Enric Mompo El Comité Central de Milicias Antifascistas de Cataluña y la situación de doble poder...

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El Comité Central de Milicias Antifascistas de Cataluña y la situación de doble poder en los primeros meses de la guerra civil española Enric Mompó

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La dualidad de poderes en las situaciones revolucionarias corresponde a períodos que han sido ampliamente estudiados por los clásicos del marxismo y por otros de distintos orígenes ideológicos. Ya en la revolución francesa encontramos configurados los dos poderes enfrentados, el de la monarquía absoluta, representante de la aristocracia y del Antiguo Régimen, y el de la Asamblea Constituyente, representante del poder de la burguesía revolucionaria, aliada al campesinado y al resto de las clases populares francesas. Entre los revolucionarios de la Comuna de París y el Versalles de Thiers. La dualidad de poderes volveremos a encontrarla de nuevo en todas las revoluciones del siglo XIX y también en el XX. Las grandes revoluciones de nuestro siglo han aportado un impresionante caudal de datos y experiencias. Sin embargo, la revolución española presenta una paradoja singular. Es uno de los acontecimientos históricos sobre el que más se ha escrito y sin embargo, son escasos los trabajos que han estudiado a fondo la compleja dinámica de la dualidad de poderes.

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El Comit Central de Milicias

El Comit Central de MiliciasAntifascistas de Cataluay la situacin de doble poderen los primeros mesesde la guerra civil espaola

Enric Momp

Tesis doctoral leida el 8 de julio de 1994 en el Departamento de Historia Contempornea de la Universidad de Barcelona.

1.INTRODUCCIN.

La dualidad de poderes en las situaciones revolucionarias corresponde a perodos que han sido ampliamente estudiados por los clsicos del marxismo y por otros de distintos orgenes ideolgicos. Ya en la revolucin francesa encontramos configurados los dos poderes enfrentados, el de la monarqua absoluta, representante de la aristocracia y del Antiguo Rgimen, y el de la Asamblea Constituyente, representante del poder de la burguesa revolucionaria, aliada al campesinado y al resto de las clases populares francesas. Entre los revolucionarios de la Comuna de Pars y el Versalles de Thiers. La dualidad de poderes volveremos a encontrarla de nuevo en todas las revoluciones del siglo XIX y tambin en el XX.

Las grandes revoluciones de nuestro siglo han aportado un impresionante caudal de datos y experiencias. Sin embargo, la revolucin espaola presenta una paradoja singular. Es uno de los acontecimientos histricos sobre el que ms se ha escrito y sin embargo, son escasos los trabajos que han estudiado a fondo la compleja dinmica de la dualidad de poderes.

1.1 OBJETO DE LA TESIS.

Hablar del perodo revolucionario caracterizado por la dualidad de poderes es algo complejo. Es importante analizar los factores que caracterizaron la situacin, la espontaneidad del movimiento revolucionario, la formacin de los organismos revolucionarios (los embriones del nuevo estado), la correlacin de fuerzas entre los poderes enfrentados,...

Primero sera necesario encontrar una definicin general que nos sirviera para delimitar, dentro del perodo revolucionario, la fase de la dualidad de poderes. Si nos atenemos a las palabras de Linn, un perodo revolucionario estara caracterizado por una situacin en la que las clases dominantes no pueden seguir gobernando como antes, mientras que las clases populares, por su parte, no quieren seguir viviendo como lo haban hecho hasta el momento. La fase de dualidad, en la que existira una enfrentamiento larvado entre las autoridades tradicionales y el nuevo poder, sera la consecuencia de un todava insuficiente grado de conciencia y de organizacin de los sectores revolucionarios (1).

Concretando, es necesario desmenuzar y analizar las diferentes caractersticas, propias de la revolucin espaola para que podamos comprender su dinmica, su ascenso, madurez y declive, a travs de la evolucin de la dualidad de poderes existente.

Este trabajo ha sido dividido en tres grandes partes que responderan a tres perodos distintos de la revolucin espaola. La primera parte corresponde al perodo prerrevolucionario (Abril-1931/Julio-1936). La Repblica lleg, como no se han cansado de comentar historiadores, polticos y testimonios de la poca, sin encontrar resistencia y sin derramar una gota de sangre. Por distintas razones, casi todas las clases sociales aclamaron la llegada de la Repblica. Unos esperaban que el capital poltico y las esperanzas que acompaaban a la instauracin de la Repblica, servira para abortar la radicalizacin de las clases trabajadoras y evitara que las aspiraciones populares pudieran derivar hacia peligrosas situaciones revolucionarias. Otros, esperaban que la Repblica solucionar definitivamente sus aspiraciones histricas, el hambre de la tierra, los derechos nacionales... Por otra parte, los republicanos pretendan nadar entre dos aguas, para conseguir sus objetivos de modernizacin del capitalismo espaol.

Sin embargo, el republicanismo era, a todas luces, inviable, en una poca en la que el capitalismo en crisis amenazaba con romperse en sus eslabones ms dbiles. Cualquier intento de los gobiernos republicanos de izquierda para solucionar los problemas histricos que arrastraba el estado espaol, y que le impedan convertirse en una economa moderna, chocaban con los intereses de las clases privilegiadas, incluidos los de la burguesa industrial y financiera.

Cinco aos despus, el proyecto republicano estaba completamente agotado. Las pretendidas reformas se haban perdido en estriles debates parlamentarios. Las tmidas iniciativas adoptadas por el gobierno izquierdista (1931-1933) haban sido neutralizadas durante el bienio negro. En 1936, la Repblica se haban convertido en un cascarn vaco que no representaba a casi nadie. Mientras las clases dominantes se volcaban cada vez a la solucin militar para evitar el creciente peligro revolucionario, las clases populares experimentaban una radicalizacin cada vez mayor, frustradas por cinco aos de intiles esperas. Mientras tanto, las clases medias tendan a reagruparse en torno a los dos grandes polos sociales que se enfrentaban. El nico capital poltico con el que seguan contando los polticos republicanos era el firme apoyo que estaban dispuestos a prestarles los dirigentes de las organizaciones obreras del Frente Popular.

Durante el perodo republicano, el movimiento obrero experiment un fuerte proceso de radicalizacin, consecuencia de su decepcin ante la experiencia republicana de los primeros aos y por la amenaza fascista internacional que se presentaba con el ascenso de Hitler al poder en Alemania en 1933. La radicalizacin del movimiento obrero y del campesinado pobre qued reflejada en las grandes movilizaciones protagonizadas por las dos centrales sindicales (CNT y UGT), en la insurreccin de 1934, en el proceso de reagrupamiento de las Alianzas Obreras y en los debates sobre la construccin el partido revolucionario que deba dirigir la revolucin que se avecinaba.

Estas experiencias incidieron profundamente en la conciencia del movimiento revolucionario y por lo tanto tambin en la forma y el contenido que adopt la revolucin. Todas estas cuestiones son de vital importancia para que podamos comprender la gnesis de los comits y del resto de organismos que se encarnaron en la revolucin espaola.

La segunda parte de nuestro trabajo estara dividida en dos y correspondera a los primeros meses de la guerra civil. Exactamente, al perodo comprendido entre las jornadas de Julio y la integracin del anarcosindicalismo en el aparato de Estado republicano. Esta parte equivaldra al ascenso y esplendor de la revolucin y es tambin en este perodo donde situamos la dualidad de poderes. Sin embargo, nos gustara destacar a priori una de las grandes originalidades de la revolucin espaola. La dualidad, no se situaba entre las cenizas del gobierno republicano y la multitud de comits-gobierno (calificativo dado por Munis y que es el mejor que hemos encontrado, para explicar la verdadera naturaleza de estos organismos), sino entre estos ltimos y los comits dirigentes de las organizaciones obreras del Frente Popular. El mismo Munis prefiere situar la verdadera dualidad de poderes tres meses despus de haber estallado la revolucin (2), para destacar el aplastante predominio del poder revolucionario frente a las ruinas del estado republicano.

Junto a los comits revolucionarios locales, creados por la iniciativa espontnea de los militantes obreros (los mismos que apoyaban a las autoridades republicanas) apareci toda una gran variedad de organismos que, bajo nombres distintos e incluso con tareas diferentes que encarnaron el poder revolucionario que acababa de nacer (Juntas territoriales, milicias, patrullas de control o de retaguardia, comits de empresa...). En este trabajo intentaremos analizar los procesos de formacin de estos organismos, su composicin interna, las formas de funcionamiento, la correlacin de fuerzas que existan en su seno y tambin las relaciones con las autoridades republicanas y entre ellos mismos. Nos gustara resaltar tambin el elevado grado de espontaneismo de la obra revolucionaria, como un factor que nos ayuda a comprender la naturaleza misma de la revolucin espaola.

"No hay duda que la espontaneidad del movimiento es un indicio de su profundo arraigo en las masas, de la solidez de sus races, de su ineludibilidad" (3).

Intentaremos profundizar en el debate sobre la verdadera naturaleza de los diferentes tipos de organismos y sobre su supuesta (o no) esencia sovitica o consejista.

Tambin hemos considerado importante intercalar una serie de captulos destinados a analizar las diferentes actitudes polticas de las organizaciones obreras (con respecto a la revolucin espaola, a los comits, a las milicias, las colectivizaciones agrarias e industriales...). La postura de los diferentes grupos nos ayudar a entender las alianzas, en ocasiones aparentemente paradjicas, que se llevaron a cabo durante el proceso revolucionario.

Ms arriba hemos planteado que esta segunda parte del trabajo estara dividida a su vez, en dos partes. Efectivamente, nuestro estudio no abarca la revolucin espaola en general, sino su impacto en Catalunya, territorio dentro de la llamada "zona republicana", donde el movimiento revolucionario adquiri mayor fuerza y profundidad. Por ese motivo, la parte principal se centrara en los organismos revolucionarios catalanes y especialmente en el Comit Central de Milicias Antifascistas de Catalunya. La otra parte nos servir para encuadrar la revolucin en Catalunya, dentro del contexto de la espaola. Limitar el estudio al territorio cataln impedira la comprensin del proceso. Hay que tener en cuenta que gran parte de los factores que influyeron en el proceso revolucionario en Catalunya, procedan del marco estatal en el que se estaba desarrollando el conflicto. He considerado imprescindible incluir algunos captulos para analizar la reconstruccin del aparato estatal republicano y la sustitucin del desprestigiado gobierno de Giral por un nuevo gabinete presidido por Largo Caballero. De esta manera, el proceso restaurador se vesta con su ropaje ms izquierdista.

Con respecto al Comit Central de Milicias, hemos hecho un captulo aparte que se iniciara con su formacin, consecuencia del choque del anarcosindicalismo con el reto del poder y que terminara con su disolucin tres meses despus. Con el estudio del Comit Central hemos pretendido dilucidar su verdadera naturaleza del organismo en el que se desarroll una parte importante del conflicto de poderes. Mientras la calle se encontraba en manos de los revolucionarios, en el seno del Comit Central se luchaba para que la balanza del poder se decantara finalmente a favor de una de las dos fracciones.

Tal como se ha indicado a menudo, el perodo de dualidad de poderes es siempre altamente inestable y no puede ser mantenido indefinidamente. La evolucin del conflicto entre las distintas clases sociales tiene que resolverse inevitablemente a favor de una de otra. El triunfo en estas situaciones, no corresponde al grupo inicialmente ms poderoso, sino al ms clarividente, al que es capaz de definir y luchar mejor por sus objetivos. Dicho con otras palabras, el poder se decanta siempre hacia el grupo que est dispuesto a tomarlo en sus manos.

"Otra vez se vio confirmada una vieja regla de las revoluciones; la batalla debe ser llevada hasta el final, o caso contrario, mejor es no comenzarla" (4).

Con el anlisis de la historia y de la obra del Comit Central de Milicias he intentado hacer ms comprensible el proceso dialctico en el que se encontraba inmerso este organismo, que se convirti en el poder indiscutible e indiscutido de Catalunya, desplazando al impotente gobierno de la Generalitat de Companys. Tambin en este caso me ha parecido interesante y necesario introducir un captulo destinado a analizar las diferentes opciones polticas que pugnaban en su seno.

"El poder, al igual que la naturaleza, aborrece el vaco. Tanto ms en el crisol de una guerra civil, que es la poltica de la lucha de clases elevada al extremo de conflicto armado. La mayor parte de los medios de produccin se hallaban en manos de la clase obrera catalana, pero el poder poltico se encontraba atomizado en una mirada de comits: compartido, aunque desigualmente, en Barcelona entre el Comit de Milcies Antifeixistes y la Generalitat; dividido dentro del mismo comit; dividido tambin entre ste y otros comits de Catalunya; dividido entre Catalunya y Madrid. Semejante poder dual (si no mltiple) que era normal en una revolucin no acabada, no poda permanecer esttico" (6).

Finalmente este estudio consta de una tercera parte que estudia las consecuencias de la integracin del anarquismo y del poumismo en las instituciones republicanas. Analizaremos el proceso de decadencia de la revolucin. Una vez rota la situacin de doble poder en favor de la restauracin de la Repblica, los comits revolucionarios, las patrullas de retaguardia, las milicias y las colectivizaciones empezaron a ser disueltas inexorablemente. Sin la existencia de una organizacin que estuviera dispuesta a responder al resto de la toma del poder, la revolucin estaba condenada sin remedio. Desde este punto de vista, podramos hablar de que la revolucin espaola fue una revolucin hurfana.

A lo largo del trabajo podremos observar la creciente escisin entre el instinto y la conciencia de los trabajadores revolucionarios y los cuadros dirigentes de sus organizaciones. Los primeros vean como, poco a poco, sus ms preciadas conquistas se les escapaban de las manos. Los segundos, asustados frente a la responsabilidad de la toma del poder, sin el ms mnimo programa adecuado para enfrentarse a la complejidad de la situacin, se enmaraaban cada vez ms en una poltica de compromisos que debilitaba la revolucin.

Desde un punto de vista convencional, el punto de partida de la decadencia revolucionaria se iniciara con la disolucin del Comit Central de Milicias de Catalunya (a finales de septiembre) y terminara en las jornadas de mayo del ao siguiente. La integracin del anarcosindicalismo y del poumismo en el gobierno de concentracin de la Generalitat sera la seal. Pocas semanas despus, el 4 de noviembre, la CNT aceptaba integrarse sin condiciones en el segundo gabinete de Largo Caballero.

Sin embargo, no puede tampoco hablarse de que el declive revolucionario fuera un camino de rosas para la contrarrevolucin republicana. Durante los siete meses siguientes, la inmensa energa de la revolucin se hara sentir. Una cosa era decretar la disolucin de los comits locales, de las patrullas y de las milicias y otra llevarlo a la prctica. Una cantidad importante de los organismos que haban surgido al calor de la revolucin de julio, sobrevivieron tozudamente hasta despus de las jornadas de mayo barcelonesas, sin que las autoridades republicanas tuvieran la suficiente fuerza para disolverlas.

A pesar de las grandes resistencias, la revolucin tena bloqueado el camino. Su orfandad poltica le impeda superar el estadio de la dispersin para fundirse en un solo cuerpo que unificase todas las energas que haba desatado la revolucin. En la historia, y ms todava en la historia de las revoluciones, nada permanece, nada se mantiene esttico, lo que no avanza retrocede. Y esto es lo que ocurri con las utopas anarcosindicalistas de posponer su desenlace para despus de la contienda.

"Habindose detenido los comits gobierno en el ejercicio local del poder, no aceptando a encadenarse en un sistema de gobierno nico y general, la revolucin qued incompleta, dej de cerrar su crculo de adquisiciones, y sus enemigos encontraron un respiro y condiciones para confabularse contra ella... si los comits revolucionarios no se constituan en base de un nuevo estado y un nuevo gobierno, forzosamente daran ocasin a la reconstitucin del estado y el gobierno capitalista" (5).

Las jornadas de mayo barcelonesas, sean cuales fueran sus causas y su interpretacin, fueron la ltima oportunidad de la revolucin. La derrota que supuso el desenlace de este enfrentamiento supondra el golpe definitivo. A partir de este punto quedaba demostrado ante los partidarios y los adversarios de la revolucin que sta estaba herida de muerte. Si en aquellos momentos, alguien continu creyendo lo contrario, pronto la realidad iba a desengaarlo. La CNT quedara desarbolada definitivamente; el POUM sera ilegalizado, juzgado y perseguido; su primer dirigente, el revolucionario Andreu Nin, torturado y asesinado por orden de Stalin. Con las jornadas de mayo se desatara una verdadera orga de sangre contra los revolucionarios que no terminara hasta el final de la guerra. El mismo Largo Caballero, acabara siendo una vctima del proceso contrarrevolucionario que l mismo haba desencadenado desde el gobierno; a pesar de su oportunismo, el mximo dirigente de la Izquierda Socialista, era un obstculo para los planes de liquidacin total del movimiento revolucionario (Largo Caballero se opondra a la persecucin del POUM).

Para concluir el pequeo resumen de los objetivos de este trabajo, me gustara resaltar, una vez ms, la idea de la orfandad poltica de la revolucin espaola. Mientras los trabajadores socialistas, libertarios, comunistas, poumistas, o sin afiliacin, realizaban por su propia cuenta y riesgo lo que ellos entendan por revolucin (formacin de comits, marginacin de las viejas autoridades, colectivizacin y socializacin de la economa, creacin de milicias...), los cuadros dirigentes, por diferentes motivos, se negaban a llevar la revolucin hasta sus ltimas consecuencias y preferan posponer su desenlace hasta el final de la guerra (o hasta un futuro indeterminado). Este hecho es de crucial importancia para entender las caractersticas de la revolucin espaola. Tambin nos ayudar a comprender las virtudes y las limitaciones que supuso el fenmeno del espontanesmo de los trabajadores en una situacin revolucionaria como aquella.

1.2 METODOLOGA.

Fuentes utilizadas.

El material utilizado para el estudio del Comit Central de Milicias y la situacin de doble poder en los primeros meses de la guerra y de la revolucin en Catalunya ha sido obligatoriamente muy variado. Queremos resaltar una laguna que consideramos importante, la falta de un trabajo de historia oral sobre el tema de estudio. Los principales testimonios de la vida interna del Comit Central de Milicias han fallecido todos o casi todos. Por lo tanto el estudio ha tenido que centrarse en otros trabajos, ya realizados con anterioridad por otros autores. Vale la pena dividir los trabajos que corresponden a testimonios directos de la guerra y de la revolucin, y los estudios hechos posteriormente por los historiadores. En la mayora de los casos estos trabajos solo aportan una visin fugaz del desarrollo de la situacin revolucionaria y de la dualidad (o pluralidad) de poderes.

Hemos utilizado la prensa de la poca como una de las fuentes de informacin. Hemos limitado el estudio a la prensa catalana y a un nmero representativo de peridicos (uno o dos publicaciones de cada una de las fuerzas polticas protagonistas de los acontecimientos).

Tambin hemos seleccionado algunos documentos de la poca, folletos, publicaciones de empresas colectivizadas, octavillas, informes e incluso algunas actas fragmentarias de algunas comisiones de trabajo del Comit Central de Milicias o del primer gobierno de concentracin de la Generalitat de Catalunya.

Finalmente me gustara resaltar el largo e infructuoso trabajo de investigacin realizado, en busca del documento que tena que constituir la piedra angular de este trabajo: El libro de actas del Comit Central de Milicias Antifascistas de Catalunya. Estoy convencido que el hallazgo futuro de este valioso documento ayudar a comprender muchas facetas que todava se encuentran a oscuras de la historia de este organismo que sustituy durante algunos meses el poder del gobierno de la Generalitat.

La bsqueda de este documento nos llev a buscar en diferentes archivos. Indagamos en el Archivo Histrico Nacional de la Guerra Civil que se encuentra en la ciudad de Salamanca. Tambin investigamos en otros centros como el Arxiu Nacional de Catalunya o el Archivo Histrico de la ciudad de Barcelona (Casa de l'Ardiaca). En cambio resultaron infructuosas todas las gestiones que se hicieron para entrar en el Arxiu Tarradellas situado en el Monasterio de Santa Mara de Poblet (Tarragona). Sin lugar a dudas, el estudio del material que all se encuentra habra sido especialmente valioso para este trabajo. Los archivos particulares del dirigente nacionalista cataln, Josep Tarradellas, miembro destacado del Comit Central de Milicias, se encuentran en este centro.

Tambin investigamos en el archivo particular de Diego Abad de Santilln, situado en la Biblioteca Arus, con la esperanza que encontraramos algn material referente al perodo revolucionario. Desgraciadamente no fue as. La casi totalidad de los documentos que estudiamos pertenecan al perodo del exilio y respondan en su mayor parte a la correspondencia mantenida por su amigo Jos Herrera con diferentes grupos y militantes anarcosindicalistas. Sera muy importante poder averiguar donde est el resto de los archivos de uno de los dirigentes libertarios en el Comit Central de Milicias. Hicimos una fugaz incursin en el Centre d'Estudis Histrics Internacionals (CEHI), donde su director, Jordi Planas, muy amablemente nos inform de que en dicho centro no exista ningn material procedente directamente del Comit Central de Milicias, pero nos facilit una copia de las memorias manuscritas de Felipe Daz Sandino.

Tambin enviamos cartas a destacados investigadores del tema de la guerra civil espaola, como Rudolf de Jong, responsable del International Institut voor Sociale Geschiedenis, asociacin que mantiene uno de los mejores archivos sobre el anarcosindicalismo espaol. Rudolf de Jong tambin nos coment que a pesar de la gran cantidad de material que posee el Instituto, no se encuentra en l, ningn ejemplar del libro de Actas del Comit Central de Milicias. La misma suerte tuvimos con Pierre Brou, quin nos inform que a lo largo de su dilatada investigacin sobre la guerra y la revolucin espaolas no haba encontrado ni rastro del libro.

Algunos investigadores, como Abel Paz han llegado a poner en duda (en una conversacin que sostuvimos con l) que este documento hubiera existido alguna vez. Pese a los pobres resultados que obtuvimos en la investigacin nos parece infundada la afirmacin de Abel Paz. Resulta evidente que un organismo que se convirti en la cspide de la pirmide del poder en Catalunya, desplazando a la Generalitat, y que publicaba sus acuerdos en la prensa diaria, tena que tener un registro donde quedaran reflejados los debates, las diferencias y los acuerdos conseguidos. Sin embargo, al desenlace del conflicto, la huida de los derrotados y el duro exilio (en una Europa que estaba en vsperas de la Segunda Guerra Mundial) son factores que explican que gran parte del material histrico desapareciera y no haya sido encontrado hasta el momento actual.

Finalmente, me gustara comentar que las ltimas pistas que consegu sobre el paradero de dicho documento, apuntan hacia los archivos del Kremlin. Efectivamente, parece ser que, apenas terminada la guerra, una importante cantidad de material de la CNT fue vista en un vagn de tren en Checoslovaquia, que pareca dirigirse hacia la U.R.S.S.. En cualquier caso, la verosimilitud o no de estos datos, tendr que ser averiguada por los futuros investigadores.

1.2.1 Bibliografa utilizada.

En este apartado no pretendemos hacer una sntesis de la extenssima obra bibliogrfica que se ha llegado a publicar sobre la guerra y la revolucin espaola. Nos limitaremos a hacer un escueto comentario orientativo de algunos de los libros a los que hemos tenido acceso y que hemos podido consultar. Con esto no pretendemos agraviar a la multitud de estudios y de publicaciones que no hemos llegado a seleccionar. Sin lugar a dudas hay cientos de trabajos excelentes que no hemos utilizado. Estamos convencidos de que se nos han escapado muchas obras que hubieran enriquecido decisivamente el contenido de nuestro trabajo. El criterio de seleccin ha sido en ocasiones emprico. Haba que llenar las frecuentes lagunas e interrogantes que surgan a medida que el estudio iba tomando cuerpo. Con frecuencia, hemos utilizado un material, y no otro, simplemente porque era accesible y otro en cambio presentaba dificultades importantes para poderlo abordar. Por esta razn, se nos han escapado gran cantidad de documentos que nos habran facilitado valiosas informaciones. No hemos despreciado ninguna obra, por escasa que nos pudiera parecer a priori, la informacin contenida en l. En ocasiones nos hemos encontrado con sorpresas. Trabajos que prometan ser de escaso inters, nos han aportado datos o reflexiones importantes. Sin embargo, la mayor parte del material utilizado lo ha sido, despus de una previa y cuidada seleccin entre la multitud de trabajos que podamos consultar.

Con este breve captulo que iniciamos no pretendemos analizar, una por una, todas las obras consultadas Tampoco hacer un extenso comentario sobre ellas. Un trabajo de esta clase se convertira en otra tesis doctoral y no forma parte de nuestros objetivos. El criterio que hemos preferido seguir, finalmente, ha sido el de escoger los trabajos en los que hemos encontrado mayor cantidad de material especfico para el tema que nos ocupa (del de la dualidad de poderes).

Los comentarios que realizaremos, no se referirn al grado de acuerdo o desacuerdo que podamos tener con el autor de cada obra, sino que los relacionaremos con el grado de informacin que nos ha facilitado en nuestro trabajo.

Me gustara empezar hablando de la visin global de la guerra civil espaola, refirindome a uno de los estudios ms conocidos sobre el tema: El trabajo de Gabriel Jackson "La Repblica espaola y la guerra civil". Este libro constituye un excelente estudio general sobre los aos de la Repblica y de la guerra. Sin embargo, como el resto de los estudios de carcter "liberal" que se han hecho sobre este perodo histrico, tiende a minusvalorar el fenmeno revolucionario, en aras de lo institucional o de lo militar. La temtica de la dualidad de poderes en el territorio "republicano" apenas est esbozada y no existe una seria profundizacin en la revolucin. Muy similares son los comentarios que podramos hacer sobre el trabajo de Stanley G.Payne "La revolucin y la guerra civil espaola", de Hugh Thomas "La guerra civil espaola", o de Raymond Carr "La tragedia espaola". La tnica dominante en todos esos trabajos es la de persistir en la idea de que el conflicto era entre la democracia republicana y la sublevacin militar fascista.

Contrastando con la escuela liberal y desde una perspectiva claramente marxista, Pierre Brou y mile Tmine han escrito "La revolucin y la guerra de Espaa" que constituye un verdadero clsico. El trabajo analiza en profundidad las causas que llevaron al estallido de la guerra y la revolucin, as como los cambios sociales, polticos y econmicos que se produjeron a raz de las jornadas de julio. Brou y Tmine describen las caractersticas que fue adoptando la revolucin (comits revolucionarios, Juntas territoriales, milicias, colectividades). Sin embargo adolece de las limitaciones que conlleva cualquier obra de carcter general: la extensin del trabajo impide extenderse en otras cuestiones (que en este caso son las que nos interesan). Posteriormente Pierre Brou escribi otra sntesis global de similares caractersticas "La revolucin espaola" (1931-1939).

Como obras globalizadoras que intentan analizar las causas, el ascenso, esplendor y declive de la revolucin vale la pena citar otra obra, la de Grandizo Munis "Jalones de derrota, promesas de victoria", mexicano de nacimiento y dirigente de uno de los pequeos grupos trotskistas que existieron al margen del POUM. La obra de Munis es excelente, aunque por desgracia resulta poco y mal conocida. Una de sus caractersticas ms interesantes es el hecho de que el autor haya sido tambin protagonista de los acontecimientos. El trabajo constituye un exhaustivo anlisis de las causas y de las circunstancias en las que se desarroll la revolucin espaola, desde la instauracin de la Repblica hasta la victoria final franquista.

Consideramos tambin imprescindible la lectura de los anlisis que Len Trotsky, primero desde Suecia y despus desde Mxico, realiz sobre la revolucin espaola. A pesar de las grandes limitaciones informativas con las que se encontr, el valor inigualable de los anlisis de Trotsky reside en la profunda experiencia que ste tena de la revolucin rusa de 1917. Los trabajos que han reunido el material mencionado son, "La revolucin espaola", recopilada y comentada por Pierre Brou en dos tomos y la seleccin ms reducida "Escritos sobre Espaa".Para estudiar en profundidad el perodo prerrevolucionario hemos credo importante destacar algunos trabajos que estn centrados en aspectos polticos o ideolgicos, o bien en acontecimientos histricos determinados. Merece destacarse la brillante obra de Santos Juli "La izquierda del PSOE" (1935-1936). La obra aclara muchos aspectos poco conocidos de la evolucin de la corriente caballerista del Partido Socialista. A menudo, durante la guerra y la revolucin, encontraremos aspectos aparentemente contradictorios en la poltica de la Izquierda Socialista. Santos Juli lo ha calificado muy acertadamente como "reformismo radical". El estudio de la naturaleza de esta corriente poltica nos ayudar a explicar la enorme ductilidad poltica que mantuvo durante toda su existencia, frente a la presin de grupos ms pequeos, pero ideolgicamente ms coherentes y audaces.

Hay dos hechos que hemos considerado imprescindibles en el perodo, para explicar las caractersticas que posteriormente adopt la guerra y la revolucin: las Alianzas Obreras y la insurreccin de Octubre de 1934. Ambas cuestiones estn fuertemente vinculadas. Para entender las circunstancias en las que se formaron y desarrollaron las Alianzas Obreras es importante tener en cuenta la obra de Joaqun Maurn "Revolucin y contrarrevolucin en Espaa". Maurn fue el principal dirigente del BOC, uno de los grupos que impulsaron las Alianzas Obreras y que protagonizaron la insurreccin de 1934. Tambin vale la pena citar las obras de Manuel Grossi Mier "La insurreccin de Asturias" y de N. Molins i Fbrega "UHP. La insurreccin proletaria de Asturias". Grossi, militante destacado del BOC, fue protagonista directo de la insurreccin de Asturias y tras la derrota, detenido y condenado a muerte, de la que se salv con la amnista de 1936; Molins, periodista revolucionario cataln que formaba parte del peridico nacionalista "La Humanitat", se traslad a la regin asturiana para poder denunciar la verdad de los acontecimientos y de la despiadada represin posterior.

Existe tambin una recopilacin "Octubre 1934" que recoge numerosos trabajos sobre el tema, procedentes de las ms variadas tendencias ideolgicas. Finalmente vale la pena destacar tambin el trabajo de Adrin Shubert "Hacia la revolucin", que analiza en profundidad las causas de la radicalizacin obrera en Asturias, regin donde los enfrentamientos alcanzaron el grado insurreccional. Sin ningn tipo de dudas podemos hablar de la experiencia asturiana, como el reflejo de lo que iba a ser, poco despus, la revolucin espaola.

Durante la guerra y en pleno proceso revolucionario, teniendo en cuenta el escaso peso poltico del republicanismo en la confrontacin, nos hemos limitado a recoger la recopilacin de once artculos escritos por Manuel Azaa "Causas de la guerra de Espaa". Estos artculos pueden ayudarnos a comprender algunos aspectos poco comprendidos de la guerra civil (como el del decreto de disolucin de las fuerzas sublevadas...) y la tragedia de unos dirigentes polticos que haban sido desplazados por otras fuerzas.

Con respecto a las diferentes fracciones en las que se encontraba dividido el Partido Socialista hemos utilizado el trabajo autobiogrfico de Juan Simen Vidarte (socialista moderado) "Todos fuimos culpables" y la recopilacin de artculos de Luis Araquistain (Izquierda Socialista) "Sobre la guerra civil y en la emigracin". Ambos trabajos suministran informacin lateral al trabajo que aqu nos ocupa, pero no por ello menos importante a la hora de completar el cuadro poltico de la revolucin espaola.

La inexistencia del Partido Socialista en Catalunya no impidi que esta organizacin no tuviera un peso decisivo en la evolucin de los acontecimientos revolucionarios en toda la zona republicana (y por lo tanto, tambin en Catalunya).

La bibliografa vinculada a los partidos comunistas oficiales (PCE y PSUC) es especialmente abundante. Sin embargo, la mayor parte de ella tiene escaso inters para nuestro trabajo, salvo en lo que respecta a conocer sus tesis polticas (y tambin de la Komintern y del estalinismo internacional. Con esta orientacin hemos seleccionado algunos trabajos que consideramos representativos, como el de Manuel B. Benavides "Guerra y revolucin en Catalua", o el de Joaqun Almendros "Situaciones espaolas 1936/1939. El PSUC en la guerra civil". El valor histrico del libro de Benavides es muy reducido, salvo para conocer la mitologa estalinista en la revolucin espaola. Deja mucho que desear en lo que respecta a su objetividad. El trabajo de Joaqun Almendros merece destacarse por dos cuestiones: el autor fue Secretario Militar del PSUC durante el perodo revolucionario de la guerra civil (facilita importante informacin sobre la poltica militar del partido: milicias, expedicin a Mallorca...) y el hecho de que procediera de la disuelta Federacin catalana del PSOE (presenta diferencias en lo que respecta a la visin oficial del partido). Ya dentro de la investigacin moderna vale la pena resaltar la obra de Miquel Caminal, "Joan Comorera", minucioso trabajo biogrfico de la vida del mximo dirigente del PSUC. Caminal ha hecho un excelente trabajo de investigacin, a partir de la prensa partidaria y de la documentacin interna del PSUC.

Existen tambin otros trabajos que han centrado sus investigaciones en la poltica comunista dentro de la revolucin espaola, y que han ayudado a explicar la aparente paradoja de como un partido obrero, que se autoconsideraba heredero de la tradicin bolchevique en el estado espaol, acab convirtindose en el gran abanderado de la restauracin republicana. Burnett Bolloten ha publicado dos trabajos que se han convertido en dos clsicos del tema: "El gran engao" y lo que sera su revisin y ampliacin posterior, "La revolucin espaola". El estudio de Bolloten aborda la actuacin del PCE y del PSUC contra la revolucin de los comits. A medida que la revolucin ira retrocediendo, el anarcosindicalismo y el socialismo de izquierdas iran declinando, para dar paso al formidable aparato comunista oficial, que pareca ser el gran vencedor de la contrarrevolucin republicana. Bolloten facilita gran cantidad de datos y de documentacin sobre las tcticas de infiltracin y de proselitismo de los partidos comunistas en el resto de las organizaciones obreras y en el recin construido aparato de estado republicano.

Joan Estruch ha realizado una buena sntesis crtica de la historia del PCE: "Historia del PCE". Sin embargo, su obra adolece de los defectos forzosos que tienen la mayor parte de los trabajos que abarcan extensos perodos de tiempo. La buena sntesis de Estruch, le impide entrar con mayor profundidad en los perodos histricos estudiados.

Sin embargo es el trabajo de Claudn "La crisis del Movimiento Comunista" el que nos ha merecido mayor inters. Claudn ha hecho un soberbio trabajo de crtica de la degeneracin estalinista de la III Internacional. De la misma manera que Estruch, la extensin de su obra le impide entrar con mayor profundidad en el tema que aqu nos interesa. Sin embargo, no hay que olvidar que Claudn fue un privilegiado protagonista de la actividad poltica de la seccin espaola de la Komintern (primero fue dirigente de las UJC, y despus de las JSU). Por sus vivencias personales, la obra de Claudn refleja una singular profundidad en sus anlisis, intentando mantener una objetividad que les resulta difcil a aquellos que son juez y parte en un acontecimiento histrico.

Finalmente me gustara mencionar dos trabajos que han aportado importantes datos para comprender el papel del PCE y del PSUC en la guerra y en la revolucin espaola. E.H. Carr con "La Komintern y la guerra civil espaola" y la reciente obra de Pierre Brou (todava no ha sido traducida) "Staline et la Rvolution (le cas espagnol 1936-1939)". Ambos trabajos aportan un caudal impresionante de datos sobre las necesidades de la poltica estalinista internacional y la forma en la que stas se tradujeron en la revolucin espaola, a travs de la correa de transmisin que eran las secciones nacionales de la Komintern.

Tambin el anarcosindicalismo ha aportado un gran caudal de trabajos sobre la revolucin espaola. Algunos tienen un importante valor histrico, otros por el contrario, aportan muy poco, y no pasan de la actitudes propagandsticas de la obra literaria. Es destacable que, prcticamente todos ellos estn centrados en el papel que jug la CNT en el perodo revolucionario. Esta caracterstica de los estudios libertarios es comprensible, si nos atenemos al papel de primer orden que jug el anarcosindicalismo en la revolucin espaola. Unos trabajos se han orientado a hacer un balance, a veces favorable, a veces crtico (vara el radicalismo de las crticas) de la lnea que aplicaron la CNT y la FAI. Otros han trabajado las extraordinarias realizaciones que llev a cabo el movimiento revolucionario.

En lo que respecta a los estudios sobre la trayectoria del anarcosindicalismo hemos escogido algunos ttulos (debido a la gran cantidad de obras existentes) que hemos considerado suficientemente representativos de las diferentes pticas que se han desarrollado en el seno del movimiento libertario. Cesar M. Lorenzo en "Los anarquistas espaoles y el poder" ha realizado una sntesis de la historia del anarcosindicalismo espaol desde sus orgenes hasta 1969, en plena decadencia del franquismo. En su obra queda resaltado el perodo revolucionario de la guerra civil, en la que el anarcosindicalismo fue puesto a prueba por los acontecimientos. Jos Peirats ha realizado dos obras excelentemente documentadas: "La CNT en la revolucin espaola" y "Los anarquistas en la crisis poltica espaola". El primero se trata de una extensa y bien documentada obra de tres tomos, en los que el autor realiza un balance de los aciertos y errores del anarcosindicalismo durante la revolucin espaola. El segundo trabajo se tratara de una obra menor, con los mismos objetivos que la primera. La gran obra de Peirats queda enriquecida por la experiencia del autor en el seno de los rganos dirigentes del anarquismo espaol. Otro trabajo digno de ser mencionado es el realizado por Vernon Richards "Enseanzas de la revolucin espaola". El autor enfoca su estudio desde una ptica claramente crtica de la lnea colaboracionista que haba adoptado la direccin cenetista. Tal como se indica en la introduccin, el trabajo de Vernon Richards est considerado en algunos aspectos, como un complemento de la obra de Peirats, pero en otros va mucho ms all en la crtica. El trabajo de Richards se sita en posiciones muy cercanas a las defendidas en su momento por el italiano Camilo Berneri (del que hablaremos ms abajo). Otro de los trabajos crticos de la lnea oficial cenetista es el que fue llevado a cabo por Carlos Semprn-Maura, "Revolucin y contrarrevolucin en Catalua (1936-1937)".

Dentro de la multitud de trabajos que se han realizado dentro del movimiento anarcosindicalista hemos considerado imprescindible hablar de la autobiografa realizada por Juan Garca Oliver, "El eco de los pasos". Sin duda alguna, el autor fue uno de los lderes libertarios ms capaces de la CNT. Su trabajo aporta una gran cantidad de datos y de opiniones que han resultado de primera importancia para nuestro estudio, especialmente en lo que respecta a la historia del Comit Central de Milicias. Sin embargo, la obra de Garca Oliver adolece de una grave limitacin. La misma que tienen todos los trabajos autobiogrficos de personajes que han jugado un importante papel en los acontecimientos, interpreta la (su) historia desde una ptica claramente autoexculpatoria. Junto al trabajo de Garca Oliver hay que situar el realizado por Abel Paz, "Durruti, el proletariado en armas". Aunque la obra del historiador libertario est centrada en la vida del revolucionario espaol, el trabajo queda perfectamente enmarcado en el cuadro histrico de la revolucin. Tambin la obra de Diego Abad de Santilln, "Por qu perdimos la guerra" aporta una gran cantidad de datos sobre la tragedia del anarcosindicalismo espaol. De la misma forma que la de Juan Garca Oliver, la obra de Abad de Santilln tiene el especial valor de recoger las memorias de personajes que estuvieron en el centro de los acontecimientos. Tambin es importante destacar la recopilacin de trabajos de Abad de Santilln, "El anarquismo y la revolucin en Espaa". Esta obra recoge una buena cantidad de artculos de prensa escritos por el lder libertario durante los aos del proceso revolucionario, es decir desde la instauracin de la Repblica hasta su liquidacin. No poda faltar tampoco la seleccin de trabajos de Camilo Berneri, "Guerra de clases en espaa (1936-1937)" extrados del peridico que l mismo diriga . No hay que olvidar que el peridico italiano editado en Barcelona se convirti, durante los meses de su existencia, en uno de los rganos ms coherentes de la oposicin anticolaboracionista de la CNT.

Mencin aparte merece la obra del historiador demcrata norteamericano John Brademas, "Anarcosindicalismo y revolucin en Espaa". La obra aborda la evolucin de la CNT desde la cada de la dictadura del general Primo de Rivera y de la monarqua, hasta el desenlace de las jornadas barcelonesas de mayo de 1937.En el estudio del poumismo hemos seleccionado algunas obras que hemos considerado imprescindibles para comprender su papel en la revolucin espaola y su evolucin poltica. En el perodo prerrevolucionario (aunque sea un trabajo colateral para nuestro estudio), Pelai Pags realiz una magnfica investigacin sobre la historia de la Izquierda Comunista Espaola, uno de los grupos que form el POUM, "El movimiento trotskista en Espaa (1930-1935)". Francesc Bonamusa, ha realizado tambin un trabajo similar pero centrndose en la vida poltica de Andreu Nin, el principal dirigente de la ICE y colder del POUM junto a su amigo personal Joaqun Maurn, "Andreu Nin y el movimiento comunista en Espaa (1930-1937)". En lo que respecta a las recopilaciones de trabajos y artculos, existen varias obras de similares caractersticas. Relacionados con Nin estn, "Los problemas de la revolucin espaola", "La revolucin espaola", "Por la unificacin marxista" y con Juan Andrade, "La revolucin espaola, da a da". Victor Alba, historiador y antiguo militante del POUM ha realizado varios trabajos, entre ellos "La revolucin espaola en la prctica", que rene un conjunto de documentos polticos, representativos de la lnea del partido.No menos importantes han sido los testimonios "independientes", realizados por extranjeros que estuvieron inmersos en la guerra y en la revolucin espaola. En primer lugar hay que hablar de George Orwell (seudnimo del escritor britnico, Eric Blair), "Homenaje a Catalua", en la que el autor relata sus experiencias como combatiente internacionalista en las milicias del POUM del frente de Aragn. La obra de Orwell tiene un especial inters, si tenemos en cuenta que la defensa que hace de las milicias, no es como terico, sino despus de haber vivido la experiencia como combatiente. Existe otro libro menor "mi guerra civil espaola", que rene la correspondencia de Orwell, relacionada con sus vivencias en Espaa.

Una nota especial merece el magnfico trabajo de historia oral, realizado por Ronald Fraser, "Recurdalo t y recurdalo a otros". El extenso estudio, reunido en dos tomos, aporta gran cantidad de testimonios (ms de 300 entrevistas) sobre lo que fue el movimiento revolucionario. Gerald Brenan en, "El laberinto espaol. Antecedentes sociales y polticos de la guerra civil", realiza una profunda reflexin sobre las causas de la contienda, y tambin de las fuerzas sociales que la protagonizaron. El trabajo de Brenan termina en las puertas de la guerra civil, pero resulta imprescindible para comprender su evolucin y desenlace. Un excelente trabajo periodstico de la poca es el realizado por Kaminski, "los de Barcelona", y que se aborda principalmente en el proceso revolucionario en Catalunya. El aire "periodstico" de la obra y el hecho de que sta estuviera acabada antes de finalizar la guerra civil, no le impidi a Kaminski darle una especial profundidad. Tambin tiene un valor excepcional la obra de Franz Borkenau, "El reidero espaol", un excelente estudio que, como el trabajo de Brenan, fue publicado antes de que finalizara la contienda. El mismo Brenan ha calificado esta obra como uno de los mejores libros que jams han llegado a publicarse sobre la guerra y la revolucin espaolas.

El nmero de trabajos realizados sobre las colectivizaciones es ingente. Por ese motivo y debido a que gran parte de ese material tiene un contenido propagandstico, pero en ocasiones escaso valor histrico hemos preferido seleccionar algunos de ellos. Desde la ptica libertaria vale la pena citar el trabajo realizado por A.Souchy y P.Folgare, "Colectivizaciones", que estudia el profundo fenmeno colectivista tanto en el campo, como en las ciudades (industrias, servicios). La obra est enriquecida con numerosos ejemplos sobre el funcionamiento de las empresas colectivizadas. Existe una pequea y valiosa recopilacin de artculos, que se ha dirigido hacia el fenmeno colectivizador en el campo, "Las colectividades campesinas". Esta reunin de trabajos y de documentos se extiende a toda la zona republicana, y permite comparar las experiencia en zonas tan alejadas y distintas como puede ser Catalunya, Aragn, Cuenca o Ciudad Real. Desde una ptica no libertaria, encontramos el trabajo de Albert Prez Bar "30 meses de colectivismo en Catalua". Esta obra se centra en el rgimen colectivista urbano, pero se centra excesivamente en la parte jurdica, por lo que le resta inters para nuestro trabajo. Finalmente merece que destaquemos una de las obras que constituye una de las ltimas investigaciones que se han realizado sobre las colectivizaciones, "Colectividades y revolucin social" de Walther Bernecker. La obra se centra principalmente en el anarcosindicalismo, organizacin que represent la columna vertebral del movimiento colectivizador en toda la zona republicana.

Otro tema que hemos abordado es el de las milicias revolucionarias, su formacin, caractersticas, funcionamiento, su evolucin y declive hasta dejar paso al Ejrcito Popular de la Repblica. Dejando aparte los comentarios hechos ms arriba sobre la obra de Orwell, creemos importante destacar la obra de Manuel Cruells, "De les milcies a l'Exrcit Popular a Catalunya" y la realizada por Michael Alpert "El ejrcito republicano en la guerra civil". El primero es un excelente estudio sobre el proceso de restauracin republicana que en el orden militar qued reflejado en el declive de las milicias y en la formacin de un nuevo ejrcito de viejo estilo. El segundo traza la evolucin histrica de la revolucin, desde el punto de vista militar, desde las organizaciones paramilitares durante la repblica, la formacin de las milicias y el Ejrcito Popular. Alpert hace una buena y detallada descripcin de los mecanismos del ejrcito republicano (oficiales, comisarios).

Tambin queremos mencionar un par de trabajos que se han realizado sobre sucesos de mayo de 1937 en Barcelona. Ambos trabajos arrojan luz en la polmica sobre la interpretacin de estos acontecimientos que marcaron el final del proceso revolucionario espaol. Nos referimos a la pequea recopilacin de artculos de prensa, documentos y octavillas realizado por Frank Mintz y Miguel Pecia "Los amigos de Durruti, los trotskistas y los sucesos de mayo" y tambin al ms reciente trabajo "Los sucesos de mayo de 1937. Una revolucin en la Repblica". Este ltimo trabajo rene las colaboraciones de varios historiadores, Eduardo de Guzmn, Gutierrez Alvarez, Pierre Brou, Franz Mintz, Pelai Pags, Wilebaldo Dolano..., y que constituye una de las ltimas interpretaciones sobre los hechos mencionados.

1.2.2 Peridicos y revistas utilizadas.

El criterio de seleccin de la prensa que hemos utilizado ha sido el de escoger una publicacin representativa de cada una de las fuerzas polticas que participaron en el proceso revolucionario en Catalunya. Por lo tanto, hemos tenido que excluir (salvo en cuestiones puntuales) la prensa estatal (Claridad, Mundo Obrero, El Socialista...).

Relacionado con el republicanismo izquierdista, catalanista, hemos escogido el peridico "La Humanitat". Este diario, fundado por el mismo Llus Companys, era considerado el portavoz de la Esquerra Republicana de Catalunya y tambin del gobierno de la Generalitat.

Apenas terminados los combates callejeros de julio, en Barcelona se creaba el Partido Socialista Unificado de Catalunya. Con la aparicin del PSUC tambin se iniciaba la publicacin de su rgano de prensa, "Treball".

La prensa anarcosindicalista ha estado representada en nuestro trabajo por la tradicional "Solidaridad Obrera". Sin embargo, nos ha parecido necesario representar a la oposicin anticolaboracionista de la CNT en el peridico editado por el revolucionario italiano Camilo Berneri, "Guerra di classe". Este peridico fue publicado entre los meses de octubre de 1936 y mayo de 1937. Berneri sera asesinado a principios de este mes, durante la revuelta barcelonesa. Despus de su muerte, el peridico dejara de publicarse. La brillantez y la coherencia de los artculos de Berneri ha sido un motivo ms que suficiente para ser elegido en nuestro trabajo.

Con respecto al Partido Obrero de Unificacin Marxista (POUM), hemos considerado suficiente el estudio de "La Batalla", el rgano de prensa principal del partido. De la misma manera que la prensa del PSUC, "La Batalla" inici su publicacin al calor de la revolucin que acababa de estallar.

Tambin hemos considerado necesario incluir los trabajos relacionados con el tema, y que han sido publicados en revistas ms recientes. La coleccin "Cuadernos de Ruedo Ibrico" (66 nmeros editados en 39 revistas, entre junio de 1965 y diciembre de 1979). La publicacin, rgano del grupo editor del mismo nombre, fue durante el ltimo peridico de la dictadura, una de las principales tribunas de la oposicin antifranquista. En sus nmeros hay una extensa coleccin de trabajos de numerosos polticos, historiadores y escritores (Juan Martnez Alier, Ignacio Fernndez Castro, Fernando Claudn, Juan Andrade...). Los cuadernos de Ruedo Ibrico reunieron importantes discusiones, no slo sobre la situacin poltica nacional e internacional del momento, sino tambin sobre el balance de diversos aspectos de la guerra civil. Tambin hemos utilizado algunos nmeros monogrficos o no, de "Historia 16", "Historia y Vida", Documents...

1.2.3 Documentacin.

La documentacin utilizada es amplia y variada. Sin embargo no siempre hemos podido trabajar con el material adecuado. Para ello, hemos hecho una labor de rastreo en los distintos archivos mencionados ms arriba.

El temario de la documentacin utilizada es heterogneo. Hemos analizado algunas actas del Consejo de Economa de Catalunya, o de los organismos de Seguridad de la Generalitat (desgraciadamente tan solo hemos encontrado algunas, y nos ha resultado imposible hacer un seguimiento completo de los debates que se realizaron en el seno de estos organismos. Tambin hemos encontrado octavillas, documentos o publicaciones pertenecientes a los sindicatos o a las colectivizaciones barcelonesas. Este material es especialmente importante para acercarnos a la situacin real existente durante el proceso revolucionario.Tambin hemos trabajado con abundante material procedente del gobierno de la Generalitat. Especial mencin merece el decreto de disolucin de los comits revolucionarios y en el que se declaraba la formacin de los nuevos ayuntamientos; el decreto de sindicacin obligatoria; el proyecto de decreto de estructuracin de los Consejos Generales... Podramos citar muchos ms, pero hemos preferido dejarlo para el ndice bibiliogrfico, al final.

2. LA SITUACIN PRERREVOLUCIONARIA (Abril 1931-Julio 1936):

2.1.LA REPBLICA Y LAS CORTES CONSTITUYENTES (1931-1933). EL AGOTAMIENTO DE LAS ILUSIONES DEMOCRTICAS.

La cada de la dictadura de Primo de Rivera y, posteriormente, de la Monarqua de Alfonso XIII, abrieron el perodo de lo que ha venido a llamarse, la revolucin espaola. Durante cerca de seis aos, el proletariado y el resto de clases populares esperaron que la Repblica solucionara sus principales reivindicaciones democrticas y sociales. Durante todo este perodo tambin experimentaron el alcance y las limitaciones de la Repblica.

El proyecto republicano pretendi completar la revolucin burguesa por la va democrtica, contando como principal capital poltico con el apoyo que le prestaban las organizaciones obreras tradicionales, especialmente de los socialistas.

Sin embargo los dirigentes republicanos, seran incapaces de solucionar cualquiera de los grandes problemas que arrastraba histricamente el Estado Espaol (la cuestin nacional catalana y vasca, el problema de la tierra, el peso tradicional del ejrcito en la poltica del pas, el enorme poder econmico y poltico que haba acumulado la Iglesia...).

La monarqua haba cado sin derramamiento de sangre. Los hombres que tomaron el poder en el 14 de Abril lo haban hecho, no para llevar a cabo la revolucin, sino para evitarla. Sin embargo, la Repblica llegaba demasiado tarde. El tradicional atraso de la economa espaola solo poda superarse con la superexplotacin del proletariado y de los campesinos, es decir, con el rechazo a satisfacer cualquiera de las demandas elementales por las que clamaban los sectores populares. En estas circunstancias, el proyecto republicano sera considerado por las clases privilegiadas, como utpico y peligroso, y por lo tanto, solo sera aceptado una vez agotadas la dictadura y la monarqua.

A pesar de todo la burguesa no se dej convencer. Era consciente de que el movimiento revolucionario desatado con la cada de la monarqua, era una bomba de tiempo que iba dirigida, en esencia, contra sus propiedades y privilegios. Las clases privilegiadas aceptaran la Repblica como un mal menor, frente a una monarqua descompuesta y desprestigiada, que era incapaz de contener el movimiento revolucionario que se estaba gestando.Sin embargo, tambin eran conscientes de que no sera posible acabar con l, por la va democrtica y parlamentaria. La Repblica era un aprendiz de brujo que careca de capacidad para frenar y controlar las fuerzas desencadenadas.

El proyecto republicano, solo poda completar la revolucin burguesa y solucionar los principales problemas del pas, enfrentndose a los grandes propietarios agrarios, que estaban emparentados con la burguesa industrial y financiera. Cualquier limitada concesin que pudiera hacerse a las demandas populares terminaba convirtindose en un ataque contra los intereses del conjunto de las clases propietarias. De esta forma, el proyecto se mostraba inviable. Las clases sociales en las que pretenda apoyarse, el proletariado y el campesinado, y la burguesa industrial tenan intereses completamente opuestos.

Indudablemente, la Repblica lleg con una extraordinaria ola de popularidad, causada por un profundo deseo de cambios de la casi totalidad de las clases sociales del pas. Mientras el proletariado y el campesinado pobre depositaban sus esperanzas en el nuevo rgimen para conseguir sus reivindicaciones, las heterogneas clases medias aspiraban a que la Repblica emprendiera un proceso de modernizacin capitalista que abrira las puertas a un nuevo perodo de crecimiento y prosperidad econmica. Slo un reducido sector de los grandes terratenientes y de la burguesa, veran con malestar la victoria republicana.Durante el perodo comprendido entre la cada de la monarqua y los inicios de la guerra civil, las ilusiones democrticas del proletariado se iran difuminando hasta desaparecer. Cinco aos despus de la instauracin de la Repblica, muy poco de lo esperado se haba conseguido.

En 1931, dos millones de trabajadores agrcolas carecan de tierras, un milln y medio de pequeos propietarios estaban obligados a trabajar para los terratenientes para poder vivir. Apenas cincuenta mil propietarios lo eran de la mitad de las tierras cultivables del pas. El latifundio y el minifundio se combinaban explosivamente en la mayor parte del territorio. En un pas tan eminentemente agrario como era el Estado espaol, la Reforma Agraria se haba convertido en una necesidad ineludible para la estabilidad del nuevo rgimen. Sin embargo, cinco aos despus segua paralizada en los estriles debates parlamentarios.

La cuestin nacional vasca continuaba sin encontrar solucin, mientras que el Estatuto de Autonoma de Catalunya haba nacido en 1932 con grandes dificultades, despus de ser drsticamente recortado por las Cortes espaolas. El poder econmico y poltico de la Iglesia apenas haba sufrido limitaciones. Segua siendo la propietaria de grandes latifundios, y continuaba siendo la principal accionista de numerosas empresas y bancos del pas. Las escasas y tmidas acciones que se haban iniciado para recortar el poder de la Iglesia (educacin, rdenes religiosas...) haban sido anuladas durante el "bienio negro".

El Ejrcito, anticuado y con graves problemas en su funcionamiento y eficacia (macrocefalia). Con una larga tradicin intervencionista en la poltica del pas, que se haba incrementado tras la prdida de las ltimas colonias americanas, especializado en la represin interior, mantena sus principales cuadros intactos. A pesar de sus permanentes conspiraciones contra la Repblica y de sus fracasados intentos por derribarla, los gobiernos se haban negado a cualquier proyecto de democratizacin de ste, ni siquiera haban intentado depurar a los elementos ms destacadamente golpistas, que continuaron en sus puestos de mando.

Por el contrario, cuando las clases populares, exasperadas por la lentitud de los cambios actuaron por su cuenta, para satisfacer sus necesidades, fueron reprimidas por los mismos gobiernos republicanos que haban apoyado a instancias de sus organizaciones. La Repblica haba demostrado su eficacia, en la aprobacin de leyes represivas que iban encaminadas a controlar a los movimientos populares (Ley de Defensa de la Repblica,...).El capital poltico del republicanismo se ira diluyendo con el agotamiento de las ilusiones democrticas de las clases populares. Tambin en este sentido, perdera su atractivo como dique de contencin contra la mareada revolucionaria, para las clases propietarias que cada vez ms buscaran la salvaguarda de sus intereses en el ejrcito.

2.2 EL MOVIMIENTO OBRERO. LAS DIFERENTES CONCEPCIONES DE LA REVOLUCIN ESPAOLA.

Desde sus orgenes, el movimiento obrero espaol se encontraba dividido en dos grandes corrientes: el socialismo y el anarcosindicalismo. Fue ya en la dcada de los aos veinte, cuando apareci, bajo la influencia de la revolucin rusa de 1917, una tercera fuerza poltica, el comunismo. La cada de la dictadura los encontr escindidos en varios grupos enfrentados entre si. La temprana estalinizacin del PCE y su poltica de expulsiones frente a cualquier tipo de disidencia, haba provocado el estallido de la joven organizacin. El movimiento comunista, aunque todava marginal, iba a jugar un papel destacado en el futuro de la revolucin espaola.

2.2.1 El socialismo:

El Partido Socialista (PSOE) era, a la cada de la monarqua, la nica organizacin de masas, que haba conseguido extenderse por todo el estado, salvo en Catalunya donde estaban reducidos a una pequea minora. Los socialistas controlaban un poderoso sindicato, la Unin General de Trabajadores (UGT). Sin embargo, la socialdemocracia espaola estaba dividida en tres importantes fracciones: la derecha dirigida por Besteiro, el centro de Prieto y el ala izquierda de Largo Caballero, que era a su vez, secretario de la UGT.

El PSOE era desde sus orgenes, una de las organizaciones ms reformistas de la II Internacional, quizs solo superado por el laborismo britnico. La socialdemocracia espaola contaba con un amplio historial de colaboracin con los diferentes gobiernos burgueses, incluida la dictadura. Largo Caballero haba sido Consejero de Estado del gobierno del general Primo de Rivera y haba utilizado su privilegiada posicin para fortalecer a la UGT, frente al anarcosindicalismo, su adversario tradicional en el movimiento obrero. Solo se desmarcara en la ltima etapa, presionado por sus propias bases y cuando era evidente el agotamiento poltico de la dictadura.

El PSOE particip en el pacto de San Sebastin, donde se haba subordinado al proyecto republicano, comprometiendo su propia lnea poltica al servicio de ste. Los socialistas interpretaban el trnsito de la monarqua a la Repblica como una "revolucin burguesa" en la que la direccin poltica tena que recaer sobre los partidos que se reclamaban de sta. De esta forma renunciaban, una vez ms, a jugar un papel independiente para ceder el protagonismo a los partidos republicanos.Durante el perodo 1931-1933, el PSOE colaborara con los gobiernos republicanos, y el mismo Largo Caballero llegara a ser ministro de trabajo con Azaa.

Sin lugar a dudas, el socialismo espaol era el engranaje fundamental para el proyecto republicano. Las partidos republicanos carecan de un programa social propiamente dicho y carecieron siempre, de una base social slida y estable.Los dirigentes socialistas crean que una democracia burguesa y progresista, era un paso inevitable en el camino hacia el socialismo, y que tena la tarea histrica de acabar con los restos del feudalismo espaol. El socialismo cometa, de esta manera, la misma equivocacin que cometeran otras organizaciones, al considerar a la Segunda Repblica como un obstculo para la reaccin, y no para el movimiento revolucionario. Numerosos dirigentes socialistas consideraban que el socialismo llegara pacficamente, con el agotamiento de la frmula republicana para solucionar los problemas del pas (3). La poltica socialista paralizaba al movimiento revolucionario, en espera de su oportunidad para llegar al gobierno.

2.2.2 El anarcosindicalismo:Al contrario que la socialdemocracia, el movimiento anarquista o anarcosindicalista contaba con una larga tradicin de luchas que tena su origen en los aos 70 del siglo XIX, cuando la mayor parte de la seccin espaola de la AIT se haba declarado favorable a las tesis de Bakunin frente a las de Marx.

Despus de diversas vicisitudes, y de diversos perodos de ilegalidad, en 1911 se haba fundado la Confederacin Nacional del Trabajo (CNT). A pesar de la fuerte represin de los gobiernos, en 1917 haba dirigido una gran ola de huelgas en Catalunya. A raz del impacto que produjo en el movimiento obrero internacional la revolucin de octubre en Rusia, la CNT se integr efmeramente en la Internacional Sindical Roja (ligada a la recin nacida Tercera Internacional). Tras un corto perodo de estancia, la CNT rechazara su adhesin, despus de los acontecimientos de Kronstadt en marzo de 1921.

El anarcosindicalismo se convirti rpidamente en la organizacin hegemmica del proletariado cataln, y tuvo una gran implantacin en otras zonas del Estado, como en Valencia, Andaluca, Asturias, Madrid y Zaragoza.

El contenido ideolgico del anarcosindicalismo, claramente apoltico, era contrario a cualquier forma de colaboracin con el Estado. Sus mtodos de lucha estaban basados en la accin directa y en la lucha de clases. En su seno existan dos corrientes principales, el sindicalismo revolucionario y el anarquismo, que se disputaban su control. Los anarquistas radicales se agrupaban en la Federacin Anarquista Ibrica (FAI). La misin de sta, era mantener la pureza anarquista de la CNT a salvo de tentaciones reformistas, o de infiltraciones marxistas.

La fraccin sindicalista (Pestaa, Juan Peir, Juan Lpez...) defenda la necesidad de utilizar los mtodos sindicalistas, como forma para elevar la conciencia de los trabajadores y consideraban indispensable para la revolucin, la existencia de una organizacin de masas, la CNT. Los sindicalistas se oponan a los mtodos insurreccionales y espontanestas de los fastas, que provocaron, durante los cinco aos de experiencia republicana, numerosos reveses al movimiento revolucionario. Sin embargo, la FAI acab por controlar la direccin de la CNT y el sector sindicalista o "trentista" sera excluido. Los expulsados formaron la Federacin Sindicalista Revolucionaria en el exterior, o los "Sindicatos de Oposicin", en el seno de la Confederacin, con fuerte influencia en Asturias y en Levante, as como en algunas ciudades industriales de Catalunya. Uno de los dirigentes de esta corriente, Angel Pestaa, acabara formando el Partido Sindicalista, renunciando definitivamente a sus orgenes anarcosindicalistas.

La teora poltica de la CNT, y de las corrientes que la integraban era de una gran ingenuidad. El historiador y agudo observador de la situacin espaola que precedera a la guerra y a la revolucin, Gerald Brenan resalt el carcter profundamente "idealista y religioso-moral" del anarcosindicalismo (1).

En oposicin a las tesis marxistas que consideran al proletariado como nico sujeto revolucionario consecuente, el anarcosindicalismo conceda este papel al "pueblo oprimido", es decir, al conjunto de clases oprimidas, sin diferenciar la naturaleza o las peculiaridades de stas.

El anarcosindicalismo mantena una visin voluntarista de la historia. Desde su ptica, la revolucin era realizable en cualquier momento y dependera solo de la disposicin que tuviera la minora anarquista, capaz con su accin de contagiar a las masas de su revolucionarismo. Partiendo de esta idea, el anarcosindicalismo exclua de sus teoras, cualquier anlisis serio sobre las condiciones econmicas y sociales existentes, y las sustitua por:

"... la fe en la viabilidad de este estado final (el comunismo libertario), sin que se abordase la problemtica de su realizacin" (2).

Para los militantes libertarios, la estrategia no era importante, la revolucin llegara espontneamente, cuando la inmensa mayora de los trabajadores estuviesen concienciados. El anarcosindicalismo careca, por lo tanto, de una teora sobre el poder, y sobre la toma de ste. El comunismo libertario llegara, sin etapas intermedias, con el desmoronamiento de la vieja sociedad explotadora. Enemigos jurados de cualquier tipo de poder, no hacan ningn tipo de distincin entre la naturaleza de los distintos tipos de estado (ya fuera la monarqua, repblica o un estado obrero).

Los treintistas, criticaban a los fastas, su voluntarismo y su espontanesmo extremo, es decir, el rechazo a cualquier tipo de organizacin de la revolucin. La crtica trentista era fruto de los numerosos fracasados levantamientos que se haban hecho a instancias de la FAI. Mientras que los fastas reprochaban, en cambio, a los primeros su "reformismo" sindicalista y su falta de confianza en el instinto revolucionario de las masas.

El treintismo consideraba necesario una mayor preparacin de la revolucin para poder asegurar su xito Era indispensable contar con una verdadera organizacin de masas a nivel de todo el estado, la CNT. Las diferencias entre ambas corrientes iran desapareciendo con la nueva oleada de movilizaciones que se haba iniciado a partir de la insurreccin de Octubre de 1934. La direccin fasta de la CNT realizara, a posteriori, una crtica sobre su abstencionismo en dichos acontecimientos. Ambas corrientes acercaran sus posturas con respecto a la necesidad de considerar a la Confederacin, como la organizacin de masas indispensable para la revolucin que se avecinaba.

La divisin entre las dos corrientes libertarias slo quedara cicatrizada en el Congreso de Zaragoza realizado el mes de mayo de 1936, en vsperas de la guerra civil.

2.2.3 El comunismo:

Adems de la socialdemocracia y del anarcosindicalismo, exista una tercera corriente en el seno del movimiento obrero espaol: el comunismo. Surgido al calor de la revolucin rusa de octubre, la organizacin comunista se haba formado a partir de dos escisiones del PSOE y con el ingreso de algunos grupos que procedan del anarcosindicalismo.

A la cada de la dictadura, el comunismo espaol estaba dividido en tres fracciones importantes, adems de numerosos pequeos grupos que acabaron siendo absorbidos.

2.2.3.1 El estalinismo:

El proceso de degeneracin burocrtica de la URSS, bajo el estalinismo deform rpidamente las jvenes organizaciones comunistas que se haban adherido a la III Internacional. El Partido Comunista, supeditado a las directrices dictadas por la emergente burocracia sovitica, inici un proceso de expulsiones y de escisiones que debilitara y fragmentara considerablemente al pequeo movimiento comunista. El PCE estaba implantado en Asturias, donde contaba con una minora importante y tena una cierta implantacin en las ciudades andaluzas de Mlaga, Cdiz y Sevilla.

El partido oficial, completamente estalinizado y supeditado a la poltica ordenada por la Komintern, atravesaba una etapa dominada por el ultraizquierdismo, la lnea de "clase contra clase" caracterstica del "Tercer Perodo" de la Internacional Comunista. La socialdemocracia era considerada como la hermana gemela del fascismo (socialfascismo). La caracterizacin del resto de las corrientes polticas no corra mejor suerte, republicanos, anarquistas, o comunistas disidentes eran consideradas como organizaciones de corte fascista. El PCE defenda la tctica del "Frente nico por la base" y rechazaba cualquier acuerdo poltico con las direcciones de las organizaciones obreras mayoritarias. De hecho, era la negativa a cualquier tipo de acuerdo que no implicara la subordinacin del resto de organizaciones a la lnea poltica del PCE, y dada la insignificancia de sus efectivos y el peso aplastante del PSOE y de la CNT esto era imposible.

El PCE mantena una poltica de seguidismo incondicional hacia la direccin de la Komintern. Aplicando las anlisis de Manuilski, el Partido Comunista oficial haba despreciado el movimiento que iba a provocar, posteriormente, la cada de la dictadura y de la Monarqua (3). Poco despus del establecimiento de la Repblica, cuando las ilusiones democrticas de las clases populares eran mayores que nunca, el PCE llamara a la formacin de una Repblica Socialista Sovitica, basada en soviets de obreros y campesinos.

La poltica aplicada por el comunismo oficial espaol hasta finales de 1934, lo aisl, forzosamente, de los trabajadores, que confiaban en sus organizaciones tradicionales. El PCE no pasaba de ser, durante todo este perodo, una minscula organizacin sin arraigo entre la clase obrera y el campesinado pobre.

2.2.3.2 El Bloquismo:

La Federacin Comunista Catalano-balear se escindi del PCE en 1930. La FCCB haba criticado la miopa con la que la organizacin oficial se haba enfrentado a la cada de la dictadura. Las crticas se extendan a la lnea escisionista que el PCE aplicaba en el terreno sindical (Comit de Reconstruccin de la CNT) que lo aislaba de las masas encuadradas en torno a la CNT y la UGT. Un tercer punto de ruptura fue la cuestin nacional catalana, ante la que, segn la FCCB, la organizacin oficial mantena una postura vacilante. Joaqun Maurn, su mximo dirigente, haba acusado a la Internacional de aplicar sus esquemas sobre la revolucin rusa en el resto de pases, sin tener en cuenta las diferencias existentes, lo que la haba llevado a la derrota en China y en los pases donde se haba presentado una situacin revolucionaria.

En noviembre de 1930, la Fusin de la Federacin con el Partido Comunista de Catal di lugar al Bloque Obrero y Campesino (BOC), al que posteriormente se unieron algunos pequeos grupos en el resto del estado. El BOC agrupaba a la inmensa mayora de los militantes comunistas de Catalunya y de Baleares, sin embargo su peso en el resto del Estado era insignificante.

Defenda una concepcin de la revolucin espaola completamente autctona, equidistante de las dos principales fracciones internacionales, estalinistas y trotskistas, en las que se haba dividido la IC. Buscaba "una , nacional, independiente de dogmas y de ortodoxias" (4). Mantena una concepcin sindicalista de la revolucin que era una clara herencia del anarcosindicalismo. El BOC defenda la necesidad de construir Juntas revolucionarias, que sera la forma que presentara el frente nico de las diferentes organizaciones obreras. Los soviets eran considerados como algo extrao a la tradicin espaola.

El BOC, profundamente influido por el nacionalismo cataln, se consideraba una organizacin separatista, partidaria de un Estado Federal Ibrico. Su visin sobre la cuestin nacional catalana, en el seno de la revolucin "democrtico-socialista" espaola, hizo que el BOC considerase como progresivo el papel de los dirigentes polticos de la pequea burguesa nacionalista republicana, en la primera etapa de la revolucin espaola.

2.2.3.3 El trotskismo:

La Oposicin Comunista Espaola (OCE) dirigida por Andreu Nin, naci en Septiembre de 1930, en torno a la Oposicin Internacional dirigida por Len Trotsky. Hasta 1932, este grupo se consider como una fraccin opositora del PCE. A partir de su III Conferencia pasara a ser una organizacin independiente, la Izquierda Comunista Espaola (ICE).

La ICE consider a la Monarqua y a la Repblica, como diferentes formas capitalistas. Las reminiscencias feudales existan debido al escaso desarrollo del capitalismo espaol, pero estaban, sin ninguna duda, al servicio de ste. La llegada de la Repblica, fue analizada como un paso importante en el curso de la revolucin espaola. La Monarqua caa por su incapacidad de frenar al movimiento revolucionario naciente. Era necesario que las masas experimentaran las limitaciones de una Repblica burguesa. Solo el proletariado, arrastrando tras de si al resto de las clases populares, poda completar la "revolucin democrtica" en su lucha por la "revolucin socialista".

La lucha no era entre la Repblica burguesa y la Monarqua feudal, como decan los republicanos; ni siquiera como etapa, como defendan el PSOE. La lucha que se haba entablado era entre el capitalismo y el socialismo. La ICE defenda la necesidad de la lucha por las consignas democrticas, que ayudaran a las trabajadores a desembarazarse de sus ilusiones republicanas.La ICE, como el BOC, defenda la necesidad del Frente nico Obrero. El FUO se diferenciaba del "Frente por abajo" del PCE, en que ste deba realizarse tanto entre las direcciones de las organizaciones obreras, como en sus bases. Para la realizacin de la revolucin socialista era necesario la construccin de Juntas revolucionarias, que no seran una copia exacta de los soviets rusos, pero que, en cualquier caso, se inspiraran en el mismo espritu que los origin.

2.3 EL FRACASO DE LA REACCIN. EL BIENIO NEGRO Y LA RADICALIZACION DEL MOVIMIENTO REVOLUCIONARIO

El gobierno republicano de izquierdas, de 1931-1933, pronto demostr su incapacidad para resolver los problemas democrticos tradicionales, cada vez ms acuciantes. Para frenar al poderoso movimiento que amenazaba con desbordarlo por la izquierda, tuvo que utilizar la represin contra ste, que constitua la base social del PSOE, y del anarcosindicalismo. Los dirigentes socialistas, preocupados, por la creciente impopularidad de su alianza con los republicanos, rompieron finalmente con stos.

El poderoso movimiento anarcosindicalista, apoltico y contrario a presentar sus propias candidaturas, organiz una campaa por la abstencin, como respuesta a la represin. El boicot de la CNT contribuira considerablemente a la derrota electoral de la izquierda que haba estado en el gobierno.El Comit Nacional que haba amenazado con desencadenar la revolucin si la derecha se alzaba con el triunfo electoral, tuvo que organizar el levantamiento para "salvar el honor confederal" (5). El 8 de Diciembre estallaba la insurreccin, que se extendera por todo Aragn y la Rioja y alcanzara algunas ciudades de Catalunya. La situacin del movimiento popular, despus de la derrota electoral, junto a la falta de preparacin del putch anarquista lo condenaron al fracaso. Siempre segn Cesar M. Lorenzo, historiador libertario:

"los anarquistas seguan sin aprender nada en tcnica revolucionaria" (6).

El abstencionismo anarquista haba hundido el proyecto republicano izquierdista, pero al carecer de una alternativa coherente, haba ayudado sin quererlo, al ascenso de otro, claramente reaccionario. El anarcosindicalismo, debilitado por el fracaso y aislado del resto de las organizaciones obreras por la lnea aislacionista que aplicaba la direccin fasta, no jugara ningn papel decisivo en el perodo siguiente.

Las clases populares, quedaron profundamente decepcionadas con la experiencia del gobierno de la coalicin republicano -socialista. La pequea burguesa que haba apoyado la alianza en las elecciones de 1931, que haban dado paso a la Repblica, acab dejndose seducir por la derecha. Esto fue la causa de la derrota electoral de noviembre de 1933, y que di lugar a un perodo de gobiernos derechistas, conocido como el "Bienio Negro".

La victoria de la derechista CEDA sin embargo qued empaada al no conseguir mayora absoluta. La correlacin resultante de las elecciones acab entregando el gobierno al centro-derecha de Lerroux. Los tmidos cambios del anterior gobierno seran anulados rpidamente. Las escasas limitaciones que se pusieron al poder de la Iglesia fueron suprimidas. La moderada Reforma Agraria quedara completamente paralizada. Mientras que los militares golpistas, protagonistas de la Sanjurjada, fueron puestos en libertad y restituidos a sus puestos en el Ejrcito, salvo en el caso de su principal protagonista, Sanjurjo, que seguira en el exilio.

La poltica del gobierno de Lerroux y de los diferentes gobiernos de centro-derecha no hara sino acrecentar las tensiones en el campo y en las ciudades. Pese a la victoria electoral, la derecha tena que enfrentarse a un movimiento revolucionario, ms poderoso y ms radicalizado, que el que haba provocado la cada de la Monarqua.

A nivel internacional, Hitler llegaba en 1933 al poder en Alemania, donde pronto se organiz una represin implacable y sangrienta contra el movimiento obrero. Este hecho impactara profundamente en la conciencia de las masas europeas, y se reflejara en un intenso deseo de unidad entre los trabajadores frente al ascenso del fascismo, y tambin en una prdida de confianza en las instituciones de la democracia burguesa.

Todos estos factores, internos y externos, provocaran un proceso de radicalizacin entre la clase obrera y el campesinado en el estado espaol. Los dirigentes socialistas, profundamente decepcionados por la experiencia del anterior gobierno, atemorizados por el ascenso de la reaccin y presionados por sus propias bases, cambiaron su viejo discurso reformista para hablar de: "la necesidad de la toma del poder por parte de los trabajadores, y de la dictadura del proletariado",... El ala caballerista, al reflejar este proceso de radicalizacin de las masas populares, conseguira capitalizar sus simpatas. Sin embargo, los socialistas de izquierda, a pesar de su verbalismo radicalizado, seguan careciendo de un programa revolucionario coherente. Santos Juli califica la contradiccin entre el discurso revolucionario y la prctica del largo caballerismo, como "reformismo radical" (7).

En el mes de Junio de 1934, estallaba una poderosa huelga general campesina en Extremadura y Andaluca, auspiciada por un Comit Unitario formado por la Federacin de Trabajadores de la Tierra (UGT) y por la CNT. En las ciudades el clima de tensin social iba en aumento. Sin embargo, la posibilidad de hacer converger a ambos movimientos sera desaprovechada por los dirigentes socialistas por considerar que la situacin todava no haba madurado (8). Aislado el movimiento campesino, fracas por la fuerte represin que se desencadenara contra l, quedando paralizado durante el perodo siguiente.

Desarticulado el campesinado, el proletariado industrial quedara aislado. En el mismo perodo, entre los trabajadores urbanos haba empezado a gestarse un proceso de unidad, encarnado en las Alianzas Obreras, que empezaba a inquietar seriamente a las clases propietarias. La unidad del movimiento era una clara amenaza que deba evitarse a toda costa.

Contrastando con la tensin creciente, la derecha nunca llegara a tomarse en serio los radicalizados discursos de los dirigentes socialistas. Munis cita de memoria las palabras que Gil Robles dirigi a Prieto, en un debate parlamentario:

"Vosotros los socialistas seris siempre incapaces de desencadenar la revolucin, porque la temis; sabemos que de vuestra parte todo se quedar en palabras" (9).

La reaccin necesitaba tomar el poder, para dar un golpe definitivo al movimiento revolucionario. Su plan se sostena en el temor que tenan los dirigentes socialistas a desencadenar una revolucin que no deseaban. A pesar de sus discursos radicalizados y de sus amenazas inflamadas, expuestas en las Cortes, los dirigentes del PSOE, puestos a elegir entre alentar una revolucin de consecuencias imprevisibles y capitular ante la ofensiva de la derecha, tendran que escoger la segunda opcin. Los lderes de la derecha no se engaaban.

2.4 LAS ALIANZAS OBRERAS. LOS PRIMEROS RGANOS DE FRENTE NICO.

La radicalizacin del movimiento obrero, operada a partir de 1933, iba acompaada de un profundo deseo de unidad frente a la amenaza de la reaccin. Este sentimiento colectivo se reflejara en la aparicin de las Alianzas Obreras, como formas de Frente nico Obrero (FU).

El 9 de Diciembre de 1933 se fund en Barcelona la primera Alianza Obrera. A este primer ensayo de FU se adhirieron la UGT, los sindicatos de oposicin dentro de la CNT (treintistas), la seccin catalana del PSOE, el BOC, la Federacin Sindicalista Libertaria (treintistas expulsados de la CNT), la ICE, la USC, la Uni de Rabassaires (UR) y los sindicatos de Oposicin (controlados por el BOC).

La Alianza Obrera, en palabras de Joaqun Maurn, uno de sus principales instigadores era simple:

"Todas las secciones de los partidos y sindicatos obreros que existen en una localidad forman un haz, un bloque. Constituyen un Comit con representantes de cada organizacin adherida. Comit que centraliza la direccin de todos los movimientos que se llevan a cabo" (10).

El nuevo organismo se identificaba como un Frente de clase, donde las organizaciones que no pertenecieran a los trabajadores, slo podran adherirse moralmente, pero nunca como miembros efectivos. El programa de la Alianza catalana era muy general y bsicamente defensista frente al avance de la reaccin. Sin embargo, encarnaba para importantes sectores obreros, la intencin de no marchar a remolque de los republicanos, y de establecer un frente con el campesinado pobre, que se realizaba con la adhesin de la Uni de Rabassaires.

Sin embargo, el Frente nico naca con una grave limitacin: la hostilidad del anarcosindicalismo, hegemmico entre el proletariado cataln. Pocos meses despus de su creacin, la USC abandonara la Alianza, para entrar a formar parte del nuevo gobierno de la Generalitat. La UdR, sindicato campesino controlado por la Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) adopt tambin una actitud similar.

En febrero de 1934, el peridico anarcosindicalista asturiano "La Tierra", publicaba un artculo de Valerio Orobn, dirigente de la regional de la CNT, llamando a una alianza revolucionaria de las diferentes organizaciones obreras (11). Los puntos de la propuesta eran: la defensa de un programa revolucionario que excluyera la colaboracin con el rgimen; la socializacin de la economa y la eleccin de los trabajadores de sus representantes, revocables en cualquier momento, en los rganos ejecutivos de la Alianza.

El 28 de Marzo de 1934, se constituy una nueva Alianza en Asturias. Firmaron el pacto, la UGT, la Federacin asturiana del PSOE y la CNT. Poco despus el BOC y la ICE tambin se adhirieron al nuevo organismo.

El pacto CNT-UGT que di lugar a la Alianza expresaba su programa en trminos similares a los defendidos por Valerio Orobn. Defenda adems, la necesidad de trabajar por la creacin de una Alianza Obrera a nivel estatal. Pretenda crear rganos locales que deberan servir de base al nuevo Frente. Sin embargo los miembros de los rganos de la Alianza, no iban a ser elegidos democrticamente por los trabajadores, ni tampoco se planteaba la revocabilidad de stos por las bases, sino que tanto a escala regional, como a escala local, las AO estaran formadas por delegaciones de cada una de las organizaciones obreras firmantes del pacto. Tambin se reconoca la libertad de crtica entre las organizaciones integrantes de la Alianza (12).

La CNT asturiana estaba controlada por los treintistas, que eran manifiestos partidarios del Frente nico. La actitud del anarcosindicalismo, el componente ms obrerista y combativo de los socialistas de la regin y la larga tradicin de colaboracin de las centrales sindicales, hizo posible que la nueva Alianza agrupara a todas las organizaciones obreras, a excepcin del PCE. El peso del movimiento obrero y la lejana de los aparatos dirigentes de las organizaciones haran que, a diferencia de Catalunya, su programa expresara con mucha ms claridad, sus objetivos revolucionarios.

Poco despus, en el mes de Mayo, se formaba una nueva Alianza en Madrid. Firmaron el pacto, el PSOE, las Juventudes Socialistas, la UGT, la ICE y los treintistas. Posteriormente se incorporara tambin la Federacin Sindical Tabaquera, sindicato independiente de las grandes centrales. Sin embargo, en Madrid, la Alianza Obrera iba a tener un pesado lastre durante toda su existencia, la hegemona aplastante de los socialistas en el movimiento obrero de la capital.

Hubo otros intentos, con mayor o menor xito, para extender la formacin de nuevas Alianzas Obreras por todo el estado (Valencia, Santander, Extremadura, Andaluca...). La hostilidad de la CNT y de la FAI, y la falta de entusiasmo del PSOE para extenderlas, hizo que salvo en Valencia, los nuevos organismos nunca pasaran de ser un mero proyecto.

2.4.1 PARTIDARIOS Y DETRACTORES DE LAS ALIANZAS OBRERAS EN EL SENO DEL MOVIMIENTO OBRERO.

El deseo de unidad de los trabajadores frente a la amenaza de la reaccin no fue el producto de la poltica de ninguna de las organizaciones polticas y sindicales. El movimiento obrero busc la unidad a partir de sus experiencias con los gobiernos de la coalicin republicano-socialista. Otro factor que intensific el deseo de unidad de clase, fue el avance de los fascismos europeos y el impacto del ascenso de Hitler al poder en Alemania.

Fueron los factores internos y externos, los que provocaron un sentimiento de desconfianza hacia las fuerzas republicanas. El deseo de unidad de la clase ira acompaado de otro no menos intenso, el de la independencia poltica frente al republicanismo y la burguesa. La experiencia durante el perodo 1931-1933 haba sido nefasta. Los gobiernos republicanos de izquierdas, sostenidos por los socialistas, no haban apenas avanzado en el cumplimiento de sus promesas electorales. S en cambio haban elaborado una serie de leyes represivas que seran aplicadas contra los trabajadores, cuando estos protestaron por la lentitud de las reformas. La experiencia alemana, -la quiebra del sistema parlamentario burgus y el ascenso del nacionalsocialismo- tampoco ayudaba a confiar en las instituciones parlamentarias republicanas.

Cuando afirmamos que el deseo de unidad y de independencia poltica no era el fruto de un trabajo poltico de ninguna organizacin nos basamos en la propia concepcin que tenan de la revolucin espaola, las organizaciones obreras mayoritarias.

En el Partido Socialista, una organizacin con una larga tradicin reformista, la radicalizacin de sus cuadros dirigentes fue el fruto de la presin de sus propias bases partidarias. El anarcosindicalismo mantena durante toda esta poca una posicin sectaria. La direccin fasta confiaba en que poda hacer estallar la revolucin, con sus propias fuerzas, sin la necesidad de colaborar con sus rivales en el movimiento obrero, los partidos marxistas.

El resto de organizaciones, el sector treintista del anarcosindicalismo, el BOC, la ICE y el PCE eran organizaciones demasiado dbiles para provocar este profundo sentimiento revolucionario entre las amplias masas, que no les seguan. El BOC y la ICE haban defendido desde sus orgenes la necesidad de construir organismos revolucionarios de Frente nico (Juntas Revolucionarias, Soviets,...), sin embargo solo haban podido defenderlas en el terreno de la propaganda, y entre los limitados sectores obreros adonde llegaba su influencia. Es a partir de la derrota electoral de noviembre de 1933, cuando consideraran que haba llegado el momento de convertir la propaganda en agitacin. Sin embargo, sus exiguas fuerzas se habran estrellado, si su giro poltico no hubiese reflejado el avance de la idea de la unidad en la conciencia de los trabajadores

2.4.1.1 EL socialismo y las Alianzas Obreras.

Gerald Brenan atribuye a la UGT de Largo Caballero, la iniciativa en la creacin de las Alianzas Obreras (13). La afirmacin de Brenan es ms que dudosa. No es ninguna casualidad que la primera de las Alianzas surgiera en Barcelona, donde el peso d