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EL UNIVERSO TERMINADO Ya sabemos que el universo, tal cual ahora lo conocemos no está totalmente acabado. De allí que no podamos de- cir al ver que suceden cosas terribles –enfermedades, maremotos, guerras, crímenes...- “¡qué mal hizo Dios las cosas!” Todavía no las terminó. ¿Podés protestarle a un arquitecto, a los pocos días de iniciada la construcción de un edificio, el que éste todavía no tenga paredes, ni agua, ni electricidad? ¡Es- perá que lo termine! Pero ¿qué es lo que dicen los as- trofísicos respecto del fin del universo? ¡Mmmmm! El futuro no parece dar lu- gar al optimismo. Por ejemplo, respec- to de la tierra. Hay muchos continentes que se encuentran hoy en los límites de las capas tectónicas que flotan sobre el magma líquido de la tierra. Por ejemplo toda Italia se encuentra en uno de esos límites, de allí que haya allí tanta activi- dad volcánica: el Vesubio, el Etna. Te- nemos noticias frecuentes del tremendo poder de estos choques, que producen terremotos y maremotos. Pues bien, los estudiosos pronostican que, en el lapso de unos cuantos miles de años más, toda Italia, junto con Roma, Nápoles, Florencia, Ve- necia y todas las obras humanas allí realizadas se hundirán en el mar. De todas maneras, peor todavía, es sabido que el sol, para darnos la luz y la energía que sostiene nuestra vida en la tierra, gasta 100.000 millones de toneladas de hidrógenos por segundo trans- formándolas en helio. Dentro de no más de 4000 millones de años eso hará que el sol estalle en una explosión tremenda que llegará a la órbita de Júpiter, arrastrando consigo a 283 Lección 16 La ‘Scala Santa’ (la escalera santa). Se le llama así porque, según una tradición se trataría de la escalinata que Jesucristo ascendió en el palacio de Pilato en Jerusalén el Viernes Santo. Fue traída a Roma por Santa Helena en el siglo IV. Los peregrinos la suben de ro- dillas y en oración. Simboliza nuestro camino hacia la glorificación.

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EL UNIVERSO TERMINADOYa sabemos que el universo, tal cual

ahora lo conocemos no está totalmente acabado. De allí que no podamos de-cir al ver que suceden cosas terribles –enfermedades, maremotos, guerras, crímenes...- “¡qué mal hizo Dios las cosas!” Todavía no las terminó. ¿Podés protestarle a un arquitecto, a los pocos días de iniciada la construcción de un edificio, el que éste todavía no tenga paredes, ni agua, ni electricidad? ¡Es-perá que lo termine!

Pero ¿qué es lo que dicen los as-trofísicos respecto del fin del universo? ¡Mmmmm! El futuro no parece dar lu-gar al optimismo. Por ejemplo, respec-to de la tierra. Hay muchos continentes que se encuentran hoy en los límites de las capas tectónicas que flotan sobre el magma líquido de la tierra. Por ejemplo toda Italia se encuentra en uno de esos límites, de allí que haya allí tanta activi-dad volcánica: el Vesubio, el Etna. Te-nemos noticias frecuentes del tremendo poder de estos choques, que producen terremotos y maremotos. Pues bien, los estudiosos pronostican que, en el lapso de unos cuantos miles de años más, toda Italia, junto con Roma, Nápoles, Florencia, Ve-necia y todas las obras humanas allí realizadas se hundirán en el mar. De todas maneras, peor todavía, es sabido que el sol, para darnos la luz y la energía que sostiene nuestra vida en la tierra, gasta 100.000 millones de toneladas de hidrógenos por segundo trans-formándolas en helio. Dentro de no más de 4000 millones de años eso hará que el sol estalle en una explosión tremenda que llegará a la órbita de Júpiter, arrastrando consigo a

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La ‘Scala Santa’ (la escalera santa). Se le llama así porque, según una tradición se trataría de la escalinata que Jesucristo ascendió en el palacio de Pilato en Jerusalén el Viernes Santo. Fue traída a Roma por Santa Helena en el siglo IV. Los peregrinos la suben de ro-dillas y en oración. Simboliza nuestro camino hacia la glorificación.

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todos los planetas intermedios: Venus, Tie-rra, Marte. Es verdad que, para entonces, la humanidad podrá haberse trasladado a pla-netas de otras estrellas, pero, como todas las estrellas se gastan, lo cierto es que todo el universo un día se apagará. Todas las es-trellas explotarán, colapsarán en agujeros negros y terminará en una radiación oscura y fría–la radiación de Hawking, la llaman los científicos- que, al parecer, durará, de este modo, indefinidamente, para siempre, sin posibilidad alguna de vida y con todas las

obras de los hombres o de otros habitantes del universo destruidas y desaparecidas.¿Será eso el final del mundo? Si Dios hubiera hecho todas las cosas para que termina-

ran de esta manera ¿sería un Dios bueno? ¿Para qué tanto esfuerzo, tanta belleza, tanta sabiduría escondida en las cosas, si todo finaliza práctica-mente en la oscuridad y en la nada? No sólo que todos los hombres tarde o temprano se mueren –aunque la ciencia médica pueda prolongar su existencia, algunos dicen, has-ta los mil años- ¡sino que todo el universo desaparecerá!

¿Qué respuesta da Dios a estas preguntas angustiosas que se hacen los científicos respecto del futuro del hombre?

Dios nos responde en la revelación -y nos lo ha anticipa-do en la Resurrección de Jesús y en la Asunción de la San-tísima Virgen-, que este mundo, sí, pasará, pero Él recreará un universo nuevo. Universo en donde ya viven Jesús y María: “Los nuevos cielos y la nueva tierra”. La Resurrec-ción no es una vuelta a esta vida en el mundo que pasa, en el universo que se gasta, sino la creación definitiva, ahora sí terminada, en donde estarán los varones y mujeres que ha-yan sido considerados dignos de vivir allí, participando del

vivir divino, ha-biéndose comportado en este mundo como verdaderos hijos de Dios, siguiendo las hue-llas de Cristo en Fe, Esperanza y Caridad.

Ese nuevo estado no lo podemos imaginar y apenas pensar. Nuestros cerebros están hechos sólo para procesar bien los datos de este mundo. Así como un ciego de nacimien-to no puede imaginar los colores y sólo puede llegar a saber algo de ellos por comparación con aquellas cosas que percibe –le podemos

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¡Hacia arriba!

Jardín

Oasis de Jericó

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decir, por ejemplo, el azul es como una sensación fría; el colorado, como una caliente- así respecto de esa nue-va tierra y nuevos cielos sólo podemos acercarnos por comparaciones. Jesús usa muchísimas comparaciones: dice que ese mundo nuevo será, como una fiesta per-manente, como un banquete, como unas bodas. Utili-za también las viejas imágenes de lo que les gustaba a los hombres del desierto: un jardín, un paraíso. Leamos, después, todo eso en la sección Sagrada Escritura.

Pero lo más importante de esa definitiva creación es que participaremos, a la medida de la Caridad que ha-

yamos alcanzado en este mundo, de todas las riquezas felicidad, belleza y alegría de Dios, cuyos anticipos hemos disfrutado en las cosas lindas de esta vida. ¡El aperitivo!, decimos.

A eso lo llamamos ‘ver a Dios’ o Cielo. Es que, insista-mos, el hombre no puede referirse a las cosas espirituales sino por comparaciones que saca de lo que sus sentidos perciben. Una de las comparaciones más antiguas es la del ‘arriba’ y la del ‘abajo’. ‘Ascender’, por ejemplo, no es sólo una expresión que sirva para describir a un alpinista que sube una montaña o un avión que se dirige hacia las nubes. También decimos ‘tal equipo de fútbol ascendió de la se-gunda a la primera división’, o ‘a ese señor le dieron un

ascenso’, o ‘a ese militar lo ascendieron de coronel a general’. ¿Ves?¡ ya no se trata de subir o bajar en el espacio! sino de subir o bajar en jerarquía, en el cargo, en la digni-dad. Por eso decimos que Jesús ‘ascendió’ a los cielos o al cielo.

CIELOEl término viene del latín ‘coelum’ y ´’coelum’ del griego ‘koilon’ que designa lo cóncavo, lo vacío. El hombre antiguo –también los judíos- pensaban que la tierra estaba cubierta por una especie de gran campana de vidrio, como esos fanales con los cuales tapamos el queso, en donde estaban prendidos el sol, la luna, los planetas y las estrellas. Pero como Dios tenía que estar más allá de esa concavi-dad o cielo, se afirmaba que estaba por encima del cielo o en el cielo. ¡Claro que eso es sólo una metáfora, una comparación, una imagen! Dios está ¡en Dios! ¡en todas partes! Dios es el Cielo o los Cielos. Por eso los evangelios pueden hablar indistintamente del Reino de Dios o del Reino de los Cielos.Del término cielo deriva la palabra ‘celeste’, que al mismo tiempo designa el color, y lo divino o ‘celestial’.

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Un ciego de nacimiento tratando de adivinar los colores por medio del tacto

Banquete

¡Volar! ¡Qué lindo ir para arriba!

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Claro que así como uno puede ascender, crecer, ir para arriba, ocupar cargos cada vez más ‘altos’; también se puede ir abajo, descender, degradarse. ¡Qué tristeza! Uno de los peores sufrimientos de Jesús en la cruz fue ver y sufrir cómo había quienes se degradaban. “¡Descendió a los infiernos!” decimos en el Credo. ¡Qué dolor para Jesús!

GRADO, DEGRADAR, REPETIR EL GRADOGrado quiere decir escalón. La grada o las graderías de un estadio o un teatro, decimos. También podemos subir o pasar de grado o repetir el escalón o incluso bajarlo. Ser ¡degradados! Y vos ¿en qué grado estás? ¿en qué grado de amor, de santidad? ¿Querés ascender o descender? ¡No quiero ser un varón o una mujer degradado!

INFIERNOEn latín ‘arriba’ se dice ‘superius’. De allí proviene el término ‘superior’. ‘Abajo’ se dice ‘inferius’. De allí, ‘inferior’. El puesto o lugar más abajo de todo es el ínfimo, en latín el ‘ínferus’. De este término latino espacial, deriva nuestro vocablo ‘infierno’, usado para designar la ‘degradación’, el ‘descenso’ último, al cual puede llegar el hombre si da la espalda al amor de Dios.Así pensaba imaginativamente el hombre antiguo: cuando uno se muere se va abajo, incluso literalmen-te, porque hay que enterrarlo, meterlo debajo de la tierra. ¡A menos que Dios te resucite y te lleve con El ‘p’arriba’, ‘al Cielo’!¿Ves que no se puede hablar de estas cosas sublimes sin utilizar palabras que se refieran al espacio, al arriba y al abajo?

Dios, pues, nos ha creado no para que terminemos nuestro vivir cuando mura-mos, cuando el universo que conocemos se apague, sino para poder saltar, ascender de esta vida puramente humana, terrena, a la que Él nos ofrece. ¡Su propia Vida! Esa Vida no la podemos alcanzar por nuestras propias fuerzas, sino que tenemos que aceptarla libremente como Gracia, y empezar a vivirla en la Fe, la Esperanza y la Caridad. La Fe nos ilumina respecto del motivo por el cual Dios nos ha creado: ¡llevarnos a vivir su propia Vida! La Esperanza es la que, más allá de nuestras fuer-

zas humanas, nos da energías para encaminarnos a esa Vida que Dios nos ofrece y comenzar a ejer-citarla desde ya en la santidad. Pero es la Caridad, el amor sobrenatural ¡el mismo Amor con el cual Dios se ama y nos ama! el que -creciendo dentro de nosotros- nos permitirá el encuentro con Dios y la participación plena de todos sus bienes y riquezas.

Porque Él nos ama y nosotros le retornamos amor en Caridad sobrenatural, por eso, como entre los verdaderos amigos, todo lo nuestro es de Dios y todo lo de Dios es nuestro. Si no respondemos al amor de Dios con nuestro amor, con la Caridad, Él no puede obligarnos a esta amistad en la cual nos da Su Vida y Su Dicha.

Por eso Dios nos dice que lo amemos. ¡Qué ma-

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ravilla que nos permita amarlo, nosotros que no somos más que pequeños seres humanos! ¡ser sus amigos! Pero es que sólo amándolo podemos ser partícipes de su felicidad. No hay otra manera.

De allí que sólo el que ama a Dios y lo ama sobre todas las cosas, es decir dán-dose a Él por entero, sólo el que se sacri-fica, se hace hostia, ofrenda, de modo que Dios lo pueda considerar Suyo, sólo el que vive y termina su vida así, puede alcanzar la Vida eterna, el Cielo, la plenitud de la Felicidad.

¡Y ahora sí que Dios finalizó felizmente la obra de arte de su Creación, de la defi-nitiva humanidad, en donde el Señor, Jesús, y la Señora, María, reinan por los siglos de los siglos!

PURGATORIOAmar a Dios sobre todas las cosas, sin apegos desordenados, sin pecados veniales, sin imperfeccio-nes, sin darme a medias es muy difícil. Todo lo que no hayamos ofrecido libremente a Dios en nuestra vida mortal tiene que dejarse atrás, limpiar, purificar. ¡Tiene que hacerse ‘puro’, pura entrega a Dios! En latín hacer a algo puro se dice ‘purus ágere’. Esta expresión, en el uso, se achi-ca y transforma en ‘pur-gare’ que, en castellano, se dice ‘pur-gar’. A lo que purifica o purga se le llama ‘purgatorio’. Por eso decimos que hay algo -que no sabemos muy bien de qué se trata- que se llama ‘Purgatorio’ que los que no se hayan he-cho ofrenda perfecta a Dios, o sea totalmente santos deberán pasar para ingresar, hechos pura ofrenda, en el Cielo. Sería muy tonto el que lo quisiéramos imaginar de cualquier ma-nera, ni como lugar, ni como tiempo. Sólo sabemos que ese paso existe y que, a quienes han de pasar esa purificación les ayuda nuestra oración.La Iglesia reza por los difuntos o para ayudarlos en ese ofrecerse final de sí mismos o para rogar que hayan obtenido, antes de morir, la gracia de la plena conversión y entrega y el perdón de todos sus pecados.

SAGRADA ESCRITURANadie puede llegar a la Vida sin la Gracia de Dios. Así canta el salmista:“No, nadie puede rescatarse a sí mismo (de la muerte) ni pagar a Dios el precio de su liberación, para poder seguir viviendo eternamente sin llegar a ver el se-pulcro: el precio de su rescate es demasiado caro y todos desaparecerán para siempre. Cualquiera ve que mueren los sabios, necios e ignorantes perecen por igual y dejan a otros sus riquezas: la tumba es su residencia perpetua, su morada por los siglos de los siglos, por más que hayan poseído muchas riquezas.Éste es el camino de los confiados, el destino de los hombres satisfechos: son un rebaño para el abismo, la muerte es su pastor, y bajan derechos a la tumba;

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se desvanece su figura y el abismo es su casa”.Sin embargo, los que creen en el Señor, los que serán rescatados por Jesucristo, tendrán otro destino:“Pero a mi Dios, me salva, me saca de las garras del abismo y me lleva consi-go” (Salmo 50 [49], 12.15-16; cf. Salmo 16, 8-11).“El resultado de esas obras malas es la muerte. Ahora, en cambio, ustedes están libres del pecado y sometidos a Dios: el fruto de esto es la santidad y su resultado, la Vida eterna. Porque el salario del pecado es la muerte, mientras que el don gratuito de Dios es la Vida eterna, en Cristo Jesús, nuestro Señor” (Rom 6, 22-23; cf. Los versículos anteriores).Dice Jesús: “Yo soy la Resurrección y la Vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá; y todo el que vive y cree en mí, no morirá jamás. ¿Crees esto?” (Jn 11, 25-26).También dijo, hablando no sólo de la muerte biológica, sino de ese morir a nuestros egoísmos y darnos constantemente a Dios y a nuestros hermanos en lo cual consiste la vida cristiana:“Ha llegado la hora en que el Hijo del hombre va a ser glorificado. Les aseguro que si el grano de trigo que cae en la tierra no muere, queda solo, pero si muere da mucho fruto. El que ama su vida la perderá, pero el que da su vida en este mundo, la conservará para la Vida eterna” (Jn 12, 24-25).La muerte no pudo con Jesús ni podrá contra nosotros. Así les dice PEDRO, el primer Papa, en su primer discurso a los judíos: “Ustedes lo hicieron morir, clavándolo en la cruz […] Pero Dios lo resucitó, li-brándolo de las angustias de la muerte, porque no era posible que ella tuviera dominio sobre él” (Hech 2, 24). Resurrección que no es una mera vuelta a la vida:

“A este Jesús, Dios lo resucitó, y todos nosotros somos testigos. Exaltado (¿ves?: imagen espacial: llevado ‘arriba’, a lo ‘alto’) por el poder de Dios, él recibió del Padre el Espíritu Santo prometido, y lo ha comu-nicado” (Hech 2, 32-33).La Resurrección, pues, es el objetivo final de toda la creación y de nuestra fe. Sin ella todo es absurdo y ni vale la pena ser cristiano. Si tienes tiempo es importante que leas todo el capítulo quince de la primera carta de San Pablo a los Corintios. Con palabras de su tiempo y compa-raciones Pablo intenta aproximarse a lo que es la Resurrección. El nacimiento del hombre defi-

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“Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida” (Jn 14, 6).

Avanzamos hacia la meta

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nitivo, el último ‘adán’ (acordate que ‘adán’ quiere decir ‘hombre’), el hombre ‘celestial’, ‘espiri-tual’. ¡Pobre Pablo! Le faltan palabras, como a nosotros, para hablar de estas cosas. Lo cierto es que, como resume Pablo en otra carta:“nosotros creemos que Jesús murió y re-sucitó: de la misma manera, Dios llevará con Jesús a los que murieron con él” (1 Tes 4, 14).No es Dios quien nos lle-va a la muerte definitiva; somos nosotros, nuestra libertad, nuestros peca-dos: “el pecado que conduce a la muerte” (Rom 6, 16). Los deseos puramente humanos ter-minan en el morir. El que no quiere más que esta vida, aquí se quedará, privado de la Vida ver-dadera. Solo los impulsos y fuerza de la Gracia nos conducirán a Ella. “Los deseos de lo puramente humano conducen a la muerte, pero los deseos del Espíritu conducen a la Vida y a la Paz” (Rom 8, 6). “Si ustedes viven únicamente según lo humano, morirán. Al contrario, si hacen morir las obras de lo puramente humano por medio del Espíritu, entonces vivirán” (Rom 8, 13).Dios no puede obligarnos a aceptar su don de amor. Es verdad que ese don ha de llegar por medio de la predicación de los cristianos, pero queda en aquellos que escuchan el mensaje, la buena noticia de que estamos llamados a la Vida, el aceptarlo o no: “Vayan por todo el mundo, anuncien la Buena Noticia a toda la creación. El que crea y se bautice, se salvará. El que no crea, se condenará a si mismo” (Mc 16, 15-16). Lee también, cuando tengas tiempo, a Juan 3, 16-19.Lo mismo dice SANTIAGO: “Nadie, al ser tentado, diga que Dios lo tienta: Dios no puede ser tentado por el mal, ni tienta a nadie, sino que cada uno es tentado por su propia concupiscen-cia –sus deseos y opciones desviadas-, que lo atrae y lo seduce. La concupiscencia es madre del pecado, y este, una vez cometido, engendra la muerte” (1, 13-15).El Apocalipsis lo expresa de otra manera. “Al que tiene sed, yo le daré de beber gratuitamente de la fuente del agua de la vida. El vencedor heredará estas cosas, y yo seré su Dios y él será mi hijo. Pero los cobardes, los incrédulos, los depravados, los asesinos, los lujuriosos, los he-chiceros, los idólatras y todos los falsos, tendrán su herencia en […] la segunda muerte” (Apoc 2, 6-8).Porque hay dos tipos de muerte: una, la puramente biológica, la del animal que muere y nada más. Otra, la del hombre que ha sido creado para la Vida verdadera. Morir a esa Vida es la ver-dadera desdicha. ¡Habiendo sido creado para compartir la Felicidad eterna, perderla! Por eso el

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Resurrección. Hendrick Van Der Broeck (1519-1597). Capilla Sixtina

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Apocalipsis la llama ‘segunda muerte’ (Cf. Apoc 2, 11; 20, 6.14; 21, 8). Sin embargo todos podemos ayudar-nos mutuamente para escapar a la tentación y al peca-do. Así dice Santiago: “Oren los unos por los otros, para ser curados. La oración perseverante del justo es poderosa” (Sant 5, 16). Y continúa: “Hermanos míos, si uno de ustedes se desvía de la verdad y otro lo hace volver, sepan que el que hace volver a un pecador de su mal ca-mino salvará su vida de la muerte y obtendrá

el perdón de numerosos pecados” (19-20).Con el hombre salvado toda la creación será llevada a su plenitud, transformada. Así dice San Pablo: “También la creación será liberada de la esclavitud de la corrupción para parti-cipar de la gloriosa libertad de los hijos de Dios. Sabemos que la creación ente-ra, hasta el presente, gime y sufre dolores de parto (¿se dan cuenta? no está todavía acabada, es como un chico que aún no ha nacido). Y no sólo ella: también nosotros, que poseemos la semilla del Espíritu, gemimos interiormente anhelando que se rea-lice la redención de nuestro cuerpo. Porque solamente en esperanza estamos salvados” (Rm 8, 22-24).Con otro tipo de imágenes, ya que lo que Dios nos tiene preparado está totalmente fuera de las posibilidades de pensarlas o imaginarlas, el Apocalipsis nos dice algo parecido:“Después vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la prime-ra tierra desaparecieron, y el mar ya no existe más. Vi la Ciudad santa, la nueva Jerusalén, que descendía del cielo y venía de Dios, embellecida como una no-via preparada para recibir a su esposo. Y oí una voz potente que decía desde el trono: «Esta es la morada de Dios entre los hombres: él habitará con ellos, ellos serán su Pueblo, y el mis-mo Dios estará con ellos. El secará todas sus lágrimas, y no habrá más muerte, ni pena, ni queja, ni dolor, porque todo lo de antes pasó»” (Apoc 21 1-4). Más adelante sigue con la des-cripción: “Ya no habrá allí ningún mal. El trono de Dios y del

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¡Llegamos!

PARAÍSOPara los antiguos hebreos, que aún no tenían casas ni ciudades y vivían trashumando con sus rebaños por el desierto, encontrar un oasis, con palmeras, pasto, flores, fruta fresca, arroyos, era como el máximo de la felicidad. En el antiguo idioma sumerio estepa o desierto se decía ‘edinú’ y oasis o jardín ‘gan’. De allí que ‘un jardín en medio de la estepa’ se decía en hebreo -lengua parecida al sumerio- un ‘gan’ en el ‘edinú’. Cuando la Biblia se tradujo al griego, se usó para designar al oasis o jardín, el término ‘para-deisos’ que luego se transformó en Paraíso. De tal manera que decír un Paraíso en el Edén, es lo mismo que “un jardín en medio del desierto”. Cuando los judíos, pues, trataban de imaginar un lugar lindísimo, soñado, precioso, hablaban pues de ‘un paraíso’. Esa expresión luego se utilizó, metafóricamente, para hablar del Cielo.

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Cordero estará en la Ciudad, y sus servidores lo adorarán. Ellos contemplarán su rostro y lle-varán su Nombre en la frente. Tampoco existi-rá la noche, ni les hará falta la luz de las lám-paras ni la luz del sol, porque el Señor Dios los iluminará (de pasajes como ésta nace la noción de la ‘luz de la gloria’), y ellos reinarán por los siglos de los siglos” (Apoc 22, 3-5). Lo dice de otra manera, también, el primer Papa: 2 Pe-dro 3, 11-15.Leamos también las parábolas y comparaciones -que no hay que tomar como descripciones literales sino simbólicas- del capítulo 25 del Evangelio de San Mateo. Notemos sobre todo el bellísimo: “¡Entra a participar del gozo de tu Señor” (Mt 25, 21.23.34).Pero claro, siendo la Vida, el objetivo final de la creación, todo el Nuevo Testamento habla constante-mente de ella, por supuesto que simbólicamente, y sería casi transcribir toda la Escritura, citar todos los pasajes correspondientes. Por ello terminemos con esta cita que pertenece al escrito más antiguo que poseemos del cristianismo, una bellísima profesión de fe:“Nosotros creemos que Jesús murió y resucitó; de la misma manera, Dios llevará con Jesús a los que murieron con él […] y así permaneceremos con el Señor para siempre” (1Tes 4, 14.17; ¡año 51!).

GEHENNA‘Ge Hinnom’, en hebreo, Valle de Hinnom, nombre del antiguo pro-pietario del lugar. Está al suroeste de Jerusalén. Antes de la llegada de los hebreos a quienes Dios les había prohibido los sacrificios hu-manos, era el lugar donde los bár-baros y supersticiosos fenicios ma-taban y quemaban niños creyendo que con eso agradaban a sus ho-rrendas divinidades -¡y pensar que algunos pavotes dicen que todas las religiones son iguales!-. Después de la ocupación judía se convirtió en el basural de Jerusa-lén, su ‘cinturón ecológico’ que, en esa época no era nada ecológico. Un lugar lleno de cosas podridas, gusanos, moscas, basura que, de vez en cuando trataba de quemarse. Preguntale a tu abuelo qué era la antigua “Quema” en Buenos Aires. Así que la Gehena era un lugar especial-mente horripilante con olor, fuego y humo permanente. En tiempos de Jesús, para echar enojado a alguno, se le decía, más educadamente que entre no-sotros: “¡Andáte a la Gehenna!”. Al lugar de la basura y de las antiguas maldades de los fenicios. El mismo Jesús, usa esta expresión para significar, de alguna manera, todo el horror que significa perderse el cielo. Y los evangelios usan la figura simbólica del fuego y de los gusanos. Pero nada puede compararse a la desgracia inmensa de, habiendo sido llamados por Dios a la Felicidad eterna, perdérsela, quedar privados de ella, morir para siempre.

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Arribando a puerto

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LA DICHA DEL CIELOPensá en todas las cosas lindas que Dios te ha dado y tus padres hacen por vos. Pen-sá en todo lo que te gustaría tener; todo lo que te gustaría saber; todos los deportes que te placería practicar, cómo te gusta-ría ser, todos los paisajes que te gustaría ver; todas las aventuras que te gustaría emprender; todos los amigos y amigas que te encantaría tener; todas las personas con las que te gustaría estar, aún las que ya no están en este mundo, todas las canciones y músicas, todas las bellezas y descansos, todas las motos, autos y aviones que qui-sieras manejar, todas las investigaciones o curiosidades que quisieras desplegar, todo lo que pudieras soñar, todo, todo, todo lo que se te antoje de bueno, de bello, de go-zoso… ¡Qué poca imaginación tenés! Todo eso es casi nada comparado con lo que Dios es y con lo que te quiere dar: ¡muchí-simo, infinitamente más!San Pablo dice: «que ni ojo vio ni oído oyó, ni el hombre pudo pensar lo que Dios ha prepa-rado para los que le aman» (1 Cor 2,9).De parte de Dios no habrá medida para la dicha que quiere regalarte. De parte nues-tra –de todos modos siempre llenos, rebo-santes- la medida será el grado de Cari-dad, de santidad que hayamos alcanzado en esta tierra.

GLORIALa gloria, en hebreo ‘kabod’, apunta al va-lor, la riqueza de una persona y la irradia-ción de ese valor hacia los demás. La glo-ria de Dios es, pues, la infinitud de su ser, de su poder, de su bondad y su sabiduría brillando para nosotros, para que de algu-na manera podamos descubrirlo, amarlo y disfrutarlo. Algo de esa gloria se manifiesta en la creación “los cielos cantan la gloria de Dios” (Sal 19,2), pero sobre todo en el espectáculo maravilloso de Jesús Resu-citado y de la Santísima Virgen. Nosotros alcanzaremos, según nuestro grado de ca-ridad, esa gloria en el cielo.

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Transfiguración. Giotto.

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SALVACIÓN

Salvarse es escapar a algún peligro. ‘Me salvé del examen’, ‘me salvé de que me asaltara el ladrón’. Pero el mayor de los peligros y desgra-cias es la muerte. Esa muerte a la cual lleva finalmente el pecado. El único capaz de salvarnos de esa muerte, la definitiva, y del pecado, es Jesús. Por eso le llamamos el Salvador y a la Vida que nos regala venciendo a la muerte: la Salvación.

MAGISTERIO DE LA IGLESIADice el CONCILIO DE FLORENCIA, en 1439:Quienes son recibidos en el cielo “ven clara-mente a Dios mismo, uno y trino, tal como es, unos, sin embargo, con más perfección que otros, según la diversidad de méritos” (D[H] 1305).La Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, ór-gano de la Santa Sede, publicó en 1979, dirigida a los obispos, una Carta sobre algunas cuestiones referentes a la Escatología, aprobada por el Sumo Pontífice, JUAN PABLO II, de la cual es importante destacar los siguientes párrafos:“En lo que concierne a la condición del hombre después de la muerte, hay que temer de modo particular el peligro de representaciones imagina-tivas y arbitrarias, pues sus excesos forman parte importante de las dificultades que a menudo encuentra la fe cristiana. Sin embargo, las imá-genes usadas por la Sagrada Escritura merecen respeto. Es necesario comprender el sig-nificado profundo de las mismas, evitando el peligro de atenuarlas demasiado, ya que ello equivale muchas veces a vaciar de su contenido las realidades que aquéllas representan.Ni la Sagrada Escritura ni los teólogos nos dan luz suficiente para una adecuada descripción de la vida futura después de la muerte. […] el cristiano debe ser consciente de la ruptura radical que hay entre la vida presente y la futura, ya que la economía de la fe es sustituida por la de la plena luz: nosotros estaremos con Cristo y «veremos a Dios» (cfr. 1 Jn 3, 2); promesa y misterio admirables en los que consiste esencialmente nuestra esperanza. Si la imaginación no puede llegar allí, el corazón llega instintiva y profundamente.[…] Debemos dar [a los que están encargados de transmitir el contenido esencial de la ca-tequesis] medios para ser a la vez seguros en lo esencial de la doctrina y estar atentos a no dejar que representaciones infantiles o arbitrarias se confundan con la verdad de la fe”.Esta advertencia ya había sido hecha a los obispos por el CONCILIO DE TRENTO en 1563 en el Decreto sobre el Purgatorio:

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Ascención. Giotto.

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“En ambientes poco ins-truidos, sin embargo, ex-clúyanse de los sermones populares las «cuestiones» demasiados arduas o sutiles que no contribuyen a la edifi-cación (1 Tim 1, 4) y, las más de las veces, no producen acrecentamiento alguno de piedad. Igualmente no per-mitan que sean divulgadas y tratadas las materias incier-tas y que tienen apariencia de error. En cuanto a las que despiertan solamente curio-sidad y superstición o saben

a lucro turbio, las prohibirán como escandalosas y piedras de tropiezo para los fieles” (D[H] 1820).El Papa JUAN PABLO II, en una de sus homilías de los miércoles, día en que suele predicar a sus visitan-tes, dijo: “Dios, en su amor misericordioso […] no puede querer sino la salvación de los seres que ha creado. En realidad, es la criatura la que se cierra a su amor. La [llamada] «condenación» consiste precisamente en que el hombre se aleja definitivamente de Dios, por elección libre y confirmada con la muerte, que sella para siempre esa opción” (En la Audiencia General del 28 de Julio de 1999).Si leyeras toda la homilía, verías que el Papa habla de ‘imágenes’, ‘representaciones plásticas’ que uti-liza la Sagrada Escritura. Por otro lado, él no usa el vocablo ‘eternidad’ para referirse a la muerte de los que no se abren a la gracia. Habla de ‘definitivo’. En realidad la ‘muerte segunda’, como la describe el Apocalipsis, es lo más alejado de lo eterno que pueda darse. Es el polo opuesto de lo ‘eterno’. Lo único cierto es que la muerte ‘sella para siempre’ la opción que hayamos hecho durante nuestra vida mortal. No hay reencarnaciones ni segundas posibilidades. Esta nuestra vida es única y solo en ella decidimos aceptar o no el Don de Dios. La Iglesia, en su momento, en el año 543, descalificó a un teólogo llamado Orígenes (185-254), que sostenía habría sucesivas oportunidades para los hombres, en diversas vidas, de tal manera que, finalmente todos llegarían al cielo (Cf. D[H] 411).Y ¿qué sucede con los que no creen o no saben que Dios existe?Dijo el Concilio Vaticano II, en 1964: “los que inculpablemente desconocen el Evangelio de Cristo y su Iglesia, y buscan con sinceridad a Dios, y se esfuerzan bajo el influjo de la Gracia en cumplir con las obras de su voluntad, conocida por el dictamen de la conciencia, pueden conseguir la sal-vación eterna. La divina Providencia no niega los auxilios necesarios para la salvación a los que sin culpa por su parte no llegaron todavía a un claro conocimiento de Dios y, sin embargo, se esfuerzan, ayudados por la gracia divina, en conseguir una vida recta”. Sin embargo, continúa “con demasiada frecuencia los hombres, engañados por el maligno, se hicieron necios en sus razonamientos y trocaron la verdad de Dios por la mentira sirviendo a la criatura en lugar del Criador (cf. Rom 1, 21 y 25), o viviendo

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La barca de Pedro cruzando el lago en medio de la tempestad. Eugene Delacroix (1798-1863) Nueva York

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y muriendo sin Dios en este mundo están expuestos a una horrible desesperación. Por lo cual la Iglesia, recor-dando el mandato del Señor: «Predicad el Evangelio a toda criatura» (cf. Mc 16, 16) fo-menta encarecidamente las misiones para promover la gloria de Dios y la salvación de todos” (Lumen Gentium 16). Recordemos que el mismo documento había dicho: “solamente Cristo es el mediador y el camino de salvación, presente a nosotros en su Cuerpo, que es la Iglesia […]. Por lo cual no podrían salvarse quienes, sabiendo que la Iglesia católica fue instituida por Jesucristo como necesaria, desdeñaran entrar o no quisieran permanecer en ella” (n 14).

REZAMOSEn la Misa Romana el sacerdote dice en la oración sobre las ofrendas:“Acepta, Señor, en tu bondad, esta ofrenda de tus servidores y de toda tu familia santa. Con-cédenos vivir en tu paz, líbranos de la condenación eterna y cuéntanos entre tus elegidos”.Asimismo, después de la consagración:“Acuérdate también, Señor, de tus servidores N. y N. (aquí van los nombres de nuestros seres queridos que ya han dejado este mundo) que nos precedieron con el signo de la fe y ahora duermen el sueño de la paz. A ellos, Señor, y a todos los que descansan en Cristo, llévalos al lugar de la felicidad, de la luz y de la paz.También a nosotros, pecadores, hijos tuyos, que confiamos en tu infinita misericordia, per-mítenos compartir tu herencia con tus santos Apóstoles y Mártires, Juan el Bautista, Este-ban, Matías (aquí podés poner el nombre de todos los santos que conozcas y también el nombre de las personas buenas que ya suponés que están en el cielo) y todos tus Santos. Admítenos en su compañía, no por nuestros méritos, sino por tu gran bondad”.El día de Pascua, la Iglesia reza, después de la Comunión:“Señor, defiende a tu Iglesia con tu permanente y piadosa protección, para que renovada por la Pascua llegue a la gloria de la Resurrección”.Y le dice a la Virgen:“Señor, que has alegrado al mundo por la Resurrección de tu Hijo, nuestro Señor Jesucristo, concédenos que por la intercesión de su Madre, la Virgen María, alcancemos los gozos de

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la Vida eterna”.Recemos nosotros el Ave María y la Salve, prestando atención, respectivamente, a las frases:“Ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén”y “después de este destierro, muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre”.Sería bueno, si consiguieras un Misal Romano, el que leyeras todas las oraciones luego de la comunión de las Misas de la Oc-tava de Pascua, es decir, de los días que van desde el Domingo de Pascua hasta el domingo siguiente.También hay una preciosa oración en la Misa de Santa María, fuente de luz y de vida.“Señor, concede a la Madre Iglesia que dio a luz a hombres terrenos por naturaleza, pero celestiales por la vida surgida de la fuente del Bautismo, poder conducirlos, mediante el Evangelio de la vida y los sacramentos de la Gracia, a la plena identificación con Jesucristo, su autor, que nació de la Virgen fe-cunda y es primogénito entre muchos hermanos y Salvador universal”.O la de María como Puerta del Cielo:“Oh Dios, que en tu bondad has hecho a tu Hijo puerta de salvación y de vida, concédenos, por la

mediación de la Virgen María, permanecer fieles en el amor de Cristo y que se nos abran las puertas de la Jerusalén celeste”.

APRENDEMOS1. ¿A qué llamamos Cielo?A la vida definitiva con Dios, comunión feliz de vida y amor con Él, lo que constituye el fin último o realización de los anhelos más profundos del hombre, situándolo en un estado de felicidad absoluta y definitiva (Cf. Com 209).

2. ¿Qué imágenes emplea la Sagrada Escritura par hablar del Cielo?San Juan y San Pablo hablan de “estar con Cristo” (Cf. Jn 14, 3; Flp 1, 23, etc.), in-jertados en Él aunque conservando la propia identidad, su propio nombre (cf. Apoc 2, 17). Otras expresiones simbólicas para significar el Cielo son: vida, luz, paz, banquete de bodas, vino del Reino, etc. (CCE 1027).

3. ¿Qué es el Purgatorio?Un estado transitorio de purificación final “previa a la visión de Dios” (Cf. Com 210).

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Asunción de la Virgen. Andrea Del Sarto (1486-1530) Florencia

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4. ¿Podemos ayudar a quienes deben purificarse antes de acceder a Dios?Sí, mediante la oración, las indulgencias, las limosnas, las obras de misericordia y pe-nitencia, pero en especial el Sacrificio Eucarístico ofrecido por los difuntos (Cf. Com 211).

5. ¿Qué es el Infierno?Es la muerte definitiva, la pérdida del Cielo, el fracaso total de la vida. Se llama también ‘condenación’ o, mejor, ‘perdición’, porque en realidad es la ‘autoexclusión’ que realiza el hombre de su unión con Dios ‘perdiendo’ su rumbo (Cf. Com 212).

6. ¿Quiénes pueden perderse?Los hombres que, abusando de su libertad, rechazan el amor misericordioso de Dios hasta el final. Dios no puede obligarlos a que lo amen. Ellos mismos se privan de la visión gozosa de Dios, así como de Su amor (Cf. Com 213).

HACIENDO SE APRENDE1. SOPA DE LETRAS. Encuentra y anota 24 palabras relacionadas con el tema de la lección.

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R O U G O E D N A S D N A Y C A U Q V A

O V Z L D T A G W U A Y Z K J N N K J R

G I P O A R D Z P P D L N A Y E E A U H

M T F R R E I M J P I T A O O H O E J P

U I U I G U R F U E C M R D B E A N R U

N R T A M M A V B C I Q E E E G B T R K

D E U Y T X C B G A L H P E R H Q R Z U

O P R J P L T L D D E H S X A E D E C S

G A O Y U L O B Y O F J E F D Y V G I A

R U T F R A N X Y L T C D D C A S A E L

A J P C G Z K U N I V E R S O J Q E L V

C N A E A C O N V E R S I O N T J N O A

I R S E T S R E S U R R E C C I O N B C

A M U F O L S S W O X X J K T F U V Z I

V E N E R R H C V Q D S X D P R G I P Ó

A G C G I P G E U I D I F P C R T D M N

E J I A O X H C Y A N V S A Y Q F A A P

V O O P O J X Y O M O Z M Q J E P O B U

M S N L P R V D I D I C H A G B C A V S

D A U B S S R R I N F I E R N O C C A L

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A _ _ _ _ _ _ _ _ A _ _ _ _ _ _ _ C _ _ _ _ _ _

C _ _ _ _ C _ _ _ _ _ _ _ _ _ D _ _ _ _

E _ _ _ _ _ _ E _ _ _ _ _ _ _ _ F _

F _ _ _ _ _ _ _ _ F _ _ _ _ _ G _ _ _ _ _

G _ _ _ _ _ G _ _ _ _ _ G _ _ _ _

I _ _ _ _ _ _ _ M _ _ _ _ _ M _ _ _ _

P _ _ _ _ _ P _ _ _ _ _ _ _ _ _ R _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _

S _ _ _ _ _ _ _ _ U _ _ _ _ _ _ _ V _ _ _ 2. COLOREA

3. ANOTA de dónde provienen las palabras:

Cielo

Infierno

purgatorio

4. REALIZA UNA ENCUESTA entre cinco o más personas haciéndoles la siguiente pre-gunta:¿Cree usted que hay vida después de la muerte? ¿cómo la imagina?

• Anota las respuestas (aclarar si es hombre o mujer y la edad aproximada de la per-sona)

• Saca tu conclusión y escribe qué le dirías a cada persona encuestada a partir de lo aprendido en la lección.

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5. COMPLETA los siguientes textos de la Palabra de Dios:

Yo soy la ................... y la ........... El que cree en mí, aunque muera, ..............; y todo el que ........... y ............. en mí, no morirá .................

Nosotros ............... que Jesús ............ y ..............: de la misma manera, Dios llevará con Jesús a los que ................ con él.

El ............... que conduce a la ....................

6. Pregunta a cinco amigos o compañeros quienes y qué cosas les gustaría tener en el cielo. Anota las respuestas y coméntalas con tu catequista.

7. Averigua si los aztecas o los mayas tenían alguna idea respecto de algún tipo de vida después de ésta.

8. ¿Qué pensaban lo indios mapuches de los “espíritus”? Su concepción ¿te parece correcta?

9. ¿Quien era Gualichu para los indios pampas?

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Santísima Virgen,Reina y Madre de misericordia,vuelve a nosostros esos tus ojos

misericordiosos y después de este destierro muéstranos

a Jesús,fruto bendito de tu vientre.

¡Oh clementísima! ¡Oh piadosa!

¡Oh dulce Virgen María!

La Virgen. Cimabue (1285-86). Florencia

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De todo un poco...LA OPINIÓN DE SANTO TOMAS DE AQUINO Y OTROS GRANDES CRISTIANOS

“Entre los que vean a Dios, unos le verán con mayor perfección que otros […] ya que unos tendrán mayor virtud o capacidad que otros para ver a Dios. Porque es sabido que esta capacidad no la tiene el hombre en virtud de su naturaleza humana, sino merced a la ‘luz de la gloria’, que es lo que nos hará de alguna manera ‘deiformes’. Síguese que el que más participe de la ‘luz de la gloria’ será el que con mayor perfección vea a Dios. Pero de la ‘luz de la gloria’ participará más el que tenga mayor Caridad, porque donde hay más Caridad, hay también mayor ‘deseo’, y el deseo es el que, de alguna manera, prepara y hace apto al que desea para recibir lo deseado. Luego, quien tenga mayor Caridad, éste es el que verá a Dios con mayor perfección, y será más dichoso” (Suma Teológica, parte I, cuestión 12, artículo 6). Año 1265¡Qué importante pues es crecer en Caridad, hacernos Santos, mientras estamos en esta vida! En realidad para eso se nos da, fundamentalmente, el tiempo de esta vida: para que usemos nuestro tiempo ejerciendo nuestro amor a Dios y a los demás haciendo lo que El nos indica, cumpliendo con alegría nuestras obligaciones, tratando de conocerlo y amarlo cada vez más mediante la oración y los Sacramentos. Como decía San Pablo:“Sepan que el que siembra mezquinamente, ten-drá una cosecha muy pobre, en cambio, el que siembra con generosidad, cosechará abundantemente” (2 Cor 9, 6).Así lo expresaba también bellamente el CARDENAL MERCIER en 1930: “¡Qué preciosas son, pues, las pocas horas de nuestra peregrinación terrenal, por cuanto de ellas solas depende nuestra eternidad! Cada minuto puede ser utili-zado por un acto de amor más ardiente que ha de ser principio de una más ín-tima unión con Dios y de un más vivo resplandor de la hermosura de Dios en nosotros. Y mis minutos son contados. En el cielo, mi caridad no podrá ya cre-cer, ni tampoco podrá crecer mi gloria, ni la que yo podré dar a mi Cristo y a mi Dios. ¡Oh el precio del tiempo! ¡Oh la irrevocable eternidad!”¿Te acordás de Mateo 6, 19-21?También lo señalaba SAN JUAN DE LA CRUZ (1542-1591): “A la tarde [de la vida] te examinarán en el amor” (Avisos y sentencias, n. 57). Y SANTA TERESA DEL NIÑO JESÚS (1873-1897), en su lecho de muerte, a su hermana Celina que le pedía unas palabras de despedida, le contestó: “Ya lo he dicho todo, todo está cumplido; lo único que vale es el amor”.Pero precisamente porque en el Reino de los Cielos lo único que importará es el amor, la Caridad, las diferencias no cau-sarán la más mínima tristeza, al contrario. Así escribía SAN AGUSTÍN: “Dios lo será todo en todos (1 Cor 15, 28); y como Dios es caridad (1 Jn 4, 8) la caridad hará que lo que tenga cada uno sea común a todos. Por esto, cada uno tiene lo que ama en el otro sin tenerlo. No habrá, pues, lugar alguno a la envidia por la distinta claridad (la llamada ‘luz de la gloria’), porque reinará en todos la unidad de la caridad” (Comentario a Juan, tr. 67, n. 2). Año 415.

EL ENGAÑO DE LA MEMPSICOSIS O REENCARNACIÓNO TRANSMIGRACIÓN DE LAS ALMAS

El hombre primitivo vivía los sueños como una especie de realidad en donde sucedían cosas a veces lin-das, a veces feas. Estaba el mundo de los sueños donde todo lo que uno deseaba cuando estaba despier-to se realizaba: se hacía rico, se encontraba con la persona que amaba, alcanzaba el éxito, ¡volaba por los

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aires! ¿nunca soñaste que volás? … pero estaba también el mundo de las pesadillas donde pasaban cosas terroríficas y los perseguían y alcanzaban los enemigos, las fie-ras, monstruos que fabricaba su imaginación. Así, muchas veces, en sus pesadillas, soñaban que gente, parientes, amigos o enemigos, que ya habían muerto aparecían y estaban como vivos. Cuando se despertaban, por supuesto, que se daban cuenta de que en el mundo real nada de eso existía. Pero, así, poco a poco, como no entendían el mecanismo del sueño, gran parte de la humanidad pensó que existía ‘otro mundo’, fantasmal, en donde de un modo extraño seguía viviendo el ‘espíritu’ le llamaban -sabés que espíritu quiere decir en su origen, aire, respiración o el ‘alma’ -también ‘alma’, viene de la palabra ‘atma’ que significa aire (acordate de ‘atmósfera’: la esfera del aire) que el hombre había perdido al morir y seguía vagando por este mundo, o por el mundo de las pesadillas o por debajo de la tierra. Y como las pesadillas los llenaban de miedos y pensaban que si no los compraban, estos espíritus podían hacerles da-ños, les ofrecían regalos, y los brujos hacían extraños ritos para que no molestaran a los vivos. En esto todavía creen muchos pueblos, en África, en China, en Asia.Estas supersticiones en oriente -en el hinduismo, en el budismo, en muchas filosofías orientales- sostenían que en realidad ese ‘espíritu’ o ‘alma’ cuando supuestamente se separaba del cuerpo en la muerte volvía al gran Espíritu, como una gotita de agua que se salpica en un bote y rodando vuelve a caer al mar. Claro que allí perdía totalmente su individualidad, ya no era más ni Jorge, ni Beatriz, ni Lorena. Otras en cambio que no podían perderse en el Espíritu universal, volvían a tomar otros cuerpos, algunos de hombres, otros de animales e, incluso, de plantas. ¡Qué bobos! Dios no crea un ‘espíritu’ vaporoso y luego lo incrusta en el cuerpo, sino que crea al hombre, a vos, a mí, a él, a papá, a mamá. ¿Yo sería yo en un cuerpo de un chino o de un africano, o de un animal, sin mi padre, sin mi madre, sin mi patria, sin lo que soy con nombre y apellido? Bueno, a esa doctrina, se le llama ‘de la reencarnación’ o ‘metempsicosis’ o ‘transmigración de las almas’. Un disparate. Dios te quiere a vos, no a un supuesto ‘espíritu’ anónimo que tendrías adentro. A vos, con tus dos ojos, tus dos brazos, tus dos piernas, tus hermanos, tus papás. Por eso no hablamos de la inmortalidad del ‘espíritu’ o de ‘los espíritus’, sino ¡de la Resurrección! La de Jesús, la de María, la de Gustavo, la de Bibiana, la mía, la tuya. ¡Bien enteritos! ¡Bien varones y mujeres! ¡Bien hombres!Y, además, no hay reencarnaciones, ni ‘almas en pena’: hay una sola vida terrena, ésta que tenemos ahora. Única, maravillosa oportunidad que tenemos para alcanzar el Cielo… o perderlo.

EL HADES Y LOS CAMPOS ELÍSEOS

El mundo de los muertos aparece con frecuencia en los mitos griegos, gobernado por el dios Hades -el ‘invisible’- (los evangelios utilizan, a veces, simbólicamente este nombre para hablar de la muerte: Mt 11, 23; 16, 18; Lc 16, 23; Hechos 2, 27; Apoc 1, 18; 6, 8; 20, 13). No había que mencionar-lo porque traía mala suerte. Todavía te encontrás con gente que tiene miedo de hablar de la muerte. Entonces, para no nombrarlo, le llamaban Plutón, “el rico”, a modo de eufemismo (¡al diccionario!). El reino de Hades se situaba según Homero en la región privada de sol más allá del gran río Océano que, pensaban, rodeaba la tierra. Pero cuando sus conocimientos geográficos crecieron, surgió una tradición que lo ubicaba en el centro de la tierra y lo conectaba con el reino de los vivos a través de cuevas y de ríos como el Aqueronte (río de la aflicción), el Estige (río del odio), el Leteo (río del

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Totem representando el espíritu del antepasado

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olvido), el Cocito (río de las lamentaciones) y el Piriflegetonte [¿a que no lo decís rápido?] (río de fuego). La puerta del Ha-des estaba custodiada por un perro de tres cabezas, Cerbero. Y los espíritus, para cruzar esos ríos, tenían que subir a un bote manejado por el barquero Caronte. Por eso, para asustar a los chicos y a la gente simple, se les amenazaba diciendo “¡Mirá que te va a venir a buscar Caronte!” En ese reino de los muertos o del Hades, había una parte mejorcita que se lla-maba “Los Campos Elíseos” (como el famoso barrio de París) en donde los que habían muerto como héroes la pasaban un

poco mejor que los demás espíritus. Pero ¡eso si que no era vida! Nada que ver con lo que Dios quiere realmente para cada uno de nosotros: darnos su propia Vida.

OTRAS FALSAS CONCEPCIONES DE LA VIDA DE ULTRATUMBA

En la mitología japonesa, Amer -el reino de los muertos- se encuentra por encima de la tierra y está regado por un río de aguas tranquilas, que es la Vía Láctea. El paisaje se asemeja al de la tierra, pero a mayor escala. Algo parecido pensaron en un tiempo los antiguos egipcios. Entre los pueblos

nórdicos -de los cuales descienden, entre otros, noruegos y alema-nes- las almas o espíritus de los guerreros se iban a un lugar que llamaban Walhalla, morada celestial de los guerreros más valientes. Un palacio enorme con 540 puertas. Todos los días salen a la maña-na con sus armas y se dedican a luchar entre ellos, a modo de juego. Por la noche regresan y comen y beben riquísimos manjares servidos por doncellas bellísimas, llamadas las valquirias. Como ven solo los héroes alcanzaban ese lugar y no había gran diferencia con la vida de esta tierra. Algo parecido sucede en las fantasías islámicas: solo los varones que viven de acuerdo con el Corán y, sobre todo, los que mueren luchando por Alá y su profeta Mahoma, alcanzan el Paraí-so -como le llaman-. Por eso los atentados terroristas donde ellos mismos mueren. Cuando llevan los explosivos: piensan que por esa barbaridad Alá los premiará. Y en el Paraíso musulmán, donde no

entran las mujeres, los varones vivirán para siempre en un jardín bellísimo servidos por la ‘huríes’ doncellas que Alá creará para ellos. ¡Qué cosa más primitiva y absurda! Pensar que hay un montón de gente engañada que está obligada a creer estas tonterías. Casi más inteligentes los que, como ignoran que Dios existe, piensan que el hombre se muere y no hay nada más. Si Dios no existiera las cosas habrían surgido por casualidad, sin ningún propósito y, entonces, todo podría acabar con el absurdo, el sin sentido de la muerte.Jesús no habla ni de lugares, ni de reencarnaciones, ni de mundo de los espíritus o de los muer-tos. Habla de la Vida Divina que Dios regalará a todos aquellos, varones y mujeres, guerreros y no guerreros, ricos y pobres, que, en este mundo, viviendo en Fe, Esperanza y Caridad, se conecten con el flujo de Vida -el Espíritu Santo, la Gracia santificante-, que nos ofrece y da Jesucristo. No se trata del sueño o pesadilla de una vida meramente humana llena de placeres y prolongada para siempre. Se trata de la Vida infinitamente bella y perfecta de Dios, participada por el hombre en la Gloria.

Actividad: Averiguá por qué los egipcios embalsamaban a los muertos y hacían momias.

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LA VIRGEN DE LA CARRODILLA

Todos los años, a fines de febrero, principios de marzo, la provincia de Mendoza tiene su fiesta de la vendimia. En sus comienzos, fue una fiesta de los cosechadores y de la gente que tenía o trabajaba en las fincas y las bodegas. Pero, como la vitivinicultura es una de las principales activi-dades económicas y comerciales de la provincia, todo el mundo participaba del mismo contento. Porque, incluso el mendocino que nunca han tenido una parcela de viñedos ni ha trabajado la tierra, sabe de las dificultades y continuos sacrificios que la viña implica. Cómo será la dedica-ción constante que exige, que las Sagradas Escrituras la toman como figura de los cuidados que el Buen Dios tiene para con Israel, y, en él, para con nosotros (Cf. Is 5, 1.4;Jer 2, 21; Ez 15; Mt 21, 33-46).

Hay que preparar el terreno, que debe ser más bien pedregoso y arenoso, es decir, de suyo semi-árido. Hay que cavar duro, hacer la hileras con un surco anejo, plantar los retoños y re-garlos regularmente. Hay que cuidarlos todo el año: de la sequía, de la helada, de las hormigas, de las langostas, de los hongos. Hay que rogarle a Dios para que no caiga una manga de piedra (el granizo en esa región puede tener el tamaño de un huevo de avestruz), para que no llueva en tiempo de cosecha y, en cambio, llueva mucho, con nevada, en invierno. Hay que podar la viña en invierno, atarla cuando comienza a brotar, en la primavera; orientar los sarmientos para que las hojas queden en la parte superior y los racimos por debajo, a cubierto del sol del mediodía y del frío de la noche; y tantas cosas más!.

Mucho de todo esto, escapan por completo al control de los viñadores. Por eso, desde antiguo, lo hombres han sabido reconocer en el buen tiempo para las cose-chas, en la abundancia de los frutos, en la oportunidad de la lluvia, en la ausencia de plagas, signos del amor providente de Dios; y han organizado días de fiesta en torno a estas actividades esenciales para la subsisten-cia: la siembra, la cosecha, la vendimia, puestas bajo la protección del Señor.

En Mendoza, desde fines del 1700, la gente acude a los pies de una imagen de la Virgen María, traída desde España por un familia asentada a mitad de camino entre la ciudad de Mendoza y la villa (entonces) de Luján de Cuyo. La familia donó una parcela de terreno junto a su casa para que se construyera una iglesia en honor de la Virgen que, por que está de pie sobre una pequeña carreta, fue llamada “Virgen de la carrocilla” (carrocilla quiere decir algo que es a modo de una carroza, pero pequeña). Con el tiempo, el nombre derivó en el actual: de la Carrodilla y se hizo extensivo a la zona.

La iglesia, construida con fuertes muros de adobe, de 1.5 mts. de espesor, fue la única que soportó en pie el terremoto que destruyó la ciudad de Mendoza, en 1861. Aún hoy se puede visitar para ver las gruesas paredes de adobe, todavía en pie. Sólo el techo se cayó y fue repuesto.Cada año, la imagen de la Patrona de los viñedos sale en procesión, rumbo al predio donde se hace la bendición de los frutos. Allí, en torno al obispo y numerosos sacerdotes, los fieles cristianos se dan cita para dar gracias a Dios por la cosecha. Todo se viste de fiesta, en la alegría que estalla luego del esfuerzo, en los perfumes y colores de las frutas, en la esperanza de un año mejor. Y la Virgen, desde su carrocilla, cual Reina, preside la celebración y recibe las oraciones de sus hijos.

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EL UNIVERSO TERMINADO

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TONADA CUYANA

Autor: L. Hilario Cuadros R. Autor: M. Pedro Herrera

Virgen de la Carrodillapatrona de los viñedosesperanza de los hijos

que han nacido junto al cerroLos que han hundido el arado

Y han cultivado su sueloTe piden que los amparesPatrona de los viñedos.

Ten piedad de aquellos hijosque le han clamado a tu cielohaz que a ellos se les cumplan

sus más queridos anhelos.Para ti van estos cantos

para ti, van estos ruegos...Virgen de la Carrodillapatrona de los viñedos.

Estribillo:En las viñas de mi tierra

hay un recuerdo querido,en cada hilera un amor

en cada surco un suspiro,en cada hoja una esperanzay la esperanza en racimos

Virgen de la Carrodillaes todo lo que pedimos.

“SPES”

Jesús, incomparable perdonador de injurias,óyeme; Sembrador de trigo, dame el tierno

pan de tus hostias; dame, contra el sañudo infiernouna gracia lustral de iras y lujurias.

Dime que este espantoso horror de la agoníaque me obsede, es no más de mi culpa nefanda;

que al morir hallaré la luz de un nuevo día,y que entonces oiré mi “¡Levántate y anda!”

RUBÉN DARÍO (1867-1916)

“EL SILBO DEL DALE”

Dale aspa, molino,hasta nevar el trigo.

Dale a la piedra, agua,hasta ponerla mansa.

Dale al molino aire,hasta lo inacabable.

Dale al aire, cabrerohasta que silbe tierno.

Dale al cabrero, monte,hasta dejarle inmóvil.

Dale al monte, lucero,hasta que se haga cielo.

Dale, Dios, a mi alma,hasta perfeccionarla.

Dale que dale, dale,molino, piedra, aire,

cabrero, monte, astro,dale que dale largo.

Dale que dale, Dios,¡ay!

Hasta la perfección.

MIGUEL HERNÁNDEZ. Poeta español, 1910-1942

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ROMANCE DE LOS PELEGRINITOS

Hacia Roma caminandos pelegrinos,

a que los case el Papa,porque son primos.

Sombrerito de hulelleva el mozueloy la pelegrinitade terciopelo.

Al pasar por el puentede la Victoria,

tropezó la madrina,cayó la novia.

Han llegado a palacio,suben arriba

y en la sala del Papalos examinan.

Le ha preguntado el Papacómo se llaman.él dice que Pedro

y ella que Ana.

Le ha preguntado el Papaque qué edad tienen.ella dice que quince

y él diez y siete.

Le ha preguntado el Papade dónde eran.

Ella dice de Cabray él de Antequera.

Le ha preguntado el Papaque si han pecado.

Y ella dice que un besoque ella le ha dado.

Y a la pelegrinita,que es vergonzosa,

se le ha puesto la caracomo una rosa.

Y ha respondido el Papadesde su cuarto:

¡Quién fuera pelegrinopara otro tanto!

Las campanas de Romaya repicaron

porque los pelegrinosya se casaron.

FEDERICO GARCÍA LORCA (1899-1936)

1. Un día la verécon célica armonía,la gloria de Maríadichoso cantaré.

Un día al cielo iré Y la contemplare.Un día al cielo iré Y la contemplaré.

Para cantar:UN DÍA LA VERÉ

2. Al cielo, Dios llevósu cuerpo inmaculado,

en cuyo seno santoel Verbo se encarnó.

3. Gloriosa en su Asunción,los cielos la coronan

por Reina y por Señorade toda la creación.

4. Por Madre del Señory Reina de los cielos,su ruego poderoso

es gracia y bendición.