En el principio la palabra ya existía

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1 ta - Principio y Fin Por lo tanto, quiero que sepan que nadie que habla por el Espíritu de hwhy maldice a [wfy, y nadie puede decir que [wfy es hwhy excepto por el Espíritu Santo. (1 Corintios 12:3 ) Yeshúa es la Palabra de Dios manifestada como ser humano. La Palabra de Dios es mucho más que un dicho, es el agente por medio del cual actua dentro de su creación. La Palabra de Dios es una manifestación de Dios que emana de Dios, es un ser aparte de Dios pero al mismo tiempo parte de Dios. En otras palabras la Palabra de Dios es Dios mismo. Un judío del primer siglo escribió acerca de Bereshit 1:1 (Génesis 1:1), comentando acerca de la creación, de la siguiente forma. En el principio la Palabra ya existía. La Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios. El que es la Palabra existía en el principio con Dios. Dios creó todas las cosas por medio de él, y nada fue creado sin él. (Juan 1:1-3 NTV) Esto no es algo nuevo que el discípulo amado de Yeshúa dijo. Filón de Alejandría, quién tambien es un judío del primer siglo, habla del logos (Palabra) como el instrumento o agente que Dios utilizó para su creación. También encontramos esta misma forma de pensar en las traducciones del hebreo al arameo de Onquelos, un prosélito judío del primer siglo, que cuando traduce los textos donde Dios es personificado lo parafrasea como memra (Palabra) de Dios. El autor de la carta a los hebreos, otro judío del primer siglo, también expresa que por medio del Hijo, quien es la Palabra de Dios, todo fue creado. Hace mucho tiempo, Dios habló muchas veces y de diversas maneras a nuestros antepasados por medio de los profetas. Y ahora, en estos últimos días, nos ha hablado por medio de su Hijo. Dios le prometió todo al Hijo como herencia y, mediante el Hijo, creó el universo. El Hijo irradia la gloria de Dios y expresa el carácter mismo de Dios, y sostiene todo con el gran poder de su palabra. Después de habernos limpiado de nuestros pecados, se sentó en el lugar de honor, a la derecha del majestuoso Dios en el cielo. (Hebreos 1:1-3 NTV) Note lo que dice acerca del Hijo, sostiene todo con el gran poder de su palabra. Pués el Hijo es la Palabra de Dios. Esta manifestación y emanación de Dios se nos manifestó como uno de nosotros. Entonces la Palabra se hizo hombre* y vino a vivir entre nosotros. Estaba lleno de fidelidad y amor inagotable.* Y hemos visto su gloria, la gloria del único Hijo del Padre. (Juan 1:14 NTV) Pablo (Shaúl), otro judío del primer siglo, escribe lo mismo acerca del Mesías o Cristo. Cristo es la imagen visible del Dios invisible. Él ya existía antes de que las cosas fueran creadas y es supremo sobre toda la creación* porque, por medio de él, Dios creó todo lo que existe en los lugares celestiales y en la tierra. Hizo las cosas que podemos ver y las que no podemos ver, tales

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ta - Principio y Fin

Por lo tanto, quiero que sepan que nadie que habla por el Espíritu de hwhy maldice a [wfy, y

nadie puede decir que [wfy es hwhy excepto por el Espíritu Santo. (1 Corintios 12:3 ) Yeshúa es la Palabra de Dios manifestada como ser humano. La Palabra de Dios es mucho más que un dicho, es el agente por medio del cual actua dentro de su creación. La Palabra de Dios es una manifestación de Dios que emana de Dios, es un ser aparte de Dios pero al mismo tiempo parte de Dios. En otras palabras la Palabra de Dios es Dios mismo. Un judío del primer siglo escribió acerca de Bereshit 1:1 (Génesis 1:1), comentando acerca de la creación, de la siguiente forma. En el principio la Palabra ya existía. La Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios. El que es la Palabra existía en el principio con Dios. Dios creó todas las cosas por medio de él, y nada fue creado sin él. (Juan 1:1-3 NTV) Esto no es algo nuevo que el discípulo amado de Yeshúa dijo. Filón de Alejandría, quién tambien es un judío del primer siglo, habla del logos (Palabra) como el instrumento o agente que Dios utilizó para su creación. También encontramos esta misma forma de pensar en las traducciones del hebreo al arameo de Onquelos, un prosélito judío del primer siglo, que cuando traduce los textos donde Dios es personificado lo parafrasea como memra (Palabra) de Dios. El autor de la carta a los hebreos, otro judío del primer siglo, también expresa que por medio del Hijo, quien es la Palabra de Dios, todo fue creado. Hace mucho tiempo, Dios habló muchas veces y de diversas maneras a nuestros antepasados por medio de los profetas. Y ahora, en estos últimos días, nos ha hablado por medio de su Hijo. Dios le prometió todo al Hijo como herencia y, mediante el Hijo, creó el universo. El Hijo irradia la gloria de Dios y expresa el carácter mismo de Dios, y sostiene todo con el gran poder de su palabra. Después de habernos limpiado de nuestros pecados, se sentó en el lugar de honor, a la derecha del majestuoso Dios en el cielo. (Hebreos 1:1-3 NTV) Note lo que dice acerca del Hijo, sostiene todo con el gran poder de su palabra. Pués el Hijo es la Palabra de Dios. Esta manifestación y emanación de Dios se nos manifestó como uno de nosotros. Entonces la Palabra se hizo hombre* y vino a vivir entre nosotros. Estaba lleno de fidelidad y amor inagotable.* Y hemos visto su gloria, la gloria del único Hijo del Padre. (Juan 1:14 NTV) Pablo (Shaúl), otro judío del primer siglo, escribe lo mismo acerca del Mesías o Cristo. Cristo es la imagen visible del Dios invisible. Él ya existía antes de que las cosas fueran creadas y es supremo sobre toda la creación* porque, por medio de él, Dios creó todo lo que existe en los lugares celestiales y en la tierra. Hizo las cosas que podemos ver y las que no podemos ver, tales

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como tronos, reinos, gobernantes y autoridades del mundo invisible. Todo fue creado por medio de él y para él. Él ya existía antes de todas las cosas y mantiene unida toda la creación. (Colosenses 1:15-17 NTV) Pues en Cristo habita toda la plenitud de Dios en un cuerpo humano.* (O en él habita toda la plenitud de la deidad en forma corporal.) (Colosenses 2:9 NTV) Podemos concluir entonces que la creencia en la divinidad del Hijo de Dios es muy judía, contraria al pensamiento del Judaísmo actual. También en las Escrituras hebreas encontramos evidencia de la existencia del Hijo de Dios y de su divinidad. El Rey Salomón (Shelomó) escribió lo siguiente. ¿Quién sino Dios sube a los cielos y desciende de ellos? ¿Quién retiene al viento en sus puños? ¿Quién envuelve a los océanos en su manto? ¿Quién ha creado al mundo entero? ¿Cuál es su nombre? ¿Y el nombre de su hijo? ¡Dime, si los sabes! (Proverbios 30:4 NTV) Note también que cuando habla acerca de la creación de Dios menciona al hijo junto a Dios, ambos laborando juntos en el acto de la creación. ¿Quién ha creado al mundo entero? ¿Cuál es su nombre? ¿Y el nombre de su hijo? El Hijo de Dios, quien es la Palabra de Dios, es tambíen la Sabiduría de Dios. Salomón nos dice acerca de ella. El SEÑOR me formó desde el comienzo, antes de crear cualquier otra cosa. Fui nombrada desde la eternidad, en el principio mismo, antes de que existiera la tierra. Nací antes de que los océanos fueran creados, antes de que brotara agua de los manantiales. Antes de que se formaran las montañas, antes que las colinas, yo nací, antes de que el SEÑOR hiciera la tierra y los campos y los primeros puñados de tierra. Estaba presente cuando él estableció los cielos, cuando trazó el horizonte sobre los océanos. Estaba ahí cuando colocó las nubes arriba, cuando estableció los manantiales en lo profundo de la tierra. Estaba ahí cuando puso límites a los mares, para que no se extendieran más allá de sus márgenes. Y también cuando demarcó los cimientos de la tierra, era la arquitecta a su lado. Yo era su constante deleite, y me alegraba siempre en su presencia. (Proverbios 8:22-30 NTV) Vemos la prexistencia del Hijo, como el supremo de toda la creación, y nos invita a buscarle y conocerle para recibir vida. Pues todo el que me encuentra, halla la vida y recibe el favor del SEÑOR. (Proverbios 8:35 NTV) El discípulo amado nos relata las propias palabras de Yeshúa (Jesús) acerca de su prexistencia y su invitación a conocerle. Pues le has dado a tu Hijo autoridad sobre todo ser humano. Él da vida eterna a cada uno de los que tú le has dado. Y la manera de tener vida eterna es conocerte a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien tú enviaste a la tierra. Yo te di la gloria aquí en la tierra, al terminar la obra

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que me encargaste. Ahora, Padre, llévame a la gloria que compartíamos antes de que comenzara el mundo. (Juan 17:2-5 NTV) Yeshúa es el Creador, el dador de vida. El discípulo amado nos los relata en las propias palabras de Jesús. Jesús le dijo: —Yo soy la resurrección y la vida.* El que cree en mí vivirá aun después de haber muerto. (Juan 11:25 NTV) Jesús le contestó: —Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie puede ir al Padre si no es por medio de mí. (Juan 14:6 NTV) Dios y su Hijo son el mismo pero al mismo tiempo diferentes pero unidos. El discípulo amado nos relata que esto fue causa de tropiezo para los líderes judíos del primer siglo, como también lo es hoy día para el Judaísmo actual. Entonces los líderes judíos se esforzaron aún más por encontrar una forma de matarlo. Pues no sólo violaba el día de descanso sino que, además, decía que Dios era su Padre, con lo cual se hacía igual a Dios. Entonces Jesús explicó: «Les digo la verdad, el Hijo no puede hacer nada por su propia cuenta, sólo hace lo que ve que el Padre hace. Todo lo que hace el Padre, también lo hace el Hijo, (Juan 5:18-19 NTV) Pues, así como el Padre da vida a los que resucita de los muertos, también el Hijo da vida a quien él quiere. Además, el Padre no juzga a nadie, sino que le ha dado al Hijo autoridad absoluta para juzgar, a fin de que todos honren al Hijo así como honran al Padre. El que no honra al Hijo, por cierto tampoco honra al Padre quien lo envió. »Les digo la verdad, todos los que escuchan mi mensaje y creen en Dios, quien me envió, tienen vida eterna. Nunca serán condenados por sus pecados, pues ya han pasado de la muerte a la vida. (Juan 5:21-24 NTV) Dios es el único quien nos puede juzgar y perdonar nuestros pecados. Y es su Hijo quién regresará al mundo para hacer juicio. Entonces vi el cielo abierto, y había allí un caballo blanco. Su jinete se llamaba Fiel y Verdadero, porque juzga con rectitud y hace una guerra justa. Sus ojos eran como llamas de fuego, y llevaba muchas coronas en la cabeza. Tenía escrito un nombre que nadie entendía excepto él mismo. Llevaba puesta una túnica bañada de sangre, y su título era «la Palabra de Dios». Los ejércitos del cielo vestidos del lino blanco y puro de la más alta calidad lo seguían en caballos blancos. De su boca salía una espada afilada para derribar a las naciones. Él las gobernará con vara de hierro y desatará el furor de la ira de Dios, el Todopoderoso, como el jugo que corre del lagar. En la túnica, a la altura del muslo,* estaba escrito el título: «Rey de reyes y Señor de señores». (Apocalipsis 19:11-16 NTV) Note que quién regresa se identifica así mismo como la Palabra de Dios y que también es Rey de reyes y Señor de señores, un título del Rey del universo, de Dios mismo. Dios y su Hijo son uno. Y es el Hijo quién es el Rey Ungido de Israel y Juez del mundo entero. El Rey David dijo acerca del Hijo de Dios, quien es el Mesías de Israel y nuestro refugio, lo siguiente.

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Pero el que gobierna en el cielo se ríe; el Señor se burla de ellos. Después los reprende con enojo; los aterroriza con su intensa furia. Pues el Señor declara: «He puesto a mi rey elegido en el trono de Jerusalén,* en mi monte santo». El rey proclama el decreto del SEÑOR: «El SEÑOR me dijo: “Tú eres mi hijo.* Hoy he llegado a ser tu Padre.* Sólo pídelo, y te daré como herencia las naciones, toda la tierra como posesión tuya. Las quebrarás* con vara de hierro y las harás pedazos como si fueran ollas de barro”». Ahora bien, ustedes reyes, ¡actúen con sabiduría! ¡Quedan advertidos, ustedes gobernantes de la tierra! Sirvan al Señor con temor reverente y alégrense con temblor. Sométanse al hijo de Dios,* no sea que se enoje y sean destruidos en plena actividad, porque su ira se enciende en un instante. ¡Pero qué alegría para todos los que se refugian en él! (Salmos 2:4-12 NTV) Cuando estuvo entre nosotros sus discípulos quedaron asombrados cuando reprendió el viento y las olas y la tormenta cesó «¿Por qué tienen miedo? —preguntó Jesús —. ¡Tienen tan poca fe!». Entonces se levantó y reprendió al viento y a las olas y, de repente, hubo una gran calma. Los discípulos quedaron asombrados y preguntaron: «¿Quién es este hombre? ¡Hasta el viento y las olas lo obedecen!». (Mateo 8:26-27 NTV) «¿Quién es este hombre? ¡Hasta el viento y las olas lo obedecen!». Entonces les preguntó: —Y ustedes, ¿quién dicen que soy? Simón Pedro contestó: —Tú eres el Mesías,* el Hijo del Dios viviente. (Mateo 16:15-16 NTV) El Hijo del Dios viviente, la Palabra de Dios. Toda la Escritura es Palabra de Dios. El es el Alef y Tav (Alfa y Omega). El principio y el fin. También dijo: «¡Todo ha terminado! Yo soy el Alfa y la Omega, el Principio y el Fin. A todo el que tenga sed, yo le daré a beber gratuitamente de los manantiales del agua de la vida. Los que salgan vencedores heredarán todas esas bendiciones, y yo seré su Dios, y ellos serán mis hijos. (Apocalipsis 21:6-7 NTV) Escribe esta carta al ángel de la iglesia de Esmirna. Éste es el mensaje de aquél que es el Primero y el Último, que estuvo muerto pero ahora vive: (Apocalipsis 2:8 NTV) No se dejen engañar por las mentiras del enemigo. Recuerde lo dicho por uno de sus discípulos. Él, quien es la vida misma, nos fue revelado, y nosotros lo vimos; y ahora testificamos y anunciamos a ustedes que él es la vida eterna. Estaba con el Padre, y luego nos fue revelado. (1 Juan 1:2 NTV) Así que les escribo no porque no conozcan la verdad, sino porque conocen la diferencia entre la verdad y la mentira. ¿Y quién es un mentiroso? El que dice que Jesús no es el Cristo.* El que niega al Padre y al Hijo es un anticristo.* El que niega al Hijo tampoco tiene al Padre; pero el que confiesa al Hijo tiene al Padre también. Por lo tanto, ustedes deben seguir fieles a lo que se les ha enseñado desde el principio. Si lo hacen, permanecerán en comunión con el Hijo y con el

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Padre; y en esta comunión disfrutamos de la vida eterna que él nos prometió. Les escribo estas cosas para advertirles acerca de los que quieren apartarlos del camino. (1 Juan 2:21-26 NTV) Pues hay muchos por ahí que dicen que Yeshúa no es el Mesías o que Dios no tiene Hijo. Y también hay otros que dicen que el Hijo de Dios no es Dios. La evidencia desmuestra lo contrario. Pidamos en oración a nuestro Padre Celestial y por medio de su Hijo que esta revelación que nos ha sido dada por su bondad inmerecida también les sea dado a todo el mundo en nuestros días. Porque el tiempo esta cerca... ¡Shalom! http://luverdadera.blogspot.com