El+indio+hiperreal.+Ramos

download El+indio+hiperreal.+Ramos

of 18

description

el indio hiperreal

Transcript of El+indio+hiperreal.+Ramos

  • 1

    Ramos, Alcida. 1992. The Hyperreal Indian. Serie Antropologia 135. Brasilia. Traduccin para la ctedra de SSC1: Clara Otaola.

    EL INDIO HIPERREAL

    Cmo luchar contra la injusticia sin crear injusticia? Carlos Fuentes 1988

    Un caso para recordar:

    El 9 de mayo de 1990, 123 hombres, mujeres y nios Tukano fueron expulsados de sus tierras en la regin del Vaups por 28 soldados del ejrcito brasileo. Los nativos estaban trabajando en la extraccin de oro dentro la reserva indgena Pari Cachoeira III, una pequea porcin de tierra prxima a la frontera con Colombia, que el ejrcito les haba otorgado un ao atrs. Con el argumento de que estaban implicados en el contrabando de oro y, por aadidura, en el trfico de drogas y la guerrilla colombiana, los soldados forzaron a los indgenas a salir de sus hogares a punta de pistola, y los hicieron caminar durante das llevando consigo todas sus pertenencias, a lo largo de caminos inundados, hacia los asentamientos de sus parientes. Los militares sostenan que aquellos 123 indgenas se encontraban fuera de la reserva aunque un cerco de postes de cemento confirmaba que estaban dentro de su rea. Para coronar la expulsin, les quemaron las viviendas y destruyeron sus equipos para el procesamiento del oro.

    Ya haba escuchado relatos de esta historia en Brasilia de parte de colegas indignados, antes de conocer los detalles que revelaron tres tukanos en la capital tres semanas despus de ocurrido el incidente. Haban ido all con el fin de exigir a las autoridades federales que corrigiesen la injusticia cometida con su gente1. Estos tres hombres tambin me contaron la mala recepcin que tuvieron por parte de uno de los miembros de la primera institucin de apoyo a los indgenas a la que se acercaron para pedir ayuda. La reaccin negativa que obtuvieron de este hombre blanco, que estaba all para asistir a los Indgenas en casos relacionados con violaciones de los derechos humanos, fue el disparador para el siguiente anlisis sobre los cambios que han ocurrido en las organizaciones no gubernamentales (ONGs)2. 1 El caso fue archivado en la Procuradura General de la Repblica, el 1 de Junio de 1990. La peticin, n. 147/90, fue dirigida al Ministro del Ejrcito, Carlos Tinoco Ribeiro Gomes. 2 Las ONGs han proliferado en varios pases en las dcadas de 1970 y 1980. Son organizaciones sin fines de lucro y, como su nombre lo indica, son independientes de los gobiernos. De hecho, su existencia surgi como un intento por parte de la sociedad civil para minimizar los efectos de abusos contra la gente y los recursos perpetrados tanto por empresas privadas como por gobiernos nacionales. Llenan el abismo

  • 2

    Pero antes de entrar en este tema, hay algo que deben saber sobre los tres Tukano. Los mismos indgenas que estaban denunciando la arbitrariedad cometida por el ejrcito haban sido fuertemente criticados e incluso rechazados por indigenistas blancos y por otros nativos dos o tres aos antes por haber hecho acuerdos con una compaa minera y con los militares a cargo del Proyecto Calha Norte3. La empresa minera Paranapanema les haba ofrecido a los indgenas expulsar de sus tierras a miles de buscadores ilegales de oro a cambio de que le cedieran el derecho de la explotacin de los recursos minerales en escala industrial. El ejrcito, por su parte, les haba prometido escuelas, hospitales y financiamiento para el desarrollo econmico a cambio de una importante reduccin de sus tierras ancestrales en la regin del Vaups.

    Despus de una cruzada de largos aos recorriendo los interminables salones del Congreso y enfrentando al gobierno federal, en una lucha agotadora y desmoralizante para lograr que sus tierras fueran demarcadas correctamente, los tres tukanos y su grupo decidieron aceptar la propuesta del ejrcito de dividir su territorio en pequeas parcelas. Pensaron que as al menos obtendran escuelas, hospitales y otros servicios y tambin regalas de la compaa minera la cual, cabe mencionar, tena el respaldo del ejrcito.

    Dicho acuerdo les cost a los indgenas un largo y amargo ostracismo por parte de la comunidad indigenista. Pero se fue un riesgo calculado, y lo asumieron sin la inocencia del ignorante o del desinformado. Ellos estaban advertidos de las posibles repercusiones de su acuerdo con los sectores que representaban el enemigo.

    Dos aos ms tarde, se sintieron defraudados tanto por la compaa minera como por el ejrcito. Paranapanema abandon el rea con el argumento de que los recursos de la regin no justificaban la inversin econmica, dejando a los indgenas con la amenaza inminente de una reinvasin de los buscadores de oro. Los militares, argumentando que sus fondos haban sido devorados por la inflacin, no levantaron escuelas ni hospitales, ni llevaron a cabo los proyectos econmicos prometidos. Lo nico que construyeron en el rea fueron sus cuarteles. Lo peor de todo fue el sentimiento de los Indgenas de que su cooptacin no haba servido para nada, especialmente luego del incidente en Pari Cachoeira III. Su inmolacin tica en la hoguera del movimiento indgena-indigenista no haba servido a ningn propsito. Despus de todo, lo que ellos

    que hay entre los interesas de grupos econmicos poderosos y los ambientalistas y minoras tnicas, que operan en reas relegadas por el estado. Algunas ONGs han adquirido una estatura poltica considerable y han devenido en fuertes lobbistas que tratan tanto con estados nacionales como con organismos internacionales, como el Banco Mundial o Naciones Unidas. Existen para presionar a los gobiernos a que obedezcan las leyes de proteccin de aquellos segmentos ms frgiles de las sociedades nacionales. A diferencia de los grupos de apoyo a minoras del pasado, las ONGs de la actualidad se distinguen por sus foros y redes internacionales de nivel supra-estado y, en muchos casos, por la cantidad de recursos humanos y financieros que manejan. 3 Calha Norte es un proyecto militar dirigido en secreto en 1985. Hace un ao, se hizo pblico y dej sin palabras a aquellos que estn involucrados en la mejora del bienestar de los indgenas amaznicos. Dicho proyecto requiri una vasta suma de dinero para la instalacin de una lnea de alambrados a lo largo de 6.711 km en la frontera norte del Brasil. Segn los que apoyan este proyecto, el nfasis del mismo est en la seguridad nacional contra los enfrentamientos de la guerrilla y narcotrfico, as como en la aspiracin de la hegemona brasilea en la regin. Uno de los problemas que el proyecto Calha Norte gener para los indgenas, fue la drstica reduccin de sus territorios tradicionales (Ramos 1990)

  • 3

    haban hecho, degradarse ante los ojos de sus pares, haba sido para la causa del bienestar del pueblo Tukano y de la tranquilidad de un territorio demarcado, totalmente insatisfactorio. Los tres Indios Tukanos me contaron que su encuentro con el representante de la ONG de Brasilia tuvo las caractersticas de un interrogatorio policial: les pregunt cuntos indgenas estaban involucrados en actividades guerrilleras, en el narcotrfico y en el contrabando de oro; tambin les pregunt si haban ampliado los senderos que atraviesan la selva colombiana (donde viven muchos de sus parientes) para facilitar el trfico de drogas. Incluso les cuestion la legitimidad de sus reclamos sobre el estatus oficial de Pari Cachoeira III. Este hombre les dijo adems que llevando sus quejas a la capital, ponan en peligro la solucin de su caso, y que estaban yendo demasiado lejos al molestar al gobierno con sus problemas insignificantes. Les record sus acuerdos con la compaa minera Paranapanema y con el ejrcito y finalmente, les dijo que la ONG no poda hacer nada por ellos hasta que todos sus miembros se reunieran a discutir el caso.

    Decepcionados y desorientados, los tres indgenas buscaron a viejos conocidos de sus das de cooptacin. Se contactaron con Romeu Tuma, el director de la polica Federal, a quien haban conocido durante sus negociaciones con los militares de Calha Norte y a quien haban entregado sus armas y haban ayudado a quemar sus propias plantaciones de coca; recurrieron a los periodistas y antroplogos (incluyendo a aquellos a los que les haban prohibido el ingreso a su territorio mientras dur su relacin con los militares) y con su ayuda, terminaron en la procuradura general, el ente oficial y legtimo que desde la Constitucin de 1988 ha estado a cargo de asistir a los indgenas en sus reclamos legales.

    La forma en que me fue reportado el incidente por los tres indgenas y por algunos antroplogos y periodistas indignados, sumado a mi propia experiencia con el activismo indigenista, me ha motivado a reflexionar sobre la manera en que ha sido transformada la escena indigenista durante la ltima dcada en Brasil. No es mi intencin juzgar ni a los blancos ni a los Indgenas, ni perseguir una exgesis del caso (no tengo, por ejemplo, la versin del relato del representante de la ONG). Lo que quiero es tomar aquel acontecimiento en Brasilia como uno de esos dramas sociales singulares, cargados de significado, que nos permite descubrir dimensiones sociolgicas, polticas y simblicas que de otra manera podran permanecer inertes en la penumbra del semi-conocimiento. Es necesario conocer el contexto para comprender el significado de este evento social.

    El foco de mi atencin est puesto en las actividades indigenistas de los grupos de organizaciones laicas, no oficiales que han emergido entre la sociedad civil en Brasil en los ltimos veinte aos. A pesar de su importancia, ni el indigenismo oficial practicado por la Fundacao Nacional do Indio (FUNAI), ni la rama de la iglesia (via el Conselho Indigenista Missionrio-CIMI) sern incluidos aqu. Mi objetivo es examinar la trayectoria de las asociaciones laicas desde sus humildes e imprecisos comienzos hasta su madurez, y tambin

  • 4

    averiguar que ha sucedido con la figura del indgena desde que los grupos de apoyo se metamorfosearon en entes burocrticos.

    El fin de la Communitas La fase contempornea de ese activismo civil indgena en el campo del

    indigenismo comenz en 1978. Fue impulsada por la amenaza del gobierno Federal de emancipar a los indgenas. Eso significaba declararlos legalmente no Indgenas y por lo tanto eximir al Estado del deber de protegerlos a ellos, a sus tradiciones y a sus tierras4. Una vez que el borrador fue realizado por el ex presidente Geisel y defendido pblicamente por su ministro del interior, Rangel Reis, el decreto de emancipacin funcion como catalizador al llevar a la misma arena una amplia gama de profesionales, como antroplogos, abogados, periodistas, artistas y sacerdotes, entre otros. Actuando algunas veces como solistas y otras como coro en el ardiente escenario de la poltica indigenista, ellos alternaron con lderes indgenas, que emergieron en la escena pblica como por arte de magia, para monopolizar los medios de comunicacin. Fue el momento heroico del indigenismo actual. Alimentados por el xito de sus protestas que culminaron con el archivo de la ley de emancipacin, en 1980, los indgenas crearon la Unin de las Naciones Indgenas, mientras los blancos organizaban numerosos grupos de apoyo a los indgenas. Prcticamente todas las capitales de estado tenan su ANAI (Assciao Nacional de Apoio ao Indio) o su CPI (Comisso Pro-Indio). Pero, igual que los replicantes de Blade Runner, estaban programados para tener una corta vida. Con algunas pocas excepciones, como el CPI de So Paulo, las ANAIs de Acre y Puerto Alegre, ninguno de los grupos de apoyo creados en aquel momento sobrevivieron a esa etapa heroica.

    Inicialmente haba un clima de communitas, si se me permite apelar a la expresin de Victor Turner (1969). Se llevaban a cabo largas reuniones durante las noches en los stanos de las iglesias o en espacios domsticos de militantes entusiastas. Aquella fase fue predeciblemente corta, tal como se da en un estado de communitas, donde reina la anti-estructura que aboga por su efmera liminalidad. El esprit de corps que rodeaba a los activistas fue como un parntesis ideolgico que los uni en un nico cuerpo y los apart del resto del mundo. Con la constancia y la consistencia de una nube, esto comenz a esfumarse con las primeras seales de disputas internas y luego con la bsqueda de la conformacin de una organizacin ms estructurada que le dara al movimiento indigenista una slida presencia sociolgica.

    En 1982 se podan percibir signos de divergencia entre los indgenas y los blancos. Luego el movimiento indgena haba crecido y pas a ser pan-indgena, abarcando todas las regiones del pas y la mayora de los grupos indgenas. En aquel ao, durante el primer encuentro nacional de lderes indgenas llevado a

    4 Entre los textos mas detallados sobre la emancipacin se encuentra el libro editado por la Comisin Pro-Indio, (1979)

  • 5

    cabo en Brasilia, la mayora de los antroplogos y otros activistas presentes, estuvieron en contra de los indgenas cuando estos invitaron a dar una conferencia al presidente de la fundacin Indgena, Colonel Leal, quien era tambin miembro del Consejo de Seguridad Nacional. En una poca de creciente oposicin a los militares, la idea de los indgenas de traer un miembro del consejo nacional para honrar su encuentro fue sentido por los activistas blancos como una cachetada. Luego de haber ayudado a los indgenas con la recaudacin de los fondos para que se realizara el encuentro y con la organizacin del evento, ellos reclamaron el derecho de decirles lo que estaba bien y lo que estaba mal, quienes eran los buenos y quienes los malos. Muchos blancos dijeron haber sido defraudados por los lderes indgenas, quienes pisotearon sus principios polticos. El mensaje implcito en dicha reaccin pudo haber sido leda-y de hecho fue leda por algunos observadores-, de la siguiente manera: Nosotros, blancos, los ayudamos a ustedes, indgenas, y a cambio, ustedes, indgenas, deben hacer lo que nosotros, blancos, pensamos que es correcto. De hecho, aquella actitud, representaba una forma de proceder bastante comn en aquellos das, que era utilizar el tema de los indgenas como canal para llevar a cabo las criticas al rgimen militar. La cuestin indgena nunca fue un tema polticamente tan caliente como por ejemplo, el movimiento de trabajadores en So Paulo. El tema indgena fue uno de los pocos temas polticos que no era censurado ni reprimido en su libre expresin.

    Pero hasta 1985, con el advenimiento de la llamada Nueva Repblica5, el movimiento indigenista blanco quiso simular una apariencia de unidad suprimiendo diferencias internas, por ejemplo, entre miembros de la iglesia, abogados, antroplogos y periodistas. Ellos seguan unidos contra el enemigo comn: los militares. Durante la campaa presidencial del civil Tancredo Neves entre noviembre de 1984 y marzo de 1985, pareca que por fin el sueo de los activistas indigenistas de participar en el diseo de una poltica indgena oficial estaba por cumplirse. Haba expectativas de que el movimiento iba a dejar de ser parte de la oposicin para formar parte del gobierno. Pero la muerte de Tancredo y la asuncin al poder de la administracin Sarney demostraron en poco tiempo que no haba nada nuevo con la llegada de la Nueva Repblica. El indigenismo tuvo que sufrir el sabor amargo del desmoronamiento de una utopa (Fundacin Nacional Pro-Memoria 1988). Para la primera mitad del ao 1985, era claro que la era militar del indigenismo no haba terminado. Por el contrario, la militarizacin de Amazonia y del asunto indgena se intensific hacia finales de los 80. El enemigo comn estaba vivo y en su mximo esplendor verde-oliva.

    Sin embargo, la quimera por el poder haba trado la primera discordia en

    la armona del movimiento indigenista. Ni siquiera la conciencia de que los grupos de apoyo a los indgenas seguiran siendo opositores al eterno gobierno

    5 La Nueva Repblica hace referencia a la fase de transicin entre el gobierno militar y el civil. Aunque el voto polar vendra ms adelante, el hecho de que un colegio electoral hubiese elegido al civil Tancredo Neves cre un clima de entusiasmo y optimismo durante la segunda mitad del ao 1984 y la primera de 1985, hasta la muerte de Tancredo, en abril.

  • 6

    militar fue suficiente para terminar con la competencia entre algunos de sus miembros. El frente unido de pocos meses atrs mostraba rajaduras difciles de enmendar. Durante la asamblea constitucional de 1987-1988, el lobby prolongado llevado a cabo por parte de grupos indigenistas hizo desvanecer la imagen de colaboracin pacfica. Sumado a esto, se dio una amarga discusin entre indigenistas de So Paulo y CIMI, sobre el uso del termino Nacin para definir a las sociedades indgenas, una nocin que enfureca a los militares, quienes perciban esto como un complot contra la soberana nacional. La insistencia de CIMI por mantener este trmino origin una larga campaa difamatoria por parte de los lobistas anti-indgenas. Pero ya en ese momento, no exista ms el espirit de corps capaz de impulsar a todos los involucrados a cerrar filas contra los feroces ataques a la iglesia. Desde aquel momento, el CIMI y la iglesia en general han sido vistos como cuasi enemigos por algunos grupos laicos de apoyo a los indgenas. Al mismo tiempo, cada organizacin tom caminos independientes.

    Pero lo que me interesa aqu no es el desacuerdo entre los grupos de apoyo. Deseo llamar la atencin sobre la trayectoria de esos grupos que pasaron de hacer reuniones informales a constituirse en entidades profesionales. A medida que miramos a los grupos de apoyo a los indgenas que sobrevivieron en Brasil, y tal vez en todas partes, vemos el mismo patrn de burocratizacin que devela una curiosa transformacin en sus relacionas mutuas, desde la unidad orgnica hasta la uniformidad regimentada. Este es el proceso de rutinizacin que Weber llam carisma y que nosotros podramos parafrasear aqu como rutinizacin del herosmo.

    Camino a la oficina.

    El momento de desilusin con la Nueva Repblica fue tambin el momento en el que las organizaciones indigenistas comenzaron a consolidar sus aparatos burocrticos. El profesionalismo en las relaciones del trabajo y en asuntos financieros vinculados con agencias de financiamiento internacional crearon la necesidad de estructuras apropiadas para el manejo de una cantidad de recursos, en trminos monetarios y de personal, sin precedentes. Se contrataron nuevos empleados quienes usualmente no tenan experiencia con temas indgenas pero cuyas capacidades tcnicas eran indispensables para lograr que la nueva mquina burocrtica trabajara correctamente. La informacin computarizada gener una red de agencias extranjeras que torn los temas de vida complejos en mensajes instantneos. La necesidad de reunir apoyo para los derechos indgenas de varios sectores de la opinin pblica produjo una suerte de lingua franca internacional del indigenismo donde las sutilezas fueron borradas y los juegos polticos pasteurizados. As, llegamos a 1990 con un panorama indigenista que poco tena que ver con la solidaridad, la agitacin y la ruptura cvica de aquellos remotos das de los 70 y principios de los 80.

    El episodio Tukano de Brasilia vino a iluminar como una luz potente dos tesis diferentes, una de un clsico de la Sociologa, Weber, la otra de un enfant terrible de la post-modernidad: Baudrillard. En el contexto de una moda del aqu y

  • 7

    ahora que subraya el advenimiento del pasaje del bricolage poltico al profesionalismo tcnico y su descendencia, el simulacro, o si prefieren, desde procedimientos medievales a posmodernos en un segundo. Djenme ir paso a paso.

    Weber nos deca cun crucial fue la creacin del kontor o bureau, por ejemplo la oficina, en la historia de la burocracia, la cual comenz en la edad media. Fue posible la emergencia de nuevas especializaciones, actitudes y situaciones, y con ellas un punto e vista tico. La oficina, deca Weber, es una vocacin que se expresa en la devocin de objetivos impersonales y funcionales (Weber 1978:957-959). Asumiendo que Weber tena en mente los regimenes despticos medievales en lugar de un puado de gente inofensiva y con buenas intenciones, como aquellos involucrados en el quehacer indigenista de Brasil de fines del siglo XX, lo que se destaca es que en ambos casos el personalismo tuvo un rol muy importante. En la edad media, como a principios de los 80, las opciones eran bsicamente las mismas: burocracia o diletantismo (Weber 1978:223). De hecho, esto prcticamente dej de ser una opcin cuando el primer grupo de apoyo a los indgenas tom la forma de organizacin no gubernamental -las tan conocidas ONGs- con su nfasis en eficiencia, y de este modo dejando de lado al diletantismo.

    A pesar de que la eficiencia es el rasgo distintivo de la burocracia, la imagen popular que se tiene de ella es exactamente lo opuesto. Uno habla de ella como de una serie de papeles desordenados que complican el fluir de los ciudadanos. Alimentar la maquina burocrtica significa gastar preciosos recursos con muy pocos beneficios perpetuando adems el sistema del bureau.

    De hecho, no es la prdida de eficiencia lo que acosa a las burocracias (cuando eso ocurre ya no son ms burocracias, pero caen en una especie de burocratitis perversa). En un determinado nmero de casos, se prioriza la propia tica de la burocracia sobre cualquier otra cosa. A pesar de que un bureau existe como medio para llevar a cabo algn objetivo diferente de su propia existencia, el mantenimiento de ste genera una tan compleja red de derechos y obligaciones que no es poco comn encontrar que la mayor parte del esfuerzo est puesta al servicio de este mantenimiento a expensas del objetivo que se pretende alcanzar. Tomando como ejemplo a las ONGs de apoyo a los indgenas, el contraste entre el formato antiguo y el moderno es aparente. En tanto que en aquellos das de indigenismo civil el objetivo de defender los derechos de los indgenas nunca fue perdido de vista y los medios para alcanzarlo eran improvisados, flexibles y pragmticos, ahora la atencin est puesta en los medios, como por ejemplo la obtencin de fondos, de salarios, equipamiento de alta tecnologa, reportes escritos y en algunos casos, de publicaciones. Pueden ser muy eficientes en todas esas cosas, pero los indios de carne y hueso han sido corridos del centro del escenario.

    El camino hacia la burocratizacin debi ser tan inevitable para las ONGs como para cualquier otra organizacin de occidente, pero en el caso de los grupos de apoyo indgena, dado el carcter de su raison detre, por ejemplo la defensa de los pueblos indgenas en su derecho a ser diferentes, la incmoda co-

  • 8

    existencia entre medios y fines es particularmente conspicua. Siendo la lgica del bureau ajena a las sociedades indgenas, no es poco comn que haya grandes malentendidos entre los indgenas y los amigos de los indgenas. Qu se debe hacer con la otredad indgena que es tan resistente a la domesticacin de la lgica del bureau? Cmo controlarla y hacerla compatible con los objetivos impersonales y funcionales de la organizacin burocrtica? Cmo sobrellevar la disparidad entre el mpetu organizativo de las ONGs y la necesidad de actuar en la interface entre polticas indgenas y blancas? La vocacin Weberiana de la oficina parece ser especialmente inapropiada para lidiar con la cuestin inter-tnica por la simple razn de que la racionalidad que occidente pretende es muy complicada para el ethos de la mayora de las culturas indgenas y para la irracionalidad de la mayora de las relaciones indio-blanco.

    Dentro de su destino occidental hacia la burocratizacin, y al mismo tiempo, la lucha por los derechos de los indgenas, las ONGs parecen haber encontrado una salida al dilema creando un indgena burocratizable. Los indios de carne y hueso deberan mantenerse a distancia, o deberan filtrar su otredad salvaje una fuente potencial de desorden- y transformarse en Indios modelo.

    La burocratizacin habra significado una mayor eficiencia -no siempre alcanzada- pero con el costo de generar una amplia brecha entre las ONGs y el mundo social. Esta brecha se transformara en un abismo y como tal pondra a las ONGs bajo cuestionamiento. Es paradjico que el objetivo explcito de la maquinaria indigenista privada sea el indgena de carne y hueso, mientras que la herramienta sobre la cual trabaja es el Indio modelo. El indio real es relegado a una remota fuente de materia prima ideolgica que justifica aqul objetivo.

    Incluso, el indio real est cada vez ms lejos y transformndose en ininteligible para la racionalidad tcnica y administrativa de la ONG. Es como si hubiera dos fuerzas opuestas en tensin, las necesidades reales de los indios reales, dentro de la irracionalidad de relaciones controversiales y que desencajan en la arena intertnica. Y la mstica de la oficina generada por la necesidad del manejo de recursos necesarios para el propio mantenimiento de la oficina6. Atrapadas en este tira y afloje, las ONGs parecen haber forjado una autonoma ontolgica que es al mismo tiempo su origen y su propsito, como por ejemplo, los derechos de los indgenas reales, al margen de su idio- y/o cultusincracia.

    Adems, en la oscilacin entre la tica de los derechos humanos y la impersonalidad de la prctica burocrtica, las ONGs corrieron el riesgo de caer presas de un nebuloso campo social y simblico donde la moralidad individual se confunde con el principio bsico de abogar por los indgenas como personas subyugadas. Tal confusin era muy aparente en el caso de los tres hombres tukano. Parece que por haber practicado actos condenables estos indios reales deshonraron las ONGs, incluso si esos actos hubiesen estado motivados por el 6 En resumidas cuentas, se necesita invertir dinero para ganar dinero, como dijo una vocera de una ONG ambientalista creada recientemente en los Estados Unidos en una entrevista para la revista de American Airlines, American way, 15 de noviembre, 1991, p.76

  • 9

    deseo de satisfacer las necesidades de su propia gente. Al reprender a los tres individuos, aquel amigo de los indgenas en Brasilia estaba tambin retirando su apoyo a los 123 tukanos desalojados en la selva del Vaups.

    Desde la poca en que el lugar de trabajo de una accin indigenista alternativa eran nuestras cocinas y nuestros livings hasta los tiempos actuales de oficinas equipadas con computadoras, la causa indgena ha estado persiguiendo su destino Weberiano, el cual se encuentra en los bordes de lo que Baudrillard ha denominado simulacrum.

    Ya no se trata de una cuestin de imitacin o de reduplicacin, ni siquiera de una parodia.

    Mas bien es una cuestin de sustitucin de signos de lo real por lo real mismo, es decir, una operacin para determinar cada proceso social por su doble operativo, una mquina metaestable, programtica y perfectamente descriptiva. Nunca ms lo real deber ser producido () (Baudrillard 1983:4)

    El modelo que por anticipacin remplaz la experiencia vivida de los indgenas, result de la -tal vez totalmente inconsciente- construccin de una simulacin del indio real. Es un modelo que moldea los intereses de los indgenas a la forma y las necesidades de la organizacin. Una vez ms, la forma en que fueron tratados los tukanos en Brasilia muestra una tendencia dentro del circuito indigenista: la fabricacin del Indio perfecto, cuyas virtudes, sufrimientos e incansable estoicismo le han otorgado el derecho a ser defendido por los profesionales de los derechos indgenas. Este Indio es ms real que el Indio real. Es el Indio hiperreal.

    De Indio genrico a domesticado.

    As es el Indio de muchas organizaciones de apoyo. Mis comentarios no tienen la intencin de invalidar el merito de los esfuerzos llevados a cabo por las ONGs para defender los derechos humanos de los indgenas7, pero s apuntan al curso peligroso que al menos algunas ONGs estn tomando. Mientras que los grupos de apoyo ms antiguos han cambiado su metodologa para poder actuar mejor -segn su visin- en la causa por los derechos humanos, los ms recientes ya han surgido con una agenda de tipo burocrtica. Pero para la mayora, la defensa de los indgenas se ha transformado en una especie de negocio completo, con competencia de mercado y publicidad.

    Desde la profeca frustrada del indio genrico de Darcy Ribeiro (1970:222), aquel vaco tico prisionero de la guerra intertnica, a los aos dorados del trabajo duro para alcanzar la conciencia pan-indgena, hasta ahora, con la

    7 Un claro ejemplo del efecto de la perseverancia ante el rechazo oficial y el antagonismo privado son los esfuerzos del Comit para la creacin del Parque Yanomami, una ONG de Sao Paulo comprometida durante 15 aos con la defensa de las tierras y los derechos Yanomami y con la instrumentacin para el otorgamiento oficial de casi 9,5 millones de kilmetros cuadrados para los Yanomami de Brasil.

  • 10

    burocratizacin del indigenismo privado, los indgenas han sido el blanco de una tica particular por parte de sus aliados blancos. Como en la fase indianista de la literatura brasilera, cuando los escritores del siglo XIX como Jos de Alencar imaginaron un carcter indgena que serva para alimentar el sueo nacionalista, la versin contempornea de los amigos de los indios tambin los representa con una generosa cuota de romanticismo. De hecho, se les demanda que demuestren al menos una incuestionable integridad de principios: morir, si es necesario como dira el hroe del indigenismo oficial, Marshall Rondon8- pero nunca rendirse para entregar las tierras, nunca sucumbir ante los bribones que se encuentran en el poder, nunca caer en la corrupcin, denunciar siempre las injusticias. Cuanto ms estoicos y resistentes a la tentacin sean, ms merecedores sern de la solidaridad blanca. La cooptacin no fue hecha para el uso indgena.

    Los principios virtuosos, la pureza ideolgica y la muerte heroica por ideales no son ms que fantasas de los blancos. Los activistas indigenistas que cultivaron tal imagen no parecen percibir que al demandar esta imagen a los indgenas, estn creando un modelo de perfeccin del honorable e incorruptible occidental. El contraste entre el indio mrtir y el indo vendido es un facsimil del contraste entre el blanco honesto y el blanco corrupto.

    El Indio genrico de Ribeiro fue la creacin intelectual de una catstrofe pronosticada. Describe una masa amorfa de individuos desarraigados sin identidad especfica merodeando por los bordes de la sociedad brasilea, cargando con el peso de un estereotipo desmoralizante, el cual al mismo tiempo los discrimina por ser indios y por simular ser blancos. Como idea, el indio genrico no tuvo vuelo por falta de resonancia social e histrica. Como un holograma en busca de un operador, se desmoron en el vaco de su propia ficcin.

    En cambio, el Indio hiperreal de muchas ONGs, ese oscuro objeto de defensa, constituye una hiptesis de trabajo apropiada para el activista profesional. El Indio modelo, a pesar de ser la proyeccin de una ilusin, se ha convertido en el holograma tico de las ONGs. Aquel da de Mayo, en la oficina de la ONG en Brasilia, el hombre blanco que se encontraba para atender al pblico esperaba ver un holograma del Indio modelo, pero entraron tres tukanos reales, problemticos y vergonzantes, trastornando la rutina de la oficina. Ocurrencias extraas como estas son recurrentes: oficiales de las ONGs pro-indgenas evitan a los indgenas de carne y hueso que interrumpen su trabajo en defensa de los indgenas! El pedido de ayuda no puede ser atendido hasta que los directores blancos se renan para decidir si tomarn el caso o no. Es necesario pesar los pro y los contra de una asociacin potencialmente daina.

    La personalidad formalstica de las ONGs de hoy en da es una manifestacin ms de lo que C. Wright Mills llam managerial demiurge para referirse a la 8 Candido Mariano da Silva Rondon, el fundador del Servicio Indgena Brasileo en 1910, es la figura del padre cuasi-mtico del indigenismo en Brasil, quien adhiri fervientemente al principio de que los indgenas necesitaban la proteccin de blancos contra otros blancos. Ver su rica autobiografa editada por Viveiros 1958.

  • 11

    burocratizacin de los campos acadmicos (Mills 1956). Tambin ilustra como los medios pueden ser priorizados sobre los fines en una repeticin del sndrome del Puente sobre el ro Kwai. Despus de todo, para que son las obras de gran envergadura si no para ser disfrutadas en su propio derecho, incluso si uno se olvida la razn original de su existencia? Se convierte en una especie de callejn sin salida, un camino tico obstruido donde la hipersimilitud contribuir con el asesinato de lo original, y luego, al puro sinsentido (Baudrillard 1981:162). Las estructuras rgidas fueron creadas para el manejo de recursos muy considerables que hacen posible la produccin y el mantenimiento del simulacro del Indio: dependiente, con penurias, vctima del sistema, inocente de maldades burguesas, honorable en sus acciones e intenciones y preferentemente extico (esta es la razn por la cual los Yanomami son tan populares entre las ONGs). Los indgenas as creados, son como clones hechos a imagen y semejanza de lo que los blancos quisieran ser. Por sobre y por debajo del indio real, el Indio modelo existe como en una cuarta dimensin; es un ser con el cual uno disfruta teniendo encuentros cercanos de cualquier tipo.

    Los indgenas de carne y hueso, no son inmunes a la simulacin. Brasil no carece de ejemplos de personalidades indgenas que juegan su rol hiperreal en el escenario intertnico al mismo tiempo que transportan la retrica de la ONG a sus comunidades si es que an viven en ellas.

    Es el indio modelo el que justifica el financiamiento y el personal para su defensa. De otra manera, cmo sera posible de convencer a las agencias que otorguen fondos para defender a los indios recalcitrantes que manejan sus propias alianzas con quien sea que ellos elijan, incluso a los ms claros oponentes de la causa indgena? Como la mayora de las ONGs de Brasil operan con financiamiento de ONGs o gobiernos extranjeros, son por lo tanto, informes para las agencias que tienen una visin de los indgenas brasileos como algo que evoca al paraso perdido, a desastres ecolgicos y a la culpa del Primer Mundo. Las agencias extranjeras tendran dificultad en aceptar que su dinero ha sido invertido en indgenas involucrados en compromisos objetables. Atrapados entre la imaginacin euro-americana y las demandas de los indgenas reales, las ONGs brasileas se encontraron en una cuerda floja que las oblig a optar por la seguridad institucional, como la forma ms segura de complacer a las fuentes de financiamiento. Al hacer esto, se vieron obligadas a mantener alejados a los innobles salvajes de las luchas de la vida real. En este contexto, no es sorprendente que las ONGs hayan desarrollado un proceso de seleccin que favorece a los indgenas con buen comportamiento, aquellos que son ms aptos para reforzar la imagen occidental de noble salvaje.

    Debe enfatizarse que hay grandes diferencias entre las ONGs abocadas a los indgenas. Por ejemplo, las ONGs ambientalistas, tienden a considerar a los indgenas desde puntos de vista opuestos: algunos los ven como predadores y por lo tanto los excluyen de reas ecolgicamente protegidas. Otros naturalizan a los indgenas, reducindolos a considerarlos una especie ms en extincin, o al rol de guardianes de la naturaleza. Las ONGs indigenistas se oponen a ambas

  • 12

    posiciones y en cambio focalizan en la responsabilidad tica y poltica de la sociedad civil y el Estado para defender los derechos histricos de los indgenas a poseer sus tierras tradicionales y autonoma tnica. Estn menos interesados en el lugar de los indgenas en la naturaleza que en la falta de lugar en el mundo occidental. Esta diferencia de perspectiva ha llevado a un leve antagonismo entre las ONGs ambientalistas e indigenistas.

    En Brasil hay al menos una ONG indigenista, UNI (Uniao das Naoes Indgenas), que tiene como presidente a un indgena y una agenda orientada a la toma de conciencia entre los indgenas jvenes sin un compromiso firme. Desde sus sedes de Sao Paulo, en aos recientes la UNI ha seguido el patrn de las ONGs blancas en el hecho de que han enfatizado en la bsqueda de financiamiento, en el desarrollo de proyectos concebidos y planificados en sus oficinas citadinas y en la tendencia a adoptar al indio modelo. Como muchas otras ONGs, UNI ha mostrado una especial inclinacin a querer a los Yanomami como los representantes de los indios indefensos y puros en busca de protectores.

    Estoy excluyendo de la categora de ONG a un nmero de asociaciones indgenas que estn alineadas en distintas posiciones dentro del universo burocrtico. No tienen oficina, ni personal trabajando full time ni una agenda administrativa. En suma, su tarea consiste en acercar mutuamente a indgenas con experiencias similares. Se preocupan por gente local con problemas especficos en contextos especficos ms que con los simulacros generalizados del indigenismo urbano. Estas asociaciones todava mantienen mucho del viejo entusiasmo. Estn lideradas por gente que ha prolongado el contacto de primera mano con indgenas de varias regiones del pas y que est familiarizada con la diversidad y las contradicciones de la vida en las villas. El Indio real no se ha perdido para ellos. Pero es muy probable que ellos tambin sigan el camino hacia la rutinizacin y burocratizacin si es que quieren sobrevivir, dado que en la competencia por la obtencin de fondos se tiende a favorecer a las organizaciones con una orientacin impersonal, tcnica y eficiente. La burocratizacin posiblemente sea estructuralmente inevitable. Si tal es el caso, la figura del Indio Hiperreal se expandir como una metstasis simblica en un proceso de conformismo y uniformismo hasta un punto en el que el agravio indgena y las respuestas de las ONG sern virtualmente indiferenciadadas.

    Obviamente, este no es un proceso individual, as como no es la culpa -o tal vez ni siquiera la eleccin- de muchas ONG particulares de adherir a esto. Si es estructuralmente inevitable, difcilmente se puedan escapar de ella. El sistema en donde estn situadas las ONGs opera de manera tal que la complejidad va aumentando y probablemente conlleve a su propia involucin. Es sintomtico de esta tendencia la sobre-elaboracin, la creacin de ONGs con el nico objetivo de administrar las finanzas de otras ONGs, como en un sueo corporativo o en una pesadilla de ciencia ficcin. Si la tendencia contina en la direccin de una sofisticacin administrativa creciente, o si degenera en una maquina loca o un aprendiz de brujo posmoderno, an est por verse. Lo que

  • 13

    est claro es que el indgena de carne y hueso no est dentro de la agenda de estas nuevas ONGs administrativas del cuarto tipo.

    Enemigo ntimo o amigo lejano?

    Difcilmente podamos culpar a los tres tukanos si, luego de haber sido tratados de manera tan poco amable en Brasilia, repitieran las palabras del bandido Salvatore Juliano: que Dios me proteja de mis amigos. Pero continuaron su peregrinaje por las oficinas, halls y livings pidiendo ayuda a los blancos de quienes obtuvieron cualquier cosa menos un trato amistoso. As son las vueltas de la interetnicidad, un flujo turbulento de intereses conflictivos, creando oposiciones que a su vez generan contradicciones.

    Aqu, las categoras proximidad y distancia demostraron ser mucho ms relativas de lo que nos hemos imaginado jams. Para la gente colonizada, como fueron alguna vez Indios del Este dominados por los britnicos, los colonizadores blancos se han convertido en lo que Ashis Nandy (1983) ha denominado enemigo ntimo. Pero para la gente nacionalizada como las poblaciones indgenas, el blanco es considerado como un amigo lejano, quien a veces toma el rol de defensor pero quien en general no tiene un vnculo demasiado ntimo ni existencial, ni intelectual ni social con los indgenas. Es su modelo, ms que los indgenas de carne y hueso, lo que constituye la materia prima sobre la que trabajan los militantes indigenistas.

    Las relaciones entre los militantes y los indigenistas blancos nos son lo suficientemente cercanas como para posibilitar el traspaso de las barreras intertnicas. La colaboracin entre indgenas e indigenistas es posible, pero nunca es como una solidaridad mecnica en un sentido durkhemiano, ya que nunca ocurre entre iguales compartiendo un universo de igualdad. Una colaboracin orgnica, tampoco sera posible, ya que habra que poner a los blancos en la prueba de lidiar directamente con indgenas reales. Como la interdependencia funcional que caracteriza a la solidaridad orgnica presupone la interaccin entre elementos que son diferentes pero del mismo tipo, sera necesario abandonar al Indio Hiperreal, o por el contrario, crear un indigenismo hiperreal, una posibilidad que todava no se ha hecho real (o si?). Lo que si parece ser bastante real, sin embargo, es la tendencia para que surjan relaciones cargadas de poder, no equitativas, de acuerdo con las cuales, los indgenas a ser defendidos se transforman en subalternos de los blancos que los defienden.

    Hay, con total seguridad, muchos puntos de convergencia entre los miembros de las ONGs y los Indgenas, si no, el trmino ONGs de apoyo a Indgenas sera un concepto vaco. Despus de todo, hay cosas que pueden ser hechas por blancos a favor de los indgenas: escribir documentos, hacer lobby en el congreso, conseguir financiamiento para proyectos de la comunidad, denunciar injusticias o lanzar campaas informativas para ser usadas tanto internamente como en el extranjero. No obstante, la reciprocidad, aunque es verdadera, no lo es en la misma forma. Las ONGs indigenistas le deben su existencia al hecho de que los indgenas son explotados por la sociedad nacional y a que hasta hace

  • 14

    poco, no posean canales propios por los cuales expresar sus quejas.9 Si por algn milagro inimaginable se solucionaran todas las necesidades y reclamos de los indgenas, la misin de las ONGs llegara a su fin. En este sentido, las ONGs dependen de los Indgenas para su supervivencia. Pero su dependencia no recae en los Indgenas que se pelean, beben y aceptan sobornos. Como mencion anteriormente, -y aqu viene la paradoja que inhibe la colaboracin orgnica- la mquina burocrtica de los grupos de apoyo, es alimentada por las agencias que tienen una orientacin tica estndar propia de los sistemas de valores occidentales. Estos estndares, a su vez, estn instalados dentro de las ONGs nacionales y exigen que su agenda est vinculada a aquellos indgenas que se comportan de manera ticamente correcta. En este sentido, las ONGs dependen de los indgenas, pero en su propio modelo de Indgena.

    Este tipo de colaboracin no parece estar limitado al indigenismo.10 Incluso es posible que sea una consecuencia del fenmeno de la defensa de los derechos humanos de la cual no se pueda escapar, en donde el ser humano genrico remplaza el complejo individual con sus dimensiones noble e innoble que caen fuera del control de la burocracia. Es por el hecho de ser seres humanos del tipo Indgena que los indios son elegidos para ser protegidos de acuerdo a los preceptos de la Declaracin Universal de Derechos (Universal Bill of Rights) (Ramos 1990b). Esta debe ser la nica manera de alcanzar cierta conciencia colectiva y lograr mayor visibilidad para los actores polticos en la arena nacional e internacional. O se crea ese ser humano genrico que es inteligible como foco de atencin y de inters pblico, o se corre el riesgo de que el foco se pierda en las multivariadas e incomprensibles alteridades que pueblan el mundo. Dejar las especificidades individuales y ticas de lado e ignoradas por el pblico general, es como crear una vacuna tica y poltica, dejando, de este modo la causa a las razones del estado nacin Desde esta perspectiva, el esfuerzo y la eficacia con la cual las ONGs han conducido su trabajo, debe ser debidamente reconocido.

    Sospecha

    No creo que sea casual que haya muy pocos etngrafos que sean profesionales de tiempo completo en temas de indigenismo11. El entrenamiento antropolgico incluye un principio bsico que puede ser un buen antdoto para el virus del simulacro, esto es, una predisposicin a la sospecha, a desconfiar de verdades armadas. El cuestionamiento que hacemos como parte de nuestra rutina laboral, nos ha vacunado, al menos en parte, contra aquello. Por otro lado, nuestra profesin aqu me estoy refiriendo especficamente a la

    9 terninar 10 La antroploga Teresa Caldeira me ha comentado el hecho de que algo similar ocurre en los movimientos feministas de las ciudades brasileas. 11 Una etnloga ha dejado de colaborar con una de las principales ONGs brasileas luego de haber escuchado en repetidas ocasiones, quizs a modo de broma, que los Indios que ella estudiaba estaban muy estropeados por la aculturacin como para que valga la pena seguir molestndose por ellos.

  • 15

    etnografa- nos pone constantemente en contacto con Indios reales y concretos, con sus virtudes y sus defectos, sus complejidades y sus ambigedades, pero nunca vacos, nunca un modelo perfecto de ellos mismos, nunca congelados, esterilizados protegidos de la muerte (Baudrillard 1983:15. El nfasis es del autor)

    A este respecto, mis comentarios son ms afines a lo que Baudrillard llama antietnologa implicando el compromiso tico y poltico de los etngrafos hacia las personas que ellos estudian ms que al enfoque cientfico de las culturas indgenas. Crtico de la etnologa como ciencia, la castiga por seguir la evolucin lgica de una ciencia que busca distanciarse en forma creciente de su objeto hasta poder prescindir de l completamente (1983:14).

    La complicidad que usualmente se genera entre los indgenas y sus etngrafos, usualmente mal entendida por los profesionales del indigenismo, procede de aquella experiencia comn de develarnos ontolgicamente el uno al otro. Es en la realidad que surge de esta experiencia que construimos nuestra tica sobre los pueblos indgenas, mas que en una imagen idealizada por un distanciamiento asptico y formal. Si los etngrafos son frecuentemente la fuente de la materia prima etnogfica para los productos del activismo profesional, es porque somos percibidos como fenmenos del primer tipo, ms accesibles que los indgenas mismos. Cuando traducimos nuestras experiencias entre los indgenas a la lengua del consumo simblico de alteridad, traemos las imgenes de aquellos indgenas que sern vividas por la industria del activismo indigenista. Nuestra proximidad con los Indios reales nos convierte en sus subordinados. Es como si el universo de las ONGs hubiese creado un espacio, una posicin vacante a ser llenada preferentemente con el Indio modelo.

    Est claro que lo que se ha dicho aqu no implica una apologa al indigenismo profesional, pero tampoco acarrea un juicio negativo. A diferencia de la crtica, un anlisis como ste tiene como objetivo clarificar ciertos temas que han permanecido en la oscuridad o que no han sido tocados. Mi anlisis revela, sin embargo, un inters por el futuro del activismo indgena en Brasil y en cualquier parte. En lugar del crecimiento del movimiento Indgena en Brasil, y del crecimiento de la voz de los Indios mismos, ellos todava necesitan del apoyo y la asistencia de los blancos. Si tal objetivo se lleva a cabo con conciencia, uno debera estar alerta ante problemas como la constitucin de una tica indigenista, las distorsiones que el virus de la simulacin puede imprimir en aquella tica y el cambio de prioridades entre medios y fines, permitiendo a la profesionalizacin que corra el riesgo de perdida de sensibilidad, espontaneidad y el sentido de justicia histrica que acompaa la defensa de los derechos indgenas. Obviamente que uno no debe confundir compromiso poltico con burocratizacin. La ltima puede ser un medio necesario para el ejercicio del primero, pero es sabio evitar el riesgo de invalidar las premisas que legitiman el accionar indigenista.

    Antroplogos e indigenistas se encuentran juntos en la fase heroica del indigenismo contemporneo en Brasil. Se ve como una suerte de compaerismo ideal y una divisin del trabajo eficiente y sensible: los etngrafos producen

  • 16

    informacin emprica de primera mano y anlisis y los indigenistas profesionales introducen los relatos etnogrficos pertinentes al circuito poltico del contacto intertnico. Pero episodios como aqul que implic a los tukanos nos han hecho repensar nuestra asociacin con los profesionales del indigenismo. Nos han demostrado de que nuestra tica no siempre coincide con la de ellos. La fidelidad del etngrafo est en ltima instancia con los Indios mismos, gente real llevando a cabo sus vidas en un flujo de vaivenes, y tambin con los principios de la antropologa, especialmente el respeto hacia la diversidad de la otredad. El hbito de reflexin constante, una parte de nuestro habitus (Bourdieu 1974:191), nos impide permitir que verdades finales y establecidas se cristalicen en nuestras mentes. Nuestro objetivo es hacer explcito algo que no se presentaba como explcito. Este ensayo ha hecho que me detenga a pensar como se ha iniciado la existencia del indigenismo profesional, como se ha desarrollado, y hacia donde parece dirigirse. En una palabra, ha sido un ejercicio de sospecha antropolgica.

    Agradecimientos:

    Quiero agradecer a Luis Eduardo Soares por invitarme a participar en el seminario de tica y antropologa que organiz, llevado a cabo en IUPERJ, en Junio de 1988, momento en el que desarroll la primera versin de este ensayo. Agradezco a Bruce Albert por sus extensos y sensatos comentarios, a Rita Segato y Jeremy Becket por sus cuidadosas lecturas. Tambin aprecio mucha la reaccin de parte de los participantes de los seminarios sobre etnicidad que se llevaron a cabo en el Instituto de Estudios Latino Americanos, en la Universidad de Texas, Austin, durante 1991, y tambin por los comentarios de los antroplogos de la Universidad de Rice, ante quienes el presente trabajo fue presentado el 8 de noviembre de 1991.

  • 17

  • 18