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En torno a la racionalidad (Un debate en la filosofía española contemporánea) Los filósofos venimos oyendo, desde largo tiempo y formu- lado de diversas maneras, un doble reproche orientado a mostrar la infecundidad de nuestra labor. Por un lado, se denuncia que no existe acuerdo en ningún tema entre los distintos autores o movimientos filosóficos. Que si hay algo en que podamos estar de acuerdo es que ni en nuestro pasado ni en nuestro presente estamos de acuerdo en nada. El segundo reproche lanzado a nuestro rostro con pretensiones descalificatorias indica que tales desaveniencias alcanzan, incluso> al carácter y contenido de nues- tra tarea, que, de modo significativo, la filosofía ha pasado a constituirse en su propio y casi exclusivo objeto. Ya ni siquiera se filosofa sobre algo; tan sólo se hace «metafilosofía». Si las conclusiones que se pretenden deducir de tales repro- ches fueran acertadas, el presente trabajo sería una prueba más de inutilidad> cuando no de masoquismo, y lo mejor que podría hacer en mi caso es evitarles pasar por el trance de ahondar en nuestra ya zarandeada conciencia filosófica. Pues, efectivameñte, me propongo examinar y reflexionar sobre una polémica entre filósofos, y una polémica que, en gran medida, puede calificarse de metafilosófica, pues en ella está en cuestión la posibilidad y carácter de nuestra tarea en la actualidad. Parto, por el contrario> de la convicción de que una polémica en filosofía, cuando es llevada a cabo con sinceridad y seriedad> resulta mil veces más fecunda y <¡filosófica» que el páramo de una homogeneidad artificialmente instalada cuando no impuesta por fácticos poderes extrafilosóficos. Y éste es, a mi juicio> el caso que nos ocupa. Un debate sobre la razón o la racionalidad no es> sin duda> accidental, sino que alcanza al núcleo de toda reflexión filosófica. Bajo y entre (quizá precisamente en y por) las innegables diferencias de las posiciones mantenidas por Mos-

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En torno a la racionalidad(Un debateen la filosofía española

contemporánea)

Los filósofos venimos oyendo, desde largo tiempo y formu-ladode diversasmaneras,un doble reprocheorientadoamostrarla infecundidadde nuestralabor. Por un lado, se denunciaqueno existeacuerdoen ningún temaentrelos distintos autoresomovimientosfilosóficos. Que si hay algo en que podamosestarde acuerdoes que ni en nuestropasadoni en nuestropresenteestamosde acuerdoen nada. El segundoreproche lanzado anuestrorostrocon pretensionesdescalificatoriasindica quetalesdesavenienciasalcanzan,incluso> al caráctery contenidode nues-tra tarea, que, de modo significativo, la filosofía ha pasadoaconstituirseen supropioy casiexclusivo objeto.Ya ni siquierasefilosofa sobrealgo; tan sólo sehace «metafilosofía».

Si las conclusionesque se pretendendeducir de tales repro-chesfueran acertadas,el presentetrabajoseríaunapruebamásde inutilidad> cuandono de masoquismo,y lo mejor quepodríahaceren mi casoes evitarlespasarpor el trancede ahondarennuestraya zarandeadaconcienciafilosófica. Pues,efectivameñte,me propongo examinary reflexionar sobreuna polémica entrefilósofos, y unapolémicaque,en gran medida, puedecalificarsede metafilosófica,puesen ella está en cuestiónla posibilidadycarácterde nuestratarea en la actualidad.

Parto,por el contrario>de la convicción de queunapolémicaen filosofía, cuandoes llevadaa cabocon sinceridady seriedad>resulta mil veces más fecunday <¡filosófica» que el páramodeunahomogeneidadartificialmente instaladacuandono impuestapor fácticos poderesextrafilosóficos.Y éste es, a mi juicio> elcasoque nos ocupa.Un debatesobrela razón o la racionalidadno es> sin duda> accidental,sino que alcanzaal núcleo de todareflexión filosófica. Bajo y entre (quizá precisamenteen y por)las innegablesdiferenciasde las posicionesmantenidaspor Mos-

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terin,Muguetza,Domenecho Quintanillacabeapreciarelcarácterfilosófico de la labor crítica que, insatisfechaante aparentesyquizás poderosas«claridades»,impelea los hombresa no insta-larseen falsasseguridades.

Sin duda,esta polémicatiene un marcadocaráctermetafilo-sófico en cuantoqueen ella se expresany sometena juicio dife-rentesconcepcionessobrela filosofía y las relacionesqueman-tiene con la ciencia> con la ideología,con el contextohistóricoy social. Pero tampocoes ello signo de infecundidad,sino deresponsabilidad.Testimonio de cómo la filosofía puedehacersecargo, asumiendosu tradición> de los puntos cardinalessobrelos quependenlas decisionesmásgravesde la orientaciónteóricay prácticadel hoffibre en el mundo. En el debatesobrela racio-nalidadse recogeel problemade desdequé instancias>y el valorque quepa otorgarles> interpretamosla realidad y orientamosnuestrosactos.

Los filósofos que> desdeGreciahastaHegel, se han conside-radoservidoresdeunarazóna la quese teníapor reina>o inclusodiosa,sehanhechoconscientesy responsablesde todaesacrítica,ejercidapor ella misma y en su nombre, que le ha bajado desu celestial pero ficticio trono de neutralidad, universalidadyahistoricidad.Y, en su esfuerzo,no se permitenobviar las legí-timas-consecuenciasde tal auto-derrocamiento.Conscientesdelos defectosde una>en ocasiones,esquizofrénicaseparaciónentrerazón teóricay razón práctica,conscientesdel predominioy fe-cundidadde la racionalidadcientífica,pero tambiénde las insu-ficiencias y empobrecimientospresentesen algunasinterpreta-ciones de ella, conscientes>en fin, de los nadadesdeñablesde-rechosde la - historia.

-Suponiendojustificadopor todoello el asuntoa tratar,resultainevitable una breve referenciaa las limitaciones en que cons-cientementese enmarca.Limitaciones tanto de contenidocomode localización espacio-temporal.Pues,por un lado> la polémicase insertadentro de la ampliay complejaconfrontaciónentrelasque,haciendoun generosamenteimpreciso uso de los términos,vamosa denominarfilosofía analíticay filosofía dialéctica.Y esclaro que en ellas la significación del conceptode racionalidadse haya estrechamenteligada a la de otros de la que no nosocuparemosasf como que dicha confrontación no se limita altema de la razón, aunqueéste> sin duda, se sitúa en un lugar

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central de ella. Así, no tengo la presuntuosaintención de inter-venir directa ni globalmenteen dicho debateaunquetampocorenuncieal también pretenciosoobjetivo de, en algún modo,colaboraren él. Por otro lado, es bien sabidoque la polémicasobreel concepto de racionalidadentre ambas genéricasposi-ciones filosóficas superael ámbito espacio-temporalque aquídeliberadamenterecojo. Bastecitar, una vez más, la mantenidaentre Poppery Albert por un lado y Adorno y Habermansporotro a partir de 1961 con ocasiónde las sesionesde la Sociedadalemanade Sociologíasobrela Lógica de las Ciencias Sociales.Por mi partevoy acentrarmeen unaselecciónde las aportacionessobreel temade algunosfilósofos españolesen los años setenta.Y ello no por ningún prurito nacionalista,sino como reconoci-miento del valor objetivo de lo pensadoentre nosotrosen elpuntoquenosafecta.Confío no sertan extraordinariamenteinfiela la hora de exponerloque este hecho deje de comprobarse.Intentaréofreceruna caracterizaciónde las distintasposicionesmantenidasen la polémicaantesde expresaralgunasreflexionessobresu caráctery significación.

La primera posición de la quenos ocuparemoses la mante-nidapor elprofesorMosteríny expuesta>de modoespecialen dosartículos: «El conceptode racionalidad»(1973) y «La incompletaracionalidad»(1977), aparecidosambos en la revista Teorema’.Juntocon los denominados«Creery saber»,«Interesesy racio-nalidad»y «La acciónhumana»,quecontienentambiénrelevantesreferenciasa nuestrotema, han sido publicadosrecientementepor el autorconel título genéricoRacionalidadyacciónhumana2.En dichos artículos> en los que el lector agradecey llega a en-vidiar el modo como se concilian la precisióny la claridadconla bellezaen la exposición,Mosterín,sin hacerreferenciasexpli-citas a los presumiblescontradictores,defiende fundamental-mentey en resumenlas siguientestesis:

1) Si quieren obviarse generalizadasambiguedades,deberechazarseel planteamientode la cuestiónen términosde la razón -como facultad y centrarlo en la racionalidad como método,

Mos-rmtn«, J.: ‘El conceptode racionalidad»,en Teorema, III (1973),pp. 455479, y «La incompletaracionalidad.,en Teorema,VII (1977), pági-nas 55-87.

MOsTEaN, 1%: Racionalidady acción humana,Alianza, Madrid, 1978.

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como una determinadaforma de actuaciónque no es> por otrolado, la única posiblea los hombres.

2) Dicha racionalidad puede predicarsebien de nuestrascreenciasy opiniones(racionalidadteórica) bien de nuestrasde-cisionesy acciones(racionalidadptáctica).

3) La racionalidadteórica individual es caracterizadacomouna estrategiaorientadáa maximilizar la claridad, precisión yveracidadde nuestrascreencias,a las quesepodrácalificar comoracionalessólo si o son analíticaso pueden~er comprobadasdirectamenteo son teoremasde una teoría científica vigente ohay testimoniosfiables de ella o son deducibleslógicamentedealguna otra que poseaalguno de estos caracteres>sin que, porotro lado> dichascreenciasseancontradictoriascon otrasacep-tadaspor el propio sujeto~.

En «Creery Saber»modifica ligeramenteestacaracterización:por unlado se ordenaen forma distinta. Creenciaracionalseriaigual a creenciacoherentey justificada. Estajustificación puedeadvenirlea) bien por serevidenteo cuandotenemoscertezadeella (a este grupo perteneceríantanto las ideas analíticasde undété?minadolenguajecomolas ideasdescriptivasde percepcionesy sentimientosactuálespropios); b) bien por ser expresióndealgo querecordamos«con unacierta claridad»; c) lo afirmadoen testimoniosajenos- «fiables» acercade sentimientos;percep-ciones o recuerdos,y d) los acuerdosde la comunidadcicútífica~.

Por otro lado> se subraya4uela racionalidadteóricaconsistenosólo en una estrategiaorientadaa maximiliar la veracidadsinotambién el alcancede nuestrascreenciasy se pone un mayorénfasisen la actitud,la disposicióno el empeñode revisióncríticaquecomportala racionalidad.

«La racionalidadcreencialno esun resultadoobtenidode una vez por todas, sino una disposición consciente-menteasumidaa revisarnuestrascreenciascadavez quedescubramosunacontradicciónentre ellas o una lagunaen sus justificaciones»~.

3 MOSTEPIN, J.: <El concepto...»<ob. <it. nota1)> p. 463.4 MOsTERIN, J.: Racionahdaj..(ob. cit. nota 2). Pp. 136-138.

MOsTERIN, 3?: Ibídem, p. 139.

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4) Por lo querespectaa la racionalidadpráctica, tal comoquedadefinida en la formulaciónampliadaque nos ofreceen elsegundode sus artículos citados, se presentatambién comounaestrategiaparaniaximilizar el conocimientoy la consecuciónde nuestrosfines6; sólo podrá imputarsea un agentequetengaclara concienciade ellos, entre los que debeincluir su propiobienestar7; fines que debenserviables y estararticuladosexplí-citamenteen un sistemade relacionesde dependencia.Ademásde ello debeno sólo conocer>sino poner en prácticalos mediosnecesariosparala consecuciónde dichosfines y cumplir eldoblerequisito de preferir en caso de conflicto los últimos a los pri-merosy estardispuestoa revisarlosen función de los cambiantesdeseos,interesesy circunstancias.

5) La racionalidadprácticapresuponecomo condición nece-saria> aunqueno suficiente de su posibilidad, la racionalidadteórica. Y ello no sólo porque resulte necesariainstrumental-menteparala adecuadaelecciónde los medios,sino,incluso>para«determinar»>«fijar» nuestrosfines. Tal fijación o determinaciónla establecemos>afirma Mosterín,«envista de», «en función de»lo quecreemosacercadel mundo~. Pero se cuidamuy muchodehacer dependerde la racionalidad teórica o de dicho conoci-miento una justificación de nuestrosfines, explícitamentedecla-radacomo imposible respectoanuestrosfines últimos a los quecompeteel carácterde gratuitos,y consecuentementede la jerar-quizaciónresultante.Estospodránser explorados>aclarados>ex-plicitados, incluso explicados,pero nunca justificados. Con elloMosterín se hace eco de la tesisdel abismoepistemológicoentre

6 En su artículo «Interesesy racionalidad»,Mosterin precisa el signi-ficado que otorga al término fines. Incluirla tanto los interesesobjetivos,conscienteso no, de los hombreso de un grupo de hombres como losdeseosconscientes.Interesesobjetivos y deseosno siemprecoincidenenuna misma personay supondríaun modo también diferentede ser solu-cionadoso alcanzados:los intereses«tecnocráticamente»por los expertoso entendidosen el tema, los deseos«democráticamente».Cfr. Racionali-dad... (ob. ciÉ nota 2)> Pp. 73-80.

7 En el mismo artículo precisa el término bienestar—satisfaccióndenuestroscomunesy objetivos fines interesados—diferenciándolodel pla-cer, de carácter subjetivo y privado, y de la felicidad que comportadaademásla satisfacción de fines últimos entre los cuales pueden encon-trarse fines desinteresados.Cfr. ibídem, Pp. 100-103.

8 Cír. MOsTEPIN, J.: <El concepto...>(ob. tít. nota 1), p. 473, y «La in-completa..-» (ob. tít, nota 1), p. 72.

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hechosy valores.Perohagamosnotar,sin embargo,queintroducecomo necesariamenteracional al menosun fin> el propio bienes-tar y la consecuciónde los intereses, factores objetivos de talbienestar.

Dos observacionessobre esta exposición que> a juicio de3. Muguerza,es «la más luminosa» sobreel conceptode racio-nalidadprevalecienteen el amplio campode la filosofía analítica.En primer lugar la deliberadalimitación por partedel autor enlos artículosmencionadosa la racionalidadindividual. Explícita-menteindicaqueno va aocuparsedel complejotemade la racio-nalidad teórica colectiva~. Ello le permite hacerlagravitar deforma esencial sobre la aceptaciónde las creenciascientíficasvigentes. En. cambio, en cuanto a la racionalidad práctica siatiendea los condicionamientos,posibilidadesy limitacionesquele impone el grado de racionalidad o irracionalidad del marcosupraindividtal, del sistemasociocultural, de las instituciones.De este modp,en el ámbito de la racionalidadteórica,al agenteracional individual se le prescribeunaactitud de acatamientoala racionalidad científica vigente. «Lo más racional —se nos dicetextualmente—consistirá enterarsede lo que dice la comu-nidad científica correspondienterespectoaun determinadocam-po y creérselo”. En cambio, a ese mismo agenteracional indi-vidual, en el ámbito de la racionalidadpráctica,sele llegaapres-cribir, en arasa la coherenciade su opción racionalista,el poneren cuéstiónlas pautasculturalesque la condicionan,el esfuerzoconsciente~or redefinir el marco sociocultural,en función delpropio sistemade fines. «Aceptarcomo normasinteriorizadasdenuestraacciónlas reglas de una institución contrariaanuestrosinteresesno sólo es irracional, sino que constituyeunaforma de

lo

alienacion» -

La segundaobservaciónse refiere a las implicaciones deri-vadas de la función concedida por Mosterín al conocimientocientífico en su delimitación del conceptode racionalidad.Se nosha dicho que una creenciapuederecibir el calificativo de racionalsi cumple alguna de un grupo de condiciones,entre las que seencontrabael de serun teoremade una teoría científicavigente>

9 Cfr. MOsTERíN, 3%: <El concepto...»<ob. cii. nota -1), p. 464, y «La in-completa.- .» (ob. cít. nota 1), p. 65.

~O MosTERIN, 3.: Racionalidad...(ob. cii. nota 2), p. 98.

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quedandoéstaa suvez definida como «un conjunto de hipótesisgeneralmenteaceptadaspor la comunidadcientífica, formuladasen un lenguajepreciso, susceptiblesde contrastaciónempírica,útiles para la explicación y predicción de sucesos,parcial-mente corroboradaso, al menos, no refutadaspor los experi-mentos efectuadoshasta el momentoy compatiblescon otrasteorías científicas vigentes»“. Se nos ha instado, en pro de laracionalidadteórica individual> a la aceptaciónde las tesiscientí-ficas y a admitir como ingrediente fundamentalde la raciona-lidad práctica la determinaciónde nuestrosfines y medios enfunción de los conocimientosproporcionadospor la ciencia.Esclaro queello implica unasnecesariasrestriccionesal ámbito delo definido por Mosteríncomo racional. El propio autor señalaentre otras:

— Que las creenciasracionalesseránhistóricas,en el sentidode mutablessegúnlas variacioneso progresosde la ciencia.

— Que tal definición de racionalidad sólo será válida paranuestraculturaoccidental>puessólo éstatienea la empresacien-tífica como uno de sus elementosesenciales.

— Que ámbitos relevantespara nosotros quedanfuera> almenosporahora,de sertratadosracionalinentefundándoseen laciencia.

JavierMuguerza,segundopolemistadel quepasoaocuparme,no sólo ha abordadoel tema de la racionalidad en diversasocasiones—podría decirse que en su caso apenashay soluciónde continuidad—, sino que también se ha hecho eco de posi-ciones diferentesa la suya de modo explicito y ha intentadorespondera las objeccionesquese le planteaban-Tal predominiode la problemáticaen susescritosno es,obviamente,casual.Está -

basadaen su preocupaciónteórica por la justificación racionalde la acción humana,así como la superaciónde concepcionesexcesivamenteformalistasy positivistasde la ciencia y, en fin,por su propósito de diálogo con otros movimientos filosóficos,en especialel marxismo.

Aunquetendréquehaceralusionesa alguno de sus restantestrabajos,los artículosquenosinteresanahorade forma especial

MOSTERIN, 1.: <El concepto...• (ob. cít. nota 1), p. 464.

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son dos: el publicadooriginariamenteen el año1974 conel titulo«Lógica,.historia y racionalidad»y el Epilogo a su libro La Ra-zón sin esperanza,<Ultimas aventurasdel preferidor racional»(1977) ~ Aunque no resulta fácil exponercon brevedady pre-cisión los contenidosde su posición ante el problemaque nosocupa,cargadosde sugerenciasy matizacionesmásquede defi-niciones>me interesamostrar ante todo cómo en Muguerza seaprecian,segúnsu propósito>los resultad¿sde una autocríticade la propia filosofía analíticasobrela noción de racionalidad.De dichaautocríticaimporta subrayardos líneasfundamentales:la quese.orientaa justificar la no restricciónde lo racionala lológico y la quese orientaa mostrarla necesidadde asumirlasconsecuenciasde la historicidad.

En primer lugar, Javier Muguerza denunciarazonadamenteen repetidasocasionesla identificación vigenteen amplios cam-pos de la filosofía analíticaentre razóny lógica, entre raciona-lidad y logicidad, identificación de «consecuenciasfilosóficamentedesastrosas»‘~, entre ellas y de modo fundamental la imposibi-lidad de justificar racionalmentela acción humana.En estesen-tido señalacomo muchomás adecuadala concepcióndel últimoWittgenstein en sus InvestigacionesFilosóficas implícita en susmetáforas de la ciudad o de la caja de herramientas.Aunquepropiamentese trataríano tanto de contraponerrazóny lógica,cuanto de ampliar el contenido semánticode este último con-ceptomásallá de la lógica deductivaparaque puedanentrarenél los diversostipos y formasde argumentaciones>evitandotenerque negarlesel calificativo de racionales.La validez de unarazón no dependemeramentede su deductibilidad.

Su posición intentaasumirlos logrosde la crítica a la episte-mología positivista de la ciencia.Son,justamente>los límites dedicha epistemologíalos que han provocado las insuficienciasycallejonessin salida a los que han abocadogran parte de losllamadosfilósofos analíticos.La mostraciónde las estrechasrela-cionesentreel contextode descubrimientoy el contextode justi-ficación, de la dependenciateóricadel lenguajeobservacional,de

12 MucunzÁ, 3.: «Lógica, historia y racionalidad»,en Revistade Occi-dente (1974), pp. 190-229, y «A modo de Epilogo: Ultimas aventurasdelPreferidor Raciónal», en La Razón sin esperanza,Taurus, Madrid, 1977,Pp. 221-289.

~3 MUGUERZA> J.: .Lógica.. .. (ob. cit. nota 12), p. 203.

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las incorreccionesde determinadossimplistascriterios de demar-cación,irían de la manocon la negaciónde la tajante distinciónentre explicacionesy valoraciones,entre la capacidadde reso-lución de la razón teóricay la razónpráctica.Los resultadosdetal autocrítica,en la quehancolaboradológicos e historiadoresde la ciencia, se vedan reflejados en algunos de los últimosintentos de los propios filósofos analíticospor superarsustradi-cionalesposicionessobrela ética.De estemodo> segúnMuguerza,sedaposibleofrecerrazones,justificar y no sólo explicar nuestrasacciones,obviando el caráctergratuito que se otorgaba a nues-tros fines últimos en la concepciónde Mosterín.

Por otro lado, atendiendoa la distinción entre racionalidadintraparadigmáticao logicidady racionalidadinterparadigmática(entre distintas teoríascientíficas o códigos morales) o racio-nalidad propiamentedicha, el problemase complica. Puessi elhecho de que la lógica sea un producto histórico humano«nopareceimplicar ninguna relatividad de sus criterios de validezformal» ‘~, otra cosa sucedecon la racionalidad.En este casolahistoricidad no sólo comporta la relatividad de unos determi-nados contenidos,sino la propia de los criterios con los que selos enjuicia como racionales. Con ello nos introducimos en lasegundalínea de resultadosde la reflexión de Muguerza queinteresabasubrayar.No podemosconcedervalor absolutoa nin-guno de los modos de interpretarel mundoy orientar nuestrosactos, sin que por ello tengamosque concluir su homogéneafalta de valor. Indica tan sólo, nada más pero también nadamenos,que los hombresnos las habemoscon una racionalidadhistórica.

En uno de sus artículosanteriores(«Es y Debe> en torno aJa lógica de falacia naturalista»)15 babIarecogidola hipótesisdeTaylor sobre el preferidor racional, la hipótesis de un sujetosuficientementelibre, informado e imparcial al que se le reco-nocía inmediatamentesu carácterde ideal, de principio regula-tivo nunca absolutamentealcanzablee incapazde ser realizadoen su totalidadpor ningunaposición concreta.Expresada,antetodo>el comúnesfuerzopor alcanzarla verdady justificarla una

14 MUGUERZA> 1.: La razón sin esperanza<ob. cii. nota 12), p. 208.15 MIJGUERZA, 3.: «Es y Debe (En torno a la lógica de la falacia natu-

ralista)», en Teoría y Sociedad.Homenajeal Prof. Aranguren, Barcelona1970, y recogidoen La Razónsin esperanza(ob. ciÉ nota 12), pp. 65-95.

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aceptaciónliberal del pluralismo ideológico. Muguerzaindicabaentoncesque habíaal menosuna razón teórica para tomar encuentatal hipótesis.

En cambio, cuatro años más tarde, en su trabajo «Lógica,historia y racionalidad»—y significativamenteal referirsea laherenciahegeliana—escribe: «De nadavaldría, pues,queence-mendemosla superaciónde esarelatividad aun fantasmalPrefe-ridor Racionalsustraídoal flujo de la historia y supuestamentecapaz de preferir en condicionesidealesde suficiente libertad,informacióne imparcialidad,estoes,a un hipotético sujetocuyaecuanimidadsólo podríagarantizarlala misma ingravidezhistó-rica quehace de él un fantasma.»Y en 1977, en el Epilogo a suLa Razónsin esperanzasigue manteniendotal descalificaciónyasumela acusaciónde idealismoquecontra aquél pudiera~lan-zarse. Rechazandoexplícitamentela posibilidadde «encarnar».identificar tal Preferidor Nacional con algún sujeto real (Dios,máquinao comunidadde sujetosracionalesa modo transcen-dental) abogaencambiopor la necesidadde aceptarsin ilusionesni incoherenciasa la hora de sacarlas consecuenciasla histori-cidad de la razón16

De nuevopuedeapreciarseaquíun paralelismoentrela asump-ción de recientesteorías epistemológicasy su posición ante laracionalidadpractica.La insistenciaanti-positivista en la histo-ricidad de> los criterios de cientificidad va acompañadade unacercamientoentre ciencia y ética en cuantoconocimientoy, engeneral,de unamayorhomogeneidade interrelaciónentreaquellapeculiaractividadhumanay las restantes.Tanto las teoríascien-tíficas como las razonesdesdelas que apoyamosy justificamosnuestroobrar estaránsujetascomo todo lo humanoavariacion.Ni unani otráspodránser consideradasabsolutas,sin queellosupongala negaciónde las diferenciasentre ambasni la acep-tación del relativismo, al menosen cuantoposición que impidadiscriminar o favorezcael quietismo.

Segúneste «neohistoricismo»o «neoperspectivisrno»(el pro-pio Muguerzase encargade avisamosde la falta de idoneidadde estoscalificativos) quealcanza,sobretodo, a los propios cri-terios de racionalidad,serálegítimo utilizar como patronesde

~ MUGUERZA, 3.: «Lógica... (ob. cit. nota 12), p. 228, y La Razón sinesperanza(ob. cii. nota 12>, p. 241 ss.

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comparaciónnuestrospropios criterios, pero se habrá de estardispuestoa aceptarque éstos>a su vez, seanmedidospor otros.Históricamentehabría habido y habrá distintas opciones pordiferentesmodelosde racionalidaden función de las variacionessocialesy culturales, del marco en el que la propia ciencia seencuentrainstaladay desdela queresulta condicionaday posibi-litada. Con todo, si no sepuedeya confiar ingenuamenteen unamutuaconmensurabilidadentreparadigmas,sistemaso teorías,no por ello hayquerenunciara la posibilidadde entendimiento,de comprensiónde las diferentesy opuestas«razones»o racio-nalidades.Es posibleunatraducción>en todo casono meramentesintácticani semántica,sino pragmáticaquecomporta la «pre-sencia activa de un traductor capaz de sumergirseen amboscontextosy de vivir —y revivir— alternativamentela experienciade la realidaddesdelos dos lenguajes>desdelos dos sistemasendiálogo,por emplearel oportunogro de Galileo»“.

Recordemosfinalmente dos conclusionesque emanande loanteriormenteexpuestoen la concepciónde JavierMuguerza: enprimer lugar, su acercamientoa la tesis de StephenToulmin enel sentidode que el comportamientoracional no residiría tantoen la logicidadde funcionamientodentrode un paradigmacuantoen la capacidadhumanade hacerfrente a nuevas,inéditas si-tuaciones.

«... en la cienciay en la filosofía por igual, la preocu-pación exclusivapor la sistematicidadlógicaha resultadodestructivapara la comprensiónhistórica y la críticaracional. Los hombresdemuestransu racionalidad,noordenandosus conceptosy creenciasen rígidas estruc-turas formales>sino por su disposicióna respondera si-tuacionesnuevascon espíritu abierto, reconociendolosdefectos de sus procedimientosanteriores y superán-dolos»~

‘7 MUGUERZA, 3.: Cfr. <Nuevasperspectivasen la filosofla contemporá-nea de la ciencia», en Teorema, III (1971), p. 49 ss., y «La crisis de lafilosofía analítica de la ciencia»,en CuadernosEconómicosde 1. C. E., nú-meros3-4 (1977), pp. 33-34.

18 ToULMIN, St.: Human Understanding.Vol. 1: TIte Collective Use andEvolution of Concepts,Princenton University Press, 1972. Trad. esp. deN. MINGuEz: La Comprensiónhumana,1: El Uso colectiVo y la evoluciónde los conceptos,Alianza,Madrid, 1977, p. 12.

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La segundaconclusión tiene que ver con la propia funciónde la filosofía —ya indiqué el caráctermetafilosófico presenteen la polémica. El reconocimientode la relatividad de nuestrasperspectivasracionales, de las rupturas a que la razón estásometidaen nuestrasociedad>le lleva a indicar que «a la filo-sofía ya acaso. no le quede desempeñarmás cometido que lacrítica». Sólo a través de ella y> en cierto modo, en su superio-ridad sobrela teoría y la práctica«cabríaesperaralguna posi-bilidad de redención»‘~.

Los trabajosde Muguerzatuvieron ía virtud de provocarres-puestas.Su inicial teoría sobre el Preferidor Racional fue con-testadapor A. Domenechen una poflencia del X CongresodeFilósofos Jóvenesque apareciócomo artículo en la revista Sis-tema bajo el titulo «Teoría>Crítica y Práctica.(Un -tópico de lafilosofía españolacontemporánea)>’.Desdeía pérspectivamarxistaque denunciael irracionalismopresenteen concepcionespositi-vistasde la ciencia,sigue calificando de «idealista>’ la prépuestade Muguerza20.

En estrecharelación con tesismantenidasen diversasocasio-nesporM. Sacristón21 Domenechsostienela necesidaddeadmitirjunto a la racionalidadlógicó-formal y científico-analíticala ra-cionalidad dialéctica.Una misma razón —como instrumento yno como facultad opuestaa entendimiento—actúa de diferenteforma segúnla naturalezade los objetosformales sobre los quese ocupe, tan sólo variará en dependencidde éstos el tipo devalidez de sus resultados.La prácticadebeser reconocidacomoun conocimientode las totalidadesconcretas,inaccesiblesa laciencia>superandoasí la restric3cióndel valor cognoscitivoal co-nocimientoabstracto(reflejo, a sujuicio, dé la división socialdeltrabajo).

El marxismo> al queno atañeríanlas imputacionesde histo-ricismo ni naturalismo,estaríaen condicionesde ofrecer una

19 MUGUERU, 3.; «Lógica...» (ob. cii. nota 12), p. 229, y La Razón sinesperanza(ob. cii. nota 12), pp. 287-288.

~ Do~>w~wcíi, A.: «Teoría, crítica y práctica.-Un tópico de la filosofíaespañolacontemporánea,,,en Sistema,VII (1974), pp. 53-71.

21 Cfr. especialmenteSÁcusTÉN, M.~ «La tarea de Engels en el Anti-Diihring», en ENGELs, Antí-DUhring, Grijalbo, México, 1964> pp. VIFXXVJJI.y «Nota sobreel uso de las nociones-derazón-e irracionalismopor GeorgLukács,,,en Materiales, 1(1977), pp. 17-33.

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racionalidad, plausabilidad de sus asertos> aunque no fueranlógico-formalmentededucibles.Aportaría la posibilidad de enla-zar sin rupturas la teoría con la praxis, el plano epistemológicocon el plano ontológico y axiológico que la concepciónanalíticaimposibilitaba. Estaría>asimismo,en condicionesde superarunplanteamientoidealistae ideológicodel temaaceptandola inevi-tableparcialidady clasismode todaopciónracionalactualy posi-bilitando teóricamenteunaprescripciónracionalde luchapor lasuperaciónde la sociedadclasista.

Una necesariaselecciónme lleva, sin embargo,a optar por nodesarrollar más extensamenteesta intervención en la polémicay pasar a la exposición de la mantenidapor M. A. Quintanilla.Paranuestrotemanos interesanespecialmente,sin olvidar otrostrabajos suyos sobre epistemologíacientífica, dos artículos: elpublicadoen Zona Abierta bajoel titulo «El Conceptode razón»(1975), y «AdversusIngenieros(Hacia un replanteamientode lasrelacionesentreteoríay acciónen las cienciassociales)aparecidoen CuadernosEconómicosde 1. C. E. (1977) ~.

En el primero de ellos Quintanilla recoge explícitamentelatemáticade la polémicaque nos ocupay elaborauna propuesta>la del racionalismoparcial, formuladacomo un paso más,comoun intento de ampliación,que conlíevacorrección,del neohistori-cismo de Muguerza. También en este caso la propuestaestáfundada sobre una revisión de la epistemologíaanalítica de laciencia,en especialde la> a su juicio, formalista> individualistay positivista popperiana.En diversostrabajosQuintanilla habíainsistido ya y vuelve a hacerloahoraen la necesidadde atendera lo que denominadimensión «histórico-material» de la ciencia,mostrandola estrecharelación existenteentresus proposicionesy los aspectostécnicose institucionalesque vinculan a la cienciacon el resto de la cultura y del sistemasocial, llegandoa denun-ciar la función ideologizadorade la ciencia en cuanto presentacomo universalmenteracionales particulares interesessocialesinstitucionalizados.

Muy significativa de la posiciónde Quintanilla essu insistenciaen que lo que se precisa no es tanto un poner al lado o por

22 QUINTANILLA, M. A.; «El conceptode razón»> en Zona Abierta, III(1975), pp. 49-59, y «Adversus Ingenieros(Hacia un replanteamientode lasrelacionesentre teoría y acción en las ciencias sociales)»,en CuadernosEconómicosde J.C.E., núms. 3-4 (1977), pp. 248-274.

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encimade la ciencia otro género de racionalidad cuantorevisaruna determinadaconcepciónfilosófica de entender la raciona-lidad científica. Incluso en el plano científico no basta la cohe-rencia lógica intrínsecaa un sistema,teoríao programade inves-tigación dado para poder admitir que se actúa racionalmente.Importa al propio conocimientoracionalcientífico la orientaciónadecuadadel conocimientoe interpretación del mundo. Pero>justamente,el carácterracional del desarrollo de nuestrocono-cimiento no queda garantizado meramentepor los requisitosformales del método científico. Los criterios de racionalidaddebende dar cuentade la historia efectiva de la ciencia>así comoposibilitar unavaloración de ésta.En cualquier casolos criteriosde racionalidad seránnecesariamentehistóricos.

Es en este punto donde Quintanilla propone la necesidaddedar un pasomás allá de donde había dejadoel problema JavierMuguerza. A su juicio, la propuestade este último no consiguesuperar el idealismo presenteen su concepción subjetivista dela actitud crítica (tal como era defendidaen “Lógica, historia yracionalidad”) y suhistoricismo no llega a sacar todas las conse-cuencias.En efecto,ño se trata meramentede la variacióndiacró-nica de los criterios de racionalidad; se da también una relati-vidad sincrónica en cuantoaparecencomo opuestos>incluso con-tradictorios, en un mismo momento histórico Ante este hechola mera actitud crítica subjetiva parece revelarse como insu-ficiente.

En basea ello propone un «racionalismoparcial» que con-lleva> por un lado, la aceptaciónde definir la racionalidad entérminos colectivos, sociológicos y, por otro, la aceptacióndeuna necesariatoma de partido a favor de una determinadaformade racionalidad(segúnla concepciónmarxista> la racionalidaddela clase obrera). Sería ideológico cualquier intento de resolverel problemaque nos ocupa al margende las repercusionesquesobre él recaen de la lucha de clases.La revisión del conceptode ciencia,queatiendea los condicionamientosmaterialesde suefectivo desarrollohistórico> y que pretendehacerseeco del pro-blema de la racionalidad de dicho desarrollo, inevitablementeconlíeva unatoma de posición parcial acercade los procesosyprogramasde investigacióncientífica segúnlos interesesde clasea los que responden.

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Puedeapreciarseaquí la estrecharelación entre la teoría dela ciencia, ética y política. En la medida en que la orientaciónde tal desarrollodependade nosotros,suracionalidaddependeráde la racionalidad social (ni los ingenierossocialesde PopperniDios ni la propia autonomíadel proceso resultan alternativasválidas). Pero ello supone inevitablementeplantear la cuestiónde la racionalidaden términos de utopia social. Sólo en el marcode una sociedaddemocráticae igualitaria en que la informacióny la libertad no esté limitada para ninguno de sus miembrospuedeconcebirsela posibilidad de resolución del problema dela racionalidad.Lo definido por aquella comunidadnos daría elúnico criterio válido para establecerel contenido real, no ideoló-gico, del concepto.Este planteamientonos posibilitaría, asimis-mo, la señalizaciónracional de un objetivo político vinculado a laopción racionalista~.

Quintanilla termina la formulación de su propuestaseña-lando los aspectosya presentesde esautopía.Tanto en algunoscontenidosteóricos y prácticos,como en comunidadesparcialesen las que se realiza o prefigura en parte el ideal de aquellacomunidadracional. La opción parcial por la racionalidaddeberárecaer sobre aquella parte del presentemás cargadade futuro.En el artículo de 1974 sobreel conceptode razón se insiste en laconcepciónmarxista de la claseobreracomo representantelegí-timamenteracional de la sociedadgeneral, de ahí la necesidaddel compromisoa su favor. En el «AdversusIngenieros»se men-cionan ante todo los movimientos de crítica interna de laspropias comunidadescientíficas y técnicas.

Muguerza no cerró sus oídos a la propuestade Quintanilla.En una primera respuestase limitaba a insistir en que su pers-pectivismo procurabaevitar el absolutismo y que implicaba elesfuerzo por criticar y transformar la realidad social ~. Másextensamente,en su Epílogo, intenta respondera la acusaciónde idealismo que se imputaba a su neoperspectivismocrítico.En primer lugar recuerdaque en el artículo a que se refiereQuintanilla no había sido insensibleal hecho de las escisionesde la razón motivadas por las escisionessocialesni al esfuerzo

23 Clr. QUINTANíLLA, M. A.: «El concepto.- -» (ob. cii. nota 22), Pp. 57 y 59,y «AdversusIngenieros»(ob. cit. nota 22), p. 267 ss.

24 Cf r. MtJGUERZA, Ji: La Razón sin esperanza(ob. cit. nota 12), pági-nas 218-220.

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por colaborar a su superación.Pero sobre-todo me interesasubrayar su reiteración de la imposibilidad de encarnar alPreferidorRacionalbajocualquierforma quese presente,inclusobajo la de un «racionalismoparcial» fundado en la calificaciónde la clase obrera como representantede los interesesde lasociedadentera.El alentadorproyecto de una sociedadsin clasesque resolviera las escisionesde la razón no le hacerenunciara

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la primacíade la crítica sobrela prácticaLlegadosa estepunto,el lector sueleesperarque el autor se

establezcaen juez, que separela paja del trigo> la verdad delerror y todo ello aportandouna nuevacaracterizacióndel objetode la poléniica que,a su vez, puedaser enjuiciada por el lectormismo. Nunca es bueno favorecerilusiones que no se podrán oquerráncumplir. Demodoque me adelantoa declararquelo quesigue no es el pretendidoveredictode un tribunal. En cuantoa laausenciade-una nueva propuestadefinida sobreel temaquedanen libertadparaconsiderarlacomo manifestaciónde incapacidady/o —para los másbenévolos—como muestrade un comporta-miento «racional»que se niega a presentarahora una criaturaen proceso de gestación con rasgos tpdavía excesivamentenodesarrolladospara ser sometida a la luz pública.

Por otro lado, uno de los caracteresde la polémica es, engranmedida,-la concienciaquelos distintosautorestienende loslímites de las posicionespor ellos mantenidas.Mosterínexplícita-mente señala que deja sin tratar el tema de la racionalidadteórica colectiva. Muguerza reiteradamentenos advierte contracualquier confianza de que el tema haya quedadoresueltodeforma satisfactoria,insiste en quesus propuestaspuedenresul-tar vagas> que la crítica quizá sea poco fecunda y no ofrecegarantíaplena> aunquequizá tambiénsea lo único posible.Y, enfin; el racionalismoparcialde Quintanillaconcebidopor él mismocomo una propuestaque, situada en una determinadaperspec-tiva> no pretendehaber solucionadotodoslos aspectosdel pro-blemay en la quehabríaquediscutir previamentela validez dela conceptualizaciónmarxista en la que se basa.En la mismamedidaen quelos propios protagonistashanconstatadolas limi-taciones me liberan de la tarea de denunciar insuficiencias.Añadiré, -tan sólo> algunassospechassobreellas.

Ibidem, p. 270 ss.

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Por lo que respectaa Mosterin debetenerseen cuenta>enprimer lugar, las implicacionesde aquellaausenciade un trata-mientode la racionalidadteóricacolectiva.Puessi en las escasasalusionesque, en los artículos tratados,a ella hace parecequela lleva a coincidir con la racionalidadcientífica~ y si, como seha dicho, la racionalidad teórica individual dependeestrecha-mente de la aceptaciónde aquélla>en la medida en que quedeinsuficientemente definida, puede dejar sin base a una partede lo afirmado o incluso supondríacircularidadpor cuanto ra-cional seríauná creenciaque se ajustara a la ciencia y éstaunconocerque es racional.

Asistiendo en la actualidada un profundo y prolongadode-bate entre lógicos e historiadoresde la ciencia, cuyas repercu-sionesalcanzande lleno al tema de la racionalidad, nos encon-tramoscon un mayory, a mi juicio, legítimo escepticismoantela separaciónepistemológicaentre explicacionesy valoraciones,entrela actividadcientíficay el restode las actividadeshumanas.Nos sentimos más inclinados en este momento antipositivistadel movimiento quizá pendular de la historia a subrayar losaspectosde suhomogeneidady las repercusionesde suconexiónmutuaen unatotalidadhumanacultural y social.

El escepticismoabarcadiversospuntos. El acercamientonose produce tanto porciue se vea posible hacerde la ética unaciencia,como tantasvecesde forma infructuosase ha intentado,cuanto en destacarla inevitablepresenciaen el hechocientíficode opcionesy valoraciones.La injustificación en última instanciade nuestrósfines pareceampliarseen su sentidofuerte tambiénal campo de la razónteórica. Si, a juicio de Mosterín,la moraly el derechoprocesalson institucionesy como tales«conjunto deconvenciones»”, hoy somos más sensiblesa las repercusionesde los aspectosinstitucionales,no tan extrínsecos,de la actividady desarrollocientíficos. Y, en fin, mucho másescépticosacercade la bondady racionalidad de los expertosa la hora de deter-minar nuestrosinteresesobjetivos> «en hacer lo que convienea la gente»~. La opción por la racionalidad comportatambién

~ MosrrnuN, 3.: «El concepto.- -» (ob. cit. nota 1), p. 464, y «La incom-pleta.- -» <ob. cit. nota 1), pp. 65 y 73.

27 MOSTERIN, 3.: Racionalidady acción humana (ob. cit. nota 2), p. 92.28 MosTERÍN, 3.: Ibidem,p. 78.

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la decisión de optar democráticamentepor qué tipo de racio-nalidad se adopta.Hacer el bien a los demás,cuandoéstosnoson conscienteso no quieren ser de tal modo beneficiados,puede convertirseen una tentación ante la que, desdePlatón,debemosmostrarnoscautelosos.

En cuanto a las reflexionesde Muguerza, tan sólo indicaréque los lectorescompartenla impresión de vaguedady parcialinsatisfacciónque a él mismo le producíasu planteamiento,enespeciala la horade exponerpositivamenteunanoción de racio-nalidad quesiendohistórica siga posibilitándonosel recurrir aella consuficienteconfianzaen suintersubjetividady en sucapa-cidadde discriminación entrediversoscriterios de racionalidad.Aunque>a decirverdad,el autor de las presenteslíneascompartela opinión de queel predominio de la tareacrítica> desveladorade insuficiencias, resulta legítimo e inevitable, quizá lo únicoposible.Con todo,seríanecesariodesarrollary precisarlas condi-ciones reales de traducibilidad, aun pragmática,entre teoríascontrapuestas.Por otro lado> con referenciaa la tesis mantenidapor Toulmiñ y que Muguerzarecoge>cabríaindicar que la fecun-didadenla adaptación,el éxito de solucionesnuevasanteinéditassituaciones>auncon el valor positivo del antidogmatismo,pareceinsuficienteparala discriminación de unaconductasocial racio-nal. ¿La respuestaque ofreció el názismo a las nuevascondi-ciones del pueblo alemánen la décadade los años treinta fueracional?La sombrade que en una concepciónhistoricista lahistoria universal (Weltgeschichte)sea el único tribunal al queapelar (Weltgericht) todavía nos persigue.Pero,a diferenciadeHegel, no estamosen condicionesde afirmar que todo lo realsea racional.

En fin, la propuestade un racionalismoparcial en cuantocomportela opcióna favor de la racionalidadde unaclasesocialy se intente calificar a dichaopción de racional —en ello coin-cidirían tanto M. A. Quintanillacomo A. Domenech—precisarlade una justificación másexplícitamentedesarrolladade las tesisteóricas sobre l~s que se sustenta,así como ser formulada detal modo que no pudiera recibir el reproche de circularidadqueel primero de ellos inteligentementelanzaba>en un trabajosobreel conceptode ideología,a Adam Schaft acercade la vali-dez de los criterios que se emplean para determinarque la

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ideologíadel proletariadorespondea los objetivos del desarrollo29histórico

En las exposicionesprecedentesse habrá podido constatarcómo el planteamientoy desarrollode la polémicagravita sobredas ejes: la redefinición crítica de la racionalidad científica y,consiguientemente,de sus relacionescon otros modos de argu-mentaciónhumanos, y la asumpción de la historicidad de loscriterios de racionalidad.En tomo aellosresultancaracterizadaslas distintasposicionesy de amboshansurgido innegablescon-secuenciasparaun másadecuadoplanteamientodel temay, aún,para el diálogo entrelas concepcionesanalíticay dialéctica.

Que ello es así puedeconstatarseen la mayor precisiónconque se plantea>superior a la mantenida,por ejemplo, entre elracionalismocrítico y la sociologíacrítida de la Escuelade Frank-furt. Por un lado ya no hay simplistas intentosde contraponerla lógicaformal a la lógica dialéctica>abogandopor unasupuestasuperioridadde la segundao con una implícita desvalorizaciónde la racionalidadcientífica. Por otro lado> el desarrollo de laepistemologíade la ciencia promovido en el seno de la familiaanalíticaha llevado a la superacióndeciertasconcepcionesmera-menteformalistaso positivistasde ella, quecomportabanun em-pobrecimientodel conceptode cienciay de lo racional.Desarrolloqueha hechoentraren crisis simplistascriterios de demarcacióny ha conducidoa tomar en cuenta,junto a los aspectossintác-ticos y semánticosdel lenguajecientífico> las implicaciones desus relevantesaspectospragmáticos.

Así> no es banal resultado,a mi juicio> el generalreconoci-miento de la complejidaddel temay de la imposibilidad de queuna determinadaconcepciónde la ciencia, un tipo de validezde los resultadosde un concretoprocedimientoracional, o unpretendidosabersupracientificopuedanarrogarseel calificativode único ni preponderantemodo de ejercer la racionalidad.En elmodo como el temaha sido tratadorecientementepor los pensa-dores españolesaludidos puedeapreciarseel intento de ofrecerunaconcepciónde la racionalidadcomo un procedimientoqueaunquediferenciadono esequívoco.

29 QUINTANILLA, M. A.: Cfr. «Sobreel conceptomarxistade ideología”>en Sistema,VII (1974), Pp. 29-51, recogido en Ideologíay Ciencia, FemandoTorres editor, Valencia, 1976, Pp. 11-59.

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No menoreshan sido los frutos derivadosde que los prota-gonistasno hayanobviado los derechosde la historia. Con~ellose hace imposible cualquier solución absolutista.Así, hemospodido apreciar cómo Mosterin reconoce tal historicidad a laracionalidadteóricacolectivade la que,en su concepción,pendela individual tanto teóricacomo práctica.Así lo hacíaMuguerzacon especialreferenciaa la racionalidadinterparadigmáticay suexplícita aceptaciónen los criterios de racionalidad.Así, en fin,lo reconocíaQuintanilla poniendoénfasisen declarar cómo laciencia es necesariamentehistóricae históricoslos criterios queguían su desarrolloy justifican su orientación.Se llegabaa re-mitir la racionalidadplena al plano de idea regulativa. En uncaso llevaba a reconocerel carácterde perspectiva>relativo, denuestraracionalidady, en el otro> sunecesariaparcialidad.

Pero este reconocimientoen ninguno de ellos comportabapasividad>sino que, antesbien, implicabael esfuerzopor hacerposibleslas condicionesen que la ausenciade escisionessocialespudieraimplicar ausenciasde escisionesde la razón. Concep-cionesen las queel filósofo> másque un detentadorde la razón>se presentacomo un luchador por ella> y la racionalidad notanto como algo que se tiene o se goza> regalo de los dioses>cuantoalgo quehay que construir y conquistarcon el esfuerzocomunitario. Mantiene así el mismo carácterque otros valoreshumanoscomo la verdad> la justicia y la libertad.

En la polémicase recogey prosiguela tarea que la filosofíano ha dejadode realizardesdeGreciahastanuestrosdías.Desdeaquellaoriginaria confianzay opciónpor el Logos como desve-lador de la realidad e instanciaorientadoray justificadora denuestrosactos, la filosofía no ha dejado de constituir una re-flexión crítica en torno a la razón y sus condicionesde posibi-lidad. Y se ve hoy en la necesidadde serlo responsablementeen unacivilización que desdeKant intenta superarla rupturaentre razón teórica y razón práctica,desde Hegel asumir lasconsecuenciasde su historicidady desdeel siglo xix no renunciara la lucidez crítica sobresus condicionamientosinfraconscientesy sociales.

Por último> bajo la variedadde perspectivasy de propuestas,cabe apreciar la unidad intencional de la reflexión filosófica;unos y otros actúanorientadospor una intención crítica quesirva a la liberación del hombre. Ello no sólo porque en repe-

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tidas ocasionesse formule explícitamentela estrechaconexiónentre filosofía> moral y política, sino por la también explícitaintenciónde ligar el esclarecimientode la racionalidady su con-secución con el esfuerzo por ampliar la libertad y felicidadhumanas.Ambos hermanadosesfuerzosen favor de la raciona-lidad y la liberación del hombre, tal como son llevadosa cabo,intentan cumplir la recomendación,relativa a la felicidad> quePíndaro nos hizo y con la que Mosterín terminabauno de susartículosy yo este análisis:

«No aspires>oh alma mía, a la vida inmortaE peroagotael campo de lo posible.»

Paao Cn~4cóN

Madrid, junio 1978