Emilio Carilla. La Literatura de La Independencia Hispanoamericana

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Emilio Carilla /A~. ~~ "'V-- L"a literatura de la independencia 11ispanoalnericana (I''1eoclasicismo y prerromanficismo)

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Emilio Carilla

/A~.~~ "'V--L"a literaturade la independencia11ispanoalnericana

(I''1eoclasicismo y prerromanficismo)

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Ofrezco aq [d la vision de una epoca literaria en His-panoamerica. Epoca que, por diferentes motivos, sueleverse casi siempre en fundon dt, otros momentos litera-rios. En alguE<lmedida (y a trav<:sdel subtitulo que pro-p9ngo) pareci~:~Q.que tal fisononia no se altera mayor-mente. No idero borrar del todo esa sospecha, aunqueespero que ,,~1contenido del tralHjo justifique la necesi-dad de cierta ;:r..ltonomia particubrizadora.

El hecho de haber pensadJ ':11 un publico arni)}ioexplica -crco -- laestructura df: L\ obra. He sacrificoldoalgunos mate~riales 0 pruebas er, los primeros capJtulos(0 eapitulos g;e:lerales) y, por e1 eontrario, me he dete-nido en las in6ividualidades que considero resaltadoras.De tal manera,_ el libro tiene 'dos partes esenciales, sub-rayadas, si se Lpiere, por la equivalencia euantitativa. .

Por otra parte, razones de limitaci6n me han obliga-do a omitir Jl(}':asy bibliografia, caudal que espero mos-trar en un tratamiento desarrollado del tema. Con todo,me in teresa dedr que eada dato esta respaldado en unconocimientc· c.ireeto delos tu:tos y en 10 que considerobibliografia fl1'ldamental sobre el tema. Con respect0 asectores comprimidos 0 evitados (sobre todo, aspectos ge-nerales de las doctrinas, la lengua, la metrica), creo com-pensar ciertas ausencias en 105 analisis de los autores es-tudiados especialmente. No desIL1erezeo,por otra p::n:te,la importancia del siempre fatigoso reeuento de las lee-turas e influencias, pero quiero recordar, al mismo tiem-po, que no ~ejustifiea aqui un estudio minudoso de ellas.

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En 10 que se re£iere al titulo, es evidente que, enprincipio, nombres como La Literatura de La tpoca revo-lucionaria) 0 como La literatura de La Independencia)nos producen una sensaci6n de rechazo. Una exclusivadenominaci6n politico-social resulta siempre infiel alapJ.icarIa a fen6menos culturales y, en particular, litera-rios. Esto, aunque 10 politico repercuta tan directamen-te en las letras de la epoca. De ahi la necesidad del dobletitulo que -me parece- refleja de manera adecuada elsigna llamativo y personalizador del momento. En fin,esto tendremos oportunidad de verlo con hdgura a 10largo del estudio. .

ESCRITORES PR6CERESPERiODO Y NOllifBRES

Con los primeros afios del siglo XIX entramos en unanueva y capital etapa en la vida de los pueblos hispano-americanos. Nada menos que aquella que marc a el finalde la Colonia, las revoluciones de inde pendencia y smprimeros afios como nadones. Y, unavez mas, los datospolitico-socialcs imponen su necesaria consideraci6n enHispanoamerica, si es que no se quicre (lebilitar 0 equi-vocal' la comprensi6n del fen6meno literario.

Aim mas: es en este momento clonde mas estrecha-mente se ligan 10 politico y 10 literario. Por razones ob-vias. Sin exclusivismos que desorienten, y sin olviclarotros factores, no puede desconocerse el peso que tiene Iaobra escrita (clentro de un ampEo concepto de 10 (llite-rario") en la predica revolucionaria; no puede descono-cerse,como veremos, la significaci6n del libro y, SOble'

todo, del perioclismo, en aquellos afios. "if, por supuesto,como raiz de tales manifestaciones, no puede descono·cerse que la mayor parte de los hombres destacados queintervienen en la lucha emandpadora (y aun mucJIWlde 10s militantes) tienen tambien relieve "·cultural". Pmotro lado, 1a mend6n de 10 "cultural" lleva implkitoentonces el contenido de escritor u hombre de lctras. Nohay, pdcticamente, otra situaci6n.

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:rvluchosanns dt:spues, en el prologo a una obra de Ri-cardo Palma, 1::scribi6Luis Benjamin Cisneros:

Casi no hay en toda la cadena de republicas que bafia el Pa-cifico un solo r,ombre literario que no sea al mismo tiempo unnombre politico.

Esto 10 deda Cisneros bien ava:'"lZadoel siglo. Nos··otros agregarc-mos que era valido no solo para las reFu-blicas del Pacifico sino tambien pa:::-alas del Atlantico.Y que era singuiarmente valido para la epoca de la In-dependencia.

La coinc:ideneia 0 aproximaclSn de los pIanos seimpone con rO':uado peso. Las vicisitudes del momentoobligaban a l()~;mejores. Mas aun, eran los mejores (conmuy contadaE, excepeiones) 105 que perseguian ahinca-damente la irtdt:pendencia. Como van a ser los mejoreslos que, despnes de la Independe:'J cia, siguen ligados alas mil penurhls de 105nacientes pa~')es. La significaciendel momenta obliga a sacrificios y r:'nunciamientos, de 1amisma manen. q.le es licito admitir que la pasi6n poJi.tica llego a en tlFbiar, con frecuenc ia, las ideas. En fin,si es valido aceptu una epoca en que no hay lugar paralos neutrales, creo que esa epoca no puede ser otraque esta.

Por ultimo, quiero seiialar en aquellos tiempos unaconsecuencia taifI:-tbien.previsible. ~Ie refiero a la sensa-cion, mas al1i~de limites nacionales que se establecen, ala sensaci6n -repito- de una gran patria hispanoameri-cana. Por supue:;to, nada tienen que ver aqui enuncia-dos 0 ideales de :rvIiranda y Bolivar. En todo caso, est0seran la derivaci6n natural de una realidad palpable. C():.Lposterioridad, esa sensaci6n se' atenua 0 sufre diversasalternativas, pero, en aquellos aiios, me parece evidente.Y la prueba mas palpable es la facilidad con que unosamericanos son recogidos 0 protegidos en otras regiones,en la rapida idcntificaei6n con la nueva tierra y hasta enla posibilid.ad .de 10grar altos cargos publicos, sin otro

aval que la capaeidad y 1a adhesion a las ideas revolu-. .Clonana 5.

D~ Esta manera, nos explieamos facilmente la aetua-cion e importancia que, h•.era de la patria, alcanza unnutrido grupo de hombres: Simon Rodriguez, en Chile;Heredia, en :rvlexico(estuvo tambien en los Estados Uni-dos); Bdlo, en Chile; :rvIiralla, en Colombia, Oloa y l\Ie-xico (estllvo tambien en 105Estados Unidos); ]\Tanuel delSocono Rodriguez, en CoJ.of.1bia;J. Cecilio del Valle, enIVIexic0;Rocafuerte, en l\Iexico; Juan Egaiia, en Chile;Irisani, en Chile; Garda dd Rio, en Chile; Vera y Pin-tado, en i:hile; Camilo Hc:nriquez, en la Argentina; Pa-zos SiJva, en la Argentina; Blanco Encalada, en Chile ...

(Cast de inmediato se agregara, como ramificaeionespeci'll, la protecei6n a eUJ'opeosde alglin prestigio quellegan hasta el continente: lose Toaquin de ~lora, en laArgenth:;t, Chile, Peru y B~)livia: Pedro De }~.ng"elis,enla Argent;na; Rafael l\:fonvic!1e,liberal espanol, en Chile.)

Repnando en los americanos, la situaei6r: que ofre-cen n,) es otra cosa que eJ reconocimiento de una cerca-nia, de una hermandad americana con rakes comunes,que sobrevive ahora en la independencia mas a11ade lasfronteras que se establecen. No oseurecida. 0 fuera, to-davia; de resquemores nacionalistas que, afortunadamen-te y ~alvo contadas excepeiones, no han prevalecido enHispanoamerica.

En Fn, no me parere inutil, al terminar estos pirra-fos, tr2.c:la coladon un rasgo social de la cercClnaepocacolonial. Epoea en que la nocion del vocablo "paisano"tenia una dimension geografica que, sin duda, despues seestreeh6.(Recordemos que el santaferefio Velasco y Zo-rrilla, desde el Virreinato de Nueva Granad£l., llamaba"paisana" a Sor Juana Ines de la Cruz, de la NuevaEspaiizL)

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en u~ libro y a~ t~l~ar un mas ext.endido caracter de ge-neraClOnes. (PnmItIvamente, conslderaba las generacio-nes a partir de 1800.) De tal modo, el periodo cambioasi: "1790-1822. Independencia: el patrieiado prerro-mantico".

~?rique An~erson Imbert, par su parte, procurandoconcilrar generacIOnes y cronologias cambiantes, estable-~e esta etap~ desde ~808 hasta 1824. Y puntualiza que semcluyen alII 10snacldos entre 1780 y 1800~

Par ultimo, y para no abultar demasiado las citasJose Juan Arrom establece en su Esquema generacionald.e [as tetras hispanoamericanas 10 que llama "La genera-CIon de 1804", que extiende de 1804 hasta 1834. "Lageneracion de las libertades", aclara.

Repito, pues, que hay coincidencia en 10 esencial.Sobre todo, teniendo en cuenta que es coincidencia defonda, centrada particularmente en los ailos de las revo-luciones. de indepen~encia. A eso se agrega el earacterpredo~,mante de la 1.Iteratura de la epocay la no di£icilcaptacIO~ de los escntores que configuran, precisamente,este penodo.

Sin embargo, como no hay hechos nitidos que mar-quen, sobre todo, la feeha inicial, creo que pueden man-tene~se las fechas extrem~s que sefiala Pedro Henriquezyrena:. ~~00-1830. Las clfras redondas indican ya ciertaImpreCIsIOn,pero es la imprecision que surge de las cau-sas apuntadas. Por otra parte, no conviene dar a talesfechas .mas importancia que la que realmente tienen: lade limItes un tanto provisionales, defendibles hacia aden-tro (por c.aracteres que 105 personalicen) y hacia fnera(en el conJunto de las etapas 0 periodos).

Tambie?- por las causas apuntadas, es posible quealgunos escntores (no muchos) se justifiquen muy vaga-mente en el recuadro de este momento. Pero esta es con-~ingencia explicable en. todos los tiempos, y mas atm enlas letras hispanoamencanas, en razon de la amplitudgeografica que encierra su nombre.

Es posible que en el reconOCImlento de esta etapaliteraria (que abarca aproximadamente el primer cuartodel siglo XIX) influyan diversos factores. Es posible. Por10 pronto, la penetracion decidida -y consciente- delromanticismo, hacia 1830, marca "ya uno de los limitesextremos.

En el otro lado, result a quiza mas dificil marcar unafeeha. Por diversos motivos: nose trata, en primer lugar,de una irrupcion estetica, sino de Ulla continuidad enrelacion a un neoc.lasicismo que llega a estas tierras canalgun retraso. Pero una creciente literatura politica apa-reee ya a fines del siglo XVIII y se acentlla en losprimerosanos del siglo XIX. "

De esta manera, no puede extranarnos que er: perio-dizaciones recientes (y, sabre todo, que ofrecen ciertosfundamentos) no haya coincidencias totales, autique s"iofrecen coincidencias que conviene llamar esendales.

Pedro Henriquez Urena ("A tout seigneur, tout hon-neur") eseribio, sabemos, un libro fundamental sobre Lascorrientes literarias en lo..America Hispanica. En el, sibien hace hincapie\ como corresponde, en las "corrientesliterarias", no deja de reparar en la evidente interpene-tracion que existe en el continente entre literatura y so-ciedad. Pues bien, Pedro Henriquez Urena senala un pe-riodo 0 etapa que se extiende desde J~QQ"hasta 1~30y 10destaca con el nombre de "La declaracion "de la iridepen-dencia intelectual".. .

A su vez, Jose Antonio Portuondo establecio (aun-que no desarrollo fundamentaciones) una periodizaci6nde las letras en Hispanoamerica siguiendo bastante decerca a Pedro Henriquez Urena. Prueba de ello es que~en un comienzo, coincidio con las fechas extremas (1800-J~~g2~"con solo el cambio del titulo. Llam6 a este-pe~·riodo "El patriciado pr~rrornantico". Este primer esbozosufrio mas tarde algunas modificaeiones al reproducirse

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Ademas, como no pretendo el absurdo de divisio-nes geometricas, creo que el cad.cter de esta epoca (enrelacion can las revoluciones de independencia y a laliteratura de h epoca, ligada, en buena parte, a esasluchas) permite ciertas incorporaciones, especialmente de10s que se perfil an hacia fines del sig10XVIII y que alcan-zan aproximadamente el primer cuarto del nuevo siglo.Naturalmente, de hombres que ticHen que ver con losrasgos literarios del momento.

Con menos claridad resaltan los que inician su pro-duccion en anos fronterizos, hacia adelante. En general,es el romanticismo el que nos sirve de elemento escin-didor. De todos modos, y fueni de estos problemas desituacion (por otra parte, inevitables), son los abundantesnombres que se marcan hacia el centro los que determi-nan y defienden con nitidez la etapa.

Circunscribiendonos a nuestro momento, convieneagregar una circunstancia particular, aunque explicablede sobra por tado 10 que hemos dichl). Si bien el pedodo10 constituyen t;picos "escritores", es injusto dejar delado a hombres que a1canzaron su ],:;!ievemas alto comolibertadores, gohernantes, militaTes, etc., pero que deja-ron tambien PIuebas de ~lguna virtud literarla. En de-terminados casos, hasta suelen darse curiosos equilibrios.Con todo, no resulta dificil separar a los escritores quelogran su prestigio 0 deben hoy su supervivenciaa 1acondicion de escritores, de los que, teniendo 0 mostran-do algunas condiciones, logran su mayor altura en otrasdisciplinas 0 menesteres.

Sobre e=..tabase, podemos ten tar ahora la nOmina-sin pretensiones de agotar el repertorio de nombres-que hace posible este periodo de la~ letras hispanoameri-canas. La nomina y, al mismo tiempo, la elemental distin-cion (escritores 0 escritores pr6ceres, pr6ceres escritores)que marcamos. De mas esta decir que la serle no tiene,en principio, ningun afan de mostrar categorias de valor,y solo pretende un simple orden de acuerdo con las fe-chas de nacimiento.

He aqui la serie que atiende, sobre todo, a la. con-dicion de escritor: Gregorio Funes (1749-1829), Jacobode Villaurrutia (1754-1833), Hipolito Unanue (l758-1833), fray Cayetano Rodriguez (1761-1823), Manuel deZequeira y Arango (1764-1846), fray Servando Teresade Mier (1765-1827), Rafael Garda Gcyena (1766-1823),Cami10 Henriquez (1769-1824), Simon Rodriguez (1770-1854), Damaso Antonio Larrz.rraga (1771-1848), Lui~:A.m-brosio :Morante (1772-1837), Mariano del Campo :La-rraondo (1772-1860), Carlos 1vIariade Bustamante (17:14-1848), Francisco de Covarrubias (1775"-1850), Jose Joa-quin Fernandez de Lizardi (1776-1827), Jose P'er,;z deVargas (1/76-1855), fray Francisco de Paula Castaiieda(1776-1832), Lorenzo de Zavala (1778-1836), Jose lv~arIaGruesso (1n9-1835), Vicente Pazos Silva (1779-3.8S~:),Jose Joaquin de Olmedo (1780-1847), Jose Joaqu:·n deLarriva y Ruiz (1780-1832), Bernardo Vera yPbtarlo(1780-182';,),Joaquin Maria del Castillo y Lanzas (178~.-1878), And.res Bello (1781-18;,)5),Jose 1vlanuel Restrepo(1781-1863), Francisco Sanchez de Tagle (1782-1847),Manuel l..menzo de Vidaurre (1783-1841), Anastasio deOchoa y Acuna (1783-18331 jose Joaquin de 110ra (1783-1864), Jose Maria Salazar (1785-1828), Luis Fern:ind;zdel Rincon (1785-1841), Vicente Lopez y Planes (1785-1856), Esteban de Luca (1786-1824), Antonio Jose d.e Jri-sarri (1786-1868), Jose Maria Pando (1787-1840), And:cesQuintana Roo (1787-1851), P. Felix Varela (1788-:t85g),Bartolome Hidalgo (1788-1823), Jose Fernandez Madrid(1789-1830), Jose Antonio Miral1a (1790-1825), Francit,coAcuna de Figueroa (1790-1862), 1vIanuel Carpio (1791-1860), Mariano 1Ielgar (1790-1815), Lucas Alandn(1792-1853), Juan Cruz Vareh (1794-1839), Jose 1'vI3::-iaLuis Moia (1794-1850), Juan Garda del Rio (1794-1856), Juan Crisostomo Lafinur (1797-1824), Jose Anto-nio Saco (1797-1879), Jose Trinidad Reyes (1797-1855),Jose de 1a Luz y Caballero (1800-1862), Jose Joaquin Pe-sado (1801-1861), Luis Vargas Tejada (1802-1829), Jose:Maria Heredia (1803-1839).

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Y, por otro lado, el caso de l~s pr~ceres (gobernan-tes, militares, inspiradores revoluclOn.anos,. etc.) que al-canzan su culmina cion fuera de 10 hterano, aunque seligan a ello: Francisco de Miranda (1750-1816), NIiguelHidalgo (1753-1811), Antonio Narifio (1765-1823), F;an-cisco Antonio Zea (1770-1822), NIanuel Belgrano. (1/70-1820), Jose Nufiez de Caceres (1772-1840), Caml10 To:rres (1776-1815), Jose Nlejia Leque:-ica (1777-1813), Josede San JVIartfn (1778-1850), Manano lVIoreno. (1/78~1811), Jose Cecilio del Valle (1780-1834), Bernardu~o RI-vadavia (1780-1845), Simon Bolivar (1783-1830), Vlcen;eRocafuerte (1783-1847), Bernardo NIonteag.udo (178/-1825), Francisco Morazan (1792-1842), FranCISCOde Pau-la Santander (1792-1840). .

Repito. No tendria aqui sentido pretender una sepa-racion rigida. Por eso me parece valida, en general,. laclistincion entre "escritores proceres" y "pr6ceres escnto-Tes". Es derto, tambien, que no todos 10sescritores alcan-zaron la categoria de 'pr6ceres" (y no entro aqui a pre-cisar e1 concepto), pero tambien es cierto que nunea comoen esta epoca, y por las razo~es apuntadas: se. dan tanto,sejemplos que concilian aJ?tltu~es (u obhgaclOneS! .poli-tico-militares y aptitUdes hteranas, en g:-ados.pre~lslbl~s.Dentro de los nombres citados hay testlmomos bIen Slg-nificativos de esa proximidad, si bien el encasilla.mientoaspira a una dimensi6n continental, mas, q~e naclOnal 0local. Asi, sin desconocer altos cargos pubhcos ocupadospor un Olmedo 0 un Fernandez NIadrid, valgan los ejem-pIos, su relieve 0 super~ivenci,: mas ni~ida (aun en elcaso de Fernandez 1Iadnd, escntor medlano) correspon-de a] sector literario.

Dentro de otra perspectiva, una divisi6n cron?16gicapuede, a su vez, trazar particiones internas y dIsponerdos 0 tres secciones sucesivas en la epoca que abarcamos.Con todo, veo que tal partici6n r;sponde a ~asgos exter-nos y no a rasgos esenciales, tra~andose preClsamente d;escritores. La verdad es que los Importantes hechos. polI-tico-militares que se desarrollan en Amenea a eomlenzos

del siglo XIX, hechos que tienen como actores a la mayorparte de los escritores citados, clan un sello especial ycaracterizador a la obra literaria.

De ahi surgen tambien ecos paralelos a los episo-dios hist6ricos, sobre todo en los afios de las revolueionesy de las luehas mi1jtares. Y algo notorio: dentro de lalista citada, no siempre los mas j6venes (salvo el easo deHeredia) son los que se aproximan mas al romanticismo.

En fin, ereo que la repercusi6n del momenta poli-tico-social -moment.o de indudable trascendencia- aI-canza deeisivamente al fen6meno literario y expliea conclaridad los rasgcs que apunto.

Si bien el libro no va a encontrar todavia, a travesde ediciones, una expansi6n mayor que la que habiaalcanzado, en general, durante la epoca de la Colonia (yno olvidemos que abarcamos su final), ~l gran mediopara la difusi6n de las idea~y las letras s~r:~~~!_R~!~?~isIIlo.

Ya el siglo XVIII europeo marcaba el ejemplo a se-guir, ejemplo que se trasunta en Hispanoamerica a finesde la centuria. P'ero van a ser -repito-'- los primerosafios del siglo XIX los que nos muestren el punto de par-tida de una nutrida serie de publicaeiones peri6dicas portodas las regiones de America. Las mas de ellas, de vidaefimera, pero sin que tal sino desmerezca el valor con-junto que ostenta aquel trabajoso comienzo del perio-

. dismo hispanoamericano.'-- El momenta era, sin duda, propicio. El siglo XVIII

europeo habia encontrado en la prensa peri6dica un me-dio adecuado para difundir "cultura" popular, para ex-tender ideas, para haeer conocer obras literarias y nocio-nes prieticas vinculadas alas artes y oficios, aparte de 10que signifieaba como medio para la difusi6n de las noti-cias inmediatas.

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'rales caraeteres se mandenen en ei perioclismo his-pano2.mericano, y este vehi~ulo cre:e, de ~anera ext~a~ordinari2., a partir de los pr~meros anos d.e; s.Iglo. En fIll.

es explicable que en estas tlerras los penodicos d~n par-ticular importancia a to do . ~quello que s~ rehere. almomento politico-social y rmhtar, al comero?, a la vIdaeconomica en general, pero no por ello olvidan, en lamedida de las posibilidades y espaeio disponible. las ma-nifest 3.eiones Ii terarias.

DEPENDENCIA E INDEPENDENCIACULTURAL

EDUCACI6N LITERARIA, LECTURASE INFLUENCIAS

Durante la epoca colonial, no hay (no puede haber)lee ;araciones de inderendencia cultural, de americanis-n~o literario. Bubieri sido ese fenomeno eontradictoriocon la situacion que C£recia America.

Lo que hay en 1a epoca colonial son mas bien testi·monios indirectos de una fisonomia amerieana en obras(de amerieanos y espafioles) que se escriben en America.o ·oien, como oeurre en el caso del mexieano Juan JoseEguiara yEguren, la de£ensa de 10s americanos, tacha-(1.(15 en Europa de ignorantes. Defensa que determina enEguiara un copioso indice de nombres y de obras escritasen ,estas regiones. Manifestaeion de calor patriotico, con;)l}lorpropio ameri~;lno, aunque -no sin cierta paradoja-escdta en latin. Y antes de Eguiara, los ecos favorablesqu:: encuentran algunos .diseursos de Feijoo, estos, S1, endefensa de 10s americ:mos.

Como vemos, resonancias amplias, sirnpaticas y nadapeligrosas, que hablan de un orgullo, de un deseo deaLrmacion y de ansi2.s de fijar manifestaciones artisticaso negadas por los eUfOpcoS (Feijoo y algun otro son lac:..cepcion).

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No in teresa aqui que el ardor de la defensa llevarapor 10 comun a exagerar virtudes. En todo caso, era elexplicable abultamient? que s.e defendia asi del ext~emoopuesto: la tacha negatlva na,Cldaal otr,o lado del ocean~.Repito. Era esto 10 que la ~pgcapg<:ll_adar. No doctn-nas Ilacionalistas, ni ensayos ambiciosos, refirmadores dela individualidad contiIlental. 51, hilos mas 0 menos su-tiles, perceptibles desde los tiempos de la Conquista, quehablan ya de una expresion americana.

Es natural que el planteamiento teorico del ameri-canismo literario nazca como una derivacion de la inde-pendenda politica de los paises hispar:oamerieancs., Ymas natural aun, que fueran los romantlcos los que des-arrollaran con mayor frecueneia y fervor este atractivotopico, pOT 10 comlin ligado a obras que querian seraplicacion de aquellos princi pios.

Era -repito- la derivacion de la independencia poli-tica que buseaba los mas tenues y complejos hilos de laindependencia inteleetual, Y se afanaba por encontrarla "expresion de Ameriea'~. Por otro lado, no cabe dudade que ideas e ideales del romanticismo europeo dabanpuntos de arranque feeundos. Reeordemos, sobre todo,un difuso herderismo Y aun t:;ID3Sde libros europeos.Recordemos, de manera mas restringida. manifestacionesque ya habian aparecido en 105 Estados Unidos.

Por supuesto, punto de arranque. Con el tiempo, lablisqueda del "amerieanismo" pasa a ser tema desligadodel eeo de obras europeas. - Razon de propiedad y, tam-bien, de urgeneia.

Un hecho augurador de indudable trascendencia 10constituye la publieacion del poema de Andres Bello,Alocuci6n a la poesia} que apareee en Londres, en 1823.Reparemos en el ano. Casi en las visperas de Junin yAyacucho, que clausuran el periodo de las guerras de

indepenclencia, E1 poema' se presenta asi como el nece-sario complemento de una epoca historica que, por cau-sas de sobra eonocidas, no habia tenido oportunidad deplantearse tales problemas. Como si fnera me:nester pri-meTOasegurar la independencia politica antes de aden-trarse en 10s mas dificiles vericuetos de la independenciaintelectual. .

Tampaco resulta casual que sea precisamente donAndres Bello quien nos, introduzca en forma decisiva ental planteo. '. ~a A locuci6n a la poes{a es la profesi6n de fe ame-

ncamsta del poeta, AlIi pide a la Poesia que deie 1a"culta Europa" y se diriia £II mundo de Colon. En Ame-rica promete Bello a la musa la vistosidad de su cielo susdimas, su paisaje primitivo, rico y varia'do:' '

Divina Poesia, .tu, de la soledad habitadora,a consultar tus cantos ensenadacon e1 silencio de la s~lva umbria;tu a quien la verde wuta fue moradai e1 eco de los mont~s compania:tiempo es que dejes ya la culta Europa,que tu nativa rustiquez desama,i dirijas e1 vuelo adonde te abree1 mundo de Co16n su grande escena.

Tambien propido a1li respeta el cielola siempre verde ramacon que al valor coronas; ,tambien am la florecida vega,e1 bosque enmaranado, el sesgo rio,colores mil a tus pinceles brindan;i Cefiro revue1a entre las rosas;i fulgidas estrellastachonan la carroza de la noche. , .

La A locuci6n a la poes{a es, sobre todo, el optimistaprog~ama-vati:inio ~e Andres Bello. Programa poeticoy sOClal,al mlsmo tlempo, aunque el caracter de la obracoloca en primer Iugar al aspecto literario: el titulo csya bien elocuente.

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POl' entre los versos de Bello hay aleteos russonianos,quiz,is tambien herderianos. Claro que, en caso de exis-tiT tales rakes, son menos facHes de fijar que algunasremiEiscencias expresiV2.s;particularmente clasicas.

,Que deben cantar los poetas americanos? 0, mejor,cque debe inspirar la poesia americana? Seg1'm Bello, sustierras, sus variados paisajes (virgenes de literatura), Sll

rica historia, sus hechos de armas, la guerra emanci-padora ...

Este poema se contimla y ejemplifica en La agricul-tura de la zona torrida (1826), verdadero "Elogio" de lavida en el campo (campo americano) y canto de paz des-pues de las luchas de emancipaci6n. Es que las Silvas deBeEo, repito, no constituyen unicamente un programaliterario: son tambien, ell no menor grad~, un programasocial, aunque estoultimo suele pasar casi inadvertido allado dd indudable peso del primero. En La agriculturade la zona torrida contra pone Bello la vida laboriosa yhonrac:.a del labrador al ruido y vido de las dudades (almismo tiempo que insta a la cesaci6n de las luchas civilesqUE han sobrevenido a 1a Independencia, luchas quecmpob:fecen los naciente~ paises).

De manera concreta, me refiero, por los afios de lasSi~uasJ a curiosos parrafos de JoseCecilio del Valle, deD:;mingo del lVIontey de Juan Cruz Varela.

Esctibio-Jbse Cecilio delValle, en 1822:

La America sed. desde hoy mi ocupacion exc1usiva. Americade dia cuando escriba; America de noche cuando piense. El estudiomas digno de un americano es America.

En una carta de Domingo del lVIonte a Heredia (fe-cLada el 14 de odubre de 1826) aparece tambien unintento de americanisTI1o. Del Monte recomienda a suamigo que no traduzca mas a escritores franceses e italia-ncs, que se dedique al teatro y que busque inspiracionen Tenochtitlan, Tlascala y el Peni Y agrega:

. .Forma tu Ia tragel!ia americana, que tu ing-enio Ia produzca,C;.;,dIda como s~s virger.es, Iibre como sus repllblicas, y terrible ybTillante cual SImon y (~uadalupe ...

Por ultimo, JUCl.nCruz Varela, en 1828, establedaya relaciones entre Lt poesia descriptiva y la naturalezaamericana (mejor d;cho: una idealizada naturaleza ar-F:.entina), en parrafo; que despues desrcrtarian el entu-W.lsmode Juan ~ifaria Gutierrez:

IOh, si al f2.hz ruidola dicha al fin supiese verdaderaanteponer,· que del umbral Ie llamadel labrador sencillo,lejos'del necio i vanofasto, el mentido brillo,el ocio pestilente ciudadano! ...

La poesia descriptiva no ha dado aun un solo paso entre---- 7

1'( setros a pesar de que el suelo de la America parece que convidaa los poetas a desplegar su genio en esta c1ase de composiciones. :l;")a vege~acion rapida y prodigiosa, un suelo siempre verde y fIori- :co. un clIma dulce y templado, un cielo sereno y despejado. donde :fl8xeceque e1 sol brilla con mayor ostentacion, una cadena de mon-te~. cuyas cimas propiamente se esconden en las nubes, y donde todoes grande, nuevo y portentoso ... Todos estos objetos son propiospa.:a inflamar la irn..lglnaci6n de los poetas y producir bellas yf:r~'.ndiosasdescripciones. Pero hasta ahora los poetas argentinos~.<Jlohan pulsado la lirn, 0 inflamados por el entl:siasmo nacional enlos grandes triunfos de !a patria, 0 deseosos de mostrar al muncIosu esplendor, sus instituciones y progresos... _"'

En Bello hay, pues, un program a amplio, programaque ei no alcanzo a realizar sino fragmentariamente,pero que desarrollaran, de manera mas dilatada, losromanticos. .

AI. mismo tiempo, me parece adecuado meneionar:?qui otros testimonios conternporineos, muy escuetos 0

que no tuvieron la difusion y prestigio de 10s versos deBello. Sin embargo, creo que co.ntribuyen a fijar asi, tern-pranamente, plante os similares.

En fin, tales testimonios, si bien muestran que 1apreocllpaci6n par la independeneia intelectual, por las[;eiialesde arnericanismo, es propia de mas de un nombrey corresponde a diferentes latitudes, muestran tambien

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que se trata apenas del tanteo inieial que pretende irrum-pir en las vicisitudes de aquellos momentos. Y, sobretodo, nos senala que, en efeeto, Ia unica manifestaei6nque aleanza a llegar con cierta nitidez y desarrollo a 10seontemporaneos y a 'Ia primera generaei6n romantica esIa de Andres Bello.

tro de 10 que Espana podia dar (pasado y presente) acomienzos del siglo XIX.

EI ejemplo de Espana se completa con eI reconod-miento del pes()_g1:~~_ mantienen autores de la antio-uedad

• ~' __ '_ .·- -.-..--._ _ . _._ ······0.

cLa~lc:;L(no olvidemos que Ia: tencfencia estetica precl~mi-nante entonceses el neoc1asicisrilo)y«:on I(t'ciifusi6n dealgunas obras e ideas mQdernasnoespanolasqu-e-Ir~gana . traves de Espana. El conjunto precedente (parcial,como verem?s) ofrece pocas variantes con respeeto a 10que era cornente en Ios siglos coloniales. PartieuIarmen-te, a 10que era corrienteen e1 sig-IoXVIII, aunque cambiennombres yperspectivas.La diferencia surge al advertirque, antes, ese conjunto (Espana, autores c1asicos de laantigiiedad, modernos no espanoles llegados a traves deEspana) llenaba todo el cuadro. En ca~bio, ahora dejarasectores que ocuparan, sobre todo, lecturas y modelosqueJJ~garan d.ir.~ctament:desde otros parse~s(FiaI1cia,tngla-terra, Itaha, Alemama; Estados UI1idos) en numero cadavez mas creciente y fuera ya 'del tamiz 0 Ia importacionde Espana. Ademas, cobraran importaneia obras e ideasextranjeras de tema politico-social. Y, en fin, el recono-cimiento explicable de que hay visible diferencia entre10s testimonios que pueden senalarse en 16s primerosanos (hasta 1810, por ejemplo) y los que pueden sena-larse cerca de 1830. No son 5010diferencias de unos anos,sino tambien alternativas y conseeuencias que van dejan--rl.olas revoluciones de independencia y 105cambios este-tlcos que, Ientamente, llegan hasta America.

~ara que estas afirmaciones no aparezcan en elaire,conVlene puntualizar ahora, con nombres propios, el fun-damento que me ha servido para enunciarlas. Como nosiempre result a evidente hablar de "influencia", me pa-reee mas exacto, para evitar los peligrosos extremos deparentesco, la denominaci6n de "educaci6n Iiteraria, Iec-turas, influencias", denominaci6n mas ampIia y flexib'le.Y un complemento inevitable: el de Ias abundantes tra-ducciones de obras extranjeras.

Estos primeros intentos de bus car una "expresi6n"americana aparedan rotundamente justifieados. Por su-puesto, una cosa suelen ser los program as y las aspiracio-nes, y otra (a veces bastante diferente) la realidad lite-raria.

Como es bien sabido, S1 por un lado esta etapa serecorta con nitidez dentro del marco politico-social, noocurre 10 mismo con el perfil Iiterario. Es, 'este, un mo-mento en que tendendas esteticas del siglo XVIII sobrevi-yen y aun dan eI sello particularizador al pedodo. Es,este, momenta de predominio neoclasico (ese neoclasieis-mo que llega a America con cierto retraso), neoclasicismoque da -repito- el sella caracterizador a la literatura delos primeros treinta afios del siglo XIX en Hispanoame-rica, a despecho de sefiales auguradoras de otra epocaartIs6ca que a1canzan a marcarse.

No hay, pues, un paralelismo cefiido entre el mo~menta po1itico~social y el momenta literario, y esta ele-mental comprobaci6n nos situa, una vez mas, en el espe-cial ambito de las manifestaciones espirituales, mas aun(los ejemplos abundan) si eUos se refieren a sectores his-panicos.

Son, por supuesto, las obras, las propias obras lite-rarias, las que refleian esencialmente esos rasgos, perotambien lecturas e influencias nos muestran, .desde suangulo particular, tal situacion. Lecturas e influeneia.sque muestran, todavia,vigorosos modelos espanoles, den-

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Repito: aunque ya se noten cambios apreciables, Es-pana mantiene aun ellugar de modelo principal, modeloque no tieneque ver mucho con la importaneia extrana-donal de las Ietras espanolas en la epoca. Por otra parte,vemos que dicho predominio ccmienza a vacilar por esosanos en diferentes regiones hispanoamericanas.

cQue ·autores son los que gozan de mayor aceptaci6nentre 105 americanos? Sin mayores sorpresas, 10s quecuentan tambien con mayor aceptaci6n en Espana. Enprimer termino, los lirieos, y, entre eIlos, !vlelendez Val.des,'Quintana, Cien!l1egos,Ardaza y. G:<lga.l~_Q_(esteul-timo con desbordes sabre 10 linco) en' primer plano. Enun segundo plano, Jovellanos, Gallego y los fabu.1istaslriarte y Samaniego, a quienes debemos considerar, comocorresponde, dentro de la abundaneia de fibulas que en-tonces se escriben.

Dentl·o de Ia literatura dral.l~.Jtica, Leandro FerEin-dez de NIoratin en primer termino. Despues, Quintana,Jovellanos, Ram6n de la Cruz, Martinez de la Rosa. Sinembargo, considerando enconjunt.o fama, representacio-nes e imitaciones, la lista se reduce pricticamente a 1Vlo-ratin, unico nombre de alguna altura frenteal alud derepresentaciones de obras extranjeras. Moradn eneuen-tra en eI mexicano Gorostiza (que vuelve a 1iexico yafamoso) uno de 105adeptos mas capaces.

Despues de la menci6n de les escritores espafioles,y de manera paralela, una pregunta se hnpone: csignificaalgo, sobre todo en 105 tiempos revolucionarios, la tradi-cion literaria indigena? .

. La verdad es que, si aparece a menu do en versos pa-tri6ticos el recuerdo de los incas, 10s aztecas y otros anti-guos habitantes de America, tal recuerdo constituye masbien. un elemento ret6rico y no se apoya mayormente entradiciones literarias. En parte porque esas tradicio.ueg,

[altan 0 escasean, en parte porque 10s escritores america-nos (salvo alglm casa especial, como el de 1vlelgar) sonb~ancos, y no notamos una i.dentificaci6n entre poesia yVIda. De tal modo, las aluslOnes, abundantes alusionestiene~ un car~cter circunstancial y tienen, por 10 comun:un valor de slmbolos.

Con todo, ere? conveniente establecer una excepci6ncon 103Comentanos Reales dd Inca Garcilaso, que ganapor aquellos afios renovada actualidad. A fines del si-glo XVIII, hasta se Ie habia encontrado vinculacion con ellevantamiento de Tupac Amaru. San 1-fartin -es sa-bido- quiso reeditar la obrd., pero su proyecto no seconcret? Y es curiosa la coincidencia que nos ofrecendo~ fralles famosos. de la ePcoca,fray Servando Teresa deM:er y fray FranCISCOde Paula Castaneda (los dos, conmas .~e un punto comun), que mostraron particular esti-maClon haCIa el Inca Gareilaso.

Otros historiadores, como los indigenas mexicanosFernando de Alba y Chimalpai:l (sin entrar en proble-mas sobre este ultimo), fueroa conocidos en la {:,'Joca.CI~vijero y. Carlos Maria Bustc'~mante(ver HEI Reper-tono AmerIcano", III, Londr~s, 1827) dieron notic:as deel.l<:s.Claro .que, a pesa:: de la novedad que entollees sig-mfIcaban, dlstan de la lmportancia y difusi6n que tuvoel Inca Garcilaso.

En fin, mas adelante Pesado tradujo los Cantos delemper~do; Netzahualcoyotl, y otras manifestaciones lite-ranas mdlgenas fueron conociendose, lentamente, al avan-zar el siglo.

, Dentro, ~e los ideales artisticos que dan sello a laepoca, es facI1 ~omprender la importancia que, muchasveces superpome~dose a modelos espafioles, tienen 105autor~s de l~ an.tIgiiedad. En especial, aquellos que eranparadIgma mevItable en las clases de retorica: Horacio,

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Vl!giIio, . Qvidio, Homero, P'indaro, Anacreontc, Lucre-cio~ ,. En otro extrema, La Biblia.

~.,... Dos, sobre todo (HoTIicio'y .Yi~gili()),.se destacan demanera rotunda, y esto nohace sino refirmar una pro-10nga'da tradici6n. Cuando el padre de Heredia Ie es~cribe a su mujer, en 1815, y Ie recomienda que €uide laslectu:r'as de' Jose' Maria (de once afios' de edad), Ie re-cue:rda !:is infaItables 'lecturas: La Biblia, elArte poeticade Horacio, Virg-ilio... Y estas obI-as pueden conside-r'arse,' as!, comobasicas en la educacionliteraria de mu-chos ~jovenes de entonces, aunqueno todos las alcancena"la temprana edad de Heredia.

; En I~s principales ciudades de Hispanoamerica, afi.nes"del siglo XVIII y comienzos del XIX (pensemos .e;JMexico, Lima, Bogota, La Habana, Caracas, Buenos ,Ai-res), no podia medirse de la misma manera la importan-cia de tales lecturas. Sin embargo, es visible la trascen'-denda que tiene la cultura humanistica (humaI1ismo ensu acepcion mas corriente) en ciudades como l'vlexico, yaun como Caracas y Bogota.

. Sostenesimportaptes d~ esa cuItpra habian sido.l05ie~l:ti!.~?:.._A pesar de 105ahibajos que produio su exnul-sion, otras ordenes religiosas sostenian tambien dichatradici6n, aparte de nitidas ramificaciones culturales des-ligadas de la tutela religiosa. Mas aun, a' comienzos delsiglo XIX... Pero' esparticularmente1vUxico -repito-la !egi6n queostenta una mayor riqueza en este sentido(riqueza Que era, en mucho, consecuencia de la impor-tancia cultural que ostentan los siglos coloniales de ]aNueva Espafia). Recordemos, as!, que a comienzos delsig-Io XIX viven, en Mexico, Ochoa y Acufia. Navarrete,Quintana Roo. EI P. Sartorio, Sanchez de Tagle y mu-chos otros que no siempre firman sus traducciones 0 imi-taciones (como ocune con varios de 105 colaboradoresdel '''Diario de 1'vIexico"). Es tambien significativo el he-cho de que en 1808 se forme la Arcadia de Mexico, a in i-·ciativa de Jose lVlariano Rodriguez del Castillo, y delaque forman parte' Navarrete, Ochoa, Lacunza y Barazabal.

l\Jejor dicho, tal creaci6n no es sino 13 consecuenciadel mismo ambiente. Y es curioso reparar que est,o ocu-ne cuando en otras ciudades de America, mas en conso-nancia con Ios tiempos que alborean, nacen, en cambio,saciedades para el fomento de la agricultura, la gana-deria, el comercio, etcetera.

Francia aparece como la incorporaci6n mas visibley espectacular de los nuevos tiempos, si bien cabe deciraqui que Espafia habia ido preparando el camino a 10largo del siglo XVIII. ~os .<i'llt()~esfranceses (tanto los per-niitidos como 10sprohibidos) comenzaran a llegar a Ame-rica a traves(ie.E:sp<ifia, aunque, naturalmente,no nece-sitaron slespues salvaconductos especiales para llegar amanos de 10s Iectores americanos ..

Los. eS.<::ritores franceses ..del sigloxvllL.son.Jeidos.en ...Hispanoamerica en traducciones hechas en Espafia 0 porespafioles (105 mas) y en su lengua. origin<i1 (los menos).

A comienzos del siglo XIX dedael pintorescofraySe:r:vandoTeresa de Mier:

Casi todas las obras que se publican en Madrid son traduc·dones, espedalmentc: del frances; traducciones malisimas hec;has adesta jo por algunos pretendientes hambrientos, a q uienes 10s libre.ros pagan alguna ra teria ...

Sin necesidad de aceptar totalmente las palabras defray Servando (muy suyas, por otra parte), sus afirma-ciones son exactas en cuanto a la abundancia de tradue-ciones y <i que, en su gran mayoria, esas traduccioneseran flojas ....:Revelan tambien 1a expansiOn que iban ga-nando los libros franceses en Espafia.

L~~.gllerras de indep~ndencia acentuaron en Hispa-noarrierica la penetraci6n de obras francesas (en su len-gua original 0 traducidas), dentro de una variedad aear·de,casi siempre, con las necesidades de losnacientespaises. Consecuencia tarnbien .de la importancia de las

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l .~ r _ ~.; ! '. . .

lQe~straneesas, de la expanSIon de esta lengua, de Ia eelu-~aClon, de. la moda, aunque en principia no tenga laImportanCla 9-ue tendd al avanzar el siglo.

, L~s e~~ntores ~~anceses d,e~siglo XVIII que tuvieronma.s dI!,uSI?n ~n Hlspanoamenca (y 10 de difusion noqmere aeClr slempr,~ adhesion total) fueron, sin duda,Rousseau y Voltaire.

En una orbita mas restringida: lVIontesquieu, el aba-t·:; Raynal, A. Chenier (Vargas Tejada -se 10 llamo "el(;.henier colomb.iano"-, .Juan Dieguez, Juan Cruz Varela),\ olney (HeredIa, tvfanano l'tIoreno, Bolivar UnanueCastafied~,Carpio; l'tIie: refuto ideas de Voiney sobr~Jesus), l'tfI11evoye(HeredIa, Lafinur), De1ille (que eneuen-l:,ra traductores corno Fernandez lVIadrid y Bello), y aunnraI~laturgos de categoria secundaria como Crebillon yDuCls. .. .

Dejando a un 1<.tdola e~tonces importante presenciade, poetas como DeLlle y l'thllevoye, nos in teresa muchomas, ~eparar en la novedad y expansion que ganan enAmerIca, par aquellos afios, escritores como Chateau-i?Ti~nd, lVIme.. de Stain, Victor Hugo y LamaiT[ne~-ValeclEcIr,presenCl~ ~ets~ritores romanticos que muestran- ya,de manera deCldIda, ~I1~ nueva eEQca artistica. En razonde una obra literaJ:iarealizada en granpa-rte~-ytambienJ~orel tem.a de algunas de esas obras. (sobre todo A tala),~lh_ateaubnan? es, con mucha, la fIgura de mayor re-hl:ve. ~,n pnm_er data important~ se liga a la primera~;r:ducClone.spanola de Atala, pubhcada en Paris en 1801.1~1romanClto 0 poema de la americana Atala" como

~ice Mier; obra que, por 10 que hay sabemos, ,habria~ldo t~rea de .Simon.Rodriguez solo (y no de l'tEer, comoes::eafIDna, ill de Mier y Rodriguez, como afirman otros).

La difusion c influenci~ de los escritores ingi~ses nopllede compararse -cs ObVlO- con la de los escritores

franceses. Can toclo, es Justo dedr que ~ste es momentade irradiacion evidente, a pesar de una lengua alga me-nos accesible, y aunque tambien. aqui el punto de par-tida esta en las traducciones hechas en Espafia opor es-pafioles.. Por eso, y par 10 qu.e signific~n .escritores ingle-ses del s!glo XVIII como antIclpoS romantIcos, no nos ex-trafia que empiece aqul, de manera lema pero visible,un conocimiento que despues no hizo sino acrecentarse.

Sabemos que, en su primera etapa de Londres, JoseJoaquin de· l'tIora (!o mismo que ,Blanco vVhite) pensa-ba en una renovaClon de la poesla en lengua espanolaa traves de un ID;Iyor conocimiento y contacto can la;Joesia inglesa, al mismo tiempo que propugnaba el aban-dono de los modeJ.os franceses. Podemos sospechar, fun-cladamente, que esas ideas las mantuvo cuando paso aAmerica, y alguno<ifrutos salieron de su predica.

Pasando ahora a los nombres propios, dire que~'\lilton.y.EDp~_?parecen ..con aIgun retras()~.. Una traduccionanonima de fragm~ntos del Paratso j)erdido se publicoen "La Miscelanea" de Lima, en 1830,> Camilo Henri-'iuez citaba la Areopagitica. Olmedo~hizo una tradllc-don parcial del En.;ayo sabre el hombre, de Pope (I, 1823;II Y III, 1840) Y 10 imito en el poema El arbol.

Se acercan mas al momento escritores como Youngo Gray y, sabre todo, el falso Ossian.

Como avances mas notorios, aparecen entonces 'Val-~.LS<,:ott}, score-todo, Byron. 'Valter Scott, empinadoen el entusiasmo que despierta con sus novelas histori-cas, novelas que comienzan por esos alIOSa expandirsepOl' Hispanoamerica. .

Este breve panorama de relaciones literarias entreInglaterra y la region de Hispanoamerica debe comple-tarse con la menci6n a que obliga, entonees, el contactoinicial con obrasde 10s Estados Unidos.P'or supllesto,no se' trata de obras estrictamente literarias, sino politi-cas: Thomas Paine, Adam Smith,. Jefferson, Hamilton,Madisoii~Jay, J. Quincy Adams, Franklin. En rodo caso,Franklin es el que abre el camino fuera de los severos

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Hmltes del tratado.. CL, Unanue, Sanchez Carrion, VI-daune, Simon Rodriguez, Narino, fray Servando Teresade lVIier.Rivadavia tenia las obras de Franklin, y lastenia tambien el peruano Luna Pizarro.. No hay mayores noticias acerca de Fen~moreCoop~ren Hispanoamerica. antes de 1830. "La uillca re~erenClaen lengua espanola parece ser la de El Repertono Ar;;e-rica no" (1, de. Londres, 1826), donde se 10 llama elvValter Scott de America".

ItaFaprese~ta, compa.,rativamente, alguna importan-c:ia. Aqui tambien podemos distinguir, sin la pretensionde grupo,s radicales, dos sectores. Por un lado, escritore.scomo Metastasio y Alfieri.Por otro, Foscolo y~E_~_~!:!-l._. M.etastasio pe.J;'tenecea esa serie de escritores qLH;,por diferentes motivos,akanzan ,una fama contempora-nea que 1a .posteridad no acepta. Y -con raz6:n. Claroque en l\:Ietastasio 10 estrictamente .literario apareda real-za~o por la musica. En versos escritos en lengua espa-nola su descendencia mas frecuente se ve en estrofas,. . .

con alternancia de finales esdrujulos. (Posteriormente, elpoem a Cinco de l\layoJ de l\Ianzoni, impone .otro tipocon alternancia de esdrujulos.)

, "En cuanta a lVIanzoni, su conocimiento correspon-dio, en realidad, a los romanticos. Lo menciono aqul,sin embargo, porque hay ya constancias de primeros lec-tores e imitadores circunstanciales: Juan Cruz Varela(AI 25 de lVIayo de 1838) y quizas Heredia. Pesado tra-dujo posteriormente la famosa poesia de lVIanzoni Il Cin-que lVIaggio, que tantos t,raductores iba a tenerenAmerica.

Algo parecido, pero en una orbita mas restringida,o<;:urrecon Silvio Pellico.Por ·10 pronto, Francisco Acu-n~lde Figueroa hizo una traduce ion amplificada del puc.rnaA Ia VirgenlVIaria.

La 1iteratura alemana constituye, S1 se quiere, la in-corporacion mayor, puesto que, en consonancia con latrascendencia que adquieren las letras alemanas a 10 lar-go del siglo XVIII, se produce entonces la natural irradia-cion. Llegan asi a ser conoeidos en Europa y en Ame-rica 10s primeros escritores alemanes.

El desconoeimiento de Ia lengua original 110es ungran impedimento. Siguiendo una modalidad que va a sercaracteristica del siglo XIX, los a~utQresalemanes Beganhasta 105 lectores hispanoamericanos ~traves de versio-nesfrapcesas y, excepcionalmente, de 'versiones inglesas.Raro sera, entre los hombres de la epoca revolueionaria,el que pueda leer obras alemanas en su lengua.

.~os autores alemanes que penetran primero en estasregiones son los dramaturgos~ lVlejor dicho: son obrasdramiticas (de Kotzebue, de Schiller, de Lessing) las queprimero revelan aquella literatura.

El .~Q!lQ£iJPi~nt()..~~ (;.oethees ::t!gQ.rgas.tardiQ, peroya en esta epoca empiezan aoifundirse en Hispanoame-rica vVerther y algunas poesias liricas del gran escritoraleman. Heredia tradujo el poema La novia de Corintoy demuestra haber leido Werther. Cita esta ultimaobra Domingo del Monte, con palabras que ratifican misconsideraeiones sobre la literatura aleman a en Hispa-noamerica:

Esta novela [Werther] es una de las pocas producciones dela literatura alemana que ha logrado llegar hasta nosotros, y aungozar de una popularidad que rara vez' se alcanza sin muchomerito ...

En fin, el dato importante de que Jose de la Luz yCaballero conocio personalmente a Goethe y este cit6 elnombre del cubano en una carta a Varnhagen.

Dentro de mas restringidos limites,--Herdery Alejan-dro de Humboldt. En el caso de Humboldt (y aunque

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solo tenga una vinculacion tangenei ~1.1 o.:>nelliterario) no podemos olvidar que estuvo, desdehasta 1804, en "regiones equinocciales del nuevonente". Aqui, no solo reeogio materiales para importan-tes libros: tambien desperto inquietudes y estimulo cansu presencia. Un nombre como el de Bello puede ligarse,fundadamente, a incitaciones despertadas por el sabioaleman en el ambiente caraquefio. De lvIexico poseemosvarios testimonios.

Creo haber reflejado, sobre una base apreciable denoticias, un indiee valorativo de las keturas e influenciasmas notorias en Ia epoea. fndieeal que, por razonescomprensibles, no puede exigirsele ·-·agui- una minu-ciosa aeumulaci6n de pruebas. ,Para 1m fines persegui-dos, el panorama basta y sobra. ,

El peso de la influencia europea per aquello~ afios,sea espafiola 0 de otros paises, es indude.bIe. Cabe dedrque es casi abrumador. La Iista precedente 10 prueba,aunque la leetura asidua ,de un autor (0 su simple dta)no siempre signifiea influenciao modelo. .

Por otro lado -10 hemos visto-- notamos que co-mienzan' a plantearse entonees Ios primeros. programas,mas 0 men os organieos, de independencia inteleetual, del"americanismo" literario. De mas esta dedr que hayevidente coherencia en tal situaci6n: el ansia de inde-pendenda intelectual es eonsecuencia de 10 anterior. AJ.l-sias de personalidad, de "presencia", sin que tales aspi-raciones signifiquen cortar totalmente tradiciones lite-rarias y model os. La intenei6n aparece, asi, muy justa.Claro que, en este terreno, no bastan las buenas inten-dones. La concreci6n constituye un fenomeno complejo,d}ficil, aunque teorfas y aspiraciones sean ya signos demadurez. .

Aparte de que resaltan como moles realmente inevi-

tables, 105 modelos europeos eran (entonces mas que hoy)estimulo y atadura al mismo tiempo. No se trata de ne-gar feeundidad alas inflllencias (y hay influencias e in-fluencias~. Lo que ocurre primordialmente en la'epocaes que, sm mayores despuntes originales, las sombras de10s modelos llegan a ser (y seguiran siendo) demasiadcabsorbentes. Contra ese poderprocuraban reaccionar losmas capaces, sin pretender (~c6mo podrian hacerlo?) nc-gaciones radicales. '

En fin, circunscribiendonos al ;imbito estricto de lasi~fluencias y lecturas, hemos visto que lecturas e influen-ClaSnos muestran, en aquel10s afios, apreciables cambiosde acue~~o co.nnuevas sit1;1aciones.Una mayor varied ad yun debI1Itamlento ~e la mfluencia espafiola, annque es-ta mantenga todavla fuerza considerable. Los modelcsc1asicos tienen aun vigencia visible, sobre todo en virtudde los ideales esteticos predominal1tes. Las novedadesapuntan hacia la ya notoria presencia de 105 escritoresfranceses,· en Frimer termino, y de los;:scritores ingleses.en segundo lugar. .

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PANORAlvIA LITERARIOGENEROS Y TEl'IIAS

. El ana:is.is sereno de las obras literarias eseritas enI-I1spanoamenea durante la epoea de la l' dI d' s revo uelOnes en ependenCla no nos muestra, sino excepcionalmente

ot~ras recordabl~s, aunque nos muestre abundaneia de es~c:ltore~ ~'. tamblen~ el hecho explicable de que la aetua-Clan pohtIca contnbuye en alto grado a 1 .. l' ' , a supervlven-CIa (el escntor. En fin, podemos agregar que, en todoC~SO, es la s~:na de elementos (obras, resonancias atrio-~Icas, ac~~.aclOnpublica, ete.) 10 que casi siempre ~ontri-

uye. a. IFr un renombre 0 un prestigio. Renombre 0

frestI~lO, a pesar de que son hoy muy eseasas las obras1t~rl~~Ias.de aquella epoca que sobreviven 0 resisten un

ana ISIS nguroso.Otras partieularidades derivan del hecho d

un l~do: es laprimera etapa Iiteraria que co:r~~e~~J~(0 comC1d~,practicamente) a la vida independiente ~e losnuevos paises, con las conocidas excepciones. Y de ue~~~~:ro lado, el ?u:nero de escritores ereee ·consideratle~

. E? este ultImo aspeeto, conviene reparar en laabundanCla de nombres que se conocen, en especial si los:i~~a~a~lO~ con aquellos que aparecen en la segunda

a e siglo XVIII. AcIaro que seria ingenuo negar la

existencia, entonees, de nutridos gropos de eseritores enMexico y el Peru, por ejemplo (como existieron desde losprimeros tiempos de la Colonia). Sin embargo, al hablarahora de abundancia, destaco el numero dentro de unapresencia mas extendida y pareja. Es como si la proximi-dad de la independencia, primero, y el logro despues, des-pertara tambien entusiasmos literarios en regiones que nose habian distinguido mayormente, durante los siglos co-loniales, por esas inclinaciones.

Ejemplo tipico: el Rio de la Plata, aunque -repito-n0 restrinjo a esta region el creeimiento. Alga parecidopodemos dedr de otros lugares que ofredan antes caracte-ristieas comunes. Y como, por otra parte, se mantiene elfervor en Ivfexico y el Peru, la conclusion a que llegamoses la de un aumento apreciable en cuanto al numero. Nome oIvido de diY~sos faetores (periodismo, sociedildes lite-rarias, etc.) que con1ribuyenenbllena medida al fen6me-no. Aqui solo ql1iero fija.r eI heeho, aun con e1 reeonoci-iniento de que, una vez mas, la eantidad no guarda rela-cion con Ia calidad. Pero este es otro asunto.

En eI otro aspecto, el efeeto es tambien visible. Estaes la primera etapa literaria en relacion con la indepen-dencia politiea. Sin pedir un ajuste total, es mas exaetodecir que eI momenta literario precede brevemente, ayudadespues y coincide con los comienzos de la independenciapolitiea.

Dentro de proximidades temporales evidentes (hoyestamos apenas a ciento cincuenta aiios de esas revolucio-nes), y dentro tambien de 10 que ayudan feehas rotundas(que se impone en· periodizaciones en casilleros), la epoeade las revolueiones de independencia aparece, asi, con masnitidez 0 con mayores precisiones que aquellas en que sepresentan los periodos de la dilatada etapa colonial.

Cercania, aeumulaeion, mayor conocimiento (esto ul-timo debido, en gran parte, a razones puramente patri6-tieas), todo contribuye a dar mayor precision, a limitarmejor en el tiempo, esta etapa literaria.

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No oIvidemos que ya I .Probl '.' en e pasado sIglo se pIante6 eI

em~, espeClalmente en el Rio de 1a P1atd rratura hlspanoamericana que deb' . . a, e ~na. l.te-del siglo XIX, junto con la inde la com;nzar a pnnc::PlOScolonias. (Cf Fl' . r pendencla de las antlguas., orenclO \- arela Ec}-.t,'vprria Ad' Lmas.) Planteamient 0 ,,- , '- <, n res a-inusitado resurcr 0 qu,-, ~unque hoy resulte un tantoces Robe;t Baz·be en un reClente manual del critieo fran-. In.

Claro que estos son casos extremos a arte do~;aedol'cql'6unesme.)usti1fiqduen. CoIocandonos' e~ una ;cJ~dnyO

. as va P era qu .temente ace t - - , . e es, porotro 1ado, 1a corrien-de Ia literat~r~:~/m~ refleropor I? pronto a Ia inc1usi6nriodizaciones reflej~~laI), .v~1TIOSalII que 1as diferentes pe-demos com .' , caSI s:empre, la,s diferencias. Recor-Pedro'H ? eJen;plo:. eI slempre fundamental Iibro de.la epoca e~~~~~~~lU~f~na,.que. ~istingue etapas "amplias en[1492-1600] El· ~.~_.C1.eaczon de unCi. sociedad nueva1800]) Y fl::Jee-lmzento del mundo colonial [1600-1800 '(l~e~eca,mb~?;,.verdadera~ generaciones a partir de

c arauo,. dp la tnde' d '. . .[1800-1830] R ,. 1<· ~ pen enCla zntelectual.. ' d· ,?ma.n,zGzsmo y anarqu{a [1~30-1860] El p.1lO 0 de organzza l' '1860 .. ' e-1920] ... ). con L-1890], Lzter'lCura pura [1890-

De igual manera - f'·l·' .res. Con posteriorid:td e~l l~cbl cldtar otros mtentos simila-- E'·' < a I ro e Pedro Henrique Una, nnque Anderson Imbert y Jo~e Juan A h z b re-cado generacioneso eta _ , ~ rrom an us-colonial .pa~ ill.as breves en la larga etapareneias ~i~~~~s ta~es~er~d:zacl~mes no invalidan las dife-Benr' U 9 e <"n erermmado la partici6n de Pedrolquez rena pa ~. " .perdido fuerza f; "'rnClOn.que -J;rsto es decirIo- no hatodo por las dificu ellt~at(eI,a 10s e:tuhdlOS posteriores. Sobred . . .es que aun oyaeo -

~ meritorios trabajos (como eI d A _.m)pan~n, a pesardllucidar las generaciones coloniaI~s. rrOl~1, al mtento de

Por eso, creo que d testi . d 'nos sirve adecuadamentmOillo .e Hennquez Urenativa en 1a periodizaci6n~ ~~~~emarcar u~a dobleperspec_-hacia adelante y h~cia at' pelrspectlva que se marea

<.t < ras- en a etapa que estudiamos.38

En consonanda con eI neodasicismo, que -comobien sabemos- da el sello a la epoca; son particularmentegeneros y temas dentro de esa tradicic)il 105 que predomi-nan. Lo cnal, a su vez, no significa U~l.(l acomodaci6n de-ga ni un simple reeoger de eeos.

Sobre esta base, podemos comprender perfectamen:,Aque, entre. las obms que se escriben en Hispanoamerica acomienzos del siglo XIX, predominan odas, himnos heroi-cos, elegias, madrigales,epigramas, Jabulas, por un lado~Por otro lade, tragedias, y comedias dasicistas. La abun-dancia suele corresponderse can las obras mas perdura~bles del neodasicismo hispanoamericano .

Par supue;to queestan presen1es, en tales tributos,normas yparadigrnas de las Poeticas allls() (:HQrado, Bpi:leall; ..'Luzan, Ratteux, Blair) ....El-neoclasicisI11o alcanzaaqui su reflejoinas cabal en fa lirica ... La !idea nos da elmejor testimonio de la eseuela,. y a ella pertenecen la:-,obras que han lle.§'ado con mas vigor hasta nosotros. .

No podemos decir 10 mismo de los generos dramad-cos neoc1asicos (tragedia y eomedia),;i bien es importantedestacar que este momenta corresponde a una epoca don-de aumentan considerablemente las representaciones tea-trales, y donde se considera a la escena como un campopropicio no solo para los fines morales, sino tambien parala predica patri6tiea.

En cuanto a la epopeya, praetieamente habia desapa-recido,o estaba en plena deeadencia. En realidad, pregun-tar por la epopeyaa comienzos del siglo XIX solo suponeun simple recuento apoyado en las divisiones de las Poeti-cas 0 preceptivas. Por 10 que sabemos (y sin entrar a rus-tinguir tonos "epicos" en muchas poesias patri6ticas), noapareci6 en este continente el poeta que se atreviera aresucitar 0 remozar la epopeya clasicista y sus octavasreales. Como variante, podemos anotar la slipervivenciade la epopeya burlesca, con algun ejemplo no excepcional

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pero si recordable, como el de La Nlalambrunada, de Fran-cisco Acufia de Figueroa.

N? podet;Ios decir, en cambio, que Ia tragedia y lacomediaestuviesen muertas, aunque ofrezcan escasas m~les-tras de valor. Como he dicho, las representaciones abun-daron y el teatro fue bastion por excelencia de las ideasneoc1asieas, con proyecciones sobre el particular momentapolitico.

. Heredia, al analizar la obra de Byron eloa-iaba la. ., 0

Tayor par~e de sus poemas, pero desmerecia Ias tragedias.Desatendio en ellas -decia- las unidades, y no supo sos-

tenerse a Ia altura de Ia dignidad tragi ca."~~ fundon docen.te del teatm es un lugar comtin en

las ::ntlc~S y comentanos de la epoca. Sirve, entre muchostestl~no~los, un articulo publicado en el "lYlensajero ar-gentmo de Bu;nos ~i;es (nQ.35, del 11 de mayo de 1826).Por su parte, aSl escnbla Camllo Henriquez:

Yo considero el teatro unicamente como una escueIa publica ...~~ rnu,a dramatica es Un grande instrumento en las manos de la po.lItleLl... ("Aurora de Chile", 10 de setiembre de 1812.)

F.~lfin, un adecuado reflejo de las ideas predorninan-tes 10 ~ncontra~os en una resefia del Teatro escogido deGorostlza, pubhcada en "EI Repertorio Americano" y fir-~ada por "P. IvI." [Pablo IHendibil]. He aqui como con-sldera el caracter del "teatro moderno":

... sus mas~aras han de represen.tar perS?najes perfectos 0n:c:nstruosos,-segun el rumba de premlar la vlrtud 0 castigar elVlZlOque se d.e al a:-gumento de la pieza;este debe ser perceptible,daro, sobresahente, I' por 10 mismo sencillo, unico i desnude- de va-riedad en episodios i lances: distraigan 10 menos posible la aten.ci0.r; del <:bj~to principal, i para eso no se mude la escena, si es~~slble, 111 aun. a o~ro aposento de la misma casa; no dure la ac.Clan m~s .de Velllt~1 cuatro: horas, i mejor salas doze, para concen.trar '?:las1 mas eI In teres; flllalmente, COllJa grail mira de enseiiar,~orreJlr, s~rmonear, entra la decIamacion can sus prolijidades, suslllsulcezes 1 SUsespresiones favoritas del nuevo vocabulario bilingiie.

Tragedias a Ia manera neochisica escribieron Heredia,Juan Cruz Varela (Dido, Argia, e Idomeneo, fragmento),

Luis Varaas Tejada (Sugamuxi, Doraminta), J ose Fern,i~.dez lYfad~id (Atala y Guatimoc), Jose Maria lVforeno (Xl-cotencatl). Aunque hay diversos precedentes, los tem~samericanos pueden considerarse, sabre todo, como refleJodel momento. .

Dentro de la comedia, sin duda el ejemplo mas seg~ll-do fue el que en Espana habia impuesto Leandro Fernan-dez de lVloratin. l\Ioratiniano fue Manuel Eduardo deGorostiza, que alcanz6 prestigio en Espana y que al volvera su patria (ya independiente) p:osigui6 su fecunda ?bra.Claro que su influenda en MeXICC:escapa a es~eyenodo.

Como comedi6grafos que escnben en Amenc.a debe-mas mencionar al cubano Francisco de CovarrubIas y alhondurefio Jose Trinidad Reyes. Y, a~nque no sea~ ele-mentos fundamentales en sus respectlVas producclOnes,conviene dtar un tinieo sainete de Heredia, en verso (Elcampesino espantado) y un ju~enil sainete de Juan CruzVarela (A ria revuelto, ganancla de pescadores), exhuma-do recientemente.

Una variedad delgeIl~l·o. ciral1laticoen la epoca, queno puede omitirse (poeser alga parEculariza.dor del mo-mento) e~_~Lllamado:'u.~~P~E~?-IlaE'.En reaIIc1ad, 10 quedespues se llam6Hiiionologo (pero no exactam:~t; 10que hoy se llama, ':mQnodra:na", de mayor amblclOn ycontextura). Escnbleron ulllpersonales, er:tre otr~s, LI-~Clrdi (El unipersonal de do.n Agustl:z Iturblde).e_Hldalgo(Serl:JimientQ~(k,¥_!1:.p~trl_?£~;_ulllpe.rsona1. , I~?meneo,atribuida). El ulllpersonal tellla caSl slempre L3L,::terpo-litico. Era alao asi como la puesta en escena 0 drama-tizaci6n" de discursos y arengas. Repito: era un generomuy ligado a la epoca.

Sin habermelo propuesto, nota que 105 g~er:eroscita-dos precedentemente (salvo la comedia m?ratllll~~a y al-guna otra excepci6n, no abultada) son generos en ver-

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so". Lo que se explica en gran parte teniendo en cuentaj"que son generos a 103qEe el neoclasico procp.ra reaIzar a 1jtraves dela linea corta v medida. EI verso era asi realcei\.

ydistincion; camino q~le el romantieo no alter;ra ma- $,-=g

yormente. ..~'. ~~nviene destacar, pues, en los neoc1asicistas, el pre-I!d.~mlnlO,d~l verso socr~ ,1a prasa, ya q~le la notoria ambi- ~iil,~~~~l~~~E~}~~n:p~~r:~1~:~~~:~~i:Fc~=~r~::n:Izos del ~ig:o x~-:cambios-extraordina~ios con respecto a II".caractenstlcas tlplca~ del verso en el siglo XVIII, y, en ge- '(j:nera1,al neoclasicismo del siglo XVIII. Ij

, La metrica de 10; poemas de esta epoca l1Qse distin- .~l\i

gue; por 10vis to, porsus afanes innovacloTt:'s. POI' el con- ~J

t:a:io, eSllna metrica apoyada en una largL1.tra,dic:ioncIa- f'5~<;ls~a1conlas muy pocas incorporaciones validas del si- flglo XVIII espafiol(salvo, quizas, el caso especial de lriarte). ,11 ;

POl' otra parte, serb. in justo no decir que tal Tasgo j:responde a ideales c1asicistas, al deseo d~ rehuiLCDllibin..a-ildon(;~espectacu1ares 0 pxo usadas, 0, simplemente, que ~:n() se apoyan en una tradicion de grandcs modelos. Enfin, la aspiraci6n" a c()l1siderar la metrica wmo una poyoy. no como un artificio.

. Losversos Illascilitivados son el endecasHabo, el de-c~si1abo (himnos), el octosilabo, el he'ptasilabo (anacreon-t:cas) y el hexasilabo. EI endecasilabo pre domina osten-slblemente sobre el octosilabo. En general, la poesia gra-ve usa e1 endecasilabo (0 endecasilabos y heptasilabos);)apoesia burlesca 0 epigramatica,versos cortos. . --

. Q<:.Tltro cie la rima, rcpararnos en el verso blanco (es-peClalmente, en Ios safieos adonieos) y en las alternanciasde esdrlijulos y graves, ala manera de l\Ietastasio.

Como estrofas mas utilizadas: el soneto, la decima, e1~er~eto, Ia oetava real, Ia cuarteta, el quinteto, la silva,Ia lIra, la estancia, eI romance, la letrilla el safieo adonieoIa "anacreontica". ' , , ,

Las poeas novedades corresponden a poetas que, comoHeredia, ya miran -··antes de 1830- hacia adelante, tantoen Ias lecturas como en los intentos renovadores. Predsa-mente, en Heredia hay que sefialar el verso eneasilabo yel endecasilabo de gaita gallega; en Heredia yl3~ll()!.}aHamada "estrofa berrnudina"; en Juangrll~Yarela, eldodecasilabo y la estrofa manzoniana;-fla pol1nH~tiia,a lamanera de Hugo, en las traducdones e imitaciones deBello. En todos los casos, ejemplos aislados 0 centradosen uno 0 muy pocos peetas. Y, en todos 105 casos, con ra-mificacion que esta ya 0 que entra en plena epoca TO-

mantica.Al detenernos ahara en la prosa de comienzosdeI si-

glo, nosencontramos con ciertas novedades valiosas. Enprimer Iugar (yen relacion con Ia feeundidad e impor-tancia que adquirid. el genero) conviene destacar, enton-ces, el verdadero nacim:;ento de la novela en Hispanoame-rica,' en manos de Jose Joaquin Fernandez de Lizardi, queno eneuentra ecos inml~:liatos, pero que pwntolos encon-trara despues de I830 (modelos europeos mmados).

Destacar Ia importancia de 1a novelaj su fecundidady desarrollo posterior, resuIta hoy obvio. Bien se que lasnoveIas que se escLoen en Hispanoamerica despues de1830 derivan, por 10 comlin, de Teconociblesmodelos euro-peos (VValter Scott, Alejandro Dumas, Victor Hugo,La-martine, Eugenio Sue, etc.), pero tal comprobaci6n no in-valida el claro sentido inaugural que tiene la obra del"Pensador 1Iexicano".

Sin establecer una separadon total con_15~?:!9:i!_hayotra Rros<1;abundante en la epoca. Es la prosa de los es-critos, manifiestos, pror1amas, ensayos, etc. (prosa con in-tendon mas 0 men os literaria) de los "escritores pro ceres"o "proeeres eseritores". Es el parrafo que procura servira los ideales de libertad, a la Iucha politica, alas urgen-cias de la hora, y que encuentra su cauce mas adecuadoy rapido en una frase de movimiento ampEo, oratorio, conmas de un acierto expresivo. Lo prueban, Bolivar, Mejial,equerica, Valle, Moreno, lVfonteagudo, Vidaurre ... ', y

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preficro dejar aqui a un lado a aquellos que tienen unmas nitido perfil de "escritores".

Con respecto a los ternas, si bien ya he anticipadoalgo, corresponde aqui ampliar notidas y caracteres.

En u.n primer momento (antes de 1810) encontra-~lOs,.partlcul~rmente, t~ma.s como el progreso y la civi-hzaC1on, el fllantropismo ("humanitarismo"), .la. refle-xion mDral, la escena arcidica, el amor anacre6n tieo, Yu.na abun?ancia notoria de fabulas, s<itiras y composi-Clones.festIvas. Temas ~ue, mas adelante y por las causa,conocldas, no desaparecen, aunque dejan gran parte delterreno al. tema ~e~ momento (tema y ramificaciones):el homenaJe patrI()tlc() (canto a Ia Iibertad, a los triun-'Iosmilitates,'-aJos h-eroes, a ·los nuevos paises; Ia execra-cion de Ia tirania,dela antigtlamettgpoli).. . En 18I~, Ie escribia fray Cayetano Rodriguez a suamIgo eI ObISpOlYIolina: "La Patria es una nueva musaq~e inf!~ye divinamente". Y no cabe duda de que talafirmaclOn se ve respaldada en los hechos con amplitud.

A su vez, el tema patriotieo, en consonancia con latendenda estetica de Ia epoca, recurrio a 2revisibles mo-delos y lengua poetica. IHejor dicho, -extendio a estet~ma mucho de Ia retorica en boga. Como modelos, par-ticularmente, los clasicos grecorroman05 y espafioles, yuna expresion an.ejamente aceptada. Entre otras cosas,con 105 nombres famosos: Jove, ]\Tarte, Febo, l\Iavorte,Belona, Olimpo, Helicona, Parnaso, Pindo, Aqueronte,musas, numen, Grecia, Roma ...

Tal desfile de nombres no es exclusivo, como dio-o• b 'de Ia vena herOlca, pero era alli, evidentemente, don de

t~nia mas propicio ambito. Por 10 demas, las compos i-ClOnespatrioticas se_!!meven dentro de motivos limitadosyreiteradores. lYlejor nicho, es el escaso vuelo de los ver-sificadores que se protegen con formulas retoricas 0 que

descubren can facilidad los versos ajenos. Asi, el aciertorotundo de Quintana ("jantes la muerte jque consentirjamas nin~un tirano!") y_econoci!Jle,e.n mas de unpoema escnto por aquellos anos en Amenca. .

Tema y caracteres se imponen, pues, de manera l,n.

dudable. Entre muchos ejemplos, respaldan 10 que nfll·'mo dos colecciones del Rio de la Plata. Se trata de laprimera antologia poetica argentina (La lira argenti.na,1824) ¥__£LEa,rnaso oriental, primera antologia. ~echn en~l Uruguay (I835-d837), que recogen compoSlclOnes dela epoca y que muestran con holgura los rasgos senalados.

EI tema patriotico aparte, los dema.s ternas (espec:ial-mente despues de IS30) sirven mas bIen para matlnraquel predominio, 0 como ramificaciones y complemento.

Asi,el terna del iI1dio,de las antiguas culturas 0 pu~-blos"-ahaiidos porIa Coriquista, que comienza a maill-festarse aqui, pero que ~~,"expaJ1clira,sobr~ todo, c~n elRomanticisJ1lO. En la epoca de las revoluclOnes se VInCU-la, claroesta, al tema de Ia Independencia. Veamosejemplos: Heredia (A l?s habitantes de A~dhuac) Place-res de la melancolia) Hlmno al Sol) A Bolwar) tema par-cial), Olmedo (Canto a Iunin) tema parcial~, Bello (Alo-cuci6n -a la Poesia) tema ocasional), FlorenclO Varela (AI25 de lvIayo de 1830, tema parcial), Car l~s G. Vil1a~e-moros (En el 25 de lvlayo de 1836), Fer~andez Madr.leL(Eleaias nacionales peruanas -1825-, Guat:moc, tragedl 3. ,

-1827-),Vargas Tejada (Sugamuxi.,. Doramznta: tragedl3.s),Camilo Henriquez (Lautaro) Camzla 0 la pat~'l?ta de S:l.d-america) dramas), Jose :Maria :N~oreno(Amenca mex.lca-na libre -1823-, Xicotencatl) lVllxcoac -1823-, tragedlas),Luis Ambrosio :NIorante (T1.lpaC Amant) Siripo y Yara enel Campo de la lvlatanza, dramas), ]ose ..l\!anuel Sanchez

. (Arauco libre -ISIS-,. El nuevo ~aLtP.olzcan -1815-), Ma-nuel Belgrano (lv[ olma) drama, Insplrado en Marmon-tel). Tambien, las diferentes i~itaciones .de Atala (Ol-medo, Heredia, Fernandez l\tladnd). En fIll, y mas quecomo tema, el acento indigena de 10sYaratJles de Melgar.

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·.~~~4.as.raramente aparec'" ent1,· . .'. .. .... '"' onces el t . dtClOmsmo y, en general. el moti' . '. ema el abo-

dentro de Ia amplitud" va socIa1. POI' 10 menos. " en que debe' t d 'mmaClon de "social" 'El en en erse Ia deno~.. . tema del n 'ell~uell[ra, tempranamenT·······-· ".. egro .apenas SI se

fia de Figueroa y de D~ e,. en versos de Francisco Acu-omm r,'O del 1\1casas, poetas blancos ue en; l' c:nte. En los dos

problema de la escIav%ud A~:~n, sentl~entalmente, elen forma separada a 10: a de FIgueroa atiende

'd ' p1I1toresco y 1 d ' . 'VI. a del negro. Veam d" a ramatIco de laorzental: os 0., poemas de El parnaso

,Compafielo di cardombepIta p~-?go e bebe chicha,ya Ie SIJOque tienlTuemono se puede se Catlva'Po Ies,a 10 Camundi .10 Casanche, 10 Cabinda10 Banguela, 10 Manyo1;tu10 canta, tu10 glita .. , '

(Canto patri3tico de los negros)

cY zsi cru;! pirata, asi te alejas..robandome, tirano,

h5 hlJOSY el es . .en dtsamparo y ~~~. '1'? cA.S1, ~nhumano,A 1 0 or me deJas?

I·· y, vu.e ve, vue1vel En mi infeIiz caba-SIll consuela y sin vida na,

Ve cual me dejas; como deb'I' _del h . . 1 cana. .uracan vlOlento combatida'l, ..

(La madre africana)

Pero, posiblemente, 105 al' , .en favor de la abolici6n dn 1 egatos. mas contmuadostambien considerar en rel~ci~nesc1avItud (qu~ debemosponden al cubano Jose' A t ->' Scon su patna) corres-. £1 .tema del '.' n on~o aco y su prosa.teaIidad inmediat~aI~aJe a~~ncano, paisaje visto en Ial?e inmedia to recordam~:n; Ian te, .~~oIllai"tin:idamen te.tImulo y eJ'emplo- u presenCIa mas vIsible -es-

. . representada po I fam.erzcanas de Andres Bello. r as· amosas Silvas

46

i\Ias exactamente aim, podemos decirque, en esternomenw (entre el 20 Y el 30), el tema del paisaje seanuneia con c1aridad en aquellas dos direcciones que,a traves de los rornant.icos, ofreceran tantos tributos.Me reEero, por un lado, al sentimiento de la natura-leza (con 105 ejemplos nitidos de Heredia) y, por otraparte, a la descripci6n mas narrativa y colorida quesentimental, pero apoyada en un paisaje pl'opio, paisa-je "americano" (con los ejemplos nitidos de Bello).

De la misma manera hay que considerar ...~JteI1lasentimental, que, en parte, ya hemos anticipad.o.~Iasbien'despllnte, que se af,arta 0 procura apartarse' delenfasis .IleocTasiC6,. tal como puede verse en Heredia,Ivlelgar, Gruesso, Miralla y el Lizardi de N oches tristesy dia. alegre.

El tema religioso se c:entra, como es fadl adivinar,en comentarios, transcripeiones 0 exegesis biblicas, enparticular de los Salmos (d., Navarrete, Valdes, Acunade Figueroa, Pesado, Carpio y, ocasionalmcGte, Bello,en su elapa chilena). No 1j,~ trata de un sector que tengamayor fignificacion.

Si bien la abundancia es mas palpable, por razonescomprensibles, antes de la epoca revolucionaria, consti~tuye una ofrend a muy nutrida la que presenta~eLl~m~,burlesco,~ Tema que va desde el inocente epigrama quese complace en el simple juego.dcYQcablos hasta la in-tencionada satira que apunta hacia aspectos .candentesde la realidad social 0 que fustiga a personas y perse-najes. Una buena parte de las obras eran an6nimas, ydabOlD el consabido (y, a veces, aguardado) especticuloen 105 peri6dicos (ver Mexico, Peru, Rio de la Plata).En Mexico nos topamos con la figura de fray Servan-do Teresa de l\Iier, de extraordinarios aciertos satiricos,con Barazabal, Ochoa y Acuna, Lizardi; en Guatel'nala, canIrisarri; en el PerlI, de lejana tradicion burlesca, con JoseJoaquin de Larriva y Ruiz ("El fraile Larriva"), de pun-zante ingenio, con Jose Perez de Vargas, con Felipe Pardoy AIiaga, en sus comienzos literarios; en el Rio de la

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Plata, can Francisco Acuna de F'igueroa, Prego de Oli-ver, Lafinur, Juan Cruz Varela, el padre Castaneda.,.

En un Iugar especial, por filiaci6n y por las cone-xiones que es necesario establecer, Ia tabula. Su aportees igualmente nitido (d., Navarrete, Garcia Goyena, Li-zardi, l\tIeIgar, Azcuenaga, fray Cayetano Rodriguez, :tvlo-ra (espanol y americano), Perez de Vargas, Bello y otros.

Aun estableciendo diferencias, como digo, entre 105primeros anos del siglo y 10s anos de las revoluciones deindependencia, esta vena no se interrumpe. En todo ca-so, y para marcar cambios perceptibles, let nueva etapase caracteriza por Ia irrupci6n de Ia scitira politiea, espe-cie nueva que nacia, sobre todo, en medio de abultadostanteos, indecisiones y fracasos de 105 nacientes gobier-nos. Los tiempos exigian, es indudable, tributos masseveros que aquellos que nacian del humor y del ingenio,pero de ninguna manera el tema burleseo desaparece.

TRES ESCRITORES:LIZARDI, BARTOLOJ.1:IE HIDALGO Y lvIELGAR

N' trata de una simple distribucion matematiea,lose . d' la que nlesino de una casual coincidenCla e nu~eros, e se des-

... parte tres esentores quhace dlstmgi~~~ef(~~~Y: Olm;do y Heredia), y, por otra,taean con n, 'ue se les acercan, que -meun nuevo conJunt~a~~i~~s l~ sitio de privilegio, en Ullparece- merecedlloplano (me rdiero a Lizardi, a Barto- .decoroso segun

lome Hidalgo y a Melgar), te JItimo grupo pueclen serPor supuesto que ell es " ,. 1 hecho de que,

, Hasta puede Hamar la atenclOn e C .mas. . H'd 1 . no a Juan ruzVPorlejem(plO'frPayre~l::V~J~oaTerles: gde~1ier, 0 a j\~iraHa,

are a .° a '. ) 5111 em-' n tan extendidas resonanClas amencanas ..este, co , Tb' bli<>ana compreslOnes enbargo, las ar:

s1as~e eqUl 1 r~~e~e s~brevivir hoy a traves

una etapa hterana quednbol En fin aunque no creod muehas obras recor a es. , , f dq~e despierte grandes sorpres~s, eorrespondera de en erla seleecion en el Iugar aproplado,

. nos haee instlsti·Lizardi es autor euya preSe?ela setuible. Insustituible por el earaeter de su obra, por su

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abundancia y variedad, por el sentido de testimonio y,naturalmente, por su valor. Annque, a prop6sito de va-lor, si bien es justo consideraruna obra por 10 que real-mente fue y no por 10 que pudo ser, en el caso de Lizardicaben ciertas justificaciones. Es includable que la ablln-dancia, y aun la pasion reformaclora y progresista (esapasi6n que Ie hizo escribir miles y miles de paginas en suno muy prolongada vida) conspiraron contra una obramas pareja 0 m,1.sen consonancia con meritos que aso-man parcialmente en ella.

Es ya un Iugar comun obligac1o referirse a la fe-cundidad de Lizar:di. Esa fecundidad que se trasunta enincontables folletos, en numerosos peri6dicos, en un buennumero de libros y, ligada a tales tributos, en una serie-de ideas, particularmente educativas y de ilustraci6n, quetomaron cuerpo en la epoca.

Por un lado, Lizardi vive en los ultimos afios de ladominaci6n espafiola en lVIexico. Por otro lado, as_~ste(y colabora dentro de sus fuerzas) alas luchas de inJe-pendencia. Por ultimo, Lizardi viYe unos pocos afios dela patria rndependiente, afios no rnuy alentadores, peroque no ocultan en Lizardi el e/ltusiasmo ni la contlnui-dad de su predica.

En relaci6n con la epoca en que vivi6 (1776-1827),pocas obras hay como la de LizarJi que nos sirvan tantopara penetrar, para comprender el momento. Y, por des-contado, esa obra es el reflejoEd de los ideales que bu-Uian en su autor: su progresismo, su filantropismo, suprovidencialismo, su predica de libertad, su fe en lasIuces de la inteligencia, sus ansias de reformas sociales,su confiaI1za ciega en la educaci6n ...

La ocra literaria de Lizardi nos muestra acabada-mente tales intenciones. Aclaro que, al hablar de "obraIiteraria", pienso en aquellas paginas que tuvieron unadefinida ambician literaria: novel as, poemas y "fabulas",obras dramaticas.

Tambien la obra de Lizardi nos muestra otras cosas:la posibilidacl de aprovechamiento de muy distintos ma-

teriales (del pasado y del presente) al servicio de unaideologia que, en 10 esencial, reconocemos como incon-fundible de fines del siglo xvm y comienzos del XIX. Deahi su profusa serie de panfletos y su incansable laborperiodistica; de ahi su acierto en ver a la novela comouna proyeccion de la labor periodistica (no olvidemos elcreciente desarrollo que ganaba la novela en Europa); deah!, hasta el cultivo de la {cibula, que, si hoy nos muestrapor 10 comlin debiles ofrend as de Lizardi, tambien 10situa dentro de una muy nutrida serie de fabulistas (conintencion politico social los mas) que entonees aparecenen America.

La significacion literaria de Lizardi se a1can-zaensus novel as. ::Masexactamente, en sus cuatra novelas.Crono16gicamente: El Periquillo Sarniento (lB16, 1820-1831), Noches tristes y dia alegre (1818), La {~uijotitay su primClJ (1819, 1831). Don Catrin de la Fachenda(que, aprobada por el cemor, en 1820, apareci6, pastu-ma, en 1832).

La base del prestigio de Lizardi fue, desde ]os aliosde su publicaci6n, El Periquillo Sarniento. En nuestrotiempo, 1a critica ha reparado en el valor de las otras no-velas, particularmente, en Don Gatrin de la Fachenda.Yo cree que las cuatro obras son dignas de mend6n, quehay entre ellas (sobre todo, entre el Periquillo) La Quijo-tita y Don Catrin) numerosos elementos comunes, esoselementos a que me refer! antes (afan moral, reflejos so-ciales, providencialismo, etc.). Con toclo, me pareee justoreparar en e1 papel inicial y vertebrador del Periquillo)en su elaboraci6n accidentada, y tambien (subsidiaria-mente) en 1a fama de la novela, fama que, por diferentesmotivos, no a1canzan las otras novelas.

EI Periquillo es un intento de fusi6n de picaresca ymoralidad (que ya se manifiesta en algunas tipieas obraspicarescas de la Edad de Oro). Pero, mas aun, es un me-dio de educaci6n, vinculado a la epoca en que Lizardiescribe. En fin, cabe decir que es una novela picaresca,

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escrita en America a comienzos del siglo XIX, y por unautor que, como Lizardi, re£leja en ella ideales y lecturas.

Como obra picaresca, un punto explicable de arran-q?e esti en el Gil Bias, de Le Sage. Punto explicable,dlgO, de acuerdo con las lecturas de Lizardi. En 10 demas,sigue las lineas generales de la picaresca: relato autobio-grifico, serie de amos y aventuTas, ambiente tipico. Siguetambien la linea en la satira con que envuelve a la ma-yo.r parte d~ l.os p~rsonajes que desfilan por el libro (es-cnbanos, medIcos, Jueces, boticarios, poetas).

La moralidad del Periquillo (sin olvidar aqui el mo-delo de Fenelon) surge, desde el punto de vista del re-lato, ~omo u~ comentario hecho a la- distancia. El pro-t~gomsta escnb~ postrado en la cama, para que su vidaSlrva de. escarmlen to a los hijos (d., Guzman de A l[ara-che). Fmalmente, y para cerrar el cielo, es el editor elque cuenta los ultimos momentos del Periquillo.

En~ramos en IDS ambitos mas personales de 1a obra.1.1 consIderar los rasgos costumbristas V sociales (vincu-lados, claro esta, a Mexico), las digresiones de variadoasunto y, por supuesto, al considerar la lengua del Pe-riquillo Sarniento,

Los frecuentes comentarios con que Lizardi matizala novela dan a esta un caracter muy particular. Es sobretodo su abundancia 10 que hace que a veces se superpon-gan al desarrollo y avance del argumento. Son comenta-rios de los mas variados asuntos, pero relacionados losmas con sus ansias de educacion: universidades, hospita-les, carceles, la justicia, la esclavitud. " Basta la poesiay el luto pasan por el tamiz racionalista de Fernandezde Lizardi. Y, es curioso, can frecuencia el comentarioo digresion aparece no tanto como acotacion novelesca,sino con cita de trataclo y can la correspondiente Hamada

. a pie de pagina. Si el procedimiento es discutible descleel punto de vista artistico, no cabe duda de que constitu-ye un buen indice (a complementarse con otras) de laslecturas de Lizardi.

1vlayornovedad -y valor- hay en la pintura socialy costumbrista que la novela trasunta, y que nos intro-duce en 1,m media virgen 0 casi virgen dentro del mundoliterario picaresco (d., EI donado hablador).

Es Mexico, con sus nombres propios, sus cosas, su len-gua, sus particulare~ tipos humanos (recordemos una vezmas 1a humanidad recortada, parcial, de la picaresca), can]a presencia del "pelado", del picaro y del HUpero", 10que concede al Periquillo la "mexicanidad" defendida.par Agustinyafiez. Al mismo tiempo, realidad cronol6·gicamente centrada en los ultimos afios de 1a Colonia,pero que puede extenderse, sin mayor esfuerzo, hasta logdias en que Lizardi da cima a la novela.

En fin, el viaje a las Filipinas, el posterior naufragio.1a isla, la inusitada presencia del chino Limahoton, apa-recen como notas no muy corrientes dentro de la tradi-ci6n picaresca. Y la pintura social crece aqui, de nuevo,al marcar el autor el contraste entre l\Iexico y las Fi-lipinas .

La lengua del Periquillo no es -no puede ser- unmodelo de prosa cuidada. Es la prosa que trasunta 10que era esencialmente Lizardi: un periodista. De ahi,virtu des y defectos del periodismo.

EI prologo del autor ya nos advierte sobre su especialfactura:

_.. par haber escrito "casi currente calamo", abundari la pre-sente en mil defectos...

Y, por suparte, la deelaraci6n del protagonista, enel capitulo primero, nos anticipa la variedad de "estilos",cuando nos previene sabre alternancias entre 10 serio ysentencioso, par un lado, y 10 trivial y bufonesco, porotro; entre retazos de eru:dici6n y rasgos de elocuencia .Y "un estilo popular mezelado con los refranes y papa-rruchadas del vulgo".

Fuera de deelaraciones y pudores mas 0 menos sin-ceros, creo que 1a lengua del Periquillo ostenta como sc·

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110 partieularizador y, sobre todo, como reflejo l1nitarioen relaeion con el mundo que presenta, un cohel'enterepertorio de mexicanismos y un mas amplio aprovecha-mientJ de la lengua popular.

5i e:i Periquillo constituyo durante mucho tiempo elunieo sosten de la supervivencia de Lizardi, conviene ad-vertir hoy la altura ganada, ultimamente, por Don Cat-rinde la Fachenda. El avance es merecido, especialmente siatendemos a la sombra que pudo significar el Periquillopara Don Gatrln. Tambien, en relal':'ion a la factum dela obra, de caracter mas lineal, a una lengua mas cuidaday a un desarrollo que, elaborado a posteriori, mas de unavez n01: haee recordar persona jes y situaciones del Pe-riquillcl.

CO.-TIo·en Lizardi hay una doble raiz evidente -laele 105 Lbros y la de la vida- no cuesta mucho encontrarde nue\·o aqui precedentes literarios, en particular den-tr.o del F'.utrido m:mdo ,de 11. picaresca (como aqt'el falsohIdalgo del Lazanllo, 6 como el Buscon puesto a simn-l~dor, 0 como Guzman ya c:-ecido). Pero hay que conve-nIr que el personaje suele darse en la vida diari2. (ayer,hoy y manana) Con abrumadora frecueneia. 5i pienso enmodcfos literarios es porque el propio Lizardi sude in-dicarnos este transitado camino.

Yo veo a I)on Gatrln de la Fachenda como un des-arrollo con mucho de paralelo al Periquillo, y tambiencon variantes intencionales con respecto a este. En elPeriquillo es inmediato al episodio el comentario moralo la digresion. En Don Gatrin, el comentario moral seremplaza con b. ironia que pone ininterrumpidamenteen labios del protagonista. .

La vida de don Catrin es la vida de la simulaciony el arribismo, rapid a vida sin oeasion 0 sin deseo dearrepentimiento. 1Iejor dicho, a los golpes de la vida,don Catrin contesta con cinismo y amargura. As!, hastallegar a! trance postre~o, sin asomos de arrepentimiento.En reahdad, la moraleJa corre mas por cuenta del lector.

En cuanto a La Quijotita y su prima y alas Nochestristes y dia alegre, aunque no han faltado intentos reha-bilitatorios, su situaei6n es diferente de la (rue nos ofreceDon Catrin. Situaci6n yvalores 1iterarios.~ Una eosa esconsiderar el earacter homogeneo en relaeion con el Pe-'rz'Juillo y Don Cafrin (sabre todo, La Quijotita) y otIa,tl pretender realzar un relata desmayado 0 menos noto-rio. Por supuesto, !as dos obrasampHan y co:a£irman da-tos sabre inc1inaciones literarias y leeturas de Lizardi, ycontribuyen a fijar sus titulos mas ambicioso;;. Sin em-bargo, no me parecen superiores a algunas de: las "Fan-ta,las aleg6rico-morales" publicadas en El pensador me-:dcano (Breve sumario y causa formada a la muerte y aldiablo) y en Alacena de frioleras (Los paseos de la ver-d'u!), de clara influencia quevedesca, y Las sombras deh'erdclito y Democrito.

Como digo, La Quijotita, can el desarrollo paralelodE. las dos mujeres (la bien educada, la mal educada) nossitua clara.mente en (l..~rivacionespintorescas d,' ideas rus-scnianas. Las N oches tristes, en huellas de Young y deC'ldalso. Pero tales jJentificaciones -claro esta- no al-G'.nzan por S1 salas para elevar el valor lit::'Cario de lascbras.

Termino. Otros nombres famosos de aq nella epoca,apoyados partieularmente en factores hist6ricos 0 en ladefensa patri6tiea, se han atenuado 0 des\lanecido. Noereo que oeurra 10 mismo can Lizardi, cuyos c:scritos go-zan hoy, por el eontrario, de una difusi6n mas ampliaque el que tuvieron durante muehos anos. Y pienso, so-bre todo, en un publico mas ampEo que d de l\Iexico.Como vimos, no se trata solo del PeriquilloJ que, eso si,continua siendo, con gran ventaja, 1a obra mas difun-dida de Lizardi.

NIas aHa del vaiven de escuelas y de moc1as literarias,mas alla de paginas muertas, de tributos ocasionales(;t..•.ntos!) que eseribi6 El pensador mexicano) mas allade 10calismos y limitaciones, es justo decir que varias desus obras mayores y algunos de sus escritos mcnores l1egan

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hasta nosotros con un vigor y con resonancias humanasque no siempre a1canzaron escritores hispanoamerieanoscoetineos, mas famosos, hoy, que Lizardi.

Contrastando con la fecundidad de Lizardi, pocascomposiciones Ie han bastado a Bartolome Hidalgo paradarle un lugar de alguna importancia en las letras deaquella epoea.

Por supuesto, la importancia de Hidalgo surge dela obra en sf. Dentro de esa obra, no podemos olvidarque Hidalgo es el primer nombre importante (el primernombre propio importante) vinculado a la llamaq.a poe-sia gauchesca, que el entusiasmo de lVIenendezy PelayoCiesTacaDa~a fines del siglo pasado, como la poesia "queha producido las obras. rnasoriginales de la literaturasudamericana" . No es~erc:asode detenemos aqui a con-siderar la mayor 0 menor verdad de la afirmaci6n (ysiemprefiguraran entl'\~ las obras "mas ori~inales"), s~r:ode subrayar el entusiasmo del famoso critleo y el SInoque, dentro de esa literatura, tiene Bartolome Hidalgo.

Es muy posible que alguno cuestione la situaci6n de.privilegio que establezco para Hidalgo. aun dentro delsegundo plano en que 10 coloco. Es muy posible tambienque se 10 sustituya por el nombre, indudablemente masostentoso, de Juan Cruz Varela. Y este ultimo nombresurge, sobre todo, por los representaciones "regionales"que, si no de manera cefiida, estan indirectamente pre-sentes en el breve cuadro de valores que comportan Li-zardi, Hidalgo y lVIelgar, por un lado, y, en escalonesmas altos, Bello, Olmedo y Heredia.

Reitero, pues, para no apareeer como injusto, que,hoy, me parece mas valedera la obra de Hid~lg? que l~de Juan CnlZ Varela, sin desmerecer a este ultlII~O, NIHidalgo ni Juan CnlZ Varela son poetas excepclOnales(~que poeta 10 es en la epoca?). Con todo, y mas alIa delperfil mas nutrido de Varela (en obras, en generos, en

".literatur~"),~i~~lg~~ llega hasta nosotros can un sen-t~~o. <ieslllsluandad, de.personalidad, que no alcanzaJua~ Cruz y ~rel~. E,n resumen, estasson las razones queexphcan ml L';cllr:aCl6nhacia Hidalgo.'. Bartolome ~ld~lgo, verdadero poeta rioplatense (pa-la no caer en comIcas prerrogativas de jurisdiccion) es,a despecho de su ~seas~,~bra y su significaeion poco es-pe~t~c.ular, un escntor VIVO".Este caraeter es digno deanallSls, ya que suelen abundar en aquella epoca escrito-res eneumbrado:5 por diferentes motivos, peroque hoys?lo se recuerdan a traves de rasgos extraliterarios y, par-tlcularmente, por faetores patri6ticos. Esto 10 sabemosde sobra.

E~trando ya en la obra de Hidalgo, hay que decirque, sm estar resueltos todos los problemas de atribucion,esa.obra es P?CO abultada. Al pasar, quizas convengaestablecer aqm un mu~ externo paralelo con el pe~uanoj\felga.r. Los d~s, de_:Vldabreve; .los doscge produccion_.es.casajclos_.9:Q~v.rIlcul~_dosalas luchas. de lalpoca (si bienesto era 10 cornente); y los dos con especial siO"nificaci6nen las letras de esos .afios,' t>

.Lo que lbIll3. laatenci6n en Hidalgoes que su re-dUCld,aobra ,(aun con agregados dudosos), se empequefie-ee mas en numero al.s~parar ,de ella sus 'poesias "cultas" .

22.?s.,s.~.ct?res.def1111dostlene, pues, esa produceion:la.~'p()~~la~gauchescas.y .1Cis..poesias cuItas. Estasultiinasestan completamente olvidadas, v con razon, l\lejor di-cho, el conocimiento de tales obl~asnos enfrenta con tri-butos e~tonces muy frecuentes y sin mayor personalidad.Tan. leJos estan esas "poesias" de lospopularesCielitosyDzdlogosdeHidalgo. ..... -.. .

,A~ena, a.sf, leer ve~~os~omo 10s que corresponden ala A~a;ch(l 9nental 0 al umpersonal" Sentimientos de unpatnota. Estas son dos estrofas de la 1vlarcha oriental:

Las cenizas de las almas libresal gran SaIto fl.1(~ronsea esconder,n:uere el padre, la hermana, el amigo.SIll que el Banto se mire verter.

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Salve loh, SaItoI Mansi6n destinadaa 105 libres que el sol via nacer.iJusto asilo de una acci6n heroicaquien tus timbres pudiera tenerI

Y estos versoS -tambien "musicales"- de 105 Senti-mientos de un patriota:

Patricios constantes,sud_americanos,amigos, hermanosen cordura y valor siempre triunfantes;heroicas legionesque al Peru victorias,libertad y gloriasllev:Us, dando por leyes condiciones ...

Claro que la superviveneia. de Hidalgo no se apoyaen tan deleznables versos (naturalmente, de:leznables co-mo poesia, no como sentimiento patri6tico). La supervi-ven..::iade Hidalgo se basa, 51, en el mas di£undido con-}mto de 105 CielitosJ 105 Didlogos y la Relacio,,;.

Una vez mas conviene repetir que Hidalgo no es e1creadgr 0 inieiador de la "poesia gauchesca". Que, ant~~..cle.Hi<ialgo _y no muy 'lejos-~ncontramos los obligado

s

i-'t:e.c~det1tes(lVIazielJEE amor de la estancieraJetc.). Pero10 que hay que dedr tambien es que Hidalgo aparececomo el primer "poeta" autentico dentro de la corriente.Y esto no solo porque ostenta ya un nombre propio re-conoeible en el tiempo. La obra de Hidalgo (de aqui,en otra perspectiva, su importaneia) se transformara ene1emento tradieional consciente e inconseiente, Y comotal 1a reconoceremos -versoS, vocabulario, rasgos de lalengua poetica, etc.- en 105 escritores de alguna dimen-sion que vienen despues: Ascasubi, Del Campo, Hernan-dez, 'Lussich. . . ' '

, La poesia gauchesca reeibe su nombre de la conjun-cion que forman personaje, ambiente Y lengua. 'NUshondamente, del definido caracter social que, desde uncomienzo, toma, aunque de alIi derive tambien unalinea que en£ila hacia 10 pintoresco 0 la paroclia. (De

mas esta dedr que Hidalao entra a uitraves de la conodda Rel b., d 1 q .' sobre todo, ah

l. aczon e a" f1"'sta hc a por Ramon Contrera .,;) '- s mayas, e-dad, estas dos lineas se encs a Jacmto Chano.) En reali-uentran ya en Hid 10-remarca el papel inaugural .. a 0

0, y esto

de los precedentes citados. que en ngor tlene, mas alH

En el caso de Hidala - .de caracter soci~1 bO, Cleo que, meJor que hablarsocial La ad d., ;?rresp~:mde hablar de caracter politico-

. araClOn se Impone por el hecho dl1evar alverso las circunsta' ," e que, alparte de ell t' nClas mas cerca,nas, una buenadencia, cona~osle~~~ que ver, con la predica. de indepen-in,<:lependencia 10 ra~;os de las armas patnotas, con lapaises no solo eng 1'. ~on la defensa de los nadentesrelaci6n can 105 re aCIOncon Espana, sino tambien enBanda Oriental ~ortu~u;ses y sus ambiciones sobre laHidalao (de . or ult:mo, aparecen en 105 versos dela me~cion d~uf:so'dfsefleJ~s de. ~ondiciones inmediatas)deferisade1 aUf co.rdlas CIVIlesy, p.or supuestoJ laVeamos ejem~los~o, olvidado, menosFre':lado 0 atacado.

. Cielos de los orgulloso5,Clelo de Montevideopiensan librarse del ~itioy se hallan can el bloqueo ...

(Cielito a la aparici6n de la es-cuadra patriotica en el Puerto

de Montevideo [1814])

Cielito, delo que sf,no se necesitan reyesI:ara gobe~nar los hombres,smo beneflcas leyes...

(El Gaucho de la Guardia delMonte contesta al Manitiesto de

Fernando VII... [1820])

[Chano] Pu~~ bajo de ese entenderempnesteme su atenciany Ie dire cuanto siente 'este pobre carazanq'ue como t6rtola ;mante

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que a su consorte perdi6,y que anda de rama en ramapublicando 5U dolor,allsi yo de rancho en ranchoy de tapera en. galponando triste y sm reposocantando con ronca vozde mi patria 105 trabajos,de mi destino el rigor ...

En diez arros que llevamosde nuestra revoluci6npor sacudir las cadenasde Fernando el baladr6nqUe ventaja hemos sacado?

l d' .Las dire can su per on.robarnos unos a otros,aumentar la desuni6n,querer todos goben:~r:y de faici6n en falClonandar sin saber que an~amos.R.esultando, en conclusIon, .que hasta el nombre de palsanoparece de mal sabor,y en su lugar yo no veosino un eterno rencory una tropilla de p?br~sque metida en un nr:concanta al son de su mIrada ...INo es la miseria mal so~1

(DidlolYo patri6tico mteresanteb [1821])

Como Hidalp'o muri6 en 1822, es in teresante reptartar;;:> b exi ua abarcamos una 0 a-

en esto: para una 0 ra t.an g, d Ias vicisitudes queIidad abrazadora y sugestlva, dentro e , Tra-

- 1 rimeros pasos de Ios nuevos palses. .. ,acomp.anan os P re etida en diversos escritores coeta-yectona que vemos ~ . J'unto a caracteres in-neos y que no hacen smo marcar, . casi obli-

f d'bIes de Ia epoca, su correspondlent~ y~~~ou~e:Iejo littrario. En verdad, Ia de~:~~n~~llc::S~~~canto, nos parecen prematuros, aunque - me-reza, desconcierto y hasta caos en Ios pocos anos quedian entre 1810 y 1821.

Las poesias gauchescas de Hidalgo revelan, pues, diMferentes facetas del momento en que nacen. Y, por SUMpuesto, revel an en primer termino al autor. .§gnJ_~sumanera, .documentos, pero "documentos poeticos", limi.tados por una parte, en su localismo, pero realzados, porotra, con reiterados aciertos expresivos.

Sentimos tales composiciones como productos ameri.canos, que nacen consustanciados con determinados tiposy lugares. Pero su americanismo no supone un productoque nace de Ia nada 0 por gerieraci6n espontanea. Ob-servemo, que ~idalgo utilizaensuspoesias gauchescasel metro octosilabo. En los Didlogos y la Relaci6n es elpropi{)nietro del romance. "Son" romances particulari-zados, con desarrollo dramatico. Los Cielitos se apartanalgo, aunque no mucho, del tipico esquema del romance.Dentro de una intenci6n "musical", la composicion sedivide en estrofas de cuatro versos y cambia la rima encada estrofa. Cambio que no altera fundamentalmente elesquema metrico del romance, si bien deja de ser, poreso, el romance tipico.

EI romance (como la decima y ..la estrofa hernan-dina)-fueforma corriente enlos versos gauchescos. Elromance se prestaba, sobre todo, a la narraci6n, al avan-ce rapido del tema, a la sencillez y claridad del dialogode Hidalgo. Y, pOl' otro lade, la division en estrofas seacomoda, sin cambios fundamentales, al caracter masmusical de los Cielitos.

Al leer los romances de Hidalgo, mas de una vezme recordaron, por ciertas coincidentes situaciones, ro-mances del siglo xv, particularmente 105 referidos a laGuerra de Granada y colocados en labios de los morassitiados. Y, no sin sorprendente singularidad, hasta pue-den establecerse algunas coincidencias entre aquellos vie-jos romances y 105 Cielitos de Hidalgo. Hablo de coinci-dencia (que, entre otras cosas, alcanzan al nombre del rey)y no de derivaci6n. Reparo, adem,is (distancia aparte), enel diferente tone que resulta de estar escrito, uno, pOl'unespanol que se coloca, practicamente, en el bando mora;

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. otro por un poeta identificado con 10 que e~'cribe. Con~odo, ,es util reproducir versos del romance a que merefiero:

Un moro tras una almen<l.comcnz6le de fablar:vete, el rey Don Fernando,non queras aqui envernar,que los fIi0S de la tierrano los podras comportar.Pan tenemos por diez arros,mil vacas para salar;veinte mil moras hay dentrotodos de armas tomar,ochocientos de caballopara el escaramuzar;siete caudillos tenemostan buenos como Roldan,[y] juramenta tienen fechoantes morir que se dar.

Comparemos ahor:.:

EI otro fiia un amigo,hombre ele letras, por derto,del rey Fernando a nos?t.rosnos leyo un gran Mamflesto.

Cielito, delo que S1i'este reyes medio zonzoy en lugar de Don Fernandodebiera llamarse Alonso.

EI Conde cree que es suyonuestro Rio de la Plata:IComo se conoce, amigo,que no sabe con quien tratal

............. .~iir~ 'q~~ grandes trabajosno apagan nuestros ard?res; ,ni hambres, muertes, nl mlsenas,ni aguas, frios y calores.

Cielito, cielo que 51,10 que te digo, I-em,ando:confiesa que somos hbres,y no andes remolineando.

Bartolome Hidalgo es posiblemente mas citado co-mo antecesor-precedente de poetas gauchescos posterio-res (repito: Ascasubi, Del Campo, Hernandez, Lussich .•sobre todo) que pOT e1 valor de su obra en sf. Aceptan-do, valga el ejemplo, que los poem as de Hidalgo apa-recen modestamente al lado de un poema como el lvla'r-tin Fierro, tal reconocimiento no arri"engualos valores in-dividuales del cantor de los Cielitos y los Didlogos, masalIa de raices, tradiciones y trayectori as lineales.

Es cierto que no podemos olvidar 10 que significala poesia gauchesca a 10 largo d~ las letras argentinas(0, mejor, rioplatenses), dentro de extendido desarrollo.Pero tal comprobaci6n no anula, como digo, los meritospersonales que ofrece la obra de Hidalgo. Y, sobre todo,ese caract,er de singularidad que resalta" de manera masvisible atm, en la epoca en que vivi6.

La singularidad crece, en nuestro caso, ya que con-sideramos esa obra dentro del mas dil2tado mapa con-temporaneo' que constituyen las letras hispanoamericanasde comienzos del siglo XIX. Hidalgo, e~ Lizardi del Fe-riquillo (y de atras obras).• son manifes~aciones popula-res que asoman en la literatura de una epoca escasa entales tributos. Los dos, (Hidalgo y Lizardi) fueron hom-bres cultos, como se prueba a traves de diferentes testi-monios. En el caso de Hidalgo~ es interesante sefialartambien que, como va ser caracteristica posterior, no era61 tampoco un verdadero gaucho, aunque logre instalar-se -animica y poeticamente- dentro del personaje.

Una figura atractiva como la de !vfariano !vlelgar senos oculta hoy un tanto en mas 0 menos gratuitas dispu-tas 'sobre si fue un romantico antes de tiempo, 0 si esya un poeta "de la mujer", 0 si su tdgica muerte sesobrepone al valor de su obra ...

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Apoyandonos en datos concretos, no cabe duda deque su temprana muerte repercute en una produccionexigua, producci6n que, al mismo tiempo, permitia espe-rar quizas £rutos mas maduros del autor de la Carta aSilvia. Lo de "quiz as" es aqui obligatorio, puesto que siMelgar anticipa algunos rasgos romanticos (cosa que acep-tamos) tambien pudo parecerse en la breve vida que ca-racteriza a tantos poetas romanticos. Breve vida, aunqueel sino de NIelgar esta marcado por la lucha revolucio-naria, y nG por la enfermedad.

En fin, 10 tangible es que Melgar ha dejado un cau-dal muy exiguo de poesias, y son ellas las que nos permi-ten ocuparnos de l\;lelgar escritor y, naturalmente, las quenos dan la medida de su obra.

La base para el conodmiento de Ios escritos de Mel-ga,.rsigue siendo aim el tomito de Poesias publicado en1878 por J\fanuel Moscoso Melgar, con una introducci6nde F. Garda Calder6n. Aparece alIi toda la obra atri-Luida a J\lelgar, tanto en 10 que se refiere a poesias ori-ginales como a traducciones (Virgilio, Ovidio). EI hecnode que el libro sea el resultado de una recopilacion apo-yada en peri6dicos de Arequipa y de Lima, permiteesperar todavia algun tributo olvidado. Con todo, es derigor agregar que nada esencial se ha sumado alas com-posiciones de las Poesias de 1878.

Yo veo en Melgar, como en una buena parte de 10sescritores de este momenta (por 10 menos, los mejores), yoveo ene1, repito, al poeta afirmado hacia atras, pero tam-bien proyectado hacia adelante. Mejor dicho, el signa delos mejores aparece, en cada uno, tefiido por una especial~ituaci6n de transici6n 0 pugna. A tal rasgo, Melgar su-ma otras resonancias dignas de recuerdo. Tales, el pesoque tiene en el la tradici6n indigena (esa tradici6n de lacual era parte y que qui ere reflejat literariamente), y unsentimiento que percibimos diferente del inconfundiblesentimiento neodasico.

Claro que en Melgar 10 neochisico tiene alm induda-ble significaci6n. Como que era el resultado de una edu-

caci6n entonces corriente, sobre todo tratandose de unseminarista. De las aulas naci6 su admiraci6n hacia Vir-gilio, Ovidio y Anacreonte. Y muy posiblemente tambien,£rutos de las aulas fueron sus traducciones de Viro-ilio

o(Ge6rgicas, IV, versos 450 a 530) y del Remedia Amorisde Ovidio.

De igual manera, corresponden a una extendida mo-cIa de la epoca las cinco fabulas escritas por 1\Ielgar (Elcantero y el asno, Las abejas, Las cotorras y el zorro) Lastres domesticas y El asno cornudo).

Ya conocemos la abundancia casi increible de Hbulasque se escriben por aquellos anos. Fue raro el versificador(y no distingo entre buenos, medianos y malos) que no de-j6 alguna fatula, y, a su vez, esa fecundidad parece co-rresponderse can una casi general aceptaci6n. Las de :i\Iel-gar no se diferencian mucho de las que predominan en-tonces, aunque en alguna de ellas -El cantero y el asno-aparece una defensa del indio.

Tambien el clasicista resalta en las Odas) en 105So-netos) y hasta se ve en las Elegias y YaraviesJ como tratarede explicar.

Sabre las Odas no hay mayores dudas. He aqui versosde la Ocla primera:

Tu, Neptuno, al momentoque el hijo de Mercurio y de Astreaen tu imperio se Yea,da al voraz elemento10 que nuestra naci6n tanto desea.

Nereidas y tritones ... [etc.]

Mas importancia ofrece el analisis de los Yaravies deMelgar. En efecto, y sin desconocer 10 que el metro brevepuede acercar, yo encuentro en 105Yaravies de lVlelgareeaselaros de cierto tipo de poesia corriente a fines del si-glo XVIII y comienzos del XIX) en especial de las poesias"musicales" y de las anacre6nticas de J\TelenclezValdes.

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Vuelve, que ya no puedovivir sIn tus caricias;vuelve, mi palomita,vuelve a tu dulce nido.

Mira que hay cazadoresque, can afan maEgno,te pondran en sus redesmorta1es atractivos;

y, ruarcdo te hayan presote daran cruel martirio;no sea que te cacen:huye t2llto peligro;vuelve, mi palomita,vuelve a tu dulce nido.

(Melgar, Yaravi, Vl)

IComo se van las horas,y tras dlas 10s dias,y los floridos aliosde nueftra fragil vida!

Ven lay! csue te detienes?ven, veIl, paloma mia,deba jo de e,tas parras,du lene eI \ iento aspira,y entre brir.dis suavesy mimosas delicias,de la nifiez gocemos,pues vueb tan aprisa.

(Mel~ndez Valdes, A Dorila)

NIejor dicho: considero que dentro del ritmo carac-teristico del yaravi indigena, Melgar introduce a menudoelementos incon£undibles de la poesia culta de su tiempo.

Dejando a un lada factores extraliterarios (que sue-len pesar en los juicios sobre los yaravies de Melgar), nopasan de medianas poesias. El libro recoge diez composi-ciones de este tipo, de las cuales destaco, en el conjunto,las que llevan 105 numeros VIII y X (Ya en triste desuen-tura ... , y Ya que para ml no vives ... ).

Yo creo que el nivelmis alto en la poesia de Melgar,y, en consecuencia, su mejor tributo, 10 constituyen lasElegias y algun soneto. Por encima de su Carta a Silvia;

qUlzas su mas recordac1o poema, de cierta extension, yclonde los aciertos se diluyen entre nutridos versos. Pienso,sobre todo, en las Eleg[as primera y segunda, en el sonetoA Sil-uia. He aqui estrofas de la Elegia primera:

,Por que a verte volvI, Silvia querida?iAy, tristel cpara que? Para trocarsemi dolor. en InaS triste despedida.

Quiere en ni mal mi suerte deleitarse;me presenta m;'ts dulce el bien que pierdo.iAr! IBien que va tan pronto a disiparse!

Lloro ... no puedo mas ... Silvia querida,dejame que en torrentes de amargunsaque del pccIto mio el alma herida.

EI negro Iute de 1a noche oscurasea en mi llanto el solo companero,ya que no n:stz, mas a mi ternura.

Tu., cielo santo, que mi amor since:omiras y mi dol:r, dame esperanzade que vere otn vez el bien que quitro.

En sola tu pic dad tiene confianza.mi perseguicb "mar ... Silvia amorosa,el cielo nuestra,.; dichas afianza.

Lloro, si, pero mi alma asillorosZi,unicla a t! con phkida cadena,en Ia dulce eSj)vranza se reposa,y ya presieme e1 fin de nuestra pena.

Bien puede el mundo entero conjurarsecontra mi dulce amor y mi ternura,y el odio inbm~: y tirania durade todo su rigor contra mi armarse;

Bien puede eI tiempo rapido cebarseen Ia gracia y primor de su hermosura,para que cual si fuese llama impurapueda el fuego de amor en mi acabarsc;

Bien puede, en fin, 1a suerte vacilante,que eleva, abate, ensalza y atropella,alzarme y abatrrme en un instante;

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Que al mundo, ai tiempo y a ml varia estre1ia,mas fino cada vez y mas constante,les dire: Silvia es mia y yo soy de ella.

debe prcocuparnos, mejor, el reconocimiento de que l\lel-l:!'ares una de las figuras destacadas de aquel comienzo del~iglo. Para serlo, no necesit6 una producri6n muy feeun-da, sino unas pocas poesias recordables (que son las quehe subrayado). Y si episodios biograficos agrega~ a subma nuevas resonancias, especialmence en su patna, esoscpisodios no tienen mayor peso en el Iugar que aqui Ieasignamos. El analisis que hemos hecho de su obra es Iaclara prueba de tal intenei6n.

Poesias como Ias eitadas, que tienen una visible pre-sencia dentIO de la breve produeci6n de Melgar, son lasque muestran mas acabadamente las dotes liricas del pe-ruano, al trasmutar "sinceridad" en poesia. (Por supuesto,el "amor sincero" que declara en el verso no basta, por S1solo, para transformarse en poesia.)

Con respecto a 10 que puede anticipar de rasgos ro-mantieos, vemos que Melgar se eneuentra dentro de esegrupo de poetas que, en Espafia y America, ofrecen m<ls.de un rasgo anuneiador. Naturalmente, es ese caracter re-cordable, mas aun en el cuadra de Ia poes1a peruana, p~rosiempre que no se pretenda haeer de tal particularidad,.como con frccuencia se ha hecho, el signa capital 0 exclu-siva de valor.

l\'1enos perceptibles me parecen, con Ias infaltablesrefereneias a 10sYarav{es~ las relaciones establecidas (sobretodo, en el Peru) entre el origen de Melgar y su poesia.El hecho de que las composiciones se llamen efectivamenteyaravies es digno de menci6n. Sin embargo, conviene noolvidar que Ia letra nos acerca a tipicas composiciones"musicales" del siglo XVIII. (Recordemos que tambien sorluana escribi6 letras sobre ritmos populares mexicanos.)0, en todo caso, que hay en el poeta un deseo de dar cade-tel' mas universal a un tipico ritmo musical ind1gena.

A l\lelgar 10vemos can derta nitidez en este momentode Ias Ietras hispanoamericanas. Momenta mareado pOl'ansias de despegues, si bien 10 mas notorio es el .avan:ctimido 0 poco pronunciado, ante la fuerza 0 vl~cnClade ideales esteticos que vienen de atras y qltC OfrCCClla LlI1 vida.

En fin, mas alla de esa perspectiva (a menudo, falsaJlL'lspectiva) que identifica, sin mas ni mas, sefiales pre-lTlllldnticas y rotundas muestras de valor, me parece que

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LOS TRES «GRANDES":BELLO~OLMEDO~HEREDIA

. Las l~tras dd primer tercio del sig10 XIX, 0, si prefe-nmos, la hteratura de este cambiante y dramatico momen-to que. corresponde alas revoluciones de independencia,sc cmpman con tres nombres de reliev...:indiscutible: Bello,Olmedo y Heredi~,'.

Lo curioso es ~r':leeste ~riunvi:rat() aparece ya impues-to, de manera can Inamovlble, en la segunda mitad delsigI? XIX. Es dedr, desde la epoca en q~le pudo mirarsehaeIa atras con alguna perspectiva, pesar meritos, deslin-dar ctapas literarias ...

. ~ Hay, con mucho mayor perspectiva, contando tam-h.len eo.n esa suma de faetores que contribuyen a la espe-CIal "Vida postmortem" de los prestiO"ios literarios hoy• b,-replto- no encontramos camas valederas para desmere-cer el tradicional valor asignado a estos tres nombres fa-mosos. l\'{as bien, el mayor ahondamiento en sus obras. . . ,un meJor conOClillIento de las respectivas personalidades,agrega nuevos motivos para destacaflos, si cabe, con re-saltante nitidez. .

No es esta la situacion que acompafia (10 hemos vis-to) a 10s demas escri tares de la epoca. Para estos ultimoscaben, 51, rescates y restituciones. Por 10 pronto, en elgrupo de escritores inmediatos (0 para los cuales asigna-

mos un seO"undoplano) en relacion a Bello, Olmedo yHeredia, y~al como he procurado defender en el capituloanterior.

Centd.ndonos ahara en Bello, Olmedo y Heredia, sur-ge, a manera de anticipo, un desarrollo paralelo con algade paradoja. Comunmente (y par las camas conocidas.:revoluciones, luchas militares, nacientes paises) se conSl-dera que esta etapa literaria no ofrece v<llores muy pr?-nunciados. Pero, por otro lado, se destaca la presenCIade estos tres. ~Contrasentido? No. La explicaci6n est{l-me parece- en que se mira una prodnccion abundante,ligada casi siempre al momenta politico-social, can pocoso escasos siO"nosque sobrevivan. Ademas, la especial yconjunta co~slderacion de Bello, Olmedo y Heredia (es.pecial comideracion muchas veces yinculada con su ca·racter de "precursores" del romanticismo, como ocurre,sobre toCIo,can Heredia y Bello) daba un caracter nota-ble a la di~;tinei6n y separaei6n que con eUo se establecia.

Aunque sea necesario en ocasiones establecer las pel-tinentes sahedades, es natural que a nosotros nos interese,aqui, la sig!lificacion total de 105 tres escritores. Los tyes,con pies fuertemente apoyados en la epoca, annque no de-jen, par eso, de mirar hacia adelante ...

Pocas figuras hay en las letras hispanoamericanas queofrezcan un prestigio tan respetado como el de don All-dres Bello. Demasiado sabemos que si hay algo intocable(sobre todo, en nuestros paises) no es el renombre de 105

escritores. Pero tambien sabemos que Bello, despues desu muerte, ha acrecentado su fama. Esa fama que 10 acom-pafio en vida, en su dilatada vida, hasta darle perfil extra-ordinario, yque no ha desmerecido, ciertamente, des-pues de 1865. .

A proposito de la vida de Bello, la simple mencionde las fechas extremas (1781-1865) ya nos muestra que su

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l'vIeparece c1aramente revelador el hecho de que 105poem as mas importantes de Bello -las Silvas americanas-sean, por una parte, buen ejemplo de poesia descriptiva,y, no menos, programa de libertad intelectual, y aun ma-nifiesto politico-social. Como si 105poemas mas ambicio-sos que escribio re£lejaran tambien algunas de las princi-pales direeciones de su vida.

No sera, pues, equivocado, el criterio de determinary considerar las lineas importantes que dan los relieves ala obra literaria de Bello: su obra Cfitica (y tanto en 10que sus opiniones 10 muestran ell relacion con los demas,como en relaeion a si mismo), sus juicios sobre Ia realidadsocial americana (juicios dentro de una realidad en la cualvivia, y de la cual no podiasepararse), y, naturalmente,su esencial sector poedeo, aunque no siempre resuIte £aeilseparaT.

En Bello, el poeta y el critieo siguen un camino pa-ralelo, con entrecruzamientos. C)mienzan casi al rnismotiempo, en epoca juvenil, y siguea despues, con alternati-vas diversas, hasta el final de su larga vida.

Los comienzos literarios de Bello, bien 10 sabemos,estan en su ciudad natal. En la Caracas colonial defines del siglo XVIII. Recordando una vez mas la c1asicadivision tripartita de l'vIiguel Antonio Caro (1, Caracasf178l-l810]; II, Londres [1810--1829]; III, Chile [1829-I~6~]), la primera corresponde, por supuesto, a la ini-Claclon y los tanteos. No desconocemos que lIeg6 a ha-cerse un renombre local por algunas traducciones, imi-taciones y poesias originales (mas 0 menos originales).Tampoco ignoramos que lIego a ser apreciado por susbuenas dotes criticas. Pero todo esto poco significa, sitenemos en cuenta que aquel ambito no era, por derto,muy exigente.

~a posterior dimension adquirida por Bello ha de-termmado que .s~ ;repare en esta etapa de los comienzos.

Dejando a un lado obra.; perdidas (yen los ultimos afiosse han. predsado otras obras juveniles de Bello), creeque, sin abultamientos postizos, esos tributos poco diceno anuncian. La Oda a la vacuna) Al Anauco; A fa nave(imitacion de Horacio y Lope), eI soneto A la 'uictoria deBCiilen) una egloga virgiliana nos muestran, 51, un buen2prendiz, sobre la base de inconfundibles modelos lati-n05 y, menos, espafioles.

Es explicable, repito, el deseo de realzar composicio-nes juveniles de los escritores famosos. Desgraciadamen-te, son muy pocos Ios que Iogran temprana madurez.Bello, por temperamentQ y cultura, es persona poco afin,en todo sentido, a des~ellos inesperados (por ejempl0, aesos destellos que fulguran en algunos romantieos). Suobra, como las ideas estedcas que la diri!?:en,tiene muchode Ia tarea de asimilacicn, de trabajo Iento y meditado,de mesura y equilibrio. Revela la preparaci6n cuidadosapara algo que aIcanzara de;;.·Juesapreciable ple:i1itud.

La etapa de Londres nos muestra ya al poeta ma-duro. Como, en general, LJS muestra la plellitud totaldel hombre. Esa es la ~poca de su fonnaci6n integral(filosofia, pedagogia, jurisprudencia, etc.) y de contactocon hombres destacados, tanto ingleses como espafiolesy american os emigrados. Es, esa, epoca de importanteJabor periodistica (Censor americano) Biblioteca ameri-canal Repertorio americano), y, claro esd, la epoca delas Silvas americanas y de un prestigio gue repercutecada vez con mayor eco en America y que explica 105intentos de diferentes paises por lograr los serviciosde Bello.

Si bien ya nos hemos ocupado de las Silvas ameri-canas en relaci6n con su fundamental valor dentro de Iatrayectoria del americanismo literario y con 10 que repre-sen tan como verdadera dec1araci6n de independencia in-telectual de Hispanoamerica, me parece conveniente re-parar una vez mas en 105 caracteres y meritos de las Silvas)sin. n.ece~idild de repetir en forma fatigosa 10 ya dicho.

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Quiza se~ es.te el sit~? oportuno para puntualizar(IUC, en apanenCIa paradQJlcamente, las Silvas constitu-ven. u.n m~nifies~~ americanista, pero con abundantesrerrumscenClas claslCas y espafiolas. Virp-ilio (Georcricase~ ,especial, libro, III), Horado, Garcilas~, fray Luis d~L0n, ~e~rera, Gongo.ra, Lope, Calderon, Quevedo (EPfs-tola S(1tznea y censorza), Arriaza (Emilia 0 Las A rtes) yMaury (La agresion britdnica) se trasuntan en versos deJos d~s poemas. Algunos de eUos ya seiialados con fre-Cllel1CIa,.en razo?- ~e. su mayor nitidez 0 peso. Tal, el casoell,,;l ::tdmlrado VIrgIlIo, cuyas Gedro-icas constituyen puntade referenda infaltable. Otros, °en cambio (fray Luis,Lop~, Herr~ra, Gongora, Calderon), son mas bien refe-ren~Ia~ ocaslOnales, 0 se reducen a vagos mode1os de pro-cedimientos.

Agreguemos incitaciones que, en la epoca de Bello,a~arecen. en obras de naturalistas y filosofos (Saint-Pierre'~ney),sm. olvidar el E'itimulo que pudo significar par~BellI) el eJemplo general de Alejandro de Humboldt.

Volvamos a~~ra a 1a aparer;te ~ontradiccion que su-P??e una p!OfeSlOn de fe amencamsta construicla sobrevlsibles re~miscencias europeas. Una declaracion de in-d.e~enden.Cla que recnrre a modelos de los que, por prin-ClplO, qUlere desligarse.

.l?igamos, en primer lugar, qne Bello, hombre deeqUlhbrado saber, empapado de literaturas antiguas ymodernas, .no concibio nunca la utopica idea de una in-depende~Cla total, sabre todo en regiones de la cultura.r:e la mIsm~ manera que consideraba alas revolucioneshlspanoamencanas como fenomenos "ibericos" (y de estamanera defendia las rakes coloniales capaces de fructifi-car e?- las luchas emancipadoras), de la misma manera-repIto- no con:ebia la n:gacion de un vaEoso pasadocultu!al, en partIcular el hterario, que Grecia, Roma yEspana ofredan. (Como renunciar a ese precioso pa-sado en 10 que aun apareda como vivo? .

, ~1 tema de la naturaleza americana se presentabapractlCamente virgen, annque, hoy~ podamQs ~ctqcir al-

gunos precedentes coioniaies (fuera de ,los previsibl~scronistas, Silvestre de Balboa, Juan de NlIramontes Zua-zola, Peralta Bernuevo y no muchos mas). En ese temahizo hincapie, especialmente, Bello, y en el y en ramiE-caciones ostensibles defendio el motivo esencial de suspoemas. Pero, al lado de tal rasgo, encont~amos fr~c~en-tes lazos (de fuentes y estimul.os, lengua Ideas este~I~as,expresion y metrica) que 10 vmculan con una tradlclonliteraria.

Para la lenruCl, conocemos de sobra el ideario fun-° .clamcntal de Bello, ideario que no se aItera mayormentccon el correr de 105 ailos. Su defensa de la gramatica(pero no <;Ieuna gramatica estatica, ~nquilosada), s~ buensentido, que 10 aleja tanto del punsta como del mnova-dor a toda costa. Bello aparece como defensor de unsistema, de una tradicion, pero can un sentido de sabiaflexibilidad, sentido que Ie permite innovaciones y apor-tes adecuaclos.

Y este sentido es tambien el que prevalece en la ex-presion literaria, en su concepci6n de la originalidad, ensu concepto del arte. Aceptando, si, que son bases cIa-'sicistas las que clan el apoyo principal a sus ideas este-ticas v a su labor creativa.

J '

,I

Siempre nos ha parecido injusta la crit~ca que niega el ~ituloLle jenio creador al que, tomando asuntos aJenos, sea que baJo sutipo primitivo tengan 0 no la grandezJ. i hermosura que solas danel laura de b inmortalidad alas producciones de Ias artes, saberevestirlas de formas nuevas, bellas, caracteristicas, interesantes, ..

Pero, a su vez, no cierra la puerta al espiritu nuevo,siempre que 10 nuevo no constituya la puerta del caos adel desborde:

Elecci6n de materiales nuevas, i Iibertad de formas, que noreconoce sujeci6n sino alas leyes imprescriptibles de la inteIije.ncia,i a los nobles instintos del corazan humano, es 10 que constltuyela poesia lejitima de todos los siglos i paises .. ,

... Creo que hai un arte funclado en las relaciones iIl1p~lpa-bles, etereas, de ]a belleza ideal; relaciones deIicadas, pero acceslblc:s

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a la mirada de lince del jenio com'-etenthai un arte que guia a la imajinaP" emente 1;reparado; creo quetes; creo que sin ese arte la fantas,~lon en s~s mas fogosos transpor-el tipo de 10 bello, aborta eSfinj~s en ve~ e enc~rna~ .en sus obrast~uosas. Esta es mi fe literaria. b~:~~~nes emgmatlcas i mons-hbertad, sino embriaO"uezlicencl'o~ 1 en .~odo; pero no vea,',( (D' 0 "a en as orJlas d 1 . "CIvn." zscurso pronunciado. I . ~ " e a ImaJlna-

de Chile.) en a zn~talaczon de la Universidad

E,n fin, no hace faIta reiterar citas .r< , •

1110 panafo, que pertenece . t~reo que eI ultr-o " , por otra parte a u d 1paglllas mas recordadas de B II ' na e as. e 0, nos da de manerta .su perfIL. Concepto~ plat'" a exac-. ,. ., omco-anstotelico ('dnw, tecmca 0 preparaci6n)' s I ~as, ge-

('quilibrio, 1ibertad limitada p~:sla /e 1a coherenCla y e1monstruoso. . . ' pu sa a 10 exagerado 0

Todo ello puede apIicars 1 S"lne!;pondan ya a' parrafos de sue a... aSd l va~ (aunque co-.., . . . s an os e ChIle) pai] arnos que, efectlVamente predi b' . ra mos-pOl' eI mismo camino ' ca y a ra lban en BelloInayor mella con Ios alids. que este paraIelismo no sufri6

DESPUES DE LAS «,ILVAS"

EI exito y rapida repercusi' d I'una produccion poetica m h on e as Sllvas anunciabapuh nos dio Bello E . uc 0 mayor que la que des-

. . s Clerto que otras'e lntereses se Iio-an a su vuelt A" preOC?paClOnesen Chile, caro-o~oficiales m~.a me~lca. Es Clerto que,con amplitul su 6rbita d Y l~l,onesdlversas extendieronde que, por 10 visto, no r:.aacclo.n. ~odo :sto'y el. hechocia 1a lirica puede " I' ntuvlera 19ual mcllnaclon ha-

. . ' tXP lcarnos 1aescasa d'opoetll:a que caracteriza a Bell d ' . pro UCCI nQ . , 0 espues de 1829

Ulza sea mas exacto decir B II '.de sus etapas fue un poeta muy f~::d e ~ en nlllgunanatural esperar ue . 0, on todo, eralas Silvas, pero tat cos~un~~c~uc~:on creci~ra despues deetapa de Chile, su lirica manti~no .. En C~lle, en su 1argagua,. mientras que en propor r:; 19ual ntmo 0 se amen-

, Clon, crecen considerable-

mente otras inclinaciones 0 disciplinas (gramatica, Ie-gislacion).

Ademas, la mayor parte de los poemas que publicacorresponden, en rigor, a tradueciones. Aun con el ca-racter especial que tienen algunas de esas traducciones(1' que obliga a rechazar la simple denominacion, comoocurre con La oraci6n par todos), es indudable que Bellono se sintio tocado por la inspiracion, y por eso no per-sistio en 1a obra lirica. Indirectamente 10 prueba la cir-cunstancia de que, en plena madurez, sean esas obrastraducciones 0 imitaciones, vale decir, ofrend as en queel poeta necesita apoyarse direct a y estrechamente en elpoema ajeno. Aun considerando el valor que tiene elmodelo para el escritor clasiCista, son aquellas aetos deadhesion, y, como creacion, mas apegadas al ejemploque toma.

En Chile, pues, no nos dio Bello ning-un poema equi-valente a las Silvas arn,ericanas. El incendio de la Com-pa.fiiaJ "canto elegiaco" [1841J, que se publico primerocomo anonimo, es recordado hoy en la bibliografia deBello y pot ser de Bello. Es recorchdo tambien por elelogioso comentario de Sarmiento, pero no creo que 10sea por su estricto valor literario. Algo mas alto con-viene poner a la leyenda El proscTipto, poema byroniano.Bello no a1canzo a terminar el poema: 10 interrumpioen el canto quinto, alguna laguna aparte.

La influencia de Byron no se ve aqui unicamenteen los epigrafes de los cantos primero y cuarto. ]\lIasclaramente se ve en la estructura general del poema, enla alternancia de gravedad y burla, y, en fin, en diversosrasgos que haeen inconfundibles el estilo del poeta in-gles, aunque no siempre penetren en 10 esencial de sucaracter.

En un articulo dedicado alas Leyendas espafiolas,de Mora, Bello puntualizo en parte la "manera" byro-niana, la que distingue "por el estilo alternativamentevigoroso i festivo, por las largas digresiones, que inte-Humpen a cada paso la narraci6n (i no es la parte en

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que brilla menos la vivaz fantasia del poeta), i por el des-enfado i soltura de la versificacion, que parece jugar conlas dificultades ... ". Si bien no estei aq ui "todo" Byron(faltan los sign os mas intimos: inclividualismo exacerba-do, melancolia, escepticismo e irreligiosidad, panteismo),es bueno reparar que El proscripto responde en formaadecuada a los rasgos senalados por Bello) que eran losmas facilmente aprehensibles.

Otra comprobacian surge del renovado movimientoque adquieren las octavas reales en el poema de Bello,octavas que Acuna de Figueroa (La lliIalambrunada) y,despues, algunos romanticos utilizaron en poemas bur-lescos. El asunto, hasta don de p.uede se(Tuirse nos situab ,

en.la epoc.a de las guerras de independencia (el cantoqUlnt~ se trtula La derrota de Rancagua), con toques cos-tu:nb~:stas locales, .y ofrece la figura simpatica del "pros-cnpto Everaldo hgado al sentimiento de Isabela.

De la epoca de El incendio de la CompaFiia son lasdiversas traducciones de Victor Hugo. Traducciones que,entre otras cosas, .prueban la admiracion de Bello haciacl poeta frances, que, por aquellos anos, ganaba ya di-fL~s~onuniversal. Hispanoamerica era singularmente pro-plCla a la obra de Hugo, y, en particular, a sus poesias.Traducciones, imitaciones, homenajes y hasta repercusio-nes extraliterarias son testimonios firmes elF. esa adhesion.

l?entro de las t:aduccionese imitaciones hispano-amencanas,. con nutndos nombres, pocos (0 ninguno) al-canzan el myel de Bello. Recordemos titulos: Los tantas-mas .(1842), A Olimpio (1842), Los duendes (1843), Laoraczon por todos (1843), J.\;Ioises salvado de las a(J'uas(1~44). Con el lU~'ar especial que, en el grupo, hay "queaSlgnar a La oraCton por todos} version libre que alcanza]a altura de la recreacion.. En 1831 publico Victor Hugo sus Feuilles d'automne}

11bro que significaba un cambio apreciable en relacioncon las. Orientales (de 1829). La imaginacion, el brill 0,el exotlsmo que caracterizan a las Orientales dejabanlugar al tono melanc6lico, a las evocaciones de infancia,

1 sentimiento alas confidencias... Dentro de las~euilles d'auto:nne} una de las poesias mas recordable.s, y,al mismo tiempo, la poesia mas extensa de la colecclOn,era La priere pour tous. . .

El poema impresiona a Bello. 0, meJor dIC~O, v~oen el un soplo de poesia que senda como proplO. Smduda, porque alIi se reflejaban ta~~o un ~ema car? aBello como ide ales poeticos que el cntlco habl~ defendldo.

Emprendia, asi, en medio de tare as alepda~, de 1a, d d'a ma's ab"orbentes la traducclOn delPoesla y ca a 1 ~' d

d H go. Claro que mas exacto que hablar . ~poema e u .', . l'b "" 11£1"traduccion" es hablar de "traducclOn 1, r~, amp. -.,,, en fin "imitacian". Con este ulumo nombrecaClOn , 0, .' 1 . ,d' "EI Cre

se publica por primera vez. en e peno lCO -pllsculo", de Santiago de Chile (1, 1843). .

Vale la pena detenernos en un breve coteJo. ~e 105

dos oemas, ya que, por 10 com un, la cou:paraClO? nosuel! pasar de 10s simples datos y del so~or~ldo e10g1~el~:Miauel Antonio Caro (" ... en ella el lllutador meJoro

D •• 1 ") que no se sepaextraordinariamente el angma ... , aun _ . ,dande estan las diferencias y dande esta la meJona. "

En primer lugar, es necesario dedr que Bello t~a-l1ujo" (0 amplifico) solo las cuatro primeras de Ias dlezpartes que tiene el poema de Hugo. .

A veees, Bello traduce, y a veces, no. Eso explIcaque, en las cuatro partes que pueden tomparar~e, ~as 27estrofas de Hugo suben a 32 en Bello. Alga. mas ent~ode estas exterioridades. Las estrofas de selS versos eHU(To (I, II Y IV) son estrofas de ocho versos ~n Bello(la inconfundible estrofa bermudina). En camblO, en laparte tercera, la estrofa de diez versos de Hugo se com-prime, aparentemente, en la de ocho. de Bell?. la

Veamos las primeras estrofas de la pnmera ycuarta parte:

Ma fille, va prier. Vois, la nuit est venue.Dne planNe d'or la-bas berce la nue;la brume des coteaux fait trembler Ie contour;

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a. peine un char lontaine glisse dans l'ombTout rentre et se repose' et l'arb~A dIre ..., :.... e a routesecoue au vent du soir la poussiere du jour. (1)

Ve a rezar, hija mia. Ya es la horade la conciencia i del pensar profundo'ceso el trabajo afanador, i al mundo .la sombra va a colgar su pabellon.SanIde el polvo el arbol del caminoal soplo de la noche; i en el suelto 'manto de la sutil neblina envueltose ve temblar el viejo torreOn. (I)'

~ geno~x, a genoux, a genoux sur la terreo,u ton pere a son pere, ou ta mere a sa mere~b!out ee qui vecut dart d'un sommeil profond'

. Ime ou la poussiere est melee aux poussieres'au sous son. pere encore on retrouve des peres'comme l'onde sous l'onde en nne mer sans fondi (IV)

H'"I 1)3.. reza tambien par 10s que eubrela soporosa piedra de la tumb':l, .profunda sima adonde se derrumbala .turba de 105 hombres mil a mil:~blsmo en que se mezcla polvo a polvo1 pueblo a pueblo; cual se ve a 1a hoja 'de q~e el afioso bosque abril desp0ja,mezrlar las suyas otro i otro ahriL

Arrodilla, arrodiIlate en la tierradonde segada en flor yace mi Lolacoronada de anjelica aureola' 'do helado ~uerme e~anto fue ~ortal;dande cautlvas almas piden pieces9ue las res~auren. a su ser primero,1 purguen Ias rehqui3.s del groserovaso, que las contuvo, terrenal. (IV)

Es interesante destacar como Bello hen el. endecasiI~bo eSl?anol Y en la estrof~ ~~~:~~~~~apropladas eqUIvalenClas aI pausado alejand . •.membre de Hugo y a su estrofa. nno te\.ra-

H 0'Pudiera pe~sars~" ~n relacion can las otras partes deUbO~ que Bello deja mconclusa su obra Sin e b

conoClendo a Bello, su sentido del arte' margo,la estructura de La oracion por todo b' Y'l sobre todo,

s) len c aro esta que

82

se trata de un esfuerzo consciente de compreslOn y ar-monia. Bello se centra en el ambito domestico y logra,asi, evitar peligros y desbordes de Hugo (desviacionesdel tema central y poco [elices variantes metricas; d.,partes IX y X). Deahi la unidad evidente del poema deBello, unidad desvaida en las partes finales del poemade Hugo.

Por supuesto que asistimos aqui no solo a un cons-cieIite ejercicio de recreacion (en el que entran, claroest<!,resonancias personales --Lola, etc.- del propio Be-110),sino tambien a un testimonio revelador del sentidoartistiCo de Bello. El poeta· americano "traduce", 0, mejor,"imita" a un romantico, pcro impone a esa obra unequilibrio, una armonia que e1 poema frances no tiene.Con otras palabras, Bello tiene a la vista el poena de laSj,'euilles dJautomne) pero d poema crece, se transforma8 traves desus propias resonancias y de sentimi=rrtos ge-nerales {el crepusculo, la or2cion, los seres queridos, losmuertos).'~l

Tenemos as!' pues, una c,bra de indudable valor poe-tico. Y~ no menos, una obra reveladora de les idealesesteticos de Bello. Recreaci6n, a la manera c1isica, sabreun modelo compacto, visible. Y, sin cortar ecosemotivosal tema, un alarde de contencion y equilibrio que -re-pito- nose encuentra en el poema de Hugo. De estamanera, cobra nuevo sentido la escueta y no siempre ilus-tradora mencion que muestra a Bello como traductor deHugo (y de Byron).

Por ultimo, un poema como La oracian por todosse anuda con ideas caras a Bello, ideas que venian demuy atras. En un recorclado juicio acerca ~de la primer aedicion de las Poesias de Heredia (la de Nueva York,.1825), Bello manifestaba e1 deseo de que 1a poesia enAmerica debia inclinarse mas hacia "105 afectos domes-ticos e inocentes, i menos [hacia] los del jeneroer(>tico,.de que tenemos ya en nuestra lengua una perniciosa

b d ."supera un anem ·

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Dieciseis afios despues La oraci An por tod'" ' . u os apare-rc. (con ramlflcaclOnes meditativas) como bue . 1I 'do . n eJemp 0( e su pre lca. Con el agreo-ado sl'n que est 0

I. .) b , 0 sea atn-ulll )le enteramente a Bello de que ·el tema d ,.. . .'. omestlco estClya de alg~na lmportancia en la lirica romantica deHISpano:lIDenca. A traves de Bello, a traves de H(.l a t.raves de otras ralces, el tema domestico 0 fam~f~;(;Ons~ltuyeun sector que no puede desconocerse, aun ueno fIgure entre ~o~mas llamativ9s 0 espectaculares quenos da el romantlClsmo en estas regiones. q, La lab~r de Bello en Chile alcanzo dimensiones deRObr~conoCldas. Fue una obra extraordinaria, que debe~edirse, para comprenderla adecuadamente, dentro de,tquella epoca. Verdadera labor magistral.

:- ya que hablamos de magisterio, si bien este no seman~festo -10 vemo?-:- mediante una continuada laborpoetlc~, tuV? tal actlvldad notoria presencia y estimulo.~\demas, es Justo recordar que Bello realizo en ChiletecUI?da.labor de critica literaria (tal como 10 bunaT)ubl . l' . prue an.r IcaClOnespenolisticas, en especial las de HEI A _cano" "El C ' 1" rau, repu3Cu 0 , la "Revista de Santl'ao-o" 1"A 1 d I . b , osna es e a Umversidad de Chile") y de t"h . au enticouman.Ista. Y damos al nombre "humanista" un 1

contemdo. rea

Bello, ~o fue amigo de polemicas y disputas, en unaep?Ca .prodiga ~n ellas. Por razones de temperamento~as bIen las evIto y s~lo salio a la palestra en casos ex~tlemos .. Fueron ~us ~hscipulos los que lidiaron por el,<.?,nsus Ide~s. ~enal mdudable, inequivoca de prolono-a-c,lOn.y magl.steno, que tantas manifestaciones y desc;n-aenCia -repIto- tuvo en Chile.

r . A menu~o, el estudio de escritores como Bello y He-edlla se reahza sobre la consideracion c2si exclusiva de

su ugar dentro de las escuelas 0 epocas esteticas.

Yo creo que el peligro esta en el trastrueque de pIa-nos. No, precisamente, en el tratamiento del problema,necesario, sin duda alguna, pero no hasta el extremo del"educir personalidades literarias tan atractivas y valiosa3a ese t'mico (0 casi linico) enfoque.

Una razon elemental de justicia nos obliga a pene-trar en la obra de un escritor atendiendo al mayor nu-mero posible de elementos, y, por supuesto, a aquell05que tienen mayor validez artistica. De esta manera, seratambien mas Hcil desentrafiar problemas (y falsos pro-blemas) que tienen que ver con las epocas artisticas ycon la situacion del escritor dentro de tales epocas.

Claro que -como veremos- no es tanto en e1 casode Bello donde "conmayor frecuencia se ha planteado ladisputa. En este sentido, Heredia es· ejemplo por exce-lencia, con bibliop;rafia crecida considerablemente en 10sultimos afios. Bello es tambien tema corriente, perono ha detemlinado -reconozcamos- mayores oposiciones.Algo hemos visto ya en las pag-inas precedentes, y solocabe aqui reiterar 10 dicho, anudar ciertos lazes y mostraren forma clara 10s testimonios correspondientes.

La larga vida de Bello presencio -es sabido- laexpansion y triunfo del romanticismo en estas tierras.Por otra parte, su alerta sentido critico tiene oportunidadde manifestar, en varias ocasiones, juicios acerca de lacorriente.

Bello no es e1 rigido defensor de modelos y teoriascIasicistas. Aunque su formaci6n, lecturas preferidas ysu sentido del arte 10 inclinen hacia determinadas moda-lidades poeticas, las ideas y 10s- poemas de Bello nosmuestran en el una flexibilidad y un espiritu de adapta-cion innegables. Flexibilidad y espiritu abierto, tal co-mo, en forma paralela, palpamos frente al problema dela lengua.

Comb ate, si, excesos y desbordes romanticos (10 queen un famosa discurso llama las "orjias de la imajina-cion"; y 10 que en otro lugar considera falta de respet?a la lengua y al sentido comlin, a la moral y a la rell-

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gion), pero, de la misma manera, con igual fervorj

Bellocombate las limitaciones de poeticas y retoricas, esas Iimi-taciones que se imponian con el aval de nombres famosos.

Yo no encuentro el arte -deda- en los preceptos esteriles dela escuela, en las inexorables unidades, en la muralla de bronceentre los diferentes estilos i jeneros, en las cadenas con que se hOl.

querido aprisionar al paeta a nombre de Arist6te1es i Horacio,i atribuyendoles a veces 10 que jamas pensaron ...

Estas palabras --bien conocidas- corresponden a surecordado discurso de 1843, con motivo de Ia instalaci6nde la Universidad de Chile. (Eso 5i, no olvidemos queestamo5 ya en 1843.) IvIuestran tambien e1 deseo de Bellode defenderse de rotulos estrechos que 5e Ie habian apli-cado ("habra algunos que me coloquen entre 105 par-tidarios de las reglas convencionales"), ;~otulos entre 105

cuales quiza sea fadl descubrir un perceptible ataquede· Sarmiento. .

En rigor, el analisis mas extenso que BeIIo dedicaal romanticismo corresponde al articulo q lIe escribi6 50-

bre Ios Ensayos de List8. (articulo publica do en Ia "Re-vista de Santiago", en 1848).

En general, muestra Bello su coincidencia con Lista,pero el estudio Ie pe1mite exponer su propio pensamien-to sobre el romanticismo, pensamiento que ratifica, por10 comlin, 10 que ya conocemos 0 hemos visto antes. Des-pues de consideraciones de tipo hist6rieo sobre el origende la palabra "romantico" y sus vinculaciones medieva-les, distingue BeIIo un romanticismo de todos 105 tiem-pos y un romanticismo de escuela. Acepta eI romanti-cismo como "Ia poesia de 105 tiempos modemos", perosiempre que no alteren, con absurdos y con monstruosasexageraciones, dertos principios universale~ del arte.

Al analizar el entonces debatido problema de lastres unidades, reacdona tambien Bello contra las limi-taciones de las ret6ricas aI uso, y defiende, en cambio,poderes e innovaciones del autentico creador:

Shakespeare i Calderon ensancharon aSl la esfera ~~ij~nio,i mostraron que d arte no estaba todo en las obras .de 0 oc es 0

de Moliere, ni en 10s preceptos de Arist6teles 0 de BoIleau.

No es necesario traer mas citas. Es eVi.denteque ta-les testimonios, aqui en relaci6n co?-,cuestlOnes que en-tonees se pIanteaban, guard~n relaCl~n co~ I~s pondera-das virtudes de nuestro escntor. Y, JO mas Important:;

I ... n) haeen sino 5ubrayar 10 que sus obr«_ta es JUlClOS ( " .. d H (j

poeticas muestran. TradueclOnes e IffiItaclOnes e uooy Byron (valga eI ejemplo) se alte::nan eI?-~e:lo con tra~ducciones e imitaciones d~ HoraCIa y VIrgIlIO,.con -lfa_ducciones de Plauto y BOlardo, aunque HoraclO y Irgilio se recorten mejor antes de 1830, y Hugo y Byrondespues de ese ana-.

Ahora bien, la frecuentaci6n y adhesion a 105 ro-manticos (roma.nticos como Hugo y Byron) no altera~tse perfil fundamental que defendeDlo~,en Bello. Prec~samente, e1 breve analisis de La om.cwn por to~os m~

arece que sirve, de manera inequ{voca, para sItuar. a~el1o dentro del vaiven y sucesi6n de las tendenCIasesteticas.

Es que para Bello, la belleza poetica estaba por. en-, . . b' no deJaba.ma de escuelas y epocas artistleas, Sl 1en.

CI . I . "Qmtandole lade reconocer el camblO de os tlempo:,. .ironia de Ios dos ultimos versos, Bell? pudo deCIr comohabia dicho Cervantes en El rufidn dlChoso:

Los tiempos mudan las cosasy perfi~ionan ~as artes_y afiadlr a 10 mventadono es dificultad notable.

Todo 10 expuesto, en fin, no es un obstaeulo paraue ace temos que el esencial B~llo. estaba mas ~er.ca

~or te!peramento, lecturas, incllUa~ouesiJe~~~~::,':nes) de aquellos rasgos que -ayer y .Oy ,.con 10 mas valiow y perdurable del arte dasIco.

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Jose Joaquin de Olmedo es, de los tres altos nombresde nuestro triunvirato poetico, el que alcanzo mas con-tinu~do reli;;:e po1itic~ en su tiempo. Achremos: la ac-tuaClon 1?ohtIca era tnbuto obligado en aquella epoca,y los meJores no podian permanecer ajenos a las solid-t~ldes de la. patria .. Lo que ocurre es que no siempre lasCl.rcllilstann.as son Iguales, y eso determina las correspon-dlentes vanantes. Asi, y restringiendonm a Bello, 01.medo y Heredia, quizas fue Heredia el que, por tempera-J~ent~, mostro mas ardo: en 1a predica. Sin embargo, lasituaclon de Cuba, bastIon rea~Ista, fue menos propida(de. sobra 10 co~ocemos) a 10s Ideales que alentaba He-redIa .. De Bello, ya conocemos su caracter, su actuaciony predIca.

No se trata -cosa absurda- de poner en duda'lasr.~mvi;dones patrioticas de Bello y Olmedo, sino de dis-tl~gUlr su vcrdadero lugar en relacion conlos aconted-!luentos de la epoca. Junto a otros hombres mas activosmas beligerantes, eIlos son, sobre todo, los' hombres .d~1eyes y de letras,los espiritus moderadores, los encauza.dores, los que deb en limar asperezas y extremismos ...

. Y esnatural que asi sea, si bien no cuesta encontrardIVer~i?ad de ejemplares. La epoca era especialmentepropICla para que el hombre de acdon encontrara suc~uce a~e.cuado en la l~cha militar, en Ia incesante pre-dIca poh~Ica, en 'poco afIrmados cargos pUblicos, que ape.nas SI delaban ~Iempo para las sosegadas labores intelec-tuales. En partIcular, para la labor intelectual tal como1a entendian hombres como Bello.

Det,engamonOS"~hora en Olmedo, posiblemente elcase: mas caractenstIco, porque los acontecimientos 10ob1Igaron, hasta el final de su vida, a un papel de pri-mer p'lano en su patria (diputado a las Cortes de CadizcI?bajador, t~iunviro, vicepresidente del Ecuador, can~dIdato a presIdente, etc.). Y no cuesta mucho adivinar

que, mas de una vez, Olmedo anora una vida mas reti-rada, menos "publica", una vida en cont2cto permanen-te con sus Iibros 0 de "ocio fecundo".

La situad6n de su pais no Ie permiti6 esa franqui.cia. El momenta no permitia excepciones, y as! 10 com-prendio Olmedo. Este es el perfil elemental del guaya-quilefio que nos sirve de introducci6n para situarnos en1a epoca y para shuar al propio oIm.edo. . ,.

Subrayando una vez mas 10. actlva VIda publIca d;Olmedo, actuacion quese extiende en compacta contI-nuidad, y reiterando tambien 10 que. conoce~os de sutemperamento y de sus ansias de escntor,. es mdudabl~que aquella actividad .quit~ tiempo. al escntor.~e podraarguir que las obras hteranas mas ~n:portantes .de <?lme-do estan vinculadas a sucesos polItICOS(La vlctona. de]un{n) Al general Flores) para cit~r las m~s .not~nas),perono se trata aqui de temas, smo de dlstmgmr untiempoque el escritor pudoafiorar, como ba~e de u~;-producci6n mas considerable que la .que, enreahdad, deJo.

DiO'o esto porque la prodncCl6n total de Olmedo(aun in°c1uyendo alIi su epistolario). consti.tuye un~. obraexigua. Ultimamente, el P.. Aure~IO ~5rmosa P~llt haacrecentado, a _traves de sus InvestIgaCIOnes)ese numero.

En fin (y si bien las compo~icione? .agregadas no al-teran en 10 mas minimo el perfIl tradIclOnal del poeta),no cabe duda de que todos 105 aportes ~ue se hagan,aun 105en apariencia insignificantes, contnbuyen a com-pIetar su semh1anza literaria.

La ya c1asicadistinci6n de la critica acerca de 10sdossectores en 1a poesia de Olmedo es una de ~sas verdadesque se imponen de manera rotunda. Efectlvamente, co-10cando a un lado 10s dos famosos Cantos) y al otro lasl'estantes composiciones, se marca una pri.mera y funda-mental clasificaci6n valorativa. Ademas, 51en el caso de

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los Cantos hay tambien cierta proximidad entre enos,las demas obras ofrecen mayor variedad tematica, metri-ca, ete., y hasta la particularidad de damos una trayecto-ria que abarca, con las altemativas conoddas, toda lavida literaria de Olmedo.

Sobre esta base, pues, y por tratarse de una verdadincontrovertible, que sera inutiI pretender borrar, man-tendre la clasificacion citada. .Es cierto que en el caso deOlmedo, como en general en el caso de poetas famosos<'l traves de un reducido numero de composiciones, hayun natural deseo de 1a critica porbuscar. fuera de laspoesias famosas, la huella del genio, la muestrao el des-tello que antieipe 0 corrobore 10s aciertos de 1a obraconsagrada.

Ahora bien, ,que nos muestra esa busqueda en Ol-medo? Repito: poco 0 nada de valioso. En todo caso,algun verso (no muchos) que se aproxima a versos de105 .C?"!tos~ ·c::>mo si el poeta ensayara tanteos y midieraposlblhdades. Algo de eso podcmos sefialar en poemastales como eXBr~n~is a ~an Martin y 1a Parodia epica(a pesar de este ultImo tItulo y 105 versos finales de esamisma produccion).

•.. y aun par la tierra es famaque de los Incas las cenizas frlasse animan en sus tumbas y se inflaman,.y a San Martin par vengador aclaman.

(Brindis a San Martin)eVes cual se precipita en Igneo sulco,

de la ominosa nube desprendido,el raro asolador, de ronco truenoy luz deslumbradora precedido;y de las enriscadas, desigualessierras derroca las enormes masasde portentosa, horrible pesadumbre,qUe desraigando 10s afiosos robles,fuertes encinas y sublimes pinos,en derredor los valles asordando,con fracaso espantable por las faldasasperas y fragosas saItan, ruedany aI1a en el hondo abismo se despeiian ..•

. (Parodia epica)

Vale decir, borradores, con algtm verso Hrrne (y canreconocibles fuentes: Horacio,Herrera), pero que no al.canzan a anunciar una mas continuada serie de adertos.

La cronologia de la obra de Olmedo, en 10 que hapodido precisarse, tampoco nos ofrece grandes sorpresas.A un lado, de nuevo, 105 dos Cantos, perfilados hacia mo-mentos de plenitud, la cronologia de las cornposidonesde Olmedo muestra estos rasgos nitidos. Olmedo comien-za, como tantos versificadores de su epoca. muy cercadedeterminados modelos, cercania quese trasuntaen ana-creonticas, madrigales y odas. Par otro lado, y en re~a"cion con sucesos politicos' coetaneos, como el cantor fie!de Espana, de sus reyes y virreyes, de sus glorias arne-nazadas. . . ' j

R.epito: es explicable que aqui resalten, sobre todo,10s modelos: Horacio, Virgilio, Ovidio, Pindaro' y, espe~eialmente, lVlelendez Valdes:

... y a ti (01', Valdes! loh, tiernoamigo de las Musas, .mi amor y mi embeIesol

(Mi retrato)

'1arnbien es explicable que, de acuerdo con la for.•rnacion literaria de Olmedo, can sus Iecturas y ejemplosreconocidos, abunden inconfundibles nombres mitologi"cos y bucolicos (Diana, Cupido, Venus, Nise, etc.). Pero,insisto, en vano buscamos aqui la poesia qu= anuncia"algo" 0 que nos muestra ya a un poeta. Son composi-dones construidas sabre calcos mas 0 menos perceptibles,y '::O!1 abundante retorica. La poesia A una arniga es delas mas recordables:

Arroyo cristalino,que con susurro blandovas del monte a la selvay de la selva al prado;travieso cefirillo,que con tu aliento gratomueves hojas y floresque son gala del campo ...

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Dentro de las composiclOnes "patri6ticas" de estemomento, vemos en prosaicos versos un Olmedo que can-ta a "Espana (que acata y elogia a reyes y virreyes), queescribe versos de circunstandasy que refleja episodiosde la metr6poli con la adhesion del mas amante de sushijo~. Claro que Olmedo no constituye en esto una ex-cepClon. . . .

Si tenemos en cuenta que La victoria de ]unin es de1825 (de ese ano es la primera edici6n, de"Guayaquil) yque. e~ Canto al general Flores es de 1835, pocas poesiasescflblO Olmedo entre· ambos cantos .. Can el agregadode que, salvo la Cancil:>n indiana, nada hay digno demendon. Y este juicio no cambia al considerar las com-posiciones de Olmedo posteriores a 1835. Grupo nadamemorable, en el que.predominan maximas en verso,homena jesy composiciones de album.

Ya de por si, el caractc:r y destino de tales ofrendasno antidpan testimonios de. valor. Y la realidad confir-rt,1:l tales sospechas.· Quiia~ merezca recordarse, de estefma: tributo, la composicit'n satirica escrita contra Iri-sarn, porque revela en Olmedo ciertas condiciones parala Satlra .. En algunas poesias de juventud (especialmen-te, en Mz retrato) mostrabaprimicias en tal direcei6n.Lo c?ncreto es que Olmedo no persistio, salvo estos ra-ros eJemplos, o~ mejor, este raro ejemplo, en eI genero.

No se ha visto todaviamaldiciente descaradoque no sea favoritocomensal, meicurio alado,sacerdote y monaguillode ricos y potentados ...

(Sdtira contra Irisarri -enboca del mismo)

. Creo que, sin dar al dato mas importancia de la de-blda, esta vena de Olmedo, apenas perfihda en tan esca-sas muestras, presenta un matiz si se qui ere inusitado ensu semblanza. Esa semblanza construida con rasgos gra-ves y medidos.

Por ultimo, conviene mencionar las afirmaciones es-teticas que, sobre todo relacionadas can el teatro,escri-bio Olmedo. Aparecen en versos de inscripciones 0 conmotivo de representaciones escenicas. Las ideas de Olme-do al respeeto responden al mas neto cuno neoclasico,tal como puede probarlo la Inscripci6n para el teatrode Lima:

En.:;alzola virtud, abato el vido,y al pueblo deleitando,en la sana moral Ie voy guiando.

Y la posterior Descripci6n para el teatro de Gua-yaquil:

Espejo de costumbres ell la escenaquien la huye teme verse retratado,quien la inculpa a si mismo se condena.

,Para que mas? Aqui estan compendiadas, ya comolugares comunes, poeticas de la epoca. En otra composi-cion (con motivo de la apertura del teatro de Guayaquil)no deja Olmedo de disparar dardos contra 10s que, entiempos pasados, al olvidar reglas y ret6ricas, llevaron ladegeneraci6n alas convenciones teatrales. Claro que conmayor dureza aun combate a 105que so£ocaron "prensa,tribuna, teatro, academias", aunque tal recriminaci6n ex-cede ya limites esteticos. En fin, de nuevo, los estereoti-pados conceptos:

Todos rien y todos se corrigen.El seductor infame, el mentiroso,el avaro, el hip6crita, el ingrato,sin querer rien mirando su retrato.

Mas dandonos placer, 0 acerba pena,con ffiagiCOpoder triunfa la escena,haciendo la virtud faciI, amable,

" y el vido siempre odioso y detestable.

A un lado los dos Cantos~ a un lade, explicablemen-te, las traducciones (Pope, Polignac, Horacio, y en redu-

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dda muestra), no cree que se pueda, ni convenga, dedrmas de Ias composiciones poeticas de Olmedo. El afandeahondamiento me ha llevado a precisiones casi mi-nusculas. De todos modos, bien patente esta que 10 vistohasta ahora no alcanza para conformar un poeta.Se· tra-ta de muestras comunes en Ia epoca, productode la re-torica y los lugares comunes. Por supuesto, el hecho deser obras de Olmedo, el hecho de completar e1 cuadrode sus producciones, y hasta e1 atenuante de constituirun numero relati\,'-amente escaso,' obliga it detenerse enelIas, si bien con las salvedades apuntadas.

Alguna vez se ha pretendido explielr e1 desigual va-lor de Ia lirica de Olmedo considerandoque la vena "pa-triotica" era Ia que mejor se identificadacon el, y que,por 10 tanto, las debilidadeseran atribaibles a los otrostcmas cultivados.

Un conocimientc elemental de las obras de Olmedonos muestra que el lema "patriotico" (0, mas bien, eltema "pq.triotico americano") no se reduce en Olmedo aLa victoria de ]urdn y al Canto al general Flores, en estaultima con salvedades sobre el tema. POl' el contrario,Olmedo escribio diyersos himnos y ofrend as, que, la ver-dad, nada muestran de excepcionales, y si de corrientestributos en una epoca prodiga en elIos.

Esto nos dice que, mas que a 1005 temas, las diferen-cias deben achacarse a ot1'osfaetores: a 10shondos y com-plejos de la creacion poetica.

Dent1'o de este general panorama comparativo, cabelma ultima acotaci6n. Tanto La victoria de ]unin comoel Camto al general Flores son, de manera apreciable, 10sdos pocmas mas extensos escritos par Olmedo. De ahipodrfamos dcducir que la inspiraci6n del pbeta necesi-tab a amplitud para manifcstarse; que, en la brevedad,

se ahogaba 0 Ie faitaba aire ... En fin, no creoque con-venga dedr nada mas al respecto.

En La victoria de ]unin~ sabre todo, y en e1.Cantoal general Flores se cifra la supervivencia poetica de Ol-medo. Desde la epOca en que estas poesias se elaboraron,Olmedo fue conocido y ensalzado. La victoria de ]uninIe dio relieve continental y fue pronto materia ineludiblede antologias y estudios. El Canto al general Flores tuvolAn ambito mas restringido, en razon de su propio tema,y aun de Jas limitaciones del tema, ya que tal consecuen~cia surge de una obra relacionada con las dolorosas lu-chas civiles en America. Precisamente, la posterior situa-cion de Olmedo can respecto al general Flores nos mues-tra 10 resbaladizo 0 delicado del enfoque, si bienestepudo justificarse cuando see:;cribio. De todos modos,y mas al1<ide exceleneias poeticas indiscutibles (como ve-remos), no cabe duda de que La, victoria de ]unin es, ni-tidamente, el "poema" de Olmedo.. .La historia de las versione:.; de este poema ha sidoaclarada porel critico cubano Enrique Piileyro. Hay unaprimera eaicion publicada en CuayaquiI, en 1825, y una~egunda --) definitiva. ocasi definitiva- publicada pOl'Olmedo en Londres un ano despues, y repetida en Pa-ris, ese misfilo ano. Cuando Juan wI aria Gutierrei pre-paraba su America pottica (l?- ed., Valparaiso, 1846),Olmedo Ie hizo conocer al critico argentino dos cambiosde cierta importancia en el poema: una supresion (dosversos) y la compresion de otros 'dos en uno. Estas sonlas vieisitudes sufridas por el texto del poema, si bien-como veremos- es la edicion de Londres la base indu-dable. Paralelaniente, interesa la correspondencia cam-biada entre Olmedo y Bolivar, cuando el paeta estabadaborando la obra. Por descontado, y mas aun que lascartas de Olmedo, atraen los comentarios de Bolivar; queratifican su reconocida cultura y capacidad critica, aun-que aqui inte1'venga tambien, pOl' razones comprensibles,cierto humorismo queprocura atenuar referencias per-sonales.

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.Como ilustraeion, cabe decir que, en determinadomomenta, Olmedo penso escribir un segundo canto: se 10dice el poeta a Bolivar en una carta escIlta el 14 de ene-ro de 1827. Sabemos, par el propio Olmedo, cu,D iba aser el contenido posible de ese segundo canto: escenasde paz, vision euf6rica del campo y su gente, S;,1,5 tareas,SU$ juegos, danzas y cantos, un nuevo vaticinio ... Enfin, algo asi como e1 adecuado contraste con Jas escenasde guerra y de violencia del primer canto. Notemos, par10 pronto, derto paralelismo con las Silvas de Bello. Pe-IO 10 concreto es que Olmedo se centro en el primero, yel segundo canto nunca aparecio.

Volviendo alas dos versiones fundamentales del. Ca.nto (las. de 1825 y 1826), conviene puntualizar que lapIlmera t1ene 824 v~rsos, y la segunda. 909. Pero nosolo hay agregados sino tambien modificaciones, algunasde ellas -expresivas- determinadas par 10s comentariosde Bolivar. Sin embargo, el rasgo fundamental de la ver-sion de 1826 es su sentido mas continental, tanto en rela-cion con el pasado como con el presente del poeti: asi,la evocacion de Guatimozin, :Moctezuma y el imperioazteca; asi, la referencia a los Estados Unidos.

La victoria de ]unin tiene -a mi ver- una cuidaday defendible estructura. Al hablar de estructura. no pre-tendo replantear la ya superada CIitica acerca de laaparicion del Inca, de la importancia de este en el poe-ma y del mayor 0 menor acierto del Doeta al reunir-en boca del Inca- la evocacion de JunIn y el vaticiniode Ayacucho.

Yo creo que, en su conjunto, dene un desarrollo ar-monico y justificable. Por 10 pronto, es practicamenteel unico poema en que las guerras de la Independenciaamericana han quedado fijadas con valores poeticos, yno solo sentimentales 0 patrioticos. (La Alocuci6n deBello toea el tema en parte yes, alIi, menos feliz). Re-sulta tambien significativa la presencia de Huayna Capac,como necesario enlace y simbolo buscado por laepoca.

Me pareee ya redundante ,iI.lsistir.en. que los valoresdel Canto son esencialmente hncos, S1bIen aparecen. enel esporadicas descripciones. Ligadoa s~ plan, 0, m~Jor,en unidad con este, hay £recuentes aoert05 expreS1Vos,esos aeiertos que llegan a adquirir vida propia y m~chasveces son recordados fuera ya del poema. Tono, ntmo,metrica. vocabulario contribuyen a esos aci~r.tos, aunqueen ocasiones nos parezcan quiz is menos onglllaies de 10que realmente son. Es que el. poema. d~ Olmedo, ~ue.rade reconociblesfuentes parClales aSImIladas (HOIaclO,Virgilio, Pindaro, Homer~, Lucrecio, Herrera, ~~~pe?),fue posteriormente ~ocorndo modelo en composICIonesamericanas de este tlpo. .

Destaquemos el impetu, el sosteni~o vigor, q~le ape~nas si dec1ina a 10 largo del poema. lmpetu Y VIgor debuena ley, puesto que el analisis detallado de los versosno desmerece la impresi6n de solidez que surge de unaprimera lectura conida de la obra, 0 de la lectura 0 reCI-tado en voz alta. Y hasta los ripios se atentian ante latuerza que predomina ostensiblemente en 10sversos.

El trueno horrendo que en fragor rcvientay sordo retumbando se dilatapar la inflamada esfera, . .a1 Dios anuncia que en el ClelO1l11pera.

Ya el formidable e~truellc!odel atambar en uno y otTObandoy el son de las trompetas clamoroso,y el relinchar del ~lazan f~goso, .que erguida la cerVlZ~ el oJ? ardlendoen belico furor, salta ImpaClentedo mas se encruelece la pelea ...

'Son esos los garzones delicadosenire seda y aromas arrullados? .(Los hijos del placer son esos Heros?5i, que los que ames desatar no osaban105 duIces lazos de jazmin y rosacon que amor y placer los enredaban.hay ya con mana fuerte

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Ia cadena quebrantan ponderosaque ato sus pies ...

IAtroz, horrendo choque, de azar lIenorCual aturde y espama en su estallidode horrida tempestad el postrer trueno.Arder en fuego el aire.en hurno y polvo oscurecerse el cie10y, con Ia sangre en que rebosa el sudo,se vera al Apurimac de repenteembravecer su rapida corriente.

Lo grande y peligrosohie1a al cobarde, irrita al animoso.IQue intrepidez! lque 8ubito corajeel brazo agita y en el pecho prendedel que su patria y libertad defiendeL ..

En fin, acierto es tambien el haber sabido disponerOlmedo lEl poema relativamente breve en reIaden conlos acontecimientos contados. £1 poema es extenso (ya10 he didlO) dentro de 10 corriente en Olmedo, perotiene en potencia una fecundidad que anuncia muchomas de 10 que el poeta realizo. Este sentido de conten-ci6n(0 esto que me parece a TIli sentido de contend6n),esta limitad6n que domina posibles brillos y ramifiea-cionci, pero tambien acechanzas y peligros evidentes, apa-reee hoy como un nuevo merito de la obra. ?vleritoqueno se desmerece ante el data conocido de una segundaparte proyectada, que Olmedo no llev6 a cabo. Entra-mos con estas acotaciones en el terreno de 10 supuesto.Es cierto. Con todo, me pareee conveniente exponerlas.

Si bien La victoria de ]unin alcanza para mostrar Iasexcelencias Uricas de Olmedo, es justo dedicar algunosparrafos al Canto al general Flores.

Como vio bien Menendez y Pelayo, el valor poeticode este ultimo canto no desmereee junto al Canto a Bo-livar. Aun mas, l\!Ienendez y Pelayo 10 considera, en algu-IlOS aspectos, superior. Ac1aremos que el Canto al gene-ml Flores es un poema mas breve, pero, la verdad, re-oparecen aqui las mejores virtu des del poeta.

Sin embargo, esta obra tiene en el tema su propialimitacien. Y en esto, S1, es licito destacar la importanciaque debe tener el tema en poemas patri6ticos, aunquela autentica poesia no se reduzea, por supuesto, al tema.

En este Canto, Olmedo exalta un momenta en lahistoria del Ecuador. Su elogio al general Flores (parotro lado, hombre de dimension humildC' y di.scutida) secomprende, 0 puede comprenderse, en el instante en queOlm'edo escribe el poema. Pero no tiene relieve -en

. razon. de la materia historica que evoea- para sobrevivirvinculado al heroe 0 al mito del heroe. De ahi la esen-cial contradiccion que aeompafia a este poema, rasgo queleduce su ambito y que 10 relega, justifieadamente, frentea La l/ictoria de ]unin.

De ah1, tambien, qUl: el eje del paema, vinculadomas estrechamente al Ecuador, alas discordias civiles,al general Flores, se desdituje para nosotros. En cambio,perman ~cen, se recuerdan, sabre todo, el ccn.tienzo y elfinal del poema.

Cual aguib. inexperta, que impelidadel regio instinto de su estirpe clara,ernprende el precoz vueloen atrevido ensayo,y elevandose ufana, envanecida,sobre 13.snubes que atormenta el rayo,no en el peligro de su ardor repara,y a su ambicioso anheloestrecha viene la mitad del cielo...

Y, en especial, aquella hiperbole de las postrimerias,de reconocido valor antologico:

Rey de los Andes, la arclua frente inc1inaque pasa el vencedor.•.

Podemos agregar una· tercera menei6n, igualmentemuy citada: la descripcion del caballo, en el interiordel paema ..

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Una~ breve menci6n merece .Ia obra en prosa de Ol-medo. .N0 se trata ~e. un matenal que agregue mayoresluces nl mayor preStlglO al a1canzado pOl' Olmedo comoP?~ta. Practicamente, su obra en prosa se reduce a ma-mhe~tos y me~saj:s politicos (como el lvlanifiesto delGobze:no P~ovzsorlO ~el Ecuador, Guayaquil, 1845) y aun eplstolano. EI pnmer grupo, en simaci6n fronterizaa 10 literario. En cuanto alas cartas conservadas, noconstituyen un material muy nutrido. Entran en estegr~po die~iseis cartas familiares de su juventud y otras,mas conoCldas, que corresponden a epocas posteriores (aBolivar, Flores, Fernandez Madrid, Bello).

~alvo. las que tienen que ver con la elaboraci6n' deLa metana de juntn y algunas cartas diria-idas a BelloI d' f' b·'as emas no 0 recen ~n mteres especial, aunque sirvanpara ahondar en la blOgrafia del escritor y tambien ensu vida politica.. No cabe duda de que, en su conjunto (es decir, con-

sld~rando tanto hechos estrictamente politicos como lite-Tanos) la correspondencia de Olmedo diria-ida a Bolivares la que ofrece mayor relie~e. Lo re:rr;tarcabnla jerarquiad.e los dos ho~bres y las ClTCunstanClasque los distan-Claron y .aproxlmaron,. circunstancias en las que -repi-t?- no slempre es poslble separar rasgos civiles y litera-nos. Por descontado, interesan las cartas de los dos Bo-livar Y, Olmedo, aunque aqui hagamos la explicable se-paraClOn. Dnos pocos ejemplos:

Siento que Ud. me recomiende Cantar nuestros ultimos triun-fos. Mucho .tiempo ha, mucho tiempo ha que revuelvo en la menteeste pensamlento.

Vino. JU?in,y empece mi canto. Digo mal; empece a formarplanes. y prdme.s; pero n~da ~delante en un meso Ocupacioncillasqu.e, Sl~ ser de ImportanCla, dlstraen; atencioncillas de subsistenciacUIdadI110sdomesticos, ruidiIIos de ciudad, todo contribuy6 a tene;la musa estaciona;ia. Vino Ayacucho, y desperte lanzando untrueno. Pero yo mlsmo me aturdi can el, y he avanzado poco. Ne-

cesitaba de necesidad quince dias de campo, y no puede ser porahora. (Olmedo, carta a Bolivar, fechada el 31 de enero de 1825.)

Siempre he dicho yo que Ud. tiene una imaginaci6n singu-lar; y que si se aplicara Ud. a hacer versos, excederia a Pindaroy a Ossian. Las imaginaciones ardientes encuentr2.n relaciones t!\

los objetos mas diversos entre si... (Carta de Olmedo a Bo!ivJr,fechada el 15 de abril de 1825)

En segundo lugar, destaco la correspondencia cam-biada entre Olmedo y Bello: Dnlan a los dos vinculosde amistad y ann rasgos comunes de caracter. Olmedoera padrino de una hija de Bello; Bello escribi6 a Olme-do una carta en tercetos ("Es fuerza que te diga, caroOlmedo ... ").

Estas cartas son utiles, sobre todo, para conocer losafi05 de Olmedo en Paris. Ademas, nos muestran suspreocupaciones por las cosas de America, ofrecen algu-nos juicios criticos y hasta una vena humoristica y fa-miliar que, es explicable, no suele ser corriente en suobra mas difundida.

Madrid [Fernandez Madrid] esta imprimiendo sus poesias.(Aquf, entre nosotros, 10 siento.) Sus versos tienen merito, pero lesfalta mucha lima. Corren como las aguas de un canal; no comolas de un arroyo, susurrando, dando vueltas, durmiendose, preci-pitandose y siempre salpicando las flares de la ribera. Le daiia suextrema facilidad en componer. En una noche, de una sentada,traduce una Meseniana de Lavigne 0 hace todo entero ... el quintoacto de una tragedia... (Carta de Olmedo a Bello, fechada enParis, marzo de 1827.)

EI necio soy yo que, sabiendo que 105 carros no andan sinocon dos ruedas, que 10s hombres no al1dan sino can dos pies yque las aves no vuelan sino can dos alas, he esperado hasta aharauna contestacion de Ud. no habiendole escrito dos cartas. Luegoque he vuelto en mi, me apresuro a remediar el dano que me heocasionado por mi distraccion. IQue had. Ud. conmigo cuandoeste mas distantel... (Carta de Olmedo a Bello, fechada en Paris,el 9 de febrero de 1827.)

Es cierto que no poseemos aun una edici6n que reunala prosa de Olmedo. Aunque 10 conocido no anticipasorpresas extraordinarias, y aunque no se altere mayor-mente el perfil conoddo, creo qr(e va siendo ya tiempo

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de emprender esta tarea, ahora que contamos con unabu:na edicion de la obra lirica del poeta y procer ecua~tonano.

Sin alcanzar Ia Iarga vida de Bello, Olmedo (1780-1.847) tuvo oport.u~idad de presenciar el triunfo y expan-SIon del romanticismo en Hispanoamerica. Pero Olme-do es -de 10s tres importantes escritores que estudiamosen Ingar preferente- el que men as tiene quever can elromanticismo. Y adaro que, si no hay mayores anticiposen su obra anterior a 1830, tampoco aparecen rasa-os de-fin:dos en Ia que escribio despues de ese ano. t:>

. E1 sensato critico Enrique Pifieyro estampo un pa-:r:.rafoque podemos anaIizar aqul. Dice Pifieyro: "Olme-do be poeta c1<.isico,pura y unicamente clasico. A pesarde la fecha en que escribio sus mejores obras, una en1825, otra en 1835, no se descubre en ellas ninQllnO deesos ~estellos ~e luz extr:lna y nueva que, ya de;de finesdel s:glo antenor, se vdan iluminar y tefiir con maticesantes desconocidos algunos versos y pasajes, de Cienfue-gas, par ejemplo. En cambia, esta como reunido enellas en profusion admirable, con esplendor insupera-ble, cuanto de mas alto habia a1canzado y desplegadoDunca el arte neodasico en Iengua castellana".

En 10 esencial, y despuntando algunos adjetivos, meparece acertado el juicio del critico cubano. Par 10 pron-t?, ~)lmedo es el que menos anuncia rasgos romanticos,Sl bIen es precis a hacer ac1araciones.

El neoclasicismo, que llega can algun retraso a His-pa;noamerica, ofrece, agui, ciertasdiferencias entre unpnmer momenta (fines del siglo XVIII) y un segundo mo-menta (entre 1810 y 1830, aproximadamente). Este ulti-mo, apIicado en gran parte, como ocurre en Olmedo, acanta.: la~ Iuchas ~mancipadoras, sus heroes y los prime-1'OS anos mdependlentes. Es sabre todo en 10s cantos pa-

trioticos donde el enfasis, el ardor, se superpone a mo-delos y fuentes perceptibles, y donde se alcanza, en de-terrninadas circunstancias, la mayor proximidad con 10romantico (con un rasgo definidor de 10 romantico!. Re-saltan, asi, imprecaciones e hiperboles no muy dlferen-tes de tipicas expresiones romanticas. Y tal es el casoque vemos en 105mejores poemas de Olmedo.

Pero, por 10 demas, Olmedo se mueve c6mo~amentedentro de 10s moldes c1asidstas y procura ser fIel a susreconocidos modelos. Ni siquiera en rasgos mas 0 menosexternos, como la metrica, nada hay que escape a la in-confundible metrica neoc1asicista.

Volviendo a puntualizar el enfasisde Olmedo, nome parece adecuado reducirlo, como comunmente se ha-ce, a un "enfasis oratorio". Hay retorica, abundante re~torica, en el «(como negarla?), pero tambien una fuerzaque pal pam os como nueva y que reperCl~te en s~ verso.Y es esa fuerza, ese vigor, el que se reflep en aClertos yliradas perdurables, en hiperboles felices. Aunqu: en ul-lima instancia -conc1uyo- sea siempre perceptible enOlmedo el hombre que micle y pesa, que evita desvios 0

desboques. Ese hombre que, por 10 que sabemos, tantoa traves de sus propias dec1araciones (en verso yprosa),como par 10 que deducimos de sus obras en general, aca-ta 10s principiosesteticos del neoc1asicismo,

Jose Maria Heredia es eI testimonio incontestablede como las circunstandas pueden llevar a fijar un des-tino. Dentro de la obligada serie de parale1os, proximi-clades y diferencias entre Bello, Olmedo y Heredia, este,que nace ya en el nuevo siglo, tuvo una vida mucho masbreve que los otros dos (no alcanzo Ios treint~ y. seisafios) y tampa co tuvo la fortuna de ver a su 1?~t~I~h?re.Sin embargo, 0 quizas par ello, el tema patnotlco t:eneen Heredia una persistenda que, naturalmente, no tlene

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en Bello y Olmedo. Bien es cierto que e1 tema patrioticoaparcce en Heredia como nostalgia. como corriente mo-ti YO para execrar a 105tiranos (politicos y re1igiosos), co-11IO ansia de 1ibertad para Cuba. Agreguemos, en fin,till temperamento ardiente, que. ante la imposibi1idad de(~xito, por un 1ado, y obligado, por otro, debe resio-narsea vivir fuera de 1a patria. Fuera de ella, pero si~mprecerca (Estados Unidos y Mexico), como si, aun en lascircunstaneias adversas, en la dureza de los dimas y en laRaluel delicada. alentara siempre la esperanza de unaindcpendencia que,· por 10 visto, debia obtenerse mu-rhos afios despues.

La relativamente breve vida de Heredia es la vidade un hombre a quien las circunstancias -:"'repito- obli-~'aron desde temprano al camino del destierro. El des-t ierro, sobre todo en 10s largos afios de IVlexico,hace quealH pueda desarrollar una fecunda campafia de magis-trado, ja10nada. con cargos de importancia en la naeienteRepublica l\1exicana. Sin embargo, su pensamiento estu-vo siempre en Cuba, en su patria, tal como se trasuntaen sus poesias] y tal como se ve con daridad en 1as nu-tridas paginas de su episto1ario, aparte de otras mues-tras menos persistentes.

Otro rasgo definidor de 1a vida de Heredia es susalud vacilante, en especial durante e1 tiempo que resideen los EstadosUnidos, cuyo invierno no resistia. En Me-xico encontro un c1ima men os duro, aunque 1a anoranzade Cuba es en el permanente.

Si~ pretender uniformidades, es Heito afirmar queH~,recha fue de los primeros americanos eminentes que su-fno de ese mal que han sufrido tantos otros en elsiglo XIX y, algo menos, en nuestro siglo. l\:Ie refiero a la"~usen~ia forzada y nostalgia de la patria". Con la par-tlcu~andad, e~ el .caso de Heredia, de que su ausenciase hga a 1a srtuaclon en que permanec~ Cuba, bajo elp.ode~·espafio!. Destierro distinto (por 10 menos en apa-r~enCla) de aquel otro, mas corriente, 1igado alas vici-sltudes de Ios nuevos paises, que, en Ias 1udus y predo-

mlmos de bandos, permitian 1a esperanza de alejamien-tos menos prolongados. Siquiera, 1a esperanza ...

Dentro de tales caracteristicas, la obra literaria deJose j\Iaria Heredia es una obra con valiosas resonan-cias y con interesante varieclad. Noes una obra muyfecunda. Conspiraron wntra ella su vida breve y los in;-portantes cargos desempenados en su larga etapa meXI-cana (1825-1839, salvo el corto viaje a Cuba de 1836).Par eso: deda en 1832, al publicar en Toluca la segundaedicion de sus poesias:

El torbellino revolucionario me ha hecho recorrer en pocotiempo una vasta carrera, y con mis 0 menos. fortu?~ he si~oabogado, solchdo, viajero, profesor de lenguas, ~lplomat~co, pe~lO-dista, magistrado, historiador y poeta a los vemte y cu:-c.oanos.Todos mis escritos tienen que resentirse de la rara volublhdad demi suerte ...

Sin embargo, como en Heredia bullia, sabre todo,el escritorJ pudo sobreponerse a dificultades que resta-ban energias a su vocacion hasta dejarnos una obra devisible presencia. Dentro de su produccion, es hay justohablar de variedad (por 10 menos, de variedad generi-ca), y hasta de una nutrida labor periodistica, no siempreidentificacla con c1aridad, si bien 10 dudoso no resta mu-cho a Ia verdadera obra de Heredia. El conjunto es,pues, una perceptible serie de escritos qu~ permiten re-construir una individualiclad de singular nqueza.

POT supuesto, la supervivencia literaria de Herediase apoya en sus obras poeticas, particularmente en 10 quesi(rnifican como difusion las dos ediciones publicadas envida del autar (l~ edicion, Nueva York, 1825; 2;;1.edieion,"corregida y aumentacla", Toluca, 1832, 2 tomos). Aun-que este fundamental sector sigue siendo Ia base de suprestigio, mucho se ha hecho recientemente p.or HamarIa atencion sobre Ias virtucles criticas de HeredIa. De talmanera, no resulta en nuestros dias exagerado asignarleun lugar de privilegio entre Ios criticos de lengua espa-nola anteriores a Menendez y Pelayo. Perosobre estovolveremos despues.

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Los artkulos criticos de Heredia nos Bevan, claroesta, a su prasa. Y dentro de Ia prosa, aunque en lugarinferior, hay que colocar sus discursos y escritos po1i~ticos, asi como su interesante epistolario.

En cambia, no hasobrevivido mayormente la pro-ducci6n dram<itica de Heredia. Dejemos a un Iado elhecho de que esa Iabor se reduce, practicamente,a tra-ducciones y "arreglos" (algunos de elIos, perdidos). Laconcreto es que este sector no se diferencia de Ia letramuerta de tantos otros ensayos contemporaneos de los deHeredia.

Par ultimo, diversas traducciones de poesias y hastala traducei6n de una novel a de '\-Valter Scott (Waverleyo ahora sesenta anos) 3 vols., l\1exico, 1883) que, si noagregan lustre particular a sus meritos, completan, jun-to a alguna otra traducci6n, el cuadro de las obras vincu-ladas al nombre de Heredia.

Como vemos, y mas aHa dediferencias de valor, lasimple enundad6n de los diferentf:s generos a sectoresconforma ese cadcter de variedad que asignamos ala pro-ducci6n Iiteraria de Heredia.

_ La obra ,lirica deH~redia se centra en unos pocoslanos. De 1817 son los pnmeros poemas conocidos, alasque el ~~tor confiere alguna madurez. (Esto deja fueracomposlclOnes escolares -alguna de 1813~ y primerosens~y.osy fabulas.) Pero de 1817, 0, mejor aun, de 1819.es lICIt? hablar de decoroso comienzo, tal como el propioHeredIa 10 reconocio a1 reunir la edicion de Nueva York.~or otro lado, la edicion de Toluca, en 1832, nos da prac-tIcamente toda su obra lirica: faltan solo los (jltimosversos, pubIicados en el "Noticioso y Lucero", de La- Ha-b.a,na (25 de octubre de 1839) y alguna otra compos i-CIOnsuel ta.

E:3tasfechas remarcan can nitidez 10 que digo. Permi-ten, a su vez, comprender por que no hay en su poesiacambios fundamentales, aunque haya diferencias e in-corporaciones que no pueden olvidarse. En este sen-tido, las dos ediciones mencionadas (Ia de Nueva York,de 1825, y la de Toluca, de 1832) constituyen elementosine1udibles para el estudio. La son porque, como digo,abarcan la casi totalidad y 10 esencial de su obra, y por~que, sin mostrar cambios rotundos, permiten mostrar,aparte de las incorporaciones, variantes en relacion canlas poesias publicadas en la edici6n de IS25. Tal el caso,importante en razon de Ia trascendencia de Ios paemas,de Ai Niagara y En el teocalli de Cholula.

Los comienzos literarim de Heredia, conocidos a tra-yeS de manuscritos y de un intento de edici6n mexicana,en 18:W, no se diferencian mayormente de Ios de tantosincipientes versificadores de Ia epoca: abarcan Hbulas,Ietrill as, epigramas, versos de circunstancia y a19una tra-duccion de Horacio ... TamDoco faIta el elogio a Espana .

.l

La madurez literaria (madurez y plenitud) es pos-terior. Es la que se palpa a partir de 1820, tol como seve en 1a primera version de En el teocalli (no la mejor,de 1820), en el Niagara (de 1824), en los Placeres de lamelancolla (de 1825), en La vuelta al sur (de 1825).

Tambien alIi estan representados temas y form as ca-ras a Heredia. Particularmente, entre los temas, los quese refieren a la evocaci6n de Cuba, a su nostalgia, a supredica de libertad, al amor, al sentimiento de la natu-raleza (sobre todo, en relacion con el mar y los cre-pusculos), a la meditaci6n y el comentario mo~al. .. Ca-si siempre, temas enlazados, entre los cuales deben desta-carse, par su persistencia, los vinculados con Cuba y laexaltaci6n de la libertad.

La edici6n de 1832 presenta como aportes valiosos,en cotejo can la primera edieion, algunas poesias comolas tituladas La vuelta al sur y A la estrella de Venus.Pero, en general, no ofrece, repito, novedade~ extraordi-narias. En este sentido (y fuera de las correCClonesapun-

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tadas) solo merece destacarse 1a relativa abundancia detraducciones e imitaciones: Ossian, Byron, Goethe, La-martine, Beranger, :Millevoye, Volney, Chateaubriand,Foscolo, Pindemonte... Este ultimo sector, si bien noagrega meritos excepcionales a favor de Heredia, sirvepara aquilatar lecturas (lecturas, a su vez, tras'.mtadasen las poesias que l1amamos originales), a la par quecontribuyen, como veremos, a situar mas ajustadamentea Heredia en el debatido problema de "su" romanticismo.

Cuando lVIenendez y Pelayo escribio a fines del pa-sado siglo sus orientadores prolog os para la Antologiade poetas hispanoamericanos, caracterizo a Heredia co-mo "poeta de sentimiento melancolico y de exaltacionimaginativa, combinada con un modo propio y peculiarsuyo de ver y sentir la naturaleza".Contra este intentode definicion que omite -injustamente- la abundanteproduecion de tema patriotieo, reacciono el critieo euba-no Enrique Pifieyro. Porsupuesto, Pifieyro tenia nutri-dos ejemplos para mostrar, sobre todo en eomposicionesque tienen para los cubanos tan especiales resonancias.

Y, sin embargo, la caracterizacion de lVIenendez yPelayo no restilta infiel, si atendemos a una estricta va-loraci6n estetica y a 10spoemas mayores, es decir, a aque-lIos que han determinado la supervivencia continentaldel poeta. Una parte de las poesias de Heredia, con elTeocalli y el Niagara en primer lugar, muestra, por unlade, una deseripcion (direeta 0 sentimental) de la na-turaleza, que anuncia, inmediatamente, la naturaleza ro-mantica, y, por otro, la reflexion 0 el comentario mas 0menos filosofico, apoyado en esa naturaleza que Ie sirvede pun to de partida. Ramificaciones corrientes son, tam-bien, la nostalgia de Cuba y la predica de libertad, cen-trada casi siempre -es· explieable- en la situacion desu patria.

Las poesfas que han cimentado el prestigio literariode Heredia son, indudablemente, En el teocalli de Cho-l~da y Al Niagara. Pensando, sobre todo, en ellas (perosm negar la persistencia en Heredia de ciertos temas que

aqui no aparecen, a aparecen de manera tangencial) res-paldamos el parrafo precedente. .. . .

El NiaGara es el poema que meJor bnlla en la eell-cion de 1825, pero creo -de acuerdo con :Menendcz .yPelayo, Chacon y Calvo, y fiuchos ?tros-:, que la poes~aque nos da mas acabadamente la dmlenslOn de Herediaes En el teocalli de Cholula, tal como la leemos en laversion definitiva (la de 1832). Con to.d?, y para noperdernos en gratuitos torneos, c~be admItlr q,:e los dosre£lejan las mejores virtu des poetlcas ~e Heredia. ,

El NiaGara fue escrito por HeredIa en 1824, despucsde conocer010s famosos saltos. Esta probado que, ent~eotras cosas, influyo en la curiosidacl y deseo de He~edlala lectura de Atala, de Chateaubriancl, en cuyo epilogoaparece una muy conocida descripcion de las catarata~.Pero la contemplacion de los saltos: alsuperar osteusi-blemente la vision literaria, determma un rapto de en-tusiasmo y la inmediata elaboracion del poema.

El punto de arranque y leitmotiv de lac:bra e,stzt,claro, en la descripcion del torrente y su postenor calda.Para tal motivo, encuentra Heredia palabra, verso y.fuer-za adecuaclas, como si las ce1ebradas cataratas hubleranesperaclo a que un hispanoamericano y la lengua espa-fiola fijaran, definitivamente, su grancllOsa belleza:

Torrente prodigioso, calma, callatu trueno aterrador: disipa un tantolas tinieblas que en tome te circundan ...

IVedl i1legan, saltan! el abismo horrendodevora los torrentes despefiados:crUzanse en el mil iris, y asordadosvuelven los bosques el fragor tremendo.

En las rigidas perrasr6mpese el agua: vaporosa nubecon elastica fuerza1lena el abismo en torbellino, sube ...

Pero, no menos, el canto al Niagara es la visi6n,la presencia de Dios reflejada en aquella maravilla de ]anaturaleza. Presencia sin nubes, para oponerla a 105 que

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el poeta llama blasfemos y falsos invocadores. En la so-ledad, ante la inmensi~ad. de la tier~a y la voz del agua,el poeta celebra la autentlca presenCIa de Dios.

A~ri6 el Senor su mano omnipotente,c~bno su faz de nubes agitadas,dIO su voz a tus aguas despenadasy orno can su arco tu terrible frente ...

Estos son ~os ~os ejes que ~ostienen el poema. Liga-do a ellos, la meVItable evocaClon de la patria distante,de sus palmas:

•.. lAy! IDesterradosin patria, sin amores,s6lo mira ante mi llanto y dolores!

Ellogrado adios y final del poema nos sitlia ante unaoriginal variante de un tema famoso. Escribe Heredia:

INiagara poderoso!IAdios! Iadios! Dentro de pocos anosyadevorado habra la tumba maa tu debil cantor. IDuren mis versoscual tu gloria inmortall ...

Antes (el magnifico soneto A Elena de ROl1sardpuede servir de pun to de arranque) los ~oetas nos ha~bian dich~, en sus propios versos, que el arte puedeveneer al tlempo. Y, con mas frecuencia, el arte vencedorse fijaba en la pintura. Heredia, humane cantor antela sobrecogedora belleza del Niagara, no pretende sobre-poner su poema ante un posible limite de la maravillaque ~anta. Par el. contIano, y en Iimites de comprensiblehumlldad, solo plde para su poesfa la vida del torrentede su gloria "inmortal". '

Es tambien digna de recuerdo, ya en Ios versospostreros, Ia men cion de la cafda del sol, porque nos lIe-

va, de nuevo, a aquellas VISlOnescrepusculares (ligadas,por 10 comlin, al mar) que tanto personalizan poesias deHeredia.

Sabido es que el Niagara dio tema a innumerablescomposiciones poeticas. Solo en lengua espanola, ofre-ce nada menos que un nutrido repertorio (Manuei Car-pio, Gertrudis Gomez de Avellaneda, Rafael Pombo,Perez Bonalde, Calixto Oyuela, Jose Santos Chocano yalglin otro). Sin minusculas competiciones, queda el poe-ma de Heredia como el tributo par excelencia dentm deltema que canta. Y no en vano es Heredia, par excelen-cia tambien, el que mejor merece el titulo (buscado titu-lo) de "El cantor del Niagara".

En el teocalli de Cl:olula es no solo un gran poemade Heredia, sino que constituye un ejemplo, no muycomun en la epoca, de elaboracion literaria. El poemaque nosotros conocemos no es exactamente el poema es-crito en 1820, que llevaba hasta otro tkulo: Fragmentosdescriptivos de un poema mexicano.

Esta primera versi6n, de 94 versos, es la que apa-reee en la primer a ediei6n de las poesi2.s. .En la edici6nde 1832 aparece ya con el titulo definitivo y con 150versos. Esta diferencia anticipa previsibles variantes ynovedades. De tal manera, la versi6n definitiva es unaobra trabajada sobre un primer esquema y concrecion,si bien conviene decir que en la primera version estanenunciados la mayor parte de los elementos del poema.

Espacio y tiempo determinan las dos direcciones fun-damentales En el teocalli. En primer lugar, la visi6n dela naturaleza pr6xima a la piramide. El paisaje descritopor Heredia va, gradualmente, de la enumeracion bri-llante de las especies vegetales:

... sus llanoscubren~ a par de las doradas mieses,las canas deliciosas. El naranjoy la pifia y el ph'ttano sonante ...

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hasta los picos nevados de 10s volcanes que dominan 1aregion, y que aun se ven nitidos en la tarde, entre ful-gores crepusculares.

Despues, los colores se apagan y la noche trae lameditacion. Al espesarse las sombras, el poeta sientesemas apegado al reducto que el templo indigena ofrece.El teocalli, ruina erguida del antiguo monumento indi-gena, es el vehiculo para su viaje a traves del tiempo. Esel teocalli el que dirige la meditacion, meditacion evoca-tiva del pueblo que 10 1evanto y, particular y explicab1e-mente, de su religion.

En el teocalli de Cholula fija artisticamente e1 temade 1a meditacion ante las ruinas. En 1825 -yen ver-sos de un ambicioso poema, Place res de la melancolia;que qued6 inconcluso- Heredia explico, junto a planesfn turos, e1 poder evocador de los monumentos y las ruinasde la antigliedad. Debemos sospechar que la lectura re-ciente y repetida de Volney (Las ruinas de Palmira) yde Chateaubriand (sobre todo, El genio del Cristianis-mo) es en el, corne en otros contemporaneos hispanicos,estimulo importante.

Por otra parte, la rememoracion historica de los az-tecas (y, en general, del indio americano) tuvo en Here-dia dos fases: una, marcada por el Teocalli .. en que fusti-ga la superstici6n y la cruel dad indigena; otra, posteriory con mas abtlncbntes ejemplos, en que se exalta .a losreyes aztecas y su raza, como simbolo de la libertad, de lalucha contra Espafia. Testimonio valioso es la oda A Loshabitantes de Anahuac.

Pero En el teocalli de Cholula es poema en que pre-valece el cristiano sobre el patriota. El cuadro se animaen los persona jes que el poeta coloca aIrededor de la pi-ramide. Sus lecturas juveniles cobran vida en ese mundocentrado en el teocalli: reyes, sacerclotes, victimas, mu-chedumbre. Todos resucitan en los versos de Heredia,que aclquieren alIi perceptibles matices plasticos:

... la agreste pompade los reyes aztecas desplegose

a mis ojos at6nitos. Veiaentre la muchedumbre silenciosade emplumados caudillos, levantarseel despota salvaje en rico trono,de oro, perlas y plumas recamado;y al son de caracoles belicososir lentamente caminando al templola vasta proces~6n, do 10 aguardabansacerdotes hornbles ...

. ~?r ultimo, un. rasgo que 'apunta hacia la particularpOSICIOnde HeredIa en las corrientes literarias de sutiempo. El poeta cu~a.no, que se acerca tanto, en algu-nos rasgos, al romantlClsmO, es, en otros, dpico represen-tante del siglo .XVIII. En el teocalli} por eso, no puedesorprender .s"?-fmal comentario ejemplarizador. Despuesde un ~qUlhbrado peso en 10s versos, la obra terminacon una moraleja de debil acento poetico:

A nuestros nietos ultimos, empero,se lecci6n saludable ... [etc.]

pero sobre esto volveremos mas adelante.EI analisis mas 0 menos detallado de IDs dos poemas

mayores de Heredia no nos muestra, claro esta, toda lalinca de Heredia. Ni siquiera refleja, como he dicho,la pers~ste~~ia ~: ciertos. te~a5 (como el patri6tico) quetanta sIgmhcaclOn cuantltatlVa tienen en sus versos. Sinembargo. es evidente que la poesia de Heredia no a1can-z6 a cuajar en un fundamental poema patriotico, en unpoema realmente logrado en queeste tema fuera eje fun-damental, y no simple ramificaci6n a comentario ... Eso5i, casi todos 105 demas temas de Heredia aparecen demanera adec~ada (tema y" e.xpresion personal) en los dospoemas anahzados, obras VIvas, perdurables en la mejorantologia, de la lirica hispanoamericana.

La prosa de Jose ]\;Iaria Heredia constituye un sec-tor en general poco conocido. Y eUo se explica porque

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la mayor parte de la obra en prosa d;; Heredia compren·de breves TIotas critieas, discursos y escritos politicos, ycartas. Par un lado, e1 prestigio del pacta se superpuso,desde un comienzo, alas posibles virtudes del prosista.Y, por otro, el caracter de esta prosa, eneerrada 0 rele-gada en peri6dicos de la epoca 0 en archivos de amigosy familiares, no fue el medio mas propicio para que sereparara en estas faeetas de la labo:, literaria de ~ered~a.Quizas convenga haeer una excepclOn can e1 epistolano,pero esto, mas bien, por haber servido a la biografiadel poeta.

El olvido se ha atenuado en los ultimos alios. Sobretodo porque a traves de su Ensayo sabre fa novela (pu·blicado por Heredia en "La 1'IisceU.nea", de Tlalpam,1832), Allison Peers, Amado Alonso y Julio Caillet-Bois,y Jose 1\ilaria Chacon y Calvo, han destacado los valoresde la critica de Heredia. Aun mas, Amado Alonso y Ju·lio Caillet-Bois consideran a Heredia, apoyandose espe-cialmente en una parte de dicho emayo, como "el pri-mer critieo de nuestra lengua en el 5i;10 XIX, hasta laaparici6n de l\lenendez y Pelayo". Un conoeimiento mascompleto de los articulos criticos de Heredia, tal comotuve oportunidad de mostrar hace afios,pnleba que taljuicio (can todo el respeto que, en particular, me mereceAmado Alonso) es, sin duda, exagerado. Recordemos queantes de 1'Ienendez y Pelayo estan ]vIila y Fontanals, Be-llo, y hasta un Lista y un Juan 1\iIariaGutierrez, mas va-liosos, parejos y abundantes que Heredia.

El Ensayo sobre la novela (y, sobre todo, el ultimoarticulo, Cledicado a la novela historiea y es una excelentemuestra de critica. Las virtudes que muestra Heredia enel Ensayo se encuentran tambien en estudios como 10s

. titulados Poetas ingleses contempoTdneos (ver, especial-mente, la parte dedicada a Byron), Versos de ]. NicasioGallego~ y en un ensayo sobre Rousseau, en estos ultimos,de manera menos llamativa. PeTo la verdad es que lasexceleneias del Ensayo no se repiten roayormente en 105otros estudios y notas. Se trata, por 10 comun, de co-

mentariosc~rc~nstanciales, de noticias de libros, que res-pon~en caSI slempre a un caractersimplemente infor-matIvo 0 de ~ulgariza~i6~ (ver Libros j;ldios, Biografiade ]uanBautlsta Castl) BlOgraf!a de Alelchor Cesarotti).

Por supuesto, y como los buenos crfticos no abun-dan. durante ~l siglo :ClX. (~as aim, en la epoca en queescnbe HeredIa), la JUStlClaobliga a tener presente elnom?re del cub~no cuando se mencionan 105criticos deese sigio.. Esto dIcho ~?n la, ~alvedad de la irregular y nomuy nutnda producclOn cntlCa de Heredia.: Unestudio pormenorizaclo de Heredia oblizaria a

Cl.taraqui, com? sector~s.dif.erenciados de su pros~, a 10sdiscursos y escntos polItlcos, y. al interesante epistolario.Por 10 pronto, yo los he estudiado en otras paginas. Eneste l~gar, .conviene repetir que las obras politic as deHeredIa refuman 10 que ya sabemos a traves de svs ver-sos: la pred~ca de lib~rtad, su ataque a la tirania, aun-q~e lo~ escntos se reheren a :l\1exico,mas que a Cuba.No olvldemos que se trata, en sn mayor parte, de m:ticu-Ios periodisticos (de "EI Fanal", "EI ReformadOl" "EIIris", "La MisceIanea", de Tlalpam, "EI Conservador",d: Toluca), y que corresponden a su larera etapa de 1\ile-XICO,verdadera "patria adoptiva" del c~bano tal comoeste 10proclam6 con orgullo. '. Por ultimo, el epistolario de Heredia es testimonioImpo~tante para conocer la intimidad del hombre, susreaCClOnesante los sucesos que ve de cerea 0 Ie apasio-nan ... Y, por supues.to, porque contribuyen tambienpar~ ahondar en 1as vIrtudes 0 condiciones de Herediaescnto::. Son cartas er:viadas a sus familiares (su madre,su mUJer) y a sus amigos (Del }\tronte,Silvestre Alfonso,BIas Oses).\

Este. epistolario se utiliza a menudo para documen-tar la vIda del poeta. Es sobre todo siernificativo pararastrear sus afios de 105 Estados Unido~ y de 1\ilexico.}\tIuchas veces, sus versos se a':1aran 0 cobran especialsentido a traves de parrafos de las cartas.

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En fin, sin ser remarcado ejemplo de proia episto-lar.. las cartas de Heredia tienen, fuera del aceptado va-lor autobiogrifico, la importancia de mostrar nuevas pro-yecciones de su estilo en una obra de ton a menor, nodedicada, en su mayor parte, a la imprenta.

T enemos, as!, una vision general de la obra de Jose:Maria Heredia. Aun con el reconocimiento de sectoresdiferentes y del lugar indiscutible de la Iirica (lugar queno alteraremos), es valida hoy reparar en otras partes desu ob1;'a, aunque no nos. ofrezcan cambios ni descubri-mientos espectaculares. De esa manera tendremos tam-bien un conocimiento menos fragmentario y mas justode este importante escritor del pasado siglo.

HEREDIA Y EL ROA1ANTICISlvIOALBORES DEL ROlvIANTICISlvIO

En 10sultimos afios se ha debatido con renovados ar-gumentos el problema de la situacion de Heredia en re-l~::ion con el rom,anticismo. l\Iejor dicho, la justifica-CIOnde esos estudlOs (que van desde una breve afirma-cion de Torres Rioseco hasta un entero libro de lVIanuelPedro Gonzalez) consiste en querer mostrar que Herediano es un escritor que esta a mitad de camino entre cla-s~cismo y romanticismo (una mitad de camino que notlene por que estar en el medio exacto), sino que estaen una ya decidida posicion de iniciador. Jose MarlaHeredia) primogenito del romanticismo hispano) se titu-la la obra de lVIanuel Pedro Gonzalez. Y, antes, habiaescrito Arturo Torres Rioseco: "Cronologicamente, el[Heredia] fue no solo el primer poeta romantieo de His-ean~~merica, sino. ~am~ien el primero en lengua espa-nola . (La antelaClon tlene, a su vez, la Heil referenciaa Echeverria.)

Manuel Pedro Gonzalez nos da una ofrend a deta-llada, y su planteo se acompafia can esta salvedad: Here-dia es. romantico ent~e 1820 y 1825, ya que despues seproduJo en el, par dlferentes motivos, una reaccion an-tirroman tica.

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Por ultimo, Jorge Maiiach procura mostrar que He-redia es, dcsde mucho antes de poder hablarse de un ro-mantieismo de escuela en estas regiones, "un romantieoacabado".

Reducicnclome a estos clos ultimos estudios, comotraba jos m:'tS cletallados, veo en enos un fervor que, des-graciaclamcntc, 10s testimonios no siempre subrayan.Tambien, cierto tono radical de descubrimiento que nose justifica a esta altura de 10sestudios heredianos. Des-pues de tado, se propane el remplazo de "Heredia, pre-cursor" (ta). como es comunmente aceptado) por el de"Heredia, iniciador del romanticismo". Algo as! comoun escalOn adelante y mas alto, dentro de una particu-lar (y di:3cutible) escala de valores.

Se obidan u omiten elementos que no contribuyana la tesis. Y, por otra parte, se llega (como ocun:e enM.P. GOllzalez) al reconocimiento de la "ambivalenciaestetica" d.e Heredia (es decir, eIasicismo y romanticis-mo) en p(Jf~masdecisivos. ~Y no es esto 10 que proc1amala critica mas corriente?

. CuanJo se defiende, por ejempl0, a Echeverria· enel Iugar de inieiador (0 como primer nombre en 1a cro~nologia del mov.imiento), se atiende al caracter total desu obra, a su romanticismo conseie.nte, "de escue1a", a lacohesion entre ideario y obra. Y esto, sabemos, no oeu-

. rre en el caso de Heredia, poeta muy superior a Echeve-rria, si bien no es elvalor 10 que esta aqui en litigio.

Detengamonos en Her~dia. Yo veo que en Heredi~.luchan, pugnan, ideales y. modelos neoclasicos can lee-turas y modelos romantieos (lecturas mas cercanas y, .na-turalmente, novedosas). La irnportancia que adqmereesto ultimo hace que Heredia sea, sin ninguna duda, elescritor de comienzos del siglo que mas seaeerca a 10stipicos romanticos. Pero, como esas inclinaeiones se con-trapesan con obras decididamente neoclasicas (obras que;sabemos, escribe al mismo tiempo 0 cerca de aquellas de-claradas "romanticas"), la obra total de Heredia nos pro"duce esa sensacion de pugna 0 lucha, a que me referi.

~or s~puesto, ae~ptamos que Heredia es el "precursor"Inmedlato, y, repIto, el que mas se acerca al romanticis-mo "de escuela" que prevalece rotundamente en Hispa-noamerica despues de 1830.

Aun considerando el pedodo 1820-1825, vemos queaJ lado de poesias como En el teocalli de Cholula (1820),l!royecto (1824) y el Niagara (1824), escribe poesiasdemdudable cuno neoclasico como Caracter de mi padre(1,822), Poesia y la serie de sonetos (Roma) Socrates} Ca-ton} etc.).

Tambien por esos anos escribe (0 traduce, ·0 imi-ta) las tragedias neoclasicas siguientes: Pirro (1820),:4treo (1.822), !-'~muerte de Cesar (1823) y Sila (1825).YmenClOno umcamente las que han podldo precisarseen la cronologia. \ ~,

Las traducciones liricas de Heredia (en su mayorF,arte, S1, de poetas romanticos, aunque no siempre se:marque -10 hemos visto- al verdadero Rutar) se publi-c<::.ronen la edicion de Toluca (1832). .

Heredia es, antes de 1830, el poeta que.. en su epocay en Hispanoamerica, muestra mas clara:; i:-movaciones£letricas. Asi, usa Heredia la Hamada- octava bermudi-rLa (ver La vuelta al sur, de 1825). CuriosamJ~nte, Here-dia, en America, y Espronceda, en Espana, la utilizaronantes que Bermudez de Castro, de quien h estrofa to-mo nombre.

En Heredia encuentra Tomas Navarro, por primeravez, el quinteto endecasilabo con rima ABCDD. Herediauso tambien el verso eneasilabo (Desesperacion y Diosal hombre, traducciones de Lamartine), asi como el en-decasilabo de gaita gallega (Himno de guerra) 1826).

Por supuesto, no es "novedacl" romantica el versodecasilabo de tres acentos, tan frecuentemente ligado a105 himnos y canciones patrioticas de la epoca de la Re-volucion (Cr, Vicente Lopez y Planes, Olmedo y mu-chos otros).

Heredia no plantea criticamente en su prosa (y tie-ne una nutrida serie de ensayos y de cartas) el problema

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Examinando ahora e1 caracter de Rousseau como escritor, Iefonnariamos un completo panegirico, si la severa verdad no nosobligase a decir que sus obras abundan en Ias doctrinas n:as pes-tilentes propaladas en 1enguaje tan bello y elocuente, que hsonJeanla imacrinaci6n y preocupan e1 juicio. La Julia, modelo inimitablede gra~ia y temura, esta llena de una sencillez fascinadora, queparece la pura inspiraci6n de la naturaleza. Mas inculca principiosfalsos, a saber, que la modestia y la virtud son compatibles en lasmujeres con afectos inmorales, que el vida es tal [solo] cuando semanifiesta, y que el coraz6n es la mejor guia moral de la vida.Esta doctrina extravagante es contraria a los principios fundamen-tales de la sociedad, y conservadores de su decoro y armonia; em-pero, es la clave para descifrar 10s misterios de la Nueva Heloisa.

a conciliarse. Entre esas aproximadones y simpatias es-taban Ias que se ligaban a romanticos europeos (comoByron y Lamartine, por ejemplo), si bien no Ie permi-tian desalojar en el vivencias y model os de finne raigam-bre neoclasica.

Ademas, no todo debe explicarse a traves deposi-bles modelos. Yo veo que el mejor ejemplo que nosmuestra esa clara actitud de Heredia (pugnas esteticase indecisiones, miradas hacia ade1ante, pero, no menos,apoyos hacia atris) siguesiendo su poema En el teocallide Cholula, de tanalta significacion en su lirica.

Como yahemos visto, se conocen dos vers-iones delpaema: la publicada en la edicion de Nueva York con eltitulo de Fragmentos descriptivos de un poema mexicano,y la'l~e~unda, que, con el tit,!lo tradicional, aparece enla 'eCllclon de Toluca. Pues bIen, la segunda version nosda no solo un poema mas "completo", sino tambien maslogrado artisticamente. En otro lugar heplanteado laposibilidad de que fueran los consejos de Bello los quecontribuyeran a mejorar la obra, pero aqui solo quierahacer ~incapie en las diferencias y en el hecho de 'quela versIon de 1825 es, sin duda, mas romintica que lade 1832. Sobre todo, porque la de 1832 incorpora, a ma-nera de moraleja clasicista, una extensa parte final. Locua~, a su vez, no es cbstaculo para que aparezca, en suconJunto, mas logrado que eI poema primitivo. De don-de -y esto tiene su importancia- razones de peso poeti-co, y no simples datos cronoIogicos, son los que nos lIe-van a comprender Ia verdadera situacion de Heredia.

c1asicismo-romantieismo. Hay, si, una acotacion de pas-trimerias, en 1839, poco halagadora para e1 romanticis-mo que, si norecuerdo mal, es la unica mendon que elpoeta hace de la escuela. Por 10 demis,los comentarioso reflexiones de Heredia que pueden rastrearse en suobra nos Bevan hacia conceptos c1asicistas de poeticas y ,retoricas, y no hacia 10s alegatos rominticos. Veamosejemp16s.

En 1826, al ocuparse de Byron entre 10s Poetas in-gleses contemjJordneos, Heredia elogia, en general, sulirica, y, dentro de ella, 1a sensibilidad, 1as descriptio-nes. Pero dice de 1as obras dramiticas:

Sus tragedias Marino Faliero, Los dos Foscari, Sardandpalo yWerner no son sus obras mas admirables. Desatendi6 en ellas lasunidades, y no supo sostenerse 'a la altura de Ia dignidad tragica.

Y en 1832, al ocuparse de Rousseau y su obra, dice,a proposito de h Nueva Elofsa:

Es cierto que no siempre hay cohesion entre las ideasesteticas y la obra de un poeta, y ya e1 Hamarlo poetanos sefiala el incuestionable predominio. Pero es evi-dente que en Heredia los anticipos romanticos de suspoemas no encuentran mayor respaldo en conceptos desu prosa. Reitero que Heredia se sentia un tanto en me-dio de aproximaciones y simpatias que no a1canzaban

Por todo 10 expuesto, creo que el verdadero Iugar deHeredia, sin desmerecer sus anticipos renovadores, est:ien Ia epoca que estudiamos. En la que 10 hemos es-tudiado.

Estamos de acuerdo con que el nombre de "precur-

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sor" suele ser de engafiosa dimension, pero bien sabemosque tal Hombre soloes valido dentro de una perspee-tiva limitadora. Y algo parecido oeurre, entonees, conAndres Bello.

La verdadera estatura de Heredia y de Bello superaen mueho un simple papeLde "escritores de transici6n".ereo comprender losdesvelos de algunos criticos de He-redia, cOl1vencidos,sin duda, de una "ley del progreso"literaria. 'Situaci6nque, por otra parte, reproduce ejem-plosparctle1os en otros momentos de iniciaei6n. Paraaquelloscriticos, el posible rorrianticismo de Heredia. su-p6ne,. ,por 10 comun ysin mas explieaciones,mayor je-tarquia estetica que' elneoc1asieismo que puedaobser-varse en el, sin entrarahora a distinguir dudosos rasgosde eseue1a.

" : NOte repara en que un buen neocIasico vale masque untlJ,ediano fomaIitico, en que un buen .romantieovale mas que un mediano modernista. Y, porsupuesto,que Hercdi,lesta muy por eneima de Echeverria, 'sivaleel ejempJv ... Estecomentario. elemental yredundante,se justifica --repito-:-ante Ia identificaei6n que se esta-blece a menudo entre valores poeticosy prioridades ero-no16gicas. ,Identificaci6n, sabemos, harto diseutible.

. En fin, IIegamos, por ultimo, a otra consideraci6nnecesaria: ~,;te ir y venir acerea del neoclasicismo y ro-:manticismo de poetas como Heredia es valida siempreque no distorsione 10s valores esenciales desu obra, di-Iuidoscon freeuencia -10 vemos- en Iineas y frondosi-rlades.que solo de manera tangeneial tienen contacto conaquellos valores.

Indico aqui una serieCle obras que aportan mate-riales utiIes para ahondar en diferentes aspectos de esta,epoca literaria. Y, I)or otra. parte, algunos trabajos quese mencionan como puntas de referenda (y, no siempre,c9incidencia) en rni estudio.

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