En Torno Al Renacimiento y Al Hombre Moderno

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Clases dictadas por el profesor Flores en los años 80 en la universidad playa ancha de valparaiso, sus reflexiones van en direccion de la discusión historiografica sobre la transicion, ruptura de la edad media a la edad moderna.

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Siempre ser difcil para el estudioso de la historia acercarse a una poca dada y determinar all los usos, costumbres, creencias, tradiciones, vigencias, concepciones de la vida que la caracterizan

Universidad de Playa AnchaCampus San FelipeDepartamento Disciplinario de HumanidadesPedagoga en Historia y GeografaHistoria Universal Moderna

Apuntes de claseProfesor Juan Gonzalo Saldaa lvarez

Tema N 1En Torno al Renacimiento y al Hombre Moderno

Sergio Gonzalo Flores Faras[footnoteRef:1] [1: Acadmico y Profesor de las Ctedras de Mundo Clsico e Historia Universal Moderna en la Carrera de Pedagoga en Historia y Geografa de la Universidad de Playa Ancha. El presente trabajo corresponde a Apuntes de clases (1977), Departamento de Estudios Histricos y Filosficos, Sede Valparaso, Universidad de Chile.]

Siempre ser difcil para el estudioso de la historia acercarse a una poca dada y determinar all los usos, costumbres, creencias, tradiciones, vigencias, concepciones de la vida que la caracterizan. Ms complejo an ser establecer las fronteras cronolgicas de la poca en cuestin y en qu medida, cada perodo histrico es deudor de la poca anterior. El tiempo en que vive el hombre y sus usos, normas, tradiciones vienen de otro tiempo que no es el suyo, pues el hombre y su tiempo reciben su realidad del pasado histrico, en un permanente avanzar del pasado hacia el presente.

Esta es la realidad cuando se intenta conocer aquello que es especfico d los Tiempos Modernos y que, apartndose de los elementos culturales que definen lo medieval, se proyecta como caracterstica de la modernidad toda.

El realizar cortes cronolgicos definidos por acontecimientos fundamentales como el descubrimiento de Amrica, invencin de la imprenta, toma de Constantinopla por los turcos otomanos, invenciones tcnicas, etc. no deja de ser un recurso de comodidad mental o metodolgico, porque lleva a un ms ac o a un ms all de tales acontecimientos e impide el conocimiento sustantivo de cada perodo histrico. Por otra parte, separa a los estudiosos en posiciones irreductibles, que obnubila la correcta interpretacin histrica y debilita el rigor cientfico.

Esta multiplicidad de interpretaciones se agudiza notablemente cuando el investigador estudia la llamada poca renacentista. Quiz la razn fundamental de estas discrepancias sea que cada historiador est prisionero de la ptica de su circunstancia histrica y desde all desplaza su capacidad analtica para estudiar las diferentes pocas y hacer resaltar aquello que tiene resonancia en su propio contexto histrico. Esto explica en parte, el por qu de las diferentes concepciones interpretativas del Renacimiento, posiciones a veces excluyentes y que, si bien a veces aclaran la significacin e influencia de movimientos filosficos, instituciones y personas, pretenden desde all darle sentido y coherencia a toda una poca.

Expondremos en este breve trabajo las tesis de los historiadores e investigadores que han estudiado con mayor capacidad analtica tanto la poca medieval como el Renacimiento y los Tiempos Modernos, pero tambin buscaremos en estos perodos histricos la presencia y permanencia del hombre y su contorno cultural. De esta manera sostendremos que no hay fractura entre ambas pocas, sino la vigencia del hombre que, cogiendo la herencia cultural del medioevo se encamina hacia nuevos derroteros intelectuales: plena libertad espiritual, dignidad de su ser, interpretacin racional de su mundo y de su realidad, primeras bsquedas cientficas y logros como el mtodo experimental, el clculo matemtico, etc.

El ser del hombre, dice el maestro Ortega, est antolgicamente forzado a avanzar siempre sobre s mismo, no porque tal instante del tiempo no puede volver, sino al revs: el tiempo no vuelve porque el hombre no puede volver a ser lo que ha sido[footnoteRef:2]. [2: Ortega y Gasset, Jos () La Historia como Sistema, p 17]

Por eso es complejo volver al pasado del hombre en cualesquiera de las pocas de su realidad histrica; pero es apasionante, porque en ese pasado puede el hombre capturar lo que ha sido, sus aspiraciones, realizaciones, desarrollos culturales, creencias. Es en esa bsqueda del pasado que el hombre actual se encuentra con el presente, ese pasado es una fuerza viva, palpitante que sostiene la bsqueda de hoy; investigar el pasado del hombre es ir a un encuentro, es conocer su realidad de ayer y de hoy.

Para Oskar Kristeller no hubo ruptura sbita entre la Edad Media y el Renacimiento, sino una especie de continuidad, que no es a juicio del autor el escurrir apacible del pensar medieval, sino el incorporar cambios graduales e innovaciones importantes en la concepcin que el hombre de esta poca, tiene de su realidad.

Una discusin de los de los antecedentes o del fondo medieval del Renacimiento o de cualquier fenmeno renacentista podr fcilmente parecer que ayuda y da fuerzas a aquellos medievalistas que han seguido la lnea de que todo aspecto asociado tradicionalmente con el Renacimiento se encuentra tambin en la Edad Media, o por lo menos, de que todo lo que es de algn valor en el Re nacimiento es bsicamente medieval. Si fuera as, posiblemente no podramos entender por qu el mundo se vea tan diferente en 1600 de su apariencia en 1300[footnoteRef:3]. [3: Kristeller Oskar, (), Ocho Filsofos del Renacimiento Italiano, FCE, p. 71]

Las razones que explican este cambio gradual de una poca a otra se debera a juicio de Kristeller en parte, al cambio de generaciones dentro de una poca histrica dada y tambin, a un nmero de acontecimientos de honda significacin como la invencin de la imprenta, el descubrimiento de Amrica y la Reforma religiosa.

La sugerencia de Kristeller que la dinmica del cambio histrico estara determinada por el cambio generacional, nos parece interesante. En verdad no se ha intentado todava por lo menos entre los historiadores- el considerar la influencia decisiva que en el acontecer histrico tienen las diferentes generaciones de hombres que actan dentro de una poca determinada. Es posible que los elementos conflictivos, lo que se ha insistido en llamar perodos de crisis, o de transicin de una poca a otra, obtengan su dinmica en el enfrentamiento de creencias, de pareceres, de maneras de observar la vida cotidiana, de asimilar los valores culturales, polticos, sociales y econmicos, dados por la generacin de hombres, que asumen el comando intelectual de su poca. Frente a esta generacin dominante surge la otra, que pone en duda el mundo ordenado, coherente, con valores que traducen la certidumbre de un tejido de vigencias con un definido contenido de vivencias; e intenta desplazarlo por nuevas maneras de concebir la realidad, por la infatigable bsqueda de una interpretacin del hombre y de la naturaleza, diferentes. La generacin del Renacimiento se adentra en esta nueva bsqueda del ser humano. Los ejemplos son numerosos para sustentar este planteamiento: Petrarca en la bsqueda de s mismo, en la autoexpresin de un sufrir que tiene su significado en su condicin humana, en el hablar como hombre al hombre, esto fue lo experiment yo, lo encontr en mi alma Frente al destino trascendente del hombre de generaciones pasadas, se yergue en el poeta el destino del hombre plantado aqu, en la realidad de lo humano, partiendo de su experiencia de la vida.

Giovanni Pic de la Mirandola considera alfombre como el ser inquieto, el deveniente en un mundo en el cual a cada cosa se le ha asignado de una vez y para siempre lo que ha de ser. Slo el ser humano carece de funcin especfica, l debe crearse su destino partiendo de su realidad ontolgica. Lo especial en l es que constituye una sntesis del mundo, es un microcosmos, y aqu radica su autonoma espiritual. Para ste hombre nuevo renacentista para algunos, moderno para nosotros- lo genuino de su naturaleza est en el desarrollo de todas las posibilidades dinmicas que se hayan en ciernes en l; el hombre es el descubridor y perfeccionador de la naturaleza y de su ser. As, se detiene en su propia vida y en la vida trascendente del alma. Ya volveremos a Pic de la Mirandola cuando analicemos su obra De Oratio Hominis Dignitate que nos permitir perfilar el fundamento de este trabajo, es decir, los caracteres del hombre moderno expresados en su libertad espiritual y en sus ansias de entender la naturaleza que lo rodea y su afn de capturar la belleza que atrae sus inquietudes estticas.

Leonardo Da Vinci representa el nuevo camino en el campo de las ciencias. No se puede ser dice- un pintor genuino si no se sabe cmo representar los movimientos de hombres y animales o la expresin de los sentimientos que el rostro refleja[footnoteRef:4]. Para lograrlo es necesario conocer el mecanismo de los msculos, tendones y los huesos, debe darse cuenta de las proporciones que gobiernan las formas; ste significa que el artista debe ser tambin un investigador de la naturaleza: el pintor (artista) debe ser cientfico l mismo. En este camino de la bsqueda cientfica, Leonardo es el precursor del mtodo experimental de Galileo, es decir, la aprehensin de los fenmenos reales en la experiencia y la demostracin y necesidad de las leyes que los gobiernan. [4: Da Vinci Leonardo () Tratado de Pintura]

Ninguna investigacin humana puede llamarse ciencia si no pasa por las demostraciones matemticas[footnoteRef:5]. En la misma posicin intelectual podramos ubicar a Lorenzo Valla y a Giordano Bruno. Este ltimo, en su concepcin cosmolgica delinea de muchas maneras una interpretacin del universo tal como habra de ser desarrollada por la Fsica y Astronoma modernas. [5: Ibidem p 71]

Lo que define mejor a estas generaciones de pensadores del siglo XV o del XVI es la orientacin que dan a sus pensamientos. Primero, la exaltacin del hombre en su vida aqu en la Tierra, lo que todos los humanistas de este perodo llamaron la dignidad del hombre; el reconocimiento de su libertad espiritual para explorar todos los campos del conocimiento que en ese entonces estaban a su alcance, y a la posibilidad de encontrar otros que abrieran nuevas perspectivas a sus ansias de conocerse a s mismo y a su contorno natural. Segundo, su empeo y pretensin de explorar los principios de la naturaleza de una manera novedosa e independiente del marco de las tradiciones y autoridades establecidas.

Quiz no es tan amplio su aporte a lo que es hoy la modernidad, pues todos ellos fueron superados por las generaciones que heredaron sus esfuerzos. La fsica aristotlica fue el soporte del conocimiento cientfico hasta que fue reemplazada por la fsica de Galileo y de Newton, y sta por las concepciones fsico- matemticas del siglo XX. Esta evidencia hace ms notable los primeros tanteos en el campo de la investigacin de los fenmenos y su necesidad intrnseca, realizados por Telesio, Patrizzi, Pomponazzi, Bruno y Leonardo, frente al mundo de las tradiciones y de la autoridad intelectuales. Ellos pertenecen, junto a otros tan importantes, a las generaciones de espritus nuevos que surgen en los siglos XV, XVI y XVII.

Volvamos al problema que nos preocupa, es decir, si cabe sostenerle desarrollo histrico dentro de cauces bien definidos, separados por pocas con su peso especfico de contenidos culturales que los hacen diferentes a otras pocas o perodos. Este pasar del medievo a los tiempos modernos (llamado por algunos historiadores Renacimiento) ha sido enfocado de diferentes maneras segn sean los desarrollos culturales que le interesan al investigador iluminar para fundamentar su tesis.

John Randall en La Formacin del Pensamiento Moderno expresa que para comprender el mundo intelectual renacentista es necesario buscar los antecedentes en el perodo anterior inmediato. Este transcurrir de una realidad histrica a otra, no se produce por un quiebre o fractura sbita, si no que otorga la dinmica del cambio a las tensiones y resistencias existentes en el perodo medieval contra lo que ste representaba: un mundo ordenado, con sus jerarquas rigurosas, una cosmovisin trascendente del hombre, un no interesarse por este mundo y su realidad, el aceptar las categoras del pensamiento dominante como definitivas.

Es difcil definir la poca que se llama renacentista. Ahora, si el rasgo principal de este perodo llamado renacimiento es una superacin, una liberacin de vnculos que resultaron ser cadenas, es evidente que nos estamos enfrentando con fuerzas que surgen dentro de un orden ms antiguo, con tensiones y resistencias, con esfuerzos que tratan de conciliar los compromisos antiguos con los modernos. La poca del Renacimiento y de la Reforma es ms que ninguna otra poca de compromisos. Lo que el Renacimiento y la Reforma tenan de mejor no poda durar, era el noble entusiasmo de la juventud y lo que se necesitaba en el duro y penoso trabajo de la madurez.

La ordenada sociedad medieval permiti que las fuerzas que haba creado se desarrollaran hasta que naturalmente rebasaran el estrecho y fijo bastidor en que funcionaban[footnoteRef:6]. [6: Randall John, (1852), La Formacin del Pensamiento Moderno, Ed. Nova, Buenos Aires, p 13]

John Symonds quien dedica dos volmenes exhaustivos al Renacimiento, le asigna a esta poca el valor de perodo de transicin o engarce entre la poca medieval y los Tiempos Modernos. Es muy difcil referirlo a un factor determinado del conocimiento humano. Si consultamos a un artista dice, el Renacimiento ser la revolucin operada en la arquitectura, la pintura y la escultura. Ser el conjunto de las nuevas tcnicas, la perspectiva, la aplicacin de las matemticas, la geometra, y el conocimiento de la anatoma humana.

Para el estudioso de la literatura o el erudito, ser la poca en que se descubren los viejos manuscritos, los cdices y las traducciones; el despertar de la antigedad clsica griega y latina; la pasin por todo lo antiguo, la aparicin de la impresin de las primeras obras clsicas, el progreso realizado en el campo de la filosofa y el criticismo que llevronla certero conocimiento de los clsicos; a un gusto renovado por la poesa, y a nuevos sistemas de pensamiento.

El cientfico acercar su inters al descubrimiento del sistema solar realizado por Coprnico y Galileo; las investigaciones anatmicas de Jernimo Fracastori, etc. Lo que a l le interesa es la creacin de un mtodo de investigacin autnticamente cientfico. Aqu estar para l la diferencia cualitativa entre Edad Media y Renacimiento.

El Historiador poltico centrar el inters del estudio de esta poca en la extincin del feudalismo, el desarrollo de las grandes nacionalidades a partir del siglo XV, la consolidacin de la autoridad monrquica y la laicizacin de la iglesia institucional.

El gegrafo considerar el Renacimiento como el esplendor de las expediciones geogrficas que culminarn con la ampliacin de los horizontes del mundo, los grandes descubrimientos de Amrica y Oriente y los adelantos tcnicos que posibilitaron tales descubrimientos.

Para Symonds estas respuestas son slo el prisma de cada investigador que se acerca a esta poca a buscar respuestas que traducen inquietudes personales. Ellas no resuelven el problema.

La historia del Renacimiento no es la historia de las artes o las ciencias, o la literatura, ni siquiera la historia de las naciones. Es algo ms profundo: la historia de la conquista por el espritu humano de la libertad conciente de s mismo. No es un simple cambio poltico, una nueva moda en el campo de las artes o la restauracin de los cnones clsicos del gusto. Las artes, las invenciones, el conocimiento y los libros, convertidos de pronto al advenir del Renacimiento en elementos vitales, haban yacidos durante largos siglos olvidados en esas orillas del Mar Muerto a que damos el nombre de la Edad media. No fue el descubrimiento de estas obras el que trajo el Renacimiento. Fue la energa intelectual, la eclosin espontnea de la inteligencia lo que permiti a la humanidad sacar el fruto de aquellos elementos precisamente en este instante. Y las fuerzas entonces engendradas se mantienen todava en vigor, vital y expansivas en el mundo moderno[footnoteRef:7]. [7: Symonds John () El Renacimiento en Italia, FCE, T. 1, p 12]

Pues bien, para Symonds el paso del perodo histrico medieval a los Tiempos Modernos est sealado por una madurez intelectual que acta dinmicamente produciendo la eclosin espontnea de la inteligencia.

Definitivamente, el autor concluye que la poca medieval es una poca de barbarie, de agotamiento de su capacidad intelectiva, surgida ya con motivo del derrumbe del mundo romano; luego, ese largo perodo de cerca de mil aos es una poca estril. La actitud mental, dice, de la Edad Media era la de ignorante prosternacin ante el dogma, la autoridad y del escolasticismo. Concluye el historiador diciendo que la esencia del Renacimiento es una esencia intelectual, el Renacimiento fue, para el mundo moderno, la emancipacin de la razn[footnoteRef:8]. [8: Ibidem p 13]

En el anlisis de este cambio de una poca a otra, el historiador es categrico al sostener que nada del perodo medieval fue heredado por los tiempos modernos. Se trata de una fractura intelectual y de una eclosin espontnea.

El filsofo historiador Ortega y Gasset ve este transcurrir de la poca medieval a la renacentista en la prdida paulatina de lo que l llama la fe viva, que es presencia permanente de lo que se cree, en este caso de Dios. Un mltiple conjunto de vivencias religiosas forman la atmsfera cotidiana de todos los hombres y definen la conducta de ellos ante las instituciones, la sociedad y los valores culturales.

Si quisiramos saber lo que un pueblo, una poca, una sociedad son, tendamos que conocer el sistema de creencias que forman la arquitectura de ese pueblo, de esa sociedad.

Lo real para el hombre se construye en las creencias, ellas son el suelo que sostiene la vida de los hombres. El hombre quiralo o no, tiene que contar con ellas, pues, siendo vigentes la sociedad impone el rigor de las creencias colectivas. Para Ortega la poca medieval tiene como pernio fundamental la Revelacin. Dios Todopoderoso y omnisciente le devela al hombre su realidad y su destino. Este es un ser trascendente, hombre ms de la otra vida que de esta: el fin ltimo es la salvacin y la identificacin con la divinidad, el hombre es alma. Pues bien, esta fe de roca del hombre medieval se va desintegrando, esfumando imperceptiblemente a fines de los siglos XV y XVI. La dinmica histrica del cambio est en que esta fe desgastada, fatigada, sin sentido y que slo acta por va de la inercia, ser reemplazada generacin tras generacin por una nueva fe: la fe en la razn y la capacidad del hombre por modelar su propio destino.

La creencia fundamental ha desaparecido para ser paulatinamente reemplazada por una nueva creencia. As pues, los siglos XV y XVI corresponden a una poca de desazn de crisis que marca el final del gran cielo histrico: la fe en Dios y en la revelacin. Surge Descartes con una nueva fe, la fe en la razn de la cual el hombre europeo ha vivido hasta ahora, sus caractersticas sern las siguientes: En el universo no hay secretos, el mundo se har transparente a la mente humana, el hombre va a saber la verdad sobre todo, para lograrlo, le bastar usar con buen orden la razn, quien como varita mgica iluminar y dar claridad a todo. Esta razn es entendida como razn fsico matemtica. El siglo XV y XVI son por eso dos siglos de enorme desazn, de atroz inquietud; como hoy diramos, de crisis. De ellas salva el hombre occidental una nueva fe, una nueva creencia: la fe en la razn, en la nuove scienze. El hombre recado renace. El renacimiento es la inquietud parturienta de una nueva confianza fundada en la razn fsico matemtica, nueva mediadora entre el hombre y el mundo[footnoteRef:9]. Particularmente interesante es la tesis sostenida por el brillante historiador holands Johan Huizinga. Nadie como l ms agudo y penetrante en el estudio de lo medieval-renacentista. Su mtodo histrico, llamado historia cultural, le permite realizar una verdadera pintura de la poca que estudia. All se dan todas las expresiones, matices, inquietudes, sentimientos, de la sociedad analizada. De los pequeos detalles, de aquello que parece insignificante y pasajero, va obteniendo Huizinga la savia del acontecer histrico. [9: Ortega y Gasset, Op cit. p 11]

Todo lo que el hombre realiza, sus miserias, alegoras, su sensibilidad, la espontaneidad de la vida, sus conquistas culturales, el mundo de sus vivencias, el poeta, el poltico, el religioso, el economista, el filsofo, etc. Hacen la historia de una poca. Este mtodo le permite acercarse mejor que nadie al estudio y conocimiento de la dinmica histrica que realiza el pasar de lo medieval a los tiempos modernos.

Nuestro espritu trata de conocer con predileccin los orgenes y los comienzos. Las promesas que ligan una poca con las siguientes parcenos la mayora de las veces, ms importantes que los recuerdos que la enlazan con la anterior. As fue posible que se buscasen con tanta insistencia los grmenes de la cultura moderna en la cultura medieval, que se llegase a dudar de la exactitud del concepto de Edad Media y an pudiese parecer que esta poca no haba sido apenas otra cosa que la germinacin del renacimiento[footnoteRef:10] [10: Huizinga Johan, () El Otoo de la Edad Media, p 11]

A juicio del historiador holands no es posible ver en la poca renacentista la forma antagnica de la cultura medieval; tampoco sealar la como regin de lmite entre el perodo medieval y los tiempos modernos. La fisonoma que ofrece la llamada poca renacentista es la transformacin y de vacilacin, de transicin y de combinacin de elementos culturales. Todo el que busque en l una total unidad espiritual que pueda reflejarse en una frmula nica nunca alcanzar a comprenderlo en todas sus expresiones. Sobre todo debe estar preparado para aceptarlo en toda su complejidad, en su heterogeneidad y en sus contradicciones y para aplicar un enfoque plural a los problemas que el perodo plantea[footnoteRef:11]. [11: Huizinga Johan, () Hombres e Ideas p. 253 ]

Como analizaremos ms adelante, cuando enfoquemos la validez de la denominacin del Renacimiento para comprender una poca dada, cuyos lmites y comienzos los historiadores no aciertan a encontrar, concluiremos que el concepto de renacimiento no es tan simple como creyeron la mayora de los historiadores con Jacobo Burckhardt a la cabeza (La Cultura del Renacimiento en Italia, obra maestra y seera de muchas generaciones de estudiosos de los problemas de la llamada poca renacentista). Todas las tentativas de definirlo han fracasado debido a la vaguedad de sus posibles lmites y a la arbitrariedad con que se le usa para caracterizarlo en sus elementos culturales.

No es absolutamente necesario definir la naturaleza y esencia de ese perodo cultural; sus valores, su real armona se hacen presente hacia el siglo XV. El trmino renacimiento se puede emplear como denominacin convencional para el florecimiento de la cultura europea cuyo centro de irradiacin fue la pennsula italiana.

Si se sigue empleando el concepto de renacimiento para referirse a elementos culturales definidos de una poca que va del siglo XIV al XVI, debe hacerse sin la rigurosidad y precisin que a menudo se le adjudica, sino como necesidad metodolgica convencional que nos ubique en el tiempo histrico.

Nos referimos por ltimo, al estudio realizado por Eugenio Garn, autor de la obra Medievo e Rinascimiento, que recoge las ltimas investigaciones del tema. Sostiene que la mayora de la actividad historiogrfica acerca de los orgenes del pensamiento moderno est empeada en demoler la visin tradicional de una ruptura que habra caracterizado el traspaso de un modo de concebir la realidad a otro diferente. Esta idea tan arraigada de una ruptura entre lo medieval y lo moderno ha sido sostenida por la insistencia en motivos que suelen estimular en exceso la imaginacin: amor por el mundo pagano, por los clsicos antiguos a quienes se les supone redescubiertos slo a partir del siglo XIV; impiedad, irreligin, ateismo, alejamiento de los preceptos divinos y una posicin de riguroso inmanentismo.

Pero ha sido fcil dice Garn, ilustrar varias veces la continuidad entre mundo medieval y mundo moderno, no existe, sostiene, renacer humanstico del mundo antiguo pues este ya estaba presente desde el siglo XII.

Una de las conquistas ms importantes de nuestra investigacin actual es haber demostrado que el mito del renacer de la nueva luz y, entonces de la correspondiente oscuridad, haba sido propia de la polmica conducida por los humanistas contra la cultura de los siglos precedentes.

La historiografa contempornea una vez que ha tomado conciencia de lo que el Renacimiento fue en s, ha determinado la negacin de su novedad. El tema luz-oscuridad es viejo ya de siglos y ahonda sus races en una antigua tradicin religiosa. Por otra parte, el trabajo crtico por encontrar en el pasado medieval los contenidos especficos de las posiciones renacentistas ms solemnemente consagradas han tenido fciles argumentos: el medioevo amaba los clsicos no menos que el renacimiento; Aristteles estaba en la boca de todos y quizs mejor que el 400 y lo mismo puede decirse de Platn..

Los poetas, historiadores, oradores se conocan y se apreciaban: Bernardo Silvestre escriba poemas filosficos dignos de Bruno; Bernardo de Chartres celebraba la veritas filis temporis; los juristas renovaban toda la esencia de la sabidura romana; la valorizacin del hombre era ms potente en Santo Toms que en Marsilio Ficino.[footnoteRef:12] [12: Garn Eugenio () Medievo e Rinascimiento, p 105.]

No hay pues, para Garn una ruptura o un cambio brusco entre ambos perodos; menos una Edad Media tenebrosa, brbara y un Renacimiento brillante, pleno de luces. La aparicin de los tiempos modernos estar dada por la maduracin de lo que ya estaba latente en el medioevo. En este pasar de lo medieval a lo renacentista se dan los nuevos elementos culturales que habrn de consolidarse en la poca moderna con la aparicin de una metafsica del hombre creador. A mi entender la palabra ms profunda de todo Renacimiento.[footnoteRef:13] [13: Ibidem p.93]

Sin pretender agotar los testimonios histricos acerca de lo que hemos llamado el paso de lo medieval a la poca moderna, y certeros en este estudio, analizaremos ahora, cmo se plantea el problema de lo que representa la acuacin del trmino renacimiento para definir un perodo histrico que abarca alrededor de tres siglos, aproximadamente (mediados del XV, XVI y XVII).

Rechazamos por insostenible la idea de un renacimiento de la cultura, como sobreponindose a una poca de plena aridez intelectual y cultural, representada por el medioevo. Por esta razn el concepto renacimiento acotado por una vitalidad y dinmica que se afirma en la negacin de la poca precedente, nos parece que hace perder rigurosidad histrica al estudio de esta poca, porque lleva a trabajar con premisas ya establecidas. Nosotros operamos con un esquema que pone el acento en la modernidad del pensamiento del hombre, que resalta sus valores, la objetividad del pensar, el carcter especfico de lo que ser ms tarde el conocimiento cientfico, la tendencia del hombre a realizarse en este mundo y el autodescubrimiento de s mismo; su actitud crtica frente a las instituciones establecidas, sus nuevas concepciones estticas, el ideal de un quehacer humano diferente, etc.

Para perfilar mejor esta modernidad del hombre haremos un breve anlisis de aquello que los historiadores han insistido en llamar renacimiento de una poca dada. A travs de l, observaremos la multiplicidad de enfoques y de posiciones. El renacimiento no es unvoco, sino, cada investigador ilumina con sus bsquedas lo que l considera la esencia de este trmino proteico que es renacimiento.

Con Jules Michelet (Historia de Francia, 1855) aparece por primera vez una idea que va a dominar largo tiempo, ms de un siglo, la historia de la cultura europea: la antinoma Edad Media-Renacimiento. Cogido en el marco de la Ilustracin cuya fe en la razn y el progreso del hombre era ilimitado, el historiador francs, considera el renacimiento como el despertar de un largo dormitar intelectual; el relmpago que ilumina toda una poca con dos grandes acontecimientos en el siglo XVI: el descubrimiento del hombre y el descubrimiento del mundo.

Pero fue slo una intuicin genial. No alcanz a concretarla en la investigacin documental ni en el estudio riguroso de la poca que le interesaba.

Con Jacobo Burckhardt, La cultura del Renacimiento en Italia, se abre con una brillante etapa de investigacin donde se unen las sntesis, la profundidad y la erudicin en el manejo de los materiales objetivos, prescindiendo de las presiones intelectuales propias de la poca en que vive el investigador-historiador.

Para l Italia ser el centro donde se formar la personalidad y se desarrollar el individualismo moderno. Esta nueva actitud ente la vida y el Estado surge de las organizaciones polticas de los estados italianos. Este desarrollo de las individualidades, esta manera de mirar objetivamente la realidad es la tnica fundamental de la poca que estudiamos. Encarnan esta nueva concepcin los diferentes tipos de tiranos, condotieros, cortesanos, prncipes, en quienes se dan la avidez de gloria, el culto al talento ajeno, el clculo fro y racional, y donde slo el valor es la escala para llegar al poder y sostenerse en l.

Es innegable que el hecho de encontrarse siempre amenazados, desarroll en estos prncipes una gran capacidad personal. En una vida tan llena de artificios slo un virtuoso poda moverse con desembarazo y con xito. Todos tenan que justificarse como dignos del seoro y demostrar que lo eran efectivamente. Hay sin duda grandes zonas sombras en sus caracteres, pero en todos encontramos algo de lo que constitua el ideal del italiano de la poca[footnoteRef:14] [14: Burkhardt Jacobo, La Cultura del Renacimiento en Italia, p.43]

Florencia constituye parar l el mximo ejemplo de las repblicas italianas, donde se dan con mayor nitidez estos valores del renacimiento.

La mxima conciencia poltica y la mayor riqueza de formas evolutivas las encontramos reunidas en Florencia, que en este sentido merece justicia el ttulo de primer Estado moderno del mundo. Aqu es cosa de todo un pueblo lo que en los principados es asunto de una sola familia. El maravilloso espritu florentino, agudamente razonador y artsticamente creador al mismo tiempo, maniobra continuas transformaciones en la situacin poltica y social y la describe y reajusta incesantemente. As lleg a ser Florencia la patria de las doctrinas y las teoras polticas, pero tambin, como Venecia, la patria de la estadstica y singularmente, como algo nico antes y por encima de todos los estados del mundo la patria de la historia en el nuevo y absoluto sentido.[footnoteRef:15] [15: Ibidem, p.63]

El captulo segundo de su obra, El Desarrollo del Individuo, resume la idea fundamental de ella.

En la contextura de estos Estados, tanto repblicas como tiranas, reside, no solo la nica, sino la ms poderosa razn de ese temprano desarrollo que hace del italiano el hombre moderno. De esto depende el que tuviera necesariamente, que ser el primognito entre los hijos de la Europa contempornea.

Durante los tiempos medievales, ambas caras de la conciencia la de que se enfrenta al mundo y, la que se enfrenta a la intimidad del hombre mismo- permanecan, soando o semi despiertas por un velo comn. Este velo estaba tejido de fe, cortedad infantil e ilusin; el mundo y la historia aparecan a travs de l maravillosamente coloreados y el hombre se reconoca as mismo slo como raza, pueblo, partido, corporacin, familia u otra forma cualquiera de lo general. Es en Italia donde por primera vez se desvanece en el aire este velo. Despierta una consideracin objetiva del Estado y con ella un manejo objetivo de las cosas del Estado y de todas las cosas del mundo en general. Y al lado de esto se yergue, con pleno poder, lo subjetivo: el hombre se convierten individuo espiritual y como tal se reconoce.[footnoteRef:16] [16: Ibidem, p 105]

En este plasmar de la personalidad se encuentra al uomo universale, es decir, al arquetipo humano que sirve de modo en el desarrollo del individualismo. Es esta fuerza la que gua al hombre hacia originales perspectivas histricas, de all obtiene su fuerza para transformarse en un creador de s mismo y de formas nuevas ; es este individualismo el que le conduce a la observacin racional del mundo, aqu pondr el hombre su esencia y presencia; podr enfrentar la realidad que le estimula y transformarla mediante la accin de sus capacidades intelectivas. Esto es para Burkhardt el renacimiento. Ahora bien, cuando este impulso que aspiraba al perfeccionamiento mximo en la formacin de la personalidad coincida con una naturaleza realmente poderosa y al mismo tiempo dotada en mltiples aspectos, que dominaba todos los elementos de la cultura contempornea, entonces surga el hombre universal, luomo universale, tipo humano que pertenece exclusivamente a Italia.

En la Italia del renacimiento, nos encontramos con el caso singular de artistas que han sido capaces de crear algo nuevo y, en su gnero, perfecto en todas las esferas del arte, y que adems de ste, en lo meramente humano, como hombres, nos producen la ms profunda impresin.[footnoteRef:17] [17: Ibidem, p 110]

El redescubrimiento de la antigedad greco-latina no tiene para Burkhardt el papel fundamental que otros historiadores le asignan en la aparicin del renacimiento, slo es relevante como medio de expresin de la nueva concepcin de la vida que esta poca representa.

Ahora bien: en la mayora de los casos, no es con la cultura general con lo nos encontramos enfrentados, sino con los criterios personales o manifestaciones de puntos de vista singulares de determinados crculos eruditos, y an aqu mismo habra que distinguir, un cada caso, entre la verdadera asimilacin de la doctrina antigua y la mera participacin en una moda, por estar al da en este aspecto tambin. Pues, para muchos la Antigedad era cabalmente eso: una moda. Hasta para algunos que llegaron a manejar aqu un grueso equipo de erudicin.[footnoteRef:18] [18: Ibidem, p 191]

Y llegamos a la parte medular de la obra de Burkhardt que nos permitir afirmar nuestro planteamiento de que este perodo histrico tiene su esencia en el nuevo perfil del hombre que apunta derechamente a lo moderno y nos lleva a rescatar al ser humano de todos los estrechos rtulos con que se ha pretendido fijarlo. Este captulo se denomina Descubrimiento Mundo y del Hombre.

As considerado, el individualismo pasaba a ser el concepto motriz, dinmico del renacimiento; pero su entusiasmo ilimitado por este individualismo y por Italia donde l surgi, lo llevaron a proyectar su aguda visin slo en los estados italianos, olvidando que en el resto del pas las caractersticas del medioevo se mantenan apuntaladas por una fuerte tradicin; tampoco pudo darse cuenta que los caracteres individualistas y las ansias de conocimiento del hombre empezaban tambin a darse en otras zonas de Europa. Cronolgicamente limit al renacimiento, por lo menos en su plenitud, en las cercanas del siglo XV e inicios del XVI.

Los siglos anteriores sern alborada, anuncio de esta nueva poca; todo aquel intelecto que muestre una vigorosa personalidad se le considerar como profeta. En esta categora caen Dante, Petrarca y otros. Frente a stos la poca medieval parece perder significacin y vitalidad cultural, y se abre camino la interrogante para el gran historiador: dnde comienza y dnde termina el Renacimiento?; cules son sus verdaderos lmites si es que realmente los posee?. He aqu la trascendencia de estar cautivos de un concepto que involucra necesariamente el establecer fechas o cortes cronolgicos para aclarar su definicin y sus contenidos culturales.

El trmino renacimiento rinacere- estimula grandemente la imaginacin y es promesa de lo novedoso; hace olvidar que sus valores ms significativos y creadores vienen concretndose imperceptiblemente del perodo anterior; el medioevo es su hogar, no se les puede arrancar de la poca a que pertenecen, all hay que ubicarla para investigarlos y comprenderlos; de lo contrario se est negando el fluir histrico, cuyo protagonista fundamental es el hombre. Los segmentos cronolgicos de la historia son importantes para comprenderla, pero no se pueden apropiar de su substancia: el hombre trasciende escapa, se niega a ser cogido por pocas determinadas.

Kristeller en su obra 8 Filsofos del Renacimiento es bastante cauto al referirse a los lmites y contenidos culturales de esta poca histrica. Se abstiene de definir el concepto y maneja el trmino renacimiento en el sentido de que no hubo fractura ni abismo entre lo medieval y renacentista; al contrario, dice, hubo continuidad, pero advierte, que continuidad no es estabilidad sino que implica una gran cantidad de cambio gradual. Esto significa que admitiendo el paso lento, imperceptible de una poca a otra, sta se realiza por una dinmica histrica que produce los cambios en los diferentes campos de la cultura, en un ritmo cronolgico que de ninguna manera es sincrnico.

Nos interesa sealar una aguda reflexin de Kristeller que debera frenar el entusiasmo de los investigadores que slo ven en el Renacimiento la poca de renovacin, de proyeccin de las capacidades del hombre; de grandes conquistas en los campos de la razn y de sus relaciones con el mundo; de los que niegan a la poca medieval toda posibilidad de creacin autnticamente cultural; o a aquellos que buscando lo moderno en los filsofos, poetas, literatos, de vigor intelectual del siglo XII en adelante, como Bernardino de Chartres, San Francisco de Asis, Johannes de Salisbury o Dante, Petrarca y muchos otros, los sacan de su poca y de su contexto cultural para etiquetarlos como ya renacentistas. Dice el autor: Finalmente, si buscamos los antecedentes medievales de ciertos desenvolvimientos renacentistas importantes; debemos estar preparados para encontrarlos no en los aspectos ms famosos y ms frecuentemente estudiados de la historia intelectual medieval, sino en ciertos aspectos menores y secundarios que parecen ms bien carecer de importancia dentro del contexto de su propio tiempo, pero que adquieren un significado especial como los modestos comienzos de ideas y modos de pensamiento que llegaron a la completa madurez solamente durante el perodo subsiguiente, precisamente como el agua que se levanta con la cresta de la ola, no viene de la cresta de la ola precedente, sino ms bien de la depresin intermedia[footnoteRef:19]. [19: Kristeller, Op Cit. P 192]

Eugenio Garn plantea que una de las conquistas ms importantes de la investigacin actual es haber destruido el mito del renacer de ola nueva luz en oposicin a la barbarie de los siglos precedentes; la caracterstica esencial ha sido la continuidad entre mundo medieval y mundo renacentista, puesto que el renacer de la antigedad clsica considerado como la nota distintiva del Renacimiento, ya estaba vivo y presente desde el siglo XII.

Los cambios que se operan en la cultura renacentista, ya vienen perfilndose desde el mundo medieval, ellos actan en el sentido de modificar la concepcin que el hombre tiene de la realidad y de si mismo, por eso, los siglos XV, XVI y XVII son siglos de una bsqueda atormentada en el interior del hombre, en los valores culturales ya en crisis y de la realidad exterior, es decir, de la naturaleza.

Porque, verdaderamente se consum ahora, para siempre, una distinta manera de ver las cosas, y para siempre desapareci una antigua imagen del mundo. Fue ciertamente un desaparecer glorioso si en varios aspectos se logr un nacer nuevo. Slo que la caducidad de esa realidad no se concluy de golpe. Aquella era la primera conciencia turbada de un mundo que desapareca, que deba madurar lentamente en una larga agona. El moverse de la atencin de una cosa a otra, de una interpretacin del indagar a otra radicalmente diversa,; un configurarse todo nuevo de la relacin entre el hombre y la realidad ltima, entre el hombre y las cosas, entre el hombre y las instituciones humanas; diramos, una actitud totalmente transformada de la vida y de la cultura. Indica esto, si se mira a fondo, el fin de una seguridad, el nacimiento de una bsqueda atormentada, en una direccin an no clara, propia, porque la reivindicada figura del hombre libre se pona al lmite de la destruccin de cada direccin, de cada forma predeterminada.[footnoteRef:20] [20: Garn Eugenio, Op Cit. P 91]

En resumen, para Garn esta poca y ya no es tan importante que se llame Renacimiento- es perodo de crisis de la concepcin que el hombre tiene de su mundo, l debe ser capaz de construir el suyo, porque la conciencia de la seguridad tranquila de un universo familiar y domstico, ordenado y acomodado a sus necesidades se ha perdido para siempre.

Johan Huizinga se pregunta: En qu consisti, en realidad aquel nuevo rumbo de la cultura al que damos el nombre de Renacimiento mismo. El concepto, dice, amenazaba con perder todo contenido a medida que lo desplazamos cada vez ms a los dominios de la Edad Media, hasta las proximidades del siglo XII; se reclamaba para esta poca como grmenes u orgenes los fenmenos culturales ms caractersticos de la Edad Media. Esto haca confuso el dilucidar lo autnticamente medieval en sus manifestaciones ms definidas: en el arte, el pensamiento, la religin, la sociedad y la economa, poniendo al descubierto los puntos en que el Renacimiento haba roto con ellas.

El concepto de Renacimiento no es un concepto fijo ni en cuanto a sus lmites en el tiempo ni en cuanto al carcter y a la esencia de los fenmenos que lo integran. No podemos tomar los elementos para su definicin de la historia misma del Renacimiento. Es necesario para ello, separar ms los polos. Contrapongamos a la Edad Media la cultura moderna y preguntmonos luego cuales son las caractersticas de la cultura que creemos poder llamar medievales. Cules son los rasgos fundamentales en que la cultura moderna difiere de la cultura medieval. Entre estos dos campos culturales quedar enclavada el del Renacimiento[footnoteRef:21]. [21: Huizinga, Johan, (), Hombres e Ideas, P 50]

El Renacimiento es, pues, para el historiador holands una poca de transicin.

El trnsito de la Edad Media a la poca Moderna no nos brinda -cmo podra ser de otro modo?- la imagen de un gran viraje, sino la de una larga serie de olas que avanzan sobre una playa: cada una de ellas se rompe, como las del mar en un sitio distinto y en un momento distinto. Las lneas divisorias entre lo viejo y lo nuevo discurren cada vez con trazado diferente. Cada forma cultural, cada pensamiento, se dirigen a su propia poca y los cambios no rigen nunca con el complejo de la cultura visto en su conjunto.

Cuando comienza la poca moderna con arreglo a nuestra clasificacin usual (e imprescindible) no ha muerto todava ninguna de las grandes formas conceptuales de la Edad Media[footnoteRef:22]. [22: Idem]

La tarea dice, de deslindar el Renacimiento en sus relaciones con la Edad Media y con la cultura moderna habr de ser tarea de muchos especialistas, y esboza enseguida varias lneas fundamentales, que a su juicio debera seguir la investigacin: para el hombre medieval buscar la verdad, crear el conocimiento, significaba fortalecer las verdades existentes; para el espritu moderno, la realidad se busca a travs de la investigacin inductiva. Contemplar la naturaleza y el mundo, como un misterio que hay que descifrar. Esta es la misin del pensamiento moderno.

Se pregunta Huizinga si es el renacimiento el que produce el cambio en el modo de analizar la realidad. Su respuesta es no. En Leonardo puede darse ya realizada esta tendencia a la investigacin y a la experimentacin, pero la poca renacentista permanece atada a la tradicin y a la autoridad.

En Leonardo estaran los atisbos, el primer orientarse de la razn hacia el objeto de estudio; pero el cambio de rumbo se realiza slo en el siglo XVII. Leonardo, Petrarca, Boccaccio, Pic de la Mirandola y Rebelais representan una nueva visin de la vida pero no eran, dice el autor, las voces que dominaban la poca. Digamos por ltimo que el Renacimiento es para l un lapso histrico de transicin, de nacimiento de formas nuevas, que ms tarde, una vez consolidadas, definirn la poca moderna. Renacimiento es, pues, embrin, crislida, anuncio de los cambios que empiezan a producirse.

Jaime Vinces Vives, autor de una Historia General Moderna, refirindose a la poca renacentista, hace un breve anlisis de las diferentes interpretaciones y resalta dos posiciones que sealan el comienzo y el fin de la poca medieval. El austriaco Dopsch (Fundamentos econmicos y sociales de la cultura europea) plante la tesis que los fenmenos sociales y econmicos del mundo antiguo llegaban hasta la poca carolingia, es decir, el siglo IX; el notable investigador Henri Pirenne (Historia econmica y social de la Edad Media) seala como fin de la poca medieval la reconquista del Mediterrneo por los cruzados de manos de los rabes en el siglo XII. De estas fechas se desprende que lo autnticamente medieval slo abarcara los siglos IX, X y XI. La tendencia actual, dice Vincens Vives, es asimilar en un solo proceso histrico las edades Media y Moderna; esta idea se refuerza con la concepcin de Arnold Toynbee (Estudio de la Historia T 1). Sobre la unicidad del desarrollo de la civilizacin occidental. Nuestra cultura nacera de la crisis de la Civilizacin Helnica, creciendo desde entonces orgnicamente y adquiriendo su desarrollo pleno en el siglo XV. En consecuencia, el Renacimiento sera el lgico sucesor de lo medieval sin fractura ni cambios culturales bruscos.

Esta conclusin nos parece lgica y razonable. Salva los escollos que presentan la polmica actual alrededor de los orgenes del Renacimiento, cuyas profundas races en el Medioevo no pueden negarse, y permite contemplar satisfactoriamente la amplia resonancia medieval que se constata en la modernidad. Pero, no obstante, sera absurdo negar todo abismo entre dos mentalidades distintas las cuales, poseyendo un mismo acervo cultural, han dado mayor o menor importancia a los factores que los constituyen[footnoteRef:23]. [23: Huizinga Johan, Op Cit, P56]

Completamos aqu las tesis de los historiadores e investigadores que nos parecieron ms representativos en el estudio de la poca renacentista y en los problemas de limitacin histrica que esta poca, al igual que otros perodos, presentan. Intentaremos bosquejar una interpretacin de la poca que nos preocupa, considerando algunos aspectos fundamentales de la cultura que a veces se soslayan o simplemente no se consideran, porque el historiador elabora sobre hiptesis de trabajo basadas en documentos y materiales que no abarcan todas las vertientes del pensamiento y de la cultura de ese perodo.

Emplearemos el trmino renacimiento para referirnos al nuevo modo de concebir ciertos aspectos relevantes de la cultura occidental hacia el siglo XV y XVI considerados como tiempo inicial de la poca moderna. Evitaremos establecer lmites precisos porque ellos no existen, y buscaremos estos cambios no slo en algunos aspectos del pensar y quehacer humanos, sino en todas sus manifestaciones.

Lo que no parce ofrecer dudas es que el perodo renacentista es una poca de crisis, de trnsito entre el mundo medieval y el moderno, donde apuntan intereses y tradiciones intelectuales diversificadas y casi siempre en competencia, en conflicto; se abren paso maneras de pensar, de sentir, de expresar, diferentes a la poca anterior; la realidad, representada por el medio ambiente y la naturaleza, desafa al hombre a observarla con una actitud crtica. La fortalecida seguridad del hombre medieval, su domstica concepcin de la vida y de su existencia trascendente se pierde, dando paso a un buscar anhelante, atormentado, de un camino que es todava desconocido: el mundo de sus creencias se ha derrumbado. Su modo anterior est dado por su experiencia y lo que Ha recibido de generaciones anteriores son formas de vida con soluciones prcticas remachadas por el uso. Por todo lo sealado, no se puede hablar de ruptura, de visiones del mundo excluyentes; es cierto que hay un caducar y un renacer de todo aquello que nos es dado, del mundo que est frente a nosotros, pero cmo entender al hombre del Renacimiento si no hemos comprendido antes al hombre medieval?

Dnde est la dinmica de este cambiar? En algunas ideas, en algunas maneras de pensar, reflexionar, aisladas, secundarias que no tienen ninguna importancia dentro del marco intelectual del medioevo, pero que son excepcionalmente significativas para los modestos modos de pensar de los siglos XV y XVI. Constituyen ellos el germen de imperceptibles giros en las creencias que del mundo tiene el hombre en esta poca y que, al desarrollarse, llegarn a plena maduracin en la poca moderna.

Para aclarar los conceptos hay que tomar en cuenta que existen instituciones, tcnicas, costumbres, creencias fundamentales, en permanente transformacin y que se sitan en la perspectiva del tiempo, ms ac y ms all de la lnea que distinguira a la Edad Media de la poca Moderna. El constatar esta realidad en la investigacin, anula la tendencia habitual de los historiadores a precisar cronolgicamente los contenidos de pensamiento de cada perodo, creando vacos peligrosos entre ambos.

Refuerza este anlisis el notable desnivel entre los distintos ritmos de desarrollo de cada comunidad europea, nacional, regional o ciudadana. La historia no procede sincrnicamente, ni an en una cultura tan homognea como la occidental. Comparemos por ejemplo el desarrollo de las ciudades italianas mediterrneas, como Florencia, Gnova, Venecia, Pisa y Ferrara con las del centro y noroeste de Europa; las primeras, grandes centros econmicos culturales y de enorme movilidad social; las segundas, con tradiciones, costumbres, economa, fuertemente medievales. Lo mismo, es aplicable a sus instituciones polticas. Es posible que un individuo del norte o centro de Europa pudiese comprender remotamente a los prncipes, condotieros y gobernantes de la Italia del siglo XIV o XV, o la acentuada personalidad y libertad de los ciudadanos de las repblicas y estados italianos? Entendera el Stato como obra de arte, racional, conciente, si estaba acostumbrado a un mundo ordenado segn las rgidas jerarquas establecidas por la organizacin poltica medieval?

Es una poca que se presenta distinta, con caracteres propios y donde comienzan a perfilarse la presencia ntida del hombre con ansias de comprenderse a s mismo y poner la impronta de sus capacidades y afn de creacin. A nuestro juicio esa es la nota ms prometedora de este perodo de transicin y crisis que es el renacimiento: presencia del hombre: este soy yo, esta es m obra aqu, en ese mundo.

El arte del siglo XIV y XV nos muestra con vigor lo expuesto. Se tiende a las tumbas monumentales; los Scala de Verona aparecen representados en estatuas ecuestres sobre sus tumbas; el retrato se convierte en un gnero iconogrfico; hay una imperecedera ansia de presencia humana, una despreocupada alegra de vivir. Recurdese la estatua ecuestre de Colleoni realizada por Verrocchio o el famoso condotiero Gatamelata de Donatello, en ellos hay arrogancia, virilidad, dinamismo, rasgos duros cortados a cincel, que expresan un tumultuoso transcurrir de la existencia. An la temtica religiosa de la pintura y la escultura, sin perder su espiritualidad, parecen estar ms presentes y como respondiendo a objetivos distintos.

El arte medieval, suele traducir sentimientos y actitudes de mayor quietismo, hay algo simblico en sus obras, en cambio el perodo renacentista busca expresar los estados cambiantes del nimo, aflora una contenida sensibilidad que es un sentir, un aspirar. El artista pretende capturar al hombre y su realidad.

El desarrollo econmico es uno de los que presenta una mayor velocidad en los cambios; de una economa autosuficiente, sin mercado exterior, caracterstica medieval, se pasa ya en el siglo XIII a una etapa de intercambio entre ciudades, aparece el mercader itinerante que lleva sus productos de un sector a otro segn sea su aceptacin en las diferentes poblaciones. Esta nueva economa que salta sobre el control de la autoridad y la tradicin tiene la competencia como ley que la regula; la organizacin gremial medieval y la forma corporativa eran trabas vlidas para una economa simple que tuviera a tierra como una fuente productiva. No olvidemos que Florencia en el siglo XVI establece la libertad gremial e industrial, y el espritu de fuerte individualidad, produce al comerciante y gran empresario.

Surge una economa monetaria basada en la circulacin del dinero y en la ordenada contabilidad de la produccin o los negocios. La economa de esta poca nacida en la forma elemental de llevar productos de las zonas productivas hacia donde son escasas, se trocar en el siglo XIV y XV en la utilizacin de la ratio-econmica, para calcular, preveer, buscar nuevos mercados, establecerse en plazas comerciales atrayentes y calcular las ganancias y beneficios. Esta febril actividad es realizada por un hombre que est lejos de la quietud del campesinado medieval, cuyo trabajo tranquilo cubre las necesidades esenciales o vitales; el empresario burgus es calculador, piensa racionalmente, aplica su fuerza a una disciplina de trabajo que es todo un estilo de vida. Esta dinmica de la economa rompe el mundo tradicional de la vida agrcola medieval, crea una mentalidad movediza, alerta, puesta con todos los sentidos en lo que sucede en el medio en que se vive.

En el siglo XIV los grandes polos del comercio europeo son los Pases Bajos, con Brujas, Gantes, Lille, Ypres, Amsterdam; las repblicas italianas de una floreciente economa y la Hansa alemana con Lubeck, Riga, Danzig, Koenigsserg, Hamburgo, etc, lo que se conoce con el nombre del capitalismo comercial, basado en la economa monetaria y en la inversin de capitales.

En el siglo XIV y XV aparecern los primeros instrumentos del crdito, lo que atestigua la velocidad y movilidad del desarrollo econmico. La imagen del campesino medieval de un siglo atrs pertenece al pasado. Pero sta no es una imagen de todo occidente, ya hemos visto como los ritmos de desarrollo son diferentes segn las zonas en que se producen, pues siendo un perodo de transicin y de crisis, no podemos hablar de una economa capitalista, vlida para toda Europa.

Adems, es seguro que el capitalismo y el gran comercio, que fue a la par causa y efecto de aquel, no aparecieron en la misma fecha en todos los pases ni se desarrollaron en todas partes con el mismo vigor. A este respecto, la Alemania del otro lado del Rhin est de seguro retrasado, en relacin con Europa occidental y particularmente con Italia. Tal vez por no haber tomado en consideracin este punto, muchos sabios alemanes extendieron temerariamente a todos los pueblos conclusiones que se fundaban, cuando menos en parte, en lo que haban observado en el pasado de su propio pueblo. El inters de sus trabajos impuso tales conclusiones, mientras no se observ que bastaba para corregir lo que tienen de excesivo, aplicar sus mtodos a los pases cuyos progresos haban sido ms rpidos que los de Alemania y en los cuales la economa medieval se haba manifestado en la forma ms compleja[footnoteRef:24]. [24: Vinces Vives, J. Op Cit. p.12]

Desde el punto de vista poltico, el renacimiento est dado por el trnsito del gobierno descentralizado (feudalismo) al gobierno centralizado. Italia y Alemania observan un carcter poltico netamente medieval, en cambio Inglaterra, Francia y Espaa, merced a la concrecin de sus monarquas nacionales, iniciaban el camino hacia el gobierno centralizado, unitario y absoluto que caracteriz la primera forma del Estado moderno. Curiosamente el concepto de Stato moderno naci en los estados y las ricas repblicas italianas, pero all no logr la centralizacin poltica, las luchas internas y el fuerte individualismo lo impidieron.

Surge ahora la razn del estado, que precisa la autonoma; la actividad poltica es ahora objetiva y sin prejuicios slo interesa el desplazarse de la mentalidad calculadora. Se hablar pues de la ciencia y la tcnica del stato: all estn las races del estado actual.

Esta tendencia a la centralizacin del poder poltico es la respuesta al vaco producido por la desintegracin del sistema feudal y su correspondiente organizacin de la economa. Era necesario estimular y proteger el comercio y la demanda de mercados; la circulacin del dinero y de los productos; a los mercaderes burgueses y su nueva mentalidad econmica. Todo esto explica la consolidacin de un gobierno, nico centralizado, con los controles necesarios para realizar la explotacin de los recursos naturales, estimular el comercio interior y exterior; as se explica tambin como el estado ir paulatinamente asumiendo un papel de control y orientacin de la economa nacional. Todo este proceso poltico lo desplazamos desde el siglo XV al XVIII.

En cuanto a la organizacin social, ella est estrechamente ligada a lo econmico y poltico. En el perodo medieval la sociedad se fundamenta en un sentido comunitario; la concepcin de la trascendencia de la vida del hombre hace que ste no se preocupe por su ubicacin en la escala de la jerarqua social; la tradicin, el sentimiento de grupo, definen la organizacin medieval. El reemplazo de la economa natural por una monetaria; el empuje y sentido prctico de la burguesa y el crecimiento complejo de las ciudades le otorgan movilidad a las clases sociales, anclan al hombre social a su realidad; la organizacin comunal es reemplazada por la sociedad moderna y el esfuerzo personal llevar a los hombres a desplazarse en los grupos sociales.

En esta breve resea analizamos como entendemos el renacimiento: como una poca de crisis y de transicin, cuyo desarrollo en todos los campos de la cultura, o estn en embrin o no aparecen todava o se han perfilado con toda nitidez segn sea el ritmo y su peso especfico de la poca analizada.

Esta dinmica histrica que hace que el siglo XVI se presente tan diferente a los siglos anteriores, tiene un protagonista a menudo olvidado: el hombre moderno. Su imagen es la que intentaremos trazar buscando en los humanistas renacentistas lo que Pic de la Mirandola llam, junto a Juan Battista Alberdi Giannozzo Mannetti y Marsilio Ficino, la dignidad del hombre. Las caractersticas que podemos perfilar nos acercarn a esta modernidad del hombre renacentista.

La esencia del humanismo se basa en una nueva y vital percepcin de la dignidad del hombre como ser racional y en el despliegue de la naturaleza humana en la plenitud de la libertad intelectual y moral[footnoteRef:25], dice John Symonds y an cuando no vamos a analizar el humanismo por falta de espacio resaltaremos los fundamentos: el hombre. [25: Symonds J., Op. Cit.]

Esta nueva concepcin del hombre y su destino aparecen en los primeros humanistas de la poca y se centra en la capacidad creadora de ste, capacidad que le permitir la formacin de una cultura con caractersticas originales diferente a la de los siglos anteriores. Los humanistas exaltan los valores creadores y los consideran como la excelencia del hombre. Su ideal de elevacin espiritual radica en el estudio y la adquisicin de conocimientos. Coluccio Salutatti sostiene que la sabidura y la elocuencia son dotes caractersticas del hombre; Bernardino de Sienna dice que si se quiere ser sabio e inteligente es necesario cultivar algunas ciencias donde se ejercita el espritu y el intelecto; Len Battista Alberti afirma que el hombre ha recibido de Dios el don de la posibilidad espiritual del progreso y perfeccionamiento y que no se debe abandonarlo sino esforzarse, buscando siempre cosas nuevas.

Estas mismas ideas aparecen desarrolladas en otros humanistas del siglo XIV y XV como Leonardo, Manetti, Pic y Ficcino, a ellos les preocupa el conocimiento del hombre y su realidad. Los fundamentos que sostienen el pensamiento moderno a partir del XV son la fe ilimitada en el ser humano y su libertad espiritual.

En este camino, analizaremos brevemente a Petrarca. Lo verdaderamente importante en l, es la nueva manera se sentirse a s mismo y el ponerse en relacin con el mundo. Se detiene en sus vivencias, en lo que siente, en lo que su ser experimenta; analiza introspectivamente su alma a partir de su realidad que es el mundo. Petrarca habla por primera vez al hombre como hombre: sta es mi experiencia de la vida y es tambin la tuya. Con el poeta, el hombre anca en la vida y el mundo que es su realidad; la transcendencia de lo medieval deriva en una inmanencia en lo que respecta al trnsito del hombre en la tierra.

Si en Petrarca el hombre nuevo busca dar exposicin a su vida partiendo de la vida misma, si hay en l fuertes resonancias cristianas puesto que es el alma la que se recoge en el ser para entender desde all al mundo, en Leonardo este hombre nuevo es un contemplador de la naturaleza, que ha de adquirir conciencia de las bellezas del mundo. Es el soberano de ese mundo porque es un creador, el modelador de las formas de la naturaleza; es el artista y el hombre de ciencias que intenta capturar la realidad objetiva que permanece en lo plstico, en lo mensurable. Para realizar esto el artista debe conocer la naturaleza, debe ser artista y cientfico, descubrir las leyes que rigen los fenmenos naturales. Esto nos explica sus preocupaciones en los diferentes campos de las ciencias, sus investigaciones anatmicas, zoolgicas, fsicas, botnicas, qumicas, pticas y astronmicas. El abre el camino hacia la experimentacin que habrn de seguir en los siglos XVI y XVII Galileo, Kepler y Newton. Es el hombre de la modernidad el que anuncia el futuro de los desarrollos cientficos.

El ltimo carcter que observaremos, es la llamada dignidad del hombre. Todo un credo de los valores espirituales, intelectuales del ser, de ayer y de siempre, se encuentran aqu y ste explica que los conceptos de Manetti, Bruni, Ficcino y, sobre todo, Pic de la Mirandola tengan vigencia actual. Eugenio Garn dice que De oratio ominis dignitate de Pic puede colocarse junto al Novum Organum de Bacon y al Discurso del Mtodo de Descartes, como las tres grandes obras del perodo renacentista de mayor significacin e influencia cultural como asimismo, en la nueva dimensin del ser humano, libre, autnomo de las otras especies de la naturaleza.

El Hombre es libre en su espiritualidad, todos los dems seres agotan su ser en lo que genricamente le es asignado; el hombre es el que llega a ser, no tiene un lugar asignado, carece de funcin especfica, l debe crearse su destino, all est su libre albedro. El sentido especfico de este hombre nuevo est en el desarrollo de todas sus posibilidades dinmicas que se hallan en l en ciernes. Este hombre tiene vivencia de la importancia de los valores y su significacin no est en lo que un da llegue a ser, sino por su devenir, por esta excelsa libertad espiritual. Veamos algunos prrafos de la obra de Pic:

Oh Adn no te dimos ni sede cierta, ni un rostro propio, ni un oficio peculiar, para que tengas y poseas la sede, el rostro, los oficios, que hayas deseado con seguridad por tu propia decisin y parecer.

La naturaleza definida de los seres restantes est comprendida dentro de las leyes prescritas por nosotros. Tu no estars constreido por ninguna necesidad; por tu arbitrio te determinars a ti mismo una naturaleza. Te puse en el medio del mundo para que miraras desde all cmodamente a tu alrededor, todo lo que hay en l. No te hicimos ni celestial ni terrenal, ni mortal ni inmortal para que, como el alfarero o un escultor arbitrario y privilegiado, te representes seguramente en la forma que prefieras a ti mismo.

Podrs degenerarte hasta los inferiores o brutos; podrs conforme a la decisin de tu espritu, regenerarte hasta las cosas superiores como son las divinas[footnoteRef:26] [26: De la Mirandola, Pic, Discurso de la Dignidad del Hombre]

Estos conceptos apuntan a la esencia del hombre y por eso son permanentes. Es lo que nuestra poca llamaba Ortega el privilegio ontolgico de ser libre, es decir, carecer de identidad constitutiva; el hombre no se instala de una vez y para siempre en un arquetipo de ser; el hombre es una entidad infinitamente plstica, modelable, el hombre va siendo, y en su libertad espiritual, en sus valores, en sus concepciones de la vida, en esa condicin de alfarero de s mismo de que nos hablaba Pic de la Mirandola radica su grandeza.

Este es el hombre que, viniendo desde la poca renacentista debemos rescatar, para una poca en la cual este hombre aparece aplastado, ausente.

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