Elena oviedo

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El viaje Nunca pensé que podría viajar hasta tan lejos, Australia. Estoy dando tumbos dentro de un canguro, concretamente en las células que van a la piel, a las glándulas sudoríparas. Pronto, pues, estaré otra vez de viaje y no sé a dónde llegaré. Mi historia empezó en las cálidas aguas de la Ría de Noia, en la provincia de La Coruña, en España. Siempre me gustó nadar en la superficie, pues me encanta ver a los niños jugando en la arena, y haciéndonos saltar por el aire, cada vez que se bañan. El día era muy caluroso, y pronto, empezó la evaporación de las aguas. Yo, parecía que estaba medio dormida, pero de repente, comencé a ascender por el aire, hasta una nube blanca, a la que me quedé pegada. Durante días viajé con esa nube hacia el Oeste, de un lugar a otro. Un sábado, el viento comenzó a ser cada vez más fuerte, y me sentía mojada a pesar de ser una gota. Pronto nos apretujamos unas contra otras, tan juntas estábamos que algunas empezamos a caer, una tras otra. Sentía miedo pues iba a caerme desde muy arriba. En el camino pude ver un pequeño arroyo, y soñaba que quería caer allí pues, era blandito. No tuve suerte, me quedé pegada en la rama de un árbol. Pronto, caí otra vez y esta vez “bingo” caí en el arroyo. Parecía una bajada por los rápidos, no podía parar tragando toda la porquería que los humanos depositan en los ríos.

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El viaje

Nunca pensé que podría viajar hasta tan lejos, Australia. Estoy dando tumbos dentro de un canguro, concretamente en las células que van a la piel, a las glándulas sudoríparas. Pronto, pues, estaré otra vez de viaje y no sé a dónde llegaré.

Mi historia empezó en las cálidas aguas de la Ría de Noia, en la provincia de La Coruña, en España. Siempre me gustó nadar en la superficie, pues me encanta ver a los niños jugando en la arena, y haciéndonos saltar por el aire, cada vez que se bañan. El día era muy caluroso, y pronto, empezó la evaporación de las aguas. Yo, parecía que estaba medio dormida, pero de repente, comencé a ascender por el aire, hasta una nube blanca, a la que me quedé pegada. Durante días viajé con esa nube hacia el Oeste, de un lugar a otro.

Un sábado, el viento comenzó a ser cada vez más fuerte, y me sentía mojada a pesar de ser una gota. Pronto nos apretujamos unas contra otras, tan juntas estábamos que algunas empezamos a caer, una tras otra. Sentía miedo pues iba a caerme desde muy arriba. En el camino pude ver un pequeño arroyo, y soñaba que quería caer allí pues, era blandito. No tuve suerte, me quedé pegada en la rama de un árbol. Pronto, caí otra vez y esta vez “bingo” caí en el arroyo. Parecía una bajada por los rápidos, no podía parar tragando toda la porquería que los humanos depositan en los ríos.

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Cuando parecía que todo había terminado ya, una gran cantidad de agua llega por la derecha, llevándome hasta el fondo. Creí morir, cuando desperté ya no estaba en el arroyo, esto ya era un río, un río enorme, que no se detenía ante nada. El ruido de sus aguas era tremendo. Mi cabeza estallaba y me quedé profundamente dormida. No sé cuántos días pasaron pero me despertó el olor a sal. Me acercaba al mar, un mar lleno de todo tipo de cosas, peces, latas, barcos, plásticos, botellas… No me gustaba este sitio, demasiado sucio. A lo lejos vi un cartel, Mar Mediterráneo. ¿Cómo había podido llegar tan lejos?. Era increíble, de una pequeña ría en el Norte de España, al Mediterráneo en el Sur.

Decidí pegarme al casco de un barco con rumbo al Mar Rojo. No fue muy agradable porque las olas querían hacerme desaparecer y llevarme con ellas. El barco navegó durante días, no sé cuantos. Nos encontramos con un mar muy grande, el oceáno, el Índico, donde muchos barcos nos saludaban al pasar. El calor volvía ser intenso, como aquel día en la Ría de Noia, y la evaporación comenzó, subí a las nubes, de donde luego caí a la tierra y de allí a una pequeña charca donde muchos animales bebían. Tuve suerte y las lluvias me llevaron al río, donde un canguro adulto y sediento me bebió.

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Por eso, ahora estoy aquí dando tumbos en mi nueva casa hasta que de nuevo decida viajar. Esta es mi historia y la de muchas gotas como yo, que debemos respetar y cumplir el ciclo del agua para así sobrevivir nosotros y todos los seres vivos que viven en nuestro planeta Tierra.

ELENA OVIEDO 1º ESO