Enciende la luz, haz clic en el botón

64
Enciende la luz, haz clic en el botón

description

Enciende la luz, haz clic en el botón. Ahora enciende la chimenea, haciendo clic en el botón. CONTIENE MUSICA DE FONDO. para leer los poemas elije la estantería del autor y haz clic. Salir. García Lorca. Gabriela Mistral. Rosalía de Castro. Pablo Neruda. Jorge Luis Borges. José Martí. - PowerPoint PPT Presentation

Transcript of Enciende la luz, haz clic en el botón

  • Enciende la luz, haz clic en el botn

  • CONTIENE MUSICA DE FONDO

    Ahora enciende la chimenea, haciendo clic en el botn

  • Garca Lorca

    Rosala de Castro

    Jorge Luis Borges

    Antonio Machado

    Mario Benedetti

    Gabriela Mistral

    Pablo Neruda

    para leer los poemas elije la estantera del autor y haz clic

    Jos Mart

    Gustavo Adolfo Bcquer

    Miguel de Unamuno

    lunes, 16 de abril de 2012

    Salir

  • Federico Garca Lorca

    Granada 1898-1936

    1898 el 5 de junio nace Federico Garca Lorca en Fuente Vaqueros, provincia de Granada, hijo de Federico Garca Rodrguez y Vicenta Lorca Romero. Ser el mayor de cuatro hermanos: Francisco, Concha e Isabel.
    1908 Pasa unos meses en Almera, donde comienza sus estudios de bachillerato. Primeros estudios de msica. 1909 se traslada con su familia a vivir a Granada.
    1915-1917 Estudios de Filosofa y Letras y de Derecho en la Universidad de Granada. Amistad con el ncleo intelectual granadino (Melchor Fernndez Almagro, Miguel Pizarro, Manuel ngeles Ortiz, Ismael G. de la Serna, Angel Barrios,...). Viajes de estudios, dirigidos por el Catedrtico Martn Domnguez Barrueta, por Andaluca, Castillla y Galicia. Inicia su amistad con el compositor Manuel de Falla, quien fija su residencia en Granada.1918 Publica en Granada su primer libro Impresiones y Paisajes y escribe algunos poemas que aparecern ms tarde en su primer libro de versos, Libro de Poemas.

    Siguiente

  • Romance de la Luna

    La luna vino a la fragua con su polizn de nardos.
    El nio la mira, mira. El nio la est mirando. En el aire conmovido mueve la luna sus brazos y ensea, brica y pura, sus senos de duro estao.

    Huye luna, luna, luna. Si vinieran los gitanos, haran con tu corazn collares y anillos blancos.
    Nio, djame que baile.
    Cuando vengan los gitanos,
    te encontrarn sobre el yunque
    con los ojillos cerrados.
    Huye, luna, luna, luna, que ya siento los caballos.
    Nio, djame, no pises mi blancor almidonado

    El jinete se acercaba tocando el tambor del llano.
    Dentro de la fragua el nio tiene los ojos cerrados.

    Por el olivar venan, bronce y sueo, los gitanos.
    Las cabezas levantadas y los ojos entornados.

    Cmo canta la zumaya,
    ay, cmo canta en el rbol!
    Por el cielo va la luna con un nio de la mano.

    Dentro de la fragua lloran, dando gritos, los gitanos.
    El aire la vela, vela.
    El aire la est velando.

    Siguiente

  • Preciosa y el aire

    Su luna de pergamino Preciosa tocando viene por un anfibio sendero de cristales y laureles.
    El silencio sin estrellas, huyendo del sonsonete, cae donde el mar bate y canta su noche llena de peces.
    En los picos de la sierra
    os carabineros duermen guardando las blancas torres donde viven los ingleses.

    y los gitanos del agua levantan por distraerse, glorietas de caracolas yramas de pino verde.

    Nia, deja que levante tu vestido para verte.
    Abre en mis dedos antiguos la rosa azul de tu vientre.

    Preciosa tira el pandero y corre sin detenerse.
    El viento-hombrn la persigue con una espada caliente.

    Frunce su rumor el mar. Los olivos palidecen. Cantan las flautas de umbra y el liso gong de la nieve.

    Preciosa, corre, Preciosa, que te coge el viento verde!
    Preciosa, corre, Preciosa!
    Mralo por donde viene!
    Stiro de estrellas bajas con sus lenguas relucientes.

    Preciosa, llena de miedo, entra en la casa que tiene, ms arriba de los pinos, el cnsul de los ingleses. Asustados por los gritos tres carabineros vienen, sus negras capas ceidas y los gorros en las sienes.

    El ingls da a la gitana un vaso de tibia leche, y una copa de ginebra
    que Preciosa no se bebe. Y mientras cuenta, llorando, su aventura a aquella gente, en las tejas de pizarra el viento, furioso, muerde.

    Siguiente

  • Reyerta

    En la mitad del barranco
    las navajas de Albacete
    bellas de sangre contraria,
    relucen como los peces.
    Una dura luz de naipe
    recorta en el agrio verde
    caballos enfurecidos
    y perfiles de jinetes.
    En la copa de un olivo
    lloran dos viejas mujeres.
    El toro de la reyerta
    se sube por las paredes.
    ngeles negros traan
    pauelos y agua de nieve.
    ngeles con grandes alas
    de navajas de Albacete.
    Juan Antonio el de Montilla
    rueda muerto la pendiente,
    su cuerpo lleno de lirios
    y una granada en las sienes.
    Ahora monta cruz de fuego,
    carretera de la muerte.

    El juez, con guardia civil,
    por los olivares viene.
    Sangre resbalada gime
    muda cancin de serpiente.
    Seores guardias civiles: aqu
    pas lo de siempre.
    Han muerto cuatro romanos
    y cinco cartagineses.

    La tarde loca de higueras
    y de rumores calientes
    cae desmayada en los muslos
    heridos de los jinetes.
    Y ngeles negros volaban
    por el aire del poniente.
    ngeles de largas trenzas
    y corazones de aceite.

    Siguiente

  • Romance Sonmbulo

    Verde que te quiero verde. Verde viento. Verdes ramas. El barco sobre la mar y el caballo en la montaa. Con la sombra en la cintura ella suea en su baranda, verde carne, pelo verde, con ojos de fra plata. Verde que te quiero verde. Bajo la luna gitana, las cosas la estn mirando y ella no puede mirarlas.

    Verde que te quiero verde. Grandes estrellas de escarcha, vienen con el pez de sombra que abre el camino del alba. La higuera frota su viento con la lija de sus ramas, y el monte, gato garduo, eriza sus pitas agrias. Pero quin vendr? Y por dnde...? Ella sigue en su baranda, verde carne, pelo verde, soando en la mar amarga. Compadre, quiero cambiar mi caballo por su casa,
    mi montura por su espejo, mi cuchillo por su manta. Compadre, vengo sangrando, desde los puertos de Cabra. Si yo pudiera, mocito, ese trato se cerraba. Pero yo ya no soy yo, ni mi casa es ya mi casa. Compadre, quiero morir decentemente en mi cama. De acero, si puede ser, con las sbanas de holanda.
    No ves la herida que tengo desde el pecho a la garganta? Trescientas rosas morenas lleva tu pechera blanca.

    Tu sangre rezuma y huele alrededor de tu faja. Pero yo ya no soy yo, ni mi casa es ya mi casa. Dejadme subir al menos hasta las altas barandas, dejadme subir!, dejadme hasta las verdes barandas. Barandales de la luna por donde retumba el agua.

    Ya suben los dos compadres hacia las altas barandas. Dejando un rastro de sangre. Dejando un rastro de lgrimas. Temblaban en los tejados farolillos de hojalata. Mil panderos de cristal, heran la madrugada.

    Verde que te quiero verde, verde viento, verdes ramas. Los dos compadres subieron. El largo viento, dejaba en la boca un raro gusto de hiel, de menta y de albahaca. Compadre! Dnde est, dime? Dnde est tu nia amarga? Cuntas veces te esper! Cuntas veces te esperara cara fresca, negro pelo, en esta verde baranda! Sobre el rostro del aljibe
    se meca la gitana. Verde cama, pelo verde, con ojos de fra plata. Un carmbano de luna la sostiene sobre el agua. La noche se puso ntima como una pequea plaza. Guardias civiles borrachos en la puerta golpeaban. Verde que te quiero verde. Verde viento. Verdes ramas. El barco sobre la mar. Y el caballo en la montana.

    Siguiente

  • La monja gitana

    Silencio de cal y mirto.
    Malvas en las hierbas finas.
    La monja borda alheles
    sobre una tela pajiza.
    Vuelan en la araa gris,
    siete pjaros del prisma.
    La iglesia grue a lo lejos
    como un oso panza arriba.
    Qu bien borda ! Con qu gracia!
    Sobre la tela pajiza,
    ella quisiera bordar
    flores de su fantasa.
    Qu girasol! Qu magnolia
    de lentejuelas y cintas!
    Qu azafranes y qu lunas,
    en el mantel de la misa!
    Cinco toronjas se endulzan
    en la cercana cocina.
    Las cinco llagas de Cristo
    cortadas en Almera.

    Por los ojos de la monja
    galopan dos caballistas.
    Un rumor ltimo y sordo
    le despega la camisa,
    y al mirar nubes y montes
    en las yertas lejanas,
    se quiebra su corazn
    de azcar y yerbaluisa.
    Oh!, qu llanura empinada
    con veinte soles arriba.
    Qu ros puestos de pie
    vislumbra su fantasa!
    Pero sigue con sus flores,
    mientras que de pie, en la brisa,
    la luz juega el ajedrez
    alto de la celosa.

    .

    Siguiente

  • San Miguel

    Se ven desde las barandas,
    por el monte, monte, monte,
    mulos y sombras de mulos
    cargados de girasoles.

    Sus ojos en las umbras
    se empaan de inmensa noche.
    En los recodos del aire
    cruje la aurora salobre.

    Un cielo de mulos blancos
    cierra sus ojos de azogue
    dando a la quieta penumbra
    un final de corazones.
    Y el agua se pone fra
    para que nadie la toque.
    Agua loca y descubierta
    por el monte, monte, monte.

    San Miguel lleno de encajes
    en la alcoba de su torre,
    ensea sus bellos muslos
    ceidos por los faroles.

    Arcngel domesticado
    en el gesto de las doce,
    finge una clera dulce
    de plumas y ruiseores.

    San Miguel canta en los vidrios; efebo de tres mil noches, fragante de agua colonia y lejano de las flores. El mar baila por la playa,
    un poema de balcones. Las villas de la luna pierden juncos, ganan voces. Vienen manolas comiendo
    semillas de girasoles, los culos grandes y ocultos como planetas de cobre.
    Vienen altos caballeros y damas de triste porte, morenas por la nostalgia de un ayer de ruiseores. Y el obispo de Manila, ciego de azafrn y pobre, dice misa con dos filos para mujeres y hombres

    San Miguel se estaba quieto
    en la alcoba de su torre,
    con las enaguas cuajadas
    de espejitos y entredoses.

    San Miguel, rey de los globos
    y de los nmeros nones,
    en el primor berberisco
    de gritos y miradores.

    Siguiente

  • Muerto de amor

    Qu es aquello que reluce
    por los altos corredores?
    Cierra la puerta, hijo mo,
    acaban de dar las once.
    En mis ojos, sin querer,
    relumbran cuatro faroles.
    Ser que la gente aquella
    estar fregando el cobre.

    *

    Ajo de agnica plata
    la luna menguante, pone
    cabelleras amarillas
    a las amarillas torres.
    La noche llama temblando
    al cristal de los balcones,
    perseguida por los mil
    perros que no la conocen,
    y un olor de vino y mbar
    viene de los corredores.

    *

    Brisas de caa mojada
    y rumor de viejas voces,
    resonaban por el arco
    roto de la media noche.
    Bueyes y rosas dorman.

    Slo por los corredores las cuatro luces clamaban con el furor de San Jorge.
    Tristes mujeres del valle bajaban su sangre de hombre, tranquila de flor cortada y amarga de muslo joven.
    Viejas mujeres del ro lloraban al pie del monte, un minuto intransitable de cabelleras y nombres. Fachadas de cal, ponan cuadrada y blanca la noche. Serafines y gitanos tocaban acordeones. Madre, cuando yo me muera, que se enteren los seores. Pon telegramas azules que vayan del Sur al Norte.
    Siete gritos, siete sangres, siete adormideras dobles, quebraron opacas lunas en los oscuros salones.
    Lleno de manos cortadas y coronitas de flores, el mar de los juramentos resonaba, no s donde. Y el cielo daba portazos al brusco rumor del bosque, mientras clamaban las luces en los altos corredores.

    Siguiente

  • El Camborio de camino a Sevilla

    Antonio Torres Heredia,
    hijo y nieto de Camborios,
    con una vara de mimbre
    va a Sevilla a ver los toros.
    Moreno de verde luna
    anda despacio y garboso.
    Sus empavonados bucles
    le brillan entre los ojos.
    A la mitad del camino
    cort limones redondos,
    y los fue tirando al agua
    hasta que la puso de oro.
    Y a la mitad del camino,
    bajo las ramas de un olmo,
    guardia civil caminera
    lo llev codo con codo.

    El da se va despacio,
    la tarde colgada a un hombro,
    dando una larga torera
    sobre el mar y los arroyos.
    Las aceitunas aguardan
    la noche de Capricornio,
    y una corta brisa, ecuestre,
    salta los montes de plomo.

    Antonio Torres Heredia,
    hijo y nieto de Camborios,
    viene sin vara de mimbre
    entre los cinco tricornios.

    Antonio, quin eres t?
    Si te llamaras Camborio,
    hubieras hecho una fuente
    de sangre con cinco chorros.
    Ni t eres hijo de nadie,
    ni legtimo Camborio.
    Se acabaron los gitanos
    que iban por el monte solos!
    Estn los viejos cuchillos
    tiritando bajo el polvo.

    A las nueve de la noche
    lo llevan al calabozo,
    mientras los guardias civiles
    beben limonada todos.
    Y a las nueve de la noche
    le cierran el calabozo,
    mientras el cielo reluce
    como la grupa de un potro.

    Siguiente

  • El Camborio

    Voces de muerte sonaron
    cerca del Guadalquivir.
    Voces antiguas que cercan
    voz de clavel varonil.
    Les clav sobre las botas
    mordiscos de jabal.
    En la lucha daba saltos
    jabonados de delfn.
    Ba con sangre enemiga
    su corbata carmes,
    pero eran cuatro puales
    y tuvo que sucumbir.
    Cuando las estrellas clavan
    rejones al agua gris,
    cuando los erales suean
    vernicas de alhel,
    voces de muerte sonaron
    cerca del Guadalquivir.

    Antonio Torres Heredia,
    Camborio de dura crin,
    moreno de verde luna,
    voz de clavel varonil:
    Quin te ha quitado la vida
    cerca del Guadalquivir?

    Mis cuatro primos Heredias
    hijos de Benamej.
    Lo que en otros no envidiaban, ya lo envidiaban en m.
    Zapatos color corinto, medallones de marfil, y este cutis amasado
    con aceituna y jazmn.
    Ay Antoito el Camborio,
    digno de una Emperatriz!
    Acurdate de la Virgen porque te vas a morir.
    Ay Federico Garca,
    llama a la Guardia Civil! Ya mi talle se ha quebrado como caa de maz. Tres golpes de sangre tuvo
    y se muri de perfil.
    Viva moneda que nunca
    se volver a repetir.
    Un ngel marchoso pone
    su cabeza en un cojn.
    Otros de rubor cansado,
    encendieron un candil.
    Y cuando los cuatro primos
    llegan a Benamej,
    voces de muerte cesaron
    cerca del Guadalquivir.

    Siguiente

  • El Piyayo

    Tu conoces al Piyayo
    un viejecillo renegro, reseco y chicuelo;
    la mirada de gallo pendenciero y hocico de raposo tioso... que pide limosna por "tangos y maldice cantando "fandangos gangosos?
    A chufla lo toma la gente y a mi me da pena y me causa un respeto imponente!
    Ata a su cuerpo una guitarra, Que chilla como una corneja Y zumba como una chicharra Y tiene arrumacos de vieja Pelleja. Yo le he visto cantando,
    Babeando De rabia y de vino, Bailando
    Con saltos felinos Tocando a zarpazos,.
    Los acordes de un viejo"tangazo Y, a sus contorsiones de ardilla, Hace son con la sucia calderilla.
    a chufla lo toma la gente y a mi me da pena y me causa un respeto imponente!
    Es su extrao arte su cepo y su cruz,
    su vida y su luz, su tabaco y su aguardientillo... y su pan y el de sus nietecillos: "churumbeles" con greas de alambre y panzas de sapos.
    Que aullan de hambre Tiritando bajo los harapos; Sin madre que lave su roa; Sin padre que "afane Porque pena una muerte en santoa

    Sin mas sombra que la del abuelo... poca sombra, porque es tan chicuelo; en el altozano tiene un cuchitril a las vigas alcanza la mano; y por lumbre y por luz, un candil. Vacia sus alforjas Que son sus bolsillos, Bostezando los siete chiquillos, Se agrupan riendo. Y entre carantoas les va repartiendo Pan y pescao frito, Con la parsimonia de un antiguo rito:

    chavales!
    pan de flor de harina! Mascarlo despasio.
    Mejo pan no se come en palasio. Y este pescaito, no es na? sacao uno a uno del fondo del m! gloria pura l! Las espinas se comen tami, Que to es alimento... Asi....despasito. no llores, Manuela!
    Tu no pus, porque no tis muelas. es tan chiquitita mi nia bonita!.. as, despasito.
    Muy remascaito, Migaja a migaja, que dure, Le van dando fin A los cinco reales que costo el festn. Luego entre guiapos durmiendo, Por matar el fro, muy apiaditos. La Virgen Mara contempla al Piyayo Riendo Y hay un Angel rubio que besa la frente De cada gitano chiquito. A chufla lo toma la gente!...
    y a mi me da penay me causa un respeto imponente!

    Siguiente

  • La casada infiel

    Y que yo me la lleve al ro
    creyendo que era mozuela,
    pero tena marido.
    Fue la noche de Santiago
    y casi por compromiso.
    Se apagaron los faroles
    y se encendieron los grillos.
    En las ltimas esquinas
    toqu sus pechos dormidos,
    y se me abrieron de pronto
    como ramos de jacintos.
    El almidn de su enagua me
    sonaba en el odo,
    como una pieza de seda
    rasgada por diez cuchillos
    Sin luz de plata en sus copas
    los rboles han crecido,
    y un horizonte de perros
    ladra muy lejos del ro.

    Pasadas las zarzamoras,
    los juncos y los espinos,
    bajo su mata de pelo
    hice un hoyo sobre el limo.

    Yo me quit la corbata. Ella se quit el vestido. Yo el cinturn con revlver Ella sus cuatro corpios.
    Ni nardos ni caracolas tienen el cutis tan fino, ni los cristales con luna relumbran con ese brillo. Sus muslos se me escapaban como peces sorprendidos, la mitad llenos de lumbre, la mitad llenos de fro.
    Aquella noche corr el mejor de los caminos, montado en potra de ncar sin bridas y sin estribos. No quiero decir, por hombre, las cosas que ella me dijo. La luz del entendimiento me hace ser muy comedido. Sucia de besos y arena,
    yo me la lleve del ro. Con el aire se batan las espadas de los lirios. Me port como quien soy. Como un gitano legtimo. La regal un costurero grande de raso pajizo, y no quise enamorarme porque teniendo marido me dijo que era mozuela cuando la llevaba al ro.

    Volver a la biblioteca

  • Rosala de Castro

    Santiago de Compostela (Galicia) 1837-1885

    Naci en Santiago de Compostela. Fue bautizada con los nombres de Mara Rosala Rita. hija de padres desconocidos. Muy poco se sabe de su educacin. Se sabe que en la escuela mostr talento de versificadora. Tambin le gustaba el dibujo, la msica y la declamacin.

    Rosala de Castro contrajo matrimonio con Manuel Martnez Murgua, erudito cronista de Galicia. Al ao siguiente Rosala da luz a su primera hija, Alejandra, a la que han de seguir seis hijos ms. Su domicilio cambi varias veces, entre Madrid y Simancas. Rosala nunca disfrut de buena salud. Luch siempre contra enfermedades, y a menudo con la penuria, vivi dedicada a su hogar, a sus hijos y a su marido, nunca aspir a la fama. Su marido fue quien la convenci para que publicara sus obras. Muri de cncer a los cuarenta y ocho aos en su casa de Padrn, la cual hoy es un museo. Todos sus hijos murieron antes que ella, sin poder dejar herederos.

    Compuso sus primeros versos a la edad de 12 aos. A los 17 aos ya era conocida en el "Liceo de San Agustn". por su primer libro; La Flor. y Follas Novas: es el ttulo de su ltimo libro que contiene su manera de ver la vida, en el muestra su esencia vital. Rosala muestra una visin sombra de la existencia humana. En los Cantares, Rosala asume la voz del pueblo gallego. Su obra maestra en castellano es En las Orillas del Sar, versos de tono ntimo, de extraa penetracin, cargados de nocturna belleza. Merece ser considerada, al lado de Gustavo Adolfo Bcquer, como la precursora de la Modernidad e iniciadora de una nueva mtrica castellana.

    Siguiente

  • 1

    A travs del follaje perenne
    que or deja rumores extraos,
    y entre un mar de ondulante verdura,
    amorosa mansin de los pjaros,
    desde mis ventanas veo
    el templo que quise tanto.

    El templo que tanto quise...,
    pues no s decir ya si le quiero,
    que en el rudo vaivn que sin tregua
    se agitan mis pensamientos,
    dudo si el rencor adusto
    vive unido al amor en mi pecho.

    2

    Otra vez!, tras la lucha que rinde
    y la incertidumbre amarga
    del viajero que errante no sabe
    dnde dormir maana,
    en sus lares primitivos
    halla un breve descanso mi alma.
    Algo tiene este blando reposo
    de sombro y de halageo,
    cual lo tiene, en la noche callada,
    de un ser amado el recuerdo,
    que de negras traiciones y dichas
    inmensas, nos habla a un tiempo.Ya no lloro..., y no obstante, agobiado y afligido mi espritu, apenas de su crcel estrecha y sombra osa dejar las tinieblas
    para baarse en las ondas
    de luz que el espacio llenan.
    Cual si en suelo extranjero me hallase, tmida y hosca, contemplo
    desde lejos los bosques y alturas
    y los floridos senderos donde en cada rincn me aguardaba
    la esperanza sonriendo.

    Siguiente

  • 3

    Oigo el toque sonoro que entonces a mi lecho a llamarme vena con sus ecos que el alba anunciaban, mientras, cual dulce caricia, un rayo de sol dorado
    alumbraba mi estancia tranquila.
    Puro el aire, la luz sonrosada, qu despertar tan dichoso! Yo vea entre nubes de incienso, visiones con alas de oro que llevaban la venda celeste
    de la fe sobre sus ojos... Ese sol es el mismo, mas ellas no acuden a mi conjuro; y a travs del espacio y las nubes, y del agua en los limbos confusos, y del aire en la azul transparencia,
    ay!, ya en vano las llamo y las busco. Blanca y desierta la va entre los frondosos setos y los bosques y arroyos que bordan sus orillas, con grato misterio atraerme parece y brindarme
    a que siga su lnea sin trmino.
    Bajemos, pues, que el camino
    antiguo nos saldr al paso,
    aunque triste, escabroso y desierto,
    y cual nosotros cambiado,
    lleno an de las blancas fantasmas
    que en otro tiempo adoramos

    4

    Tras de intil fatiga, que mis fuerzas agota, caigo en la senda amiga, donde una fuente brota siempre serena y pura,
    y con mirada incierta, busco por la llanura no s qu sombra vana o que esperanza muerta, no s qu flor tarda de virginal frescura que no crece en la va arenosa y desierta. De la oscura Trabanca tras la espesa arboleda, gallardamente arranca al pie de la vereda La Torre y sus contornos cubiertos de follaje, prestando a la mirada descanso en su ramaje cuando de la ancha vega por vivo sol baada que las pupilas ciega, atraviesa el espacio, gozosa y deslumbrada. Como un eco perdido, como un amigo acento que suea carioso, el familiar chirrido del carro perezoso corre en alas del viento y llega hasta mi odo cual en aquellos das hermosos y brillantes en que las ansias mas eran quejas amantes, eran dorados sueos y santas alegras. Ruge la Presa lejos..., y, de las aves nido, Fondn cerca descansa; la cndida abubilla bebe en el agua mansa donde un tiempo he credo de la esperanza hermosa beber el nctar sano, y hoy bebiera anhelosa las aguas del olvido, que es de la muerte hermano; donde de los vencejos que vuelan en la altura, la sombra se refleja.

    Siguiente

  • 5

    Cun hermosa es tu vega, oh Padrn, oh Iria Flavia! Mas el calor, la vida juvenil y la savia que extraje de tu seno, como el sediento nio el dulce jugo extrae del pecho blanco y lleno,
    de mi existencia oscura en el torrente amargo pasaron, cual barrida por la inconstancia ciega, una visin de armio, una ilusin querida, un suspiro de amor. De tus suaves rumores la acorde consonancia, ya para el alma yerta tornse bronca y dura a impulsos del dolor; secronse tus flores de virginal fragancia; perdi su azul tu cielo, el campo su frescura, el alba su candor.
    La nieve de los aos, de la tristeza el hielo constante, al alma niegan toda ilusin amada, todo dulce consuelo. Slo los desengaos preados de temores, y de la duda el fro, avivan los dolores que siente el pecho mo, y ahondando mi herida, me desti rran del cielo, donde las fuentes brotan eternas de la vida.

    6

    Oh tierra, antes y ahora, siempre fecunda y bella!
    Viendo cun triste brilla nuestra fatal estrella,
    del Sar cabe la orilla
    al acabarme, siento la sed devoradora
    y jams apagada que ahoga el sentimiento,
    y el hambre de justicia, que abate y que anonada
    cuando nuestros clamores los arrebata el viento
    de tempestad airada.
    Ya en vano el tibio rayo de la naciente aurora tras del Miranda altivo, valles y cumbres dora con su resplandor vivo; en vano llega mayo de sol y aromas lleno, con su frente de nio de rosas coronada, y con su luz serena: en mi pecho ve juntos el odio y el cario, mezcla de gloria y pena,
    mi sien por la corona del mrtir agobiada y para siempre fro y agotado mi seno.

    Siguiente

  • 7

    Cun hermosa es tu vega, oh Padrn, oh Iria Flavia! Mas el calor, la vida juvenil y la savia que extraje de tu seno, como el sediento nio el dulce jugo extrae del pecho blanco y lleno,
    de mi existencia oscura en el torrente amargo pasaron, cual barrida por la inconstancia ciega, una visin de armio, una ilusin querida, un suspiro de amor. De tus suaves rumores la acorde consonancia, ya para el alma yerta tornse bronca y dura a impulsos del dolor; secronse tus flores de virginal fragancia; perdi su azul tu cielo, el campo su frescura, el alba su candor.
    La nieve de los aos, de la tristeza el hielo constante, al alma niegan toda ilusin amada, todo dulce consuelo. Slo los desengaos preados de temores, y de la duda el fro, avivan los dolores que siente el pecho mo, y ahondando mi herida, me desti rran del cielo, donde las fuentes brotan eternas de la vida.

    8

    Ya que de la esperanza, para la vida ma,
    triste y descolorido ha llegado el ocaso,
    a mi morada oscura, desmantelada y fra,
    tornemos paso a paso,
    porque con su alegra no aumente mi amargura
    la blanca luz del da.

    Contenta el negro nido busca el ave agorera;
    bien reposa la fiera en el antro escondido,
    en su sepulcro el muerto, el triste en el olvido
    y mi alma en su desierto.


    Volver a la biblioteca

  • Jorge Luis Borges

    Buenos Aires 1899-1986

    Siguiente

    Naci en Buenos Aires el 24 de agosto de 1899. Fue bilinge desde su infancia ya que su abuela materna le hablaba en Ingls. "Georgie", como le decan en casa, tena apenas seis aos cuando dijo a su padre que quera ser escritor. En 1910 aparece su primera publicacin en el diario El Pas, de Buenos Aires, donde tradujo El prncipe feliz, de Oscar Wilde. En 1914, el padre de Borges se jubil debido a su ceguera casi total, por lo que la familia pas una temporada en Europa. Sorprendidos por la guerra, se instalaron en Ginebra donde el joven Borges escribi algunos poemas en francs y curs la preparatoria (1914-1918). Vivi en Espaa de 1919 a 1921 y dos aos despus la familia regres a Buenos Aires. En 1923 public el poemario Fervor de Buenos Aires.

  • Alhambra

    Grata la voz del agua
    a quien abrumaron negras arenas,
    grato a la mano cncava
    el mrmol circular de la columna,
    gratos los finos laberintos del agua
    entre los limoneros,
    grata la msica del zjel,
    grato el amor y grata la plegaria
    dirigida a un Dios que est solo,
    grato el jazmn.
    Vano el alfanje
    ante las largas lanzas de los muchos,
    vano ser el mejor.
    Grato sentir o presentir, rey doliente,
    que tus dulzuras son adioses,
    que te ser negada la llave,
    que la cruz del infiel borrar la luna,
    que la tarde que miras es la ltima.

    Alguien

    Un hombre trabajado por el tiempo,
    un hombre que ni siquiera espera la muerte (las pruebas de la muerte son estadsticas y nadie hay que no corra el albur de ser el primer inmortal), un hombre que ha aprendido a agradecer
    las modestas limosnas de los das: el sueo, la rutina, el sabor del agua, una no sospechada etimologa, un verso latino o sajn, la memoria de una mujer que lo ha abandonado hace ya tantos aos que hoy puede recordarla sin amargura, un hombre que no ignora que el presente ya es el porvenir y el olvido,
    un hombre que ha sido desleal y con el que fueron desleales, puede sentir de pronto, al cruzar la calle, una misteriosa felicidad que no viene del lado de la esperanza sino de una antigua inocencia, de su propia raz o de un dios disperso. Sabe que no debe mirarla de cerca, porque hay razones ms terribles que tigres que le demostrarn su obligacin de ser un desdichado, pero humildemente recibe
    esa felicidad, esa rfaga. Quiz en la muerte para siempre seremos, cuando el polvo sea polvo, esa indescifrable raz, de la cual para siempre crecer, ecunime o atroz, nuestro solitario cielo nfierno.o...

    Siguiente

  • Antelacin del amor

    Ni la intimidad de tu frente clara como una fiesta
    ni la privanza de tu cuerpo, an misterioso y tcito y de nia,
    ni la sucesin de tu vida situndose en palabras o acallamiento
    sern favor tan persuasivo de ideas
    como el mirar tu sueo implicado
    en la vigilia de mis vidos brazos.
    Virgen milagrosamente otra vez por la virtud absolutoria del sueo,
    quieta y resplandeciente como una dicha en la seleccin del recuerdo,
    me dars esa orilla de tu vida que t misma no tienes,
    Arrojado a la quietud
    divisar esa playa ltima de tu ser
    y te ver por vez primera quizs como Dios ha de verte,
    desbaratada la ficcin del Tiempo
    sin el amor, sin m.

    Arte potico

    Mirar el ro hecho de tiempo y agua
    y recordar que el tiempo es otro ro,
    saber que nos perdemos como el ro
    y que los rostros pasan como el agua.
    Sentir que la vigilia es otro sueo
    que suea no soar y que la muerte
    que teme nuestra carne es esa muerte
    de cada noche, que se llama sueo.
    Ver en el da o en el ao un smbolo
    de los das del hombre y de sus aos,
    convertir el ultraje de los aos
    en una msica, un rumor y un smbolo,
    ver en la muerte el sueo, en el ocaso
    un triste oro, tal es la poesa
    que es inmortal y pobre. La poesa
    vuelve como la aurora y el ocaso.
    A veces en las tardes una cara
    nos mira desde el fondo de un espejo;
    el arte debe ser como ese espejo
    que nos revela nuestra propia cara.
    Cuentan que Ulises, harto de prodigios,
    llor de amor al divisar su Itaca
    verde y humilde. El arte es esa Itaca
    de verde eternidad, no de prodigios.
    Tambin es como el ro interminable
    que pasa y queda y es cristal de un mismo
    Herclito inconstante, que es el mismo
    y es otro, como el ro interminable.

    Volver a la biblioteca

  • Antonio Machado

    Sevilla 1875-1939

    (Sevilla, 1875 - Collioure, 1939) Poeta espaol. Aunque influido por el modernismo y el simbolismo, su obra es expresin lrica del ideario de la Generacin del 98. Hijo del folclorista Antonio Machado y lvarez y hermano menor del tambin poeta Manuel Machado, pas su infancia en Sevilla y en 1883 se instal con su familia en Madrid.

    Se form en la Institucin Libre de Enseanza y en otros institutos madrileos. En 1899, durante un primer viaje a Pars, trabaj en la editorial Garnier, y posteriormente regres a la capital francesa, donde entabl amistad con R. Daro. De vuelta a Espaa frecuent los ambientes literarios, donde conoci a J. R. Jimnez, R. del Valle-Incln y M. de Unamuno.

    En 1907 obtuvo la ctedra de francs en el instituto de Soria, cuidad en la que dos aos despus contrajo matrimonio con Leonor Izquierdo. En 1910 le fue concedida una pensin para estudiar filologa en Pars durante un ao, estancia que aprovech para asistir a los cursos de filosofa de H. Bergson y Bdier en el College de France. Tras la muerte de su esposa, en 1912, pas al instituto de Baeza.

    Doctorado en filosofa y letras (1918), desempe su ctedra en Segovia y en 1928 fue elegido miembro de la Real Academia Espaola. Al comenzar la Guerra Civil se encontraba en Madrid, desde donde se traslad con su madre y otros familiares al pueblo valenciano de Rocafort y luego a Barcelona. En enero de 1939 emprendi camino al exilio, pero la muerte lo sorprendi en el pueblecito francs de Colliure.

    Siguiente

  • A un viejo y distinguido seor

    Te he visto, por el parque ceniciento
    que los poetas aman
    para llorar, como una noble sombra
    vagar, envuelto en tu levita larga.
    El talante corts, ha tantos aos
    compuesto de una fiesta en la antesala,
    ?qu bien tus pobres huesos
    ceremoniosos guardan!?
    Yo te he visto, aspirando distrado,
    con el aliento que la tierra exhala
    ?hoy, tibia tarde en que las mustias hojas
    hmedo viento arranca?,
    del eucalipto verde
    el frescor de las hojas perfumadas.
    Y te he visto llevar la seca mano
    a la perla que brilla en tu corbata.

    A un olmo seco

    Al olmo viejo, hendido por el rayo
    y en su mitad podrido,
    con las lluvias de abril y el sol de mayo
    algunas hojas verdes le han salido.
    El olmo centenario en la colina
    que lame el Duero! Un musgo amarillento
    le mancha la corteza blanquecina
    al tronco carcomido y polvoriento.
    No ser, cual los lamos cantores
    que guardan el camino y la ribera,
    habitado de pardos ruiseores.
    Ejrcito de hormigas en hilera
    va trepando por l, y en sus entraas
    urden sus telas grises las araas.
    Antes que te derribe, olmo del Duero,
    con su hacha el leador, y el carpintero
    te convierta en melena de campana,
    lanza de carro o yugo de carreta;
    antes que rojo en el hogar, maana,
    ardas en alguna msera caseta,
    al borde de un camino;
    antes que te descuaje un torbellino
    y tronche el soplo de las sierras blancas;
    antes que el ro hasta la mar te empuje
    por valles y barrancas,
    olmo, quiero anotar en mi cartera
    la gracia de tu rama verdecida.
    Mi corazn espera
    tambin, hacia la luz y hacia la vida,
    otro milagro de la primavera.

    Siguiente

  • A Miguel de Unamuno

    Este donquijotesco
    don Miguel de Unamuno, fuerte vasco,
    lleva el arns grotesco
    y el irrisorio casco
    del buen manchego. Don Miguel camina,
    jinete de quimrica montura,
    metiendo espuela de oro a su locura,
    sin miedo de la lengua que malsina.
    A un pueblo de arrieros,
    lechuzos y tahres y logreros
    dicta lecciones de Caballera.
    Y el alma desalmada de su raza,
    que bajo el golpe de su frrea maza
    an durme, puede que despierte un da.
    Quiere ensear el ceo de la duda,
    antes de que cabalgue, el caballero;
    cual nuevo Hamlet, a mirar desnuda
    cerca del corazn la hoja de acero.
    Tiene el aliento de una estirpe fuerte
    que so ms all de sus hogares,
    y que el oro busc tras de los mares.
    l seala la gloria tras la muerte.
    Quiere ser fundador, y dice: Creo;
    Dios y adelante el nima espaola...
    Y es tan bueno y mejor que fue Loyola:
    sabe a Jess y escupe al fariseo.

    A un naranjo y limonero

    Naranjo en maceta, qu triste es tu suerte! Medrosas tiritan tus hojas menguadas. Naranjo en la corte, qu pena da verte con tus naranjitas secas y arrugadas!.
    Pobre limonero de fruto amarillo cual pomo pulido de plida cera, qu pena mirarte, msero arbolillo criado en mezquino tonel de madera! De los claros bosques de la Andaluca, quin os trajo a esta castellana tierra que barren los vientos de la adusta sierra, hijos de los campos de la tierra ma? Gloria de los huertos, rbol limonero, que enciendes los frutos de plido oro, y alumbras del negro cipresal austero
    las quietas plegarias erguidas en coro; y fresco naranjo del patio querido, del campo risueo y el huerto soado, siempre en mi recuerdo maduro o florido
    de frondas y aromas y frutos cargado!

    Siguiente

  • A orillas del Duero

    Mediaba el mes de julio. Era un hermoso da. Yo, solo, por las quiebras del pedregal suba, buscando los recodos de sombra, lentamente. A trechos me paraba para enjugar mi frente y dar algn respiro al pecho jadeante; o bien, ahincando el paso, el cuerpo hacia adelante y hacia la mano diestra vencido y apoyado en un bastn, a guisa de pastoril cayado,
    trepaba por los cerros que habitan las rapaces aves de altura, hollando las hierbas montaraces de fuerte olor ?romero, tomillo, salvia, espliego?. Sobre los agrios campos caa un sol de fuego. Un buitre de anchas alas con majestuoso vuelo cruzaba solitario el puro azul del cielo. Yo divisaba, lejos, un monte alto y agudo, y una redonda loma cual recamado escudo, y crdenos alcores sobre la parda tierra
    ?harapos esparcidos de un viejo arns de guerra?,
    las serrezuelas calvas por donde tuerce el Duero para formar la corva ballesta de un arquero en torno a Soria. ?Soria es una barbacana, hacia Aragn, que tiene la torre castellana?. Vea el horizonte cerrado por colinas oscuras, coronadas de robles y de encinas; desnudos peascales, algn humilde prado donde el merino pace y el toro, arrodillado sobre la hierba, rumia; las mrgenes de ro lucir sus verdes lamos al claro sol de esto, y, silenciosamente, lejanos pasajeros, tan diminutos! ?carros, jinetes y arrieros?, cruzar el largo puente, y bajo las arcadas de piedra ensombrecerse las aguas plateadas del Duero. El Duero cruza el corazn de roble de Iberia y de Castilla.

    Oh, tierra triste y noble, la de los altos llanos y yermos y roquedas, de campos sin arados, regatos ni arboledas; decrpitas ciudades, caminos sin mesones, y atnitos palurdos sin danzas ni canciones que an van, abandonando el mortecino hogar, como tus largos ros, Castilla, hacia la mar! Castilla miserable, ayer dominadora, envuelta en sus andrajos desprecia cuanto ignora. Espera, duerme o suea? La sangre derramada recuerda, cuando tuvo la fiebre de la espada? Todo se mueve, fluye, discurre, corre o gira; cambian la mar y el monte y el ojo que los mira. Pas? Sobre sus campos an el fantasma yerta de un pueblo que pona a Dios sobre la guerra. La madre en otro tiempo fecunda en capitanes, madrastra es hoy apenas de humildes ganapanes. Castilla no es aquella tan generosa un da, cuando Mo Cid Rodrigo el de Vivar volva, ufano de su nueva fortuna, y su opulencia, a regalar a Alfonso los huertos de Valencia; o que, tras la aventura que acredit sus bros, peda la conquista de los inmensos ros indianos a la corte, la madre de soldados, guerreros y adalides que han de tornar, cargados de plata y oro, a Espaa, en regios galeones, para la presa cuervos, para la lid leones.
    Filsofos nutridos de sopa de convento contemplan impasibles el amplio firmamento; y si les llega en sueos, como un rumor distante, clamor de mercaderes de muelles de Levante, no acudirn siquiera a preguntar qu pasa? Y ya la guerra ha abierto las puertas de su casa. Castilla miserable, ayer dominadora,
    envuelta en sus harapos desprecia cuanto ignora.

    Volver a la biblioteca

  • Mario Benedetti Tacuaremb (Uruguay) 1920-2009

    Mario Benedetti naci el 14 de septiembre de 1920 en Paso de Toros, en Tacuaremb, Uruguay, fruto del matrimonio entre Brenno Benedetti y Matilde Farugia. La economa familiar se vio seriamente afectada por un engao que sufri el padre de Mario y as con tan slo 4 aos, la familia se traslad a Montevideo (no en vano en Montevideo vive ms de la mitad de la poblacin de Uruguay, el mayor porcentaje de poblacin que vive en una capital de toda Sudamrica). Este engao condujo a tiempos difciles para la familia Benedetti que tuvo que vender multitud de objetos de valor para seguir adelante y que oblig a Brenno a la clandestinidad econmica para evitar a los acreedores y en busca del soado empleo pblico, un autntico sueo en el Uruguay de la poca en el que el sueldo de un funcionario era inembargable y echarlo era casi una cuestin de Estado. Mario estudi en un colegio alemn, en parte por la admiracin que el padre tena por ese pas. De esta experiencia, adems de aprender el idioma, aprendi el gusto por el trabajo bien hecho y por la puntualidad. Pero en 1933 el padre le oblig a salir del colegio, ya que en ste obligaban a utilizar el saludo nazi, otro ao en un Liceo y termina su educacin.

    Siguiente

  • Desde los afectos

    Cmo hacerte saber que siempre hay tiempo?

    Que uno solo tiene que buscarlo y drselo.

    Que nadie establece normas salvo la vida.

    Que la vida sin ciertas normas pierde forma.

    Que la forma no se pierde con abrirnos.

    Que abrirnos no es amar indiscriminadamente.

    Que no est prohibido amar.

    Que tambin se puede odiar.

    Cmo hacerte saber que nadie establece normas salvo la vida!...

    Que el odio y el amor son afectos.

    Que la agresin porque s, hiere mucho.

    Que las heridas se cierran.

    Que las puertas no deben cerrarse.

    Que la mayor puerta es el afecto.

    Que los afectos nos definen.

    Que definirse no es remar contra la corriente.

    Que no cuanto ms fuerte se hace el trazo ms se dibuja.

    Que buscar un equilibrio no implica ser tibio.

    Que negar palabras implica abrir distancias.

    Que encontrarse es muy hermoso.

    Que el sexo forma parte de lo hermoso de la vida.

    Que la vida parte del sexo.

    Que el porqu de los nios tiene un por qu.

    Que querer saber de alguien no slo es curiosidad.

    Que querer saber todo de todos es curiosidad malsana.

    Que nunca est de ms agradecer.

    Que la autodeterminacin no es hacer las cosas solo.

    Que nadie quiere estar solo.

    Que para no estar solo hay que dar.

    Que para dar debimos recibir antes.

    Que para que nos den

    tambin hay que saber cmo pedir.

    Que saber pedir no es regalarse.

    Que regalarse es, en definiva, no quererse.

    Que para que nos quieran debemos mostrar quines somos.

    Que para que alguien sea hay que ayudarlo.

    Que ayudar es poder alentar y apoyar.

    Que adular no es ayudar.

    Que adular es tan pernicioso como dar vuelta la cara.

    Que las cosas cara a cara son honestas.

    Que nadie es honesto porque no roba.

    Que el que roba no es ladrn por placer.

    Que cuando no hay placer en hacer las cosas,

    no se est viviendo.

    Que para sentir la vida no hay que olvidarse que existe la muerte.

    Que se puede estar muerto en vida.

    Que se siente con el cuerpo y la mente.

    Que con los odos se escucha.

    Que cuesta ser sensible y no herirse.

    Que herirse no es desangrarse.

    Que para no ser heridos levantamos muros.

    Que quien siembra muros no recoge nada.

    Que casi todos somos albailes de muros.

    Que sera mucho mejor construir puentes.

    Que sobre ellos se va a la otra orilla y tambin se vuelve.

    Siguiente

  • Corazn coraza

    Porque te tengo y no

    porque te pienso

    porque la noche est de ojos abiertos

    porque la noche pasa y digo amor

    porque has venido a recoger tu imagen

    y eres mejor que todas tus imgenes

    porque eres linda desde el pie hasta el alma

    porque eres buena desde el alma a m

    porque te escondes dulce en el orgullo

    pequea y dulce

    corazn coraza

    porque eres ma

    porque no eres ma

    porque te miro y muero

    y peor que muero

    si no te miro amor

    si no te miro

    porque t siempre existes dondequiera

    pero existes mejor donde te quiero

    porque tu boca es sangre

    y tienes fro

    tengo que amarte amor

    tengo que amarte

    aunque esta herida duela como dos

    aunque te busque y no te encuentre

    y aunque

    la noche pase y yo te tenga

    y no..

    Estados de nimo

    A veces me siento

    como un guila en el aire

    Unas veces me siento

    como pobre colina

    y otras como montaa

    de cumbres repetidas.

    Unas veces me siento

    como un acantilado

    y en otras como un cielo

    azul pero lejano.

    A veces uno es

    manantial entre rocas

    y otras veces un rbol

    con las ltimas hojas.

    Pero hoy me siento apenas

    como laguna insomne

    con un embarcadero

    ya sin embarcaciones

    una laguna verde

    inmvil y paciente

    conforme con sus algas

    sus musgos y sus peces,

    sereno en mi confianza

    confiando en que una tarde

    te acerques y te mires,

    te mires al mirarme.

    Siguiente

  • Hagamos un trato

    Cuando sientas tu herida sangrar

    cuando sientas tu voz sollozar

    cuenta conmigo.

    Compaera,usted sabe

    que puede contar conmigo,

    no hasta dos ni hasta diez

    sino contar conmigo.

    Si algunas veces

    advierte que la miro a los ojos,

    y una veta de amor reconoce en los mos,

    no alerte sus fusiles

    ni piense que deliro;

    a pesar de la veta,

    o tal vez porque existe,

    usted puede contar conmigo.

    Si otras veces me encuentra

    hurao sin motivo, no piense que es flojera igual puede contar conmigo.

    Pero hagamos un trato: yo quisiera contar con usted, es tan lindo

    saber que usted existe,

    uno se siente vivo; y cuando digo esto

    quiero decir contar aunque sea hasta dos,

    aunque sea hasta cinco.

    No ya para que acuda

    presurosa en mi auxilio,

    sino para saber a ciencia cierta

    que usted sabe que puede

    contar conmigo.

    Pasatiempo

    Cuando ramos nios

    los viejos tenan como treinta

    un charco era un ocano

    la muerte lisa y llana

    no exista.

    Luego cuando muchachos

    los viejos eran gente de cuarenta

    un estanque un ocano

    la muerte solamente

    una palabra.

    Ya cuando nos casamos

    los ancianos estaban en cincuenta

    un lago era un ocano

    la muerte era la muerte

    de los otros.

    Ahora veteranos

    ya le dimos alcance a la verdad

    el ocano es por fin el ocano

    pero la muerte empieza a ser

    la nuestra.

    Siguiente

  • Rostro de vos

    Tengo una soledad tan concurrida

    tan llena de nostalgias y de rostros de vos

    de adioses hace tiempo y besos bienvenidos

    de primeras de cambio y de ltimo vagn.

    Tengo una soledad tan concurrida

    que puedo organizarla como una procesin

    por colores tamaos y promesas por poca por tacto

    y por sabor. Sin temblor de ms me abrazo a tus ausencias que asisten y me asisten con mi rostro de vos.

    Estoy lleno de sombras de noches y deseos

    de risas y de alguna maldicin.

    Mis huspedes concurren concurren como sueos

    con sus rencores nuevos su falta de candor

    yo les pongo una escoba tras la puerta

    porque quiero estar solo con mi rostro de vos.

    Pero el rostro de vos mira a otra parte

    con sus ojos de amor que ya no aman como vveres

    que buscan su hambre

    miran y miran

    y apagan mi jornada.

    Las paredes se van

    queda la noche

    las nostalgias se van

    no queda nada.

    Ya mi rostro de vos

    cierra los ojos

    y es una soledad

    tan desolada.

    Si Dios fuera una mujer

    Y si Dios fuera mujer?

    pregunta Juan sin inmutarse,

    vaya, vaya si Dios fuera mujer

    es posible que agnsticos y ateos

    no dijramos no con la cabeza

    y dijramos s con las entraas.

    Tal vez nos acercramos a su divina desnudez

    para besar sus pies no de bronce,

    su pubis no de piedra,

    sus pechos no de mrmol, sus labios no de yeso. Si Dios fuera mujer la abrazaramos

    para arrancarla de su lontananza

    y no habra que jurar

    hasta que la muerte nos separe

    ya que sera inmortal por antonomasia

    y en vez de transmitirnos SIDA o pnico

    nos contagiara su inmortalidad.

    Si Dios fuera mujer no se instalara

    lejana en el reino de los cielos,

    sino que nos aguardara en el zagun del infierno, con sus brazos no cerrados,

    su rosa no de plstico y su amor no de ngeles. Ay Dios mo, Dios mo

    si hasta siempre y desde siempre fueras una mujer qu lindo escndalo sera,

    qu venturosa, esplndida, imposible, prodigiosa blasfemia.

    Siguiente

  • Alguien

    Alguien limpia la celda
    de la tortura
    que no quede la sangre
    ni la amargura
    alguien pone en los muros
    el nombre de ella
    ya no cabe en la noche
    ninguna estrella
    alguien limpia su rabia
    con un consejo
    y la deja brillante
    como un espejo
    alguien piensa hasta cuando
    alguien camina
    suenan lejos las risas
    una bocinay un gallo que propone su canto en hora mientras sube la angustia la voladora alguien piensa en afuera que all no hay plazo piensa en nios de vida y en un abrazo alguien quiso ser justo no tuvo suerte es difcil la lucha contra la muerte alguien limpia la celda de la tortura lava la sangre pero no la amargura.

    Allende

    Para matar al hombre de la paz
    para golpear su frente limpia de pesadillas
    tuvieron que convertirse en pesadilla
    para vencer al hombre de la paz
    tuvieron que congregar todos los odios
    y adems los aviones y los tanques para batir al hombre de la paz tuvieron que bombardearlo hacerlo llama porque el hombre de la paz era una fortaleza para matar al hombre de la paz tuvieron que desatar la guerra turbia para vencer al hombre de la paz y acallar su voz modesta y taladrante tuvieron que empujar el terror hasta el abismo y matar ms para seguir matando para batir al hombre de la paz tuvieron que asesinarlo muchas vecesporque el hombre de la paz era una fortalezapara matar al hombre de la paz tuvieron que imaginar que era una tropa una armada una hueste una brigada tuvieron que creer que era otro ejrcito pero el hombre de la paz era tan slo un pueblo y tena en sus manos un fusil y un mandato y eran necesarios ms tanques ms rencores ms bombas ms aviones ms oprobios porque el hombre del paz era una fortaleza para matar al hombre de la paz para golpear su frente limpia de pesadillas tuvieron que convertirse en pesadilla para vencer al hombre de la paz tuvieron que afiliarse para siempre a la muerte matar y matar ms para seguir matando y condenarse a la blindada soledad para matar al hombre que era un pueblo tuvieron que quedarse sin el pueblo.

    Siguiente

  • Amor de tarde

    Es una lstima que no ests conmigo
    cuando miro el reloj y son las cuatro
    y acabo la planilla y pienso diez minutos
    y estiro las piernas como todas las tardes
    y hago as con los hombros para aflojar la espalda
    y me doblo los dedos y les saco mentiras.

    Es una lstima que no ests conmigo
    cuando miro el reloj y son las cinco
    y soy una manija que calcula intereses
    o dos manos que saltan sobre cuarenta teclas
    o un odo que escucha como ladra el telfono
    o un tipo que hace nmeros y les saca verdades.

    Es una lstima que no ests conmigo
    cuando miro el reloj y son las seis.
    Podras acercarte de sorpresa
    y decirme "Qu tal?" y quedaramos
    yo con la mancha roja de tus labios
    t con el tizne azul de mi carbnico.



    Ausencia de Dios

    Digamos que te alejas definitivamente
    hacia el pozo de olvido que prefieres,
    pero la mejor parte de tu espacio,
    en realidad la nica constante de tu espacio,
    quedar para siempre en m, doliente,
    persuadida, frustrada, silenciosa,
    quedar en m tu corazn inerte y sustancial,
    tu corazn de una promesa nica
    en m que estoy enteramente solo
    sobrevivindote.
    Despus de ese dolor redondo y eficaz,
    pacientemente agrio, de invencible ternura,
    ya no importa que use tu insoportable ausencia
    ni que me atreva a preguntar si cabes
    como siempre en una palabra. Lo cierto es que ahora ya no ests en mi noche desgarradoramente idntica a las otras que repet buscndote, rodendote. Hay solamente un eco irremediable de mi voz como nio, esa que no saba. Ahora que miedo intil, qu vergenza no tener oracin para morder, no tener fe para clavar las uas, no tener nada ms que la noche, saber que Dios se muere, se resbala, que Dios retrocede con los brazos cerrados, con los labios cerrados, con la niebla, como un campanario atrozmente en ruinas que desandara siglos de ceniza. Es tarde. Sin embargo yo dara todos los juramentos y las lluvias, las paredes con insultos y mimos, las ventanas de invierno, el mar a veces, por no tener tu corazn en m, tu corazn inevitable y doloroso en m que estoy enteramente solo sobrevivindote..

    Siguiente

  • Sndrome

    Todava tengo casi todos mis dientes

    casi todos mis cabellos y poqusimas canas

    puedo hacer y deshacer el amor

    trepar una escalera de dos en dos

    y correr cuarenta metros detrs del mnibus

    o sea que no debera sentirme viejo

    pero el grave problema es que antes

    no me fijaba en estos detalles.

    Tctica y estrategia

    Mi tctica es

    mirarte

    aprender como sos

    quererte como sos.

    Mi tctica es

    hablarte

    y escucharte

    construir con palabras

    un puente indestructible.

    Mi tctica es

    quedarme en tu recuerdo

    no s cmo ni s

    con qu pretexto

    pero quedarme en vos.

    Mi tctica es

    ser franco

    y saber que sos franca

    y que no nos vendamos

    simulacros

    para que entre los dos

    no haya teln

    ni abismos.

    Mi estrategia es

    en cambio

    ms profunda y ms

    simple.

    Mi estrategia es

    que un da cualquiera no s cmo ni s con qu pretexto por fin me necesites.

    Siguiente

  • Te quiero

    Tus manos son mi caricia,

    mis acordes cotidianos;

    te quiero porque tus manos

    trabajan por la justicia.

    Si te quiero es porque sos

    mi amor, mi cmplice, y todo.

    Y en la calle codo a codo

    somos mucho ms que dos.

    Tus ojos son mi conjuro

    contra la mala jornada;

    te quiero por tu mirada

    que mira y siembra futuro.

    Tu boca que es tuya y ma,

    Tu boca no se equivoca;

    te quiero por que tu boca

    sabe gritar rebelda.

    Si te quiero es porque sos mi amor mi cmplice y todo. Y en la calle codo a codo somos mucho ms que dos. Y por tu rostro sincero. Y tu paso vagabundo. Y tu llanto por el mundo. Porque sos pueblo te quiero. Y porque amor no es aurora, ni cndida moraleja, y porque somos pareja que sabe que no est sola. Te quiero en mi paraso; es decir, que en mi pas la gente vive feliz aunque no tenga permiso. Si te quiero es por que sos mi amor, mi cmplice y todo. Y en la calle codo a codo somos mucho ms que dos.

    Una mujer desnuda

    Una mujer desnuda y en lo oscuro

    tiene una claridad que nos alumbra

    de modo que si ocurre un desconsuelo un apagn o una noche sin luna es conveniente y hasta imprescindible tener a mano una mujer desnuda. Una mujer desnuda y en lo oscuro genera un resplandor que da confianza entonces dominguea el almanaquevibran en su rincn las telaraas y los ojos felices y felinos miran y de mirar nunca se cansan. Una mujer desnuda y en lo oscuro es una vocacin para las manos para los labios es casi un destino y para el corazn un despilfarro una mujer desnuda es un enigma y siempre es una fiesta descifrarlo. Una mujer desnuda y en lo oscuro genera una luz propia y nos enciende el cielo raso se convierte en cielo y es una gloria no ser inocente una mujer querida o vislumbrada desbarata por una vez la muerte.

    Siguiente

  • Ustedes y nosotros

    Ustedes cuando aman exigen bienestar una cama de cedro y un colchn especial, nosotros cuando amamos

    es fcil de arreglar con sbanas qu bueno sin sbanas da igual. Ustedes cuando aman calculan inters

    y cuando se desaman calculan otra vez, nosotros cuando amamos es como renacer y si nos desamamos

    no la pasamos bien. Ustedes cuando aman son de otra magnitud hay fotos chismes prensa y el amor es un boom, nosotros cuando amamos es un amor comn

    tan simple y tan sabroso como tener salud. Ustedes cuando aman consultan el reloj porque el tiempo que pierden vale medio milln, nosotros cuando amamos

    sin prisa y con fervor gozamos y nos sale barata la funcin. Ustedes cuando aman

    al analista van

    l es quien dictamina

    si lo hacen bien o mal,

    nosotros cuando amamos

    sin tanta cortedad

    el subconsciente piola

    se pone a disfrutar.

    Ustedes cuando aman

    exigen bienestar

    una cama de cedro

    y un colchn especial,

    nosotros cuando amamos

    es fcil de arreglar

    con sbanas qu bueno

    sin sbanas da igual.

    Viceversa

    Tengo miedo de verte

    necesidad de verte

    esperanza de verte

    desazones de verte.

    Tengo ganas de hallarte

    preocupacin de hallarte

    certidumbre de hallarte

    pobres dudas de hallarte.

    Tengo urgencia de orte

    alegra de orte

    buena suerte de orte

    y temores de orte.

    o sea,

    resumiendo

    estoy jodido

    y radiante

    quiz ms lo primero

    que lo segundo

    y tambin

    viceversa.

    Siguiente

  • Ayer

    Ayer pas el pasado lentamente
    con su vacilacin definitiva
    sabindote infeliz y a la deriva
    con tus dudas selladas en la frente

    ayer pas el pasado por el puente
    y se llev tu libertad cautiva
    cambiando su silencio en carne viva
    por tus leves alarmas de inocente

    ayer pas el pasado con su historia
    y su deshilachada incertidumbre/
    con su huella de espanto y de reproche

    fue haciendo del dolor una costumbre
    sembrando de fracasos tu memoria
    y dejndote a solas con la noche.

    Bienvenida

    Se me ocurre que vas a llegar distinta
    no exactamente ms linda
    ni ms fuerte
    ni ms docil
    ni ms cauta
    tan solo que vas a llegar distinta
    como si esta temporada de no verme
    te hubiera sorprendido a vos tambin
    quiz porque sabes
    cmo te pienso y te enumero
    despus de todo la nostalgia existe
    aunque no lloremos en los andenes fantasmales
    ni sobre las almohadas de candor
    ni bajo el cielo opaco
    yo nostalgio
    tu nostalgias
    y cmo me revienta que l nostalgie
    tu rostro es la vanguardia
    tal vez llega primero
    porque lo pinto en las paredes
    con trazos invisibles y seguros
    no olvides que tu rostro
    me mira como pueblo
    sonre y rabia y canta
    como pueblo
    y eso te da una lumbre inapagable ahora no tengo dudas vas a llegar distinta y con seales con nuevas con hondura con franqueza s que voy a quererte sin preguntas s que vas a quererme sin respuestas.

    Volver a la biblioteca

  • Gabriela Mistral

    Vicua (Chile)1889- Nueva York 1957

    Lucila Godoy, llamada Gabriela Mistral (conocida mejor como Gabriela Mistral), escritora chilena. Hija de un maestro rural, que abandon el hogar a los tres aos del nacimiento de Gabriela, la muchacha tuvo una niez difcil en uno de los parajes ms desolados de Chile. A los 15 aos public sus primeros versos en la prensa local, y empez a estudiar para maestra. En 1906 se enamor de un modesto empleado de ferrocarriles, Romelio Ureta, que, por causas desconocidas, se suicid al poco tiempo; de la enorme impresin que le caus aquella prdida surgieron sus primeros versos importantes. En 1910 obtuvo el ttulo de maestra en Santiago, y cuatro aos despus se produjo su consagracin potica en los juegos florales de la capital de Chile; los versos ganadores- Los sonetos de la muerte- pertenecen a su libro Desolacin (1922), que publicara el instituto de las Espaas de Nueva York. En 1925 dej la enseanza, y, tras actuar como representante de Chile en el Instituto de cooperacin intelectual de la S.D.N., fue cnsul en Npoles y en Lisboa. Vuelta a su patria colabor decisivamente en la campaa electoral del Frente popular (1938), que llev a la presidencia de la repblica a su amigo de juventud P. Aguirre Cerda. En 1945 recibi el premio Nobel de literatura; viaj por todo el mundo, y en 1951 recogi en su pas el premio nacional.

    Siguiente

  • Adios

    En costa lejana
    y en mar de Pasin,
    dijimos adioses
    sin decir adis.
    Y no fue verdad
    la alucinacin.
    Ni t la creste
    ni la creo yo,
    y es cierto y no es cierto
    como en la cancin.
    Que yendo hacia el Sur
    diciendo iba yo:
    Vamos hacia el mar
    que devora al Sol.
    Y yendo hacia el Norte
    deca tu voz:
    Vamos a ver juntos
    donde se hace el Sol.
    Ni por juego digas
    o exageracin que nos separaron tierra y mar, que son ella, sueo y el alucinacin. No te digas solo ni pida tu voz albergue para uno al albergador. Echars la sombra que siempre se ech, morders la duna con paso de dos... Para que ninguno, ni hombre ni dios, nos llame partidos como luna y sol; para que ni roca ni viento errador, ni ro con vado ni rbol sombreador, aprendan y digan mentira o error del Sur y del Norte, del uno y del dos!

    Agua

    Hay pases que yo recuerdo
    como recuerdo mis infancias.
    Son pases de mar o ro,
    de pastales, de vegas y aguas.
    Aldea ma sobre el Rdano,
    rendida en ro y en cigarras;
    Antilla en palmas verdi-negras
    que a medio mar est y me llama;
    roca lgure de Portofino,
    mar italiana, mar italiana!
    Me han trado a pas sin ro,
    tierras-Agar, tierras sin agua;
    Saras blancas y Saras rojas,
    donde pecaron otras razas,
    de pecado rojo de atridas
    que cuentan gredas tajeadas;
    que no nacieron como un nio
    con unas carnazones grasas,
    cuando las oigo, sin un silbo,
    cuando las cruzo, sin mirada.
    Quiero volver a tierras nias; llvenme a un blando pas de aguas.
    En grandes pastos envejezca y haga al ro fbula y fbula. Tenga una fuente por mi madre y en la siesta salga a buscarla, y en jarras baje de una pea un agua dulce, aguda y spera. Me venza y pare los alientos el agua acrrima y helada. Rompa mi vaso y al beberla me vuelva nias las entraas!

    Siguiente

  • Amor

    Anda libre en el surco, bate el ala en el viento,
    late vivo en el sol y se prende al pinar.
    No te vale olvidarlo como al mal pensamiento:
    le tendrs que escuchar!
    Habla lengua de bronce y habla lengua de ave,
    ruegos tmidos, imperativos de mar.
    No te vale ponerle gesto audaz, ceo grave:
    lo tendrs que hospedar!
    Gasta trazas de dueo; no le ablandan excusas.
    Rasga vasos de flor, hiende el hondo glaciar.
    No te vale decirle que albergarlo rehsas:
    lo tendrs que hospedar!
    Tiene argucias sutiles en la rplica fina,
    argumentos de sabio, pero en voz de mujer.
    Ciencia humana te salva, menos ciencia divina:
    le tendrs que creer! Te echa venda de lino; t la venda toleras. Te ofrece el brazo clido, no le sabes huir. Echa a andar, t le sigues hechizada aunque vieras que eso para en morir!

    Ausencia

    Se va de ti mi cuerpo gota a gota.
    Se va mi cara en un leo sordo;
    se van mis manos en azogue suelto;
    se van mis pies en dos tiempos de polvo.

    Se te va todo, se nos va todo!

    Se va mi voz, que te haca campana
    cerrada a cuanto no somos nosotros.
    Se van mis gestos que se devanaban,
    en lanzaderas, debajo tus ojos.
    Y se te va la mirada que entrega,
    cuando te mira, el enebro y el olmo.

    Me voy de ti con tus mismos alientos:
    como humedad de tu cuerpo evaporo.
    Me voy de ti con vigilia y con sueo,
    y en tu recuerdo ms fiel ya me borro.
    Y en tu memoria me vuelvo como esos
    que no nacieron ni en llanos ni en sotos.

    Sangre sera y me fuese en las palmas
    de tu labor, y en tu boca de mosto.
    Tu entraa fuese, y sera quemada
    en marchas tuyas que nunca ms oigo,
    y en tu pasin que retumba en la noche
    como demencia de mares solos!
    Se nos va todo, se nos va todo!

    Siguiente

  • Besos

    Hay besos que pronuncian por s solos
    la sentencia de amor condenatoria,
    hay besos que se dan con la mirada
    hay besos que se dan con la memoria.
    Hay besos silenciosos, besos nobles
    hay besos enigmticos, sinceros
    hay besos que se dan slo las almas
    hay besos por prohibidos, verdaderos.
    Hay besos que calcinan y que hieren,
    hay besos que arrebatan los sentidos,
    hay besos misteriosos que han dejado
    mil sueos errantes y perdidos.
    Hay besos problemticos que encierran
    una clave que nadie ha descifrado,
    hay besos que engendran la tragedia
    cuantas rosas en broche han deshojado.
    Hay besos perfumados, besos tibios
    que palpitan en ntimos anhelos,
    hay besos que en los labios dejan huellas
    como un campo de sol entre dos hielos.
    Hay besos que parecen azucenas
    por sublimes, ingenuos y por puros,
    hay besos traicioneros y cobardes,
    hay besos maldecidos y perjuros.
    Judas besa a Jess y deja impresa
    en su rostro de Dios, la felona,
    mientras la Magdalena con sus besos
    fortifica piadosa su agona.


    Desde entonces en los besos palpita
    el amor, la traicin y los dolores,
    en las bodas humanas se parecen
    a la brisa que juega con las flores.
    Hay besos que producen desvaros
    de amorosa pasin ardiente y loca,
    t los conoces bien son besos mos
    inventados por m, para tu boca.
    Besos de llama que en rastro impreso
    llevan los surcos de un amor vedado,
    besos de tempestad, salvajes besos
    que solo nuestros labios han probado.
    Te acuerdas del primero...? Indefinible;
    cubri tu faz de crdenos sonrojos
    y en los espasmos de emocin terrible,
    llenaron s de lgrimas tus ojos.
    Te acuerdas que una tarde en loco exceso
    te vi celoso imaginando agravios,
    te suspend en mis brazos... vibr un beso,
    y qu viste despus...? Sangre en mis labios.
    Yo te ensee a besar: los besos fros
    son de impasible corazn de roca,
    yo te ense a besar con besos mos
    inventados por m, para tu boca.



    Siguiente

  • Cancin amarga

    Ay! Juguemos, hijo mo,
    a la reina con el rey!

    Este verde campo es tuyo.
    De quin ms podra ser?
    Las oleadas de la alfalfa
    para ti se han de mecer.

    Este valle es todo tuyo.
    De quin ms podra ser?
    Para que los disfrutemos
    los pomares se hacen miel.

    (Ay! No es cierto que tiritas
    como el Nio de Beln
    y que el seno de tu madre
    se sec de padecer!)


    El cordero est espesando
    el velln que he de tejer.
    Y son tuyas las majadas,
    De quin ms podran ser?

    Y la leche del establo
    que en la ubre ha de correr,
    y el manojo de las mieses
    de quin ms podran ser?

    (Ay! No es cierto que tiritas
    como el Nio de Beln
    y que el seno de tu madre
    se sec de padecer!)

    S! Juguemos, hijo mo,
    a la reina con el rey!


    Volver a la biblioteca

  • Neftal Ricardo Reyes Basoalto, nombre autntico de Pablo Neruda
    seudnimo que utiliz por primera vez en 1920 y adopt desde 1946, naci el 12 de julio de 1904 en Parral, Chile, pero se cri en
    la localidad de Temuco, entre la poesa y la lluvia, como dira en sus memorias. Sus padres fueron Rosa Basoalto, que muri de tuberculosis cuando tena un mes de nacido, y Jos del Carmen Reyes, quien abandon el campo para trabajar como obrero en los diques del puerto de Talcahuano, hasta alcanzar el cargo de ferroviario en Temuco. Neruda aprendi a amar la naturaleza en sus aos de infancia, durante sus recorridos en tren hacia la exuberante vegetacin de Boroa. La regin haba sido en el pasado escenario de enfrentamientos entre los conquistadores espaoles y los araucanos, que con el tiempo fueron despojados de su territorio y posteriormente aniquilados por los colonos protagonistas de la pacificacin de la Araucana. Esas fras y hmedas tierras australes, bordeadas por el ms puro ocano Pacfico, emergen en una potica de la desesperanza, de la soledad del ser humano y del amor, como en Veinte poemas de amor y una cancin desesperada, libro que llev a su autor a los circuitos internacionales y le dio una fama similar a la de Rubn Daro, hasta hacerlo merecedor del Premio Nobel en 1971

    Siguiente

    Pablo Neruda Parral (Chile) 1904-1973

  • Poema 1

    Cuerpo de mujer, blancas colinas, muslos blancos,
    te pareces al mundo en tu actitud de entrega.
    Mi cuerpo de labriego salvaje te socava
    y hace saltar el hijo del fondo de la tierra.
    Fui solo como un tnel. De m huan los pjaros
    y en m la noche entraba su invasin poderosa.
    Para sobrevivirme te forj como un arma,
    como una flecha en mi arco, como una piedra en mi honda.
    Pero cae la hora de la venganza, y te amo.
    Cuerpo de piel, de musgo, de leche vida y firme.
    Ah los vasos del pecho! Ah los ojos de ausencia!
    Ah las rosas del pubis! Ah tu voz lenta y triste!
    Cuerpo de mujer ma, persistir en tu gracia. Mi sed, mi ansia sin lmite, mi camino indeciso! Oscuros cauces donde la sed eterna sigue, y la fatiga sigue, y el dolor infinito.

    Poema 2

    En su llama mortal la luz te envuelve.
    Absorta, plida doliente, as situada
    contra las viejas hlices del crepsculo
    que en torno a ti da vueltas.
    Muda, mi amiga,
    sola en lo solitario de esta hora de muertes
    y llena de las vidas del fuego,
    pura heredera del da destruido.
    Del sol cae un racimo en tu vestido oscuro.
    De la noche las grandes races
    crecen de sbito desde tu alma,
    y a lo exterior regresan las cosas en ti ocultas,
    de modo que un pueblo plido y azul
    de ti recin nacido se alimenta.
    Oh grandiosa y fecunda y magntica esclava
    del crculo que en negro y dorado sucede:
    erguida, trata y logra una creacin tan viva
    que sucumben sus flores, y llena es de tristeza.

    Siguiente

  • Poema 3

    Ah vastedad de pinos, rumor de olas quebrndose,
    lento juego de luces, campana solitaria,
    crepsculo cayendo en tus ojos, mueca,
    caracola terrestre, en ti la tierra canta!
    En ti los ros cantan y mi alma en ellos huye
    como t lo desees y hacia donde t quieras.
    Mrcame mi camino en tu arco de esperanza
    y soltar en delirio mi bandada de flechas.
    En torno a m estoy viendo tu cintura de niebla
    y tu silencio acosa mis horas perseguidas,
    y eres t con tus brazos de piedra transparente donde mis besos anclan y mi hmeda ansia anida. Ah tu voz misteriosa que el amor tie y dobla en el atardecer resonante y muriendo! As en horas profundas sobre los campos he visto doblarse las espigas en la boca del viento.

    Poema 4

    Es la maana llena de tempestad
    en el corazn del verano.

    Como pauelos blancos de adis viajan las nubes,
    el viento las sacude con sus viajeras manos.
    Innumerable corazn del viento
    latiendo sobre nuestro silencio enamorado.
    Zumbando entre los rboles, orquestal y divino,
    como una lengua llena de guerras y de cantos.

    Viento que lleva en rpido robo la hojarasca
    y desva las flechas latientes de los pjaros.
    Viento que la derriba en ola sin espuma
    y sustancia sin peso, y fuegos inclinados.
    Se rompe y se sumerge su volumen de besos
    combatido en la puerta del viento del verano.

    Siguiente

  • Poema 5

    Para que t me oigas
    mis palabras
    se adelgazan a veces
    como las huellas de las gaviotas en las playas.
    Collar, cascabel ebrio
    para tus manos suaves como las uvas.
    Y las miro lejanas mis palabras.
    Ms que mas son tuyas.
    Van trepando en mi viejo dolor como las yedras.
    Ellas trepan as por las paredes hmedas.
    Eres t la culpable de este juego sangriento.
    Ellas estn huyendo de mi guarida oscura.
    Todo lo llenas t, todo lo llenas.
    Antes que t poblaron la soledad que ocupas,
    y estn acostumbradas ms que t a mi tristeza.
    Ahora quiero que digan lo que quiero decirte
    para que t las oigas como quiero que me oigas.
    El viento de la angustia an las suele arrastrar.
    Huracanes de sueos an a veces las tumban.
    Escuchas otras voces en mi voz dolorida.
    Llanto de viejas bocas, sangre de viejas splicas.
    mame, compaera. No me abandones. Sgueme.
    Sgueme, compaera, en esa ola de angustia.
    Pero se van tiendo con tu amor mis palabras.
    Todo lo ocupas t, todo lo ocupas.
    Voy haciendo de todas un collar infinito
    para tus blancas manos, suaves como las uvas.

    Poema 6

    Te recuerdo como eras en el ltimo otoo.
    Eras la boina gris y el corazn en calma.
    En tus ojos peleaban las llamas del crepsculo.
    Y las hojas caan en el agua de tu alma.
    Apegada a mis brazos como una enredadera,
    las hojas recogan tu voz lenta y en calma.
    Hoguera de estupor en que mi sed arda.
    Dulce jacinto azul torcido sobre mi alma.
    Siento viajar tus ojos y es distante el otoo: boina gris, voz de pjaro y corazn de casa hacia donde emigraban mis profundos anhelos y caan mis besos alegres como brasas. Cielo desde un navo. Campo desde los cerros. Tu recuerdo es de luz, de humo, de estanque en calma! Ms all de tus ojos ardan los crepsculos. Hojas secas de otoo giraban en tu alma.

    Siguiente

  • Poema 7

    Abeja blanca zumbas -ebria de miel- en mi alma
    y te tuerces en lentas espirales de humo.
    Soy el desesperado, la palabra sin ecos,
    el que lo perdi todo, y el que todo lo tuvo.
    ltima amarra, cruje en ti mi ansiedad ltima.
    En mi tierra desierta eres la ltima rosa.
    Ah silenciosa!
    Cierra tus ojos profundos. All aletea la noche.
    Ah desnuda tu cuerpo de estatua temerosa.
    Tienes ojos profundos donde la noche alea.
    Frescos brazos de flor y regazo de rosa.
    Se parecen tus senos a los caracoles blancos.
    Ha venido a dormirse en tu vientre una mariposa de sombra.
    Ah silenciosa!
    He aqu la soledad de donde ests ausente.
    Llueve. El viento del mar caza errantes gaviotas.
    El agua anda descalza por las calles mojadas.
    De aquel rbol se quejan, como enfermos, las hojas.
    Abeja blanca, ausente, an zumbas en mi alma.
    Revives en el tiempo, delgada y silenciosa.

    Ah silenciosa!

    Poema 8

    Ebrio de trementina y largos besos,
    estival, el velero de las rosas dirijo,
    torcido hacia la muerte del delgado da,
    cimentado en el slido frenes marino.

    Plido y amarrado a mi agua devorante
    cruzo en el agrio olor del clima descubierto,
    an vestido de gris y sonidos amargos,
    y una cimera triste de abandonada espuma.

    Voy, duro de pasiones, montado en mi ola nica,
    lunar, solar, ardiente y fro, repentino,
    dormido en la garganta de las afortunadas
    islas blancas y dulces como caderas frescas.

    Tiembla en la noche hmeda mi vestido de besos
    locamente cargado de elctricas gestiones,
    de modo heroico dividido en sueos
    y embriagadoras rosas practicndose en m.

    Aguas arriba, en medio de las olas externas,
    tu paralelo cuerpo se sujeta en mis brazos
    como un pez infinitamente pegado a mi alma
    rpido y lento en la energa subceleste.



    Siguiente

  • Poema 9

    Hemos perdido aun este crepsculo.
    Nadie nos vio esta tarde con las manos unidas
    mientras la noche azul caa sobre el mundo.

    He visto desde mi ventana
    la fiesta del poniente en los cerros lejanos.

    A veces como una moneda
    se encenda un pedazo de sol entre mis manos.

    Yo te recordaba con el alma apretada
    de esa tristeza que t me conoces.

    Entonces, dnde estabas?
    Entre qu gentes?
    Diciendo qu palabras?
    Por qu se me vendr todo el amor de golpe
    cuando me siento triste, y te siento lejana?

    Cay el libro que siempre se toma en el crepsculo,
    y como un perro herido rod a mis pies mi capa.

    Siempre, siempre te alejas en las tardes
    hacia donde el crepsculo corre borrando estatuas.

    Poema 10

    Casi fuera del cielo ancla entre dos montaas
    la mitad de la luna.
    Girante, errante noche, la cavadora de ojos.
    A ver cuntas estrellas trizadas en la charca.
    Hace una cruz de luto entre mis cejas, huye.
    Fragua de metales azules, noches de las calladas luchas,
    mi corazn da vueltas como un volante loco.
    Nia venida de tan lejos, trada de tan lejos,
    a veces fulgurece su mirada debajo del cielo.
    Quejumbre, tempestad, remolino de furia,
    cruza encima de mi corazn, sin detenerte.
    Viento de los sepulcros acarrea, destroza, dispersa tu raz soolienta.
    Desarraiga los grandes rboles al otro lado de ella. Pero t, clara nia, pregunta de humo, espiga. Era la que iba formando el viento con hojas iluminadas. Detrs de las montaas nocturnas, blanco lirio de incendio, ah nada puedo decir! Era hecha de todas las cosas. Ansiedad que partiste mi pecho a cuchillazos, es hora de seguir otro camino, donde ella no sonra. Tempestad que enterr las campanas, turbio revuelo de tormentas para qu tocarla ahora, para qu entristecerla. Ay seguir el camino que se aleja de todo, donde no est atajando la angustia, la muerte, el invierno, con sus ojos abiertos entre el roco.

    Volver a la biblioteca

  • Jos Mart La Habana 1853 -Dos Ros 1895

    (La Habana, 1853 - Dos Ros, Cuba, 1895) Poltico y escritor cubano. Nacido en el seno de una familia espaola con pocos recursos econmicos, a la edad de doce aos Jos Mart empez a estudiar en el colegio municipal que diriga el poeta Rafael Mara de Mendive, quien se fij en las cualidades intelectuales del muchacho y decidi dedicarse personalmente a su educacin.

    El joven Mart pronto se sinti atrado por las ideas revolucionarias de muchos cubanos, y tras el inicio de la guerra de los Diez Aos y el encarcelamiento de su mentor, inici su actividad revolucionaria: public una gacetilla El Diablo Cojuelo, y poco despus una revista, La Patria Libre, que contena su poema Abdal. A los diecisiete aos Jos Mart fue condenado a seis de crcel por su pertenencia a grupos independentistas. Realiz trabajos forzados en el penal hasta que su mal estado de salud le vali el indulto. Deportado a Espaa, en este pas public su primera obra de importancia, el drama Adltera. Inici en Madrid estudios de derecho y se licenci en derecho y filosofa y letras por la Universidad de Zaragoza. Durante sus aos en Espaa surgi en l un profundo afecto por el pas, aunque nunca perdon su poltica colonial. En su obra La Repblica Espaola ante la Revolucin Cubana reclamaba a la metrpoli que hiciera un acto de contricin y reconociese los errores cometidos en Cuba. Tras viajar durante tres aos por Europa y Amrica, Jos Mart acab por instalarse en Mxico.

    Siguiente

  • Dolor

    Dolor! Dolor! eterna vida ma,
    Ser de mi ser, sin cuyo aliento muero!

    Goce en buen hora espritu mezquino
    Al son del baile animador, y prenda
    Su alma en las flores que el flotante lino
    De mujeres bellsimas engasta:?

    Goce en buen hora, y su cerebro encienda
    En la rojiza lumbre de la incasta
    Hoguera del deseo:?

    Yo, ?embriagado de mis penas,? me devoro,
    Y mis miserias lloro,
    Y buitre de m mismo me levanto,
    Y me hiero y me curo con mi canto,
    Buitre a la vez que altivo Prometeo.

    Arbol de mi alma



    Como un ave que cruza el aire claro
    Siento hacia m venir tu pensamiento
    Y ac en mi corazn hacer su nido.
    brese el alma en flor: tiemblan sus ramas
    Como los labios frescos de un mancebo
    En su primer abrazo a una hermosura:
    Cuchichean las hojas: tal parecen
    Lenguaraces obreras y envidiosas,
    A la doncella de la casa rica
    En preparar el tlamo ocupadas:
    Ancho es mi corazn, y es todo tuyo:
    Todo lo triste cabe en l, y todo
    Cuanto en el mundo llora, y sufre, y muere!
    De hojas secas, y polvo, y derruidas
    Ramas lo limpio: bruo con cuidado
    Cada hoja, y los tallos: de las flores
    Los gusanos del ptalo comido
    Separo: oreo el csped en contorno
    Y a recibirte, oh pjaro sin mancha
    Apresto el corazn enajenado!



    Siguiente

  • Con la Primavera

    Con la primavera
    Viene la cancin,
    La tristeza dulce
    Y el galante amor.

    Con la primavera
    Viene una ansiedad
    De pjaro preso
    Que quiere volar.

    No hay cetro ms noble
    Que el de padecer:
    Slo un rey existe:
    El muerto es el rey.




    Cese seora el duelo

    Cese, seora, el duelo en vuestro canto,
    Qu fuera nuestra vida sin enojos?
    Vivir es padecer! sufrir es santo!
    Cmo fueran tan bellos vuestros ojos
    Si alguna vez no los mojara el llanto?

    Romped las cuerdas del amargo duelo.
    Quien sufre como vos sufrs, seora:
    Es ms que una mujer, algo del cielo,
    Que de l huy y entre nosotros mora.

    Siguiente

  • Copa con alas

    Una copa con alas: quin la ha visto
    antes que yo? Yo ayer la vi. Suba
    con lenta majestad, como quien vierte
    leo sagrado: y a sus bordes dulces
    mis regalados labios apretaba:?
    Ni una gota siquiera, ni una gota
    del blsamo perd que hubo en tu beso!

    Tu cabeza de negra cabellera
    ?Te acuerdas?? con mi mano requera,
    porque de m tus labios generosos
    no se apartaran. ?Blanda como el beso
    que a ti me transfunda, era la suave
    atmsfera en redor: La vida entera
    sent que a m abrazndote, abrazaba!
    Perd el mundo de vista, y sus ruidos
    y su envidiosa y brbara batalla!
    Una copa en los aires ascenda
    y yo, en brazos no vistos reclinado
    tras ella, asido de sus dulces bordes:
    Por el espacio azul me remontaba!

    Oh amor, oh inmenso, oh acabado artista:
    en rueda o riel funde el herrero el hierro:
    una flor o mujer o guila o ngel
    en oro o plata el joyador cincela:
    T slo, slo t, sabes el modo
    de reducir el Universo a un beso!

    Cuando me puse a pensar

    Cuando me puse a pensar
    La razn me dio a elegir
    Entre ser quien soy, o ir
    El ser ajeno a emprestar,

    Mas me dije: si el copiar
    Fuera ley, no nacera
    Hombre alguno, pues hara
    Lo que antes de l se ha hecho:
    Y dije, llamando al pecho,
    S quien eres, alma ma!?



    Siguiente

  • A los espacios

    A los espacios entregarme quiero
    Donde se vive en paz, y con un manto
    De luz, en gozo embriagador henchido,
    Sobre las nubes blancas se pasea, ?
    Y donde Dante y las estrellas viven.
    Yo s, yo s, porque lo tengo visto
    En ciertas horas puras, cmo rompe
    Su cliz una flor,? y no es diverso
    Del modo, no, con que lo quiebra el alma.
    Escuchad, y os dir: ?viene de pronto
    Como una aurora inesperada, y como
    A la primera luz de primavera
    De flor se cubren las amables lilas...
    Triste de m: controslo quera
    Y en espera del verso, las grandiosas
    Imgenes en fila ante mis ojos
    Como guilas alegres vi sentadas.
    Pero las voces de los hombres echan
    De junto a m las nobles aves de oro:
    Ya se van, ya se van: ved cmo rueda
    La sangre de mi herida.
    Si me peds un smbolo del mundo
    En estos tiempos, vedlo: un ala rota.
    Se labra mucho el oro, el alma apenas!?
    Ved cmo sufro: vive el alma ma
    Cual cierva en una cueva acorralada:?
    Oh, no est bien:
    me vengar, llorando!

    A Emma

    No sientas que te falte
    el don de hablar que te arrebata el cielo,
    no necesita tu belleza esmalte
    ni tu alma pura ms extenso vuelo.

    No mires, nia ma,
    en tu mutismo fuente de dolores,
    ni llores las palabras que te digan
    ni las palabras que te faltan llores.

    Si brillan en tu faz tan dulces ojos
    que el alma enamorada se va en ellos,
    no los nublen jams tristes enojos,
    que todas las mujeres de mis labios,
    no son una mirada de tus ojos...


    Volver a la biblioteca

  • Gustavo Adolfo Bcquer Sevilla 1836 - Madrid 1870

    (Gustavo Adolfo Domnguez Bastida; Sevilla, 1836-Madrid, 1870) Poeta espaol. Hijo y hermano de pintores, qued hurfano a los diez aos y vivi su infancia y su adolescencia en Sevilla, donde estudi humanidades y pintura.

    En 1854 se traslad a Madrid, con la intencin de hacer carrera literaria. Sin embargo, el xito no le sonri; su ambicioso proyecto de escribir una Historia de los templos de Espaa fue un fracaso, y slo consigui publicar un tomo, aos ms tarde. Para poder vivir hubo de dedicarse al periodismo y hacer adaptaciones de obras de teatro extranjero, principalmente del francs, en colaboracin con su amigo Luis Garca Luna, adoptando ambos el seudnimo de Adolfo Garca.

    Siguiente

  • Amor eterno

    Podr nublarse el sol eternamente;
    Podr secarse en un instante el mar;
    Podr romperse el eje de la tierra
    Como un dbil cristal.
    todo suceder! Podr la muerte
    Cubrirme con su fnebre crespn;
    Pero jams en m podr apagarse
    La llama de tu amor.



    Rima I

    Yo s un himno gigante y extrao
    que anuncia en la noche del alma una aurora,
    y estas pginas son de ese himno
    cadencias que el aire dilata en las sombras.

    Yo quisiera escribirle, del hombre
    domando el rebelde, mezquino idioma,
    con palabras que fuesen a un tiempo
    suspiros y risas, colores y notas.

    Pero en vano es luchar, que no hay cifra
    capaz de encerrarle; y apenas, oh, hermosa!,
    si, teniendo en mis manos las tuyas,
    pudiera, al odo, cantrtelo a solas.

    Siguiente

  • Rima II

    Saeta que voladora
    cruza, arrojada al azar,
    y que no se sabe dnde
    temblando se clavar;

    hoja que del rbol seca
    arrebata el vendaval,
    sin que nadie acierte el surco
    donde al polvo volver;

    gigante ola que el viento
    riza y empuja en el mar,
    y rueda y pasa, y se ignora
    qu playa buscando va;

    luz que en cercos temblorosos
    brilla, prxima a expirar,
    y que no se sabe de ellos
    cul el ltimo ser;

    eso soy yo, que al acaso
    cruzo el mundo sin pensar
    de dnde vengo ni a dnde
    mis pasos me llevarn.


    Rima III

    Besa el aura que gime blandamente
    las leves ondas que jugando riza;
    el sol besa a la nube en occidente
    y de prpura y oro la matiza;
    la llama en derredor del tronco ardiente
    por besar a otra llama se desliza;
    y hasta el sauce, inclinndose a su peso,
    al ro que le besa, vuelve un beso.



    Siguiente

  • Rima IV

    No digis que, agotado su tesoro,
    de asuntos falta, enmudeci la lira;
    podr no haber poetas; pero siempre
    habr poesa.

    Mientras las ondas de la luz al beso
    palpiten encendidas,
    mientras el sol las desgarradas nubes
    de fuego y oro vista,
    mientras el aire en su regazo lleve
    perfumes y armonas,
    mientras haya en el mundo primavera,
    habr poesa!

    Mientras la ciencia a descubrir no alcance
    las fuentes de la vida,
    y en el mar o en el cielo haya un abismo
    que al clculo resista,
    mientras la humanidad siempre avanzando
    no sepa a d camina,
    mientras haya un misterio para el hombre,
    habr poesa!

    Mientras se sienta que se re el alma,
    sin que los labios ran;
    mientras se llore, sin que el llanto acuda
    a nublar la pupila;
    mientras el corazn y la cabeza
    batallando prosigan,
    mientras haya esperanzas y recuerdos,
    habr poesa!

    Mientras haya unos ojos que reflejen
    los ojos que los miran,
    mientras responda el labio suspirando
    al labio que suspira,
    mientras sentirse puedan en un beso
    dos almas confundidas,
    mientras exista una mujer hermosa,
    habr poesa!





    Siguiente

  • Rima V

    Sacudimiento extrao
    que agita las ideas,
    com