Enigmas Del Pasado Ska

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Capítulo quinto ¿Conquista de la tierra, asentamiento de pastores nómadas, rebelión rural o evolución social? I. El Libro de Josué y la arqueología El Libro de Josué describe con gran detalle dos grandes batallas libradas para la conquista de la tierra prometida: el asedio de Jericó (Jos 6) y la batalla contra la ciudad de Ay (Jos 7-8). Por lo que se refiere al resto de la conquista, este mismo libro se contenta, en general, con resúmenes (cf]os 10; 12). 1. Los problemas históricos del Libro de Josué Según la cronología establecida por los investigadores, la conquista de Josué debería haber tenido lugar entre el año 1200 y el 1100 a. C. Esta fecha plantea, de golpe, un problema de talla al exégeta y al historiador, porque en esta época las ciudades de Jericó y de Ay no estaban ocupadas. El pueblo de Israel, bajo la guía de Josué, se habría encontrado, pues, frente a los escombros de ciudades en ruinas (la palabra hebrea Ay significa, en efecto, «ruinas», «escombros»). Es posible que los relatos hayan partido de una reflexión sobre estas ruinas y que la destrucción de las ciudades fuera atribuida a posteriori a la conquista de Josué. Pero esto es una simple conjetura entre muchas otras. Son, efectivamente, varias las teorías propuestas para conciliar el texto bíblico con los datos arqueológicos. De momento debemos conformarnos con levantar acta de la existencia de una discordancia considerable y desconcertante entre la «historia real» y la «historia bíblica» en este punto. 2. El Libro de Josué y el género literario «épico» Para resolver el problema, conviene partir, como hemos hecho antes, de un análisis más preciso del relato bíblico y de su intención. Este análisis, en lo que se refiere al Libro de Josué, desemboca en una conclusión que se va a

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Captulo quinto

Conquista de la tierra, asentamiento de pastores nmadas, rebelin rural o evolucin social?

I. El Libro de Josu y la arqueologaEl Libro de Josu describe con gran detalle dos grandes batallas libradas para la conquista de la tierra prometida: el asedio de Jeric (Jos 6) y la batalla contra la ciudad de Ay (Jos 7-8). Por lo que se refiere al resto de la conquista, este mismo libro se contenta, en general, con resmenes (cf]os 10; 12).

1. Los problemas histricos del Libro de Josu

Segn la cronologa establecida por los investigadores, la conquista de Josu debera haber tenido lugar entre el ao 1200 y el 1100 a. C. Esta fecha plantea, de golpe, un problema de talla al exgeta y al historiador, porque en esta poca las ciudades de Jeric y de Ay no estaban ocupadas. El pueblo de Israel, bajo la gua de Josu, se habra encontrado, pues, frente a los escombros de ciudades en ruinas (la palabra hebrea Ay significa, en efecto, ruinas, escombros). Es posible que los relatos hayan partido de una reflexin sobre estas ruinas y que la destruccin de las ciudades fuera atribuida a posteriori a la conquista de Josu. Pero esto es una simple conjetura entre muchas otras.

Son, efectivamente, varias las teoras propuestas para conciliar el texto bblico con los datos arqueolgicos. De momento debemos conformarnos con levantar acta de la existencia de una discordancia considerable y desconcertante entre la historia real y la historia bblica en este punto.

2. El Libro de Josu y el gnero literario picoPara resolver el problema, conviene partir, como hemos hecho antes, de un anlisis ms preciso del relato bblico y de su intencin. Este anlisis, en lo que se refiere al Libro de Josu, desemboca en una conclusin que se va a revelar muy fructuosa: este libro es uno de los raros ejemplos de literatura pica en la Biblia.

El carcter pico del Libro de Josu se manifiesta sobre todo por el modo de describir las batallas de Israel contra las diferentes poblaciones del pas. Excepto en una ocasin, la del primer intento de conquista de Ay (Jos 7), Josu gana todas las batallas, y las gana ampliamente. Nadie consigue detenerle. En el caso de Ay, la derrota no se debe a ninguna falta de Josu, sino a la de un israelita, Acn, que no ha observado la ley del anatema. El objetivo del relato no puede ser ms claro:

nadie puede desobedecer la ley del Seor impunemente. En suma, tanto en el Libro de Josu como en la epopeya, las victorias o son completas o no son tales. Es imposible vencer a medias.

El carcter pico del Libro de Josu se manifiesta, en segundo lugar, en la perfeccin de este momento de la historia de Israel. La poca de Josu es, en efecto, para la Biblia, una especie de edad de oro, porque Israel es fiel a su Dios excepto, una vez ms, en el caso de Acn (Jos 7) y se muestra ejemplar en la observancia de la ley (Jos 24,31; Jue 2,7). Todo ello explica el xito de la conquista.

La interpretacin correcta del libro depende en gran parte de lo que acabamos de decir. Est claro que el Libro de Josu se preocupa poco de proporcionar una cronologa detallada de lo que ha pasado. Se preocupa mucho ms de describir una poca ideal de la historia de Israel. Al menos una vez en su vida, cuando entr en la tierra prometida, Israel consigui vivir segn los cnones fijados por Dios en la ley de Moiss. Que este momento se haya situado al comienzo de la ocupacin de la tierra es, a buen seguro, fruto de una opcin intencional: los primeros pasos de Israel en su tierra fueron impe-

cables. La infidelidad no vino sino ms tarde; por consiguiente, no es original (Jue 2,10).

El Libro de Josu nos transporta, pues, al mundo exaltador e idealizado de la epopeya y no nos hace tomar los senderos ridos de la historiografa. Ahora bien, epopeya no significa necesariamente leyenda, es decir, pura ficcin. Segn la definicin de Vctor Hugo, la epopeya es historia escuchada en la puerta de la leyenda. Por eso el relato intenta exaltar a sus hroes, embellecer a los actores y los acontecimientos, celebrar y engendrar en el lector unos sentimientos de admiracin. Su primera finalidad no es, ciertamente, aguzar el sentido crtico.

Quien quiera espigar algunos elementos histricos en los relatos picos deber sacarlos, necesariamente, de su espesa envoltura pica. La tarea tal vez sea an ms complicada, porque los narradores bblicos se parecen, aunque sea un poco, a los alquimistas: han transformado por completo los ingredientes del punto de partida antiguos recuerdos y tradiciones antiguas para elaborar algo muy diferente: el relato pico. En teora, el investigador honesto no puede excluir que, en el origen, hubieran podido existir ciertos recuerdos histricos a propsito de estos acontecimientos. Al contrario, puede suponer incluso, en virtud de buenas razones, que fue as. Con todo, en muchos casos se ha vuelto muy arduo o casi imposible encontrar esos elementos en el relato actual. La investigacin histrica debe servirse, por fuerza, de otros elementos, como el estudio de documentos extrabblicos y de datos arqueolgicos, para llegar a conclusiones ms slidas sobre lo que pas en realidad.

II. Las teoras sobre la instalacin de Israel en la tierra de CananPuesto que el relato pico no les permite representarse cul fue exactamente el curso de los acontecimientos, los exgetas han propuesto varias teoras para intentar explicar cmo se instal Israel en la tierra de Canan. Las principales teoras a este respecto son tres.

1. La conquista militar

(la escuela deW. F. Albright)

La primera teora, la ms clsica y la ms extendida hasta hace algunos aos, considera que el relato bblico es, en gran parte, creble desde el punto de vista histrico. Se habra producido una verdadera conquista hacia el ao 1200 a. C. En esta poca fueron destruidas algunas ciudades y los arquelogos han notado que el nivel cultural baj claramente como consecuencia de estas destrucciones. Con todo, no es posible probar que todo el pas de Canan fuera conquistado en este momento. Textos como el de Jue 1 relativizan ya fuertemente el gran fresco propuesto por el Libro de Josu. Slo en tiempos de la monarqua se impuso una cultura ms o menos homognea en todo el territorio del Israel bblico. Por consiguiente, la conquista habra sido un fenmeno gradual y progresivo, desarrollado a lo largo de un extenso perodo de tiempo. La campaa relmpago de Josu es, tal como hemos dicho ms arriba, una reconstruccin literaria. Pero, si se tiene todo en cuenta, el relato bblico tendra un fundamento en la realidad, porque Israel se habra apoderado verdaderamente de la tierra de Canan despus de una serie de conquistas militares.

2. El asentamiento progresivo de los seminmadas (A. Alt)

A fin de resolver los problemas de esta primera teora, y en particular el problema planteado por las excavaciones realizadas en Jeric y en Ay, el clebre exgeta alemn Albrecht Alt ha propuesto una segunda teora. Ms que en una conquista militar de una increble rapidez, habra que pensar en una infiltracin lenta y pacfica de seminmadas procedentes de regiones desrticas y que se fueron asentando de una manera progresiva en la tierra de Canan. A causa de la trashumancia de sus rebaos, los seminmadas los antepasados de Israel-pasaban regularmente a las partes menos pobladas del pas de

Canan durante la estacin seca, de abril a octubre, en busca de pastos para sus rebaos. Poco a poco fueron ocupando los territorios menos poblados, particularmente las colinas. De este modo, las tribus de Israel se habran ido estableciendo de una manera progresiva: primero, en las zonas montaosas y en las partes menos acogedoras del pas; ms tarde, en las llanuras ms frtiles; por ltimo, ya en tiempos de la monarqua, habran conquistado las ciudades cananeas e impuesto su dominio sobre ellas.

3. La rebelin de los campesinos contra las ciudades caoneas (G. Mendenhall - N. K. Gottwaid)Una tercera teora intenta explicar el fenmeno desde el punto de vista religioso. Cul fue el cemento que pudo unir a las diferentes tribus en un solo pueblo antes de la monarqua? La fe en un Dios nico, diferente del dios honrado por la poblacin cananea que dominaba el pas desde ciudades fortificadas. Esta teora, propuesta por algunos exgetas de Estados Unidos, como George Mendenhall y Norman K. Gottwaid, introduce en la argumentacin un razonamiento de tipo sociolgico. Voy a resumir a grandes rasgos la hiptesis tal como ha sido desarrollada en la obra monumental de N. K. Gottwaid The Tribes ofYahwe. A Sociology of the Religin of the Liberated Israel 1250-1050 B.C.E. fSCM, Londres 1979).

En sntesis, segn esta teora, los hebreos constituan esencialmente una poblacin de campesinos y de esclavos al servicio de las ciudades cananeas. El poder de estas ciudades sobre el campo estaba garantizado por un ejrcito profesional dotado de carros de combate. Este ejrcito, que necesitaba la cra de caballos, resultaba bastante caro. Una parte de la poblacin, en este caso la clase dirigente y los militares, viva a costa del resto de los habitantes de la regin. Para alimentar al ejrcito, era necesario efectivamente producir un excedente que le estaba destinado, siendo que no participaba de

ninguna manera en la produccin de los bienes de primera necesidad y que, a fin de cuentas, no serva para nada, a no ser para garantizar la dominacin de una minora, la clase dirigente, sobre un proletariado sin defensa. Este sistema de explotacin inclua instituciones como el trabajo forzoso, la servidumbre y la prestacin personal. A esto debemos aadir que la poblacin sometida difcilmente poda rebelarse contra sus patronos, porque adoraba al mismo dios que los cana-neos: el dios El.

Todo cambi cuando un reducido grupo de levitas, llegados de Egipto despus de haber pasado algn tiempo en el desierto, consigui inculcar una nueva fe en esta poblacin explotada: la fe en el Dios yhwh. La adopcin de este nuevo Dios favoreci el despertar de una conciencia propia y cav un foso entre los cananeos, que tenan el poder, y las clases oprimidas. La dea de una alianza con yhwh se fue abriendo camino entre los campesinos y sirvi de catalizador en el proceso de unificacin de esta poblacin, que reagrupaba a personas y clanes de orgenes diferentes. La religin fue, por consiguiente, el elemento clave que permiti al pueblo de Israel ver la luz.

Los diferentes grupos de campesinos sometidos se rebelaron contra sus patronos y, en su mayora, huyeron hacia las colinas. Su instalacin en esas regiones inhspitas fue posible gracias a algunas tcnicas nuevas, como el cultivo en terrazas y el uso de la escayola para impermeabilizar las cisternas. La invencin y el uso sistemtico del hierro a comienzos del primer milenio antes de Cristo hizo posible la explotacin de terrenos hasta entonces incultos, porque los tiles de hierro, ms slidos que los de bronce, permitan desmontar o labrar suelos ridos.

Las ciudades cananeas, debilitadas por la prdida de su mano de obra, perdieron al final la batalla contra esta nueva generacin, que repobl, a continuacin, el pas a partir de la regin montaosa.

Segn esta hiptesis, no se habra producido ninguna invasin desde el exterior. Israel no habra venido del

desierto para conquistar la tierra, pues estaba en el pas desde siempre. Del exterior vino slo un pequeo grupo, el de los levitas. Desde esos presupuestos, estos investigadores ya no hablan de conquista, sino ms bien de rebelin de campesinos contra sus patronos cananeos.

4. Crtica de estas teoras y balanceCada una de estas tres teoras plantea problemas particulares. En buena parte ha sido el anlisis de la cermica empleada en esta poca en Israel el que ha obligado a revisar ciertas posiciones. La cermica, en efecto, es omnipresente en Israel. Sin embargo, cada poblacin y cada cultura tiene un tipo de cermica que le es propio y a partir del cual es posible identificarla y datarla. A la inversa, todo cambio en el tipo de cermica -la forma de los vasos, su coloracin, el tipo de fabricacin, etc. corresponde a un nuevo tipo de poblacin en las implantaciones estudiadas (I. Finkelstein).

La primera teora plantea dificultades porque no hay pruebas arqueolgicas de una conquista a partir de Transjordania. Ya he hablado de la dificultad que supone encontrar la huella de las conquistas de Josu, especialmente en lo que se refiere a las ciudades de la parte central de la tierra de Israel (Jeric, Ay, etc.). Los arquelogos tampoco han encontrado parajes israelitas construidos sobre ciudades cananeas destruidas. Sin embargo, en ciertos lugares, como en Hazor, en el norte de Galilea, los arquelogos han observado que la ciudad fue destruida hacia el ao 1220-1200 a. C. A continuacin, como se desprende del tipo de construccin y de los utensilios que se remontan a esta poca, se empobreci la cultura. En consecuencia, cabe emitir la hiptesis de una conquista militar, al menos en ciertos casos. A buen seguro, no se trata de una conquista de todo el pas bajo la gua exclusiva de Josu. Adems, es difcil certificar que estos nuevos habitantes puedan ser identificados con los israelitas de la Biblia.

La segunda teora choca con el mismo problema: si se infiltraron algunos grupos de seminmadas a partir de Transjordania, es difcil explicar por qu adoptaron un nuevo tipo de cermica tras haber atravesado el Jordn. Y se es precisamente el caso: no hay continuidad entre la cermica ordinaria de Transjordania y la de Cisjordania.

La tercera teora ha ejercido y sigue ejerciendo todava una gran fascinacin, en particular porque traduce los datos bblicos en trminos sociolgicos. El proceso de liberacin de los esclavos y de liberacin general que propone, con su componente religioso esencial, es, en efecto, muy seductor. La hiptesis tiene su lgica y su fuerza de persuasin. Su capacidad de volver a dar esperanza a los explotados de este mundo tambin es innegable. Por desgracia, esta teora tropieza con ciertos datos ineludibles. En primer lugar, es preciso preguntarse por qu la Biblia no ha conservado un recuerdo ms preciso del acontecimiento. Si es cierto que Israel naci de esta manera como pueblo libre, por qu no se cuenta este nacimiento glorioso con ms fidelidad? Hay otra objecin, ms grave, de tipo cultural. Segn los expertos, no hay continuidad entre la cultura de las ciudades cananeas de la llanura y la de las poblaciones que ocuparon las colinas. La cultura de las colinas es de tipo pastoral y no urbano. Por consiguiente, los habitantes de las colinas no pueden proceder del proletariado de las ciudades o de sus alrededores.

Una teora, compartida hoy por muchos investigadores, combina elementos de la segunda y de la tercera hiptesis. La cuestin esencial para el historiador que estudia esta poca es saber por qu y cmo se llev a cabo el paso de Canan a Israel. Con otras palabras, es preciso explicar, por una parte, el final de la dominacin cananea, basada en ciudades fortificadas y en un ejrcito dotado de carros y caballos, y, por otra, hay que explicar tambin el comienzo de la cultura ms agrcola y pastoral de Israel.

Para ciertos especialistas, el sistema cananeo se apag por s mismo. Se fue desmoronando poco a poco y acab hun-

La nueva cultura que reemplaz a la cultura cananea de las llanuras naci en el interior de las poblaciones autctonas que habitaban en las colinas desde hacia ya, sin duda, mucho tiempo, y, por consiguiente, es all donde debemos buscar a los antepasados de Israel. Estos antepasados fueron, en el origen, pastores nmadas que se fueron asentando de una manera progresiva (y cclica) en pequeos pueblos, en la meseta que se extiende desde la llanura de Yzreel hasta la de Berseba, que aadieron a la cra del ganado el cultivo de los cereales y, ms tarde, el de la via y el del olivo (I. Finkelstein).

La teora que acabo de exponer tiene sus cualidades y merece nuestra consideracin. Tal vez sea necesario aadirle algunos elementos nuevos o algunos matices. Por ejemplo, los vnculos entre las poblaciones de Canan y las de Transjordania y las del Ngueb, sin hablar de un grupo que habra emigrado a Egipto, mereceran un estudio ms detenido. En resumidas cuentas, la teora de un proceso interno en la sociedad cananea es, por el momento, la ms satisfactoria de todas las que se han propuesto, aunque siga siendo, sin duda, difcil determinar con precisin todos los componentes de la cultura que tom el sitio de la civilizacin cananea.

5. La estela de Merneftah

El primer documento conocido que menciona el nombre de Israel se remonta a la poca de la instalacin de Israel en el pas de Canan. Se trata de la estela de Merneftah (1238-1209 a. C.), grabada durante el quinto ao del reinado de este faran, sucesor de Ramss II. La estela datara, por consiguiente, del ao 1233 ca. a. C.

La estela de Merneftah (ca. 1233 a. C.), encontrada en Tebas. En la cima de la estela se ve dos veces al dios Amn, el dios-sol de Tebas, que ofrece una cimitarra al faran. El disco, smbolo del sol, planea por encima del dios Amn. A la derecha se encuentra el dios Horus, el halcn, y, a la izquierda, la diosa Mut, esposa de Amn y diosa de Tebas.

Fuente: Atlas van de Bijbel, p. 45, n. 131.

Esta estela contiene una lista de pueblos vencidos por el faran durante una campaa desarrollada en Asia. Dice literalmente as: Israel est aniquilado y ya no tiene semilla [descendencia, posteridad]. Junto al jeroglfico que designa Israel aparece el signo que significa pueblo. La interpretacin de esta inscripcin no resulta fcil. Tal vez haga alusin a una batalla que la Biblia no menciona. Quin habla gustosamente de una derrota? O bien el relato fue transformado por completo para convertirlo en una victoria de Josu [cf. ]os 10). Por ltimo, algunos llegan incluso a poner en duda la historicidad de la estela. Para stos, el faran enumera una serie de victorias sobre enemigos tradicionales y sobre pueblos conocidos, siguiendo un gnero literario bien atestiguado. El hecho de encontrar un nombre en una lista no significa necesariamente que el faran hubiera combatido contra ese pueblo. Quin se atrevera a contradecir al faran de Egipto en este punto o en cualquier otro?

Con todo, tambin debemos admitir que un faran no puede combatir contra fantasmas. Si menciona a Israel por su nombre en esta lista es porque deba existir en esta poca la entidad correspondiente. Pero qu poda representar Israel en esta poca? Es posible que el Israel que nosotros conocemos a travs de la Biblia todava no se hubiera constituido, es decir, que no formara an una confederacin de tribus que vivan en el territorio que se extiende desde la regin fenicia hasta el desierto del Sina, entre el valle del Jordn y el mar Mediterrneo.

Es posible que el nombre Israel slo designe a un clan o a una tribu que, ms adelante, dio su nombre a toda la nacin. Hay otros ejemplos de este fenmeno. No es raro, en efecto, que una regin o un pueblo d su nombre a todo el pas. Es habitual, por ejemplo, decir Suiza para designar a la Confederacin Helvtica. Suiza debe su nombre, en realidad, al pequeo cantn de Schwyz. Del mismo modo, Holanda y Pases Bajos se emplean a menudo el uno por el otro, porque Holanda es la regin ms importante de este pas desde el

punto de vista poltico y econmico. Lo mismo sucede con Inglaterra, regin clave del Reino Unido o Gran Bretaa. Francia, en cambio, debe su nombre a los francos, a quienes se considera los verdaderos fundadores de esta nacin.

En esta misma lnea, algunos investigadores advierten que la Biblia menciona una vez a un clan, los hijos de Esriel o esrielitas, que habitaban en la parte central del pas (Jos 17,2). Esriel, antepasado epnimo de este clan, es uno de los nietos de Jos, y no de los numerosos hijos de Manases. El nombre Esriel es muy prximo al nombre Israel, y se tratara tal vez de la denominacin adoptada como nombre comn por todas las poblaciones de la regin, despus de numerosas vicisitudes de las que no sabemos gran cosa

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El nombre de Israel en la estela de Merneftah. Fuente: Cahier vangile, n. 33, p. 37.6. Los hapiru y los hebreos

Los manuales y las introducciones al Antiguo Testamento, del mismo modo que las presentaciones populares de la Biblia, hacen a menudo referencia a una teora que ha tenido un gran xito estos ltimos aos. Los documentos descubiertos en Tell el-Amarna (Egipto), capital del clebre Akenatn o Amenofis IV (1374-1347 a. C.), mencionan con frecuencia a unos grupos conocidos con el nombre de hapiru (apiru o abiru). Estos documentos proceden de la correspondencia diplomtica entre la corte de Egipto y sus vasallos de Oriente Prximo; entre otros, del pas de Canan. Algunas cartas llevan el nombre de un tal Abdi-Hepa, rey de Urusalim

(Jerusaln). Este reyezuelo se lamenta con regularidad de las incursiones de los hapiru y pide ayuda a su soberano egipcio para defender el territorio contra estos ataques.

En estas cartas, redactadas en acadio, se describe a los hapiru como poco simpticos y poco recomendables. Se trata, esencialmente, de campesinos y de esclavos que han huido de sus patronos. Viven del robo y ocasionan problemas a los pequeos potentados locales, que piden ayuda al faran. Otros hapiru son mercenarios o prestan sus servicios en los grandes trabajos de construccin.

Algunos han querido ver un vnculo entre estos hapiru y los hebreos de la Biblia. Existira un parentesco lingstico entre las palabras hapiru o habiru y hebreos. Adems, dispondramos de un testimonio histrico de la invasin de Canan por los hebreos, a condicin de identificar a los hapiru que atacan de manera regular a las ciudades cananeas con los hebreos bblicos.

Sin embargo, la teora sigue siendo frgil. Hay dos elementos en particular que no resisten un examen crtico. En primer lugar, las dos palabras, hapiru y hebreos, no estn emparentadas. La base filolgica de esta relacin es demasiado endeble. En segundo lugar, hapiru no es una denominacin tnica, sino ms bien sociolgica. Los hapiru no forman un pueblo, sino una capa de la poblacin que vive generalmente en la miseria. Por eso aparecen entre los mercenarios o los esclavos de los grandes reinos e imperios. De vez en cuando, la necesidad les obliga a llevar una vida fuera de la ley. Atacan pueblos y ciudades para poder sobrevivir. En consecuencia, se impone la prudencia: es mejor no relacionar demasiado rpidamente a los hebreos de la Biblia con los hapiru de las cartas de Tell el-Amarna.

7. Los filisteos y los pueblos del mar

La historia de esta poca contiene un ltimo dato que puede darnos luz sobre el trasfondo de los acontecimientos

referidos por la Biblia. Muchos documentos del Oriente Prximo antiguo hablan, en efecto, de una invasin que tuvo lugar hacia el ao 1200 a. C. La regin fue asaltada por unos invasores desconocidos hasta entonces, a los que se designa, de una manera bastante imprecisa, con el nombre de pueblos del mar. El faran Ramss III (1184-1070 a. C.) celebra, en un gran bajorrelieve, una victoria martima sobre estos pueblos, que intentaban invadir Egipto hacia el ao 1175 a. C. La ciudad de Ugarit (Fenicia), en cambio, no pudo resistir los repetidos asaltos de estos invasores. El reino hitita, que ocupaba la actual Turqua, cay tambin, probablemente, bajo sus golpes. Estos pueblos del mar eran de origen indoeuropeo y, por consiguiente, estaban ms o menos vinculados con las poblaciones griegas y con emparentadas con ellas que se establecieron en la parte oriental del Mediterrneo, en particular alrededor del mar Egeo. Los filisteos de los que habla la Biblia forman parte de esta ola de invasiones. Se haban establecido junto al mar y controlaban la llanura costera de Palestina. No es imposible que optaran por instalarse en este lugar tras haber sido rechazados por Ramss III. La arqueologa ha confirmado la presencia de una poblacin nueva en esta regin durante este tiempo. Los filisteos se distinguen en particular por su cermica tpica. Por ltimo, el ttulo que llevan sus prncipes, seren (Jos 13,3, etc.; se emplea 18 veces en el Antiguo Testamento), la nica palabra filistea que se encuentra en la Biblia, podra estar emparentado, segn algunos especialistas, con la palabra griega tymnnos.Conclusin

A fin de cuentas, es preciso reconocer que el relato bblico de Josu y el de Jueces proporcionan menos informaciones tiles que la arqueologa sobre la instalacin de Israel en el pas de Canan. Este balance puede parecer negativo, pero slo a primera vista. El relato bblico est basado indudablemente en ciertos acontecimientos histricos. Por ejemplo, el pueblo de Israel no es un pueblo mitolgico, y la tierra pro-

metida, la tierra santa, no es una tierra de leyenda. Con todo, el objetivo primero de los libros bblicos, como el de Josu y el de los Jueces, no es suministrar datos sobre los acontecimientos del perodo premonrquico. Lo repito para disipar cualquier malentendido: el relato bblico se basa en unos cuantos hechos histricos. Ahora bien, estos relatos, en su estado actual, no permiten identificar estos hechos con certeza. En consecuencia, es menester someter estos relatos a un amplio examen crtico. Por otra parte, los datos histricos -cuando los hay- estn siempre al servicio de un designio de orden literario y teolgico. Ahora bien, es esencial leer un texto segn la intencin que tiene para percibir su mensaje. Pedir a estos libros una recensin precisa y meticulosa de la conquista y de la primera ocupacin de la tierra prometida equivaldra a pedir una cerveza en una bodega de vino. No es imposible encontrar una, pero es mejor dirigirse a una cervecera. Y, adems, por qu obstinarse en pedir una cerveza all donde se ofrece un excelente vino?

Los recientes progresos en los campos de la exgesis de la Biblia y de la historia del Israel antiguo nos obligan a admitir que la distancia entre ambos es ms considerable de lo que se pensaba en general hace algunos aos. La manera tradicional de presentar la revelacin bblica como revelacin de Dios en la historia tena como primera consecuencia crear un estrecho vnculo entre teologa e historiografa. Ese vnculo existe, es cierto, y contina existiendo; sin embargo, hay una cosa que ha cambiado: el vnculo es menos estrecho, menos inmediato, y la situacin es ms compleja que antes.

III. El Libro de Josu y el espritu de las bienaventuranzasEl lector cristiano siente poco aprecio por los libros de Josu y de los Jueces. Se escandaliza a menudo porque esos libros parecen incitar a la violencia, y es que el mismo Dios pide a su pueblo que extermine de manera despiadada a

cualquiera que se oponga a la conquista. Josu recibe rdenes concretas en relacin con las ciudades conquistadas: debe exterminar a toda la poblacin, hombres, mujeres, nios, ganado, y quemar todos los objetos. Cmo reconciliar esta imagen con la del Dios de justicia y de perdn anunciado por Jesucristo en el Evangelio?

La misma Biblia intenta justificar de vez en cuando la empresa, aunque con poco xito; al menos a nuestros ojos. Habla del pecado de las poblaciones locales (Gn 15,16;

Dt 9,5) y del peligro que representaban estos pueblos para la fidelidad de Israel (Dt 7,1-7). Pero acaso no puede ser perdonado el pecador? No se debe anunciar la verdadera religin a quien todava no la conoce? Acaso no es sagrada la vida, incluida la de un pagano (cf Gn 9,5-6)? No hemos sido creados todos por un mismo Dios (Gn 1.26-27)?

1. Josu, el campeador

Es, una vez ms, el gnero literario del relato el que nos brinda la solucin ms satisfactoria. En primer lugar, se ha vuelto bastante claro, despus de la investigacin que hemos hecho ms arriba, que las cosas no pasaron como las cuenta la Biblia. Los israelitas no pasaron por el filo de la espada a los habitantes de ciudades enteras. Como vimos antes, ni siquiera es seguro que Israel conquistara el pas de Canan con las

armas.

Por qu, entonces, se describen los acontecimientos de este modo? En primer lugar, porque Israel quiso dotarse de una epopeya nacional, tal como requera la mentalidad de la poca. Israel convirti a Josu en un campeador o en un conquistador para rivalizar con otras naciones que podan gloriarse de su pasado histrico. Gracias a estos relatos, Israel poda afirmar que tambin l haba tenido sus hroes y que stos haban llevado a cabo proezas inauditas. Poseer una epopeya nacional se revel todava ms necesario cuando Israel se convirti en una modesta provincia de grandes imperios,

como el asirio, el babilnico, el persa, el helenstico y el romano. La aparente miseria del presente no deba hacer olvidar que en el origen no fue as: Israel haba sido otrora invencible y nadie haba conseguido detener el avance del ejrcito conducido por Josu. Si, ahora. Dios parece abandonar a su pueblo, no era as cuando le conceda victoria tras victoria e Israel observaba escrupulosamente la ley de su Dios. La leccin es bastante clara: si queris volver a vivir un tiempo semejante, debis comportaros como la generacin de esa poca.

2. Las convenciones literarias de la epopeya

La descripcin de la conquista obedece a las convenciones literarias de la epopeya. Se trata, pues, ms de una cuestin de estilo que de una cuestin moral. La epopeya traslada a su lector a un mundo sublime donde lo relativo deja su lugar a lo absoluto. La epopeya, en efecto, no conoce la va media: las victorias y las derrotas son totales, la apuesta es la vida y la muerte, los compromisos y las tergiversaciones son impensables. sa es la razn de que los enemigos de Israel deban desaparecer por completo. Despus de una batalla no queda ningn superviviente entre los adversarios. El que pierde la batalla debe desaparecer necesariamente, slo el que vence puede sobrevivir. Insisto: esta ley es la ley de la epopeya, no la de la realidad. Hornero no acta de otro modo en la Iliada.Entonces, dirn algunos, hay que leer la Biblia del mismo modo que la Iliada o la Odisea! No debera ser diferente, sobre todo en un campo tan delicado como el de la guerra? La respuesta es sencilla: si Dios entra en juego y entra en juego de una manera masiva en el Libro de Josu-, estamos a buen seguro en el mundo de lo absoluto. En consecuencia, era apropiado elegir un gnero literario que pudiera traducir esta atmsfera en trminos literarios. La epopeya, con su estilo heroico, era la opcin que se impona naturalmente. Esta estrategia literaria permite comprender mejor por qu los adversarios de Dios encarnan el mal y deben desaparecer para siempre de la escena. En efecto, quin puede oponerse a Dios?

3. Algunos peligros del gnero literario de la epopeya

Los peligros que encierra esta manera de escribir la historia son muchos, y somos bien conscientes de ellos. El Libro de Josu, al insistir en la observancia de la ley, introduce ya un cierto cdigo moral en este mundo violento. Otros libros, en especial los libros profticos y los sapienciales, aunque tambin algunas pginas del Pentateuco, mostrarn que Dios parte en son de guerra no contra personas o pueblos particulares, sino ms bien contra los males arraigados en la sociedad, mucho ms difciles de combatir que un ejrcito cananeo.