El Triunfo de Las Ciudades (1)

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inteligentes, más ecológicos, más sanos y más felices TRIUNFO DELAS CIUDADES

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el libro aborda los diferentes conceptos y teorías del desarrollo y crecimiento de las ciudades acorde con el desarrollo social y económico de las regiones

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  • inteligentes, ms ecolgicos, ms sanos y ms felices

    TRIUNFO DELASCIUDADES

  • L EDWARD GLAESER J H

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    E L TRIUNFO ^ DE LAS CIUDADES

    C M O NUESTRA MEJOR CREACIN NOS HACE MS RICOS, MS INTELIGENTES,

    MS ECOLGICOS, MS SANOS Y MS FELICES

    ^ Traduccin de Federico Corriente Bass

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    TAURUS

    PENSAMIENTO

  • T t u l o o r i g i n a l : Triumph of the City. How Our Greatest Invenlion Makes Us Richer, Smarter, Oreener,

    Healthier, and Happier

    E d w a r d Glaeser, 2011

    D e esta e d i c i n :

    S a n t i l l a n a E d i c i o n e s Genera les , S. L . , 2011

    T o r r e l a g u n a , 60 . 28043 M a d r i d

    T e l f o n o 9 1 744 90 60

    Te le fax 9 1 744 92 24

    w w w . e d i t o r i a l t a u r u s . c o m / e s

    T r a d u c c i n de F e d e r i c o C o r r i e n t e B a s s

    C u b i e r t a basada e n u n d i s e o d e G h o s t Des ign

    I m a g e n d e c u b i e r t a c o r t e s a de S h u t t e r s t o c k

    Para Nancy, por todos los das I S B N : 978-84-306-0809-6

    D e p . L e g a l : M-31396-2011

    P r i n t e d i n S p a i n - I m p r e s o e n E s p a a

    Todos los derechos reservados. Queda prohibida, salvo excepcin prevista en la ley, cualquier forma de reproduccin, distribucin, comunicacin pblica y transformacin de esta obra sin contar con la autorizacin de los titulares de la propiedad intelectual. La infraccin de los derechos mencionados puede ser constitutiva de delito contra la propiedad intelectual (arts. 270 y sgts. del Cdigo Penal).

    PRISA EDICIONES

  • INDICE

    I N T R O D U C C I N . N U E S T R A ESPECIE U R B A N A 1 3

    C A P T U L O 1 . Q U F A B R I C A N E N B A N C A L O R E ? 3 3

    Puertos de entrada intelectual: Atenas 3 5 La Casa de la Sabidura de Bagdad 3 8 Aprender en Nagasaki 4 0 C m o se produjo el boom de Bangalore 4 2 Estudios y xito urbano 4 6 El auge de Silicon Valley 4 9 Las ciudades del m a a n a 5 5

    C A P T U L O 2 . P O R QU D E C A E N LAS CIUDADES? 6 5

    C m o surgi el cinturn de xido 6 8 Detroit antes del automvil 7 2 Henry Ford y el Detroit industrial 7 6 El porqu de los disturbios 8 0 Reinvencin urbana: Nueva York desde 1 9 7 0 8 5 La rabia justiciera de Coleman Young 8 8 El efecto Curley 9 1 El complejo de edificacin 9 3 Permanecer en el cinturn de xido 9 5 Menguar para llegar a la grandeza 9 6

    C A P T U L O 3. Q U T I E N E N DE B U E N O

    LOS BARRIOS DEPRIMIDOS? 1 0 1

    Las favelas de Ro 1 0 5

  • Movil idad social ascendente 111 El x o d o urbano de Richard Wright 115 Auge y cada del gueto estadounidense 117 Los centros urbanos 122 C m o la poltica agrava la pobreza 124

    C A P T U L O 4. C M O SE D O M E S T I C A R O N LAS BARRIADAS? . . 131

    La difcil situacin de Kinshasa 134 Cuidar de las ciudades enfermas 137 Limpieza de calles y corrupcin 142 Ms vas pblicas y menos trfico? 146 Aumentar la seguridad urbana 149 Prestaciones sanitarias 160

    C A P T U L O 5. Es LONDRES U N CENTRO TURSTICO DE LUJO? 165

    Las economas de escala y el Globe Theatre 168 La divisin del trabajo y el cordero vindaloo 172 Calzado y ciudad 177 Londres como mercado matr imonial 178

    C A P T U L O 6. Q U T I E N E N DE ESTUPENDO

    LOS RASCACIELOS? 187

    La invencin del rascacielos 189 La ambicin il imitada de A. E. Lefcourt 194 Regular Nueva York 197 Miedo a las alturas 200 Los peligros de la conservacin 205 Repensar Pars 211 Mala gestin en Bombay 217 Tres reglas sencillas 222

    C A P T U L O 7. POR QU SE H A E X T E N D I D O '

    L A DISPERSIN URBANA? 227

    La dispersin urbana antes del automvil 230 A r t h u r Levitt y las viviendas producidas en masa 240 Reconstruir Estados Unidos en torno al coche 244 Bienvenidos a The Woodlands 248

    Explicar los gustos: por qu u n milln de personas se mudaron a Houston 253

    Por qu es tan barata la vivienda en los estados del sur y del suroeste? 259

    Qu tiene de malo la dispersin? 267

    C A P T U L O 8. H A Y A L G O MS VERDE QUE E L ASFALTO? . . . . 275

    El sueo de la vida en el j a rd n 279 Huellas sucias: comparando las emisiones de carbono . 285 Las consecuencias no deseadas del ecologismo 290 Dos visiones verdes: el prncipe y el alcalde 294 La mayor batalla: el ecologismo en la India y China. . . . 300 En busca de u n ecologismo ms inteligente 305

    C A P T U L O 9. C M O PROSPERAN LAS CIUDADES? 309

    La ciudad imperial : Tokio 311 La ciudad bien administrada: Singapur y Gaborone . . . 314 La ciudad inteligente: Boston, Minepolis y Miln 321 La ciudad del consumo: Vancouver 330 La ciudad en expans in: Chicago y Atlanta 334 Demasiadas cosas buenas en Dubi 339

    C O N C L U S I N . M U N D O P L A N O , C I U D A D A L T A 343

    Ofrezcamos igualdad de condiciones a las ciudades . . . 347 Urbanizacin por medio de la globalizacin 349 U n impulso al capital humano .' 351 Ayudemos a los pobres, no a las ciudades pobres 354 El desafo de la pobreza urbana 357 El auge de la ciudad consumista 360 La maldicin del NIMBYismo 362 La predileccin por la dispersin 367 Ciudades verdes 372 Ofrendas de la ciudad 373

    A G R A D E C I M I E N T O S 377

    N O T A S 381

    B I B L I O G R A F A 437

    N D I C E A N A L T I C O 475

  • INTRODUCCIN

    NUESTRA ESPECIE URBANA

    D o s c i e n t o s cuarenta y tres millones de estadounidenses se con-centran en el 3 por ciento urbano del pas 1 . En Tokio y sus alrede-dores, el rea metropolitana ms productiva del mundo, viven treinta y seis millones de personas2. En el centro de Bombay resi-den doce millones de personas, y el t amao de Shanghai es aproximadamente el mismo 3 . En u n planeta que dispone de enormes cantidades de espacio (toda la humanidad cabra en Texas, cada uno de nosotros con su propia vivienda unifamil iar 4 ) preferimos las ciudades. Pese a que en la actualidad sea ms bara-to recorrer grandes distancias o trasladarse de las montaas de Ozark a Azerbaiyn, cada vez ms gente vive en las grandes reas metropolitanas. Cada mes acuden a las ciudades de los pases en vas de desarrollo cinco millones de personas ms, y en 2011 ms de la mitad de la poblac in del mundo es urbana 5 .

    Las ciudades, esas densas aglomeraciones que salpican el plane-ta, han sido motores de innovacin desde los tiempos en que Pla-tn y Scrates discutan en los mercados atenienses. En las calles de Florencia surgi el Renacimiento, y en las de Birmingham la Revolucin Industrial. La gran prosperidad del Londres contem-porneo , de Bangalore y de Tokio se debe a su capacidad de gene-rar nuevas ideas. Recorrer estas ciudades, sea por aceras adoquina-das o por una maraa de callejuelas, alrededor de rotondas o debajo de las autopistas, equivale a estudiar el progreso humano.

    En los pases ms ricos de Occidente, las ciudades han sobrevi-vido al tumultuoso fin de la era industrial y ahora son ms prs-

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  • peras, ms saludables y ms atractivas que nunca. En las reas ms pobres del mundo, las ciudades estn creciendo a u n r i tmo enorme porque la densidad urbana ofrece el camino ms corto para pasar de la miseria a la prosperidad. A pesar de los avances tecnolgicos que han suprimido las distancias, resulta que el mundo no es plano, sino que est pavimentado.

    La ciudad ha triunfado. Sin embargo, como muchos sabemos por experiencia, a veces las vas urbanas, pese a estar pavimenta-das, parecen conducir al inf ierno. Puede que la ciudad gane, pero muy a menudo sus ciudadanos pierden. Toda infancia urba-na est conformada por una avalancha extraordinaria de perso-nas y de experiencias; algunas, como la sensacin de poder que le confiere a u n preadolescente viajar solo en metro por primera vez, son deliciosas; otras lo son menos, como presenciar u n tiro-teo en u n entorno urbano por primera vez (una parte inolvida-ble de m i propia infancia en Nueva York hace treinta y cinco aos ) . Por cada Quinta Avenida, hay u n suburbio de Bombay; por cada Sorbona, hay u n instituto de Washington D. C , custo-diado por detectores de metales.

    Es ms, para muchos estadounidenses, la segunda mitad del siglo x x el final de la era industr ia l no fue una poca de es-plendor urbano sino de miseria urbana. De lo bien que asimile-mos las lecciones que nos enseen nuestras ciudades d e p e n d e r que nuestra especie prospere en lo que podr a llegar a ser una nueva era urbana.

    M i pasin por el mundo urbano comenz en el Nueva York de Ed Koch, Thurman Munson y Leonard Bernstein. Inspirado por m i infancia metropolitana, me he pasado la vida tratando de en-tender las ciudades. Esa pasin ha tenido -una base en teoras y datos econmicos , pero tambin me ha llevado a recorrer las ca-lles de Mosc, Sao Paulo y Bombay, as cbmo a investigar la histo-ria de bulliciosas metrpolis y la historia cotidiana de quienes vi-ven y trabajan en ellas.

    Me apasiona tanto el estudio de las ciudades porque plantea interrogantes fascinantes, importantes y muchas veces perturba-dores. Por qu las personas ms ricas y las ms pobres del mun-do viven tantas veces los unos al lado de los otros? C m o se dete-

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    rioran ciudades antes florecientes? Por qu algunas de ellas vuelven dramt icamente al pr imer plano? Por qu surgen tan rpidamente tantos movimientos artsticos en determinadas ciu-dades en momentos concretos? Por qu tanta gente inteligente pone en prctica unas polticas municipales tan necias?

    No hay mejor lugar para cavilar sobre estas preguntas que la ciudad que muchos consideran como la urbe por antonomasia: Nueva York. Puede que los neoyorquinos tengamos a veces una visin u n tanto exagerada de la importancia de nuestra ciudad, pero Nueva York sigue siendo u n paradigma urbano y, por tanto, es u n lugar apropiado para iniciar nuestro viaje por ciudades de todo el mundo. Su historia recapitula el pasado, el presente y el futuro de nuestros centros urbanos, y proporciona adems u n trampoln para muchos de los temas que surgirn de las pginas y los lugares que nos aguardan.

    Si uno sale a la Calle 47 y la Quinta Avenida u n mircoles por la tarde, se ver rodeado por un torrente humano. Algunos se apre-suran hacia el norte para acudir a una reunin o se dirigen al sur a tomar una copa. Otros caminan hacia el este para entrar en las grandes cavernas subterrneas de Grand Central Terminal, que tiene ms andenes que ninguna otra estacin de tren del mundo b . Puede que alguna gente est intentando comprar u n anillo de compromiso: al fin y al cabo, la Calle 47. es el principal mercado de piedras preciosas del pas 7 . Habr visitantes que estn mirando hacia arriba (cosa que los neoyorquinos no hacen j ams ) mientras van de camino entre u n edificio histrico y otro. Si uno imita a los turistas y levanta la vista, ver dos grandes hileras de rascacielos en-marcando ese valle resplandeciente que es la Quinta Avenida.

    Hace treinta aos , el futuro de la ciudad de Nueva York pare-ca mucho menos ha lageo. Como casi todas las ciudades ms antiguas y ms fras, Gotham pareca u n dinosaurio. En u n mun-do que estaba siendo reconstruido en torno al coche, su metro y sus autobuses constituan u n arcasmo. El puerto, otrora gloria de la costa este, estaba inmerso en la irrelevancia. Bajo el gobier-no de John Lindsay y Abe Beame, y pese a que los impuestos se

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  • contaban entre los ms elevados de todo el pas , el munic ip io lle-g a estar al borde de la suspensin de pagos8. No solo Jerry Ford, sino la historia misma pareca estar dicindole a Nueva York: Murete ! .

    Nueva York (o, dicho con mayor propiedad, Nueva mster-dam) fue fundada durante una fase anterior de la global izacin, como una lejana avanzadilla de la C o m p a a Holandesa de las Indias Occidentales. Era una aldea comercial donde u n batibu-r r i l l o de aventureros acuda a hacer fortuna cambiando abalo-rios por pieles. Aquellos colonizadores mercantiles holandeses hic ieron pina porque la prox imidad facilitaba el intercambio de bienes e ideas y porque tras las murallas protectoras de la ciudad (lo que en la actualidad llamamos Wall Street 9) estaban a salvo.

    En el siglo X V I I I , Nueva York super a Boston y se convirti en el puerto ms importante de las colonias inglesas; su especialidad era el trfico de trigo y harina con destino al sur para surtir a las colonias azucareras y tabaqueras1 0. Durante la primera mitad del siglo x i x , gracias al auge de los negocios, la poblac in de Nueva York pas de las 60.000 a las 800.000 personas, y la ciudad se con-virti en el coloso urbano de Estados Unidos 1 1 .

    En parte, esa explosin demogrf ica se debi a cambios en la tecnologa de los transportes. A comienzos del siglo x i x , los bar-cos solan ser pequeos (300 toneladas era algo normal) y, al igual que los aviones ms pequeos de hoy en da, eran ideales para las rutas directas, como Liverpool-Charleston o Bostn-Glasgow. En-tre 1800 y 1850, las mejoras tecnolgicas y financieras permitie-ron la construccin de barcos ms grandes, capaces de transpor-tar cargas mayores a mayor velocidad y con menores costes.

    Si todos esos veleros gigantes hubiesen tenido que recorrer todos los puntos de la costa estadounidense no se habra podido obtener ningn margen de beneficio. A l igual que los Boeing 747 de hoy, que aterrizan en grandes centros donde los pasajeros suben a aviones ms pequeos que les llevan a sus destinos fina-les, los grandes veleros atracaban en u n muelle central y luego trasladaban sus bienes a naves ms pequeas que los entregaban a lo largo de todo el l i toral oriental. Debido a su ubicacin cen-

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    tral, su muelle bien resguardado y protegido y la posibilidad de acceder al ro desde el interior, Nueva York era el principal puer-to mart imo estadounidense. Cuando Estados Unidos adopt u n sistema radial de distribucin, Nueva York se convirti en su cen-tro natural 1 2 . La posicin de la ciudad se vio reforzada cuando los canales convirtieron a Manhattan en el extremo oriental de u n gran arco acutico que atravesaba el Medio Oeste hasta llegar a Nueva Orleans.

    El transporte mart imo constitua el ancla econmica de la ciudad, aunque lo habitual era que los neoyorquinos trabajaran en las industrias manufactureras (refineras de azcar, con-feccin de prendas y edicin) que surgieron en torno al puer-to 1 3 . Los fabricantes de azcar, como la familia Roosevelt, opera-ban en una gran ciudad portuaria porque las dimensiones urbanas les permit an cubrir el coste de las refineras grandes y caras y estar lo bastante cerca de los consumidores para que los cristales de azcar refinados no se fundieran durante u n largo trayecto sobre aguas clidas. Tambin la industria texti l deb a su concentracin en Nueva York a los inmensos cargamentos de al-godn y de otros tejidos que pasaban por la ciudad y a la necesi-dad de prendas confeccionadas que tenan los marineros. Hasta la preeminencia editorial de Nueva York era, en lt ima instancia, consecuencia de la centralidad de la ciudad en las rutas de co-mercio transatlntico, pues durante el siglo x i x el dinero de ver-dad se ganaba pirateando copias de novelas inglesas antes que la competencia 1 4 . Los hermanos Harper se consolidaron como edi-tores cuando derrotaron a sus competidores de Filadelfia impr i -miendo el tercer volumen de la novela de Walter Scott Peveril del Pico veintiuna horas despus de que llegara a Nueva York por pa-quebote 1 5 .

    En el siglo x x , sin embargo, la muerte de las distancias destru-y las ventajas transporte-coste que haban convertido a Nueva York en u n mastodonte industrial 1 6 . Para qu coser faldas en Hester Street cuando el trabajo es mucho ms barato en China? La globalizacin acarre una competencia feroz entre empresas y ciudades que fabricaban cualquier cosa que se pudiera trans-portar fcilmente a travs del Pacfico. La decadencia econmica

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  • de Nueva York a mediados del siglo x x fue consecuencia de la irrelevancia cada vez mayor de sus ventajas decimonnicas .

    Pero por supuesto, como puede comprobar cualquiera que salga hoy a la Quinta Avenida, la historia no termin all. Nueva York no muri . Los cinco cdigos postales que en la actualidad ocupan la mil la de Manhattan comprendida entre las Calles 41 y 59 dan empleo a 600.000 trabajadores (ms que Nueva Hampshi-re o Maine) , cada uno de los cuales gana de media ms de 1.000 dlares, lo que confiere a ese minsculo terr i torio una nmina anual mayor que la de O r e g n o Nevada 1 7.

    Del mismo modo que la globalizacin acab con las ventajas de Nueva York como centro fabri l , tambin multiplic su supe-rior idad en la producc in de ideas. A pesar de que en Nueva York ya no se cosa demasiado, sigue habiendo muchos Calvin Klein y Donna Karan, que idean diseos que suelen fabricarse en la otra punta del planeta. Puede que Honda haya sumido en la tristeza a los Tres Grandes de Detroit , pero los banqueros de Nueva York han ganado sumas inmensas con la gestin de los flujos financieros internacionales. U n mundo ms comunicado ha generado enormes beneficios para los empresarios que pro-ducen ideas, que ahora dan batidas por todo el planeta en busca de ganancias.

    Nueva York se reinvent a s misma durante la sombr a dca-da de 1970, cuando u n grupo de innovadores financieros pusie-r o n sus ideas en comn. Los conocimientos tericos sobre com-pensac in entre riesgos y rendimiento facilitaron la evaluacin y la venta de activos ms arriesgados1 8, como los bonos (basura) de alto rendimiento de Michael M i l k e n 1 9 , que a su vez permitie-ron a Henry Kravis obtener valor de empresas deficitarias me-diante adquisiciones apalancadas20. Muchos de los grandes in-novadores adquir ieron sus conocimientos no a travs de una formacin formal sino estando donde sucedan las cosas, como el magnate de ttulos de crdito hipotecario Lewis Ranieri, cle-bre por su l ibro de memorias Liar's Poker, que inici su carrera en la sala de correos de Sa lomn Brothers 2 1 . En la actualidad el 40 por ciento de las nminas de Manhattan procede de la indus-tria de los servicios financieros, que son el baluarte de una ciu-

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    dad densa y todava prspera 2 2 . Y a pesar de que algunos de esos magos de las finanzas contribuyeron a provocar la Gran Rece-sin, la ciudad que les acogi tambin ha capeado el temporal . Entre 2009 y 2010, mientras la e c o n o m a norteamericana se es-tancaba, en Manhattan los salarios aumentaron en u n 11,9 por ciento, ms que en n ingn otro condado de grandes dimensio-nes. En 2010, en Manhattan el salario semanal promedio era de 2.404 dlares , u n 170 por ciento ms que la media estadouni-dense, y u n 45 por ciento ms que el salario semanal promedio en el condado de Santa Clara, hogar de Silicon Valley, donde los sueldos son los ms altos que se pagan fuera del rea metropol i-tana de Nueva York 2 3 .

    El auge y cada de Nueva York nos lleva a la paradoja central de la metrpoli moderna: a medida que el coste de recorrer grandes distancias disminuye, la proximidad se hace cada vez ms valiosa. La historia de Nueva York es singular por su grandilocuencia operstica, pero los factores clave que impulsaron su espectacular auge, triste decadencia y asombroso renacimiento tambin se han dado en ciudades como Chicago, Londres y Miln.

    En este l ibro examinaremos con atencin lo que convierte a las ciudades en el mayor invento de nuestra especie. Tambin desentraaremos su accidentada historia, que sigue siendo rele-vante en la actualidad, porque muchas ciudades de pases en vas de desarrollo se enfrentan a los inmensos desafos que en otros tiempos atormentaron a ciudades como San Francisco, Pars y Singapur. Y examinaremos los factores, a menudo sor-prendentes, que cimentan el xito de las ciudades de hoy, desde las temperaturas invernales a Internet y u n ecologismo desenca-minado.

    Las ciudades suponen la ausencia de espacio fsico entre las personas y las empresas. Representan la proximidad, la densidad de poblacin y la int imidad. Nos permiten trabajar y jugar juntos , y su xito depende de la demanda de contacto fsico. A mediados del siglo x x , comenz el declive de muchas ciudades, como Nue-va York, a medida que las mejoras en los sistemas de transporte

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  • redujeron las ventajas de ubicar las fbricas en zonas urbanas muy pobladas. Y durante los ltimos treinta aos, algunas de esas ciudades se han recuperado, mientras que otras, ms recientes, han crecido porque el cambio tecnolgico ha incrementado los beneficios del conocimiento, que produce mejor la gente que est en estrecho contacto con otra gente.

    Dentro de Estados Unidos, los trabajadores de reas metropo-litanas en las que hay grandes ciudades ganan u n 30 por ciento ms que los trabajadores que no viven en reas metropolitanas. Estos elevados salarios se ven contrarrestados por el coste de la vida, ms alto, aunque eso no modif ique el hecho de que los sala-rios elevados son u n indicador de alta product iv idad. La nica razn por la que las empresas soportan los altos costes laborales e inmobiliarios de ubicarse en una ciudad es que esta ofrece ven-tajas de productividad que compensan esos costes. Los estado-unidenses que viven en reas metropolitanas con ms de u n mi-lln de residentes son, de promedio, u n 50 por ciento ms productivos que los que viven en reas metropolitanas ms pe-queas . Las proporciones son las mismas si tenemos en cuenta los cocientes intelectuales de los trabajadores individuales. La brecha de ingresos entre las reas metropolitanas y las rurales es igual de grande que en otros pases ricos, y an mayor en los pa-ses pobres 2 4.

    En Europa y Norteamrica , las ciudades aceleran la innova-cin vinculando entre s a sus habitantes inteligentes, pero en el mundo en vas de desarrollo las ciudades d e s e m p e a n u n papel todava ms decisivo: son puntos de comunicacin entre merca-dos y culturas. En el siglo x i x , Bombay fue la puerta de entrada del a lgodn. En el siglo x x i , Bangalore es una puerta de entrada de ideas.

    Si a u n norteamericano o europeo medio se le hubiera men-cionado la India en 1990, lo ms probable es que hubiese farfu-llado incmodamente acerca de la tragedia que representa la po-breza en el Tercer Mundo . En la actualidad, sera ms probable que esa persona farfullara incmodamente acerca de la posibili-dad de que su empleo sea subcontratado en Bangalore. La India sigue siendo u n pas pobre, pero est creciendo a u n r i tmo febri l ,

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    y Bangalore, la quinta ciudad ms grande del pas , se cuenta en-tre las grandes historias de xito del continente. La riqueza de Bangalore procede no solo de su poder o industrial (pese a que sigue siendo u n importante centro de producc in text i l ) , sino tambin de su fuerza como centro productor de ideas2 5. A l con-centrar tanto talento en u n mismo lugar, Bangalore facilita la asi-milacin de ese talento tanto por los lugareos como por los fo-rasteros, procedan de Singapur o de Silicon Valley, y tambin que entren en contacto con el capital humano indio .

    Hacindose eco de los antiurbes de todos los tiempos, Mahat-ma Gandhi di jo que la verdadera India no est en sus pocas ciu-dades, sino en sus setecientas m i l a ldeas 2 6 , y que el desarrollo de la nacin depende no de las ciudades, sino de las a ldeas 2 7 . Aquel gran hombre se equivocaba; el desarrollo de la India depende casi por completo de sus ciudades. En todos los pases se da una correlacin casi perfecta entre urbanizacin y prosperidad 2 8 . A medida que la proporc in de poblacin urbana de una nacin aumenta en u n 10 por ciento, el rendimiento per cpita aumenta en una media del 30 por ciento 2 9 . Los ingresos per cpita son casi cuatro veces ms altos en los pases donde la mayora de la pobla-cin vive en ciudades que en aquellos donde la mayora de la po-blacin vive en reas rurales.

    Existe el mi to de que a pesar de que las ciudades aumentan la prosperidad, no por ello dejan de ser deprimentes. Sin embargo, en los pases ms urbanizados la gente dice ser ms feliz. En los pases donde ms de la mitad de la poblacin es urbana, el 30 por ciento de la gente dice ser muy feliz y el 17 por ciento que no lo es demasiado o que no lo es en absoluto. En los pases donde ms de la mitad de la poblacin es rural , el 25 por ciento de la gente dice ser muy feliz y el 22 por ciento que no lo es. En todos los pa-ses, la satisfaccin existencial aumenta en proporc in al porcen-taje de poblacin que vive en ciudades, incluso teniendo en cuenta los ingresos y el nivel educativo del pas.

    As, ciudades como Bombay, Calcuta y Bangalore no solo esti-mulan la economa india, sino tambin su estado de nimo. Y desde luego no son ciudades antiindias, del mismo modo que Nueva York no es antiamericana. Esas ciudades son, desde mu-

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  • chos puntos de vista, los lugares donde se expresa de forma ms plena el genio de su pas.

    La capacidad urbana para fomentar la brillantez cooperativa no es nueva. Durante siglos, las innovaciones se d i fundieron de una persona a otra en calles urbanas abarrotadas. Cuando Brune-lleschi descubri la geometr a de la perspectiva lineal durante el Renacimiento florentino, de sencaden una explosin de genio artstico 3 0 . Transmiti sus conocimientos a su amigo Donatello, que incorpor la perspectiva lineal a los bajorrelieves. Su comn amigo Masaccio introdujo la innovacin en pintura. Las innova-ciones artsticas de Florencia fueron gloriosos efectos secunda-rios de la concentracin urbana. La riqueza de la ciudad proce-da de actividades ms prosaicas: la banca y las manufacturas textiles. En la actualidad, sin embargo, Bangalore, Nueva York y Londres dependen todas de su capacidad de innovacin. La difu-sin del conocimiento de ingeniero a ingeniero, de comerciante a comerciante, es igual que el vuelo de las ideas de u n p intor a otro, y hace mucho que la densidad urbana constituye u n ele-mento central de ese proceso.

    La vitalidad de Nueva York y de Bangalore no significa que to-das las ciudades tr iunfen. En 1950, Detroit era la quinta ciudad ms grande de Estados Unidos y tena 1,85 millones de habitan-tes. En 2008, tena 777.000, menos de la mitad de esa cifra, y se-gua perdiendo poblacin a u n r i tmo constante. Ocho de las diez ciudades norteamericanas ms grandes en 1950 han perdido al menos una quinta parte de su poblacin desde entonces 3 1. El fra-caso de Detroit y de tantas otras ciudades industriales no se pue-de achacar a las ciudades en general, sino ms bien a la esterili-dad de aquellas ciudades que perdieron l contacto con los ingredientes esenciales de la reinvencin urbana.

    Las ciudades prosperan cuando en ellas abundan las peque-as empresas y los ciudadanos con formacin. En otro tiempo, Detroit era una colmena llena de pequeos inventores relaciona-dos entre s. Henry Ford fue uno ms entre muchos empresarios de talento. Sin embargo, el inslito xito de la gran idea de Ford destruy la ciudad antigua, que era ms innovadora. En el siglo x x , la expans in de Detroit atrajo a cientos de miles de trabaja-

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    dores menos cualificados a inmensas fbricas que se convirtieron en fortalezas separadas de la ciudad y del mundo. Mientras que la diversidad industrial, la capacidad empresarial y la educacin conducen a la innovacin, el modelo Detroit condujo a la deca-dencia urbana. La era de la ciudad industrial ha terminado, al menos en Occidente.

    Muchos funcionarios de ciudades atribuladas creen errnea-mente que pueden devolver a su ciudad a su antiguo esplendor mediante proyectos masivos de construccin, nuevos estadios o sistemas de tren ligero, centros de convenciones o complejos de viviendas. Con muy pocas excepciones, ninguna poltica pblica puede frenar el maremoto del cambio urbano. No debemos olvi-darnos de las necesidades de los pobres que viven en el cinturn de x ido , pero las polticas pblicas tienen que ayudar a los po-bres, no a las ciudades pobres.

    Los inmuebles nuevos y resplandecientes pueden disimular la decadencia de una ciudad, pero no pueden resolver los proble-mas subyacentes. El rasgo distintivo de las ciudades en declive es que tienen demasiadas viviendas e infraestructuras en relacin con la pujanza de sus economas . Con tanta oferta de viviendas y tan poca demanda, no tiene ningn sentido utilizar dinero pbli-co para construir ms . La insensatez de la renovacin urbana ba-sada en los proyectos de construccin nos recuerda que las ciuda-des no estn constituidas por edificios, sino por personas.

    Tras el huracn Katrina, los constructores quisieron invertir miles de millones de dlares en reconstruir Nueva Orleans, pero si a la poblacin de esa ciudad se le hubiera entregado 200.000 millones de dlares 3 2 cada uno de ellos habra recibido 400.000 d-lares para pagarse una mudanza o unos estudios o una vivienda mejor en otra parte. Incluso antes de la inundacin, Nueva Or-leans haba cuidado mediocremente de sus pobres. Realmente tena sentido gastar miles de millones de dlares en la infraes-tructura de la ciudad, cuando ese dinero haca tanta falta para ayudar a educar a los nios de Nueva Orleans? La grandeza de Nueva Orleans siempre ha procedido de su pueblo, no de sus edificios. No habra sido ms sensato preguntarse c m o podr a haberse utilizado el gasto pblico para hacer todo lo posible por

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  • E L T R I U N F O D E L A S C I U D A D E S

    las vctimas del huracn, incluso si estas se hubieran marchado a vivir a otra parte?

    En ltima instancia, la tarea de u n gobierno municipal no es financiar edificios n i vas frreas incapaces de sufragar sus pro-pios costes, sino cuidar de los habitantes de su ciudad. U n alcalde capaz de educar a los nios de una ciudad para que puedan tener oportunidades en la otra punta del planeta est triunfando aun-que su ciudad disminuya de tamao.

    Pese a que la pobreza sin lmites de Detroit y de ciudades pare-cidas pone claramente de manifiesto la penuria urbana, no toda pobreza urbana es mala. Es fcil imaginar por qu alguien que visite u n barrio bajo de Calcuta podr a compartir el punto de vis-ta de Gandhi y poner en duda que urbanizar masivamente sea inteligente, pero la pobreza urbana tiene muchas cosas buenas. Las ciudades no empobrecen a la gente, sino que atraen a los po-bres. El inf lu jo de gente menos afortunada que reciben las ciuda-des, ya se trate de Ro de Janeiro o de Roterdam, es una prueba de las virtudes de las ciudades, no de sus defectos.

    Las construcciones urbanas pueden durar siglos, pero las po-blaciones urbanas son fluidas. Ms de una cuarta parte de los ha-bitantes de Manhattan no viva all hace cinco aos 3 3 . Los pobres acuden constantemente a Nueva York, a Sao Paulo y a Bombay en busca de algo mejor, y ese es u n hecho de la vida urbana que ha-bra que celebrar.

    La pobreza urbana no deber a compararse con la riqueza ur-bana sino con la pobreza rural . Puede que las favelas de Ro de Janeiro resulten terribles en comparac in con u n prspero ba-rr io residencial de Chicago, pero los niveles de pobreza de Ro de Janeiro son mucho ms bajos que los del nordeste rural brasi-leo 3 4 . Los pobres no tienen forma de enriquecerse con rapidez, pero pueden elegir entre las ciudades y el campo, y muchos de ellos, de forma muy sensata, eligen las ciudades.

    El flujo de ricos y pobres a las ciudades dinamiza las reas ur-banas, pero es difcil no reparar en los costes de concentrar la miseria. La proximidad facilita el intercambio de ideas y bienes pero tambin el intercambio de bacterias y el robo de bolsos. To-das las ciudades antiguas del mundo sufrieron los grandes azotes

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    I N T R O D U C C I N . N E S I R A E S P E C I E U R B A N A

    de la vida urbana: la enfermedad, el delito y el hacinamiento. Y la lucha contra estos males nunca se ha ganado aceptando pasiva-mente el statu quo o findolo todo ciegamente al mercado libre. A comienzos del siglo x x las ciudades estadounidenses se hicie-ron mucho ms saludables porque gastaban lo mismo en agua que el gobierno federal en todo menos el ejrcito y el servicio de correos 3 5. Los grandes pasos adelante que dieron las ciudades es-tadounidenses y europeas seguramente se repetirn en las ciuda-des de los pases en vas de desarrollo en el siglo x x i , y eso har que el mundo sea todava ms urbano. En la actualidad, la ciu-dad de Nueva York, donde se esperaba que los muchachos naci-dos en 1901 vivieran siete aos menos que sus homlogos estado-unidenses del campo, es mucho ms saludable que el pas en su conjunto 3 6 .

    Las victorias urbanas sobre el delito y la enfermedad permitie-ron a las ciudades prosperar no solo como centros productivos, sino tambin como centros de placer. La magnitud urbana hace posible soportar los gastos fijos de teatros, museos y restaurantes. Los museos requieren grandes y costosas exposiciones, as como instalaciones atractivas y a menudo prohibitivas; los teatros nece-sitan escenarios, i luminacin, equipos de sonido y muchos ensa-yos. En las ciudades, estos gastos fijos son asequibles porque se reparten entre miles de visitantes y aficionados.

    A lo largo de la historia, la mayora de las personas fueron de-masiado pobres para permit i r que sus gustos en materia de entre-tenimiento determinaran su lugar de residencia, y mal pod a considerarse a las ciudades como zonas de placer. Y no obstante, a medida que la gente se ha vuelto ms rica, cada vez ha tendido a elegir ms las ciudades en funcin de su estilo de vida: as naci la ciudad del consumo.

    Durante gran parte del siglo x x , el auge de las ciudades de consumo, como Los Angeles, pareca ser una fuerza ominosa ms que llamaba a las puertas de los Londres y Nueva Yorks de este mundo. Y no obstante, a medida que las ciudades ms antiguas se han hecho ms seguras y ms saludables, tambin ellas se han re-vigorizado como lugares de consumo gracias a restaurantes, tea-tros, clubes de la comedia, bares y los placeres de la proximidad.

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  • Durante los ltimos treinta aos , Londres, San Francisco y Pars han vivido u n gran auge, en parte porque cada vez ms la gente las considera lugares divertidos en los que vivir. Estas metrpolis ofrecen lujos prohibitivos, como las comidas de tres estrellas que recoge la Gua Michel in , pero tambin placeres ms asequibles, como tomar u n caf mientras se admira el puente del Golden Gate o el Arco del Triunfo, o beberse u n real ale en u n pub de pa-neles de madera. Las ciudades nos permiten hacer amigos con intereses comunes, y la desproporcionada poblacin soltera de las ciudades densamente pobladas constituye u n mercado matri-monial que facilita la tarea de encontrar pareja. Hoy en da, las ciudades que tienen xito, nuevas o antiguas, atraen a los empre-sarios emprendedores, en parte, porque son parques temticos urbanos.

    Quiz el auge del reverse commuting, o los recorridos inversos al trabajo, sea la consecuencia ms llamativa de las ciudades de con-sumo que tr iunfan. En la oscura dcada de 1970, haba muy poca gente dispuesta a vivir en Manhattan si no trabajaba all. Hoy mi-les de personas han elegido vivir ah y salir a trabajar fuera. Los millonarios de Oriente Medio no son los nicos que compran se-gundas residencias en Londres y Nueva York, y tambin Miami se ha beneficiado de vender apartamentos a los ricos de Hispano-amrica.

    Una demanda robusta, creada por la vitalidad econmica y los placeres urbanos, ayuda a explicar por qu los precios de las ciu-dades atractivas han subido de forma tan regular, aunque la oferta de espacio tambin sea importante. Nueva York, Londres y Pars han restringido cada vez ms las nuevas actividades constructoras, y eso las ha convertido en ciudades menos asequibles.

    Muchas de las ideas recogidas en este l ibro estn inspiradas en la sabidura de la gran urbanista Jane Jacobs, que saba que para ver el alma de una ciudad haba que recorrer sus calles. Jacobs comprenda que la gente que hace que una ciudad sea creativa necesita inmuebles asequibles, pero tambin cometi errores por depender demasiado de esa perspectiva a pie de calle y no utilizar herramientas conceptuales que ayudan a considerar de-tenidamente el sistema en su conjunto.

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    Dado que era consciente de que los edificios ms antiguos y ms bajos eran ms baratos, crey incorrectamente que restringir la altura y conservar los barrios antiguos garantizara que las vi-viendas fueran asequibles". No es as como funciona la oferta y la demanda. Cuando la demanda de una ciudad aumenta, a menos que se construyan ms viviendas, los precios tambin aumenta-rn. Cuando las ciudades l imitan la construccin de nuevas vi-viendas se vuelven ms caras.

    La conservacin no siempre es u n error en nuestras ciuda-des hay muchas cosas que vale la pena conservar pero siempre tiene u n precio. Piensen en la ordenada belleza de Pars. Sus en-cantadores y pulcros bulevares son rectos y anchos, y estn flan-queados por elegantes edificios decimonnicos . Podemos disfru-tar de los grandes monumentos de Pars porque no estn tapados por edificios cercanos, ya que en Pars cualquier proyecto de construccin tiene que pasar pr imero por u n proceso bizantino que antepone la conservacin a todo lo dems 3 8 . Las restriccio-nes sobre nuevas construcciones han asegurado que ahora Pars, en otro t iempo clebre por su hospitalidad para con los artistas famlicos, solo sea asequible para los ricos.

    Como Pars, Londres est muy ligada a sus edificios decimon-nicos. El mismo prncipe de Gales adopt una postura muy con-traria a los altos edificios modernistas que pudieran comprome-ter una sola vista de la catedral de San Pablo 3 9. Y los britnicos parecen haber contagiado su antipata a las alturas a la India , donde los lmites a la construccin estn menos justificados y son ms dainos .

    Bombay ha tenido algunas de las restricciones en el empleo de terrenos ms extremas de los pases en vas de desarrollo; duran-te gran parte de su historia reciente, los edificios nuevos en el centro de la ciudad deban tener una media de menos de una planta y u n tercio de altura 4 0 . Qu locura! En su ncleo urbano este bullicioso centro de la India impone unos niveles de densi-dad de poblacin propios de los suburbios. Esta conducta auto-destructiva prct icamente garantiza que los precios sean dema-siado altos y los pisos demasiado pequeos , por no hablar de la congestin vial, la dispersin urbana, los barrios bajos y la co-

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  • rrupcin. Pese a que su economa es todava ms dinmica que la de Bombay, Shanghai sigue siendo una ciudad mucho ms ase-quible porque la oferta ha crecido al mismo r i tmo que la deman-da 4 1 . A l igual que otros autcratas partidarios del desarrollo, de Nabucodonosor a Napo len I I I , los dirigentes chinos son aficio-nados a construir.

    A comienzos del siglo x x , visionarios como Fritz Lang imagi-naron u n mundo poblado por ciudades cada vez ms verticales cuyas calles se veran ensombrecidas por las siluetas de torres in-mensas. Brillantes arquitectos como Wil l i am van Alen disearon grandes rascacielos como el edificio Chrysler, y otros, como Le Corbusier, planificaron u n mundo edificado a unas alturas asom-brosas. Ahora bien, la Norteamrica urbana del siglo x x no per-teneci al rascacielos, sino al automvil.

    Las tecnologas del transporte siempre han determinado la forma de las ciudades. Las calles de ciudades peatonales como Florencia o el casco viejo de Je rusa ln son estrechas y sinuosas, y estn repletas de tiendas. En los tiempos en los que la gente tena que utilizar las piernas para desplazarse, se procuraba estar tan cerca como fuera posible del resto de la gente y de las vas acuti-cas que ofrecan la forma ms rpida de entrar en la ciudad o sa-l i r de ella. Las zonas construidas alrededor de trenes y pasos ele-vados, como el centro de Manhattan y el loop de Chicago, tienen calles ms anchas y muchas veces organizadas en retcula. Sigue habiendo tiendas en la calle, pero la mayor parte del espacio de oficinas se encuentra a una distancia mucho mayor del suelo. Las ciudades construidas alrededor del automvil, como gran parte de Los Angeles, Phoenix y Houston, tienen enormes carreteras ligeramente curvas y muchas veces carecen-de aceras. En esos lu-gares, las tiendas y los peatones se retiran de las calles y se refu-gian en centros comerciales. Mientras que las ciudades antiguas suelen tener un centro evidente, determinado por u n antiguo puerto o una estacin de ferrocarril , las ciudades automovilsti-cas no. Se l imitan a extenderse hacia el horizonte en u n proceso de desarrollo urbano descontrolado indiferenciado.

    Ciudades como Atlanta y Houston nos recuerdan que hay lu-gares intermedios entre la hiperdensidad de H o n g Kong y el Sas-

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    katchewan rural . Vivir y trabajar en Silicon Valley ofrece mucha proximidad, al menos para la gente que trabaja en la industria informtica. La amenaza que estas urbes representan para las ciudades tradicionales se debe a que carecen de algunas de las an-tiguas ventajas de la accesibilidad urbana, adems de terrenos abundantes y la posibilidad de ir en coche a todas partes.

    Si bien el auge de la vida en torno al automvil fue negativo para muchas ciudades antiguas, no lo fue para todo el mundo. Condenar los barrios residenciales perifricos es u n pasatiempo intelectual muy popular, pero la gente que se march a vivir all no era idiota. Los amigos de las ciudades haran bien en apren-der algo de la dispersin urbana del Sunbelt en lugar de denigrar irreflexivamente a sus habitantes.

    Las dos grandes ventajas de la vida centrada en torno al auto-mvil son la velocidad y el espacio. En Estados Unidos el trayecto medio entre trabajo y hogar en transporte pblico dura cuarenta y ocho minutos; en coche el mismo trayecto dura veinticuatro minutos 4 2 . El automvil hace viable la existencia de viviendas pro-ducidas en masa, con una densidad de poblacin moderada, que ofrece a los estadounidenses corrientes u n estilo de vida extraor-dinariamente opulento en comparac in con el del mundo en su conjunto.

    Sin embargo, reconocer las ventajas de la dispersin urbana no significa que esta sea buena n i que las polticas estadouniden-ses que la fomentan sean inteligentes. Los costes medioambien-tales de la dispersin urbana deberan animar a los gobiernos a poner freno a la vida centrada en torno al automvil, pero las po-lticas municipales estadounidenses empujan a la gente hacia los mrgenes de las ciudades. El espritu de Thomasjefferson, al que no le gustaban las ciudades ms que a Gandhi, perdura en las po-lticas que subvencionan la propiedad de las viviendas y la cons-truccin de autopistas, y anima implcitamente a los estadouni-denses a abandonar las ciudades.

    U n o de los problemas de las polticas que subvencionan la dis-persin urbana es que la vida centrada en torno al automvil im-pone costes medioambientales a todo el planeta. El santo patrn del ecologismo estadounidense, Henry David Thoreau, fue otro

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  • antiurbe. En Walden Pond se volvi tan repent inamente sensi-ble a la dulce y benvola compaa de la naturaleza, que las imaginarias ventajas de la vecindad humana se tornaron insig-nificantes 4 3 . Lewis M u m f o r d , distinguido crtico de la arquitec-tura e historiador urbano, a lab el marco como de p a r q u e 4 4 de los barrios perifricos y denigr el deterioro del medio ambien-te 4 5 provocado por las ciudades.

    En la actualidad sabemos que los ecologistas partidarios de la vida en las afueras se equivocaban. Manhattan, el centro de Lon-dres y Shanghai son los verdaderos amigos del medio ambiente, no las zonas perifricas. Los amantes de la naturaleza que viven rodeados de rboles y hierba consumen mucha ms energa que sus homlogos urbanos, como yo mismo tuve la desagradable oportunidad de descubrir cuando, despus de treinta y siete aos de existencia casi completamente urbana, comet la impruden-cia de probar la vida en las afueras.

    Si equiparsemos el impacto medioambiental que deja la vi-vienda residencial media con la huella de una bota de senderis-mo del 49, el impacto medioambiental de u n piso de Nueva York sera como la huella de u n zapato de tacn de aguja J immy Choo del 37. Las ciudades tradicionales liberan menos emisiones de carbono porque en ellas no hace falta recorrer grandes distan-cias en coche. Menos de una tercera parte de los neoyorquinos acuden al trabajo en coche, frente al 86 por ciento de los estado-unidenses que viven en barrios residenciales4 6. El 29 por ciento de los usuarios de transporte pblico de todo el pas se concen-tra en los cinco distritos neoyorquinos. El consumo de gasolina de Gotham es, por un amplio margen, el ms reducido per cpita de todas las reas metropolitanas de Estados Unidos. Los datos del departamento de energa confirman que el estado de Nueva York est situado en penlt imo lugar en el consumo de energa per cpita a escala de todo el pas, y en gran medida eso es conse-cuencia del uso de los transportes pblicos en la ciudad de Nueva York.

    Hay pocos eslganes tan tontos como el mantra ecologista Piensa de forma global y acta de forma local. El ecologismo de calidad requiere una perspectiva mundia l y una accin global,

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    I N T R O D U C C I O N . 1 N U K N I K A l ' . M ' l ' A . l ^ U K I A I N A

    no la perspectiva estrecha de u n solo barrio que trata de mante-ner fuera a las constructoras. Tenemos que reconocer que si tra-tamos de lograr que u n barrio sea ms verde impidiendo que se levanten nuevos edificios, es muy fcil que logremos que el mun-do sea ms marrn al impulsar al desarrollo a emigrar hacia zo-nas mucho ms agresivas con el medio ambiente. Puede que los ecologistas de las costas de California hayan convertido a su re-gin en u n lugar ms agradable, pero estn perjudicando al me-dio ambiente al desviar los nuevos proyectos de construccin de las afueras de Berkeley, que tiene u n clima templado y acceso f-cil al transporte pblico, hacia los alrededores de Las Vegas, don-de todo son coches y aire acondicionado. En el mundo en vas de desarrollo es mucho lo que est enjuego, pues all las pautas ur-banas estn mucho menos fijadas y el n m e r o de personas afecta-das es mucho mayor. En la actualidad, la mayora de los indios y los chinos siguen siendo demasiado pobres para poder permitir-se u n estilo de vida centrado en torno al automvil. Las emisio-nes de carbono procedentes del consumo de energa en las reas metropolitanas ms verdes de Norteamrica siguen siendo diez veces superiores a las emisiones de carbono de u n rea metropo-litana china media 4 7 .

    Pero a medida que la India y China se enriquezcan ms , sus pueblos se enfrentarn a una opcin que podr a tener efectos desastrosos sobre nuestras vidas. Seguirn los pasos de Estados Emidos y tendern a las zonas residenciales centradas en torno al automvil u optarn por quedarse en entornos urbanos mucho ms respetuosos con el medio ambiente? Si tanto en China como en la India las emisiones de carbono per cpita llegan a los nive-les de Estados Unidos, estas aumentarn globalmente en u n 139 por ciento. Si sus emisiones no superan el nivel de Francia, en-tonces las emisiones globales solo aumentarn en u n 30 por cien-to 4 8 . Las pautas de conduccin y urbanizacin de estos pases po-dran muy bien ser las cuestiones medioambientales de mayor trascendencia del siglo x x i .

    En efecto, el motivo ms importante para que Europa y Esta-dos Unidos pongan en orden sus propios asuntos ecolgicos es que sin reformas ser extremadamente difcil convencer a la I n -

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  • dia y a China para que empleen menos carbono. El ecologismo inteligente supone construir edificios en lugares donde causen el menor impacto ecolgico. Eso significa que debemos ser ms to-lerantes en lo que se refiere a derribar edificios de poca altura en las ciudades para poder construir edificios altos en su lugar, y ms intolerantes con los activistas que se oponen al crecimiento urba-no que reduce las emisiones. Los gobiernos deber an animar a la gente a vivir en aguileras urbanas de tamao moderado en lugar de sobornar a los compradores de viviendas para que se instalen en enormes McMansiones perifricas. Si las ideas son la divisa de nuestra poca , entonces lo que decidir nuestro destino colecti-vo ser la construccin de viviendas adecuadas para esas ideas.

    La verdad central que hay detrs del xito de la civilizacin y el motivo pr imordia l por el que existen las ciudades es la fuerza que emana de la colaboracin humana. Para entender nuestras ciu-dades y comprender qu hacer con ellas, tenemos que aferramos a esas verdades y desprendernos de mitos nocivos. Tenemos que deshacernos del punto de vista segn el cual ser ecolgico signifi-ca vivir entre rboles y que los habitantes de las urbes siempre han de luchar para conservar el pasado fsico de una ciudad. Te-nemos que dejar de idolatrar la propiedad de la vivienda, que fa-vorece las viviendas en serie a expensas de las torres de aparta-mentos, y tenemos que dejar de idealizar las aldeas rurales. Deber amos descartar el punto de vista simplista segn el cual unas mejores comunicaciones de largo recorrido reducirn nues-tro deseo de estar cerca los unos de los otros. Para empezar, he-mos de liberarnos de nuestra tendencia a ver en las ciudades ante todo sus edificios, y recordar que la ciudad verdadera est hecha de carne, no de hormign.

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    CAPTULO 1

    ;QU FABRICAN EN BANGALORE?

    D e n t r o del parque empresarial de Bangalore, que lleva el nom-bre, muy acertado, de Global Village, est el campus de M i n d -Tree, rodeado por altos setos de rboles y arbustos. Del otro lado de esa frondosa barrera las calles rebosan de vendedores ambu-lantes, motocarros y la energa de la catica vida urbana. Tras ella brotan elegantes edificios rodeados de cuidados jardines, y se res-pira una sensacin de paz entre palmeras, vidrio y piedra gris. MindTree es una de las muchas empresas de tecnologa de la in-formacin triunfadoras de Bangalore. Subroto Bagchi, que reco-rre el campus vestido con inmaculadas zapatillas de deporte de color marf i l y u n polo, es uno de sus cofundadores. Bagchi tiene aspecto de magnate de Silicon Valley, habla como u n gur de la administracin de empresas, y parece encontrarse igualmente a sus anchas entre inversores de Singapur, ingenieros de software de las regiones ms pobres de la India o hasta con u n profesor de Harvard poco dotado para la interaccin social.

    La mentalidad abierta de Bagchi se refleja en la planta abierta del complejo de su empresa, que anima a sus empleados a mez-clarse unos con otros. Toda la plantil la se rene en el tejado para la comida de buf y para contemplar la extensin de una de las ciudades ms productivas de Asia. Las nuevas empresas ms pe-queas de la ciudad estn ubicadas en espacios menos impolu-tos, a veces en pisos abarrotados en viejos edificios de vecindarios hacinados. En esos entornos menos formales, se ve u n ordenador aqu, otro all, y a veces un colchn en una esquina para los que

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  • se quedan trabajando hasta tarde. Pero por muy distinto que sea el espacio de oficina, las nuevas empresas con poco dinero y las empresas informticas consagradas comparten la misma asom-brosa energa y la misma voluntad de vender sus productos en todo el mundo.

    Las pobres carreteras y la dbil red elctrica de la India com-plican la existencia a las grandes empresas industriales, y eso explica por qu el pas parece haber brincado directamente de la agricultura a las tecnologas de la informacin. Todo aquel que construya una gran fbrica y emplee a trabajadores no cualifica-dos tiene que lidiar con los poderosos sindicatos indios 1 . El nego-cio de las tecnologas de la informacin padece menos por esta clase de limitaciones. En el m u n d o de la informtica los sindica-tos escasean, las ideas no necesitan carreteras para pasar de u n continente a otro y cualquier empresa de Internet consolidada puede costearse u n generador de apoyo.

    Hoy en da, en la India rural se sigue pasando mucha hambre, pero el empresario de software se ha sumado al campesino famli-co y al b rahmn con conciencia de casta en la lista de estereoti-pos indios. Ruban Phukan es uno de los empresarios de Internet de Bangalore, y su trayectoria ilustra c m o Bangalore educa y alienta a las personas jvenes con talento. Se cri en Guwahati, en la India oriental, lejos de Bangalore, y luego estudi en el Co-legio Regional de Ingeniera de Karnataka. En 2001, se convirti en el empleado n m e r o quince de Yahoo! en Bangalore, donde estudi los motores de bsqueda de la competencia. En Yahoo! conoci a u n socio y gracias a las acciones de Yahoo! obtuvo sufi-ciente liquidez como para convertirse en .empresario.

    En 2005 fund www.bixee.com (que deber a pronunciarse como bigsea), u n motor de b s q u e d a de empleo indio que rene informacin de distintos sitios web como monster.com. Phukan y su socio disearon su software con poqu s imo dinero, despus se lo vendieron a M I H Holdings por una suma considerable (para Bangalore) 2 . Segn una agencia de ranking, en 2010 Bixee tuvo ms de 100.000 visitantes cada da. En M I H , Phukan trabaj para desarrollar ibibo.com, u n sitio de redes sociales y de video-sharingque permite a la gente exhibir su talento y a los producto-

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    res de Bollywood mostrar sus pel culas 5 . Desde entonces ha deja-do M I H para dedicarse a desarrollar nuevo software de medios sociales1.

    En el siglo x i x , ciudades como Buenos Aires y Chicago hicie-ron de conducto para la carne de vacuno y trigo entre distintos continentes. En la actualidad, Bangalore es u n punto de transmi-sin de ideas, u n centro de instruccin urbano en el que las em-presas privadas forman a miles de jvenes indios como Phukan. Las nuevas tecnologas han facilitado la comunicacin entre la sede de Yahoo! en Silicon Valley y una filial de Bangalore, pero el hecho de que las comunicaciones internacionales se hayan vuel-to ms sencillas no ha tumbado a la India. La globalizacin ha conducido a que algunas ciudades, como Bangalore, se hicieran mucho ms importantes y tuvieran mucho ms xito que otras. Si se hubiera quedado en Guwahati, Phukan j a m s habra podido convertirse en empresario de software.

    P U E R T O S D E E N T R A D A I N T E L E C T U A L : A T E N A S

    Ms de 2.500 aos antes de que Ruban Phukan comenzase a tra-bajar para Yahoo! en Bangalore, las ciudades ya eran puentes en-tre culturas. Los puertos del ro de la Perla, las ciudades de la Ruta de la Seda y otros antiqusimos puertos francos imperiales animaron a los viajeros de todo el mundo a encontrarse e inter-cambiar ideas. La gran danza de las civilizaciones, que permiti que el conocimiento viajara de Oriente a Occidente, se produjo en gran medida en las ciudades. Bangalore no es sino el local ms reciente donde se celebra esa danza ancestral.

    Atenas no era precisamente el centro intelectual del mundo en el siglo v i a. C. 5 . Los pensadores griegos ms estimulantes vi-van en Asia Menor, en los confines de la d ispora griega, donde aprendieron de las civilizaciones ms antiguas del Prximo Oriente 6 . En Mileto, u n puerto lanero de Turqua Occidental, apareci el pr imer filsofo, Tales7, y el padre del urbanismo euro-peo, H i p d a m o , cuyos planes, casi de retcula, sirvieron de mode-lo a los romanos y a u n sinfn de otras ciudades desde entonces8.

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  • Atenas creci gracias al comercio de vino, aceite de oliva, espe-cias y papiro 9 . La ciudad asent su poder encabezando la resis-tencia griega ante las invasiones persas, que ya haban devastado urbes como Mi le to 1 0 . Del mismo modo en que los escritores y ar-tistas de una Europa devastada por la guerra se vieron atrados por la opulenta y bulliciosa ciudad de Nueva York despus de la Segunda Guerra Mundia l , la Atenas del siglo v a. C. atrajo a las mentes ms brillantes de una Asia Menor devastada por la gue-rra 1 1 . H i p d a m o vino de Mileto a disear el puerto de la ciudad 1 2 . Otros vinieron a dar clases particulares a los atenienses acaudala-dos. La primera generac in de eruditos atenienses influy des-pus sobre sus amigos y discpulos, como Pericles y Scrates. Este ide sus propias innovaciones e instruy a Platn, que a su vez instruy a Aristteles.

    Esa extraordinaria poca no solo presenci el nacimiento de la filosofa occidental, sino tambin del teatro y de la historia, a medida que artistas y estudiosos de todo el mundo mediterrneo convergan en u n mismo punto, que les proporc ion proximi-dad y libertad para compartir sus ideas13. Atenas floreci debido a p e q u e o s y aleatorios acontecimientos que luego se multiplica-ron por medio de la interaccin urbana. Una persona inteligente conoca a otra y as saltaba la chispa de una nueva idea. Esa idea inspiraba a otra persona, y de repente haba sucedido algo verda-deramente importante. La causa ltima del xito de Atenas pue-de parecer misteriosa, pero el proceso es difano. Las ideas se comunican de una persona a otra en el seno de densos espacios urbanos, y a veces esos intercambios engendran prodigios de creatividad humana.

    El saber griego se conserv y se desarroll durante casi u n mi-lenio en los centros del mundo clsico, como Alejandra, Roma y Miln, as como en las ciudades de Persia y el norte de la India, donde los sucesores de Alejandro Magno establecieron las mo-narquas helensticas. Las ciudades romanas de Europa Occiden-tal Londres, Marsella, Trveris, Tarragona eran maravillas de la poca y llevaron la civilizacin a lugares antes salvajes. La inge-niera romana hizo viables las ciudades al cubrir una de las gran-des necesidades urbanas: agua l impia.

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    Sin embargo, aunque el Imperio Romano dur mucho (mu-cho ms que el Imperio Britnico o, de momento, que la repbli-ca estadounidense), acab sucumbiendo a la decadencia y a una oleada de invasiones externas. En el siglo v, todava pareca posi-ble que los brbaros que conquistaron Roma dejasen intactas sus reas urbanas. Muchos de ellos, como Teodorico, eran conscien-tes de las ventajas de ciudades como Rvena 1 4 . Sin embargo, pese a que los godos, hunos, vndalos y burgundios fueron lo suficien-temente poderosos como para destruir el Imperio Romano, no fueron lo bastante poderosos como para mantener y proteger sus carreteras y sus infraestructuras, y sin redes de transporte que funcionen bien para que circulen por ellas el agua y los alimen-tos las ciudades mueren de inanicin 1 5 .

    El mundo urbano del Imperio Romano, que tanta cultura y tecnologa haba producido, dio paso al estancamiento rural . A medida que las ciudades desaparecan, el conocimiento retroce-da. Las ciudades romanas apreciaban el saber, mientras que el mundo de los guerreros y campesinos rurales valoraba ms u n brazo fuerte que una mente formada. En el apogeo del poder o romano, Europa se encontraba en la frontera tecnolgica del mundo, como digno competidor de las sociedades avanzadas de China y la India. En los siglos posteriores a la cada de Roma, no habra sido posible defender de ninguna manera la eminencia europea. Durante el siglo v n i , Carlomagno, el amo de Europa, entr en contacto con Harn al-Rashid, califa del m u n d o islmi-co. El monarca franco era u n seor de la guerra semianalfabeto, mientras que su h o m l o g o rabe era el supremo seor, fino y corts, representante de una civilizacin sofisticada16. En las grandes metrpolis de Asia, la proximidad urbana impulsaba a la humanidad hacia delante mientras la Europa rural permanec a estancada.

    Hace m i l aos , en Europa solo haba cuatro ciudades de ms de 50.000 habitantes, y una de ellas era Constantinopla, ltimo vestigio del poder o romano 1 7 . Las otras tres (Sevilla, Palermo y Crdoba) eran musulmanas 1 8. Los califatos islmicos, que se ex-tendan de Persia a Portugal, crearon una red comercial que intercambiaba bienes e ideas a lo largo de enormes distancias, y

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  • bajo la proteccin de poderosos emires y califas surgieron gran-des ciudades 1 9. Bajo sus auspicios, comenz hace 1.200 aos un renacimiento, no en Italia, sino en las ciudades rabes. All los eruditos islmicos asimilaron el conocimiento griego, indio y hasta chino. Con el t iempo, esas ciudades transmitieron sus co-nocimientos a Occidente.

    L A C A S A D E L A S A B I D U R A D E B A G D A D

    Tanto en la Atenas del siglo v como en el Nueva York del siglo x x , los pensadores independientes innovaban mediante la compe-tencia y la colaboracin en u n mercado libre de ideas. Sin embar-go, en el mundo islmico, los gobernantes creaban vnculos inte-lectuales por decreto imperial . Los califas abases establecieron su capital en Bagdad, a unos ochenta kilmetros al norte de la antigua Babilonia, y quisieron adornar la nueva ciudad con mara-villas fsicas y humanas 2 0. Coleccionaban eruditos como si se trata-ra de joyas valiosas y acabaron reuniendo aquellas mentes en la Casa de la Sabidura, una especie de instituto de investigacin cuya primera tarea era importar el conocimiento universal y tra-ducirlo al rabe 2 1 . All los eruditos tradujeron, entre otras muchas obras, los Aforismos de Hipcrates , la Repblica de Platn, la Fsica de Aristteles, el Ant iguo Testamento y el Sindhind, u n compen-dio del saber matemtico hind 2 2 . A comienzos del siglo i x , A l -Khwarizmi se inspir en el Sindhind para fundar el lgebra, al que dio nombre 2 3 Al-Khwarizmi tambin introdujo las cifras indias en el mundo rabe. El filsofo Yusuf al-Kindi escribi uno de los pri-meros tratados de ecologa, y logr hacer compatible la filosofa griega con la teologa islmica 2 4 . Los conocimientos mdicos lle-garon a Bagdad de la mano de los persas25, y fueron prisioneros de guerra chinos los que introdujeron la fabricacin de papel 2 6 . A lo largo de una era dorada que dur seis dcadas , una sucesin de innovaciones brillantes convirti a Bagdad en el centro inte-lectual de Oriente Medio y posiblemente del m u n d o entero.

    En la era medieval, el saber oriental fue abr indose paso lenta-mente hacia Occidente a travs de las ciudades europeas. A lo

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    largo de toda la Edad Media, Venecia, el mayor puerto oriental de Italia, sirvi de puerta de entrada no solo para las especias, sino tambin para las ideas27. Cuando los espaoles reconquista-ron Toledo en 1085, los eruditos cristianos pudieron acceder a su biblioteca y traducir sus clsicos al lat n 2 8 . Trece aos despus , los cruzados tomaron Antioqua, lo que permit i a los traductores europeos acceder a la coleccin de textos mdicos y cientficos de esa ciudad 2 9 . En las ciudades islmicas de Espaa , las mayores reas urbanas de Europa Occidental, se redescubrieron textos antiguos que volvieron a traducirse y a transmitirse a la cristian-dad 3 0 . Esos textos llegaron a las nuevas universidades de Padua y de Pars, donde un n m e r o creciente de europeos, como Alberto Magno y su discpulo Toms de Aquino , se sirvieron de la filoso-fa griega e is lmica 3 1 .

    Poco a poco, Europa lleg a ser ms segura y ms prspera, y poco a poco sus ciudades volvieron a crecer. A medida que Europa volva a urbanizarse y el r i tmo de innovacin en el continente au-mentaba, las mentes del mundo medieval se comunicaron entre s. En los monasterios, los monjes benedictinos descubrieron de nue-vo los beneficios de la proximidad intelectual. Recuperaron textos clsicos y experimentaron con innovaciones agrcolas como el mo-lino de agua32. Los mercaderes se congregaron en ferias de mues-tras que presentaban algunas de las ventajas de la aglomeracin urbana sin la infraestructura fija y vulnerable de estas33. Andando el tiempo, surgieron centros neurlgicos como Brujas y Florencia, que crecieron como focos de conocimiento y comercio, protegi-dos por contingentes de artesanos armados o mercenarios 3 4.

    Muchos factores contribuyen a explicar el auge de Occidente el desarrollo del poder o y la tecnologa mil i tar a travs de con-tinuas guerras, la dolorosa conquista de la inmunidad frente a enfermedades contagiosas a travs de siglos de exposicin a ellas, la consolidacin de poderosos Estados-nacin, pero las ciuda-des comerciales en expans in de Italia, Inglaterra y los Pases Ba-jos fueron u n factor fundamental. El desarrollo de ciudades dir i -gidas por comerciantes fue considerablemente mayor que el desarrollo de ciudades dirigidas por prncipes y monarcas 3 5. Esas urbes densamente pobladas fueron ncleos de innovacin y

  • nodos de una red comercial global que atrajo los conocimientos de Oriente 3 6 . Las ciudades comerciales formularon las normas le-gales tocantes a la propiedad privada y el comercio por las que todava hoy nos regimos 3 7 ; la revuelta que comenz en las ciuda-des comerciales y laneras de los Pases Bajos estableci en Holan-da la primera repblica moderna 3 8 . Las ciudades comerciales y las compaas comerciales fueron directamente responsables de muchas de las victorias militares (desde la ca da de Constantino-pla en 1204 hasta la batalla de Plassey 553 aos despus ) que esta-blecieron la h e g e m o n a de Europa Occidental sobre el resto del mundo.

    A la larga, los occidentales superaron a los asiticos en el desa-rrol lo y aplicacin de lo que en u n pr incipio haban sido ideas chinas, como la imprenta y la plvora. En el siglo x v m , la tecno-loga y el pensamiento occidentales dominaban ya el mundo. Poco a poco, el saber europeo comenz a desplazarse hacia Oriente, y las ciudades fueron una vez ms los puntos a travs de los que pasaba el conocimiento.

    A P R E N D E R E N N A G A S A K I

    A mediados del siglo x i x , el poder o mil i tar europeo haba de-mostrado su superioridad tecnolgica sobre la mayor parte de Asia, pero exista u n pas , J a p n , que segua siendo casi comple-tamente independiente del control europeo. Cuando en 1853 se presentaron ante sus costas navios estadounidenses, J a p n acep-t abrirse al comercio con el extranjero, pero sin dejar de obede-cer ms o menos a sus propias condiciones, y en menos de cua-renta aos d o m i n a fondo los mtodos occidentales y se convirti en una formidable potencia mundia l 3 9 . Entre 1894 y 1910, losjaponeses sometieron a los chinos, igual que si se hubie-ra tratado de una potencia colonial europea, derrotaron a Rusia y conquistaron Corea 4 0. A mediados del siglo x x , los japoneses estaban construyendo barcos y aviones tan buenos como los de sus homlogos estadounidenses, y a veces mejores 4 1. C m o lo-graron losjaponeses alcanzar tan rpidamente a Occidente?

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    Q U F A B R I C A N E N B A N C A I O U I;r

    Una de las respuestas a esta pregunta reside en una ciudad: Nagasaki. Los primeros contactos entre J a p n y Occidente se produjeron all en 1543, cuando barcos portugueses atracaron en la vecina isla de Tanegashima 4 2. A lo largo de los 300 aos si-guientes, Nagasaki se convirti en el conducto de toda la tecnolo-ga occidental que entraba en J a p n 4 3 . La poltica x e n f o b a j a p o -nesa de concentrar a los extranjeros en u n solo punto facilit a losjaponeses el acceso al saber occidental. En 1590, unosjesuitas portugueses establecieron en Nagasaki la primera imprenta me-tlica del este de Asia 4 4. Cuarenta y seis aos despus , los jesutas fueron expulsados por sus intromisiones polticas y su proselitis-mo religioso, y su lugar fue ocupado por la C o m p a a Holandesa de las Indias Orientales, que j a m s de j que tales cosas se inter-pusieran en el camino de una oportunidad de hacer negocios rentables4 5.

    Sin embargo, los holandeses no tardaron en dar a sus anfitrio-nes algo ms que el comercio. La medicina occidental entr en J a p n en la d c a d a de 1640, cuando los altos funcionarios y has-ta el mismo sogn buscaban los cuidados del md ico residente de la C o m p a a de las Indias Orientales 4 6 . Pronto empez a for-marse y a titularse a estudiantes japoneses en Nagasaki, y as fue cmo se introdujeron las tcnicas mdicas occidentales en Ja-pn 4 7 . A comienzos del siglo x i x , u n mdico j a p o n s llev a cabo la primera intervencin quirrgica de la historia con anestesia general. La operacin, una mastectoma, sigui procedimientos europeos, con la salvedad de que el mdico utiliz una mezcla de hierbas orientales para provocar la inconsciencia en la pacien-te 4 8 . A l combinar los conocimientos de Oriente y Occidente, los japoneses se haban adelantado en el campo de la medicina, y a los europeos les costara cuarenta aos ponerse al da.

    Adems de la medicina occidental, los holandeses trajeron a losjaponeses telescopios, barmetros , cmaras oscuras, linternas mgicas y hasta gafas de sol a travs de Nagasaki4 9. En 1720, u n sogn curioso e m p e z a permit i r los libros occidentales en Ja-p n 5 0 ; su inters por Occidente tambin condujo a la gradual consagracin de Edo [la actual Tokio] como nuevo centro de Es-tudios Holandeses . Cuando las caoneras estadounidenses apa-

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  • recieron en 1853, losjaponeses pudieron ponerse rpidamente al da de sus nuevos adversarios porque disponan de muchos in-genieros formados en Estudios Holandeses"' 1 . En 1855, los ho-landeses entregaron a los japoneses su pr imer barco de vapor, que residira en la nueva Estacin de Formacin Naval de Naga-saki 3 2. Cuando losjaponeses comenzaron a copiar agresivamente las tcnicas militares occidentales, Nagasaki sigui siendo el puerto de entrada tanto del conocimiento como de los bienes. En menos de cien aos , ese saber mil i tar y tecnolgico permiti a

    J a p n conquistar gran parte de Asia y sorprender a la marina es-tadounidense en Pearl Harbor.

    C M O SE P R O D U J O E L BOOM D E B A N G A L O R E

    Desde la Atenas clsica pasando por el Bagdad del siglo v m hasta llegar a Nagasaki, las ciudades siempre han sido la forma ms efec-tiva de transmisin del saber entre civilizaciones. No se trata de una simple casualidad. La proximidad urbana permite a las cultu-ras entrar en contacto reduciendo la maldicin de la complejidad de la comunicacin; en otras palabras, la posibilidad de transmitir u n mensaje confuso aumenta con la cantidad de informacin transmitida. Transmitir u n simple s o no es fcil, pero es mucho ms difcil ensearle a alguien astrofsica o teora econmica.

    La comunicacin entre culturas siempre es complicada y en la traduccin siempre se pierde algo. Las nuevas ideas procedentes de nuevos continentes pueden ser tan distintas de nuestro saber actual que tengamos que dar gigantescos saltos intelectuales, lo que invariablemente significa que necesitaremos mucha asisten-cia y asesoramiento. Puede que comprendamos el contexto de las ideas en nuestra sociedad, pero muchas veces vamos a la deriva al enfrentarnos a pensamientos que proceden de una sociedad to-talmente distinta, como los traductores del Sindhind, que no com-prendan la matemtica euclidiana que subyaca a dicha obra.

    Las ciudades y la interaccin cara a cara que estas fomentan son herramientas que reducen la maldicin de la complejidad comunicativa. Largas horas frente a frente permiten a los interlo-

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    1 U K K A h K J L A I N r-J

    cutores asegurarse de que se han entendido. Es fcil ofender sin querer a u n miembro de otra cultura, pero una sonrisa clida puede suavizar conflictos que de lo contrario podr an dar paso a furibundos intercambios de correos electrnicos. En ciudades como Nagasaki, Bagdad o Bangalore, especializadas en comuni-caciones internacionales, surgen expertos en la importacin de informacin. Tales ciudades son lugares convenientes para que los extranjeros se familiaricen con la ciencia, el arte y el comercio de la sociedad anfitriona, y viceversa.

    El xito de ciudades como Bangalore no es solo una cuestin de comunicaciones internacionales. Esas ciudades crean u n crcu-lo virtuoso en el que los dadores de empleo se sienten atrados por la gran reserva de empleados en potencia y en el que la abundan-cia de empleadores potenciales atrae a los trabajadores. As que las empresas acuden a Bangalore por los ingenieros, y los ingenieros acuden por las empresas. La escala urbana tambin facilita que los trabajadores pasen de u n empleo a otro. En las industrias muy em-prendedoras, los trabajadores prosperan dando el salto de unas industrias a otras. La gente joven se hace ms productiva y recibe mejores salarios segn va cambiando de empresas y adquiriendo nuevos conocimientos. La abundancia de empleadores locales tambin ofrece u n seguro tcito contra el fracaso de las nuevas empresas. En Bangalore siempre habr otra empresa de software. Es ms, las concentraciones densas de talento empresarial fomen-tan el desarrollo de las industrias emparentadas, caso de los inver-sionistas de capital riesgo que trabajan cerca de Silicon Valley.

    Las fuerzas que imponen la concentracin en una sola ciudad estn claras, pero los motivos por los que una ciudad en particu-lar emerge como centro de transmisin de informacin no resul-tan tan evidentes. Por qu , de todas las ciudades indias, es Ban-galore la que ocupa esta posicin? Bangalore tiene u n clima relativamente benigno, ms seco que el de Bombay y mucho me-nos agobiante que el de D e l h i 5 3 . La fuente de la vitalidad de Ban-galore no es la geografa , sino el conocimiento. U n ncleo inicial de pericia ingeniera atrajo a empresas como Infosys, y as naci u n crculo virtuoso en el que empresas y trabajadores inteligen-tes se congregan en Bangalore para estar cerca unos de otros.

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  • El . T R I U N F O D K L A S C I U D A D E S

    Poca gente ha sacado mayor provecho de la prox imidad de Bangalore que los tres mult imil lonarios de Infosys de la ciudad. Infosys fue fundada en 1981 y se traslad a Bangalore en 1983 5 4. En el verano de 2008, la empresa tena cerca de 100.000 emplea-dos, y su capitalizacin burstil superaba los 30.000 millones de dlares . La Infosys actual es u n f e n m e n o globalizado, que reali-za importantes operaciones en software, servicios bancarios y consultora de negocios. Esencialmente, Infosys vende intel i -gencia (la suministren seres humanos o mquinas ) a la veloci-dad del rayo alrededor del mundo , y se toma en serio los conoci-mientos de sus empleados, pues educa cada a o a miles de personas en su centro de formacin de Mysore. Menos del 2 por ciento de los solicitantes de empleo de Infosys consigue acceder a una plaza en ese centro de formacin, y eso lo convierte en u n lugar mucho ms competitivo que cualquier escuela de la Ivy League 5 5.

    Narayana Murthy, uno de los fundadores de Infosys, se licen-ci en Ingeniera por la Universidad de Mysore y el Instituto In-dio de Tecnologa en Kanpur. Pero es posible que fuera en Patni Computers, durante la dcada de 1970, donde Mur thy asimil sus conocimientos ms valiosos. Patni era una empresa especiali-zada en comercializacin, uno de los primeros conectores entre Estados Unidos y la India , y los indios que la fundaron haban vi-vido en Norteamrica . Vieron las oportunidades para el software indio y abrieron una trastienda en Pune. Mur thy trabaj all con otros seis fundadores de Infosys, donde aprendieron a ligar el ta-lento indio a los mercados estadounidenses.

    En 1981 Murthy y sus socios abandonaron Patni para fundar su propia empresa de venta de software a clientes extranjeros. Mur-thy pidi 250 dlares prestados a su esposa para cubrir gastos. En 1982, consiguieron su pr imer cliente estadounidense, una em-presa de software. En 1983, se trasladaron a Bangalore para sumi-nistrar software a. un fabricante a lemn de bujas que se haba esta-blecido all en 1954 y que quer a que Infosys estuviera cerca para que la informacin fluyera con facilidad entre las dos empresas. A Infosys tambin le atraa Bangalore porque cerca de la ciudad haba escuelas de Ingeniera de primera.

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    Q U F A B R I C A N E N B A N G A L O R E ?

    Durante los ltimos veinticinco aos , Infosys ha abierto ofici-nas en Estados Unidos, Canad , Hi spanoamr ica y Europa, pero su centro sigue estando en Bangalore. El auge de Infosys parece insinuar que la distancia ha muerto, pero eso se puede interpre-tar con la misma facilidad como una prueba de que la cercana es ms importante que nunca. A l concentrar tanto talento en un mismo lugar, Bangalore facilita los negocios entre empresarios indios y extranjeros, sean de St. Louis o de Shanghai. Puede que Bangalore sea ms afortunada que cualquier otra ciudad hind, pero solo porque su fortuna se la ha labrado ella misma. Debido a decisiones que tomaron hace mucho tiempo los maharajaes de Mysore y sus ministros, en la actualidad abundan los ingenieros. Mysore tiene una larga tradicin de asimilacin de nuevas tecno-logas. Durante el siglo x v m , el sultn infligi a los britnicos una terrible derrota con ayuda de caones importados maneja-dos por marineros no menos importados. Entre los principados que componan el Imper io Britnico en la India, Mysore destac por su competencia, pero el ms espabilado de sus lderes fue sir Mokshagundam Visvesvaraya, o sir MV, que fue pr imer ministro de este estado a comienzos del siglo x x .

    Sir M V naci a unos cincuenta y seis kilmetros de Bangalore y curs sus estudios secundarios en dicha ciudad. Tras una ilustre carrera como ingeniero de caminos, regres a Bangalore y en 1908 se convirti en pr imer ministro de Mysore. Junto con el ma-haraj, que no solo era inmensamente rico sino adems asom-brosamente progresista, sir M V impuls u n programa de moder-nizacin radical que inclua presas, hidroelectricidad, aceras y, lo ms importante, escuelas. El lema de sir M V era industrializar o morir , pero en lugar de limitarse a impulsar grandes proyec-tos de construccin, insisti en la educacin, necesaria para sacar adelante los proyectos de forma eficiente. Las infraestructuras acaban volvindose obsoletas, pero la educacin perdura, ya que una generacin inteligente educa a la siguiente.

    En Estados Unidos y Europa, la industrializacin rara vez fo-ment la educacin. Gran parte del atractivo de las fbricas, tan-to para sus propietarios como para los trabajadores, resida en que estas no empleaban a artesanos, sino a trabajadores no cuali-

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  • ficados. Sin embargo, para sir MV, la industrializacin significaba formar a los ingenieros que iban a poder importar tecnologa de Occidente, igual que haba hecho l. Fund tanto la Universidad de Mysore como el Colegio de Ingenieros de Bangalore, que en la actualidad lleva su nombre. De esos centros surgi un grupo de ingenieros que sigue en activo hoy.

    A mediados del siglo x x , Mysore estaba completamente indus-trializada. Su gobierno proempresarial atrajo a Bangalore a H i n -dustan Aeronautics L imited , Hindustan Machine Tools, Bharat Heavy Electricals y a Indian Telephone Industries. Tambin atra-j o al fabricante a lemn de bujas que ms tarde llev Infosys a Bangalore. Aquellas primeras empresas fueron importantes no porque el futuro de Bangalore estuviese en la industria pesada (no lo estaba), sino porque nutr ieron al grupo de ingenieros. A partir de 1976, Bangalore tambin prepar el terreno para su preponderancia en tecnologas de la informacin lanzando u n programa exhaustivo de mejora de carreteras, el suministro elc-trico y otros servicios pblicos.

    E S T U D I O S Y X I T O U R B A N O

    Las razones que llevan a una ciudad a tr iunfar t ienen mucho ms que ver con su capital humano que con sus infraestructuras fsicas. En Estados Unidos, para estimar el nivel de formacin de una localidad se suele recurr i r al porcentaje de poblac in que tiene u n ttulo universitario, aunque hay que reconocer que a escala individual se trata de una vara de medir imperfecta. Emplear los ttulos universitarios como sistema de medida con-vertira a B i l l Gates, sin duda una de las personas con ms talen-to del planeta, en u n indocumentado.' Sin embargo, a pesar de su tosquedad, no existe n inguna otra forma de medida mejor para explicar la prosperidad urbana reciente. U n aumento en un 10 por ciento de la poblac in adulta de una determinada zona con licenciaturas obtenidas en 1980 permite pronosticar un 6 por ciento ms de crecimiento de los ingresos entre 1980 y 2000 5 6. A medida que la p roporc in de la poblac in que tiene

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    ttulos universitarios aumenta en un 10 por ciento, el producto metropol i tano bruto per cpita se incrementa en u n 22 por ciento 5 7 .

    La gente acude a las reas donde abunda el empleo cualifica-do debido a los mayores ingresos, y el estado de la educacin en 1970 contribuye de forma impresionante a explicar qu ciuda-des, entre las ms antiguas y ms fras de Norteamrica , lograron reinventarse con xito. Entre 1970 y 2000, la poblacin de los condados en los que ms del 10 por ciento de la poblacin adulta tena ttulos universitarios creci en u n 72 por ciento, mientras que la poblacin de las zonas en las que los tena menos del 5 por ciento de la poblacin creci en un 37 por ciento 5 8 .

    Vivimos en una era de expertos, en la que los ingresos y la for-macin estn estrechamente ligados. Para cada trabajador, u n ao extra de estudios suele plasmarse en u n 8 por ciento ms de ingresos5 9. De media, y para toda la poblacin de u n pas , ese a o extra se asocia a u n incremento de ms de u n 30 por ciento en el producto inter ior bruto per cpita. La asombrosa correlacin en-tre la educacin y el PIB de u n pas quiz refleje lo que los econo-mistas denominan externalidades del capital humano, trmino que designa el hecho de que la gente es ms productiva cuando trabaja con otras personas cualificadas6 0. Cuando en u n pas au-menta el nivel de educacin, sus ciudadanos se benefician tanto del efecto directo de su propio aprendizaje extra como de los be-neficios procedentes de que toda la gente que les rodea est ms cualificada.

    En el mundo desarrollado, el vnculo entre formacin y pro-ductividad urbana se ha ido haciendo cada vez ms marcado des-de la dcada de 1970 6 1. En aquella poca , en las localidades con menor nivel de formacin, llenas de trabajadores fabriles con suel-dos altos y sindicatos poderosos, sola ganarse ms que en las reas con u n nivel mayor de formacin. En 1970, los ingresos per cpita eran ms altos en zonas industriales como Cleveland o De-troi t que en reas metropolitanas con mayor educacin, como Boston y Minepolis . Durante los ltimos treinta aos, sin embar-go, las ciudades industriales con menores niveles de formacin han deca do , mientras que las ciudades productoras de ideas y

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  • mayores niveles de formacin han prosperado. En 1980, los varo-nes que haban asistido a la universidad durante cuatro aos ga-naban alrededor de u n 33 por ciento ms que los que haban de-j ado los estudios despus de la enseanza secundaria, pero a mediados de la dcada de 1990 esa disparidad en los ingresos ha-ba llegado hasta casi u n 70 por ciento 6 2 . Durante los ltimos treinta aos , la sociedad estadounidense se ha vuelto menos igua-litaria, en parte porque el mercado recompensa cada vez ms a la gente con ms formacin.

    Pese a que nadie discute el marcado incremento del valor de la formacin, existen teoras rivales sobre por qu se ha vuelto ms valiosa. Existe una escuela de pensamiento que subraya el papel del cambio tecnolgico. Determinadas nuevas tecnologas, como los ordenadores, han incrementado los beneficios de tener una formacin mayor. Otras nuevas tecnologas, como los robots en las fbricas de automviles, han reducido la necesidad de mano de obra no cualificada 6 3. No solo las propias tecnologas , sino tambin el r i tmo de la evolucin tecnolgica, favorecen a los titulados. Existen muchos estudios que demuestran que la gente formada se adapta mejor a circunstancias nuevas, como la intro-duccin del maz hbrido y los ordenadores 6 4. A l igual que a las personas cualificadas, tambin parece que a las ciudades cualifi-cadas se les da mejor reinventarse en tiempos voltiles.

    Una segunda escuela de pensamiento hace hincapi en el pa-pel del comercio internacional y la globalizacin. De acuerdo con este punto de vista, la reduccin en los costes del transporte posibilit la externalizacin de la mano de obra menos cualifica-da 6 5 . En tiempos, los fabricantes de coches de Detroit gozaban poco menos que de u n monopol io sobre las compras de autom-viles en Estados Unidos, pero en la actualidad esas empresas se enfrentan a una dura competencia por parte de J a p n , Europa y Corea, y eso dificulta mucho el mantenimiento de salarios eleva-dos para los trabajadores menos cualificados.

    Por supuesto, tambin se estn externalizando empleos ms cualificados. Ese es uno de los motivos del xito de Bangalore. Sin embargo, y al menos hasta la fecha, los norteamericanos y europeos cualificados parecen haber sacado ms partido de la

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    capacidad de jugar en el mercado mundia l del que han perdido a raz de la competencia extranjera. La gente mejor formada de los pases ricos ha prosperado vendiendo sus ideas al m u n d o en-tero y utilizando el trabajo del resto del m u n d o para fabricar sus inventos a u n precio ms barato. Los productores de software de Bangalore no han condenado a Silicon Valley a la obsolescencia. A l contrario, al abaratar la producc in de software, han facilitado el desarrollo de la investigacin en Silicon Valley.

    E L A U G E D E S I L I C O N V A L L E Y

    El centro de tecnologa de la informacin ms importante de Es-tados Unidos se encuentra en el condado de Santa Clara, Califor-nia, ms conocido para la mayora de nosotros como Silicon Va-lley. A l igual que Bangalore, Silicon Valley accedi a esa posicin gracias a que cultiv su fortuna invirt iendo en educacin. Hace un siglo, cuando Nueva York y Nagasaki eran ciudades antiguas, los ordenadores no existan, y el condado de Santa Clara estaba lleno de huertos y granjas. Esta comunidad agrcola se convirti en una de las capitales mundiales de la alta tecnologa porque u n magnate del ferrocarril , el senador Leland Stanford, decidi cons-truir una universidad en su granja de caballos de 3.200 hectreas 6 6 .

    Fundar universidades, como criar caballos, era una de las for-mas que tenan los millonarios dec imonnicos de gastar su dine-ro sobrante. En m i diploma de la Universidad de Chicago apare-ce en letras doradas el nombre del fundador de la era dorada del centro, John D. Rockefeller. Pero mientras que lo que Rockefe-11er tena en mente era una universidad baptista y contrat a u n clasicista como presidente, Leland Stanford inaugur Stanford declarando que la vida es fundamentalmente prctica, y estis aqu para formaros con vistas a una carrera provechosa 6 7 . Lo que buscaba era lderes comprometidos con el mundo real, con el desarrollo del Oeste de Estados Unidos y con la difusin del conocimiento til.

    El pr imer gran lanzamiento de alta tecnologa de Stanford tuvo sus orgenes en el genio no cultivado de Francis McCarty, el

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  • hijo del cocherojefe del senador Stanford. McCarty de j los estu-dios a los doce aos para trabajar como aprendiz de electricista. En 1904, a los diecisis aos , haba d i seado un transmisor de chispa capaz de transportar una voz a once ki lmetros por en-cima del agua. McCarty no fue el pr imero en transmitir pala-bras por radio, pero poco le falt, y su brillantez le permiti obte-ner respaldo financiero. McCarty falleci trgicamente en 1906, cuando se go lpe la cabeza contra un poste de telfonos en un accidente de trfico. An no haba cumplido los dieciocho aos 6 8 .

    Sin embargo, sus patrocinadores no haban perdido el apetito por la radio, y pidieron a un profesor de Ingeniera de Stanford que recomendase u n sustituto apropiado. El profesor les sugiri a Cyril Elwell, u n brillante alumno de Stanford cuya tesis haba versado sobre la soldadura elctrica. Elwell demostr ser u n buen candidato. Trabaj durante un ao en el diseo de McCarty y concluy que no pod a ofrecer u n servicio de telefona fidedig-no 6 9 . Sin embargo, en lugar de abandonar, Elwell opt por una tecnologa an ms novedosa: el transmisor por arco de Valde-mar Poulsen. Tom u n barco a Copenhague y regres a Palo Alto con u n transmisor Poulsen. Con el respaldo financiero del presi-dente de Stanford, Elwell fund la compaa Poulsen Wireless Telephone and Telegraph, que pronto sera rebautizada como la Federal Telegraph Corporat ion 7 0 .

    La FTC fue la empresa pionera de la industria de la radio en Silicon Valley, y atrajo talento y dio lugar a tantas empresas empa-rentadas. Lee De Forest, el inventor del transmisor audin, l leg a FTC en 1910, cuando quebr su propia empresa. All dise la primera vlvula de vaco 7 1 , una pieza fundamental de la tecnolo-ga de la radio hasta el ao 1947, cuando otro producto de Palo Al to , Wil l i am B. Shockley, encabez el grupo que invent su susti-tuto, el transistor 7 2. Incluso despus de que De Forest se marcha-ra, FTC prosper gracias a los contratos con la Armada y el acce-so a los brillantes alumnos de Stanford 7 3 . El pr imer doctorado en ingeniera elctrica de Stanford fue otorgado sobre la base del trabajo realizado en FTC 7 4 .

    A l igual que empresas posteriores de Silicon Valley, FTC en-g e n d r una progenie distinguida. Dos daneses que haban veni-

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    Q U F A B R I C A N E N B A N G A I . O R K ?

    do a Palo Al to para ayudar con el transmisor de arco se marcha-ron para fundar Magnavox 7 5 . Ot ro empleado de FTC invent el primer detector de metal y fund Fisher R