En todo caso, olía a viernes

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Page 1: En todo caso, olía a viernes

…EN TODO CASO, í

La tormenta y el olor a viernes lo habían despertado muy temprano en la mañana. La ventana de su cuarto siempre permanecía abierta pero era uno de esos días en los que tocó cerrarla. El clima era pronóstico de una ola invernal, de las que se llevan al fondo del océano todas las esperanzas de familias enteras alimentando las lluvias con sus lágrimas y de ahí que los antiguos pensaran en un ser que pedía sacrificio. Los últimos días habían sido algo extraños, recordaba que todo empezó cuando recibió aquella noticia, estaba granizando en su ventana, era una de esas situaciones que sabía que un día sucederían y aun cuando lo tenía previsto siempre sería inoportuna. Sólo podía aceptarlo, poco importaban los sentimientos si todo razonamiento lógico indicaba que era lo mejor y tuvo entonces una extraña sensación que sabía a melancolía, ausencia y café con insomnio. No sabía si llorar, reír o levantar iracundo las manos al cielo como reclamándole al arquitecto del universo. Lo único cierto es que había algo tan lleno de sentimientos que se sentía vacío en el estomago y lo quería plasmar en una canción, en un dibujo o tal vez bastaría escribirlo. Es esa necesidad de crear una realidad alterna que haga menos impactante la intromisión del destino, es encontrar consuelo en el arte, su más viejo amigo! Desempolvó un poco su vieja guitarra, unas tristes frases de blues adornaron sus paredes y no halló consuelo. Opto por intentar dibujarlo, tomó un lápiz y personificó el temor de entregarse con los ojos cerrados a los inciertos y oscuros caminos del azar, luego desempolvo su vieja maquina de tatuar y lo plasmó en su cuerpo. Fue un momento de catarsis, el calor de la aguja le proporcionó ese conocido dolor que sabe a placer en el mismo instante en que grababa sus miedos para siempre, como una línea que se agrega a las palmas de las manos en un intento frustrado de cambiar su destino. Aun así no halló consuelo. Estaba a punto de resignarse a que esta vez sus viejos amigos no serían suficientes, tanto tiempo estuvieron en el olvido que ya no parecía compadecerles su dolor. Había pasado ya una hora desde que cerró la ventana y el olor a viernes se seguía concentrando en las paredes. Mientras daba vueltas en su cama recordó entonces que justo hoy debía escribir un cuento para la clase de medio día y pensó que la literatura podría ayudarle a drenar un poco su herida. Planeó la forma de escribirlo sin hacerlo evidente, quería comunicarlo sin sentirse desnudo, pero apenas empezaba el día y pensar en ello, aunque en forma de cuento, no hacía el dolor menos real. Nadie supo que sucedió en las siguientes horas, no se le vio hasta pasadas las doce. Era la hora de escribirlo y se veía un poco nervioso, un poco nostálgico un poco vuelto nada. Tal vez lo superó; tal vez aun lo intenta; lo cierto es que escribió una historia alegre de final feliz, le sonrió a su maestra al entregarla, ella devolvió su sonrisa suponiendo que todo le andaba bien y luego se perdió entre las sombras de la Tarde.