Ensayo Sobre San Anselmo
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La utilidad de lo bueno para un fin en Monologio de San Anselmo de Canterbury.
Cicerón Muro Cabral.
Este ensayo pretende demostrar que dentro de la obra el Monologio se encuentra, tal vez
implícitamente el tema de la utilidad en la deducción que hace San Anselmo para demostrar
la existencia de Dios. Creo es importante saber esto, porque no sólo el hombre es capaz de
llegar concebir la existencia de Dios por la razón, sino que también le es útil, o tal vez hasta
necesario que lo haga, pues todo esto es lo que determina la felicidad del hombre.
La utilidad está presente en el método lógico de San Anselmo, está presente desde cuando
el hombre empieza el razonamiento, la utilidad es lo que determina que el hombre ame a
Dios, y creo que esto hay que dejarlo claro cuando se comente o se analice el Monologio.
La utilidad es un factor clave cuando nos acercamos a Dios, la búsqueda de lo útil en el
hombre es lo que nos lleva a Dios, pues es un ser perfecto, por lo tanto es lo más útil a lo
cual nos podemos acercar, para así poder llegar a la felicidad. Útil se puede definir como
“medio o instrumento para un fin cualquiera” (S. Th., I, q. 8, a. 3) como lo dijo San Alberto
Magno y creo esta definición puede ayudarnos a entender este ensayo, donde el fin
cualquiera consiste en la felicidad.
Se parte de que el hombre, como ser racional que es, le es posible juzgar, les es posible
conocer aunque sólo las imágenes o reflejos de las esencias. “Ser racional no es otra cosa
más que poder discernir lo justo de lo injusto, lo verdadero de lo falso, el bien del mal, lo
mejor de lo menos bueno.”1
1 San Anselmo, Monologio en Clemente Fernández, S.I. Los filósofos medievales. Selección de Textos,Tomo I, BAC, Madrid,1996, p. 64.
Ésta es la capacidad que tiene nuestra alma y es así como San Anselmo inicia su camino,
partiendo de la capacidad de discernir.
Es así como es posible reconocer la virtud de las cosas o de nuestros actos, sólo mediante el
elemento racional de nuestra alma, así podemos reconocer lo que es bueno y lo que es
verdadero, además como lo menciona el autor, ésta es la intención de nuestro espíritu y una
necesidad. Y todo surge del principio de utilidad “De ordinario, en efecto, no se considera
buena una cosa más que por razón de su utilidad, como la salud y lo que favorece, como la
belleza y lo que la fomenta.”2 Es útil la salud, pues nos mantiene sanos, con ella podemos
ejercer nuestras actividades tanto físicas e intelectivas; nos es útil la belleza pues mediante
ella podemos sentir un sentimiento de satisfacción o como queramos llamarle; es pues claro
que todo lo que juzgamos como bueno, es porque nos es útil.
Y el hombre siempre quiere gozar de lo que le es útil, y esto también lo menciona en el
Monologio “Como quiera que todos los hombres desean gozar, pero únicamente de las
cosas que juzgan buenas, fácilmente puede encaminar alguna vez su espíritu para buscar al
ser del cual procede la bondad de las cosas que no desea más que porque las juzga
buenas.”3
Se va describiendo en la obra de donde viene lo bueno, como es posible que lo deduzca la
razón, ya que cuando juzgamos la bondad en algo, lo hacemos en la relación con la idea
que tenemos de bondad, la idea que está presente en todas las cosas que juzgamos, una idea
de lo bueno de lo cual participa todo, un bien que tiene que ser un bien por sí mismo y no
2 Idem., p. 48.3 Idem., p. 47.
por otra cosa. Se podría parafrasear todo estos argumentos diciendo todo lo que es útil, pues
ya dejamos claro que lo bueno es lo útil para el hombre.
Se puede ver en San Anselmo también un problema de la verdad en lo relativo con las
esencias de las cosas, pues en una parte afirma que no podemos captar lo que es el ser en sí.
“Porque todas las palabras de esta especie, por las cuales hablamos de todas las cosas en nuestros espíritu, es decir, las pensamos, presentan las semejanzas e imágenes de las cosas que hablamos por ellas, y toda semejanza o imagen es tanto más o menos verdadera cuanto que imita más o menos el
objeto de que es imagen.”4
Captamos por los sentidos las simples apariencias de las cosas, estas apariencias son
variables, sufren de cambios, nos impiden tener una imagen realmente verdadera de lo que
son las cosas en sí, este conocimiento sólo lo puede tener quien es causa de que las cosas
sean, quien le da ser a las cosas que obviamente dirían muchos autores medievalistas, es
Dios. En nuestra mente sólo tenemos imágenes de las cosas, pero nuestro conocimiento de
estas cosas nunca será tan perfecto como de quien las creo, lo que podríamos atribuirles, en
donde podríamos tener más certeza es en las virtudes antes mencionadas, pues estas
virtudes como lo son la bondad, son de los más excelsos y mencionados atributos de Dios.
“Porque nadie duda que las substancias creadas sean en sí mismas bien distintas de lo que son en nuestro conocimiento. En sí mismas están por su propia esencia, mientras que en nuestro conocimiento no se encuentran sus esencias, sino solamente sus imágenes.”5
Sabiendo que somos seres racionales, capaces de discernir, capaces de observar la virtudes
en su relación con su utilidad que tengan para nosotros y que esto en el ejercicio lógico nos
lleva hasta Dios que es quien, podría decirse, provee de utilidad lo que juzgamos, que el
conocimientos de las cosas en sí (sus esencias) sólo las tiene Dios, pues es causa de éstas,
4 Idem., p.60.5 Idem., p.64.
en nuestra mente se encuentran puras imágenes que son más o menos verdaderas en cuanto
se asemejen a las esencias.
Éstas son las una de las capacidades que tiene el hombre como ser racional que es, todo
esto con el objetivo de tratar de comprender a lo que le da ser a lo que es y las virtudes que
puedan contener. Esa capacidad racional, como lo vemos en San Alselmo y además en las
Sagradas Escrituras es uno de los atributos (la capacidad de amar, la capacidad de crear,
etc…) que nos hace semejante a Dios, somos semejantes a Dios por ésta propiedad de
nuestra alma, y es así como podemos llegar a comprenderlo de una cierta manera, hay un
cierto impulso de parte de nuestra alma para conocer a Dios, ya que ésta viene de Él. “No
veo cómo se podría negar que hay en ella una verdadera imagen de esta esencia, en la cual
la memoria, la inteligencia y el amor constituyen una verdad inefable…”6 “Porque
independientemente de lo que debe al creador lo que ella es, se ve fácilmente que su destino
principal es el de recordar, comprender y amar al soberano bien; se puede aún probar que
no debe desear nada con más ardor.”7
Es obvio y claro que aquel que cumple el deseo que se tiene con mayor ardor, es quien
llega a la felicidad superior, no hay que escudriñar mucho en esto.
Parece claro que la capacidad racional del hombre; el alma, es medio para comprender a la
Naturaleza Suprema, como lo vemos en el método que se desarrolla en el Monologio y en
el Proslogio con sus ventajas y algunos defectos; todo con el fin último de comprender un
poco de Dios, y así ser feliz.
6 Idem., p. 63.7 Ibid.
Este tema que logré captar en Anselmo me parece que debe ser de alta importancia, porque
no sólo la comprensión de Dios puede ser un simple estudio, un simple pasatiempo, sino
que verdaderamente el estudio de lo pequeño que podemos comprender de la gran
inmensidad de Dios nos conduce a la felicidad, que podría interpretarse como medio de
salvación. Tal vez este tema, de tomarse como medio de salvación el estudio de Dios,
pueda ser abordado en otros ensayos, pero no se puede negar que la felicidad es el fin que
parece perseguir San Anselmo en el estudio de lo divino, se observa en la cantidad de
súplicas que le hace a Dios en sus obras, además de su esmero en escribir sobre las pruebas
de la existencia de Dios. Está presenta en la realidad la presencia de Dios y no sólo
logramos percibirla por medio de la fe, sino también por medio de la razón, estos dos
caminos nos son útiles a lo largo de nuestras vidas, en el camino en el que avanzamos y
logramos conocer las virtudes que se encuentran en las cosas y sobre todo; en nosotros
mismos, esas virtudes que como demuestra lógicamente San Anselmo provienen de Dios, y
al conocerlas comprendemos a este Ser, y comprender este ser; nos conduce a nuestro fin,
que es la felicidad.
“Yo te suplico, ¡ oh Señor !; haz que te conozca, que te ame, a fin de que encuentre en ti
toda mi alegría. Y sí en este mundo no puedo alcanzar la plenitud de la dicha, que al menos
crezca en mí cada día hasta ese momento deseado.”8
8 San Anselmo, Proslogio en Clemente Fernández, S.I. Los filósofos medievales. Selección de Textos,Tomo I, BAC, Madrid,1996, p.79.
Bibliografía.
-San Anselmo, Monologio, Proslogio en Clemente Fernández, S.I. Los filósofos
medievales. Selección de textos, Tomo I, Madrid: BAC, 1996.
-Abbagno, Nicola, Diccionario de Filosofía, (tr. Alfredo N. Galleti), México: Fondo de
Cultura Económica, 1974.