandes letras, elnombre de una marca de cigarrillos. Elestadounidense que hay en mícomprendía el significado de aquellafoto, pero otra parte de mí seguía en laselva, viendo la foto con una mirada

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ingenua. Tal vez mi reacción no parezcatan extraña al lector si este se pone en lasituación de alguien que no conoce lasociedad occidental y ve por primeravez ese anuncio; en esa tesitura, el lectorsin duda se preguntaría con asombro quérelación hay entre perseguir a un rebañoy fumar (o no fumar) cigarrillos.

La parte ingenua de mi personalidad,recién salida de la selva, pensó: «¡Quéestupendo anuncio antitabaco!». Es portodos sabido que fumar perjudica lacapacidad para practicar deportes yprovoca cáncer y muertes prematuras.Puesto que el vaquero es uno de lossímbolos del hombre atlético yadmirable, ese anuncio debía de ser un

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sugestivo elemento de una campañaorganizada por los grupos contrarios altabaco, con el que pretendían decir quequien fumara esa marca concreta decigarrillos no podría ser un buenvaquero. ¡Qué gran acierto lanzar unmensaje así a la juventud!

Sin embargo, al momento comprendíque ese anuncio estaba patrocinado porla empresa que fabricaba esa marca decigarrillos con objeto de que loslectores extrajeran precisamente laconclusión contraria. ¿Cómo habríanpermitido que el departamento depublicidad cometiera un error de cálculode tamaño calibre? Sin duda, el anunciodisuadiría de comenzar a fumar a

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cualquier persona preocupada por sufuerza física o su imagen.

Aún medio inmerso en la selva, paséla página de la revista: ante mi vistaapareció la foto de una botella dewhisky colocada sobre una mesa y unhombre que presumiblemente bebía untrago del contenido de la botella; junto aél, una joven obviamente fértil lecontemplaba admirada, como a punto derendírsele. ¿Cómo es posible?, mepregunté extrañado. Todos sabemos queel alcohol entorpece las funcionessexuales, propicia la impotenciamasculina, provoca la pérdida delequilibrio, ofusca el entendimiento ypredispone a la cirrosis y a otras

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afecciones debilitantes. En lasinmortales palabras que Shakespearepuso en boca del portero de Macheth:«El alcohol provoca el deseo, peroimpide su ejecución». Un hombreaquejado por tantos problemas deberíaesforzarse por ocultarlos ante la mujer ala que pretende seducir. ¿Por qué elhombre de la fotografía alardea de susdeficiencias? ¿Acaso los fabricantes dewhisky confían en que la foto de eseindividuo deteriorado impulse las ventasde su producto? Más bien cabría esperarque la patrocinadora de un anuncio detal índole fuera la Asociación deMadres contra la Conducción en EstadoEbrio, y que las empresas vendedoras

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de whisky intentaran evitar supublicación querellándose pordifamación.

Página tras página, los anuncioshacían ostentación del consumo detabaco y alcohol de alta graduación einsinuaban sus posibles beneficios.Había incluso fotos de jóvenes fumandoen presencia de atractivas representantesdel sexo opuesto, como dando aentender que fumar también mejorabalas oportunidades sexuales. Sinembargo, cualquier persona que no fumey que haya besado (o intentado besar) aun fumador sabe que la halitosisproducida por el tabaco reduce elatractivo sexual. Paradójicamente, los

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anuncios apuntaban a que el tabaco nosolo reporta beneficios sexuales, sinotambién amistades platónicas,oportunidades de negocios, vigor, saludy felicidad, cuando la conclusión directaque podía extraerse de ese tipo depublicidad era la contraria.

A medida que transcurría el día, miyo occidental volvió a predominar en míy poco a poco dejaron de llamarme laatención esos anuncios de efectosaparentemente desastrosos. Meconcentré en el análisis de mis datos decampo y comencé a preocuparme poruna paradoja muy distinta, relativa a laevolución de las aves. Sin embargo, fueesta última paradoja la que finalmente

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me llevó a comprender la lógicasubyacente en los anuncios decigarrillos y whisky.

La paradoja que acaparó mi atención erapor qué esa ave del paraíso que habíaestado observando el 25 de junio habríaevolucionado hasta desarrollar algo tanincómodo como una cola de un metro delarga. Otros machos de esa especiedesarrollan rasgos igualmenteengorrosos, como plumas que les tapanlos ojos, colores brillantes y gritosfuertes con los que corren el riesgo deatraer a los halcones, así como el hábitode colgarse boca abajo. Todos estosrasgos entorpecen la supervivencia del

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macho y, sin embargo, también sirvencomo reclamos con los que seducir a lashembras. Al igual que tantos otrosbiólogos, me descubrí reflexionandosobre los motivos de que los machosdesarrollen esos molestos rasgos amodo de atractivos sexuales y de que lashembras realmente los encuentrenatractivos.

En ese punto de mi reflexión recordéun brillante artículo publicado en 1975por el biólogo israelí Amótz Zahavi. Enél proponía una nueva teoría general,que todavía es objeto de un animadodebate entre los biólogos, sobre el papelque desempeñan las señales onerosas oautodestructivas en la conducta animal.

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Por ejemplo, Zahavi intentaba explicarcómo los rasgos que perjudican a losmachos atraen a las hembrasprecisamente por su carácter oneroso.Comprendí que la hipótesis de Zahavipodía aplicarse a las aves del paraísoque estaba estudiando y, de pronto, seme hizo la luz y, emocionado, pensé quetal vez también sirviera para explicar laparadoja que plantea el consumo desustancias tóxicas por parte de loshumanos, así como la manera depresentarlo en la publicidad.

La teoría propuesta por Zahaviversaba sobre la comunicación animalen general. Todos los animales precisaninventar señales que puedan

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comprenderse fácilmente y emitirse conceleridad para transmitir mensajes acompañeros, compañeros en potencia,crías, padres, rivales y posiblesdepredadores. Ilustraremos este puntocon el caso de una gacela que advierteque un león la persigue; a esa gacela leinteresaría poder transmitir una señalque el león pudiese interpretar como:«Soy la más rápida de las gacelas.Nunca conseguirás atraparme, es mejorque te ahorres el tiempo y el esfuerzo».Aun cuando la gacela realmente seacapaz de correr más deprisa que el león,una señal que disuada al león de suempeño también le servirá a ella paraahorrarse tiempo y esfuerzos.

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Ahora bien, ¿qué señal interpretaráel león como un signo inequívoco de quesu empeño es imposible? La gacelapodría hacer una demostración dehabilidad corriendo 100 metros a todavelocidad cada vez que viera a un león.Otra posibilidad es que las gacelasconvinieran en una señal arbitrariacomprensible para los leones; porejemplo, arañar el suelo con la pezuñaizquierda trasera podría significar: «¡Teaseguro que soy muy rápida!». Sinembargo, una señal puramente arbitrariainvitaría al engaño, ya que cualquiergacela, por muy lenta que fuera, podríarecurrir a ella; de tal modo, los leonesadvertirían que muchas gacelas estaban

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mintiendo al emitir la señal yaprenderían a ignorarla. Así pues, el quela señal sea verosímil interesa por iguala las gacelas y a los leones. ¿Qué tipode señal podría convencer al león deque las gacelas están jugando limpio?

El mismo dilema se plantea conrespecto a la selección de la parejasexual, cuestión que hemos examinadoen capítulos previos. En este caso, elproblema es particularmente arduo paralas hembras, ya que son ellas las querealizan una inversión mayor en lareproducción, las que más arriesgan y,por tanto, las que deben ser másexigentes. Idealmente, la hembra deberíaseleccionar al macho en función de la

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calidad de los genes que transmitirá a sudescendencia. Puesto que la calidad delmaterial genético es difícil de evaluar,las hembras deben recurrir a otrosindicadores efectivos y los machos biendotados deben tener la capacidad demostrar sus dotes de algún modo. En lapráctica, son rasgos como el plumaje,los cantos y las exhibiciones los quefuncionan a modo de indicadores. ¿Porqué los machos «deciden» anunciarsecon esas señales concretas? ¿Por qué lashembras confían en la sinceridad delmacho y encuentran atractivos esossignos? Y, finalmente, ¿por qué sonseñales indicativas de la buena calidadde los genes?

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Hasta aquí, el problema se hadescrito dando por supuesto que lasgacelas y los machos que cortejan a unahembra pueden elegir una señalindicadora de entre una multiplicidad dealternativas, y asumiendo que el león ola hembra reflexionan para decidir siesa señal realmente pone de manifiestola velocidad o la calidad de los genes.En la práctica, sin embargo, esas«decisiones» son el resultado de laevolución y están programadasgenéticamente. Aquellas hembras queseleccionan a los machos basándose enseñales que realmente denotan un buenmaterial genético, y aquellos machosque emplean señales inequívocas de la

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calidad de sus genes, son los que tiendena dejar mayor descendencia; lo mismopuede decirse de los leones y lasgacelas que consiguen evitar laspersecuciones inútiles.

Muchas de las señales deostentación desarrolladas por losanimales resultan plantear la mismaparadoja que los anuncios de tabaco,pues en lugar de revelar cualidadespositivas, constituyen defectos,derroches de energía y fuentes de riesgo.Así, por ejemplo, ante la aproximaciónde un león, la gacela no se da a la fuga atoda velocidad, como parecería lógico,sino que emprende una lenta carreradando saltos con las patas rígidas.

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¿Cómo es que la gacela se permite estaexhibición autodestructiva,desperdiciando tiempo y energía ydándole al león la oportunidad deatraparla? Pensemos también en losmachos de numerosas especies quedesarrollan engorrosos ornamentos queles entorpecen los movimientos, talescomo la cola del pavo real o las plumasdel ave del paraíso; o en los machos demuchas otras especies que atraen a lashembras con su brillante colorido, sussonoros cánticos o mediante susostentosas exhibiciones, con las que seexponen a llamar la atención de losdepredadores. ¿Por qué los machosanuncian sus defectos de ese modo y las

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hembras se sienten atraídas ante esasdemostraciones? Estas paradojasconstituyen un importante misterio queaún espera ser resuelto por lasinvestigaciones sobre la conducta de losanimales.

La teoría de Zahavi atacafrontalmente esta paradoja, planteandoque ese tipo de ornatos y conductasperjudiciales son indicadores válidos deque el animal es sincero al proclamar susuperioridad, precisamente porque lesitúan en una posición de desventaja.Una señal que no entrañe ningún costepara el emisor se presta al engaño,puesto que cualquier animal, por torpe olento que sea, puede permitirse

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transmitirla. Solo las señales que llevanaparejados un coste o un perjuicio songarantía de sinceridad. Por ejemplo,dedicarse a dar saltos al veraproximarse a un león equivaldría a unacondena a muerte en el caso de unagacela lenta, pero es una demostraciónde habilidad en una gacela rápida, quede ese modo alardea ante el leóndiciéndole: «Soy tan rápida que meescaparé de ti aun después deconcederte esta ventaja». Enconsecuencia, el león sabe que tienefundamentos para creer en la señal, ytanto el león como la gacela sebenefician al no desperdiciar tiempo nienergía en una persecución inútil.

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Del mismo modo, la teoría deZahavi puede aplicarse al caso de losmachos que se exhiben ante las hembras,pues todo macho que haya conseguidosobrevivir a pesar del lastre que suponetener una cola enorme o un trinarestridente debe de tener un materialgenético muy bueno en otros aspectos.Ese impedimento físico le vale parademostrar su especial habilidad paraescapar de los depredadores, encontraralimentos y resistir a las enfermedades.Cuanto mayor sea el impedimento, másdura será la prueba que ha superado. Lahembra que elige a un macho de ese tipopuede compararse a la damisela de laEdad Media que elegía a su caballero

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después de ver cómo sus pretendientesse enfrentaban a un dragón; si uncaballero manco era capaz de derrotar aun león, la dama sabía que habíaencontrado a un hombre superior. Y esecaballero, al alardear de su defecto,estaba demostrando su superioridad.

En mi opinión, la teoría de Zahavi esaplicable a numerosos comportamientoshumanos que entrañan un peligro o uncoste y que se orientan a la adquisiciónde estatus, en general, o a lograrbeneficios sexuales, en concreto. Porejemplo, los hombres que cortejan a lasmujeres cubriéndolas de regalos caros ycon parejas demostraciones de riquezaestán diciendo: «Tengo una fortuna con

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la que te mantendré a ti y a tus hijos;puedes darme crédito, ya ves cómoderrocho sin siquiera pestañear». Laspersonas que alardean de sus joyas,obras de arte o coches deportivos,adquieren estatus porque esas señales nopueden falsearse, ya que todo el mundoconoce sus astronómicos precios. Losindios americanos de la costa noroestedel Pacífico tenían la costumbre deelevar su estatus mediante ceremoniasrituales denominadas «potlatch» en lasque despilfarraban sus riquezas. En lostiempos anteriores a la medicinamoderna, hacerse un tatuaje no solo eradoloroso, sino también arriesgado, yaque entrañaba el riesgo de contraer una

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infección; así pues, las personas que seexponían a tatuarse estaban demostrandodos cualidades: la resistencia a laenfermedad y la tolerancia al dolor. Enlas islas Malekula del Pacífico existeuna tradición arriesgadísima, que hoydía es emulada por los deportistasdedicados al puenting: los isleñoshacen alarde de su hombríaconstruyendo una torre de gran alturadesde la que saltan de cabeza despuésde haberse atado los tobillos concuerdas de sarmientos afianzadas en lacúspide de la torre. La longitud de lacuerda se calcula de modo que detengala caída del fanfarrón cuando su cabezaestá a escasísima distancia del suelo. El

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hombre que sobrevive a tal pruebademuestra que es valiente, buenconstructor y buen calculador.

La teoría de Zahavi puede,asimismo, ampliarse para dar cuenta delconsumo excesivo de sustanciasquímicas. La adolescencia y la primerajuventud, edades en las que sueleadquirirse el hábito de consumir drogas,son etapas de la vida en las que sededican muchas energías a reafirmar lapropia posición social. Mi hipótesis esque compartimos con los animales uninstinto que nos lleva a realizarexhibiciones arriesgadas. Hace diez milaños, los humanos se «exhibían»enfrentándose a un león o al enemigo de

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la tribu. Hoy día recurrimos a otrosmétodos, tales como conducir a todavelocidad o consumir drogas peligrosas.

Las demostraciones de antaño y lasde ahora transmiten, no obstante, unmismo mensaje: «Soy el más fuerte y elmejor. Aunque solo consuma drogas unpar de veces, tengo que ser lo bastantefuerte para soportar la sensacióncalcinante y asfixiante que produce laprimera calada a un cigarrillo, o parasuperar la primera y terrible resaca. Siconsumo drogas habitualmente y sigovivo y saludable, eso debe de significarque soy el mejor (o al menos así locreo)». Es un mensaje dirigido anuestros rivales, a nuestros iguales, a

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nuestros posibles compañeros… y anosotros mismos. Aunque el beso de unfumador tenga un sabor desagradable, ypese a que el bebedor sea impotente enla cama, él o ella confían en impresionara sus rivales y atraer a sus conquistascon el mensaje implícito desuperioridad.

Por desgracia, ese mensaje es falso,pese a que funcione en el caso de lasaves. Como tantos instintos animalescompartidos por el ser humano, este seha convertido en una mala adaptación enla sociedad moderna. El hecho demantenerse en pie después de trasegaruna botella de whisky puede indicar quese tiene un hígado fuerte, pero no

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implica superioridad alguna en otrosaspectos. Análogamente, quien no hayacontraído cáncer de pulmón después devarios años de fumar dos paquetes detabaco al día puede pensar que está biendotado genéticamente contra esaenfermedad, pero esa dotación genéticano tiene relación alguna con lainteligencia, la habilidad para losnegocios ni la capacidad de hacerfelices a la esposa y a los hijos.

Es cierto que los animales conbreves períodos de vida y deapareamiento precisan desarrollarseñales indicadoras que actúen conrapidez, puesto que los compañerospotenciales no tienen tiempo suficiente

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para evaluar en profundidad suscualidades. Ahora bien, los humanosdisponemos de una vida larga que nospermite entablar relaciones amorosas ylaborales duraderas y dedicar tiempo aevaluar la capacidad de nuestroscompañeros, y por ello no necesitamosbasarnos en indicadores superficiales yequívocos. La drogadicción es elclásico ejemplo de un instinto que enotro tiempo fue útil —como señal de lasituación de desventaja de su poseedor— y que se ha vuelto perjudicial. Es aese antiguo instinto al que apelan losfabricantes de cigarrillos y whisky consus ingeniosos y obscenos anuncios. Sise legalizara el consumo de cocaína, los

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magnates de la droga no tardarían enpatrocinar anuncios que apelaran a esemismo instinto. No es difícil imaginarcómo sería un anuncio de ese tipo: elvaquero a caballo, o el hombreencantador junto a la atractiva doncella,y encima un paquete de polvo blancoagradablemente presentado.

A continuación pondremos a prueba estateoría saltando de la sociedadoccidental industrializada a otras partesdel mundo. La drogadicción no seoriginó a partir de la revoluciónindustrial. El tabaco es originario deAmérica, donde lo cultivaban los indios;las bebidas alcohólicas autóctonas están

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generalizadas en todo el planeta,mientras que la cocaína y el opiollegaron a Occidente desde otrassociedades. El código jurídico de mayorantigüedad que se ha conservado, el delrey babilonio Hammurabi (1792-1750 a. C.), ya incluía unasección que regulaba el funcionamientode los locales donde se servían bebidasalcohólicas. Así pues, la teoría aquípropuesta debe de ser aplicable a otrassociedades, si es que es válida. Conobjeto de ilustrar su potencialexplicativo en estudios interculturales sehará referencia a una costumbre que talvez el lector desconozca: la ingestión dequeroseno por parte de los expertos en

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kung-fu.Personalmente, tuve noticia de esa

costumbre mientras trabajaba enIndonesia con Ardy Irwanto, un jovenbiólogo y una persona maravillosa.Entre Ardy y yo se desarrolló unarelación cálida y de admiración, por loque nos preocupábamos de nuestromutuo bienestar. En cierta ocasión enque nos adentrábamos en una zonaconflictiva del país y yo expresé lapreocupación de que pudiéramostoparnos con gentes peligrosas, Ardy metranquilizó con estas palabras: «No tepreocupes, Jared. Tengo el nivel ocho dekung-fu». Me explicó que practicaba esaarte marcial oriental y que había

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alcanzado un grado de dominioavanzado que le permitía derrotar aocho rivales a la vez.

A modo de demostración, Ardy memostró una cicatriz que le recorría laespalda, el recuerdo de una lucha conocho rufianes. Uno de ellos le habíaatacado con una navaja, pero Ardy selas arregló para romperles los brazos ados, el cráneo a un tercero, y conseguirque los demás se dieran a la fuga. Asípues, me aseguró que no tenía nada quetemer en su compañía.

Una noche, Ardy se dirigió, vaso enmano, hacia el lugar del campamentodonde guardábamos los bidones: uno

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azul para el agua y otro rojo para elqueroseno que alimentaba nuestralamparilla de gas. Entonces vi conhorror cómo Ardy llenaba el vaso en elbidón rojo y se lo llevaba a los labios.Me vino a la memoria el terriblemomento en que, durante una expediciónde montañismo, eché un trago dequeroseno por error y me pasé el restode la noche vomitando. Quise detener aArdy con un grito, pero él alzó la mano yme dijo tranquilamente: «No tepreocupes, Jared, tengo el nivel ocho de kung-fu».

Ardy me explicó que el kung-fu ledotaba de una fuerza especial, y que losmaestros de kung-fu ponen a prueba su

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resistencia bebiéndose un vaso dequeroseno una vez al mes. Esacostumbre haría enfermar a una personamás débil; por ejemplo, a mí no debía nicruzárseme por la cabeza la idea deponerme a prueba de ese modo. Pero aArdy no le hacía ningún daño gracias al kung-fu. Esa noche se retirótranquilamente a su tienda con el vasode queroseno y a la mañana siguiente selevantó tan feliz y saludable comosiempre.

No obstante, me niego a creer que elqueroseno no hiciera daño a Ardy.¡Ojalá hubiera empleado otro métodomenos perjudicial para ponerperiódicamente a prueba su preparación!

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Ahora bien, para él y los demáspracticantes de kung-fu, beber querosenoservía para demostrar su fortaleza y sumaestría, ya que solo una persona muyrobusta es capaz de superar una pruebade tal índole. Así pues, la ingestión dequeroseno ilustra la teoría que explica elconsumo de drogas como un modo dedemostrar la superioridad situándose enuna posición de desventaja, aunque seaun ejemplo tan revulsivo para el comúnde los mortales como fumar y beberalcohol lo eran para Ardy.

Concluiremos con un último ejemplogeneralizando esta teoría para aplicarlaal pasado; en concreto, a la civilización

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de los indios mayas, que floreció enAmérica Central hace unos mil o dos milaños. La capacidad de los mayas paracrear una sociedad avanzada en elmedio hostil de la selva tropicalsiempre ha fascinado a los arqueólogos.Hoy día se han llegado a comprender encierta medida muchos logros de lacivilización maya, como el calendario,la escritura, los conocimientosastronómicos y las prácticas agrícolas.Sin embargo, uno de los hallazgos máscomunes de los yacimientos mayasmantuvo en jaque a los arqueólogosdurante mucho tiempo.

Se trata de unos tubos finos defunción desconocida, cuya utilidad al fin

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se descubrió al encontrar unas vasijaspintadas con escenas en las que semostraba cómo esos tubos se empleabanpara administrar enemas intoxicantes.Las vasijas muestran a un personaje atodas luces de alta posición, unsacerdote o un príncipe, a quien se leestá administrando un enema enpresencia de otras personas. El tubo estáconectado a una bolsa que contiene unlíquido espumoso semejante a lacerveza; de las ceremonias celebradaspor otros grupos de indios cabe deducirque ese líquido contenía alcohol osustancias alucinógenas, o era unamezcla de ambos. Muchas tribus indiasde América Central y del Sur celebraban

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ceremonias similares en los tiempos desu primer contacto con los exploradoreseuropeos, y algunas han conservado lacostumbre hasta nuestros días. Entre lassustancias administradas de tal modo seincluyen el alcohol (fabricado mediantela fermentación de savia de pita o de unacorteza de árbol), el tabaco, el peyote,determinados derivados del LSD yalucinógenos extraídos de hongos. Elenema ritual cumple una función similaral consumo oral de sustanciasintoxicantes practicado en la actualidad,pero hay cuatro motivos que loconvierten en un indicador más efectivoy válido de la fortaleza de una persona.

En primer lugar, beber puede ser un

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vicio solitario que, en tal caso, no sirvecomo signo de estatus. Sin embargo,administrarse un enema sin ayuda es muycomplicado y, por tanto, esta prácticafavorece la asociación con otraspersonas y crea la ocasión para ellucimiento. En segundo lugar, los efectosintoxicantes del alcohol se potencian aladministrarse con un enema, puesto queel alcohol va directamente al intestino ya la sangre, sin mezclarse previamentecon alimentos en el estómago; así pues,el enema exige una resistencia mayor. Entercer lugar, las drogas ingeridas por víaoral pasan del intestino delgado alhígado, donde muchas pierden sutoxicidad antes de llegar al cerebro y a

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otros órganos sensibles. Sin embargo,las drogas administradas con un enemason absorbidas directamente por el rectosin pasar por el hígado. Por último, lasnáuseas pueden limitar la ingestión delíquidos, pero no la administración deun enema. En consecuencia, el enemademuestra ser un método demostrativode superioridad más convincente que laingestión de whisky. Es una idea de laque tal vez podrían sacar provecho lasempresas publicitarias que esténbuscando clientes entre las grandesdestilerías.

Para concluir, daremos marcha atrás conobjeto de resumir la teoría sobre la

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drogadicción propuesta en este capítulo.Aunque las prácticas autodestructivasbasadas en el consumo de sustanciasquímicas tal vez sean privativas de loshumanos, encajan en un modelo deconductas animales comunes y, enconsecuencia, es posible encontrarinnumerables precedentes entre losanimales que las preconizan. Todos losanimales se han visto en la necesidad dedesarrollar señales con las quecomunicarse mensajes con eficacia yceleridad. Ahora bien, esas señales sehabrían prestado al engaño si hubieransido susceptibles de ser adquiridas oaprendidas por cualquier individuo;para ser válida y verosímil, una señal

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debe garantizar la sinceridad del animalque la emite implicando un coste, unriesgo o un problema que solo unindividuo superior es capaz de afrontar.A esta luz se tornan comprensiblesmuchas señales emitidas por losanimales que a primera vista parecencontraproducentes, como por ejemplolos saltos con patas rígidas de lasgacelas o los engorrosos adornosanatómicos y las arriesgadasexhibiciones de los machos que cortejana las hembras.

En mi opinión, esta perspectivacontribuye a explicar la aparición nosolo del arte, sino también de ladrogadicción. Ambos factores son

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rasgos distintivos de la humanidadpresentes en casi todas las sociedadeshumanas, y ambos requieren serexplicados, puesto que en una primeraaproximación no es fácil discernir cómocontribuyen a la supervivencia de laespecie a través del proceso deselección natural o cómo nos ayudan aencontrar pareja mediante losmecanismos de la selección sexual.Anteriormente se ha argumentado que,en muchas ocasiones, el arte actúa comoun indicador válido de la superioridadpersonal o social de un individuo,puesto que requiere habilidad para sercreado y estatus o riqueza para seradquirido. Ahora bien, aquellos

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individuos a quienes sus congéneresatribuyen un rango superior poseenmayores facilidades de acceso a losbeneficios materiales y sexuales. A estaargumentación ha de añadirse que loshumanos no solo recurren al arte paraadquirir estatus, sino también a otrasexhibiciones onerosas y, en algunoscasos (saltar de cabeza desde altastorres, conducir a toda velocidad ointoxicarse con sustancias químicas),increíblemente arriesgadas. Lasexhibiciones onerosas son un modo dealardear del estatus y la riqueza, en tantoque las peligrosas sirven para demostrarla superioridad del individuo capaz deenfrentarse al peligro.

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No es mi intención argumentar queesta perspectiva explica el arte o ladrogadicción en todos sus aspectos.Como ya se ha dicho antes en relación alarte, hay conductas complejas queadquieren una vida propia y llegan asepararse de su propósito original (si esque servían a un único propósito), yotras que desempeñan múltiplesfunciones desde sus orígenes. Así comoen la actualidad el arte no es un simplemétodo de alarde, sino que muchasveces responde a una mera motivaciónlúdica, el abuso de las sustanciasquímicas tampoco es únicamente unmétodo de demostrar la superioridad;sino que sirve para desinhibirse, ahogar

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las penas o simplemente disfrutar de unbuen trago.

Tampoco pretendo negar, ni siquieradesde una perspectiva evolutiva, lasdiferencias básicas entre el abuso desustancias químicas practicado por loshumanos y sus precedentes animales.Los saltos de las gacelas, las largascolas de las aves y todos losprecedentes animales aquí descritosimplican costes, pero a la vez soncomportamientos que persisten porquelos beneficios que producen superan asus costes. Una gacela que se dedica asaltar pierde tiempo para escapar delleón, pero el objetivo, que no es otroque evitar la persecución, merece la

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pena. Las largas colas de algunas avesmacho les dificultan la búsqueda decomida y la huida ante losdepredadores, si bien esas desventajaspara la supervivencia impuestas por laselección natural quedan sobradamentecompensadas por las ventajas sexualesganadas mediante la selección sexual. Elresultado neto es fomentar la transmisiónde los genes aumentando ladescendencia del individuo. Así pues,estos rasgos de los animales, que enapariencia son autodestructivos, resultanser ventajosos.

Ahora bien, en el caso del consumoexcesivo de sustancias químicas, loscostes superan a los beneficios. Los

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drogadictos y los alcohólicos no soloacortan su vida, sino que pierdenmuchos atractivos ante su posiblepareja, así como la capacidad de criar asus hijos. Estos rasgos no perduranporque sus ventajas ocultas superen asus costes, sino básicamente porqueconstituyen una adicción. Son, enconjunto, comportamientosautodestructivos que no reportanventajas. Una gacela se expone acometer un error de cálculo y dedicardemasiado tiempo a exhibirse saltandoante un león, pero la adicción a laexcitación que le produce saltar nunca lalleva a un acto suicida. En este aspecto,el abuso de las sustancias químicas es

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un rasgo autodestructivo que se alejó desus precedentes animales paraconvertirse en un rasgo distintivo yprivativo de la humanidad.

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12Solos en un universo

superpoblado

La próxima vez que el lector seencuentre al aire libre una nocheestrellada, lejos de las luces urbanas, lesugiero que alce la vista al cielo y seasombre ante las miríadas de estrellasque allí brillan. Si luego observa la VíaLáctea a través de unos prismáticos,advertirá cuántas estrellas estabanocultas a su vista, y si más adelanteobserva una foto de la nebulosaAndrómeda captada a través de un

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telescopio de alta potencia,comprenderá que hay muchas másestrellas de las que pueden observarsecon unos simples prismáticos.

Una vez que el lector haya asimiladola trascendencia de estos datos podrápreguntarse: ¿cómo es posible que loshumanos estemos solos en el universo?¿Cuántas civilizaciones de seresinteligentes como nosotros puede haberallí arriba, devolviéndonos la mirada?¿Cuánto tiempo ha de transcurrir paraque podamos comunicarnos con ellos,visitarles o recibir su visita?

En nuestro planeta, los humanosconstituimos, a todas luces, una especieúnica, pues ninguna otra especie ha

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desarrollado el lenguaje, el arte ni laagricultura hasta un grado decomplejidad remotamente equiparable alde nuestros logros. Tampoco existeninguna especie en la que se dé laadicción a las drogas. Sin embargo, enlos cuatro últimos capítulos hemos vistoque todas estas característicasdistintivas de la humanidad poseenprecedentes, e incluso precursores, entrelos animales. Abundando en el mismopunto, hay que tener en cuenta que lainteligencia humana surgió directamentede la inteligencia de los chimpancés, lacual es notable en comparación con lade otros animales, aunque sea muyinferior a la humana. ¿Acaso no es

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probable que algunas especies de otrosplanetas hayan desarrollado esoselementos precursores hasta un estadiosemejante al del arte, la inteligencia y ellenguaje humanos?

Por desgracia, la mayoría de losrasgos que distinguen a la humanidadcarecen de efectos detectables adistancias medibles en años luz. Sin laayuda de otros métodos nunca nos seríadado descubrir si en los planetas quegiran en torno a las estrellas máspróximas a la nuestra hay criaturas quedisfrutan del arte o son adictos a lasdrogas. No obstante, y por fortuna,desde nuestro planeta sí es posibledetectar signos indicativos de la vida

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extraterrestre inteligente: las sondasespaciales y las señales de radio. Dadoque los humanos estamos en camino dedominar la técnica necesaria para enviarambos tipos de señales, es posible queotros seres inteligentes también hayanllegado al mismo grado de desarrollo.¿Dónde están, entonces, los esperadosplatillos volantes?

A mi entender, esta cuestiónconstituye una de las incógnitas másespinosas a las que tiene que enfrentarsela ciencia. Puesto que existen miles demillones de estrellas, y dadas lascapacidades que ha desarrollado nuestrapropia especie, sería lógico que en laactualidad pudiéramos detectar la

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presencia de platillos volantes o, cuandomenos, de señales de radio. Dado que laexistencia de miles de millones deestrellas es incuestionable, ¿quécaracterística de la especie humanapuede dar cuenta de la inexistencia deplatillos volantes? ¿Seremos realmenteuna especie única no solo en la Tierra,sino en el universo? En este capítulo seargumentará que la singularidad de laespecie humana puede empezar aentenderse bajo una nueva perspectiva sinos basamos en el estudio riguroso deotros seres de nuestro planeta tansingulares como nosotros.

Estas preguntas han intrigado a la

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humanidad desde antiguo. Hacia el año400 a. C., el filósofo Metrodoroescribía: «Considerar que la Tierra es elúnico mundo poblado del espacioinfinito es tan absurdo como afirmar queen un campo sembrado con mijo solobrotará una semilla». Sin embargo, huboque esperar hasta 1960 para que loscientíficos realizaran el primer intentoserio de dar respuesta a esteinterrogante, poniéndose a la escucha(sin resultados) de posiblestransmisiones de radio emitidas desdedos estrellas cercanas. En 1974, losastrónomos del radiotelescopio gigantede Arecibo intentaron establecer undiálogo interestelar y para ello

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emitieron una poderosa señal de radioen dirección al grupo de estrellas MI3,de la constelación de Hércules. La señalinformaba a los habitantes de Hérculessobre cómo eran los terrícolas, de lapoblación de la Tierra y de la posiciónque ocupa nuestro planeta en el sistemasolar. Dos años después, la búsqueda devida extraterrestre fue el motor impulsorde las misiones «Viking» dirigidas aMarte, cuyos costes, alrededor de milmillones de dólares, superaron todo elpresupuesto que la Fundación Nacionalpara la Ciencia ha dedicado desde sufundación a clasificar la vida conocidade nuestro planeta. En los últimostiempos, el gobierno estadounidense ha

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decidido invertir cien millones dedólares en un proyecto orientado adetectar posibles señales de radioemitidas por seres inteligentes desdefuera del sistema solar. Asimismo,varias naves espaciales se dirigen haciael exterior del sistema solar cargadascon grabaciones sonoras y archivosfotográficos sobre nuestra civilización,con los que se pretende informar denuestra existencia a los seresextraterrestres que lleguen adescubrirlas.

No es de sorprender que tanto losprofanos como los biólogos considerenque detectar vida extraterrestre sería eldescubrimiento científico más

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interesante de toda la historia. Pensemossimplemente en cómo cambiaría laimagen que tenemos de nosotros mismossi descubriéramos que en el universohay otros seres inteligentes que hancreado sociedades y lenguajescomplejos, que poseen tradicionesculturales y son capaces de comunicarsecon nosotros. La mayoría de laspersonas que creemos en la otra vida yen la existencia de una deidad queestablece distinciones éticas,convenimos en que esa vida posterior ala muerte les será dada a los humanos,pero no a los escarabajos, ni siquiera alos chimpancés. Los creacionistaspiensan que nuestra especie tuvo un

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origen independiente merced a un actocreador de la divinidad. Supongamos,sin embargo, que en otro planeta sedescubre una sociedad formada porseres con siete patas, más inteligentes yéticos que los humanos y capaces decomunicarse con nosotros, pero conreceptores y transmisores de radio enlugar de ojos y boca. ¿Pensaríamos queesas criaturas (y no los chimpancés)compartirán con nosotros la vidadespués de la vida y que también fueroncreadas por la mano de Dios?

Muchos científicos han intentadocalcular las probabilidades de queexista vida inteligente en el espacio.Esos cálculos han originado un nuevo

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campo científico denominadoexobiología, la única área de la cienciacon un objeto de estudio cuya existenciaaún está por demostrar. A continuaciónexaminaremos las cifras que animan alos exobiólogos a creer en la existenciade su objeto de estudio.

Los exobiólogos calculan el númerode civilizaciones técnicamenteavanzadas del universo mediante unaecuación conocida como la fórmula delGreen Bank, en la que se multiplica unacadena de estimaciones. Algunas de lascifras estimadas poseen un ampliomargen de confianza. Puesto que haymiles de millones de galaxias, cada unade ellas con miles de millones de

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estrellas, los astrónomos estiman quemuchas estrellas probablemente poseenuno o más planetas, y que en muchos deesos planetas puede haber un entornoadecuado para que se desarrolle la vida.A su vez, los biólogos concluyen que,dadas unas condiciones adecuadas parael desarrollo de la vida, es probable quela vida llegue a desarrollarse en algúnmomento. Multiplicando esasprobabilidades o cifras, se extrae laconclusión de que es muy probable queexistan millones y millones de planetashabitados por seres vivos.

El siguiente paso es estimar elporcentaje de planetas habitados dondehay seres inteligentes con civilizaciones

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técnicamente avanzadas, a las quedefiniremos operacionalmente comocivilizaciones con capacidad para lacomunicación interestelar por radio.(Definición menos exigente que labasada en la posesión de platillosvolantes, puesto que nuestros propiosavances técnicos indican que lacomunicación interestelar por radio esun paso previo a las sondasinterestelares). Dos factores indican queese porcentaje puede ser muy elevado.En primer lugar, el hecho de que en elúnico planeta donde se sabe con certezaque se desarrolló la vida —es decir, enel nuestro— ha llegado a existir unacivilización técnicamente avanzada.

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Entre nuestros avances cabe destacar ellanzamiento de sondas interplanetarias yel desarrollo de técnicas para mantenerhibernados a los seres vivos, así comopara crear vida a partir del ADN; todasestas técnicas son aplicables a laconservación de la vida que conocemosdurante el largo tiempo necesario pararealizar un viaje interestelar. Dada laceleridad del progreso tecnológico enlas últimas décadas, es previsible quedentro de pocos siglos, si no antes, seaposible enviar al espacio sondasinterestelares tripuladas, puesto quealgunas sondas interplanetarias notripuladas ya han emprendido el viajehacia el exterior del sistema solar.

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Ahora bien, esta primeraargumentación sobre la probabilidad deque muchos seres vivos de otrosplanetas hayan desarrolladocivilizaciones técnicamente avanzadasno es muy convincente. Los graves fallosque la lastran son, en terminologíaestadística, el mínimo tamaño de lamuestra (¿cómo extraer generalizacionesa partir de un solo caso?) y el fuertesesgo en la selección (se haseleccionado precisamente ese casoporque de él surgió nuestra civilizacióntécnicamente desarrollada).

El segundo argumento, mejorfundado que el anterior, es que la vidaen la Tierra se caracteriza por lo que los

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biólogos denominan la evoluciónconvergente. Esto significa que elanálisis de cualquier nicho ecológico oadaptación pone de manifiesto que laevolución ha llevado a numerosasespecies a converger en la explotaciónde ese nicho o en la adquisición de esaadaptación. Un ejemplo obvio es elhecho de que las aves, los murciélagos,los pterodáctilos y los insectosdesarrollasen la capacidad para volarpor caminos evolutivos independientes.Otro caso llamativo es el desarrollo delos ojos, realizado independientementepor muchas especies animales, o el demecanismos con los que electrocutar alas presas. En las últimas dos décadas,

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los bioquímicos han reconocido casosde evolución convergente en el nivelmolecular, como el desarrolloindependiente de tipos similares deenzimas cuya función es descomponerlas proteínas. La evolución convergentees un rasgo común en las áreas de laanatomía, la fisiología, la bioquímica yla conducta, hasta el punto de quecuando los biólogos observan que dosespecies son semejantes en algúnaspecto, empiezan por preguntarse si esasimilitud será el resultado de un pasadocomún o de la convergencia evolutiva.

La aparente ubicuidad de laevolución convergente no tiene por quésorprendernos si pensamos en que

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millones de especies se handesarrollado bajo la influencia de lasmismas fuerzas durante millones deaños; en consecuencia, es lógico quehayan llegado a las mismas solucionesadaptativas en numerosas ocasiones.Sabemos que la convergencia ha sidonotable entre las especies que pueblan laTierra, y por el mismo razonamientocabe esperar que también se hayaproducido entre las especies terrícolas ylas de otros planetas. Así pues, aunquela comunicación por radio sea unfenómeno que solo ha surgido una vez enla historia de la Tierra, la lógica de laevolución convergente hace prever quetambién existe en otros planetas. Tal

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como lo expresa la EnciclopediaBritánica, «cuesta imaginar que la vidase haya desarrollado en otro planeta sinavanzar hacia la inteligencia».

Ahora bien, esta conclusión noslleva a replantearnos la incógnitamencionada anteriormente. Si muchas ola mayoría de las estrellas tienensistemas planetarios en los que hay almenos un planeta que reúne lascondiciones adecuadas para la vida; sila vida tiende a desarrollarse allí dondeexisten las condiciones apropiadas paraello, y si alrededor del 1 por ciento delos planetas poblados por seres vivoshan desarrollado una civilizacióntécnicamente avanzada, hay que concluir

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que en nuestra propia galaxia debe dehaber alrededor de un millón de planetascon civilizaciones avanzadas. Noobstante, considerando que solo algunasdecenas de años luz separan la Tierra devarios centenares de estrellas, algunas(o la mayoría) de las cuales tendránplanetas como el nuestro donde es desuponer que se ha desarrollado la vida,¿dónde están los esperados platillosvolantes? ¿Dónde los seres inteligentesque deberían visitarnos o, al menos,enviarnos señales de radio? La realidades que nos rodea un silencioensordecedor.

Parece inevitable pensar que losastrónomos han errado en sus cálculos.

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Ciertamente, la astronomía se mueve enterreno seguro cuando estima el númerode sistemas planetarios existentes, asícomo la proporción de planetas con unmedio probablemente adecuado para eldesarrollo de la vida. Puesto que todasestas estimaciones son plausibles, elproblema radicará probablemente en lahipótesis basada en la evoluciónconvergente de que una proporciónsignificativa de seres vivos tiende adesarrollar civilizaciones técnicamenteavanzadas. A continuaciónexaminaremos con mayor detalle lasupuesta inevitabilidad de la evoluciónconvergente.

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Un buen ejemplo es el modo de vida delos picos o pájaros carpinteros, cuyosbeneficios materiales son mucho másobvios que los que reportan los avancestécnicos. La explotación del «nicho delos pájaros carpinteros» se basa en elhábito de practicar agujeros en maderaviva con objeto de alimentarse de lasavia y los organismos que allí sealojan, insectos que viven debajo de lacorteza o en túneles excavados en lamadera. De este modo, los pájaroscarpinteros se aseguran una fuente dealimentación a lo largo de todo el año,así como un excelente habitáculo, ya queun agujero perforado en un árbol

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proporciona protección contra el viento,la lluvia, los depredadores y lasfluctuaciones climáticas. Otras especiesde aves recurren a la solución mássimple de anidar en árboles endescomposición, con la notabledesventaja de que los árboles muertosescasean mucho más que los vivos.

Así pues, si consideramos lógicoque las comunicaciones por radio sehayan desarrollado en numerososplanetas como resultado de la evoluciónconvergente, aún sería mucho máslógico esperar que muchas especieshubieran evolucionado para poderexplotar el nicho de los pájaroscarpinteros. Estos han tenido un notable

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éxito adaptativo: constituyen casidoscientas especies, muchas de ellascomunes; tienen dimensiones muyvariadas, pudiendo ser tan pequeñoscomo los reyezuelos y tan grandes comolos cuervos, y han poblado casi todo elmundo, a excepción de algunas remotasislas de difícil acceso.

¿Entraña muchas dificultadesevolucionar para poder explotar elmodo de vida de un pájaro carpintero?Dos consideraciones sugieren que larespuesta es negativa. Los picos noconstituyen, como los mamíferosovíparos, un grupo singular de orígenesantiquísimos y sin parientes próximos.Los ornitólogos coincidieron hace ya

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mucho tiempo en considerarlos parientespróximos de los guiamieles, los tucanesy los barbudos, aves a las que seasemejan en todo, salvo en adaptacionespara perforar la madera. Estas son demuy diversos tipos —aunque ninguna tanextraordinaria como la capacidad deconstruir radios—, pero todas puedenconsiderarse como ampliaciones de lasadaptaciones de otras aves. Lasadaptaciones de los pájaros carpinterosse clasifican en cuatro categorías.

En primer lugar, la categoría másdestacada incluye las adaptacionesorientadas a perforar la madera viva.Entre ellas se cuentan el pico en formade escoplo, las plumas que protegen los

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orificios nasales contra el serrín, ladureza del cráneo, los fuertes músculosde la cabeza y el pescuezo y laarticulación que une la base del pico yla parte frontal del cráneo, que cumplela función de amortiguar los golpes. Losantecedentes de todos estos rasgos seencuentran en otras aves con muchomenor esfuerzo que los posiblesprecedentes de la construcción de radiosentre los chimpancés. Numerosas aves,como los loros, perforan agujeros en lamadera muerta a picotazos o amordiscos. Dentro de la familia de lospicos puede establecerse una escala dehabilidad para perforar: desde lostorcecuellos, que no practican agujeros

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en la madera, pasando por losnumerosos picos que perforan maderasblandas, hasta los especialistas enhoradar maderas duras, como los picoschupadores de savia.

Otra categoría incluye lasadaptaciones que permiten afianzarse altronco en posición vertical; entre ellasse incluyen la rígida cola que hace lasveces de puntal, los fuertes músculosque mueven la cola, las patas cortas ylas garras inferiores largas y curvadas.La evolución de estos rasgos es aún másfácilmente discernible que la de lasadaptaciones para perforar la madera.Dentro de la familia de los pájaroscarpinteros hay aves como los

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torcecuellos que no poseen colas rígidasque sirvan de puntales, mientras quealgunas aves de otras familias, como losloros pigmeos y los trepadores, síposeen colas rígidas para afianzarse enlos árboles.

La tercera adaptación es una lenguaextremadamente larga y extensible, enalgunos tan larga como la lengua de loshumanos. Una vez que el pico ha abiertoun agujero en el sistema de túnelesperforados por los insectos que viven enla madera, utiliza la lengua para atrapara los insectos sin necesidad de seguirperforando nuevos agujeros para cadarama del sistema. Este rasgo anatómicocuenta con numerosos precedentes entre

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otros animales, incluidas las lenguas delas ranas, los osos hormigueros y losoricteropos, que también les sirven paraatrapar insectos.

Por último, los pájaros carpinterosposeen una piel muy dura, merced a lacual resisten tanto las picaduras de losinsectos como la tensión creada algolpear la madera y la que generan susfuertes músculos. Los taxidermistas,conocedores de la distinta dureza de lapiel de las aves, se quejan cuando se lesencarga disecar a una paloma, tuya piel,fina como el papel, casi se rompe conmirarla, y, sin embargo, se frotan lasmanos con placer cuando tienen quedisecar a un pájaro carpintero, a un

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halcón o a un loro.Así pues, aunque los pájaros

carpinteros posean numerosasadaptaciones útiles para perforar lamadera, por lo general se trata de rasgosque también poseen otros animales comoresultado de la evolución convergente;el cráneo sí es una característica únicade los pájaros carpinteros, pero inclusoen este caso es posible hallarprecedentes en otras especies. Así pues,cabría esperar que todo el conjunto derasgos adaptados a la perforación de lamadera se hubiera desarrollado enrepetidas ocasiones, de modo que hoydía deberían de existir numerososgrupos de animales grandes con

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capacidad para perforar la madera conobjeto de buscar alimentos o construirseun habitáculo. Sin embargo, todos lospájaros carpinteros de la actualidadmantienen entre sí un parentesco máspróximo que con cualquier otra especie.Por otro lado, en las masas de tierraalejadas adonde nunca llegaron lospájaros carpinteros, como Australia,Nueva Guinea y Nueva Zelanda, noevolucionó ningún ser que pudieraexplotar las espléndidas oportunidadesque ofrece este modo de vida; aunque enesos lugares sí hay algunas especiesautóctonas de aves y mamíferos quehoradan la madera o la corteza muerta,ninguna perfora la madera viva, ni puede

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compararse con los pájaros carpinteros.Si en el curso de la historia evolutiva nohubiera llegado a producirse el momentoen que surgieron los pájaros carpinteros,ya fuera en América o en el ViejoMundo, un nicho ecológico de granvalor habría quedado vacío en toda laTierra.

Me he detenido a examinar con ciertaprolijidad el caso de los pájaroscarpinteros con objeto de demostrar quela convergencia no es un procesouniversal y que las buenasoportunidades que ofrece la naturalezano siempre se aprovechan. Podría haberilustrado este punto con otros muchos

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ejemplos, igualmente flagrantes. Lamanera más fácil de sobrevivir que losanimales tienen a su alcance esalimentarse de plantas, las cuales estánen buena parte compuestas por celulosa.No obstante, ningún animal superior hadesarrollado una enzima con la quedigerir la celulosa. Los herbívoros quedigieren esta sustancia, como las vacas,lo hacen gracias a los parásitos que sealojan en sus intestinos. Por citar otroejemplo al que se ha hecho alusión en uncapítulo previo, pese a que el cultivo deplantas parece ofrecer obvias ventajas alos animales, antes de que los humanoscrearan la agricultura hace diez milaños, los únicos animales que

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explotaban esta posibilidad eran lashormigas agricultoras y algunos otrosinsectos que cultivan hongos odomestican «ganado» de pulgones.

Vemos, pues, la dificultad queentraña el desarrollo de adaptacionestan útiles como puedan serlo lacapacidad para perforar la madera,digerir celulosa o cultivar los propiosalimentos. Así pues, no hay por quéesperar que otros seres hayandesarrollado la capacidad de fabricarradios, objetos que, al fin y al cabo, nodesempeñan ninguna funciónindispensable. ¿Será la transmisión deseñales de radio el resultado de ungolpe de suerte y un fenómeno que

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posiblemente no se ha desarrollado enningún otro planeta?

Pensemos en lo que podríaenseñarnos la biología sobre lainevitabilidad del desarrollo deaparatos de radio en la Tierra. Si lafabricación de radios fuera equiparablea la perforación de la madera, algunasespecies quizá habrían desarrollado lacapacidad para fabricarlas parcial oincorrectamente, en tanto que una solaespecie habría logrado el productoacabado. Podría haberse descubierto,por ejemplo, que los pavos construíantransmisores, pero no receptores,mientras que los canguros fabricabanreceptores y no transmisores. El registro

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fósil nos mostraría tal vez que durantelos últimos quinientos millones de añosdecenas de animales hoy extinguidoshabían experimentado con las técnicasmetalúrgicas y con circuitoselectrónicos de creciente complejidadhasta llegar a desarrollar los tostadoreseléctricos en el Triásico, las trampaspara ratones accionadas por pilas en elOligoceno y, por último, los aparatos deradio en el Holoceno. Asimismo, habríafósiles de transmisores de cinco vatiosconstruidos por los trilobites,transmisores de doscientos vatios entrelos huesos de los últimos dinosaurios ytransmisores de quinientos vatios de lostigres dientes de sable, y, finalmente, los

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humanos habrían logrado aumentar lapotencia de las emisiones hasta permitirla transmisión de ondas al espacio.

Pero nada de eso ha ocurrido. Nientre los vestigios fosilizados, ni entrelos animales vivos —ni siquiera entrenuestros parientes más próximos, loschimpancés comunes y pigmeos—, seencuentran ni los más remotosprecedentes de los aparatos de radio.Por otro lado, resulta instructivoestudiar la evolución de esta técnicaentre los humanos. Ni losaustralopitecos, ni el Homo sapiensprimitivo desarrollaron las radios, yhace tan solo ciento cincuenta años elHomo sapiens actual no había llegado a

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concebir las ideas que harían posible lafabricación de radios. Los primerosexperimentos prácticos se iniciaronhacia 1888; aún no ha transcurrido unsiglo desde el día en que Marconifabricó el primer transmisor capaz deemitir a una distancia de kilómetro ymedio, y todavía no nos dedicamos aemitir señales de radio dirigidas a otrosplanetas, pese a que ya se haya realizadoun intento en este sentido (en Arecibo,en 1974).

Anteriormente se ha dicho que, aprimera vista, la existencia de aparatosde radio en el único planeta queconocemos parece indicar una altaprobabilidad de que también existan en

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otros planetas. No obstante, de unanálisis pormenorizado de la historia dela Tierra se desprende precisamente laconclusión opuesta: la fabricación deaparatos de radio tenía escasísimasprobabilidades de llegar a desarrollarseen nuestro planeta. Solo una entre losmiles de millones de especies que hanexistido en la Tierra ha demostradoalgún interés en tales aparatos, y solo loha hecho cuando ya habían transcurridoel 99,99 por ciento de los siete millonesde años que ha durado su historia. Unvisitante del espacio exterior quehubiera visitado nuestro planeta hacesolo mil ochocientos años habríadesestimado la posibilidad de que en la

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Tierra llegaran a construirse radiosalgún día.

Podría objetarse que estoyrestringiendo demasiado el campo abuscar precursores de las radios comotales, pues bastaría con buscar dosrequisitos necesarios para la fabricaciónde radios: la inteligencia y la habilidadtécnica. Pero tampoco en este campoencontramos una situación másfavorable. Basándonos en nuestrahistoria evolutiva más reciente,asumimos arrogantemente que lainteligencia y la habilidad constituyenlos mejores medios de dominar elmundo y son el resultado de unaevolución inevitable. Recordemos, a

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este respecto, la frase de laEnciclopedia Británica citadaanteriormente: «Cuesta imaginar que lavida se haya desarrollado en otroplaneta sin avanzar hacia lainteligencia». En realidad, la historia dela Tierra nos lleva a la conclusiónopuesta, pues son escasísimos losanimales que han desarrollado el menorinterés en la inteligencia o la habilidad.Ninguno ha llegado a un punto dedesarrollo ni remotamente parecido alde los humanos, y aquellas especies quehan avanzado en la adquisición de unode ambos rasgos, como los inteligentesdelfines y las hábiles arañas, no handesarrollado el otro en absoluto; las

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únicas especies, aparte de la humana,que han avanzado ligeramente en laadquisición de ambos rasgos son loschimpancés comunes y los chimpancéspigmeos, y no puede decirse que hayantenido un gran éxito adaptativo. Lasespecies de la Tierra mejor adaptadasson, en realidad, los estúpidos y torpesescarabajos y las ratas, que encontraronvías más adecuadas para implantar sudominación.

Aún queda por examinar la últimavariable de la fórmula del Green Bankque se emplea para estimar el numero decivilizaciones con capacidad de emitirseñales de radio interestelares. Nos

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referimos al tiempo de existencia de unacivilización. La inteligencia y lahabilidad necesarias para fabricarradios tienen otras muchas aplicaciones,cuyos resultados han constituido lasseñas distintivas de la humanidad desdemucho antes de que existieran losaparatos de radio, así, por ejemplo, lasmáquinas para el exterminio masivo denuestros congéneres y los mediosnecesarios para destruir el entorno. Loshumanos hemos desarrollado estascapacidades hasta el punto de quenuestras creaciones van devorándonospoco a poco, aunque es probable que elproceso gradual de destrucción tenga unfinal brusco. Media docena de países

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poseen en la actualidad los mediostécnicos necesarios para acabar con lahumanidad en un instante, y otrosmuchos países han emprendido la locacarrera por conseguirlos. La sabiduríaque ha caracterizado a los líderespolíticos de los países poseedores debombas atómicas y que hoy caracteriza alos líderes de los países que no tardaránen ser potencias nucleares no es unabuena garantía de que los aparatos deradio puedan seguir existiendo en laTierra durante mucho tiempo.

Si el desarrollo de los aparatos deradio fue el resultado de un golpe desuerte, aún lo fue más el hecho de que lacapacidad de fabricar radios se

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desarrollara antes que la tecnologíanecesaria para autodestruirnos lenta obruscamente. Así pues, la historia de laTierra no solo revela la improbabilidadde que existan otras civilizaciones conuna tecnología adecuada para lacomunicación interestelar, sino tambiénque las civilizaciones, de ese tipotienden a tener una historia breve. Esprobable que las civilizacionestécnicamente avanzadas surgidas enotros planetas invirtieran su historia deprogreso de la noche a la mañana, talcomo ahora puede ocurrirle a lahumanidad.

Esto, no obstante, debe considerarseuna circunstancia afortunada. Nunca ha

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dejado de extrañarme que losastrónomos, entusiasmados con suscaros proyectos orientados a detectarvida extraterrestre, no se hayan detenidoa considerar seriamente una cuestión quellama a la reflexión: ¿qué ocurriría siencontráramos a otros seres o si ellosnos encontraran a nosotros? Losastrónomos presuponen tácitamente quelos humanos y los monstruíllos verdes sesaludarían con la mayor cortesía y seenfrascarían en apasionantesconversaciones. Pero también en estepunto resulta esclarecedora la historiade la Tierra. Los humanos ya hemosdescubierto a dos especies con unainteligencia muy desarrollada, aunque

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con una tecnología menos avanzada quela nuestra: los chimpancés comunes ypigmeos. ¿Cuál fue nuestra reacción antetal descubrimiento? ¿Acaso nossentamos tranquilamente para intentarcomunicarnos con ellos? Ni que decirtiene que no fue así, muy al contrario,nos dedicamos a matarlos,diseccionarlos, cortarles las manos paraexhibirlas como trofeos, encerrarlos enjaulas, inyectarles el virus del sida paraver cómo reaccionaban y, en general, adestruir sus hábitats y a ellos mismos.Era la reacción predecible, ya que, en eltranscurso de la historia humana, losexploradores que descubrían a pueblosmenos desarrollados técnicamente se

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entregaban a la labor de asesinarlos,diezmar sus poblaciones con nuevasenfermedades y destruir u ocupar suhábitat.

Cualquier civilización extraterrestreque descubriera la existencia de loshumanos seguramente nos trataría delmismo modo. Pensemos de nuevo en losastrónomos que enviaron señales deradio al espacio desde Arecibo,describiendo la posición de la Tierra y asus habitantes. Tamaña locura solo escomparable a la insensatez del últimoemperador inca, Atahualpa, quedescribió a los invasores españolesávidos de oro las riquezas de su capitaly les proporcionó guías para

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acompañarles en su viaje. Si realmenteexisten civilizaciones avanzadas a unadistancia desde la que puedan captarnuestras señales de radio, lo másprudente será que apaguemos nuestrostransmisores e intentemos evitar que nosdetecten; de otro modo, nos exponemosa la catástrofe.

Por fortuna, en el espacio exteriorreina un silencio ensordecedor. Nadiepone en duda la existencia de miles demillones de galaxias con miles demillones de estrellas, donde sin dudahabrá alguna civilización contransmisores de radio, pero no deben deser muchas, ni tampoco tendrán una vidamuy larga. Es improbable que haya

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civilizaciones como la nuestra en toda lagalaxia, y ciertamente no hay ninguna auna distancia de centenares de años luz.Lo que los pájaros carpinteros nos hanenseñado es que no debemos esperar verun platillo volante. En la práctica,somos una especie única y solitaria enun universo superpoblado. ¡Demosgracias por ello!

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Cuarta parte

CONQUISTADORES DELMUNDO

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En la tercera parte de este volumen sehan examinado los rasgos culturales quedistinguen a la humanidad, así como susprecedentes o precursores entre losanimales. Esos rasgos culturalesdistintivos —en especial, el lenguaje, laagricultura y la tecnología avanzada—han sido la causa de nuestroencumbramiento como especie, puestoque nos han permitido expandirnos porel planeta y convertirnos enconquistadores del mundo.

Ahora bien, esa expansión noconsistió en la mera ocupación de áreasdeshabitadas, sino que comportó laconquista, la expulsión y el exterminiode unas poblaciones por otras. Los

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humanos nos convertimos enconquistadores de otros humanos a lapar que en conquistadores del mundo.De esta suerte, la expansión de lahumanidad ha estado marcada por otrode los rasgos distintivos del ser humano,el cual, aunque con precursores en elmundo animal, ha sido llevado aextremos por nuestra especie: lapropensión a exterminar en masa anuestros congéneres. Esta característicay la destrucción del entorno son losfactores que pueden desencadenar elhundimiento de la especie humana.

Con objeto de apreciar en su justamedida el ascenso de los humanos a lacondición de conquistadores del mundo,

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recordemos que la distribución de lamayoría de las especies animales tansolo abarca una pequeña porción de lasuperficie de la Tierra. Así, porejemplo, la rana hamilton, autóctona deNueva Zelanda, habita en un bosque de1480 áreas y en unos peñascos queocupan una superficie de 660 metroscuadrados. Después de los humanos, élleón ha sido el mamífero terrestre que haocupado un área geográfica más amplia:hace diez mil años los leones poblabanla mayor parte de África, grandesterritorios de Eurasia, América delNorte y la zona septentrional deAmérica del Sur. Ahora bien, el sudestede Asia, Australia, la zona meridional

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de América del Sur, las regiones polaresy las islas no llegaron a ser ocupadaspor los leones ni siquiera en el momentode su máxima expansión.

En otros tiempos, la distribucióngeográfica de los humanos respondía almodelo típico entre los mamíferos, yaque habitaban en las zonas templadas yno forestales de África. Hace tan solocincuenta mil años, la humanidad no sehabía expandido más allá de las zonastropicales y templadas de África yEurasia. Después, la especie humana sepropagó paulatinamente hacia Australiay Nueva Guinea (hace unos cincuentamil años), las zonas frías de Europa(hace treinta mil años), Siberia (hace

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veinte mil años), América del Norte ydel Sur (hace unos once mil años) yPolinesia (la ocupación comenzó hacetres mil seiscientos años y concluyóhace un milenio). En la actualidadpoblamos, o al menos visitamos, no solotoda la tierra firme del planeta, sinotambién la superficie de los océanos, yestamos comenzando a explorar elespacio y los abismos oceánicos.

A lo largo del proceso de conquistadel mundo, nuestra especie sufrió uncambio fundamental relativo a lasrelaciones mantenidas entre sus distintaspoblaciones. La mayoría de las especiesanimales que ocupan un área geográficaamplia se dividen en poblaciones que

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mantienen contacto entre sí cuando ladistancia geográfica que las separa esescasa; los humanos, como los demásmamíferos, también se atenían a esemodelo. Hasta hace relativamente poco,la existencia de la mayoría de laspersonas transcurría en un área de pocoskilómetros contados a partir del lugar denacimiento, sin medios para siquieratener noticia de la existencia de otrospueblos lejanos. Las relaciones entre lastribus vecinas mantenían un precarioequilibrio entre el comercio y lahostilidad xenófoba.

Esta fragmentación favoreció y, a suvez, fue reforzada por la tendencia decada población a desarrollar una lengua

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y una cultura propias. En un principio, laenorme expansión geográfica de laespecie humana se tradujo en ungigantesco aumento de la diversidadlingüística y cultural. Entre las zonas«recién» pobladas, ocupadas en losúltimos cincuenta mil años, se cuentanNueva Guinea, América del Norte yAmérica del Sur, a las que correspondenalrededor de la mitad de las lenguasmodernas del mundo. Ahora bien, a lolargo de los últimos cinco mil años laexpansión de los estados políticoscentralizados ha minado la largatradición de diversidad cultural, y en laactualidad, la nueva libertad para viajarcontribuye a acelerar el proceso de

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homogeneización de las lenguas yculturas. No obstante, algunas zonas delmundo en las que la tecnología de laEdad de Piedra y las tradicionesxenófobas han persistido hasta bienentrado el siglo XX —de las cualesNueva Guinea es un buen ejemplo— nospermiten formarnos una idea de cómoera el mundo en otros tiempos.

Las diferencias de desarrollo en loshitos culturales característicos de lahumanidad han ejercido una graninfluencia en el resultado de losconflictos entre los grupos humanos enexpansión. Las diferencias en latecnología militar y marítima, en laorganización política y en la agricultura

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han tenido un peso decisivo. De estasuerte, los grupos que poseían unaagricultura más desarrollada adquiríanla ventaja militar de la fuerza numérica,la capacidad de mantener a una castamilitar permanente y la resistencia aenfermedades infecciosas contra las queotras poblaciones menos nutridas nohabían desarrollado defensas.

Estas diferencias culturales sesuelen atribuir a la superioridadgenética de los pueblos conquistadores«avanzados» sobre los pueblos«primitivos» a los que conquistaban. Sinembargo, no ha podido encontrarseprueba alguna que apoye esta hipótesis.Muy al contrario, la facilidad con que

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los grupos humanos consiguen dominarlas técnicas culturales de otros gruposmuy distintos, una vez que se les brindala oportunidad de aprender, es unargumento de peso que refuta lahipótesis anterior. Algunos habitantes deNueva Guinea cuyos padres vivían en laEdad de Piedra son ahora pilotos deaviones a reacción; por otro lado,Amundsen y su equipo de noruegosaprendieron de los esquimales la manerade utilizar a los perros tiradores detrineos para poder llegar al Polo Sur.

La pregunta que hace al casoplantearse es por qué algunos pueblos,pese a no estar mejor dotadosgenéticamente, adquirieron la

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superioridad cultural que les permitióconquistar a otros. Por ejemplo, ¿fuefruto de la mera casualidad que losbantúes, pueblo originario del Áfricaecuatorial, desplazase al grupo étnicokhoisan de casi todo el Áfricameridional y no al contrario? Aunque nopodamos aspirar a identificar las causasexternas que determinaron en últimoextremo las pequeñas conquistas, losgrandes cambios poblacionalesocurridos en el transcurso de largosperíodos, en los que el azar hadesempeñado un papel menor, ofrecenuna mejor oportunidad de averiguar suscausas originarias. En consecuencia,dedicaremos dos capítulos al análisis de

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dos de los cambios a mayor escalaocurridos en tiempos recientes: laexpansión de los europeos por el NuevoMundo y Australia y la eterna incógnitade cómo las lenguas indoeuropeasllegaron a imponerse en casi todaEurasia desde su restringida áreaoriginaria. Este análisis nos permitiráobservar, con claridad en el primer casoy más especulativamente en el segundo,cómo la cultura y la posicióncompetitiva de las sociedades humanasestán moldeadas por su herenciabiológica y geográfica, en particular porlas especies vegetales y animalesdisponibles para la domesticación.

La competencia entre los miembros

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de la misma especie no es un rasgoexclusivo de la humanidad. Por elcontrario, es inevitable que lacompetencia se entable con mayorencono entre los miembros de unamisma especie, puesto que son ellos losque comparten la mayor afinidadecológica. Ahora bien, la forma queadopta esta lucha competitiva sí estásujeta a amplias variaciones. En suforma más atemperada, la rivalidad seexpresa en la competencia por consumirlos recursos alimenticios disponibles,sin dar lugar a comportamientosagresivos; las demostraciones de fuerzaante los rivales y los enfrentamientosconstituyen otro estadio, y como último

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recurso, observado en numerosasespecies, los animales llegan a matar asus rivales.

Las unidades competidoras tambiénvarían mucho de una especie a otra. Enel caso de la mayoría de las avescanoras, como los petirrojos americanosy europeos, son los machos, o bien lasparejas de macho y hembra, los que seenfrentan entre sí. Los leones y loschimpancés comunes machos, formanpequeños grupos, compuestos en generalpor parientes próximos para luchar aveces hasta la muerte. Las manadas dehienas y lobos sostienen verdaderasbatallas, mientras que las colonias dehormigas entablan guerras a gran escala

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con otras colonias. Estosenfrentamientos, que a veces conducen ala muerte de los rivales, no constituyenen ningún caso una amenaza para lasupervivencia de la especie.

Los humanos, como la mayoría delas especies, compiten entre sí por elterritorio. Dado que los humanosvivimos en grupos, la competencia sueleadoptar la forma de guerras entre gruposvecinos, comparables a las guerras entrecolonias de hormigas más que a lasrivalidades a pequeña escala de lospetirrojos. Al igual que en el caso de lasmanadas de lobos y los clanes dechimpancés comunes que ocupanterritorios contiguos, la historia de las

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relaciones entre tribus humanas vecinasha estado marcada por la hostilidadxenófoba, relajada intermitentementecon objeto de permitir el intercambio deparejas (y en nuestra especie también elintercambio comercial). Es natural quela xenofobia se recrudezca en la especiehumana, dado que la conducta del serhumano está determinada no tantogenética como culturalmente y que lasdiferencias culturales entre las diversaspoblaciones humanas son muy acusadas.Los rasgos culturales nos permitenreconocer a los miembros de otrosgrupos al primer golpe de vista, sinotros indicadores que el atuendo o elcorte de pelo, algo que no ocurre entre

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los lobos ni los chimpancés.La xenofobia ha adquirido

consecuencias mucho más mortíferasentre los humanos debido a la recienteinvención de armas con las queexterminar en masa y a distancia. JaneGoodall explicó cómo los machos de ungrupo de chimpancés comunes matabansucesivamente a los individuos de losgrupos vecinos con objeto de usurpar suterritorio; ahora bien, esos chimpancésno disponían de los medios necesariospara matar a los chimpancés de un clanlejano ni de exterminar a toda la especie(incluidos ellos mismos). Por tanto,aunque el asesinato xenófobo poseainnumerables comportamientos

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precursores en otras especies, solo loshumanos lo hemos desarrollado hasta elpunto de convertirlo en una amenazapara la supervivencia de toda laespecie. Esta conducta peculiar se haunido al arte y al lenguaje como rasgosdistintivos de la humanidad. La cuartaparte del libro se dedicará a repasar lahistoria del genocidio entre loshumanos, con la intención de esclarecerlos orígenes de la monstruosa tradiciónque ha culminado en los hornos deDachau y en la guerra nuclear.

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13Los últimos primeros

contactos

El 4 de agosto de 1938, una expediciónde biólogos organizada por el MuseoAmericano de Historia Natural realizóun descubrimiento que precipitaría elfinal de una larga fase de la historia dela humanidad. Ese día, una avanzadillade la tercera expedición Archbold (asíllamada en honor de Richard Archbold,que la encabezaba) penetró en unterritorio hasta entonces inexplorado, elGrand Valley del río Balim, una zona

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interior de Nueva Guinea, situada aloeste de la isla y supuestamentedeshabitada. Los exploradoresdescubrieron con asombro que el GrandValley estaba densamente poblado porcincuenta mil papúes que habitaban en laEdad de Piedra, una etnia de existenciahasta entonces desconocida y aislada delresto de la humanidad. A la busca deaves y mamíferos desconocidos, laexpedición Archbold encontró a unasociedad humana de la que no se teníanoticia.

Para comprender la trascendenciadel hallazgo de Archbold debemosentender el fenómeno de los «primeroscontactos». Tal como ya se ha señalado,

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la mayoría de las especies animalesocupan un área geográfica restringida auna pequeña porción de la superficieterrestre. Algunas especies estándiseminadas por más de un continente,como los leones y los osos pardos, peronunca se ha dado el caso de que susindividuos se trasladen de un continentea otro. Por el contrario, cada continente,y en general cada pequeña área de uncontinente, posee su propia poblacióndistintiva, en contacto con sus vecinosmás próximos, pero no con losmiembros de la misma especie quehabitan en lugares lejanos. (Las avescanoras migratorias constituyen unaexcepción solo aparente, pues, aunque

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es cierto que se trasladan de uncontinente a otro, sus migraciones siguensiempre el mismo rumbo, y tanto en laépoca reproductora veraniega como eninvierno instalan sus colonias en unazona restringida que es siempre lamisma).

Esta fidelidad geográfica de losanimales se refleja en la variabilidadgeográfica: las poblaciones de la mismaespecie que ocupan distintas áreasgeográficas tienden a desarrollarsubespecies de apariencia distinta,puesto que el cruzamiento tiene lugarfundamentalmente entre individuos de lamisma población. Por ejemplo, nunca seha avistado en la zona occidental de

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África a un gorila de la especie quehabita en las llanuras del este de estecontinente, ni tampoco el caso contrario,pese a que la apariencia externa deambas subespecies es lo bastantedistinta como para que los biólogospuedan reconocer a un ejemplarprocedente de otra zona.

En este aspecto, los humanos hemossido una especie única a lo largo de casitoda nuestra historia evolutiva. Todaslas poblaciones humanas, comocualquier población animal, estángenéticamente adaptadas al clima y a lasenfermedades del área que ocupan.Pero, en el caso de los humanos, lahibridación entre las diversas

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poblaciones choca con unas barreraslingüísticas y culturales mucho másfuertes que las de cualquier otra especie.En tanto que un antropólogo puedeidentificar con bastante precisión ellugar de origen de un individuo por suanatomía, un lingüista o un estudioso dela moda lo identificará con un margen deerror mucho menor. Este hecho datestimonio del sedentarismo que hacaracterizado a las poblacioneshumanas.

Aunque los humanos nos tenemospor grandes viajeros, la realidad es quea lo largo de siete millones de años laevolución de la humanidad se hacaracterizado precisamente por lo

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contrario. Todos los grupos humanos hanvivido en la ignorancia con respecto almundo que se extendía más allá de losterritorios ocupados por su propia tribuy las tribus vecinas. Solo los cambios dela organización política y tecnológicaocurridos en los últimos mileniospermitieron que algunas personascomenzaran a recorrer grandesdistancias, a conocer pueblos remotos ya adquirir conocimientos de primeramano sobre lugares y pueblos que nohabían visitado personalmente. Esteproceso se aceleró a partir del viajerealizado por Colón en 1492, y hoy díasolo un puñado de tribus de NuevaGuinea y América del Sur siguen sin

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entrar en contacto con los habitantes detierras lejanas. La entrada de laexpedición Archbold en el Grand Valleyse recordará como una de las últimasocasiones en que se produjo un primercontacto con una población humananumerosa. Constituye, por tanto, un hitoen el proceso por el que la humanidaddejó de componerse de millares desociedades minúsculas que, en conjunto,ocupaban solo una fracción del planetapara convertirse en la especieconquistadora y conocedora del mundoentero.

¿Cómo es posible que un pueblocomo el del Grand Valley, compuestopor cincuenta mil papúes, fuera

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absolutamente desconocido para el restodel mundo hasta 1938? ¿Cómo pudieronlos papúes vivir en la ignorancia conrespecto a la existencia del resto delmundo? ¿Qué transformaciones seoperan en las sociedades a raíz delprimer contacto? En este capítulo seargumentará que las sociedades previasal primer contacto —sociedades quedesaparecerán en el transcurso de estageneración— encierran la clave de losorígenes de la diversidad culturalhumana. La especie humana, que haconquistado el mundo entero, suma en laactualidad una población de más decinco mil millones de habitantes, cifraastronómica comparada con los diez

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millones de personas que poblaban laTierra antes de la invención de laagricultura. Ahora bien,paradójicamente, la diversidad culturalpropia de las sociedades humanas hadisminuido a la vez que aumentaba eltamaño de la población.

A cualquier persona que no hayavisitado Nueva Guinea le pareceráinconcebible que en esa isla puedahaber existido durante tanto tiempo unpueblo numerosísimo y desconocidopara el resto del mundo. Al fin y alcabo, el Grand Valley dista tan solo 185kilómetros tanto de la costaseptentrional como de la meridional.

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Los europeos descubrieron NuevaGuinea en 1526; los misionerosholandeses se establecieron en la isla en1852, y los gobiernos colonialeseuropeos implantaron su dominio sobreesos territorios en 1884. ¿Por quéhubieron de transcurrir cincuenta ycuatro años más para que se descubrierael Grand Valley?

La respuesta, que puede resumirseen tres palabras (terreno, alimentos yporteadores), se hace evidente paracualquiera que llega a Nueva Guinea eintenta alejarse de las rutas establecidas.Las llanuras pantanosas, la sucesióninterminable de cordillerasescarpadísimas y la omnipresente selva

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hacen imposible avanzar a un ritmosuperior a unos cuantos kilómetros aldía, y eso en las condiciones másfavorables. La expedición que organicéen 1983 para recorrer las montañasKurnawa, en la que me acompañó unequipo de doce nativos, tardó dossemanas para recorrer 11 kilómetroshacia el interior de la isla. Con todo,pudimos considerarnos afortunados alcompararnos con la expedición de laasociación de ornitólogos británicos quedesembarcó en el litoral de NuevaGuinea el 4 de enero de 1910 y pusorumbo a las montañas nevadas quedesde allí se divisaban, situadas a tansolo algunos centenares de kilómetros

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tierra adentro. El 12 de febrero de 1911,los ornitólogos al fin se dieron porvencidos y reemprendieron el regreso,después de haber recorrido menos de lamitad de la distancia que les separabade los montes (72 kilómetros) en trecemeses.

A los problemas planteados por elterreno se suma la imposibilidad dealimentarse de la caza a medida que seavanza, puesto que en Nueva Guinea nohay presas de gran tamaño. En las selvasde las llanuras, la base de laalimentación de los nativos es una plantade la familia de las palmerasdenominada sagú, que produce unasustancia de consistencia semejante al

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caucho y sabor vomitivo. Sea como sea,en las zonas montañosas ni siquiera losnaturales consiguen encontrar suficientesplantas silvestres para alimentarse. Asípudo comprobarlo con espanto elexplorador británico AlexanderWollaston, que se encontró con unapatética escena mientras recorría unasenda de la jungla: treinta nativos yacíanmuertos en el suelo, junto a dos niñosagonizantes; eran unos montañeses quehabían emprendido el camino de regresoa su tierra desde las llanuras sinaprovisionarse convenientemente para elviaje.

La escasez de plantas comestibles enla selva obliga a los exploradores a

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llevar sus propias raciones cuando seadentran en áreas deshabitadas, oincluso en zonas pobladas, por cuanto nopueden confiar en la capacidad de losnativos para proveerles de alimentos.Un porteador puede llevar una carga deunos 40 kilos, es decir, el equivalente ala comida necesaria para alimentarsedurante un par de semanas. Así pues,hasta que la utilización de avionesposibilitó el suministro por vía aérea,todas las expediciones que emprendíanmarchas de más de siete díasinternándose en Nueva Guinea (catorcedías de ida y vuelta) tenían que construirpuestos de aprovisionamiento tierraadentro y depender de equipos de

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porteadores que iban y venían entre losdistintos puestos. El plan típico de unaexpedición podía ser el siguiente:cincuenta porteadores emprendían elcamino desde la costa cargando racionespara alimentar a una persona durantesetecientos días, depositaban doscientasraciones a una distancia de cinco díastierra adentro, y regresaban a la costa,invirtiendo cinco días en el camino devuelta y consumiendo en ese tiempo lassetecientas raciones restantes(suficientes para mantener a cincuentahombres durante diez días). Acontinuación, quince porteadores sedirigían hacia el primer depósito dealimentos, recogían las doscientas

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raciones allí almacenadas, depositabancincuenta de ellas a cinco días demarcha tierra adentro y regresaban alprimer depósito, que entretanto habíasido reaprovisionado, consumiendo porel camino las ciento cincuenta racionesrestantes. Y así sucesivamente.

Antes de que el Grand Valley fueradescubierto por Archbold, la expediciónKremer fue la que más se aproximó aese lugar, en 1921-1922; en esaexpedición se emplearon ochocientosporteadores, se consumieron doscientastoneladas de comida y se invirtierondiez meses para que cuatro exploradoresse adentraran en la isla hasta rebasar elGrand Valley. Kremer tuvo la mala

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fortuna de trazar su ruta a unoskilómetros al oeste del valle, y nisiquiera llegó a pensar que pudieraexistir, dado que quedaba oculto tras laselva y varias cordilleras montañosas.

El interior de Nueva Guinea no solopresentaba enormes dificultades deacceso, sino que no parecía entrañarinterés alguno para los misioneros ni losgobiernos coloniales, ya que seconsideraba como un territorioprácticamente deshabitado. Losexploradores europeos quedesembarcaban en el litoral o en lasorillas de los ríos descubrieron que enlas llanuras habitaban numerosas tribus,cuya alimentación se basaba en el sagú y

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en la pesca, pero apenas encontraronhabitantes en las abruptas montañas. Laespina dorsal de la isla es la CordilleraCentral, cuyas vertientes encaradas a lacosta septentrional y meridional son muyescarpadas, lo que hizo suponer queentre ambas no había sino elevadospicos; desde la costa nada indicaba queentre las montañas se abrían vallesescondidos y adecuado1, para laagricultura.

En lo que se refiere a la zonaoriental de Nueva Guinea, esto mito sedesmoronó la noche del 26 de mayo de1930, cuando dos mineros australianos,Michael Leahy y Michael Dwyer, quehabían cruzado la cordillera de

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Bismarck en busca de oro, dirigieron lavista hacia el valle que se abría a suspies y vieron con alarma cómo brillabanincontables puntos luminosos, hoguerasencendidas por los miles de habitantesdel lugar. En lo que respecta a la zonaoccidental de la isla, el mito se deshizoel 23 de junio de 1938, fecha en quetuvo lugar el segundo vuelo dereconocimiento de la expediciónArchbold. Tras varias horas desobrevolar una región selvática sinapenas huellas del hombre, Archbold nopodía dar crédito a sus ojos cuandoavistó un enorme valle que parecíaHolanda, un espacio abierto, dividido encampos perfilados por canales de

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irrigación y, entre ellos, varias aldeasdesperdigadas. Aún hubieron detranscurrir seis semanas para queArchbold pudiese establecercampamentos a orillas del lago y el ríomás cercanos y adecuados para queaterrizara su hidroavión, y para que laspatrullas de esos campamentosconsiguieran llegar al Grand Valley yestablecieran contacto con sushabitantes.

¿Por qué no se tuvo noticia de laexistencia del Grand Valley hasta 1938?¿Por qué sus habitantes, ahoradenominados dani, tampoco sabían nadasobre el mundo exterior?

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La razón del aislamiento de los daniradica, en parte, en los mismosproblemas logísticos a los que hubo deenfrentarse la expedición Kremer. Noobstante, esos problemas son mínimosen otras zonas del mundo con un terrenomás benigno y abundante en animales yplantas silvestres, por lo que no sirvenpara explicar por qué hubo un tiempo enque todas las sociedades humanas vivíanen relativo aislamiento. Llegados a estepunto, debemos recordar que laconcepción del mundo que tenemos en laactualidad y que tan natural nos parecenaún no se había impuesto en NuevaGuinea a comienzos de este ligio, ni enningún lugar del planeta hace diez mil

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años.En la actualidad, toda la Tierra está

dividida en estados políticos cuyosciudadanos gozan, en mayor o menorgrado, de libertad para viajar dentro delas fronteras de su país y paradesplazarse a otros estados. Cualquieraque disponga de tiempo y de dinero, ytenga el deseo de hacerlo, puede visitarprácticamente cualquier país del mundo,a excepción de algunos núcleos deresistencia xenófoba, Como pueda serloCorea del Norte. En consecuencia, laspersonas y las mercancías se handifundido por todo el planeta, y hoy díaproductos como la Coca-Cola seencuentran en todos los continentes.

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Recuerdo, no sin cierta vergüenza, laprimera visita que realicé, en 1976, auna isla del Pacífico llamada Rennell.Su remota posición geográfica, losempinados arrecifes que la circundan ysu accidentado paisaje coralífero hancontribuido a que la cultura polinesia deKennell se mantuviera casi inalteradahasta hace poco tiempo. Al amanecer meinterné en la isla, recorriendo una selvalibre de todo vestigio humano. Cuando aúltima hora de la tarde, al fin oí la vozde una mujer y divisé una pequeñacabaña, en mi imaginación empezaron aentretejerse fantasías sobre la hermosa eingenua doncella polinesia, ataviada conuna faldilla de hierbas, que me estaría

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esperando en ese remoto rincón de laremota isla. Descubrir que la mujer encuestión era fondona y estaba con sumarido fue un golpe bastante duro, perolo que supuso una terrible humillaciónpara mi autoimagen de intrépidoexplorador fue la camiseta de laUniversidad de Wísconsin con que secubría la dama en cuestión.

Por el contrario, salvo en losúltimos diez mil años de historia, lahumanidad se ha visto anclada al lugardonde nacía y la difusión de losproductos que fabricaba era muylimitada. Cada pueblo o tribu constituíauna unidad política que vivía en unconstante vaivén de guerras, treguas,

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alianzas e intercambios comerciales conlos grupos vecinos. De tal suerte, losmontañeses de Nueva Guinea pasaban suvida en un radio de 15 kilómetros apartir de su lugar de nacimiento. De vezen cuando, realizaban furtivasincursiones en los territorios vecinos entiempos de guerra, o visitas en tiemposde paz, pero en ningún caso disponíande los medios necesarios para viajarmás allá de los territorios limítrofes. Laidea de tolerar la presencia deforasteros sin relación con la tribu eratan inconcebible como la posibilidad deque apareciera un forastero de esascaracterísticas.

El legado de esa mentalidad cerrada

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ha perdurado en muchas regiones delmundo hasta nuestros días. Siempre queemprendo una expedición ornitológicapor territorios de Nueva Guinea mepreocupo de detenerme en los pobladospor los que paso con el fin de solicitarpermiso para estudiar las aves en suterritorio. En dos ocasiones en queremonté un río sin haber tomado esaprecaución previa (o tomándola en laaldea equivocada), a mi regresoencontré el río bloqueado por canoasrepletas de nativos que me arrojabanpiedras, furiosos porque había violadosu territorio. En la época en que vivía enla zona oeste de Nueva Guinea entre loselopi, planeé cruzar el territorio de la

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tribu vecina, los fayu, para ir a unamontaña cercana; los elopi meexplicaron con la mayor naturalidad quesi intentaba hacerlo, los fayu mematarían. Desde su punto de vista, nadaera más lógico y natural que los fayuasesinaran a cualquiera que seintrodujese en sus territorios; ¿quiénpodía ser tan estúpido como paraadmitir que los forasteros entraran en suterritorio? Quien cayera en ese error seexpondría a que los forasteros lesarrebataran sus presas, molestaran a susmujeres, introdujeran enfermedades yreconocieran el terreno con objeto deorganizar una batida.

Aunque la mayoría de los pueblos de

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antaño mantenían relacionescomerciales con sus vecinos, tambiénhabía muchas tribus que se creían losúnicos humanos sobre la Tierra. Tal vezlas columnas de humo que se elevabanen el horizonte o alguna canoa vacía a laderiva por el río podía indicarles lapresencia de otros seres humanos; pero,aun así, aventurarse fuera de suterritorio para buscar a esos congéneres,que quizá vivieran a pocos kilómetrosde distancia, equivalía a a un actosuicida. Tal como lo expresó un naturalde Nueva Guinea, recordando cómovivían antes de que los primeros blancosllegaran a su poblado en 1930: «Nohabíamos visto ningún lugar lejano. Solo

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conocíamos esta cara de las montañas. Ypensábamos que éramos el único pueblodel mundo».

Ese aislamiento generó una grandiversidad genética. Cada valle deNueva Guinea poseía no solo una culturay una lengua propias, sino también suspropias anomalías genéticas y susenfermedades peculiares. El primervalle donde trabajé estaba habitado porla etnia foré, famosa para la ciencia poruna afección que le es exclusiva; se tratade la enfermedad de la risa, o «kuru»,que causa más de la mitad de lasmuertes, afecta sobre todo a las mujeresy explica por qué en algunos poblados elnúmero de hombres triplica al de

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mujeres. En Karimui, a 95 kilómetros aloeste de la zona habitada por los foré, elkuru es una enfermedad desconocida,pero en cambio se registra la mayorincidencia de lepra del mundo. Otrastribus se caracterizan por fenómenosigualmente peculiares, como una altaproporción de sordomudos o de varonespseudohermafroditas desprovistos depene, por el envejecimiento prematuro oel retraso de la pubertad.

En nuestros días podemos imaginarcómo son las zonas del planeta que nohemos visitado a través del cine, latelevisión o de lo que cuentan los libros.Existen diccionarios bilingües de inglésy las principales lenguas del mundo, y

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aun en los pueblos donde se hablanlenguas minoritarias suele haber algúnindividuo que chapurrea alguna de laslenguas más habladas del mundo. Así,por ejemplo, los misioneros lingüistashan estudiado cientos de lenguasautóctonas de Nueva Guinea y Américadel Sur en las últimas décadas, y yomismo he tenido ocasión de comprobarque en cualquier aldea de NuevaGuinea, por muy remota que sea,siempre hay algún habitante que habla elindonesio o el neomelanesio. Enconsecuencia, las barreras lingüísticashan dejado de ser un impedimento parael trasvase de información yprácticamente todas las aldeas del

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mundo han recibido información más omenos directa sobre el resto del mundoy han ofrecido información de primeramano sobre su propia existencia.

Por el contrario, los pueblos de laépoca previa al contacto no poseíanmedios para imaginarse el mundoexterior ni para recibir de él noticiasdirectas. La información llegaba a travésde una larga cadena de lenguas, con lasconsiguientes pérdidas de veracidad encada eslabón; algo comparable a lo queocurre en ese juego infantil llamado«teléfono», en el que los niños sesientan en corro y se van transmitiendoun mensaje al oído, hasta que el mensajellega, totalmente deformado, a quien lo

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emitió al principio. De tal modo, losmontañeses de Nueva Guinea no sehabían formado idea alguna sobre elocéano, situado a solo 150 kilómetrosde sus aldeas, y nada sabían de loshombres blancos que llevaban variossiglos recorriendo el litoral de su isla.Cuando por fin conocieron a loshombres blancos e intentaron explicarsepor qué llevaban pantalones ycinturones, una de las hipótesispropuestas fue que esas ropas lesservían para esconder sus enormespenes, que se enrollaban alrededor de lacintura. Había, asimismo, daniconvencidos de que una tribu vecina sealimentaba de hierba y tenía las manos

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unidas a la espalda.Las exploraciones que han

establecido los primeros contactos hantenido unos efectos traumáticosdifícilmente concebibles para quienesvivimos en el mundo moderno. Losmontañeses «descubiertos» por MichaelLeahy en los años treinta, al serentrevistados cincuenta años después,revelaron que aún recordaban a laperfección dónde se encontraban y quéestaban haciendo en el momento deaquel primer contacto. Para losciudadanos de Estados Unidos y de laEuropa moderna, el ejemplo mássemejante puede ser el recuerdo de unoo dos acontecimientos políticos

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relevantes ocurridos durante nuestravida. La mayoría de los estadounidensesde mi edad recordamos el 7 dediciembre de 1941, cuando oímos quelos japoneses habían atacado PearlHarbor y supimos que aquella noticiatendría efectos duraderos en nuestravida. No obstante, ni siquiera lasconsecuencias sociales del ataque aPearl Harbor y de la subsecuente guerrapueden compararse con el impacto de laexpedición de primer contacto en lastribus montañesas de Nueva Guinea,cuyo mundo cambió para siempre el díaen que llegaron a su tierra aquellosextranjeros.

Las expediciones revolucionaron la

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cultura material de los montañeses alintroducir las hachas metálicas y lascerillas, cuya superioridad sobre lashachas de piedra y los parahúsos parahacer fuego no tardó en ponerse demanifiesto. Los misioneros yadministradores gubernamentales quellegaron después de los expedicionariossuprimieron numerosas tradicionesculturales muy arraigadas, como elcanibalismo, la poliginia, lahomosexualidad y la guerra, en tanto queotras tradiciones eran espontáneamentedesechadas por las propias tribus, quepreferían adoptar las costumbres de losrecién llegados. No obstante, hubo otrarevolución de efectos aún más

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perturbadores: la transformación de lavisión del mundo de los montañeses aldescubrir que no eran los únicos sereshumanos existentes ni su modo de vidael único posible.

La obra de Bob Connolly y RobinAnderson titulada First Contad ofreceun emotivo relato del momento delprimer contacto en Lis montañas del estedel país, tal como lo recordaban losahora ancianos montañeses y los blancosque vivieron esa experiencia en su niñezo en su juventud en la década de 1930.Los aterrorizados montañeses tomaron alos blancos por fantasmas que tornabandel otro mundo, hasta que desenterrarony examinaron sus heces, y enviaron a

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empavorecidas jóvenes a mantenerrelaciones sexuales con los invasores, yde ese modo descubrieron que losblancos defecaban y eran tan hombrescomo ellos. Leahy escribió en susdiarios que los montañeses olían mal,mientras que a los montañeses lesparecía que los blancos despedían unolor extraño y pavoroso. La obsesión deLeahy con el oro era tan incomprensiblepara los nativos como lo era para losblancos el concepto de riqueza de losisleños y la moneda que utilizaban(conchas espinosas). Pero la historia deaquel primer contacto aún no ha sidorelatada por escrito por susprotagonistas, los dani y los

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expedicionarios que se encontraron en1938 y que han sobrevivido hastanuestros días.

Al comienzo de este capítulo se ha dichoque la entrada de la expediciónArchbold en el Grand Valley no solo fueun momento decisivo para los dani, sinotambién para la historia de lahumanidad. En otros tiempos, todos losgrupos humanos vivían en relativoaislamiento, a la espera del primercontacto, mientras en la actualidad losgrupos aislados constituyen una minoría.¿Qué implicaciones tiene este cambio?La respuesta puede inferirse de lacomparación de aquellas zonas del

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mundo que dejaron de estar aisladashace mucho tiempo con las zonas dondeel aislamiento ha perdurado hastanuestros días. Otra fuente deinformación son las rápidastransformaciones acaecidas después delos primeros contactos históricamentedocumentados. Estas comparacionesindican que el contacto entre pueblosalejados eliminó gradualmente la mayorparte de la diversidad cultural que habíasurgido a lo largo de milenios deaislamiento.

Con objeto de ilustrar este puntoanalizaremos el ejemplo manifiesto dela diversidad artística. En la NuevaGuinea de antaño, la escultura, la

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música y la danza variaban notablementede un pueblo a otro. Algunos pueblossituados a lo largo del río Sepik y en lazona pantanosa de Asmat creaban tallasde madera cuya calidad las ha he chofamosas en todo el mundo. Con eltiempo, no obstante, se ha idoconvenciendo u obligando a los isleñosa abandonar sus tradiciones artísticas.En 1965 visite una pequeña tribu de 578habitan tes que vivía en relativoaislamiento en la región de Bomai, y descubrí que el misionero que dirigía laúnica tienda del lugar había manipuladoa los naturales para que quemaran todassus obras de arte. Varios siglos dedesarrollo cultural singular (de

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«artilugios paga nos», en palabras delmisionero) fueron destruidos en una solamañana. En 1964, al recorrer porprimera vez las remotas aldeas deNueva Guinea, escuché música detambores y canciones tradicionales;cuando regresé en la década de 1980,escuché música rock, guitarras einstrumentos mecánicos de percusión.Cualquiera que haya contemplado lastallas asmat en el Metropolitan Museumde Nueva York o escuchado la músicaritual de ritmo vertiginoso de un dúo detambores de madera, comprenderá lascatastróficas dimensiones de la tragediaque supone la desaparición del arteautóctono después del primer contacto.

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Los primeros contactos también hanprovocado enormes pérdidaslingüísticas. Por ejemplo, en la Europaactual tan solo existen unas cincuentalenguas, la mayoría de ellaspertenecientes a la familia indoeuropea.En contraste, en Nueva Guinea, con unasuperficie diez veces menor que la deEuropa y una población que no alcanzani el 1 por ciento de la poblacióneuropea, hay unas mil lenguas, muchasde las cuales no están relacionadas conninguna otra lengua existente en la isla nien ningún otro lugar. Por término medio,cada lengua cuenta con algunos miles dehablantes que habitan una zona de unradio de 16 kilómetros. Al recorrer los

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96 kilómetros que separan Okapa deKarimui, a través de las cordillerasorientales de Nueva Guinea, atraveséseis áreas lingüísticas diferentes,comenzando con la foré (una lengua conposposiciones como el finés) yterminando con la tudawhe (una lenguacon tonos alternativos y vocalesnasalizadas, como el chino).

Nueva Guinea muestra a loslingüistas cómo era el mundo cuandocada tribu aislada poseía su propialengua, antes de que la agriculturapermitiera a unos cuantos gruposexpandirse y propagar su lengua poramplias regiones. La expansiónindoeuropea, que hizo desaparecer todas

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las lenguas previamente existentes enEuropa occidental, salvo el vascuence,comenzó hace tan solo seis mil años. Laexpansión bantú, ocurrida en los últimosmilenios, terminó con la mayoría de laslenguas del África tropical ysubsahariana, y la expansiónaustronesiana tuvo efectos similares enIndonesia y las Filipinas. En el NuevoMundo, centenares de lenguasamerindias se han extinguido en losúltimos siglos.

Pero ¿acaso no es una bendición quese reduzca el número de lenguas y, de talmodo, se facilite la comunicación entrelos pueblos del mundo? Tal vez sea así,pero no hay que olvidar el aspecto

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negativo de las perdidas lingüísticas.Las lenguas se distinguen por suestructura y su vocabulario, por el modoen que expresan las causas de losfenómenos, los sentimientos y lasresponsabilidades personales y, enconsecuencia, por la manera en quemoldean nuestros pensamientos. Nopuede decirse que una lengua sea «lamejor» en todos los aspectos, sino quedistintas lenguas se adecúan mejor adiferentes propósitos. Por ejemplo,quizá no es una simple casualidad quePlatón y Aristóteles escribiesen engriego y Kant en alemán. Las partículasgramaticales de estos dos idiomas, asícomo la facilidad con que permiten

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formar palabras compuestas, puedenhaber contribuido a convertidos en losidiomas fundamentales de la filosofíaoccidental. Otro ejemplo, conocido paratodos aquellos que hemos estudiadolatín, es que las lenguas acusadamenteflexivas (es decir, aquellas en las quelas terminaciones de las palabras bastanpara indicar la estructura de la frase)permiten alterar el orden de las palabraspara expresar matices que soninexpresables en inglés. En inglés, elorden de las palabras es la base de laestructura de las frases y, enconsecuencia, apenas admite variantes.Aunque el inglés se haya convertido enla lingua franca de las relaciones

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internacionales, no significa que sea lalengua más idónea para la diplomacia.

La variedad de las tradicionesculturales de Nueva Guinea tambiéneclipsa a la de cualquier región dedimensiones similares del mundomoderno, puesto que el aislamiento enque vivían las tribus isleñas les permitíallevar a cabo experimentos sociales queotros pueblos habrían consideradoinaceptables. Las prácticas decanibalismo y automutilación variabande una tribu a otra. En la época delprimer contacto, la costumbre devestirse era desconocida para algunastribus, mientras que otras se cubrían losgenitales y observaban el más estricto

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recato sexual, y aún otras (incluidos losdani del Grand Valley) realzaban supene y sus testículos con diversosartilugios. Las costumbres relativas a laeducación de los hijos variaban desde lamayor permisividad (reflejada, porejemplo, en la costumbre foré depermitir a los bebés agarrar objetoscalientes y quemarse), pasando por lacostumbre de castigar a los niños bahamfrotándoles la cara con ortigas, con tanextrema represión que se traducía en unaalta tasa de suicidios infantiles entre loskukukuku. La bisexualidad estabainstitucionalizada entre los hombresbarua, que convivían con losadolescentes en grandes casas

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comunales a la vez que mantenían unhogar para su mujer, sus hijas y sus hijospequeños. Por su parte, los tudawhesvivían en casas de dos plantas en las quelas mujeres, los niños y las muchachassolteras ocupaban la planta de abajo,mientras que los hombres y losmuchachos solteros se alojaban en la dearriba, a la que se accedía por unaescala desde el exterior.

El empobrecimiento de ladiversidad cultural que caracteriza almundo moderno no sería motivo depreocupación si tan solo implicara ladesaparición de tradiciones como laautomutilación o el suicidio infantil.Ahora bien, hay que tener en cuenta que

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las tradiciones culturales que se hanimpuesto en el mundo se seleccionaronen virtud del éxito económico y militarde las sociedades que las practicaban,cualidades que no garantizannecesariamente el fomento de lafelicidad ni de la supervivencia a largoplazo de la humanidad. Aunque elconsumismo y la explotación del entornopuedan resultar beneficiosos en laactualidad, quizá se vuelvan contranosotros en el futuro. Entre los rasgos dela sociedad estadounidense que todo elmundo conviene en considerar comograndes defectos puede citarse lamanera de tratar a los ancianos, lasalgaradas adolescentes, el huso de los

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medicamentos psicotrópicos y la enormedesigualdad norial. En Nueva Guineahay —o había antes del primer contacto— numerosas sociedades que hanencontrado soluciones mejores paraludas estas áreas problemáticas.

Es de lamentar que los modelosalternativos de organización social esténdesapareciendo a pasos agigantados, yque la época en que los humanos podíanrealizar experimentos aislados connuevos modelos haya pasado a lahistoria. Puede afirmarse con totalcertidumbre que ya no quedan pordescubrir poblaciones aisladas tannumerosas Como la que encontró la

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expedición de Archbold en agosto de1938. Cuando estuve trabajando en elrío Rouffaer de Nueva Guinea, en 1979,una misión establecida en la zonaacababa de descubrir a una Iribúnómada de cuatrocientos miembros, queinformaron de la existencia de otra tribua cinco días de viaje río arriba.Asimismo, continúan descubriéndosepequeñas tribus en zonas remotas dePerú y brasil. No obstante, cabe esperarque el último primer contacto seproduzca en el transcurso de la últimadécada del siglo XX y con ello finalicenlos experimentos aislados deorganización social.

Aunque el último primer contacto no

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marque el final de la diversidad culturalhumana, algo que ni siquiera latelevisión y los viajes han conseguidoeliminar, sin duda supondrá una drásticareducción de las diferencias culturales ycomportará una pérdida que, por losmotivos ya mencionados, habremos delamentar. Por otro lado, sin embargo, laxenofobia solo podía tolerarse en lostiempos en que nuestros medios deexterminio eran demasiado limitadospara acarrear la destrucción de toda laespecie humana. Cuando pienso en losfactores que podrán impedir que elarmamento nuclear se combine connuestra propensión al genocidio parabatir la marca de destrucción

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establecida en la primera mitad de estesiglo, el acelerado proceso dehomogeneización cultural se me antojauna de las principales fuentes deesperanza. La pérdida de la diversidadcultural tal vez sea el precio que hay quepagar por la supervivencia.

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14Una conquista fortuita

Nuestra vida cotidiana nos haacostumbrado a convivir con una seriede hechos que, pese a su familiaridad,plantean complejos interrogantes a laciencia. Si miramos a nuestro alrededoren cualquier localidad de EstadosUnidos o Australia, veremos a unamayoría de personas de ascendenciaeuropea; hace quinientos años, sinembargo, esos mismos lugares estabanpoblados exclusivamente poramerindios y aborígenes australianos.

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¿Por qué los europeos llegaron areemplazar a la mayoría de laspoblaciones autóctonas de América delNorte y Australia, y no fueron los indiosy los aborígenes los que sustituyeron ala mayor parte de la población europeaoriginal?

Esta pregunta puede replantearse enlos siguientes términos: ¿por qué elritmo de desarrollo tecnológico ypolítico fue más rápido en Eurasia queen América y en el África subsahariana,y extremadamente lento en Australia? En1492, la mayor parte de la población deEurasia empleaba utensilios de hierro,conocía la escritura y practicaba laagricultura, estaba organizada en

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grandes estados centralizados cuyosbarcos surcaban los océanos y seencontraba en los umbrales de laindustrialización. En la misma época, enAmérica se practicaba la agricultura,pero solo había un puñado de grandesestados centralizados, la escritura noestaba generalizada y aún no sefabricaban grandes barcos ni utensiliosde hierro; América llevaba variosmilenios de retraso tecnológico ypolítico con respecto a Eurasia. En laAustralia contemporánea no existía laagricultura, ni la escritura, ni losestados, ni los barcos; la poblaciónvivía en un estadio previo al primercontacto y empleaba herramientas de

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piedra comparables a las que se habíanfabricado en Eurasia diez mil añosantes.

Fueron estas diferenciastecnológicas y políticas —y no lasdiferencias biológicas que determinan elresultado de la competencia entre laspoblaciones animales— las quepermitieron que los europeos seexpandieran por los demás continentes.

En el siglo pasado, las respuestas ala pregunta con la que se ha abierto estecapítulo eran más simples y estabanimpregnadas de racismo. Los europeosdel siglo XIX concluyeron que susadelantos culturales se basaban en unainteligencia intrínsecamente superior,

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por lo que su destino manifiesto eraconquistar, desplazar y exterminar a lospueblos «inferiores», razonamiento que,a la par que abominable y arrogante, eraerróneo. Los conocimientos queadquieren las personas varían en funciónde su medio social, pero no de suscaracterísticas biológicas. Pese a losgrandes esfuerzos dedicados a investigarestos temas, no se ha encontrado pruebaalguna que confirme la existencia dediferencias genéticas entre la capacidadmental de las distintas razas.

Debido a este legado de teoríasracistas, cualquier intento de estudiar lasdiferencias de civilización entre laspoblaciones humanas corre el riesgo de

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ser tachado de racista. No obstante,numerosas y obvias razones justifican elesfuerzo de intentar explicaradecuadamente este tema. Lasdiferencias tecnológicas handesencadenado grandes tragedias en losúltimos quinientos años, cuyo legadocolonialista continúa siendo uno de losfactores definitorios del mundomoderno. Si no conseguimos proponeruna explicación alternativa convincente,siempre quedará la sospecha de que lasteorías genéticas racistas están en locierto.

En el presente capítulo seargumentará que las diferencias en elgrado de desarrollo de las

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civilizaciones de los distintoscontinentes emanaron de la influencia dela geografía en la cultura y no de lagenética. Los recursos naturales quesirven de base a la civilización —enparticular, las especies vegetales yanimales susceptibles de serdomesticadas— diferían de uncontinente a otro, como también laposibilidad de que las especiesdomesticadas se difundieran de una zonaa otra. Incluso hoy día, losestadounidenses y los europeos somosdolorosamente conscientes de cómoalgunos accidentes geográficosdistantes, como el golfo Pérsico y elistmo de Panamá, pueden influir en

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nuestras vidas. Ahora bien, la influenciade la geografía y la biogeografía ha sidoaún más profunda y definitiva en la vidade los humanos durante cientos de milesde años.

¿Por qué conceder especialrelevancia a las especies animales yvegetales? Tal como señaló el biólogo J. B. S. Haldane, «la civilización nosolo se basa en los hombres, sinotambién en las plantas y los animales».La agricultura y la ganadería, pese a susconsecuencias perjudiciales, yaexaminadas en el capítulo 10,multiplicaron la productividad de latierra e impulsaron el aumento de ladensidad de población. Los excedentes

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alimentarios producidos por el trabajode algunos individuos permitían queotros se consagraran a la metalurgia, alas manufacturas y a la escritura, asícomo a servir profesionalmente en losejércitos. La domesticación de animalessirvió para proporcionar alimentos,como la carne y la leche, pero tambiénlana y pieles para confeccionar vestidos,así como un medio de transporte paralas personas y mercancías. Los animalesconstituían, asimismo, una buena fuerzade tracción para arados y carros envirtud de la cual aumentó notablementela productividad agrícola.

En consecuencia, la poblaciónmundial creció de unos diez millones de

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habitantes hacia el año 10 000 a. C.,cuando el modo de vida aún se basabaen la caza y la recolección, hasta loscinco mil millones de habitantes queconstituyen aproximadamente lapoblación actual. El aumento de ladensidad de población era un requisitoprevio para el establecimiento de losestados centralizados; por otro lado, elsurgimiento de zonas densamentepobladas fomentó la evolución de lasenfermedades infecciosas, contra lascuales las poblaciones afectadasdesarrollaron ciertas defensas, pero noasí otras poblaciones. Todos estosfactores determinaron quiénes estabanllamados a ser conquistadores y

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colonizadores y quiénes conquistados ycolonizados. La conquista europea deAmérica y Australia no se basó en lamejor calidad de los genes de loseuropeos, sino en que sus enfermedadesinfecciosas eran más graves (en especialla viruela), su tecnología más avanzada(armas y barcos, entre otras cosas), susistema de almacenar informaciónmediante la escritura más perfecto, y suorganización política más desarrollada;factores que, en última instancia,derivan de las diferencias geográficasentre los continentes.

Comenzaremos por examinar lasdiferencias relativas a la domesticación

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de animales. Hacia el año 4000 a. C., lazona occidental de Eurasia ya poseía los«cinco grandes» tipos de ganadodominantes en la actualidad: ovejas,cabras, cerdos, vacas y caballos. En lazona oriental de Asia se domesticaroncuatro especies sustitutivas de las vacas:los yaks, los búfalos de agua, los gaur ylos banteng. Tal como se ha dicho, estosanimales proporcionaban alimentos,energía y ropas, en tanto que el caballoposeía, además, un inestimable valormilitar, puesto que hasta el siglo pasadodesempeñó las funciones del tanque, eltodoterreno y el camión. ¿Por qué losindios americanos no consiguieronbeneficios similares de la domesticación

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de las especies autóctonas de mamíferosequivalentes: la oveja y la cabra montes,el pécari, el bisonte y el tapir? ¿Por quéni los indios, montados a lomos detapires, ni los australianos, cabalgandosobre canguros, invadieron y asolaronEurasia?

La respuesta es que hasta el día dehoy no ha sido posible domesticar másque a una pequeña proporción de lasespecies salvajes de mamíferos.Numerosos intentos fallidos atestiguanesta imposibilidad. Innumerablesespecies han llegado al estadio previo ynecesario de convertirse en animales decompañía. En las aldeas de NuevaGuinea he visto muchos opossums y

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canguros, y en los poblados indios de laAmazonia, monos y comadrejas quevivían con los hombres. En el antiguoEgipto se domesticaban gacelas,antílopes, grullas e incluso hienas, yposiblemente jirafas. Los romanoshuyeron despavoridos a la vista de loselefantes amaestrados con los queAníbal cruzó los Alpes (los cuales, porcierto, no eran elefantes asiáticos, laespecie que hoy se ve en los circos).

No obstante, todos estos intentosincipientes de domesticación fracasaron.La domesticación no solo consiste enatrapar y amaestrar animales salvajesindividuales, sino también en conseguirque se reproduzcan en cautividad y en

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utilizar la cría selectiva para mejorar laespecie en provecho de los humanos.Desde la domesticación de los caballoshacia el año 4000 a. C., y de los renosalgunos milenios después, no se haañadido ningún gran mamífero europeoal repertorio de los animalesdomesticados con éxito. Así pues, entrecientos de intentos de domesticación,solo unos cuantos fructificaron yprodujeron las especies de mamíferosdomesticadas que hoy existen.

¿Por qué fracasaron la mayoría delos intentos de domesticar animalessalvajes? Para que el proceso dedomesticación se lleve a cabo con éxitodebe emprenderse con un animal que

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reúna una larga serie de característicaspoco usuales. En primer lugar, debe ser,pollo general, una especie sociable queviva en grupos. Los individuossubordinados de una manada desarrollaninstintivamente la sumisión quecaracteriza su conducta hacia losindividuos dominantes, conducta quepueden transferir a sus relaciones conlos humanos. La oveja muflón de Asia(ascendiente del ganado ovino actual)había desarrollado ese tipo de conducta,pero no así la oveja de grandes cuernosde América del Norte, motivo queimpidió que los indios domesticaran aesta última. A excepción de los gatos ylos hurones, no se ha conseguido

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domesticar a ninguna de las especies dehábitos territoriales cuyos individuosviven aisladamente.

En segundo lugar, las especies que,como las gacelas y numerosos ciervos yantílopes, salen huyendo ante la menorseñal de peligro en lugar de defenderse,han demostrado ser demasiadoexcitables para que se las puedamanejar. El fracaso en la domesticaciónde los ciervos resulta particularmentesorprendente, puesto que son pocas lasespecies salvajes que han vivido tancerca de los humanos durante decenasde miles de años. Aunque los ciervoshan sido intensivamente cazados por elhombre, y a menudo se ha conseguido

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domesticar a ejemplares aislados, entrelas cuarenta y una especies de cérvidosdel mundo solo se ha conseguidodomesticar al reno. La conductaterritorial y la pronta huida como mediode defensa convierten a las otrascuarenta especies en candidatasinadecuadas para la domesticación. Soloel reno compagina la necesariatolerancia con respecto a los extrañoscon una conducta gregaria y noterritorial.

Por último, los animales cautivos,aunque sean dóciles y gocen de buenasalud, pueden negarse a reproducirsecuando están enjaulados, como muchoszoológicos han comprobado con

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consternación. A ninguna persona ledivertiría emprender un largo ritual decortejo ni copular ante las expectantesmiradas del público, y a numerososanimales les ocurre lo mismo. Elproblema de conseguir que los animalesse reproduzcan en cautividad ha hechonaufragar persistentes intentos dedomesticar a algunos animalespotencialmente muy útiles. Es el caso,por ejemplo, de una especie depequeños camellos autóctonos de losAndes, que producen la lana de mejorcalidad del mundo; ni los antiguos incasni los rancheros de nuestros días hanlogrado domesticarla, por lo que en esaregión la lana debe obtenerse mediante

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la captura de vicuñas salvajes. Losguepardos, la especie de mamíferosterrestres más veloces del mundo, hansido domesticados y empleados para lacaza desde los tiempos de los príncipesde la antigua Asiria hasta la época delos maharajás de la India decimonónica;pero todos y cada uno de los ejemplaresreales tuvieron que capturarseaisladamente y hasta la década de 1960ni siquiera los zoológicos consiguieronque los guepardos se reprodujeran, encautividad.

En conjunto, estas razonescontribuyen a explicar por qué loseuroasiáticos consiguieron domesticar alos «cinco grandes», pero no a otras

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especies muy próximas, y por qué losamerindios no domesticaron a losbisontes, los pecaríes, los tapires ni alas ovejas y cabras montesas. Laimportancia militar del caballoconstituye un excelente ejemplo parailustrar cómo diferencias aparentementedesdeñables resultan en que una especiesea muy valiosa y otra carezca de todautilidad. Los caballos pertenecen alorden de mamíferos denominadoPerissodactyla, compuesto pormamíferos ungulados y con un númeroimpar de dedos: los caballos, los tapiresy los rinocerontes. De las diecisieteespecies actuales de perisodáctilos, lascuatro de tapires y las cinco de

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rinocerontes, así como cinco de las ochode caballos, nunca han sidodomesticadas. Montados a lomos derinocerontes y tapires, los africanos ylos indios seguramente habríanconseguido repeler a los invasoreseuropeos, pero ese no fue el caso.

El sexto miembro de la familia delos équidos, el asno salvaje de África,dio origen a los burros domesticados,con excelentes cualidades comoanimales de carga, pero inútiles para laguerra. Es posible que el onagro de Asiaoccidental, el séptimo animalemparentado con los caballos, seutilizara como bestia de tiro durante lossiglos posteriores a 3000 a. C. Ahora

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bien, todas las referencias escritas a esteanimal denuestan su mal carácter conadjetivos como «colérico», «irascible»,«inaccesible», «imperturbable» e«intrínsecamente huraño». Al malignoonagro había que ponerle un bozal paraimpedir que mordiera a sus dueños.Cuando los caballos domesticadosllegaron a Oriente Medio hacia 2300 a.C., los onagros fueron finalmentedescartados como un fracaso más de ladomesticación.

Los caballos revolucionaron el artede la guerra más que ningún otro animal,incluidos los elefantes y los camellos.Al poco de su domesticación, debieronde permitir que las tribus ganaderas

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indoeuropeas comenzaran la expansiónque, con el tiempo, las llevaría aimponer su lengua en gran parte delmundo. Algunos milenios después,enganchados a carros de combate, loscaballos se convirtieron en losarrolladores tanques Sherman de lasantiguas guerras. Después de lainvención de las sillas de montar y losestribos, hicieron posible que Atila, elrey de los hunos, devastara el Imperioromano, que Gengis Kan conquistase unimperio desde Rusia hasta China y queen la zona occidental de África seestablecieran varios reinos militares.Unas cuantas docenas de caballoscontribuyeron a que Cortés y Pizarra, al

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mando de tan solo unos cientos deespañoles, consiguieran derrocar dos delos estados más populosos ydesarrollados del Nuevo Mundo, losimperios azteca e inca. Con la ineficaciade las cargas de la caballería polacacontra los ejércitos invasores de Hitleren septiembre de 1939, la importanciamilitar del caballo, el más apreciado delos animales domesticados durante seismil años, tocó a su fin.

No deja de resultar irónico que loscaballos montados por Cortés y Pizarratuvieran antiguos parientes originariosdel Nuevo Mundo. Si esos caballoshubieran sobrevivido, Moctezuma yAtahualpa quizá habrían vencido a los

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invasores con las cargas de su propiacaballería. Pero un cruel giro deldestino hizo que los caballosamericanos se extinguieran muchotiempo antes, junto al 80 o el 90 porciento de las especies de grandesanimales de América y Australia, en laépoca en que los primeros pobladoreshumanos —los antepasados de losindios y los aborígenes de nuestros días— alcanzaron aquellos continentes. EnAmérica no solo desaparecieron loscaballos, sino también otras especiespotencialmente domesticables como losgrandes camellos, los perezososterrestres y los elefantes. Australia yAmérica del Norte se quedaron sin

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especies animales domesticables, a noser que los perros indios deriven de loslobos norteamericanos. En América delSur solo sobrevivieron los conejillos deIndias (empleados como alimento), lasalpacas (de las que se extraía la lana) ylas llamas (utilizadas como animales decarga, pero demasiado pequeñas paraservir de montura).

En consecuencia, los mamíferosdomésticos no aportaron proteínas a ladieta de los nativos de Australia niAmérica, salvo en la zona andina, dondesu contribución a la dieta era muchomenor que en el Viejo Mundo. Ningúnmamífero americano o australiano haservido nunca para tirar de un arado, una

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carreta o un carro de combate, comotampoco ha producido leche ni haservido de montura. Las civilizacionesdel Nuevo Mundo avanzaron poco apoco impulsadas por la fuerza muscularde los humanos, en tanto que las delViejo Mundo progresaron más deprisautilizando la energía animal, la eólica yla hidráulica.

Los científicos continúan debatiendosi la extinción de la mayoría de losgrandes mamíferos americanos yaustralianos en tiempos prehistóricos sedebió a factores climáticos o alestablecimiento de los pobladoreshumanos. En cualquier caso, la extinciónde esas especies marcó el inexorable

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destino de los descendientes de losprimeros pobladores, abocados a serconquistados decenios de miles de añosdespués por los habitantes de Eurasia yÁfrica, es decir, de los continentesdonde pervivieron más especies degrandes mamíferos.

¿Pueden aplicarse los mismosargumentos al caso de las plantas?Diversas similitudes saltaninmediatamente a la vista. Al igual queentre los animales, solo una pequeñaproporción de las especies de plantassilvestres son adecuadas para ladomesticación. Por ejemplo, lasespecies de individuos hermafroditas

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que se polinizan a sí mismos (como eltrigo) pudieron cultivarse antes y conmayor facilidad que las especies depolinización cruzada (como el centeno).Las variedades que se polinizan a símismas son más fáciles de seleccionar yde conservar porque no se mezclancontinuamente con las variedadessilvestres con las que estánemparentadas. Otro ejemplo es quenunca se ha conseguido domesticarninguna especie de robles, pese a quelas bellotas constituían una fuente dealimentación importante en la Europa yla América del Norte prehistóricas; larazón puede ser que las ardillas sonmucho más hábiles que los humanos a la

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hora de seleccionar y plantar bellotas. Acada especie domesticada actual lecorresponden otras muchas queintentaron cultivarse sin éxito en elpasado. (¿Qué americano de nuestrosdías ha comido las hierbas quecultivaban los indios del este de EstadosUnidos hacia 2000 a. C. con objeto deutilizar sus semillas?).

Estas consideraciones contribuyen aexplicar la lentitud del desarrollotecnológico en Australia. La relativaescasez de plantas y animalesapropiados para la domesticación fuesin duda uno de los factoresfundamentales a los que debe atribuirseque en Australia no se desarrollase la

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agricultura. Ahora bien, los motivoscausantes del retraso del desarrolloagrícola en América con respecto alViejo Mundo no son tan evidentes. Al finy al cabo, numerosas especies vegetalesque hoy día son importantes en todo elmundo se cultivaron por primera vez enel Nuevo Mundo; por ejemplo, el maíz,la patata, el tomate y la calabaza, pormencionar solo algunas. Para despejaresta incógnita nos detendremos aanalizar el caso del maíz, la cosechafundamental del Nuevo Mundo.

El maíz es un cereal, es decir, unaplanta graminácea de semillasfarináceas (como los granos de cebada yde trigo). Los cereales siguen

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constituyendo la mayor aportacióncalórica a la dieta humana. Todas lascivilizaciones han dependido de lascosechas de cereales, pero lasvariedades cultivadas variaban de unacivilización a otra; por ejemplo, enOriente Próximo y Europa se cultivabael trigo, la cebada, la avena y el centeno;en China y el sudeste de Asia, el arroz,el mijo escoba y el mijo cola de zorro;en el África subsahariana, el mijo perla,el mijo dedo y el sorgo; mientras que elmaíz se cultivaba exclusivamente en elNuevo Mundo. Poco después de queColón descubriera América, losexploradores llevaron el maíz a Europa,desde donde se extendió por todo el

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mundo, hasta el punto de que en laactualidad el maíz es, después del trigo,la planta que ocupa la mayor extensiónde terrenos cultivados. ¿Por qué,entonces, el maíz no permitió que lascivilizaciones amerindias sedesarrollaran a un ritmo tan rápido comolas civilizaciones del Viejo Mundoalimentadas por trigo y otros cereales?

La respuesta es que el cultivo delmaíz es más difícil y menos rentable.Esto sonará a anatema a aquellos que,como yo, sean fanáticos de las mazorcasde maíz asadas con mantequilla. Cuandoera niño siempre aguardaba con ilusiónla llegada de finales del verano parapoder detenerme en los puestos situados

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junto a la carretera y elegir las mazorcascon mejor aspecto. El maíz, la cosechamás importante de Estados Unidos,produce unos rendimientos anuales deveintidós mil millones de dólares eneste país y de cincuenta mil millones entodo el mundo. Ruego al lector que,antes de tildarme de calumniador, sigaleyendo y descubra las diferenciasexistentes entre el maíz y los demáscereales.

En el Viejo Mundo había más de unadocena de gramináceas silvestres fácilesde cultivar. El gran tamaño de sussemillas, favorecido por las acusadasvariaciones estacionales del clima deOriente Próximo, proclamaba ante los

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incipientes agricultores su gran valornutritivo. Estas plantas se cosechabanfácilmente con ayuda de una hoz, semolían y cocinaban con facilidad y noplanteaban problemas de siembra. Elbotánico Hugh litis, de la Universidadde Wisconsin, fue el primero en señalarotra ventaja más sutil: su facilidad dealmacenamiento; no fuimos los humanoslos que la descubrimos, pues losroedores salvajes de Oriente Próximocreaban depósitos de hasta 22 kilos degramináceas cuando la agricultura aúnno existía.

Los cereales del Viejo Mundo teníanun alto rendimiento incluso en estadosilvestre; en las colinas cubiertas de

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trigo silvestre de Oriente Próximo esposible cosechar hasta 65 kilos de granopor hectárea. En esas condiciones, unafamilia podría cosechar en pocassemanas grano suficiente paraalimentarse durante todo el año. Porello, incluso antes de que el trigo y lacebada se domesticaran, ya existían enPalestina pueblos sedentarios quehabían inventado las hoces, los morteroscon sus manos y los silos, y sealimentaban fundamentalmente decereales silvestres.

El trigo y la cebada no sedomesticaron como resultado de unadecisión consciente. El caso no fue queun buen día varios cazadores-

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recolectores se sentaran a charlar, alamentarse de la extinción de lasgrandes presas y a discutir qué cerealeseran mejores, y a continuación sedecidieran a plantar las semillas yrecogieran su primera cosecha al añosiguiente. Antes bien, el proceso quedenominamos domesticación de lasplantas —es decir, la transformación delas plantas sometidas a cultivo— fue elresultado accidental de que losrecolectores de plantas silvestresprefirieran algunas variedades sobreotras y, de tal modo, diseminaran lassemillas de sus plantas preferidas. En elcaso de los cereales silvestres, como eslógico, se prefería cosechar aquellos

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con semillas mayores, aquellos cuyassemillas eran fáciles de recolectar yaquellos con cañas no quebradizas quemantenían las semillas agrupadas. Solofueron necesarias unas cuantasmutaciones, favorecidas por la selecciónrealizada inconscientemente por elhombre, para producir las variedades decereales con grandes semillas y cañasno quebradizas que se cultivan en laactualidad.

Los restos de trigo y cebadahallados en los yacimientosarqueológicos de los asentamientos deOriente Próximo comienzan a mostrarestos cambios hacia el año 8000 a. C.; apartir de entonces, el trigo candeal y

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otras variedades domesticadas y lasiembra se desarrollarían en pocotiempo, tal como lo demuestra ladesaparición gradual de los vestigios degramináceas silvestres en losyacimientos arqueológicos. En OrientePróximo, los cultivos y la ganadería yase habían integrado en un sistemacompleto de producción de alimentoshacia 6000 a. C. Para bien o para mal,los humanos de esa zona geográficahabían dejado de ser cazadores-recolectores para convertirse enagricultores y granjeros y estaban encamino de civilizarse.

Ahora compararemos la historiarelativamente unidireccional del

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progreso en el Viejo Mundo con lo queacaeció en el Nuevo Mundo. En laszonas de América donde comenzó adesarrollarse la agricultura, lasvariaciones estacionales del clima noeran tan acusadas como en OrientePróximo y, en consecuencia, no existíangramináceas con grandes semillas queprodujeran un alto rendimiento en estadosilvestre. Los indios de América delNorte y de México comenzaron acultivar tres gramináceas con semillasde tamaño pequeño —la gayuba, lacebada pequeña y el mijo silvestre—,pero estas variedades fuerondesplazadas por el maíz y,posteriormente, por los cereales

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europeos. El antecesor del maíz es unagramínea mexicana denominada teosinteanual, con grandes semillas, pero pocoadecuada como fuente de alimentaciónen los demás aspectos.

Las espigas de teosinte son tandistintas del maíz que los científicos handebatido hasta hace poco cuál era suparentesco preciso, y aún hoy lasopiniones divergen. Ninguna otra plantaha sufrido cambios tan drásticos al serdomesticada. Las espigas de teosintesolo tienen entre seis y doce granos, yestos son incomestibles debido a queestán encerrados en una cáscara duracomo el pedernal. Los tallos de teosintepueden masticarse como la caña de

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azúcar, y hacerlo es una costumbretradicional de los campesinosmexicanos. Ahora bien, nadie aprovechalas semillas de esta planta en laactualidad, y nada indica que seaprovecharan en tiempos prehistóricos.

Hugh Iltis identificó el cambiodecisivo en el desarrollo del teosinteque la convirtió en una planta útil uncambio permanente de sexo. Las ramaslaterales del teosinte terminan en gruposde flores masculinas, mientras que lasdel maíz están rematadas por mazorcas,es decir, por estructuras femeninas.Aunque esto parezca una diferenciadrástica, lo cierto es que no es sino unasimple mutación de origen hormonal que

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pudo ser desencadenada por un hongo,un virus o un cambio climático. Una vezque algunas flores de la campanillahubieron adquirido el sexo femenino,comenzaron a producir granoscomestibles sin cascarilla queprobablemente llamarían la atención delos cazadores-recolectores. Después, lasflores del tallo central se fueronconvirtiendo gradualmente en mazorcas.En los yacimientos arqueológicos deMéxico se han encontrado restos degranos minúsculos, de apenas cuatrocentímetros de longitud, muy semejantesa los pequeños granos de la variedad demaíz estadounidense denominada TomThumb.

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El teosinte (maíz) emprendió elcamino de la domesticación con esesúbito cambio de sexo. No obstante, adiferencia del caso de los cereales deOriente Próximo, aún tendrían quetranscurrir miles de años antes de quelas cosechas de maíz pudieran mantenera pueblos o ciudades. Por otro lado, elproducto final del desarrollo de estaplanta planteaba mayores dificultades alos campesinos que los cereales delViejo Mundo. Las mazorcas no podíansegarse con una hoz, sino que había querecolectarlas a mano y de una en una,para luego pelarlas y arrancar losgranos, que no se desprendían confacilidad; además, la siembra se

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realizaba plantando cada semilla porseparado en lugar de arrojando puñadosde semillas al aire. La cosecharecolectada con tantos esfuerzos no teníaun valor nutritivo tan elevado como loscereales del Viejo Mundo: menorcontenido proteico, deficiencias deaminoácidos nutricionalmenteimportantes y deficiencias de lavitamina llamada niacina (que tiende acausar la enfermedad denominadapelagra); con objeto de compensar enparte estas deficiencias, los granosdeben recibir un tratamientoalcalinizante.

En resumen, las características de lacosecha básica del Nuevo Mundo

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dificultan la identificación de su valorpotencial cuando está en estadosilvestre, complican el proceso dedomesticación e incluso su cultivo unavez que se ha domesticado. Buena partedel retraso de la civilización del NuevoMundo con respecto a la del ViejoMundo pudo deberse a laspeculiaridades de una sola planta.

Hasta aquí se ha examinado la influenciade la biogeografía en la determinaciónde las especies animales y vegetalesadecuadas para la domesticación, peroaún debe mencionarse otro efectoimportante de la geografía. Lascivilizaciones no han dependido

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exclusivamente del cultivo de plantasalimenticias autóctonas, sino también dela adopción de cultivos desarrollados enotros lugares. La orientación norte-surdel eje básico del Nuevo Mundodificultó la difusión de las plantasalimenticias, mientras que laarticulación del Viejo Mundo en torno aun eje que va de este a oeste la facilitó(véase la figura 6).

Hoy día, la difusión de las plantasalimenticias es un hecho tan común querara vez nos detenemos a pensar dedónde proceden nuestros alimentos. Unacomida típica de Estados Unidos oEuropa puede constar de los siguientesingredientes: pollo (procedente del

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sudeste de Asia), maíz (originario deMéxico) y patatas (cultivadas porprimera vez en la zona meridional de lacordillera andina), todo ello sazonadocon pimienta (de la India) y acompañadopor un trozo de pan (hecho con el trigooriginario de Oriente Próximo) conmantequilla (del ganado de OrientePróximo), y rematado por una taza decafé (de Etiopía). No obstante, ladifusión de las plantas y los animalesútiles para la alimentación no es unfenómeno exclusivo de los tiemposmodernos, sino que viene ocurriendodesde hace miles de años.

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FIGURA 6

Las plantas y los animales se propagancon rapidez y facilidad dentro de la zonaclimática a la que están adaptados. Paraexpandirse más allá de esa zona debendesarrollar nuevas variedades adaptadasa otros climas. Observando el mapa delViejo Mundo de la figura 6, se aprecia

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que las especies podían expandirse porzonas muy amplias sin encontrarvariaciones climáticas. La expansión delas especies tuvo una importanciafundamental en la implantación de laagricultura y la ganadería en zonasnuevas y en su mejoramiento en zonasdonde ya existían. Las especies podíandesplazarse por China, la India, OrientePróximo y Europa sin salir de laslatitudes templadas del hemisferio norte.No deja de resultar irónico que lacanción patriótica estadounidenseAmerica the Beautiful invoque losamplios horizontes de América y susambarinos mares de espigas. Enrealidad, los horizontes más amplios del

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hemisferio norte están en el ViejoMundo, donde los ambarinos mares dedistintas variedades de cereales llegarona expandirse a lo largo de 11 000kilómetros, desde el canal de la Manchahasta el mar de China.

Los romanos de la Antigüedadcultivaban trigo y cebada procedentes deOriente Próximo, melocotones y cítricosoriginarios de China, pepinos y sésamode la India, y cáñamo y cebollas de AsiaCentral, además de avena y adormidera,autóctonas de Europa. Los caballos quese expandieron desde Oriente Próximohasta la zona occidental de Áfricarevolucionaron las tácticas militares queallí se empleaban, en tanto que las

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ovejas y el ganado vacuno originariosde las montañas del este de Áfricasirvieron para que los hotentotes, quecarecían de animales domésticospropios, se convirtieran en ganaderos enel sur de África. El sorgo y el algodónafricanos llegaron a la India hacia el año2000 a. C., mientras que los plátanos ylos ñames de la zona tropical delsudeste de Asia cruzaron el océanoíndico para enriquecer la agricultura delÁfrica tropical.

En el Nuevo Mundo, sin embargo, lazona templada de América del Norteestá separada de la zona templada de losAndes y de la América del Surmeridional por una franja tropical de

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miles de kilómetros, donde las especiesadaptadas a los climas templados nopueden sobrevivir. En consecuencia, lallama, la alpaca y el conejillo de Indiasde los Andes no llegaron a expandirsehasta América del Norte, ni siquierahasta México, y estas zonas continuaroncareciendo de mamíferos domesticablesque sirvieran como fuerza de tiro yprodujeran lana y carne (a excepción delos perros alimentados con maíz). Laspatatas no se difundieron desde losAndes hasta México y América delNorte, en tanto que los girasolestampoco lo hicieron en direccióncontraria. Muchos cultivosaparentemente compartidos por la

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América del Norte y la América del Surprehistóricas eran en realidad diferentesvariedades o incluso especies distintas,lo que indica que fueron domesticadasindependientemente en amboscontinentes. Es el caso, por ejemplo, delalgodón, las judías, las habas, laguindilla y el tabaco. El maíz sí sedifundió desde México hasta Américadel Norte y del Sur, si bien su expansiónfue lenta y difícil debido a la necesidadde que se desarrollasen variedadesadaptadas a otras latitudes. Hasta finalesdel siglo XVIII, aproximadamente, esdecir, miles de años después de suimplantación en México, el maíz no seconvirtió en la dieta habitual del valle

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del Mississippi, en la cual se basó eltardío desarrollo de la misteriosacivilización del Medio Oeste queconstruía poblados de adobe.

Si el Viejo y el Nuevo Mundohubieran rotado noventa grados sobresus ejes, la difusión de los cultivos y delos animales domesticados habría sidomás lenta en el Viejo Mundo y másrápida en América. En consecuencia, suscorrespondientes civilizaciones sehabrían desarrollado a ritmos diferentes,¿y quién sabe si esa diferencia habríabastado para que Moctezuma yAtahualpa invadieran Europa aun sintener caballos?

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Hemos argumentado que los diferentesritmos de desarrollo de la civilizaciónen los distintos continentes no fueron elproducto casual de la actividad de unoscuantos genios. Tampoco se originaroncomo consecuencia de las diferenciasbiológicas que determinan el resultadode la competencia entre las poblacionesanimales (por ejemplo, la capacidadpara correr más deprisa o digerir lacomida mejor). No fueron tampococonsecuencia de diferencias en lacapacidad de innovación de los distintospueblos o, al menos, no disponemos deninguna prueba que indique la existenciade tales diferencias. Por el contrario, el

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ritmo del progreso estuvo determinadopor la influencia de la biogeografía en eldesarrollo cultural. Si Europa yAustralia hubieran intercambiado suspoblaciones hace doce mil años, habríansido los antiguos pobladores deAustralia, trasladados a Europa, los queinvadieran América y Australia desdeEuropa.

La geografía establece las normasbásicas de la evolución, tanto biológicacomo cultural, de todas las especies,incluida la nuestra. La influenciadeterminante de la geografía en lahistoria política moderna es aún másevidente que su influencia en el ritmo dedesarrollo de la agricultura y la

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ganadería. Desde esta perspectiva, casiresulta divertido leer que la mitad de losescolares estadounidenses no sabendónde está Panamá, pero cuando lospolíticos demuestran la mismaignorancia la cuestión se torna másseria. Entre los numerosos y notoriosejemplos de catástrofes desencadenadaspor la falta de conocimientosgeográficos de los políticos, bastará conmencionar dos casos: las artificialesfronteras trazadas en el mapa africanopor las potencias coloniales europeasdel siglo XIX, cuyo resultado fue minarla estabilidad de los estados africanosmodernos herederos de esa partición; ylas fronteras de la Europa del Este

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establecidas en el Tratado de Versalles,suscrito en 1919 por varios políticosque sabían muy poco de esa región y quecon su decisión no hicieron sino allanarel camino para que estallara la SegundaGuerra Mundial.

La geografía era materia obligatoriaen los colegios y universidades hastahace algunas décadas, cuando comenzó aeliminarse de muchos planes deestudios. Se tenía la idea errónea de quelas geografía consistía en poco más quememorizar los nombres de las capitalesde los países. Pero estudiar geografíadurante siete semanas en el séptimocurso no bastará para que los futurospolíticos aprendan las consecuencias

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que los mapas tienen en nuestras vidas.Los fax y las comunicaciones vía satéliteque ponen en comunicación las partesmás remotas del mundo no puedenborrar las diferencias entre los pueblosque emanan de su localizacióngeográfica. A lo largo del tiempo, y auna escala global, el lugar dondevivimos ha determinado en gran medidanuestro modo de ser.

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15Caballos, hititas y un poco

de historia

«Yksi, kaksi, kolme, neljá, viisi».Observé cómo la niña contaba cinco

canicas de una en una. Lo que hacía meresultaba familiar, pero no así suspalabras. Si hubiera estado en casicualquier otra parte de Europa, habríaoído algo semejante al «one, two, three»de mi lengua natal, el inglés; «uno, due,tre», en Italia; «ein, zwei, drei», enAlemania, y «odin, dva, tri», en Rusia.Pero estaba de vacaciones en Finlandia,y el finés es una de las pocas lenguas

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europeas que no pertenece a la familiaindoeuropea.

En la actualidad, la mayoría de laslenguas europeas y muchas de lasasiáticas, de lugares, tan lejanos como laIndia, poseen acusadas similitudes(véase el cuadro de vocabulario de lapágina 342). Por mucho querenegásemos en la escuela cuando nosobligaban a memorizar listas depalabras francesas, lo cierto es que elfrancés se parece mucho al inglés, y quetodas las lenguas indoeuropeas sonsimilares en su vocabulario y gramáticay diferentes del resto de los idiomas delmundo. Solo ciento cuarenta de las cincomil lenguas habladas en el mundo actual

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pertenecen a esta familia, si bien suimportancia no es proporcional a esascifras. A partir de 1492, en virtud de laexpansión europea por todo el planeta—en especial de los ingleses,españoles, portugueses, franceses yrusos—, las lenguas indoeuropeas sedifundieron hasta el punto de convertirseen las lenguas natales de casi la mitadde la población actual, de unos cincomil millones de personas.

A nosotros puede parecemosinnecesario explicar las semejanzasentre la mayoría de los idiomaseuropeos, pues las tomamos como algonatural. Solo al visitar las zonas delmundo donde se da una enorme

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diversidad lingüística se llega acomprender hasta qué punto lahomogeneidad europea es inusual yexige una explicación. Por ejemplo, enlas zonas montañosas de Nueva Guineadonde trabajé, que habían establecido elprimer contacto con el mundo exterioren este siglo, lenguas tan dispares comopuedan serlo el chino y el inglésconvivían a corta distancia. En laEurasia previa al contacto tambiéndebió de existir una gran diversidadlingüística, la cual fue desapareciendogradualmente hasta que el pueblo quehablaba la lengua madre de la familia delenguas indoeuropeas impuso su idiomaen casi toda Europa.

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Vocabulario indoeuropeo versusvocabulario no indoeuropeo.

Lenguas indoeuropeas

Inglés one two threeAlemán ein zwei dreiFrancés un deux troisLatín unus dúo tresRuso odin dva triIrlandésantiguo

oen do tri

Tocario sas wu treyLituano vienas du trysSánscrito eka duva trayasPIE* oynos dwo treyes

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Lenguas no indoeuropeas

Finés yksi kaksi kolmeForé** ka tara kakaga* PIE son las iniciales de protoindoeuropeo,la lengua reconstruida de los primerosindoeuropeos.** La lengua foré se habla en las montañasde Nueva Guinea. Nótese que la mayoría delas palabras son muy similares en todas lalenguas indoeuropeas, mientras que noguardan ninguna semejanza en las lenguas noindoeuropeas.

Entre los factores determinantes de lapérdida de la diversidad lingüística, laexpansión de los pueblos indoeuropeoses, a todas luces, el principal. En un

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primer estadio, ocurrido en un pasadoremoto, las lenguas indoeuropeas sepropagaron por Europa y gran parte deAsia, en tanto que en el segundo estadiode la expansión, a partir de 1492, laslenguas indoeuropeas se difundieron porlos demás continentes. ¿Cuándo y dóndecomenzó esta arrolladora expansión ypor qué fue tan poderosa? ¿Por quéEuropa no fue invadida, por ejemplo,por hablantes de una lengua relacionada,digamos, con el finés o el asirio?

Este tema constituye la problemáticamás notable de la historia de lalingüística, pero es, a la vez, unproblema arqueológico e histórico.Cuando se trata de los europeos que

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llevaron a cabo el segundo estadio de laexpansión de las lenguas indoeuropeas,que dio comienzo en 1492, no soloconocemos sus vocabularios ygramáticas, sino también los puertos dedonde zarparon, las fechas de susexpediciones, los nombres de suslíderes y los factores que lespermitieron conquistar otras tierras.Ahora bien, intentar comprender elprimer estadio de la expansión esinvestigar a un pueblo incierto, cuyalengua y sociedad pertenecen a un vagopasado preliterario, por mucho que esepueblo se convirtiera en el conquistadordel mundo y en el fundador de lassociedades dominantes en la actualidad.

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Esta investigación tiene todos losingredientes de una historia dedetectives, cuya solución depende de lasinscripciones en una lengua desconocidahalladas detrás de un muro secreto de unmonasterio budista y de una lenguaitaliana inexplicablemente conservadaen las vendas de lino de una momiaegipcia.

Enfrentados al problema de losorígenes de las lenguas indoeuropeas, laprimera y excusable reacción puede serdescartarlo como insoluble. Puesto quela lengua madre surgió antes de que seinventase la escritura, su estudio pareceimposible por definición. Aun cuandodescubriéramos esqueletos u objetos de

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cerámica de los primeros indoeuropeos,¿cómo podríamos reconocerlos? Losesqueletos y la cerámica de los húngarosactuales, que habitan en el centro deEuropa, son tan típicamente europeoscomo el goulash es típicamente húngaro.Un arqueólogo del futuro que realizaraexcavaciones en una ciudad húngara nopodría adivinar que los húngaros hablanuna lengua que no pertenece a la familiaindoeuropea si no recuperaran muestrasde su escritura. Aun cuandoconsiguiésemos identificar el momento yel lugar de origen de los primerosindoeuropeos, ¿cómo podríamos deducirlas cualidades que llevaron al triunfo desu lengua?

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A pesar de estas dificultades, loslingüistas han deducido la solución deestas incógnitas mediante el estudio delas propias lenguas En primer lugar,explicaremos de dónde deriva la certezade que la distribución actual de laslenguas refleja un proceso deimposición de una lengua ocurrido en elpasado. A continuación se intentarádeducir cuándo y dónde se hablaba lalengua madre y cómo consiguióimponerse en una zona tan amplia delmundo.

¿De dónde se infiere que las lenguasindoeuropeas modernas sustituyeron aotras lenguas hoy desaparecidas? No

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nos referimos al segundo estadio desustitución de las lenguas, que abarcalos últimos quinientos años, y durante elcual el inglés y el español desplazaron ala mayoría de las lenguas autóctonas deAmérica y Australia. Esta expansión sedebió, sin duda, a la superioridad quelas armas de fuego, las enfermedadesinfecciosas, el hierro y la organizaciónpolítica otorgaban a los europeos. Lapregunta hace referencia al primerestadio, durante el cual el indoeuropeodesplazó a las antiguas lenguas deEuropa y Asia occidental en una épocaen que aún no se había desarrollado laescritura en esas zonas.

El mapa de la figura 7 muestra la

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distribución de las ramas delindoeuropeo que aún perduraban en1492,justo antes de que Colóndescubriera América y de que losespañoles comenzaran a conquistarla.Tres de estas ramas incluyen las lenguasmás familiares para la mayoría de loseuropeos y estadounidenses: elgermánico (que incluye el inglés y elalemán), el itálico (que engloba elfrancés y el español) y el eslavo (queincluye el ruso); cada una de estas ramasengloba entre doce y dieciséis lenguasque han perdurado hasta nuestros días yque cuentan con entre trescientos yquinientos millones de hablantes. Larama más importante es, no obstante, el

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indoiranio, con noventa lenguas(incluido el romaní, la lengua de losgitanos) y casi setecientos millones dehablantes, repartidos entre Irán y laIndia. Entre las ramas relativamenteminoritarias pueden mencionarse elgriego, el albanés, el armenio y elbáltico (compuesto por el lituano y elletón) y el céltico (que incluye el galés yel gaélico), cada una de ellas con entredos y diez millones de hablantes.Además, se tiene noticia de al menosotras dos ramas indoeuropeas, elanatolio y el tocarlo, pues aunquedesaparecieron hace mucho tiempo, handejado tras de sí numerosos documentosescritos, en tanto que otras ramas se

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extinguieron sin apenas dejar huella.

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FIGURA 7. Mapa lingüístico de Europa y Asiaoccidental hacia 1492, justo antes de que loseuropeos descubrieran el Nuevo Mundo.Otras ramas del indoeuropeo debieron deextinguirse previamente. No obstante, lasúnicas de las que se han conservado textosescritos de cierta longitud son la ramaanatolia (que incluye el hitita) y la ramatocaría, que se hablaba en unos territoriosque fueron ocupados por hablantes del turcoy el mongol antes de 1492.

¿Qué nos demuestra que estas lenguaspertenecen a la misma familia y sondistintas de otros linajes lingüísticos?Una de las claves evidentes es laafinidad de sus vocabularios, ilustradaen el cuadro de la página 342, donde serecogen algunos entre los millares de

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ejemplos posibles. Otra de las claves esla similitud de las terminaciones de laspalabras (también llamadas flexiones)que se utilizan para for mar lasconjugaciones de los verbos y lasdeclinaciones de los sustantivos. Estasimilitud se ilustra en el cuadro de lapágina siguiente con algunos ejemplosdel verbo to be (ser y estar). Reconocerestas semejanzas es más fácil si tenemosen cuenta que las raíces y terminacionescompartidas por las lenguasemparentadas no siempre son idénticas,pues cada sonido se adapta a cadalengua particular. Algunos ejemplos bienconocidos son la equivalencia del thinglés y la d alemana (thing en inglés

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equivale a ding en alemán, y thank adanke), o la s inglesa que en español seconvierte en es (school en inglés yescude en español, o stupid y estúpido).

Aunque hasta ahora solo se hayanmencionado similitudes de detalle, haycaracterísticas generales relativas a lafonética y a la formación de las palabrasque también distinguen a las lenguasindoeuropeas de cualquier otra familialingüística. Así, por ejemplo, si bien miterrible acento francés me haceavergonzarme apenas abro la boca parapreguntar: «Où est le métro?», misdificultades con el francés no son nadacomparadas con mi absolutaincapacidad para emitir los sonidos

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metálicos de algunas lenguas del Áfricameridional, o para diferenciar los ochotonos vocálicos empleados en laslenguas de las llanuras pantanosas deNueva Guinea. Mis amigos de la zona sedivertían enseñándome nombres depájaros que solo se distinguen por eltono de los términos que designan losexcrementos, y luego me observabancuando abordaba a alguien en busca demás información sobre ese «pájaro».

Flexiones verbales indoeuropeasversus flexiones verbales noindoeuropeas: ser o no ser

Lenguas indoeuropeas

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Inglés (I)am

(he)is

Gótico im istLatín sum estGriego eimi estiSáncrito asmi astiEslavoantiguo oeclesiástico

jesmi jesti

Lenguas no indoeuropeas

Finés olen onForé miyuwe miye

Nota: Las terminaciones de los verbos ysustantivos distinguen, junto al vocabulario, a

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las lenguas indoeuropeas de las de otrasfamilias de lenguas.

La formación de las palabras es tancaracterística del indoeuropeo como loson los sonidos. Los sustantivos yverbos de las lenguas indoeuropeasposeen diversas terminaciones, esas quesiempre se tienen que memorizar alestudiar una nueva lengua. (¿Cuántos delos lectores que han estudiado latínrecuerdan todavía la cantinela «amo,amas, amat, amamus, amatis, amant»?).Cada terminación transmite un tipodistinto de información. Por ejemplo, la«o» de «amo» indica que es la primerapersona del singular del presente de

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indicativo; el que ama soy yo y no mirival; yo soy uno y no dos; doy amor yno lo recibo, y amo hoy y no ayer. ¡Aydel enamorado que se equivoque encualquiera de estos detalles al cortejar asu amada! En otros idiomas, como elturco, se emplean sílabas o fonemasindependientes para transmitir cada unode estos datos; mientras que en otros,como el vietnamita, prácticamente seprescinde de este tipo de variaciones.

Dadas las semejanzas entre laslenguas indoeuropeas, debemospreguntarnos cómo surgieron lasdiferencias que las distinguen. Todalengua se modifica con el paso deltiempo, tal como se comprueba en los

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documentos escritos a lo largo de variossiglos. Por ejemplo, para losangloparlantes de hoy día, el inglés delsiglo XVIII resulta extravagante, peroperfectamente comprensible; podemosleer a Shakespeare (1564-1616), aunquenecesitemos notas aclaratorias paracomprender muchos de los vocablos queemplea; sin embargo, los textos en inglésantiguo, como el poema Beowulf (hacia 700-750), parecen escritos en un idiomaextranjero. Así pues, a medida que loshablantes de una lengua original seexpandían por distintas zonasgeográficas con un contacto limitado, lalengua iba evolucionando de maneraindependiente, y los cambios en el

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vocabulario y la pronunciaciónterminaban por producir dialectosdistintos, tales como los que han surgidoen diferentes zonas de Estados Unidosdurante los escasos siglos transcurridosdesde que los ingleses comenzaron aestablecerse de modo permanente enesas tierras a partir de 1607. Con elpaso de los siglos, los dialectosdivergen hasta un punto en que sushablantes ya no se comprenden entre sí,y se convierten en lenguas distintas. Unode los ejemplos mejor documentados deeste proceso es el desarrollo de laslenguas romances a partir del latín. Lostextos conservados del siglo XVIII enadelante muestran cómo el francés, el

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italiano, el portugués y el rumano fueronalejándose del latín paulatinamente, a lavez que también divergían entre sí.

La derivación de la lenguasromances modernas del latín ilustracómo un grupo de lenguas emparentadasse desarrolla a partir de una lenguaancestral compartida. Aun cuando no sehubieran conservado textos latinos,podríamos reconstruir en gran medida lalengua madre mediante la comparaciónde las características de las lenguashijas. Empleando esa mismametodología, basada en el estudio de lostextos antiguos y en la comparación delas lenguas actuales, se hace posiblereconstruir el árbol genealógico de

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todas las lenguas derivadas delindoeuropeo originario. La evolución deuna lengua opera mediante la herencia yla divergencia, es decir, tal comoDarwin demostró que se producía laevolución biológica. Tanto en su lenguacomo en su estructura ósea, los inglesesy los australianos de hoy día —cuyadivergencia se inició a partir de lacolonización de Australia en 1788— separecen mucho más entre sí que a loschinos, de quienes comenzaron adivergir hace decenas de miles de años.

Las lenguas de cualquier zona delmundo siempre tenderán a divergir conel tiempo, y esa divergencia solo se veráfrenada por los contactos entre pueblos

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vecinos. El caso de Nueva Guineailustra el resultado final de este proceso;la unificación política de la isla es unfenómeno reciente, posterior a lacolonización europea y, enconsecuencia, en un territorio como elde Texas se hablan casi mil lenguasmutuamente ininteligibles, incluidasvarias decenas de lenguas sin relaciónalguna entre ellas ni con ningún otroidioma del mundo. De tal modo, elhecho de que una sola lengua o variaslenguas emparentadas ocupen una zonamuy extensa indica que el reloj de laevolución lingüística se ha puesto enmarcha recientemente; es decir, que unalengua en expansión eliminó a las

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lenguas preexistentes y luego se reinicióel proceso de diferenciación. Es esteproceso el que explica las grandessimilitudes existentes entre las lenguasbantúes del África meridional y entre laslenguas austronesianas del sudeste deAsia y del Pacífico.

Las lenguas romances tambiénconstituyen el ejemplo mejordocumentado en este aspecto. Hacia 500a. C., el latín se utilizaba solo en Romay su área circundante y compartía lapenínsula italiana con otras muchaslenguas. La expansión de los romanoslatino-parlantes eliminó las demáslenguas italianas y posteriormente hizodesaparecer ramas enteras de la familia

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indoeuropea en el resto de Europa, entreellas las lenguas célticas de la Europacontinental. El latín se impuso sobreestas ramas del indoeuropeo hasta talpunto que en la actualidad solo tenemosnoticia de su existencia por unas cuantaspalabras, nombres e inscripciones. Conla subsecuente expansión transoceánicade españoles y portugueses a partir de1492, una lengua que en principio erahablada por algunos cientos de miles deromanos llegó a eliminar a centenares delenguas y fue el origen de las lenguasromances que hoy día cuentan conquinientos millones de hablantes.

Si la familia de lenguasindoeuropeas se impuso de un modo

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similar, cabría esperar que, aquí y allá,se conservaran vestigios de las lenguasno indoeuropeas previas a la expansión.Sin embargo, en la Europa occidentalactual, el único vestigio de este tipo esel vascuence de España, lengua que noestá relacionada con ninguna otra. (Lasdemás lenguas no indoeuropeas de laEuropa moderna, es decir, el húngaro, elfinés, el estonio y posiblemente el lapón,llegaron a Europa desde Oriente entiempos relativamente recientes). Ahorabien, antes de la época romana, enEuropa se hablaban otras muchaslenguas, de las que se han conservadosuficientes palabras t inscripcionescomo para saber que no eran

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indoeuropeas. Entre ellas, la misteriosalengua etrusca del noroeste de Italia esla mejor conocida, puesto quedisponemos de un texto de 281 líneasescrito en un rollo de lino que, de algúnmodo, terminó sirviendo como vendaje auna momia egipcia. Todas las lenguas noindoeuropeas de Europa desaparecieroncomo consecuencia de la expansiónindoeuropea.

Por otro lado, las lenguasindoeuropeas también asimilaronelementos de las lenguas preexistentes.Con objeto de comprender cómo loslingüistas reconocen los préstamoslingüísticos de lenguas antiguas,imaginemos que llegamos a la Tierra

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desde otro planeta y nos dan tres librosescritos en inglés por un inglés, unestadounidense y un australiano, y queen esos libros los autores describen supaís.

El lenguaje y la mayor parte delvocabulario no diferirían entre las tresobras, pero al comparar laestadounidense con la inglesaadvertiríamos que la primera conteníanumerosos topónimos derivados de unalengua diferente al inglés:Massachusetts, Winnipesaukee yMississippi, por ejemplo. En el librosobre Australia también descubriríamostopónimos derivados de otra lengua,diferente, a su vez, de la de Estados

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Unidos; nombres como Woonarra,Goondiwindi y Murrumbidgee. De ellopodríamos deducir que los inmigrantesingleses llegados a América y aAustralia encontraron a nativos quehablaban sus propias lenguas yadoptaron de ellos los nombres dediversos lugares y objetos. Luegoinferiríamos algunos datos sobre elvocabulario y la fonética de esaslenguas nativas desconocidas. Noobstante, dado que las lenguasautóctonas de Estados Unidos yAustralia de las que se tomaron palabrasprestadas no nos son desconocidas,podríamos confirmar la corrección deesas inferencias indirectas.

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Los lingüistas que estudian laslenguas indoeuropeas también handetectado palabras adoptadas de otraslenguas extinguidas y aparentemente noindoeuropeas. Por ejemplo, alrededorde la sexta parte de los vocablos griegosde origen conocido parecen provenir delenguas no indoeuropeas; estas palabrasson precisamente las que cabría esperarque los griegos hubieran asimilado delos pueblos a los que conquistaban,topónimos, como Corinto y Olimpo;nombres de plantas cultivables, comoolivo y viña, y nombres de dioses yhéroes, como Atenea y Odiseo. Este tipode términos constituyen posiblemente ellegado de los pueblos preindoeuropeos

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a los hablantes de griego que lesinvadieron.

Así pues, como mínimo cuatro tiposde datos confirman que las lenguasindoeuropeas son el resultado de laimposición de una lengua dominante: elárbol genealógico de la familia delenguas indoeuropeas que han perduradohasta nuestros días; la existencia de unadiversidad lingüística mucho másacusada en zonas que, como NuevaGuinea, no han sufrido la imposición deuna lengua en tiempos relativamenterecientes; las lenguas no indoeuropeasque perduraron en Europa en tiemposdel Imperio romano y épocasposteriores, y el legado de las lenguas

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no indoeuropeas detectable en variasramas de la familia indoeuropea.

Dada la evidencia indicativa de que enun pasado remoto existió una lenguaindoeuropea madre, ¿es posiblereconstruirla parcialmente? En unprincipio, la idea de reconstruir laescritura de una lengua no escrita delpasado parece absurda. Sin embargo,los lingüistas han logrado restaurarbuena parte del indoeuropeo originarioexaminando las raíces de los vocabloscompartidos por sus lenguas hijas.

Por poner un ejemplo, si laspalabras con las que se designa a la«oveja» fueran totalmente diferentes en

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cada una de las ramas del indoeuropeo,compararlas no serviría para extraerninguna conclusión. Ahora bien, si esosvocablos son bastante similares envarias ramas, en particular en laslenguas geográficamente distantes comoel indoiranio y el céltico, podrádeducirse que esas lenguas han heredadola misma raíz de la lengua madre.Conociendo las alteraciones fonéticasque han ocurrido en las diversas lenguashijas, puede incluso reconstruirse la raízoriginal de la lengua madre.

Tal como se muestra en la figura 8,las palabras que significan «oveja» sonbastante similares en muchas lenguasindoeuropeas distribuidas entre la India

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e Irlanda: «avis», «hawis», «ovis»,«ois», «oi», etcétera. El término inglés«sheep» obviamente deriva de otra raíz,aunque «ewe» sí retenía la raíz originalde oveja. Un estudio de los cambiosfonéticos ocurridos entre las diversaslenguas indoeuropeas revela que laforma original de esta palabra era«owis».

Claro está que el hecho de quevarias lenguas hijas compartan elradical de una palabra no demuestraautomáticamente que esta derive de unalengua madre común, pues también esposible que se haya ido transmitiendo deuna lengua a otra. A los arqueólogos queven con escepticismo los intentos de los

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lingüistas por reconstruir cualquierlengua madre les encanta citar ejemploscomo el de la «Coca-Cola», un términocompartido por muchos idiomaseuropeos actuales; según ellos, loslingüistas atribuirían el origen de esetérmino a una lengua madre de variosmilenios de antigüedad. No obstante, locierto es que el ejemplo de la «Coca-Cola» sirve para ilustrar cómolos lingüistas diferencian los préstamoslingüísticos recientes de los antiguos: lapalabra «Coca-Cola» tiene un orí gen atodas luces no inglés («coca» es unpalabra originaria de los indiosperuanos y «cola» procede de la zonaoccidental de África), y no ha sufrido

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las mismas transformaciones fonéticasque los términos de raíz indoeuropea (enalemán la «Coca-Cola» se escribe talcual, y no «Kocherkóhler»).

Empleando esta metodología, loslingüistas han conseguido reconstruirbuena parte de la gramática y casi dosmil radicales de la lengua indoeuropeamadre, denominada protoindoeuropeo,término que suele abreviarse con lassiglas «PIE». Con esto no pretendedecirse que todo el vocabulario de laslenguas indoeuropeas actúa les derivedel PIE; lo cierto es que las palabrasheredadas del PI1 son una minoría,puesto que con el transcurso del tiempolas lenguas se han ido renovando,

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inventando nuevos términos y tomandoprestados otros (como en el caso deltérmino inglés «sheep», que reemplazóal radical indoeuropeo «owis»). Losradicales heredados.

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FIGURA 8. El término que designa a la«oveja» es muy similar en numerosaslenguas indoeuropeas actuales, así como enotras del pasado que conocemos gracias alos textos conservados. De ellos puedededucirse que estas palabras derivan de unaforma ancestral, «owis», empleada en elprotoindoeuropeo (PIE), la lengua madre noescrita del PIE suelen corresponder apalabras que designan realidades universalesy que sin duda ya se empleaban hacemilenios; palabras para designar los númerosy las relaciones humanas (como las delcuadro de la página 342); términoscorrespondientes a las partes y funciones delcuerpo y a conceptos omnipresentes como«cielo», «noche», «verano» y «frío».Algunos términos de carácter universal quese han reconstruido se refieren a actos tancotidianos como «expeler ventosidades»,que posee dos radicales distintos en el PIE,

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dependiendo de si la acción se realiza conruido o silenciosamente. El radicalcorrespondiente a peerse con ruido («perd»en el PIE) ha sido el origen de una serie detérminos semejantes de las lenguasindoeuropeas actuales («perdet’», «pardate»,etcétera), incluido el inglés «fart» (véase lafigura 9).

Hasta aquí hemos visto cómo loslingüistas han logrado reconstruíparcialmente la lengua madrepreliteraria y dominante basándose en elestudio de las lenguas escritas derivadasde aquella. Las pregunta queinmediatamente se nos plantean son:¿cuándo y dónde se hablaba el PIE?¿Cómo pudo imponerse sobre tantaslenguas? Comenzaremos por la cuestión

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temporal, que en un principio tambiénpare ce irresoluble. Inferir elvocabulario de una lengua no escrita esde por sí bastante complejo; ¿cómo noslas arreglaremos para determinar elperíodo en que se hablaba?

Como primera medida puederestringirse el campo de lasposibilidades mediante el análisis de lasmuestras escritas más antigua de laslenguas indoeuropeas. Durante muchotiempo, las muestras de mayorantigüedad identificadas por losestudiosos fueron algunos textos iraniosde hacia 1000-800 a. C. y otros textossánscritos, que probablemente seoriginaron hacia 1200-1000 a. C., sin

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llegar a ponerse por escrito hasta mástarde. No obstante, el hallazgo de unostextos de un antiguo reino deMesopotamia denominado Mitanni,escritos en una lengua no indoeuropea,pero con términos evidentementeadoptados de un idioma relacionado conel sánscrito, de mostró la existencia delenguas semejantes al sánscrito entiempos más remotos, digamos desde elaño 1500 a. C.

El siguiente descubrimientoimportante, realizado a finales delsiglo XIX, fue una copiosacorrespondencia diplomática del antiguoEgipto. La mayoría de las cartas estabanescritas en una lengua semítica, pero

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había dos redactadas en un lenguadesconocida, cuyo misterio no sedesveló hasta que las excavacionesarqueológicas realizadas en Turquíapusieron al descubierto miles detablillas escritas en la misma lengua.Estas tablillas resultaron ser losarchivos de un reino que floreció entre1650 y 1200 a. C. y que hoy se conocepor el nombre bíblico de «hitita».

En 1917, los estudiosos de laslenguas se asombraron ante larevelación de que, después de estudiarla lengua hitita, se había comprobadoque pertenecía a una rama arcaica,claramente diferenciada y hasta entoncesdesconocida de la familia de lenguas

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indoeuropeas denominada anatolio.Algunos nombres de evidenteprocedencia hitita mencionados encartas de comerciantes asiriosinstalados cerca de la futura capitalhitita retrotrajeron la investigación afechas más antiguas, casi hasta el año1900 a. C. A esa fecha corresponde eltestimonio directo más antiguo de laexistencia de las lenguas indoeuropeas.

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FIGURA 9. Como en el caso de los términosque significan «oveja», las palabras utilizadaspara decir «peerse con ruido» son similaresen muchas lenguas indoeuropeas escritas. Deello puede deducirse que la forma ancestral,del protoindoeuropeo (FIE) o lengua madre

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no escrita, fue «perd».

Así pues, en 1917 se había conseguidodatar la antigüedad de dos ramas delindoeuropeo, el anatolio y el indoiranio,hacia 1900 a. C. y 1500 a. C.,respectivamente. En 1952 se identificóotra rama de mayor antigüedad, cuandoel joven criptógrafo británico MichaelVentris demostró que la llamadaescritura lineal B de las antiguas Creta yGrecia, que no se había conseguidodescifrar desde su redescubrimientohacia 1900, era una forma primitiva dela lengua griega. Las tablillas escritas enlineal B datan de 1300 a. C.aproximadamente. Ahora bien, el hitita,

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el sánscrito y el griego antiguo son muydiferentes, mucho más de lo que puedanserlo el francés y el español modernos,que divergieron hace mil años; estoindica que esas tres lenguas debieron desepararse del PIE hacia el año 2500 a.C., o antes.

¿Cómo puede deducirse el momentode divergencia a partir de lasdiferencias que separan a estas lenguas?¿Cómo obtener una ecuación queconvierta el «porcentaje de diferenciasentre las lenguas» en «tiempotranscurrido desde que las lenguasdivergieron»? Algunos lingüistasrecurren al ritmo de cambio de losvocablos históricamente documentado

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en las lenguas escritas, como, porejemplo, los cambios entre elanglosajón, el inglés de Chaucer y elinglés moderno. Estos métodos decálculo, de los que se ocupa la cienciadenominada glotocronología (cronologíade las lenguas), han puesto de manifiestouna norma aproximada según la cual laslenguas reemplazan alrededor del 20 porciento de su vocabulario básico cadamil años.

La mayoría de los estudiososrechazan los resultados de laglotocronología aduciendo que el ritmode sustitución de las palabras varía enfunción de las circunstancias sociales yde la naturaleza de los propios

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vocablos. Sin embargo, esos mismosestudiosos realizan sus propios cálculossin mayor rigor científico. La conclusiónusual de unos y otros es que lacomunidad lingüística del PIE comenzóa fragmentarse hacia 3000 a. C.,ciertamente no antes de 5000 a. C. nidespués de 2500 a. C.

Por otro lado, contamos con otroenfoque independiente del problema dela datación: la ciencia denominadapaleontología lingüística. Del mismomodo que los paleontólogos intentandescubrí: cómo era el pasado estudiandolos vestigios conservados bajo la tierra,los paleontólogos del lenguajeinvestigan el pasado analizando los

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vestigios enterrados en las lenguas.Con objeto de comprender cómo

funciona esta ciencia, recordemos quelos lingüistas han reconstruido casi dosmil palabras del vocabulario PIE. No esde sorprender que entre ellas se cuententérminos como «hermano» y «cielo»,cosas que han existido desde siempre ydebieron de nombrarse desde losalbores del lenguaje humano. Sinembargo, es imposible que en el PIEexistiera una palabra para designar la«escopeta», dado que esta no se inventóhasta el año 1300, aproximadamente,mucho después de que los hablantes delPIE se hubieran diseminado entreTurquía y la India y hubiesen comenzado

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a hablar distintas lenguas. De hecho, lapalabra «escopeta» tiene radicalesdistintos en las diferentes lenguasindoeuropeas: «gun» en inglés, «fusil»en francés, «ruzhyo» en ruso, etcétera.El motivo evidente es que, puesto queestas lenguas no heredaron la raíz de«escopeta» del PIE, tuvieron queinventar o tomar prestado el vocablopara designar esta arma cuando seinventó.

El caso de la palabra «escopeta»nos indica una posible vía deinvestigación, consistente en compilaruna lista de objetos inventados en fechasconocidas y estudiar cuáles se derivandel vocabulario PIE. Cualquier objeto

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que, como las escopetas, fuera inventadoen fechas posteriores a la fragmentacióndel PIE no debe poseer un nombre enesta lengua, mientras que cualquier cosaque ya existiera o fuera inventada antesde esa fragmentación, como por ejemplolos «hermanos», sí puede estar incluidaen el vocabulario del PIE. (Aunque nonecesariamente, dado que muchostérminos PIE se han perdido parasiempre. Por ejemplo, conocemos laspalabras PIE que significaban «ojo» y«ceja», pero no la correspondiente a«párpado», aunque es indudable que loshablantes de PIE poseían párpados).

Entre los inventos notables para losque no existe un término PIE, quizá los

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más antiguos sean los carros decombate, que comenzaron ageneralizarse entre 2000 y 1500 a. C., yel hierro, cuyo empleo se tornóimportante entre 1200 y 1000 a. C. Lainexistencia de términos PIE paradesignar estos inventos relativamentetardíos no es de extrañar, puesto que lascaracterísticas distintivas del hitita yanos habían demostrado que el PIE, sefragmentó mucho antes de 2000 a. C.Entre los avances que sí poseen nombresPIE cabe mencionar las palabras paradesignar la «oveja» y la «cabra»,animales que se domesticaron hacia8000 a. C.; el ganado vacuno (contérminos separados para la vaca, el

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novillo y el buey), domesticado hacia6400 a. C.; los caballos, domesticadoshacia 4000 a. C., y los arados, que seinventaron más o menos en la mismaépoca en que se consiguió domesticar alos caballos. El invento más recientepara el que se ha identificado un nombrePIE es la rueda, que dataaproximadamente del año 3300 a. C.

Aun cuando no se dispusiera deotros datos, aplicando la metodología dela paleontología lingüística podríadeducirse que el PIE se fragmentó antesde 2000 a. C. y después de 3300 a. C.Esta conclusión concuerda con losresultados de extrapolar hacia el pasadolas diferencias entre el hitita, el griego y

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el sánscrito. En consecuencia, siqueremos encontrar el rastro de losprimeros indoeuropeos, deberemosconcentrarnos en el registroarqueológico comprendido entre 2500 y5000 a. C., y, afinando más, quizá en laépoca inmediatamente anterior a 3000 a.C.

Habiendo llegado a una conclusión máso menos unánime con respecto a«cuándo» se hablaba el PIE, la siguientepregunta es dónde se hablaba. Desdeque comenzaron a advertir laimportancia del PIE, los lingüistas sehan mostrado en desacuerdo sobre susorígenes geográficos. Se han propuesto

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prácticamente todas las respuestasposibles, desde el Polo Norte hasta laIndia, y desde el litoral atlántico hasta ellitoral pacífico de Eurasia. Tal como loha expresado el arqueólogo J. P.Mallory, la cuestión no es dónde sitúanlos estudiosos la cuna del indoeuropeo,sino «¿dónde la sitúan ahora?».

Para comprender las dificultadesque entraña este problema, tratemos enprimer lugar de resolverlo mirando elmapa de las lenguas indoeuropeas(véase la figura 7 en la página 345). En1492, la mayoría de las ramassupervivientes del indoeuropeo estabanprácticamente confinadas en Europaoccidental, pues solo el indoiranio se

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extendía hacia el este del mar Caspio.Así pues, la solución más fácil alproblema del origen del indoeuropeosería que procediera de Europaoccidental, puesto que sería la soluciónque hubiera exigido menoresdesplazamientos de los pueblos que lohablaban.

Esta posibilidad se desvaneció, noobstante, en 1900, en virtud deldescubrimiento de una «nueva» lenguaindoeuropea —extinguida largo tiempoatrás— en una localización extraña portres motivos. En primer lugar, los textosde esta lengua (que ha recibido elnombre de tocario) se hallaron en unacámara oculta tras un muro de un

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monasterio budista excavado en la roca.La cámara albergaba una biblioteca dedocumentos escritos hacia 600-800 pormisioneros y comerciantes budistas queempleaban esa lengua desconocida. Ensegundo lugar, el monasterio estabaubicado en el Turquestán chino, a milesde kilómetros de distancia de las zonasde habla indoeuropea más próximas. Porúltimo, el tocario resultó no estarrelacionado con el indoiranio, la ramadel indoeuropeo geográficamente máscercana, sino con las ramas europeas,que se hablaban a miles de kilómetros.Es como si de pronto se descubriera quelos escoceses de comienzos de la EdadMedia hablaban una lengua relacionada

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con el chino.Ni que decir tiene que los hablantes

de tocario no llegaron al Turquestánchino por vía aérea, sino a pie o acaballo; tenemos que suponer, por tanto,que en el Asia Central existieron enotros tiempos muchas otras lenguasindoeuropeas que desaparecieron sindejar rastro en documentos conservadosen cámaras secretas. El mapa lingüísticode la Eurasia moderna (véase la figura7) revela el destino que debieron desufrir el tocario y las demás lenguasindoeuropeas del Asia Centraldesaparecidas. En la actualidad, toda lazona está ocupada por pueblos quehablan lenguas turcas o mongoles,

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descendientes de las hordas queasolaron la zona desde, al menos, lostiempos de los hunos hasta la época deGengis Kan. Los estudiosos debaten lacifra de personas asesinadas por losejércitos de Gengis Kan durante la tomade Harat, situándola entre dos millonescuatrocientas mil y un millón seiscientasmil, pero están de acuerdo en que esosactos transformaron el mapa lingüísticode Asia. Por el contrario, la mayoría delas lenguas indoeuropeas del pasadoeuropeo de las que tenemos noticia —como las lenguas célticas de la Galiaconquistada por César— fueronreemplazadas por lenguas de la mismafamilia. El hecho de que hacia 1492 el

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centro de gravedad de las lenguasindoeuropeas esté situado en Europadebe atribuirse a los holocaustoslingüísticos ocurridos no hacía mucho enAsia. Si el lugar de origen del PIErealmente estaba en el centro de la zonaque hacia 600 a. C. se convirtió en losdominios del indoeuropeo, la cual seextendía desde Irlanda hasta elTurquestán chino, habría que llegar a laconclusión de que el PIE se originó enlas estepas rusas del norte del Cáucaso yno en Europa occidental.

Del mismo modo que las propiaslenguas nos ofrecen claves para situarlos orígenes temporales del PIE,también pueden darnos pistas sobre sus

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orígenes geográficos. Una de esas pistases que la familia de lenguas más afín alindoeuropeo es la ugrofinesa, en la quese incluyen el finés y otras lenguasautóctonas de las zonas boscosas delnorte de Rusia (véase la figura 7). Ahorabien, hay que tener en cuenta que losvínculos entre las lenguas ugrofinesas ylas indoeuropeas son mucho más débilesque los del alemán con el inglés, ya queesta última llegó a Inglaterra desde elnoroeste de Alemania hace tan solo milquinientos años; asimismo, son másdébiles que los vínculos entre las ramasgermánica y eslava del indoeuropeo, queprobablemente divergieron hace pocosmilenios. Así pues, la relación entre la

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familia indoeuropea y la ugrofinesaindica que la proximidad entre loshablantes del PIE y del protougrofinésse produjo en un pasado más remoto. Noobstante, dado que el ugrofinés procedede los bosques del norte de Rusia, seríalógico pensar que el PIE se originó enlas estepas rusas situadas al sur de esosbosques. Si el PIE hubiera surgido enlatitudes más meridionales (digamos, enTurquía), el indoeuropeo probablementetendría mayores afinidades con lasantiguas lenguas semíticas de OrientePróximo.

El vocabulario no indoeuropeoasimilado por las lenguas indoeuropeasnos proporciona la segunda clave para

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localizar los orígenes geográficos delPIE. Este tipo de préstamos lingüísticosson particularmente notables en elgriego, como se ha dicho antes, ytambién pueden detectarse con facilidaden el hitita, el irlandés y el sánscrito.Esto sugiere que, en un principio, esaszonas lingüísticas estaban ocupadas porpueblos no indoeuropeos yposteriormente sufrieron la invasión delos indoeuropeos. En tal caso, la tierrade orí gen del PIE no pudo ser Irlanda nila India, lugares que ya han sidodefinitivamente descartados, perotampoco Grecia ni Turquía, países enlos que algunos estudiosos continúanlocalizando dicho origen.

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A la inversa, la lengua indoeuropeamoderna más afín al PIE es el lituano.Los textos lituanos de mayor antigüedadque se han con servado, de hacia 1500,contienen una alta proporción depalabras con radicales PIE, tal como lostextos sánscritos casi tres mil años másantiguos. El conservadurismo lingüísticodel lituano sugiere que esta lenguaapenas ha sufrido la influencia de laslenguas no indoeuropeas y que tal vezestuviera localizada cerca del lugar deorigen del PIE. En otros tiempos, ellituano y las demás lenguas bálticasocupaban una extensa zona de Rusia,hasta que los godos y los eslavosdesplazaron a los bálticos hasta Lituania

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y Letonia, el pequeño territorio que lescorresponde en la actualidad. Así pues,de esta argumentación se desprende queRusia pudo ser el lugar de origen delPIE.

La tercera clave procede de lareconstrucción del vocabulario PIE. Yahemos visto que el hecho de que incluyatérminos bien conocidos en 4000 a. C. ycarezca de vocablos con los quedesignar objetos desconocidos antes de2000 a. C. nos ayuda a datar el períodoen que se hablaba el PIE. ¿Servirá estemétodo para identificar el lugar dondese hablaba el PIE? El PIE poseía unapalabra para designar la nieve,«snoighwos» (de la que se deriva el

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vocablo inglés «snow»), dato que apuntahacia una zona templada y ciertamenteno tropical. La mayoría de losnumerosos animales y plantas connombres PIE (como «mus» = mouse =ratón) están distribuidos por toda lazona templada de Europa, de modo queeste dato sirve para determinar lalatitud, pero no la longitud en que seoriginó el PIE.

En mi opinión, la clave delvocabulario PIE radica en los términosde los que carecía y no en los queincluía y, en concreto, en la escasez denombres de cereales. La agricultura noera desconocida para los hablantes delPIE, el cual incluía las palabras

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correspondientes a «arado» y «hoz».Ahora bien, solo se ha conservado untérmino PIE para designar los cereales.En contraste, las lenguas protobantúesde África y protoaustronesiana delsudeste de Asia poseen, en su versiónreconstruida, numerosos nombres decereales. Por otro lado, los orígenes delprotoaustronesiano son más antiguos quelos del PIE y las lenguas austronesianasmodernas han tenido más tiempo paraperder los nombres originarios de loscultivos que las lenguas indoeuropeasmodernas. A pesar de ello, estas lenguassiguen incluyendo un número muchomayor de nombres antiguos de cereales.De esto puede deducirse que los

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hablantes del PIE probablementeposeían escasas cosechas y que susdescendientes fueron adoptando oinventando nombres nuevos a medidaque se desplazaban hacia zonas donde laagricultura se practicaba a mayor escala.

Ahora bien, esta conclusión planteauna doble incógnita. En primer lugar, laposible zona de origen del PIE quedanotablemente restringida cuando seconsidera que hacia 3500 a. C. laagricultura se había convertido en elmodo de vida dominante en casi todaEuro pa y gran parte de Asia, de lo quedebe deducirse que el PIE surgió en unazona con características peculiaresdonde la agricultura no se había

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impuesto en la medida habitual. Ensegundo lugar, surge el interrogante decómo consiguieron expandirse loshablantes del PIE. Una de las razonesprincipales de las expansiones bantú yaustronesiana es que los primeroshablantes de esas familias lingüísticaseran agricultores, los cuales, en virtudde su mayor fuerza numérica, lograronocupar y dominar otros territorioshabitados por pueblos de cazadores-recolectores. El caso del PIErepresentaría una inversión de laexperiencia histórica, pues supondríaque un pueblo de agricultores en ciernesinvadió una Europa donde la agriculturaestaba más desarrollada. De esta suerte,

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no podremos resolver la pregunta de«dónde» se originó el indoeuropeo hastaque hayamos logrado dar una respuestaacertada al interrogante más complejode por qué se expandió.

En la Europa inmediatamente anterior ala invención de la escritura tuvieronlugar dos revoluciones económicas deconsecuencias tan amplias que bienpodrían haber dado lugar a un grancambio lingüístico. La primera fue laadopción de la agricultura y laganadería, que se originaron en OrientePróximo hacia 8000 a. C., saltaron deTurquía a Grecia hacia 6500 a. C. yposteriormente se difundieron hacia el

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norte y el oeste hasta llegar a las islasbritánicas y Escandinavia. La agriculturay la ganadería aumentaron notablementelos recursos alimenticios e impulsaronun gran crecimiento de la población.Colín Renfrew, profesor de arqueologíade la Universidad de Cambridge, enInglaterra, ha publicado recientementeun libro muy interesante en el queargumenta que los agricultoresprocedentes de Turquía fueron loshablantes del PIE que trajeron laslenguas indoeuropeas a Europa.

Mi primera reacción ante la obra deRenfrew fue darle la razón sin reservas.La agricultura tuvo que desencadenaruna revolución lingüística en Europa, tal

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como lo hizo en África y en el sudestede Asia. Esta conclusión cuenta,además, con el respaldo de la evidenciaaportada pollos genetistas, según la cualla herencia genética de los europeosactuales deriva fundamentalmente de losprimeros agricultores.

Por desgracia, la teoría de Renfrewignora o descarta toda evidencialingüística. Los primeros pueblosagricultores llegaron a Europa miles deaños antes de la supuesta fecha deaparición del PIE en esos territorios.Además, esos pueblos no habíandesarrollado una serie de innovacionespara las cuales existen términos PIE,como arados, ruedas y caballos

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domesticados. Por su parte, el PIEcarece de la mayoría de los vocabloscorrespondientes a los principalescultivos de aquellos antiguos pueblosagrícolas. El hitita de Turquía, la másantigua de las lenguas indoeuropeasconocidas, lejos de ser la que más seasemeja al PIE puro, como cabríaesperar de ser cierta la teoría deRenfrew, es la más dispar. La teoría deRenfrew tiene como única base unsilogismo: la agricultura probablementedesencadenó un proceso de imposiciónde una lengua, y puesto que el procesode imposición del PIE precisa unacausa, se supone que esa causa fue laagricultura. Pero la evidencia indica que

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la agricultura trajo a Europa otraslenguas más antiguas, como el vascuencey el etrusco, que luego seríandesplazadas por el PIE.

Hacia 5000-3000 a. C., es decir, enla época en que surgió el PIE, seprodujo otra revolución económica enEurasia. Esta revolución coincidió conel desarrollo incipiente de la metalurgiay comportó una nueva utilización de losanimales domésticos; la carne y laspieles venían aprovechándose desdemillones de años atrás, pero ahora losanimales empiezan a utilizarse paraproducir leche y lana, para tirar de losarados y los vehículos de ruedas y comomonturas. Esta revolución está

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ampliamente reflejada en el vocabularioPIE, en palabras como «yema» y«arado», «leche» y «mantequilla»,«lana» y «tejer», así como en numerosostérminos relacionados con los vehículosde ruedas («rueda», «eje», «varal»,«arneses», «cubo» y «fusta»).

La relevancia económica de estarevolución fue enorme, por cuantoaumentó las fuentes de energía e hizoposible que la población creciera muchomás de lo que hubiera sido posible conla agricultura y la ganadería primitivas.Por ejemplo, la leche y sus derivadosaumentaron la producción de caloríascon respecto a la época en que solo seaprovechaba la carne del ganado; el

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arado, que sustituyó al azadón, permitióexpandir notablemente las superficiescultivadas; mientras que los vehículosde tracción animal facilitaban eltransporte de los productos de las tierrasde labor hasta las poblaciones donde seprocesaban.

El rápido ritmo de difusión dealgunos de estos avances dificulta lalabor de determinar su lugar de origen.Los vehículos de ruedas, por ejemplo,no existían antes de 3300 a. C., peropocos siglos después ya se habíangeneralizado en toda Europa y OrienteMedio. No obstante, la domesticaciónde los caballos, que fue un avancecrucial, sí tiene un origen determinable.

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En el período inmediatamente anterior asu domesticación, los caballos salvajesno existían en Oriente Medio ni enEuropa meridional, eran escasos enEuropa septentrional y abundaban en lasestepas orientales de Rusia. Eltestimonio más antiguo de la existenciade caballos domesticados procede de lacultura sredny stog, de las estepas delnorte del mar Negro, donde elarqueólogo David Anthony identificódientes de caballo de unos seis mil añosde antigüedad, con señales de desgasteproducidas por la utilización delbocado.

A lo largo de toda la historia, laintroducción de caballos domesticados

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siempre ha reportado enormesbeneficios a las sociedades humanas detodo el mundo. Gracias a los caballos sehizo posible, por vez primera en laevolución de la humanidad, desplazarsepor tierra a mayor velocidad de la quedesarrolla una persona. La velocidad asíganada ayudaba a los cazadores acapturar sus presas, y a los ganaderos acontrolar sus rebaños en zonas muyamplias. Y, lo que es aún másimportante, la velocidad permitía a losguerreros orquestar ataques sorpresacontra enemigos distantes y retirarse sindarles tiempo para organizar elcontraataque. De tal suerte, los caballosrevolucionaron el arte de la guerra en

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todo el mundo, situando en una posiciónde privilegio a los pueblos que losempleaban. El estereotipo de los indiosde las grandes llanuras, a los que losestadounidenses tienen por terriblesguerreros montados a lomos de velocescorceles, se convirtió en realidad entiempos relativamente recientes, entre1660 y 1770. Los caballos europeosllegaron al oeste de Estados Unidosantes que los propios europeos y quecualquiera de sus productos; así pues,podemos estar seguros de que, por sísolo, el caballo transformó la sociedadindia de las llanuras.

El testimonio arqueológico pone demanifiesto que muchos años antes, hacia

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4000 a. C., los caballos domesticadoshabían modificado la sociedad queexistía en las estepas rusas. El hábitatestepario, con sus enormes praderas, eradifícil de explotar hasta que lautilización de caballos resolvió elproblema del transporte y del recorridode grandes distancias. La ocupaciónhumana de la estepa rusa se aceleró conla domesticación del caballo, yposteriormente recibió un impulsodecisivo con la invención de losvehículos de ruedas tirados por bueyes,ocurrida hacia 3300 a. C. La economíade la estepa pasó a fundarse en unacombinación del ganado ovino y vacuno,del que se obtenía carne, leche y lana,

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con los caballos y vehículos de ruedasutilizados para el transporte; laagricultura no era sino un complemento.

En los asentamientos primitivos dela estepa no se han descubierto restosque atestigüen una práctica intensiva dela agricultura ni la costumbre dealmacenar grandes cantidades de grano,como era el caso en los asentamientosde Europa y Oriente Medio de la mismaépoca. Los pueblos esteparios llevabanuna existencia nómada y no establecíangrandes asentamientos permanentes, loque también contrasta con los pobladoscompuestos por filas y filas decentenares de casas de dos plantas quese erigieron en el sudeste de Europa en

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esa misma época. La falta de logrosarquitectónicos de los nómadas quedabacompensada por su celo militar, como loatestiguan sus grandiosas tumbas (¡solopara hombres!), en las que amontonabanpuñales y otras armas, e incluso carros ycaballos.

Por tanto, el río Dniéper, de Rusia(véase la figura 10), marcaba una bruscafrontera cultural: hacia el este, seextendían los territorios de los grandesguerreros y jinetes; al oeste, los ricospueblos agrícolas con sus graneros. Laproximidad de los lobos y las ovejassolo podía acarrear problemas. Una vezque la invención de la rueda completó elequipamiento económico de los

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guerreros, sus vestigios indican quecomenzaron a avanzar hacia el este,recorriendo a gran velocidad los milesde kilómetros de las estepas de AsiaCentral (véase el mapa). Es posible quelos ancestros de los tocarios surgierande ese movimiento de población. Laexpansión hacia el oeste de los pueblosesteparios dejó su impronta en laconcentración de los pueblos agrícolaseuropeos próximos a las estepas enenormes asentamientos fortificados, enel posterior hundimiento de esassociedades y en la aparición de losenterramientos característicos de lasestepas en Europa, hasta Hungría.

Entre las innovaciones que

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impulsaron el arrollador avance de lospueblos esteparios, la única que puedeatribuírseles con toda certeza es ladomesticación del caballo. Es posibleque también inventaran,independientemente de lascivilizaciones de Oriente Medio, losvehículos de ruedas, las técnicas textilesy el ordeño del ganado, pero el ganadoovino y vacuno, la metalurgia yprobablemente el arado procedían deOriente Medio o de Europa. Por tanto,no puede hablarse de una única «armasecreta» que explique la expansión delos pueblos esteparios. Ladomesticación de los caballos fue elingrediente que vino a completar el

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equipamiento económico y militarnecesario para que los pueblos de lasestepas llegaran a dominar el mundodurante los siguientes cinco mil años,sobre todo cuando adoptaron laagricultura intensiva después de invadirel sudeste de Europa. Su éxito, como eldel segundo estadio de la expansióneuropea iniciada en 1492, fue elresultado de una afortunada combinaciónde factores biogeográficos: laabundancia de caballos salvajes y degrandes estepas con la proximidad a loscentros de civilización de OrienteMedio y Europa.

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FIGURA 10. Este mapa muestra el modo enque posiblemente se difundieron las lenguasindoeuropeas. El lugar de origen delprotoindoeuropeo (PIE), la lengua madre,serían las estepas rusas situadas al norte delmar Negro y al este del río Dniéper.

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Tal como ha sido señalado por laarqueóloga de la UCLA MarijaGimbutas, los pueblos rusos de lasestepas que vivían al oeste de los Uralesen el cuarto milenio antes de Cristoencajan bien en la imagen que nos hemosformado de los protoindoeuropeos.Vivieron en la época correcta. Su culturaincluía los elementos económicosfundamentales del vocabulario PIEreconstruido (como las ruedas y loscaballos) y carecía de los elementos queno se designan en el PIE (como loscarros de combate y numerososcereales). Asimismo, habitaban en lazona geográfica de donde es probableque procediera el PIE: una zona

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templada, situada al sur de losterritorios del pueblo ugrofinés ycercana a la que después sería la tierranatal de los lituanos y otros pueblosbálticos.

Dado que se cumplen todos estosrequisitos, ¿por qué sigue siendo tancontrovertida la teoría que sitúa elorigen de los indoeuropeos en lasestepas rusas? La controversia noexistiría si los arqueólogos hubieranlogrado demostrar que la cultura de lasestepas del sur de Rusia se expandió congran rapidez hasta Irlanda hacia 3000 a.C.

Sin embargo, la evidencia de lainvasión de los pueblos esteparios solo

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se extiende hasta el oeste de Hungría.Hacia 3000 a. C. y en siglossubsiguientes, Europa era un mosaico dediferentes culturas incipientes a las quese ha nombrado por los objetos queempleaban (por ejemplo, la cultura de lacerámica acordonada y la cultura delhacha de armas). Esas culturas quecomenzaban a desarrollarse en laEuropa occidental combinabanelementos de las culturas esteparias,como los caballos y el militarismo, conotros elementos tradicionales de Europa,en especial la agricultura. Por todo esto,numerosos arqueólogos descartan lahipótesis de las estepas y consideranque las culturas emergentes de Europa

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occidental tuvieron un origen local.Ahora bien, un motivo evidente

explica por qué la cultura de las estepasno pudo difundirse intacta hasta Irlanda.El territorio de la estepa llega hasta loslímites occidentales de las llanurashúngaras y fue precisamente allí dondese detuvieron todas las subsecuentesinvasiones de Europa, como la de losmongoles. Con objeto de expandirse máshacia el oeste, la sociedad de lasestepas debía adaptarse al terrenoboscoso de Europa occidental,asimilando la agricultura intensiva omezclándose con las sociedadeseuropeas preexistentes después deconquistarlas. La herencia genética de

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las sociedades híbridas resultantesprocedería en su mayor parte de lospueblos autóctonos de la antigua Europa.

Si los pueblos de las estepasimpusieron su lengua, el PIE, en losterritorios del sudeste de Europa que seextienden hasta Hungría, sería la cultura-indoeuropea derivada, y no la original,la que se expandió por el resto deEuropa dando origen a las culturasindoeuropeas de la «tercerageneración». Los grandes cambiosculturales revelados por la arqueologíaindican que esas culturas de la «tercerageneración» emergieron en toda Europay en los territorios asiáticos que seexpandían hasta la India entre 3000 y

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1500 a. C. Muchas lenguas noindoeuropeas sobrevivieron el tiemponecesario para llegar a registrarse porescrito (el etrusco, por ejemplo),mientras que el vascuence ha perduradohasta nuestros días. Así pues, laimposición del indoeuropeo no seprodujo en una sola oleada, sinomediante una sucesión deacontecimientos ocurridos en eltranscurso de cinco mil años.

El caso del indoeuropeo puedecompararse con el de las lenguasindoeuropeas que llegaron a dominarAmérica. Está demostrado que lasnuevas lenguas americanas surgieroncomo consecuencia de la invasión de los

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hablantes del indoeuropeo procedentesde Europa. Pero ni la conquista deAmérica se produjo en un solo estadio,ni el testimonio arqueológico de laAmérica del siglo XVI muestra vestigiosde las culturas europeas en estado puro.La cultura europea no era adecuada parael nuevo entorno, por lo que loscolonizadores tuvieron que modificarlahasta crear una cultura ecléctica quecombinaba las lenguas indoeuropeas ybuena parte de la tecnología europea(como las armas de fuego y el hierro)con las cosechas de los amerindios y(sobre todo en América del Sur yAmérica Central) los genes de losnativos. La economía europea y las

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lenguas indoeuropeas han tardado siglosen imponerse en algunas zonas delNuevo Mundo; la conquista no hallegado al Ártico hasta este siglo y estáinternándose en la Amazonia en nuestrosdías; y a la zona andina india de Perú yBolivia aún le quedan muchos años devida.

Supongamos que en una épocafutura, posterior a la desaparición de laslenguas indoeuropeas de Europa y a ladestrucción de toda evidencia escritasobre el pasado, un arqueólogo realizaseexcavaciones en Brasil. Ese arqueólogodescubriría que los objetos europeosaparecieron súbitamente en la costa deBrasil hacia 1530 y que fueron

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penetrando en la Amazonia a un ritmomuy lento. Los habitantes de laAmazonia brasileña que descubriría esearqueólogo serían una mezcolanzagenética de amerindios, negrosafricanos, europeos y japoneses, y sulengua sería el portugués. Ante talamalgama de datos, es poco probableque el arqueólogo dedujera que elportugués fue una lengua que llegó defuera y que constituía una contribuciónde los invasores a la ecléctica sociedadlocal.

La interacción entre los caballos, lospueblos esteparios y las lenguasindoeuropeas siguió moldeando la

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historia europea incluso después de laexpansión del PIE en el cuarto milenioantes de Cristo. La tecnología PIEaplicada a la equitación era primitiva,pues probablemente se componía de unasimple brida con un bocado de cuerda ylos caballos se montaban a pelo.Durante los milenios posteriores, laimportancia militar de los caballos fueen aumento gracias a toda una serie deinventos, desde los bocados de metal ylos carros tirados por caballos, hacia2000 a. C., hasta las herraduras, losestribos y las sillas de montar, deépocas posteriores. Aunque la mayoríade estos inventos no se debieron a lospueblos de las estepas, fueron estos los

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que más se beneficiaron de ellos, dadoque tenían pastos más extensos y, portanto, más caballos.

Durante los milenios en que fuerondesarrollándose estos inventos, Europasufrió la invasión de otros muchospueblos esteparios, entre los cuales loshunos, los turcos y los mongoles son losmás célebres. Todos ellos levantaronenormes y efímeros imperios que seextendían desde las estepas hasta el estede Europa, pero nunca volvieron aconseguir imponer su lengua en Europaoccidental, ni tampoco volvieron a estaren la situación de privilegio que suponíainvadir a lomos de caballos una Europaen la que aún no se habían domesticado

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esos animales.La invasión PIE original, de la que

no ha quedado testimonio escrito, sediferenciaba, asimismo, en otros rasgosde las subsecuentes invasiones que sí sehan registrado por escrito. Después dela primera oleada PIE, los invasores yano eran hablantes del PIE procedentesde las estepas occidentales, sinohablantes de turco y mongol procedentesde las estepas orientales. Es curioso queen el siglo XI los caballos permitieran alas tribus turcas del centro de Asiainvadir los territorios de la primeralengua indoeuropea escrita, el hitita. Detal modo, la historia describía uncírculo, y el principal avance de los

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primeros indoeuropeos se tornaba encontra de sus descendientes. Los turcosson fundamentalmente europeos por suherencia genética, pero su lengua (elturco) no pertenece a la familiaindoeuropea. Algo parecido ocurrió enHungría, donde la invasión de 896 dioorigen a una población básicamenteeuropea en lo tocante a su dotacióngenética, pero de lengua ugrofinesa. Loscasos de Turquía y Hungría, donde unapequeña fuerza invasora de nómadasesteparios logró imponer su lengua ensendas sociedades europeas, ilustran elproceso por el que toda Europa llegó ahablar indoeuropeo.

Con el tiempo, los avances

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tecnológicos de la Europa occidentalpusieron fin a la dominación de lospueblos de las estepas, fuera cual fuesesu lengua. Una vez que los pueblosesteparios entraron en decadencia, sucaída no se hizo esperar. En el año1241, los mongoles terminaron deestablecer el mayor imperio que nuncahaya existido, cuyos territorios llegabandesde Hungría hasta China. Pero a partirde 1500, aproximadamente, los rusos delengua indoeuropea comenzaron ainternarse en las estepas desde el oeste,y unos cuantos siglos de imperialismozarista bastaron para conquistar a losnómadas que habían sembrado el terroren Europa y China durante más de cinco

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mil años. En la actualidad, las estepasestán divididas entre Rusia y China, ysolo en Mongolia encontramos unvestigio de la independencia de aquellosantiguos pueblos.

Se han escrito muchos disparatesracistas sobre la supuesta superioridadde los pueblos indoeuropeos. Lapropaganda nazi, por ejemplo, exaltabala raza aria pura. Pero lo cierto es quelos indoeuropeos no han constituido unpueblo unificado desde los tiempos dela expansión PIE, hace cinco mil años, eincluso es posible que los hablantes delPIE estuvieran divididos en variasculturas relacionadas entre sí. Algunasde las luchas más enconadas y de las

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persecuciones más terribles de lahistoria han colocado en bandosenfrentados a pueblos que compartían laascendencia indoeuropea. Los judíos,los gitanos y los eslavos, a los que losnacionalsocialistas pretendíanexterminar, conversaban en lenguas tanindoeuropeas como las de susperseguidores. La realidad es que loshablantes de protoindoeuropeo tuvieronla suerte de vivir en el lugar y elmomento adecuados para desarrollaruna tecnología muy avanzada, gracias ala cual consiguieron imponerse sobreotros pueblos y convertir su idioma en lalengua madre de los idiomas que hoy sehablan en medio mundo.

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UNA FABULA PROTOINDOEUROPEA

Owis ekwoosque

Gwrreei owis, quesyo wlhnaa ne eest,ekwoons espeket, oinom ghe gwrrumwoghom weghontm, oinomque megambhorom, oinomque ghemmenm ookubherontm.

Owis nu ekwomos ewewquet: «Keeraghnutoi moi ekwoons agontm nermwidntei».

Ekwoos tu ewewquont: «Kludhi,owei, keer ghe aghnutoi nsrneiwidntmos: neer, potis, owioom rwlhnaam sebhi gwhermoni westromqurnneuti. Neghi owioom wlhnaa esti».

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Tod kekluwoos owis agrom ebhuget.

(La) Oveja y (los) caballos

En (una) colina, (una) oveja que no teníalana vio caballos, uno (de ellos)arrastrando (un) pesado carro, unotransportando (una) gran carga y unotransportando (a un) hombre velozmente.

(La) oveja dijo a (los) caballos:«Me duele el corazón al ver a (un)hombre conduciendo caballos».

(Los) caballos dijeron: «Escucha,oveja, nuestro corazón nos duele cuandovemos (esto): (un) hombre, el amo,convierte (la) lana de (la) oveja en (una)prenda de abrigo para sí mismo. Y (la)

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oveja no tiene lana».Habiendo oído esto, (la) oveja huyó

hacia (la) llanura.

Ofrecemos esta fábula inventada en PIEreconstruido, junto a su traducción, conobjeto de mostrar cómo sonaba elprotoindoeuropeo. La fábula fueinventada hace algo más de un siglo porel lingüista August Schleicher; laversión revisada que aquí se recoge estabasada en la que fue publicada por W. P.Lehnrann y L. Zgusta en 1979, y haincorporado los avances de lainvestigación lingüística sobre el PIEocurridos desde la época de Schleicher.Gracias al asesoramiento de Jaan

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Puhvel, la versión de Lehnrann y Zgustase ha modificado ligeramente paraponerla al alcance de los profanos enlingüística.

Aunque a primera vista el PIEresulte extraño, un escrutinio máspormenorizado revela que numerosaspalabras tienen radicales similares a losde las palabras latinas e inglesasderivadas del PIE. Por ejemplo, «owis»significa «oveja» (cf. «ewe», «ovino»);«wlhnaa» significa «lana»; «ekwoos»significa «caballos» (cf. «ecuestre»,«equus» en latín); «ghmmenm» significa«hombre» (cf. «humano», «hominem» enlatín), «que» significa «y», como enlatín; «megam» significa grande (cf.

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«megafonía»); «keer» significa«corazón» (cf. «core», «cardiología»);«moi» significa «a mí», y «widntei» y«widntmos» significan «ver» (cf.«vídeo»). El texto PIE carece deartículos definidos e indefinidos («el-la-los-las» y «uno-una-unos-unas») y sitúael verbo al final de la oración.

Esta muestra ilustra la idea que loslingüistas tienen del PIE, pero no debetomarse como un ejemplo exacto. Nohay que olvidar que el PIE no era unalengua escrita, que los estudiosos hanrealizado reconstrucciones diferentesdel PIE y que la fábula no es original,sino inventada.

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16En blanco y negro

El aniversario de la fundación de unpaís siempre es motivo de celebraciónpara sus habitantes, pero losaustralianos tenían razones muyespeciales para celebrar el bicentenariode su nación en 1988. Pocos grupos decolonos se han enfrentado a tantosobstáculos como los que en 1788arribaron con la primera flota al futuroemplazamiento de Sidney. Australia eraaún térra incógnita; los colonos nosabían qué esperar ni si sobrevivirían.

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Una travesía de dieciocho meses y 24 000 kilómetros les separaba de supaís natal. Les aguardaban dos años ymedio de penalidades antes de que laflota de aprovisionamiento llegara desdeInglaterra. Muchos de los colonos eranconvictos que habían sufrido losaspectos más brutales del brutal modode vida del siglo XVXII. Sin embargo,pese a estos duros comienzos, loscolonos sobrevivieron, prosperaron, seexpandieron por el continente,establecieron una democracia ydesarrollaron una personalidad nacionaldistintiva. No es de extrañar que losaustralianos se sintieran orgullosos alcelebrar el bicentenario de la fundación

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de su país.No obstante, las celebraciones se

vieron empañadas por varias protestasorganizadas. Los colonos de raza blancano fueron los primeros australianos,pues Australia había sido poblada hacíaunos quinientos mil años por losantepasados del pueblo al quenormalmente se denomina «aborígenesaustralianos», aunque en Australiatambién se les conoce por el nombre de«negros». Durante el proceso deasentamiento de los ingleses, la mayorparte de la población autóctona murió amanos de los colonos o por otras causas,motivo que llevó a sus descendientes aorganizar un movimiento de protesta con

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motivo del bicentenario de Australia.Las celebraciones oficiales se centrabanimplícitamente en la historia de cómoAustralia se convirtió en un continenteblanco. El comienzo de este capítulo secentrará, por el contrario, en cómoAustralia dejó de ser negra y en elgenocidio cometido por los valerososcolonos ingleses.

Para evitar herir susceptibilidadesentre los australianos, debo aclarar queno pretendo acusar a sus antepasados dehaber cometido un crimen único. Laintención que me anima a estudiar elexterminio de los aborígenes es que estecaso, lejos de ser único, constituye unejemplo bien documentado de un

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fenómeno más frecuente de lo que suelepensarse. La primera idea que nos vienea la mente al oír la palabra «genocidio»es el exterminio consumado en loscampos de concentración nazis, peroeste dista de ser el genocidio a mayorescala del presente siglo. Los tasmaniosy otros centenares de pueblos han sidoel blanco de exitosas campañas deexterminio a menor escala, y numerosospueblos de todo el mundo pueden correrla misma suerte en un futuro próximo.No obstante, el genocidio es un tema tandoloroso que o bien preferimos nopensar en ello, o bien nos convencemosde que la gente decente no tiene nadaque ver con eso y solo los nazis son

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culpables de tamaña aberración. Peroesta despreocupación tiene susconsecuencias: hemos hecho muy pocopor detener los numerosos episodios deeste tipo ocurridos desde la SegundaGuerra Mundial y no estamospreparados para evitar los que tal vezocurran en los próximos años. Ladestrucción de los recursos ambientalesy nuestras tendencias genocídicas, ahoraasistidas por las armas nucleares,constituyen las principales fuentes deriesgo que pueden invertir el progresode la humanidad de la noche a lamañana.

Pese al creciente interés que tantolos psicólogos y los biólogos como los

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profanos muestran por el tema delgenocidio, sus aspectos básicos siguensujetos a debate. ¿Es común que losanimales maten a miembros de su propiaespecie, o se trata de una invenciónhumana sin precedentes entre losanimales? A lo largo de la historia de lahumanidad, ¿ha sido el genocidio unarara aberración o, por el contrario, unhecho común hasta el punto de quepueda situarse, junto al arte y ellenguaje, entre los rasgos distintivos dela humanidad? ¿Está aumentando sufrecuencia en la actualidad, por cuantoel armamento moderno, que permiteexterminar en masa apretando un simplebotón, reduce nuestras inhibiciones

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instintivas con respecto al asesinato?¿Por qué los numerosos casos degenocidio han atraído tan escasaatención? Los responsables de losgenocidios, ¿son asesinos patológicos opersonas normales que se encuentran ensituaciones anormales?

Si queremos comprender elfenómeno del genocidio, debemosproceder con amplitud de miras ybasarnos en una multiplicidad defuentes: la biología, la ética y lapsicología. Animados por estepropósito, nuestro análisis del genocidiocomenzará por explorar su historiabiológica, desde nuestros ancestrosanimales hasta el siglo XX. Después de

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preguntarnos cómo los asesinosconsiguen reconciliar el genocidio consus códigos éticos, pasaremos aexaminar sus efectos psicológicos enquienes lo perpetran, en las víctimas yen los simples espectadores. Pero antesde buscar respuestas para estaspreguntas, convendrá comenzar por elestudio del exterminio de los tasmanios,un caso de estudio representativo de unaamplia categoría de genocidios.

Tasmania es una isla montañosa desuperficie similar a la de Irlanda,situada a unos 320 kilómetros de lacosta sudoriental de Australia. Cuandofue descubierta por los europeos en

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1642 estaba habitada por cinco milcazadores-recolectores de una razarelacionada con la de los aborígenes deAustralia; quizá fuera el pueblocontemporáneo con una tecnología másrudimentaria. Los tasmanios solofabricaban algunos tipos simples deherramientas de piedra y madera. Aligual que los aborígenes de la Australiacontinental, no habían inventado lametalurgia, la agricultura, la ganadería,la cerámica ni los arcos y flechas. Adiferencia dé los aborígenes delcontinente, tampoco poseían bumeranes,perros, redes, conocimientos de costurani sabían hacer fuego.

Puesto que las únicas embarcaciones

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de los tasmanios eran balsas aptas paranavegar cortas distancias, no habíantenido contacto con otros pueblos desdeque la subida del nivel de los océanosseparó Tasmania de Australia hace diezmil años. Confinados en su universoparticular durante cientos degeneraciones, los tasmanios habíansobrevivido al mayor período deaislamiento conocido en la historiahumana moderna; un aislamiento tan solocomparable al que se describe en lasobras de ciencia ficción. Cuando loscolonos blancos de Australia pusieronfin a ese aislamiento, no había en laTierra dos pueblos peor preparadospara comprenderse mutuamente que los

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tasmanios y los blancos.El trágico encuentro entre estos

pueblos desató conflictos casi tan prontocomo los marinos y colonos británicosarribaron a Tasmania hacia 1800. Losblancos secuestraban a los niñostasmanios para utilizarlos como mano deobra y a las mujeres para tomarlas comoesposas; mutilaban y mataban a loshombres; invadían los territorios de cazade los tasmanios e intentabanexpulsarlos de sus propias tierras. Detal suerte, el conflicto no tardó encentrarse en la disputa por el territorio,una de las causas más comunes de losgenocidios habidos a lo largo de toda lahistoria de la humanidad. Como

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resultado de los secuestros, en 1830 lapoblación nativa del nordeste deTasmania se había reducido a setenta ydos hombres adultos, tres mujeresadultas y ningún niño. Un pastor mató adiecinueve tasmanios con un pedrerocargado con clavos. Otros cuatropastores tendieron una emboscada a ungrupo de nativos, mataron a treinta ydespeñaron sus cuerpos por unacantilado que hoy día se conoce con elnombre de Victory Hill (colina de laVictoria).

Como es natural, los tasmanios sevengaban y con ello desencadenabannuevos ataques de los blancos. En abrilde 1828, el gobernador Arthur, decidido

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a detener las hostilidades, ordenó quetodos los tasmanios abandonaran la zonade la isla donde se habían establecidolos europeos. Con objeto de hacercumplir esta orden, el gobiernosubvencionó la creación de grupos deconvictos bajo el mando de la policía,que dieron en llamarse «patrullasvolantes», cuya función era perseguir ymatar a los tasmanios. La entrada envigor de la ley marcial en noviembre de1828 autorizaba a los soldados a matar acualquier tasmanio que fueradescubierto en territorios colonizados.Más adelante, se puso precio a la cabezade los nativos: cinco libras británicaspor adulto y dos libras por niño, si eran

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atrapados vivos. «Atrapar al negro»,como se llamaba a esta actividad debidoal color oscuro de la piel de lostasmanios, se convirtió en un negociomuy lucrativo para las patrullasprivadas y públicas. En la misma épocase estableció una comisión encabezadapor William Broughton, archidiáconoanglicano de Australia, para querecomendase una política globalaplicable al trato de los nativos. Trasdeliberar sobre las diversas propuestas,a saber, capturar a los nativos paravenderlos como esclavos, envenenarlosen vez de capturarlos y perseguirlos conperros, la comisión decidió que el mejormétodo era seguir ofreciendo

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recompensas y recurrir a los serviciosde la policía montada.

En 1830 se contrató a un famosomisionero, George Augustus Robinson,para que acorralase a los tasmaniossupervivientes y los condujera a la islade Flinders, a 48 kilómetros dedistancia. Robinson creía de buena feque estaba actuando por el bien de lostasmanios. Se le entregaron trescientaslibras en concepto de adelanto y otrassetecientas al terminar el trabajo.Arrastrando graves peligros ypenalidades, y ayudado por una valerosanativa llamada Truganini, Robinsonlogró reunir a los nativossupervivientes; en un principio,

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convenciéndoles de que les aguardabaun destino peor si no se rendían, y alfinal, a punta de fusil. Muchos de losnativos murieron durante la travesía aFlinders, pero unos doscientos llegarona la isla; eran los últimos supervivientesde la antigua población de cinco milhabitantes.

En la isla de Flinders, Robinson seimpuso la tarea de civilizar ycristianizar a los supervivientes. Laaldea que fundó, en un emplazamientoventoso y con escaso aprovisionamientode agua, funcionaba como una cárcel.Los hijos eran separados de los padrescon objeto de facilitar la labor decivilizarlos. El programa obligatorio

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diario incluía lectura de la Biblia,entonación de himnos e inspección decamas y platos para comprobar sulimpieza. La dieta carcelaria dio origena problemas de malnutrición, quecombinados con otras enfermedadescausaron la muerte a muchos nativos.Muy pocos niños pequeñossobrevivieron más de unas cuantassemanas. El gobierno redujo la partidapresupuestaria dedicada a los tasmanioscon la esperanza de que los nativosterminaran por extinguirse. En 1869, losúnicos tasmanios supervivientes eranTruganini, otra mujer y un hombre.

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William Lanner, el último hombre tasmanio.Fotografía de Wooley, colección delTasmanian Museum and Art Gallery.

Los tres últimos tasmanios atrajeron elinterés de los científicos, que lostomaron por el eslabón perdido entre loshumanos y los simios. En consecuencia,cuando el último de los hombrestasmanios, un tal William Lanner, murióen 1869, dos equipos rivales demédicos, encabezados por el doctorGeorge Stokell, de la Royal Society ofTasmania, y por el doctor W. L.Crowther, del Royal College ofSurgeons, desenterraron el cuerpo deLanner para luego devolverlo a la tumba

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después de apropiarse de algunas partes,las cuales serían objeto de repetidos ymutuos robos. El doctor Crowther sehizo con la cabeza, y el doctor Stokell,con las manos y los pies, y una tercerapersona le cortó las orejas y la nariz amodo de recuerdo. El doctor Stokell seconfeccionó una bolsa para tabaco conla piel de Lanner.

Truganini, la última mujersuperviviente, aterrorizada ante laperspectiva de sufrir una mutilación postmortem similar, rogó en vano que se lediera sepultura en el mar. Tal comohabía temido, cuando murió, en 1876, laRoyal Society desenterró su esqueleto ylo exhibió en el museo tasmanio, donde

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permaneció hasta 1947. Ese año, elmuseo, al fin, cedió a las protestascontra el mal gusto y transfirió elesqueleto de Truganini a una salareservada para los científicos. Estotambién suscitó la repulsa de muchos y,finalmente, en 1976, el año delcentenario de la muerte de Truganini, suesqueleto se incineró, pese a lasobjeciones del museo, y sus cenizas searrojaron al mar cumpliendo los deseosde la difunta.

Aunque la población tasmania eranuméricamente escasa, su exterminiotuvo una influencia desproporcionada enla historia australiana, puesto queTasmania fue la primera colonia

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australiana que resolvió el problemanativo, dándole una solución casidefinitiva, que no fue otra que librarse,aparentemente, de todos los nativos. Sinembargo, algunos hijos de mujerestasmanias y cazadores de focas blancossobrevivieron, y sus descendientessiguen siendo motivo de oprobio para elgobierno tasmanio, que no sabe quéhacer con ellos. Muchos blancos delcontinente australiano envidiaban laradicalidad de la solución tasmania ypretendían emularla, aunquemejorándola a la vista de la experienciade sus vecinos. El exterminio de lostasmanios se había desarrollado enzonas pobladas por los colonos y en el

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radio de acción de la prensa de lasciudades, por lo que había atraídoalgunos comentarios reprobatorios. Enconsecuencia, el exterminio de lapoblación aborigen, mucho másnumerosa, se llevó a cabo en losterritorios fronterizos o aún noocupados, lejos de los centros urbanos.

El instrumento al que recurrió elgobierno de la Australia continental parallevar a cabo esta política, inspirado enlas patrullas volantes del gobiernotasmanio, fue una rama de la policíamontada denominada «policía nativa»,que empleaba la táctica de «acorralar ydestruir» con objeto de aniquilar oexpulsar a los aborígenes Una estrategia

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típica era rodear un campamento por lanoche y lanzar un ataque por la mañanapara matar a todos sus pobladores. Otrométodo de aniquilación muy difundidoentre los colonos blancos fue lautilización de alimentos envenenados.Asimismo, era práctica común rodear aun grupo de nativos, capturarlos yconducirlos a la caree encadenados unosa otros por el cuello. El novelistabritánico Anthony Trollope expresó laactitud mayoritaria de la sociedadbritánica decimonónica al escribir: «Delhombre negro australiano podemos decircon toda certeza que debe desaparecer.Que perezca sin sufrimientosinnecesarios debería ser el objetivo de

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todos aquellos a quienes concierne esteasunto».

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Truganini, la última mujer tasmania.Fotografía de Wooley, colección delTasmanian Museum and Art Gallery.

Estas tácticas continuaron empleándoseen Australia hasta bien entrado elsiglo XX. En un incidente ocurrido enAlice Springs en 1928, la policíaperpetró una matanza de treinta y unaborígenes. El Parlamento australiano senegó a aceptar un informe sobre lamatanza, y dos aborígenessupervivientes fueron acusados deasesinato en lugar de la policía. Losgrilletes para encadenar por el cuelloseguían utilizándose y defendiéndosecomo un método humanitario en 1958,

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cuando el comisario general de lapolicía del estado de AustraliaOccidental explicó al Herald, deMelbourne, que los prisionerosaborígenes preferían que se lesencadenase.

Los aborígenes de la Australiacontinental eran demasiado numerosospara que pudiera exterminárseles porcompleto como a los tasmanios. Noobstante, desde la llegada de loscolonos británicos en 1788 hasta elcenso de 1921, la población aborigenhabía descendido de unos trescientosmil habitantes a sesenta mil.

En la actualidad, las actitudes quelos australianos mantienen con respecto

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a su sanguinaria historia son muyvariadas. Mientras que la políticagubernamental y la visión de numerososblancos se ha tornado cada vez másfavorable hacia los aborígenes, otrosblancos niegan toda responsabilidad enel genocidio. Por ejemplo, en 1982, unade las revistas de actualidadaustralianas de mayor tirada, TheBulletin, publicó una carta firmada poruna tal Patricia Cobern, que negabaindignada que los colonos blancoshubieran exterminado a los tasmanios.En realidad, escribía la señora Cobern,los colonos eran amantes de la paz ypersonas de intachable moralidad, entanto que los tasmanios eran

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traicioneros, crueles, belicosos, sucios,glotones, piojosos y estabandesfigurados por la sífilis. Para colmode males, apenas se ocupaban de sushijos, nunca se bañaban y poseíancostumbres matrimoniales repulsivas. Sumuerte fue consecuencia de sus insanascostumbres, del deseo de morir y de lafalta de creencias religiosas. Fue unasimple coincidencia que, después demiles de años de existencia, acertaran aextinguirse durante el conflicto con loscolonos. Las únicas matanzas ocurridasfueron las perpetradas por los tasmanioscontra los colonos, y no al revés.Además, los colonos se armaban endefensa propia, no estaban

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acostumbrados a utilizar armas y nuncamataban a más de cuarenta y untasmanios de una tirada.

Con objeto de estudiar objetivamente elcaso de los tasmanios y de losaborígenes australianos, nosdetendremos a examinar tres mapas delmundo (véanse las figuras 11, 12 y 13)en los que se recogen los asesinatos enmasa correspondientes a tres períodoshistóricos que han sido categorizadoscomo genocidios. Estos mapas planteanuna pregunta de difícil respuesta: cómodefinir el genocidio. Etimológicamente,genocidio significa «asesinato degrupo», pues la raíz griega «genos»

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significa raza y la raíz latina «-cidio»significa matar (como en suicidio,infanticidio). Las víctimas seseleccionan en función de su pertenenciaa un grupo determinado, al margen de suconducta individual. Las característicasdefinitorias del grupo pueden serraciales (australianos blancos que matana tasmanios negros), nacionales(asesinatos en masa de eslavoscometidos por sus compañeros de razablanca rusos; los funcionarios polacosde Katyn en 1940), étnicas (los hutus ylos tutsis, dos tribus africanas negras,que se enzarzaron en un exterminiomutuo en Ruanda y Burundi en lasdécadas de 1960 y 1970), religiosas

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(enfrentamientos de musulmanes ycristianos libaneses en décadasrecientes) y políticas (genocidiocometido por los jemeres rojos entre suscompatriotas camboyanos de 1975 a1979).

Si bien el asesinato en masaconstituye la esencia del genocidio, seplantea la cuestión de cuán amplia debeser su definición. El término«genocidio» se emplea muchas veces enun sentido tan general que termina porperder su significado y nos hacecansarnos de oírlo. Aun cuandorestrinjamos su definición a los casos deasesinatos colectivos a gran escala, elconcepto sigue siendo ambiguo. Como

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muestra de esa ambigüedad, tomemoslos siguientes ejemplos:

¿Cuántos muertos debe producir unamatanza para que se considere ungenocidio? Esta es una cuestiónabsolutamente arbitraria. Losaustralianos mataron a cinco miltasmanios y con ellos exterminaron atoda una raza, en tanto que los colonosamericanos mataron a los veinte últimosindios susquehanna en 1763. ¿Acaso elpequeño número de víctimas descalificaestas matanzas, que produjeron elexterminio total de una raza, para serincluidas en la categoría de genocidios?

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FIGURA 11.

¿Deben ser instancias gubernamentaleslas que cometan el genocidio, o tambiéncuentan los actos realizados en la esferaprivada? El sociólogo Irving Horowitzclasificó estos últimos como«asesinatos» y definió el genocidiocomo «la destrucción estructural ysistemática de personas inocentes porparte del aparato burocrático delEstado». Sin embargo, los asesinatos«puramente» gubernamentales (laspurgas de Stalin contra sus oponentespolíticos) y los asesinatos «puramente»privados (empresas constructoras

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brasileñas que contratan a asesinosprofesionales para acabar con losindios) son extremos de un continuocúmulo de posibilidades. Los indiosamericanos fueron exterminados por laacción conjunta de los ciudadanos y elejército de Estados Unidos, mientras quelos ibos de la Nigeria septentrionalmurieron a manos de la chusma y de lossoldados. En 1835, la tribu maorí Te ĀtiAwa, de Nueva Zelanda, llevó a efectocon éxito un arriesgado plan consistenteen robar un barco, cargarlo conprovisiones, invadir las islas Chatham,matar a sus trescientos ocupantes (otrogrupo polinesio denominado moriori),esclavizar a los supervivientes y, de ese

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modo, adueñarse de las islas. Deacuerdo con la definición de Horowitz,esta y otras campañas de exterminioperfectamente organizadas por un grupotribal no constituirían genocidios, puestoque las tribus carecen de un aparatoburocrático estatal.

Cuando se producen muertes enmasa debido a medidas despiadadas,pero no específicamente diseñadas paramatar, ¿hay que hablar de genocidio?Entre los genocidios bien planeados, secuentan el de los tasmanios, obra de losaustralianos; el de los armenios,cometido por los turcos durante laPrimera Guerra Mundial, y muyespecialmente los llevados a cabo por

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los nacionalsocialistas durante laSegunda Guerra Mundial. En el extremoopuesto, se encuentra el caso de losindios del sudeste de Estados Unidos,los choctaw, los cherokee y los creek,que fueron obligados a desplazarse aloeste del río Mississippi en la décadade 1830; el presidente Andrew Jacksonno pretendía que los indios perecieranpor el camino, pero tampoco arbitró lasmedidas necesarias para evitarlo. De talsuerte, muchísimos indios, desprovistoscasi por completo de alimentos y ropas,no sobrevivieron a las forzadascaminatas en pleno invierno.

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FIGURA 12.

La cándida afirmación de que elgenocidio requiere que existaintencionalidad se planteó cuando elgobierno paraguayo fue acusado decomplicidad en la desaparición de losindios guayaquíes, que habían sidoesclavizados, torturados, privados dealimentos y medicinas y eliminados enmasa. El ministro de Defensa deParaguay se limitó a replicar que no sehabía dado un intento consciente dedestruir a los guayaquíes: «Aunque hayvíctimas y culpables, falta el tercerelemento necesario para establecer el

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delito de genocidio, es decir, la“intención”. Por tanto, puesto que noexiste intención, no se puede hablar de“genocidio”». El representantepermanente de Brasil en la ONU rebatiócon argumentos semejantes los cargos degenocidio de los indios de la Amazoniaimputados a su gobierno: «… no se diola malicia o motivación especialnecesaria para caracterizar la presenciadel genocidio. Los delitos en cuestiónfueron cometidos exclusivamente porrazones económicas, habiendo actuadosus perpetradores con el único fin detomar posesión de las tierras de susvíctimas».

Algunos asesinatos en masa, como

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los de los judíos y los gitanos cometidospor los nazis, no fueron provocados: lamatanza no fue una venganza contradelitos previamente cometidos por lasvíctimas. En muchos otros casos, sinembargo, el asesinato en masa es laculminación de una cadena deagresiones mutuas. Cuando unaprovocación desencadena una venganzabrutal y desproporcionada, ¿dóndetrazar la línea divisoria entre la «mera»represalia y el genocidio? En mayo de1945, en la ciudad argelina de Sétif, lascelebraciones del final dría SegundaGuerra Mundial degeneraron en unarevuelta racial en la que los argelinosmataron a ciento tres franceses. La

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brutal represalia francesa consistió endestruir cuarenta y cuatro pueblosmediante ataques aéreos, bombardearlas ciudades costeras con un crucero,organizar matanzas mediante comandosde civiles y desplegar al ejército paraasesinar a la poblaciónindiscriminadamente. El número deargelinos muertos ascendió a milquinientos según los franceses y acincuenta mil según los argelinos. Lainterpretación del suceso difiere tanto deuna versión a otra como la cifra decaídos: para los franceses, se trató de lasofocación de una revuelta; para losargelinos, de una matanza genocídica.

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FIGURA 13

La clasificación de los genocidios enfunción de sus motivaciones resulta sertan complicada como su definición.Aunque es posible que diversos motivosoperen simultáneamente, convienedividirlos en cuatro categorías. En lasdos primeras se da un conflicto leal deintereses por el territorio o el poder,esté o no disfrazado tras una coberturaideológica. En las otras categorías, elconflicto es mínimo y los motivos soncasi puramente ideológicos opsicológicos.

El motivo más común del genocidio

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tal vez sea resultado de la situación enque un pueblo militarmente poderosointenta ocupar el territorio de otropueblo más débil y este oponeresistencia. Entre los innumerablescasos de este tipo, no solo hay quemencionar el exterminio de lostasmanios y de los aborígenesaustralianos perpetrado por losaustralianos de raza blanca, sinotambién la matanza de amerindiosrealizada por los americanos blancos, lade los indios araucanos a manos de losargentinos y la de los bosquimanos y loshotentotes a manos de los colonos bóersde Sudáfrica.

Otro rasgo común es que, tras una

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prolongada lucha de poderes en unasociedad pluralista, uno de los gruposintente imponer una solución definitivaeliminando al grupo rival. Algunosejemplos de este tipo en los que hanestado implicados dos grupos étnicosdistintos son las matanzas de tutsiscometidas por los hutus en Ruanda en 1962-1963 y las de hutus perpetradaspor los tutsis en Burundi en 1972-1973;el genocidio de los serbios yugoslavoscometido por sus compatriotas croatasdurante la Segunda Guerra Mundial, y elde los croatas cometido por los serbiosal término de la guerra, así como elexterminio de los árabes de Zanzíbarpor parte de la población negra en 1964.

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No obstante, los asesinados y losasesinos pueden pertenecer al mismogrupo étnico y diferir tan solo en susideas políticas. Ese fue el caso delgenocidio a mayor escala del que setiene noticia, con una cifra estimada devíctimas que asciende a los veintemillones en la década de 1929 a 1939 ya sesenta y seis millones entre 1917 y1959; nos referimos a las purgascometidas por el gobierno de la UniónSoviética contra los oponentes políticosque formaban parte de su propiaciudadanía. Otros crímenes políticos enmasa, que no se acercan a la marcaestablecida por los soviéticos, son lapurga realizada por los jemeres rojos

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entre varios millones de compatriotascamboyanos en la década de 1970 y lamatanza de cientos de miles decomunistas indonesios entre 1965 y1967.

En los dos casos recién descritospuede considerarse que el motivo delgenocidio fue que los asesinos veían asus víctimas como un obstáculosignificativo para el control delterritorio y el poder. En el extremoopuesto deben situarse las matanzas deminorías que se utilizan como chivosexpiatorios y a las que los asesinosatribuyen la culpa de sus frustraciones.Los judíos sirvieron como chivosexpiatorios de la peste bubónica en el

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siglo XIV, cuando fueron perseguidospor los cristianos; a comienzos delsiglo XX sufrieron una nuevapersecución en Rusia, donde se lesutilizó como chivos expiatorios de losproblemas políticos del país; después dela Primera Guerra Mundial, losucranianos realizaron matanzas dejudíos con la excusa de la amenazabolchevique, y los nazis se ensañaroncon este pueblo durante la SegundaGuerra Mundial atribuyéndoles la culpade la derrota alemana en la PrimeraGuerra Mundial. Cuando el Séptimo deCaballería de Estados Unidos exterminóa varios cientos de indios sioux enWounded Knee en 1890, los soldados

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estaban tomándose una venganza tardíapor el mortífero contraataque de lossioux contra el Séptimo de Caballeríadel general Custer en la batalla de LittleBig Hora, ocurrida catorce años antes.En 1943-1944, en el peor momento de lainvasión nacionalsocialista de Rusia,Stalin ordenó el asesinato o ladeportación de seis minorías étnicas quesirvieron de chivos expiatorios: losbalkaros, los chechenos, los tártaros deCrimea, los ingushes, los kalmykos y loskarachis.

Las persecuciones raciales yreligiosas constituyen el cuarto tipo demotivos de los genocidios. Aunque nopretendo comprender la mentalidad nazi,

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es posible que el motivo que les llevó aexterminar a los gitanos fuera«puramente» racial, en tanto que en elcaso de los judíos se habrían unido losmotivos religiosos y raciales con lanecesidad de encontrar un chivoexpiatorio. La lista de persecucionesreligiosas es casi interminable. Incluyela matanza de todos los musulmanes yjudíos que habitaban en Jerusaléncuando esta ciudad final mente cayó enmanos de los caballeros de la primeracruzada en 1099, y la matanza defranceses protestantes cometida por loscatólicos el día de San Bartolomé de1572. Como es lógico, los motivosraciales y religiosos se han sumado en

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muchos casos a las luchas por elterritorio o el poder, o a la necesidad debuscar un chivo expiatorio paradesencadenar los genocidios.

Aun cuando no se llegue a un acuerdodefinitivo sobre la definición ni losmotivos del genocidio, se adopte elpunto de vista que se adopte, siempre seencuentran múltiples casos degenocidio. Veamos ahora a cuándo seremontan los orígenes del genocidio ennuestra historia como especie y aunantes.

¿Es cierto, como se afirma amenudo, que el hombre es un caso únicoentre los animales por matar a sus

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congéneres? Por ejemplo, el eminentebiólogo Konrad Lorenz mantiene en sulibro Sobre la agresión que los instintosagresivos de los animales estáncontrolados por inhibiciones instintivascontra el asesinato. Pero en la historiade la humanidad este equilibriosupuestamente desapareció comoconsecuencia de la invención de lasarmas: nuestras inhibiciones hereditariasdejaron de ser lo bastante poderosascomo para refrenar la nueva capacidadde aniquilación. Esta visión del hombrecomo único asesino e inadaptado de laevolución ha sido aceptada por ArthurKoestler y otros muchos autores de granpopularidad.

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En realidad, los estudios realizadosen las décadas recientes han puesto demanifiesto la existencia del asesinato enmuchas especies animales, aunqueciertamente no en todas. Matar a losindividuos o a los clanes vecinos resultabeneficioso para un animal cuando lepermite apoderarse de su territorio, susalimentos y sus hembras. No obstante,las agresiones también implican riesgospara el atacante. Muchas especiesanimales carecen de los mediosnecesarios para matar a sus congéneres,y entre aquellas que sí los poseen,algunas evitan utilizarlos. Aunque hacerun análisis de costes y beneficios delasesinato pueda repugnar a nuestra

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sensibilidad, dicho análisis contribuye aesclarecer por qué el asesinato parececaracterizar solo a algunas de lasespecies animales.

En las especies no sociales, losasesinatos son necesariamente actos deun individuo contra otro. Ahora bien, enlas especies sociales carnívoras, comolos leones, los lobos, las hienas y lashormigas, el asesinato puede adoptar laforma de una serie de ataquescoordinados que los miembros de unclan lanzan contra los del clan vecino,es decir, de asesinatos en masa o«guerras». La guerra se desarrolla dedistintas formas en las diferentesespecies. Los machos pueden perdonar

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la vida a las hembras del clan vecino ytomarlas como compañeras, matar a lascrías y poner en fuga (langures) oincluso matar (leones) a los machos; enotros casos (lobos) se mata a machos yhembras sin excepción. Como ejemplo,he aquí un pasaje de la batalla entre dosclanes de hienas del cráter delNgorongoro, en Tanzania, tal como larelata Hans Kruuk:

«Alrededor de una docena de hienasde Scratching Rock […] atraparon a unode los machos mungi y le molieron adentelladas, especialmente en el vientre,las zarpas y las orejas. La víctimaestaba completamente cubierta por susatacantes, que se dedicaron a maltratarla

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durante unos diez minutos […]. Elmacho mungi quedó literalmentedestrozado, y cuando más tarde estudiélas heridas más de cerca, descubrí quele habían arrancado a mordiscos lasorejas, así como las zarpas y lostestículos; estaba paralizado por unaherida en la espina dorsal, tenía grandesdesgarrones en las patas traseras y elvientre y hemorragias subcutáneas entodo el cuerpo».

Especial interés para la comprensiónde los orígenes de nuestras tendenciasgenocídicas reviste la conducta de dosde nuestros tres parientes más próximos,los gorilas y los chimpancés comunes.Hace un par de décadas, cualquier

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biólogo habría partido de la premisa deque nuestra habilidad para manejararmas y trazar planes de grupo nosconvertía en una especie mucho mássanguinaria que los simios, si es queestos tenían siquiera tendenciasasesinas. Sin embargo, recientesdescubrimientos sobre elcomportamiento de los simios hanrevelado que un gorila o un chimpancécomún tienen al menos tantasprobabilidades de convertirse enasesinos como cualquier ser humano.Entre los gorilas, por ejemplo, losmachos se pelean entre sí por laposesión de los harenes de hembras y elvencedor puede matar a las crías del

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perdedor y también a este. Este tipo depeleas suponen un factor importante enla mortalidad de los gorilas machos, yasean adultos o crías. Por término medio,la madre gorila pierde al menos una críaa manos de un macho infanticida en elcurso de su vida. A la inversa, el 38 porciento de las muertes de crías se deben ainfanticidios.

Resulta especialmente instructivo,por bien documentado, el caso delexterminio de uno de los clanes dechimpancés comunes estudiados porJane Goodall, perpetrado entre 1974 y1977 por un clan rival. A finales de1973, los dos clanes estaban bastanteigualados: el clan de Kasakela, que

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habitaba al norte, contaba con ochomachos adultos y ocupaba un área de 15kilómetros cuadrados; y el clan deKahama, al sur, tenía entre sus miembrosa seis machos adultos y ocupaba 10kilómetros cuadrados. El primerincidente fatal tuvo lugar en enero de1974, cuando los seis machos adultos,un macho adolescente y una hembraadulta de Kasakela se separaron de losmiembros jóvenes del clan, sedesplazaron hacia el sur, comenzaron amoverse con sigilo y rapidez al oírvoces de chimpancés desde esadirección, y al fin sorprendieron a unmacho de Kahama al que Goodall habíabautizado con el nombre de Godi. Uno

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de los machos de Kasakela derribó aGodi, que había emprendido la huida, sesentó sobre su cabeza y le sujetó laspatas mientras los otros dedicaban diezminutos a pegarle y morderle. Porúltimo, uno de los atacantes lanzó, unaroca de gran tamaño contra Godi y allíle dejaron. Aunque consiguió levantarse,Godi estaba gravemente herido, teníaseñales de dentelladas y sangraba.Nunca se le volvió a ver y se supone quemurió como consecuencia de la paliza.

El mes siguiente, tres machos y unahembra de Kasakela volvieron adirigirse hacia el sur y atacaron a unmacho de Kahama llamado De, que yaestaba debilitado por un ataque o

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enfermedad previos. Los atacantestiraron a De de un árbol, le pisotearon,le mordieron y golpearon y learrancaron la piel a tiras. La hembra encelo de Kahama que estaba con De fueobligada a dirigirse al norte con losatacantes. Dos meses después, se vio aDe con vida, aunque maltrecho, con laespina dorsal y la pelvis protuberandobajo la piel, varias uñas y parte de undedo de un pie arrancados y el escrotoreducido a una quinta parte del tamañonormal. Nunca se le volvió a ver.

En febrero de 1975, cinco machosadultos y un adolescente de Kasakelapersiguieron y atacaron a Goliat, unmacho viejo de Kahama. Durante

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dieciocho minutos estuvierongolpeándole, mordiéndole y dándolepatadas, pisoteándole, levantándole ylanzándole contra el suelo, arrastrándoley retorciéndole una pata. Concluido elataque, Goliat no consiguió levantarse;fue la última vez que se le vio.

Mientras que hasta aquí los ataquesiban dirigidos contra machos deKahama, en septiembre de 1975 lahembra de Kahama Madam Bee resultóherida de muerte después de habersufrido al menos cuatro ataques nomortales en el curso del año anterior. Laagresión fue llevada a cabo por cuatromachos adultos de Kasakela, a la vistade otro macho adolescente y cuatro

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hembras (incluida la hija secuestrada deMadam Bee). Los atacantes golpearon,abofetearon y arrastraron por el suelo aMadam Bee, la pisotearon y saltaronsobre ella, la arrojaron al suelo, larecogieron y la volvieron a golpearcontra la tierra, y como remate ladespeñaron por la colina. Madam Beemurió cinco días después.

En mayo de 1977, cinco machos deKasakela mataron al macho de Kahamallamado Charlie, aunque en este caso nose observaron los detalles de la lucha.En noviembre de 1977, seis machos deKasakela atraparon al macho de KahamaSniff y lo vapulearon y molieron agolpes y lo arrastraron por las patas

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traseras, rompiéndole la izquierda. Aldía siguiente se le vio con vida, perodespués desapareció.

De los chimpancés supervivientes deKahama, dos machos y dos hembrasadultas desaparecieron por causasdesconocidas, en tanto que dos hembrasjóvenes se pasaron al clan de Kasakela,el cual procedió a ocupar el antiguoterritorio de Kahama. No obstante, en1979, un clan de chimpancés quehabitaba un poco más al sur comenzó ausurpar el territorio del clan deKasakela, lo que puede explicar ladesaparición y las heridas sufridas porvarios miembros de este último. En elúnico estudio de campo de los

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chimpancés comunes que, además del deGoodall, ha cubierto un período detiempo largo, se han observado asaltosintergrupales semejantes, algo que no seha detectado en ningún estudio a largoplazo de los chimpancés pigmeos.

Al juzgar a los sanguinarioschimpancés comunes con el criterioaplicado a los asesinos humanos, esdifícil no asombrarse de su ineficacia.Aun cuando grupos de tres a seisatacantes agredieron a una sola víctima,anulando su capacidad de defensa yprolongando la agresión entre diez yveinte minutos, la victima seguía convida al final del ataque en todos loscasos. No obstante, los agresores sí

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conseguían inmovilizar a la víctima y, amenudo, provocarle la muerte. La pautade la agresión era que, en un primermomento, la víctima se doblara sobre símisma y tal vez intentara protegerse lacabeza, para más adelante renunciar atodo intento defensivo y que la agresiónse prolongase aun cuando la víctimacesara de moverse. En este aspecto, losataques intergrupales difieren de losenfrentamientos menos encarnizados quese producen con frecuencia dentro de unclan. La ineficacia de los chimpancéscomo asesinos se debe a que carecen dearmas, aunque no deja de sersorprendente que no hayan aprendido amatar por estrangulamiento, método que

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entraría dentro de sus posibilidades.En comparación con los humanos, no

solo son ineficaces cada uno de losasesinatos individuales cometidos porlos chimpancés, sino también todo elproceso de genocidio. Desde el primerasesinato de un miembro del clan deKahama, pasaron tres años y diez meseshasta que el clan se deshizo, y duranteese tiempo nunca se asesinó a más de unchimpancé en cada ocasión. Encontraste, los colonos australianosconsiguieron eliminar a toda una tribu deaborígenes con un solo ataque sorpresalanzado al amanecer. En parte, estaineficacia sigue siendo el reflejo de lafalta de armas de los chimpancés. Puesto

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que todos los chimpancés estándesarmados, los asesinatos solo puedentener éxito cuando los agresores seimponen a la víctima por su fuerzanumérica, mientras que los colonosaustralianos tenían la ventaja deenfrentarse con armas a aborígenesdesarmados y de ese modo podíaneliminar a numerosos enemigos en elcurso de un solo ataque. Por otro lado,los chimpancés que cometen genocidiosson muy inferiores a los humanos en sucapacidad intelectual y, enconsecuencia, en su planificaciónestratégica. Al parecer, los chimpancésno son capaces de planear un ataquenocturno ni de coordinar una emboscada

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dividiendo sus fuerzas de asalto.No obstante, los chimpancés sí

ponen de manifiesto una planificaciónsimple e intencionada en sus agresiones.Los asesinatos de los miembros del clande Kahama resultaron de las incursionesrápidas, cautelosas y discretas de losmiembros del clan de Kasakela en elterritorio de Kahama, donde trepaban alos árboles y aguardaban a la escuchadurante períodos de casi una hora, hastaque detectaban la presencia de unchimpancé de Kahama y se lanzabansobre él. Los chimpancés tambiéncomparten con los humanos lastendencias xenófobas no tienenproblemas para reconocer como

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extraños a los miembros de otros clanesy les deparan un trato muy distinto delestablecido entre los miembros de supropio clan.

En resumen, de todos los sellosdistintivos de la humanidad —arte,lenguaje hablado, drogadicción y otros—, el que posee precursores másdilectos en el mundo animal es elgenocidio. Los chimpancés comunesllevan a cabo asesinatos planificados,exterminan a los clanes vecinos, seenzarzan en guerras de conquistaterritorial y secuestran a las jóveneshembras núbiles. Si a los chimpancés seles proporcionaran lanzas con lascorrespondientes instrucciones de uso,

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sus asesinatos sin duda adquirirían unaeficacia próxima a la de los humanos. Laconducta de los chimpancés indica queuno de los motivos fundamentales de quela humanidad adoptara su característicomodo de vida grupal fue la necesidad dedefenderse de otros grupos humanos,sobre todo una vez que la humanidadinventó las armas y adquirió lacapacidad cerebral necesaria paradesarrollar estrategias de ataque. Si estaargumentación es correcta, es posibleque el tradicional énfasis concedido porlos antropólogos al «hombre cazador»como fuerza impulsora de la evoluciónhumana resulte ser válido, con ladiferencia de que fuimos los propios

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humanos los que desempeñamos elpapel de presa a la vez que el dedepredador.

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Liliana Carmen Pereyra Azzarri (de veintiúnaños), caso 195 de los desaparecidos enArgentina cuyo rastro han seguido lasorganizaciones que luchan por los derechoshumanos. Liliana fue secuestrada en 1972,cuando estaba embarazada de cinco meses.Conducida a un centro de tortura (la Escuelade Mecánica de la Armada, ESMA) ymantenida con vida hasta que dio a luz a unniño en febrero de 1978, poco después fueasesinada mediante un disparo en la cabeza.Sus restos, encontrados en el cementerio deMar del Plata junto a los cuerpos de otrosdesaparecidos, fueron identificados en 1985.La búsqueda de su hijo ha resultadoinfructuosa, pero es probable que fueraadoptado por una pareja de militares. El casode Liliana ilustra el concepto de honor quecon tanta frecuencia invocó la antigua Juntaargentina para justificar sus actuaciones.

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Deseo expresar mi agradecimiento a lasabuelas de la Plaza de Mayo, que me dieronsu autorización para reproducir la fotografíade Liliana.

Así pues, los dos modelos de genocidiomás comunes entre los humanos poseenprecedentes animales: asesinar tanto alos hombres como a las mujeres encajaen el modelo correspondiente a loschimpancés comunes y a los lobos,mientras que matar a los hombres yperdonar la vida a las mujeres es lamisma conducta que practican losgorilas y los leones. Con todo, unprocedimiento sin precedentes, nisiquiera entre los animales, fue el queadoptó el ejército argentino entre 1976 y

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1983, período en que eliminó a más dediez mil oponentes políticos y a susfamilias, los llamados desaparecidos.Entre las víctimas se contaban hombres,mujeres no embarazadas y niños dehasta tres o cuatro años, que a menudoeran torturados antes de morir. Ahorabien, los soldados argentinos realizaronuna contribución única a la conductaanimal con su forma de tratar a lasmujeres embarazadas que arrestaban,consistente en mantenerlas con vidahasta que dieran a luz y solo entoncesejecutarlas de un tiro en la cabeza, demodo que alguna pareja de militares sinhijos pudiera adoptar al recién nacido.

Aunque la propensión de la

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humanidad al asesinato no sea un casoúnico entre los animales, ¿es posibleque esas tendencias sean, no obstante, unfruto patológico de la civilizaciónmoderna? Los autores contemporáneos,horrorizados ante la destrucción de lassociedades «primitivas» por lassociedades «avanzadas», tienden aidealizar a los nobles salvajes,supuestamente amantes de la paz, quepueden cometer asesinatos aislados perodesconocen lo que es una matanza. ErichFromm creía que la guerra en lassociedades de cazadores-recolectoresera «característicamente pocosangrienta». Ciertamente, algunospueblos preliterarios (pigmeos,

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esquimales) parecen ser menosguerreros que otros (naturales de NuevaGuinea, indios de las Grandes Llanurasy de la Amazonia). Incluso los pueblosinclinados a guerrear, se dice, practicanla guerra de un modo ritual y la detienencuando apenas han muerto unos cuantosadversarios. Sin embargo, estasidealizadas teorías no encajan con miconocimiento de primera mano de losmontañeses de Nueva Guinea, a los quese cita a menudo como ejemplo depueblo que practica una guerra limitadao ritualizada. Aunque la mayoría de losenfrentamientos ocurridos en NuevaGuinea consisten en escaramuzas queproducen pocas muertes o ninguna, hay

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ocasiones en que las tribus perpetranverdaderas matanzas entre sus vecinos.Como tantos otros pueblos, los nativosde Nueva Guinea han intentado expulsaro aniquilar a sus vecinos cuando hacerloles parecía ventajoso, como medida deseguridad o cuestión de supervivencia.

Al analizar las primerascivilizaciones con escritura, las pruebasdocumentales atestiguan la frecuenciadel genocidio. Las guerras entre griegosy troyanos, entre romanos y cartaginesesy entre asirios y babilonios o persassiempre concluían del mismo modo: yafuera con la matanza de los vencidos, sinhacer concesiones a las mujeres, ya conel aniquilamiento de los hombres y la

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esclavización de las mujeres. Todosconocemos el relato bíblico sobre cómolas murallas de Jericó se derrumbaronante el sonido de las trompetas de Josué;lo que no suele citarse con tantafrecuencia son las secuelas: Josuéobedeció las órdenes del Señor e hizomatar a los habitantes de Jericó, asícomo a los de Ai, Makkedah, Libnah,Hebrón, Debir y otras muchas ciudades.Este proceder era tan común que elLibro de Josué tan solo dedica una frasea cada matanza, como si dijera: Claroque mataron a todos los habitantes, ¿quéotra cosa podría esperarse? El únicorelato que requiere mayor elaboraciónes el de la matanza cometida en Jericó,

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donde Josué hizo algo realmente inusual:perdonar la vida de una familia quehabía ayudado a sus emisarios.

Episodios similares abundan en lascrónicas de las guerras de las cruzadas,de los isleños del Pacífico y de muchosotros grupos. No pretendo decir, comoes obvio, que las grandes victoriasguerreras siempre han concluido con lamatanza de los vencidos, fuera cualfuese su sexo. Ahora bien, ese resultadoo alguna versión atenuada, como elasesinato de los hombres y laesclavización de las mujeres, se haproducido con suficiente frecuenciacomo para que lo consideremos algomás que una rara aberración de la

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naturaleza humana. Desde 1950 hantenido lugar casi veinte casos degenocidio, incluidos dos con un númerodeclarado de víctimas superior al millón(Bangladesh, en 1971, y Camboya, afinales de la década de 1970), y cuatrocon más de cien mil víctimas (Sudán eIndonesia en la década de 1960; Burundiy Uganda en la de 1970). (Véase elmapa en la página 389).

Es evidente que el genocidio haformado parte de la herencia humana yprehumana durante millones de años. Ala luz de esta larga historia, ¿qué decirde la impresión de que los genocidiosdel siglo XX son casos únicos? Nopuede dudarse que Stalin y Hider

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establecieron nuevas marcas conrespecto al número de víctimas, peroello solo se debió a que poseían tresventajas sobre los asesinos de siglosanteriores: mayor densidad de poblaciónde los pueblos exterminados, mejorescomunicaciones para acorralar a lasvíctimas y una tecnología másdesarrollada aplicada al asesinato enmasa. Otro ejemplo de cómo latecnología puede facilitar el genocidionos lo proporcionan los isleños deRoviana Lagoon, en el archipiélago delas islas Salomón, al sudoeste delPacífico, que eran famosos por realizarincursiones guerreras y cortar la cabezaa los vencidos, hasta que llegaron a

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despoblar las islas vecinas. Sinembargo, tal como me explicaron misamigos de Roviana, esas correrías noalcanzaron su momento álgido hasta quelas hachas de acero llegaron a las islasSalomón en el siglo XIX. Decapitar a unhombre con un hacha de piedra no estarea sencilla; además, la hoja se mellacon facilidad y afilarla es un procesotedioso.

Otra cuestión mucho máscontrovertida es si la tecnología tambiénfacilita el genocidio desde el punto devista psicológico, tal como lo haargumentado Konrad Lorenz. Laargumentación de Lorenz es la siguiente:a medida que los humanos

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evolucionaban a partir de los simios, sufuente de alimentación cada vezdependía más de la aniquilación deotros animales. Ahora bien, con eltiempo, las sociedades fueronaumentando de tamaño y era esencialque el creciente número de individuoscooperase entre sí. Esas sociedades nohabrían podido mantenerse si nohubieran desarrollado fuertesmecanismos inhibitorios del asesinato.Como a lo largo de la mayor parte de lahistoria evolutiva de la humanidad, lasarmas solo han sido efectivas a cortadistancia; bastaba con que esosmecanismos inhibí torios impidieranasesinar a un congénere viéndole cara a

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cara. El armamento moderno, sinembargo, que se acciona con solo pulsarun botón, ha hecho posible que sesuperen esas inhibiciones al permitirasesinar sin siquiera ver la cara de lasvíctimas. De tal suerte, la tecnologíacreó los requisitos psicológicos para losasépticos genocidios cometidos enAuschwitz y Treblinka, en Hiroshima yDresde.

Personalmente, no sabría decir si enrealidad este factor psicológico hacontribuido de manera significativa afacilitar el genocidio en tiemposmodernos. La incidencia del genocidioen épocas pasadas parece al menos tanelevada como la actual, pese a que las

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consideraciones prácticas limitasen elnúmero de víctimas. Si queremoscomprender el genocidio con mayorprofundidad, será necesario dejar delado las fechas y las cifras y analizar laética del asesinato.

Es evidente que el impulso hacia elasesinato está frenado por la ética en lamayoría de los casos. La pregunta quedebemos formularnos es* por qué enalgunas ocasiones rompe esos diques decontención.

En nuestros días, pese a que sigamosdividiendo a la humanidad en«nosotros» y «ellos», sabemos que haymiles de tipos de «ellos», diferentes

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entre sí y de nosotros en lo tocante allenguaje, la apariencia y los hábitos. Nomerece la pena detenerse a explicar estehecho de todos conocido a través de loslibros y la televisión, y en muchos casosa través de la experiencia directaadquirida en los viajes. Es difícil pensarcon la mentalidad que ha prevalecidodurante la mayor parte de la historia dela humanidad y que ya se ha descrito enel capítulo 13. Al igual que loschimpancés, los gorilas y los carnívorossociales, los humanos vivíamos enclanes territoriales. El mundo conocidoera mucho menor y más simple que elactual: solo existían unos cuantos tiposconocidos de «ellos», los vecinos más

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próximos.Por ejemplo, hasta hace poco, las

tribus de Nueva Guinea mantenían unmodelo cambiante de guerras y alianzascon las tribus vecinas. Una personapodía adentrarse en el valle contiguopara realizar una visita amistosa, aunquenunca totalmente desprovista de peligro,o en una incursión guerrera, pero lasposibilidades de atravesar una sucesiónde valles en son de paz eran muyremotas. Las imperiosas normas sobre lamanera de tratar a los miembros delpropio grupo no se aplicaban al trato delos otros grupos, esas tribus vecinas delas que apenas se tenían vagas noticias.En mis recorridos por los valles de

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Nueva Guinea, personas que practicabanel canibalismo y hacía tan solo unadécada que habían salido de la Edad dePiedra tenían por costumbre prevenirmecontra las costumbres increíblementeprimitivas, viles y bárbaras de lasgentes a las que encontraría en el vallecontiguo. Incluso las bandas degángsteres del Chicago del siglo XXadoptaron la política de contratar apistoleros de otras ciudades con el finde que el asesino pudiera sentir queestaba matando a uno de los «suyos» yno a uno de los «nuestros».

Las obras literarias de la Greciaclásica revelan una prolongación de eseterritorialismo tribal. Aunque el mundo

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conocido era mayor y más diverso, losgriegos establecían una barrera que losseparaba del resto de los pueblos, a losque consideraban bárbaros. El vocablo«bárbaro» se deriva del barbaroigriego, que simplemente significaextranjeros. Los egipcios y los persashabían alcanzado un grado decivilización semejante al de los griegos,que, no obstante, los calificaban debarbaroi. El ideal de conducta noconsistía en la igualdad de trato, sino enfavorecer a los amigos y castigar a losenemigos. Para ensalzar a su admiradojefe político Ciro, el escritor atenienseJenofonte relata cómo Ciro siemprecorrespondía con creces a las buenas

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acciones de sus amigos y cómo sevengaba de las malas artes de susenemigos con redoblada severidad (porejemplo, arrancándoles los ojos ocortándoles las manos).

Del mismo modo que los clanes dehienas de Mungi y de Scratching Rocks,los humanos han aplicado un criteriodual a su conducta: fuertes inhibicionespara matar a uno de los «nuestros» y luzverde para matar a uno de los «suyos»siempre que no resulte peligroso.Amparándose en esta dicotomía,heredada del instinto animal o propiadel código ético humano, el genocidioha resultado acepta ble. Todavía hoy,todos continuamos adquiriendo en la

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infancia unos criterios arbitrariamentedicotómicos sobre quién merece nuestrorespeto y quién nuestras burlas.Recuerdo una escena ocurrida en elaeropuerto de Goroka, en las montañasde Nueva Guinea: mis ayudantes decampo tudawhe, vestidos con camisasdesgarradas y descalzos, formaban ungrupo desmañado al que se acercó unhombre blanco, mal afeitado y sucio,con un sombrero arrugado calado hastalos ojos y fuerte acento australiano. Aunantes de que el blanco comenzara aburlarse de los tudawhe, espetándolesfrases como «estúpidos negros, noseréis capaces de gobernar este país nidurante un siglo», yo ya había empezado

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a pensar para mí: «Estúpido aussicpalurdo, ¿por qué no se largará a su paísa cuidar a sus malditas ovejas?». Ahí sehizo patente un modelo para elgenocidio: yo me burlaba delaustraliano, que, a su vez, se mofaba delos tudawhe, basándonos ambos en unascaracterísticas colectivas percibidas alprimer golpe de vista.

Con el tiempo, la tradicional formadicotómica de concebir el mundo se hadejado de considerar una base sólidapara el código ético, a la par que surgíauna tendencia encaminada a defender, alminos de palabra, un código éticouniversal, es decir, a estipular unasnormas equitativas para tratar a todos

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los pueblos. El genocidio entradirectamente en conflicto con una moralde tales características.

No obstante, pese a este conflictoético, los perpetradores de muchosgenocidios de los tiempos modernos sehan enorgullecido abiertamente de suslogros. Cuando el general JulioArgentino Roca, de Argentina, abrió laspampas a los colonos blancos despuésde exterminar despiadadamente a losindios araucanos, la nación argentina,regocijada y agradecida, le eligiópresidente en 1880. ¿Cómo es camoteanel conflicto entre sus acciones y elcódigo ético universal los culpables delos genocidios de nuestros tiempos?

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Para hacerlo, recurren a tres tipos dejustificaciones, que básicamente sonvariaciones del mismo temapsicológico: «La culpa es de lavíctima».

En primer lugar, la mayoría de losdefensores del código ético universalconsideran que la defensa propia estájustificada. Esta racionalización resultaconvenientemente elástica, puesto quesiempre es posible provocar a los«otros» para que incurran en algún tipode comportamiento que justifique unacto de defensa propia. Por ejemplo, lostasmanios brindaron a los colonizadoresaustralianos una excusa para elgenocidio al asesinar a un total estimado

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de ciento ochenta y tres colonos a lolargo de treinta y cuatro años, despuésde haber sido provocados por unainterminable serie de mutilaciones,secuestros, violaciones y asesinatos.Incluso Hitler alegó actuar en defensapropia al desencadenar la SegundaGuerra Mundial, tomándose la molestiade montar un falso ataque de los polacoscontra un puesto fronterizo alemán.

Declararse en posesión de la«verdadera» religión, raza o ideologíapolítica, o alegar que uno representa elprogreso y el estadio más desarrolladode la civilización, es otra justificacióntradicional de cualquier agresión,incluido el genocidio, contra los que

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están equivocados o son inferiores. En1962, en mi época de estudiante enMunich, un nazi impenitente insistía enexplicarme como la cosa más naturalque los alemanes se vieron obligados ainvadir Rusia porque el pueblo ruso sehabía convertido al comunismo. Misquince ayudantes de campo de lasmontañas Fakfak de Nueva Guineaapenas se diferenciaban a mis ojos, perocon el tiempo comenzaron a explicarmequiénes eran musulmanes y quiénescristianos, y por qué los primeros (o losúltimos) pertenecían a una categoríahumana irremediablemente inferior.Existe una jerarquía casi universal deldesprecio, según la cual los pueblos con

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escritura y conocimientos metalúrgicosavanzados (por ejemplo, loscolonizadores de África) menospreciana los pueblos ganaderos (por ejemplo,los tutsis, los hotentotes), que a su vezdesprecian a los agricultores (porejemplo, los hutus), que, por su parte,miran por encima del hombro a losnómadas y a los cazadores-recolectores(por ejemplo, los pigmeos y losbosquimanos).

Por último, nuestros códigos éticosestablecen una diferencia entre losanimales y los humanos. Por ello, lacomparación de las víctimas de ungenocidio con los animales es otra delas racionalizaciones del genocidio

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habitualmente utilizadas en tiemposmodernos. Los nazis tenían a los judíospor piojos infrahumanos; los colonosfranceses de Argelia denominaban a losmusulmanes del país ratons (ratas); losparaguayos «civilizados» llamaban ratasrabiosas a los cazadores-recolectores dela etnia aché; los bóers calificaban a losafricanos de bobejaan (mandriles), y losnigerianos educados del norte del paísveían a los ibos como sabandijasinfrahumanas. El idioma inglés abundaen nombres de animales utilizados comotérminos peyorativos: cerdo, mono,perra, perro sarnoso, buey, rata,marrano.

Los colonizadores-australianos

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recurrieron a los tres tipos deracionalizaciones éticas con objeto dejustificar el exterminio de los tasmanios.Ahora bien, para mí mismo, como paramis compatriotas estadounidenses, serámás fácil comprender el procesoracionalizador si nos centramos en uncaso que nos han enseñado aracionalizar desde la niñez: elexterminio no del todo completo de losindios americanos. El conjunto deactitudes que absorbemos desde lainfancia es más o menos el siguiente:

Para empezar, no hablamos mucho dela tragedia india; muchísimo menos, porejemplo, que de los genocidios ocurridosen Euro pa durante la Segunda Guerra

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Mundial. Por el contrario, consideramosque la gran tragedia de nuestro país fue laguerra de Secesión. Ahora bien, cuandonos detenemos a pensar en el conflictoentre blancos e indios, lo situamos en unpasado distante y lo describimos con unaterminología militar: la guerra de Pequod,la batalla de Greal Swamp, la batalla deWounded Knee, la conquista del Oeste,etcétera. Los indios, según nuestro puntode vista, eran belicosos y violen tosincluso con otras tribus indias, maestrosde las emboscadas y de la traición. Eranfamosos por su bestialidad, en particularpor las costumbres típicamente indias detorturar a los prisioneros y arrancar elcuero cabelludo a los enemigos. Lapoblación india era escasa en términosnuméricos y su modo de vida nómada sebasaba en la caza, sobre todo en la delbisonte. La estimación tradicional de la

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población india de Estados Unidos en1492 la sitúa en un millón de habitantes.Esta cifra es tan trivial comparada con laactual población estadounidense dedoscientos cincuenta millones, que lainevitabilidad de que los blancos ocuparanun territorio prácticamente despoblado sehace evidente. Muchos indios murieron deviruela y otras enfermedades. Este fue elconjunto de actitudes que guiaron lapolítica india de los presidentes y líderesestadounidenses más admirados, desdeGeorge Washington en adelante (véanselas citas de «Política india de algunosestadounidenses famosos», páginas 415-416).

Sin embargo, estas racionalizacionesse apoyan en una transformación de los

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hechos históricos. La utilización de lajerga militar implica la existencia de unaguerra declarada y librada porcombatientes adultos y de sexomasculino. La realidad es, no obstante,que la táctica de los blancos consistía enlanzar ataques sorpresa (a menudoorganizados por grupos de civiles)contra poblados o campamentos indios ymatar indiscriminadamente a sushabitantes. Durante el primer siglo decolonización, los gobiernosestadounidenses pagaban recompensas aasesinos semiprofesionales de indiospor los cueros cabelludos que cobraran.Las sociedades europeascontemporáneas eran al menos tan

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belicosas y violentas como lassociedades indias, si consideramos lafrecuencia con que se producíanrebeliones, enfrentamientos de clase,actos de violencia legal contra losdelincuentes, desmanes provocados porel alcohol y situaciones de guerra total,en las que se destruían los alimentos ylas propiedades. La tortura habíaalcanzado un alto grado de refinamientoen Europa: pensemos en losdestripamientos y descuartizamientos, enlas hogueras y en el polio de tortura.Aunque la estimación numérica de lapoblación india norteamericana de laépoca previa al contacto es una cuestiónmuy controvertida, estimaciones

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recientes y plausibles sitúan la cilla entorno a los dieciocho millones dehabitantes, una población que no fueigualada por los colonos blancos hastaaproximadamente 1840. Aunque algunosindios de América del Norte erancazadores seminómadas que nopracticaban la agricultura, la mayoríavivían en poblados agrícolas. Es posibleque las enfermedades fueran la principalcausa de la mortalidad entre los indios,pero no hay que olvidar que algunaseran transmitidas intencionadamente porlos blancos y que siempre quedabannumerosos supervivientes a los queaniquilar con métodos más directos. Elúltimo indio «salvaje» de Estados

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Unidos murió en fecha tan reciente como1916 (un indio yahi llamado Ishi) y en1923 seguían publicándoseautobiografías francas e impenitentes delos asesinos blancos de su tribu.

En resumen, los estadounidenses hancreado una versión romántica delconflicto entre blancos e indios,pintándolo como una serie de batallasentre jinetes adultos en las que lacaballería y los vaqueros se enfrentabana feroces cazadores de bisontes capacesde oponer una fuerte resistencia. Sinembargo, el conflicto quedaría descritoen términos más reales si se dijera queun pueblo de agricultores civilesexterminó a otro pueblo de

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características semejantes. Losestadounidenses recordamos con ultrajenuestras propias pérdidas en El Álamo(unos doscientos muertos), en el buquede guerra Maine (doscientos sesentamuertos) y en Pearl Harbor (unos dosmil doscientos muertos), así como losincidentes que galvanizaron nuestraintervención en la revolución mexicana,en la guerra contra España y en laSegunda Guerra Mundial,respectivamente. Con todo, las cifras delos muertos causados por estos hechosson insignificantes en comparación conlas pérdidas que infligimos a los indiosy que hemos olvidado. Un ejercicio deintrospección nos demuestra que, como

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tantos otros pueblos contemporáneos,hemos reconciliado el genocidio con elcódigo ético universal al reescribirnuestra gran tragedia nacional. Lasolución fue alegar que actuábamos endefensa propia y en virtud del principiode superioridad, así como equiparar alas víctimas a animales salvajes.

La reescritura de la historia de EstadosUnidos emana del aspecto del genocidioque posee mayor importancia práctica ala hora de prevenirlo: sus efectospsicológicos en los asesinos, en lasvíctimas y en terceras partes noimplicadas. El fenómeno más intrigantees el efecto, o más bien la aparente falta

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de efecto, del genocidio en terceraspersonas. A primera vista, parece quenada puede suscitar tanto horror en laopinión pública como el aniquilamientointencionado y brutal de unacolectividad. Pero, en la realidad, losgenocidios casi nunca despiertan interésen otros países, y aún más raramente soninterrumpidos por una intervenciónextranjera. ¿Quiénes de nosotrosseguimos con interés la matanza deárabes cometida en Zanzíbar en 1964 oel exterminio de los indios aché llevadoa cabo en Paraguay en la década de1970?

Contrastemos nuestra impasibilidadante estos y otros genocidios de las

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últimas décadas con la fuerte reaccióndesencadenada por los dos únicos casosde genocidio cometidos en tiemposactuales que han dejado una fuerteimpronta en nuestra memoria: el de losnazis contra los judíos y el de los turcoscontra los armenios (este último muchomenos recordado). Estos casos difierenen tres aspectos cruciales de losgenocidios a los que no prestamosatención: las víctimas eran de razablanca y, por tanto, los demás blancosnos identificamos con ellos; losresponsables eran nuestros enemigos deguerra, a los que nos animaban a odiarcomo personificaciones del mal(especialmente a los nazis); y en ambos

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casos han quedado supervivientes queviven en Estados Unidos y hacen loposible para que su tragedia no caiga enel olvido. Así pues, es necesario queconcurran unas circunstancias especialespara que los genocidios capten laatención de terceras partes.

La extraña pasividad de los noimplicados queda ilustrada en elproceder de los gobiernos, cuyasacciones reflejan la psicología humanacolectiva. Aunque las Naciones Unidasadoptaron en 1948 una Convenciónsobre el Genocidio por la que sedeclaraba que era un delito, lo cierto esque la ONU nunca ha tomado medidasserias para prevenirlo, detenerlo o

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castigarlo, pese a las protestaspresentadas ante sus organismos por losgenocidios perpetrados en Bangladesh,Burundi, Camboya, Paraguay y Uganda.Ante la protesta presentada en elmomento álgido del régimen de terrorimplantado por Idi Amin en Uganda, lareacción del secretario general de laONU fue solicitar al propio Amin queabriera una investigación. EstadosUnidos ni siquiera se cuenta entre lospaíses que ratificaron la Convenciónsobre el Genocidio de la ONU.

Ishi, el último superviviente indio de la tribude los yahi en el norte de California. Estafotografía lo muestra al borde de la inanicióny atemorizado el 29 de agosto de 1911, el día

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de su aparición, tras permanecer oculto durantecuarenta y un años en un remoto cañón. Entre1853 y 1870, la mayoría de los miembros desu tribu fueron aniquilados por los colonosblancos. En 1870, dieciséis supervivientes dela masacre se refugiaron en las laderas delmonte Lassen, donde vivieron como cazadores-recolectores. En noviembre de 1908, cuandosolo quedaban cuatro de ellos, unos topógrafosdescubrieron su campamento y les arrebataronsus herramientas, sus ropas y las provisionesque guardaban para el invierno. A raíz de aquelencuentro murieron tres yahi (la madre y lahermana de Ishi y un anciano). Ishi vivió solodurante tres años, hasta que, incapaz de resistir,emprendió el camino hacia la civilización delos blancos con el temor de ser linchado. Enrealidad permaneció en el museo de laUniversidad de California en San Francisco ymurió de tuberculosis en 1916. La fotografíapertenece a los archivos del Museo de

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Arqueología Robert Lowie, Universidad deCalifornia, Berkeley.

¿Se debe esta insólita impasibilidad aque no sabíamos nada sobre losgenocidios que estaban ocurriendo nipodíamos averiguar nada al respecto?La respuesta es un rotundo no:numerosos genocidios de las décadas de1960 y 1970 tuvieron gran repercusiónen su momento, incluidos los deBangladesh, Brasil, Burundi, Camboya,Timor Oriental, Guinea Ecuatorial,Indonesia, Líbano, Paraguay, Ruanda,Sudán, Uganda y Zanzíbar. (Las víctimas

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superaron el millón en Bangladesh y enCamboya). Por ejemplo, en 1968, elgobierno brasileño archivó lasacusaciones contra ciento treinta ycuatro di los setecientos funcionariosdel Servicio de Protección India por losdesmanes cometidos contra las tribusindias de la Amazonia. Entre los cargospormenorizados en el informeFigueiredo, de cinco mil ciento quincepáginas, que fue realizado por el fiscalgeneral de Brasil y presentado en unaconferencia de prensa por el ministrodel Interior, se enumeraban lossiguientes: empleo de dinamita,metralletas y azúcar mezclada conarsénico para eliminar a los indios,

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propagación intencionada de la viruela,la gripe, la tuberculosis y el sarampión;secuestros de niños indios parautilizarlos como esclavos, y contrataciónde asesinos profesionales por parte delas empresas constructoras. La prensaestadounidense y británica se hizo ecodel informe Figueiredo, sin que por ellohubiera ninguna reacción considerable.

Cabría concluir que a la mayoría delas personas no les importan lasinjusticias cometidas contra otros opiensan que no es asunto suyo. Sin duda,esto forma parte de la explicación, perohay más.

Muchas personas toman partidoapasionadamente contra algunas

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injusticias, como el régimen deapartheid sudafricano; ¿por qué no lohacen cuando se trata del genocidio?Esta pregunta fue acusadoramentelanzada a la Organización de EstadosAfricanos por los hutus de Burundi,donde los tutsis asesinaron entre ochentamil y doscientos mil miembros de suetnia en 1972: «El apartheid tutsi se haimplantado con mayor brutalidad que elapartheid de Vorster, másinhumanamente que el colonialismoportugués. Salvo el movimientonacionalsocialista de Hitler, no tieneparangón en la historia del mundo. Y lospueblos de África se quedan callados.Los jefes de Estado africanos reciben a

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su ejecutor, Micombero [el presidentede Burundi, de la etnia tutsi], y leestrechan la mano en un saludo fraternal.Señores jefes de Estado: si deseanayudar a los pueblos africanos deNamibia, Zimbabwe, Angola,Mozambique y Guinea-Bissau aliberarse de sus opresores blancos, notienen derecho a permitir que losafricanos asesinen a otros africanos…¿Están esperando a que todo el grupoétnico hutu de Burundi sea exterminadoantes de alzar sus voces?».

Con objeto de comprender laimpasibilidad de las partes noimplicadas, debemos analizar lareacción de las víctimas supervivientes.

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Los psiquiatras que han estudiado a lostestigos de algún genocidio, como lossupervivientes de Auschwitz, describensu reacción como un «entumecimientopsicológico». La mayoría de nosotroshemos experimentado el intenso yduradero dolor que produce la muertenatural de amigos o parientes queridosaunque no la presenciemos. Esprácticamente imposible imaginar cómola intensidad de ese dolor se multiplicacuando alguien se ve obligado aobservar de cerca el salvaje asesinatode muchos amigos y familiares queridos.El sistema de creencias de lossupervivientes, que prohibía unabrutalidad de tal índole, queda

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implícitamente destrozado, y aquellos seconsideran seres despreciables, pues deotro modo no se explican por qué hansido elegidos para un destino tan cruel;además, el hecho de haber sobrevivido alos compañeros despierta un sentimientode culpa. El dolor psicológico agudoentumece del mismo modo que el dolorfísico: es la única manera de sobreviviry no perder la razón. Personalmente, hetenido la ocasión de contemplar estosefectos en un pariente que estuvointernado dos años en Auschwitz y quedurante las siguientes décadas eraprácticamente incapaz de llorar.

En lo tocante a la reacción de losasesinos, aquellos cuyo código ético

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establece una distinción entre«nosotros» y «ellos» pueden llegar asentirse orgullosos, pero aquelloseducados con un código ético universalquizá compartan la sensación deentumecimiento de las víctimas,exacerbada en su caso por el sentimientode culpa. Cientos de miles deestadounidenses que combatieron enVietnam han sufrido ese entumecimiento.Incluso los descendientes de losperpetradores de los genocidios —libres de toda responsabilidadindividual— pueden ser acosados porun sentimiento colectivo de culpa, elcual sería la imagen especular de, laestigmatización colectiva de las

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víctimas que define el genocidio. Conobjeto de atenuar el sentimiento yasesinos que lo experimentandirectamente. Pero también puede dejarprofundas cicatrices en aquellos que loconocen a través de fuentes indirectas,como los hijos de los supervivientes deAuschwitz o los psicoterapeutas quetratan a los veteranos de Vietnam. Losterapeutas, que han recibido unaformación profesional encaminada aprepararles para escuchar las peoresmiserias humanas, a menudo no soportanel relato de los revulsivos recuerdos delas personas que han estado implicadasen un genocidio. Si los profesionales alos que se paga para escuchar no lo

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soportan, ¿quién puede culpar a losprofanos por negarse a prestar oídos?

Veamos cuál fue la reacción deRobert Jay Lifton, un psiquiatraestadounidense con amplia experienciacon supervivientes de situacionesextremas, al entrevistar a lossupervivientes del lanzamiento de labomba A sobre Hiroshima: «… así, enlugar de tratar con el “problema de labomba atómica”, me vi enfrentado a losbrutales pormenores de la experienciareal de los seres humanos que estabansentados frente a mí. Descubrí quecuando concluía una de esas primerasentrevistas, me quedaba profundamenteconmocionado y emocionalmente

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desgastado. Pero muy pronto, al cabo deunos días, de hecho, advertí un cambioen mis reacciones. Estaba escuchandodescripciones de los mismos horrores,pero ya no me producían un efecto tanfuerte. Esta experiencia fue unainolvidable demostración de la“desconexión psíquica” que, segúnveremos, caracteriza todos los aspectosde la exposición a la bombaatómica…».

¿Qué genocidios podemos esperar delHomo sapiens en el futuro? Sobranrazones para el pesimismo. El mundoabunda en zonas problemáticas queparecen terreno abonado para el

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genocidio: Sudáfrica, Irlanda del Norte,Yugoslavia, Sri Lanka, Nueva Caledoniay Oriente Medio, por mencionar tan soloalgunas. Los gobiernos totalitariospartidarios del genocidio parecenirrefrenables. El armamento modernopermite aniquilar a un númeroinigualado de víctimas, asesinar sinnecesidad de quitarse la chaqueta y lacorbata, e incluso efectuar un genocidiouniversal de la raza humana.

Al mismo tiempo, creo vislumbrarrazones para un moderado optimismoque nos permita esperar un futuro menossangriento que el pasado. Hay muchospaíses donde conviven gentes dediferentes razas, religiones y grupos

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étnicos, con distintos grados de justicia,social, pero, al menos, sin caer en elasesinato; por ejemplo, Suiza, Bélgica,Papúa Nueva Guinea, Fiyi e incluso elEstados Unidos postIshi. Algunosgenocidios se han conseguido detener,reducir o prevenir en virtud de losesfuerzos o de la reacción anticipada deterceras partes. Incluso el exterminio delos judíos a manos de losnacionalsocialistas, el caso degenocidio que consideramos más eficaze implacable, se desbarató enDinamarca, Bulgaria y en todos lospaíses ocupados donde el líder religiosode la confesión dominante denunciópúblicamente la deportación de los

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judíos antes o al poco tiempo de quecomenzara. Otro signo esperanzador esque la facilidad para viajar, la televisióny la fotografía nos permiten ver a otrospueblos que habitan a miles dekilómetros de distancia y comprobar queson como nosotros. Por mucho quereneguemos de la tecnología delsiglo XX, es innegable que la engañosabarrera entre «nosotros» y «ellos» es laque posibilita que se cometangenocidios. En tan to que el genocidio seconsideraba socialmente aceptable, eincluso admirable, en el mundo previo alos primeros contactos, la modernadifusión de la cultura internacional y delconocimiento de los pueblos distantes

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está destruyendo las bases que lojustifican.

Ahora bien, el riesgo del genocidiono desaparecerá en tanto nos neguemos acomprenderlo y nos engañemospensando que solo algunos locospervertidos pueden caer en ese delito.Nadie niega que es difícil noinsensibilizarse al leer sobre este tema.Es difícil imaginar cómo nosotrosmismos, u otras personas agradables ynormales que conocemos, podríamosllegar a asesinar a personas indefensasmirándolas cara a cara. Personalmente,casi llegué a comprenderlo cuando unviejo amigo me relató una matanzagenocídica en la que participó en el

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bando de los asesinos:Kariniga es un afable tudawhe que

trabajó conmigo en Nueva Guinea,juntos vivimos situaciones muyarriesgadas, compartimos miedos ytriunfos, y yo le estimaba y admiraba.Una tarde, cuando hacía cinco años quenos conocíamos, Kariniga me contó unepisodio de su juventud. Los tudawhellevaban muchos años enfrentados a losdaribi, habitantes del pueblo vecino.Ambas tribus eran muy semejantes a misojos, pero Kariniga había llegado a vera los daribi como la personificación delmal. Con una serie de emboscadas, losdaribi lograron eliminar a numerosostudawhe, el padre de Kariniga entre

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ellos, sumiendo a los supervivientes enla desesperación. Una noche, todos loshombres tudawhe rodearon el pueblo delos daribi y le prendieron fuego; cuandolos adormilados daribi salierontorpemente de sus cabañas, losacribillaron con sus lanzas. Algunosdaribi lograron escapar y esconderse enla selva, si bien durante las siguientessemanas, los tudawhe los persiguieron ymataron a casi todos. No obstante, elgobierno australiano se hizo con elcontrol de la situación y puso fin a lacacería antes de que Kariniga pudieraatrapar al asesino de su padre.

Desde aquella tarde, me hesorprendido muchas veces recordando

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los espeluznantes detalles de ese relato,el brillo en los ojos de Kariniga cuandome hablaba de la matanza cometida alamanecer, de esos momentosintensamente gratificantes en los queconsiguió clavar su lanza en el cuerpode algunos de los asesinos de su pueblo,y sus lágrimas de rabia y frustración porno haber conseguido matar al asesino desu padre, a quien aún confiaba enenvenenar algún día. Aquella tardepensé que había llegado a comprendercómo una buena persona podía verseabocada al asesinato. El potencial parael genocidio que las circunstanciashicieron aflorar en Kariniga está dentrode todos nosotros. A medida que el

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crecimiento de la población mundialagudiza los conflictos entre y dentro delas sociedades, los humanos sentirán unimpulso más imperioso a matarse entresí y contarán con armas más efectivaspara hacerlo. Escuchar relatos deprimera mano de genocidios esinsoportablemente doloroso. Pero sicontinuamos inhibiéndonos y evitandoescuchar, ¿cuándo nos llegará el turno deconvertirnos en asesinos o en víctimas?

POLÍTICA INDIA DE ALGUNOSESTADOUNIDENSES FAMOSOS

George Washington, presidente de

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Estados Unidos: «Los objetivosinmediatos son la total destrucción ydevastación de sus poblados. Seráesencial destrozar sus cosechas en loscampos e impedir que planten otras».

Benjamín Franklin: «Si es el designiode la Providencia extirpar a estossalvajes con objeto de dar paso a loscultivadores de la tierra, no pareceimprobable que el ron sea el medioseñalado».

Thomas Jefferson, presidente deEstados Unidos: «Esa infortunada raza,a la que con tan arduo esfuerzo hemosintentado salvar y civilizar, ha

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justificado con su inesperada desercióny sus feroces barbaridades que se laextermine, y ahora aguarda nuestradecisión sobre su destino».

John Quincy Adams, presidente deEstados Unidos: «¿Qué derecho tiene elcazador sobre un bosque de mil millasque ha recorrido accidentalmente enbusca de presas?».

James Monroe, presidente de EstadosUnidos: «El cazador y el estado salvajerequieren para mantenerse una extensiónde territorio mayor de lo que escompatible con el progreso y las justasexigencias de la vida civilizada… y

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deben someterse a esta».

Andreiv Jackson, presidente de EstadosUnidos: «No poseen ni la inteligencia,ni la industria, ni las costumbresmorales, ni el deseo de mejorar que sonesenciales para cualquier cambiofavorable de su condición. Establecidosentre una raza distinta y superior, y sinapreciar las causas de su inferioridad niintentar controlarlas, debennecesariamente rendirse a la fuerza delas circunstancias y desaparecer sintardanza».

John Marshall, secretario de Justicia:«Las tribus de indios que habitaban este

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país eran salvajes, cuya ocupación erala guerra y cuya subsistencia se extraíade los bosques… La ley que regula, y engeneral debe regular, las relacionesentre el conquistador y el conquistadoera imposible de aplicar a un pueblo entales circunstancias. El descubrimiento[de América por los europeos] otorgó elderecho exclusivo de abolir el título depropiedad de los indios, ya fueramediante la compra o mediante laconquista».

William Henry Harrison, presidente deEstados Unidos: «¿Debe una de lasmejores porciones del planetapermanecer en estado de naturaleza, en

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manos de un puñado de salvajesdesharrapados, cuando parece destinadapor el Creador a dar sustento a una granpoblación y ser un centro decivilización?».

Theodore Roosevelt, presidente deEstados Unidos: «El colono y elpionero, en el fondo, han tenido lajusticia de su parte; este gran continenteno podría haberse mantenido como unamera reserva de caza de los miserablessalvajes».

Philip Sheridan, general: «Los únicosindios buenos que he visto en mi vidaestaban muertos».

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Quinta parte

INVIRTIENDO LAHISTORIA DEL

PROGRESODE LA NOCHE A LA

MAÑANA

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En la actualidad, nuestra especie seencuentra en la cúspide de su fuerzanumérica, de su expansión geográfica,de su poder y de la extracción deproductividad a la porción de la Tierraque domina. Todo esto es motivo dealegría, pero no lo es tanto que, además,estemos en camino de invertir esosavances en mucho menos tiempo del quenos costó crearlos. El poder de lahumanidad se ha convertido en unaamenaza para su propia existencia. Nosabemos si saltaremos por los aires encualquier momento o si nos iremosconsumiendo poco a poco a causa delcalentamiento de la atmósfera, lacontaminación, la destrucción del

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hábitat, el aumento de la población, ladisminución de los alimentos y elexterminio de otras especies queconstituyen nuestra fuente básica derecursos. ¿Son estos peligros fenómenosnuevos, surgidos a raíz de la revoluciónindustrial, como suele suponerse?

Es una creencia muy extendida quelas especies en estado de naturalezaviven en equilibrio entre sí y con elmedio ambiente. Los depredadores noexterminan a sus presas y los herbívorosno destruyen la vegetación. Según estepunto de vista, los humanos somos laúnica especie inadaptada. De ser cierto,la naturaleza no podría enseñarnosninguna lección.

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Esta perspectiva encierra ciertadosis de verdad, en tanto que, encondiciones naturales, las especies solose extinguen con tanta rapidez como lasestamos exterminando en la actualidaden raras excepciones. Una de esascircunstancias insólitas se produjo hacesesenta y cinco millones de años,cuando, posiblemente a causa de lacolisión con un asteroide, losdinosaurios desaparecieron de la Tierra.Puesto que la multiplicación evolutivade las especies es un proceso muy lento,es obvio que las extinciones por causasnaturales también deben de serlo, puesde otro modo la Tierra se habríadespoblado hace mucho tiempo. Dicho

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de otro modo, las especies vulnerablesson eliminadas a un ritmo más rápidoque las mejor dotadas, y son estas lasque perviven en la naturaleza.

No obstante, esta conclusión generalaún deja numerosos e instructivosejemplos de extinciones de especiesprovocadas por otras especies. Casitodos los casos conocidos combinan doselementos. En primer lugar, la llegadade nuevas especies depredadoras aentornos que hasta entonces no habíanocupado, donde encuentran presas nofamiliarizadas con su presencia. Para elmomento en que se alcanza un nuevoequilibrio ecológico, algunas de lasespecies de presas pueden haber sido

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exterminadas. En segundo lugar, losperpetradores de esos exterminiosresultan ser los llamados depredadoresgeneralistas, los cuales, en lugar deespecializarse en una sola especie depresas, se alimentan indistintamente dediferentes especies. De tal suerte, auncuando exterminen a algunas de suspresas, los predadores sobreviven alcambiar su fuente de alimentación.

Este tipo de exterminios sonfrecuentes cuando los humanostransfieren intencionada oaccidentalmente a una especie de unaparte del planeta a otra. Las ratas, losgatos, los cerdos, las hormigas e inclusolas serpientes se cuentan entre las

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especies depredadoras que han sidotrasladadas de hábitat. Por ejemplo,durante la Segunda Guerra Mundial, unaserpiente arborícola autóctona de laregión australiana fue accidentalmentetransportada por los barcos y aviones deguerra a la isla de Guaní, del Pacífico,hasta entonces desprovista deserpientes. Este depredador ya haexterminado o llevado al borde de laextinción a la mayoría de las especiesde aves autóctonas de Guaní, que nohabían tenido la oportunidad dedesarrollar defensas conductuales contralas serpientes. Pese a haber eliminadovirtualmente todas las aves que le sirvende presa, la serpiente no se encuentra en

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peligro, puesto que puede redirigir susataques hacia las ratas, ratones ylagartos. Otro ejemplo es el de los gatosy zorros introducidos en Australia porlos humanos, que han eliminado a lospequeños marsupiales y a las ratasautóctonas del continente sin poner enpeligro su supervivencia, ya quesiempre pueden recurrir a losabundantes conejos y a otras presas.

Los humanos constituimos elejemplo más destacado de lospredadores generalistas, por cuantonuestra alimentación es muy variada eincluye desde caracoles y algas hastaballenas, setas y fresas. De tal modo, siabusamos del consumo de una especie

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hasta llegar a extinguirla, nos basta concambiar de fuente de alimentación. Porello, la llegada de los humanos a zonasdel planeta deshabitadas siempre hadesencadenado una oleada deextinciones. El dodo, cuyo nombre se haconvertido en sinónimo de extinción,habitaba en la isla Mauricio, la mitad decuyas especies de aves terrestres ypacustres se extinguieron después deldescubrimiento de la isla en 1507. Losdodos, en concreto, eran avescomestibles de gran tamaño, que novolaban y constituían presas fáciles paralos hambrientos marinos. Las especiesde aves hawaianas también murieron enmasa a raíz del descubrimiento de

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Hawai por los polinesios hace milquinientos años, y el mismo destinocorrieron las especies de grandesmamíferos americanos cuando los indiosancestrales arribaron a esas tierras haceonce mil años. La mejora de latecnología aplicada a la caza también haproducido oleadas de extinciones enterritorios ocupados por los humanosdesde hacía largo tiempo. Por ejemplo,las poblaciones salvajes de órix árabes,bellos antílopes de Oriente Medio,sobrevivieron un millón de años a lascacerías de los hombres, perosucumbieron ante los rifles de granpotencia en 1972.

La tendencia de los humanos a

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exterminar especies individuales depresas y luego desviar sus actividadescinegéticas hacia otras presas poseenumerosos precedentes entre losanimales. ¿Existe también algúnantecedente de la destrucción de todoslos recursos básicos de una especie,hasta el punto de producir su propiaextinción? Este caso es muy pocofrecuente, puesto que la densidad de laspoblaciones animales está regulada pornumerosos factores que tienden a limitarla tasa de natalidad y a aumentar la demortalidad siempre que la población sevuelve demasiado numerosa en relacióncon su fuente de alimentos, o a producirel efecto contrario cuando la especie

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corre peligro de extinción. Por ejemplo,la mortalidad derivada de factoresexternos como los depredadores, lasenfermedades, los parásitos y lashambrunas tiende a aumentar cuando sealcanza una densidad de poblaciónelevada. Los altos niveles de densidadpoblacional también promuevenrespuestas en los propios animales,como el infanticidio, la posposición dela reproducción y el aumento de la»agresiones. Este tipo de respuestas,sumadas a la acción de los facto resexternos, suelen reducir la poblaciónanimal y aliviar la presión sobre susrecursos antes de que estos se agoten.

No obstante, se han dado casos en

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que una población animal provocado supropia extinción con sus hábitosalimentarios. La progenie de losveintinueve renos introducidos en 1944en la isla de Si. Matthew, del mar deBering, nos brinda un ejemplo. En 1963,los renos se habían multiplicado hastaalcanzar la cifra de seis mil. Ahora bien,la fuente de alimentación de los renosson liquenes de lento crecimiento, queen St. Matthew no tenían la ocasión deregenerar se puesto que los renos nopodían emigrar a otros campos de pasto,Cuando un invierno muy duro se abatiósobre la isla en 1963-1964, todos losrenos murieron de hambre, a excepciónde cuarenta y una hembras y un macho

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estéril, quedando una poblaciónsentenciada a muerte en una islasembrada de millares de esqueletos. Enla primera década de este siglo, laintroducción de conejos en la isla deLisianski, al oeste de Hawai, produjoefectos similares. Al cabo de undecenio, los conejos se habíanextinguido después de devorar todas lasplantas de la isla, salvo dos dondiegosde día y una plantación de tabaco.

Estos y otros ejemplos de suicidiosecológicos semejantes tienen comoprotagonistas a poblaciones que depronto se vieron libres de los factoresque regulaban su densidad. Los conejosy los renos están por lo general sujetos a

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la amenaza de los depredadores, entanto que los renos de las zonascontinentales emplean las migracionescomo válvula de seguridad, permitiendoque una zona recupere su vegetación.Pero en las islas de Lisianski y deSt. Matthew no había depredadores yemigrar era imposible, por lo que losanimales se reprodujeron sin control.

Al reflexionar sobre el tema se hacepatente que la especie humana se haliberado recientemente de los factoresque controlaban su crecimiento. Hacemucho tiempo que eliminamos laamenaza de los depredadores; lamedicina del siglo XX ha logradoreducir en buena medida la mortalidad

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debida a las enfermedades infecciosas; yalgunas técnicas muy populares decontrol de la población, como elinfanticidio, las guerras crónicas y laabstinencia sexual, se han vueltosocialmente inaceptables. Al ritmo decrecimiento actual, la población humanamundial se duplica cada treinta y cincoaños. Cierto es que no es un ritmo decrecimiento tan rápido como el de losrenos, que la isla Tierra es mayor que laisla de St. Matthew y que nuestrosrecursos son más elásticos que loslíquenes (aunque algunos, como elpetróleo, lo sean menos). Ahora bien, almargen de estas consideracionescuantitativas, la conclusión cualitativa

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es la misma: ninguna población puedecrecer indefinidamente.

Así pues, nuestro actualpredicamento ecológico poseeprecursores en el mundo animal. Aligual que muchos depredadoresgeneralistas, los humanos exterminamosa algunas de las especies que nos sirvende sustento al colonizar nuevos entornoso mejorar nuestra capacidad deaniquilación. Tal como algunaspoblaciones animales que rebasaron depronto sus límites de crecimiento, loshumanos corremos el riesgo dedestruirnos a nosotros mismos al agotarnuestros recursos básicos. ¿Y qué decirde la teoría según la cual la humanidad

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vivió en un estado de relativo equilibrioecológico hasta la revolución industrialy solo entonces emprendió el lamentablecamino del exterminio de las especies yde la sobreexplotación del entorno? Estafantasía rousseauniana volverá aocuparnos en los tres siguientescapítulos de este libro.

En primer lugar, examinaremos lageneralizada creencia en una antiguaEdad de Oro, cuando unos supuestosnobles salvajes practicaban la ética dela conservación y vivían en armonía conla naturaleza. La realidad es que lasextinciones en masa han coincidido concada una de las expansiones del espaciovital de los humanos ocurridas en los

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últimos diez mil años, y posiblementedesde hace mucho más tiempo. Nuestraresponsabilidad directa es obvia en elcaso de las extinciones provocadas porlas expansiones más recientes, cuyaevidencia aún está fresca: la expansiónde los europeos por todo el planetadesde 1492 y la colonización un pocomás antigua de las islas de Oceanía porlos nativos de la Polinesia yMadagascar. Las expansiones anteriores,en cuyo transcurso los humanosocuparon América y Australia, tambiénfueron acompañadas por extinciones enmasa, aunque sus vestigios se handifuminado con el transcurso del tiempoy es difícil establecer sus verdaderas

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causas y efectos.Pero no solo se trata de que la edad

dorada esté empañada por una serie deextinciones en masa. Si bien es ciertoque ninguna población humana numerosase ha aniquilado a sí misma, ese ha sidoel caso de los pobladores de algunasislas pequeñas, en tanto que mu chasgrandes poblaciones han dañado susrecursos hasta el punto de provocar unacatástrofe económica. Los ejemplos másclaros proceden de culturas aisladas,como la civilización anasazi y la isla deFascua. Ahora bien, los factoresambientales también impulsaron losgrandes cambios de la civilizaciónoccidental, incluidos los sucesivos

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hundimientos de la hegemonía deOriente Medio, de los griegos y de losromanos. La conclusión es que elautodestructivo abuso del entorno, lejosde ser una invención moderna, harepresentado uno de los impulsosbásicos de la historia humana.

A continuación repasaremos loscasos más destacados, espectaculares ycontrovertidos de las «extinciones enmasa de la edad dorada». La mayoría delos grandes mamíferos de doscontinentes, América del Norte yAmérica del Sur, se extinguieron haceunos once mil años, coincidiendo conlos primeros signos inequívocos deocupación humana de América por los

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antecesores de los amerindios. Esa fuela mayor ampliación del territoriohumano ocurrida desde que el Homoerectus salió de África para colonizarEuropa y Asia hace un millón de años.La coincidencia temporal entre losprimeros americanos y los últimosgrandes mamíferos americanos, la faltade extinciones en masa en otros lugaresdel mundo hacia las mismas fechas, y laspruebas de que algunas de las bestiasextinguidas eran presas habituales de loshumanos, han dado origen a ladenominada hipótesis de «la guerrarelámpago en el Nuevo Mundo». Deacuerdo con esta interpretación, laprimera oleada de cazadores que se

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expandió desde Canadá hasta laPatagonia encontró animales de grantamaño que veían a los humanos porprimera vez y los exterminó a medidaque avanzaba. Aunque los detractores deesta teoría son al menos tan numerososcomo sus defensores, tambiénintentaremos comprender este debate.

Por último, trataremos de realizaruna estimación aproximada del númerode especies que los humanos hanllevado a la extinción. Comenzaremoscon las cifras mejor establecidas: lascorrespondientes a aquellas especiescuya extinción se produjo en tiemposmodernos y está bien documentada, y enlas que la búsqueda de supervivientes ha

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sido lo bastante exhaustiva como parademostrar que no existen. Acontinuación expondremos lasestimaciones relativas a tres casos másinciertos: las especies modernas que nohan sido avistadas desde hace tiempo yque pueden haberse extinguido sin quenadie lo advirtiera; las especiesmodernas que no fueron «descubiertas»ni nombradas, y las especies que loshumanos exterminaron antes de quesurgiera la ciencia moderna. Estos datosnos ayudarán a comprender losprincipales mecanismos de exterminioempleados por el hombre y el número deespecies que probablementeexterminaremos durante el tiempo de

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vida de mis hijos si seguimosprocediendo al ritmo actual.

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17Aquella supuesta edad

dorada

Todas y cada una de laspartes de la tierra son sagradaspara mi pueblo. Cualquierresplandeciente aguja de pino,cualquier ribera arenosa, laneblina en la oscuridad delbosque y cada insecto vibrante yzumbador es sagrado en lamemoria y la experiencia de mipueblo… El hombre blanco… esun extraño que viene por lanoche y roba a la tierra todo loque necesita. La tierra no es suhermana, sino su enemiga…

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Continuad ensuciando vuestrolecho y llegará la noche en queos ahogaréis en vuestros propiosdesperdicios.

Extracto de la carta escritapor el jefe seattle de la tribuduwanish de indios americanosal presidente Franklin Pierce en1855.

Los ecologistas, abrumados por losdaños medioambientales de lassociedades industriales, suelencontemplar el pasado como una edaddorada. Cuando los europeoscomenzaron a establecerse en América,

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el aire y las aguas de los ríos eranpuros, el paisaje verde y las grandespraderas bullían de bisontes. Hoy díarespiramos smog, pavimentamos latierra y casi nunca tenemos laoportunidad de ver a un animal salvaje.Y lo peor aún está por venir. En laépoca en que mis hijos pequeños sejubilen, la mitad de las especies delmundo se habrán extinguido, el aire seráradiactivo y los mares estaránimpregnados de petróleo.

Dos razones muy simples dan cuentade buena parte del creciente desastre alque nos vemos abocados: la capacidadpara causar estragos de la tecnologíamoderna, mucho mayor que la de las

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hachas de piedra de nuestrosantepasados, y el desmedidocrecimiento de la población mundial. Noobstante, también hay que tener encuenta otro factor: el cambio de nuestrasactitudes. A diferencia de los actualesurbanitas, algunos pueblospreindustriales —como los duwanish, acuyo jefe se cita al comienzo delcapítulo— dependían de su entorno y loreverenciaban. Todos conocemosmúltiples anécdotas sobre los hábitosconservacionistas de esos pueblos. Talcomo me explicó el miembro de unatribu de Nueva Guinea en cierta ocasión,«Es nuestra costumbre que si un cazadorcobra una paloma avanzando en

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determinada dirección desde el pueblo,espere una semana antes de salir a cazarpalomas, y emprenda el camino en ladirección opuesta». La complejidad delas políticas conservacionistas de losllamados pueblos primitivos empieza arevelársenos ahora. Por ejemplo, losbienintencionados expertos extranjeroshan desertizado grandes zonas de África,zonas donde los pastores locales habíanprosperado durante incontables mileniosrealizando migraciones anuales con ohjeto de preservar los pastos.

La nostálgica perspectiva del pasadoque hasta hace muy poco yo compartíacon la mayoría de mis colegasmedioambientalistas forma parte de la

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tendencia humana a idealizar las épocaspasadas en muchos aspectos. Unrenombrado exponente de estaperspectiva fue el filósofo francésdieciochesco Jean-Jacques Rousseau,cuyo Discurso sobre el origen de ladesigualdad examinaba el proceso dedegeneración de la humanidad desde laEdad de Oro hasta las miserias bumanas que Rousseau veía a su alrededor.Cuando los exploradores europeos delsiglo XVIII encontraban a pueblospreindustriales como los polinesios ylos amerindios, estos se convertían entema de charla de los salones europeos,donde se les idealizaba y se les teníapor «nobles salvajes» que seguían

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viviendo en la edad dorada, a salvo dela intolerancia religiosa, la tiraníapolítica y la desigualdad social y otrasmaldiciones de la civilización.

Incluso hoy día, son muchos los quesiguen considerando que la épocaclásica de Grecia y Roma fue la Edad deOro de la civilización occidental,cuando los griegos y los romanos a suvez se veían a sí mismos como elresultado de la degeneración de unaedad dorada.

Aún puedo recitar de corridoaquellos versos del poeta romanoOvidio que memoricé en la clase delatín de mi décimo curso escolar, «aureaprima sata est aetas, quae vindice

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millo…»: «primero llegó la edaddorada, cuando los hombres eranhonrados y justos por propia y librevoluntad». Ovidio proseguíacomparando esas virtudes con ladeslealtad y la belicosidad imperantesen su época. No me cabe duda de quelos humanos que consigan sobrevivir enel caldo radiactivo del siglo XXIIescribirán con pareja nostalgia sobrenuestra época, la cual, por comparación,les parecerá apacible.

Dada la generalizada creencia en laEdad de Oro, algunos descubrimientosrecientemente realizados por losarqueólogos y los paleontólogos hansido recibidos con consternación. Ya no

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puede dudarse que las sociedadespreindustriales exterminaron especies,destruyeron hábitats naturales ysocavaron los cimientos de su propiaexistencia durante miles de años.Algunos de los ejemplos mejordocumentados se refieren a lospolinesios y a los indios americanos, losmismos pueblos citados con mayorfrecuencia como modelos delconservacionismo. Ni que decir tieneque esta visión revisionista hadespertado una enconada controversiano solo en los círculos académicos, sinotambién entre el común de las gentes deHawai, Nueva Zelanda y otras zonas conamplias minorías polinesias e indias.

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¿Son estos nuevos «descubrimientos» unpieza más de la pseudociencia racistacon la que los colonos blancos aspiran ajustificar la desposesión de los pueblosindígenas? ¿Cómo reconciliar estoshallazgos con la evidencia sobre loshábitos conservacionistas de los pueblospreindustriales modernos? Si estosdescubrimientos son correctos,¿podemos utilizarlos como historias decasos para ayudarnos a predecir eldestino que nuestras propias políticasmedioambientales pueden acarrearnos?¿Encierran los novedosos hallazgos laclave de la explicación del misteriosohundimiento de algunas civilizacionesantiguas, como la maya y la de la isla de

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Pascua?Antes de dar respuesta a estas

controvertidas preguntas, tendremos quecomprender la nueva evidencia que havenido a refutar la existencia de unasupuesta edad dorada delconservacionismo. En primer lugar,examinaremos la evidencia sobre lasoleadas de exterminios y la destrucciónde hábitats ocurridos en el pasado.

Cuando los colonizadores británicoscomenzaron a establecerse en NuevaZelanda a principios del siglo XIX, noencontraron mamíferos terrestresautóctonos, a excepción de losmurciélagos. Esto no era de sorprender:

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Nueva Zelanda es una isla remota,demasiado alejada de los continentescomo para poder ser alcanzada por losmamíferos no voladores. Sin embargo,al arar la tierra, los colonos hallabanhuesos y cáscaras de huevo de un ave degran tamaño ya extinguida, pero a la quelos maoríes (los primeros pobladores deNueva Zelanda) recordaban con elnombre de «moa». Los esqueletoscompletos de esta ave, alguno de muyescasa antigüedad puesto que todavíatenían restos de piel y de plumas, nosproporcionan una imagen bastanteprecisa de cómo eran los moas: avessemejantes a los avestruces, que sesubdividían en docenas de especies que

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variaban entre las pequeñas, de «solo»90 centímetros de altura y 1S kilos depeso, hasta las gigantes de 225 kilos ytres metros de altura. Sus hábitosalimentarios pueden inferirse delhallazgo de mollejas con ramitas y hojasde docenas de especies vegetales, lo quedemuestra que eran herbívoros. Asípues, los moas eran el equivalenteneozelandés de los grandes mamíferosherbívoros como los ciervos y losantílopes.

Los moas son las avesneozelandesas extinguidas mejorconocidas, pero los huesos fosilizadoshan permitido identificar al menos otrasveintiocho especies desaparecidas antes

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de la llegada de los europeos. Entreellas abundaban las aves no voladorasde gran tamaño, como un gran pato, unafúlica gigante y un ganso de enormesdimensiones. Estas aves no voladorasdescendían de otras especies que habíanvolado hasta Nueva Zelanda yevolucionaron hasta perder los costososmúsculos propulsores de las alas,innecesarios en una tierra donde nohabía mamíferos depredadores. Otrasaves extinguidas, como el pelícano, elcisne, el cuervo gigante y el águilacolosal, volaban con toda normalidad.

De hasta 14 kilos de peso, el águilafue con diferencia el ave de presa mayory más poderosa que existía en el mundo.

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Empequeñecía incluso a la mayor ave depresa que vive en la actualidad, eláguila harpía de la América tropical. Eláguila de Nueva Zelanda debió de ser elúnico predador capaz de atacar a losmoas adultos. Aunque el peso dealgunos moas era casi veinte vecessuperior al del águila, su posiciónbípeda les volvía vulnerables; el águilapodría, por tanto, dejarles indefensosrompiéndoles las patas y luego matarlospicoteándoles la cabeza y el largocuello; después pasaría varios díasalimentándose del cadáver, como losleones que logran matar a una jirafa. Loshábitos de las águilas pueden explicar laabundancia de esqueletos descabezados

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de moas.Hasta el momento solo nos hemos

ocupado de los grandes animalesextinguidos, pero los buscadores defósiles de Nueva Zelanda también handescubierto huesos de animalespequeños del tamaño de los ratones ylas ratas. Por el suelo se arrastraban ocorreteaban al menos tres especies deaves canoras no voladoras o con escasacapacidad para el vuelo, varios tipos deranas, caracoles gigantes, muchosinsectos gigantes semejantes al grillo yhasta del doble del peso de un ratón yextraños murciélagos ratoniles de alasenroscadas que se desplazaban sobre laspatas. Algunos de estos animales se

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habían extinguido en la época de lallegada de los europeos, mientras queotros sobrevivían en las pequeñas islascercanas a Nueva Zelanda, aunque losfósiles muestran que en otros tiempospoblaban en grandes números la islaprincipal. En conjunto, todas estasespecies hoy extinguidas, que habíanevolucionado en un medio aislado,proporcionaron a Nueva Zelanda losequivalentes ecológicos de losmamíferos no voladores de loscontinentes que no pudieron llegar hastala isla: moas en lugar de ciervos, gansosy fúlicas no voladoras en lugar deconejos, grandes grillos, pequeñas avescanoras y murciélagos en lugar de

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ratones y águilas colosales en lugar deleopardos.

El testimonio fósil y bioquímicoindica que los ancestros de los moasllegaron a Nueva Zelanda hace millonesde años. ¿Por qué y cuándo llegaron aextinguirse después de una historia tanprolongada? ¿Qué desastre pudoterminar con especies tan diversas comolos grillos, las águilas, los patos y losmoas? Y más específicamente, ¿estabanvivas todas estas extrañas criaturascuando los ancestros de los maoríesllegaron a Nueva Zelanda hacia el año1000?

Cuando visité Nueva Zelanda porprimera vez, en 1966, me explicaron que

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los moas se habían extinguido aconsecuencia de un cambio climático yque las especies de moas supervivientesque los maoríes tal vez llegaron a verestarían, por así decirlo, dando susúltimas boqueadas. Los neozelandesescreían firmemente que los maoríes eranconservacionistas y no habíanexterminado a los moas. Nadie pone enduda que los maoríes, como otrospolinesios, empleaban utensilios depiedra, vivían sobre todo de laagricultura y la pesca y carecían de lacapacidad destructiva característica delas sociedades industriales modernas.Como mucho, se suponía, los maoríespodrían haber precipitado la extinción

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de unas poblaciones animales que yaestaban en grave peligro. Sin embargo,tres tipos de descubrimientos han dadoal traste con esta convicción.

En primer lugar, gran parte de NuevaZelanda estuvo cubierta por glaciares ypor la tundra durante la últimaglaciación, que concluyó hace unos diezmil años. Desde entonces, el clima deNueva Zelanda se ha dulcificadonotablemente, las temperaturas hanascendido y han crecido magníficosbosques. Los últimos moas murieron conel estómago lleno, disfrutando del mejorclima que habían conocido en decenasde miles de años.

En segundo lugar, la datación

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mediante radiocarbono de los huesos deaves hallados en yacimientos de épocasmaoríes demuestra que todas lasespecies conocidas de moas seguíanabundando cuando los maoríes arribarona la isla, como también los gansos,patos, cisnes, águilas y otras aves quesolo se conocen por los fósiles. Enpocos siglos, los moas y la mayoría delas aves se extinguieron. Sería unacoincidencia inverosímil que losindividuos de decenas de especies quehabían ocupado Nueva Zelanda durantemillones de años acertaran a escoger elpreciso momento geológico de lallegada de los humanos para expirar enmasa.

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Por último, se conocen más de cienyacimientos arqueológicos de grandesdimensiones —algunos de muchashectáreas— donde los maoríesdescuartizaron innumerables moas, loscocinaron en hornos de barro y sedeshicieron de los despojos. La carneles servía de alimento, la piel paraconfeccionar ropas, los huesos parafabricar anzuelos y joyas y los huevoscomo vasijas para guardar agua. Duranteel siglo XIX se extrajeron de estosyacimientos grandes cargamentos dehuesos de moas. Se estima que elnúmero de esqueletos de moaslocalizados en los yacimientosconocidos de cazadores maoríes se sitúa

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entre los cien mil y los quinientos mil,una cifra unas diez veces superior a lapoblación viva de moas que existió enNueva Zelanda en cualquier momentoconcreto. Los maoríes debieron de cazara los moas durante muchas generaciones.

En consecuencia, se ha hechoevidente que los maoríes exterminaron alos moas, en parte mediante la caza, enparte robándoles huevos de sus nidos, ytambién, probablemente, al deforestaralgunas zonas habitadas por esa especie.Cualquiera que haya recorrido1 lasescarpadas montañas de Nueva Zelandarecibirá esta información conincredulidad. Pensemos en lasfotografías de propaganda turística de la

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tierra de los fiordos neozelandesa, consus empinadísimas gargantas de 300metros de profundidad, donde serecogen 10 metros cúbicos de agua delluvia al año y los inviernos son fríos yduros. Incluso hoy día, los cazadoresprofesionales armados con riflestelescópicos que se desplazan enhelicóptero no consiguen controlar a losciervos de las montañas. ¿Cómo esposible que unos cuantos miles demaoríes que habitaban en isla del Sur eisla Stewart exterminaran a los moascazándolos con la sola ayuda de hachasde piedra y garrotes?

Hay que tener en cuenta unadiferencia fundamental entre los ciervos

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y los moas: los ciervos se han adaptadoa huir de los cazadores humanos durantedecenios de miles de años, en tanto quelos moas no habían visto a los humanoshasta la llegada de los maoríes. Al igualque los ingenuos animales que pueblanen la actualidad las islas Galápagos, £smuy probable que los moas fueran lobastante mansos como para permitir queun cazador se les acercara y les matarade un garrotazo. A diferencia de losciervos, es posible que los moas sereprodujeran a un ritmo tan lento comopara llegar a desaparecer de un valleque fuera visitado por un grupo decazadores cada dos años. Ese esprecisamente el caso del mamífero de

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mayor tamaño que sobrevive en NuevaGuinea, un canguro arborícola de losremotos montes Bewani. En las zonaspobladas por los humanos, los cangurosarborícolas tienen hábitos nocturnos yson extremadamente asustadizos, lo que,unido al hecho de que vivan en losárboles, los convierte en presas másescurridizas que los moas. A pesar deello, y pese a la escasa ocupaciónhumana de los montes Bewani, el efectoacumulado de las ocasionales partidasde caza —una visita a cada valle cadasiete años— ha bastado para llevar aeste can guro al borde de la extinción. Ala vista de lo ocurrido con los cangurosarborícolas, no es difícil entender el

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destino de los moas.Además de los moas, las demás

especies de aves de Nueva Zelandaestaban vivas cuando los maoríesdesembarcaron en esas costas, pero unossiglos después habían desaparecido. Lasde mayor tamaño —el cisne, elpelícano, el ganso y la fúlica novoladores— servían como alimento alos cazadores humanos, en tanto que eláguila gigante tal vez fue exterminada endefensa propia. ¿Cómo reaccionaría eláguila, especializada en mutilar y matara presas bípedas de entre 90 centímetrosy tres metros de altura al ver a losmaoríes, cuya altura media era de 1,80metros? Aún hoy, las águilas de

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Manchuria entrenadas para la cazamatan de vez en cuando a sus cuidadoreshumanos, y estas águilas son minúsculascomparadas con las de Nueva Zelanda,que estaban previamente adaptadas paraser asesinas di hombres.

Con todo, ni la defensa propia ni lacaza pueden explicar la rápidadesaparición de las peculiares especiesde grillos, caracoles, reyezuelos ymurciélagos de Nueva Zelanda. ¿Por quédesaparecieron tantas de esas especies yotras solo sobrevivieron en algunas islaspróximas a la costa? La deforestaciónpuede ser parte de la explicación, peroel motivo fundamental fueron otroscazadores que los maoríes llevaron

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consigo a Nueva Zelanda, ya fueraintencionada o accidentalmente: lasratas. Al igual que los moas estabanindefensos ante los humanos por haberevolucionado sin necesidad deadaptarse a su presencia, tampoco lospequeños animales insulares habríandesarrollado defensas contra las ratas,inexistentes en su hábitat. Sabemos quelas especies de ratas difundidas por loseuropeos en la época modernadesempeñaron un papel básico en elexterminio de numerosas especies deaves en Hawai y otras islas oceánicasdonde no existían previamente. Porejemplo, cuando en 1962 las ratas al finllegaron a la isla de Big South Cape,

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próxima a Nueva Zelanda, bastaron tresaños para que aniquilaran o diezmaranlas poblaciones de ocho especies deaves y una de murciélagos. Esa es laexplicación de que numerosas especiesneozelandesas habiten exclusivamenteen las islas donde no hay ratas, puessolo allí pudieron sobrevivir cuando lasratas que introdujeron los maoríesinvadieron Nueva Zelanda.

Así pues, cuando los maoríesarribaron a las costas de Nueva Zelandahallaron un medio ecológico intactopoblado por criaturas extrañas hasta elpunto de que, sin duda, las tomaríamospor seres de ciencia ficción si sushuesos fosilizados no estuvieran ahí

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para demostrarnos que existieron en larealidad. La escena era lo mássemejante a lo que podríamos ver alllegar a otro planeta fértil en el que sehubiera desarrollado la vida. En pocotiempo, buena parte de esa comunidad sehabía hundido en un holocaustobiológico, en tanto que parte de lossupervivientes perecieron en el segundoholocausto, acaecido tras la llegada delos europeos. El resultado final es que laNueva Zelanda actual posee alrededorde la mitad de las especies de avesconocidas por los maoríes, y quemuchos de los supervivientes seencuentran en peligro de extinción oconfinados en islas donde se

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introdujeron pocos mamíferosdestructivos. Unos cuantos siglos decaza han bastado para terminar con lahistoria de millones de años de losmoas.

Nueva Zelanda no es un caso único,pues en todas las remotas islas delpacífico estudiadas por los arqueólogosen los últimos tiempos se han halladohuesos de numerosas especies de avesextinguidas en los asentamientos de losprimeros colonos, lo que demuestra quela extinción de las aves y lacolonización humana estuvieronrelacionadas de algún modo. Lospaleontólogos Storrs Olson y Helen

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James, de la Smithsonian Institution, hanidentificado en las principales islas delarchipiélago hawaiano, fósiles deespecies de aves que desaparecierondurante la colonización polinesia quedio comienzo hacia el año 500. Entre losfósiles no solo hay pequeños pipisrelacionados con especies que aúnviven, sino también extraños gansos eibis no voladores que no poseen ningúnpariente próximo entre las especiesvivas. Las islas Hawai ya eran notoriaspor las extinciones de aves quesiguieron al asentamiento europeo, peronada se supo de la oleada de extincionesprevia hasta que Olson y Jamespublicaron los resultados de sus

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estudios en 1982. Las extincionesconocidas de aves hawaianas ocurridasantes de la llegada del capitán Cookascienden, como mínimo, a la increíblecifra de cincuenta especies, casi ladécima parte de las especies que habitanen América del Norte.

Con esto no se pretende decir que lacaza fuera la causa de la desapariciónde todas estas aves de Hawai. Aunquees probable que los gansos, como losmoas, sí se extinguieran a consecuenciade los abusos de la caza; las pequeñasaves canoras seguramente fueroneliminadas por las ratas que llegaroncon los primeros hawaianos operecieron como resultado de la

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deforestación orientada a roturar loscampos. Asimismo, se han encontradoaves extinguidas en los yacimientosarqueológicos de los antiguos polinesiosde las islas de Tahití, Fiyi, Tonga, NuevaCaledonia, y en los archipiélagos de lasMarquesas, las Chatham, las Cook, lasSalomón y las Bismarck.

Especial atención merece elintrigante encuentro entre aves ypolinesios ocurrido en la isla deHenderson, un remotísimo montículo detierra situado en el Pacífico tropical aunos 200 kilómetros al este de la isla dePitcairn, famosa por su aislamiento.(Recordemos que Pitcairn es un lugartan remoto que los amotinados del

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Bounty, que arrebataron el mando alcapitán Bligh, vivieron allí, olvidadospor el mundo, durante dieciocho años,hasta que la isla fue redescubierta).Henderson es una isla coralíferacubierta por la selva y de escarpadasuperficie, totalmente inadecuada parala agricultura; en consecuencia, estádeshabitada, como lo ha estado desdeque los europeos la avistaron porprimera vez en 1606. Por ello, se cita amenudo como el hábitat natural mássalvaje y libre de la influencia de loshumanos que hay en el mundo.

De tal suerte, fue una verdaderasorpresa que Olson y otro paleontólogo,David Steadman, identificaran hace

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poco los huesos de dos especies depalomas grandes y otra de palomaspequeñas, así como de tres especies deaves marinas, todas ellas extinguidasentre los últimos quinientos yochocientos años. Esas especies, u otrasmuy próximas, ya habían sidoidentificadas en yacimientosarqueológicos de diversas islaspolinesias habitadas, donde los humanosfueron a to das luces el motivo de suextinción. La manifiesta contradicciónplanteada por el supuesto exterminio deestas aves en una isla deshabitada, y enapariencia inhabitable, se resolvió aldescubrir varios asentamientospolinesios con cientos de objetos, lo que

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demuestra que la isla de Henderson síestuvo ocupada por los polinesiosdurante varios siglos. Además de loshuesos de las seis especies extinguidas,en esos yacimientos también se hallaronhuesos de otras especies de aves quehan sobrevivido hasta nuestros días, yespinas de numerosos tipos de peces.

Debe deducirse, por tanto, que losantiguos colonizadores polinesios de laisla de Henderson basaban susubsistencia en las palomas, las avesmarinas y el pescado, hasta quediezmaron las poblaciones de pájaros,eliminando su fuente de alimentación, ymurieron de hambre o abandonaron laisla. En el Pacífico hay, cuando menos,

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otras once islas «misteriosas», lascuales, aunque deshabitadas en lostiempos en que fueron descubiertas porlos europeos, contienen el testimonioarqueológico indicativo de que lospolinesios las habían ocupado en épocaspasadas. Algunas de ellas estuvieronhabitadas durante varios siglos, hastaque la población humana se extinguió olas abandonó. Todas estas islas sonpequeñas y poco adecuadas para laagricultura, por lo que sus pobladoreshumanos dependían básicamente de lacaza de aves y otros animales. Dada laevidencia generalizada de lasobreexplotación de los animalessalvajes por los antiguos polinesios,

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quizá Henderson no sea la única de lasislas misteriosas que se convirtieron encementerios de las poblaciones humanascuando estas destruyeron sus recursosbásicos.

Para evitar que nadie se forme laimpresión de que los exterminioscausados por los polinesios constituyenun caso único entre los pueblospreindustriales, ahora saltaremos sobrecasi medio planeta para ocuparnos de lacuarta isla mayor del mundo,Madagascar, situada en el océanoíndico, frente a la costa de África.Cuando los exploradores portuguesesarribaron a Madagascar hacia 1500,

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descubrieron que la isla ya estabaocupada por un pueblo al que hoy sedenomina malgache. Por su situacióngeográfica, cabría esperar que la lenguahablada en Madagascar estuvierarelacionada con las lenguas africanashabladas a tan solo 320 kilómetros aloeste, en el litoral mozambiqueño. Sinembargo, la inaudita realidad es quepertenece a un grupo de lenguashabladas en la isla indonesia de Borneo,situada en la margen opuesta del océanoIndico, a miles de kilómetros hacia elnordeste. Los rasgos físicos de losmalgaches varían entre la aparienciatípica de los indonesios hasta la de losnegros de África oriental. Estas

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paradojas derivan del hecho de que losmalgaches llegaran a Madagascar entrelos últimos mil y dos mil años en elcurso de los viajes comercialesrealizados por los indonesios, querecorrieron la costa del índico desde laIndia hasta África oriental. Los colonosestablecidos en Madagascar crearon unasociedad basada en el ganado vacuno,cabrío y de cerda, la agricultura y lapesca, que mantenía relaciones con ellitoral oriental de África a través de loscomerciantes musulmanes.

Los animales salvajes que pueblanMadagascar, y los que están ausentes,revisten tanto interés como suspobladores humanos. En las cercanas

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tierras del continente africano abundanlas especies de animales grandes yterrestres con hábitos diurnos: losantílopes, avestruces, cebras, mandrilesy leones que atraen a los turistas alÁfrica oriental. Ahora bien, enMadagascar no existen, ni han existidoen la época moderna, ninguno de estosanimales ni otros remotamentesemejantes. Los 320 kilómetros de aguaque separan África de la isla impidieronsu propagación, tal como las aguas queseparan Australia de Nueva Zelandaimposibilitaron la difusión de losmarsupiales. En Madagascar sí hay, encambio, dos docenas de especies deunos primates de pequeño tamaño,

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similares a los monos, llamadoslémures; pesan hasta nueve kilos, vivenen los árboles y desarrollan su máximaactividad por la noche. Además, hayvarias especies de roedores,murciélagos, insectívoros y parientes dela mangosta, pero los ejemplaresmayores no rebasan los once kilos depeso.

Ahora bien, las playas deMadagascar están llenas de restos degigantescas aves desaparecidas:innumerables cáscaras de huevos deltamaño de pelotas de fútbol. Hoy día nosolo se han descubierto los esqueletosde las aves que pusieron esos huevos,sino también de una gran gama de

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grandes mamíferos y reptilesextinguidos. Las responsables de lapuesta de los huevos fueron mediadocena de especies de aves novoladoras de hasta tres metros de alturay 450 kilos de peso, parecidas a losmoas y los avestruces, pero muchomayores, a las que hoy se conoce con elnombre de pájaros elefante. Los reptileseran dos especies de tortugas terrestresgigantes con caparazones de unos 90centímetros de longitud, dos especiesque debieron de ser muy comunes dadala abundancia de restos óseos. Másvariadas que estos grandes reptiles yaves eran una docena de especies delémures que llegaban a alcanzar el

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tamaño de un gorila, y la menor de lascuales era mayor, o al menos igual, quela especie más corpulenta de lémuressupervivientes. A juzgar por laspequeñas cuencas de sus ojos, esprobable que todos o la mayoría de loslémures extinguidos fueran animalesdiurnos. Algunos vivían en tierra, comolos mandriles, en tanto que otrostrepaban a los árboles como losorangutanes y los koalas.

Por si esto fuera poco, enMadagascar también se han encontradohuesos de un hipopótamo «pigmeo»(«tan solo» del tamaño de una vaca), unoricteropo y un gran carnívoroemparentado con la mangosta y de

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constitución semejante a la de un pumacon extremidades cortas. En conjunto,estos grandes animales extinguidosdotaban a Madagascar de losequivalentes funcionales de las grandesbestias que atraen a turistas a raudales alas reservas naturales de África,desempeñando las mismas funciones quelos moas y las exóticas aves en NuevaZelanda. Las tortugas, los pájaroselefante y los hipopótamos pigmeosserían los herbívoros que sustituirían alos antílopes y las cebras; los lémuresocuparían el lugar de los mandriles y losgrandes simios, y el carnívororelacionado con la mangosta sería elequivalente del leopardo o de un león

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pequeño.¿Qué les ocurrió a todos estos

grandes mamíferos, reptiles y avesextinguidos? Es indudable que al menosalgunos de ellos estaban vivos cuandollegaron los primeros malgaches, porcuanto estos utilizaban los huevos de lospájaros elefante como vasijas para elagua y amontonaban huesos dehipopótamos pigmeos y otras especiesextinguidas en sus basureros. Por otrolado, los huesos de todas las demásespecies extinguidas se conocen a travésde yacimientos de fósiles de soloalgunos milenios de antigüedad. Puestoque esos animales habían evolucionadoy sobrevivido durante millones de años,

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es improbable que tuvieran la previsiónde desaparecer justo antes de queentraran en escena los hambrientoshumanos. De hecho, es probable quealgunos todavía sobrevivieran en zonasremotas de Madagascar cuando llegaronlos europeos, dado que un gobernadorfrancés del siglo XVII, el señor Flacourt,recibió descripciones de un animal quepodría ser el lémur del tamaño de ungorila. Los pájaros elefante pu dieronquizá sobrevivir el tiempo suficientepara llegar a ser conocidos por loscomerciantes árabes que surcaban elocéano índico y tal vez sean el origendel ave Roe (un pájaro gigantesco) delcuento de Simbad el Marino.

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Algunos de los gigantes deMadagascar desaparecidos, si no todos,fueron a todas luces exterminados porlas actividades de los antiguosmalgaches. La extinción de los pájaroselefante, cuyos huevos constituíanUtilísimas vasijas de dos galones decapacidad, es fácil de comprender.Aunque la subsistencia de los malgachesdependiera más de la ganadería y laagricultura que de la caza, los demásanimales de gran tamaño serían presastan fáciles de cobrar como los moasneozelandeses, dado que no habían vistoa seres humanos anteriormente. Ahíradica la explicación de que loslémures, fáciles de ver y de atrapar, y de

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un tamaño que compensaba el esfuerzode matarlos —es decir, las especiesgrandes, diurnas y terrestres—, seextinguieron sin excepción, en tanto quetodas las especies pequeñas, nocturnas yarborícolas sobrevivieron.

Ahora bien, las consecuencias nointencionadas de las actividades de losmalgaches probablemente aniquilaron amás mamíferos de gran tamaño que lacaza. La quema de los bosques,empleada para despejar zonas parapasto y estimular el crecimiento anual dela hierba, destruía los hábitats de losque dependían las bestias. El ganadovacuno y cabrío también modificaba elentorno, además de competir

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directamente con las tortugas y lospájaros elefante en la búsqueda dealimentos. Los perros y cerdos queacompañaron a los malgaches sin dudacazarían a los animales que vivían en latierra y a sus crías, además de destruirsus huevos. Cuando los portuguesesarribaron a Madagascar, de los pájaroselefante, tan abundantes en otrostiempos, tan solo quedaban las cáscarasde huevo que cubrían las playas, losesqueletos enterrados y el vago recuerdodel ave Roe.

Madagascar y la Polinesia sonsimplemente dos ejemplos biendocumentados de las oleadas deextinciones que asolaron las grandes

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islas oceánicas cuando fueroncolonizadas por los humanos antes de laexpansión europea de los últimosquinientos años. Todas esas islas, dondela vida había evolucionado al margen dela presencia humana, estaban habitadaspor especies únicas de grandesmamíferos que los zoólogos modernosno han llegado a ver con vida. En lasislas mediterráneas, como Creta yChipre, había hipopótamos pigmeos ytortugas gigantes (al igual que enMadagascar), así como elefantes yciervos enanos. En las islas del Caribedesaparecieron los monos, losperezosos, un roedor del tamaño de unoso y búhos de distintos tamaños:

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normal, gigante, colosal y titánico.Parece probable que estos grandespájaros, mamíferos y tortugassucumbieran ante la ocupación de losprimeros pueblos mediterráneos e indiosestablecidos en sus islas; pero hubootras víctimas: lagartos, ranas, caracolese incluso grandes insectos, hasta sumarmiles de especies cuando se tienen encuenta las especies extinguidas en todaslas islas del mundo. Olson describe lasextinciones insulares como «una de lascatástrofes biológicas más fulminantes yprofundas de la historia del mundo».Ahora bien, no estaremos seguros de laresponsabilidad de los humanos hastaque los huesos de los últimos animales y

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los vestigios de los primeros pueblos delas islas hayan sido datados conexactitud, como ya se ha hecho en laPolinesia y en Madagascar.

Además de las oleadas deextinciones insulares de los tiempospreindustriales, es posible que algunasespecies continentales hayan caídovíctimas de otras oleadas de extincionesde un pasado más distante. Hace unosonce mil años, en la supuesta época enque los ancestros de los indiosamericanos llegaron al Nuevo Mundo, lamayoría de las grandes especies demamíferos se extinguieron a lo largo yancho de todo el continente americano.El enconado y antiguo debate sobre si

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los grandes mamíferos fueronaniquilados por los cazadores indios osimplemente sucumbieron ante loscambios climáticos ocurridos en lamisma época aún no se ha resuelto. Enel próximo capítulo explicaré por qué heoptado por la primera explicación. Seacomo sea, identificar las fechas y lascausas de acontecimientos que tuvieronlugar hace unos once mil años entrañauna dificultad mucho mayor que analizarfenómenos recientes como el encuentrode los maoríes con los moas ocurrido enlos últimos mil años. En Australia, quefue colonizada por los antepasados delos actuales aborígenes en los últimoscincuenta mil años, también

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desaparecieron la mayoría de lasespecies de grandes animales, entreellos los canguros gigantes, el «leónmarsupial» y el «rinoceronte marsupial»(conocido como diprotodonte), ademásde lagartos, serpientes, cocodrilos ypájaros de gran tamaño; aún nosabemos, sin embargo, si fue la llegadade los humanos a Australia la quedesencadenó las extinciones. Mientrasque en el caso de las islas se tiene unacerteza bastante fundada de que lospueblos preindustriales que lascolonizaron por primera vez causaronestragos entre las especies animales,carecemos de los elementos de juicionecesarios para determinar si ese fue

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también el caso en los continentes.

De la evidencia demostrativa de que laedad dorada se vio empañada por elexterminio de numerosísimas especies,pasaremos a la evidencia sobre ladestrucción del hábitat. Tres ejemplosespectaculares han planteado famosasincógnitas a la arqueología: lasgigantescas estatuas de piedra de la islade Pascua, los pueblos abandonados delsudoeste de Estados Unidos y las ruinasde Petra.

Un aura de misterio ha rodeado a laisla de Pascua desde que ella y sushabitantes polinesios fueron«descubiertos» por el explorador

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holandés Jakob Roggeveen en 1722.Situada en el océano Pacífico, a 3700kilómetros al oeste de Chile, la isla dePascua supera en su aislamiento inclusoa la de Henderson. Sus pobladores, unpueblo que desconocía los metales y larueda y no poseía otra fuente de energíaque los músculos humanos, tallaroncientos de estatuas, de hasta 85toneladas y 11 metros de altura, encanteras de piedra volcánica, se lasarreglaron para transportarlas a lo largode varios kilómetros y las colocaron enposición vertical sobre plataformas.Otras estatuas quedaron inacabadas enlas canteras o bien abandonadas en elcamino entre las canteras y las

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plataformas. Parece como si los artistasque las tallaban y los transportistashubieran abandonado súbitamente sutarea, dejando tras de sí un paisajesilencioso y desolado.

Cuando Roggeveen llegó a la isla,muchas estatuas se alzaban aún sobresus plataformas, aunque la actividad sehubiera detenido en las canteras. En1840, todas las estatuas habían sidointencionadamente derribadas por losisleños. ¿Cómo se pudieron transportary levantar esas colosales estatuas, porqué las derribaron y por qué dejaron detallarse?

La primera de estas preguntasencontró respuesta cuando los nativos de

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nuestros días mostraron a ThorHeyerdahl cómo sus antepasados habíanempleado troncos a modo de rodillossobre los que transportar las estatuas ydespués como palancas para levantarlas.Los otros interrogantes fueron resueltospor subsecuentes estudios arqueológicosy paleontológicos que pusieron aldescubierto la terrible historia de laisla. Cuando los polinesios seestablecieron en la isla de Pascua haciael año 400, los bosques cubrían toda susuperficie; los isleños fueron talándolospaulatinamente con objeto de roturarnuevos terrenos y de obtener troncospara construir canoas y manejar lasestatuas. Hacia 1500, la población había

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crecido hasta unos siete mil habitantes(más de noventa y tres por kilómetrocuadrado), se habían tallado unas milestatuas y al menos trescientasveinticuatro estaban en pie. Pero elbosque se había destruido hasta el puntode que no quedaba ni un solo árbol.

El resultado inmediato de estedesastre ecológico autoinfligido fue quelos isleños ya no tenían los troncosnecesarios para transportar y levantarlas estatuas, por lo que dejaron detallarlas. Ahora bien, la deforestacióntuvo también dos consecuenciasindirectas que trajeron consigo lahambruna: la erosión de suelo, con laconsecuente reducción de las cosechas,

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y la imposibilidad de construir canoas acausa de la falta de madera, a raíz de locual se redujo el aporte proteico que elpescado proporcionaba a la dieta. Asípues, la isla de Pascua se encontró conuna población mayor de la que podíamantener, y la sociedad se hundió en uncaos de mortíferas guerras ycanibalismo. La clase guerrera se hizocon el poder; las puntas de lanza sefabricaban en cantidades tan grandes quellegaron a ensuciar el paisaje; losvencidos eran devorados oesclavizados; los clanes derribaban lasestatuas de sus rivales, y la gente seinstalaba en cuevas con intención demejorar sus medios de defensa. La que

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en tiempos fuera una isla exuberantedonde floreció una de las civilizacionesmás notables del mundo se deterioróhasta convertirse en lo que es hoy: unasyermas praderas salpicadas de estatuascaídas donde habita menos de un terciode la antigua población.

Nuestro segundo caso de estudio de ladestrucción de un hábitat en la épocapreindustrial se refiere al hundimientode una de las civilizaciones indias másavanzadas de América del Norte.Cuando los exploradores españolesllegaron al sudoeste de Estados Unidos,encontraron que en medio del desiertose alzaban gigantescos conjuntos de

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viviendas (pueblos) deshabitadas, convarias plantas de altura. Por ejemplo, elconjunto de seiscientas cincuentahabitaciones del cañón del Chaco, deNuevo México, que ha sido declaradomonumento nacional, tenía cinco plantasde altura, 204 metros de largo y 96metros de ancho, dimensiones que loconvierten en el mayor edificio erigidoen América del Norte hasta la época delos rascacielos de acero de finalesdel XIX. Los indios navajos de la regiónconocían a los desaparecidosconstructores por el único nombre de«anasazi», que significa «los antiguos».

Los arqueólogos han fijado la épocade construcción de los pueblos chaco en

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los años posteriores a 900 y sudesocupación en el siglo XII. ¿Por quélos anasazi levantaron una ciudad enmedio de una tierra baldía? ¿Dóndeobtenían la leña y de dónde extrajeronlas vigas de 49 metros (¡nada menos quedoscientas mil!) para los tejados? ¿Porqué abandonaron la ciudad que habíanconstruido con tanto esfuerzo?

La hipótesis convencional, análoga ala tesis que atribuye la desaparición delos pájaros elefante de Madagascar y delos moas neozelandeses a un cambioclimático, postula que fue la sequía loque provocó el abandono del cañón delChaco. No obstante, del trabajo de lospaleobotánicos Julio Betancourt,

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Thomas van Devender y sus colegas,que emplearon una ingeniosa técnicapara descifrar los cambios de lavegetación del Chaco a lo largo deltiempo, se desprende una interpretacióndiferente. Su metodología se basó en elestudio de los habitáculos donde unospequeños roedores, denominados ratasacumuladoras, almacenan plantas y otrosmateriales; las ratas acumuladorashabitan sus nidos entre cincuenta y cienaños, y estos se conservan en buenestado en un clima desértico aundespués de ser abandonados. Siglosdespués es posible identificar lasplantas almacenadas y datar el nidomediante las técnicas del radiocarbono.

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Cada nido es un muestrario natural delos cambios temporales de la vegetaciónlocal.

Con este método, Betancourt y VanDevender lograron reconstruir lossiguientes acontecimientos: los pueblosdel Chaco no se erigieron en medio deldesierto, sino en una zona poblada porenebros y próxima a un bosque de pinosponderosa. Este descubrimientoresuelve el misterio de la procedenciade la leña y de los maderos paraconstruir, y despeja la aparente paradojade que una civilización avanzadasurgiera en medio del desierto. Con elpaso del tiempo, sin embargo, lospobladores del Chaco destruyeron el

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monte y el bosque hasta convertir suhábitat en el territorio desértico que eshoy día. Llegados a ese punto, los indiostenían que recorrer más de 16kilómetros para recoger leña y más de40 para talar troncos de pino. Cuandotodo el pinar hubo caído bajo sushachas, construyeron un elaboradosistema de caminos para arrastrar, afuerza de músculo, troncos de abetodesde las laderas de montes quedistaban más de 80 kilómetros de suspueblos. Por otro lado, los anasazihabían resuelto el problema de cultivaren un medio seco mediante laconstrucción de sistemas de irrigaciónque concentraban el agua disponible en

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el fondo de los valles. A medida que ladeforestación ocasionaba una erosión yuna pérdida de agua progresivas y quelos canales de irrigación iban excavandoen la tierra surcos más y más profundos,la capa de agua debió de descenderhasta un nivel inferior al de los camposde los anasazi, imposibilitando lairrigación sin bombas de agua. De talmodo, aunque la sequía pudo contribuiral abandono del cañón del Chaco, elmotivo básico fue el desastre ecológicoprovocado por los propios anasazi.

El último ejemplo de la destrucción deun hábitat en los tiempos preindustrialesarroja luz sobre el gradual

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desplazamiento geográfico del centro dela hegemonía política de las antiguascivilizaciones occidentales.Recordemos que el primer centro depoder y de innovación fue OrienteMedio, de donde surgieron numerososavances cruciales: la agricultura, ladomesticación de animales, la escritura,los imperios y los carros de combate,entre otros. Aunque el centrohegemónico se desplazase entre Asiria,Babilonia, Persia, y ocasionalmenteEgipto y Turquía, siempre estuvolocalizado en Oriente Medio o susproximidades. Con la conquista delImperio persa por Alejandro Magno, elpoder se trasladó finalmente hacia el

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oeste, primero a Grecia, luego a Roma ymás adelante a Europa occidental yseptentrional. ¿Por qué Oriente Medio,Grecia y Roma perdieron sucesivamentesu primacía? (La pasajera importanciaactual de Oriente Medio se funda en unúnico recurso, el petróleo, lo quesubraya la debilidad de la región enotros aspectos). ¿Por qué entre lassuperpotencias de este siglo se cuentanEstados Unidos y la URSS, Alemania eInglaterra, Japón y China, pero noGrecia ni Persia?

El desplazamiento geográfico de lahegemonía política constituye un modelodemasiado amplio y duradero como pararesponder a factores accidentales. Una

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hipótesis plausible lo atribuye a que losantiguos centros de civilizaciónarruinaron sus recursos básicos. OrienteMedio y la cuenca mediterránea nosiempre han sido los áridos paisajes queconocemos hoy día. En la antigüedad, lazona era un exuberante mosaico decolinas boscosas y fértiles valles. Milesde años de deforestación, abuso delpastoreo, erosión y encenagamiento delos valles convirtieron el corazón de lacivilización occidental en el territorioseco, árido y baldío que hoy domina lazona. Los estudios arqueológicos de laantigua Grecia han revelado diversosciclos en el desarrollo de la población,durante los cuales los períodos de

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crecimiento alternaban con épocas defuertes descensos poblacionales yabandono de los lugares deasentamiento. En las fases decrecimiento, la construcción de bancalesy pantanos servía como protección delmedio ambiente, hasta que la tala de losbosques, el desbrozo de las colinas paracrear campos de cultivo, los excesos delpastoreo y la sucesión de las cosechas aintervalos demasiado cortos hundían elsistema. El resultado siempre era elmismo: erosión de las colinas,inundaciones en los valles y colapso dela sociedad local. Uno de estosmomentos coincidió con —y tal vezocasionó— el por lo demás misterioso

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hundimiento de la gloriosa civilizaciónmicénica, a partir del cual Grecia sehundió en una edad oscura durantevarios siglos.

Esta teoría sobre la destrucciónmedioambiental en la Antigüedad sesustenta en las fuentes de la época y enel testimonio arqueológico. Ahora bien,una pequeña colección de fotografíasconstituiría tina prueba más decisiva quela evidencia anecdótica aportada por lasdemás fuentes. Si tuviéramosinstantáneas de las colinas griegastomadas a intervalos de mil años,podríamos identificar las plantas, medirel manto de tierra y calcular el ritmo dela deforestación. De tal modo, sería

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posible medir con cifras la magnitud dela degradación medioambiental.

Y de nuevo llegan al rescate losnidos. Aunque en Oriente Medio no hayratas acumuladoras, si existen unosanimales denominados damaneses,parecidos a las marmotas y del tamañode un conejo, que también construyennidos. (Sorprendentemente, el parientevivo más próximo de los damanesesparece ser el elefante). Tres científicosde Arizona —Patricia Fall, CynthiaLindquist y Steven Falconer—estudiaron los nidos de los damanesesen la famosa ciudad perdida de Petra, enJordania, un ejemplo típico de laparadoja de la antigua civilización

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occidental. Petra es hoy día muyconocida por los cinéfilos aficionados alas películas de Steven Spielberg yGeorge Lucas, pues en Indiana Jones yla última cruzada, Sean Connery yHarrison Ford buscan el Santo Grial enlas espléndidas tumbas y templos deroca de Petra, en medio de las arenasdel desierto. Cualquiera que vea esasescenas deberá preguntarse cómo unaciudad tan próspera pudo erigirse ymantenerse en un paisaje tan desolado.De hecho, cerca del lugar donde sealzaba Petra ya hubo un pueblo neolíticoantes de 7000 a. C., y la agricultura y laganadería aparecieron poco después.Durante el remado nabateo, Petra, la

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capital, floreció como centro comercialque controlaba los intercambios entreEuropa, Arabia y Oriente. La ciudad seexpandió y enriqueció aún más bajo elcontrol de Roma y posteriormente deBizancio. Sin embargo, más adelante fueabandonada y cayó en el mayor de losolvidos hasta que se la redescubrió en1812. ¿Qué provocó la caída de Petra?

En los nidos de los damaneses dePetra se han hallado restos de hasta cienespecies de plantas; el hábitat dominanteen la época en que esos nidos estuvieronocupados puede deducirse de lacomparación de las proporciones depolen existentes en los nidos y en loshábitats actuales. Con esta metodología

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se ha podido reconstruir el proceso dedegradación del medio ambiente dePetra.

Petra está situada en una zona secade clima mediterráneo, no muy distintade las montañas boscosas que se alzan aespaldas de mi casa de Los Ángeles. Lavegetación original de la zona debió deser el bosque, con predominio de roblesy alfóncigos. En época romana ybizantina, la mayoría de los árboleshabían sido talados y el medio se habíadegradado hasta convertirse en unaestepa, como lo indica el hecho de quesolo el 18 por ciento del polen de losnidos proceda de árboles y el restantede plantas pequeñas. (Los árboles

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aportan entre el 40 y el 85 por ciento delpolen en las zonas boscosasmediterráneas, y el 18 por ciento en lasesteparias). En el año 900, unos siglosantes de que concluyera la dominaciónbizantina de Petra, dos tercios de losárboles supervivientes habíandesaparecido. Incluso los arbustos, lashierbas y el pasto se habían reducido,hasta convertir la zona en el desierto quees hoy día. Los árboles que hansobrevivido hasta nuestros días tienenlas ramas bajas desmochadas por lascabras y están diseminados en barrancosde difícil acceso para las cabras o enhuertos protegidos.

Al combinar la información obtenida

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en los nidos con los datos arqueológicosy las fuentes documentales se extrae lasiguiente interpretación: la deforestaciónocurrida entre la época neolítica y laimperial se debió al desbrozo de latierra para la agricultura, al ramoneo deovejas y cabras, a la recolección de leñay de madera para la construcción.Durante el Neolítico, la construcción deuna casa requería emplear vigascolosales y consumir hasta trecetoneladas de leña con objeto de fabricarel yeso para las paredes y el suelo. Laexplosión demográfica en tiempos delImperio aceleró el ritmo de destrucciónforestal y de devastación de la tierra porel pastoreo y hubo que construir

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complejos sistemas de canales, tuberíasy cisternas para recoger y almacenaragua con la que regar los huertos yaprovisionar la ciudad.

Cuando el Imperio bizantino sehundió, los huertos se abandonaron y lapoblación cayó en picado, pero la tierrasiguió degradándose como consecuenciade la dependencia del pastoreointensivo. El insaciable ganado cabríodestrozaba los arbustos, hierbas ypastos. El gobierno otomano causóestragos en los bosques supervivientesantes de la Primera Guerra Mundial conobjeto de conseguir la madera necesariapara la construcción del ferrocarril deHejaz. Muchos aficionados al cine

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hemos disfrutado al ver a las guerrillasárabes lideradas por Lawrence deArabia (léase Peter O’Toole) haciendovolar por los aires la vía de ferrocarrilde Hejaz en la pantalla de tecnicolor, sindarnos cuenta de que estábamoscontemplando el último acto dedestrucción de los bosques de Petra.

El desolado paisaje de Petra es unametáfora de lo ocurrido en la cuna de lacivilización occidental. En laactualidad, ni los alrededores de Petrapodrían alimentar a una ciudad quedominase las principales rutascomerciales del mundo, ni de losalrededores de Persépolis podríaextraerse el sustento para la capital de la

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superpotencia que fue el Imperio persaen tiempos pasados. Las ruinas de esasciudades, como las de Atenas y Roma,son monumentos a los estados quedestruyeron sus medios de subsistencia.Pero las civilizaciones mediterráneas nofueron las únicas sociedades avanzadasque cometieron un suicidio ecológico.La caída de la civilización maya enAmérica Central, y la de la civilizaciónharappan en el valle del Indo sonprobablemente otros ejemplos dedesastres ecológicos debidos a laexpansión de la población hasta el puntode agostar el medio. Aunque los cursosde historia de las civilizaciones amenudo se consagran a los reyes y a los

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invasores bárbaros, a largo plazo esprobable que la deforestación y laerosión hayan sido los principalesfactores que han configurado la historiahumana.

En los últimos tiempos se han realizadodescubrimientos que tienden a ponercada vez más en entredicho la supuestaexistencia de una edad dorada delecologismo. En este punto retomaremosla problemática general planteada alcomienzo del capítulo. En primer lugar,¿cómo pueden conciliarse losdescubrimientos sobre los destrozosecológicos del pasado con los relatossobre el comportamiento

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conservacionista de numerosos pueblospreindustriales de nuestros días? Claroestá que ni se han exterminado todas lasespecies ni se han destruido todos loshábitats, lo que indica que la edaddorada tampoco fue totalmente negativa.

A continuación expondré mi propiahipótesis para resolver esta paradoja. Escierto que las sociedades igualitarias dedimensiones reducidas y una largahistoria tienden a desarrollar hábitosconservacionistas, puesto que han tenidosuficiente tiempo a su disposición paraconocer el medio que las rodea ypercibir sus propios intereses. Por elcontrario, el medio ambiente tiende adeteriorarse cuando un pueblo coloniza

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un entorno que le es desconocido (comolos primeros maoríes y loscolonizadores de la isla de Pascua);cuando un pueblo avanza internándoseen territorios desconocidos (como losprimeros indios llegados a América),dejando atrás las regiones degradadas, ocuando un pueblo adquiere nuevastecnologías cuya capacidad destructivano aprecia a tiempo (como los nativosde la Nueva Guinea actual, que estándiezmando las poblaciones de palomascon sus nuevas escopetas). Asimismo, ladegradación medioambiental sueleproducirse en los estados centralizadosque concentran la riqueza en manos delos gobernantes, los cuales no están en

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contacto con la realidad del medioambiente. Por otro lado, algunasespecies y hábitats son más vulnerablesque otros; por ejemplo, las aves novoladoras que nunca han visto a sereshumanos (como los moas y los pájaroselefante), y los entornos secos, frágiles ydifíciles de recuperar en los quesurgieron la civilización mediterránea yla anasazi.

En segundo lugar, ¿qué leccionesprácticas pueden enseñarnos losrecientes descubrimientosarqueológicos? La arqueología sueleconcebirse como una disciplinaacadémica y socialmente irrelevante, yse convierte en el primer objetivo de los

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recortes presupuestarios en períodos decrisis. Lo cierto es, sin embargo, que lainvestigación arqueológica podríaahorrar mucho dinero a losplanificadores de los gobiernos. En todoel mundo están poniéndose en marchaproyectos que pueden causar dañosirreversibles y que no son sinoversiones a mayor escala de las ideasque llevaron a la práctica otrassociedades del pasado. Ningún paíspuede permitirse un experimentoconsistente en realizar cinco proyectosde desarrollo diferentes en cincoregiones y observar cuáles tienenefectos perniciosos. Una alternativamucho menos costosa a largo plazo sería

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contratar arqueólogos para queinvestigasen lo que ocurrió en el pasado,en lugar de volver a cometer los mismoserrores.

Bastará con mencionar un ejemplo.En la zona sudoccidental de EstadosUnidos hay más de 160 000 kilómetroscuadrados cubiertos de enebros queestán siendo sometidos a una fuerteexplotación para obtener combustible.Por desgracia\el Servicio Forestal deEstados Unidos apenas poseeinformación ^que le permita calcular elritmo de recuperación de estos arbustosconíferos. Ahora bien, los anasazi yarealizaron este experimento y fallaron ensus cálculos, con el resultado de que la

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vegetación del cañón del Chaco no se harecuperado en más de ochocientos años.Contratar a un equipo de arqueólogospara que calculase el consumo de leñade los anasazi sería más barato quecometer el mismo error y destrozar 160 000 hectáreas de territorioestadounidense.

Por último, abordaremos elproblema que hiere mássusceptibilidades. Hoy día, losecologistas consideran que las personasque exterminan especies animales ydestruyen hábitats naturales sonmoralmente malas. Ahora bien, lassociedades industriales hanaprovechado la menor excusa para

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denigrar a los pueblos preindustriales yde ese modo justificar su aniquilamientoy la apropiación de sus tierras. ¿Esposible que los pretendidosdescubrimientos sobre los moas y lavegetación del cañón del Chaco no seansino una forma pseudocientífica deracismo orientada a justificar el maltratode los maoríes y de los indios por sufalta de moralidad?

Es importante recordar que a loshumanos siempre les ha resultado difícildeterminar el ritmo adecuado paraexplotar indefinidamente los recursosbiológicos sin llegar a agotarlos. Unareducción significativa de los recursospuede confundirse con una simple

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fluctuación anual. Y aún es máscomplicado determinar el ritmo al quese generan nuevos recursos. El momentoen que las señales de decadencia son tanobvias como para convencer a todo elmundo puede llegar cuando ya esdemasiado tarde para salvar a lasespecies o el hábitat. En consecuencia,los pueblos preindustriales que nolograron preservar sus recursos noincurrieron en una falta moral, sino en unerror a la hora de resolver un espinosoproblema ecológico; un error deconsecuencias trágicas, puesto quedestruyó su propio modo divida.

Los errores de consecuenciastrágicas solo se tornan faltas morales

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cuando es posible prevenirlos. En estesentido, dos diferencias notables nosseparan de los indios anasazi delsiglo XI: los conocimientos científicos yla cultura. Hoy día hemos aprendido arealizar estimaciones sobre el tamaño dela población que puede ser mantenidacon los recursos existentes basándonosen el ritmo de explotación de estos.Asimismo, tenemos sobre los anasazi laventaja de poder leer sobre losdesastres ecológicos del pasado. Apesar de todo, nuestra generacióncontinúa cazando ballenas y talando lasselvas tropicales como si nadie hubieraexterminado a los moas ni cortadoenebros hasta desertizar una zona. El

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pasado sigue siendo una edad dorada dela ignorancia y el presente una edad dehierro de la más obstinada ceguera.

Desde esta perspectiva, resultaincomprensible que las sociedadesmodernas sigan repitiendo los desmanesecológicos de carácter suicida queocurrieron en el pasado, con ladiferencia de que los instrumentos dedestrucción son mucho más poderosos yestán en manos de muchas más personas.Parece como si esto nunca hubieraocurrido en la historia humana y como sino conociéramos los inevitablesresultados. El soneto de Shelley«Ozymandias» nos hace evocarimágenes de Persépolis, Tikal y la isla

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de Pascua; tal vez llegue el día en quehaga evocar a otros las ruinas de nuestrapropia civilización:

Un viajero me dijo: «En el desiertovi las dos piernas de una estatua

rota,y junto a ellas, que la arena azota,una cabeza mutilada advierto».En el granito, inanimado y yerto,el mudo labio su desdén borbota,que un escultor, en época remota,copió, burlando, con genial acierto.Grabado el pedestal tiene este lema:«Soy Ozymandias, rey que fue de

reyes.Ante mi obra, el Poderoso admira».Nada ha quedado; su grandeza

externahundióse del Destino ante las leyes,

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y el polvo del desierto en torno gira.[*]

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18La guerra relámpago y eldía de Acción de Gracias

en el Nuevo Mundo

Estados Unidos consagra dos fiestasnacionales, el día de Colón y el día deAcción de Gracias, a la celebración demomentos dramáticos en el«descubrimiento» del Nuevo Mundo porlos europeos y, sin embargo, ningunafiesta conmemora su primerdescubrimiento por parte de los indios.Ahora bien, las excavacionesarqueológicas sugieren que, si de

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dramatismo se trata, aqueldescubrimiento temprano superó enmucho a las aventuras de CristóbalColón y de los peregrinos de Plymouth.Al cabo quizá de tan solo un milenio deldescubrimiento de un paso a través delos hielos árticos para cruzar lo que hoyes la frontera entre Canadá y EstadosUnidos, los indios habían llegado alextremo de la Patagonia y poblado doscontinentes productivos e inexplorados.El avance de los indios hacia el sur fuela expansión de mayor alcance habida enla historia del Homo sapiens. Nadaremotamente semejante podrá volver aocurrir en nuestro planeta.

La expansión hacia el sur estuvo

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marcada por otro drama. Cuando loscazadores indios llegaron a América,hallaron una tierra rebosante de grandesmamíferos hoy extinguidos: mamuts ymastodontes parecidos a los elefantes,perezosos de hasta tres toneladas,gliptoilontes de hasta una tonelada depeso semejantes a los armadillos,castores del tamaño de osos y tigresdientes de sable, además de leones,guepardos, camellos, caballos y otrosmuchos. De haber sobrevivido esasbestias, los turistas que hoy día visitanel Parque Nacional de Yellowstonepodrían contemplar a mamuts y leonesconviviendo con los osos y bisontes. Loocurrido en el encuentro entre los

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cazadores y las bestias sigueconstituyendo una cuestión muycontrovertida en el área de laarqueología y la paleontología. Según lainterpretación a mi entender másplausible, el resultado fue una «guerrarelámpago» en la que las bestiasperecieron en poco tiempo,posiblemente en un plazo de no más dediez años en cada zona concreta. Si estahipótesis es acertada, la extinción de losgrandes mamíferos americanos habríasido la más fulminante desde que lacolisión con un asteroide borró de la fazde la Tierra a los dinosaurios hacesesenta y cinco millones de años.Asimismo, habría sido la primera de una

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serie de guerras relámpago queempañaron la supuesta edad dorada dela inocencia medioambiental y que sehan convertido en uno de los rasgosdistintivos de la humanidad.

Esa dramática confrontación puso elbroche a la larga epopeya en la que loshumanos, expandiéndose desde su centrode origen en África, ocuparon todos loscontinentes habitables. Nuestrosancestros africanos se expandieron haciaAsia y Europa hace aproximadamente unmillón de años, y saltaron a Australiadesde Asia hace unos cincuenta milaños, mientras América se convertía enel último continente habitable no hollado

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por el Homo sapiens.Desde Canadá hasta la Tierra de

Fuego, los indios americanos presentanuna homogeneidad física más acusadaque los habitantes de cualquier otrocontinente, de donde se deduce que laocupación tardía de América no les haconcedido el tiempo necesario para unamayor diversificación genética. Aunantes de que las excavacionesarqueológicas pusieran al descubiertovestigios de los primeros indios, el granparecido de los indios actuales con losmongoles ponía de manifiesto suprocedencia asiática. Las conclusionesmucho más recientes de los estudiosgenéticos y antropológicos han

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confirmado esta conclusión. Una ojeadaal mapa basta para comprobar que laruta más practicable entre Asia yAmérica es con diferencia la que cruzael estrecho de Bering, entre Siberia yAlaska, que estuvieron unidas por unalengua de tierra (con brevesinterrupciones) entre los últimosveinticinco y diez mil años,aproximadamente.

No obstante, la colonización delNuevo Mundo no solo requería laexistencia de una conexión terrestre,sino también la presencia de habitantesen el extremo siberiano de esa conexión.La región ártica de Siberia, de durísimascondiciones climáticas, fue uno de los

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territorios que más tardaron en sercolonizados. Los pueblos que allí seestablecieron provendrían de las zonasde clima frío moderado de Asia yEuropa oriental, como los cazadores dela Edad de Piedra que poblaban laregión que hoy es Ucrania y queconstruían sus casas con huesos demamut hábilmente apilados. Sabemosque hace veinte mil años, si no antes, yahabía cazadores de mamuts en la Siberiaártica, y hace unos doce mil añosaparecen herramientas de piedrasimilares a las de esos cazadores en losyacimientos arqueológicos de Alaska.

Después de atravesar Siberia y elestrecho de Bering, otra barrera

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separaba a los cazadores de la épocaglacial de sus futuros territorios de caza:un ancho casquete de hielo que hoycubre Groenlandia y entonces seextendía de costa a costa de Canadá.Durante las glaciaciones, un estrechopasillo de norte a sur se abríaocasionalmente a través de ese casquetede hielo, al este de las montañasRocosas. Uno de tales pasillos se cerróhace unos veinte mil años, aunque alparecer todavía no había humanos enAlaska esperando para cruzarlo. Ahorabien, cuando el pasillo se abrió denuevo hace unos doce mil años, loscazadores sí debían de estar preparados,pues sus inconfundibles utensilios de

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piedra aparecen al poco tiempo no soloen el extremo sur del pasillo, cerca deEdmonton (Alberta), sino en toda laregión situada al sur de los hielos. Fueentonces cuando los cazadores toparoncon los elefantes y los demás animalesde gran tamaño que había en América, ydio comienzo el drama.

Los arqueólogos denominan a estosindios ancestrales «clovis», ya que susherramientas de piedra fueronreconocidas por primera vez en unaexcavación cercana a la ciudad deClovis, situada en Nuevo México, alókilómetros de la frontera texana. Noobstante, las herramientas de los clovisu otras muy similares ya se habían

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encontrado en los cuarenta y ochoestados contiguos de Estados Unidos ydesde Edmonton hasta el norte deMéxico. Vanee Haynes, un arqueólogode la Universidad de Arizona, hasubrayado que esos utensilios son muysemejantes a los de los cazadores demamuts que poblaban Europa oriental ySiberia en épocas anteriores, salvo enun caso sobresaliente: las puntas delanza aplanadas y de dos caras estaban«acanaladas» por ambos lados, pues seles había practicado sendas hendidurascon objeto de facilitar su sujeción a lavara. No se sabe con certeza si laspuntas acanaladas se montaban en lanzasarrojadizas, en dardos que se

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propulsaban con ayuda de un palo o enpicas que se empuñaban con la mano.Sea como sea, las puntas de lanza seensartaban en los grandes mamíferos confuerza suficiente para penetrar en loshuesos y, a veces, para partirse en dos.Los arqueólogos han desenterradoesqueletos de mamuts y bisontes conpuntas de lanza clovis incrustadas en lacaja torácica, entre ellos un mamut delsur de Arizona en cuyo interior seencontraron ocho puntas. A juzgar porlos huesos hallados en las excavacionesde poblados clovis, los mamuts eran,con diferencia, la presa más común,aunque también cazaban bisontes,mastodontes, tapires, caballos y osos.

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Entre los asombrososdescubrimientos sobre el pueblo clovishay que destacar la rapidez de suexpansión. Todos los asentamientosclovis de Estados Unidos que han sidodatados con las más avanzadas técnicasde radiocarbono tan solo estuvieronocupados durante unos siglos y tienenuna antigüedad de algo más de once milaños. Incluso en el extremo meridionalde la Patagonia se ha encontrado unasentamiento de unos diez mil quinientosaños de antigüedad. Así pues, una vezque cruzaron el pasillo libre de hieloshasta Edmonton, a los humanos les bastóalrededor de un milenio para expandirsede costa a costa y a lo largo de todo el

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Nuevo Mundo.Asimismo, resulta inaudito el rápido

ritmo de transformación de la culturaclovis. Hace unos once mil años, laspuntas de lanza son bruscamentesustituidas por un modelo más pequeñoy refinado conocido como puntasFolsom (por el yacimiento próximo aFolsom, Nuevo México, donde seencontraron). Las puntas Folsom seencuentran muchas veces asociadas a loshuesos de un bisonte de anchos cuernos,extinguido, pero nunca a los mamutspreferidos por los cazadores clovis.

La razón por la que los cazadoresFolsom sustituyeron los mamuts por losbisontes tal vez sea tan simple como el

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hecho de que ya no quedaran mamuts,como tampoco había ya mastodontes,camellos, caballos, perezosos terrestresgigantes ni otras decenas de especies degrandes mamíferos. En conjunto,América del Norte perdió en aquellaépoca el inaudito porcentaje del 73 porciento de sus grandes mamíferos, yAmérica del Sur el 80 por ciento.Muchos paleontólogos no atribuyen laresponsabilidad de este cataclismo a loscazadores clovis, puesto que no se haconservado testimonio alguno decarnicerías en masa, sino solo algunoshuesos fosilizados diseminados aquí yallá. Esos paleontólogos atribuyen lasextinciones a los cambios climáticos y

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del hábitat ocurridos al final de lasglaciaciones, hacia la época en quellegaron los cazadores clovis.Personalmente, encuentro esterazonamiento desconcertante por variosmotivos: cuando los glaciaresretrocedieron, abriendo paso a lospastos y bosques, los hábitats adecuadospara los mamíferos, lejos de disminuir,aumentaron; los grandes mamíferosamericanos ya habían sobrevivido a lafinalización de las glaciaciones previassin sumirse en un abismo de extincionesen masa, y, por último, cuando losglaciares de Europa y Asia se fundieron,más o menos en la misma época, elnúmero de extinciones fue mucho menor.

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Si el cambio climático hubiera sidola causa de las extinciones, el efectodebería haber sido el opuesto entre lasespecies mejor preparadas para losclimas cálidos que para los fríos. Sinembargo, los fósiles del Gran Cañóndatados con radiocarbono indican que elperezoso terrestre Shasta y la cabramontes de Harrington, procedentes dechinas cálidos y fríos, respectivamente,se extinguieron con un par de siglos dediferencia, hace unos once mil cienaños. Los perezosos fueron una especiecomún hasta su súbita extinción. En lasbolas de excrementos bien conservadasen algunas cuevas del sudoeste deEstados Unidos, los botánicos han

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identificado restos de las plantas queconstituían la alimentación de losúltimos perezosos: té mormón y malvas,que todavía se encuentran en torno aesas cuevas en la actualidad. Es muysospechoso que tanto los bienalimentados perezosos como las cabrasdel Gran Cañón desaparecieran justodespués de que los cazadores clovisllegaran a Arizona. Muchos asesinos hansido condenados con pruebas menosfehacientes. Si realmente fue el clima loque acabó con los perezosos,deberíamos reconocer a esos animalessupuestamente estúpidos una inteligenciainsospechada, dado que decidieronmorir de golpe justo en el momento

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adecuado para confundir a loscientíficos del siglo XX y hacerles creerque los culpables fueron los cazadoresclovis.

Una explicación más plausible deesta «coincidencia» la interpreta comouna relación de causa y efecto. A PaulMartin, un geólogo de la Universidad deArizona, debemos la descripción deldramático encuentro entre cazadores yelefantes como una «guerra relámpago».Según su teoría, los primeros cazadoresllegados a Edmonton a través del pasillode tierra prosperaron y se multiplicarongracias a la abundancia de mamíferosdóciles y fáciles de cazar. Cuando losmamíferos de una zona desaparecían, los

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cazadores y sus hijos se desplazabanhacia otras zonas donde aún abundaba lacaza, y seguían exterminando laspoblaciones de mamíferos mientrasavanzaban. Cuando los cazadores al finllegaron al extremo meridional deAmérica del Sur, la mayoría de lasespecies de grandes mamíferos delNuevo Mundo habían sido exterminadas.

La teoría de Martin ha suscitadonumerosas y enérgicas críticas, lamayoría de ellas centradas en cuatropuntos oscuros: ¿es posible que la bandade algunos centenares de cazadores quellegó a Edmonton se multiplicara a lavelocidad necesaria para poblar un

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hemisferio en solo ipil años? ¿Pudieronrecorrer en ese tiempo los casi 13 000kilómetros que separan Edmonton de laPatagonia? ¿Realmente fueron loscazadores clovis los primerospobladores del Nuevo Mundo? ¿Esposible que los cazadores de la Edad dePiedra fueran tan eficaces como paraeliminar por completo a cientos demillones de grandes mamíferos sinapenas dejar testimonio fósil de suscacerías?

En primer lugar, prestaremosatención a la cuestión de la tasa decrecimiento de la población. Ladensidad de las poblaciones actuales decazadores-recolectores se sitúa, aun en

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los mejores territorios de caza, en 1,6habitantes por kilómetro cuadrado. Asípues, una vez que todo el hemisferiooccidental estuvo poblado, el númerototal de habitantes no debía desobrepasar, en el mejor de los casos, losdiez millones, dado que el territorioamericano, eliminando Canadá y lasdemás zonas cubiertas por glaciares entiempos de los clovis, tiene unasuperficie aproximada de 160 millonesde kilómetros cuadrados. En los casosen que se ha colonizado un territoriodeshabitado en la época moderna (porejemplo, los amotinados del Bounty quellegaron a la isla de Pitcairn), la tasaanual de crecimiento de la población ha

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sido de hasta el 3,4 por ciento. Con esatasa, que corresponde a cuatro hijossupervivientes por pareja y a una mediade veinte años por generación, ciencazadores originarían una población dediez millones en solo trescientoscuarenta años. En consecuencia, es muyposible que los cazadores clovis semultiplicaran hasta los diez millones enun milenio.

¿Es posible que los descendientes delos pioneros de Edmonton llegaran hastael extremo meridional de América delSur en mil años? Medida en línea recta,esa distancia es ligeramente inferior alos 13 000 kilómetros, lo que significaque los cazadores tendrían que haber

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avanzado a un ritmo de 13 kilómetrospor año. Esto no supone ningúnesfuerzo: cualquier cazador saludablepodría recorrer esa distancia en un solodía y no moverse durante los trescientossesenta y cuatro días restantes. Enmuchos casos es posible identificar lacantera de la que se extrajo el tipoparticular de piedra de una herramientaclovis y de ese modo hemos podidosaber que algunos utensilios recorrierondistancias de hasta 322 kilómetros. Sesabe, asimismo, que algunas de lasmigraciones zulúes ocurridas en elÁfrica meridional del siglo pasadocubrieron 4800 kilómetros en solocincuenta años.

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¿Fueron los clovis el primer puebloque se expandió más al sur de la capa dehielo que cubría Canadá? Esta cuestión,más compleja, es objeto de unaencendida polémica entre losarqueólogos. La hipótesis que atribuyela primacía a los clovis se basanecesariamente en una evidencia decarácter negativo: en la zona del NuevoMundo situada al sur de los hielos quecubrían Canadá no se han halladovestigios ni objetos inequívocamentehumanos que hayan sido datados concerteza en tiempos anteriores a losclovis. Cierto es que hay decenas deyacimientos donde se ha pretendidohallar rastro de seres humanos

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anteriores a los clovis, pero todos o lamayoría de esos casos están lastradospor serias dudas que afectan bien a lafiabilidad del material empleado para ladatación con radiocarbono, que podíaestar contaminado con carbón de mayorantigüedad, bien al hecho de quilosvestigios fueran humanos, o bien a quelas supuestas herramientas no fuesen enrealidad simples rocas moldeadas por lapropia naturaleza. Los dos casos másconvincentes son el yacimiento de RockShelter, en Meadowcroft, Pensilvania,datado hace unos dieciséis mil años, y elde Monte Verde, en Chile, datado, comomínimo, hace trece mil años. Se diceque en Monte Verde hay muchos tipos de

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objetos creados por los humanos en muybuen estado de conservación, pero noserá posible evaluar adecuadamenteesos datos hasta que se publiquen losresultados pormenorizados de lasinvestigaciones. Meadowcroft hasuscitado un debate todavía no resueltosobre la fiabilidad de las dataciones conradiocarbono, sobre todo debido a quesus especies animales y vegetales son deun tipo que se cree corresponde atiempos mucho más recientes que hacedieciséis mil años.

En contraste, la evidencia relativa alos clovis es incontrovertible, seencuentra en cuarenta y ocho estados yha sido aceptada por todos los

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arqueólogos. La evidencia sobre losasentamientos humanos de mayorantigüedad existentes en otroscontinentes habitables es, asimismo,indiscutible y goza de aceptaciónuniversal. En todos los yacimientosclovis se encuentra un nivel conherramientas clovis y huesos denumerosas especies de grandesmamíferos hoy extinguidas; el nivelinmediatamente superior (es decir, másreciente) es el de las herramientasFolsom, y en él no hay huesos deninguna especie de mamíferosextinguida, salvo el bisonte; einmediatamente debajo del nivel clovis,los niveles que abarcan los milenios

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previos a la época clovis reflejan unascondiciones medioambientales benignasy rebosan de huesos de grandesmamíferos extinguidos, si bien en ellosno se ha encontrado ni un solo objetocreado por los humanos. ¿Cómo esposible que un pueblo se estableciera enel Nuevo Mundo antes que los clovis yno dejara tras de sí el habitual rastro deherramientas de piedra, chimeneas,cuevas ocupadas y algún que otroesqueleto, todos ellos objetos datablesque pueden convencer a losarqueólogos? ¿Acaso pudo existir unpueblo más antiguo que no dejaraninguna huella en los asentamientos delos clovis, pese a las muy favorables

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condiciones que estos reunían? ¿Cómopudieron llegar desde Alaska hastaPensilvania y Chile sin dejar rastro desu presencia en los territoriosintermedios, como si se hubierandesplazado en helicóptero? Por estosmotivos, considero más plausible lahipótesis de que se ha cometido un errorde datación en los yacimientos deMeadowcroft y Monte Verde. Lainterpretación según la cual los clovisfueron los primeros humanos que seasentaron en el Nuevo Mundo está bienfundada, a diferencia, en mi opinión, dela que postula la existencia depobladores más antiguos.

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El otro aspecto de la teoría de la guerrarelámpago de Martin, sujeto a una fuertecontroversia, es el supuesto exterminiode los grandes mamíferos comoresultado de los excesos de loscazadores. Imaginar cómo los cazadoresde la Edad de Piedra podían matar a unmamut ya es de por sí difícil, y aún lo esmucho más pensar que pudieronexterminar a todos los mamuts. Auncuando los cazadores tuvieran ladestreza necesaria para matar a unmamut, ¿por qué querrían hacerlo?¿Dónde están los esqueletos de todas laspresas cobradas?

Cuando nos colocamos debajo del

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esqueleto de un mamut en un museo, laposibilidad de atacar a esa bestiagigantesca y de enormes colmillosempuñando una lanza con la punta depiedra parece suicida. No obstante, losafricanos y los asiáticos de nuestros díascazan elefantes con armas no máscomplejas, por lo general actuando engrupo y empleando emboscadas ofuegos, pero en ocasionesindividualmente y con la única ayuda deuna lanza o una flecha envenenada. Estoscazadores de elefantes son torpesaficionados en comparación con loscazadores de mamuts de la época clovis,herederos de una experiencia de cazarcon armas de piedra que abarca

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centenares de milenios. Los artistas delos museos gustan de representar a loscazadores de las postrimerías de laEdad de Piedra como a salvajesdesnudos que arriesgan sus vidaslanzando rocas contra un mamutenfurecido, mientras uno o doscazadores yacen en el suelo aplastados.Es una idea absurda. Si las cacerías demamuts hubieran producido bajas entrelos humanos como norma, losexterminadores habrían sido los mamuts,y no los humanos. Una imagen másrealista es la de un grupo deprofesionales, vestidos con ropas deabrigo, alanceando a un mamutaterrorizado que se esconde en el

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estrecho cauce de un arroyo.Debe recordarse, asimismo, que los

grandes mamíferos del Nuevo Mundoprobablemente no habían visto a ningúnser humano antes de la llegada de losclovis, si en realidad estos fueron losprimeros colonizadores del NuevoMundo. Por la Antártida y las islasGalápagos, sabemos que los animalesque han evolucionado lejos de lapresencia humana son sumamentedóciles y confiados. Cuando estuve enlos aislados montes Foja, de NuevaGuinea, donde no hay pobladoshumanos, descubrí que los grandescanguros arborícolas eran tan mansosque me permitían acercarme hasta

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escasos metros de distancia. Esprobable que los grandes mamíferos delNuevo Mundo compartieran ese gradode inocencia y fueran eliminados antesde tener tiempo para desarrollar elmiedo hacia el hombre.

¿Pudieron los cazadores clovismatar a los mamuts a un ritmo tan rápidocomo para exterminarlos? Partamos denuevo de la premisa de que la densidadde población de los humanos, y tambiénla de los mamuts (en contraste con la delos elefantes del África actual), era de1,6 habitantes por kilómetro cuadrado, yque un cuarto de la población cloviseran cazadores adultos de sexomasculino, cada uno de los cuales

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mataba un mamut cada dos meses. Estosignifica que todos los años morían seismamuts por cada 6,5 kilómetroscuadrados, lo que supone que losmamuts deberían duplicar su poblaciónen menos de un año para no desaparecer.Ahora bien, los elefantes actuales sereproducen a un ritmo lento, y necesitanunos veinte años para duplicar supoblación, en tanto que son pocas lasespecies de grandes mamíferos que sereproducen al ritmo necesario paraduplicar su número en menos de tresaños. Así pues, es verosímil que loscazadores clovis exterminaran a losgrandes mamíferos de una zona en pocosaños y luego se trasladaran a otro lugar.

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Los arqueólogos que intentandocumentar esas matanzas estánbuscando una aguja en un pajar: loshuesos correspondientes a los mamutssacrificados en unos cuantos años entrelos huesos de los mamuts que perecieronpor causas naturales a lo largo decientos de miles de años. No es deextrañar que apenas hayan aparecidorestos de mamuts con puntas de lanzaclovis entre las costillas.

¿Por qué un cazador clovis querríacazar a un mamut cada dos meses,cuando un mamut de 2270 kilosproporciona a una familia de cuatromiembros 4,5 kilos de carne por personay día durante dos meses? Consumir 4,5

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kilos de carne al día parece puraglotonería, pero lo cierto es que seaproxima bastante a la ración diaria decarne consumida en la frontera deEstados Unidos en el siglo pasado. Eso,suponiendo que los cazadores clovisdieran cuenta de toda la carne delmamut. Sin embargo, para conservar lacarne durante dos meses habría quesecarla, ¿y quién se tomaría la molestiadé secar una tonelada de carne teniendola posibilidad de cazar otro mamut ycomer carne fresca? Tal como VaneeHaynes ha señalado, los mamuts de laépoca clovis solo fueron despiezadosparcialmente, lo que indica unautilización selectiva y derrochadora de

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la carne por parte de un pueblo quevivía en un territorio abundante en caza.Es probable que algunas de las caceríasno estuvieran orientadas a conseguircarne, sino marfil o pieles, osimplemente a exhibir las cualidades delos varones cazadores. En épocamoderna, las ballenas y las focas se hancazado para aprovechar el aceite y laspieles, y se ha dejado que la carne sepudriera. En las aldeas pescadoras deNueva Guinea he visto a menudograndes tiburones muertos a los que sololes habían cortado las aletas con objetode preparar una deliciosa sopa de aletade tiburón.

Todos conocemos demasiado bien

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las guerras relámpago en las que loscazadores europeos de los tiemposmodernos han llevado al bisonte, a laballena, a la foca y a otras muchasespecies al borde de la extinción. Losdescubrimientos arqueológicos no hamucho realizados en numerosas islasoceánicas han puesto de manifiesto queesas guerras relámpago eran lo habitualcuando los primeros cazadoresalcanzaban una tierra poblada poranimales que desconocían a loshumanos. Dado que la confrontaciónentre los humanos y los grandesanimales que los desconocían siempreha dado lugar a grandes extinciones,¿por qué no tendría que haber ocurrido

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lo mismo cuando los cazadores clovisllegaron al inexplorado Nuevo Mundo?

Este final, sin embargo, no sería lo queprevieron los primeros cazadoresllegados a Edmonton. Tras dejar lossuperpoblados y sobreexplotadosterritorios de Alaska y recorrer elpasillo libre de hielo, esos cazadoresvivirían un momento sobrecogedor alemerger en un paisaje recorrido pormanadas de mansos mamuts, camellos yotros animales. Frente a ellos, lasgrandes llanuras se extendían hasta elhorizonte. Al comenzar a explorarlas, notardarían en advertir (a diferencia deCristóbal Colón y los peregrinos de

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Plymouth) que estaban adentrándose enterritorios donde no había humanos yque eran los primeros en llegar a esasfértiles tierras. Aquellos peregrinos deEdmonton también tenían motivos paracelebrar el día de Acción de Gracias.

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19La segunda nube

Hasta los tiempos de nuestra generaciónnunca hubo fundamentos parapreocuparse por las posibilidades desupervivencia de la próxima generacióno por el tipo de planeta en el que lestocaría vivir. Nuestra generación es laprimera que se enfrenta a estas preguntassobre el futuro de nuestros hijos. Todoslos padres dedicamos buena parte denuestras vidas a enseñar a nuestros hijosa mantenerse y a relacionarse con otraspersonas, pero cada vez nos acosa más

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la duda de si nuestros esfuerzos no seránvanos.

Estas inquietudes están provocadaspor dos nubes que se ciernenamenazadoras sobre nuestras cabezas ycuyas consecuencias serían muysimilares pese a que a nuestros ojossean muy distintas. Una es el riesgo deun holocausto nuclear, que se manifestópor primera vez en la nube radiactiva deHiroshima. Nadie duda de la existenciade este riesgo, habida cuenta de laexistencia de enormes arsenalesnucleares y de las muestras de ineptitudque los políticos no han escatimado endemostrar a lo largo de toda la historia.Todos convenimos en que un holocausto

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nuclear sería un tremendo desastre queincluso podría aniquilar a toda lahumanidad. Este riesgo está en eltrasfondo de buena parte de losesfuerzos diplomáticos de nuestros días.El único punto de desacuerdo es cómoatenuarlo; por ejemplo, si el objetivodebe ser un desarme nuclear total oparcial, un equilibrio entre las potenciasnucleares o la superioridad de algunaspotencias sobre otras.

La otra nube que nos amenaza es elpeligro de un holocaustomedioambiental, una de cuyas causaspotenciales y frecuentementecomentadas es la paulatina extinción dela mayoría de las especies del mundo. A

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diferencia del consenso suscitado por elholocausto nuclear, casi nadie se ponede acuerdo sobre la realidad del peligrode una extinción en masa ni sobre lasconsecuencias perniciosas que podríaacarrear a la humanidad. Por ejemplo,una de las estimaciones citadas más amenudo afirma que los humanos hanprovocado un 1 por ciento de lasextinciones de especies de avesocurridas en el mundo en los últimossiglos. En un extremo, muchas personasresponsables —economistas y líderesempresariales, por lo general, perotambién algunos biólogos y numerososprofanos— creen que una pérdida del 1por ciento es irrelevante, aun cuando

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haya ocurrido en realidad. De hecho,esas personas argumentan que ese 1 porciento es una cifra inflada, que lamayoría de las especies carecen deinterés para los humanos y que unaextinción del 10 por ciento tampoco noscausaría el menor perjuicio. En elextremo opuesto, otras muchas personasresponsables —en especial, biólogosconservacionistas y un creciente númerode profanos que pertenecen amovimientos ecologistas— creen queese 1 por ciento subestima en mucho lascifras reales y que una extinción en masasocavaría la calidad de vida de loshumanos e incluso su viabilidad. Esevidente que determinar cuál de estas

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perspectivas se aproxima más a larealidad reviste gran interés para elfuturo de nuestros hijos.

Las amenazas de un holocaustonuclear y un holocausto ecológicoconstituyen los dos problemas másacuciantes a los que se enfrenta la razahumana en la actualidad. Comparadascon estos dos nubarrones, nuestrashabituales obsesiones con el cáncer, elsida y la dieta palidecen hasta lainsignificancia, ya que no amenazan lasupervivencia de la especie humana. Silos riesgos nuclear y ecológico nollegaran a materializarse, nos sobraríatiempo para resolver bagatelas como elcáncer. Si, por el contrario, no

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conseguimos impedir su consumación,resolver cuestiones como el cáncer nonos servirá de nada.

¿Cuántas son en realidad lasespecies que hemos exterminado loshumanos? ¿Cuántas es probable que seextingan durante la vida de nuestroshijos? ¿Qué importancia revisten esasextinciones? ¿Acaso los reyezueloscontribuyen a aumentar el productonacional bruto? ¿Es que desaparecermás pronto o más tarde no es el destinode todas las especies? ¿Es la alegadacrisis de la extinción en masa unafantasía histérica, un riesgo real para elfuturo o un fenómeno demostrado que yaestá en vías de consumación?

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Tres son los pasos necesarios paraobtener estimaciones realistas de lascifras sobre las que se desarrolla eldebate de la extinción en masa. Enprimer lugar, nos ocuparemos delnúmero de especies extinguidas en laépoca moderna (es decir, desde 1600).En segundo término, realizaremos unaestimación de las extinciones ocurridasantes de 1600.Y el tercer paso consistiráen intentar predecir el número deextinciones que se producirán durantenuestra vida, la de nuestros hijos y la denuestros nietos. Por último, nospreguntaremos cómo pueden afectarestas extinciones a la humanidad.

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El primer paso, consistente en calcularel número de especies que se hanextinguido en los tiempos modernos,parece sencillo a primera vista. Bastarácon elegir un grupo de plantas oanimales, contar en un catálogo elnúmero total de especies que incluye,tachar las que se sabe que se hanextinguido desde el 1600, y sumarlas.Como grupo con el que ensayar esteejercicio, los pájaros ofrecen la ventajade que son fáciles de ver e identificar, yde que hay verdaderas hordas deornitólogos aficionados dedicados a esalabor. En consecuencia, sabemos más deellos que de cualquier otro grupo de

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animales.En la actualidad existen

aproximadamente nueve mil especies deaves. Las especies previamentedesconocidas que se descubren todoslos años no son más que una o dos, porlo que puede considerarse que casitodas las aves del mundo han sidocatalogadas. El principal organismodedicado al estudio de las aves delmundo —el Consejo Internacional parala Conservación de las Aves (ICBP)—incluye ciento ocho especies, junto anumerosas subespecies, en el grupo deespecies extinguidas desde el año 1600.Todas estas extinciones fueronvirtualmente provocadas, de un modo u

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otro, por los humanos, sobre todo en losúltimos tiempos. La cifra de ciento ochoespecies representa aproximadamente el1 por ciento del número total deespecies de aves: nueve mil. De ahíprocede el 1 por ciento mencionadoanteriormente.

Antes de tomar como definitiva estacifra, intentaremos comprender cómo seha calculado. El ICBP decide catalogarcomo extinguida a una especie solodespués de que se haya rastreadodurante muchos años la zona dondehabitaba o a donde podría habersepropagado sin conseguir encontrarla. Enmuchos casos, las personas dedicadas ala observación de las aves han visto

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cómo una población se reducía hastasolo unos cuantos individuos y qué lesocurría a cada uno de ellos. Porejemplo, la última subespecie de avesque se extinguió en Estados Unidos fueel gorrión pardo costero, que habitabaen las marismas próximas a Titusville,Florida. A medida que su población sereducía como consecuencia de ladestrucción de su hábitat, las agenciasmedioambientales colocaron argollas alos escasos ejemplares supervivientespara poder identificarlosindividualmente. Cuando solo quedabanseis, los trasladaron a un centro conobjeto de protegerlos y criarlos encautividad. Por desgracia, ninguno

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sobrevivió; el último ejemplar, y con éltoda la subespecie, murió el 16 de juniode 1987.

En consecuencia, no cabe duda deque el gorrión pardo costero se haextinguido. Tampoco son dudosos loscasos de otras muchas subespecies y delas ciento ocho especies de avescatalogadas como extinguidas. La listacompleta de especies desaparecidas enAmérica del Norte desde elestablecimiento de los europeos es esta:el alca grande (1844), el cormorán delentes (1852), el pato del labrador(1875), la paloma viajera (1914) y elperiquito de Carolina (1918). El alcagrande también existía en Europa en

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otros tiempos, pero no se ha registradoninguna especie europea entre lasextinguidas desde el año 1600, pese aque algunas especies hayandesaparecido de Europa y solosobrevivan en otros continentes.

¿Qué decir de las especies de avesque no cumplen los rigurosos criteriosdel ICBP para que se las considereextinguidas? ¿Sabemos con certeza quetodavía existen? Cuando se trata de avesde América del Norte y Europa, larespuesta es «sí» en la mayoría de loscasos. Cientos de miles de fanáticosornitólogos aficionados controlan todasla especies de aves de estos continentesaño tras año. Cuantos menos ejemplares

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tenga una especie, más se redoblan losesfuerzos por encontrarla. Es imposibleque la extinción de cualquier especienorteamericana o europea haya pasadoinadvertida. En América del Norte soloexiste la incertidumbre en el caso de unaespecie: la reinita Bachman, que fueregistrado por última vez en 1977; peroel ICBP no ha perdido la esperanzadebido a observaciones no confirmadasde tiempos más recientes. (El pájarocarpintero de pico de marfil tambiénpuede haberse extinguido, pero lapoblación de América del Norte «solo»era una subespecie y en Cubasobreviven algunos individuos de otrassubespecies de este pico). Así pues, el

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número de especies de aves extinguidasen América del Norte desde 1600 sesitúa con seguridad entre cinco y seis.Salvo la reinita de Bachman, todas lasespecies pueden asignarse con certeza auna de estas dos categorías:«extinguidas» o «vivas». Del mismomodo, el número de especies de aveseuropeas extinguidas desde 1600 es una.

Por tanto, podemos dar unarespuesta exacta y certera a la preguntade cuántas especies de aves se hanextinguido en América del Norte yEuropa desde 1600. Si tuviéramos lamisma certidumbre con respecto a otrosgrupos de especies, habríamos dado elprimer paso en la dilucidación del

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debate sobre las extinciones en masa.Por desgracia, la situación no está tanclara cuando se trata de otros grupos deplantas y animales y de otras partes delmundo, y es especialmente equívoca enlos trópicos, precisamente donde habitala abrumadora mayoría de las especies.En los países tropicales hay, por logeneral, pocos o ningún ornitólogoaficionado y no se controla la presenciade las aves anualmente. Muchas zonastropicales no han sido sometidas aningún control desde que suscaracterísticas biológicas se estudiaronpor primera vez hace muchos años. Lasituación de numerosas especiestropicales se desconoce, puesto que

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nadie las ha vuelto a ver ni las habuscado desde que fueron descubiertas.Por ejemplo, entre las aves de NuevaGuinea que estudié, los pájarosmelífagos de Brass solo se conocen pordieciocho ejemplares cobrados en unacacería en una laguna del río Idenburgentre el 22 de marzo y el 29 de abril de1939. Como ningún científico ha vueltoa visitar la laguna, no sabemos cuál es lasituación actual de esta especie.

En el caso de este pájaro melífago,al menos se sabe dónde podríaencontrarse. Ahora bien, otras muchasespecies han sido descritas a partir deespecímenes recogidos porexpediciones del siglo pasado que solo

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proporcionaban vagas indicacionessobre el lugar donde se encontraron,como, por ejemplo, «América del Sur».¡Cómo enfrentarse a una investigacióncon esa indefinida pista para emprenderla búsqueda! Los cantos, la conducta ylos hábitats preferidos por ese tipo deespecies nos son desconocidos, por loque no sabemos ni dónde buscarlas nicómo identificarlas al verlas brevementeo escuchar sus cantos.

De tal suerte, la situación denumerosas especies tropicales no puedeclasificarse con seguridad en lacategoría de «extinguidas» ni en la de«vivas», sino simplemente en la de«desconocidas». Queda al azar decidir

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que alguna de estas especies acierte allamar la atención de algún ornitólogo,se convierta en objeto de una búsquedaespecífica y de ese modo pueda serreconocida como posiblementeextinguida.

Tomemos un ejemplo. Uno de misterritorios preferidos para estudiar lasaves de la zona tropical del Pacífico sonlas islas Salomón, las cuales son,asimismo, como recordarán losestadounidenses y japoneses de ciertaedad, el escenario donde sedesarrollaron algunas de las batallasmás encarnizadas de la Segunda GuerraMundial. (¿Recuerdan Guadalcanal,Henderson Field, el buque PT del

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presidente Kennedy y el TokioExpress?). El ICBP cataloga una de lasespecies de aves de las Salomón, lapaloma coronada de Meek, comoextinguida. Sin embargo, cuando tabulétodas las observaciones recientes de lasciento sesenta y cuatro especies de avesconocidas de las islas, advertí que doceno se habían visto desde 1953. Estoyconvencido de que algunas de ellas sehabrán extinguido, bien porque losisleños me contaron que las habíanexterminado los felinos, o bien porqueen otros tiempos eran muy abundantes yllamativas.

Doce especies posiblementeextinguidas no parecen muchas entre un

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total de ciento sesenta y cuatro. Noobstante, las Salomón han preservado suentorno mucho mejor que la mayoría delas zonas tropicales, puesto que estánrelativamente poco pobladas, cuentancon pocas especies de aves, no hanvivido un desarrollo económicoimportante y poseen amplias zonasforestales. Malaisia, que constituye unejemplo más prototípico de los trópicos,posee gran abundancia de especies y haperdido la mayor parte de las zonasforestales de las llanuras. Lasexploraciones biológicas hanidentificado doscientas sesenta y seisespecies de peces en los ríos querecorren sus selvas, pero en una

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investigación de cuatro años llevada acabo recientemente solo se lograronencontrar ciento veintidós de esasdoscientas sesenta y seis especies, esdecir, menos de la mitad. Las otrasciento cuarenta y cuatro especies depeces de agua dulce pueden haberseextinguido, haber disminuidonotablemente o haber quedadoconfinadas en áreas muy restringidas.Sea como sea, han llegado a esasituación sin que nadie lo advirtiera.

Malaisia ilustra adecuadamente lasituación de los trópicos en cuanto a lapresión que la población humana ejercesobre sus recursos naturales. Los pecesson un buen ejemplo del resto de las

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especies animales, a excepción de lasaves, por cuanto atraen la atención delos científicos de forma muyfragmentaria. Así pues, la estimaciónsegún la cual Malaisia ha perdido (ocasi perdido) la mitad de sus peces deagua dulce revela la situación en quepueden encontrarse las plantas, losinvertebrados y los vertebrados, salvolas aves, en buena parte del áreatropical.

Esa es una de las dificultades queentraña la estimación del número deextinciones ocurridas desde 1600: lasituación de esas especies nos esdesconocida. Mas las complicacionesno se detienen ahí. Hasta el momento

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hemos intentado calcular las extincionesentre las especies descubiertas ydescritas (nombradas), pero ¿podríanhaberse extinguido otras especies quenunca llegaron a describirse?

La respuesta es a todas lucesafirmativa, habida cuenta de que losprocedimientos de muestreo indican queen el mundo actual hay casi treintamillones de especies, mientras que nohan llegado a describirse ni siquiera dosmillones. Dos ejemplos servirán parailustrar la certidumbre de que algunasespecies se han extinguido antes de serdescritas. El botánico Alwyn Gentryestudió las plantas de una cordilleraaislada de Ecuador llamada Centinela y

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descubrió treinta y ocho especies quesolo existían allí. Al poco tiempo setalaron los bosques de la cordillera ytodas esas plantas perecieron. En la islacaribeña del Gran Caimán, el zoólogoFred Thompson descubrió dos nuevasespecies de caracoles de tierraconfinadas en los bosques de unacordillera de piedra caliza, donde pocosaños después se destruyeron los bosquescon objeto de urbanizar.

La casualidad quiso que Gentry yThompson estudiaran esas zonasmontañosas antes de que sus bosquesdesaparecieran y gracias a ellodisponemos de los nombres de lasespecies que allí se extinguieron. Ahora

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bien, la mayoría de las zonas tropicalesdonde se ponen en marcha proyectosurbanísticos no son estudiadas por losbiólogos previamente. En Centineladebieron de existir caracoles de tierra yen innumerables cordilleras tropicalesvivirían, sin duda, plantas y caracolesque fueron exterminados antes de quellegáramos a descubrirlos.

En pocas palabras, aunque en unprincipio parece que el problema dedeterminar el número de extincionesocurridas en la época moderna essencillo y que su resolución lleva acifras moderadas —por ejemplo, cincoo seis especies de aves entre Américadel Norte y Europa—, basta con

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reflexionar un poco para descubrir dosrazones que convierten las listaspublicadas de especies extinguidas encrasas subestimaciones. En primer lugar,por definición, las listas publicadas solotoman en consideración las especiesnombradas, aunque la gran mayoría delas especies (salvo las bien estudiadasaves) nunca han recibido un nombre. Ensegundo término, salvo en los casos deAmérica del Norte y Europa y de lasaves, las listas publicadas solo incluyenlas escasas especies identificadas queacertaron a llamar la atención de losbiólogos y cuya extinción fue de esemodo descubierta. Entre las restantesespecies en situación desconocida es

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muy posible que sean muchas las que sehan extinguido o estén al borde de laextinción, como, por ejemplo, alrededorde la mitad de los peces de agua dulcede Malasia.

Ahora pasaremos a la segunda fase deevaluación del debate sobre lasextinciones en masa. Hasta ahora,nuestras estimaciones se han referidoexclusivamente a las especiesexterminadas desde el año 1600, cuandola clasificación científica de lasespecies estaba en sus orígenes. Estosexterminios han ocurrido porque lapoblación mundial ha crecido, se haexpandido hasta zonas antes

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deshabitadas y ha inventado tecnologíascada vez más destructivas. ¿Son todosfenómenos nuevos surgidos súbitamenteen el 1600, después de varios millonesde historia de la humanidad? ¿Acaso nohubo exterminios antes de 1600?

La rotunda respuesta a estaspreguntas es negativa en el primer casoy afirmativa en el segundo. Hasta hacecincuenta mil años, los humanos tan solohabitaban África y las zonas más cálidasde Europa y Asia. Entre esas fechas y elaño 1600, nuestra especie protagonizóuna expansión geográfica a gran escala,que nos llevó a Australia y NuevaGuinea hace unos cincuenta mil años,después a Siberia y la mayor parte de

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América del Norte y del Sur, y porúltimo a las más remotas islas oceánicashacia 2000 a. C. Asimismo, se produjouna enorme expansión numérica de lapoblación mundial, que pasó de quizáunos cuantos millones de habitantes hacecincuenta mil años a alrededor de losquinientos millones en 1600. Por último,la capacidad destructiva de la especiehumana también se multiplicó con eldesarrollo de técnicas de caza mássofisticadas en los últimos cincuenta milaños, de la agricultura y de herramientasde piedra pulimentada en los últimosdiez mil años y de la metalurgia en losúltimos seis mil años.

En todas las zonas del mundo

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estudiadas por los paleontólogos quehan sido ocupadas por los humanos enlos últimos cincuenta mil años, se hanencontrado huellas de extincionesprehistóricas en masa que más o menoscoincidieron con la llegada de losprimeros humanos. En los dos capítulosanteriores se han descrito lasextinciones que tuvieron lugar enMadagascar, Nueva Zelanda, Polinesia,Australia, el Caribe, América de Norte ydel Sur y las islas mediterráneas. Desdeque descubrieron estas oleadas deextinciones prehistóricas asociadas a lallegada de los humanos, los científicosvienen debatiendo si los humanos fueronsu causa o si su llegada coincidió con la

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época en que los animales sucumbían afuertes cambios climáticos. En el casode las islas polinésicas, no puedenseguir albergándose dudas razonablessobre el hecho que, de un modo u otro,fue la llegada de los polinesios la queprovocó la oleada de extinciones. Lasextinciones de aves y la llegada de lospolinesios ocurrieron en un lapso deunos cuantos siglos durante los cuales nose produjeron variaciones climáticasnotables, y en los hornos de lospolinesios se han hallado miles dehuesos de moas. La coincidenciatemporal es, asimismo, convincente enel caso de Madagascar. Pero las causasde las extinciones más antiguas, y sobre

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todo las de Australia y América, aúnestán sujetas a debate.

Tal como se ha argumentado en elcapítulo anterior, la aplastante evidenciarelativa a América indicainequívocamente que los hu manostambién desempeñaron un papel crucialen las extinciones prehistóricas quetuvieron lugar allí. Siempre que loshumanos han colonizado una zona delplaneta anteriormente despoblada se hanproducido oleadas de extinciones, algoque no ocurría simultáneamente en otraszonas del mundo sometidas a los mismoscambios climáticos y que tampoco habíaocurrido antes en esa zona pese a que sehubieran dado modificaciones del clima

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similares.Por este motivo pongo en duda que

el clima fuera la causa. Cualquiera quehaya visitado la Antártida o lasGalápagos habrá podido comprobar lamansedumbre de sus animales, nohabituados a la presencia humana hastahace poco. Los fotógrafos aún puedenacercarse a esos animales inocentes talcomo en su día lo hacían los cazadores.Mi hipótesis es que los primeroscazadores de cualquier otra zona delmundo se acercarían sin problemas a losmansos mamuts y moas, mientras que lasratas que llegaron con ellos daríanbuena cuenta de los inocentes pájaros deHawai y otras islas.

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Pero no solo las especies de zonasno habitadas por los humanos fueronexterminadas con la llegada de loscazadores prehistóricos. En eltranscurso de los últimos veinte milaños también han tenido lugarextinciones en zonas pobladas por loshumanos desde tiempos remotos; enEurasia perecieron el rinocerontelanudo, el mamut y el ciervo gigante(«alce irlandés»), y en África, el búfalogigante, el alcelaphus gigante y elcaballo gigante, y es posible que estasgrandes bestias fueran aniquiladascuando los cazadores prehistóricos quelas perseguían desde hacía largo tiempomejoraron sus armas. Los grandes

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mamíferos de Eurasia y África yaestaban habituados a los humanos, perodesaparecieron por los dos mismosmotivos que el oso pardo de Californiay los osos, lobos y castores de GranBretaña que han sucumbido en tiemposrecientes, después de haber sufridocacerías durante milenios. Esos motivosson el aumento de la población humana yla mejora del armamento.

¿Es posible estimar, cuando menos,cuántas especies cayeron en esasextinciones prehistóricas? Nadie haintentado nunca calcular el número deplantas, invertebrados y lagartosexterminados como consecuencia de ladestrucción de los hábitats

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prehistóricos. Ahora bien, enprácticamente todas las islas oceánicasexploradas por los paleontólogos se handescubierto restos de especies de avesextinguidas recientemente. Mediante laextrapolación de esas conclusiones a lasislas que todavía no han sidoexploradas, puede calcularse quealrededor de dos mil especies de aves—una quinta parte de las aves existenteshace algunos milenios— se extinguieronen tiempos prehistóricos, estimación queno abarca las aves extinguidas en loscontinentes. Por lo que se refiere a losgéneros de grandes mamíferos,alrededor del 73, el 80 y el 86 porciento, respectivamente, se extinguieron

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en América del Norte, América del Sury Australia en los tiempos en que esastierras fueron colonizadas por loshumanos o en épocas posteriores.

La última fase de la evaluación deldebate sobre las extinciones en masaconsiste en predecir el futuro. ¿Hemossuperado el momento álgido de laoleada de extinciones o aún quedan máspor venir? Dos son los métodos paraabordar este tema.

Un método sencillo es razonar quelas especies extinguidas de mañanaserán algunas de las especies que hoyestán en peligro. ¿Cuántas de lasespecies existentes poseen poblaciones

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peligrosamente diezmadas? El ICBPestima que al menos mil seiscientassesenta y seis especies de aves están enpeligro o al borde de la extinción, esdecir, casi el 20 por ciento de las avessupervivientes del mundo. Esta cifra nohace justicia a la realidad debido alcriterio empleado por el ICBP tanto eneste caso como en el de las especies deaves extinguidas al que ya se ha aludido.Ambas cifras se basan exclusivamenteen las especies que han despertado elinterés de los científicos y no en unestudio de la situación en que se hallantodas las especies de aves.

El otro método de predecir el futuroes analizar los mecanismos mediante los

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cuales exterminamos a las especies. Elritmo de las extinciones provocadas porlos humanos probablemente seguiráacelerándose hasta que la poblaciónhumana y la tecnología detengan sucrecimiento, si bien en ninguno deambos casos hay signos que permitanpredecir un estancamiento. La poblaciónmundial que se ha multiplicado por diezal pasar de quinientos millones en 1600a más de cinco mil millones en laactualidad, sigue creciendo con una tasaanual de casi el 2 por ciento, y todos losdías salen a la luz nuevos avancestecnológicos con los que transformar laTierra y a sus habitantes. Losmecanismos a través de los cuales la

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creciente población extermina a lasespecies son básicamente cuatro:excesiva explotación cinegética,introducción de especies, destruccióndel hábitat y efectos de onda expansiva.A continuación veremos si estosmecanismos se han estancado.

Los excesos cinegéticos —cazar alos animales sin darles tiempo areproducirse— han sido el mecanismofundamental del exterminio de losgrandes animales, desde el mamut hastael oso pardo de California. (Este últimoaparece en la bandera de California, elestado donde habitaba, pero muchos demis paisanos no recuerdan que hace yamucho que exterminamos al símbolo de

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nuestro estado). ¿Hemos exterminado atodos los grandes animales a los quepodíamos exterminar? Evidentemente,no. Cuando el alarmante descenso de laspoblaciones de ballenas llevó a que seprohibiera su caza con propósitoscomerciales, Japón anunció su decisiónde triplicar las capturas de ballenas«por motivos científicos». Todos hemosvisto fotografías sobre la matanzaacelerada de elefantes y rinocerontesafricanos con objeto de despojarles delos colmillos de marfil y de los cuernos.Al actual ritmo de cambio no solo loselefantes y los rinocerontes, sino lamayoría de los grandes mamíferos deÁfrica y el sudeste de Asia se habrán

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extinguido fuera de las reservas y loszoológicos dentro de una o dos décadas.

El segundo mecanismo de exterminioes la introducción intencionada oaccidental de determinadas especies enzonas del mundo donde antes noexistían. Algunos ejemplos conocidos deespecies introducidas que hoy estánfirmemente establecidas en EstadosUnidos son las ratas de Noruega, losestorninos europeos, los gorgojos delalgodón y los hongos que producen lagraciosis del olmo holandés y la tinta delos castaños. Europa también haadquirido especies que fueronintroducidas en su día, como laerróneamente denominada rata de

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Noruega (que es originaria de Asia y node Noruega). Las especies trasladadasde una región a otra suelen exterminar aalgunas de las especies autóctonas, yamediante la caza o a través del contagiode enfermedades. Las víctimas carecende defensas, puesto que evolucionaronsin tener contacto con esas plagas. Loscastaños americanos han sidoprácticamente exterminados por unhongo asiático contra el cual loscastaños de Asia han desarrolladodefensas. Del mismo modo, las cabras ylas ratas han exterminado numerosasplantas y aves en las islas oceánicas.

¿Hemos propagado por el mundotodas las plagas que podían propagarse?

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Evidentemente, no; hay muchas islas sincabras ni ratas de Noruega, así comonumerosos insectos y enfermedades cuyaentrada pretende evitarse en muchospaíses mediante cuarentenas. ElDepartamento de Agricultura de EstadosUnidos se ha embarcado en grandes —aunque, al parecer, infructuosos—gastos con objeto de prevenir la entradade las abejas asesinas y de las moscasmediterráneas de la fruta. De hecho, loque quizá se convierta en la mayorextinción provocada por la introducciónde un depredador en tiempos modernosacaba de comenzar en el lago Victoria,en África, donde habitan cientos deextrañas especies de peces que no se

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dan en ningún otro lugar del mundo. Ungran pez depredador, llamado perca delNilo, que fue introducidointencionadamente en un equivocadointento de renovar la cría de peces, estáacabando con las singulares especiesdel lago.

La destrucción del hábitat es eltercer medio con el que los humanosexterminamos a otras especies. Lamayoría de las especies solo estánadaptadas a un tipo determinado dehábitat: los carriceros políglotas solohabitan en las marismas, y la dendroicade los pinos habita en los bosques depinos. Si se desecan las marismas o setalan los bosques, se eliminan todas las

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especies dependientes de esos hábitatscon tanta eficacia como si se disparasecontra cada uno de sus individuos. Porejemplo, cuando se talaron todas lasselvas de la isla de Cebú, en Filipinas,nueve de las diez especies únicas de laisla se extinguieron.

Cuando se trata de la destrucción delhábitat, lo peor aún está por venir,puesto que la entusiasta destrucción delas selvas trópica les, la mayor reservade especies del mundo, no ha hecho sinocomenzar. La riqueza biológica de lasselvas es legendaria; por ejemplo, másde mil quinientas especies deescarabajos viven en una sola especiede árboles de las selvas de Panamá. Las

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selvas tropicales cubren solo el 6 porciento de la superficie terrestre, peroalbergan a la mitad de las especies delmundo. Todas las zonas selváticascuentan con numerosísimas especiesúnicas. Por mencionar tan solo algunosdestrozos ocurridos en selvasexcepcionalmente ricas, citaré la tala dela selva brasileña de la costa atlántica yla de la zona selvática de las llanuras deMalaisia, que casi se han completado,así como los casos de Borneo yFilipinas, donde las talas afectarán a lamayor parte de su territorio durante lasdos próximas décadas. A mediados delsiglo XXI, es probable que no quedenotras zonas selváticas que las de algunas

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regiones del Zaire y la cuencaamazónica.

Todas las especies dependen de lasdemás a la hora de alimentarse y decrear su hábitat. Así pues, las especiesestán conectadas entre sí como las filasde fichas de un dominó que forman undibujo, y del mismo modo que derribaruna de las fichas produce la caída deotras muchas, así el exterminio de unaespecie puede llevar a la pérdida deotras, lo cual, a su vez, posiblementedesencadene nuevas extinciones. Estemecanismo de las extinciones, el cuartode nuestra lista, puede ser descrito comoun efecto de onda expansiva. Lanaturaleza está compuesta por tal

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número de especies, conectadas entre síde modos tan complejos, que esprácticamente imposible prever adondepuede conducir el efecto de ondaexpansiva de la extinción de una especieconcreta.

Por ejemplo, hace cincuenta añosnadie previo que la extinción de losgrandes depredadores (jaguares, pumasy águilas harpías) de la isla panameñade Barro Colorado llevaría a laextinción de los pequeños atrapamoscaso tiranos y a la transformacióngeneralizada drías especies de árbolesque componen la selva. Sin embargo, asífue porque los grandes predadores sealimentaban de los predadores de

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tamaño mediano, como los pecaríes, losmonos y los coatimundis, así como delos granívoros como el agutí y las pacas.Con la desaparición de los grandesdepredadores sobrevino una explosióndemográfica en las poblacionesdepredadoras de tamaño mediano, quese alimentaban de los atrapamoscas ysus huevos. Los granívoros de tamañomediano también se multiplicaron enabundancia, y dado que se alimentabande las semillas grandes de los árbolesque caían al suelo, impidieron lapropagación de esas especies yfomentaron la difusión de otras especiesrivales de árboles con semillas menores.El cambio en la composición de los

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bosques produjo, a su vez, uncrecimiento desmedido de laspoblaciones de ratones y ratas que sealimentan de semillas pequeñas y, enconsecuencia, de los halcones, búhos yocelotes que se alimentan de esospequeños roedores. De tal modo, laextinción de tres especies poco comunesde grandes depredadores desencadenóuna onda expansiva de cambios en todala comunidad vegetal y animal, incluidala extinción de otras muchas especies.

Es probable que a través de estoscuatro mecanismos —sobreexplotacióncinegética, introducción de especies,destrucción del hábitat y efectos de ondaexpansiva— más de la mitad de las

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especies existentes se hayan extinguidoo estén en peligro de extinción amediados del siglo próximo, cuando losniños nacidos este año lleguen a lossesenta años. Como tantos padres de hoydía, a menudo me pregunto cómodescribiré a mis hijos gemelos el mundoen el que crecí y que ellos no verán.Cuando sean lo bastante mayores paraacompañarme en mis viajes por NuevaGuinea, una de las reservas biológicasprincipales del mundo en la que hetrabajado durante los últimosveinticinco años, la mayoría de lasmontañas de la zona oriental de la islahabrán sido deforestadas.

Cuando sumamos las extinciones ya

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provocadas a las que estamos a punto decausar, se hace evidente que la oleadade extinciones actual está sobrepasandolos efectos de aquella colisión con unasteroide que hizo desaparecer a losdinosaurios. Los mamíferos, las plantasy numerosas especies diversassobrevivieron a esa colisiónprácticamente indemnes, en tanto que laoleada actual está afectando a toda lanaturaleza, desde las sanguijuelas y loslirios hasta los leones. Por tanto, nodebe pensarse que la alegada crisis deextinciones no es ni una fantasíahistérica ni una mera amenaza para elfuturo. Lo cierto es que es un fenómenoque se ha visto sometido a un proceso de

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aceleración en los últimos cincuenta milaños y que alcanzará los momentos de suculminación durante el tiempo de vidade nuestros hijos.

Para concluir, examinaremos dosargumentaciones que aceptan la realidadde la crisis de extinciones, a la vez quele restan importancia. En primer lugar,la idea de que las extinciones son, al finy al cabo, un proceso natural, de lo quese desprende que no hay quesobrevalorar sus riesgos.

Para rebatir la primera idea bastacon decir que la tasa actual deextinciones provocadas por el hombrees muy superior a la tasa natural. Si la

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estimación que considera que la mitaddel total mundial de treinta millones deespecies se extinguirán durante elpróximo siglo es correcta, las especiesestán extinguiéndose a un ritmo de unasciento cincuenta mil por año, odiecisiete por hora. Las nueve milespecies de aves del mundo estánextinguiéndose como mínimo a un ritmode dos por año. Ahora bien, encondiciones naturales, ese ritmo erainferior a una especie por siglo, lo queindica que se ha multiplicado al menospor doscientas. Restar importancia a lacrisis de las extinciones fundándose enque la extinción es un proceso naturalequivale a desdeñar el genocidio

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alegando que la muerte es el destinonatural de todos los humanos.

La segunda argumentación es muysimple y puede resumirse en la pregunta:¿qué más da? Nuestros hijos son los quenos preocupan, y no los escarabajos nilos caracoles; ¿a quién le importa quelleguen a extinguirse diez millones deespecies de escarabajos? La respuestatambién es muy sencilla. La existenciade los humanos, como la de todas lasespecies, depende de las demásespecies. Algunos ejemplos obvios sonque otras especies producen el oxígenoque respiramos, absorben el anhídridocarbónico que exhalamos, descomponennuestros desechos, nos sirven de

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alimento, mantienen la fertilidad de latierra y nos proporcionan madera ypapel.

¿No podríamos dedicarnos a laconservación de las especies que nosson útiles y dejar que las demás seextinguieran? Ciertamente no, puesto quelas especies que necesitamos dependena su vez de otras especies. Tal como losatrapamoscas de Panamá no podíananticipar su dependencia de losjaguares, tampoco nosotros podemosprever de qué fichas del dominóecológico podemos prescindir, dada lacomplejidad de sus relaciones. Reto acualquiera a que responda estas trespreguntas: ¿cuáles son las diez especies

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de árboles que producen la mayor partede la pulpa de papel que se procesa enel mundo? ¿Cuáles son las diez especiesde aves que destruyen la mayoría de losinsectos dañinos para esas diez especiesde árboles, las diez especies de insectosque polinizan la mayoría de sus flores ylas diez especies animales de las quedepende básicamente la difusión de sussemillas? ¿De qué especies dependen, asu vez, esas diez especies de aves,insectos y animales? El lector se habríaenfrentado a tres preguntas irresolublessi fuera el presidente de una empresapapelera y tuviera que resolver eldilema de prescindir de algunasespecies de árboles.

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A la hora de evaluar un proyectourbanístico que reportaría un millón dedólares y que tal vez exterminara a unascuantas especies, siempre resultatentador favorecer la ganancia segurasobre la incertidumbre del riesgo.Pensemos en una analogía. Imaginemosque alguien nos ofrece un millón dedólares a cambio del privilegio deextirparnos sin dolor 57 gramos denuestra valiosa carne. Esos gramos norepresentan más que la milésima partedel peso del cuerpo, por lo que nosquedaríamos con el 99,9 por ciento denuestro cuerpo, lo que no es unacantidad desdeñable. La cuestión noplantearía mayores problemas si esos 57

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gramos fueran de grasa y los extirparaun experto cirujano. Pero ¿qué ocurriríasi el cirujano extirpase la parte delcuerpo que le resultara más accesible,sin saber si era o no esencial? Elresultado podría ser que nosquedáramos sin uretra. Si planeáramosvender la mayor parte de nuestro cuerpo,tal como hoy estamos planeando venderla mayor parte de nuestros hábitatsnaturales, es indudable que en algúnmomento nos quedaríamos sin uretra.

A modo de conclusión, situaremos lacuestión en perspectiva comparando lasdos nubes amenazadoras que se ciernensobre nuestro futuro y a las que hemos

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aludido al comienzo del capítulo. Unholocausto nuclear tendría a todas lucesconsecuencias desastrosas, pero ni estáocurriendo en la actualidad ni es seguroque ocurra en el futuro. Un holocaustomedioambiental tendría, asimismo,terribles efectos, pero la diferencia esque ya está a medio consumar. Comenzóhace decenios de miles de años y hoydía está provocando mayores estragosque nunca, de hecho está acelerándose, yalcanzará su clímax dentro de unos cienaños si no lo controlamos. La únicaincertidumbre que queda es si eldesastre resultante se abatirá sobrenuestros hijos o sobre nuestros nietos, ysi nos decidiremos a adoptar desde

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ahora mismo las numerosas y obviasmedidas que pueden contrarrestar susefectos.

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Epílogo: ¿Nada aprendidoy todo olvidado?

Para concluir, recopilaremos los temastratados en esta obra trazando latrayectoria ascendente de la humanidaden los últimos tres millones de años, asícomo el incipiente proceso de inversiónde los avances conseguidos.

Las primeras indicaciones de quenuestros antepasados llegaran a destacarentre los animales son los burdísimosutensilios de piedra que comienzan aaparecer en África hace unos dosmillones y medio de años. La

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abundancia de utensilios indica queempezaban a desempeñar un papelsignificativo y habitual en el modo devida de los humanos. En contraste,nuestros parientes más próximos, loschimpancés pigmeos y los gorilas, noemplean herramientas, en tanto que loschimpancés comunes fabrican algúnutensilio rudimentario de vez en cuando,pero sin llegar a depender de ellos parasu supervivencia.

No obstante, esas burdasherramientas de los humanos nosupusieron un gran impulso para el éxitode nuestra especie. Durante un millón ymedio de años más, la raza humanasiguió confinada en los territorios

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africanos. Hace aproximadamente unmillón de años, los humanos logramosexpandirnos hacia las zonas templadasde Europa y Asia, y de ese modo nosconvertimos en la especie dechimpancés que ocupaba un territoriomás amplio, aunque todavía muchomenor que el poblado por los leones.Nuestras herramientas fueron mejorandoa un ritmo infinitamente lento, pasandode ser extremadamente rudimentarias aser muy rudimentarias. Hace cien milaños, los humanos, al menos los deEuropa y Asia occidental —losneanderthales—, utilizaban el fuegoregularmente. En otros aspectos, noobstante, continuábamos siendo una

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especie más entre los grandesmamíferos, pues aún no habíamosdesarrollado el menor indicio de arte,agricultura o de tecnología avanzada. Sedesconoce si ya habíamos desarrolladoel lenguaje, la drogadicción, losextraños hábitos sexuales que hoy noscaracterizan y nuestro peculiar ciclovital, pero dado que el hombre deNeanderthal rara vez sobrepasaba loscuarenta años, es posible que lamenopausia femenina aún no existiera.

La primera evidencia incontestablede un gran salto adelante en nuestraconducta aparece súbitamente en Europahace unos cuarenta mil años,coincidiendo con la llegada, a través de

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Oriente Próximo, del Homo sapiensafricano de características anatómicasmodernas. En ese momento, la sociedadhumana incorpora elementos como elarte, la tecnología basada enherramientas especializadas, lasdiferencias culturales entre distintoslugares geográficos y el desarrollo deinnovaciones culturales con eltranscurso del tiempo. Este saltoconductual sin duda debió de fraguarsefuera de Europa, y a un ritmo muyrápido, puesto que las poblaciones deHomo sapiens de característicasanatómicas desarrolladas que vivían enel África meridional hace cien mil añosseguían siendo, a juzgar por los

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desechos acumulados en las cuevasdonde habitaban, simples chimpancésascendidos de categoría. Cualquiera quefuese la causa del salto adelante, soloafectó a un mínimo porcentaje de nuestradotación genética, puesto que en laactualidad solo diferimos de loschimpancés en el 1,6 por ciento denuestros genes y la mayor parte de esadiferencia ya se había desarrolladomucho antes del acusado cambio de laconducta humana. La conjetura que seme antoja más acertada es que el saltoadelante fue desencadenado por elperfeccionamiento del lenguaje.

Aunque por lo general se cree que elhombre de Cromagnon fue el primer

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depositario de los rasgos más nobles dela humanidad, lo cierto es que tambiénle caracterizaban dos rasgos que estánen la raíz de nuestros problemasactuales: la proclividad a cometerasesinatos en masa y la tendencia adestruir el entorno. Aun antes de laépoca cromagnon, los fósiles de cráneosperforados con objetos punzantes o rotospara extraer la masa encefálicaatestiguan la existencia del asesinato yel canibalismo. La brusquedad de ladesaparición de los neanderthales tras lallegada de los cromagnones revela unperfeccionamiento de las técnicasaplicadas al genocidio. La eficacia delos humanos cuando se trata de destruir

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sus recursos básicos se pone demanifiesto en la extinción de casi todoslos animales australianos de grantamaño después de que los humanoscolonizaran Australia hace cincuenta milaños, y de algunos de los grandesmamíferos de Eurasia y África tras lamejora de la tecnología aplicada a lacaza. Si en otros sistemas solares lassemillas de la autodestrucción tambiénestuvieron tan ligadas al ascenso de lascivilizaciones avanzadas, no es deextrañar que no hayamos recibido lavisita de ningún platillo volante.

El ritmo del progreso se acelerócuando finalizó la última glaciación,hace unos diez mil años. Los humanos

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ocupamos el continente americano, a lavez que se producía una extinción enmasa de los grandes mamíferos de laque probablemente no fue ajena lainfluencia de los colonos. La agriculturasurgió poco después y, al cabo dealgunos milenios, los primeros textosescritos comienzan a documentar losavances de la creación tecnológica. Lostextos revelan, asimismo, que laadicción a las drogas ya era unfenómeno conocido y que el genocidiose había convertido en algo rutinario yadmirado. La destrucción del hábitatcomenzó a socavar los cimientos denumerosas sociedades, y los primeroscolonos polinesios y malgaches

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causaron el exterminio masivo de lasespecies de los territorios que habíanocupado. A partir del año 1492, laexpansión mundial de las sociedadeseuropeas alfabetizadas nos permiteestudiar en detalle los avances y lacaída de la humanidad.

En las últimas décadas hemosdesarrollado los medios necesarios paraenviar señales de radio a otras estrellasy también para hacer saltar la Tierra porlos aires: Si la humanidad escapa de esebrusco final, la explotación de buenaparte de la productividad del planeta, elexterminio de otras especies y los dañosmedioambientales no podrán seguir en laactual espiral de aceleración durante ni

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siquiera un siglo. Podría objetarse queal dirigir la mirada a nuestro alrededorno se observan signos inequívocos deque el clímax final de la historia de lahumanidad esté próximo. En realidad,esos signos se vuelven evidentes siobservamos y extrapolamos los datosobservados. El hambre, lacontaminación y la tecnologíadestructiva van en aumento, mientras quelas tierras cultivables, las reservas devida marina y otros productos naturales,y la capacidad del entorno paraabsorber la basura, están decreciendo.Una situación en la que un númerocreciente de personas con mayor poderse enfrentan por unos recursos cada vez

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más escasos tendrá que explotar poralgún lado.

¿Qué futuro podemos predecir?Tenemos sobrados motivos para el

pesimismo. Aun cuando la humanidadpereciese de golpe, los daños que hemosinfligido al entorno bastarían paragarantizar su degradación durante variasdécadas. Innumerables especiespertenecen a la categoría de los«muertos vivientes», por cuanto se hanvisto diezmadas hasta un punto en que larecuperación ya no es posible, auncuando todavía no hayan muerto todossus individuos. Pese a los múltiplesejemplos de comportamientos humanosautodestructivos que nos brinda el

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pasado, de los cuales deberíamosextraer alguna enseñanza, muchaspersonas, a las que no les faltanconocimientos para ser más sensatas,ponen en duda la necesidad de limitar elcrecimiento de la población y continúandegradando el medio ambiente. Otros sesuman al proceso destructivo movidospor el deseo egoísta de obtenerbeneficios o por simple ignorancia. Ymuchas otras personas están demasiadoinmersas en una lucha desesperada porla supervivencia como para permitirseel lujo de calibrar las consecuencias desus actos. Todos estos hechos parecenindicar que el avance de la destrucciónha cobrado un impulso imparable y que

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los propios humanos nos encontramosentre los muertos vivientes, abocados aun futuro tan poco prometedor como elde los otros dos chimpancés.

Esta perspectiva pesimista ha sidocondensada en una frase que ArthurWichmann, explorador y catedráticoholandés, escribió en 1912 en relación aotra problemática. Wichmann habíadedicado diez años de su vida a escribirun monumental tratado de tresvolúmenes sobre la historia de laexploración de Nueva Guinea. A lolargo de sus mil ciento noventa y ochopáginas evaluaba todas las fuentes deinformación sobre Nueva Guinea quepudo encontrar, desde los antiguos

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informes filtrados a través de Indonesiahasta las grandes expediciones delsiglo XIX y comienzos del XX. Ladesilusión fue apoderándose de él alobservar que los sucesivos exploradorescometían las mismas estupideces una yotra vez: enorgullecerse sin motivo porlogros sobrevalorados, negarse areconocer descuidos desastrosos,ignorar la experiencia de losexploradores que les habían precedido yde ese modo repetir los mismos errores,resultando todo ello en una larga historiade muertes y sufrimientos innecesarios.Al repasar esta historia, Wichmannpredijo que los futuros exploradoresincurrirían en los mismos errores. La

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amarga frase que cierra el últimovolumen de Wichmann es: «¡Nadaaprendido y todo olvidado!».

Pese a los numerosos motivos queavalarían una visión igualmente cínicadel futuro de la humanidad, mi opiniónes que nuestra situación no esdesesperada. Puesto que somos nosotrosmismos los que hemos creado nuestrosproblemas, de nosotros dependeresolverlos. Mientras que el lenguaje, elarte y la agricultura no son atributosrealmente exclusivos de la humanidad,la capacidad de aprender de laexperiencia de los miembros de nuestraespecie de lugares distantes o delpasado remoto sí es un rasgo singular de

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la humanidad. Entre los signosesperanzadores se cuentan numerosaspolíticas realistas que se discuten amenudo y cuyo objetivo es evitar eldesastre: limitar el crecimiento de lapoblación humana, conservar loshábitats naturales y adoptar otrasmedidas para salvaguardar el entorno.Numerosos gobiernos ya han empezadoa llevar a la práctica algunas de estasmedidas evidentes.

Por ejemplo, la concienciaciónsobre los problemas ambientales escada vez más general y los movimientosecológicos están ganando influenciapolítica. Ni los promotores urbanísticosganan todas las batallas, ni tampoco

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prevalecen siempre los argumentoseconómicos miopes. La tasa decrecimiento de la población hadescendido en muchos países en lasúltimas décadas. Aunque el genocidioaún no es cosa del pasado, la difusiónde las comunicaciones encierra un granpotencial para reducir la tradicionalxenofobia y para dificultar el empeño dever a los pueblos distantes como a seresinfrahumanos distintos de nosotros.Cuando las bombas A fueron arrojadassobre Hiroshima y Nagasaki yo teníasiete años, por lo que recuerdo bien lasensación del inminente riesgo de unholocausto nuclear que prevaleciódurante varias décadas. Pero ahora ha

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transcurrido casi medio siglo sin que sehaya vuelto a utilizar el armamentonuclear con fines militares. Desde el 9de agosto de 1945, el riesgo de unacatástrofe nuclear nunca había parecidotan remoto.

Mi visión personal estácondicionada por las experiencias quehe vivido desde 1979 como asesor delgobierno indonesio para el proyecto decreación de un sistema de reservasnaturales en la Nueva Guinea indonesia(la denominada provincia de Irían Jaya).Ciertamente, Indonesia no parece unlugar prometedor para confiar en eléxito de los proyectos encaminados apreservar nuestros maltrechos hábitats

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naturales. Ahora bien, sí constituye unbuen ejemplo de los problemas queafectan agudamente a los paísestropicales del Tercer Mundo. Con másde ciento ochenta millones de habitantes,Indonesia es el quinto país más pobladodel mundo, así como uno de los máspobres. La tasa de crecimiento de lapoblación es muy elevada, y casi lamitad de los habitantes tienen menos dequince años. Algunas provincias con unadensidad poblacional inusualmenteelevada están exportando sus excedentesde población a otras provincias menoshabitadas (como Irían Jaya). Allí noexisten grandes grupos de ornitólogosaficionados, ni tampoco movimientos

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ecologistas indígenas de amplia base. Elsistema de gobierno no es unademocracia en el sentido occidental deltérmino, y la corrupción invade todoslos terrenos. Las principales fuentes dedivisas del país son la explotación delos recursos petroleros y del gas natural,y la tala de las selvas vírgenes.

Por todos estos motivos, no puedeesperarse que la conservación de lasespecies y los hábitats constituya unaprioridad nacional. Debo reconocer quecuando visité Irían Jaya por primera vez,sentí un fuerte escepticismo con respectoa la efectividad de cualquier programaconservacionista, pero, afortunadamente,mi cinismo al estilo Wichmann demostró

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no estar fundado. Gracias al liderazgode un núcleo de indonesios convencidosde la importancia del conservacionismo,Irían Jaya posee hoy día un incipientesistema de reservas naturales que abarcael 20 por ciento de los territorios de laprovincia. Y esas reservas no existenúnicamente sobre el papel. A medidaque mi trabajo avanzaba, tuve la gratasorpresa de comprobar que se habíanabandonado algunas serrerías porqueentraban en conflicto con las reservasnaturales; que los guardas de losparques eran eficaces, y que algunosproyectos de desarrollo empresarialhabían sido prohibidos. Todas estasmedidas no fueron adoptadas por puro

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idealismo, sino como resultado de unapercepción analítica y correcta de losintereses del país. Si Indonesia puedehacerlo, también está al alcance de otrospaíses con obstáculos semejantes para elconservacionismo, y con mayor razón delos países más ricos con movimientosecologistas de bases más amplias.

No es necesario inventar nuevastecnologías para resolver nuestrosproblemas; basta con que más gobiernosadopten las medidas, pertinentes queotros países ya están llevando a lapráctica. Tampoco es cierto que elciudadano medio se vea impotente anteesta problemática. Las organizacionesciudadanas han contribuido a mejorar la

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situación de muchas especies en peligrode extinción; es el caso, entre otrosmuchos ejemplos, de la caza comercialde ballenas, de la importación dechimpancés que vivían en libertad y dela caza de grandes felinos con objeto deconfeccionar abrigos de pieles. Dehecho, en este campo las donacionesmás modestas realizadas por elciudadano medio pueden tener un granimpacto dada la exigüidad de lospresupuestos de las organizacionesconservacionistas. Por ejemplo, elpresupuesto conjunto de todos losproyectos de conservación de losprimates financiados por el FondoMundial para la Naturaleza solo

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asciende a unos cuantos cientos de milesde dólares. Mil dólares más abren laposibilidad de poner en marcha otroproyecto para proteger a algún mono,simio o lémur en peligro, que, de otromodo, sería ignorado.

Aun sabiendo que nos enfrentamos agraves problemas dé pronósticoincierto, albergo un cautelosooptimismo. Incluso la frase cínica con laque Wichmann concluía su obrademostró estar equivocada: desde lostiempos de Wichmann, los exploradoresde Nueva Guinea han aprendido delpasado y han evitado cometer losdesastrosos errores de sus predecesores.Las memorias del estadista Otto von

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Bismarck nos proporcionan un lema másadecuado para el futuro. Al reflexionarsobre el mundo que le rodeaba cuandosu larga vida tocaba a su fin, Bismarcktambién encontraba motivos para elcinismo. Con un intelecto despierto ydespués de haber trabajado en el centrode la política europea durante decenios,Bismarck había presenciado una largahistoria de errores repetidos einnecesarios tan deplorables como losque salpicaron la historia de lasprimeras exploraciones de NuevaGuinea. Sin embargo, Bismarck aúnpensaba que merecía la pena escribirsus memorias, extraer lecciones de lahistoria y dedicar su obra «a [mis] hijos

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y nietos por la comprensión del pasadoy como guía para el futuro».

Animado por el mismo espíritu,quiero dedicar este libro a mis dos hijospequeños y a su generación. Siaprendemos de la historia pasada queaquí se ha analizado, nuestro futuro aúnpodrá ser mejor que el de los otros doschimpancés.

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Apéndice

A LA LUZ DE LOS NUEVOSDESCUBRIMIENTOS

¿Se sostienen las conclusiones de milibro catorce años después de supublicación? Como es natural, desdeentonces no han cesado de acumularsenuevos descubrimientos. Voy a examinarlos descubrimientos realizados encuatros áreas: el origen del ser humano,la sexualidad, el surgimiento de lacivilización y el hundimiento de lacivilización.

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EL ORIGEN DEL SER HUMANO

La información disponible en el año1992, basada fundamentalmente en lasdiferencias moleculares entre lasproteínas y el ADN de los sereshumanos y los de los grandes simios,parecía indicar que los antecesores delos seres humanos habían divergido delos antecesores de «otros» chimpancésen África, entre seis y ocho millones deaños atrás. Toda la evidencia molecularobtenida desde 1992 ratifica estaconclusión. Y no solo eso, hoy díadisponemos de datos adicionales queapuntan hacia la misma conclusión;datos basados en los descubrimientos

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recientes de huesos fósiles deprotohumanos y protochimpancés quevivieron en una época cercana a lostiempos en que se produjo ladivergencia en cuestión.

Una vez que el linaje humano seseparó del linaje de los chimpancés enÁfrica, los humanos primitivos seexpandieron hacia Europa y Asia haceaproximadamente dos millones de años.(Ahora sabemos que esa expansión noocurrió hace un millón de años, laestimación que reflejé en mi libro en1992, sino antes). Con el tiempo, esoshumanos primitivos evolucionaron hacialos seres humanos modernos, quellegaron a reemplazarlos y han

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perdurado hasta la actualidad. ¿En quéconsistió ese «gran salto adelante» ydónde se produjo? En 1992, planteaba lahipótesis de que el motor del cambio fueel desarrollo de nuestra capacidad parautilizar el lenguaje moderno, basado enla gramática, mientras que otroscientíficos lo atribuían más bien a lasmodificaciones en las conexionesneuronales; actualmente seguimos sinsaber cuál de ambas respuestas es laverdadera, si es que alguna de las dos loes.

En cuanto al lugar donde se produjoel gran salto adelante, losdescubrimientos acumulados desde 1992confirman con creciente seguridad que

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el lugar fue África, como argumentabaen mi libro. Un avance reciente departicular relevancia ha sido laextracción y secuenciación del ADN deneanderthales, los humanos de la épocaglacial, que habitaron en Europa y Asiaoccidental durante varios centenares demiles de años hasta hace 30 000 años, ya los que se describe convencionalmentecomo el prototipo de los toscos«cavernícolas». Es posible que losneanderthales no fueran tan toscos comolos suelen pintar, pero en cualquier casosu ADN ha resultado ser muy distintodel de los seres humanos actuales, y nose asemeja más al de los europeosactuales que al de otros seres humanos

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de nuestros días. Esto parece indicarque los neanderthales de Europa noevolucionaron para convertirse en loseuropeos modernos, sino que fueronreemplazados por otra estirpe humanamoderna de algún otro lugar(probablemente África), sin que seprodujera entre ellos más que un mínimocruzamiento o ninguno en absoluto. Porlo que respecta a la evolución de losasiáticos de la época glacial, seguimossin saber en qué medida se cruzaron ofueron reemplazados por los humanosmodernos que se expandieron desdeÁfrica.

El descubrimiento reciente másasombroso sobre la evolución humana

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se realizó hace tan solo un año: son loshuesos fósiles de humanos primitivos detamaño minúsculo hallados en lasexcavaciones de la isla indonesia deFlores, situada cerca del extremooriental de la cadena de islas que seextiende desde la península malayahacia Australia pasando por Java y Bali.Flores es famosa entre los biólogosporque en ella habita el que esactualmente el lagarto más grande delmundo (el dragón de Komodo), y porqueen otros tiempos vivió en ella unaespecie de elefante enano. Ahora se hadescubierto que también habitaban allí,hasta hace no mucho tiempo, sereshumanos enanos de apenas noventa

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centímetros de altura, cuyo cerebro teníaun tamaño similar al de los chimpancés,siendo cuatro veces menor que elnuestro. Quienes han realizado estedescubrimiento argumentan que estosmicropigmeos estaban relacionados conel Homo erectus (el precursor humanoprimitivo, del que hasta ahora se habíacreído que fue sustituido por el Homosapiens hace centenares de miles deaños) en lugar de con el Homo sapiens(la especie humana moderna), ysobrevivieron durante decenas de milesde años después de la llegada del Homosapiens moderno a Indonesia. Estashipótesis son objeto de un acaloradodebate; algunos científicos opinan que

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los fósiles tal vez correspondansencillamente a humanos modernos quepadecían un enanismo patológico y no auna especie primitiva independiente. Yomás bien considero que los fósilesdemuestran la existencia de unoshumanos primitivos que, como loselefantes, evolucionaron paraconvertirse en enanos cuando llegaron aFlores, igual que los elefantes, ydespués fueron exterminadosrápidamente por la llegada de loshumanos modernos (pese a que se afirmeque coexistieron durante decenas demiles de años, lo cual dudo mucho). Encualquier caso, aún está por ver lo quenos desvelan futuros descubrimientos.

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Los fósiles de Flores dan testimonio depor qué es emocionante vivir en unaépoca de grandes avances científicos.

LA SEXUALIDAD

Cinco capítulos de El tercer chimpancé(del capítulo 3 al capítulo 7) estabandedicados al análisis de nuestrasexualidad y de otros rasgos de nuestrociclo vital, que difieren bastante de losde nuestros parientes más próximos, losgrandes simios, y tampoco coincidencon los de la mayoría de los mamíferos.Entre los rasgos que examiné en 1992,figuraban nuestro sistema de

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apareamiento más o menos monógamo olevemente polígamo, nuestra anatomíasexual, el enmascaramiento de laovulación, el adulterio, nuestra elecciónde marido y mujer y de compañerossexuales extramaritales, la selecciónsexual, el envejecimiento y lamenopausia.

Este análisis distaba mucho deagotar el interés que suscita la cuestióndel sexo y, por otra parte, en 1992 aúnno se comprendían diversos rasgos denuestra sexualidad. Por lo tanto, en 1997dediqué a la sexualidad humana un librocompleto, aunque breve, pues no llegabaa doscientas páginas. En esta obra,titulada ¿Por qué es divertido el sexo?,

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se examinaban bajo una nueva luz dosespinosos problemas sin resolver: el delenmascaramiento de la ovulación y el dela menopausia. Se planteaban, asimismo,otras cuestiones como la capacidadmasculina para amamantar (algunosmurciélagos frutícolas machos y algunoshombres segregan leche) y la función delos pechos de las mujeres, la barba delos hombres y el pene masculino dedimensiones relativamente excesivas encuanto reclamos sexuales.

Por sí solo, el título ¿Por qué esdivertido el sexo? Puede suscitar unarespuesta burlona: «¡Porque sienta muybien, so idiota! ¿Es usted un científicotan desconectado del mundo como para

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no saberlo?». Sé muy bien que lasrelaciones sexuales sientan bien; pero laverdadera incógnita es por qué loshumanos somos prácticamente losúnicos que hemos evolucionado de unaforma que nos lleva a disfrutar del sexoen los momentos inapropiados, cuandola mujer no es fértil (es decir, cuandoestá embarazada, en la posmenopausia oen la larga fase no ovulatoria del ciclomensual), mientras que los animalesdesarrollaron el buen sentido y laeconomía de tiempo y esfuerzo que leshace tener relaciones sexualesexclusivamente cuando la hembra estáovulando y tiene capacidad de serfecundada. Esta pregunta sobre la

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evolución de la sexualidad humana siguesiendo difícil de responder y ha dadolugar a teorías que se contradicen entresí. Al final de ese libro sobre el sexo demenos de doscientas páginas, me viobligado a llegar a la conclusión de queaún no sé por qué los seres humanospractican la relaciones sexuales solopara divertirse (es decir, por qué hanevolucionado para comportarse así), nipor qué el pene humano es (en relacióncon el tamaño del cuerpo masculino)cuatro veces mayor que el del gorila, locual parece un gran desperdicio deprotoplasma para los varones.

Sea como sea, los lectoresencontrarán muchas sorpresas

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fascinantes en la exploración de estasincógnitas sin resolver. No obstante,para evitar que el lector quededefraudado o nos acuse de haberleincitado a la lectura por mediosfraudulentos, debo aclarar que ¿Por quées divertido el sexo? Se centra en lascuestiones evolutivas y no proporcionauna guía práctica sobre nuevas posturaspara disfrutar más de las relacionessexuales. Precisamente porque unlibrero incurrió en ese malentendido, unamigo mío que estaba buscando el libroen una librería de Berkeley y no lograbadar con él en la sección de ciencia, alfinal lo descubrió en la sección delibros eróticos, donde no tenía que estar.

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EL AUGE DE LA CIVILIZACIÓN

Hasta hace trece mil años, todos losseres humanos que poblaban la Tierraeran cazadores recolectores, sealimentaban cazando animales salvajeso recogiendo plantas silvestres, para locual se valían de útiles de piedra,madera y hueso, vivían en bandas otribus en las que no existían la escriturani los políticos profesionales, y llevabanuna existencia nómada o seminómada.Hoy día, casi todos los habitantes delplaneta son granjeros o dependen de losgranjeros, se alimentan de los cultivos yde la cría de animales domésticos, enlos cuales se emplean herramientas

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metálicas, viven en sociedades estatalescon lenguaje escrito y dirigidas porpresidentes, reyes u otros líderespolíticos, y están instalados enviviendas permanentes. Las diferenciasacaecidas desde hace trece mil añoshasta ahora constituyen lo que podríadenominarse de una manera laxa «elsurgimiento de la civilización». ¿Porqué «surgió» repentinamente lacivilización tras siete millones de añosde existencia humana? ¿Por qué surgiócon mayor rapidez en unos lugares queen otros, de manera que, por ejemplo,cuando los europeos se asentaron enAustralia en 1788, todos los aborígenesseguían siendo cazadores-recolectores

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sin cultura escrita que utilizabanherramientas de piedra, mientras que enel creciente fértil del sudoeste de Asia,la agricultura, los útiles de metal y laescritura surgieron hace unos 10 500,7000 y 5400 años, respectivamente?¿Por qué fueron los europeos, en lugarde los aborígenes australianos, losindígenas americanos, los africanos olos chinos, los que conquistaron lamayor parte del resto del mundo?

Estas fascinantes e importantespreguntas ocupaban los capítulos 10,14y 15 de El tercer chimpancé. Enparticular, el capítulo 14, titulado «Unaconquista fortuita», examinaba unejemplo del choque de civilizaciones

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intercontinental: por qué los europeosconquistaron a los indígenasamericanos. Mi conclusión era que larespuesta nada tenía que ver con lasdiferencias biológicas (es decir, deinteligencia, como dan por sentado losracistas) entre los europeos y losindígenas americanos. Por el contrario,la respuesta dependía de la mayorvariedad y productividad de las plantasy animales salvajes domesticables quehabía en el creciente fértil de Eurasia encomparación con el Nuevo Mundo; ytambién con el eje este oeste de Eurasia,que facilitaba la propagación de lascosechas y el ganado por latitudes más omenos semejantes, a diferencia de lo que

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ocurría en América, donde el eje nortesur era un obstáculo para la difusión porzonas de latitudes diferentes.

La colisión entre Europa y Américano fue más que un elemento de lahistoria intercontinental. En otro libroposterior, Armas, gérmenes y acero,ampliaba al mundo entero ese análisisiniciado en el capítulo 14 de El tercerchimpancé. El impulso para hacergeneralizaciones a partir del caso deEuropa y América me vino en unmomento de inspiración. Cuandoacababa de concluir El tercerchimpancé, me invitaron a dar una seriede conferencias (las conferenciasTanner) en la Universidad de Utah, en

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mayo de 1992. Me pareció una buenaoportunidad para sumergirme (y hablarde) la historia del continente africano,que venía interesándome desde hacíamucho. En concreto, es un retocomprender la paradoja de por quéÁfrica no es hoy día el más poderoso delos continentes, sino el más pobre,teniendo en cuenta la enorme ventaja quelos pueblos africanos tuvieron sobre lospueblos de los otros continentes porhaber sido África la cuna de la especiehumana y, posteriormente, de los sereshumanos modernos.

El fin de semana anterior a la fechaen que debía impartir las conferencias,saqué un rimero de libros sobre África y

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me senté a leer. Al contemplar una y otravez el mapa de África, de pronto huboalgo que me llamó poderosamente laatención: «¡Dios mío! ¡África tambiéntiene un eje norte sur, igual queAmérica!». Es decir, en el mapaincluido en el capítulo 14 de El tercerchimpancé, ya había comparado el ejeeste oeste de Eurasia con el eje norte surde América. Pues bien, el eje de Áfricatambién tiene una orientación norte sur.Lo cual supone que, igual que América,África es mucho más larga de norte a surque de este a oeste. Este hechodesempeñó un papel clave en la historiaafricana, tal como lo habíadesempeñado en la historia de la

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América indígena. Los cultivos yanimales domésticos de origeneuroasiático que se introdujeron por elnorte de África, así como los de origenautóctono de la zona del Sahel, Etiopía yel África occidental tropical, sedifundieron con lentitud o no sedifundieron en absoluto hacia las zonasmeridionales por el eje norte sur deÁfrica. En consecuencia, las sociedadesagrícolas y ganaderas se desarrollaroncon mayor lentitud en el Áfricasubsahariana que en Eurasia, y no sedesarrollaron en absoluto en la zona declima mediterráneo del Áfricameridional (a excepción de los pastoreskhoisan, que no poseían agricultura).

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Más adelante comprendí que ladificultad de difusión de las cosechas yel ganado de norte a sur también fue unfactor que contribuyó a retardar laexpansión de la producción de alimentoshacia el sur en el subcontinente indio,así como a impedir que la producción dealimentos se difundiera desde NuevaGuinea hacia la Australia de losaborígenes, situada más al sur.

Vemos, pues, que la historia no essimplemente «un maldito hecho detrásde otro», como se quejan los pesimistas.En la historia existen algunas grandespautas. Lo que sucede es que no es fácildetectarlas. Dependen de la síntesis deconocimientos de muchas disciplinas

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diferentes, incluidas la conducta animal,la arqueología, la epidemiología, lagenética, la lingüística y la biologíamolecular. Por eso pasaron nueve añosdesde que bosquejé el material para elcapítulo 14 de El tercer chimpancé, ycinco años desde que se publicó el libroe impartí las conferencias Tanner, hastaque estuve en condiciones de publicarArmas, gérmenes y acero, dondeaplicaba mi hipótesis a todos loscontinentes.

EL DECLIVE DE LA CIVILIZACIÓN

Los últimos tres capítulos de El tercer

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chimpancé se ocupaban de los dañosmedioambientales provocados tanto porlas sociedades del pasado como por lasociedad actual y de sus consecuencias.Tal como me sucedió con los capítulosdedicados a la sexualidad y alsurgimiento de las civilizaciones, estosnuevos capítulos continuaron ocupandomis pensamientos después de 1992. Esome llevó a ampliar mi análisis en unlibro completo, Colapso. Por qué unassociedades perduran y otrasdesaparecen, publicado en 2004.

A casi todos nos fascina elromántico misterio que envuelve a losmonumentos y ciudades abandonadas decivilizaciones desaparecidas, que hoy

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han sido invadidos por la selva o yacenen el olvido en desiertos o regionesinhóspitas. Los descubrimientosrealizados por los arqueólogos en lasúltimas décadas han demostrado que losdaños medioambientales causadosinadvertidamente por los mismospueblos que erigieron esos monumentosy ciudades fue un factor que contribuyóen muchos casos a su hundimiento. Milibro Colapso empezó como un relato dealgunos de los antiguos casos deabandono más dramáticos: las famosasestatuas de piedra de la isla de Pascua,la isla Pitcairn antes de la llegada de losamotinados del navío británico Bounty,los rascacielos anasazi, las ciudades

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mayas, y las iglesias y la catedral depiedra de la Groenlandia colonizada porlos noruegos.

Luego me di cuenta de que no bastacon escribir un libro que trateexclusivamente de las civilizaciones quefracasaron. En otras partes del mundo —como Islandia, Japón y las tierras altasde Nueva Guinea— hubo civilizacionesque perduraron con éxito durante miles oincluso decenas de miles de años. ¿Porqué algunas sociedades logran resolverlos problemas que destruyen a otrassociedades?

Así pues, buena parte de Colapsotrata tanto sobre las historias de éxitoscomo sobre las de fracasos, y también

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de los motivos de que los resultadosfueran diferentes. Resulta que lassociedades actuales deben afrontartodos los tipos de problemasmedioambientales y de población queamenazaron a las sociedades delpasado, además de algunos problemasantropogénicos nuevos: el calentamientoglobal de la Tierra, los productosquímicos tóxicos y la reducción de lasfuentes de energía. Estos problemastienen efectos distintos en diferentespartes del mundo moderno, como yaindiqué en el último capítulo de Eltercer chimpancé y analicé de una formamás extensa en Colapso. El abanico deresultados examinados en esta última

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obra incluyen Ruanda y Haití, dos paísesdel Tercer Mundo donde se hanproducido consecuencias catastróficas;la República Dominicana, un paístercermundista que comparte con Haitíla isla de la Española y que, gracias auna política medioambiental muydistinta, ha creado una economíafloreciente y sostenible; China, la naciónmás populosa del mundo, cuyosproblemas medioambientales seconvierten en problemas para el mundoentero dadas las dimensiones del país yde su economía; Montana, aparentementeel estado más impecable del país másrico del mundo, pero que tras esafachada alberga toda la panoplia de

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problemas medioambientales y depoblación que afectan al resto delmundo, y Australia, el país del PrimerMundo con un entorno más frágil y conproblemas medioambientales másgraves, aunque también el país que estáconsiderando aplicar las soluciones másdrásticas a esos problemas.

En su momento dediqué El tercerchimpancé a mis hijos gemelos (queahora tienen dieciocho años) y a sugeneración, con la esperanza de quepudiéramos aprender del pasado conobjeto de construir para ellos un futuromejor. Al final de las 752 páginas deColapso, conservo un optimismocauteloso con respecto a esta esperanza

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de asegurarles un futuro mejor… perosolo si optamos por hacer un esfuerzo enesa dirección.

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Lecturas recomendadas

En este apartado sugerimos posibleslecturas para aquellos interesados enprofundizar en los diversos temastratados en este libro. Además de loslibros y artículos básicos, se haprocurado incluir referencias recientesque proporcionan listas exhaustivas dela bibliografía aparecida en los últimostiempos. El título de las revistas vaseguido por el número del volumen y,después del año de la publicación entreparéntesis, por los números de laspáginas donde comienza y termina elartículo en cuestión.

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1. La historia de los treschimpancés

La bibliografía dedicada a deducir lasrelaciones existentes entre los humanosy otros primates mediante el reloj delADN se compone de artículos técnicospublicados en revistas científicas. C. G.Sibley y J. E. Ahlquist presentan susestudios en tres artículos: «Thephylogeny of the hominoid primates, asindicated by DNA-DNA hybridization»,Jowrnal of Molecular Evolution, 20(1984), pp. 2-15; «DNA hybridizationevidence of hominoid phylogeny: resultsfrom an expanded data set», Journal of

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Molecular Evolution, 26 (1987),pp. 99-121, y C. G. Sibley, J. A.Comstock y J. E. Ahlquist, «DNAhybridization evidence of hominoidphylogeny: a reanalysis of the data»,Journal of Molecular Evolution, 30(1990), pp. 202-236. Los numerososestudios de Sibley y Ahlquist sobre elparentesco de las aves establecido através de la aplicación de lametodología del ADN están resumidosen dos libros: C. G. Sibley y J. E.Ahlquist, Phylogeny and Classificationof Birds, Yale University Press, NewHaven, 1990, y C. G. Sibley y B. L.Monroejr., Distribution and Taxonomyof the Birds of the World, Yale

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University Press, New Haven, 1990.Conclusiones similares sobre el

parentesco entre humanos y primates seobtuvieron mediante comparaciones deADN realizadas con un método diferente(denominado método del cloruro detetratilamonio) del método hidróxido deapatito empleado por Sibley y Ahlquist.Los resultados fueron descritos por A.Caccone y J. R. Powell en «DNAdivergence among hominoids»,Evolution, 43 (1989), pp. 925-942.Estos autores explican en otro artículocómo puede calcularse la similitud entrelos ADN a partir de la mezcla de suspuntos de fusión: A. Caccone, R. DeSalle y J. R. Powell, «Calibration of the

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changing thermal stability of DNAduplexes and degree of base pairmismatch», Journal of MolecularEvolution, 27 (1988), pp. 212-216.

Los dos artículos cuya referenciaacaba de facilitarse comparan todo elmaterial genético (ADN) de dosespecies mediante el punto de fusión desu mezcla, con objeto de obtener unamedida única del conjunto desemejanzas. Alternativamente, otrométodo mucho más trabajoso que ofreceresultados notablemente máspormenorizados sobre fraccionesminúsculas del ADN de cada especieconsiste en determinar la secuencia deunidades moleculares comprendida en

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esa porción de ADN. A continuación secitan cinco estudios, surgidos del mismolaboratorio, que aplican esametodología al estudio de las relacionesentre los humanos y los primates: M. M.Miyamoto et al., «Phylogenetic relationsof humans and African apes from DNAsequence in the globin región», Science,238 (1987), pp. 369-373; M. M.Miyamoto et al., «Molecular systematicsof higher primates: genealogicalrelations and classification»,Proceedings of the National Academyof Sciences, 85 (1988), pp. 7627-7631;M. Goodman et al., «Molecularphylogeny of the family of apes andhumans», Genome, 31 (1989), pp. 316-

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335; M. M. Miyamoto y M. Goodman,«DNA systematics and evolution ofprimates», Annual Reviews of Ecologyand Systematics, 21 (1990), pp. 197-220, y M. Goodman et al., «Primateevolution at the DNA level and aclassification of hominoids», Journal ofMolecular Evolution, 30 (1990), pp.260-266. El mismo principio se aplica alas relaciones entre los peces cíclidosdel lago Victoria en: A. Meyer et al.,«Monophyletic origin of Lake Victoriascichlid fishes suggested bymitochondrial DNA sequences», Nature,347 (1990), pp. 550-553.

Dos artículos critican enérgicamenteel reloj de ADN, en general, y la

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aplicación de esta metodología a larelación entre los humanos y losprimates realizada por Sibley yAhlquist; en concreto, son: J. Marks,C. W. Schmidt y V. M. Sarich, «DNAhybridization as a guide to phylogeny:relationships of the Hominoidea»,Journal of Human Evolution, 17(1988), pp. 769-786, y V. M. Sarich,C. W. Schmidt y J. Marks, «DNAhybridization as a guide to phylogeny: acritical analysis», Cladistics, 5 (1989),pp. 3-32. Desde mi punto de vista, lascríticas de Marks, Schmidt y Sarich hanobtenido una respuesta convincente. Laconcordancia de las conclusiones sobrela relación entre humanos y primates

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basadas en las mediciones realizadaspor Sibley y Ahlquist con el reloj deADN, con las mediciones realizadas porCaccone y Powell con el reloj de ADN,y con las obtenidas mediante lassecuencias de ADN confirma lacorrección de estos resultados.

En dos números de la Journal ofMolecular Evolution se han publicadootros artículos sobre el reloj de ADN,junto a algunos de los citados másarriba: volumen 30, números 3 y 5(1990).

2. El gran salto adelante

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Entre la abundante bibliografía dedicadaa la evolución humana, quiero destacaruno de los libros recientementepublicados que me ha servido de granayuda: Richard Klein, The HumanCareer, University of Chicago Press,Chicago, 1989. Otras obras de interés,ilustradas y menos técnicas, son: RogerLewin, In the Age of Mankind,Smithsonian Books, Washington, D. C.,1988, y Brian Fagan, The Journey fromEdén, Thames and Hudson, Nueva York,1990.

Dos obras técnicas de autoríamúltiple sobre la evolución humanareciente han sido compiladas por FredH. Smith y Frank Spencer, The Origins

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of Modern Humans, Liss, Nueva York,1984, y por Paul Mellars y ChrisStringer, The Human Revolution:Behavíoural and BiologicalPerspectives on the Origins of ModernHumans, Edinburgh University Press,Edimburgo, 1989. Entre los artículosrecientes sobre la datación y lageografía de la evolución humanapueden citarse: C. B. Stringer y P.Andrews, «Genetic and fossil evidencefor the origin of modern humans»,Science, 239 (1989), pp. 1263-1268; H.Valladas et al, «Thermoluminescencedating of Mousterian “proto-Cro-Magnon” remains from Israel and theorigin of modern man», Nature, 331

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(1988), pp. 614-616; C. B. Stringer etal, «ESR dates for the hominid burialsite of Es Skhul in Israel», Nature, 338(1989), pp. 756-758; J. L. Bischoff etal., «Abrupt Mousterian-Aurignacianboundaries at c. 40 ka bp: accelerator14C dates from l’Arbreda Cave(Catalunya, Spain)». Journal ofArcheological Science, 16 (1989), pp.563-576;V. Cabrera-Valdés y J.Bischoff, «Accelerator 14C dates forEarly Upper Paleolithic (BasalAurignacian) at.

El Castillo Cave (Spain)», Journalof Archeological Science, 16 (1989),pp. 577-584; E. L. Simons, «Humanorigins», Science, 245 (1989), pp. 1343-

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1350, y R. Grün et al., «ESR datingevidence for early modern humans atBorder Cave in South Africa», Nature,344 (1990), pp. 537-539.

Tres obras profusa y bellamenteilustradas con muestras del arte de laépoca glacial son: Randall White, DarkCaves, Bright Visions, MuseoAmericano de Historia Natural, NuevaYork, 1986; Mario Ruspoli,LascauxiThe Final Photographs,Abrams, Nueva York, 1987, y Paul G.Bahn y Jean Vertut, Images of the IceAge, Facts on File, Nueva York, 1988.

Matthew H. Nitecki y Doris V.Nitecki, The Evolution of HumanHunting, Plenum Press, Nueva York,

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1986, incluye una serie de capítulos dediversos autores sobre este tema.

La cuestión de si los neanderthalesrealmente enterraban a sus muertos sedebate en un artículo de R. H. Gargett,«Grave shortcomings: the evidence forNeanderthal burial», y en las réplicas aeste artículo publicadas en CurrentAnthropology, 30 (1989), pp. 157-190.

Tres fuentes que servirán de accesoa la bibliografía sobre las cuestionesrelacionadas con la anatomía del tractovocal humano y la capacidad parahablar de los neanderthales son: un obrade Philip Lieberman, The Bíology andEvolution of Language, HarvardUniversity Press, Cambridge, Mass.,

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1984; otra de E. S. Crelin, The HumanVocal Tract, Vantage Press, Nueva York,1987, y un artículo de B. Arensburg etal., «A Middle Palaeolithic human hyoidbone», Nature, 338 (1989), pp. 758-760.

3. La evolución de lasexualidad humana

4. La ciencia del adulterio

Dos libros indispensables para losinteresados en el enfoque evolutivo de

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la conducta en general (incluida laconducta reproductora) son: E. O.Wilson, Sociobiology, HarvardUniversity Press, Cambridge, Mass.,1975, y John Alcock, Animal Behavior,4.a ed., Sinauer, Sunderland, 1989.

Entre las obras destacadasconsagradas a la evolución de laconducta sexual se cuentan: DonaldSymons, The Evolution of HumanSexuality, Oxford University Press,Oxford, 1979; R. D. Alexander,Darwinism and Human Affairs,University of Washington Press, Seattle,1979; Napoleón A. Chagnon y WilliamIrons, Evolutionary Biology and HumanSocial Behavior, Duxbury Press, North

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Scituate, Mass., 1979;Tim Halliday,Sexual Strategtes, University ofChicago Press, Chicago, 1980; GlenHausfater y Sarah Hrdy, Infanticie,Aldine, Hawthorne, N. Y., 1980; SarahHrdy, The Woman That Never Evolved,Harvard University Press, Cambridge,Mass., 1981; Nancy Tanner, OnBecoming Human, CambridgeUniversity Press, Nueva York, 1981;Francés Dahlberg, Woman the Gatherer,Yale University Press, New Haven,1981; Martin Daly y Margo Wilson, Sex,Evolution, and Behavior, Willard GrantPress, Boston, 1983; Bettyann Kevles,Females of the Species, HarvardUniversity Press, Cambridge, Mass.,

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1986, y Hanny Lightfoot-Klein,Prisoners of Ritual: An Odyssey intoFemale Genital Circumcision in Africa,Harrington Park Press, Binghamton,1981.

Entre los libros que se ocupanespecíficamente de la biologíareproductiva de los primates puedencitarse los siguientes: C. E. Graham,Reproductive Biology of the GreatApes, Academic Press, Nueva York,1981; B. B. Smuts et al., PrimateSocieties, University of Chicago Press,Chicago, 1986; Jane Goodall, TheeChimpanzees of Gombe, HarvardUniversity Press, Cambridge, Mass.,1986; Toshisada Nishida, The

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Chimpanzees of the Mahale Mountains,Sexual and Life History Strategies,Servicio de Publicaciones de laUniversidad de Tokio, Tokio, 1990, yTakayoshi Kano, The Last Ape: PygmyChimpanzee Behavior and Ecology,Stanford University Press, Stanford,1991.

Entre los artículos sobre laevolución de la fisiología y la conductasexual pueden citarse los siguientes:R. V. Short, «The evolution of humanreproduction», Proceedings of theRoyal Society (London), serie B 195(1976), pp. 3-24; R. V. Short, «Sexualselection and its component parts,somatic and genetical selection, as

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illustrated by man and the great apes»,Advances in the Study of Behavior, 9(1979), pp. 131-158; N. Burley, «Theevolution of concealed ovulation»,American Naturalist, 114 (1979), pp.835-858; A. H. Harcourt et al, «Testisweight, body weight, and breedingsystem in primates», Nature, 293(1981), pp. 55-57; R. D. Martin y R. M.May, «Outward signs of breeding»,Nature, 293 (1981), pp. 7-9; M. Daly yM. I. Wilson, «Whom are newbornbabies said to resemble?», Ethologyand Sociobiology, 3 (1982), pp. 69-78;M. Daly, M. Wilson y S. J. Weghorst,«Male sexual jealousy», Ethology andSociobiology, 3 (1982), pp. 11-27;A. F.

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Dixson, «Observations on the evolutionand behavioral significance of “sexualskin” in female primates», Advances inthe Study of Behavior, 13 (1983), pp.63-106; S. J. Andelman, «Evolution ofconcealed ovulation in vervet monkeys(Cercopithecus aethiops)», AmericanNaturalist, 129 (1987), pp. 785-799, yP. H. Harvey y R. M. May, «Out for thesperm count», Nature, 337 (1989), pp.508-509.

En el capítulo 4 se examinandiversos ejemplos ilustrativos de cómolos pájaros combinan las relacionessexuales extramaritales con la aparentemonogamia. Los ejemplospormenorizados de esos estudios se

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encuentran en los artículos de D. WMock, «Display repertoire shifts andextra-marital courtship in herons»,Behaviour, 69 (1979), pp. 57-71; P.Mineau y E Cooke, «Rape in the lessersnow goose», Behaviour, 70 (1979),pp. 280-291; D. F. Werschel, «Nestingecology of the Little Blue Heron:promiscuous behavior», Condor, 84(1982), pp. 381-384; M. A. Fitch yG. W. Shuart, «Requirements for arnixed reproductive strategy in avianspecies», American Naturalist, 124(1984), pp. 116-126, y R. Alatalo et al.,«Extra-pair copulations and mateguarding in the polyterrial piedflycatcher, Ficedula hypoleuca»,

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Behaviour, 101 (1987), pp. 1139-155.

5. La elección de la pareja yde los compañeros sexuales

Este tema, como es natural, ha dadoorigen a numerosos estudios científicos.Entre los artículos ilustrativos de labibliografía sobre la elección de lapareja entre los humanos se cuentan lossiguientes: E. Walster et al, «Importanceof physical attractiveness in datingbehavior», Journal of Personality andSocial Psychology, 4 (1966), pp. 508-516; J. N. Spuhler, «Assortative mating

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with respect to physical characteristics»,Eugenios Quarterly, 15 (1968),pp. 128-140; E. Berscheid y K. Dion,«Physical attractiveness and datingchoice: a test of the matchinghypothesis», Journal of ExperimentalSocial Psychology, 7 (1971), pp. 173-189; S. G. Vandenberg, «Assortativemating, or who marries whom?»,Behavior Genetics, 2 (1972), pp. 127-157; G. E. De Young y B. Fleischer,«Motivational and personality traitrelationships in mate selection»,Behavior Genetics, 6 (1976), pp. 1-6; E.Crognier, «Assortative rnating forphysical features in an Africanpopulation from Chad», Journal of

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Human Evolution, 6 (1977), pp. 105-114; P. N. Bentler y M. D. Newcomb,«Longitudinal study of marital successand failure», Journal of Consulting andClinical Psychology, 46 (1978), pp.1053-1070; R. C. Johnson et al.,«Secular change in degree of assortativernating for ability?», Behavior Genetics,10 (1980), pp. 1-8; W. E. Nance et al,«A model for the analysis of mateselection in the marriages of twins»,Acta Geneticae MedicaeGemellologiae, 29 (1980), pp. 91-101;D. Thiessen y B. Gregg, «Humanassortative mating and geneticequilibrium: an evolutionaryperspective», Ethology and

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Sociobiology, 1 (1980), pp. 111-140; D.M. Buss, «Human mate selection»,American Scientist, 73 (1985), pp. 47-51; A. C. Heath y L. J. Eaves,«Resolving the effects of phenotype andsocial background on mate selection»,Behavior Genetics, 15 (1985), pp. 75-90, y A. C. Heath et al., «No decline inassortative mating for educationallevel», Behavior Genetics, 15 (1985),pp. 349-369.También es pertinente ellibro de B. I. Murstein, Who Will MarryWhom? Theories and Research inMarital Choice, Springer, Nueva York,1976.

La bibliografía sobre la selección dela pareja entre los animales es al menos

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tan amplia como la referida a loshumanos. Un buen punto de partida es ellibro compilado por Patrick Bateson,Mate Choice, Cambridge UniversityPress, Cambridge, Mass., 1983. Lospropios estudios de Bateson sobre lacodorniz japonesa están resumidos en elcapítulo 11 de la obra, así como en susartículos «Sexual imprinting and optimaloutbreeding», Nature, 273 (1978),pp. 659-660, y «Preferences for cousinsin Japanese quail», Nature, 295 (1982),pp. 236-237. Los estudios sobre ratonesy ratas que durante su infancia aprendena preferir el olor de sus madres o padreshan sido descritos por T. J. Fillion yE. M. Blass, «Infantile experience with

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suckling odors determines adult sexualbehavior in male rats», Science, 231(1986), pp. 729-731, y por B. D’Udine yE. Alleva, «Early experience and sexualpreferences in rodents», páginas 311-327 de la obra compilada porPatrick Bateson ya citada.

Por último, otras obras al respectose citan en las lecturas recomendadas enlos capítulos 3, 4, 6 y 11.

6. La selección sexual y elorigen de las razas humanas

La obra clásica de Darwin sigue

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constituyendo una buena introducción altema de la selección natural: CharlesDarwin, On the Origin of Species byMeans of Natural Selection, or thePreservation of Favored Races in theStrugglefor Life John Murray, Londres,1859, (hay trad. cast.: El origen de lasespecies, edición de Jaume Josa,traducción de Antonio de Zulueta,Madrid, Espasa-Calpe, 1987). Una obramás actual de gran valor es: Ernst Mayr,Animal Species and Evolution, HarvardUniversity Press, Cambridge, Mass.,1963.

Tres libros de Carleton S. Coondescriben las variaciones geográficas dela especie humana, las comparan con las

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variaciones geográficas del clima eintentan explicar la variabilidad racialde los humanos términos de la selecciónnatural: The Origin of Races, Knopf,Nueva York, 1962; The Living Races ofMan, Knopf, Nueva York, 1965, yRacial Adaptations, Nelson-Hall,Chicago, 1982. Otras obras destacablesson: Stanley M. Garn, Human Races, 2.aed., Thomas, Springfield, 111., 1965, enespecial el capítulo 5; K. F. Dyer, TheBiology of Racial Integration,Scientechnica, Bristol, 1974, en especiallos capítulos 2 y 3, y A. S. Boughey,Man and the Environment, 2.a ed.,Macmillan, Nueva York, 1975.

La variación geográfica del color de

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la piel humana es explicada en funciónde la selección natural en diversasinterpretaciones como las de W. F.Loomis, «Skin-pigment regulation ofvitamin-D biosynthesis in man»,Science, 157 (1967), pp. 501-506;Vernon Riley, Pigmentation,Appleton-Century-Crofts, Nueva York,1972, en especial el capítulo 2; R. F.Branda y J. W. Eaton, «Skin color andnutrient photolysis: an evolutionaryhypothesis», Science, 201 (1978),pp. 625-626; P. J. Byard, «Quantitativegenetics of human skin color», Yearbookof Physical Anthropology, 24 (1981),pp. 123-137, y W. J. Hamilton III, Life’sColor Code, McGraw-Hill, Nueva York,

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1983. La variabilidad geográfica de loshumanos se interpreta como unarespuesta al frío en G. M. Brown y J.Page, «The effect of chronic exposure tocoid on temperature and blood flow ofthe hand», Journal of AppliedPhysiology, 5 (1952), pp. 221-227, y enT. Adams y B. G. Covino, «Racialvariations to a standarized coid stress»,Journal of Applied Physiology, 12(1958), pp. 9-12.

Como en el caso de la selecciónnatural, la obra del propio Darwin sigueconstituyendo una buena introducción altema de la selección sexual: CharlesDarwin, The Descent of Man f andSelection in Relation to Sex, John

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Murray, Londres, 1871. Las lecturasrecomendadas en el capítulo 5 apropósito de la selección dél compañeroentre los animales también sonpertinentes en este capítulo. MalteAndersson describe sus experimentossobre la reacción de las viudas hembrasante los machos con colasartificialmente acortadas o alargadas enel artículo «Female choice selects forextreme tail lenght in a widowbird»,Nature, 299 (1982), pp. 818-820. Alrespecto de la selección de la parejaentre los gansos blancos, azules y rosas,hay tres artículos interesantes: F. Cookey C. M. McNally, «Mate selection ancolour preferences in Lesser Snow

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Geese», Behaviour, 53 (1975), pp. 151-170; F. Cooke et al., «Assortativemating in Lesser Snow Geese (Ansercaerulescens)», Behavior Genetics, 6(1976), pp. 127-140, y F. Cooke y J. C.Davies, «Assortative mating, matechoice, and reproductive fitnes in SnowGeese», páginas 279-295 en la obra yacitada Mate Choice, de Patrick Bateson.

7. ¿Por qué envejecemos ymorimos?

George Williams ha presentado unateoría evolutiva del envejecimiento en

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un artículo que se ha convertido en unclásico: «Pleitropy, natural selection,and the evolution of senescence»,Evolution, 11 (1957), pp. 398-411.Otros artículos en los que se aplicanenfoques evolutivos son: G. Bell,«Evolutionary and no-nevolutionarytheories of senescence», AmericanNaturalist, 124 (1984), pp. 600-603; E.Beutler, «Planned obsolescence inhumans and in other biosystems»,Perspectives in Biology and Medicine,29 (1986), pp. 175-179; R. J. Goss,«Why mammals don’t regenérate or dothey?», News in Physiological Sciences,2 (1987), pp. 112-115; L. D. Mueller,«Evolution of accelerated senescence in

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laboratory populations of Drosophila»,Proceedings of the National Academyof Sciences, 84 (1987), pp. 974-1977, yT. B. Kirkwood, «The nature and causesof ageing», páginas 193-206 en el librocompilado por D. Eyered y J. Whelan,Research and the Ageing Population,Hohn Wiley, Chichester, 1988.

Dos libros que ilustran el enfoquefisiológico (causas próximas) delenvejecimiento son: R. L. Walford, TheImmunologic Theory of Aging,Munksgaard, Copenhague, 1969, yMacFarlane Burnett, IntrinsicMutagenesis: A Genetic Approach toAgeing, John Wiley, NuevaYork, 1974.

A modo de ejemplos de la

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bibliografía sobre las reparaciones ysustituciones biológicas, pueden citarselos siguientes artículos: R. W. Young,«Biological renewal: applications to theeye», Transactions of theOpthalmological Societies of theUnited Kingdom, 102 (1982), pp. 42-55; A. Bernstein et al, «Genetic damage,mutation, and the evolution of sex»,Science, 229 (1985), pp. 1277-1281; J.E Dice, «Molecular determinants ofprotein half-lives in eukaryotic cells»,Federation of American Societies forExperimental Biology fournal, 1(1987), pp. 34-357; P. C. Hanawalt, «Onthe role of DNA damage and repairprocesses in aging: evidence for and

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against», páginas 183-198 en la obracompilada por H. R. Warner et al,Modem Biological Tlteories of Aging,Raven Press, University Press, 1987, yM. Radman y R. Wagner, «The highfidelity of DNA duplication», ScientificAmerican, 259, n.º 2 (agosto de 1988),pp. 40-46.

Aunque todos los lectorescomprobarán en sus propios cuerpos losefectos de la edad, tres artículos quedescriben los crueles hechos en relacióncon tres sistemas son: R. L. Doty et al,«Smell identification ability: changeswith age», Science, 226 (1984),pp. 1441-1443; J. Menken et al, «Agesand infertility», Science, 233 (1986),

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pp. 1389-1394, y R. Katzman, «Normalaging and the brain», News inPhysiological Sciences, 3 (1988),pp. 197-200.

«The Adventure of the CreepingMan» («La aventura del hombretrepador») se encontrará en TheComplete Sherlock Holmes, de ArthurConan Doyle, Doubleday, Nueva York,1960. Al lector convencido de que losintentos de rejuvenecer medianteinyecciones hormonales no son sino unafantasía de Doyle, le recomiendo lalectura de un caso real: David Hamilton,The Monkey Gland Affair, Chatto yWindus, Londres, 1986.

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8. Puentes tendidos hacia ellenguaje humano

How Monkeys See the World, Universityof Chicago Press, Chicago, 1990, deDorothy Cheney y Robert Seyfarth, no essolo una amena descripción de lascomunicaciones verbales de los monosvervet, sino también una buenaintroducción a los estudios sobre cómolos animales en general se comunicanentre sí y ven el mundo.

Derek Bickerton ha descrito susestudios sobre la criollización y superspectiva acerca de los orígenes dellenguaje humano en dos libros y varios

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artículos. Los libros son Roots ofLanguage, Karoma Press, Ann Arbor,1981, y Language and Species,University of Chicago Press, Chicago,1990. Entre los artículos se cuentan:«Creóle languages», ScientificAmerican, 249, n.º 11 (1983), pp. 116-122; «The language bioprogramhypothesis», Behavioral and BrainSciences, 7 (1984), pp. 173-221, y«Creóle languages and the bioprogram»,Linguistics: The Cambridge Survey,vol. 2, pp. 267-284, compilado por E. J.Newmeyer, Cambridge University Press,Cambridge, 1988. En el segundo deestos artículos y después del tercero seincluyen contribuciones de otros autores

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cuya visión no concuerda con la deBickerton.

Pidgin and Creóle Languages, deRobert A. Hall Jr., Cornell UniversityPress, Ithaca, 1966, es una obra másantigua sobre el tema. La mejorintroducción al neomelanesio es la obrade F. Mihalic, The Jacaranda Diary andGrammar of Melanesian Pidgin,Jacaranda Press, Milton, Queensland,1971, y Melanesian Pidgin and theOceanic Substrate, de Roger Keesing,Stanford University Press, Stanford,1988, explora la historia delneomelanesio.

Entre los numerosos e influyenteslibros de lingüística escritos por Noam

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Chomsky pueden citarse: Language andMina, Harcourt Brace, Nueva York,1968, y Knowledge of Language: ItsNature, Origin, and Use, Praeger,Nueva York, 1985.

Asimismo, encierran interés lasreferencias a algunas áreas relacionadasmencionadas brevemente en el capítulo8. La obra de Susan Curtiss, Genie: aPsycholinguistic Study of a Modern-Day «Wild Child» (Academic Press,Nueva York, 1977), relata una historiaque es a la vez un patético dramahumano y un pormenorizado estudiosobre una niña a la que las patologías desus padres aislaron del lenguaje y delcontacto con los humanos hasta los trece

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años. Entre las descripciones recientesde los esfuerzos por enseñar acomunicarse con métodos semejantes allenguaje a los simios en cautividad seincluyen: Carolyn Ristau y DonaldRobbin, «Language and the great apes: acritical review», Advances in the Studyof Behavior, vol. 12, pp. 141-255,compilado por J. S. Rosenblatt et al,Academic Press, Nueva York, 1982;E. S. Savage-Rumbaugh, Ape Language.From Conditioned Response to Symbol,Columbia University Press, Nueva York,1986, y «Symbols: their communicativeuse, comprehension, and combination bybonobos (Pan paniscus)», de E. S.Savage-Rumbaugh et al, en Advances in

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Infancy Research, vol. 6, pp. 221-278,compilado por Carolyn Rovee-Collier yLewis Lipsit, Ablex PublishingCorporation, Norwood, N. J., 1990.Para comenzar a introducirse en laamplia bibliografía sobre el aprendizajedel lenguaje en la infancia se puederecurrir a los siguientes textos: elcapítulo de Melissa Bowerman«Language Development», en Handbookof Cross-cultural Psychology:Developmental Psychology, vol. 4, pp.93-185, compilado por Harvey Triandisy Alastair Heron, Allyn y Bacon,Boston, 1981; Eric Wanner y LilaGleitman, Language Adquisition: TheState of the Art, Cambridge University

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Press, Cambridge, 1982; Slobin, TheCrosslinguistic Study of LanguageAcquisition, vols. 1 y 2, LawrenceErlbaum Associates, Hillsdale, N. J.,1985, y Frank S. Kessel, TheDevelopment of Language andLanguage Researchers: Essays inHonor of Roger Brown, LawrenceErlbaum Associates, Hillsdale, N. J.,1988.

9. Orígenes del arte en elmundo animal

La obra que describe el arte de los

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elefantes y lo ilustra con fotografías delos artistas y sus obras se debe a DavidGucwa y James Ehmann, To Whom ItMay Concern: An Investigación of theArt of Elephants, Norton, Nueva York,1985. Una descripción similar del artede los simios se encuentra en DesmondMorris, The Biology of Art, Knopf,Nueva York, 1962. Asimismo, el temadel arte de los animales es tratado porThomas Sebeok en The Play ofMusement, Indiana University Press,Bloomington, 1981.

Hay dos libros con estupendasilustraciones sobre los tilonorrincos ylas aves del paraíso, que incluyenfotografías de sus enramadas: E. T.

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Gilliard, Birds of Paradise and BoiverBirds, Natural History Press, GardenCity, N. Y., 1969, y W. T. Cooper y J. M.Forshaw, The Birds of Paradise andBower Birds, Collins, Sidney, 1977. Unadescripción técnica más reciente es lade mi artículo «Biology of birds ofparadise and bowerbirds», AnnualReviews of Ecology and Systematics, 17(1986), pp. 17-37. Asimismo, hepublicado dos estudios sobre lasespecies de tilonorrincos que construyenenramadas más complejas: «Bowerbuilding and decoration by thebowerbird Amhlyornis inornatus»,Ethology, 74 (1987), pp. 177-204, y«Experimental study of bower

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decoration by the bowerbird Amhlyornisinornatus, using colored poker chips»,American Naturalist, 131 (1988), pp.631-653. Gerald Borgia demostró consus experimentos que las tilonorrincoshembras realmente aprecian ladecoración que los machos colocan ensus construcciones, y lo cuenta en suartículo: «Bower quality, number ofdecorations and mating success of malesatin bowerbirds (Ptilonorhyncusviolaceus): an experimental analysis»,Animal Behaviour, 33 (1985), pp. 266-271. Las aves del paraíso, de hábitos encierto modo semejantes, son descritaspor S. G. y M. A. Pruett-Jones en «Theuse of court objects by Lawes’ Parotia»,

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Condor, 90 (1988), pp. 538-545.

10. Los ambivalentesbeneficios de la agricultura

Las consecuencias para la salud de lasustitución de la caza por la agriculturahan recibido un tratamientopormenorizado en una obra compiladapor Mark Cohén y George Armelagos,Paleopathology at the Origins ofAgriculture, Academic Press, Orlando,1984, y en The Paleolithic Prescription,Harper & Row, Nueva York, 1988, deS. Boyd Eaton, Marjorie Shostak y

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Melvin Konner. La vida de loscazadores-recolectores de todo elmundo se resume en una obra compiladapor Richard B. Lee e Irven Devor, Manthe Hunter, Aldine, Chicago, 1968. Elsistema de trabajo de los cazadores-recolectores, comparado en algunoscasos con el de los agricultores, seestudia en la obra citada anteriormente yen el libro de Richard Lee, The ¡KungSan!, Cambridge University Press,Cambridge, Mass., 1979, y en lossiguientes artículos: K, Hawkes et al,«Aché at the settlement: contrastsbetween farming and foraging», HumanEcology, 15 (1987), pp. 133-161; K.Hawkes et al., «Hardworking Hadza

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grandmothers», pp. 341-366, enComparative Socioecology of Mammalsand Man, compilado por V. Standen y R.Foley, Blackwell, Londres, 1987, y K.Hill y A. M. Hurtado, «Hunter-gatherersof the New World», American Scientist,77 (1989), pp. 437-443. La lentaexpansión de los agricultores a través deEuropa es descrita por Albert J.Ammerman y L. L. Cavalli-Sforza enThe Neolithíc Transition and theGenetics of Populations in Europe,Princeton University Press, Princeton,1984.

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11. ¿Por qué fumamos,bebemos y utilizamos drogaspeligrosas?

Amotz Zahavi explica su teoría delhandicap en dos artículos: «Mateselection a selection for a handicap»,Journal of Theoretical Biology, 53(1975), pp. 205-214, y «The cost ofhonesty (further remarks on the handicapprincipie)», Journal ofTheoreticalBiology, 67 (1977), pp. 603-605. Otrosdos modelos muy conocidos sobre eldesarrollo de las preferencias sexualesentre los animales son el modelo de larunaway selection y el modelo de truth

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in advertising. El primero ha sidodesarrollado por R. A. Fisher en TheGenetical Theory of Natural Selection,Clarendon Press, Oxford, 1930, y elsegundo en un artículo de A. Kodric-Brown y J. H. Brown titulado «Truth inadvertising: the kinds of traits favoredby sexual selection», AmericanNaturalist, 14 (1984), pp. 309-323. Losdiversos modelos son evaluados porMark Kirpatrick y Michael Ryan en«The evolution of mating preferencesand the paradox of the lek», Nature, 350(1991), pp. 33-38. Melvin Konnerdesarrolla otra perspectiva sobre laconducta arriesgada entre los humanosen el capítulo «Why reckless survive»

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en su libro del mismo título, Viking,Nueva York, 1990. Al respecto de lautilización de enemas por losamerindios, véase la descripción sobreel descubrimiento de vasijas mayas paraadministrarlos realizada por Peter Fursty Michael Coe en el artículo «Ritualenemas», Natural History Magazine, 86(marzo de 1977) pp. 88-91. La obra deJohannes Wilbert Tobacco andShamanism in South America, YaleUniversity Press, New Haven, 1987, yThe Maya Vase Book, 2. vols., de JustinKerr, Kerr Associates, Nueva York,1989 y 1990, con ilustraciones de lasvasijas mayas para administrar enemas yun análisis detallado de una de ellas en

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las páginas 349-361 del volumen 2.Asimismo, son pertinentes lasnumerosas lecturas sobre la selecciónsexual y de la pareja recomendadas enlos capítulos 5 y 6.

12. Solos en un universosuperpoblado

I. S. Shklovskii y Carl Sagan fueronpioneros en la presentación de cálculosque indicaban la existencia de vidaextraterrestre inteligente: IntelligentLife in the Universe, Holden-Day, SanFrancisco, 1966 (hay trad. cast.: Vida

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inteligente en el universo, traducción deValentí Bueno Company, Barcelona,Reverte, 1985). Las argumentaciones enpro y en contra, así como lo que eldescubrimiento de seres extraterrestressupondría para la humanidad,constituyen el tema del libroExtraterrestrials: Science and AlienIntelligence, compilado por E. RegisJr., Cambridge University Press,Cambridge, Mass., 1985.

13. Los últimos primeroscontactos

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First Contad, de Bob Connolly y RobinAnderson. Viking Penguin, Nueva York,1987, describe el primer contacto en lasmontañas de Nueva Guinea desde elpunto de vista de los blancos y de losnativos que allí se encontraron. La citade la página 299 está tomada de esaobra. Otros estudios apasionantes sobrelos primeros contactos y las condicionesprevias al contacto son: DonRichardson, Peace Child, Regal Books,Ventura, 1974, sobre el pueblo sawi delsudoeste de Nueva Guinea, y NapoleónA. Chagnon, Yanomamo, The FiercePeople, 3.a ed., Holt, Rinehart yWinston, Nueva York, 1983, sobre losindios yanomamos de Venezuela y

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Brasil. New Guinea: The LastUnknown, de Gavin Souter, Angus yRobertson, Londres, 1963, es unavaliosa obra sobre la historia de lasexploraciones de Nueva Guinea. Loslíderes de la tercera expediciónArchbold describen su entrada en elGrand Valley del río Balinr en elinforme de Richard Archbold et al.,«Results of the Archbold Expedition»,Bulletin of the American Museum ofNatural History, 79 (1992),pp. 197-288. A la pluma de algunos de losprimeros exploradores que intentaronpenetrar en las montañas de NuevaGuinea debemos estos dos relatos: A. F. R. Wollaston, Pygmies and

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Papuans, Smith Eider, Londres, 1912, yA. S. Meek, A Naturalist in CannibalLatid, Fisher Unwin, Londres, 1913.

14. Una conquista fortuita

Entre las obras que versan sobre ladomesticación de plantas y animales ysu relación con el desarrollo de lacivilización pueden citarse: C. D.Darlington, The Evolution of Man andSociety, Simón and Schuster, NuevaYork, 1969; Peter J. Ucko y G. W.Dimbleby, The Domestication andExplotation of Plañís and Animáis,

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Aldine, Chicago, 1969;Erich Isaac,Geography of Domestication, Prentice-Hall, Englewood Cliffs, 1970, y DavidR. Harris y Gordon C. Hillman,Foraging and Farming, Unwin Hyman,Londres, 1989.

Las referencias relativas a ladomesticación de los animales incluyen:S. Bokonyi, History of DomesticMammals in Central and EasternEurope, Akademiai, Budapest, 1974; S. J. M. Davis y F. R. Valla, «Evidencefor domestication of the dog 12,000years ago in the Natufian of Israel»,Nature, 276 (1978), pp. 608-610; JulietClutton-Brock, «Man-made dogs»,Science, 197 (1977), pp. 1340-1342, y

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Domesticated Animáis from EarlyTimes, Museo Británico de HistoriaNatural, Londres, 1981; AndrewSherratt, «Plough and pastoralism:aspects of the secondary producísrevolution», pp. 261-305 en la obracompilada por Ian Hodder et al.,Pattern of the Past, CambridgeUniversity Press, Cambridge, 1981;Stanley J. Olsen, Origins of theDomestic Dog, University of ArizonaPress, Tucson, 1985; E. S. Wing,«Domestication of Andean mammals»,páginas 246-264 de la obra compiladapor F. Vuilleumier y M. Monasterio,High Altitude Tropical Biogeography,Oxford University Press, Nueva York,

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1986; Simón N. J. Davis, TheArchaeology of Animáis, YaleUniversity Press, New Haven, 1987;Dennis C. Turner y Patrick Bateson, TheDomestic Cat: The Biology of ItsBehavior, Cambridge University Press,Cambridge, 1988, y Wolf Herre yManfred Rohrs, Haustiere-zoologischgesehen, 2.a ed., Fischer, Stuttgart,1990.

La domesticación del caballo y susimportantes consecuencias son el temade los siguientes libros: Frank G. Row,The Indian and the Horse, University ofOklahoma Press, Norman, 1955; RobinLaw, The Horse in West AfricanHistory, Oxford University Press,

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Oxford, 1980, y Matthew J. Kust, Manand Horse in History, Plutarch Press,Alexandria, Va., 1983. El desarrollo devehículos de ruedas, incluidos loscarros de combate, se traía en las obrasde M. A. Littauer y J. H. Crouwel,Wheeled Vehicles and Ridden Animáisin the Ancient Near East, Brill, Leiden,1979, y de Stuart Piggott, The EarliestWheeled Transport, Tharnes andHudson, Londres, 1983. EdwardShaughnessy describe la llegada delcaballo y el carro de combate a China enel artículo «Historical perspectives onthe introduction of the chariot intoChina», Harvard Journal of AsiaticStudies, 48 (1988), pp. 189-237.

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Los interesados en una descripcióngeneral de la domesticación de lasplantas pueden consultar Kent V.Flannery, «The origins of agriculture»,Annual Reviera of Anthropology, 2(1973), pp. 271-310; Charles B. Heiser,Jr., Seed to Civilization, nueva edición,Harvard University Press, Cambridge,Mass., 1990, y Of Plañís and Peoples,University of Oklahoma Press, Norman,1985; David Rindos, The Origins ofAgriculture: An EvolutionaryPerspective, Academic Press, NuevaYork, 1984, y Hugh H. litis, «Maizeevolution and agricultural origins»,páginas 195-213 en la obra compiladapor T. R. Soderstrom et al., Grass

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Systematics and Evolution, SmithsonianInstitution Press, Washington, D. C.,1987. Estos y otros artículos de litis sonuna estimulante fuente de ideas sobre eldiferente grado de dificultad queentrañaba la domesticación de loscereales en el Viejo y el Nuevo Mundo.

El tema específico de ladomesticación de las plantas en el ViejoMundo es tratado por Jane Renfrew enPalaeoethnobotany, ColumbiaUniversity Press, Nueva York, 1973, ypor Daniel Zohary y Mana Hopf enDomestication of Plants in the OldWorld, Clarendon Press, Oxford, 1988.Entre los estudios equivalentes relativosal Nuevo Mundo se cuentan: Richard S.

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Mac-Neish, «The food-gathering andincipient agricultural stage of prehistoricMiddle America», páginas 413-426 enla obra compilada por Robert Wauchopey Robert C. West, Elandbook of MiddleAmerican Indians, vol. 1: NaturalEnvironment and Early Cultures,University of Texas Press, Austin, 1964;P. C. Mangelsdorf et al., «Origins ofagriculture in Middle America», páginas427-445 de la obra citada de Wauchopey West; D. Ugent, «The potato», Science,170 (1970), pp. 1161-1166; C. B.Heiser, Jr., «Origins of some cultivatedNew World plants», Annual Reviews ofEcology and Systematics, 10 (1979),pp. 309-326; H. H. litis, «From teosinte

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to maize: the catastrophic secualdismutation», Science, 222 (1983), pp.886-894; William F. Keegan, EmergentHorticultural Economies of the EasternWoodlands, Southern Illinois University,Carbondale, 1987, y B. D. Smith,«Origins of agriculture in eastern NorthAmerica», Science, 246 (1989), pp.1566-1571. Tres obras pioneras señalanla asimétrica propagación de lasenfermedades, las plagas y las malashierbas en los distintos continentes:William H. McNeill, Plagues andPeoples, Anchor Press, Garden City, N.Y., 1976; Alfred W. Crosby, TheColumbian Exchange: Biological andCultural Consequences of 1492,

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Greenwood Press, Westport, 1972, yEcological Imperialista: TheBiological Expansión of Europe, 900-1900, Cambridge University Press,Cambridge, 1986.

15. Caballos, hititas y unpoco de historia

Dos libros recientes, estimulantes y biendocumentados en los que se resume elproblema indoeuropeo se deben a ColinRenfrew, Archaeology and Language,Cambridge University Press,Cambridge, 1987, y a J. P. Mallory, In

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Search of the Indo-Europeans, Thamesand Hudson, Londres, 1989. Por losmotivos explicados en el capítulo 15,estoy de acuerdo con las conclusionesde Mallory y en desacuerdo con las deRenfrew en lo referente al momento ylugar aproximados en que se originó elprotoindoeuropeo.

Indo-European and Indo-Europeans, de George Cardona et al.,University of Pennsylvania Press,Filadelfia, 1970, es una obra general yde varios autores, más antigua, perotodavía útil. La revista titulada (¿cómosi no?) The Journal of Indo-EuropeanStudies recoge buena parte de laspublicaciones técnicas de esta área.

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La perspectiva que tanto Mallorycomo yo mismo encontramos másconvincente es defendida en los estudiosde Marija Gimbutas, que ha escritocuatro libros relativos a este tema: TheBalts, Praeger, Nueva York, 1963; TheSlavs, Thames and Hudson, Londres,1971; The Goddesses and Gods of OídEurope, Thames and Hudson, Londres,1982; y The Language of the Goddess,Harper and Row, Nueva York, 1989.Gimbutas ha descrito, asimismo, sutrabajo en los capítulos incluidos en ellibro de Cardona y otro citadoanteriormente, en los libros de Polomé yBernhard y Kandler-Pálsson citados másadelante y en el Journal of Indo-

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European Studies, 1 (1973), pp. 163-214, 5 (1977), pp. 277-338, 8 (1980),pp. 273-315, y 13 (1985), pp. 185-201.

Entre los libros y monografíasdedicados a los primeros pueblosindoeuropeos pueden citarse: EmileBenveniste, Indo-European Languageand Society, trad. ing. Faber and Faber,Londres, 1973; Edgar Polomé, TheIndo-Europeans in the Fourth andThird Millennia, Karoma, Ann Arbor,1982;Wolfram Bernhard y AnneleiseKandler-Pálsson, Ethnogeneseeuropaischer Vólker, Fischer, Stuttgart,1986, y Wolfram Nagel, «Indogermanenund Alter Orient: Ruckblick undAúsblick aud den Stand des

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Indogermanen problems», Mitteilungender Deutschen Orient-Gesellschaft zuBerlín, 119 (1987), pp. 157-213. Entrelas obras dedicadas a las lenguasindoeuropeas, en concreto se incluyen:Henrik Birnbaum y Jaan Puhvel, AncientIndo-European Dialects, University ofCalifornia Press, Berkeley, 1966; W. B.Lockwood, Indo-European Philology,Hutchinson, Londres, 1969; NormanBird, The Distribution of Indo-European Root Morphemes,Harrassowitz, Wiesbaden, 1982, yPhilip Bladi, An Introduction to theIndo-European Languages, SouthernIllinois University Press, Carbondale,1983. La obra de Paul Friedrich, Proto-

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Indo-European Trees (University ofChicago Press, Chicago, 1970), recurreal parentesco de los nombres en unintento de deducir los orígenesgeográficos del indoeuropeo.

W. P. Lehmann y L. Zgusta facilitan yanalizan una muestra deprotoindoeuropeo reconstruido en elcapítulo «Schleicher’s tale after acentury», páginas 455-466 de Studies inDiachronic, Synchronic andTopological Linguistics, compilado porBela Brogyany Benjamins, Amsterdam,1979. En la página 354 de este libro seda una versión ligeramente modificadade esa muestra.

Las referencias a la domesticación y

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la importancia de los caballos citadas enel capítulo 14 también son pertinentesrespecto del papel desempeñado por loscaballos en la expansión indoeuropea.Algunos artículos específicamentededicados a este tema son: DavidAnthony, «The “Kurgan culture”, Indo-European origins and the domesticationof the horse: a reconsideration», CurrentAnthropology, 27 (1986), pp. 291-313,y David Anthony y Dorcas Brown, «Theorigins of horseback riding», Antiquity,65 (1991), pp. 22-38.

16. En blanco y negro

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He aquí tres estudios globales sobre elgenocidio: Irving Horowitz, Genocide:State Potger and Mass Murder,Transaction Books, New Brunswick,1976; Leo Kuper, The Pity of lt All,Gerald Duckworth, Londres, 1977, yLeo Kuper, Genocide: Its Political Usein the 20th Century, Yale UniversityPress, New Haven, 1981. Un destacadopsiquiatra, Robert J. Lifton, hapublicado varios estudios sobre losefectos psicológicos del genocidio enlos perpetradores y las víctimas, entrelos que se incluyen Death in Life:Survivors of Hiroshima, RandomHouse, Nueva York, 1967, y The BrokenConnection, Simón and Schuster, Nueva

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York, 1979.Algunas descripciones sobre el

exterminio de los tasmanios y otrosgrupos de nativos australianos son lassiguientes: N. J. B. Plomley, FriendlyMission: The Tasmanian Journals andPapers of George Augustas Rohinson 1829-1834, Tasmanian HistoricalResearch Association, Horbart, 1966;C. D. Rowley, The Destruction ofAboriginal Society, vol. l, AustralianNational University Press, Canberra,1970, y Lyndall Ryan, The AboriginalTasmanians, University of QueenslandPress, Santa Lucía, 1981. La carta dePatricia Cobern en la que niegaindignada que los australianos blancos

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hayan exterminado a los tasmanios serecoge en el apéndice de A Prehistory ofAustralia, New Guinea, and Sahul, de J.Peter White y James F. O’Connell(Academic Press, Nueva York, 1982).

Entre los numerosos libros yartículos dedicados al exterminio de losindios americanos por los colonosblancos pueden citarse: Wilcomb E.Washburn, «The moral and legaljustification for dispossessing theIndians», páginas 15-32 en la obracompilada por James Morton Smith,Seventeenth Century America,University of North Carolina Press,Chapel Hill, 1959;Alvin M. Josephy Jr.,The American Herítage Book of

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Indians, Simón and Schuster, NuevaYork, 1961; Howard Peckham y CharlesGibson, Attitudes of Colonial PowersTowards the American Lidian,University of Utah Press, Salt Lake City,1969; Francis Jennings, The Invasión ofAmerica: Indians, Colonialism, and theCant of Conquest, University of NorthCarolina Press, Chapel Hill, 1975;Wilcomb E. Wansburn, The Indian inAmerica, Harper and Row, Nueva York,1975;Arrell Morgan Gibson, TheAmerican Indian, Prehistory to thePresent, Heath, Lexington, Mass., 1980,y Wilbur H. Jacobs, Dispossessing theAmerican Indian, University ofOklahoma Press, Norman, 1985. El

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exterminio de los indios yahi, y la vidadel superviviente Ishi, constituyen eltema del clásico de Theodora Kroeber,Ishi in Two Worlds: A Biography of theLast Wild Lidian in North America,University of California Press, Berkeley,1961. El exterminio de los indiosbrasileños es tratado por Sheldon Davisen Victims of the Miracle, CambridgeUniversity Press, Cambridge, 1977.

El genocidio cometido en tiempos deStalin se describe en varios libros deRobert Conquest, entre ellos: TheHarvest of Sorrow, Oxford UniversityPress, Nueva York, 1986.

Con respecto al asesinato y a losasesinatos en masa de animales

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cometidos por miembros de la mismaespecie puede consultarse: E. O.Wilson, Sociobiology, CambridgeUniversity Press, Cambridge, Mass.,1975; Cynthia Moss, Portraits in theWild, 2.a ed., University of ChicagoPress, Chicago, 1982, y Jane Goodall,The Chimpanzees of Combe, HarvardUniversity Press, Cambridge, Mass.,1986. La descripción de los asesinatosde las hienas que cito está tomada dellibro de Hans Kruuk The SpottedHyena: a Study of Predation and SocialBehavior, University of Chicago Press,Chicago, 1972.

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17. Aquella supuesta edaddorada

Las extinciones de animales ocurridas afinales del Pleistoceno y comienzos delReciente se describen exhaustivamenteen una obra compilada por Paul Martin yRichard Klein, Quaternary Extinctions,University of Arizona Press, Tucson,1984. Sobre la historia de ladeforestation, véase John Perlin, AForest Journey, Norton, Nueva York,1989.

En Bíogeography and Ecology inNew Zealand, compilado por G.Kuschel (Junk, V. T., Hague, 1975), se

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ofrece una descripción global de lavegetación, los animales, la geología yel clima de Nueva Zelanda. Martin yKlein resumen las extinciones ocurridasen Nueva Zelanda en los capítulos 32-34de la obra que acaba de citarse. AtholíAnderson resume los conocimientossobre los moas en su libro ProdigiousBirds, Cambridge University Press,Cambridge, 1989. Los moas son tambiénel tema de un suplemento de NewZealand Journal of Ecology, vol. 12(1989); véanse especialmente losartículos de Richard Holdaway en laspáginas 11-25 y de Ian Atkinson y R. M.Greenwood en las páginas 67-96. Otrosartículos fundamentales sobre los moas

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son: G. Caughley, «The colonization ofNew Zealdan by the Polynesians»,Journal of the Royal Society of NewZealand, 18 (1988), pp. 245-270, y A.Anderson, «Mechanics of overskill inthe extinction of New Zealand moas»,Journal of Archaeological Science, 16(1989),pp. 137-151.

Las extinciones en Madagascar yHawai se describen en los capítulos 26y 35 de la obra citada de Martin y Klein.La historia de la isla de Henderson esrelatada por David Steadman y StorrsOlson en «Bird remains from anarchaeological site on Henderson Island,South Pacific: man-caused extinctions onan “uninhabited” island», Proceedings

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of the National Academy of Sciences,82 (1985), pp. 6191-6195.Véanse lasdescripciones de las extinciones deAmérica en las lecturas recomendadasen el capítulo 18.

El terrible fin de la civilización dela isla de Pascua se narra en el libro dePatrick V. Kirch, The Evolution of thePolynesian Chiefdoms, CambridgeUniversity Press, Cambridge, 1984. Ladeforestación de la isla de Pascua hasido reconstruida por J. Flenley,«Stratigraphic evidence ofenvironmental change on Easter Island»,Asían Perspectives, 22 (1979), pp. 33-40, y por J. Henley y S. King, «LateQuaternary pollen records from Easter

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Island», Nature, 307 (1984), pp. 47-50.Sobre el ascenso y la caída de los

poblados anasazi del Cañón del Chacopueden consultarse: J. L. Betancourt yT. R. Van Devender, «Holocenevegetation in Chaco Canyon, NewMéxico», Science, 214 (1981), pp. 656-658; M. L.

Samuels y J. L. Betancourt,«Modeling the long-term effects offuelwood harvests on pinyon-juniperwoodlands», EnvironmentalManagement, 6 (1982), pp. 505-515;J. L. Betancourt et al., «Prehistoric long-distance transport of construction beams,Chaco Canyon, New México»,American Antiquity, 51 (1986), pp. 370-

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375; Kendrick Frazier, People ofChaco: A Canyon and Its Culture,Norton, Nueva York, 1986, y AldenC. Hayes et al., Archaeological Surveysof Chaco Canyon, University of NewMéxico Press, Alburquerque, 1987.

Todo lo que pueda desearse sabersobre los nidos de las ratasacumuladoras está descrito en el libroPackrat Míddens, de Julio Betancourt,Thomas Van Devender y Paul Martin,University of Atizona Press, Tucson,1990. En particular, el capítulo 19analiza los nidos de damanes de Petra.

El posible vínculo entre el deterioroambiental y el declive de la civilizacióngriega es analizado por K. O. Pope y

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T. H. van Andel en «Late Quaternarycivilization and soil formation in theSouthern Argolid: its history, causes andarchaeological implications», Journalof Archaeological Science, 11 (1984),pp. 281-306; T. H. van Andel et al,«Five thousand years of land use andabuse in the Southern Argolid»,Hesperia, 55 (1986), pp. 103-128, yC. Kunnels y T. H. van Andel, «Theevolution of settlement in the SouthernArgolid, Greece: an economicexplanation», Hesperia, 56 (1987), pp.303-334.

Entre los libros sobre el ascenso y lacaída de la civilización maya puedencitarse: T. Patrick Culbert, The Classic

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Maya Collapse, University of NewMéxico Press, Alburquerque, 1973;Michael D. Coe, The Maya, 3.a ed.,Thames and Hudson, Londres, 1984;Sylvanus G. Morley et al., The AncientMaya, 4.a ed., Stanford UniversityPress, Stanford, 1983; Charles Gallen-kamp, Maya: The Ríddle andRediscovery of a Lost Civilization, 3.aed., Viking Penguin, Nueva York, 1985,y Linda Scheie y David Freidel, AForest of Kings, William Morrow,Nueva York, 1990.

Para un análisis comparativo delhundimiento de las civilizaciones, véasela obra compilada por Norman Yoffee y

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George L. Cowgill, The Collapse ofAncient States and Civilizations,University of Arizona Press, Tucson,1988.

18. La guerra relámpago y eldía de Acción de Gracias enel Nuevo Mundo

Tres obras proporcionan un buen puntode partida y numerosas referencias a laamplia y debatida bibliografía sobre elasentamiento de los humanos y laextinción de los grandes animales en elNuevo Mundo. Son: la obra de Paul

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Martin y Richard Klein citada en elcapítulo 17; Brian Fagan, The GreatJourney, Thames and Hudson, NuevaYork, 1987, y Ronald C. Carlisie(compilador), Americans BeforeColumbus: Ice-Age Origins, EthnologyMonograph n.º 12, Departamento deAntropología, Universidad dePittsburgh, 1988.

La hipótesis de la guerra relámpagofue esbozada por Paul Martin en elartículo «The discovery of America»,Science, 179 (1973), pp. 969-974, yestructurada matemáticamente por J. E.Mosimanny Martin en «Simulatingoverkill by Paleoindians», AmericanScientist, 63 (1975), pp. 304-313.

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Entre la serie de artículos que C.Vanee Haynes Jr., ha publicado sobre lacultura clovis y sus orígenes se cuentanun capítulo (pp. 345-353) del libro deMartin y Klein ya citado, y lossiguientes artículos seleccionados:«Fluted projectile points: their age anddispersión», Science, 145 (1961),pp. 1408-1413; «The Clovis culture»,Canadian Journal of Anthropology, 1(1980), pp. 115-121, y «Clovis originupdate», The Kiva, 52 (1987), pp. 83-93.

Al respecto de la extinciónsimultánea del perezoso terrestre deShasta y de la cabra montes deHarrington, véase J. I. Mead et al.,

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«Extinction of Harrington’s mountaingoat», Proceedings of the NationalAcademy of Sciences, 83(1986),pp. 836-839. Algunas críticas dela hipótesis que afirma la existencia deuna cultura preclovis se deben a RogerOwen, en el capítulo «The Americas:the case against an Ice-Age humanpopulation», páginas 517-563 de la obraeditada por Fred H. Smith y FrankSpencer, The Origins of ModernHurnans, Liss, NuevaYork, 1984; aDena Dincauze, «An archaeologicalevaluation of the case for pre-Clovisoccupations», en Advances in WorldArchaeology, 3 (1984), pp. 275-323, y aThomas Lynch, «Glacial-age man in

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South America? A critical review», enAmerican Antiquity, 55 (1990), pp. 12-36. Los argumentos que apoyan laexistencia de niveles de ocupaciónhumana preclovis en MeadowcroftRockshelter están resumidos por JamesAdovasio en «MeadowcroftRockshelter, 1973-1977: a synopsis»,páginas 97-131, en J. E. Ericson et al.,Peopling of the New World, BallenaPress, Los Altos, Calif., 1982, y en«Who are those guys?: some biasedthoughts on the initial peopling NewWorld», páginas 45-61 en la obraanteriormente citada Americans BeforeColumbus: Ice-Age Origins, compiladapor Ronald C. Carlisle. El primero de la

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serie proyectada de volúmenes sobre elyacimiento de Monte Verde es: T. D.Dillehay, Monte Verde: A LatePleistocene Settlement in Chile, vol. 1:Palaeoenvironment and Site Contexts,Smithsonian Institution Press,Washington D. C. 1989.

A los lectores interesados enmantenerse al día en el tema de losprimeros americanos y los últimosmamuts les gustará suscribirse a larevista cuatrimestral MammothTrumpet, que puede solicitarse al Centropara el Estudio de los PrimerosAmericanos, Departamento deAntropología, Universidad del Estadode Oregon, Corvallis, Or., 97331.

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19. La segunda nube

Los Red Data Books, publicados por laUnión Internacional para laConservación de la Naturaleza y losRecursos Naturales (IUCN), contienenrecuentos pormenorizados de laespecies extinguidas y en peligro deextinción. Los diversos grupos deplantas y animales se han recogido enlibros diferentes, y en la actualidadestán apareciendo libros individualesdedicados a cada continente. La obraequivalente relativa a los pájaros hasido preparada por el ConsejoInternacional para la Conservación de

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las Aves (ICBP): Warren B. King,comp., Endangered Birds of the World:The ICBP Red Data Book, SmithsonianInstitution Press, Washington D. C.,1981, y N. J. Collar y P. Andrew, Birdsto Watch: The ICBP World Checklísto/Threatened Birds, ICBP, Cambridge,1988.

Un resumen y un análisis de lasextinciones ocurridas en la época glacialy en la época moderna y sus mecanismospuede encontrarse en mi artículo«Historie extinctions: a Rosetta Stonefor understanding prehistoricextinctions», páginas 824-862 del libroQuaternary Extinctions, de Martin yKlein, citado en el capítulo 17. El

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problema de las extinciones que hansido pasadas por alto se analiza en miartículo «Extant unless proven extinct?Or extinct unless proven extant?», enConservation Biology, 1 (1987), pp. 77-79. Terry Erwin realiza una estimacióndel número total de especies vivas en suartículo «Tropical forests: their richnessin Coleóptera and other arthropodspecies», The Coleopterists’ Bulletin,36 (1982), pp. 74-75.

En los capítulos 17 y 18 serecomiendan más lecturas sobre lasextinciones del Pleistoceno y del primerReciente. Por otro lado, Storrs Olsonrevisa las extinciones de las avesisleñas en el artículo «Extinction on

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islands: man as a catastrophe», páginas 50-53 del libro compilado por DavidWestern y Mary Pearl, Conservation forthe Twentyfirst Century, OxfordUniversity Press, Nueva York, 1989. Elartículo de Ian Atkinson contenido en elmismo libro, páginas 54-75, «Introducedanimáis and extinctions», resume losestragos causados por las ratas y otrasplagas.

Epílogo: ¿Nada aprendido ytodo olvidado?

Muchos libros excelentes versan sobre

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el presente y el futuro de la crisis deextinción y las demás crisis a las que seenfrenta la humanidad, sus causas y lamanera de afrontarlas. Entre ellospueden citarse los siguientes:

John J. Berger, Restoring the Earth:How Americans are Working to RenewOur Damaged Environment, Knopf,Nueva York, 1985.

—, comp., EnvironmentalRestoration: Science and Strategies forRestoring the Earth, Island Press,Washington, D. C., 1990.

John Cairns jr., RehabilitatingDamaged Ecosystems, CRC Press, BocaRatón, 1988.

John Cairns jr., K. L. Dickson y E. E.

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Herricks, Recovery and Restoration ofDamaged Ecosystems, University Pressof Virginia, Charlottesville, 1977.

Anne y Paul Ehrlich, Earth, FranklinWatts, Nueva York, 1987.

Paul y Anne Ehrlich, Extinction,Random House, Nueva York, 1981.

—, The Population Explosión,Simón and Schuster, Nueva York, 1990.

—, Healing Earth, Addison Wesley,Nueva York, 1991.

Paul Ehrlich et al., The Coid and theDark, Norton, Nueva York, 1984.

D. Furguson y N. Furguson, SacredCows at the Public Trough, MaverickPublications, Bend, Or., 1983.

Suzanne Head y Robert Heinzman,

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comps., Lessons of the Rain-forest,Sierra Club Book, San Francisco, 1990.

Jeffrey A. McNeeely, Economicsand Biological Diversity, IUCN, Gland,1988.

Jeffrey A. McNeeley et al.,Conserving the World’s BiologicalDiversity, IUNC Gland, 1990.

Norman Myers, Conversión ofTropical Moist Forests, AcademiaNacional tic Ciencias, Washington,D. C., 1980.

—, Gaia: An Atlas of PlanetManagement, Doubleday, Nueva York,1984.

—, The Primary Source, Norton,Nueva York, 1985.

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Michael Oppenheimer y RobertBoyle, Dead Heat: The Race againstthe Greenhouse Effect, Basic Book,Nueva York, 1990.

Walter V. Reid y Kenton R. Miller,Keeping Options Alive: The ScientificBasis for Conserving Biodiversity,Instituto de Recursos Mundiales,Washington, D. C., 1989.

Sharon L. Roan, Ozone Crisis: TheFifteen-Year Evolution of a SuddenGlobal Emergency, Wiley, Nueva York,1989.

Robín Russell Jones y Tom Wigley,comps., Ozone Depletion: Health andEnvironmental Consequences, Eiley,Nueva York, 1989.

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Steven H. Schneider, GlobalWarming: Are We Entering theGreenhouse Century, 2.a ed., SierraClub Books, San Francisco, 1990.

Michael E. Soule, comp.,Conservation Biology The Science ofScarcity and Diversity, Sinauer,Sunderland, 1986.

John Terborgh, Where Have All theBirds Gone?, Princeton UniversityPress, Princeton, 1990.

E. O. Wilson, Biophilia, HarvardUniversity Press, Cambridge, Mass.,1984.

—, comp., Biodiversity, NadonalAcademy Press, Washington, D. C.,1988.

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Apéndice

Richard G. Klein, The HumanCareer: Human Biological andCultural Origins, 20 ed., University ofChicago Press, Chicago, 1999.

Peter Bellwood, First Farmers: TheOrigins of Agricultural Societies,Blackwell, Oxford, 2005.

Charles L. Redirían, Human Impacton Ancient Environments, University ofArizona Press, Tucson, 1999.

P. Brown, T. Sutikna, M. J.Morwood, R. P. Soejono, Jatmiko, E.Wayhu Saptomo y Rokus Awe Due, «ANew Small-Bodied Hominin from de

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Late Pleistocene of Flores, Indonesia»,artículo publicado en Nature, 28 deoctubre de 2004, sobre losmicropigmeos de Flores.

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JARED DIAMOND (Boston, EEUU,1937). Es un profesor de geografía en laUniversidad de California, Los Ángeles(UCLA).

Comenzó su actividad científica en elcampo de la medicina, que despuésamplió a la biología evolutiva y la

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biogeografía. Ha sido elegido miembrode la Academia de Artes y Ciencias, dela Academia Nacional de Ciencias y dela Sociedad Filosófica de EstadosUnidos, y ha recibido una beca deinvestigación de la fundación MacArthury los premios Burr de la SociedadGeográfica Nacional y Pulitzer porArmas, gérmenes y acero (Guns, Germsand Steel. 1997). Es autor también deColapso. ¿Por qué unas sociedadesperduran y otras desaparecen?(Collapse: How Societies Choose toFail or Succeed. 2004). En estos doslibros trata la evolución de ciertassociedades a partir de factoresmateriales como condiciones

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ecológicas, disponibilidad de recursos einfluencia de la tecnología, lo que leacerca al materialismo cultural, pero noal determinismo, ya que insiste en que eldestino de las sociedades depende delas decisiones que éstas toman.

Entre sus obras, además de lasmencionadas, destacan El tercerchimpancé (1994) y ¿Por qué esdivertido el sexo? (1999), junto con másde doscientos artículos en las revistasDiscover, Natural History, Nature yGeo.

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Notas[*] Traducción de Eulate Sanjurjo,Shelley, Antología, Editorial Cervantes,Barcelona. s.f. <<