Elogio Del Errar

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ELOGIO DEL ERRAR (por Ricardo Romero) “errar. (Del lat. errare.) tr. No acertar. Errar en el blanco, la vocación. U. t. c. intr. Errar en la respuesta. Era u. t. c. prnl. // 2. desus. Faltar, no cumplir con lo que se debe. Disculpáronse los vasallos, si en algo habían errado a su señor. // 3. intr. Andar vagando de una parte a otra. // 4. Dicho del pensamiento, de la imaginación o de la atención: divagar.” Diccionario de la Lengua Española, RAE (Real Academia Española) Vigésima Segunda Edición, 2001 La literatura, ya lo sabía Platón, es un gran malentendido. Por eso dejó afuera de su república a los poetas. No por dañinos, sino por inútiles (adentro no servían para nada). Los dejó afuera para que vieran mejor lo que sucedía adentro, para que nunca perdieran la perspectiva de la intemperie. Y es que escribir siempre será un errar en las tres acepciones del benemérito mamotreto citado más arriba. Será equivocarse, equivocarse persistentemente; será no cumplir, lo será siempre; será deambular por la intemperie del lenguaje como un sonámbulo que abre la puerta del ropero creyendo que abre la puerta que da a la calle; será divagar, perder el tiempo y nunca más volver a encontrarlo. Ahora bien, para el trasnochado que crea que esta es una visión romántica de la literatura, que lea una y otra vez el párrafo

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Ricardo Romero

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ELOGIO DEL ERRAR (por Ricardo Romero)errar. (Del lat. errare.) tr. No acertar. Errar en el blanco, la vocacin. U. t. c. intr. Errar en la respuesta. Era u. t. c. prnl. // 2. desus. Faltar, no cumplir con lo que se debe. Disculpronse los vasallos, si en algo haban errado a su seor. // 3. intr. Andar vagando de una parte a otra. // 4. Dicho del pensamiento, de la imaginacin o de la atencin: divagar.

Diccionario de la Lengua Espaola, RAE (Real Academia Espaola)

Vigsima Segunda Edicin, 2001

La literatura, ya lo saba Platn, es un gran malentendido. Por eso dej afuera de su repblica a los poetas. No por dainos, sino por intiles (adentro no servan para nada). Los dej afuera para que vieran mejor lo que suceda adentro, para que nunca perdieran la perspectiva de la intemperie. Y es que escribir siempre ser un errar en las tres acepciones del benemrito mamotreto citado ms arriba. Ser equivocarse, equivocarse persistentemente; ser no cumplir, lo ser siempre; ser deambular por la intemperie del lenguaje como un sonmbulo que abre la puerta del ropero creyendo que abre la puerta que da a la calle; ser divagar, perder el tiempo y nunca ms volver a encontrarlo.

Ahora bien, para el trasnochado que crea que esta es una visin romntica de la literatura, que lea una y otra vez el prrafo anterior como si fuera un mantra hasta que slo le queden sonidos, hasta que pierda por completo cualquier sentido. Ah recin tal vez entienda lo que estoy queriendo decir. O no, pero al menos no lo va a entender mal. Porque equivocarse una vez es una torpeza, equivocarse varias veces una necedad, equivocarse siempre un fallo, un fallo que pasa a ser de una consecuencia del fallar a una consecuencia del decidir. Quien escribe lo hace con lucidez, sin raptos mesinicos ni musas, solo y bien solito con sus capacidades, limitaciones y obsesiones, a medias entre el placer y el hasto, entre la soberbia del demiurgo y la increble modestia que la intemperie omnipresente le impone.

Divagar, errar, estoy empezando el tercer prrafo y todava no he empezado a hablar de lo que quera. Porque como todo elogio que pretenda llegar al centro de lo elogiado, voy a empezar por referirme a lo que no es. Es decir, no defendiendo el error y su errancia, sino atacando a la correccin. La correccin entendida en sus dos acepciones sumadas, la accin y el efecto de corregir y la cualidad de ser correcto (ver otra vez la RAE), la accin y el efecto de corregir para ser correcto.

Creo que ya voy afinando la puntera, de seguro en el blanco no doy, pero espero volarle el peluqun a ms de uno.

Como todo en nuestro mundo, la escritura se ha profesionalizado. El oficio se ha vuelto medianamente rentable, malabares de por medio, y muchos somos los que aspiramos a que nuestras pginas nos ayuden a vivir... S, s que esta visin es demasiado optimista, una utopa casi, pero es una utopa que malamente todos los que escribimos tenemos, y es como utopa como acta, porque a partir de ella nos proyectamos aunque no lo confesemos. Y es en este mbito del deseo en donde el corregir cambia muchas veces su signo. Porque corregir un texto es parte de su creacin, eso no lo voy a discutir, y es parte de ese divague hacia el infinito, ya que nunca dejaremos de hacerlo. Corregir es errar una y otra vez, y el error es finalmente el estilo. Creo con fervor que un texto al que no le sobra nada, es porque le est faltando algo. Se me podr decir que hay poemas y cuentos a los que no les sobra ni una coma, y yo dir que s le sobran, slo que de manera brillante. Por otra parte, lo que le sobra a un cuento de Carver es Carver, lo que le sobra a un poema de Pizarnik es Pizarnik, lo que le sobra a una novela de Onetti es Onetti, y lo que le sobra a Borges es Borges. El problema es cuando se corrige no para llegar al ms perfecto perfil de nuestro errar, sino para, algunos talleres literarios y todas las escuelas de Letras de por medio, ser correctos. Escribir es la bifurcacin, el camino hacia el castillo del vampiro o la casona de la familia canbal que tomaremos mientras el espectador que somos se dice a s mismo, pero no se da cuenta que para ese lado los van a matar.... Y s, en el mejor de los casos no nos damos cuenta. Por lo tanto no hay lugar para ser correctos. Podemos ser correctos cuando nos sentamos a la mesa con nuestros suegros (al menos la primera vez), cuando sonremos para la foto de la primera comunin, cuando llegamos a horario a nuestro trabajo y cumplimos con nuestras tareas. Podemos ser correctos cuando nos lavamos los dientes a pesar de Cortzar, cuando ordenamos nuestros libros en la biblioteca por pases o alfabticamente, cuando contestamos una entrevista (al menos la primera vez). Pero no cuando escribimos, y eso es lo que entre los talleres literarios, las escuelas de Letras, el periodismo especializado y los que rigen el mercado, se deja muchas veces de lado. Es como estar adentro de la repblica de Platn, donde las miradas estn encadenadas unas a otras por el civismo. Por eso es fcil hoy en da encontrarse con libros escritos con higiene quirrgica, con oficio, con manejo de los instrumentos del lenguaje (interesante ver lo que Quintn dice al respecto de los paszkosquianos en su anlisis de La joven guardia- consultar en http://www.bonk.com.ar/tp/asilo/710/?pg=1 ). Libros que se leen y se entienden y hasta a veces con suerte se disfrutan cuando esperamos correctamente el colectivo. Libros cordiales que a la larga nos volveran lectores cordiales, sino fuera por esos otros libros que maltratan nuestro entendimiento y que recomendaremos con una insistencia fastidiosa, para despus sentirnos ms solos todava frente a la extraa y variada recepcin ajena. Porque esos otros libros tienen la virtud de elegir a sus lectores como los lectores los eligen a ellos. No son democrticos. No son polticamente correctos. Son esos libros que se sumergen en lo desconocido, como dira Bolao. Y ojo, no es necesario que sean difciles, revulsivos o experimentales. No hay que confundir gordura con hinchazn, nunca mejor usado por m este refrn. Soriano escribi de esos libros, los escribi y escribe Stephen King, lo hizo Simenon.

Finalmente, escribir bien slo puede significar una cosa: escribir con honestidad. Y ser honestos es aceptar que hay cosas a las que no podemos renunciar, porque el estilo es tambin la forma ms acabada de nuestros vicios. Un adjetivo que no da vida, mata, dicen, pero a veces hay que saber que es mejor morir de adjetivitis y no sobrevivir en el limbo de los sustantivos circunspectos. Flaubert deca que era Madame Bovary. Yo digo entonces que soy ese adjetivo, ese merodeo de ideas, ese giro que no va a ninguna parte y que, al menos en la intencin, se lanza a lo desconocido. Errar al fin, dar un paso sobre el vaco y despus dar otro. As estn las cosas para m. Flaubert era una mujer histrica, yo soy un adjetivo innecesario, y la literatura sigue siendo el malentendido nuestro de cada da, el hambre para hoy y el pan para maana.