Ensayo política antidrogas-dfc

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Ensayo: Política antidrogas Desplazamiento Forzado en Colombia Pablo Aristizabal “Así entonces, se inició la política de fumigación contra la marihuana y la coca en el país. Al aceptar la exigencia estadounidense para utilizar esta táctica, el gobierno del presidente Betancur aceptaba, de hecho, el argumento de que el “flagelo” de los narcóticos estaba localizado en los polos de producción; lo cual vulneraba la concepción oficial acerca de la naturaleza multilateral y del alcance internacional del asunto de las drogas. De forma paralela, comenzó a reducirse gradualmente, aunque de manera notoria, el margen de maniobra del gobierno Colombiano en cuanto a la lucha antinarcóticos. La presión de Washington sobre Bogotá en el frente de las drogas ilícitas fue cada vez más ostensible y difícil de responder mediante estrategias autónomas de respuesta al fenómeno del narcotráfico”. (Tokatlian, 1998) De esta manera me inserto en la reflexión que se teje en torno a las políticas antidrogas y la erradicación de cultivos ilícitos en Colombia. Juan Gabriel Tokatlian aborda el tema desde un análisis que podría denominar cronológico, en tanto rastrea en el tiempo los esfuerzos “colaborativos” entre Estados Unidos y Colombia con la propensión única de eliminar el problema del narcotráfico. Realidad esta que ha lastrado consigo problemas de desplazamiento forzado, crisis en el campo –sin pretender abandonar el pertinente análisis de la carencia de una

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Ensayo: Política antidrogasDesplazamiento Forzado en ColombiaPablo Aristizabal

“Así entonces, se inició la política de fumigación contra la marihuana y la coca en el

país. Al aceptar la exigencia estadounidense para utilizar esta táctica, el gobierno del

presidente Betancur aceptaba, de hecho, el argumento de que el “flagelo” de los

narcóticos estaba localizado en los polos de producción; lo cual vulneraba la concepción

oficial acerca de la naturaleza multilateral y del alcance internacional del asunto de las

drogas. De forma paralela, comenzó a reducirse gradualmente, aunque de manera

notoria, el margen de maniobra del gobierno Colombiano en cuanto a la lucha

antinarcóticos. La presión de Washington sobre Bogotá en el frente de las drogas ilícitas

fue cada vez más ostensible y difícil de responder mediante estrategias autónomas de

respuesta al fenómeno del narcotráfico”. (Tokatlian, 1998)

De esta manera me inserto en la reflexión que se teje en torno a las políticas antidrogas

y la erradicación de cultivos ilícitos en Colombia. Juan Gabriel Tokatlian aborda el tema

desde un análisis que podría denominar cronológico, en tanto rastrea en el tiempo los

esfuerzos “colaborativos” entre Estados Unidos y Colombia con la propensión única de

eliminar el problema del narcotráfico. Realidad esta que ha lastrado consigo problemas

de desplazamiento forzado, crisis en el campo –sin pretender abandonar el pertinente

análisis de la carencia de una reforma agraria- y la vinculación directa de grupos

armados al margen de la ley. Subsecuentemente, la apertura económica evidenciada en

nuestro país en la década de los noventas traería a su vez, la necesidad de competir y

estar a la altura de las cada vez más frenéticas demandas globales, lo que representaría

la concreción y prospección de megaproyectos a todo lo largo y ancho de nuestro

territorio.

En este orden de ideas pretendo tomar una postura discursiva proclive a las expuestas

por el autor para llegar posiblemente a reforzar la ya sentida sensación de desengaño y

desconfianza que siempre deja una mirada al Estado y a sus instituciones. Lo primero

que encuentro relevante en mencionar es que las políticas antidrogas han sido

ciertamente ineficientes y más grave aún han contribuido al fortalecimiento de las

migraciones de campesinos que como hordas desorientadas, cada cierto tiempo se ven

obligados a abandonarlo todo, inclusive su propia identidad. A pesar de este innegable

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diagnóstico, el país ha continuado obstinadamente creyendo que el problema del

narcotráfico puede ser diezmado con el uso de químicos, ya desde el período

presidencial de Julio Cesar Turbay Ayala (1978-1982) Washington comenzó a presionar

para que Colombia implantara el uso de estos para erradicar en ese entonces la

marihuana y sólo dada la postura militar de Ayala que con el despliegue de la

“Operación Fulminante” logro calmar esa creciente propuesta, el país sólo postergó la

inyección letal de ese veneno en sus venas. Ya para los gobiernos de Belisario Betancur

Cuartas la manera de afrontar este flagelo toma un biso distinto, esto es, da la espalda al

uso de sustancias químicas y adopta la “extradición de nacionales a Estados Unidos y

una mayor militarización de la lucha antidrogas en Colombia” (Tokatlian, 1998), en

Virgilio Barco Vargas (1986-1990) la realidad del narcotráfico en Colombia ha

alcanzado dimensiones desproporcionadas donde los narcos se ven ampliamente

fortalecidos por caudal de dinero incesante que propicia la compra de tierras y la

generación de latifundios que como ya hemos discutido en otros módulos acrecientan el

desplazamiento forzado, además se observa ya una alianza entre narcos y paramilitares

que se convertirían en agentes garantes de seguridad para estos robustecidos traficantes,

aquí se continua con esa primera autorización de fumigación expedida en el 84 y se

fumigan buena cantidad de hectáreas con glifosato, el despliegue militar continua

aunque con más cuidado dadas denuncias de campesinos por abusos y atropellos a esta

población civil, para el año de 1989 por primera vez y tras resultados un poco

alentadores Estados Unidos cesa en su afán de presionar por el uso de fumigaciones, en

el periodo de César Gaviria Trujillo la utilización de herbicidas continua tímidamente,

mientras que da refuerzo a la política de extradición por vía administrativa con énfasis

en la política de sometimiento. Para la administración de Ernesto Samper (1994-1998)

la gestión antidrogas se vuelca totalmente al control americano quien despliega

ferozmente el uso de químicos y logra una sinergia entre todas las fuerzas armadas del

país, en este periodo se dan los mayores desastres ecológicos y una gran cantidad de

desplazamientos, reclamos y demandas de comunidades campesinas, afro descendientes

e indígenas, también se da un apoderamiento de vastas zonas del territorio nacional por

parte de las FARC y los paramilitares.

Hasta la fecha todos estos intentos de erradicar los cultivos ilícitos a través de

fumigaciones no ha arrojado saldos positivos ni mucho menos ha mermado la

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producción y distribución de las sustancias psicoactivas, por el contario sólo ha dejado

pasivos e innumerables deudas con la ecología y la población civil.

Vincular el efecto globo y megaproyectos y globalización…