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RESUMEN. La construcción de la L.A.V. Madrid-Frontera Francesa, conexión Madrid- Barcelona/Madrid-Sevilla, ha permitido plantear el estudio de diferentes yacimientos ar- queológicos afectados por la traza. Los primeros indicios de poblamiento en el enclave de Casas de Murcia parecen remontarse a épocas prehistóricas como evidencian algunos restos de industria lítica hallados durante la excavación. El cerro estuvo ocupado también duran- te la II Edad del Hierro, sin que se pueda precisar la entidad real de este hábitat. Más im- portantes, sin duda, son los restos arqueológicos pertenecientes a la Guerra Civil de 1936- 39. El cerro formó parte del dispositivo de defensa republicano en el sector Sur de Madrid, defendido por las columnas mandadas por Líster y Bueno. Durante los meses anteriores a la campaña de Madrid se realizaron diversos trabajos de fortificación y defensa del territo- rio que circunda la capital. Estos trabajos previos eran imprescindibles de cara a una de- fensa eficaz de la plaza, ya que la peculiar orografía de este sector sur, una extensa llanura, habría de convertirse en uno de los principales protagonistas de la campaña. En el ya- cimiento de Casas de Murcia se ha podido documentar un organizado sistema defensivo que aprovecha la excelente situación del cerro de cara a su defensa y cubrir al mismo tiem- po la vega del Manzanares. Dicho sistema consta de una trinchera que rodea el saliente del cerro y viene a enlazar con un puesto de mando de planta rectangular situado en reta- guardia. En determinados puntos estratégicos del cerro se excavaron diversos puestos de observación y nidos de ametralladora, de forma que la vega del río queda expuesta al fue- go de los defensores. El yacimiento ha proporcionado abundantes restos materiales de la ocupación del cerro durante la guerra civil, como privilegiado escenario que fue de la ofen- 1. Dpto. de Arqueología y Recursos Culturales de Auditores de Energía, S. A. y Medio Ambiente; Glorieta de López de Hoyos, n.º 5, 1.º dcha. 28002 MADRID; Tel: 91 411 83 76; Fax.: 91 411 83 77; Correo electrónico: [email protected]; www.audema.com. CÆSARAUGUSTA 78 749 Cæsaraugusta, 78. 2007, pp.: 749-764 ISSN: 0007-9502 El yacimiento de Casas de Murcia (Villa de Vallecas). Un fortín republicano en la segunda línea de defensa de Madrid capital Jorge MORÍN DE PABLOS Marta ESCOLÀ MARTÍNEZ Ernesto AGUSTÍ GARCÍA Gabriel ARENAS YBARRA Rafael BARROSO CABRERA Amalia PÉREZ-JUEZ GIL 1

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RESUMEN. La construcción de la L.A.V. Madrid-Frontera Francesa, conexión Madrid-Barcelona/Madrid-Sevilla, ha permitido plantear el estudio de diferentes yacimientos ar-queológicos afectados por la traza. Los primeros indicios de poblamiento en el enclave deCasas de Murcia parecen remontarse a épocas prehistóricas como evidencian algunos restosde industria lítica hallados durante la excavación. El cerro estuvo ocupado también duran-te la II Edad del Hierro, sin que se pueda precisar la entidad real de este hábitat. Más im-portantes, sin duda, son los restos arqueológicos pertenecientes a la Guerra Civil de 1936-39. El cerro formó parte del dispositivo de defensa republicano en el sector Sur de Madrid,defendido por las columnas mandadas por Líster y Bueno. Durante los meses anteriores ala campaña de Madrid se realizaron diversos trabajos de fortificación y defensa del territo-rio que circunda la capital. Estos trabajos previos eran imprescindibles de cara a una de-fensa eficaz de la plaza, ya que la peculiar orografía de este sector sur, una extensa llanura,habría de convertirse en uno de los principales protagonistas de la campaña. En el ya-cimiento de Casas de Murcia se ha podido documentar un organizado sistema defensivoque aprovecha la excelente situación del cerro de cara a su defensa y cubrir al mismo tiem-po la vega del Manzanares. Dicho sistema consta de una trinchera que rodea el saliente delcerro y viene a enlazar con un puesto de mando de planta rectangular situado en reta-guardia. En determinados puntos estratégicos del cerro se excavaron diversos puestos deobservación y nidos de ametralladora, de forma que la vega del río queda expuesta al fue-go de los defensores. El yacimiento ha proporcionado abundantes restos materiales de laocupación del cerro durante la guerra civil, como privilegiado escenario que fue de la ofen-

1. Dpto. de Arqueología y Recursos Culturales de Auditores de Energía, S. A. y Medio Ambiente;Glorieta de López de Hoyos, n.º 5, 1.º dcha. 28002 MADRID; Tel: 91 411 83 76; Fax.: 91 411 83 77;Correo electrónico: [email protected]; www.audema.com. C

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Cæsaraugusta, 78. 2007, pp.: 749-764ISSN: 0007-9502

El yacimiento de Casas de Murcia (Villa de Vallecas).Un fortín republicano en la segunda líneade defensa de Madrid capital

Jorge MORÍN DE PABLOS

Marta ESCOLÀ MARTÍNEZ

Ernesto AGUSTÍ GARCÍA

Gabriel ARENAS YBARRA

Rafael BARROSO CABRERA

Amalia PÉREZ-JUEZ GIL1

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GIL siva nacional sobre el Jarama entre noviembre de 1936 y febrero de 1937 (munición, per-

trechos, objetos de carácter «civil»: tinteros, envases de medicinas, etc.).

Palabras Clave. Protohistoria, Carpetania, Guerra Civil, Batalla del Jarama y Casas deMurcia.

La intervención arqueológica realizada en el yacimiento de Casas de Murcia(Villa de Vallecas, Madrid) forma parte de los trabajos de protección al patrimonioarqueológico que se están desarrollando para la Línea de Alta Velocidad Madrid-Barcelona-Frontera Francesa, tramo Madrid-Zaragoza, conexión Madrid-Barcelo-na/Madrid-Sevilla. El estudio arqueológico fue costeado por el Gestor de Infraestruc-turas Ferroviarias (G.I.F.), promotor del proyecto de obra civil. El proyecto contóademás con la supervisión y el apoyo de los servicios técnicos de arqueología de laDirección General de Patrimonio Histórico-Artístico de la Comunidad de Madrid2.

El territorio donde se encuentra enclavado el yacimiento es la línea de terrazaspróximas al río Manzanares. Más allá del entorno del río surge una extensa llanuraenmarcada por cerros correspondientes a la antigua cobertera del páramo terciario.

La cercanía de los terrenos donde se ha desarrollado la intervención arqueoló-gica a la ciudad de Madrid, favoreció el temprano inicio de las investigaciones enesta área. De hecho, fue objeto de trabajos ya desde el año 1862 por Casiano delPrado, M. de Verneuil y L. Lartet.

Sin embargo, las primeras prospecciones arqueológicas no llegaron hasta ladécada de los años 20, gracias a los trabajos realizados por H. Obermaier, P. Wernety J. Pérez de Barradas, quienes además de realizar numerosas «recolecciones» super-ficiales, llevaron a cabo una serie de excavaciones sistemáticas que pusieron de relie-ve la importancia arqueológica del lugar3.

Esta labor pionera se vio interrumpida durante la Guerra Civil. Cuando se reto-mó, entre los años de postguerra y la década de los sesenta, la investigación se limi-tó a una simple recogida de materiales bajo la dirección de Julio Martínez SantaOlalla. Ya en la década de los setenta se inicia de nuevo la actividad investigadorapor parte del Instituto Arqueológico Municipal de Madrid, que realiza diversasexcavaciones y trabajos de prospección y control de los areneros periféricos. A estalabor se deben la mayoría de los materiales arqueológicos depositados en los fon-dos del Museo de San Isidro, que fundamentalmente proceden de las labores devigilancia de areneros realizados por el personal de la Brigada Arqueológica del cita-do Instituto Arqueológico Municipal. Sin embargo, el interés científico de estos tra-bajos se ve mermado ante la falta de una localización clara de los yacimientos. Así,

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2. Queremos agradecer desde estas líneas las facilidades dadas para la realización de nuestro trabajoa D. Luis de la Rubia y D. José María Carrasco, así como al Gestor de Infraestruturas Ferroviarias; aD. Adolfo Valderas y A.C.S.; a la Dirección General de Patrimonio y sus técnicos; a D. EnriqueBaquedano, D. Antonio Dávila y al Museo Regional de la Comunidad de Madrid y, por último,a D. Salvador Quero, D. Alfonso Martín y al Museo de San Isidro.

3. PÉREZ DE BARRADAS, J., «Introducción al estudio de la prehistoria madrileña», Revista de la Biblioteca,Archivo y Museo del Ayuntamiento de Madrid, I, Madrid, 1924, pp. 13-35.

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una vez consultados los fondos materiales referentes a los yacimientos denomina-dos Cerro de la Ermita y Casas del Cerro depositados en el Museo de San Isidro(Madrid), se observan algunos informes poco claros sobre la situación y posiciónde dichos yacimientos, la mayoría aparecen además sin referencia estratigráfica ocon vagas alusiones a su procedencia de «cabañas» o de «fondos de cabaña».

Más tarde se suman a esta labor investigadora los Departamentos de Prehistoriay Arqueología de la Universidades Autónoma y Complutense de Madrid, destacan-do por su proximidad al yacimiento estudiado las investigaciones realizadas enla finca de La Torrecilla, donde ha podido documentarse un gran abanico deyacimientos que abarcan desde el Pa-leolítico Inferior a época hispanovisigoda4.

A partir del año 1985, con motivo del traspaso de competencias a la Co-munidad de Madrid5, se produce una revitalización de las labores investigadoras,gracias a la gestión de la Dirección General de Patrimonio de la Comunidad deMadrid, siendo fundamental a este respecto la declaración de la Zona de ProtecciónArqueológica y Paleontológica de las Terrazas del Manzanares en el término municipalde Madrid, que fue declarada Bien de Interés Cultural, según Decreto 113/1993, de25 de noviembre.

En cuanto a la zona donde se sitúa el yacimiento de Casas de Murcia, se handocumentado a través de los años gran variedad de hallazgos que van desde elPaleolítico hasta la época romana. Sin embargo, ninguno de ellos está localizadocon exactitud, por lo que pueden ser conocidos por varios nombres (Casas de Mur-cia, Casas del Canal, Cerro de la Ermita y Cerro de la Cueva de la Bruja), dependiendode quién haya realizado el hallazgo.

Pérez de Barradas nos describe esta zona en 1926, dando una referencia tantogeológica como arqueológica6: «Entre el Cerro de La Gavia, las Casas de Murcia y delas Barranquillas, y Montehueco, está formado el terreno por margas yesíferas terciarias,cubiertas por una arcilla amarillenta grisácea con yeso descompuesto, pudiéndose apreciarel tránsito insensible entre la roca yesosa y los productos de su descomposición. Pasada laCasa de Murcia y siguiendo en dirección del Cerro Redondo llama la atención el encontraruna tierra grisácea con mucho guijo de materiales terciarios, en la que se encuentran abun-dantes sílex tallados paleolíticos.»

La primera referencia a este yacimiento la proporcionan Pérez de Barradas yWernert7, quienes, en su estudio de 1929, señalan lo siguiente: «CASAS DE MURCIA:Pasada esta casa y siguiendo en dirección del Cerro Redondo, llama la atención encontraruna tierra grisácea con mucho guijo de materiales calizos terciarios, en la que se encuentranabundantes sílex tallados paleolíticos. Aunque respecto a ésta pudiera tratarse de un ya-cimiento de superficie, el hallazgo de los guijos calizos hace suponer un transporte desde el

4. BLASCO BOSQUED, M.ª C. y LUCAS PELLICER, M.ª R., El yacimiento romano de La Torrecilla: De «villa» a«tugurium», Madrid, 2000.

5. MORÍN DE PABLOS, J. et al, «La visión del modelo madrileño de arqueología desde un enfoque profe-sional», en Apuntes de Arqueología, 6, Madrid, 1997, pp. XVII-XIX (encarte extraordinario en el Boletíndel Ilustre Colegio de Doctores y Licenciados en Filosofía y Letras y en Ciencias, marzo, n.º 83, 1997).

6. PÉREZ DE BARRADAS, J., Estudio sobre el terreno Cuaternario del Valle del Manzanares, Madrid, 1926,pp. 80-81.

7. PÉREZ DE BARRADAS, J. y WERNERT, P., «Las investigaciones prehistóricas madrileñas: su historia eimportancia. (Los yacimientos prehistóricos de los alrededores de Madrid)». Boletín del InstitutoGeológico y Minero de España, XI, 3.ª serie, Madrid, 1929, pp. 246-248. C

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GIL Este, ya que no afloran en las proximidades, lo que no está en consonancia con la red fluvial

actual. Por otra parte, es significativo que si los sílex paleolíticos denunciaran únicamenteun yacimiento de superficie, que yació sobre los yesos, hubiera sido destruido y acarreado porlas mismas aguas que descompusieron los yesos y acarrearon los detritos calizos. La confir-mación más absoluta de la edad Cuaternaria de estos depósitos nos la da un corte próximoal camino de la Casa de Torrecilla, en el que, a 0,5 metros de profundidad encontró, in situ,varias lascas de sílex, indudablemente paleolíticas, en unas arcillas de color amarillo par-dusco claro, poco coherentes, con arenas de granos redondeados, con caliza en guijarrillos,nódulos y pulvurulenta, formando un reticulado. Entre los sílex tallados presentaremos unalasca grande de sílex de forma rectangular, con bulbo y plano de percusión: este último bifa-cetado, escasa talla, retoques marginales y huellas de uso. Esta pieza se hallaba en la basedel corte y fue extraída por nosotros mismos de su milenario yacimiento.»

Hay que esperar casi cincuenta años para encontrar una nueva alusión a estazona. Esta noticia se encuentra recogida en un artículo de 1978 de Salvador Queroy M. Carmen Priego8, donde se cita el yacimiento de Casas del Cerro «situado en loscerros próximos de la margen izquierda del río Manzanares a la altura del kilómetro 6 dela carretera de Madrid a San Martín de la Vega».

Contiene industria lítica de sílex con núcleos, percutores y lascas. La cerámicalisa tiene una pasta predominantemente marrón. La muestra estudiada hasta elmomento no permite hacer una apreciación de formas.

«La cerámica estilo campaniforme está constituida por tres fragmentos con decoraciónpuntillada. El color de la pasta es marrón. Todas ellas son vasos campaniformes.

Es el único yacimiento en la margen izquierda del río del que posee el InstitutoArqueológico material de estilo campaniforme.»

Posteriormente, en 19809, estos mismos autores señalan que «los cerros de laErmita y la cueva de la Bruja han dado materiales de la Edad del Bronce y de época roma-na. En la vega existente al pie de estos cerros también se han encontrado restos de épocaromana».

En 1982 se descubrió en el llamado Cerro de la Cueva de la Bruja, situado enel cerro frente a Perales del Río y Cerro de los Ángeles, un yacimiento de fondos decabaña y un taller de sílex que atribuyen a la Edad del Bronce por el tipo de mate-riales recogidos10.

Asimismo, en el año 1983 se citan, dentro de las actividades realizadas por el Ins-tituto Arqueológico Municipal de Madrid, la localización topográfica del Cerro de laErmita, calificándolo como zona de conservación y señalando la existencia de mate-riales depositados en la Sección de Arqueología del Museo Municipal de Madrid11.

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8. QUERO, S. y PRIEGO M. C., «Campaniformes de la meseta en el Instituto Arqueológico Municipal deMadrid», Revista de la Biblioteca, Archivo y Museo del Ayuntamiento de Madrid, n.º 3-4, Madrid, 1978.

9. PRIEGO, M. C. y QUERO, S., «El patrimonio arqueológico de Madrid. Propuesta para su protección»,I Jornadas de Estudios sobre la Provincia de Madrid, Madrid, 1980.

10. PRIEGO, M. C. y QUERO, S., «Actividades de la Sección de Arqueología del Museo Municipal durante1981», Estudios de Prehistoria y Arqueología Madrileñas , Madrid, 1982.

11. PRIEGO, M. C. y QUERO, S., «Actividades de la Sección de Arqueología del Museo Municipal durante1982», Estudios de Prehistoria y Arqueología Madrileñas , Madrid, 1983.

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La intervención arqueológica

Los trabajos de protección al Patrimonio Arqueológico en la Línea de AltaVelocidad Madrid-Frontera Francesa, tramo Madrid-Zaragoza, conexión Madrid-Barcelona/Madrid-Sevilla se estructuraron en tres fases: campaña de prospecciónsistemática de cobertura total; campaña de sondeos en zonas con alta potencialidadarqueológica y, por último, la excavación en área de los yacimientos afectados porlas obras. Una vez realizadas las dos primeras fases se planteó la necesidad de efec-tuar excavaciones en el enclave de Casas de Murcia o Casas del Canal. Los trabajos deexcavación comenzaron en abril de 2000, finalizando en julio del mismo año.

La excavación se efectuó en área, siguiendo el método propuesto por E. C.Harris tras sus trabajos en Winchester12, posteriormente adaptado por Carandini enyacimientos clásicos y en estos últimos años complementado por las investigacionesde M. O. H. Carver sobre yacimientos urbanos13, así como los trabajos de J. M. SolíasArís, J. M. Huélamo Gabaldón y J. Coll Conesa en el edificio de la Inquisición deCuenca, cuyas fichas de trabajo son las que aquí se han utilizado14 con ligeras modi-ficaciones. Dicha metodología encuentra su base fundamental en el registro siste-mático, con posibilidad de informatización, de los datos cualitativos de toda unidadestratigráfica, entendiendo como tal cualquier elemento identificable de la realidad.La ventaja principal del sistema de Harris se halla en la conversión de los datos cua-litativos recogidos en el campo, en datos cuantitativos, y es en esa cuantificación delas unidades estratigráficas, de donde sale una definitiva relación ordenada en unamatriz o diagrama de secuencia del funcionamiento y evolución de un yacimiento.

La documentación utilizada para la recolección de datos en la excavaciónarqueológica fue realizada sobre una serie de fichas elaboradas en 1983 por el equi-po Baix Llobregat del Pla de l'Atur de la Generalidad de Cataluña. Además, y dado quese trabajaría sobre un determinado tipo de recintos independientes, se creó una fichade ámbito, que recogiese datos específicos de los mismos. En total se realizaron tresfichas de excavación: ficha de diario, ficha de unidad estratigráfica y ficha de ámbito.

El yacimiento de casas del Canal

La excavación en el yacimiento de Casas de Murcia se desarrolló sobre tres sec-tores. La decisión de excavar estas tres áreas se llevó a cabo después de efectuar unaprospección de cobertura total y cuadricular la zona afectada por las obras para eva-

12. HARRIS, E. C., Principles of archaeological stratigraphy, Londres, 1979; «The central role of stratigraphyin archaeological excavation», Jornadas Internacionales de Arqueología de Intervención (San Sebastián,16-20 de diciembre de 1991), Bilbao, 1992, pp. 11-135 y Principios de estratigrafía Arqueológica,Madrid, 1991 (traducción española de la obra citada en primer lugar).

13. CARANDINI, A., «Per una ‘‘carta dello scavo archeologico’’, 1976. Appunti preliminari da sottoporre adiscussione», Archeologia Medievale. Cultura materiale Insediamenti Territorio, IV, 1977, pp. 257-261 yStoria dalla Terra. Manuale dallo scavo archeologico, Bari, 1981; CARVER, M. O. H., «Three saxo-normantenements in Durham City», Medieval Archaeology, 19, Londres, 1979, pp. 1-32 y «Valutazione, stra-tegia ed analisi nei siti pluristratificati», Archeologia Medievale. Cultura Materiale InsediamentiTerritorio, All'Insegna del Giglio, vol. X, Firenze, 1983, pp. 49-71.

14. SOLÍS ARÍS, J. M., HUÉLAMO GABLADÓN, J. J. y COLL CONESA, J., El edificio de la Inquisición de Cuenca.Evolución de un programa arquitectónico (1573-1975), Cuenca, 1990. C

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GIL luar las concentraciones de materiales. Así, se pudo comprobar que existían dos

zonas con una concentración de material cerámico. El sector A, ubicado en lasegunda línea del reborde del páramo yesífero, y el sector B, un pequeño cerro enla primera línea del frente de escarpe. Los materiales localizados y la ubicación nospermitían plantear a priori la existencia de un hábitat de la II Edad del Hierro, aun-que muy alterado por la construcción de la segunda línea republicana para la defen-sa de Madrid y la erosión diferencial. En el sector C se realizó un corte con la inten-ción de comprobar la continuidad espacial del hábitat entre los dos sectores.

Sector A

El primero de nuestros sectores se compone de tres cuadrículas de10 x 10 m y se halla situado en la parte del cerro opuesta a la terraza del Manzanares,aprovechando una pequeña elevación sobre el terreno. Esta circunstancia hacía pre-ver una situación relativamente privilegiada para la ocupación del cerro, según acos-tumbran los patrones urbanísticos de la Edad del Hierro15, hipótesis que, sin embar-go, fue definitivamente descartada a medida que avanzaban los trabajos de excava-ción, ya que, si bien proporcionaron algunos fragmentos de cerámica y sílex tallado,no dieron como resultado la aparición de estructuras asociadas a los mismos. Se pro-cedió asimismo al raspado del área objeto de excavación en busca de posibles estruc-turas negativas, sin obtener resultados, razón por la que se decidió abandonar lostrabajos en esta zona. El nivel geológico aparece a unos 10 cm del nivel de superfi-cie, y está compuesto por los yesos masivos que caracterizan el paisaje en esta zona.

Sector B

Este sector está situado en la parte occidental del cerro, en el reborde del pára-mo que domina la vega del Manzanares, lo que da una idea de la idoneidad de suubicación de cara a una defensa estratégica de esta área. En la II Edad del Hierro, sinembargo, debieron pesar tanto o más otras consideraciones aparte de las defensivas,como son la posibilidad que dicha ubicación brindaba a sus habitantes a la hora deun aprovechamiento óptimo de los recursos naturales: explotación agraria de lossuelos cercanos, el disfrute de los recursos silvopastoriles que le proporcionaría elcercano bosque de encinas y algunos quejigos en las zonas de umbría, del que aúnsubsiste algún reducto en áreas no demasiado lejanas, y el uso estacional de la ribe-ra de inundación de la vega del Manzanares para forraje de ganado en las épocas enque ésta quedaba al descubierto.

Se plantearon en este sector cuatro cortes de 10 x 10 m y uno más de 6 x 6 m.Los únicos restos materiales de estructuras que pueden adscribirse a la II Edad delHierro se encontraron en los cortes 1 y 4, pero, por desgracia, éstos se encontrabanarrasados por haber sido afectados durante la construcción de una trinchera en laguerra civil. Se trata de bloques de piedra caliza o de sílex sin trabajar de tamaño

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15. URBINA MARTÍNEZ, D., «La segunda Edad del Hierro en la Mesa de Ocaña. Un estudio regional deArqueología del paisaje», Arqueología Espacial, 19-20, Teruel, 1998, pp. 135-151 y La Segunda Edaddel Hierro en el Centro de la Península Ibérica. Un estudio de Arqueología Espacial en la Mesa de Ocaña,Toledo, España, BAR International Series 855, Oxford, 2000, pp. 201 ss.

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mediano, y que, por analogía a lo que conocemos de otros yacimientos cercanos(p. e. el Cerro de la Gavia), posiblemente debieron pertenecer a los zócalos y cimen-taciones de las viviendas que ocupaban la elevación.

La cronología de este hábitat de la II Edad del Hierro resulta difícil de precisar,dada la parquedad de los resultados obtenidos. Sin embargo, la trasposición delmodelo de poblamiento del cercano yacimiento del Cerro de La Gavia, permite plan-tear la hipótesis de una ocupación en el siglo II a. C., abandonándose el lugar antesdel cambio de era. En este sentido, resulta significativa la ausencia de produccionescerámicas romanas, en especial de terra sigillata.

Como se ha dicho, todo el cerro se encuentra rodeado por una trinchera de80 cm de anchura y 1,20 m de profundidad, construida durante el asedio de Madrida finales del año 1936 o comienzos de 1937. Esta línea de trinchera se encuentra jalo-nada por varios puestos de tirador, así como por dos nidos de ametralladoras exca-vados en la roca que ocupan los dos ángulos del cerro que dominan el paso del río.Además, en la parte de retaguardia se encuentra una casamata excavada en el terreno,de planta rectangular, que se encuentra conectada con la línea de trincheras y que, sinduda, debió actuar como puesto de mando de este sector. De aquí proceden los tin-teros encontrados en el transcurso de la excavación y una placa de metal de cierto gro-sor, que debió servir como mesa a los ocupantes de la casamata. El pasillo, que con-ducía desde ésta a la parte meridional de la línea de trinchera, tenía varios escalonestallados en el terreno y se comunicaba asimismo con un ámbito auxiliar de plantarectangular situado a distinta cota, tal vez mediante una escalera de mano. La casa-mata es un rectángulo de unos 4,50 x 2,75 m aproximadamente y de 3 m de pro-fundidad; presenta una sección irregular, producto de varios rebajes sobre la línea deplomada que servirían para alojar la techumbre y como asiento para sus ocupantes.

Además de estas estructuras, se localizó en la zona norte un pozo de aireaciónque hay que relacionar con un depósito de munición excavado en el cerro y situa-do a una cota inferior de la loma.

Sector C

El sector C está compuesto por un único corte de 10 x 10 m abierto sobre unazona del cerro que se sitúa a una cota por encima de la altura normal del mismo aleste de la zona de trincheras. Se profundizó hasta unos 10 cm de la superficie, reba-jándose el nivel vegetal, por debajo del cual comenzaron a aflorar los yesos masi-vos que constituyen el nivel natural del cerro. La excavación de este sector no pro-porcionó ningún tipo de material arqueológico, tratándose al parecer de una eleva-ción natural del terreno.

Como se ha señalado, la realización de este corte pretendía comprobar la con-tinuidad del hábitat de la II Edad del Hierro entre los sectores A y B.

Definición y justificación de las fases detectadas

La excavación se desarrolló en tres sectores de excavación —A, B y C—, en fun-ción de los resultados obtenidos durante la prospección intensiva previa, unido a lo C

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GIL que el propio transcurso de los trabajos de excavación arqueológica en extensión

hacían presumir.

La excavación del sector A apenas proporcionó materiales arqueológicos, des-tacando algunos fragmentos de cerámica a mano y a torno, así como un fragmentocon decoración incisa encontrados en el corte I. Del corte II proceden varios frag-mentos de cerámica a mano y a torno, entre los que destacan un fragmento care-nado y otro con decoración incisa. El corte III sólo proporcionó algunos escasosfragmentos de cerámica a mano y a torno. Todo ello habla de una ocupación delterreno durante la II Edad del Hierro, sin que se pueda afirmar con rotundidad aqué período concreto de ésta puede encuadrarse el yacimiento, aunque muy pro-bablemente la ocupación del cerro debió producirse en el siglo II a. C. En el cerca-no yacimiento del Cerro de La Gavia se ha podido comprobar la existencia de unaumento de población en la primera mitad de esta centuria, lo que provocó que elnúcleo principal del poblado acabase desbordado y se construyesen viviendas en laslomas más próximas. Muy probablemente el control de Roma de esta parte de laMeseta Sur a mediados de la segunda centuria provocó una disminución de la po-blación y la desaparición de estos yacimientos de rango inferior. Este abandono delos núcleos de población de menor tamaño debió llevarse a cabo de forma pacífi-ca, ya que se ha podido comprobar en el transcurso de los trabajos arqueológicosen el Cerro de la Gavia un abandono ordenado de las zonas de vivienda, que ape-nas han proporcionado materiales. Por otra parte, es digno de ser resaltado la faltade estructuras asociadas a estos hallazgos, circunstancia que dificulta aún más lainterpretación de este sector.

En el sector B se han documentado, como en el anterior, cerámicas a torno y amano en los cuatro cortes. Destaca también la aparición de fragmentos de tejas,ausentes por completo en los sectores A y C. Se han documentado asimismo cerá-micas pintadas, carenadas y decoradas dentro del corte I, que parecen indicar, comoen el caso anterior, una cronología de la Edad del Hierro. El hallazgo de variosfragmentos de tejas, sin embargo, debe ponerse en relación con la reocupación delcerro durante la Guerra Civil y la excavación de un puesto de mando en la línea detrincheras que circunda este sector. Obviamente, a esta fase corresponderían tam-bién los restos de munición —balas y casquillos de diferentes armas—, una can-timplora de aluminio, tinteros, frascos de vidrio, etc., encontrados en el transcursode la excavación.

El sector C, por su parte, no ha proporcionado ningún tipo de material arqueo-lógico, tratándose de un corte estéril.

Encuadre histórico e interpretación del yacimiento

Los primeros indicios de poblamiento en el yacimiento arqueológico de Casasde Murcia parecen remontarse a épocas prehistóricas. La industria lítica se corres-ponde con dos momentos cronológicos. La mayoría de las piezas se engloban den-tro del Paleolítico Medio, tratándose de útiles de mediano o pequeño tamaño carac-terísticos de la industria musteriense (raederas, perforadores, raspadores, etc.) des-tinados a funciones polivalentes. No obstante, el elemento de hoz parece desento-nar con esta clasificación y habría que llevarlo a una época posterior, ya de pleno

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neolítico o incluso al Bronce o el Hierro, dado que el material cerámico encontra-do en la excavación del yacimiento parece avalar su inclusión en esta última fase. Encuanto al sílex utilizado para la talla de estos materiales, sabemos que procede de losalrededores del yacimiento, donde es un material muy abundante, aflorando deforma natural en forma de pequeños filones en varios puntos del páramo.

Por lo que parece desprenderse de los trabajos arqueológicos efectuados en elyacimiento de Casas de Murcia, el cerro estuvo ocupado durante la Edad del Hierro,sin que podamos precisar las dimensiones e importancia del hábitat. A través de losdatos que ha proporcionado la excavación del cerro, podría tratarse de un centrosecundario con respecto al cercano yacimiento del Cerro de la Gavia, sin duda el núcleoprincipal de este área, y en este sentido el paralelo más cercano a lo que debió serel hábitat de Casas de Murcia podría ser el también próximo yacimiento del Cerro deSan Antonio.

Los patrones de asentamiento apuntan en ese sentido, tratándose de una zonaestratégica para el control de la vega del Manzanares y de especial interés parael aprovechamiento de los diferentes recursos que le proporciona el medio circun-dante. En efecto, el yacimiento se estableció en una elevación que recorre el cursodel río Manzanares, en la confluencia de tres áreas medioambientales bien diferen-tes: por un lado, la explotación de las tierras de coluvión cercanas al cerro permiteel cultivo de algunas especies de cereal (trigo, cebada) incluso a sociedades con esca-so desarrollo tecnológico; por otro, la zona estaría rodeada de una masa forestal,probablemente un bosque mediterráneo de encinas, que suministraría nuevosrecursos a sus pobladores: madera para construcción y leña, recursos silvopastoriles(cría de ganado porcino), etc. Finalmente, las periódicas anegaciones de la vega delManzanares procurarían un recurso suplementario a estas poblaciones, al permitir-les pastos para la cría de otras especies de ganado (ovicápridos), gracias a un siste-ma de pastoreo ribereño. Aparte de estas consideraciones de explotación del medio,el yacimiento debió contar lógicamente con recursos hídricos suficientes para lasubsistencia, aunque un problema aún por dilucidar es la cuestión del origen delagua necesaria para el desarrollo de todos estos poblados, ya que la alta cantidad ensulfatos (640 mgr/litro) en los terrenos yesíferos del entorno inmediato del ya-cimiento hace difícil, aunque no imposible, el uso de ésta como agua potable16.Hoy día la Ley de Aguas permite una cantidad de sulfato de hasta 2.000 mgr/litro,lo que podría hacer pensar en un uso doméstico del agua de los manantiales pró-ximos al yacimiento, pero ello acarrearía problemas crónicos de salud. Por estemotivo no hay que descartar tampoco, aunque parece muy improbable, el avitua-llamiento directo a partir del curso del Manzanares. En este caso, el acarreo del aguadesde el río hasta lo alto del cerro supondría un gasto de trabajo importante y, ade-más, habría épocas del año en la que el agua debería ser decantada.

La ausencia de restos constructivos de entidad no permiten establecer las pau-tas seguidas en el urbanismo del poblado ni precisar tampoco más acerca de lasdiferentes fases que pudo tener. La aparición de algunas hiladas de piedras sin des-bastar, y la comparación con otros ejemplos de este mismo período, en concretocon los yacimientos más cercanos como Cerro de La Gavia y Cerro de San Antonio,permiten aventurar un pequeño núcleo de casas de zócalo de piedra y alzados de

16. Agradecemos a D. Daniel Regidor Ipiña, geólogo, el estudio realizado a este respecto. CÆ

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GIL adobes organizadas en torno a una o, más improbablemente, dos calles. A partir de

la comparación con el yacimiento del Cerro de La Gavia, no hay que descartar tam-poco la existencia de varias fases de ocupación fechables en la Edad del Hierro, sien-do difícil que subsistiera más allá de la conquista romana. En cualquier caso, y aun-que el número de materiales arqueológicos sea francamente exiguo, no se ha docu-mentado ningún resto de época romana.

Más importantes, sin duda, son las evidencias arqueológicas pertenecientes ala Guerra Civil de 1936-39. De esta fase procede la mayoría de los materiales encon-trados en el cerro, que formaba parte del dispositivo de defensa republicano en elsector sur de Madrid.

Durante los meses anteriores a la campaña de Madrid se realizaron diversostrabajos de fortificación y defensa del territorio que circunda la capital. Estos traba-jos previos eran imprescindibles de cara a una defensa eficaz de la plaza, ya que lapeculiar orografía de este sector sur habría de convertirse, en palabras del generalRojo, en uno de los principales protagonistas de la campaña.

Rojo definió el escenario de la batalla como: «una extensa llanura, sólo perturba-da por colinas aisladas, o que forman sistemas de desarrollo limitado, como las que se alzansirviendo de divisoria de aguas entre los ríos Guadarrama, Manzanares, Jarama y Tajuña,o de algunas quebradas y barrancas de cauce normalmente seco.»17.

Esta práctica ausencia de accidentes topográficos de importancia determinaque la zona de maniobras se preste bien a la observación terrestre y aérea. Sinembargo, aunque el Estado Mayor de la República había ideado un sistema dedefensa integral a base de un conjunto de centros de resistencia que cubrían lineal-mente la ciudad, relacionados a su vez con otros aislados para obstaculizar lamaniobra enemiga, parece que dicho sistema estaba aún lejos de considerarse com-pletamente terminado en el momento en que las tropas nacionales completaron elcerco a la capital18.

Dentro de los trabajos de fortificación debieron contarse las trincheras y casa-matas excavadas en Casas de Murcia, donde se han podido documentar un organi-zado sistema defensivo que aprovecha la excelente situación del cerro de cara a sudefensa y cubrir al mismo tiempo la vega del Manzanares. El sistema consta de unatrinchera que rodea el saliente del cerro y viene a enlazar con un puesto de mandode planta rectangular situado en su retaguardia. En determinados puntos estratégi-cos del cerro se excavaron diversos puestos de observación y nidos de ametrallado-ra, de forma que la vega del río quedaba expuesta al fuego de los defensores. Estosnidos de ametralladora están excavados a una cota inferior, de manera que asomanal perfil del acantilado por una pequeña abertura desde la que se domina un ampliopanorama. Además, existe un pozo conectado con la trinchera, no lejos del puestode mando, aunque algo apartado del mismo, que debió servir como almacén demunición y que, aunque no ha resultado afectado por los trabajos arqueológicos,los perfiles de las trincheras muestran que se encontraba conectado con ellas. Elpuesto de mando se encontraba lógicamente en la parte que da al interior del cerroy junto a él se encuentra otra pequeña dependencia que debió servir probablemen-

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17. ROJO, V., Así fue la defensa de Madrid, Madrid, 1987, p. 25.

18. Ibidem, pp. 30-31.

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te para colocar las literas o como dependencia auxiliar de la primera. Todo el siste-ma de trincheras de Casas de Murcia presenta las condiciones que este tipo de cons-trucciones debía de reunir de cara a una guerra convencional.

Entre el dispositivo de defensa de este sector, que englobaba un Orden deBatalla de unos 15 ó 20.000 hombres, se encontraban las Columnas mandadas porLíster y Bueno, encargadas de cubrir las zonas de Entrevías y Villaverde con objetode amenazar, llegado el caso, el flanco derecho del ejército nacional, pero «cuyosefectivos eran un misterio» aun para el Mando republicano. Parte de estas fuerzas seestaban reorganizando en Vallecas. En total el frente tenía un desarrollo aproxima-do de unos 32-35 km19.

En cuanto a los efectivos militares, por parte del bando republicano existía unagran diversidad de unidades que, aunque agrupada bajo nomenclatura tradicional(Secciones, Compañías, Batallones…), en realidad se trataba de agrupacionesmuchas veces arbitrarias bajo el mando de cuadros profesionales de baja jerarquíao de jefes de milicias designados por partidos políticos o por la Inspección Generalde Milicias, de ahí que el general Rojo describa gráficamente esta tan heterogéneacomposición refiriéndose a ella como «pulverización orgánica de nuestras unidadescombatientes»20. Del mismo modo, el general Rojo se queja de la variedad de arma-mento disponible, que engloba fusiles del más variado calibre (6.5, 7.0, 7.62, 7.92,7.7, 8.03 y 8.0), factor que dificultaba enormemente las posibilidades de suminis-tro. El abastecimiento fue, sin duda, uno de los principales problemas con los quetuvo que luchar el Mando republicano en sus primeros momentos21.

El Mando nacional tenía como objetivo principal lograr el control de la capitalcon la mayor brevedad posible, sin arriesgar para ello la suerte del Ejército que sitia-ba Madrid, indispensable para conseguir el objetivo final del alzamiento, que eraobviamente la victoria en la guerra. El objetivo, sin embargo, se preveía imposible enfunción de la relativa capacidad numérica de los efectivos nacionales, que puedencifrarse en torno a los 15.000 hombres, por lo que Franco fiaba el éxito de la mismaa la rapidez con que ésta fuera ejecutada. Dada la urgencia que se demandaba, pues-to que para el éxito de la operación era condición indispensable una rápida actua-ción cuyo mando se reservó al general Varela22. Una circunstancia casual quiso queel elemento sorpresa quedara desbaratado al llegar a manos del Mando republicanola Orden General de Operaciones del Ejército nacional, lo que produjo un inmedia-to cambio de planes y el reforzamiento del frente suroeste23.

El plan de Franco, en el caso de encontrar una gran resistencia en la capital,consistía básicamente en controlar el perímetro defensivo para desde allí dividir laciudad en sectores y proceder a la sucesiva conquista de los mismos una vez des-moronados los respectivos frentes24. Por su parte, el Mando Superior republicano

19. Ibidem, pp. 42-44.

20. Ibidem, pp. 28-29.

21. Ibidem, p. 30.

22. MARTÍNEZ BANDE, J. M.ª, La marcha sobre Madrid, Monografías de la Guerra de España, n.º I, Madrid,1982, pp. 286-288.

23. Ibidem, pp. 295-298; ROJO, V., op. cit., pp. 67-68.

24. Ibidem, pp. 292-293. CÆ

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GIL ordenaba a los generales Miaja y Pozas25 la defensa de la capital a toda costa y, en

caso de ser expulsados, un repliegue hacia la línea del Tajo en dirección a Cuenca.La importancia que ambos contendientes atribuían a la campaña —cuyo valor,desde un punto de vista puramente militar, era discutible— queda demostrada enel hecho de que las dos fuerzas absorbieron la mayor parte de sus reservas en hom-bres y materiales26.

Fracasado el intento de asalto por el Suroeste (por la Casa de Campo y la Ciu-dad Universitaria), el desarrollo de la campaña quiso que los dos ejércitos se vieranlas caras finalmente en torno al Jarama. De forma esquemática, el orden de la batallade Madrid puede resumirse de la siguiente forma27:

1. Aproximación de las tropas nacionales desde la base de Getafe-Alcorcón-Leganés y montaje del sistema defensivo republicano, del que forman parte los res-tos descubiertos en las excavaciones arqueológicas de Casas de Murcia (4-7 noviem-bre de 1936).

2. Reiterados ataques directos a la capital desde la Casa de Campo y CiudadUniversitaria y defensa de las posiciones republicanas (8-30 de noviembre de 1936).Fracaso de la marcha sobre Madrid.

3. Maniobra para cortar las comunicaciones de Madrid con el frente de la sie-rra: ataques en Húmera y Boadilla del Monte (30 de noviembre de 1936-15 de enerode 1937).

4. Maniobra de desbordamiento del ala izquierda para cortar la línea de comu-nicaciones con el Levante: batalla del Jarama (febrero de 1937). Llegados a estepunto, Miaja y Rojo, dándose cuenta de que una derrota en el Jarama suponía el des-plome total del frente, hicieron un esfuerzo para frenar la ofensiva nacional. Lamaniobra sobre el ala izquierda republicana se realizó en dos esfuerzos sucesivos: unataque a La Marañosa, donde se encontraba un importante centro de fabricación dearmas y punto clave de las líneas republicanas al oeste del Jarama, y una maniobrade paso del río en dirección a Arganda y Morata de Tajuña para profundizar y cortarlas comunicaciones. Por la importancia de esta maniobra y el volumen de mediosdesplegados por los dos bandos, esta acción ha dado nombre a la batalla.

5. Maniobra de envolvimiento de la plaza de Madrid y del Ejército del Centro(marzo de 1937), contraataque del Ejército republicano y derrota del Cuerpo deVoluntarios italianos en el eje Sigüenza-Guadalajara.

Como triste final hay que mencionar las 20.000 bajas y 2.000 muertos que seha estimado causó la batalla, cifras que dan idea de la magnitud del choque entredos ejércitos que se batieron a orillas de un río que pasaría de forma dramática a lahistoria.

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25. El general de división Sebastián Pozas Perea estaba al mando del Ejército del Centro, encargado dela defensa de esta región a excepción de la capital, que estaba sujeta al mando de una Junta deDefensa dirigida por el general Miaja. Entre ambos generales tuvo lugar una sorda lucha por el con-trol de los recursos militares.

26. Ibidem, pp. 49-45.

27. ROJO, V., op. cit., pp. 56-57.

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FIG. 1. Traza de la Línea de Alta Velocidad Madrid-Barcelona-Frontera Francesa. Tramo: Ma-drid-Zaragoza. Salida de Madrid y conexión con la Línea de Alta Velocidad Madrid-Sevilla. En el círculo, en el centro de la hoja, el yacimiento de Casas de Murcia.

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FIG. 2. Detalle de la topografía del yacimiento de Casas de Murcia (Villa de Vallecas, Madrid)con la traza de la conexión con la Línea de Alta Velocidad Madrid-Sevilla.

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FIG. 4. Vista aérea del yacimiento de Casas de Murcia (Villa de Vallecas, Madrid).