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156 El trabajo asalariado flexible: La subcontratación y la organización colectiva en Chile. Alejandro Castillo Julia Cavieres Nicolás Selamé Estudiantes de sociología de la Universidad de Chile Correo de contacto: [email protected] Resumen Esta investigación se enmarca en la discusión actual de la sociología del trabajo acerca de las nuevas condiciones laborales del trabajador asalariado flexible en Chile. En particular, aborda el caso del trabajador subcontratado buscando explicar las relaciones existentes entre sus condiciones de flexibilidad precaria y su organización colectiva utilizando, para ello, los datos proporcionados por la ENETS 2009. Así pues, hay dos momentos en este estudio. Primero, se analizan estadísticos descriptivos en torno a la flexibilidad contractual, financiera, y organizativa, además de la organización colectiva de los trabajadores subcontratados. Y, en un segundo momento, se analiza la incidencia de la subcontratación y de los principales elementos de flexibilidad precarizadora en los niveles de sindicalización de estos trabajadores. Finalmente, se concluye que efectivamente la subcontratación, el contrato no indefinido, y la variabilidad de los salarios incide en la baja sindicalización de los trabajadores asalariados. Estas conclusiones permiten relativizar la tesis de que emergentes movimientos sindicales de trabajadores subcontratados estarían marcando un nuevo ciclo de organización y acción colectiva en el mundo del trabajo. Conceptos claves Subcontratación, flexibilidad, precarización, sindicalización, organización colectiva.

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El trabajo asalariado flexible: La subcontratación

y la organización colectiva en Chile.

Alejandro Castillo

Julia Cavieres

Nicolás Selamé

Estudiantes de sociología de la Universidad de Chile

Correo de contacto: [email protected]

Resumen

Esta investigación se enmarca en la discusión actual de la sociología del

trabajo acerca de las nuevas condiciones laborales del trabajador asalariado

flexible en Chile. En particular, aborda el caso del trabajador subcontratado

buscando explicar las relaciones existentes entre sus condiciones de

flexibilidad precaria y su organización colectiva utilizando, para ello, los

datos proporcionados por la ENETS 2009. Así pues, hay dos momentos en

este estudio. Primero, se analizan estadísticos descriptivos en torno a la

flexibilidad contractual, financiera, y organizativa, además de la

organización colectiva de los trabajadores subcontratados. Y, en un segundo

momento, se analiza la incidencia de la subcontratación y de los principales

elementos de flexibilidad precarizadora en los niveles de sindicalización de

estos trabajadores. Finalmente, se concluye que efectivamente la

subcontratación, el contrato no indefinido, y la variabilidad de los salarios

incide en la baja sindicalización de los trabajadores asalariados. Estas

conclusiones permiten relativizar la tesis de que emergentes movimientos

sindicales de trabajadores subcontratados estarían marcando un nuevo

ciclo de organización y acción colectiva en el mundo del trabajo.

Conceptos claves

Subcontratación, flexibilidad, precarización, sindicalización, organización

colectiva.

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Introducción

Esta investigación se sitúa en la discusión acerca de las nuevas condiciones

laborales y sindicales de los trabajadores asalariados en Chile. De esta

manera, se parte de la paradoja de que Chile, junto a Argentina y Uruguay,

es uno de los países con mayores niveles de asalarización –alrededor de un

75% según datos proporcionados por la Fundación Sol (2013) para el año

2012-. Sin embargo, en materia de negociación colectiva Chile tiene sólo un

8% de cobertura efectiva, a diferencia del 60% que alcanza Argentina y el

90% de Uruguay. Esta paradoja conduce a la pregunta de si acaso están

cambiando las condiciones salariales en Chile puesto que la tradicional

posición del asalariado deja de ser, en términos de Castel (1984), fuente de

certidumbre, privilegio y poder social.

Desde esta perspectiva, la investigación reflexiona en torno a las

características de este nuevo tipo de asalariado en Chile, denominado en la

literatura como asalariado flexible. Un asalariado que viviría la

incertidumbre contractual, organizacional y financiera de sus condiciones

laborales (Boccardo, 2013). En específico, interesa examinar y analizar la

figura del trabajador subcontratado; esto, por dos razones principales. Por

un lado, por su creciente importancia cualitativa en América Latina y

especialmente en Chile, vale decir, por la progresiva extensión de las

estrategias empresariales de externalización productiva que le van dando

una nueva fisonomía al mercado laboral nacional. Y, por otro lado, interesa

estudiar esta figura por la complejidad de sus condiciones laborales que, en

una posición de subordinación indirecta al capital (Palominos, 2000),

tendría crecientes dificultades para la organización y acción colectiva.

En definitiva, en esta investigación se aborda la tensión entre las

condiciones laborales de los emergentes trabajadores subcontratados como

asalariados flexibles y su organización colectiva en sindicatos,

comprendiendo que el proceso de reformas laborales neoliberales y de

reestructuración productiva de los años ’80 en América Latina en general y

en Chile en particular fue generando nuevas tendencias que complejizan la

tradicional categoría de trabajo asalariado.

En esta línea, el objetivo general de la investigación es comprender y

analizar la relación existente entre las condiciones de flexibilidad

precarizada de los trabajadores dependientes subcontratados del sector

privado y su sindicalización en el Chile de los años 2009-2010.

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Así pues, a partir de los resultados obtenidos, esta investigación pretende

situarse en la emergente discusión sociológica nacional sobre nuevos

movimientos sindicales de trabajadores subcontratados que se insertarían,

en primera instancia, en sectores estratégicos de la producción –mineros,

forestales y portuarios- para luego emerger en sectores económicos más

precarizados como el caso paradigmático del retail (Agacino, 2011; Ruiz,

2007; Pérez, 2013).

Tendencias generales en el mercado laboral latinoamericano post

reestructuración productiva

La crisis económica de mediado de los años ’70 tuvo importantes

repercusiones en la estructura del mercado laboral latinoamericano. Desde

entonces, la tendencia al aumento de la tercerización en la estructura del

empleo es considerable: del 26% de la población económicamente activa en

1950, al 42% en 1980 y 48% en 1990 (Abramo, 1997). Asimismo, esto va

acompañado por tendencias que indican mayor precarización del trabajo, lo

que significa menor estabilidad laboral, y reemplazo del empleo

permanente por trabajo a tiempo parcial junto a la extensión de prácticas

de subcontratación (Abramo, 1997).

En los años ’90 la tendencia general es a la informalización –especialmente

con la expansión de la pequeña empresa y el trabajo por cuenta propia no

calificado- y a la precarización del empleo (De la Garza, 2013). Así pues, aun

cuando se generan nuevos puestos de trabajo, éstos son de baja calidad en

términos de condiciones laborales y salariales. Ahora bien, en palabras de

De la Garza (2013), estas tendencias de flexibilización y precarización en la

región no son un reajuste espontáneo del mercado sino que son impulsadas

desde el mismo Estado mediante las conocidas reformas laborales en el

marco de la gradual implantación del modelo neoliberal en las sociedades

latinoamericanas.

En este sentido, estas tendencias se enmarcan en la crisis de la sociedad

salarial tradicional (Castel, 1984) en América Latina debido al declive del

Estado de compromiso (Weffort, 1968) y su red de protección que

implicaba que los asalariados tuvieran acceso a protección y/o seguridad

social; además de la erosión política de las grandes formas de organización

colectiva donde se atendía a la defensa de los intereses de los asalariados. Si

bien estos procesos se dan de forma diferenciada en cada país de la región,

se puede señalar que, en términos generales, la conducción del desarrollo

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social de la región pasa del Estado a la empresa, cuyo liderazgo debe

responder a una competencia internacional cada vez más intensa.

Una de las más relevantes estrategias empresariales que se generaliza en el

mercado latinoamericano es la denominada “externalización de servicios

que tradicionalmente eran realizados por la propia empresa”. Tal

estrategia, como se mencionó, requieren nuevas reformas laborales que

permitan flexibilizar la condición contractual de los trabajadores

asalariados, facilitando despidos, variaciones salariales y reacomodos

funcionales según la adaptación de la organización empresarial a las

demandas del mercado (De la Garza, 2002).

De esta manera, se van generando nuevos tejidos productivos en los cuales

aparecen núcleos de grandes empresas que externalizan servicios o etapas

de la producción, encadenando a medianas y pequeñas empresas a través

de relaciones comerciales. Se trata una nueva división del trabajo mediante

cadenas de subcontratación que van articulando empresas y segmentos

productivos más o menos formalizados (Abramo, 1997). Por lo general, la

literatura latinoamericana distingue entre flexibilidad interna o externa (De

la Garza, 2002) o flexibilidad virtuosa o espuria (Abramo, 1997) para

referirse a la segmentación de trabajadores de primera y segunda categoría

(Palominos, 2010) que se van constituyendo a partir de su posición

estructural en estos encadenamientos productivos. A diferencia de la

perspectiva de especialización flexible altamente cooperativa y estable,

como sostienen Piore y Sabel (1990), en América Latina se daría más bien

una flexibilidad precarizadora que obedecería a una lógica de reducción de

costos de la empresa. Este último tipo de flexibilidad involucraría

encadenamientos jerárquicos entre grandes, medianas y pequeñas

empresas, con relaciones comerciales asimétricas (Rojas, 2010).

En la mayoría de los casos, las cadenas de subcontratación han obedecido a

una estrategia de externalización de costos y de transmisión de

responsabilidades asumidas por la propia mano de obra. En estos

encadenamientos productivos se incluyen, en la periferia de las grandes

empresas de punta, desde empresas medianas formales hasta pequeñas

empresas con mayores grados de informalidad, incorporando talleres de

distintas dimensiones –llegando incluso a involucrar formas de trabajo a

domicilio- (Abramo, 1997). De esta manera, el sostén de este

encadenamiento conllevaría precarización del trabajo y relaciones

asimétricas de poder entre los distintos eslabones de la cadena. Los

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productores externalizados, en su mayoría empresas contratistas, en la

práctica no concurren al mercado sino que sólo satisfacen necesidades de

empresas, siguiendo sus instrucciones técnicas y ateniéndose a sus

estándares de calidad y productividad impuestos.

Enrique de la Garza (2002) relaciona la flexibilidad del trabajo, en un

sentido “externo”, desde el momento en el que la empresa matriz

descentraliza una parte de sus actividades hacia otras empresas o

individuos para que pueda –desde el punto de vista de las protecciones

laborales– tener trabajadores más fáciles de despedir, rotar, o disminuir sus

salarios. Así pues, directamente relacionado con la flexibilidad laboral se

encontraría la noción de precariedad laboral que, en términos amplios, se

caracteriza como inestabilidad, baja remuneración y disminución de la

parte fija del salario y aumento de la porción variable vinculada a la

producción, no inclusión de beneficios sociales, duración de jornadas de

trabajo excesivamente pequeña o elevada, y escasas posibilidades objetivas

de ejercer derechos sindicales o negociar colectivamente (Rojas, 2010).

Es en este sentido que De la Garza (2013) sostiene que el fordismo en crisis

no se estaría sustituyendo por una utopía post-fordista, con una mano de

obra calificada, responsable, autónoma, polivalente, comprometida con los

objetivos de la empresa, y con posibilidades de participación en la

definición de rutinas de trabajo y algunos aspectos de gestión de la empresa

–lo que tradicionalmente se ha conocido, entre otras denominaciones, como

toyotismo-. Para tal autor, más bien, la nueva fisonomía del trabajo

asalariado flexible sería de carácter precarizado lo que involucra baja

protección social y bajas posibilidades de organización colectiva.

Precarización laboral en Chile: el deterioro de la organización

colectiva y el caso de la subcontratación

En el caso chileno, la instauración del modelo neoliberal y sus reformas en

el ámbito del trabajo se dan en un contexto prematuro de dictadura. Por lo

mismo, a diferencia de otros países latinoamericanos, en Chile no hubo

posibilidad de negociación alguna acerca del carácter de las reformas

neoliberales implantadas, que dieron paso al desamantelamiento de los

derechos sociales.

En el discurso de la transición democrática, liderada por la Concertación, las

autoridades se refieren a un supuesto “retiro del Estado” de los espacios de

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mercados pertenecientes a la sociedad civil. Sobre este aspecto se debe

señalar que el retiro del Estado como actor mediador de los agentes

enfrentados en el mercado es sólo aparente. Es más, el Estado juega en la

implantación del neoliberalismo un rol estructurante de los mercados que

no es neutral, en tanto ha favorecido a los capitales transnacionales y

nacionales que se logran acoplar a éste. De esta manera, lo que se genera no

es una desaparición real del Estado como actor estructurante y mediador

del conflicto entre capital y trabajo, sino más bien una “discriminación en la

acción estatal” que pasa a responder a los intereses de las élites sociales

(Ruiz y Boccardo, 2013).

Desde esta perspectiva se deben considerar, entonces, tanto las reformas

neoliberales implantadas durante la dictadura -plan laboral de 1979- como

las posteriores reformas legitimadoras del modelo durante los gobiernos de

la Concertación. El paquete de reformas laborales de 1979 implicó la

instalación de cuatro ejes fundamentales que se basan en el principio

neoliberal de que los sindicatos ya no podían formar parte de la estructura

moderna del progreso socioeconómico (Fundación Sol, 2014):

(a) Reemplazo de la tradicional negociación colectiva por rama de la

producción –de carácter interempresa- por un tipo de negociación

descentralizada a nivel de empresa. Para negociar de modo

interempresa se necesita la venia del empleador que, en la práctica,

es improbable.

(b) Se permite el reemplazo de trabajadores en huelga: huelga que no

paraliza o huelga monopolista.

(c) Se permite el libre despido según las necesidades de la empresa

(d) Se termina la prohibición de subcontratar respecto de áreas

propias del giro principal de la empresa.

Pues bien, los ejes mecionados del plan laboral como plan anti-sindical son

absolutamente necesarios para comprender la baja sindicalización y su

respectiva atomización. Así es como, por un lado, la tasa de sindicalización

se ha mantenido baja desde 1990 hasta la fecha, para el 2013 alcanzaba

apenas un 14,2% (Dirección del Trabajo, 2013). Por su parte, la negociación

colectiva deja afuera a los trabajadores de faena o por temporada, además

de los trabajadores del servicio público y aquellos directivos o

administrativos de la empresa. Según la propia Dirección del Trabajo

(2013), en la práctica la negociación colectiva con derecho a huelga cubre

tan sólo a un 8% de los asalariados del sector privado.

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Cabe mencionar que, según Mizala y Romaguera (2000), desde los años ’90

hasta la actualidad se mantienen estas reformales antisindicales, pero se

agrega de manera insuficiente la necesidad de justificar el despido

permaneciendo la ambigua posibilidad de justificar por “necesidad de la

empresa”. Además, los autores mencionan que se disminuye el quórum

necesario para levantar sindicatos, además de que se otorga la posibilidad

de crear sindicatos transitorios, lo que favorece a los sectores más

inestables del mundo del trabajo. Sin embargo, como se mencionó, tales

reformas llevadas a cabo por la Concertación son absolutamente

insuficientes, y más que todo conllevan la legitimación de la protección

estatal hacia los sectores empresariales dominantes.

Desde esta perspectiva, en cuanto a las estrategias empresariales en el

nuevo marco de relaciones laborales flexibles, la subcontratación, pese a no

ser cuantitativamente la forma de empleo más importante, en términos

cualitativos parece ser un caso paradigmático en Chile. Ésta se comprende

como la externalización de determinados servicios por parte de las

empresas hacia otras empresas, conocidas como “contratistas”,

estableciéndose una relación comercial -contrato civil o comercial- entre

ambas. En esta relación la empresa contratista le presta determinados

servicios a la empresa mandante (Echeverría, 2004). Abarca tanto las

empresas suministradoras de trabajadores, como las empresas de enganche

y las que prestan servicios determinados. Ahora, si bien los trabajadores

subcontratados trabajan por cuenta de la empresa contratista, que es su

empleadora en términos contractuales, en la práctica terminan trabajando

bajo el alero de la empresa mandante -adaptándose a sus requerimientos-.

Volviendo al plano de las reformas laborales, además del decreto 16.757 del

Plan laboral, se debe mencionar la promulgación de la ley 20.123 durante el

año 2007, que generó grandes expectativas en el mundo del trabajo. Sin

embargo, esta ley no prohíbe la externalización de actividades del giro

principal, ni tampoco resuelve las dispares condiciones salariales entre

trabajadores contratados y subcontratados, pero al menos da origen a un

régimen de “responsabilidad solidaria”. Tal régimen establece que las

empresas principales o mandantes tienen mínimas responsabilidades sobre

el comportamiento laboral de las empresas contratistas (Echeverría, 2013).

De esta manera, en términos concretos, dicho régimen permite que el

trabajador pueda entablar una demanda indistintamente en contra de su

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empleador directo o la empresa principal, particularmente en materias de

seguridad y salud (Echeverría, 2013).

Ahora bien, tal reforma no se hace cargo del objetivo implícito de las

prácticas de subcontratación institucionalizadas por el plan laboral: “la

limitación del reconocimiento de los derechos colectivos, en la medida en

que se genera dispersión y pocos incentivos para la organización de los

trabajadores” (Coordinadora Jurídica 4 de Agosto, 2014: 1). Además, de

igual manera los trabajadores subcontratados pasan a estar a la deriva en

cuanto a sus condiciones laborales, pues la responsabilidad recae en

empresas contratistas que generalmente son pequeñas y medianas

empresas que tienden a desaparecer por insolvencia, ruina, o cambios de

giro económico para adaptarse al mercado (Henríquez & Gálvez, 2006).

Esto explica, paradigmáticamente, la facilidad con que se pone término a la

relación entre las empresas, de la cual depende la estabilidad laboral de los

trabajadores.

Algunos datos elaborados por la Fundación Sol durante el trimestre Agosto-

Octubre del año 2013 –en base a datos proporcionados por la Nueva

Encuesta Nacional de Empleo- permiten acercarse a un fenómeno laboral

que, progresivamente, se va instalando como una importante fuente de

trabajo (Fundación Sol, Agosto-Octubre 2013). Para ese período, la cantidad

de trabajadores externalizados en el sector privado era de 670.979,

mientras que los de planta eran 3.924.208, es decir, el 14,6% de los

trabajadores de este sector eran externalizados. Y si se suma el sector

público, un 17,3% de los trabajadores asalariados dependientes serían

subcontratados.

Estos porcentajes deben considerar que la tendencia en los últimos años es

al crecimiento de los trabajos externalizados. Así, el 17,3% ha significado un

incremento de 5,8 puntos sobre el trimestre Enero-Marzo de 2010, en el

cual la cantidad porcentual de asalariados externos era de 11,5% en

relación al total de trabajadores asalariados. Es más, los trabajos

asalariados creados en esos tres años fueron 570 mil, donde el 66,1% de

ellos eran externos, vale decir, estaban bajo un régimen de subcontratación,

servicios transitorios o suministro de personal. Incluso, según los últimos

datos elaborados por la Fundación Sol (2014), en este año 2014 la

subcontratación habría llegado al 18,2%.

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En el ámbito de las remuneraciones, la brecha de ingresos medio mensual

entre trabajadores contratados directamente y trabajadores

subcontratados, muestra que los primeros reciben 1,3 veces el ingreso de

los segundos, es decir, alrededor de un 30% más. En cuanto a la

inestabilidad, el 50,4% de las empresas subcontratadas tiene una relación

con la principal de entre 1 a 5 años; el 19,3% más de 6 meses y hasta 1 año;

el 22,5% hasta seis meses; en cambio, tan solo el 1,9% más de 10 años y el

5,8% de 5 a 10 años. Estas cifras permiten observar que las relaciones entre

la empresa principal y la contratista no tienden a ser muy duraderas y son

bastante informales (Fundación Sol, Agosto-Octubre 2013).

Experiencias de organización y acción colectiva de trabajadores

subcontratados en Chile

En los últimos años, diversas experiencias de movilizaciones de emergentes

organizaciones colectivas de trabajadores subcontratados han irrumpido en

el escenario del trabajo y del mundo social en general. Estas experiencias

han surgido a contrapelo de sus precarias condiciones laborales y,

particularmente, de las imposibilidades estructurales e institucionales para

su organización colectiva, tanto por la atomización e inestabilidad laboral

de los trabajadores de múltiples empresas contratistas como por la

imposibilidad legal de ejercer derechos de sindicalización interempresa

(Agacino, 2007).

Pues bien, la emergencia del movimiento de subcontratados es clave para

toda proyección de cambio estructural en el mundo del trabajo en

particular y en el modelo de crecimiento capitalista vigente, en el cual la

externalización ya deja de ser un recurso auxiliar del proceso productivo

para pasar a ser su sostén y su viabilidad comercial. Esto se explica, en

palabras de Carlos Ruiz (2007), por la vulneración de parte de tal

movimiento de un principio fundamental del modelo productivo neoliberal.

Se vulnera esta idea que sostiene el gran empresariado de que el ambiente

competitivo de las empresas contratistas las llevaría a aumentar su

productividad mediante mejores gestiones laborales (Ruiz, 2007).

Ahora bien, un problema estructural relevante que han afrontado las

últimas experiencias del movimiento de subcontratados es la figura de la

empresa contratista, que fuerza a que las eventuales negociaciones sean

sólo a nivel sindical, lo que evidentemente pierde sentido pues son

múltiples y variadas las empresas contratistas que se encadenan en la

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periferia de la empresa mandante (Echeverría, 2013). Además, las pymes

contratistas se desenvuelven en un capitalismo salvaje, donde absorben los

conflictos sindicales y los vaivenes del mercado –ciclos de expansión o

contracción- actuando como barrera que protege a las empresas mandantes

en las cadenas de subcontratación (Ruiz, 2007).

Así entonces, las empresas mandantes prácticamente no pierden nunca

pues las contratistas periféricas cargan con la inestabilidad derivada de

oscilaciones económicas cíclicas y del hecho de tener que cargar con la

presión de trabajadores subcontratados que sostienen, a precio de altos

niveles de explotación, las elevadas tasas de ganancias de las mandantes.

Todo esto implica que muchas empresas contratistas carezcan de

posibilidades reales de mejorar la situación de los trabajadores

subcontratados: su ganancia, como agentes intermediarios, se obtiene

precisamente a costa de la precarización de las condiciones laborales de sus

trabajadores.

En este contexto, la experiencia de los movimientos de trabajadores

subcontratados se ha tendido a concentrar en los principales sectores

exportadores de la economía nacional, como son la minería del cobre, las

forestales, y el sector portuario (López, 2007). Tales experiencias han

permitido que las formas de organización y las reivindicaciones propias de

los trabajadores subcontratados se extiendan a otros sectores como el

acuícola –especialmente en la producción de salmón-, los servicios, el retail,

y los trabajadores temporeros de la agroindustria. Se trata de la difusión de

esta expectativa de instalar, por parte de las organizaciones de

subcontratados, una supranegociación con el gran capital que supere la

barrera de las empresas contratistas. En palabras de Ruiz (2007), la

organización de los trabajadores subcontratados tiende a adaptarse a las

nuevas condiciones laborales, ante lo cual el espíritu de la ley aparece

rebasado en los hechos. Si el mecanismo para evitar meganegociaciones

consistió en estimar la proliferación de muchos pequeños sindicatos,

entonces ha aparecido la fórmula de instalar por la fuerza la negociación

interempresa –punto de enjambre de estos pequeños sindicatos-. Esta

parece ser la única salida que tienen los subcontratados para aumentar su

poder negociador.

Desde esta perspectiva, el año 2006 comienzan movilizaciones de los

subcontratados del sector minero del cobre que empiezan a empujar por la

negociación interempresa (Pérez, 2013). La Coordinadora Nacional de

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Trabajadores Contratistas del Cobre reune a trabajadores subcontratados

de Codelco y de empresas privadas. Las empresas principales en el conflicto

minero fueron enfáticas en apuntar que sólo las empresas contratistas son

las responsables de la disciplina laboral y de los costos que impliquen las

movilizaciones de subcontratados. Así pues, las empresas mandantes del

sector privado sostuvieron que no repetirían el proceso de negociación

directa asumido por CODELCO, es más, dejaron fuera a contratistas que no

manejaron bien sus conflictos internos (Ruiz, 2007).

Estas movilizaciones de subcontratados del sector minero del cobre se

retoman durante el año 2010. El principal motor de estas movilizaciones

radica en la desigualdad salarial y de seguridad social existente entre

trabajadores de planta y trabajadores subcontratados (Leiva, 2012). Esto

lleva a que los subcontratados mantengan paros y huelgas caracterizadas

por la violencia y la exposición mediática, por el carácter estratégico que

tiene la minería del cobre para el país. Estas movilizaciones dadas en mayo

de 2010 fueron violentamente reprimidas, y los trabajadores enfatizaron en

las medidas desproporcionadas que tomó el Gobierno para evitar la

continuación del paro productivo (Leiva, 2012).

En cuanto a las movilizaciones de los trabajadores subcontratados del

sector forestal, durante el año 2006, se da en el contexto posterior al

fracaso de los procesos de negociación colectiva de los subcontratados con

las contratistas y el gobierno, que contaron con el apoyo incluso de

trabajadores de planta. La empresa mandante Bosques Araucos, del grupo

económico Angelini, decide marginarse y dejar las negociaciones directas

con los trabajadores subcontratados (Ruiz, 2007). Esto detonó violentas

protestas de los subcontratados, que dejaron incluso la marca indeleble de

la muerte del trabajador Rodrigo Cisternas.

Ahora bien, la experiencia de la producción forestal constituye el caso más

complejo: los trabajadores de planta son minoritarios por lo que las

diferencias se dan entre las diferentes cadenas de subcontrato –bosque y

aserraderos, por ejemplo-. Además, los salarios son los más bajos en

relación al sector portuario y minero, y sus cadenas de subcontratación son

más inestables y desiguales entre sí (López, 2007). De esta manera, con

empresas intermediarias más importantes, el régimen de subcontratación

es más estable en la producción minera que en el sector forestal donde

abundan empresas intermediarias de diferente tamaño produciendo

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diferencias entre los trabajadores subcontratados. Todo esto vuelve más

complejo el escenario de articulación sindical en el sector forestal.

Por su parte, a partir del paro portuario del año 2012 queda en evidencia la

diferencia que se da entre los trabajadores de planta de los puertos y los

trabajadores externos, llamados “eventuales”, que no pertenecen a ninguna

empresa intermedia sino a los sindicatos de trabajadores eventuales

respectivos de cada puerto (Pérez, 2013). El sindicato juega el papel de la

empresa intermediaria debido a la conquista de las movilizaciones del 2003

que permitió restituirlo luego de la pérdida en la década del ’80 –al alero de

la privatización de los puertos chilenos-. Las desigualdades entre ambas

categorías de trabajadores se daría más en las condiciones de seguridad e

higiene que en términos salariales, a diferencia del sector minero del cobre

cuyas diferencias son principalmente salariales. Esta reciente movilización

de los portuarios durante el año 2012 hizo que se gestarán movimientos de

solidaridad desde los sectores subcontratados organizados en la minería

del cobre: caso de Mejillones (Julián, 2014). En este sector, se dio el ejemplo

paradigmático del Sindicato de Trabajadores del Puerto de San Vicente que

cuenta con socios que rotan diariamente entre el empleo y el desempleo –

contratos de estiba tienen duración máxima de 8 horas- (Agacino, 2011).

Por último, cabe mencionar la organización colectiva de trabajadores

subcontratados en el sector del retail, donde el denominado multirut se

hace patente. En esta figura, la empresa queda definida solamente como

identidad jurídica determinada por un rut, lo que implica una subdivisión

de la firma con el objeto de fragmentar la fuerza de trabajo: la actividad

sindical queda atomizada a cada una de estas identidades jurídicas

restringiendo alcance de negociaciones colectivas (Pérez, 2013). Para

Agacino (2011), muchos sectores subcontratados más precarizados, como

el caso del Retail, se encuentran integrados en gran parte por jóvenes que

tienen mayor resistencia subjetiva a las amenazas de despido pues toda su

vida laboral la han desarrollado en condiciones de flexibilidad precaria –

están más aclimatados a transitar entre empleo y desempleo, cambiar de

oficio y de empresas-.

En definitiva, las experiencias de la Confederación de Trabajadores del

Cobre (CTC), Unión Portuaria, Unión de sindicatos forestales de Arauco

(USINFA), dejan en evidencia que la acción sindical en condiciones de

precarización flexible rompen con la preponderancia de las estrategias

individuales para hacer frente a los malestares del trabajo (PNUD, 2012,

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Araujo y Martucelli, 2012). Estos trabajadores abogan por su carácter

autónomo, y al alero de sus movilizaciones se han formado federaciones y

confederaciones que articulan sindicatos de empresas intermedias

diferentes ya sea en un mismo rubro o cadena productiva o bien en torno a

una misma empresa principal o mandante. Se vuelve así posible la

coordinación de negociaciones colectivas de largo alcance, al margen de la

legislación laboral y superando las barreras estructurales del modelo

productivo (Julián, 2014). La negociación colectiva con las empresas

principales de las cadenas de subcontratación es impuesta por la acción

sindical misma (Agacino 2007).

De esta manera, a diferencia del sindicalismo tradicional y corporativo que

se remite a la empresa, este sindicalismo buscaría actuar, al margen de la

legalidad, a nivel interempresa y como federación nacional (Agacino, 2007).

Vale decir, sus repertorios de acción serían generalmente ilegales,

enfatizando en la importancia de la huelga y la paralización productiva

como forma de acción directa. En este sentido, las franjas de trabajadores

subcontratados han ido desarrollando la conciencia de que la organización

y sus acciones deben adecuarse a exigencias mayores a la pura capacidad

negociadora formal. Desde la partida, asumen exigencias de carácter más

político precisamente por que sus reivindicaciones ponen en jaque pilares

estructurales de la nueva acumulación capitalista flexible.

En definitiva, a partir de la literatura revisada, cabe señalar los rasgos más

relevantes de este supuesto sindicalismo flexible que involucraría

principalmente a trabajadores subcontratados. Cabe advertir que estas

características no se dan de forma pura ni tampoco son omnipresentes,

constituyen tipos ideales construidos a partir de las recientes experiencias

de movilización de estos trabajadores. Así pues, estos rasgos serían:

1) Creciente importancia dada a la acción directa como forma de acción

colectiva. Esta idea apunta al carácter violento y espontáneo de sus

repertorios de acción, que por lo general se sitúan fuera del marco legal.

2) Carácter abierto de sus organizaciones colectivas, no remitiéndose a la

empresa contratista de los trabajadores y abarcando en muchos casos a los

desempleados.

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3) Presencia de incipientes alianzas o articulaciones estratégicas con otros

movimientos sociales, como el sector estudiantil u otros movimientos de

trabajadores –ya sea contratados o subcontratados-.

4) Creciente politización de sus demandas y consignas, en la medida en que

el “fin al subcontrato” se transforma directamente en una crítica a uno de

los pilares de las nuevas formas de acumulación capitalista.

5) Presencia de liderazgos carismáticos comprometidos que superan la

lógica o racionalidad burocrática del tradicional sindicato corporativo.

Metodología

Esta investigación tiene un enfoque cuantitativo que trabaja a partir de los

datos de la Primera Encuesta Nacional de Empleo, Trabajo, Salud y

condiciones de vida de los trabajadores y trabajadoras en Chile (ENETS

2009-2010). Diversas etapas formaron parte de este estudio:

1) Generación de estadísticos descriptivos a partir de cruces de variables

relacionadas a condiciones de flexibilidad precarizada y organización

colectiva, comparando a trabajadores contratados con trabajadores

subcontratados.

2) Aplicación de un modelo de regresión logística para ver incidencia de las

principales variables de condiciones de flexibilidad precarizada, incluyendo

la variable de subcontratación, en los niveles de sindicalización de los

trabajadores asalariados dependientes del sector privado.

Operacionalización conceptual

En primer lugar, se debe señalar que la noción de subcontratación

problematizada en los antecedentes es concebida en su sentido amplio. Vale

decir, se incluyen como empresas subcontratistas a las empresas de

enganche, suministradoras de personal, y las empresas contratistas de

servicios. Esto permite generar una caracterización de la subcontratación

que aborde de manera ampliada las nociones centrales de descentralización

y externalización productiva, comprendiendo que la subcontratación es

sólo una de las varias estrategias empresariales de flexibilización

productiva.

170

Pues bien, los conceptos, dimensiones y variables de este estudio son los

siguientes:

Cuadro N°1 Operacionalización conceptual

Concepto Dimensión Variable

Condiciones

laborales

Flexibilidad

contractual clásica

Duración de contrato de

trabajo actual.

Percepciones sobre

renovación de contrato

Flexibilidad financiera Remuneraciones salariales

Variabilidad salarial

Flexibilidad

organizativa

Polifuncionalidad forzada

Subordinación organizativa

Flexibilidad de horarios

Organización

colectiva

Pertenencia a organización colectiva

Negociación colectiva En relación a los salarios

En relación a las condiciones

de seguridad y salud

En suma, esta operacionalización permitirá un acercamiento a la pregunta

por la incidencia de las condiciones laborales precarizadas de los

subcontratados dependientes en sus dinámicas de organización colectiva.

Sólo desde tal correlación se podrá pasar a reflexionar en torno a este

supuesto nuevo sindicalismo que estaría emergiendo en el mundo del

subcontrato.

171

Muestra

La muestra es probabilística y su población objetivo es la población mayor

de 15 años que tuvo algún trabajo remunerado durante los 12 meses

anteriores a la fecha de actualización del marco muestral muestral,

residente tanto en áreas urbanas como rurales de las quince regiones de

Chile Continental. La unidad de muestreo correspondió al hogar, mientras

que la unidad de análisis análisis fue el(la) trabajador(a) trabajador(a)

mayor de 15 años.

Ahora bien, para esta investigación en particular, la muestra fue fitrada,

reduciéndola a los trabajadores asalariados dependientes del sector

privado con el objetivo de lograr una caracterización más precisa del

mundo del subcontrato.

Estadísticos descriptivos

El objetivo de los estadísticos descriptivos es generar un contraste entre los

mundos del contrato y subcontrato. Por lo mismo, se produjeron una serie

de tablas en base a esta distinción en las cuales se analizan variables de

sindicalización y condiciones laborales.

Regresión logística

Luego, con el objetivo de comprender las correlaciones existentes entre las

distintas dimensiones operacionalizadas anteriormente, se optó por

desarrollar una regresión logística. Esta técnica permite predecir en

términos de probabilidades y explicar el fenómeno en cuestión. Es decir, se

seleccionaron las variables más relevantes de cada dimensión, para así

identificar el nivel de influencia probabilística que tienen sobre el estar o no

estar sindicalizado.

Además, la regresión logística permite trabajar con variables que no se

relacionan linealmente, y por no tener ningún antecedente de la linealidad

de la relación entre la sindicalización y las variables independientes

seleccionadas, se considera pertinente la utilización de dicha técnica.

Se decidió utilizar el paquete estadístico SPSS 20, pues es un programa que

permite realizar regresión e incluir tablas que muestren la distribución de

las variables. Además, se seleccionó un nivel de confianza de 95% para el

odd ratio de 0,05, en tanto implica un alto nivel de confianza, y que a su vez

172

no extiende demasiado el intervalo de confianza para la inferencia a la

población.

En este caso, se generó una variable dependiente dummy “Sindicalización”

que agrupa a quienes están sindicalizados en sindicato de empresa o

interempresa y a quienes no lo están. Los casos de no respuesta fueron

categorizados como perdidos.

Las variables independientes seleccionadas fueron:

a. Variable dummy de “Subcontratación”.

b. Variable dummy “Contrato No indefinido”.

c. Variable dummy de “Polifuncionalidad”.

d. Variable dummy de “Salario total o mayoritariamente variable”

A estas variables independientes, se les suman cuatro variables de control,

Sexo, Región, Ingreso y Zona (Rural o Urbana) que efectivamente se

movieron en las direcciones esperadas, avalando la efectividad del modelo y

logrando aislar el efecto de lo que se busca explicar.

Resultados

I. Condiciones laborales flexibles y precarias

A. Flexibilidad contractual clásica

Tabla N°1 Duración del contrato de trabajo

Contrato directo con el

empleador para quien

trabaja

Contrato con una

empresa contratista

Duración del contrato de trabajo N° de trabajadores % N° de trabajadores %

Indefinido, sin término de contrato

establecido 3772 79,6% 264 62,6%

De 6 meses y menos de 1 año 452 9,5% 74 17,5%

De 3 meses y menos de 6 meses 230 4,9% 32 7,6%

Más de un mes y menos de 3

meses 154 3,2% 25 5,9%

Un mes o menos 61 1,3% 14 3,3%

No sabe 56 1,2% 11 2,6%

No responde 15 0,3% 2 0,5%

Fuente: Elaboración propia en base a ENETS (2009)

173

Estos resultados permiten observar el significativo porcentaje de

trabajadores subcontratados34 que no tienen contratos indefinidos, que se

aproxima al 40%. Esto contrasta con la situación contractual de los

trabajadores contratados, de los cuales tan sólo un poco más del 20% no

tendría contratos indefinidos. La explicación de estos resultados radica en

la mayor flexibilidad contractual de los subcontratados, que en muchos

casos son sólo circunstanciales de acuerdo a la demanda fluctuante de los

productos o servicios de la empresa. Como señala De la Garza (2013),

cuando la demanda es alta las empresas tienden a subcontratar personal

que sea más fácil de despedir, lo que en otras palabras implica la no

renovación del contrato.

Ahora bien, cabe advertir que el porcentaje de subcontratados con contrato

indefinido es bastante alto -62,6%-. Esto puede explicar, de forma

preliminar, por presencia de los sectores estratégicos de la producción

orientados a la exportación. Tanto en la producción minera, acuícola y

forestal, las prácticas de externalización se hallan mayormente

institucionalizadas que en otros sectores como el retail. En este sentido, se

podría plantear que muchos de los trabajadores subcontratados de tales

sectores tenderían a ser más estables y, en muchos casos, a realizar el

mismo oficio que los trabajadores de planta (Leiva, 2013).

A su vez, se puede apreciar que la mayor parte de los contratos definidos –

casi un 20% en el caso de los subcontratados- duran entre 6 meses y 1 año.

El 16,8% restante de los subcontratados tienen contratos de menos de 6

meses contrastando con el 9,4% de los contratados que se encuentra en

esta situación. Esto confirma lo señalado en la literatura (Rojas, 2010),

según la cual los subcontratados padecerían una inestabilidad laboral

significativa en relación a la situación de los contratados.

Por otra parte, desde una perspectiva subjetiva, se puede apreciar en la

tabla N°2 que más del 60 % de los trabajadores subcontratados más de

alguna vez se siente preocupado de que lo despidan o no le renueven el

contrato. De este 60 %, casi la mitad siempre se siente preocupado de que

ocurra tal eventualidad, cifra que está casi 10 puntos porcentuales por

sobre la preocupación de los trabajadores contratados. Todo esto indica

34

De aquí en adelante se mencionará como trabajadores subcontratados a los

trabajadores que se corresponden con el objeto de estudio de esta investigación:

trabajadores subcontratados asalariados dependientes del sector privado.

174

que la inestabilidad contractual y laboral de los subcontratados no sólo se

apreciaría en condiciones objetivas tales como la importante proporción de

trabajadores con contrato no indefinido (Rojas, 2010). Así pues, los mismos

trabajadores laburarían preocupados de su propia estabilidad laboral.

Tabla N°2 Preocupación de renovación contractual

Contrato directo con el

empleador para quien

trabaja

Contrato con una empresa

contratista

N° de trabajadores % N° de trabajadores %

¿Con qué

frecuencia se

siente

preocupado

porque lo

despidan o no le

renueven

contrato?

Nunca 3110 49,7% 209 38,7%

Rara vez 1120 17,9% 88 16,3%

Casi

siempre 713 11,4% 84 15,6%

Siempre 1273 20,3% 151 28,0%

No

responde 46 0,7% 8 1,5%

Fuente: Elaboración propia en base a ENETS (2009)

B. Flexibilidad financiera

En primer lugar, pese a que los sueldos de los trabajadores contratados son

mayores que los de los subcontratados, según los resultados obtenidos no

es tan marcada tal diferencia. Esto podría significar que no son las

remuneraciones un aspecto central para explicar la precarización de los

trabajadores subcontratados en relación a los trabajadores contratados. Por

lo demás, como se señala en antecedentes, los asalariados contratados

directamente también han sido objeto de estrategias de flexibilización

precarizadora: de ahí que parte de la literatura se refiera a estos nuevos

asalariados flexibles como categoría amplia que desborda con creces el

sector subcontratado (Boccardo, 2013).

Ahora bien, de igual manera cabe destacar que un porcentaje mayor al 20%

de los subcontratados tendría sueldos por debajo del salario mínimo del

año de la encuesta -2009-, fijado por ley en $165.000 (Castex, 2012). Así

también, un 26,1 % de los trabajadores subcontratados ganaría sueldos

cercanos al mínimo –de $137.000 a $180.000- y un 20 % tendría ingresos

levemente superiores –de $181.000 a $250.000-De esta manera,

175

independiente de la diferencia poco significativa que se observa en los

sueldos de contratados y subcontratados, las remuneraciones de estos

últimos serían bastante bajas.

Pues bien, a pesar de las señaladas similitudes de montos salariales entre

contratados y subcontratados, es la variabilidad salarial la que distinguiría a

éstos de aquéllos. Y, por lo demás, esta es una de las principales fuentes de

flexibilidad financiera en la medida en que se traslada la incertidumbre del

negocio del empresario al trabajador (Boccardo, 2013; Henríquez & Gálvez,

2006).

Dicho esto, se puede observar en la tabla N°3 que sólo un poco más del 40%

de los subcontratados recibe un sueldo fijo todos los meses, mientras que

un 31,5 % de los subcontratados recibe sueldo sólo variable, frente al

12,8% de los contratados. Que sea sólo variable significa que depende

completamente de la producción o las ventas de la empresa. Así pues, no

sólo se aprecia la significativa diferencia entre contratados y

subcontratados, sino que además es considerablemente alta la proporción

de subcontratados que recibe sueldos en alguna medida variables –casi el

60%-.

Table N°3 Variabilidad salarial

Contrato directo con el

empleador para quien

trabaja

Contrato con una

empresa subcontratista

N° de

trabajadores %

N° de

trabajadores %

En su trabajo

principal, ¿La

remuneración,

salario o lo

que Ud. gana

por su trabajo

es?

Sólo fijo, recibe la

misma cantidad

de dinero todos

los mese

4432 63,9% 368 43,4%

La mayor parte

fijo 1083 15,6% 110 13,0%

La mayor parte

variable 530 7,6% 103 12,1%

Sólo variable,

cada mes recibe

un sueldo

dependiendo de

producción o

ventas

890 12,8% 267 31,5%

Fuente: Elaboración propia en base a ENETS (2009)

176

A partir de tales resultados, se evidencia que este elemento de variabilidad

de salarios es lo que explicaría la flexibilidad financiera de estos

trabajadores subcontratados. Por lo demás, este es un rasgo muy

característico de los nuevos mercados neoliberales que buscan acelerar sus

adaptaciones a las fluctuaciones cíclicas del mercado. Por lo mismo, esta

condición laboral flexible y precaria, donde el salario deja de ser garantía

para la reproducción material de la vida (Castel, 1984), se da

particularmente en países como Chile donde las reformas neoliberales han

calado profundo en comparación con otros países latinoamericanos donde

hay una mayor resistencia de elementos y sectores nacional-populares

como Argentina y Brasil. De ahí las diferencias dadas entre los mercados

laborales de estos países (Abramo, 1997).

C. Flexibilidad organizativa

La flexibilidad organizativa se refiere a las estrategias empresariales de

organización laboral en la empresa para hacer frente a los cambios en la

demanda y en los métodos de producción, es decir, para adaptarse a un

mercado dinámico y variable. Como parte de este tipo de flexibilidad, se

debe abordar lo que se conoce como “polifuncionalidad forzada”

(Palominos, 2000), noción que apunta a la obligación del trabajador a

realizar trabajos o actividades que no se corresponden al tipo de trabajo

para el que está contratado. Los resultados obtenidos al respecto permiten

señalar que un porcentaje no desdeñable de casi el 30% de los trabajadores

subcontratados son, al menos de vez en cuando, obligados a realizar tareas

o trabajos que no corresponden al tipo de trabajo para el que está

contratado, a diferencia de poco más del 25% de los contratados que se

encuentran en tal situación. Esta diferencia entre ambos tipos de

trabajadores es leve, por lo que no permite concluir nada sustantivo con

respecto a la especificidad de los subcontratados.

Sin embargo, resultados relevantes sí se observaron en cuanto a la

subordinación organizativa, que se refiere a la sujeción directa o indirecta

del trabajador con respecto al patrón. En el caso de los subcontratados,

según Palominos (2000), éstos tendrían doble vínculo de subordinación que

sería, por un lado, frente al supervisor de la empresa mandante que en

muchos casos se encuentra en el mismo lugar de trabajo y, por otro lado,

frente a los empleadores directos de la empresa contratista, quienes

definirían el carácter sus contratos ejerciendo un dominio más o menos

directo sobre ellos.

177

Pues bien, a partir de los resultados obtenidos, un 22,4% de los

subcontratados tendría supervisores que no son de la misma empresa en la

que desempeñan sus laborales, frente al exiguo 3,8% de los trabajadores

contratados. Esto quiere decir que efectivamente una significativa

proporción de subcontratados estarían doblemente subordinados: por una

parte, son controlados directamente por supervisores ajenos a la empresa

contratista, y por otra, son controlados por su empresa contratista. Por lo

demás, un ejemplo paradigmático de esta doble subordinación es el caso de

muchos trabajadores –vendedores, reponedores o incluso administrativos-

del sector del retail. Supervisores de la empresa mandante y patrones de la

empresa contratista estarían presentes en el lugar de trabajo del

subcontratado (Agacino, 2011). Y en la medida en que este sector es

relativamente amplio en el mundo del subcontrato, esta doble

subordinación directa no deja de ser relevante.

En definitiva, a partir de los estudios sociológicos nacionales al respecto

(Echeverría, 2004; Henríquez & Gálvez, 2006), se puede considerar que

efectivamente, dentro de este 22,4%, una buena proporción sería

controlado por supervisores que son de la empresa mandante. Esto

involucraría un problema legal en la medida en que, por contrato, sólo el

empleador –la empresa contratista- es quien está facultado para ejercer

control sobre sus trabajadores.

Otro aspecto de la flexibilidad organizacional se refiere a la flexibilidad de

horarios, que problematiza en torno al tiempo libre que se apropia el

empresario como horas extras de trabajo. A partir de la tabla N°4, se puede

observar que en los días extraordinarios de la rutina laboral, sábado y

domingo, un mayor porcentaje de subcontratados trabajó tales días -75%

aproximadamente el sábado y 30% el domingo- en relación a los

contratados, de los cuales un 60% aproximadamente trabajó el día sábado y

un 25% el domingo. Incluso un número importante de subcontratados llegó

a trabajar más de 8 horas, que es el horario regular de una jornada de

trabajo: un 19,7 % de los subcontratados el día sábado y un 11,2 % el día

domingo. De esta manera, se puede apreciar que el capital administra a su

medida el tiempo libre de los asalariados flexibles, especialmente en el caso

de los subcontratados.

178

Tabla N°4 Trabajo durante fin de semana

Contrato directo con el

empleador para quien

trabaja

Contrato con una

empresa subcontratista

N° de

trabajadores %

N° de

trabajadores %

La semana pasada,

considerando todos

sus trabajos

¿Cuantas horas

diarias trabajó el

día SÁBADO?

No trabajó 2796 40,3% 294 34,7%

Entre 1 y 4

horas 561 8,1% 78 9,2%

Entre 5 y 8

horas 2500 36,0% 309 36,4%

Más de 8

horas 1078 15,5% 167 19,7%

La semana pasada,

considerando todos

sus trabajos

¿cuantas horas

diarias trabajó el

día DOMINGO?

No trabajó 5314 76,6% 584 68,9%

Entre 1 y 4

horas 185 2,7% 38 4,5%

Entre 5 y 8

horas 849 12,2% 131 15,4%

Más de 8

horas 587 8,5% 95 11,2%

Fuente: Elaboración propia en base a ENETS (2009)

Estos resultados se pueden reforzar si consideramos que un significativo

porcentaje de 41,9% de trabajadores subcontratados, en relación al 24,4%

de los contratados, ha trabajado al menos un domingo en los últimos tres

meses desde que se aplicó la encuesta en el 2009.

Desde esta perspectiva, según indican los datos, especialmente para los

subcontratados la flexibilidad horaria sería una efectiva estrategia

empresarial de organización de la producción acorde al mercado y las

ventas, o como se suele llamar, de acuerdo a las “necesidades de la

empresa” –pretexto utilizado no solamente para despedir a trabajadores

sino que además para flexibilizar sus condiciones laborales

independientemente de la voluntad de éstos-.

D. Observaciones preliminares

A partir de lo expuesto, parece necesario esbozar conclusiones preliminares

con respecto a la condición de precariedad que viven los trabajadores

subcontratados en Chile. En primer lugar, se observa que esta situación de

precariedad de los sectores externalizados –que se logró constatar a rasgos

generales– no se expresaría directamente en los montos de los salarios que

179

éstos reciben en comparación con trabajadores de planta de las empresas,

pues las diferencias salariales entre ambos tipos de trabajadores no son

significativas.

Sin embargo, a partir de los resultados obtenidos se puede sostener que

esto no implica que el salario se reciba de la misma forma. En este sentido,

observamos que la porción del salario obtenida en forma de comisiones u

otras formas variables, tiende a ser considerablemente mayor en los

sectores subcontratados. En otras palabras, los subcontratados tienden a

trabajar en condiciones en que su remuneración mensual está sujeta a

variaciones mucho mayores que las que aquejan a los salarios de los

trabajadores de planta. Esto, en alguna medida, remite a la idea de una

“competencia salvaje” entre empresas contratistas que pugnan por

adecuarse a las fluctuaciones cíclicas del mercado en las relaciones de

oferta y demanda (Ruiz, 2007). Así pues, son los trabajadores

subcontratados los que sufrirían, en la incertidumbre de sus salarios, las

consecuencias de tal competencia.

Por otro lado, los trabajadores subcontratados tienen contratos de menor

duración que en el caso de los contratados, por lo que también sufrirían las

consecuencias de una flexibilidad contractual. Adicionalmente, otros

aspectos en el que se presentan importantes diferencias entre contratados y

subcontratados, concernientes a la denominada flexibilidad organizativa

(Boccardo, 2013), radica en la supervisión jerárquica de encargados ajenos

a la empresa a la que presta servicios –lo que constituye una práctica

irregular-, y en verse forzados por necesidad o por obligación patronal a

trabajar horas extras especialmente durante los fines de semana.

Esta primera reflexión permite señalar que la precariedad de los

trabajadores subcontratados con respecto a los trabajadores de planta se

expresa principalmente en un mayor sometimiento a arbitrariedades que

permiten al empleador imponer sus condiciones en el trato laboral. Así

pues, remuneraciones variables, horarios de trabajo poco convenientes y

extendidos, y horas extras son las formas en que se expresan estas

arbitrariedades que, como se ha señalado, generan una condición laboral

precaria.

180

II. El desalentador panorama de la organización colectiva

A. Pertenencia a sindicato de empresa e interempresa

Tabla N°5 Pertenencia a sindicato

Contrato directo con el

empleador para quien

trabaja

Contrato con una empresa

subcontratista

N° de

trabajadores %

N° de

trabajadores %

¿Ud. Pertenece

un sindicato de

empresa?

Si 800 13,9% 57 10,7%

No 4943 86,0% 475 89,3%

No

responde 6 0,1% 0 0,0%

¿Ud. pertenece a

un Sindicato

interempresas?

Si 131 2,3% 16 3,0%

No 5592 97,5% 516 97,0%

No

responde 10 0,2% 0 0,0%

Fuente: Elaboración propia en base a ENETS (2009)

En un contexto de baja sindicalización a nivel nacional35, salta a la vista el

leve menor porcentaje de pertenencia a sindicatos de empresas por parte

de trabajadores subcontratados -10,7%-, en relación al de los asalariados

dependientes contratados -13,9%-. Ahora bien, se debe advertir que estos

datos excluyen de antemano a los trabajadores contratados por faena y

contratos de aprendizaje (Fundación Sol, 2013).

Pues bien, esta relativa menor tasa de afiliación a sindicatos de empresa se

puede relacionar con las precarias y flexibles condiciones laborales que se

analizaron anteriormente, en la medida en que los subcontratados son

laboralmente inestables –muchos tienen contratos y sueldos variables-

además de que en muchos casos son organizados de forma diferenciada

según diversos horarios –flexibilidad horaria-. Adicionalmente, la

Fundación Sol (2013), a partir de datos de la Nueva Encuesta Nacional de

Empleo (NENE), sospecha de un sindicalismo de paso al considerar la

inestabilidad laboral en ascenso según la cual el 50% de los trabajadores

dependientes tiene una antiguedad promedio menor a dos años, ¿qué le

depara al caso particular de los subcontratados? De esta manera, la

35

En el 2009, al momento de aplicarse la encuesta, el nivel de sindicalización estaba en el 14,6% según datos de la Dirección del Trabajo (2013).

181

inestabilidad contractual de los subcontratados sería un factor explicativo

no sólo de la baja afiliación sindical sino que también del bajo tiempo de

permanencia en los sindicatos.

Por otro lado, es llamativo observar que hay una leve mayor proporción de

trabajadores subcontratados que pertecen a sindicatos interempresas -3%-

en relación al 2,3% de los contratados. Ahora bien, ambas cifras son muy

bajas, lo que se puede explicar no sólo por el creciente carácter atomizado

de los sindicatos –especialmente en el mundo del subcontrato- sino que

además porque en la práctica tal constitución de sindicatos interempresas

necesita del improbable acuerdo del empleador (Fundación Sol, 2014). Aun

así, cabe la pregunta de si acaso la mayor constitución de sindicatos

interempresas por parte de los subcontratados responde a emergentes

movilizaciones de trabajadores subcontratados en los sectores económicos

estratégicos de exportación –casos paradigmáticos de la minería y de los

forestales en la década del 2000, específicamente durante el año 2006-

(Agasino, 2007; Ruiz, 2007).

Estos movimientos se plantearon, de facto, como movimientos sindicales

interempresas retomando lógicas más sectoriales de organización colectiva.

Sin embargo, es incipiente y apresurado sacar conclusiones definitivas al

respecto, en la medida en que, por un lado, tales movimientos constituyen

sólo la excepcionalidad cuantitativa de los trabajadores subcontratados. Por

otro lado, la constitución de sindicatos interempresas no garantiza una

efectiva negociación colectiva pues depende del empleador en cuestión y de

la efectiva capacidad de presión de los propios trabajadores.

Ahora bien, las diferencias observadas anteriormente entre contratados y

subcontratados en cuanto a sus condiciones laborales permitirían pensar en

una mayor diferencia entre la afiliación sindical de ambos tipos de

trabajadores. Sin embargo, tal diferencia, según los resultados obtenidos, no

se da de manera significativa. Desde esta perspectiva, la pregunta pasa a

ser: ¿acaso no son las prácticas de subcontratación las que influyen en la

disminución de la afiliación sindical tanto en contratados como en

subcontratados? Por el momento, esta pregunta quedará entre paréntesis.

182

B. Negociación colectiva

Tabla N°6 Negociación colectiva

Contrato directo con el

empleador para quien

trabaja

Contrato con una

empresa subcontratista

N° de

trabajadores %

N° de

trabajadores %

¿La organización a

la cual pertenece

ha negociado

condiciones de

Seguridad y Salud?

Sí 688 62,7% 58 47,2%

No 328 29,9% 57 46,3%

No sabe 78 7,1% 8 6,5%

No

responde 4 0,4% 0 0,0%

¿La organización a

la cual pertenece

ha negociado

salarios y otros

beneficios en

dinero?

Sí 801 73,0% 64 52,0%

No 245 22,3% 54 43,9%

No sabe 46 4,2% 5 4,1%

No

responde 6 0,5% 0 0,0%

Fuente: Elaboración propia en base a ENETS (2009)

Estos resultados muestran una cierta diferencia entre contratados y

subcontratados con respecto a la negociación colectiva. Si se comprende

que, en el contexto general chileno, la tasa de cobertura de negociación

colectiva pasa de 12% en 1990 a 8,4% en el año 2009 (Fundación Sol,

2013), para el caso de los subcontratados en el 2009 la situación es aún más

desfavorable. Mientras un 62,7% de los contratados que pertenece a alguna

organización colectiva ha negociado condiciones de seguridad y salud, sólo

un 47,2% de los subcontratados que pertenece a alguna organización

colectiva lo ha hecho, lo que marca una diferencia de más de 15 puntos

porcentuales. Esta diferencia se acentúa aún más en el caso de la

negociación de salarios y otros beneficios en dinero: mientras que un 73%

de los contratados que pertenece a alguna organización colectiva ha

negociado salarios, sólo un 52% de los subcontratados lo ha hecho –esta

vez la diferencia es de más de 20 puntos porcentuales-.

Pues bien, según sostiene Fundación Sol (2013), el crecimiento del

sindicalismo interempresa en la última década se acompaña,

paradójicamente, con menores posibilidades de negociación colectiva

puesto que los asalariados sólo pueden negociar con la venia del empleador.

Esto sería relevante para el caso de los subcontratados, quienes, como se

183

observó más arriba, tienen una afiliación levemente superior a sindicatos

interempresas -3 % en relación al 2,3% de los contratados- y una afiliación

menor a sindicatos de empresas -10,7% en relación al 13,9% de los

asalariados contratados-

Ahora bien, la encrucijada de los trabajadores subcontratados radica en que

el sindicato interempresa es, a pesar de la dificultad práctica de su

constitución y de su improbabilidad de llevar a cabo una negociación

colectiva, la alternativa plausible para hacer frente a las estrategias

empresariales de externalización productiva y de atomización sindical. Sin

embargo, como se apreció en los resultados, son pocos los subcontratados

afiliados a sindicatos interempresas y, además, es escasa la experiencia de

negociación de sus organizaciones colectivas.

IV. Reflexiones preliminares en torno a la organización colectiva

En el capítulo anterior, se afirmó que la precariedad que genera el régimen

de subcontratación en los trabajadores chilenos no se expresaba en

diferencias salariales o beneficios económicos, si no en el trato flexible del

que eran objeto quienes se encontraban en esta condición, lo que constituía

fuente de incertidumbres y preocupaciones para los trabajadores.

Pues bien, a la hora de analizar los niveles de sindicalización y las formas de

acción colectiva de los trabajadores subcontratados, en comparación con

los de planta, sucede algo similar. Si bien no es posible encontrar grandes

diferencias sustantivas en los niveles de sindicalización entre los sectores

contratados y subcontratados, la experiencia de negociación colectiva es

sustantivamente dispar. Los resultados indican que las organizaciones

colectivas a las que pertenecen los subcontratados tienen una considerable

menor experiencia de negociación colectiva que las de los contratados.

De esta manera, el poder objetivo de negociación que poseen las

organizaciones que aglutinan a subcontratados es menor en comparación a

las organizaciones de contratados. En este sentido, no puede dejar de

llamar la atención las dificultades que tienen los trabajadores

subcontratados para resolver problemas en el trato con la empresa, vale

decir, para negociar más prestaciones y mejores condiciones laborales.

¿Con quién debe negociar el trabajador subcontratado? ¿Quién es el

verdadero responsable de sus condiciones laborales? Estas son algunas de

184

las preguntas que, dada la condición de doble sujeción de los

subcontratados, surgen tras estas cifras desalentadoras.

En definitiva, no es optimista el panorama de la organización colectiva de

los subcontratados. La sindicalización –escasa y débil- no es un instrumento

actualmente eficaz en Chile para sortear las adversidades del precario

régimen de subcontratación en particular y del mundo del trabajo en

general. Por todo esto, se debe retomar la pregunta dejada anteriormente

entre paréntesis: ¿acaso no son las prácticas de subcontratación las que

influyen en la disminución de la afiliación sindical tanto en contratados

como en subcontratados?

III. Para una correlación entre condiciones de flexibilidad precarizada

y sindicalización

Tabla N°7 Modelo de regresión logística para sindicalización

Efectos Marginales de Modelo Probit para Sindicalización

(1) (2) (3) (4) (5)

probit1 probit2 probit3 probit4 probit5

VARIABLES sindical

izado

sindical

izado

sindical

izado

sindical

izado

sindical

izado

Subcontratación -

0.0411

***

-

0.0375

***

-

0.0387

***

-

0.0378

***

-

0.0465

***

(0.000

495)

(0.000

607)

(0.000

597)

(0.000

603)

(0.000

540)

Contrato No Indefinido -

0.0948

***

-

0.0956

***

-

0.0844

***

-

0.0875

***

185

(0.000

360)

(0.000

355)

(0.000

492)

(0.000

459)

Polifuncionalidad 0.0643

***

0.0678

***

0.0915

***

0.0936

***

(0.000

645)

(0.000

649)

(0.000

704)

(0.000

705)

Salario total o

mayoritariamente

variable

-

0.0568

***

-

0.0541

***

(0.000

865)

(0.000

841)

Sexo No No Si Si Si

Ingreso No No No Si Si

Región No No No No Si

Zona (Rural o Urbana) No No No No Si

Observations 4,902,2

76

3,716,9

67

3,716,9

67

3,500,1

40

3,500,1

40

Standard errors in parentheses

*** p<0.01, ** p<0.05, * p<0.1

Fuente: Elaboración propia a partir de datos de la ENETS (2009)

Pues bien, en la tabla N°7 se aprecian los resultados de un modelo

predictivo de regresión logística según el cual se busca predecir la

186

probabilidad de sindicalización de los trabajadores asalariados

dependientes del sector privado. Desde esta perspectiva, como resultado

más importante para esta investigación, se aprecia la influencia negativa de

la subcontratación en la sindicalización, es decir, que un trabajador sea

subcontratado disminuye en un 4,65% la probabilidad de que esté

sindicalizado -en sindicato empresa o interempresa-. De alguna manera,

esto responde la pregunta planteada al final del apartado anterior:

efectivamente las estrategias empresariales de subcontratación inciden en

una disminución de la afiliación sindical de los trabajados asalariados

dependientes del sector privado –contratados y subcontratados-. Esto se

puede explicar a partir de lo señalado en la literatura (Echeverría, 2004;

Agasino, 2011): la externalización productiva va acompañada de una

atomización sindical que desincentiva la afiliación en la medida en que las

negociaciones colectivas por sindicato de empresa son infructuosas y

estériles y las negociaciones colectivas por sindicato interempresa son, por

lo demás, improbables.

En segundo lugar, como primera variable de las condiciones de flexibilidad

precarizada, se puede observar una influencia negativa de la contratación

no indefinida en las probabilidades de sindicalización. En esta variable de

tipo de contrato se distinguió entre contrato indefinido –más de un año de

contrato- y contrato no indefinido –menos de un año de contrato-. Cuando

el contrato es indefinido la probabilidad de estar sindicalizado aumenta en

un 8,75%, mientras que al no tener un contrato indefinido esta

probabilidad de sindicalizacion disminuye en ese mismo porcentaje. Esto se

puede explicar en el desincentivo de afiliación sindical para los trabajadores

que tienen contratos cuya duración es menor a un año, en la medida en que

éstos no tienen la certidumbre de si acaso sus contratos serán renovados.

Por lo mismo, su posición de prescindibles en el tiempo les despoja de

poder objetivo e incentivo para la sindicalización.

En cuanto a la polifuncionalidad, el modelo arroja que tiene una influencia

positiva en la sindicalización. Es decir, el hecho de que un trabajador realice

más de las labores que su contrato estipula, aumenta la probabilidad de

sindicalización en un 9,36%. Este resultado arrojado por el modelo de

regresión logística resulta difícil de explicar, pues si se asume que la

polifuncionalidad forzada es un elemento de precarización laboral, no

debiese haber una correlación positiva entre aquélla y la sindicalización. Sin

embargo, se debe considerar la falta de vinculación existente entre la

187

subcontratación y la polifuncionalidad, como se observó en el análisis de los

estadísticos descriptivos. Vale decir, los resultados indicaron que tanto

contratados como subcontratados tiene un porcentaje similar de

polifuncionalidad forzada. Por esta razón, al menos este resultado arrojado

por el modelo no implicaría relativizar la efectiva incidencia negativa que

tienen las estrategias de subcontratación en los niveles de sindicalización.

Por último, la variabilidad de los salarios como flexibilidad financiera

agrupa, por un lado, a quienes tienen un salario completamente fijo o la

mayor parte fijo y, por otro lado, a quienes tienen un salario completamente

variable o la mayor parte variable. El modelo muestra, como resultado, que

la presencia de salarios completa o mayormente variables disminuyen en

un 5,41% la probabilidad de sindicalización. Vale decir, en este caso una

mayor flexibilidad financiera de los salarios conduce a una menor

probabilidad de sindicalización. Esto puede implicar que los asalariados

dependientes del sector privado que están sindicalizados tienen mejores

condiciones salariales que los no sindicalizados, vale decir, tienen mayor

certidumbre en los montos de sus remuneraciones.

En definitiva, son la polifuncionalidad, el tipo de contrato, la variabilidad

salarial y la subcontratación, en ese orden, las variables que incidirían en

una mayor o menor menor probabilidad de sindicalización. La duración del

contrato y la variabilidad salarial son dos variables que, como se apreció en

el capítulo de la flexibilidad precarizada, explican bastante las

características de los trabajadores subcontratados. Vale decir, casi un 40%

de los subcontratados no tendría contrato indefinido y un poco más del

40% tendría sueldos completa o la mayor parte variables en sus montos. En

este sentido, según los resultados del modelo, es sugerente no sólo que la

subcontratación involucre una menor probabilidad de sindicalización sino

que aspectos característicos de gran parte de los trabajadores

subcontratados, como la flexibilidad contractual y financiera, también se

asocien a una menor probabilidad de sindicalización. Todo esto conduce a

concluir que la subcontratación –con la alta flexibilidad contractual y

financiera que conlleva- se constituiría en una estrategia empresarial

efectiva que involucra una desarticulación sindical en el mundo del trabajo

asalariado.

188

Conclusiones generales

En primer lugar, se debe concluir que, efectivamente, el análisis de las

condiciones de flexibilidad precarizadora y de la organización colectiva de

los trabajadores asalariados dependientes subcontratados permite sostener

que habría una relación mutua de estructura/agencia entre ambos

aspectos. Es más, los posteriores resultados del modelo predictivo permiten

señalar, con ciertas limitaciones, que existe una correlación entre las

condiciones de flexibilidad y precarización –entre ellas la subcontratación-

y la sindicalización de los asalariados dependientes. Esto significa que la

subcontratación incidiría en la baja sindicalización de los trabajadores.

Pues bien, algunos hallazgos relevantes de la investigación se relacionan a

las nuevas condiciones de flexibilidad precaria que viven los trabajadores

subcontratados en Chile. Al respecto, una primera consideración imprevista

tiene que ver con que esta situación de precariedad de los sectores

externalizados no se expresaría directamente en los montos de los salarios

que éstos reciben en comparación al de los trabajadores de planta de las

empresas. La diferencia salarial entre ambos sectores del trabajo radicaría,

más bien, en la modalidad salarial de los trabajadores. Vale decir, se trata de

la denominada flexibilidad financiera que se deja entrever en los datos

resultantes: la porción del salario obtenida en forma de comisiones u otras

formas variables, tiende a ser considerablemente mayor en los sectores

subocontratados.

Si a tal flexibilidad financiera se le suma la flexibilidad contractual, según la

cual una gran proporción de subcontratados tendría contratos no

indefinidos con trabajos de duración menor a un año, se puede comprender

que efectivamente existiría una incertidumbre salarial para los trabajadores

subcontratados acompañada de un temor a ser expulsados de sus puestos

de trabajo. En este sentido, sería la inestabilidad laboral señalada en la

literatura -más que los bajos ingresos- un rasgo característico del mundo

del trabajo asalariado dependiente subcontratado del sector privado.

El segundo elemento relevante con respecto a los asalariados

subcontratados, que viene a reforzar lo señalado en antecedentes, se

relaciona a la denominada flexibilidad y subordinación organizativa, donde

se desdibuja en cierta medida el tiempo de trabajo y no trabajo de los

trabajadores subcontratados. Muchos de ellos declararon trabajar horas

189

extra durante los fines de semana, estando dispuestos a acatar los

requerimientos extraordinarios de la empresa.

En términos generales, estos hallazgos permiten concluir que la

precariedad de los subcontratados en relación a los trabajadores

contratados se expresa en su mayor sometimiento a las arbitrariedades

patronales que imponen condiciones laborales generalmente desfavorables.

Pues bien, estos rasgos característicos de la precariedad de los

subcontratados serían teóricamente consistentes con los desalentadores

resultados observados en su organización colectiva. Al respecto, si bien no

se encuentran grandes diferencias sustantivas entre los niveles de

sindicalización de los subcontratados y los contratados, las formas en que

estos sectores resuelven sus problemas, así como los resultados que

obtienen, son evidentemente distintos. Los márgenes de acción que parecen

poseer estas organizaciones son menores, y en consecuencia menores son

también los réditos para sus afiliados.

Los resultados señalan las dificultades que tienen los trabajadores

subcontratados para resolver problemas en el trato con la empresa, y

negociar más prestaciones y mejores condiciones laborales. Esto se explica

no sólo por las condiciones de flexibilidad financiera y contractual de las

que muchos subcontratados son víctimas, sino que además una importante

proporción de trabajadores subcontratados probablemente está

subordinada a supervisores de la empresa mandante, por lo que frente a los

problemas de resolución de conflictos en la empresa existiría un

desentendimiento de los contratistas frente a los problemas del trabajador.

A partir de estos hallazgos señalados, surge la pregunta de si acaso la

subcontratación y los rasgos centrales de los asalariados flexibles, como el

tipo de contrato, la variabilidad salarial, y la polifuncionalidad forzada no

influyen en la disminución de la afiliación sindical de los trabajadores

asalariados.

En esta línea, el modelo predictivo arrojó que efectivamente la

subcontratación, los salarios variables, y el contrato no indefinido incidirían

en la menor probabilidad de sindicalización de estos trabajadores. Y si

consideramos, a partir de los resultados obtenidos, que tanto los salarios

variables como el contrato no indefinido son aspectos bastante presentes

en el mundo del subcontrato, se puede concluir que las estrategias de

190

subcontratación efectivamente inciden en la baja sindicalización de los

trabajadores asalariados.

Este sería el hallazgo fundamental de la investigación pues, pese a los

límites de este modelo aplicado, se logra dar una salida a la paradójica

equiparación que en muchos aspectos, tales como el nivel de ingresos y la

afiliación sindical, se da entre asalariados dependientes contratados y

subcontratados. Así pues, en lugar de quedarse en la discusión en torno a

las diferencias entre ambos tipos de trabajadores –que no deja de ser

relevante en aspectos como la flexibilidad contractual, financiera y

organizativa- la discusión pasa a centrarse en que efectivamente la

subcontratación y los rasgos de flexibilidad precarizada presentes en ésta

incidirían en la baja sindicalización de los asalariados.

El panorama desalentador observado en todos estos resultados permite

comprender los límites y alcances de la teorización sociológica que algunos

autores, como Agacino (2011) y Julián (2014), hacen del denominado

sindicalismo flexible de los emergentes movimientos de trabajadores

subcontratados. En términos cuantitativos, en este estudio no hay indicios

de la emergencia de estos movimientos. Sin embargo, se puede suponer la

relevancia cualitativa de los logros y hazañas de tales movimientos de

subcontratados. En este sentido, no cabe más que señalar que sólo el

tiempo juzgará si la excepción deviene en regla.

Por último, cabe señalar que como la ENETS tiene una única versión del

2009 este estudio tiene importantes limitaciones para trabajar las

tendencias de los resultados obtenidos, lo que hubiera sido un aporte

significativo a la investigación. Ahora bien, la ventaja de la ENETS radica en

que es la única encuesta en Chile que pregunta directamente por la

condición de subcontratación y por la organización y acción colectiva de

éstos36.

Desde tal perspectiva, en tensión con los límites de la estadística en Chile,

una interesante línea de investigación se puede abocar a analizar las

tendencias de las tensiones entre condiciones laborales y organización

36

La ENCLA tiene múltiples e interesantes variables de organización y acción

colectiva, pero no pregunta directamente por la condición de subcontratación

sino que sólo por las empresas que subcontratan. Por su parte, si bien la NENE

es bastante completa para caracterizar la condición de los subcontratados, deja

bastante que desear en cuanto a la medición de organización y acción colectiva.

191

colectiva desarrolladas en este estudio, que permitan analizar más

minuciosamente cómo ha ido variando la situación de los trabajadores

subcontratados en relación a los trabajadores asalariados dependientes.

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