El vengador oculto

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CINE AUTOR DE OBRAS DE CULTO DEL UNIVERSO POP Y NERD, JOSS WHEDON TIENE A SU CARGO NUEVAMENTE SALVAR EL MUNDO: ESTA VEZ, PONIENDO EN PANTALLA A THE AVENGERS. EL CLUB DE LA PELEA DE MARVEL LLEGA AL CINE EN MAYO Y EL CREADOR DE BUFFY, LA CAZAVAMPIROS Y FIREFLY ES QUIEN LA DIRIGE DESDE LAS SOMBRAS. LA HISTORIA DE UN DIRECTOR DE CINE QUE BIEN PODRIA SER UN HEROE DESCONOCIDO, SOLO QUE, EN RIGOR, ES UN GRAN CONTADOR DE HISTORIAS. 86 BACANAL ABRIL 2012 EL VENGADOR OCULTO TEXTO JUAN MANUEL DOMINGUEZ

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Este jueves estrena Los Vengadores y en Bacanal hablamos sobre su director, Josh Whedon, personaje de culto en el mundo pop y nerd

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cine

Autor de obrAs de culto del universo pop y nerd, Joss Whedon tiene A su cArgo nuevAmente sAlvAr el mundo: estA vez, poniendo en pAntAllA A The Avengers. el club de lA peleA de mArvel llegA Al cine en mAyo y el creAdor de Buffy, lA cAzAvAmpiros y firefly es quien lA dirige desde lAs sombrAs. lA historiA de un

director de cine que bien podriA ser un heroe desconocido, solo que, en rigor, es un grAn contAdor de historiAs.

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el vengador oculto

texto Juan Manuel DoMinguez

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hoy por hoy, el superhombre a cargo de The Avengers.

el heroe desconocidoJoss Whedon es, o fue (o sigue siendo, o lo será por siempre), como lo definió Marcelo Panozzo en su texto sobre el nacido en Nueva York publi-cado en El cine y los géneros: Conceptos Mutantes: “La Victorinox de los géneros en manos del Doctor Emmet Brown, que vaya uno a saber si en la lima de uñas o en el destornilladorcito no encontró la pieza que le faltaba para su propio condensador de flujo privado, ése que agarra un género y lo transforma en algo nuevo, que por un lado recibe basura y por el otro escupe gloria.”

Pero, además de eso, que es cierto, Whedon es aquello que los americanos, siempre más poé-ticos para los forajidos, llaman unsung hero, un héroe no reconocido. Pero lo malo de esa acep-ción es el término héroe: Whedon es un labu-rante, un orfebre de los géneros, que pasa por la cultura popular como onda, como radiación buenita, que ha sido detonada por otras explo-siones, por otros unsung héroes. Quizá tenga que ver con algo que Phil Connors, usando el traje de Bill Murray, sostiene en El día de la marmo-ta: “Me he matado tantas veces que ni siquiera existo”.

Porque si hay algo que ha plasmado nuestro unsung es la idea de ser el que da el paso adelante y se sacrifica, el que renuncia y se lanza al vacío, quien confía en nuestra educación pop-lúdica o, mejor todavía, que confía en como ésta puede regenerarse desde meras migas. Whedon puede hacer una Estrella de la Muerte que realmente funcione a partir de meros Legos, de meros cachitos plásticos y solidificados -encastrados unos con otros- del género.

The Avengers será su precious, su tesoro a quemar en Mordor: el anillo para dominarlos a todos.

Pero entender a Whedon es entender a un adolescente. Mejor dicho, a una adolescente. Buffy Summers, cuya hoy inútil lápida sostenía:

F altan días, minutos, segundos, nanose-gundos: cada número cuenta (ley de oro

en el fanatismo comiquero, pero también, en la espera cinéfila). Comunidades nerds lo esperan como si fuera la llegada del Mesías. Como si fuera el Mundial. La Davis. O, seamos sinceros, el cometa Halley. Porque los astros (astros en el sentido Entertainment Weekly!) se alinearon en un evento once-in-a-lifetime en la galaxia Geek: es el fin del mundo, o se siente así.

Los Vengadores (The Avengers, si piden algu-nos de los millones de páginas de los superami-gos de la Marvel Comics por Amazon) son una realidad fílmica. Una película. Que se estrena. Ahora. En días, minutos, segundos, nanosegun-dos. Ya no es una entelequia de charla de Burger poscompra de revistitas de chistes. Ni siquiera es ese larguísimo tráiler-cine-Marvel que, desde hace años, a veces sale estrellita ninja y otras, bolsa con barro.

Después de tanto alto índice de reproduc-ción pos X-men, allá, cuando una de superhéroes

era una real novedad entre tanto tanque oxida-do, sin corazón y sin franquicia, finalmente llega la conquista definitiva: película tras película, Marvel armó un jenga superpoderoso (un jenga de martillos de Thor, pónganle) y ahora llegó la hora de mostrar su torre, su fuerte apache, su universo en plena acción hollywoodense y reacción fanática.

Como una megatarde de ensueño, Marvel dispone a todos sus muñecos de superacción y sus Barbies listos para jugar a la rutina del super-grupo en la pantalla. Pero si se tiene a Robert Downey Jr. jugando a ser su propia armadura (como Iron Man), a Scarlett Johansson encuera-da jugando a la superespía rusa, a Chris Pectorales dignos de frenar un tren Evans volviendo a ser el Capitán América, a Samuel L. Jackson caniba-lizando su actitud badass como Nick Fury, ¿qué miedo hay? Encima, la lista (de Stan Lee y de los Oscar) sigue, y parece un pedido a Papá Noel, pero no: es la maldita realidad. Un ensamble híper, casi über, de átomos nerd listos para deve-nir nucleares: serán serial o no serán nada.

Pero, alto, ¿quién es capaz de defender-nos de todos los virus que semejante tsunami puede generarnos? ¿Quién puede contener a este megaocéano capaz de ahogar a cada uno de sus elementos en la famosa torpeza carente de oxígeno y con mucho marketing Made in USA? Abran paso, entonces, al director de Los Vengadores, alguien que, si no fuera real, habría inventado el mismísimo Kirby: Joss Whedon,

Whedon es aquello que los americanos, siempre mas poeticos para los forajidos, llaman unsung hero, un heroe no reconocido. un laburante, un orfebre de los mas variados y distintos generos.

"Los Vengadores" llegan para salvar el mundo. El comandante Joss Whedon los dirige detrás de cámara.

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Buffy Anne Summers 1981-2001 Querida HermanaAmiga devotaSalvó al mundo…Parva de veces.

artefactos whedon Indeed, Buffy salvó al mundo mucho, a lot. Buffy es el corazón del superhombre Whedon: sin Buffy, uno de los objetos menos marcianos, pero aun así diseccionado en la mesa cuadra-da y de mármol del Área 51 de la televisión no comprendida; sin Buffy, decimos, sin sus siete temporadas (las catódicas, Whedon la siguió en los cómics), sin su vida colegial mezclada con la vida de Van Helsing, todo seguiría igual.

Claro, suena horrible decirlo, pero no hay efecto mariposa: si Whedon no estuviera, Raimi habría hecho el mismo Spiderman, o Nolan el mismo Batman. Whedon funciona como Buffy: salva al mundo en cada misión Whedon. Pero nadie se entera.

Buffy, la cazavampiros fue primero película, boceto hecho a crayones, diseñado -sin saber-lo- para escribir el plano y los multiusos de la Victorinox Whedon. Después, Buffy, la caza-vampiros la serie, donde Whedon supo mezclar el Riverdale de Archie con la lucidez y comedia de John Hughes. Pero todo eso lanzado a un averno tan espantador como suele ser la vida en el secundario y, plus, mezclado con espantos de tamaño y calibre Sci-Fi de los 50, aunque tan 90 en sus maquillajes.

Con esa base, Whedon maquilló su serie: no era nada de lo esperable. O era todo (y más), parecía -parece- que Whedon supo canalizar en Buffy una energía subterránea, no extremada-mente personal (como Burton o Tarantino), pero sí extremadamente eficiente. De hecho, su sacrificio implica su desdibujo: como si fuera un inventor, los artefactos Whedon son alucinan-tes, vagamente estrafalarios, pero descreen de la

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Lejos de la leyenda del atormentado ultra-pop o del que atiende el videoclub y deviene en el ojo que ve todos los cines, Whedon se inscribe en la idea del entretenimiento súper (que va en cualquier auto que se precie), sin firma, pero único; sentido, pero no pirotécnico en el senti-miento. Así como se leía un Tío Rico de chico, o una de Doc Savage, son los Whedontefactos: un cacho de serial, capaz de salvar al mundo, pero que el mundo deja pasar, que no sacraliza, e incluso, que no comprende.

Whedon ha comprendido el gentil arte de la aventura con corazón, con cinefilia, con viñetas, con seriales. Y lo ha comprendido, casi decodificado. Sin nostalgia, sin otra meta que el propio sistema de géneros que ha hecho de las películas y cómics objetos pluriculturales, en un cruce que los traduce más como objetos que como obras. Obvio que es una cruzada con tro-pezones, de los que sólo los directivos de canales consideran como tales (Dollhouse) o de los que todos consideramos como tales (la Buffy inicial, aquella de la película).

Pero volviendo a Panozzo, en Whedon, sean viñetas o pantallas (quizá su marca autoral sea, precisamente, la capacidad lúdico etérea de moverse por las distintas plataformas desde las que se puede contar una historia), “la única ver-dad es la que se ve en la pantalla, y ahí las ideas funcionan siempre”.

Whedon puede que sea, incluso, el último de su especie: el gran unsung hero del supermains-tream.

Los Vengadores será la prueba final de que Whedon, esté donde esté, no sólo es alguien capaz de mutar ideas en nuevos géneros, sino que, al mismo tiempo y por el mismo precio, posee la capacidad de devolverle al relato algo que nunca debería haber perdido: el ser super-poderoso. Aunque sea por un irrepetible, eter-no nanosegundo que, por supuesto, salvará el universo. *

El culto a Firefly, un western en el espacio. Buffy, la serie Whedon por excelencia.

autoría. Están para funcionar, para mejorar el mundo, no para reeditarlo. Su DeLorean son sus objetos. No su estilo.

Puestos uno al lado del otro, los artefactos Whedon, sus Victorinox, en un inventario (de lo que vale la pena salvar del mundo) suenan excéntricos, cuando no berretas de lujo, como esos chiches de catálogo de free shop de avión: colegiala rubia esquelética que pelea a lo Bruce Lee con y contra demonios. Una colegiala que hasta puede llegar, incluso, a tener episodios musicales en una época pre Glee, cuando esas cancioncitas no eran el punto de partida de la tele ni del cine. Western en el espacio: su conde-nada a ser de culto Firefly. Arca Perdida -mejor dicho, cancelada- del Regimen Geek. Un duelo de pacotilla entre un Superman de Once y un villano de Belgrano R. mutado en musical: Dr. Horrible`s Sing-Along Blog, donde sin levantar la perdiz, Whedon creaba una serie online cuan-do… bueno, todavía no se aprovechaban del todo las posibilidades de la red de redes.

vamos a salvar el mundoLos Whedontefactos carecen de una identidad que no sea la del relato mismo, ése es el sacrifico de Whedon, el elegido: como Buffy, como Fray, su Buffy del futuro y escrita para los cómics.

los Whedontefactos carecen de una identidad que no sea la del relato mismo. ese es el sacrificio de Whedon, el elegido: como buffy, como fray, su buffy del futuro escrita para los comics, como firefly.