El Último Día Con Charli

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  • 7/23/2019 El ltimo Da Con Charli

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    El ltimo da con Charli

    Mientras esperaba en las escaleras, record una pelea que haba tenido con Charli

    muchsimo tiempo atrs. Estbamos en el centro de la plaza del barrio y pelebamos por

    un lugar en el banco de cemento. Jugbamos, al principio. Pero despus la cara de

    Charli se oli! sombra y yo comenc a sentir "uria. Me rompi! la remera de un tir!n y

    yo le buscaba la cara con mis pu#os. $os dems no haban hecho nada para separarnos.

    $as lgrimas me saltaban rpido, siempre. Pero l tena la cara de cemento como el

    banco, tal ez de acero, y apenas si mostraba en"ado. %o le golpeaba la cabeza contra el

    suelo, esperando que gimiera, que resoplara, que sus o&os, al menos, se humedecieran.

    Pero nunca pude quebrarlo. 'quel da, Charli dio por perdido su lugar en el banco, y se

    march! en silencio de la plaza. %o me qued con los otros, llorando, tambin en

    silencio, mi ictoria.Este episodio, aparecido a la memoria como bruma, estaba libre de nostalgia.

    Era un recuerdo gris, que mis o&os haban isto estampado en el halo de ceniza que era

    la ma#ana. (espus de todo, no haba nada interesante para er en la esquina de Col!n y

    )eneral Paz, e*cepto una tediosa marquesina de letras ro&as.Charli sali! de la secretara con una sombra nuea. Caminaba con una ligereza

    e*tra#a a l, como si aquello que le haban mostrado ah adentro lo "uera empu&ando, a

    pesar y en contra de sus propias cailaciones. +o supe qu preguntarle, ni c!mo.

    - y- se me ocurri! / .

    0e encogi! de hombros y cre que la situaci!n nos e*iga un abrazo, pero Charli estaba

    enuelto en otros pensamientos, y todos esos pensamientos me e*cluan 1y

    probablemente tambin a l2. Caminamos por )eneral Paz, ale&ndonos del centro.

    3rancamente, nunca entend a las personas obsesionadas con el "inal. 4n Charli ms

    &oen me haba dicho una ez algo como esto5 6$o ineitable es cosa de (ios7 que en

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    alg8n terrible momento de la historia la ciencia y sus e&rcitos nos quitaran los misterios

    para esposarlos a tonteras utilitarias no nos e*ime de ning8n impuesto diino9. +o s si

    haba algo detrs de aquellas palabras7 pero encontr horrible que unos a#os hubieran

    bastado para erosionar a ese Charli, para socaarlo hasta de&arlo decidido a presentarse

    en el edi"icio ruin para conocer el da de su muerte.

    ' la gente ya no le interesaba en lo absoluto saber: 0i me preguntaran, dira que

    "ue una moda certera y distinta, pero qued! obsoleta, como lo hacen las modas. Por eso

    me cost! decirle a Charli que s lo acompa#ara, a pesar de lo acostumbrados que

    estbamos a sus singularidades.

    - C!mo es adentro-- Est e*actamente igual a cuando era el correo.

    +o quise saber cundo se morira. $o que anhelaba era entrar en su cabeza,

    acercarme, aunque "uera un poco a esos inisibles y enmara#ados mecanismos que lo

    ena&enaban, o en 8ltima instancia, que lo lleaban a ser como era5 sencillo a la ista,

    intenso hacia adentro, como un relo& imparable.;uiso tomar el ablada, as que esperamos. +inguno de los

    dos tena nada para decir, de modo que me dediqu a obserarlo. ?l apoyaba la cabeza

    sobre el ca#o de la parada7 resignado, como si "uera el mstil de un barco llendolo de

    nueo a la certeza. %o lo miraba con una mueca de horror en la nariz, porque Charli

    estaba plido, ms plido a8n a la luz derrotada de un inierno nublado. Pareca un

    retrato de su misma muerte. Entonces se me ocurri! que estaba en"ermo. En"ermo de

    algo terminal que nos haba ocultado y que habra de matarlo pronto, en una "echa que

    haba sospechado y acababa de con"irmar con la burocracia de sicarios.+o haban pasado diez minutos cuando lleg! el colectio. Charli pag! los dos

    pasa&es con su tar&eta y nos sentamos en el "ondo, mudos. +o quise preguntar a d!nde

    bamos, l no quiso decrmelo. 0e dedic! a mirar por la entana del

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    desandbamos en segundos el trayecto que habamos caminado en minutos. 'garramos

    en ro&o el sem"oro de )eneral Paz y Col!n, y yo mir por quinta o se*ta ez en el da

    la eterna marquesina5 Qu se siente ser una persona del futuro?0ent una especie de

    hartazgo al oler a erla, cosa de ese moimiento cclico de marquesina, as que mir a

    Charli y lo i con el rostro uelto al edi"icio de la secretara. ;u miraba- +adie

    entraba, nadie sala por esas puertas7 como toda la ma#ana, las escaleras estaban acas.

    +i para esperar gente haba nadie en aquel edi"icio enido a la soledad. %a ni llamaba la

    atenci!n, como en sus primeros das, cuando un lustroso cartel lo haba declarado de

    pronto 0ecretara +acional (el (estino. ' eces, grupos de adolescentes se

    amontonaban desa"iantes, omnipotentes y risue#os, como si de alg8n lugar del pasado

    hubieran heredado un nculo otro con la muerte, que no era el nuestro. En esos das, la

    secretara llamaba la atenci!n apenas ms que el resto de los das, pero a las pocas horas

    los ni#os se dispersaban, y el paisa&e de esa esquina ola a tener dibu&ado el aco

    propio y austero de lo "atal. Cuando el sem"oro marc! erde, y el colectio se ale&! de

    la esquina, Charli inclin! su cabeza para seguir iendo. 0onri! despus, al darse cuenta

    de que lo estaba mirando. $os dientes amarillos me hicieron pensarlo ms ie&o, el aura

    gris del "ro me de&! er unas "acciones en"ermizas.El colectio sigui! derecho hasta que )eneral Paz "ue @lez 0ars"ield y a8n

    despus. $os dos nos perdimos por casi media hora, Charli suspendido en su memoria,

    yo suspendido en l. Pensaba en preguntarle a $uisita si estaba en"ermo, o adertirle deque lo estaba7 con"irmarle o con"esarle que Charli haba ido a aeriguar sobre su

    muerte, hacerle saber que yo comparta su desesperante isi!n sobre l. Me haba dado

    cuenta de que su semblante era distinto, su parquedad ms notoria, su parsimonia ms

    oscura. 0i no era que nosotros 1todos2 habamos de&ado de entender a Charli, l haba

    decidido de&arnos. 0e haba ido ale&ando, de a poco, con menos "uerzas a"errado a la

    ida, con decreciente hostilidad hacia la muerte. $uisa, que ms de una ez se haba

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    preguntado si la marcha de su esposo hacia la nada era inconsciente o deliberada, se

    declar! siempre a&ena. % nadie pudo nunca culparla, porque todos saban que esa mu&er

    libraba sus propias y horrendas batallas.

    'traesamos un puente con una ' gigante al costado y Charli me indic! que nos

    ba&bamos en la parada siguiente. +o s qu barrio era, pero seguamos en @lez

    0ars"ield. 'penas ba&amos, se meti! por una calle cuyo nombre nunca supe. %o lo segu

    silencioso, casi intrigado por nuestro destino. >res cuadras despus, Charli golpeaba las

    palmas "rente a las re&as negras de una casa esquina. Enseguida se asom! un ni#o que al

    ernos grit! 6Alleg! CharliB9.

    Era un ca", cosa del pasado5 cinco o seis mesas medianas en un gran liing

    r8stico, con un teleisor de los ie&os. 4na docena de personas nos salud!, todas

    conocan a Charli, nadie miraba teleisi!n. >omaban ca" o cereza. El ni#o de la puerta

    se acerc! y abraz! a Charli. 4na mu&er salida de alguna puerta le grit! 6(os

    cortados-9, y l asinti! sin preguntarme, atento en realidad al muchacho que se a"erraba

    a l con una sonrisa.Estuimos casi todo el da en ese ca", pero recin cuando estuimos por partir

    entend por qu Charli me haba lleado a ese localcito perdido de la zona sur. El

    enmudecido compa#ero de andanzas con el que haba entrado a esa casa haba

    desaparecido. 4na ez aclimatados, me present! a un ie&o amigo que "recuentaba aquel

    liing. El ie&o era una persona "eliz. 3eliz como lo "ue alguna ez Charli, como lo

    haba sido una ez yo. Como habindonos sumergido en otra parte, del todo re"ugiada,e*iliada de nosotros mismos, entablamos una conersaci!n sin "ormalidades ni

    coherencias. El ie&o sin nombre me cont! de su ida todo lo que la elocuencia de la

    edad le haba permitido7 Charli interena con bromas, rea, ya no dbilmente, sino con

    energa resonante, tanto que yo rea tambin por l.

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    que nos haba posedo me sostuiera all conersando. El cortado se oli! luego

    almuerzo y luego ca" puro y la noci!n del tiempo se haba quedado esperndonos

    a"uera, porque tal ez para eso eran las re&as negras7 por eso el ni#o nos haba atendido

    con tanta precauci!n, para que la palidez y el tiempo y el silencio de Charli quedaran

    a"uera.Cuando 0alcedo se despidi!, Charli mir! el relo& y sus o&os no pudieron

    esconder un destello de dolor.

    - >e gusta el lugar- me pregunt! con oz quebrada.- (eberas haberme contado de esto antes, te lo tenas bien guardado respond

    contento .'lgo en ese comentario pareci! herirlo de muerte. Como si hubiera soplado un

    "uerte iento en su rostro, la sonrisa dbil desapareci! y las arrugas se

    acentuaron.- Ests bien, Charli- ;u pasa-- +ada, nada: minti!.

    $o i entornar los o&os y supe que desde las "uerzas ms suyas buscaba palabras.

    Pens que iba a escupir la "echa y la hora de su muerte, pero en su lugar di&o5

    - Este lugar: ac puedo estar tranquilo. @iste que tiene algo:distinto-

    'sent presintiendo algo terrible. (os imgenes de lo que segua se me inieron a la

    mente como una descarga elctrica.

    - Puedo pensar en Malena y 0antiago cuando engo ac.

    0ent que la mandbula me pesaba. (esde que haba conocido a Charli, casi cuarenta

    a#os atrs, nunca lo haba escuchado hablar de sus hi&os. ?l haba puesto tanta sa#a en

    silenciar cualquier menci!n, en eitar hasta las mnimas alusiones, que a eces era

    di"cil recordarlo. Malena haba sido la primera7 haca cinco a#os que Charli y yo

    ramos amigos cuando esa ni#a ino al mundo. 0u coraz!n de&! de latir einte das

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    despus de haber nacido. 0in e*plicaci!n, sin motios. 0olamente pas!5 en alguna

    milsima de segundo la e*istencia se le "ue del cuerpo. +os enteramos por $uisa, unas

    semanas despus. Charli no di&o nada al respecto, no quiso abrazar a nadie. @einte a#os

    despus, le pas! lo mismo a 0antiago. E*actamente lo mismo. 0!lo que 0antiago era un

    adolescente regresando de la escuela. Charli me ais! por tel"ono, tena la oz ms

    espeluznante que yo haya escuchado &ams. +adie nunca 1ni $uisa2 lo io llorar por

    0antiago.0alimos cuando la noche estaba dando batalla al atardecer. Mir una 8ltima ez la

    casa detrs de las re&as, como para anclarla en la memoria. Era, de erdad, un peque#o

    mausoleo de la historia.Pens que bamos a tomar el JD, que nos de&aba en el centro, pero en su lugar 1no

    recuerdo si "ue por insistencia ma2 "uimos a tomar el D en alg8n lugar del otro lado

    de @lez 0ars"ield. 0us palabras me rebotaban en el pecho, se anquilosaban muy

    adentro como angustia. 6Por qu habla de sus hi&os ahora, hoy, despus de tanto-9,

    pensaba. Charli estaba pronto a morir, pero no iba a decirme.Cuando bamos en el colectio, a oscuras, murmur!5

    - Esto se parece mucho a la ida, no-- ;u, andar en colectio-

    $anz! una carca&ada con tanta "uerza que tuo que agarrarse el pecho.

    - 0, andar en colectio di&o a8n riendo.

    'sent sin pensar. El D nos de&! en una plaza. +os sentamos en un banco en el centro,

    un banco de cemento que sugera un recuerdo le&ansimo o una bruma que la noche o el

    tiempo haban tapado con sus toneladas. Pens que l hablara, pero no hizo ms que

    cerrar los o&os y entregarse a la intemperie helada de la memoria. Pasaron unos minutos

    y "inalmente le pregunt.

    - Ests en"ermo, Charli- >e as a morir-

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    Me mir! inmutable, el "ro lo haba hecho ausente de su propia mirada.

    - 0 contest! seco estoy en"ermo. >engo el est!mago hundido.

    Mir! el relo& y se qued! pensando. (espus, con un ademn resignado, se leant!.

    - Me oy.

    ;uise decir algo, preguntar, pero la noche me haba aplastado contra el banco, y un

    cansancio me inada el lado izquierdo de a poco. Charli se ale&! caminando, sin apuro.

    +o mir! atrs ni una sola ez. $o i perderse en alg8n matiz de la oscuridad blanca del

    inierno. (espus entend que no olera a erlo nunca. $a marquesina de Col!n y

    )eneral Paz me haba tomado la cabeza. El resto del cuerpo se me haca de cristal, de

    un cristal "ro.% unos minutos despus, como deba decir bien claro en alg8n papel o en alguna

    s!lida base de datos, la plaza qued! desierta.