Elecciones N° 7

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jefa nacional

Magdalena Ch Villanuevasecretaria general

Luz Marina Vera Cabreragerente de la oficina general de control institucional

Alfredo Barrientos Minayaprocurador pblico

Manuel Daro Cabrera Espinoza-Chuecagerente de la oficina general de asesora jurdica

EleccionesPER - Ao 6 - N. 7 noviembre 2007DIRECToRA

Luigino Pilotto Carreogerente de la oficina general de planificacin y desarrollo electoral

Carlos Martn Loyola Escajadillogerente de la oficina general de administracin

Magdalena Ch VillanuevaEDIToRA

Roger Andrs Simich Garcagerente de gestin electoral

Francisco Calmet Asseretogerenta de informacin y educacin electoral

Teresa Watanabe VarasCooRDINADoRA

Diana Arias Stella Diezgerente de supervisin de fondos partidarios

Carlota Casalino Sen

Alfonso Chan Lengerenta de capacitacin, investigacin y asistencia tcnica electoral

CoNSEJo EDIToRIAL

Teresa Ins Watanabe Varasgerente de sistemas e informtica electoral

Jorge Luis Yrivarren Lazogerente de organizacin electoral y coordinacin regional

Rubn Enrique Durand Pardo

Samuel Abad Cristbal Aljovn de Losada Carlos Blancas Bustamante Julio Cotler Juan Fernando Jaramillo Charles D. Kenney Csar Landa Arroyo Carmen Mc Evoy Jos Molina Dieter Nohlen Catalina Romero Martn Tanaka Daniel Zovatto

Oficina Nacional de Procesos Electorales (onpe)Jr. Washington 1894, Lima 1, Per Central Telefnica: 417-0630 Correo-e: [email protected] url: Hecho el Depsito Legal en la Biblioteca Nacional del Per: 2002-5121 Lima, noviembre de 2007 estilo y cuidado de edicin odn Del Pozo diseo y diagramacin Martin Zorogasta Vera impresin Grfica Publi Industria EIRL

Aunque la onpe auspicia esta publicacin, el contenido es de responsabilidad exclusiva de los autores

Presentacin

La Oficina Nacional de Procesos Electorales (onpe) ofrece, desde noviembre del ao 2002, una revista que aborda los distintos componentes de lo electoral. Se trata de una publicacin peridica altamente especializada que contiene colaboraciones de acadmicos, expertos, especialistas y funcionarios tanto nacionales como extranjeros cuya reflexin principal y quehacer se relaciona con la democracia y con las elecciones. Luego de cinco aos del primer nmero de elecciones cabe resaltar no slo la continuidad de la publicacin, sino que la revista se ha constituido en un referente en toda la regin. Actualmente nos complace comprobar el creciente nmero de lectores, tanto en su versin impresa como digital. Cada nmero de elecciones fue organizado bajo un tema central que en su momento fue de inters pblico. As, la primera entrega se enfoc en las elecciones subnacionales, pues en el ao 2002 la atencin giraba en torno al perodo electoral regional y municipal de dicho ao. El segundo nmero (2003) se organiz con un eje temtico centrado en la consolidacin democrtica y la participacin electoral. El tercero publicado en 2004 abord como tema especial la automatizacin de los procesos electorales. En ese mismo ao, la onpe entreg al pblico el cuarto nmero que trat de manera principal el financiamiento de los partidos y agrupaciones polticas. Al ao siguiente, se public el nmero cinco que estuvo dedicado a la rendicin de cuentas de partidos polticos. El ao 2006, los asuntos centrales fueron las nuevas tendencias en los sistemas electorales en el mundo y los procesos electorales en Amrica Latina. Ahora, en 2007, continuamos con nuestra poltica de ofrecer temas de actualidad. Por ello, el ejemplar que tiene entre sus manos el nmero 7 de elecciones consta de tres secciones. La primera de ellas corresponde a los comicios en Amrica Latina como asunto central y se inicia con una reflexin y perspectivas a partir de los procesos electorales llevados a cabo en la regin; contiene, asimismo, un balance de los comicios latinoamericanos entre 2005 y 2006, adems de dos estudios, uno

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sobre el caso de las elecciones en el Distrito Federal de Mxico y el otro acerca de la democracia electrnica en nuestro medio. La segunda seccin desarrolla temas de Derecho electoral, por lo que las colaboraciones estn vinculadas al anlisis del sistema electoral alemn y el Tribunal Constitucional Federal, por un lado, y la relacin entre el Tribunal Constitucional y el Jurado Nacional de Elecciones en el Per, por el otro. Final-mente, en el tercer apartado de ElEccionEs se presentan estudios histricos sobre diversos procesos electorales peruanos del siglo xix. De manera ms detallada, la seccin primera: Comicios en Amrica Latina: balance, reflexiones y perspectivas est integrada por cuatro artculos. El primero corresponde a Manuel Alcntara y se titula Amrica Latina despus de las elecciones. La segunda colaboracin pertenece a Daniel Zovatto y lleva por ttulo Balance electoral latinoamericano: noviembre 2005-diciembre 2006. El tercer artculo tiene por autor a Isidro Cisneros y se intitula Breve reflexin sobre las elecciones en el Distrito Federal, Mxico. El cuarto es de Eduardo Araya y aborda los Problemas y perspectivas de la democracia en Amrica Latina: las posibi-lidades de la democracia electrnica en el mbito local. Tal como hemos mencionado, Amrica Latina despus de las elecciones es el artculo de Manuel Alcntara, actual Vicerrector de la Universidad de Salamanca, quien presenta una visin panormica de las elecciones realizadas en trece pases de la regin. Para ello, analiza el papel de los polticos y la presencia de la ideologa, derivando a partir de ah una serie de lugares comunes respecto a la homogeneidad poltica que podra presentar la regin. Daniel Zovatto, Director Regional para Amrica Latina de International idea y miembro del Consejo Editorial de ElEccionEs, colabora en esta ocasin con un trabajo titulado Balance electoral latinoamericano: noviembre 2005-diciembre 2006. Se trata de un exhaustivo anlisis de coyuntura donde se toma en consideracin el contexto en el cual se producen los diversos procesos electorales llevados a cabo en la regin. Para ello destaca la complejidad y heterogeneidad que presenta la realidad poltica, social y econmica latinoamericana. El estudio incluye las tendencias que se perfilan luego de los comicios, especialmente aquel debate sobre si se est dando un giro a la izquierda o al centro, o hacia la profundizacin de la democracia, la institucionalizacin de los partidos polticos y la mejora percepciones de la opinin pblica respecto a la poltica y los polticos. La tercera colaboracin tiene por autor a Isidro H. Cisneros, actual Consejero Presidente del Instituto Electoral del Distrito Federal de Mxico, su artculo se titula Breve reflexin sobre las elecciones en el Distrito Federal. Se trata de un

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trabajo ilustrativo de las caractersticas propias del proceso electoral del gobierno (Ejecutivo y Legislativo) de la capital de mexicana. Esta seccin central finaliza con el estudio Problemas y perspectivas de la democracia en Amrica Latina, las posibilidades de la democracia electrnica en el mbito local, de Eduardo Araya, actual Vicerrector de la Universidad Catlica de Valparaso, en Chile. Estamos ante un anlisis terico sobre la perspectiva de la democracia en la regin a la luz de las posibilidades que ofrecen las nuevas tecnologas de la informacin y la comunicacin. El nfasis particular est dado en la democracia local y la democracia directa. En el caso de la seccin Derecho electoral, hemos recibido dos importantes colaboraciones. La primera corresponde a Csar Landa y lleva por ttulo Tribunal Constitucional y Jurado Nacional de Elecciones. La segunda corresponde a Dieter Nohlen, quien escribe juntamente con Nicolas Nohlen, y se intitula El sistema electoral alemn y el Tribunal Constitucional Federal (la igualdad electoral en debate con una mirada a Venezuela). La colaboracin de Csar Landa, Presidente del Tribunal Constitucional del Per y profesor de Derecho Constitucional en las Universidades Catlica del Per y Nacional Mayor de San Marcos, analiza los principios de constitucionalidad y legalidad a la luz del control del Tribunal Constitucional de las resoluciones del Jurado Nacional de Elecciones. El profesor emrito de Ciencia Poltica de la Universidad de Heidelberg Dieter Nohlen y Nicolas Nohlen colaboran con ElEccionEs a travs de un anlisis sobre el principio de la representacin proporcional personalizada, que es caracterstico tanto del sistema electoral alemn como del venezolano. En el artculo titulado El sistema electoral alemn y el Tribunal Constitucional Federal (la igualdad electoral en debate con una mirada a Venezuela), ellos explican cmo en el caso del sistema alemn la participacin del Tribunal Constitucional Federal a travs de diversas resoluciones ha logrado aclarar la relacin entre el sistema electoral alemn y el criterio de igualdad del voto. La tercera seccin corresponde a Historia electoral y contiene tres artculos. El primero se titula El sufragio indgena en los Andes durante el perodo revolucionario (1810-1815): electorado cautivo o guerra de castas? y su autora es la doctora Marie-Danielle Demlas, de la Universidad de Pars iii. El segundo es un trabajo escrito por Cristbal Aljovn de Losada coordinador de la Maestra de Historia de la unmsm en colaboracin con Julio Csar Loayza orihuela.

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El tercero corresponde a la doctora Gabriella Chiaramonti Catedrtica de la Universidad de Padua y lleva por ttulo Elecciones en Trujillo (La Libertad) antes y despus de las reformas de los aos 1895 y 1896. La colaboracin de Marie-Danielle Demlas reconstruye las formas de aplicacin del sistema electoral que convoc en 1810 a la eleccin de representantes a las Cortes. Se trata de las primeras elecciones modernas en un mundo inmerso en el Antiguo Rgimen, de ah que el aporte de la autora sea evidenciar las caractersticas propias de esa primera experiencia electoral moderna. En esa lnea, muestra cmo el principio del sufragio universal fue aplicado en los Andes, de manera ms precisa en el Per y en el Ecuador. Cristbal Aljovn de Losada y Julio Csar Loayza orihuela nos ilustran acerca de cmo se llev a cabo una campaa electoral presidencial en el perodo anterior a la Guerra del Pacfico. As, dan cuenta de la participacin poltica, la campaa electoral y la creacin de imaginarios, todo ello a propsito de la candidatura de Lizardo Montero. Con este artculo, se contribuye a conocer mejor la manera cmo se competa por el Poder Ejecutivo en la segunda mitad del siglo xix; se trata de un tiempo en el cual el candidato tena un rol protagnico, especialmente en el caso de Montero quien se desplaz por diversos lugares del pas para lograr adherentes. Asimismo, haba clubes electorales en torno a un candidato, la prensa tena una singular participacin, los mtines eran una manera de medir fuerzas y la tensin durante el perodo de votacin llegaba al enfrentamiento. El artculo de Gabriella Chiaramonti analiza las prcticas electorales en Trujillo en dos momentos: el primero, entre 1861-1879, y el segundo entre 1895 y 1896. Su estudio incluye los cambios en la realizacin de las elecciones, el cuerpo electoral y los resultados de los comicios. ste es el momento adecuado para sealar que ElEccionEs ha mantenido su calidad y regularidad gracias a sus colaboradores, quienes de manera desinteresada participan con sus artculos en la construccin de un espacio de discusin acadmica, anlisis, reflexin e informacin de alto nivel para la toma de decisiones. No obstante, la participacin permanente del Consejo Editorial coadyuva a garantizar la calidad y actualidad de la revista. En ese sentido se hace un pblico agradecimiento a todos ellos. Carlota Casalino Sen Coordinadora

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Contenido

presentacin comicios en amrica latina: balance, reflexiones y perspectivasAmrica Latina despus de las elecciones Manuel Alcntara Balance electoral latinoamericano: noviembre 2005-diciembre 2006 Daniel Zovatto Breve reflexin sobre las elecciones en el Distrito Federal, Mxico Isidro H. Cisneros Problemas y perspectivas de la democracia en Amrica Latina: las posibilidades de la democracia electrnica en el mbito local Eduardo Araya

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derecho electoralTribunal Constitucional y Jurado Nacional de Elecciones Csar Landa El sistema electoral alemn y el Tribunal Constitucional Federal (la igualdad electoral en debate con una mirada a Venezuela) Dieter Nohlen y Nicolas Nohlen 119

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contenido

historia electoralEl sufragio indgena en los Andes durante el perodo revolucionario (1810-1815): electorado cautivo o guerra de castas? Marie Danielle Demlas La campaa presidencial de Lizardo Montero (1875-1876) Cristbal Aljovn de Losada y Julio Csar Loayza orihuela Elecciones en Trujillo (La Libertad) antes y despus de las reformas de los aos 1895 y 1896 Gabriella Chiaramonti

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de los autores

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ComiCios en AmriCA LAtinA: bALAnCe, refLexiones y perspeCtivAs

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Amrica Latina despus de las eleccionesManuel Alcntara

El juego electoral tiene hoy ms que nunca antes en la historia de Amrica Latina un papel central en la dinmica poltica de la regin. En este sentido, los diferentes comicios acontecidos en Latinoamrica entre noviembre de 2005 y diciembre de 2006 han sido jalones en un calendario constitucional previamente establecido que se repite sin excesivas sorpresas ininterrumpidamente desde lapsos diferentes, pero nunca inferiores a una dcada. El carrusel electoral ha estado marcado por la normalidad que supone la institucionalizacin de las elecciones para renovar o, en su caso, ratificar a la lite poltica sin que, a pesar del estrecho margen en los resultados de algunos de los comicios, se contabilizaran anomalas relevantes que salpicaran su desarrollo, excepto el caso bien conocido de Mxico. En cuanto a los ndices de participacin cuyo promedio para toda la regin entre 1978 y 2006, conviene no olvidar, sobrepasa ligeramente el 70%, stos se sitan en intervalos razonables, creciendo en algunos pases si consi-deramos las dos ltimas citas electorales, como han sido los casos de Bolivia, Ecuador, Per y Venezuela, con incrementos superiores a ocho puntos porcentuales, disminuyendo en Costa Rica y Mxico (tres y cinco puntos porcentuales respectivamente) y sobre todo en Honduras (once puntos). Colombia mantiene sus tradicionales pautas de elevado abstencionismo al ser nicamente su participacin del 45%. Los quince procesos electorales, repartidos en trece pases, han servido para que en nueve de ellos se eligiera simultneamente a los poderes Ejecutivo y Legislativo (Bolivia, Brasil, Chile, Costa Rica, Ecuador, Honduras, Per, Mxico y Nicaragua), en cuatro solamente a sus parlamentarios (Colombia, El Salvador, Repblica Dominicana y Venezuela), y en dos a sus presidentes (Colombia y Venezuela). Dejando de lado Cuba, por razones obvias, es ms fcil enunciar a quienes no han ido a las urnas: se trata de Argentina, Guatemala, Panam, Paraguay y Uruguay.

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La rutina en que se han convertido estos procesos no hace sino configurar un escenario que slidamente se ha ido construyendo a lo largo del ltimo cuarto de siglo sin parangn en la historia de la regin, tanto en funcin de la extensin del fenmeno a la mayora de los pases donde slo Cuba permanece ajena, como de duracin, prctica generalizada y estabilidad. Esta arena de contienda poltica est definida por un entramado institucional en el que, si bien predomina la forma de gobierno presidencialista, las reglas electorales tanto para los comicios presidenciales como para los parlamentarios son muy variadas, todo lo cual hace muy difcil generalizar sobre el comportamiento electoral en Amrica Latina. Sin embargo, caben extrapolarse dos notas muy generales que podran ayudar a entender la situacin poltica que ha terminado quedando dibujada tras el paso de la ciudadana por las urnas. Se trata de dos grandes argumentos que constituyen sendos ejes de anlisis: el primero se refiere al papel de los polticos, mientras que el segundo tiene que ver con la presencia de la ideologa. En primer lugar como resultado inmediato y evidente del carrusel electoral, hoy la poltica en Amrica Latina vive un alto grado de profesionalizacin al quedar en manos de polticos con amplia experiencia en el escenario pblico. Los polticos importan. En este sentido se constata que todos los presidentes electos forman parte de la clase poltica con slidos anclajes en el mundo de los partidos polticos y con experiencia previa en otros cargos de representacin popular (ex presidentes y diputados) o de alta gestin pblica (ministros). La nica excepcin podra ser la del ecuatoriano Rafael Correa, quien no cuenta con partido poltico alguno y apenas si contabiliza una experiencia ministerial de un par de meses. Ello supone el alejamiento de la tentacin de la antipoltica iniciada en 1990 con Alberto Fujimori, seguida por Hugo Chvez ocho aos ms tarde y anunciada su secuencia con ollanta Humala. Los resultados electorales han supuesto una gran continuidad que se debe, en gran medida, al furor que ha trado la fiebre reeleccionista. En seis de los once comicios presidenciales ha habido reeleccin (Jorge Uribe en Colombia, Lula Da Silva en Brasil y Hugo Chvez en Venezuela, de forma inmediata; y scar Arias en Costa Rica, Alan Garca en Per y Daniel ortega en Nicaragua, de forma alterna dejando pasar diferentes mandatos); de manera que solamente el boliviano Jorge Quiroga ha sido el nico de los siete ex presidentes que no logr el xito electoral. En otras dos elecciones, el partido o coalicin del presidente saliente ha revalidado el mandato (la Concertacin chilena, y ms concretamente el Partido Socialista, as como el Partido de Accin Nacional en Mxico llevando al poder, respectivamente, a Michelle Bachelet y a Felipe Caldern). En un caso (Honduras), el Partido Liberal del candidato vencedor, Manuel Zelaya, es una de las dos formaciones polticas tradicionales del pas con mayor presencia histrica en el Ejecutivo, si cabe, que su ahora opositor Partido Nacional. Finalmente, en Ecuador

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y Bolivia se produce la que a mi juicio constituye la verdadera conmocin poltica regional del perodo electoral recin concluido. Ambos pases, que compartan el hecho de tener gobiernos de carcter interino o transitorio como consecuencia de sendas crisis que desalojaron del silln presidencial a los presidentes electos, han supuesto dos excepciones con caractersticas diferentes. En Ecuador, el caso posiblemente ms anmalo, se contina la senda de la extrema volatilidad marcada ya con Lucio Gutirrez y el desequilibrio partidista con un Ejecutivo sin partido y un Poder Legislativo controlado por los partidos tradicionales. En Bolivia, por su parte, accede al poder Evo Morales, alguien con experiencia sindical y parlamentaria que, no obstante, representa un cambio radical en la trayectoria poltica del pas por la eclosin que supuso el histrico triunfo de una fuerza con un mayoritario apoyo social de sectores autocalificados como originarios e histricamente excluidos de la representacin. Al hecho de ser el primer presidente que bajo los auspicios de la Constitucin de 1966 obtena la mayora absoluta (circunstancia que nunca antes haba sucedido y que haca que fuera el Congreso quien determinaba la eleccin presidencial), deba sumarse la inslita naturaleza de la fuerza electoral que le llevaba al triunfo: un movimiento social integrado por poblacin indgena tradicionalmente alejada de los comicios o que articulaba su participacin en expresiones neopopulistas que se hicieron presentes en la dcada de 1990 con un claro componente antipoltico. En segundo lugar, la ideologa tambin importa, pues ello se traduce en el heterogneo fortalecimiento de partidos de izquierda. El Movimiento al Socialismo en Bolivia tiene la mayora absoluta en el pas; el Frente Sandinista de Liberacin Nacional es la primera fuerza en Nicaragua; igualmente, han crecido el Partido de la Revolucin Democrtica en Mxico y el Polo Democrtico Alternativo en Colombia. Por primera vez en la historia de sendos pases dos grupos de izquierda se sitan como segunda fuerza poltica con slidas opciones de alcanzar el Poder Ejecutivo en el futuro prximo. Por otra parte, la izquierda en Brasil, Chile y El Salvador ha mantenido su posicin, y el relativo xito del Partido Aprista Peruano, agrupacin integrante de la Internacional Socialista, completa un panorama ambiguamente cerrado, y tuvo tambin un momento de clara inflexin cuando el Frente Amplio gan las elecciones presidenciales y legislativas uruguayas de 2004. No obstante, esta indudable presencia en los Ejecutivos de los partidos o agru-paciones de izquierda debe ser matizada, de manera que la referencia a un inequvoco giro a la izquierda de la regin, al que algunos comunicadores se han referido, tiene que ser cuestionada. En efecto, este supuesto giro a la izquierda en Amrica Latina es un lugar comn que no deja de repetirse en foros polticos y en los medios de comunicacin. Sin embargo, es una apreciacin que requiere clarificar el propio trmino. De qu izquierda se est hablando? En mi opinin

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se trata de dos ofertas que mantienen posiciones muy dispares y que situara una en el legado nacional populista y otra en el polo socialdemcrata. En Amrica Latina pervive, como consecuencia de cierto legado intelectual que ha vuelto a rebrotar de manera relativamente reciente, el cuestionamiento de la aplicacin terica de las propias categoras de derecha y de izquierda, como binomio definidor del juego poltico, por su contenido eurocntrico, que se deca inapropiado para la regin. Adems, el peso del populismo, que comenz a extenderse a partir de la dcada de 1930, diluy las posibilidades de confrontacin entre la izquierda y derecha por su vocacin centrpeta, el ensalzamiento de los patrones de identidad nacional y la utilizacin del Estado como el gran sumi-nistrador de bienes y servicios, as como de regulador de las relaciones sociales y econmicas. Salvando las distancias temporales, el actual gobierno argentino gozara de aquella confusin que tan difcil hizo el uso del binomio izquierda-derecha, al mantener el peronismo, nacido hace sesenta aos, una vocacin de sistema poltico en s mismo, ms que un partido a secas, donde cabe y se da el juego de dicho binomio. Nstor Kirchner ahora se identifica con el sector de la izquierda de su partido, contraponindose a Carlos Menem que se situ a la derecha. Pero tambin, y sin tener en cuenta que la forma de gobierno generalizada en Amrica Latina es el presidencialismo, se hacen anlisis que tienden a equiparar el color poltico de la presidencia con el de la generalidad del propio gobierno, y ya no se diga con el color poltico del Congreso. Que el presidente brasileo, fundador del izquierdista partido Travallista a principios de la dcada de 1980, y que la presidente chilena, militante destacada del no menos izquierdista Partido Socialista, que se acerca a los cien aos de historia, pertenezcan ambos individualmente considerados sin lugar a dudas a la izquierda, no slo de sus pases si no, me atrevo a decir, a una izquierda internacionalmente homologada, no significa que sus gobiernos lo sean ni las mayoras que les apoyan en sus respectivos Congresos. Tampoco el retorno al poder de Daniel ortega contribuye a sostener el argumento del giro izquierdista, en la medida en que la incorporacin a su candidatura como vicepresidente de Jaime Morales, ex portavoz de la contra en los aos de la guerra de baja intensidad, y la aproximacin a la posicin antiabortista de la Iglesia Catlica dulcifican enormemente el posicionamiento ideolgico. Desde esta perspectiva, solamente Uruguay contara con un gobierno de izquierda tras el veredicto mayoritario de las urnas a favor del Frente Amplio, formacin que se aproxima a los cuarenta aos de edad y que controla la presidencia, as como un gabinete mucho ms homogneo que el brasileo o el chileno junto con un Congreso en el que tiene cmoda mayora.

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El mayor ruido que se escucha proviene de Venezuela, donde Hugo Chvez ha atizado cinco de los componentes ms clsicos del populismo latinoamericano de hace medio siglo: el papel del caudillo; el lenguaje emocional, retrico y lleno de claves con un fuerte contenido simblico; el movimentismo como expresin y cauce de la participacin y de la representacin poltica de un pueblo-nacin que hasta la llegada del caudillo ha sido desposedo de todo su significado; el furibundo antiamericanismo traducido en la creciente confrontacin verbal con el presidente George Bush y el alineamiento irrestricto con Fidel Castro, al igual que la vuelta al papel preponderante del Estado en una economa nuevamente centralizada. El patrocinio de Chvez de ciertas expresiones consideradas de izquierda por algunos como pudieran ser los casos de Evo Morales, Rafael Correa y Daniel ortega, explicitado fundamentalmente por los slidos nexos petroleros establecidos, no debe hacernos olvidar el milln y medio de barriles de petrleo diarios que Venezuela exporta al diablo estadounidense. La poltica hace muy extraos compaeros de viaje y, en ese sentido, el factor internacional de alianzas, identificaciones y padrinazgos puede hacer cambiar, hoy ms que nunca por la servidumbre que impone la globalizacin, lo que realmente son las cosas. Ello se encuentra en la vecina Bolivia, donde el Movimiento al Socialismo, partido fundado hace poco ms de seis aos y aupado sobre un movimiento social conformado por los productores de coca, ha alcanzado el poder con una mayora inslita en la reciente historia del pas andino. Como ya mencion, la figura de su lder, el sindicalista Evo Morales, poco habitual en los muy formales cenculos del poder latinoamericano, junto al secular abandono y exclusin de su mayoritaria poblacin indgena y el seuelo de una venturosa explotacin en clave autctona de los hidrocarburos han proyectado la situacin del pas altiplnico como un refuerzo a las tesis del giro a la izquierda de la regin. Un componente decisivo de este marco ha sido la entrada en escena del presidente venezolano, quien ha apadrinado el proceso.

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Balance electoral latinoamericano: noviembre 2005-diciembre 2006Daniel Zovatto

introduccinA diferencia del bienio 2003-2004, durante el cual menos del 13% de los 500 millones de latinoamericanos renovaron sus presidentes (burdman y zovatto 2005), entre noviembre de 2005 y fines de 2006 Amrica Latina despleg una intensa agenda electoral. Dos pases del cono sur (Brasil y Chile), los cinco de la regin andina (Bolivia, Colombia, Ecuador, Per y Venezuela), tres de Amrica Central (Costa Rica, Honduras y Nicaragua) y Mxico 11 de 18 celebraron elecciones presidenciales, cuyos resultados delinearon un nuevo mapa poltico regional. Adems, hubo elecciones legislativas concurrentes en nueve pases; no simultneas en Venezuela (un ao antes de las presidenciales); parcialmente concurrentes en Colombia (dos meses antes de las presidenciales), y dos elecciones de medio perodo (El Salvador y Repblica Dominicana).1 Junto a estos procesos se realizaron dos referendos, uno en Bolivia y otro en Panam, adems de una eleccin para Asamblea Constituyente en Bolivia. Si a esto sumamos las elecciones generales de Canad (enero de 2006) que dieron el triunfo a la oposicin conservadora, las de medio perodo en Estados Unidos (noviembre de 2006) que representaron un fuerte castigo para el presidente Bush y para el Partido Republicano y las presidenciales de Hait (febrero de 2006) que permitieron el regreso del presidente Prval, se puede afirmar que no slo Amrica Latina sino la gran mayora de la poblacin del continente acudi a las urnas durante estos catorce meses de comicios.21

Si bien no son objeto de este estudio, tambin se celebraron elecciones municipales concurrentes en El Salvador, Honduras, Mxico, Nicaragua y Repblica Dominicana. En Brasil hubo comicios regionales y en Costa Rica, Paraguay y Per elecciones municipales no concurrentes. 2 El Caribe tambin fue escenario de elecciones generales en Saint Vincent y Granadinas (7 de diciembre de 2005) y en Guyana (28 de agosto de 2006).

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Desde el retorno de la regin a la democracia, en 1978, la excepcionalidad de este rally electoral latinoamericano registra dos antecedentes: 1989 y 1994. En efecto, durante 1989 se realizaron nueve elecciones presidenciales: Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, El Salvador, Honduras, Panam, Paraguay y Uruguay; asimismo, en 1994 hubo ocho elecciones presidenciales: Brasil, Colombia, Costa Rica, El Salvador, Mxico, Panam, Repblica Dominicana y Uruguay. Sin embargo, pese a su importancia, Amrica Latina nunca haba experimentado una agenda tan intensa, como tampoco se haba producido mediante sufragio popular un cambio poltico tan profundo y simultneo como el ocurrido durante estos catorce meses. Dicha agenda se da cuando parecera que Amrica Latina entra en un punto de inflexin respecto a lo vivido en los ltimos veintiocho aos, desde el inicio de la Tercera Ola democrtica. Hoy la regin atraviesa una situacin mixta donde conviven buenas y malas noticias, pero en un contexto en el cual prevalece un optimismo moderado debido, en parte, al buen momento macroeconmico. Entre las buenas noticias aparecen los ltimos cuatro aos de crecimiento econmico por encima del 4% anual, los avances en algunas reas sociales y la continuidad del proceso democrtico, pese a su dficit. En oposicin, se observa la crisis de credibilidad que afecta a la poltica, los partidos y los parlamentos; la desigualdad en la distribucin del ingreso y la exclusin social; la persistencia de la pobreza, que sigue aquejando a alrededor del 40% de la poblacin, no obstante el crecimiento econmico y, en ltima instancia, aunque no menos importante, el resurgimiento de brotes nacionalistas y populistas de nuevo cuo. Dentro de este complejo y voltil contexto analizaremos en detalle, en su dimensin socioeconmica, poltica y de cultura democrtica, las elecciones del perodo noviembre 2005 a diciembre 2006.

el contexto socioeconmicoAmrica Latina es la nica zona que combina regmenes electos democrticamente en todos sus pases (salvo Cuba) con altos ndices de pobreza (40%), junto con la distribucin ms desigual del mundo. Por otro lado, todo anlisis sobre la regin debe considerar su heterogeneidad estructural, pues sta se mueve al menos a tres ritmos diferentes: econmico, poltico y social (zovatto 2005). En lo econmico, algunas naciones (y reas dentro de los pases) se han transformado en motores de liberalizacin, dinamismo econmico y mejoramiento de las condiciones de vida. Los ejes/polos de desarrollo como Buenos Aires, Santa Cruz de la Sierra,

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Cuadro 1. Calendario electoral de Amrica Latina 2005-2006(*) (en orden cronolgico)

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Incluye las elecciones presidenciales de Honduras (noviembre de 2005), Chile (diciembre de 2005), Bolivia (diciembre de 2005) y las legislativas de Venezuela (diciembre de 2005). Aunque su anlisis no es parte de este ensayo, durante el perodo de estudio se celebraron elecciones municipales en Costa Rica, Paraguay y Per. Fuente: Elaboracin propia.

Santiago, So Paulo, el norte de Mxico y la regin central de Costa Rica son ejemplos de esta dinmica. Por el contrario, en otras zonas (algunos pases andinos, Amrica Central y parte de El Caribe) se observan bajos ndices de crecimiento, estancamiento de las condiciones sociales y mucha inestabilidad poltica. Un tercer grupo de pases presenta caractersticas similares a los Estados fallidos, o crisis poltico-sociales endmicas con escasas posibilidades de solucin: Hait es el ejemplo ms claro, aunque no el nico. Amrica Latina atraviesa por su mejor momento econmico de las ltimas tres dcadas. En 2004 creci un 5,9%, el mejor resultado de los ltimos veinte aos. En 2005, el crecimiento fue del 4,5% y en 2006 del 5,3%. Para 2007 se calcula un crecimiento, segn la cepal (2006a), de casi el 4,7%. Gracias a este desempeo econmico, las tasas de pobreza e indigencia para 2005 fueron del 39,8 y 15,4% y se espera que en 2007 cierre con un 38,5% de pobreza y un 14,7% de indigencia, los ndices ms bajos de los ltimos 25 aos (cepal 2006b). Sin embargo, Amrica Latina es la regin ms desigual del mundo. Segn el Informe de desarrollo

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humano 2005, del pnud, el coeficiente de Gini (que mide la desigualdad) de la regin alcanza 0,571, mientras el de los pases de la ocde es de 0,368. Y si bien en algunos pases (Colombia, Chile, Guatemala, Honduras, Mxico y Uruguay) el coeficiente de Gini disminuy entre 1990 y 2002, en la mayora de los casos aument (caldern 2006).

el contexto polticoEn lo poltico tambin se observan diferencias de peso entre los pases del rea. Si bien como regin Amrica Latina se encuentra sustancialmente mejor que hace veintiocho aos (cuando arranc la Tercera Ola), la tendencia positiva no es uniforme. Mientras algunos pases registran progresos importantes en materia de democratizacin, otros parecen haberse estancado luego de un avance inicial, y un tercer grupo muestra un claro retroceso. Esta observacin coincide con el ndice de Desarrollo Democrtico (idd), elaborado por la Fundacin Konrad Adenauer y Polilat, que examina el comportamiento democrtico de los dieciocho pases de Amrica Latina. Para 2006, el promedio regional del idd es de 5,063, un ndice de desarrollo democrtico medio, con un leve aumento respecto del ao anterior (4,842). El anlisis desagregado del idd muestra a slo seis pases por encima del promedio: tres con altos ndices de desarrollo democrtico (Chile, Costa Rica y Uruguay) con puntajes superiores a 7,51, y otros tres ubicados en el rango de desarrollo medio: Argentina, Mxico y Panam con porcentajes superiores a 5. El ndice de los 12 restantes es inferior a 5,0 y los ubica como pases con un desarrollo democrtico bajo (El Salvador, Bolivia, Brasil, Colombia, Ecuador, Guatemala, Honduras, Nicaragua, Paraguay, Per, Repblica Dominicana y Venezuela). Segn el ndice de Democracia de The Economist (KeKic 2007), los pases pueden catalogarse en cuatro tipos de regmenes segn el grado de desarrollo democrtico: 1) democracias completas; 2) democracias imperfectas; 3) regmenes hbridos, y 4) regmenes autoritarios. Su distribucin por regin muestra que en Amrica Latina, Europa del Este y, en menor medida, Asia se concentran la mayor cantidad de democracias imperfectas. El anlisis seala, asimismo, que a pesar del progreso de democratizacin latinoamericano de las ltimas dcadas, muchos pases constituyen todava democracias frgiles. En stos, los indicadores de participacin electoral son generalmente bajos, producto de una cultura democrtica dbil, donde se observa el fenmeno del caudillismo poltico. En los ltimos aos se han dado significativos retrocesos en algunas reas, como en la libertad de prensa.

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Cuadro 2. ndice de Desarrollo Democrtico en Amrica Latina

Fuente: Konrad Adenauer y Polilat. Disponible en: .

Al observar la distribucin de pases en el ndice de Democracia, se aprecia que slo dos pases latinoamericanos tienen democracias completas: Costa Rica y Uruguay; as, la mayora de los pases de la regin (13 de 18) tienen democracias imperfectas. En este grupo se encuentran: Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, El Salvador, Guatemala, Honduras, Mxico, Panam, Paraguay, Per y Repblica Dominicana. Por su parte, tres pases cuentan con regmenes hbridos: Ecuador, Nicaragua y Venezuela. Cuba, segn la clasificacin de The Economist, es el nico pas de la regin con un rgimen autoritario. Al comparar el promedio por regiones se observa que Amrica Latina est en el tercer puesto del ndice, debajo de Amrica del Norte y Europa occidental, y por encima de El Caribe, Europa del Este, Asia y Australasia, el frica subsahariana, Medio oriente y frica del Norte. El ndice de Freedom House, que mide los grados de libertad segn la evaluacin de las libertades polticas y los derechos civiles en cada nacin, define tres categoras de pases: libres, parcialmente libres y no-libres. El primer grupo incluye los casos donde hay un clima de abierta competicin poltica, respeto a las libertades civiles e independencia de los medios. Los pases parcialmente libres se caracterizan por lmites a las libertades civiles y derechos polticos de los ciudadanos, a menudo diferenciados por ambientes de corrupcin, un dbil estado de derecho y un partido poltico dominante que dificulta la pluralidad poltica. Por ltimo, el grupo de los pases no-libres incluye a aquellos donde hay falta de libertades civiles y son negados los derechos polticos de los ciudadanos.

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Cuadro 3. ndice de Democracia (The Economist)

Fuente: Elaboracin propia sobre la base de The Economist Intelligence Units index of democracy 2006 (KeKiC 2007).

Cuadro 4. ndice de Freedom House en Amrica Latina, 2006

Nota: El ndice comprende una medicin entre 1 y 7, donde 1 representa el mayor grado de libertad y 7 el menor. Este ndice cubre el perodo entre el 1 de diciembre de 2005 al 31 de diciembre de 2006. Las flechas indican un cambio en los derechos polticos o las libertades civiles respecto a la ltima medicin. Fuente: Puddington 2007.

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Segn la clasificacin de Freedom House, diez de los dieciocho pases de la regin se caracterizan como libres. Los restantes ocho (Bolivia, Colombia, Ecuador, Guatemala, Honduras, Nicaragua, Paraguay y Venezuela) son parcialmente libres. Si incluimos a Cuba y a Hait, el primero es el nico pas no-libre de la regin. Hait es parcialmente libre, mostrando una mejora en el respeto a las libertades civiles y los derechos polticos, en relacin con las mediciones anteriores. Por otro lado, la democracia en Amrica Latina se presenta combinada con altos indicadores de violencia y conflictos internos. Hasta hace poco, la regin poda describirse como un conjunto de sociedades violentas con Estados relativamente pacficos. Sin embargo, la agudizacin de nuevos tipos de conflictos regionales, intrarregionales, tnicos y culturales, como los de los ltimos aos en Bolivia, Ecuador, Mxico o Per entre algunos de ellos demuestran que no resulta posible considerar que el subcontinente est totalmente al margen de las formas renovadas de conflictos interestatales y subnacionales ni de las fragmentaciones tribalistas como las experimentadas en el frica subsahariana, los Balcanes o el Cucaso. Al hacer este balance electoral, otro punto que demanda nuestra atencin es el de las reivindicaciones indigenistas: su ms claro exponente es el presidente Evo Morales, primer mandatario indgena en toda la historia de Bolivia. Es importante no confundir ni asociar automticamente al indigenismo con el nacionalismo otra tendencia en boga en algunos pases, ya que no son conceptos intercambiables. En este sentido, la reivindicacin indigenista no siempre viene acompaada de reclamo territorial, como demuestra el caso de Bolivia, donde las demandas de los comits cvicos que conforman la media luna son autonomistas y territoriales, lo cual choca con las reivindicaciones indigenistas. No hay indigenismo con fuerza similar al de Bolivia ni en Per ni en Ecuador, donde si bien existen importantes y numerosas etnias, el movimiento Pachakuti apenas obtuvo 2,19% de los votos en la eleccin de octubre de 2006. En Per, el apoyo indigenista fue subsumido por el movimiento poltico ms amplio que apoy a ollanta Humala, claro exponente del nacionalismo. En este contexto, la crisis de las instituciones como canales vehiculares de las demandas sociales ha provocado la proliferacin de stas y su cristalizacin en movimientos horizontales de protesta que no se integran verticalmente al sistema poltico. Los movimientos de los piqueteros en Argentina, los Sin Tierra en Brasil, los zapatistas en Mxico (al menos en sus fases iniciales) y muchos otros en la mayora de los pases son manifestaciones claras de esta tendencia. La canalizacin puramente individual de las demandas sociales por las instituciones est siendo reemplazada por un proceso gradual de movilizacin y politizacin de la sociedad civil, uno de los principales desafos del futuro democrtico de la regin.WWW.oNPE.GoB.PE

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En sntesis, y sin perjuicio de las importantes diferencias entre pases, los problemas que se enfrentan pueden desagregarse en tres categoras estrechamente relacionadas: 1) Crecimiento y empleo: define la necesidad de lograr ndices de crecimiento alto y sostenido, as como la generacin de empleo de calidad; 2) Equidad y pobreza: plantea las tareas de reducir los altos indicadores de pobreza y de procurar mayor cohesin social en una regin definida como la ms desigual del mundo; y, 3) Poltico-institucional: refiere a la necesidad de reconstituir las instituciones y el retorno del Estado en los nuevos marcos de la globalizacin. A partir de este abanico de problemas econmicos, sociales y poltico-institucionales, como apunta Fernando Caldern (2006), la pregunta que sirvi de teln de fondo al calendario electoral 2005-2006 es posible plantearla como sigue: Con qu esquema se puede reemplazar el modelo neoliberal que parece estar agotado? La respuesta vara desde las ofertas polticas ms conservadoras vinculadas a la guerra contra el terrorismo y al libre mercado propuestas por el gobierno estadounidense, hasta posiciones ms radicales de izquierda relacionadas con el gobierno de Venezuela. En este sentido, segn Caldern, es posible definir cuatro ejes de orientacin poltica: 1) El primero, determinado por Washington, marca una pauta en funcin de su lucha contra el terrorismo y la lgica de la guerra preventiva. En esta oferta existen coincidencias entre Estados Unidos y varios gobiernos, como Colombia, gran parte de los centroamericanos y Mxico, que articulan propuestas centradas en el mercado, asociadas a valores tradicionales y a la construccin de democracias liberales slidas; 2) El segundo, definido por pases como Brasil y Chile, junto a sus aliados Argentina y Uruguay, y ms recientemente Per, ha desarrollado proyectos de centro-izquierda, con lgicas ms redistribucionistas pero con realismo de mercado desde el punto de vista econmico; 3) El tercer eje es el de Venezuela y su nuevo movimiento bolivariano, con rasgos expansivos a otros pases de la regin; y, 4) Por ltimo, el eje de carcter indigenista que integra orientaciones tanto bolivarianas como del Mercosur. Bolivia, donde el Movimiento al Socialismo (mas) se impuso en las elecciones, constituye el mejor ejemplo. Ecuador y Guatemala tambin podran ser sensibles a estas ofertas, pero sin consolidarse an.

cultura poltica: la opinin de la ciudadanaEl contexto socioeconmico descrito crecimiento econmico importante pero insuficiente, altos ndices de pobreza y desigualdad junto con los problemas de gobernabilidad democrtica tienden a reforzarse mutuamente, generando un crculo vicioso de debilidad institucional, falta de competitividad y alta inestabilidad poltica. Ello repercute en los grados de legitimidad de la democracia y sus instituciones, dando paso a crisis de representacin y gobernabilidad. La expeonpe

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riencia comparada muestra que los ndices de satisfaccin con la democracia varan con el paso del tiempo y son ms vulnerables a los cambios en las condiciones econmicas. A veces, el crecimiento econmico, lejos de disminuirlo, acrecienta el descontento. Por ejemplo, el fuerte supervit chileno de 2006 ha hecho que surjan numerosos reclamos y protestas, pues algunos sectores sociales consideran que no ha habido una redistribucin equitativa de tal excedente no previsto. El apoyo de la ciudadana a la democracia3 (respecto al ideal y la forma del gobierno democrtico) difiere del grado de satisfaccin con su funcionamiento; aunque advertimos un aceptable apoyo a la democracia (58%) y una considerable mayora la ve como el mejor sistema de gobierno a pesar de sus problemas (74%), slo un porcentaje reducido dice sentirse satisfecho con su funcionamiento (38%). Ello se explica, en parte, por las percepciones sobre la situacin econmica, pues a pesar de que los indicadores macroeconmicos muestran un repunte respecto a aos anteriores, ello no ha influido hasta ahora en las percepciones positivas de los latinoamericanos respecto al funcionamiento de la democracia y sus expectativas sobre el desarrollo econmico. Tambin hay opiniones contradictorias, ya que los datos sobre la percepcin ciudadana de la situacin econmica del pas, si bien no son muy halageos, muestran un repunte significativo. En 2004, el 8% de los latinoamericanos consider que la situacin econmica del pas era buena; en 2005 este porcentaje subi a 11% y para 2006 aument a 18%. A pesar del importante apoyo que la democracia obtiene en la regin (58%), los latinoamericanos son muy crticos con sus instituciones de representacin poltica. Los datos reflejan una baja confianza en el Congreso (27%) y los partidos polticos (22%), si bien la mayora considera que no puede existir democracia sin estas instituciones (58% para los partidos y 55% para el Congreso). Adems, como veremos ms adelante, hay una preocupante prdida de confianza en los procesos electorales, pues slo un 57% cree en la eficacia del voto como mecanismo para cambiar las cosas, y un 41% en la limpieza de las elecciones.

opinin

de la ciudadana:

el contexto de las elecciones

El contexto del que hemos denominado rally electoral estuvo caracterizado por actitudes y percepciones que favorecen la estabilidad del rgimen democrtico (limpieza del proceso electoral, apoyo a la democracia y altos porcentajes de3

Datos del Latinobarmetro 2006. Disponibles en .

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intencin de voto), as como por indicadores importantes de disconformidad con el desempeo de los lderes polticos y las instituciones de representacin (partidos polticos y Congreso). En este sentido, y como se detalla luego, el primer impacto de estas elecciones fue su efecto en la intencin del voto, revirtiendo la tendencia observada desde 2000, donde la mayora deca que no votara por un partido. En el perodo 2005-2006, la cantidad de personas que vot por un partido aument de 49 a 53%. Asimismo, se observa una reduccin del 51 al 47% en quienes afirman que no votaran por un partido. Otra variable que caracteriza el contexto de las elecciones es la eficacia del voto, que permite analizar la legitimidad de la democracia en cuanto al poder de la soberana del elector. El 57% de los latinoamericanos dice que votar para elegir a los que defienden mi posicin es lo ms efectivo para cambiar las cosas. En el mismo sentido, 19% dice que no es posible influir para que las cosas cambien, da igual lo que uno haga, y un 14% expresa que lo ms efectivo es participar en movimientos de protesta y exigir los cambios directamente. Cuadro 5. La opinin pblica latinoamericana sobre la democracia, sus instituciones y la expectativa econmica (1996-2006) cifras porcentuales

a Con base en la pregunta: Cmo calificara su situacin econmica actual y la de su familia? Aqu se toman en cuenta quienes respondieron: Muy buena y Buena. Fuente: Corporacin Latinobarmetro, .

El anlisis por pas muestra que en Paraguay existe una menor percepcin de eficacia del voto (39%); asimismo, el 20% dice que las elecciones fueron limpias (los ltimos comicios se celebraron en 2003) y un 31% que hubo cohecho. Los pases de Amrica Latina donde la gente tiene la mayor percepcin de que el voto es eficaz son Venezuela y Uruguay, ambos con un 71%, seguidos por Nicaragua y Argentina, con 69%.

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tendenciasEntre noviembre de 2005 y diciembre de 2006 la regin pas por el perodo electoral ms importante de los ltimos veintiocho aos, una etapa caracterizada por su trascendencia en la reconfiguracin del escenario poltico regional. Como se ha sealado, estas elecciones se dan en un contexto regional de optimismo moderado, pese a los dficit y desafos del proceso democrtico. Este optimismo proviene del buen momento macroeconmico de Amrica Latina, que coincide con un aumento en el apoyo y satisfaccin con la democracia y con el hecho de que ningn presidente haya tenido que abandonar su cargo antes de tiempo; todo ello unido a la importancia de la va electoral como mecanismo para la seleccin de los gobernantes legtimos y para la resolucin democrtica de las diferencias. Con este panorama de fondo, un anlisis de las principales caractersticas y resultados de este perodo electoral permite identificar las siguientes tendencias.

el supuesto giro de la regin hacia la izquierdaLos resultados electorales en Argentina, Brasil, Uruguay y Venezuela llevaron a numerosos observadores y analistas a suponer que la regin daba un vuelco a la izquierda. La pregunta de si Amrica Latina viraba a la izquierda, y, de ser as, cul sera el significado exacto de la palabra izquierda tesis que se debata desde haca tiempo, tom nueva fuerza a finales de 2005 con la victoria de Evo Morales, y a inicios de 2006 con el triunfo de la Concertacin en Chile. La posibilidad de que en 2006 la izquierda lograra otros triunfos ollanta Humala en Per y Andrs Manuel Lpez obrador en Mxico, la reeleccin de Lula y el regreso al poder de Daniel ortega, o el triunfo de Rafael Correa en Ecuador y la reeleccin de Hugo Chvez, alimentaron una percepcin errnea que los hechos y una lectura ms cuidadosa de la realidad regional se encargaron de desmentir. En ningn momento se precis de qu izquierda se trataba, como tampoco se quiso reconocer que las diferencias entre todos estos gobiernos o candidatos de izquierda eran muchas veces mayores que sus coincidencias.44

Para Manuel Alcntara (2006), el heterogneo ascenso de partidos de izquierda en Amrica Latina, se caracteriza porque estas agrupaciones polticas muestran entre ellas ms diferencias que similitudes. Por otro lado, el diseo institucional de la regin se articula en torno al presidencialismo, lo cual implica para cumplir el programa electoral del presidente contar con mayoras parlamentarias slidas y estables, lo que ocurre en Argentina, Bolivia, Uruguay y Venezuela, pero no en Brasil y Chile, donde sus presidentes de inequvoca militancia izquierdista y adscritos a formaciones como el Partido Socialista chileno, con setenta aos de historia, y el brasileo Partido de los Trabajadores, con un cuarto de siglo de andadura, ni tienen gobiernos monocolores ni mayoras que les apoyen en sus Congresos, implementndose, con mucha frecuencia, decisiones ajenas al programa presidencial.

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No hay duda de que los procesos polticos y electorales latinoamericanos inciden unos sobre otros, pero no existe acuerdo en cmo lo hacen. Los llamados efectos contagio no son puros y el giro a la izquierda o el efecto indigenista no se dan en todos los lugares. As, el efecto Chvez del que tanto se habl y se sigue hablando, si bien jug a favor de Morales, de Correa y de ortega, tuvo el efecto contrario con Humala y Lpez obrador. La premisa de que en Amrica Latina se estaba produciendo un giro a la izquierda comenz a desvanecerse a partir de las elecciones en Honduras (noviembre de 2005), Costa Rica (febrero) y Colombia (mayo), tres elecciones presidenciales en donde las fuerzas polticas liberales, de centro o de derecha, se impusieron. Poco despus, las derrotas sucesivas de Humala y Lpez obrador fortalecieron la percepcin de que, ms que un giro a la izquierda, lo que estaba ocurriendo, como apunt el presidente de Costa Rica scar Arias, era un giro al centro, hacia la democracia, un giro hacia la moderacin frente a los excesos de las polticas neoliberales que fracasaron en la generacin de prosperidad para la mayora (arias 2006). En el mismo sentido se pronunci Julio Mara Sanguinetti: Ms que un viraje hacia la izquierda estamos viviendo un trabajoso, contradictorio y resignado desplazamiento de la izquierda hacia el centro. Aun partidos de tradicin y abanderamiento izquierdista como el PT brasileo o el Frente Amplio uruguayo vienen dejando por el camino viejos ideales. Desde ya que se declaran amigos de Fidel y buscan su abrazo amistoso para frenar a sus viejos partidarios que les reclaman hoy el pago de la amarillenta factura radical. Pero hasta ah se llega: bueno para la fotografa pero no para imitarlo. (sanguinetti 2006) Y sobre el caso de Chile agrega: Para empezar descartemos a Chile [como de izquierda], pas gobernado por una coalicin de centro constituida por el europeo socialismo de Ricardo Lagos y la histrica democracia cristiana... Que la Sra. Bachelet sea originaria del socialismo no cambia la naturaleza del gobierno, que seguir los parmetros de sus antecesores, con la economa ms abierta de la regin, insertada en el mundo global a base de tratados de libre comercio que van desde Estados Unidos hasta China. (sanguinetti 2006) Alain Touraine y Ernesto Laclau tampoco creen que la regin est girando a la izquierda. En su opinin, resulta poco provechoso emplear expresiones inventadas para un contexto diferente. El lenguaje que corresponde a un rgimen parlamentario

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se aplica necesariamente mal a uno presidencial o semipresidencial. La hiptesis que debera formularse, segn ellos, es que el continente se aparta cada vez ms de un modelo, si no parlamentario, al menos apoyado en mecanismos de oposicin entre grupos de intereses e ideologas diferentes. Amrica Latina parece ms lejos de encontrar una expresin poltica para sus problemas sociales que hace treinta aos. En eso radica lo esencial: es lo que est en juego y ah reside el fracaso. As, los referidos autores concluyen que: Los acontecimientos polticos [...] en varios pases del continente no alientan [...] la idea de un movimiento general hacia la izquierda. Nuevamente se impone la conclusin [...] opuesta: el fracaso perdurable y profundo de una democracia social vigorosa. En este sentido, el problema que hay que plantearse hoy claramente es el de las oportunidades de la nueva poltica de ruptura inspirada por Fidel Castro y representada hoy por Venezuela. Hugo Chvez tiene, frente a ese modelo, las chances de un voluntarismo poltico y social mucho ms radical, en particular en contraste con los pases del Cono Sur. (touraine y laclau 2006) A la luz de las diferentes fuentes de pensamiento citadas, coincido con las opiniones que sealan que la lectura de lo que ocurre en la regin ha sido superficial, apresurada y simplista. Como dice Rojas Aravena: Izquierda y derecha, hoy por hoy, no reflejan las identidades esenciales de los nuevos lderes, ni representan los cambios que estn ocurriendo en el mundo (2005: 125). El debate de lo que debe entenderse por izquierda no es exclusivo de nuestra regin sino que tambin se extiende a Europa, como lo demuestra Ulrich Beck cuando habla (en el contexto europeo) de cuatro maneras diferentes de ser de izquierda: la proteccionista, la neoliberal (tercera va), la que vive encerrada en su ciudadela y la cosmopolita (2006: 13). A nuestro juicio, no existe evidencia slida para afirmar que la regin est dando un giro a la izquierda. La divisin izquierda-derecha, adems de su desfase en el tiempo, genera ms confusin que claridad. Lo correcto, como ha sealado el ex presidente Ricardo Lagos, es que la regin, ms que a la izquierda, va hacia la profundizacin del sistema democrtico. Los electores buscan opciones que les ayuden a resolver los problemas no resueltos. Como apunta Rosendo Fraga: En lo poltico, 2006 fue un ao de elecciones presidenciales en el cual vot el 85% de la regin y en el cual se produjo un giro ideolgico hacia el centro, con la existencia de tres lneas claramente definidas: la socialdemcrata, la izquierda populista y la centroderecha. La reeleccin de Lula en Brasil y la eleccin de Bachelet en Chile confirmaron la existencia de un eje socialdemcrata al que se suma tambin Uruguay. Por su parte, la

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Alianza Bolivariana de las Amricas (alba), constituida por Venezuela y Cuba, sum a Bolivia, Ecuador y Nicaragua, aunque el nuevo presidente de este pas (Ortega) anunci que no abandonar el tratado de libre comercio de Amrica Central y Santo Domingo con Estados Unidos. Surgi, asimismo, en forma imprevista, una tercera lnea de centroderecha, con los triunfos de Caldern en Mxico y Alan Garca en Per con su nuevo giro hacia esta direccin que junto con Colombia y la mayora de los pases de Amrica Central generan un eje con costa sobre el Pacfico, prximo a Washington en trminos polticos. (fraga 2007: 3) De acuerdo con lo sealado por el ex presidente Lagos, Amrica Latina se acerca a un momento distinto porque, si antes el objetivo era crecer (y eso se est haciendo bien), la prioridad pasa ahora por definir qu modelo de sociedad queremos construir. De ah, que ms que de un giro a la izquierda sea ms preciso y acertado hablar de la bsqueda de nuevas opciones en el marco de una profundizacin de la democracia. De una democracia que en ciertos casos puede tener incluso sesgos autoritarios o plebiscitarios, con fuertes componentes populistas y con objetivos un tanto difusos.

el sistema electoral:balotaje y elecciones concurrentes

Durante el perodo de estudio hubo un uso importante del mecanismo del balotaje o segunda vuelta para elegir al presidente. Sobre este sistema existen posiciones a favor y en contra. Sus defensores destacan dos ventajas fundamentales: 1) se argumenta que fortalece la legitimidad electoral del presidente, no slo porque garantiza la superacin de un umbral electoral mnimo sino tambin porque permite que sea el electorado el que dirima la contienda en caso de que ningn candidato supere ese umbral en la primera vuelta, y 2) como consecuencia de lo anterior, el sistema tendera a fortalecer la gobernabilidad democrtica, al garantizar un presidente con amplio respaldo popular y promover coaliciones electorales entre la primera y la segunda vuelta que fcilmente podran luego transformarse en coaliciones de gobierno. Los crticos del balotaje sostienen que la segunda vuelta rara vez cumple con estas promesas. Ello porque, antes que nada, la supuesta legitimidad derivada del amplio respaldo electoral puede ser artificial e inestable; asimismo, han sostenido

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que la segunda vuelta genera menos incentivos para el voto estratgico, dado que los electores pueden votar por su candidato favorito en la primera ronda, aunque con escasa probabilidad de triunfo, sin preocuparse demasiado por la posible victoria de un candidato indeseable, pues este problema se pospone en la mente del elector para el balotaje. Segn este punto de vista, el sistema de segunda vuelta favorece un aumento en el nmero de partidos, lo que en el largo plazo tender a fragmentar al electorado. Ms all de este debate, el balotaje se ha incorporado en la legislacin de la mayora de los pases de la regin. Trece pases lo han regulado: Argentina, Bolivia,5 Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Nicaragua, Per, Repblica Dominicana y Uruguay, aunque con diferencias importantes entre s. Slo cinco pases carecen de este sistema: Honduras, Mxico, Panam, Paraguay y Venezuela. De las once elecciones presidenciales realizadas, ocho se hicieron con el sistema de balotaje. De stas, en un 50% fue necesario ir a una segunda vuelta (Brasil, Ecuador, Chile y Per), mientras que en las otras cuatro el resultado se defini en la primera ronda (Bolivia, Costa Rica, Colombia y Nicaragua). En los casos de Costa Rica y Nicaragua, el sistema electoral establece mrgenes reducidos para ganar en la primera vuelta (40% de los votos en ambos casos, o bien 35% con una diferencia de 5% sobre el segundo lugar en Nicaragua), lo que facilit el triunfo de Arias y ortega en la primera eleccin. De lo contrario, con un sistema de balotaje clsico (50 ms uno) en ambos pases debera haberse ido a una segunda vuelta. Como se observa en el cuadro 6, de los cuatro casos en que fue necesario ir a una segunda vuelta, el resultado se revirti en dos oportunidades. En Per, el candidato que qued en segundo lugar en la primera vuelta (Alan Garca) obtuvo la victoria y lo mismo sucedi en Ecuador, donde Rafael Correa triunf sobre lvaro Noboa, quien haba ocupado el primer lugar en la primera vuelta. En cuanto al carcter de las elecciones legislativas concurrentes o alternas, cabe apuntar que en la gran mayora de las elecciones presidenciales hubo concurrencia o simultaneidad con las legislativas (ver cuadro 7). En nueve procesos electorales, las elecciones legislativas y presidenciales fueron simultneas. Los nicos pases que no tuvieron elecciones concurrentes fueron Colombia (las celebr dos meses antes de la presidencial, un tpico caso de elecciones semiconcurrentes) y Venezuela (en diciembre de 2005).5

En Bolivia, la segunda vuelta se efecta en el Congreso. sta se realiza si ningn candidato obtuvo la mayora absoluta en la primera vuelta. As, la segunda vuelta congresual exige una mayora absoluta de los miembros presentes del Congreso para elegir al nuevo presidente.

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Cuadro 6. Amrica Latina: Balotaje en elecciones 2005-2006

n/a: no aplica Fuente: Elaboracin propia.

En siete de las nueve elecciones concurrentes tuvo lugar el efecto arrastre de la eleccin presidencial respecto de la legislativa, si bien de manera limitada. En cinco de estos siete casos (Brasil, Costa Rica, Honduras, Mxico y Nicaragua), el partido poltico del presidente electo no alcanz mayora absoluta en el Congreso. En dos casos (Bolivia y Chile) el efecto arrastre fue mayor, pues en Chile la Concertacin logr mayora absoluta en ambas cmaras, mientras en Bolivia el mas obtuvo mayora absoluta en la Cmara de Diputados y no en el Senado. En dos casos, Ecuador y Per, el presidente electo no logr el primer lugar en las elecciones legislativas concurrentes. En Per, el primer lugar lo ocup ollanta Humala (up) y en Ecuador lvaro Noboa (prian). En este ltimo pas cabe destacar que el presidente Correa no cuenta con representantes ante el Congreso, producto de su decisin de no postular candidatos para el Poder Legislativo.

la gobernabilidadLa existencia de regmenes presidenciales en todos los gobiernos de la regin (sin perjuicio de importantes diferencias entre ellos) y de sistemas multipartidistas en la gran mayora de los pases, determina que las relaciones entre los poderes ejecutivos

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Cuadro 7. Amrica Latina: Concurrencia de las elecciones presidenciales y legislativas

Fuente: Elaboracin propia.

y legislativos sean relevantes para el funcionamiento o bloqueo del sistema. Es importante verificar si los resultados de estas elecciones han configurado presidentes con mayora propia o gobiernos divididos. De ello dependen, en gran medida, los mrgenes de maniobra y accin de los nuevos gobiernos, en especial en lo que refiere a la gobernabilidad. Los sistemas presidenciales latinoamericanos tienen su soporte en una mayora propia (la de su mismo partido) o bien en una coalicin. La existencia de pases fragmentados social y polticamente hace ms difcil construir mayoras que den sustento y refuercen la gobernabilidad. Los resultados electorales muestran las dificultades para construir mayoras polticas. De los once presidentes electos, nicamente cuatro tienen mayora legislativa propia: Morales (slo en la Cmara de Diputados), Bachelet, Uribe y Chvez. En los siete pases restantes (Brasil, Costa Rica, Ecuador, Honduras, Mxico, Nicaragua y Per) el Ejecutivo deber buscar acuerdos espordicos o, preferiblemente, de mayor alcance para llevar a cabo su agenda de gobierno y evitar la parlisis que suele aquejar a los presidentes obligados a ejercer su mandato en situaciones de gobiernos divididos (ver cuadro 8). En esta situacin se encuentra el presidente de El Salvador, Antonio Saca, pues no obstante su triunfo en las pasadas elecciones de medio perodo, no logr la mayora absoluta. Por el contrario, Leonel Fernndez (Repblica Dominicana) obtuvo mayora propia (en ambas Cmaras en las elecciones de medio perodo).

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los resultados: continuidad o alternancia?Un repaso de los resultados electorales desde la perspectiva de la continuidad o la alternancia en el poder, desde una ptica general analizando los resultados no slo de las elecciones presidenciales sino tambin las parlamentarias, los referendos y las Asambleas Constituyentes muestra que al oficialismo le ha ido muy bien, en gran medida por el buen momento macroeconmico de la regin. Un anlisis comparado demuestra que el oficialismo gan en cinco pases: Brasil, Chile, Colombia, Mxico y Venezuela, mientras que la oposicin result vencedora en los restantes seis: Bolivia, Costa Rica, Ecuador, Honduras, Nicaragua y Per (ver cuadro 9). Del lado del oficialismo hay que registrar que tres de las cinco victorias se dieron en el marco de reelecciones consecutivas (Brasil, Colombia y Venezuela). En Chile, volvi a ganar la Concertacin (por cuarta vez consecutiva desde el retorno de la democracia en 1990), y en Mxico repiti el Partido Accin Nacional (pan). Al evaluar los triunfos de la oposicin debemos considerar que en dos de estos pases haba presidentes transitorios (Bolivia y Ecuador); que en un tercero el partido del presidente en funciones no present candidato propio para el ejecutivo (Per), y que en un cuarto el partido en el gobierno particip en las elecciones muy dividido (Nicaragua). A ello se une Costa Rica, donde los escndalos de corrupcin que afectaron a dos ex presidentes del partido en el gobierno (Partido Unidad Social Cristiana pusc), sumados a la permanencia del mismo en la presidencia durante doce de los ltimos diecisis aos, llevaron a esta agrupacin a la peor debacle electoral de toda su historia. Adems del buen papel desempeado por el oficialismo en las elecciones presidenciales, ste result victorioso en la totalidad de las elecciones legislativas no concurrentes en Colombia y Venezuela, as como en las de medio perodo realizadas en El Salvador y Repblica Dominicana. En materia de democracia directa, el oficialismo fue el claro vencedor de los dos referendos celebrados. El primero en Bolivia, con el Referndum Autonmico del 2 de julio, donde el No (impulsado por el gobierno) obtuvo el 57% de los votos frente al 42% del S. El segundo fue la consulta realizada en Panam el 22 de octubre para ampliar el Canal. En esta consulta, el S (impulsado por el gobierno) obtuvo el 77,8% de los votos y el No un 22,2%. otro proceso electoral de gran importancia fue la eleccin de representantes a la Asamblea Constituyente en Bolivia; ste se realiz el 2 de julio y en l tambin gan el oficialismo.

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Cuadro 8. Amrica Latina: Gobernabilidad del partido ganador en las elecciones 2005-2006

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La alianza liderada por el presidente electo Rafael Correa no present candidatos a diputados. n/a: no aplica. Fuente: Elaboracin propia.

la fiebre reeleccionistaAmrica Latina vive una fiebre reeleccionista en sus dos modalidades: inmediata y alterna. En siete de las elecciones presidenciales celebradas se presentaron candidatos para la reeleccin: Bolivia, Brasil, Colombia, Costa Rica, Nicaragua, Per y Venezuela. De stos, cuatro fueron casos de reeleccin alterna y tres de reeleccin inmediata (ver cuadro 10). Bolivia, Costa Rica, Nicaragua y Per fueron casos de reeleccin alterna. Con excepcin del ex presidente Jorge Quiroga en Bolivia, los dems ex presidentes lograron ser reelectos (Arias, Ortega y Garca). En los tres casos de reeleccin inmediata, Brasil, Colombia y Venezuela, todos los presidentes lograron la continuidad de su mandato (Lula, Uribe y Chvez). Un anlisis de estos datos a escala regional muestra que en el 63% de las elecciones presidenciales estuvo presente la figura de la reeleccin, exitosa en el 86% de los casos (6 de 7 elecciones). Estos resultados alimentan en Amrica Latina el debate sobre la conveniencia o el perjuicio de la reeleccin. Por un lado, los crticos sostienen que la reeleccin expone al sistema poltico al riesgo de una

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Cuadro 9. Amrica Latina: Continuidad o alternancia en el Poder Ejecutivo. Elecciones 2005-2006

Fuente: Elaboracin propia.

dictadura democrtica y refuerza la tendencia hacia el liderazgo personalista y hegemnico inherente al presidencialismo; apuntan, asimismo, que los mandatos posteriores son por lo general de mala calidad. Al menos siete experiencias, desde 1978 a la fecha, parecen confirmar los argumentos sobre sus peligros y defectos: 1) Alfredo Stroessner en Paraguay, con mandato inconcluso debido a la secuela del golpe de estado de 1989, si bien cabe recordar que vena ocupando el poder desde 1954 como consecuencia de varias reelecciones sucesivas; 2) Joaqun Balaguer en Repblica Dominicana, cuyo ltimo gobierno fue acortado de cuatro a dos aos como consecuencia del fraude cometido durante su ltima reeleccin en 1994; 3) Alberto Fujimori en Per, con mandato inconcluso debido a su fuga del pas por fraude y corrupcin; 4) Gonzalo Snchez de Lozada en Bolivia, que debi renunciar a mitad de su segundo perodo; asimismo, los mediocres segundos gobiernos de: 5) Carlos Andrs Prez, inconcluso por destitucin, y 6) Rafael Caldera en Venezuela; a ellos debemos sumar el segundo mandato de: 7) Carlos Menem en Argentina, que si bien concluy su perodo lo hizo acosado por problemas econmicos, elevado ndice de desempleo e innumerables denuncias de corrupcin. Los defensores de la reeleccin, por el contrario, argumentan que sta permite aplicar un enfoque ms democrtico, en tanto posibilita a la ciudadana elegir con mayor libertad al presidente y responsabilizarlo por su desempeo, premindolo o castigndolo segn el caso. Si bien en Amrica Latina, durante el ltimo cuarto de siglo, los ejemplos de Cardoso en Brasil (inmediata) y Sanguinetti en

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Uruguay (alterna) constituyen experiencias moderadamente positivas de las dos modalidades de reeleccin, en ambos casos sus primeros mandatos fueron ms exitosos que los segundos. La fiebre reeleccionista que cubre la regin determina que el 40% de los pases estn gobernados por mandatarios reelectos. Mientras en 2004 haba un nico presidente reelecto bajo la modalidad alterna (Leonel Fernndez en Repblica Dominicana), tan slo dos aos despus hay siete: tres de forma inmediata (Chvez, Lula y Uribe) y cuatro bajo la modalidad alterna (Arias, Fernndez quien podra buscar su reeleccin inmediata en 2008, Garca y ortega). Nunca desde el retorno de la democracia en 1978 hubo en la regin tantos presidentes reelectos. En mi opinin, la suerte de la reeleccin y su evolucin parece, ms que nunca, estar atada al xito o al fracaso del elevado nmero de presidentes reelectos.

las fracturas electorales regionalesotra tendencia que surge de los resultados de varias de las elecciones presidenciales se caracteriza por las profundas fracturas regionales en materia electoral, donde las reas ms postergadas expresan su rechazo al modelo econmico y poltico vigente. En este sentido cabe apuntar los resultados electorales de Brasil y Mxico, que se dividieron en norte y sur, los de Bolivia entre oriente y occidente, as como los de Ecuador entre costa, sierra y selva, algo semejante a lo que ocurri tambin en Per.

Cuadro 10. Amrica Latina: Reeleccin presidencial en elecciones 2005-2006

Fuente: Elaboracin propia.

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la participacin electoralLa tendencia de la participacin electoral en las contiendas presidenciales no tuvo un comportamiento uniforme. En seis pases (Chile, Colombia, Costa Rica, Honduras, Mxico y Nicaragua)6 los indicadores de participacin disminuyeron respecto a la eleccin inmediata anterior. Destacan Honduras y Mxico, cuya participacin disminuy 11 y 5%, respectivamente. Por el contrario, cinco pases (Bolivia, Brasil, Ecuador, Per y Venezuela) vieron incrementados sus ndices de participacin. Los casos ms significativos fueron el caso venezolano, con un crecimiento del 18,82%, y el boliviano con 12%. El promedio de la participacin electoral en las once elecciones fue del 72,10% (ver cuadro 11). Al medir la incidencia de estos resultados sobre el promedio de participacin electoral de Amrica Latina en el mbito presidencial, se observa un leve efecto positivo en el promedio general, al pasar del 69,94% en el perodo 1978-2004 al 70,18% en 1978-2006. No existe una clara tendencia regional a la baja en materia de participacin electoral en las elecciones presidenciales, ya que el aumento importante en el abstencionismo en varios pases fue compensado por el incremento de la participacin en otros, sobre todo en los de la regin andina y, de manera especial en los casos venezolano, boliviano, peruano y ecuatoriano. El cuadro 12 muestra los porcentajes de participacin electoral en la regin. En cambio, constatamos menores ndices de participacin al analizar el comportamiento electoral alcanzado durante las elecciones de medio perodo en El Salvador y Repblica Dominicana, al igual que en las elecciones legislativas realizadas en Colombia y Venezuela. En este ltimo pas se registr la menor participacin en los comicios, pues stos fueron boicoteados por la oposicin, por lo que slo acudi a votar el 25% de los habilitados. A ello le sigue Colombia, pas que se mantiene con la tasa de participacin ms baja de la regin, con un 40,5%. La mayor asistencia a las urnas se observa en Repblica Dominicana (58%), seguida por El Salvador con 52,5%, pero siempre muy por debajo del promedio de participacin en las elecciones presidenciales. En lo que respecta a los procesos de democracia directa, tampoco se observa una tendencia nica. Mientras Panam registr una baja participacin (43%), en Bolivia se alcanz la cifra ms alta de toda su historia electoral (84,51%), porcentaje que iguala la cifra de participacin registrada en la eleccin presidencial de diciembre de 2005.6

Se toma en cuenta el dato de participacin electoral preliminar (78%), proporcionado por Roberto Rivas, presidente del Consejo Electoral de Nicaragua (tomado de: ).

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Cuadro 11. Amrica Latina: Promedio de participacin electoral 1978-2004 y 1978-2006

a Con base en el dato preliminar de la participacin electoral en las elecciones presidenciales de 2006, proporcionado por el Consejo Electoral de Nicaragua. b Sobre la base del dato preliminar de la participacin electoral en las elecciones presidenciales de 2006, proporcionado por el Consejo Nacional Electoral de Venezuela, con el 98,29% de las actas escrutadas. Fuente: Elaboracin propia.

legitimidad de los partidos polticosEl Latinobarmetro 2006 sigue demostrando la crisis de credibilidad que afecta a los partidos polticos (si bien en grado menor que en las mediciones anteriores), y el hecho de que la mayora an considera que no puede existir democracia sin estas instituciones. Uno de los principales impactos del reciente rally electoral es que se revierte la tendencia observada desde 2000, cuando la mayora manifestaba que no votara por un partido. En 2006, el porcentaje de quienes afirman que votaran por un partido aument del 49 al 53%, mientras el de quienes dicen que no votaran por un partido baj del 51 al 47%. En mi opinin, la competencia electoral revitaliza la validez de los partidos polticos.

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Cuadro 12. Amrica Latina: Participacin electoral en elecciones presidenciales 2005-2006

Dato preliminar proporcionado por Roberto Rivas, presidente del Consejo Electoral de Nicaragua. b Dato preliminar del Consejo Nacional Electoral de Venezuela con el 98,29% de las actas escrutadas. Fuente: Elaboracin propia.a

resultados estrechosDe las once elecciones presidenciales, en cuatro pases (Costa Rica, Honduras, Mxico y Per) se dieron resultados estrechos que generaron denuncias e impugnaciones ante el rgano electoral y la opinin pblica. En tres casos (Costa Rica, Honduras y Per) las diferencias fueron solucionadas por las vas institucionales. En Mxico, por el contrario, el resultado no fue aceptado por el partido opositor (prd), generndose una crisis postelectoral que dej al pas en un ambiente de inestabilidad poltica. otra tendencia en la regin fue la demora en el escrutinio de los votos y la oficializacin de los ganadores por los rganos electorales. En Costa Rica, Ecuador, Mxico, Nicaragua y Per el conteo de votos fue ms lento de lo acostumbrado, e incluso la declaracin oficial tuvo que esperar das, semanas y hasta meses despus de la eleccin. El caso ms ostensible fue el mexicano, donde el Tribunal Electoral del Poder Judicial declar vencedor a Felipe Caldern, del pan, dos meses despus de la eleccin. En Ecuador, la empresa E-Vote demor el proceso: despus

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de aducir problemas tcnicos, suspendi el conteo cuando faltaba por escrutar el 30% de los votos.7 En general, estas ltimas elecciones pareceran mostrar en varios pases un retroceso de la administracin electoral. El manejo tcnico y las dificultades de los organismos electorales en oficializar los resultados en algunos pases han generado graves dudas hacia estas instituciones en dos aspectos: 1) en relacin con su imparcialidad, y 2) respecto a la eficacia tcnica en el escrutinio y en la transmisin de los resultados. En una regin donde las denuncias de fraude, manipulacin e ineficacia de los rganos electorales haban disminuido de forma importante, el cuestionamiento a estas instituciones y a la transparencia de los actos electorales constituye un serio retroceso institucional. Dichas circunstancias generaron, adems, una mayor dependencia de las misiones de observacin y de los veedores internacionales para garantizar las decisiones electorales, aunque sus evaluaciones tambin fueron en algunos casos puestas en tela de juicio. Por ejemplo: el rechazo de Chvez en Venezuela a la misin de observacin de la oea en las elecciones legislativas de diciembre; el cuestionamiento del prd a la misin de observacin de la Unin Europea en Mxico, as como los cuestionamientos de Correa en Ecuador a la misin de la oea. En Nicaragua, en un primer momento del proceso, ortega cuestion al representante de la misin de la oea, pero ms tarde la intervencin del propio Secretario General de la organizacin logr resolver el impasse.

la percepcin ciudadana sobre las eleccionesSegn el Latinobarmetro 2006, durante ese ao se produjo un incremento en el indicador sobre la percepcin de que las elecciones son limpias. ste pas de 37% en 2005 a 41% en 2006. Al mismo tiempo, el porcentaje de la percepcin de que las elecciones son fraudulentas disminuy del 54 al 49%.8 Sin embargo, en el desarrollo de las percepciones de la poblacin sobre las elecciones, queda un largoLos problemas ocurrieron despus de cerrada la votacin e iniciado el escrutinio. el tse contrat a la empresa brasilea E-Vote para realizar el denominado conteo rpido, a travs del cual el pas deba conocer de manera certera, aunque no oficial, los resultados presidenciales hacia las 19 horas, y los de diputados al final del da. Nada de esto ocurri. Hasta la madrugada del 24 de octubre, E-Vote haba registrado 70% de la eleccin presidencial, y nunca se conocieron los resultados de diputados. el tse se vio obligado a rescindir el contrato y a ejecutar las garantas. 8 En este punto es de especial atencin esperar el Latinobarmetro 2007 para observar cmo las denuncias de fraude electoral de 2006 se reflejan en las percepciones de los latinoamericanos.7

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trecho por recorrer, pues en slo cinco pases (Chile, Costa Rica, Panam, Uruguay y Venezuela) la mayora del electorado afirma que las elecciones son limpias. En los otros trece pases, menos del 50% de electores refrenda esa apreciacin (teniendo como referente la ltima vez que hubo elecciones). Cabe tambin indicar que el Latinobarmetro muestra una disminucin en la percepcin de cohecho en la mayora de los pases. Notable es el caso de Mxico, que baja del 55 al 20%; le sigue Ecuador, que pas del 30 al 12%; Bolivia, del 33 al 17%, y Nicaragua, que baja del 22 al 11%, entre otros. Venezuela es el pas donde menos disminuye la percepcin de cohecho (del 29 al 27%); en Chile se mantuvo igual (15%).

la normalizacin democrtica de bolivia y ecuadorEn Bolivia y Ecuador las elecciones representaron la normalizacin democrtica de esos pases. En el caso boliviano, el triunfo de Evo Morales se dio despus de laWWW.oNPE.GoB.PE

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crisis poltica iniciada con la salida anticipada del presidente Snchez de Lozada en 2003, y que llev al poder por perodos muy cortos a Carlos Mesa y luego al presidente de la Corte Suprema, Eduardo Rodrguez. En el caso ecuatoriano, la eleccin se realiz tras la llamada Rebelin de los forajidos que en 2005 protagonizaron las principales fuerzas opositoras al presidente Gutirrez. Este movimiento provoc su salida y el nombramiento, por el Congreso, de Alfredo Palacio como presidente.

la participacin poltica de la mujerLos procesos electorales de 2005-2006 generaron avances significativos en lo referente a la participacin poltica de la mujer. Ello se inici con las elecciones generales de Honduras, donde la aplicacin de una nueva normativa sobre la cuota de gnero (del 30%), produjo un incremento de la participacin de las mujeres en el Congreso, pasando del 6% en el perodo anterior a 23% en la actual conformacin de Legislativo. Este efecto positivo continu en Chile, donde la eleccin histrica de 2006 permiti a Michelle Bachelet convertirse en la primera presidenta de ese pas. Bachelet promovi una mayor inclusin de mujeres en puestos polticos, estableciendo una frmula paritaria para todos los cargos de confianza en el Ejecutivo, que garantiza nmeros iguales de mujeres y hombres en los 3.500 puestos designados por la presidencia. El nmero de mujeres elegidas en los congresos nacionales aument en la mayora de los pases. Si bien el incremento de Honduras fue el ms drstico, cabe sealar el caso peruano, donde el porcentaje de mujeres subi del 18 al 29%. El xito de las mujeres en ese pas se confirma al notar que de los seis congresistas ms votados cuatro fueron mujeres, y que el Congreso peruano estuvo recientemente presidido por una mujer. En el resto de los pases los cambios en el porcentaje de mujeres elegidas al Congreso han sido menores e incluso se han registrado algunos casos de descenso como en las cmaras bajas de Bolivia y Colombia. Por ltimo, cabe destacar el resultado de las elecciones de la Asamblea Constituyente en Bolivia donde, como resultado de una innovadora frmula electoral (distrito trinominal) combinada con una cuota del 30%, el porcentaje de asamblestas mujeres fue de 33%. Asimismo, la Asamblea eligi a una mujer indgena como presidenta.

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otros aspectos relevantesEn mayor o menor medida, el tema del financiamiento de la poltica y su relacin con la corrupcin ha estado presente en la gran mayora de los procesos electorales. Los escndalos ligados al dinero en la poltica, el aumento del costo de las campaas, principalmente el gasto en los medios sobre todo en televisin, as como las debilidades de la legislacin y los sistemas de control, han hecho de este tema uno de los principales factores por considerar a fin de garantizar la equidad y la transparencia en la competencia electoral. El incremento de las denuncias de financiamiento ilegal y su relacin con los escndalos de corrupcin poltica coincide con una nueva y negativa evaluacin de Amrica Latina de Transparencia Internacional (ti). Segn el ndice de Percepcin de la Corrupcin (ipc)9 de ti, es posible clasificar los pases de la regin en tres9 El ipc es un indicador compuesto que sondea las percepciones sobre la corrupcin en el sector pblico en 163 pases de todo el mundo. Califica a los pases segn una escala de cero a diez, siendo el cero el valor que indica los registros ms elevados de corrupcin percibida y el diez el valor que seala los ndices ms bajos.

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grupos. El primero est constituido por los pases con registros altos de ipc, que llaman especialmente la atencin entre los primeros 50 pases del ndice. Entre ellos destacan Chile (7,3 de ipc, que lo ubica en el puesto 20) y Uruguay (6,4 de ipc, puesto 28). Un segundo grupo de siete pases Colombia, Costa Rica, Brasil, El Salvador, Mxico, Panam y Per tiene una puntuacin entre 5 y 3, lo que muestra una preocupante percepcin de corrupcin interna. Un tercer grupo de nueve pases, la mitad de la regin Argentina, Bolivia, Ecuador, Guatemala, Honduras, Nicaragua, Paraguay, Repblica Dominicana y Venezuela, con registro debajo de 3, que indican una percepcin de corrupcin muy alta (transparencia internacional 2006). Un segundo tema que ha cobrado relevancia es el de la funcin de las encuestas de opinin pblica. Varias de las elecciones demuestran las dificultades de las encuestas en adelantar las tendencias y los resultados. Como expresa Carlos Fara, las elecciones de estos catorce meses estuvieron llenas de sorpresas. No era que Morales no tendra mayora propia? No era que Arias arrasara en Costa Rica? No era que Alan Garca no podra volver a la presidencia en Per? No era que Manuel Lpez Obrador era el claro ganador de las elecciones en Mxico? No era que Correa ganara en la primera vuelta? (fara 2006). Tras alcanzar un gran protagonismo como fuente de informacin meditica sobre las preferencias del pblico, los fracasos de los pronsticos electorales en Bolivia, Brasil, Costa Rica, Ecuador y Mxico, entre otros, trasladaron las encuestas al centro del debate poltico en Amrica Latina. En Bolivia, das antes de las elecciones, los sondeos de opinin otorgaban a Morales una intencin de voto de aproximadamente el 34%. Al final, se impuso con el 54%. En Costa Rica, las encuestas situaban a scar Arias con una amplia ventaja sobre los dems candidatos, lo cual no se reflej en el resultado final, pues gan por una diferencia mnima de apenas 18.169 votos (1,12%). La explicacin de estas falencias radica en que a las ya conocidas limitaciones de las encuestas como instrumentos de medicin, stas (las limitaciones) se acrecientan mucho ms en contextos muy voltiles, con ndices de indefinicin importantes, con altos indicadores de voto oculto, etc. Por otro lado, las limitaciones de las encuestas tambin obedecen a que cada vez es mayor la proporcin de la gente que se interesa por las elecciones cuando faltan pocas semanas o das, y que toman su decisin el mismo da de los comicios. Este tipo de votantes tiende a estar compuesto por los ms jvenes, los de las zonas rurales o los provenientes de sectores populares. Estos electores no se guan por la racionalidad de las propuestas, sino por estmulos emocionales como las imgenes de televisin, es decir, lo que un candidato

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Cuadro 13. Amrica Latina: Mujeres en los parlamentos (Cmara baja o unicameral)

* RC: Resultados en cmputo al 13/XI/2006. Fuente: Inter-Parliamentary Union y elaboracin propia.

transmite y las sensaciones que produce. Por ello, resulta tan importante la ltima impresin que se deja en la audiencia. De ah la importancia de que los responsables de las encuestas adviertan siempre sobre las limitaciones de cada caso, de modo que se registre el grado detectado de volatilidad de los votantes y se informe debidamente sobre el mismo. Por desgracia esto casi nunca sucede. Cabe sealar, asimismo, que el uso de las encuestas como instrumento poltico de medicin se ha visto en numerosos casos desnaturalizado frente a su uso como medio de propaganda poltica. Es cierto que muchos partidos contratan a empresas de opinin para medir su grado de apoyo, y publican sus resultados como parte de su estrategia de campaa. En virtud de ello, y suponindolas al servicio de intereses polticos, su veracidad est cada vez ms en tela de juicio. Por ltimo, un tercer tema que debe subrayarse en los procesos electorales de la regin es el de las campaas electorales y su creciente americanizacin. ste es un fenmeno en aumento, que se caracteriza por la personalizacin de la poltica, la preeminencia del candidato sobre el partido, el uso creciente de la televisin y la descalificacin del opositor por encima de las ideas en el marco de campaas negativas. En esta lnea se desarrollaron las campaas polticas en Brasil, Costa Rica, Nicaragua, Mxico y Per, entre otras.

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nuevo calendario electoral: l