ELLOS FUERON NUESTROS PRESIDENTES

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Libro que cuenta la historia de los presidentesdel Comité Municipal del PRI en la ciudad de Torreón y su autor es el Sr. Salvador Hernádez Vélez

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Salvador Hernández Vélez (coordinador)

Jaime de la Fuente HernándezLiliana de la Fuente Puentes

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Ellos fueron nuestros presidentesVida política a través del Comité Municipal del PRI-Torreón

Salvador Hernández Vélez (coordinador)

Jaime de la Fuente HernándezLiliana de la Fuente Puentes

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Torreón, Coahuila.2011

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Ellos fueron nuestros presidentes. Vida política a través del Comité Municipal del PRI-Torreón

Primera edición 2011

© Salvador Hernández Vélez

Coordinador: Salvador Hernández VélezRedacción: Jaime de la FuenteInvestigación hemerográfica: Liliana de la Fuente

Edición: Ruth Castro, Germán Cravioto/Amanuense EditorialCorrección de estilo: Arcelia Ayup SilvetiDiseño editorial: Ramón Castro Parada/Alantigua Artes del LibroDiseño de portada: Ramón Castro Parada/CastroDippFotografía de portada y portadilla: Comité Municipal del PNR-Torreón en 1934, durante la campaña presidencial del candidato Lázaro Cárdenas del Río. Filemón F. Garza fue el primer presidente del Comité Municipal de Torreón. Se desconocen los nombres de quienes aparecen en la fotografía.Fotografías e imágenes: El Siglo de Torreón, La Opinión, Noticias El Sol de la Laguna, La Opinión Mi-lenioMoneros: J. Enriquez, Viko, Roberto Pérez

Agradecemos a la Fundación Colosio Torreón por todo su apoyo y por proporcionar sus instalaciones durante la investigación hemerográfica.

Ellos fueron nuestros presidentes. Vida política a través del Comité Municipal del PRI-Torreón, de Salvador Hernández Vélez (coordinador), Jaime de la Fuente Hernández y Liliana de la Fuente Puentes se terminó de imprimir en los talleres Master Copy, S.A. de C.V., Av. Coyoacán, No. 1450 Bis, Colonia del Valle, delegación Benito Juárez, C. P. 03220, México, D.F., durante enero de 2012. Tiraje; 2,000 ejemplares.

Queda rigurosamente prohibida, sin la autorización escrita del autor, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, com-prendidos, la tipografía y el tratamiento informático, así como la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamos públicos.

Impreso y hecho en México

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Prólogo

Agradezco a Salvador Hernández Vélez la oportunidad de participar en este ejerci-cio, mitad crónica, mitad análisis, de lo que ha sido el desempeño del Partido Re-volucionario Institucional en el Comité Municipal de Torreón. Su fecundo trabajo político como dirigente avala la trayectoria conjunta de estructura y militantes que aquí se describe y abre un espacio importante a la reflexión.

Empezaremos por recordar que Luis González y González, destacado historiador del Colegio de México, nos enseñó el valor de la microhistoria. En su libro Pueblo en vilo, logra transmutar las grandes epopeyas nacionales en efemérides locales, con poca o mucha significación, según el caso. La vida del pueblo de San José de Gracia, en Michoacán, se convierte, gracias a la reseña acuciosa del historiador, en el filtro por el que pasa la historia nacional.

El libro que ahora prologamos responde a características parecidas. El origen y desarrollo del partido político más importante de la vida nacional pasa ahora por el filtro de uno de sus comités municipales. A diferencia de Pueblo en vilo, ahora el aná-lisis no es en el ámbito de una población pequeña, sino de una de las zonas de mayor presencia en la vida política, económica y social del país. Principal centro urbano de la Comarca Lagunera, Torreón fue cruce de vías físicas e históricas que le dieron una fisonomía de particular relieve en el desarrollo de la Revolución Mexicana y de sus gobiernos posteriores.

A través de la interesante crónica que se nos ofrece, vamos encontrando los pun-tos de convergencia y divergencia de ese gran fenómeno social que se llamó gené-ricamente el Partido de la Revolución. En estas páginas aparecen hechos históricos que nos refieren la evolución de este gran partido; sobresalen, como telón de fondo, las figuras de su fundador Plutarco Elías Calles y de su refundador Lázaro Cárdenas. De esta manera, en la revolución hecha gobierno y encauzada a la vida política a través de sus instituciones y del partido que las impulsó, los dirigentes del Comité Municipal del Partido Revolucionario Institucional fueron referente de los cambios y condiciones que exigía la realidad política nacional.

Por lo que se aprecia en el libro, prácticamente ninguno rehuyó el compromiso de su tiempo. En el camino se encontraron con retos, triunfos y fracasos; esa es la materia

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de que están hechos la política y sus actores. Sin embargo, en la aparente dialéctica del desarrollo institucional nunca faltó la presencia de las bases militantes que son la razón de ser del partido. Son esas bases las que constituyen su mejor patrimonio y las que lo distinguen de otros ejercicios políticos que con mucha facilidad caen en el elitismo o en la demagogia.

Quienes hemos tenido la oportunidad de ocupar puestos de elección popular o de dirigencia partidista, sabemos que la esencia del partido reside en el contacto con la gente. No son suficientes la ideología y los programas de partido y de gobierno para estar a la altura de las exigencias populares. Por eso, en esta crónica, junto a la necesa-ria referencia de nombres y apellidos, aparece siempre el interés de los dirigentes del Comité Municipal de Torreón por no alejarse de las bases.

Aprovechando las reflexiones que esta obra motiva, recordemos que la compara-ción de los partidos políticos con etapas biológicas suele ser equivocada. En el tiem-po las ideologías y las formaciones políticas ciertamente requieren transformaciones, pero como señalara Francisco I. Madero en su libro La sucesión presidencial en 1910, siempre habrá partidos que se identifiquen con el progreso y otros que se asimilen a un espíritu conservador.

Está de más referir que el Partido Revolucionario Institucional sigue a la vanguar-dia de quienes aspiran a un México más justo y solidario.

Humberto Roque Villanueva

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Introducción

El reportero es un fedatarioDr. Horacio Gutiérrez Crespo

Cautiva el esencial planteamiento del presente volumen: de la nota que a diario ela-boran los reporteros y a diario leen los ciudadanos, de ahí, brota la historia.

Esto se explica porque son los ciudadanos quienes hacen, cada día, la historia. Y son los reporteros quienes, cada día, la redactan.

Esa simbiosis entre comunidad y periódicos la redondea, la completa en este libro Salvador Hernández Vélez, mediante un tercer elemento que comunica y enlaza la sociedad con El Siglo de Torreón, con Milenio Laguna y con Noticias de El Sol de La Laguna: el PRI, el instituto político que históricamente ha sido cauce social y admi-nistrativo de la ciudad.

A lo largo del libro se interpreta que lo sucedido dentro de su cargo a los presiden-tes del Comité Municipal del PRI, lo que dijeron e hicieron, todo ello, en fin, es vivo reflejo de lo que ha hecho Torreón; constituye la savia de lo que ha sido y es nuestra ciudad. Y todo esto lo viven y lo escriben, día a día, los reporteros de nuestros tres periódicos.

Son tres, entonces, los factores que armoniosamente se combinan en el presente volumen: 1.- El torreonense que ávidamente busca cada día los periódicos para saber lo que la comunidad hizo, deshizo y rehizo; 2.- El Siglo de Torreón, Milenio Laguna, y Noticias de El Sol de La Laguna, los tres diarios que aportan la información —la fe de lo sucedido—, que decía el doctor Horacio Gutiérrez Crespo, y 3.- La historia muni-cipal del PRI, el partido que ha gobernado a Torreón desde sus albores como urbe.

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Los sufragios, el cofre del tesoro

“El voto es la piedra preciosa de la política”, escribió en los noventas, en La Opinión, Diario de la Mañana, el columnista Felipe de Jesús González Castañeda.

Madero había iniciado la revolución con la mística del respeto al sufragio como sinónimo de dignidad humana, de civilización y libertad. Durante la etapa del insti-tuto político surgido de la revolución maderista y definido bajo las siglas PNR, no fueron pocas las jornadas electorales donde se sustraían las urnas a punta de pistola, exactamente como arrebatar el cofre del tesoro: los sufragios.En las postrimerías del siglo pasado, el sendero iniciado por Madero describió un ramal que llegó a Huejotzingo, Puebla. Hubo elecciones locales. Hubo impugnación a los resultados y se exigió voto por voto, casilla por casilla.

Gobernaba la entidad Manuel Bartlett Díaz. El jefe del Ejecutivo Estatal atendió la solicitud. Se contó voto por voto, casilla por casilla. Se le reconoció la victoria al partido que, conforme al recuento, resultó triunfador.

Era el maderismo que se imponía, que volvía a triunfar. Y que se proyectaba, in-contenible, al siglo XXI.

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Isidoro MijaresEl pionero, el primer presidente del PNR, 1929

Elecciones: represión y choques sangrientos

“Entre zafarranchos y escándalos se llevaron a cabo ayer las elecciones. La Ferita y La Paloma Azul fueron teatro de choques sangrientos. Hubo varios heridos, la mani-festación fue disuelta por las tropas federales. Varias aprehensiones.” Así se desarro-llaron los comicios para elegir gobernador a Nazario Ortiz Garza y presidente de la república a Pascual Ortiz Rubio (El Siglo de Torreón, agosto 26, 1929).

Cárcel, armas y heridos enmarcaron las jornadas electorales que le tocó vivir a Isidoro Mijares, el pionero, el primer presidente del Comité Municipal del Partido Nacional Revolucionario en Torreón.

Desfile de señoritas, deportistas y políticos

Pero no todo era represión militar y choques sangrientos: “por la noche, desfilará un gallo de deportistas, señoritas y políticos”, evento en honor de Ortiz Rubio, donde aflora la madura unidad que había en La Laguna, más allá de todo localismo. Pues en ese gallo popular, que partió de la Alameda Zaragoza en Torreón, participaron —ade-más de los sectores anfitriones— la banda de música de la Compañía Industrial Jabo-nera de La Laguna La Esperanza, un carro alegórico de los Ferrocarrileros de Gómez Palacio y también elementos de Ciudad Lerdo (El Siglo1, agosto 20, 1929).

PNR, descendiente del Partido Laborista

“…[Después] de haber estado en receso por muchos días, la Agrupación Partidos Unidos al Laborista de Coahuila, el Comité Directivo local celebró ayer su sesión

1 A partir de esta nota aparecerá abreviado El Siglo de Torreón como El Siglo.

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ordinaria para tratar algunos asuntos de interés para el desarrollo de las campañas políticas que se avecinan. En primer lugar —con fecha 28 de mayo, próximo pasa-do— quedó registrada la candidatura del señor ingeniero Pascual Ortiz Rubio a quien (el PNR) sostendrá en las próximas elecciones como candidato a la Presiden-cia de la República […] También se formó el comité municipal del Partido Nacio-nal Revolucionario de Torreón”. Lo preside Isidoro Mijares, a quien “dicho comité comisionó para que en su próximo viaje a Saltillo, informe al señor Nazario S. Ortiz Garza de lo que ha hecho el comité a favor de su candidatura para gobernador” (El Siglo, junio 7, 1929).

Así empezó la historia. Así nació el primer Comité Municipal del partido en To-rreón…

En Torreón, la élite: de Gonzalo N. Santos a Garrido Canabal

Dentro de un reconfortante espíritu de unidad coahuilense, los actos de cam-paña para Ortiz Rubio y don Nazario congregaban, sin regionalismos, a mili-tantes “de los partidos políticos de Ge-neral Cepeda, Matamoros, Viesca, San Pedro y Saltillo”.

Asimismo, “acompañan al candida-to Pascual Ortiz Rubio los señores in-geniero Luis L. León, general Manuel Pérez Treviño, diputados Gonzalo N. Santos y Manuel Riva Palacio, licencia-do Alberto Terrones Benítez y el señor Agustín Arroyo Ch”.

“Ayer llegaron a esta ciudad los li-cenciados Alcides Caparroso, Manuel Garrido Canabal, J. Trujillo y Gurría y el licenciado Manuel Lacroix, quienes inmediatamente después de su arribo, estuvieron a visitar al señor Nazario S. Ortiz Garza” (El Siglo, agosto 20, 1929).

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Santos Castañeda1930

Que los políticos no perjudiquen, anticipadamente, la ciudad

“La agitación de políticos; se trata de que no siga causando perjuicios anticipada-mente en esta ciudad” cabeceó El Siglo, en tono mitad indignación, mitad llamado a la cordura, para señalar la pugna interna que —julio 12 de 1930— hubo de afrontar Santos Castañeda, cronológicamente, segundo presidente del Comité Municipal del PNR.

Y no era gratuita la preocupación de El Siglo, es decir, de la ciudad, pues “Como a últimas fechas se ha dado el caso de que algunos grupos políticos hayan empezado la agitación con motivo de la proximidad de la lucha electoral, por la presidencia mu-nicipal, el Comité Municipal del Partido Nacional Revolucionario —que preside el señor Santos Castañeda— acatando órdenes transmitidas por el Comité Estatal de la propia organización política, declaró que todas aquellas personas que a la fecha han estado trabajando a favor de determinado candidato, han iniciado una labor perso-nalista que se califica como principio de indisciplina.En consecuencia, todos esos trabajos deberían suspenderse hasta en tanto no se juz-gue oportuno y se precise con la convención municipal, quién será el candidato que vaya a llevarse el apoyo del partido” (El Siglo, julio 12, 1930).

Sólo barruntos de escándalos

La enconada disputa ameritó enérgicas llamadas al orden interno, una ardua labor de negociaciones y una convención de políticos que presidió en el añorado Cine Prin-cesa el —ya para entonces— diputado Isidoro Mijares. Muy propio de los orígenes conciliadores del PNR, todo desembocó en un acuerdo no exento de inconformi-dad: “Se aprobó la planilla que encabeza el Sr. Francisco Ortiz Garza. Barruntos de escándalos” (El Siglo, septiembre 1, 1930).

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Juan F. Vázquez 1930-1932

Plebiscito en Torreón, como en Estados Unidos y Alemania

“Por primera vez en la historia política de México, se pone en vigor el sistema electo-ral que se sigue en los Estados Unidos y en Alemania. Las elecciones primarias para diputados y senadores del gobierno federal se efectuarán hoy en todo el país, según disposiciones del Partido Nacional Revolucionario y el procedimiento es por el sis-tema de plebiscitos”. Así —no exento de orgullo— desarrollaba El Siglo sus titulares “Hoy son los plebiscitos. Al estilo eleccionario de Alemania y Estados Unidos” (abril 3, 1932).

Le tocó a Juan F. Vázquez presidir una etapa considerablemente ágil del PNR. Pudo vivir un interesante ímpetu democratizador del partido. Si no un golpe de ti-món, sí un estimulante propósito de cultivar raíces del PNR, mejor escrito, genuinas raíces de la revolución misma: celebrar elecciones de vanguardia, según lo insinuaban los comunicados del PNR a los periódicos.

Pérez Treviño, candidato a senador

“Después que los oradores hicieron uso de la palabra se procedió a la elección del Co-mité Municipal. Lo integran Nicolás Díaz, el doctor de los Cobos, Fernando Rivera, Tomás Martínez, Ángel Rodríguez, Salvador de la Torre, Gilberto Castañeda, Luis R. González, David R. Molina, Benito González, Luis Z. Arellano, Rafael Martínez, Wenceslao Rodríguez, Antonio Castañeda, Santos Salas, Manuel A. Ríos, Vicente Herrera, Gonzalo Amador y Bernardo García” (El Siglo, abril 4, 1932).

Tocaba a su fin, pues, el periodo de Juan F. Vázquez al frente del Comité Munici-pal. Seguiría la etapa de Nicolás Díaz, electo en el plebiscito del que también surgie-ron los candidatos: general Manuel Pérez Treviño a senador propietario; ingeniero

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Elpidio Rodríguez a senador suplente; profesor Manuel Mijares V. a diputado pro-pietario, y doctor Miguel de los Cobos a diputado suplente.

Antes, puente sobre las impetuosas avenidas del Nazas

“Entusiasta y calurosa recepción tributaron ayer al señor Nazario S. Ortiz Garza to-dos los elementos representativos de la ciudad de Torreón en los momentos en que llegaba para asistir a la inauguración del puente Nazas que se efectuará el domingo a las diez horas. […] desde la Alameda Zaragoza hasta el entroncamiento de la avenida Juárez con la calzada Vicente Guerrero, había una valla de obreros representativos de la Liga Socialista de Torreón, esperando el paso del señor Gobernador del Estado”, relata El Siglo bajo el encabezado: “Con gran entusiasmo se recibió ayer al Gober-nador del Estado”. Era 18 de diciembre. Era 1931. Iba a inaugurarse el puente que, sobre las impetuosas avenidas del Nazas, comunicaría a Durango con Coahuila.

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Nicolás Díaz1932-1934

Que, por desgracia, se le hubiera escapado un tiro

“La sesión cultural del Comité del PNR, fue teatro de la escandalera, Candidato agre-dido. Después de pronunciar un discurso el Sr. Martínez Chavarría, armóse la tremo-lina”. Entusiastamente, el reportero desarrolló así los titulares de la nota principal:“Miguel de los Cobos tuvo algunos calificativos duros para la planilla del señor Mar-tínez Chavarría y en un santiamén se acaloraron los ánimos a grado tal que salieron a relucir gran número de pistolas, motivando esto que el pánico se apoderara de los asistentes a la conferencia cultural, habiendo salido numerosas señoritas y señoras que habían asistido a la conferencia estacionándose en la acera de enfrente a esperar el desarrollo de los acontecimientos [hubo] ‘mueras’ para el señor Chavarría y mien-tras tanto otros causaron algunos golpes al doctor de los Cobos.No faltó sino que a alguien, por desgracia, se le hubiera escapado un tiro para que aquello hubiera sido convertido en Campo de Agramante” (El Siglo, agosto 15, 1932).

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Todo esto provenía de que “Ayer a las 12 horas feneció el plazo fijado por el Par-tido Nacional Revolucionario para el registro de las candidaturas que quieran jugar en el plebiscito del 21 de agosto, de cuyo acto surgirá la planilla que habrá de apoyar el Partido Nacional Revolucionario en los comicios que tendrán lugar en noviem-bre para la renovación de poderes municipales. Las planillas registradas fueron: una encabezada por el señor Filemón F. Garza y la otra por el señor Joaquín Martínez Chavarría” (El Siglo, julio 26, 1932).

Sin embargo, plebiscitos en completo orden

No obstante la violencia del preludio electoral —que tan vivamente impresionó al redactor— “En completo orden se efectuaron los plebiscitos ayer. Resultó triunfante la candidatura del Sr. Garza.- Lo apoyará el P.N.R. en las elecciones municipales de noviembre. Lo que dijo el árbitro.- El Sr. Chavarría estudia la actitud que asumirá, según nos lo manifestó ayer” (El Siglo, agosto 22, 1932).

Pero después, asaltos de casillas, escándalos y heridos

No así de tersos resultaron los comicios para renovar al Ayuntamiento: “Ayer se efectuaron las elecciones municipales”, informaba un gran titular, complementado por estos sugestivos sumarios: “Como de costumbre, las prácticas democráticas se convirtieron en asaltos de casillas. Escándalos y heridos. El Comité Municipal del P.N.R. asegura que la mayoría de votos la obtuvo el Sr. Garza” (El Siglo, noviembre 7, 1932).

“Felicitaciones al Sr. Filemón Garza. Se le enviaron por haber sido declarado presi-dente municipal electo” proclamaba un encabezado de El Siglo que, en el 22 aniversa-rio de la Revolución Mexicana, resumía el desenlace de la contienda Garza-Martínez Chavarría por la presidencia municipal.

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Filemón F. Garza1934

Promesas de campaña que se cumplían porque eran la revolución misma

Análisis que se meditaban profundamente. Propósitos que salían del alma. Promesas que se cumplían porque eran la revolución misma. Así fueron los discursos de cam-paña del candidato Lázaro Cárdenas en Torreón. Así se transformaron en hechos las palabras que, un 20 de junio de 1934, El Siglo recogió en una Plazuela Juárez atestada de ciudadanos vibrantes, fundadamente esperanzados: “Mi programa reconstructivo nos permitirá también resolver el problema económico, mejo-rar las condiciones generales del ejército, de alojamiento, de estudio y de hospitalización. Y así como quiero el mejoramiento de esta institución, también lo deseo del elemento obrero y campesino de la república toda. Porque no deben seccionarse los problemas de los trabaja-dores. Deben unirse y resolverse como si fueran uno solo, hasta que desaparezcan, para que la revolución pueda rendir sus frutos, en hechos efectivos para la clase trabajadora”.

Hablaba el general, hablaba el militar, buscando el bien del ejército de donde proce-día, de los suyos que habían sostenido la lucha armada. Pero hablaba también el re-volucionario, el humanista buscando el bien de aquellos por quienes, precisamente, se había hecho la revolución: obreros y campesinos. Y en efecto, así fue, al menos con él. La revolución rindió frutos, en hechos efectivos para la clase trabajadora.

En la etapa de Filemón F. Garza al frente del PNR se celebraron aquí mítines en apoyo y/o con la presencia del entonces candidato Lázaro Cárdenas. Quien años después haría prosperar a México, mediante una reforma agraria talentosamente en-focada al mercado interno. Reforma que, en lo particular, daría origen al auge agríco-la lagunero, cimiento y estructura de lo que hoy es esta región.

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Las tormentas locales

La era cardenista no estuvo exenta de confrontaciones, desavenencias y reacomodos en el PNR local: “Este Comité Estado, tomando en cuenta irregularidades cometidas en el desempeño de sus funciones constituyen violación flagrante nuestros Estatu-tos, acordó destituir cargos desempeñaban en Comité Municipal nuestro Partido a los señores Fernando Rivera, Nicolás Díaz, León N. Martínez y licenciado Valente Arellano López, nombrando sustitutos provisionales a los CC. Licenciado Crescen-cio de la Garza González, Victoriano S. Cuéllar, Luis G. Almada y Darío Castillo, Secretario General; de Organización y Estadística, de Acción Obrera y Campesina y Tesorero, respectivamente”.

Signado por Elías Soto Campos, secretario de organización y estadística del PNR estatal y dirigido a Gilberto Castañeda, vicepresidente del PNR torreonense, el an-terior telegrama que, de un plumazo, reemplazaba la plana mayor del Comité Mu-nicipal, era vivo reflejo de la contienda que, por la selección de candidato a alcalde, libraban enconadamente los partidarios de tres prospectos: Armín Valdés Galindo, José Leal Cantú y el profesor Manuel Mijares V. (El Siglo, septiembre 2, 1934).

Vale anotar que, si bien en este periodo detenta Filemón F. Garza la presiden-cia del PNR local, al asumir Garza la alcaldía de Torreón, la documentación oficial emitida por el PNR —convocatorias, desplegados, oficios diversos— era signada por Gilberto Castañeda, en su carácter de vicepresidente del Comité Municipal en funciones de Presidente.

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Juan Pérez1934

Gajes del oficio, en el fragor de la lucha intestina, había pues quedado fuera de su cargo en el Comité Municipal Nicolás Díaz, quien presidiera el partido durante el periodo anterior al de Filemón F. Garza. Y una vez depurado el Comité Municipal, se procedió de inmediato a renovar la directiva. Precisamente el mencionado 2 de septiembre.

Resultó electo presidente del Comité Municipal Juan Pérez. El inicio de su perio-do coincidió con el triunfo preelectoral del licenciado Armín Valdés Galindo. Pues ese mismo 2 de septiembre se celebró la convención para elegir candidato del PNR a presidente municipal, y fue Valdés Galindo quien obtuvo la candidatura.

A esas alturas, a ningún expresidente del PNR municipal, como a Filemón F. Gar-za, le había tocado presenciar tantos conflictos del partido —y mediar, claro— al igual que diversos y alentadores signos de institucionalidad. Desde su investidura como alcalde, Filemón F. Garza asistió a una destitución en masa en el Comité Muni-cipal del PNR y supo de las pistolas ágilmente desenfundadas en comicios internos. Pero también conoció la actitud disciplinada de precandidatos perdedores, así como la pacífica celebración en el PNR de plebiscitos al estilo vanguardista de Alemania.

En cambio, no es muy extenso el material informativo que El Siglo contiene sobre la labor de Juan Pérez y los sucesos propios de su gestión al frente del PNR local: fo-mento al deporte mediante eventos como una carrera de relevos de tres kilómetros; un festival para conmemorar el aniversario de la Revolución Mexicana y una convo-catoria para la transmisión de poderes municipales, bajo el elocuente lema del PNR: Instituciones y reforma social.

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Eduardo Guerra1934

La vocación política, el espíritu de servicio del historiador

Destaca don Eduardo Guerra por el legado de sus investigaciones históricas plasma-das en su obra Historia de Torreón. El primer libro en abordar tan trascendente, tan entrañable tema.

Sobresale porque su actuación como dirigente del PNR local subraya agradable-mente cómo, sin distinción de status, la vocación política prende en todo ser humano y demuestra que los hombres de letras no son la excepción. Cabe recordar que a Guerra le tocó intervenir en una de las más agitadas puestas en escena protagoni-zadas por los ciudadanos que, en los años 30, se disputaban el poder municipal en Torreón.

La sagacidad: tú tienes las llaves del local, nosotros la Convención

Durante la presidencia de Eduardo Guerra en el PNR local, no se echó mano del argumento político, definitivo por aquellos días, consistente en empuñar y disparar las pistolas “ como el C. José López Zuazua se apropió las llaves de las oficinas del Comité Municipal y dispuso a su arbitrio que la Convención fuera integrada por los delegados de la pre-candidatura del licenciado Armín Valdés Galindo, este Comi-té Municipal, único organismo capacitado legalmente para instalar la Convención, acordó cambiar su domicilio a las oficinas del Sub-Comité Número 1 del PNR, ubi-cado en la avenida Morelos 1118 y que en dicho lugar tuviera verificativo la citada Convención”.

Tal se anota en una inserción difundida en septiembre 3 de 1934 por El Siglo. Cuidada redacción, muy posiblemente de Eduardo Guerra, que manifiesta cómo la institucionalidad iba ganándole terreno a la violencia.

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Aduciendo —y con toda razón— que el Comité Municipal era el único legalmen-te capacitado, se derrotó en buena lid a López Zuazua, mediante una sagaz manio-bra: tú tienes las llaves, nosotros la Convención. Sería sólo un tropezón del grupo que Zuazua impulsaba, pues a la postre Valdés Galindo resultó candidato a la alcaldía.

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Fernando Rivera1935-1937

Rodríguez Triana: conciliación económica obrero-campesina

“[En] el estadio de la Revolución se reunirán los simpatizadores que apoyan las pre-candidaturas de los señores Braulio Fernández Aguirre y Tomás Rodríguez de la Fuente, para la diputación al Congreso local por el cuarto distrito electoral.En la plaza de toros serán las elecciones internas para designar quién de los señores Filemón F. Garza, licenciado Crescencio de la Garza González y José A. Zarzosa se lleva el apoyo del P.N.R. para la lucha electoral que se efectuará el último domingo de agosto” (El Siglo, junio 23, 1935).

Al frente del Comité Municipal del PNR, Fernando Rivera habría de coordinar las actividades tendientes a postular candidatos a las diputaciones locales. Entre ellos, don Braulio, al paso del tiempo, gobernador de Coahuila.

Cinco mil 296 votos en 26 casillas

En las elecciones internas arriba mencionadas, el expresidente del PNR local File-món F. Garza y Francisco Rodríguez de la Fuente, como aspirantes propietario y suplente, obtuvieron cinco mil 296 votos emitidos en 26 casillas, sufragios que les significaron la candidatura a la diputación local por el quinto distrito.

Próximo a su fin el periodo estatal de gobierno, todo resultaba favorable para que el gobernador entrante fuera uno de los coahuilenses más representativos del carde-nismo, el general Pedro V. Rodríguez Triana. A Rodríguez Triana se debe la frase que lo pinta de cuerpo entero: “y una mutua conciliación económica entre obreros y campe-sinos, forzosamente cristalizará en el mejoramiento colectivo de clase”.

Desde la presidencia del PNR local, a Fernando Rivera le tocó todavía colaborar en la organización de una manifestación multitudinaria que, en junio 6 de 1937, se efec-tuó en la Alameda Zaragoza para apoyar la candidatura del general Rodríguez Triana.

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En feminismo, el PRM adelantado a su tiempo

Muy estimulante, muy didáctico se presenta el hecho de que, oxigenantemente, el PRM surge definido, marcado, decidido a concretar la incorporación de la mujer a las filas del partido con iguales derechos que el hombre.

Podría llamarse admirablemente feministas a los fundadores del PRM. O huma-nistas. O sencillamente congruentes, inteligentes, lúcidos. Pero, adelantados a su tiempo sí lo fueron.

Y su visión la culminó en Coahuila, un primero de diciembre de 2011, el gober-nador Rubén Moreira Valdez: su gabinete se conformó por mitad mujeres, mitad hombres.

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Francisco Rivera1937-1938

Se trataba de aplastarlo, de extinguirlo

Sentenció el presidente penerrista Francisco Rivera: “queda eliminado el C. Lic. Vi-llalobos Ruíz hasta como candidato independiente”. Evidentemente, se trataba de aplastarlo, de extinguirlo. Ni siquiera se mencionaba por su nombre de pila a este aspirante a diputado local por el segundo distrito. Era nada más el C. Lic. Villalobos Ruíz. Y resulta obvio que no estaba incluido en el proyecto del PNR.

La frase entrecomillada corresponde a un enérgico texto que, con las explícitas iniciales de inserción pagada, El Siglo de Torreón difundió en julio 3 de 1937. Es uno de los principales documentos que Francisco Rivera firmó en su carácter de presi-dente del PNR local.

Inapelable, la inserción pagada concluía: “el único candidato legal que jugará el próximo domingo será el C. Juan Pérez”. Elocuentemente, el comunicado confirma-ba las facultades de la dirigencia nacional del PNR para, vía la Secretaría de Gober-nación, decidir quién podía ser candidato y quién no.

Nace el PRM: incorporar a la mujer con iguales derechos que el hombre

Durante la presidencia de Francisco Rivera en el PNR, asaz interesante resultó el tra-bajo del PNR en el país. “La convención nacional convocada por el PNR para consti-tuir el nuevo instituto político de la revolución, inauguró hoy (ayer) sus labores a las 12 horas en el palacio de Bellas Artes”, informó El Siglo, en marzo 31 de 1938. Y el 3 de abril siguiente: “la declaración de principios, programa de acción y estatutos del Partido de la Revolución Mexicana se terminaron de discutir y aprobar hoy (ayer)”.

Nuevo instituto político tenía, pues, la revolución: había nacido el PRM. Congruente con sus orígenes, el PRM se confirmaba partido de avanzada. Así lo indica con claridad

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meridiana “La base fundamental del nuevo Partido de la Revolución Mexicana […] reunión de todos los grupos populares […] que tienen finalidad de precisar la intui-ción demócrata de los trabajadores como base previa al acceso de los trabajadores al poder […] e incorporación de la mujer al partido, con iguales derechos que el hombre”. Era marzo 30 de 1938.

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Ubaldo Veloz1938-1940

Sugestionados por algún politicastro

Organismo viviente al fin, no todo era uniformidad en el flamante PRM: “al día si-guiente de haber votado el acuerdo de sostener la precandidatura del C. Fernández Aguirre […] determinados elementos de este sindicato […] tal vez sugestionados por algún politicastro […] han determinado afiliarse al precandidato Francisco Ri-vera”, le comunica, por escrito, el secretario general del Sindicato de La Fe, Pablo Medina, al director de El Siglo.

Y decide Medina: “desautorizar la nota que al respecto dieron a ese diario un gru-po de descontentos […] patentizar que el sindicato no se ha indisciplinado al Parti-do de la Revolución Mexicana” (El Siglo, agosto 28, 1938).

10 mil votos de don Braulio contra 1,023 de Rivera

Se denominaba influibles o politicastros a los disidentes. Y la disciplina se imponía. Como también se afirmaban los cauces institucionales, pues “Ramiro Cárdenas […] desde el cinco de octubre […] dejó de ser secretario general de este Comité Muni-cipal y el presidente, nombró secretario general a Benito González […] seguimos asegurando que el triunfo en las elecciones (internas) correspondió a la planilla que encabeza Braulio Fernández Aguirre con 10,000 sufragios contra 1,023 de Francisco Rivera. Atentamente: Ubaldo Veloz A., Benito González, Cipriano Ramírez” (El Si-glo, noviembre 9, 1938).

Amén de sus negociaciones en pro de la disciplina, en su periodo como dirigente local del PRM, Ubaldo Veloz coincidió con la presidencia que a nivel nacional des-empeñó el general Heriberto Jara. Incluso pudo atenderlo durante una visita oficial que el general Jara hizo a Torreón. Por cierto, en esa ocasión acompañó al general Jara quien, cuando fue derrotado en unas internas para candidato a alcalde de Torreón,

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declaró que iba a estudiar la actitud que asumiría: Joaquín Martínez Chavarría. Sin duda así lo hizo. Ese “estudiar” o reflexionar o analizar lo conducirían a niveles indu-dablemente más altos. Pues Martínez Chavarría, cuando acompañó al general Jara, era ya candidato a senador.

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Joaquín Astorga Ochoa1940

Tres balaceras contra el PRM

Las armas no estuvieron mucho tiempo en reposo. “Tres balaceras hubo la madru-gada de ayer, sembrando la alarma consiguiente […] las tres balaceras tuvieron su origen en la política […] según informes […] del PRM, sus elementos fueron agre-didos primeramente en la calle Guadalupe Victoria, después en la avenida Juárez y Blanco y después en la Matamoros y Falcón. Veinte policías y numerosos correccio-nales se dieron a la tarea de fijar propaganda política a favor del señor Julio Larriva pero luego se encontraron al grupo de fijadores de propaganda del PRM y los agre-dieron disparando muy cerca de cincuenta tiros”.

“A las cuatro y media de la mañana los perremistas volvieron a ser agredidos pero como ya en esa ocasión los fijadores de propaganda eran custodiados por soldados federales, resultó que la policía tuvo que retirarse, pero sin embargo, a las cinco y media volvió a surgir otro zafarrancho en la esquina de Matamoros y Falcón” reseñó legiblemente emocionado el redactor de El Siglo (octubre 28, 1940).

Tal atmósfera de violencia ameritó la visita de ocho diputados cuyo diálogo con el jefe del Ayuntamiento “resolvió que se remedien todas las omisiones que haya te-nido el Consejo Electoral Municipal, que las elecciones que se efectúen el domingo venidero, sean imparciales, que se proceda a la instalación de casillas electorales con todo orden, que todos los candidatos enteren las sumas de dinero que deben entre-gar de acuerdo con la Ley Electoral y que se den iguales derechos al PRM lo mismo que a los demás candidatos.”

“Por lo menos esas disposiciones serán las que se darán a conocer el día de hoy a los políticos de todos los bandos”. Al iniciar el párrafo con la frase por lo menos, da el reportero la impresión de que abrigaba dudas, seguramente fundadas, sobre las facultades conciliatorias de alcalde y diputados (El Siglo, octubre 30, 1940).

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Astorga coordinó actos de campaña del último presidente militar

“Por una democracia de trabajadores” era el expresivo lema que antecedía la rúbrica de Gustavo Cárdenas Huerta, en un oficio donde Cárdenas, Secretario General del PRM, comunicaba a Joaquín Astorga Ochoa que había sido designado presidente del Comité perremista ya no municipal, sino regional.

Lo anterior, porque “…la región conocida con el nombre de La Laguna, consti-tuye una unidad económico-social cuyo centro es la ciudad de Torreón […] desde la ciudad indicada se puede lograr y tener un mejor control de los trabajos de propa-ganda de la candidatura del C. General Manuel Ávila Camacho para la presidencia de la república” explicaba el Comité Central del partido en un documento que “para su publicación, el Comité Regional del PRM nos envió ayer”, informaba El Siglo en su edición de mayo 23, 1940.

Ni ánimos caldeados y menos desenfunde de pistolas

“En esta región faltó mucho entusiasmo”, se concretó a cabecear El Siglo. Y en los su-marios complementó: “Escasos votantes concurrieron a las casillas de las que varias funcionaron por duplicado y contiguas. Lo que declaran los grupos contrarios. Las casillas se cerraron antes de mediodía por falta de boletas. Pugnas en los del PRM”. Así fueron en Torreón las elecciones del general Manuel Ávila Camacho. Ni ánimos caldeados y menos desenfunde de pistolas.

“…[Las] elecciones de ayer, diremos que transcurrieron sin pena ni gloria”, sen-tenció serenamente el reportero de El Siglo de Torreón aquel 7 de julio de 1940. En ese violento clima político local, en esos apacibles comicios presidenciales, presidió el PRM local el doctor Joaquín Astorga Ochoa. Durante su periodo, se celebró tam-bién el proceso interno que postuló a Francisco de la Fuente para presidente de To-rreón. Y a raíz de una bienvenida al todavía Presidente Cárdenas, el doctor Astorga autorizó inserciones “contra los enemigos de las justas reformas sociales para la clase trabajadora”.

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Luis Ortega1940- 1942

Dos alcaldes al mismo tiempo. Se suicidó Julio Larriva

Hay gente armada en el interior de la presidencia, en la oficialía mayor, en las de-pendencias que ocupan el entresuelo del palacio municipal. Son los guardianes que las autoridades municipales han apostado ahí. Para evitar que los simpatizadores del señor Francisco de la Fuente tomen por sorpresa el lugar (El Siglo, diciembre 31, 1940).

Y es que “se efectuaron ayer las elecciones para la renovación de poderes muni-cipales. En realidad, sólo contendieron Julio Larriva y Francisco de la Fuente. Los otros cuatro candidatos confirmaron que eran de paja. No tuvieron ni un solo voto”.

Larriva y De la Fuente se atribuyeron el triunfo. “Ambos bandos se dijeron vícti-mas de chanchullos” (El Siglo, noviembre 4, 1940).

De tal forma que “se instalarán aquí dos Ayuntamientos. La planilla del Sr. De la Fuente trabajará en el local del PRM. Se hizo doble reparto de ‘huesos’. Hoy […] pasará a la posteridad el Ayuntamiento que preside Francisco Rivera. Para sucederlo, oficialmente ha sido designado el señor Julio Larriva. […] El Gobierno del Esta-do, envió ayer comunicaciones a la Jefatura de Operaciones, a la Comandancia de la Guarnición, al Juez de Distrito y a la presidencia municipal, para que se tome nota de la designación hecha por el congreso del Estado” (El Siglo, diciembre 31, 1940).

Si bien la indicación procedía del congreso local, el reportero utiliza el término “designación” para referirse al fundamento del gobierno estatal que declaraba, ofi-cialmente, triunfador a Larriva.

Posiblemente debido a esa “designación”, fue que se procedió a convocar a una junta a la que asistieron los dirigentes del PRM, encabezados por el presidente del Comité Municipal, licenciado Luis Ortega. Presidió la reunión el señor De la Fuen-te. En la junta, se designó comandante de la Policía, secretario del Ayuntamiento, te-sorero, jefe de limpieza, administrador de los mercados y, en general, los demás jefes

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de departamento. Para que empiecen a trabajar. También se redactó una solicitud de amparo. Será presentada mañana a primera hora. A efecto de evitar que los funcio-narios del gobierno que presida el señor De la Fuente, vayan a ser encarcelados (El Siglo, diciembre 31, 1940).

“El señor Larriva, desde el domingo, designó a sus principales colaboradores: se-cretario del Ayuntamiento, jefe de la policía, oficial mayor, director de obras públi-cas, administradores de los mercados Juárez, Alianza y Villa. Se dijo que el gobierno entrante, que preside el señor Larriva tiene ya cubiertas todas las plazas. De gendarme raso para arriba. Para designar tesorero, pidió candidato a la Cámara de Comercio, la que recomendó al señor Miguel Vázquez Ayala” (Ídem).

Un año nuevo sin cabarets

“Las cantinas y cabarets, cerrarán sus puertas desde hoy a las seis de la mañana. Per-manecerán así hasta las seis de la mañana del dos de enero. Por cuestiones políticas, la celebración del Año Nuevo será la más ‘seca’ en muchos años” (El Siglo, diciembre 31, 1940).

La dualidad de Ayuntamientos que, como presidente del Comité Municipal, le tocó vivir a Luis Ortega, no quedaría en estricta vigilancia policíaca, amago de repre-sión y el cierre de cabarets que, melancólicamente, lamentó el reportero.

Tres alcaldes en un bienio

Julio Larriva, alcalde reconocido por el congreso local, se suicidó a un año de haber asumido la alcaldía. Francisco de la Fuente lo sustituyó en la presidencia municipal. A su vez, a menos de tres meses de concluir su administración, De la Fuente fue sus-tituido por Efraín López Sánchez. Así lo determinó el gobierno estatal, encabezado por el general Benecio López Padilla.

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Manuel Arenas1942-1943

Sobradamente conocidos como agitadores profesionales

“…[Se] condena acremente cualquier agitación que perjudique economía nuestro estado”, vía telegráfica lo comunicó así, categóricamente, a Manuel Arenas, el Comité Estatal del PRM, mediante inserción periodística que, simultáneamente, el presiden-te del Comité Municipal complementó con su solidaria respuesta: “desoigan toda clase de recomendaciones e indicaciones en materia política les hagan elementos so-bradamente conocidos como agitadores profesionales y se mantengan al margen de toda acción que entorpezca el programa de gobierno del C. Gobernador del Estado” (El Siglo, marzo 5, 1942).

De ahí que, en su oportunidad, vehementemente hubiera declarado el PRM mu-nicipal: “su estancia sirva a los altos propósitos de unidad, recomendación perma-nente del C. Presidente de la República, en esta etapa suprema de sacrificio que vive la humanidad”, cuando, vía los diarios locales, se dio la bienvenida al presidente nacio-nal del PRM Antonio Villalobos y al gobernador Benecio López Padilla. Mensaje de recepción que firmaba el diputado federal Manuel Arenas, presidente del PRM en Torreón (El Siglo, febrero 19, 1942).

En lo local, Arenas afrontó la disputa por las regidurías que integrarían la planilla del candidato a la alcaldía Rafael Duarte. Si bien el comité estatal se echó a cuestas el conflicto, pues “en Saltillo se tratará hoy la forma definitiva en que van a arreglarse las cuestiones políticas pendientes” (El Siglo, septiembre 10, 1942).

Antifeminismo y antinazismo

“No obstante haber solicitado el local del PRM que siempre se les presta, al empezar a reunirse para sus trabajos lo encontraron cerrado” las Ligas Femeniles de la Comarca.

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“Ello motivó airadas protestas de las mujeres, quienes dijeron que tal actitud de los directores locales del PRM no puede explicarse en forma satisfactoria, acordando por tanto para ellos un voto de censura.Ya muy tarde, se trasladaron las delegaciones a la Unión Central […] tomándose diversos acuerdos, entre ellos combatir el alto costo de la vida y los abusos de los comerciantes en los ejidos, continuar una formal campaña en apoyo a la democracia y contra el nazi-fascismo y la quinta columna, etc.” (El Siglo, junio 28, 1943).

Nunca, elecciones tan sin heridos ni injuriados, como ayer

“Sin pena ni gloria”, había escrito el redactor de El Siglo, refiriéndose a las elecciones de Ávila Camacho. En la elección del alcalde Duarte, fue el jefe de redacción quien retomó la frase para cabecear la nota: “Sin pena ni gloria pasaron las elecciones”.

Y no era para menos. Véanse si no el desencanto del reportero: “Nunca se habían visto las elecciones con tanta indiferencia, tan pacíficas, tan sin heridos ni injuriados, como ayer. No tuvo contrincante el señor Duarte, candidato que sostuvo el PRM y, según se nos informó, hasta hoy el Consejo Electoral dará a conocer la cifra obtenida en la votación” (El Siglo, noviembre 2, 1942).

Se integra el Sector Popular

Como presidente del PRM, a Manuel Arenas le correspondió trabajar en la integra-ción del Sector Popular y en la elección de Salomón Gaytán como secretario general de la hoy CNOP. También participó Arenas en las campañas de Ubaldo Veloz y Gre-gorio García Y., candidatos a diputado federal y local, respectivamente.

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Pascual González1943-1944

Don Braulio, recaudación de rentas o la ascendencia política

Acentuaba, por aquellos días, la recaudación de rentas una preponderancia política que, años después y durante varios sexenios, la erigiría en una dependencia cuyo ti-tular venía a ser un representante directo del gobernador en turno. Su hombre fuerte no sólo en la ciudad, sino en la región entera. Esto sin menoscabo de la investidura institucional que, como primera autoridad municipal, detentan los alcaldes.

La recaudación de rentas llegó a convertirse en antesala de la alcaldía. Tal el caso, en los sesentas, de don Rodolfo Guerrero González, quien de recaudador pasó a su-ceder al ingeniero Heriberto Ramos González en la presidencia municipal. Y en si-tuaciones excepcionales, la recaudación llegó a constituir una cuña cuando el alcalde no era del todo bien visto por el titular del Ejecutivo Estatal.

En cambio…

“El Sr. Braulio Fernández Aguirre, Recaudador de Rentas del Estado en esta ciudad, acaba de recibir un oficio del Comité Ejecutivo Regional del Partido de la Revolu-ción Mexicana, en el que le participa haber designado a los señores José María Ro-dríguez, Pedro Moreno y J. Cruz Díaz, como secretarios de Acción Obrera, Acción Campesina y Acción Popular y Cultural de dicho partido en Torreón.Al mismo tiempo, se acompañan a dicho oficio los nombramientos respectivos, pi-diéndose al señor Fernández Aguirre los entregue personalmente a cada uno de los interesados e intervenga en el acto de toma de posesión de los mismos”. Este claro antecedente sobre la relevancia política que adquiriría la recaudación, data del pe-riodo 1943-44, cuando Pascual González estuvo al frente del comité municipal del PRM (El Siglo, diciembre 1, 1944).

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Recitar, completo, el himno nacional

También en el periodo de Pascual González, el Comité Municipal del PRM empezó a efectuar los domingos culturales que “llevan como objetivo principal ampliar la cultura de las clases trabajadoras de Torreón, con conocimientos que vengan a darles una mejor preparación para su vida”.

El primer domingo cultural organizado por el PRM municipal, terminó con una alocución de la señora Amada Ruíz U., “ofreciendo un premio para aquella per-sona que el próximo domingo cultural esté en condiciones de recitar completas las estrofas del Himno Nacional” (El Siglo, diciembre 27, 1943).

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Luis Ortega1945 (Véase en p. 41)

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III

Al frente del PRI los líderes, los mejores hombres de la ciudad

Desde su consolidación como urbe y con excepcionales paréntesis de trienios, To-rreón ha sido, a lo largo de su historia, gobernado por el partido que de la revolu-ción surgió. Resulta obvio que, para encabezar ese instituto político, Torreón haya aportado líderes auténticos, hombres que tenían que estar al nivel de la ciudad, en correspondencia con la grandeza de Torreón.

Así lo indican la proverbial disciplina de Juan Abusaid Ríos al nacionalismo priis-ta; la dimensión de un hombre cincelado en la lealtad, como Mariano López Merca-do, que antepuso a todo el bien de los torreonenses; o el radicalismo de Raúl Orozco Moreno en favor de las colonias populares.

Así lo demuestra irrefutablemente Román Cepeda Flores que combatió a fondo las pretensiones imperialistas del partido Acción Nacional.

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Román CepedaEl primer presidente del Comité Municipal del PRI, 1946-1948

La derecha sólo siembra miseria e intranquilidad

“…[Tarea] criminal de elevar el alquiler de la vivienda, aumentar el precio de las mercancías y de las medicinas, provocar la ocultación de víveres y materias primas, operando el reajuste de hombres y de salarios sembrando la miseria y la intranquili-dad”

Así describe don Román Cepeda lo que la derecha hace, es decir, lo que la derecha es. Así define al Partido Acción Nacional, la Unión Nacional Sinarquista y el Partido Demócrata Mexicano. Concluye don Román: sembrando la miseria y la intranqui-lidad. Difícil sería resumir el papel de la derecha en la historia, con más sencillez y claridad que las logradas por el —cronológicamente hablando— primer presidente del Comité Municipal del partido, ya con la “M” de México sustituida por la “I” de Institucional.

Las pretensiones imperialistas de AN, del sinarquismo

Y no se limitó a eso don Román. En el desplegado al que corresponde la magistral explicación, también se refiere a que “otra vez el sector conservador […] la casta bur-guesa de México ha recurrido a la burda maniobra de formar partidos políticos […] en su intento de restaurar su poderío político ocupando posiciones en las cámaras federales. Y agrega, las “calumnias que utiliza la reacción para justificar su derrota electoral […] pretenden ahora realizar actos públicos que les permitan continuar en sus tareas de desorientación y de alarma exigiendo justicia a sus pretensiones impe-rialistas” (El Siglo, julio 16, 1946).

Denota un profundo respeto a la opinión pública —destinataria del mensaje— la inserción firmada por Cepeda Flores. Y denota el afán de impedir que la comunidad fuese engañada por la derecha.

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Como ahora se llama el PRM

En ese estilo de partido combativo, en esa era de marcadas fronteras con la reacción —cuando, ecos del cardenismo, se incluía en textos oficiales el término imperialis-mo— transcurrió el periodo de Román Cepeda.

“El Comité Municipal del Partido Revolucionario Institucional (PRI) como ahora se llama el PRM, quedó integrado […] como sigue: Presidente, Román Cepeda…”, Así, con una frase que sintetiza la percepción del pueblo: “como ahora se llama el PRM”, así marca El Siglo (febrero 27 de 1946) la incorporación del PRI a sus infor-maciones cotidianas, es decir, a la vida de Torreón.

Comité Municipal, antesala de la alcaldía y… de la gubernatura

El tiempo de don Román al frente del Comité Municipal, destaca como un periodo de los que más proyección le ha conferido al cargo de dirigente local, pues Cepeda Flores fue alcalde y luego gobernador.

Don Román participó también en los trabajos relativos a la elección del licen-ciado Raúl López Sánchez para gobernador. Y le correspondió asimismo signar la invitación “al bando solemne en el que se declarará Presidente electo de los Estados Unidos Mexicanos, para el período 1946-1952, al C. Lic. Miguel Alemán Valdés” (El Siglo, septiembre 20, 1946).

López Sánchez, gobernador

“Una Elección muy Tranquila”, cabeceó el propio periódico (mayo 24, 1948). El cuer-po de la nota desglosaba: “Ayer, como lo habíamos informado, se efectuaron en esta ciudad, como en el resto del estado, las elecciones para gobernador interino consti-tucional del estado, que habrá de fungir por el resto del período que dejó acéfalo la muerte del señor [Ignacio] Cepeda Dávila”.

En su edición del día siguiente, El Siglo informó que “el Congreso local se consti-tuirá en Colegio Electoral el próximo viernes 28 del actual, para conocer los resulta-dos totales de la elección de ayer en todo el estado y hacer la declaratoria respectiva a favor del licenciado López Sánchez que, como se sabe, fue candidato único” (mayo 25, 1948).

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Cruz Díaz Medina1949-1950

General villista, el candidato del PRI

Era General de División. Al lado de Villa, había cabalgado trepidantemente matando soldados de la dictadura. Raúl Madero es candidato a gobernador de Coahuila; lo postula el partido que nació de esa revolución. En su carácter de presidente del PRI en Torreón, a Cruz Díaz Medina le toca participar en la campaña electoral del general Madero.

“El PRI es el único organizador del mitin político del domingo”, cabeceaba El Siglo su información (julio 11 de 1957) con un dejo de advertencia y de rechazo partidista a intromisiones no institucionales, no puramente priístas, que pretendiesen interve-nir en los actos de respaldo a la candidatura del general Madero.

Madero prefirió conocer propuestas que decir discursos

Incluso en el desarrollo de la correspondiente nota, se enfatiza que “todos los traba-jos relacionados con la campaña […] del general Raúl Madero, candidato del PRI al gobierno del estado, están siendo manejados por esa organización […] sin que ten-gan autorización por separado otras personas o grupos de esta ciudad”. Da la impre-sión de que las claras alusiones surtieron efecto, pues El Siglo no registra incidentes en la recepción del PRI a Madero ni en el mitin.

Resalta un acierto del candidato: no ser él quien ofreciera y prometiera para moti-var a los torreonenses y ganarse su voto. No. Prefirió don Raúl escuchar directamente a “un orador que, a invitación del candidato General Madero, hará uso de la palabra para exponer los puntos de vista de los sectores de la Banca, Industria, Comercio, Agrícolas y Asociaciones Civiles sobre los problemas que afectan a la ciudad de To-rreón” (El Siglo, julio 13, 1957).

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Adolfo López Mateos, cumbre del priismo postrevolucionario

Para no pocos priístas, el presidente Adolfo López Mateos —que, obviamente, ame-rita libros aparte— encarna la cumbre del priísmo posrevolucionario. No les falta ra-zón. Conviene recordar que —esos fueron los luminosos días— siendo presidente de la república, López Mateos fue el único mandatario latinoamericano que no rompió con la Cuba revolucionaria. Contraviniendo así la consigna dictada por el más pode-roso, implacable y, acaso, longevo imperio de que la humanidad tenga memoria.

El Doctor Alfonso Garibay Fernández, coordinador con López Mateos

El precedente párrafo, a propósito de que —como inicialmente se anotó— Cruz Díaz Medina presidió el Comité Municipal durante dos periodos. El primero, de 1949 a 1950; el segundo, de 1957 a 1958. Y es en esta segunda etapa, cuando: “en junta celebrada ayer en la Presidencia Municipal, quedó constituido el Sub Comité Coahuilense de Planeación Económica que, como se sabe, funcionará a iniciativa del candidato presidencial, Lic. Adolfo López Mateos, a fin de presentar los principa-les problemas de la parte coahuilense de la comarca en general” (El Siglo, enero 29, 1958).

Así de plurales e incluyentes eran aquellos días: en el mencionado Subcomité, la Coordinación de Inversiones Sociales le fue encomendada al doctor Alfonso Gari-bay Fernández, singular, apasionado impulsor del teatro en La Laguna.

El presidente del Comité, Cruz Díaz Medina, por su parte, colaboró en actividades proselitistas en respaldo del “Coordinador del PRI en Torreón: El Comité Municipal del PRI anunció que el Lic. Rómulo Sánchez Montes, ha sido nombrado coordina-dor de dicho Partido en esta ciudad, para la recepción del candidato presidencial, Lic. Adolfo López Mateos, y que el Sr. Jesús Saracho llegó ayer con propaganda rela-cionada con esa recepción, la que se procederá a fijar, desde luego” (El Siglo, febrero 2, 1958).

Universalidad del PRI: Sánchez Matamoros-Gutiérrez Crespo, diputados

Durante décadas al cuidado de la cotidiana edición de El Siglo, Joaquín Sánchez Ma-tamoros fue siempre reconocido por su erudición. Tenía el maestro Sánchez Mata-moros vastos conocimientos en materias diversas. En astronomía, por ejemplo.

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El mismo merecido respeto se le ha guardado al doctor Horacio Gutiérrez Crespo. Talentoso médico, el doctor fue un genuino difusor de la cultura y, además, compar-tía diariamente su criterio mediante la columna Dosis, en La Opinión, Diario de la Mañana, con sede en Av. Matamoros y Calle Falcón.

Y resulta que con estos dos admirables torreonenses, arma el PRI una fórmula ¡para postularlos a diputados locales! (El Siglo, agosto 31, 1958).

Aquí no cabría buscar los orígenes de la postulación en los antecedentes académi-cos, los estilos ni las vocaciones docentes de los directivos locales o estatales del par-tido. Aquí, sencilla y gratamente, se trata, una vez más, de la visión y la universalidad de ese gran partido que es el PRI.

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Mariano Flores Cuarón1950

Asistencia médico–jurídica sin distinción de partidos

“Ayer nos informó el licenciado Mariano Flores Cuarón, presidente del Comité Mu-nicipal del PRI en esta ciudad, que dicho partido acaba de reorganizarse, continuan-do él en el mismo puesto de presidente”. Informó El Siglo, bajo el titular: “Reorgani-zación Municipal del PRI” (mayo 29, 1950).

El párrafo que abordó la situación municipal en el PRI y que dada la fuente, se refería a una reorganización con visos de ratificación, no menciona —como era usual— otras instancias del partido, fuesen estatales o nacionales, que autorizasen el nuevo o ratificado Comité Municipal.

Tan no se mencionaban niveles más altos del PRI ni se reportaba una sustitución completa de los integrantes del Comité Municipal que, visiblemente motu proprio, el periódico adelantaba: “Posiblemente en el curso de la presente semana, se proceda a continuar dicha reorganización. Instalando debidamente los subcomités auxiliares” (Ídem).

El espíritu de servicio de los priístas

Si bien existían ya precedentes de comités municipales que no sólo fomentaban com-petencias deportivas, sino que, congruentes con la revolución, se echaban a cuestas tareas de difusión literaria en bien de los trabajadores, no deja de ser notable que el Comité Municipal, encabezado en 1950 por Mariano Flores Cuarón, se propusiera “continuar en seguida con un vasto programa a desarrollar, de carácter de servicio público social, tal como la fundación de un dispensario gratuito para la gente me-nesterosa, donde recibirá toda clase de consultas médicas y un bufete jurídico donde también la gente sin recursos puede acudir para que se le patrocine, en forma gratui-ta, en asuntos judiciales” (El Siglo, mayo 29, 1950).

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Es decir, la revolución que se institucionalizaba tenía, al frente del comité munici-pal del PRI en Torreón, alguien con clara conciencia sobre dos graves carencias que flagelan a los que menos tienen: la falta de servicio médico y de asesoría jurídica. Las ideas de dispensario médico y bufete jurídico gratuitos para gente sin recursos reve-lan un acierto del PRI en la selección de sus dirigentes y ponen palpablemente de manifiesto el auténtico espíritu de servicio de Mariano Flores Cuarón. Pues la nota de El Siglo en ningún momento se refiere a militantes de este o de aquel partido, sólo señala claramente “toda clase de consultas médicas para la gente menesterosa”. Ese era Mariano Flores Cuarón, presidente del PRI.

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Efrén Rivadeneyra Revilla1

1952

Vicente Lombardo Toledano, candidato

Correspondió a Efrén Rivadeneyra Revilla, observar dos extremosas caras de la mo-neda electoral: elecciones de muy alta respuesta masiva frente a comicios con casillas casi desiertas.

No era para menos en el primero de los casos. Participaban Vicente Lombardo Toledano postulado por el Partido Popular; Efraín González Luna por Acción Na-cional, el general Miguel Henríquez Guzmán por la Federación de Partidos del Pue-blo de México —todos ellos, hasta por el solo nombre interesantes— frente a nada menos que don Adolfo Ruíz Cortines.

641 votos para la izquierda, 5720 para Henríquez Guzmán

El proverbial pluralismo de la joven ciudad se evidenció en que no hubo aspirante desairado. Todos fueron merecedores de sufragios sinceros, apasionados, muy inte-resantes, muy didácticos por el lado que se les vea.

Acción Nacional con su presencia firme le significó a Efraín González Luna 2 mil quinientos 61 votos; el tercer lugar. Una consistente izquierda, emitió 641 votos; la calidad sobre la cantidad, a favor de Vicente Lombardo Toledano. Con 5 mil 720 votos, el general Henríquez Guzmán hizo gala de su puntería para detectar sectores no atendidos y/o núcleos contestatarios. Estos últimos no faltan en ningún país con vocación demócrata. México no iba a ser la excepción.

Y el candidato triunfador, don Adolfo Ruíz Cortines, obtuvo en nuestra ciudad 24 mil 744 votos (El Siglo, julio 14, 1952).

1 En la galería de presidentes del PRI Torreón aparece en el periodo de 1958-1960. Sin embargo, en las notas de

los diarios locales se comprobó que el periodo que cubrió fue en 1952.

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Todo ello contabilizado ante el Comité Distrital Electoral, acto donde el Partido Revolucionario Institucional estuvo representado por su presidente, el señor Efrén Rivadeneyra.

Estamos para contabilizar votos, no para atender protestas

“Fuera del PRI y del Partido Nacional de México que enviaron representantes, los demás organismos políticos se abstuvieron de hacerlo, no obstante que se les giró el oportuno citatorio y de que ellos legalizaron y acreditaron a sus delegados” (El Siglo, julio 14, 1952).

“Los señores José Guerro Jr. y Ramón Franco Martínez, miembros acreditados de la Federación de Partidos del Pueblo, presentaron un pliego de protesta ante la Junta Computadora, por diversas violaciones a la Ley Electoral. Hubo de rechazárselo, di-ciéndoles que el acto que se desarrollaba se circunscribía estrictamente al recuento de votos y no a atender protestas” (Ídem).

Rodríguez Triana por la FPPM, Arturo Orona y Dionisio Encinas por el PP

Y vuelven los nombres, los candidatos consistentes que son imán de sufragios. Por el PP, Arturo Orona fue candidato a diputado y obtuvo 903 votos. La FPPM postuló al general Pedro V. Rodríguez Triana, quien obtuvo 4 mil 809 votos. Candidato tanto de la FPPM como del PP, Dionisio Encinas obtuvo 4 mil 792 sufragios. Fuerte, pues, la izquierda. Así se aprecia en los casi 5 mil votos —y con todo en contra— emitidos para Dionisio Encinas.

Amén de arduas labores partidistas, realizadas antes, durante y después de su periodo como titular del Comité Municipal, Efrén Rivadeneyra Revilla atestiguó, como queda escrito, la otra cara de la moneda por lo que a comicios se refiere.

“Poca animación entre los votantes; las casillas, casi desiertas”, rezaba el sumario pe-riodístico. Y en el desarrollo de la noticia: “…se notó poca animación entre los ciuda-danos, viéndose casi desiertas las casillas instaladas. Muchas de éstas ni se instalaron impidiendo con ello que numerosas personas hicieran uso de sus derechos cívicos.La función electoral comenzó a las ocho horas. Ya para las 12 del día, eran muchas las casillas que habían sido levantadas, ante la notoria ausencia de electores.Las autoridades municipales, en prevención de que pudiesen ocurrir disturbios, ordena-ron el acuartelamiento de la policía uniformada. Igualmente, ordenaron el cierre de to-das las cantinas. Las cuales no abrieron sus puertas sino hasta después de las 14 horas.

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Por la tarde, extraoficialmente se nos informó que el triunfo electoral había sido ob-tenido por el líder obrero, Jesús Alva Figueroa, candidato del PRI a diputado local por el tercer distrito, que abarca todo el municipio de Torreón” (El Siglo, septiembre 1, 1952).

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Manuel Molina Sánchez2 1951-1952

El alcalde de Torreón, candidato a gobernador

Agilidad informativa, júbilo porque un alcalde de Torreón se proyectaba a la guber-natura, consternación que todavía guardan los muros del viejo Saltillo, cuando un duro amanecer los vende-periódicos voceaban a gritos el dolor por el suicidio de Nacho Cepeda Dávila… todo ello contiene el siguiente párrafo que, orgullosamente remitido Por nuestro hilo directo, difundió El Siglo de Torreón en abril 27 de 1951:“El vespertino Últimas Noticias informa hoy que en las oficinas del PRI fue resuelta la situación política de Coahuila para las elecciones de gobernador […] habiéndose decidido apoyar como candidato del Partido, para suceder al licenciado López Sán-chez al actual presidente municipal de Torreón, Román Cepeda, primo hermano del ex gobernador Ignacio Cepeda Dávila que se suicidó siendo gobernador”.

Dos generales entre los otros seis aspirantes

Obviamente no había sido sencillo el proceso de selección para postular al alcalde de Torreón. Baste decir que había dos generales entre los otros seis aspirantes que se quedaron en el camino. El general Alejo González y el general Antonio Cárdenas Rodríguez. Y si eso no fuera suficiente, figuraba entre los precandidatos nada menos que el profesor Federico Berrueto Ramón. Igualmente relevantes —conscientes de su consistencia política para pelearla—, también aspiraban a la gubernatura Enrique González, el doctor Antonio González Cárdenas y Gustavo Cárdenas Huerta.

Pues, como presidente del Comité Municipal del PRI, Manuel Molina Sánchez

2 De Manuel Molina Sánchez no aparecen notas en los diarios locales ni regionales, incluso se tienen los datos de que en el periodo de 1951-1952 el presidente del PRI fue Efrén Rivadeneyra Revilla. No obstante, en las memorias del PRI Torreón encontramos a Manuel Molina Sánchez como presidente en el periodo mencionado, por ello se presenta aquí.

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asistió a la toma de protesta rendida por Román Cepeda para convertirse en Gober-nador Constitucional de Coahuila. Es decir, presenció la forma en que culminó el trayecto que Cepeda Flores se trazó en la presidencia del Comité Municipal, tiempo después a cargo de Molina.

“El mismo Congreso [del estado] designó al Lic. José G. García, actual Agente del Ministerio Público en esta ciudad, para sustituir al Señor Cepeda como Alcalde de Torreón, durante los meses que restan del actual período municipal”, informó El Siglo (mayo 26, 1951).

De su mejor legado para México, las palabras mayores de Ruíz Cortines

Frente al estilo personal de gobernar, propio de don Adolfo Ruíz Cortines, han de palidecer dos que tres adjetivos si de calificar con justicia la erudición política de don Adolfo se trata. No es la anterior una mera impresión personal. En absoluto. Re-cuérdense si no los hechos de Ruíz Cortines. Don Adolfo lo hizo políticamente muy bien, desde la magistral estrategia que aplicó para que Miguel Alemán lo postulase, hasta el momento de las palabras mayores que Luis Spota tanto disfrutaba.

Ruíz Cortines acertó a culminar congruentemente su sexenio al elegir como suce-sor a su joven tocayo, Adolfo López Mateos. Se ve que en esta trascendental decisión de don Adolfo, pesó absolutamente más en su ánimo el bien de la patria que el ego. Dejó Ruíz Cortines el poder en manos de un estadista a la par que los mandatarios sobresalientes de otros países, durante la Guerra Fría.

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Álvaro Rocha González3

1953-1954

Si bien le fue asignada una suplencia en fórmula con Jesús Alva Figueroa, candidato propietario a diputado local, para el presidente del Comité Municipal, Álvaro Rocha González, la correspondiente campaña electoral le significó un importante fogueo. Sobre todo, se advierte que las actividades proselitistas estuvieron considerablemen-te enfocadas a la clase trabajadora.

Por ejemplo: “La Sección 27 del Sindicato de Trabajadores Ferrocarrileros de la República Mexicana, respaldan y apoyan en absoluto las candidaturas de los C.C. Je-sús Alva Figueroa y Álvaro Rocha González, en su carácter de candidatos a diputados locales, propietario y suplente, por el tercer distrito electoral de esta entidad. Los trabajadores Ferrocarrileros, igual que el resto del Sector Obrero, Agrario y Po-pular, tienen la absoluta seguridad de que la fórmula Alva Figueroa-Rocha González, llevarán al máximo el bienestar del pueblo de Torreón y, en forma particular, de la clase trabajadora” (El Siglo, agosto 31, 1952).

No podría enfatizarse más la alusión al núcleo obrero, subrayada incluso por los firmantes del anterior desplegado, pues mencionan en primer término al sector obre-ro y, de plano, señalan que los candidatos a legisladores llevarán al máximo el bien-estar del pueblo de Torreón y en forma particular, de la clase trabajadora. Además de ello, resulta notorio un saludable detalle, reflejo muy posiblemente del espíritu fraternal, propio de aquella clase política: los nombres de candidato a diputado pro-pietario y suplente, se publican con letras de igual tamaño en las inserciones pagadas por el partido.

Por cuanto a la forja que para el presidente del Comité Municipal, Álvaro Rocha González, significaron los trabajos de campaña, prólogo de atrayentes proyecciones políticas implícitas en ejercer la presidencia del Comité Municipal, cabe señalar que,

3 El nombre de este presidente aparece en las notas de El Siglo de Torreón como Álvaro Rocha González y en documentos del PRI de esa época como Álvaro González Rocha. Se dejó como aparece en el diario local, ya que es una de las principales fuentes de esta investigación.

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empezando por El Perú y terminando con San Antonio de los Bravos, se tenía el meticuloso cuidado de visitar 21 ejidos del municipio de Torreón, a lo largo de la campaña.

En esos 21 poblados —y también dentro de aquella completa solidaridad obrero-campesina— a Alva Figueroa y a Rocha González, “habiéndole sido planteados […] todos aquellos problemas que tiene pendientes la clase campesina”.

Y, en cuanto al particular enfoque de la campaña Alva Figueroa-Rocha González, “La jira4 de estudio y orientación política de nuestros candidatos, se dio por termi-nada felizmente el jueves 28 del actual, al celebrarse un grandioso mitin que se llevó a cabo en la Sección 7 de Trabajadores de la Música de la República Mexicana” (El Siglo, agosto 31, 1952).

4 Encontramos un error en la nota periodística, y es que se refiere a la “gira” (Excursión o viaje de una o varias personas por distintos lugares, con vuelta al punto de partida, DRAE), y no a “jira” (Banquete o merienda, es-pecialmente campestres, entre amigos, con regocijo y bulla, DRAE). Aunque se advirtió el error, todas las notas fueron transcritas tal cual fueron publicadas, para ser fieles a las fuentes de esta investigación.

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Rodolfo González Treviño1954-1956

El Siglo irradiaba gusto: por primera vez votó la mujer

La mujer “hizo el milagro de lograr una elección limpia y democrática”. Visiblemen-te, no escatimó júbilo el jefe de redacción: en el anterior sumario, complemento de un encabezado que, a juzgar por su tamaño, más que novedad, irradiaba gusto: “Por primera vez votó la mujer” (El Siglo, julio 4 de 1955).

Justifica la euforia del redactor en jefe, el texto correspondiente a esos titulares que, sin dificultad serían tomados en cuenta para enriquecer alguna antología del periodismo profeminista. Pues, relata el reportero: “Fue superior la presencia de la mujer, las ciudadanas de México han obrado el milagro de lograr unas elecciones más limpias e imparciales en casi todos los distritos electorales del país. La presencia de nuestras mujeres globalmente superior a los hombres, en las urnas electorales, sirvió para dar, con su sufragio, el triunfo a los mejores candidatos, sin distingos partidistas.A consecuencia de la decidida intervención de la mujer, la oposición, según cálculos conservadores, duplicará, en la próxima Legislatura, el número de curules que ac-tualmente tiene” (Ídem).

Vale subrayar, entre otros, dos puntos muy estimulantes. Uno, que la presencia de la mujer en las urnas haya sido superior a la de los varones. Y, dos, que a consecuencia de lo anterior, en la Legislatura siguiente, la oposición duplicaría el número de curu-les que hasta entonces tenía.

A más de evaluar satisfactoriamente la edificante participación de las mujeres en el proceso electoral, Rodolfo González Treviño, por esos días dirigente municipal del PRI, contribuyó, en el ámbito local, al triunfo de Amador Robles Santibáñez para diputado federal. “Santibáñez obtuvo 57 mil 958 votos contra 12 mil 823 de Virginia Herrera de Franco, candidata de Acción Nacional” (El Siglo, julio 11, 1955).

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Cruz Díaz Medina1957-1958 (Véase en p. 59)

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Jesús Mario del Bosque Villarreal1959-1963

Agitadores del DF en Torreón, desconcierto y mentira

“Desde la capital de la república ha llegado un grupo de agitadores con el fin de crear un clima de desconcierto y mentira… La Unión de Juventudes Revolucionarias Coahuilenses condena las actividades de estos individuos y da un voto de confianza al C. General Raúl Madero González”. La inserción anterior, publicada por El Siglo en abril 1 de 1959, da idea del ambiente político que le tocó afrontar a Jesús Mario del Bosque, presidente del Comité Municipal del PRI.

Dada la perceptible delicadeza de la situación política estatal, el combate a quie-nes intentaban “crear un clima de desconcierto y mentira” no se limitó a desplega-dos como el anterior. Ameritó celebrar mítines de apoyo al general Madero como uno —encabezado por Alfonso Corona del Rosal, dirigente nacional del PRI— que congregó en el Cine Nazas a integrantes de la plana mayor del partido: “senadores Mauricio Magdaleno y Lic. Natalio Vázquez Pallares […] Sr. Miguel Osorio Mar-bán, Director de Acción Juvenil del PRI […] Lic. Carlos Sansores Pérez, Delegado del PRI en el Estado” (El Siglo, mayo 17, 1960).

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El general Madero no cae, determina el PRI

“Luego [Corona del Rosal] tuvo elogios para el General Raúl Madero, diciendo que todo el pueblo de Coahuila trabaja a su alrededor pero, si como hombre puede tener fallas, es un hombre de buena voluntad, digno y honesto, deseoso de servir, que no puede traicionar la noble sangre que lleva en sus venas pero que sus colaboradores deben como él entregarse sin regateos para servir limpiamente al pueblo” (El Siglo, mayo 17, 1960).

Dicha por el presidente del Comité Central del PRI, la frase “sus colaboradores de-ben como él entregarse sin regateos para servir limpiamente al pueblo”, revela una de las principales causas —ínfimo espíritu de servicio y sordidez de los colaboradores— que tornaban necesarios los actos de apoyo al general Madero.

Actos de respaldo que confirmaban la solidez y solidaridad priistas a toda prue-ba. Madero no caería. Terminaría su sexenio, fortalecido por el determinante mitin efectuado en el Cine Nazas, donde “el Ejecutivo coahuilense […] a fin de agradecer la manifestación de respaldo que había recibido que, dijo, le permite garantizar que Coahuila está y estará siempre respaldando en todo al Gobierno Federal y al Partido Revolucionario Institucional” (Ídem).

Disciplina, negociación o… votación interna

“Se efectuará mañana aquí la convención municipal del PRI”, cabeceaba rutinaria, casi tediosamente El Siglo (septiembre 24, 1960). Pero el correspondiente sumario sí manifestaba lo que estaba ocurriendo: “Contenderán tres candidatos, terna incon-gruente y sorpresiva”. La terna que, en un claro signo de rechazo, el periódico califi-caba con esos dos adjetivos, estaba integrada por “El Sr. Enrique González Valles, el Lic. Francisco Gutiérrez Soto y el Dr. Gustavo Fernández”.

Pese a los asomos de inconformidad, “Sin incidentes ni sorpresas, no obstante que en un principio se temió ocurrieran hechos desagradables […] la convención municipal del PRI seleccionó como su candidato a Alcalde al Dr. Gustavo Guillermo Fernández […] tuvo como contrincante al Sr. Enrique González Valles, ya que […] el Lic. Francisco Gutiérrez Soto renunció a su candidatura a fin de figurar […] como primer regidor”. “La votación fue de: Dr. Fernández 317 votos; Sr. González Valles 27. […] En el caso específico del Primer Síndico, tuvo que realizarse una votación especial, en virtud de que el PRI seleccionó a dos precandidatos, el Dr. Gutiérrez Crespo y el líder José Blanco Mijares, ganando la designación el primero por 258 votos contra 58” (El Siglo, septiembre 27, 1960).

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Tiempos aquellos cuando la candidatura —es decir, el triunfo— a la alcaldía de una ciudad con los tamaños de Torreón se definía por 317 votos de la militancia. Y cuando hasta una primera sindicatura se sometía a elecciones —y por separado— para que no quedara duda; por algo es grande el PRI.

La sangre, lejos del río

De más casos ilustrativos fue protagonista y testigo el dirigente del PRI municipal en aquel entonces. Pues “Protesta CTM” era el enunciado que cerraba los titulares sobre la candidatura de Braulio Fernández Aguirre a diputado federal y que resumía el descontento intramuros del PRI, pues “Los delegados de la Federación Única de Trabajadores del Municipio de Torreón, CTM, se abstuvieron de asistir al acto en una evidente demostración de rebeldía contra el Partido” (El Siglo, abril 9, 1961).

Sin embargo, nobleza… o disciplina obliga y fue así que: “Posteriormente, el Lic. Del Bosque dijo a la asamblea que el Comité Nacional del PRI proponía para candi-datos a diputado federal propietario y suplente, respectivamente, a los Sres. Braulio Fernández Aguirre y Juan M. Borjón, aprobándose por unanimidad” (Ídem).

La experiencia y la prudencia así lo habían exigido, “En prevención de desórdenes, varios gendarmes y agentes secretos estuvieron apostados en las afueras del Círculo Mutualista” (Ibídem).

Enfrentamientos Gobierno-IP

“…[La] invitación que las Cámaras [empresariales] hacen a la ciudadanía en general y a sus miembros, para que dejen de cumplir con una obligación legal, implica un DELITO AGRAVADO POR LA CIRCUNSTANCIA DE QUE OFRECEN AYUDA ECO-NÓMICA PARA QUE SE LLEVE A CABO ESE ACTO DELICTUOSO .Esto habla muy ELOCUENTEMENTE DEL EGOISMO Y DE LA FALTA DE RESPON-SABILIDAD CÍVICA DE LOS DIRECTIVOS DE LAS CÁMARAS antes mencionadas.APELAMOS AL BUEN CRITERIO DEL C. JUEZ DE DISTRITO EN LA LAGUNA, LIC. RICARDO GUZMÁN OJEDA, para que, TOMANDO EN CUENTA LOS NEFASTOS DAÑOS QUE LA ACTITUD NEGATIVA DE DICHAS CAMARAS ESTÁ CAUSANDO A NUESTRA QUERIDA CIUDAD DE TORREON, NIEGUE LA SUSPENSION de los actos reclamados en el Amparo por ellos solicitado en contra de la Expedición y Eje-cución del Plan de Arbitrios y Presupuesto de Egresos para nuestra ciudad, durante el presente año”. En el anterior desplegado que, bajo el sintomático título Condenamos,

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publicó El Siglo de Torreón firman 13 organizaciones de obreros y campesinos pero el que da la cara, el que convoca y coordina es el Comité Municipal del PRI, vía su presidente Jesús Mario del Bosque (enero 13, 1963).

Hoy, egoísmo, ayer, tarea criminal

No deja de notarse el estilo diferente de los dirigentes locales del partido y/o la po-sible línea del Comité Ejecutivo Nacional. En 1961, Del Bosque condenaba delito agravado, egoísmo y falta de responsabilidad cívica. En 1945, su antecesor Román Ce-peda Flores definía posturas similares como actos antipatrióticos y tarea criminal que siembra la miseria y la intranquilidad.

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Francisco José Madero1963-1965

Díaz Ordaz, autosuficiencia alimentaria e inflación ínfima

Sobrino del Apóstol de la Democracia, Francisco José Madero nuevamente fortale-cería la proyección y el nivel político implícitos en ejercer el liderazgo municipal del PRI. Pues, con el paso del tiempo, Francisco José sería alcalde de Torreón y, más tar-de, gobernador interino de Coahuila en sustitución del profesor Oscar Flores Tapia.

Además del respaldo a la candidatura del ingeniero Heriberto Ramos González para alcalde al PRI, encabezado por Madero, le correspondió intervenir en la cam-paña del candidato a la presidencia de la república, Gustavo Díaz Ordaz, sobre quien suele omitirse que durante su sexenio: 1.- Hubo autosuficiencia alimentaria; 2.-Se tuvo ínfima inflación, la llamada inflación reptante, entre dos y tres por ciento, la más baja susceptible de registrarse en países capitalistas; 3.- Hubo crecimiento económi-co del seis por ciento, y 4.- La Comisión Federal de Electricidad operó con números negros.

Gustavo Díaz Ordaz en el Cine Princesa

“Los problemas de La Laguna y sus posibles soluciones serán expuestos al Sr. Lic. Gustavo Díaz Ordaz, mañana sábado a las 18:30 horas en el Teatro Princesa de esta ciudad”. Así invitaba el Partido Revolucionario Institucional a la ciudadanía de la Co-marca Lagunera a la Junta Regional de Programación con el “candidato de nuestro partido a la Presidencia de la República” (El Siglo de Torreón, diciembre 13, 1963). Obviamente, estilo del candidato, la campaña electoral consistía en trabajar, en plan-tear problemas y sugerir soluciones para…concretarlas.

Por cierto, sin divisionismos, esa junta regional, además de convocada por el Co-mité Ejecutivo Nacional del partido, incluía la participación del senador Federico

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Berrueto Ramón, presidente del Comité Directivo Coahuilense y de su homólogo, el duranguense Gonzalo Salas Rodríguez quien, sin agravio de nadie, es un priísta de pura cepa: ha sido senador, alcalde de Durango, diputado local, diputado federal. Cierto, sólo le faltó ser gobernador de Durango.

Carlos A. Madrazo, capítulo aparte

“Venimos a confirmar aquí nuestro credo en la revolución mexicana, dijo Madra-zo” y “Resolver problemas del campo para que haya equilibrio político”, constituyen dos titulares de El Siglo (mayo 30, 1965) que, en un estimulante ejemplo de calidad periodística, sintetizan certeramente el pensamiento, el credo, valdría repetir, de al-guien como Carlos A. Madrazo. El primer titular, impreso hacia el tercio final del Siglo XX, transporta a los días de la lucha armada contra Huerta. El sumario es ma-dracismo puro: resolver carencias, fuesen hambre, falta de tierra, agua o créditos para el campo. Todo ello, para alcanzar el equilibrio.

Tales palabras pronunció Madrazo durante una visita de trabajo a La Laguna. Don Carlos presidía el Comité Ejecutivo Nacional del PRI cuando Francisco José Madero era dirigente municipal del partido.

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Rodolfo Guerrero González1965-1966

De Rodríguez de la Fuente al general Plutarco Elías Calles

Cinco veces fue alcalde de Matamoros. Cubrió tres interinatos: en 1930, 1934 y 1945. En dos ocasiones asumió la alcaldía por la vía electoral: 1949 y 1955. Amén de sus prendas como político, fue determinante en su carrera la amistad que lo unía a don Tomás Rodríguez de la Fuente. Impulsor de don Rodolfo, Rodríguez de la Fuente integraba el círculo que incluía a don Nazario Ortiz Garza y al general Manuel Pérez Treviño. Como grupo, ellos tenían sus raíces en la línea del gran reformador Plutarco Elías Calles.

Coordinador Regional del PRI en 1963, tres años después, Rodolfo Guerrero González ejerce la presidencia del Comité Municipal del partido. Había sido tam-bién Recaudador de Rentas del Estado en Torreón. Su periodo como tal afirmó el re-lieve de la recaudación como una extensión del gobierno estatal, como una represen-tación directa del gobernador y, por ende, potente venero de fuerza política, como también volvió a verse cuando el licenciado Mariano López Mercado fue titular de la recaudación y era gobernador el ingeniero Eulalio Gutiérrez Treviño.

Los menores de edad, susceptibles de regeneración

Respecto a don Rodolfo —que posteriormente sería presidente municipal de To-rreón— como dirigente del partido, resulta remarcable que “Comienza a dar resul-tados la iniciativa lanzada por el Comité Municipal del PRI, que tiende a favorecer a los menores de edad que, por diversas razones, delinquen. En efecto, el Juez Primero de lo Penal, Lic. Gilberto Serna Ramírez, concedió ya las reclusiones domiciliarias y educacionales a varios menores de edad considerados como delincuentes primarios y susceptibles de regeneración.

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Tal medida, dijo el Juez, la adoptó de acuerdo con las facultades que le otorga el Código Penal y atendiendo la iniciativa del PRI, que la considera como la búsqueda de me-dios para corregir a la niñez y como un propósito de ese partido de prestar un servi-cio social” (El Siglo, enero 14, 1966).

La mentalidad contenida en las frases: 1.- “favorecer a menores de edad que de-linquen; 2.- reclusiones domiciliarias y educacionales, y 3.- delincuentes primarios y susceptibles de regeneración” explican muy claramente lo que es el PRI y describen muy bien cómo era Rodolfo Guerrero González, presidente del Comité Municipal.

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Enrique Muñoz Delgado1967-1970

Echeverría dejó un México más grande; de seis a 200 millas de mar territorial

Además de respaldar las actividades de proselitismo en favor de Juan Abusaid Ríos, postulado por el PRI a la alcaldía, Enrique Muñoz Delgado, durante su presidencia en el Comité Municipal, hubo de reorganizar el partido. Pues, “…trascendió ayer de manera extraoficial que el señor Braulio Fernández Aguirre hijo, fue designado Se-cretario General del Partido Revolucionario Institucional”, informó El Siglo, en una nota sin fuente que, con aspecto de exclusiva, publicó en marzo 3 de 1970.

Evidente muestra de la destreza priista para disciplinarse a los estilos del Ejecutivo Federal en turno, durante la dirigencia de Muñoz Delgado en el PRI local, “Ardua y agotadora jornada como las que ha venido realizando por todo el país, el licenciado Luis Echeverría, cuyo ejemplo siguen fielmente, llevaron a cabo antier los candidatos a senadores de la República, postulados por el PRI, Profr. Oscar Flores Tapia y Brau-lio Fernández Aguirre” (El Siglo, víspera de las elecciones de julio 5 del 70).

Y cómo no iban don Braulio y don Oscar a seguir fielmente el ejemplo del pre-sidente Echeverría. Joel Lleverino Reyes, ex diputado federal duranguense, y quien fuera líder de la Federación Nacional de Colonias Agrícolas FENCA, suele decir con indiscutible orgullo priista que “dos presidentes nos entregaron un México más grande del que recibieron. Adolfo López Mateos con El Chamizal y Luis Echeverría con la am-pliación que de seis a 200 millas de mar territorial gestionó y logró en la ONU. Contra la voluntad de los países ricos y en beneficio, sobre todo, de las naciones pobres”. Sí, esos son Presidentes.

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Manuel Enríquez y los manipuladores de mirar sádico

A juzgar por las caricaturas del inolvidable Manuel Enríquez en El Siglo, durante la dirigencia priista de Muñoz Delgado se percibe que, quizá por el avance de ideolo-gías radicalmente opuestas o por no dejar ningún hilo suelto, el PRI se afanaba en aclarar que su camino no era el de los perversos villanos —que Enríquez dibujaba con la inscripción PAN en sus sombreros de copa— ni era la ruta de marionetas ma-nipuladas por individuos con expresión sádica, calvos y de lentes que en su traje os-tentaban la frase agitadores a sueldo y que, para no dejar dudas, Enríquez señalaba con una flechita originada en las siglas de los Partidos Comunista y Popular Socialista.

Desapercido 6 de octubre

“Ningún acto de aniversario del reparto agrario”. El encabezado periodístico que, a primera vista (último tercio del siglo XX) podría sugerir un prematuro distancia-miento lagunero del cardenismo, en realidad se debió a “la situación que priva en el campo, a raíz de las inundaciones que hubo en las labores por las recientes lluvias. Los daños materiales que sufrieron muchas familias campesinas al venirse abajo sus viviendas. Y los perjuicios que los aguaceros han originado en las siembras del algo-donero” (El Siglo, octubre 6, 1970).

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Braulio Manuel Fernández Aguirre1971-1973

Bases priístas privilegiadas: Reyes Heroles presidía el CEN

“…[Recibe] con profunda satisfacción el nombramiento definitivo como Presidente del Comité Municipal del PRI” (El Siglo, junio 1, 1971). Dada la extensa sonrisa de Braulio Manuel Fernández Aguirre, al contemplar el oficio que le había entregado Juan Pablo Rodríguez Galindo —dirigente estatal del PRI—, pocas veces ha sido tan fiel al contenido de una fotografía lo que un pie de grabado describe.

No resulta difícil entender la radiante expresión de Fernández Aguirre. Al tener en sus manos ese nombramiento definitivo, afirmaba su cauce una promisoria carrera. Trayecto exitoso que acrecentaría la proyección intrínseca en el liderazgo municipal priísta. Pues Fernández Aguirre se desempeñaría posteriormente como: presidente del Comité Directivo Estatal del PRI, diputado local y federal, delegado del partido en Yucatán, presidente municipal de Torreón y precandidato al gobierno del estado en las elecciones internas de 1999.

El periodo de Fernández Aguirre en el Comité Municipal significó para el priísmo torreonense la oportunidad de abrevar en una de las más fecundas corrientes del PRI que armoniza brillantemente la ciencia política con la práctica. Durante el liderazgo local del licenciado Braulio Manuel, era presidente del Comité Ejecutivo Nacional el licenciado Jesús Reyes Heroles.

El análisis, la estrategia certera

Braulio Manuel fue alumno del nacionalmente prestigiado semillero de connotados empresarios y políticos que ha sido el Instituto Francés de La Laguna, con sede en Gómez Palacio, Durango. Como claro presagio de su porvenir, el licenciado Fernán-dez Aguirre presidió la sociedad de alumnos del “Francés”. Egresado, luego, de la

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Universidad Autónoma de Coahuila, el licenciado Braulio fue, asimismo, formado, pulido por su señor padre, uno de los mejores coahuilenses en lo humano y en lo político.

De todo eso dio muestra Braulio Manuel cuando fue presidente municipal. El he-cho de que al terminar su trienio como alcalde haya dejado dinero en caja, por ejem-plo, patentiza su honestidad. Y paralelamente, revela un obvio grado de excelencia en lo administrativo. Ha sido el suyo un trienio que, con matices de excepción, los torreonenses recuerdan con agrado, Sin demérito de nadie, el licenciado Fernández Aguirre, hoy en día, está reconocido como uno de los más certeros analistas, de los más brillantes estrategas del partido.

Priísmo entendido como política a la luz del día

Don Jesús realizó una visita de trabajo a Torreón, sintetizada en titulares muy expre-sivos: “Reyes Heroles demanda de los priístas una política al aire libre, a la luz el día”, señalaba el encabezado. Y el sumario agregaba: “Para evitar el paracaidismo” (El Siglo, marzo 6, 1972). Ahí estaba, pues, el maestro con toda su academia y su talento al al-cance de aquellas privilegiadas bases priístas torreonenses que tuvieron a don Jesús como presidente del Comité Ejecutivo Nacional.

Muy representativo de lo que Reyes Heroles significa en la historia del PRI, re-sulta el llamado a practicar “una política al aire libre, a la luz del día” y evitar así “el paracaidismo”. Por una parte, exigía honestidad. Por otra, planteaba exterminar a los arribistas, a los advenedizos. Se trata de un priísmo entendido como disciplina y congruencia partidista. Pero, sobre todo, entendido como revolución y soberanía y nacionalismo.

Alcalde de Torreón, maestro de Introducción al Derecho

Además de participar en la campaña para alcalde del licenciado José Solís Amaro —ex Director de la gloriosa Preparatoria Venustiano Carranza—, Braulio Manuel Fernández Aguirre, entre otras actividades, promovió conferencias sobre la ideolo-gía revolucionaria del PRI, creó el Centro de Información y Capacitación de la Mujer y la Joven, auspició asambleas femeniles para iniciar y coordinar tareas de capacita-ción electoral y apoyó la incorporación a la CNOP, de la Unión de Técnicos y Profe-sionistas de Torreón, presidida por Rafael García Longoria.

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Manlio Fabio Gómez Uranga1973-1974

Y no se entregó el municipio en bandeja de plata

Sucedió que en Viesca el gobernador había propuesto para alcalde a un aspirante que no tenía la gente a su favor. Se sopesaba su candidatura porque portaría el riesgo de entregar el municipio al PAN en bandeja de plata. Y el otro prospecto, José Hadad de la Rosa, tenía el respaldo de las bases. En forma tal que derrotaría en las urnas al contendiente que le pusieran.

A cada minuto que pasaba, la auscultación se complicaba más. Pesaba, prioritaria, la propuesta de la cúpula estatal priísta. Pesaba, inapelable, el riesgo de cederle al PAN la plaza. Urgía definir ya la candidatura. Dada la complexión de ambos aspiran-tes —y los dos cenecistas— el presidente del Comité Directivo Estatal no vio otro camino que una alternativa salomónica para conjurar la inminente ruptura interna:

—“Si tú —le dijo al aspirante propuesto por Saltillo— eres candidato a alcalde, Ha-dad va a nombrar, desde el tesorero, hasta el último de los directores de departamen-to. Y al revés, si Hadad es candidato, tú nombrarás al tesorero y a todos los directores de departamento. ¿Qué dicen?”.

Ninguno de los dos aspirantes dio un paso atrás. Ambos se plantaron en el todo o nada. Frente a hermetismo tal, el titular del directivo estatal, Manlio Fabio Gómez Uranga sugirió un tercero en discordia. De extracción cenopista, además. La primor-dial instancia del PRI estatal no desaprobó el desenlace. Dado que el adversario prin-cipal, respectivamente, no se había salido con la suya y —al fin jóvenes— los dos aspirantes que no transigieron se dispusieron a esperar mejores tiempos. Y el partido no perdió el municipio.

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No deben seccionarse los problemas: don Lázaro

Aportada por la tradición oral, la precedente frase indica que, conforme a enseñanza de Lázaro Cárdenas, Manlio no seccionaba los problemas. Veía a Coahuila como un todo. La atención que le prestó a Viesca, igual se la dedicaba al resto del estado. Por eso el gobernador De las Fuentes —conocedor de política a la alta escuela si los hay—, cuando Manlio era alcalde, lo convocaba un día sí y otro también para que conciliara en conflictos de todo el estado.

En un paréntesis sobre la abundancia que la identificación y el paralelismo po-lítico producen, vale recordar que De las Fuentes Rodríguez fue rector de la Uni-versidad de Coahuila en el sexenio de don Braulio. Y que, en la segunda mitad de la administración de De las Fuentes, Manlio fue alcalde de Torreón. Hubo tal reflejo, tal coincidencia de objetivos entre las líneas que, para bien de Coahuila, trazaron Fernández Aguirre —en su momento— y De las Fuentes en su respectivo sexenio. A indicaciones del gobernador, la responsabilidad del —digamos— factor-enlace Manlio, consistía en encontrarle solución a conflictos de diversos municipios.

Por la armonía en el PRI, la aportación del sector empresarial

Todo estaba cuidado dentro de esa conjunción política Torreón-Saltillo. Pues, for-talecedora regla no escrita que un elemento de extracción empresarial detentara en Torreón la primera regiduría, en el trienio de Manlio —y dadas sus ausencias por la señalada estrategia de De las Fuentes— correspondió cubrir los frecuentes interina-tos al primer regidor Blas Sosa Domínguez.

Líder moral del comercio organizado durante varios lustros, Sosa Domínguez recién había incursionado en el periodismo con muy buen éxito. Luego de encon-trar casi al borde de la quiebra al entonces Noticias, Diario de La Laguna, don Blas condujo el periódico a cimeros niveles de: 1.- Circulación; 2.- Competitividad; 3- Aceptación social, y 4.- Proyección política. Con esos antecedentes y por la produc-tiva relación PRI-Sector empresarial, los aludidos interinatos quedaban en manos experimentadas.

Divertidas, las bases aún recuerdan los estribillos picarescos que —para ser aten-didos— los siempre aguerridos e ingeniosos habitantes de las colonias populares coreaban a las puertas del despacho presidencial. Frente a tan entonados exhortos, por supuesto que don Blas los atendía.

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Desde el partido, la docencia

Así relatada por la tradición oral, parte de su labor como alcalde, Manlio ha sido también maestro de Literatura Mexicana, de Historia de México y catedrático en la Facultad de Derecho de la UA de C. Sin embargo, en su trayecto ha predominado el quehacer político. Es así que Gómez Uranga ha sido delegado del PRI en Chiapas y en Chihuahua, presidente del Comité Directivo Estatal del partido, Secretario Gene-ral de la CNOP estatal y municipal, primer regidor con el alcalde José Solís Amaro, presidente del Congreso local, diputado federal, tres veces diputado local, presidente del Comité Pro Construcción del Edificio del PRI, presidente municipal (logró de-jar al municipio sin deuda pública) y suplente de senador en fórmula con don Raúl Castellanos.

La vocación docente de Manlio queda de manifiesto en los cursos que, como pre-sidente del Comité Municipal del PRI, promovía: 1.- Para capacitar a la ciudadanía en a) Principios del Partido Revolucionario Institucional, b) Análisis de la Consti-tución, c) Derecho Electoral y d) Historia de México; 2.- De Capacitación Política para secretarios generales de organizaciones sindicales y ciudadanía en general, y 3.- Seminario sobre “El Ciudadano”. Se ve que la actividad partidista estaba muy exten-dida hacia la sociedad. Que el lema tácito, llevado a la práctica indicaba: que nadie se quede sin aprender sobre historia y política.

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Heriberto Ramos Salas1974-1977

Sorpresa, el partido cambió de opinión

Mariano López Mercado había recibido, en 1975, el determinante visto bueno del PRI estatal. Ergo, Mariano era inminente alcalde de Torreón. La candidatura —en-tonces equivalente a la presidencia misma— ya se festejaba con mariachi en el cuartel general de Mariano. Pero “Sorpresa: el PRI cambió de opinión; F. J. Madero el alcalde de Torreón” cabeceó el redactor en jefe de El Siglo, tan impresionado que ni siquiera usó el término “candidato a” en vez de “alcalde”, (septiembre 21, 1975).

Cuenta la tradición oral que el general Raúl Madero —lógicamente profundo conocedor del sistema— había acudido a la más alta instancia priísta. Ahí planteó la posibilidad de que su hijo Francisco José fuese el candidato. Era presidente de la república don Luis Echeverría que —entre otras innumerables prendas— si algo le sobra es sensibilidad política. Un instituto surgido de la revolución ¿qué podría regatearle a alguien que había esquivado las balas enemigas matando soldados del usurpador Huerta?

Por cierto —fidelísimo reflejo del sentir de Torreón—, quizá ya repuesto de la impresión, en el pase de la nota, el jefe de redacción corrigió y, textualmente, cabe-ceó: “sorpresa: el PRI cambió de opinión y será”; “será…” que resulta muy distinto del categórico “Madero, alcalde”.

Materia medular, conocer orígenes e historia del PRI

Durante la gestión de Ramos Salas al frente del Comité Municipal, se hizo entrega de credenciales a los integrantes de los comités seccionales. Y en una ceremonia orga-nizada exprofeso, fue el propio presidente del Comité Directivo Estatal, Juan Pablo Rodríguez Galindo, quien hizo entrega de los documentos de identidad partidista.

Oscar Flores Tapia era candidato del PRI a la gubernatura y le tocó a Heriberto

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coordinar actos masivos en apoyo de don Oscar. Entre muchos otros, por lo concu-rrido y sustancioso, queda en la memoria el mitin celebrado el 5 de abril de 1975. Igualmente, trabajó Heriberto en respaldo a las campañas de Francisco José Madero para presidente municipal y de Manlio Fabio Gómez Uranga para diputado local.

Y además de su remarcable atención a los Comités Seccionales, Ramos Salas orga-nizó varios ciclos de cursos y conferencias encaminados a un punto que, perceptible-mente, él estimaba medular: conocer a fondo la historia del partido y, paralelamente, capacitarse en lo político, de forma amplia e intensiva.

Recuperar para el PRI Ciudad Juárez y Baja California Norte

Desertaban del PRI desde modestos gestores-promotores del voto hasta ex goberna-dores e ideólogos con apellidos compuestos y de honorable tradición priísta. Huían apresurados del barco en peligro, los codiciosos mercaderes de la función pública, que se servían del partido para obtener prebendas o armar negocios. Entidades fede-rativas y municipios estratégicos, muy importantes económicamente, eran goberna-dos por Acción Nacional.

En esa marejada de triunfos panistas, hacía más de 20 años que Baja California Norte ya no era bastión del PRI. Tratar de recuperar el estado tenía perfiles de sueño imposible. Significaba desde hacerle frente a una, cada día más arraigada, tradición de derecha, hasta la gran desventaja de vérselas con el poderoso aparato federal.

Beatriz Paredes pensó en Ramos Salas, Heriberto aceptó la rifa del tigre

Era 2010. Se acercaban las elecciones locales de Baja California Norte. Se necesita-ba un delegado general del PRI en el estado. Beatriz Paredes Rangel —presidenta nacional del partido— pensó en el expresidente del Comité Municipal, Heriberto Ramos Salas. Heriberto aceptó. El PRI recuperó cinco municipios y el Congreso del Estado.

16 años atrás, también Ciudad Juárez acusaba rasgos de inexpugnable reducto panista. El entonces dirigente nacional del partido, Roberto Madrazo, igualmente pensó en el expresidente del Comité Municipal, Heriberto Ramos Salas. Y lo nom-bró Delegado General del PRI en el estado de Chihuahua. El candidato priísta, José Reyes Baeza Meléndez, ganó la gubernatura por amplio margen. Ciudad Juárez se recuperó para el PRI. Y otros importantes municipios. Entre ellos Delicias, Camargo

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y Parral que —dicen por allá— es La Capital del Mundo.Actualmente Delegado General del PRI, en Baja California Norte, Ramos Salas ha

sido diputado local y presidente de la Gran Comisión de Gobierno y Puntos Cons-titucionales en 1974; diputado federal y presidente del Comité de Administración de la Cámara de Diputados de 1985 a 1987; alcalde de Torreón en el periodo 1988-1990; Secretario General de Gobierno de Coahuila en 1981; presidente de la Gran Comisión de 2000 a 2003 y Presidente Nacional de la Conferencia de Diputados Locales del PRI, de 2001 a 2003.

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Roberto Sánchez Rodríguez1977-1978

Y… la oposición se robusteció en Torreón

“Debido a las fallas que tuvo el PRI…” decía el dirigente municipal del partido, en tono de enérgica autocrítica, marcando el principio de un arduo capítulo en la historia local del Revolucionario Institucional. Se refería el profesor Sánchez Rodríguez a la elección en que resultó electo el licenciado Homero del Bosque Villarreal, cuya toma de posesión como alcalde ameritó la presencia del ejército. El propio Sánchez Rodrí-guez definió dicho capítulo como el “margen para que el Partido Acción Nacional se robusteciera localmente”.

Tersa, unánime, sin ninguna fisura había resultado la ceremonia donde el profe-sor Roberto Sánchez Rodríguez había sido elegido presidente del Comité Municipal del PRI (El Siglo, marzo 13, 1977). Sin embargo, no habría de ser así de plácido su periodo al frente del partido, pues el primer síntoma estaba dado en que: “trabajado-res minero-metalúrgicos de la Sección 74 realizaron […] una manifestación pública […] para exigir que […] para candidato a segundo regidor […] se favorezca a su compañero Felipe Durán.

Explicaron que los directivos de la Sección 74 propusieron para seleccionar el candidato a la segunda regiduría, a Alejo Rodríguez Requenes, José María Silva y Felipe Durán.

Sección 74, priísmo en pie de lucha por lo justo y lo legal

“El primero […] no puede ser postulado porque tiene pendiente un juicio penal porque hace más de un año, siendo alcaide de la prisión municipal, se le evadieron varios pre-sos. José María Silva, recalcaron, tampoco puede figurar en la terna, porque aun cuando trabaja en las instalaciones de Peñoles en esta ciudad, reside en Gómez Palacio.

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El profesor Sánchez Rodríguez les indicó que su problema debían presentarlo y tra-tarlo directamente con sus directivos sindicales y luego con el Comité Ejecutivo del PRI en Coahuila” (El Siglo, septiembre 27, 1978).

El priísmo digno que luchaba por lo justo y lo legal mediante una nutrida manifes-tación de obreros, resultaría leve frente a: “se trabaja en la reestructuración de […] cuadros internos. Lo anterior, reconoció el Profr. Sánchez Rodríguez, es consecuen-cia del resultado de los pasados comicios municipales celebrados en esta ciudad y que —según afirmó— debido a la fallas que tuvo el PRI dio margen para que el Par-tido Acción Nacional se robusteciera localmente” (El Siglo, diciembre 21, 1978).

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Mariano López Mercado1979

José López Portillo, impresionante crecimiento económico del ocho por ciento

“…[Un] llamado a la dignidad del Lic. Homero del Bosque y de las personas que in-tegran su planilla para, que haciendo a un lado el decreto del Congreso, presenten su renuncia a los puestos que ocupan y recuperen ante la ciudad el prestigio que antes tenían” (El Siglo, enero 6, 1979).

Como este conflicto implicaba pasar por alto un decreto del Congreso, resalta la agilidad del PRI estatal al escoger como dirigente municipal a un militante que hilaba fino: Mariano López Mercado. Vástago del licenciado Raúl López Sánchez —uno de los dos coahuilenses de excepción que han sido secretarios de Estado—, Mariano era congruente con el apellido y literalmente, vivía para la política.

Seguramente con la prosa del ingeniero Edmundo Gurza Villarreal —en su opor-tunidad, candidato panista contra Del Bosque— el párrafo inicial, tomado de una carta de Gurza a don Homero, revela que no era nada fácil la situación del partido cuando López Mercado asumió la presidencia del Comité Municipal.

El ingeniero Gurza, autor de la columna “Palestra”, en su papel de conocedor —era la vieja guardia panista— de tácticas políticas certeras, con el nombre de “Palestra” había bautizado el mitin que semanalmente realizaba el PAN para exigir la renuncia de Del Bosque.

El partido es primero y… Homero del Bosque no capituló

Y redondeaba Gurza los mítines de protesta, las impugnaciones y las críticas a Del Bosque con ese llamado a la dignidad y a recuperar el prestigio perdido. Porque sabía que así restregaba eficazmente la llaga de alguien con los antecedentes locales de apellido

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y el estilo apolíneo de don Homero. A grado tal que, según la tradición oral, Del Bosque llegó a externar su propósito de solicitar licencia. A su individual postura de abandonar el campo de batalla, don Homero recibió como respuesta un senci-llo pero inexorable el partido es primero. Así esclarecida la situación, Del Bosque no capituló. Ocupó su sitio en el frente de batalla y ejerció los tres años la presidencia municipal.

El inagotable gusto de Mariano por la política

Gobernaba entonces don José López Portillo. Durante casi todo su sexenio, logró un impresionante crecimiento económico del ocho por ciento. Esta situación eco-nómica, lógicamente, derivaba en estabilidad social. Eso y su inagotable gusto por la política, le permitieron a López Mercado hacer ágilmente lo que le correspondía. A través del Comité Municipal, Mariano apuntaló, de entrada, la situación mediante “Multitudinario acto. Rinden protesta directivos del PRI local y estatal”. “Fortaleci-miento de las filas priistas”. Y “Haremos del PRI de Torreón el más fuerte y vigoro-so: López Mercado. Rindió protesta ayer como nuevo presidente” (El Siglo, enero 8, 1979).

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Manlio Fabio Gómez Uranga1979-1981 (Véase en p. 89)

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José Rodolfo Mijares Gómez1982

Mandó empeñar la pistola para comprar el papel e imprimir La Opinión

—Don Rosendo —dijo, feliz, el candidato triunfante— La Opinión, usted, pues, tuvo mucho qué ver con que yo ganara las elecciones. Si usted lo tiene a bien, le pido que acepte un linotipo que le traigo en un camión que está aquí afuera. Le ruego que lo acepte. Es una muestra sencilla de mi agradecimiento para con usted, para con el periódico.

—Se lo agradezco mucho —le respondió sonriente don Rosendo— pero no hay ninguna necesidad de esto. Yo lo apoyé porque creo en usted. Porque estoy conven-cido de que usted debía ganar las elecciones. Como sucedió. Le agradezco mucho su intención, le repito. Pero no hace falta nada de esto. Yo, con que usted ganara, con eso me doy por satisfecho.

No sin cierta pena, el alcalde admitió las razones de don Rosendo. Se despidió cortésmente y se fue con el flamante linotipo. Tecnología que costaba una fortuna en la segunda década del Siglo XX.

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Apenas se hubo retirado el alcalde, don Rosendo Guerrero Carlos, fundador de La Opinión, llamó al velador. Le entregó su pistola y le dijo:

—Ve a empeñarla. Con lo que te den vamos a comprar el papel para la edición de mañana.

De ese espíritu, de esos valores surgió La Opinión. Diario de la mañana, con sede en Matamoros y Falcón. De ese periodismo, celosamente custodiado por la tradición oral, abrevaron generaciones de torreonenses que, día a día, se bebían la columna “Vértice”, escrita por el reportero Alejandro Saborit Irigoyen.

De la fusión del Periódico-Guía La Opinión con sus lectores, proceden los inol-vidables torneos de oratoria —fiesta de la palabra, les decía Saborit—. Certámenes donde, botón de muestra, obtuvo el campeonato Pedro Sáenz Cepeda, quien fuera secretario de Ernesto “Che” Guevara. Torneos, escenificados en el insuperable audi-torio de la Preparatoria Venustiano Carranza, que dieron a conocer gente como el antropólogo Francisco Emilio de los Ríos Hernández, uno de los altruistas pioneros de la bien amada Camerata de Coahuila. Merced a la oratoria por La Opinión fomen-tada en la PVC, también se proyectaron exitosamente el reportero Arturo Cadivich Michelena y un presidente del Comité Municipal del PRI: Rodolfo Mijares Gómez.

El inicio, un discurso sobre Juárez

Académicamente moldeado en la Escuela del Centenario, la Preparatoria Venustiano Carranza y la UNAM, José Rodolfo Mijares Gómez enfiló hacia su extensa carrera político-administrativa desde que, en una memorable velada del 56, con un discurso sobre Juárez, obtuvo el subcampeonato en uno de los mencionados torneos de ora-toria.

Años después, ya licenciado en Derecho por la UNAM, Mijares Gómez aportaría su elocuencia a los mítines de apoyo a los candidatos postulados por el PRI, partido donde, en Torreón, ocupó los cargos que vienen a continuación.

Fundó la gaceta de la CNOP, El revolucionario

Director de Acción Juvenil; director de Estudios Especiales con el alcalde Rodolfo Guerrero González; secretario General del Centro de Estudios Políticos, Económi-cos y Sociales; secretario de Acción Cultural en la CNOP; fundador de la gaceta El revolucionario, órgano informativo de la CNOP; secretario del Ayuntamiento con Francisco J. Madero; ídem con Carlos Román Cepeda; primer regidor con Braulio

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Manuel Fernández Aguirre; suplente del diputado local, exsubdirector del diario La Opinión, Manuel Torres González. Y en el estado, Mijares Gómez fue subsecretario de Gobierno con el licenciado José de las Fuentes Rodríguez.

Enrique Agüero Ávalos y Lauro Quintanar

A Mijares Gómez le correspondió participar en el trabajo relativo a las campañas electorales de Víctor González Avelar, para diputado federal por el segundo distrito, así como en la de una fórmula certeramente integrada por un elemento de la pe-queña propiedad —Enrique Agüero Avalos como propietario— y un político de extracción Cinematografistas-CTM —Lauro Quintanar como suplente—, quienes contendieron por la diputación federal del Sexto Distrito y la obtuvieron.

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Juan Abusaid Ríos1982-1983

Un cheque personal para pagar la deuda del municipio

“Es mi última semana como alcalde”, pensó Juan Abusaid, y detuvo un instante la mi-rada en los retratos de Luis Echeverría y Eulalio Gutiérrez Treviño. Las fotos oficiales del presidente y del gobernador marcaban el centro de sendos muros del despacho.

—El edificio data de 1936 —le había dicho un amigo—. Fue el primer edificio construido exprofeso para que albergara las oficinas del Ayuntamiento. Primero era de un solo piso, luego le agregaron el segundo…

No sin un dejo de nostalgia, Abusaid asumió que habrían hecho la presidencia a la moda arquitectónica de aquellos años. El edificio proyectaba fuerza y sencillez. Recordó un pendiente. Interrumpió sus pensamientos y le llamó al director de Fi-nanzas.

—¿De cuánto es la deuda del municipio? —le preguntó.—Son… permítame un momento. A ver… aquí tengo ya la cantidad, son un mi-

llón 400 mil pesos —le informó el funcionario.—Ven, por favor —le dijo don Juan.Hizo, de inmediato, el cheque personal 6-16/44 del Banco Comercial Mexicano

S. A. Lo firmó. Lo entregó al funcionario. Quedó saldada la deuda municipal. Un mi-llón 400 mil pesos de aquellos (Revista Cambio XXI, número 3, página 6; septiembre de 1998).

Invitado al banquete de Bush y los cien hombres más ricos de México

Invitado a un banquete para el presidente George Bush y los cien hombres más ricos de México, en víspera de instaurarse el Tratado de Libre Comercio. Participante por el PRI en asambleas de la Internacional Socialista, Juan Abusaid Ríos fue también delegado del partido en Ciudad Lerdo, ante una cúpula priísta local sin estatura para valorarlo.

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Diversas imágenes arrastra de inmediato a la mente el apellido Abusaid Ríos. Cuando se le confía el liderazgo municipal del partido en Torreón, la idea predomi-nante se sintetiza en una frase de don Emilio Azcárraga Vidaurreta: soy un soldado del PRI.

Como en las batallas decisivas

Partiendo de lo que el profesor Roberto Sánchez Rodríguez había experimentado, que Acción Nacional se robusteciera localmente, el PRI se creció al castigo, se declaró en pie de lucha. Mariano había aplicado la estrategia correcta en el Comité Municipal: acicatear, reavivar, reunificar. Una vez concluida esa necesaria etapa de transición, el partido no bajó la guardia. Las cosas estaban nada fáciles y, no estaba de más, man-tener en el liderazgo priísta de Torreón a gente que, como en las batallas decisivas, pesara hasta por el nombre.

Fue así como “hoy por la mañana se efectuará la asamblea de los tres sectores del Comité Municipal del PRI […] durante la que rendirá la protesta como nuevo pre-sidente de ese organismo, Juan Abusaid Ríos en sustitución del licenciado Rodolfo Mijares Gómez” (El Siglo, marzo 28, 1982).

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Tomás Román Mier1983

Derrotas del PRI en las urnas, materia de discusión y análisis

“…[Las] recientes elecciones celebradas en varias entidades, entre ellas Durango y Chihuahua en las que el PAN y otros partidos de oposición triunfaron sobre candi-datos priistas” (El Siglo, julio 12, 1983).

Esa era la materia de discusión y análisis cuando Tomás Román Mier se desempe-ñaba como presidente del Comité Municipal del PRI. Las primeras derrotas priístas frente a la oposición, constituían para algunos el germen de una emboscada contra una desarmada militancia priísta nacional. Para otros, significaban una bocanada de democracia que el partido no solamente tenía la capacidad suficiente para resistirla y superarla, sino que, además, el país la necesitaba con cierta urgencia.

Visualizar el arribo de otro partido a Los Pinos

Si bien quienes sostienen el segundo punto de vista no habrían de estar, hoy, del todo satisfechos con los resultados que al país le acarrearon los vientos de democracia, deri-vados de aquellas primeras derrotas priístas. Da la impresión de que el dirigente mu-nicipal del PRI en 1983 visualizó el arribo de un panista a Los Pinos, y decidió Ro-mán Mier liderar el Revolucionario Institucional como era sensato hacerlo, previendo condiciones diametralmente opuestas a las que imperaban cuando, exclusivamente, podían acceder a la presidencia de la república los candidatos postulados por el PRI.

“El PRI no está perdiendo fuerza ni se desmorona”, hubo de declarar Tomás Ro-mán Mier, estructurando así conceptos que parecían ratificar una inhóspita realidad, muy distinta de lo que intentaba matizar (El Siglo, julio 12, 1983). Sin embargo, den-tro de su percepción sobre el futuro del país y del partido, se ve que Román Mier entendió en qué dirección señalaban los tiempos novedosos que en política empe-zaban a respirarse.

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La nueva tendencia política de De la Madrid

Los triunfos de la oposición, explicó Román Mier, son “un producto democrático de la nueva tendencia política implementada por el presidente De la Madrid, que ha sido entendida fielmente por la ciudadanía, de tal forma que ahora es mayor el núme-ro de votantes en los procesos electorales” (El Siglo, julio 12, 1983).

Y remató Tomás Román con un planteamiento tan vigente como materia de es-trategia: “...el PAN está limitado en cuanto a elementos de peso y prueba de ello es que siempre son los mismos los que se presentan como candidatos, según se pudo comprobar en las elecciones anteriores” (Ídem).

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José Medardo Rodríguez Lugo1983-1984

La prioritaria llaga del partido

“…[Con] la decidida participación de todos los verdaderos priístas…”, el término verdaderos, aplicado así por Manlio Fabio Gómez Uranga, que no es dado a dilapidar adjetivos —y menos en una asamblea para renovar Comité Municipal del partido— además de identificación con el genuino priísmo de Reyes Heroles, remueve la en-tonces prioritaria llaga: Monclova en poder de Acción Nacional.

Tomás Román Mier había sido nombrado coordinador del PRI en la Región La-gunera. Quedó acéfalo el Comité Municipal. Fue nombrado presidente interino José Medardo Rodríguez Lugo. Manlio era presidente del Comité Directivo Estatal y la frase inicial entrecomillada corresponde al discurso de Manlio en la asamblea muni-cipal del PRI donde “se procedió a la actualización de los principales cuadros direc-tivos de ese organismo político” (El Siglo, julio 13, 1983).

“…[Con] la decidida participación de todos los verdaderos priistas [continuó Manlio] se estará en posibilidad de alcanzar el triunfo en los treinta y ocho muni-cipios del Estado, incluyendo […] Monclova. Con elementos capaces que, llegado el momento, podrán lograr el triunfo si [otra vez el dedo en la llaga] cuentan con el respaldo y la unidad de todos los priístas”. Conocedor del terreno, Manlio señaló lo fundamental: “… un vasto programa que incluya la reestructuración de todos los comités seccionales” (Ídem).

Desde Monclova, se ramificaría AN

“…[Reunión] de trabajo sobre servicios municipales y foro de consulta popular, dentro de la campaña del Lic. Manlio Gómez Uranga, candidato del PRI a la pre-sidencia municipal de Torreón” (El Siglo, noviembre 22, 1984). Expresidente del

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Comité Municipal, Manlio era ya candidato a alcalde. Además de incluir este hon-roso peldaño en el trayecto ascendente de su antecesor Manlio, el interinato de José Medardo Rodríguez Lugo transcurrió bajo un permanente estado de alerta frente al enclave panista de Monclova. Desde ahí se ramificaría el PAN a otros municipios coahuilenses.

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Carlos Román Cepeda González1985-1988

Se materializó la sugerencia de Velia Margarita Guerrero, directora de La Opinión

—Lo felicito por su triunfo sobre García Villa, licenciado —le dijo la directora de La Opinión al candidato triunfador, Manlio Fabio Gómez Uranga.

Dialogaban en la dirección del decano de los periódicos torreonenses. Manlio ha-bía ido a patentizar su agradecimiento por la cobertura informativa de La Opinión a los actos de la campaña.

—Pero —continuó Velia Margarita— ese local de cuatro por cuatro, donde está el PRI… ¿no se amerita un edificio digno del partido, licenciado?

Se trataba de un proyecto prioritario de Manlio. Sólo dicho por otra voz. Como si monologara, Manlio contestó de inmediato:

—Tiene usted toda la razón, señorita Velia. Y se construirá. Fue así que —dice la tradición oral—, una vez en el ejercicio de la alcaldía, Manlio

fundó, encabezó y apoyó determinantemente el Comité para la Construcción del Edificio del PRI de Torreón.

De forma tal que “Luego de cortar el simbólico listón, correspondió al presidente del Comité Municipal, Lic. Carlos R. Cepeda González, izar la bandera emblemática del partido y, posteriormente, el Lic. De la Vega develó la placa alusiva a la inaugu-ración del nuevo edificio [del PRI] cuya construcción tuvo un costo superior a los ciento cincuenta millones de pesos” (El Siglo, mayo 13, 1987).

La víspera, el día 12, marca una página en la historia local: el partido político que había gobernado, administrado, conducido a Torreón desde sus albores como urbe, el PRI, ya tenía casa. Ubicada en Morelos 655 oriente, habían venido a inaugurarla el presidente del Ejecutivo Nacional, Jorge de la Vega Domínguez y el gobernador José de las Fuentes Rodríguez.

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Etapa laboriosa, Salinas de Gortari, Eliseo, Heriberto

Se trataba de una cima que, para poder escalarla, ameritó años de esfuerzos y acti-va participación de bases y dirigencias. Muy relevante por el singular capítulo de, al fin, tener casa —propia, digna y construida exprofeso— para el partido, en otros aspectos también fue laborioso el periodo de Carlos Román al frente del Comité Municipal.

Implicó, por ejemplo, las actividades de campaña electoral en apoyo de Eliseo Mendoza Berrueto a la gubernatura del estado, Carlos Salinas de Gortari a la pre-sidencia de la república y Heriberto Ramos Salas a la alcaldía de Torreón. En este caso, se trataba de un dirigente del Comité Municipal que apoya la campaña de un expresidente del mismo comité.

El primero, andando el tiempo, también sería alcalde. Como resultado de una vi-vificante táctica priísta de, por y para el partido, que no deja de recordar al maestro Reyes Heroles y su absoluto rechazo a los “paracaidistas” y los advenedizos.

Reafiliación al PRI, asignatura prioritaria

Atendió también Carlos Román un aspecto fundamental para el desarrollo y la revi-talización del partido: actualizar el padrón de militantes priístas y, complementaria-mente, realizar una campaña de reafiliación.Luego —un avance más de Carlos Román— “fue el dirigente local de la CTM, Le-obardo Flores Ávila, quien tomó la protesta a Cepeda González y a Mario Cepeda, como candidatos oficiales por parte del PRI a la diputación local en este distrito” (El Siglo, abril 25, 1988).

A raíz de esa postulación, “ayer mismo, el Lic. Cepeda González se separó de la presidencia del comité directivo municipal del PRI, indicándose extraoficialmente que el actual oficial mayor de la presidencia municipal, Lic. Raúl Orozco, lo sustituirá interinamente” (El Siglo, abril 22, 1988).

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Raúl Orozco Moreno1988

El comercio organizado exigió proceder contra los responsables

“…[El] presidente del comercio organizado local criticó los actos de violencia en que se vieron involucrados dirigentes y miembros del PRI de esta ciudad y segui-dores o simpatizantes del Partido Mexicano Socialista, reiterando que estos hechos deben ser investigados en forma efectiva por las autoridades judiciales y procederse en contra de quienes resulten responsables” (El Siglo, octubre 20, 1988).

Un movimiento social había sacudido la ciudad. En los diarios se leían las siglas del PRI junto a las de otro partido. El comercio organizado demandaba investigación efectiva y sanciones. Menos de setenta y dos horas después, “al presentar su renuncia como presidente del comité municipal del PRI en esta ciudad, el Lic. Raúl Orozco Moreno lo hizo basado en una determinación propia y no porque se le haya solicita-do o presionado para ello, comentó ayer el alcalde Lic. Heriberto Ramos Salas” (El Siglo, octubre 22, 1988).

Propuesto por las colonias populares

Para esto, Carlos Román Cepeda se había ido de candidato a diputado local. Corrió la versión de que lo sustituiría en el PRI el oficial mayor de la presidencia y “Orozco Moreno dijo tener conocimiento de que algunos dirigentes de colonias populares lo han propuesto para la presidencia del partido en Torreón, pero afirmó ser antes que nada disciplinado y estar dispuesto a lo que la dirigencia estatal decida” (El Siglo, mayo 7, 1988).

Al referirse a las colonias populares como el principal —o único— origen de la propuesta para convertirlo en presidente del PRI municipal, Orozco Moreno ubi-caba en ese núcleo el apoyo determinante para acceder a la dirigencia local del PRI.

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Pero, también se perfilaba como cúpula del Tricolor: “antes que nada, disciplinado” a la dirigencia con sede en Saltillo.

Poder priísta de convocatoria para la clase trabajadora

Se lee la formación académica de Orozco Moreno en el estilo de este desplegado que firmó: “…Heriberto Ramos quien, en un acto ejemplar de gobierno que tendrá trascendencia histórica […] determinó medidas enérgicas para el control de la venta inmoderada de bebidas alcohólicas, decisión que viene a defender los intereses y la tranquilidad de las familias obreras, campesinas y del sector popular”.

A escasos diez días de su pre-destape, Orozco Moreno hizo firmar esa inserción a todos los trabajadores organizados: además de las institucionales CTM, CNC, CNOP y Sección 74, firmaron otras seis centrales obreras, siete organizaciones de transportistas y hasta al Sindicato Nacional Campesino y la Central Campesina In-dependiente. Convocó, pues, Orozco Moreno, todo el apoyo de la clase trabajadora para Ramos Salas. Y lo obtuvo (El Siglo, mayo 18, 1988).

PRI, interlocutor ante Peñoles

En defensa de la salud de la población, Orozco Moreno prefirió el dialogo con Pe-ñoles a ejercer presiones de otro tipo: “…el licenciado Raúl Orozco Moreno, dijo que funcionarios de Met-Mex Peñoles aceptaron que representantes de ese partido actúen como interlocutores de los vecinos de las diversas colonias populares aleda-ñas a la planta que han estado protestando por las emanaciones de gases tóxicos […] aclaró el Lic. Orozco Moreno que los colonos que están siendo representados por el partido oficial, no pertenecen a los grupos que en los últimos días han organizado plantones frente a las instalaciones de Peñoles” (El Siglo, agosto 19, 1988).

Pero…

Apenas dos meses después, “el presidente del comercio organizado local criticó los actos de violencia, reiterando que estos hechos no deben ser” y Enrique Rodríguez quedó en lugar de Orozco Moreno.

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Enrique Rodríguez Álvarez1988-1990

Después de la tempestad…

Si bien el señalamiento del directivo del comercio no especificaba en El Siglo que el propio presidente del Comité Municipal del PRI había participado personalmente en los actos que Canaco reprobaba y se limitaba el empresario a generalizar cautamente con la frase imprecisa “dirigentes del PRI”, no es difícil deducir que, efectivamente, el licenciado Raúl Orozco Moreno daba la cara, hacía punta, en los movimientos que —como líder priista— consideraba era su deber encabezar en defensa de las bases. Fue pues, el de dicha etapa, un PRI municipal frontalmente solidario con las familias de las colonias populares.

Recién terminado un periodo que, por el estilo combativo del dirigente municipal priísta, había sacudido a la ciudad, posiblemente impulsaron la prospección de En-rique Rodríguez, quienes vieron en él las características adecuadas para moderar la proyección del partido hacia la comunidad.

Durante la etapa de Enrique Rodríguez al frente del Comité Municipal, se solicitó “la intervención de la Presidencia Municipal para que las gaseras, que prácticamente ya se encuentran dentro de la mancha urbana, sean reubicadas fuera de la ciudad”. Se propuso “lograr la reunificación de todos los sectores y organismos que integran ese instituto político”.

“En apoyo a la campaña de captación de sangre que lleva a cabo la Cruz Roja de esta ciudad, el comité municipal del Partido Revolucionario Institucional acaba de formar un directorio de donadores altruistas, constituido por los propios miembros de ese organismo y sus colaboradores”. También se ofreció “una conferencia con el tema de la Perestroika”. Se participó “en la integración de los estudios relacionados con el proyecto para la Nueva Laguna. Se hizo “un llamado a la población en general [respecto a realizar] las gestiones necesarias para que se te cobre lo justo y dejes de pagar esas tarifas exorbitantes que estableció la mencionada Comisión [Federal de

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Electricidad]”, y se convocó a un mitin contra la carestía (El Siglo, enero 9, marzo 4, abril 22 y junio 30, 1989; ídem, enero 4 y enero 27, 1990).

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Raúl Aguilar Parrilla1990

Breve tiempo pero desafiante, complejo, arduo, estuvo el maestro Raúl Aguilar Parri-lla al frente del Comité Municipal.

Tal como expresidentes del PRI Torreón e integrantes del Comité Ejecutivo Na-cional del partido lo dedujeron, la conciencia cívica de los electores buscaba alter-nativas que sentía ya no encontrar en el Revolucionario Institucional. Sin liderazgos consistentes de izquierda en la mayoría de las entidades federativas, los ciudadanos contestatarios, sin ser derechistas, tendieron a encauzarse en las siglas de oposición más conocidas.

El PRI gobernaba el país, la vida de los seres humanos era lo más preciado

Corría la segunda mitad de los ochentas. El PRI detentaba el Poder Ejecutivo Fede-ral y la vida de un ser humano, de un solo ser humano era lo más preciado. Por eso, del apasionado ambiente preelectoral que imperaba entonces, da clara idea el hecho de que hubo de lamentarse la muerte de un ciudadano baleado, en la Plaza del IV Centenario en Durango capital, durante un mitin efectuado dentro de las campañas por la gubernatura.

Y un trienio más tarde, por primera vez en la historia, la entonces oposición sentó sus reales en un gobierno estatal. El brote derechista en Baja California Norte y su previsible ramificación a otros estados, definieron el entorno que Aguilar Parrilla hubo de afrontar.

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El amago de la derecha, se reflejó en otro esfuerzo priísta por la democratización

Cundía el derechismo y, en el aspecto local, junto al presidente interino Enrique Ro-dríguez Álvarez, protagonizaron otro esfuerzo por fortalecer las raíces democráticas del PRI: Jorge Humberto Pérez Hinojosa, Samuel González, Jaime Ramírez Amador y Jesús Antonio Rodríguez Galindo.

En las mencionadas circunstancias políticas del plano nacional, resulta estimulan-te la intención de los cuatro prospectos por agregarse a comparecer frente al análisis, la exigencia y el criterio de las bases. Sin demérito alguno de quien detentaba el inte-rinato, en obvio de tiempo y espacio, se citarán determinados rasgos de los retadores a presidir el Comité Municipal:1.- Jesús Antonio Rodríguez Galindo, firme en su vía, paralela —como quedó escri-to— a la del patriota Rodolfo González Guevara: luchar por la democracia, desde dentro del partido; 2.- Amén de su consistente vocación política, ideólogo muy com-pleto, Pérez Hinojosa ejercería la presidencia del Comité 4 años después; 3.- Samuel González, fusionado con la CNOP, mediante su activismo de toda la vida en dicho sector, y 4.- Jaime Ramírez Amador.

Tonalidades de leyenda

Secretario del Ayuntamiento nada menos que con el señor del priísmo Juan Abusaid Ríos, muy estimado y conocido por sobresalientes núcleos y estratos diversos del priísmo nacional, Jaime Ramírez Amador significa numerosas anécdotas a cuál más interesante e hilarante. Significa solidaridad, amistad, profundo conocimiento de la política. Implica, en fin, tintes de leyenda.

La convención para renovar el Comité Municipal se celebraría el 30 de marzo de 1990. Participarían mil seiscientos cuarenta y dos delegados. Cuatro por cada uno de los 204 comités seccionales. Y los restantes representantes de los tres sectores, obre-ro, campesino y popular. Así como del Frente Juvenil Revolucionario y del Consejo para la Integración de la Mujer.

Precisamente Jaime Ramírez Amador “declaró que ni el ex presidente interino in-geniero Rodríguez Álvarez ni el secretario de organización Samuel González, deben de participar en este proceso eleccionario. Pues, por los puestos que ocuparon, es lógico suponer que llevarán ventaja sobre los demás candidatos” (El Siglo, marzo 14, 1990).

Sin embargo, Rodríguez Álvarez participó. Y resultó triunfador.

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Rodolfo González Treviño Haces-Gil1990

González Guevara, el revolucionario, el iconoclasta

“…[El] dirigente de la CTM, Fidel Velázquez, es el principal enemigo a vencer en el proceso de democratización interna del Partido Revolucionario Institucional, junto con los dirigentes de los otros dos sectores que integran el partido y el grupo de burocracia elitista que tienen temor de perder sus arraigados intereses”. Breve pero integral tesis esta que, durante su visita de trabajo a Torreón, había impartido Rodol-fo González Guevara, coordinador nacional de la Corriente Crítica del PRI (El Siglo, abril 25, 1990).

González Guevara desempeñaba a cabalidad su papel: el PRI volvía a hacer un esfuerzo por renovarse, por democratizarse, a González Guevara le había sido enco-mendado encabezar ese revitalizador impulso priísta. Y se ve que el partido no había podido escoger mejor: don Rodolfo era congruente. Cumplía su deber: con todo contra lo que impidiera la democratización. Con todo, radicalmente, sin simulacio-nes ni concesiones. Corría la última década del Siglo XX y empezaban a cimbrarse los muros del sistema.

Entre una usual forma de PRI que, quizá se iba y, otra trepidante, revolucionaria que se anunciaba, Rodolfo González Treviño Haces, presidente del Comité Munici-pal, por su parte, también cumplía, cuando serenamente señaló: “…la presencia del líder […] Fidel Velázquez dentro de las filas del PRI, durará hasta que sus represen-tados lo determinen” (El Siglo, abril 26, 1990).

El fin de la zona de tolerancia

Ya no fue más zona de tolerancia la Maclovio Herrera. Generaciones y generaciones de varones torreonenses vieron cómo terminaba una época de la joven ciudad: “…su firme

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determinación de ordenar el cierre del sector 4, zona de tolerancia”, así agradecía González Treviño Haces Gil, en nombre de la comunidad, al alcalde Carlos Román Cepeda González, en una inserción de la prensa local. Era 31 de enero de 1991.

Senaduría que enfilaba hacia gubernatura

Además de la campaña electoral de Carlos Román Cepeda para alcalde, a Gonzá-lez Treviño Haces le correspondió, como dirigente del PRI local, asistir a “que, de acuerdo con una información originada antenoche en Saltillo, se dio a conocer que localmente los candidatos del PRI a diputados federales serán: Francisco Dávila por el segundo distrito y el licenciado Mariano López Mercado por el sexto.Por lo que se refiere al candidato a senador por Coahuila, será el doctor Rogelio Montemayor Seguy, actualmente coordinador estatal del Programa Nacional de So-lidaridad” (El Siglo, mayo 8, 1991).

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Jesús de la Rosa Godoy1990

En el Granma del Che, de Camilo Cienfuegos y Fidel

Se hicieron a la mar, Jesús de la Rosa Godoy y otros 99 jóvenes, en una réplica del yate Granma. La original, la legendaria embarcación había zarpado de Tuxpan, Veracruz, el 25 de noviembre de 1956. El 2 de diciembre de ese año, el Granma dejaría en Playa Colorada, Santiago de Cuba, a los 82 guerrilleros encabezados por Ernesto “Che” Guevara, Camilo Cienfuegos y Fidel para que hicieran la Revolución Cubana.

En 1978, la réplica zarpó de Puerto Progreso, Yucatán, y atracó en Playa Boyeros. Luego, la joven tripulación fue conducida por Raúl Castro, ante el Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas Revolucionarias. Todo dentro del Festival Mundial de la Juventud, celebrado en el aludido año.

Un lustro más tarde, De la Rosa Godoy se graduaría de Médico Veterinario Zoo-tecnista en la Antonio Narro. Procedía el MVZ de nombres que proyectan afama-da tradición académica sampetrina; Ladislao Covantes, 18 de Marzo, Agua Nueva, planteles donde, respectivamente, De la Rosa había cursado secundaria, primaria y bachillerato.

Discípulo de don Jesús y de González Pedrero

En lo político, De la Rosa pulió su formación teórica en el Instituto de Capacitación Política del Comité Ejecutivo Nacional del partido. Si de privilegios que da la vida (y el partido) se habla, vale decir que don Jesús Reyes Heroles, Enrique González Pedrero y Mario Moya Palencia fueron maestros del presidente partidario que nos ocupa.

Diputado local en 1992, De la Rosa Godoy presidió la Gran Comisión del Con-greso coahuilense en 1993. Legislador federal en 2000, encabezó la Comisión de

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Amistad Parlamentaria México-Holanda. Entre 2001 y 2007, se ha desempeñado como delegado general del Comité Ejecutivo Nacional en los estados de Guerrero, San Luis Potosí y Zacatecas; en Tlaxcala, Querétaro y Baja California Sur. También ha sido delegado regional del CEN en Quintana Roo, Estado de México y la propia Baja California; del Comité Directivo Estatal del PRI, lo ha sido en prácticamente todo Coahuila. Desde los Cinco Manantiales hasta la franja fronteriza; desde la Car-bonífera hasta la Comarca Lagunera.

El II federal, un distrito que el PRI no perdió en 2000

Líneas arriba se menciona la diputación federal ejercida por De la Rosa Godoy en 2000. Sí, precisamente cuando la derrota en los comicios presidenciales tanto pesó en el ánimo de millones de priístas verdaderos, verbi gracia, Manuel de la Torre, Ma-ría del Socorro Fernández Núñez, Coy; Silvestra Villalobos de Atilano, Doña Chi-veta, y el profesor Ramiro Morones Béloc. En las elecciones de 2000, no quedó en manos del panismo el distrito electoral federal II. Ahí, Jesús de la Rosa Godoy fue el candidato triunfador.

Veinte años después

Desde 2007, De la Rosa Godoy se desempe-ña como director de CONALEP Torreón. Por cierto, fue Consejero Constituyente del Estatuto de la Universidad Autónoma de Coahuila. Y aunque suele comentarse que no es lo mismo Los Tres Mosqueteros… No veinte, sino 24 años después de haber zarpa-do rumbo a Cuba en la réplica del Granma, De la Rosa Godoy participó en una delega-ción de legisladores integrada también por Gustavo Carvajal Moreno, Rafael Rodríguez Barrera y Beatriz Paredes Rangel, delegación que viajó a La Habana. En esa forma, tuvo el MVZ la buena fortuna —otra vez— de ser recibido por Fidel Castro, en la Casa de Go-bierno del Territorio Libre de América.

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José Luis Cháirez Medina1990

Luego de que estuviera al frente del Comité Municipal del PRI Jesús de la Rosa Go-doy, “el diputado local José Luis Chaírez Medina fue designado ayer presidente in-terino del Comité Municipal del PRI, en sustitución del doctor Jesús de la Rosa Go-doy, quien renunció a dicho cargo el sábado anterior para registrarse como candidato a la presidencia municipal de San Pedro, Coahuila” (El Siglo, agosto 7, 1990).

A José Luis Cháirez, detentor de una amplia experiencia en las lides a favor de la clase obrera, le correspondería —en coordinación con el PRI estatal— dar el toque final a una convención para definir quién sería candidato del PRI a la presidencia municipal de Torreón.

Precandidatos que no se prestaban a simulaciones

Las precandidaturas de Carlos Román Cepeda y Alicia López de la Torre, de suyo, auguraban un interesante proceso interno para elegir candidato del PRI a alcalde. Aun cuando todavía no estaba del todo arraigado el reconocimiento a las abrupta-mente llamadas cuotas de género, a López de la Torre se le auguraba nutrida votación por parte de las militantes. A su presencia se añadía que se inscribirían en la contien-da por la candidatura Jorge Dueñes Zurita y Jesús Antonio Rodríguez Galindo.

Ellos le confirmarían visos no sólo de autenticidad, sino hasta de osada contienda democrática al proceso interno. Cada uno en su terreno, ambos cuentan en su haber con prestigiosa hoja de servicios. Ninguno de ellos iba a prestarse a simulaciones. Y esto oxigenaría no sólo a la convención para seleccionar candidato priísta, sino al partido mismo.

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Entre González Guevara y Carlos A. Madrazo

Triunfó Carlos Román Cepeda —expresidente del Comité Municipal del PRI, a mu-cho orgullo—, quien refrendaría la victoria en la elección constitucional y asumiría la presidencia municipal. Pero, así como el buen sabor de boca y el deseo de que se repita, quedó renglón aparte en la memoria priísta de Torreón, la convención donde participó Jorge Dueñes Zurita, empresario sincero, progresista. Y solicitó registrarse Jesús Antonio Rodríguez Galindo, visiblemente inscrito en dos caudalosas vertien-tes del priísmo: el legado de Carlos Alberto Madrazo por la democratización del país y la ortodoxia de Rodolfo González Guevara.

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Rodolfo González Treviño Haces-Gil1991-1992 (Véase en p. 125)

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Mario Valdés Berlanga1992-1993 (Véase en p. 149)

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Jorge Humberto Pérez Hinojosa1994

El reto de Colosio, tener un amplio respaldo social

Colosio utilizaba —en forma “enfática”, calificó el reportero— conceptos que, ine-vitablemente, transportaban al 88: reto, desafío, capacidad de triunfo, amplia parti-cipación social. Es decir, lo que se necesitaba. Lo que resultaba indispensable para prescindir de caídas del sistema. Sobre todo, una amplia participación social. Léase: “…aceptamos el desafío y el reto que significa la elección del 94 […] vamos por el triunfo y vamos a demostrar que somos capaces de obtenerlo con una amplia parti-cipación social…” (El Siglo, enero 25, 1994).

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Hablaba Luis Donaldo Colosio Murrieta, candidato del PRI a la presidencia de la república. Había venido a realizar en Torreón un mitin, dentro de su campaña elec-toral. Era presidente municipal Mariano López Mercado. Jorge Humberto Pérez Hi-nojosa presidía el Comité Municipal del PRI.

Obviamente, el candidato Colosio era muy consciente de lo que estaba enfrentan-do, del terreno que pisaba. Sus palabras sonaban sinceras: “…sé del impacto que ha tenido en la economía regional la disminución de los precios del algodón. Conozco cómo ha influido la falta de créditos para el campo”. Sus palabras sonaban a decisión, a hechos.

Por lo pronto, Torreón lo respaldaba con la unidad política de Coahuila. Vinieron al mitin los exgobernadores Braulio Fernández Aguirre, Oscar Flores Tapia, Francis-co J. Madero González, José de las Fuentes Rodríguez y Eliseo Mendoza Berrueto. Colosio despertaba más que expectativas, Colosio generaba confianza.

Entre la cátedra y la política

“Dar a conocer al estudiante, de las diversas carreras, de las áreas técnica y huma-nista, los conocimientos básicos de la economía, de una manera clara, sencilla y di-dáctica”, escribió Pérez Hinojosa en el prólogo de su libro Introducción al análisis mi-croeconómico. Y realmente logró su propósito: de su libro puede aprenderse en forma clara, sencilla y didáctica. El desarrollo del tema resulta atractivo para todo lector que quiera conocer más de tan interesante materia. Si a eso se le agrega que dichos conocimientos básicos sean aplicados al análisis de la empresa, se estará de acuerdo en que tiempo y vida de Pérez Hinojosa se subdividen mitad para la docencia y mitad para la política.

Pues, doctorado en Ciencia Política por la UNAM, donde obtuvo también licen-ciatura y maestría en Economía, este expresidente del Comité Municipal ha imparti-do cátedra en Cetis 83, la Facultad de Economía de la UNAM, UAM Campus Xochi-milco, UA de C, Ibero Campus Laguna, UAL y UVM Campus Laguna.

Hernández Vélez, diputado federal

Durante la etapa de Pérez Hinojosa al frente del Comité Municipal, Francisco Dávila fue postulado a senador por Coahuila y “ayer mismo, en las oficinas del IFE, VI dis-trito en Torreón Jardín, Avellanos No. 38, se entregó a Salvador Hernández Vélez, su constancia de mayoría que lo acredita como nuevo diputado federal por el estado de

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Coahuila, recibiendo el documento de manos del licenciado Miguel Ortega Mata” (El Siglo, agosto 26, 1994).

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Demetrio Zúñiga Sánchez1994-1995

10 mil almas aclamarían a Mariano

“Usted llegó a la alcaldía por el voto, licenciado López Mercado. Y sobre todas las cosas, el voto se respeta. Así es que autorícenos usted y de entrada le organizamos un mitin con 10 mil almas que se oponen totalmente a que un presidente, al que ellos eligieron, sea separado de su cargo por la decisión de un grupo o de un solo individuo, sea éste quien fuere. Así que, díganos usted y le organizamos el mitin al que van a seguir más acciones de protesta. Hasta que den marcha atrás. Pero usted no se va. Llegó a la presidencia por el voto y eso tiene que respetarse. Sólo autorícenos”.

Dramáticas las razones que un grupo de torreonenses —encabezado por Raúl Za-pico Escárcega y Edmundo Gurza Villareal— le planteó al alcalde de Torreón. Ha de haber resultado para Mariano nada desdeñable la imagen de diez mil voces aclamán-dolo. Y la coyuntura, sin precedente, de acaudillar una lucha por la reivindicación del voto en su entrañable Torreón, en la ciudad que había sido razón y objetivo de su vida.

Cuántos años, cuántas luchas y cuántas derrotas le había costado a Mariano portar ese título, alcalde de Torreón. Y nunca se quebró. No lo iba a hacer ahora que ya había llegado a la cima y con una votación récord. Con una votación mediante la que To-rreón le estaba diciendo: siempre que te lanzabas para alcalde, siempre queríamos que lo fueras. No iba, pues, a fallarles ahora. Forjado a golpes de lealtad, Mariano agradeció en el alma la solidaridad de los panistas y prefirió evitarle un caos administrativo a su ciudad y una profunda lesión al PRI. Sabía perder. Y en un ejemplo de grandeza, dimitió.

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Los reflejos en el Comité Municipal del PRI

Esa versión de la tradición oral se refleja nítidamente en la redacción de los desple-gados priístas, a veces indefinidos si no es que abstractos, como puede apreciarse en esta frase de una inserción pagada: “profundo respeto a las diferentes formas de la manifestación humana”. Otras veces con leve tendencia renovadora, pero ambiguos: “…tiempos de cambio…cambio que nuestra ciudad demanda y exige”… Solícitos otras: “dejar a un lado los sectarios intereses de grupo”. Esto es, no sólo campeaban los intereses grupales, sino lo más lesivo, sectarios.

La vaguedad de los desplegados priístas denotaba un Comité Municipal haciendo esfuerzos por maniobrar entre la disciplina por un lado y, por otro, el negro porvenir que le aguardaba al partido en Torreón si la concordia política no regresaba a la ciu-dad, estrictamente por la vía institucional que, casi en tono de súplica, se invocaba reiteradamente en las inserciones periodísticas emitidas por el PRI.

El futuro le daría la razón al Comité Municipal, cuando —perceptiblemente— hizo lo que pudo para conjurar lo que se avizoraba. Fundada expectativa que el PRI de Torreón cifró en esta sugerencia: “…cambio del priismo para enfrentar los retos presentes y del porvenir” (El Siglo, septiembre 13, 1995).

Textualmente:

“DEJAR A UN LADO, decía el desplegado en cuestión, LOS SECTARIOS INTERESES DE GRUPO y los invitamos a participar plenamente en el cambio que nuestra ciudad demanda […] los priistas somos herederos de un profundo respeto a las ideologías y a las diferentes formas de la manifestación humana y sabemos que SÓLO EN LA VÍA DE LA INSTITUCIONALIDAD, RESOLVEREMOS JUNTOS TODOS NUESTROS PROBLEMAS” (El Siglo, septiembre 13, 1995).

Auditoría o la destreza de Mariano

Añade la inserción que “la confianza de los torreonenses se ve plenamente satisfe-cha al conocer los resultados de la auditoría que usted, como presidente municipal, solicitó al Congreso del Estado de Coahuila […] ciertos estamos de la cabalidad y la hombría demostrada por usted”. Fogueado en la adversidad, había pues actuado Mariano con inteligencia, como él sabía: solicitar una auditoría al Congreso para de-mostrar, sin lugar a dudas, que todo estaba correcto y… para conjurar pretextos de

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intereses sectarios o de grupo que pudieran desestabilizar la ciudad.Evidentemente, el hecho de solicitar una auditoría así, da idea de las tremendas

presiones que se ejercían sobre el alcalde. Otro síntoma del encono desatado contra Mariano, lo constituye la inserción de dos fotos sobre un acto multitudinario presidi-do por el licenciado López Mercado. Fotos explicadas por el siguiente pie: “Ayer por la tarde, cientos de mujeres reafirmaron su compromiso de trabajar con el gobierno municipal para que Torreón salga adelante y manifestaron su apoyo total al alcalde Mariano López Mercado” (El Siglo, octubre 12, 1995).

* Fotografías inferiores refieren al segundo periodo de Demetrio Zuñiga como presidente del Comité Municipal del PRI Torreón, 2008.

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José Lauro Villarreal Navarro1996

Como la Crónica de una muerte anunciada

“…[El] PRI está consciente de que puede perder este municipio a manos de la opo-sición”, declaró en Torreón Juan Maldonado Pereda, Secretario de Organización del Comité Ejecutivo Nacional del PRI (El Siglo, febrero 24, 1996). Y la franqueza de Maldonado Pereda acentuó los rasgos de inminente que, para el dominio público, ostentaba la derrota priísta en puerta.

Hay que “ganar ya no sólo con el escudo, como ocurría antes —complementó Maldonado Pereda— ahora se debe abolir el paracaidismo, compadrazgo y amiguis-mo para escoger como candidatos a aquellos que la ciudadanía quiera y reconozca” (Ídem), orientación que comportaba un perceptible análisis autocrítico sobre las omisiones que arrastraban al partido a derrotas previsibles.

Vigentes, Madrazo, González Guevara y Reyes Heroles

Era manifiesta la influencia de Carlos A. Madrazo en la consigna del CEN: candidatos que la ciudadanía quiera y reconozca. Era evidente la escuela de Reyes Heroles en la indicación de Maldonado Pereda ahora se debe abolir el paracaidismo. Treinta años después que Madrazo, 20 años después que don Jesús, retomaba esos propósitos el Comité Ejecutivo Nacional del PRI.

Más cerca en el tiempo, volvía también su atención el Comité Ejecutivo Nacional sobre los pasos de Rodolfo González Guevara. Cuando, en 1990, don Rodolfo enca-bezaba la Corriente Crítica y ubicó, sin vacilaciones, a los dirigentes de los tres secto-res y al grupo de burocracia elitista como el principal enemigo a vencer, en el proceso de democratización interna del partido, por el temor a perder sus arraigados intereses.

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El Comité Municipal del PRI, en sintonía con el CEN

“…[Hacen] difícil que nuestro partido pueda aspirar a resultados de amplia mayoría en los próximos procesos electorales” declaró Lauro Villarreal Navarro, presidente del Comité Municipal (El Siglo, marzo 19, 1996). Visiblemente, enfocaba Villarreal su análisis al hecho de que todo partido en el poder —y obviamente, decidido a rete-nerlo— ha de resolver los problemas de los ciudadanos que van a decidir el triunfo de este o de aquel instituto en las urnas.

Los “difíciles resultados de amplia mayoría”, venían a tema por el incremento al precio de la leche, “medida económica del gobierno federal” sobre la cual Villareal Navarro sugería: en lugar de aumentar el precio de la leche, “debieron ampliarse los programas alimentarios del gobierno federal, como la distribución de leche en polvo entre los habitantes de los sectores marginados” (Ídem).

También se afectaba a las clases medias

Redondeaba Villarreal Navarro su señalamiento, admitiendo que el alza “beneficiaba a los productores” pero, además de los marginados, perjudicaba al consumidor en ge-neral, a las clases medias. Y proponía “que se incrementara el subsidio a ese producto de primera necesidad pues, al no tener la gente para comprar el mismo, se agudizará el problema de la desnutrición”.

También fundamentaba Villarreal Navarro su advertencia: “…es desventajoso que se hayan aumentado las cargas impositivas [se amerita] una tendencia a la baja fiscal y a las tasas de interés [para] aliviar la deteriorada economía familiar de todos los mexica-nos” (Ídem).

Pendiente, la Operación Política 1996

Maldonado Pereda había realizado una visita de trabajo a Torreón para difundir en Coahuila “el Plan de Operación Política 1996 que, en esencia, busca la renovación del PRI de tal forma que se pueda contar con un organismo moderno, eficiente, a la altura de los nuevos retos que exige la sociedad actual” (El Siglo, febrero 24, 1996).

Quizá no fue suficiente el tiempo para lograr esa renovación del partido que la Operación Política 1996 buscaba. Pues no pudo conjurarse la derrota priísta que Mal-donado Pereda preveía y que Lauro Villarreal ubicaba sólo en dificultad para obtener resultados de amplia mayoría. Ciertamente, se trataba de “nuevos retos”. Y en verdad

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se ameritaba un PRI a la altura de la sociedad. En el periodo de Villarreal Navarro al frente del PRI, fue postulado a alcalde Salomón Juan Marcos Issa. Y el resultado electoral le sería adverso.

Afuera del Basilio Amezcua, la despiadada realidad

A este propósito, en 1955, Doña Virginia Herrera de Franco obtuvo apenas 12 mil 823 votos, frente a 57 mil 958 sufragios del dirigente cetemista Amador Robles San-tibáñez. 35 años más tarde, todavía era posible que en una convención, un precandi-dato bien visto por la cúpula estatal partidista sepultara bajo un alud de votos a uno o dos aspirantes más que contendían de buena fe. A veces, mediante solidarios valores entendidos. Y el candidato intramuros triunfante también ganaba en los comicios constitucionales. No había mayor problema.

Conforme se acercaba el fin de siglo, la situación tendía a tornarse del todo distin-ta. Sin embargo, aisladamente persistía la ilusión amateur de dar por sentado que si un aspirante —por las altas esferas propuesto— triunfaba arrolladoramente en las internas, tenía garantizado el triunfo en las elecciones constitucionales.

Pero…

En una interna para postular candidato a diputado federal, Leonel Chaúl Chamut hubo de hacer acopio de madurez y congruencia para no impugnar ni mucho menos reventar la convención. En otra interna para postular candidato a alcalde, probable-mente en un gesto de priísmo genuino —y/o por la alta consideración que el partido le merece— Gabriel Calvillo Ceniceros, de plano, declinó participar.

Nadie sabrá nunca qué habría sucedido si, con base en equitativas reglas del juego, el partido postulase diputado a Leonel. O si en iguales condiciones de competencia, Gabriel Calvillo obtuviera la postulación a presidente municipal y no fuera derrota-do en las constitucionales. Nunca se sabrá.

Lo irrebatible es que, en el primer caso, la diputación federal de marras se per-dió por una inaudita diferencia de votos. Y en el segundo, lo irrefutable es que en Torreón, ciudad surgida, forjada y consolidada bajo el influjo de la revolución, una administración de derecha asumió el poder municipal.

A puerta cerrada, ante mayoría de delegados a favor, un precandidato cupular-mente respaldado puede hacer polvo a un contrincante librado sólo a sus fuerzas. Fuera del auditorio “Basilio Amezcua” está la despiadada realidad.

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Gabriel Calvillo Ceniceros1996-1997

El IPN, el Cardenismo

Solía decir don Eduardo Elizalde Escobedo, Subdirector en el diario La Opinión —periodista que hizo historia— que institucionalmente hablando, todo lo bueno de México lo había hecho el general Lázaro Cárdenas.

Sucede que el presidente del Comité Municipal, Gabriel Calvillo Ceniceros, se graduó de Ingeniero Civil en el Instituto Politécnico Nacional. Gabriel es egresa-do, pues, de una de las nobles instituciones aludidas por el fundador de Noticias, Diario de La Laguna, tercer —cronológicamente hablando— periódico de Torreón. Obviamente, una formación académica con esas raíces, explica las conductas de los exalumnos IPN. Sea en lo político, sea en el sector empresarial.

Lo advirtió sin rodeos, sin eufemismos el CEN del PRI

En Torreón, durante esta etapa hicieron crisis el mea culpa del Comité Municipal en 1978, las políticas democratizadoras implementadas por De la Madrid en 1983, las alzas de precios del 96… en fin, todo lo autocriticado, analizado y sensatamente ad-vertido por Roberto Sánchez Rodríguez, Tomás Román Mier y José Lauro Villarreal Navarro, respectivamente. Todo se combinó para que aconteciera lo que directo, sin eufemismos, había anticipado el secretario de Organización del Comité Ejecutivo Nacional, Juan Maldonado Pereda: el PRI está consciente de que puede perder Torreón. Y sucedió.

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Actividad bifurcada hacia IP y sector público

En cuanto al presidente del Comité Municipal que nos ocupa, en el sector privado, Gabriel Calvillo se integró a ICA en 1967. Ingenieros Civiles Asociados, consorcio de tal presencia y ascendencia en la vida moderna del país que suele denotar respeta-bles rasgos de leyenda. Participante en la construcción del Metro en el DF y orienta-do luego al rubro del transporte, Calvillo presidió el Consejo de Administración de Transportes Caminos de México, S.A. de C.V. y fue consejero nacional de la Cámara Nacional de Autotransporte de Carga. Fungió, asimismo, como consejero propieta-rio de Arrendadora Lease, S.A.

Presidente en Sembradores de la Amistad

Ha encauzado también Calvillo su espíritu de soli-daridad hacia instituciones y patronatos de servicio. Presidió el Club Sembradores de Amistad Torreón A.C. y el Casino de La Laguna A.C. Fue vicepresi-dente de Unidos por La Laguna A.C. y miembro de los consejos directivos de Cruz Roja de Torreón e ITESM, Campus Laguna.

En el área complementaria, Gabriel ha sido Sub Secretario de Comunicaciones y Transportes, de Asuntos Sociales de la Secretaría de Gobierno y Subsecretario de Medio Ambiente Urbano. Todo esto en el estado de Coahuila. Más allá de lo admi-nistrativo, en lo meramente político, además de pre-sidir el Comité Municipal en 1996, fue Secretario

de Operaciones y Acción Política del Comité Directivo Estatal, de 1997 a 1999. En 2000, presidió el propio Comité Directivo Estatal. De 2002 a 2004, fue consejero electo de Coahuila en el Consejo Político Nacional del PRI. Paralelamente, de 2002 a 2005, presidió la Comisión Estatal de Procesos Internos del PRI.

También a partir de 2002 y hasta 2005, Gabriel fue diputado local en la LVI Legis-latura de Coahuila. En 2009 fue Delegado en Torreón para la elección de alcalde y, actualmente, se desempeña como subsecretario de la Secretaría de Medio Ambiente en La Laguna de Coahuila.

Convencido de que imprimirle dignidad a toda profesión y oficio es responsabili-dad de quien los ejerce, atrae la atención el dato curricular sobre Gabriel como titular

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de la Comisión Estatal de Procesos Internos del PRI. Ahí debe haberlo hecho muy bien. Traía, entre otros, el antecedente vivido en carne propia, de un proceso interno donde prefirió abstenerse de participar y, con entero respeto a su criterio, el partido se lo permitió. Para, acto seguido, convocarlo a desempeñar la presidencia del Comi-té Municipal.

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IV

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“Fidel Velázquez es el principal enemigo”. El enunciado no venía de fuera del parti-do. No se trataba del comentario vertido por algún intransigente a ultranza. No. El radical planteamiento procedía de un priísta por antonomasia y con absolutamen-te toda la autoridad moral para externarlo: Rodolfo González Guevara. Y lo decía precisamente porque, al fin brillantísimo, don Rodolfo visualizaba el hundimiento y anhelaba que el PRI no naufragara. Y lo expresaba, además, porque cumplía con su deber. Sabio, sapientísimo como proverbialmente ha sido el Partido Revolucionario Institucional, preveía lo que estaba por suscitarse e implementaba acciones como la Corriente Crítica que, talentosamente, encomendaron a don Rodolfo en un admira-ble esfuerzo por retrasar si no conjurar el hasta luego del PRI a Los Pinos.

Con todas sus palabras, González Guevara lo advirtió: “El dirigente de la CTM, es el principal enemigo a vencer en el proceso de democratización interna del Partido”. Esta orientación no llegó a los hechos y los seguidores de González Guevara pudieron atestiguar cómo Acción Nacional se iba ramificando hasta clavar su banderín en Los Pinos. Años antes de que eso sucediera, como un párrafo más del prólogo, sobrevino en Torreón la primera alcaldía de Acción Nacional y el inicio de una etapa de derro-tas priístas, hasta que Humberto y Rubén Moreira erradicaran al panismo en nuestro estado.

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Mario Valdés Berlanga1997-1999

Transgrediendo la ley, desmesurada alza en el transporte urbano

De ningún modo faltaba a la verdad don Román Cepeda cuando sentenció: “la dere-cha es tarea criminal que siembra el hambre”. No lo desmintió Jorge Zermeño Infante, el primer alcalde panista que ha tenido Torreón, pues “el Cabildo, transgrediendo la Ley de Tránsito y Transporte del Estado de Coahuila, no practicó estudio ni consulta ciudadana para conocer tus necesidades económicas ni el nivel medio de ingreso en tu familia [que Zermeño] haya autorizado el exorbitante incremento y ventajo-so para los concesionarios, cuando éste resulta altamente gravoso para estudiantes, amas de casa, trabajadores y demás ciudadanos”.

Firmaba Mario Valdés Berlanga, presidente del Comité Municipal, el desplegado donde abanderaba al PRI contra “este incremento ilegal y desmesurado que auto-rizó el Cabildo panista a los transportistas: de $1.00 a $1.60 y, a partir de abril, a $1.80”. Aprendía el partido a ser oposición, aprendía a protestar y a enarbolar causas en defensa de la ciudadanía. En el desplegado, Valdés Berlanga dejaba incluso tarea para administraciones por venir: “las rutas del transporte urbano mal trazadas y sin estudio previo. Tarea que ningún Ayuntamiento ha resuelto para, verdaderamente, modernizar el servicio en bien del usuario” (El Siglo, marzo 12, 1997).

Una vez asumido el papel de partido opositor y contestatario, Valdés Berlanga se atrincheró en otros frentes: “el Partido Revolucionario Institucional presentó ayer una denuncia ante el Consejo Distrital Electoral Federal 06, en contra del Partido Acción Nacional y contra el presidente y el tesorero municipal por utilizar lemas de tipo propagandístico en anuncios, desplegados y mensajes radiales y televisivos, res-pecto de obras que realiza el Ayuntamiento” (El Siglo, abril 2, 1997).

Ya con este cúmulo de experiencia partidista, aunado a renuncias que le presenta-ron presidentes de seccionales, solicitud de transportistas para que los ayudara a recu-perar concesiones, así como elecciones internas para postular candidato a gobernador,

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Mario Valdés Berlanga “dijo ayer en rueda de prensa que solicitará licencia al Comité Directivo Estatal de su partido para participar en la contienda por la Presidencia Mu-nicipal de Torreón pues afirmó que no es ético estar al frente del organismo político y realizar campaña” (El Siglo, abril 28 de 1999).

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Francisco Dávila Rodríguez1999

Los destapes, y la pugna interna por la democracia

“…[Primero] se nos informó que no habría problema para que los representantes de los precandidatos tuvieran acceso a la sala de cómputo del PRI. Pero ayer se nos hizo saber que ese lugar fue declarado área restringida, según indicaciones recibidas de la ciudad de México”. Así fundamentaba sus temores de que se “esté gestando un frau-de cibernético”, el licenciado Manuel Negrete III, representante de Manuel Bartlett Díaz, precandidato a la postulación para presidente de la república, que contendía con Humberto Roque, Roberto Madrazo y Francisco Labastida. La correspondiente nota de El Siglo data de noviembre 7 de 1999, fecha en que se realizarían las eleccio-nes internas donde Francisco Labastida resultó candidato del PRI a la presidencia.

No fue del todo sencilla la etapa que Francisco Dávila estuvo al frente del Comité Municipal. Además de las elecciones internas, por Negrete III cuestionadas con base en el señalado argumento, Dávila se hizo cargo de los trabajos relativos a la conven-ción para elegir candidatos a diputado federal por los distritos 05 y 06.

Pero ustedes son lo peor, son vendepatrias

Tiempos aquellos diametralmente opuestos a los actuales, entonces todo era sopor-tar —si no con abnegación ni sumisión—, soportar sí en silencio las más virulentas agresiones verbales e impresas, emitidas contra el priísmo por militantes de las siglas hoy asentadas en Los Pinos. Sin embargo, el Secretario General Adjunto del Comité Municipal, Leonel Chaúl Chamut, no comulgaba con esa postura de resignación y mansedumbre.

Durante un diálogo frente a estudiantes de enseñanza superior, cuando desatados como andaban contra el PRI —y acostumbrados a la pasividad de no pocos militantes—

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un representativo político panista, blandiendo su nivel cerebral y académico, se cir-cunscribió a lanzar denuestos y acusó de “ratas” a los priistas, Leonel lo dejó hablar. Cuando tomó la palabra, Leonel expresó pausadamente: “quizá en mi partido haya algunos que lo son. Desde luego, no todos lo somos. Pero ustedes ¿qué pueden decir? Uste-des son lo peor que pueda haber en la especie humana. Ustedes son vendepatrias”.

La Conatram visualizó a Leonel en la Cámara de Diputados

Leonel Chaúl Chamut salió en los hombros de unos priístas ansiosos de que alguien ubicara —y con la verdad irrebatible— a los incontenibles panistas. Todo eso lo es-taba siguiendo, exhaustivamente, Manuel de la Torre, delegado regional de la Confe-deración Nacional de Transportistas de México.

—Un priista de lucha, un priista de pelea. Y con la verdad —se dijo De la Torre.Y se imaginó a Leonel en el Congreso. Tomando así la palabra, defendiendo así

las causas del priísmo. “Este debe ser diputado federal. No cabe duda”, concluyó De la Torre. Y uniendo la acción a la palabra, lo planteó a la directiva nacional de los trans-portistas. Los dirigentes de México estuvieron de acuerdo con el Delegado Regional. Conatram apoyaría a Leonel para que fuera candidato a diputado federal.

En esas circunstancias, conforme la tradición oral, Chaúl fue prospec-to a participar en la convención para seleccionar candidato a diputado federal. A fin de cuentas, resultaron postulados Carlos Román Cepeda y Edmundo Salas Garza.

“Se desarrollaron sin incidentes ni protestas las convenciones de los Distritos 05 y 06 del PRI”, informó en abril 8 de 2000 El Siglo de Torreón, como expresivo encabezado de alivio, pues se “esperaban manifestaciones de protesta por parte de los grupos apoyadores de Leonel Chaúl”. Es de-cir, Francisco Dávila había logrado entregar buenas cuentas.

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Eduardo Olmos Castro2000-2002

Derrotas en las urnas, en la mesa y… la vocación de Olmos

La derrota se ensañó. Y paralelamente a la disciplina partidista, formó a Eduardo Olmos Castro. En cuestión de horas…

A excepción del XII Distrito —por donde contendió Salvador Hernández Vélez en 1996—, el PRI perdió en La Laguna todas las diputaciones locales. Pese a la do-lorosa derrota colectiva, Eduardo Olmos Castro sí sería diputado. Estaba registrado también por la vía plurinominal. Accedería al congreso local como legislador de re-presentación proporcional.

Pero…si a don Homero del Bosque le inculcaron, ya adulto mayor, que el parti-do es primero, Eduardo Olmos Castro hubo de asimilarlo muy joven. Apenas en su primera memorable y entusiasta comparecencia frente al electorado. Apenas empe-zando. Por encima de reglamentos y normativas, la diputación plurinominal que le correspondía a Olmos fue para otro candidato, igualmente vencido en las urnas.

Olmos Castro se disciplinó. Más adelante, se lanzó como candidato a la alcaldía de Torreón. Y volvió a perder. Pero no se dobló. Volvió a procurar y a obtener candida-turas por el Partido Revolucionario Institucional.

Los anteriores párrafos explican claramente lo que el concepto vocación política significa. Eduardo Olmos sería después candidato a diputado federal. Y triunfó. Sería luego, otra vez, candidato a la presidencia municipal de Torreón. Y volvió a triunfar.

Los precedentes renglones describen, a su vez, la llegada de otra generación de políticos al partido. La nueva generación que buscaba el Comité Ejecutivo Nacional del PRI: hay que ganar ya no sólo con el escudo, como ocurría antes. Después de las de-rrotas —absolutamente nada dulces— Olmos Castro ganó la presidencia municipal de Torreón ya no sólo con el escudo.

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El desconcierto, la exasperación y… el espíritu de lucha del priísmo

Y si de describir claramente situaciones y hechos se trata, para tener noción de lo que sucedía en el PRI, durante la etapa de Eduardo Olmos Castro como presidente del Comité Municipal, basta leer los títulos de los temas a tratar en un Foro Regional del partido. Títulos de desconcierto y pérdida del rumbo. Títulos a veces desesperados y otras exasperantes. Pero también títulos muy lúcidos e inteligentes, con gran espíritu de lucha, con toda la decisión de recuperar Coahuila para el PRI. Y consecuentemen-te, para bien del estado. Como ocurriría durante la presidencia del Comité Directivo Estatal a cargo del entonces diputado Rubén Moreira Valdez, en el sexenio del gober-nador Humberto Moreira Valdés.

¿Qué ideología, qué democracia, qué partido?

He aquí lo que experimentaban y sufrían los priístas de ese momento, elocuentemen-te descrito por los temas a tratar en las mesas de trabajo del aludido Foro Regional:¿Qué hacer? ¿Qué ideología: social demócrata, nacionalista, centro progresista?; ¿Qué oposición: responsable, propositiva, seria, vigilante e inteligente?; ¿Qué demo-cracia: un nuevo acuerdo social, pluralismo, consenso y equilibrio de poderes?; ¿Qué sistema de partidos? Las reglas del juego electoral y sus instituciones; ¿Qué organiza-ción? ¿Qué papel juega la estructura en la reforma?; ¿Qué perfil de dirigentes? ¿Qué partido? Principios que sustentamos. ¿Partido de masas, de cuadros, de ciudadanos o de organizaciones? (El Siglo, septiembre 24, 2000).

Interrogantes, inquietudes, preguntas y más preguntas. Cuestionarlo todo, radi-calmente. Como si se quisiera empezar todo de nuevo. Las famosas crisis de donde, suele decirse, surgen fortalecidos los partidos. O renacen. Como ocurrió en Coahuila.

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Marco Antonio Mora Varela2002-2004

Empezar por el a b c

“Aspirantes del PRI [a diputados federales] que no conozcan sus estatutos, no po-drán registrarse”. En febrero 28 de 2003, así tajantemente, cabeceaba esta informa-ción el editor de La Opinión Milenio.

No menos determinante y orientador era el correspondiente sumario de la no-ticia: “Todos los militantes deberán tomar este curso sobre Conocimientos de los Documentos Básicos del Partido, con un costo de 1,500 pesos. Para poder participar en la contienda interna para candidatos a diputados federales” (Ídem).

Cuántas colonias tiene Saltillo…

“Hay ocasos de trienio [solía decir el Politólogo saltillense Isidro del Bosque] que si a los cientos de aspirantes priístas a la alcaldía, se les pregunta cuántas colonias tiene Saltillo y cómo se llaman, no lo saben”.

Se lanzaba el ínclito Chilín a la yugular, a lo básico en la práctica: conocer, siquiera de nombre, todas las colonias de la cabecera municipal que los “cientos de aspiran-tes” ansiaban gobernar. E iba el Comité Municipal del PRI —por Marco Antonio Mora Varela presidido— también a lo fundamental, en lo teórico: conocer los docu-mentos básicos del partido.

Ah, ¿pero es que en el PRI hay declaración de principios?

Sonaría absurdo: Aspirantes a diputados por el PRI que no conocen… ¡los documentos básicos del PRI! Pero, había sobrevenido una derrota electoral tras otra que el Comité

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Municipal prefería prevenir a lamentar. Manifestaba tal erosión el priismo, que el PRI torreonense estimó necesario advertirle a los aspirantes a legisladores: si quieres ser tomado en cuenta, estudia, cuando menos los documentos básicos del Partido. Y te va a costar mil 500 pesos. Si no los estudias, por lo que al PRI toca, olvídate de candidaturas y diputaciones.

La erosión partidista

La cauda de desgaste que se arrastraba, el alejamiento cupular no sólo de la sociedad sino hasta de las bases, aunado al arribo de otro partido al Poder Ejecutivo Federal, comprensiblemente habían erosionado al priísmo de forma tal que, alerta, el Revolu-cionario Institucional daba, una vez más, visos de buena voluntad para hacerle caso a don Jesús Reyes Heroles. Y practicar su vivificante radicalismo priísta.

Enérgicamente, el Comité Municipal establecía un pago monetario para impartir un atractivo curso sobre: 1.-Estatutos; 2.- Declaración de principios; 3.- Programa de acción, y 4.- Justicia partidaria, contenidos en los nacionalistas documentos básicos del PRI, justamente merecedores del reconocimiento de cada ciudadano nacionalis-ta. Documentos que —ojalá— no haya habido ningún aspirante a diputado federal priísta, de los convocados, que no supiera que Estatutos, Declaración de principios y Programas del PRI existen. Y sobre todo, el vanguardista, el revolucionario contenido que tienen.

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Simón Vargas Aguilar declina en favor de Olmos. Impugna el PRI la elección donde AN se dijo triunfador y Laura Reyes Retana Ramos gana en la segunda vuelta

Así, entre admitir la devastación teórica de la militancia y trabajar para superarla, cuestionar la doble moral panista, organizar un PRIatón para pagar una multa del IFE, señalar la improductividad del alcalde panista, denunciarlo ante la PGR, volver a denunciarlo, presenciar la declinación de Román Alberto Cepeda y Javier Garza a favor de la candidatura a diputada federal de Laura Reyes Retana, la declinación del licenciado Simón Vargas Aguilar a favor de la candidatura a diputado federal de Eduardo Olmos Castro, participar en la atención al presidente del CEN, Roberto Madrazo, coparticipar en la impugnación ante el IFE sobre los resultados electorales en el distrito electoral federal 6, compartir la honda satisfacción partidista de que la impugnación fructificó y Laura Reyes Retana ganó en la segunda vuelta, así, con muy breves pausas y como un partido fogueado en ser oposición, así transcurrió el periodo de Marco Antonio Mora Varela al frente del Comité Municipal.

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V

El renacer del PRI

Expresión acuñada en el México del siglo pasado para referirse al triunfo total o casi en las elecciones, la frase carro completo adquirió en Coahuila profundos rasgos de imposibilidad por cuanto al PRI se refiere. Desde los últimos lustros del Siglo XX cundía en el estado la mancha azul. Entrado el tercer milenio, corría insistente la ver-sión de que, más temprano que tarde, accedería al Palacio Rosa el compadre de un presidente panista. Como en los mejores tiempos de don Porfirio.

Las batallas que contra la derecha se daban, mediante caballería e infantería a cam-po abierto, tenían ahora por escenario televisoras, radiodifusoras, periódicos y, desde luego, encuestas. Por diversos factores relacionados con el peregrinar del electorado mexicano en pos de otras opciones político-administrativas de solución a sus pro-blemas, el Partido Acción Nacional se había visto considerablemente beneficiado en las preferencias del voto. Así, el PAN había accedido a presidencias de municipios coahuilenses pequeños y de ciudades como Monclova, Saltillo y Torreón; llegó a te-ner igual presencia que el PRI en el Congreso local, situación en la que los dos o tres diputados de otros partidos, a la hora de puntos de acuerdo e iniciativas, se erigían en el fiel de la balanza.

Con apellido que en Coahuila significa docencia de abolengo, Humberto y Rubén Moreira se formaron sólidamente en lo ideológico y actuaban fuera del primer plano público. Un poco como Francisco Murguía, Lucio Blanco y Francisco L. Urquizo, antes de que estallara el movimiento armado. Magnífico fotógrafo el primero, jóve-nes de familias propietarias de prósperas unidades de producción agrícola los otros dos; durante la revolución, Murguía fue el general más leal a Carranza, Lucio Blanco el pionero de la reforma agraria y Urquizo —familiar, incluso, de Madero— combi-nó magistralmente la literatura con la lucha armada.

Escenificadas actualmente en televisoras, periódicos y radiodifusoras las luchas contra los enemigos del pueblo, Humberto y Rubén Moreira se integraron de lleno

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al primer plano. Con un singular estilo de practicar la política, lograron en Coahuila el aparentemente irrepetible carro completo que El Siglo de Torreón interpretó a ocho columnas como “La resurrección del PRI”.

Y no sólo eso. Contra todo y contra todos, en un bastión inexpugnable como Mi-choacán, Humberto Moreira Valdés refrendó la victoria del PRI.

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S

Héctor Manuel Estrada Flores2005

Y… armarse para lo que sigue

“Ni faltó candidato ni faltó trabajo, según él, se avanzó muchísimo”, redactó entre desanimado e irónico, vía la expresiva frase “según él”, el reportero de El Siglo, refi-riéndose a las reflexiones que, sobre el triunfo del candidato de Acción Nacional a alcalde, vertía Oscar Pimentel González, delegado del PRI.

En noticia paralela, con la madurez y la categoría que aconsejan los hombres sa-bios adoptar cuando no se triunfa, un titular reza: “Felicita Olmos a José Angel Pérez”.

En el marco de una observación realista, susceptible de interpretarse como apren-der de la derrota todo lo más posible y armarse para lo que sigue, otra noticia menciona: “Mantiene el partido tricolor mayoría en el Congreso Estatal”. Todo esto en la edi-ción del 26 de septiembre de 2005 de El Siglo de Torreón.

Activo, dinámico, sin pausas, como para foguear a quien se precie de ávido para aprender cada día en política. Acaso deprimente para huérfanos de vocación. Pero imán para los adictos al reto entre más difícil, mejor. Así transcurrió la etapa que a Héc-tor Manuel Estrada Flores le correspondió presidir el Comité Municipal.

Así lo manifiestan los titulares de El Siglo: “Cuesta el voto verde”, “Muchos cam-pesinos murieron esperando que los políticos les cumplan promesas”, “Exigen los priístas la consulta a las bases”, “Caso Montemayor no afectará al PRI” o “Defiende PRI la selección interna”.

Reflejo de la vida misma, El Siglo...

Pero, reflejo de la vida misma, andando el tiempo, pasando los días y los meses, los encabezados de El Siglo marcaban el principio de una nueva fase con oportunidad para sacarse la espina, para bien cultivar y cosechar el sufragio. Deslumbrante acto

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consciente que, un buen día, el periodista Felipe de Jesús González Castañeda defi-nió así en la columna “Templete” de La Opinión: “el voto, piedra preciosa de la política”.

La vida seguía, pues. Y los renovadores titulares de El Siglo, expresaban: “El objeti-vo es Torreón”, “Inician contiendas por las candidaturas”, “Hay procesos internos en los partidos”, “Debaten aspirantes a diputados por Distrito VIII”, “Por el Distrito IX”, “Por el Distrito XI”, “Plantean soluciones a problemas que van desde estímulos fisca-les hasta el grafiti en los muros de la ciudad” o “Cerrada lucha entre PRI y PAN”.

Y luego, el prólogo del renacer partidista

“Se disputan cuatro la candidatura del PRI”, grande, como se ameritaba, el titular de El Siglo, encabezaba la noticia complementada por cuatro fotos de: Rubén Moreira, el primero a la izquierda; Javier Guerrero el segundo, a la derecha; Heriberto Ramos Salas, el tercero, bajo la foto de Moreira y Alejandro Gutiérrez, el cuarto, bajo la foto de Javier Guerrero.

Así, en julio 17 de 2005, se anunciaba una era nuevamente marcada por la victoria en las urnas. Para reivindicar el espíritu revolucionario de Coahuila. Un día después, a grandes caracteres, la nota principal: “Se impone Moreira”.

Y en el desarrollo de la información: “con el 62 por ciento de los centros de vota-ción computados y una ventaja abrumadora, Humberto Moreira Valdés se proclamó anoche vencedor en la contienda interna que el Partido Revolucionario Institucional efectuó para elegir candidato a gobernador de Coahuila” (El Siglo).

Era julio 18 de 2005. Prólogo del renacer coahuilense del PRI.

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S

Román Alberto Cepeda González2006-2007

No olvidarlo: el edificio del PRI, ya de costumbre desolado

“La cara de la derrota en el Partido Revolucionario Institucional, no pudo ser más eviden-te. El silencio, las caras largas, la ausencia de los representantes del Partido y la repentina ‘desaparición’ de los candidatos a diputados federales, hasta de sus respectivas casas de campaña, explicaron lo que nadie se atrevía a aceptar.El edificio del comité municipal del PRI en la avenida Morelos, lució más desolado que de costumbre y sólo algunas voces consternadas se escucharon: ‘estuvo gacho’, con un tono más de resignación que de sorpresa. Ahora no hubo grupos de lideresas de colonias esperando en el exterior. Tampoco taxis-tas. Mucho menos vendedores ambulantes ni congestionamientos vehiculares. Ahí, fácil-mente se oía el canto de un grillo extraviado de alguna casa vecina. Mientras el presidente del Comité Municipal Román Alberto Cepeda González salió del inmueble para hacer recorridos por redes ciudadanas y de los cuales, ya no regresó” (El Siglo, julio 3, 2006).

El edificio del PRI, ya de costumbre desolado, ahora lo estuvo más. La tristeza, el silen-cio, el no dar la cara. La repentina desaparición, entre comillas, de los candidatos. El salir del titular del Comité Municipal para ya no regresar. Todo el testimonio de El Siglo que refleja fielmente lo sombrío y lo aplastante de la derrota electoral de 2006, mencionada con todas sus letras y claramente descrita por Yolanda Ríos Rodríguez. Todo eso, hay priístas que aconsejan releerlo periódicamente, estudiarlo en su contexto histórico y so-cial, memorizarlo.

—¿Por qué?—Porque así, estudiándolo, no olvidándolo nunca, las actuales generaciones de priís-

tas y las por venir, apreciarían, en todo lo que vale, aquel asombroso carro completo en los comicios de 2009. El significado histórico implícito en el triunfo arrollador de Rubén Moreira Valdez, sobre Acción Nacional. Toda la trascendencia que esto tuvo para el parti-do en Coahuila —como contienda preliminar— y tendrá para el país en 2012.

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Demetrio Zúñiga González2008 (Véase en p. 135)

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Isis Cepeda Villarreal2009

En toda mujer que sobresale, presente el espíritu de Alaíde Foppa

Dos vertientes confluyen en la presencia de Isis Cepeda Villarreal como la presidente del Comité Municipal del PRI.

1.- Sin conocer a fondo la materia, podría suponerse que la lucha de las feministas data, en nuestro país, de la segunda mitad o del último tercio del Siglo XX. Sin em-bargo, el feminismo presenta dos relevantes manifestaciones a partir, cuando menos, de 1938.

Ese año nace el PRM, que proclama: la Base Fundamental del nuevo Partido de la Revolución Mexicana, implica reunión de todos los grupos populares que tienen finalidad de precisar la intuición demócrata de los trabajadores, ello, como etapa previa al acceso de los trabajadores al poder. E incorporación de la mujer al partido, con iguales derechos que el hombre.

Se trataba entonces de lo que un partido de avanzada, como el PRM, proyectaba y trabajaría por la mujer, partiendo de reconocerle iguales derechos. Pero se trataba también de lo que las propias mujeres hacían en la posrevolución. De la lucha que protagonizaban.

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Las mujeres de 1943: por la democracia y contra el nazi-fascismo

Cinco años después de haber sido fundado el PRM: “…no obstante haber solicitado el local del PRM, que siempre se les presta, al empezar a reunirse para sus trabajos, las Ligas Femeniles de la Comarca lo encontraron cerrado”.

Ello motivó airadas protestas de las mujeres. Dijeron que tal actitud de los direc-tores locales del PRM no puede explicarse en forma satisfactoria. Acordaron, por tanto, un voto de censura para los directivos.

Ya muy tarde, se trasladaron las delegaciones a la Unión Central. Ahí se sesionó y se tomaron otros acuerdos. Entre ellos combatir el alto costo de la vida y los abusos de los comerciantes en los ejidos. Continuar una formal campaña en apoyo a la de-mocracia y contra el nazi-fascismo y la quinta columna. Eso, por cuanto a la era pos revolucionaria en México se refiere.

2.- Respecto a la otra vertiente, vale recordar que el desempeño de toda presidente de comisariado ejidal, de toda gerente de banco, de toda reportera, procede de la lucha emprendida y sostenida por mujeres como Alaíde Foppa.

En cada directora del Fondo Monetario Internacional, en cada primera ministro de Alemania, en cada presidente de Brasil o Argentina, está presente el espíritu de la escritora Alaíde Foppa que, con Elena Urrutia y Elena Poniatowska fundó en México la revista Fem.

De la feminista Alaide Foppa que, durante el régimen del dictador Romeo Lucas García, fue victimada en Guatemala. Y nunca se encontró su cadáver.

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Salvador Hernández Vélez2009-2011

En memoria de los reporteros Eduardo Elizalde Escobedo, Alejandro Saborit y Arturo Cadivich que, con sus respectivas columnas Sístole, Vértice y Perfil, de los años cincuentas a los años setenta, marcaron la época de oro del periodismo torreonense.

Columna

Los triunfos electorales de Humberto y de Rubén Moreira serán materia de análisis, de ensayos y libros.

Porque, imagínense si Acción Nacional hubiese derrotado al entonces candidato a gobernador Rubén Moreira. Adiós proyectos, sueños e ilusiones del retorno del PRI a Los Pinos.

¿Con qué armas hubiera podido combatir el PRI, si hubiese perdido las elecciones a gobernador en la tierra del presidente del Comité Ejecutivo Nacional? Habría sido la anticipación de la derrota en 2012.

Pero el candidato priísta Rubén Moreira ganó. Y de calle.Para intentar explicarlo, podría recurrirse a los términos solidaridad humanista o

filantropía que, desde el Gobierno del Estado y desde el Directivo Estatal del PRI, han practicado, respectivamente, el maestro Humberto y el hoy gobernador electo Rubén.

Pero vamos a quedarnos con otro vocablo. Vamos a quedarnos con la palabra po-lítica. El maestro Humberto, el licenciado Rubén, han hecho política.

Política, para ellos, es la sopa en la mesa de la familia del coahuilense relegado al subempleo o flagelado por el desempleo; es uniforme y zapatos escolares para los hijos de los coahuilenses confinados al salario mínimo.

Política, para ellos, es atender a todos, gobernar para todos los coahuilenses. Ahí están las vialidades para el exigente conductor de automóvil último modelo. Ahí está

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el majestuoso Territorio Santos Modelo que, el entonces gobernador, Humberto Moreira Valdés, gestionó y concretó.

TSM donde La Laguna y buena parte del norte de la república, sea desde la mo-desta butaca general, sea desde el arrogante palco primermundista, pudo gozar el épico partido semifinal, con marcados rasgos de final, cuando la selección mexicana derrotó nada menos que a Alemania… gobiernan para todos.

Porque Humberto y Rubén Moreira así entienden, así explican y practican la pa-labra política, por eso las mayorías de Coahuila están con ellos. Por eso no hubo en Coahuila conflicto poselectoral.

Será materia de análisis, de ensayos, de libros…

Tiempo de nacer y tiempo de morir

Con frases que transmitían el frío de la muerte habían reseñado los diarios la derro-ta del PRI, en 2006. Abandonado el edificio del partido. En el estacionamiento, el ruido de una lata de refresco vacía, arrastrada por el viento. Huían, se escondían los candidatos perdedores. Si alguna vez John F. Kennedy lo dijo, se quedó corto cuando señaló que la derrota no tiene ningún amigo. Así lo vivió en Torreón el PRI, en julio 2 de 2006.

Y tres años después…

Pero llegó julio 6 de 2009. “Resucita el PRI en la Laguna de Coahuila”, exclamaba el principal titular de La Opinión Milenio. Y ampliaba el diario:“El PRI logró obtener el carro completo, perfilándose Coahuila —al ganar los cuatro distritos electorales— como el estado con mayor representación priista en la cámara de diputados. Y la posibilidad de obtener cuatro espacios de representación propor-cional”. El presidente del Comité Municipal era Salvador Hernández Vélez.

“Hay tiempo de llorar y tiempo de reír”, dicen Las Escrituras. En ese sentido, La Opinión Milenio fue muy sabia —como siempre— al usar la palabra “resucita”. Los priístas, incluso, recibieron con gusto la alusión a que su partido estaba muerto. Si esto pareciera impensable, vale señalar que lo admitieron felices porque, en ese mo-mento, la muerte daba paso a la vida.

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Hasta la derrota de la derecha dejó de ser noticia

Tan cierta, tan aplastante era la resurrección del PRI en La Laguna de Coahuila, que La Opinión Milenio, en un titular casi de trámite —muy ilustrativo de lo rutinario que la victoria puede antojarse, cuando un ejército regresa triunfador, tras haber abatido una y otra y otra vez al enemigo—, en un encabezado de tono somnífero informaba: “Sin sorpresas, Olmos gana el municipio de Torreón” (octubre 20, 2009). Salvador Hernández Vélez presidía el Comité Municipal.

A ese Sin sorpresas, que años atrás, se antojaba imposible, dígalo si no la nota de El Siglo en julio 3 de 2006; a ese relajante Sin sorpresas Olmos gana Torreón, fue posible llegar —quedó escrito— por la política como la viven el exgobernador Humberto Moreira Valdés y el gobernador Rubén Moreira Valdez.

Y, en seguida, la cumbre: Tipo de letras más grande quizá no se acostumbre, como el que utilizó Noticias de

El Sol de La Laguna para armar —la ocasión lo ameritaba— el más alto, el más fiel encabezado: “Ganan todo”.

Complementado por un sumario muy atinado, muy profesional: “Proclaman triunfo histórico”. Y sintetizado, expresado, descrito todo en una foto panorámica donde, un candidato triunfador radiante, se inclina desde el templete para agradecer de mano a la multitud priísta que abarrotaba eufórica la explanada del PRI Torreón.

La trascendencia del diario trabajo partidista

Que en espectaculares, en inolvidables triunfos del PRI como esos, hay un factor clave que se llama ininterrumpido trabajo de bases y dirigencia, en lo tocante a este periodo del Comité Municipal, se admite por:1.- Las luchas, inconformidades e inquietudes de la sociedad que el PRI-Torreón encauzó. Dos botones de muestra: a) 15 mil priístas protestan contra el alza en los precios y b) Tripulando sus vehículos, 40 mil conductores participaron, espontá-neamente, en una impresionante marcha de protesta, contra la antihumana política económica del gobierno federal panista; acto convocado por el presidente del PRI- Torreón, Salvador Hernández Vélez (La Opinión Milenio, febrero 13, 2009; mayo 2, 2010).Se refleja en:2.- La atención que se prestó a la actividad cultural: “…de 11 años de edad, Yuliet Fuentes Huerta comentó La edad de oro, de José Martí; la modelo Mariana Bayón trató La casa de los espíritus de Isabel Allende; Jesús Aranzábal optó por El factor

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humano, de John Carlin, que trata sobre la vida de Nelson Mandela, y La jaula de la melancolía, de Roger Bartra, lo abordó Antonio Méndez Vigatá (Párrafo del artículo de Salvador Hernández Vélez “Que hablen los libros”, en La Opinión Milenio, agosto 9, 2011). Texto destinado al público lector, pero cuyo espíritu impregnaba el traba-jo interno del PRI y las actividades del partido proyectadas hacia la comunidad en general.Y se manifiesta en:3.- El trabajo priísta integral, que cuidó aspectos, con frecuencia omitidos, injusti-ficablemente soslayados. Por ejemplo, organizar un acto para conmemorar el ani-versario luctuoso de la hermosa heroína María de la Soledad Leona Camila Vicario Fernández de San Salvador.

Al respecto, los Maratones de lectura, establecidos en esta etapa del PRI-Torreón, traen de inmediato a la memoria: —Maestro, ¿qué consejo —le preguntó Alejandro Tovar Medina a Jacobo Zabludovs-ky—, qué consejo le daría usted a un reportero que empieza?—Sólo uno —contestó Zabludovsky— leer, leer y más leer.La misma prioridad denota el propósito de Hernández Vélez con los Maratones de lectura. En este caso, para la sociedad en general.

El presidente del Comité Municipal del PRI

De Salvador Hernández Vélez pueden mencionarse diversos aspectos: su pasión por las matemáticas, haber sido catedrático de esta materia en la Facultad de Economía, Unidad Torreón, de la Universidad Autónoma de Coahuila y el haber estudiado una maestría en Matemática Educativa. Por otra parte, en las columnas políticas con fre-cuencia se comenta su participación activa en los movimientos sociales en La Lagu-na durante los setenta.

Pero hay un hecho que se abre paso por sí mismo: Hernández Vélez, siendo Coor-dinador de la UAdeC, Unidad Torreón, contribuyó a desterrar al porrismo que la asolaba. Otro mérito que debe reconocérsele es haber ganado para el PRI los puestos de elección popular de diputado local y de diputado federal, y que en una contienda electoral fue el único vencedor de su partido en Torreón.

A nivel nacional fue Secretario de Finanzas en la CNC. Como presidente de la Fundación Colosio y del PRI, por un lado en Coahuila y por otro en Torreón, se ha caracterizado por ser dinámico promotor cultural al generar y organizar el debate, el arte, el conocimiento, la lectura, la cinematografía y el teatro entre los priístas. Bajo

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el sello de la Universidad Autónoma de Nuevo León, se publicó su libro De Palabra, que precedió e hizo realidad esta obra, única en su género, en tanto se ocupa del res-cate de la historia del PRI en un municipio.

HERNÁNDEZ VÉLEZ EL ÚNICO GANADOR

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De pie, de izquierda a derecha.

- Omar Morales RodríguezSecretario de Asuntos y Desarrollo Metropolitano - Fernando García MedellínPresidente FSTSE- Samuel Arroyo RodríguezSecretario de Tecnologías de Información - Leobardo Flores ÁvilaSecretario General CTM - Jesús Gerardo Sotomayor HernándezPresidente del Foro de Profesionistas y Técnicos- Javier Carlos ChainSecretario de Administración y Finanzas - Gabriel Calvillo CenicerosSecretario Técnico del Consejo Político Municipal - Mario Cepeda RamírezSecretario General de la CNOP- Manlio Fabio Gómez UrangaPresidente de la Comisión de Procesos Internos - Héctor Gramillo FloresSecretario de Relaciones Académicas - Enrique Sarmiento ÁlvarezSecretario de Acción Cívica - Francisco Javier Villarreal GómezSecretario de Acción Electoral - Rodolfo González Treviño Haces-GilSecretario de Capacitación- Alejandro Cruz GalvánSecretario de Ecología - Luis Eduardo Enciso CanalesSecretario de Cultura - José Reyes Blanco GuerraSecretario Regional CROM

Sentados, de izquierda a derecha.

- Blanca Alicia Maltos MendozaSecretaria de la Mujer - Flor Estela Rentería MedinaPresidente ONMPRI- Gabriela Marcela Calderón FrancoSecretaria de Asuntos Jurídicos- Brenda Elizabeth Fraire DomínguezSecretaria de Comunicación Política - María Teresa del Carmen Zapata MartínezSecretaria de Promoción de Salud - Dolores García OrtegaSecretaria de Asuntos de los Adultos Mayores - Mónica Liliana Rentería Enríquez Secretaria General- Salvador Hernández VélezPresidente- Isis Cepeda VillarrealSecretaria de Organización- María Luisa Castro MenaPresidente del Movimiento Territorial- María de los Ángeles Díaz MéndezPresidente del ICADEP- María de la Luz Vázquez JaramilloSecretaria de la Contraloría- Estefanía Berenice Domínguez ZarzarSecretaria de Asuntos de la Juventud - Elida Arellano EscobedoSecretaria de Asuntos de Personas con Capacidades Diferentes - Sandra López ChavarríaPresidente de la Fundación Colosio Filial Torreón

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Sumario

1.- Zafarranchos sangrientos, ejército y cárcel, así eran las jornadas electorales duran-te la etapa de Isidoro Mijares, el primer presidente del Comité Municipal del PNR.2.- Inauguran el puente que une a Coahuila con Durango: Juan F. Vázquez preside el PNR. 3.- Plebiscito en Torreón, elecciones como en Alemania, ya en 1932.4.- “Gran número de pistolas salieron a relucir”, en la auscultación de Joaquín Martí-nez Chavarría contra Filemón F. Garza, por la presidencia.5.- “Que la revolución rinda frutos en hechos efectivos para la clase trabajadora”: Cárde-nas, en 1934, cuando Filemón F. Garza presidía el PNR.6.- Preside el PNR un Hombre de Letras, Eduardo Guerra, autor de Historia de To-rreón, primer libro sobre orígenes y trayecto de nuestra ciudad.7.- Incorporación de la mujer al partido con iguales derechos que el hombre, procla-ma, al nacer, el Partido de la Revolución Mexicana.8.- Tres balaceras de los partidarios de Julio Larriva, contra militantes del PRM, en 1940.9.- Voto de censura contra el Comité Municipal del PRM, lanzan las Ligas Femeniles del propio PRM.10.- “Nunca había habido en Torreón elecciones tan sin heridos ni injuriados”, como la de Rafael Duarte, en Noviembre 2 de 1942.11.- Tarea criminal que siembra el hambre, eso es la derecha: Román Cepeda Flores, primer presidente del Comité Municipal del PRI.12.- Al lado de Villa, había matado soldados de la dictadura, el candidato del PRI a gobernador.13.- Don Adolfo Ruíz Cortines o la sabiduría en política. 14.- Universalidad del PRI: Sánchez Matamoros-Gutiérrez Crespo, candidatos a di-putados.15. El doctor Alfonso Garibay Fernández, coordinador en la campaña de Adolfo Ló-pez Mateos.16.- Mariano Flores Cuarón: asistencia médico-jurídica, sin distinción de partidos.

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17.- López Mateos, cumbre del priísmo posrevolucionario, no se doblegó ante E.U. y no rompió con Cuba.18.- Periodismo ágil, júbilo y consternación hubo el día en que Román Cepeda, ―primer presidente del Comité Municipal del PRI― fue postulado a gobernador.19.- Dionisio Encinas, postulado por dos partidos, Rodríguez Triana por el de Hen-ríquez Guzmán.20.- La mujer hizo el milagro de una elección limpia y democrática cuando, por pri-mera vez, votó en 1955.21.- Por 57 mil 958 votos, contra 12 mil 823, Amador Robles Santibáñez vence a la candidata de Acción Nacional, Virginia Herrera de Franco.22.- La candidatura ―es decir, el triunfo― a la alcaldía de Torreón, se definió por 317 votos de la militancia. Era 1960.23.- “Las cámaras empresariales incurren en delito agravado, porque ofrecen ayuda eco-nómica para un acto delictuoso”: Del Bosque, presidente del Comité Municipal del PRI.24.- Díaz Ordaz: 1.- Autosuficiencia alimentaria; 2.- Inflación reptante, del 2 al 3 por ciento, la más baja susceptible de registrarse en el capitalismo; 3.-Crecimiento eco-nómico del 6 por ciento.25.- Carlos A. Madrazo ―capítulo aparte― propone en Torreón resolver carencias para alcanzar el equilibrio.26.- Rodolfo Guerrero González, cinco veces alcalde de Matamoros, pugnó por le-gislar a favor de los menores de edad que delinquen, pues son susceptibles de rege-nerarse.27.- Primero, Adolfo López Mateos con El Chamizal, luego Echeverría entregó un México más grande del que recibió: logró ante la ONU ampliar de 6 a 200 millas nuestro mar territorial.28.- Braulio Manuel Fernández Aguirre, honestidad patente: dinero en caja, al con-cluir su trienio como alcalde.29.- Manlio Fabio Gómez Uranga, fundó ―y respaldó determinantemente como al-calde― el Comité de cuyo trabajo surgió el edificio del PRI. 30.- Heriberto Ramos Salas, delegado del PRI cuando el partido rescata Ciudad Juá-rez y 5 municipios de Baja California Norte que durante décadas estuvieron en ma-nos de la derecha.31.- Acción Nacional se robustece en Torreón, profesor Roberto Sánchez Rodríguez, presidente del Comité Municipal. Era 1978, era el principio.32.- Juan Abusaid Ríos: invitado al banquete de Bush con los cien hombres más ricos de México; participó en la Internacional Socialista y fue delegado del PRI en Ciudad Lerdo.

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33.- Los triunfos del PAN, producto democrático de una nueva tendencia política, implementada por De la Madrid: Tomás Román Mier, en 1983.34.- Casa propia para el partido político que gobernó Torreón, desde sus albores como urbe.35.- PRI, interlocutor de las familias afectadas por la polución de Peñoles.36.- En los adversos comicios del 2000, el PRI sí se alzó con la victoria en el distrito II, por San Pedro. El candidato era Jesús de la Rosa Godoy.37.- Rodríguez Galindo y Dueñes Zurita, prospectos en elección interna para alcal-de.38.- Y no hubo más zona de tolerancia… En 1961, terminó una época de la joven ciudad.39.- Cincelado en la lealtad, Mariano López Mercado, en un ejemplo de grandeza, renunció a la presidencia municipal.40.- José López Portillo, crecimiento económico del ocho por ciento.41.- Eduardo Olmos Castro, sobre las derrotas, el triunfo de la vocación.42.- Salvador Hernández Vélez, sin un solo acto de violencia, desterró al porrismo de la Unidad Torreón.

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Índice

Prólogo >7

Introducción >9

I. Los sufragios, el cofre del tesoro >11Isidoro Mijares (1929) >13Santos Castañeda (1930) >15Juan F. Vázquez (1930-1932) >17Nicolás Díaz (1932-1934) >19Filemón F. Garza (1934) >23Juan Pérez (1934) >25Eduardo Guerra (1934) >27Fernando Rivera (1935-1937) >29

II. En feminismo, el PRM adelantado a su tiempo >31Francisco Rivera (1937-1938) >33Ubaldo Veloz (1938-1940) >35Joaquín Astorga Ochoa (1940) >37Luis Ortega (1940-1942) >41Manuel Arenas (1942-1943) >45Pascual González (1943-1944) >49Luis Ortega (1945) >50

III. Al frente del PRI, los mejores hombres de la ciudad >53Román Cepeda (1946-1948) >55Cruz Díaz Medina (1949-1950) >59Mariano Flores Cuarón (1950) >63Efrén Rivadeneyra Revilla (1952) >65Manuel Molina Sánchez (1951-1952) >69Álvaro Rocha González (1953-1954) >71Rodolfo González Treviño (1954-1956) >73Cruz Díaz Medina (1957-1958) >75Jesús Mario del Bosque Villarreal (1959-1963) >75Francisco José Madero (1963-1965) >79Rodolfo Guerrero González (1965-1966) >81Enrique Muñoz Delgado (1967-1970) >83

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Índice

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Braulio Manuel Fernández Aguirre (1971-1973) >85Manlio Fabio Gómez Uranga (1973-1974) >89Heriberto Ramos Salas (1974-1977) >93Roberto Sánchez Rodríguez (1977-1978) >97Mariano López Mercado (1979) >99Manlio Fabio Gómez Uranga (1979-1981) >101José Rodolfo Mijares Gómez (1982) >101Juan Abusaid Ríos (1982-1983) >105Tomás Román Mier (1983) >107José Medardo Rodríguez Lugo (1983-1984) >109Carlos Román Cepeda González (1985-1988) >111Raúl Orozco Moreno (1988) >115Enrique Rodríguez Álvarez (1988-1990) >119Raúl Aguilar Parrilla (1990) >121Rodolfo González Treviño Haces-Gil (1990) >125Jesús de la Rosa Godoy (1990) >127José Luis Cháirez Medina (1990) >129Rodolfo González Treviño Haces-Gil (1991-1992) >131Mario Valdés Berlanga (1992-1993) >131Jorge Humberto Pérez Hinojosa (1994) >131Demetrio Zúñiga González (1994-1995) >135José Lauro Villarreal Navarro (1996) >139Gabriel Calvillo Ceniceros (1996-1997) >143

IV. Erradicar de Coahuila al panismo >147Mario Valdés Berlanga (1997-1999) >149Francisco Dávila Rodríguez (1999) >151Eduardo Olmos Castro (2000-2002) >155Marco Antonio Mora Varela (2002-2004) >159

V. El renacer del PRI >163Héctor Manuel Estrada Flores (2005) >165Román Alberto Cepeda González (2006-2007) >167Demetrio Zúñiga González (2008) >169Isis Cepeda Villarreal (2009) >169Salvador Hernández Vélez (2009-2011) >171

Sumario >179

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