8/17/2019 El Tío Salva

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Hacía rato que el Tío Salva venía con ganas de morirse. Pero no se

animaba. La muerte había estado cerca, e incluso había dejado sus huellas

y preavisos, como cuando la caída del caballo, o el día del corto circuito

que convirtió al galponcito del ondo en ceni!as. Las huellas consistían en"

una pierna dura y escarada de tanta rastra, y la visión pr#cticamente nula

en ambos ojos. $ntonces llegó el vendedor de biblias. %currió un día de

verano, el sol rajaba las veredas, el sur todo era una peque&a sucursal del

in'erno. $l vendedor de biblias tocó la puerta dos, tres, die! veces. $l tío

Salva interpretó su insistencia como el llamado inapelable y (ltimo de la

muerte y resolvió hacerle rente. ) la muerte. *o a un inocente vendedor

de biblias. Para estar a la altura de los acontecimientos, el Tío rompió la

vitrina del comedor que atesora reliquias de la guerra civil y sacó el

pistolón de treinta y se dispuso a llevar el asunto hasta sus (ltimas

consecuencias. La tragedia resultó, por lo tanto, tan estruendosa como

inevitable. +uando salimos a la puerta, atraídos por las detonaciones,

encontramos al vendedor de biblias en el piso, perorado de perdigonadas,

su cuerpo vibrando y sacudindose como prepar#ndose para lo peor,

como si lo peor a(n no hubiera llegado. -os intentó ayudarlo a bien morir,

le apoyó la mano en la cabe!a y se la endere!ó suavemente. de ese

modo inauguró el verdadero espanto. Porque el cuerpo, la cabe!a, latotalidad de ese cuerpo ya no eran del vendedor de biblias. $ran del tío

Salva. /ue de alguna manera había acertado con su intuición. 0u

cuestión de segundos" autom#ticamente nos volvimos hacia el autor de

los disparos"

lo que vimos nos heló la sangre...