Emanuel Werner

Dedico este libro a todas aquellas personas que confiaron en mi desde el momento

cero, y me dieron todo su apoyo para convertirme en lo que hoy en día soy.

Índice

Prólogo 7

Aprendizaje 15

El arte de la atención 27

Construí tus creencias 37

Confianza en uno mismo 51

Hábitos de excelencia 63

El placer del descanso 75

Potencia tu energía 85

Administra tu estrés 99

Celebra la vida 107

Ser feliz es una elección 119

Gratitud en todo 127

Fracaso como resultado 137

Preguntas poderosas 147

Relaciones para llegar a la excelencia 157

Todos podemos ganar 169

Evita las personas tóxicas 179

Liderazgo informal 189

Se un soñador 197

Mentores & coaches 207

Sensibilidad e intuición 219

¿Quién quiero llegar a ser? 229

Plan estratégico personal 239

Modela la excelencia 251

Actitud como elemento exponencial 259

La mejor inversión sos vos 267

Ser próspero es un gran desafío 277

Potencia tu tiempo 285

Se el protagonista de tu futuro 297

Epílogo 303

Lecturas recomendadas 309

Agradecimientos 313

Prólogo

Prólogo

Escrito por Paula Molinari

“Lo que más valoran las personas

son los desafíos y las experiencias vividas”.

—Paula Molinari.

Esto es lo que me pasó. Estaba leyendo el libro de Ema-nuel en mi sillón cerca del ventanal y, cada tanto, mi mira-da se iba a las plantas y al pino que preside mi jardín y allí se quedaba fija, cuando me invadían y se ponían en primer plano muchas situaciones vividas a lo largo de estos últi-mos años como consultora.

Los nativos tecnológicos serán los que liderarán las or-ganizaciones en los próximos 40 años, generando muchí-simos cambios, para mejor y en pos de mayor bienestar para sí mismos y para otros.

Lo que me ocurrió leyendo los capítulos del libro es que los contenidos de Emanuel, el abordaje de los mismos, ha-blando directamente desde su experiencia de vida a través de conocimientos prácticos, planteando luego actividades para poder bajar todo eso a la realidad cotidiana de cada uno, entrelazando entre medio relatos inspiradores de su propia

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historia de vida, invitándonos todo el tiempo a ser protago-nistas, evocaba en mí características distintivas y positivas de los jóvenes de hoy.

Quizás los lectores se pregunten por qué mi visión es tan optimista. Desde mi perspectiva, la Generación Millennial, es decir, aquellos nacidos entre 1980 y 1996, así como tam-bién la Generación Z, nacidos entre 1997 y 2010, cuentan con algunos elementos que, convergiendo, harán que sus aportes a la sociedad sean mayúsculos:

I. Son nativos tecnológicos, y las grandes soluciones y transformaciones vendrán de la mano de la tecnología.

II. Son optimistas. Creen que es posible, piensan en posi-tivo, rompiendo y poniendo fin a la época de escepticis-mo y falta de confianza. Construirán confianza a partir de la transparencia y los resultados.

III. Son pragmáticos: el foco está en la acción, en los resulta-dos. Es la acción la que hace que las cosas sean posibles.

IV. Son colaborativos, gregarios, comunitarios y esto les da un grandísimo poder que les permite escalar y crecer exponencialmente.

V. Son ágiles. Aprenden con velocidad, exploran, curio-sean, incorporan, se modifican y cambian el contexto.

VI. Buscan el bienestar para sí mismos y para los demás. La felicidad, el estar bien, la salud, el equilibrio se convier-ten en temas centrales.

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Muchas cosas buenas saldrán de este combo de ingre-dientes, de eso estoy totalmente segura.

También quiero decirte, antes de comenzar a transitar por las páginas de este libro, que vas a estar incorporando, a través de la voz de Ema, el espíritu de una nueva generación de jóvenes que vienen a generar cambios, a inspirar a los demás y, también, a hacer cosas nuevas.

Más allá del espíritu de una generación, Ema transmite también su pensamiento positivo y su creencia de que cada uno es artífice de su propio destino. Además, ancla la cons-trucción del propio destino en la acción y, por eso, propone una serie de ejercicios al final de cada capítulo como una genuina invitación a empezar a actuar, para permitirnos proyectarnos, definirnos, pensarnos y recrearnos.

Con esta postura, yo, personalmente, estoy totalmente en sintonía. El “lema” de mis clases de Career Building en el MBA de la Universidad Torcuato Di Tella es el siguiente: “Si crees que puedes o que no puedes, en ambos casos estás en lo cierto”. Es un dicho que le robé amablemente hace muchos años a Henry Ford, y que expresa en forma directa y sencilla cómo los pensamientos y creencias que tenemos sobre nosotros mismos y sobre el mundo que nos rodean determinan nuestras posibilidades.

De la misma manera, Herminia Ibarra, profesora de Har-vard, explica cómo tomamos decisiones sobre nuestro futuro y, en el caso de ella, se refiere específicamente a decisiones de carrera, a partir de una estructura de pensamiento en tres niveles, representada con una pirámide. En el nivel 1, el de

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la cima de la pirámide, está lo conocido, lo que sé de mí: qué estudios tengo, en qué contexto me muevo, qué hago, qué sé hacer y este nivel opera a nivel consciente. Cuando conoz-co a alguien y me pregunta ”¿vos qué hacés”, contesto con la información del nivel 1. En el nivel 2, están nuestros valo-res, nuestros intereses y motivaciones que son las fuentes de las decisiones que se toman. Cuando expreso, por ejemplo, que decidí aceptar una propuesta porque me entusiasmaba aprender del tema, estoy manifestando una motivación –el aprendizaje de algo nuevo–, que es un impulsor de mis deci-siones. A estos factores, el experto en comportamiento orga-nizacional del MIT Edgar Schein los llama “Anclas de Carre-ra” (“Career Anchors”). ¿Por qué anclas o también amarres? Porque me afirman ayudándome a definir, pero me inmovili-zan a la vez y no me permiten explorar lo desconocido. En el nivel 3, en la base de nuestra pirámide, están nuestro sistema de creencias, nuestros modelos mentales, nuestros mapas del mundo, que son inconscientes y determinan nuestras de-cisiones. Es ahí donde reside el “puedo o no puedo”. Cuando queremos grandes transformaciones, debemos bombardear estos sistemas de creencias de los que somos prisioneros.

Es así. Son finalmente los pensamientos los que determi-nan los comportamientos y mi abanico de posibilidades. Y, a la vez, para modificar estos pensamientos, hace falta ex-plorar, probar, experimentar, y así llevar evidencias a este nivel 3 y poder modificar el sistema de creencias. Entonces, la acción genera cambio en los pensamientos. Es por eso tan importante hacer, actuar.

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Muy ambiciosamente, en este prólogo pasamos del mo-delo generacional al pensamiento positivo y la importancia del pensamiento en la construcción de nuestras posibilida-des. Un largo trecho.

Por último y ya para dejarlos comenzar, quisiera destacar a todos aquellos que van a empezar el camino de leer este li-bro que hay algo muy valioso en las palabras de Ema: él dice lo que hace, lo que ha experimentado. Valoro esta coherencia (que no abunda) y sé que gana puntos a la hora de inspirar. Espero que esta travesía los haga reflexionar y cuestionarse.

Como dice la célebre frase de Albert Einstein: “La mente es un paracaídas, sólo funciona si se abre”.

—Paula Molinari, 24 de marzo de 2018.

Fundadora y Presidente de Whalecom, consultora líder en Lati-

noamérica y de Joilab, el primer Career Center de la región que se

lanzó en noviembre de 2016. Tiene una intensa vida académica:

dirige el Programa Executive de Recursos Humanos y es profe-

sora del MBA en la Universidad Torcuato di Tella y colabora con

prestigiosas universidades de Argentina y del exterior.

Desarrolló parte de su carrera profesional en el Grupo Techint y

fue Directora de Recursos Humanos de Claro.

En los últimos dos años, más de 30.000 personas participaron de

sus conferencias en América Latina.

Aprendizaje

“Siempre se parte de la nada.

De no creerle nada a nadie.

Como pido en mis conferencias:

no me crean de entrada.

Pongan a prueba cada nuevo conocimiento.

Es así como el proceso de aprendizaje

se empieza a desplegar en cada uno que lo recibe.

Y que lo recicla según su propia experiencia.

Hasta que se convierte en un camino permanente.

Un camino de vida”.

Siempre fui muy cabeza dura. Encaré cada proceso de apren-dizaje como un nuevo desafío. En mi vida, el aprendizaje lo puedo agrupar en dos partes: entender cómo otra persona lo había logrado y llevarlo a la práctica en mi propia experiencia.

La primera parte tiene dos elementos: un proceso de transmisión de experiencias junto a una curiosidad perma-nente. Recibir la experiencia de otra persona. Y la propia curiosidad por entender cómo y con cuál camino trazado esa persona lo había logrado.

La segunda parte del proceso de aprendizaje se relaciona con el momento de recibir esa información y cuándo pone-mos en práctica esa experiencia, que es de otro, en la propia vida. Es un desafío atractivo porque las personas enseñan desde sus propias perspectivas del mundo, que no necesaria-mente coinciden con las de uno. Entonces, surge el ejercicio

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de incorporar algo nuevo, algo distinto que otro transmite y que uno no veía desde su perspectiva y experiencia ante-riores, hasta ese momento. Que es revelador y es cuando se incorpora algo desconocido. Que se convierte en conocido.

¿Es necesario o no estrellarse contra la pared para apren-der? ¿Siempre es a través de dicotomías? ¿Uno aprende más fácil del fracaso o del éxito? ¿Siempre existe ese ver-sus? Fracaso versus éxito. Fracaso como método de ense-ñanza. ¿O éxito como método de enseñanza?

El fracaso enseña porque en él sentimos dolor. Y cuando sentimos dolor los seres humanos intentamos evitarlo ¿cier-to? Y hacemos lo que sea para que no vuelva a pasar. En otra vía, aprender mediante el éxito hace que mejore tu autoestima y creas más en vos mismo, en una espiral positiva ascendente.

En los procesos de aprendizaje, cuando las cosas van bien siempre es gracias a algo que uno hizo y que logra detectar con claridad. Y cuando sale mal, uno trata de identificar qué fue lo que hizo mal e intenta repararlo, para volver a em-prender. Y esto está íntimamente ligado a los resultados: ¿qué logramos del proceso que hicimos?

Equivocarse para aprender

En un mundo que cambia velozmente, esta es la secuen-cia clave. Necesitamos esa velocidad porque es la que nos genera inercia. Y esta inercia hace que nos sea más fácil te-ner más oportunidades al intentarlo más veces.

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Entonces, la otra clave está en ¿cómo logramos propi-ciarnos más momentos de aprendizaje, sabiendo que el aprendizaje es el motor del camino en la vida?

De dos formas. A través de un modo de aprendizaje proactivo y otro reactivo.

El aprendizaje proactivo parte de una determinación. Cuando se decide aprender algo y se pone foco y energía en eso. Un estudio. Juntarse con un mentor y aprender algo durante dos horas. Ir a un curso o a la universidad, o a cual-quier sitio en el que el aprendizaje sea facilitado.

El aprendizaje reactivo es cuando se está haciendo una actividad y de repente surge algo nuevo que uno no entien-de. Y sale a investigarlo y eso lleva a otra cosa y a otra y a otra... Se empieza a profundizar y a aprender como conse-cuencia de algo que se necesita comprender.

Esta última modalidad es forzada, pues “fuerza” a aprender. Y en la primera, el aprendizaje es proactivo, porque hubo una decisión deliberada de destinar ese espacio para aprender.

Se sabe que los grandes genios de la humanidad aprendían mucho de la observación partiendo de la curiosidad. Personal-mente, entiendo que el proceso de curiosidad tiene que ver con una cuestión de estar siempre desconforme, en el sentido de aceptar que siempre hay una manera mejor de hacer las cosas.

Reinventar la rueda. ¡No es necesario! ¿Para qué forzar-nos en generar algo si alguien, en alguna parte del mundo, ya tuvo la misma idea? Simplemente se puede salir a buscar conocimiento adquirido y mejorar lo que ya está. Por eso, en mis procesos de aprendizaje no me enfoco necesariamente

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en lo nuevo, sino en tomar lo que ya está establecido y mar-car una diferencia. Mejorarlo. Y eso me tiene siempre con una curiosidad constante de cómo podría yo hacerlo mejor.

Por ejemplo, la curiosidad le llevó a una persona a tener, por un lado, un bolso y, por el otro, ruedas. Y entender que bolsos y ruedas podían ir juntos y se creó la valija. También tuvo que ver con un contexto socio-cultural en el que los es-clavos dejaron de llevar las valijas y empezaron a ser las per-sonas las que la llevaban. Y buscaron esa comodidad. Por eso, creo enfáticamente en una interrelación positiva y virtuosa: el proceso de innovación, de creación y de aprendizaje.

El juego de aprender

El aprendizaje tiene que ser divertido, como un juego. A veces, en los procesos de aprendizaje nos enfocamos tanto en lo macro que nos olvidamos de ir fácil, paso a paso. Bus-cando pequeñas excusas y pequeñas metas que nos lleven a eso grande que queremos aprender.

Suelo pensar en el sistema tradicional de educación como obsoleto. Creo que es bulímico aprender un montón de con-ceptos y después vomitar todo esto en un examen. Me gus-ta pensar en qué les queda a las personas del proceso de aprendizaje: ¿qué es lo nuevo y qué utilidad le puedo dar? Tiene que haber un porqué lo estoy haciendo. Encontrar el sentido. Un objetivo. ¡Y así nuestro cerebro encuentra la za-nahoria hacia ese nuevo logro!

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Al final de todo, lo que está en juego es nuestra identidad. El 50 % de nuestra identidad y de lo que somos ya está en el ADN. El 40 % tiene que ver con nosotros, con lo que hace-mos a lo largo de nuestra vida. Solo un 10 % se vincula con las circunstancias que nos rodean.

Constantemente ponemos en juego nuestra identidad, ex-pandiendo nuestros conocimientos mientras aprendemos. Preguntando siempre, ya que es el puente a la respuesta. Como seres humanos, necesitamos cerrar los vacíos. Pre-guntarse es sano, siempre que nos hagamos las “preguntas poderosas”. Preguntas que nos incentivan a un resultado positivo, que nos construyen como personas. Aprendizaje. Preguntas. Respuestas. Algo nuevo. Y autoestima: ya que solemos salir a buscar las respuestas afuera. Y no nos plan-teamos que las respuestas ya las tenemos. Y están dentro de nosotros. Solo falta escuchar.

Equivocarse rápido, aprender, levantarse e intentarlo de nuevo.

En un mundo que cambia velozmente, esta es la secuencia clave.

Necesitamos esa velocidad porque es la que nos genera inercia.

Y esta inercia hace que nos sea más fácil tener más

oportunidades al intentarlo más veces.

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Ponelo en práctica

Este primer ejercicio busca construir el compromiso per-sonal tuyo con el aprendizaje continuo en cualquiera de sus formas. La primera pregunta que me gustaría que te res-pondas es: ¿Cuál es el propósito de este camino de aprendi-zaje que deseo emprender?

El segundo ejercicio busca conectar con las personas que tenés alrededor tuyo en el día a día e intentar aprender a través de su historia de vida. Para esto, el desafío consiste en elegir una persona y preguntarle: ¿Cómo logró conse-guir sus mayores éxitos en la vida?

Persona elegida:

Respuesta:

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Luego, con esa información, te invito a responder las siguien-tes preguntas: ¿Qué puedo aprender yo de esto?

¿Cómo puedo conectar esto con mi vida?

En este tercer ejercicio, me gustaría que te animes a salir de tu zona de confort y, para esto, quiero que listes a con-tinuación cuáles son los tres principales obstáculos que te limitan el aprendizaje.

24 · Todo está en vos

Ahora, quiero que escribas cómo vas a hacer para sortearlos.

1.

2.

3.

1.

2.

3.

Aprendizaje · 25

Finalmente, esta pregunta tiene como fin que logres gene-rar empatía con este libro y lo tomes como un viaje que vas a transitar rumbo a lo desconocido. Para eso, quiero que te preguntes: ¿Cómo pienso que este libro puede contribuir a cambiar mi vida positivamente?

Una vez respondida esta pregunta, quiero que detalles cuál será tu plan diario o semanal de lectura que vas a acordar seguir para hacer del aprendizaje a través de la lectura un hábito en tu vida.