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EL TORO CONTRA LA LOBA. LA GUERRA DE LOS ALIADOS (91-87 A.C.)

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EL TORO CONTRA LA LOBA. LA GUERRA DE LOS ALIADOS

(91-87 A.C.)

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Luis Amela Valverde

EL TORO CONTRA LA LOBA LA GUERRA DE LOS ALIADOS (91-87 A.C.)

Madrid 2007Signifer Libros

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SIGNIFERMonografías y Estudios

de Antigüedad Griega y Romana

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ILUSTRACIÓN DE LA PORTADA: Reverso de un denario acuñado en el año 90 a.C. por Papius Mutilus,

con la imagen de un toro corneando a una loba.

El contenido de este libro no puede ser reproducido ni plagiado, en todo o en parte,conforme a lo dispuesto en el art. 534-bis del Código Penal vigente, ni ser

transmitido con fines fraudulentos o de lucro por ningún medio.

© Propiedad intelectual: Luis Amela Valverde© De la presente edición: Signifer Libros, 2007

Apdo. 52006 MADRIDmail: [email protected]

http://signiferlibros.comISBN: 84-934612-6-1 978-84-934612-6-3

Depósito Legal: S.1672-2006Imprime: Eucarprint. Peñaranda de Bracamonte (Salamanca).

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ÍNDICE

INTRODUCCIÓN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7

I. LA CUESTIÓN ITÁLICA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13II. EL TRIBUNADO DE LIVIO DRUSO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 27III. EL INICIO DE LA GUERRA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 41IV. EL CAMPO ALIADO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 57V. FUERZAS EN CONFLICTO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 73VI. AÑO 90 A.C.: FRENTE SEPTENTRIONAL . . . . . . . . . . . . . . . 87VII. AÑO 90 A.C.: FRENTE MERIDIONAL . . . . . . . . . . . . . . . . . 107VIII. UN PRIMER BALANCE . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 123IX. AÑO 89 A.C.: FRENTE SEPTENTRIONAL . . . . . . . . . . . . . . 133X. AÑO 89 A.C.: FRENTE MERIDIONAL . . . . . . . . . . . . . . . . . 147XI. LA LEX PLAUTIA PAPIRIA Y EL FIN DEL CONFLICTO . . . 159XII. EPÍLOGO. LA GUERRA CIVIL . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 173

ÍNDICES . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 185

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Dedicado a mi madre Ángela Valverde Valverde

R. I. P.

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INTRODUCCIÓN

La Guerra de los Aliados (91-87 a.C.), o Bellum sociale1, conocida también

como Bellum Marsicum2 o Bellum Italicum3, mal llamada Guerra Social4, enfrentó a Roma con sus Aliados itálicos (socii)5, quienes reclamaban la plena identidad de derechos, es decir, la ciudadanía romana6. Se trata del conflicto bélico más importante que conoció Italia7 desde la Segunda Guerra Púnica, y el primero de una serie de sangrantes guerras civiles que finalizaron con la instauración del Principado de Augustus.

No hay que engañarse. Se trata de un conflicto civil, no de otra cosa, como varios autores de la Antigüedad ya manifestaron. Floro lo deja bien patente: “Se puede llamar Guerra de los Aliados para debilitar su abominable carácter8, pero, si hemos de decir la verdad, aquello fue una Guerra Civil. Puesto que el pueblo romano se ha mezclado con Etruscos, Latinos y Sabinos, y lleva una sola sangre tomada de todas, su

1 App. BC 1, 34, 55, 68 y 80; 4, 25. Cic. Font. 41; II Verr. 5, 8. Eutrop. 5, 4, 2; 5, 9, 2. Flor. 2, 6, 1. Front. Str. 1, 5, 17; 2, 4, 16; 4, 7, 41. Gell. 15, 4, 3. Iuven. 5, 31. Oros. 5, 18, 1 y 15; 5, 19, 1 y 3; 5, 22, 2. Plin. NH 3, 70; 33, 20 y 55. Polyaen. 8, 9, 1. Plut. Mar. 32, 5; Sulla 6, 2, 11 y 16-17. Val. Max. 1, 6, 4; ; 6, 9, 6. 8, 6, 4. Vir. Ill. 75, 6. Cf. Liv. Per. 71, 4. 2 Inscr. Ital. XIII, 1, nº 8; 2 nº 6; 2 nº 8. Cic. Div.1, 99; 2, 54; 2, 59. Leg. Agr. 2, 90. Diod. 37, 1, 1, 3 y 6; 37, 2, 1, 12 y 14. Dion. Hal. 4, 62, 5; 8, 80, 2. Hor. Carm. 3, 14, 18. Iust. 38, 4, 13. Plin. NH 8, 221; 15, 121; 22, 12; 25, 52. Plut. Cic. 3, 2; Luc. 2, 1; Sert. 4, 2; de fort. Rom. 321f. Sall. Hist. 1, 88. Sisen. frs. 5a-5b. Str. 5, 3, 10; 5, 4, 2; 6, 1, 6. Vell. Pat. 2, 21, 1. Cf. Hor. 3, 14, 18. 3 Asc. 14, 22, 73 y 79. Cic. Balb. 50; leg. agr. 2, 80; Off. 2, 75; II Verr. 2, 5. Eutrop. 5, 9, 2. Iust. 38, 4, 14. Obs. 54 y 57. Oros. 5, 22, 2. Val. Max. 5, 4, 7; 6, 3, 3. Vell. Pat. 2, 16, 4; 2, 17, 1 y 3. 4 Traducir este conflicto como «Guerra Social» es equívoco, porque denotaría un enfrentamiento entre clases dentro de la sociedad que no ocurrió. En inglés, precisamente, este conflicto se denomina “Social War”. 5 Sobre las relaciones de Roma con sus Aliados, vid: P. A. Brunt, “Italian Aims at the Time of the Social War”, JRS 55 (1965), 90-109. E. Badian, “Roman Politics and the Italians (133-91 BC)”, DArch 4-5 (1970-1971), 373-409. F. Wulff Alonso, “Notas para el estudio de la historiografía moderna en el tema de las relaciones de Roma y los itálicos en el s. II a.C.”, Baetica 6 (1983), 203-215; Romanos e Itálicos en la Baja República. Estudios sobre sus relaciones entre la Segunda Guerra Púnica y la Guerra Social (201-91 a.C.), Bruxelles, 1991; Roma e Italia de la Guerra Social a la retirada de Sila (90-79 a.C.), Bruxelles, 2002. Italia no era una sola entidad unificada bajo la égida de Roma, sino un cúmulo de comunidades unidas a la Ciudad Eterna mediante tratado. Se la ha intentado definir de varias maneras, como «confederación», «alianza» o «liga», pero ninguna de ellas ha tenido el suficiente consenso para imponerse. Aparte de Roma y su territorio propio (el ager Romanus), se encontraban las comunidades latinas (en su mayor parte colonias fundadas durante la conquista de Italia), y el resto de los Aliados quienes vinculados a Roma mediante tratados (foedera), que podían ser aequa o iniqua («iguales» o «desiguales»). Sobre este tema, vid: U. Laffi, “Il sistema di alleanze itálico”, en Storia di Roma. 2. L’impero mediterráneo. I. La repubblica imperiale (Torino, 1990), 285-304. 6 Bellum Marsicum fue el nombre utilizado hasta el s. I d.C., y en el s. II d.C. se popularizó el de Bellum sociale. Si bien la designación de Bellum Marsicum es la más antigua, Bellum Italicum aparece en los registros oficiales ya en el año 78 a.C. (CIL I2 588 = RDGE 22). 7 Sobre Italia en esta época, vid: Cl. Nicolet, Roma y la conquista del mundo mediterráneo 164-27 a. de J.C. 1/ Las estructuras de la Italia romana, Barcelona, 1982. E. T. Salmon, The making of Roman Italy, London, 1982. D. Roman e Y. Roman, Sociétés et structures sociales de la Péninsule Italienne (218-31 avant J.-C.), Paris, 1993. C. Badel y A. Beranger, L'Italie et la Sicile d'Hannibal à Octavien. Textes et documents (218-31 av. J.-C.), Paris, 1994. N. Belayche, Rome, la Péninsule Italique et la Sicilie (de 218 à 31 avant notre ère). Crises et mutations, Paris, 1994. J.-P. Vallat, L'Italie et Rome, 218-31 av. J.-C., Paris, 1995. J.-M. David, La romanisation de l'Italie, Paris, 1997. L. R. Johnson, Roma et Italia: from the Gracchi to Cicero, 133-64 B.C., Diss. Berkeley, 1997. La frontera administrativa de Italia estaba en principio situada en el río Aesis (act. Esis) y posteriormente en el Rubico, hasta que en época de Augustus se situó en los Alpes (Str, 5, 2, 10). 8 En otro pasaje, Floro señala que la guerra fue un “¡abominable crimen!” (Flor. 2, 7, 1).

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cuerpo se ha formado de distintos miembros y constituye uno solo procedente de todos ellos9; con no menor deshonra se sublevaban los Aliados en Italia que los ciudadanos en la Urbe10. Por tanto, como los Aliados reclamaron con toda justicia disfrutar los derechos de una ciudad a cuyo engrandecimiento habían contribuido con sus fuerzas (tal esperanza les había hecho concebir Drusus por su ambición de poder)11, una vez que éste fue asesinado por el crimen de sus conciudadanos, idéntico fuego que le consumió a él inflamó a los Aliados para conquistar la Ciudad por las armas”12. Fue, como indicó Eutropio, “una guerra absolutamente funesta… cuando habían terminado casi todas las otras guerras”13.

Este enfrentamiento se integra dentro de los diversos problemas que afectaban a Roma14 a inicios del s. I a.C. Había pasado de ser una ciudad-estado a un imperio sin apenas haber cambiado sus instituciones. Antes o después, las consecuencias de este hecho se harían presentes.

Durante el s. II a.C. las comunidades itálicas descubrieron a su pesar que, simplemente, eran súbditos de Roma, obligados a participar, por no decir llevar el peso, en una serie de guerras en las que no tenían ningún tipo de interés ni obtenían beneficio alguno. Roma pudo a partir del año 167 a.C. pagar a sus soldados sin tener que imponer impuestos directos a sus ciudadanos, como consecuencia de los ingresos obtenidos por el botín, las indemnizaciones y las tasas provinciales15; en cambio, los Aliados se veían obligados a recurrir a sus propios recursos16. A su vez, Roma, ante las dificultades en alistar reclutas entre sus propios ciudadanos, fue traspasando esta responsabilidad a los socii, obligados a contribuir cada vez más en mayor proporción en el ejército romano17. 9 Flor. 2, 6, 1. 10 Flor. 2, 6, 2. 11 Flor. 2, 6, 3. 12 Flor. 2, 6, 4. 13 Eutrop. 5, 3, 1. 14 Sobre la situación política e institucional de Roma en esta época, vid: L. Pareti, Storia di Roma e del mondo romano, III. Dai prodromi della II guerra Macedonia al “primo triunvirato” (170-59 av. Cr.), Torino, 1952. P. A. Brunt, Italian Manpower (225 BC-AD 14), Oxford, 1971. E. S. Gruen, The Last Generation of the Roman Republic, London, 1974. R. F. Rossi, Storia di Roma, IV: Dai Gracchi a Silla, Bologna, 1980. N. Rouland, Rome, democratie impossible? Les auteurs du pouvoir dans la cité romaine, Le Paradou, 1981. M. H. Crawford, La República Romana, Madrid, 1981. J. M. Roldán Hervás, Historia de Roma. Tomo I. La República Romana, Madrid, 1981. Cl. Nicolet (ed.), Roma y la conquista del mundo mediterráneo. 264-27 a. de J.C. 2/ La génesis de un imperio, Barcelona, 1984. S. Tondo, Crisi della Repubblica e formazione del Principato in Italia. Lezioni, Milano, 1988. D. F. Epstein, Personal Enmity in Roman Politics 218-43 B.C., London, 1989. R. Syme, La revolución romana, Madrid, 1989. W. Barbieri (ed.), Storia di Roma. 2. L'Impero mediterraneo I. La Repubblica Imperiale, Torino, 1990. H. H. Scullard, From the Gracchi to Nero. A History of Rome from 133 BC to AD 68, London, 19915. D. C. A. Shotter, The Fall of the Roman Republic, London, 1994. A. Piganiol, La conquête romaine, Paris, 19957. J. Bleicken, Geschichte des römische Republik, München, 19995. A. Dosi, Lotte politiche e giochi di potere nella Roma repubblicana, Milano, 1999. F. Pina Polo, La crisis de la República (133-44 a.C.), Madrid, 1999. J. M. Arbizu, Res Publica Opressa. Política popular en la crisis de la República (133-44 a.C.), Madrid, 2000. J.-M. David, La République romaine. De la deuxième guerre punique à la bataille d'Actium, 218-31. Crise d'une aristocratie, Paris, 2000. D. Roman, Rome: la république impérialiste 264-27 av. J.-C., Paris, 2000. K. Christ, Krise and Untergang der römischen Republik, Darmstadt, 20004. E. Deniaux, Rome, de la Cité-État à l’Empire. Institutions et vie politique aux IIe et Ier siècle av. J.-C., Paris, 2001. M. Le Glay, Grandeza y decadencia de la República romana, Madrid, 2001. L. Hernández Guerra y A. Jiménez de Furundarena, Estructuras sociales y políticas de la Roma Republicana: Cambios sociales y crisis política (135-88 a. C.), Valladolid, 2004. Sobre el desempeño de las magistraturas en este período, vid: T. R. S. Broughton, The Magistrates of the Roman Republic. Volume II. 99 BC-31 BC, Atlanta, 1952; The Magistrates of the Roman Republic. Volume III. Supplement, Atlanta, 1986. 15 Cic. Off. 2, 76. Liv. 40, 60, 1. Plin. NH 33, 56. Plut. Aem. 38, 1. Val. Max. 4, 3, 8. 16 App. BC 1, 7. 17 Sobre el ejército en esta época, vid: F. E. Adcock, The Roman Art of War under the Republic, Cambridge, 1940. J. Harmand, L'armée et le soldat a Rome de 107 à 50 avant notre ère, Paris, 1967. L. Keppie, The

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Los Aliados se veían directamente afectados por decisiones políticas tomadas en Roma sobre las cuales no tenían ni voz ni voto, y poco a poco se fue extendiendo entre ellos la idea de obtener la ciudadanía romana. Si contribuían al crecimiento y fortalecimiento del Imperio, debían también participar en los beneficios.

La invasión de los Cimbrios (Cimbri) y los Teutones (Teutoni)18 había dejado al descubierto las tensiones subyacentes y las divisiones internas de la sociedad romana, y precipitó el proceso de descomposición política. Este problema, que comenzó a ser crítico en la primera década del s. I a.C., produjo el deterioro de las relaciones entre Roma y sus Aliados peninsulares.

C. Marius (cos. I 107 a.C.), importante figura política y militar de primer orden, vencedor tanto del monarca númida Iugurtha (118-105 a.C.)19 como de Cimbrios y Teutones, se dio cuenta de ello y simpatizó con la causa de los Aliados. Pero la cerrazón de los medios dirigentes romanos hizo imposible que las reformas necesarias fueran realizadas, y ello provocó finalmente el estallido del conflicto.

El asesinato de M. Livius Drusus (tr. pl. 91 a.C.) fue la chispa que encendió la Guerra de los Aliados. Un gran número de comunidades itálicas ya había efectuado preparativos militares en caso de ver denegada su demanda principal, que era, paradójicamente, formar parte como miembros de pleno derecho del estado romano.

Roma obtuvo la victoria militar, pero sólo después de reconocer su derrota política, es decir, el reconocimiento a los Aliados itálicos del derecho de ciudadanía romana. La guerra se encontraba prácticamente finalizada en el mes de diciembre del año 89 a.C., pero en algunos lugares se prolongó hasta el año 87 a.C., e incluso se podría decir hasta el año 80 a.C., al confundirse con la posterior guerra civil romana.

Making of the Roman Army from Republic to Empire, London, 1984. J. Patterson, “Military organization and social change in the Later Roman Republic”, en War and Society in the Roman World (London, 1993), 92-112. Como factor político, vid: P. A. Brunt, "The Army and the Land in the Roman Revolution", JRS 52 (1962), 69-86. H. Boterman, Die Soldaten und die römischen Politik, München, 1968. E. Erdmann, Die Rolle des Heeres in der Zeit von Marius bis Caesar. Militarische und politische Probleme einer Berufsarme, Naustadt, 1972. H. Aigner, Die Soldaten als Matchfaktor in der ausgehenden römischen Republik, Innsbruck, 1974. L. De Blois, The Roman Army and Politics in the First Century before Christ, Amsterdam, 1987. 18 Los Cimbrios y los Teutones eran pueblos germánicos que, desde la península de Jutlandia, emigraron hacia el Sur. En el año 113 a.C. derrotaron a un ejército romano en Noricum, y se dirigieron posteriormente a la Gallia, donde, más tarde, vencieron nuevamente a los Romanos en la batalla de Arausio (105 a.C.). Marius derrotó a los Teutones en Aquae Sextiae (102 a.C.) y a los Cimbrios en Vercellae (101 a.C.), cuando ambos pueblos pretendían cruzar los Alpes e invadir Italia. Sus nombres se convirtieron en arquetipos de los salvajes septentrionales. Vid: F. Miltner, “Der Germaneneugriff auf Italien in den Jahren 102-101 v. Chr.”, Klio 33 (1940), 289-307. A. Donnadieu, “Le campagne de Marius dans la Gaule Narbonnaise (104-102 av. J.-C.). La Bataille d'Aix-en-Provenece (Aquae Sextiae) et ses Deux Episodes”, REA 56 (1954), 281-296. H. Caliers, “Zur Vorstellung der Römer von den Cimbern und Teutonen seit dem Ausgang der Republik. Ein Beitrag zur Behaundlung auβen politischen Ideologie in Rom”, Chiron 1 (1971), 341-350. H. Last, “Le guerre dell'età di Mario”, en Università di Cambridge. Storia Antica IX, 1. Roma: La Reppublica 133-44 a.C. (Cambridge, 1973), 137-203. E. Demougeot, “L'invasion des Cimbres-Teutons-Ambrons et les Romains”, Latomus 37 (1978), 910-938. Th. Luginbühl, “Les Cimbres et les Teutons, histoire d'une migration”, Chronozones 2 (1995), 14-29. 19 Sobre este conflicto, vid: M. Holroy, “The Jugurthine War: was Marius or Metellus the Real Victor?”, JRS 18 (1928), 1-20. H. Last, “Le guerre dell'età di Mario”, en Università di Cambridge. Storia Antica IX, 1. Roma: La Reppublica 133-44 a.C. (Cambridge, 1973), 137-203. J. A. Ilevbare, “Jugurtha. A victim of Roman imperialism and factional politics”, MusAfr 6 (1977-1978), 43-59. G. M. Paul, A Historical Commentary on Sallust's Bellum Iugurthinum, Liverpool, 1984. H. Kadra, Jugurtha. Un berbère contre Rome, Paris, 2005. Sobre las batallas, vid: J. Rodríguez González, Diccionario de batallas de la Historia de Roma (753 a.C.-476 d.C.) [3.386 batallas libradas por los ejércitos romanos], Madrid, 2005. Sobre la marina, vid: D. Carro, Classica - Storia della marina di Roma. Testimonianze dall’Antiquità. Libro V. La guerre Mitridatiche a Lucio Lucullo. Roma, 1996.

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Las noticias sobre este conflicto son bastante numerosas, aunque por desgracia poco satisfactorias20, e incluso hasta contradictorias entre sí. No es de extrañar que Roma intentase olvidar este conflicto lo más rápido posible. Fruto de este hecho son los pocos trabajos dedicados a este tema21.

Únicamente se cuenta con el relato continuado de Apiano22, complementado con Veleyo Patérculo, el epitomador de Tito Livio y Orosio. La contribución de Cicerón es interesante, pero menos importante de lo que es habitual en el famoso orador. Plutarco es pobre y decepcionante. Muchas noticias de valor pueden encontrarse en Diodoro, Estrabón, Frontino y Plinio el Viejo; algunos detalles son ofrecidos de manera ocasional por Floro, Dión Casio y otros escritores tardíos23. Por tanto, la pérdida de las Historiae de L. Cornelio Sisena (119-67 a.C.)24, que contenía una historia detalla del conflicto es lamentable; los fragmentos que nos han llegado son ocasionalmente significativos y siempre de difícil interpretación25.

Apiano ya indica que únicamente efectúa un resumen de las acciones más dignas de mención, en las que se alternaron derrotas y victorias26, el mismo sentir que Plutarco27. Por tanto, nunca se podrá tener una imagen completa del desarrollo de los acontecimientos28.

Fuera de las fuentes literarias, no existe mucha información. Pocas inscripciones ofrecen ayuda, aunque las glandes encontradas en Asculum y otras poblaciones de sus cercanías son de gran valor por su interés. Asimismo, la iconografía de las monedas emitidas por los Aliados da a conocer su ideario.

20 Para un recopilatorio de fuentes, vid: A. H. J. Greenidge y A. M. Clay, Sources for Roman History 133-70 BC, Oxford, 19862. 21 Sobre este conflicto, vid: A. Kiene, Der römische Bundesgenossenkrieg, Leipzig, 1845. P. Merimée, Études sur l’Histoire romaine, Paris, 1897. A. von Domaszewki, Bellum Marsicum, Wien, 1924. A. Bernardi, “La guerra sociale e le lotte dei partiti in Roma”, NRS 28-29 (1944-1945), 60-99. I. Haug, “Der römische Bundesgenossenkrieg, 91-88 v. Chr. bei Titus”, WürzJbb 2 (1947), 100-139 y 201-258. E. Gabba, “Le origini della Guerra Sociale e la vita politica romana dopo l’89 a.C.”, Athenaeum 32 (1954), 41-114 y 293-345; “Rome and Italy: the Social War”, en The Cambridge Ancient History Volume IX. The Last Age of the Roman Republic 146-63 BC (Cambridge, 1994), 104-127. E. T. Salmon, “Notes on the Social War”, TAPhA 89 (1958), 159-184. G. de Sanctis, La Guerra Sociale, Firenze, 1976. R. Maradino, “Altri studi sul Bellum Italicum: l'elenco appianeo delle popolazioni italiche; la operazione militari in Irpinia”, Annali Licei F. de Sanctis de S. Angelo del Lombardi (1976), 20-31. 22 Sobre su obra en relación a la Guerra de los Aliados, vid: E. Gabba, Appiani Bellorum Civilium liber primus, Firenze, 1958. D. Magnino, “Le «Guerre Civili» di Appiano”, ANRW II 34. 1 (1993), 523-544. 23 Además, muchas veces las copias de los manuscritos de una misma obra se contradicen entre sí (especialmente en el caso del epitomador de Livio), lo que agrava la comprensión. 24 Sobre este autor y su obra, vid: E. Candiloro, “Sulla Historiae di L. Cornelio Sisenna”, SCO 12 (1963), 211-226. E. Badian, “Where was Sisenna?”, Athenaeum 42 (1964), 422-431. G. Barabiano, “I frammenti delle Historiae di L. Cornelio Sisenna”, en Studi Nonniani, I (Genova, 1967), 67-251. P. Frasinetti, “Sisenna e la guerra sociale”, Athenaeum 50 (1972), 78-113. G. Calboli, “Su alcuni frammenti di Cornelio Sisenna”, StudUrb(SerB) 49 (1975), 151-221. E. Rawson, “L. Cornelius Sisenna and the Early First Century”, CQ 29 (1979), 327-346. 25 También entre las obras perdidas hay que tener en cuenta los Commentarii del posterior dictador Sulla, que jugó un importante papel en el conflicto y que influyeron en autores posteriores, especialmente Plutarco; vid: G. Pascucci, “I commentarii di Silla”, SU 49/1 (1975), 283-296. L. G. Lewis, “Sulla's autobiography: scope and economy”, Athenaeum 79 (1991), 509-519. J.-M. Alonso-Núñez, “La autobiografía de Sila”, ACD 40-41 (2004-2005), 95-107. En este mismo sentido hay que citar a L. Licinio Lúculo, el general romano que dirigió la Tercera Guerra Mitridática, quien escribió en griego una historia de la Guerra de los Aliados (Plut. Luc. 1, 5). 26 App. BC 1, 40. 27 Plut. Mar. 33, 1; Sulla 6, 3. 28 Cf. Liv. Per. 72, 6, indica que no puede entrar en detalle “del envío de tropas auxiliares de estatuto latino y de naciones extranjeras al pueblo romano y de las expediciones y tomas de ciudades por ambos bandos”.

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Uno de los problemas de este conflicto es la cronología a aplicar. Generalmente su desarrollo su inicio se establece en el año 91 a.C., aunque, en realidad, pocos hechos de armas acontecieron en el primer año señalado; ya las fuentes antiguas señalan indistintamente el año 91 a.C.29 o el año 90 a.C.30 para el inicio del conflicto. Otro elemento es su finalización, que tradicionalmente se fecha a finales del año 89 a.C.31, pero, la resistencia de Samnitas y Lucanos se prolonga hasta el año 87 a.C., como claramente establece Apiano32, yuxtapuesto a la primera guerra civil romana33.

Hasta tal punto, en un fragmento de Diodoro se indica literalmente, que “en este tiempo la mayor de las guerras, la Mársica, llegó a su fin”34, pudiera fecharse según F. R. Walton en el año 82 a.C.35 Asimismo, una anécdota sobre L. Cornelius Sulla (cos. I 88 a.C.), fechada en el año 88 a.C., se desarrolla durante “la Guerra de los Aliados”36. Así pues, si bien tradicionalmente este conflicto se fecha de los años 91 a 89 a.C., el presente estudio se extiende hasta el año 87 a.C.

Para finalizar, reproducir las palabras que Diodoro dedicó a este conflicto: “En todo el tiempo que las hazañas de los hombres han sido transmitidas por la historia escrita a la memoria de la posteridad la mayor guerra conocida por nosotros fue la «Mársica», así llamada por los Marsos. Este conflicto superó todo lo que le precedía tanto en las valerosas hazañas de sus líderes y en la magnitud de las operaciones”37.

“Diodoro declara que la así denominada Guerra Mársica, que se desarrolló durante su vida, fue más grande que ninguna otra del pasado. Dice que fue llamada Mársica por aquellos que dirigieron la revuelta, porque ciertamente fueron los Itálicos unidos los que lucharon contra Roma”38.

“La principal causa de la guerra, dice, fue la siguiente: los Romanos abandonaron la disciplina, frugal y austera, forma de vida que les había traído tal grandeza, y cayeron en la perniciosa actividad de la lujuria y la procacidad”39. “La plebe y el Senado se encontraban en contradicción como resultado de este deterioro, el último acudió a los Itálicos en busca de apoyo, con la promesa de admitirlos en la muy codiciada ciudadanía romana, y confirmaron la concesión mediante una ley40; pero cuando ninguna de las promesas efectuadas a los Itálicos fue realizada, la guerra estalló entre ellos y los Romanos. Esto ocurrió cuando L. Marcius Philippus y Sex. Iulius Caesar eran cónsules41 en Roma, durante el curso de la ciento y septuagésima segunda olimpiada”42.

29 Diod. 37, 2, 2. Eutrop. 5, 3, 1. Liv. Per. 72, 1. Obs. 54. Oros. 5, 18, 1. Plin. NH 33, 55. Cf. Flor. 2, 6, 8. 30 Vell. Pat. 2, 18, 1. 31 Estrabón únicamente la da en dos años (Str. 5, 4, 2), que debe corresponder a los años 90-89 a.C. 32 App. BC 1, 68. Esta última frase de Apiano es importante pues denota que la Guerra de los Aliados continuó oficialmente hasta el año 87 a.C. 33 Eutropio señala: “Finalmente, al quinto año le puso fin el cónsul L. Cornelius Sulla después de haber llevado a cabo en la misma guerra muchas hazañas valerosamente, pero como pretor” (Eutrop. 5, 3, 4). El conflicto finalizaría pues en el año 88 a.C. (Sulla fue realmente pretor en el año 97 a.C.). Asimismo, Orosio indica que “todavía no había terminado la Guerra de los Aliados, cuando comenzó en Roma la Primera Guerra Civil” (Oros. 5, 19, 1). 34 Diod. 37, 2, 14. Palabras que L. Pareti atribuye a Posidonio. 35 De hecho, esta parece ser la opinión de Estrabón en un famoso pasaje (Str. 5, 4, 11), vid infra. 36 Val. Max, 1, 6, 4. 37 Diod. 37, 1, 1. 38 Diod. 37, 2, 1. 39 Diod. 37, 2, 1. 40 F. R. Walton considera que esto puede referirse a las propuestas de extensión de la ciudadanía romana del tribuno Drusus (91 a.C.). 41 Los cónsules, en número de dos, eran los más altos magistrados de la Roma republicana, que daban nombre al año de su magistratura. En esta época mandaban tropas sólo en situaciones de emergencia y, si bien el

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“En este conflicto todos los tipos y todas las maneras de sufrimiento, incluido el asalto de ciudades, sucedieron a los dos bandos durante la guerra, dado que la Victoria inclina la balanza a su vez a favor de uno u otro, aunque después de innumerables bajas por cada lado de manera tardía y con dificultad el poder de Roma fue firmemente establecido”43.

prestigio de la función consular era muy grande, su autoridad política fue disminuyendo, aun así disponían de considerable poder. Los cónsules, junto con pretores, promagistrados y el dictador, eran los únicos magistrados cum imperio. Vid: A. Degrassi, Inscriptiones Italiae XIII. Fasti et Elogia, I. Fasti Consulares et Triumphales, Roma, 1947. E. Badian, “The Consuls, 179-44 BC”, Latomus 27 (1968), 149-156. R. J. Evans, “Candidates and Competition in Consular Elections at Rome between 218 and 49 BC”, AClass 34 (1991), 111-136. 42 Diod. 37, 2, 2. 43 Diod. 37, 2, 3.

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I

LA CUESTIÓN ITÁLICA

Como indica E. Gabba, la relación entre Roma y los aliados itálicos llegó a un punto de no retorno con la propuesta agraria del tribuno de la plebe Ti. Sempronius Gracchus44, en el año 133 a.C.45 El intento de que el Estado Romano reasumiera el ager publicus que había sido más o menos ocupado de manera legal por los possessores, fuesen itálicos o romanos, probablemente implicaba un incumplimiento de los tratados entre Roma y los estados aliados.

Desde este momento, las relaciones entre la clase senatorial romana y las oligarquías aliadas de Italia, vinculadas entre sí por las instituciones del patronato y la clientela46, y que se habían vuelto más estrechas que nunca en el curso de las dos generaciones posteriores a la Segunda Guerra Púnica, se encontraron gravemente comprometidas. La aprobación de la ley agraria rompió el equilibro entre ambos grupos y, con ello, se arruinaba la política efectuada por Roma que le había garantizado la supremacía, la viabilidad y la aceptabilidad de las elites de las comunidades itálicas en el contexto mismo de estas mismas comunidades y, por tanto, su posición como representantes de éstas con Roma.

44 Sobre los Gracchi y su problemática, vid: D. C. Earl, Tiberius Gracchus. A Study in Politics, Bruxelles, 1963. Cl. Nicolet, Les Gracques. Crise agraire et Révolution a Rome, Paris, 1967. H. C. Boren, The Gracchi, New York, 1968. A. H. Bernstein, The Rural Crisis in Italy and the lex agraria of 133 BC, Ithaca, 1969; Tiberius Sempronius Gracchus. Tradition and Apostasy, Ithaca, 1978. E. Badian, “Tiberius Gracchus and the Beginning of the Roman Revolution”, ANRW I 1 (1972), 668-731. J. Molthagen, “Die Durchführung den Gracchischen Agrarreform”, Historia 22 (1973), 414-458. A. Stockton, The Gracchi, Oxford, 1979. Y. Schochat, Recruitement and the Program of Tiberius Gracchus, Bruxelles, 1980. H. Rieger, Das Nachleben des Tiberius Gracchus in der lateinischen Literatur, Bonn, 1991. L. Perelli, I Gracchi, Roma, 1993. R. Horvath, “The Origins of the Gracchan Revolution”, en Studies in Latin Literature and Roman History VII (Bruxelles, 1994), 87-116. Ch. S. Mackay, The judicial legislation of Gaius Sempronius Gracchus, Diss. Harvard, 1994. 45 Sobre este tema, vid: Y. Shochat, “The lex agraria of 133 BC and the Italian allies”, Athenaeum 48 (1970), 24-45. R. A. Bauman, “The Gracchan Agrarian Commission: Four Questions”, Historia 28 (1979), 385-408. J. S. Richardson, “The Ownership iof Roman Land: Tiberius Gracchus and the Italians”, JRS 70 (1980), 1-11. S. H. Howarth, “Rome, the Italians, and the Land”, Historia 48 (1999), 282-300. 46 Sobre estas instituciones romanas, vid: L. Harmand, Un aspect social et politique du monde romain. Le patronat sur les collectivités publiques des origines au Bas-Empire, Paris, 1957. E. Badian, Foreign Clientelae (264-70 BC), Oxford, 1958. P. A. Brunt, “Amicitia in the Late Republic”, PCPhS 191 (1965), 1-20; “Clientela”, en The Fall of the Roman Republic and Related Essays (Oxford, 1980), 382-442. J. Hellegouarc’h, Le vocabulaire latin des relations et des partis politiques sous la République, Paris, 19722. N. Rouland, Pouvoir politique et dépendance personnelle dans l'antiquité romaine. Genèse et rôle des rapports de clièntele, Bruxelles, 1979. E. Deniaux, Clientèles et pouvoir à l’époque de Cicèron, Roma, 1993. J. Spielvogel, Amicitia und res publica. Ciceros Maxime während der innenpolitischen Auseinandersetzungen der Jahre 59-50 v. Chr., Stuttgart, 1993. M. A. Levi, “Da clientela ad amicitia”, en Epigrafia e territorio, politica e società. Temi di antichità romane. 3 (Bari, 1994), 375-381. F. Canali de Rossi, Il ruolo dei «patroni» nelle relazione politiche fra il mondo greco e Roma in età repubblicana ed augustea, Leipzig, 2001. Cl. Eilers, Roman Patrons of Greek Cities, Oxford, 2002. L. Amela Valverde, Las clientelas de Cneo Pompeyo Magno en Hispania, Barcelona, 2003.

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La intervención de P. Cornelius Scipio Aemilianus Africanus (cos. I 147 a.C.)47 a favor de los Aliados no fue más que un parche (temporal) al problema planteado. La disminución de la importancia del tema agrario tras la muerte de C. Sempronius Gracchus (tr. pl. I 123 a.C.) en el campo político no tenía por qué significar el restablecimiento de la confianza por parte de los notables itálicos hacia Roma.

En este sentido, no se ha establecido con seguridad si los proletarii de las comunidades itálicas podían ser elegidos para participar en la distribución del ager publicus que había sido reanudada por la comisión agraria. De cualquier forma, indudablemente tendrá como consecuencia un incremento de la tensión social dentro de las comunidades itálicas, incluidas las colonias latinas.

Como compensación a los Aliados por las pérdidas causadas por la ley agraria, durante la década de los años 120 a.C. se efectuaron diversas propuestas concernientes precisamente a la concesión de la ciudadanía romana a éstos, pero que en realidad únicamente favorecía a los miembros de las clases superiores itálicas. Las propuestas contenían asimismo cláusulas ofreciendo beneficios alternativos y diferentes privilegios, como, por ejemplo, el ofrecimiento de la prouocatio (derecho a apelar contra las decisiones arbitrarias de un magistrado romano) por parte de M. Fulvius Flaccus (cos. 125 a.C.) a los Itálicos que no quisieran la ciudadanía48, o que ese mismo premio recayese sobre el acusador triunfante en un caso de repetundis.

Tradicionalmente se ha sostenido que el derecho de la prouocatio habría sido otorgado a los Itálicos con objeto de defenderse de las conductas efectuadas por los magistrados romanos en las comunidades aliadas49. Más recientemente, con mayor razón, R. S. Howarth señala que, ante todo, el objetivo era que los Itálicos pudieran defenderse de la comisión encargada de la aplicación de la reforma agraria.

Para E. Gabba, este tipo de ofrecimientos es una señal de que todavía no existía una conciencia general del valor práctico de la ciudadanía romana en comparación con la pérdida tanto económica como de prestigio derivada de la aplicación de la reforma agraria. Además, Roma era también probablemente muy reacia a extender las funciones del estado romano como resultado de un aumento del cuerpo cívico.

47 App. BC 1, 19. Schol. Bob. 16. Sobre este tema, J. L. Beness, “Scipio Aemilianus and the crisis of 129 B.C.”, Historia 54 (2005), 37-48. Sobre este personaje, vid: A. E. Astin, Scipio Aemilianus, Oxford, 1967. 48 Val. Max. 9, 5, 1. 49 Aulo Gelio nos ha conservado un fragmento de un discurso de C. Sempronius Gracchus acerca de estas actividades, que reproducimos por su interés: “Recientemente hemos leído el discurso de Gracchus ‘Sobre la promulgación de las leyes’, en las que se lamenta sobre M. Marius y ciertos notables de los municipios de Italia, azotados con varas de manera ilegal por magistrados del pueblo romano, de la manera más odiosa que es posible. He aquí las palabras que pronunció sobre este asunto: «Recientemente vino un cónsul a Teanum Sidicinum. Su mujer dijo que quería bañarse en los baños destinados a los hombres. El encargo fue dado al cuestor de Teanum Sidicinum, M. Marius, de hacer salir a éstos que se bañaban en el establecimiento. La esposa dio cuenta a su marido que los baños se le han librado con retraso y no estaban suficientemente limpios. En consecuencia un poste fue colocado en el foro en donde se situó a M. Marius, el hombre más conocido de la ciudad. Sus vestimentas le fueron rasgadas y azotado con varas. Las habitantes de Cales, cuando se enteraron decretaron que nadie tuviera intención de utilizar los baños cuando un magistrado romano se encontraba en la villa. En Ferentinum por el mismo motivo nuestro pretor prender a los cuestores; uno se tiró desde lo alto de las murallas; el otro fue detenido y azotado con varas»... Del mismo modo en otro pasaje Gracchus hablaba de esta forma: «Cuál es el desenfreno y la falta de moderación de la juventud, os mostraré un solo ejemplo. En estos últimos años fue enviado desde la provincia de Asia a uno que en este tiempo todavía no había ejercido aún ninguna magistratura, un joven realizando función de legado. Se hacía transportar en litera. Un boyero, un plebeyo de Venusia lo encuentra e, ignorando a quien lleva, pregunta por broma si ellos llevaban a un muerto. Cuando el otro lo oyó, hizo parar la litera y con las correas a las cuales ésta está fijada, mandó herir al hombre hasta que éste expiró” (Gell. 10, 3, 2-3 y 5).

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En cualquier caso, debido en parte como consecuencia de las diversas propuestas de concesión de ciudadanía50, pero principalmente debido al rápido deterioro de la situación política general, los Aliados tomaron progresivamente conciencia de la necesidad de adquirir la ciudadanía romana. Por el contrario, tal solicitud se encontró con la hostilidad de Roma, no sólo de la clase política (por temor a que toda la estructura política e institucional del estado romano se derrumbara), sino también de la plebe, amenazada por la llegada masiva de Itálicos a la ciudad51.

La cuestión volvió de nuevo a primer plano con la propuesta de ley del cónsul Fulvius Flaccus52, antiguo miembro de la comisión de tierras gracana, de otorgar la ciudadanía romana a aquellos Itálicos que la solicitasen, idea que quizás ya estuviera en el aire en un momento anterior, ca. el año 129/128 a.C.53 Como indica Apiano, el objetivo era hacer de los Itálicos partícipes del imperium, en vez de súbditos, pero nunca se llegó a votar54. Tampoco tuvo éxito una medida similar de C. Sempronius Gracchus, en la que se proponía conceder a los Latinos la plena ciudadanía romana mientras que al resto de los Aliados el ius Latii55.

El fracaso de la propuesta de Fulvius Flaccus desencadenó la rebelión de la colonia latina de Fregellae (act. Rocca d’Arce) en el año 125 a.C.56, un movimiento que fue mucho más amplio de lo que se ha creído tradicionalmente.

Fregellae, fundada en el año 328 a.C. en la orilla izquierda del río Liris (act. Liri, que, al unirse con el río Rapido, da origen al Garigliano), había sido en varias ocasiones la representante de las colonias latinas en Roma, cuya lealtad había sido demostrada durante la Segunda Guerra Púnica57. Pero, un hecho a destacar, y posiblemente causa del estallido de la revuelta, fue el profundo cambio en la composición étnica de su cuerpo ciudadano.

Durante el s. II a.C., la Italia central, empobrecida, se fue despoblando paulatinamente con grupos que se dirigieron a la llanura del Padus (act. Po) o a otros lugares del Mediterráneo. Una noticia aislada, del año 177 a.C., menciona el establecimiento de 4.000 familias samnitas y pelignas en Fregellae58, atraídas sin duda por el desarrollo del artesanado lanero, lo que motivó la protesta de sus comunidades de origen, pues debido a la pérdida de población les sería más difícil cumplir con sus obligaciones militares hacia Roma.

50 App. BC 1, 34. 51 C. Fannius (cos. 122 a.C.): lo expresó claramente: “«si dais la ciudadanía a los Latinos, ¿creéis que, como ahora sucede, tendréis sitio en las contiones, en los juegos, en las festividades religiosas, o más bien pensáis que ellos lo ocuparan todo?»” (Iulius Victor 6, 4). 52 Sobre este personaje, vid: U. Hall, “Notes on M. Fulvius Flaccus”, Athenaeum 55 (1977), 280-288. W. L. Reiter, “M. Fulvius Flaccus and the Gracchan Coalition”, Athenaeum 56 (1978), 125-144. 53 Como reacción a esta idea, se aprobó la lex Iunia Penna del año 126 a.C., del tribuno M. Iunius Pennus, por la que se expulsaba de Roma a los peregrini (Cic. Off. 3, 47. Fest. 388. Cf. Cic. Brut. 109), afectando evidentemente a los Itálicos. Se ha argüido que también una frase de Lucilio podía hacer referencia a esta ley (Lucilius 1088); contra: F. Wulff Alons, “Notas sobre el mundo itálico en la ideología romana. Lucilio 1088M y Catón el Censor”, Baetica 7 (1984), 211-218. 54 App. BC 1, 21 y 34. Val. Max. 9, 5, 5. 55 App. BC 1, 23. 56 Sobre este tema, vid: P. Conole, “Allied disaffection and the revolt of Fregellae”, Antichthon 15 (1981), 129-140. Sobre la ciudad, vid: F. Coarelli, “I Sanniti a Fregellae”, en La romanisation du Samnium aux IIe et Ier siècles av. J.C. (Naples, 1991), 177-185; “Fregellae, Arpinum, Aquinum: lana e fullonicae nel Lazio meridionale”, en Les élites municipales de l'Italie péninsulaire des Gracques à Néron (Naples, 1996), 199-205. G. Battaglini, “La colonia latina de Fregellae, la ciudad y su historia”, en Valencia y las primeras ciudades romanas de Hispania (Valencia, 2002), 37-56. 57 Liv. 27, 10, 3-8. 58 Liv. 41, 8, 8.

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Este fenómeno debió de darse en otras colonias latinas, y, evidentemente, en la misma Roma, pues en el citado año 177 a.C. también las comunidades latinas se lamentaban de que sus conciudadanos emigrasen a la Ciudad Eterna, a pesar de que el Gobierno había expulsado anteriormente a los Latinos de ella, en contra del derecho de éstos al ius migrandi59.

Curiosamente, en contraposición a esta emigración de los habitantes de los Apeninos, hay que situar la deportación al Samnium en el año 180 a.C., de casi 50.000 familias60 de Ligures Apuanos (Liguri Apuani), concretamente al antiguo territorio de los Hirpinos, en el ager Taurasinus, en ese tiempo ager publicus, con objeto de repoblar zonas anteriormente devastadas61. Para A. Barzano, no hay que aceptar las palabras de Livio, es decir, el traslado no fue una imposición de Roma, sino que sería una de las condiciones del foedus libremente propuesto por los Ligures, que querían asentarse en un territorio morfológicamente afín al suyo pero más fértil. Roma estaría a favor, debido a la drástica disminución demográfica que se registraba en el Samnium62.

Pero, de vuelta a Fregellae, tradicionalmente se ha sostenido que con el transcurso del tiempo, la población de esta ciudad se habría partido en dos: los colonos originales poseedores de tierra y la nobleza local latina de un lado, y una masa de individuos de origen osco, la mayor parte pobres y sin tierras, por otro. La existencia de la comisión agraria gracana perjudicaba a los primeros y no beneficiaba a los segundos. La tensión fue tal que se tomó el camino de la rebelión armada. Fregellae explotaría de manera aislada, sin apoyos de ninguna otra comunidad, sea latina o federada, posiblemente porque los acontecimientos del año 177 a.C. la habían convertido en impopular a los ojos de las demás. La aristocracia latina de la ciudad no tenía nada en común con el resto de la población, ahora de mayoria osca, y entregaría la ciudad a Roma.

En realidad, como ha demostrado P. Conole, las cosas acontecieron de manera diferente. Las fuentes muestran que la aristocracia de Fregellae permaneció en la ciudad y participó en su defensa. Incluso, Q. Numitorius Pullus63, responsable de la entrega de la comunidad, pasó a la posteridad como sinónimo de “traidor”64, lo que le valió incluso el desprecio romano65, y acusado en juicio por su participación en este asunto sólo fue absuelto después de desesperadas peticiones de misericordia66.

Fregellae no estuvo sola en su actitud de desafío. Un discurso conservado en el Ad Herennium da a entender que, por iniciativa propia de simpatizantes romanos a su causa, los habitantes de esta ciudad tomaron las armas en contra del dominio de Roma67.

59 Por ejemplo: Liv. 39, 3, 4-5 (187 a.C.); 41, 8, 6-7 y 12 y 41, 9, 9 (177 a.C.); 42, 10, 3 (172 a.C.). 60 Liv. 40, 38, 1-7; 40, 41, 3-4. 61 Cf. Lib. Colon. 235. Sobre este tema, vid: J. Patterson, Sanniti Liguri e Romani, Circello, 1988. A. Barigazzi, “Liguri friniati e apuani in Livio”, Prometheus 17 (1991), 55-74. A. Barzano, “Il trasferimento dei Liguri Apuani nel Sannio del 180-179 a.C.”, en Coercizione e mobilità umana nel mondo antico (Milano, 1995), 177 201. A. Luisi, “La presenza dei Ligures Baebiani nel Sannio”, en Coercizione e mobilità umana nel mondo antico (Milano, 1995), 203-214. 62 Los excónsules P. Cornelius Cethegus (cos. 181 a.C.) y M. Baebius Tomphilus (cos. 181 a.C.) ofrecieron garantías delante del Senado acerca de la lealtad de los Ligures, que explicaría las denominaciones de Ligures Baebiani (act. Macchia di Circello) y Ligures Corneliani (act. San Bartolomeo in Galdo, Castelmagno). 63 Su hija, Numitoria, casó con M. Antonius Creticus (pr. 74 a.C.) (Cic. Phil. 3, 17), padre de M. Antonius el triunviro (cos. I 44 a.C.). 64 Cic. Fin. 5, 62; Phil. 3, 17. 65 Cic. Fin. 5, 62. 66 Cic. Inv. Ret. 2, 105. 67 [Cic.] Rhet. Her. 4, 13.

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Fregellae formaba parte de un movimiento más amplio68, que sin duda aprovechó el descontento existente entre las comunidades latinas69, y que se manifestó incluso en otras localidades aliadas70, al constatarse de forma expresa la participación en la revuelta de la ciudad picena de Asculum (act. Ascoli Piceno)71.

En este mismo sentido, A. N. Sherwin-White considera que las doce colonias latinas (sólo conocemos en concreto la de Ariminum)72 con derechos restringidos deberían su estatuto a su implicación en el movimiento de Fregellae73. Y P. Conole relaciona este hecho con el hallazgo de un terminus («cipo») gracano en el ager Gallicus (cerca de la actual Fano, en el territorio de la colonia romana de Pisaurum74), donde precisamente Ariminum tenía importantes intereses. Asimismo, el Liber Coloniarum menciona centuriaciones gracanas y asignaciones de tierras en las colonias latinas de Cales (act. Calvi Risorta) y Suessa Aurunca (act. Sessa Aurunca)75, ciudades todas ellas próximas a Fregellae.

A lo anterior se ha de añadir además que Cicerón indique que la ciudad de Capua76 no participó “en las Guerras de los Aliados, como la de Fregellae y la de los Marsos”77. Señal inequívoca que se trató de un movimiento mucho más amplio de lo que tradicionalmente se ha reconocido, y que no fue más que una especie de prólogo al posterior conflicto bélico que estalló en el año 91 a.C.

La revuelta acabó con la destrucción de Fregellae a cargo del pretor78 L. Opimius (cos. 121 a.C.)79. Posiblemente su acción punitiva pretendía cortar de raíz cualquier intento de que la sublevación se extendiera, y que las comunidades 68 Obs. 30. Plut. C. Gracc. 3, 1. 69 Asc. 17. 70 Plut. C. Gracc. 3, 1. 71 Vir. Ill. 65, 2. Sobre esta ciudad, vid: U. Laffi, “Storia di Asculum Piceno nell'età antica”, en Asculum, I (Pisa, 1975), 13-42. G. Conta, Asculum, II, 1. Il territorio di Asculum in età romana, Pisa, 1982. No confundir con Ausculum (act. Ascoli Satriano), en la Apulia, que muchas veces figura en las obras modernas como Asculum y se confunde con la ciudad picena, pues también es citada durante la Guerra de los Aliados, aunque con un papel más discreto. 72 Cic. Caec. 102. 73 Tradicionalmente se han considerado que se trataban de comunidades que habían obtenido la ciudadanía romana tras la Guerra de los Aliados, pero que habían sido privadas por Sulla del ius connubii, el derecho a contraer matrimonio válido según la legislación romana, mientras retenían el derecho de comerciar (ius commercii). 74 CIL I2 719 = CIL XI 6334 = ILLRP 474 = ILS 26. En realidad, se trata de la restauración de un terminus por M. Terentius Varro Lucullus (cos. 73 a.C.): Vid: G. Paci, “Il cippo di Terenzio Varrone Lucullo (82-81 o 75-74 a.C.)”, en Fano Romana. Catalogo della Mostra (Fano, 1992), 59-62. F. X. Ryan, “The early career of M. Terentius Varro Lucullus”, Eos 83 (1995), 141-145. 75 Lib. Colon. 232 y 237. Otro cipo gracano se ha localizado en el Picenum (AE 1958 41 = CIL I2 2935). 76 No hay que confundir la actual Capua (antigua Casilinum) con la antigua e importante ciudad de Capua (act. Sta. Maria di Capua Vetere), ambas en la región de Campania. Los habitantes de Capua, huyendo de las incursiones de los Sarracenos, se establecieron en Casilinum en el año 856 d.C. y le dieron su actual nombre. Sobre esta ciudad, vid: J. Heurgon, Recherches sur l'histoire, la religion et la civilisation de Capoue préromaine, Paris, 1942. M. W. Frederiksen, “Republican Capua: a social and economic study”, PBSR 27 (1959), 80-130. H. Solin, “Republican Capua”, en Roman Eastern policy and other studies in Roman history (Helsinki, 1990), 151-162. G. D'Isanto, Capua romana: ricerche di prosopografia e storia sociale, Roma, 1993. M. Pobjoy, “The decree of the pagus Herculaneus and the Romanisation of «Oscan» Capua”, Arctos 32 (1998), 175-195. 77 Cic. leg. agr. 2, 90. 78 Los pretores eran magistrados que se encargaban de los procesos judiciales. También podían tener mando militar, proponer leyes y ser gobernadores provinciales. Vid: T. C. Brennan, The Praetorship in the Roman Republic. 2 Vols., Oxford, 79 Asc. 17. Liv. Per. 60, 3. Obs. 30. Val. Max. 2, 8, 4. Vell. Pat. 2, 4, 6. Cf. [Cic.] Rhet. Her. 4, 22 y 37. Un especialista en represiones, pues fue quien se encargó tres años más tarde de suprimir el movimiento de C. Gracchus.

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involucradas no se atrevieran a desafiar a Roma. La lucha fue dura80, hasta que la ciudad se rindió en deditio81. Posiblemente, el único papel de Numitorius fue negociar la capitulación.

En sustitución de Fregellae fue fundada en sus cercanías la colonia latina82 de Fabrateria Nova (act. La Civita en San Giovanni Incarico)83 en el año 124 a.C.84, según la historiografía tradicional con aquellos ciudadanos de la colonia latina que habían permanecido leales. O, más bien, posiblemente la población de Fregellae fue vendida después del saqueo de la ciudad, hasta que poco después fue redimida y reasentada al año siguiente.

P. Conole relaciona también el cambio de fortuna de Ameria (act. Amelia) en Umbria85 tras su destrucción por P. Claudius (Nero), quizás el padre de C. Claudius Nero (pr. 81 a.C.), con la de Fregellae. Ambas, pues, sufrieron las represalias por su rebelión contra Roma.

La sublevación de una colonia latina, en teoría uno de los baluartes del poder de Roma en Italia, hizo reaccionar a la clase dirigente romana. G. Tibiletti considera que fue probablemente a causa de este hecho cuando los magistrados de estas colonias latinas, a la salida del cargo adquirían ipso iure la ciudadanía romana86.

Para E. Gabba, la compleja situación política puede comprenderse si se ve como consecuencia del desarrollo económico que afectó a gran parte de la Italia central y meridional a partir de la mitad del s. II a.C. Evidentemente, hubo variaciones de carácter regional (las ciudades griegas del profundo sur permanecieron en su pronunciada decadencia) así como de las desigualdades entre las diversas clases sociales.

El aumento de prosperidad no es óbice para advertir a su vez la existencia de una crisis del modelo tradicional de la agricultura itálica, que se estaba transformando en respuesta al desarrollo del sistema económico. La crisis tuvo graves repercusiones sociales pues supuso el declive (aunque no total desaparición) del campesinado propietario independiente.

La arqueología revela una progresión de programas de construcción pública (especialmente de templos), y la extensión de la influencia de las tradiciones artísticas helenísticas. El número de santuarios construidos o reconstruidos revela el interés político de las clases altas en fomentar este tipo de actividad87; en algunos casos, los enormes recursos económicos fueron suministrados por notables locales que estaban relacionados de una manera u otra con actividades comerciales, y en el caso del

80 Amm. Marc. 25, 9, 10. 81 Amm. Marc. 25, 9, 10. Liv. Per. 60, 3. Macrob. Sat. 3, 9, 13. Val. Max. 2, 8, 4. 82 No sé conoce explícitamente el estatuto de la nueva comunidad, y muchos investigadores defienden que se trata de una colonia romana. 83 Seguramente el puerto fluvial de Fregellae. 84 Vell. Pat. 1, 15, 4. No existe evidencia para acreditar su fundación a C. Cassius Longinus (cos. 124 a.C.). 85 Val. Max. 6, 5, 1. 86 Esta teoría es aceptada actualmente, aunque existen algunos investigadores contrarios a esta formulación, como F. Wulff Alonso. 87 Por ejemplo, el de C. Papius Mutilus, uno de los líderes destacados de la Guerra de los Aliados, responsable de la erección del más pequeño de los dos templos del santuario de Schiavi d’Abruzzo (Po 34), durante el conflicto. En los santuarios del Samnium pentro, entre finales del s. II a.C. y la Guerra de los Aliados, se detecta una gran actividad edilicia: Pietrabbondante, Civitella di Campochiario, Schiavi d’Abruzzo, Vastorgirardi, S. Giovanni in Galdo.

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santuario de la Fortuna de la ciudad de Praeneste (act. Palestrina), con conexiones orientales88.

Al mismo tiempo, la economía monetaria89 se estaba extendiendo incluso a las áreas más remotas de la península. Este proceso se inicia con claridad, según M. H. Crawford, en la segunda mitad del s. II a.C., como refleja el ocultamiento de Riccia (ca. el año 125 a.C.)90, en el territorio de los Hirpinos, evidencia tanto de las actividades económicas de las clases altas como del incremento de su riqueza. Debe destacarse que la distribución de los tesoros parece indicar que el principal vehículo de difusión de la moneda romana en Italia fue el servicio militar a favor de Roma.

Las inversiones de la riqueza adquirida por las clases altas itálicas fue naturalmente dirigida en su mayor parte a la agricultura, con objeto de hacerla más moderna y rentable, cuya producción iba destinada al mercado. Esta situación provocó la total hostilidad hacia las propuestas gracanas, que podía cuestionar este proceso. La extensión de la prosperidad económica se manifestó igualmente en la explotación de las provincias91 así como en el incremento del intercambio de mercancías entre Italia y sus dominios.

Los Itálicos participaron de varias formas en este proceso. Por ejemplo, en la distribución del botín tomado en tiempos de guerra, como parece reflejar las inscripciones dedicadas a L. Mummius (cos. 146 a.C.) después de la conquista de Achaea (act. Grecia)92. Asimismo, la existencia en valle del río Padus (act. Po) de terrenos pertenecientes a comunidades del centro y sur de Italia93 puede interpretarse como el resultado de concesiones efectuadas por el Estado romano a cambio de servicios prestados.

La principal fuente de riqueza para los individuos pertenecientes a comunidades aliadas era su participación en actividades comerciales en las provincias. En este campo destacaron miembros pertenecientes a las regiones del Latium y Campania, aunque también del interior, del Samnium, como los Staii94, quienes se encuentran documentados en la isla de Delos, el gran emporio comercial de Oriente.

Tradicionalmente se ha supuesto que los Itálicos formaban el elemento dominante entre los negotiatores en Oriente, pero actualmente se considera, a través del

88 Sobre este importante santuario, vid: F. Fasolo. y G. Gullini, Il santuario della Fortuna Primigenia a Palestrina, Roma, 1953. 89 Sobre este tema, vid: M. H. Crawford, “Le monete romane nelle regioni d'Italia”, en Les «bourgeoisies» municipales italiennes au IIe et Ier siècles av. J.-C. (Paris, 1983), 47-50; “Army and Coinage in the Late Republic”, en La romanisation du Samnium aux IIe et Ier siècles av. J.C. (Naples, 1991), 135-137. 90 RRCH 161. 91 El vocablo provincia significa la esfera de actuación de un magistrado. Por tanto, la provincia no tiene por qué tener forzosamente un carácter territorial, sino ser meramente una tarea determinada. Vid: J.-M. Bertrand, “A propos du mot provincia: étude sur les modes d'élaboration du language politique”, JS (1989), 191-215. F. Martín, “Sobre el significado de provincia”, en Vrbs Aeterna. Actas y colaboraciones del coloquio internacional Roma entre la literatura y la historia. Homenaje a la Profesora Carmen Castillo (Pamplona, 2003), 593-609. 92 CIL I2 627-629 y 631 = ILLRP 327-330. 93 Atella y Arpinum (Cic. Fam. 7, 1, 1; 11, 1, 1). 94 I.Delos 442-443, 403, 1417, 1432, 1443. Vid: E. Deniaux, “Les gentes de Délos et la mobilité sociale à Rome au Ie siècle av. J.-C.: l’exemple de Marcus Seius et des Seii”, en Les Italiens dans le monde Grec. IIe siècle av. J.-C.-Ier siècle ap. J.-C. Circulation, activités, intégration (Paris, 2002), 29-39, aunque les da un origen peligno. Esta familia dedicó su atención al templo A de Pietrabondante (Ve 149, 151-153), así como del templo B, el más grande del Samnium, en los años anteriores a la Guerra de los Aliados (Po 14, 16), y al menos dos de sus miembros fueron meddices tutici. [E. Vetter, Handbuch der italischen Dialekte, Heidelberg, 1953. P. Pocetti, Nuovi documenti italici (a complemento del manuale di E. Vetter), Pisa, 1979. Ahora: H. Rix, Sabellische Texte. Die Texte des Oskischen, Umbrischen und Süd-pikenischen, Heidelberg, 2002].

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análisis de los nombres de los comerciantes en Delos, que existía un predominio de ciudadanos romanos; si así fuera, el vocablo griego “Romaioi”, generalmente considerado como un término amplio que englobaba a ciudadanos romanos, Latinos y Aliados, era utilizado en realidad con una mayor exactitud95.

Pero, sin embargo, este hecho no modifica la existencia de una comunidad específica de intereses y de una mentalidad compartida, inmune a las diferencias jurídicas. Se ha argüido la existencia de conflictos entre los negotiatores (fuesen ciudadanos romanos o Aliados) y los equites96 romanos, estos últimos implicados sobre todo en contratos de construcción pública y de abastecimiento militar, es decir, en la actividad económica y comercial a gran escala, tanto en Oriente como en Occidente, que habrían sido el embrión de la Guerra de los Aliados, pero no existen pruebas de su existencia. La “unidad” de los negotiatores fuera de Italia queda claramente atestiguada por el conocido episodio de la defensa de la ciudad de Cirta (act. Constantine), en Numidia97, contra Iugurtha.

El Gobierno romano extendía su protección de manera indiferente a ciudadanos romanos, latinos y aliados itálicos (así como a los provinciales), como figura en varios puntos de las versiones de Cnidus y Delphi de la lex de provinciis praetoriis del año 101 a.C.98 Precisamente, las ventajas y privilegios que obtenían los Aliados itálicos explica que diferentes hombres de negocios griegos y orientales adquirieran la ciudadanía de ciudades de la Magna Graecia99, un fenómeno atestiguado a finales del s. II a.C. y

95 Se puede comprobar, p. e., en Delos. Vid: J.-L. Ferrary, C. Hanseohr y M.-Th. Le Dinahet, “Liste des Italiens de Délos”, en Les Italiens dans le monde Grec. IIe siècle av. J.-C.-Ier siècle ap. J.-C. Circulation, activités, intégration (Paris, 2002), 183-239. R. Compatangelo-Soussignan, “Les Italiens à Délos e l'économie de l'Italie méridionale au IIe s. av. n.è.”, Athenaeum 94 (2006), 167-199. 96 Los equites (sing. eques, lit. «caballero») formaban el orden ecuestre (ordo equester), miembros de la clase alta que se abstenían de participar en las magistraturas (y, por tanto, de pertenecer al Senado). Se les ha denominado asimismo «clase media» o «clase de los negocios», pero son términos engañosos, porque dentro de los equites no sólo hay que mencionar a los publícanos, sino también a los ricos hacendados, a los profesionales liberales, etc. Sobre este ordo, vid: H. Hill, The Roman Middle Class in the Republican Period, Oxford, 1952. P. A. Brunt, “The Equites in the Late Republic”, en Second International Conference of Economic History, I. Trade and Politics in the ancient World (The Hague, 1965), 117-149. Cl. Nicolet, L’ordre équestre à l’époque républicaine, I: Dèfinitions juridiques et structures sociales, Paris, 1966; L'ordre équestre à l'époque républicaine, II: Prosopographie des cheveliers romains, Paris, 1974. T. P. Wiseman, “The definition of eques romanus in the Late Republic and Early Empire”, Historia 19 (1970), 67-83. M. Stemmler, Eques Romanus. Reiter und Ritter. Begriffsfgeschichtliche Untersuchungen zu den entstehungsbedingugen einer römischen Adelskategorie im Heer und in den comitia centuriata, Bern, 1977. U. Hackl, “Eques Romanus equo publico. Ein Beitrag zur Definition des römischen Ritterstandes während der Zeit der Republik”, en Festschrift Robert Werner zu seinem 65. Geburtstag dargebracht von Freunden Kollegen und Schülern (Konstanz, 1989), 107-115. 97 Sall. Iug. 21, 2; 26, 1 y 3. 98 Crawford, I, nº 12. Sobre esta importante ley, lex de praetoriis provinciis o lex de Cilicia Macedoniaque, vid: F. T. Hinrichts, “Die Lateinische Tafel von Bantia und die Lex de Piratis (Zwei Gesetzfragmente des Volkstribunen L. Appuleius Saturninus)”, Hermes 98 (1970), 471-502. M. Hassal, M. H. Crawford y J. Reynolds, “Rome at the Eastern Provinces at the end of the second century BC. The so-called «Piracy Law» and a new inscription from Cnidos”, JRS 64 (1974), 195-220. A. W. Lintott, “Notes on the Roman Law inscribed at Delphi and Cnidos”, ZPE 20 (1976), 65-82. J.-L. Ferrary, “Recherches sur la législation de Saturninus et de Glaucia I - La Lex de Piratis des inscriptions de Delphes et de Cnide”, MEFRA 89 (1977), 619-660. A. Giovanni y Z. Grzybek, “La lex de piratis persequendis”, MH 35 (1978), 33-47. G. V. Sumner, “The «Piracy Law» from Delphi and the Law of the Cnidos Inscription”, GRBS 19 (1978), 211-225. T. R. Martin y E. Badian, “Two Notes on the Roman Law from Cnidos: A Note on the Text of the Law”, ZPE 35 (1979), 153-167. A. Avidov y O. Timoney, “The lex de piratis praetoris from Delphi and Cnidos: a revised correlation”, EA 24 (1995), 7-14. 99 Cic. Arch. 5 y 10.

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principios del s. I a.C., y que no sería más que un primer paso para la adquisición de la ciudadanía romana100.

Situación de Italia septentrional (según D. B. Nagle)

Para E. Gabba, el hecho que los hombres de negocios tanto Latinos como

Itálicos formaran los grupos políticos que controlaban los estados aliados sólo podía recalcar la brecha existente entre ciudadanos romanos y Aliados en Italia. Mientras que en las provincias la distinción jurídica apenas tenía alguna importancia de orden práctico, los Aliados se encontraban en Italia cada vez más de forma visible sujetos a Roma y completamente incapaces de poder influir en las decisiones políticas del poder, que ahora afectaban de forma seria los intereses económicos de las clases altas itálicas. Los lazos tradicionales entre las clases dirigentes romanas y la nobleza itálica no pudieron hacer frente a la situación creada y progresivamente se mostraron inadecuados para lograr una solución.

Asimismo, la asimilación de la conducta de las elites itálicas a las normas romanas, que había acelerado desde el siglo anterior, no sólo afectaba ya a la lengua y a la cultura, sino también a los sistemas políticos y magistraturas de las ciudades aliadas,

100 IDélos 1724 (106-93 a.C.). Sobre este tema, vid: E. Deniaux, “Civitate donati. Naples, Héraclée, Côme”, Ktèma 6 (1981), 133-141. G. Manchinetti Santamaría, “La concessione della cittadinanza a Greci e orientali nel II e I sec. a.C.”, en Les «bourgeoisies» municipales italiennes au IIe et Ier siècles av. J.-C. (Paris, 1983), 125-136. El más conocido fue el poeta Archias, que se convirtió en ciudadano de Heraclea, gracias a la influencia de L. Licinius Lucullus (cos. 74 a.C.) (Cic. Arch. 6-8), y posteriormente fue ciudadano romano.

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cuya evidencia para E. Gabba sería la lex Osca Tabulae Bantinae101, quien la fecha en un momento un poco anterior a la Guerra de los Aliados, como también efectúa M. H. Crawford, aunque para J.-M. Lassère es mejor colocarla en tiempos de la restauración silana. Precisamente, esta asimilación de las estructuras políticas de los aliados a las de Roma hizo más fácil el camino al proceso de municipalización derivado de la finalización del conflicto.

Las demandas de la ciudadanía romana habían crecido después del año 123 a.C., entre otras causas debido al evidente declive del papel de los patrones en la vida política romana. Y es precisamente en este momento cuando se adquirió por individuos foráneos a Roma el derecho de súplica ante los tribunales, que dio como resultado un aumento de la retórica forense municipal e incluso itálica102. El cambio en los orígenes de los acusadores en los tribunales explica la aparición de una escuela de retórica latina y su supresión en la década de los años 90 a.C., en orden a defender las pautas tradicionales de integración social y política.

Por otro lado, la amenaza germánica representada por la invasión címbrica del territorio de los Vénetos (Veneti) en el NE. de Italia habría reavivado los sentimientos de solidaridad itálicos, que Polibio había atestiguado un siglo antes ante el peligro céltico. César revela, quizás con algo de exageración, que el peligro germánico era tenido como real cincuenta años después103.

La concesión (más o menos legal) de la ciudadanía romana a dos cohortes de la ciudad umbra de Camerinum (act. Camerino), por su valentía en el campo de batalla durante la Guerra Címbrica (102 a.C.), es una clara indicación del valor dado en este momento relacionado como una recompensa104. Pero, a su vez, creó un peligroso precedente.

Precisamente, en los años finales del siglo II a.C., durante los tribunados105 de L. Appuleius Saturninus (103 y 100 a.C.)106, el problema aliado aparece 101 Crawford, I, nº 13. Sobre esta ley, vid: F. T. Hinrichts, “Die Lateinische Tafel von Bantia und die Lex de Piratis (Zwei Gesetzfragmente des Volkstribunen L. Appuleius Saturninus)”, Hermes 98 (1970), 471-502. H. Galsterer, “Die lex Osca Tabulae Bantinae. Eine Bestandsaufnahme”, Chiron 1 (1971), 191-214. L. del Tutto Palma, La Tavola Bantina (sezione osca). Proposte di relettura, Padova, 1983. M. Torelli, “A New Inscription from Bantia and the Chronology of the Bantian Municipal Lex Osca”, en Studies in the Romanization of Italy (Edmonton, 1995), 131-140. 102 Cic. Brut. 167-172, 180, 241-242. 103 Caes. BGall. 1, 33, 4; 1, 40, 5; 2, 4, 2; 2, 29, 4. Vid: A. Pallavisini, “Tradizione e movità nel giudizio di Cesare sui barbari nel De bello gallico”, en Contributi dell’Istituto di storia antica, I (Milano, 1972), 98-107. J. F. Gardner, “The «Gallic Menace» in Caesar's Propaganda”, G&R 30 (1983), 181-189. 104 Cic. Balb. 46-47 y 50. Val. Max. 5, 2, 8. Plut. Mar. 28, 3. 105 Magistrados encargados de defender los derechos de la plebe (los ciudadanos no patricios, palabra derivada de plebs, «masa»). Tenían poder de veto contra las acciones de sus colegas y de cualquier otro magistrado, e incluso de los decretos del Senado, y podía promover leyes dentro de la asamblea del pueblo. Vid: J. Bleicken, “Das römischen Volkstribunat. Versuch einer Analyse seiner politische Funktion in republikanischer Zeit”, Chiron 11 (1981), 87-108. G. Lobrano, Il potere dei tribuni della plebe, Milano, 1982. L. Thommen, Das Volkstribunat der späten römischen Republik, Stuttgart, 1989. J.-M. David, “Conformismo e trasgressione. A proposito del tribunato della plebe alla fine della repubblica romana”, StudStor 34 (1993), 49-60. 106 Sobre este personaje y su política, vid: G. Niccolini, “Questioni sul tribunato della plebe: II. Il tribunato di Glaucia”, NRS 22 (1938), 169-182. H. B. Mattingly, “Saturninus' Corn Bill and the Circumstances of his fall”, CR 19 (1969), 267-270. E. Hermon, “La loi agraire de Saturninus de 100 av. J.C. et la colonisation latine de la Narbonnaise”, Iura 23 (1972), 67-103; “La possible application de la deuxième loi agraire de Saturninus dans la Gaule Narbonnaise”, Iura 26 (1975), 79-98. B. W. Jones, “Senatorial Influence in the Revolt of Saturninus”, Latomus 33 (1974), 529-535. J. L. Ferrary, “Recherches sur la législation de Saturninus et de Glaucia”, MEFRA 89 (1977), 619-660; “Recherches sur la législation de Saturninus et de Glaucia. II. La loi de iudiciis repetundarum de C. Servilius Glaucia”, MEFRA 91 (1979), 85-134. H. Schneider, “Die politische Rolle der plebs urbana während der Tribunate des L. Appuleius Saturninus”, AncSoc 13-14 (1982-1983), 193-221. J. Linderski, “A Witticism of Appuleius Saturninus”, RFIC 111 (1983), 452-459. E. Badian, “The death

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tradicionalmente relacionado de manera inseparable con los proletarii romanos e itálicos alistados en los ejércitos de Marius, y la necesidad de recompensarlos con tierras, de acuerdo con la promesa efectuada en el año 107 a.C. La lex Appuleia del año 103 a.C. supuso la distribución de 100 iugera por cabeza de terrenos en Africa107 a los soldados de Marius, fuesen romanos o aliados108, mientras que los asentamientos de soldados aliados podían estar relacionados con las ciudades africanas de época imperial que se denominaban a ellas mismas marianas109. A ella le siguió en el año 100 a.C. una lex agraria más compleja (si es que efectivamente sólo hubo una), que disponía la asignación de tierras en la Gallia Cisalpina110 y en las provincias111, por lo que de manera consciente evitó tocar el ager publicus en el centro y sur de la península itálica.

La misma ley es tradicionalmente recordada como prueba de la fundación (fuese o no en Italia) de colonias ciudadanas, en las cuales, sin embargo, los Aliados podían ser admitidos. Marius podía conceder el derecho de ciudadanía romana a tres individuos cualesquiera (una práctica ya atestiguada en la primera mitad del s. II a.C.), y de la que conocemos un caso, el de T. Matrinius de Spoletium, un latino que fue posteriormente acusado ante la quaestio concerniendo a la adquisición ilegal de ciudadanía (establecida por la lex Licinia Mucia del año 95 a.C.) y absuelto como resultado de la intervención del propio Marius112.

Los Aliados, es decir los soldados aliados reclutados entre los bajos órdenes, fueron los beneficiarios de la citada ley junto con la plebs rural, cuya consecuencia fue despertar la hostilidad de la plebs urbana. Incluso si las previsiones de la lex Appuleia del año 100 a.C. no fueron puestas en práctica, gran número de aliados itálicos debían de haber adquirido más o menos de manera legal la ciudadanía romana. La situación fue tal que los cónsules del año 95 a.C., L. Licinius Crassus y Q. Mucius Scaevola,

of Saturninus. Studies in chronology and prosopography”, Chiron 14 (1984), 98-114. G. Amiotti, “Il processo a L. Appuleio Saturnino”, en Processi e politica nel mondo antico (Milano, 1996), 145-152. F. Cavaggioni, L. Apuleio Saturnino «tribunus plebis seditiosus», Venezia, 1998. F. Reduzzi Merola, “Tribunus plebis seditionis”, Index 29 (2001), 199-207. 107 El término “Africa” designaba la costa septentrional del continente africano (a excepción de Aegyptus [Egipto], que se consideraba incluida en el continente asiático), así como la provincia territorial romana del mismo nombre, una pequeña franja de tierra en la actual Túnez, con capital en Utica (act. Utique). 108 Vir. Ill. 73, 1. 109 AE 1951 81 (Thuburnica [act. Sidi Ali Belcacem]). CIL VIII 15454 = CIL VIII 26270 = ILS 1334, AE 1908 266 = CIL VIII 26275 = ILS 9405, CIL VIII 26281 (Uchi Maius [act. Hanshir ad Dawamis]). AE 1902 48 = CIL VIII 26181 = ILS 6790 (Thibari [act. Tibar]). 110 En cuanto a la Gallia Cisalpina, si bien en este momento no era una provincia independiente, se consideraba como un territorio exterior a la Italia propiamente dicha. Sobre este territorio, vid: G. E. F. Chilver, Cisalpine Gaul. Social and Economic History from 49 BC to the Death of Trajan, Oxford, 1941. G. Mansuelli, I Cisalpini, Firenze, 1952. R. Chevallier, “Rome et l’Italie du Nord (Problèmes d’histoire et d’archéologie)”, REL 37 (1959), 132-150; La romanisation de la Celtique du Pô II: Essai d'histoire provinciale, Paris, 1983. L. Barfield, Northern Italy before Rome, London, 1971. G. Susini, “La Cispadana romana”, en Storia della Emilia Romagna, I (Bologna, 1976), 103-146. G. Luraschi, Foedus, Ius Latii, Civitas. Aspetti costituzionali della romanizzazione in Transpadana, Padova, 1979; “La romanizzazione della Transpadana: questioni di metodo”, SDHI 47 (1981), 337-346. C. Peyre, La Cisalpine gauloise du IIIe au Ier siécle avant J.C., Paris, 1979. R. Marino, “La provincializzazione della Gallia Cisalpine”, Seia 1 (1984), 165-182. G. Bandelli, Ricerche sulla colonizzazione romana della Gallia Cisalpina. Le fasi iniziali e il caso aquileiese, Trieste, 1988; “Le classi dirigenti cisalpine e la loro promozione politica (II-I secolo a.C.)”, DArch 10 (1992), 31-45. F. Cassolà, “La colonizzazione romana della Transpadana”, en Die Stadt in Oberitalien und ind den nordwestlichen Provinzen des Römischen Reiches (Mainz am Rhein, 1991), 17-44. U. Laffi, “La provincia della Gallia Cisalpina”, Athenaeum 80 (1992), 5-23. 111 App. BC 1, 29. Cic. Balb. 48. Vir. Ill. 73, 5 (colonias en las provincias de Sicilia, Achaea y Macedonia). Saturninus estableció igualmente colonias romanas en Eporedia (act. Ivrea) y en la isla de Corsica, y planificó otras (Cf. Plin. NH 3, 80 y 123. Str. 4, 6, 7. Vell. Pat. 1, 15, 5). 112 Cic. Balb. 48.

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aprobaron la lex Licinia Mucia, con objeto de excluir del cuerpo ciudadano a aquellos individuos que habían entrado en él de manera ilegal113.

Situación de Italia septentrional (según D. B. Nagle)

Parece muy probable que esta disposición fue dirigida en particular a los

Aliados pertenecientes a las clases altas, los principes Italicorum populorum, quienes habían conseguido de una manera u otra adquirir la ciudadanía, muy posiblemente, como indica E. Badian, gracias al censo del año 97-96 a.C., efectuado por L. Valerius Flaccus (cos. 100 a.C.) y M. Antonius (cos. 99 a.C.). La situación generada fue tal que esta ley fue posteriormente recordada como una de las principales causas del estallido de la Guerra de los Aliados114, y así lo creyó Th. Mommsen. Para H. Last y R. Gardner, desde la aprobación de esta medida, los Itálicos comenzaron sus preparativos militares.

La quaestio («investigación») fue definida por Cicerón como acerrima115, y se dijo que la ley provocó la desaprobación general, aun incluso en la Gallia Cisalpina al

113 Asc. 68. Cic. Balb. 48-49 y 54; Brut. 63; Corn. 1 fr. 10; Orat. 2, 257; Off. 3, 47. Sall. Hist. 1, 20. Schol. Bob. 129. Cf. Cic. Sest. 30. El título de la ley fue de civibus redigundis, y sin duda se refería a la reducción de aquellos quienes no tenían derecho a la ciudadanía romana a su legal estatuto como Aliados. No existe fundamento para suponer que la ley expulsó a gente de la ciudad de Roma (Schol. Bob. 129, 11, 10-14) o que abolió la posibilidad de adquirir la ciudadanía per migrationem et censum (Cic. Balb. 54). Cicerón recuerda un episodio en el que una multitud en la que pudo incluirse a elementos aliados impidió a M. Aemilius Scaurus (cos. I 115 a.C.) hablar debido a que habría sido él quien había sugerido la ley a los cónsules (Cic. Orat. 2, 257). 114 Asc. 68. 115 Cic. Balb. 48. También Cicerón calificó a la ley como inútil y perniciosa (Cic. Corn. 1 fr. 10).

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sur del río Padus116. Sin embargo, para E. Gabba está poco claro si el célebre comentario de Cicerón117 de que el metus iudiciorum fue una de las causas de la Guerra de los Aliados ha de relacionarse con este asunto.

116 Sall. Hist. 1, 20, aunque existe problemas en la exacta lectura del texto. 117 Cic. Off. 2, 75.

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II

EL TRIBUNADO DE LIVIO DRUSO

Los conflictos políticos de la década de los años 90 a.C., marcados inter alia por los grandes juicios políticos, involucraron grandes temas como la naturaleza de la política exterior romana en Oriente, y, en particular, la “cuestión aliada”. Ésta volvió al primer plano en el año 91 a.C., de la mano del tribuno de la plebe M. Livius Drusus118, hijo de M. Livius Drusus (cos. 112 a.C.), el rival de C. Gracchus durante su tribunado.

El programa político de Drusus había sido elaborado de acuerdo con gran parte de la clase senatorial, tenía como objetivo principal reforzar y restaurar la autoridad del Senado119. Esto queda demostrado claramente por el hecho de que fuese considerado un patronus senatus120, principalmente a través de una ley sobre la composición de los jurados en las quaestiones perpetuae; que pasaría a los senadores, pero después (aparentemente) de la introducción dentro del Senado de 300 equites121.

A este fin estaba dirigida aparentemente toda la actividad legislativa de Drusus que, en una primera etapa, incluyó la aprobación de las siguientes leyes: lex Livia agraria122, lex Livia frumentaria123, lex Livia nummaria de octava parte aeris argento miscenda124 y lex Livia iudiciaria125; en un momento más tardío, lo habría de ser la lex 118 Sobre este personaje y su política, vid: M. O. B. Caspari, “On the rogatio Livia de latinis”, CQ 5 (1911), 115-118. C. Lanzan, “Ricerche sul tribunato di Livio Druso il Giovane”, RFIC 40 (1912), 272-292. E. Gabba, “Osservazioni sulla legge giudiziaria di M. Livio Druso (91 a.C.)”, PP 50 (1956), 363-372; “M. Livio Druso e la riforma di Sulla”, ASNP 33 (1964), 1-15. E. Weinrib, “The judiciary law of M. Livius Drusus (tr. pl. 91 BC)”, Historia 19 (1970), 414-443; “The Family Connections of M. Livius Drusus Libo”, HSCPh 72 (1968), 247-278. G. Grosso, “Riflessioni su Tacito, Ann. 3.27, su Livio Druso padre e figlio e sul tribunato della plebe”, Index 3 (1972), 263-267. A. R. Hands, “Livius Drusus and the Courts”, Phoenix 26 (1972), 268-274. B. P. Seleckij, “Der Gesetzentwurf Drusus' des Jüngeren zur gewährung der Bürgerrechte für die Italiker im Lichte der Schriften Ciceros (Q. Fr. I, 1; Att. II, 16)”, Klio 58 (1976), 425-437. A. Bancalari Molina, “Gli interventi degli Italici nella lotta politica romana durante il tribunado di Livio Druso (91 a.C.)”, SCO 37 (1987), 407-437. V. Hackl, “Die Bedeutung der popularen Methode von den Gracchen bis Sulla im Spiegel der Gesetzgebung des jüngeren Livius Drusus Volkstribun 91 v. Chr.”, Gymnasium 94 (1987), 109-127. B. A. Marshall, “The Career Pattern of Marcus Livius Drusus”, RFIC 115 (1987), 317-324. 119 El Senado era el organismo consultivo de Roma. Formalmente, era un consejo asesor del magistrado convocante (generalmente un cónsul) y sus decretos no tenían fuerza legal obligatoria. Si bien no tenía ninguna competencia propia, en la práctica era raro que un magistrado actuara sin haber efectuado una consulta al Senado o ignorara su opinión una vez que la hubiera dado. Vid: E. Ruoff-Väänänen, “The Roman Senate and Criminal Jurisdiction during the Roman Republic”, Arctos 12 (1978), 125-133. Cl. Nicolet, “Le cens senatorial sous la République et sous Auguste”, en Des ordres à Rome (Paris, 1984), 143-174. M. Bonnefond-Coudry, Le Sénat de la République romaine. De la guerre d'Hannibal à Auguste. Pratiques délibératives et prise de décision, Paris, 1989. 120 Cic. Mil. 16. Diod. 37, 10, 1. Cf. Cic. Orat. 1, 24, Liv. Per. 70, 10. [Sall.] Caes. Sen. 2, 6, 4. Vell. Pat. 2, 13, 2. 121 App. BC 1, 35. Liv. Per. 70, 10; 71, 1. Vell. Pat. 2, 13, 2. La propuesta era adversa a los intereses de los equites y fue combatida por éstos, aunque su intención fue, a decir verdad, imparcial, y en vistas a reconciliar ambas posiciones opuestas. 122 App. BC 1, 35-36. Cic. dom. 50; leg. 2, 14; 12, 31. Flor. 2, 5, 6. Liv. Per. 71, 1. Val. Max. 9, 5, 2. Vir. Ill. 66, 4. 123 App. BC 1, 35. Cic. dom. 41. Liv. Per. 71, 1. 124 Plin. NH 33, 46.

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Livia de civitate sociis danda126. De acuerdo a la tradición representada por Apiano, concerniente principalmente al problema de los Aliados, esta última ley sería realmente la medida cumbre de Drusus127.

Drusus propuso esta rogatio a solicitud de los propios Aliados itálicos, que resultará ser fundamental y marcará el final del proceso de la demanda de la ciudadanía romana por parte de éstos128. La petición de la ciudadanía sería, para E. Gabba, ante todo de naturaleza política y que había aparecido y crecido dentro del seno de las clases dirigentes aliadas, aunque no era universalmente apoyada, ya que despertó entre algunos de ellos una oposición frontal129, debido a la posesión del ager publicus. Pero este hecho no modificó las excelentes relaciones que el tribuno mantenía hasta el momento de su muerte con varios líderes itálicos, en especial, por lo que se conoce, con Q. Poppaedius Silo130. El asesinato de Drusus hundió las esperanzas de los Itálicos de obtener sus reivindicaciones de manera pacífica y fue la señal para iniciar la revuelta.

De cuál era la situación en Roma acerca del tema de la concesión del derecho de ciudadanía de los Itálicos en este tiempo lo muestra el célebre episodio protagonizado por M. Porcius Cato Uticensis (pr. 54 a.C.) sobrino de Drusus131. Seguramente, el episodio es espurio, pues Cato Uticensis nació ca. el año 95 a.C.132, pero es un buen ejemplo del pensamiento inmovilista romano133.

A casa de Drusus habían llegado unos delegados de los Aliados134 para pedirle el derecho de ciudadanía, en donde se criaba Cato Uticensis. Q. Poppaedius Silo, en su condición de portavoz de la delegación, rogó a Cato Uticenses y a su “hermanastro” Q. Servilius Caepio135, niños a la sazón, si les ayudaría a convencer a su tío. Caepio dio su conformidad pero Cato Uticensis, con un semblante serio, respondió que no lo haría. Pese a que Poppaedius Silo insistiera una y otra vez, Cato Uticensis se mantuvo firme en su posición. Entonces, Poppaedius Silo, exasperado, lo llevó junto a una ventana (Plutarco) o lo amenazó con llevarlo a lo más alto de la casa (Valerio Máximo), y arrojaría al niño al vacío si éste no daba su consentimiento. A pesar de las intimidaciones, Cato Uticensis se mantuvo firme, y el líder itálico desistió de su propósito, pronunciando una frase que se hizo famosa136.

El episodio es interesante porque para M. Sordi indica que, en la primavera del año 91 a.C., Drusus todavía no sostendría la reivindicación itálica de obtener la ciudadanía romana.

Pero no todos los Aliados estaban de acuerdo con el conjunto de proposiciones efectuadas por Drusus. Según Apiano, los cónsules, de los cuales L. Marcius

125 App. BC 1, 35. Flor. 2, 5, 6. Liv. Per. 70, 10; 71, 1. Vir. Ill. 66, 4 y 10. 126 App. BC 1, 35-36. Flor. 2, 5, 6. Liv. Per. 71, 1. Vell. Pat. 2, 14, 1. 127 App. BC 1, 35-36. 128 App. BC 1, 35. Flor. 2, 5, 6. Liv. Per. 71, 1. Vell. Pat. 2, 14, 1. 129 App. BC 1, 36. 130 Plut. Cat. Min. 2, 1-2. Val.Max. 3, 1, 2. Vir. Ill. 80, 1. Asimismo, Poppaedius Silo conocía a Marius (Cf. Diod. 37, 15, 3). 131 Cic. Brut. 222; Mil. 16. Plut. Cato min. 2, 1. 132 Cf. App. BC 2, 99. Plut. Cat. Min. 73, 1. Liv. Per. 114, 3. Sall. Catil. 54, 1. 133 Plut. Cat. Min. 2, 1-2. Val. Max. 3, 1, 2. Cf. Vir. Ill. 80, 1. Parece que Cicerón conocía esta historia (Cic. Att. 16, 22, 1). 134 Valerio Máximo los designa erróneamente como Latinos. 135 Quien sólo figura en la versión de Plutarco. 136 Según Valerio Máximo, la frase fue: «Latinos y Aliados, felicitémonos de que éste sea ahora tan pequeño, porque si hubiera sido senador, no hubiéramos podido esperar la ciudadanía», mientras que Plutarco: «¡Que suerte para Italia que éste no sea más que un niño! Si fuera un hombre, creo que no habría un solo sufragio en nuestro favor en la asamblea del pueblo.

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Philippus137 era particularmente hostil a Drusus, fueron capaces de traer a Roma a grupos de Etruscos (Etrusci) y Umbros (Umbri)138 para que manifestaran su oposición a los proyectos del tribuno139, presumiblemente en el curso de contiones (asambleas no legislativas del pueblo)140. Se ha de llamar la atención que si bien Apiano habla en plural, el otro cónsul del año, Sex. Iulius Caesar, tío del futuro dictador, no participó en estos hechos o, por lo menos, no figura en las fuentes, lo que ha dado a diversos intentos de explicación.

Para E. Badian, la no mención de Sex. Iulius Caesar tras el intento de asesinato en las Ferias Latinas, vid infra, obliga a concluir que estaba en ultramar, mientras Philippus, su colega, regresó a Roma. Este investigador desconoce si este personaje volvió con objeto de colaborar durante la Guerra de los Aliados, o permaneció en alguna provincia, por lo más desconocida, durante varios años y murió allí. En verdad, Sex. Iulius Caesar volverá a reaparecer en la escena durante el sitio de Asculum.

El momento cronológico concreto de la presencia de Etruscos y Umbros plantea ciertos problemas, pues si ésta se sitúa a finales del año 91 a.C., las protestas podrían haber sido dirigidas contra la ley agraria (colonial), como piensan H. Last, R. Gardner y P. A. Brunt, ya aprobada. Para A. Bernardi, esta ley dañaría los intereses de los grandes propietarios de tierras de la zona, que valoraban más poseer grandes extensiones del ager publicus que obtener la ciudadanía romana.

Pero más bien, como han visto entre otros A. Bancalari, E. Gabba y M. Torelli, la protesta iría contra la rogatio de sociis de Drusus, y estaría protagonizada por la elite etrusca y umbra, dueños de extensos latifundios tanto privados como en el ager publicus, debido a su peculiar situación dentro de las estructuras sociables y económicas de sus comunidades. Las clases inferiores de estas comunidades eran en gran parte siervos agrícolas, quienes como resultado de la ley de ciudadanía propuesta por el tribuno habrían obtenido un título de igualdad jurídica y política con sus señores que habría sido considerado intolerable para éstos141. Por tanto, las clases bajas etruscas y umbras serían las que darían la bienvenida a la posterior lex Iulia de civitate142.

En este mismo sentido, A. Bancalari indica que la Etruria meridional y la Umbria143 habían estado objeto de penetración y colonización por parte de Roma desde 137 Sobre este personaje, vid: J. van Ooteghem, Lucius Marcius Philippus et sa familie, Bruxelles, 1961. 138 Sobre este tema, M. Sordi, “La legislazione di Druzo e l'opposizione degli Etruschi”, Aevum 62 (1988), 61-68. 139 App. BC 1, 36. Quizás, como indica W. V. Harris, porque eran clientes de los adversarios de Drusus. 140 Sobre este tema, vid: F. Pina Polo, Las contiones civiles y militares en Roma, Zaragoza, 1989; “Procedures and Functions of Civil and Military contienes”, Klio 77 (1995), 203-216. 141 Contra: E. Badian. Existía una situación similar en Vicetia (act. Vicenza), en la Gallia Transpadana, después del año 49 a.C. J. Heurgon ha argumentado la existencia de diferencias en la estructura de propiedad y en la naturaleza de la economía agraria de, por un lado, entre Umbria y la Etruria interior, y por otra, la Etruria costera, a lo que se ha opuesto E. Gabba. 142 App. BC 1, 49. 143 Sobre las regiones de Etruria y su vecina Umbria, vid: J. Heurgon, “L’Ombrie à l’époque des Gracques et de Sylla”, en Atti del I Convegno degli Studi Umbri. Problemi di storia e archeologia umbra (Gubbio, 1963), 113-131. S. Mazzarino, “La regione umbra nella cultura romana”, en Atti del I Convegno degli Studi Umbri. Problemi di storia e archeologia umbra (Gubbio, 1963), 227-247. M. Torelli, “Senatori etruschi della tarda repubblica e dell’impero”, DArch 3 (1969), 285-363, “Osservazioni conclusive sulla situazione in Lazio, Umbria ed Etruria”, en Società romana e produzione schiavistica, I (Roma, 1981), 421-426; “The Situation in Etruria”, en Studies in the Romanization of Italy (Edmonton, 1995), 17-42. W. V. Harris, Rome in Etruria and Umbria, Oxford, 1971. J. F. Hall, The municipal aristocracy of Etruria and their participation in politics at Rome BC 91-AD 14, Diss. Pennsylvania, 1984. E. Gabba, “Trasformazione politiche e socio-economiche dell’Umbria dopo il Bellum Perusinum”, en Bimillenario della morte di properzio. Atti del Convegno (Assissi, 1986), 95-104. G. A. Mansuelli, L’ultima Etruria. Aspetto della romanizzazione del paese etrusco. Gli aspetti culturali e sacrali. Roma, 1988. F. Coarelli, “La romanización en Umbria”, en La Romanización de Occidente

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hacía mucho tiempo, lo que en cierta medida había favorecido las relaciones entre la oligarquía local y la nobilitas romana, lo que les había permitido adquirir la ciudadanía romana antes del estallido de la Guerra de los Aliados. Por tanto, la propuesta de Drusus lesionaba grandemente sus intereses.

J. Heurgon ha datado para el tiempo del tribunado de Drusus144 la conocida profecía etrusca de la ninfa Vegoia145, que ésta entregó a Arruns Veltumnus146, un profeta o príncipe de la ciudad de Clusium (act. Chiusi). Según la profecía, Júpiter Terminus fue quien estableció la santidad de los límites y la inviolabilidad de la ius terrae Etruriae, pero alguien, al finalizar el siglo octavo (del cómputo etrusco), por avaricia, pretenderá desplazarlos; el castigo que se abatirá sobre él y sobre su raza será terrible. Las consecuencias serían, naturalmente, el asesinato de Drusus y la Guerra de los Aliados.

Pero esta interpretación no ha sido unánimemente aceptada. Así, por ejemplo, Th. W. Weinstock sugiere que la profecía se referiría a acontecimientos producidos a finales del. S. II a.C. Quizás, con más intuición, R. Turcan considera que Arruns Veltumnus vendría a representar en realidad la ciudad de Volsinii (act. Bolsena), el centro religioso y moral de la Etruria independiente, y que los hechos referenciados serían post eventu a la revolución de los servi de esta ciudad en el año 280 a.C.147

Por otra parte, también se conoce por las fuentes que hubo concentraciones de Itálicos a favor de la legislación de Drusus148. Floro señala que cuando llegó el día de votar las leyes (no dice cuales, pero anteriormente menciona que son las “gracanas”149), apareció de pronto tal muchedumbre que “la ciudad parecía asediada por la llegada del enemigo”150.

Philippus, al prever evidentemente un voto favorable de los comicios, intentó valerse de su facultad de obrogatio, e impedir la promulgatio (y así la votación) de la propuesta de Drusus. Su oposición fue superada únicamente mediante el recurso a la violencia151 de los seguidores del tribuno152.

(Madrid, 1996), 57-68. G. Bradley, Ancient Umbria: state, culture and identity in central Italy from the Iron Age to the Augustan era, Oxford, 2000. 144 En relación con el fin del octavo siglo del cómputo etrusco, que tradicionalmente se ha situado en el año 88 a.C. 145 Sobre este tema, vid: J. Heurgon, “The date of Vegoia' Prophecy”, JRS 49 (1959), 41-45. R. Turcan, “Encore le prophétie de Végoia”, en L'Italie préromaine et la Rome républicaine: mélanges offerts à Jacques Heurgon, II (Roma, 1976), 1009-1019. A. Valvo, “Termini moti, domini e servi in Etruria nel I secolo a.C. Alcune considerazioni intorno alla cosidetta «profezia di Vegoia»”, Athenaeum 65 (1987), 427-451; La «profezia di Vegoia», Roma, 1988. 146 Lachmann, Grom. Vet. 1, 350. 147 Flor. 1, 16, 1. Val. Max. 9, 1, 2. Zonaras 8, 7. Pero, ha de advertirse que, A. Valvo ha considerado recientemente que la elaboración de la «profecía de Vegoia» ha de ponerse en relación con la crisis republicana. 148 Flor. 2, 5, 7. Liv. Per. 71, 1. 149 Flor. 2, 5, 6. 150 Flor. 2, 5, 7. Este acontecimiento no tiene relación con la marcha de Q. Poppaedius Silo, vid infra. 151 Sobre la violencia en Roma a finales de la República, vid: J. W. Heaton, Mob violence in the late Roman republic, 133-49 B.C., Urbana, 1939. A. N. Sherwin-White, “Violence in Roman politics”, JRS 46 (1956), 1-9. A. W. Lintott, Violence in Republican Rome, Oxford, 1968. R. E. Smith, “The Use of Force in Passing Legislation in the Late Republic”, Athenaeum 55 (1977), 150-174. L. Perelli, Il terrorismo e lo Stato nei I secolo a.C., Palermo, 1981. F. Metaxaki-Mitzou, “Violence in the «contio» during the Ciceronian Age”, AC 54 (1985), 180-187. L. Labruna, Tutela del possesso fondiario e ideologia represiva della violenza nella Roma republicana, Napoli, 1986; “La violence, instrument de lutte politique à la fin de la République”, DHA 17/1 (1991), 119-137. J. Dixon, “Violence and politics in the age of Cicero”, Pegasus 40 (1997), 12-15. E. Pitillas Salañer, “Violencia política y vacío de poder en el marco de la crisis republicana”, MHA 18 (1997), 9-21. M. Rampazzo, “Ordine pubblico, lotta politica e coercitio in Roma antica”, Index 25 (1997), 491-500.

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Las propuestas de Drusus se aprobaron, pero faltaba todavía la más importante, precisamente la relativa a la de los Aliados itálicos, que éstos exigían de inmediato153. Pero, como no fue posible concederles el derecho de ciudadanía prometido, los Itálicos, irritados, comenzaron a pensar en la defección154. El epitomador de Livio menciona que se realizaron numerosas reuniones y conspiraciones, y Livio debió de incluir en su obra los discursos de los principales notables itálicos en las asambleas que se celebraron con este motivo155. No es extraño pues, que poco antes de su asesinato, Drusus fuese acusado en el Senado de ser velut sociales belli auctor156.

La actitud exclusivista de parte de la clase dirigente romana permaneció inalterable. Para E. Gabba, ésta se vio reforzada por el resentimiento hacia el prestigio personal que estaba alcanzando Drusus ante los Aliados itálicos, que podía convertirse ciertamente en un gran poder político si éstos lograban la ciudadanía romana gracias a los esfuerzos del tribuno157. La oligarquía romana siempre estaba pendiente de que ninguno de sus miembros pudiera tener un poder superior al resto, como refleja su posterior postura frente a Cn. Pompeius Magnus (cos. I 70 a.C.)158 o a C. Iulius Caesar (cos. I 59 a.C.)159.

Esta visión quedaría confirmada por un extraordinario documento, probablemente utilizado por el cónsul Philippus160 en uno de sus discursos contra Drusus, preservado en un fragmento de Diodoro (aunque desgraciadamente en griego).

152 Flor. 2, 5, 8-9. Val. Max. 9, 5, 2. Vir. Ill. 66, 9. 153 Flor. 2, 5, 9. 154 Liv. Per. 71, 2. 155 Liv. Per. 71, 3. 156 Liv. Per. 71, 4. En este sentido, los optimates también efectuaron la misma acusación a Drusus (Plin. NH 25, 52). Los optimates (lit. «los mejores») es un término aplicado a aquellos que pretendían mantener la autoridad del Senado contra las excesos tanto de individuales aristócratas como de la agitación popular. Sobre los «partidos» en Roma, vid: L. R. Taylor, Party Politics in the Age of Caesar, Berkeley, 1949. J. Mandel, “The nature of the struggle between the rival camps in the last days of the Roman republic”, RSA 13-14 (1983-1984), 275-311. L. A. Burckhardt, Politische Strategien der Optimaten in der späten römischen Republik, Stuttgat, 1988. 157 Por lo que se volvió aborrecible para el Senado (Liv. Per. 71, 4). 158 Sobre este personaje, vid: M. Gelzer, Pompeius. Lebensbild eines römers, Stuttgart, 1954. J. van Ooteghem, Pompée le Grand, Bâtisseur d'Empire, Bruxelles, 1954. G. Mansuelli, La politica di Cneo Pompeo Magno, Bologna, 1959. S. P. Haley, The role of amicitia in the life of Gnaeus Pompeius Magnus, Diss. Univ. of Michigan, 1977. J. Leach, Pompey the Great, London, 1978. R. Seager, Pompey. A Political Biography, Oxford, 1979; Pompey the Great, a political biography, London, 2002. P. Greenhalgh, Pompey, the roman Alexander, London, 1980; Pompey, the republican prince, London, 1981. G. Antonelli, Pompeo, Milano, 1992. Th. P. Hillman, The Reputation of Cn. Pompeius Magnus among his Contemporaries from 83 to 59 BC, Diss. Ann Arbor, 1992. R. G. A. Cluett, The Posthumous Reputation of Pompey the Great (Roman Republic), Diss. Princeton, 1994. P. Southern, Pompey the Great, Stround, 2002. L. Amela Valverde, Cneo Pompeyo Magno, el defensor de la República, Madrid, 2003. K. Christ, Pompeius. Der Feldherr Roms. Eine Biographie, München, 2004. 159 Sobre este personaje, vid: M. Rambaud, César, Paris, 1963. J. F. C. Fuller, Julius Caesar. Man, Soldier, and Tyrant, London, 1965. J. P. V. D. Balsdon, Julius Caesar. A Political Biography, New York, 1967; Julius Caesar and Rome, New York, 1967. J. Carcopino, Jules César, Paris, 19685. M. Gelzer, Caesar, Politician and Statesman, Oxford, 1969. F. Grant, Julius Caesar, New York, 1969. S. Weinstock, Oxford, 1971. Z. Yavetz, Caesar und Caesarismus, Darmstadt, 1978; Julius Caesar and his Public Image, London, 1983. E. Horst. César. La naissance d’un mythe, Paris, 1981. Z. Yavetz, Julius Caesar and his Public Image, London, 1983. A. Alföldi, Caesariana: gesammelte Aufsätze zur Geschichte Caesars und seiner Zeit, Ann Arbor, 1984. L. Canali, Giulio Cesare, Roma, 1985. Y. Le Bohec, César, Paris, 1994; César, chef de guerre. Stratégie et tactique de la République romaine, Paris, 2001. H. Oppermann, Julio César. La grandeza del poder, Madrid, 1994. A. Spinosa, Cesare. Il grande giocatore, Milano, 1994. Ch. Meier, Caesar, London, 1995. R. Étienne, Jules César, Paris, 1997. M. Jehne, Caesar, München, 1997. L. Canfora, Giulio Cesare. Il dittatore democratico, Bari, 1999. G. Zecchini, Cesare e il mos maiorum, Stuttgart, 2001. 160 Debido a que en una nota marginal del manuscrito donde figura como “el juramento de Philippus”.

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Se trata del juramento de lealtad a Roma y de apoyo incondicional a Drusus por parte de aquellos que obtendrían el beneficio de la ciudadanía romana, y que sería prometido por los líderes itálicos.

He aquí el texto transmitido: «Juro por Júpiter Capitolino y por Vesta de Roma, y por su progenitor Marte161, y el Sol Indiges, y por la Tierra nodriza de plantas y animales y asimismo por los semidioses fundadores de Roma y por los héroes que han contribuido a engrandecer su Imperio, de considerar amigos o enemigos a aquellos que fueran amigos o enemigos de Drusus y juro que no ahorraré ni los bienes ni las vidas de mis hijos ni de mis padres, a excepción de si es en beneficio de Drusus y de aquellos que han prestado este juramento. Si me convirtiese en ciudadano romano por la ley de Drusus tendré a Roma como mi patria y a Drusus como mi mayor benefactor. Y haré partícipe de este juramento al mayor número posible de ciudadanos. Y si juro sinceramente, que ello derive en bien; si juro en falso, todo lo contrario»162.

Ha habido mucha disputa acerca de la autenticidad del pasaje163. H. J. Rose lo negó al afirmar que las divinidades invocadas en el texto no poseen un carácter latino-romano y que además no son compatibles con la fórmula de la religión romana164. Pero A. Bancalari precisa que en realidad el texto de Diodoro refleja un sentimiento romano-itálico y una exaltación de Roma que ciertamente faltaría si el texto fuera una invención de los adversarios de Drusus, del propio Diodoro, o de la fuente que utilizó.

El texto parece documentar una conciencia de la necesidad de crear tanto vínculos religiosos como de otro tipo con los futuros ciudadanos, con el objetivo de vencer las tradicionales lealtades de carácter local. E. Gabba señala que es significativo que después de la Guerra de los Aliados el culto a Júpiter Capitolino fuese fundado en muchos de los nuevos municipio, mientras que muchos santuarios de la Italia central y meridional, que habían sido los centros de las actividades políticas y religiosas de las comunidades itálicas, fueron abandonados165.

El santuario más famoso de todos es el santuario federal samnita dentro de Pietrabbondante166, que erróneamente se ha identificado con la antigua Bovianum Vetus167. Recientemente se ha identificado este lugar con la ciudad de Aquilonia168, aunque G. De Benedittis, M. Gaggiotti y A. La Regina la han identificado a esta última con el oppidum de Monte Vairano.

En el territorio del Samnium pentro, el santuario de San Giovanni in Galdo no sufrió ninguna destrucción durante la Guerra de los Aliados debido, como indica M. Cappelletti, a no tener una función política relevante, aunque sufrió una contracción en 161 De Vesta provendría el nombre del grupo étnico de los Vestinos, y de Marte el de los Marsos, dos de los Aliados itálicos que se sublevaron. 162 Diod. 37, 10, 3. 163 Sobre este tema, vid: H. J. Rose, “The «Oath of Philippus» and the Di Indigetes”, HThR 30 (1937), 165-181. A. Bancalari, “El juramento de fidelidad de los itálicos a Livio Druso. Problemática en torno a su autenticidad”, Limes 1 (1988), 115-128 164 Para H. Last y R. Gardner este juramento fue compuesto durante la quaestio Variae. 165 G. Bradley también señala este mismo fenómeno en Umbría, pero lo relaciona con el hecho de que la construcción de templos en las ciudades durante los siglos III y II a.C. reemplazó de alguna manera las funciones anteriormente en manos de los santuarios rurales. 166 Sobre este importante santuario, vid: A. La Regina, “Le iscrizioni osche di Pietrabbondante e la questione di Bovianum Vetus”, RhM 109 (1966), 260-286. M. J. Strazzulla, Il santuario sannitico di Pietrabbondante, Roma, 1972 (DAIR I). S. Capini, “Il santuario di Pietrabbondante”, en Samnivm. Archeologia del Molise (Roma, 1991), 113-114. 167 Identificación a través de la interpretación del epígrafe osco Ve 150. A. La Regina ha demostrado la falsedad de este aserto. 168 Vid: S. Sisani, “Aquilonia: una nuova ipotesi di identificazione”, Eutopia 1, 1/2 (2001). No hay que confundir esta ciudad con la Aquilonia en territorio hirpino (act. Lacedonia).

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su actividad. Otros, como el de Civitella di Campochiario y el de Vastogirardi169 fueron abandonados pero recuperaron su función de culto en el s. I d.C.; éste no fue el caso de Pietrabbondante, en donde finalizó toda actividad cultual y la zona pasó a pertenecer a los Socelli, una familia que aparece en un momento posterior en el territorio de Terventum (act. Trivento), al cual parece pertenecer el santuario en época imperial.

La inestabilidad de la situación aparece reflejada en una serie de prodigios170 (crueles, según Orosio, que aterrorizaban a Roma, y que intimidaron al propio Drusus171) durante la presentación de la legislación del tribuno, que transmiten Obsecuente y Orosio172. Pero, la cronología de algunos de ellos no es correcta, pues al menos se ha podido detectar que uno se produjo después de la muerte de Drusus y otro en el año 90 a.C. (vid infra en Aesernia). De esta manera, parece ser que lo único que se efectuó fue reunir una serie de hechos insólitos que sucedieron en uno o dos años y fecharlos en un periodo mucho más corto de tiempo, para dar una mayor intensidad dramática.

De esta forma, en torno a la salida del sol, brilló por la zona del septentrión una bola de fuego acompañada de un gran estruendo en el cielo173. En Arretium (act. Arezzo), en Etruria, al ser partido los panes en unos banquetes corrió sangre del interior de los mismos como si saliese de heridas corporales174. En el territorio de la colonia latina de Spoletium (act. Spoleto) cayó a tierra rodando una bola de fuego, y después de aumentar de tamaño pareció desplazarse desde el suelo hacia el este y con su volumen ocultó el sol175. En territorio vestino, durante siete días seguidos, una granizada de piedras, con mezcla incluso de trozos de tejas, azotó una gran extensión de tierra176. En Cumae (act. Cuma di Pozzuoli), en la ciudadela, sudó una estatua de Apolo177.

La ciudad de Roma tampoco se libró de los prodigios. En el Circus Flaminius fue alcanzado por un rayo el templo de la Piedad cuando estaba cerrado178.

Más interesante todavía es la noticia de un terremoto ocurrido en el territorio de Mutina (act. Modena), transmitido por Plinio, que aconteció en el año 91 a.C.179 Según este escritor, en los escritos de la Etrusca disciplina, figura este portento terrestre descomunal, pues dos montañas chocaron una contra la otra saltando hacia delante y hacia atrás con un estruendo inmenso. De en medio salieron llamas y humo hasta el cielo a pleno día, fenómeno que fue presenciado desde la Via Aemilia180 por gran número de caballeros romanos, de siervos y de viandantes. En el choque fueron

169 Sobre este santuario, vid: J.-P. Morel, “Le sanctuaire de Vastogirardi (Molise) et les influences hellénistiques en Italie centrale”, en Hellenismus in Mittelitalien, I (Göttigen, 1976), 255-266; “Gli scavi dell santuario di Vastogirardi”, en Sannio. Pentri e Frentani dal VI al I sec. a.C. (Campobasso, 1984), 35-41. 170 Sobre portentos, vid: R. Bloch, Les Prodiges dans l'antiquité classique. Grèce, Etrurie et Rome, Paris, 1963. 171 Oros. 5, 18, 7. 172 Obs. 54. Oros. 5, 18, 3. Ambos autores derivan de la información suministrada por Livio. 173 Obs. 54. Oros. 5, 18, 3. 174 Obs. 54. Oros. 5, 18, 4. 175 Obs. 54. Cf. Oros. 5, 18, 6. 176 Obs. 54. Oros. 5, 18, 5 (quien no indica el lugar donde se produce el fenómeno, pero que es idéntico al señalado por Obsecuente). 177 Obs. 54. 178 Obs. 54. 179 Plin. NH 2, 199. 180 Importante vía de comunicación de la Italia septentrional, que discurría entre Ariminum (act. Rimini) y Placentia (act. Piacenza), con un total de 281 km, aunque luego se vio ampliada y doblada. La Via Aemilia ayudó a romanizar rápidamente la Gallia Cisalpina, e incluso una parte de este territorio se llamó Aemilia. Sobre esta ruta, vid: G. Brizzi, “Problemi cisalpini e politia mediterranea nell'azione di M. Emilio Lepido. La creazione della via Emilia”, StudRomagn 30 (1979), 381-394.

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arrastradas todas las casas de campo y perecieron muchísimos animales que estaban en su interior.

Se ha supuesto que se trataría del mismo fenómeno que sucedió en Rhegium, en donde un temblor de tierra destruyó parte de la ciudad y de la muralla181. De esta forma, no se trataría de la población de Rhegium situada en la Magna Graecia (act. Reggio di Calabria)182, sino de la localidad del mismo nombre, situada sobre la Via Aemilia (act. Reggio nell’Emilia), cercana a Mutina.

Para M. Sordi, el fenómeno que relata Orosio, en el cual muchos Romanos, que iban de viaje, vieron que una bola de color de oro bajaba del cielo a la tierra y que, agrandándose, volvió a ascender desde la tierra a lo alto en dirección a la salida del sol y que, con su gran tamaño, ocultó incluso al propio sol183 no habría de relacionarse con el acontecido en el territorio de Spoletium, sino con el que aconteció en la Via Aemilia, visto por una gran multitud de equites romanos, que serían los mismos que estaban in itinere. Pero, a nuestro entender, esto es forzar los datos. Asimismo, Estrabón establece que la Rhegium en cuestión era la situada en Magna Graecia.

Para J. Heurgon, los individuos que observaron el citado terremoto serían descendientes de la nobleza etrusca que habían obtenido la ciudadanía romana y estaban en el segundo orden de la sociedad romana gracias a su censo. Y no se trataría más según M. Sordi que de una maniobra de Etruscos y Umbros opuestos a las medidas de Drusus, que utilizaban todas sus armas a disposición, en este caso la Etrusca disciplina y la influencia de los arúspices en la sociedad romana en la interpretación de prodigios y testimonios naturales184.

A este propósito, de interés la opinión de Cicerón acerca de ciertos prodigios mencionados por Cornelio Sisena: “Sisenna, después de sostener que este sueño185 se correspondería desde luego (de manera admirable y al pie de la letra) con los hechos, sostiene extrañamente (imagino que inducido por algún epicúreo) que conviene no dar crédito a los sueños. Este mismo Sisenna no se pronuncia, en absoluto, frente a las apariciones, y expone que, al inicio de la Guerra Mársica, sudaron las imágenes de los dioses, que fluyó la sangre, que se abrió el cielo, que se oyeron voces (procedentes de un lugar oculto) que anunciaban peligro de guerra, y que los ratones royeron los escudos de Lanuvium (act. Lanuvio), cosa sumamente infausta al parecer de los arúspices”186. Sobre este último incidente vuelve a incidir Cicerón, aunque lo sitúa justo antes del estallido de la Guerra de los Aliados187, como Plinio, quien señala además que estos escudos eran ¡de bronce!188.

La oposición del Senado creció mucho más cuando el 19 de septiembre Drusus perdió a uno de sus más influyentes partidarios, P. Licinius Crassus (cos. 97 a.C.), padre de M. Licinius Crassus (cos. I 70 a.C.)189, el futuro triunviro. Tradicionalmente, el 181 Obs. 54. Str. 6, 1, 6 (poco antes del estallido de la Guerra de los Aliados). 182 Sobre esta ciudad, vid: D. Castrizio, Reggio ellenistica, Roma, 1995. G. Cordiano, “Nuovi studi su Region e il suo territorio in età ellenistica”, QUCC 64 (2000), 159-170. D. M. Chilà, “Funzioni militari e commerciali dei porti di Reggio e Vibo dal I secolo a.C. al II d.C.”, en L’Africa romana. Atti del XIV convengo di studio. Lo spazio marítimo del Mediterráneo occidentale: geografia storica ed economica, II (Sassari, 2002), 915-933. 183 Oros. 5, 18, 6. 184 Como el contemporáneo Posidonio testimonia (apud Diod. 5, 40, 2). 185 El sueño de Caecilia Metella sobre Juno Sóspita, vid infra. 186 Cic. Div. 1, 99. Sisen. fr. 5. 187 Cic. Div. 2, 59. 188 Plin. NH 8, 221. 189 Sobre este personaje, vid: A. M. Garzetti, “M. Licinio Crasso”, Athenaeum 19 (1941), 1-37 y Athenaeum 20 (1942), 12-40 y Athenaeum 22-23 (1944-1945), 1-62. T. J. Cadoux, “Marcus Crassus. A Revaluation”,

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cónsul Philippus pudo persuadir a la asamblea para que revocase sus leyes190, y, poco después, hacia la mitad de octubre, Drusus fue asesinado191; pero, para M. Sordi, primeramente se abolirían las leyes aprobadas hacia finales de octubre o incluso en noviembre, y sólo después sería asesinado Drusus. Sea como fuere, todo aconteció antes del día 10 de diciembre, en que entraba a tomar cargo el nuevo colegio de tribunos de la plebe.

La muerte de Drusus representaba el final de las esperanzas itálicas y fue el factor decisivo que provocó el inicio de la revuelta armada192. Los Aliados vieron que la única salida era la utilización de la fuerza contra Roma, por lo que, con objeto de formar una liga con este propósito, comenzaron a intercambiar embajadas, enviar rehenes en prueba de fidelidad, y efectuar planes en este sentido193, con objeto de preparar el levantamiento. Precisamente, ésta era la conducta que siempre Roma había querido evitar, y la razón por la cual efectuaba tratados diferentes con cada uno de ellos, para evitar la existencia de una unión de intereses.

Los contactos entre los Aliados, al menos entre sus principales dirigentes, ya deberían estar avanzados. Habían aprendido que actuar de manera individual llevaría a la repetición de los hechos de Fregellae: la derrota y destrucción de sus respectivas comunidades194.

Las fuentes mencionan que la muerte de Drusus alentó la guerra que se estaba preparando195. No es que su asesinato significase automáticamente el inicio de las hostilidades, sino que, simplemente, los Aliados se habían quedado sin opciones, y sólo G&R 3 (1956), 153-161. F. E. Adcock, Marcus Crassus, Millionaire, Cambridge, 1966. A. Marshall, Crassus. A Political Biography, Amsterdam, 1976. A. Ward, Marcus Crassus and the Late Roman Republic, Columbia, 1977. G. Antonelli, Crasso, il banchiero di Roma, Roma, 1986. 190 Asc. 68. Cic. Dom. 41 y 50; Leg. 2, 31. Diod. 37, 10, 2. 191 App. BC 1, 36-37. Cic. Mil. 16. Flor. 2, 6, 4. Inscr. Ital. XIII, 3, nº 74 (in magistratu occisus est). Liv. Per. 71, 4. Oros. 5, 18, 7. Schol. Bob. 117. Sempr. Asellio fr. 11. Vell. Pat. 2, 14, 1. Este asesinato fue ya un misterio desde la Antigüedad, aunque no faltan los acusados. De esta forma, el cónsul Philippus y Q. Servilius Caepio (pr. ca. 90 a.C.), este último pariente político de Drusus al haberse casado con su hermana Livia y luego enemigo implacable suyo (Dio Cass. 38 fr. 96, 3), fueron acusados de estar detrás de la muerte de Drusus (Ampel. 26. Cf. Vir. Ill. 66, 13, en el que se señala la invidia de ambos hacia Drusus, como última línea de la vida del tribuno, y posiblemente reflejo de esta acusación), o a sus partidarios Umbros y Etruscos (Cf. App. BC 1, 36). Por otra parte, Cicerón culpó de su muerte a Q. Varius Severus Hybrida (Cic. Nat. Deor. 3, 81). Séneca sospechaba que se trató de un suicidio (Sen. Bret. Vit. 6, 2), versión que acredita M. Sordi al haber visto abolidas todas sus medidas, lo que significaba su fracaso político y posiblemente el fin de su propia carrera. Unas palabras de Cicerón sobre este asesinato muestran el interés en ocultar lo acontecido: “El pueblo no presentó ningún decreto ni el Senado estableció ningún tribunal de investigación relativo a su muerte” (Cic. Mil. 16). 192 App. BC 1, 38. Flor. 2, 6, 3. Vell. Pat. 2, 15, 1. Apiano considera además que sirvió igualmente de pretexto el que se fuera a desterrar a los partidarios de la concesión de la ciudadanía a los Aliados itálicos, pero esto último es debido a que Apiano sitúa el tribunal formado a partir de la aprobación de la lex Varia antes del estallido de la insurrección, cuando en realidad el citado tribunal fue constituido después. He aquí las palabras de Floro acerca de este asunto: “Por ultimo, al intentar implantar las mismas leyes Livius Drusus, mientras procuraba atraerse la ayuda de unos y otros, no sólo con los recursos que el tribunado le ofrecía, sino incluso con la autoridad y prestigio del propio Senado y el apoyo de toda Italia, organizó tan devastador incendio que no pudo resistir siquiera sus primeras llamas y, cuando fue arrebatado por una muerte imprevista, dejó como herencia a la posteridad la guerra” (Flor. 2, 5, 1-2). A destacar unas palabras de Plinio sobre este particular, pues dice que todo comenzó por la puesta en venta en una subasta de un anillo que ocasionó la pelea entre Caepio y Drusus y que fue el origen de la Guerra de los Aliados (Plin. NH 33, 20). Dión Casio señala que ambos eran grandes amigos y parientes políticos hasta que se convirtieron en acérrimos enemigos uno del otro (Dio Cass. 38 fr. 96, 3). 193 App. BC 1, 38-39. 194 Cf. [Cic.] Rhet. Her. 4, 13. 195 Plut. Sulla 6, 2 (aunque, el mismo autor, en otro lugar señala que la guerra estalló de manera súbita (Plut. Mar. 32, 5)].Vell. Pat. 2, 15, 1.

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les quedaba esa única carta por jugar. La radicalización de la posición de algunos Aliados es patente incluso antes de la muerte del tribuno.

El siguiente episodio así lo demuestra. Floro dice que la primera medida de la guerra fue inmolar a los cónsules, Sex. Iulius Caesar, y Philippus, en el monte Albanus (act. Monti Albani), durante la festividad de las Ferias Latinas, en medio de los sacrificios y los altares196. Las Ferias Latinas se celebraban normalmente en abril o en mayo, durante tres o cuatro días, aunque P. A. Brunt, H. Last y R. Gardner consideran que pudieron realizarse algo más tarde.

Este “sacrilegio”, como califica Floro, fracasó por una traición197. Fue el propio Drusus quien pondría sobre aviso al cónsul Philippus de la conjura, pese a lo cual fue acusado de complicidad ante el Senado198, aunque la participación del tribuno en este episodio parece ser en realidad una invención de la tradición que le glorificaba. Por desgracia, la memoria histórica ha desvirtuado la realidad, como sucede con su asesinato.

Evidentemente, los preparativos aliados que se llevaban en secreto, quedaron a partir de este momento claramente al descubierto. De esta forma, el Gobierno romano pudo enterarse de lo que estaba aconteciendo199 y tomar sus medidas oportunas para anticiparse a la rebelión.

Si se considerara que el plan a ejecutar durante las Ferias Latinas es una fantasía, la marcha de Q. Poppaedius Silo sobre Roma despeja cualquier incógnita. Este episodio, transmitido por Diodoro, revela que el líder marso Poppaedius Silo200 “se embarcó en una grandiosa y fantástica aventura”. Reunió a 10.000 hombres que tenían motivos para desconfiar de las investigaciones judiciales, y con ellos se dirigió a Roma201, con espadas debajo de las ropas. Su intención era rodear el Senado y así exigir la ciudadanía; si este procedimiento fracasaba, “devastar el asiento del imperio (léase el Senado) a sangre y fuego”202.

En el transcurso del viaje se encontraron por el camino a Cn. Domitius203, quien preguntó a Poppaedius Silo: «¿A dónde vas, Poppaedius, con tanta gente?», a lo cual el marso respondió: «A Roma, a obtener la ciudadanía, a la llamada de los tribunos»204, una posible alusión a Drusus.

Domitius replicó que obtendría la ciudadanía con menos riesgo y de forma más honorable si se dirigía al Senado de una manera que no fuese tan belicosa205. Según Domitius, el Senado estaba a favor de conceder tal beneficio a los Aliados, si en lugar de utilizar la violencia se hacía una petición en este sentido206, lo que encaja con el hecho antes referido de que fueron los propios Itálicos los que pidieron a Drusus que presentase la propuesta de ley.

196 Flor. 2, 6, 8. 197 Flor. 2, 6, 9. 198 Cf. Dio Cass. 38 fr. 96, 4. Vir. Ill. 66, 12. 199 App. BC 1, 38. Oros. 5, 18, 8. Apiano señala que ello fue debido “a causa de los juicios celebrados en la ciudad y de las sediciones”. Ya en nota anterior se ha señalado la confusión cronológica del escritor griego sobre el tribunal instaurado por la lex Varia. 200 En los manuscritos este nombre aparece como Pompaeus. 201 Seguramente el recorrido transcurriría por la Via Valeria. 202 Diod. 37, 13, 1. 203 En el texto el praenomen de Domitius es Caius. Pero como indica F. R. Walton, Caius ni parece haber sido utilizado por la familia de los Domitii, por lo que preferible corregirlo por Cnaeus. El personaje en cuestión parece ser Cn. Domitius Ahenobarbus (cos. 96 a.C.). 204 Diod. 37, 13, 1. 205 Diod. 37, 13, 1. 206 Diod. 37, 13, 1.

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Poppaedius aceptó el consejo de Domitius como algo muy sagrado y, convencido por ello, regresó a su hogar207. Diodoro indica que gracias a las prudentes palabras de Domitius se evitó un grave peligro para su patria208, pues fueron mucho más efectivas que las que pronunció el pretor Servilius en sus tratos con los Picentinos, vid infra. Pues Servilius no habló a estos últimos como si se tratasen de hombres libres y Aliados de Roma, sino de una manera despectiva como se hacía con los esclavos, y por sus amenazas con terribles castigos excitó a los Aliados a tomar venganza sobre él y sobre los otros Romanos209. En cambio Domitius, hablando con moderación, convirtió los impulsos de rebeldes briosos en un sentimiento de buena voluntad210.

La marcha de Poppaedius Silo debió de acontecer cuando todavía estaba vivo Drusus, como señalan H. Last, R. Gardner, P. Frassinetti y L. Pareti, no como E. Gabba, que la sitúa después de la muerte de Drusus. Si Domitius pudo convencer al líder marso, desde luego no podía estar muerto el tribuno, debido a que no tendría ningún tipo de credibilidad211. Además, este encuentro, junto con el incidente de las Ferias Latinas, sería el que pondría en marcha al Gobierno Romano en tomar una postura defensiva desde el punto de vista militar.

Un pasaje de la vida de Q. Sertorius (pr. 83 a.C.)212 parece revelador. Tan pronto como éste volvió de Hispania, fue nombrado cuestor213 de la Gallia Cisalpina, donde la situación era crítica, debido a que la Guerra de los Aliados estaba a punto de estallar214. Se le había encargado reclutar tropas215 y proveerse de armas, un cometido que efectuó con tal entusiasmo y celeridad que, en comparación con la lentitud e indolencia de otros jóvenes, le valió la reputación de un hombre cuya vida estaba destinada a grandes acciones216.

Mucho se ha hablado sobre la cuestura de Sertorius, pues no parece que por aquel tiempo la Gallia Cisalpina fuera una provincia. Quizás debido a la situación creada, se estableció un “régimen” determinado. Para W. V. Harris, es posible que este territorio fuera asignado a uno de los pretores del año 91 o 90 a.C. o, incluso, al cónsul Sex. Iulius Caesar, lo que explicaría su no presencia en Roma durante la crisis de Drusus217.

207 Diod. 37, 13, 1. 208 Diod. 37, 13, 2. 209 Diod. 37, 13, 2. 210 Diod. 37, 13, 2. 211 Ya se ha citado la relación entre Poppaedius Silo y Drusus. 212 Sobre este personaje, vid: P. Treves, “Sertorio”, Athenaeum 10 (1932), 127-147. A. Schulten, Sertorio, Barcelona, 1949. D. Gillis, “Quintus Sertorius”, RIL 103 (1969), 711-727. B. Scardigli, “Sertorio. Problema cronologici”, Athenaeum 49 (1971), 229-270. B. K. Katz, “Notes on Sertorius”, RhM 126 (1983), 44-68. Ph. O. Spann, Quintus Sertorius and the Legacy of Sulla, Fayetteville, 1987. F. García Mora, “Quintus Sertorius: propuesta para sus primeros años de actvidad”, SHHA 7 (1989), 85-96; “Quinto Sertorio: 100-98 a.C.: Triennium sine armis?”, FIl 1 (1990), 237-145; Quinto Sertorio: Roma, Granada, 1991; Un episodio de la Hispania republicana: la guerra de Sertorio: planteamientos iniciales, Granada, 1991. D. Plácido, “Sertorio”, SHHA 7 (1989), 97-104. K. G. Rijkhoek, Studien zu Sertorius, 123-83 v. Chr., Bonn, 1992. J.-M. Pailler, “Fabuleux Sertorius”, DHA 26/2 (2000), 45-61. 213 Los cuestores eran los magistrados más jóvenes dentro de la carrera política romana. Efectuaban múltiples tareas administrativas, especialmente en la tesorería, y actuaban como ayudantes de los gobernadores provinciales. 214 Plut. Sert. 4, 2. 215 Estas tropas podían ser tanto mercenarios galos como ciudadanos romanos, que se habían asentado en gran número en la región. 216 Gell. 2, 72, 2. Plut. Sert. 4, 2. Sall. Hist. 1, 88. 217 Sea como fuere, hay que descartar que Sertorius fuese un quaestor navalis, con sede en Ariminum o Ravenna, pues este puesto había caído en desuso hacía más de un siglo.

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Por tanto, no puede defenderse la opinión, entre otros investigadores, de H. Last, R. Gardner y E. T. Salmon, de que los Romanos fueron cogidos por sorpresa. Otra cosa es la incredulidad con la que se acogió la envergadura que adquirió la rebelión.

Ciertamente, sorprende en primer lugar la cifra de 10.000 individuos, que, desde luego, no podía pasar de ninguna manera de forma desapercibida. Se ha dicho que todos serían efectivamente Marsos (incluso, C. Letta opina que todos ellos eran clientes de Poppaedius Silo), pero más bien, como indica A. Bancalari, este grupo estaría integrado, además de Marsos, por otros Itálicos, como Pelignos, Vestinos y Samnitas, debido tanto a ser etnias vecinas de los Marsos como a que Poppaedius Silo siguió como uno de los líderes rebeldes incluso después de la propia capitulación de los Marsos.

La expedición tendría como fin influir en la decisión relativa a la rogatio de civitate de Drusus, que se tenía que votar en septiembre del año 91 a.C. Por tanto, la marcha no pudo celebrarse durante la primavera (abril-mayo) como hace P. Frassinetti (y L. Pareti), que la pone en relación con el intento de asesinato de los cónsules durante la celebración de las Ferias Latinas.

Para A. Bancalari, quien desasocia la celebración de esta marcha de la lex agraria (que es precisamente la opinión dominante en la actual investigación), considera que las investigaciones judiciales de los que habla Diodoro se referirían al censo del año 92-91 a.C., es decir, a aquellos Itálicos que se habían inscrito indebidamente como ciudadanos romanos y buscaban ahora la forma de ver sancionado su nuevo estatuto de forma permanente, ante el temor de una nueva lex Licinia Mucia. Y precisamente E. Badian considera que esta exhibición era una reacción contra los procedimientos judiciales de dicha ley, que todavía estaría en vigor, lo que para A. Bancalari es un tanto difícil de mantener al existir un nuevo censo.

Por el contrario, R. S. Howarth defiende que los protagonistas de esta marcha no se sentirían agraviados por la lex Licinia Mucia, pues el texto de Diodoro establece que la investigación se efectuará en un futuro (inmediato). El privilegio ilegal de estos individuos no sería el de detentar la ciudadanía romana, sino el de ocupar indebidamente el ager publicus. Por ello, precisamente, reclamaban esta concesión para no ser desproveídos de sus tierras.

Todavía los censores218 en activo, el ya citado L. Licinius Crassus y Cn. Domitius Ahenobarbus (cos. 96 a.C.), no habrían todavía dimitido de su cargo, sin efectuar el censo, debido a sus irremediables disensiones, que se hicieron célebres219. Y, para A. Bancalari, el episodio de los 10.000 sería precisamente el detonante de tal renuncia.

Por el contrario, ambos censores fueron los responsables del cierre de las escuelas de retórica latina220, una medida ciertamente anti-itálica, sobre la base de 218 Los censores (en número de dos) eran elegidos entre los excónsules cada cinco años, cuya función principal era actualizar las listas de ciudadanos, senadores y equites. También se encargaban de efectuar el control de ingresos y gastos del estado, conducir ciertos rituales de purificación, etc. Sobre el censo romano, vid: G. Pieri, L’histoire du Cens jusqu’à la fin de la république romaine, Paris, 1968. T. P. Wiseman, “The census in the first century BC”, JRS 59 (1969), 59-75. R. Develin, “Patrician censors 218-50 BC”, Antichthon 14 (1980), 84-87. A. E. Astin, “The Censorship of the Roman Republic: Frequency and regularity”, Historia 31 (1982), 174-187; “The Censorship of the Late Republic”, Historia 34 (1985), 175-190. Ja. Ju. Zaborovskij, “The Roman census in the period of the crisis and collapse of the Republic (102-28 BC)”, VDI 161 (1982), 50-60 [en ruso]. 219 Cic. Brut. 162 y 164; Orat. 2, 45 y 3, 10. Cf. Macrob. Sat. 3, 15, 3-5. Plin. NH 17, 1-6. Plut. Mor. 811a. Suet. Nero 2, 2. Val. Max. 9, 1, 4. 220 Cic. Orat. 3, 93. Gell. 15, 11, 1. Quint. Inst. Or. 2, 4, 42. Suet. Rhet. 1, 1. Tac. Dial. 35, 1. Sobre este tema, vid: A. Manfredoni, “L’editto De coercendis rhetoribus latinis del 92 a.C.”, SDHI 42 (1976), 99-148. C.

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defender la tradición romana, el mos maiorum. Para el citado A. Bancalari, Domitius Ahenobarbus sería el promotor de esta medida, y convencería a su colega Licinius Crassus con la realización de un censo tolerante hacia los Itálicos que habían usurpado la ciudadanía romana.

Precisamente, ha de identificarse el personaje que convenció a Poppaedius Silo de deponer su actitud con Domitius Ahenobarbus, y que todavía continuaba como censor lo probaría que su palabra era sacra. De esta forma, la teoría de E. T. Salmon de que Domitius sería uno de los encargados por parte de Roma de efectuar las averiguaciones oportunas en territorio aliado para conocer la situación de los preparativos de los insurgentes carece de base argumental221.

Ciertamente, el Gobierno romano, a tenor del desarrollo de los aconteci-mientos, envió a magistrados o exmagistrados a las diversas comunidades aliadas, para descubrir si eran o no desafectas222. Apiano indica que se enviaron a las ciudades a aquellos individuos que estaban en mejor relación con cada una de ellas para que, sin despertar sospechas, informaran con detalle de la situación223. Será precisamente uno de estos personajes el que desencadenaría la tragedia.

Por supuesto, las propuestas de Drusus no fueron los únicos problemas que tenía la ciudad de Roma. La lucha entre las diversas facciones seguía siendo habitual, aunque por desgracia se dispone de poco a información acerca de la primera década del s. I a.C. En cualquier caso, el enfrentamiento personal entre C. Marius224 y L. Cornelius Sulla225 puede ofrecer una idea de cuál era la situación.

Bocchus I, rey de Mauretania, y viejo amigo de Sulla, con el permiso del Senado, situó algunas estatuas en el Capitolium226. Algunas de las figuras llevaban trofeos que representaban Victorias, mientras junto a ellas se levantaba un grupo

Calboli, “La retorica preciceroniana e la politica a Roma”, en Éloquence et Rhétorique chez Cicéron (Vandoeubre-Genève, 1983), 41-99. 221 Para E. T. Salmon, en línea con su teoría, si Domitius Ahenobarbus fue sorprendido en esta misión al inicio de las hostilidades entre los Marsos, pudo refugiarse en Alba Fucens, lo que evidentemente nunca ocurrió. 222 Según E. T. Salmon, los encargados de este cometido conocidos por las fuentes serían los siguientes: Domitius Ahenobarbus entre los Marsos (Diod. 37, 13, 1), Servilius y Fonteius entre los Asculani (App. BC 1, 38), L. Scipio y L. Acilius entre los Samnitas (App. BC 1, 41), Ser. Sulpicius Galba entre los Lucanos (Liv. Per. 72, 4) y L. Postumius (Liv. Per. 73, 2). De cada uno se tratará en su momento, pero solo de Servilius y Fonteius conocemos que realmente estuvieron realizando esta función. 223 App. BC 1, 38. 224 Sobre este personaje, vid: A. Passerini, Caio Mario come uomo politico, Pavia, 1934; Studi su Caio Mario, Milano, 1971. R. Andreotti, Cajo Mario, Gubbio, 1940. J. van Ooteghem, Caius Marius, Bruxelles, 1964. P. Kildahl, Caius Marius, New York, 1968. T. F. Carney, Biography of C. Marius, Chicago, 19702. R. J. Evans, Gaius Marius. A political biography, Pretoria, 1994. V. Werner, Quantum bello optimus, tantum pace pessimus: Studien zum Mariusbild in der antiken Geschichtsschreibung, Bonn, 1995. 225 Sobre este personaje, vid: J. Carcopino, Sylla ou la Monarchie Manquée, Paris, 1931. E. Valgiglio, Silla e la crisi repubblicana, Firenze, 1956. B. Wosnik, Untersuchungen zur Geschichte Sullas, Würzburg, 1963. U. Laffi, “Il mito di Sila”, Athenaeum 45 (1967), 177-213 y 255-277. E. Badian, Lucius Cornelius Sulla. The Deadly Reformer, Sydney, 1970. H. Last y R. Gardiner, "Silla", en Università di Cambridge. Storia Antica IX, 1. Roma: La Reppublica 133-44 a.C. (Cambridge, 1973), 313-368. A. Keaveney, Sulla. The Last Republican, London, 1982. F. Hinard, Sylla, Paris, 1985. L. E. Reams, The First Fifty Years of Sulla: A Reassessment, Diss. Southern California, 1985. P. F. Cagniart, The Life and Career of Lucius Cornelius Sulla through his Consulship in 88 BC: A Study in Character and Politics, Diss. Texas, 1986. J. Gómez Pantoja, “L. Cornelius Svlla. 25 años de investigación (1960-85) II. Estado de la cuestión”, Polis 3 (1991), 65-110. H. Behr, Die Selbstdarstellung Sullas. Ein Aristokratischjer Politiker zwischen persönlichem Führungsanspruch und Standessolidarität, Frankfurt an Main, 1993. R. Seager, “Sulla”, en The Cambridge Ancient History Volume IX. The Last Age of the Roman Republic 146-43 BC (Cambridge, 1994), 165-207. W. Letzner, Lucius Cornelius Sulla: Versuch einer Biographie, Münster, 2000. K. Christ, Sulla, Eine römische Karriere, München, 2002. 226 Una de las siete colinas de Roma, donde se encontraba la ciudadela.

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retratando la famosa escena del propio Bocchus entregando a Iugurtha a Sulla227. Para A. Keaveney, no hay duda de que si bien el propio Bocchus quería congraciarse en general con los Romanos228, mediante esta actuación, tenía asimismo en mente hacer un favor a su amigo Sulla, como testimonia Plutarco229, y cuyo objetivo final era preparar la candidatura de Sulla para el consulado del año 89 a.C.

Marius, el vencedor oficial de Iugurtha, que tenía su propio monumento en el mismo lugar, se puso furioso al ver mancillado su honor. Con el resurgimiento de la vieja reclamación de que era Sulla quien había realmente finalizado la guerra de Iugurtha al serle entregado éste por el monarca mauretano, usurpaba a Marius su propio triunfo. Por lo tanto, Marius se propuso retirar el monumento a sus ojos injurioso, aunque tuviera que emplear el uso de la fuerza230. Por su parte, Sulla y sus partidarios estaban también dispuestos a impedírselo, mediante el mismo método. El asunto iba a finalizar con un estallido de violencia entre ambos contendientes, pero la insurrección itálica paralizó cualquier disputa en Roma231.

Finalizada la Guerra de los Aliados, ambos personajes volverán a sus cuitas personales, esta vez al utilizar como base el mando de la campaña militar contra Mithridates VI, rey del Pontus (120-63 a.C.), que degenerará en la primera guerra civil de Roma. Por tanto, el conflicto que iba a desencadenarse a finales del año 91 a.C. no fue más que una pausa dentro de la contienda interna romana, aunque ciertamente forma parte de ésta.

227 Plut. Mar. 32, 4; Sulla 6, 1. 228 P. F. Cagniart señala que Bocchus tenía problemas internos con un princeps de su propio país, Magudulsa (Vir. Ill. 66, 6), en el mismo año 91 a.C., por lo que necesitaba el apoyo romano para mantener su posición. 229 Plut. Sulla 6, 1. 230 Plut. Mar. 32, 4; Sulla 6, 2. 231 Plut. Mar. 32, 5; Sulla 6, 2.

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III

EL INICIO DE LA GUERRA La muerte de Drusus soliviantó a los Itálicos, que comprendieron que ya no les

quedaba ninguna esperanza. Una chispa podía encender la hoguera de la guerra en Italia. Y ésta prendió en la ciudad de Asculum, el antiguo centro del Picenum232, y única comunidad de esta región que no había sido anexionada al ager Romanus.

Asculum, situada en la Via Salaria233, estaba situada junto al río Truentus (act. Truento), en la confluencia con su afluente Castellano. Como describe Estrabón, se trataba de una plaza fuerte con magníficas defensas naturales, debido a que tanto la muralla que se había levantado sobre la colina en donde se asentaba la ciudad, como las montañas que la rodean, no eran accesibles para un ejército234. Esto último quedó demostrado de manera clara y diáfana por el largo asedio que Asculum hubo de soportar por los Romanos durante la Guerra de los Aliados.

Hasta Asculum se había acercado Q. Servilius235, pretor del año 91 a.C.236 (mejor considerarlo pretor que procónsul237, aunque T. C. Brennan considera que este título muestra que Servilius se encontraba en una misión extraordinaria, como lo probaría la mención como legado por algunas fuentes238), que actuaba como comisionado de Roma en el Picenum con objeto de efectuar indagaciones acerca de los planes de los Aliados. Durante sus pesquisas, Servilius, recibió noticias239 de que un joven era conducido como rehén desde Asculum a otra ciudad240.

Servilius se apresuró acaloradamente hacia Asculum241 y amenazó con acritud a sus habitantes242, que estaban celebrando una fiesta243 o unos juegos244; éstos lo

232 Sobre este territorio, vid: G. Paci, “Per la storia di Cingoli e del Piceno settenrionale in età romana republicana”, en Cingoli dalle origini al sec. XVI. Contributi e ricerche. Atti del XIX Convegno di Studi Maceratesi (Macerata, 1986), 75-110; “Romanizzazione e produzione epigrafica in area medio-adriatica”, en Roma y el nacimiento de la cultura epigráfica en Occidente (Zaragoza, 1986), 31-47; “Appunti di storia del Piceno romano”, en Il Piceno in età romana, dalla sottomissione a Roma alla fine del mondo antico. Atti del 3º Seminari di studi per personale direttivo e docente della scuola (Teramo, 1992), 9-19. Ch. Delplace, La romanisation de Picenum. L'exemple d'Urbs Salvia, Paris, 1993. L. Pupilli, Il territorio del Piceno centrale in età romana, Colonnella, 1994. 233 Esta ruta comunicaba Roma con el mar Adriático. En un principio, sólo llegaba hasta Reate, pero luego se extendió a Amiternum y luego a Asculum hasta alcanzar el mar. Vid: G. Alvina y T. Leggio, “La Via Salaria dall’età romana al primo Medioevo”, en La Salaria in età antica. Atti del Convengo di studi (Roma, 2000), 11-29. 234 Str. 5, 4, 2. 235 Para T. R. S. Broughton, fue enviado como pretor o como pretor con imperium proconsular, solución esta última de H. Last y R. Gardner. 236 Diod. 37, 13, 2. Oros. 5, 18, 8. Vell. Pat. 2, 15, 1. 237 App. BC 1, 38. Liv. Per. 72, 2. Apiano señala que sería el procónsul de aquella zona, pues, al parecer, en aquella época había procónsules al frente de las diversas partes de Italia. Pero esto no es más que un intento de justificación de lo que sucedía en su propio tiempo. 238 Flor. 2, 6, 9 (que habla en plural, refiriéndose a Servilius y Fonteius). Oros. 5, 18, 8, aunque menciona que Servilius era pretor, pero en funciones de legado. 239 Apiano señala que a través de uno de los enviados de Roma, pero en este caso se trata del propio Servilius. Orosio señala que Servilius había sido enviado como legado (Oros. 5, 18, 8). 240 App. BC 1, 38. 241 Evidencia de que no se encontraba en Asculum, y que da la razón a Apiano de que su cometido era mucho más amplio que el de vigilar esta localidad picena. 242 Cf. Diod. 37, 13, 2.

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mataron en la creencia de que había sido descubierto el complot245. También fue asesinado el legado246 de Servilius, C. Fonteius247.

Tras la muerte de ambos, personajes romanos de rango oficial, no hubo ya perdón. Los habitantes de Asculum cerraron inmediatamente las puertas de la ciudad248, y dieron muerte a todos los ciudadanos romanos que estaban entre ellos249 y saquearon sus pertenencias250. Como indica Floro: “Éste fue el juramento de una guerra impía”251. Todavía era el año 91 a.C.

Muy probablemente, la celebración de festivales y ceremonias religiosas era utilizada por los Aliados para reunirse sin despertar sospechas. En el presente caso, aprovecharían la ocasión para efectuar intercambio de rehenes. Pero, al estar ya alertadas las autoridades romanas, debían de haber puesto en marcha a una multitud de espías, que alertarían a Servilius de los tratos que se efectuaban en Asculum, con lo cual éste procedió inmediatamente. Pero su mal modo de obrar252 hizo estallar a los habitantes de la ciudad, precipitando el conflicto.

Un pasaje de Diodoro, que si bien no indica en que lugar ocurrió la acción, muy posiblemente se refiera a los acontecimientos de Asculum. Durante la celebración de una fiesta, se realizó en el teatro un espectáculo en donde participaban numerosos Romanos. Cuando un comediante dio desahogo a su indignación, fue muerto por éstos en el mismo teatro, debido a que no estaba interpretando su papel como la situación requería253. Posiblemente el actor criticara la política de Roma.

F. R. Walton indica que los Romanos, aunque numerosos, serían una minoría de la audiencia, pero pudieron actuar con total impunidad. Eso sí, los Aliados presentes no se iban a quedar precisamente pasivos; de manera inmediata, idearon su propia represalia.

La ocasión festiva se había visto transformada por el suceso en una enconada hostilidad entre ambos grupos, Romanos y Aliados, y el pánico se estaba adueñando de la situación. Pero, como menciona el propio Diodoro254, la Fortuna hizo su aparición en escena mediante la graciosa figura de un sátiro.

Se trataba de un latino255, llamado Saunius, un bufón con un maravilloso talento para producir diversión y alegría. No sólo podía fomentar las carcajadas por lo

243 App. BC 1, 38. 244 Flor. 2, 6, 9. Obs. 54. 245 App. BC 1, 38. 246 Los legados (lit. «delegados») eran personas designadas para un mando militar determinado por un personaje con imperium. También se les utilizaba como embajadores. Vid: B. Schleussner, Die Legaten der rómischen Republik decem legati und ständige Hilfsgesandte, München, 1973. B. E. Thomasson, Legatus. Beiträge zur römischen Verwaltungsgeschichte, Stockholm, 1991. 247 App. BC 1, 38. Cic. Font. 41. Vell. Pat. 2, 15, 1. Floro dice que fueron asesinados los legados de la Urbe allí presentes (Flor. 2, 6, 9). C. Fonteius fue padre de M. Fonteius (pr. 77 a.C.?), el legado de Pompeius Magnus en la Gallia Transalpina durante el Bellum Sertorianum y, según algunas teorías, relacionado con la creación de esta provincia. 248 Oros. 5, 18, 8. 249 App. BC 1, 38. Liv. Per. 72, 2. Obs. 54. Oros. 5, 18, 8. 250 App. BC 1, 38. Floro señala al Picenum como una de las regiones que se sublevaron contra Roma (Flor. 2, 6, 5). 251 Flor. 2, 6, 9. 252 App. BC 1, 38. Diod. 37, 13, 2. 253 Diod. 37, 12, 1. 254 Diod. 37, 12, 1. 255 No de un habitante del Latium, sino de un individuo que tenía este estatuto, como se deriva de la propia acción.

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que decía, sino incluso provocaba risas a través del más ligero movimiento de aquellos que le veían. Su natural encanto era así de seductor256.

No es de extrañar que por lo antedicho Saunius fuese bienvenido por los Romanos en sus teatros con deleite. Pero, precisamente, por ello, los Picentinos, con objeto de privar a los Romanos de este disfrute y placer, habían resuelto matarlo257. Ha de suponerse que esta actitud era una respuesta a la muerte del comediante anterior, como se desprende de lo siguiente.

Saunius, al darse cuenta de lo que estaba a punto de ocurrir, subió al escenario poco después de que el actor había sido muerto, y dijo: «Miembros de la audiencia, los presagios son favorables258. ¡Puede que el mal causado traiga la buena fortuna! Sabed que no soy (ciudadano) Romano, sino sujeto a las fasces como lo estáis vosotros; ando penosamente por Italia de un lado a otro, vendiendo mis gracias en búsqueda del júbilo y la risa. Concederme entonces el mismo trato que a la golondrina, a la cual la Divinidad ha dado el privilegio de construir su nido sin riesgo en casa de cualquier hombre. Sería injusto para vosotros traer amargas lágrimas sobre vosotros mismos»259.

El sátiro continuó durante largo rato su parlamento en una vena conciliatoria y humorística y, gracias a su persuasivo encanto (que le había hecho famoso), engatusó a la audiencia gracias a su ácido y retorcido humor. De ese modo Saunius escapó del peligro que le amenazaba260. A parte del hecho anecdótico en sí, muestra un panorama ciertamente desolador.

Únicamente se puede señalar que este episodio ocurrió en el Picenum, y que refleja la hostilidad de los Itálicos contra Roma en las vísperas de la Guerra de los Aliados. Ciertamente, como indica F. R. Walton, es muy tentador situar esta escena en Asculum, en la asunción que el festival citado es en el que el pretor Servilius y su legado Fonteius fueron asesinados y los Romanos que estaban en la ciudad masacrados.

También la siguiente anécdota, perteneciente a Dión Casio, podría corresponder al mismo lugar. Los Picentes261 vencieron a aquellos que no se habían unido a su rebelión y abusaron de ellos a la vista de sus amigos, mientras arrancaban de las cabezas de sus esposas el cabello al mismo tiempo que la piel262. Como puede observarse, nunca mejor dicho, los nervios estaban a flor de piel, y se torturaba a los prisioneros antes de darles muerte. Esta noticia está refrendada por Obsecuente, al señalar como “prodigioso” que unos Romanos fueron salvajemente torturados por los Picentes263.

Las noticias sobre Asculum no finalizan. Diodoro señala que en esta ciudad había sido puesto en prisión por los Romanos para su confinamiento a un cierto cilicio de nombre Agamemnon, quien a través de un repentino revés en el que sus cómplices fueron muertos, había sido capturado con vida, y encerrado en prisión264. Al ser puesto en libertad por los Picentinos, en agradecimiento, sirvió en el ejército de los sublevados265. Como tenía mucha experiencia en el bandidaje, invadió el país del

256 Diod. 37, 12, 2. 257 Diod. 37, 12, 2. 258 Una referencia al cadáver, como si éste hubiera sido sacrificado qué deparaba el futuro. 259 Diod. 37, 12, 3. 260 Diod. 37, 12, 3. 261 Asculum era la única comunidad aliada de este pueblo, por lo que todas las menciones deben referirse a esta ciudad. 262 Dio Cass. 38 fr. 98, 3. 263 Obs. 55. 264 Una anotación interesante, porque su destino sería la crucifixión. 265 Diod. 37, 16, 1.

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enemigo (es decir, el ager Romanus) con una banda de soldados sus iguales en cometer fechorías266.

Es evidente que los Aliados buscaban a cualquiera que luchase contra los Romanos. De forma curiosa, Orosio indica que los jefes máximos de la rebelión eran, por parte de los Samnitas, Papius Mutilius, y por parte de los Marsos, ¡el jefe pirata Agamemnon!267.

Ciertamente, la región anatólica de Cilicia era reconocida en la época como una cantera de piratas, y la denominación de “cilicio” se había extendido a todo aquel que practicase el “arte” de la piratería268. Por tanto, la información de Diodoro y Orosio se complementan: Agamemnon, un nombre de clara tradición homérica, era un jefe pirata que había sido capturado por los Romanos y liberado posteriormente por los Picentinos. Desgraciadamente, no se puede dilucidar si Agamemnon formó una pequeña flota para actuar en la costa adriática (así lo plantea E. T. Salmon) o si actuó en tierra firme en el Picenum (como piensa L. Pareti).

En realidad, parece que en Asculum los ánimos estaban exacerbados debido a la intervención romana en su comunidad, una práctica que se había incrementando durante el s. II a.C. Un miliario269 demuestra que un prefecto romano, de nombre Cn. Statius, actuó dentro del territorio de la ciudad, mostrando de nuevo la potestad de Roma sobre sus Aliados. Posiblemente, se trate de un hecho muy cercano cronológicamente al estallido del conflicto, y la actitud del prefecto romano pudiera hacer comprender la saña con la que se emplearon los Ascolitanos.

No debe olvidarse las causas económicas. D. B. Nagle considera que los Romanos, quienes estaban en posesión de las mejores tierras y podían poner en práctica las nuevas técnicas agrícolas con mayor facilidad, se enriquecerían en mayor medida que sus vecinos, los Picentes, todavía aliados. Esta prosperidad debió de verse como una auténtica amenaza, y si existió una tendencia entre estos últimos a un aumento de población, este se canalizaría sin duda en dirección al ager Romanus, en una situación en la cual se encontrarían sin título legal de propiedad. Ancona (act. Ancona) y Auxinum (act. Osimo)270, y quizás Firmum, Potentia (act. Potenza Picena), Helvia Ricina (act. Villa Potenza, cerca de Macerata) y Pausulae (act. San Claudio di Corridonia), fueron escenarios de la actividad de la comisión gracana en el Picenum.

Ha de recordarse que Asculum participó en el movimiento de Fregellae271, por lo que es normal que Roma enviara un comisionado (Servilius) para conocer cuáles eran las intenciones de sus habitantes. Ciertamente, razones no les faltaban. Sólo quedaba prender la mecha a una situación explosiva, y así ocurrió.

266 Diod. 37, 16, 1. 267 Oros. 5, 18, 10. 268 Sobre la piratería, vid: H. A. Ormerod, Piracy in the Ancient World. An Essay in Mediterranean History, Liverpool, 1924. A. Pohl, Die Römische Politikund die Piraterie im östlichen Mittelner vom 3. bis zum 1. Jh. v. Chr., Berlin, 1993. S. Tramonti, Hostes communes omnium. La pirateria e la fine della Republica Romana (145-33 a.C.), Ferrara, 1994. Ph. de Souza, Piracy in the Graeco-Roman World, Cambridge, 2000. 269 AE 2000 476. Vid: L. Gasperini, “Scoperta di un milliario in territorio di Ascoli Piceno”, Picus 1 (1981), 175-177. G. Paci, “Il milliario repubblicano di Porchiano”, en La Salaria in età antica. Atti del Convengo di studi (Roma, 2000), 343-353. La nueva ruta sería dirigida hacia Firmum o al interior del Picenum. 270 Lib. Col. 226-227. 271 Vir. Ill. 65, 2.

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La acción tomada por los habitantes de Asculum fue el inicio de la Guerra de los Aliados272. Desde esta ciudad, la revuelta se extendió por las regiones montañosas de la Italia central y meridional.

El nombre del conflicto, Bellum Marsicum, deriva su nombre justamente del grupo étnico de los Marsos, el pueblo que fue el primero en tomar las armas, como justamente recuerda Diodoro273, así como Estrabón, quien además añade que lo fue mediante el liderazgo de Poppaedius Silo274, el viejo conocido de Drusus. Si bien la chispa prendió en Asculum, sin duda hay que atribuir a los Marsos el inicio de la rebelión abierta.

Los Marsos extendieron la noticia de la rebelión a todas las regiones275 de Italia. Cuando se comprendió la verdadera escalada de los acontecimientos, el conflicto fue llamado Bellum Italicum o Bellum sociale.

Este drama tuvo, por supuestos, sus propios prodigios. De esta forma, Obsecuente menciona que cuando unos Latinos arreaban reses y rebaños desde los campos a la ciudad, se produjeron muertes de seres humanos por todas partes. Los rebaños entraron en una estampida tan frenética, que arrollaron a sus dueños, evocando la imagen de una guerra despiadada; los perros, derramando lágrimas con muchas muestras de emoción, presagiaban el desastre para los suyos276.

Orosio también describe el mismo fenómeno. Inmediatamente después, horribles prodigios superaron la atrocidad de este crimen. Efectivamente los animales de todas las especies que estaban acostumbrados a aguantar dulcemente el trato humano y a vivir ente los hombres, abandonando los establos y los lugares de pastoreo, huyeron a las selvas y montes en medio de patéticos balidos, relinchos y mugidos. También los perros, cuya naturaleza es no poder vivir sin los hombres, anduvieron errantes con tristes aullidos a modo de lobos277.

El incidente de Asculum sucedió mientras todavía se estaban efectuando los planes de la sublevación278, por lo que el inicio de la contienda cogió por sorpresa a unos y otros. En buena lógica, debía de ser la primavera del año 90 a.C., con el buen tiempo, cuando realmente debían estallar las hostilidades. Este hecho no fue precisamente beneficioso para los Aliados, que no tenían listos todavía sus preparativos, y era precisamente la sorpresa el factor más importante de su movimiento, antes de que Roma pudiera movilizar todos sus efectivos.

Antes del inicio abierto de la contienda, los Aliados, ya en armas, intentaron un último esfuerzo de llegar a un acuerdo pacífico de sus diferencias con Roma. De esta forma, enviaron delegados a la Ciudad Eterna para quejarse de que, según las palabras de Apiano, “habiendo cooperado en todo con los Romanos para que éstos pudieran lograr su imperium, a la vez no les consideraban dignos de concederles la ciudadanía a pesar de la ayuda que habían prestado”279.

P. Frasinetti pone un fragmento de Cornelio Sisena en este momento, en el que se señala que “no encontréis maravilla por el hecho que con voluntad resuelta tenemos

272 Liv. Per. 72, 2. Vell. Pat. 2, 15, 1 273 Diod. 37, 1, 6; 37, 2, 1. 274 Str. 5, 4, 2. 275 Vell. Pat. 2, 15, 1. Apiano también señala (App. BC 1, 39) que, conocida la actuación de los Asculanos, todos aquellos pueblos que eran sus vecinos “sacaron a la luz sus preparativos de guerra”. 276 Obs. 54. 277 Oros. 5, 18, 9. 278 Oros. 5, 18, 8. 279 App. BC 1, 39.

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la sola intención de hacer la guerra”280. Justificación ante otros de la decisión de tomar las armas por parte de los Itálicos.

La respuesta enérgica del Senado fue que, si se arrepentían de lo que había ocurrido, podían enviar delegados, pero en caso contrario, no281. Ya se había llegado demasiado lejos. Por tanto, los Aliados, perdida toda esperanza, se aprestaron a efectuar sus preparativos282.

Como la sublevación aconteció en Asculum muy avanzado el año 91 a.C., no hubo mucho tiempo para que se pudieran efectuar verdaderas campañas militares en este año. Pero esto no significa ni mucho menos que imperara la paz. Para E. T. Salmon, los dos grupos en que se podían dividir a los insurgentes, es decir, el frente septentrional o “mársico” y el frente meridional o “samnita”, se movilizaron de inmediato en un esfuerzo de eliminar los obstáculos que barrían sus respectivos caminos hacia Roma, es decir, las colonias latinas.

De esta forma, es de suponer que la fortaleza de Alba Fucens283 fue atacada en el frente septentrional “mársico” o mientras que Aesernia lo sería en el frente meridional284. En cualquier caso, ninguna de estas dos ciudades cayó en este momento. Los secesionistas tenían que capturar ambas colonias latinas si su objetivo era amenazar la propia ciudad de Roma, aunque es más que dudoso si en este momento hubieran sido capaces en este momento de poder tomar la Ciudad Eterna al asalto.

No se han conservado otros detalles concernientes a operaciones militares acontecidas en el año 91 a.C.285

En la presente exposición se ha tratado, aunque sea de manera somera, la situación de los Itálicos, y de cómo se llegó a la apertura de las hostilidades. Ahora es el momento de preguntarse sobre las causas de este conflicto286.

A. J. Toynbee sostuvo que el duro castigo infligido por Roma a las comunidades desleales durante la Segunda Guerra Púnica, en especial, las confiscaciones de tierras, acabaron finalmente por provocar el enfrentamiento armado. Esto no es cierto a tenor de las evidencias existentes. Livio recuerda los grupos étnicos que se unieron a Hannibal: “Los Campanos, los Atelanos, los Calatinos, los Hirpinos, una parte de los Apulios, los Samnitas menos los Pentros, todos los Brucios, los Lucanos y además los Uzentinos y casi toda la costa ocupada por las ciudades griegas, los Tarentinos, los Metapontianos, los Crotoniatas y los Locrios, y todos los Galos de Cisalpina”287.

En un principio, sorprende que los Pentros, el alma mater de la resistencia en la Guerra de los Aliados, no se unieran a Hannibal, mientras que ninguna comunidad griega se unió a la sublevación itálica. Ciertamente, el problema de la posesión de la

280 Sisen. fr. 10. 281 App. BC 1, 39. 282 App. BC 1, 39. 283 Sobre esta ciudad, vid: J. Mertens, Alba Fucens, I, Bruxelles, 1969; “Alba Fucens”, DArch 6 (1988), 87-104. F. Coarelli, “Lépide et Alba Fucens”, REA 100 (1998), 461-475. 284 Cf. Liv. Per. 72, 5. 285 E. T. Salmon considera que Veleyo Patérculo indica que no hubo acciones militares en el año 91 a.C. (Vell. 2, 16, 4). Pero este escritor sólo dice que en dos años consecutivos, esto es, años 90 y 89 a.C., murieron en combate en cada uno un cónsul. Por su parte, L. Pareti considera que en el año 91 a.C. se efectuaron un gran número de ataques aliados sobre diversos puntos de Italia centro-meridional, pero, que de hecho, corresponden al año 90 a.C. 286 Sobre este tema, vid: E. T. Salmon, “The Cause of the Social war”, Phoenix 16 (1962), 107-119. D. B. Nagle, “An Allied View of the Social War”, AJA 77 (1973), 367-378. 287 Liv. 22, 61, 11-12. Cf. Pol. 3, 118, 3. Pero hubo algunas otras comunidades que se unieron a Hannibal, y que no son mencionadas en este párrafo.

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tierra está detrás del estallido del conflicto, pero no parece que haya que retroceder tanto en el tiempo.

Así J. Carcopino288, seguido por D. B. Nagle, atribuye el conflicto a las intervenciones arbitrarias de los tribunos gracanos, es decir, a los trabajos de la comisión agraria en cuanto a la delimitación y posesión de la tierra289. Ciertamente, como indica P. A. Brunt, y actualmente siguen, entre otros investigadores, A. Bancalari y E. Gabba, no puede negarse que en un principio las razones de los «príncipes de los itálicos» eran políticas, puesto que pedían el voto, con el cual confiaban en convertirse en gobernantes en vez de súbditos290. Pero ello se debía fundamentalmente a que las instituciones que en Roma protegían los intereses de las elites y comunidades itálicas, tales como el hospitium y la clientela, no habían podido prevenir la aprobación de unas leyes que eran lesivas para los intereses de los anteriores, pues cuestionaban seriamente la propiedad (legal o ilegal) de la tierra, su mayor activo.

El sentimiento anti-romano, al que las masas dieron rienda suelta al estallar el conflicto, como ha podido observarse en el caso de Asculum, puede derivarse de este hecho. Entre otras causas, que ya hemos citado en la introducción, hay que tener en cuenta que existía una generalizada crisis económica en varias regiones itálicas, como, p. e., el Samnium, en contraste con el desarrollo del latifundio y el trabajo servil en detrimento de la pequeña y mediana propiedad291. Esto puede confirmarse, como indica A. Mele, por el hecho de que cuando el esfuerzo económico y militar gravaba fundamentalmente al Samnium, fueron liberados 20.000 esclavos292.

Por supuesto, como señala T. Frank, los Itálicos deseaban escapar de las arbitrariedades de los magistrados romanos, asegurar un reparto más justo de las cargas militares y del reparto del botín, una posición más favorable en los tribunales romanos así como los mismos derechos en el comercio y en el matrimonio. Pero el motivo profundo de la rebelión es otro.

La tierra, la base de la riqueza y de la posición social, jugó un papel primordial en el estallido del conflicto, como ha demostrado R. S. Howarth. La defensa del derecho de posesión ésta, mediante la utilización de su condición de ciudadanos romanos, era el sentimiento mayoritario de los Aliados293.

Las palabras de Apiano son elocuentes al respecto: “E, incluso, los propios aliados itálicos, en cuyo interés precisamente planeaba Drusus estas medidas, tenían miedo de la ley de las colonias, pues pensaban que el agro público romano, que estaba 288 Vid: J. Carcopino, “Les lois agraires des Gracques et la guerre sociale”, BAGB 22 (1928), 3-23. 289 W. Seston critica esta teoría debido a que se basaría en la localización de los termini gracanos, los cuales habrían sido destruidos por los Itálicos durante la guerra. Pero los datos del Liber Coloniarum, que W. Seston olvida citar, son bastante expresivos al respecto. Asimismo, ha de recordarse que al menos se conoce un caso en que un terminus gracano fue restaurado (CIL I2 719 = CIL XI 6334 = ILLRP 474 = ILS 26). 290 App. BC 1, 35. 291 Cf. App. BC 1, 7. 292 Diod. 37, 2, 10. Sobre esclavos y libertos, vid: M. I. Finley, Slavery in Classical Antiquity, Cambridge, 1960. S. Treggiari, Roman Freedmen during the Late Republic, Oxford, 1969. G. Fabre, Libertus. Recherches sur les rapports patron-affranchi à la fin de la République romaine, Rome, 1981. L. Schumacher, Servus index. Sklavenverhör und Sklavenanzeige im republikanischen und kaiserzeitlichen Rom, Wiesbaden, 1982. J. C. Dumont, Servus. Rome et l’esclavage sous la République, Rome, 1987. K. R. Bradley, Slavery and Rebellion in the Roman World, 140 BC-70 BC, Bloomington, 1989; Slavery and Society in Rome, Cambridge, 1994. J. M. Jorquera Nieto, “Servus, Roma et l’esclavage sous la République”, DHA 19/2 (1993), 65-116. P. Garnsey, Ideas of slavery from Aristotle to Augustine, Cambridge, 1996. Sobre los esclavos en tiempos de guerra, vid: N. Roland, Les esclaves romains en temps de guerre, Bruxelles, 1977, que no menciona para nada este conflicto. 293 Evidentemente, la manifestación de que los Itálicos prefirieran la ciudadanía a la posesión de la tierra (App. BC 1, 21) es absurda en todos los sentidos.

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todavía sin repartir y algunos de ellos lo cultivaban por la fuerza y otros en la clandestinidad, les sería arrebatado de inmediato y que en muchos aspectos se verían perturbados hasta en sus propiedades particulares”294. La no concesión de la ciudadanía romana, para defender su derecho y su posesión de la tierra, propició el levantamiento itálico.

D. B. Nagle, defensor de esta teoría, lo muestra perfectamente. En cuanto a las pueblos belicosos de los Apeninos Centrales295: Vestinos, Marrucinos, Pelignos, Frentanos y Marsos habían sido fieles aliados de Roma durante los dos siglos anteriores al estallido de la Guerra de los Aliados, lo que indica el grado de desesperación que tenían estas etnias para tomar tan drástica decisión. Pero en este lapso de tiempo el dominio de Roma se había dejado sentir en sus territorios.

En el s. IV a.C. las colonias de Hadria (act. Atri), Sora (act. Sora) y Alba Fucens otorgaron a Roma importantes puntos de apoyo en la región y al mismo tiempo bloqueaban la expansión de los pueblos de los Apeninos en dirección al ager Romanus. Hadria prevenía los movimientos en el Picenum, Alba cerraba la carretera hacia Roma por la ruta de la Via Valeria y Sora estaba situada entre las tierras altas y la Campania, es decir, impedían la libre circulación por las rutas tradicionales que en el pasado fueron utilizadas por las tribus de las montañas para expandirse en dirección a las más fértiles tierras bajas.

Para el s. II a.C. la actividad romana en estas regiones se incrementó, como puede observarse en la realización de nuevas rutas de comunicación296. Posiblemente en el año 154 a.C. vio la construcción de la Via Valeria a través de los Apeninos en dirección al Adriático, pasando por ciudades clave como Corfinium y Teate, los centros respectivos de los Pelignos y los Marrucinos297. Asimismo, la Via Minucia, desde Corfinium a la costa adriática, probablemente date del año 100 a.C.298

En este mismo sentido, el Liber Coloniarum señala que se efectuaron asentamientos gracanos en Sulmo y Corfinium y, aunque los hallazgos arqueológicos no lo corroboran, puede ser plausible. Ambas localidades, ubicadas en el corazón del territorio peligno, estaban situadas en un fértil valle, en un entorno que corresponde a otras localizaciones efectuadas por la comisión gracana.

En cuanto a los objetivos de la insurrección, existen dos teorías, ambas apoyadas por las fuentes antiguas: a) consecución del ius civitatis (tesis desarrollada por el escritor griego Apiano, y cuyo mayor defensor es E. Gabba); b) una auténtica reivindicación independentista con respecto a Roma y la consecución de un Estado federal, como defienden H. Last, R. Gardner299 y C. Nicolet.

294 App. BC 1, 36. 295 Sobre las poblaciones de los Apeninos, vid: E. Dench, From Barbarians to New Men. Greek, Roman, and modern perceptions of peoples of the central Apennines, Oxford, 1995. 296 Recuérdese el hallazgo de un miliario cercano a Asculum (AE 2000 476). 297 Str. 5, 4, 2. El trazado de Corfinium a Aternum, esta última en la costa adriática, fue restaurado por el emperador Claudius (AE 1958, 265 = CIL IX 5973) y denominado por ello Via Claudia Valeria, indicando que la Via Valeria había alcanzado la costa en una época anterior a este emperador297. Pero debe advertirse que no todos los investigadores están de acuerdo en que la Via Valeria alcanzara las orillas del Adriático en época republicana 298 La ruta de la Via Minucia es bastante incierta, pero es probable que pueda identificarse con la carretera que iba desde Corfinium y Sulmo hacia el sur a través del Samnium. Vid: E. Salvatore Laurelli, “La via Minucia. Note di geografia e topografia antica”, ASP 45 (1992), 7-30. A. Mosca, “Via Municia. Problemi storici e topografici”, en Dai Gracchi alla fine della Repubblica. Atti del V Convengo di studi sulla Puglia romana (Galatina, 2001), 79-87. 299 El objetivo de los Itálicos sería para estos dos investigadores establecer un estado independiente, y adquirir la ciudadanía romana era sólo un medio alternativo y no un fin en sí mismo.

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En primer lugar, es de interés ofrecer la opinión de Veleyo Patérculo, escritor de época del emperador Tiberius, y descendiente de un notable de Aeclanum que luchó junto a Sulla en la Guerra de los Aliados300. A pesar de este hecho, considera que la causa aliada fue fundamentalmente justa. He aquí sus palabras: “Tan terrible fue la fortuna de éstos, como justísima la causa. Pues reclamaban una ciudadanía cuyo imperium defendían con las armas. Decían que todos los años y en todas las campañas militares habían duplicado la aportación de soldados y jinetes y que no habían recibido el derecho de esa ciudadanía, que gracias a ellos había llegado a tal altura que podía despreciar a hombres de su mismo origen y sangre como si fueran extranjeros y extraños”301.

Ante todo, para Veleyo Patérculo los Aliados buscarían la obtención de la ciudadanía romana, lo que también confirman los testimonios de Cicerón302, Diodoro303, Justino304 y Orosio305. En este mismo sentido, repetimos las palabras de Apiano, quien decía que con la propuesta de ley de Drusus los Aliados “se convertirían de inmediato en gobernantes en vez de súbditos”306.

La siguiente anécdota, transmitida por Diodoro, es ilustrativa al respecto: “Un cretense vino a ver al cónsul Iulius con una propuesta de traición y le dijo: «Si yo te permito que venzas al enemigo, ¿cuál será la recompensa que me darás por mis servicios?». El general dijo: «Te haré ciudadano romano, y serás honrado en mi estimación». Desternillado de risa por este comentario, el cretense dijo: «A los ojos de los Cretenses la ciudadanía (romana) es una solemne estupidez. El beneficio al que nosotros aspiramos, y por el que nosotros deambulamos tanto por tierra como por mar, por cada flecha que lanzamos307, es por consideración al dinero. Por tanto, yo estoy aquí sólo para ganar dinero. Concede la recompensa de la ciudadanía a los hombres que están peleando ahora por ella, y quienes están comprando con sangre esta vana palabra por la que luchan», El otro rió y le dijo: «Si nuestro intento tiene éxito, te daré mil dracmas»308.

F. R. Walton considera que por el orden del fragmento en la obra de Diodoro, el cónsul debe de ser L. Iulius Caesar (cos. 90), más que Sex. Iulius Caesar (cos. 91)309. Ciertamente, no todo el mundo daba valor a tener la ciudadanía romana. Esta anécdota, de la que no debe dudarse de su autenticidad, pone de manifiesto que hasta incluso los extranjeros tenían claro la causa de la Guerra de los Aliados.

Pero no hay que creer que todos los Aliados tuvieran esta misma finalidad. Para Eutropio, los sublevados reivindicaban la independencia310, mientras que según 300 Vell. Pat. 2, 16, 2. 301 Vell. Pat. 2, 15, 2. Sobre este tema, vid: Ch. d’Aloja, “Velleio Patercolo e la visione italica tra vecchio e nuovo”, en Epigrafia e territorio. Política e società. Temi di antichità romane VII (Bari, 2004), 213-224. No por menos reproducir las palabras del poeta P. Ovidius Naso, natural de Sulmo, en el mismo sentido que el anterior: “Mantua se enorgullece de Vergilius, Verona de Catullus, y yo seré llamado gloria de la nación pelignia, a la que hizo su propia libertad tomar las armas del honor, cuando Roma tenía miedo y angustia ante las tropas aliadas” (Ovid. Am. 3, 15, 5-10). 302 Cic. Phil. 12, 27. 303 Diod. 37, 15, 3. 304 Iust. 38, 4, 13. 305 Oros. 5, 18, 2. El término libertas, como indica P. A. Brunt, ha de ser tomado como un equivalente a civitas. 306 App. BC 1, 35. 307 Se trata pues, de un arquero cretense. 308 Diod. 37, 18, 1. 309 Sobre la presencia de ambos personajes en este conflicto, vid: A. Keaveney, “Caesars in the Social War”, RhM 126 (1983), 273-281. 310 Eutrop. 5, 3, 1.

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Estrabón éstos buscaban la libertad311. Pero las frases de ambos escritores no son exactamente lo suficientemente determinantes y claras y, por desgracia, son demasiado breves como para tomarlas como decisivas.

El testimonio de Apiano da la clave de la solución. Al hablar de la concesión de la lex Iulia (año 90 a.C.), dice que “el Senado decretó, además, que aquellos Aliados itálicos que aún permanecían en la alianza (romana) obtuvieran el derecho de ciudadanía, lo cual era precisamente la cosa que más deseaban casi todos”312. El final de la frase indica claramente que no todos los Aliados tenían el mismo objetivo. Y éste es el punto clave para que Samnitas y Lucanos prosiguieran el conflicto una vez que la lex Plautia Papiria concediera a todos los Itálicos el derecho de ciudadanía (89 a.C.).

Apiano, al finalizar su relato sobre la Guerra de los Aliados (que concluye a finales del año 89 a.C.), dice que “Éstos fueron los acontecimientos en Italia relativos a la Guerra de los Aliados, que alcanzó sobre todo su máximo apogeo hasta que toda Italia accedió a la ciudadanía romana, con excepción en un principio de los Lucanos y los Samnitas; pues, me parece que éstos obtuvieron también después lo que deseaban”313. Este pasaje pudiera interpretarse de nuevo como el deseo de todos los Aliados de acceder a la ciudadanía, del que en un primer momento quedaron excluidos Samnitas y Lucanos, que no depusieron las armas hasta el año 87 a.C.

Pero, la persistencia de Samnitas y Lucanos no se debía a causa de esta concesión, sino a otra razón. La rivalidad histórica entre Samnitas y Romanos, que en tres guerras314 se enfrentaron por la hegemonía de Italia, debió de jugar en esta comunidad aliada (y en la de los Lucanos) un importante papel315.

Veleyo Patérculo recuerda la amenaza de Pontius Telesinus en la víspera de la batalla de la Porta Collina en el año 82 a.C., en que “iba diciendo que había llegado el último día para los Romanos y gritaba que había que derribar y destruir la ciudad [Roma], añadiendo que nunca faltaría lobos que arrebataran la libertad a Italia, si no se destruía el bosque en que se solían refugiar”316.

311 Str. 5, 4, 2. Aunque “durante dos años se mantuvieron firmes en la guerra, hasta que consiguieron los derechos comunes por los que habían emprendido la contienda”. 312 App. BC 1, 49. 313 App. BC 1, 53. 314 Primera Guerra Samnita (343-341 a.C.), Segunda Guerra Samnita (327-304 a.C.) y Tercera Guerra Samnita (298-290 a.C.). 315 Incluso es posible que descendientes de los dirigentes samnitas de esta época fueron los líderes de sus comunidades en la Guerra de los Aliados, vid infra. 316 Vell. Pat. 2, 27, 2. P. A. Brunt no cree que estas palabras fueran ciertamente pronunciadas, aunque su análisis está determinado por la creencia de que los Samnitas no buscaban la independencia durante la Guerra de los Aliados, por lo que menoscaba cualquier testimonio a favor de este postulado. Simplemente, hay que recordar las palabras de Silio Itálico sobre el rencor de los Samnitas hacia los Romanos: odium renovare ferox in tempore Samnis (Sil. Ital. 11, 8). Toda una declaración de intenciones. El testimonio de Estrabón tampoco deja lugar a dudas de la animadversión existente entre ambos: “En la actualidad (los Samnitas) han sido completamente aniquilados por otros pueblos y, en último término, por Sulla, el que se convirtió en dictador de los Romanos. Éste, cuando al poner fin a la revuelta de los pueblos itálicos, tras muchos combates, vio que éstos eran, de hecho, casi los únicos que permanecían unidos y que se mostraban tan próximos a las fronteras como para marchar incluso contra Roma, trabó combate ante sus propias murallas y, a unos, los despedazó en el campo de batalla, pues había ordenado que no hubiera supervivientes, mientras a otros, a los que entregaron las armas, se habla de unos 3.000 o 4.000 hombres, tras conducirlos a la Villa Pública, que está en el Campus Martius, los encerró en prisión. Tres días después, envió soldados que degollaron a todos y además promulgó un decreto de proscripción por el cual no cesaría hasta que todo aquel que tuviera nombre samnita fuera eliminado o expulsado de Italia. Frente a quienes le acusaban por su crueldad desmedida, él decía que había aprendido de la experiencia que ni uno sólo de los Romanos podría jamás vivir en paz mientras los Samnitas permanecieran unidos en una nación. De hecho, en la actualidad sus ciudades se han convertido en aldeas, algunas han sido abandonadas por completo, como Bovianum. Aesernia, Pana, Telesia, contigua a Venafrum,

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Como indica D. B. Nagle, algunas de las más duras batallas de la Guerra de los Aliados acontecieron cuando los Pentros y los Hirpinos intentaron romper los dos círculos concéntricos de fortalezas romanas que habían sido construidas desde el a. IV a.C. y que limitaban sus movimientos. El primero de estos cinturones fue construido en el s. IV a.C. y consistía de una línea de colonias latinas distribuidas en un semicírculo desde Sora en el alto valle del río Liris a Luceria en el lado adriático del Samnium317.

Después de la Tercera Guerra Samnita y la Guerra contra Pyrrhus en el s. III a.C. nació un segundo cinturón, profundamente situado en territorio samnita y cuyo reflejo eran las colonias latinas de Aesernia y Beneventum, a las que hay que sumar las de Venusia y Paestum. Aufidena y una amplia franja de territorio al norte de Aesernia fue confiscada a los Caracenos, quienes desaparecieron de la historia como grupo independiente, y el área se convirtió en una praefectura318. Cominium, Atina, Casinum (act. Cassino) y Rufrae (act. Presenzano), con parte de las mejores tierras del Samnium, pasaron a manos romanas.

Como resultado de las confiscaciones romanas, las dos tribus más poderosas de la otrora liga samnita, los Pentros y los Hirpinos, quedaron físicamente separadas una de otra; en cuanto a las otras dos, los Caracenos parecen haber sido obligados a fusionarse con los Pentros, mientras que los Caudinos fueron desmembrados y en parte anexionados, como aconteció con la propia población de Caudium. La Campania meridional, la escena de muchas duras batallas del conflicto, se encontraba ahora rodeada por territorio romano, a excepción del área costera.

El tercer estadio del avance romano en territorio samnita se produjo en el s. II a.C., con posterioridad a la Segunda Guerra Púnica. Los Pentros no se unieron a Hannibal y parece que no sufrieron pérdidas de su territorio, aunque sufrieron las consecuencias de las depredaciones del conflicto, y tampoco obtuvieron recompensas; era éste el papel que precisamente Roma atribuía a sus Aliados. Pero los Caudinos y los Hirpìnos, quienes habían desertado al campo cartaginés, fueron castigados duramente. En el área hirpina, el territorio cerca de Abellinum se convirtió en ager publicus, como también el ager Taurasinus. Los Caudinos perdieron lo que tenían (si tenían) de su autonomía, y se convirtieron en praefecturae. De esta forma, el segundo cinturón fue todavía más opresivo: una franja continua de territorio romano, desde el país marso al Adriático, encerraba y dividía a las dos supervivientes tribus samnitas.

Sin querernos diferir más en el tiempo, a finales del s. II a.C. hubo otra ola de asentamiento romano en territorio samnita. De acuerdo con el Liber Coloniarum, terrenos de las poblaciones de Compsa, Abellinum (act. Atripalda)319, Cadatia (¿Caiatia? [act. Caiazzio] o incluso Calatia [act. Gallazze di Maddaloni]) y Telesia fue destinado a colonos por la comisión gracana320. Esto está confirmado en el caso de las dos primeras localidades por el hallazgo de termini gracanos en Rocca San Felice321, situada entre Aeclanum y Compsa, y E. Pais ha argüido convincentemente que el caso

y quedan otras del mismo tipo, ninguna de las cuales es merecedora de ser considerada como una ciudad. Sin embargo, dada la gloria y la pujanza de Italia, nosotros nos hemos visto obligados a descender a detalles de importancia mediana. Beneventum, empero, y Venusia, se han mantenido en buen estado” (Str. 5, 4, 11). 317 Las colonias fueron Sora, Fregellae, Interamna Lirenas, Suessa Aurunca, Cales, Saticula y Luceria, más dos civitates foederatae, Teanum Sidicinum y Aquinum. 318 Sobre las prefecturas, vid: R. C. Knapp, “Festus 262 L and Praefecturae in Italy”, Athenaeum 58 (1980), 14-38. 319 Posiblemente a su territorio corresponda un terminus gracano (CIL I2 2934). 320 Lib. Colon. 210, 229, 233, 238. 321 CIL I2 643 = CIL IX 1024 = ILLRP 473a = ILS 25a. CIL I2 644= CIL IX 1025 = ILLRP 473b = ILS 25b. CIL I2 645 = CIL IX 1026 = ILRP 473c.

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de Telesia también es correcto, e incluso E. Hermon ha defendido la asignación a este periodo de la colonia Herculia a la población de Telesia. Se trataría de tierras que pertenecían al ager publicus tras las diversas confiscaciones pero que permanecieron en manos de sus antiguos propietarios.

Asimismo, en este mismo territorio se han detectado dos miliarios322 pertenecientes a la Via Aemilia, ruta construida durante el s. II a.C. por el cónsul M. Aemilius Lepidus (cos. 126 a.C.). Además, cerca de Venafrum, un miliario de L. Cornelius Cinna (cos. 127 a.C.) refleja los trabajos para una sistematización de la Via Latina323. Como se puede apreciar, se estaba efectuando el mismo procedimiento que anteriormente se había aplicado a Vestinos, Pelignos y Marsos.

Una importante evidencia de la nueva situación creada es el yacimiento de Fioccaglia di Flumeri, a menos de 10 km al NE de Aeclanum, en la confluencia de la Via Appia y la Via Aemilia. Se trata de un centro urbano, sin murallas, de unas 12 ha, posiblemente un forum. A través de los datos arqueológicos, parece ser una fundación gracana y fue destruido durante la Guerra de los Aliados, testimonio silencioso como centro comercial, cultural y administrativo de los nuevos colonos, posiblemente una praefectura. La construcción de la Via Aemilia vendría, según G. Camodeca, a comunicar los distintos asentamientos creados por los Gracchi324.

Como indica D. B. Nagle, si alguno de los Aliados tenía razones para sentir un intenso rencor contra la expansión romana por Italia, los Samnitas son el candidato perfecto, pues año tras año habían visto sus tierras reducidas una y otra vez por las expropiaciones. La aparición de la comisión gracana en el mediodía peninsular sólo podía haber sido recordada como una continuación de la política romana tradicional325. La aprobación de numerosas leyes agrarias en el periodo anterior de la Guerra de los Aliados326 explica la facilidad con la cual los Samnitas se unieron a la rebelión.

Del análisis anterior tampoco se escapan los Lucanos. A excepción de la región costera (en manos romanas), Lucania tenía sólo dos importantes regiones agrícolas, los valles del Silarus-Tanager y del Aciris. Ambas se vieron afectadas por la política gracana.

En cuanto al valle del Silarus (act. Sele), su curso inferior se hallaba en manos romanas, a través de la colonia romana de Salernum (con Eburum [act. Eboli]) y la colonia latina de Paestum (act. Pesto). El valle del Tanager (act. Tanagro) tampoco se libró de la colonización romana, como muestran los termini gracanos encontrados en Atina (act. Atena Lucana)327, Forum Popilli (act. Polla)328, Volcei (act. Buccino)329, Sala Consilina330 y Sicignano degli Alburni331. De igual modo, en el alto valle del Aciris, la

322 CIL I2 620 = CIL IX 6073 = ILLRP 451 = ILS 5805. 323 AE 1997 401. CIL I2 654 = CIL X 6905 = ILLRP 457 = ILS 5809. 324 Sobre este tema, vid: G. Camodeca, “M. Aemilius Lepidus, cos. 126 a.C., le assignazioni graccane e la via Aemilia in Hirpinia”, ZPE 115 (1997), 263-270. 325 Sobre las centuriaciones en el Samnium, vid: R. Compatangelo, “Cataste e strutture agrarie regionali del Sannio”, en La romanisation du Samnium aux IIe et Ier siècles av. J.C. (Naples, 1991), 139-147. 326 Se ha argüido que la ley de Drusus fue puesta en práctica a través de una inscripción de Vibo Valentia (CIL I2 3166 = CIL X 44), que daría los nombres de los comisarios encargados de ejecutarla, que estaría ratificada por el elogium del propio Drusus (CIL VI 1312 = ILS 49). Pero A. Degrassi ha demostrado que en realidad se trata de una mala lectura del epígrafe, y que nada tiene que ver con ninguna comisión agraria. Vid: A. Degrassi, “Epigraphica IV”, en Studi su Praeneste (Perugia, 1978), 145-181 = MAL 14 (1969), 111-127. 327 CIL I2 639 = ILLRP 470. 328 AE 1955 190 = CIL I2 2933. 329 AE 1979 196 = CIL I2 2932a. 330 CIL I2 642 = CIL X 289 = ILLRP 471. CIL I2 642a = CIL X 289a = ILLRP 472. 331 AE 1940 132 = AE 1945 25 = CIL I2 2932 = ILLRP 469.

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población de Grumentum, cuyo territorio llegaba hasta el Sinus Tarentinus (Golfo de Taranto), y que jugará un papel durante el conflicto, también se vio afectada por la comisión de tierras gracana de acuerdo al Liber Coloniarum332.

Precisamente, en Lucania, durante la época de funcionamiento de la comisión gracana, se estaba procediendo a la construcción de la Via Annia333, una extensión de la Via Appia, que comunicaba Capua con Rhegium a través precisamente del valle del Silarus-Tanager. Esta ruta proporcionaba un enlace conveniente entre los recientes territorios donde se habían asentado los colonos romanos y el viejo ager Romanus.

La región de Apulia también se vio afectada por la colonización romana durante el s. II a.C. Parte de la rica zona de Tavoliere della Puglia, fue centuriada y distribuida: según el Liber Coloniarum, terrenos correspondientes a Herdoniae (act. Ordonia), Ausculum (act. Ascoli Satriano), Arpi (act. Arpi di Foggia), Sipontum (act. Siponto di Manfredonia)334, Collatia y Salapia (act. Salpi di Trinitapoli)335, y quizás incluso Vibinum (act. Bovino), Aecae (act. Troia) y Canusium, se vieron afectados por los trabajos de la comisión gracana336, como prueban el hallazgo de dos termini gracanos337. Al sur del Tavoliere della Puglia, el territorio de Venusia también se vio envuelto en la misma operación338.

Sin querer entrar en mayor detalle, tampoco la rica región de Campania se libró de la actuación de la comisión gracana. Simplemente, apuntar como testimonio los termini gracanos localizados en los territorios de Atella (act. Castellone di Sant’Arpino)339 y Capua340.

Todo lo anterior viene a mostrar que los Aliados que participaron en el movimiento insurreccional se vieron afectados, de una manera u otra, por la comisión gracana. No debe tratarse de una mera coincidencia, como ya se ha señalado.

Por supuesto, en Roma, el estallido del conflicto tuvo sus consecuencias políticas. Para E. Gabba, el inicio de la Guerra de los Aliados provocó una renovación del vínculo entre los equites y los tribunos, que había sido debilitado por los acontecimientos del año 100 a.C., cuando el Senado y los equites se habían unido para oponerse a los proyectos de Saturninus y sus partidarios.

332 Lib. Colon. 209. 333 Mal denominada Via Popillia. 334 El antiguo puerto de Arpi, convertido en colonia romana en el año 194 a.C. Sobre esta población, vid: M. Mazzei, “Città romane in Daunia: l’esempio di Siponto”, en Dai Gracchi alla fine della Repubblica. Atti del V Convengo di studi sulla Puglia romana (Galatina, 2001), 89-99. 335 Salapia fue desapareciendo gradualmente debido a que la laguna junto a la que estaba situada se convirtió en un pantano insalubre. Las ruinas de la antigua población se encuentran a lo largo de la carretera que conduce de Zapponeta al distrito de Torre Pietra. De acuerdo a Vitruvio, la vieja ciudad fue abandonada, debido a que era poco saludable a causa de la malaria, y los habitantes se trasladaron durante el s. I a.C. algo más de 6 km a un lugar más sano, la act. Foggia, donde se desarrolló un puerto al unirse el Lago di Salpi con el mar (Vitr. 1, 14, 2). Sobre esta ciudad, vid: E. Gabba, “La rifondazione di Salapia”, Athenaeum 61 (1983), 514-516. L. Marton, “La vecchia e la nuova Salapia: cronologia, topografia, tradizioni”, Patavium 4 (1994), 57-84. 336 Lib. Colon. 210. 337 AE 1973 222 = CIL I2 2933a. AE 1994 533. Vid: V. Bracco, “Un nuovo documento della centuriazione graccana: il termine di Auletta”, RSA 9 (1979), 29-37. M. Pani, “Su un nuovo cippo graccano fauno”, RIL 111 (1977), 389-400. A. Russi y A. Balbo, “Note storiche sul nuvo termino graccano di Celenza Valfortore”, MGR 5 (Roma, 1977), 225-249. G. Uggeri, “Le divisioni agrarie di età graccana: un Bilancio”, en Dai Gracchi alla fine della Repubblica. Atti del V Convengo di studi sulla Puglia romana (Galatina, 2001), 31-60. 338 Lib. Colon. 210, 261. 339 CIL I2 641 = CIL X 3760 = LLRP 468. 340 CIL I2 640 = CIL X 3861 = LLRP 467 = ILS 24.

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Al inicio del año 90 a.C.341, una ley del tribuno Q. Varius Severus Hybrida, de origen hispano (de la ciudad de Sucro), estableció una quaestio extraordinaria con equites como miembros del jurado, con objeto de investigar a los responsables de los acontecimientos que habían dado como resultado el levantamiento de los Aliados, mediante la aprobación de la lex Varia342. Debido a que fue la única quaestio que funcionó durante la guerra343, también fue utilizada sin escrúpulos para finalidades políticas personales344.

No todos los que fueron condenados mediante la aplicación de esta ley eran amigos de partidarios de Drusus o de su política. Al menos se conocen el nombre de seis senadores que fueron procesados, todos ellos relacionados de un modo u otro con la factio («facción»)345 de la noble346 y prolífica familia de los Caecilii Metelli347, en la que había militado (al menos durante un tiempo) el propio Drusus. A pesar de ello, esta facción, al año siguiente, había vuelto a tomar el control del Senado.

El primero de los senadores procesados conocidos, L. Calpurnius Bestia (cos. 111 a.C.), no compareció ante el tribunal y se exilió voluntariamente, pues no estaba dispuesto a entregarse a sus enemigos348. También aconteció lo mismo con C. Aurelius Cotta (cos. 75 a.C.), quien se presentó ante el tribunal y, después de hacer una defensa solemne de su actuación política y de haber vituperado públicamente al orden ecuestre, salió también de la ciudad antes de la votación349. Ciertamente, las críticas a este tipo de

341 Por error, ciertos investigadores la fechan en el año 91 a.C., debido a Apiano. Cf. Cic. Brut. 304-305. 342 App. BC 1, 37. Asc. 68. Val. Max. 8, 6, 4. A su aprobación, parece que se refiere un fragmento de Cornelio Sisena (Sisen. fr. 117); quizás se relacionen otros fragmentos de este escritor con esta ley (Sisen. frs. 110-111 y 114-115). Sobre la lex Varia (mal denominada lex Varia de maiestate), vid: E. S. Gruen, “The lex Varia”, JRS 55 (1965), 69-73. R. Seager, “Lex Varia de Maiestate”, Historia 16 (1967), 37-43. E. Badian, “Quaestiones Variae”, Historia 18 (1969), 447-491. F. Porrà, “La legge Varia del 90 e quella Sulpicia dell'88 a.C.: il problema degli esuli”, Ann. Cagl. 36 (1973), 13-28. Apiano y Valerio Máximo señalan de manera errónea que esta ley es anterior al levantamiento aliado, y señalan incluso que fue su causa (App. BC 1, 38. Val. Max. 8, 6, 4). 343 Asc. 73-74. Cic. Brut. 304. Presumiblemente, debido a que los pretores debían asumir preferentemente funciones militares ante la situación que suponía la Guerra de los Aliados. T. C. Brennan considera que a partir de la victoria de L. Iulius Caesar sobre los Samnitas en el año 90 a.C. los tribunales pudieron de nuevo reasumir sus funciones, como así parece demostrar los antecedentes del caso de A. Sempronius Asellio, praetor urbanus en el año 90 89 a.C. 344 Apiano claramente establece que era una plataforma de los equites para poder calumniar a sus enemigos y, como ellos mismos eran los jueces, poder condenarlos y así acrecentar su poder en la ciudad. Cuando el resto del colegio de tribunos intentó oponerse a esta ley, los equites los rodearon con sus dagas desnudas y la ratificaron (App. BC 1, 37). 345 En la antigua Roma no se puede hablar de partidos (es completamente anacrónico), sino de factiones o partes, cuyos miembros cambiaban constantemente y, ante todo, se distinguían por sus líderes. Las facciones eran ante todo grupos formados por personas relacionadas entre sí por vínculos de parentesco o clientela, mientras que las partes eran agrupaciones más amplias cuyos miembros estaban unidos por motivos políticos. Vid: J. Hellegouarc'h, “Factio/partes et la notion de parti dans la Rome républicaine”, REL 43 (1965), 62-63. P. A. Brunt, “Factions”, en The fall of the Roman Republic and related essays (Oxford, 1988), 443-502. Ph. Moreau, “Adfinitas. La parenté par alliance dans la société romaine (Ier siècle av. J.-C.-IIe siècle ap. J.-C.)”, en Parenté et stratégies familiales dans l'Antiquité romaine (Paris, 1990), 3-26. 346 El nobilis era un miembro de la nobilitas (la «nobleza»), es decir, el descendiente de una persona que hubiera ejercido una magistratura curul (consulado, pretura, edilidad curul). 347 Sobre esta familia, vid: J. van Ooteghem, Les Caecilii Metelli de la République, Bruxelles, 1954. T. P. Wiseman, “Factions and family Trees”, LCM 1 (1976), 1-3. Sobre su factio, vid: M. Vardelli, “La factio metellana nei primi anni del I sec. a.C.”, Aevum 52 (1978), 77-84. 348 App. BC 1, 37. 349 App. BC 1, 37. Cf. Cic. Brut. 205, 303 y 305; Orat. 3, 11.

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jurados, como se había manifestado previamente en el famoso caso de P. Rutilius Rufus (cos. 105 a.C.)350, queda plenamente confirmado.

Apiano señala que L. Mummius Achaicus (cos. 146 a.C.), el conquistador de Graecia, fue también procesado por esta quaestio, y cogido vergonzosamente en una trampa por los caballeros, que le habían prometido absolverle, fue condenado al destierro y pasó el resto de sus días en Delos351. Para F. Rühl, seguido por E. Gabba, se trataría en realidad de un descendiente de éste, que llevaba el cognomen de Achaicus, que habría sido traducido erróneamente por Apiano. En realidad, el personaje en cuestión es L. Memmius (tr. pl. 91 a.C.)352, como han observado E. S. Gruen y L. Pareti353.

Por el contrario, otros tres personajes fueron absueltos: el princeps senatus M. Aemilius Scaurus (cos. I 115 a.C.)354, Q. Pompeius Rufus (cos. 88 a.C.)355 y M. Antonius (cos. 99 a.C.). Hubo otros muchos juicios356, pero de ellos no disponemos de ningún dato.

Sólo un año más tarde, en al año 89 a.C., la nobilitas, apoyada por la marcha favorable del conflicto, pudo suspender la actuación del tribunal durante el transcurso de la guerra357. Además, pudo participar también en la composición de los jurados del tribunal ex lege Varia gracias a una ley del tribuno M. Plautius Silvanus, la lex Plautia iudiciaria358, que introdujo la electividad: cada una de las tribus359 elegía a quince de sus miembros, sin importar a que clase pertenecían, y de la lista de 525 personas escogidas los jurados del año debían ser nombrados por sorteo, con lo que los equites perdieron su monopolio.

Finalmente, el propio Varius360 y su colega en el tribunado, Cn. Pomponius361, fueron condenados mediante la aplicación de su propia ley362. Una buena prueba de que

350 Athen. 4, 168. Dio Cass. 28 fr. 97, 1-3. Flor. 2, 5, 3. Liv. Per. 70, 8. Oros. 5, 17, 12-13. Val. Max. 2, 10, 5; 6, 4, 4. Vell. Pat. 2, 13, 2. Cf. Cic. Brut. 115; Font. 38; Pis. 95. Rutilius Rufus quiso poner límite a los abusos de los publicanos, por lo que se ganó la enemistad del orden ecuestre. Por ello, fue juzgado por extorsión, y aunque inocente, se vio obligado a exiliarse voluntariamente a Smyrna (act. Esmirna) en el año 92 a.C. La mujer de Rutilius, Livia, era tía paterna de Drusus. Vid: R. Kallet-Marx, “The Trial of Rutilius Rufus”, Phoenix 44 (1990), 122-139. G. Amiotti, “A proposito dell'immagine di P. Rutilio Rufo”, en L'immagine dell'uomo politico: vita pubblica e morale nell'antichità (Milano, 1991), 159-167. 351 App. BC 1, 37. 352 Cic. Brut. 304. Cf. Sisen. fr. 44 (Sisen. frs. 47-49 también se refieren a episodios de esta legislación). Sobre este personaje, vid: T. Ph. Wiseman, “Lucius Memmius and his family”, CQ 17 (1967), 164-167. 353 Contra: E. Gabba. 354 Asc. 22. Val. Max. 3, 7, 8. Vir. Ill. 72, 11. Pero, como establece E. S. Gruen, se trata de dos juicios diferentes: uno ante el pueblo con Varius como acusador de Scaurus (de quien dijo que había recibido dinero del propio Mithridates VI) y un segundo bajo la quaestio variana en el que el acusador fue Q. Servilius Caepio. Sobre este personaje, vid: R. L. Bates, “Rex in Senatu. A political biography of M. Aemilius Scaurus”, PAPhS 130 (1986), 251-288. 355 Cic. Brut. 304. 356 Cf. Asc. 73. 357 Asc. 74. 358 Asc. 79. Quizás se relacione Sisen. frs. 98, 108, 110 y 114. 359 Los ciudadanos romanos se tenían que inscribir en una de las treinta y cinco tribus romanas existentes, principalmente por motivos electorales. Su antiguo atributo de tipo étnico había desaparecido hacía muchos siglos. Sobre las tribus romanas, vid: L. R. Taylor, The Voting Districts of the Roman Republic. The Thirty-five Urban and Rural Tribes. Rome, 1960. 360 Cic. Brut. 305. 361 Asc. 79. Cf. Sisen. fr. 78. El manuscrito da el nombre de Cn. Pompeius, el cual ha sido identificado con Pompeius Strabo, como E. Pais, E. S. Gruen, M. Gelzer y R. Seager. Pero esto supondría que el tribunal de la lex Varia seguiría funcionando en el año 88 a.C. (imposible en los años 90-89 a.C. debido a la participación de Pompeius Strabo en el conflicto). Por ello, E. Badian considera mejor corregir el manuscrito y leer Cn. Pomponius, rectificación aceptada actualmente, como, p. e., E. Gabba.

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la lex Varia tuvo como verdadera finalidad efectuar ajustes de cuentas de carácter político.

362 Aunque no existe total seguridad en el caso de Pomponius.

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IV

EL CAMPO ALIADO La guerra estalló pues en Italia363. Los testimonios de los escritores clásicos son

esclarecedores. Veleyo Patérculo señala que “toda Italia tomó las armas contra los Romanos”364. Floro se pregunta: “¿Puede haber desgracia mayor? ¿Mayor desastre, cuando todo el Latium y el Picenum, toda Etruria y Campania, finalmente, Italia entera se levantó contra Roma, que era su madre y fundadora?”365 Por su parte, Plutarco señala que “los pueblos más belicosos y más numerosos de Italia se coaligaron contra Roma, y poco faltó para que no aniquilasen su imperium, gracias a las armas y al vigor físico de sus soldados, pero también a la audacia y a la admirable habilidad de generales que igualaban a aquéllos de los Romanos”366.

En realidad, se trata de una exageración. No todas las regiones de Italia participaron en la sublevación. Los Etruscos y los Umbros, por ejemplo, no se unieron a la insurrección (al menos, en un primer momento), y Apiano los distingue del resto de Aliados itálicos367.

Como indica E. T. Salmon, el levantamiento fue un movimiento de pueblos y tribus de la Italia meridional, cuyo límite septentrional fue, desde la costa tirrénica, la línea del río Liris desde la desembocadura de este río a su nacimiento y continúa en la misma dirección hasta la costa adriática hasta alcanzar algún punto al sur de Ancona (act. Ancona, el puerto más importante del Picenum), como indica Apiano368.

Pero, debajo de este límite, hubo comunidades que no participaron en la rebelión. Los asentamientos griegos de la costa así como los Mesapios ubicados en el talón de la península, no se alzaron contra Roma. Asimismo, los Brucios (Bruttii), situados en el pie, podían difícilmente hacerlo, dado que gran parte de su territorio se encontraba ahora incluido en el ager romanus369.

El caso de los Brucios es interesante a este respecto. Este grupo étnico, de ascendencia lucana, habían sido los primeros en apoyar a Hannibal en Italia. Tras la derrota del general cartaginés, los Romanos, entre otras represalias, según las fuentes, se negaron a inscribirlos como soldados y no los tenían como Aliados, no los consideraron como hombres libres y los utilizaron como sirvientes a las órdenes de los magistrados que iban a provincias370. Además su Liga, con centro en Consentia (act. Cosenza), fue disuelta, y en su territorio se fundaron durante los años 194/192 a.C. las colonias romanas de Tempsa (antigua colonia griega de Temesa, act. Piano della Tirena di Nocera Terinese) y Croton (act. Crotone), y las colonias latinas de Copia (ant. colonia

363 Eutrop. 5, 3, 1. Plut. Mar. 33, 1. Vell. Pat. 2, 15, 1. Salustio indica que “toda Italia desertó en espíritu” (Sall. Hist. 1, 21). 364 Vell. Pat. 2, 15, 1. También otras fuentes dan carácter general a la sublevación (Flor. 2, 6, 10. Iust. 38, 4, 13). 365 Flor. 2, 6, 5. 366 Plut. Mar. 32, 6. 367 App. BC 1, 36. 368 App. BC 1, 39. 369 Sobre este tema, vid: U. Kahrstedt, “Ager publicus und selbstverwaltung in Lukanien und Bruttium”, Historia 8 (1959), 174-206. 370 App. Hann. 61. Gell. 10, 3, 18. Cf. Str. 5, 4, 13.

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griega de Thurii, act. Sibari) y Vibo Valentia (ant. colonia griega de Hipponium, act. Monteleone). Evidentemente, no tenían formación militar y, por tanto, hubiera sido un auténtico suicidio sumarse a la causa rebelde371.

Las fuentes literarias han transmitido el nombre de varias comunidades que se alzaron contra Roma, pero la mayor parte de las veces la información es del todo incompleta. Un ejemplo: Eutropio menciona como participantes en la sublevación a los Picentes, los Marsos y los Pelignos372. Pero estos pueblos pertenecen únicamente al frente septentrional. Nada dice de los Samnitas y los Lucanos, y a la hora de mencionar a los generales más destacados, lo hace únicamente en relación con los Picentes y los Marsos373, aunque en su breve comentario está claro que incluye a otros grupos étnicos.

El historiador griego Memnon, que escribió una historia de la ciudad de Heraclea Pontica, en la costa septentrional de Anatolia, señala que los Romanos lucharon contra los Marsos, los Pelignos y los Marrucinos374, es decir, que, como Eutropio, sólo alude a los grupos étnicos de los Apeninos centrales. Como curiosidad, Memnon sitúa a estos pueblos en el norte de África, cerca de la ciudad hispana de Gades (act. Cádiz)375.

Algo más completo, el epitomador de Livio menciona a: los Picentes, los Vestinos, los Marsos, los Pelignos, los Marrucinos, los Samnitas y los Lucanos376. Para P. Jal, sin duda Tito Livio incluía a los Frentanos y a los Hirpinos entre los Samnitas. Por su parte, I. Haug señala que quizás los pueblos citados eran los que se encontraban sublevados ya a finales del año 91 a.C., pues el epitomador de Livio establece que no todos los grupos étnicos se sumaron a la rebelión a la vez377.

Por su parte, Diodoro cita a: los Samnitas, los habitantes de Asculum, los Lucanos, los Picentinos, los habitantes de Nola y, como generalización, a otras ciudades y naciones378; en este listado destaca la ausencia de los Marsos, uno de los pueblos más combativos y que como se ha indicado dio incluso nombre al conflicto.

En cuanto a investigadores modernos, por ejemplo, H. Last, R. Gardner, R. Syme y H. H. Scullard, mencionan a: los Picentinos, los Marsos, los Pelignos, los Vestinos, los Marrucinos, los Frentanos, los Samnitas y los Hirpinos379. Estos estudiosos se basan en la existencia de una serie de monedas acuñadas por los insurgentes en la que se observa a ocho guerreros que efectúan un juramento, de evidente carácter militar380, los cuales representarían a cada uno de los anteriores pueblos, en el acto de jurar la formación de la Liga anti-romana.

En realidad, los rebeldes también emitieron monedas en las que únicamente aparecen dos, cuatro o seis guerreros381. Ciertamente, pudieran tratarse de testimonios

371 Extrañamente, W. Seston incluye a los Brucios entre los grupos sublevados, que ninguna fuente antigua, error debido quizás debido a que los Lucanos al final del conflicto combatieron en el Bruttium. 372 Eutrop. 5, 3, 1. 373 Eutrop. 5, 3, 2. 374 Memnon fr. 21. 375 Memnon fr. 21. 376 Liv. Per. 72, 1. Orosio menciona a las mismas etnias que el epitomador de Livio, a excepción de los Marrucinos (Oros. 5, 18, 8). 377 Liv. Per. 73, 3. 378 Diod. 37, 2, 4. 379 A. Bernardi menciona a: Marsos, Pelignos, Vestinos, Marrucinos, Picenos, Frentanos, Samnitas, Hirpinos, Apulos y Lucanos. Por su parte, J.-M. David cita a: Picentinos, Marsos, Pelignos, Vestinos, Marrucinos, Hirpinos, Samnitas, Apulos, Lucanos, y parte de los Campanos; extraña que no mencione a los Frentanos. 380 Campana 7-82. 381 Campana 83-97

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que evocarían diversos estadios de la guerra382, como ha defendido A. Valvo, pero no parece ser éste el caso.

Denario aliado (Syd. 627), acuñado quizás en Corfinium en el año 90 a.C. Anv.: cabeza laureada de Italia a izq. Rev.: joven arrodillado que sujeta un estandarte y un cerdo, al que ocho soldados (cuatro de cada lado)

dirigen sus espadas. Ø = 19 mm

Estas emisiones, denominadas “del juramento”, están basadas en la representación de un denario romano acuñado por Ti. Veturius, del año 137 a.C.383, el cual muestra una escena referente a una primera versión de la historia de las Furculae Caudinae (las “Horcas Caudinas”), en el que se recordaba el desfavorable acuerdo efectuado por los Romanos con los Samnitas. Debido a esta circunstancia, A. Burnett considera que las monedas del juramento aliadas podrían hacer referencia a la traición cometida por Roma al repudiar posteriormente el tratado firmado con esta ocasión pero, como señala L. Cappelletti, la escena representaría la ceremonia prevista en el derecho internacional itálico para el juramento con objeto de concluir los foedera384.

Para E. T. Salmon, la organización de los rebeldes y las disposiciones militares de los Romanos en el año 90 a.C. parece sugerir que los Aliados sublevados totalizaban en total un número de doce, que coincidiría con las comunidades que Apiano enumera385, y que las listas parciales en los epitomadores de Livio y en Diodoro confirmarían.

Apiano, después de mencionar el levantamiento de Asculum, menciona que todos sus vecinos sacaron a la luz sus preparativos de guerra: “Marsos, Pelignos, Vestinos, Marrucinos, Picentes, Frentanos, Hirpinos, Pompeyanos, Venusios, Yapigos, Lucanios y Samnitas, pueblos todos que ya antes eran hostiles a los Romanos; y también cuantos otros pueblos desde el río Liris (act. Liri), que en la actualidad me parece que se considera el Liternus (act. Regi Lagni)386, hasta la parte más profunda del golfo Adriático se encuentra quien va por tierra firme o bordeando la costa”387. A continuación efectuamos una breve referencia de cada una de las comunidades sublevadas.

382 Es decir, que al transcurrir el tiempo, los sublevados se iban rindiendo paulatinamente a los Romanos, cada vez quedarían menos pueblos en armas. 383 RRC 234/1. 384 A descartar que se trate de la representación del juramento efectuado por los Samnitas integrantes de la legio linteata (Liv. 10, 38, 1-12), como ha defendido M. Sordi, “Il giuramento della legio linteata e la guerra sociale”, en I canali della propaganda nel mondo antico (Milano, 1976), 160-168. 385 App. BC 1, 39. 386 Se trata de dos ríos distintos. El error, según E. Gabba, puede deberse a que, en otras fuentes, se aplica el nombre de Clanis a ambos ríos (cf. Str. 5, 3, 6). 387 App. BC 1, 39.

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Los Marsos (Marsi)388 estarían nombrados en primer lugar por Apiano al ser los instigadores epónimos de la guerra. Los Pelignos (Paeligni), los Vestinos (Vestini) y los Marrucinos (Marrucini) son nombrados seguidamente debido a su larga y poco común profunda relación con los Marsos en la denominada “Liga Sabélica”389.

Los Asculanos, denominados por Apiano como Picentinos (Picentini, o también Picentes). Livio y Diodoro les dan asimismo el nombre de Asculanos, aunque este último escritor, para colmar la medida, también lista los Picentinos de forma separada. Los Fasti Triumphali establecen claramente que sólo existe un grupo, los Picentes Asculanos, quienes parecen haber sido los únicos Picenos que se unieron a los rebeldes.

El término “Picentinos” ha de aplicarse más propiamente a los Picenos que fueron desarraigados de su patria y transportados a las cercanías de Salernum (act. Salerno) en el año 268 a.C., con centro en Picentia (act. Picenza di Pontecagnano-Faiano)390, cuyo territorio fue conocido como el Ager Picentinus. Éstos habían sido castigados por los Romanos por su alianza con Hannibal, y en vez de prestar servicio en el ejército, eran utilizados como correos, como por idéntico motivo había acontecido con los Lucanos y los Brucios391.

Los Frentanos (Frentani) y los Hirpinos (sobre estos últimos, vid infra). Los primeros son un pueblo considerado como samnita392, pero que no eran miembros de la Liga de este mismo nombre.

Los Pompeyanos, es decir, los pobladores de Pompeii (act. ruinas de Pompei)393, una ciudad que tendría en este momento más de 30.000 habitantes según E. Savino394. Ésta sería el núcleo original de la insurrección itálica en Campania, como demostraría su posterior punición395 y su transformación en colonia.

Diodoro los denomina como Nolanos, presumiblemente debido a que Nola396 fue la plaza en Campania397 que, más que cualquier otra, se identificó con la causa rebelde. Sin duda, bajo este epígrafe, debe de incluirse muchas otras comunidades398, por lo que no es de extrañar que se les mencione también como Campanos (Campani).

388 Sobre esta etnia, vid: C. Letta, I Marsi e il Fucino nell'Antichitá, Milano, 1972. 389 A esta Liga pertenecían los cuatro pueblos citados en este párrafo más los Frentanos. 390 Str. 5, 4, 13. 391 Str. 5, 4, 13. 392 Str. 5, 4, 2. 393 Sobre esta ciudad, vid: H. Nissen, Pompeianische Studien zur Städtekunde des Altertums, Leipzig, 1877. G. Gatti,“Sull'ordinamento istituzionali di Pompei dopo la conquista romana”, CSDIR 6 (1974-1975), 165-178. P. Castrén, Ordo populusque Pompeianus. Polity and Society in Roman Pompeii, Roma, 19832. E. Lo Cascio, “Pompei dalla città sannitica alla colonia sullana: le vicende istituzionali”, en Les élites municipales de l'Italie péninsulaire des Gracques à Néron (Naples, 1996), 111-123. F. Zevi, “Pompei dalla città sannitica alla colonia sillana: per un'interpretazione dei dati archeologici”, en Les élites municipales de l'Italie péninsulaire des Gracuqes à Néron (Naples, 1996), 125-138. E. Savino, “Note su Pompei colonia sillana: popolazione, strutture agrarie, ordinamento istituzionale”, Athenaeum 86 (1998), 439-461. A. Barbet, Les cités enfouies du Vésuve: Pompéi, Herculanum, Stabies et autres lieux, Paris, 1999. 394 Pompeii era utilizado como puerto de Acerrae, Nola y Nuceria (Str. 5, 4, 8). 395 Cf. Cic. Sulla 60. 396 Sobre esta ciudad, vid: E. La Rocca, Nola, dalle origini al medioevo, Napoli, 1971. V. Quindici, Nola antica, Nola, 1984. 397 La palabra Campania parece derivar de la ciudad de Capua, centro de los Campani. Sobre esta región, vid: J. H. D’Arms, Romans on the Bay of Naples, Cambridge, 1970. M. W. Frederiksen, Campania, Oxford, 1984. E. Finamore, Dizionario toponomastico della Campania, Rimini, 1994. 398 Para E. T. Salmon ésta es la explicación por la que que Apiano habla de los Pompeiani y Diodoro de los Nolani. Pompeii había pertenecido tiempo ha a una liga encabezada por Nuceria Alfaterna, en la que también se incluían Herculaneum, Stabiae y Surrentum

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Los Venusinos, es decir, los habitantes de la colonia latina de Venusia (act. Venosa)399. Se trata de la única comunidad con este estatuto jurídico que se unió al levantamiento.

Los Yapigos (Iapygii), designación que en un principio se refería a un grupo de pueblos de posible origen ilírico (es decir, no itálico), que ocupaban la actual región de Puglia: los Daunios (Daunii)400, al norte del río Aufidus (act. Ofanto); los Peucetios (Peucetii) en el centro; y los Mesapios (Messappii) (o Calabreses) y los Salentinos (Sallentini) al sur401.

En realidad, la denominación de Yapigios encubre en el presente caso a los Apulos (Apuli)402, un grupo étnico de origen osco, situado entre los Daunios y los Frentanos403, que durante el dominio romano dieron su nombre a una región comprendida entre la costa adriática (incluida las Diomedes Insulae [act. Isole Tremiti]) a los Apeninos, desde el río Tifernus (act. Biferno) a Calabria. Incluye a los habitantes de las poblaciones de Canusium (act. Canosa di Puglia)404, Salapia, Cannae (act. Monte di Canne), Ausculum (act. Ascoli Satriano)405 y Larinum (act. Larino)406.

Apiano no singulariza en una ciudad a los rebeldes apulos posiblemente porque ninguna ciudad tomara la iniciativa. La revuelta se extendió a Apulia cuando los insurgentes desde otros lugares llegaron aquí y “persuadieron” a gran parte de los Apulos a unirse a su causa.

Los Lucanos (Lucani)407. Junto a los Samnitas, el último grupo sublevado en abandonar las armas.

Los Samnitas (Samnites)408, bajo cuyo nombre se agrupan cuatro pueblos: los Pentros (Pentri), los más importantes y conocidos, los Caracenos (Caraceni409), los

399 Sobre esta ciudad, vid: E. Masiello, Venosa: storia, città, archittetura, Venosa, 1994. No confundir con otra ciudad del mismo nombre, vid: L. Pedroni, “Strabone V, 4, 11 e la Venusia camposannitica”, Samnium 44 (1991), 194-208. 400 Sobre esta etnia, vid: E. M. De Julus, “L'origine delle genti iapigie e la civiltà dei Dauni”, en Italia omnium terrarum alumna. La civiltà dei Veneti, Reti, Liguri, Celti, Piceni, Umbri, Latini, Campani e Iapigi (Milano, 1988), 591-650. 401 Sobre estos grupos, vid: F. D’Andria, “Messapi e Peuceti”, en Italia omnium terrarum alumna. La civiltà dei Veneti, Reti, Liguri, Celti, Piceni, Umbri, Latini, Campani e Iapigi (Milano, 1988), 651-715. M. Lombardi (a cura de), I Messapi e la Messapia nelle fonti letterarie greche et latine, Milano, 1992. J.-L. Lamboley, Recherches sur les Messapiens, IVe-IIe siècle avant J.-C., Rome, 1996. 402 Como, p. e., App. Hann. 45. Pol. 2, 24, 11. 403 Str. 6, 3, 8. 404 Sobre esta ciudad, vid: F. Grelle, “Canosa. Le istituzioni, la società”, en Società romana e produzione schiavistica, I (Roma, 1981), 181-241 y 504-505. 405 Sobre esta ciudad, vid: G. Bonora Mazzoli y A. Rezzonico, “Ausculum: topografia del territorio”, Taras 10 (1990), 109-140. 406 Ciudad que dominaba el valle del río Tifernus, y que en realidad pertenecía a los Frentanos, aunque con la reorganización territorial de época de Augusto pasó a ser asignada a la Regio II (Apulia). Sobre esta población, vid: Ph. Moreau, “Structures de parenté et d'alliance à Larinum d'après le Pro Cluentio”, en Les «Bourgeoisies» municipales italiennes aux IIe et Ier siècles av. J.-C. (Paris, 1983), 99-123. G. De Benedittis, “Larinum e la Daunia settentrionale”, Athenaeum 65 (1987), 516-521. A. Di Niro, “Larinum”, en Samnivm. Archeologia del Molise (Roma, 1991), 263-267. 407 Sobre esta etnia, vid: E. Magaldi, Lucania Romana, Roma, 1947. P. Catalano, La Lucania antica. Profilo storico (IV-II sec. a.C.), Salerno, 1979. A. Pontrandolfo Greco, I Lucani. Etnografia e archeologia di una regione antica, Milano, 1982. L. Cappelletti, Lucani et Brettii. Ricerche sulla storia politica e istituzionale di due popoli dell’Italia antica (V-III sec. a.C.), Frankfurt am Main, 2002. 408 Sobre este pueblo, vid: E. T. Salmon, Samnium and the Samnites, Cambridge, 1967. D. Musti, “La nozione storica di Sanniti nelle fonti greche e romane”, en Sannio. Pentri e Frentani dal VI al I sec. a.C. (Campobasso, 1984), 71-84. A. La Regina, “I Sanniti”, en Italia omnium terrarum alumna. La civiltà dei Veneti, Reti, Liguri, Celti, Piceni, Umbri, Latini, Campani e Iapigi (Milano, 1988), 299-432; “Safinim. Dal conflicto con Roma alla tota Italia”, en Il Molise. Arte, cultura, paesaggi (Roma, 1990), 31-53.

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Caudinos (Caudini, cuyo centro era Caudium [act. Montesarchio]) y los Hirpinos (Hirpini)410. Apiano posiblemente mencione en último lugar de su listado a los Samnitas con objeto presumiblemente de ofrecer un efecto de clímax, dado que éstos fueron, de todos los Aliados sublevados, los más representativos, al ser los más persistentes. La denominación de Samnitas representa ante todo a los Pentros, así como a Caracenos y Caudinos que no hubieran sido incorporados al ager Romanus411; los Hirpinos son mencionados a parte, debido a que habían quedado separados geográficamente de los anteriores.

Para E. T. Salmon, ocho de las doce comunidades insurgentes son estados tribales412, lo que vendría a indicar que los Romanos tuvieron más éxito en controlar las comunidades que estaban urbanizadas. Ciertamente, su política era la de exportar el modelo ciudadano a todos aquellos territorios que gobernaban.

De esta forma, según la opinión de E. T. Salmon, a partir de A. von Domaszewski, los insurgentes se agruparían en un grupo sabélico en el área centroseptentrional y en un grupo sabelio en el área meridional, con seis miembros cada uno413. Semejante división quedaría reflejada en el orden dado por Apiano de los insurgentes y es explícitamente enfatizado por Diodoro, quien indica que un grupo, a veces mencionado colectivamente denominado “Marso”, estaba separado del otro, el llamado grupo “Samnita”, por las Cercolae414 como se las denominaba415.

Únicamente los Frentanos se encontrarían fuera de lugar (pues desde un punto de vista teórico deberían haber estado encuadrados en el grupo sabelio), aunque históricamente este grupo étnico colaboró estrechamente con Marsos, Marrucinos, Pelignos y Vestinos, por lo que es natural que formara parte del “grupo sabélico”. Un testimonio indirecto parece indicar que los Frentanos pertenecían al grupo “mársico” de la Guerra de los Aliados416.

Más bien, en nuestra opinión, la cuestión es ante todo de índole geográfica, como recoge Estrabón. El geógrafo augústeo indica que los Vestinos, los Marsos, los Pelignos, los Marrucinos y los Frentanos, habitaban las regiones montañosas que

409 A través de la documentación epigráfica se ha podido comprobar que el verdadero nombre de este grupo era Carricinos (Carracini). 410 Según Estrabón, los Hirpinos son en su idioma “los lobos” (Str. 5, 4, 12). Sobre este tema, vid: S. Ferrando, “Sulle tracce del «lupo sannita» con Strabone”, Maia 55 (2003) 511-517. 411 E. T. Salmon excluye de esta denominación a los Caudinos, a los que integra por completo en el ager Romanus, y que se habrían dividido en municipio. Pero esto no está demostrado. 412 Es decir, no lo eran los Apulos (que estaban divididos en comunidades ciudadanas como puede observarse por sus acuñaciones monetarias), Asculum, Pompeii (y demás ciudades de Campania) y Venusia. 413 A. von Domaszewski argüye que, como los Pompeyanos, Venusinos y Apulos se unieron de manera voluntaria a la rebelión, el grupo “meridional” estaría compuesto en realidad por los Lucanos, Hirpinos, Pentros, Caracenos, Caudinos y unos Samnitas de un cantón diferente que habitarían cerca de Bovianum Vetus. Este último grupo está basado en el testimonio de Ptolomeo (Ptol. 3, 1, 58), que sitúa las ciudades de los Samnitas debajo de los Pelignos y los Caracenos. Pero no concurre ninguna evidencia firme para sostener la existencia de un quinto grupo samnita, a no ser que se considere como tal a los Frentanos. Asimismo, en el s. I a.C. los Caudinos estaban fragmentados entre sus diversas comunidades y los Caracenos supervivientes se habrían integrado según E. T. Salmon entre los Pentros. 414 El nombre Cercola (o Cercoli) es desconocido, H. Nissen consideraba que se trataba de la Serra Carracito, a unos cinco kilómetros al sur del Monte Amaro, la cumbre más alta del macizo de Maiella. J. Carcopino la sitúa en algún lugar cerca del Monte della Meta. F. R. Walton considera que puede referirse a alguna frontera natural entre los territorios marso y samnita. Finalmente, H. Last y R. Gardner creen que pudieran ser la barrera montañosa justo al sur de la villa de Sulmo. Por su parte, L. Pareti considera que el nombre transmitido por Diodoro está corrupto y que quizás se refiriera a la ciudad de Corfinium, por lo que la división entre ambos grupos se situaría en el río Aternus. 415 Diod. 37, 2, 7. 416 Cf. Cic. Cluent. 21, por la captura en Asculum de M. Aurius, de Larinum.

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prácticamente tocan con el mar, todos ellos pueblos muy poco numerosos, pero muy valientes, como demostraron en la propia Guerra de los Aliados417.

Pero, ha de entenderse la lista de Apiano no reflejaría un estado real de la situación. E. Gabba y E. T. Salmon indican que ciertas comunidades fueron más o menos conducidas a la fuerza para ponerse de parte de los rebeldes durante el primer año de guerra, pues, desde Apeninos centrales, los sublevados ganaron rápidamente terreno en Apulia y la Campania meridional418. Asimismo, hacia el final del año 90 a.C. algunos Etruscos y Umbros (cuyas ciudades principales eran Tuder [act. Todi]419 e Iguvium [act. Gubbio]) intervinieron en la sublevación, pero fue un movimiento limitado en el tiempo (y en el espacio). Por el contrario, la península Salentina (la antigua Calabria) permaneció fuera de la guerra mientras que el Bruttium420 únicamente lo fue al final de la misma, como consecuencia de la intervención de los Lucanos.

En cualquier caso, hay que señalar que incluso en las comunidades enumeradas anteriormente, no todos sus habitantes se unieron a la revuelta. El vínculo entre los miembros dirigentes de la sociedad romana y la alta clase itálica explica que muchas comunidades, algunas aisladas, no siguieran la causa de los sublevados. De esta forma, la localidad de Pinna (act. Penne)421, el centro principal de los Vestinos, no siguió las directrices de su grupo étnico422, y Minatius Magius de Aeclanum, bisabuelo del historiador Veleyo Patérculo, formó una legión en la región hirpinia, con la que prestó un gran servicio a Sulla en el año 89 a.C.423.

La historiografía reciente ha señalado el hecho que algunas de las gentes municipales más insignes parecen desaparecer de la vida pública en los tiempos de crisis, como por ejemplo durante la Guerra de los Aliados o las Guerras Civiles, para emerger inmediatamente después, incluso más potente que en tiempos precedentes. Esto ha podido comprobar F. van Wonterghem con los Accavii de Corfinium, y P. Castrén con los Holconii y los Istaciddi de Pompeii, pero especialmente en esta última ciudad los Popidii y los Trebii, que participaron activamente, sea en los acontecimientos anteriores y durante la Guerra de los Aliados, como posteriormente, durante el probable periodo del interregnum entre la ocupación romana y la colonización silana424.

P. Castrén menciona que muchas familias insignes como, por ejemplo los Magii de Aeclanum425 y los Sitti de Nuceria426, siguieron el bando romano, así como T.

417 Str. 5, 4, 2. La artificialidad de la división antes mencionada puede observarse en L. Pareti. Este investigador también divide a los Aliados, que también contabiliza en número de doce, en dos grupos, uno septentrional (formado por Marsos, Vestinos, Picenos, Pretucios, Marrucinos, Pelignos, Frentanos y Apulos oscanizados) y otro meriodional (Samnitas septentrionales [Pentros], Samnitas meridionales [Hirpinos], Campanos y Lucanos). Puede observarse que menciona a los Pretucios, quienes en este momento eran ciudadanos romanos, y no a los Venusinos. 418 App. BC 1, 42. 419 Sobre esta ciudad, vid: M. Bergamini Simoni, Todi antica città degli Umbri, Assissi, 2001. 420 El antiguo Bruttium corresponde a la actual Calabria, nombre que adoptó después de la invasión longobarda de la región ca. el año 700 d.C. 421 [Cic.] Rhet. Her, 2, 45. Diod. 37, 19. 422 Para M. Sordi, esta resistencia estaría relacionada con el comentado juramento de Drusus, pero no se entiende esto si los habitantes de Pinna no habían recibido la ciudadanía romana. 423 Según H. Last y R. Gardner, en Apulia las clases altas opondrían resistencia al líder insurgente C. Vidacilius (App. BC 1, 42), pero esto es una interpretación sesgada de las fuentes, vid infra. 424 Los Popidii fueron seguramente, como indica P. Castrén, la familia más importante de la Pompeii prerromana. De esta forma, se tienen documentados un V. Popidius Ep. f., quaestor anterior al año 89 a.C. (CIL I2 1627 = CIL X 794 = ILLRP 640 = ILS 5538), y a C. Popidius, interrex entre los años 89-80 a.C. (CIL IV 13, 50, 53-54, 56, 70). Pero ha de advertirse que M. H. Crawford ve muy difícil la existencia de interreges en Pompeii en este periodo. 425 Vell. Pat. 2, 16, 2.

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Ph. Wiseman señala el mismo fenómeno para muchos de los clientes de los Pompeii en el Picenum. También numerosos Apulos que tenían la ciudadanía romana se opusieron a los rebeldes427.

Pero, hay que tener en cuenta, que la mayor parte del Picenum formaba parte del ager Romanus, esto es, sus habitantes eran ciudadanos romanos, con lo cual, sería bastante absurdo que se uniesen a una causa que reivindicase (o, mejor dicho, tuviera principio en) lo que ya tenían. Y, por ello, es normal y lógico que militasen bajo las enseñas romanas.

Además, las ciudades marítimas griegas (enfrentadas históricamente con el elemento osco) y las comunidades de aliados más favorecidas se mantuvieron del lado romano. Neapolis (act. Napoli), Heraclea (act. Policoro)428 y posiblemente Tarentum (act. Taranto)429 estaban tan satisfechas con su situación jurídica que pensaron mucho en acogerse a los beneficios de la lex Iulia de civitate.

Sólo se conocen los casos citados anteriormente, pero sin duda hubo muchísimos más. Además, dentro de una misma comunidad hubo enfrentamientos internos de carácter violento, y aún de una posición abiertamente favorable a Roma, como el ya citado caso de Pinna.

Todas las colonias latinas permanecieron leales, a excepción de Venusia, cuya participación en la revuelta no es fácil de explicar excepto bajo la suposición de un marcado cambio en la composición de su población en el transcurso del s. II a.C., opinión sustentada por E. Gabba y E. T. Salmon430. A partir del análisis de diversas inscripciones recientemente descubiertas, puede señalarse que en las colonias latinas de Venusia, Luceria, Saticula, Aesernia431 y Beneventum, como en el caso ya citado de Fregellae, buena parte de sus habitantes eran de origen osco.

En la mayoría de los casos, los tradicionales lazos con Roma eran muy fuertes y había asegurado a los Latinos una posición privilegiada entre los aliados. Como resultado, las aristocracias locales, ellas mismas en gran medida en posesión de la ciudadanía romana adquirida per magistratum, presumiblemente no tuvieron gran dificultad en mantener a sus comunidades leales a Roma432. La política de Roma de divide et impera funcionó a la perfección, al menos en principio, pues en la segunda mitad del año 90 a.C. parece detectarse cierta inquietud entre los Latinos.

Los Itálicos aprovecharon los meses del invierno del año 91/90 a.C. no sólo para obtener tropas bien entrenadas y preparadas, sino también para establecer su propia organización interna433. Ésta es descrita por Diodoro, que probablemente dependía de la gran autoridad de Posidonio.

426 Cic. Sull. 58. 427 App. BC 1, 42. 428 Cic. Balb. 21. 429 Sobre esta ciudad, vid: M. Pani, “Sulla costituzione del municipio tarantino”, QMAB 12 (1979), 93-104. E. Lippolis, “Alcune considerazioni topografiche su Taranto romana”, Taras 1 (1981), 77-114. E. M. De Juliis, Taranto, Bari, 2000. 430 La muerte del boyero de Venusia a la que nos hemos referido anteriormente (Gell. 10, 3, 5) no es un indicativo como piensa E. T. Salmon de la oscanización de la población per se. 431 En esta ciudad se ha encontrado un epígrafe que muestra la existencia de Samnites inquolae, bien estructurados organizativamente mediante cuatro magistri (CIL I2 3201). Debe tratarse de la población autóctona del territorio, que según A. La Regina, debía de ser más numerosas que los colonos instalados en ella. 432 Sobre este asunto, vid: G. Tibiletti, “La política della colonia e città latine nella Guerra Sociale”, RIL 86 (1953), 45-63. 433 Sobre este tema, vid: H. D. Meyer, “Die Organisation der Italiker im Bundesgenossenkrieg”, Historia 7 (1958), 74-79. G. Firpo, “Considerazioni sull’organizzazione degli Italici durante la Guerra sociale”, en

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Diodoro señala que la ciudad más notable e importante fue Corfinium (act. Corfinio), centro principal de los Pelignos434, elegida como capital común de los Itálicos435, en su primera aparición en la historia. En esta población se organizó entre otros símbolos de poder político e imperial, un espacioso forum y una sala del consejo436.

La elección de Corfinium fue basada en gran parte en consideraciones estratégicas, ya que, por ejemplo, era el punto final de la Via Valeria437, lugar en donde convergía la ruta apenínica que utilizó C. Iulius Caesar en el año 49 a.C. Corfinium se encontraba cerca el punto de unión entre los ríos Aternus (act. Aterno) y Gizio y a poco más de 4 km del puente sobre este último río, en la proximidad de la actual Popoli438, y estaba excelentemente situada para ser la capital del movimiento rebelde dado que estaba ubicada en medio del grupo “mársico”, pero estaba también cerca del grupo “samnita” a través de una ruta pequeña y directa, aunque no exactamente fácil, a través de Sulmo (act. Sulmona). Es pues, ante todo, un centro estratégico que un lugar fortificado.

Corfinium fue rebautizada con el nuevo nombre de Italia439 o Italica440, que iba a convertirse según Estrabón en la nueva ciudad para todos los Itálicos en lugar de Roma441. Los sublevados establecieron aquí su cuartel general, en donde reunían a sus partidarios y elegían a sus cónsules y pretores442.

Según E. T. Salmon, la implicación de la frase de Estrabón sobre la sustitución de Roma por Corfinium era que mientras Roma era de y para únicamente los Romanos. Corfinium sería de algún modo representativa de todas las áreas rebeldes, el centro administrativo de algún tipo de organización federal. Esto enfatizaría claramente la distinción entre el punto de vista político romano y el sabélico.

Por el contrario, tal carácter lo niegan H. D. Meyer y U. Laffi. En realidad, mediante la comparación con los concilia de otras ligas o confederaciones de la Italia centro-meridionales443, la elección de Corfinium tendría una finalidad quizás de carácter religioso, aunque es difícil de negar que la necesidad pudiera funcionar como órgano central de carácter político.

En cualquier caso, las palabras de Floro son bastante significativas: “¿Cuándo el pueblo árbitro de reyes y naciones no pudo gobernarse a sí mismo, hasta el punto de que la Roma vencedora de Asia y Europa se vio atacada por Corfinium?” 444. Desde luego, para los Romanos fue todo un acontecimiento que como dueños de todo el

Federazioni e federalismo nell’Europa antica. Alle radici della casa comune europea, I (Milano 1994), 457-478. 434 Str. 5, 3, 11; 5, 4, 2. Sobre esta ciudad, vid: F. Van Wonterghem, “Nota sulla topografía e l’urbanistica di Corfinium”, BIBR 44 (1974), 641-650. 435 Diod. 37, 2, 4. Str. 5, 4, 2. Vell. Pat. 2, 16, 4. Sobre las ciudades que optaron a sustituir a Roma como capital, vid: P. Ceausescu, “Altera Roma. Historie d’une folie politique”, Historia 25 (1976), 79-108. 436 Diod. 37, 2, 4. 437 Str. 5, 3, 11. Ruta que continuaría siguiendo el curso del río Aternus hasta la costa adriática, en Ostia Aterni (act. Pescara). 438 Cf. Caes. BC 1, 16-23. 439 Diod. 37, 2, 7. 440 Str. 5, 4, 2. Vell. Pat. 2, 16, 4. 441 Str. 5, 4, 2. 442 Str. 5, 4, 2. 443 Se conocen este tipo de organización entre los Ecuos, los Etruscos, los Hérnicos (Hernici), los Latinos, los Lucanos, los Samnitas y los Volscos (Volsci). 444 Flor. 2, 6, 7.

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mundo mediterráneo se vieran envueltos en una guerra a las puertas de la mismísima Ciudad Eterna.

La mención de Diodoro acerca del aspecto monumental que adquirió la ciudad gracias a los rebeldes ha de ser descartada, según E. T. Salmon, pues no se trataría más que de una exageración retórica. Corfinium no estuvo mucho tiempo como capital y no dio tiempo real a embellecer esta población. En cambio, M. Gaggiotti sí ve posible esta circunstancia. Sea como fuere, por ahora la arqueología no ha podido demostrar o desmentir las palabras de Diodoro.

Corfinium no sólo era el cuartel general de los sublevados445, sino también un gran arsenal, pues Diodoro señala que allí se guardaban todo tipo de armas, máquinas y otros pertrechos de guerra, así como todo el dinero que estaba destinado a este uso y gran número de víveres446. Mediante este testimonio parece claro que los Aliados llevaban tiempo preparando su sublevación de manera meticulosa y planificada.

Como ya se ha mencionado, Corfinium fue rebautizada como Italia o Italica, realmente un nombre rico en simbolismo. Pero, parece ser que la denominación de Italia no hay que otorgarla a esta ciudad en concreto sino que se trataría del nombre del Estado, como así demuestra su aparición en las monedas emitidas por los sublevados447, la expresión más gráfica de su desafío a la autoridad romana, y en las glandes448.

Denario aliado (Syd. 641), acuñado en el año 90 a.C. por Papius Mutilus. Anv.: cabeza de Baco a der. con corona de laurel. Rev.: toro corneando a una loba. Ø = 18 mm.

Para ciertos investigadores, como A. Burnett, H. Last y R. Gardner, los Itálicos

formarían un estado unitario de nombre Italia, no una federación como tradicionalmente se ha defendido. El toro sería el símbolo de la lucha contra Roma, representada por una loba449, en el que en una imagen monetaria aparece corneándola450, viva expresión de los sentimientos itálicos. Incluso los Romanos se referían a los insurgentes como tauri451. Como indica E. T. Salmon, los Itálicos debían de desconocer la leyenda argiva en la que el lobo derrota al toro452.

445 Str. 5, 4, 2. 446 Diod. 37, 2, 4. 447 Campana 1-82 y 104-148. 448 CIL I2 848-853 = ILLRP 1089-1090. 449 Sobre la loba romana, vid: C. Dulière, Lupa Romana, recherches d’iconographie et essai d’interprétation, Bruxelles, 1979. 450 Campana 98-103. Contra: D. Briquel, que piensa justamente que el toro es el símbolo de la “dimension federal” de los Aliados. 451 CIL I2 848, 877. 452 Plut. Pyrrh. 32, 4-5. Pausan. 2, 19, 4. Hay que señalar que la utilización de un animal para representar un pueblo no es sólo una metáfora, sino que tiene una importante carga religiosa.

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En realidad, como ha visto D. Briquel, el toro no es más que una pálida imitación de la lupa romana, que, por un lado, venían a referirse a leyendas relacionadas con el conocido héroe Hércules453 y con las “primaveras sagradas”454, una institución que había permitido la expansión de las poblaciones de los Apeninos en las llanuras adyacentes, y que habían barrido a los Etruscos de Campania y a los Griegos de la Magna Grecia a excepción de unos cuantos enclaves.

Denario de Sex. Pompeius (RRC 235/1c, 137 a.C.): Anv.: Cabeza con casco de Roma a dra.; detrás, jarra. Rev.: El pastor Faustulus descubriendo la loba amamantando a Romulus y Remus; pájaros sobre una higuera.

Ø = 21 mm. La loba era el símbolo representativo de Roma. Asimismo, en las monedas aparece la inscripción en latín ITALIA o en osco viteliu455, utilizada de

la misma manera que el epígrafe ROMA en las monedas romanas. Es decir, que ROMA representa la autoridad del estado que produce las monedas, y no sólo la localización de la ceca, dado que en algunas

acuñaciones romanas no efectuadas en la Ciudad Eterna también llevan esta inscripción456. Pero, dentro de este estado unitario, no se podía esconder la existencia de otras

realidades, como muestran las monedas escritas en osco con la denominación Safinim457 (Samnium)458. Pero hay que tener en cuenta que esta acuñación se efectuó al final del conflicto, posiblemente cuando sólo Samnitas y Lucanos, especialmente los primeros, continuaban la lucha.

Ciertamente, hay que tener en cuenta que existía, de una manera u otra, un concepto de “Itálico” contrapuesto a “Romano”, no sólo debido a la polarización ocasionada por el propio conflicto militar. Los propios Romanos reconocieron que los Itálicos eran una sola y diferente entidad posteriormente a la guerra, como se puede observar en la conocida moneda efectuada en tiempos del censo del año 70 a.C., en el que se observa la reconciliación de dos figuras, identificadas por las abreviaturas como Roma e Italia459.

Como indica A. Burnett, si los Aliados sublevados tenían o no un sentido de colectividad antes de la guerra (lo que niega E. Gabba), el hecho mismo del conflicto

453 De tradición griega, y que se plasmaría en una emisión monetaria en que aparecen juntos este semidiós y el toro (Campana 163 = Syd. 631). 454 Ha de señalarse que un lobo condujo el ver sacrum de los Hirpinos (Fest. 93. Serv. ad Aen.10, 785. Str. 5, 4, 12). 455 Pensar en la palabra latina vitulus, “ternero”, con su equivalente umbro, “vitlu”. Por ello, Italia no sería la “tierra de los toros”, sino la “tierra de los terneros”. 456 P. e., RRC 282/1, efectuada en Narbo Martius (act. Narbonne). 457 Un epígrafe osco de Pietrabbondante también menciona la palabra Safinim (Ve 149). 458 Campana 149-150 = Syd. 639. En el reverso de esta pieza junto al toro aparece la figura del dios de la guerra, Marte. 459 RRC 403/1.

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creó o enfatizó esta unidad, necesaria para la dirección de la guerra. Su distinción de Roma permaneció como una percepción en los dos bandos durante largo tiempo.

En este punto hay que dilucidar que es lo que realmente significaba Italia para los Aliados y cuál era su organización. Se ha descrito a los Aliados que formaron una federación, una liga, etc. Pero, como ha señalado G. Firpo, los Itálicos formaron una liga al antiguo carácter itálico o koiné helenística. Su piedra angular era el enfrentamiento con Roma, pues ya se ha señalado anteriormente que no todas las comunidades tenían el mismo objetivo. Este elemento propició posteriormente su derrota militar, aunque no política.

Diodoro menciona que los Aliados establecieron un senado común de 500 miembros, investidos con la autoridad soberana, de los cuales los más preparados y los más competentes fueron seleccionados para administrar el Estado y deliberar sobre la dirección de la guerra460. Se trata de los representantes de las comunidades rebeldes y seguramente cada grupo étnico tendría sus delegados, pero el número de senadores por cada comunidad es totalmente desconocido, y debe haberse reestructurado según la marcha del conflicto.

A través de la descripción de Diodoro no parece claro que existiera un consejo interno que dirigiera la guerra y, por tanto, mucho menos si era este reducido grupo o la totalidad del senado quienes elegían a los cónsules y a los pretores. Para H. D. Meyer, seguido por E. T. Salmon, existía una asamblea principal, presumiblemente consistente en los hombres en armas de los pueblos constituyentes. Quizás esta asamblea elegía al Senado, pero Estrabón no menciona para nada a esta última institución. En general puede suponerse que el senado fue destinado a ser algún tipo de gobierno representativo que, una vez nombrado, podía ejercer la autoridad soberana confiado a él por la asamblea.

Asimismo, Diodoro señala que cuando los Aliados habían dispuestos sus asuntos (“de una manera tan hábil”) y habían organizado un Gobierno, que por la mayor parte copiaba el consagrado modelo romano, se dedicaron desde aquel mismo momento a la causa de la guerra de la forma más enérgica posible461. H. Last y R. Gardner consideran que ha descartarse la afirmación de Diodoro de que los Aliados se dotaron de una constitución inspirada de Roma y consideran improbable que hiciesen uso del principio representativo. En cuanto a que copiaron la mayoría de sus instituciones de los Romanos, lo poco que se conoce deja entrever que pudo ser utilizada como inspiración por los Itálicos, pero no seguida a pies juntillas, como A. Burnett ha demostrado en el caso de la amonedación462. En realidad, no existen elementos de juicio para poder dar una opinión justificada.

Diodoro establece que los miembros del Senado decretaban qué dos cónsules podían ser elegidos anualmente, así como doce pretores463. Por su parte, Estrabón dice, recordemos, que en Corfinium elegían a sus cónsules y pretores464. Ciertamente, ambos escritores utilizan los términos griegos hypatoi y strategoi, empleados usualmente como los equivalentes de los latinos consules y praetores, y no parece haber mucha duda de que estos términos fueron los utilizados por los rebeldes, pues en una glans de Asculum

460 Diod. 37, 2, 5. 461 Diod. 37, 2, 7. 462 Por el contrario, E. T. Salmon precisamente utilizaba las monedas como elemento justificativo de las palabras de Diodoro. 463 Diod. 37, 2, 5. 464 Str. 5, 4, 2.

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aparece citado el comandante itálico como praetor465. Títulos oscos pudieron utilizarse en el grupo “meridional” rebelde, como el típico “meddiss” (= meddix).

Para E. Gabba, todo ello no es más que una imitación del modelo romano, como en otros elementos de su constitución. Pero, como indica E. T. Salmon, en el año 91 a.C. en Roma ni había 500 miembros del Senado ni doce pretores. Ciertamente, había dos cónsules romanos, pero sus competencia estaban limitadas a la mitad del ager romanus.

Para E. T. Salmon, siguiendo la teoría primeramente planteada por A. von Domaszewski, la existencia de dos cónsules únicamente responde no a una imitación del modelo romano sino al hecho que los insurgentes estaban divididos en dos grupos, el “mársico” y el “samnita” (y que la guerra se distribuiría precisamente en dos frentes coincidiendo con esta disposición), y que cada uno tenía un máximo representante. Asimismo, el número de pretores, doce, respondería al número de pueblos insurgentes, que anteriormente han sido listado.

Pero, a nuestro modo de ver, intentar adecuar el número de pretores con el número de comunidades sublevadas es un tanto forzado, pues ya se ha observado que, en primer lugar, el levantamiento se inicializaría en Asculum y se extendería a partir de los Marsos en dirección sur, con lo que las distintas etnias se irían integrando de manera gradual en el levantamiento, con lo que, si fuera así, se habría ido ampliando el número de pretores (hasta los doce conocidos), o éstos se habrían de haber sido substituidos a tenor de los grupos tribales entrantes en la rebelión, como Apulos y Campanos.

Además, no deberían tener la misma importancia los Venusinos que los Pentros o los Marsos, por ejemplo. Los intentos de poder identificar a los pretores de los diversos pueblos, como los realizados por E. T. Salmon, han sido siempre forzados, confusos, a veces contradictorios y, desde luego, nada definitivos. No es de extrañar por tanto que P. A. Brunt descalifique todo tipo de intentos al respecto.

En definitiva, buscar una relación entre pretores aliados y grupos étnicos lo consideramos un vínculo forzado y que no está avalado por las fuentes literarias.

Según el testimonio de Diodoro, fueron elegidos como cónsules el ya conocido Q. Poppaedius466 Silo, un marso por nacimiento y primero de su nación, y a C. Papius Mutilus, de sangre samnita, igualmente un hombre de reputación sobresaliente y logros en su nación467. Ambos tenían de modo inconfundible nombres sabelios.

Es curioso que Orosio señale que el líder de los Marsos fue el ya mencionado jefe pirata Agamemnon, del que ya hemos hablado anteriormente, mientras que el de los samnitas fue Papius Mutilus468. Sin duda una mala interpretación de sus fuentes, Livio o uno de sus epitomadores, que habría confundido las actuaciones de los diferentes personajes.

Como muy bien indican E. Gabba y E. T. Salmon, Poppaedius Silo y Papius Mutilus no sólo serían los cónsules, (itálicos, evidentemente) para el año 90 a.C., sino también para el año 89 a.C. Se trata de dos conocidos notables, que mantendrían sus puestos debido a que a rasgos generales habían tenido éxitos en el campo de batalla.

El primero, Poppaedius Silo, había estado en contacto, como ya hemos tratado, con Drusus. Pero, lo más interesante, es que se diga de él que fue quien inició la rebelión469. No en vano, Domitius Ahenobarbus lo había detenido en su marcha hacia

465 CIL I2 848 = ILLRP 1089. El epígrafe menciona Itali // T. Lafr(enius) pr(aetor). 466 Esta es la forma correcta, no Pompaedius, como aparece a veces en las fuentes. 467 Diod. 37, 2, 6. 468 Oros. 5, 18, 10. 469 Liv. Per. 76, 6.

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Roma. Poppaedius Silo era, según las fuentes, dux et auctor belli470, el más considerado y el más poderoso de los Aliados471, el líder de la revuelta472. Su importancia es más que evidente.

Más tarde, en la historia, encontramos a un Poppaedius Silo, quien luchó con P. Ventidius Bassus (cos suff. 43 a.C.), legado del triunviro M. Antonius (cos. I 44 a.C.), durante su campaña contra los Partos (Parthi) 473 en el año 39 a.C.474 Muy posiblemente este individuo sería pariente del líder de la revuelta itálica.

De todos los jefes rebeldes de la Guerra de los Aliados, sin lugar a dudas el más famoso y el más conocido fue el samnita C. Papius Mutilus475 (en osco: g papi g mútil476). A. La Regina ha podido rastrear el stemma genealógico de su familia. Papius Mutilus era hijo de C. Pap(ius) Met(elli f.), meddix tuticus477 al menos diez veces478, gracias a dos sellos procedentes de una oficina latericia de Bovianum Undecimanorum (act. Bojano)479. No sólo eso, su abuelo, Met. Pap(ius) Num. f. fue también meddix tuticus ca. el año 160 a.C., y su bisabuelo N. Pap(ius) Met. f. meddix tuticus ca. el año 190 a.C. Esta familia se remonta hasta Brutulus Papius, mencionado en el año 322 a.C. como vir nobilis potensque480. Parece ser que la familia de Papius Mutilus era originaria del Samnium septentrional, probablemente del posterior municipium de Aufidena (act. Castel di Sangro)481, no de Bovianum Undecimanorum, como sugiere E. T. Salmon.

Biznieto de nuestro personaje fue M. Papius Mutilus (cos. suff. 9 d.C.), que dio nombre a la lex Papia Poppaea, una especie de suplemento de la lex Iulia de Maritandis Ordinibus. Con este individuo se ha de identificar el adulador del emperador Tiberius en el Senado conocido para el año 16 d.C.482

470 Flor. 2, 6, 10. “A partir ya de este momento, por doquier, en todas las regiones de Italia, mientras Poppaedius Silo iba de un lado a otro como jefe y responsable de la guerra, resonaron en pueblos y ciudades múltiples trompetas de guerra” 471 Plut. Mar. 33, 4. 472 Str. 5, 4, 2. 473 Sobre los Partos y su relación con Roma, vid: J. Wolski, "Iran und Rom. Versuch einer historischen Wertung der gegenseitingen Beziehungen", ANRW II 9. 1 (1976), 195-214; L'empire des Arsacides, Leuven, 1993. A. Keaveney, "Roman Treaties with Parthia, circa 95-circa 64 BC", AJPh 102 (1981), 195-212; "The King and the War-Lords: Romano-Parthian Relations circa 64-53 BC", AJPh 103 (1982), 412-428. H. Sonnabend, Fremdenbild und Politik. Vorstellungen der Römer von Ägypten und dem Partherreich in der späten Republik und frühen Kaiserzeit, Frankfurt, 1986. J. Wiesehöfer (ed.), Das Partherreich und seine Zeugnisse. The Arsacid Period: Sources and Documentation, Stuttgart, 1998. E. Choisnel, Les Parthes et la Route de la Soie, Paris, 2004. 474 Dio Cass. 48, 41, 1-3. 475 Las diferentes fuentes trascriben de forma diversa su nombre: C. Papius (App. BC 1, 40 y 42), Motilus (App. BC 1, 51), C. Aponius Motylus (Diod. 37, 2, 6). Papius Mutilus (Oros. 5, 18, 10), Papius Mutilius (Vell. Pat. 2, 16, 1). Sobre su familia, vid: A. La Regina, “C. Papivs C. f. Mvtilvs imp.”, en Samnivm. Archeologia del Molise (Roma, 1991), 149-152 476 En latín, su nombre completo sería C. Papius C. f. Mutilus. 477 Tradicionalmente éste es el título del magistrado supremo anual de la liga Samnita, en esta época, de los Pentros. Pero, recientemente, C. Letta considera que el meddix tuticus era una magistratura local. 478 La primera vez ca. el año 130 a.C. y la décima vez ca. 100 a.C. 479 Sobre esta ciudad, vid: G. De Benedittis, Bovianum e il suo territorio: primi appunti di topografia storica, Roma, 1977 (DAIR VII); “Bovianum”, en Samnivm. Archeologia del Molise (Roma, 1991), 233-236. Existe amplias dificultades a la hora de interpretar un pasaje de Plinio: colonia Bovianum Vetus et alterum cognomine Undecimanorum (Plin. NH 3, 107). De aquí se ha deducido que existían en el Samnium dos ciudades con el mismo nombre, aunque otros investigadores piensan que se trata de una misma localidad que cambió de nombre. 480 Liv. 8, 39, 12-14. 481 Sobre esta ciudad, vid: V. Balzano, Aufidena Caracenorum, Roma, 1923. Aufidena era una comunidad pentra (Plin. NH 3, 107), no caracena (como indica erróneamente Ptol. 3, 57). 482 Tac. Ann. 2, 32, 2.

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Para finalizar, hay que decir que, descendiente de Herius Asinius, pretor de los Marrucinos durante este conflicto, fue el famoso político e historiador C. Asinius Pollio (cos. 40 a.C.). Los Asinii eran originarios de la población de Teate (act. Chieti)483; C. Asinius Gallus (cos. 8 a.C.), hijo del anterior, amplió el acueducto de Teate484, y el hijo de éste, Ser. Asinius Celer (cos. 38 d.C.), es recordado en una inscripción de la ciudad485.

Una de las cuestiones menos conocidas de la Guerra de los Aliados es la amonedación que los sublevados efectuaron durante el conflicto. Ésta se han agrupado en 15 series, con 131 cuños de anverso y 153 cuños de reverso, con un total de 182 combinaciones. Se trata de una acuñación importante, mayor que muchas de las amonedaciones del mundo griego pre-helenístico, aunque muy aproximada a la producción anual de la ceca de Roma de finales del s. II a.C. La intención de estas emisiones era tanto afirmar la soberanía del nuevo estado itálico así como proveer a la financiación del conflicto militar486.

Las monedas itálicas fueron del mismo tamaño, material y peso que el denario romano. No se pretendía sustituir al numerario romano, tarea imposible dado la cantidad y el tamaño de su circulación, así como a la forma en declararse la guerra. Pero era un medio eficaz de transmitir el pensamiento de los Aliados, como lo prueba su iconografía, posiblemente una expresión autoconsciente de la existencia de un estado itálico separado. No sólo se puede hablar de las representaciones de los Dióscuros, Italia o la Victoria, sino que alguno de los diseños es definitorio de la situación existente: el ya citado del toro itálico corneando a la loba romana.

No ha de extrañar que tras el fin de las hostilidades las monedas itálicas desaparecieran de la circulación, fundidas sin duda por el vencedor487. No existe ningún tesoro escondido con una fecha límite más tardía de la década de los años 80 a.C. que contenga más de 1 o 2 piezas de amonedación aliada, e incluso estas pocas piezas son probablemente producto de vestigios fortuitos de los propios atesoradores, dada la diversidad de diseños en las propias monedas romanas.

El diseño utilizado en la amonedación insurgente entra en dos categorías: las que imitan a la moneda romana y las que son de nueva creación. A. Burnett ha establecido que de las quince variantes más importantes de esta amonedación, siete tienen tanto el anverso como el reverso los diseños copiados, mientras otras seis es una de las dos caras; es decir, de treinta diseños, veinte (dos terceras partes) son derivados de modelos romanos, aunque el grado de fidelidad es variable488.

483 Catull. 12, 1. Sil. Ital. 17. 453. 484 CIL IX 3018. 485 CIL IX 3017. 486 A. Pagani, “Le monete della guerra sociale”, RIN 4 (1944-1947), 9-34. L. Breglia, “L’oro del giuramento e i denari romani e italici del I secolo”, Numismatica 13 (1947), 67-79. E. Bernareggi, “Problemi della monetazione dei confederati italici durante la Guerra Sociale”, RIN 14 (1966), 61-90. A. Campana, La monetazione degli insorti italici durante la guerra sociale (91-87 a.C.), Modena, 1987. A. Burnett, “The coinage of the Social War”, en Coins in Macedonia and Rome: Essays in Honour of Charles Hersh (London, 1998), 165-172. Sobre su simbolismo, vid: A. Voirol, “Die Münzen des Bellum Sociale und ihre Symbolik”, Schweizer Múnzblätter 4 (1954), 64-67. D. Briquel, “Le taureau sur les monnaies des insurgés de la guerre sociale: à la recherche d'un symbole pour l'Italie”, REL 74 (1996), 108-125. L. Capelletti, “Il giuramento degli Italici sulle monete del 90 a.C.”, ZPE 127 (1999), 85-92. 487 Sólo se han conservado hasta la actualidad 934 piezas. 488 Por ejemplo, las monedas con una cabeza con casco en un lado y los Dióscuros cabalgando en el reverso (Campana 1-2) son copiados genéricamente, aunque carecen de un prototipo preciso. Asimismo la escena del juramento que aparece sobre uno de los dos tipos más comunes (Campana 7-97) es una adaptación de una escena encontrada sobre monedas romanas, aunque modificando los detalles y el número de figuras presentes

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Pero si la acuñación de los Itálicos estaba “romanizada” de alguna manera, sin embargo también presentan sus diferencias, como en la utilización de la escritura osca (junto con la latina). En este último punto, existen dos alternativas como explicación de su utilización: la adopción de una lengua y una escritura aparte del latín como un intento deliberado de diferenciarse en identidad entre Roma e Italia, justo como efectuaron los Campanos en su revuelta contra Roma durante la Segunda Guerra Púnica o, más bien, que el uso diferente del latín y el osco en las monedas de los Itálicos es el reflejo de dónde las monedas fueron producidas.

La evidencia arqueológica ha puesto de manifiesto que no existe una distribución diferencial de monedas en osco como opuestas a las inscritas en latín, dado que ambas están igualmente representadas en los dos tesoros con mayor número de denarios aliados de los cuales tenemos noticias: Hoffman 1870489 y Benevento490. Además, si bien las monedas usualmente tenían inscripciones en latín u osco en ambas caras, hay unas pocas que presentan el uso del latín en un lado y del osco en el otro491. En cualquier caso, existe un consenso de que las primeras emisiones de los sublevados fueron emitidas en la ciudad de Corfinium y, cuando la capital itálica se trasladó a Bovianum, en esta última población.

489 RRCH 221. Posiblemente Hoffmann 1880 (RRCH 222) sea también una ocultación. 490 RRCH 366. 491 Syd. 636.

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V

FUERZAS EN CONFLICTO

Como ya se ha indicado, según Diodoro, los sublevados, para la marcha de la

guerra, dividieron Italia en dos partes a partir de las Cercolae492, cada uno al mando de un cónsul aliado: Poppaedius Silo en el frente septentrional (también denominado por algunos investigadores “frente mársico”), y Papius Mutilus en el frente meridional (o también llamado “frente samnita”)493.

El frente septentrional se extendía desde el Picenum a las montañas sobre la ribera oriental y meridional del lago Fucinus. El otro, el frente meridional, incluía Samnium, Lucania, Apulia y Campania. Cada uno tenía bajo sus órdenes a seis comandantes, responsables de un sector particular. Desgraciadamente, no podemos conocer los nombres de todos ellos, a pesar de los esfuerzos realizados para su identificación.

En este momento, es conveniente conocer quienes eran los líderes itálicos. Como puede suponerse, y parece probar el caso de los cónsules, se trataban de notables, personajes importantes dentro de sus comunidades, que pudieron influir en ellas para tomar una determinada posición política.

Apiano señala que los aliados itálicos tenían comandantes en jefe en cada una de sus ciudades, pero que existían otros que se encontraban al frente del ejército común, y que tenían plenos poderes494. De esta manera, menciona a: T. Lafrenius, C. Pontilius, Marius Egnatius, Q. Popaedius Silo, C. Papius Mutilus, M. Lamponius, C. Vidacilius, Herius Asinius y P. Vettius Scato495. Éstos, distribuyéndose de manera igual el ejército, se opusieron a los generales romanos496. Puede observarse que Apiano no refleja la posición preeminente de Poppaedius Silo y Papius Mutilus.

Por su parte, Floro (que no es precisamente muy fidedigno) señala que Poppaedius Silo estaba al frente de Marsos y Pelignos, Afranius de los Latini, Plotius de los Umbros, Egnatius de los Etruscos y Pontius Telesinus de los habitantes del Samnium y la Lucania497. Por su parte, Veleyo Patérculo menciona a Q. Poppaedius Silo, Herius Asinius, Insteius Cato, C. Pontidius498, Pontius Telesinus, Marius Egnatius y C. Papius Mutilus499.

Hay que señalar que Insteius Cato no existe, pues no aparece mencionado por ninguna otra fuente. Se trataría en realidad, como ha visto E. T. Salmon, de P. Vettius Scato500, vid infra.

492 Diod. 37. 2, 6. 493 Diod. 37, 2, 7. 494 App. BC 1, 40. 495 App. BC 1, 40. 496 App. BC 1, 40. 497 Flor. 2, 6, 7. 498 C. Pontilius (mejor que Pontidius) sería para A. von Domaszewski, E. Gabba y E. T. Salmon el pretor de los Vestinos. 499 Vell. Pat. 2, 16, 1. 500 Como este investigador indica, puede existir cierta confusión, pues un Cato fue cónsul en el año 89 a.C. y un Insteius sirvió en el staff de Pompeius Strabo (CIL I2 709 = ILLRP 515 = ILS 8888).

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Aparte de los líderes itálicos anteriormente mencionados, pueden citarse a otros. En primer lugar, el lucano M. Lamponius, un líder importante durante este conflicto, siguió en activo durante la posterior Guerra Civil, junto con Pontius Telesinus, y ambos se enfrentaran posteriormente a Sulla501.

Marius Egnatius, un samnita, pertenecería según A. Mele a la gens de los Egnatii502. Entre los miembros de esta familia se encontraban el famoso Gellius Egnatius, líder samnita durante la Tercera Guerra Samnita, y dirigente de la coalición anti-romana en la batalla de Sentinum (295 a.C.) 503, y Ollius Egnatius, que accedió al meddiciato en el s. II a.C.504.

Pontius Telesinus, dux Samnitium505, perteneciente seguramente a una familia de Telesia (act. abandonada, entre Telese y San Salvatore Telesino)506, comunidad perteneciente a los Caudinos, aparece mencionado en los listados de Floro507 y Veleyo Patérculo508. Posiblemente sea descendiente de Gavius Pontius, el líder samnita que derrotó a los Romanos en la famosa batalla de las Furculae Caudinae (321 a.C.)509. Pero E. T. Salmon rechaza la participación de Pontius Telesinus en la Guerra de los Aliados, al no aparecer citado en ningún episodio en concreto, lo que sí acontece en la posterior Guerra Civil510. Se ha supuesto que pudo estar al frente de los Samnitas desde la muerte de Poppaedius Silo (como en un determinado momento considera el propio E. T. Salmon)511, pero no hay ningún dato fiable hasta su aparición en escena en el año 82 a.C., con ocasión de la citada Guerra Civil512.

Por supuesto, aparte de los personajes anteriormente nombrados, debieron de haber muchos más. Éste sería el caso de un Statius, víctima de las proscripciones del año 42 a.C., del que Apiano señala que “Statius el samnita, que había jugado un gran papel con los Samnitas en la Guerra de los Aliados, y que había sido elevado a la categoría de senador romano por la brillantez de sus hechos, por su riqueza y por su

501 App. BC 1, 90 y 93. Eutrop. 5, 8, 1. Plut. Sull. 29, 2. 502 Contra: C. Letta. Asimismo se ha conjeturado que podía ser hijo o pariente del M. Marius de Teanum Sidicinum, que fue salvajemente azotado. 503 Liv. 10, 19, 14; 10, 29, 16. 504 Po 80. 505 Vell. Pat. 2, 27, 1. 506 CIL IX 2234 = ILS 6510. 507 Flor. 2, 6, 6. 508 Vell. Pat. 2, 16, 1. 509 Cf. Ampe. 20, 10; 28, 2. App. Samn. 4. Eutrop. 10, 17, 2. Schol. Bern. 2, 137. Vir. Ill. 30, 1-4. Sobre este personaje, vid: R. Tullio, “Gavio Ponzio e le Forche Caudine (commento al libro IX di Tito Livio)”, A&R 38 (1993), 1-17 510 Asimismo, considera que Telesia, como otras comunidades pertenecientes a los Caudinos, sería antes del año 91 a.C. territorio romano, como indicaría el hecho que esta población estaba posteriormente inscrita en la tribu (electoral) Falerna, mientras que el resto de los Samnitas estaba en la Voltinia, por lo que resultaría paradójico que Pontius Telesinus participara en la Guerra de los Aliados que pedían la ciudadanía romana cuando ya tenía tal condición. Más razón parece tener E. Gabba, que considera que se trata de una comunidad aliada. Las murallas fueron rehechas tiempo después (CIL I2 1747 = CIL IX 2235 = ILLRP 675 = ILS 5328). 511 La mención de un Pompeius (Diod. 37, 2, 14), como comandante de las fuerzas aliadas junto junto a los dos pretores lucanos en el Bruttium, se ha supuesto que podría designar a Papius Mutilus. Pero la no mención de Nola, en donde este general samnita tenía su cuartel general, quizás pudiera corresponder ciertamente a Pontius Telesinus, que reaparece con Lamponius en el año 82 a.C. Podría a su vez referirse a Poppaedius Silo, aunque anteriormente Diodoro refiere su muerte. 512 App. BC 1, 90 y 93. Flor. 2, 9, 23. Plut. Sull. 29, 1. Vell. Pat. 2, 27, 1-6. A. von Domaszewski sugiere que Pontius Telesinus fuera responsable de la defección de Pompeii (relativamente cercana a Telesia), pero E. T. Salmon lo considera muy improbable.

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linaje…”513. Para E. T. Salmon este personaje podría haber sido el comandante de la guarnición de su comunidad natal514.

Ni él ni su familia eran desconocidos en el Samnium. Num. Statius, meddix tuticus m(ortuo) i(n) m(agistratu), mencionado precisamente en un sello de Bovianum que hace referencia a C. Papius Met. f.515, era hermano de L. Statius, padre de C. Statius Clarus, al que A. La Regina identifica con el Statius apianeo516. Precisamente a Statius Clarus se debe en parte la construcción del podio del templo mayor (templo B) de Pietrabbondante, ca. los años 95-91 a.C.517 C. Letta niega toda relación entre el Statius de la Guerra de los Aliados y los otros Statii aquí mencionados, pero no existen objeciones para que pertenecieran todos a una misma familia.

Un hecho muy interesante que ha puesto de manifiesto S. Capini y M. Gaggiotti es que la falta de trazas de destrucción del santuario de Pietrabbondante contrasta con el encarnizamiento de la destrucción sistemática del santuario de Civitella di Campochiario518. Statius, que habría sido hecho senador por Sulla, pudo haber influido en éste para evitar la devastación del primer santuario citado. De ser cierto, muestra que las relaciones entre las clases dirigentes romana e itálica no se rompieron del todo.

A este respecto, para finalizar, se ha de reflexionar sobre las palabras de R. Syme referente a que la entrada de nuevos senadores en Roma de manos de C. Iulius Caesar supuso “el desquite y la revancha” de “los pueblos confederados del Bellum Italicum”. Ciertamente, individuos como C. Asinius Pollio (cos. 40 a.C.) y P. Ventidius Bassus (cos. suff. 43 a.C.), descendientes de líderes insurgentes, alcanzaron el consulado. Pero la opinión de R. Syme es exagerada, y la presencia de ambos personajes ha de encuadrarse en la propia renovación producida por los conflictos civiles que marcaron el final de la República romana, como lo manifiesta la presencia en el consulado del primer provincial, el gaditano L. Cornelius Balbus (cos. suff. 40 a.C.). Por el contrario, el primer senador peligno, Q. Varius Geminus, que como tal fue recordado en un epígrafe519, lo fue en época del emperador Augustus.

Como indican H. Last y R. Gardner, el ejército de los Aliados estaba formado por los habitantes de los valles oscos y sabelios. Un excelente material de combate, fortalecidos por veteranos que habían servido bajo los mismos generales a los que se iban a enfrentar en el campo de batalla520.

Como Roma dominaba el mar, los Itálicos se vieron obligados a únicamente contar con sus propios recursos. Pero la historia del arquero cretense521 y de 513 App. BC 4, 25. 514 Cf. App. BC 1, 39. 515 Ve 160a. E. T. Salmon se equivoca al confundir a este último personaje con C. Papius Mutilus, el líder samnita de la Guerra de los Aliados, al ser diferente la filiación. 516 Sobre este personaje y su familia, vid: A. La Regina, “Stazio Sannita”, PP 161 (1975), 163-169. Sobre diversas familias samnitas, vid: M. Gaggiotti, “Tre casi regionali italici: il Sannio Pentro”, en Les «bourgeoisies» municipales italiennes au IIe et Ier siècles av. J.-C. (Paris, 1983), 137-150. E. Campanile, “Appunti sulla diffusione «orizzontale» delle grandi famiglie sannitiche in età anteriore alla Guerra Sociale”, Athenaeum 82 (1994), 557-567. 517 Ve 154 + Po 18. Este epígrafe osco es fragmentario, pero según A. La Regina, seguramente contendría la magistratura de Statius Clarus: meddix tuticus. 518 También los lugares de Fioccaglia di Flumeri y Monte Vairano presentan trazas de destrucción a causa de la Guerra de los Aliados. 519 CIL IX 3306 = ILS 932. 520 Cf. Diodoro: “Ellos compartían el botín con los soldados, de modo que por obtener el gusto de las ganancias de guerra los hombres que habían experimentado sus peligros emprenderían la lucha por la libertad con un corazón alegre” (Diod. 37, 14, 1). 521 Diod. 37, 18, 1.

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Agamemnon, el pirata cilicio522, hace pensar que los Aliados estaban bien contentos de servirse, a falta de algo mejor, de cualquier “desesperado” extranjero momentáneamente desocupado.

Toda la estructura militar que los aliados itálicos habían puesto a disposición de Roma durante años fue ahora movilizada a favor de la causa rebelde. Su experiencia, su destreza militar, sus conocimientos de las tácticas, estrategia, logística, todo lo que habían aprendido en las guerras que habían luchado junto con los Romanos, iba a ser utilizado en contra de éstos.

A finales del s. II a.C., los Aliados tenían un mayor número de soldados entrenados que Roma, dado que en los conflictos a partir del año 115 a.C. había aumentado de manera desmedida las demandas de tropas itálicas. De esta forma, los sublevados habían contribuido con el mayor contingente de tropas a la “confederación” romana, un hecho que sin duda no pasó desapercibido para los dirigentes aliados.

Así lo manifiesta Diodoro: “Los Itálicos, que anteriormente habían peleado muchas veces con distinción en favor del imperio de Roma, estaban ahora arriesgando su vida para asegurarse el suyo propio, y sus hazañas de valentía fueron mucho más allá que los actos de sus finalmente vencedores. Los Romanos, por otra parte, estando comprometidos en la lucha, consideraban una desgracia aparecer como inferior a sus inferiores”523.

En total, los rebeldes itálicos tenían, según el testimonio de Apiano, además del ejército propio de cada ciudad524 (es decir, de las tropas necesarias para guarnecer y defender las poblaciones bajo su control y cuyo número es difícil de calcular), un ejército común, en el campo de batalla, de unos 100.000 hombres entre tropas de infantería y caballería525. Su eficacia quedará demostrada en sus éxitos iniciales.

Por su parte, el Gobierno romano comenzó a formar un ejército en la Península y pedir refuerzos y vituallas de las provincias. El potencial bélico en Italia fue proporcionado por las regiones romanizadas que tiempo atrás habían sido habitadas de Sabinos (Sabini) y Ecuos (Aequi), por el Latium, por el ager Campanus y por las colonias de derecho romano y latino526.

De la fidelidad de las colonias latinas, ejemplarizadas en Alba Fucens y Aesernia, y de la extraordinaria importancia del ager Campanus como fuente de abastecimiento y base de operaciones, hay amplio testimonio. Ya decía Cicerón que Capua “ha estado oportunísima, tanto en los preparativos de la guerra como para proveer al ejército y alojarlo en sus casas y en su tierra”527, aunque la frase se refiere a diversos conflictos. Campania envió suministros continuamente, que permitió sustentar grandes ejércitos528, y el dominio romano de su zona central llegó a ser crucial para el desarrollo del conflicto, tanto por razones de abastecimiento como logísticas, al impedir la penetración samnita en dirección al Latium.

522 Diod. 37, 16, 1. Oros. 5, 18, 10. 523 Diod. 37, 22, 1. 524 Literalmente. Habría sido de esperar un término como “comunidad”, pues muchos de los componentes del campo aliado eran agrupaciones étnicas. Quizás se trate de un error de percepción. 525 App. BC 1, 39. 526 El epitomador de Livio dice que éste en su obra “relata el envío de tropas auxiliares de estatuto latino y de naciones extranjeras al pueblo romano” (Liv. Per. 72, 6). Además, hay que tener en cuenta el hecho de que Umbria y Picenum eran territorios tradicionales de reclutamiento, debido a la facilidad de comunicaciones con Roma. 527 Cic. leg. agr. 2, 90. 528 Cic. leg. agr. 2, 80.

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Todos los puertos importantes estaban en poder de Roma. Si bien se ha dicho que desde el principio hasta el final su supremacía marítima nunca fue desafiada por los insurgentes, existen indicios que esto no fue así, pero que no cambiaron el curso de los acontecimientos. En cualquier caso, Roma pudo proveerse en las provincias de recursos humanos y de materiales. Así mismo, podía evitar cualquier intento externo de apoyar a los rebeldes.

Sicilia suministró “cueros, túnicas y trigo, es decir, vistió, alimentó y armó a nuestros grandes ejércitos”, señala Cicerón529. Se conocen refuerzos y abastecimientos militares procedentes de la Gallia Cisalpina530, en donde hemos citado la actividad de Sertorius531. Contingentes militares llegaron de Hispania532, así como de Numidia y Mauretania533. Estas aportaciones de tropas son muy interesantes, puesto que sustituían como auxiliares precisamente a los ahora sublevados.

De Oriente llegó ayuda naval. De esta forma conocemos que la ciudad anatólica de Heraclea Pontica envió dos trirremes cubiertas las cuales, después de participar en la guerra y ser elogiada su tripulación por su valor, volvieron a casa en el onceavo año después de que habían partido534. Asimismo, un documento epigráfico535 honra a tres capitanes griegos por sus servicios durante el conflicto, y que estuvieron largo tiempo al servicio de Roma.

La importancia que se daba a la marina no solo queda reflejada en el párrafo anterior. Un Otacilius tuvo un mando naval536, más bien en el año 90 a.C. para E. Gabba que en el año 89 a.C. como piensa T. R. S. Broughton, de modo que repitió el papel de un ancestro del s. III a.C., T. Otacilius Crassus (pr. I 217 a.C.). Además, el epitomador de Livio señala que A. Postumius Albinus (cos. 99 a.C.) estaba al mando de las operaciones navales cuando perdió su vida delante de Pompeii en el año 89 a.C. 537, vid infra.

Afortunadamente, entre los fragmentos conservados de Cornelio Sisena hay varios que hacen referencia a acciones navales. Por ejemplo, se tiene constancia que una parte de las cohortes se instaló en la costa, junto al mar538; sin duda, se trata de tropas romanas que vigilaban el litoral, lo que indica que éste podía ser atacado por los Aliados.

En cuanto al número de efectivos empleados, Apiano indica que los Romanos enviaron contra los aliados itálicos un ejército de igual número539, es decir, de 100.000 hombres entre tropas de infantería y caballería540, “formado de entre sus propios ciudadanos y de los pueblos de Italia que aún se mantenían en la alianza con ellos”541.

529 Cic. II Verr. 2, 5. 530 App. BC 1, 42. 531 Plut. Sert. 4, 2. 532 CIL I2 709 = ILLRP 515 = ILS 8888. 533 App. BC 1, 42 y 50. 534 Memnon fr. 21. 535 Senatus consultum de Asclepiade Polystrato Menisco in amicorum formulam referendis o Senatus consultum de Asclepiade Clazomenio sociisque (CIL I2 588 = CIL VI 588 = IG XIV 951 = ILLRP 513 = RDGE 22). 536 Sisen. fr. 38. Algunos investigadores han identificado este personaje con el liberto y rhetor de Pompeius Magnus, L. Voltacilius Pilutus, al suponer la existencia de corrupciones en los manuscritos de las distintas fuentes. Pero esto ha sido desmentido categóricamente por R. G. Lewis. 537 Liv. Per. 75, 1. 538 Sisen. fr. 22. 539 App. BC 1, 39. 540 Cf. App. BC 1, 39. 541 App. BC 1, 39.

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Por tanto, en una fase inicial del conflicto, no habían llegado todavía los refuerzos de las provincias.

Las reservas de Roma, basadas en su posición como poder imperial, eran con mucho muy superiores a la de los rebeldes y su efecto se habría sentido bastante rápidamente, aun si el estallido de la Primera Guerra Mitridática, iniciada en el año 89 a.C., había puesto punto final a la llegada de refuerzos desde Oriente.

Para A. von Domaszewski, seguido por L. Pareti y E. T. Salmon, durante la campaña del año 90 a.C. los Romanos pusieron sobre el campo de batalla no menos de catorce legiones542, figura tomada con precauciones por P. A. Brunt. Claro que estas unidades militares estaban compuestas en gran parte por soldados con poco o nulo entrenamiento militar, que desembocaría en una serie de derrotas pero que no producirían un daño irreparable. Cada legión, con sus auxiliares, tendría unos 10.000 hombres543, en la que existiría una ratio 1:1 entre ciudadanos romanos y auxiliares aliados544.

Diferentes son los números aportado por P. A. Brunt. Para los años 92 y 91 a.C., habría un total de seis legiones: tres en Hispania, dos en la Gallia Transalpina, y una en Macedonia. Con el estallido de la Guerra de los Aliados, las cifras crecen de manera espectacular. Este investigador calcula la existencia de 19 legiones en el año 90 a.C., 32 en el año 89 a.C. y 17 en el año 88 a.C.545 Los datos ofrecidos por las fuentes literarias no permiten por desgracia conocer con exactitud el número de unidades militares legionarias dispuestas para el combate.

Roma no escatimaba en la recluta de soldados. Quienes intentaban escabullirse eran severamente castigados. Valerio Máximo señala que el Senado no descansó con el caso de C. Vettienus, quien se había cortado los dedos de la mano izquierda para no tener que participar en el conflicto546, señal de la virulencia de la guerra. Fue un grave error de cálculo. No sólo le confiscaron sus bienes, sino que además fue condenado a cadena perpetua547.

Evidentemente, pasaba todo lo contrario en caso de los héroes. El testimonio de Sertorius es un buen ejemplo: “Cuando hubo avanzado hasta la dignidad del mando (legado), no cedió en su audacia de soldado, sino que, manifestando de su mano obras admirables y entregando su cuerpo sin reservas a los combates, perdió un ojo. No cesaba de jactarse constantemente de esto: «Los demás», decía, «no llevan siempre a su lado los premios de su valor, sino que depositan collares, lanzas y coronas. Pero él, en cambio, conservaba las marcas de su bravura, y todos aquellos que veían mi desgracia al mismo tiempo constataban su coraje». El pueblo le compensó con los honores convenientes: al entrar en el teatro le recibían con aplausos y aclamaciones548, honores que no eran fáciles de alcanzar siquiera para aquellos avanzados en edad y cubiertos de gloria”549. 542 Cf. App. BC 1, 40. Cic. Font. 43. Pero de estas fuentes no se puede deducir ningún cálculo. 543 Cf. la victoria de P. Praesenteius sobre C. Perpenna (App. BC 1, 41). 544 Por este tiempo, una cohorte estaba compuesta por 500 hombres (App. BC 1, 82). Es decir, que habría 5.000 legionarios y 5.000 auxiliares. Pero hay que advertir que no existe unanimidad entre los investigadores en este punto. 545 En este punto, conviene recordar las palabras de Th. Mommsen, quien consideraba que para esta época, en Italia habría unos 500.000-600.000 itálicos contra 400.000 ciudadanos romanos en edad de tomar las armas. T. Frank considera que para el año 85 a.C. habría en Italia un 1.500.000 de varones libres adultos, cifra rechazada por P. A. Brunt por excesivamente alta. 546 Val. Max. 6, 3, 3. 547 Val. Max. 6, 3, 3. 548 Cf. Sall. Hist. 1, 89. 549 Plut. Sert. 4, 3-6. Cf. Gell. 2, 72, 2.

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Puede suponerse el esfuerzo financiero550 que era necesario para pagar y mantener al ejército romano, que no sólo estaba compuesto de ciudadanos romanos y aliados itálicos que habían permanecido leales, sino también de contingentes procedentes de provincias y de reinos dependientes. Si se cogen las estimaciones de M. H. Crawford sobre el número de cuños de anverso utilizados durante estos años para emitir moneda, las cifras saltan a la vista: 120 en el año 92 a.C., 677 en el año 91 a.C., 2.372 en el año 90 a.C., 841 en el año 89 a.C., 807 en el año 88 a.C. y 476 en el año 87 a.C.

A tenor de los datos anteriores, el año 90 a.C. fue clave para Roma. Sólo una emisión, la de L. Calpurnius Piso Frugi (pr. 74 a.C.)551, representa por sí sola 864 cuños de anverso (la mayor efectuada en la historia de la República). El propio Erario Público pronto se vio atrapado en la vorágine de bajas ganancias y altos costes, esto es, la guerra costaba mucho dinero, demasiado, tanto que rebajaron levemente el contenido de plata en los denarios, cuya fineza pudo quedar reducida incluso hasta el 80%. Los magistrados monetales del año 90 a.C. probablemente agotaron cualquier excedente existente en el Tesoro552, así que en el año 89 a.C. el Gobierno romano se volvió a buscar fuentes extraordinarias de ingresos.

Denario romano de L. Calpurnius Piso Frugi (RRC 340/1. 90 a.C.). Anv.: Cabeza laureada de Apolo a dra; detrás, ancla. Rev.: Jinete galopando a dra., con una palma; encima, marca de control V; en el exergo, marca

de control bastón. Ø = 17 mm. Se trata de la acuñación más numerosa de la historia de la República, evidencia de la importancia de este conflicto. Las combinaciones de cuños dan origen a más de 300

variedades. Una de ellas fue el sanctius aerrium, la reserva del Erario Público de Roma financiada por el impuesto del 5% de esclavos manumitidos y reservados para la guerra contra los Galos. Para Ch. T. Barlow, la

campaña de C. Coelius Caldus (cos. 94 a.C.) contra los Saluvios (Salluvii)553 dio la excusa necesaria para utilizar estos fondos, como parece deducirse de las palabras argento publico de la emisión de L. Titurius

Sabinus en el año 89 a.C.554

Otra fuente extraordinaria de ingresos fue la venta de propiedades públicas que

habían sido entregados en propiedad a los pontífices, augures, decénviros y flámines en los alrededores del Capitolium, “por imperativos de la necesidad”555. Faltaba dinero

550 Sobre este tema, vid: Ch. T. Barlow, “The Roman Government and the Economy, 92-80 BC”, AJPh 101 (1980), 202-219. 551 RRC 340/1. 552 Cf. Oros. 5, 18, 27. 553 Liv. Per. 73, 10. 554 RRC 344/1c y 344/2c. 555 Oros. 5, 18, 27.

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para pagar el trigo, aunque se consiguió suficiente cantidad de dinero para socorrer temporalmente la escasez556. Esto probablemente hizo entrar una gran cantidad de dinero en el Erario Público debido a su situación cerca del centro de la ciudad.

El Gobierno también podría haber recibido fondos a través de la venta del botín tomado a los sublevados durante el conflicto. Curiosamente, la única información que ha sobrevivido concerniente a este tema, proveniente de la captura de Asculum, nada fue a parar al Erario Público557.

Las provincias pagaron probablemente las cantidades normales debidas por tributación, aunque la provincia más rica, Asia, fue perdida para los Romanos en el año 88 a.C. No se tienen más datos acerca de esta cuestión.

Los sublevados tenían en su campo dos cónsules y doce pretores, seis en cada frente, cada uno de ellos con su respectiva fuerza militar. Los Romanos responderían, para E. T. Salmon, con el mismo principio558, pero en lugar de pretores utilizaron legati559. De esta forma, los cónsules romanos del año 90 a.C., quienes estaban al frente de las fuerzas romanas560, L.561 Iulius Caesar y P. Rutilius Lupus dirigirían los dos frentes en que se dividió el conflicto, el primero el frente meridional contra el grupo samnita mientras el segundo el frente septentrional contra el grupo marso. Como indica Apiano, los legados “se distribuyeron el país bajo el mando de los cónsules, estos últimos inspeccionaban todas las zonas, y los Romanos les enviaban continuamente otras fuerzas por tratarse de una guerra importante”562. Por desgracia, las fuentes conservadas no permiten, al igual que con los Aliados, efectuar una reconstrucción de las fuerzas y disposición de cada uno.

A nivel político, en Roma parece haber existido un compromiso entre la factio Metella y su gran rival en el Senado, el grupo liderado por Marius, posiblemente en interés de la unidad de acción contra los sublevados. Fueron elegidos como cónsules los ya citados L. Iulius Caesar y Rutilius, pariente de Marius563 y sin duda causa de su elección, como representantes de ambas facciones. Pero no sólo eso, sino que los legados que acompañaban a los cónsules en sus mandos militares parecen que en todos los casos compartían las ideas políticas de sus respectivos comandantes.

Apiano es quien proporciona la lista más completa de legados (al menos para el primer año de guerra, el año 90 a.C.), cinco por cada cónsul564. Por parte de Rutilius menciona a: Cn. Pompeius Strabo (cos. 89 a.C.)565, Q. Servilius Caepio (pr. ca. 90 a.C.), C. Perpenna (pr. 90 a.C.?), el “famoso” C. Marius (cos. I 107 a.C.), y M. (o M’.) Valerius Messalla (¿pr. ca. 90 a.C.?); de L. Iulius Caesar, a: P. Cornelius Lentulus (¿pr.

556 Oros. 5, 18, 27. 557 Oros. 5, 18, 26. 558 Cf. App. BC 1, 40. Pero de esta fuente no se puede deducir lo manifestado por E. T. Salmon. 559 Los legados (lit. «delegados») eran personas designadas para un mando militar determinado por un personaje con imperium. También se les utilizaba como embajadores. Vid: B. Schleussner, Die Legaten der rómischen Republik decem legati und ständige Hilfsgesandte, München, 1973. B. E. Thomasson, Legatus. Beiträge zur römischen Verwaltungsgeschichte, Stockholm, 1991. 560 App. BC 1, 39. 561 Apiano le da por error el praenomen Sextus, por confundirlo con Sex. Iulius Caesar, el cónsul del año 91 a.C., en su obra (App. BC 1, 40-42, 44-45). 562 App. BC 1, 40. 563 Diod. 38 fr. 98, 2. Oros. 5,18, 11. 564 App. BC 1, 40. 565 Sobre este personaje, vid: M. Gelzer, Cn. Pompeius Strabo und die Uebertragung der grossen Imperien, Berlin, 1942; “Cn. Pompeius Strabo und der aufstieg seines Sohnes Magnus”, en Kleine Schriften, II (Wiesbaden, 1963), 106-138.

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ca. 90 a.C.?), “hermano del propio Caesar”566, T. Didius (cos. 98 a.C.), P. Licinius Crassus (cos. 97 a.C.)567, el ya citado L. Cornelius Sulla (cos. I 88 a.C.) y M. Claudius Marcellus (¿pr. ca. 90 a.C.?)568.

Por su parte, Cicerón recuerda los legados que fueron utilizados en este conflicto al mando de los diferentes cónsules: L. Iulius Caesar, Rutilius, Porcius Cato y Pompeius Strabo (los dos últimos los cónsules romanos del año 89 a.C.), con rango pretoriano: M. Caecilius Cornutus (pr. ca. 91 a.C.), L. Cornelius Cinna (cos. I 87 a.C.), y L. Cornelius Sulla (cos. I 88 a.C.), sin olvidar a C. Marius (cos. I 107 a.C.), T. Didius (cos. 98 a.C.)569, Q. Lutatius Catullus (cos. 102 a.C.), y P. Licinius Crassus (cos. 97 a.C.), “hombres que ganaron su conocimiento militar no de los libros de texto sino de sus operaciones y sus victorias”570.

Entre una y otra lista, puede observarse que no se repiten Caecilius Cornutus, Cornelius Cinna y Lutatius Catullus, quienes muy posiblemente pudieron participar en los hechos de armas del año 89 a.C. Esto no debe extrañar, puesto que hubo más legados, entre ellos, se conoce con certitud a P. Sulpicius Rufus (tr. pl. 88 a.C.)571. Para Veleyo Patérculo, los generales romanos más famosos en esa guerra fueron: Marius, Sulla572, Pompeius Strabo, y Q. Caecilius Metellus Pius (cos. 80 a.C.)573, aunque en otro pasaje de su obra574 sólo cita a los tres primeros, como así también efectúa Eutropio575.

Como puede desprenderse de las palabras del propio Cicerón, Roma hizo intervenir como comandantes prácticamente a todos los miembros de la nobilitas que habían tenido experiencia militar. Apiano indica que “como se estimó que la guerra iba a ser compleja, y que tenía muchos frentes, se envió a los mejores hombres del momento como legados de los cónsules”576.

Asimismo, todo romano de buena familia, como el joven M. Tullius Cicero (cos. 63 a.C.)577, a pesar de su inexperiencia en este campo, se vio envuelto en la guerra; si bien no se conoce que haya participado directamente en operaciones bélicas, seguro que tuvo que combatir, y su experiencia fue tal que fue muy consciente que lo suyo no era el campo de batalla, sino el foro. Otro ilustre orador, Q. Hortensius Hortalus (cos. 69 a.C.), participó también en el conflicto, en el primer año de guerra como soldado y en el segundo como tribuno militar578.

566 Para E. Badian, quizás hubiera un error del copista, y habría de añadirse en el texto a Q. Lutatius Catullus, hermano de L. Iulius Caesar, y no proceder a sustituir un nombre pos otro. Pero el texto de Apiano deja claro que había cinco legados para cada cónsul, por lo que no se puede añadir ningún nombre a la lista. Asimismo, el citado investigador considera la posibilidad de que también fuera legado M. Antonius (Cic. Brut. 304), pero únicamente sabemos de éste que estaba ausente de Roma durante el conflicto. 567 A destacar, en primer lugar, que P. Licinius Crassus era el padre de M. Licinius Crassus, el célebre “triunviro”, que, para E. T. Salmon, podía haber participado como simple mozalbete al lado de su padre 568 Así para E. Badian, H. Last, R. Gardner y E. T. Salmon. Se trata de un antiguo oficial de Marius, que había servido con él en Aquae Sextiae. 569 Cicerón da como praenomen Publius. Asimismo, Amiano da en otro lugar como praenomen Marcus (Ammian. Marc. 27, 4, 10). 570 Cic. Font. 43. 571 Cic. Brut. 304. 572 Sobre la actividad de estos dos personajes en el presente conflicto, vid: M. T. Polidori, “Silla e Mario nei rapporti della guerra sociale”, Historia 2 (1928), 67-77. 573 Vell. Pat. 2, 15, 3. 574 Vell. Pat. 2, 16, 4. 575 Eutrop. 5, 3, 3. 576 App. BC 1, 40. 577 Cic. Phil. 12, 27. Vid: G. O. Honorato, “La partecipazione di Cicerone alla guerra sociale”, RAAN 24-25 (1949-1950), 415-426. 578 Cic. Brut 304.

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Para E. Gabba, los cónsules, probablemente solo tenían en principio a su disposición las fuerzas de un nivel normal para magistrados romanos, pues en el momento de su elección no se preveía la apertura del conflicto. Pero, como ya hemos visto, esto no fue así, y las numerosas fuerzas que los Romanos tuvieron a su disposición en el campo de batalla, a la vez que el testimonio anteriormente citado sobre Sertorius579, muestran que Roma se estaba preparando para el conflicto.

En definitiva, como señala Apiano, L. Iulius Caesar y Rutilius “partieron al frente de las tropas romanas, una vez que otros habían asumido el control de las puertas y de las murallas, según es costumbre en caso de guerra interna y muy próxima”580. Como señala el epitomador de Livio: “el pueblo tomó el sagum («uniforme militar»)”581, por un decreto del Senado582.

Con la apertura de la estación de campaña del año 90 a.C., según E. Gabba, la estrategia de los Aliados sublevados, que había sido planificada previamente, fue la de tomar la ofensiva en todos los frentes. El objetivo principal era la eliminación de las colonias latinas y, en general, de todos los enclaves romanos existentes en el territorio controlado por los insurgentes.

Como indica D. B. Nagle, el doble anillo de fortalezas romanas y latinas construido para defender el territorio romano contra invasiones procedentes de los pueblos de la montaña demostró su valor estratégico. En el anillo exterior únicamente Aesernia sucumbió, y sólo tras un largo asedio. Beneventum (act. Benevento) no parece, aparentemente, que fuese sitiada. En el anillo interior Venafrum fue tomada, pero probablemente los Aliados no pudieron sostenerse aquí largo tiempo. Mientras las fuerzas insurgentes podían moverse de un lado a otro, las fortalezas romanas siempre constituían una amenaza en su retaguardia y a sus comunicaciones, y permitieron a los Romanos reconquistar las áreas perdidas como habían hecho en siglos precedentes. Debe notarse la importancia de la retención por parte de los Samnitas de las ciudades de Nola y Aesernia hasta la victoria final de Sulla en la Guerra Civil.

Las rutas que los Romanos habían utilizado para penetrar en territorio enemigo en el curso de la conquista de Italia adquirieron ahora de nuevo una relevancia militar que parecía haber desaparecido para siempre. La diferencia estribaba en que en este caso éstas podían ser también utilizadas en sentido contrario, contra Roma, siempre que los rebeldes pudieran superar los obstáculos representados por las fortificadas colonias latinas, que recuperaban ahora su función tradicional583.

Para E. T. Salmon, la intención esencial de los insurgentes era la misma que Hannibal: aislar a Roma y privarla de sus aliados en Italia, para volverla impotente. Con este fin, el grupo “mársico” en al área centro-septentrional buscó abrir un ancho y fácil corredor de comunicaciones, si no a Roma, al menos hacia los Umbros y Etruscos, quienes podían ser inducidos a participar en la insurrección.

Para este propósito no era suficiente para los rebeldes con retener Asculum: necesitaban asimismo tomar el control de otras fortalezas que les cerraban el camino a una unión efectiva con sus potenciales aliados del norte. Por lo tanto, plazas claves 579 Plut. Sert.4, 2. 580 App. BC 1, 40. 581 Liv. Per. 72, 3. Vell. Pat. 2, 16, 4: “prenda que se mantuvo durante mucho tiempo”. 582 Sisen. fr. 12. 583 Para H. Last y R. Gardner el hecho de que si bien los Itálicos efectuaron ofensivas contra la Campania meridional y Apulia, no se pueda descubrir ningún signo de un movimiento concertado contra el Latium y Roma, sería una señal de que la red viaria romana servía mejor a los Romanos en defensa que no para una ofensiva aliada. Pero, en realidad, fueron las colonias latinas las que frenaron cualquier ataque contra la Ciudad Eterna.

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como Pinna, Firmum y las dos colonias latinas sobre la Via Valeria, Alba Fucens y Carseoli, se convirtieron rápidamente en los focos de fuertes enfrentamientos.

Ha de tenerse en cuenta la imposibilidad en principio de extender la rebelión más al norte de Asculum, pues la costa adriática, hasta la Gallia Cisalpina, estaba cubierta tanto de colonias romanas como latinas. De las primeras. Auxinum, Pisaurum (act. Pesaro), Potentia, Sena Gallica (act. Senigallia); de las segundas: Aesis, Ariminum, Castrum Novum (act. Terravecchia di Giulianova), Firmum, Hadria584. Con la construcción de la Via Caecilia de Amiternum a Hadria en el año 117 a.C.585 Roma no se encontraba limitada en sus comunicaciones con el Adriático en la Italia septentrional a la Via Salaria, que precisamente transcurría por Asculum.

Para E. Gabba, los rebeldes podían intentar conquistar y mantener el control sobre la totalidad de la Italia central y meridional y sobre esta base imponer una solución de compromiso. Incluso, pudiera ser éste su verdadero objetivo.

Los fragmentos de un discurso conservado en Ad Herennium, posiblemente declamado durante un caso presentado al amparo de la lex Varia, es interesante en este contexto. Roma tenía consciencia, aunque de manera exagerada, de la disparidad de fuerzas existentes en el campo de batalla, y la imposibilidad de una victoria insurgente. La única explicación posible pues para la sublevación era suponer la existencia de cierta complicidad de diversos políticos romanos con la causa aliada586.

Roma tenía la gran ventaja geográfica de poseer un sólido bloque de territorio que incluía la tierra sabina y que cruzaba de un lado a otro la Península. De esta manera, se separaba físicamente de forma efectiva a los insurgentes de las comunidades umbras y etruscas, cuya participación era uno de los objetivos insurgentes.

Además, Roma podía movilizar recursos mucho mayores de lo que los Itálicos podían hacer jamás. Las zonas rebeldes se encontraban entre las más pobres de Italia,

584 Con esta colonia y la anexión del resto de su territorio al ager Romanus, los Pretucios (Praetutii) dejaron de existir como entidad. Su centro principal era Interamna Praetuttiorum (act. Teramo). Sobre este proceso, vid: M. P. Guidobaldi, La romanizzazione dell’ager Praetutianus (secoli III-I a.C.), Napoli, 1995. 585 M. P. Guidobaldi retrotrae la creación de esta vía de comunicación a la actuación de L. Caecilius Metellus Denter (cos. 284 a.C.), pero es una fecha demasiado temprana. Sobre esta ruta, vid: S. Barbotta, “La via Caecilia da Roma ad Amiternum”, en La Salaria in età antica. Atti del Convengo di studi (Roma, 2000), 47-64. M. P. Guidobaldi, “La via Caecilia: riflessioni sulla cronologia e sul percorso di una via publica romana”, en La Salaria in età antica. Atti del Convengo di studi (Roma, 2000), 277-291. 586 “«Estáis viendo, jueces, contra quiénes luchamos. Contra Aliados que solían combatir a nuestro lado y defendían con su valor y esfuerzo nuestro imperium. Conocen sin duda sus propios recursos y tropas y, por la vecindad y las relaciones de todo tipo con nosotros, podían igualmente conocer y evaluar todo el poder del pueblo romano. Cuando decidieron hacernos la guerra, decidme, en qué confiaban para atacarnos, sabiendo que la mayoría casi absoluta de nuestros aliados permanecería fiel a sus obligaciones, viendo que no disponían de tropas abundantes, generales expertos, fondos públicos ni, en definitiva, nada de lo que se necesita para realizar una guerra. Incluso luchando contra algún vecino por una cuestión de fronteras o pensando resolver el conflicto en una sola batalla, habrían acudido al combate mejor armados y equipados. Mucho menos creíble es que intentaran con tan pocas tropas apoderarse del imperium que domina el mundo, un imperium que todos los pueblos, reyes y naciones han aceptado, unos por la fuerza, otros voluntariamente, vencidos por las armas o la generosidad del pueblo romano. Alguien se preguntará: ‘¿Y los habitantes de Fregellae? ¿Es que ellos no lo intentaron por su propia voluntad?’. Sí, y precisamente por ello no hubieran debido intentarlo, después de ver cómo los de Fregellae salieron malparados. La ignorancia hace caer fácilmente en el error a los pueblos que por falta de experiencia no pueden encontrar precedentes en su historia para cada cuestión. Por el contrario, los que conocen lo que les ha sucedido a otros pueden fácilmente obtener provecho propio de las experiencias ajenas. ¿Ningún motivo les indujo? ¿No tenían la menor esperanza cundo empuñaron las armas? ¿Quién creerá que alguien ha sido tan insensato como para atreverse a atacar el poder del pueblo romano sin el apoyo de alguna fuerza? Algún motivo, por tanto, debió de existir. Y ¿qué otro puede ser sino el que os digo?» ([Cic.] Rhet. Her. 4, 13).

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mientras que Roma controlaba a pesar de la defección las regiones más ricas y fértiles, por no hablar de la Gallia Cisalpina.

Para E. T. Salmon, la ventaja inicial de los Itálicos ocasionó que este conflicto fuera excepcionalmente sangriento, como señalaron los escritores antiguos, así como las varias bajas de altos rangos. Eutropio realiza una lista de los caídos ilustres de ambos bandos: “Fue ésta una guerra absolutamente funesta:587 en ella murió el cónsul P. Rutilius, y Caepio, un joven noble, y Porcius Cato, el otro cónsul588. Los generales de los Picentes y Marsos contra los Romanos fueron Ti. Vettius, Hierus Asinius, T. Herennius y A. Cluentius”589.

587 Eutrop. 5, 3, 1. 588 Veleyo Patérculo recuerda asimismo las muertes de los cónsules Rutilius y de Porcius Cato (Vell. Pat. 2, 16, 4) 589 Eutrop. 5, 3, 2. Los praenomina de Vettius Scato y Cluentius son erróneos, pues en realidad son Publius y Lucius.

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La Italia de la Guerra de los Aliados (según E. T. Salmon)

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VI

AÑO 90 A.C.: FRENTE SEPTENTRIONAL

El desarrollo de las operaciones militares sugiere la siguiente reconstrucción de

E. T. Salmon, que sigue la efectuada por A. von Domaszewski. Para la campaña del año 90 el cónsul Rutilus Lupus, un advenedizo cuya falta de experiencia demostró en poco tiempo que iba a costarle muy cara, avanzó a lo largo de la Via Salaria o de la Via Valeria y dispuso sus legiones aproximadamente en forma de un arco alargado de Norte a Sur.

La situación sería la siguiente: en la parte más septentrional estaría Pompeius Strabo con la legión XI, cerca de Asculum; Caepio, con la legión XII, tomaba posición cerca de Reate; Perpenna, con la legión XIII, cerca de Trebula Mutuesca (act. Santa Vittoria di Monteleone Sabino), puede haber estado inmediatamente al Norte de Marius, éste con la legión XIV; el propio cónsul, Rutilius, tendría su cuartel general con las legiones III y IV muy arriba del valle del Tolenus, cerca de Carseoli; Valerius Messalla, estaría con la legión XV, situado al oeste del Lago Fucinus590.

Pero el párrafo anterior no es más que una reconstrucción hipotética, basada en asumir que cada legado tenía el mando de una legión, teoría que los estudios de J. Harmand han demostrado incorrecta. Un legado podía tener el mando de varias legiones o sólo de una cuantas cohortes, por lo cual es imposible efectuar una reconstrucción del dispositivo romano (o aliado) en este conflicto. En cualquier caso, puede ofrecer una idea del dispositivo romano591.

Para H. Last y R. Gardner, la campaña septentrional se puede de dividir en dos partes: una ofensiva contra Asculum, y las operaciones en los Apeninos contra el grupo “mársico”. Los objetivos romanos eran el aislamiento del Picenum, socorrer Alba Fucens y atacar Corfinium.

Los insurgentes “mársicos”, aunque a veces no se puede precisar a que grupo étnico pertenecían, ganaron de forma rápida alguna llamativa victoria en el año 90 a.C. Los Picentes, ayudados de manera indudable, según E. T. Salmon, por los Vestinos y quizás otros grupos, hicieron fracasar el intento de Pompeius Strabo de capturar Asculum, al que rechazaron con fuertes pérdidas.

Pompeius Strabo, quien según H. Last y R. Gardner era un gran propietario de tierras en el Picenum592 (opinión validada por R. Borgognioni593), calificado por Orosio

590 El número de las legiones deriva de las glandes localizadas en Asculum, vid infra. Pero su distribución es completamente hipotética. 591 Por ejemplo, L. Pareti ofrece el siguiente despliegue: Rutilius (al que denomina por error Rutilius Rufus) y Marius estarían acampados cerca del curso del río Tolenus, con el primero situado más hacia el monte y el segundo más hacia el valle en la vecindad de la Via Valeria, con objeto de liberar Carseoli; más adelante, hacia Alba, estaba Perpenna; mientras que Caepio estaría acampado cerca de Trebula Mutuesca, con objeto de vigilar la Via Salaria, que se dirigía al Picenum. Pompeius Strabo estaba situado en el Picenum mientras que Valerius Messalla en la parte meridional del territorio marso, estaría en el área de influencia de Sora. 592 P. A. Brunt considera que éste y otros comandantes romanos que operaban separados de sus cónsules (Licinius Crassus en Lucania y Claudius Marcellus en Samnium) efectuaron levas de carácter local. 593 Vid: R. Borgognoni, “Moltiplicazione e trasformazione delle clientele picene nell'età di Mario e Silla: ipotesi ricostruttiva”, Picus 22 (2002), 15-74.

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de pretor (como indica T. C. Brennan, en ésta y en otras ocasiones hay que entender pro praetor o, como en este caso, praetorius) y que tenía el mando gracias a un decreto del Senado594, sería la persona más indica para ser nombrado comandante en esta región y vengar la masacre de Asculum. Esta ciudad no sólo era el símbolo del inicio de la rebelión, sino que esta fortaleza y nudo viario era la plataforma ideal para extender la revuelta a Umbría y la Etruria septentrional, así como para cerrar a Roma una importante línea de comunicaciones con la Gallia Cisalpina, es decir, cortar la Via Flaminia, la gran ruta de Roma hacia la Italia septentrional595. No es extraño que durante dos años se luchara sangrientamente por esta plaza.

La primera noticia cierta es que, durante los primeros meses del conflicto, los jefes aliados C. Vidacilius de Asculum596, T. Lafrenius, y P. Ventidius, tras unir sus respectivas fuerzas, derrotaron a las tropas romanas de Pompeius Strabo597. La batalla aconteció en las cercanías del monte Falerinus598, al norte (no al noroeste como dice Apiano) de Asculum, y lo persiguieron hasta la colonia latina de Firmum Picenum (act. Firmo)599, que se encontraba aguas abajo del río Tinna (act. Tenna).

Orosio indica que Pompeius Strabo fue derrotado por los Picentinos600. Posiblemente, gran parte de las fuerzas ubicadas al norte del territorio aliado itálico fueron movilizadas para eliminar la amenaza que representaba las fuerzas de Pompeius Strabo sobre Asculum.

Como puede observarse sobre un mapa, el territorio de Asculum estaba aislado de la masa del espacio controlado por los sublevados, al existir en medio ager publicus correspondiente a la antigua etnia de los Pretucios (Praetutii). Controlar este espacio era vital para mantener libre no sólo a Asculum sino para tener manos libres en la Italia septentrional.

H. Last y R. Gardner consideran que la derrota de Pompeius Strabo se produciría delante de la propia ciudad de Asculum, y consideran que a este momento pertenece el siguiente texto de Frontino: “Cuando Pompeius Strabo estaba a punto de asaltar la villa de Asculum, los habitantes exhibieron sobre las murallas a unos pocos hombres envejecidos y débiles. Habiéndoles lanzando los Romanos fuera de sus refugios, ellos hicieron una salida y los pusieron en fuga”601. Pero este pasaje puede corresponder perfectamente al sitio de la ciudad durante el año 89 a.C.

Ciertamente, hay que tener en cuenta la existencia de glandes localizadas en Corropoli, al este de la ciudad de Asculum, efectuadas por los Itálicos, como figura en sus inscripciones602, así como otras glandes de letrero no tan legible en Asculum y en

594 Oros. 5, 18, 10. 595 Esta vía comunicaba Roma con Ariminum, donde allí partía la Via Aemilia, con un total de 334 km. Sobre esta ruta, vid: T. Ashby y R. A. L. Fell, “The Via Flaminia”, JRS 11 (1921), 125-190. P. Fustier, “Notes sur la constitution des voies romaines en Italie, I: Via Flaminia”, REA 60 (1958), 82-96. A. Esch, “Die Via Flaminia in der Landschaft. Nachleben einer antiken strasse mit Hinweisen zur Begehung im Gelände zwischen Soracte und Otricoli”, AW 26. 2 (1995), 85-113. 596 H. Last y R. Gardner consideran que en realidad este personaje era P. Vettius Scato, mientras que otros investigadores sostienen que P. Ventidius era este mismo Vettius Scato. 597 App. BC 1, 47. 598 App. BC 1, 47. Los manuscritos transmiten Falernus. Quizás por ello J. D. Montagu lo da como un lugar no identificado. También se ha de señalar la existencia de la localidad de Falerio Picenus (act. Piane di Falerone), en donde L. Pareti sitúa la batalla. 599 App. BC 1, 47. Cf. Sisen. fr. 27. 600 Oros. 5, 18, 10. 601 Front. Str. 3, 17, 8. 602 CIL I2 848-853 = ILLRP 1089-1090.

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las modernas poblaciones de Corropoli y Tortoreto603, esta última prácticamente en la costa, muestran que antes de la batalla narrada por las fuentes hubo un intento de Pompeius Strabo de atacar Asculum604, pues en una de estas glandes se menciona al pretor T. Lafrenius605, quien perecerá posteriormente delante de Firmum, vid infra. T. C. Brennan llama la atención que Orosio menciona esta acción antes de que los Samnitas eligieran a Papius Mutilus como su líder y los Marsos a Agamemnon (sic).

Por tanto, debe reconstruirse que, a finales del año 91 a.C. o muy a principios del año 90 a.C., como menciona E. Gabba, Pompeius Strabo atacó Asculum, siendo derrotado (la cita de Orosio), y en la siguiente batalla aconteció idéntico resultado (el combate transmitido por Apiano), lo que obligó al comandante romano a refugiarse en Firmum. Por el contrario, G. Barabino es de la opinión que todos los acontecimientos narrados en el frente del Picenum corresponden al mes de marzo del año en curso606.

Mucho se ha discutido sobre la identidad de los jefes rebeldes. Para E. T. Salmon, T. Lafrenius sería el pretor de los Marsos y C. Vidacilius el de los Picenos (postura adoptada también por P. Frassinetti y L. Pareti), mientras que en el caso de P. Ventidius se trataría de una mala lectura del manuscrito por el nombre de Vettius Scato (al seguir a A. von Domaszewski)607, al que considera el pretor de los Pelignos (pero, en otro lugar, lo identifica como el pretor de los Marsos). Por su parte, E. Gabba piensa que Lafrenius sería el pretor de los Picenos, al que E. T. Salmon considera en otro lugar el pretor de los Vestinos.

Como puede observarse, todo son puras conjeturas, basadas en que cada grupo étnico tendría un único y solo pretor. Apiano indica claramente que C. Vidacilius era natural de Asculum608. Este hecho podría ser indicio de que este personaje fuese el pretor de los Picenos609, pero tampoco le da completa fiabilidad. Por el contrario, Vettius Scato era originario de los Pelignos610, por lo que muy bien pudiera ser el pretor de este grupo étnico611.

Pero, curiosamente, unos años más tarde, en el año 83 a.C., Pompeius Magnus, hijo de Pompeius Strabo, durante la Guerra Civil, montó su propio cuartel de reclutamiento en la ciudad picena de Auxinum, y expulsó de esta ciudad a dos hermanos, los Ventidii612, líderes locales quienes estaban actuando en nombre del cónsul Cn. Papirius Carbo (cos. I 85 a.C.)613. Pero, además, entre los prisioneros que desfilaron para celebrar el triunfo de Pompeius Strabo, se encontraba el ya citado

603 CIL I2 854-855 = ILLRP 1091. 604 A este primer intento G. Barabino intenta asociar un fragmento de Cornelio Sisena (Sisen. fr. 30), pero que puede corresponder a otro asedio. 605 CIL I2 848 = ILLRP 1089. 606 G. Barabino atribuye a un fragmento de Cornelio Sisena (Sisen. fr. 42) a las victorias aliadas de Asculum, Falerinus y Firmum. Pero P. Frasinnetti lo atribuye a la campaña relámpago de C. Papius Mutilus en Campania. 607 Corrección que había efectuado Th. Mommsen. 608 App. BC 1, 47. 609 Vidacilius es calificado como dux por Orosio (Oros. 5, 18, 21). 610 Macrob. Sat. 3, 11, 24. 611 E. T. Salmon considera en otro lugar que la apreciación de Cicerón de Vettius Scato como dux Marsorum (Cic. Phil. 12, 27) pudiera únicamente significar que era el comandante de uno de los seis grupos étnicos del frente septentrional. Pero este mismo investigador señala que un contemporáneo de Cicerón llamado Vettius Scato nació in Marsis y estaba en circunstancias apremiantes (Cic. Att. 4, 5, 2; 6, 1, 15; dom. 116); pero ha de señalarse que en Ad Atticum sólo se habla de un tal Vettius mientras que en De Domo de un Scato. El praenomen de este general era Publius (Cic. Phil. 12, 27), mientras que Eutropio le llama Titus (Eutrop. 5, 3, 2) y Séneca Gaius (Sen. Ben. 3, 23, 5). 612 Probablemente parientes del citado P. Ventidius. 613 Plut. Pomp. 6, 5.

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Ventidius Bassus614, quien para E. Gabba y R. Syme sería precisamente hijo de P. Ventidius615. No parece pues existir evidencia que niegue la procedencia picena de este personaje.

Por tanto, puede señalarse la existencia de dos caudillos de los Picenos actuando conjuntamente al mismo tiempo. Posiblemente, el estallido del conflicto antes de lo previsto hiciera que las reclutas de contingentes picenos fuera efectuado por más de un líder de los sublevados, lo que invalidaría la teoría de E. T. Salmon de que cada comunidad tuviera su propio (y único) pretor.

De vuelta a las operaciones militares, después de la derrota y huida de las fuerzas de Pompeius Strabo, Vidacilius y Ventidius se dirigieron con sus tropas hacia otros lugares616. Vidacilius se trasladará a Apulia, mientras que Ventidius desaparece del registro histórico. Este movimiento debe de obedecer a las siguientes propuestas: se consideraba liquidado o anulado el ejército dirigida por Pompeius Strabo, y/o era necesaria la presencia de los contingentes de Vidacilius y Ventidius en otros teatros bélicos. Pero, precisamente, la no aniquilación de los soldados de Pompeius Strabo resultó ser a posteriori la causa de la ruina del frente septentrional aliado.

Por su parte, Lafrenius, con sus fuerzas, puso cerco a Firmum, donde estaba encerrado Pompeius Strabo617. Este último armó de inmediato al resto de sus tropas, pero no se atrevió a entablar combate618. Este hecho parece señalar que los soldados de Pompeius Strabo no estaban armadas convenientemente, quizás por la premura en su formación y/o reclutamiento. O posiblemente no tenía las fuerzas suficientes para enfrentarse a los sublevados.

Ciertamente, la presencia de tres ejércitos enemigos, de cuantía desconocida, pero sin duda superiores a las fuerzas de Pompeius Strabo (cuantificada de manera gratuita en una legión y sus auxiliares), hizo que la balanza se decantara en un primer momento a favor de la causa rebelde. El traslado de efectivos insurgentes a otros lugares cambiará la situación estratégica en el Picenum.

Para E. T. Salmon, sería en este mismo momento cuando los Vestinos atacaron Pinna, ubicada en la parte oriental de la división de aguas de los Apeninos, pero con la particularidad de que la facción prerromana se había hecho con el poder. En cuanto a su resistencia, se decía que el valor de su guarnición fue parejo al de los defensores de Alba Fucens619. En realidad, como señala G. Barabino, Pinna ya sería atacada (y tomada) a fines del año 91 a.C. Los insurgentes no podían tolerar tener una plaza tan importante como ésta tras sus líneas.

Sobre la suerte de esta población, se han producido controversias. Así, para H. Last, R. Gardner y E. T. Salmon, Pinna caería en manos de los sublevados, mientras que E. Gabba lo niega. Nada dicen las fuentes directamente sobre ello. Pero una cita de Valerio Máximo620, en que se defiende la ciudad de tropas romanas parece avalar la

614 Gell. 15, 4, 3. Juv. 7, 199-201. Plin. NH 7, 135. Val. Max. 6, 9, 9. Vell. Pat. 2, 65, 3. Sobre este personaje, vid: A. Massimi, “Publio Ventidio Basso”, Piceno 8/1 (1984), 83-104 y 9/2 (1985), 35-60; “La patria di Ventidio Basso” en Miscellanea di studi marchigiani in onore di Febo Allevi (Agugliano, 1987), 361-365. G. J. Wylie, “P. Ventidius - from «novus homo» to «military hero»”, AClass 36 (1993), 129-141 615 Un fragmento de Cornelio Sisena menciona la presencia de un Bassus (Sisen. fr. 46), que G. Barabino identifica con este personaje. 616 Con esta victoria, el camino se encontraba abierto para que Vidacilius efectuase un rápido movimiento dentro de Apulia (App. BC 1, 42), vid infra. 617 App. BC 1, 47. 618 App. BC 1, 47. 619 [Cic.] Rhet. Her. 2, 45. 620 Val. Max. 5, 4, 7.

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opinión de los primeros investigadores citados. De esta forma, se lograba eliminar una población que podía afectar a las comunicaciones de los insurgentes. Con ésta y otras acciones los sublevados controlaron una gran porción de territorio de la costa adriática.

Pinna es el escenario donde se documenta uno de los hechos más desagradables y luctuosos de este conflicto, y que demuestra la dureza de éste y de cualquier conflicto. Se prefiere dejar la narración en manos de Diodoro: “Las almas de los hombres tienen en ellos algo de naturaleza divina, mediante la cual de vez en cuando tienen presentimientos sobre el futuro que les aguarda, y a través de ciertos medios naturales de tener imágenes de lo que está a punto de ocurrir. Esto es lo que precisamente ocurrió a las mujeres de Pinna, que lamentaron la calamidad con anticipación lo que les aguardaba el futuro”621.

“Los Itálicos trajeron a todos los niños de Pinna ante las murallas de la ciudad, y amenazaron con masacrarlos si la ciudad no se rebelaba contra Roma. Los hombres de Pinna, sin embargo, ellos mismos se armaron de valor y respondieron que si les privaban de sus niños ellos fácilmente tendrían otros, probando que ellos eran verdaderamente leales a la alianza con Roma”622.

“Los propios Itálicos, perdiendo la esperanza en resolver la situación mediante la persuasión, perpetraron un acto de crueldad incomparable. Trajeron a los niños cerca de las murallas y les ordenaron que, cuando estaban a punto de ser asesinados, suplicaran a sus padres que tuvieran compasión de los niños que ellos habían engendrado, y que sus manos se alzasen hacia el cielo invocando al sol, que vigilaba todos los asuntos humanos, salvara las vidas de los pequeños niños indefensos”623.

“Los habitantes de Pinna estaba atrapada en un grave dilema. Debido a que ellos tenían una profunda y sólida alianza con Roma, eran obligados a separarse de sus inclinaciones naturales y aguantaron ociosamente por el momento como sus niños eran condenados a muerte ante sus ojos de aquellos que los habían causado”624.

“Su desesperado valor durante la lucha fue tal que dejó a la posteridad ninguna esperanza de superarlos en la resistencia al horror. Y aunque los sitiadores los superaron en número muchas veces, los habitantes de la villa compensaron su deficiencia en número por un exceso de valor”625.

F. R. Walton señala que muy probablemente entre los contingentes itálicos se encontrarían nativos de la propia Pinna, un hecho que ayudaría a entender cómo tenían en su poder a los niños de la ciudad. Asimismo, E. T. Salmon también es partidario de pensar que en la ciudad había una facción pro-insurgente. Sobre la crudeza de la acción, sobran palabras.

Las batallas más duras y sangrientas del frente septentrional se iban a librar en la maraña de montañas y valles en torno al lago Fucinus, la fortaleza del grupo “mársico”626. Su importancia lo manifiesta el hecho de que el cónsul Rutilius y la mayoría de sus legados estén dispuestos alrededor de este territorio, con la presencia relevante de Marius.

Aunque los informes de estas campañas sean tan insuficientes que no permiten situar el lugar de batalla alguna, es natural suponer que se haya estado combatiendo 621 Diod. 37, 19, 3. 622 Diod. 37, 19, 4. 623 Diod. 37, 19, 5. 624 Diod. 37, 20, 1. 625 Diod. 37, 21, 1. 626 En este sentido, han de tenerse presente las palabras de Estrabón: “El lago Fucinus por su tamaño parece un mar. Cuentan que en ocasiones, su nivel sube hasta las montañas y que, de nuevo, desciende, de suerte que las zonas pantanosas se desecan y permiten su cultivo” (Str. 5, 3, 13).

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alrededor y sobre las dos líneas a lo largo de las cuales el grupo mársico podía invadir el Latium, es decir el valle del Liris superior y la Via Valeria que, entre Carseoli (act. Carsoli), a 68 km al Este de Roma por la Via Valeria, y Alba Fucens (act. Albe di Massa d’Albe), corta los Apeninos por el paso del Monte Bove (1230 m)627.

La colonia latina de Alba Fucens, fundada en el año 303 a.C.628, en el antiguo territorio de los Ecuos, estaba situada en la Via Valeria, que formaba el decumanus de la propia ciudad, ruta que en época posterior iba de Roma hasta la costa adriática. Para el geógrafo Estrabón, esta vía comenzaba en Tibur (act. Tivoli) y conducía hasta el territorio de los Marsos y a Corfinium, y en cuya calzada se encontraban las ciudades latinas de Varia (act. Vicovaro), Carseoli y Alba Fucens, así como Cuculo (act. Cocullo)629.

Alba Fucens630 estaba situada en una vieja carretera que conectaba Etruria con Campania a lo largo del valle del Liris, al estar en el punto de convergencia de este río con el Himella (act. Imele), al noroeste del lago Fucinus. De esta misma ciudad partía la ruta que circundaba el lago Fucinus, entre cuyas localidades estaba el centro marso de Marruvium (act. Civita, cerca de S. Benedetto, Pescina). Se trata pues de un importante nudo de comunicaciones, de una auténtica plaza fuerte, en donde los Romanos enviaron ilustres prisioneros para su custodia631, de los que conocemos a: Syphax, rey de Numidia632; Perseus, rey de Macedonia633 y Bituitus, rey de los Arvernos (Arverni)634.

Sea como fuere, hay que descartar la opinión de J. Mertens acerca de la caída de Alba Fucens en manos de los Aliados, pues no aparece en ninguna fuente. De esta forma, el epitomador de Livio, que menciona el asedio tanto de Alba Fucens como de Aesernia, posteriormente sólo cita la caída de esta última635, por lo que es de suponer que Alba Fucens permaneció firmemente en manos romanas.

Su vecina Carseoli no le iba a la zaga, pues allí había sido confinado en el año 168 a.C. a Bitis, rey de Thracia, aliado de Perseus636. Pero tuvo peor suerte en la guerra.

Los rebeldes asediaron rápidamente Alba Fucens637 y, dado que el territorio de Carseoli fue devastado durante el conflicto638 (según H. Last y R. Gardner, o la propia

627 Un fragmento de Cornelio Sisenna que menciona un ataque de los Marsos protegidos con sus escudos (Sisen. fr.7) es considerado por G. Barandino como una descripción del ataque sobre Aesernia, mientras que para P. Frasinetti lo sería contra Carseoli o Alba Fucens. Puede deducirse fácilmente la dificultad de situar los fragmentos del histórico mencionado en un lugar concreto. Otro fragmento del citado escritor menciona un golpe de mano de los Marsos contra una fortificación (Sisen. fr. 8), pero imposible de dilucidar dónde y de quién era. 628 Carseoli lo fue muy poco después, en el año 302 o en el año 298 a.C. 629 Str. 5, 3, 11. 630 Ha de señalarse que E. Gabba, L. Pareti y E. T. Salmon, consideran que la guarnición de Alba Fucens había sido reforzada durante la Guerra de los Aliados con milites Africani (CIL I2 1815 = CIL IX 3907 = ILLRP 146 = ILS 2489) pero esto no es cierto. La instalación de estos soldados en Alba Fucens pertenece a un momento posterior. Sobre este tema, vid: E. Gabba, “Veterani di Metello Pio ad Alba Fucens?”, Rev. Univ. Complutense 118 (1979), 61-63. L. Amela Valverde, “Veteranos en Alba Fucens (CIL I2 1815 = ILLRP 146)”, SEB 6 (2005), en prensa. 631 En referencia a este hecho, dice Estrabón: “En cuanto a Alba, los Romanos la han utilizado muchas veces como prisión por estar asentada en las profundidades del país y por sus buenas defensas naturales, encerrando en este lugar a aquéllos que precisan de una buena custodia” (Str. 5, 3, 13). 632 Liv. 30, 17, 45. 633 Val. Max. 5, 1, 12. Cf. Pol. 36, 10, 3. Recientemente se ha encontrado la tumba del último monarca macedonio cerca de Alba Fucens. 634 Liv. Per. 61, 6. Val. Max. 9, 6, 5. 635 Liv. Per. 72, 5; 73, 9. 636 Liv. 45, 42, 5 y 12. 637 Liv. Per. 72, 5.

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ciudad para F. Coarelli y A. La Regina), es indudable que los Marsos bajaron por el paso del Monte Bove sobre esta fortaleza.

En un principio los Romanos sufrieron una derrota tras otra. Sin duda, con objeto de hacerse con Alba Fucens según E. Gabba y T. Salmon, P. Praesenteius derrotó a C. Perpenna. Praesenteius sería para E. T. Salmon un peligno (o un frentano) mientras que para E. Gabba un marso; como será costumbre, se trata de una atribución totalmente incierta y gratuita.

Perpenna estaba al frente de un ejército de 10.000 hombres, y al ser derrotado fueron muertos 4.000 de ellos, a la vez que las fuerzas de Praesenteius se apoderaron de la mayor parte de las armas de los restantes soldados639. Ciertamente, todo un éxito para el bando rebelde, del cual, por cierto, no se conocen datos. No es de extrañar que, por este hecho, el cónsul Rutilius privase a Perpenna de su mando y asignase el resto de su ejército a Marius640.

Pero la acción más importante fue la gran batalla celebrada el 11 de junio del año 90 a.C.641 en el valle del río Tolenus (act. Turano)642, en el exterritorio de los Ecuos. En este enfrentamiento, el ejército de Rutilius fue derrotado por Vettius Scato.

El análisis de H. Last y R. Gardner muestra que si efectivamente la batalla fue en el Tolenus, pudo acontecer en cualquier lugar apto en todo el valle de Carsioli hasta la confluencia con el Himella entre Reate (act. Rieti) e Interamna Nahars (act. Terni), por lo que es tentador suponer que Rutilius tratara de forzar el paso del río Tolenus entre Carseoli y el acceso al oeste del paso del Monte Bove para cruzarlo con objeto de socorrer a Alba Fucens.

Orosio indica que Marius señalaba continuamente a Rutilius que sería útil la dilación de la guerra y la conveniencia de que los soldados bisoños fuesen poco a poco adiestrados en los cuarteles643. Pero el cónsul no le hizo caso porque pensaba que hacía esto con segundas intenciones; y, sin tomar precauciones para su ejército, se arrojó a sí mismo y a toda su tropa a la trampa que le tendieron los Marsos644.

Dión Casio también ofrece la misma historia, pero a la inversa, por lo que E. Cary cree que el epitomador del historiador griego cometió un error. Marius sospechaba de Rutilius, a pesar de que era pariente suyo, y, debido a la celosía y a la esperanza de que fuera nombrado cónsul por séptima vez, como el único hombre que podía traer la victoria en la situación existente, le ordenó demorarse; sus hombres, decía, tendrían provisiones aunque ellos se demoraran, mientras que los del otro campo no podrían ser capaces de resistir por un tiempo considerable, dado que la guerra se efectuaba en su país645, es decir, en territorio rebelde, más concretamente mársico.

Como se puede apreciar, existía en el bando romano diferencias entre los mismos oficiales, en este caso quizás debido al deseo de gloria para el vencedor, en este caso Rutilius, que debía de sospechar de Marius, pues no sin error este último había expulsado de su mando para su propio beneficio a Q. Caecilius Metellus Numidicus

638 Flor. 2, 6, 11. Es difícil distinguir lo que Floro quería decir. Carseoli es mencionada con otras plazas que fueron “devastadas por los asesinatos, las armas y el fuego”. 639 App. BC 1, 41. Se considera que varios fragmentos de Cornelio Sisena pudiera referirse a este encuentro (Sisen. frs. 24, 25, 32, 33, 37), pero sin certeza absoluta, pues podían pertenecer a cualquier combate producido en el sector, como el protagonizado posteriormente por Caepio. 640 App. BC 1, 41. 641 Ovid. Fast. 6, 563-566. 642 Oros. 5, 18, 13. Apiano, por error, da como lugar del enfrentamiento el río Liris (App. BC 1, 43), 643 Oros. 5,18, 11. 644 Oros. 5,18, 12. 645 Diod. 38 fr. 98, 2.

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(cos. 109 a.C.), el padre de Q. Caecilius Metellus Pius (cos. 80 a.C.), durante la guerra de Iugurtha, a pesar de que era un protegido suyo. Pero esta vez, los temores de Marius estaban bien fundados. Como se puede apreciar posteriormente, en este mismo frente el año siguiente, con otro cónsul como protagonista, las enemistades internas en el campo romano seguían a flor de piel, y no ha de extrañar que finalmente, una vez encauzada la Guerra de los Aliados, se iniciase la Guerra Civil. Tampoco en el campo aliado la situación era un lecho de rosas, como podremos comprobar en el sitio de Asculum.

Rutilius y Marius eran parientes, pero según Orosio no reinaba entre ellos la concordia. Puede imaginarse lo que podía acontecer entre los miembros de las diversas facciones en un mismo campamento. Dión Casio lo ilustra con el siguiente episodio. Rutilius, al sospechar que los patricios que participaban con él en la campaña estaban revelando sus planes al enemigo, notificó su sospecha al Senado antes de tener una prueba definitiva, con lo que si éstos ya no estaban bien dispuestos hacia él, de esta forma se le pusieron aún más en contra646. El problema podía haber sido mucho más serio, si no se hubiera detectado que algunos Marsos se mezclaban con los integrantes de la partida romana de forrajeadores y entraban en el interior de las murallas bajo la apariencia de auxiliares, donde anotaban todo lo que se hacía y se hablaba en el campamento e informaban a sus mandos. De acuerdo a este hecho Rutilius dejó de estar enfrentado con los aristócratas647.

Un detalle a destacar es que los espías marsos podían infiltrarse entre las filas romanas. No en vano habían luchado durantes años conjuntamente, codo con codo, y ahora estaban en bandos opuestos. Ciertamente, Roma se exponía a una guerra contra iguales, que conocían todas sus tácticas y estrategias.

Al final, los temores de Marius se vieron plenamente justificados, como se desprende del relato de Apiano. Rutilius y Marius establecieron puentes sobre el río Tolenus, a poca distancia uno de otro, para atravesarlo. Vettius Scato, el líder insurgente, acampó frente a ambos, más cerca del puente levantado por Marius, y puso, durante la noche, sin ser visto, algunas tropas en emboscada cerca del puente construido por Rutilius. Al amanecer, Vettius Scato, después de permitir que los hombres del cónsul lo atravesaran, ordenó atacar a las tropas que tenía emboscadas; la sorpresa fue absoluta, y los rebeldes pudieron matar a muchos soldados romanos tanto en tierra firme como en el puente por donde intentaban cruzar. El mismo Rutilius, herido en la cabeza por un dardo en el transcurso de la lucha, murió poco después648. No sólo pereció el propio cónsul, sino que fueron aniquilados muchos miembros de la nobleza así como 8.000 de sus soldados649.

Marius, que estaba sobre el otro puente, sospechó lo ocurrido por las armas y los cuerpos de los muertos que arrastraba la corriente650, indicio de que estaba situado más abajo del curso del río. Según Apiano, Marius hizo retroceder a las fuerzas enemigas que tenía frente a él (el grueso debía de estar en la lucha contra las fuerzas de Rutilius) y atravesando, la corriente, se apoderó del campamento itálico, custodiado éste

646 Diod. 38 fr. 98, 1. 647 Diod. 38 fr. 98, 1. 648 App. BC 1, 43. Cf. Vell. Pat. 2, 16, 4. 649 Oros. 5,18, 12. Floro, entre las desgracias acaecidas a los Romanos, menciona la puesta en fuga de las tropas de Rutilius (Flor. 2, 6, 12), supuestamente por esta acción, así como su muerte, pero lo confunde y le da el nombre de Iulius Caesar. Asimismo, un fragmento de Cornelio Sisena parece aludir a este encuentro (Sisen. fr. 33). Es de destacar la opinión de Obsecuente: la muerte de Rutilius está relacionado con el hecho de que no se tomó en serio las creencias religiosas, pues al no haber encontrado la protuberancia del hígado en las entrañas de las víctimas, fue muerto en combate después de perder su ejército (Obs. 55). 650 App. BC 1, 43. Oros. 5,18, 13.

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por escasas tropas651. Por consiguiente, Vettius Scato tuvo que pasar la noche en el mismo sitio donde había obtenido la victoria sobre Rutilius, y al amanecer del día siguiente debió retirarse por falta de provisiones652, al perder su campamento.

Sobre este enfrentamiento, Orosio señala que Marius, recogiendo inmediata-mente las tropas, atacó de manera inesperada a los vencedores y dio muerte a 8.000 Marsos653. Por su parte, el epitomador de Livio indica que Rutilius combatió con poca suerte contra los Marsos, y cayó en el transcurso del combate, mientras que entonces Marius se enfrentó a los enemigos con mejores resultados en batalla regular654.

Marius ganó una importante victoria e hizo retirarse a las fuerzas de Vettius Scato con graves pérdidas. Ciertamente, se trata de un gran descalabro para la causa aliada, debido a que los Romanos podían más fácilmente reponer sus pérdidas que no los rebeldes. De esta forma se pudo evitar que los insurgentes utilizaran la Via Valeria para marchar sobre Roma.

Pero, en un primer momento, la desazón se apoderó de la Ciudad Eterna, ante la contemplación de los cadáveres de Rutilius y de muchos otros nobles, que habían sido enviados a Roma para su entierro655. El cónsul y sus compañeros fallecidos ofrecieron un triste espectáculo656, pues estaban cubiertos de sangre657, y el duelo duró muchos días658. El funeral de Rutilius se hizo accesible a todo el pueblo al efectuarse en el centro de la Urbe659.

A causa de este episodio, el Senado decretó que los que murieran en el transcurso del conflicto fueran enterrados en el mismo lugar en el que habían perecido para que, de esta forma, no se produjeran deserciones ni la gente se abstuviera de ingresar en el ejército, debido a la impresión por el espectáculo causado por la exposición de los cadáveres de los caídos. Los Aliados, al enterarse de esta resolución, tomaron la misma decisión para sí mismos660.

Rutilius no tuvo sucesor en su magistratura para el resto del año, pues L. Iulius Caesar no tuvo tiempo de acudir a Roma para presidir los comicios661. Como puede apreciarse, el desarrollo de la guerra afectaba al desarrollo normal de las instituciones.

De nuevo en el frente militar, sería en este momento para E. T. Salmon cuando Carseoli fue tomada y saqueada662, aunque considera a la fuente, Florus, como poco fiable. La derrota y muerte de Rutilius sin duda trajo el desánimo en las filas romanas, y pudo ser aprovechado por los insurgentes para lanzar razzias en territorio enemigo. Quizás fue en este momento cuando también se tomó Sora, en el valle del Liris, vid infra.

No mucho después, hacia el mes de julio según E. Gabba, Q. Servilius Caepio, quien había sucedido a Rutilius mediante un decreto del Senado663, fue víctima, al

651 App. BC 1, 43. 652 App. BC 1, 43. 653 Oros. 5, 18, 13. 654 Liv. Per. 73, 4. 655 App. BC 1, 43. 656 App. BC 1, 43. 657 Flor. 2, 6, 12. 658 App. BC 1, 43. 659 Flor. 2, 6, 12. 660 App. BC 1, 43. 661 App. BC 1, 44. 662 Flor. 2, 6, 11. 663 App. BC 1, 44.

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mismo tiempo que sus hombres, de una trampa planeada por el comandante en jefe enemigo, Q. Poppaedius Silo, quien había fingido rendirse664.

El epitomador de Livio informa que Caepio, legado de Rutilius, cuando estaba sitiado, en un momento y lugar desconocidos, hizo una afortunada salida contra los enemigos, y que, gracias a este éxito665, se le dio un mando equivalente al de Marius666. Apiano667 señala que tanto Caepio como Marius asumieron el mando del ejército de Rutilius conjuntamente por nombramiento del Senado, como aceptan A. Keaveney, L. Pareti, J. Van Ooteghem y E. T. Salmon. Pero el desarrollo de los acontecimientos indica que el mando recayó sobre Caepio, como así han visto E. Gabba, H. Last y R. Gardner.

Apiano es el autor que ofrece más detalles sobre la derrota y muerte de Carpio. Q. Poppaedius Silo, el general que se oponía a Caepio (y, no olvidemos, uno de los dos cónsules de los Itálicos sublevados), se pasó a éste como si fuera un desertor y le dio rehenes a dos niños esclavos que llevaba consigo, revestidos con una túnica de bordes tejidos de color púrpura, como si se trataran de sus propios hijos. En prueba de mayor garantía llevaba, además, unos panes de plomo recubiertos de oro y plata668.

Poppaedius Silo solicitó que Caepio le siguiera a toda prisa con el ejército a fin de apoderarse de su propio campamento, mientras nadie se hacía cargo de la jefatura. Y Caepio, plenamente convencido, le siguió. Cuando Poppaedius estuvo cerca del lugar donde había preparado la emboscada, corrió hacia una colina como si fuese para vigilar a los enemigos y dio la señal a sus hombres de atacar. Éstos salieron de su escondite y dieron muerte a Caepio junto con muchos de sus hombres669. Como indica el epitomador de Livio, Caepio se volvió temerario, fue envuelto en una emboscada y cayó con la derrota de su ejército670.

Orosio, de manera resumida, dice que Caepio, arrastrado por los Vestinos y Marsos a una emboscada, fue aniquilado con su ejército671. Esta cita puede indicarnos que bajo el nombre de las etnias principales, Marsos y Samnitas, representativas de cada uno de los dos frentes, se encuentran otras comunidades; en el presente caso, los Vestinos.

C. Letta señala que algunas citas de autores clásicos da a entender que el término “Marsos” tiene un valor de carácter metonímico y de resumen para todos los pueblos sabélicos672. El estadio final de la progresiva extensión de la denominación “Marsos” quedará reflejado en la aparición de una región y una diócesis “Marsia” en época longobarda (s. VII d.C.)673 y posteriormente de una guastaldia y de un condado de los Marsos (ss. IX-XII d.C.) que comprendía territorios pertenecientes a varias poblaciones sabélicas.

Asimismo, es muy posible que bajo el nombre de Poppaedius Silo (y, p. e., el de Vettius Scato) se escondan a su vez el de otros subordinados suyos (los “pretores” 664 App. BC 1, 44. 665 Mediante la interpretación de un fragmento de Cornelio Sisena parece ser que el éxito de Caepio se le subió a la cabeza (Sisen. fr. 50), punto flaco que aprovecharía Vettius Scato. Otros fragmentos de este historiador se consideran pertenecientes a este encuentro (Sisen. frs. 29, 31, 32). 666 Liv. Per. 73, 6. 667 App. BC 1, 44. 668 App. BC 1, 44. 669 App. BC 1, 44. Cf. Flor. 2, 6, 12. 670 Liv. Per. 73, 6. 671 Oros. 5, 18, 14. 672 Dion. Hal. 1, 89, 3. Hor. Carm. 1, 1, 28. Lucan. 2, 430. Mart. 13, 121. 673 En la Alta Edad Media, el ducado de Espoleto, en cuya parte meridional estaba situado el condado de los Marsos, ocupaba los antiguos territorios de los Sabinos, Marsos, Vestinos, Pelignos y Picenos.

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itálicos), por lo que se concentrarían varias fuerzas rebeldes a las órdenes de un solo jefe, por lo que es difícil por no decir imposible intentar identificar los movimientos de las distintas fuerzas de combate. Lo mismo acontece en el bando romano: las fuerzas de Perpenna fueron puestas bajo el mando de Marius, las de Rutilius bajo las de Caepio, y estas últimas poco después también bajo Marius.

A. von Domaszewski, seguido por L. Pareti y E. T. Salmon, sitúa la batalla donde Caepio fue derrotado y muerto en algún lugar cerca de Amiternum (act. San Vittorino di Arischia), a los pies del Gran Sasso, ciudad en donde nació el conocido historiador C. Sallustius Crispus (pr. 46 a.C.) en el año 86 a.C., sobre la base de la interpretación de un epígrafe que menciona la presencia de auxiliares de origen hispano674. Pero, en realidad esta inscripción pertenece al periodo del Segundo Triunvirato675.

Por su parte, H. Last y R. Gardner consideran que aunque Caepio pudo haber caído mientras intentó socorrer a Alba Fucens con un movimiento desde el Norte, es más fácil suponer que la derrota tuvo lugar más cerca de Roma, debido a que en una inscripción sepulcral localizada en la Via Laurentina, fuera de la puerta de San Paolo, en Roma, dedicada a miembros de la gens Sergia, se menciona que murieron quom Q. Caepione est occisus676. Pero, evidentemente, los cadáveres pudieron ser transportados a la ciudad para su entierro, allá donde hubieren caído. Por su parte, E. Gabba considera que la derrota de Caepio habría tenido lugar cerca del río Tolenus a principios de julio del año 90 a.C.

Ciertamente, la derrota anterior de Rutilius habría provocado que los sublevados tuvieran el campo franco para moverse libremente por el territorio alrededor del lago Fucinus, lo que sin duda aprovecharían para sentir su presión sobre las cercanías de Roma y, como se ha dicho, fue el momento del ataque sobre Carseoli.

Sorprende sobremanera esta acción, no sólo por la voluntad de Poppaedius Silo sino por la inutilidad de Caepio, quien no supo ponerse en guardia vigilando lo más estrechamente posible a éste, ni sospechar de que un general en jefe entregara a su ejército, o al menos a una parte de él. Como señala E. Gabba, este tipo de episodios sin duda no fueron infrecuentes. La competencia entre los distintos líderes romanos por el ansia de gloria (y, consecuentemente, de poder), llevó a Caepio a su tumba, en el sentido literal del término.

No es de sorprender que a esta guerra se le denominara Bellum Marsicum. Su líder, Q. Poppaedius Silo, era el corazón y alma de la rebelión, quien había dirigido a 10.000 de ellos contra Roma antes del inicio de las hostilidades. En el primer año completo de la rebelión, su general Vettius Scato había conseguido la asombrosa hazaña de derrotar a cada cónsul romano por separado, y el propio Poppaedius Silo hizo lo mismo con uno de sus sucesores.

El Senado asignó a Marius el resto del ejército de Caepio677. Marius se estaba convirtiendo en algo similar a un basurero dedicado a recoger los desperdicios de los demás, esto es, de los restos de las tropas de comandantes romanos derrotados, pues primero ve añadida a sus fuerzas las tropas supervivientes de Perpenna, y ahora las de Caepio que, recordemos, también englobaba las de Rutilius. Posiblemente, en este

674 CIL I2 1860 = CIL IX 4503 = ILLRP 500 = ILS 2488. 675 Vid: L. Amela Valverde, “Una poco conocida inscripción sobre Hispanos en Amiternum (CIL I2 1860 = ILLRP 500)”, SEB 6 (2005), en prensa. 676 CIL I2 708 = CIL VI 3632 = CIL VI 32991 = ILLRP 969 = ILS 29. 677 App. BC 1, 44.

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momento sólo existirían dos fuerzas militares romanas operativas en el frente septentrional (o, al menos, conocidas): la de Pompeius Strabo y la de Marius.

Plutarco ofrece en su vida de Marius alguna información interesante acerca del proceder de este gran militar pero inhábil político. En cierta ocasión, los Aliados habían dado ocasión de atacarlos, pero los soldados romanos se habían escondido por cobardía, por lo que ambos bandos acabaron por retirarse. Marius reunió a sus soldados en asamblea678: “«Yo me pregunto», dijo, «¿a quién debo llamar más temeroso, a los enemigos o bien a vosotros? ¿a quién debo llamar más asustadizo, a los enemigos o bien a vosotros? Pues ellos no parecen ser capaces de ver vuestra espalda, ni vosotros su cogote»” 679.

Una frase que resume claramente la situación. Ciertamente, el rechazo al entrar en combate debió de ser más frecuente de lo que nos han transmitido las fuentes, especialmente durante este conflicto. No se estaba combatiendo contra bárbaros inexpertos en el arte de la milicia romana, sino contra los antiguos socii del ejército, que conocían perfectamente sus estrategias, tácticas y movimientos, por lo que cualquier enfrentamiento podía ser mortífero para ambos lados.

Marius, para evitar cualquier catástrofe adicional recurrió a una sombría política de contención. Al darse cuenta de que las derrotas romanas eran en gran parte atribuibles a la inexperiencia de las tropas680, rehusó arriesgarse en combates a gran escala, sino que prefirió adiestrar y disciplinar a sus hombres. Afortunadamente para él la época de la cosecha supuso una tregua en la guerra, dándole el respiro que necesitaba e incluso permitir cierta confraternización entre sus fuerzas y sus oponentes.

Un interesante episodio de este conflicto nos lo ha transmitido Diodoro, y ha de insertarse en este momento histórico681, que transcribimos a continuación. “Marius dirigió su ejército al interior del territorio marso682 y acampó encima del enemigo. Poppaedius Silo, quien había asumido el mando supremo de las fuerzas mársicas, también avanzó con sus tropas. Cuando ambos ejércitos estuvieron los suficientemente cerca el uno del otro su extrema beligerancia dejó paso a un sentimiento pacífico683. Porque cuando alcanzaban un lugar donde ellos podían distinguirse, los soldados de ambos bandos detectaban muchos amigos personales, refrescaban su memoria de no pocos antiguos compañeros de armas, e identificaban numerosos familiares y parientes, en otras palabras, hombres que la ley que controlaba la endogamia había unido en este tipo de vínculo amistoso684. Debido a que sus lazos comunes les compelían a ellos a dar voz a saludos amigables, ellos llamaban unos a los otros por su nombre e intercambiaban exhortaciones de abstenerse de matar a hombres con los que tenían tales lazos íntimos. Colocando a un lado sus armas, que habían sido puestas en posturas hostiles de defensa, ofrecieron sus manos en gesto de amistad685. Viendo esto, el propio Marius avanzó desde la línea de batalla, y cuando Poppaedius Silo había efectuado lo mismo conversaron el uno con el otro como familiares. Cuando los comandantes habían hablado largamente de la cuestión de la paz y la ansiada ciudadanía, en ambos ejércitos

678 Plut. Mar. 33, 5. 679 Plut. Mar. 33, 6. 680 Oros. 5, 18, 11. Plut. Mar. 33, 2. 681 E. Gabba lo relaciona con una cita de App. BC 1, 46. 682 El texto original menciona que se trata del territorio samnita. Pero, como indican H. Last y R. Gardner, por la ubicación geográfica que conocemos de los hechos, debe referirse al territorio marso. F. R. Walton señala que el error no es de Diodoro, sino de su epitomador. 683 Diod. 37, 15, 1. 684 Diod. 37, 15, 2. 685 Diod. 37, 15, 2.

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una marea de feliz optimismo lo sumergió todo y todo el encuentro perdió su aire belicoso y asumió una apariencia festiva. Y en tanto que los soldados686 también habían instado en conversación privada a la paz, ellos estaban todos alegres de estar aliviado de la necesidad de masacrarse mutuamente”687.

Para E. T. Salmon, siguiendo a E. Badian, la historia de que Marius departió con Poppaedius Silo la posibilidad de extender la ciudadanía a los Itálicos no es convincente. No se entiende la razón de tal aseveración, pues al año siguiente una conversación parecida la mantuvieron el entonces ya cónsul Pompeius Strabo y el líder marso Vettius Scato688.

Un aspecto interesante de este episodio es que ambos ejércitos enemigos fraternizaban, como acontecerá posteriormente en las guerras civiles romanas689, pues en realidad este conflicto no es otra cosa que un enfrentamiento civil disfrazado. No ha de extrañar pues que Veleyo Patérculo incluyerá esta contienda dentro de los conflictos internos de la República.

De vuelta a las operaciones militares, las fuentes refieren una gran batalla en una tierra accidentada cubierta de viñas, según E. Gabba probablemente al sur del lago Fucinus o, en otras palabras, en territorio marso, como señalan H. Last y R. Gardner.

Apiano quien transmite la mayor parte de la información, es para E. Gabb un tanto confuso a la hora de efectuar el relato. Según el escritor alejandrino, Sulla y Marius derrotaron a los Marsos690, que les habían atacado, y los persiguieron con tesón hasta el pie de los muros que protegían sus viñedos. Los Marsos escalaron con dificultad los muros, y ni a Marius ni a Sulla les pareció oportuno perseguirlos más allá691.

Sin embargo, continúa el relato de Apiano, Sulla, que estaba acampado hacia el otro lado de los viñedos, al darse cuenta de lo que ocurría, salió al encuentro de los Marsos, que trataban de huir, y mató a gran número de ellos; hasta el punto de que en aquel día murieron más de 6.000 y fueron aprehendidas por los romanos un número de armas mayor aún692, de los que huían.

En cambio Orosio y Plutarco acreditan esta victoria únicamente a Marius. El primero señala que Marius eliminó a 6.000 Marsos y despojó de sus armas a 7.000693, mientras que el segundo dice que en una sola batalla mató a 6.000 hombres, en lo que fue una gran victoria694 Que se trata del mismo enfrentamiento narrado por Apiano lo demuestra la cifra de enemigos muertos, así como que el número de armas apresadas es mayor que el de caídos contrarios.

Por su parte, el epitomador de Livio señala que, después de la caída de Aesernia, vid infra, Marius derrotó a los Marsos en una batalla en la que resultó muerto

686 En el original “comandantes”. 687 Diod. 37, 15, 3. 688 Cic. Phil. 12, 27. 689 Por ejemplo, durante la campaña de Pharsalus en el año 48 a.C., entre C. Iulius Caesar y Cn. Pompeius Magnus, en el año 48 a.C., las tropas y algunos oficiales de los dos campos enfrentados cruzaban de un lado al otro del río Apsus y comenzaron a fraternizar, e incluso a confeccionar sus propias acuerdos para una futura paz. Esta actitud fue animada y estimulada por el primero, quien tenía muy presente que este tipo de contactos había ayudado a provocar la rendición de las fuerzas pompeyanas en Ilerda. Pero T. Labienus (pr. ca. 59 a.C.) comprendió de inmediato el peligro, y se prohibió el contacto con soldados del otro bando (Caes. BC 3, 19, 1-8). 690 App. BC 1, 46. 691 App. BC 1, 46. 692 App. BC 1, 46. 693 Oros. 5,18, 11. 694 Plut. Mar. 33, 3.

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Herius Asinius, pretor de los Marrucinos695. Como ya se ha comentado, puede observarse que bajo el nombre de Marsos también se incluía a otros grupos, en este caso el de los Marrucinos, una seria dificultad para poder seguir los movimientos de los Aliados itálicos.

Para E. T. Salmon, la participación de Sulla en estos hechos es una fábula, que deriva de los propios Commentarii del futuro Dictador696, quien, ansioso de magnificar sus propias hechos y empequeñecer los de su rival, estaba empeñado en cargar a Marius con la reputación de un general incompetente en la Guerra de los Aliados. J. Carcopino y J. Van Ooteghem son a este respecto de parecida opinión.

La verdad sería muy diferente según E. T. Salmon. Los insurgentes sin duda habían extendido cierta alarma y abatimiento en el valle del Liris. Una fuerza itálica, comandada por un cierto T. Herennius, un general de suficiente entidad como para ser citado por Eutropio697 se las arregló para llegar a las cercanías de la colonia latina de Sora698, la fortaleza que defendía el Liris superior. Quizás la frase de Obsecuente de que los Romanos sufrieron reveses en el Latium por todas partes699 pudiera tener relación con estos hechos700.

R. Syme considera a Herennius como picentino701, pero, como indica E. T. Salmon, no es fácil discernir que haría un hombre originario del Picenum en el valle del Liris y, a cambio, lo hace el pretor de los Venusinos, con el añadido de que no existen razones geográficas por las que tal personaje no pudiera servir aquí. Evidentemente, es imposible establecer el origen concreto de Herennius.

Procediera Herennius tanto del teatro de guerra “samnita” o del “mársico”, debía haber eludido a Sulla, el comandante romano que operaba en la región de Aesernia, y en su penetración por territorio romano le habría llevado hasta tropezarse con Marius. Sin embargo, Sulla, para asegurarse que nunca sería acusado de que Marius era más capaz que él, invirtió los papeles en el episodio: sería culpa de Marius que el enemigo llegara tan lejos como hasta alcanzar Sora, y fue la destreza de Sulla la que había reparado la situación; y, para añadir verosimilitud a su descarada pretensión, plagió audazmente algunos detalles de una batalla celebrada en Faventia por su lugarteniente Q. Caecilius Metellus Pius (cos. 80 a.C.) acontecida unos años más tarde702.

Por contra, ya se ha indicado que H. Last y R. Gardner acreditan mucho antes el ataque a Sora. Además, E. Gabba, H. Last, R. Gardner, A. Keaveney y Th. Mommsen consideran que efectivamente Sulla participó junto a Marius en esta acción

Ciertamente, Apiano pudo cometer un error, pero dado que Sulla se encuentra citado por dos veces en el balance de la campaña del año 90 a.C., es decir, en conexión

695 Liv. Per. 73, 9. H. Last y R. Gardner se equivocan en acreditar a Sulla como el general cuyas tropas mataron a Herius Asinius. Una descripción del paisaje parece referirse al lugar donde cayó este general aliado (Sisen. fr. 60). 696 Sobre esta obra, vid: I. Calabi, “I commentarii di Silla come fonte storica”, RAL 5 (1950), 245-302. G. Pascuccci, “I Commentari di Silla”, StudUrb(SerB) 49 (1975), 283-296. E. Valgiglio, “L'autobiografia di Sulla nella biografia di Plutarco”, StudUrb(SerB) 49 (1975), 245-281. L. G. Lewis, “Sulla's autobiography: scope and economy”, Athenaeum 79 (1991), 509-519. J. M. Alonso-Núñez, “La autobiografía de Sila”, ACD 40-41 (2004-2005), 95-107. 697 Eutrop. 5, 3, 2. 698 Serv. ad Aen. 9, 587. 699 Obs. 55. 700 Pero, vid infra, en referencia a una posible sublevación por parte de los Latinos. 701 Cf. Eutrop. 5, 3, 2. Señalar la la existencia de M. Herennius Picens (cos. suff. 1 d.C.), hijo de M. Herennius (cos. suff. 34 a.C.), a quienes R. Syme considera miembros de la familia de T. Herennius. 702 App. BC 1, 91.

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con el asedio de Aesernia, vid infra, Sulla puede haber estado al frente de tropas en el flanco norte del ejército meridional, por lo que pudo perfectamente cooperar con Marius.

Por otro lado, E. Gabba considera que en realidad en esta operación conjunta no participó Sulla sino Valerius Messalla, mientras L. Pareti considera a su vez que quien en realidad participó fue Ser. Sulpicius.

Sulla fue legado de Marius en la guerra contra Cimbros y Teutones703. Ciertamente, no se tenían ninguna simpatía personal, pero cooperaron contra el enemigo de Roma704. En tiempos de paz, volvieron a la greña, que abrió las Guerras Civiles en el año 88 a.C. Por tanto, es muy posible que Sulla acudiera por su cuenta o por demanda de Marius, y es completamente factible que ambos cooperaran contra el enemigo común.

La imagen que transmiten las fuentes acerca de Marius no es muy amable con este personaje, sin duda por obra de su rival Sulla. He aquí por ejemplo la reflexión de Plutarco acerca de este viejo hombre de guerra, aunque, a decir verdad, en la biografía de su enemigo Sulla: “Marius no pudo hacer nada importante y sirvió de ejemplo para mostrar que el valor guerrero exige juventud y fuerza”705. Por el contrario, dice de Sulla que “efectuó muchas acciones memorables y ganó reputación, entre sus conciudadanos, de gran general, entre sus amigos, del más grande de todos, e incluso de los propios enemigos, del general más favorecido por la suerte”706.

Plutarco, en la vida de Marius, señala que: “esta guerra, si bien fértil en acontecimientos y peripecias de toda índole, valió a Sulla tanto como de reputación y de autoridad que la hizo perder a Marius707. De hecho, éste se mostró lento en los ataques, y, en todo, lleno de indecisión y de inercia, sea que la vejez le afectara su actividad y su eficacia bien conocidas (puesto que ya sobrepasaba los sesenta y cinco años de edad, que cumplió en el año 91 a.C.), sea, como lo decía él mismo, que teniendo los nervios enfermos y el cuerpo cansado, no se hubiera cargado de un mando que por un punto de honor, a pesar de la decadencia de sus fuerzas”708.

Como indican H. Last y R. Gardner, las acciones de Marius desmienten tales palabras. Fue éste quien salvó a Roma en el frente “mársico”. De su manera de proceder, Marius se tomaba las cosas con calma709; de esta forma, en una ocasión se dejó rodear de zanjas sin perder su calma ni su paciencia a pesar de las bromas y provocaciones del adversario710. Una anécdota que ilustra como los Itálicos habían aprendido de los Romanos sus estrategias y sus tácticas.

Pero, la victoria de Marius y Sulla no había ni con mucho vencido por completo a los Marsos. De esta forma, Apiano señala que “Los Marsos, furiosos como bestias salvajes por esta derrota, se armaron de nuevo y se prepararon para atacar a los Romanos, que no se atrevían a tomar la iniciativa en el ataque ni a comenzar la batalla. Y es que se trataba de un pueblo muy belicoso, y dicen que sólo en virtud de este desastre se había obtenido un triunfo sobre ellos”711.

703 Plut. Sulla 4, 1-2. Vell. Pat. 2, 17, 3. Vir. Ill. 75, 3. 704 Pero, vid: P. F. Cagniart, “L. Cornelius Sulla's quarrel with C. Marius at the Time of the Germanic Invasions (104-101 BC)”, Athenaeum 67 (1989), 139-149. 705 Plut. Sulla 6, 3. 706 Plut. Sulla, 6, 4. 707 Plut. Mar. 33, 1. 708 Plut. Mar. 33, 2. 709 Plut. Mar. 33, 3. 710 Plut. Mar. 33, 3. 711 App. BC 1, 46.

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Existía hasta aquel entonces un dicho de que “no había triunfo sobre los Marsos ni sin los Marsos”712. Una frase que E. Gabba pone en duda su existencia. Por otro lado, para E. T. Salmon este dicho se habría vuelto corriente en Roma por este tiempo, si no es que no se acuñó en este momento. Incluso, se ha querido relacionar con el triunfo que celebró Pompeius Strabo de Asculaneis Picentibus del año 89 a.C., vid infra, ya que los Marsos podrían incluir, ciertamente, a todos los combatientes aliados del frente septentrional; pero a nuestro modo de ver no parece ser el caso.

Es muy posible que, como señala Apiano, los Marsos volvieran a la carga, aprovechando que, vid infra, Sulla partió hacia Aesernia, con lo que Marius estaría solo con sus fuerzas. Las cosas no fueron entonces tan bien como la anterior vez, pues el epitomador de Livio señala que Marius combatió contra los Marsos con resultados dudosos713.

Aquí es cuando P. Jal señala un cambio de palabras de intención irónica entre Marius y Poppaedius Silo, conservado por Plutarco: “Se dice que Poppaedius Silo, el más considerado y el más pujante de los enemigos, le dijo: «Si tú eres un gran general, Marius, desciende para combatir», a lo cual éste le respondió, «y tú, si tú eres un gran general, oblígame entonces a combatir a pesar mío»”714. En otro pasaje del escritor de Queronea715 señala estas mismas frases, pero con un par más de apreciaciones: Marius se encontraba cercado y asediado en una trinchera, aunque se mantenía firme y aguardaba el momento propicio para atacar a su enemigo; la otra es que este suceso aconteció durante ¡la Guerra Civil! Este episodio podía situarse tras la entrevista entre ambos que hemos reproducido de Diodoro, como así piensa E. Gabba716.

La verdad es que si Roma pudo mantenerse en la Italia central fue gracias a la pericia de Marius, y su última victoria, según L. Pareti, había permitido en otoño del año 90 a.C. desbloquear Alba Fucens. Marius estaba comprometido con los Marsos, evitando las derrotas y en al menos una ocasión vencerlos bruscamente. A pesar de la deplorable situación creada por los reveses sufridos por Perpenna, Rutilius y Caepio, Marius había de conseguir poner remedio, estabilizar la situación, e incluso invadir territorio enemigo717.

Como indica E. Gabba, aunque los Marsos no estaban todavía sometidos, la estrategia romana de abrir una ruta hacia el Adriático para dividir al enemigo en dos era ahora evidente. El éxito vino solo en el siguiente año; pero en esta área la iniciativa ahora pertenecía a los generales romanos, quienes estaban en posición de montar ofensivas desde las bases bajo su control.

Sea como fuere, fue la última participación de Marius en este conflicto. Para E. Gabba se desconoce la causa por la que fue excluido del mando en el segundo año de la guerra, ya que los inconvenientes derivados de su edad eran sobrepasados de sobra por su experiencia.

Según el testimonio de Plutarco, Marius dimitió de su mando so pretexto de que la enfermedad le quitaba todo vigor físico718. Pero, como indica E. T. Salmon, esto no le impidió solicitar el mando de la guerra contra Mithridates VI del Ponto. 712 App. BC 1, 46. 713 Liv. Per. 74, 3. 714 Plut. Mar. 33, 4. 715 Plut. Reg. et imp. Apopht. 202 D. 716 M. Le Glay señala que esta entrevista fue inmediatamente previa a la conversación mantenida por ambos líderes, sobre la base de que Plutarco menciona a continuación que Poppaedius Silo entró en negociaciones, mientras que los soldados confraternizaban unos con otros. Pero tal pasaje no existe en la “Vida de Marius”. 717 Cf. Diod. 37, 15, 1. 718 Plut. Mar. 33, 6.

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Sin duda, la política fue la causante de la retirada de Marius. E. T. Salmon apunta que, como natural del territorio de Arpinum (act. Arpino)719, en vez de romano de pura cepa, era sospechoso de simpatías pro-itálicas; tanto él como sus soldados habían congeniado con el enemigo al menos en una ocasión en el año 90 a.C. Quizás, también, él mismo no estaba muy entusiasmado en continuar sirviendo en una guerra donde el nombramiento de Caepio (junto a él o más bien por encima de él en el mando) había demostrado que bajo ninguna circunstancia se le iba a permitir monopolizar la gloria que se pudiera obtener de este conflicto. Asimismo, el recuerdo de la duplicidad e intolerancia de Marius con sus iguales militares habían convertido en reluctantes a cualquier comandante de tenerlo como legado.

Para H. Last y R. Gardner, el partido en el poder no permitió que Marius siguiera en el campo de batalla. Pero, en un principio, ya se ha comentado que en este momento existía una concordia entre los políticos romanos para olvidar las disputas internas hasta que no finalizara el conflicto. Por ello, quizás Marius se retiró, como mucho más tarde hará Pompeius Magnus después de su primer consulado (año 70 a.C.), con objeto de lograr una mejor posición para un futuro inmediato, esto es, un mando extraordinario. Y, ciertamente, las perspectivas en Oriente (léase la guerra contra Mithridates VI) eran más que palpables. Pero en el frente septentrional no sólo se combatía en los alrededores del lago Fucinus. Romanos y Aliados también estaban a la greña en el Picenum. Pero, por desgracia, las fuentes son confusas. Como se ha mencionado, Pompeius Strabo se había retirado a Firmum, donde estaba bloqueado por T. Lafrenius. El sitio duró un tiempo considerable; pero una ciudad tan poderosamente fortificada y ubicada en una sólida posición natural se convirtió en virtualmente inexpugnable.

Para E. T. Salmon, Ser. Sulpicius Galba (pr. ca. 91 a.C.)720, después de su huida de los Lucanos, vid infra721, serviría a las órdenes de Pompeius Strabo en Firmum, puesto que lo encontramos en el frente septentrional, o así se cree de forma casi unánime722. Extrañamente, H. Last y R. Gardner señalan que este personaje llegó con refuerzos de la Gallia Cisalpina, quizás por considerar que provenía del norte y no del sur, o, más bien, por la existencia de glandes localizadas cerca de Asculum con el epígrafe Gal(li)723, pero la resolución de la abreviatura no es segura724. Por su parte, L. Pareti cree que Sulpicius Galba estuvo operando contra los Marsos y fue enviado en su ayuda.

Según E. Gabba y E. T. Salmon, siguiendo a A. Von Domaszeski, antes de la finalización del año Pompeius Strabo en Firmum fue rescatado por su subordinado Sulpicius Galba y obtuvo la victoria en una batalla sobre los Picentes, mientras Sex. Iulius Caesar, el cónsul del año anterior, después de reemplazar a Valerius Messalla, vid infra, infligió una dura derrota a los Pelignos y entonces unió sus fuerzas con las de Pompeius Strabo. Desgraciadamente, las cosas no están demasiado claras.

719 De la aldea de Ceraetae (Plut. Mar. 3, 1. Cf. Val. Max. 6, 9, 14). 720 L. Cichorius identificó a Sulpicius Galba con –cius C. f. Ani, el cuarto miembro del concilium de Pompeius Strabo del año 89 a.C. (CIL I2 709 = ILLRP 515 = ILS 8888), postura que han aceptado T. R. S. Broughton, H. Last, R. Gardner y E. T. Salmon. 721 Liv. Per. 72, 4. 722 T. C. Brennan considera que esta identificación entre ambos personajes de la Guerra de los Aliados es un tanto aventurada. 723 CIL I2 864 = ILLRP 1095. Pudiera tratarse del nombre del propio Ser. Sulpicius Galba. 724 Asimismo, otras glandes dan a entender la existencia de una l(egio) Gal(lica) (CIL I2 865), que estaría formada por ciudadanos romanos de la Gallia Cisalpina (cf. Plut. Sert. 4, 1). Asimismo, una glans pudiera interpretarse como l(egio) (H)ibe(rorum) (CIL I2 866).

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En primer lugar, toda esta exposición está basada en una noticia del epitomador de Livio, quien señala que un Ser. Sulpicius derrotó en combate a los Pelignos725, diferente a los hechos que narra Apiano, y que se tratará seguidamente, debido a que este mismo autor también los cita726. Pero la identificación de este individuo no está clara.

Existe un problema en la lectura del nombre de Ser. Sulpicius, puesto que los manuscritos únicamente han transmitido el nombre de Sex. Sul., lo que abre todo tipo de especulaciones que por desgracia son imposibles de dilucidar. A. Von Domazewski, P. Frassinetti y E. T. Salmon consideran que el personaje en cuestión es Sex. Iulius Caesar, mientras que N. Criniti, G. De Sanctis, H. Last, R. Gardner y P. Jal defienden la identificación con Ser. Sulpicius Galba727 más que con P. Sulpicius Rufus (tr. pl. 88 a.C.), como J. L. Beness y H. B. Mattingly.

A su vez, hay que tener en cuenta la opinión de A. Keaveney, quien señala que Sex. Iulius Caesar estaría durante parte del año 90 a.C. en su provincia consular, pero a la muerte de Rutilius volvería a Italia a hacerse cargo del frente septentrional, lo que por un lado desairaría a Marius, causa por la que éste decidió no volver a tomar parte en la campaña siguiente, y por otro explicaría su presencia en el Picenum. Pero no se puede establecer con certeza qué provincia gobernaría Sex. Iulius Caesar ni el silencio de las fuentes (en especial Apiano) al respecto728.

Hacia fin de año, por el mes de octubre para E. Gabba o en el mes de noviembre según P. Frassinetti, Pompeius Strabo, posiblemente conociendo la aproximación de Sex. Iulius Caesar, montó una operación para desembarazarse del sitio que sufría en Firmum. Ha de tenerse en cuenta que E. Gabba considera que Sex. Iulius Caesar procedía del Norte, o lo que es lo mismo, de la Gallia Cisalpina. Si esto fuera así, no sería el excónsul el responsable de la derrota de los Pelignos sino Sulpicius Galba.

Apiano señala que, cuando se aproximaba otro ejército (sin especificar si era romano o aliado, pero es de suponer que se trataba del de Sex. Iulius Caesar, en opinión de E. Gabba), Pompeius Strabo envió a Sulpicius (es de suponer que Sulpicius Galba) para que, dando un rodeo, tomara posiciones detrás de Lafrenius, y él en persona atacó por el frente729. Muy posiblemente, las tropas de Sulpicius Galba no se encontrarían en Firmum, sino serían una unidad independiente por lo que pudo situarse en la retaguardia de Lafrenius sin que este se diera cuenta, al estar pendiente del sitio de Firmum.

Una vez trabado el combate, ambos ejércitos pasaron dificultades, pero Sulpicius prendió fuego al campamento de los enemigos, y estos últimos, al percatarse del hecho, huyeron a Asculum en desorden y sin su general, pues Lafrenius había caído en la lucha. Pompeius Strabo, entonces, se dirigió hacia Asculum y la cercó730. Se había vuelto la tortilla en el Picenum.

725 Liv. Per. 73, 5. H. Last y R. Gardner piensan en la probabilidad de que los Pelignos sea un error por Picentes. 726 No parece tratarse de un mismo acontecimiento dividido en dos, como pudiera derivarse del hecho de que la derrota de los enemigos de Pompeius Strabo fue efectuada mediante una maniobra en tenaza de Sulpicius y el padre de Pompeius Magnus. 727 Citado en Liv. Per. 72, 4 y ¿quizás? en 76, 2. 728 A. Keaveney critica a E. T. Salmon por su postura de que Sex. Iulius Caesar sucedió al frente de sus tropas a Valerius Messalla, al no existir confirmación de tal hecho en las fuentes, como sí lo es el de Praesenteius a Marius (App. BC 1, 41). 729 App. BC 1, 47. 730 App. BC 1, 47. G. Barabino piensa que un fragmento de Cornelio Sisena pudiera aludir a este fuga de los Itálicos (Sisen. fr. 34), aunque P. Frassinetti prefiere atribuirlo al episodio de Acerrae (asimismo conjetural la

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Orosio acredita a Pompeius Strabo la victoria, un duro combate, sobre los Picentinos731. El epitomador de Livio asimismo indica que Pompeius Strabo derrotó a los Picentes en combate y los asedió732. A nuestro entender, se trata de la misma batalla narrada por Apiano, como ya indicó P. Jal.

La maniobra en doble tenaza fue un éxito rotundo para el ejército romano, con un efecto balsámico para la moral de Roma. Pues, por la victoria de Pompeius Strabo, para Orosio, los senadores vistieron la banda de púrpura y demás insignias de sus dignidades, mientras que, cuando empezaron a respirar por primera vez con la victoria de L. Iulius Caesar, vid infra, sólo tomaron la toga733; mientras que para el epitomador de Livio, “por esta victoria se vistieron en Roma las togas pretextas y los demás distintivos de los magistrados”734. Si bien existe cierta contradicción en las fuentes, es evidente que la hazaña de Pompeius Strabo fue ampliamente celebrada en Roma.

Tal como estaba la situación a finales del año 90 a.C., todo el frente septentrional rebelde había entrado en colapso. En el Picenum, el ejército aliado había pasado de sitiadores a sitiados735.

Hacia el mes de diciembre, según E. Gabba, o ya en el transcurso del siguiente año736, según E. T. Salmon, T. Vidacilius retornó desde Apulia para ayudar a su propia ciudad, Asculum, y pudo lograr entrar en la ciudad antes que las líneas de asedio romanas estuvieran completas.

Apiano narra que Asculum era la patria de Vidacilius y, temeroso por su seguridad, se apresuró en su socorro con ocho cohortes. Envió aviso previo a los Asculanos con la orden de que, cuando vieran que él avanzaba desde lejos, hicieran una salida contra los sitiadores, de manera que sostuvieran el combate en dos frentes a la vez. Los Asculanos, no obstante, dudaron, pero Vidacilius, a pesar de ello, forzó el paso hasta la ciudad a través de las filas enemigas con las tropas que llevaba consigo, y censuró a los habitantes por su cobardía y desobediencia737.

La continuidad del relato es ya más delicada. Sex. Iulius Caesar fue investido por el Senado con el poder proconsular cuando expiró el tiempo de su magistratura, atacó a 20.000 enemigos mientras trasladaban su campamento, mató a 8.000 de ellos y se apoderó de las armas de muchos más738. Al prolongarse su asedio a la ciudad de Asculum739, murió de una enfermedad, y C. Baebius fue designado como su sucesor740.

atribución de Sisen. fr. 21). Asimismo, P. Frassinetti considera que varios fragmentos del citado historiador a estos hechos (Sisen. frs. 63, 70, 83 y 88). 731 Oros. 5,18, 17. 732 Liv. Per. 74, 1. 733 Oros. 5, 18, 17. 734 Liv. Per. 74, 2. 735 G. Barabino considera que un fragmento de Cornelio Sisena pudiera relacionarse con este hecho (Sisen. fr. 54). 736 Para G. Barabino, en el mes de enero del año 90 a.C. 737 App. BC 1, 48. G. Barabino considera que dos fragmentos de Cornelio Sisena pudiera relacionarse con este hecho (Sisen. frs. 63 y 74). 738 App. BC 1, 48. 739 Se ha especulado que un fragmento de Cornelio Sisena pertenecería al asedio de Asculum o Aesernia (Sisen. fr. 11), pero, como indica P. Frassinetti, pertenecería más bien a un prodigio, quizás relacionado con el templo de Juno Sóspita, vid infra. Otro fragmento describe una serie de máquinas de guerra: praeterea catapultas sedecim, quattuor balistas, viginti plaustra scorpiis ac minoribus sagittis onusta (Sisen. fr. 40), que G. Barabino considera que pudo pertenecer a la campaña de C. Papius Mutilus en Campania mientras que P. Frassinetti al asedio de Asculum (quizás Sisen. fr. 41, que menciona de nuevo estas máquinas, también aluda a la población picena). Sea como fuere, puede observarse que en los ejércitos del periodo también se utilizaban máquinas de sitio, que los escritores principales conservados no mencionan, pero que no debe

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La no mención de Pompeius Strabo en estos hechos se debe a que debía estar preparando su candidatura en Roma al consulado, que consiguió. Indudablemente, su victoria sobre los Picenos contribuyó decisivamente a su elección741. Por el contrario, E. Gabba considera que Pompeius Strabo, ya cónsul, estaba empeñado en una campaña para someter a los Marsos.

Ciertamente, la presencia en Asculum de L. Iulius Caesar en lugar de Sex. Iulius Caesar, como a veces se ha defendido, es un error, puesto que fue censor en este mismo año, con el anteriormente citado P. Licinius Crassus742. Además, en el año 87 a.C., L. Iulius Caesar, con su hermano C. Iulius Caesar Strabo Vopiscus (aed. 90 a.C.), fue asesinado por C. Flavius Fimbria743.

existir duda alguna de su existencia. De aquí la importancia de la conservación de los fragmentos de Cornelio Sisena. 740 App. BC 1, 48. 741 Se desconoce en qué circunstancias se efectuaron las elecciones, pero no debieron ser las normales de acuerdo a la situación militar. 742 Cf. Cic. Arch. 11. Plin. NH 13, 5; 14. 16. 743 App. BC 1, 72. Cic. Orat. 3, 10; Tusc. 5, 55. Flor. 2, 9, 14. Val. Max. 9, 2, 2. Sobre este último personaje, vid: J. Muñiz Coello, “C. Flavius Fimbria, consular y legado en la provincia de Asia (86/84 a.C.)”, SHHA 13-14 (1995-1996), 257-275,

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VII

AÑO 90 A.C.: FRENTE MERIDIONAL

Los preparativos romanos en el teatro “samnita” son mucho más difíciles de establecer. Tal es el escenario que, en este caso, E. T. Salmon prescinde de seguir a A. von Domaszewski por considerar sus sugerencias como conjeturales y poco convincentes. Para el primer investigador citado, indudablemente había un cónsul, L. Iulius Caesar, junto con dos legiones, con los numerales I y II. Bajo su mandato, cinco legados, cada uno de ellos con su legión respectiva, a saber: Sulla, Didius, Cornelius Lentulus, Claudius Marcellus y Licinius Crassus, con teóricamente, es de suponer, las legiones V a X, pero sin poder indicar cual era cual; incluso, en un momento dado, E. T. Salmon se pregunta si Claudius Marcellus dirigía la legión XX.

Ya al hablar del dispositivo romano en el frente septentrional, se ha indicado que no se puede establecer el binomio legado = legión. Como se ha advertido, todo esto no es más que una reconstrucción a partir de los datos existentes, pero que en modo alguno puede considerarse como concluyente, ni siquiera como aproximado.

Como indican H. Last y R. Gardner, el objetivo básico romano era mantener las comunicaciones entre Roma, la Campania y la Italia meridional, frenar la difusión de la revuelta y defender las fortalezas amenazadas por los sublevados.

L. Iulius Caesar sería consciente de la estrategia romana utilizada durante las Guerras Samnitas, por lo que concentró el grueso de sus tropas en las regiones fronterizas del Samnium occidental y nord-occidental. Sólo P. Licinius Crassus, al igual que Pompeius Strabo en el frente “másico”, operaba de manera casi aislada en el profundo sur.

El valle del Liris y Campania una vez más sufrieron el azote de la guerra de la misma manera que dos siglos antes. Para E. T. Salmon, Teanum Sidicinum (act. Teano) puede haber sido la principal base del cónsul y su fuerza militar744, y los legados pudieran estar situados a una distancia relativamente cercana de esta fortaleza. El curso de las luchas prueba que esta zona tuvo una alta concentración de fuerzas militares Algunas de estas tropas estarían sin duda basadas en Capua745.

Por lo que respecta al cónsul L. Iulius Caesar, ante todo debía prevenir cualquier avance rápido por parte de los insurgentes hacia el Latium o incluso hasta la Campania septentrional. Al inicio de la estación de campaña buscó desviar la atención y dividir las fuerzas de los rebeldes “samnitas” al ordenar a su legado Crassus invadir Lucania.

Pero Crassus estaba en desventaja en terreno montañoso, y M. Lamponius, pretor de los Lucanos según E. Gabba y E. T. Salmon, dio muerte a 800 soldados del ejército de Crassus y persiguió a los demás hasta la ciudad de Grumentum (act. San

744 Cf. App. BC 1, 45. 745 Cic. leg. agr. 2, 90.

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Marco di Grumento Nova)746, en el alto valle del río Acris (act. Agri), ubicada en un lugar estratégico, en la confluencia del río Acris y del Sciaura.

Una noticia aislada de Frontino señala que Crassus se libró por poco de ser cercado con todas sus fuerzas747. Posiblemente un acontecimiento relacionado con el episodio del párrafo anterior.

Diodoro recuerda, en un pasaje aislado, que Lamponius se lanzó en embestida sobre Crassus, porque creyó que era lo apropiado, “no que las masas deban luchar a favor de sus líderes, sino que los líderes debían luchar por las masas”748. G. De Sanctis lo relaciona con el episodio de Grumentum, quizás porque es el único conocido en detalle. En cualquier caso, la cita muestra que el debate político estaba a la orden del día.

No tenemos ninguna noticia posterior de Crassus y de su fuerza militar. Para H. Last y R. Gardner, el esfuerzo samnita en Campania hizo que Crassus no pudiera disponer de la ayuda necesaria, por lo que la rebelión en la zona oriental de la Italia meridional se extendió como la lluvia. Esta situación estaría avalada por la caída de Grumentum, a partir de los lamentos de Floro sobre la suerte de esta ciudad749, aunque no existe total seguridad de este hecho.

Quizás el hecho de que Ser. Sulpicius Galba, hecho prisionero por los Lucanos, recuperó de nuevo la libertad gracias sólo a la intervención de una mujer en cuya casa se hospedaba750, pueda pertenecer a este periodo. H. Last, R. Gardner y E. T. Salmon consideran que fue uno de los comisionados enviados por Roma para conocer el estado de las comunidades itálicas, pero este punto es imposible de dilucidar.

Posteriormente, durante el asedio a Grumentum, dos esclavos habían abandonado a su señora y se habían pasado al enemigo. Cuando la ciudad cayó, los dos, de acuerdo entre sí, se precipitaron a la casa de su dueña, y entraron en ella con un aire amenazador, diciendo a todos los que encontraban que iban a castigar a su cruel señora. Llevándola, como si fueran a conducirla al suplicio, ellos la pusieron a salvo con una respetuosa piedad751.

Se desconoce quienes son los responsables del asedio a Grumentum en este último episodio, pero es posible que la mujer protagonista de este curioso hecho y de la liberación de Sulpicius Galba fuese la misma. Quizás no se trate más que de dos fragmentos de una narración de carácter moralizante en la cual la persona que hace el bien es recompensada (favoreciendo al partido romano, por supuesto).

Mientras, la revuelta itálica se había extendido. Con la victoria sobre Pompeius Strabo en las cercanías del monte Falerinus752, quedó el camino abierto para que Vidacilius efectuase un rápido movimiento hacia Apulia, donde se le pasaron Canusium, la colonia latina de Venusia y muchas otras ciudades753, entre las que 746 App. BC 1, 41. Es muy discutido el estatuto jurídico de Grumentum, del que se ha defendido que fue una colonia romana de época gracana, aunque quizás más bien fue una colonia latina. Los daños en esta ciudad ciudad quedan reflejados en dos inscripciones en las que se menciona la reconstrucción de las murallas (CIL I2 758 = CIL X 209 = ILLRP 608 = ILS 5330. CIL I2 770 = CIL X 220 = ILLRP 607 = ILS 5331), fechadas en los años 57 y 51 a.C. Sobre esta localidad, vid: L. Giardina, “L’abitato di Grumentum in età republicana: problemi storici e topografici”, en L’espansionismo romano nel sud-est d’Italia (Venosa, 1990), 125-141. 747 Front. Str. 2, 4, 16; 4, 7, 41. 748 Diod. 37, 23, 1. 749 Flor. 2, 6, 11. 750 Liv. Per. 72, 4. 751 Claud. Quadrag. fr. 80. Macrob. Sat. 1, 11, 23. Sen. Ben. 3, 23. G. Barabino señala que un fragmento de Cornelio Sisena pudiera pertenecer a este hecho (Sisen. fr. 13). 752 App. BC 1, 47. 753 App. BC 1, 42.

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habrían de citarse: Salapia, Cannae, Larinum, Ausculum. Un mismo suceso acontecerá en la Campania meridional. Posiblemente, durante su avance, Vidacilius utilizase en parte la posterior Via Traiana, una antigua carretera prerromana754.

Para E. T. Salmon, Canusium sería la base de los rebeldes en Apulia755. Asimismo, Venusia se unió muy rápido a la rebelión, porque permitió utilizar a los rehenes númidas que se encontraban en esta ciudad756, lo que da idea de su importancia como fortaleza militar, de la misma manera que Alba Fucens.

Algunas otras poblaciones que no se sometieron, fueron sitiadas por Vidacilius y capturadas757. En ellas se dio muerte a los Romanos insignes que había en ellas, en tanto que al pueblo llano y a los esclavos Vidacilius los enroló en su ejército758.

Parece evidente que las clases altas itálicas (o al menos una parte considerable) de estas poblaciones eran pro-romanas, por lo que fueron condenadas a muerte. Para E. Gabba, el comportamiento de los ejércitos itálicos era tal como el de un bando de una Guerra Civil. Y, como ya se ha dicho varias veces, en la práctica era lo que estaba aconteciendo.

Desde un punto de vista estratégico, con la pérdida de la fortaleza de Venusia, ubicada en la Via Appia759, y de otras poblaciones, quedaron cortadas las comunica-ciones romanas con la colonia latina de Brundisium (act. Brindisi)760, punto final de la mencionada vía, y el puerto itálico más cercano a Oriente.

Ante todo, hay que entender que con esta maniobra se aseguraba que el Samnium no fuese atacado por la retaguardia. Pero existe una razón mayor de fondo. Como señala M. Gaggiotti, desde un punto de vista económico, el Samnium y la Apulia se habían convertido en un binomio de economía pastoril y latifundio agrícola desde la conquista romana en el s. III a.C.761

E. T. Salmon considera que Apiano se equivoca en su relato sobre la campaña de Vidacilius en Apulia, al considerar que éste actuaría en Asculum picena contra las fuerzas de Sex. Iulius Caesar, vid infra, no contra las de L. Iulius Caesar en Ausculum apula (Apiano le da el mismo nombre, Asculum, así como gran parte de los autores modernos). El verdadero responsable de la rebelión en Apulia sería, según el citado investigador, Trebatius, que es recordado como líder insurgente, quizás pretor de los Venusinos (en otro lugar lo recuerda como de los Apulos), en el teatro “samnita” de la guerra en el año siguiente762. No parece tener razón, y hay que seguir las opiniones de

754 Cf. Liv. 9, 2, 6-8. La Via Traiana sustituyó a la Via Appia en el tramo comprendido entre Beneventum y Brundisium. 755 Cf. App. BC 1, 42 y 52. 756 App. BC 1, 42. 757 App. BC 1, 42. 758 App. BC 1, 42. 759 La Via Appia era la principal ruta de comunicación de Roma con Italia meridional. En un principio, sólo llegaba hasta Capua, y posteriormente se extendió hasta Brundisium por Beneventum, Venusia y Tarentum, con un total de 374 km. Vid: A. Castagnoli, Via Appia, Milano, 1956. M. Humm, “Appius Claudius Caecus et la construction de la via Appia”, MEFRA 108 (1996), 693-746. 760 Sobre esta ciudad, vid: G. Uggeri, “Il porto di Brindisi in età republicana”, en La Puglia in età repubblicana. Atti del I Convegno di studi sulla Puglia romana (Milano, 1988), 47-64. 761 Cf. Varro RR 2, 1, 16, que señala que el rebaño que pasa el invierno en Apulia pasa el verano en el Samnium. Sobre este tema, vid: M. Corbier, “Fiscus and Patrimonium: the Saepinum Inscription and Transhumance in the Abruzzi”, JRS 73 (1983), 126-131; “La transhumance entre le Samnium et l'Apulie: continuités entre l'époque républicaine et l'époque impériale”, en La romanisation du Samnium aux IIe et Ier siècles av. J.C. (Naples, 1991), 149-176. 762 App. BC 1, 52. Se ha considerado que Apiano habría escrito erróneamente Trebatius por Marius Egnatius, como L. Pareti, lo que niegan E. Gabba y E. T. Salmon, porque este último caudillo es mencionado de forma

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H. Last, R. Gardner y E. Gabba, que no dudan de la veracidad de la campaña de Vidacilius en Apulia, como ha demostrado A. Keaveney.

De esta forma, la campaña aliada en la Italia adriática se vio coronada con el éxito. Pero se trata de un frente secundario. Ya hemos indicado que ante todo los Romanos querían preservar la ciudad de Roma de un ataque aliado, lo que consiguieron plenamente.

Sin embargo, todavía más importante que los centros apulos estaban las colonias latinas del sector meridional, que eran las verdaderas fortalezas del dominio romano en el territorio. Venusia, fuertemente oscanizada, se unió a los insurgentes. Pero Luceria (act. Lucera) aguantó firmemente para Roma y jugó un importante pero indefinido papel en las hostilidades763. Beneventum, importante centro de comunicaciones, también permaneció bajo control romano durante todo el tiempo764. Sobre Saticula la información es totalmente inexistente, aunque E. T. Salmon supone que como colonia latina permaneció leal a Roma, así como las vecinas localidades caudinas, aunque esto último entra ya en el campo de las hipótesis.

Por el contrario, la colonia latina de Aesernia (act. Isernia), fundada en el año 263 a.C., una auténtica innovación en el Samnium desde el punto de vista urbanístico, figura de manera prominente en los anales de la guerra. Aesernia ocupaba un cerro en el centro de un valle entre la Mainarde, al noroeste, y el monte Tifernus (act. Cordillera del Matese), al sur, el macizo que divide el Samnium de la Campania.

El valle donde estaba situada era recorrido de importantes rutas que comunicaban el Samnium con la Campania septentrional y el Latium (como la Via Minucia, directa por un lado, de Aesernia a Aufidena y Sulmo, desde donde se alcanzaba la Via Valeria en Corfinium, y por otro a Bovianum y Beneventum, y desde este último punto a Larinum). Aesernia dominaba la carretera a lo largo de los Apeninos que iba desde Corfinium a Beneventum, por la cual los rebeldes del Norte podían comunicar con el Samnium central y meridional, y de la cual, con una ramificación a través de Venafrum (act. Venafro)765, a escasos 20 km al sudoeste de Aesernia, podían amenazar las comunicaciones romanas con la Campania por la Via Latina.

Aesernia, la puerta de acceso al Samnium, había recibido el ataque insurgente desde el mismo comienzo de las hostilidades, y se convertirá en el punto más candente del frente meriodional. Como muy bien suponen P. Frassinetti y E. Gabba, muchos refugiados romanos de Apulia y del Samnium habrían tomado refugio en esta ciudad766.

individual (App. BC 1, 40 y 45). Este mismo investigador se pregunta si Trebatius sería pariente del famoso jurista C. Trebatius Testa, amigo de Cicero y del sabelio Q. Horatius Flaccus. 763 Para Luceria, vid Diod. 19, 72, 9 (que puede, sin embargo, como cree R. M. Geer, referirse a la Guerra Civil entre Caesar and Pompeius, en donde jugó un importante papel, pues fue cuartel general del segundo (Cf. Caes. BC 1, 24, 1. Cic. Att. 7, 20, 1; 8, 1, 1-2; 8, 11a, 4). Pero que Luceria fuera base de operaciones contra los pueblos vecinos después de su fundación, situación que ha continuado hasta la época del propio Diodoro hace factible que la ciudad tuviera un papel en la Guerra de los Aliados 764 Para Beneventum, cf. Cic. I Verr. 1, 38 y su scholia p. 169, pero esta cita en realidad se refiere a la posterior Guerra Civil. Sobre esta ciudad, vid: V. A. Sirago, “Benevento nella secunda regio”, Samnium 57 (1984), 129-134. M. Rotili, Benevento romana e longobarda. L'immagine urbana, Benevento, 1986. D. Giampola, “Benevento”, en La romanisation du Samnium aux IIe et Ier siècles av. J.C. (Naples, 1991), 123-131. 765 Sobre esta ciudad, vid: A. La Regina, “Venafro”, QuadTopAnt 1 (1964), 55-67. S. Diebner, Aesernia-Venafrum, Roma, 1979. S. Capini, “Venafro e l’alta valle del Volturno”, en Samnivm. Archeologia del Molise (Roma, 1991), 107-110; “Venafrum”, en Samnivm. Archeologia del Molise (Roma, 1991), 209-213. S. Capini, D. Catalano y G. Morra, Venafro, Isernia, 1996. 766 Cf. Sisen. fr. 6.

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Quizás ya al final del año 91 a.C. o, si no, a principios del año 90 a.C., P. Vettius Scato se movió en dirección sur, hacia Aesernia767. Posiblemente, seguiría el curso del valle del alto Liris (el así denominado Val Roveto), en orden a unirse con otras fuerzas rebeldes según E. T. Salmon. Fuese, Vettius Scato, como ya hemos mencionado, pretor de los Marsos o de los Pelignos, ha de observarse que la división de frentes es puramente teórica, y todo va en función de las oportunidades, como demuestra el caso de Vidacilius.

El cónsul L. Iulius Caesar buscó aliviar la situación, mientras que requirió ayuda a su legado M. Claudius Marcellus con su legión. Pero en el trayecto, Vettius Scato derrotó al cónsul L. Iulius Caesar, y dio muerte a 2.000 de sus hombres, y marchó contra Aesernia, “ciudad del partido romano” como dice Apìano768. Para E. T. Salmon, la batalla se habría librado cerca de Atina (act. Atina), mientras que para H. Last y R. Gardner ésta aconteció en el alto valle del Volturnus. El resultado obligó a Iulius Caesar a retirarse a Teanum Sidicinum.

La victoria de Vettius Scato provocó evidentemente el pánico entre los defensores de Aesernia, de tal manera que los comandantes de esta plaza, L. Scipio y L. Acilius, huyeron disfrazados de esclavos. Puede que los anteriores personajes fueran legados, y el primero quizás pueda identificarse con L. Cornelius Scipio Asiagenes (cos. 83 a.C.). Por otro lado, E. T. Salmon considera que eran inspectores comisionados por Roma apara conocer la actitud de las comunidades itálicas, que se habrían refugiado en esta plaza pero, como de costumbre, no existen pruebas de esta hipótesis.

Pero la derrota de Iulius Caesar no tuvo repercusiones inmediatas. Los Itálicos se vieron en la tesitura de no poder tomar la colonia, y se vieron obligados a emprender el sitio769, que resultó ser prolongado. Al cabo de algún tiempo, vid infra, redujeron a la ciudad por hambre770.

En cuanto a la identidad de los sitiadores771, para E. T. Salmon, por su situación geográfica, únicamente sólo pueden ser los Pentros. Sería lógico que Vettius Scato y sus tropas marsas después de este suceso se apresuraran a volver a su propio país, de nuevo siguiendo la ruta del valle del Liris.

En la reconstrucción de E. T. Salmon, la fuerza liderada por Vettius Scato encontraría a la dirigida por Valerius Messalla en algún lugar al sur de Carseoli y le derrotaron de forma tan dura que obligó de nuevo al cónsul Rutilius a efectuar un cambio en sus mandos: transfirió el mando de Messalla al procónsul Sex. Iulius Caesar. Pero su identidad y su victoria sobre los Pelignos están en entredicho por una posible confusión en las fuentes, vid supra.

Además, Floro sólo indica que Carseoli, entre otras ciudades, fue devastada por los asesinatos, las armas y el fuego772, aunque no es nada definitivo. Nada dice de Valerius Messalla y menos de la presencia de Sex. Iulius Caesar, que no es más que una reconstrucción, que A. Keaveney niega, pero su alternativa, vid supra¸ tampoco satisface.

Mientras los Romanos se encontraban en grandes dificultades en el alto valle del Volturnus, la situación empeoró más todavía si cabe. C. Papius Mutilus, el cónsul 767 Sobre esta ciudad, vid: S. Diebner, Aesernia-Venafrum, Roma, 1979. C. Terzani, “La colonia latina di Aesernia”, en Samnivm. Archeologia del Molise (Roma, 1991), 111-112; “Aesernia”, en Samnivm. Archeologia del Molise (Roma, 1991), 225-228. 768 App. BC 1, 41. 769 App. BC 1, 41. 770 App. BC 1, 41. 771 App. BC 1, 41. Liv. Per. 72, 5. 772 Flor. 2, 6, 11.

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del grupo “samnita”, al observar que gran parte de las fuerzas romanas se habían concentrado en la región de la actual Montagna del Matese, rápidamente invadió la Campania meridional. Si lograba un éxito completo, podría interrumpir las comunicaciones terrestres de Roma con la Italia meridional y oriental así como amenazar el ager Campanus, sostén principal del erario romano y la base de sus ejércitos en el frente “samnita”. P. Frassinetti fecha esta acción en la primavera del año 90 a.C.

Al principio, el avance de Papius Mutilus se vio coronado con éxito. Para E. T. Salmon, este general siguió el siguiente itinerario: forzó a Surrentum (act. Sorrento), Stabiae (act. Castellammare di Stabia) y a los Picentinos, cuyo centro era Picentia773, quienes estaban atribuidos a la colonia romana de Salernum774 a unirse a la causa rebelde; saqueó el territorio de Nuceria Alfaterna (act. Nocerna Superiore)775, consolidó el dominio insurgente sobre Pompeii, y luego hizo lo que Hannibal fue incapaz de hacer: capturar Nola (act. Nola).

H. Last, R. Gardner, E. Gabba dan los movimientos de Papius Mutilus en dirección contraria, es decir, primero hacen caer Nola, luego el resto: Stabiae, Salernum y Surrentum. Por el contrario, Apiano, que es quien ofrece la información más detallada, menciona en primer lugar y de forma destacada la caída de Nola y, posteriormente, de Stabiae, Minervium (= Surrentum) y Salernum, esta última sobre la Via Popillia; estas tres última muestran que Papius Mutilius siguió una ruta costera, a partir posiblemente de Pompeii, de la que ya se ha comentado que bajo esta ciudad se esconden los apoyos campanos a la sublevación aliada.

De todas estas localidades, sin duda la que iba a tener mayor importancia para este conflicto era la de Nola. Ésta estaba situada en un valle entre el monte Vesuvius (act. Vesuvio) y las primeras cumbres de los Apeninos, sobre la Via Annia, a medio camino entre Nuceria y Capua, a 30 kilómetros al sudeste de esta última.

Apiano indica que Papius Mutilus se apoderó de Nola a traición776. Éste, tras la toma de esta ciudad, mediante una proclama, ofreció a los 2.000 soldados romanos que había tomado como prisioneros en esta localidad que sirvieran a sus órdenes777. Éstos aceptaron, y Papius Mutilus los enroló en su ejército, pero los oficiales respondieron con una negativa, por lo que fueron dejados morir por de inanición778. Esta misma política se aplicó también en Stabiae, Minervium y Salernum, donde Papius Mutilus alistó tanto a prisioneros como a esclavos779.

Por su parte, el epitomador de Livio dice que Nola780 cayó en poder de los Samnitas junto con el pretor L. Postumius (¿Albinus?) (pr. ca. 90 a.C.), al que éstos dieron muerte781, que ha de relacionarse con la noticia de Apiano. Para T. C. Brennan, Postumius sería un legado al que se le habría concedido un imperium especial debido a la Guerra de los Aliados, y no un verdadero pretor. 773 Plin. NH 3, 70. Picentia, una de las comunidades que devastadas fueron devastadas por los asesinatos, las armas y el fuego (Flor. 2, 6, 11.). Pero, desgraciadamente, el pasaje de Floro donde se ofrece esta información tiende a la confusión. Únicamente señala que esta ciudad fue víctima de la Guerra de los Aliados. 774 Plin. NH 3, 70. Según Estrabón, esta colonia fue fundada precisamente para vigilarlos (Str. 5, 4, 11). 775 Sobre este territorio, vid: E. Esposito, “L'ager Nucerinus. Note storiche e topografiche”, RAAN 59 (1984), 221-241. 776 App. BC 1, 42. 777 App. BC 1, 42. 778 App. BC 1, 42. E. T. Salmon señala que de esta forma se acababa con el mito de la buena conducta de los elementos sabélicos en la toma de ciudades. 779 App. BC 1, 42. 780 A la que califica erróneamente de colonia. 781 Liv. Per. 73, 2.

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Para E. T. Salmon, que califica de oscuro episodio la muerte de Postumius, éste sería otro de los inspectores comisionados por Roma para indagar sobre la actitud de las comunidades itálicas, que se habría refugiado en este lugar, una postura que parece apoyar T. C. Brennan. Pero, no nos cansamos de repetir, no existe ninguna evidencia a favor de ello.

Más interesante, es que Papius Mutilus convirtió a Nola en un gran baluarte rebelde, y así permaneció no sólo hasta el fin de la guerra, sino hasta el año 80 a.C. Realmente todo un hito.

No fueron sus últimos éxitos. Según Apiano, cuando se puso a devastar todo el territorio que rodeaba a Nuceria, las ciudades vecinas se sometieron por el terror782; para el epitomador de Livio, numerosos pueblos se pasaron al enemigo783. Sea si fue por voluntad o por fuerza, el éxito de Papius Mutilus fue más que notable.

Pero la exitosa campaña de Papius Mutilus tiene una explicación: Campania estaba fuertemente oscanizada, por lo que un ejército samnita tenía muchas posibilidades de ser bienvenido. De las antiguas colonias griegas fundadas en la región, únicamente subsistía Neapolis784, mientras que la presencia etrusca en la región fue barrida por completo. Desde el s. V a.C. elementos oscos (provenientes evidentemente del Samnium) se fueron infiltrando en Campania, que dieron lugar a una liga con centro en Capua que dio nombre a los Campanos (Campani)785, y otra con centro en Nuceria Alfaterna, denominada de los Alfaternos (Alfaterni)786. Asimismo, existieron más comunidades oscas en el territorio campano aparte de las anteriores787.

Ciertamente, esto no significa que automáticamente la población de este origen se uniera a la insurrección. Esto lo ejemplifica el caso de Abella (Act. Avella), una localidad cerca de Nola en la vía de Capua a Abellinum, que pagó su lealtad a Roma con el saqueo por parte de Nola788. A destacar el denominado “Cippo Abellano”789, que actualmente A. La Regina ha fechado en los años 120-110 a.C. (bajando la cronología tradicional), que contiene un tratado en lengua osca entre Nola y Abella acerca de la delimitación territorial de un santuario a Hércules, que pudo tener como modelo la división gracana del ager Campanus.

Se han planteado ciertos problemas sobre la extensión real del control rebelde en Campania, en concreto en referencia a la ciudad de Nuceria. A partir de una noticia de Cicerón, parece ser que esta población estuvo de parte de Roma (como piensa Th. Mommsen), quizás, como indica E. T. Salmon (y sigue P. Castrén), a incitación de P.

782 App. BC 1, 42. 783 Liv. Per. 73, 3. No es de extrañar, pues, que Floro sitúe a Campania entre las regiones sublevadas contra Roma (Flor. 2, 6, 5.). 784 En Italia meridional, únicamente permanecían como comunidades griegas Tarentum, Rhegium y Locri Epizephyrii (act. abandonada, ruinas entre Portigliola y Locri). Estrabón menciona a las dos primeras más Neapolis como las únicas ciudades de la Magna Graecia que no habían sido barbarizadas (Str. 6, 1, 2). 785 Cf. Str. 5, 4, 3-4. Sobre este grupo étnico, vid: B. D’Agostino, “La genti della Campania antica”, en Italia omnium terrarum alumna. La civiltà dei Veneti, Reti, Liguri, Celti, Piceni, Umbri, Latini, Campani e Iapigi (Milano, 1988), 529-589. L. Cerchiai, I Campani¸ Milano, 1995. 786 Otros investigadores consideran que Auruncos (Aurunci), llamados también Ausones, y Sidicinos (Sidicini) también pertenecían al grupo osco, más factible en el segundo caso (explícitamente así lo manifiesta Str. 5, 3, 9; 5, 4, 3), más difícil en el primero, pues se les considera que estarían más próximos a los antiguos Latinos (Latini). Sobre el primer grupo étnico, vid: A. Pagliara, “Ausonia terra”, RCCM 41 (1999), 173-199. 787 Cf. Str. 5, 4, 11. 788 Gran. Licin. 35, 27. Aunque habría que pensar que, por su cercanía a Nola, militara en el bando rebelde hasta que la campaña de Sulla en el año 89 a.C. hiciera cambiar de opinión a sus habitantes. 789 Ve 1. Sobre este importante documento, vid: A. Franchi De Bellis, Il cippo abellano, Urbino, 1988; “Il cippo abellano. Il santuario di Ercole”, en Italici in Magna Grecia (Venosa, 1990) 111-115.

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Sittius790, el padre del famoso condottiero P. Sittius Nucerinus. El famoso orador indica que Sittius se mantuvo al lado de Roma cuando sus vecinos y colindantes se sublevaron contra ella, lo que parece indicar que fue en tiempos de la Guerra de los Aliados, como señala C. MacDonald. Que se trata de Nuceria es debido a que los Sittii eran naturales de aquí.

Por el contrario, P. A. Brunt y E. Gabba, a partir posiblemente del testimonio de Floro, que incluye a Nuceria entre las ciudades que fueron devastadas por los asesinatos, las armas y el fuego791, concluyen que militó en el bando rebelde792. La situación geográfica de la ciudad hace virtualmente imposible que hubiera podido mantenerse en el bando romano. Su situación en la Via Annia, entre Nola y Salernum, hubiera puesto en graves dificultades a los Aliados y, consecuentemente, se hubiera debido reflejar en las fuentes las luchas en torno a esta ciudad, como, ciertamente, ocurren en Acerrae, vid infra.

Denario aliado de C. Papius Mutilus (Syd. 635), del año 90 a.C. Anv.: cabeza con casco a dra., quizás representación de Italia; detrás, corona. Rev.: Los Dioscuros a caballo galopando en

direcciones contrarias. Ø = 19 mm.

En cualquier caso, Herculaneum (act. Ercolano)793 y Pompeii se unieron al alzamiento. De esta última ciudad ya hemos indicado que era la principal comunidad que se había alineado con la causa rebelde794. Eso sí, como indica E. Gabba, Campania meridional y Apulia sólo se unieron a la sublevación después de cierta coerción.

Posiblemente de este momento han de fecharse las emisiones monetarias a nombre de Papius Mutilus, en una de las cuales lleva el título embratur, equivalente al latín imperator795, unas acuñaciones de claro carácter militar. Posteriormente Sulla imitará el uso de este título en sus propias amonedaciones de la Guerra Civil796.

Fruto de la marcha de Papius Mutilus es que, cuando lo solicitó, las comunidades que se habían aliado ahora con los rebeldes le suministraron un ejército de 10.000 soldados de infantería y 1.000 jinetes, y con estas fuerzas Papius puso cerco a Acerrae (act. Acerra)797. La fortaleza de Acerrae bloqueaba la ruta a Capua, la principal base romana en el frente meridional y era la pieza clave de la defensa romana, dado que

790 Cf. Cic. Sulla 58. Según J. Heurgon, la amistad de Cicero con esta familia probablemente se remonte a la Guerra de los Aliados. 791 Flor. 2, 6, 11. 792 E. Gabba dice que es difícil pronunciarse con las fuentes a nuestra disposición. 793 Debido a que en el año 89 a.C. fue conquistada por Sulla (Vell. Pat. 2, 16, 2). 794 Cf. App. BC 1, 39. 795 Campana 86-102. Syd. 640-641. En esta denominación se ha querido ver el título del cónsul osco. 796 RRC 359/1-2; 367/1-5; 368/1. 797 App. BC 1, 42. Según E. Gabba, Papius Mutilus estaría en contacto con Vidacilius en Apulia a través de la Via Appia por Aeclanum y Venusia.

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aseguraba el mantenimiento de los enlaces entre Capua y la gran colonia latina de Beneventum, firmemente en manos romanas.

En este punto hay cierta controversia, puesto que E. Gabba y E. T. Salmon consideran que el pasaje 45 de Apiano va antes del 42, ambos protagonizados por L. Iulius Caesar. Por el contrario, H. Last, R. Gardner, A. Keaveney y Th. Mommsen no aceptan esta solución, opinión seguida en este trabajo al no encontrar razones de peso para cambiar el orden de la narrativa del escritor alejandrino.

L. Iulius Caesar avanzó, según E. Gabba quizás desde Capua, hacia Acerrae, con 10.000 soldados de infantería galos798 y tropas de caballería e infantería númidas799 y mauritanos800. Papius Mutilus, para crear el desorden dentro de las filas enemigas, sacó de su confinamiento en Venusia a Oxyntas801, el hijo de Iugurtha, rey de Numidia, que se hallaba en esta ciudad bajo custodia romana y, revistiéndolo con la púrpura real, lo exhibía con frecuencia ante los Númidas que servían bajo Iulius Caesar802. Así consiguió el objetivo deseado: muchos de ellos desertaron en masa hacia Oxyntas como si lo hicieran hacia su propio rey803. Ante el resultado, Iulius Caesar envió de regreso al Africa al resto de los Númidas, por considerarlos poco dignos de confianza804.

Del párrafo anterior se ha de entender que L. Iulius Caesar avanzó con su ejército, al que debió de añadir a más a más (o tenía como auxiliares) a Galos, Númidas y Mauretanos. En modo alguno ha de suponerse que éstas eran las solas fuerzas del cónsul. Lo mismo acontece con las fuerzas de Papius Mutilus: las fuerzas remitidas por las comunidades campanas vendrían a reforzar a sus propias tropas.

La mención de los Númidas sólo figura en este curioso episodio. No puede discernirse en qué momento llegaron estos refuerzos desde África, aunque es probable que al llegar por mar no hubieran participado del desastre del Volturnus. En cualquier caso, hay que felicitar a Papius Mutilus por la manera de cómo se deshizo del contingente númida que vino en apoyo de los Romanos.

Sin embargo, el positivo resultado de la travesura de Papius Mutilus fue contraproducente, pues se embriagó de su propio éxito. Como narra Apiano, atacó con desprecio a L. Iulius Caesar, y consiguió echar abajo una parte de la empalizada de su campamento; pero el cónsul romano envió por otras puertas (del campamento) a su caballería y mató a 6.000 soldados de Papius Mutilus805. Sin duda ambos ejércitos sufrirían fuertes pérdidas, pero la peor parte se la llevó la fuerza insurgente.

Después de esta victoria, que E. Gabba fecha en el mes de agosto del año 90 a.C., L. Iulius Caesar partió de la ciudad de Acerrae806. Evidentemente, antes de su

798 Cf. Sisen. fr. 29. 799 En esta época, el rey de Numidia era Gauda (105-ca. 88 a.C.), monarca al que Marius había situado en el trono después de haber vencido a Iugurtha. Sobre Numidia, vid: G. Camps, Aux origines de la Berberie. Massinissa ou les débuts de l’histoire, Paris, 1960 (Lybica 8); “Les derniers rois numides: Massinissa II et Arabion”, BCTH(B) 17 (1981), 303-310. Ch. Saumagne, La Numidie et Rome, Masinissa et Jugurtha, Paris, 1966. H. Horn y C. B. Rüger (eds.), Die Numider. Reiter und Könige nördlich der Sahara, Bonn, 1979. A. Berthier, La Numidie. Rome et le Maghreb, Paris, 1981. W. Huss, “Die Westmassylischen Könige”, AncSoc 20 (1989), 209-219. 800 App. BC 1, 42. 801 Era uno de los dos hijos de Iugurtha, y había sido llevado por Marius en el 104 a.C. durante su triunfo (Eutrop. 4, 27, 4. Liv. Per. 67, 4). 802 App. BC 1, 42. 803 App. BC 1, 42. Cf. Sisen. fr. 35. 804 App. BC 1, 42. 805 App. BC 1, 42. 806 App. BC 1, 42. Se han atribuido fragmentos de Cornelio Sisena a este episodio, pero son meramente conjeturales (Sisen. frs. 18 y 37).

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marcha había sido el ejército de Papius Mutilus el que se había retirado del frente, presumiblemente, hacia Nola.

Orosio parece referirse a esta batalla cuando indica que L. Iulius Caesar eliminó a muchos miles de enemigos en un enfrentamiento con Samnitas y Lucanos807, lo que le valió la proclamación de sus tropas con el título de imperator808. También el epitomador de Livio señala que L. Iulius Caesar luchó contra los Samnitas con resultado favorable809.

La mención de los Lucanos entre las filas de Papius Mutilus es de suma importancia, no sólo porque es un nuevo ejemplo de que debajo de la mención de “Marsos” y “Samnitas” se pueden esconder otros grupos étnicos, sino que muestra que, después de la obtención del apoyo entre las comunidades apulas, la dirección del frente meridional aliado había decidido poner toda la carne en el asador en la región de Campania. Por ello, las actuales regiones de Puglia meridional y Calabria, los extremos meridionales de la península itálica, no se vieron afectadas por el conflicto, al menos en este momento, con lo que los Romanos podían mover tropas y recibir refuerzos por mar y atacar la retaguardia aliada.

Al enviar el cónsul noticias de las buenas nuevas a Roma, los senadores se despojaron del sayo, que se habían puesto a comienzos del conflicto, y se volvieron a poner la antigua honrosa toga810. Ciertamente, a causa de esta victoria, en Roma los varones se quitaron los uniformes militares811 que habían asumido en su inicio. No es de recibo esta celebración, pues fue el primer éxito real de Roma en esta guerra.

En el apartado de hechos prodigiosos, hay que mencionar el de Caecilia Metella812, acontecido en el año 90 a.C. Esta mujer, perteneciente a una de las familias nobles y destacadas de Roma813, contó que había soñado que Juno Sospita se marchaba de la Ciudad Eterna, porque sus templos eran profanados con inmundicias, y que ella, con sus súplicas, había conseguido hacer a duras penas que diera la vuelta; limpió el templo, manchado por los sucios y sórdidos menesteres de las matronas (incluso había en él, al pie de una estatua de la diosa, el cubil de una perra con su camada), y después de celebrar rogativas le devolvió su antiguo esplendor814.

807 Oros. 5, 18, 14. 808 Oros. 5, 18, 15. Imperator es un título otorgado por aclamación de las tropas al general victorioso después de una batalla. En época del Principado pasará a convertirse en la designación común del emperador (princeps). Sobre este vocablo, vid: M. A. Levi, “L'apellation Imperator”, RFIC 60 (1932), 207-218. R. Syme, “Imperator Caesar: a study in nomenclature”, Historia 7 (1958), 172-188. R. Combes, Imperator. Recherches sur l'emploi et la signification du titre d'imperator dans la Rome républicaine, Paris, 1966. P. M. Martín, “Imperator - Rex: recherche sur les fondements républicains de cette inéquation idéologique”, Pallas 41 (1994), 7-26. 809 Liv. Per. 73, 7. 810 Oros. 5, 18, 15. 811 Liv. Per. 73, 8. 812 Hija de Q. Caecilius Metellus Balearicus (cos. 123 a.C.), hermana de Q. Caecilius Metellus Nepos (cos. 98 a.C.), y esposa de Ap. Claudius Pulcher (cos. 79 a.C.), y madre de Ap. Claudius Pulcher (cos. 54 a.C.) y el famoso P. Clodius Pulcher (tr. pl. 58 a.C.). 813 Cic. Rosc. Am. 27 y 147. Fue la protectora de Sex. Roscius Amerinus, al que defendió Cicero en un célebre juicio en el año 80 a.C. Sobre este caso, vid: T. Kinsey, “Cicero's Case against Magnus, Capito and Chrysogenus in the Pro Sex. Roscio Amerino and its use for the historian”, AC 49 (1980), 173-190; “The Case against Sextius Roscius of Ameria”, AC 54 (1985), 187-196. M. Fuhrmann, “Zur Prozesstaktik Ciceros: die Mordanklage gegen Sextus Roscius von Ameria und Cluentius Habitus”, en Grosse Prozesse der römischen Antike (München, 1997), 48-61. 814 Obs. 55. Cf. Cic. Div. 1, 4; 1, 99; 2, 136.

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El resultado fue que a causa de este sueño, el cónsul L. Iulius Caesar hizo reconstruir por orden del Senado el templo de Juno Sospita815, en todo su antiguo esplendor, y se celebrarían asimismo ceremonias de purificación. Ciertamente, como señala P. Kragelund816, la importante posición de Caecilia Metella hizo que el Senado tuviera buena cuenta de su visión. Además, el templo en cuestión se encontraba en Lanuvium, un conocido centro de profecía, donde habían acontecido diversos prodigia817. El significado de la restauración venía a ser una señal de que Roma pretendía conceder a sus antiguos Aliados la ciudadanía romana, en recuerdo del tratado del año 338 a.C., al suprimirse la Liga Latina, cuando Lanuvium recibió tal estatuto, y momento en que Roma adoptó oficialmente el culto a Juno Sospita818.

Tras la victoria cerca de Acerrae, L. Iulius Caesar de nuevo intentó socorrer a Aesernia (verano del año 90 a.C. según A. von Domaszewski). En esta reconstrucción, no puede aceptarse la versión de E. T. Salmon de que el cónsul fue duramente derrotado cuando estaba retrocediendo hacia Teanum Sidicinum.

Esto es lo que se conoce de la batalla, a través de los datos suministrados por Apiano. L. Iulius Caesar atravesaba con 30.000 soldados de infantería y 5.000 jinetes819 una garganta rocosa820, identificada de manera tradicional con el monte Tifernus821, que fue atacado de repente por Marius Egnatius822. Rechazado hasta el interior del desfiladero, el cónsul escapó en una litera, a causa de una enfermedad, hasta un río, identificado con el Volturnus823, en el que había un solo puente, y, tras perder allí a la mayor parte de su ejército y el armamento del resto de las tropas, se refugió a duras penas en Teanum y armó, como pudo, a los que todavía conservaba824. La retirada a Teanum Sidicinum se produce tras la batalla, no antes.

Fue una gran victoria, puesto que Orosio indica que L. Iulius Caesar, derrotado en un combate contra los Samnitas, huyó con el ejército deshecho825. Este hecho queda confirmado por otras fuentes826.

Por el testimonio de Livio827 Marius Egnatius era samnita, es decir, lo que normalmente quiere indicar un pentro, pero para E. T. Salmon mandaría una fuerza hirpina y sería su pretor. Tampoco hay que extrañarse si A. von Domaszewski lo hace pretor de los Frentanos. Como se puede apreciar, y ya se ha indicado más de una vez, es imposible dilucidar cuáles fueron los pretores de los sublevados y muchos menos adscribirlos a una comunidad étnica.

Indudablemente, el movimiento de L. Iulius Caesar se produjo tras un importante acontecimiento: la captura por parte de Marius Egnatius de Venafrum, 815 Cic. Div. 1, 44; 1, 99. 816 P. Kragelund, “Dreams, religion and Politics in Republican Rome”, Historia 50 (2001), 53-95. 817 El último conocido en el año 99 a.C. (Obs. 46). 818 Para P. Frasinetti, la asistencia de la aplacada Juno Sóspita debía favorecer la victoria de L. Iulius Caesar ante Acerrae. 819 Como indica P. A. Brunt, posiblemente no se incluya en esta cifra los auxiliares, que precisamente se han citado anteriormente. 820 App. BC 1, 45. 821 Ch. P. Mason prefiere el monte Massicus (monte Mássico). Por su parte, L. Pareti considera que L. Iulius Caesar avanzaría desde Teanum Sidicinum hacia Allifae (act. Allife), para luego dirigirse hacia Aesernia, por las actuales localidades de Pratella y Capriati, dejando de lado Venafrum. Sería entre Pratella y Capriati donde fue sorprendido por Marius Egantius. 822 App. BC 1, 45. 823 Así H. Last, R. Gardner y E. Gabba. Los dos primeros pensaron que la batalla se dio al sur de Venafrum. 824 App. BC 1, 45. 825 Oros. 5,18, 11. 826 Liv. Per. 73, 1. Oros. 5, 18, 14. 827 Liv. Per. 75, 6, que indica que Marius Egnatius dirigía una fuerza samnita.

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ciudad asentada sobre un promontorio a cuyo pie discurre el río Volturnus828, una praefectura romana829, a traición830 (como Nola), y dio muerte a dos cohortes romanas que estaban en ella831 como guarnición. Esta actitud es para E. T. Salmon una represalia o un intento de que el alzamiento de los insurgentes fuese de carácter irrevocable. Con esta maniobra, se previno el envío de refuerzos desde Campania a Aesernia, y posiblemente Iulius Caesar tenía como objetivo recuperar Venafrum.

Aesernia se encontraba ahora bajo duro asedio, presumiblemente por los Pentros (quizás bajo N. Lucilius según E. T. Salmon832), que serían ciertamente los más beneficiados por su caída. La horrible experiencia allí vivida quedaría reflejada por el cognomen Aeserninus dado a su hijo, nacido por este tiempo, de Claudius Marcellus quien habría asumido el mando de la asediada guarnición.

Pero L. Iulius Caesar, a pesar de sus dos derrotas anteriores, no se amilanó en lo más mínimo. Desde Teanum Sidicinum, fuese porque según Orosio reunió tropas de todas partes833, o según Apiano, le llegó con prontitud otro gran contingente de tropas de refuerzo834, o ambas cosas a la vez (lo más probable dada la gravedad de la situación), Iulius Caesar marchó en dirección sudeste a toda prisa hasta Acerrae, donde la ciudad aún sufría el asedio de Papius Mutilus835. De ser correctas estas palabras, Papius volvió a asediar Acerrae posiblemente aprovechando que el cónsul romano se había dirigido aguas arriba del río Volturnus (act. Volturno). Sea como fuere, ambos generales acamparon frente a frente, pero no se atrevían a atacarse el uno al otro por miedo836.

Curiosamente o, mejor dicho, de manera extraña, finalizó la campaña de Campania en este año o, como en palabras de E. Gabba, en un empate. No se tienen más noticias de enfrentamientos bélicos durante este año. L. Iulius Caesar debió partir hacia Roma, donde tenía que presidir las elecciones837 y, mucho más importante, hacer aprobar la lex Iulia de civitate, vid infra.

Pero el precio de la liberación de Acerrae fue la caída de Aesernia. Cuando L. Iulius Caesar dejó Teanum, uno de sus legados, Sulla, efectuó

arduos esfuerzos para ayudar a Claudius Marcellus y la guarnición que se encontraba sitiada en la colonia latina. Pero todo fue en vano.

Orosio narra que Sulla, con unos efectivos de veinticuatro cohortes838, fue enviado a Aesernia, donde los ciudadanos y soldados romanos estaban retenidos en angustioso asedio839, y salvó, mediante un gran combate, y con grandes pérdidas por 828 Str. 5, 3, 10. 829 Festus 262. 830 App. BC 1, 41. 831 App. BC 1, 41. 832 Esta opinión esta basada únicamente en la emisión monetaria aliada de N. Lucilius (Campana 117-118 = Syd. 642). Sin duda se trata de una acuñación de carácter militar por llevar un nombre personal, pero es imposible de discernir a que lugar o momento pueda corresponder. 833 Oros. 5, 18, 14. 834 App. BC 1, 45. 835 App. BC 1, 45. 836 App. BC 1, 45. 837 Sobre el sistema electoral romano, vid: S. Demougin, “Quo descendat in campo petitor. Élections et électeurs à la fin de la République et au début de l'Empire”, en L'urbs. Espace urbain et histoire (Ier s. avant J.-C. - IIIe siècle après J.-C.) (Rome, 1987), 305-317. J. Granet, “Être électeur à Rome à l'époque de Cicerón”, Pallas 46 (1997), 327-339. A. M. Suárez Piñeiro, “La reforma del sistema electoral romano durante el último siglo de la República”, Gallaecia 17 (1998), 425-446. A. Yakobson, Elections and electioneering in Rome: a study in the political system of the late Republic, Stuttgart, 1999. 838 Oros. 5, 18, 16. 839 Oros. 5, 18, 16.

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parte de los enemigos, a la ciudad y a los aliados (los que quedaban fieles, evidentemente)840. Pero no se trata más que de una valoración más que optimista de los hechos.

Puede observarse que la cifra de veinticuatro cohortes, si consideramos que todas eran romanas, supone un contingente de más de dos legiones. Pudiera ser que junto con Sulla hubiera alguno de los otros legados conocidos de L. Iulius Caesar, que habría quedado eclipsado por la fama y por los Commentarii de Sulla. También L. Iulius Caesar debió de contar delante de Acerrae con la ayuda de alguno de sus subordinados. Pero no es posible ir más allá de las suposiciones. Además, ya se ha señalado que un legado no tenía por qué tener como efectivos una legión, y quizás el presente caso sea un ejemplo de ello.

E. T. Salmon considera que los esfuerzos de Sulla estarían en relación con una profecía pronunciada allí, recogida por Plutarco, y que R. Bloch pone como ejemplo de utilización política de este tipo de manifestaciones. Los adivinos anunciaron que un valiente hombre, de una figura notable y muy hermosa, tomaría el poder y libraría a la ciudad (de Roma) de los desórdenes que la agitaban; Sulla declaró que aquel hombre era él mismo (por supuesto), pues su figura se distinguía especialmente por el color de oro de su cabellera, y por su bravura, no enrojecía de testimoniar en favor de sí mismo después de las grandes y hermosas hazañas que había realizado841. Sobre la caída de Aesernia, por cierto, nada dice; y realmente es lo único que importa.

Pero, en cuestión de prodigios, Sulla y Aesernia tienen también su propio apartado. Orosio menciona que en territorio samnita, salió una llama por una gran abertura de la tierra y se la vio subir hasta el cielo842, y Obsecuente que, en Aenaria (la actual isla de Ischia) salió de una grieta de la tierra una llama que alumbró hasta el cielo843. En un principio, ambos fenómenos tienen en común el hecho que aconteció y que ambos se produjeron en el año 91 a.C.

Gracias a Plutarco, que debió utilizar los Commentarii de Sulla, se puede efectuar una mayor precisión. Éste narra que cuando Sulla había sido enviado a la Guerra de los Aliados con un ejército, una ancha grieta se abrió en la tierra cerca de Aesernia844, y de ella brotó un gran fuego y que una llama resplandeciente se elevó hacia el cielo845. Precisamente, el mismo acontecimiento que Orosio y Obsecuente describen, y ha de identificarse en uno solo. Fenómenos naturales de este tipo no eran desconocidos en la frontera noroeste del Samnium, pues se conocen otros incidentes similares846.

La situación de los sitiados en Aesernia era angustiosa, como nos ha transmitido Diodoro: “Los habitantes de Aesernia, presionada por el hambre, emplearon un ardid de algún tipo para conseguir que los esclavos se fuesen de la ciudad. Efectivamente, su situación particular les condujo a no detenerse ante nada, y a procurar su propia seguridad a costa de destruir a otros. Sin embargo, los esclavos, al ser

840 Oros. 5, 18, 16. 841 Plut. Sulla 6, 13. 842 Oros. 5, 18, 5. 843 Obs. 54. 844 R. Flacelière y É. Chambry señalan que el problema es que los manuscritos de Plutarco no transmiten “Aesernia” sino “Laverna”, que es el nombre de una deidad (protectora des los ladrones), pero no el de una villa o de otro lugar conocido. Pero, por los testimonios de Orosio, quien menciona que el hecho ocurrió en territorio samnita, donde está ubicada Aesernia, y de Obsecuente (en donde hay que corregir Aenaria por Aesernia), se trata de esta última ciudad. 845 Plut. Sulla 6, 11. 846 Oros. 4, 4, 3. Sil. Ital. 12, 529.

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arrojados a un extraño y espantoso apuro, se retiraron y encontraron un remedio para la brutalidad de sus amos en la consideración mostrada hacia ellos por los enemigos”847. La decisión no era para menos, porque la situación era de extrema necesidad: “Los habitantes de Aesernia se alimentaron de perros y otros animales, puesto que las convincentes necesidades de la naturaleza les llevaron a ignorar todo decoro, y les forzaron a aceptar la grosera comida que ellos previamente habían rechazado”848. Cornelio Sisena también ofrece parecido testimonio: “en aquel mismo tiempo los Eserninos, cercados por una doble fosa y un vallum, consumido el trigo, que fue llevado de las eras a la ciudad”849.

Denario romano de L. Titurius L.f. Sabinus (RRC 344/2c, 89 a.C.). Anv.: cabeza de Ti. Tatius a derecha. Debajo del mentón, palma. Rev.: Tarpeia arrodillada entre dos soldados quienes le echan sus escudos; encima,

estrella sobre creciente. Ø = 17 mm. La gens Tituria se hacía descender del rey sabino Tatius. A diferencia del numerario acuñado por los Aliados sublevados, los magistrados monetales romanos reproducían temas de

carácter particular relacionados con su historia familiar. Para E. T. Salmon, Frontino, de acuerdo a lo que es en realidad la propia

narración de Sulla, señala que éste se las arregló para liberar la guarnición en Aesernia. Sulla, sorprendido en un desfiladero cerca de Aesernia por el ejército enemigo al mando de Duillius850, pidió conferenciar, pero fracasó al negociar los términos de paz. Notando Sulla, sin embargo, lo descuidado que estaba el enemigo, y lo poco atento que estaba en hacer guardia como consecuencia de la tregua, marchó de allí por la noche, dejando sólo a un bucinator (trompetero), con las instrucciones precisas para producir la impresión de la presencia del ejército tocando las horas, y reunirse con él cuando la cuarta hora comenzase. De este modo dirigió a sus soldados ilesos a un lugar seguro, con todo su equipaje e ingenios de guerra851. Quizás a ello haga referencia la alusión de Orosio antes citada852.

E. T. Salmon, muy crítico con Sulla (le recuerda asimismo la pérdida de Sora), duda mucho de la veracidad de este episodio, y considera que en su relato personal intentaba evacuar a la guarnición de Aesernia, pero, como indica A. Keaveney, no

847 Diod. 37, 19, 1. 848 Diod. 37, 19, 2. 849 Sisen. fr. 16. En otro fragmento de Cornelio Sisena parece ser que L. Iulius Caesar estaba confiado en poder superar fácilmente las fortificaciones erigidas por los sublevados en torno a la ciudad (Sisen. fr. 14). 850 E. T. Salmon identifica a Duillius con el anteriormente mencionado N. Lucilius, pero es de carácter totalmente gratuito. Asimismo, A. von Domaszewski considera que se trata probablemente del pretor de los Samnitas. P. Frassinetti considera que un fragmento de Cornelio Sisena pudiera referirse a estos hechos (Sisen. fr. 57), pero G. Barabino considera a su vez que se trata de un acontecimiento civil. 851 Front. Str. 1, 5, 17. 852 G. De Sanctis coloca este episodio después del intento de socorrer a Aesernia, en un momento en que Sulla intentaba replegarse en dirección a Sora.

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existe ninguna evidencia de tal pretensión. Apiano no recuerda el episodio, lo que tampoco lo invalida, aunque este autor recuerda que L. Scipio y L. Acilius, huyeron disfrazados de esclavos853, por lo que debería haber mencionado esta treta de Sulla. Pero no hay que negar su autenticidad, pues circunstancias de este tipo debieron de suceder muchas veces en ambos bandos, pero que sólo se ha conservado para la posteridad en muy contados casos.

Pero, finalmente, Sulla no pudo evitar la caída de Aesernia en manos de los Samnitas854, reducida, como se ha dicho, por el hambre855. La ciudad cayó a principios de fines de año, según H. Last y R. Gardner. Para A. Keaveney, las dificultades de Sulla para encontrar provisiones en esta zona montañosa ante la llegada del invierno, no pudo mantener su posición y debió retirarse, por lo que el asedio llegó a su fin.

En Aesernia fue también capturado Claudius Marcellus856, por lo que se ha supuesto, como se ha indicado anteriormente, que habría quedado como comandante de la guarnición. Estrabón dice que Aesernia (a la que califica de ciudad samnita) fue destruida durante la guerra857, pero E. T. Salmon considera que se trata de una exageración, aunque puede haber sufrido grandes daños.

Aesernia se convertirá, como Nola, en un poderoso bastión insurgente, y así se mantendría durante toda la guerra. La repercusión de este éxito debió de ser notable en el bando aliado. La inscripción858 dedicada a la Victoria por dos samnitas, L. Decitius Mr. f. y Mr. Staius Banti f., seguramente magistrados859, en el templo B del santuario de Pietrabbondante, parece estar relacionado con estos sucesos acontecidos en el Samnium.

Ha de decirse que los Decitii (conocidos en las fuentes literarias por Decidii), originarios de Bovianum860, era una gens muy eminente ya en tiempos de la Segunda Guerra Púnica en la figura de N. Decitius861, y uno de sus miembros, Cn. Decitius, mencionado como meddix tuticus en una inscripción un poco anterior a la Guerra de los Aliados en el santuario de Schavi d’Abruzzo862, será posteriormente proscrito863. Sobre los Staii ya se ha hablado anteriormente.

La caída de Aesernia no parece haber sido seguida por una incursión insurgente en el Latium o en la Campania septentrional. Por tanto, E. T. Salmon y A. Keaveney suponen que Sulla se las arregló de alguna manera para contener a los rebeldes y prevenir que éstos pudieran amenazar a la propia Roma o de atacar a L. Iulius Caesar por la retaguardia mientras se enfrentaba a Papius Mutilus en Acerrae. Esta hazaña quizás sea la base según E. T. Salmon de la pretensión de Sulla de haber muerto 6.000 Marsos en los viñedos864, tema ya tratado anteriormente.

Sea como fuere, Sulla comenzaba a dejar entrever sus talentos militares, que desarrollaría al año siguiente, por no decir durante la Primera Guerra Mitridática o en la Guerra Civil.

853 App. BC 1, 41. 854 Liv. Per. 73, 9. 855 App. BC 1, 41. Cf. Sisen. fr. 16. Floro incluye a esta comunidad entre las devastadas por los asesinatos, las armas y el fuego (Flor. 2, 6, 11). 856 Liv. Per. 73, 9. 857 Str. 5, 3, 10. 858 Po 16. 859 El epígrafe es fragmentario. 860 Liv. 22, 24, 12. 861 Liv. 22, 24, 12. 862 Po 34. 863 Cic. Cluent. 161 indica que era samnita. 864 App. BC 1, 46.

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VIII

UN PRIMER BALANCE

Para E. Badian, al final del primer año de guerra, ya era evidente el fracaso de

la causa rebelde. La magna populi Romani fortuna865 permitió a éstos sobreponerse de sus primeras derrotas, y los sublevados, al no poder imponerse en las fases iniciales de la guerra, perdieron su oportunidad. Roma aprovechó la estación invernal para efectuar una acumulación masiva de efectivos, con lo que la causa aliada se iba a ver seriamente afectada.

El testimonio de Diodoro es explícito: “La lucha con los Romanos fue, por la mayor parte, a ventaja de los Aliados hasta el tiempo que Pompeius Strabo fue elegido cónsul y tomó el mando de la guerra, y él, junto con Sulla, legado bajo el otro cónsul Cato, ganó notables victorias, no una sino repetidamente, sobre los Itálicos, e hicieron su causa añicos. Aún todavía siguieron luchando”866. Ciertamente, el año 89 a.C. será crucial para el desarrollo del conflicto, pues verá el completo derrumbe del frente septentrional y la casi aniquilación del frente meridional; sólo los problemas internos de Roma, que se manifestarán claramente en el año 88 a.C., permitirán la supervivencia de los últimos restos de los sublevados: Samnitas y Lucanos.

Pero, sin embargo, los éxitos insurgentes del año 90 a.C. habían sido lo suficientemente sorprendentes y los reveses romanos lo suficientemente serios como para que etnias de Italia que no se habían unido a la rebelión realizaran una nueva reflexión. La sorpresa estalló en la estación de otoño.

Apiano señala que “mientras tenían lugar estos sucesos en la vertiente adriática de Italia, los pueblos que habitaban al otro lado de Roma, Etruscos y Umbros y otros pueblos vecinos suyos, al conocer estos hechos, se sintieron animados a hacer defección”867. Un movimiento que aparece confirmado en otras fuentes868.

Razones no faltaban. Como en otras partes de Italia, en Etruria, p. e., se constata la existencia de asentamientos gracanos en Arretium, Ferentium (act. Ferento) y Tarquinii (act. Tarquinia)869. La problemática sería la misma que en otras regiones de Italia anteriormente comentadas.

Se desconoce cuál fue la amplitud de este nuevo movimiento. Por ejemplo, para P. A. Brunt fue probablemente un levantamiento de carácter indeciso y localizado, razón por la cual Apiano ofrece pocos datos. Esto último no es en sí concluyente, pues, por ejemplo, el escritor alejandrino no menciona para nada la caída de Asculum en el año 89 a.C., un acontecimiento capital, pues gracias a él Pompeius Strabo pudo efectuar el único triunfo otorgado por Roma durante este conflicto. Por el contrario, W. V. Harris y E. Ruof-Väänänen piensan que tuvo cierta importancia, aunque quedó rápidamente anulado por la concesión de la ciudadanía a los sublevados, vid infra.

865 Flor. 2, 6, 13. Sobre este concepto, vid: A. Momigliano, “Livio, Plutarco e Giustino su virtù e fortuna dei Romani. Contributo alla ricostruzione delle fonte di Trogo Pompeo”, Athenaeum 12 (1934), 45-56. 866 Diod. 37, 2, 8. 867 App. BC 1, 49. 868 Flor. 2, 6, 5. Liv. Per. 74, 5. Oros. 5, 18, 17. Cf. Sisen. frs. 94-95. La afirmación de Floro que omnis Etruria estuviera sublevada es una exageración. 869 Lib. Colon. 215, 216 y 219.

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Para E. Gabba, entre las comunidades umbras sublevadas se encontrarían las localidades de Iguvium y Tuder y, entre las etruscas, la de Perusia (act. Perugia), en base a los fragmentos conservados de Cornelio Sisena870. En uno de ellos se dice que “después de que esparcidas entre los Iguvinos y los Perusinos la noticia de este acontecimiento”871, que G. Barabino y E. Gabba interpretan que ambas comunidades participaron en el alzamiento, valor que niega E. Ruof-Väänänen, quien considera que estas referencias por sí solos nada prueban. Asimismo, otro fragmento del mismo escritor indica que “y así el día después alcanza a los legados que vuelven a Iguvium”872, se refiere para G. Barabino a uno de las medidas tomadas por los Romanos para pacificar esta población y se trata, con toda probabilidad, de un encuentro romano con legados umbros en esta ciudad.

Un tercer fragmento de Cornelio Sisena señala que “sin embargo, seguido a un senado-consulto y a un plebiscito, concede la ciudadanía a los habitantes de Tuder”873. Sin duda, alude a la extensión de la ciudadanía a esta comunidad, aunque para W. V. Harris puede aludir también a que ésta participó en el movimiento insurgente. Por el contrario, L. Pareti considera que sería la prueba de la fidelidad de Tuder, por lo que fueron recompensados con la ciudadanía.

Para J. Heurgon, Tuder habría obtenido la ciudadanía romana al principio de la guerra, gracias a la lex Calpurnia, vid infra, o a una posterior, lo que habría motivado la celosía entre el resto de los Umbros y parte de los Etruscos, que condujo a su sublevación; todo ello es una reconstrucción artificial, como ha demostrado E. Gabba. Según P. A. Brunt, la lex Iulia reservaría el derecho a los Romanos de estudiar las diversas circunstancias de cada comunidad aliada, lo que explicaría que fuese necesaria una resolución concreta para Tuder (y posiblemente no fuese la única en este aspecto). Por su parte G. Barabino considera que Tuder participaría en la sublevación, y sería necesario que su caso volviera de nuevo a ser deliberado al Senado y delante del pueblo. Finalmente, P. Frassinetti considera que este fragmento no tiene por qué significar que Tuder participara en la rebelión.

De todo lo anterior, habría que concluir que Tuder habría participado de alguna manera en el alzamiento umbro, que fue desactivado por la concesión de la ciudadanía romana a estas comunidades, posiblemente a través de senado-consultos, tal como nos ha transmitido Cornelio Sisena.

Un dato a tener en cuenta, propuesto por M. H. Crawford, es el siguiente. Como se ha indicado al principio, los atesoramientos de monedas están relacionados con individuos que participaron en el servicio militar como auxiliares874. Curiosamente, en Etruria no se detecta ningún depósito entre los años 146 y 91 a.C., es decir, que sus habitantes no participaban de forma regular en los ejércitos romanos. Por tanto, si los Etruscos no participaron en el movimiento insurreccional era por el simple motivo de que no tenían soldados875.

Pero G. Bradley está en contra de esta teoría, pues sí se documenta la presencia de Umbros en las filas de los ejércitos romanos. Asimismo, este autor rechaza la teoría de W. V. Harris de que Etruscos y Umbros no se sumaron a la rebelión debido a que 870 Ciudades citadas respectivamente en Sisen. fr. 94, 95 y 119. 871 Sisen. fr. 95. 872 Sisen. fr. 94. 873 Sisen. fr. 119. 874 M. H. Crawford ha analizado y descartado otras posibilidades para este fenómeno. 875 M. H. Crawford señala que Etruria suministró materiales a P. Cornelius Scipio Africanus (cos. I 205 a.C.) durante la Segunda Guerra Púnica, mientras que Umbria, Sabinum, los Marsos, los Pelignos y los Marrucinos le suministraron hombres (Liv. 28, 45, 13-21).

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ante todo se trataba de un movimiento osco, pues entre los Aliados se encontraban los Picenos y los latinizados Marsos. Para G. Bradley, el aislamiento de Umbros y Etruscos con respecto al núcleo de la sublevación por comunidades romanas y latinas, así como el fácil acceso a ambas regiones desde Roma, al contrario del Picenum, hizo que las clases dirigentes de ambos pueblos no decidieran participar de manera activa en el conflicto.

Se ha mantenido que si la rebelión se extendía y consolidaba en Etruria y Umbria, la situación se hubiera vuelto insostenible para Roma. Las comunicaciones terrestres con la Gallia e Hispania podían quedar seriamente amenazadas, una gran área se habría añadido al territorio de los sublevados, con lo que, en Italia, Roma se habría encontrado entre la espada y la pared.

Pero, sobre un mapa, puede observarse que Etruria y Umbria habían sido rodeadas prácticamente durante el s. II a.C. por un anillo territorial romano, configurado tanto por colonias romanas como latinas, y por donde transcurría en su mayor parte la Via Flaminia876, y su continuación, la Via Aemilia. Por tanto, la sublevación de las comunidades antedichas no habría supuesto un peligro extremo para Roma.

En cualquier caso, según Apiano, el Senado, temiendo que la guerra los rodeara por todas partes y fuera incontrolable, ordenó establecer guarniciones en la zona costera entre Cumae y la ciudad a cargo de hombres libertos. Éstos, entonces, por primera vez, habían sido enrolados en el servicio militar a causa de la escasez de soldados877.

Se trata de un hecho de gran alcance, pues fue recogido por el epitomador de Livio, quien indica que por primera vez entonces comenzaron los hijos de libertos a servir en el ejército878. Ha de notarse la diferencia de que Apiano habla de “libertos” mientras que Livio de “hijos de libertos”. En un principio, los libertos proporcionaron siempre la mayor parte del equipamiento de la flota879, aunque, ya habían sido reclutados, en periodos de crisis, en las legiones, como en los años 296 a.C.880 y 217-216 a.C. 881

La noticia de Apiano evidencia que la zona costera entre Cumae y Roma estaba en un principio desguarnecida. Debe deducirse que la casi totalidad de las fuerzas romanas estaban en el frente, y con pocas reservas, posiblemente concentradas en las cercanías de la Ciudad Eterna, para hacer frente a cualquier eventualidad.

Los Romanos, pues, movilizaron rápidamente efectivos adicionales, que incluían a los libertos, bajo el mando del pretor882 L. Porcius Cato (cos. 89 a.C.), nieto del famoso M. Porcius Cato Censorinus (cos. 195 a.C.) y tío del conocido Cato Uticensis. Para T. C. Brennan, quizás aquí se de el mismo caso que en Pompeius Strabo, aunque quizás fue verdaderamente pretor en el año 91 a.C. y recibió permiso para poder ser elegido cónsul para el año 89 a.C.

876 Sobre esta importante vía de comunicación, vid: T. Ashby y R. A. L. Fell, “The Via Flaminia”, JRS 11 (1921), 125-190. P. Fustier, “Notes sur la constitution des voies romaines en Italie, I: Via Flaminia”, REA 60 (1958), 82-96. M. Luni, La Flaminia nelle gole del Furlo e del Burano, Urbino, 1993. 877 App. BC 1, 49. Quizás sea en este momento cuando pueda situarse un fragmento de Cornelio Sisena, ya comentado (Sisen. fr. 40). 878 Liv. Per. 74, 4. 879 Cf. en el año 191 a.C. (Liv. 36, 2, 15), año 181 a.C. (Liv. 40, 18, 7), etc. 880 Liv. 10, 21, 4. 881 Liv. 22, 11, 8. 882 Liv. Per. 74, 5. Oros. 5, 18, 17.

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Asimismo, en un fragmento de Cornelio Sisena se menciona una acción que tuvo como resultado el incendio de gran número de naves de guerra y de carga883. Como indica G. Barandino, sin duda la acción se situó en la costa de Campania durante el año 90 a.C., pero no hay porqué forzosamente relacionarlo con este momento concreto.

A pesar de la parquedad de las fuentes, parece que Porcius Cato dividió sus fuerzas entre él y su legado A. Plotius. El primero venció por su parte a los Etruscos884, quizás según E. T. Salmon en Faesulae (act. Fiesole), y el segundo a los Umbros885, aparentemente, según el citado investigador, en Ocriculum (act. Otricoli), que estaba situada cerca de Roma. Ambas ubicaciones están basadas en la frase de Floro de que varias comunidades, entre ellas Faesulae y Ocriculum, fueron devastadas por los asesinatos, las armas y el fuego886. G. Bradley señala que debido posiblemente a la devastación causada por este episodio, Ocriculum se trasladó desde su ubicación sobre una colina a un lugar junto al río Tiberis (Tíber) con vistas a aprovechar el tránsito comercial por esta ruta.

Para H. Last y R. Gardner, el que Apiano no registre estos movimientos es síntoma de que no fueron importantes. No parece ser correcta esta opinión. El que inmediatamente se enviaran tropas y que se entablara combate muestra que el movimiento estaba tomando cuerpo. Además, Orosio señala que ambos generales romanos lograron la victoria, pero “no sin perder gran cantidad de soldados y con no pequeño esfuerzo”887. E. T. Salmon lo considera una exageración, pero quizás la rápida represión de la sublevación (como indica E. Gabba) impidió males mayores.

Pero, a pesar de los combates referidos, la solución a este conflicto no fue de índole militar, sino política. Se les concedió la ciudadanía a partir de la lex Iulia, que los Etruscos (y es de suponer que también los Umbros) aceptaron888. Con ello, lograron que no se pudiera extender la sublevación y únicamente se debiera actuar contra las comunidades que se habían alzado previamente.

En Roma había quedado de manera patente, incluso para los elementos dirigentes más recalcitrantes, que, fuese cual fuere el resultado del conflicto en términos estrictamente militares, no existía más alternativa que conceder la ciudadanía romana a los Aliados. Durante el transcurso de una conferencia, Vettius Scato repitió de nuevo que los rebeldes, o al menos sus líderes, luchaban para obtener la ciudadanía romana, no para provocar su final889. Es decir, que los Aliados, o al menos la mayor parte, se habían dado cuenta de que no existía otro resultado posible. La guerra, simplemente, era un sin sentido, y así era comprendida por ambas partes.

Gracias a este razonamiento, hacia el mes de octubre del año 90 a.C., el Senado romano, mediante un decreto, aprobó la lex Iulia de civitate Latinis et sociis danda, propuesta por el cónsul L. Iulius Caesar890. Pero, existe la problemática de cuál fue su 883 Sisen. fr. 39. 884 Flor. 2, 6, 13. Liv. Per. 74, 5. Oros. 5, 18, 17. 885 Liv. Per. 74, 5. Oros. 5, 18, 17. 886 Flor. 2, 6, 11. Ello no quiere decir que ambas comunidades participasen en la rebelión. E. Ruof-Väänänen considera que hubo un error en la transmisión del nombre Faesulae, y que en realidad se trataría de la localidad picena de Paesulae, negado por E. Gabba y W. V. Harris. 887 Oros. 5, 18, 17. 888 App. BC 1, 49. P. Frassinetti relaciona dos fragmentos de Cornelio Sisena con esta ley (Sisen. frs. 109 y 118). 889 Cic. Phil. 12, 27. 890 Cic. Balb. 21. Sobre el conjunto de leyes que concedían la ciudadanía romana, vid: G. Niccolini, “Le leggi De Civitate Romana durante la Guerra Sociale”, RAL 8 (1946), 110-124. W. Seston, “La lex Iulia de 90 av. J.-C. et l'intégration des Italiens dans la citoyenneté romaine”, CRAI (1978), 529-542. G. Luraschi, “Sulle Leges de Civitate» (Iulia, Calpurnia, Plauta Papiria)”, SDHI 44 (1978), 321-370.

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verdadera extensión. Apiano establece claramente que ésta fue una medida destinada a evitar la aparición de nuevos rebeldes entre los Aliados que todavía eran fieles a Roma, es decir, al movimiento que había surgido entre Etruscos y Umbros891. Éstas son sus palabras: “El Senado decretó, además, que aquellos aliados itálicos que aún permanecían en la alianza obtuvieran el derecho de ciudadanía, lo cual era precisamente la cosa que más deseaban casi todos892. Así pues, envió (el Senado) este decreto a los Etruscos, quienes aceptaron encantados la ciudadanía893. Con esta gracia, el Senado hizo a los fieles, más fieles, confirmó a los que estaban dudosos, y dulcificó a los enemigos con una cierta esperanza de mediadas similares”894.

Veleyo Patérculo confirma lo mencionado en el párrafo anterior: “Poco a poco, concediendo el derecho de ciudadanía a quienes no se habían alzado en armas o las habían depuesto a tiempo, se recobraron las fuerzas”895. Pero, la comprensión del texto no es fácil, pues la frase qui arma... deposuerant maturius puede traducirse en dos sentidos completamente diferentes896.

De lo hasta aquí expuesto, no parece haber muchas dudas de que la concesión de la ciudadanía romana fue otorgada a todos los Latinos y a todas las comunidades aliadas en Italia que no se habían adherido a la revuelta, es decir, que habían permanecido leales. La oferta era hecha a la comunidad entera (no a personas individuales), y ésta, libremente, si aceptaba, debía aprobar un decreto que aceptara esta concesión antes de que la ley tuviera efecto (fundifactio)897. Algunas de ellas, con un estatuto realmente privilegiado, como Neapolis y Heraclea, se plantearon seriamente si acceder a este ofrecimiento898.

Ya más problemático es si la ley contempló que las comunidades que se habían rendido o que pudieran rendirse (en un tiempo específico predeterminado, pero sin duda corto) podrían beneficiarse de esta medida. E. Gabba y E. T. Salmon están de acuerdo con esta propuesta, pero no así H. Last y R. Gardner, que consideran que ésta sería función de la posterior lex Plautia Papiria (89 a.C.).

Para E. T. Salmon, la extensión de la ciudadanía romana fue el elemento determinante de la victoria de Roma en la Guerra de los Aliados. No sólo evitaba que la rebelión se extendiera todavía más sino que también minaba la moral de los que ya estaban en armas, al considerar que estaban luchando de manera innecesaria, lo que creó divisiones en el seno de las comunidades rebeldes. Desde un punto de vista efectivo, los Etruscos y Umbros se convirtieron en ciudadanos de manera inmediata, lo que significaba añadirlos a los recursos humanos que Roma podía utilizar contra los insurgentes.

La continuación de la lucha por parte de los sublevados fue debido en parte a su convicción que la lex Iulia difícilmente podría ser aplicada a aquellos pueblos que se habían comprometido completamente en la rebelión. Además, en parte, por la sospecha

891 Sobre este tema, vid: E. Ruoff-Väänänen, “The Etruscan and the civitas romana: Problems during the Years 91-89 B.C.”, en Studies in the Romanization of Etruria (Roma, 1975), 69-83. G. Asdrubali, “Etruschi ad Umbri nella guerra sociale”, AFLPer 19 (1981-1982), 261-269. 892 App. BC 1, 49. 893 App. BC 1, 49. 894 App. BC 1, 49. 895 Vell. Pat. 2, 16, 4. 896 Por su parte, Aulo Gelio escribió que civitas universu Latio lege Iulia data est (Gell. 4, 4, 3), oración que puede interpretarse que tal concesión fue efectuada a las ciudades y colonias latinas. 897 Cic. Balb. 21. Cicerón dice que la ley otorgaba el derecho de ciudadanía “a los Aliados y a los Latinos”. 898 Cic. Balb. 21. Finalmente, ambas comunidades aceptaron la ciudadanía romana (Cic. Fam. 13, 30, 1).

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que, aun si no fuera cierto lo anterior, nunca podría ser instrumentalizado equitativamente, lo que fue rápidamente confirmado899.

Apiano establece que “Sin embargo, los Romanos no inscribieron a estos nuevos ciudadanos en las treinta y cinco tribus que existían entonces, a fin de que no vencieran en las votaciones al ser superiores en número a los ciudadanos antiguos, sino que los dividieron en diez partes900 y designaron otras tantas tribus en las que ellos votaban en último lugar901. Y en muchas ocasiones su voto resultó inútil, puesto que las treinta y cinco eran llamadas antes a votar y sumaban más de la mitad. Y precisamente este hecho, ya sea porque entonces pasó desapercibido o, no obstante, porque los Aliados estuvieran conformes con él, al ser reconsiderado después fue origen de otro conflicto”902.

Por otro lado, Veleyo Patérculo dice que “cuando se había concedido la ciudadanía a Italia, y se habían incorporado nuevos ciudadanos a ocho tribus, para que su poder y su número no quebrantaran la dignidad de los antiguos ciudadanos y tuvieran mayor poder aquellos a los que se les había otorgado el beneficio que quienes se lo habían concedido”903.

Para E, Gabba, los nuevos ciudadanos serían inscritos en ocho nuevas tribus (pero, atención, Veleyo Patérculo no menciona la palabra “nuevas”, como especifica E. T. Salmon) a las treinta y cinco originales. Por el contrario, para W. Seston, los nuevos ciudadanos serían inscritos en ocho tribus designadas por sorteo por una sola vez. Sea como fuere la realidad, lo cierto es que la influencia de los recién llegados sería limitada.

Pero, para mayor complejidad, un fragmento de Cornelio Sisena señala que: L. Calpurnius Piso ex senati consulto duas novas tribus...904, que H. Last y R. Gardner se preguntan si se trataría de una concesión de ciudadanía distinta para los que se distinguieron al lado de Roma, pero se trata de una confusión con una ley del mismo nombre905. Es incluso posible que esta dos tribus, más las ocho de Veleyo Patérculo, pudiera dar sentido a Apiano y que se creasen finalmente diez nuevas tribus906. El principal problema para averiguar su verdadero significado es que se desconoce la fecha concreta de este decreto.

E. T. Salmon desarrolla la idea de que Veleyo Patérculo, al efectuar un resumen de lo sucedido, comprime el texto de tal forma que lo que quería dar a entender es que a posteriori los antiguos rebeldes fueron (que confundiría con el total de novi cives) inscritos en ocho tribus determinadas, a saber: la Sergia para los Marsos y

899 Sobre este tema, vid: F. Sánchez Jiménez, “La distribución de los nuevos ciudadanos romanos a raíz de la guerra Social: Nota historiográfica”, Baetica 8 (1986), 261-266. 900 Existe, sin embargo, un problema en la interpretación del verbo dekateúo, que normalmente significa “decimar o diezmar”, “castigar con la muerte a uno entre diez”, “recibir una décima parte”. E. T. Salmon señala que es difícil poder interpretar el pasaje como la creación de diez nuevas tribus adicionales, pues significa dar un nuevo significado e ignora una posterior afirmación de Apiano (App. BC 1, 53); es incierto el número de nuevas tribus y que quizás esta medida fuera de carácter pasajero y limitada a solo tres años. 901 App. BC 1, 49. Sobre este pasaje, vid: D. M. Lewis, “Appian b.c. I, 49, 214 «dekauteuontes». Rome´s New Voting Tribes 90-87 BC”, Athenaeum 46 (1968), 273-291. 902 App. BC 1, 49. 903 Vell. Pat. 2, 20, 2. 904 Sisen. fr. 17. 905 Cf. Sisen. fr. 120. Ambos investigadores confunden este decreto con una ley del mismo nombre, vid infra. 906 Para E. Gabba la previsión fue probablemente considerada como transitoria, hasta que pudiera ser posible ocuparse del complicado proceso de más o menos triplicar el tamaño del cuerpo ciudadano, vid infra.

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Pelignos907, la Arnensis para los Marrucinos y Frentanos, la Fabia para los Asculanos (es decir, los Picenos de Apiano), la Galeria para los Hirpinos908, la Menenia para los Pompeyanos, la Oufentina para los Canusinos (es decir, los Yapigios de Apiano), la Pomptina para los Lucanos y la Voltinia para los Pentros.

En este mismo orden de cosas, hay que hacer referencia a una lex Calpurnia (¿relacionada con el decreto del mismo nombre?), también de datación incierta909, atribuida al tribuno L. Calpurnius Piso Frugi (pr. 74 a.C.)910, relacionada con la concesión de la ciudadanía romana por méritos contraídos en el campo de batalla911. Como indica E. Gabba, es difícil conocer la relación entre esta ley y la lex Iulia, pues esta última tenía una cláusula en el mismo sentido912. Probablemente la lex Calpurnia sería anterior a la lex Iulia, y esta última recogería las disposiciones de la primera.

De nuevo en relación al tema de la rebelión de Etruscos y Umbros, un dato de interés lo ofrece Floro, quien, entre los diferentes caudillos de los sublevados (que anteriormente ya se han mencionado), citaba a: Afranius, por los Latinos, Plotius por los Umbros, Egnatius por los Etruscos913. Esta cita se ha considerado como un error del escritor, pues Plotius es innegablemente A. Plotius, el legado de Porcius Cato que combatió contra los Umbros, a quien Floro atribuye su dirección, y en cuanto a Egnatius pudiera tratarse de una confusión con el líder samnita Marius Egnatius914.

Para E. T. Salmon, Orosio comete un grave error, al mencionar éste que: “Efectivamente, Livius Drusus, tribuno de la plebe, al no poder satisfacer en sus pretensiones a todos los Latinos, a los cuales se había atraído con la esperanza de libertad, se levantó en armas”915. Ciertamente, se cita a los Latinos, no a los Aliados, que es de presumir que sería lo correcto.

A pesar de la lealtad de las colonias latinas hacia Roma durante el conflicto (a excepción de Venusia), P. A. Brunt señala acertadamente que la concesión de la ciudadanía romana a los Latinos por la lex Iulia muestra que éstos no estaban contentos con su estatuto jurídico. De vuelta a Floro, al citar las regiones que se sublevaron contra Roma, menciona entre éstas el Latium916, y asimismo Salustio indica que tanto los Aliados como los Latinos se rebelaron917.

A pesar de la oposición planteada por P. McGushin, las noticias suministradas por los escritores antiguos no parecen ser fruto de una serie de casualidades, sino que algún tipo de problemática debió de existir, posiblemente en el mismo momento que Etruscos y Umbros decidieron tomar las armas para reivindicar sus derechos918. La anteriormente comentada frase de Obsecuente: “en el Latium se sufrieron reveses por 907 Como ejemplo, según Plinio, los Marsos acabaron divididos en cuatro municipios: Anxa o Anxanum, Antinum, Lucus Angitiae y Marruvium, el principal, mientras que los Pelignos en tres: Corfinium, Sulmo y Superaequum (Plin. NH 3, 106). 908 A excepción de Aeclanum, sin duda por la existencia de elementos pro-romanos como Minatius Magius. 909 Para E. T. Salmon, del año 90/89 a.C. H. Last y R. Gardner en el año 89 a.C. 910 Mejor que L. Calpurnius Piso Caesonianus (cos. 58 a.C.), como han defendido otros investigadores. 911 Sisen. fr. 120. 912 Como lo prueba el hecho de que a la turma Salluitana se le concediera la ciudadanía romana por méritos de guerra a través de una lex Iulia (CIL I2 709 = ILLRP 515 = ILS 8888), que es de suponer que es la aquí reflejada. 913 Flor. 2, 6, 7. 914 E. Ruof-Väänänen señala que los Egnatii son conocidos en Etruria, especialmente en Perusia, la ciudad mencionada por Cornelio Sisena (Sisen. fr. 95). 915 Oros. 5, 18, 2. 916 Flor. 2, 6, 5. Las otras son el Picenum, Etruria y Campania. 917 Sall. Hist. 1, 22. 918 En el Latium todavía quedaban comunidades federadas con el estatuto latino (es decir, no eran ciudadanos romanos), que para G. Tibiletti eran: Tibur, Praeneste, Cora y quizás Gabii.

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todas partes”919, pudiera reflejar que el malestar de los Latinos por su situación estalló en abierta rebelión. La lex Iulia calmó los ánimos.

Pero para Roma los problemas no sólo estaban presentes en Italia. Por ejemplo, en la Gallia Transalpina, C. Caelius, que E. Badian ha identificado como C. Coelius Caldus (cos. 94 a.C.), venció a los Saluvios (Salluvii), que se habían sublevado (año 90 a.C.)920. Para P. Jal, posiblemente este episodio esté relacionado con la Guerra de los Aliados, al aprovechar los indígenas las dificultades que tenían los Romanos en Italia. Ha destacar que la arqueología ha identificado la destrucción para este momento de varios oppida de la región, entre ellos del santuario de Glanum (act. Saint-Rémy-de-Provence), lugar de reunión de la confederación saluvia921.

En cualquier caso, el conflicto se fue internacionalizando. Para E. Gabba, fue quizás en un momento de desesperación en esta fase del conflicto cuando los Aliados decidieron pedir ayuda a Mithridates VI del Pontus, el cual podía haber conocido a algunos de sus líderes durante el desarrollo de transacciones comerciales en Oriente. El rey fue invitado a presentarse en Italia con objeto de apoyar a los rebeldes; sin embargo, como era de esperar, su respuesta fue evasiva922.

En cuanto a la fecha, P. A. Brunt, H. Last, R. Gardner, E. T. Salmon, y F. R. Walton optan por el año 88 a.C. En cambio, A. Mastrocinque, B. C. McGing y L. Pareti son partidarios de datarla a finales del año 89 a.C. El texto de Diodoro en que se menciona esta representación ante el monarca póntico puede despejar muchas dudas: “Dado que los Romanos estaban incrementando su ventaja cada vez más, los Itálicos fueron al rey Mithridates VI del Pontus, cuyo poder militar y medios estaba ahora en su cúspide, pidiéndole que enviara un ejército a Italia contra los Romanos; porque si ellos juntaban fuerzas el poder de Roma sería fácilmente derrocado. Mithridates VI replicó que conducir sus ejércitos a Italia cuando hubiera traído a Asia bajo su dominio, por lo que él ahora estaba ocupado en esto”923.

El relato continúa con la descripción de que los rebeldes contaban entre sus filas únicamente a unos pocos Samnitas y Sabelios, que estaban en Nola, y junto a ellos, unos cuantos Lucanos924, y prosigue con las disputas en Roma por el mando mitridático925, es decir, el año 88 a.C. Por tanto, ha de situarse la embajada a Mithridates VI en el año 89 a.C., en el segundo semestre, cuando ya había estallado la Primera Guerra Mitridática, vid infra.

E. A. Sydenham ha relacionado con esta embajada la emisión de dos monedas por parte del bando rebelde. En una de ellas, un denario de plata, aparece en su anverso un busto femenino, identificado como la representación alegórica de Italia, coronado por la Victoria, mientras que en su reverso figuran dos hombres en uniforme militar,

919 Obs. 55. 920 Liv. Per. 73, 10. 921 Vid: A. Roth-Congès, “Le centre monumental de Glanum, ou les derniers feux de la civilisation salyenne”, en Marseille grecque et la Gaule. Actes du Colloque international d’Histoire et d’Archéologie et du Ve Congrès archéologique de gaule méridionale (Marseille, 1992), 351-367. 922 Athen. 5, 1213 = Posid. FGH 87, F 36.50. Diod. 37, 2, 11. Se ha señalado la posibilidad de que a algunos Itálicos podrían haber huido a Mithridates VI (Cf. Front. Strat. 2, 3, 17, aunque es bastante discutible este testimonio), a quien podían haber ofrecido sus servicios, como se conoce de otros desertores romanos durante su largo conflicto con Roma. 923 Diod. 37, 2, 11. Ha de advertirse que el testimonio de Posidonio difiere del de Diodoro, al señalar la legación itálica tras las «Vísperas Efesianas», vid infra, lo que no parece nada probable. 924 Diod. 37, 2, 11. 925 Diod. 37, 2, 12.

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dándose la mano, uno de los cuales ha desembarcado de una proa de una nave926. Vendría a significar la esperanza depositada en la ayuda de Mithridates VI.

En la otra, una moneda de oro, ha sido considerada por muchos especialistas como falsa debido a que sólo se conoce un ejemplar y hasta el inicio de la Guerra Civil no se vuelve a acuñar este metal en Italia. Esta pieza imita la tipología de los bronces de Amisus (act. Samsun), la principal ciudad del reino de Mithridates VI, pero en cuyo reverso figura en caracteres oscos el nombre de Mi. Ieius Mi. f.927, por lo demás, un personaje desconocido, que podía haber sido el delegado principal de la embajada. El objeto de su acuñación sería alagar al monarca póntico.

Sea como fuere, los Itálicos obtuvieron un gran alivio mayor del que podían esperar con el estallido de la posteriormente conocida como Primera Guerra Mitridática. La rivalidad entre los principales caudillos romanos por asumir el mando mitridático originó la primera Guerra Civil en Roma, y que Sulla, el principal azote de los insurgentes, se trasladara lejos de Italia.

Hay que tener en cuenta este factor. Siempre se ha relacionado la lex Iulia con el levantamiento de parte de Etruscos y Umbros, pero el inminente estallido de la Primera Guerra Mitridática pudo desempeñar un papel muy importante en su aprobación, al cuestionar todo el dominio romano en Oriente.

926 Campana 174-182. Syd. 632-632a. 927 Syd. 643.

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IX

AÑO 89 A.C.: FRENTE SEPTENTRIONAL

La lex Iulia y el inevitable reforzamiento romano durante el invierno del año 90/89 a.C. presagiaba un mal año para los Itálicos sublevados y, ciertamente, no tardó mucho en manifestarse que la balanza del conflicto había caído de manera inexorable a favor del lado romano. Los Aliados, decidieron efectuar un desesperado intento para obtener un importante éxito antes de que la superioridad romana dejara sentir sus efectos. Para ello, efectuaron una arriesgada apuesta: efectuar una campaña invernal.

Por parte romana, la estrategia a seguir era literalmente arrollar a los componentes del grupo “mársico” uno por uno, mientras conducían una campaña agresiva-defensiva en el teatro “samnita”. Con este fin, los nuevos cónsules del año 89 a.C., Cn. Pompeius Strabo y L. Porcius Cato, efectuaron sus operaciones militares en la zona centro-septentrional928 de Italia. Como en el año 90 a.C., la elección de ambos personajes a esta magistratura obedecía al pacto entre las diversas facciones: Porcius Cato representaba a la factio Metella mientras que Pompeius Strabo estaba ligado a los partidarios de Marius.

Para E. Gabba, la rebelión efectuada en Etruria y Umbria en la parte final del año 90 a.C. debió de haber sido planeada con los Marsos929. Éstos, ignorantes del rápido desarrollo de los acontecimientos930, es decir, de la velocidad con que el levantamiento fue suprimido, o, como dice Apiano, del “cambio de actitud de los Etruscos”931, se encontraron con un panorama muy diferente al que esperaban.

Apiano establece que los Aliados enviaron en ayuda de Etruria un ejército de 15.000 hombres, a través de un camino intransitable y largo932. Los Marsos estarían liderados, según N. Criniti, G. De Sanctis, G. Firpo y E. Gabba, por Vettius Scato, pero éste no aparece mencionado por ninguna fuente.

En pleno invierno933, en el mes de enero del año 89 a.C., la fuerza insurgente se desplazó según E. Gabba desde la cuenca del lago Fucinus, entre este lago y Corfinium, en dirección Norte, cruzando los salvajes parajes del monte Fiscellus (act. Gran Sasso)934, el punto más alto de la cadena de los Apenninus (2912 m). Desgraciadamente para ellos, Pompeius Strabo, que Apiano indica de forma clara que era ya cónsul, cayó sobre ellos y mató a 5.000935, es decir, a un tercio de la fuerza enviada. Los restantes se retiraron hacia sus lares a través de un territorio inhóspito, y en medio de un invierno

928 T. C. Brennan considera que Pompeius Strabo se ocupó del frente septentrional y Porcius Cato del frente meridional, lo que puede ser correcto desde un punto de vista administrativo, pero no desde el punto de vista militar. 929 Cf. Liv. Per. 74, 7. Oros. 5, 18, 18, vid infra. 930 Literalmente: “los sublevados en tono al Adriático, cuando aún no conocían el cambio de actitud de los Etruscos” (App. BC 1, 50). 931 App. BC 1, 50. 932 App. BC 1, 50. 933 Cf. App. BC 1, 50. 934 También pudo tratarse del monte Tetrica (act. Monti Sibillini). 935 App. BC 1, 50.

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muy riguroso, y la mitad de ellos tuvieron que alimentarse de bellotas, por lo que perecieron936. Es decir, que a tenor de Apiano, sólo sobrevivió la tercera parte de la fuerza expedicionaria. Un total fracaso desde todos los puntos de vista.

Posiblemente, la intención de este movimiento era efectuar una masiva operación combinada. El primer objetivo sería levantar el sitio de Asculum, y posteriormente descender hasta Umbria, como parece desprenderse del análisis de los textos transmitidos.

El Picenum (según L. Antonelli) Para Orosio, ya en el año 89 a.C., mientras Pompeius Strabo sitiaba durante

largo tiempo la ciudad de Asculum, sus habitantes salieron a campo abierto, en donde se celebró una batalla con durísima violencia, que se saldó con la victoria romana937. Éste es el único escritor que nos relata una salida de los habitantes de la ciudad contra las fuerzas de Pompeius Strabo.

936 App. BC 1, 50. 937 Oros. 5, 18, 18.

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Pero, siguiendo a E. Gabba y E. T. Salmon, y como pone de manifiesto la continuación del relato de Orosio, este hecho no fue protagonizado por los Ascolitanos sino por los Marsos. De esta forma, Orosio informa que 18.000 Marsos cayeron en este combate con su general Fraucus938, y fueron capturados otros 3.000939. Asimismo, el epitomador de Livio menciona que el cónsul Pompeius Strabo venció a los Marsos en el campo de batalla940.

La mención de Asculum en estos hechos quizás se deba que la batalla se celebró relativamente cerca de esta ciudad. Veleyo Patérculo menciona que Pompeius Strabo junto a Asculum lideró a 75.000 ciudadanos romanos (término literal) contra 60.000 Itálicos, a pesar de que, como indica el escritor, los ejércitos se habían desplazado a muchas otras regiones941. En esta batalla no sólo se decidió el destino de Asculum, sino de todo el frente septentrional, pues se trata del mayor acontecimiento bélico de la guerra en número de hombres.

En Asculum y en sus alrededores se han encontrado varias glandes942 con numerales de legiones, a saber: IV943, IX944, XI945 y XV946. Es decir, que si estuvieran completas, sumarían un total de 75.000 hombres, la cifra señalada por Veleyo Patérculo947. No parece tratarse de una mera casualidad, sino que parece reflejar fielmente todo el operativo romano en el frente septentrional, que Pompeius Strabo concentraría en un solo punto948.

Como indica P. A. Brunt, es posible que los fieles auxiliares itálicos, gracias a la lex Iulia, se habían convertido en ciudadanos romanos, y de aquí la alta cifra de legionarios participantes en el combate949. Este mismo investigador considera que

938 Fraucus sería para E. T. Salmon el pretor de los Marsos, sucesor del fallecido T. Lafrenius. Pero, de nuevo, se trata de una afirmación gratuita. 939 Oros. 5, 18, 18. E. T. Salmon parece duplicar este episodio, al relacionarlo asimismo con el intento de C. Vidacilius de rescatar Asculum. 940 Liv. Per. 74, 7. 941 Vell. Pat. 2, 21, 1. 942 De forma chocante, no se mencionan estas glandes en F. Cancrini y G. Paci, “Il materiale epigrafito di Ascoli romana: iscrizione viarie e documenti per la storia della città”, en La Salaria in età antica. Atti del Convengo di studi (Roma, 2000), 91-101. Las glandes son un testimonio de la encarnizada lucha que allí se dio. Además, en ellas se encuentran breves inscripciones muy interesantes, más desde el punto de vista humano que del estadístico. Sin duda mensajes como fer(i), feri Pomp(eium), feri Pic(entes), fugitivi peristis, em tibi malum malo (CIL I2 854-861 y 875 = ILLRP 1091-1094 y 1099), intentaban aumentar la eficacia de los proyectiles. 943 CIL I2 867 = ILLRP 1096. 944 CIL I2 868. A. von Domaszewski considera que esta legión estaría situada originalmente en la Gallia Cisalpina, teoría que P. A. Brunt considera infundada. 945 CIL I2 869 = ILLRP 1097. 946 CIL I2 870-874 = ILLRP 1098. Se menciona asimismo a un M. Ruf(ienus) o Ruf(ius), según la reconstrucción de Th. Mommsen, quizás el comandante de la legión. 947 L. Pareti considera que esta batalla se celebró a finales del año 89 a.C., y la derrota aliada supuso la caída inmediata de Asculum. Pero es muy difícil defender este aserto, ya que el mismo investigador señala que anteriormente todos los Apeninos centrales habían caído en manos romanas, y no parece que fuese posible mantener 60.000 soldados en una ciudad sitiada. 948 Ciertamente, las legiones atestiguadas por las glandes no tenían por qué estar en el mismo sitio al mismo tiempo, como indica J. Rodríguez González, pero no parece ser el caso. 949 Incluso P. A. Brunt considera que, como aparecen junto a Asculum tropas hispánicas (en concreto, la Turma Salluitana [CIL I2 709 = ILLRP 515 = ILS 8888]), las legiones allí desplegadas habrían sido traídas a Italia, en lo que ya no estamos de acuerdo.

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habría el mismo número de soldados en el frente meridional, aunque esta cifra es una suposición, probable, pero indemostrable950.

Para H. Last y R. Gardner, el contingente marso que menciona Orosio pertenecería a la fuerza mencionada por Veleyo Patérculo, que habría sobrevivido a la batalla, y que sería masacrada por Pompeius Strabo en un paso de montaña. H. Last. R. Gardner y Th. Mommsen señalan que sería durante el transcurso de esta batalla cuando Vidacilius entró en Asculum, situación que hemos emplazado en un momento anterior.

Pero lo peor, por decirlo así, para los Aliados, estaba por llegar. Los rebeldes supervivientes se vieron obligados a emprender una retirada desastrosa cruzando las montañas cubiertas de nieve. Ya hemos visto el testimonio de Apiano, pero el de Orosio todavía es incluso mucho más crudo.

Así se expresa el escritor cristiano: “Por otro lado, 4.000 itálicos que habían escapado a esta matanza, habían alcanzado casualmente, tras reunirse todos en un solo grupo, la cima de un monte, donde, acosados y agobiados, tuvieron una miserable muerte producida por el frío de las nieves951. Efectivamente, se les veía con la cara atónita, tal como ésta había quedado con el terror a los enemigos reflejado en ella, unos recostados sobre los troncos de los árboles, o sobre las rocas, otros apoyados en sus armas, pero todos con los ojos abiertos y los dientes descubiertos como si estuviesen vivos; y, para los que los contemplaban de lejos, no había ningún indicio de muerte, salvo la larga inmovilidad, la cual evidentemente no puede aguantar largo tiempo la natural viveza de la vida humana”952. En suma, un espectáculo dantesco, digno de la serie del pintor Francisco de Goya sobre los horrores de la guerra.

La expedición acabó como una repetición de la batalla de Sentinum dos siglos atrás: un auténtico fracaso itálico, que otorgaba a Roma la ventaja decisiva. A partir de este momento, las armas romanas se iban a imponer sin excepción por todos los escenarios de la Península.

De todos los testimonios anteriores puede deducirse que en la marcha hacia Umbria-Etruria participó una gran fuerza insurgente, mucho mayor de la que indica Apiano. Orosio cifra en 18.000 los Marsos muertos, mientras que Apiano indica que fueron 15.000 Itálicos los que participaron en la expedición. Quizás Apiano o su fuente tuvieron un error y esta última cifra sería en realidad el número de bajas aliadas en el enfrentamiento.

Si son ciertos los números de Veleyo Patérculo, la batalla fue la mayor de la Guerra de los Aliados, y es ciertamente extraño que ningún autor más la señale, a no ser que se trate, evidentemente, del enfrentamiento narrado por Apiano con motivo de la citada expedición y del de Orosio sobre la salida de los Ascolitanos.

En el Picenum, todo dependía del asedio de Asculum, en el cual ambos bandos concentraron todos los hombres disponibles. La lucha por la ciudad había desembocado en una batalla decisiva que permitirá ahora a los Romanos moverse por sus anchas en todo el frente septentrional y atacar el núcleo central rebelde.

Pero los esfuerzos militares de Pompeius Strabo durante este conflicto no deben obscurecer la importancia de sus relaciones con los notables itálicos, elemento que formaba parte de la reputación de un político romano. El futuro orador M. Tullius

950 Estas cifras no incluyen a los libertos movilizados para la defensa de la costa (App. BC 1, 49) ni las numerosas guarniciones existentes, como en las colonias latinas aisladas que nunca fueron capturadas: Luceria, Brundisium, Beneventum, Copia, Vibo Valentia, y Paestum. 951 Oros. 5, 18, 19. 952 Oros. 5, 18, 20.

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Cicero (cos. 63 a.C.)953, sirvió en su ejército contra los Marsos, y estuvo presente en la entrevista de Pompeius Strabo y su hermano Sex. Pompeyo (pr. ca. 90 a.C.), el filósofo estoico, con el líder marso Vettius Scato, que tenía lazos de hospitium con su antagonista romano antes del estallido de la guerra. Cicerón comentó la ausencia de hostilidad que caracterizó los parlamentos de ambos954. H. B. Mattingly considera que este episodio aconteció junto a Asculum (de aquí que se sitúe a Vettius Scato junto en estos acontecimientos que hemos narrado), pero no existen pruebas de ello.

He aquí el relato del famoso orador: “Recuerdo conversaciones con crudelísimos enemigos de la patria y con ciudadanos que estaban gravísimamente enfrentados con la patria. Pompeius Strabo, siendo cónsul, estando yo presente, que era un soldado novato en su ejército, se entrevistó en un lugar situado en medio de los dos campamentos con P. Vettius Scato, general de los Marsos. Recuerdo ciertamente que con motivo de ello Sextus Pompeius, el hermano del cónsul, hombre docto y sabio, había venido desde Roma expresamente para esa entrevista. Cuando Vettius Scato lo saludó, diciéndole: «¿Cómo he de llamarte?», éste le respondió: «Querría que me llamases ‘hospitalario amigo’, pero la necesidad me obliga a que me llames ‘enemigo’». Había una gran corrección en aquella conversación, ningún temor, no subyacía sospecha alguna, hasta la enemistad era pequeña. En efecto, no aspiraban nuestros aliados a arrebatarnos por la fuerza el derecho de ciudadanía, sino a ser acogidos a él”955.

El texto menciona que Sex. Pompeius vino expresamente de Roma para entrevistarse con Vettius Scato956. Para W. Seston, el episodio, que se fecha a principios de año, sin duda tenía como objetivo era exponer al líder rebelde las condiciones de la lex Iulia que, de ser así, tendría alguna cláusula para integrar a los insurgentes que se rendían. Sea como fuere, no se trató de una negociación, sino de un contacto oficial para dar a conocer una propuesta.

Mientras tanto el cónsul L. Porcius Cato había tomado el mando de las fuerzas de Marius957. Como anteriormente su predecesor, llevó a cabo valientemente una serie de acciones con estas tropas958, con las que efectuó una brillante campaña derrotando en varias ocasiones a los Marsos959, de lo que Porcius Cato se jactó diciendo que Marius no había efectuado cosas mayores960, expresión que iba a costarle muy caro. Si ciertamente

953 Sobre este conocido personaje, vid: M. Gelzer, Cicero. Ein biographischen Versuch, Wiesbaden, 1969. D. R. Shackleton-Bailey, Cicero, London, 1971. D. Stockton, Cicero. A Political Biography, Oxford, 1971. C. Kumaniecki, Cicerone e la crisi della repubblica romana, Roma, 1972. E. Rawson, Cicero. A Portrait, London, 1975. W. K. Lacey, Cicero and the End of the Roman Republic, London, 1978. S. L. Utchenko, Cicerón y su tiempo, Madrid, 1978. T. N. Mitchell, Cicero. The Ascending Years, New Haven, 1979. J. Guillén, Héroe de la libertad. Vida política de M. Tulio Cicerón. 2 vols. Salamanca, 1981. P. Grimal, Cicéron, Paris, 1986. A. Gaos Schmidt, Cicerón y su elocuencia, México, 1993. J. M. del Pozo, Cicerón. Conocimiento y política, Madrid, 1993. Th. Wiedemann, Cicero and the end of the Roman Republic, London, 1994. M. Bernett, Causarum cognitio: Ciceros Analysen zur politischen Krise der späten Republik, Stuttgart, 1995. J. Bleicken, Cicero und die Ritter, Göttingen, 1995. M. Fuhrmann, Cicero und die römische Republik: eine Biographie, Düsseldorf, 19974. N. Marinone, Cronologia ciceroniana, Roma, 1997. E. Narducci, Cicerone e l’eloquenza romana. Retorica e progetto culturale, Roma, 1997. J. Schmidt, Cicerón, Paris, 1999. F. Pina Polo, Marco Tulio Cicerón, Barcelona, 2005. C. Steel, Reading Cicero. Centre and Performance in Late Republican Rome, London, 2005. 954 Cic. Phil. 12, 27. 955 Cic. Phil. 12, 27. P. Frassinetti sitúa un fragmento de Cornelio Sisena en este contexto (Sisen. fr. 112). 956 De esta mención surge la teoría de que la gran fuerza aliada en Asculum fue dirigida por este personaje. 957 Oros. 5, 18, 24. 958 App. BC 1, 50. 959 Liv. Per. 75, 4. 960 Oros. 5, 18, 24.

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la mayor parte de las fuerzas aliadas habían sido comprometidas en la expedición, su derrota permitió a Porcius Cato lanzar un exitoso ataque.

Pero, finalmente, las cosas no acabaron bien para el cónsul. Orosio relata que Porcius Cato, mientras guerreaba contra los Marsos961, junto al lago Fucinus962, “por ello”963, es decir, por haberse jactado de Marius, fue asesinado por el hijo de éste durante el transcurso del combate, por lo que dio “la impresión de que se trató de un asesino desconocido”964.

Este suceso transcurrió durante el asalto al campamento de los Marsos965, circunstancia que dio a los enemigos la victoria en aquel combate966, al perder los Romanos a su jefe. El legado de Porcius Cato, C. Gabinius, murió asimismo en el asalto al campamento enemigo967.

Es de destacar que Floro indica que un Gabinius “dispersó” a los Marsos968. Quizás se trate de un enfrentamiento anterior, que Porcius Cato se apropió para sí al ejercer la potestad del imperium.

A partir de Apiano, este hecho ocurrió durante el invierno969. Pero para Ch. Amidani habría acontecido ya avanzada la primavera, puesto que no se eligió un consul suffectus que sustituyera a Porcius Cato, y Sulla se encargó del problema suscitado por el amotinamiento de las tropas de Postumius Albinus, legado de este cónsul.

Es difícil valorar este episodio. Apiano únicamente señala que murió mientras combatía contra los Marsos970, sin aludir para nada a Marius. E. Gabba señala que la muerte de Porcius Cato pudo deberse quizás como resultado de una traición. En cualquier caso, como dice E. T. Salmon, fue de nuevo una nueva proeza de los Marsos, que dejaban muy claro el por qué del nombre de esta guerra.

Ciertamente, como señala J. Van Ooteghem, ha de tenerse en cuenta que sólo Orosio menciona el asesinato de Porcius Cato por el joven Marius971. Si el episodio fuese verídico o circulara en aquel tiempo, éste no estaría precisamente tranquilo por su posición, y además, esto hubiera sido una buena excusa para los enemigos de Marius para acabar con él. Por tanto, hay que concluir que el cónsul cayó por la acción enemiga y no por mano de enemigos políticos

Para E. T. Salmon, la muerte de Porcius Cato quizás estuviera en parte debida a sus tropas, pendencieras e indisciplinadas, que se ha dicho estaban agitadas por un cierto C. Titius972 o C. Titinius973. Pero Ch. Amidani señala que las fuentes no indican que esta actitud llevara a la muerte a Porcius Cato.

Así lo revela un fragmento de Dión Casio: “Cato, cuya mayor parte del ejército era de la ciudad y algo demasiado vieja para el servicio, en el mejor de los casos tenía poca autoridad; y una vez, cuando osó reprenderlos porque estaban poco dispuestos a

961 App. BC 1, 50. Liv. Per. 75, 4. Oros. 5, 18, 24. 962 Oros. 5, 18, 24. 963 Oros. 5, 18, 24. 964 Oros. 5, 18, 24. Ch. Amidani considera que Orosio extrajo esta información de los Commentarii de Sulla. 965 Liv. Per. 75, 4. 966 Liv. Per. 75, 5. 967 Oros. 5, 18, 25. 968 Flor. 2, 6, 13. 969 App. BC 1, 50. 970 App. BC 1, 50. 971 Por su parte, G. Barabino alude que un fragmento de Cornelio Sisena pudiera interpretarse en relación a este hecho (Sisen. fr. 124), pero es discutible. P. Frassinetti lo relaciona a su vez con los problemas provocados por C. Titinius, vid infra. 972 Dio Cass. 31, fr. 100. 973 Sisen. fr. 52.

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trabajar mucho o a obedecer órdenes fácilmente, estuvo a punto ser enterrado bajo la lluvia de mísiles que ellos le tiraron. Y ciertamente lo habrían matado, si hubieran tenido abundancia de piedras, pero debido a que el sitio en donde estaban reunidos se encontraba en cultivo y además estaba muy mojado, no recibió ningún daño de los terrones de tierra. El hombre que empezó el motín, C. Titius, fue arrestado; había sido un haragán por el Foro haciendo su vida en los tribunales, y era excesivamente y desvergonzadamente franco. Fue enviado ya a la ciudad a los tribunales, pero se libró del castigo”974.

Extrañamente, E. Cary fecha este fragmento en el año 88 a.C., y considera que el nombre correcto del alborotador es C. Titinius (por el testimonio de Cornelio Sisena). Ciertamente, sorprende que el instigación de un motín en el seno del ejército romano no recibiese castigo alguno, pero peor parado acabará A. Postumius Albinus (cos. 99 a.C.), vid infra, con el mismo resultado. Nuevos tiempos se estaban asomando a las puertas de la República.

Sea como fuere, las cosas no iban nada bien para los insurgentes por Asculum. Ya se ha mencionado anteriormente las dificultades de Vidacilius al entrar en la ciudad, por la dubitación de sus habitantes, a los que reprendió975. Apiano dice que: “Y como no tenía ya esperanzas de salvar la ciudad, mató a todos los enemigos que, durante largo tiempo, había mantenido diferencias con él y que, en aquella ocasión, habían hecho desistir, por envidia, al pueblo de obedecer sus órdenes”976.

“Después, tras haber apilado una pira en el templo y chocado un lecho sobre ella, celebró un banquete con sus amigos; en medio de las libaciones tomó veneno y, acostándose sobre la pira, ordenó a sus amigos que le prendieran fuego. Así murió Vidacilius, un hombre que juzgó un honor morir por su patria”977.

Por su parte, Orosio señala que “En ese mismo día978 combatieron y fueron derrotados los Picentinos, cuyo jefe, Vidacilius, tras convocar a los más importantes de los suyos, se suicidó con veneno después de un magnífico banquete y largas copas, animando a todos a que siguieran su ejemplo; todos alabaron su acción, pero ninguno le imitó”979. Todo un ejemplo de pragmatismo.

Para E. Gabba, la inutilidad de la lucha debe haber sido manifiesta; pero Vidacilius dio un paso para provocar la muerte de sus enemigos políticos como acto de venganza y luego se suicidó. Por su parte, E. T. Salmon considera que las ejecuciones fueron debidas al derrotismo. Posiblemente, se trate de un poco de todo y ha de verse este enfrentamiento dentro de la dinámica de la política interna de las elites de Asculum, en la que una parte, enemistada con Vidacilius, quizás intentara llegar a un entendimiento con Roma.

Según E. Gabba, el suicidio de Vidacilius aconteció poco antes de la toma de la ciudad; por el contrario, muy pronto en el año para N. Criniti y E. T. Salmon. Orosio recuerda su muerte seguidamente después de la derrota marsa en la campaña invernal, lo que da más crédito a la segunda opción.

974 Dio Cass. 31, fr. 100. Sin duda, este episodio hay que relacionarlo con el siguiente fragmento de Cornelio Sisena: “un cierto G. Titinius, a quien en menor cantidad parece haber concedido la naturaleza la facultad mental, en un primer momento se detuvo delante del cobertizo, luego empezó a poner delante del cónsul excusas y justificaciones” (Sisen. fr. 52). 975 App. BC 1, 48. 976 App. BC 1, 48. 977 App. BC 1, 48. 978 Referencia a la fallida expedición invernal sobre Umbría y Etruria. 979 Oros. 5, 18, 21. P. Frassinetti considera que un fragmento de Cornelio Sisena pudiera pertenecer al último discurso de Vidacilius (Sisen. fr. 98), pero sin pruebas.

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Cierta incertidumbre, por no decir mucha, existe sobre los primeros pasos de Pompeius Strabo en el año, eso sí, todo ello antes de la caída de Asculum, acontecida a finales de año. La fuente principal, Apiano, informa que Pompeius Strabo sometió a los Marsos, Marrucinos y Vestinos980. Esto concordaría con la noticia del epitomador de Livio, quien dice que Pompeius Strabo recibió la rendición de los Vestinos981.

Por su parte, Orosio indica que el territorio de Marrucinos y Vestinos fue devastado en una incursión de Sulpicius, lugarteniente de Pompeius Strabo982. Asimismo, los jefes itálicos Poppaedius Silo y Obsidius fueron derrotados y aniquilados en horrible combate por el mismo Sulpicius junto al río Teanum983. Esta noticia estaría apoyada por el epitomador de Livio, pues señala que el legado Sulpicius aniquiló a los Marrucinos y tomó toda esta región984.

Para E. T. Salmon, quizás Obsidius fue el sucesor de Herius Asinius como pretor de los Marrucinos. Pero existe un Obsidius, comandante de un cuerpo de caballería frentano, que sirvió a las órdenes del cónsul P. Valerius Laevinus en el año 280 a.C.985. Pero a este mismo individuo se le llama Oplacus986 u Oblacus Vulsinius987, lo que invalidaría para el citado investigador un origen frentano988. Como de costumbre, en la identificación de los pretores aliados, es una pura conjetura.

De todo lo anterior, puede deducirse que tras la gran batalla de principios de año, el frente septentrional había quedado expedito para que los Romanos pudieran penetrar por el territorio de los Vestinos, Marrucinos y Pelignos.

Pompeius Strabo acabó con la resistencia de los Vestinos y su legado Sulpicio, del que existen problemas de identificación, como ya se ha indicado, se ocuparía de la de los Marrucinos. El crédito de todo ello a Pompeius Strabo por Apiano es debido a que Sulpicio era legado y Pompeius Strabo era quien tenía el poder del imperium, es decir, a quien se atribuía el triunfo.

Pero, otra noticia del epitomador de Livio complica esta reconstrucción, pues dice que Pompeius Strabo, procónsul, recibió la rendición de los Vestinos y los Pelignos989. Para decir más tarde, que Asculum fue conquistado por éste990.

Ciertamente, la mención de Pompeius Strabo como procónsul señala que estas acciones se realizaron en el año 88 a.C. Pero, como anota P. Jal, hay una serie de problemas al respecto para admitir esta fecha: 1) esta indicación precede a la caída de Asculum991, que tuvo lugar a finales del año 89 a.C. 2) La rendición de los Vestinos a manos de Pompeius Strabo ya es mencionada anteriormente992

O bien el epitomador de Livio se equivoca al mencionar a Pompeius Strabo como procónsul o bien es posible que los Vestinos se rindieran en el año 89 a.C., como considera P. A. Brunt, y los Pelignos en el año 88 a.C. Los errores cronológicos de esta fuente son bien conocidos.

980 App. BC 1, 52. 981 Liv. Per. 75, 3. 982 Oros. 5, 18, 25. 983 Oros. 5, 18, 25. 984 Liv. Per. 76, 2. 985 Flor. 1, 13, 7 986 Plut. Pyrrh. 16, 16 987 Dionys. 19, 12, 1-5. 988 Incluso a este último se señala que era de Ferentinum (act. Ferentino). 989 Liv. Per. 76, 3. 990 Liv. Per. 76, 5. 991 Cf. Liv. Per. 76, 5. 992 Liv. Per. 75, 3.

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Si no es ya de por sí el tema complicado, E. T. Salmon señala que Orosio, si no realiza una confusión de la muerte de Poppaedius (¿en Teanum Apulum?)993 en el año 88 a.C. por la de Obsidius, que murió en esta acción, quizás la batalla se dio en la localidad de Teanum994, es decir, en Teate, principal asentamiento de los Marrucinos y posteriormente su única ciudad.

Otra información, también del epitomador de Livio señala que, los Marsos, derrotados en varios combates por los legados Cornelius Cinna995 y Metellus Pius, comenzaron a pedir la paz996. La incertidumbre se vuelve a hacer presente, pues los nombres de los comandantes romanos son correcciones de los manuscritos997; por ello, se ha supuesto que quizás en vez de los anteriores fuesen Caecilius Cornutus998, como A. Keaveney, J. Madden y P. Jal, y L. Licinius Murena (pr. ca. 87 a.C.), como H. Last y R. Gardner.

E. Gabba es de la opinión que en el verano del año 89 a.C. la rebelión en las áreas septentrional y central estaba a todos los efectos finalizada, desde el Picenum hasta las fronteras del Samnium; sólo Asculum y algunas pocas fortalezas seguirían firmes. Esta fecha es llevada a finales del año 89 a.C. (tras la caída de Asculum), por H. Last y R. Gardner, mientras que E. T. Salmon la lleva más lejos cronológicamente, hasta el año 88 a.C.

Más bien, hay que considerar la fecha propuesta por E. Gabba. Quizás la verdad sea que tras el triunfo de Pompeius Strabo sería muy improbable que existiese una oposición organizada por parte de los insurgentes, porque la tierra de los Marsos y de sus vecinos debía de haber quedado privada de combatientes a causa de las duras pérdidas y especialmente por el esfuerzo de liberar Asculum.

Los Marsos se rendirían a los legados de Pompeius Strabo, Cinna y Metellus Pius, y entonces ahora sería cuando Sulpicius sometió a Vestinos y Marrucinos. Por lo demás, cuando los Pelignos se rebelaron contra su jefe P. Vettius Scato (y lo hubieran entregado a Pompeius Strabo si éste no lo hubiera evitado gracias a la intervención de un esclavo)999, Corfinum fue abandonada1000. Sin duda, mientras proseguía el asedio a Asculum, Pompeius Strabo y sus legados combatían contra los pueblos de los Apeninos.

Diodoro establece que, tras las victorias de Cosconius en Iapygia, “acto seguido, reducido en la fuerza y dejado un simple vestigio de sus números originales, de común acuerdo abandonaron su capital federal, Corfinium, puesto que los Marsos y todos los pueblos cercanos habían cedido el paso a los Romanos”1001. La victoria romana era un hecho, pero no puede precisarse con absoluta seguridad si todo el frente septentrional había caído.

993 J. D. Montagu considera que la batalla en cuestión fue efectuada cerca de Teanum Apulum, y que el río en cuestión pudiera ser un tributario del Frentus (act. Fortore), de donde posiblemente derivara el nombre del pueblo de los Frentanos. 994 Teanum es la forma latina del nombre osco Teate. 995 Cf. Cic. Font. 43. 996 Liv. Per. 76, 4. A estos hechos G. Barandino considera que pertenece un fragmento de Cornelio Sisena (Sisen. fr. 93), que fecha sin embargo en el año 88 a.C. 997 La lectura es: Marsi quoque a L. Pinna et Caecilio Pinna legatis… Sobre este tema, vid: A. Keaveney y J. A. Maden, “Metellus Pius: the Evidence of Livy Epitome 76”, Eranos 81 (1983), 47-51. 998 Cf. Cic. Font. 43. Sisen. fr. 20. 999 Macrob. Sat. 1, 11, 24. E. Gabba relaciona este episodio con la gran expedición aliada a Etruria de principios de año. 1000 E. Gabba la da por capturada, pero ningún escritor antiguo menciona la caída de la capital rebelde. Es de suponer que así fuera por la lógica del desarrollo de los acontecimientos. Únicamente Diodoro establece que fue abandonada (Diod. 37, 2, 9). 1001 Diod. 37, 2, 9.

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Este mismo autor añade que la capital fue establecida “sin embargo, en la villa samnita de Aesernia”1002. Este último aserto no es cierto, porque los rebeldes trasladaron su capital a otra comunidad samnita, Bovianum1003. Al caer esta última en manos de Sulla, es cuando se efectúa el traslado a Aesernia.

Denario aliado (Syd. 627), acuñado quizás en Bovianum en el año 89 a.C. Anv.: cabeza laureada de Italia a izq. Rev.: soldado (o quizás una divinidad) con lanza y espada mirando a un toro. Ø = 20 mm.

Por su parte, Poppaedius Silo, sin asustarse del hundimiento de la insurrección

en el frente septentrional, o demasiado comprometido como para rendirse a los Romanos, huyó a las montañas del Samnium, vid infra. En definitiva, Pompeius Strabo, que estaba al mando del frente “mársico”, pudo aplastar a lo que H. Last y R. Gardner llaman “la débil oposición del enemigo”, gracias a sus distintos legados.

Un dato a destacar es que los Vestinos, según N. Criniti, E. Gabba y L. Pareti, fracasaron en forzar a la gente de Pinna en abandonar su alianza con Roma. Pero no es exactamente correcto, pues gracias al testimonio de Valerio Máximo, Pinna debió de caer en manos de los Itálicos sublevados. Éste es su relato: “Fue este mismo cariño (entre padre e hijo) el que, durante la Guerra de los Aliados, armó a un joven de Pinna, llamado Pulto, con tal empuje tanto físico como moral que, estando al frente de su ciudad, que estaba asediada, cuando el general romano le permitió ver a su padre, prisionero y rodeado por las armas de los soldados, y amenazó con darle muerte si no les permitía irrumpir en la ciudad, él solo salvó a su padre de las manos enemigas. De este modo, su comportamiento es digno de elogio por doble motivo, porque salvó a su padre y porque no quiso traicionar a su patria1004. Desgraciadamente, no conocemos quien era el general romano al mando del sitio.

Poco antes del día 17 de noviembre (sobre esta fecha, vid infra), Pompeius Strabo logró el máximo éxito en el frente “mársico”: la captura de Asculum1005. El acontecimiento es de tal magnitud que Floro considera que con él queda acabada la Guerra de los Aliados: “Por su parte, Pompeius Strabo, tras devastarlo todo a sangre y fuego, no puso fin a la masacre hasta que con la destrucción de Asculum pudo satisfacer de alguna forma a los Manes de tantos ejércitos y cónsules y a los dioses de las ciudades saqueadas”1006.

1002 Diod. 37, 2, 10. 1003 Cf. App. BC 1, 51. 1004 Val. Max. 5, 4, 7. 1005 Flor. 2, 6, 14. Gell. 15, 4, 3. Liv. Per. 76, 5. Oros. 5, 18, 26. G. Barabino relaciona dos fragmentos de Cornelio Sisena con este hecho (Sisen. frs. 67 y 103), pero, en cuanto al primero P. Frassinetti lo relaciona con la derrota de Papius Mutilus frente a Sulla. 1006 Flor. 2, 6, 14.

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He aquí los hechos relatados por Orosio (ha de señalarse que Apiano, al principal fuente de la Guerra de los Aliados, nada dice de este importante acontecimiento), que no son precisamente nada positivos para el general romano: “Pompeius Strabo, entrando en Asculum, apaleó y decapitó a los prefectos, centuriones y principales de sus habitantes, vendió en subasta pública a los siervos y todo el botín, y dejó marchar a los demás, aunque desnudos y sin nada; y a pesar de que el Senado esperaba que le tesoro público recibiría alguna ayuda de este botín, Pompeius, sin embargo, no entregó nada al necesitado erario”1007.

Ciertamente, en este punto, como indica E. T. Salmon, hay que indicar la noticia de que M. Aurius de Larinum, fue hecho prisionero de muy joven en Asculum, y vendido como esclavo1008. El conflicto puede haber ocasionado que muchos Itálicos fueran esclavizados.

La caída de Asculum, el lugar en donde en primer lugar se había recurrido a la violencia, ocasionó una intensa impresión en Roma, en donde el día 25 de diciembre del año 89 a.C. Pompeius Strabo celebró su triunfo1009 sobre esta ciudad1010, el único conocido de la Guerra de los Aliados: de Asculaneis Picentibus. Probablemente, su hijo Pompeius Magnus le acompañaría en esta ocasión. Una tradición, posiblemente apócrifa, señala que P. Ventidius Bassus (cos suff. 43 a.C.), quien triunfó el mismo sobre los Partos en el año 38 a.C., fue llevado en brazos al ser un bebé entre los prisioneros en la procesión triunfal de Pompeius Strabo1011.

Una famosa inscripción, conocida como el Bronce de Ascoli1012, fechada el 17 de noviembre (seguramente después de la caída de Asculum1013), recuerda la concesión de la ciudadanía romana (así como otras distinciones) como premio por el servicio distinguido a un escuadrón de caballería hispánica, formado por treinta jinetes, la turma Salluitana1014, procedente del valle del río Iberus (act. Ebro), de acuerdo con las condiciones de la lex Iulia de civitate (90 a.C.), en el campamento delante de Asculum. 1007 Oros. 5, 18, 26. Pompeius Strabo pasó a la posterioridad con una mala fama debido precisamente a quedarse con el botín de Asculum (Cf. Plut. Pomp. 1, 4). Posteriormente, su hijo Pompeius Magnus tuvo que hacer frente a las consecuencias de esta acción, vid: Th. P. Hillman, “Notes on the Trial of Pompeius at Plutarch, Pomp. 4.1-6”, RhM 141 (1998), 176-193. 1008 Cic. Cluent. 21. 1009 Inscr. Ital. XIII; 1, pp. 85 y 563. El triunfo era una procesión solemne al templo de Júpiter, situado en el Capitolio, por un general vencedor subido en un carro. En el cortejo se incluían prisioneros, botín e ilustraciones acerca de la contienda. Los criterios para conceder un triunfo incluían la muerte de al menos 5.000 enemigos durante el curso de la campaña en una guerra declarada a un enemigo exterior. Sobre el triunfo romano, vid: M. A. Wersnell, Triumphus, Leiden, 1970. E. Kuenzl, Der römische Triumph. Siegesfeiern im antiken Rom, München, 1988. A. Petrucci, Il trionfo nella storia costituzionale romana dagli inizi della Repubblica ad Augusto, Milano, 1996. 1010 Asc. 14. Dio Cass. 43, 15,5; 49, 21, 3. Gell. 15, 4, 3. Plin. NH 7, 135. Val. Max. 6, 9, 9. Sobre este hecho, vid: F. Sánchez Jiménez, “Triunfo de Asculaneis Picentibus”, Baetica 9 (1986), 255-268. 1011 Gell. 15, 4, 3. Iuv. 7, 199-202. Plin. NH 7, 135. Val. Max. 6, 9, 9. Vell. Pat. 2, 65, 3. 1012 CIL I2 709 = ILLRP 515 = ILS 8888. Sobre el «Bronce de Ascoli», vid: N. Criniti, L'epigrafe di Asculum di Gn. Pompeo Strabone, Milano, 1970; L'epigrafe di Asculum di Gn. Pompeo Strabone. Supplemento, Milano, 1987. H. B. Mattingly, “The consilium of Cn. Pompeius Strabo in 89 B.C.”, Athenaeum 53 (1976), 262-266. J. M. Roldán Hervás, “La turma Salluitana. Caballería hispana al servicio de Roma", Historia 16 110 (1985), 51-60; “El bronce de Ascoli en su contexto histórico”, en Reunión sobre epigrafía hispánica de época romano-republicana. Actas 1986 (Zaragoza, 1986), 115-135; “Los reclutamientos romanos en el valle del Ebro, en época republicana”, en Estudio en Homenaje al dr. Antonio Beltrán Martínez (Zaragoza, 1986), 761-779. L. Amela Valverde, “La turma Salluitana y su relación con la clientela pompeyana”, Veleia 17 (2000), 79-92. F. Pina Polo, “¿Por qué fue reclutada la turma Salluitana en Salduie?”, Gerión 21/1 (2003), 197-204. 1013 Este documento se ha fechado por ciertos investigadores, como G. Niccolini y L. Pareti, en el año 90 a.C., pero, por el contexto, es mucho mejor fecharlo al año siguiente, tras la caída de la ciudad de Asculum. 1014 El nombre de esta unidad de caballería procede del lugar donde fue reclutada, Salduie (act. Zaragoza), y no del supuesto nombre de su comandante.

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Bronce de Ascoli

El beneficio fue otorgado según el inicio del epígrafe: [C]n. Pompeius Sex. f.

imperator virtutis causa equites Hispanos ceives [Romanos fecit in castr]eis apud Asculum a.d. XIV K. Dec. ex lege Iulia. Al final se señalan una serie de recompensas a los jinetes: Cn. Pompeius Sex. f. imperator virtutis caussa turmam Salluitanam donavit in castreis apud Asculum cornuculo et patella, torque, armilla, palereis, et frumentum duplex.

Uno de los rasgos más interesantes del Bronce de Ascoli es el hecho de que contiene una lista de cincuenta y nueve nombres pertenecientes a los miembros del consilium o consejo, que Pompeius Strabo había consultado antes de otorgar la concesión de la ciudadanía, y quienes añadían el peso de su autoridad a la decisión. Los nombres parecen haber estado en orden de rango descendente, al empezar con los cinco legados, quienes eran todos miembros del Senado. Los siguientes son un cuestor, y dieciséis tribunos militares u oficiales del general. Le sigue una lista de treinta y tres tirones, jóvenes hijos de senadores o caballeros, que con un poco más de edad servirían como oficiales y ahora estaban adquiriendo una valiosa experiencia militar1015. La nómina se completa finalmente con cuatro centuriones primipilos1016.

En el consejo figuran futuros importantes personajes de la vida política romana1017: M. Aemilius Lepidus (cos. 78 a.C.); M. Aurelius Cotta (cos. 74 a.C.); Cn. Cornelius Lentulus Clodianus (cos. 72 a.C.)1018; L. Gellius Poblicola (cos. 72 a.C.); L. Iunius Brutus Damasippus (pr. 82 a.C.); Cn. Octavius Ruso (pr. ca. 90 a.C.?)1019;

1015 El Bronce de Ascoli ofrece igualmente luz acerca de la relación de Pompeius Strabo con los Picentinos, pues doce de los tirones de la lista pertenecen a la tribu Velina, hijos indudablemente de las principales familias de la región, quienes se habían unido al ejército liderado por el que parece ser el hacendado más importante y poderoso de la zona. 1016 El documento sólo lista a los personajes de consejo de Pompeius Strabo; su rango ha sido deducido modernamente. Entre los nombres fragmentarios ya se ha señalado a Ser. Sulpicius Galba y, entre los perdidos, a M. Caecilius Cornutus. 1017 La identificación no es segura al no reflejar el documento el cognomen de los distintos individuos. 1018 Para otros, Cn. Cornelius Dolabella (pr. 81 a.C.). 1019 Más remotamente, pudiera tratarse de Cn. Octavius (cos. 87 a.C.).

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Pompeius Magnus, el hijo de Pompeius Strabo; Sex. Pompeius, el hermano del propio imperator; L. Sergius Catilina (pr. ca. 68 a.C.), el protagonista de la “Conjuración de Catalina”1020.

Precisamente gracias a este documento se ha podido deducir dónde militó Sertorius durante la Guerra de los Aliados. En un principio, A. Schulten, seguido por B. R. Katz, consideró que había servido con su antiguo comandante, Didius, en el frente meridional. Por su parte, Ph. O. Spann pensó que Sertorius había servido con Caepio y Marius en el año 90 a.C. y luego con Porcius Cato y Pompeius Strabo en el año 89 a.C., es decir, en el frente septentrional.

Finalmente, C. F. Konrad señala que, dado que tres individuos pertenecientes al staff de Pompeius Strabo, a saber: Q. Hirtuleius, hermano de L. Hirtuleius, el principal lugarteniente de Sertorius, L. Insteius, y C. Tarquitius, aparecerán posteriormente como oficiales de Sertorius en Hispania, pudiera ser que este último efectuase lazos de amicitia con los anteriores mientras sirvió en el ejército, es decir, bajo el mando de Pompeius Strabo, teoría que también apoya P. McGushin.

1020 Sobre este tema, vid: Z. Yavetz, “The failure of Catilina’s Conspiracy”, Historia 12 (1963), 485-499. L. Hutchison, The Conspiracy of Catiline, London, 1966. N. Criniti, “Studi recenti su Catilina e la sua congiura”, Aevum 41 (1967), 370-395. A. Kaplan, Catilina, the man and his role in the Roman Revolution, New York, 1968. E. S. Gruen, "Notes on the «First Catilinarian Conspiracy»", CPh 64 (1969), 20-24. E. Manni, L. Sergio Catilina, Palermo, 19692. J. Vogt, Cicero und Sallust über die Catilinarische Verschwörung, Darmstadt, 1973. Ch. M. Odahl, The Catilinarian Conspiracy, New Haven, 1971. E. J. Phillips, "Catiline's Conspiracy", Historia 25 (1976), 441-448. A. Schaffer, Catiline and Clodius. A Social Scientific Approach to Two Practitioners of Civil Violence in the Late Roman Republic, Minessota, 1979. A. T. Wilkins, Villain or Hero. Sallusts's Portrayal of Catiline, New York, 1994. M. Fini, Catilina. Ritratto di un uomo in rivolta, Milano, 1998.

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X

AÑO 89 A.C.: FRENTE MERIDIONAL

Las operaciones en el frente meridional para este año son difíciles de precisar tanto por la parquedad de las fuentes como por la propaganda que rodea a Sulla. Sus Commentarii aseguraron que sus hazañas en el año 89 a.C. eclipsaran las de cualquier otro comandante romano. Por supuesto, no hay que decir que todos sus actos fueron exagerados. Ya se ha visto lo que aconteció con Marius en el año 90 a.C.

Como en el frente “mársico”, las cosas empezaron bien para Roma el año 89 a.C. en el frente “samnita”. Una consecuencia de las victorias de Pompeius Strabo sobre los pueblos a lo largo de la costa del Adriático fue la sumisión de la Apulia, gracias a la obra del competente C. Cosconius (pr. 89 a.C.)1021, que recuperó prácticamente todo el territorio que había tomado Vidacilius el año anterior. Si bien Apiano1022 (seguido por E. Gabba y T. C. Brennan) menciona que Cosconius fue pretor en este año, T. R. S. Brougton, P. Jal, E. T. Salmon y G. De Sanctis consideran que sólo fue un legado (y pretor entonces en el año 78 a.C.).

Según Apiano, Cosconius descendió por la costa desde el Norte, probablemente desde el Picenum1023, tomó Salapia, a la que incendió1024, y también se apoderó de Cannae1025. Para el epitomador de Livio, Cosconius junto con un tal Lucanus1026 vencieron a los Samnitas en el campo de batalla, dieron muerte al famosísimo general Marius Egnatius y recibieron la rendición de muchas plazas1027. aunque E. T. Salmon puntualiza que no las más importantes.

Tanto E. Gabba como E. T. Salmon señalan que primero Cosconius derrotaría y daría muerte a Marius Egnatius (al que E. T. Salmon se pregunta si sería pretor de los Hirpinos, aunque en otro lugar no lo considera como tal). Pero pudo ser perfectamente al revés: los primeros éxitos de Cosconius atrajeron la atención de Marius Egnatius, y el resultado fue derrota de su ejército y la muerte de su general.

La reacción insurgente no se hizo esperar. Cuando Cosconius estaba sitiando Canusium, sostuvo una severa batalla con los Samnitas, al mando de Trebatius, que habían acudido en ayuda de la ciudad; finalmente, después de que ambos ejércitos sufrieran muchas bajas, Cosconius, derrotado, se retiró a Cannae1028.

1021 G. Barabino señala que varios fragmentos de Cornelio Sisena pusieran pertenecer a las acciones efectuadas por Cosconius (Sisen. frs. 59, 65, 88 y 97), pero es muy hipotético. Por ejemplo, uno de estos fragmentos lo sitúa P. Frassinetti con la muerte de T. Lafrenius (Sisen. fr. 88), pero si considera que otro se trate de la batalla entre las fuerzas de Cosconius y las de Trebatius (Sisen. fr. 59). 1022 App. BC 1, 52. 1023 Lo que de ser así muestra como el centro de la sublevación, el territorio de Vestinos y Frentanos habían quedado abiertos a las tropas romanas, lo que evidencia cómo la balanza del conflicto se decantaba del lado romano. 1024 App. BC 1, 52. 1025 App. BC 1, 52. 1026 Para E. T. Salmon, Lucanus pudiera ser un personaje pro-romano de Venusia. El nombre podría ser en realidad un gentilicum y probablemente es un error por Lucanius, quien sirvió en el staff de Pompeius Strabo, y era miembro de la Horatia, la tribu a la cual pertenecían los ciudadanos de Venusia. Como de costumbre, no es más que una conjetura. 1027 Liv. Per. 75, 6. 1028 App. BC 1, 52.

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Puesto que los separaba un río, del cual Apiano no indica su nombre, pero parece tratarse según E. Gabba del Aufidius (act. Ofanto)1029, Trebatius invitó a Cosconius a que pasara a su orilla para trabar combate o que se retirara para atravesarlo él. Ante tal disyuntiva, Cosconius se retiró y, como sería de esperar, atacó a Trebatius cuando lo estaba atravesando. En tales circunstancias, los Romanos vencieron y causaron 5.000 muertos a los rebeldes, mientras que el general samnita y el resto de sus soldados cruzaron el río y huyeron hacia Canusium1030.

Con esta victoria, Cosconius obtuvo una total libertad de movimientos en el área. De esta forma, recorrió los territorios de las ciudades de Larinum, Venusia y Ausculum, e invadió el de Poediculos (Poediculi, también denominados Peucetios [Peucetii]) y en dos días capturó a su población1031. Posiblemente esta última localidad haga referencia a Rudiae (act. Rusce di Lecce), aunque para G. De Sanctis se trataría de Arpi, una ciudad que había perdido importancia tras su alineamiento con Hannibal durante la Segunda Guerra Púnica. Si bien Arpi cuadraría mejor con el resto de poblaciones mencionadas, está en territorio de los Daunios, por lo que ha de ser descartada. Por ello, es de suponer que Cosconius, después de someter la zona de Tavoliere della Puglia, se dirigiera hacia el sur para acometer el total sometimiento de la Apulia.

Para E. Gabba, esto significa que Larinum, Venusia y Asculum también se rindieron, lo que es una exageración, pues en ningún momento se dice que tomó estas poblaciones, y lo que hizo, como bien indica E. T. Salmon, es devastar su territorio. También P. Jal acredita la rendición de Venusia a Cosconius, pero esta población cayó en realidad ante Metellus Pius.

La actuación de Cosconius parece haber sido decisiva. Para Diodoro, los Itálicos siguieron luchando a pesar de que tenían conciencia de que luchaban por una causa perdida. Pero, después de que Cosconius tomara el mando en Iapygia, fueron derrotados una y otra vez1032. De esta forma, toda la llanura al Norte de la Via Appia entre Venusia y Tarentum caería en manos romanas según H. Last y R. Gardner. Pero, en realidad, el sometimiento completo de Apulia fue obra de Metellus Pius durante el año siguiente.

Pero no todo eran buenas noticias para Roma en la parte meridional de Italia. El legado A. Gabinius (pr. ca. 90 a.C.?) cayó durante el asedio al campamento enemigo después de llevar a cabo con éxito una campaña contra los Lucanos y de tomar por asalto un gran número de ciudades1033. Para H. Last y R. Gardner, Gabinius cayó en el asalto a Grumentum, que debió de perderse el año anterior, pues que se recuperó esta ciudad se deduce de una fuente1034, que asimismo informa de que fue asediada por los sublevados. Pero para T. C. Brennan, T. R. S. Broughton, J. Th. Graves, P. Jal, E. T. Salmon y G. De Sanctis consideran que se trata del mismo personaje que C. Gabinius, que cayó contra los Marsos1035.

Por su parte, Floro, señala que un Carbo dispersó a los Lucanos1036. Esta noticia la convierte E. T. Salmon en que Cn. Papirius Carbo (cos. I 85 a.C.) fue quien 1029 Por su parte, A. von Domaszewski señala que el encuentro fue en territorio de los Frentanos. 1030 App. BC 1, 52. 1031 App. BC 1, 52. 1032 Diod. 37, 2, 8. Sus acciones parece que fueron efectuadas antes del abandono de Corfinium por los Aliados (Cf. Diod. 37, 2, 9). 1033 Liv. Per. 76, 1. Th. Mommsen considera que este suceso aconteció en el año 88 a.C. 1034 Claud. Quadrig. fr. 80. 1035 Oros. 5, 18, 25. 1036 Flor. 2, 6, 13.

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reemplazó a Gabinius, tal como ¡indica Floro!, lo que no es en absoluto cierto. La identificación de este Carbo no está clara, pues T. R. S. Broughton acredita a C. Papirius Carbo (pr. ca. 81 a.C.).

Para empezar, Floro no acredita de manera literal a Carbo con ninguna victoria. Sólo dice que “Cato dispersó a los Etruscos, Gabinius a los Marsos, Carbo a los Lucanos y Sulla a los Samnitas”1037. Algo importante debió de hacer, aunque las fuentes supervivientes nada indiquen.

Muy probablemente, pudiera tratarse de dos personajes homónimos, pues un P. Gabinius fue pretor en el año 88 a.C. También es posible que tras la muerte de Gabinius su substituto fuera Carbo, tal como indicó E. T. Salmon y así también lo considera E. Gabba.

Pero, ante todo, las acciones en el frente meridional estuvieron protagonizadas por Sulla quien, al contrario que su rival Marius, jugó un prominente papel en el año 89 a.C. Al igual que Pompeius Strabo y Porcius Cato, Sulla retuvo la zona en donde había servido el año anterior, en su caso, en el frente meridional.

Como indica E. T. Salmon, ciertamente, a veces es asumido, como por H. Last, R. Gardner y Th. Mommsen1038, que Sulla, al estar ambos cónsules sirviendo en la zona “mársica” en el año 89 a.C., éste estaría a cargo del frente “samnita”, presumiblemente con un imperium proconsular. Las fuentes, que dependen ante todo de los Commentarii de Sulla, dan esta impresión: el epitomador de Livio le acredita hazañas efectuadas en el año 89 a.C. que raramente atribuye a alguien que no fuera un cónsul1039, y Orosio1040 precisamente lo da como cónsul en este año1041, y Eutropio lo individualiza como el general romano más importante1042.

Más bien, Sulla era un legado en el año 89 a.C.1043, aparentemente del cónsul Porcius Cato, como señalan Ch. Amidani, J. Th. Graves, A. Keaveney, y E. T. Salmon. Sería sorprendente que hubiera tenido más alto rango que los dos consulares que servían en el sur, A. Postumius Albinus1044 y T. Didius, el último de los cuales tenido una importante experiencia militar a sus espaldas. Fuese cual fuese la situación al final del año 89 a.C., al comienzo de este año Sulla estaba en una posición subordinada.

La muerte de Porcius Cato dejó a Sulla libre de movimientos. Ha de señalarse, en cualquier caso, que para T. C. Brennan, Sulla recibiría un imperium consular tras la muerte de Porcius Cato, lo que explicaría su posición. Pero, más bien, ésta se debió, como en el caso de Marius en el año anterior, a la fatalidad de la guerra, al morir Postumius Albinus y Didius, que dejó plenos poderes a Sulla en Campania.

La campaña en Campania no comenzó con buen pie para el bando romano. Un extraño acontecimiento vino a perturbar los éxitos conseguidos. Durante el asedio de Pompeii1045, Postumius Albinus, que Orosio define como “un ciudadano tan distinguido por su nobleza, su moral y la totalidad de sus cargos públicos que había

1037 Flor. 2, 6, 13. 1038 Quines asimismo indican que habría tomado el mando de las fuerzas de L. Iulius Caesar. 1039 Liv. Per. 75, 2. 1040 Oros. 5, 18, 22, que da a Postumius, vid infra, como legado de Sulla. 1041 E. T. Salmon también menciona a Valerio Máximo (Val. Max. 1, 6, 4), pero esto es anacrónico, ya que relata un hecho acontecido en el año 88 a.C. 1042 Eutrop. 5, 3, 3. 1043 Diod. 37, 2, 8. Liv. Per. 75, 2. Plin. NH 3, 70. 1044 B. Jowett, de manera errónea, diferencia al cónsul del Postumius Albinus que participó en la Guerra de los Aliados. A. Postumius Albinus sería para E. T. Salmon más probablemente un promagistrado, y el podía haber sido enviado a Campania a vengar la masacre de su tocayo (¿o pariente?) en Nola el año anterior. 1045 Oros. 5, 18, 22.

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desempeñado”1046, legado1047 responsable de la flota, fue lapidado por sus propios soldados1048. Para Ch. Amidani, el acontecimiento no se habría producido en enero-febrero del año 89 a.C., como podría deducirse del texto de Apiano, sino mucho más tarde.

Un dato a tener en cuenta que esta es la primera vez que se menciona la utilización de un contingente naval en el curso de esta guerra, que se desarrolla en su totalidad en tierra1049. Evidentemente, debió de ser utilizada como apoyo del ejército terrestre. No en vano, Pompeii era un puerto importante1050. Se desconoce si hubo operaciones navales en la costa del Adriático, que en gran parte estaba en manos de los sublevados. Mientras, en Campania, sólo pocas poblaciones costeras estaban en sus manos, por lo que es de pensar que el mando romano priorizase este frente marítimo.

De la muerte de Postumius Albinus, lo que causó mayor indignación fue que sus soldados negaran a su general la posibilidad de defenderse cuando éste les imploró y suplicó1051. Dos explicaciones diferentes se dieron a esta acción: el odio de sus tropas por su intolerable insolencia1052 o, desacreditado por una acusación de traición1053 carente de fundamento1054.

Según E. T. Salmon, la tenaz resistencia de los habitantes de Pompeii hizo que las tropas romanas sospecharan que su comandante, Postumius Albinus, esta en connivencia con los defensores, así que lo acusaron de traición y lo lincharon. Posiblemente, las duras condiciones que Postumius Albinus imponía a sus soldados hicieron que éstos estallasen y, para justificar su acción, efectuaron tal imputación.

En este punto intervino Sulla1055. Para E. Gabba y A. Keaveney, Sulla se encontraba asediando Pompeii con la ayuda de la flota de Postumius Albinus. Por el contrario, G. Gatti considera que los soldados aprovecharon la coyuntura de que Sulla se estaba enfrentando a L. Cluentius para linchar a su comandante.

En cambio, E. T. Salmon considera, a la vista de los resultados posteriores, al limitarse Sulla simplemente a tomar el mando (y las tropas) de Postumius Albinus, si la rebelión no fue instigada por el primero para desembarazarse del segundo. Sin duda, para este investigador, Sulla en sus Commentarii sospechaba que Postumius era un traidor, lo que pasó a la literatura posterior, lo que ocasionaría que los miembros de la gens Postumia se mantuvieran activos contra Sulla.

Un Albinus (seguramente un A. Postumius Albinus, que T. C. Brennan considera la posibilidad de que fuera un pretor) figura en la batalla de la Puerta Collina (82 a.C.)1056, al cual E. T. Salmon identifica como un magistrado monetal del año 89

1046 Val. Max. 9, 8, 3. 1047 Liv. Per. 75, 1. Polyaen. 8, 9, 1. Otras fuentes consideran que era legado de Sulla (Oros. 5, 18, 22. Plut. Sulla 6, 16), como así cree, T. R. S. Broughton, de manera errónea. 1048 Liv. Per. 75, 1 (solo informa de su muerte, no cómo fue producida ésta). Oros. 5, 18, 22. Plut. Sulla 6, 16 (a golpes de bastones y piedras). Polyaen. 8, 9, 1 (con piedras y palos). Val. Max. 9, 8, 3. Para G. Barabino, quizás un fragmento de Cornelio Sisena pudiera referirse a este acontecimiento (Sisen. fr. 64). 1049 Diversos fragmentos de Cornelio Sisena pudieran pertenecer a las acciones marítimas efectuadas delante de Pompeii (Sisen. frs. 104-107). 1050 Str. 5, 4, 8. 1051 Val. Max. 9, 8, 3. 1052 Oros. 5, 18, 22. 1053 Liv. Per. 75, 1. Val. Max. 9, 8, 3. 1054 Val. Max. 9, 8, 3. 1055 Sobre este tema, Ch. Amidani, “L'assassinio di A. Postumio Albino e l'assegnazione del comando mitridatico a L. Cornelio Silla”, Aevum 68 (1994), 89-94. G. Firpo, “Sulla e i Postumii. Un processo storiografico?” en Processi e politica nel mondo antico (Milano, 1996), 153-168. 1056 App. BC 1, 93.

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a.C.1057. En realidad, M. H. Crawford considera que el magistrado monetal sería hijo del participante en el combate contra Sulla y lo fecha en el año 81 a.C. De esta forma, no puede decirse que los Postumii como grupo se opusieran a Sulla.

Según Plutarco, Sulla dejó pasar tal crimen sin perseguir por ello a sus autores. Se jactó además de su indulgencia, diciendo a quien quisiera oírle que así sus soldados serían más impetuosos en la guerra, para pagar su falta a fuerza de valor1058. Orosio indica que Sulla (al que califica erróneamente como cónsul) declaró que “la sangre de un ciudadano no podía ser expiada sino con sangre de enemigos”1059. Por su parte, Polieno dice que Sulla no castigó a los asesinos, sino que lo pasó por alto afirmando que de esta forma se hacían más animosos para la guerra, convencidos de que estaban obligados a defenderse con una gran hazaña por su gran falta; y, efectivamente, lucharon con mucho más valor en las batallas, hasta el punto de hacer olvidar su delito contra Postumius Albinus1060.

Plutarco parece dedicarse a adivinar el futuro, pues escribió que: “se hizo por este asunto reproches a Sulla, de los que no tuvo ninguna cuenta. Soñaba ya con destruir a Marius, y, considerando que la Guerra de los Aliados tocaba a su fin, halagaba el ejército situado bajo sus órdenes, en la esperanza de ser designado como general contra Mithridates VI”1061. No en vano, el escritor de Queronea considera que Sulla fue el primer gran demagogo de la historia de Roma1062. Una postura adoptada por Ch. Amidani.

A. Keaveney propone la solución más correcta a la actitud de Sulla frente a los amotinados. Muy posiblemente, los oficiales de Sulla pidieron que se castigase a los sublevados, pero Sulla, que siempre había tratado a sus hombres con cortesía y moderación, tenía que tener poca simpatía por una persona como Postumius Albinus.

Se trataría para H. Last y R. Gardner de una muestra de la característica sagacidad de Sulla. No se trataría de una solución para salir de apuros. Mientras estaba Sulla asediando Pompeii1063, el general aliado L. Cluentius1064 vino a su encuentro. Sulla consideró imprescindible no poner a sus tropas en su contra si deseaba tener éxito contra su oponente.

La lucha en Campania se centró por la posesión de Pompeii. De esta forma, Cluentius, al que E. T. Salmon califica de meddix de la Campania meridional, fijó su campamento, con gran desprecio, a una distancia de tres estadios de Sulla, que estaba acampado en los alrededores de los montes de Pompeii1065. Para A. Keaveney, esta descripción sitúa a Sulla cerca de las estribaciones del Vesuvius, que se extendían a la sección de la muralla de Pompeii, situada entre las puertas del Vesuvius y la de Herculaneum.

1057 RRC 372/1-2. 1058 Plut. Sulla 6, 16. 1059 Oros. 5, 18, 23. De esta manera, “el ejército, acuciado por el remordimiento de esta acción, afrontó el combate de forma tal como si cada uno viera que iba a morir si no vencía”. 1060 Polyaen. 8, 9, 1. 1061 Plut. Sulla 6, 17. 1062 Plut. Sulla 12, 12. 1063 Con el apoyo de la legión de Minatius Magius (Vell. Pat. 2, 16, 2). 1064 G. Colonna lo cree natural de Larinum, a causa de A. Cluentius Habitus, natural de esta ciudad, protagonista del Pro Cluentio pronunciado por Cicerón, vid: U. Pietrantonio, La guerra sociale, Cicerone e Cluenzio, Roma, 2000. M. Silvestrini, “Dalla nobilitas municipale all’ordine senatorio: esempi da Larino e da Venosa”, CCG 7 (1996), 269-282. También E. Gabba relaciona este personaje con los Cluentii de Larinum. Por tanto, difícilmente puede apoyarse la teoría de E. T. Salmon de que L. Cluentius pudiera ser el pretor de los Campanos. 1065 App. BC 1, 50.

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Sulla no toleró la arrogancia de Cluentius y, sin aguardar a aquéllas de sus tropas que habían salido a forrajear, atacó a Cluentius, pero fue derrotado en esta ocasión1066. Las prisas son malas consejeras. Pero Sulla, cuando volvieron los que estaban de forrajeo (que deberían ser ciertamente un número importante), puso en fuga a Cluentius1067.

Cluentius, visto las circunstancias, trasladó su campamento a una distancia mayor, mas, al llegar hasta él algunas tropas galas, de nuevo se aproximó a Sulla1068. Estos Galos pudieran ser tanto de la Gallia Cisalpina (aunque habría que explicar cómo pudieron aparecer en Campania, quizás por provenir de otra fuerza insurgente) o de desertores del ejército romano (como piensa G. Barabino)1069.

Como en muchos combates de la Antigüedad, antes de la batalla se produjo un duelo de carácter individual, relatado por Apiano: “Cuando ambos ejércitos iban al encuentro, un galo de enorme estatura se adelantó y retó a un duelo a cualquier romano; y una vez que un mauritano1070 de pequeña envergadura le hubo dado muerte haciéndole frente, los Galos huyeron al punto llenos de temor1071”. Como señala E. Rawson, parece ser que duelos entre enormes Galos y pequeños pero victoriosos adversarios son de rigor para los historiadores del periodo.

Sea como fuere, establecido el combate, éste fue favorable a las armas romanas. Al quedar rota la línea de batalla de Cluentius, el resto de sus tropas no permaneció en su puesto, sino que huyeron a la ciudad de Nola en desorden. Sulla les siguió y dio muerte a 3.000 de ellos durante el transcurso de la persecución. Debido a que los habitantes de esta población, por temor a que los Romanos no entraran junto con los derrotados, sólo habilitaron una puerta para que entraran estos últimos, lo que supuso un auténtico descalabro para el ejército aliado, pues, según Apiano, Sulla dio muerte a 20.000 insurgentes entorno a la ciudad de Nola, entre los cuales se encontraba Cluentius, quien cayó luchando con bravura1072.

Ciertamente, en la persecución de un ejército derrotado es cuando se produce en éste el mayor número de bajas. A pesar de lo aparatoso de las cifras, éstas parecen ser correctas, pues, de entrada, el ejército de Cluentius desapareció de la escena, al no tenerse más noticias de él.

Orosio narra la misma batalla, aunque con variantes. En el enfrentamiento perecieron 18.000 soldados samnitas; y, en la persecución posterior, gran parte de los integrantes del ejército aliado perdió la vida, incluido su líder Iuventius1073. Ch. Amidani, A. Lippold y E. T. Salmon consideran que Cluentius y Iuventius son un mismo personaje1074.

1066 App. BC 1, 50. 1067 App. BC 1, 50. 1068 App. BC 1, 50. 1069 Esta investigadora señala que algunos de los fragmentos de Cornelio Sisena se refieren a la presencia de estos Galos (Sisen. frs. 61, 71-72). 1070 Para E. Gabba y L. Pareti, quizás más bien un númida. 1071 App. BC 1, 50. Para G. Barabino y P. Frassinetti, algunos de los fragmentos de Cornelio Sisena se refieran a esta lucha (Sisen. frs. 80, 96, 121). Sobre enfrentamientos de carácter individual durante la República, vid: S. P. Oakley, “Single combat in the Roman Republic”, CQ 35 (1985), 392-410, siendo el presente enfrentamiento el nº 25 de su lista. 1072 App. BC 1, 50. Para G. Barabino, un fragmento de Cornelio Sisena (Sisen. fr. 73) pudiera referirse a este combate, aunque P: Frassinetti lo relaciona con la presencia de Sex. Iulius Caesar en el Picenum. 1073 Oros. 5, 18, 23. 1074 De manera indirecta, también P. Castrén.

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Eso sí, las cifras de 23.000 caídos itálicos (transmitida por Apiano), y sólo un soldado romano, cifra esta última que indica Eutropio1075, sin duda proceden de los Commentarii de Sulla, pero nadie se atrevió a decir que Nola siguió en manos rebeldes1076. En cualquier caso, el éxito obtenido por Sulla supuso que por fin las armas romanas pasaron a una completa ofensiva.

La narración de Orosio permite indicar que E. Gabba comete un error al señalar que, mientras Sulla atacaba Nola, Postumius Albinus sitiaba Pompeii. El escritor cristiano establece claramente que la batalla y posterior masacre junto a Nola se produjo después del asesinato de Postumius Albinus, como señala A. Keaveney.

Después de su victoria, Sulla pasó a sitiar Nola, pero la ciudad iba a ser un baluarte rebelde durante varios años. Sea como fuere, el propio Sulla escribió en sus Commentarii que su ejército le concedió una corona graminea (un honor dado a alguien que había salvado a sus hombres de un grave peligro) ante Nola, mientras era legado (lo que significa que no pudo ser durante el año 88 a.C., pues era cónsul), escena que fue pintada en su villa de Tusculum, que posteriormente fue propiedad de Cicero1077. La corona debió de ser fruto de su victoria sobre el ejército de Cluentius.

Pompeii no tuvo tanta suerte, y caería finalmente en manos de Sulla1078. Se ha especulado con que Pompeii se mantuvo independiente hasta el año 82 a.C., momento en que finalizó la Guerra Civil. Pero, como indica P. Castrén, no parece lógico que Sulla interrumpiera un sitio que había comenzado de manera afortunada.

Pompeii no parece haber sufrido graves daños durante su ocupación. Sólo la restauración de las murallas por los primeros duoviri T.? Cuspius y M. Loreius1079 puede considerarse como resultado de la guerra1080. Los famosos agujeros en la muralla cerca de la Puerta del Vesuvius testimonian uno de los grandes ataques efectuados contra la ciudad.

A destacar que en Pompeii se habían localizado una serie de inscripciones oscas parietales (las denominadas “eituns”) que tradicionalmente se habían relacionado con la Guerra de los Aliados1081, en las que se indicaría el lugar a dónde debían acudir los hombres movilizados contra los Romanos1082. No obstante, E. Campanile ha demostrado que se tratan de epígrafes de carácter local pertenecientes a un momento impreciso del s. I a.C.1083

Previamente, Stabiae cayó el 29 de abril en poder de Sulla, a la que destruyó, no quedando en tiempos de Plinio más que una granja1084. Puede que sea una consecuencia de la derrota de Cluentius anteriormente narrada, ya que dejó claramente la iniciativa en Campania en manos romanas.

1075 Eutrop. 5, 3, 3. El general itálico es denominado A. Cluentius, en vez de L. Cluentius. 1076 Como señala E. T. Salmon, Silio Itálico, en una verso, señala que Sullae non pervia Nola (Sil. Ital. 8, 534). 1077 Plin. NH 22, 12. 1078 Vell. Pat. 2, 16, 2. Pero de esta fuente no se puede deducir que Sulla tomase Pompeii, sólo que la atacó. Pero todos los investigadores son unánimes en que fue en este momento cuando se conquistó la ciudad. 1079 CIL I2 1630 = CIL X 938 = ILLRP 643 = ILS 6355. 1080 H Nissen consideró que esto aconteció posteriormente a la muerte de C. Iulius Caesar (44 a.C.), pero no es posible debido a los cargos institucionales que ejercían estos personajes. Sea como fuere, P. Castrén advierte que quizás pudiera relacionarse con los movimientos del famoso gladiador Spartacus, cuyo ejército destruyó Nola y que por largo tiempo acampó cerca de Pompeii (Plut. Crass. 9, 6). 1081 Ve 23-28. 1082 Sobre este tema, vid: P. Poccetti, “Riflessi di strutture di fortificazione nell'epigrafia italica tra il II e il I secolo a.C.”, Athenaeum 66 (1988), 303-328. 1083 Vid: E. Campanile, “Le iscrizioni osche di Pompei attribuite al periodo della Guerra Sociale”, en L’incidenza dell’antico. Studi in memoria di Ettore Lepore II (Napoli, 1996), 361-375. 1084 Plin. NH 3, 70.

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Asimismo, Herculaneum cayó ante las fuerzas de T. Didius, apoyado por la legión reclutada por cuenta propia por Minatius Magius1085, el día 11 de junio1086. Precisamente el transmisor de la noticia, Veleyo Patérculo, era descendiente de Minatius Magius (nieto de Decius Magius, que había sido Campanorurn princeps celeberrimus et nobilissimus vir en época de Hannibal, líder del partido pro-romano en Capua)1087.

Minatius Magius es descrito como persona “muy célebre y fiel, mostró en esta guerra tanta fidelidad a los romanos, que con la legión que había reunido él mismo entre los Hirpinos…”1088. No está muy claro como éste se hizo de esta fuerza militar, pero para E. T. Salmon la mayor parte de sus miembros serían voluntarios que se habían establecido en el ager publicus que una vez fue territorio hirpino.

Con su fuerza Minatius Magius penetró en Campania, se unió al comandante romano T. Didius, y le ayudó a recuperar Herculaneum1089. Providencialmente para Sulla, según E. T. Salmon, Didius cayó el 11 de junio, primer aniversario del desastre del río Tolenus1090, y permitió a Sulla incorporar más tropas a las que ya comandaba. Además, obtuvo también el “cuerpo libre” de Minatius Magius1091.

Según H. Last, R. Gardner y E. Gabba el orden de los acontecimientos sería el siguiente: primero caería Stabiae, luego Herculaneum, y finalmente, aislada, Pompeii. P. Castrén da el mismo orden, pero señala, correctamente, que Minatius Magius y T. Didius fueron quienes ocuparon Herculaneum y Sulla fue quien ocupó y saqueó Stabiae.

La opinión de A. Keaveney sobre que se desconoce cuando cayó Pompeii, si antes o después de Stabiae, es sorprendente. Sulla, al tomar Pompeii, contaba con la legión hirpinate de Minatius Magius, que había participado en la captura de Herculaneum1092.

Por tanto, a la vista de las fechas de las caídas de Stabiae y Herculaneum, primero caería en manos de Sulla Stabiae y luego Pompeii. Posiblemente, con el refuerzo de las tropas de Didius y Minatius Magius, Sulla pudo asaltar y tomar Pompeii, como así indica E. T. Salmon.

Más aún, un fragmento de Cornelio Sisena establece que alguien (no indica quién) inmediatamente se dirigió hacia Nuceria devastando los campos1093, acción que G. Barabino atribuye a Sulla mientras éste asediaba Stabiae. En cualquier caso, la situación romana en Campania había mejorado de forma notable, lo que contribuía además según H. Last y R. Gardner a mejorar la situación en Apulia y Lucania.

Sulla, ignorando la amenaza que representaba para su retaguardia el dominio de Nola por parte de los sublevados, tomó la atrevida decisión de invadir el propio

1085 Vell. Pat. 2, 16, 2. Dos fragmentos de Cornelio Sisena hacen alusión a esta ciudad (Sisen. frs. 53-54). 1086 Ovid. Fast. 6, 567-568. 1087 Vell. Pat. 2, 16, 2. Veleyo dice: “Algunos autores y de manera muy brillante Q. Hortensius Hortalus (cos. 69 a.C.) en sus Annales dieron a conocer sus virtudes. El pueblo romano le agradeció cumplidamente su piedad concediéndole la ciudadanía a título individual, nombrando pretores a sus dos hijos, cuando todavía no se nombraban más que seis [el número fue elevado a ocho por Sulla en el año 81 a.C. (Cf. Suet. Iul. 41, 1. Dio Cass. 42, 51, 3. Vell. Pat. 2, 16, 3). A destacar que las nuevas murallas de Aeclanum fueron sufragadas por C. Quinctius Valgus, patrón del municipio, y por los IIIIviri A. Patlacius y M. Magius Min. f. Surus (CIL I2 1722 = CIL IX 1140 = ILLRP 523 = ILS 5318), hijo este último de Minatius Magius. Valgus era suegro de P. Servilius Rullus (tr. pl. 63 a.C.). 1088 Vell. Pat. 2, 16, 2. 1089 Vell. Pat. 2, 16, 2. 1090 Ovid. Fast. 6, 567. 1091 Vell. Pat. 2, 16, 2. 1092 Vell. Pat. 2, 16, 2. 1093 Sisen. fr. 56. Cf. Sisen. fr. 55.

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territorio enemigo. Con Minatius Magius como guía en su avance en el interior del país de los Hirpinos, Sulla capturó y saqueó Aeclanum (act. Passo di Mirabella Eclano)1094 y Compsa1095 (act. Conza Della Campania)1096, y con estos éxitos logró forzar la rendición de este grupo étnico.

La ciudad de Aeclanum, un centro de comunicaciones, ubicado a 24 km al Este de Beneventum, se encontraba en el valle medio del río Calor (act. Calore), sobre la Via Appia. Ciertamente era un objetivo apetitoso, sobre todo porque Minatius Magius era natural de esta ciudad, de donde habría tenido que huir, pues la factio anti-romana era la que estaba en el poder.

Los habitantes de Aeclanum esperaban, según Apiano, “ese mismo día”, es decir, el de la presencia de Sulla, la llegada de los Lucanos bajo Lamponius y Ti. Cleppius1097, que venían en su ayuda1098. Por ello, pidieron a Sulla que les concediera un tiempo para decidirse1099, si se rendían o no. Evidentemente, ante la aproximación de Sulla, se había pedido ayuda por parte de los rebeldes que, casualmente, coincidía con la llegada del general romano.

El territorio hirpino (según E. T. Salmon)

Sulla, que no era ningún necio, se dio cuenta de la maniobra; les concedió una

hora, y entretanto ordenó a sus hombres que apilasen haces de leña seca en torno a las murallas, que eran de madera, y al pasar el tiempo estipulado, una hora, les prendió 1094 Sobre la captura de esta ciudad se han relacionado varios fragmentos de Cornelio Sisena (Sisen. fr. 75, 79-80, 82-85, 89), pero sin seguridad. 1095 Compsa estaba situada en una posición elevada sobre dos colinitas separadas por un pequeño valle, sobre la orilla derecha del río Aufidus, dominando el valle homónimo, punto nodal de la via de comunicación de la gente sabélica que atravesaba el valle del Volturnus y del Calor hacia la Lucania occidental y la llanura de Paestum. 1096 Vell. Pat. 2, 16, 2, quien solo menciona que su antepasado tomó esta ciudad. Pero es de suponer que iría con Sulla. Por el contrario, nada dice de su participación en Aeclanum, pero era natural de allí y es normal que participara en la acción. 1097 Estos mismos personajes son los que siguen dirigiendo a los Lucanos posteriormente (Diod. 37, 2, 11). 1098 App. BC 1, 51. 1099 App. BC 1, 51.

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fuego1100. Los de Aeclanum, llenos de temor, entregaron la ciudad, y Sulla la saqueó por no haberse rendido voluntariamente sino por la fuerza1101.

Sea como fuere, Sulla perdonó a otras comunidades que se rindieron1102, entre las que estaría la citada Compsa. Los Hirpinos quedaron completamente sometidos1103, y los insurgentes vieron como sus comunicaciones directas con Apulia quedaban cortadas. Pero Sulla iba a continuar todavía con su exitosa campaña.

El sometimiento de los Hirpinos dejó las manos libres a Sulla para atacar a los Pentros, el verdadero núcleo del Samnium. Su marcha contra éstos no discurrió por donde el general samnita, Papius Mutilus, le esperaba, controlando entonces los accesos, sino por otra vía de acceso inesperada, tras dar un rodeo1104.

Este largo desvío de la ruta llevó a Sulla y a su ejército a aparecer al norte1105 de la región, según E. Gabba y A. Keaveney, contrariamente a las expectativas samnitas. Sería de suponer que desde Aeclanum, Sulla se dirigiera a Beneventum por la Via Appia y, desde aquí, se internase por Telesia y Saepinum1106, en territorio de los Caudinos.

Pero en vez de ello, Sulla, en Beneventum, debió proseguir por la Via Appia hasta la región de Capua-Teanum, y desde allí avanzó hacia el norte del Samnium, quizás siguiendo el río Volturnus. Apiano informa que al aparecer Sulla de una manera inesperada, derrotó a los desprevenidos Samnitas y mató a muchos, y los demás huyeron de manera dispersa1107. El propio Papius Mutilus resulto herido y se refugió en Aesernia con unos pocos de sus hombres1108. La batalla debió de tener lugar cerca de esta ciudad, posiblemente entre este punto y Bovianum Undecimanorum, como piensan E. Gabba y A. Keaveney1109. A consecuencia de esta acción, Sulla destruyó el campamento de Papius Mutilus1110.

Sulla se dirigió entonces contra Bovianum, el centro de los Pentros1111, que se había convertido en la nueva capital de los sublevados1112. Se trata de Bovianum Undecimanorum (act. Boaino), como piensan E. Gabba, A. Keaveney y E. T. Salmon, mejor que Bovianum Vetus como han mantenido A. von Domaszewski, H. Last y R. Gardner.

Bovianum tenía tres ciudadelas, desde una de las cuales los habitantes de la ciudad atacaban a Sulla1113. Una de estas ciudadelas ha sido identificada con la actual

1100 App. BC 1, 51. 1101 App. BC 1, 51. E, Gabba considera que un fragmento de Cornelio Sisena (Sisen. fr. 51) pudiera atribuirse a este episodio. 1102 App. BC 1, 51. 1103 App. BC 1, 51. Liv. Per. 75, 7. Vir. Ill. 75, 6. 1104 App. BC 1, 51. 1105 Más bien, al Oeste, o al Noroeste, como quiere E. T. Salmon. 1106 Sobre esta ciudad, vid: G. Cologna, “Saepinum, ricerche di topografia samnitica e medievale”, Archeologia Classica 14 (1962), 80-107. J. C. Anderson, “Saepinum. A Samnite and Roman town in the Abruzzi”, AugAge 2 (1982-1983), 1-8. M. Gaggiotti, “Saepinum”, en Samnivm. Archeologia del Molise (Roma, 1991), 243-246. 1107 App. BC 1, 51. 1108 App. BC 1, 51. 1109 A descartar Saepinum como considera E. T. Salmon, por la ruta seguida por Sulla. 1110 App. BC 1, 51. A este enfrentamiento parece pertenecer un fragmento de Cornelio Sisena (Sisen. fr. 62). 1111 Después de la destrucción de Aquilonia (293 a.C.) y de la conversión en colonias latinas de Beneventum (269 a.C.) y Aesernia (263 a.C.). 1112 App. BC 1, 51. En esta ciudad se considera que se emitieron las amonedaciones insurgentes Campana 119-148. 1113 App. BC 1, 51.

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Civita di Bojano, al lado de Bovianum, la cual, ubicada sobre un monte, domina la ciudad a sus pies, y fue el núcleo antiguo de la población1114.

Sulla, ante esta situación, envió a algunas de sus tropas para que, dando un rodeo, se apoderaran de cualquiera de las otras dos ciudadelas que pudieran y le hicieran una señal con humo. Al alcanzarse este objetivo, y Sulla divisar la señal acordada, atacó de frente Bovianum (pues desde la ciudadela que controlaba podía, es de suponer, controlar las posibles acciones a realizar por parte de los Samnitas) y, después de luchar con denuedo durante tres horas, se apoderó de la ciudad1115.

La caída de Bovianum significó a su vez la de su santuario, Civitella di Campochiario, a 12 km al sudoeste de la ciudad, en la pendiente del Matese. S. Capini señala que seguramente el santuario fue objeto de incursiones y saqueos durante el paso del ejército de Sulla.

La capital rebelde fue movida una vez más, esta vez a la conquistada Aesernia1116. Pero no parece que la actuación de Sulla finalizase en Bovianum Undecimanorum, puesto que el epitomador de Livio establece que Sulla derrotó en combate a los Samnitas y tomó por asalto sus dos campamentos1117, y añade posteriormente que “Sulla sometió a los Hirpinos, venció a los Samnitas en numerosos combates, reconquistó varios pueblos y, tras llevar a cabo hazañas tan importantes como pocas veces las había realizado ningún otro antes de llegar a cónsul, marchó a Roma para presentar su candidatura al consulado”1118.

Quizás la primera noticia pueda estar relacionada con la actuación de Sulla contra Cluentius en Campania. Pero la segunda claramente se refiere a su actuación en el Samnium. En cualquier caso, es a Sulla a quien Floro acredita como el que “dispersó” a los Samnitas1119, al igual que Pseudo-Victor, que señala que venció a Hirpinos y Samnitas1120.

Todas estas victorias contra los Samnitas habían tenido lugar según E. Gabba en el verano1121, entre los meses de julio y septiembre del año 89 a.C.; hacia octubre de este año, Sulla fue a Roma con objeto de presentarse su candidatura al consulado1122, magistratura que alcanzó. Como indica Diodoro: “La conducción de los asuntos de Sulla era eficaz y enérgica, y adquirió fama y prestigio en Roma. El pueblo lo consideró respetable para ser elegido cónsul, y su nombre estaba en boca de todos como consecuencia de su valor y destreza militar. En pocas palabras, era muy evidente que era un hombre que sería llevado a lo más alto de la cima de la gloria”1123.

Para E. T. Salmon, las victorias de Sulla en el año 89 a.C. fueron lo suficientemente importantes para que ganara las elecciones al consulado para el año

1114 Asimismo, sobre el Monte Crocella, una altura ubicada al sudoeste de Civita, se ha localizado otra de las ciudadelas descritas por Apiano. Se trata de un pequeño recinto casi circular de obra poligonal, de 110 m de diámetro y 900 m2 de superficie. Se conserva una cisterna de planta rectangular con restos del revoque impermeabilizante sobre las paredes. La estructura parece presentar un único acceso, del tipo “puerta a corredor oblicuo”, pero de menores dimensiones. Esta altura fortificada debió servir de presidio militar con tareas de vigilancia y, en caso del asedio de la ciudad, de la defensa de la carretera de acceso al arce. 1115 App. BC 1, 51. A la toma de esta ciudad parece referirse dos fragmentos de Cornelio Sisena (Sisen. frs. 86-87, y quizás el 95). 1116 Diod. 37, 2, 9. 1117 Liv. Per. 75, 2. 1118 Liv. Per. 75, 7. 1119 Flor. 2, 6, 13. 1120 Vir. Ill. 75, 6. 1121 App. BC 1, 51. 1122 App. BC 1, 51. 1123 Diod. 37, 25. 1.

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siguiente, pero considera que se ha exagerado su relevancia. En opinión de este investigador, si se hubiera conservado una crónica favorable a los Itálicos la situación no se hubiera presentado tan desigual. Hay que recordar que un cónsul romano había perecido en el frente septentrional, y tres legados, dos de ellos consulares, en el frente meridional, y no se había podido recuperar ni Nola ni Aesernia.

Pero el propio E. T. Salmon reconoce sin embargo que la situación en Italia era mucho menos crítica para Roma. La lex Iulia había logrado mantener fuera de la rebelión a otros pueblos itálicos así como quebrar la resistencia de los propios insurgentes. La recuperación de Asculum había finalizados con toda oposición organizada en el frente más septentrional, y algunos autores clásicos incluso van más lejos y escriben que la guerra finalizó el día que Pompeius Strabo celebró su triunfo sobre el pueblo que la había empezado1124. Otros, sin embargo, notan que las operaciones a gran escala todavía continuaron en las regiones central y meridional en el año 88 a.C., y se inclinan a finalizar la guerra con la muerte de Q. Poppaedius Silo1125.

Como indica E. Gabba, en la práctica el fin del año 89 a.C. marca el final de la Guerra de los Aliados. La prolongación del conflicto únicamente se explica por la propia política interna romana.

1124 Flor. 2, 6, 14. 1125 Liv. Per. 76, 6.

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XI

LA LEX PLAUTIA PAPIRIA

Y EL FIN DEL CONFLICTO

Con la caída de Asculum, donde la rebelión había comenzado dos años atrás, el fracaso desde un punto de vista militar de los Aliados era evidente. Pero, de una manera paradójica, los vencedores debían reconocer y aceptar las demandas de los vencidos, quienes precisamente habían luchado, y perdido, por lograrlas.

Durante el año 89 a.C.1126 se aprobó una nueva ley en relación a la concesión de la ciudadanía romana, la lex Plautia Papiria, con objeto de completar la incorporación de los Aliados dentro del estado romano1127. Fue propuesta por los tribunos M. Plautius Silvanus, quien había tenido un importante éxito anterior con poner fin a las actividades de la quaestio ex lege Varia, y C. Papirius Carbo.

La causa de esta nueva concesión no sólo tenía como origen finalizar la situación absurda que habría provocado la aprobación de la lex Iulia, sino a las circunstancias derivadas del estallido en el año 89 a.C.1128 de la Primera Guerra Mitridática1129. Se trata de un conflicto que no se acabará totalmente de solucionar hasta el año 63 a.C. con la muerte del rey Mithridates VI del Pontus, que finaliza la Tercera Guerra Mitridática, y que representó la prueba de fuego del dominio romano en Oriente.

1126 Cierto número de investigadores no están de acuerdo con esta fecha, y proponen que fue aprobada en el año 88 a.C. 1127 E. Badian considera que esta ley fue aprobada a principios del año 89 a.C., pero de ser así, no se entendería muy bien la resistencia de los componentes aliados del frente septentrional (a excepción, naturalmente, de los Ascolitanos) durante el año, aunque, ciertamente, la cronología de los acontecimientos es muy borrosa, como ya hemos indicado. Quizás la muerte de Vettius Scato narrada anteriormente esté relacio-nada con este hecho. 1128 Tradicionalmente se había situado en el año 88 a.C., pero A. N. Sherwin-White ha demostrado que ésta ya se inició en el año anterior. 1129 Sobre Mithridates y la Primera Guerra mitridática, vid: Th. Reinach, Mithridate Eupator, Roi de Pont, Paris, 1890. M. Castagna, Mitridate VI Eupator, re del Ponto, Portici, 1938. A. Duggan, He Died Old. Mithridates Eupator, King of Pontus, London, 1958. D. Glew, The Outbreak of the First Mithridatic War, Diss. Princeton, 1971; “Mithridates Eupator and Rome: a Study of the Background of the First Mithridatic War”, Athenaeum 65 (1977), 380-405. E. Olshauser, “Mithridates VI und Rom”, ANRW I 1 (1972), 806-815. P. Desideri, “Posidonio e la guerra Mitridatica”, Athenaeum 61 (1973), 3-29 y 237-269. M. Rostovcev y H. A. Ormerod, “Il Ponto e i suoi vicini: la prima guerra mitridatica”, en Università di Cambridge. Storia Antica XI, 1. Roma: La Repubblica 133-44 a.C. (Milano, 1973), 261-312. A. W. Lintott, “Mithridatica”, Historia 25 (1976), 489-491. A. N. Sherwin-White, “The Opening of the Mithridatic War”, en «Philias Charin»: Miscellanea di studi classici in onore di E. Manni, IV (Roma, 1980), 1979-1995. E. Olshausen y J. Wagner, Asia Minor and Black Sea Area. The Epoch of Mithridates the Great (121-63 BC), Tübingen, 1981. D. B. Shelov, “Le royaume pontique de Mithridate Eupator”, JS (1982), 243-266. B. C. McGing,; The Foreign Policy of Mithridates VI Eupator, King of Pontus, Leiden, 1986. W. Z. Rubinsohn, “Mithridates VI Eupator Dionysos and Rome's conquest of Hellenistic East”, MHR 8 (1993), 5-54. L. Ballesteros Pastor, “Mitrídates Eupator, el último de los grandes monarcas helenísticos”, DHA 20/2 (1994), 115-133; Mitrídates Eupator, rey del Ponto, Granada, 1996. J. G. F. Hind, “Mithridates”, en The Cambridge Ancient History Volume IX. The Age of the Roman Republican, 146-43 BC (Cambridge, 1994), 129-164. J. Muñiz Coello, “C. Flavius Fimbria, consular y legado en la provincia de Asia (86/84 a.C.)”, SHHA 13-14 (1995-1996), 257-275. F. de Callataÿ, L'histoire des guerres mithridatiques vue par les monnaies, Louvain-la-Neuve, 1997. A. Mastrocinque, Studi sulle guerre Mitridatiche, Stuttgart, 1999.

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No se conoce muy bien el contenido de la lex Plautia Papiria, aunque supuso finalmente la aceptación en general por parte de los Aliados en la ciudadanía romana, con unas pocas excepciones particulares, notablemente los Samnitas y los Lucanos1130. Sólo se le atribuye de manera específica una cláusula (y algunos investigadores piensan incluso que era la única): la extensión de la ciudadanía romana a todos aquellos que eran adscripti en una comunidad aliada, es decir, habían recibido su ciudadanía de forma honoraria, estaban domiciliados en Italia en el momento de la aprobación de la ley, y efectuaban una solicitud al pretor urbano dentro del plazo de sesenta días1131. Esta ley hacía posible obtener la ciudadanía romana a individuos miembros de estados aliados que no hubieran aceptado la incorporación a través de la lex Iulia. O, asimismo, a personajes cuya comunidad se había sumado a la rebelión mientras ellos habían permanecido leales, como P. Sittius y Minatius Magius.

Para H. Last y R. Gardner, entre otros investigadores, no parece irrazonable que la ley se aplicara también a miembros de las comunidades aliadas todavía en rebelión, porque era claramente en interés de Roma, ahora que había aceptado el principio de efectuar concesiones, intentar dividir y debilitar la fuerza de los rebeldes con una oferta a breve término que habría estimulado las deserciones antes de retornar a la estación favorable a las operaciones militares. Por el contrario, este carácter lo niega P. A. Brunt, al considerar que los rebeldes ya estaban en las últimas cuando se aprobó la ley.

Es probable, sin embargo, que mientras esta disposición cubrió a los adscripti en las comunidades aliadas domiciliados en Italia y fue citado por Cicerón precisamente en este contexto, otros apartados ofrecerían una concesión de la ciudadanía más generalizada, dejando sólo fuera a Samnitas y Lucanos, todavía en armas (y es gracias a ellos que la Guerra de los Aliados acabó fusionada con la Guerra Civil).

La lex Plautia Papiria probablemente dejó de lado la aplicación minuciosa de su contenido, que debería ser resuelto mediante decretos del Senado, algunos de las cuales aparecen mencionados en las fuentes. La razón fue sin duda que ésta era la única forma de organizar de manera rápida la adquisición del derecho a voto de los nuevos ciudadanos.

Eso sí. “Cada pueblo fue inscrito en las tribus de manera similar a los que ya habían obtenido antes la ciudadanía, a fin de que no pudieran vencer en las votaciones mezclándose con los ciudadanos viejos, al ser aquéllos más numerosos”1132. Este problema iba a ser el germen por el que se produciría la primera Guerra Civil romana.

La lex Plautia Papiria no fue la única ley que se aprobó en este año en relación a la concesión de derechos a los Aliados. Una lex Pompeia de Transpadanis1133, auspiciada por el cónsul Pompeius Strabo1134, otorgaba el derecho latino a todos los Aliados de la Gallia Transpadana1135, sin que hubiese colonización de ningún tipo, por

1130 App. BC 1, 53. 1131 Cic. Arch. 7. Cf. Cic. Fam. 13, 30, 1. 1132 App. BC 1, 53. 1133 Vid: G. H. Stevenson, “Gn. Pompeius Strabo and the Franchise question”, JRS 9 (1919), 95-101. U. Ewins, “The enfranchisement of Cisalpine Gaul”, PBSR 10 (1955), 73-98. Si bien se atribuye esta ley a este año y a Pompeius Strabo, no existe seguridad completa. 1134 De interés señalar que Pompeius Strabo concedió la ciudadanía romana P. Caesius de Ravenna (Cic. Balb. 50) 1135 En realidad, se concedió a todos los habitantes de la Gallia Cisalpina, pero como la mayor parte de las gentes de la Gallia Cispadana ya tenían la ciudadanía romana, las fuentes recuerdan sólo la concesión del ius Latii a la Gallia Transpadana. La aplicación de la lex Iulia significó la promoción de toda colonia latina al rango de municipium romano, como: Cremona, Piacentia, Bononia.

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lo que sus líderes ciudadanos podían a partir de este momento obtener la ciudadanía romana por haber desempeñado una magistratura municipal1136. Esta ficción jurídica habría originado la existencia de los primeros municipia latinos.

El proceso por el que las instituciones locales fueron moldeadas en las romanas y fue tan largo que no estaba ciertamente todavía completo para el año 49 a.C., cuando todas las comunidades recibieron la completa ciudadanía romana. Posiblemente la lex Pompeia también dispusiera que algunas de las tribus menos civilizadas de las estribaciones de los Alpes debían ser atribuidas a las ciudades más cercanas ubicadas en la planicie1137. En cualquier caso la lex Pompeia dejó inmersa la Galia Transpadana en un proceso de romanización y urbanización que consiguió injertarse en las propias las estructuras existentes de la sociedad celta.

Tradicionalmente, esta concesión había sido contemplada como la recompensa a los habitantes de esta región por su fidelidad a Roma durante la Guerra de los Aliados, al no ser éstos citados entre los rebeldes por las fuentes1138. Pero, E. Gabba ha señalado que, al margen de las causas por las que no se extendió la plena ciudadanía romana entre ellos, la masacre del senado de la ciudad de Mediolanum (act. Milán) por parte de los soldados de un “Cnaeus Pompeius”1139, que hay que identificar con Pompeius Strabo, implicaría un apoyo de la aristocracia de los Insubres (Insubres)1140 a los Aliados itálicos y, sin duda, no debieron de ser los únicos en la región. La presencia de tropas galas entre los rebeldes1141 quizás sugiera que parte de la Gallia Cisalpina apoyó este movimiento insurgente1142.

Como ya se ha comentado, Pompeius Strabo estuvo muy ocupado en los Apeninos centrales durante el año 89 a.C. como para desplazarse a un frente secundario que sería la Gallia Cisalpina. Por tanto, es muy posible que el episodio de Mediolanum acaeciese en el año 88 a.C. momento en que desconocemos donde estuvo ubicado Pompeius Strabo y su ejército1143, y cuya presencia en el territorio sirviera para comenzar a aplicar la ley de su nombre.

Otro acontecimiento relacionado con Pompeius Strabo en la Gallia Cisalpina fue la restauración de Comum (act. Como)1144, presumiblemente en el año 89 a.C. (aunque mejor en el año 88 a.C. por las razones antes indicadas). Esta localidad fue destruida por una incursión de los Retios (Raeti). No está claro si se procedió al restablecimiento del antiguo oppidum prerromano o a ubicar una nueva población a

1136 Asc. 3. Cf. Dio Cass. 37, 9, 3. Plin. NH 3, 138. Sobre esta forma de adquisición de la ciudadanía, vid: D. W. Bradeen, “Roman Citizenship per magistratum”, CJ 9 (1958), 221-228 1137 Sobre este tema, vid: G. Luraschi, G.: Foedus, Ius Latii, Civitas. Aspetti costituzionali della romanizzazione in Transpadana, Padova, 1979. 1138 Cf. App. BC 1, 39. Eutrop. 5, 3, 1. Liv. Per. 72, 1 Oros. 5, 18, 8. 1139 Front. Str. 1, 9, 3. Previamente este acontecimiento había sido atribuido a Pompeius Magnus, durante su campaña en la Gallia Cisalpina, en el marco de la rebelión de M. Aemilius Lepidus (77 a.C.). Vid: E. Gabba, “Un episodio oscuro della storia de Mediolanum”, RIL 118 (1984), 99-103. 1140 Mediolanum era el centro principal de este importante grupo étnico. 1141 App. BC 1, 50. 1142 Sobre la historia de Comum vid: G. Luraschi, “Comum Oppidum. Promessa allo studio della strutture amministrative romana”, RAComo 152-155 (1970-1973), 207-385; “Per la storia di Como antica”, Athenaeum 53 (1975), 338-343. P. Baldaci, “Comum et Mediolanum: rapporti tra le due città nel periodo della romanizzazione”, en Thémes de recherches sur les villes antiques d'Occident (Paris, 1977), 99-120. G. Tibiletti, “Per la storia di Comum nel I sec. a.C. ”, RAComo 159 (1977), 137-149. M. Mirabella Roberti, “Milano e Como”, en La città nell'Italia settentrionale in età romana: morfologie, strutture e funzionamento dei centri urbani delles regiones X et XI. Atti (Roma, 1990), 479-498. 1143 Generalmente se ha señalado que estaría situado en el Picenum, pero no es más que una mera conjetura. 1144 Str. 5, 1, 6.

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orillas del lago Larius (act. Como), aunque cerca del anterior, pero se trata de una prueba tangible del interés de Roma por la región, en una zona de peligro fronterizo1145.

Ante todo, ha de entenderse que la extensión de la ciudadanía romana a toda Italia, desde el estrecho de Mesina hasta el río Padus, representaba una completa transformación de la organización territorial, así como su reorganización sobre la base de los municipia, las subdivisiones internas del estado romano, en las que las antiguas colonias latinas y las comunidades aliadas debían ahora transformarse. El estado romano cesó de ser una ciudad-estado y se convirtió desde el punto de vista territorial en un estado formado por numerosos municipia, aunque sus instituciones políticas permanecieron en la práctica sin cambios.

A través de los documentos conservados, parece que existieron unas reglas generales para la constitución de los nuevos municipia, basadas probablemente sobre las primeras constituciones prescritas para las colonias latinas1146. Entre otras cosas reglamentaría la inclusión de los nuevos ciudadanos en tribus.

En muchos casos, los territorios de los nuevos municipia habrían sido fijados, un proceso complejo, pues diversas comunidades tribales aparecen posteriormente divididas en más de un municipium, quizás un acto de represalia, como se ha supuesto para varios casos conocidos en la Gallia Transpadana. Incluso, también debió de existir una serie de criterios generales para efectuar una selección de qué asentamientos se iban a convertir en municipia, lo que, a su vez, originó un proceso de urbanización1147.

En este sentido, hay que señalar que el Gobierno romano enviaba personas de su confianza para que constituyeran los nuevos municipia1148, quienes frecuentemente ya tenían cierta reputación y base de poder local, pero que eran considerados como políticamente seguros. En algunos casos, en su capacidad como enviados de Roma, estos personajes habrían formado parte del primer colegio de magistrados locales, nombrados por el poder central o por sus representantes, sin existir un proceso electoral1149. Tales enviados estaban facultados para modificar, según su criterio y a expensas de las condiciones locales particulares y sin referencia a Roma, el texto de la carta municipal, basada en las reglas generales impuestas en medidas aprobadas a través de las asambleas romanas1150.

Este proceso fue relativamente lento, pues se inició en el año 89 a.C. y duraba todavía en época de Caesar, pero las líneas generales del proceso que había de seguirse fueron fijadas después de la Guerra de los Aliado. No puede excluirse que la lex Plautia Papiria (o alguna otra ley aprobada no mucho después, quizás bajo Sulla) incluyera las

1145 A pesar del nombre, las localidades de Alba Pompeia (act. Alba) y Laus Pompeia (act. Lodi Vecchio) nada tienen que ver con Pompeius Strabo. Vid: L. Amela Valverde, “La Galia Cisalpina y la clientela de Pompeyo Magno”, Polis 14 (2002), 51-78. 1146 Sobre este tema, vid: U. Laffi, “Sull’organizzazione amministrativa dell’Italia dopo la Guerra sociale”, en Akten des VI. Internationalen Kongresses für Griechischen und Lateinische Epigraphik (München, 1973), 37-53. M. H. Crawford, “How to create a municipium: Rome and Italy after the Social War”, en «Modus operandi». Essays in Honour of Geoffrey Rickman (London, 1998), 31-46. 1147 Cf. Vit. 1, 4, 11-12. 1148 Este parece ser el caso de T. Labienus (pr. ca. 59 a.C.) en la localidad de Cingulum (act. Cingoli), ubicada en el Picenum (Caes. BC 1, 15, 2,). Vid: L. R. Taylor, “Labienus and the status of the Picene Town Cingulum”, CR 35 (1921), 158-159. N. Alfieri, “Labieno, Cingoli e l’inizio della guerra civile nel 49 a.C.”, en Cingoli dalle origini al sec. XVI. Atti del XIX Convegno di Studi Maceratesi (Macerata, 1986), 111-130 (Studi Maceratesi 19). G. Paci, “Per la storia di Cingoli e del Piceno settentrionale in età romana republicana”, en Cingoli dalle origini al sec. XVI. Atti del XIX Convegno di Studi Maceratesi (Macerata, 1986), 75-110. 1149 Cic. Cluent. 25. Lex Tarentina (CIL I2 590 = Crawford, I, nº 15), ll. 7-14. 1150 Tabula Heracleensis (CIL I2 593 = Crawford, I, nº 24), ll. 159-160.

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disposiciones más relevantes de este desarrollo, como la anterior lex Iulia habría ya incluido algunas disposiciones en relación al ejercicio del derecho a voto.

Como indica M. H. Crawford, el hecho que los Fasti conocidos epigráficamente de Venusia y Caere (act. Cerveteri) comiencen a bello Marsico1151 quizás implique que estas comunidades percibieran una nueva existencia a partir de este momento.

La ciudad de Roma no se libró de problemas internos, pero se conoce poco sobre este tema, debido a que las las fuentes se concentran en el desarrollo del conflicto bélico. Pero hay un hecho que llama la atención: el asesinato del praetor urbanus A. Sempronius Asellio, durante la celebración de una ceremonia religiosa en honor a los Dióscuros, el 27 de enero del año 89 a.C.

Como indica Ch. T. Barlow, el crédito en Roma dependía del dinero en circulación, de la estabilidad de los precios de la tierra, y de la fides1152. El Gobierno sólo acuñaba moneda para sus gastos y rara vez controlaba el dinero en circulación. La moneda cubría las demandas normales de la economía, pero no existía reserva alguna y cualquier presión inusual podía inclinar la balanza entre el suministro de moneda y la demanda de ésta.

La situación económica no era ya fácil por el año 91 a.C., pues Drusus hizo aprobar una ley que depreciaba la moneda, al introducir al denario de plata una octava parte de contenido de bronce1153, aunque no ha quedado reflejado en las monedas conservadas, quizás porque esta ley fue anulada junto con el resto de la legislación de Drusus. E. Gabba considera que esta medida parece que sería favorable a la aristocracia agraria, pues la medida contraria de M. Marius Gratidianus (pr. I 85 a.C.?) fue muy agradecida por el pueblo1154, aunque en este momento el ordo equester estaría a favor del régimen instaurado por Cinna.

La Guerra de los Aliados hizo temblar toda la estructura del crédito. Dado que los ejércitos rebeldes controlaban gran parte del territorio, mucha gente en Roma perdió las ganancias de sus propiedades y granjas1155. La tierra en manos del enemigo era inútil como garantía, lo que llevó a que muchos acreedores exigiesen el pago de sus préstamos. Al mismo tiempo la agitación y la tensión social originaron el acaparamiento de moneda, lo que a su vez probablemente provocó la caída de precios de la tierra. El descenso de los precios de la tierra socavó todavía más la estructura del crédito, mientras que el acaparamiento de moneda causó la desaparición del dinero en circulación. Los deudores no podían pagar sus deudas ni renegociarlas. Las disensiones entre acreedores y deudores iban cada vez a más1156. El Gobierno se vio obligado a intervenir1157.

1151 Inscr. Ital. XIII, 1, nº 8; 2 nº 6; 2 nº 8. 1152 La tierra era la más común forma de seguridad, en parte debido a que su valor no variaba mucho de año en año. Sin embargo, cuando los precios de la tierra cayeron, la garantía para muchos préstamos disminuyó rápidamente, lo que forzó a los acreedores a exigir el pago de sus préstamos. La fides, la fe en general en el eventual pago de los préstamos y en el vigor de la economía, era también la fe del acreedor en su deudor. Si uno de estos tres supuestos se hundía, el crédito se desplomaba. 1153 Plin. NH 33, 46. 1154 Cic. Off. 3, 80-81. Plin. NH 33, 132. Sobre este tema, vid: M. H. Crawford, “The edict of M. Marius Gratidianus”, PCPhS 194 (1968), 1-4, E. Lo Cascio, “Carbone, Druso e Gratidiano: la questione della res nummaria a Roma tra la lex Papiria e la lex Cornelia”, Athenaeum 57 (1979), 215-238. 1155 Cf. App. BC 1, 54. 1156 App. BC 1, 54. 1157 Para E. Badian, Asellio, perteneciente a la nobilitas, más que defender a los propietarios de tierras, quizás protegiese los intereses de los pequeños deudores, en la misma política que anteriormente Drusus: apoyarse en la plebe para luchar contra los equites, lo que podría explicar su muerte

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Asellio, el pretor urbano del año 89 a.C., intentó ayudar a los deudores a través de un truco legal, al fracasar sus intentos de lograr un acuerdo entre ellos1158. Una antigua ley1159 prohibía la práctica del préstamo e imponía una multa por este motivo1160. La maniobra de Asellio fue un duro golpe para los prestamistas profesionales, quienes sin duda pertenecían al ordo equester. Éstos, irritados por la renovación de una ley obsoleta, decidieron acabar con el pretor.

Asellio llevaba a cabo un sacrificio en el foro1161 ante el templo de la Concordia1162, y revestido de los ornamentos sagrados y bordados de oro, propios de los sacrificios, efectuaba libaciones1163, a favor de Cástor y Pólux, rodeado de la multitud como era costumbre en una ceremonia de estas características. En ese momento, alguien arrojó contra el pretor una piedra, señal del inicio de la agresión, por lo que Asellio tiró la fíale (vaso utilizado para el sacrificio) y se lanzó a la carrera hacia el templo de Vesta1164.

Mas los prestamistas se adelantaron, cortaron el paso a Asellio hacia el templo y, cuando se había refugiado en una hospedería, lo degollaron, ataviado aún con la toga pretexta, alrededor de la hora segunda1165. Muchos de los perseguidores creyeron que se había refugiado al lado de las vírgenes vestales, y penetraron en aquel lugar, donde estaba prohibido el paso a los hombres1166. Tal como sucedió, muestra premeditación en el crimen, y el sacrificio en honor a los Dióscuros ofreció una espléndida oportunidad.

Como indica E. Badian, los Dióscuros eran los patrones del ordo equester por excelencia. Por ello, muy posiblemente, la “multitud” que rodeaba a Asellio estaría formada por miembros de este grupo social, que estarían allí por algún tipo de facultad oficial. Al parecer, fue L. Cassius, tribuno de la plebe, quien dirigió al gentío1167, fuese en el mismo lugar del crimen o mediante diatribas en contra de Asellio.

El Senado ofreció, por medio de una proclama, una recompensa en dinero a cualquier ciudadano libre, o la libertad a cualquier esclavo, que aportara pruebas fehacientes sobre la muerte de Asellio, así como la impunidad para su cómplice. Sin embargo, nadie aportó ninguna información, pues los prestamistas lo ocultaron1168.

No ha de extrañar que no se encontrara a los culpables. La situación en Roma era extrema debido al desarrollo de la guerra, por lo que se decidió no echar más leña al fuego y los culpables quedaron completamente impunes de su crimen.

El gobierno romano no sólo tenía que hacer frente a dificultades en la propia Ciudad Eterna, sino también en provincias. C. Sentius (pr. 94 a.C.), gobernador de Macedonia desde los años 93 a 87 a.C., sufrió una derrota combatiendo contra los Tracios (Thraci)1169, concretamente los Medos (Maedi)1170, antes de que estallase la Guerra de los Aliados. Pero las cosas no debieron ir mucho mejor, pues de nuevo se

1158 App. BC 1, 54. 1159 Ésta podía ser la lex Genucia de foeneratione (342 a.C.), la lex Iunia (191 a.C.) o la lex Marcia (104 a.C.?). 1160 App. BC 1, 54. 1161 App. BC 1, 54. Val. Max. 9, 7, 4. 1162 Val. Max. 9, 7, 4. Para E. Badian su mención no es más que un efecto retórico y dramático. 1163 App. BC 1, 54. 1164 App. BC 1, 54. Cf. Liv. Per. 74, 8. Val. Max. 9, 7, 4. 1165 App. BC 1, 54. Liv. Per. 74, 8. Val. Max. 9, 7, 4. 1166 App. BC 1, 54. 1167 Val. Max. 9, 7, 4. 1168 App. BC 1, 54. 1169 Liv. Per. 70, 9. 1170 Obs. 53.

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registran incursiones y saqueos de los Tracios en Macedonia, por dos veces1171, y la cosa continuará posteriormente1172. Que la fuente sea el epitomador de Livio demuestra que la cosa debió ser grave.

Una noticia de Orosio, fechada en el año 89 a.C., ofrece algo más de luz: “El rey Sothimus, entrando en Grecia con gran cantidad de tropas auxiliares tracias, devastó todo el territorio macedonio y, derrotado finalmente por el pretor Gayo Sentio, fue obligado a regresar a su reino”1173. La mención dos veces de la condición de monarca de Sothimus debe tener algún tipo de justificación.

Un fragmento de Dión Casio indica que los Tracios, a instigación de Mithridates VI, invadieron la región del Epirus y el resto del país hasta Dodona, donde saquearon el importante templo de Zeus1174. Puede observarse cuál era la situación de Macedonia en este periodo. Precisamente, la principal misión de los gobernadores romanos de Macedonia era asumir, después de la supresión de la monarquía nacional, la carga de proteger los Balcanes de las incursiones endémicas de los Bárbaros1175.

El largo gobierno provincial de Sentius no fue un caso aislado. La necesidad de los más competentes hizo que se prolongaran los mandos de los magistrados en la mayor parte de las provincias1176. De esta forma, en Sicilia1177 se prorrogó a C. Norbanus (cos. 83 a.C.), desde quizás el año 90 a.C. hasta incluso el año 84 a.C.1178, según T. C. Brennan. La otra provincia insular, Sardinia1179 parece que se encontraba bajo las órdenes de P. Servilius Vatia (Isauricus) (cos. 79 a.C.), quizás desde el año 92 a.C. hasta el año 88 a.C. (como pretor o pro praetor), año este último en que celebró un triunfo el día 21 de octubre1180.

Hispania Citerior e Hispania Ulterior1181 estuvieron al cargo de C. Valerius Flaccus (cos. 93 a.C.)1182, desde el año 92 a.C.1183 al año 83 a.C. al menos1184. Si bien

1171 Liv. Per. 74, 9; 76, 8. 1172 Liv. Per. 81, 3; 82, 5. 1173 Oros. 5, 18, 30. 1174 Dio Cass. 31 fr. 101, 2. 1175 Sobre este tema, vid: L. Amela Valverde, "Sexto Pompeyo, gobernador de Macedonia, y las incursiones escordiscas ca. 120-100 a.C.", Iberia 7 (2004), 19-38. 1176 Sobre este tema, vid: E. Badian, “Notes on Provincial Governors from the Social War down to Sulla's Victory”, PACA 1 (1958), 1-18. 1177 Sobre esta provincia, vid: E. S. Jenison, The History of the Province of Sicily, Boston, 1919. A. Holm, Storia della Sicilia nell’Antichità III, Roma, 1965. M. I. Finley, A History of Sicily: Ancient Sicily to the Arab Conquest, London, 1968. G. Manganaro, “Per una Storia della Sicilia Romana”, ANRW I 1 (1972), 442-461: “La Sicilia da Sesto Pompeo a Diocleziano”, ANRW II 11. 1 (1988), 3-89. L. Passafiume, Crisi politica e della pubblica amministrazione nelle Sicilia del Ie sec. a.C., Palermo, 1977. E. Gabba y G. Vallet, La Sicilia antica II 2: La Sicilia romana, Napoli, 1980. N. Belayche, Rome, la Péninsule Italienne et la Sicile (de 218 à 31 avant notre ère). Crises et mutations, Paris, 1994. 1178 Cf. Cic. II Verr. 5, 8. 1179 La provincia de Sardinia no sólo incluía la isla de este nombre (act. Cerdeña), sino también la vecina isla de Corsica (act. Córcega). Roma controlaba estrechamente la franja costera, mientras que el interior, habitado por diferentes etnias, necesitaba constantemente la participación de las tropas romanas para mantener el control. Sobre las islas de Corsica y Sardinia, vid: E. Bouchier, Sardinia in Ancient Times, Oxford, 1917. E. Pais, Storia della Sardegna e della Corsica durante il dominio romano, Roma, 1923. R. King, Sardinia, Harrisburg, 1975. P. Meloni, La Sardegna romana, Sassari, 1975. O. Jehasse, Corsica Classica. La Corse dans les textes antiques du VIIe siècle avant J.-C. au Xe siècle de notre ère, Cahors, 19862. R. Zucca, La Corsica romana, Oristano, 1996. 1180 Este triunfo fue el único, a excepción del de Pompeius Strabo sobre Asculum, que se celebró entre los años 93 y 81 a.C., es decir, durante la década que vio la Guerra de los Aliados y la Guerra Civil. 1181 Sobre esta región, vid: R. Menéndez Pidal, Historia de España. España romana (218 a. de J.C.-414 de J.C.), 1: La conquista y la explotación romana; 2: La sociedad, el derecho, la cultura, Madrid, 1982. A. Tovar y J. M. Blázquez, Historia de la Hispania romana. La Península Ibérica desde 218 a.C. hasta el siglo V, Madrid, 1982. A. Montenegro Duque, J. M. Blázquez Martínez y J. M. Solana Saínz, Historia de España 3.

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sólo está atestiguado para la primera provincia, generalmente se admite que tuvo bajo su mando también la segunda, un procedimiento que volverá a repetirse durante el s. I a.C., primero con Pompeius Magnus1185 y luego durante el segundo Triunvirato.

En Africa1186 se encontraba P. Sextilius (¿Rufus?) (pr. ca. 89 a.C.), quizás desde el año 92 a.C. al 87 a.C., aunque sólo está atestiguado en este cargo para el año 89 a.C. En la Gallia Transalpina1187 y la Gallia Cisalpina, si eran provincias en este momento1188, estarían bajo el mando de C. Coelius Caldus (cos. 94 a.C.), vid infra, desde el año 93 al año 87 a.C. según E. Badian.

Asia estaba gobernada durante el año 91 a.C. por L. Valerius Flaccus (cos. suff. 86 a.C.) y en el año 90 a.C. por C. Cassius (pr. ca. 90 a.C.), a quien se le prolongaría el mando durante los años 89 y 88 a.C., con lo que tendría que hacer frente a la invasión de Mithridates VI del Pontus1189. La otra provincia anatólica, Cilicia, se encontraba bajo

España romana, Madrid, 1986. J. D’Alarçâo, O domínio romano em Portugal, Lisboa, 1988. L. A. Curchin, Roman Spain. Conquest and Assimilation, London, 1991. J. S. Richardson, The Romans in Spain: A history of Spain, Oxford, 1996. J. M. Roldán Hervás y F. Wulff Alonso, Citerior y Ulterior. Las provincias romanas de Hispania en la era republicana, Madrid, 2001. 1182 Sobre su familia, vid: L. Hayne, “The Valerii Flacci. A family in decline”, AncSoc 9 (1978), 223-233. 1183 Donde sofocó una rebelión de Celtíberos (Celtiberi) (App. Iber. 100). 1184 Incluso se le ha dado como gobernador de ambas provincias hasta el año 81 a.C. Fue durante su gobierno que se emitió la conocida Tabula Contrebiensis (AE 1979 377 = AE 1983 602 = AE 1984 586 = CIL I2 2951 = HEp 3 415), vid: G. Fatás, "El nuevo bronce de Contrebia", Pyrenae 13-14 (1977-1978), 193-209. Contrebia Belaisca (Botorrita, Zaragoza) II. Tabula Contrebiensis, Zaragoza, 1980; “Romanos y celtíberos citeriores en el siglo I antes de Cristo”, Caesaraugusta 53-54 (1981), 195-234. J. S. Richardson, “The Tabula Contrebiensis: Roman law in Spain in the early first century BC”, JRS 73 (1983), 32-41. P. Birks, A. Rodger y J. S. Richardson, “Further aspects of the Tabula Contrebiensis”, JRS 74 (1984), 45-73. A. Beltrán Martínez, “El Bronce de Botorrita: pueblos y cecas”, en I Simposium sobre los celtíberos (Zaragoza, 1987), 43-53. Sobre su huella en Hispania, vid: C. Crespo Ortiz de Zárate, “Los Valerii de Hispania: la herencia de C. Valerius Flaccus”, Celtiberia 92 (1998), 231-250. 1185 Vid: L. Amela Valverde, “Pompeyo Magno y el gobierno de Hispania en los años 55-50 a.C.”, HAnt 25 (2001), 93-122. 1186 Sobre el Norte de Africa, vid: P. Romanelli, Storia delle province romane dell'Africa, Roma, 1959. M. Benabou, La résistance africaine à la romanisation, Paris, 1976. F. Decret y M. Fantar, L'Afrique du Nord dans l'Antiquité. Des origines au Ve siècle, Paris, 19982. Chr. Hugoniot, Rome en Afrique: de la chute de Carthage aux débuts de la conquête arabe, Paris, 2000. Y. Le Bohec, Histoire de l'Afrique romaine, 146 avant J.-C.-439 après J.-C., Paris, 2005. 1187 Sobre esta provincia y, en general, sobre la Galia, vid: C. Jullian, Historie de la Gaule III. la conquête romaine et les premières invasions germaniques, Paris, 1920. O. Brogan, Roman Gaul, Cambridge, 1953. J. J. Hatt, Histoire de la Gaule romaine (120 avant J.-C.-451 après J.-C.), Paris, 19703. G. Clemente, I Romani nella Gallia meridionale (II-I sec. a.C.). Politica ad economia nell'età del'imperialismo, Bologna, 1974. Ch. Ebel, Transalpine Gaul. The emergence of a roman province, Leiden, 1976. J. F. Drinkwater, Roman Gaul. The three provinces 58 B.C.-A.D. 260, London, 1983. C. Goudineau, “La Galia Transalpina”, en Roma y la conquista del mundo mediterráneo 264-27 a. de J.C. 2/ La génesis de un imperio (Barcelona, 1984), 547-566; César et la Gaule, Paris, 1991. A. L. F. Rivet, Gallia Narbonensis: Southern France in Roman Times, London, 1988. E. Hermon, Rome et la Gaule Transalpine avant César 125-59 av. J.-C., Napoli, 1993. Ch. Delaplace y J. France, Histoire des Gaules (VIe s. av. J.-C./VIe s. ap. J.-C.), Paris, 1995. G. Soricelli, La Gallia Transalpina tra la conquista e l’età cesariana, Como, 1995. D. Roman e Y. Roman, Histoire de la Gaule (VIe s. av. J.-C. – Ier s. ap. J.-C.). Une confrontation culturelle, Paris, 1997. G. Woolf, Becoming Roman. The Origins of provincial Civilization in Gaul, Cambridge, 2000. 1188 En caso contrario, Ch. Ebel ha especulado que el territorio de la Gallia Transalpina hasta el río Rhodanus pertenecería a la Hispania Citerior, mientras que el resto a la Gallia Cisalpina o, lo que es lo mismo, a Italia. Sobre este tema, vid: Ch. Ebel, “Pompey's Organization of Transalpina”, Phoenix 29 (1975), 358-373. 1189 G. V. Sumner, “Governors of Asia in the nineties B.C.”, GRBS 19 (1978), 147-153. F. Coarelli, “Su alcuni proconsuli d'Asia tra la fine del II e gli inizi del I secoli a.C. e sulla politica di Mario in Oriente”, en Epigrafia e ordine senatorio, I (Roma, 1982), 435-441. L. De Michele, “Note prosopografiche sui governatori d'Asia tra il 98 e l'88 a.C.”, Acme 51 (1998), 211-219.

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Q. Oppius (pr. ca. 89 a.C.) al menos para el año 89 a.C.1190, y posiblemente también para el año 88 a.C.1191

Denario romano de C. Coelius Caldus (RRC 437/4b, 51 a.C.). Anv.: cabeza del cónsul C. Coelius Caldus a dra. (posiblemente el abuelo del monetario); detrás, carnyx y espada. Rev.: figura sentada sobre un

lectisternium entre dos trofeos. Ø = 19 mm. Esta emisión presenta los éxitos protagonizados por el cónsul.

Un dato de interés aportado por P. A. Brunt es que, al inicio de la Guerra de los

Aliados, Roma tenía desplegadas seis legiones en provincias, a saber: tres en Hispania, dos en Gallia y una en Macedonia. Aparte, existían contingentes militares reclutados en los propios territorios provinciales, como, p. e., en Asia.

Durante el invierno del año 89/88 a.C.1192 los rebeldes, en su nueva capital de Aesernia, reorganizaron su grupo dirigente militar. Poppaedius Silo fue nombrado supremo comandante en jefe y, a sus órdenes, cuatro generales. A. Von Domaszewski y G. Devoto sugirieron que éstos serían los meddices de las cuatro tribus samnitas. Pero, como bien señala E. T. Salmon, esto no es cierto: ya hacía tiempo que los Samnitas habían dejado de estar compuestos por cuatro tribus, y, además, los Lucanos eran ahora uno de los pueblos rebeldes que todavía estaban en lucha, y es evidente que tendrían su parte en la dirección de la guerra.

Como indican H. Last y R. Gardner, el conflicto de Roma contra una liga itálica había finalizado. Ahora sólo permanecían en el campo de batalla los Samnitas (en realidad, más concretamente los Pentros) con la única ayuda de los Lucanos. Para estos investigadores, el objetivo era lograr la independencia que habían perdido dos siglos antes.

Diodoro, el autor que informa de todos estos acontecimientos, no menciona para nada ningún grupo perteneciente a la Italia central, indicio de que toda actividad había finalizado allí para el fin del año 89 a.C. Muy posiblemente, las victorias romanas como la entrada en marcha de la lex Plautia Papiria habría llevado a los Marsos, Vestinos, Marrucinos y Pelignos a rendirse y a acogerse a la benevolencia romana.

1190 App. Mith. 17. 1191 Cf. App. Mith. 20. 1192 L. Pareti señala que esta reorganización tuvo lugar en mayo del año 89 a.C. Para ello, considera que la caída de los Apeninos centrales en manos de Pompeius Strabo y sus legados fue muy temprana en el año, y que nunca Bovianum fue capital de los insurgentes. A parte de los testimonios literarios que acreditan lo contrario, es difícil de entender porque, de ser esto cierto, Poppaedius Silo no hizo frente a Sulla en su ataque sobre el Samnium, campaña que tuvo que abandonar para dirigirse a Roma con objeto de presentarse en las elecciones.

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El mismo Diodoro comenta que: “Sin embargo, ellos mismos se establecieron en la ciudad samnita de Aesernia, y se pusieron ellos mismos bajo cinco pretores, uno de los cuales, Q. Poppaedius Silo, ellos le entregaron el mando supremo debido a su habilidad y reputación como general”1193.

Para E. T. Salmon, el compromiso adoptado en Aesernia significaría que los puestos bajo Poppaedius Silo serían repartidos de manera equitativa entre Samnitas y Lucanos. Diodoro identificaría a la pareja lucana: M. Lamponius y Ti. Clepitius1194. También nombraría a uno de los dos generales samnitas: Papius Mutilus; el otro no es identificado, aunque el citado investigador piensa que podría tratarse de Mi. Ieius, al que ya se ha citado con motivo de la embajada a Mithridates VI aunque, en otro lugar, apoya la candidatura de Pontius Telesinus.

Pero esta reconstrucción fuerza el relato de los hechos descritos por Diodoro. Así, los “pretores” lucanos se mencionan en una información de este escritor diferente de la anterior, y es E. T. Salmon quien relaciona ambas noticias, según su particular teoría de corresponder dos puestos a los Samnitas y los otros dos a los Lucanos, mientras que el mando absoluto de la guerra sería confiado al marso Poppaedius Silo.

Además, no parece tampoco adecuada la identificación de Papius Mutilus (pues en el manuscrito de Diodoro se menciona a un tal Pompeius, vid infra)1195. Diodoro indica que este personaje estaba junto a los dos pretores lucanos en el Bruttium, es decir, no en Nola, en donde este general tenía su cuartel general, que los Samnitas todavía retenían.

Pero, ante todo, Diodoro menciona que había únicamente cinco pretores (no un cónsul y cuatro pretores). Por tanto, Poppaedius Silo no sería más que un princeps inter pares, como se manifiesta a la hora de reorganizar la fuerza rebelde.

El citado historiador griego señala que Q. Poppaedius Silo, con el consentimiento de los pretores, acumuló un gran ejército, de modo que, incluyendo los hombres que ya tenían, su número entonces totalizó unos 30.0001196. Pero, además, debido a la necesidad, se procedió a liberar esclavos, a los que les proveyó de armas, con lo que se reunió no menos de 20.000 hombres (de infantería) y 1.000 de caballería1197. H. Last y R. Gardner señalan que los Samnitas, en su desesperación, habían incitado a una rebelión servil, pero esto es una exageración, puesto que en todos los conflictos de la época se procedía a tomar esta misma medida1198.

En definitiva, los pocos Aliados que quedaban en armas, sin duda los elementos más intransigentes, que soñaban con una independencia en realidad inalcanzable, se encontraban en una difícil situación como muestra el hecho de reclutar esclavos para sus ejércitos. No tenían el control sobre un gran territorio, ni siquiera un bloque compacto. Pero los acontecimientos que se iban a desarrollar en Roma les animaron a seguir luchando.

Pocas actividades pueden atribuirse a los rebeldes posteriormente a la caída de Asculum, siempre pertenecientes al frente meridional. Un curioso relato de Obsecuente

1193 Diod. 37, 2, 9. E. T. Salmon fecha esta disposición en el invierno del año 89/88 a.C., pero mucho mejor en el año 89 a.C., como hace F. R. Watson. 1194 F. R. Watson hace el comentario de que si, en realidad, en vez de llamarse Clepitius fuese Cleptius, pudiera identificarse con el personaje del mismo nombre cuyas tropas lucanas (en número de 600 hombres) sirvieron bajo L. Licinius Lucullus (pr. 103 a.C.) durante la Segunda Guerra Servil en Sicilia. Cleptius es descrito como un hábil general y un hombre renombrado por su valor (Diod. 36, 8, 1). 1195 Diod. 37, 2, 14. 1196 Diod. 37, 2, 9. 1197 Diod. 37, 2, 10. 1198 Sobre este tema, vid: N. Rouland, Les esclaves romains en temps de guerre, Bruxelles, 1977.

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ofrece alguna luz: “Cuando Poppaedius Silo desfilaba en triunfo en la ciudad de Bovianum, a la que había conquistado, dio a los enemigos el preanuncio de una victoria, porque la entrada triunfal es costumbre hacerla en la ciudad vencedora, no en la vencida. En el combate siguiente perdió el ejército y la vida”1199.

Para E. T. Salmon, lo anterior, fechado por Obsecuente en el año 88 a.C., significa que Poppaedius Silo pudo recuperar, brevemente, Bovianum Undecimanorum en este año, lo que frena cualquier especulación existente para situar la muerte de este personaje en el año anterior1200. La recaptura de Bovianum fue posiblemente debido al estallido de la Guerra Civil en Roma, un conflicto larvado y que sólo se había visto frenado en su desarrollo por la insurrección itálica1201.

Ciertamente, es muy oscuro qué aconteció con los insurgentes. Apiano indica que Metellus Pius, sucesor en el mando de Cosconius, invadió la Apulia y venció también a los Yapigios1202. Poppaedius Silo, al que califica como “otro de los generales sublevados”, perdió la vida en esta acción y los supervivientes se pasaron, en grupos, a Metellus Pius1203, información que parece avalar otras fuentes1204.

Por su parte, Diodoro indica que Poppaedius Silo entró en batalla contra una fuerza romana dirigida por Mam. Aemilius Lepidus (Livianus) (cos. 77 a.C.)1205, con un resultado decepcionante: mató a unos cuantos soldados enemigos, pero perdió sobre unos 6.000 propios1206. Pero, según el testimonio del epitomador de Livio, los Itálicos fueron aplastados por Mam. Aemilius Lepidus (cos. 77 a.C.), perdiendo la vida el propio Poppaedius Silo1207.

Incluso, como ya se ha indicado anteriormente, Orosio indica que Sulpicius, lugarteniente de Pompeius Strabo, derrotó y aniquiló en “horrible combate” a las fuerzas itálicas dirigidas por Poppaedius Silo y Obsidius junto al río Teanum1208. Como puede comprobarse, las informaciones son dispares en relación a la muerte de Poppaedius Silo.

Asimismo, para Diodoro, por este tiempo Metellus Pius tomaba por asedio Venusia en Apulia, “una importante ciudad con muchos soldados”, y tomó además 3.000 cautivos1209. Para E. T. Salmon, los rebeldes capturados aquí y vendidos como esclavos podrían haber incluido al padre del famoso poeta Q. Horatius Flaccus, natural del territorio de Venusia, del que se sabe que era hijo de un liberto1210.

E. T. Salmon reconstruye los hechos de la manera siguiente. Q. Caecilius Metellus Pius (pr. 89 a.C. y cos. en el 80 a.C.), quien había derrotado a los Marsos cuando Pompeius Strabo estaba enfrentándose a los Vestinos y los Pelignos, se movió al

1199 Obs. 56. 1200 Así, erróneamente, E. A. Sydenham piensa que el triunfo de Poppaedius Silo fue celebrado en el año 89 a.C. 1201 Dos fragmentos de Cornelio Sisena se refieren a un ver sacrum (Sisen. frs. 99-100), pero imposible discernir si se trata de una digresión histórica o que refleja un hecho protagonizado por los Itálicos en el año 90 a.C. o 89 a.C. 1202 App. BC 1, 53. 1203 App. BC 1, 53. A la muerte de Poppaedius Silo parece corresponder un fragmento de Cornelio Sisena (Sisen. fr. 102). 1204 Vir. Ill. 63, 1. 1205 Diod. 37, 2, 10. 1206 Diod. 37, 2, 10. 1207 Liv. Per. 76, 6. 1208 Oros. 5, 18, 25. L. Pareti y G. De Sanctus considerarse que en realidad debe tratarse de Trinium (act. Trinio), identificación que ha de desecharse por considerar que Bovianum es la actual Pietrabbondante. 1209 Diod. 37, 2, 10. 1210 Hor. Sat. 1, 6, 46.

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sur de Apulia, donde tomó el mando de las tropas de Cosconius, y rápidamente logró algunos éxitos. Como indican P. Jal y E. T. Salmon, muy posiblemente Aemilius Lepidus sería un legado a las órdenes de Metellus Pius, y una de sus acciones ocasionó la muerte de Poppaedius Silo, que se acreditaría a su jefe, Metellus Pius, como la tradición romana requería.

De todo lo anterior puede deducirse que el número de las fuerzas rebeldes descritas por Diodoro debían de ser el total disponible por los insurgentes, distribuido entre los diferentes generales. Poppaedius Silo intentaría remediar la situación en Apulia, favorable a los Romanos, que permitiría incluso a Metellus Pius dividir sus fuerzas, una de las cuales, la dirigida por Aemilius Lepidus, derrotaría a la dirigida por Poppaedius Silo, el cual encontró la muerte. La cifra de pérdidas de éste puede deberse a que parte de su contingente estuviera formado por esclavos liberados, que no estaban preparados para participar en una batalla frontal.

La situación aliada era prácticamente ya insostenible. A la derrota y muerte de Poppaedius Silo1211, que significó la pérdida de Apulia, había que añadir la respuesta desalentadora de Mithridates VI1212. Diodoro cuenta que: “en consecuencia, los rebeldes estaban abatidos y en la más completa desesperación, porque ellos solo les habían dejado a unos pocos Samnitas y Sabelios, que estaban en Nola1213, y, al lado de éstos, los vestigios de los Lucanos bajo el mando de Lamponius y Clepitius”1214.

Los Lucanos, según H. Last y R. Gardner, campaban a sus anchas por las zonas despobladas de Lucania. Pero éstos, conscientes de las implicaciones que significaba la caída de Venusia, al quedar incomunicados de sus aliados Samnitas, se replegaron al Bruttium1215, una región admirablemente adecuada para las operaciones guerrilleras1216.

Al frente de los Lucanos se encontraban los citados Lamponius1217 y Ti. Clepitius, y también un tal Pompeius1218, “los generales del resto itálico”1219. Como indica Diodoro, los Lucanos aprovecharon la coyuntura de que Sulla había partido con su ejército a Asia para hacer la guerra contra Mithridates y Roma se encontraba distraída por grandes y sangrientos disturbios intestinos (así pues, el año 87 a.C.)1220. La intención de los Lucanos era difundir la alarma y el desaliento en todo el Bruttium y, si era posible, invadir la isla de Sicilia.

La única acción conocida fue sitiar la localidad de Isiae (F. R. Walton) o Tisiae (E. T. Salmon)1221, fuertemente fortificada, en cuyo asedio persistieron mucho tiempo1222. Al no poder capturarla, los Lucanos dejaron parte de su ejército ocupado en la continuación del sitio, mientras que con el resto de sus fuerzas (sin poder cuantificar de modo alguno) intentaron apoderarse de Rhegium1223 (el trampolín para cualquier

1211 E. T. Salmon supone que en lugar de éste fue nombrado Papius Mutilus, pero es de nuevo una afirmación gratuita. 1212 Diod. 37, 2, 11. 1213 También Veleyo Patérculo hace mención del “reducto” de Nola (Vell. Pat. 2, 17, 1). 1214 Diod. 37, 2, 11. 1215 Diod. 37, 2, 13. 1216 En cuanto a la cronología, F. R. Watson sitúa este desplazamiento en el año 88 a.C., mientras que H. Last, R. Gardner y E. T. Salmon prefieren fecharlo a finales del año 88 a.C. o principios del año 87 a.C. 1217 Literalmente L. Aponius. W. B. Donne, y E. T. Salmon y F. R. Walton identifican a ambos personajes. 1218 Ya se ha citado, infra, las dificultades existentes para identificar este personaje. 1219 Diod. 37, 2, 13. 1220 L. Schmitz considera que todo ocurrió en el año 88 a.C., pero la casi total unanimidad de los investigadores sitúa estos acontecimientos en el año 87 a.C. 1221 “Asia” en el original de Diodoro. 1222 Diod. 37, 2, 13. 1223 Diod. 37, 2, 14.

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intento sobre Sicilia desde Italia), con la esperanza de que si caía en sus manos pudieran fácilmente transportar sus tropas a esta isla y lograr someterla1224.

Este último plan se vio frustrado por Norbanus1225, el gobernador de Sicilia. Éste, al ser informado de la situación, actuó con prontitud, y rescató a los habitantes de Rhegium1226, a la que los Lucanos habían puesto sitio. Se desconoce si su sola llegada hizo desistir a éstos de su propósito o tuvo que enfrentarse a ellos militarmente. Sea como fuere, Sicilia se vio libre de la Guerra de los Aliados.

Cicerón señala a este respecto que “cuando toda Italia ardía con la Guerra de los Aliados, un hombre ni muy enérgico ni muy valiente, Norbanus, permaneció en la más completa tranquilidad, pues Sicilia se protegía muy fácilmente por sí sola, de forma que no podía surgir ninguna guerra de ella misma”1227. Palabras taimadas por no decir falsas, que hay que insertar en el famoso proceso contra C. Verres (pr. 74 a.C.)1228, pues Diodoro indica que Norbanus, precisamente como precaución ante una posible invasión, había acumulado tropas y recursos1229.

Para H. Last y R. Gardner, con el fracaso de los Lucanos ante Rhegium cayó el telón de la Guerra de los Aliados. Pero, todavía, los Samnitas tenían aún que jugar un papel en la escena política romana propiciada por la Guerra Civil.

1224 Diod. 37, 2, 14. 1225 “Orbanus” en la única fuente que transmite esta información, Diodoro. 1226 Diod. 37, 2, 14. 1227 Cic. II Verr. 5, 8. 1228 Sobre este tema, vid: Sobre este tema, vid: E. Ciccoti, Il proceso di Verres, Milano, 1895. F. W. Cowles, Gaius Verres. An Historical Study, Ithaca, 1917. J. van Ootheghem, “Verrès et les Metelli”, en Mélanges d'Archéologie et d'Histoire offerts à Andre Piganiol (Paris, 1966), 827-835. A. J. Marshall, “Verres and judicial corruption”, CQ 17 (1967), 408-413. E. S. Gruen, “Pompey, Metellus Pius and the trials of 70-69 BC: the Perils of Schematism”, AJPh 92 (1971), 1-16. P. A. Brunt, “Patronage and Politics in the Verrines”, Chiron 10 (1980), 273-289. J. E. Atkinson, “Cicero and the trial of Verres”, Akroterion 37 (1992), 91-97. R. Scuderi, “Lo sfondo politico del processo a Verre”, en Processi e politica nel mondo antico (Milano, 1996), 169-187. 1229 Diod. 37, 2, 14.

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XII

EPÍLOGO. LA GUERRA CIVIL1230

En Roma fueron elegidos cónsules para el año 88 a.C. dos miembros prominentes de la factio Metella: L. Cornelius Sulla y Q. Pompeius Rufus. Como ya se ha indicado, Sulla, uno de los más victoriosos generales de Roma, había sido elegido por sus cualidades militares más que por sus inclinaciones políticas, pues sus logros en la Italia meridional durante el año 89 a.C. eran idénticos a los obtenidos por Pompeius Strabo en el frente septentrional. Pero la elección de ambos daba por finalizada la concordia que reinaba en Roma entre los diferentes grupos políticos mientras durase el conflicto itálico, señal que éste se daba por finalizado.

Roma tenía dos graves problemas en el año 88 a.C. El primero era la necesaria reorganización causada por los levantamientos de la Guerra de los Aliados y la súbita admisión de un gran número de Itálicos dentro de la ciudadanía romana. El segundo era la guerra a gran escala en Anatolia1231, protagonizada por Mithridates VI (la Primera Guerra Mitridática), quien iba a convertirse en el enemigo más peligroso del dominio romano en Oriente.

Mithridates VI, desde su advenimiento, pero sobre todo después de asumir el poder de manera real a su mayoría de edad ca. el año 112 a.C., proyectó construir un vasto imperio en el Pontus Euxinus (mar Negro) desde Crimea hasta el mar Egeo. Casi lo logró, al anexionarse la Colchis, el Bosphorus Cimmerius y muchas ciudades ubicadas en la costa del mar Negro occidental, e inmiscuirse en los problemas de otros estados anatólicos, especialmente de Cappadocia y Bithynia. De esta forma, el monarca póntico había extendido su control sobre los reinos vecinos, formando y entrenando un vasto ejército, cuyo número se estimó alrededor de un cuarto de millón de hombres.

Pero si Mithridates VI tuvo en el mar Negro las manos libres, no fue lo mismo en Anatolia, al chocar con la intromisión de la política exterior romana que, por medio de delegaciones y comisiones, tanto por la amenaza como, a veces, por el uso de la fuerza, le obligaba constantemente a retroceder a las fronteras de su reino paterno. Pero esta política no iba a tener éxito a largo plazo pues, para llevar a cabo el propósito concebido por Mithridates VI, era necesaria la anexión del reino de Bithynia, estado fronterizo con la provincia romana de Asia1232. Antes o después, el conflicto abierto había de estallar.

1230 Los años 88 y 87 a.C. son muy densos en cuanto a acontecimientos. Únicamente hacemos referencia a aquellos que son imprescindibles para comprender el final de la Guerra de los Aliados. 1231 Se utiliza este término y no Asia Menor, para evitar la confusión con la provincia romana de Asia. Sobre esta región, vid: Th. Reinach, Trois royaumes de l'Asie Mineure: Cappadoce-Bithynie-Pont, Paris, 1888. D. Magie, Roman Rule in Asia Minor to the end of the Third Century after Christ. 2 vols., Princeton, 1950. G. Perl, Zur Chronologie der Königreiche Bithynia, Pontos, und Bosporus. Studien zu Geschichte und Philosophie des Altertums, Amsterdam, 1968. K. Tuckelt, Frühe Denkmäler Roms in Kleinasien. Beitrage zur archäologischen Uberleiferung aus der Zeit der Republik und des Augustus, Tübingen, 1979. M. Sartre, L'Asie Mineure et l'Anatolie d'Alexandre à Dioclétien (IVe siècle av. J.-C./IIIe siècle ap. J.-C.), Paris, 1995; L'Anatolie hellénistique de l'Égée au Caucase, Paris, 2004. 1232 Designación del antiguo reino atálida de Pergamum, anexionado en el año 133 a.C., y que comprendía la Anatolia occidental, con capital en la ciudad del mismo nombre (act. Bergama).

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Roma estimuló a Mithridates VI a utilizar su ejército contra ella mucho antes de lo que éste mismo había planeado. En el año 89 a.C., M’. Aquillius (cos. 101 a.C.)1233 azuzó al monarca bitinio Nicomedes IV (94-74 a.C.) a atacar al monarca póntico. El contraataque de este último incluyó la invasión de la rica provincia romana de Asia en el mismo año 89 a.C., que había sido durante largo tiempo su última meta y, posteriormente, la provincia de Macedonia (que comprendía la Macedonia propia más Graecia1234, con capital en Thessalonica [act. Saloniki]).

Mithridates VI se presentó ante Griegos y Asiáticos como su libertador ante el opresivo Gobierno romano, plasmado por los abusos intolerables efectuados por los publicanos. Una de sus medidas fue la emisión de un decreto en Ephesus (act. Éfes) por el cual, en treinta días, todos los habitantes romanos e itálicos de las ciudades de Asia debían ser asesinados. El número total de muertos fue cuantificado en 80.000 personas1235, una cifra exagerada, pero que da idea de la magnitud del hecho.

La reconquista romana, conseguida de manera parcial por Sulla, finalizó en el año 85 a.C. mediante un acuerdo calificado sin error de «chapucero» (la paz de Dardanus [act. Şehitlik Batarya]), que el senado de Roma nunca ratificó y que, en realidad, no fue más que una tregua necesaria para ambos contendientes. Sulla necesitaba concentrar sus esfuerzos en regresar a Italia, para finalizar la Guerra Civil, por lo que la situación en Anatolia quedó en suspenso hasta que se volviera a reiniciar las hostilidades.

En Roma, uno de los nuevos tribunos de la plebe, P. Sulpicius Rufus1236, miembro de una importante familia aristocrática, presentó cuatro leyes fundamentales para la reforma del Estado, siguiendo la estela de Drusus, cuyas proposiciones no era más que una repetición de sus planteamientos, señal que la Guerra de los Aliados sólo era un paréntesis dentro de los problemas internos de Roma, que este conflicto ni mucho menos había resuelto. De éstas, sólo nos interesan para el presente estudio dos en concreto.

Por un lado planeó un reparto equitativo de los nuevos ciudadanos romanos itálicos1237. El objetivo era otorgarles el mismo derecho de voto que a los antiguos ciudadanos (mediante su distribución entre todas las tribus, en vez de únicamente las

1233 Capturado por Mithridates, Aquillius fue torturado hasta la muerte (App. Mithr. 21. Athen. 5, 213. Cf. Cic. leg. Man. 11; Scaur. 3, 2; Tusc. 5, 14). Vid: G. Amiotti, “La tradizione sulla morte di Manio Aquilio”, Aevum 53 (1979), 72-77. L. Ballesteros Pastor, “Dos apuntes sobre Manio Aquilio (cos. 101 a.C.)”, Habis 30 (1999), 135-141 1234 A excepción de las ciudades y estados libres (al menos, en teoría), entre los que hay que destacar Atenas y la Liga de Tesalia. La provincia de «Graecia» era designada con el término de Achaia, que correspondía en principio a la región del mismo nombre (Acaya), debido a que la anexión de gran parte de la península helénica por Roma fue debida a la victoria sobre la Liga Aquea (146 a.C.). 1235 Memnon 22, 9. Val. Max. 9, 2, 3. Cf. App. Mithr. 22, 58 y 62. August. Civ. Dei 3, 22. Cic. leg. Man. 7 y 11. Dio Cass. 30-35 fr. 101, 1 y 109, 8. Flor. 1, 40, 7. Liv. Per. 78, 1. Oros. 6, 2, 2-3. Plut. Pomp. 37, 4. Tac. Ann. 4, 14, 2. Vell. Pat. 2, 18, 2.- Plutarco da el número de 150.000 (Plut. Sulla 24, 7), una exageración probablemente obtenida de los Commentarii de Sulla. Sobre este hecho, vid: G. Amiotti, “I Greci e il massacro degli Italici nell'88 BC”, Aevum 54 (1980), 132-139. 1236 Sobre el importante papel de este personaje, vid: E. Valgiglio, “Sulla legislazione di P. Sulpicio Rufo (88 a.C.)”, RSC 15 (1967), 163-169. A. W. Lintott, “The Tribunate of Sulpicius Rufus”, CQ 21 (1971), 442-453. P. Porra, “La legge Varia del 90 e quella Sulpicia dell'88 a.C.: il problema degli esuli”, AFL 35 (1973), 13-28. Th. N. Mitchell, “The Volte face of P. Sulpicius Rufus”, CPh 70 (1975), 197-204. C. Chapman, “Cicero and P. Sulpicius Rufus”, AClass 22 (1979), 61-72. A. Keaveney, “Sulla, Sulpicius and Caesar Strabo”, Latomus 38 (1979), 451-460; “What happened in 88?”, Eirene 30 (1983), 53-86. J. G. F. Powell, “The Tribune Sulpicius”, Historia 39 (1990), 446-460. J. L. Beness, “Sulpicius (tr. pl. 88 BC) and the Pompeii”, ElectronAnt 1 (1993), s.p. R. G. Lewis, “P. Sulpicius' law to recall exiles, 88 BC”, CQ 48 (1998), 195-199. 1237 App. BC 1, 55. Ascon. 64. Cf. Liv. Per. 77, 1.

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cuatro tribus urbanas, como estaba proyectado). La cuestión levantaba amplia polémica, y mostraba que el tema de la integración de los Itálicos en el estado romano todavía no había sido resuelto.

Por otro, el mando de la guerra contra Mithridates había sido otorgado mediante sorteo a uno de los cónsules, Sulla1238, que la historiografía tradicional ha presentado que lo había obtenido de una manera poco ortodoxa por no decir ilegal, al violar la lex de provinciae consularibus. Sea como fuere, Sulla poseía la ventaja de que ya había tratado anteriormente con el rey póntico, por lo que estaba perfectamente cualificado para la misión encomendada1239.

De hecho, como A. Mastrocinque ha visto acertadamente, fue ya hacia el verano del año 89 a.C. que se decidió que uno de los dos cónsules del año siguiente fuera el encargado de llevar la lucha contra Mithridates VI1240. Sin duda, esta decisión influyó en Sulla a efectuar su campaña por tierras samnitas, con un resultado desastroso para la causa aliada. Por ello, las palabras de Plutarco, dentro de este nuevo contexto, adquieren un extraordinario significado, pues denotan que Sulla tenía en mente lograr el mando de la campaña mitridática.

Sin embargo, el influyente Marius consideró que este honor estaba reservado sólo a su persona, con el añadido de su enfrentamiento particular con Sulla. Marius buscó la ayuda que le podía ofrecer Sulpicius Rufus, y llegaron a un acuerdo. La escena política se fue degenerando hasta que, tras violentas luchas callejeras en Roma, entre viejos y nuevos ciudadanos, se aprobó tanto la integración de los Itálicos en todas las tribus como que el mando de la guerra mitridática fuese transferido de Sulla a Marius1241.

Como es natural, Sulla no aceptó el cambio de situación de buen grado, y su respuesta iba a dejar atónitos a sus rivales. Mientras la situación daba un giro en Roma, Sulla había vuelto al frente de Nola, donde asediaba esta ciudad1242, que muy posiblemente se encontraba bajo las órdenes de Papius Mutilus1243.

A pesar del conflicto propiciado por Mithridates, la Guerra de los Aliados todavía no había llegado a su fin. No en vano, Orosio señala que Sulla “permanecía en Campania a causa de los últimos restos de la Guerra de los Aliados”1244. Anteriormente, cuando había dejado en otra ocasión Roma, Sulla obligó a muchos de las comunidades de las cercanías de Nola a rendir sus personas y sus ciudades1245. Una muestra de la audacia de Sulla, pues al invadir el Samnium el año anterior había dejado en su 1238 App. BC 1, 55; Mithr. 22. Eutrop. 5, 4, 2. Exsup. 16. Plut. Sulla 7, 1. Vell. Pat. 2, 18, 3. Vir. Ill. 75, 7. 1239 Sobre este tema y su gobierno en la provincia de Cilicia, vid: E. Badian, “Sulla's Cilician Command”, Athenaeum 37 (1959), 279-303. A. N. Sherwin-White, “Ariobarzanes, Mithridates and Sulla”, CQ 27 (1977), 173-183. G. V. Sumner, “Sulla's Career in the Nineties”, Athenaeum 56 (1978), 395-396. P. Arnaud, “Sylla, Tigranes et les Parthes. Un nouveau document pour la datation de la propréture de Sylla: Sidoine Apollinaire, Paneg. Aviti, 79-82”, REA 93 (1991), 55-64. P. F. Cagniart, “L. Cornelius Sulla in the Nineties: A Reassessment”, Latomus 50 (1991), 285-303. T. C. Brennan, “Sulla's Career in the Ninenties: Some Reconsiderations”, Chiron 22 (1992), 103-158. J. A. Madden y A. Keaveney, “Sulla père and Mithridates”, CPh 88 (1993), 138-141. A. Keaveney, “Sulla's Cilician Command: the Evidence of Apollinaris Sidonius”, Historia 44 (1995), 29-36. 1240 App. Mithr. 22. 1241 Ampel. 40, 1; 42, 1. App. BC 1, 56. Eutrop. 5, 4, 2. Exsup. 17-18. Flor. 2, 9, 6. Oros. 5, 19, 3. Plut. Mar. 35, 5; Sulla 8, 8. Val. Max. 9, 7, 1. Vell. Pat. 2, 18, 6. Vir. Ill. 67, 4; 75, 8. Sobre este tema, vid: T. J. Luce, “Marius and the Mithridatic Command”, Historia 19 (1970), 161-194. 1242 Vell. Pat. 2, 17, 1; 2, 20, 4. 1243 Las emisiones de los insurgentes Campana 149-182 se ha supuesto que fueron emitidas en Campania durante los años 88-87 a.C. 1244 Oros. 5, 19, 3. 1245 Diod. 27, 2, 13. Sulla es citado como cónsul, y por la situación del fragmento ha de referirse al año 88 a.C.

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retaguardia a comunidades en manos del enemigo, aunque en ningún momento podían haber puesto en peligro la superioridad romana en la zona.

Apiano señala que las tropas de Sulla estaban ubicadas en Capua1246, al cual envió de vuelta después de asaltar y tomar Roma1247, y desde donde se dirigió a Asia1248. En realidad, su ejército debería estar rodeando la zona controlada por Nola, aunque su cuartel general operacional estaría en Capua.

La siguiente anécdota, que si bien E. Badian, T. R. S. Broughton, E. Gabba y E. T. Salmon fechan en el año 89 a.C., más bien, por el testimonio de Valerio Máximo, que indica que Sulla era cónsul (durante la Guerra de los Aliados1249), pertenece al año 88 a.C., como sitúa correctamente Ch. Amidani, y vuelve a incidir sobre la futura Fortuna de Sulla, que ya anteriormente se ha comentado al hablar de su actuación en Acerrae.

Sulla celebraba un sacrificio en la campiña de Nola, delante mismo del pretorio, vio que de pronto una serpiente surgió de la parte inferior del altar. Nada más verla, a instancias del arúspice G. Postumius1250, inmediatamente hizo salir en campaña a su ejército y conquistó un bien fortificado campamento de los Samnitas, que estaba situado ante Nola. Esta victoria sería “la base y el comienzo de su futuro gran poder”1251. Cicero fue testigo directo del prodigio1252, lo que indica que militaba en su ejército, como pone de manifiesto Plutarco, quien concreta que fue durante la Guerra de los Aliados1253.

De vuelta al conflicto, Sulla, ante la nueva situación planteada en Roma, persuadió a sus soldados, pero no a sus oficiales1254 (menos a uno, un cuestor, que E. Badian identificó con L. Licinius Lucullus [cos. 74 a.C.]1255), de apoyarle en su propósito de permanecer en el mando, así como de marchar contra Roma y anular la legislación recientemente aprobada1256. Se trataba de una acción sin precedentes para un general romano, y la sorpresa fue tal que ni Sulpicius Rufus ni Marius ni el resto de sus partidarios pudieron hacer nada para frenar esta acción absolutamente inesperada.

1246 App. BC 1, 56 y 64. 1247 App. BC 1, 63 1248 App. BC 1, 64. 1249 Val. Max, 1, 6, 4. Dato importante que indica que todavía en el año 88 a.C. continuaba este conflicto. 1250 Este mismo arúspice es quien, después de examinar el sacrificio de Sulla ofrecido en el campamento de Nola, le augura la victoria sobre Marius (Plut. Sulla 9, 6). 1251 August. Civ. Dei 2, 24. Cic. Div. 1, 72; 2, 65. Plut. Sulla 9, 6. Val. Max, 1, 6, 4. En la segunda cita de Cicerón, este mismo se contradice, pues indica que Sulla había tomado la decisión de salir de expedición antes del sacrificio. 1252 Cic. Div. 1, 72; 2, 65. R. Flacelière y É. Chambry lo ponen en duda, al señalar que Cicero militó en las filas de Pompeius Strabo como tiro (Cic. Phil. 12, 27); pero esto fue en el año 89 a.C., y en el año siguiente pudo estar con Sulla. H. B. Mattingly señala que pasaría al ejército de Sulla antes de que finalizara el verano del año 89 a.C., por lo que es normal que no aparezca en el documento que premia a la Turma Salluitana (CIL I2 709 = ILLRP 515 = ILS 8888). 1253 Plut. Cic. 3, 2. 1254 Se ha supuesto que entre estos oficiales estarían Q. Hortensius Hortalus (cos. 69 a.C.) y L. Cornelius Sisenna (pr. 78 a.C.). 1255 Sobre este personaje, vid: M. Villovesi, Lucullo, Firenze, 1939. J. van Ooteghem, Lucius Licinius Lucullus, Bruxelles, 1959. A. Keaveney, Lucullus. A Life, London, 1992. L. Ballesteros Pastor, “Lucio Licinio Lúculo: episodios de imitatio Alexandri”, Habis 29 (1998), 77-85; “Aspectos contrastantes en la tradición sobre L. Licinio Lúculo”, Gerión 17 (1999), 331-343. Lucullus participó en la Guerra de los Aliados, dando numerosas pruebas de audacia e inteligencia (Plut. Lucull. 2, 1), seguramente como tribuno militar (cf. CIL XI 1832 = ILS 60), en donde conocerá a Sulla y será su mano derecha. 1256 Ampel. 42, 1. App. BC 1, 57. Exsup. 19. Flor. 2, 9, 6. Oros. 5, 19, 4. Plut. Mar. 35, 6; Sulla 9, 5. Val. Max. 9, 7, 1. En el año 49 a.C., en parecidas circunstancias, la situación fue diferente: sólo un oficial, T. Labienus (pr. ca. 59 a.C.), desertó del ejército de C. Iulius Caesar para no ir contra Roma.

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El respaldo logrado por Sulla por parte de sus hombres se debía a que éstos deseaban participar en la campaña mitridática, que ofrecía grandes perspectivas de tratarse de un asunto fácil y obtener un gran botín. A su vez, los soldados temían que Marius reclutara otro ejército para este cometido1257.

Este es un acontecimiento histórico realmente importante, pues señala el fin de la República y el inicio de un período de trastornos y disturbios que finalizará con la instauración del principado de Augusto. La rivalidad entre las facciones políticas, que se había paralizado con ocasión de la Guerra de los Aliados, había degenerado hasta convertirse en un conflicto abierto.

Los dos tribunos militares enviados a Nola1258, con objeto de hacerse cargo del ejército en nombre de Marius, descubrieron a sus expensas que Sulla se había asegurado la lealtad de sus tropas y fueron condenados a muerte. Para contener a los Samnitas en Nola, Sulla dejó un contingente, quizás una legión, al mando de Ap. Claudius Pulcher (cos. 79 a.C.)1259, con quien estaba emparentado por matrimonio. Después de asegurarse la retaguardia, Sulla marchó hacia Roma por la Via Latina al frente de seis legiones1260.

En el interior mismo de la Ciudad Eterna se produjo la primera batalla en toda regla entre ciudadanos romanos1261. Sulla obtuvo una clara victoria, lo que le permitió conseguir la muerte de Sulpicius Rufus y el exilio de Marius1262 (así como de un buen número de sus partidarios), y la anulación de sus leyes. Sulla contó en todo momento con la colaboración de su colega en el consulado, Pompeius Rufus, con quien estaba emparentado.

Sulla aprovechó la coyuntura para efectuar las elecciones al consulado del año 87 a.C. Los candidatos elegidos fueron Cn. Octavius y L. Cornelius Cinna, representantes de opciones distintas, por lo que se vieron obligados a prestar juramento de no alterar las disposiciones tomadas por Sulla1263. Sulla creía tener así firmemente establecido el gobierno de Roma a su favor, con lo que se dirigió a Capua, donde se estaba reuniendo la fuerza expedicionaria que debía dirigirse contra Mithridates, y desde donde partió hacia Graecia1264.

Sulla esperaba que Pompeius Rufus protegiera sus intereses durante su ausencia de Italia. Con objeto de tener el apoyo armado necesario para ello, se hizo transferir el mando de las tropas de Pompeius Strabo, ahora procónsul. Pero, como anteriormente habían efectuado los soldados de Sulla, los de Pompeius Strabo no parecían estar dispuestos a cambiar de comandante en jefe, por lo que a la primera oportunidad asesinaron a Pompeius Rufus. Pompeius Strabo se desentendió de la

1257 App. BC 1, 57. 1258 Plut. Mar. 35, 6; Sulla 8, 8. Val. Max. 9, 7, 1. Cf. Oros. 5, 19, 4. 1259 Cf. Liv. Per. 79, 1. 1260 App. BC 1, 57. Plut. Sulla 9, 5. Sobre este tema, vid: H. Volkmann, Sullas Marschauf Rom, München, 1958. B. R. Katz, “The First Fruit of Sulla's March”, AC 44 (1975), 100-125. B. M. Levick, “Sulla's March on Rome in 88 BC”, Historia 31 (1982), 503-508. 1261 App. BC 1, 58. Cic. Phil. 14, 23. Eutrop. 5, 4, 2. Flor. 2, 9, 6-7. Liv. Per. 77, 1. Oros. 5, 19, 4-5. Plut. Mar. 35, 7-8; Sulla 9, 10-14. Val. Max. 8, 6, 2. Vell. Pat. 2, 19, 1. Vir. Ill. 67, 4. 1262 Amper. 42, 1. App. BC 1, 60. Cic. Brut. 168; Cat. 3, 24; De Or. 3, 8 y 11. [Cic.] Rhet. Her. 1, 25; 4, 31. Exsup. 20. Flor. 2, 9, 8. Liv. Per. 77, 2. Nepos Att. 2, 1-2. Oros. 5, 19, 6-7. Plut. Sulla 10, 1-3. Val. Max. 3, 8, 5; 6, 5, 7. Vell. Pat. 2, 19, 1. Sobre este tema, vid: T. F. Carney, “The flight and exile of Marius” G&R 8 (1961), 98-121. M. Sordi, “La fuga di Mario nell'88 e gli Etruschi d'Africa”, Klio 73 (1991), 408-412. 1263 Dio Cass. 30-35 fr. 102, 2-3. Exsup. 22. Plut. Sulla 10, 6-7. 1264 App. BC 1, 64. Dio Cass. 30-35 fr. 102, 1. Diod. 37, 2, 13. Eutrop. 5, 4, 2. Plut. Sulla 10, 8.

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actuación de sus hombres en este asunto, si es que no fue en realidad el principal instigador, y reasumió el mando de sus tropas1265.

Como es evidente, los acontecimientos anteriormente narrados aliviaron notablemente la presión militar sobre los insurgentes itálicos. Ciertamente, Pompeius Strabo todavía tenía un ejército que podía emplearse contra ellos pero como, indica E. T. Salmon, su mente calculadora, más que marchar contra los restantes rebeldes, prefería vigilar el pacificado Picenum1266 y, desde allí, tener un ojo fijo en ese territorio y otro en Roma. No era Strabo (“bizco”) por nada.

Existía en Italia otro procónsul con una fuerza militar propia: Metellus Pius. Sin duda, sus tropas estaban preparadas para utilizarse de manera efectiva contra los rebeldes que todavía resistían, como ya había mostrado previamente en Apulia durante el año 88 a.C. Pero no se conoce ninguna acción de éste en este momento, aunque su objetivo obvio debería de haber sido los Lucanos situados en el Bruttium.

No mucho después de que Sulla partiera hacia Oriente, ya en el año 87 a.C., los nuevos cónsules comenzaron a enfrentarse entre ellos. Las diferencias políticas entre ambos eran más que evidentes. Octavius era un leal partidario de Sulla, mientras que Cinna favorecía el programa de Sulpicius Rufus aunque, como el anterior, había servido como legado en la Guerra de los Aliados durante el año 89 a.C.1267

Cinna propuso restablecer la disposición de Sulpicius Rufus de distribuir los nuevos ciudadanos (y libertos) entre las treinta y cinco tribus tradicionales, para cuyo fin favoreció la llegada de Itálicos a la ciudad de Roma con objeto de ejercer presión en este sentido. Pero Octavius no se dejó amilanar y, contra lo que pudiera parecer en un principio, Cinna se vio obligado a abandonar Roma con sus partidarios, al parecer por no contar con muchos apoyos en la ciudad1268. Acto seguido, se produjo un nuevo golpe de efecto en la historia de la República: el consulado de Cinna fue declarado vacante por el Senado, y el flamen dialis, L. Cornelius Merula, fue nombrado en su lugar1269.

El triunfo de Octavius tuvo una vida muy corta. Cinna había tomado buena nota de la actuación de Sulla y la imitó, por lo que puso bajo sus miras al ejército que éste había dejado en Campania bajo el mando de Claudius Pulcher con objeto de vigilar a los Samnitas de Nola1270, con cuartel general en Capua1271. Cinna, además de noble y patricio, era un soldado experimentado y, lo más importante, y un legítimo cónsul electo1272. El resultado fue que pudo convencer a los soldados, mediante soborno, para que lo eligieran como su comandante1273; con ellos y con nuevas reclutadas se dirigió hacia Roma1274. Se había iniciado el Bellum Octavianum1275. 1265 App. BC 1, 63. Liv. Per. 77, 8. Val. Max. 9, 7, 2. Vell. Pat. 2, 20, 1. Livio, Valerio Máximo y Veleyo Patérculo recuerdan de manera explícita que Pompeius Strabo fue el organizador del complot. 1266 La historiografía tradicionalmente sitúa a Pompeius Strabo y su ejército en el Picenum durante el año 88 a.C. Pero, como anteriormente ya se ha comentado, no existe ningún dato que avale tal propuesta, y es posible que parte de este año estuviera en la Gallia Cisalpina. Ciertamente, piano señala que Pompeius Strabo estaba “en torno al Adriático” en el año 87 a.C. (App. BC 1, 66). 1267 Cinna había sido probablemente un legatus de Pompeius Strabo (Liv. Per. 76, 4, emendando Pnina por Cinna). 1268 App. BC 1, 64-65. Cic. Cat. 3, 24; Sest. 77. Flor. 2, 9, 9-10. Gran. Licin. 35, 2. Exsup. 25. Liv. Per. 79, 1. Obs. 70. Plut. Mar. 41, 1-2; Sert. 7-9. Vell. Pat. 2, 20, 3. Vir. Ill. 69, 2. 1269 Sobre este tema, vid: B. R. Katz, “The Selection of L. Cornelius Merula”, RhM 122 (1979), 162-166. 1270 Vell. Pat. 2, 20, 4. 1271 Cf. App. BC 1, 65. 1272 En cada uno de estas acciones recordaba a Sulla, como sin duda los soldados notaban (Cf. App. BC 1, 65. Vell. Pat. 2, 20, 4). 1273 Claudius Pulcher siguió siendo fiel al Senado, y acabó finalmente en el exilio (Cic. dom. 83). Lo mismo aconteció con Metellus Pius (Plut. Mar. 42, 6). 1274 App. BC 1, 65-66. Exsup. 27. Liv. Per. 79, 1. Plut. Mar. 41, 2. Vell. Pat. 2, 20, 4.

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Ante la situación planteada, el Senado llamó a Pompeius Strabo con la misión de ayudar a Octavius a defender Roma. Pero éste, aparte de traer sus tropas y situarlas en las afueras de la capital, no hizo gran cosa. Sus antiguos intereses partidistas lo hacían propenso a Cinna, pero el Gobierno legítimo estaba justo en el lado contrario. Por tanto, la actuación de Pompeius Strabo fue ambivalente1276, con vistas a la obtención de un segundo consulado.

Mientras, Cinna, como Sulla, había marchado contra Roma. Además de atraerse a los soldados de Claudius Pulcher y reclutar más tropas, como se ha comentado, había logrado el apoyo de Marius, quien regresó de su exilio en África, desembarcó en Etruria y levantó una fuerza rápidamente gracias a sus conexiones1277.

Los cónsules1278, ante la situación, sin el apoyo de ningún otro ejército1279, ni poder acudir a Sulla1280, pidieron a Metellus Pius que acudiera urgentemente con sus tropas a Roma1281, para lo cual debía negociar una tregua con los Samnitas en los mejores términos que pudiera1282, y así liquidar la Guerra de los Aliados1283. De esta forma, M. Antonius (cos. 99 a.C.) junto con los dos Catulli, Q. Lutatius Catullus (cos. 102 a.C.) y su hijo homónimo (cos. 78 a.C.), fueron enviados en misión a Metellus Pius, cuyo campamento se encontraba ya situado cerca de Roma1284, para que acudiera en ayuda de la patria1285, urgiéndole a que pusiera fin a las hostilidades con los Samnitas.

Mientras tanto, los Samnitas se estaban aprovechando del vacío causado por la actuación de Cinna, y no sólo se dedicaban a devastar Campania, sino también las zonas fronterizas1286. Es a este momento en que E. T. Salmon (seguido por B. Greiner) asigna el incendio de Abella1287; Granio Liciniano literalmente indica que los habitantes de Nola avanzaron contra la citada población y la prendieron fuego. Habría que plantearse si la rivalidad territorial que refleja el “Cippo Abellino” podía tener algo que ver en este suceso, pues el citado autor indica que no fueron los Samnitas, sino los Nolanos, los que efectuaron la destrucción de Abella.

De manera simultánea, el Senado había concedido la ciudadanía romana a los pueblos de Italia1288 (al que seguiría otro decreto senatorial en el año 84 a.C.1289). Sin duda, se tenía la esperanza que este gesto facilitaría los esfuerzos de Metellus Pius en lograr un acuerdo con los Samnitas.

1275 Sobre este conflicto, vid: R. Bauman, “The Hostis Declaration of 88 and 87 BC”, Athenaeum 51 (1973), 270-293. B. R. Katz, “The Siege of Roma in 87 BC”, CPh 71 (1976), 328-336. T. W. Hillard, “Death of lightning. Pompeius Strabo and the People”, RhM 139 (1996) 135-145. Th. P. Hillman, “Cinna, Strabo's army, and Strabo's death in 87 BC”, AC 65 (1996), 81-89; “The Serpent under the Flower: Pompeius Strabo and Q. Sertorius, 89-87 B.C.”, en Studies in Latin Literature and Roman History VIII (Bruxelles, 1997), 85-115. M. Lovano, The Age of Cinna: Crucible of Late Republican Rome, Stuttgart, 1992. 1276 Gran. Licin. 35, 13. Oros. 5, 19, 10. Liv. Per. 79, 3. Obs. 56a. Vell. Pat. 2, 21, 2. 1277 App. BC 1, 67. Diod. 37, 29, 3. Exsup. 27. Flor. 2, 9, 10-11. Gran. Licin. 35, 6. Liv. Per. 79, 1. Oros. 5, 19, 8. Plut. Mar. 41, 3-6; Sert. 5, 1-4. Vell. Pat. 2, 20, 5. 1278 App. BC 1, 68. Para E. T. Salmon, el Senado. 1279 App. BC 1, 68. 1280 App. BC 1, 68. 1281 App. BC 1, 68. Dio Cass. 31 fr. 102, 6. 1282 App. BC 1, 68. Dio Cass. 31 fr. 102, 7. 1283 App. BC 1, 68. Esta última frase de Apiano es importante pues denota que la Guerra de los Aliados continuó oficialmente hasta el año 87 a.C. 1284 Gran. Licin. 35, 23. 1285 Gran. Licin. 35, 23. 1286 Dio Cass. 31 fr. 102, 7. 1287 Gran. Licin. 35, 27. 1288 Liv. Per. 80, 1. 1289 Liv. Per. 84, 4.

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Pero los Samnitas eran muy conscientes de la debilidad del Gobierno, y aprovecharon la oportunidad que se les brindaba. Sus exigencias fueron transmitidas por Metellus Pius al Senado a través de legados1290, pero fue rechazada por éste, con objeto de preservar la antigua dignidad del pueblo romano1291, por ser demasiado humillantes para ser aceptadas.

Los acontecimientos posteriores indican que Metellus Pius se dirigió a Roma dejando una pequeña fuerza con la misión (imposible) de hacer frente eventualmente a los Samnitas, al mando de un legado de nombre Plautius1292, quizás A. Plotius, quien había servido como legado en el invierno del año 90/89 a.C., o Plautius Silvanus, coautor de la lex Plautia-Papiria del año 89 a.C.

Mientras tanto, Cinna y Marius, fuese por la firmeza de sus convicciones políticas, o por la falta de escrúpulos, estuvieron dispuestos a aceptar las peticiones samnitas. A tal efecto, enviaron a C. Flavius Fimbria, y se acordó otorgarles lo que anteriormente el Senado les había denegado1293.

Los términos fueron los siguientes. Los Samnitas pedían: (1) la ciudadanía romana para ellos y para todos aquellos que habían desertado a su campo (se incluía así a los Lucanos); (2) retención de cualquier botín que hubieran tomado1294; (3) regreso de todos los cautivos y desertores de sus propias filas1295.

Ciertamente, no parece que fuese la petición de la ciudadanía lo que el Senado encontró imposible de digerir. Serían pues los otros puntos del acuerdo lo que motivó la negativa de Roma. En cualquier caso, este pacto significó el fin definitivo de la Guerra de los Aliados.

Sea como fuere, el acuerdo no sería más que letra muerta a menos que Cinna y Marius lograran el poder en Roma y lo legalizaran. Los Samnitas trataron de que ello fuera así, y pasaron a la acción (no así los Lucanos, por lo que se conoce), aniquilando al pequeño ejército que Metellus Pius había dejado en Campania, y en el que pereció su desafortunado comandante Plautius1296. No se tienen noticias de la utilización de soldados samnitas por parte de Cinna y Marius en su asalto final sobre la ciudad de Roma.

La capital fue rodeada y asaltada desde varios lados, y el Bellum Octavianum llegó pues a su fin1297. A finales del año 87 a.C. Cinna entró en la ciudad y reanudó su consulado interrumpido y, junto con Marius, se hicieron los dueños del Estado. Como antes Sulla, pasaron a perseguir a sus enemigos, y un gran número de notables perecieron, entre ellos los cónsules Octavius y Cornelius Merula1298. Comenzó el Cinnanum tempus.

1290 Gran. Licin. 35, 29. 1291 App. BC 1, 68. Dio Cass. 31 fr. 102, 7. Gran. Licin. 35, 29. 1292 Cf. Liv. Per. 80, 3. De éste únicamente se sabe que él y su ejército fueron aniquilados por los Samnitas. 1293 App. BC 1, 68. Gran. Licin. 35, 30. Liv. Per. 80, 2. 1294 Hecho que significaba que los Samnitas retuvieron en sus manos Aesernia y Nola, como puede observarse al menos en los hechos posteriores en esta última ciudad, vid infra. 1295 Dio Cass. 31 fr. 102, 7. Gran. Licin. 35, 29. 1296 Liv. Per. 80, 3. 1297 Previamente, había muerto Pompeius Strabo, y sus tropas parece ser que pasarían a engrosar los efectivos de Cinna. La muerte “prematura” de Pompeius Strabo hizo que pasara a la historia como, simplemente, el padre de Pompeius Magnus, como así lo identifican muchas fuentes antiguas (App. BC 1, 40. Asc. 3. Gell. 15, 4, 3. Val. Max. 6, 9, 9. Vell. Pat. 2, 15, 3; 2, 21, 1). 1298 Asc. 23. App. BC 1, 71 y 74. August. Civ. Dei 3, 27. Cic. Tusc. 5, 55. Flor. 2, 9, 14 y 16. . Liv. Per. 80, 6. Plut. Mar. 42, 9; Sulla 12, 13. Tac. Ann. 3, 58, 2. Val. Max. 9, 12, 5. Vell. Pat. 2, 22, 1-2. Val. Max. 1, 6, 10. Vir. Ill. 69, 2.

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Los Samnitas se incorporaron como ciudadanos de pleno derecho (cives optimo iure) en el estado romano, debido a los términos del tratado de paz acordado con Fimbria y convertidos en ley por el restablecimiento de la legislación de Sulpicius Rufus1299. Pero E. T. Salmon yerra al decir que un pasaje de Apiano indique esta circunstancia, puesto que éste señala explícitamente que “Cinna... se apresuró hacia las ciudades cercanas [a Roma], que no hacía mucho tiempo que habían obtenido la ciudadanía romana, Tíbur, Praeneste y cuantas se extienden hasta Nola, incitándolas a todas a sublevarse y haciendo acopio de dinero para la guerra”1300.

El texto en sí no dice que a Nola se le concedió en ese momento la ciudadanía romana; sólo las que se extienden “hasta” Nola, pero sin comprender a ésta1301. Esto es lógico, si se atiende a que los Samnitas habían rechazado previamente la concesión de la ciudadanía romana y que sólo el triunfo de Cinna y Marius les permitió acceder a ella.

Sea como fuere, ciertamente C. Papius Mutilus era ciudadano romano cuando fue proscrito y murió en el año 80 a.C.1302 Su final es digno de una obra de W. Shakespeare. Papius Mutilus se vio obligado a huir de Nola1303, al ser declarado proscrito1304, pues los habitants de esta ciudad habrían hecho lo mismo que los de Volaterrae (ant. Volterra) al rendirse ante Sulla, es decir, expulsar a los proscritos1305. Al dirigirse Papius Mutuilus a casa de su esposa Bassia (en osco basías)1306, ésta no le permitió pasar la noche por su condición de proscrito, por lo que el antiguo dirigente aliado se suicidó1307.

Papius Mutilus falleció en Teanum1308, pero no se trata de Teanum Sidicinum, sino de Teanum Apulum (act. despoblada, cerca de San Paolo di Civitate)1309. Gracias al testimonio de Cicerón, se conoce en esta última localidad la existencia de una Papia1310, posiblemente su hija, a donde se había dio a vivir después de su divorcio de Statius Albius Oppianicus, de Larinum1311; gracias a este dato puede conocerse en qué taenum falleció Papius Mutilus.

Sea como fuere, es interesante tener en cuenta que el epitomador de Livio señala que cuando Sulla recuperó Nola1312, seguidamente al episodio de la muerte de Papius Mutilus, éste la sitúa en el Samnium, no en Campania, posiblemente porque

1299 De esta forma, los Samnitas ejecutados por Sulla tras la batalla de la Puerta Collina eran ciudadanos romanos (Cf. August. Civ. Dei 3, 28-29. Flor. 2, 9, 24. Sen. Clem. 12, 2; Prou. 3, 7). 1300 App. BC 1, 65. 1301 E, Gabba, sin citarlo explícitamente, también presenta la misma idea. 1302 Por error, P. Jal lo fecha en el año 81 a.C. 1303 Gran. Licin. 36, 10. 1304 Gran. Licin. 36, 10. Liv. Per. 89, 9. 1305 Gran. Licin. 36, 9. Cf. Str. 5, 2, 6. Sobre la Guerra Civil en Etruria, vid: A. J. Pfiffig, “Sulla, Etrurien und das römische Bürgerrechts”, GB 8 (1979), 141-152. 1306 Livio la denomina Bastia, pero el nomen correcto es Bassius, como atestiguan numerosas inscripciones (CIL IX 1455, 1640-1641, 1763-1765, 1848, 2084, 6282). 1307 Gran. Licin. 36, 10. Liv. Per. 89, 9-10. 1308 Gran. Licin. 36, 10. 1309 Sobre esta ciudad, vid: E. Antonacci Sanpaolo, “Tiati-Teanum Apvlvm. Città e territorio tra II e I sec. a.C.”, en Dai Gracchi alla fine della Repubblica. Atti del V Convengo di studi sulla Puglia romana (Galatina, 2001), 101-114. 1310 Cic. Cluent. 27. 1311 Curiosamente, se ha conservado un epígrafe procedente de Larinum en el que una liberta de M’. Papius, quizás un nieto de Papius Mutilus, dio sepultura a su nieto P. Numisius Gallus (CIL IX 6249). Sobre esta familia, vid: Ph. Moreau, “Structures de parenté et d'alliance à Larinum d'après le Pro Cluentio”, en Les «Bourgeoisies» municipales italiennes aux IIe et Ier siècles av. J.-C. (Paris, 1983), 99-123. 1312 Liv. Per. 89, 11.

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debía haber leído varias veces en la obra de Tito Livio que los Samnitas se encontraban en Nola1313.

Sobre los propios efectos de la Guerra de los Aliados poco puede decirse en propiedad, pues el inicio inmediato de la primera Guerra Civil hace que los efectos se diluyan. Pero no faltan testimonios que puedan permitir tener una idea al respecto. Cicerón dice que fue “dañina”1314; Plinio señala que fue más funesta para las tierras de Italia que las posteriores guerras civiles1315; Diodoro que fue la mayor guerra1316; Floro asegura que ni Pyrrhus ni Hannibal causaron tanta devastación1317; Salustio que Italia fue devastada por el saqueo, la lucha y las masacres1318.

Denario romano de Q. Fufius Calenus y Mucius Cordus (RRC 403/1, 70 a.C.). Anv.: cabeza yugada de Honos y Virtus a dra. Rev.: Italia a dra. Con una cornucopia da la mano a Roma con un cetro; caduceo alado detrás de Italia. Ø = 20 mm. La emisión exalta la paz recuperada entre Italia y Roma tras la Guerra de los Aliados,

puesta bajo la protección de las dos alegorías que figuran en el anverso. Veleyo Patérculo señala que “esa guerra se llevó más de 300.000 jóvenes de

Italia”1319. Un dato que evidenciaría la magnitud de la lucha y la pérdida de población que sufrió la península Itálica, agravada por los posteriores conflictos bélicos. Pero P. A. Brunt considera que esta cifra en realidad reflejaría los hombres movilizados para la guerra: 175.000 por los Romanos por 130.000 por los Aliados, superioridad que sería uno de los motivos de la victoria romana1320.

Por su parte, Eutropio señala que durante la Guerra de los Aliados y la Guerra Civil perecieron 150.000 hombres1321. Orosio ofrece la misma cifra en ambos conflictos, con la salvedad que señala que se trata de Romanos1322.

Si se considera que Apiano señala que en la Guerra Civil perecieron 100.000 jóvenes1323, o soldados según Diodoro1324, P. A. Brunt deduce que en la Guerra de los Aliados perecieron 50.000 Romanos y 50.000 Itálicos1325, una cifra inferior a las

1313 Cf. Gran. Licin. 36, 9-10. 1314 Cic. Off. 2, 75. 1315 Plin. NH 2, 199. 1316 Diod. 37, 2, 14. 1317 Flor. 2, 6, 11. 1318 Sall. Hist. 1, 23. 1319 Vell. Pat. 2, 18, 3. Por su parte, Obsecuente señala que desaparecieron varios cientos de miles de personas durante la Guerra de los Aliados y la Guerra Civil (Obs. 57). 1320 Por el contrario, L. Pareti la considera correcta. 1321 Eutrop. 5, 9, 2. 1322 Oros. 5, 22, 2. 1323 App. BC 1, 103. 1324 Diod. 27, 29, 5. 1325 Cifra que considera que en su momento escribió Livio, y que se transmitió al resto de fuentes.

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pérdidas contabilizadas en las diferentes batallas conocidas1326. Por tanto, es difícil cuantificar las pérdidas de vidas humanas en el conflicto, aunque sin duda debió de ser muy elevado para los ratios normales en los que se movía Roma, pues el enemigo utilizaba las mismas estrategias y tácticas.

Por supuesto, el primer efecto inmediato, y el más importante, fue el que todos los Itálicos obtuvieran la ciudadanía romana. En este sentido, Estrabón ofrece ejemplos de ello: “Tiempo después de que los Romanos concedieran el derecho de ciudadanía a los Itálicos, les pareció igualmente oportuno conceder la misma distinción a los Galos Cisalpinos y a los Vénetos, además de llamar a todos Itálicos y Romanos”1327. “Así, aunque hoy día son todos Romanos, no es menos habitual que algunos se refieran a ellos como Umbros, Tirrenos1328, al igual que en el caso de los Vénetos, Ligures e Insubres” 1329. “Los Lucanos… en la actualidad son ciudadanos romanos”1330.

Los censos efectuados a partir de entonces muestran la dimensión del fenómeno. Se registraron 394.336 ciudadanos en el año 115 a.C.1331, 463.000 en el año 85 a.C.1332, y 900.000 en el año 69 a.C.1333 Las cifras muestran que pocos de los nuevos ciudadanos fueron incluidos en el censo del año 86-85 a.C. Sorprende que uno de los dos censores de este último fuera Philippus, el rival de Drusus, el hombre que más se opuso a la concesión de la ciudadanía romana a los aliados itálicos. Para T. Frank, la gente no quiso registrarse por temor a ser llamados en una leva, pues el conflicto entre Sulla y Cinna parecía inevitable.

Pero, y más correcto, para P. A. Brunt, la realidad es otra. Si se considera que los censores de los años 86-85 a.C. fueron el citado Philippus, el enemigo de Drusus, quien luego posteriormente luchó por Sulla en los años 83-82 a.C., y M. Perpenna (cos. 92 a.C.), quien sobrevivió a las proscripciones silanas e hizo pronto las paces con el nuevo vencedor, la única conclusión posible es que hubo un deliberado sabotaje al censo, que es decir lo mismo que perjudicar la política preconizada por Cinna. No sería hasta el censo del año 70-69 a.C. en que finalmente los Itálicos quedaron registrados como ciudadanos romanos con derecho a voto, con la participación activa a su favor de Pompeius Magnus.

En definitiva, como indica Veleyo Patérculo: “Una vez terminada casi por entero la Guerra Itálica, a falta de unos reductos en Nola, en la que los Romanos prefirieron conceder la ciudadanía a las poblaciones itálicas, después de haberlas sometido, con mengua de su propia capacidad militar, que recibir a todos con sus fuerzas íntegras…”1334. Ciertamente, un resumen certero de lo que fue la Guerra de los Aliados: un auténtico sin sentido.

1326 P. A. Brunt señala que Apiano menciona un total de 90.000 rebeldes muertos en la guerra en diferentes combates, pero yerra al contabilizar el encuentro de Sulla cerca de Nola, que en vez de ser 50.000 como él indica, fueron en realidad 23.000 (App. BC 1, 50), mientras que Cosconius, en Apulia, dio muerte a 5.000 enemigos, no a 15.000 (App. BC 1, 52). Otras cifras son: 6.000 (App. BC 1, 42), 6.000 (App. BC 1, 46), 8.000 (App. BC 1, 48) y 10.000 (App. BC 1, 50), que en total suben a casi 70.000 hombres. 1327 Str. 5, 1, 1. 1328 Etruscos. 1329 Str. 5, 1, 10. 1330 Str. 6, 1, 3. 1331 Liv. Per. 63, 3. 1332 Hierony. 61, 173, 4. 1333 Liv. Per. 98, 3. Otras fuentes dan 910.000 (Phlegon 91, 177, 3). 1334 Vell. Pat. 2, 17, 1.

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ÍNDICES

ÍNDICE ONOMÁSTICO

Acilius, L. (leg.): 39 n. 222, 111, 121.Aemilius Lepidus, M. (cos. 126 a.C.): 52.Aemilius Lepidus, M. (cos. 78 a.C.): 144.Aemilius Lepidus Livianus, Mam. (cos. 77

a.C.): 169-170.Aemilius Scaurus, M. (cos. I 115 a.C.): 24 n.

113, 55.Afranius: 73, 129.Agamemnon: 43-44, 69, 76, 89.Antonius, M. (cos. 99 a.C.): 24, 55, 81 n. 566,

179.Antonius, M. (cos. I 44 a.C.): 16 n. 63, 70.Antonius Creticus, M. (pr. 74 a.C.): 16 n. 63.Appuleius Saturninus, L. (tr. pl. I 103 a.C.): 22.Aquillius, M=. (cos. 101 a.C.): 174 y n. 1233.Archias: 21 n. 100.Asinius, Herius: 71, 73, 84, 100 y n. 695, 140.Asinius Celer, Ser. (cos. 38 d.C.): 71.Asinius Gallus, C. (cos. 8 a.C.): 71.Asinius Pollio, C. (cos. 40 a.C.): 71, 75.Aurelius Cotta, C. (cos. 75 a.C.): 54.Aurelius Cotta, M. (cos. 74 a.C.): 144.Aurius, M.: 63 n. 416, 143.Baebius, C. (leg.): 105.Baebius Tomphilus, M. (cos. 181 a.C.): 16 n.

62.Bassia: 181.Bitis (rex Thracorum): 92.Bituitus (rex Arvenorum): 92.Bocchus I (rex Mauritanorum): 40 y n. 228.Caecilia Metella: 34 n. 185, 116-117.Caecilius Cornutus, M. (pr. ca. 91 a.C.): 81,

141, 144 n. 1016.Caecilius Metellus Denter, L. (cos. 284 a.C.): 83

n. 585.Caecilius Metellus Balearicus, Q. (cos. 123

a.C.): 116 n. 812.

Caecilius Metellus Nepos, Q. (cos. 98 a.C.): 116n. 812.

Caecilius Metellus Numidicus, Q. (cos. 109a.C.): 93.

Caecilius Metellus Pius, Q. (cos. 80 a.C.): 81,94, 100, 148, 169, 178-180.

Caesius, P.: 160 n. 1134.Calpurnius Bestia, L. (cos. 111 a.C.): 54.Calpurnius Piso Caesonianus, L. (cos. 58 a.C.):

129 n. 910.Calpurnius Piso Frugi, L. (pr. 74 a.C.): 79, 129.Cassius, C. (pr. ca. 90 a.C.): 166.Cassius, L. (tr. pl. 89 a.C.): 164.Cassius Longinus, C. (cos. 124 a.C.): 18 n. 84.Claudius Marcellus, M. ()pr. ca. 90 a.C.?): 81,

87 n. 592, 107, 111, 118, 121.Claudius Nero, C. (pr. 81 a.C.): 18.Claudius Nero, P.: 18.Claudius Pulcher, Ap. (cos. 79 a.C.): 116 n. 812,

177-178, 179 y n. 1273. Claudius Pulcher, App. (cos. 54 a.C.): 116 n.

812.Clepitius: 168 y n. 1194, 170.Cleppius, Ti.: 155, 168 n. 1194.Clodius Pulcher, P. (tr. pl. 58 a.C.): 116 n. 812.Cluentius, A.: 84 y n. 589, 152, 153 n. 1075.Cluentius Habitus, A.: 151 n. 1064.Cluentius, L.: 150, 151 n. 1064, 151-152, 153 y

n. 1075.Coelius Caldus, C. (cos. 94 a.C.): 130, 166.Cornelius Balbus, L. (cos. suff. 40 a.C.): 75.Cornelius Cethegus, P. (cos. 181 a.C.): 16 n. 62.Cornelius Cinna, L. (cos. 127 a.C.): 52.Cornelius Cinna, L. (cos. I 87 a.C.): 81, 141,

163, 177, 178 y n. 1267, 179, 180 y n. 1297,181, 183.

Cornelius Dolabella, Cn.: (pr. 81 a.C.): 145 n.1018.

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186

Cornelius Lentulus, P. ()pr. ca. 90 a.C.?): 80,107.

Cornelius Lentulus Clodianus, Cn. (cos. 72a.C.): 144.

Cornelius Merula, L. (cos. suff. 87 a.C.): 178,180.

Cornelius Sisenna, L. (pr. 78 a.C.): 176 n. 1254.Cornelius Scipio Aemilianus Africanus, P. (cos.

I 147 a.C.): 14.Cornelius Scipio Africanus, P. (cos. I 205 a.C.):

124 n. 875.Cornelius Scipio Asiagenes, L. (cos. 83 a.C.):

111, 121Cornelius Sulla, L. (cos. I 88 a.C.): 10 n. 25, 11

y n. 33, 17 n. 73, 39-40, 49, 50 n. 316, 63, 74-75, 81-82, 99, 100 y n. 695, 101, 107, 113 n.788, 114 y n. 793, 118- 120, 121 y n. 852,122, 131, 138 y n. 964, 142 y n. 1005, 147,149 y n. 1040, 150 y n. 1047, 151-152, 153 ynn. 1076 y 1078, 154 y n. 1087, 155 y n.1096, 156, 157 y n. 1109, 158, 162, 167 n.1192, 170, 173, 174 y n. 1235, 175 y n. 1245,176 y nn. 1250, 1252 y 1255, 177-179, 181 yn. 1299, 182, 183 y n. 1326.

Cosconius, C. (pr. 89 a.C.): 141, 147 y n. 1021,148, 169-170, 183 n. 1326.

Cuspius, T.?: 153.Decitius, Cn.: 121.Decitius, L.: 121.Decitius, N.: 121.Didius, T. (cos. 98 a.C.): 81, 107, 145, 149-150,

152, 154.Domitius, C.: 36 n. 203.Domitius, Cn.: 36.Domitius Ahenobarbus, Cn. (cos. 96 a.C.): 36 n.

203, 37-38, 39 y nn. 221-222, 70.Duillius: 120.Egnatius: 73.Egnatius, Gellius: 74Egnatius, Marius: 73-74, 109 n. 762, 117 y nn.

821 y 827, 118, 129, 147.Egnatius, Ollius: 74.Fannius, C. (cos. 122 a.C.): 15 n. 51.Flavius Fimbria, C.: 106, 180.

Fonteius, C. (leg.): 39 n. 222, 41 n. 238, 42 y n.247, 43.

Fonteius, M. (pr. 77 a.C.?): 42 n. 247.Fraucus: 135 y n. 938.Fulvius Flaccus, M. (cos. 125 a.C.): 14-15.Gabinius, A. (pr. ca. 90 a.C.?): 148.Gabinius, C. (leg.): 138, 148.Gabinius, P. (pr. 88 a.C.): 149.Gauda (rex Numidorum): 115 n. 799. Gellius Poblicola, L. (cos. 72 a.C.): 144.Hannibal (dux Carthaginorum): 46 y n. 287, 51,

57, 60, 83, 112, 148, 154, 182.Herennius, M. (cos. suff. 34 a.C.): 100 n. 701.Herennius, T.: 84, 100 y n. 701.Herennius Picens, M. (cos. suff. 1 d.C.): 100 n.

701.Hirtuleius, L.: 145.Hirtuleius, Q.: 145.Horatius Flaccus, Q.: 110 n. 762, 169.Hortensius Hortalus, Q. (cos. 69 a.C.): 81, 154

n. 1087, 176 n. 1254.Ieius, Mi.: 131, 168.Insteius, L.: 73 n. 500, 145.Insteius Cato: 73.Iugurtha (rex Numidorum): 9, 20, 40, 94, 115 y

nn. 799 y 801.Iulius Caesar, C. (cos. I 59 a.C.): 31, 65, 75, 99

n. 689, 153 n. 1080, 176 n. 1256.Iulius Caesar Strabo Vopiscus, C. (aed. 90 a.C.):

106.Iulius Caesar, L. (cos. 90 a.C.): 49, 54 n. 343,

80, 81 n. 566, 82, 94 n. 649, 95, 105-106,109, 111, 115-116, 117 y nn. 818 y 821, 118-119, 120 n. 849, 121, 126, 149 n. 1038.

Iulius Caesar, Sex. (cos. 91 a.C.): 11, 29, 36, 38,49, 80 n. 561, 104 y n. 728, 105-106, 109,111, 152 n. 1072.

Iunius Brutus Damasippus, L. (pr. 82 a.C.): 144.Iunius Pennus, M. (tr. pl. 126 a.C.): 15 n. 53.Iuventius: 152.Labienus, T. (pr. ca. 59 a.C.): 99 n. 689, 162 n.

1148, 176 n. 1256.Lafrenius, T.: 69 n. 465, 73, 88-90, 103-104,

135 n. 938, 147 n. 1021.

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187

Lamponius, M: 73, 74 y n. 511, 107-108, 155,168, 170.

Licinius Crassus, L. (cos. 95 a.C.): 23, 38-39.Licinius Crassus, M. (cos. I 70 a.C.): 34, 81 n.

567.Licinius Crassus, P. (cos. 97 a.C.): 35, 81 y n.

567, 87 n. 592, 106.Licinius Lucullus, L. (cos. 74 a.C.): 21 n. 100,

176.Licinius Lucullus, L. (pr. 103 a.C.): 168 n.

1194.Licinius Murena, L. (pr. ca. 87 a.C.): 141.Livia: 35 n. 191, 55 n. 350.Livius Drusus, M. (cos. 112 a.C.): 27.Livius Drusus, M. (tr. pl. 91 a.C.): 8-9, 11, 27-

28, 29 y n. 139, 30, 31 y n. 156, 32-34, 35 ynn. 191-192, 36, 37 y n. 211, 38-39, 43, 45,47-49, 52 n. 326, 54, 63 n. 422, 70, 129, 163,164 n. 1157, 174, 183.

Loreius, M.: 153.Lucanus: 147 y n. 1026.Lucanius: 147 n. 1026.Lucilius, N.: 118 y n. 832, 120 n. 850.Lutatius Catullus, Q. (cos. 102 a.C.): 81 y n.

566, 179.Lutatius Catullus, Q. (cos. 78 a.C.): 179.Magius, Decius: 154.Magius, Minatius: 63, 129 n. 908, 151 n. 1063,

154 y n. 1087, 155, 160.Magius Surus; M.: 154 n. 1087.Marcius Philippus, L. (cos. 91 a.C.): 11, 28-32,

35 y n. 191, 36, 129, 183.Marius, C. (cos. I 107 a.C.): 9 y n. 18, 23, 28 n.

130, 40.Marius, C. (cos. 82 a.C.): 14 n. 49, 23, 39, 74 n.

502, 80, 81 y n. 568, 87 y n. 591, 92-103, 104y n. 728, 115 nn. 799 y 801, 133, 137-138,145, 147, 149, 151, 175, 176 n. 1250, 177,179-181.

Marius, M.: 138.Marius Gratidianus; M. (pr. I 85 a.C.?): 163Matrinius, T.: 23.Memmius, L. (tr. pl.. 91 a.C.): 55.Mithridates VI (rex Ponticorum): 40, 55 n. 354,

102-103, 130 y n. 922, 131, 151, 159 y n.

1159, 165-166, 168, 170, 173, 174 y n. 1233,175, 177.

Mucius Scaevola, Q. (cos. 95 a.C.): 23.Mummius Achaicus, L. (146 a.C.): 19, 55.Nicomedes IV (rex Bithyniorum): 174.Norbanus, C. (cos. 83 a.C.): 165, 171.Numisius Gallus, P.: 181 n. 1311.Numitoria: 16 n. 63.Numitorius Pullus, Q.: 16, 18.Oblacus Vulsinius: 140.Obsidius: 140-141, 170.Obsidius: 140.Octavius, Cn. (cos. 87 a.C.): 144 n. 1019, 177-

179, 180.Octavius Ruso (pr. ca. 90 a.C.): 144.Opimius, L. (cos. 121 a.C.): 17.Oplacus: 140.Oppius, Q. (pr. ca. 89 a.C.): 167.Otacilius: 77.Otacilius Crassus, T. (pr. I 217 a.C.): 77.Oxyntas: 115.Papia: 181.Papirius Carbo, C. (pr. ca. 81 a.C.): 149, 159.Papirius Carbo, Cn. (cos. I 85 a.C.): 89, 148.Papius, Brutulus: 70.Papius, C.: 70, 75.Papius, M=.: 181 n. 1311.Papius, Met.: 70.Papius, N.: 70.Papius Mutilus, C.: 18 n. 87, 44, 69, 70 y nn.

475-476, 71, 73, 74 n. 511, 75 n. 515, 89 y n.606, 106 y n. 739, 111-113, 114 y n. 797,115-116, 118, 122, 142 n. 1005, 156-157,168, 170 n. 1211, 175, 181 y n. 1311, 182.

Papius Mutilus, M. (cos. suff. 9 d.C.): 71.Patlacius, A.: 154 y n. 1087.Perpenna, C. (pr. 90 a.C.?): 83, 87 y n. 591, 93,

97-98, 102.Perpenna, M. (cos. 92 a.C.): 183.Perseus (rex Macedonicorum): 92-93.Plautius (leg.): 180.Plautius Silvanus, M. (tr. pl. 89 a.C.): 55, 158,

180.Plotius: 74, 129.Plotius, A. (leg.): 126, 129, 180.

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188

Pompaedius Silo: 69 n. 446.Pompaeus: 36 n. 200.Pompeius: 74 n. 511, 168, 170.Pompeius, Cn.: 56 n. 361.Pompeius Magnus, Cn. (cos. I 70 a.C.): 31, 77

n. 536, 83, 87 y n. 591, 89, 99 n. 689, 103,104 y n. 726, 143 y n. 1007, 145, 161 n. 1139,166, 180 n. 1297.

Pompeius Rufus, Q. (cos. 88 a.C.): 55, 173, 177,183.

Pompeius Strabo, Cn. (cos. 89 a.C.): 55 n. 361,73 n. 500, 80-81, 88-90, 98-99, 102, 103 y n.720, 104 y n. 726, 105-106, 110 n. 763, 123,125, 133 y n. 928, 134-137, 140-142, 143 y n.1007, 144 y nn. 1015-1016, 145, 147 y n.1026, 149, 158, 160 y nn. 1133-1134, 161,166 n. 1180, 167 n. 1192, 170, 173, 176 n.1252, 177, 178 y nn. 1265-1267, 179, 180 n.1297.

Pompeius, Sex. (pr. ca. 90 a.C.): 137, 145.Pomponius, Cn. (tr. pl. 90 a.C.): 56 y n. 361, 56

n. 362.Pontilius, C.: 73 y n. 498.Pontius, Gavius: 74.Pontius Telesinus: 50, 73, 74 y nn. 510-512,

168.Popidius, C.: 64 n. 424.Popidius, V.: 63 n. 424.Poppaedius Silo, Q.: 28 y n. 30, 30 n. 50, 36, 37

y n. 211, 38-39, 45, 69, 70 y n. 470, 73, 74 yn. 511, 96-99, 102 y n. 716, 140-142, 158,167 n. 1192, 168, 169 y nn. 1200 y 1203, 170.

Porcius Cato, L. (cos. 89 a.C.): 83, 84 n. 588,125-126, 129, 133 y n. 928, 137-138, 145,149.

Porcius Cato Censorinus, M. (cos. 195 a.C.):125.

Porcius Cato Uticensis, M. (pr. 54 a.C.): 28.Postumius, G.: 176.Postumius, L (pr. ca. 90 a.C.): 39 n. 222, 112-

113, 149 n. 1044.Postumius Albinus, A. (cos. 99 a.C.): 77, 138-

139, 149 y nn. 1040 y 1044, 150-151, 153.Praesenteius, P.: 78 n. 543, 93, 104 n. 728.Pulto: 142.

Pyrrhus (rex Epidorum): 51, 182.Quinctius Valgus, C.: 154 n. 1087.Roscius Amerinus, Sex.: 116 n. 813.Rutilius Lupus, P. (cos. 90 a.C.): 80-82, 84 y n.

588, 87 y n. 591, 91, 93, 94 y n. 649, 95-98,102, 104, 111.

Rutilius Rufus, P. (cos. 105 a.C.): 55 y n. 350.Sallustius Crispus, C. (pr. 46 a.C.): 97.Saunius: 42-43.Sempronius Asellio, A. (pr. 89 a.C.): 54 n. 343,

163-164.Sempronius Gracchus, C. (tr. pl. I 123 a.C.) 14

y n. 49, 15.Sempronius Gracchus, Ti. (tr. pl. 133 a.C.): 13.Sentius, C. (pr. 94 a.C.): 164.Sergius Catalina, L. (pr. ca. 68 a.C.): 145.Sertorius, Q. (pr. 83 a.C.): 37, 38 n. 217, 77-78,

145.Servilius, Q. (pr. 91 a.C.): 37, 39 n. 222, 41 y

nn. 238-239, 42-44.Servilius Caepio, Q. (pr. ca. 90 a.C;): 35 n. 191,

55 n. 354, 80, 83, 96, 98, 102-103.Servilius Rullus, P. (tr. pl. 63 a.C.): 154 n. 1087.Servilius Vatia Isauricus, P: (cos. 79 a.C.): 165.Sextilius, P. (pr. ca. 89 a.C.): 166.Sittius, P.: 114, 160.Sittius Nucerinus, P.: 114.Sothimus (rex Thracorum): 165.Spartacus: 153 n. 1080.Staius, Mr.: 121.Statius, Cn.: 44Statius, L.: 75.Statius, Num.: 75.Statius Clarus, C.: 75.Sulpicius Galba, Ser. (pr. ca. 91 a.C.): 39 n.

222, 101, 103 y nn. 720 y 723, 104, 108, 140-141, 144 n. 1016.

Sulpicius Rufus, Ser. (tr. pl. 88 a.C.): 81, 104,174-175, 177-178, 183.

Syphax (rex Numindorum): 92.Tarquitius, C.: 145.Terentius Varro Lucullus, M. (cos. 73 a.C.): 17

n. 74.Titius, C.: 138-139.Titinius, C.: 138 y n. 971, 139 y n. 974.

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189

Titurius Sabinus, L. (IIIvir monet. 89 a.C.):Trebatius: 109 y n. 764, 147 y n. 1021, 148.Trebatius Testa, C.: 110 n. 764.Tullius Cicero, M. (cos. 63 a.C.): 82, 110 n. 762,

114 n. 790, 116 n. 813, 137, 153, 176.Valerius Flaccus, C. (cos. 93 a.C.): 165.Valerius Flaccus, L. (cos. 100 a.C,): 24.Valerius Flaccus, L. (cos. suff. 86 a.C.): 166.Valerius Laevinus, P. (cos. 280 a.C.): 140.Valerius Messalla, M. o M=. ()pr. ca. 90 a.C.?):

80, 87 y n. 591, 101, 103, 104 y n. 728, 111.Varius Geminus, Q.: 75.Varius Severus Hybrida, Q. (tr. pl. 90 a.C.): 35,

n. 191, 54, 55 y n. 354.Vegoia: 30.Veltumnus, Arruns: 30.Ventidius, P.: 88 y n. 596, 89 y n. 612, 90.Ventidius Bassus, P. (cos. suff. 43 a.C.): 70, 75,

90, 143.Verres, C. (pr. 74 a.C.): 171.Vettius Scato, P: 73, 84 y n. 589, 88 n. 596, 89

y n. 611, 93-95, 96 n. 665, 96-97, 99, 111,126, 133, 137, 141, 159 n. 1127.

Veturius, Ti. (IIIvir monet. 137 a.C.): 59.Vidacilius, C.: 63 n. 423, 73, 88, 89 y n. 629, 90

y n. 616, 105, 108-111, 114 n. 797, 135 n.939, 136, 139 y n. 979, 147.

Voltacilius Pilutus, L.: 77 n. 536

ÍNDICE GEOGRÁFICO Y ETNOGRÁFICO1

Abella: 113-114, 179.Abellinum: 51, 113.

Acerrae: 60 n. 394, 104 n. 730, 114-116, 117 yn. 818, 118-119, 122, 176.

Achaea: 19 y 23 n. 111.Acris, fl.: 52, 108.Aecae: 53.Aeclanum: 49, 51, 63-64, 114 n. 797, 129 n.

908, 155 y n. 1085, 156.Aegyptus: 23 n. 107.Aenaria: 119.Aequi: 65 n. 443, 76, 92-93.Aesernia: 50 n. 316, 64, 99-102, 106 n. 739,

110-111, 117-118, 119 y n. 844, 119-120, 121y n. 852, 142, 157 y n. 1111, 158, 167-168,180 n. 1294.

Aesis, fl.: 7 n. 7, 83.África: 17 n. 107, 23, 58, 115, 166 y n. 1186,

179.Ager Campanus: 76, 112-113.Ager Picentinus: 60.Ager Romanus: 7 n. 5, 41, 44, 48, 53, 57, 62 y

n. 411, 64, 69, 83 n. 584.Ager Taurasinus: 16, 51.Alba Fucens: 39 n. 221, 46, 48, 76, 83, 87, 90,

92 y nn. 627, 630 y 633, 93, 97, 102, 109.Albanus, mons: 36.Alfaterni: 113.Allifae: 117 n. 821.Alpes: 7 n. 7, 11 n. 18, 161.*Amaro, Monte: 62 n. 414.Ameria: 18.Amisus: 131.Amiternum: 41 n. 233, 83, 97.Ancona: 44, 57.Antinum: 129 n. 907.Anxa: 129 n. 907.Apenninus, mons: 16, 48, 112, 133.Apuli: 58 n. 379, 61, 62 n. 412, 63 n. 417, 64,

69, 109.Apulia: 109 y n. 761, 110, 114 n. 797, 147-148,

154, 169-170, 178, 183 n. 1326.Aquae Sextiae: 9 n. 18, 81 n. 568.Aquilonia: 32, 33 n. 68, 156 n. 1111.Aquinum: 51 n. 317.Ariminum: 17, 34 n. 180, 38 n. 217, 83, 88 n.

595.

1 Los nombres con * son topónimos modernos. Enel trabajo, los nombres tanto personales (aexcepción de los autores) como geográficos estánen latín, mientras que los referidos en gruposétnicos están en español (aunque en este índice sólose reflejen en latín), debido a su utilizaciónasimismo como adjetivos.

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Arpi: 53 y n. 334, 148.Arpinum: 19 n. 93, 103.Arretium: 33, 123.Asculum: 10, 17 y n. 71, 29, 41 y n. 241, 42, 43

y n. 261, 44-47, 48 n. 296, 58-59, 62 n. 412,63 n. 416, 69, 80, 83, 87 y n. 590, 88, 89 y n.606, 94, 103-104, 105 y n. 739, 109, 123,134, 135 y nn. 939, 947 y 949, 136, 137 y n.956, 139-142, 143 y nn. 1007 y 1013, 144,148, 158, 166 n. 1180, 169.

Asia: 14 n. 49, 66, 80, 130, 166, 170 y n. 1221,173 y n. 1231, 174, 176.

Atella: 19 n. 93, 53.Aternus, fl.: 62 n. 414, 65 y n. 437.Atina: 52-53, 111.Aufidena: 51, 71 y n. 481, 110.Aufidius, fl.: 148.Aurunci: 113 n. 786.Ausculum: 17 n. 71, 53, 61, 109, 148.Auxinum: 44, 83, 89.Beneventum: 51 y n. 316, 64, 80, 109 nn. 754 y

759, 110 y n. 764, 115, 136 n. 950, 156, 156n. 1111.

Bithynia: 173.Bononia: 160 n. 1135.Bosphorus Cimmerius: 173.*Bove, Monte: 92-93.Bovianum Undecimanorum: 50 n. 316, 70-71,

121, 156-157, 169-170.Bovianum Vetus: 62 n. 413, 70 n. 479, 156.Brundisium: 109 y nn. 754 y 759, 136 n. 950.Bruttii: 46, 57, 58 n. 371, 60.Bruttium: 58 n. 371, 63 y n. 420, 74 n. 511, 168,

170, 178.Cadatia: 51.Caiatia: 51.Calabreses: 61.*Calabria: 61, 63 y n. 420, 116.Calatia: 51.Cales: 14 n. 49, 17, 51 n. 317.Calor, fl.: 155 y n. 1095.Camerinum: 22.Campani: 46, 58 n. 379, 61, 63 n. 417, 69, 72,

113, 151 n. 1064.

Campania: 17 n. 76, 19, 48, 51, 53, 57, 60, 61 n.397, 62 n. 412, 63, 67, 73, 76, 82 n. 583, 89 n.606, 92, 105 n. 739, 107-110, 112, 113 y n.783, 114, 118, 121, 126, 129 n. 916, 149 y n.1044, 150-151, 153-154, 158, 175 y n. 1243,178-180, 182.

Campus Martius: 50 n. 316.Cannae: 61, 109, 147.Canusium: 53, 61, 108, 147-148.Capitolium: 40, 80.Cappadocia: 173.Capua: 17 y n. 76, 53, 61 n. 397, 76, 107, 109 n.

759, 112-115, 154, 156, 176-178.*Capriati: 117 n. 821.Caraceni: 51, 62 y n. 413.*Carracito, Serra: 62 n. 414.Carseoli: 83, 87 y n. 591, 92 y nn. 627-628, 93

n. 638, 95-96, 111.Casilinum: 17 n. 76.Casinum: 51.*Castellano: 41.Caudini: 51, 62 y nn. 411 y 413, 74 y n. 510,

156.Caudium: 51, 62.Celtiberi: 166 n. 1183Ceraetae: 103 n. 719.Cercolae: 62, 73.Cilicia: 166.Cimbri: 9 y n. 18, 101.Cingulum: 162 n. 1148.Circus Flaminius: 33.Cirta: 20.*Civita di Bojano: 157 y n. 1114.*Civitella di Campochiario: 18 n. 87, 33, 75,

157.Clanis, fl.: 59 n. 385.Clusium: 30.Cnidus: 20.Colchis: 173.Collatia: 53.Cominium: 51.Compsa: 51, 155 n. 1095, 155-156.Comum: 161 y n. 1144.Consentia: 57.Copia: 57, 136 n. 950.

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Cora: 129 n. 918.Corfinium: 48 y nn. 297-398, 62 n. 414, 63, 65-

66, 69, 72, 87, 92, 110, 129 n. 907, 133, 141,148 n. 1032.

*Corropoli: 88-89.Corsica: 23 n. 111, 165 n. 1179.Cremona: 160 n. 1135.*Crocello, Monte: 157 n. 1114.Croton: 57.Cuculo: 92.Cumae: 33, 125.Dardanus: 174.Daunii: 61, 148.Delphi: 20.Delos: 19-20, 55, 72.Diomedes Insulae: 61.Dodona: 165.Eburum: 52.Ephesus: 174.Epirus: 165.Eporedia: 23 n. 111.Etruria: 29 y nn. 141 y 143, 30, 33, 57, 88, 92,

123 y n. 868, 124 y n. 875, 125, 129 nn. 914y 916, 133, 136, 139 n. 978, 141 n. 999, 179,187 n. 1305.

Etrusci: 7, 29, 34, 35 n. 191, 57, 63, 65 n. 443,67, 73, 82, 126, 123-127, 129, 131, 133 y n.930, 149, 183 n. 1328.

Europa: 66.Fabrateria Nova: 18.Faesulae: 126 y n. 886.Falerinus, mons: 88, 89 n. 606, 108.Falerio Picenus: 88 n. 598.Falernus: 88 n. 598.Faventia: 101.Ferentinum: 14 n. 49, 134 n. 988.Ferentium: 123.*Fioccaglia di Flumeri: 52, 75 n. 518.Firmum Picenum: 44 y n. 269, 83, 88, 89 y n.

606, 90, 103-104.Fiscellus, mons: 133.Forum Popilli: 52.Fregellae: 15-17, 18 y n. 83, 35, 44, 51 n. 317,

64, 83 n. 586.

Frentani: 48, 58 y n. 379, 59, 60 y n. 389, 61 yn. 406, 62 y n. 413, 63 y n. 417, 118, 129, 141n. 993, 147 n. 1023, 148 n. 1029.

Frentus, fl.: 141 n. 993.Fucinus, lacus: 73, 87, 91 y n. 626, 92, 97, 99,

103, 133, 138.Gabii: 129 n. 918.Gades: 58.Gallia Cisalpina: 23 y n. 110, 24-25, 34 n. 180,

37, 46, 83-84, 88, 103 y n. 724, 104, 135 n.944, 152, 160 n. 1135, 161 y n. 1139, 166 y n.1186, 167, 178 n. 1266.

Gallia Transalpina: 42 n. 247, 78, 130, 166 nn1187-1188.

Gallia Transpadana: 29 n. 141, 160 n. 1135,161.

*Gizio: 65.Glanum: 130.Graecia: 55, 174 y n. 1234, 177.Grumentum: 53, 107, 108 y n. 746, 148.Hadria: 48, 83.Heraclea: 21 n. 100, 64, 127.Heraclea Pontica: 58, 77.Herculaneum: 61 n. 398, 114, 152, 154.Herdoniae: 53.Hernici: 65 n. 443.Himella, fl.: 92-93.Hipponium: 58.Hirpini: 16, 19, 46, 51, 58 y n. 379, 59-60, 62 y

nn. 410 y 413, 63 n. 417, 67 n. 454, 129, 147,155-157.

Hispania: 37, 77-78, 125, 145, 165, 167 y n.1188.

Iapygia: 141, 148.Iapygii: 59, 61, 169.Iberus, fl.: 144.Iguvium: 63, 124.Ilerda: 99 n. 689.Insubres: 161, 183.Interamna Lirenas: 51 n. 317.Interamna Nahars: 93.Interamna Praetuttiorum: 83 n. 584.Isiae: 170.Italia: 7 y nn. 5 y 7, 8, 9 n. 18, 14 n. 49, 15, 18-

22, 23 y n. 110, 28 n. 136, 32, 34 n. 180, 35 n.

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192, 41 y n. 237, 43, 45, 46 n. 285, 50 y n.316, 52, 57 y n. 363, 65-66, 67 n. 455, 68, 70n. 470, 71-73, 76, 78 y n. 545, 82-83, 88, 102,104, 107, 108, 109 n. 759, 110-111, 113 n.784, 123, 125-126, 128, 130-131, 133, 135 n.949, 148, 158, 160, 162, 166 y n. 1188, 167,171, 173-174, 177, 179, 182.

Italia: 66.Italica: 66.Italici: 11, 13-14, 15 y n. 53, 19-21, 24, 28, 30-

31, 37-39, 41, 43, 46, 47 y nn. 289 y 293, 49n. 289, 50, 65-68, 72, 76, 82 n. 583, 83-84,88-89, 96, 99, 104 n. 730, 111, 123, 130 y n.922, 131, 133, 135-136, 142-143, 148, 157,169 y n. 1201, 173, 175, 177, 183.

Lanuvium: 117Larinum: 61, 63 n. 416, 109-110, 143, 148, 151

n. 1064, 181 n. 1311.Larius, lacus: 162.Latini: 7, 15 y n. 51, 16, 20-21, 28 nn. 134 y

136, 45, 64, 65 y n. 443, 100 n. 700, 113 n.786, 127 y n. 897, 129-130.

Latium: 19, 42 n. 255, 57, 76, 82 n. 583, 92,100, 107, 110, 122, 129 y n. 918, 130.

Ligures: 16 y n. 62, 183.Liris, fl.: 15, 51, 57, 59, 92, 93 n. 642, 96, 100,

107, 111.Liternus, fl.: 59.Locri Epizephyrii: 113 n. 784.Lucani: 11, 39 n. 222, 46, 50, 52, 58 y nn. 371 y

379, 60-61, 62 n. 413, 63 y n. 417, 65 n. 443,68, 103, 107-108, 116, 123, 129-130, 148-149, 153, 155 n. 1097, 160, 167-168, 170-171, 178, 180, 183.

Lucania: 52-53, 73, 87 n. 592, 107, 154, 155 yn. 1095, 170.

Luceria: 51 y n. 317, 64, 110 y n. 763, 136 n.950.

Lucus Angitiae: 129 n. 907.Macedonia: 23 n. 111, 78, 92, 164-165, 167,

171, 174.Maedi: 164.Magna Graecia: 20, 34, 67, 113 n. 784.*Maiella, macizo: 62 n. 414.*Mainarde: 110.

Marrucini: 48, 62, 124 n. 875, 129, 140-141,168.

Marruvium: 92, 129 n. 907.Marsi: 11, 17, 32 n. 161, 38, 39 nn. 221-222, 44-

45, 48, 52, 58 y n. 379, 59-60, 62, 63 y n.417, 69, 73, 84, 89, 92 y n. 627, 93-95, 96 yn. 673, 6, 97 y n. 673, 99-102, 111, 116, 122,124 n. 875, 125, 128, 129 n. 907, 133, 135 yn. 938, 136-138, 140-141, 149, 168, 170.

*Matese, Monte delle: 110, 112, 157.Mauretania: 77.Messapii: 57, 61.*Meta, Monte della: 62 n. 414.Minervium: 112.Mutina: 33-34.Narbo Martius: 67 n. 456.Neapolis: 64, 113 y n. 784, 127.Nola: 58, 60 y n. 394, 74 n. 511, 86, 112, 113 y

n. 788, 114, 116, 118, 121, 130, 149 n. 1044,152, 153 y nn. 1076 y 1080, 155, 158, 168,170 y n. 1213, 175, 176 y n. 1250, 178, 180 n.1294, 181-182, 183 y n. 1326.

Nuceria Alfaterna: 64, 112 y n. 773, 114, 155.Numidia: 20, 77, 92, 115 y n. 799.Ocriculum: 126.Ostia Aterni: 65 n. 437.Padus, fl.: 15, 19, 25, 162.Paeligni: 38, 48, 52, 58 y n. 379, 59-60, 62 y n.

413, 63 n. 417, 65, 73, 89, 96 n. 673, 103, 104y n. 725, 105, 111, 124 n. 875, 129 y n. 907,140-141, 168, 170.

Paestum: 51-52, 136 n. 950, 155 n. 1095.Pana: 50 n. 316.Parthi: 70 y n. 473, 143.Pausulae: 44.Pentri: 46, 51, 61, 62 n. 413, 63 y n. 417, 69, 70

n. 477, 111, 118, 129, 156, 167.Pergamum: 173 n. 1232.Perusia: 124, 129 n. 914.Peucetii: 61, 148.Pharsalus: 99 n. 689.Piacentia: 160 n. 1135.Piceni: 58 n. 379, 60, 63 n. 417, 89-90, 96 n.

673, 106, 125, 129.Picentes: 43, 60, 84, 87, 103, 104 y n. 725, 105.

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Picentia: 60, 112 y n. 773.Picentini: 37, 43-44, 58 y n. 379, 60, 88, 105,

112, 139, 144 n. 1015.Picenum: 17 n. 75, 41, 42 n. 250, 43, 44 y n.

269, 48, 57, 64, 73, 76 n. 526, 87 y n. 591,89-90, 100, 104, 125, 129 n. 916, 136, 141,147, 152 n. 1072, 161 n. 1143, 162 n. 1148,178 y n. 1266.

* Pietrabbondante: 18 n. 87, 32-33, 67 n. 457,75, 121, 170 n. 1208.

Pinna: 63 y n. 422, 64, 83, 90-91, 141.Pisaurum: 17, 83.Poediculi: 148.Pompeii: 60 y n. 394, 61 n. 398, 62 n. 412, 63 y

n. 424, 74 n. 512, 77, 112, 114, 149, 150 y n.1049, 151, 153 y nn. 1078 y 1080, 154.

*Popoli: 65.Potentia: 44, 83.Praeneste: 19, 129 n. 918, 181.Praetutii: 63 n. 417, 83 n. 584, 88.*Pratella: 117 n. 821.*Puglia: 61, 116.Raeti: 161.Reate: 41 n. 233, 87, 93.Rhegium: 34, 53, 113 n. 784, 171.Rhegium: 34.Rhodanus, fl.: 166 n. 1188.Ricina: 44.*Rocca San Felice: 51.Roma: 7 y n. 5, 8 y n. 14, 9-10, 11 y nn. 33 y

41, 13-14, 15 n. 53, 16, 18-19, 21-22, 24 n.113, 27 n. 119, 28-29, 32-33, 35-40, 41 y nn.233 y 239, 42 y n. 250, 43-48, 49 n. 301, 50 yn. 316, 51, 53, 54 n. 345, 57-59, 64, 65 y n.435, 66-73, 75, 76 n. 526, 77-80, 81 y n. 566,82 y n. 583, 83-84, 88 y n. 595, 91-92, 94-95,97, 101-102, 105-107, 108 n. 759, 110-111,113 y n. 783, 114, 116-119, 121-123, 125-129, 130 y n. 922, 131, 136-137, 139, 142-143, 147, 157, 160-161, 163 y n. 1154, 164,165 n. 1179, 167 y n. 1192, 168-170, 173,174 y n. 1234, 175, 176 y n. 1256, 177-183,185.

Romani: 9 n. 18, 11-12, 34, 38, 40, 42-45, 50 yn. 316, 51 n. 316, 57-58, 59 y n. 382, 60, 62,

65-68, 74, 76-78, 80, 82 y n. 583, 84, 88, 92y n. 631, 93, 94 n. 649, 95, 100-101, 103,109-110, 112, 115, 123-125, 128, 130, 136,138, 140-142, 144, 148, 153, 170, 182-183.

Rubico, fl.: 7 n. 7.Rudiae: 148.Rufrae: 51.Sabini: 7, 76, 96 n. 673.Sabinum: 124 n. 875.Saepinum: 156.Safinim: 67 y n. 457.*Sala Consilina: 52.Salapia: 53 y n. 335, 61, 109, 147.Salduie: 144 n. 1014.Salernum: 52, 60, 112, 114.Sallentini: 61.Salluvii: 130.Samnites: 11, 38, 39 n. 222, 44, 46, 50 y n. 316,

50 n. 316, 52, 54 n. 343, 58 y n. 379, 59 y n.384, 61, 62 y n. 413, 63 n. 417, 65 n. 443, 68,70, 74 y n. 510, 82, 89, 96, 107, 110, 114,116-117, 120 n. 850, 121, 123, 130, 147, 149,156-157, 160, 167-168, 170-171, 176-179,180 y nn. 1292 y 1294, 181 y n. 1299, 182.

Samnium: 16, 18 n. 87, 19 y n. 94, 32, 47, 48 n.298, 51, 52 n. 325, 67, 70 n. 479, 71, 73, 75,87 n. 592, 107, 109 y n. 761, 110-111, 113,120-121, 141-142, 156, 158, 167 n. 1192,175, 182.

*San Giovanni in Galdo: 18 n. 87, 32.Sardinia: 165 y n. 1179.*Sasso, Gran: 97, 139.Saticula: 51 n. 317, 64, 110.*Schiavi di Abruzzo: 18 n. 87, 122.*Sciaura: 108.Sena Gallica: 83.Sentinum: 74, 136.*Sibillini, Monti: 133 n. 934.*Sicignano degli Alburni: 52.Sicilia: 23 n. 111, 77, 165, 168 n. 1194, 170-

171.Sidicini: 113 n. 786.Silarus, fl.: 52-53.Sipontum: 53.Smyrna: 55 n. 350.

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Sora: 48, 51 y n. 317, 87 n. 591, 95, 100-101,121 n. 852.

Spoletium: 23, 33-34.Stabiae: 61 n. 398, 112, 153-154.Suessa Aurunca: 17, 51 n. 317.Sulmo: 48 y n. 298, 49 n. 301, 62 n. 414, 65,

110, 129 n. 907.Superaequum: 129 n. 907.Surrentum: 61 n. 398, 112.Tanager, fl.: 52-53.Tarentum: 64, 109 n. 759, 113 n. 784, 148.Tarquinii: 123.*Tavoliere della Puglia: 53, 148.Teanum, fl.: 140, 141 n. 993, 169.Teanum Apulum: 141 y n. 993, 181.Teanum Sidicinum: 14 n. 49, 51 n. 317, 74 n.

502, 107, 111, 117 y n. 821, 118-119, 156,181.

Teate: 71, 141 y n. 994.Telesia: 50 n. 316, 51, 74 y nn. 510 y 512, 156.Tempsa: 57.Terventum: 33.Tetrica, mons: 133 n. 934.Teutoni: 9 y n. 18, 101.Thessalonica: 174.Thraci: 164-165.Thracia: 93.Thurii: 58.Tibur: 92, 129 n. 918.Tifernus, fl.: 61 y n. 406.Tifernus, mons: 110, 117.Tinna, fl.: 88.Tisiae: 170.Tolenus, fl.: 87 y n. 591, 93-94, 97, 154.*Tortoreto: 89.Trebula Mutuesca: 87 y n. 591.Trinium, fl.: 169 y n. 1208.Truentus, fl.: 41.Tuder: 63, 124.Umbri: 82, 124-127, 129, 131, 183.Umbría: 18, 29 y nn. 141 y 143, 76 n. 526, 124

n. 875, 125, 133-134, 136.Utica: 23 n. 107.*Vairano, Monte: 32, 75 n. 518.* Val Roveto: 111.

Varia: 92.*Vastogirardi: 33.Venafrum: 50 n. 316, 52, 82, 110, 117 nn. 821 y

823, 118.Veneti: 22, 183.Venusia: 14 n. 49, 51 y n. 316, 53, 61, 62 n.

412, 64 y n. 430, 108, 109 y n. 759, 110, 114n. 797, 129, 147 n. 1026, 148, 163, 169-170.

Verona: 49 n. 301.Vestini: 32 n. 101, 38, 48, 52, 58 y n. 379, 59-

60, 62, 63 y n. 417, 73 n. 498, 87, 89-90, 96 yn. 673, 140-142, 147 n. 1023, 168, 170.

Vesuvius, mons: 110, 112, 151.Via Aemilia: 52.Via Aemilia: 33-34, 88 n. 595, 125.Via Annia: 53, 112, 114.Via Appia: 52-53, 109 y nn. 754 y 759, 114 n.

797, 148, 156.Via Claudia Valeria: 48 n. 297.Via Flaminia: 88, 125.Via Latina: 52, 110, 177.Via Laurentina: 97.Via Minucia: 48 y n. 298, 110.Via Popillia: 53 n. 333, 112.Via Salaria: 41, 83, 87 y n. 591.Via Traiana: 109 y n. 754.Via Valeria: 36 n. 201, 48 y n. 297, 65, 83, 87 y

n. 591, 92, 95, 110.Vibo Valentia: 52 n. 326, 58, 136 n. 950.Vicetia: 29 n. 141.Volaterrae: 181.Volcei: 52.Volsci: 65 n. 443.Volsinii: 30.Volturnus, fl.: 111, 115, 117-118, 155 n. 1095,

156.