emancipacion jovenes

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El 80% de los jóvenes menores de 30 años vive con sus padres Para comprar una casa deben emplear más de la mitad de su sueldo El alquiler se lleva el 40% de los ingresos ESTHER TEJEDOR Madrid 21 AGO 2013 - 19:21 CET218 Casi todos los jóvenes españoles viven en casa de sus padres. Solo el 22,1% de los menores de 30 años reside fuera de su hogar de origen. Según el Observatorio de emancipación del Consejo de la Juventud de España –un organismo dependiente del Ministerio de Sanidad-, la tasa de emancipación de los que tienen entre 16 y 30 años ha caído tres puntos en un año. En el primer trimestre de 2010 era del 25,6%. Aunque hay diferencias. Mientras solo el 7,2% de jóvenes entre 16 y 24 años vive fuera de casa, entre 25 y 29 años la cifra supera el 40%. Y entre los que han superado la treintena, el porcentaje es mayoritario: el 72,9% de quienes tienen entre 30 y 34 años se han emancipado. Algunos de los datos del informe ayudan a explicar por qué los jóvenes españoles envejecen en casa de sus padres. Para comprar una casa, deben emplear más de la mitad de su sueldo (el 54,2%) y para alquilarla, el 47,4%. Su salario medio anual es de 13.659,52 euros. La situación es algo mejor para lo que el informe califica de “hogares jóvenes”, donde hay al menos dos personas. La suma de sus ingresos hace que el porcentaje que deben dedicar a la vivienda baje: el 39,4% para la compra y el 34,4% para el alquiler. Y pese a los datos escalofriantes, hoy los jóvenes dedican un porcentaje menor a comprar una casa. En 2008 necesitaban el 83,8% de sus ingresos. Son casi 30 puntos de bajada que coinciden con los 36 que ha caído el precio de la vivienda hasta junio de este año, según el Instituto Nacional de Estadística. El porcentaje del sueldo necesario para alquilar una casa, sin embargo, apenas ha bajado cuatro puntos: en 2008 era del 51% y ahora se queda en un 47,4%. MÁS INFORMACIÓN La imposible emancipación juvenil Los jóvenes vuelven a casa (¡y acababan de irse!) Aunque cualquier descenso queda emponzoñado cuando se tiene en cuenta que los bancos no conceden cuotas de hipotecas que supongan destinar más del 30% del salario a pagarla. Según los datos del Consejo de la Juventud, con un salario anual medio de unos 13.600 euros, un joven asalariado puede destinar como máximo 84.000 euros para comprar una casa y hasta 539 para el alquilarla. Y para ello, dice el informe, se necesitan unos ingresos mínimos de 24.697 euros al año, unos 2.000 al mes. Aunque la cantidad varía notablemente entre unas regiones y otras. En Extremadura los jóvenes pueden adquirir una casa con 14.508 euros anuales mientras en el País Vasco precisan 41.000 y en Madrid, 31.000. Paro y precariedad Parece difícil que con la elevada tasa de paro entre los jóvenes, estos puedan hacer semejante desembolso para comprar o arrendar una casa. El 66% de quienes solo tienen estudios primarios (unos 287.000) están en paro. Este dato baja hasta un no menos alarmante 51,4% para los 680.000 que han acabado los estudios secundarios y afecta a un tercio de los 411.433 que tienen estudios universitarios. La mitad de quienes buscan empleo llevan haciéndolo más de un año y casi todos los que lo hacen ya han tenido experiencias laborales. Aunque estas son, a menudo, muy precarias: nueve de cada 10 empleos registrados en el primer trimestre de 2013 fueron temporales. El informe del Consejo de la Juventud, un organismo que está previsto se integre en el Instituto de la Juventud, revela que la mayor parte de la población española menor de 30 años, un 83,9%, es

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El 80% de los jóvenes menores de 30 años vive con sus padres Para comprar una casa deben emplear más de la mitad de su sueldo El alquiler se lleva el 40% de los ingresos ESTHER TEJEDOR Madrid 21 AGO 2013 - 19:21 CET218 Casi todos los jóvenes españoles viven en casa de sus padres. Solo el 22,1% de los menores de 30 años reside fuera de su hogar de origen. Según el Observatorio de emancipación del Consejo de la Juventud de España –un organismo dependiente del Ministerio de Sanidad-, la tasa de emancipación de los que tienen entre 16 y 30 años ha caído tres puntos en un año. En el primer trimestre de 2010 era del 25,6%. Aunque hay diferencias. Mientras solo el 7,2% de jóvenes entre 16 y 24 años vive fuera de casa, entre 25 y 29 años la cifra supera el 40%. Y entre los que han superado la treintena, el porcentaje es mayoritario: el 72,9% de quienes tienen entre 30 y 34 años se han emancipado. Algunos de los datos del informe ayudan a explicar por qué los jóvenes españoles envejecen en casa de sus padres. Para comprar una casa, deben emplear más de la mitad de su sueldo (el 54,2%) y para alquilarla, el 47,4%. Su salario medio anual es de 13.659,52 euros. La situación es algo mejor para lo que el informe califica de “hogares jóvenes”, donde hay al menos dos personas. La suma de sus ingresos hace que el porcentaje que deben dedicar a la vivienda baje: el 39,4% para la compra y el 34,4% para el alquiler. Y pese a los datos escalofriantes, hoy los jóvenes dedican un porcentaje menor a comprar una casa. En 2008 necesitaban el 83,8% de sus ingresos. Son casi 30 puntos de bajada que coinciden con los 36 que ha caído el precio de la vivienda hasta junio de este año, según el Instituto Nacional de Estadística. El porcentaje del sueldo necesario para alquilar una casa, sin embargo, apenas ha bajado cuatro puntos: en 2008 era del 51% y ahora se queda en un 47,4%. MÁS INFORMACIÓN La imposible emancipación juvenil Los jóvenes vuelven a casa (¡y acababan de irse!) Aunque cualquier descenso queda emponzoñado cuando se tiene en cuenta que los bancos no conceden cuotas de hipotecas que supongan destinar más del 30% del salario a pagarla. Según los datos del Consejo de la Juventud, con un salario anual medio de unos 13.600 euros, un joven asalariado puede destinar como máximo 84.000 euros para comprar una casa y hasta 539 para el alquilarla. Y para ello, dice el informe, se necesitan unos ingresos mínimos de 24.697 euros al año, unos 2.000 al mes. Aunque la cantidad varía notablemente entre unas regiones y otras. En Extremadura los jóvenes pueden adquirir una casa con 14.508 euros anuales mientras en el País Vasco precisan 41.000 y en Madrid, 31.000. Paro y precariedad Parece difícil que con la elevada tasa de paro entre los jóvenes, estos puedan hacer semejante desembolso para comprar o arrendar una casa. El 66% de quienes solo tienen estudios primarios (unos 287.000) están en paro. Este dato baja hasta un no menos alarmante 51,4% para los 680.000 que han acabado los estudios secundarios y afecta a un tercio de los 411.433 que tienen estudios universitarios. La mitad de quienes buscan empleo llevan haciéndolo más de un año y casi todos los que lo hacen ya han tenido experiencias laborales. Aunque estas son, a menudo, muy precarias: nueve de cada 10 empleos registrados en el primer trimestre de 2013 fueron temporales. El informe del Consejo de la Juventud, un organismo que está previsto se integre en el Instituto de la Juventud, revela que la mayor parte de la población española menor de 30 años, un 83,9%, es

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estudiante. Aunque de nuevo las cifras difieren entre quienes tienen entre 16 y 24 años y los de 25 a 29. De los primeros, están matriculados en algún tipo de estudio casi el 90%, mientras solo lo hacen el 46,3% de los del segundo grupo. Hay además, un tercio de jóvenes entre 25 y 29 años que se dedica a “labores del hogar”. Tres cuartas partes de ellos son mujeres. Más de la mitad de los menores de 30 que están asalariados están sobrecualificados. Y esta situación afecta especialmente a las mujeres: 59% de ellas, 10 puntos más que los hombres, tiene un empleo para el que se requiere menor cualificación que la que han adquirido. Un 23% de los menores de 30 años, están, además, “subocupados” (trabajan un número de horas insuficiente en relación con su disponibilidad laboral). Emigración Pese a este panorama, la emigración no es una salida masiva para los menores de 30 años, según los datos del estudio. El saldo migratorio fue incluso positivo para este grupo. Llegaron 13.000 jóvenes más de los que se fueron (160.198 frente a 147.053). Además, solo el 7% (unos 10.000) de los que se marcharon y el 5% de los que se instalaron en España en 2011 eran españoles. Los datos se invierten entre los que tienen entre 30 y 34 años. Ellos sí se van. En 2011 se marcharon 85.548; frente a los 57.633 que llegaron. De ellos, el 67% habían nacido en España. http://sociedad.elpais.com/sociedad/2013/08/21/actualidad/1377094000_980556.html

Así cualquiera: por qué se independizan tan rápido y tan fácil los jóvenes europeos

Muchos jóvenes en Europa se emancipan mucho antes que los estudiantes

españoles. (Corbis)

Marta Jiménez Serrano14/07/2013 (06:00)

Esta es la segunda parte del reportaje A Fondo: Irse de casa en

España y Europa, cuya primera parte se publicó ayer.

Las grandes diferencias entre la situación en España, Portugal o Italia y los países del norte de Europa se

deben a la distinta situación económica y a las diversidades culturales. El experto Adolfo de Luxán considera

que a menudo las razones son económico-culturales, y señala como ejemplo el hecho de que en

España estamos habituados a comprar un piso, no a alquilarlo. Para que esto sea posible la situación

financiera ha de ser holgada, cosa que no sucede entre los jóvenes debido a las razones que estamos

desglosando.

Sean las razones económicas o culturales, lo que sí parece estar claro es que el modelo de sociedad varía

entre el norte y el sur. Italia, Portugal, España, Grecia… son países en los que la sociedad se estructura en

torno al núcleo familiar de manera notable. El vínculo entre padres e hijos es mucho mayor, el arraigo es

mucho más fuerte y las relaciones son más intensas. Aún cuando los hijos se han ido ya de casa, la

comunicación es constante con sus progenitores. Alemania, Noruega, Finlandia y otros países del norte

entienden la relación familiar de manera más práctica, el arraigo es menor y todos los padres entienden que sus

hijos se irán de casa cuando ronden la mayoría de edad. Francia podría suponer un término medio entre estas

dos tendencias tan delimitadas geográficamente.

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En cualquier caso, la sociedad mediterránea parece tener un concepto de la familia mucho más arraigado, y

aunque todos estos países se parecen a este respecto Italia lleva la delantera desde hace años. Ilustran el

fenómeno los llamados mammoni o, con un término que parece haberse puesto de moda en los últimos

tiempos, bamboccioni.Se trata de niños grandes acusados de un leve síndrome de Peter Pan y que no

quieren abandonar la casa familiar. La vida en casa es cómoda y los vínculos con la familia son fuertes. Cabe

cuestionarse si esos lazos son sanos, y si el mundo moderno casa todavía con este tipo de organización social

tan tradicional. Stefano, el estudiante italiano antes mencionado, rechaza este tipo de pereza a la hora de

abandonar el nido. No obstante, es consciente también de los beneficios que supone. Cuando se le pregunta si

alguna vez ha recibido ayuda económica de sus padres, responde: “Nunca he recibido ningún tipo de ayuda

económica cuando he vivido solo. Pero nunca he ayudado a mi familia cuando vivía con ellos. Me parece justo”.

En Europa, la mayor estabilidad de la economía, así como la destinación de fondos a educación y cultura,

hacen viable la temprana independencia de los jóvenes. En países como Alemania o Francia hay una amplia

oferta de becas que ayudan a los estudiantes, no sólo a pagar el alquiler, sino también a tener un fácil acceso a

cines, museos y otra serie de ofertas culturales cuyo precio suele ser considerable.En Alemania, Noruega,

Finlandia y otros países del norte se entiende la relación familiar de manera más práctica y con menos arraigo

Katharina Retzlaff es una alemana de 28 años que vive fuera de casa desde que tiene 20, justo después de

acabar el bachillerato. Estuvo un año trabajando y, más tarde, cuando empezó la carrera, comenzó a

simultanear estudios y vida laboral. “Cuando comencé mis estudios, evidentemente ganaba menos dinero,

pero tenía una ayuda del Estado: una beca basada en criterios sociales, según la cual recibes una cantidad de

dinero en función de la renta de tus padres”, confiesa esta berlinesa, que termina añadiendo: “Además, siempre

he tenido un trabajo al tiempo que estudiaba, lo que es estresante pero posible, y necesario si quieres ser

independiente de tus padres”. La joven considera que los pisos compartidos entre varios estudiantes son

muy frecuentes en Alemania, dado que ofrecen muchas ventajas, empezando por que el alquiler sale más

barato. Pero, además, para Katharina es una experiencia enriquecedora a todos los niveles.

Es verdad que la independencia económica no es absoluta: los jóvenes se benefician de becas estatales y, a

menudo, de ayuda de familiares, bien de manera constante durante el año o bien porque los progenitores les

pagan las vacaciones de verano, tal o cual curso de inglés o les regalan por Navidad unas clases de yoga. Es el

caso de Yannick Tautphäus, un alemán de 26 años que admite que durante toda la carrera ha vivido fuera de

la casa familiar y, sin embargo, son sus padres quienes le han mantenido económicamente. Pero esa situación

se considera normal, como cuenta Yannick: “Yo, como la mayor parte de mis amigos, dejé la casa de mis

padres cuando empecé la universidad”, para concluir diciendo que conoce “sólo unos pocos amigos que han

seguido viviendo en casa de sus padres al empezar la carrera, y todos se han mudado mientras aún seguían

estudiando.” Además de los pisos compartidos de los que hablaba Katharina, Yannick conoce mucha gente que

vive en residencias universitarias, la opción más barata. Este alemán comenta que en su país es frecuentísimo

cambiar de ciudad para poder estudiar, y es una apreciación que no debemos dejar escapar. En España hay

muchísimas universidades y es lícito preguntarse si no mejoraría la calidad de la educación si hubiera

menos y más especializadas. Esto supondría, en efecto, que la necesidad de trasladarse fuese mayor pero –

contando con las facilidades pertinentes– la movilidad no tendría por qué ser un problema.

En esa línea cabe destacar el ejemplo de Francia, donde el estudiante es tenido en consideración a todos los

efectos. La SNCF, principal sociedad ferroviaria francesa, ofrece desde hace tiempo la conocida carte 12-

25 (“tarjeta 12-25”), gracias a la cual los estudiantes que se encuentren en esa franja de edad se ven

beneficiados de notables descuentos.

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Francia cuenta con una ayuda estatal para la vivienda que se oferta a todos los estudiantesAdemás, ahora

cuentan también con la nueva tarjeta de reducción joven 18-27: los mayores de edad que aún no alcancen la

treintena pueden obtener hasta el 60% de rebaja en su viaje en tren.

Asimismo, el país vecino cuenta con una ayuda estatal para la vivienda que se oferta a todos los estudiantes,

sea cual sea la renta de los padres (las proporciones de dinero cedido, como parece lógico, varían según los

casos). Es la llamada CAF (Caisse d’allocations familiales), de la que se benefician numerosos jóvenes, tanto

franceses como de otros países de europa, pero residentes en el país galo. Estos estudiantes tienen, por otra

parte, una tarjeta que les permite desayunar, comer o cenar en los restaurantes universitarios (Resto U)

y, presentando su carné de estudiante, obtienen reducciones de hasta la mitad de precio en cines,

museos y teatros.

Se suele señalar que en estos países del norte de Europa la vida es más cara que en España, pero esta

afirmación se vuelve falsa si hablamos de la vida de los jóvenes entre veinte y treinta años, aproximadamente.

Los pisos compartidos son muy frecuentes en algunos países europeos. (Corbis)

El caso de Noruega

El caso radicalmente opuesto al mediterráneo es el de los países nórdicos. Tomemos como ejemplo Oslo, la

capital noruega, donde estudia medicina Oystein Maugesten, un joven que afirma que en su promoción “de

100 estudiantes de medicina en Oslo hay un único chico que no ha dejado la casa de sus padres”.

Las universidades y las escuelas superiores en Noruega son en general gratuitas (hay excepciones,

sobre todo en el campo de la economía y de las artes). Como afirma Oystein, no hay apenas tasas: él ha

pagado este año 50 euros de “tasas de fotocopiadora”. La declaración sorprende cuando uno piensa en las

miles de fotocopiadoras que se albergan en los más insospechados rincones de la facultad de Filología,

Filosofía y Geografía e Historia de la Universidad Complutense, todas ellas decoradas con un flamante cartel en

el que se lee un desganado “Fuera de servicio”. Por supuesto, el estudiante en España paga sus propias

fotocopias cada vez que las necesita. El caso radicalmente opuesto al mediterráneo es el de los países

nórdicos

A pesar de que los estudios son gratuitos, los estudiantes necesitan dinero para vivir fuera de casa. El 95% de

los estudiantes en Noruega se beneficia de un préstamo bancario a cargo del gobierno. Se trata de un

préstamo sin intereses durante los estudios (el interés comienza un año después de haber terminado la

formación), y consta de 1.000 euros mensuales, 10.000 euros al año, ya que las vacaciones no se pagan. Si el

estudiante aprueba todos sus exámenes, se le rembolsa un 40% de dicho préstamo. Oystein lo explica

claramente: “El año pasado obtuve el préstamo de 10.000 euros al año, aprobé todos los exámenes y ahora

debo 6.000 euros al Estado, que comenzaré a pagar una vez tenga trabajo”. Además, el estudiante noruego

declara que, aunque el total de dinero que se debe al final es cuantioso, la tasa de paro es bajísima y la

inmensa mayoría de los estudiantes son contratados nada más terminar la carrera, por lo que lo habitual es

pedir el citado préstamo. La educación se ve como una inversión y nadie duda a la hora de beneficiarse

de estas facilidades económicas. En cualquier caso, si al acabar la carrera el estudiante se sorprende en el

paro puede pedir una suerte de congelación de su deuda, que se retiene hasta que el joven encuentra un

trabajo.

Este préstamo se ofrece a todos los estudiantes, sin importar la renta anual de los padres. No obstante, 1.000

euros al mes son algo escasos para vivir en Noruega, según confirma Oystein, por lo que la mayoría de los

estudiantes tienen un pequeño trabajo complementario o reciben ayuda financiera de sus padres. El joven

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considera “un poco tabú confesar que tus padres te ayudan con un cierto dinero al mes, yo conozco muy

poca gente que lo reconoce. La mayoría de mis amigos, yo incluido, tienen pequeños trabajos en cafeterías,

asilos…”.

Podemos plantearnos si a largo plazo es éste un modelo verdaderamente beneficioso. Pero lo que es innegable

es que, para el estudiante noruego, cómo obtener ingresos para viajar, formarse en otros lugares o vivir con sus

amigos son preocupaciones inexistentes.

La comparación con España

No es difícil en este punto hacerse una idea de por qué la independencia es tan complicada para el joven

español. Además, se produce de manera más brusca: el español no va dejando de depender paulatinamente de

sus padres, como sucede en Francia o Alemania, sino que se va de casa cuando puede sustentarse él mismo.

Hay excepciones, como siempre, pero responden a situaciones muy concretas. Jaime González, un madrileño

de 23 años, aprovechará el verano para mudarse con dos amigos a un piso. El plan le resulta factible porque el

apartamento es propiedad de su abuela, que le deja el alquiler a un precio muy bajo, y porque sus familiares

contribuirán con una cantidad de dinero al mes que le permita poco a poco ir despegando. Jaime, licenciado en

Antropología a punto de comenzar un máster, cuenta con realizar trabajos esporádicos que requieran

escasa cualificación. Sus futuros compañeros de piso se benefician del precio del mismo, y la situación a

otros niveles es parecida. A Miguel, que terminará la carrera el curso que viene, sus padres le ayudan “en

situaciones críticas”. Los ingresos vienen de donde sea. Lo importante es que vengan

Va a trabajar y a estudiar al mismo tiempo, y confiesa con realismo: “Los ingresos vienen de donde sea. Lo

importante es que vengan”. Finalmente, añade con cierta resignación: “Más quisiera un trabajo estable que no

signifique ser becario de por vida”. María, la tercera en discordia, cuenta que sus ingresos provienen “de

pequeños trabajos”, pero que le “encantaría encontrar un trabajo estable”. Por el momento, son sus padres

los que la ayudan.

Sin embargo, aunque todos los jóvenes manifiestan sus deseos de irse de casa, tal y como ha comprobado el

sociólogo Pérez Camarero, no todos están dispuestos a pagar ese precio y tener que sacrificar la

atención que le dedican a su formación para ganar unos eurillos al mes. Paloma Jiménez tiene 20 años y

es estudiante de Odontología. “Yo lo que quiero es trabajar mientras hago el máster, como auxiliar, por

ejemplo”, afirma la estudiante. Si con eso pudiera independizarse, lo haría. “Quiero irme pronto de casa, pero

sólo teniendo un trabajo estable y relacionado con lo mío”. El principal problema es que, en la España actual,

que una joven como Paloma tenga un trabajo estable, con un contrato digno, que le permita independizarse

pronto y (¡además!) que responda a la disciplina en que se ha formado parece un cuento de hadas. Y todos

sabemos que en la vida real los príncipes azules no existen. Quizás haya otras cosas que puedan ser de mayor

utilidad. Un príncipe noruego, por ejemplo.

http://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2013/07/14/asi-cualquiera-por-que-se-independizan-tan-rapido-y-tan-facil-los-jovenes-europeos-124797