EMBLEMÁTICA Y CULTURA CABALLERESCA: DIVISAS …

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EMBLEMÁTICA Y CULTURA CABALLERESCA: DIVISAS VALENCIANAS EN LA CANONIZACIÓN DE SAN FRANCISCO DE BORJA EN 1671 Víctor Mínguez Universitat Jaume I El arte de las divisas precedió a la literatura emble- mática en el tiempo, pues las primeras arrancan de fi- nales de la Edad Media y los emblemas nacieron co- mo es sabido en el siglo XVI. Sin embargo, ambas manifestaciones pictórico-literarias acabararán necesa- riamente coincidiendo, dadas sus evidentes similitudes y estrecho parentesco, y a la larga confundiéndose. Numerosos son los textos de emblemistas reputados que intentan diferenciar con escaso éxito y evidentes contradicciones las reglas de las distintas familias em- blemáticas, y por ende, de las divisas. Investigadores actuales, desde planteamientos más rigurosos y objeti- vos, han establecido las características esenciales de cada uno de estos subgrupos de emblemas'. El origen de las divisas o empresas hay que bus- carlo en la cultura caballeresca, en los símbolos o escudos de armas que los nobles exhibían en Francia y Borgoña a fines del siglo XIV, desde don- de rápidamente la moda se extendió a la Italia rena- centista. En 1555 se publicó en Roma el imprescin- dible libro de Paolo Giovio, Dialogo dell'Imprese Militari et Amorose 3 , en 1562 en Venecia Imprese di diversi Prencipi, Duchi signori e d'altri personaggi et huomini letterati et illustri de Battista Pittoni, y en 1566, también en Venecia, Le Imprese illustri, de Girolamo Ruscelli 4 . En la sociedad italiana del XVI, ' Sobre la definición del emblema, de la empresa, del jeroglífico y demás variantes, véase J. GÁLLEGO, Visión y símbolos en la pintura española del Siglo de Oro, Madrid, 1972, págs. 25-32, y P. PEDRAZA, "Breves notas sobre la cultura emblemática barroca", Saitabi (Valencia), 28 (1978), págs. 181-192. M. PRAZ, "La filosofía del cortesano", Imágenes del Barroco (estudios de emblemática), Madrid, 1989, págs. 67-97. La primera edición española verá la luz en 1562 en Lyon, Diálogo de las empresas militares y amorosas, compuesto en len- gua italiana por el ilustre Obispo de Nucera. En el qual se tracta de las devisas, armas, motes o blasones de linages, con su ra- zonamiento a esse propósito del magnífico Señor Ludovico Domeniqui. Todo nuevamente traduzido en romance castellano por Alonso de Vlloa (...). . 4 A éstos seguirán una larga lista de libros de empresas y divisas en distintas lenguas. Fueron recogidos y catalogados por MARIO PRAZ en su obra pionera Studies in Seventeenth-Century Imagery, Roma, 1964. Debe consultarse la edición inglesa, pues la edición castellana citada en nota anterior no incluye la rica bibliografía emblemática que aquel dio a conocer. los distintivos icónicos personales fueron un hábito generalizado entre príncipes, nobles e intelectuales. Unos y otros encontraban en el distintivo adoptado un símbolo personal e intercambiable que metafori- zaba a su poseedor o a la familia de éste. Esta fun- ción de la divisa marca una diferencia sustancial con el emblema, pues aquella no encierra un precepto moral, ético o ideológico, expuesto con un propósito pedagógico como en éste, sino los sentimientos, in- tenciones o acciones personales del que la exhibe. Las divisas se "vistieron" en fiestas y cortejos durante los siglos XVI y XVII. Pero el aconteci- miento más apropiado para la exhibición de empre- sas fueron sin lugar a dudas los torneos ecuestres, por lo menos en lo que se refiere a empresas "ama- torias". Los torneos de la Edad Moderna son una re- presentación lúdica y festiva, galante y coreográfica de los belicosos enfrentamientos entre caballeros que tuvieron lugar en las lidias medievales. Lo que era básicamente arduo entrenamiento para la guerra de- vino en plácido entretenimiento cortesano, el rudo deporte se transformó en colorística danza'. En estas justas las divisas eran un elemento indispensable que permitían al torneante dejar entrever, mediante un oscuro jeroglífico, sus sentimientos galantes. Los torneos de la nobleza valenciana durante los siglos XVII y XVIII, al principio organizados de manera esporádica, y posteriormente en torno a la Real Maestranza de Valencia, constituyeron uno de los espectáculos urbanos más significativos de la in- teresante fiesta barroca valenciana. En otras ocasio- nes hemos estudiado la génesis y desarrollo de esta institución nobiliaria y su contribución a la fiesta efímera'. En este trabajo centramos nuestro interés Por lo que respecta a Valencia, sólo dos siglos después, y con motivo de las guerras primero contra la Convención francesa y después contra Napoleón, se recuperó la función beligerante de la corporación nobiliaria, transformándose la Maestranza en un regi- miento de cuatro escuadrones. 6 Véanse nuestros trabajos, Art i arquitectura efímera a la Valéncia del s. XVIII, Valencia, 1990, págs. 161-167 y "El juego caballeresco y su resurgimiento en Valencia durante la segunda mitad del siglo XVIII", VI Encuentro De la Ilustración al 65 brought to you by CORE View metadata, citation and similar papers at core.ac.uk provided by Repositori d'Objectes Digitals per a l'Ensenyament la Recerca i la C

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EMBLEMÁTICA Y CULTURA CABALLERESCA:DIVISAS VALENCIANAS EN LA CANONIZACIÓN

DE SAN FRANCISCO DE BORJA EN 1671

Víctor MínguezUniversitat Jaume I

El arte de las divisas precedió a la literatura emble-mática en el tiempo, pues las primeras arrancan de fi-nales de la Edad Media y los emblemas nacieron co-mo es sabido en el siglo XVI. Sin embargo, ambasmanifestaciones pictórico-literarias acabararán necesa-riamente coincidiendo, dadas sus evidentes similitudesy estrecho parentesco, y a la larga confundiéndose.Numerosos son los textos de emblemistas reputadosque intentan diferenciar con escaso éxito y evidentescontradicciones las reglas de las distintas familias em-blemáticas, y por ende, de las divisas. Investigadoresactuales, desde planteamientos más rigurosos y objeti-vos, han establecido las características esenciales decada uno de estos subgrupos de emblemas'.

El origen de las divisas o empresas hay que bus-carlo en la cultura caballeresca, en los símbolos oescudos de armas que los nobles exhibían enFrancia y Borgoña a fines del siglo XIV, desde don-de rápidamente la moda se extendió a la Italia rena-centista. En 1555 se publicó en Roma el imprescin-dible libro de Paolo Giovio, Dialogo dell'ImpreseMilitari et Amorose 3 , en 1562 en Venecia Imprese didiversi Prencipi, Duchi signori e d'altri personaggiet huomini letterati et illustri de Battista Pittoni, yen 1566, también en Venecia, Le Imprese illustri, deGirolamo Ruscelli4 . En la sociedad italiana del XVI,

' Sobre la definición del emblema, de la empresa, del jeroglíficoy demás variantes, véase J. GÁLLEGO, Visión y símbolos en la

pintura española del Siglo de Oro, Madrid, 1972, págs. 25-32, yP. PEDRAZA, "Breves notas sobre la cultura emblemática barroca",Saitabi (Valencia), 28 (1978), págs. 181-192.

M. PRAZ, "La filosofía del cortesano", Imágenes del Barroco(estudios de emblemática), Madrid, 1989, págs. 67-97.

La primera edición española verá la luz en 1562 en Lyon,Diálogo de las empresas militares y amorosas, compuesto en len-gua italiana por el ilustre Obispo de Nucera. En el qual se

tracta de las devisas, armas, motes o blasones de linages, con su ra-zonamiento a esse propósito del magnífico Señor Ludovico

Domeniqui. Todo nuevamente traduzido en romance castellano

por Alonso de Vlloa (...).. 4 A éstos seguirán una larga lista de libros de empresas y divisasen distintas lenguas. Fueron recogidos y catalogados por MARIO

PRAZ en su obra pionera Studies in Seventeenth-Century Imagery,Roma, 1964. Debe consultarse la edición inglesa, pues la edicióncastellana citada en nota anterior no incluye la rica bibliografíaemblemática que aquel dio a conocer.

los distintivos icónicos personales fueron un hábitogeneralizado entre príncipes, nobles e intelectuales.Unos y otros encontraban en el distintivo adoptadoun símbolo personal e intercambiable que metafori-zaba a su poseedor o a la familia de éste. Esta fun-ción de la divisa marca una diferencia sustancial conel emblema, pues aquella no encierra un preceptomoral, ético o ideológico, expuesto con un propósitopedagógico como en éste, sino los sentimientos, in-tenciones o acciones personales del que la exhibe.

Las divisas se "vistieron" en fiestas y cortejosdurante los siglos XVI y XVII. Pero el aconteci-miento más apropiado para la exhibición de empre-sas fueron sin lugar a dudas los torneos ecuestres,por lo menos en lo que se refiere a empresas "ama-torias". Los torneos de la Edad Moderna son una re-presentación lúdica y festiva, galante y coreográficade los belicosos enfrentamientos entre caballeros quetuvieron lugar en las lidias medievales. Lo que erabásicamente arduo entrenamiento para la guerra de-vino en plácido entretenimiento cortesano, el rudodeporte se transformó en colorística danza'. En estasjustas las divisas eran un elemento indispensable quepermitían al torneante dejar entrever, mediante unoscuro jeroglífico, sus sentimientos galantes.

Los torneos de la nobleza valenciana durante lossiglos XVII y XVIII, al principio organizados demanera esporádica, y posteriormente en torno a laReal Maestranza de Valencia, constituyeron uno delos espectáculos urbanos más significativos de la in-teresante fiesta barroca valenciana. En otras ocasio-nes hemos estudiado la génesis y desarrollo de estainstitución nobiliaria y su contribución a la fiestaefímera'. En este trabajo centramos nuestro interés

Por lo que respecta a Valencia, sólo dos siglos después, y conmotivo de las guerras primero contra la Convención francesa ydespués contra Napoleón, se recuperó la función beligerante de lacorporación nobiliaria, transformándose la Maestranza en un regi-miento de cuatro escuadrones.6 Véanse nuestros trabajos, Art i arquitectura efímera a laValéncia del s. XVIII, Valencia, 1990, págs. 161-167 y "El juegocaballeresco y su resurgimiento en Valencia durante la segundamitad del siglo XVIII", VI Encuentro De la Ilustración al

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Figura 1: Divisa de D. José de Borja LanÇol. Figura 2: Divisa de D. Baltasar Julián.

en uno de los diversos torneos que tuvieron lugar an-tes de la creación de la Maestranza en 1690, y suposterior restauración en 1747 -tras ser suspendida porFelipe V al finalizar la guerra de Sucesión al tronoespañol. El interés que despiertan los torneos anterio-res a la fundación de la institución nobiliaria consisteen que, a diferencia de las justas de la RealMaestranza, estas contiendas lúdicas del siglo XVIInos ofrecen un amplio repertorio de divisas, varias deellas reproducidas en láminas. No así en los torneosdieciochescos, celebrados al amparo de la Maestranza,pues el desprecio de los ilustrados por la cultura em-blemática acentuó la decadencia de este elemento ar-tístico literario que acabó cayendo en desuso.

Durante el siglo XVII, los torneos nobiliarioseran frecuentes en las grandes fiestas que la ciudadorganizaba para honrar a sus reyes, exaltar a sussantos o reverenciar a sus patronos. Los ejerciciosecuestres consistían en carreras de lanzas, juegos decañas, estafermos, sortijas, etc., sin que ninguno deestos divertimentos implicara el menor riesgo físico.

Romanticismo. Cádiz, América y Europa ante la Modernidad

(1750-1850):"Juego, fiesta y transgresión", Universidad de Cádiz(16-18 de noviembre de 1991), en prensa.

Para la celebración de los juegos, se levantaban am-plios circos de tarimas escalonadas en las plazas másamplias de la ciudad, como eran la de Predicadoreso la del Mercado. En estos escenarios efímeros, loscaballeros, divididos en cuadrillas de cuatro jinetescompetían entre sí para ganarse el aplauso del nume-roso público y la admiración de las damas. Paladinesy damas aprovechaban la ocasión para exhibir her-mosos ropajes, en un espectáculo que superaba laarena del circo y se prolongaba por los tablados queocupaba el público.

Las crónicas y relatos valencianos de los torneosbarrocos hacen mucho más hincapié en la relaciónprolija de la alcurnia de los participantes y en ladescripción minuciosa de sus suntuosos ropajes queen la explicación del juego, al que invariablementesólo le dedican unas pocas líneas -y a veces ni eso-,lo que pone de relieve que éste era concebido comouna excusa para la exhibición social. Hasta tal puntoera así que, como se ha afirmado ya alguna vez, al-gunos de estos relatos constituyen un magnífico do-cumento sobre la indumentaria de la época y los li-najes de las familias ilustres.

Tal como ya hemos dicho, las divisas exhibidasen los torneos se refieren invariablemente a los amo-

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Figura 4: Divisa de D. Francisco Villarrasa.Figura 3: Divisa de D. Antonio Balaguer.

res y desamores del torneante. Amor entendido enun sentido amplio, pues dependiendo del motivo dela fiesta -política, cívica o religiosa- el anhelo de loscaballeros contendientes puede ser indistintamente,ya no una dama concreta de la nobleza valenciana,sino la Inmaculada', la reina o incluso como en lajusta que nos ocupa, un santo. Los emblemas deamor -como recuerda Mario Praz 8 - aparecieron yacon los primeros emblemistas. Al tratarse muchasveces de la manifestación de los sentimientos perso-nales su dificultad de lectura suele ser mayor que lade los emblemas morales o políticos, por más que elrepertorio de motivos utilizados sea el habitual en ellenguaje emblemático. Lo cierto es que resulta com-plejo determinar, dado su grado de moderada difi-cultad, el nivel de compresión de las empresas o di-visas entre el público espectador. Aquilino Sánchez

' Cuando en 1690 se cree la Real Maestranza, la agrupación ten-drá como objetivo fundamental honrar con sus entretenimientosecuestres a su patrona la Inmaculada.

Véase M. PRAZ, "Amor profano y sagrado", en la obra anterior-mente citada Imágenes del Barroco ..., pág. 99. Sobre la repre-sentación del amor en la emblemática es interesante asimismo elartículo de S. SEBASTIÁN, "Lectura crítica de la AmorumEmblemata de Otto Vaenius", Boletín del Museo e Instituto"Camón Aznar" (Zaragoza), XXI (1985), págs. 5-112, donde ana-liza uno de libros fundamentales de la emblemática amorosa.

Pérez habla de la asimilación rápida de la divisa, dela rapidez de la captación de su significado'. JuliánGállego por su parte insiste en su vinculación con la"ciencia del blasón" -lo que implica una mayor co-dificación de las divisas con respecto a los emble-mas- y recuerda que es preciso que sea "misteriosay rara'"°. A la vista de las divisas de la nobleza va-lenciana que vamos a analizar hay que admitir uncierto hermetismo en la exposición de sus concep-tos, pues, si los comparamos con los jeroglíficos defiestas, las divisas exigen un conocimiento de cien-cias tan eruditas como puedan ser la mitología o lahistoria. Por un lado era preciso que el mensaje sub-yacente en la divisa fuera captado por la dama quese pretendía conmover, y por los espectadores -puesno olvidemos que los torneos son antes que nada unespectáculo social- que contemplaban el cortejoamoroso. Por otra parte, convenía una cierta pruden-cia básica en la exposición de los sentimientos ínti-mos -en ocasiones ciertamente comprometedores.Tal vez haya que abrir un nuevo apartado en la cla-sificación de la familia emblemática y diferenciar las

' A. SÁNCHEZ PÉREZ, La literatura emblemática española (siglosXVI y XVII), Madrid, 1977, pág. 52.' Op. cit., págs. 29 y 30.

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divisas estables, que identificaban permanentementea un individuo, y las divisas efímeras o provisiona-les que, como en los torneos, representaban los sen-timientos de un caballero en un momento concreto.

Existen crónicas detalladas de los torneos valen-cianos seiscentistas celebrados en 1619 -fiestas porla beatificación de Tomás de Villanueva"-, en 1662-fiestas inmaculistas' 2- y en 1665 -nuevas fiestas in-maculistas". Este último torneo es especialmente in-teresante por su importante componente emblemáti-co. Las diez divisas de los contendientes no sóloson descritas y explicadas por Torre y Sebil, cronis-ta de la relación de la fiesta, sino que aparecen re-cogidas en diez interesantes grabados. En ellas loscaballeros honran a su dama la Inmaculada, y elmotivo más recurrido en los cuerpos de las empre-sas es Cupido. Las aclaraciones de Torre y Sebil noson gratuitas, dado el hermetismo de la mayoría deellas -por más que, en ocasiones, sus retóricas expli-caciones devienen en discursos distanciados del pre-sumible significado original del jeroglífico'. El últi-mo torneo con divisas que hemos encontrado tienelugar en 1722 con motivo de la boda del príncipede Asturias con la princesa de Orleans'.

A la espera de efectuar un estudio completo delas divisas de la nobleza valenciana, nuestro interésse centra en esta ocasión en un torneo casi descono- Figura 5: Divisa de D. Raimundo Luis de Vilanova.

" J. MARTÍNEZ DE LA VEGA, Solenes, y grandiosas fiestas, que la

noble, i leal Ciudad de Valencia a echo por la Beatificación desu Santo Pastor, i Padre D. Tomas de Villanueva, En Valencia,

por Felipe Mey, año 1620.' 2 Véase J. B. VALDA, Solenes fiestas, qve celebro Valencia, a la

Inmaculada Concepcion de la Virgen Maria. Por el supremo de-creto de N. S. S. Pontifice Alexandro VII. Ofrecelas al Rey

Nuestro Señor. Escrivelas de orden de la misma Ciudad IvanBavtista de Valda. Con licencia, en Valencia, por Geronimo

Vilagrasa, Impressor de la Ciudad, en la Calle de las Barcas,

año 1663. El torneo de este festejo fue estudiado por PILAR

PEDRAZA en Barroco efímero en Valencia, Valencia, 1982, págs.

345-352.13 F. TORRE Y SEBIL, Lvzes de la Avrora, dias del Sol, en fiestasde la que es sol de los dias, y Avrora de las Lvzes, Maria

Santissima. Motivadas por el nuevo indulto de AlexandroSeptimo, que concede Octauas con precepto de rezo de la

Inmaculada Concepcion. Celebradas por la antigua piedad delExcelentissimo Marques de Astorga y San Roman, Virrey, y

Capitan General del Reyno de Valencia. A cuya protección lesdedico el que las escrive (...), Cavallero del Abito de Calatrava,

y en la voz de dicha Orden substituto del Excelentissimo Señor

Marques de Aytona. Impresso en Valencia por GeronimoVilagrasa, junto al molino de Rovella. Año 1665.14 Estas empresas fueron dadas a conocer por PILAR PEDRAZA en"Las fiestas de la nobleza valenciana en el siglo XVII: un ejem-plo característico (1662)", Estudis (Departamento de HistoriaModerna de la Universidad de Valencia), n9 6 (1977), págs. 101-121.15 Breve noticia de las festivas demonstraciones con que la muyIlustre Ciudad de Valencia celebró la feliz noticia del efectuadoCasamiento del Serenissimo Señor Principe de las Asturias, con

la Serenissima Señora Princesa de Orleans, sin lugar ni año.

cido por la escasa envergadura que tuvo la crónicadel festejo. Se trata de una pequeña relación de ca-rácter epistolar, escrita por Baltasar Sapena, señor dePamís, titulada Obseqvioso elogio, plavsible jvvilo,

que en festejo militar, dispvso el afecto con el rego-zijo á la felize canonizacion del glorioso SanFrancisco de Borja, á cuya celebridad dedicó laNobleza Valenciana vn luzido Torneo sustentado en25. de Octubre del presente año 71. en el espacio-so Campo del llano del Real. Siendo Mantenedor elMaesse de campo Don Joseph de Borja, y Lançol,Cavallero del Abito de Montesa, Baylio de Suecapor su Religion; Paqe de Guion que fue de suMagestad, y aora Mayordomo de su Alteza, elSerenissimo Señor Don Juan de Austria. Dá puntualnoticia vna carta, que en verso joquiserio escrive ávna Dama, Don Baltasar Sapena, Perez Arnal, yZarcuela, Señor de Pamis, cuyo es tambien el Cartelde desafio que en la Relacion se incluye. Con licen-cia, en Valencia: Por Benito Macé junto al Colegiodel Patriarca, Año 1671 16 . El opúsculo relata el tor-

16 La obrita de Sapena está escrita en verso y sólo tiene treinta yocho páginas. A este autor se le encargó años despues la crónicade los actos que los notarios valencianos sufragaron en 1671 porla canonización de San Luis Bertrán. Sin embargo falleció cuandosolo tenía escritas ciento cuarenta y cuatro páginas. Fue acabada

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que me hagan pedaços ,S

Figura 6: Divisa de D. Francisco Escrivá. Figura 7: Divisa de D. Jerónimo Moncoriu.

neo que tuvo lugar en la noche del 25 de octubrede 1671, con motivo de la Canonización de SanFrancisco de Borja. Se celebró en el Campo delllano del Real -en habitual deferencia a los virre-yes-, donde se dispuso el imprescindible circo degraderías y tablados. Destacaron en su adorno lasluminarias que adornaron la fachada del PalacioReal y los fuegos artificiales que se dispararon. Porsupuesto presidió el espectáculo el propio virreyacompañado de su esposa e hijas y del arzobispode la ciudad.

Como es lógico participaron en la justa los caba-lleros más distinguidos de Valencia'. Fueron los jue-

por T. López de los Ríos, y se tituló Avto glorioso, festejo sagra-do, con qve el insigne Colegio de preclara Arte Notaria celebróla canonización del Señor San Luis Bertran (...). Impreso en

Valencia, por Geronimo Vilagrasa, Impressor de la Civdad, y dela Inquisicion, junto al molino de Rovella, año 1674. Tambiénestá adornada con emblemas." Según nota manuscrita del Marqués de Cruilles en un ejemplarde la crónica de Sapena conservado en la Biblioteca Municipal deValencia, "casi la totalidad de los apellidos citados en la Relaciónde este Torneo son de los caballeros que en 1690 crearon laMaestranza de Valencia". Este dato es interesante pues señala altorneo de 1671 como un ensayo y preludio de la constitución dela institución nobiliaria.

ces D. Jaime de Pertusa, D. Juan de Castelví y D.

Francisco Ferrer Noble, y el mantenedor de la justa-por su parentesco con el santo canonizado- D. Joséde Borja y Lançol, caballero de Montesa. En estecaballero recayó todo el protagonismo de la lid,pues el juego consistió en un combate fingido entreel defensor del triunfo de San Francisco de Borja ysu ayudante, y cinco paladines valencianos. Tras losduelos individuales -primero a lanza y luego a espa-da- los jinetes realizaron una exhibición conjunta.Naturalmente el campeón del torneo fue el ilustredescendiente de San Francisco de Borja.

Los caballeros vistieron hermosos ropajes, peto yespaldar y exhibían sobre su pecho sus respectivasdivisas. El color de la indumentaria guardaba rela-ción, en la mayoría de los casos y como tendremosocasión de ver, con el contenido de la divisa. Comosiempre, el torneo fue un simulacro, pero aun así sepremió y se aplaudió a los más diestros. Sapenadestaca la habilidad de Don Baltasar Julián, ayun-dante del mantenedor. Pero aún más que la destrezaen el ejercicio se admira la elegancia, la galanura, lahermosura del traje y la composición de la divisa.Así por ejemplo, el cronista nos informa que el pre-mio a la mejor empresa, otorgado por las damas, re-cayó en Don Antonio Balaguer y que el premio de

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las mismas damas al mejor galán fue por supuestopara D. José de Borja.

La relación de Sapena se adorna con siete gra-bados que nos muestran las divisas de los caballe-ros torneantes. Estas láminas, de innegable tosque-dad pero de gran interés iconográfico, son en todosimilares a los que contiene la obra de Torre ySebil mencionada anteriormente. Como aquellos,presentan formato vertical, carecen de lema y tansólo un escueto terceto explica el significado de laimagen. Van firmados por F. Quesádez y porGimeno".

Analizemos pues las divisas. D. José de BorjaLançol, apadrinado por D. Baltasar de Borja y D.Francisco Mascarell, vistió de plata, y sobre su pe-cho mostraba en su emblema una rueda coronada,acompañada de la siguiente letra:

"La virtud de la Vmildaden mi tuvo tal poder,que açendi por descender".

D. José de Borja, defensor en el torneo de suantecesor canonizado, fue como dijimos el prota-gonista de la justa. La divisa que ostentó no alu-día a él mismo, sino a su defendido, el propioSan Francisco de Borja. La rueda que en su girodesciende y asciende metaforiza -en una acertadaimagen- la humildad del nuevo santo jesuita y elpremio que por ella obtiene. Y esta virtud delsanto y su triunfo en el cielo son los dos argu-mentos que defiende el paladín valenciano. Estadivisa parece claramente inspirada en la empresaLV de Giovio, dedicada a Monsieur de laTramolla19,

Don Baltasar Julián, ayudante del mantenedor,tuvo por padrinos a D. Mercader Vicente y D.Julián Vicente. Mostró en su divisa un motivo em-blemático mucho más común pero también por ellomás internacional, el águila que mira directamenteal Sol. Llevó por letra:

"Toma sin auer estorbosaunque dista quien le enciendenuevo aliento enlo que emprende".

18 Francisco Quesádez fue un grabador afincado en Valencia, querealizó diversas estampas para crónicas de fiestas valencianasseiscentistas. Véase M. A. ORELLANA, Biografía pictórica valenti-

na, Valencia, 1967, pág. 499.19 Santiago Sebastián apunta que tal vez pueda tratarse del generalLa Trémouille. Véase S. SEBASTIAN, "Giovio y Palmireno: La in-fluencia de la emblemática italiana", Teruel (Zaragoza), n0 76(1986), págs. 191-250.

El águila mirando al Sol ha representado en loslibros de emblemas y empresas, en los jeroglíficosde fiestas y en las divisas de los caballeros una mul-titud de significados -renovación, devoción, fideli-dad, realeza, grandeza, virtud, etc.-, aunque siemprepositivos. Este asunto lo heredó la emblemática delos bestiarios medievales", fue asimilado por los em-blemistas españoles desde Juan de Borja' y repetidopor los emblemistas valencianos en los jeroglíficosde fiestas. Así lo encontramos por ejemplo entre losjeroglíficos jesuitas que adornaron el colegio de SanPablo con motivo de las fiestas del cuarto centenariode la ciudad en 1638 y que fue reproducido en ungrabado en la crónica del festejo'. En la divisa quenos ocupa representa la devoción del ayundante delmantenedor -que combatió junto a éste en defensadel triunfo de San Francisco de Borja- al santo ca-nonizado metaforizado en el Sol.

D. Antonio Balaguer, cuyos padrinos fueron D.Antonio Carroz y D. Vicente Carroz, mostraba en suempresa un carro celeste cuyos caballos se habíandesbocado deslumbrados por el Sol, y llevaba porletra:

"De el Sol triunfo en la Carrozay esto aviva mi aficionque no desesperacion".

El carro de Faetón es uno de los motivos icono-gráficos predilectos en divisas valencianas. En 1674,con motivo del torneo inmaculista la exhibió D. PedroLlançol de Romaní, y no es casual por otra parte quefuera premiada como la mejor divisa en la justa quenos ocupa. Se trata de un asunto mitológico, de con-fusa -y por ello compleja- interpretación. Según indicala letra representa de nuevo una metáfora de la devo-ción del torneante al santo, al que no le importa serdenotado en la justa, como Faetón lo fue por el Sol,por una causa como la que origina el torneo -de nue-vo y como en la divisa anterior el astro diurno meta-forizaría al santo canonizado. El carro de Faetón fueasimilado por el lenguaje emblemático a partir delpropio Alciato. De dos de sus emblemas habilmentefusionados en uno derivará la divisa de D. AntonioBalaguer: "Temeritas" e "In temerarios"23.

20 Véase por ejemplo El fisiólogo y el Bestiario toscano, en laedición de SANTIAGO SEBASTIÁN, ediciones Tuero, Madrid, 1986,págs. 39 y 42, y el Bestiario de Oxford, en la edición de la edito-rial Siruela, Bestiario Medieval, Madrid, 1983, pág. 272.21 J. DE BORJA, Empresas Morales (...), En Brusselas, por FranciscoFoopens, Impressor y Mercader de Libros. M.DC.LXXX., p. 13.22 M. A. ORTÍ, Siglo Cuarto de la Conquista de Valencia (...), enValencia, por luan Bautista Marçal, impressor de la Ciudad1640, jeroglífico XVIII de la segunda serie, pág. 75v.

A. ALCIATO, Emblematum liber, Augsburgo, 1531, emblemasLV y LVI. La fuente clásica se encuentra en Ovidio,Metamorfosis, I, 748-779 y II, 1-400.

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D. Francisco Villarrasa tuvo como padrinos a D.Vicente Belvís y D. Cristobal Villarrasa. Su divisamostraba un cupido tras un monte contemplando unaestrella. Fue su letra:

"Expongame yo a su influxo,en quantos circulos dierey venga lo que viniere".

Esta empresa y la siguiente nos muestran el mo-tivo más frecuente entre los que conforman el reper-torio de las divisas amatorias: la representación pa-gana del amor, Eros o Cupido". Como ya hemos di-cho antes, los torneos seiscentistas supusieron unamagnífica ocasión para "exhibir" el amor. La osten-tación de divisas y el componente enigmático de és-tas, era el recurso que facilitaba el discreto y a lavez público cortejo, la adulación y la exposición su-til de los sentimientos íntimos. Pero como ya expli-camos, en ocasiones el motivo de la fiesta condicio-naba el objetivo de las declaraciones sentimentales.Así, las divisas podían dirigirse a la reina, la Virgeno, como en el caso que nos ocupa, y sin ningún ru-bor por tratarse de un varón, a San Francisco deBorja.

D. Raimundo Luis de Vilanova, tuvo por padri-nos a D. Vicente Salvador y D. Miguel Fenoller.Mostró en su empresa una composición con idénticomotivo y significado que la de D. FranciscoVillarrasa, un cupido contemplando un cielo estrella-do. De nuevo las puras saetas de un paladín valen-ciano dirigen sus atenciones al santo jesuita. Elamor se ha transformado en fe y devoción. Fue suletra:

"Nunca la he mirado errantepero ya mi fe prolijame señala la que es fija".

D. Francisco Escrivá, cuyos padrinos fueron elConde de Alcudia y D. Juan Pertusa, mostró en sudivisa un corazón alado, sobre la llama de un altar,que avivaba con las alas el fuego. En consonanciacon el asunto el caballero valenciano vestía el colorígneo. La empresa llevaba por letra:

"Ser Victima en los IncendiosDe causa tan Superior.Llama es diuina; no Ardor".

El amor del torneante al santo valenciano quedade manifiesto en el corazón que se abrasa. El temadel corazón tiene un importante precedente valencia-no en la serie de jeroglíficos que adornaron la casa

" Véase nota 8.

del doctor Francisco Luis Pastor en los festejos porla beatificación de Tomás de Villanueva. Estos jero-glíficos, diseñados por Jerónimo Martínez de laVega', mostraban al beato metaforizado en un cora-zón, y son destacados por Julián Gállego por ser an-teriores a los que recoge la Emblemata Sacra deDaniel Cramel (Francfort, 1624), que M. Praz pre-senta como la obra que pone de moda este motivoiconográfico'.

Finalmente, D. Jerónimo Monçoriu, que tuvo porpadrinos a D. Jerónimo Brizuela y D. GasparCalatayud, exhibió en su divisa el carro de laAurora despidiendo sobre el mar rocío que era reco-gido por una concha en forma de corazón. De nuevoel tema emblemático determina el color del ropajedel torneante, que en esta ocasión fue nácar. La di-visa llevó por letra:

"Prenda que sus luzes copie,Guardarán mis firmes lazos,Asta que me hagan pedaços".

Nuevamente un asunto mitológico manifiesta ladevoción del propietario de la divisa al santo, asuntoque, además, pone de relieve -metafóricamente ha-blando- el fin de la noche y la llegada del alba trasel torneo.

El texto epistolar y poético de Sapena concluyela descripción de las divisas con cuatro versos refe-ridos a todas:

"Y sus empresas que assombrossiete prodigios imitan,cada vna fue un milagroy todas las maravillas".

25 J. Martínez de la Vega es una importante figura de la emblemá-tica valenciana, por un doble motivo: el interés de sus composi-ciones y sus reflexiones teóricas sobre esta ciencia. Es así mismoautor de diversas crónicas de fiestas, como la que contiene los je-roglíficos mencionados, y que se titula Solenes i grandiosas

Fiestas, que la noble, i leal Ciudad de Valencia a echo por laBeatificacion de su Santo Pastor, i Padre D. Tomás de

Villanueva. En Valencia, por Felipe Mey. Año 1620. Sobre los je-roglíficos tomasinos de 1619 compuestos por Martínez de la Vegavéase nuestro trabajo "Reflexiones sobre emblemática festiva: je-roglíficos valencianos por la beatificación de Tomás deVillanueva en 1619", Ephialte. Lecturas de Historia del Arte(Vitoria-Gasteiz), n6 II (1990), págs. 332-337. Sobre la emblemá-tica valenciana en general, nuestro artículo "Un género emblemá-tico: el jeroglifico barroco festivo. A proposito de unas series va-lencianas", Goya (Madrid), n6 222 (1991), págs. 331-338.26 Véase J. GALLEGO, op. cit., pág. 42 y M. PRAZ, op. cit., pág.165. El mérito de diseñar este interesante motivo iconográfico nohay que atribuirlo sin embargo a Martínez de la Vega, pues elmismo reconoce que se debió a una imposición del dueño de lacasa, que quería que los jeroglíficos guardaran relación con eladorno efímero de la fachada, en la que las luminarias exhibíancorazones.

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Con toda seguridad, las empresas que acabamosde analizar no fueron un milagro, ni prodigios, nimaravillas, por más que la retórica barroca así laspresente. Pero si que constituyen un magníficoejemplo de la implantación en la sociedad valencia-

na del lenguaje emblemático. El arte de las divisases uno de los capítulos de la ciencia emblemáticamenos estudiados, por lo menos en el panorama es-pañol. Confiamos con el tiempo en poder subsanarese descuido.

S UMMARY

The art of the chivalrious ventures and badges was always an important chapter of the emblematic valen-cian tradition. The several tournaments that were held in Valencia during the XVII c. in the context of the pu-blic baroque celebrations lead to the confection of a large amount of badges that the knights showed in tour-nament. Some of these badges were engraved and published in the books of feasts. A good example are theseven badges shown in the tournament held in Valencia in 1671 for the canonization of San Francisco deBorja. In this present work we analyse these badges and profit to make some brief explanations about the rela-tion between emblematic and tournaments

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