Ensayo Justicia Internacional

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UNIVERSIDAD PRIVADA TELESUP DERECHO PROCESAL PENAL II TUTOR: Dr. JOSÉ ALEJANDRO ROJAS FLORES ENSAYO “LA IMPORTANCIA DE LA COOPERACIÓN INTERNACIONAL EN LA PERSECUCIÓN Y JUZGAMIENTO DEL CRIMEN” PRESENTADO POR: FREDY RAMIRO PALOMINO GAVILAN CARRERA PROFESIONAL: DERECHO CORPORATIVO – CICLO V

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UNIVERSIDAD PRIVADA TELESUP

DERECHO PROCESAL PENAL II

TUTOR:

Dr. JOSÉ ALEJANDRO ROJAS FLORES

ENSAYO“LA IMPORTANCIA DE LA COOPERACIÓN INTERNACIONAL EN LA PERSECUCIÓN Y

JUZGAMIENTO DEL CRIMEN”

PRESENTADO POR:

FREDY RAMIRO PALOMINO GAVILAN

CARRERA PROFESIONAL:

DERECHO CORPORATIVO – CICLO V

LIMA – PERU

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INTRODUCCIÓN

El presente ensayo es para tratar acerca de la necesidad y la conveniencia de implementar

el Derecho Penal Internacional en nuestro ordenamiento jurídico. Con este fin, realizo una

descripción básica de los crímenes de Derecho internacional, para luego presentar los

argumentos tanto jurídicos como de política jurídica a considerar en la discusión;

finalmente, para resaltar la importancia de la cooperación internacional en la

persecución y juzgamiento del crimen. Entre los primeros, desarrolla ciertas obligaciones

preexistentes del Estado peruano, la falta de identidad entre el injusto de los crímenes

internacionales y de los delitos de Derecho interno y la necesidad general de

implementación de las normas penales internacionales para asegurar su aplicabilidad en el

Derecho interno dada la exigencia de determinación de la ley penal vigente en el sistema

jurídico continental. En una tercera parte del trabajo se exponen esquemáticamente las

distintas formas de implementación empleadas a la fecha por otros Estados, tanto en lo

relativo al cómo implementar como en lo relativo al dónde implementar. Finalmente,

desarrollaré la forma de la cooperación internacional para combatir el crimen.

El autor.

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I. EL OBJETO DE LA IMPLEMENTACIÓN: LOS CRÍMENES DE

DERECHO INTERNACIONAL

El Derecho Penal Internacional es aquella disciplina jurídica que se ocupa de las normas

que fundamentan la punibilidad de ciertas conductas directamente a partir del Derecho

Internacional.1

Siguiendo a Werle, para ser objeto de estudio por el Derecho Penal Internacional, una

norma debe reunir tres condiciones:

1. Debe describir un hecho típico imputable individualmente, y prever una pena como

consecuencia jurídica.

2. Debe ser parte del ordenamiento jurídico internacional.

3. La punibilidad de la conducta descrita debe ser independiente de su tipificación

como delito en el Derecho nacional y de si el ordenamiento jurídico de un Estado

permite a sus tribunales la aplicación directa de las normas penales internacionales.2

1 WERLE, Gerhard. (2005) Tratado de Derecho Penal Internacional. Coordinación de la traducción al español por DÍAZ PITA, María del Mar. Editorial Tirant lo Blanch. P. 76. Valencia.2 Ibídem.

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Esta descripción deja de lado las normas procesales del Derecho Penal Internacional y las

materiales referidas a su parte general, pero nos valemos de ella por cuanto es útil a los

efectos de distinguir claramente el Derecho Penal Internacional de los Derechos penales

nacionales y de las demás disciplinas que conforman el derecho penal de trascendencia

internacional.

Los crímenes de Derecho internacional, que coinciden con los crímenes para cuya

investigación y juzgamiento es competente la Corte Penal Internacional son cuatro, aunque

respecto de uno de ellos se da una situación muy especial. A continuación una apretada

revista de cada uno:

1. El genocidio

El tipo penal de genocidio consiste en perpetrar uno o más “hechos individuales” con

la intención de destruir total o parcialmente a un grupo nacional, étnico, racial o

religioso como tal. Este ánimo, común a todas las figuras de genocidio, es el

elemento decisivo que hace de tales conductas atentados contra la paz y seguridad

internacionales elevados a la categoría de crímenes internacionales.

En el juicio de Núremberg se consideró al genocidio como una forma de crimen

contra la humanidad. Sin embargo, a poco andar, ya con la Convención contra en

Genocidio de 1948, este crimen cristalizó como una categoría independiente. La

definición del artículo 6 del Estatuto de la Corte Penal Internacional es una

reproducción de la definición contenida en el artículo 2 del Convenio para la

prevención y sanción del delito de genocidio del 9 de diciembre de 1948.

2. Los crímenes de lesa humanidad (o crímenes contra la humanidad)

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Esta clase de crímenes consiste en acciones (hechos individuales) cometidos como

parte de un ataque generalizado o sistemático contra una población civil (hecho

global) con conocimiento de dicho ataque.

Se encontraban definidos en el Estatuto del Tribunal Militar Internacional de

Núremberg, que exigió para su comisión un nexo con un conflicto armado. Sin

embargo, al contrario de lo que sucedió con el genocidio y los crímenes de guerra, no

fueron definidos en ningún tratado posterior hasta el Estatuto de la Corte Penal

Internacional, donde se lo define para los efectos de establecer la competencia

material de la Corte (artículo 7)

3. Los crímenes de guerra

Son los crímenes de los que más antiguos antecedentes se tienen. Están regulados en

numerosísimas convenciones, y estaban también contemplados en el Estatuto del

Tribunal Militar Internacional de Núremberg. Hoy, los tratados más importantes

sobre derecho humanitario, que contienen también normas penales, son los

Convenios de Ginebra del 12 de agosto de 1949 y sus dos protocolos adicionales del

8 de junio de 1977. El Estatuto de la Corte Penal Internacional también contiene una

larga lista de crímenes de guerra en su artículo 8.

Lo particular y novedoso de la regulación de los crímenes de guerra en el Estatuto de

la Corte Penal Internacional consiste en que no solamente se refiere a los crímenes de

guerra en conflictos armados internacionales, sino también a crímenes de guerra que

en conflictos armados no internacionales, comúnmente llamados crímenes de guerra

civil. En efecto, los conflictos que más recientemente han llamado la atención de la

comunidad internacional, cuya calidad de internacional es a lo menos dudosa

(antigua Yugoslavia, Ruanda, Uganda, República Democrática del Congo, Sudán),

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muestran la obsolescencia de la distinción entre crímenes de guerra interna y

crímenes de guerra civil, que data de una época en que la soberanía estatal se

consideraba más importante que el resguardo de los derechos humanos.

Esta época ha llegado a su ocaso, al menos en lo que al Derecho respecta y en el

ámbito internacional la jurisprudencia de la última década (sobre todo la del Tribunal

Internacional Penal para la antigua Yugoslavia, la del Tribunal Penal para Ruanda y

la de las Cortes Internacionales de Derechos Humanos). De hecho, se critica al

Estatuto de la Corte Penal Internacional que no contempla algunos crímenes de

guerra civil que sí están reconocidos en el Derecho consuetudinario.

4. El crimen de agresión

Como “crimen contra la paz” aparecía ya en el Estatuto del Tribunal Militar

Internacional de Núremberg. Sin embargo, en la actualidad, por razones coyunturales

de política internacional no ha sido posible encontrar una tipificación de consenso

para este crimen, aunque la Asamblea de Estados Partes del Estatuto de la Corte

Penal Internacional trabaja en ello. Como no se logró una definición para la

Conferencia de Plenipotenciarios de 1998 en Roma, si bien el crimen de agresión

está mencionado como uno de aquellos sobre los cuales la Corte Penal Internacional

tiene jurisdicción, no puede ejercerla. Para definir este crimen será necesaria una

modificación al Estatuto (arts. 5, 121 y 123 Estatuto de la Corte Penal Internacional),

lo que puede tener lugar sólo a partir de su séptimo año de vigencia (desde el 1 de

julio de 2009).

Es el que menos trascendencia tiene desde el punto de vista de la implementación,

pues a falta de definición estatutaria no puede aún ser perseguido por la jurisdicción

internacional.

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La reciente Convención de La Haya3

“De ahí que la última Convención sobre Protección de Niños y Cooperación respecto a la adopción internacional suscripta en mayo de 1993 en La Haya procura conjurar estas perversas derivaciones, por supuesto no queridas por un instituto tan noble como la adopción. A tal fin se prevé la creación de una Autoridad Central en cada uno de los países signatarios de la Convención, a fin de intervenir en los supuestos de adopción entre países.

En tales supuestos, tanto en la Autoridad Central del país de origen del niño como la correspondiente al país del o los adoptantes se otorgan recíprocamente las garantías necesarias a fin de asegurar el deseo legítimo de adoptar de los nuevos padres como el interés mismo de los niños”.

Un crimen de nuestro tiempo4

Como correlato y paralelamente a este instituto de honda raigambre humana y familiar se

ha venido desarrollando en el mundo una práctica criminal: el tráfico ilegal de menores.

El secuestro, la venta o el tráfico de niños se ha venido así a constituir en una novedosa

forma de crimen internacional, calificable como un verdadero delito contra la humanidad.

El destino de este comercio eventual puede tener derivaciones aún más peligrosas, cuales

son la prostitución de los menores, su desvío o perversión sexual o la sustracción misma de

sus órganos, para trasplantes u otros destinos de la cirugía y medicina.

En estas circunstancias es necesario preservar a la adopción internacional de tan funestas

como posibles derivaciones del antedicho comercio ilegal.

En nuestro país se ha comentado en diversas oportunidades casos de madres que mediante

el pago de un precio –seguramente incrementado de mediar un tercero comisionista–

3 En el marco de la 17ava. Sesión de la Conferencia de La Haya sobre Derecho Internacional Privado y suscripto por delegados de los gobiernos de: Argentina, Australia, Austria, Bélgica, Canadá, Chile, China, Chipre', la República de Checoslovaquia, Dinamarca, Egipto, Finlandia, Francia, Alemania, Grecia, Hungría, Irlanda, los Países Bajos, Noruega, Polonia, Portugal, Rumania, Israel, Italia, Japón, Luxemburgo, Méjico, Eslovenia, España, Suecia, Suiza, Turquía, el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte, los Estados Unidos de Norteamérica, Uruguay y Venezuela, como Estados Miembros, como también por delegados de los gobiernos de Albania, Bielorrusia, Benin, Bolivia, Brasil, Bulgaria, Burkina Faso, Colombia, Costa Rica, El Salvador, Ecuador, Haití, la Santa Sede, Honduras, India, Indonesia, Kenya, la República de Corea, Líbano, Madagascar, Mauricio, Nepal, Panamá, Perú, Filipinas, la Federación Rusa, Senegal, Sri Lanka, Tailandia y Vietnam, participando como invitados.4 BALESTRA, Ricardo. (1998) Derecho Internacional Privado - Parte Especial. Editorial Abeledo Perrot. Buenos Aires – Argentina.

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entregan su hijo a un futuro adoptante. Ello realizado incluso con la intervención de un

juez competente y la representación del Ministerio Público que, sin conocer los datos del

comercio ilegal, adjudican el menor a sus padres adoptivos.

Si éstos resultan luego no ser tales, sino un eslabón más en la cadena del tráfico ilegal,

volvemos al antedicho peligro que amenaza a los menores.

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II. LA NECESIDAD DE IMPLEMENTAR LOS CRÍMENES

TIPIFICADOS EN EL ESTATUTO DE LA CORTE PENAL

INTERNACIONAL

Estrictamente, el Estatuto de la Corte Penal Internacional no impone a los Estados partes

del tratado la obligación de implementar los crímenes internacionales definidos en él para

los efectos de fijar su competencia material. Sin embargo, el Estatuto contiene obligaciones

para los Estados parte en cuanto implementa normas del Derecho penal material: contiene

la obligación para los Estados partes de hacer extensivas sus leyes penales que castiguen

los delitos contra la integridad de los procedimientos nacionales a los delitos contra la

administración de justicia regulados en su artículo 70, entre los que se cuentan dar falso

testimonio, la corrupción de testigos o funcionarios de la Corte Penal Internacional, etc.

La otra obligación inequívoca de implementación establecida en el tratado toca al Derecho

procesal y consiste en la obligación para los Estados partes de establecer procedimientos

de Derecho interno para cooperar con la Corte de conformidad con la parte IX de su

Estatuto, vale decir, para cumplir con solicitudes de detención y entrega, de realización de

inspecciones oculares, de identificación de personas u objetos, de protección a víctimas y

testigos, etc.

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Si bien el Estatuto de la Corte Penal Internacional no contiene, como ya está consignado, la

obligación expresa para sus Estados partes de implementar los crímenes internacionales en

el Derecho nacional, existe una serie de argumentos, tanto estrictamente jurídicos como de

política jurídica, que hacen oportuna la implementación nacional de los crímenes

internacionales. En lo que sigue, no se analizará cada una de las figuras penales contenidas

en el Estatuto, ya que por su gran número resulta imposible detenerse en cada una en el

marco del presente artículo.

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III. LA IMPORTANCIA DE LA COOPERACIÓN INTERNACIONAL

DE PERSECUCIÓN Y JUZGAMIENTO DEL CRIMEN

Para una eficaz cooperación internacional de persecución y juzgamiento del crimen,

existe el derecho penal supranacional, las normas sobre el ámbito de aplicación de la ley

penal, el derecho de la cooperación internacional en materias penales y otras normas de

derecho penal material de trascendencia internacional, que puede surgir bien de la

importancia de ciertas conductas para intereses comunes a todos o por lo menos a la

mayoría de los Estados, bien debido a que la manifestación transfronteriza del crimen la

hace apropiada una acción interestatal coordinada. Por ejemplo, tráfico de estupefacientes,

regulado en el Convenio único sobre estupefacientes de 1961, en el Convenio sobre

sustancias sicotrópicas de 1971 y en la Convención de Naciones Unidas contra el tráfico

ilícito de estupefacientes y sustancias sicotrópicas de 1988. Asimismo, Artículo 6 del

Estatuto de la Corte Penal Internacional: “a) Matanza de miembros del grupo; b) Lesión

grave a la integridad física o mental de los miembros del grupo; c) Sometimiento

intencional del grupo a condiciones de existencia que hayan de acarrear su destrucción

física, total o parcial; d) Medidas destinadas a impedir nacimientos en el seno del grupo; e)

Traslado por la fuerza de niños del grupo a otro grupo.”

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Otro argumento a favor de una implementación de cooperación internacional de

persecución y juzgamiento del crimen surge al tener en consideración el objeto y fin del

Estatuto de la Corte Penal Internacional, que están obligados a no contrariar aún los

Estados firmantes, como Perú, y no sólo los Estados partes del tratado. El principal objeto

y fin del Estatuto de Roma es poner en práctica un sistema complementario de justicia

penal internacional, que para su funcionamiento óptimo supone que los Estados

implementen los crímenes internacionales en su Derecho interno, ya que el sistema sólo

funcionará adecuadamente cuando la persecución estatal de los crímenes de Derecho

internacional, bajo consideración del injusto específico de tales crímenes, sea la regla

general.

Con miras a este objetivo, ya que el Estado peruano ha resuelto encargar un estudio que

desemboque en la promulgación de una nueva legislación penal, sería recomendable que

no dejara fuera de los esfuerzos legislativos a los crímenes internacionales. Se contribuiría

así además de mejor forma, a conseguir el fin declarado de la modificación legislativa que

se persigue, cual es adecuar la regulación del Derecho penal peruano a los tiempos que

corren. Si se legisla sin incluir en esta importante reforma a los crímenes internacionales, el

Estado peruano estaría en cierto modo ignorando su existencia y evitando su aplicación en

el Perú, lo cual dista de condecirse con el objeto y fin del Tratado de Roma, que nuestra

Nación ha firmado y –según ha declarado en repetidas ocasiones– se apresta a ratificar.

Si bien seguramente una omisión en regular los crímenes internacionales no bastaría para

perseguir la responsabilidad internacional del Estado por el incumplimiento de la

obligación de no contrariar el objeto y fin del tratado que ha firmado (de ahí que éste no

esté incluido entre los argumentos estrictamente jurídicos), hablaría bien del Estado el

hecho de que procure contar con las herramientas legislativas necesarias para perseguir la

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responsabilidad penal por crímenes internacionales, abarcado su injusto específico y

subsanando eventuales lagunas de cobertura.

Por ejemplo, al adoptarse la Convención para la Prevención y Sanción del Delito de

Genocidio, el Secretario General de la ONU recibió ciertas ratificaciones con reservas 5.

Esto planteaba el problema de saber si las reservas que no habían sido aceptadas podían ser

válidas y, en consecuencia, computar las ratificaciones así formuladas para determinar la

entrada en vigor del tratado. Este tratado necesitaba un número mínimo de ratificaciones

para poder entrar en vigor. El Secretario General hace saber la cuestión a la Asamblea

General, la cual resuelve pedirle una opinión consultiva a la C.I.J. Esta, destacando que su

respuesta tiene en miras solamente la convención en cuestión, en la que, por su naturaleza,

es deseable que participe el mayor número posible de Estados, expresa que ningún Estado

puede ser obligado sin su consentimiento, por lo que la reserva que se formula será válida,

exclusivamente, para aquéllos que la acepten. Dice la C.I.J.: "Se puede considerar,

igualmente, como un principio reconocido que toda convención multilateral es el fruto de

un acuerdo efectuado libremente en lo que concierne a sus cláusulas y que en consecuencia

no puede corresponder a ninguno de los contratantes destruir o comprometer lo que es el

objeto o la razón de ser de la convención". La Corte llega a la conclusión de que la

apreciación de toda reserva, y de los efectos de las objeciones que se le puedan hacer,

depende de las circunstancias particulares de cada caso, pero que la reserva debe ser

compatible con el objeto y el fin de la convención. El autor de las reservas objetadas por

algunos de los contratantes es considerado, sin embargo, como parte en la convención en

las relaciones con aquéllos que las han aceptado. La Asamblea General, al recibir la

respuesta de la C.I.J., pide al Secretario General que, en lo concerniente a la Convención

en cuestión, se atenga a la opinión consultiva y con relación a las demás Convenciones que

5 Las reservas son las declaraciones unilaterales que hacen los Estados, en el momento de obligarse por el tratado, con el objeto de excluir o modificar los efectos jurídicos de ciertas disposiciones de éste en su aplicación al reservante. Obedecen, generalmente, a la oposición que encuentran algunas cláusulas del tratado en el órgano interno del Estado encargado de autorizar el consentimiento.

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se celebren en el futuro y de las que él sea designado depositario, no se pronuncie sobre el

efecto jurídico de las reservas que se formulen, limitándose a comunicarlas a todos los

Estados interesados, dejando que cada uno de ellos lo haga.

El sistema incorporado a la Convención por el art. 19 sigue, entonces, el criterio sostenido

por la C.I.J. estableciendo, como norma subsidiaria para el caso de silencio del tratado, la

posibilidad de efectuar reservas siempre que no sean contrarias a su objeto y a su fin. Se

considerará que la reserva ha sido aceptada tácitamente si no se ha formulado ninguna

objeción dentro de los doce meses siguientes a la fecha en que se haya recibido la

notificación de la reserva o en la fecha en que se haya manifestado el consentimiento en

obligarse por el tratado, si esta última fecha es posterior (art. 20, 5.). El Estado reservante

será considerado como parte en el tratado cuando al menos uno de los Estados contratantes

acepte la reserva expresa o tácitamente [art. 20, 4.a) y c) ] . La reserva produce los efectos

jurídicos deseados sólo entre el Estado reservante y aquéllos que la acepten: con relación a

éstos, de una declaración unilateral pasa a ser un verdadero acuerdo de voluntades. Si uno

de los Estados interesados considera que la reserva no es válida puede objetarla; esto no

impedirá, sin embargo, la entrada en vigor del tratado entre el Estado reservante y el

Estado objetante, entendiéndose en tal caso que las disposiciones a que se refiere la reserva

no se aplicarán entre los dos Estados en la medida que ella determina [arts. 20, 4 y 21, 3.].

Para que el tratado no entre en vigor entre ambos es necesario que el Estado que formula la

objeción se oponga inequívocamente a tal hecho [art. 20, 4.b) in fine]. La Convención

mantiene en un solo supuesto el principio de la unanimidad en la aceptación de la reserva

para que el reservante pueda ser considerado parte en el tratado: es el supuesto de los

tratados multilaterales restringidos. Finalmente, en el caso de que se trate de un tratado

constitutivo de una organización internacional, la validez de la reserva queda subordinada

a la aceptación por parte del órgano competente de la organización (art. 20, 3.). La

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Convención no prevé un mecanismo para la solución de la controversia que se plantea

entre el Estado reservante y aquéllos que objetan la validez de la reserva o la objetan y se

oponen a la entrada en vigor del tratado, por lo que los Estados, en tal supuesto, quedan

sujetos, solamente, a la norma de derecho internacional general que los obliga a solucionar

pacíficamente sus controversias por la vía que consideren más adecuada. Una reserva y una

objeción a una reserva pueden retirarse en cualquier momento, salvo que el tratado

disponga otra cosa (art. 22).

La reserva y todos los demás instrumentos referidos a ella –aceptación expresa u objeción–

deben formularse por escrito y comunicarse a los Estados contratantes y a todos aquéllos

que pudiesen llegar a ser parte en el tratado, (art. 23, 1.). Cuando un Estado contratante o

parte en un tratado ha efectuado una reserva, los Estados que con posterioridad manifiesten

su consentimiento en obligarse por el tratado deben, en ese momento, formular las

objeciones que pudiesen tener con relación a la reserva y, en su caso, oponerse

inequívocamente a la entrada en vigor del tratado entre ellos y el reservante (art. 20, 5. in

fine).6

He aquí, la importancia de la cooperación internacional de persecución y juzgamiento del

crimen aplicando el derecho y en abstracto logrando la paz en justicia social.

6 MONCAYO – VINUESA – GUTIÉRREZ POSSE. (1990). Derecho Internacional Público. Tomo I. Editorial Zavalia. Buenos Aires – Argentina.

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CONCLUSIONES

1. Resulta indispensable la incorporación de las medidas procesales y de cooperación

internacional que permitan realizar las tareas de persecución y juzgamiento de los

hechos competencia de la Corte Penal Internacional.

2. Una revisión integral de la Parte General del Derecho Penal debería incluir, por

supuesto, una reflexión sobre la imprescriptibilidad de los delitos del derecho penal

internacional, una cuestión altamente compleja, en sus matices jurídicos y políticos,

que no hemos podido abordar aquí, así como también las diversas formas de

comisión del hecho a partir de los sujetos al mando de cuerpos militares y

paramilitares, y actos de corrupción que ha venido siendo analizada en otras latitudes

bajo la forma del dominio del hecho por dominio de aparatos de poder, doctrina

alemana que merece también una discusión y análisis aparte, que no hemos podido

realizar aquí.

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FUENTES DE INFORMACIÓN

Referencias bibliográficas:

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jurídicas y políticas para la ratificación o implementación del Estatuto de Roma de la

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Derecho Penal Extranjero e Internacional. Uruguay.

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Editorial Abeledo Perrot. Buenos Aires – Argentina.

3. BIOCCA - CÁRDENAS – BASZ. (1997). Lecciones de Derecho Internacional

Privado. Parte General. Editorial Universidad. Buenos Aires.

4. CABANELLAS, Guillermo. (2003). Diccionario Jurídico Elemental. Torres Edición.

Argentina.

5. LEVENE Ricardo (h.). (1993). Manual de Derecho Procesal Penal. 2° edición. Tomo

II. Ediciones Depalma. Buenos Aires.

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Público. Tomo I. Editorial Zavalia. Buenos Aires – Argentina.

9. OSSORIO, Manuel. (2009). Diccionario de Ciencias Jurídicas Políticas y Sociales.

Editorial DATASCAN.

10. WERLE, Gerhard. (2005) Tratado de Derecho Penal Internacional. Coordinación de

la traducción al español por DÍAZ PITA, María del Mar. Editorial Tirant lo Blanch.

Valencia – España.

Referencias electrónicas / internet:

1. http://www.oas.org/juridico/spanish/agendas/estudio_final_bolivia.htm.

2. http://www.ministeriopublico.gob.pa/minpub/Portals/0/Pdfs/libros%20publicados/

libpub_1.pdf.

3. http://www1.infojus.gov.ar/legislacion/ley-nacional-25390-

aprobacion_estatuto_roma_corte.htm?1.