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La provincia de Cuenca (Castilla-La Mancha, España) posee las evidencias arqueológicas de uno de los distritos mineros más importantes y singulares de las explotaciones mineras romanas de época altoimperial en Hispania. Al sudeste de la población de Osa de la Vega se localiza la mina romana de “La Condenada”. Durante los trabajos de prospección y topografía en la mina apareció de manera fortuita un triente visigodo fechable en época de Egica y Witiza. Tras inspeccionar la zona del hallazgo, se comprobó la existencia de una pequeña galería minera que ocultaba un tesorillo fechable en los últimos años de dominio visigodo en Hispania. Posteriormente, se procedió a excavar la galería donde tuvo lugar el hallazgo junto con otros sectores de la mina con presencia de inhumaciones visigodas. Como resultado se recuperó y contextualizó el resto de las piezas del tesorillo y conforme a los métodos y las técnicas arqueológicas.

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Introducción

La actual Comunidad de Castilla-La Mancha, y másconcretamente su provincia de Cuenca, posee las evi-dencias arqueológicas de uno de los distritos minerosmás importantes y singulares de las explotacionesmineras romanas que se pusieron en práctica duranteel periodo altoimperial romano en Hispania.

En un territorio que abarca unos 150 km de largo porunos 40 km de ancho en la denominada cuenca geológi-ca del Loranca, se extienden de norte a sur una continuasucesión de labores mineras que en su día se centraronen la explotación de un recurso conocido como lapis spe-cularis o piedra especular, una variedad mineralógica delyeso conocida como yeso selenítico y que se obteníamediante minería subterránea.

Las placas de lapis specularis o espejuelo, tienen la pro-piedad de poderse exfoliar en láminas transparentes,usándose en época romana y posteriormente de formapuntual a modo de cristal de ventanas por permitirdejar entrar la luz a través de su masa y resguardar dela intemperie. Sus aplicaciones fueron múltiples yvariadas, sobretodo en ámbitos arquitectónicos, sien-do sustituido y reemplazado con el tiempo por laexpansión y desarrollo del uso del vidrio.

Durante época romana el lapis specularis fue un revulsivoeconómico para la región de explotación, que experi-mentó un notable auge debido al desarrollo e intensifi-cación de la actividad minera, de manera que ciudadesromanas como Segóbriga y Ercávica, así como otrosnúcleos poblacionales de la zona, pudieron beneficiar-se de la producción y comercialización de la calidadúnica de lapis specularis hispánico.

Es en este marco donde, desde hace unos años, veni-mos investigando esta peculiar minería que una vezfinalizada, dejó constancia de su existencia en forma

de cientos de minados abandonados tras su explota-ción y que desde entonces han sido reutilizados a lolargo del tiempo de diversas formas, en especial comolugar de refugio en épocas de crisis.

Sería pues en uno de estos minados, y más concreta-mente en la mina romana de lapis specularis conocidacomo “La Condenada” en la localidad de Osa de laVega, donde en el curso de los trabajos realizados en lamisma, tuvo lugar el hallazgo y exhumación de untesorillo de trientes hispanovisigodos.

Circunstancias del hallazgo y su contexto

La mina romana de “La Condenada” se localiza a unosdos kilómetros al sudeste de la población, en un cerroyesífero conocido como “Las Obradás” o “LasHoradadas”, en clara alusión a los pozos mineros quese sitúan en el cerro y que conforman el complejominero de lapis specularis de OV-I. La mina presenta unatrama laberíntica, si bien su trazado se mueve sobre unespacio relativamente reducido, lo que le proporcionauna morfología caótica. Se pueden diferenciar variospisos o niveles de explotación, con parte del entrama-do de las galerías mineras colmatadas por escombros ohundidas, de manera que podemos estimar en más deun kilómetro la red de galerías y cámaras del minado,y de los que hoy son practicables con dificultad unos900 metros.

Durante los trabajos de prospección y topografía en lamina apareció de manera fortuita, en el fondo de unpozo minero (P-7), y al final de la “galería 77” delnivel inferior de la mina, un triente de Egica y Witiza(ver gráfico 1).

Tras inspeccionar la zona del hallazgo, pudimos com-probar que cercano al mismo, una pequeña galería mine-ra aparecía disimulada y encubierta con la construcción

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El tesorillo de trientes hispanovisigodos de la minaromana de lapis specularis de “La Condenada” en Osa de la Vega (Cuenca)

MARÍA JOSÉ BERNÁRDEZ GÓMEZ y JUAN CARLOS GUISADO DI MONTI

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de un pequeño muro de arcilla compactada, que camu-flaba su entrada. El paso del tiempo y los aportes deagua filtrada desde el exterior habían erosionado elterreno, destapando una galería que se había selladointencionadamente, y dejando así al descubierto la ocul-tación de un tesorillo fechable en los últimos años dedominio visigodo en Hispania.

En un segundo momento, se procedió a excavar lagalería donde tuvo lugar el hallazgo, al igual que otrossectores de la mina en los que se había constatado lapresencia de inhumaciones visigodas que aprovecha-ron y reutilizaron algunas zonas de la antigua explota-ción minera de época romana como particular área deenterramiento.

De esta forma, se pudieron recuperar otras piezas deltesorillo y algunos fragmentos de monedas de la gale-ría, así como contextualizar adecuadamente mediantela excavación y su consiguiente registro tan singularhallazgo en un ámbito minero.

A causa de la apertura del falso muro, la galería dondese había hecho la ocultación del tesorillo, sufrió enmayor medida diversas acciones erosivas, por lo que,ya sea por la acción del agua, o por nuestro propiopaso al penetrar en esta galería, una de las monedasfue arrastrada al exterior de la galería minera, y fue aparar al fondo del pozo donde de forma casual fuelocalizada. La posterior inspección del lugar aclaró suprocedencia al encontrar también en superficie, unasegunda moneda a escasos dos metros del comienzode la galería y que marcaba la ocultación.

En el mismo lugar donde se hallaron las monedas, auna profundidad de apenas 7-10 cm, se apreciaban losrestos procedentes de la descomposición de una cajade madera que delimitaban el espacio que ocupaba laocultación, así como un tirador de hierro oxidado quedebía pertenecer a la mencionada caja. Entre sus res-tos aparecieron once monedas más, que tras la excava-ción y el preceptivo cribado de toda la galería arroja-ron un total de quince tremises.

En lo relativo a la presencia visigoda de la zona, quepueda aclarar en cierta forma una conexión y contex-tualización entre el tesorillo y la realidad visigoda delentorno, contamos con la evidencia de la cercana sedeepiscopal de Segóbriga, cabeza de obispado en elperiodo al que hacemos mención y núcleo articuladordel territorio en la época.

A escala más local, los pueblos vecinos y próximos aOsa de la Vega cuentan con hallazgos adscribibles alelenco visigodo, como las necrópolis de Villar de laEncina y de Hontanaya, la necrópolis de “El Cebadal”y el epígrafe funerario del siglo VII de Villaescusa deHaro, así como los hallazgos de Carrascosa de Haro yBelmonte, esta última localidad con los restos apareci-dos en su Colegiata y los enterramientos hallados aunos tres kilómetros al sudoeste del pueblo, datadoscon una cronología del siglo VII.

A estos datos, que son los que recoge la bibliografíaactual hasta el momento, habría que sumar la necrópo-lis visigoda de la también mina romana de lapis specularisde Morceguillos en Alconchel de la Estrella, y ya en elpropio pueblo de Osa de la Vega, el yacimiento de “losQuintanares”, en el que hemos podido constatar unaocupación que va desde época prerromana hasta casinuestros días y que cuenta igualmente con materiales defiliación visigoda, siendo el núcleo más cercano deépoca visigoda a “La Condenada”1.

De todo lo expuesto podemos deducir que la zonacontaba con enclaves visigodos de población que jus-tifican la reutilización de la mina, aunque si habríaque matizar que exclusivamente como lugar de ente-rramiento y de ocultación en este caso del tesorillo.

La mina de “La Condenada” al igual que las demásminas del complejo de Osa de la Vega, fueron benefi-ciadas en una breve e intensa explotación que segúnlas estratigrafías y las campañas de excavación quehemos efectuado reflejan un único momento de apro-vechamiento en el siglo I d. C. La circunstancia de suabandono fue motivada por la falta de rendimiento,condicionado por el agotamiento de filones y laausencia de mena beneficiable, por lo que tras la etapahistórica romana, una posterior explotación es sola-mente posible a escala de aprovechamiento puntual ominería de circunstancia, pero nunca como una mine-ría como tal, al menos para este complejo minero deOsa de la Vega.

Otro tanto podemos argumentar en las prospeccionesefectuadas en otras minas del distrito de lapis specularis,ya que, si bien algunas se abandonaron más tardíamen-te en época romana, hasta ahora el factor visigodo sólo

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1. Prospección para la Carta Arqueológica de Osa de la Vega (Cuenca).Dirección Bernárdez, M.J. y Guisado, J.C. - 2003 JCCM.

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parece circunscribirse al mero hecho funerario, y noadscribible por el momento a la explotación del recursoen los propios minados, aunque si contamos con la evi-dencia de placas de lapis specularis utilizadas como cerra-miento de ventana y en cronologías del siglo VII, en elimportante edificio de Pla de Nadal en Riba-Roja delTuria (Valencia), que atestigua una continuación dellapis specularis como material constructivo.

Por otra parte, también en la zona de producción delapis specularis y más concretamente en la localidad deAlbalate de las Nogueras (Cuenca), el yacimientoromano-visigodo de Valdeantoninos contaba con ente-rramientos visigodos que utilizaron planchas transpa-rentes de lapis specularis como singulares lajas de deli-mitación y cubierta de las tumbas de inhumación. Lascercanas minas del complejo minero de Torralba(Cuenca), seguramente sirvieron para tal cometido,pero no dejan de denotar una actividad marginal derapiña en los minados y no de explotación2.

Igualmente relacionados con el periodo visigodo y conlas minas en materia, son los textos historiográficosque hacen alusión al lapis specularis en la obra de SanIsidoro de las Etimologías, que a nuestro entender sonrecopilación de la parte Pliniana de Historia Natural quehabla acerca de los minerales y sus usos, siendo copiafiel y reducida de las descripciones que sobre el lapisspecularis hizo Plinio el Viejo, y no como se ha inter-pretado a veces como aportaciones propias de época yobservación de San Isidoro3.

Descripción de las monedas

El conjunto numismático del tesorillo asciende a untotal de quince trientes, de los que la mayoría corres-ponden a acuñaciones conjuntas de Egica y Witiza(8), seguidas en número por las acuñadas en el reinode Witiza (4), Ervigio (2), y una de Leovigildo.

El grado de conservación de las monedas es por logeneral bueno, con la salvedad de que cinco de ellasse encuentran fragmentadas aunque sólo una se hallaincompleta. La moneda de Leovigildo por su parte,ha sido recortada en época por la zona exterior de lagráfila para aprovechamiento de sus recortes, prácti-ca habitual de beneficio ilícito en que se ha seleccio-nado la pieza de mejor ley en oro y en una economíaque mantenía la dualidad entre el peso y número demonedas.

La metrología de las monedas del tesorillo oscila enpesos entre los 1,51 g de las monedas de Ervigio e inclu-so la mutilada de Leovigildo, a los 0,80 g que llega apesar una pieza de Egica y Witiza, aunque de los mismosmonarcas hay un par de piezas que se ajustan al pesoguía teórico de 1,51 gramos de los trientes. Las cuatropiezas de Witiza son en conjunto las de menos peso, nosuperando los 1,20 g y con una media de 1 g por mone-da. Los módulos de las monedas tienen un máximo de21,3 mm y una media normalizada en los 20 mm, sien-do la pieza de Leovigildo por su merma intencionada lade menor diámetro, con 16,7 mm. Los grosores de losflanes van de los 0,44 mm de la mayor, a los 0,26 mmde la de menor cospel, estando sus medias en 0,35 mm.

En todos los casos, las leyendas son internas y tanto éstascomo las figuras son muy simplificadas; las letras, moti-vos y los tipos como es habitual tienen poco relieve. Laleyenda de la moneda de Leovigildo es indescifrable, salvoen su reverso que figura en exergo la palabra ONO (posi-ble abreviatura de CONstantinopolitanum Obryzum).

En el resto de las monedas la leyenda de anverso comien-za con un signo cruciforme seguido de la abreviatura delepíteto laudatorio de “IN DEI NOMINE” en distintasvariantes, y a continuación el nombre del monarca y laabreviatura PX o RX (de rex-reges). Los reversos, en elcaso de los reyes correinantes, se desarrollan al igual quelos anversos y con el nombre del otro monarca, y en elcentro del campo el anagrama de la ceca emisora. Porotra parte, en las monedas con rey en solitario, el rever-so se inicia igualmente con el signo cruciforme seguidodel nombre de la ceca de acuñación.

En cuanto a los tipos, la composición de las monedas delos dos monarcas Egica y Witiza son sumamente rudi-mentarias, inspiradas en tipos bizantinos, en las quefiguran en anverso dos bustos (los correinantes), afron-tados o de frente y en medio un largo cetro crucífero, lostipos de reverso se solucionan con los anagramas de lascecas. En el resto de las monedas de reinado único, eltipo principal es el busto del rey con diadema o casco yperfil a la derecha, mientras que sus reversos son la cruzsobre gradas acompañada de lunetos, glóbulos, floronesy otros motivos. El reverso de la moneda de Leovigildoes una victoria degenerada y avanzando a la derecha.

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2. Prospección para la Carta Arqueológica de Albalate de lasNogueras (Cuenca). Dirección Bernárdez, M.J. - 1999 JCCM.

3. (San Isidoro: Etimologías XVI: 3/Piedras vulgares: 9. 4/ Piedrasrelevantes: 37. Etimologías XIX: 10/Sobre la construcción: 20).

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Con respecto a las cecas, es de destacar la adscripciónde las piezas del tesorillo a cecas fijas instaladas en laHispania meridional, a excepción del triente deLeovigildo que procede de un taller desconocido. Laceca mayoritaria es Ispali (4 piezas), tres de ellas deEgica y Witiza y una de Ervigio, seguida por Elvora (3piezas), con dos monedas de Egica y Witiza y la otrade Witiza solo. Córdoba Patricia (2 piezas) y Emérita(2 piezas), cuentan cada una con una moneda deEgica y Witiza y otra de Witiza como monarca único,mientras que Egitania (1 pieza) y Toledo (1 pieza),están representadas respectivamente por una monedadel reinado de Witiza en solitario y otra de Ervigio enel caso de la ceca toledana. A las mencionadas hay queañadir otra moneda de Egica y Witiza de la que sóloposeemos un tercio del cospel y cuya ceca desconoce-mos por encontrarse en la parte que falta.

Las monedas del tesorillo, en lo referente a sus acuña-ciones, son un reflejo en cuanto a representatividad, dealgunas de las más importantes cecas de acuñación delreino visigodo. Están presentes las capitales de tres pro-vincias (Bética-Carthaginensis-Lusitania), así comootros talleres monetarios de relevancia en el conjunto deciuitates circunscritas al área meridional de Hispania queacuñaron el numerario circulante de época visigoda.

Contextualización histórica e interpretación

Los soberanos representados en las monedas sonLeovigildo, Ervigio, Egica y Witiza, monarcas de lossiglos VI-VII y VIII. Las monedas tienen una crono-logía de emisión entre el 680 y el 710, excepto la deLeovigildo que se dataría entre el 573-586.

Esta última tiene la particularidad de ser una de las pri-meras acuñaciones propias de la Hispania visigoda y elmotivo de su inclusión en el lote del conjunto demonedas coetáneas y correlativas en el plano marco-temporal (680-710), que configuran el resto del teso-rillo, se explica por su alto contenido en oro frente alresto de las monedas que, pese a ser trientes nominal-mente de oro, se emiten en los últimos momentos de ladebacle visigoda, y sufren, como en toda crisis, unareducción en su ley, con el añadido de una gran aleaciónde plata en sus acuñaciones. Este hecho sólo es corrien-te durante los últimos reinados como es el caso, dondela ley sufre una proporción variable y disminuyó de losdieciocho kilates del reinado de Leovigildo a los diezkilates de la época de Witiza.

De ahí, que la presencia diacrónica de la moneda deLeovigildo, responda a un carácter selectivo donde seguarda la mejor pieza y se explica su atesoramiento, quese prolonga en el tiempo, por el alto contenido de su leyen oro. En las demás piezas del tesorillo, su baja alea-ción es palpable en aspecto y metrológicamente en supeso. Esto es debido posiblemente a la ausencia demineral acuñable por la continua emisión y la faltaquizá de producción minera, cuando no, por una claramanipulación del circulante con finalidad de fraude fis-cal, típico como hemos dicho en momentos de crisis.

Respecto a los reinados, la mayoría de las monedasse concentran en las acuñaciones conjuntas de Egicay Witiza (8 piezas), seguidas por Witiza (4 piezas)y de Ervigio (2 piezas). La moneda de Leovigildo ensolitario, responde a la coyuntura distinta y ya expli-cada del resto del conjunto que, cronológicamente,mantiene una secuencia de reinados en una franjatemporal coetánea al atesoramiento del tesorillo detreinta años.

Así las monedas de Ervigio hay que situarlas entre el680 y el 687 d. C., Egica y Witiza amonedaron con-juntamente entre el 698 y el 702 d. C., fechas a la quepertenece el grueso de las monedas, mientras queWitiza en solitario amonedó entre los años 702 y 710d. C., últimas fechas que proporcionan la cronologíade las monedas del tesorillo.

El contexto histórico en que cabría situar la oculta-ción, es el de la invasión musulmana del 711, dondedespués de la derrota visigoda del Guadalete, lasmonedas visigodas dejarán de circular y las ya existen-tes se reacuñarán en adelante como dinares.

En lo que respecta a la zona que nos ocupa, Osa de laVega lugar del hallazgo, se encuentra cercana a la capi-tal del reino visigodo y por ende en pleno sector y epi-centro del teatro de operaciones más importante de lainvasión musulmana, con lo que cobra más fuerza lahipótesis de un ocultamiento debido a la inestabilidaddel momento de la conquista (711 d. C.), y cuya fechade terminus post-quem fijada por la cronología de lasúltimas monedas de Witiza, nos da una fecha que nopuede llevarse más allá del 710 d. C.

Por todo ello, la ocultación habría que fijarla en elcomienzo del siglo VIII (al igual por ejemplo que eltesorillo de la Vega Baja de Toledo, también conmonedas de Ervigio, Egica y Witiza), en pleno con-

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texto de la invasión musulmana y de la fragilidad delpoder político del reino visigodo, patente en la bajaley y escaso peso de sus acuñaciones.

La destrucción y saqueo por contingentes árabes de lacercana ciudad de Segóbriga, que supuso su fin comociudad antigua, provocaría el pánico y el caos de la zona

y posiblemente propiciaría el ocultamiento del tesorillo.Su propietario buen conocedor del entorno, a pesar deque lo guardó inteligentemente, aprovechando la cober-tura de una zona de necrópolis con una peculiar prácticafuneraria en mina, no pudo volver a recuperar el tesorillo,o quizá irónicamente, descansaba en una de las tumbasque albergaba “La Condenada”.

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Gráficos y fotografías

GRÁFICO 1: Planimetría parcial de la mina “La Condenada”/ OV8, con ellugar del hallazgo del tesorillo. Osa de la Vega (Cuenca).Dibujo de D. Fernando Villaverde Mora.

FOTO 1: Anversos y reversos del tesorillo de trientes hispanovisigodosde la mina romana de lapis specularis de La Condenada - Osa dela Vega (Cuenca). Museo de Cuenca. Servicio fotográfico delMuseo de Cuenca (Aurelio Lorente).

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Foto 1

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