Ensayo - Etnografia y sorpresa

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Etnografa y sorpresaJuan Pablo NeriObertura: sobre la sorpresaEl desarrollo de la disciplina antropolgica tuvo lugar en un contexto especfico de expansin econmica en occidente, a partir del emplazamiento de las relaciones capitalistas de produccin a escala industrial, en el siglo XIX. Esta expansin estuvo relacionada, a su vez con el desarrollo de un imaginario de superioridad de las potencias de occidente que, en el mismo contexto, y como correlato de la competencia entre burguesas locales, conllev al inicio de una carrera imperialista entre las potencias europeas. El desarrollo cientfico y tecnolgico que tuvo lugar en Europa, desde la segunda mitad del siglo XVIII y especialmente en la primera mitad del siglo XIX, conllevo tambin al desarrollo del conocimiento en otras reas, como los estudios sociales. El desarrollo de las ciencias en el contexto sealado no debe comprenderse como un proceso lineal, ni mucho menos armnico, sino como proceso de constante discusin y contradicciones. En ese sentido, Eric Hobsbawm sealaba con respecto al desarrollo de la ciencia que it also proceeds by the discovery of new problems, of new ways of looking at old ones, of new ways of tackling or solving old ones (1964: 328). El desarrollo de las ciencias, en todas sus disciplinas, en el contexto del desarrollo capitalista industrial de Europa, en la primera mitad del siglo XIX se caracteriz por la predominancia de una alteracin emocional, como directriz del quehacer cientfico: la sorpresa. En ese marco, toda investigacin o emprendimiento cientfico, ya fuera en el rea de las ciencias puras, naturales o sociales, conllevaba implcita una pulsin[footnoteRef:1]: la de hallar aquello que diera lugar a esta alteracin emocional. [1: En este caso, hago uso del concepto pulsin tomando su sentido del acervo del psicoanlisis, entendindole, de manera simplificada, como un impulso mental que emana del inconsciente y se manifiesta en acciones concretas, que no comprenden una planificacin consciente, tanto como responde a impulsos interiorizados o que se manifiestan en el nivel del inconsciente. Esto sucede, por ejemplo, con la auto-conservacin por ejemplo, o la pulsin sexual. (Cf. Laplanche & Pontalis, 2004). ]

En el presente ensayo mi objetivo tiene que ver indagar sobre con la persistencia de esta pulsin, en el quehacer especfico de la disciplina antropolgica, enfatizando en el mtodo etnogrfico, como garante de la misma. En ese marco, la hiptesis de partida para el presente ensayo es que, en todo emprendimiento etnogrfico se manifiesta la pulsin de la sorpresa, que es la que impulsa en primera instancia al investigador a envolverse en su tarea. El hecho que utilice un concepto tomado del psicoanlisis no quiere decir que mi reflexin tenga un sentido psicolgico o psicoanaltico. Empero, de esta aclaracin emerge la problemtica para el presente trabajo Cmo dar cuenta de una actitud en el quehacer del investigador etngrafo? En este caso, considero que a partir del texto, ya que la etnografa no es tan slo un mtodo de acopio de informacin, sino tambin un estilo de relato particular. Considero, por lo tanto, que a partir de la revisin crtica del relato etnogrfico, es posible desentraar tambin actitudes e impulsos, manifestados por el propio investigador en su prosa. El punto de partida de la presente reflexin tiene que ver con que, de todas las disciplinas, en ciencias sociales, que emergieron a partir del desarrollo cientfico del siglo XIX, la que mejor ha conservado la pulsin de la sorpresa, y la contina reproduciendo como elemento fundamental de su telos y de su ethos, es la antropologa. La investigacin etnogrfica no tendra sentido, si por detrs de la misma y de la enunciacin de sus hiptesis iniciales no estuviera presente esto que denomino la pulsin de la sorpresa. Para el desarrollo de la reflexin que propongo me remitir a tres textos etnogrficos, en los cuales intentar desentraar la pulsin de la sorpresa, a partir de los objetivos planteados por los propios autores, en primera instancia. Luego intentar develar, de los pasajes del texto, aquellos momentos en que los autores se refieren a la sorpresa frente a algn elemento que rompe con su pulsin inicial. Esto ltimo puede presentarse, en el texto, de diversas formas, ya sea a partir de la extraeza, el intento de la justificacin o, sencillamente, la omisin o el hecho de restarle importancia frente a los elementos desconcertantes que rompen con la pulsin de la sorpresa. Para el objetivo del presente ensayo, revisar la etnografa de Bronislaw Malinowski Los argonautas del Pacfico sur (1986); Las lanzas del crepsculo de Philippe Descola (2005); y, finalmente, Los elegidos de Dios de Alfonso Villa Rojas (1987). La revisin que realizar sobre estos textos no ser exhaustiva, y tan solo me detendr en pasajes que sirvan a la discusin que propongo.La pulsin de la sorpresaContinuando con los apuntes realizados en la introduccin, la sorpresa puede ser tanto negativa como positiva, y ambas pueden tener lugar en el mismo acontecimiento del encuentro del etngrafo con su objeto de estudio. Es por ello que muchos textos sobre el mtodo de investigacin etnogrfica tienden a enfatizar sobre el efecto del trabajo de campo, tanto en lo que respecta a la disciplina, como sobre la persona del investigador (Guber, 2011; Krotz, 1991). En ese sentido, la sorpresa, como correlato de la pulsin, puede ser positiva, tanto en la medida en que la investigacin etnogrfica contribuya al conocimiento en la disciplina, en el sentido de poner en cuestin planteamientos anteriores de pretensin paradigmtica; as como en la medida en que la pulsin de la sorpresa se vea confirmada en la prosa del autor, en un sentido crtico, incluso con respecto a las premisas tericas empleadas como punto de partida para investigacin (Malinowski, 1986). Por otra parte, la sorpresa es negativa cuando la investigacin no devela nada o la prosa del autor se empea en la defensa de postulados o paradigmas previos a la realizacin del trabajo de campo. Ahora bien, no cabe duda que la discusin planteada en las lneas anteriores puede resultar problemtica, pues se inserta incluso en el deleznable campo de la ideologa, que es de hecho la que, en gran medida, permite la persistencia y constante renovacin de la pulsin de la sorpresa. Por lo tanto, la utilizacin de los trminos positivo o negativo no tiene que ver con un juicio de valor, ms que con una adjetivacin que me permita una aproximacin a los textos, lo cual, seguramente, tampoco me aleja de la complejidad de la discusin propuesta. En el marco de lo apuntado, y por una cuestin de extensin, mi propsito en el presente trabajo no es dar cuenta de todas las manifestaciones de la pulsin del la sorpresa, ni tampoco el descentramiento de la misma, a partir de una aproximacin a los textos etnogrficos desde una crtica a la ideologa, o escuela de pensamiento. De hecho, esa es una tarea que ya fue desarrollada, en buena medida por antroplogos post-estructuralistas como Clifford Geertz o James Clifford, entre otros. Me interesa por lo tanto, centrarme en una pulsin en particular, la del antroplogo por hallar lo particular, lo prstino, la imagen viva del pasado[footnoteRef:2]. La antropologa clsica, de la segunda mitad del siglo XIX inaugur una pulsin que, en mayor o menor medida, se manifiesta hasta el presente: la del hallazgo de lo distinto y lo aejo, del mundo perdido, de los remanentes de un pasado que supo mantenerse al margen del movimiento de la historia, paradjicamente, cada vez ms globalizado y conexo. Esta es la pulsin de la sorpresa sobre la que me interesa reflexionar, como una continuidad o persistencia del quehacer antropolgico, pero que puede ser comprendida como un problema, cuando no se acomoda a las expectativas iniciales del investigador: Un nativo que desconcierta por lo hbrido, encontrado en los confines de la tierra, extraamente familiar y distinto, por esa misma familiaridad no procesada (Clifford, 2008: 31). En este caso la sorpresa se re-significa, pues si bien el encuentro desconcertante que contribuye a romper mitos de la disciplina puede ser positivo al enriquecimiento de la disciplina, no lo es para el investigador que ve su deseo castrado. Y, es en este punto que me parece que la utilizacin del trmino pulsin es pertinente, pues se refiere a deseo inconsciente, que bien puede verse satisfecho, si es que el investigador incurre en la negacin de la sorpresa positiva, o afirma que su hiptesis de partida la del descubrimiento se vio confirmada. [2: Esto no implica, de ninguna manera, que todas las investigaciones antropolgicas se funden en las mismas aspiraciones u objetivos, ni mucho menos que empleen un lenguaje homogneo e inmutado de la antropologa clsica. Me refiero a un deseo intrnseco, por ello hago uso del concepto pulsin, y no de cualquier otro que pudiera implicar intencin expresa o consciente. ]

Como sealo en la primera parte, para el presente ensayo me refiero a la pulsin de la sorpresa, el deseo heredado de los primeros investigadores antroplogos por hallar, en las sociedades calificadas de primitivas, los elementos vivos del pasado[footnoteRef:3], los mundos perdidos, que permitiran afirmar la existencia de un pasado, un presente y un futuro de la humanidad. Si bien los postulados evolucionistas de la antropologa clsica fueron ampliamente criticados, desde diversas posturas al interior de la disciplina, no cabe duda que la pulsin persisti. En el caso de Malinowski, un primer elemento a destacar es su defensa de la etnografa como mtodo cientfico para conocer con cercana a su objeto de estudio, en los albores del siglo XX, criticando as el quehacer de sus predecesores. El etngrafo es, a un tiempo, su propio cronista e historiador; sus fuentes son, pues, sin duda, de fcil accesibilidad pero tambin resultan sumamente evasivas y complejas, ya que no radican tanto en documentos de tipo estable, materiales, como en el comportamiento y los recuerdos de seres vivientes (1986: 22). Esta crtica fundamental, sin embargo, no lo alejaba del todo del imaginario o pulsin a la que me refiero, por lo cual el autor consideraba que la etnografa, a ms de generar datos on mayor exactitud, permite captar el espritu de los indgenas, el autntico cuadro de la vida tribal (Ibd.: 23). El elemento que permite develar la posibilidad de la pulsin, en el caso de Malinowski es su afirmacin recurrente de la otredad indgena, o comunidades primitivas como algo irremediablemente ajeno y que puede resultar agobiante. Aunque, no cabe duda que el texto del autor sienta las bases para la crtica a la propia pulsin a la que en este caso me refiero. [3: Cf. Conceptos de la filosofa de la historia de Walter Benjamin (2007). ]

De hecho la cualidad de Malinowski, en el momento en que escribe su etnografa, tiene que ver con su crtica a los postulados irrefutables, arguyendo que el oficio del antropolgico, en realidad tiene que ver con refutar planteamientos iniciales. Cuantos ms problemas se plantee sobre la marcha, cuanto ms se acostumbre a amoldar sus teoras a los hechos y a ver los datos como capaces de configurar una teora, mejor equipado estar para su trabajo (Ibd.: 26). La posibilidad, en el caso de Malinowski, de establecer esta crtica es justamente corolario de haber hecho etnografa o trabajo de campo. Esto es, el autor crtica los trabajos de sus antecesores, a partir de l mismo haber desmentido sus hiptesis de partida, durante su trabajo de campo. Sin embargo, la pulsin de la sorpresa contina presente en su quehacer, en el sentido que reafirma, recurrentemente, a una otredad plausible de ser develada en su autentica complejidad (postura prxima al naturalismo). Por su parte, Alfonso Villa Rojas realiz su exhaustiva etnografa / monografa sobre los mayas, en los aos 70 del siglo XX, bastante despus que Malinowski, y en un contexto distinto. En la prosa de Villa Rojas, sin embargo, la pulsin de la sorpresa, exhibida en cierta medida de forma acrtica, es mucho ms evidente que en el caso del primero. Esto lo expresa el propio Miguel Len Portilla portador tambin de la pulsin en el prefacio del texto: de un lado su trabajo fue rescate de lo que era la cultura del ltimo grupo superviviente de los mayas alzados (Portilla en Villa, 1987: 17). Puede que, en efecto, se tratara de un grupo aislado, como los hay hasta el presente, pero es la alusin a un pasado en el presente lo que me permite dar cuenta de la pulsin de la sorpresa. Ya en el propio texto de Villa Rojas, la pulsin se hace manifiesta en diversos pasajes, en los que afirma que las comunidades maya sobre las que investiga se caracterizan por su tendencia al aislamiento, su rechazo a los avances de la civilizacin (Villa, 1987: 141). La pulsin por sostener esta hiptesis de partida, deriva en omisiones o indiferencias en el texto, as como afirmaciones cuya intencin afirmativa es dudosa Ms all de lo citado hasta aqu se encuentran los lugares que forman el mundo imaginario del nativo: Mxico, Alemania, Italia, Japn, etc. de los cuales han odo rumores por conducto de chicleros y comerciantes ambulantes (Ibd.: 149). Esta afirmacin resulta incierta, a la vez que devela cierta compulsin por confirmar la realizacin de su deseo de hallar a la otredad en el tiempo. Finalmente, en el caso de Philippe Descola tambin se manifiesta la pulsin, cuya vertiente podra situarse aunque esto es ms una intuicin que una aseveracin demostrable en la literatura que constituy la escuela de Descola. Me refiero en este caso a los trabajos de su maestro Claude Levi Strauss. En el relato etnogrfico de Descola queda claro que esta pulsin se vio alimentada, tambin, por sus primeros interlocutores: Golpeados por la descorazonadora idea de perseguir una quimera, nos llev varios das comprender que nuestros interlocutores ignoraban todo de la selva (2005: 15). Sin embargo, en un primer momento, la impresin del investigador era la de la angustia de lo desconocido e inaccesible. Posteriormente, si bien muchos de los relatos que mitificaban su objeto de estudio se ven desmentidos, y el propio investigador va asumiendo una posicin crtica con respecto a su quehacer, mantiene presente la pulsin en el resto del relato. Esto se hace evidente en ciertos pasajes en los que Descola revela su sorpresa, ante acontecimientos que objetan las preconcepciones con las cuales emprendi su investigacin, sin por ello romper con el deseo del descubrimiento de algn pasado. Es como para creer que hemos dado con los nicos indgenas pacficos de esta sociedad sanguinaria y que se esfuerzan por representar ante nosotros una ficcin rousseauniana que nada en la literatura etnogrfica dejaba prever (Ibd.: 57). De hecho, en la propia prosa de Descola se halla una estrategia literaria para exponer de manera estilizada la pulsin de la sorpresa, que tiene que ver tambin con el objetivo etnogrfico de la extraeza sostenida. El estilo de escritura de Descola, exquisito cual literatura romntica, contribuye a mantener viva la pulsin de la sorpresa, y esta es quizs la cualidad de su texto, misma que conlleva a una tensin en el quehacer etnogrfico: Cmo superar la pulsin de la sorpresa tal como la describ lneas atrs, sin caer en una narrativa etnogrfica que anule el asombro[footnoteRef:4] del objeto de estudio. [4: En este caso, el asombro es distinto a la sorpresa, pues va ms all de la pulsin, o de las determinaciones ideolgicas del investigador. El asombro tiene que ver con el modus operandi, propiamente dicho, de la etnografa, es decir, con una cualidad del investigador de poder captar detalles que le permitan comprender las dinmicas sociales en el contexto en el que se halla. ]

Colofn. Sorpresa u omisinAl principio seal que la sorpresa bien puede ser positiva o negativa, lo cual no implica un juicio de valor en s, ya que lo que puede resultar como sorpresa negativa para el contrariado investigador, podra contribuir a enriquecer a las discusiones en la disciplina. La sorpresa no es lo mismo que la pulsin de la sorpresa, en todo caso es su correlato, y se objetiva en la descripcin que resulta de la investigacin, es decir en el texto. En otras palabras, la pulsin de la sorpresa es previa a la investigacin, y puede mantenerse a lo largo de la misma, e incluso en la descripcin / interpretacin de lo observado, en el texto. La sorpresa, por su parte, puede significar la anulacin de la pulsin o su renovacin, en un sentido de autocrtica, o bien puede ser omitida en salvaguarda inconsciente de la pulsin inicial. En el primer caso, es ms plausible dar cuenta de la anulacin en el texto, que en el segundo, ya que la omisin puede resultar en la no-mencin intencional de algn aspecto observado por el investigador. En el marco de lo apuntado, la presente reflexin tiene que ver con aquellas posturas crticas, que postulan la necesidad de desmitificar en cierta medida la posibilidad de plasmar la realidad del objeto estudiado (Marcus & Gushman, 2008), sin que ello implique negar la posibilidad del oficio etnogrfico. Al interior del propio relato etnogrfico se pueden hallar elementos que denotan la sorpresa, en alguno de los sentidos apuntados. Por ejemplo, en el caso la etnografa de Villa Rojas, es posible dar cuenta de determinadas omisiones, sobre aspectos que, si los hubiera desarrollado, desmentiran su afirmacin de una comunidad aislada y anclada en el pasado. La poca atencin a la proveniencia de utensilios domsticos, as como a la relacin de los pobladores con la gente de afuera, en trminos comerciales y laborales, son elementos que permiten afirmar lo anterior. De la misma manera, en el caso de Descola, la sorpresa se manifiesta de diversas formas, por ejemplo en la valoracin de la guerra, como actividad negativa, que demuestra su apego a una perspectiva estructuralista[footnoteRef:5]. Otra manifestacin de la sorpresa en Descola tiene que ver con un elemento puntual que lo desconcierta en la indumentaria indgena Wajari no es el nico que se puso la ropa de domingo: varios hombres ostentan camisas que haran honor a una escuela de samba (Descola, 2005: 62). Esto conlleva a afirmar que, lo que se entendi en el presente ensayo como sorpresa positiva y sorpresa negativa, de ninguna manera son manifestaciones absolutas determinantes del relato. Al interior de un mismo relato puede tener lugar el desconcierto, la omisin y la contribucin, en el sentido en que intent desarrollar estos conceptos en el presente trabajo. [5: Esto lo sealo, porque en dos decenios antes, Pierre Clastres asumi una postura crtica con respecto a la literatura antropolgica estructuralista y marxista, enfatizando en la guerra como la cualidad poltica de las sociedades tribales amaznicas (Clastres, 1978). ]

Ahora bien, a modo de conclusin, con la presente reflexin, mi propsito no fue el de develar una actitud reprochable en los trabajos etnogrficos revisados. Por ello es que decid hacer uso de un concepto tomado del psicoanlisis que me permitiera, en todo caso, dar cuenta de una narrativa o representacin que, en mayor o menor medida, se halla presente en el quehacer de la etnografa. Por lo tanto, la pulsin de la sorpresa o la sorpresa no son conceptos que conlleven un juicio de valor, sino propuestas para contribuir a la reflexin sobre la disciplina y el mtodo. La etnografa, sealbamos al principio, no es slo un mtodo empirista de acopio de informacin a partir del trabajo de campo, es tambin un gnero de escritura particular, cuyo estilo comprende descripcin, explicacin e interpretacin, en el mismo relato (Sperber, 1991). Y, es justamente esta complejidad del relato la que conlleva a la necesidad de desentraarlo de mltiples formas, y desde distintas perspectivas. En ese marco, la presente reflexin pretendi ser una reflexin sobre el relato etnogrfico, como repercusin de las impresiones del investigador, mismo que se halla determinado por preconcepciones y certezas ideolgicas. En este entendido, la redaccin del relato etnogrfico no se halla exenta de la extrapolacin de la experiencia, misma que a la vez es, muchas veces, velada a travs de una prosa que concede objetividad al texto. Sin embargo, a partir de escudriar en el propio relato, considero que es posible dar cuenta de manifestaciones de aquellos elementos que determinan la descripcin y condicionan la interpretacin. Esto, una vez ms, ms que una valoracin negativa, tiene que ver con la realizacin de apuntes sobre la complejidad del quehacer etnogrfico.

Bibliografa Clastres, Pierre (1978). La sociedad contra el Estado. Barcelona: Monte vila Editores.Clifford, James (2008). Itinerarios transculturales. Barcelona: Editorial GedisaDescola, Philippe (2005). Las lanzas del crepsculo. Buenos Aires: Fondo de Cultura Econmica.Guber, Rosana (2011). Etnografa: Mtodo, campo y reflexividad. Buenos Aires: Siglo Veintiuno Editores.Hobsbawm, Eric (1964). The age of revolution, 1789-1848. New York: New American Library.Krotz, Esteban. Viaje de campo y conocimiento antropolgico En: Alteridades n 1 (1991). Mxico D.F.: Universidad Autnoma Metropolitana. Pp.: 50-57.Laplanche, Jean; Pontalis, Jean-Bertrand (2004). Diccionario de psicoanlisis. Barcelona: Editorial Paids. Malinowski, Bronislaw (1986). Los argonautas del Pacfico sur. Barcelona: Planeta-Agostini Ediciones.Marcus, George; Cushman, Dick. Las etnografas como textos En: Reynoso, Carlos (ed.) (2008) El surgimiento de la antropologa posmoderna. Barcelona: Editorial Gedisa. Sperber, Dan. Etnografia interpretativa y antropologa terica En: Alteridades n 1 (1991). MxicoD.F.: Universidad Autnoma Metropolitana. Pp.: 111-128.Villa, Alfonso (1987). Los elegidos de dios. Mxico D.F.: Instituto Nacional Indigenista.

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