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Boletín literario El Club de los Domingos por Francesca Cañas Estamos ya en pleno verano, aunque yo -como cuando era pequeña- sigo identificando esa estación con las vacaciones y hasta ahora, que casi todos a mi alrededor han empezado a desfilar -cargados de maletas, familia, amigos e ilusiones, hacia un destino de algarabía o descanso-, no he sido consciente del cambio de estación. Si puedo escoger, prefiero hacer vacaciones cuando otros emprenden el camino de regreso, de la misma forma que me gusta reservarme la guinda del pastel para el final. Intuyo que, a esa manía mía por coleccionar recuerdos agradables, se debe mi tendencia a poner mucho cuidado en rodearme de aquello que puede ayudarme a fabricarlos. Por eso, a veces, uno debe dedicar el verano a bucear en la lista de autores conocidos, al rescate de los importantes y dejar de insistir con aquellos que, en años, no nos han aportado ni un solo rato digno de suavizar alguna de las soledades que nos acometerán -a todos-, cuando llegue el invierno de nuestra vida. Con nuestras lecturas también fabricamos recuerdos y debemos ser cada día más exigentes, aunque eso nos obligue a releer más. Es esa exigencia tardía la culpable de que esta estación sean pocas las novelas escogidas. Cada una de las lecturas que os recomendamos tiene su momento en estos días de asueto y, por supuesto, no están todas las que son, pero tened por seguro que son todas las que están. ¡FELIZ LECTURA, SOCIOS! Imagen: “Verano" (fragmento), de Joaquín Sorolla. Museo Nacional de Bellas Artes. La Habana, Cuba. EN LA ESTACIÓN Nº 2 - VERANO 2014

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Boletín literario El Club de los Domingos por Francesca Cañas

Estamos ya en pleno verano, aunque yo -como cuando era pequeña- sigo identificando esa estación con las vacaciones y hasta ahora, que casi todos a mi alrededor han empezado a desfilar -cargados de maletas, familia, amigos e ilusiones, hacia un dest ino de algarabía o descanso-, no he sido consciente del cambio de estación.

Si puedo escoger, prefiero hacer vacaciones cuando otros emprenden el camino de regreso, de la misma forma que me gusta reservarme la guinda del pastel para el final. Intuyo que, a esa manía mía por coleccionar recuerdos agradables, se debe mi

tendencia a poner mucho cuidado en rodearme de aquello que puede ayudarme a fabricarlos.

Por eso, a veces, uno debe dedicar el verano a bucear en la lista de autores conocidos, al rescate de los importantes y dejar de insistir con aquellos que, en años, no nos han aportado ni un solo rato digno de suavizar alguna de l as so ledades que nos acometerán -a todos-, cuando llegue el invierno de nuestra vida.

Con nuestras lecturas también fabricamos recuerdos y debemos ser cada día más exigentes, aunque eso nos obligue a releer más.

Es esa exigencia tardía la

culpable de que esta estación sean pocas las novelas escogidas.

Cada una de las lecturas que os recomendamos tiene su momento en estos días de asueto y, por supuesto, no están todas las que son, pero tened por seguro que son todas las que están.  !

¡FELIZ LECTURA, SOCIOS! !!

Imagen: “Verano" (fragmento), de Joaquín Sorolla. Museo Nacional de Bellas Artes. La Habana, Cuba.

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EL AUTOR DE LA ESTACIÓN: JOHN BANVILLE por Francesca Cañas

OTRAS OBRAS DEL AUTOR

!Firmadas como John Banville: - Copérnico (1976) - Kepler (1981) - La carta de Newton (1982) - El libro de las pruebas (1989) - El intocable (1997) - Eclipse (2000) - Imposturas (2003) - Los infinitos (2010) - Antigua luz (2012) !!Firmadas como Benjamin Black: - El secreto de Christine (2007) - El otro nombre de Laura (2008) - El Lémur (2009) - En busca de April (2011) - Muerte en verano (2012) - Venganza (2013) - La rubia de ojos negros (2014)

BIOGRAFÍA !Nació en Wexford, el 8 de

diciembre de 1945, vivió en EEUU en 1968 y 1969 y a su regreso entró a trabajar como periodista en el diario The Irish P r e s s , d o n d e l l e g ó a s e r subdirector jefe. Entre 1988 y 1999 fue editor literario en The Irish Times y actualmente es colaborador habitual en The New York Review of Books.

Publicó sus primeros relatos en 1970, en un volumen que se tituló Long Lankin y, tras ellos, una serie de novelas, entre las que destacan El libro de las pruebas, finalista del Premio Man Booker en 1989 y El mar, con la que ganó el preciado galardón en 2005.

A pesar de los premios y de que publicar novela negra -como Benjamin Black- desde 2006, Banville no es un autor popular, probablemente porque su prosa está comprometida con el estilo más que con el mercado.

T ó i b i n e s c r i b i ó q u e “representa un punto de inflexión

dentro de la escritura irlandesa c o n t e m p o r á n e a . [ … ] u n a sensación de perplejidad ante la naturaleza del universo, llena sus páginas”. John Banville, es un escritor que se atreve con todos los géneros y temas, y a todos aplica su prosa preciosista, por la que muchos lo comparan con Nabokov.

“Me interesa muy poco lo que estoy diciendo. Lo que me impor ta es cómo lo d ig o. Curiosamente, me doy cuenta de que si me concentro lo suficiente en mi manera de e sc r ib i r encontraré la expresión, que no será necesariamente lo que yo buscaba transmitir. quiero decir que el acontecimiento expresivo ocurrirá. Este fenómeno tiene que ver con la concentración: la cosa, lo que terminará siendo expresión, empieza a resplandecer, empieza a florecer. Esto es lo que la visión artística hace: producir objetos conscientes que revelan su significado.” Juan Delaney. La Nación (19.07.2008).

!!!!!“El arte es una cosa extraña. Bajo el sombrero de Banville puedo escribir 200 palabras al día. Un día decidí que podía convertirme en otro y bajo ese segundo sobrero, en esa segunda piel, puedo irme a comer tras haber escrito un millar de palabras, tal vez 2.000, y disfrutar con ello. Es increíble descubrir cómo otro tipo puede vivir tu vida y usar tus manos y deleitarse con eso. Escribir es un trabajo peculiar… Escribir es como respirar. Lo hago por necesidad. Por mi propia boca, y ahora también por la de Black” !

Claudi Pérez. Salir a pelear sabiendo que serás

derrotado: eso es la literatura. El País (23.10.2011)

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El mar John Banville !   Tras la reciente muerte de su esposa después de una larga enfermedad, el historiador de arte Max Morden se retira a escribir al pueblo costero en el que de niño veraneó junto a sus padres. Pretende huir así del profundo dolor por la reciente pérdida de la mujer amada, cuyo recuerdo le atormenta incesantemente. El pasado se convierte entonces en el único refugio y consuelo para Max, que rememorará el intenso verano en el que conoció a los Grace (los padres Carlo y Connie, sus hijos gemelos Chloe y Myles, y la asistenta Rose), por quienes se sintió inmediatamente fascinado y con los que entablaría una estrecha relación. Max busca un improbable cobijo d e l p r e s e n t e d e m a s i a d o doloroso en el recuerdo de un momento muy concreto de su i n f a n c i a : e l ve r a n o d e s u iniciación a la v i d a y s u s p l a c e r e s , d e l descubrimiento de la amistad y el a m o r ; p e r o t a m b i é n , finalmente, del dolor y la muerte. A medida que a v a n z a s u e v o c a c i ó n s e d e s v e l a r á e l trágico suceso que ocurrió ese verano, el año en el que tuvo lugar la “extraña marea”; una larga y meándrica rememorac ión que deviene catár t ico exorcismo de los fantasmas del pasado que atenazan su existencia.

P o c a s v e c e s l e o l a contraportada de los libros, pero este lo había tenido tantas veces entre mis manos -y todas ellas lo había devuelto a su estante en la librería-, que decidí darle una última oportunidad hace apenas unos d ías. Lo que le í me c o n v e n c i ó y p o r e s o l o reproduzco, para que os animéis a leerla, porque es una novela maravillosa. Por lo que dice y, sobre todo, por cómo lo dice.

Para los amantes de la novela, es un placer leer un texto que te arrastra como las olas que aparecen en la portada, tú solo te limitas a leer y Banville te conduce a través de una historia triste pero reconocible, que te seduce desde el primer minuto y con la que ríes

o lloras, según el escritor te ordena.

El mar es una novela que reúne todos los ingredientes de los g r andes me lodramas, pe ro contados de una forma íntima,

reflexiva y apasionada.

No es el primer texto publicado de Banville y en ese sentido h a g o u n a e xc e p c i ó n , porque me gusta notar c o m o l o s a u t o r e s m a d u r a n y suelo leer sus obras en el orden en el que fueron escritas. Pero e s t e l i b r o h a c í a d e m a s i a d o tiempo que me rondaba y n o p u d e hacer nada,

excepto darle su más que merecida oportunidad.

!!

“Claire, mi hija, me ha escrito para preguntarme cómo me va. Nada bien, lamento decir, mi inteligente Clarinda, nada bien. No me llama porque le he advertido que no pienso contestar ninguna llamada, ni siquiera las suyas. Tampoco es que haya ninguna llamada, pues solo ella sabe adónde me he ido. Qué edad tiene ahora, veintialgo, no estoy seguro. Es muy inteligente, bastante intelectual. Aunque no guapa, eso lo admití hace mucho tiempo. No puedo fingir que no sea una decepción, pues esperaba que fuera otra Anna. […] Si fuera a aparecer aquí ahora, entraría majestuosamente y se desplomaría en el soca y entrelazaría las manos entre las rodillas lo más abajo posible hasta el punto de que los nudillos casi tocarían el suelo, frunciría los labios e hincharía las mejillas y diría ¡Puaj! e iniciaría una letanía de cómicas desgracias que le han ocurrido desde la última vez que nos vimos. Querida Claire, mi dulce niña.”

El mar John Banville

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EL SECRETO DE CHRISTINE Benjamin Black por Francesca Cañas !En la portada del libro se nos avisa de que Benjamin Black es en realidad John Banville, así que lo primero que piensa uno cuando lo ve es en el poco sentido que tiene usar un pseudónimo, si se desvela el nombre real del autor. Bien, pues en este caso concreto, tiene todo el sentido del mundo. Es bueno saber, antes de adquirir la novela, que la prosa será de un nivel, como mínimo, inusual.

Además, naturalmente, está la trama, que en la novela negra es lo más importante. En ese sentido, El secreto de Christine tiene todo lo que puede pedirse,

incluido un protagonista seductor. El Dr. Quirke, además de

miembro de la alta sociedad de la ciudad, es patólogo forense en un hospital de Dublín y debe enfrentarse al misterio que supone averiguar la muerte post parto de una mujer y la desaparición de su bebé. No puedo decir más sin daos alguna pista y nada me gusta menos que destripar una novela negra, aunque en este caso conocer el final o intuirlo, no merma las ganas de seguir leyendo el texto, que está escrito con la intención de entretener a lectores exigentes y en el que Banville nos conduce a través del misterio, dándonos las pistas justas para mantenernos encandilados.

La novela se lee del tirón, con ganas siempre de saber más y llegamos a un final que sorprende por la lógica con la que todo parece de pronto encajar.

¡Por favor, leedla!

Un día es un día Margaret Atwood ! El verano, con su calor intenso, se caracteriza por el breve tiempo que, a veces, dedicamos a la lectura. Disponemos de lo que deseamos sean un par de horas plácidas y nos p r e p a r a m o s p a r a adent ra r nos e n u n a historia, pero el sopor nos vence al poco r a t o y n o s q u e d a m o s dormidos con el libro abierto s o b r e l a s rod i l l a s. Por eso, entre otras cosas, me gusta tener a mano siempre un buen

libro de relatos.

El libro lo componen 12 historias que nos cuentan retazos de la vida de otras tantas mujeres, a través de los años y que están repartidas en tres apartados: Infancia, Madurez y Vejez. Y eso,

por sí solo, ya llama la atención. No es que no se cuenten historias de juventud, es que las que se

c u e n t a n e s t á n v i s t a s e interpretadas con los ojos de una niña y eso les otorga un sentido inesperado.

La edición de Lumen facilita la lectura y el libro es, sin duda, una buena elección.

LEER EN LA OSCURIDAD

Cuando mi madre era pequeña, alguien le regaló por Pascua una cesta de polluelos. Todos murieron. “No sabía que no podía sacarlos -dice mi madre-. Pobres animalitos. Los puse en fila sobre una table, con las patitas tiesas como palos, y lloré por ellos. Los quería a muerte.” Es posible que mi madre mencione esta historia para ilustrar su propia estupidez, y también su sentimentalismo. Debemos entender que ahora no haría nada semejante. Es posible que se trate de un comentario sobre la naturaleza del amor, aunque, conociendo a mi madre, es improbable.

Infancia. Momentos significativos de mi madre.

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Otras obras traducidas de Elizabeth Taylor:

!- Angel, Anagrama, 2012 (reedición). - El hotel de Mrs. Palfrey, Bruguera, 1986. - En el verano, Alcor, 1989. - Una vista del puerto, Alfaguara, 1990. - El juego del amor, Ático de libros, 2013.

Este es el libro perfecto para leer en el desván. Es una novela poblada de huérfanos, viudos, alcohólicos y otros seres desamparados que habitan en una mansión que ha conocido tiempos mejores y ahora ofrece un aspecto decrépito, con jardines llenos de telarañas, habitaciones húmedas y una bodega que exhala un aroma frío y enmohecido. La mansión Cropthorne Manor es el escenario de una historia muy triste, melancólica, casi deprimente, a pesar de que se cuenta en ella el despertar al amor de una joven inocente, Cassandra Dashwood, recién llegada como institutriz de la hija del propietario. A su llegada, se encontrará con un puñado de personajes tan decadentes como la mansión que habitan y que protagonizan en los pocos meses que dura su estancia una narración claustrofóbica que va elevando su tensión conforme se desvelan los secretos y frustraciones que apagan lentamente sus vidas.

La novela fue publicada en 1946 y en ella hay varias referencias a otras obras que le sirvieron de

inspiración: además de las similitudes entre la protagonista y Jane Eyre, Dashwood es el apellido de las protagonistas de Sentido y sensibilidad (1811), de Jean Austen, algunos de los personajes van al cine a ver la película ‘Orgullo y prejuicio’ y a otro se le compara con Heathcl i f f , e l a tor mentado protagonista de Cumbres Borrascosas, de Emily

Brontë.

El narrador adopta al principio un tono irónico y distanciado (“Cassandra, gracias a todas las novelas que había leído, estaba segura de experimentar las

emociones adecuadas…”), que mantiene incluso cuando, superada la mitad de la novela la historia se torna trágica. Sin embargo, ese distanciamiento del narrador no impide que los personajes y las escenas que protagonizan estén llenas de calidez, seriedad y una extraña verdad, confusa y apagada, pero que irradia fuerza por la propia penumbra que la oculta. Conforme se van conociendo de cerca a los personajes y sus traumas, se descubre que cada uno de ellos tiene algo que se interpone entre ellos y la vida, y que no es exactamente la muerte.

LA SEÑORITA DASHWOOD Elizabeth Taylor por Enrique Arroyas

Una noche Tom había pensado en la pintura de Rossetti, Cómo se conocieron, y creía que en cada recodo de los setos Tom y Violet vendrían a su encuentro, con sus ropas de color blanco y añil reflejadas contra la luna, sus dedos pálidos y entrelazados y la oscuridad en sus ojos.

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Es una historia de amor, aunque el narrador ya se encarga de decir que no a la antigua usanza. Aquí ya nada es completo, claro e imperturbable como en la juventud, sino complejo, enrarecido y oscuro como un pozo sin fondo. La sombra de los muertos sigue marcando la vida de los personajes y enfrentarse a ellos es una desafío que puede hacer posible la esperanza, aunque el precio sea la verdad. Eso lo saben bien: la verdad no lo es todo. “La Belleza no es todo lo que dicen, ni la Verdad. Hay cosas curiosas, emocionantes, conmovedoras y fantásticas también”. Para ir en busca del amor tendrán que entrelazar las manos y adentrarse en la oscuridad, atreverse a ver cómo el pasado se diluye en la amargura o se resquebraja como una taza de porcelana. La felicidad llega, sin duda, aunque nunca se sabe de dónde.

APUNTE SOBRE LA AUTORA

Tras un periodo en que su nombre quedó relegado en las letras inglesas, en la década de los noventa Elizabeth Taylor fue reeditada y su obra recibió una mejor valoración por parte de la crítica. A España llegó a finales de los 80 de la mano de Anagrama, con su novela Angel. También Alfaguara y Martínez Roca publicaron alguna otra novela suya, pero de forma aislada y sin mucha repercusión. Actualmente es la editorial Ático de los Libros quien nos está permitiendo disfrutar de esta gran escritora a quien se sigue considerando uno de los tesoros ocultos de la novela inglesa.

Elizabeth Taylor (1912-1975) fue el nombre que adoptó Dorothy Betty Coles cuando en 1936 se casó con Kendall Taylor. No la ayudó mucho compartir nombre con la estrella de Hollywood. Su primera novela coincidió con el debut cinematográfico de su homónima en ‘Fuego de juventud’ en 1944.

No se sabe mucho de su vida. Concedió muy pocas entrevistas y no se relacionó con los círculos literarios de su época. Algunos autores sí defendieron la excelencia de su obra, por ejemplo, Kingsly Amis, sus amigos Ivi Compton Burnett y Robert Lidell, y, póstumamente, Anita Brookner, que la llamaba la Jane Austen del siglo XX. También ha sido comparada con Graham Greene o con Richard Yates o, por su estilo elegante, sutil y poético, con la irlandesa Elizabeth Bowen.

Taylor llevó una vida tranquila en Buckinghamshire rural, con su marido, un hombre de negocios, y sus dos hijos, una existencia que contribuyó a que se la encasillara como escritora costumbrista cuyos temas giraban en torno a las rutinas de las familias de clase media. Sin embargo, sus mejores novelas, como Angel, Una vista del Puerto o Palladian (título original de La señorita Dashwood) son intensos

dramas emocionales de seres torturados, a menudo solitarios y deprimidos, incapaces de aceptar el destino. Sus novelas destacan como dramas humanos representados por personajes complejos. En total escribió doce novelas, además de numerosos relatos que publicaba en revistas.

En 2009 apareció una biografía escrita por Nicola Beauman, ‘La otra Elizabeth Taylor’, basada principalmente en los extractos de las cartas que escribió a lo largo de su vida. Allí se cuenta que Taylor trabajó como institutriz y bibliotecaria antes de casarse y se analizan las dificultades que tuvo para publicar y sus influencias literarias, entre las que destacan Virginia Woolf y E. M. Forster.

!Imagen: "How They Met Themselves", de Dante Gabriel Rossetti. Fitzwilliam Museum, Cambridge, Cambridgeshire.

Entró en su habitación y abrió de par en par las ventanas, para inclinarse en la fresca oscuridad. El rosal era como una maraña de restos de tinta. La tormenta se había arrastrado hacia una hilera de colinas y ahora la lluvia caía concentrada, permanente, golpeando el follaje y la raíz de la hierba cayendo imparcial sobre las tumbas del cementerio y las diosas que se erguían frente a la casa

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LO RARO ES VIVIR CARMEN MARTÍN GAITE por Enrique Arroyas !! “Hay veces en que lo normal pasa a extraordinario así por las buenas y lo notamos sin saber cómo”. Así comienza esta novela protagonizada por una mujer que en primera persona irá contando ese tránsito de lo normal a lo extraordinario, que, en su caso, no se produce exactamente ‘por las buenas’ sino por la decisión que toma de aceptar el juego de contarse su propia vida, poniendo en práctica así una de las ideas fundamentales que recorre toda la obra de Carmen Martín Gaite: las cosas existen en la medida en que se cuentan y adquieren sentido al configurarse como relato.

Conocemos a Águeda en un momento de crisis. Es una mujer de 35 años, v i ta l y apasionada, pero que anda perdida en la vida. La muerte de su madre le hará iniciar un viaje de búsqueda interior durante el que, llena de dudas sobre sí misma y lo q u e t i e n e , s e replanteará todo su pasado. E l v i a j e empieza con una visita a su abuelo, que vive en una residencia y cuyo director le propone el juego de hacerse pasar por su madre. El mecanismo narrativo que se activa con esa petición, al c o n v e r t i r l o n o r m a l e n extraordinario, tiene el poder de abrir los ojos de la protagonista. Aunque el viaje-relato dura solo unos pocos días, su primer efecto es la suspensión del tiempo: el presente es visto a la luz de los sueños, el deseo y la memoria.

Enseguida se da cuenta de que suplantar a su madre ante los ojos de su abuelo no será un simple trámite, sino que va a

provocar “el desencadenamiento de aguas residuales que se propagan por otros terrenos no tan fáciles de describir ni de acotar”. Esos otros terrenos son, en realidad, toda su vida y la forma que ha tenido de vivirla

“tomando indecisiones”, como su padre, y cosiendo la verdad con “hilos de mentira”, como su abuelo. Ahora se enfrentará a cada uno de los trozos del espejo roto de su vida para reconstruir con ellos, en un cuaderno limpio, un nuevo relato, esta vez sin miedo a las tachaduras. Será un cuento incompleto, un retazo provisional, una morada pasajera, como los que le gustaban a Carmen Martín Gaite, sabedora de que “no cabe contar nada sin arriesgarse a explorar las rutas imprevistas que e l p r o p i o c u e n t o v a y a presentando”. Al transformar la vida en palabras, con un itinerario lleno de pistas engañosas, como

tiene que ser en cualquier cuento que se precie, la protagonista descubrirá lo distorsionada que está la imagen que tiene de sí misma, de todo lo que ha vivido y de las personas que compartieron su vida.

¿Qué lugar ocupan las mentiras en el relato de una vida? ¿Responden a una necesidad n a t u r a l d e r e c t i f i c a r l a s imperfecciones del mundo? ¿Son muletas que nos ayudan a abrirnos paso en medio de las adversidades o, con apariencia inocua, nos arrastran poco a poco hacia un laberinto que nos encierra en nosotros mismos? Al enfrentarse a estas preguntas durante su viaje v i t a l y n a r r a t i vo, Á g u e d a aprenderá a sujetar las riendas de su destino, contándose a sí misma y ante los demás y definiéndose por las historias que invitan a desvelar imposturas y a explorar la vida en busca de lo que tiene de verdad.

APUNTE SOBRE LA AUTORA

De Carmen Martín Gaite (1925-2000) se puede decir lo mismo que ella dijo de Patrick Modiano: "Es de estos escritores que se te meten en el alma”. Sus novelas son realistas a la v e z q u e d e g r a n

complejidad emocional. Destacan por su amenidad, su sensación de frescura y facilidad, y por la intensidad psicológica de sus personajes. Su pasión por la novela es inseparable de su permanente exploración sobre el misterio de la escritura y las relaciones entre vida y f icción. La búsqueda de interlocutor guiaba su literatura, como si pensara que la decisión de contar tuviera su origen en una necesidad de comunicación con alguien concreto para establecer una relación privada que, sin embargo, se reproducirá con cada lector.

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Resulta tan empobrecedor atenerse de forma rígida a lo que se ha elegido, descartando cualquier otra posibilidad igualmente interesante, y sin embargo hay que contar con ello, nos pasamos la vida decidiendo, por mucho que nos agobie decidir, esa es nuestra condena, la sed de infinitud chocando contra los barrotes de la jaula.

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  “Me gusta ir avisando al lector que tal o cual personaje va a tener interés. Porque me gusta mucho que el   lector me siga. Yo pienso mucho en el que me va a leer, soy muy considerada con él, que bastante favor me hace leyéndome”. Las obras que eligió como traductora dicen mucho de sus gustos literarios: Jane Eyre, Madame Bovary, Al faro, los cuentos de Perrault, Cumbres Borrascosas, etc. Era muy aficionada a e s c r i b i r d i a r i o s y en su s c u a d e r n o s a b u n d a n l a s reflexiones sobre el arte de la ficción y la relación entre vida y escritura. Aunque no escribió memorias ni autobiografía, sí relató su vida en diarios, ensayos y conferencias, donde rememoró episodios de su infancia en Salamanca y de su juventud en el Madrid de los 50, sobre todo las noches de cafés y tabernas que c o m p a r t i ó c o n “ m a l o s e s t ud i a n t e s p e r o buenos escritores” c o m o I g n a c i o Aldecoa, Alfonso S a s t r e y J e s ú s Fernández Santos. En 1955 ganó el premio Café Gijón con El balneario y tres años después el Nadal con Entre visillos. De la época intermedia de su obra destacan las novelas Ritmo lento (1963), Retahílas (1974) y El cuarto de atrás (1978), con el que ganó el Premio Nacional. En la década de los 90, la última de su vida, publicó, además de Lo raro es vivir (1997), algunas de sus n o v e l a s m á s d e s t a c a d a s : Nubosidad variable (1992), La reina de las nieves (1994) e Irse de casa (1998). La muerte le llegó con una última novela entre las manos, Los parentescos (2000).

Su hija Marta, a quien dedicó La reina de las nieves, y a quien en sus cuadernos llama cariñosamente La Torci, murió muy joven.

Si es él y no me conoce y no me mira -pensé-, también habré soñado que tuve una madre, que aprendí ruso, que estudié Historia del Arte y compuse canciones de entrerrock, que me gusta el zumo de pomelo, que he llorado muchas noches cuando nadie me veía; será como si una esponja empapada en vinagre borrara sobre la pizarra de mi pasado toda huella de tiza, cualquier alusión al crecimiento y al enlace de unos episodios con otros, se convertirá en humo la esperanza, en mentira el desengaño y en cifra equivocada la osadía, aquellas ganas de jugar a lo que saliera, de seguir apostando siempre por lo no conocido

MIENTRAS DURE LA VIDA, SIGAMOS CON EL CUENTO

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FRANCESCA CAÑAS elclubdelosdomingos.com !

ENRIQUE ARROYAS enlugarseguro.blogspot.com !

!Han colaborado en este número:

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